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CUARTOSCURO ~
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Las poses de López t-:
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Por: Armando Bartra
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De un tiempo para acá los pasos de López resuenan fuerte en el


ámbito de las publicaciones fotográficas mexicanas. Hace poco fue Los
rumbos del tiempo, dedicado a sus recuentos etnográficos, más tarde
Nacho López y el fotoperiodismo mexicano en los años cincuenta, un
trabajo de John Mraz que discurre sobre los reportajes y fotoensayos de
este autor en la prensa del medio siglo. Dos libros muy distintos: el
primero reproduce en extensión las fotografías indianistas de Nacho
López, acompañadas por un ensayo antropológico sobre el mismo
tema, el segundo se ocupa analíticamente de su trabajo como fotógrafo
de prensa. El primero es un libro de fotografías, el segundo es una
reflexión sobre la fotografía.

Hasta ahora el Nacho López periodista se les


había mostrado a sus no contemporáneos a
través de piezas sueltas, como las que
seleccionaron muy bien Fernando Benítez y Ortiz
Monasterio para Yo, el ciudadano. En cambio
estos dos libros se ocupan de las secuencias, de
series de imágenes articuladas por un propósito y
publicadas juntas. Y secuencias es lo que Uiil-~
fotografió mayormente Nacho López; como Mujer escri~ie,ndO SO,bre
. . un porteto 10 en e
secuencias son buena parte de los registros de vestidor, México D.F., ea.
los hermanos Mayo, de Enrique Díaz, de Héctor 1950 © Fondo Nacho
García, de Bordes Mangel, y de todos los López I Fonoteca
grandes fotoperiodistas mexicanos que Nacional del INAH
publicaron ensayos y reportajes gráficos en revistas como Hoy,
Rotofoto, Mañana y Siempre.

Mientras que la "fotografía de arte" tiende a la imagen única, el trabajo


del fotoreportero siempre ha sido múltiple, plural; y con frecuencia así se
selecciona y se publica. He dicho ya, en otra parte, que la primera obra
de fotografía periodística impresa en México fue una secuencia; el
conjunto de ocho imágenes que muestran la inauguración del Teatro de
la Paz de San Luis Potosí, una propuesta narrativa y analítica que
incluye diversos momentos y puntos de vista: el antes y el después, la

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fachada y el interior, el teatro y sus alrededores. Con esta serie,


publicada en los números uno y dos del semanario El Mundo en
noviembre de 1894, Emilio G. Lobato inaugura el fotoperiodismo como
debe ser, inau urando el reportaje de tomas múltiples.

El fotorreportaje no culmina con la toma,


revelado e impresión de las fotografías,
también hay que seleccionar, ordenar,
montar, ocasionalmente recortar, y
siempre ensamblar las imágenes con
textos, propios o ajenos. Porque el
reportaje, no es puesta en cuadro sino
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México D.F., ea. 1950 © Fondo puesta en página, y si me apuran, puesta
Naeho López / Fonoteea Nacional en revista. Y la experiencia de la
dellNAH fotografía periodística no es el disfrute de
un icono solitario y aislable, sino la irrupción atropellada de textos e
imágenes, que se amotinan por atrapar la atención del lector.

Si el reportaje fotográfico es laborioso, más lo es el fotoensayo, pues


junto al ensamble y la puesta en página, hay un trabajo de concepción,
planeación y ejecución, que trasciende la proverbial "captura del
instante". Así, el mérito de López no está en los reflejos fotográficos -
que quizá no eran su fuerte- sino en la dirección, en la puesta en
escena.

En su minucioso recuento de los trabajos periodísticos de Nacho López,


John Mraz nos descubre que, en rigor, no fue tanto fotorreportero como
fotoensayista, y que algunas de sus mejores secuencias son "dirigidas".
Así, mientras que ciertas fotos son francamente posadas, otras, las más
duraderas, son tomas de situaciones provocadas; registros fotográficos
de "performances" que se anticipan a su tiempo.
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Curiosamente, Nacho y otros fotógrafos
que dirigían las situaciones registradas, no
eran dados a balconear sus
procedimientos. Y, en el caso de los
fotoensayos, esta omisión no me parece
deshonestidad. Hacer pasar por
testimonial una foto posada, resulta Pulquería, consumidores en el
fraudulento sólo cuando el valor de la interior, México D.F., ea. 1950 ©
imagen se hace radicar en su presunta Fondo Naeho López / Fonoteea
"autenticidad". Pero las buenas fotos Nacional del INAH
valen, no como registros "fidedignos", sino por su condición de
representaciones, y en ellas lo que en verdad importa es el resultado no
el procedimiento. Así como los luchadores se niegan a hablar de la
puesta en cuadrilátero de su espectáculo, tienen razón los fotógrafos de
secuencias "dirigidas" en resistirse a ventanear sus procedimientos; no
por que tengan algo que ocultar, como por que la discusión acerca de la
"verdad" fotográfica es improcedente.

http://www.cuartoscuro.com/44/art2.html 18/02/2008

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