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Primera parte:

¿Qué condiciones climáticas hicieron del estrecho de Bering un escenario clave para el
poblamiento americano? 

Las variaciones climáticas ocurridas en el planeta durante los últimos 30.000 años ocupan un
lugar preponderante en la discusión sobre el poblamiento. El clima fue uno de los agentes
principales que, en diferentes momentos, condicionó el ingreso de las poblaciones humanas en
el continente, principalmente por su efecto sobre las variaciones en el nivel del mar y en el
avance y retroceso de los hielos continentales.
Si bien desde hace varios milenios no existe comunicación terrestre entre América y Asia, la
vinculación entre ambos bloques continentales ha experimentado numerosos cambios a lo largo
del lapso geo-cronológico conocido como Cuaternario, que incluye los últimos 1.600.000 años.
Actualmente, el lugar de mayor proximidad entre ellos se encuentra en el estrecho de Bering,
que separa el noreste de Siberia y noroeste de Alaska. Este estrecho comunica también el
océano Ártico por el norte y el océano Pacífico por el sur y tiene un ancho cercano a los 90 km
entre costa y costa. A pesar de que esta situación no se ha modificado significativamente desde
hace alrededor de 10.000 años, durante los últimos 100.000 años el ascenso y descenso del nivel
del mar ha dejado esporádicamente al descubierto el fondo del estrecho, posibilitando la
emergencia de un puente terrestre entre Asia y América.
Entre los procesos que más afectaron la variación en el nivel de los océanos y, por lo tanto, las
posibilidades de emergencia del lecho marino del estrecho de Bering y de ingresar por tierra en
América, se encuentran los cambios de temperatura ocurridos a nivel global. El Cuaternario se
caracteriza por la ocurrencia sucesiva y cíclica de períodos de marcado descenso de las
temperaturas. En estos períodos se produjo un crecimiento significativo del tamaño de las masas
de hielo en todo el planeta.
El crecimiento del volumen de hielo ocurrido en la Tierra durante los pulsos de temperaturas
bajas de la última glaciación implicó que gran parte del agua, anteriormente contenida en los
océanos, quede retenida en los glaciares, principalmente en las zonas frías más próximas a los
polos y las de mayor elevación sobre el nivel del mar. Este proceso trajo aparejado el descenso
del nivel de los océanos, que en algunos momentos alcanzó marcas cercanas a los 100 metros
por debajo del nivel actual. El efecto directo más notable de estos cambios fue que grandes
superficies que se encontraban debajo del agua emergieron y pasaron a formar parte de las
masas continentales.
Durante los períodos de avance de los glaciares registrados en la última glaciación, el área
actualmente ocupada por el estrecho de Bering –sumergida sólo 40 m debajo del mar actual, se
encontraba emergida y el ancho de la faja de tierra en este sector habría alcanzado los 1.000 km.
Esta gran porción emergida que unía Siberia y Alaska, conocida con el nombre de “puente de
Beringia”, cumplió un rol central en el proceso de poblamiento humano del continente
americano. Sin embargo, aun cuando la presencia de un área continental uniendo Asia y
América era una condición necesaria para que las poblaciones humanas del Viejo Mundo
puedan ingresar vía terrestre a Norteamérica, no constituía una condición suficiente para que el
ingreso se produjera. Tan importante como eso era que las condiciones de habitabilidad en
Beringia y las áreas colindantes de Asia y América fueran adecuadas para los grupos humanos.
Segunda parte:

Los primeros seres humanos llegaron al continente en algún momento del Pleistoceno
final, hace aproximadamente 14.000 años CAP

Si bien no es posible dar una respuesta definitiva de cuando llegaron los primeros seres
humanos a América, es poco probable que esto haya podido ocurrir entre el 18.000 y 14.000 año
CAP momento del máximo avance glacial. Tampoco puede descartarse un ingreso previo (entre
el 18.000 y 14.000 año) pero no existen aún evidencias sólidas.

Por lo tanto, la hipótesis más parsimoniosa es la que propone un ingreso algo posterior,
posiblemente hacia los 14.000 años CAP. Si esto ocurrió así, el paso debió efectuarse por la faja
litoral del sur de Beringia y Noroeste de Norteamérica, único espacio libre de hielo
continentales hasta la apertura del corredor de Alberta hacia los 11.500 años C AP.

La mayor parte de las poblaciones provienen de una única migración a través del estrecho
de Bering.

Estudios de morfología craneana (Neves y Pucciarelli) indican que los cráneos antiguos se
diferencian de las poblaciones nativas recientes mostrando similitudes con poblaciones recientes
del sudeste asiático, Australia y África.

Ales Hrdlicka plantea que todas las poblaciones americanas comparten un origen en común y
que descienden por lo tanto de una única población asiática o de un conjunto de poblaciones
asiáticas biológicamente relacionadas.

Turner (1984) sugiere sobre la base de información lingüística y morfológica dental y cráneo
facial que todas las poblaciones americanas con excepción de los aleutianos y esquimales
descienden de una única o varias poblaciones asiáticas relacionadas que ingresaron a América a
fines del Pleistoceno.

La evidencia genética muestra claramente que las poblaciones americanas tienen un origen
biológico asiático. Esta evidencia también indica que la diferenciación bilógica de las
poblaciones fue probablemente fenómeno local y no el resultado de múltiples migraciones con
la probable excepción de los grupos aleutiano-esquimales.

Estudio de morfología craneana determinó que los antiguos habitantes de América del Sur
emigraron del sudeste de Asia antes que se desarrollaran los rasgos mongoloides en esa región y
que los sudamericanos poseen parentesco más estrecho con los australianos y los pobladores del
sudeste de Asia.

Algunos grupos de investigación sugieren que las poblaciones paleo americanas probablemente
siguieron una ruta costera pacifica para entrar al continente, mientras que los grupos
mongoloides ingresaron por Norteamérica cuando esta estaba libre de hielo.

Las muestras de paleo americanos y amerindios presentan importantes diferencias


morfológicas craneofaciales

Las investigaciones recientes más intensas sobre el poblamiento de América usando


información morfológica craneofacial, así como los planteos más formales de modelos para
explicarla, provienen de dos investigadores sudamericanos: Héctor Pucciarelli (Argentina) y
Walter Neves (Brasil).
Neves y Pucciarelli señalaron que las muestras de paleo americanos y amerindios presentan
importantes diferencias morfológicas craneofaciales. Los amerindios se caracterizarían por un
neurocráneo corto y ancho (braquicéfalo), caras anchas y desplazadas hacia atrás y órbitas y
nariz altas, mientras que los paleoamericanos presentarían un neurocráneo largo y angosto
(dolicocéfalo), caras proyectadas hacia delante y orbitas y narices bajas
Estas características de los grupos paleoamericanos son atribuidas a una morfología
“generalizada” por estar presentes en los restos más antiguos de Asia y África, en
contraposición a la morfología considerada como “especializada” o mongoloide observada en
los grupos asiáticos más modernos.

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