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Jhon Cudriz

El deber jurídico
EL DEBER JURÍDICO Es la necesidad de observar cierto comportamiento
(acción y omisión) que viene impuesta por las normas reguladoras de la
relación o personas que intervienen en él. Cuando la finalidad de la norma
consista en provocar la acción en los deberes positivos por ejemplo, el
deber de pagar impuestos, la renta, alimentar a los hijos, etc…
El precepto autoriza la acción de la persona obligada, otorgándole un
derecho subjetivo, pero al mismo tiempo le prohíbe la omisión
imponiéndole un deber jurídico.
El fundamento del deber jurídico radica en la necesidad misma del derecho
si está obligado jurídicamente a determinado comportamiento significa que
la conducta contraria es antijurídica y como tal representa la condición de
una sanción establecida por la norma. Es decir el sujeto del deber es
responsable de la sanción estipulada.

Noción preliminar
Tenemos el deber de cumplir las normas jurídicas. Este deber consiste en la
necesidad de realizar tal conducta, o abstenernos de talotra, según lo
establezca la ley. ¿Cuál es la fuente o el fundamento de esta necesidad? ¿Por
qué debemos cumplir las normas jurídicas? ¿Se trata de un deber moral o de
un deber jurídico? ¿Es lo mismo el deber jurídico que el deber moral de
acatar las disposiciones legales?.

“El tema del deber jurídico, dice R. Soriano, es quizá el más difícil y
controvertido de la teoría jurídica contemporánea; es, por otra parte, un
tema nuevo, puesto que hasta hace poco no se había planteado, de la mano
del positivismo formalista, un concepto de deber jurídico propiamente dicho
e independientemente del viejo concepto de deber moral. Ni siquiera en un
autor de la modernidad de Kant es posible encontrar una delimitación clara
del deber jurídico y del deber moral: para él el deber sigue siendo todavía un
deber moral indirectamente recogido y asumido en la norma jurídica”.

Las opiniones sobre este problema son distintas: un grupo de teorías


identifican el deber jurídico con el moral, otras establecen diferencias entre
uno y otro. Demos cuenta de ellas antes de consignar nuestra opinión.

Sair Guerra
AXIOMAS DE LA LÓGICA JURÍDICA:
 Inclusión
 Libertad
 Contradicción
 Exclusión del medio
 Identidad

Axioma de Inclusión:
“Todo lo que está jurídicamente ordenado está jurídicamente permitido”
Ejemplo: del art 411 del Código Civil “Los padres están obligados a dar
alimentos a sus hijos y los hijos están obligados a dar alimentos a sus padres”
Esto es: Una conducta ordenada por la norma jurídica y a la vez permitida, ya
que los sujetos tienen la obligación de darse alimentos, en el mismo supuesto
en que la tienen el padre y los hijos

Axioma de libertad:
“Lo que estando jurídicamente permitido no está jurídicamente ordenado,
puede libremente hacerse u omitirse”.
Ejemplo, no existe un precepto jurídico que nos obligue a dar limosna a los
menesterosos, pero tampoco está prohibido. Así nos encontramos
libremente facultados para dar dicha limosna o no.
Axioma de Exclusión del medio:
“Si una conducta está jurídicamente regulada, o está prohibida, o está
permitida. Este principio refuerza a el axioma de contradicción”
De lo anterior se deduce que: si un proceder no está jurídicamente
prohibido, si está jurídicamente permitido.
Ejemplo: Si al manejar se llega a una equina y no está prohibido dar vuelta a
la izquierda , está permitido.

Axioma de Identidad:
Todo objeto del conocimiento jurídico es idéntico asi mismo.
En otras palabras, lo que está jurídicamente permitido está permitido; lo que
está jurídicamente prohibido está prohibido.

Raúl Ospina
Teorías que identifican el deber jurídico y el deber moral

Dos son las teorías importantes que identifican el deber jurídico con el moral,
y según las cuales, por tanto, la noción de deber sería una sola.

a) La Teoría de Kant. Kant identifica el deber jurídico con el deber moral,


pues considera que aquél no es otra cosa que una obligación ética (moral)
indirecta. Veamos por qué. Según Kant, para que un precepto tenga
obligatoriedad para el sujeto es necesario que derive de su propia voluntad.
En otros términos, sólo las reglas de acción autónomas, vale decir,
propuestas por el mismo sujeto, pueden generar el deber, la obligación. Las
reglas heterónomas, es decir, las que no provienen del mismo sujeto, no
pueden producir este efecto. Se sigue, entonces, que las leyes positivas, obra
de los legisladores, no pueden aparejar un deber porque son reglas de
conducta heterónomas. Pero el individuo puede, sin embargo, hacerlas suyas
en virtud de su autonomía, es decir, puede acatarlas como si hubieran sido
dictadas por él mismo en virtud de reconocerles un valor universal.
Entonces, de reglas heterónomas se convierten en reglas autónomas y, en
esa virtud, generan un deber moral. De esta suerte, pues, el deber jurídico
indirectamente se convierte en un deber moral

b) La Teoría de Radbruch. Para llegar a la misma conclusión de Kant,


Radbruch simplifica el razonamiento. Teniendo en cuenta que la norma,
externamente considerada, no puede generar una obligación, concluye
Radbruch que la norma jurídica, al igual que la moral, genera la obligación o
el deber de cumplirla porque compromete nuestra conciencia, es decir,
porque la norma jurídica viene a ser aceptada, es autónoma y no
heterónoma. Radbruch razona así: “Una obligación heterónoma es una
contradicción lógica, pues no es la norma externa como tal la que puede
obligarnos, sino solamente la aceptación de la norma por nuestra conciencia.
La heteronomía del derecho significa que la conciencia acepta como propio
un complejo de normas desarrollado con arreglo a sus propias leyes.
Exactamente lo mismo que la veracidad, como deber ser de conciencia, se
orienta hacia la verdad, regida lógicamente por sus leyes propias.
Ahora bien, la obligatoriedad de aquel complejo de normas no puede tener
otra justificación que la de haber sido aceptadas tales normas por la
conciencia propia, la de formar parte del contenido de nuestra conciencia. Y,
si hay que calificar de obligaciones morales las obligaciones autónomas, no
tenemos más remedio que reconocer que la obligatoriedad del derecho, su
validez, descansa, en última instancia, sobre el deber moral del individuo”.

De las opiniones de Kant y de Radbruch juzgaremos adelante, pero


anticipamos que, del hecho de que toda obligación sea autónoma, como
ocurre con el deber moral y el jurídico, no puede inferirse que el fundamento
de uno y otro sea el mismo, y que, por consiguiente, no exista distinción
entre estos dos tipos de deberes.
Karina Torres
Teorías que distinguen el deber moral y el deber jurídico

Son principalmente dos las que nos interesa mencionar, a saber: la de Kelsen
y la de Recaséns Siches.

a) Doctrina de Kelsen. Por la misma razón que Kelsen niega la existencia del
derecho subjetivo, reduciéndolo al derecho objetivo, niega también la
existencia del deber jurídico. “El deber jurídico –expresa– no es otra cosa que
la misma norma jurídica considerada desde el punto de vista de la conducta
que prescribe a un individuo determinado. Es la norma en relación con el
individuo, al cual prescribe la conducta, vinculando una sanción a la conducta
contraria. El deber jurídico es, pues, la norma jurídica individualizada, y por
este hecho no tiene ninguna relación con la noción del deber moral.
Un individuo está jurídicamente obligado a adoptar una conducta
determinada en la medida en que una norma jurídica hace de la conducta
contraria la condición de un acto de coacción llamado sanción”.

Pero, así como el derecho subjetivo es distinto del derecho objetivo, como
veremos pronto, de igual manera el deber jurídico es diferente de la norma
que le sirve de fundamento, porque no puede ser igual la obligación
consistente en realizar algo o abstenerse de algo, y la norma que determina
tal comportamiento. Aquélla es el efecto de ésta.

b) Doctrina de Recaséns Siches. Razona de la siguiente manera: “Cuando


formulamos la pregunta de cuál será la esencia del deber jurídico,
necesariamente se tiene que buscar la solución dentro del mismo concepto
de norma jurídica, dejando de lado la circunstancia de que los contenidos del
deber jurídico puedan concurrir con los contenidos de deberes morales y
sociales, y ser semejantes a éstos... Que deba haber una fundamentación
específica e independiente del deber moral, lo prueba el hecho corriente de
que hay muchos deberes jurídicos cuyo contenido no está consignado en
ninguna norma moral, religiosa o social, ni en postulados de cultura; y, sin
embargo, a ningún jurista, pensando exclusivamente como tal (es decir, fun-
dándose sobre el supuesto de la validez del derecho positivo), se le ocurriría
negar tales deberes... Que alguien tiene un deber jurídico de comportarse de
una determinada manera quiere decir que se halla situado en relación con la
norma de tal modo que, si no se conduce según lo determinado por la
norma, podrá o deberá ser objeto de un acto de coerción impositiva de
carácter inexorable. O, lo que es lo mismo: la existencia del deber jurídico se
determina por virtud de que la violación de la conducta señalada constituye
el presupuesto de una sanción jurídica, esto es, el supuesto de una de las
formas de la coercibilidad inexorable. Donde no sea posible, a tenor de lo
dispuesto por el orden jurídico, el imponer una coacción inexorable al sujeto,
entonces es evidente que éste no tiene un deber jurídico”.

En síntesis: para Recaséns Siches el deber jurídico es distinto del deber moral
porque aquél, a diferencia de éste, surge de la coacción, esto es, de la
amenaza, del empleo de la fuerza por parte del Estado contra el infractor de
la norma.

No le encontramos fundamento a esta opinión. En primer lugar, porque ya


demostramos que la coacción no pertenece a la esencia del derecho, sino
que es algo que se agrega al mismo para imponerlo. De consiguiente, si la
coacción fuera el fundamento o la razón del deber de cumplir con la norma,
resultaría que tal fundamento sería extrínseco al derecho, esto es, que no se
apoyaría en la norma jurídica propiamente dicha, sino en algo fuera de ella;
en otras palabras: que el deber de cumplir una norma no provendría de la
norma misma sino de la garantía establecida para imponerla, lo que no es de
recibo.
Marlon Escalante
Conclusión sobre lo anterior

¿A qué conclusión podemos llegar? Indudablemente, como afirma Recaséns


Siches en lo antes transcrito, la esencia del deber jurídico, su razón de ser, o
su fundamento, tenemos que buscarlo dentro de la misma norma jurídica,
porque, si respondemos que el fundamento del deber de cumplirla se halla
fuera de ella, incurriríamos en una contradicción, a saber: que tenemos el
deber de cumplir una norma por una razón distinta de la existencia de ella,
con lo cual estaríamos afirmando que no existe el deber de cumplir tal norma
por sí misma, es decir, que tal norma no genera el deber de acatarla.

Para resolver esta difícil cuestión hay que tener presente, como también lo
destaca el autor citado, que una misma conducta puede ser objeto de una
reglamentación por normas de diferentes clases, con lo cual se originan
deberes diversos. Por ejemplo, la obligación del deudor de pagar a su
acreedor lo debido es una conducta impuesta tanto por la regla moral como
por la jurídica y la convencional, pues las tres imponen al deudor ese mismo
proceder. Se dan, pues, así, en este ejemplo, tres tipos de deberes: el moral,
de un lado, el jurídico del otro, y un tercero, que podemos llamar social,
consecuencia de la regla perteneciente a los usos sociales, que generan
igualmente ese deber. Mas no por ello podemos decir que todos esos
deberes sean uno mismo. La confusión en que incurren las doctrinas
anteriores se debe a que no parten de la distinción expuesta.

¿Por qué el deber moral de pagar nuestras deudas? Porque los valores en
que se apoyan las reglas morales así lo exigen. Pagar lo debido nos obliga en
conciencia porque ese acto lo reclama la justicia subjetivamente considerada,
es decir, como una virtud, cuya observancia perfecciona nuestro ser.

De otro lado, ¿por qué tenemos el deber jurídico de pagar nuestras deudas?.
¿Por qué tenemos el deber de cumplir la regla jurídica que así lo determina?.
La respuesta es obvia: porque los valores jurídicos, principalmente la justicia,
entendida como igualdad, así lo pide.

¿Por qué el deber social de pagar nuestras deudas? Porque las normas del
trato social, y los valores en que ellas se fundan, así también lo reclaman.

La diferencia o la esencia del deber jurídico, que lo distingue del deber moral
y del deber social, está, pues, en la diversidad de valores recogidos en las
respectivas normas: unos, en efecto, son los valores morales, y otros los
jurídicos y los sociales, que generan las obligaciones respectivas. Por estos
motivos, mientras los deberes morales son tanto internos como externos, los
deberes jurídicos y sociales son puramente externos. El cumplimiento del
deber moral compromete por igual el fuero interno y el externo de la
conducta; los deberes jurídicos y sociales solamente este último, porque ello
basta para dar satisfacción a los valores en que se apoyan. El deudor que
paga su deuda, obedeciendo la regla jurídica y la social, aunque sea de mala
gana, inclusive con mala intención, cumple con el valor justicia (dar a cada
uno lo suyo) y con el decoro social (presentándose como hombre de bien).

En resumen: el deber moral se funda en valores morales, que comprometen


el fuero interno y externo de nuestra conducta. El deber jurídico se apoya en
los valores jurídicos, que sólo se refieren al fuero externo del obrar. El deber
jurídico es, pues, cosa distinta del deber moral y del deber impuesto por los
usos sociales.

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