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La

Centralidad
De
La
Cruz
Raúl Recabal Reyes
Iglesia Evangélica Unión Cristiana
Puente Alto
recabal.reyes@gmail.com

“Cuando Jesús hubo


tomado el vinagre, dijo:
Consumado es. Y habiendo
inclinado la cabeza entregó
el espíritu”
Juan 19:30
Introducción

En este pequeño texto vamos a realizar un estudio


bíblico sobre la acción de Dios para llevar a cabo la
redención. Descubriremos la maravilla del perdón
divino y del plan eterno que Dios diseñó y consumó
para lograr nuestra salvación.

Nuestro estudio se dividirá principalmente en dos


partes. En la primera parte veremos los antecedentes de
la salvación, cómo Dios prepara el camino para la
venida de Cristo, desde Adán hasta los profetas,
enfatizando en las promesas del Padre. En la segunda
parte veremos en detalle la obra de Cristo manifestada
en el Nuevo Testamento, principalmente la obra en la
Cruz y los beneficios de la redención que nos fueron
otorgados. Es la Cruz de Cristo la principal motivación
de este estudio.

Además abordaremos la acción activa de las tres


personas de la trinidad en nuestra salvación,
destacando la obra de Cristo en la Cruz del calvario y
su completa subordinación al Padre.
La Biblia nos mostrará la importancia de la Cruz y
como la obra de Jesucristo es la culminación del plan
redentor del Padre. Demostraremos que la Biblia tiene
unidad (o unicidad) y que esta unidad se encuentra en
Cristo. Él es el personaje más importante de toda la
Escritura y es Él quien hace encajar todos los libros de
la Biblia.

Creemos en la centralidad de la Cruz y


específicamente en la muerte de Jesús como el
momento más importante del relato bíblico, creemos
que Cristo es el centro de la Biblia, que cada uno de
sus libros habla de Jesús y su obra redentora.

Esperamos que este texto sirva para engrandecer a


Cristo, el cual merece honor y gloria por siempre.
I Parte: Dios prepara la salvación
Antecedentes en el Antiguo Testamento

En toda la revelación divina hay un relato común, es el


relato de Dios perdonando a la humanidad.
Revisaremos algunos antecedentes que encontramos en
el Antiguo Testamento sobre la salvación,
principalmente anuncios sobre el advenimiento de
Cristo.

En el Antiguo Testamento podemos ver tres grandes


anuncios que Dios hace sobre la salvación venidera,
particularmente veremos las promesas que el Señor le
hizo a Adán y Eva, Abraham y David:

1.1 Promesas de Dios

 Adán y Eva: Cuando el Señor juzga el pecado de la


primera pareja le hace una afirmación a Satanás. Le
dice:

“Pondré enemistad Entre tú y la mujer, Y entre


tu simiente y su simiente; él te herirá en la
cabeza, Y tú lo herirás en el talón” 1 Génesis
3:15 (NBLH)

Esta es la primera promesa por parte de Dios de un


Salvador. Quien nacería de la simiente de la mujer y
derrotaría a Satanás dándole un golpe mortal.

 Abraham: Entre todas las promesas y bendiciones


que Dios le dio a Abraham está la siguiente:

“Serán benditas en ti todas las familias de la


tierra”
Génesis 12:3

Aparte de prometer una descendencia tan numerosa como


las estrellas del cielo, el Señor le promete a Abraham que
por medio de esta descendencia serán bendecidas todas las
familias de la tierra, es decir, todas las naciones.

 David: Dios le promete a David lo siguiente:

“Tu casa y tu reino permanecerán para siempre


delante de Mí; Tu trono será establecido para
siempre.” 2 Samuel 7:16

1
Todas las citas bíblicas serán sacadas de la Reina Valera 1960. Algunas citas
bíblicas serán sacadas de la versión Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy
(NBLH).
Ciertamente después de David todos los reyes de Israel
fueron descendientes de él. Salomón y sus hijos fueron
tomando el lugar de rey, generación tras generación.
Pero el reinado davídico terminó tras la deportación a
Asiria y a Babilonia. La descendencia real se acabó en
el Israel antiguo, pero la promesa de Dios permaneció,
hasta que apareció un descendiente de David para
establecer el reino para siempre.

Hemos tomado estas tres promesas de forma


intencional, de tal manera que podamos visualizar, la
preparación que hizo Dios para la aparición del
Salvador. Hemos querido ver estas promesas desde la
genealogía de Lucas 3:23, en la cual podemos ver que
Jesús es descendiente de Adán, Abraham y David.

Podemos ver que desde los comienzos de la existencia


humana Dios ha demostrado interés en manifestar a
alguien que sería de gran bendición para la humanidad
(Abraham). Además vencería a Satanás dándole un
golpe letal y que también sería Rey para siempre.

1.2 Dios Perdonador


En el Antiguo Testamento se destaca a Dios como
perdonador, especialmente con su pueblo Israel.
Moisés declara:

“Entonces pasó el Señor por delante de él y


proclamó: "El Señor, el Señor, Dios compasivo
y clemente, lento para la ira y la abundancia en
la misericordia y la verdad (fidelidad); que
guarda misericordia a millares, el que "perdona
la iniquidad, la transgresión y el pecado, y que
no tendrá por inocente al culpable; que castiga la
iniquidad de los padres sobre los hijos y los
hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta
generación". Éxodo 34:6-7 (NBLH)

Moisés destaca la compasión de Dios y que por este


motivo Dios perdona al pueblo de Israel. Recordemos
que el pueblo fue liberado de la esclavitud por
misericordia. No tardaron en demostrar la nulidad de
sus méritos (en cuanto a justicia) mientras estaban en
el desierto. En Deuteronomio Moisés le recuerda al
pueblo:

“Por tanto, sabe que no es por tu justicia que


Jehová tu Dios te da esta buena tierra para
tomarla; porque pueblo duro de cerviz eres
tú. Acuérdate, no olvides que has provocado la
ira de Jehová tu Dios en el desierto; desde el día
que saliste de la tierra de Egipto, hasta que
entrasteis en este lugar, habéis sido rebeldes a
Jehová. En Horeb provocasteis a ira a Jehová, y
se enojó Jehová contra vosotros para
destruiros. Cuando yo subí al monte para recibir
las tablas de piedra, las tablas del pacto que
Jehová hizo con vosotros, estuve entonces en el
monte cuarenta días y cuarenta noches, sin
comer pan ni beber agua; y me dio Jehová las
dos tablas de piedra escritas con el dedo de
Dios; y en ellas estaba escrito según todas las
palabras que os habló Jehová en el monte, de en
medio del fuego, el día de la
asamblea. 11Sucedió al fin de los cuarenta días
y cuarenta noches, que Jehová me dio las dos
tablas de piedra, las tablas del pacto. Y me dijo
Jehová: Levántate, desciende pronto de aquí,
porque tu pueblo que sacaste de Egipto se ha
corrompido; pronto se han apartado del camino
que yo les mandé; se han hecho una imagen de
fundición”. Deuteronomio 9:6-12
Claramente Moisés deja a un lado todo tipo de
superioridad moral de los israelitas como motivo para
el trato de Dios hacia ellos. El contexto del pasaje
anterior es el de la toma de terrenos en Canaán. Los
Israelitas no tomarían los terrenos porque eran mejores
que los cananeos, pues provocaron a ira a Dios
(pecaron contra Dios) desde el comienzo en la
peregrinación en el desierto. A tal punto llego esta ira
de Dios que le dice a Moisés que está dispuesto a
exterminar a todo el pueblo y darle otra “nación fuerte
y más numerosa” (Dt 9:14). Luego Moisés intercede
por el pueblo 40 días en la presencia de Dios en el
monte Sinaí y el Señor termina por ceder a las
peticiones de Moisés.

Al igual que Moisés, el rey David clama por perdón de


pecados, pero en este caso es por su propio pecado. En
el Salmo 51 podemos leer:

“Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu


misericordia; Conforme a la multitud de tus
piedades borra mis rebeliones.” Sal 51:1

David acude a Dios pidiendo perdón de sus pecados,


apelando a su misericordia, reconociendo que Dios
tiene la voluntad y el deseo de perdonar los pecados.
Ciertamente el pecado por el cual pedía perdón fue por
lo terrible de sus actos contra Betsabé y Urías heteo,
pero David no solamente reconoce eso, sino que ha
pecado contra Dios diciendo:

“Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho


lo malo delante de tus ojos; Para que seas
reconocido justo en tu palabra, Y he tenido por
puro en tu juicio.” V4

No solo reconoce a Dios como justo, puro y perfecto,


sino que reconoce su condición pecadora afirmando
que “en maldad he sido formado, y en pecado me
concibió mi madre” v5. David asume su naturaleza
pecaminosa y demuestra su tristeza y dolor, sabiendo
que su pecado lo aleja de Dios (v11).

El final de este salmo es un cántico de alabanza


reconociendo la benevolencia de Dios y destacando
que el Señor prefiere un corazón quebrantado y
humillado por causa del pecado que multitudes de
sacrificios y holocaustos. Para David, recibir perdón de
pecados es motivo de gozo, alegría y fortaleza.

Para acabar este apartado sobre la idea de Dios como


perdonador queremos citar otro salmo:
“No ha hecho con nosotros conforme a nuestras
iniquidades, Ni nos ha pagado conforme a
nuestros pecados.

Porque como la altura de los cielos sobre la


tierra, Engrandeció su misericordia sobre los
que le temen.

Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo


alejar de nosotros nuestras rebeliones”. Salmo
103:11-13

En este salmo David reconoce y destaca el favor de


Dios hacia los hombres. Aclara que Dios no había
pagado a Israel conforme a sus pecados. En otras
palabras está diciendo que Dios ha retenido su ira y no
la ha derramado contra ellos. Por el contrario Dios se
ha mostrado bondadoso, misericordioso con los que le
temen (v17), y “sobre los que guardan su pacto, y los
que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos
por obra” (v13). Con el versículo 13 podemos ver que
David dice que las personas que piden perdón y
reciben la misericordia de Dios son los que luego
sienten un deseo de cumplir los mandamientos de
Dios.
Podemos afirmar que Dios en el Antiguo Testamento
perdona por gracia, sin mirar ningún mérito en el
hombre, pues sabe Dios y el hombre que el pecado del
hombre esta de continuo en su vida.

Por lo demás sería absurdo pensar que alguien que


tenga méritos (superioridad moral) quiera recibir el
perdón de pecados. Son los pecadores, los
transgresores de la ley de Dios los que piden perdón.
David dice en el Salmo 14: “Todos se desviaron, a una
se han corrompido; No hay quién haga lo bueno, no
hay ni si quiera uno” (v3).

Para terminar este apartado sobre el perdón de Dios en


el Antiguo Testamento queremos comentar que los
ejemplos que dimos fueron pocos en función del
tamaño de este texto. Hemos querido destacar al Padre
en el antiguo pacto como un Dios de Gracia que
perdona a su pueblo sin que este último tenga mérito
alguno.

Como última reflexión queremos contemplar uno de


los salmos más claros y hermosos con respecto a este
tema del perdón en el Antiguo Testamento.

Salmo 130
De lo profundo, oh Jehová, a ti clamo. Señor, oye mi
voz; estén atentos tus oídos a la voz de mi súplica.

JAH, si mirares a los pecados, ¿Quién, oh Señor, podrá


mantenerse? Pero en ti hay perdón, Para que seas
reverenciado.

Esperé yo a Jehová, esperó mi alma; en su palabra he


esperado. Mi alma espera a Jehová, más que los
centinelas a la mañana, más que los vigilantes a la
mañana.

Espere Israel a Jehová, porque en Jehová hay


misericordia, y abundante redención con él; y él
redimirá a Israel de todos sus pecados.

1.3 Dios demuestra la necesidad de un salvador

Luego de sacar al pueblo de Israel de Egipto, Dios le


dio su ley a Moisés y le explicó todo el sistema
sacerdotal que debía establecer con su hermano Aarón
y sus hijos. Incluido en este sistema sacerdotal estaba
la creación del tabernáculo de reunión, el arca del
pacto y utensilios que debían usar los sacerdotes en el
tabernáculo y el servicio en general. Además de esto
Dios estableció el modo por el cual él perdonaría el
pecado de todo el pueblo. Este sistema sacerdotal,
basado en sacrificios y ofrendas se encuentra Levítico
1-7.

En este apartado estudiaremos específicamente lo que


tiene que ver con el Día de la Expiación (Levítico 16).
El Señor habla con Moisés y le expresa absolutamente
todos los detalles sobre el sacrificio de expiación que
debía realizar el sumo sacerdote (en ese entonces
Aarón). Básicamente el sumo sacerdote debía
sacrificar un becerro por sus pecados y por los pecados
de su familia (sus hijos que eran sacerdotes), luego
debía tomar incienso y entrar al lugar santísimo que se
encontraba detrás de un velo. El sumo sacerdote debía
poner el incienso sobre el fuego y así generar una nube
de humo que cubría el lugar, y para terminar esta
primera parte del ritual de purificación, debía derramar
la sangre del becerro que había matado y rociarla sobre
el arca del pacto (Lev 16:11-14). La segunda parte del
ritual del Día de la expiación era presentar sacrificios
delante de Dios por el pueblo en general. Este ritual se
hacía con dos machos cabríos. Primero debían
sacrificar un macho cabrío y el sumo sacerdote, al
igual que con sus propios pecados, debía rociar la
sangre sobre el arca del pacto (propiciatorio). Luego el
sumo sacerdote ponía las dos manos sobre el segundo
macho cabrío (vivo) y confesaba todos los pecados del
pueblo y para terminar mandaban al animal con un
hombre a un lugar desierto y así este animal llevaba
sobre sí los pecados de todos. Este día era el día más
solemne y de mayor recogimiento de todo el
calendario judío. En este día Dios perdonaba todos los
pecados del pueblo.

En todo el relato del Antiguo Testamento vemos que el


hombre no puede librarse de la culpa del pecado.
Básicamente el pecado hace el hombre muera
espiritualmente y que su relación con el Dios creador
se rompa. Desde Adán que todos los hombres y
mujeres pecan contra Dios, quebrantas sus
mandamientos y no pueden dejar de pecar.

Con el establecimiento del Día de la Expiación el


Señor manifiesta su intención de reconciliar las vidas
de los pecadores con Él mismo. Con este ritual judío
Dios deja claro que el perdón de pecados no es
gratuito, sino que tiene un costo. En el Antiguo Pacto
el Padre ofrecía perdón de pecados a costa de
sacrificios de animales sin defectos, esto demuestra la
necesidad de perfección, la cual el hombre no podía y
no puede alcanzar. En relación al sacrificio debemos
decir que la expiación no se realizaba por algún valor
propio del animal, sino porque este era el modo que
Dios había determinado para perdonar pecados. Es
Dios quien perdona los pecados, no el hecho de matar
los animales. Los animales morían demostrando, una
vez más, que el resultado del pecado es la muerte. Con
la expiación Dios demuestra que el hombre nunca está
libre de pecado, pues este ritual se realizaba todos los
años y ni siquiera el sumo sacerdote estaba libre de
pecados, sino que tenía que, primeramente, sacrificar
animales para expiar sus propios pecados.

Debemos tener en cuenta que todo lo que relata


Levítico sucedió en el desierto después del éxodo.
Durante cuarenta años Dios guió al pueblo en el
desierto y la nación de Israel estaba comenzando a
establecerse. Dios había dado todo tipo de leyes para el
que pueblo se estableciera de forma correcta. La
desobediencia del pueblo de forma sistemática y
prolongada a través de todo el relato del Antiguo
Testamento (tanto en la conquista de Canaán con
Josué, el tiempo de los Jueces donde cada uno hacía lo
que quería, el tiempo de los reyes y la impiedad de
muchos de los líderes y el rechazo constante de los
profetas) demuestra que la tendencia más fuerte del
hombre es al pecado que a servir a Dios. Israel que
gozaba de ser el pueblo escogido por Dios, el cual
tenía un trato notablemente diferente que el de las otras
naciones, no pudo ser fiel a Dios. Ni siquiera pudo
mantener los rituales tal y como Dios los había
establecido. Con respecto a esto último fue tanto el
pecado delante de Dios que el Señor dijo:

“¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de


sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de
carneros y de sebo de animales gordos; No
quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de
machos cabríos”. Isaías 1:11

Los profetas son los que más repiten la idea de que


Dios está hastiado de los sacrificios de los judíos. Los
israelitas perdieron el sentido de la expiación,
recordemos el Salmo 51 el cual dice que luego del
arrepentimiento el hombre deseará hacer la voluntad
del Señor y que luego le agradarán los sacrificios y
holocaustos. El Antiguo Testamento dice una y otra
vez:

“¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y


víctimas, como en que se obedezca a las
palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es
mejor que los sacrificios, y el prestar atención
que la grosura de los carneros”. 1 Samuel 15:22

Y no tan solo el sacerdocio levítico decayó por la falta


de obediencia a su palabra por parte de todo el pueblo,
sino que además los sacerdotes corrompieron la forma
en que Dios estableció la expiación. El profeta
Malaquías dice:

“Y cuando ofrecéis el animal ciego para el


sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando
ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo?
Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se
agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de
los ejércitos”. Malaquías 1:8

Con estos últimos pasajes vemos claramente que para


Dios lo principal no eran los sacrificios en sí mismos,
sino que el Señor esperaba que las personas que
buscaban el perdón también buscaran obedecer a su
palabra. El fin de los sacrificios era recordar a todos
que Dios los perdona sin que tengan que sufrir su ira.

Como ya dijimos, todo el relato del Antiguo


Testamento habla de un Israel rebelde y pecador. Una
y otra vez el Señor levantaba profetas (desde Moisés)
para que los hombres dejaran sus pecados y
obedecieran a sus mandamientos. Tristemente vemos
que ni si quiera el pueblo escogido por Dios pudo
seguir sus demandas de santidad.

1.4 Dios anuncia detalles sobre la venida del


salvador

Puesto que el sistema sacerdotal fracasó por culpa del


pecado de todo Israel, Dios comienza a anunciar con
más detalle que se aparecería uno que solucionaría el
problema del pecado. Nos detendremos en algunos
pasajes de la profecía de Isaías 53:
“3Despreciado y desechado entre los hombres,
varón de dolores, experimentado en quebranto;
y como que escondimos de él el rostro, fue
menospreciado, y no lo estimamos.

4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y


sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos
por azotado, por herido de Dios y abatido.

5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones,


molido por nuestros pecados; el castigo de
nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos
nosotros curados.
6 Todos nosotros nos descarriamos como
ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas
Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.

7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca;


como cordero fue llevado al matadero; y como
oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció,
y no abrió su boca.

8 Por cárcel y por juicio fue quitado; y su


generación, ¿quién la contará? Porque fue
cortado de la tierra de los vivientes, y por la
rebelión de mi pueblo fue herido.

9 Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas


con los ricos fue en su muerte; aunque nunca
hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.

10 Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo,


sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto
su vida en expiación por el pecado, verá linaje,
vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová
será en su mano prosperada.

11 Verá el fruto de la aflicción de su alma, y


quedará satisfecho; por su conocimiento
justificará mi siervo justo a muchos, y llevará
las iniquidades de ellos.
12 Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y
con los fuertes repartirá despojos; por cuanto
derramó su vida hasta la muerte, y fue contado
con los pecadores, habiendo él llevado el pecado
de muchos, y orado por los transgresores.”

El Señor está hablando de su siervo (Isaías 52:13),


quién sería herido por Dios, el cual recibiría el castigo
por el pecado de todos. Los temas centrales de esta
profecía son el perdón de pecados y la justificación
(v11), mediante el sacrificio de un justo. Este siervo
sufriente sería quien otorgaría justicia a quienes no la
tienen. El resultado de su obra también sería la paz de
los que reciben el perdón.
II Parte: Cristo logra la salvación
Manifestación en el Nuevo Testamento

Hemos llegado a la parte más importante de nuestro


estudio. Veremos cómo Jesús cumple lo demandado
por el Padre referente al Mesías y cómo su obra en la
cruz cumple todo lo que se había prometido desde
Adán con relación a la redención.

Debemos recordar que el título de nuestro estudio


pretende dar luces de que la obra de Cristo en la cruz
es lo central en la Biblia y en los designios de Dios.
Veremos a través del Nuevo Testamento que el Cristo
crucificado es quien tiene el protagonismo, tanto en los
evangelios como en las explicaciones de la obra
redentora en las cartas.

2.1 Jesús, Dios y Hombre

Para entender la cruz y los alcances de la obra


redentora de Cristo, debemos saber quién realmente es
Jesús. No basta con contemplar a Jesús muriendo en la
cruz, y que esa macabra imagen quebrante nuestro
corazón y queramos acercarnos a Él como
compadeciéndonos de su sufrimiento. Debemos
conocerlo profundamente, aclarar nuestras ideas sobre
Él, y sobretodo dejar que la Palabra de Dios nos
enseñe quién es, para amarlo y adorarlo como el desea.

2.1.1 La deidad de Cristo

El testimonio de la deidad de Cristo se encuentra en los


evangelios. Juan habla de Él como el Logos
encarnado:

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con


Dios, y el Verbo era Dios.

2 Este era en el principio con Dios.


3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él
nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” Juan
1:1-3

El apóstol Juan no duda en mencionar la naturaleza


divida de Cristo. Es tal la importancia que le da, que lo
menciona en la primera frase de su evangelio. En esta
primera frase Juan da detalles de los atributos de Jesús.
Dice que existía (era) antes de la creación (principio),
que estaba con Dios (Padre) y que era Dios. “Que sea
con Dios requiere una diferencia personal dentro de la
Divinidad (Trinidad). Que sea Dios requiere que esté
incluido en la Divinidad”.2

Pablo dice que Dios el Padre le dio un nombre a Cristo


por el cual todos se arrodillarán ante Él. El título que le
dieron fue de Señor. Esta palabra proviene del vocablo
griego kyrios. Los judíos en la época del primer siglo
usaban la septuaginta (LXX) que era la versión griega
del Antiguo Testamento. En esta versión aparece 6.814
la palabra kyrios, traduciendo los términos ‘el Señor’ o
‘Jehová’3. Cuando Pablo escribió estas palabras,
indudablemente todos los lectores sabían que la
palabra kyrios, en boca de Pablo, se refería a la deidad
de Cristo.

2
Las grandes doctrinas de la Biblia, Sproul R. C. (1996), pág. 85
3
Teología Sistemática, Grudem Wayne (2007), pag. 569
Jesús mismo se refirió a su divinidad, observemos los
siguientes pasajes:

53 ¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre


Abraham, el cual murió? ¡Y los profetas
murieron! ¿Quién te haces a ti mismo?

54 Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí


mismo, mi gloria nada es; mi Padre es el que me
glorifica, el que vosotros decís que es vuestro
Dios.

55 Pero vosotros no le conocéis; mas yo le


conozco, y si dijere que no le conozco, sería
mentiroso como vosotros; pero le conozco, y
guardo su palabra.

56 Abraham vuestro padre se gozó de que había


de ver mi día; y lo vio, y se gozó.

57 Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes


cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?

58 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo:


Antes que Abraham fuese, yo soy.” Juan 6. 53-
58

En estos versos Jesús les declara a los judíos tres


aspectos importantes de su deidad. Primero afirma que
su Padre es Dios (v54) destacando su relación en
absoluto conocimiento de su voluntad (palabra). En
segundo lugar Jesús está afirmando su preexistencia,
diciendo que antes de que Abraham naciera él ya
existía. Y por último el uso de las palabras “Yo soy”
son una clara mención a su naturaleza divina, pues está
citando las mismas palabras que el Padre le da a
Moisés cuando le preguntaron por su nombre. Luego
de igualarse al Padre en cuanto a su nombre y
existencia, los judíos enfurecidos tomaron piedras para
matar a Jesús por su “herejía”, pero todavía no era su
hora.

2.1.2 La humanidad de Cristo

Al igual que la doctrina sobre la deidad de Cristo es


crucial para el cristianismo, la doctrina de la
humanidad es de suma importancia tanto en el primer
siglo, como en este.

Juan le dio tanta importancia al hecho de creer que


Jesús fue humano que dijo estas palabras:

“En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo


espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en
carne, es de Dios;
3 y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo
ha venido en carne, no es de Dios; y este es el
espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis
oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.

En directa relación a lo anterior

5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo


también en Cristo Jesús,

6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el


ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,

7 sino que se despojó a sí mismo, tomando


forma de siervo, hecho semejante a los hombres;

8 y estando en la condición de hombre, se


humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta
la muerte, y muerte de cruz.
Glosario

Pecado:

Redención:

Expiación: Doctrina bíblica referente a que Dios ha


reconciliado a los pecadores con Él por medio de la
obra sacrificial de Jesucristo. El concepto de expiación
abarca los dos Testamentos y señala siempre la muerte,
la sepultura y la resurrección de Jesús por los pecados
del mundo.4

Sustitución:

Santificación:

Adopción:

4
Diccionario Bíblico Ilustrado Holman (2014), pág 586

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