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Mecanismos de protección de los derechos humanos: mecanismos

convencionales

Los mecanismos convencionales son aquellos en los que existen órganos de


control y supervisión, cuya función principal es asegurar la aplicación de las
medidas de instrumentación previstas. Estos mecanismos se encuentran
constituidos en tratados internacionales de Derechos Humanos −creados por la
ONU− a los cuales se han adherido más de 160 países. Cada uno de los tratados
está supervisado por un comité de expertos independientes que velan por su
cumplimiento internacional en materia de derechos humanos. El comité,
entonces, somete a revisión el desempeño de cada estado cada cuatro años,
aproximadamente.

Estos informes son obligatorios, públicos y se dan a conocer con cierta


anticipación. Una vez hecho esto, los Comités analizan la información,
complementándola y comparándola con la que les llega de fuentes como
organizaciones no gubernamentales y, a partir de estos informes, el Comité
formula conclusiones, opiniones y observaciones que son entregados a la
Asamblea General.

Estos mecanismos reciben el nombre de “convencionales” porque cada Comité


proviene de una convención internacional firmada en el seno del Sistema
Universal.

EL DEFENSOR DEL PUEBLO

El Defensor del Pueblo nace en el Derecho de la República Dominicana con la


promulgación de la Ley nº 19-01 que crea dicha institución, modificada
posteriormente en virtud de la Ley nº 367-09. En enero de 2010, la nueva Carta
Magna de la República le otorgó categoría constitucional a través de sus
artículos 80.5, 83.3, 190, 191 y 192. Posteriormente, la Ley Orgánica del Tribunal
Constitucional y de los Procedimientos Constitucionales nº 137-11 (G.O. nº
10622), modificada por la Ley nº 145-11 (G.O. nº 10625), otorgó legitimación al
Defensor del Pueblo para interponer acciones de amparo y acciones de amparo
de cumplimiento en sus artículos 68, 104, y 105, respectivamente.

En el supremo texto constitucional, se le otorga al Defensor del Pueblo, el


carácter de autoridad en el orden administrativo del Estado, siendo su principal
rasgo la independencia, en lo que respecta a sus funciones, disfrutando de
plena autonomía administrativa y presupuestaria. Igualmente, la referida norma
le encomienda una doble misión que consiste en observar que no sean
vulnerados los derechos fundamentales de los particulares y a la vez, controlar
el buen funcionamiento de la Administración pública.
Las funciones del Defensor del Pueblo, bajo la luz del ordenamiento jurídico
actual, están vinculadas tanto al Derecho Administrativo como a la salvaguarda
de los derechos fundamentales. El Defensor del Pueblo, como entidad
independiente de la Administración Pública, está facultado para vigilar
simultáneamente, por un lado, a funcionarios y órganos del Estado (incluyendo
entidades de la Administración Pública Central, la Administración Pública
Descentralizada, la Administración Pública Local y órganos que ejerzan
actividades de naturaleza administrativa en los Poderes Legislativo y Judicial), y
por otro lado, a las entidades prestadoras de servicios públicos (públicas y
privadas)

LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA

Esa  figura está contenida en el artículo 69 de la constitución dominicana,


artículo en el que el constituyente estableció 10 causales por las cuales debería
ser invocada y aplicada esa figura constitucional.

El tribunal constitucional de la República Dominicana define la tutela judicial


efectiva como “un derecho fundamental que pretende el cumplimiento de una
serie de garantías que permitan a las partes envueltas en un litigio sentir que se
encuentran en un proceso en el que las reglas del juego son limpias. En esencia,
estas garantías pueden ser agrupadas en las siguientes: la imparcialidad del juez
o persona que decide, publicidad del proceso, posibilidad de asistencia de
abogado, prohibición de las dilaciones indebidas y utilización de los medios de
prueba disponibles” (sentencia TC/0535/15).
Los dogmáticos y juristas del derecho, más que nada los afines a la rama
constitucional, combaten serias divergencias con interacción a la definición
conceptual de esta figura, ello ya que varios tienden a confundir la tutela judicial
positiva con el debido proceso, dando sitio esa disquisición conceptual a una
extensa disputa que ha enriquecido las teorías que orbitan alrededor de estas
figuras.
Para el constitucionalista, la tutela judicial efectiva solo opera cuando el
ciudadano apodera los tribunales, y un juez es el encargado de tutelar el
correcto funcionamiento de las reglas de juego.
LA ACCIÓN DE AMPARO

Desde el punto de vista legal se entiende el “amparo” como una acción o


recurso mediante el cual se tutelan los derechos constitucionales de un
ciudadano. Dicho amparo cumple una doble función pues de un lado protege a
los individuos de la vulneración de derechos fundamentales y de otro lado
salvaguarda preceptos de orden constitucional.
Ahora bien, en el caso de la República Dominicana, la llamada “Acción de
Amparo” se contempla en el artículo 72 de su Constitución y en la Ley 137–11,
como una garantía mediante la cual todas las personas, por sí mismas o por
quien actúe en su nombre, pueden reclamar ante los tribunales:
i. La protección inmediata de sus derechos fundamentales, no protegidos
por el hábeas corpus y el habeas data, cuando resulten vulnerados o
amenazados por la acción o la omisión de una autoridad pública o de
cualquier particular, que en forma actual o inminente y con arbitrariedad
o ilegalidad manifiesta lesione, restrinja, altere o amenace dichos
derechos.

ii. El cumplimiento de una ley o acto administrativo y,

iii. Que se garanticen derechos e intereses colectivos y difusos.

A efectos de identificar el alcance de los anteriores escenarios, vale la pena


indicar que los Derechos Fundamentales objeto de amparo, se encuentran
definidos en el Capítulo I del Título II de la Constitución de la República
Dominicana, en las Secciones I, II y III (artículos 37 al 65); a su vez, los derechos
colectivos y difusos se encuentran regulados en la sección IV del mismo título
(artículos 66 y 67).

La acción podrá ser inadmitida (mediante sentencia), en el evento que el


juez apoderado, luego de instruido el proceso determine que: i) existen otras
vías judiciales efectivas para obtener la protección del derecho fundamental, ii)
la reclamación no fue presentada dentro de los 60 días siguientes a la fecha en
que se ha tenido conocimiento del acto u omisión que le ha vulnerado un
derecho fundamental al agraviado y, iii) la petición de amparo resulte
notoriamente improcedente.

El procedimiento de la Acción de Amparo se fundamenta en los principios


rectores establecidos en el artículo 7 de la Ley 137–11, entre los cuales se
encuentran: la accesibilidad, celeridad, constitucionalidad, efectividad,
informalidad, gratuidad, entre otros, es por esto que se concluye que el trámite
de dicha garantía Constitucional es preferente, sumario, oral, público, gratuito y
no sujeto a formalidades.

Así, este amparo es una valiosa herramienta legal que se encuentra al alcance
de todos los ciudadanos que se encuentren frente a una situación injusta o
arbitraria que vulnere de manera directa sus derechos fundamentales. Vale la
pena aclarar que antes de interponer la misma, es necesario realizar un estudio
minucioso del caso, a fin de validar que en efecto se configuren los supuestos
de hecho consignados en la norma para su procedencia, a fin de que la misma
sea eficiente, tanto para el ciudadano como para el Estado.
ElDefensorDelPuebloDeLaRepublicaDominicana-7960883.pdf

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