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Ciclo Básico Común – Antropología – Unidad 1

Objeto y problemáticas de la Antropología

Patricia A. Campan

1. “¡Qué raros son los extranjeros!”1 o Antropología: descubrimiento de lo diferente

“Ellos andan todos desnudos (...) también las mujeres, (...) muy bien hechos, de fermosos cuerpos... Deben ser muy buenos
servidores y de buen ingenio, (...) y creo que ligeramente se harían cristianos; que me pareció que ninguna secta tenían ...”.
(C. Colón 1492. Diario de a bordo).

“El traje de las mujeres se compone de una túnica estrecha (...). La mujer libre se distingue de la esclava por un pedazo de tela
que le cubre la cabeza. Su adorno más preciado son (...) sus orejas, cuyos lóbulos llegan a adquirir unas dimensiones
verdaderamente prodigiosas ...”. (Capitán R. Burton, siglo XIX, refiriéndose a las mujeres de un pueblo del este
africano).

“El hecho de que el hombre sea un producto de la evolución no debe hacernos buscar en cada forma de comportamiento
humano su correspondiente ventaja desde el punto de vista de la selección natural”. (P. Kitcher 1997. ”El origen de la
moral”).

¿Por qué hemos presentado estas frases? ¿Qué tienen en común todas ellas? Podríamos decir, en primer lugar,
que se refieren al hombre y, a juzgar por las dos primeras, alguien está haciendo una descripción de estos
hombres. Más aún, mientras que en la segunda encontramos una breve pero detallada descripción de sus
peculiares gustos por el adorno corporal, en la primera además, se ha elaborado un juicio acerca de su
comportamiento. En la tercera se han expresado ideas más complejas. Se habla de evolución, selección natural, y
comportamiento humano nuevamente y el autor deja la inquietante idea de que podría haber o no una relación entre
la evolución biológica y la forma de comportarse de nuestra especie.

En segundo lugar, podemos observar que, claramente, las tres frases fueron escritas en diferentes siglos. Pasemos
entonces, a la primera pregunta. La respuesta a ella sería: nuestro interés está puesto en mostrar cómo a lo largo
de su historia, el hombre se ha preocupado por hacer alguna referencia con respecto a otros hombres, a hablar de
ellos, a describirlos, y a elaborar juicios acerca de éstos. ¿Y por qué el hombre se ha ocupado, y aún lo hace, de
otros hombres? Porque ha sentido la curiosidad por conocer, de algún modo, a aquéllos con los que toma
contacto, con aquéllos que se muestran tan diferentes a su propia forma de ser. ¿Qué pudo haber sentido
cualquier conquistador, aventurero o viajero cuando se encontró frente a personas que poco tenían que ver con
sus propias vestimentas, costumbres alimentarias, viviendas, creencias, por señalar sólo algunos de los aspectos
proclives a la comparación? O cuando nosotros mismos tenemos la oportunidad de viajar a lugares distantes y
diferentes del nuestro, ¿no nos asombramos al ver esas diferencias con respecto a aquello a lo que estamos tan
habituados? (Mair 1998). El asombro, en un primer momento, probablemente curiosidad más tarde, por la forma
de vida que desarrollaron otros grupos... lo que los antropólogos han denominado cultura.

Si algo provoca asombro es porque el individuo que observa se hace consciente de que lo que tiene frente a él es
diferente; se asemeja un poco o nada a lo propio. De modo que, como sostiene el antropólogo mexicano Esteban
Krotz, “el asombro no surge autónomamente de la realidad observable y observada, no se imprime en la mente vacía del
observador” (Krotz s/f::5), sino que es el resultado de una relación que se establece entre los objetos y la conciencia
del hombre. En otras palabras, este sería “el descubrimiento que el yo hace del otro” (Todorov 1995:13), es decir, del

1 Mair, L. 1998. “Introducción a la Antropología Social”, p. 9.

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yo que comparte con otros individuos ciertas características y que se encuentra con otros, cuyas características
difieren.

Como ejemplo podríamos tomar cualquiera de las dos primeras frases que se presentan al comienzo. Tanto Colón
como el explorador Burton están describiendo a las personas con las que se han encontrado. ¿A quiénes están
dirigidas estas descripciones? A otros que, como ellos, comparten los mismos o parecidos gustos en la vestimenta;
que son cristianos, como ellos; que seguramente no se perforarían los lóbulos de las orejas para adornárselas. En
pocas palabras, a europeos u occidentales (en este caso) que, como ellos, habrán de asombrarse con estos
“descubrimientos”.

Ahora bien, ese otro no necesariamente debe estar fuera de la sociedad a la que pertenece ese yo. Puede estar
también dentro de su propia sociedad o grupo: “las mujeres para los hombres o los ‘locos’ para los ‘normales’”
(Todorov 1995). En otras palabras: todo grupo al que nosotros no pertenecemos porque no compartimos esos
comportamientos o esas costumbres, etc. 2. Se denomina alteridad entonces, a esta referencia constante al otro, y
tiene, como hemos visto, una relación estrecha con el asombro, debido a que se constituye a partir de la conciencia
que tenemos de lo propio, un conocimiento de aquello que caracteriza al yo - nosotros ante el otro - los otros (el
diferente). Dice Krotz:

“... el asombro se relaciona con y se explicita en la categoría de la alteridad. La alteridad – precisamente como categoría y no
como concepto – es constitutiva para el trabajo antropológico. Su uso, su reconocimiento, su comprensión implican siempre
un conocimiento de lo propio, ante cuyo horizonte solamente lo otro puede ser concebido como otro” (Krotz s/f:5).

Y este interés no es reciente. Lo encontramos en la Antigüedad clásica con Heródoto, cuando describe a las
distintas culturas o civilizaciones preocupándose por las diferencias que observaba entre éstas y la propia.
También en el origen de la filosofía. Sin embargo, es en el siglo XV, con el comienzo de los grandes
“descubrimientos” de nuevas tierras, por parte de las potencias europeas, que esta realidad asombrosamente
diferente va a comenzar a verse de otra manera. Es el período en el que se manifiesta con más intensidad el
asombro y las descripciones de pueblos de distintos lugares del mundo, se multiplican (Cocchiara 1961).

El reconocimiento de la categoría alteridad permitió comprender no sólo las características sociales y culturales de
los grupos diferentes sino también las de la propia sociedad, y en determinados momentos históricos utilizarlos
aún como una crítica para los valores que la sociedad de la época había desarrollado.

En el siglo XIX, con la 2º gran expansión que Europa realiza hacia el resto del mundo, nace la ciencia que tendrá a
la variabilidad cultural, la alteridad, como objeto de estudio: la Antropología. A este respecto, dice Krotz:

“la pregunta antropológica nace del encuentro: el encuentro entre pueblos, culturas, épocas. Siempre los ha habido y por ello
siempre ha habido antropología, siempre ha habido la pregunta antropológica, aunque de diversas formas y, desde luego, con
respuestas más diversas aún” (Krotz s/f:3).

Porque ha tomado como objeto de estudio la explicación de ese otro, interés que ha mantenido desde entonces.

2. Una definición de Antropología

Por lo que hemos expuesto hasta el momento, podemos decir de manera muy general, que Antropología significa
“hablar del hombre” (Mair 1998). Muchos pensarían entonces, que a esta disciplina le corresponde explicar todo
lo que al hombre se refiera. De esta manera se pensaba en el siglo XIX cuando surgió esta ciencia convirtiéndose

2
Ver el concepto de identidad en: M. C. Chiriguini y M. Mancusi “Las alteridades socialmente construidas”.

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así en la más ambiciosa de todas las disciplinas sociales. Por ello necesitamos acotar este interés por lo humano
puesto que no es la única que ha centralizado su estudio en él.

Hemos visto que se ha ocupado por observar, describir y analizar al hombre que se constituye como diferente, es
decir, la variabilidad humana, pero no sólo es esto; además tiene como objetivo explicar las semejanzas. El
antropólogo explora las similitudes (culturales y biológicas) dentro del contexto de las diferencias que observa,
claro que “al notar las diferencias entre los habitantes de las islas Trobriand y los europeos generalmente
tendemos a quedar más impresionados por éstas que por las aparentes similitudes que presentan sus culturas, y
no sólo quedaremos impresionados, sino que probablemente, preguntemos por qué existen tales diferencias?”
(Kaplan y Manners 1979:20).

Es decir, el problema central en la Antropología, e insistimos en esto, es explicar las semejanzas y las diferencias
de las sociedades, y la continuidad y el cambio en el tiempo. “Si las culturas no difirieran una de otra y si no
cambiaran, jamás surgirían cuestionamientos sobre los mecanismos de cambio o de estabilidad. Pero observamos
que las culturas sí difieren una de otra y - en diferente grado – cambian en el tiempo”. Podríamos decir, entonces,
que lo que le da “unidad” a esta ciencia (dentro de la variedad de problemáticas por las que se interesa) son dos
grandes preguntas: “¿cómo funcionan los diferentes sistemas culturales?” y “¿cómo en su inmensa variedad,
estos sistemas culturales llegaron a ser lo que son?” (Kaplan y Manners 1979:21).

Una de las definiciones que se ha elaborado acerca de esta ciencia es la de Claude Lévi-Strauss (1984) –
antropólogo contemporáneo - quien señala, justamente, la amplitud del interés antropológico:

“La Antropología apunta a un conocimiento global del hombre y abarca el objeto en toda su extensión geográfica e histórica;
aspira a un conocimiento aplicable al conjunto de la evolución del hombre, desde los homínidos hasta las razas modernas y
tiende a conclusiones, positivas o negativas, pero válidas para todas las sociedades humanas, desde la gran ciudad moderna
hasta la más pequeña tribu melanesia” (Lévi-Strauss 1984).

Al leer atentamente esta definición encontramos que la Antropología abarca una amplia variedad de temas que
cubren distintos aspectos del hombre. Pero también en ella se hace referencia al hombre en “su extensión
geográfica e histórica”, de modo que, si ubicáramos en un gráfico sus temas de interés, podríamos hacerlo sobre
dos ejes: uno que correspondería a la variable tiempo y otro a la variable espacio. Y esto es así porque esta ciencia
comprende en su análisis “todas las épocas (...) y todos los espacios” (Lischetti 1994).

Cuando Lévi-Strauss se refiere en su definición a la “evolución del hombre desde los homínidos hasta las razas
modernas” nos encontramos con que está abarcando un rango de tres o cuatro millones de años. Es clara entonces,
la profundidad temporal que maneja esta disciplina, pero a la vez, también es amplio el espacio en el que trabaja
porque se refiere a todos los hombres en tanto miembros de una sociedad.

Si atendemos a otra parte de la definición, leemos que la Antropología llega a conclusiones a partir de
exhaustivos análisis que son válidas para todas las sociedades humanas, donde están contempladas no sólo la
sociedad moderna, “industrializada” o “desarrollada”, sino también una pequeña tribu que habita en lugares
muy distantes del nuestro, demostrando nuevamente que su campo es muy vasto.

Hay otros aspectos importantes en la definición que presentamos. Al referirse a la evolución humana, Lévi-
Strauss nos permite introducir uno de los temas más interesantes de la Antropología: el que trata de las
dimensiones biológica y cultural del hombre. Ambas se encuentran estrechamente relacionadas, y esto ocurre
porque cuando piensa al hombre, la Antropología enfatiza esta bidimensionalidad, dado que nuestra especie posee

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rasgos cuyo origen es biológico -y como tales transmitidos genéticamente-, y otros que se adquieren o aprenden a
partir de la vida social (el hombre en grupo) y dentro de su cultura3.

En el hombre hay diferentes necesidades y pulsiones que son características de su condición biológica, como por
ejemplo, la necesidad de comer, pero la forma en que las satisface corresponde ya al ámbito cultural: un grupo de
cazadores-recolectores del Amazonas podrá obtener su alimento a través de la caza y / o de la recolección,
mientras que otros lo hacen a partir de una compra en un supermercado.

Por el hecho de que los humanos somos también animales, la perspectiva bidimensional tiene sentido: si sólo
consideramos el comportamiento cultural podemos cometer el error de dejar de lado nuestras capacidades y
limitaciones de tipo físico; por el contrario, si sólo nos concentráramos en nuestro aspecto biológico omitiríamos
un importante atributo humano: la cultura. Esta manera de enfocar a su objeto de estudio es la que hace a la
Antropología una “ciencia única” (Nelson y Jurmain 1991).

3. La Antropología y sus problemáticas de interés

La amplia gama de estudios que se fueron realizando acerca del hombre y el grado de profundidad que
alcanzaron, llevaron a que esta ciencia comenzara a abrirse en diferentes especialidades de acuerdo con lo que
más específicamente se tratara de analizar. Si tenemos en cuenta las variables de tiempo y espacio mencionadas,
tendremos las siguientes orientaciones, según se haga más énfasis en un eje o en otro:

Antropología Social o Cultural: los antropólogos sociales están interesados no solamente por lo que la gente hace o
dice cotidianamente sino también por la manera en que esta gente se organiza, qué normas observa, entre tantos
otros temas. Se ha ocupado, y aún lo hace, de sociedades, barrios, grupos, comunidades, que hacen las cosas de
manera muy diferente al del propio grupo de referencia, pero también estudia sociedades “complejas”,
“industrializadas”; se ocupa de explicar las diferencias entre los pueblos de manera opuesta a la de aquellos que
lo hacen apelando a “características genéticas” o porque esas cualidades “se llevan en la sangre” (Mair 1998).
Estos antropólogos utilizan una práctica originada dentro de esta ciencia, el trabajo de campo. Si bien trabajan con
comunidades actuales, éstos tienen en cuenta el proceso histórico, los cambios producidos a lo largo del tiempo
en el momento de realizar su análisis.

Arqueología: pone un énfasis mayor en la variable tiempo, dado que estudia sociedades del pasado a través de sus
restos materiales (construcciones, material lítico y óseo, cerámica, entre otros), es decir, lo que constituye la
cultura material de los grupos humanos. Una de las principales tareas del arqueólogo es interpretar la cultura
material a partir del registro arqueológico. Uno de los métodos que emplea es la excavación porque le proporciona
la evidencia necesaria para explicar las actividades humanas en un período determinado y los cambios
experimentados por esas actividades. También utiliza diferentes técnicas que le permite fechar los restos
materiales que ha hallado, es decir saber qué antigüedad tienen. Y como su propósito no es “reconstruir” sino
explicar esos cambios, lo hace empleando teorías y modelos. Le interesa tener una imagen de cómo vivía esa
gente, cómo explotaba su entorno, cómo fueron produciéndose cambios en la cultura del hombre a medida que se
modificaba el ambiente y viceversa. Pero principalmente, el arqueólogo quiere saber por qué vivían de esa forma.

Antropología Biológica: a partir de la bidimensionalidad característica de la especie humana, los bioantropólogos


centralizan su interés en el estudio de la evolución (proceso de hominización) y la variación humanas. El hombre
ha desarrollado estrategias adaptativas (obtención de alimentos, búsqueda de protección, confección de
artefactos, entre otras), lo que hemos denominado anteriormente como cultura. Entonces, las preguntas, entre
otras, que se formula la antropología biológica son: ¿nuestra evolución depende de la cultura? ¿El desarrollo de la

3
Ver los capítulos de Chiriguini sobre la naturaleza humana y de Gravano sobre el concepto de cultura.

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cultura depende de nuestra constitución biológica? Estas preguntas son importantes puesto que la influencia de
los factores de selección natural han jugado y juegan un importante rol en nuestra especie (Nelson y Jurmain
1991). Trabajan analizando restos humanos muy antiguos y también con poblaciones actuales para realizar
estudios sobre variabilidad, fecundidad y demografía, entre otros temas.

Dado el aumento de problemáticas actuales -entre otras, las relacionadas con el pasado reciente de la Argentina- y
que son objeto de interés de la Antropología, comenzaron a surgir varias especialidades. Mencionaremos una de
ellas: la Antropología Forense. En ésta encontramos que se hacen presente las orientaciones a las que nos referimos
anteriormente: la antropología social, a través de las historias de vida que realizan estos antropólogos; la
arqueología, por la aplicación del métodos y técnicas propias de ésta (la excavación, por ejemplo) y la
antropología biológica, porque su formación les permite saber, entre otras características, la edad y el sexo de un
cuerpo hallado, determinar el tiempo que ha estado enterrado y la causa de la muerte, aún a partir de restos
esqueletarios muy fragmentados. Por ello, su participación en distintas áreas es muy amplia y valiosa.

Estas problemáticas surgidas en la Antropología a lo largo de su historia como ciencia se complementan con otras
disciplinas en la medida en que sus teorías y métodos se adecuan a sus problemas. Asimismo, trabajan con otras
ciencias aportando sus conocimientos y experiencias. Es desde esta perspectiva del trabajo interdisciplinario de
donde se logra un real enriquecimiento de la tarea científica. Por señalar sólo unos ejemplos, los bioantropólogos
encuentran en las ciencias biológicas una base para encarar sus estudios; los arqueólogos se nutren de las
paleociencias (geología, paleontología y paleoecología) y la biología; los antropólogos sociales, de la historia, la
economía política, entre otras.

Con respecto a la Sociología, ¿cuál es su relación? En el origen de ambas ciencias, el siglo XIX, la práctica
antropológica estaba focalizada en las “sociedades exteriores” a Occidente, sociedades a las que se las percibía
como “simples”, “inferiores” o “salvajes”, dadas las diferencias que, desde el punto de vista cultural y sobre todo
tecnológico, presentaban con respecto al mundo occidental. La Sociología, en cambio, dirigía su mirada a
Occidente, a la sociedad que era considerada como “civilizada”.

La aparición de estas disciplinas en este momento (siglo XIX) fue la respuesta que se dio desde la ciencia a la
“división del mundo” que se había llevado a cabo desde el plano económico-político por las potencias
colonialistas europeas. A una división dual del mundo parecía corresponderle una división dual de las ciencias
(Worsley 1971)4.

En la actualidad, la Antropología (que ha sufrido cambios en su objeto de estudio especialmente a partir de la


segunda mitad del siglo XX) ya no está focalizada exclusivamente en las sociedades no-occidentales, y ahí es que
se aproxima al trabajo del sociólogo. Ambas disciplinas estudian actualmente realidades muy próximas, si bien
cada una construye su objeto de manera diferente5. En consecuencia, las diferencias que se habían dado con la
Sociología en un primer momento, parecen ahora muy difusas. Podemos decir que no se separan ni aún
epistemológicamente, compartiendo en parte, métodos y técnicas (Lischetti 1994). Esta situación, en vez de
presentar un problema para el desarrollo de estas disciplinas, puede constituirse como un claro ejemplo de lo que
mencionáramos anteriormente: la importancia que han ido cobrando los enfoques interdisciplinarios en la
construcción del conocimiento científico.

4. La Antropología como ciencia

4 Ver M. C. Chiriguini “Del colonialismo a la globalización: procesos históricos y Antropología”.


5
Como se verá en el capítulo dedicado a los movimientos recientes de las teorías antropológicas, de Gravano.

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El hombre ha creado a lo largo de su historia diferentes maneras de explicar la realidad con la que tiene contacto.
Lo ha hecho con la Filosofía (con los comienzos de ésta en la Antigüedad clásica); con la religión; a través de lo
mágico y con la ciencia. Es de esta última de la que nos ocuparemos brevemente.

En primer lugar, todo conocimiento científico parte de problemas; no puede hacerlo a partir de datos u
observaciones simplemente, pues esto sólo conduce a una mera recolección de información sin un propósito
establecido que lo guíe. El científico plantea un problema; luego, recoge información; formula una hipótesis
(proposición para explicar los datos, esto es, un intento de dar respuesta al problema planteado); contrasta la
hipótesis con más datos, y finalmente, elabora un modelo (descripción simplificada de la realidad a partir de lo
observado en la evidencia).

En segundo lugar, la ciencia como actividad pertenece a la vida social; la ciencia es un fenómeno social. Esto es,
una empresa humana, una obra de las personas. Por eso decimos que está inserta en la vida social. Como
consecuencia de esto, no es absolutamente autónoma. Todo conocimiento científico está condicionado por el
contexto socio-histórico en el que se desarrolla. Los investigadores no están ajenos a las circunstancias del medio
en el que viven, puesto que viven en sociedades y tienen intereses sociales. Frente al objeto de estudio está el
científico con su visión de la realidad y con las teorías que trae con él y que comparte con otros debido a que
responde a propósitos de un grupo, de una comunidad formada por iguales (Schuster 1982).

En palabras de Stephen J. Gould -paleontólogo y autor de trabajos de divulgación científica-: “Los hechos no son
fragmentos de información puros e impolutos; también la cultura influye en lo que vemos y en cómo lo vemos. Las teorías más
creativas suelen ser visiones imaginativas proyectadas sobre los hechos; también la imaginación deriva de fuentes en gran
medida culturales” (Gould 1988:4).

Tomemos como ejemplo el momento mismo del surgimiento de la Antropología como ciencia en el siglo XIX. El
marco teórico que prevalecía era el que se sustentaba en la teoría evolutiva. La evolución, se sostenía, seguía una
única línea de desarrollo.

Ocurría que la noción de evolución se ajustaba a las ideas sociales, políticas, económicas, de la época. Las ideas de
evolución y progreso aplicadas a la vida social de los hombres, llevaba a explicar las diferencias entre las sociedades
(e inclusive las diferencias biológicas entre los hombres) a partir de grados diferentes de evolución6. Años más tarde,
a comienzos del siglo XX, la percepción que se tenía de las sociedades “no occidentales” fue otra: las diferencias
serán explicadas desde la teoría funcionalista o desde el particularismo histórico7, para los cuales las sociedades y
sus respectivas culturas habían seguido diferentes líneas evolutivas. Asimismo, como ocurrió con el
funcionalismo, no se tendrá en cuenta el proceso colonialista y sus consecuencias8: la colonización tenía ahora la
necesidad de conocer esas sociedades tan alejadas de Occidente.
Podríamos decir, entonces, que la “forma de ver el mundo” y explicarlo conforma un paradigma compartido por
todos los que se dedican a “hacer ciencia” (incluidos los científicos de las ciencias naturales), que no está alejado
ni abstraído del entorno social.9

6 Ver el trabajo de M. E. Vitelo acerca de los antropólogos evolucionistas.

7 Ver el trabajo de M. Mancusi acerca de la antropología del siglo XX.

8 Ver M. C. Chiriguini “Del colonialismo a la globalización: procesos históricos y Antropología”.

9Las teorías científicas no aprehenden la realidad tal como es sino que lo hacen a través de construcciones teóricas
sostenidas por un grupo de investigadores que los aproxima a la realidad (=paradigma) (Schuster, F. 1982.
Explicación y predicción. Buenos Aires, CLACSO).

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Destacamos la inclusión de los científicos de las ciencias naturales por el hecho de que, tradicionalmente se ha
pensado que el científico social no puede acceder al conocimiento de su objeto de estudio sin que medien ciertos
preconceptos, prejuicios, y que por ello, este conocimiento no sería válido y confiable. Al respecto,

“pensamos que debe desconfiarse de una objetividad empírica pretendidamente libre de toda interferencia, incluso en las
ciencias naturales. Se suele criticar a los investigadores sociales, seres humanos que viven en sociedades, (...) y aceptan ciertos
modos de vida, por su falta de objetividad, pero también un físico o un biólogo pueden aferrarse a una teoría determinada
(...)”. “De la misma manera que el investigador social, así el biólogo es un organismo que actúa junto con otros organismos
(...). Pero de ahí no suele deducirse que las teorías de los biólogos y de los físicos están desfavorablemente influidas por su
medio ambiente” (Schuster 1982:14).

Es interesante lo que al respecto dice Gould:

“Me interesa criticar el mito mismo de la ciencia como una empresa objetiva, realizable sólo cuando los científicos logran
liberarse de los condicionamientos de sus respectivas culturas y ver al mundo tal como en realidad es” (Gould 1988:3-4).

La imagen de un científico neutral no existe porque ningún científico puede ser separado de su contexto social.
Tampoco la posibilidad de obtener una “representación cuasifotográfica” de la realidad social: “todos los datos son
selecciones de la realidad con base en las visiones del mundo o los modelos teóricos de la época, filtrados por medio de las
posiciones de grupos particulares en cada época. En este sentido las bases de selección se constituyen históricamente y
siempre cambiarán inevitablemente a medida que cambie el mundo. Si lo que entendemos por objetividad es la de los
estudiosos perfectamente desapegados que reproducen un mundo social exterior a ellos, entonces no creemos que tal fenómeno
exista” (Wallerstein 1998:99).

Esta pretendida neutralidad o el intento de que el científico se “liberara” de cualquier preconcepto (“ser
objetivo”) llevó, por ejemplo, a la postura “dura” de los positivistas, para quienes la mensurabilidad y
comparabilidad de los datos eliminaba la posibilidad de incurrir en la subjetividad10.

Las ciencias disponen de medios adecuados para la comprensión de la objetividad. Si bien el trabajo de campo11,
metodología originaria de la Antropología, no es sinónimo de objetividad absoluta, le permite a ésta acceder a un
conocimiento más profundo de su objeto de estudio dadas las características de esta técnica (observación
participante, convivencia con el grupo a estudiar).

En tercer lugar y con relación a lo anterior, la ciencia se construye a partir de ideas que se establecen
provisionalmente y es, a su vez, una actividad que genera ideas nuevas a partir de la investigación científica.
Hablar de ideas establecidas provisionalmente significa que la ciencia sufre muchas transformaciones a lo largo del
tiempo. Esto es, siempre implica un avance que se apoya en los resultados previos, por eso se construye y
conserva una continuidad, aún cuando se produzcan cambios y rupturas por la caída del paradigma sostenido
hasta ese momento. Las explicaciones científicas son perfectibles, por el hecho de que nunca son finales. La prueba
de que las explicaciones científicas se corrijan o sean reemplazadas por otras se encuentra en la historia misma de
la ciencia.

En el caso particular de la Antropología, como ocurre en las ciencias sociales, los hechos que estudia están
marcados por la historicidad, es decir que se trata de hechos socioculturales y por lo tanto, cambian
permanentemente, al igual que todo el mundo material. Tener en cuenta esta condición (histórica) de los

10 “ (...) ‘Subjetivo’ casi siempre definido como la intrusión de las tendencias del investigador en la recolección e
interpretación de los datos. Se pensaba que eso distorsionaba los datos y por lo tanto reducía su validez”
(Wallerstein, I. (coord.). 1998. Abrir las Ciencias Sociales. Siglo XXI Editores, México. Pp. 97-98.

11 Ver de M. Mancusi y M. E. Vitelo, “La aproximación cualitativa: el trabajo de campo antropológico”.

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fenómenos sociales “tiende a reducir la tendencia a hacer abstracciones prematuras de la realidad y en definitiva ingenuas”
(Wallerstein 1998:100). Las condiciones sociales están sujetas a cambios en el tiempo y por ello, se generan nuevas
teorías para explicar esos nuevos eventos o hechos y el orden social consecuente. Como ejemplo de lo que
estamos diciendo, recordemos el proceso de colonización emprendido por Europa en el siglo XIX12 y las
profundas –en la mayoría de los casos– transformaciones que produjo en las sociedades “no occidentales”. O bien
los cambios permanentes que se observan en las sociedades actuales dado el proceso de globalización13.

Ahora bien, estas transformaciones no significan que la ciencia se esté acercando a la verdad absoluta sino que,
como hemos dicho, corresponden en parte a una modificación de los contextos culturales que ejercen su
influencia sobre ella. Sin embargo, no debemos pensar que los cambios producidos por la ciencia son sólo
consecuencia de cambios en el contexto socio-histórico. La ciencia realiza avances que le son propios:

“No suscribiré una extrapolación bastante difundida (...): la tesis puramente relativista según la cual el cambio científico sólo
se debe a la modificación de los contextos sociales; la verdad considerada al margen de toda premisa cultural se convierte en
un concepto vacío de significado, y por tanto, la ciencia es incapaz de proporcionar respuestas duraderas. (...) Creo que existe
una realidad objetiva y que la ciencia (...) es capaz de enseñarnos algo sobre ella” (Gould 1988:4).

Pongamos por caso a Galileo (s. XVII):

“(...) sus ideas amenazaban la argumentación tradicional de la Iglesia a favor de la estabilidad social y doctrinal, el orden
estático donde los planetas giraban alrededor de una tierra central, los sacerdotes estaban subordinados al Papa y los siervos a
sus señores. Pero la Iglesia no tardó en hacer las paces con la cosmología de Galileo. No le quedaba otra alternativa: la tierra
gira realmente alrededor del sol” (Gould 1988:4).

Por último, la Antropología como todas las ciencias sociales, ha tenido y principalmente, tiene en la actualidad,
un compromiso importante con la realidad social. Su compromiso es el análisis de los problemas sociales y la
colaboración con distintos actores para buscar soluciones a estos problemas. Es significativo al respecto, el
prejuicio racista de amplia vigencia en el siglo XIX y aún en la actualidad, o bien, las explicaciones de tipo
economicista, que hacen resurgir el concepto de “darwinismo social” para justificar la aplicación de determinadas
políticas. Y son significativas las críticas y los planteos que, desde la Antropología, se oponen a estas perspectivas
deterministas14. Tal el caso (como señaláramos al comienzo), de las explicaciones del comportamiento humano
basadas en las características genéticas de nuestra especie, que pueden constituir un grave reduccionismo. Esto no
significa que la Antropología y las ciencias sociales se alejen de las ciencias naturales: “más bien nos parece que la
principal lección de los avances recientes de las ciencias naturales (tales como el proyecto del genoma humano) es que es
necesario tomar más en serio que nunca la complejidad de la dinámica social” (Wallerstein 1998:85).

A modo de comentario final, podríamos decir que nuestro propósito ha sido presentar, quizás de manera muy
general, aquello de lo que trata la actividad de la Antropología. Probablemente uno de sus mayores compromisos,
como el de todas las ciencias sociales, sea su relación con los cambios que conduzcan al mejoramiento de la vida
humana. Por eso, la idea de la neutralidad en las ciencias podría ser un engaño: en la historia del hombre, y con
demasiada frecuencia, se ha hablado en nombre de la ciencia como un medio para asegurar el status quo. Y
nuestro compromiso es con su opuesto: la transformación.

12 Remitimos para este tema al trabajo de M. C. Chiriguini: “Del colonialismo a la globalización”.

13 Ver el trabajo de M. Pautasso y M. L. Diez acerca de la globalización.

14Ver relacionados con los temas de prejuicio y racismo y los determinismos, los trabajos de M. C. Chiriguini y M.
Mancusi: “Alteridades socialmente construidas”, M. C. Chiriguini: “La ‘naturaleza’ de la naturaleza humana” y J.
Ghiglino “Determinismo biológico y simplificación de lo humano”, respectivamente.

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Bibliografía

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Cátedra Sabarots 9

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