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EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA LATINOAMERICANA

Qué es Magisterio?
El Magisterio de la Iglesia (latín Magisterium Ecclesiae) es la expresión con que la
Iglesia Católica se refiera a la función de enseñar que tiene el Papa (Magisterio
Pontificio) y los obispos que están en comunión con él.

HISTORIA DEL MAGISTERIO


La historia de América latina no se entiende sin la referencia a la fe en el Padre, en el
Verbo encarnado y en el Espíritu santo. La primera
evangelización fue llevada a cabo por la Iglesia en
conjunto, no fueron sólo los misioneros los que
anunciaron a Jesucristo, fueron también muchos
laicos, miembros del pueblo de Dios, los que dieron
testimonio y predicaron el Evangelio.
El primer concilio provincial fue celebrado en Lima en
el año de 1552 y en México a partir del año 1555. Los
segundos concilios provinciales de ambas
jurisdicciones tuvieron como meta aplicar el concilio
de Trento. Fueron celebrados en México en 1565 y
en Lima en 1567. El tercer concilio limense,
inaugurado por santo Toribio de Mogrovejo en 1582
en la capital del virreinato del Perú, tuvo una
importancia decisiva para la evangelización de los pueblos de América del sur. Allí se
dispuso la preparación de un catecismo muy importante en la evangelización del Perú.
Dice el Catecismo de la Iglesia Católica: "El oficio de interpretar auténticamente la
palabra de Dios, oral o escritura (sic), ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de
la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo" (DV 10), es decir, a los obispos
en comunión con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma
Con el concilio de la América latina, celebrado en Roma en 1899, se abre una nueva
etapa para la Iglesia de estas latitudes. Este concilio fue convocado por el Papa León
XIII en el año de 1898 con la carta apostólica cum diuturnum. La Iglesia en América
latina tuvo al concilio plenario la primera mitad del siglo XX.
¿CUÁL FUE LA PRIMERA RAZÓN PARA QUE HUBIERA UN MAGISTERIO
LATINOAMERICANO?
No es común en la Iglesia hablar de un Magisterio en orden a un Episcopado regional.
Hasta ese entonces no se hablaba de un Magisterio Episcopal Europeo, ni Asiático, ni
africano. Solo desde Latinoamérica se ha hecho ya un lugar común de hablar de un
Magisterio propio. ¿Por qué?
América latina representa, a nivel cuantitativo, un peso grande dentro de la Iglesia
Católica. El 43% de los 930 millones de católicos del mundo (en ese entonces), se
encontraban en nuestro subcontinente. Se decía que para el año 2000 un poco más
de la mitad de católicos del planeta serían latinoamericanos. Este dato hablaba por sí
solo. Pero no se trataba únicamente de eso.
A nivel cualitativo es también innegable, como ya se había afirmado varias veces que
entre luces y sombras, la fe cristiana tiene raíces muy hondas en Latinoamérica, pues
tanto se ha impregnado en el alma de los pueblos y culturas que se afirma que él
hacía parte de nuestra matriz cultural. Entonces, era necesario un Magisterio para
Latinoamérica, para que la fe se profundice.
En ese proceso de formación de un Magisterio propio de Latinoamérica es justo
reconocer la presencia del CELAM como vehículo privilegiado a través del cual se ha
reforzado la solidaridad regional Latinoamericana y la implementación de líneas
comunes en el campo doctrinal, lo que ha facilitado reuniones, organizaciones,
proyectos y acciones conjuntas en todo el subcontinente. La creación de este
organismo supuso la afirmación de esa identidad eclesial de la que hemos hablado.

REALIDAD:

América Latina presenta una sociedad en movimiento,


sujeta a cambios rápidos y profundos. Esto repercute sobre
la misma Iglesia y le exige una postura frente a esta
situación. La Iglesia Latinoamericana debe expresar su
testimonio y su servicio en este continente, enfrentado con
problemas tan angustiosos como los de la integración,
desarrollo, profundos cambios y miseria.
Por otra parte, frente a los múltiples problemas de tipo
estrictamente religioso, la Iglesia se encuentra con un
número cada vez más escaso de sacerdotes, con
estructuras ministeriales insuficientes y a veces
inadecuadas para una eficaz labor apostólica.

En este contexto ubicamos la formación del clero, que debe ser instrumento
fundamental de renovación de nuestra Iglesia y respuesta a las exigencias religiosas y
humanas de nuestro continente.

En algunos países de América Latina se adelantan experiencias de formación de


diáconos que, por ser tan incipientes, no ha alcanzado el suficiente grado de madurez
que permita su evaluación. Con todo, se nota que la restauración del Diaconado
permanente ha surgido teniendo en cuenta determinadas exigencias pastorales. Esto
ha dado lugar a una relativa pluralidad de formas en la concepción y preparación de
los candidatos a diáconos, de acuerdo con los ambientes.

CONTINUIDAD Y RENOVACIÓN

El espíritu de colegialidad de los obispos latinoamericanos se volvió a manifestar con


más fuerza y amplitud a partir de los nuevos desafíos que planteaba a la Iglesia el
cambiante mundo de mediados del s. XX. Cuando se celebró la conferencia de Río de
Janeiro.

No es posible entender el peregrinar de la Iglesia por estas tierras en estas últimas


cinco décadas sin la obligada referencia a estas conferencias y sus documentos:
Existen documentos importantes para América Latina, y que en su mayoría son frutos
de las visitas del Papa a nuestro continente… y que por ende, son parte del Magisterio
de la Iglesia en Latinoamérica. Veamos algunos:

- Discursos del Papa en sus viajes: Centro América y Haití (1983); Santo Domingo y
Puerto Rico (1984); Venezuela, Ecuador y Perú (1985); Colombia y Santa Lucía
(1986); Uruguay, Chile y Argentina (1987); Uruguay, Bolivia, Perú y Paraguay (l988).
- Discurso al CELAM en Puerto Príncipe (1983), allí hace oficialmente el lanzamiento
de la Nueva Evangelización (en Latinoamérica).

- Homilía en Viedma, Argentina (1987) y Salto, Uruguay (1988).


- Instrucciones sobre la Teología de la Liberción publicadas por la Congregación para
la Doctrina de la Fe (1984,1986).
- Enciclica Sollicitudo Rei Socialis (1987), y la Exhortación Apostólica Christifideles
Laici (1988).
Aparte de esto, tenemos las "conferencias episcopales" en Latinoamérica, que fueron,
en cierto modo, parecido a los concilios. Las Conferencias Episcopales han constituido
un verdadero testimonio del caminar de la Iglesia en Latinoamérica. El estudio de sus
documentos permiten reconocer el paso de Dios por nuestra historia, y las luces y
sombras de un continente marcado por la
esperanza y la injusticia.
1. Rio de Janeiro (1955)
2. Medellín (1968)
3. Puebla (1979)
4. Santo Domingo (1992)
5. Aparecida (2007)

CARACTERÍSTICAS DEL MAGISTERIO EPISCOPAL LATINOAMERICANO

1. Es un magisterio eminentemente profético que sabe estar atento a los signos de los
tiempos para interpretar en ellos los designios de Dios.
2. Es un magisterio que ha hecho una opción clara ,sin exclusivismos, por las victimas
y excluidos de los diversos sistemas operantes en nuestro continente.
3. Es un magisterio que siempre ha animado la creación de una iglesia viva y dinámica
, buscando modelos eclesiales y pastorales aun inéditos en el contexto de la iglesia
universal.

4. Es un magisterio que , permaneciendo siempre fiel al magisterio universal , ha


sabido aportar lo propio y peculiar de la iglesia latinoamericana, haciendo una
inculturación, como ningún otro Episcopado ha sabido hacerlo.

5. Es un magisterio que ha originado una reflexión , una práctica pastoral y un modo


de ser Iglesia en América latina que es ya una riqueza adquirida e irrenunciable en el
contexto de la Iglesia universal

6. Es un magisterio que por lo expuesto anteriormente, ha facilitado la creación de una


teología propia de América latina. Una teología que en medio de búsquedas dolorosas,
ha crecido y madurado, ganándose un puesto en el concierto de la teología universal.
7. Es finalmente, un magisterio que, dentro los límites normales de lo humano se ha
hecho símbolo e intérprete del pueblo de Dios que camina en esta parte del mundo.

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