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CÓDIGO:
DE POSTGRADOS Y DIPLOMADOS
2022
EFICACIA Y TRANSPARENCIA DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS
EXPEDIDOS EN TIEMPOS DE PANDEMIA
RESUMEN
La presente investigación académica indaga sobre los efectos socio jurídicos que se presentan
en las notificaciones electrónicas de los actos administrativos que fueron expedidos bajo el
Decreto 491 de 2020, realizando una comparación con la Ley 1437 de 2011, Código
Administrativo y de lo Contencioso Administrativo, que en su artículo 57 incorpora la
posibilidad del uso de medios tecnológicos en las actuaciones administrativas.
Para este propósito se sintetizó un estudio del acto administrativo frente a dos leyes
importantes, la primera la Ley 1437 de 2011 y la segunda el Decreto 491 de 2020. Frente a la
notificación electrónica de las decisiones emanadas de la administración.
En conclusión, el ensayo se estructurará de tal manera que estas cuestiones sean contestadas
sobre todo en contraste con tiempos de “normalidad”. Debido a que se uno de los contenidos
del derecho fundamental al debido proceso, es el principio de publicidad, siendo éste
considerado como un mandato de optimización el cual depende fáctica y jurídicamente de la
administración, siendo ella quien deba gestionar por la recta aplicabilidad de los preceptos
normativos, procurando incurrir en errores procesales por falta de una política a nivel
Institucional orientada a la capacitación de los funcionarios frente a los fines establecidos en la
Ley 1437 de 2011 y posteriormente al Decreto 491 de 2020.
1
Abogada egresada de la Universidad Católica de Colombia,
Palabras Clave: Acto administrativo, principio de publicidad, notificación electrónica y
pandemia.
ABSTRACT
This academic research investigates the socio-legal effects that occur in the electronic
notifications of the administrative acts that were issued under Decree 491 of 2020, making a
comparison with Law 1437 of 2011 - Administrative and Contentious Administrative Code,
which Article 57 incorporates the possibility of using technological means in administrative
actions.
Keywords
INTRODUCCIÓN
Para desarrollar mejor este punto es pertinente explicar que los actos administrativos y
específicamente los que tiene carácter particular, deben ser notificados por tres razones
importantes: la primera de ellas, garantizar el Principio de Publicidad pues con este se pone en
conocimiento a todos los interesados del contenido de la decisión; la segunda razón tiene que
ver con el Principio del Debido Proceso, ya que solo notificándose en debida forma y
cumpliendo con las formalidades del proceso, se garantiza el ejercicio de los derechos de
defensa y contradicción. Y por último, la correcta notificación de estas decisiones hace posible
que se vea reflejado el uso de los Principios de Celeridad y Eficacia que debe procurar la
función administrativa; con estas prerrogativas es posible empezar a contabilizar los términos
para interponer los recursos o las acciones que sean procedentes en cada caso en concreto.
Así pues, en el 2020 por la emergencia sanitaria decretada por el Estado colombiano, fue
ineludible profundizar en la regulación del uso de la tecnología como medio de comunicación y
notificación de las decisiones administrativas y judiciales. Con ello, el precitado Decreto
Presidencial dispuso medidas obligatorias respecto al uso de correos electrónicos, dejando en
evidencia grandes problemas sociales: ¿todos los municipios, pueblos o veredas de Colombia
tienen acceso al internet? ¿Todos los hogares de Colombia cuentan con herramientas
tecnológicas para el acceso al internet? ¿Si una persona de escasos recursos se ve afectada con
el contenido del acto admirativo cambia el medio de notificación?, en ese orden de ideas, el uso
de medios tecnológicos cuenta con varias limitaciones en Colombia.
Limitaciones entre las que sobresalen la insuficientemente regulada provisión de servicios de
internet y la falta de éxito en las estrategias de acción del sector de telecomunicaciones, por
ejemplo, en lo que tiene que ver con el uso de nuevas tecnologías y la promoción de políticas
de digitalización. Lo anterior guarda estrecha relación con la oferta, en lo que tiene que ver con
la limitada expansión de las redes y los dispositivos empleados para la conectividad; y con la
demanda, en lo relacionado con las habilidades digitales de la comunidad (especialmente por
aspectos diferenciales como la edad o la educación). Por ello, entre otras cosas, la normativa en
estudio debió ser diseñada considerando obstáculos materiales y desigualdades digitales.
A partir de ello, surge la pregunta que motivará la investigación, dispuesta de esta manera: ¿Se
aplican de manera efectiva los Principios de Transparencia y Eficacia en los actos
administrativos expedidos por las entidades públicas, cuando la notificación debe realizarse por
correo electrónico como consecuencia del Decreto Presidencial 491 de 2020? Esto, en atención
a que la notificación electrónica no debería ser obligatoria ni el único mecanismo (como lo
establece el Decreto Presidencial 491 de 2020) para dar a conocer los actos administrativos
expedidos por entidades públicas, puesto que con ello podrían verse vulnerados los principios
constitucionales de Transparencia y Eficacia.
ENFOQUE METODOLÓGICO
En ese orden de ideas, es necesario en primer lugar, evaluar los elementos que incorpora el
mencionado Decreto Presidencial sobre la validez y existencia de la notificación, para
identificar cuándo fue notificado este acto administrativo y a partir de qué día se entiende
surtida la notificación, a fin de determinar la contabilización de términos para el ejercicio del
Derecho de Defensa. Como segundo aspecto, se debe revisar el mecanismo idóneo para
realizar las confirmaciones de lectura de los correos electrónicos; y en los casos especiales en
que no se tiene acceso al internet, analizar el medio adecuado por el cual deben realizarse las
notificaciones.
PROBLEMA JURIDICO
El ACTO ADMINISTRATIVO
Planteado el análisis, se tiene que la regulación es una de las herramientas clave para que el
Estado responda a la pandemia, en la búsqueda de la recuperación tanto económica como social.
Por ello, el COVID-19 subrayó la necesidad de políticas regulatorias bien diseñadas y basadas en
la evidencia, pero tal parece que las presiones extraordinarias impuestas obligaron al Gobierno a
reformar procedimientos aun alejándose de la Constitución. Lo anterior implicó que la
elaboración de nuevas normas fuera no solo desafiante, sino que propició juicios académicos
acerca de la correspondencia de las nuevas medidas en relación con los principios
constitucionales que ya se expusieron y que se abordarán en adelante.
Son varios los interrogantes que surgen frente al tema, es claro y evidente que existen vacíos de
interpretación en la norma, interpretación misma que debe ser realizada por el Consejo de Estado
o incluso por la Corte Constitucional ya que en circunstancias adversas se estarían afectando
derechos constitucionales como el Debido Proceso, Derecho de Defensa y Contradicción, y por
ello la academia no puede ser indiferente al problema social que esto conlleva. Por todo lo
anterior, se cuestiona entonces, ¿Qué medidas está implementando el Estado Colombiano para
garantizar el acceso a medios tecnológicos y al internet que contribuyan a que el mecanismo
electrónico de notificación no ocasione vulneración de derecho alguno?
Y más allá de ello, desde una perspectiva estrictamente jurídica, ¿Cómo se debe realizar el
proceso de notificación en general? ¿De forma física o electrónica?, ¿Qué norma se puede aplicar,
si una persona no desea ser notificada por correo electrónico o tiene acceso esporádico a este?
¿Debe manifestarse la intención de ser notificado de manera física? Estas últimas preguntas
surgen de la aparente inconsistencia, y posible controversia, entre el mencionado Decreto
Presidencial, promulgado en el contexto de la emergencia sanitaria, y el Código de Procedimiento
Administrativo y de lo Contencioso Administrativo, porque probablemente, en tiempos de
pandemia y en estado de emergencia, podría obviarse, omitirse o flexibilizarse la jerarquía de
normas, pero de alguna manera debe responderse el interrogante de ¿cuál norma debe imperar o
cuál corresponde aplicar? pues, en tanto el Código Administrativo y de lo Contencioso
Administrativo exhibe el carácter voluntario de la notificación electrónica, de otra parte, el
precitado Decreto Presidencial establece la obligatoriedad de que las notificaciones sean de
manera electrónica.
Puntualmente, Beltrán Buitrago & Hernández Silva (2012) emitieron sus presurosos aportes
frente al tema, señalando que los actos administrativos “tendrán validez jurídica sólo si se
revisten de toda la seguridad que la tecnología pueda ofrecer, para lograrlo se deben utilizar
mecanismos técnicos adecuados tales como servidores de correo electrónicos seguros, es decir
servidores certificados por una autoridad de certificación acreditada”. (p. 34)
De esa manera, se empezó a cuestionar sobre la seguridad de las notificaciones electrónicas, los
mecanismos idóneos y la validez frente a los diferentes principios de la administración pública.
En ese sentido, Montaño & Rivera (2014), investigaron las consecuencias que acarreaba la
inseguridad jurídica de las notificaciones electrónicas, puesto que “el hecho generador de
inseguridad jurídica se presenta cuando la administración omite el procedimiento de
comunicación, publicación y notificación de los actos administrativos, basados en presupuestos
generadores de costumbre sin que medie el imperio de la ley” (p. 24). A propósito de ello,
Sanchez (2014) ofreció un texto completo, reseñando la eficacia y validez del acto administrativo
electrónico, basándose en el Código como única norma rectora en esa época.
Las autoridades administrativas están obligadas a comunicar, publicar y notificar sus actos, por
lo tanto la notificación es un deber jurídico de la entidad que profirió la comunicación que si
bien, no afecta a la validez, pero sí a su eficacia. La debida publicación y comunicación es una
condición de eficacia del acto, pero además es un " sine qua non" para proceder a la ejecución
de éste.
El plazo establecido para que la notificación deba cursarse, es de diez días a partir de la fecha
en que el acto sea proferido. No obstante, si este plazo por diferentes circunstancias se ve
superado, la Administración no determinará la nulidad de la notificación, porque se trata de una
irregularidad no invalidante. La fecha de la notificación será de todas formas, la de la recepción
efectiva por parte del destinatario. De manera que mientras no se tenga constancia que este ha
recibido, no se puede empezar a ejecutar el acto.
De otra parte, al presentarse una deficiente actuación administrativa que impida que los
administrados conozcan efectivamente el contenido de las decisiones que les interesan, la ley
confiere la posibilidad que la autoridad mediante otras formas de notificación (aviso, medio
electrónico o por estrados) pueda dar a conocer sus decisiones y por ende que estas sean
controvertidas en caso de presentarse inconformidades por el directamente afectado.
En ente orden de ideas, se precisa que las modalidades de notificaciones existentes son:
notificación personal, notificación por aviso, notificación por correo electrónico, notificación
por estrados y publicación-notificación. La notificación personal es la que exige el contacto
presencial entre el funcionario notificador y el destinatario de la decisión, la cual es permitida
realizar por correo postal sistema que ha terminado por imponerse como quiera que es
considerado como el medio idóneo para tener un registro sobre la fecha a partir de la cual el
acto administrativo produce efectos. En cuanto al lugar de las notificaciones, en los
procedimientos esta, que a solicitud de los interesados, se llevará a cabo el envío de la
notificación en el lugar que éste haya indicado en la solicitud. Cuando esto no es posible, la
notificación se realizara en cualquier lugar adecuado para tal fin como el lugar de trabajo y por
cualquier medio.
Cuando la notificación se practique en el domicilio del interesado, si este no se encuentra en el
momento, podrá hacerse cargo de la misma cualquier persona que se encuentre en él y haga
constar su identidad. La Jurisprudencia establece que lo fundamental en estos casos, es
acreditar que el interesado o su representante han recibido la notificación del acto. Sin embargo
no serán válidas las notificaciones, cuando no conste en ellas la firma de alguien que
identifique al receptor y la aceptación de que éste se hace cargo de la notificación. Tampoco
será válida la notificación enviada por correo certificado con entrega a un tercero o cuando el
sobre certificado se devuelva por que el destinatario está ausente.
menos que e interesado solicite recibir notificación o comunicación por otro medio diferente
(artículo 53 y 54 de la ley 1437 de 2011).
Sobre este particular, oportuno es resaltar que los efectos jurídicos del uso de nuevas
tecnologías permiten ver el avance de la informática como medio de comunicación, elemento
que si bien ha sido desarrollado en leyes anteriores como para el caso de la ley estatutaria de
administración de justicia no podemos interpretar la norma de una forma aislada, toda vez que
permite a la administración comunicar sus actuaciones de forma ágil sin que medien
presupuestos distintos a la voluntad del destinatario.
Así mismo la disposición objeto de análisis (Ley 1437 de 2011), contempla la posibilidad de
realizar la notificación por estrados, la cual es procedente tan solo en audiencia pública, esta es
considerada una forma de notificación verbal, de la cual se debe dejar constancia en el
expediente, así como de las decisiones adoptadas y de las circunstancias de que dichas
decisiones quedarán notificadas, de lo que se desprende que esta queda en firme al día
siguiente, termino en el cual se iniciara el conteo para la interposición de los recursos (artículo
67 Ley 1437 de 2011).
No obstante, se acentúa que el acto administrativo nace a la vida jurídica en el momento en que
la voluntad de la administración se manifiesta a través de una decisión; es decir, el acto
administrativo existe desde su expedición, pero para que sea eficaz y pueda aplicarse; la
administración está en el deber de hacerlo conocer, con el fin de que pueda ser exigible; que
sus destinatarios se enteren de su contenido y lo acaten o puedan impugnarlo a través de los
correspondientes recursos o acciones (Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso
Administrativo, Sección Quinta, Epx3086 de agosto de 14 de 2003).
Resumido lo anterior, a prima fase se subraya que la indebida notificación de los actos
administrativos contraria los principios constitucionales y legales generando con ello
inseguridad jurídica frente a sus actuaciones, que a todas luces permite que los directamente
afectados con las decisiones, acudan ante entes jurisdiccionales para invalidar y retrotraer el
procedimiento anómalo que generó la administración.
De ahí que, existe una responsabilidad por parte de la entidad pública al tener el deber de
solucionar en sede administrativa las deficiencias que se generan en el procedimiento
efectuado para desarrollar el principio de publicidad, por ello y a efectos de evitar la acción de
nulidad o nulidad y restablecimiento del derecho, se propone las siguientes alternativas:
No obstante, todas las notificaciones defectuosas son convalidables, lo que quiere decir que
"surtirán efecto a partir de la fecha en que el interesado realice actuaciones que supongan el
conocimiento del contenido de la resolución objeto de la notificación, o cuando interponga
el recurso procedente, por lo tanto, la notificación defectuosa solo puede convalidarse si el
interesado manifiesta haber conocido la resolución o el acto por otros medios, o si
interpone el recurso que procede (Sentencia Corte Constitucional T-420 de 1998 y C-460
del 2002).
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El debido proceso debe entenderse como una manifestación del Estado que busca proteger al individuo frente
a las actuaciones de las autoridades públicas, procurando en todo momento el respeto a las formas propias de
cada juicio. Corte Constitucional. Sentencia T-1341 del 11 de diciembre de 2001 (M.P. Álvaro Tafur
Galvis).En Colombia, “toda autoridad tiene sus competencias definidas dentro del ordenamiento jurídico y
debe ejercer sus funciones con sujeción al principio de legalidad, a fin de que los derechos e intereses de los
administrados cuenten con la garantía de defensa necesaria ante eventuales actuaciones abusivas, realizadas
por fuera de los mandatos constitucionales, legales o reglamentarios vigentes”.
desarrollará, entre otros, con fundamento en el principio de “publicidad”, y que las
actuaciones en la administración de justicia “serán públicas y permanentes”.
Siendo este también conocido como instrumento indispensable para la realización del
debido proceso, exige proferir decisiones debidamente motivadas en aspectos de hecho y de
derecho, y el deber de ponerlas en conocimiento de los diferentes sujetos procesales, con el
interés jurídico de actuar a través de los mecanismos de comunicación instituidos en la ley.
Esto en contraposición a la presunción de algún proceder secreto de las autoridades, que
resulta contrario al Estado de Derecho. El principio de publicidad no se constituye en una
simple formalidad procesal, sino en un concepto de eficacia de dicha actividad y en un
mecanismo para propender por la efectividad de la democracia participativa.
Gibsone, Martinez, Rodriguez, Velez & Calle (2020) refieren por ejemplo que “si la autoridad
encuentra una dirección electrónica en el expediente o si tal dirección se encuentra en un registro
público, por ejemplo, en el registro mercantil, ello bastará para afirmar que la notificación puede
hacerse por medios electrónicos” (p. 31), surgiendo entonces un conflicto para quienes, por
ejemplo, ya no tienen acceso a una dirección electrónica que incluyeron en un formulario frente a
la administración pública, años atrás.
Esto último tiene una gran importancia estando en vigor el precitado Decreto Presidencial, tal
como lo abordan Cacua, Pinilla & Triana (2021), señalando que la entrada en vigencia de los
métodos digitales cuestiona los elementos fundamentales del Debido Proceso y de Derecho de
jerarquía constitucional, establecidos desde 1991. En virtud de dicha reflexión, se preguntan si es
posible asegurar el acceso eficaz a la justicia por medio de herramientas virtuales, concluyendo
en la afectación que generan estas reformas para los ciudadanos. En ese mismo sentido, Ramírez,
Díaz, Carrión, Ríos & Álvarez (2020) plantean un estudio crítico de los impactos directos de la
pandemia sobre el constitucionalismo colombiano, explicando su preocupación por la protección
de derechos en conexidad con la proporcionalidad de los principios axiológicos de la
Constitución.
Siguiendo con el hilo, Castrillón (2020), produjo un análisis de los derechos fundamentales, los
controles y la responsabilidad del Gobierno Legislador cuando se ostentan poderes
extraordinarios y; Jávita Guzmán (2020), se hizo cargo de un gran reto al aplicar el control de
constitucionalidad a una muestra de normas originadas por la emergencia sanitaria actual, con el
fin de detectar si estas satisfacían los presupuestos del control de constitucionalidad, es decir, si
se adecuaban a la Constitución. Mientras que, Franco-Artunduaga (2021), analiza dos vertientes
de particular importancia para el ensayo a construir: las facultades excepcionales por medio de
las cuales se emitieron decretos de emergencia sanitaria y, algunas características de los actos
administrativos como manifestaciones de la administración, haciendo énfasis en sus atributos de
legalidad y eficacia.
Con todo, parece importante leer también a Betancur (2020), quien detalla como la “hemorragia
normativa” respaldada en el manejo del Estado de Emergencia ha sido exagerada, e inclusive
muchos operadores jurídicos no saben a ciencia cierta cuáles medidas obedecen al Estado de
Excepción en sí y cuáles surgieron por las competencias ordinarias del Gobierno. Y el problema
parece ser el que se planteaba en párrafos anteriores, se emitieron muchos decretos para
contrarrestar la crisis sin tener los medios necesarios para luchar con el embate normativo que
ello significaría. En ese mismo sentido, Fuenmayor, Villa & Durán (2020), exponen el manejo de
la crisis del COVID-19 en Colombia, a partir del análisis crítico de las diferentes actuaciones de
los poderes públicos (políticos y jurisdiccionales), con el objeto de determinar si la Constitución
Política se ha interpretado conforme al régimen democrático que en ella se incorporó.
Finalmente, se tendrá en cuenta lo abordado por Macias Barrera (2021), quien refiere que el
derecho a una buena administración digital impone una interpretación favor civis y por ello las
notificaciones electrónicas obligatorias (y sin aviso) llevan a la indefensión en muchos casos
concretos. Pero para tranquilidad de muchos, Hueso (2021) puntualiza que, en tanto estas
decisiones fueron dictadas como consecuencia de un estado de emergencia, una vez este
concluya, se retomará la notificación tradicional, pero por ello mismo analiza las ventajas y
desventajas que hay entre una y otra forma adoptada.
En ese orden de ideas, el Derecho es una ciencia social que está en constante cambio y
adaptación, su evolución tecnológica y su verdadera aplicabilidad en el objeto de estudio, se
desarrolla inicialmente de forma normativa; en Colombia, por ejemplo, se encuentra un primer
antecedente de promoción a las facilidades tecnológicas en relación con los servicios de la
administración en el Decreto 2150 de 1995, a partir del cual se esperaba simplificar los trámites
ante las entidades públicas. En su artículo 26 puntualmente refiere que era obligación de las
entidades, habilitar sistemas de transmisión electrónica de datos para que sus usuarios pudieran
enviar o recibir la información de su interés en sus actuaciones frente a la administración pública.
Con este apalancamiento, unos años después se expidió el Decreto 1122 de 1999 que prometía
ser una norma bastante vanguardista para su época, en tanto promovía diversas y nutridas
disposiciones respecto al tema, pero sobre este decreto pesa una inconstitucionalidad
consecuencial, puesto que se trataba de un decreto con fuerza de ley y ya existía un
pronunciamiento de inconstitucionalidad sobre la norma que otorgaba estas autorizaciones
extraordinarias, como se refiere en la Sentencia C- 923 de 1999.
Después de este percance, se profiere la Ley 527 de 1999 “Por medio de la cual se define y
reglamenta el acceso y uso de los mensajes de datos, del comercio electrónico y de las firmas
digitales, y se establecen las entidades de certificación y se dictan otras disposiciones”, con la
cual se autoriza a la administración para hacer uso de cualquier medio tecnológico que permitiese
la materialización de los principios de igualdad, economía, celeridad, imparcialidad, publicidad,
moralidad y eficacia en la función administrativa. Aunado a ello, promovía que los usuarios
hicieran uso de cualquier medio técnico o electrónico, para la presentación de peticiones, quejas o
reclamos frente las autoridades. Posterior a esto, fue el artículo 57 del Código de Procedimiento
Administrativo y de lo Contencioso Administrativo el que dispuso específicamente, que las
autoridades podrán emitir válidamente actos administrativos por medios electrónicos.
APRECIACIONES
TEORICAS
Existen dos teorías frente al tema; la primera de ellas fue establecida por el doctor Sánchez
(2014) en la que señala que las relaciones administrativas deben ir acorde a los Principios del
Debido Proceso, la Eficacia, la Eficiencia, la Economía, entre otros. Así pues, para que la
administración pública pueda emplear medios tecnológicos, existen retos con la interpretación de
la norma, los principios y los valores constitucionales, respecto a la implementación de nuevas
tecnologías.
Además, encontró que, dada la importancia del Principio de Legalidad por parte de la
administración en todas sus actuaciones, es necesario que se desarrolle un conjunto normativo
que regule de forma clara y detallada el procedimiento, la seguridad y la veracidad de la
información, siempre respetando los derechos de los notificados. Es decir que la implementación
de tecnología digital en las actuaciones administrativas es posible, pero se debe reglamentar su
uso y verificar que no se vulneren principios ni valores que rigen la transparencia de la
administración pública.
Por otro lado, el Doctor Arias (2013) explora la Teoría del Acto Administrativo en todos sus
sentidos y refiere que el acto administrativo trae consigo presupuestos de validez y existencia, el
primero de ellos se manifiesta en el momento en que se plasma la voluntad de la administración y
la existencia solo será válida cuando sea publicada o se notifique el acto administrativo producto
de esta. Es por ello que se habla de inexistencia del acto administrativo cuando el mismo esté
viciado de nulidad, ya sea por su indebida notificación o por otros supuestos enumerados en el
Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo.
Por esto, los actos administrativos de carácter general y particular deben ser publicados y
notificados, respectivamente, en debida forma. Y adicionalmente, las actuaciones de la
administración pública tienen carácter legal, es decir que todos los actos administrativos se
presumen legales, por lo que, para desvirtuar esa legalidad, es necesario acudir a la jurisdicción
contenciosa para que sea analizada por un juez.
CONCLUSIONES
Con el fin de dar respuesta al problema planteado en este texto, puede concluirse que Colombia
cuenta con varias dificultades (¿exactamente cuáles?) frente a la implementación del uso de
medios tecnológicos para las notificaciones electrónicas de las decisiones administrativas, puesto
que es necesario (por ejemplo, no pareciese existir reglamentación suficiente que contribuya a)
garantizar la seguridad de la información y el recibido del correo electrónico.
Por ello se debe implementar una herramienta informática que indique la fecha y hora en la cual
fue abierto el correo electrónico con la información, o de lo contrario se estaría vulnerando el
debido proceso. (¿Esto es suficiente?, ¿resolver las limitaciones de acceso y cobertura de internet
es suficiente para que se surta adecuadamente el proceso de notificación?, ¿acaso el Decreto
Presidencial podría ser declarado inexequible en revisión constitucional dado que los principios
enunciados —Debido Proceso, Transparencia— entre otros, ¿no se estarían garantizando con el
mecanismo electrónico? Es necesario desarrollar estos postulados, que expongas tu punto de vista
argumentado, ¿cómo garantizar dichos principios?, ¿cómo avanzar en el Acceso a la Justicia
desde la notificación electrónica?, ¿es un obstáculo o una oportunidad?, y ¿por qué?)
Los afectados requieren que las decisiones judiciales puedan controvertirse dentro del término
que corresponde, término que debe ser garantizado, y debe ser claro y evidente el día en el cual
los términos empiezan a correr para dicha actuación. (¿Esto se ha logrado con la notificación
electrónica?, ¿qué le falta a ese mecanismo para lograrlo y cómo resolverlo?)
Para concluir, si se están vulnerando los principios de eficacia y validez en los actos
administrativos que se están notificando de manera electrónica (lo cual es tu obligación señalar
en este Ensayo), es necesario indicar que la validez y eficacia solo serán válidas cuando cumplan
con las formalidades legales establecidas para dicho trámite (formalidades que deberías analizar
desde el punto de vista de la pertinencia, la oportunidad y la eficacia misma). En este caso, el
Decreto expedido por la Presidencia de la Republica se queda corto frente al tema y a las
dificultades que de esto emergen (ya que finalmente te arriesgas a expresar tu opinión al respecto,
te recuerdo que el capítulo CONCLUSIONES es para ese propósito. Debes presentar esta y tus
demás conclusiones y argumentarlas.
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