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O`HIGGINS HUASO
O’HIGGINS HUASO
Introducción
Hacia fines del siglo XVIII, en Chile, la agricultura constituía la principal industria
del reino, la propiedad territorial se hallaba sólidamente constituida y, aledaños de las
ciudades, se encontraban los predios mejor cultivados y los productos alcanzaban los
precios más remunerativos. Los procedimientos usados en los trabajos campesinos eran
rudimentarios y económicos, y la crianza de ganado constituía una de los principales ramos
de ingreso de las haciendas.1
A Chile le estaba vedado realizar comercio con otros países, salvo con el Virreinato
del Perú y con Buenos Aires. Como se puede apreciar, la actividad económica del país
dependía del Perú y de España y dentro del país se realizaba en el seno de cada hacienda.
Al transformarse Perú en un gran productor de metales preciosos, produjo una expansión de
su economía que influyó como incentivo en el desarrollo económico de los otros países por
la vía de la exportación.
1
Donoso, Ricardo “El Márquez de Osorno, Don Ambrosio O´Higgins, 1720 – 1801”. 1941 Ed. Universidad
de Chile. Santiago p. 11
3
Chile respondió a ese incentivo con la remisión de mulas para el transporte, alimentos
tales como cereales y frutas secas, vino, aguardiente, telas ordinarias, mantos y frazadas,
lonas, jarcias y madera, pero fueron productos de la ganadería las que constituyeron el
grueso de las remesas : cueros, vellones, sebo y charqui.2
A esto se agrega, a fines del siglo XVII, la exportación de trigo al Perú que
constituyó una irrenunciable tarea, por cuanto, en 1687 un terremoto había asolado los
campos cerealeros cercanos a Lima destruyendo instalaciones y sistemas de regadíos, a lo
que se sumó el llamado polvillo negro que terminó por arruinar la producción peruana
durante varios años.
Por lo tanto, en Chile, la tierra comenzó a valorizarse, la gente empezó a demandar
áreas que aún quedaban disponibles, pero, por razones estrategicas no se les podía entregar
más de doscientos cuadras. El mundo rural cobró, de esa manera, importancia contrastando
con la lánguida vida urbana.
Si bien es cierto que existía una interesante explotación de las tierras en el país, ésta
distaba mucho de ser óptima. Los gobiernos carecían de políticas agrarias y no eran muchos
los personajes interesados en el fomento del agro; era este, un mal en casi todos los países
de América española durante la Colonia. Sin embargo, en Chile, hubo tres personajes que
pasaron a la historia, que entre otros grandes méritos, dedicaron tiempo y esfuerzos en
fomentar el desarrollo agropecuario. Dos corresponden al período colonial: Don Manuel de
Salas y Don Ambrosio O’Higgins y uno, al inicio del siglo XIX: Don Bernardo O Higgins
Riquelme.
Don Manuel de Salas realizó un interesante estudio, que contiene valiosos datos
estadísticos y recomendaciones, sobre aspectos agrícolas y ganaderos del país. Estos
constituirán elementos fundamentales para el estudio del potencial económico, en general
para el país y en particular, de la hacienda San José de las Canteras, e indirectamente, de las
haciendas de Montalván y Cuiba que fueron propiedad del Padre de la Patria, y que son
parte importante de nuestro trabajo.
2
Villalobos, Sergio y otros. “Historia de Chile”. 2005. Ed. Universitaria Santiago p. 157
4
¿Cómo se explica que un irlandés haya podido llegar a ocupar puestos tan importantes
dentro de la organización político-administrativa del Imperio español?
En esos años no era raro que un Irlandés fuera designado en puestos importantes por
la realeza española, porque desde los tiempos de Felipe II, comenzó en España a
dispensarse un buen tratamiento a los irlandeses. Se fundó en la Universidad de Salamanca
un colegio de jóvenes irlandeses, y Carlos II, por una cédula de 11 de marzo de 1680,
declaró que gozaban de las mismas prerrogativas que los españoles para obtener los
empleos que fuesen proporcionados a sus méritos.
En 1701, Felipe V dispuso que los ingleses e irlandeses católicos, que residieran en
España desde diez años atrás, o estuvieran casados con españolas, fueran considerados
como nacionales y, poco después, en junio del mismo año, que aunque no concurrieran las
circunstancias de la residencia de diez años, ni el estar casado con españolas, se guardaran
y cumplieran los privilegios y gracias que les estaban concedidos.
Finalmente, por una cédula de 23 de octubre de 1718 se confirmaron los privilegios
concedidos a los irlandeses, a fin de que pudieran tener empleos políticos y militares, y que
los comerciantes de la misma nación fueran tratados y favorecidos con distinción, sin que
se las embargaran sus bienes en la guerra declarada a Gran Bretaña, ni se les expulsaran de
los dominios españoles.3
Incluso a don Ambrosio, la Corona española le otorgó, más tarde, el título de Barón.
Hasta entonces se firmaba Higgins pero a partir del título don Ambrosio y toda la familia
se antepuso la O a su apellido. La cédula fue expedida con fecha 8 de febrero de 1795. Ver
anexo Nº 1/.
Al año siguiente por exclusiva iniciativa de la Corona, le otorga el título de Marqués
de Osorno. Está firmada la Real Cédula en Badajoz el 27 de enero de 1796.4
Sus grandes logros los obtiene mientras desempeña los cargos, con que los distinguió
el Rey; primero, Capitán General del Reino de Chile y en seguida, Virrey del Perú.
El interés por las labores agrícolas de don Ambrosio, se habría originado en Europa.
3
Donoso Ricardo “El marqués de Osorno Don Ambrosio O’Higgins”. 1720 – 1801” 1941 Ed. Publicaciones
Universidad de Chile. Santiago p. 45 – 46.
4
Ibíd. 278 y 341.
5
5
Ibíd. p. 214.
6
6
Valderrama, Juan A ”Diccionario Histórico y geográfico de la Araucanía” 1928 Ed. Imprenta Lagunas,
Santiago p. 22
7
Molina, Abate Ignacio “Compendio de la Historia Civil del Reyno de Chile” 2000 Ed. Biblioteca del
Bicentenario. Talleres de gráficas Antes. Santiago. Tomo II p. 30
8
Villalobos, Sergio “Los Pehuenches en la Vida Fronteriza” 1989 Ed. Universidad Católica de Chile.
Santiago p. 134
7
Estos sistemas de seguridad y las bondades de los suelos de la Zona llevaron a don
Ambrosio O´Higgins, gran conocedor de la región, a adquirir la hacienda de San José de
las Canteras de 16.689 cuadras con grandes extensiones de tierra con arena y vegas aptas
para la crianza de ganado. En su calidad de Intendente de Concepción, se preocupó de
repartir las tierras y de establecer familias en esa misma zona.
En 1743 puso en práctica que cada año se retirase del ejército un grupo de soldados
con el tiempo cumplido, para que se casasen y se estableciesen en la Isla de la Laja. Se les
entregaban, a cada uno, veinticinco cuadras de tierra.9
La Hacienda, tenía el nombre de Las Canteras por haber sido uno de sus primeros
dueños don José de la Cantera, natural de Burgos, vecino de Concepción por el año 1680,
casado con doña Andrea González y Cea, rica heredera de esas tierras que habían sido de su
madre, doña María de Cea y Ortiz y Ortiz de Atenas, nieta del conquistador don Francisco
de Cea, primer concesionario de ellas.
Al fallecer en 1608 el capitán de la Cantera, su hija doña Ana de la Cantera, legó
estas tierras a don José Antonio de Arechavala y Olavarría, quien a su vez, pasaron a su hija
doña Gertrudis de Arechavala. Esta rica heredera poseedora de las dotes más cuantiosas de
la ciudad de Penco, casó con el vecino de Santiago don Ramón Zañartu.
Don Ramón, por la fortuna de su mujer y sus extensas vinculaciones formó uno de los
hogares más distinguidos de Concepción. El Intendente don Ambrosio O’Higgins fue su
amigo y padrino de uno de sus hijos.
Deseoso el futuro Virrey, de invertir, parte de su fortuna, solicitó a doña Gertrudis
que le vendiera estas tierras que no le reportaban ninguna utilidad.
Para efectuar la operación pidió, su dueña, autorización oficial el 6 de junio de 1785,
para trasladar el censo que las gravaba a favor del alma de doña Ana de las Canteras.
Fue pues en este año de 1785 en que la estancia de Las Canteras pasó al patrimonio
de don Ambrosio O’Higgins.10
9
Ibíd. p. 136
10
Opazo Maturana, Gustavo. “O’Higgins Estanciero y Conspirador.” Artículo del diario El Mercurio de
Santiago de 18-9-1940. p 3.
8
El transcurso de la primera etapa de su vida, debió haber sido para Bernardo un casi
inexplicable misterio. A temprana edad fue arrancado del hogar materno, enclavado en el
sur de Chile, cuando la relación madre e hijo es todo un acto permanente de ternura; y, es
obligado a iniciar un periplo, en soledad, desde su patria al Perú, desde Perú a España,
desde España a Inglaterra, donde se sumerge en un mundo casi ajeno a la realidad. Ahora
su vida es otra, ha cambiado el paradigma en el que le cupo desenvolverse. Debe
transformar en letras lo que no puede expresar de otra manera a un padre cuya imagen
virtual flotaba permanentemente en su mente. Por eso, Bernardo empieza un nutrido
proceso epistolar, expresando sentimientos de amor y gratitud al padre que nunca habló con
él, que jamás contestó sus cartas pero que entendía que la única posibilidad de expresarle su
“amor paternal”, por el momento, era procurarle los medios para llevar una vida cómoda de
estudiante en Richmond, en las cercanías de Londres, pero aún, imposibilitado de llevar su
apellido.
Más tarde todo cambia; repentinamente se entera de la muerte de su padre y de su
postrer sentimiento de afecto. El testamento muestra una evidente preferencia hacia él; su
padre le ha legado la Hacienda de San José de las Canteras de 16.689 cuadras, con tres mil
vacunos de distintas edades.
A la muerte de su padre, don Bernardo se encontraba en Cádiz. En aquel puerto se
embarcó en la fragata Aurora el 14 de abril de 1802 y llegó a Valparaíso el 6 de septiembre
después de 146 días de navegación.
El viaje le significó endeudarse para poder financiar el pasaje y sufragar otros gastos
propios de un traslado de esa naturaleza. Aquella deuda debía pagarla lo antes posible de
manera que se vio forzado a dirigirles a los albaceas de su padre, señores José Gorbea y el
R.P. don Agustín Doria, una carta a fin de apurar la entrega de la hacienda por parte de don
Pedro Nolasco del Río.
9
De Estudiante a Hacendado.
Este legado, constituía una gran fortuna para Bernardo, como también un enorme
compromiso y desafío que debía asumir para bien de su familia y de la región. A partir de
entonces, se convierte en agricultor y desde 1802 a 1810 reside en la zona junto a su madre
y a su hermana Rosa Rodríguez.
Poco antes de recibir en forma oficial la hacienda, en 1803 asistió invitado al
Parlamento de Negrete.“Sin ser todavía Jefe, a él mismo, se le compraron 600 novillos y
vacas, por el Intendente de Concepción, de la edad de tres años, a tres pesos cuatro reales
cada uno, pues no valía más en esa época, para socorrer el gran número de caciques
indios. Sólo asistió para ser los trámites y las conversaciones de los caciques, y también
vinieron muchas personas de Talca y demás pueblos de abajo, por la novedad de un
parlamento tan grande, en que se juntarían más de diez mil indios, habían venido testigos
de todas las reducciones de los Cuatro Guitralmapos, y permaneciendo los indios nueve
días en los convenios de tratados; de esta parte del Bio-Bio en frente de Negrete, se
parlamentó”. (sic)11
La posesión oficial se la dio el escribano de Los Ángeles don Miguel del Burgos. El
Acta dice: Tomé de la Mano al expresado don Bernardo O’Higgins Ballenar y lo introduje
en las 16.689 cuadras de tierras, se paseó por ellas e hizo las demostraciones necesarias.12
Una vez recibido el legado, se entregó por entero a las labores agrícolas, intuyendo que, en
esa actividad, descubría su verdadera vocación, y se repetía para sí:”Para lo que yo me
consideraría más apto, seria para cultivar el suelo, y esta es la carrera que yo preferiría.”13
En esa zona su trato amable y amistoso le permitió una relación cordial con los jefes
indígenas vecino de Las Canteras. Los invitaba a su casa, tratando con ellos amables
conversaciones en mapudungun, el idioma nativo que había aprendido en el Colegio de los
Naturales.14
El joven hacendado, se convierte en un auténtico huaso chileno. Ahora es nuestro
hombre a caballo, que monta, viste y vive según un desarrollo histórico propio y distintivo,
11
Feliú Cruz, Guillermo “Conversaciones Históricas de Claudio Gay” 1965 Ed. Andrés Bello. P 290
12
Opazo Maturana, Gustavo. “O’Higgins Estanciero y Conspirador” Artículo del diario El Mercurio de
Santiago de 18-9-1940. p 3.
13
Archivo de Don Bernardo O’Higgins Tomo I p 64.
14
Ibáñez V. Jorge “O´Higgins el Libertador” Ed. Talleres San Esteban. Santiago p. 47
10
acaecido en la zona del país que va desde los valles transversales de Elqui, Limarí y
Choapa, por el Norte Chico, hasta los de la isla del Laja, llanos de Rere y Mulchén y
lomajes de Cañete y Contulmo en el Sur, es decir, las líneas de alta y baja frontera
indianas.15
O´Higgins, suma al huaso un valor agregado, porque cambia, en cierto sentido, el
paradigma de esa época. Don Bernardo es un huaso amante del campo, muy emprendedor,
culto y gran patriota. Entre otros adelantos, introduce sistemas e implementos agrícolas
modernos que se usaban en Europa.
15
Cardemil, Alberto “El Huaso Chileno” 1999 Ed. Andrés Bello. Santiago p. 13
16
Feliú Cruz, Guillermo “Conversaciones Históricas de Claudio Gay” 1965 Ed. Andrés Bello. Santiago p.
267
11
Sus relaciones en Concepción eran pocas, pues iba muy de tarde en tarde.17
17
Ibíd. p. 270 y 283
18
Medina, José Toribio. “Cosas de la colonia” 1952. Ed. Imp. Universitaria. Santiago. p. 272
19
Ibíd. p. 288 - 289
20
Ibíd. p. 417
12
21
Valencia Avaria, Luis. “Bernardo O’Higgins.El buen Genio de América. 1980. Ed.Universitaria. Santiago.
p. 43
13
Inventario de la Hacienda.
Al momento de recibir la Hacienda, don Bernardo deja constancia del siguiente inventario,
referido al ganado, levantado de su puño y letra, y que se trascribe tal cual lo redactó (sic):
“Demostración del ganado vacuno de todas edades que yo, Bernardo O´Higgins, he
recibido arreglado a las diligencias que judicialmente practicaron los peritos nombrados en
la hacienda denominada de Ballenar o las Canteras.”
Nota l ª Que el ganado de año, mediante a haber nacido después del tiempo que yo pedí la
posesión y se me mandó dar por los señores albaceas, me pertenece por todo derecho, pues
desde aquel tiempo deben considerarse más las tres mil reses con todos sus productos, sin
que la demora del señor apoderado me perjudique, habiendo acaecido por sus ocupaciones
y fines Particulares.
Nota 2.ª Que sólo debe computarse a favor de la testamentaría el remanente de las
doscientas tres reses de matanza, y el de las cuatrocientas veinte de dos años, que
componen seiscientas veinte y tres; pero no las cuatrocientas setenta y siete cabezas de año
por que se contempla producto de las que me pertenecen por el legado mediante a no haber
nacido, ni tenerse por nacidas, en el tiempo en que se me mandó dar la posesión por los
señores albaceas.
Nota 3ª Que el ganado de dos años que en la nota segunda agrego al remanente, debía
precisamente pertenecerme, pues nacieron después de la muerte de mi señor padre, y del
mismo modo son productos de mi herencia, bien claro cita el derecho: que el producto del
ganado pertenece al legatario desde el instante mismo en que fallece el testador, pero a fin
de conservar buena armonía lo sobrecedo, aunque sí en algún tiempo se tratare a rigor no lo
15
haré.
Nota 4ª Que los pitonsitos o ganado al pie no se citan por las razones mencionadas y
hallarse naciendo al tiempo de la entrega, como también el ser costumbre el darse por
muerto cuando se vende ganado con cría al pie.22
Don Tomás O’Higgins, primo hermano de don Bernardo y uno de los herederos
considerados por don Ambrosio, en su testamento, no estaba de acuerdo que su primo
Bernardo no le hiciera entrega de todo el ganado vacuno que excedía de los 3.000,
existentes en la hacienda. De manera que en el Testamento de don Tomás O’Higgins y de
doña Josefa Aldunate y Larraín (su esposa) que suscriben con fecha 14 de marzo de 1818
declaran, en el penúltimo Item lo siguiente: “A sí mismo declaro que no he recibido del
dueño legatario de la estancia de Las Canteras los siete y tantos mil pesos que este debía
entregar, valor o importe del ganado sobrante que había en dicha estancia cuando se
entregó de ella según consta de las cuentas y no quiso abonar el dicho legatario”.23
Don Bernardo, reaccionó ante dicho e indirecto cobro enviándole a don José de la
Cruz, una carta cuyo texto se acompaña en Anexo Nº 2./
Existen valiosas piezas históricas que nos orientan sobre los precios de diversos productos
agropecuarios y artesanales producidos en las haciendas, uno de estos documentos es la
Memoria presentada por don Manuel de Salas al Ministro de Hacienda Diego de
Gardoqui, titulada: “El Estado de la Agricultura, Industria y Comercio del Reino de Chile”,
Este documento nos permite conocer los precios de muchos productos de la época, en esa
zona; se adjunta en Anexo 3/
En otra parte de la representación de don Manuel de Salas al Ministro, nos ilustra sobre la
modalidad que tenían los dueños de naves, para las operaciones de cabotaje, y algunos
precios del transporte de mercaderías:
22
Archivo de Don Bernardo O’Higgins. Tomo I pp. 43-45
23
Copia del original existente en el Archivo Nacional.
16
“Los dueños de buques, rara vez fletaban porque estimaban, de mayor conveniencia,
comprar la mercadería y comercializarla en otros lugares.
Generalmente mantenían los siguientes precios:
Del Callao a: Valparaíso Concepción Coquimbo
reales reales reales
Todo fardo de azúcar y ropa
etc. de 8 arrobas 8 12 a 16 24 a 30
Botijas de miel 8 8 12
Piedras de sal de 7 a 8 arrobas 4a6 6a8 8
Algunas equivalencias:
La fanega es 12% menor que en Concepción y 12% mayor que la usan en Lima; su
mitad tiene 15 pulgadas de ancho, 9 de alto, 30 de largo en la parte superior y 26 en la
inferior:
Una fanega llena de trigo pesa 156 libras
Una arroba de peso tiene 25 libras
Una tonelada corresponde a 23 quintales (uso para el transporte)
Una cuadra tiene 150 varas castellanas
Una legua son 36 cuadras 24
24
Manuel de Salas. “Escritos” Tomo I, Ed. Imprenta Cervantes. Santiago 1912, p.169
17
El aguardiente que destilan los cosecheros es producido por lo general de los orujos.
El vino se comercializa a 5 o 6 reales de arroba.
También demuestra don Manuel de Salas que los gastos de mantención en aquella época
ascendían a “mui poco” (sic) por ejemplo:
Don Diego Barros Arana nos entrega la siguiente lista, expresados los precios en pesos de
la época, también, basado en la Memoria elaborada por don Manuel de Salas, que servirá
de complemento a la lista anterior y facilitará cualquier calculo que se haga sobre la
existencias de animales y productos agrícolas de la hacienda de Las Canteras:
La carga de leña de espino de 32 palos valía 3 reales (37 centavos); cien horcones de los
mismos de dos y media varas de largo, 6 pesos, y los de ralhuén, 5 pesos; los tijerales de
25
Ibíd. p. 178
18
canelo (drymis chilensis) 1 y medio real (18 centavos); los de roble, 2 y medio reales (31
centavos); cada viga de canelo, 3 reales, y de roble 5 (62 centavos); un pilar de ciprés, 1
peso; el millar de ladrillos de media vara de largo, de una cuarta de ancho y de tres
pulgadas de espesor, 12 pesos y medio; el de tejas, 10 pesos; cien cargas de piedras de
cimiento, 10 reales (l peso 25 centavos); el millar de adobes de cinco sesmas de largo, 6
pesos; la carretada de paja de trigo, 1 peso y medio y dos pesos: la fanega de carbón, 4 a 6
reales (50 a 75 centavos),
Los productos de las cosechas no tenían, por lo general, precios más altos. Una
fanega de aceitunas valía 1 y 3 pesos; la fanega de almendras, 4 pesos: la fanega de anís, 1
peso y medio; la fanega de cebada 3 y 4 reales (36 y 50 centavos); la de frijoles 9 y 15
reales (l peso 12 y 1 peso 88 centavos): la de lentejas, 1 peso y 1 peso y medio; la de maíz
desgranado, l peso y 1 peso y medio; la de garbanzos, 2 pesos; la de cominos, 2 pesos y
medio; la de higos secos, 2 pesos y medio; las de peras, melocotones (huesillos), manzanas,
membrillos secos, 10 a 12 reales (l peso 25 a l peso 50 centavos), la de papas, 4 a 6 reales
(50 a 75 centavos); la de ciruelas secas, 6 a 8 pesos; la de azafrán y la de orégano, 1 peso a
1 peso y medio. El precio del trigo, que variaba bastante de un año a otro según la
abundancia de la cosecha y la demanda que había para su extracción, podía estimarse,
como término medio, en 1 peso y media la fanega. La arroba de aguardiente solía valer 8
pesos.
Las frutas frescas casi no tenían valor alguno, tan grande era su abundancia y no se
vendían más que en las ciudades y, más propiamente, sólo en Santiago y en Valparaíso,
porque en los otros pueblos cada familia tenía fruta sobrada con los árboles de su huerto,
en donde se daban generosamente a los pobres o a los vecinos que las pedían. Aun en
Santiago, el precio de las frutas era ínfimo después de pasados los primeros días en que
aparecía alguna nueva en el mercado. Bastará recordar que el ciento de manzanas se vendía
durante los meses de invierno a medio real (6 centavos). 26
26
Barros, Arana, “Historia general de Chile”, Tomo VII. p.266.
19
Teniendo que incorporarse al Ejército Libertador del Perú, y seguir su suerte; ignorando la
que me esté deparada por la divina providencia, he creído de mi deber como cristiano y
amante de mi familia, formalizar una descripción de todos los bienes que poseía yo,
Bernardo O’Higgins, en el año 1810, en la República de Chile: cuyos bienes
desaparecieron a consecuencia de la Guerra de la Independencia. A saber, primeramente
(sic):
Un cerco de dos leguas y media, a razón de ocho pesos cuadra, y que dividía la
Hacienda de las Canteras en montañas y los llanos, otro cerco de madera que dividía la
Hacienda La Cordillera de las montañas bajasen (sic) la extensión de más de una legua, a
ocho pesos cuadra, otro cerco al Poniente de más de dos leguas, quemado del mismo modo
por el enemigo.
Los potrerillos para caballos inmediatos a la casa, y que comprendían más de treinta
cuadras, también quemados. El potrero de Hiescas, que comprendía cuatro cuadras, para
.mulas, también quemado. El potrero de Lauro, que comprendía veintisiete cuadras. El
potrero de Pincheira, veintidós cuadras.
El apuro de las actuales circunstancias y otras atenciones no me permiten recordar
la cantidad de marcos de plata labrada, valor de créditos activos, alhajas, etc., que también
se perdieron. Con respecto a ese dinero efectivo hice en una sola partida la erogación
voluntaria de veinticinco mil pesos, que no me han sido devueltas. No me recuerdo de otras
partidas menores que también tuve la satisfacción de hacer, como tampoco hubiese
recordado las que aparecen puntualmente en el Inventario anterior, pero felizmente entre
algunos papeles míos, diferentes razones que me suministraron los datos precisos para
formalizarlo con la exactitud y veracidad que demanda mi carácter y posición.
Mi familia con el conocimiento que tenía de aquellas especies y otras noticias que
pudiesen adquirir, las agregarán a este Inventario que dejo firmado de mi puño y letra y
sellado con mi sello de uso al margen, y que servirá a mis herederos para solicitar al
Gobierno de mi País su justa indemnización.
(Fdo.) Bernardo O'Higgins (rúbrica)
27
Trujillo, junio de 18 24
27
Molina Riquelme, Neftalí.” Noticia sobre la Hacienda San José de Las Canteras de Ballenar, Herencia
Paterna del Libertador” 1985. Revista Libertador O’Higgins. Nº 2 Año II. Ed. Instituto O’Higiniano de Chile.
22
El acaudalado hacendado, el huaso sureño, sabía que la decisión que tomaba era un gran
paso que, para muchos, era aventurarse hacia un futuro incierto; pero, por su amor a la
patria no podía claudicar a esa idea.
Con fecha 5 de enero de 1811 desde Las Canteras le escribe a Juan Mackenna, donde
le fundamenta su decisión: “tengo mucho que perder y nada de ganar” […] sin embargo, mi
querido amigo, he pasado ya el Rubicón, es ahora demasiado tarde para retroceder, aún si
lo deseara, aunque jamás he vacilado. Me he alistado bajo las banderas de mi patria
después de la más madura reflexión, y puedo asegurar a usted que jamás me arrepentiré,
cualesquiera que sean las consecuencias29
28
Valencia Avaria, Luis. 1980. Ed. Universitaria. Santiago p. 47
29
DE la CRUZ, Ernesto. “Epistolario de don Bernardo O’Higgins”. 1916. Ed. Universitaria. Santiago, pp. 24-
25
23
Al dejar tras de sí a Chile, una hermosa huella, mezcla de afecto y de respeto, quedó en la
mente de sus servidores y de sus amigos de las más variadas condiciones sociales, por lo
que al enterarse de su destierro un indio mapuche, le envía una carta que refleja el sentir de
la comunidad de La Laja:
30
Pavez Ojeda, Jorge. “Cartas Mapuches. Siglo XIX.” 2008 Ed. Fondo de publicaciones Americanistas. U de
Ch. Santiago. p 170.
24
Con fecha 25 de Julio de 1823, a bordo de la fragata inglesa S.M. FLY arriba al Callao. El
Perú reconociendo la ayuda esencial que para ese país representó O´Higgins lo recibió con
generosidad, en la hora del exilio.31
Don Bernardo tomó como vivienda, al comienzo, la misma casa que había ocupado San
Martín en la calle Jesús María (Jirón Moquehua).
Perú lo acogió como a uno de sus hijos. El gobierno del Perú, bajo San Martín, por decreto
de 30 de Marzo de 1822 Anexo 4/, donó a O’Higgins las haciendas de Montalván y Cuiba,
ubicadas a 148 kilómetros de Lima, siguiendo la costumbre consagrada en América para
recompensar los grandes servicios prestados durante la revolución independentista.
O´Higgins, durante su gobierno había obsequiado la Chacra Beltrán, en Ñuñoa a don José
de San Martín y la gran estancia de Quintero a Lord Cocharne.32
Estas haciendas habían sido secuestradas al marqués de San Juan de Nepomuceno, don
Manuel Arredondo, Mariscal de Campo al servicio de la Corona de España, y ex Regente
de la Real Audiencia limeña.33
El Ministro Monteagudo, previo a la firma del decreto, con fecha 21 de febrero de 1822
dispuso levantar un inventario de las haciendas. Ambas estaban en estado ruinoso por
cuanto tanto las tropas realistas como las patriotas habían vivaqueado en todo esos
terrenos.
Don Bernardo, al verlas en ese estado quedó, poco menos que desolado, y le manifiesta por
carta a San Martín el 8 de agosto de 1823: Montalván y Cuiba han sido completamente
arrasadas por el enemigo. Si consigo arrendarlas [...] me pondré en marcha por Panamá a
Inglaterra.34
Sin embargo, más tarde diría: Allí, por un año entero me dediqué al cultivo de una
posesión, que aunque más arruinada que alguna otra, no cesaré en toda mi vida de
31
Villalobos Sergio.” Chile y Perú La historia que nos une y nos separa 1535 – 1883”. 2004 Ed. Universitaria,
Santiago p. 19
32
Ibáñez Vergara Jorge. “O´Higgins Libertador” 2001 Ed. Gráfica San Esteban. Santiago p. 290
33
Matte Varas, J. Joaquín.”Montalván y Cuiba”1978. Revista Chilena de Historia y Geografía. p. 118
34
De la Cruz, Ernesto. “Epistolario de D. Bernardo O’Higgins” 1919. Ed. Imprenta Universitaria. Santiago
p.13.
25
La Hacienda de Montalván
La hacienda de Montalván tenia una extensión de 1.127 hectáreas. Una tasación realizada
por los peritos Manuel Escobar y José Romualdo Urbina a Montalván y Cuiba, en
conjunto, le asignaron un valor de $ 648.828 y 7 reales. Estos valores eran relativamente
bajos por el mal estado en que se encontraban los predios. Otra tasación efectuada el año
1846, dos años después de la muerte del prócer, mostraba el eficiente manejo por parte de
don Bernardo. De manera que cuando el Gobierno peruano se hizo cargo de la
indemnización, a los antiguos dueños, las haciendas se tasaron en $ 900.000; aun cuado su
valor superaba esa cifra.
Montalván, ahora estaba en proceso de producción: Los jirones o potreros se dividían en
dos siembras principales; las cañas de azúcar y la alfalfa.
Había alrededor de 25 jirones de cañaverales y 8 de alfalfa. La parte de las oficinas
comprendían el trapiche, la casa de pailas, de purga, el cuarto del sol, la ormería y dos
almacenes. Todas estas dependencias, para el proceso de la fabricación de la azúcar , y la
agurdientería con dos alambiques ingleses, muy maltratados.
La enfermería tenía dos salas, una con 16 covachas y otra con 8 , más baños y cocina.36
También poseía una huerta donde se cultivaban especies para el consumo interno.
Un año antes que se hiciera cargo de las haciendas O’Higgins tenían una gran existencia
de ganado:
2.130 cabezas de vacunos.
1.250 burros y pollinos.
500 yeguas.
40 caballos.
150 mulas de carga.
Después de los desastres producidos por la guerra, don Bernardo dedicó más tiempo a la
35
Archivo de D. Bernardo O’Higgins. T 9 p. 6.
36
Matte Varas. “Montalván y Cuiba”.1978. Revista Chilena de Historia y Geografía. p. 124.
26
fabricación de azúcar y licor, por lo que el inventario de 1846 arrojó las siguientes
cantidades:
12 yuntas de bueyes.
3 vacas co crías.
65 burros para cargar cañas.
2 potros.
1 potranca.
3 yeguas madres.
3 caballos
1 yegua de monta.
La Hacienda de Cuiba.
Cuiba estaba situada a pocos kilómetros de Montalván y su extensión era de 753 hectáreas.
El Libertador, arrendó gran parte de la hacienda y también la trabajó con medieros. El
predio, contaba con 14 potreros donde había 1.800 plantas de viña de seis años de edad y
3.451 de cuatro años, todas plantadas en el período de don Bernardo.37
La vida del prócer cambió radicalmente, y empezó a vivir y a mantener a su familia con el
producto de esas tierras peruanas, ya que de Chile no se le enviaba su pensión, por los
servicios prestados en el país.
Esto lo llevo a expresar, en un comunicado de prensa: “por la Independencia de América
sacrifiqué en Chile, mi patria, mis mejores años, mi salud y mis bienes; pero, debo a la
generosidad del Perú una vida tranquila, y no mendigar mi subsistencia y la de mi familia.
37
Ibíd. p. 119-127.
27
ocupaciones y saqueos por lo que al momento de dejar Chile don Bernardo, estaba en
completo estado de abandono.38
Los doce mil pesos se le terminaron antes de lo esperado, y para pagar los gravámenes de
la hacienda tomó un crédito de $ 40.000 a un interés mensual del 2% y, con otros créditos,
reparó la casa habitación, habilitó los trapiches, realizó las plantaciones de cañas, hizo un
huerto frutal y pobló la hacienda de ganado. Sacó del abandono al predio y lo hizo
productivo. Además, tal como lo hiciera en Las Canteras introdujo el arado de fierro.
“Estimamos que Bernardo O´Higgins no solo ha sido uno de los primeros Agricultores,
sino el pionero que introdujo en el Perú los trapiches o molinos en la industria cañavera,”
comentaba el peruano Abel Cavera Nasayo, en el Diario El Comercio de Lima el 30 de
diciembre de 1986.39
Durante las primeras horas del día recorría las faenas agrícolas y las actividades de la
destilería, los trapiches y la fabricación de los azúcares. Después de almuerzo y de la siesta
diaria comenzaba su trabajo de escritorio. Al atardecer solía tocar acordeón, pianoforte o
armónica y, en las noches, escudriñaba las estrellas con su telescopio. 40
En el verano de 1827, O’Higgins se decide explotar una empresa más compleja. Conciente
que el azúcar que producía no era de buena calidad, resolvió fabricar ron e introducirlo al
mercado del Callao. Firmó contrato con el técnico Tomás Harrison para montar la
destilería.
Con un préstamo de $ 2.000 que obtuvo O´Higgins de su amigo el sabio Unanue, echó a
andar la destilería en los primeros días de agosto de 1827.
El ron resultó de excelente calidad. Su graduación fue superior al de Lambaye que era el
mejor del mercado. A partir de entonces, empezó a vivir con cierta holgura, lo que lo llevó
a invitar a su primo Tomás O’Higgins que había enviudado y no tenía familia, para que lo
acompañara en su casa.41
Cuando el gobierno abrió al cabotaje el puerto de Cerro Azul, uno de los primeros en usar
la franquicia fue el Chileno Pedro Nolasco Carvallo armador de la goleta “Industria”. Esto
38
Ibáñez Vergara Jorge. “O´Higgins Libertador” 2001 Ed. Gráfica San Esteban. Santiago p. 280
39
Ibíd. P 290
40
Ibíd. pp. 291- 292
41
Valencia Avaria, Luis Don Bernardo Ohiggins el buen genio de América”Ed.Universitaria p. 441 -443
28
le convino a don Bernardo ya que el transporte por tierra era mucho más caro. Carvallo le
compró mil panes de azúcar a buen precio. Además, recibió la grata noticia que el ron que
fabricaba competía ventajosamente con uno importado de Inglaterra.
Convertido O’Higgins en un experto huaso hacendado, escribe al General, Prieto a modo
de consejo : hay quienes usan semillas de trigo regeneradas; las maquinas de trillar limpian
de piedrecillas el grano ; la avena puede cultivarse en Chiloé ; el vino de Concepción ; con
tratamientos modernos, encontraría mercado en Inglaterra ; los tratados con el Perú,
impulsarían la agricultura de ambos países; la incorporación de pehuenches, huilliches,
puelches, y patagones a la familia chilena convertiría al bárbaro de las pampas en un pastor
civilizado y al salvaje desnudo de la Tierra del Fuego en un pescador “industrioso,
proveído y acomodado”.42
Los va y vienes de la agricultura también tocaron a don Bernardo. A mediados de 1831 la
molienda, en lugar de entregar 4.000 panes de azúcar en el semestre sólo había logrado
producir 3.400. Por falta de liquidez no podía, por lo tanto, embarcar en Callao 1.000
galones de ron. Por otra parte, doña Ignacia Novoa de Arredondo reclamó al Congreso
peruano la restitución de las haciendas de Montalván y Cuiba, que le habían sido
requisadas durante la revolución. Fueron a pleito y O´Higgins lo gano en el Congreso por
49 votos contra 4.
En 1833, amplió las plantaciones de caña, ya Cuiba empezaba a producir vino; dos cajones
le trajeron y pidió dos barriles de ron para enviar de regalo a Prieto. Instaló nuevos molinos
y la maquina centrifugadora con tamices metálicos que filtrarían el jarabe de la melaza,
reteniendo el azúcar pura, que convertiría a Montalván en un ingenio azucarero
propiamente tal. Y con gran ánimo, dio nuevo impulso al trabajo con maquinarias en la
cosecha de trigo en Cuiba y a nuevas plantaciones de caña,43 y montó un almacén en
Lima para la venta al menudeo. Este local quedó a cargo de su hijo Demetrio O’Higgins
Puga.
Los últimos días de 1838 sufrió don Bernardo escasez de dinero por lo que se vio forzado a
vender 30 bueyes y 26 vacas y algunos toros. No se deshizo de los más bravos, porque los
tenía destinados para la jornada taurina de la plaza de Acho en Lima.
42
Ibíd. p. 445
43
Ibíd. p. 462
29
44
Ibíd. pp. 469 - 470
30
45
De la Cruz, Ernesto. “Epistolario de don Bernardo O’Higgins” Tomo II p. 194 - 195
46
Ibíd. p. 219
47
Ibíd. p. 221
31
que harás también poner en mi cuarto […] que siendo buena y seca podremos lograr
buenos precios.48
A don Bernardo le preocupaba, sobremanera, el buen mantenimiento de las maquinarias
para la fabricación de ron y de azúcar, como también, los implementos de labranza.
A su amigo Mr. Tomás Gill le encarga que le compre pipas para almacenar el producto de
su alambique, porque de otro modo no tendría más remedio que comprar planchas o tablas
por hacer cajones para sustituir las pipas.49
A fines de 1837, cuando se estaba en pleno período de cosecha, envía una carta, cuyo
borrador está en la Biblioteca Nacional, donde no aparece el destinatario, en que
manifiesta: “Estoy ahora en lo más duro de la cosecha, que me promete dar bastante trigo,
y haciendo, las necesarias plantaciones de caña de azúcar, sin las cuales el molino resulta
inútil.50
Cosechado ya el trigo, era necesario preocuparse del precio, de manera que el 25 de enero
de 1838 le escribe a don José Toribio Pequeño, su administrador, y le solicita: “Sírvase
usted avisarme el precio corriente de los trigos, pues aunque Hoyos me la pagó, en 40
fanegas que le vendo, a 5 pesos cuatro reales, por haber recibido la carta de usted después
del trato, sin embargo me quedan mayor cantidad que se están aún venteando. Después de
Hoyos, se ha presentado otro comprador; un tal Castilla, que corre con la panadería de
Reboredo ofreciendo a 8 pesos la fanega, es decir que Hoyos se ganó con mi trigo, de una
mano a otra, cien pesos”.51
También poseía don Bernardo una gran habilidad para los negocios. Con fecha 18 de abril
de 1838 escribía a Toribio Pequeño: El azúcar de la Huaca ha sido siempre la más inferior
de este valle por la humedad de sus terrenos […] Sin embargo, considero que la venta que
usted hizo a trece reales es muy buena y mejor precio que el de catorce reales, si hubiese
estado demasiado seca, pues “el aumento de peso con la humedad equivale a alguna cosa
más.”52
48
Ibíd. p. 221 – 222.
49
Ibíd. p. 223
50
Ibíd. p. 225
51
Ibíd. p. 227
52
Ibíd. p. 233
32
53
Ibíd. p. 234
54
Ibíd. p. 236
55
Ibíd. p. 246
56
Ibíd. p. 256
57
Ibíd. p. 300
33
“Todos los gastos, como pago a médicos y remedios, los debía costear con las entradas de
la hacienda ya que nada recibía por concepto de pensión desde Chile” Escribía al Coronel
Agustín López con fecha 23 de agosto de 1841, a catorce meses de su fallecimiento.58
No obstante su larga enfermedad, de la cual aún no se recuperaba del todo, escribía a su
amigo y compadre José Toribio Pequeño, como huaso de corazón amante de la tierra:
“Celebro que los potreros de Cuiba y las viñas, se hayan limpiado y podado las últimas.
Del parrón grande, cuya poda es en la menguante del presente mes, podrá sacarse alguna
planta, de la que no sea quebrantada para el replante de las dos viñas que, sin duda, se
habrá perdido alguna; el parrón la huerta también da para sacar alguna plata […] Teniendo
ya tres rejas barbunera (sic), a pocos días de las primeras aguas, se podrá plantar y será un
avance ventajoso a la presente plantada (sic)59
El conocimiento que don Bernardo O’Higgins había adquirido en el rubro de la
agricultura, nos hace colegir que, no fue raro que, tanto Las Canteras como Montalvan y
Cuiba las hiciera prosperar, mantener en producción y comercializar sus productos con
gran éxito.
Sin embargo, aun sin estrecheces económicas, no perdía las esperanzas de venir a Chile.
Por sus venas corría la sangre del huaso que dedicó casi el 50 % de su existencia a las
labores campesinas en sus tres predios: Las Canteras, Montalvan y Cuiba, pero a la vez, en
su pecho abrigaba el entrañable amor a la Patria, a la que había dado la Independencia, a la
cual, había alcanzado a formular la República. Por tal razón, a ocho meses antes de fallecer
escribía a Pequeño: “El vapor de fines de enero próximo, será el que haya de embarcarme
para Valparaíso.” Tampoco dejaba de dar disposiciones sobre lo que debía hacer con la
azúcar nueva: “Tan luego como tenga usted azúcar de la nueva, en estado de venta,
mándeme alguna, ahora que tiene buen valor, y entretener con su importe los gastos
ordinarios.(sic) 60
58
Ibíd. p. 301 - 302
59
Ibíd. p. 304
60
Ibíd. pp. 309 - 310
34
de Junio de 1842 a su amigo José T. Pequeño : “Poco a poco nos vamos sacudiendo de
débitos, con la venta de las últimas azúcares que se hallaban detenidas, y para completar
pagos sucesivos de libramiento de la hacienda, y para el vestuario de los criados, se
necesita no parar con remesas, aunque sea preciso quebrar sus precios.”61
Su espíritu americanista, le afloraba hasta el final de su vida. A pocos meses de su
fallecimiento le escribía al ministro Plenipotenciario de Perú en Chile, don Lucas Pellicer
[…] “La sabia y benévola Providencia ha enriquecido su fértil suelo con tan abundantes
frutos y producciones, como para que en eterna hermandad, los sobrantes de una, sirvan a
las necesidades de la otra y, cambien mutuamente, el producto de sus labores, con tanta
ventaja de la agricultura, que es el alma de la prosperidad y de la riqueza nacional, que ha
engrandecido a los pueblos más poderosos de la tierra. […]62
.
61
Ibíd. pp. 315
62
Ibíd. pp. 316
35
63
Cardemil, Alberto “El huaso Chileno” 2000 Ed. Andrés Bello Santiago pp. 160 - 161
64
De la Cruz, Ernesto. “Epistolario de don Bernardo O´Higgins” 1919 Ed. Imprenta Universitaria. Santiago
Tomo II p. 132
65
Ibíd. Tomo I p. 30
36
Trascribimos parte del texto del artículo titulado “Los Renuevos” mediante el cual se le
rinde un emotivo homenaje al Libertador por su interés en el fomento de la agricultura del
país:
Más don Bernardo, por encima de todo, tiene su mente fija en el poblamiento del territorio
austral, y en sus soledades sueña con familias rubicundas y austeras llegadas de las islas
británicas para habitar esos vergeles, compartiéndolos amistosamente con sus aborígenes
una vez cristianizados éstos: "El General O'Higgins, como patriota y filántropo, muy bien
conoció que el territorio situado al Sur del río Bío Bío, que ha estado tanto tiempo de un
estado de casi total abandono, -testimonia Thomas- era en realidad aquella parte de Chile
de cuyo cultivo depende principalmente el futuro... Con este convencimiento fue incansable
en reunir las mejores noticias respecto del sistema de agricultura adoptado en Escocia; y
en formar planes para la colonización del Sud de Chile, por medio de emigrados
irlandeses y escoceses, pensando, y con razón, que estos agricultores, sobre todo los de las
otras naciones, eran los más aparentes para vencer las dificultades, que parecían
insuperables a individuos acostumbrados a climas secos, uniformes y calientes."
Y luego de recorrer mentalmente una y otra vez los parajes sureños, que mucho conoce
por las constantes informaciones de capitanes ingleses, termina por elegir a Chiloé como
centro ideal de las operaciones colonizadoras, convencido de las bondades de la isla, y
entendida ésta como enclave bidireccional: de una parte, para un avance progresivo hacia
las entrañas de la temible Araucanía; y de la otra, al representar un punto de reunión y de
apoyo en el proceso poblacional del territorio magallánico.
cerca de veinte años, he mantenido sobre asuntos de colonización, principalmente con tres
señores Baronetes residentes en la Gran Bretaña e Irlanda...". A pesar de la grave
dolencia cardíaca que el 5 de febrero siguiente, por segunda vez, le impide embarcarse a
Chile en su ansiado retorno, O’Higgins tiene suficiente ánimo y generosidad para
prometer de nuevo esa traducción, "que puede ser de gran utilidad a la Sociedad".
Finalmente manifiesta "sus más vivos deseos para que por medio de la bondad de Dios
pueda asistir personalmente a la Junta General de la Sociedad, que haya de celebrarse en
fines de diciembre próximo".
Sin embargo, el destino le tenía preparado el viaje definitivo a una patria menos ingrata.
La enfermedad del prócer arreció, y empleó sus últimas fuerzas para recordarles al
Presidente Bulnes y al Ministro Irarrázaval la importancia de colonizar el extremo
austral. Se asegura que antes de expirar, en la mañana del 23 de octubre de 1842, su
palabra postrera fue “¡Magallanes!".
Además, había enviado un corto Memorial al mismo Bulnes. En él, enumeraba sus
servicios militares y detallaba los bienes entregados al Ejército al iniciarse el "Sitio de
Chillán": toda la masa ganadera de su hacienda "La Cantera" y $ 25.000 en efectivo.
Confiando serle reconocido ello por el Estado, expresaba su voluntad de entregar el
equivalente a la Sociedad de Agricultura, con el objeto de que invirtiese la mitad de la
suma en un colegio agrícola, que ocuparía el mismo lugar donde estuviera su campamento
en Concepción; agregaba: "que tan luego se construya la iglesia de dicho colegio sean
conducidos allí mis restos mortales y depositados para siempre". Y, en cuanto al saldo,
disponía que la Sociedad lo distribuyese por mitades, para instalar un observatorio
astronómico en el cerro Santa Lucía, en honor del Ejército, y para construir un faro en la
punta de Valparaíso, como recuerdo de las Glorias Navales”.66
El gobierno del General José Joaquín Prieto por Decreto Supremo de 18 de mayo de 1838
le otorga existencia legal y sus beneplácitos a la “Sociedad Chilena de Agricultura y
66
Apey, María Angélica “Historia de la Sociedad Nacional de Agricultura” 1988 Ed. Ograma Impresores.
Santiago p. 73 - 74
39
Colonización”67 , por qué no decirlo, en gran parte, por el entusiasmado apoyo decidido de
don Bernardo O’Higgins.
El inspirado y Nobel Pablo Neruda, en el segundo verso del Capitulo XX del Canto
General, titulado “Bernardo O´Higgins Riquelme (1810)” le reconoce su filiación
campesina:
Eres Chile, entre patriarca y huaso,
eres un poncho de provincia, un niño
que no sabe su nombre todavía,
un niño férreo y tímido en la escuela,
un jovencito triste de provincia68.
Un viajero del Norte (Brackenridge) nos dice que creyó ver en O´Higgins como Cincinato,
labrador y filósofo, patriota y ciudadano, vestido con el poncho de Chile, traje de tantos
héroes, olvidado de los galones y de la banda de la dictadura, que cambió por el arado, por
el retiro doméstico por la soledad de estos campos extranjeros que él fecundó con su sudor
y su industria, no menos que con sus buenas obras. 69
67
María Angélica Apey “Historia de la Sociedad Nacional de Agricultura” 1988 Ed. Ograma Impresores.
Santiago p. 10 – 12.
68
Neruda Pablo. “Canto General”. 1950. Ed. Océano. México. Cap. IV “Los Libertadores”. Nº XX p 136.
69
Vicuña Mackenna, Benjamín. “Vida del Capitán General Don Bernardo O´Higgins”. 1976 Ed. Del Pacífico.
Santiago p. 43 - 44
40
En los años postreros O´Higgins tenía más de sesenta años de edad, pero su rostro y su
estampa conservaban todavía un aire que sólo cedió en la última época, cuando el dolor de
la muerte de su madre doblegó su ánimo. El cuerpo enflaqueció, las espaldas se
encorvaron, se tornaron blancos los cabellos ya escasos y el semblante fue espejo del mal
que lo minaba.
Pero ese hombre que en su amor a la tierra natal se llamaba a sí mismo “araucano”, ni aún
en los tiempos finales dejó de pensar en el regreso.70
Muere en Lima el 23 de octubre de 1842 a la edad de 64 años el huaso Chileno don
Bernardo O´Higgins Riquelme, El Libertador y Padre de la Patria.
En 1845 el Congreso decidió que Montalván y Cuiba, habían sido “adjudicadas como un
premio nacional al Gran Mariscal y debían quedar en su descendencia. A la vez ordenó que
con dinero del Estado se indemnizaran a los antiguos dueños; cosa que, realmente se
materializó.
Hoy desde lo más alto, se siente el galope de nuestro huaso Bernardo, recorriendo, los
campos Chilenos y Peruanos, en un caballo alado y acicateado por las espuelas de plata
chilena que orgulloso calzó durante gran parte de su vida.
........................*........................
...............*...............
*
70
Orrego Vicuña, Eugenio “Iconografía de O´Higgins “ 1937 Ed. Universidad de Chile Santiago p. 75
41
Anexo Nº 1/
71
Donoso, Ricardo. “El Marqués de Osorno Don Ambrosio O’Higgins” 19441. Ed. U. de Chile. Santiago. p
341-342.
42
Anexo Nº 2/
Osorno 12 de marzo.72
72
Archivo de don Bernardo O’Higgins, Tomo I, pp. 45-46
43
Anexo Nº 3/
Precio de la madera.
La fanega de carbón, de cuatro a seis reales.
El ciento de horcones de espino de dos i media varas, seis pesos.
El ciento de horcones de talhuén, cinco pesos.
El ciento de varas de talhuén, de diez i ocho a veinte i dos reales.
Cada tijeral de canelo, real i medio.
44
Licores y fruta.
Cada arroba de vino, cuya fabricación costaba cinco reales, se vendía de cocho a doce
reales.
La arroba de aguardiente, de cinco a seis pesos.
La fanega de aceitunas, de tres a cinco pesos.
La de almendras en cáscaras, a un real mas o menos.
La de higos, de veinte a veinte i cuatro reales.
La de peras, melocotones, manzanas i membrillos secos, de diez a doce reales.
La de ciruelas, de seis a ocho reales.
La de anís, de diez a diez i seis reales.
La de cebada, de tres a cuatro reales.
La Fanega
La de fréjoles, de nueve a quince.
La de lentejas, de ocho a doce.
La de maíz en grano, de ocho a doce.
La de garbanzos, a diez i seis reales.
La de comino, a veinte.
La de papas, de cuatro a seis reales.
La de azafrán i orégano, de ocho a doce reales.
Salas se limitaba, en la memoria que estoi extractando, a decir que la explotación de las
minas era lamentable, sacándose de ellas en oro, plata i cobre solo un millón trescientos
mil pesos.
Los únicos artesanos que había en Chile eran herreros, plateros, carpinteros, albañiles,
45
COMERCIO DE ESPORTACIÓN
Artículos llevados a Lima i a otros puertos del Perú.
Al presidio de Juan Fernández, se enviaban por cuenta del rei mercaderías que importaban
dos mil novecientos noventa i ocho pesos seis reales, i por cuenta de particulares, otras que
importaban dos mil quinientos noventa i siete pesos.
Al presidio de Valdivia se enviaban por cuenta del rei mercaderías que importaban once
mil ciento diez i siete pesos; i por cuenta de particulares, otras
que importaban once mil seiscientos treinta i siete pesos cuatro reales.
47
Otros efectos pequeños, como sombreros de paja, pabilo, manteles, colchas de algodón,
pita, chocolate, cuerdas, albayalde, solimán, miel, munición, peltre labrado, cacao, telas de
clin, pastillas de olor, botonaduras i chancacas 50.000
Tabaco en hoja i polvo (por cuenta de la real hacienda) 300,000
Total $920,012
48
73
De Salas, Manuel. “Escritos”1910. Ed. Imp. Cervantes. Santiago. p 152-169.
49
Anexo Nº 4/
Decreto mediante el cual, el Gobierno del Perú, le dona Las Haciendas de Montalván
y Cuiba a don Bernardo O’Higgins.
Los eminentes servicios que ha hecho a las causa de América el Supremo Director de
Chile, D. Bernardo O’Higgins, y la principal parte que ha tenido en la libertad del Perú,
dirigiendo a este grande objeto, los esfuerzos de su administración, hasta verlo cumplido,
exigen que el Gobierno, contemplando, lo que el Perú se debe a sí mismo y lo que debe a
los que le han cooperado en su Emancipación, dé un testimonio público y durable de los
sentimientos de justicia que lo animan, por lo tanto: He acordado y decreto: Primero, las
haciendas de Montalván y Cuiba, en el valle de Cañete, pertenecientes al Estado, quedan
aplicadas en toda propiedad con enseres que tienen , al capitán general don Bernardo
O’Higgins, Director Supremo de Chile, para que él y sus herederos, puedan disponer de
ellas como dueños legítimos, conforme a las leyes. Segundo: El Ministro de Hacienda
mandará a extender en la forma que corresponde el título de dominio a favor del general
O’Higgins, archivándose el original en el Ministerio de su cargo y remitiéndose el
testimonio al propietario.
Dado en el Palacio del Supremo Gobierno, en Lima a treinta de marzo de mil ochocientos
veintidós.
74
Matte Varas, J.Joaquín. “Montalván y Cuiba.” Revista Chilena de Historia y Geografía. Nº 146 de 1978.
50
BIBLIOGRAFÍA
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