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Las haciendas: tierras de conflicto y productividad

Alfonso Patricio Reinoso Gaguancela

En la actual provincia del Cañar se establecieron varias haciendas importantes,


muchas de las cuales incluían al Qhapaq Ñan. Por motivos didácticos, se ha
dividido el trayecto del camino y las haciendas, yendo de norte a sur, en zonas.
Además, debido a que en los documentos las propiedades son tratadas
indistintamente como haciendas, fundos, hatos, sitios, entre otras
denominaciones, simplemente hemos colocado su nombre genérico.

Zona 1
• Ingapirca
• Turchi
• Llilla
• Silante
• Cajontambo

Zona 2

• La Playa y Nar
• Coyoctor
• Yanacauri
• Tambo Viejo

Zona 3
• Huayrapungo
• San Pedro
• Chuguín
• Molobog

Zona 4
• Cojitambo-Rumiurco

De este grupo, se ha seleccionado para el estudio las haciendas más


representativas, tomando en cuenta también las limitaciones y las posibilidades
de información inherentes al manejo de datos reportados básicamente en el del
Archivo Nacional de Historia.
Adentrándonos en el tema de este capítulo, señalamos que la asignación de
estancias en el Cañar fue temprana. Tomamos algunos ejemplos de los Libros
de Cabildos de la ciudad de Cuenca:

Año Nombre Lugar


1559 Pedro Bravo Estancia para ganado en Hatuncañar
1559 Hernando Gavilán Estancia en Hatuncañar
1559 Juan González Estancia en Hatuncañar
1559 Antonio Llamoso Estancia en Hatuncañar
1559 Gonzalo de las Peñas Estancia en Hatuncañar
1560 Gil Ramírez Dávalos Estancia en Hatuncañar
Estancia en los Tambos Bermejos
1562 Juan Negrete Diez cuadras de tierras hacia el Azogue
1576 Juan Sánchez Morillo Pedazo de tierra para sembrar en el llano que
se hace de aquella banda del río de Burgay,
yendo al pueblo del Azogue
1576 Antonio Fernández G. Tierras en Cojitambo

Con el paso del tiempo, parte de las tierras conferidas por el Cabildo
seguramente se achicarían o dividirían mientras que otras, en cambio, se
convertirían en importantes haciendas. Es el caso de Cojitambo, cuyas tierras
asignadas en 1576 pasaron de generación en generación en manos de los
herederos de Antonio Fernández, constituyéndose en una importante hacienda
del sur del Cañar. (Causa seguida entre Narciso Cabrera y…, 1784, 356 ff.).

La vida de éstas fue conflictiva. Sus dueños legales y no tan legales se


involucraron muchas veces en prolongadas disputas, con el fin de hacerse
definitivamente de ellas; el interés por poseerlas no respetó nada y las
desavenencias se dieron inclusive al interior de las mismas familias. Tanta
lucha probablemente se debió a la productividad de las haciendas, que
garantizaba un constante ingreso económico, a más de los beneficios que en la
esfera social y política implicaba el ser “hacendado”.

Veamos entonces qué pasó en las haciendas, qué producían, quiénes lo hacía
y hacia dónde iba lo que se sembraba y criaba.

Historia y producción

Zona 1: Ingapirca, Turchi, Silante y Cajontambo


Durante el siglo XVIII y XIX, la zona de estudio experimentó numerosos
vaivenes, sus fundos y hatos captaron el interés de varias personas, a tal punto
que por ellos se querellaron legalmente ante las autoridades pertinentes. La
clave de esto podría estar en la producción ganadera del área y los réditos
generados.

Partamos del hecho de que en la región cañari, como lo reporta en el siglo XVI
Pedro Cieza de León, al momento de la conquista “…auía por todas estas
sierras y campañas gran cantidad de ouejas de las de aquella tierra, y mayor
número de Guanacos: y viqunias: mas con la priessa que se han dado en las
matar los Españoles han quedado tan pocas, que casi ya no ay ninguna.” Este
proceso fue acompañado por la introducción de ganado vacuno, caballar,
ovejuno y porcino.

Ingapirca es un ejemplo de esto, pues a más de las cementeras, se desarrolló


en ella la actividad ganadera, definiéndose en los documentos como “… un
Citio de Ganado maior, y menor en los Paredones del Inga… Junto al Citio del
Maestro Antonio Palaes, y con un potrero de preñadas con el derecho y accion
de sembrar…”.

Hacia 1733, año en que la propiedad pasó a manos de Michaela Cajas, se


reportó la existencia de 90 cabezas de ganado vacuno, 30 yeguas herradas y
51 ovejas. Para la década del 40, el número de animales había sufrido una
importante baja, registrándose en 1744 la presencia de 46 cabezas de ganado
vacuno y 112 de ovejuno; y en 1770 se hablaba de 50 cabezas de ganado
mayor y 120 de menor.

El precio de cada cabeza de ganado vacuno era de 6 pesos aproximadamente,


al igual que el de las yeguas y, en cambio, las ovejas valían alrededor de 6
reales. Estos animales generaban importantes recursos económicos: las ovejas
proporcionaba lana para la fabricación de textiles; y las vacas producían leche
que podía ser vendida como tal o utilizada para la elaboración de quesos y a
esto, claro, se añadía su carne, importante fuente alimenticia, su cuero, materia
prima para la fabricación de diversos productos, y el sebo, base para hacer
velas.

Aunque era una zona eminentemente ganadera, esto no significa que la


actividad agrícola no se haya desarrollado. En la hacienda Ingapirca, se señala
para la primera mitad del siglo XVIII que las tierras estaban trabajadas y
cultivadas y que existían sementeras de papas y de habas, una huerta de
hortalizas, un jardín de flores y un alfalfal pequeñuelo. Años más tarde, a
mediados del siglo XX, el viajero norteamericano Albert Franklin, cuando visitó
el monumento arqueológico, no dejó de mencionar que, a más de ovejas, había
sembrados de trigo y cebada.

Zona 4: Cojitambo-Rumiurco

La hacienda Cojitambo-Rumiurco
Desde un inicio, las tierras de Cojitambo tuvieron un fin agrícola. En la misma
merced otorgada a Antonio Fernández Gallego, se estipula que las 58 cuadras
se iban a destinar para la siembra de maíz. La gramínea se siguió cultivando a
lo largo del tiempo como se deduce en el acto de posesión de la propiedad de
1775, cuando Francisco Galeano no solo tomo en sus manos tierra, piedras y
yerbas, sino también las cañas del maíz que estaban sembradas.

Igualmente, la tierra era propicia para la producción de otras gramíneas como


la cebada y, sobre todo el trigo, del que se habla en la segunda medición del
terreno, realizada en 1586. En la disputa del siglo XVIII por Cojitambo, se indica
también la presencia del trigo, señalándose que una cementera fue hecha con
3 fanegas de semilla.

En el siglo XIX, durante la referida destrucción de los cercos colocados por el


mayordomo Francisco Campoverde, aunque se señala la presencia de bestias,
cerdos y toda especie de ganado, no se deja de mencionar al trigo y a las
papas.

Un factor importante para la productividad de los terrenos fue el acceso al


agua, según la documentación existía dentro de sus linderos una fuente, que
habría servido para el regadío de las siembras y el mantenimiento del ganado.

Tomado de: Alfonso Patricio Reinoso Gaguancela, "El Qhapaq Ñan: la


historia del Cañar a través de un camino", 2017.

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