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“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

Proyecto de investigación

NECESIDADES Y SATISFACTORES EN
EL ANALISIS DEL ESPACIO SOCIAL
FAMILIAR
Nº de proyecto: 05/D186

Directora: Mter. Cristina González


Co-Directota: Mter. Nelly B. Nucci
Integrantes:
Lic. Rossana Crosetto
Lic. Alicia Soldevila
Lic. Eduardo Ortolanis

Córdoba, febrero Año 1999

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“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

INDICE

I. Introducción
II. La construcción de herramientas teóricas.
1) La familia como espacio social
2) Introducción de la cuestión de las necesidades en Teoría Social
3) Hacia una caracterización de las necesidades desde el Trabajo Social
4) Los procesos de producción y reproducción de recursos en las familias-unidades domésticas
5) Los mecanismos de acceso a los recursos y fuentes de obtención

III. Aspectos Metodológicos

 Retomando los objetivos.


 Los diseños metodológicos. Los procedimientos. Los instrumentos.

IV. Una aproximación a la descripción y explicación de los procesos de encuentro o


desencuentro entre necesidades y satisfactores en el espacio social familiar.

 Los resultados de la investigación.


 Algunas reflexiones significativas: el trabajo familiar en los procesos de reproducción cotidiana.

V. Conclusiones

VI. Bibliografía

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PROYECTO:

NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANALISIS DEL


ESPACIO SOCIAL FAMILIAR

I - INTRODUCCION:

El presente estudio se inscribe en el interés de profundizar algunas cuestiones de orden teórico


metodológico pertenecientes al campo de intervención del trabajo social con familias. Hace varios
años abrimos una línea de indagación sobre la temática, sin haberlo plasmado en diseños de
investigación, pero que sí significaron importantes contribuciones en la transmisión de conocimiento.
Convencidos de que Trabajo Social interviene en los procesos de reproducción cotidiana de la
existencia social de los sujetos, en la medida en que se presentan obstáculos en la vinculación entre
necesidades/carencias y recursos/satisfactores, nuestra búsqueda se ha orientado principalmente a
develar de qué manera los individuos crean y satisfacen necesidades en su calidad de miembros de
una familia/unidad doméstica. Para ello, hemos apelado a aquellas teorías sociales que conciben a las
familias como un espacio heterogéneo, cambiante, que no sólo cumplen con los mandatos sociales
ligados a las funciones de procreación y contención afectiva, sino también de aquellos que las
responsabilizan del mantenimiento cotidiano de sus integrantes. Es así que complementamos el
concepto de familia con el de unidad doméstica, como el lugar de corresidencia y desarrollo de
actividades de producción, reproducción y consumo ( Murdock,1949; Goody, 1972; Lomnitz, 1975;
Rapp, 1978; Jelin, 1980).
De esta manera, nuestra mirada se centra en la intersección entre los procesos de
conformación de necesidades y los modos de satisfacerlas, con el fin de develar qué necesidades
se convierten en demandas a la intervención del Trabajo Social y de qué manera se presentan.
Analizar estos procesos a la luz de categorías tales como ciclo vital familiar, sistema de autoridad
familiar, relaciones del grupo doméstico con la red social ampliada, entre otras, constituye el nudo de
los diagnósticos familiares que tienen como objetivo arribar a conjeturas sobre las características de
los obstáculos sobre los que interviene la profesión.

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En materia de teorización de las necesidades se utilizan los aportes de Agnes Heller (1978) y
Max Neef (1982), los que no se han profundizado y contrastado suficientemente, a pesar de
vislumbrar supuestos epistemológicos diferentes. Cabe destacar que en los últimos años las
categorías provistas por estos autores predominan alternativa o conjuntamente, en los análisis de
muchos de los docentes/investigadores de Trabajo Social en el país. Asimismo, los discursos
académicos y profesionales utilizan simultáneamente conceptualizaciones acuñadas en organismos
oficiales internacionales y nacionales sobre la materia, tales como el de necesidades básicas, cuyo
uso a la hora de interpretar las necesidades, tiñe de manera particular la formulación y ejecución de
políticas sociales, proceso en el cual esta profesión juega un importante papel.
Desde la producción específica de la disciplina, la problematización del tema se ha efectuado
principalmente desde el análisis del objeto de la profesión, variando en su desarrollo (Celats, Alwyn
de Barros, 1981; Alayón, Iamamoto, 1984; Rozas, 1994; García Salord, 1991; Aquin, 1995 entre
otros).
En lo que respecta al objeto de nuestra investigación, desconocemos producciones similares
en cuanto al énfasis puesto en la conformación de necesidades y acceso a los recursos de
familias/unidades domésticas desde la mirada situada en la intervención de Trabajo Social. Existen
importantes estudios socio antropológicos realizados en nuestro país y en otros países
latinoamericanos, sobre algunas particularidades que adquieren estos procesos en grupos
poblacionales específicos, que han producido importantes avances teóricos en la materia, algunos de
los cuales utilizamos como material de cátedra (Lewis, 1961; Lomnitz, 1975; Abreu, 1980; Ramos,
1981; Jelin, 1984).
Si necesidades y carencias son construcciones conceptuales con múltiples atribuciones aún
por explorar, el campo categorial en torno a los recursos y satisfactores es más exiguo todavía. En
esta materia se ha recurrido a algunas teorizaciones provenientes de los análisis administrativos y
especialmente al tratamiento realizado por Bourdieu a través de sus nociones de capital económico,
cultural y social.
De lo expuesto hasta aquí se desprende que algunas de las categorías centrales a investigar
son las de necesidades y recursos: ¿Qué tipo de necesidades y qué tipo de recursos? ¿Qué relación
existe entre los conceptos de necesidades y carencias, así como entre recursos y satisfactores? ¿Qué
mecanismos y en qué condiciones los sujetos se proveen de recursos para satisfacer sus necesidades?
¿Cuándo los procesos de satisfacción de necesidades se convierten en obstáculo? ¿En qué

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circunstancias y de qué manera se transforman en demandas para Trabajo Social? ¿Cómo significa
por lo tanto el Trabajo Social a las necesidades y recursos?
Estas son las preguntas que configuran nuestras conjeturas, mismas que venimos
formulándonos a lo largo del proceso de la docencia y parte de las cuales queremos confirmar o
desconfirmar a través de esta investigación. Deseamos aclarar, que por lo expuesto anteriormente y
dado nuestro objeto de investigación, hemos puesto énfasis en la investigación bibliográfica en el
tema de las necesidades y los recursos/satisfactores, dando cuenta de un examen comparado y de una
propuesta para mirar las necesidades y los recursos desde la perspectiva del trabajo social,
particularmente en su intervención con familias.
La revisión teórica nos posibilitó: a) reconstruir el conocimiento producido en torno al tema,
fundamentando epistemológica y teóricamente las categorías y conceptos que conforman nuestro
marco referencial en Trabajo Social con Familias, diferenciándolas de otras posturas; b) revisar los
productos obtenidos de las prácticas académicas pre- profesionales de los alumnos de la cátedra sobre
la base de una nueva matriz de análisis de la reproducción cotidiana en el espacio social familiar.

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II. LA CONSTRUCCIÓN DE HERRAMIENTAS TEÓRICAS.

1) La familia como espacio social.

La Familia es uno de los espacios sociales fundantes en la vida de las personas, puesto que en
ella construimos nuestras primeras relaciones, experiencias y modo de aprender a ser, pensar, actuar,
sentir. Por lo tanto, la familia constituye un espacio importante de analizar, para comprender aspectos
de los problemas con los que nos encontramos en nuestro trabajo profesional, y también es un lugar
para procurar respuestas en torno a la formación de necesidades y recursos en la vida de los sujetos.
La familia es también una organización social; en ella sus miembros combinan sus
capacidades y recursos en pos de un objetivo común referido a la reproducción cotidiana y social,
con una división del trabajo familiar, distribución de responsabilidades, derechos y deberes dado el
género, generación y parentesco en torno al cumplimiento de las funciones de la familia. En ella,
cada miembro porta experiencias e intereses propios al momento y posición que ocupa en la misma,
pero estas diferencias tienden a articularse (no desapareciendo sino en tensión constante entre lo
común y lo individual) en pos de un objetivo común.
Es así que la familia constituye una trama de complejas relaciones y posiciones, donde el
sector social, el género, generación, el parentesco, nos permiten comprender el proceso de
conformación de las necesidades, carencias y los recursos/satisfactores, en momentos y contextos
particulares.
La visión de la familia como una organización social dedicada a la reproducción de sus
miembros, la conecta con los espacios más amplios de producción, reproducción, distribución y
consumo de la sociedad. La realización de actividades comunes ligadas al mantenimiento, definen
unidades domésticas.1 También llamadas grupos domésticos, su característica esencial es la
cohabitación, la residencia común. De esta manera, familia es el grupo que incluye varios individuos
ligados entre sí por lazos de compromisos y de parentesco, y unidad doméstica, el grupo co-residente
que coopera en las tareas ligadas al mantenimiento de sus miembros. “Por un lado la familia tiene un
sustrato biológico ligado a la sexualidad y la procreación, constituyéndose en la organización social
que regula, canaliza y confiere significados sociales y culturales a estas dos necesidades. Por otro
lado, la familia está incluida en una red más amplia de relaciones – obligaciones y derechos – de

1
Jelin, E. Familia y unidad doméstica: mundo público y vida privada. CEDES, Bs. As., 1987.

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parentesco guiadas por reglas y pautas sociales establecidas. La importancia de la familia, sin
embargo, va más allá de la normatividad de la sexualidad y la filiación. También constituye un
grupo social de interacción...”.2
Como expresa Martine Segalen, la noción de familia es más restringida que la de grupo
doméstico, puesto que refiere esencialmente a los lazos de consanguinidad (filiación, colateralidad).
Algunos grupos domésticos están constituidos por una familia, otros pueden comprender varias, pero
pueden incluir también personas sin relación de parentesco, que comparten las actividades de
mantenimiento.3
Desde múltiples espacios se ha empezado a incorporar una lectura que tiende a poner en
cuestión la idea de un tipo de familia como universal y natural (por ejemplo, en espacios de debates y
convenciones internacionales, tales como la Conferencia Mundial de Derechos Humanos realizada en
Viena en 1993, la Conferencia Mundial sobre Población y Desarrollo - El Cairo 1994 -, en la Cumbre
Mundial sobre Desarrollo Social - Copenhague, 1994 - y en La Conferencia Mundial de la Mujer -
Beijing 1995 ), en los que se plantea la necesidad de incorporar una mirada más amplia de la familia,
reconociéndose la diversidad existente, y proponiendo hablar de “las familias”...
Esto no implica no reconocer que en este sistema capitalista patriarcal, las tendencias
demográficas ratifican un tipo familiar que coincide con la familia nuclear monogámica, pero ello no
alcanza para comprender y explicar la complejidad de los fenómenos sociales relativos a las
familias en la actualidad.
Es decir, la familia está determinada por factores de tipo histórico, demográfico, económico,
cultural, y se enmarca en el contexto de la diversidad regional con desequilibrios y desigualdades en
su desarrollo. La modernización industrial y urbana, la redistribución espacial de la población, la
reducción en tasas de fecundidad, el aumento de la escolaridad, el grado de participación femenina en
el mundo público, las formas conyugales y la pobreza, son entre otras, cuestiones que producen
determinados efectos al interior de la familia. Cambios que se producen tanto en el tamaño y
composición, como en las funciones dentro de la organización doméstica.
Como así también según lo señalado por Donzelot “ La familia y el mundo doméstico se ven
conformados en relación al mundo público de los servicios de legislación, del control social...... de
las ideologías e instituciones educativas, de las definiciones sociales del lugar y objetivo de la

2
Jelin, E. Ibid.
3
Segalen, M. Antropología histórica de la familia. Edit. Taurus, Madrid, 1992.

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filantropía y la caridad pública. Las transformaciones en todo el sistema de instituciones e ideas van
dando forma históricamente al ámbito de la familia.”4
La familia es y ha sido objeto de estudio en distintos momentos históricos y desde diferentes
disciplinas, constituyendo uno de los espacios privilegiados en donde indagar los cambios sociales y
culturales producidos en individuos, grupos y sociedades en su conjunto.

Algunas categorías de familias/hogares, de acuerdo a su composición.

Familias nucleares: Estudios realizados plantean un proceso de “nuclearización”, dada la


tendencia presentada por las familias a estar conformadas por dos generaciones. Corresponde de esta
manera, al modelo tradicional de familia, compuesto por los roles de padre, madre e hijos solteros.

Hogares unipersonales: Muchos de ellos corresponden a mujeres mayores de 60 a 65 años,


que han quedado viudas, están separadas o nunca formaron pareja. En este sentido prevalecen las
mujeres, por tener mayores expectativas de vida que el varón.
En este tipo de hogares se encuentran en proporción inferior, jóvenes de ambos sexos que se
han independizado.

Familias uniparentales o monoparentales: Compuestas por uno solo de los progenitores y


sus hijos solteros ; que en más del 95% están integrados por la madre y sus hijos, denominándose
matrifocales.
El crecimiento de hogares con jefatura femenina ha aumentado en la última década. Este
aumento involucra a sectores pobres como no pobres. Del total de jefas de hogar con necesidades
básicas insatisfechas, más de la mitad corresponde a los estratos de las trabajadoras marginales, en
este caso compuesta por las empleadas domésticas, fenómeno que recibe la denominación de
feminización de la pobreza .

Familias reconstituidas o ensambladas: Existen diferentes combinaciones de parejas de


varones y mujeres que viven con hijos de parejas anteriores; en estas familias puede haber hijos de
uniones anteriores de uno de los miembros de la pareja o de ambos, agregándose a veces hijos
tenidos en común.

4
Donzelot, J. La policía de las familias. Edit. Pre-textos, España, 1990.

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Familias extensas: Son familias nucleares, más otro u otros parientes, relacionados entre sí
por vínculos de parentesco directos o indirectos, padres, abuelos y nietos viviendo bajo un mismo
techo.
En muchos casos vivir en familias extendidas constituye una estrategia de sobrevivencia,
mediante la suma de los diferentes ingresos y el aporte mancomunado a los gastos o el trabajo
familiar.

Familia compuesta: Se trata de una familia nuclear propiamente dicha o extensa, más otro
miembro no pariente. El caso de un amigo, ahijado, etc., conviviendo con el grupo familiar.
Grupo doméstico o unidad doméstica: Hogares formados por no parientes, que conviven bajo
un mismo techo, tienen una economía en común y están relacionados entre sí por lazos de
amistad, confraternidad y/o co-residencia transitoria, pudiendo tener algunos de ellos descendientes
que cohabiten.
Un fenómeno que todavía no recibe nombre es la relación que une a un padre con sus hijos
que viven en otra unidad doméstica. Se hace necesario también incluir entre las diversas formas,
aquellas unidades domésticas conformadas por parejas de homosexuales, que en algunos casos
incluyen hijos de parejas anteriores.
En Latinoamérica y en nuestro país cada vez hay más hogares con mujeres cabeza de familia
(madres o abuelas), como así también un aumento de varones desocupados, lo cual ha llevado a
hablar de la masculinización de la desocupación e incorporación al mercado de trabajo, de mano de
obra femenina en la mayoría de los casos en el mercado informal, mal pagas y sin beneficios sociales.
Éstas y otras situaciones, reflejan las modificaciones y conflictos que se vienen dando en la
sociedad, y que ponen en crisis los roles tradicionales esperados y asignados a varones y mujeres,
como por ejemplo, ya no es sólo el varón el proveedor de los ingresos en las familias, y el trabajo
doméstico empieza a verse (muy lentamente) como una tarea que no es exclusiva de las mujeres.

Algunos tipos de familias de acuerdo a su inserción en el mercado laboral.

Existe una gran variedad de organizaciones domésticas ligadas a la organización de la


producción dentro de una sociedad y a una clase o sector social, en términos de inserción en el
mercado de trabajo.

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Las unidades domésticas basadas en el trabajo asalariado de sus miembros, implican cierta
estabilidad, contar con beneficios sociales, y en muchos casos una distinción más clara entre quienes
realizan las tareas domésticas y quiénes salen a trabajar a cambio de un salario fuera del hogar.
Las unidades productivas de base familiar (artesanales, comerciales, de servicio, rurales...)
son aquellas en que el lugar de residencia y trabajo están entremezcladas; en la mayoría de los casos
todos los miembros contribuyen con su trabajo, generalmente sin retribución individual. El sistema
de autoridad y la distribución de las tareas suelen no aparecer con nitidez en una primera mirada.
Las unidades domésticas basadas en el trabajo ocasional e inestable, cuyos ingresos son
insuficientes, sin beneficios sociales. En muchos casos la inestabilidad económica redunda en
inestabilidad en los lazos afectivos, apareciendo en una gran mayoría la mujer (madre, abuela) como
figura estable en la organización familiar. Observando a las familias de los sectores populares,
Elizabeth Jelin define a estos tres tipos como: unidad doméstica obrera o asalariada, la pequeña
empresa familiar y la organización social de la pobreza.
Cabe señalar que ninguna de las caracterizaciones o tipos presentados corresponden a tipos
puros, ya que en la realidad se presentan de diferentes maneras y en muchos casos combinados. Por
último, la familia tiene como función principal la procreación y socialización de las nuevas
generaciones, siendo un agente transmisor de oportunidades y perspectivas de vida, de valores,
normas e identidades; procesos que cobran forma en el ámbito de las relaciones familiares, con sus
tensiones, mensajes contradictorios y controles. La familia también es el espacio del cuidado y del
afecto.
Es sabido que las experiencias tempranas tienen una fuerte continuidad en los patrones
interpersonales básicos de solidaridad y cuidado hacia los demás. Si bien una formación democrática
puede darse a partir de experiencias en diversos contextos institucionales, las relaciones familiares
tienen un papel privilegiado en este proceso.

Conformación de necesidades en relación a los patrones de género, generación y grado de


parentesco.

En los grupos familiares/domésticos, la conformación de necesidades es variable y responde a


cuestiones relacionadas con la definición de necesidades de cada uno de sus miembros de acuerdo a
su inserción social (edad, sexo, ocupación), la adaptación a las coyunturas económicas sociales a lo
largo del ciclo doméstico, así como la propia historia del grupo doméstico en tanto proceso temporal

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de acumulación/pérdida de recursos necesarios para las actividades ligadas al mantenimiento de sus


integrantes; todo ello atravesado por un marco propio de creencias y valores.5
Nos ocuparemos aquí fundamentalmente de las categorías de género, generación y grado de
parentesco, que entre otras cuestiones, moldean la identidad de los sujetos en tanto miembros de una
familia, y les proveen de cierto marco de necesidades, por lo cual se establecen determinadas
solidaridades y conflictos.
El término género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las
diferencias que distinguen los sexos, y es una forma primaria de relaciones significantes de poder.6
Este concepto nos remite a modos de ser y de relacionarse de varones y mujeres, como a los
significados y valoraciones atribuidos a cada uno.
Pero estos modos y relaciones no son naturales sino aprendidas, por lo que al género lo
entendemos por lo tanto como construcción social, cultural e histórica que configura modelos, un
deber ser que se espera sea asumido como propio, que da cuenta de valores, pautas, sentires y
relaciones a los que varones y mujeres deben ajustar su conducta.
Tanto es así que estas construcciones socio culturales penetran en nuestra subjetividad, es
decir en el interior de cada uno, moldeando nuestro modo de sentir y de pensar, a tal punto que
llegamos a sentir y pensar de acuerdo a estos modelos. Se naturaliza y se vive este deber ser como
algo que siempre fue así, como algo naturalmente dado.
Estos modelos sociales van configurando identidades y estereotipos sexuales, los cuales son
aprehendidos y reforzados en los diferentes espacios por donde transcurre la vida de niños y niñas; la
familia y la escuela cumplen un lugar central en la socialización de géneros.
¿Cómo miramos a los diferentes miembros de la familia en torno al concepto de géneros?
¿Qué esperamos y pedimos a las mujeres/madres y varones/padres? ¿A los niños y niñas en la
escuela? Cuántas veces no escuchamos decir:
“¡Qué tipo de madre es ésa que no viene a las reuniones!” “¿Porqué lloras? ¡Los hombres no
lloran!”.
El lugar de la mujer y del varón en la vida social humana no es producto, en sentido directo,
de las cosas que hacen, sino del significado y valoración que adquieren sus actividades en cuanto
varón y mujer, en cuanto a la edad y al sector social concreto al que pertenezcan.
El término generación por su parte, nos remite a lo etáreo, a los cambios que transcurren en
la vida de los individuos acompañados con las representaciones sociales que se han ido construyendo
5
Jelin, E. Ibid.
6
Scott, J. El género, una categoría útil para el análisis histórico. Instituto de Estudio e Investigación, Valencia, 1990.

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en cada etapa de la vida de las personas y que son aspectos incorporados en la identidad: lo que se
espera que sea un niño/ña adolescente, joven, adulto, anciano de acuerdo a cada momento histórico y
contexto socio-cultural específico.
Esta distinción es importante ya que las necesidades, expectativas y problemáticas varían de
una edad a otra y las respuestas tienen que contener estas particularidades, como así también es
necesario reconocer que las expectativas en torno a, por ejemplo, los adolescentes, varía de acuerdo
al sector social, cultural: lo que se espera de un varón adolescente pobre suele ser diferente al de una
varón adolescente de un sector medio, puesto que del primero en muchos casos se espera que trabaje
a fin de sumar ingresos a la economía familiar, y del segundo, que siga estudiando.
En este sentido en aquellas familias que predominan niños/as pequeños/as o adolescentes, la
forma en que se conformen las necesidades y los modos de satisfacerlas, la organización del
consumo, la división del trabajo familiar, el sistema de autoridad, los conflictos etc., variarán de una
a otra familia.
Por otra parte, el grado de parentesco remite al vínculo que se establece entre los distintos
miembros de la familia, según la posición que se ocupe: padre, madre, hijo/a, hermano/na, etc. Pero
este tipo de vínculo y el lugar que se le otorgue en la organización familiar, también está atravesado
por valores y creencias de acuerdo al sector social y cultural de pertenencia. Así, por ejemplo, el rol
social atribuido a los abuelos, varía según las sociedades y momentos históricos. Así como la idea de
que los hijos están subordinados a los padres y que, por lo tanto, les deben respeto y obediencia, es
un producto típico de las sociedades de tipo patriarcal, que está sufriendo importantes cambios en la
actualidad.
Es así que género, generación y grado de parentesco, se articulan entre sí produciendo
diversas identidades personales, que van variando a lo largo del ciclo vital individual y familiar, en
contexto sociales también cambiantes. De esta manera, los enfrentamientos intergeneracionales
suelen ser más agudos cuando los hijos llegan a la adolescencia; particularmente ello se profundiza
en nuestras sociedades capitalistas, en relación al área del consumo. Como expresa Elizabeth Jelin,
las presiones de los jóvenes se traducen en el conflicto acerca de la jerarquización de los consumos y
la redistribución de los beneficios.7
Por otro lado, es en el ámbito doméstico donde se efectiviza la división sexual del trabajo, se
distribuyen las tareas y asignan responsabilidades de acuerdo al género, generación y parentesco.
“...La unidad doméstica no es un conjunto indiferenciado de individuos que comparten las
7
Jelin, E. “Las relaciones intrafamiliares en América Latina”. Conferencia para la Reunión Regional Preparatoria del
Año Internacional de la Familia, Cartagena, Colombia, agosto de 1993.

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actividades ligadas a su mantenimiento. Es una organización social, un microcosmos de relaciones


de producción, de reproducción y de distribución, con una estructura de poder y fuertes
componentes ideológicos que cementan esa organización y aseguran o ayudan a su persistencia y
reproducción, pero donde también hay bases estructurales de conflicto y de lucha. Al mismo tiempo
que existe una tarea y un interés colectivo, de la unidad misma, los diversos miembros tienen
intereses propios, anclados en su propia ubicación en los procesos de producción y reproducción
intra y extradomésticos...los principios básicos de organización interna siguen, en tanto familia, los
cortes según edad, sexo y parentesco...”.8
Por lo mismo, la familia es también un ámbito primario de aprendizaje y socialización de los
niños-niñas, orientado a la incorporación de ese complejo de roles sociales –esposa, esposo, madre,
padre, ama de casa, proveedor, adulto, que ha definido culturalmente la identidad femenina y
masculina durante varios siglos, y que comienza a entrar en crisis en el presente.
Por ejemplo en Latinoamérica y en nuestro país, la existencia cada vez más creciente de
familias monoparentales en las que la cabeza de familia son mujeres, así como también el aumento de
varones desocupados, está transfiriendo el rol de proveedor típicamente asignado a los varones, a las
mujeres. Ello produce en algunos casos, una incorporación de los hombres a las tareas domésticas,
inimaginable en otras épocas, particularmente en los sectores medios. Para los sectores de bajo nivel
económico y social, en que generalmente las modificaciones de tipo cultural son más lentas, significa
generalmente la sobrecarga de tareas para las mujeres.
Estas y otras situaciones reflejan las modificaciones y conflictos que se vienen dando en la
sociedad y que ponen en cuestión los roles tradicionales esperados y asignados a varones y mujeres,
así como recrean nuevas necesidades individuales. De esta manera, las asignaciones culturales a las
posiciones generacionales, genéricas y parentales, ponen en tensión las necesidades individuales con
aquellas colectivas, en tanto comunes a una organización familiar.

8
Jelin, E. Ibid.

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2) Introducción a la cuestión de las necesidades en la teoría social.

En Ciencias Sociales predominan dos grandes aproximaciones al tema de las necesidades: una
es aquella que emerge del seno del debate en torno a la relación entre individuo y sociedad, y que sin
interesarse específicamente por ellas, las ubica -generalmente en un plano de igualdad con los deseos
y motivos- como origen de la acción humana. Otra, que mucho más ligada a las nociones de la
economía política clásica o en polémica con ella, se ocupa de manera particularizada de las
necesidades como parte del examen de los procesos de producción y distribución de bienes y
servicios, en sus elementos no sólo económicos, sino filosóficos, políticos (morales) y
antropológicos.
El estudio sobre el carácter que adquieren las necesidades en los sujetos -para nuestro caso los
miembros de una familia- y los medios y formas de cubrirlas -entre los cuales se cuenta la disciplina
de trabajo social- no puede soslayar ninguna de estas líneas de análisis, que como ocurre con los
demás temas en el campo de las ciencias sociales, pueden divergir, pero se tocan entre sí. En efecto,
la disquisición acerca de cuán determinado socialmente se encuentra el individuo tiene incidencias
bastante significativas a la hora de caracterizar la particularidad de los procesos de conformación de
necesidades. Así por ejemplo, el aspecto relativo a que el ser humano como todo ser viviente y por lo
tanto constituido biológicamente, carga con necesidades, abre una primera controversia de carácter
fundante en la teoría social, que se puede sintetizar en el siguiente interrogante: ¿Existen necesidades
biológicas inalterables en todos los seres humanos, más allá de las diferencias de tiempo y lugar, y
otras que son el producto de su existencia como ser social? o bien, ¿Son todas las necesidades -aún
las biológicas- producidas socialmente en tanto los individuos son seres que para sobrevivir precisan
de vivir con otros individuos?
Entendemos que los debates más estrechamente relacionados a la intervención del trabajo
social, son aquellos que tienen lugar en el seno de la economía política y de la política, puesto que la
profesión ha estado vinculada desde sus orígenes a los problemas sociales en tanto efectos de las
contradicciones estructurales de la sociedad, y a las formas social y políticamente establecidas para
solucionarlos. Pero precisamente la definición de qué necesidades y de quién, está directamente
atravesada por argumentos que provienen de la filosofía, en particular de la filosofía política, y que
nutren las discusiones de la teoría social.

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De esta manera empezaremos destacando un par de supuestos que han operado como sustento
de argumentaciones discrepantes en torno a la discusión sobre las necesidades:
- Los seres humanos poseen una estructura biológica, es decir “presocial”, que se diferencia
de aquella que se define más estrictamente como social, las que se encuentran en permanente
conflicto entre sí.
- Los seres humanos son seres sociales, en tanto son capaces de transformar
mancomunadamente aún los impulsos biológicos.
La primera postura está representada por los pensadores racionalistas del siglo XVIII, quienes
atribuían a los seres humanos un “estado de naturaleza” del cual emanaban facultades intrínsecas
tales como el egoísmo o la generosidad. A su vez ésta se bifurcó en dos tendencias representadas por
Rousseau y Hobbes, de gran influencia sobre la moderna teoría social: el primero encabezando la
postura de que los individuos son naturalmente buenos, pero la sociedad los corrompió; el segundo,
sosteniendo que el hombre es un ser refractario, y que la sociedad debe refrenar enérgicamente tal
egoísmo.
La segunda orientación es aquella que se instaló en el siglo XIX de la mano de Marx y
Durkheim y cuya incidencia se ha extendido a lo largo del siglo XX. Como es sabido, ninguna de
estas líneas se mantiene de manera transparente y unívoca en los diversos autores de la teoría social,
porque además se han agregado a su sustento teórico análisis provenientes de la economía, tal el caso
de la fuerte influencia de Adam Smith, no sólo en el pensamiento del propio Marx, sino en el de
figuras significativas de este siglo, como Keynes.
Interesa aquí rescatar someramente las posiciones sostenidas por Marx y Durkheim, puesto
que desde allí se pueden entrever algunos argumentos posteriores en torno a la índole biológica y
social de las necesidades. Si bien ambos coinciden en que los individuos son seres sociales y que esta
socialidad está determinada históricamente, el acento que pone uno u otro en la incidencia de las
condiciones sociales, así como las posibilidades que avizoran para que los seres humanos se
abstraigan de tal condicionamiento, varían substancialmente. Para Marx el individuo es un ser social
y la vida individual y la vida genérica de los seres humanos no son distintas. La oposición entre el
individuo y la sociedad es un producto de la división del trabajo cada vez más acentuada en la
sociedad capitalista; mientras Durkheim considera al ser humano como un homo duplex, en el sentido
en que en todo individuo hay una oposición entre los impulsos egoístas y los que tienen una
connotación “moral”. “El acento que pone Durkheim en lo “social” como causa específica -la
autonomía de la explicación sociológica- le lleva a un olvido general entre sociedad y naturaleza.

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De manera concreta esto se ve en la proposición de que las necesidades relacionadas con la


supervivencia física en el mundo material no se integran a los impulsos arraigados en las
actividades sociales. Marx, por su parte, centra su análisis en la relación mutua entre la sociedad y
el mundo natural, y recalca con ello el carácter socializado de las ‘necesidades sensitivas’ que
median entre el organismo individual y su adaptación al entorno físico”.9

Necesidades biológicas, naturales y sociales.

En relación a las necesidades biológicas, hay coincidencias en autores como Giddens o


Heller, en atribuirle a Marx la idea de que aún éstas experimentan transformaciones producidas por
su socialidad. Como Heller indica, estas mismas adquieren distintos denominaciones, aún en Marx,
en el que queda claro que siempre rechaza enfáticamente tanto la noción de necesidades
“presociales” como la de necesidades naturales. Por un lado estarían las necesidades biológicas y/o
físicas referidas a los impulsos del ser humano, como ser orgánico: comer, beber, orinar, etc., acerca
de las cuales es posible dudar respecto de su carácter estrictamente biológico, tal cual se podría
observar en los animales, si como dice Heller, “estas necesidades no son idénticas a las propias de
los animales, ya que el hombre para su misma autoconservación necesita también de ciertas
condiciones (vestido, calefacción) que para el animal no representan una necesidad”. Se desprende de
ello que el concepto de necesidad es intrínsecamente humano; nótese también, que al hacerse
referencia a los actos de otras especies animales, se habla de impulsos e instintos, nunca de
necesidad.
Aquí creemos conveniente detenernos un momento en la noción de deseo, para distinguirla de
la de necesidad, puesto que ella se ha instituido como parte del acervo del lenguaje psicoanalítico –
salvando las menciones a la misma por parte de teóricos sociales, cuando los ponen al mismo nivel
que los motivos y las intenciones10– distando del concepto de necesidad que se utiliza en la
terminología político-administrativa.
El deseo remitiría a pulsión psíquica, consciente o inconsciente del individuo particular. De
esta manera forma parte del mundo estrictamente subjetivo de cada individuo como un proceso,
“flujo representativo/afectivo/intencional que sólo se detendrá con la muerte...”11 y no “falta de algo”
9
Giddens, A. El capitalismo y la moderna teoría social. Edit. Labor, Barcelona, España, 1994. Cap. XV.
10
Muchos de los cuales abrevan en las ideas tomadas de esta corriente del pensamiento, particularmente Freud, para
explicar la génesis de la acción humana.
11
Castoriadis, C. La institución imaginaria de la sociedad. Vol. 2. El imaginario social y la institución. Edit. Tusquets,
Bs. As., 1993.

16
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

como la necesidad. Ello no significa que tanto la necesidad como el deseo estén producidos
socialmente, sólo que tal constitución social implica cuestiones distintas: en el caso de la necesidad
se trata de una “invención social”, de “una maquinaria ideológica”, el “reino de la necesidad”, en
donde “se va abstrayendo el deseo en necesidades, para hacerlo homogéneo a los medios de
satisfacción (productos, imágenes, signos, etc.) y multiplicar así la consumatividad..”12 El deseo es
parte de un proceso mucho más complejo aún, que se inscribe en lo que C. Castoriadis llama en algún
momento “socialización de la sique”. “El individuo social, tal como lo fabrica la sociedad, es
inconcebible sin inconsciente; la institución de la sociedad, que es también e indiscutiblemente
institución del individuo social, es imposición a la psique de una organización que le es
esencialmente heterogénea, pero, que a su vez, también se apoya en el ser de la psique (y aquí
también el término apoyo adquiere un contenido distinto) y debe inexorablemente, tomarla en
cuenta”.13
Hay que decir que en definitiva tanto los deseos, las motivaciones, las necesidades, etc., son
constitutivos de la psique individual, así como de un universo simbólico de la sociedad, y son las
ciencias como producto humano, como conocimiento acumulado y legitimado, las que crean y
recrean los conceptos pugnando a la vez por instituir un cierto significado para los mismos. Esta
disputa forma parte de la división social del trabajo al interior de las ciencias y de las diferentes
disciplinas y profesiones agrupadas en torno a ellas. Así, por ejemplo el concepto de deseo
-desarrollado fundamentalmente por la teoría psicoanalítica- ha quedado inscripto como parte del
mundo subjetivo, y por tanto individual de los sujetos particulares, aunque esté producido
socialmente. Y las necesidades como el deseo consciente, aspiración, intención dirigida en todo
momento hacia un cierto objeto, que en su calidad de tal no sólo son producidas socialmente sino que
se dirimen en el terreno social.
La importancia de los avances producidos por el psicoanálisis y también las diversas
corrientes de la psicología es, entre otras cuestiones, la de que vinieron a ampliar el conocimiento de
la psique humana, la que a partir de entonces no puede considerarse solamente un mero producto
biológico, sino una compleja fusión entre una base orgánica y la “realidad” social. 14 De allí que
12
Baudrillard, J. Crítica de la economía política del signo. Edit. Siglo XXI. México, 1989.
13
Castoriadis, C. Ibid.
14
“Es completamente evidente que aquello a lo que la psique da existencia no es dictado por esa realidad corporal-
biológica, pues en tal caso sería siempre y en todas parte lo mismo; tampoco se constituye en una ‘libertad absoluta’ en
relación con esa realidad que no puede ser ignorada, ni manipulada con total arbitrariedad. Precisamente a esta relación
original e irreductible de la psique con la realidad corporal-biológica del sujeto es a lo que apunta la idea freudiana de
apoyo que contiene mucho más que la mera posición de esos dos límites extremos y abstractos, a saber, que la
elaboración psíquica no viene dictada por la organización biológica ni está tampoco en libertad absoluta respecto de
ello...”. Castoriadis, C. Ibid.

17
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

actualmente se haya transformado en una convención científica el referirse a la estructura bio-


psíquica del individuo, de importancia sustancial en debates como los que nos ocupan: necesidades
estrictamente biológicas o “presociales” versus biológicas socialmente satisfechas.15
No nos ocuparemos aquí de aquellas sensaciones, emociones o sentimientos que como el
dolor, la alegría, el afecto, el egoísmo y otros tantos forman parte de esa estructura bio-psíquica del
individuo que es a la vez biológica y social. En este sentido están ubicados en ese lugar de
permanente tránsito, de proceso, de flujo representativo/afectivo/intencional que ya se mencionara.
Por esto mismo pensamos que no se los puede ubicar como necesidades biológicas, ni naturales, ni
sociales.
Por su parte, el concepto de necesidades naturales resulta ambiguo a la vez que engañoso:
¿Qué es lo “natural”? ¿Natural es sinónimo de biológico? La idea de unas necesidades naturales
autónomas y enfrentadas a las necesidades producidas socialmente proviene seguramente de aquellos
argumentos ya citados que atribuyen a los seres humanos un “estado de naturaleza”, incluyendo
como naturales productos sociales de índole no material, como las distintas formas de organización
social (la familia, el Estado).16 Es decir, que en la noción de necesidades naturales se hace una
extensión de las necesidades biológicas a ciertas necesidades “sociales” -en el sentido de producidas
socialmente- que en realidad expresan una atribución cultural variable y por lo tanto relativa, de
ciertas organizaciones sociales para ciertas necesidades biológicas (por ejemplo, la familia es una de
las formas socialmente reconocidas para que los individuos realicen su sexualidad).
Es en las necesidades sociales en donde centraremos particularmente nuestro análisis: En
primer lugar y coincidentemente con otras producciones teóricas del trabajo social, 17 creemos que
esta profesión interviene sobre este tipo de necesidades en tanto productos de un determinado sistema
social de necesidades; pero en segundo lugar y concomitantemente con lo que se viene sosteniendo,

15
Aquí viene al caso pensar coincidentemente con la idea sustentada por Max Neef y colaboradores, que las necesidades
son universales y los satisfactores culturales y relativos a cada época histórica y cada sociedad. Sin embargo creemos que
esto es válido sólo para estas “necesidades” biológicas como el comer, dormir, etc., pero que es riesgoso extender esta
idea a todas las necesidades. Hablar de necesidades existenciales y axiológicas universales y de que sólo los satisfactores
son los que varían culturalmente, refuta la propia idea sustentada por estos autores cuando por ejemplo expresan que “son
los satisfactores los que definen la modalidad dominante que una cultura o una sociedad imprimen a las necesidades”. Si
la sociedad imprime a las necesidades una modalidad, las necesidades son también productos sociales y por lo tanto
varían. Creemos que el aporte de estos autores ha sido significativo en el debate al interior de los discursos sobre políticas
de desarrollo, toda vez que ampliaron la visión sobre los “satisfactores administrativamente administrables por los
Estados” (esta última frase pertenece a Nancy Fraser, en el texto que se cita más adelante). Ver Max Neef M., Elizalde,
A., Hopenhayn, M. Y colaboradores. “Desarrollo de la escala humana: una opción para el futuro”. Cepaur/ Fundación
Dag Hammarskjöld, Development Dialogue, Número especial 1986.
16
A. Giddens, en la obra citada, expresa que “...los racionalistas del siglo XVIII atribuían al hombre en estado de
naturaleza facultades que en realidad proceden de la sociedad”.
17
Tales como Cecilia Tobón et. al., Margarita Rozas, Boris Lima, Nora Aquín y otros. Ver bibliografía citada.

18
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

porque entendemos que las necesidades son siempre sociales puesto que aún las necesidades
biológicas sufren modificaciones derivadas de la socialidad humana.
Siguiendo en gran medida a Agnès Heller,18 pero trayendo aquí el valioso aporte de otros
autores, hay que decir que cuando se habla de necesidades sociales, se está haciendo referencia a las
siguientes acepciones:

* Necesidades sociales en tanto producidas socialmente. Aquí ingresan las necesidades


individuales, de los seres humanos particulares. Como expresa A. Heller, “... necesidad socialmente
producida es sinónimo de necesidad humana...”. Son aquellas necesidades bio-psicosociales que los
individuos interiorizan desde el momento en que nacen en un mundo social, formando el habitus
(Bourdieu), un sistema de seguridad ontológica (Giddens), la matriz de aprendizaje (Pichón Riviére,
Ana Quiroga), etc., que resguardando las diferencias teóricas que contienen, designan a las
estructuras mentales fruto de las situaciones y relaciones sociales que le toca vivir a cada ser humano.

* Necesidades sociales en tanto histórico-sociales, reconocidas como tales por distintas clases
y sectores de clases u otros actores sociales. De aquí se desprende el concepto de “estructura de
necesidades” o “sistema de necesidades”. Algunos autores como Baudrillard lo critican fuertemente,
puesto que lo ven como producto del significado hegemónicamente asignado a las necesidades. Si
bien compartimos muchas de las apreciaciones formuladas por estas corrientes, creemos que la
noción de estructura de necesidades expresa la existencia de determinadas acepciones históricas y,
por lo tanto modificables de lo que se entiende por necesidades. Evidentemente tales estructuras o
sistemas designan ideas sobre lo que son las necesidades y sus modos de satisfacerlas, que son
producto de las relaciones de poder y representan “discursos hegemónicos” sobre las necesidades.
Pero cabe también aquí agregar que el sistema de necesidades en la sociedad capitalista actual no es
cristalinamente “burgués” porque la lucha por las necesidades hace que algunas de las
interpretaciones acerca de las mismas, ingresen (aunque no siempre triunfalmente) al sistema de
necesidades.
Viene al caso reafirmar aquí que, cuando se dice que las necesidades son histórico- sociales,
no se están incluyendo todas las expresiones colectivas por el sólo hecho de serlas, sino aquellas que
por vías explícitas –o en algunos casos implícitas– se convierten en necesidades para la sociedad o
amplios sectores de la misma. Esto es lo que separa en cierto sentido a las necesidades sociales

18
Heller, A. Teoría de las necesidades en Marx. Edic. Península, España, 1978.

19
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

producidas socialmente en el individuo de las necesidades como razones de sociedad: “En el


individuo, deseos que son constitutivos de los impulsos motivacionales del actor generan una
relación dinámica entre motivación e intencionalidad. No es el caso de los sistemas sociales, salvo
donde actores se conduzcan a sabiendas de lo que a su juicio son las necesidades sociales”.19
La estructura o sistema de necesidades es un campo de disputas por legitimar necesidades así
como recursos para satisfacerlas. Las diversas formas de hablar de necesidades constituyen
“...‘medios socioculturales de interpretación y comunicación’, en tanto conjunto cultural e histórico
de recursos discursivos que se encuentran disponibles para los miembros de una sociedad dada...”.20
Así –como amplía esta autora– los lenguajes oficialmente reconocidos, los términos disponibles para
demandar en estos discursos (términos administrativos, feministas, etc.), los modos de subjetivación
(como víctimas o activistas, como individuos o miembros de un grupo), los paradigmas de
argumentación aceptados como autorizados para juzgar las demandas en conflicto (cómo se resuelven
los conflictos sobre la interpretación de las necesidades, apelando a expertos, por votación, etc.),
configuran un campo heterogéneo de diversas posibilidades y alternativas.
Otra cuestión importante a especificar cuando se hace referencia a las necesidades sociales en
cualquiera de sus versiones, es que justamente el hecho de que las necesidades son producidas
socialmente y que en esta socialidad priman determinados “universos de significados” para las
mismas (tales como la necesidad de consumir determinadas mercancías o ciertos recursos
institucionales creados para satisfacer “necesidades sociales” de determinados sectores de la
sociedad) pone en tela de juicio la fidelidad de la demandas de acuerdo a las “verdaderas”
necesidades, de los propios agentes sociales. Es lo que A. Heller denomina “necesidad social” entre
comillas, que se explicará más adelante; pero también lo que está contenido en las nociones de
necesidades sentidas, reconocidas o no reconocidas, que diversos autores extraen principalmente del
concepto de alienación acuñado por Marx, que implica un proceso por el cual los medios para cubrir
las necesidades se conviertan en fines, principalmente el consumo de mercancías que culmina en un
estado en que las necesidades dominan a los seres humanos. Esto es lo que Marx denomina “reino de
la necesidad” por oposición al “reino de la libertad”, en que los individuos desarrollarían plenamente
sus capacidades de acuerdo a sus gustos y capacidades, sin estar sujetos a ninguna imposición de
ningún tipo.
19
Giddens, A. La constitución de la sociedad. Amorrortu Editores, Argentina, 1995. En este caso el autor está
polemizando con Robert Merton acerca de las consecuencias no buscadas de una actividad social, conceptualización que
no desarrollaremos en esta oportunidad, pero que sin embargo tiene importantes consecuencias no sólo en el debate sobre
el tema que nos ocupa, sino sobre aquellas cuestiones de teoría social, claves para elucidar el origen de la acción humana.
20
Fraser, N. Las luchas por las necesidades. Revista Debate Feminista Año 2, Volumen 3, México DF, 1991.

20
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

Como dice Giddens, “el concepto de alienación es la columna principal de la crítica que
hace Marx del capitalismo y, por tanto, de su tesis de que el orden burgués puede ser trascendido
por un nuevo tipo de sociedad”.21 El problema –como bien apuntan varios autores trabajados,
siguiendo a Marx– es el de la libertad de producción y no el de la libertad de consumo; no tiene que
ver con la satisfacción de necesidades, sino con su producción; esto es, que exista desigualdad entre
quiénes “...deciden cuáles van a ser las necesidades humanas y organizan la producción de las
mismas, mientras que otros dedican la mayor parte de sus vidas a producir las necesidades que
luego no podrán satisfacer, y a producirlas en el modo, al ritmo, de la calidad y en la cantidad que
otros deciden... un ser alienado necesita lo que otros quieren que necesite: los mismos que le
explotan y le someten...por encima de la violencia física, del control económico, el vínculo que se
crea entre opresores y oprimidos es la necesidad y la esperanza de que quede satisfecha”.22
Se pone de esta manera en entredicho la idea tan instituida por el lenguaje político/
administrativo oficial de satisfacción de necesidades, que forma parte insustituible de la estructura de
necesidades en el capitalismo, particularmente en las sociedades de corte bienestarista o similares.
Estimamos conveniente acotar en este punto, que dado el grado de institucionalización (en el sentido
de instituido) y sus implicancias para el trabajo social, el término satisfacción de necesidades es
prácticamente imposible de reemplazar en las presentes circunstancias. Sin embargo, nos parece
también de gran importancia retomar estas advertencias, que contienen implicaciones fundamentales
en toda intervención relacionada con las necesidades y su cobertura, pero a la vez recordar que en
estas mismas sociedades desiguales, existen interpretaciones en pugna acerca de los contenidos
otorgados a la satisfacción de necesidades respecto de qué necesidades, de quiénes y entre quiénes se
distribuyen los satisfactores. Sobre el papel que le cabe al trabajo social en este aspecto, nos
extenderemos en el siguiente apartado.
Cabe aclarar que cuando A. Heller se refiere a la satisfacción colectiva de las necesidades,
está aludiendo a un aspecto del proceso de satisfacción mencionado que tiene que ver con la creación
de instituciones. Entrarían aquí las necesidades producidas por los recursos institucionales creados
por la sociedad en un espacio y tiempo determinados para satisfacer necesidades reconocidas
socialmente, como por ejemplo los relativos a la salud, educación, etc.
Por último es importante observar que como parte del sistema social de necesidades vigente,
se encuentran las llamadas necesidades primarias o básicas y las necesidades secundarias o
21
Giddens, A. El capitalismo y la moderna teoría social. Ob. Cit.
22
Izquierdo, María Jesús. “El lugar de las necesidades humanas en la lucha política”. En: revista Debate Feminista Año 2,
Vol. 3. México, marzo de 1991.

21
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

superfluas. ¿Quién determina qué necesidades son básicas y cuáles superfluas? Aquellos que
justifican esta clasificación, invocan a las necesidades biológicas o “naturales” como necesidades
básicas. Pero como ya se ha visto, tales argumentos resultan débiles respecto de las teorías
ampliamente desarrolladas en torno a la conceptualización de necesidades sociales y sus
consecuencias. Como expresa Baudrillard,23 la línea de demarcación entre lo esencial y lo inesencial,
tiene una doble función: en primer lugar, fundar y preservar una esfera de la esencia del hombre
individual, piedra angular del sistema de valores ideológico; en segundo lugar, ocultar tras un
postulado antropológico (la idea, entre otras, de que el individuo se determina a sí mismo puesto que
sabe lo que quiere) la verdadera definición productivista de la supervivencia.
Es precisamente la idea de supervivencia la que parecería establecer el límite entre
necesidades primarias o básicas y necesidades secundarias o superfluas. Empero, la supervivencia
nos remite (contrariamente a lo que comúnmente se entiende) a las necesidades vitales de los seres
humanos, que se cubren con recursos materiales y no materiales de tipo económico, cultural o social
y que se definen social e históricamente en cada clase social y en cada sociedad, y no sólo la mera
supervivencia física. Un concepto más preciso para esta última es el de límite existencial de las
necesidades, superado el cual se pone en riesgo la vida misma.

3) Hacia una caracterización de las necesidades desde el trabajo social.

En trabajo social la producción teórica sobre el tema de las necesidades es escasa y su


desarrollo ha adquirido cierta trascendencia –al menos en el contexto latinoamericano– a partir del
momento que en la historia de la profesión en esta misma parte del continente americano, conocemos
como Post-reconceptualización.24 La búsqueda de conceptualizaciones en torno a las necesidades se
centró fundamentalmente en el contexto del debate relacionado a la caracterización del objeto del
trabajo social y a la definición de aquello que se considera un problema social. Así desde fines de la
década del 70 hasta nuestros días, encontramos elaboraciones que no sólo se preocupaban por el
lugar que debía tener el trabajo social en un proceso de cambio social o su metodología de
23
Baudrillard, J. Ibid.
24
Cabe señalar aquí que dadas las características y alcances de la investigación que nos ocupa, nuestra búsqueda teórica
se ha centrado especialmente en autores significativos dentro de la teoría social moderna y en aquellos que proviniendo
del trabajo social han tenido una marcada influencia en la literatura específica así como en los medios académicos en
nuestro país. Una búsqueda exhaustiva en autores europeos o norteamericanos, así como de producciones procedentes de
Brasil (de donde nos llegan sólo aquellas traducidas) al interior de esta disciplina, formaría parte de otra investigación
bibliográfica.

22
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

intervención –central durante la etapa de la Reconceptualización– sino por precisar las características
de la porción de la realidad que atiende esta profesión. Es de observar que el tratamiento de las
necesidades se realiza en unos casos como parte del estudio del objeto del trabajo social y en otros en
el contexto de la relación entre trabajo social y los sistemas de bienestar social vigentes –estatales y
no estatales, pero básicamente los primeros– que constituye uno de los rasgos de esta etapa del
trabajo social latinoamericano.25 Con diferencias de matices tanto en la extensión como en el
tratamiento del tema, se ubican en la primera línea los trabajos de Alwin de Barros (1982), García
Salord (1986) y Aquín(1995); preferentemente en la segunda, Lima (1982), Tobón, Rottier y
Manrique (1989), y el más reciente de Rozas (1998).26
Es significativo observar que la mayoría de ellos desarrollan el concepto de necesidad
basándose en las concepciones de Charles Bettelheim 27 unos, Agnes Heller28 otros, o ámbos. De esta
manera y como ya se mencionara anteriormente, adhieren teóricamente a la concepción del hombre
como ser social, y a las necesidades como históricamente situadas y producidas socialmente.
En una breve síntesis, se puede decir que Boris Lima clasifica a las necesidades en naturales
(para denotar las necesidades físicas, biológicas, dirigidas a las condiciones vitales, de sobrevivencia)
y necesidades socialmente determinadas, es decir sociales. Retoma el concepto de límite existencial
de las necesidades que ya se describiera, y desarrolla junto con Heller los distintos tipos de
necesidades que esta autora describe retomando a su vez distintas conceptualizaciones realizadas por
Marx en sus obras: existenciales, necesarias, propiamente humanas, alienadas, radicales, materiales y
espirituales.
Por su parte, Margarita Rozas plantea que en el capitalismo aparece de manera clara la
naturaleza de las necesidades sociales y las formas de satisfacción de acuerdo con la división en
clases, a pesar de lo cual, las prácticas profesionales imbuidas de una concepción positivista y

25
Así estos últimos definen el punto de partida de la intervención del trabajo social en la existencia de necesidades
sociales que requieren alguna forma de atención y el modo como el Estado se refiere a estas necesidades. En la década de
los 90 ha surgido otra postura en trabajo social, que conecta la profesión a las prácticas desestatalizantes actualmente en
boga; en esta línea asoman diversas posiciones entre las que cuentan, por un lado, aquellas que observando al
denominado Tercer Sector (organismos no gubernamentales, fundaciones, etc.) como una complejidad heterogénea con
múltiples posibilidades, intentan desarrollar ideas y acciones que se inscriban en los procesos de lucha de los agentes
sociales por sus derechos de ciudadanía; por otro lado, las que adscriben a las corrientes que bajo el nombre de
gerenciamiento, marketing social, etc., ingresan la lógica de la administración empresarial a las acciones de tipo social.
26
Ver referencia bibliográfica al final del trabajo. Es de mencionar que en el caso de Tobón, Rottier y Manrique, el
concepto de “problema objeto de intervención” tiene una connotación diferente al de objeto de intervención.
27
Bettelheim, Ch. Problemas teóricos y prácticos en la planificación. Edit. Tecnos, Madrid, 1971. Este autor define a la
necesidad como “...el estado de un individuo con respecto a los medios necesarios o útiles a su existencia y su desarrollo,
afirmando que no es posible aislar esta necesidad de su objeto particular y su forma, los cuales están determinados por el
grado de desarrollo técnico y cultural al que ha llegado una sociedad”.
28
Heller, A. Ob. Cit.

23
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

funcional, se orientaron a centrar las necesidades sociales solamente como necesidades individuales
que deberían ser satisfechas en términos de la funcionalidad del sistema. Retoma a Heller en el
análisis de las necesidades individuales y colectivas y entiende a la necesidad como carencia y
potencialidades humanas y colectivas, que hacen posible vivir el mundo, traduciéndose en proyectos
de vida que le dan sentido y significado a las relaciones sociales. Siguiendo a Diego Palma, plantea
una diferenciación entre necesidades sentidas y reconocidas, diciendo que es necesario saber hasta
qué punto las necesidades son sentidas para luego ser reconocidas por los sujetos.
En cuanto a Tobón, Rottier y Manrique, expresan que las necesidades sociales que requieren
alguna forma de atención y el modo en cómo el Estado se refiere a estas necesidades, constituyen el
punto de partida de la intervención del trabajo social. A la vez recalcan que tal intervención se ubica
“...en el marco complejo y contradictorio en el que se relacionan estos dos hechos; en nuestras
sociedades esta relación se traduce en un desfase permanente entre la magnitud de las necesidades y
los recursos asignados para atenderlas”. Distinguen la necesidad social de la necesidad individual
entendiendo a esta última como expresión de necesidades sociales a partir de un contexto y una
situación particular. Hablan de la existencia de necesidades sociales a nivel individual y necesidades
sociales colectivas. Las necesidades sociales se refieren a bienes de consumo y de producción, varían
con el tiempo y están determinadas cuanti y cualitativamente.
En la línea que centra su preocupación por la temática de las necesidades en el estudio del
objeto de intervención del trabajo social, encontramos que Nidia Alwin de Barros ubica al objeto del
trabajo social en los problemas sociales, en tanto dificultades existentes en una sociedad para
satisfacer las necesidades básicas de sus miembros. Expresa que las mismas son bio-psico-sociales.
Son necesidades biológicas en cuanto tienen relación con la conservación de la vida física: necesidad
de alimentación, vivienda, vestuario y salud. Son psicológicas en cuanto se relacionan con la
conservación de la salud mental: necesidad de afecto, de seguridad, de relación y de identidad. Y
sociales porque se relacionan con el desarrollo de la vida social: la necesidad de trabajo, de seguridad
social, de educación, de recreación, etc. A la vez clasifica a las necesidades humanas básicas en
personales e interpersonales. Las personales, abarcan las fisiológicas o vitales, protectivas y
espirituales. Las interpersonales abarcan las necesidades de realizarse y de pertenecer.29
Finalmente Nora Aquín, sitúa al objeto de intervención profesional “...en los procesos
-expresión con la cual apelamos a la idea de tránsito, de movimiento, de encuentro entre sujetos,
29
En este último aspecto la autora retoma a Carlos Mallman (Calidad de vida y desarrollo. Publicaciones Instituto
Chileno de Estudios Estadísticos, Stgo.de Chile, 1977) quien en una línea similar a la de Max Neef y colaboradores,
plantea que las necesidades son invariantes, pero sí cambian los satisfactores.

24
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

hechos, fenómenos y cosas- a través de los cuales se redefinen situaciones materiales, pero también
vinculares y simbólicas”. Expresa que los procesos de vinculación entre necesidades y carencias por
un lado, y satisfactores por otro, tienen una dimensión material y una no material; esta última
incorpora los saberes y las relaciones entre los sujetos. Retoma de Agnès Heller los conceptos de
necesidades necesarias (al interior de las cuales ubica a las necesidades existenciales de
sobrevivencia y las necesidades necesarias propiamente dichas) y necesidades propiamente humanas
(situando aquí a las necesidades alienadas y las necesidades no alienadas (radicales).
Reconociendo los aportes de estos autores al esclarecimiento de importantes cuestiones
relativas a la intervención del trabajo social, dentro de las cuales se encuentra el introducir la
problemática teórica de las necesidades, encontramos imperioso retomar, profundizar y ampliar la
conceptualización de las mismas en su relación con los recursos/satisfactores que las cubren. En este
sentido nuestro esfuerzo intenta superar la utilización de algunas conceptualizaciones que no por
“naturalizadas” dejan de crear confusiones y ambigüedades en la práctica profesional, tales como la
de necesidades básicas, así como aquella –mucho más sustancial aún– que hace convivir las nociones
antagónicas de necesidades sociales con la de necesidades naturales o biológicas (presociales).
Pensamos que desde el punto de vista de la intervención profesional existen dos perspectivas
de diferenciación de las necesidades que interesan particularmente: una, referida al reconocimiento
del tipo de necesidades que tienen y expresan los sujetos a través de sus demandas; la otra,
relacionada con categorías de necesidades de acuerdo al carácter que contraen en el sistema social, o
bien según las formas que asumen las demandas en el contexto social y político, es decir quiénes las
interpretan y problematizan y la expresión política que adquiere esta problematización.
En cuanto a la primera, estamos aludiendo a qué clase de necesidades específicamente
relacionadas a determinados recursos están puestos en juego; reconocer si las necesidades son de
orden material y no material, y dentro de ellas si son de tipo económico, cultural o relacional, aporta
a más de una dimensión de la intervención, pero particularmente al proceso de diagnóstico y por lo
tanto de ejecución de determinadas estrategias, en tanto el esclarecer de qué tipo de necesidad se
trata, implica simultáneamente ponderar qué recursos o satisfactores están involucrados.
Pero este reconocimiento significa asimismo ocuparse de explorar y comprender los procesos
por los cuales tales necesidades fueron conformadas en cada espacio de convivencia e interacción de
los individuos, que proveen a éstos de una determinada identidad. Así, en los grupos
familiares/domésticos, la conformación de necesidades es variable y responde a cuestiones
relacionadas con la definición de necesidades de cada uno de sus miembros de acuerdo a su inserción

25
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

social (edad, sexo, ocupación), la adaptación a las coyunturas económicas sociales a lo largo del ciclo
doméstico así como la propia historia del grupo doméstico en tanto proceso temporal de
acumulación/pérdida de recursos necesarios para las actividades ligadas al mantenimiento de sus
integrantes; todo ello atravesado por un marco propio de creencias y valores.30
Con respecto a la segunda perspectiva, distinguimos a las necesidades según el carácter que
toman en las actuales relaciones Estado- sociedad, para ser más precisos, las necesidades según sus
límites y ampliaciones socialmente definidos y, concomitante con ello, a las diversas y a veces
antagónicas maneras de interpretar las necesidades por parte de distintas clases y sectores de clase o
grupos sociales.
Llamaremos al primer grupo, necesidades de acuerdo a sus “objetos de satisfacción”,
mientras que al segundo, necesidades de acuerdo a su “definición social”. Si bien a los fines de la
presente investigación interesa particularmente la primera perspectiva, creemos que esta otra
dimensión de análisis de las necesidades es igualmente importante para el trabajo social, en tanto esta
es una profesión que interviene en los procesos de interpretación y problematización de las mismas.
La propuesta que hacemos de ninguna manera aspira a encasillar las necesidades de los individuos o
grupos sociales, y menos aún sus demandas, sino ampliar y ordenar su conceptualización al momento
de diagnosticar situaciones problemáticas que se convierten en objetivo de intervención profesional.

Las necesidades de acuerdo a sus “objetos de satisfacción”.

Intentar conceptualizar y describir necesidades es una tarea particularmente problemática, tal


como se ha venido enunciando; por lo mismo creemos que a los fines de su caracterización resulta
más adecuado relacionarlas a los objetos que las generan o a los que van dirigidas. “La necesidad del
hombre y el objeto de la necesidad están en correlación: la necesidad se refiere en todo momento a
algún objeto material o a una actividad concreta. Los objetos hacen existir las necesidades y a la
inversa las necesidades a los objetos. La necesidad y su objeto son momentos, lados de un mismo
conjunto... por objeto de la necesidad no hay que entender tan solo objetualidad cosal. El mundo en

30
Jelin, E. Familia y unidad doméstica: mundo público y vida privada. Ibid.

26
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

su totalidad constituye un mundo objetivo, toda relación social, todo producto social, es
objetivación del hombre”.31
Desde esta idea –expresada también por otros autores– se desprende que al hablar de objeto
de la necesidad se está haciendo referencia no sólo a la materia orgánica o inorgánica, sino a los
diversos productos de las relaciones humanas, a los medios creados para cubrir las necesidades.
Regresando a A. Heller, “..la necesidad humana se realiza en el proceso de objetualización; los
objetos dirigen y regulan al hombre en el desarrollo de las necesidades respectivas. Las necesidades
son explicitadas sobre todo en las objetivaciones y en el mundo objetualizado, y las actividades que
se objetualizan crean nuevas necesidades”.32
Difícil distinguir necesidad sin referirse a los objetos. Quizás sería más correcto hablar de
necesidad “de”. Como expresa María Jesús Izquierdo, “...la necesidad es un concepto muy fuerte. Lo
necesario es aquello sin lo cual no es posible algo (aquello que satisface “lo necesario”) para quien
lo necesita o no es posible la existencia del propio sujeto de necesidad, pues para que exista es
necesario que la necesidad sea cubierta. En algún sentido, se pierde el ser cuando se carece de lo
necesario”. 33
El objeto de la necesidad o lo necesario para cubrirla, recibe generalmente el nombre de
recurso o satisfactor. Su uso suele ser indistinto o complementario y en trabajo social se utilizan
corrientemente como sinónimos, si bien ha ganado terreno el último. Sin embargo, parece oportuno
señalar que si esto es así es porque trabajo social ha adquirido –como en otros casos– el léxico
instituido por las políticas de bienestar social, ligado a una determinada visión de las necesidades
mucho más vinculado a la interpretación utilitarista34 de éstas, que designa un satisfactor para cada
necesidad. Ello supone en gran medida y como ya se expresara anteriormente, el concepto de
carencia, como un sentimiento consciente de la falta de algo, que en el sistema de necesidades
vigentes generalmente implica la demanda de ese “algo”. Por lo tanto, no resulta impropio referirse a
los satisfactores como medios para cubrir necesidades, puesto que gran parte de la intervención de
trabajo social ocurre en y/o con las instituciones estatales o no estatales encargadas de proveer bienes
y servicios. Pero también es cierto que no todas las necesidades se llenan con objetos previstos y
31
Heller, A. Ibid.
32
Heller, A. Ibid.
33
Izquierdo, María Jesús. Ibid.
34
“El utilitarismo, base del modelo económico tradicional, sostiene que el actor adquiere y consume siguiendo el criterio
de la utilidad y de la conveniencia. En esta interpretación está implícita la idea de que los seres humanos tienen
necesidades y que la finalidad de la acción humana es su satisfacción. El consumo, es por tanto, equivalente al proceso de
satisfacción de necesidades. Y ello comporta una concepción restringida de éstas: a cada necesidad correspondería un
objeto o bien específico, y por tanto, al consumirlo, la necesidad se extinguiría” . Esteinou, R. Y Millán, R. “Cultura,
identidad y consumo”. En revista Debate Feminista, Año 2, Vol. 3, marzo de 1991

27
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

provistos institucionalmente, de manera que el término recursos no suplanta al de satisfactores sino


que lo amplía.
La palabra recurso designa usualmente a los elementos, medios y modos que acuden a las
necesidades. Pero ello de ninguna manera significa que las necesidades preceden a los recursos,
suponiendo “un individuo que trae de por sí ciertas necesidades, y que el único problema es cómo
las satisface”.35 Como expresa Agnes Heller, “...si en vez de analizar un modelo estático analizamos
la dinámica de un cuerpo social, entonces la primacía corresponde al momento de la producción: es
la producción la que crea nuevas necesidades... las necesidades son explicitadas sobre todo en las
objetivaciones y en el mundo objetualizado, y las actividades que se objetualizan crean nuevas
necesidades”.36 La noción de producción37 es uno de los conceptos clave para comprender el universo
de significados que está incluido en el tema que nos ocupa: la acción humana es una creación
incesante no sólo de bienes, sino de ideas, de formas de relación entre los individuos, de modalidades
de asociación y organización, para mencionar sólo algunas de sus infinitas elaboraciones. Esta es
básicamente la idea que subyace cuando se habla de que las necesidades son sociales porque son
producidas socialmente. Demás está decir que estos diversos productos de la creación humana, son
los que reciben el nombre genérico de recursos.
Ahora bien, la relación necesidades–recursos/satisfactores tiene lugar en los procesos de
producción (y reproducción), distribución y consumo que ocurren de distintas maneras en todos los
espacios de la vida social. Pero nuevamente aquí, insistiremos en que estos procesos no se refieren
exclusivamente a los bienes materiales, sino también a los del conocimiento, de relaciones, etc. La
acumulación de unos u otros da lugar a la existencia de “poderes sociales” o capitales, en términos de
Bourdieu.38 El autor distingue tres clases fundamentales de capital, cada uno de ellos con sus
respectivas subespecies, a saber: el económico, el cultural y el social. 39 Estos capitales “constituyen la
35
Baudrillard, J. Ibid.
36
Heller, A. Ibid. La mayoría de los autores es coincidente con la idea de que las necesidades se producen. Así por
ejemplo, María Jesús Izquierdo en el artículo ya citado, expresa que “una característica fundamental de los seres humanos
no es tanto la capacidad que tienen de satisfacer como la de producir sus necesidades. Tenemos la capacidad de imaginar
cosas, imaginar cómo las podemos convertir en realidad, construir lo imaginado en la forma imaginada, y hacer de esas
cosas inventadas, que antes no existían, una necesidad”.
37
Aquí nos estamos refiriendo al término en su sentido amplio, no sólo como producción de bienes, sino como generación
de ideas y conocimientos.
38
Bourdieu, P. “Espacio social y poder simbólico”, en Cosas Dichas, Editorial Gedisa, Argentina, 1988. Ampliando el
concepto de capital, el autor lo libera de la sola connotación económica. “Bourdieu marca una ruptura con el marxismo,
pero a la vez, recupera la lógica que Marx utiliza en el análisis económico y la extiende al análisis de cualquier práctica
social...” Gutiérrez, A. Pierre Bourdieu. Las prácticas sociales. Universidad Nac. De Misiones/Univ. Nac. De Córdoba.
Misiones, 1995.
39
No utilizaremos aquí la noción de capital simbólico a la que también se refiere el autor, no porque no nos parezca
importante, sino porque no se refiere a la acumulación de recursos sino a la “...forma que revisten las diferentes especies
de capital cuando son percibidas y reconocidas como legítimas” (en Bourdieu, P. Ibid. cit. ant.).

28
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

gama posible de los recursos y los bienes de toda naturaleza que sirven a la vez de medios y de
apuestas a sus inversores”.40
El capital económico está referido a la acumulación de recursos materiales de los que se
apropian los individuos, que también consumen, distribuyen, acumulan o pierden. Estas propiedades,
que son comunes a los demás capitales, establecen una extensión del concepto marxista utilizado en
el análisis económico, que refiere a la forma particular de producción y acumulación, en el que las
ganancias en bienes y dinero por parte de unos pocos, se obtiene en base a la apropiación del
excedente del trabajo de otros. El capital cultural está vinculado a conocimientos, a la ciencia y el
arte. También llamado informacional por el mismo Bourdieu, existe bajo tres formas: en los estados
incorporado, objetivado e institucionalizado. El primero, bajo la forma de disposiciones durables
(habitus) relacionadas con determinado tipo de conocimientos, ideas, valores, habilidades, etc. El
segundo, esto es, en estado objetivado, bajo la forma de bienes culturales, cuadros, libros,
instrumentos, etc. Y el tercero o en estado institucionalizado, que constituye una forma de
objetivación, como lo son los diferentes títulos escolares, y por lo tanto, las diversas instituciones
sociales que los expiden y están legitimadas para hacerlo.
El capital social “es la suma de los recursos actuales o potenciales, correspondientes a un
individuo o grupo, en virtud de que éstos poseen una red duradera de relaciones, conocimientos y
reconocimientos mutuos más o menos institucionalizados, esto es la suma de capitales y poderes que
semejante red permite movilizar”.41 Una de las subespecies de este capital es el político, que de
acuerdo al autor, permite obtener privilegios y ganancias considerables. “Los efectos de esta especie
de capital son particularmente visibles en aquellos casos en que diferentes individuos obtienen un
rendimiento diferencial de un capital (económico o cultural) más o menos equivalente según el
volumen de capital social que ellos pueden movilizar en relación a un grupo (familia, antiguos
compañeros de escuela de “élite”, club selecto, etc.)”.42
De esta manera y en la línea que venimos sosteniendo respecto a la estrecha correlación de
necesidades y recursos y/o satisfactores, proponemos un agrupamiento de tres clases de necesidades
y recursos correspondientes a estos tres tipos de capital: económicos, culturales y sociales. Para su
mejor distinción será útil referirse a la vez a las dimensiones materiales y no materiales de cada uno
de ellos, así como dejar en claro que múltiples combinaciones son posibles entre –por ejemplo–
necesidades económicas y recursos culturales y sociales, o necesidades culturales que se satisfacen
40
Gutiérrez, A. Pierre Bourdieu. Ibid.
41
Bourdieu, P. y Wacquant, L. Respuestas. Para una antropología reflexiva. Edit. Grijalbo, México, 1995.
42
Gutiérrez, A. Ibid.

29
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

económica o socialmente. También hay que agregar que una misma necesidad puede requerir
recursos/satisfactores de distinto tipo. Al decir dimensión material, nos estamos refiriendo al estado
objetivado o institucionalizado de un recurso, en el sentido en que lo hace Bourdieu al referirse a los
distintos estados del capital cultural; es decir, material en tanto objetivable en una cosa, en una
institución o en un servicio, pero también en las personas. La dimensión no material está referida a
valores, a disposiciones de sentimiento, a conocimientos o saberes, habilidades, etc., es decir,
relacionadas al habitus o estado incorporado o por incorporar de tales disposiciones.

A- Necesidades y recursos económicos.

En su dimensión material, estas necesidades están vinculadas a aquellos recursos que hacen
posible la producción, distribución o consumo de otros. En las sociedades capitalistas, estos bienes
están referidos fundamentalmente al dinero o a las formas institucionalmente establecidas
intercambiables por el mismo, tales como salarios, préstamos, subsidios, jubilaciones y pensiones,
tarjetas de crédito, cospeles para el transporte, rentas, etc. Pero además, todos aquellos objetos que
son adquiribles o intercambiables por otros, como el terreno, la vivienda, muebles, artefactos de todo
tipo (desde una silla de ruedas –que tiene un valor de uso necesario a la salud- hasta los implementos
para el trabajo), etc., es decir, todos aquellos que portan un valor no sólo de uso sino también de
cambio. Aquí hay que recordar que la producción de necesidades y de bienes son de carácter histórico
y variables según las culturas, y que para el caso de las necesidades y recursos de tipo económico, la
variabilidad depende del mayor o menor grado de importancia que una sociedad dada, o grupos o
clases sociales, le otorguen a determinadas cosas. En las sociedades capitalistas la mercantilización
del intercambio ha llegado a un grado tal, que los conocimientos, las habilidades, los servicios, tienen
un valor monetario.43 Así, la capacitación en la adquisición de determinadas habilidades conducentes
a adquirir un título en un oficio o profesión, es un recurso cultural a incorporar, para adquirir un
43
“En las sociedades capitalistas complejas, no sólo se trata del caso de que el conocimiento está segmentado... el hecho
es que el conocimiento sobre las mercancías se ha mercantilizado. Tal mercantilización del conocimiento relacionado con
las mercancías forma parte, por supuesto, del problema más amplio de la economía política de la cultura (Collins, 1979),
donde la experiencia, el credencialismo y el ascentismo intelectual (Bourdieu, 1984) desempeñan distintos papeles. Así,
aunque en las economías más simples existe un complejo intercambio de cosas, sólo con base a la creciente
diferenciación social, técnica y conceptual podemos hablar de un intercambio de criterios con respecto a las cosas. Es
decir, sólo en esta última situación se generaliza la compraventa de experiencia con respecto a lo apropiadamente técnico,
social y estético en materia de mercancías. Desde luego, semejante intercambio de criterios mercantiles no es exclusivo
de las sociedades capitalistas, pero existen sólidas evidencias de que en tales sociedades este intercambio es más denso”.
Appadurai, A. Introducción: las mercancías y la política del valor. En: Appadurai, A. Editor. La vida social de las cosas.
Perspectiva cultural de las mercancías. Edit. Grijalbo/Consejo nacional para la Cultura y las Artes, México D.F., México,
1991.

30
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

recurso también cultural de tipo institucional (el título o certificado), que es visto como un recurso
económico, en tanto intercambiable por el pago de honorarios, un contrato o un salario.
Generalmente, además, esta capacitación está dirigida a las nuevas generaciones, de las que las
familias y las sociedades en general, esperan que se conviertan en un importante capital social.
De esta manera, podemos observar aquí el cruce de distintos tipos de recursos (y
necesidades), que para el caso también nos provee un ejemplo de la dimensión no material de los
recursos económicos. Es decir, esta dimensión se refiere a aquellos recursos culturales y no
materiales como las habilidades, conocimientos, saberes, etc., que según las sociedades, poseen un
valor económico. También a los recursos sociales, como los políticos, las relaciones influyentes, entre
otros. Ello a la vez nos muestra que un mismo recurso no material, puede ser cultural, social y
económico.
Un caso particular, y de significativa importancia para el trabajo social, es el de los servicios,
que según el contenido que portan, son recursos de tipo cultural institucional, en tanto conjunto de
conocimientos organizados institucionalmente para la satisfacción de necesidades vitales, como la
educación, la salud, la vivienda, la seguridad social, y tantos otros servicios. Ellos contienen a su vez,
recursos económicos materiales, como los edificios, el amoblamiento, vehículos, instrumental, luz,
agua, gas, etc., y recursos culturales y económicos no materiales, como los conocimientos y
habilidades/destrezas, objetivados en personas (por lo tanto, son recursos humanos, tales como se los
conoce en el lenguaje admistrativista) y en la organización administrativa/burocrática misma.
A su vez estos servicios, en tanto conllevan tales recursos económicos, se consumen mediante
el pago de honorarios o la prestación estatal o no estatal que se vehiculiza monetariamente por el
pago compartido de empleadores y empleados, por aquellos insumos de tipo financiero que canalizan
las instituciones estatales para tal fin, etc. Esto significa que en su conjunto los servicios de este tipo,
constituyen recursos culturales y económicos.
Pero aquello que entra dentro de esta categoría no se reduce a los recursos culturales
institucionales mencionados. También se denomina como tal, a la provisión de agua y energía
eléctrica (alumbrado público y consumo en el hogar), gas, mantenimiento de limpieza y cuidado de
los espacios públicos, etc. En este caso los servicios proveen recursos de tipo material, pero también
contienen recursos de tipo no material y cultural, que al igual que los anteriores, se refieren a la
organización y a las personas y conocimientos puestos en juego. A su vez, también se pueden
proporcionar a los usuarios de manera paga, no paga, o de pago compartido. Estas variaciones,

31
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

nuevamente, se dan históricamente de acuerdo a distintos arreglos o acuerdos sociales, producto de


las luchas por imponer determinada interpretación de la satisfacción de las necesidades.44
Por último, y sin ocuparnos aquí de otro tipo de servicios como los religiosos, ocupacionales,
emocionales, sexuales (con los que por otro lado, se puede realizar un ejercicio de análisis similar),
están los servicios que se prestan desinteresadamente unos individuos con otros, cuyos contenidos
son de una gran variedad (culturales, si se trata de conocimientos o información; económicos de una
dimensión material –como el préstamo o la provisión de alimentos, ropa, etc.– o no material –como
el tiempo, la energía, los saberes empleados en el cuidado de los niños o de los enfermos, etc.–), pero
que en su conjunto forman parte de los recursos de tipo social que poseen los individuos y grupos
para cubrir necesidades de todo tipo.

B- Necesidades y recursos culturales.

Si bien ya se ha venido haciendo referencia a éstos, tanto en la introducción al tema, como en


una mirada combinada con los recursos económicos, se explicitarán aquí de manera particular, a
modo de síntesis y ordenamiento. En su dimensión material, estas necesidades están relacionadas a
aquellos recursos objetivados e institucionales que posibilitan los procesos de producción,
distribución y consumo de recursos materiales económicos y no económicos. Como ya se expresara,
estos recursos culturales objetivados se relacionan a los libros, instrumentos musicales, cuadros,
bienes culturales en general (en el sentido restrictivo de cultura, más ligado al arte), pero también los
productos del conocimiento científico y tecnológico, el instrumental utilizado en ellos, etc. Los
recursos culturales institucionales, por su parte, remiten a las organizaciones que ponen en juego
otros tantos recursos culturales objetivados, así como económicos materiales y no materiales, para
cubrir distintas necesidades vitales de la sociedad.
En su dimensión no material, como también ya se adelantara, se trata de lo que Bourdieu
denomina estado incorporado de disposiciones que hacen al habitus, tales como los valores,
habilidades, saberes, que se adquieren de manera inconsciente o consciente en los distintos espacios
de la vida social (la familia, el grupo de amigos y compañeros, la escuela, el trabajo, etc.).

44
“...Además, en las economías capitalistas contemporáneas, es difícil separar la mercantilización de los bienes de aquella
de los servicios. De hecho, la rutinaria unión de bienes y servicios representa en sí misma una herencia de la economía
neoclásica. Esto no quiere decir que los servicios (sexuales, ocupacionales, rituales o emocionales) estén completamente
fuera del dominio de la mercantilización en las sociedades no capitalistas. Sin embargo, sólo en las complejas economías
postindustriales lo servicios constituyen un rasgo dominante e incluso determinante del mundo del intercambio
mercantil...”. Appadurai, A. Ibid.

32
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

Un buen ejemplo a sumar a los ya mencionados, y referido a necesidades de tipo cultural no


material (que generalmente se desarrollan en los ámbitos familiares/domésticos) tales como el afecto,
la compañía, mandatos sociales, etc. –estrechamente ligado a la vez a la profesión de trabajo social,
pero no únicamente– es el de la adopción. La adopción es un recurso cultural institucional, que
implica otros tantos recursos culturales institucionales y objetivados, así también económicos, tales
como instituciones jurídico-administrativas dedicadas a tal fin, con personal especializado, con
equipamiento y otros tantos bienes, que van a cubrir necesidades familiares o individuales que
provienen de aquellos recursos culturales no materiales e incorporados, como por ejemplo los arriba
señalados. Pero también se puede advertir que contiene recursos de tipo sociales, mientras está
refiriéndose a la adopción de una persona, es decir legitimar como hijo/a a alguien que implica una
relación que se espera cubra las expectativas de afecto, compañía, de honor o prestigio en algunos
casos o económicas en un futuro, etc.

C- Necesidades y recursos sociales.

Los mismos están referidos a las relaciones, conocimientos y reconocimientos mutuos,


actuales y potenciales que sostienen individuos y grupos entre sí. Aunque parezca inverosímil hablar
de dimensión material de las relaciones sociales, en tanto lo objetivable aquí se refiere a las personas
mismas, viene bien recapitular sobre el sentido de objetualidad que se ha venido sosteniendo, no sólo
referido a las cosas. Recordamos aquí la cita de Agnes Heller cuando dice que, “...el mundo en su
totalidad constituye un mundo objetivo, toda relación social, todo producto social, es objetivación
del hombre”. La misma autora agrega a renglón seguido, “El objeto más elevado de la necesidad
humana es el otro hombre. La medida en que el otro hombre se ha convertido en el más elevado
objeto de necesidad para el otro hombre, determina el grado de humanización de las necesidades
humanas”.45
De esta manera, referirse a la dimensión material (objetivable) de las necesidades y recursos
sociales, está aludiendo a las personas mismas, y por supuesto a sus atributos, es decir a su identidad,
que también está sometida a múltiples variaciones culturales e históricas referidas al género, a la
generación, a la raza o etnia, el grado de parentesco –al interior de las familias– etc. Para mencionar
un ejemplo, podemos decir que el rol social asignado a las mujeres, ligado fundamentalmente al
papel de madres y cuidadoras de los hijos, así como del mantenimiento del trabajo doméstico, las

45
Heller A. Ibid.

33
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

ubicó como un recurso social importante dentro de las funciones sociales de reproducción biológica y
cotidiana, pero devaluado en el espacio de la producción de bienes. Concomitante con ello, en las
sociedades en donde el valor otorgado a este último ámbito ha sido mucho mayor que para el
primero, las mujeres portaban real y potencialmente un capital social de menor prestigio que los
hombres. La mención en tiempo pasado quiere indicar que esta situación viene cambiando
acrecentadamente, al menos en las llamadas sociedades occidentales, pero hay que decir que aún en
ellas quedan remanentes de este tipo de creencias en torno a los roles asignados a hombres y mujeres,
incorporados por unos y por otros.
La dimensión no material de las necesidades y recursos sociales, remite también aquí, a los
valores, ideas y creencias que tienen los individuos sobre cómo deben establecerse y reproducirse las
relaciones, así como las posiciones que ocupan o deben ocupar los sujetos en tales relaciones. Estos
obviamente y como ya se ha venido repitiendo, tienen que ver con recursos culturales incorporados o
incorporables. Asimismo y conjuntamente con éstos, encontramos aquí necesidades y recursos de
tipo político, filosófico, administrativo/organizacional, que en tanto involucran a las personas y
grupos de individuos para concretarse, son de tipo social; y que en su calidad de modalidades y
formas de relación instituidas, son también culturales: los distintos tipos de asociación, de
organización, los modos de acceder al reconocimiento y legitimación, en fin, todos aquellos recursos
que movilizan la apropiación o adquisición y distribución de los demás recursos. “Por ejemplo, para
dar cuenta de la forma del espacio social en viejas naciones democráticas, tal como Suecia, o en las
sociedades de tipo soviético, es necesario considerar la especie particular de capital social que
constituye el capital político, capital capaz de procurar privilegios y ganancias considerables a la
manera del capital económico en otros campos sociales, al llevar a cabo una patrimonialización de
los recursos colectivos (a través de los sindicatos, en el primer caso, y del partido comunista, en el
segundo).46
Múltiples ejemplos se pueden mencionar también para el caso de los grupos
familiares/domésticos; el sistema de autoridad, que asigna roles a sus miembros, en relación a
deberes y derechos, tareas y responsabilidades, contiene recursos culturales y también sociales, con
fines de optimización del tiempo y del dinero, así como mantenimiento de las jerarquías y normas
establecidas. En cuanto el sistema de autoridad es un sistema de poder, pertenece también a la
subespecie de recursos políticos (en ese caso, en sentido amplio) u administrativo/organizacionales.

46
Bourdieu, P. y Wacquant, L. Ibid.

34
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

Las necesidades de acuerdo a su “definición social”.

Hasta tanto las necesidades no se constituyeron en tema de uno de los discursos “oficiales”
surgidos a fines del siglo XIX, acerca de cómo resolver los problemas sociales o del “sector social”, a
quién les correspondía remediarlos y otras cuestiones conexas, no habían aparecido los distintos
discursos “expertos” sobre la materia, y por lo tanto, los distintos debates teóricos de carácter
sociológico, político e incluso jurídico en torno a su interpretación. Ello no quiere decir que no
hubieran existido sistemas de necesidades en las diferentes sociedades y tipos de relaciones sociales,
así como luchas para legitimar las necesidades vitales o de sostenimiento o expansión del poder entre
clases sociales o entre sectores de clase. Lo que la economía capitalista conjuntamente con la
democracia liberal trajeron consigo, fue la posibilidad más o menos legitimada y a la vez controlada,
de que los distintos sectores sociales luchen de una manera relativamente reconocida por imponer sus
necesidades.47
Pero el sistema de necesidades no sólo se va modificando por las contiendas sucedidas en los
espacios públicos, sino también por las diversas variaciones resultantes de avances y cambios en la
producción de bienes, de ideas, creencias y valores que tienen lugar en los distintos espacios de la
vida social y en otro tipo de disputas. “En el mundo social lo que está en juego son las luchas entre
los agentes que están desigualmente equipados para alcanzar una visión global. Hay distintos
puntos de vista, pero uno es oficial en tanto es instituido como punto de vista legítimo, en tanto punto
de vista que todos deben reconocer por lo menos dentro de los limites de una sociedad determinada.
Es una lucha por la producción y la imposición de la visión legítima del mundo social, pero siempre
hay además, conflictos entre los poderes simbólicos que tienden a imponer la visión de las divisiones
legítimas, es decir, a construir grupos”.48
Nos interesa aquí, como ya expresáramos anteriormente, reconocer a las necesidades en el
carácter que adquieren en el sistema vigente (expresado en definiciones tales como las que hemos
examinado a un comienzo), y fundamentalmente recoger aquellas teorizaciones que observan
críticamente las posiciones oficialmente legitimadas en torno al tema, ofreciéndonos nuevas
herramientas para el análisis.

47
Hay que agregar aquí, aunque sea un hecho reconocido, que estas posibilidades de reconocimiento “oficial” dependen
del posicionamiento que logran los diferentes sectores sociales en la arena política (o, en términos de Bourdieu, en el
juego en los distintos campos de poder), y que a la vez son producto de las mismas luchas.
48
Bourdieu, P. "Estructuras sociales y estructuras mentales" en: La noblesse d’ Etat, Grandes écoles et esprit de corps.
Edit. Minuit, París, 1989.

35
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

Según Agnes Heller49, las necesidades en el capitalismo se clasifican como:


 Necesidades necesarias, socialmente determinadas, que incluyen el límite existencial
para la satisfacción de necesidades (las necesidades naturales o físicas) y que siguiendo a Marx
comprenden también al elemento cultural, moral y la costumbre, cuya satisfacción es parte
constitutiva de la vida normal de los hombres pertenecientes a una determinada clase de una
determinada sociedad, que pueden diferir según épocas y clases sociales.
 Necesidades radicales, son las que resultan de la indagación empírica de qué
necesidades deben ser satisfechas para que los miembros de una determinada clase o sociedad tengan
la sensación o la convicción de que su vida es normal, respecto de un determinado momento de la
división social del trabajo.
Por su lado Nancy Fraser50, –siguiendo en parte a su vez a Habermas– propone el análisis de
los discursos de interpretación de necesidades, puesto que considera que referirse a las necesidades
de la gente es problemático, y que las teorías básicas sobre necesidades asumen la interpretación de
las necesidades de las personas como dada, no importando quién interpreta las necesidades, ni desde
que perspectiva ni intereses; dan por sentado que las formas socialmente aceptadas del discurso
público disponible para interpretar las necesidades de la gente son adecuadas y justas. El discurso de
las necesidades se presenta como un espacio de contienda, donde los grupos con recursos
discursivos( y no discursivos) desiguales compiten por establecer como hegemónicas sus
interpretaciones respectivas sobre lo que son las legítimas necesidades sociales. En ningún caso, las
interpretaciones son representaciones, son más bien actos e intervenciones.
Fraser distingue tres grandes tipos de discursos sobre necesidades en las sociedades
capitalistas desarrolladas, a saber:
 Las formas “opositoras” del discurso, es decir, cuando las necesidades se politizan
desde abajo. Este es un momento en la auto-constitución de nuevos agentes colectivos o
movimientos sociales, ya que se cuestionan los límites establecidos que separan las tres esferas,
realizan interpretaciones alternativas, crean nuevos públicos para los discursos, cuestionan,
modifican y/o desplazan elementos hegemónicos inventando nuevas formas de discurso para
interpretar sus necesidades.
 Los discursos de la “reprivatización” que aparecen como respuesta a los primeros y
articulan interpretaciones sobre las necesidades que antes ni siquiera tuvieron que formularse.

49
Heller, A. Teoría de las necesidades en Marx. Cit.
50
Fraser, N. Ibid.

36
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

Institucionalmente, designa iniciativas dirigidas a desmantelar o reducir los servicios de bienestar


social, vendiendo o desregulando, lo que discursivamente significa despolitización.
 Los discursos de los “expertos” que vinculan a los movimientos populares con el
estado; sus discursos son los medios para traducir las necesidades fugitivas ya politizadas en
objetos de potencial intervención estatal. De esta manera operan como puente, que unen de
manera flexible a los movimientos sociales organizados con el Estado social. Por lo general la
necesidad politizada, se redefine como el correlato de un satisfactor burocráticamente
administrable.
Relacionando a estas dos autoras, observamos que tanto las necesidades necesarias como las
radicales, forman parte de distintos discursos sobre las necesidades en las sociedades capitalistas, en
donde las primeras se acercan a aquellas de los discursos estatales conocidos, tales como la
clasificación de necesidades básicas o primarias versus necesidades secundarias o superfluas,
socialmente determinadas –como apunta A. Heller– lo que en este caso quiere decir, políticamente
establecidas. Aquí entrarían también los discursos “reprivatizadores” que no sólo tienden a
desmantelar los servicios de bienestar social, sino a devolver la resolución de las necesidades
surgidas de discursos “opositores” o de demandas individuales o familiares ligadas a éstos, a los
propios sujetos peticionantes y dentro de un marco que excluye a aquellas necesidades de las que se
ocuparía el Estado.
Las necesidades necesarias son las necesidades sociales que constituyen una media de las
necesidades individuales, desarrolladas históricamente, transmitidas en los usos y dotadas de
componentes morales. “Se trata de una categoría objetiva: un determinado hombre, de una
determinada clase, de una determinada época, nace en un sistema y en una jerarquía de necesidades
reconstituidas, por las costumbres, por la moral de las generaciones precedentes y sobre todo por los
objetos de sus necesidades. El hombre (según las sociedades) interioriza ese sistema, aunque de
manera individual. En ningún caso constituye una estructura autónoma que aletea por encima de los
miembros de una clase, o de una sociedad: necesidad del particular es aquello que el conoce y siente
como una necesidad suya”.51
La “necesidad social” entre comillas –expresa esta misma autora– es la expresión en forma de
demanda efectiva. Es sobre este concepto de necesidad social necesaria, que pivotean los discursos
oficiales según los requerimientos de la economía o los vaivenes de las luchas políticas, referidos al
consumo de bienes y servicios por parte de la población. Así por ejemplo, el planteo keynesiano de

51
Heller, A. Ibid.

37
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

provisión de algunos bienes y servicios en manos del Estado, tendía a ampliar las “necesidades
sociales” de la población para aumentar el consumo de mercancías y mantener parte del equilibrio
requerido entre oferta y demanda de la producción económica. Pero la sobrecarga de demandas al
Estado, hizo que hubiera “que poner” un límite entre aquellos recursos que se podían reclamar ante el
mismo y aquellos que se tienen que satisfacer en el mercado, es decir, las necesidades básicas o
primarias y las necesidades superfluas o secundarias.
La demanda efectiva es la noción acuñada por Marx para designar aquel tipo de demanda que
tiende a las oportunidades objetivas de la satisfacción de la necesidad, inclinándose a vivir de
acuerdo a las condiciones dadas, al mundo conocido y establecido. 52 De ella forman parte aquellas
necesidades que típicamente demandan los usuarios de los servicios a las instituciones del bienestar
social: dentro del cúmulo de necesidades insatisfechas, seleccionan las que se cubren con recursos
que forman parte –según tiempo y lugar– del stock de satisfactores institucionalmente ofrecidos, y
que de antemano saben que pueden demandar. Sobre este ejemplo, habría mucho más para analizar
desde la perspectiva de la intervención del trabajo social, pero en función del tema que
específicamente nos ocupa, podemos decir que cuando los sujetos demandan “efectivamente” de esta
manera, también están poniendo en juego sus saberes, es decir sus recursos informacionales
(culturales) respecto de qué instituciones proveen qué cosas o servicios, a la vez que ponderan
cuándo y cómo solicitar, a través de qué o quienes, etc.; así como también están reestructurando su
propia jerarquización de valores en función de la “oferta efectiva”.53
Como se puede observar, todas estas conceptualizaciones son de gran trascendencia para
todas aquellas disciplinas y profesiones, que como el trabajo social, se ocupan de mediar entre las
necesidades de los sujetos y su satisfacción. A este tipo de necesidades sociales necesarias, hace
referencia el concepto de necesidades sentidas, que tuviera gran peso en el lenguaje y en las prácticas

52
Se la encuentra también en Bourdieu, que explícitamente la utiliza para explicar algunos rasgos de la formación del
habitus. “La relación con las cosas posibles es la relación con los poderes; y el sentido del porvenir probable se constituye
en la relación prolongada con un mundo estructurado según la categoría de lo posible (para nosotros) y lo imposible (para
nosotros), de lo que es de antemano apropiado por y para otros, y lo que uno tiene de antemano asignado. Principio de
una percepción selectiva de los índices propios para confirmarlo y reforzarlo más que para transformarlo y matriz
generadora de respuestas adaptadas de antemano a todas las condiciones objetivas idénticas u homólogas a las
condiciones pasadas de su producción, el habitus se determina en función de un porvenir probable que anticipa y
contribuye a realizar, porque lo lee directamente en el presente del mundo presupuesto, el único que puede conocer”. En:
Bourdieu, P. El sentido práctico. Edit, Taurus, España, 1992.
53
“Si las demandas no coincidieran con la disposición a la circulación de ciertos satisfactores, dicha demanda estaría
expresando necesidades falsas, o necesidades no reconocidas. Y allí donde existen necesidades no reconocidas, se crean
también ‘educadores’ que enseñan a los hombres a ‘reconocer sus verdaderas necesidades’...”. Aquín, N. “Acerca del
objeto del trabajo social”. En: revista Acto Social Nº 10- Año IV, Córdoba, febrero de 1995.

38
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

profesionales de los trabajadores sociales. En la definición de Diego Palma 54 “las necesidades


sentidas son por definición aquellas que la conciencia del grupo afectado percibe y reconoce como
carencias. Pero no es reconocida necesariamente como punto de arranque de una dinámica de
transformación...”. Esta idea coincide con lo expresado por Elizabeth Jelin, cuando dice: “Desde la
lógica del sentido común, se define como necesidad aquello de lo cual se carece, para lo cual no se
cuenta con el stock de recursos para su satisfacción. En la definición que cada grupo social hace de
sus necesidades, estas son identificadas como las carencias, es decir como aquellas necesidades que
no pueden ser satisfechas con los recursos habitualmente disponibles”.55
De todo lo expuesto, se desprende que las necesidades sentidas como carencia se forjan en ese
marco común a todos los que forman parte de la misma sociedad, referido a las condiciones
establecidas que cada individuo interioriza según sus condiciones y posibilidades. Se desprende de
aquí, que también están contenidas en ellas las necesidades alienadas: “...el grado de poder
hegemónico de una sociedad se puede medir por la capacidad de implantar en personas y naciones
la estructura de necesidades que ha creado”.56
Por su parte, las necesidades radicales entrarían dentro de aquellas que proceden
generalmente de los discursos “opositores” que intentan redefinir los términos del “discurso oficial”,
tratando de ampliar el marco de las necesidades (necesarias) estatalmente reconocidas. Efectuando
esta relación, estaríamos basándonos en lo que A. Heller denomina necesidades radicales, pero a la
vez extendiendo su punto de vista. En efecto, para la autora, estas necesidades implican deseo
consciente, intención dirigida hacia los satisfactores, no importa si se trata de una mercancía, de un
sentimiento o un modo de vida; se desarrollan en el seno mismo de una sociedad determinada, pero
no pueden ser satisfechas dentro de ella, por no ser incorporables al sistema de necesidades de esa
sociedad dada. En todo caso, agrega, las necesidades radicales pueden motivar que los seres humanos
produzcan una formación social radicalmente diferente de la precedente, con un sistema de
necesidades radicalmente nuevo.
Es evidente que aquí está haciendo referencia a un tipo de cambio social y político radical,
como el que pensó el propio Marx al referirse al comunismo o su estado intermedio, el socialismo,
“...una sociedad en que cada nueva necesidad que se crea y satisface sigue la creación de una nueva
necesidad que también llega a satisfacerse”, como dice María Jesús Izquierdo. Detenernos en todas

54
Palma, D. “Una reflexión metodológica en torno a la promoción de los sectores populares”. Cuaderno Celats, Nº 13 ,
Perú, 1978.
55
Jelin, E. Ibid.
56
Izquierdo, M.J. Ibid.

39
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

las connotaciones que contiene esta afirmación excede los objetivos del presente trabajo, pero
deseamos indicar que aunque de manera incompleta, muchas de las necesidades colectivamente
dirigidas hacia los satisfactores, han tenido y tienen posibilidades de incorporación al sistema de
necesidades vigentes, por vía de las luchas y presiones de distintos sectores sociales. La modificación
y sostenimiento de tal modificación, claro está, forma parte de luchas constantes de los mismos
grupos o de otros que le suceden, porque una necesidad llegue y se sostenga –por ejemplo– en el
sistema jurídico vigente. Si bien actualmente asistimos a la caída de muchas de las conquistas
sociales en materia de legislación laboral o de ampliación de distintos derechos sociales,
precisamente su incorporación en un momento dado a las políticas estatales, fue el producto de
conflictos y negociaciones de los distintos sectores en pugna por hacer prevalecer sus puntos de vista
–sus interpretaciones– sobre sus necesidades colectivamente planteadas. Como la misma Agnes
Heller señala en un trabajo posterior, “...todas las necesidades formuladas como exigencia son
racionales. Exigir significa dar razones. Las exigencias propugnan la atribución social de los
satisfactores que aún no están socialmente atribuidos... a veces las necesidades hacen su primera
aparición en gestos de desobediencia y rebelión...”.57
Diríamos que las necesidades radicales son las necesidades que se politizan en las sociedades
capitalistas, necesidades “fugitivas” o “escurridizas”, como las llama Nancy Fraser, en tanto “son
necesidades que se han fugado de los enclaves discursivos construidos en y alrededor de las
instituciones doméstica y económica oficial”.58 El proceso de “fuga” de aquellos espacios que los
discursos hegemónicos han ubicado como no públicos y separados entre sí, 59 tendría lugar en el
territorio de lo social (o público/societal) en donde los individuos dirimen, confrontan, negocian
intereses, es decir, problematizan sus necesidades y las convierten en demandas al Estado.
En síntesis, podemos decir que la profesión de trabajo social interviene en los procesos de
satisfacción de las necesidades sociales necesarias, sea que éstas se presenten de manera individual o
colectiva. Esto último significa que integramos los conceptos de necesidades individuales, puesto que
las necesidades se presentan con frecuencia como demandas individuales, y en algunos casos en
confrontación con las de otros individuos en el seno, por ejemplo, de un mismo grupo doméstico.
Por otro lado, interpretamos el concepto de necesidades colectivas como aquellas que son
comunes a un grupo social determinado, sea éste una familia, un grupo de vecinos, etc. En este
57
Heller, A. Y Fehèr, F. Políticas de la postmodernidad. Ensayos de crítica cultural. Edic. Península, España, 1989.
58
Fraser, N. Ibid.
59
En el caso de las familias/unidades domésticas, por considerarse que son exclusivamente el ámbito privado y de los
afectos, y para el caso de las cuestiones económicas, como formando parte de los espacios privados de la producción y
comercialización de mercancías.

40
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

último caso hay que tener en cuenta que el hecho de que sean colectivamente compartidas, no
significa necesariamente que por esta sola circunstancia, sean necesidades radicales. Para que
adquieran este status, tienen que pasar por los procesos de politización arriba mencionados,
convertirse en discursos opositores, siempre y cuando se esté hablando no sólo de la
problematización de las necesidades mismas, sino de las modalidades oficialmente previstas para
satisfacerlas. En este sentido, el trabajo social también interviene en los procesos de politización de
las necesidades sociales radicales, entendiendo aquí politización como las prácticas políticas en
sentido amplio, o sea aquellas que corresponden a un ejercicio efectivo de los derechos de ciudadanía
concernientes a la expresión de las demandas, al control de las gestiones gubernamentales, en
definitiva, a tomar parte activa como sujetos no sólo de deberes sino también de derechos.
Tanto las necesidades sociales necesarias como las radicales y sus procesos de satisfacción,
abarcan las necesidades y recursos que hemos caracterizado como económicos, culturales y sociales
en sus dimensiones materiales y no materiales. Ello no quiere decir que la profesión de trabajo social
intervenga en todos los procesos de satisfacción de necesidades. Lo hace en tanto se presentan
obstáculos en los encuentros de los sujetos con los objetos de su satisfacción: los denominados
procesos mediadores,60 que involucran la información (entendida como transferencia de
conocimientos pero también intercambio de saberes, así como difusión), la problematización de las
necesidades en sus múltiples formas: su jerarquización, las posibilidades autogestionarias,
cogestionarias de acceso a los recursos, etc., en los espacios familiares, grupales o poblacionales, sea
que se presenten individual o colectivamente.
Por último queremos agregar, que un problema que se presenta al trabajo social –y en este
sentido no es privativo de los trabajadores sociales– es el límite moral y axiológico de las
necesidades. Estamos refiriéndonos aquí a aquellas situaciones en que individuos o grupos plantean
necesidades vinculadas, por ejemplo, a bienes o servicios considerados suntuarios por una media
social en momentos históricos determinados. Llamamos aquí “media social” no a la representada
exclusivamente por lo que los sistemas de necesidades oficializados reconocen como básico o
superfluo, sino a lo que una sociedad o sectores carenciados consideran y reclaman como
necesidades. En este sentido, las necesidades radicales o politizadas, pueden servir como parámetro
de esa media que sin responder exclusivamente a lo que oficialmente se reconoce como necesidades,
van renovando y ampliando colectivamente los atributos y cualidades de las mismas.
60
En el sentido en que lo utiliza Susana García Salord, pero a la vez como procesos que implican acciones que tienen una
incidencia directa en las representaciones de los sujetos, así como en la gestión de determinados recursos que cubren
necesidades vitales de los individuos.

41
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

4) Los procesos de producción y reproducción de recursos en las familias/unidades


domésticas.

Si la producción teórica en trabajo social es escasa en relación al concepto de necesidades, lo


es más aún respecto al tema de los recursos, pese a que las apelaciones al binomio
necesidad/satisfactor o a los procesos de satisfacción de necesidades o simplemente a los recursos y
satisfactores, hacen su aparición constante en las elaboraciones referidas a la intervención
profesional. Pero esta mención de tipo global y combinada a la de necesidades, ocurrió generalmente
en el contexto de la preocupación teórica por otro tipo de cuestiones, tales como el “problema” o la
“situación - problema”. Si bien definir qué es un problema o cómo se resuelve, tiene importantes
consecuencias metodológicas en la intervención del trabajo social, no podemos eludir – al igual que
en el caso de la caracterización de las necesidades/recursos o satisfactores – la exploración de los
procesos de producción, reproducción, distribución y consumo en que tienen lugar los cruces y
desencuentros entre las necesidades y los objetos de su satisfacción.
Reiteradamente observamos para el caso, que esta ausencia respondió a las mismas razones
señaladas anteriormente; por un lado, la falta de reflexión teórica propia que llevó a adscribir la teoría
del trabajo social a las corrientes predominantes en las ciencias sociales y en los discursos oficiales, y
por otro y concomitante con el precedente, la impregnación de los marcos teórico-ideológicos de la
intervención del trabajo social por parte de las teorías económicas y administrativistas utilitaristas.
Aún en el contexto de las perspectivas críticas abiertas por los movimientos reconceptualizadores o
radicales, el dilema parecía consistir fundamentalmente en esclarecer las verdaderas necesidades, en
tanto en materia de recursos sólo se trataba de un problema de distribución entre clases sociales y
redistribución por parte del Estado. Es precisamente en este último aspecto, en que se han
desarrollado importantes avances teóricos en el trabajo social, conjuntamente con los estudios
concernientes a cuestiones histórico-epistemológicas y metodológicas; así por ejemplo, los análisis
referidos al lugar de la profesión en el contexto de las sociedades capitalistas, han llevado - al menos
en el trabajo social latinoamericano - a profundizar la temática de las políticas sociales, el Estado y la
cuestión social y el papel de la profesión en la compleja trama de las relaciones Estado-sociedad. 61
Sin duda estos estudios aclaran importantes aspectos relativos a los macro procesos de distribución y
61
Nos referimos especialmente a la línea de investigación abierta por el CELATS en la década del 70 y que continúa hasta
la actualidad, entre los cuales se cuentan las producciones de Fernández y Rozas, Parodi, de Paula Faleiros, Netto, para
mencionar aquellas más significativas.

42
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

redistribución de recursos y satisfactores, pero queda aún mucho por explorar sobre estos mismos
procesos en el marco de la vida cotidiana de los sujetos, allí precisamente donde el trabajo social
interviene provisto de recursos institucionales resultado de un determinado sistema de satisfacción de
las necesidades (o lo que es lo mismo, de un sistema dado de producción, reproducción, distribución
y consumo).
Los estudios acerca de los temas de producción, reproducción y consumo han sido hasta hace
no mucho tiempo, materia casi exclusiva de la economía política tanto liberal como marxista en sus
diferentes versiones. Es recién en los últimos treinta años en que otras disciplinas sociales,
particularmente la antropología y la sociología, comenzaron a indagar las prácticas de consumo,
producción/reproducción y distribución en los distintos ámbitos de la vida cotidiana y muy
especialmente las familias y otras formas de organización social del parentesco. Es así que se recreó
el concepto de familia en tanto grupo dedicado al mantenimiento de sus miembros, es decir como
grupos o unidades domésticas. Basados en investigaciones de campo y en los aportes de la economía,
se crearon y recrearon categorías para la exploración y comprensión de tales espacios y su relación
con los ámbitos más amplios de la sociedad. Algunos poniendo énfasis en la actividad de consumo
(en el sentido amplio) como eje del intercambio social de mercancías, así como de conocimientos o
prestigio. Otros, en los procesos de reproducción de la existencia, siguiendo la línea inaugurada por
Marx en cuanto a la diferenciación entre la producción económica de mercancías y la reproducción
cultural (ideológica) y social (de las relaciones, así como de la producción fuera del mercado). No se
expondrán aquí estas distintas corrientes, puesto que sus posiciones, si bien polémicas, son menos
antagónicas que el caso de las que abarcan el tema de las necesidades; en términos generales, estas
nuevas tendencias están despojándose lentamente de los pruritos dogmáticos que predominaban
anteriormente en las ciencias sociales, posibilitando una visión más amplia e interdisciplinaria de los
fenómenos sociales.
A pesar de las múltiples acepciones que han obtenido las nociones de producción y
reproducción en el contexto de la teoría social contemporánea, existe un cierto consenso en incluir
bajo el término producción a todas aquellas actividades que generan bienes para el consumo
individual o colectivo, es decir que poseen un valor de uso.62 El hecho de que en las sociedades
capitalistas estos bienes tomen mayoritariamente la forma de mercancías, llevó durante un tiempo
considerable a observarla como formando parte casi exclusivamente del mundo del trabajo en
62
A diferencia de lo que se marcara en el apartado anterior (referencia al pie nº 29) no consideramos aquí la acepción del
término producción como “social” en el sentido de producción y reproducción de las estructuras, que están contenidos en
los conceptos de estructuración de Giddens o habitus de Bourdieu.

43
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

oposición al mundo doméstico. Fue precisamente en el marco de los estudios de las organizaciones
domésticas y de las sociedades atravesadas por las relaciones capitalistas de producción pero no
exclusivamente, como las latinoamericanas y africanas, que se comienza a advertir que los procesos
de producción no se reducen a los de la elaboración de mercancías en ámbitos productivos
especializados (fábricas, talleres, etc.).
Se constata de esta manera, que en las mismas sociedades capitalistas existen múltiples
espacios (como el familiar) en que se producen bienes que no adquieren valor de mercancías y que
tampoco son intercambiados únicamente en el mercado. La tendencia al predominio del trabajo
remunerado como forma de ocupación productiva ha ido variando en el seno mismo de las
sociedades capitalistas, y particularmente en aquellas no desarrolladas ha estado siempre combinada
con la producción no asalariada. Son justamente las variaciones de la economía de mercado (por otro
lado, altamente inestable en el caso de las sociedades con capitalismo dependiente) las que crean una
mayor o menor división entre los ámbitos laboral y doméstico según sectores de la sociedad, y con
ello condiciones que hacen modificar no sólo los términos de la actividad productiva, sino también la
organización y división del trabajo en torno a la misma al interior de las unidades domésticas. “Una
de las características fundamentales de las estructuras de clase en América Latina es que grandes
partes de la población se encuentran en relaciones de trabajo de tipo no capitalista, dependiendo así
de una organización no capitalista de su reproducción. Se trata de los “trabajadores por cuenta
propia”, o sea de artesanos, propietarios de talleres de reparación, trabajadores ambulantes,
limpiabotas, lavanderas, etcétera. El trabajo específico de cada uno en cierta manera también
determina la división del trabajo en el interior del hogar y de la familia, a veces hasta de
“compadres” y de vecinos. En cada tipo de trabajo es necesario determinar la relación específica
que existe entre producción y reproducción...”.63 Cabe acotar aquí que estas relaciones de trabajo de
tipo no capitalista son integradas por las relaciones capitalistas de producción, lo cual vuelve
sumamente complejo el análisis de sus múltiples formas y combinaciones. Es aquí donde el concepto
de reproducción viene a complementar y ampliar al de producción.
Bajo este término se ubican distintos tipos de acuerdo a los diferentes contextos en que se lo
analice, pero al igual que en el caso del concepto de producción se puede afirmar que cuando se habla
de reproducción en sentido amplio, se está haciendo referencia a la continuación material (biológica,
económica, cultural...) de una sociedad. Ello significa la reposición generacional así como la
63
Evers T. , Müller Plantenberg C. y Spessart S. “Movimientos barriales y Estado. Luchas en la esfera de la reproducción
en América Latina”. Revista Mexicana de Sociología, Año XLIV/ Vol. XLIV/Núm. 2, México, abril-junio de 1982. Págs.
718-719.

44
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

sustitución, mejoramiento o ampliación de los bienes y conocimientos consumidos durante cierto


período. Por ejemplo, en el análisis económico marxista de las relaciones capitalistas, se hace
referencia a reproducción del capital y reproducción de la fuerza de trabajo o de la mercancía fuerza
de trabajo. Adherimos aquí a aquellas interpretaciones que ubican a los procesos de reproducción y
producción como estrechamente vinculados, de tal manera que “la producción representa más bien
una fase dentro del proceso global de reproducción, que a su vez puede ser redefinido como
producción en continuidad”.64
Sin olvidar nuestro objeto de análisis, nos remitiremos especialmente a los procesos de
reproducción que tienen lugar en los ámbitos familiares/domésticos. Siguiendo a Edholm, Harris y
Young65 distinguimos tres dimensiones de la reproducción, a saber: la reproducción biológica, que en
plano familiar significa el tener hijos y en el plano social, se refiere a los aspectos socio-
demográficos, es decir, a la reposición generacional de las familias y de las sociedades. La
reproducción cotidiana, o sea el mantenimiento de la población existente, a través de las tareas
domésticas de subsistencia; y la reproducción social, o sea las tareas extra productivas, dirigidas al
mantenimiento del sistema social.
Entendiendo que el trabajo social interviene fundamentalmente sobre los conflictos que se les
presentan a individuos, familias, grupos y comunidades en su reproducción social, esto es,
obstáculos o problemas en los procesos de reposición o sustitución de recursos de algún tipo
(económicos, culturales y sociales), pero también de su creación, creemos importante detenernos
brevemente en los significados de la reproducción cotidiana y social de las familias/unidades
domésticas.
La reproducción cotidiana se realiza, como ya se expresara, a través de todas aquellas
actividades necesarias para la subsistencia. Una parte importante de las mismas tienen que ver con las
tareas de consumo de bienes y servicios, caracterizada como trabajo doméstico. Sin ingresar aquí en
los debates en torno al tema, respecto a la división generacional del trabajo doméstico o el papel que
cumple el mismo en vinculación con la reproducción de la sociedad (la reproducción de la fuerza de

64
Evers T. , Müller Plantenberg C. y Spessart S. Ob. Cit. Pág. 717. Sin ánimo de extenderse en este tema, resulta
importante mencionar que alrededor de las significaciones atribuidas a ambos términos y su relación, se han construido
diversas interpretaciones teóricas de importantes consecuencias prácticas. El hecho de que en las sociedades capitalistas
predomine la producción de mercancías bajo la forma de explotación del trabajo asalariado, ha conducido a la idea
(marxista) de que son los procesos productivos los determinantes de las características de la estructura social, o en otros
términos, que las clases sociales se estructuran en las relaciones sociales de producción. Precisamente el reconocimiento
de la existencia de otras formas de producción y de maneras de creación de identidad, ha ampliado la visión relativa a la
formación de clases y sectores de clases sociales.
65
Edholm Felicity, Harris Olivia y Young Kate. “Conceptualizing women”. En: Critique of Anthropology. Vol. 3, Nº 9/10,
1977. Citado por Jelin, E. Ob. Cit. y también por Evers, Müller Plantenberg y Spessart, ob. Cit.

45
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

trabajo), identificamos como tal a aquellas laborales realizadas para el consumo de los miembros de
familias/unidades domésticas dentro y fuera de las mismas: “Se trata de tareas que en pocos
decenios se han integrado a la vida cotidiana, especialmente en contextos urbanos, y que requieren
del empleo de tiempo, energías y habilidades, por parte de, cuando menos un componente adulto de
la familia, que generalmente es la mujer-esposa-madre. Atender trámites burocráticos de todo tipo,
establecer y efectuar contactos con las instituciones y servicios sociales, efectuar los pagos, hacer
las compras, son actividades que van más allá del trabajo doméstico”.66
Esteinou propone utilizar el término trabajo familiar,67 para englobar al conjunto de
actividades y tareas que están directamente vinculadas a la reproducción de las familias. Este trabajo
se desglosaría en tres tipos: 1) el trabajo doméstico que comprende tareas como la limpieza,
mantenimiento de la vivienda y otros enseres domésticos, la preparación de alimentos, las
reparaciones de instalaciones tales como las eléctricas y de plomería, la jardinería, etc.; 2) el trabajo
de consumo que comprende además de la organización de las compras (alimentos, vestido, etc.), el
uso de los servicios públicos y privados (salud, educación y otros) y el pago de estos servicios; y 3) el
trabajo de relación, que implica un componente afectivo, una actitud, un esfuerzo, una habilidad para
adecuar los recursos disponibles a las necesidades, tanto sosteniendo las relaciones al interior de la
familia como con personas fuera de la unidad doméstica. Si se observa, aunque se propone el nombre
de trabajo familiar, el tipo de actividades y tareas son desarrolladas por miembros de cualquier
unidad doméstica, estén vinculados o no por lazos familiares.
En lo que respecta a la reproducción social, que de acuerdo a lo señalado más arriba de
manera general, está dirigida al sostenimiento del sistema social, implica la transmisión de normas,
valores y creencias a través de actividades estrechamente relacionadas con lo que se acaba de
describir como trabajo de relación: “...comprende fundamentalmente aquellas actividades
vinculadas a la función de socialización y estabilización psicológico-afectiva de los miembros de la
familia. Muchas de estas actividades son de carácter práctico: supervisar las tareas escolares de los
hijos, bañarlos, cuidar su salud, y en general ‘educar’. Pero uno de sus rasgos distintivos es que
implica un componente afectivo, una actitud, un esfuerzo, una habilidad....”.68

66
Esteinou, R. Familias de sectores medios: perfiles organizativos y socioculturales. Ciesas, México, 1996. Pág. 38. La
autora cita aquí a Bianchi, Marina. I servizi sociale. De Donato, Bari, 1981.
67
Esteinou, R. Ibid. Pág. 39.
68
Esteinou, R. Ibid. Pág. 62.

46
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

5) Mecanismos de acceso a los recursos y fuentes de obtención.

Ahora bien, en las unidades domésticas, la producción y reproducción de recursos requiere, al


igual que en cualquier otra organización social, de la elaboración de mecanismos para acceder a los
mismos. Este proceso de acceso a los recursos para la satisfacción de necesidades, implica la
creación u obtención, defensa, recreación o reproducción continua y administración de tales
recursos.69
En términos generales se puede decir que la creación u obtención supone tareas de producción
de recursos que no se tienen o que se tuvieron y se perdieron; la defensa implica todas las actividades
tendientes a sostener lo que ya se posee y la recreación se refiere al aumento y/ o mejoramiento de los
recursos ya existentes. Finalmente, la administración de los recursos, está ligada a la organización
(distribución del trabajo y responsabilidades; asignación de tales recursos), control y disciplina
internos (sistema de autoridad).
Estudiando a las familias en tanto grupos domésticos, se observa que los mismos son ámbitos
de organización y gestión de la cotidianeidad, en que se presentan, generan, se pierden o ganan
recursos de todo tipo (Murdock, 1949; Goody, 1972; Lomnitz, 1975; Rapp, 1978; Jelin, 1981;
Esteinou; 1989, entre otros). Los mecanismos para la creación u obtención, defensa, recreación y
administración de recursos, se basan principalmente en la producción (y autoproducción) de bienes y
servicios y otros recursos, y en la administración de los mismos.
Para la producción continua (obtención, defensa y recreación) los miembros de la familia
recurren al trabajo extradoméstico así como al trabajo doméstico. En el primer caso las familias
producen recursos monetarios y no monetarios en ámbitos diferentes a las unidades domésticas, que
generalmente intercambian por bienes para el consumo propio; en el segundo, generan los recursos
para el autoconsumo, al interior del espacio doméstico.
La administración, dirigida especialmente a las actividades de consumo, implica la asignación
y distribución de recursos a personas y actividades pertenecientes a los grupos domésticos. Aquí la
organización familiar/doméstica cumple un papel central; la misma está basada en la división del
trabajo interno y un sistema determinado de autoridad por el cual se asignan y supervisan tareas y
responsabilidades. Como expresa Jelin, ello supone a la vez dos tipos de decisiones importantes: una
referida a cuánto y cuándo puede trabajar cada miembro, es decir, quiénes y en qué momento van a

69
Jelin, E. Familia y unidad doméstica: mundo público y vida privada. Cit.

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“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

contribuir al conjunto de actividades ligadas al mantenimiento del grupo; la otra, tiene que ver con la
asignación de la capacidad de trabajo a la obtención de ingresos monetarios o a la producción
doméstica.
Tanto la organización como la división del trabajo implican un determinado tipo de
“racionalización administrativa” que hace más rígida o flexible las áreas de distribución de
competencias a cada miembro, en las que se distinguen el rol de tareas (ejecución) y el de gestión-
administración propiamente.70 Ello va a depender de factores vinculados a modelos culturales,
composición de las familias, posibilidades de inserción de los miembros en el mercado laboral,
cantidad y calidad de recursos económicos, culturales y sociales acumulados, etc. Según Esteinou, la
falta de algunos recursos tiende a poner en marcha “estrategias compensatorias” que consisten en la
flexibilización de tareas tanto cuantitativa como cualitativamente. Así por ejemplo, en familias
monoparentales con hijos pequeños, la sobrecarga de la realización de trabajo extradoméstico y
familiar, es compensada con un relajamiento en cuanto a las exigencias puestas en el
perfeccionamiento del desempeño de las tareas mismas (por caso, la exagerada limpieza); en el caso
de las familias extensas, el apoyo de los miembros corresidentes (abuelos, hijos o sobrinos jóvenes)
muestra una flexibilidad de la división del trabajo según parámetros generacionales, de género o
grado de parentesco, que tiende a modular la carga de trabajo doméstico, generalmente atribuida a la
mujer-madre-esposa.
Por último, otro de los mecanismos relacionado al proceso de acceso a los recursos, tiene que
ver de manera más específica, con las fuentes de obtención, formación y distribución de tales medios
de satisfacción de las necesidades. Elizabeth Jelin sitúa a las mismas en el trabajo y esfuerzo directo
de los miembros o esfuerzo propio, las transferencias formales de instituciones reconocidas para tal
fin (estatales y no estatales) y las transferencias informales, basadas en redes de intercambio y ayuda
mutua.
El primero abarca fundamentalmente a los trabajos domésticos y extradomésticos, aunque en
la línea de análisis que hemos mencionado más arriba, referida al trabajo familiar en sentido amplio,
se observa un entrecruzamiento importante de observar entre el esfuerzo directo y las transferencias
formales e informales, puesto que éstas últimas generalmente no vienen a los sujetos por sí solas
(salvo en los casos de determinadas campañas dirigidas a la población por parte del Estado u otros
organismos, para paliar determinados problemas (vacunación, reparto de ropas y alimentos, etc., o la
provisión de determinados recursos materiales por parte de algunos partidos políticos, tendientes a

70
Esteinou, R. Ibid.

48
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

crear redes clientelares), sino que procurar tales tipos de transferencias conllevan en ambos casos,
dedicación de tiempo y movilización de recursos culturales y sociales por parte de algunos de los
miembros de las familias. Para la circunstancia de las transferencias formales de bienes y servicios,
se trata no solamente del tiempo dedicado a concurrir a las instituciones, esperar, solicitar en el
momento oportuno, estar provisto de información adecuada de adónde concurrir, cuándo, ante
quiénes, cómo llenar un formulario de solicitud, etc., sino y particularmente en tiempos de recorte de
políticas sociales, participar en organizaciones colectivas con otros individuos y familias que tienen
las mismas necesidades e intereses, a fin de gestionar la provisión de bienes y servicios
institucionales, autogestionarse colectivamente, o ambas cosas a la vez.
En el ejemplo de las transferencias informales, se trata de apelar a relaciones de parentesco,
de amistad o vecindad existentes, de recrearlas o crearlas, todo lo cual significa un trabajo de
relación, que pone en juego vínculos de solidaridad y reciprocidad.
Es indudable la importancia para la intervención del trabajo social, de la observación de estos
mecanismos, puesto que ellos expresan formas, hábitos y estrategias de los sujetos respecto de sus
modalidades de satisfacción de las necesidades, que constituyen una de las cuestiones claves al
operar con las estrategias profesionales.

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“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

III - DE LOS OBJETIVOS Y METODOLOGIAS

 Retomando los objetivos


 Los diseños metodológicos. Los procedimientos. Los instrumentos.

El objeto de la investigación fueron los procesos de conformación de necesidades y


mecanismos de acceso a los recursos de familias/unidades domésticas abordadas por los alumnos de
la Cátedra de Trabajo Social Familiar.

Como objetivos generales nos propusimos:


- Indagar los procesos de conformación de necesidades y los mecanismos de acceso a los
recursos utilizados por las familias/Unidades Domésticas.
- Establecer relación entre las necesidades y recursos de las familias/unidades domesticas y
las demandas a Trabajo Social.
- Relacionar docencia e investigación.

Fueron nuestros objetivos específicos:


- Relacionar procesos de conformación de necesidades y modalidades de acceso a los
recursos, en el contexto de las estrategias de reproducción de las familias/u d.
- Indagar los procesos de conformación de necesidades de las familias/unidades domésticas
según género, generación, ocupación, sector social y grado de parentesco.
- Indagar los procesos de conformación de necesidades de las familias/unidades domésticas
con relación al ciclo vital familiar, contexto socio - económico y capital cultural de las
familias/unidades domésticas.
- Indagar los mecanismos de acceso a los recursos de las familias./unidades domésticas en
relación con su capital cultural, social y económico.
- Identificar las necesidades/ carencias y los recursos y satisfactores de las familias/unidades
domésticas, tanto en su dimensión material como no material.

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“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

El proyecto de investigación “Necesidades y Satisfactores en el Análisis del Espacio Social Familiar”


fue realizado en el año 1999 por Docentes de la Cátedra Trabajo Social III “B” ubicada en el tercer
nivel de la curricula de formación, correspondiendo a la materia Abordaje Familiar desde Trabajo
Social, Escuela de Trabajo Social, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de
Córdoba.
El diseño utilizado fue el estudio descriptivo dado que se pretendió conocer como se manifiesta o
presenta un fenómeno, caracterizarlo y las posibles asociaciones existentes en el mismo. Es decir
caracterizar los procesos de conformación de necesidades y modos de acceder a los recursos en un
espacio social particular cual es el familiar y la relación de estos con las demandas efectuadas al
Trabajo Social. No cuenta con formulación de hipótesis, sino solo algunos supuestos que están
explicitados en la fundamentación del problema objeto de estudio.
Dicho diseño combina estrategias metodológicas de estudio cuantitativos y cualitativos de familias,
en las cuales haya intervención de estudiantes de la Materia de Trabajo Social Familiar entre los años
1997 a 1999, abarcando a familias de la Ciudad de Córdoba, pertenecientes a distintos sectores
sociales y barrios, que hacen uso de diferentes instituciones estatales.
Por lo tanto el desarrollo de dicha investigación involucró de manera directa al ámbito de práctica
académica de la cátedra ya que los casos familiares abordados en años anteriores y los nuevos a
realizar en 1999 constituyeron los registros de datos empíricos sobre los cuáles se efectuó el
procesamiento y análisis posterior.

Reflexión Inicial: Las Estrategias metodológicas

Como ya se expuso anteriormente, el presente estudio plantea el abordaje del problema combinando
estrategias cuantitativas y cualitativas a fin de enriquecer el análisis aportando elementos desde dos
miradas diferentes, una cuantitativa que nos introduce a una lectura más general de las características
de las familias unidades domésticas en torno a sus condiciones de existencia y la otra profundiza en
las prácticas del sujeto y las representaciones producidas desde estas condiciones de vida concretas.
El momento cuantitativo permite de manera general analizar las condiciones en que producen y
reproducen su existencia estas familias unidades domésticas, condiciones que si bien no es

51
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

determinante exclusiva de sus prácticas permite comprender y analizar las razones por las que actúan,
piensan, y se relacionan de ese modo y no de otro.
Es decir desde que lugares, condiciones y situaciones conforman sus necesidades mujeres, varones,
jóvenes, niños, padres, miembros de grupos familiares y cuáles son los modos de acceso a los
recursos que visualizan como posibles y cuáles no, desde el contexto desde donde se reproducen
cotidianamente.
Reconocer la relación entre condiciones de vida (también denominadas estructura, contexto,
situación por autores como Marx, Durheim entre otros) y los agentes sociales ha permitido
aproximarse a indagar la conformación de necesidades en el espacio social familiar, entendiendo que
estas no son universales, naturales o básicas sino que son producidas y situadas socialmente. Este
reconocimiento plantea los límites y alcances en torno a la producción en este tema y la importancia
de complementar miradas que articulen el abordaje de la misma y posibilite de esta manera ampliar la
comprensión de este fenómeno social.
* Entre representaciones y condiciones de vida no existe una relación de antes y después, ni en
sentido temporal ni causal. Constituyen dos formas de existencia de una situación de clase, de
genero, generación y grado de parentesco que se articulan y refuerzan mutuamente, requiriendo en
cualquier estudio e intervención tendientes a modificar situaciones actuar sobre ambas, aún cuando
pueda tácticamente comenzar por alguna de ellas.
Los agentes sociales a lo largo de su trayectoria y relacionado a sus condiciones de existencia, van
adquiriendo conocimientos y habilidades, relaciones y recursos materiales, lo que constituyen
capitales, poderes materiales y no materiales que las familias, sus miembros manejan en su vida
diaria y al mismo tiempo una limitación, una restricción en cuanto recursos, capitales no
reconocidos, empobrecidos o inexistentes que posiciona en lugares diferentes en la conformación de
sus necesidades y en los modos de satisfacerlas.

52
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

DE LOS DISEÑOS

Diseño cuantitativo:

Dicho estudio estuvo dirigido a caracterizar a las familias- unidades domésticas de acuerdo a su
composición y organización, con el objetivo de encontrar las asociaciones posibles entre tales
características y las necesidades, recursos y mecanismos de acceso a los satisfactores.

El UNIVERSO estuvo conformado por las familias- unidades domésticas en las cuáles hayan
intervenido alumnos de la cátedra de Trabajo Social Familiar, durante los años 1997 y 1998.

La UNIDAD DE ANÁLISIS: las familias- unidades domésticas en las que han tenido intervención
alumnos de la cátedra de Trabajo Social Familiar.

La UNIDAD DE OBSERVACIÓN: lo constituyó para el estudio cuantitativo, los diagnósticos y los


registros de entrevistas realizados por los alumnos en los años 97 – 98.
La Cátedra de Trabajo Social Familiar cuenta con los archivos de estos informes sociales y sus
registros.

SELECCIÓN DE LA MUESTRA:
El total de la población consta de 50 casos de los cuáles se seleccionaron 44 casos evaluados como
los más completos en torno a los datos requeridos por el presente estudio. Se trabajó con el total de la
población.

PROCEDIMIENTO DE ANALISIS DE LOS DATOS


El diseño de análisis de los datos responde al objetivo de conocimiento de la investigación que es la
descripción a partir de la cuál se propone caracterizar a la población según su composición y
organización familiar.
Se definió conceptual y operacionamente las variables de estudio - vivienda, estructura familiar,
escolaridad alcanzada por los padres, actividad laboral de los padres, organización doméstica, y
principal proveedor económico – junto con su nivel de medición nominal y ordinal . Se confeccionó
la planilla de volcado de datos y se aplicó una prueba piloto para asegurar validez y confiabilidad del

53
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

registro a construir, esto es con el objetivo de reducir al mínimo los errores del instrumento..(ver
ANEXO Planilla de Volcado de Datos). Posteriormente se procedió a la revisión de los diagnósticos
seleccionados y sus registros de entrevistas, extrayéndose los datos para su procesamiento.
En el análisis se realizó una descripción y resumen de los datos utilizando las tablas de frecuencias
absolutas y frecuencias relativas, tablas de contingencia que posibilitó de la simple observación de
las tablas apreciar si existe o no una asociación atendible entre las variables organización familiar,
recursos con los que cuentan, forma de acceso a los recursos conformación de necesidades de
acuerdo al genero, generación y parentesco.

Diseño Cualitativo

El estudio cualitativo se propone indagar las representaciones y prácticas de los sujetos en el contexto
de reproducción social de su existencia desde los cuales se conforman las necesidades y modalidades
de acceso a los recursos de las familias - unidades domésticas.

El UNIVERSO está conformado por las familias en las cuales haya intervención de alumnos de la
cátedra de Trabajo Social Familiar, durante la práctica académica desarrollada en el transcurso del
año 1999.

La UNIDAD DE ANÁLISIS: las Familias-Unidades Domésticas donde intervinieron los alumnos de


trabajo social en el transcurso del ciclo académico de 1999.

La UNIDAD DE OBSERVACION.: los registros de entrevistas en profundidad y los diagnósticos


de cada caso elaborados por los alumnos y supervisado por docentes de la cátedra miembros del
equipo de investigación.

SELECCIÓN DE LOS CASOS: Para la selección de los mismos en el estudio cualitativo, se


procedió a evaluar el total de la población 20 casos familiares a fin de escoger aquellos
diagnósticos familiares que contaban con mayor información y desarrollo de los contenidos
presentes en el instrumento de recolección de datos.

54
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

A partir de esto los criterios de selección de casos que se utilizaron tomaron en cuenta la cantidad
de entrevistas realizadas a la familia –tres o más -, la cantidad de miembros entrevistados del grupo
familiar –más de un miembro-, la inclusión de la información requerida de manera completa y
profunda. Así también que representaban casos típicos y de diferentes sectores sociales. Dando como
resultado la selección de 13 diagnósticos familiares los cuáles se ajustaban a los requisitos antes
señalados.

TECNICA DE RECOLECCIÓN DE DATOS:

Cabe señalar que el proceso de recolección de los datos donde participaron los alumnos fue
desarrollado desde el marco de elaboración de diagnósticos familiares71 en el proceso de intervención
con familias desde las prácticas académicas. Los mismos fueron supervisados en la tarea por los
docentes miembros del equipo de investigación.
La técnica de recolección de datos escogida fue La Entrevista en Profundidad entendiendo que la
misma favorece la interacción con familia unidad doméstica contando con la palabra de diferentes
miembros en su propio terreno, captando de esta manera sus puntos de vistas, experiencias, que nos
aproxime a entender el sentido de sus prácticas y verbalizaciones. a su universo de significados. Esta
técnica fue acompañada de la observación participante que permite combinar la palabra del actor con
el registro del contexto en el que en la que es producida.
El entrevistador cuenta con una guía de ejes temáticos que orientan la entrevista intentando desde un
proceso gradual incorporar información desde sucesivas aproximaciones en la misma entrevista y en
las sucesivas ampliando, profundizando y retomando los temas.
En este sentido esta técnica implicó tres o más encuentros con las familias en donde después de cada
entrevista se ordena y analiza la información preparando la guía para la siguiente.
71
El Diagnóstico Familiar:
Los mismos constituyeron una herramienta que acompaño este proceso, permitiendo desde la misma centrar la mirada
en la intersección entre los procesos de conformación de necesidades y los modos de satisfacerlas, con el fin de develar
qué necesidades se convierten en demandas a la intervención del Trabajo Social y de qué manera se presentan. Analizar
estos procesos a la luz de categorías tales como ciclo vital familiar, sistema de autoridad familiar, relaciones del grupo
doméstico con la red social ampliada, entre otras, constituye el nudo de los diagnósticos familiares que tienen como
objetivo arribar a conjeturas sobre las características de los obstáculos sobre los que interviene la profesión.
El diagnóstico es una herramienta clave dentro de las Estrategias de Intervención profesional, conjuntamente con la
definición de técnicas a utilizar y procedimientos para la resolución de problemas. Por lo tanto, gran parte de las prácticas
académicas de los alumnos se centran en el análisis e interpretación de casos concretos para la elaboración de
diagnósticos familiares. En las distintas instancias de dichas prácticas, se pretendió la puesta a prueba del cuerpo
categorial propuesto desde la investigación a fin de corroborar su utilidad de una manera sistemática y arribar a
generalizaciones.

55
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

Se elaboró un instrumento orientador que permitiera a los alumnos focalizar en los ejes temáticos
propuestos a abordar en este estudio, como lo fue la división del trabajo familiar, las pautas de
genero, generación y parentesco implícitas en la misma, intentando capturar la relación entre
necesidades y modos de satisfacerlas conformadas desde el espacio social de estas familias unidades
domésticas.
Se aplicó al instrumento una prueba piloto a fin de realizar los ajustes necesarios al mismo. La cuál es
fundamental a fin de reducir al mínimo los errores del instrumento.
Los alumnos aplicaron la técnica de entrevista en profundidad, involucrando a dos o más miembros
del grupo familiar coresidente, combinando esta técnica con la de la observación participante. Las
entrevistas fueron realizada de a dos a fin de ejercer mutuamente un control y vigilancia entre ellos
en torno a temas o aspectos no manejados o captados en la entrevista y señalados/modificados por el
otro. Para su registro se opto por gravar el encuentro y desgravarla textualmente a fin de no perder
ni alterar la información aportada por el actor como así también la observación realizada por uno de
ellas e incluida en el texto final producido del encuentro.
Cabe señalar, como se dijo anteriormente, que los alumnos fueron supervisados e instrumentados
teórica y metodológica acompañándolos los investigadores/docentes en este proceso a fin de reducir
al mínimo los errores en el trabajo de campo. Esta supervisión fue semanal.

Análisis De Datos Cualitativos

Para el análisis de los casos se construyó una matriz de análisis que permitió extraer conclusiones a
partir de elementos comunes de los distintos diagnósticos, utilizando el método de análisis
comparativo. La misma tomó como categorías de análisis la división del Trabajo Familiar –trabajo
doméstico, trabajo de consumo y trabajo de relación- al interior de las unidades domésticas. Teniendo
en cuenta las pautas de genero, generación, parentesco implícitas, las trayectorias y los capitales y
recursos económicos, culturales y sociales en sus dos dimensiones materiales y no materiales
acumulados, ampliados, empobrecidos puestos en juego, en la conformación de necesidades y
satisfactores. Así también los conflictos y los modos de accesos a los recursos y sus fases de creación,
obtención, defensa y administración de los recursos y sus fuentes de obtención.

56
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

Se aplicó la matriz de análisis a cada caso para posteriormente desde ese primer nivel realizar un
análisis comparativo de los mismos con más profundidad llegando a niveles de mayor generalización
en torno a la población estudiada.
En este sentido cabe señalar que dicha generalización se remite a estos casos analizados y a estas
familias con características específicas en torno al grupo social al que pertenece, su utilización de
servicios públicos. Específicamente El Taller de Capacitación Infanto Juvenil Eva Perón
perteneciente al Ministerio de Desarrollo Social del Gobierno de la Provincia de Córdoba en donde
los alumnos del tercer año realizan su práctica académica. Estas familias se encuentran en un
momento particular de su ciclo vital familiar ya que todas cuentan con hijos adolescentes y jóvenes
imprimiéndoles particularidades al fenómeno en estudio. Por lo que las conclusiones a las que se
arriba en el presente estudio están referidas a esta población específica.

Estudio Cuantitativo

OPERACIONALIZACION DE LAS VARIABLES

FAMILIA: la unidad que incluye varios individuos unidos entre si por lazos de compromiso y
parentesco. Dispone de obligaciones y derechos y esta guiada por reglas y pautas sociales
establecidas. Tiene un substrato biológico ligado a la sexualidad y a la procreación constituyéndose
en la institución social que las regula .Asimismo organiza recursos económicos, culturales y
emocionales para reproducirse en el sentido más amplio, es decir biológico, económico, social,
cultural y subjetivamente.

FAMILIA - UNIDAD DOMESTICA : la familia constituye la base de reclutamiento de las unidades


domésticas,la define la co residencia en las cuáles se combinan las capacidades de sus miembros y
recursos para llevar a cabo tareas de producción distribución y consumo en torno al mantenimiento
cotidiano.72

72
- Jelin, Elizabeth. Familia y unidad doméstica : mundo público y vida privada. CEDES.
Bs. As. l986.

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“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

VIVIENDA: hace referencia al espacio físico en el que habitan los miembros de las familias unidad
doméstica y que cuyas características remiten a las condiciones y posibilidades en la que los sujetos
desarrollan sus actividades tendientes a la reproducción cotidiana.
Se tendrán en cuenta las características ligadas al régimen de la propiedad entendiendo que el mismo
alude a una gama amplia de situaciones que se vienen expresando en los diferentes instrumentos
utilizados en los censos e investigaciones que van desde la propiedad del terreno y la vivienda, el
alquiler de la misma, el préstamo o donación no formal, la usurpación hasta la propiedad de la
vivienda en terreno fiscal.
A estos rasgos se les agrega el material utilizado en su construcción que incluyen tanto a aquellos
denominados tradicionales – ladrillo, losa, mosaico- como a materiales no tradicionales ligados a la
carencia de recursos tales como chapa, adobe, paja, tierra. Denominándose viviendas consolidadas a
las primeras y precarias a la segunda.
Por último se incluye en esta caracterización la cantidad de espacios existentes en la vivienda
consignándose el número total de habitaciones que utilizan para dormir.

VIVIENDA: Régimen de la propiedad: Propia


Alquilada
Cedida
Usurpada
Propia en terreno fiscal
Tipo de construcción de acuerdo a los materiales utilizados:
Consolidada
Precaria
Número de habitaciones.
Hasta 2
3 o más

TIPO DE FAMILIAS: hace referencia a la una distinción o clasificación de las mismas de acuerdo al
parentesco de miembros que la componen, la cantidad de miembros co residentes, su inserción en el
proceso productivo, dichas características se encuentran combinadas –no son tipos puros- implicando
modalidades y acuerdos domésticos que asumen particularidades en la división del trabajo familiar en
cada una de ellas.

58
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

De acuerdo a los miembros que conforman la misma según el grado de parentesco asumen
diferentes denominaciones - nucleares, monoparentales, extensas, reconstituidas -que pueden
implicar en su interior distribución de tareas, sistema de autoridad y relaciones particulares.

Familias - unidades domesticas NUCLEARES: Estudios realizados plantean un proceso de


“nuclearización” por la tendencia presentada de las familias a estar solamente conformadas por dos
generaciones (corresponde al modelo tradicional de familia, compuesto por padre, madre e hijos
solteros).

Familias - unidades domésticas UNIPARENTALES O MONOPARENTALES: compuesto por uno


solo de los progenitores y sus hijos solteros ; que en más del 95% son la madre y sus hijos
denominándose MATRIFOCALES.
El crecimiento de hogares con jefatura femenina ha aumentado en la última década del 18.9% a
un 24% este aumento involucra a sectores pobres como no pobres y en los hogares pobres han
incrementado en un 44%,este fenómeno recibe la denominación de feminización de la
pobreza .Del total de jefas que no alcanzan el limite existencial de las necesidades, más de la mitad
corresponde a los estratos de las trabajadoras marginales, en este caso compuesta por las empleadas
domésticas.

Familias – unidades domésticas RECONSTITUIDAS O ENSAMBLADAS: existen diferentes


combinaciones de varones y mujeres que viven con hijos de parejas anteriores, estas familias puede
haber hijos de uniones anteriores de una de la pareja o de ambos, agregándose a veces hijos tenidos
en común .

Familias – unidades domésticas EXTENSAS: nuclear más otro pariente relacionados entre sí por
vínculos de parentesco directos o indirectos, como por ejemplo: padres, abuelos y nietos viviendo
bajo un mismo techo.
En muchos casos vivir en familias extendidas constituye una estrategia de sobrevivencia sumando
los diferentes ingresos y aportando todos para los gastos.

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“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

HOGARES UNIPERSONALES: conformados por un solo miembro, constituye un fenómeno en


crecimiento, mucho de ellos corresponden a mujeres mayores de 60, 65 años que han quedado viudas
o están separadas, o nunca formaron pareja. En este sentido prevalecen las mujeres ya que tienen
expectativas de vida mayor que el varón.
En estos hogares en proporción inferior lo conforman jóvenes de ambos sexos que se han
independizado.

Tipo de familia – U-D según grado de parentesco:


Nuclear
Uniparental
Reconstituidas
Extensas
Hogar Unipersonal

De acuerdo al número de miembros que co residen en la familia unidad doméstica:


- Hasta 3 miembros
- De 4 a 6 miembros
- De 7 a 9 miembros
- 10 a más miembros

De acuerdo a la inserción de sus miembros en el proceso productivo, entendiendo al mismo como


el Proceso de creación de bienes y servicios elaborados por el trabajo humano para la satisfacción
de las múltiples necesidades tendientes a la conservación y reproducción de los miembros que
conforman la familia unidad doméstica.
Inserción en el proceso productivo: es el lugar que ocupa la familia en el proceso productivo. La
inserción de los miembros en el sistema productivo puede ser estable o inestable, formal o informal.

Según Elizabeth Jelin73, distingue tres tipos de familias según su inserción en el proceso productivo:

1-FAMILIA OBRERA
- Trabajo asalariado que implica la separación entre lugar de trabajo y hogar.

73
Idem 2

60
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

- Inserción estable.
- Venta de la fuerza de trabajo a cambio del salario (retribución individual) y beneficios sociales.
- El volumen de fuerza de trabajo varían según las necesidades económicas sentidas, carreras
ocupacionales y trayectoria de ingresos de los miembros individuales y del ciclo doméstico
(relaciones entre genero y generación que especifican cuando las esposas y los hijos adolescentes
están disponibles para trabajar fuera del hogar) (Rapp, 1978, p. 283).
- Idealmente debe ser una familia nuclear, autónoma y autosuficiente en cuanto a los recursos
necesarios para su mantenimiento y reproducción.

2- En contraposición con la relativa estabilidad de la familia obrera es la familia denominada


ORGANIZACIÓN SOCIAL DE LA POBREZA .
- Inserción inestable en el mercado de trabajo.
- El ingreso monetario ligado a la venta de la fuerza de trabajo no existe o resulta insuficiente para el
mantenimiento y reproducción de la unidad.
- Por lo cuál pierde autonomía y autosuficiencia.
-A menudo implica esto una alta inestabilidad en la composición de la unidad doméstica y en los
lazos familiares.
- Apelación constante a los mecanismos de redes de relaciones informales y/o mecanismos de
bienestar social.

3- LA PEQUEÑA EMPRESA FAMILIAR:


- Empresa familiar basada en el trabajo de sus miembros. Por lo general no hay remuneración
individual.
- No existe separación espacial entre el lugar de trabajo y el ámbito doméstico.
- No existe una clara división del trabajo entre sexo y generaciones . Es al mismo tiempo una unidad
productiva y reproductiva
- Las tareas domésticas y las tareas para la esfera económica de intercambio no se distinguen con
nitidez.
- A menudo inscriptas en el sector informal

Según su inserción en el mercado de trabajo:

61
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

Asalariada
Organización social de la pobreza
Pequeña Empresa Familiar

ESCOLARIDAD ALCANZADAPOR LOS PADRES: referida al grado de escolarización alcanzado


y la actividad laboral desarrollada al momento de la entrevista. Dicha trayectoria da cuenta de los
distintos capitales acumulados y en particular del capital cultural objetivado, certificado e
incorporado en su dimensiones materiales y no materiales.

Escolaridad de los padres: Ninguna


Primaria C/I
Secundaria C/I
Terciaria C/I
Universitaria C/I

ACTIVIDAD LABORAL DE LOS PADRES: hace referencia al trabajo remunerado realizado por
los padres en el momento de efectuar la recolección de los datos. Cabe señalar que se procedio a
registrar la actividad y posteriormente categorizarla.

Actividad laboral de los padres:


Comerciante
Changas
Empleada doméstica
Empleo en relación de dependencia
Jubilados y Pensionados

62
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

ORGANIZACIÓN DOMÉSTICA: se refiere a la división de tareas y funciones entre los diferentes


miembros al interior de la familia unidad doméstica con el objetivo común del mantenimiento
cotidiano.
Dichas tareas hacen referencia, al trabajo doméstico como aquellas tareas de limpieza, preparación
de alimentos, cuidado de los más pequeños realizado en el interior del hogar, sin retribución y
valorado como virtud social.
También se incluye los modos de acceso a los recursos utilizados por las familia unidades domésticas
que implican tiempo, trabajo y miembros encargados de desarrollarlo como al trabajo remunerado
entendido como la venta de la fuerza de trabajo a cambio de un salario o ingreso monetario que junto
al trabajo doméstico constituyen un modo de acceso a los recursos denominado esfuerzo propio. Y al
trabajo de consumo de bienes y servicios en este caso el vinculado al ámbito de las relaciones
informales con amigos, vecinos y parientes denominadas transferencias informales; y de instituciones
reconocidas socialmente a través de la seguridad social, demás políticas sociales, religión, partidos
políticos, organizaciones comunitarias denominadas transferencias formales. Dichas transferencias
implican ingresos de recursos para la reproducción cotidiana familiar dando cuenta de los modos
utilizados por las familias de acceso a los recursos para satisfacer sus necesidades.
Cabe señalar que dicha división de tareas se sustenta en criterios de distribución de tareas y
responsabilidades según el género, generación y parentesco implicando en muchos casos mayor
volumen de trabajo en un miembro, o en los miembros mujeres o compartida por todos los miembros
que componen la familia unidad doméstica.

Genero: (de acuerdo a Scott) es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las
diferencias que distinguen los sexos y es una forma primaria de relaciones significantes de poder”, y
agrega (Rosaldo) “ el lugar de la mujer (y el varón)en la vida social humana no es producto, en
sentido directo, de las cosas que hace, sino del significado que adquieren sus actividades a través de
la interacción concreta”.74

Generación: Concepto que incorpora etapas definida cronológica y biológicamente y en dichas etapas
cronológicas sus tiempos y procesos biológicos y psicológicos propios, carecen de sentido fuera del
marco del sistema de representaciones y prácticas sociales que los convierten en socialmente
significativas. (Jelin. 1978).
74
Scott Joan, 1990 “El genero una categoría útil para el análisis histórico” Instituto de Estudio e Investigación , Valencia.
Rosaldo, M.Z. y L. Lamphere (eds) 1974, “Mujer Cultura y Sociedad” Stanford University Press, Stanford.

63
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

Parentesco: Red de relaciones culturalmente reconocida y definida entre las personas por lazos de
afinidad o matrimonio, de filiación o consanguíneas y ficticio o adopción (Diccionario de ciencias
sociales y políticas, Torcuato S. Di Tella 1989). Dichas relaciones trascienden el espacio o límite de
la familia unidades domésticas constituyendo redes de relaciones extradomésticas con obligaciones y
responsabilidades diferenciales entre los distintos miembros.

Número de miembros que trabajan:


1
2
3
Mas de 4

Trabajo doméstico:
Concentradas
Genero femenino
Compartidas

Trabajo de consumo: Transferencias informales:


Parientes
Amigos
Vecinos
No recibe

Transferencias formales:
seguridad social,
políticas sociales,
religión,
partidos políticos,
organizaciones comunitarias

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“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

PRINCIPAL PROVEEDOR ECONOMICO: (PPE) se denomina a aquel miembro “cuyo aporte


individual constituye el principal componente de los ingresos totales de los hogares de dos o más
miembros”75 .
Tradicionalmente en la división sexual del trabajo familiar se espera que sea el varón adulto padre
quien asuma este lugar, hoy sin embargo se empiezan a visibilizar otros miembros que asumen esta
tarea como el caso de las mujeres que suele relacionarse además con el crecimiento de hogares
matrifocales.

Características del PPE según:

Edad: de 18 a 25 años : jóvenes


de 26 a 65 años: adultos
de 66 y más: adultos mayores

Sexo: mujer/varón

Parentesco: madre, padre, hermanos, otros

Escolaridad :
ninguna
Primaria Incompleta
Primaria completa
Secundaria Incompleta
Secundaria Completa
Terciaria Incompleta
Terciaria Completa
Universitaria Incompleta
Universitaria completa

Actividad laboral:
75
Rosa Geldstein, Los roles de género en la crisis, mujer como principal sostén económico del hogar, CENEP 1994.
Principal Perceptora de Ingresos/INDEC/EPH/1980.

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“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

Comerciante
Changas
Empleada doméstica
Empleo en relación de dependencia
Jubilados y Pensionados

66
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

IV - ANALISIS DE DATOS CUANTITATIVOS

Características de las viviendas donde residen las familias unidades domésticas.


VIVIENDA:

De los 44 casos estudiados (100% de la población) se obtiene que el 70.45% de las viviendas
responden a la tipología de consolidadas y el 29.55% posee características de vivienda precaria.

En relación al régimen de propiedad, en el primer grupo el 56,82% de la población posee vivienda


propia. Aquéllas familias que habitan en viviendas con características precarias (segundo grupo),
representan también el mayor porcentaje en cuanto a la tenencia propia de las mismas (11.36%),
apareciendo en este grupo el porcentaje de familias asentadas en terrenos fiscales (6.82%) . Las
categorías cedidas y alquiladas se presentan con un igual porcentaje 4,55% cada una.
Cabe señalar que un 11,36% del grupo de viviendas consolidadas las mismas se encuentran en la
categoría cedida.

El número de habitaciones que componen la vivienda representan en su mayor porcentaje (47.73%)


hasta dos habitaciones, siguiéndole en orden de importancia aquéllas viviendas que poseen más de
tres habitaciones en un 43.18%

En este sentido se podría decir que de acuerdo a la vivienda estas familias cuentan en su mayoría con
vivienda de características consolidada es decir aquellas construidas con materiales tradicionales.
Señalando que existe poca diferencia en los porcentajes entre aquellas que cuentan con dos
habitaciones de aquellas que tienen más de tres. En términos generales los espacios que la vivienda
posee son reducidos o insuficientes en relación al número de miembros que las habitan. Sumada a
estas características generales nos encontramos que la mayoría de los casos son propietarios de la
vivienda constituyendo estas un capital económico material y no material con el que cuentan estas
familias. Económico material por su valor monetario y no material ya que les posibilita desarrollar su
existencia en un marco de mayor estabilidad facilitándoles la acumulación de otros capitales sociales
y el aumento del capital económico material.

67
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

Contar o no con una vivienda propia constituye una gran diferencia en estas familias ya que el dinero
invertido en la misma implica mayor capitalización y posibilidades de crecimiento y acceso a otros
recursos. Los esfuerzos del grupo familiar no esta ya centrada en el sostenimiento de un espacio
físico para vivir –en el caso de alquilar- posibilitando de esta manera ampliar y enriquecer sus otros
capitales.
Otro dato a tener en cuenta es que en este grupo un porcentaje significativo posee vivienda cedida lo
cuál plantea diferencias en torno al anterior ya que cuentan con el recurso pero existe la posibilidad
potencial de perderlo.
Un grupo menor de familias cuentan con viviendas precarias, las cuáles las caracteriza el tipo de
material utilizado en la construcción como lo es el adobe, paredes sin revocar, techos y aberturas de
chapa piso de estucado o tierra. Muchas de ellas ubicadas en terreno fiscal lo que suma a la
precariedad de la construcción la precariedad en la tenencia de la misma. En este sentido la carencia
o pobreza del recurso se expresan tanto en lo material como en lo simbólico dado que las
características inestable, precario del recurso incide no solo en las posibilidades de acceder a otros
recursos materiales sino también en las condiciones materiales y no materiales en la que se
desarrolla la vida cotidiana de estos sujetos.
Si además se considera que “los efectos de la crisis han significado más tiempo y energía dedicado al
76
trabajo doméstico y a la administración de recursos cada vez más escasos” las condiciones que
ofrece la vivienda incide en las condiciones en las que se desarrolla este trabajo y por lo tanto en las
condiciones de vida de estas familias y en particular de los miembros que transitan más horas en este
espacio. Por lo que la conformación de las necesidades esta íntimamente ligadas al objeto de su
satisfacción dentro de un contexto, y en el caso de la vivienda y el trabajo doméstico ubica a las
mujeres en una situación de mayor sobrecarga por las condiciones culturales y materiales desde
donde desarrolla el trabajo reproductivo.

TIPO DE FAMILIA - UNIDAD DOMÉSTICA

El tipo de familiar nuclear representa el mayor porcentaje (52.27%) de los casos estudiados, no
obstante aparece como significativo el porcentaje de familias extensas (18, 18%%), reconstituidas
(15%) y uniparental, (13.64%).

76
Rosa Geldstein1994

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“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

Las familias - U.D. en relación al número de miembros están compuestas con un porcentaje igual
(38.64%) aquéllas que tienen entre 4 y 6 miembros y las que tienen de 7 a 9 miembros,
respectivamente; lo que permite inferir que se trata de familias numerosas en su mayoría. Le sigue
en el orden descendente las familias UD compuestas por más de diez miembros 18,18% y la
categoría de menor porcentaje es hasta 3 miembros con un 4,55%.

Coincide de la lectura de datos la categoría sexo predominante en tanto el 29.55% de la población


abarcada es de sexo femenino predominante e igual porcentaje es de sexo masculino predominante en
el total de miembros que componen las familias unidades domésticas. Cabe señalar que el 31,32%
plantea una presencia igual de miembros de uno y otro sexo.

El tipo de familia nuclear, numerosa corresponde a la característica general de esta población,


coincidiendo por un lado con la tendencia general demográfica de nuestro país de nuclearización y
por el otro específicamente al número de miembros que la componen la ubican en los sectores de
escasos recursos donde el promedio de hijos por familia es mayor que en familias de sectores sociales
con mayores recursos. (77datos ya investigados en Córdoba por la maestría en demografía) . Por lo
que se reafirma que las viviendas cuentan con espacios reducidos si se compara con el número de
miembros que la componen .
La familia reconstituida se encuentra en tercer lugar, expresando una realidad familiar y
modalidades de acuerdos domésticos referidos a quién decide y ejerce el control sobre los hijos
propios y los tenidos en común, los criterios de distribución de los recursos.
Los capitales materiales no materiales pueden ampliarse en torno a la incorporación de saberes,
modos de organización, criterios de distribución de los recursos diferentes a los que cada uno traía
como así también nuevos y diferentes conflictos en torno a la pérdida de lugares, afectos y relaciones.

El porcentaje observado en la categoría familia extendida coincide con el de la categoría más de diez
miembros ambos con 18,18% lo cuál presenta la relevancia que va adquiriendo actualmente el tipo
de familia extendida que se constituyen en estos sectores sociales -entre otras cosas- en una
estrategia familiar para la reproducción cotidiana de sus miembros. La co residencia en familias
extendidas posibilita aunar recursos materiales y no materiales, económicos, sociales y culturales que
77
Encontrando diferencias de acuerdo al sector social : un promedio de 2,8 hijos aproximadamente por familia
contrastando con el 6,8 hijos en las familias pobres) . Investigación realizada por Maestría en Demografía Social. Centro
de Estudios Avanzados. U.N.C. Año 1994

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“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

de manera separadas no alcanzan para satisfacer el límite existencial de las necesidades. Esta
manera de resolver conforma un modo de acceder a los recursos y de aumentar el volumen de los
capitales en estas familias; a partir de la ayuda mutua entre los parientes, la suma de esfuerzos
propios y aporte de ingresos al mantenimiento del grupo ampliado posibilita una puesta común de
recursos que amplia la eficiencia de los mismos en las respuestas cotidianas.
La familia uniparental se ubica en el cuarto grupo, dando cuenta de un fenómeno en crecimiento
que se viene estudiando en las ciencias sociales desde hace más de 20 años. La pobreza suele
concentrarse más en este tipo de organización ya que se cuenta con la presencia de uno solo de los
progenitores reduciéndose de esta manera el número de miembros que ingresan recursos al hogar, y
que por lo general es la mujer que “ viéndose compelida a trabajar fuera (y a veces lejos)... y cuando
el suyo es el único ingresos del hogar se encuentran obligadas a aceptar los peores puestos de trabajo.
Debido a esto último los hogares encabezados por mujeres serán sobre representados entre los
pobres” (Buvinic 1978, García Castro, 1987, PRELAC, 1989) 78. En general insertada en el mercado
informal, debe asumir el trabajo productivo y reproductivo implicando en muchos casos la salida
temprana a trabajar de los hijos/as mayores y la asunción de las tareas domésticas y cuidados de los
hermanos/as más pequeños a las hijas. Capitales económicos, culturales y sociales empobrecidos lo
cuál impacta en la reproducción cotidiana y social de estos grupos domésticos la superación del
limite existencial de las necesidades concentra los esfuerzos de estos siendo el contexto desde donde
conforman sus necesidades y modos de satisfacerlas dentro de restricciones materiales y simbólicas.
Lo cuál produce un aumento de la conflictividad y lucha por espacios, criterios de definición de las
prioridades y recursos escasos puestos en la subsistencia relegándose las necesidades de los sujetos
particulares del grupo familiar como puede ser el caso de las necesidades de los/las adolescentes y
jóvenes.
La presencia predominante masculina o femenina en cuanto a número de miembros varones o
mujeres sobre el total de miembros del grupo doméstico es un dato que lleva a plantearse
interrogantes en torno a la conformación de necesidades, los lugares y criterios de distribución de los
recursos y las prioridades en una y otra familia. Dado que una categoría importante para comprender
la conformación de las necesidades y los modos de satisfacerla es el genero que designa lugares,
espacios, valoraciones y percepciones diferentes a varones y mujeres que impactan en sus vidas y
posibilidades materiales y no materiales de existencia. Estas, articuladas con otras como la
generación , sector social , parentesco, etnia, opción sexual, credos, posibilitan visualizar la

78
Idem anterior

70
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

intersección de los múltiples condicionantes que están presentes en los sujetos particulares y los
grupos sociales que no pueden ser ignorados ya que imprimen particularidades al proceso de
conformación de las necesidades sociales.
Trayectorias, valoraciones, connotaciones culturales y sociales van constituyéndose en capitales
acumulados por los individuos y grupos sociales que expresan los modos que estos reconocen como
válidos o posibles para la satisfacción de necesidades y que los diferencian de otros.

ESCOLARIDAD ALCANZADA POR LOS PADRES Y POR LAS MADRES

Relacionando la variable escolaridad y sexo de los progenitores obtenemos que el mayor porcentaje
de los padres (29,55%) tienen primaria completa y en un 20,45% primaria incompleta. Secundaria
incompleta el 13, 64% y solo completo su secundaria el 4,55%. Contando con igual porcentaje
aquellos que completaron estudios terciarios.
Resulta significativo que en los padres no aparecen las variables extremas de la escala de la
dimensión instrucción, es decir, analfabetismo o universitaria completa y en un 25% de los casos no
se proporcionan datos respecto a la variable educación. En este punto cabe aclarar que las entrevistas
fueron receptadas por la madre y los hijos/as del grupo familiar y en muchos casos desconocen o no
pueden precisar el grado alcanzado por el marido y/o padre.

En relación a las madres, el mayor porcentaje (27%) posee primaria incompleta siguiéndole en orden
de importancia la primaria completa (25%). El 15,91% inicio sus estudios secundarios sin terminarlos
y 6,82% los culminó. El 4,55% termino posee estudios terciarios completos.
Utilizando los criterios de lectura anterior, se observa que en las madres aproximadamente un 7% es
analfabeta y en un 2% poseen universitaria completa.

Los datos permiten realizar dos tipos de lectura, una general referida a la escolaridad de los
progenitores de estas familias de escasos recursos y una particular relacionada a las diferencias
observadas entre padres y madres.
Tomando la primera diremos que con respecto a escolarización alcanzada, por los progenitores de
estas familia, la trayectoria escolar termina en el nivel primario – completa o desertando antes -, y
con respecto al secundario el porcentaje de los que cuentan con este estudio es comparativamente
poco significativo en relación al anterior. Esto esta planteando una posición estructural desigual de

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“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

estas familias en relación a las posibilidades de acceso a los recursos. El fracaso escolar, las
repitencias se presentan como una constante en estas familias reproduciéndose en muchos casos esta
trayectoria en sus hijos.
El capital cultural institucional e incorporado material y no material nos remite a los estudios de nivel
inicial marcados en muchos casos por la frustración de no haberlos concluido; esta historia plantea a
las familias no solo restricciones en el plano de los recursos materiales sino y fundamentalmente
simbólicos en torno al horizonte de posibilidades. Los capitales sociales en sus dos dimensiones
también se acumulan en la mayoría de los casos en esta dirección reforzando obstáculos o carencias
dado que volumen y contenidos de ese capital reproduce las características empobrecidas del otro
dando cuenta de su estrecha implicancia con el capital económico material y no material. Sin
embargo puede operar y ser efectivo dentro de la reproducción cotidiana en condiciones de
marginalidad pero no posibilita salirse de la misma, siendo desde estas condiciones desde donde
conforman sus necesidades sociales.
Esta categoría será retomada comparativamente con la inserción laboral a fin de conocer su
implicancia en esta variable.

Con respecto a la segunda lectura en relación a los progenitores, los padres en mayor proporción han
completado su primaria y las madres poseen mayor porcentaje en primaria incompleta. Con respecto
a la secundaria completa estas últimas poseen mayor porcentaje en relación a los varones.(pero la
cantidad es poco significativa concentrándose los porcentajes en el nivel inicial).
Se puede decir que existe una diferencia de capitales culturales acumulados traducido en
oportunidades desiguales entre varones y mujeres en torno lugares y acceso a los recursos. Con
respecto a la secundaria nos plantea el interrogante en torno a la capacidad de este recurso en el
mejoramiento de las posibilidades de este porcentaje menor de madres, ¿este capital incide en las
condiciones de vida de las mujeres o sigue primando el mandato social incorporado expresado juntos
con los condicionantes sociales en la desigualdad de oprotunidades?. Esto se retomará en el análisis
cualitativo de los casos.

CARACTERIZACIÓN DEL TIPO DE FAMILIA E INSERCIÓN LABORAL

Siguiendo a E. Jelin podemos categorizar que el mayor porcentaje de familias(48%) por su inserción
laboral pertenecen a la Organización social de la pobreza y en un 39% a la familia asalariada.

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“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

De acuerdo a la actividad laboral de los miembros del grupo familar- U.D. podemos decir que:
- Padres: el 18% no trabaja y el 82% sí realiza alguna actividad laboral; de éstos la actividad
más representativa en un 50%,son las changas , en un 29,54% se desempeñan como empleados
con relación de dependencia. y 2,27 comerciante.
-
- Madres: el 36% no trabaja fuera de la casa y del 64% que trabaja fuera de la casa, el mayor
porcentaje (25%) se desempeña como empleada doméstica, son empleadas con relación de
dependencia un 18,18%., en un 11,36% hace changas ( ligadas en gran parte a la producción
doméstica)
-
- Hermanos: el 48% no trabaja y el 52% realiza alguna actividad ligada en un 22% a changas y en un
18% como empleados en relación de dependencia (de comercio).

El porcentaje mayor se concentra en aquellas categorías opuestas en cuanto a la inserción laboral, es


sumamente significativa la diferencia observada en cuanto al alto porcentaje concentrado en aquellos
que se encuentran insertos de manera inestable e informal en el sistema laboral seguidas por las que
están insertos de manera más estable, en relación de dependencia. Cabe señalar que si bien los
ingresos de ambos grupos son insuficientes el rasgo de distinción estaría centrado en el margen de
previsión que otorga una y otra modalidad de inserción, ya que el ser asalariado le provee un ingreso
aunque magro estable mensualmente y beneficios sociales que la otra no posee.
Esto nos estaría indicando que se trata en general de familias pobres urbanas que reproducen su
existencia en el límite de satisfacción de sus necesidades direccionando el esfuerzo de sus miembros
en una búsqueda constante de superar ese límite.
En el caso de la familia asalariada los capitales en relación a la organización social de la pobreza son
diferentes ya que la primera cuenta con el capital económico material y no material del trabajo e
ingreso monetario estable que le otorga mayores posibilidades de acumulación de este y de capitales
sociales y culturales provisto –materiales y no materiales- desde ese espacio laboral y social en el
que se haya inserto.
Cabe señalar que del grupo de asalariados se encuentran ocupados en su mayoría como empleados de
comercio, actividad caracterizada por bajos ingresos, jornadas de trabajo prolongadas y con cierta
inestabilidad propia del campo ocupacional donde están insertos. Y si se relaciona con la escolaridad

73
“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

alcanzada puede suponerse que el lugar que ocupan en ese ocupación es de baja calificación lo cuál
incide en el ingreso alcanzado.
En el caso de la organización social de la pobreza que constituye el tipo predominante de inserción
en el mercado de trabajo, desarrollan trabajos informales, de escasa cualificación e ingresos, la
changa, venta domiciliaria y ambulante en los varones se observa como la ocupación más frecuente y
el empleo doméstico en las mujeres.
Es importante señalar la situación desventajosa de las mujeres quiénes también están
mayoritariamente insertas en el mercado informal y donde se encuentran incluidas las mujeres
principales sostenedoras económicas, de hogares matrifocales, con escolarización primaria
incompleta que expone a este grupo a condiciones de mayor pobreza y vulnerabilidad de estas
unidades domésticas.
Es desde este contexto de precarización, inestabilidad, baja cualificación e ingresos desde donde
conforman sus necesidades y cuyos modos de satisfacerlas se encuentran impregnadas de las mismas
características del contexto.
Capitales económicos, culturales y sociales, materiales y no materiales restringidos y acumulados
desde trayectorias sociales signadas por la carencia que se reproducen intergeneracionalmente en
estos tipos de familias.
La inserción laboral de sus hijos en su mayoría reproducen la inserción en el mercado laboral de sus
progenitores, que en general es una inserción precaria, de poca calificación e ingresos.
Como dato significativo es que más de la mitad de los hijos/as trabajan a cambio de un ingreso
constituyéndose en recurso, en fuerza de trabajo del que disponen estas familias pobres para
aumentar el volumen de su escaso capital económico, que sumado a las familias extendidas
conforman estrategias que se dan para intentar superar el límite existencial de las necesidades. Las
necesidades en los hijos/as se conforman condicionadas por esta situación que los ubica como fuerza
de trabajo requerida a temprana edad restringiendo sus posibilidades de acumulación de capitales
culturales, sociales y económicos materiales y no materiales que los posicionaría con mayores
ventajas en el campo laboral y social.

ORGANIZACIÓN DE TAREAS DOMÉSTICAS

Teniendo en cuenta la composición de las familias- U.D. se observa que en un 36.36% de los casos
son en general tres(3) los miembros que se desempeñan laboralmente en actividades productivas.,

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“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

solo en el 18, 18% es uno solo el miembro que trabaja, en un 27, 27% son dos y en un 11,36% más
de cuatro los miembros que se desempeñan laboralmente.

El 41% de los casos expresan que las tareas domésticas son realizadas de manera compartidas y en
un 34% está concentrado en el género femenino (madre, hijas, abuelas) ,y un 22, 73% centralizada
en un miembro que por lo general es la madre.. Por lo que si se agrupan puede decirse que 56,73%
son asumidas por las mujeres.

En relación a los modos de acceso a los recursos se visualiza que en un 93,18% utilizan como modo
de acceder a los recursos las transferencias formales, de las cuáles un 64% consisten en aquellas
que se obtienen a través de las instituciones estatales proveedoras de servicios y en un 23% reciben
transferencias de seguridad social (obra social, jubilación y/o pensiones, entre otros), y el mismo
porcentaje 2,27% a través de instituciones religiosas, partidos políticos y organizaciones
comunitarias. Solo un 6,82% no utiliza este modo de transferencias.

Respecto a las transferencias informales constituye un modo de acceder a los recursos en el 77,27%
de las familias unidades domésticas, donde el mayor porcentaje (45.45%) realiza intercambios con
parientes , en un 25% entre vecinos y un 6,82% con amigos, siendo significativo el porcentaje (23%)
que señala no recibir ayuda o intercambios con parientes, amigos y/o vecinos.

En cuanto a la organización del trabajo doméstico en estas familias, donde los diferentes miembros
combinan capacidades y recursos para llevar adelante las actividades de mantenimiento cotidiano en
pos de las satisfacciones de sus necesidades se encuentra que en las mismas la salida de más de un
miembro al mercado laboral – madres e hijos/as- constituye una estrategia para aumentar los ingresos
familiares como modo de acceso a los recursos para la satisfacción de las necesidades que de otra
manera no podrían ser resueltas. Los miembros que componen dicho hogar constituyen un capital
económico y social como fuerza de trabajo puesto en juego en este tipo de organización.
El trabajo doméstico, constituye un recurso y un capital económico, cultural y social en sus dos
dimensiones que permite la reproducción cotidiana y social de las familias. Trabajo que requiere de
fuerza de trabajo disponible, que tiene un valor económico diferido, conocimientos y destrezas
adquiridos por la práctica cotidiana puestos en juego a la hora de disminuir el impacto del ajuste a

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“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

través de la producción doméstica y social en cuanto a la valoraciones, atributos y relaciones de


genero, generación y parentesco originadas en el mismo.
Los datos arrojan que en la mayoría de los casos es asumido por las mujeres dando cuenta del
lugar que ocupa en la división sexual del trabajo familiar producida a partir de estereotipos sexuales
que asigna a la mujer como principal responsable del trabajo doméstico y atención de la calidad de
vida de los miembros que componen la familia. En este sentido es asumido generándose en muchos
casos situaciones conflictivas en torno a las sobrecargas devenidas de las características del mismo
referida al tiempo prolongado que conlleva, a su invisibilidad, desvalorización y rutinización aunque
si supone para su desarrollo de un capital cultural acumulado.
Esta asignación y asunción del mismo plantea especificidades en como y desde donde conforman
sus necesidades las mujeres en las familias cuya historia esta estrechamente vinculada con el ámbito
doméstico familiar siendo sus necesidades definidas desde el mismo. La salida laboral en la mayoría
de los casos no la exime de esta tarea sino que suma a su tiempo reproductivo el productivo
implicando dobles jornadas de trabajo.
En cuanto al grupo que expresa compartir dichas tareas se presenta en el análisis como dato
contradictorio, estimándose que en muchos casos se responde que todos comparten las tareas pero si
se especificará surgiría que ocasionalmente se comparte y cotidianamente recae en los miembros
femeninos.

El esfuerzo propio como modo de acceso a los recursos a través del trabajo doméstico y de la
venta de la fuerza de trabajo en el mercado formal e informal constituyen en la organización
doméstica un modo de acceso a los recursos y diferentes capitales puestos en jugo en este proceso. A
este modo se suma las transferencias formales e informales que también requieren de capitales
disponibles, esfuerzo y tiempo invertido por los miembros de la unidades domésticas.
En las familias que conforman la población de estudio surge de manera significativa la apelación a
las Transferencias formales como modo principal de acceso y fundamentalmente las provenientes de
las instituciones estatales proveedoras de servicios tendientes a paliar necesidades sociales, las cuáles
progresivamente han ido restringiendo los recursos destinados a su satisfaccion, por lo cuál puede
inferirse que afecta de manera directa la reproducción cotidiana de estas familias demandantes de las
mismas.
Estas restricciones profundizan las deterioradas condiciones de existencia del tipo de familia
denominada organización social de la pobreza caracterizada por la apelación constante a las

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“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

transferencias informales como modo de acceder y completar los recursos necesarios para superar el
limite de las necesidades. Lo cuál suma más precariedad y vulnerabilidad a las mismas, implicando
mayores esfuerzos y menores recursos.
Cabe señalar que para el acceso a estas transferencias se requiere contar con capital económico,
social y cultural material y no material que implica movilidad, conocimiento y relaciones que de
acuerdo al volumen de los mismos significara mayores éxitos o fracasos, en su obtención.
Las familias asalariadas si bien poseen los beneficios de ingresos indirectos –seguridad social, obra
social.- por su relación de dependencia en el mercado laboral utilizan las transferencias formales
para acceder a aquellos recursos a los que no pueden a través del ingresos directo. Pero también
apelan a las políticas sociales ya que el ingreso estable no significa autosuficiencia, no alcanzando a
satisfacer en muchos casos el límite existencial de las necesidades por lo cuál engrosan hoy las filas
de las familias demandantes con la diferencia de contar en muchos casos con mayores posibilidades
de obtener los mismos por los capitales acumulados que poseen.
En cuanto a las transferencias informales se observa que la red de parientes ampliada constituye un
capital económico, cultural y social necesario para la reproducción cotidiana de estas familias
unidades domésticas aspecto ya distinguido en investigaciones desarrolladas en este tema.
Confirmándose en este estudio que los parientes constituyen los principales sujetos a los que se apela
para los intercambios y ayuda mutua y en segundo lugar a los vecinos dada la confianza que conlleva
el primero sobre el segundo como así también por las construcciones culturales en torno al
parentesco. Este modo de acceso permite comprender como estas unidades domésticas pobres se
reproducen y el valor incorporado como capital cultural en torno a las relaciones solidarias y de
ayuda mutua.
En la lectura surge un dato significativo referido a las familias que expresan no apelar a este tipo de
transferencias, lo cuál hace suponer que la caracterización realizada en torno a ellas como familias
pobres, empobrece las posibilidades de intercambio y la eficiencia de los recursos disponibles para el
mismo. Es así que la mayoría utiliza con mayor frecuencia las transferencias formales dado quizás
por la constatación de que son el modo más probable de acceder a ciertos recursos que de otra
manera se verían privados.

CARACTERISTICAS DEL PRINCIPAL PROVEEDOR ECONOMICO

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“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

En el 64% de los casos estudiados el proveedor económico de la U.D. se encuentra en la franja de la


población económicamente activa (PEA), es decir, las edades de los mismos está comprendida en la
franja etárea que oscila entre los 18 y 50 años de edad, siendo un 11,36% aquellos ubicados entre 51
y 60 años y un 6,82% de 61 años en adelante.

Aparece fuertemente el predominio del hombre como proveedor en un 66% de los casos y en un 30%
a las mujeres.

El grado de parentesco refiere al padre en un 48% de la población y en un 25% a la madre, un


15,91% a otros (abuelos, tíos) y un 6,82% los hijos.

En relación al grado de instrucción del principal proveedor económico el mayor porcentaje se


encuentra comprendido en la escolaridad primaria, un 29,55 % la tiene completa y un 27,27 %
incompleta. Igual porcentaje: 9,09% secundaria incompleta y secundaria completa; un 4,55%
terciaria completa, el mismo porcentaje para la categoría universitaria incompleta y el mismo 2,27
para universitaria completa y ninguna instrucción.

Respecto a la actividad laboral del principal proveedor obtenemos en un 33,19% se encuentran en


relación de dependencia, un 31,71.5% realizan changas, un 11,36% empleadas domésticas, jubilados
y pensionados un 6,82% y comerciantes un 4,55%.

En forma general, el principal proveedor económico asume las características mayoritarias de ser
varón, padre, joven/adulto, con nivel inicial de instrucción, inserto mayoritariamente en el mercado
informal de trabajo. Rasgos que lo ubican en un sector social PPE de familias pobres urbanas, cuyo
capitales permiten seguir conservando o reproduciendo modelos culturales tradicionales en torno a la
familia nuclear. Dicho modelo refiere al lugar del varón progenitor como responsable de proveer los
ingresos.
Pero cabe destacar que asoma progresivamente situaciones que dan cuenta de la profundización de la
pobreza como lo es el 30% de PPE Mujeres y en menor porcentaje otros miembros de la familia
como lo son los abuelos y tíos. Estos constituyen datos que permiten divisar estrategias
implementadas por estas familias consistentes en la incorporación de otros miembros que se
constituyen en principales proveedores económicos (PPE) lo cuál modifica de alguna manera la

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“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

distribución de los recursos y el sistema de autoridad incorporando nuevos elementos a los capitales
familiares e individuales.
Cabe señalar que en el porcentaje referido a la PPE madre están incluidas las familias uniparentales,
visibilizando de esta manera el progenitor presente es la madre denominándose por tal motivo como
familias matrifocales. La lectura de este dato permite visualizar este fenómeno que está presente en
el espacio familiar denominado “feminización de la pobreza” impactando en la conformación de las
necesidades y los modos de satisfacerlas, lo cuál genera múltiples conflictos producto de la carencia
de recursos para satisfacer el límite existencial de necesidades teniéndose que apelar a la
incorporación de otros miembros al mercado de trabajo como lo son los jóvenes y los mayores de 61
años.
Surge del análisis la interdependencia existente entre las condiciones objetiva y las representaciones
sociales que dan cuenta de las trayectorias de los sujetos y sus capitales materiales y no materiales
acumulados concretos. Es desde este espacio social familiar vinculado al espacio social más amplio
desde donde conforman sus necesidades sociales los diferentes miembros de la unidad doméstica -
portadores de atributos de género, generación, parentesco- y los modos percibidos, conocidos y
valorados como posibles para satisfacerlos.

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“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

IV. UNA APROXIMACIÓN A LA DESCRIPCIÓN Y EXPLICACIÓN DE LOS


PROCESOS DE ENCUENTRO O DESENCUENTRO ENTRE NECESIDADES Y
SATISFACTORES EN EL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR.

A modo de presentación de los casos estudiados

En el estudio cualitativo se analizan casos de familias/ unidades domésticas con hijos adolescentes/
jóvenes que concurren al Centro de Capacitación Laboral Eva Perón, perteneciente al Consejo
Provincial de Protección al Menor del Ministerio de Desarrollo Social del Gobierno de la Provincia
de Córdoba, en el año 1999.
De la totalidad de casos trabajados por los alumnos de la Cátedra de Trabajo Social III “B”, se realiza
una selección intencional, acorde los criterios definidos para la presente investigación. Los análisis,
inferencias y conclusiones están referidos a estas familias unidades domésticas insertas en un
contexto socio-económico específico, en un tiempo histórico familiar ligado a la presencia de hijos
adolescentes y jóvenes, y otras características que brevemente se presentarán y que constituyen los
casos a los que se aplica los resultados arribados en este estudio.

Caracterización de los casos analizados:


A modo de presentación de las familias/ unidades domésticas seleccionadas que constituyeron el
estudio de casos, sintetizamos:

 En relación a la composición de las familias:

Familias nucleares multipersonales, las que corresponden al modelo tradicional de familia,


constituida por dos generaciones – padre, madre e hijos solteros- con un promedio de miembros
convivientes de tres a siete miembros, siendo de seis la característica predominante encontrada, es
decir, la pareja y cuatro hijos.

Familias extensas, constituidas a lo largo del ciclo vital familiar, donde un pariente adulto, en estos
casos abuelos, están a cargo de los nietos y en otro, es propietario de la vivienda.

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“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

Para este último caso el compartir la vivienda con un familiar constituye parte de las estrategia que
desarrollan estas familias, optimizando recursos para satisfacer las necesidades de sus miembros, en
cuanto ingresos que no se destinan al pago de un alquiler y otorga cierta protección y estabilidad, ya
que permite acumular y sumar diferentes capitales materiales y no materiales, como así también la
movilización de recursos humanos disponibles en la unidad doméstica para el desarrollo de las
actividades productivas y reproductivas.
En estas familias conviven un promedio de cinco miembros, generalmente dos adultos, uno o dos
adolescentes y un pariente mayor.

Familia monoparental masculina, es el caso del progenitor que convive con sus hijos solteros.
Conviven tres miembros. constituyendo una unidad doméstica con tres miembros coresidentes.
El caso resulta significativo ya que en este tipo de familia U-D poseen una frecuencia sensiblemente
inferior a las conformadas por la presencia parental femenina. Este caso se denominaría patrifocal en
oposición al matrifocal.
Surgen interrogantes en torno a sí se opera alguna modificación en la organización del trabajo
familiar y los criterios para su distribución en este caso, o se sigue reproduciendo las pautas
derivadas del genero en la delegación de tareas en sus miembros según sean varones o mujeres. En
este caso, ante la presencia de una hija mujer es esta la que asume las tareas ligadas a la reproducción
cotidiana operándose un recambio de persona no así de genero.

Familia monoparental matrifocal, cuenta con uno solo de los progenitores presentes que es la madre
y su hijo soltero. Constituyen la mayoría en este tipo de hogares monoparentales sobre los cuáles se
han centrado los estudios focalizados en los problemas suscitados por la pobreza y en este sentido las
mujeres jefa de hogar son consideradas “las mas pobres entre las pobres” (Buvinié et.al., 1978)
impactando esto en su grupo familiar de residencia. En este caso ha significado un proceso de pérdida
de capitales materiales y no materiales implicando una sobreocupación de la madre empobreciendo
los tiempos y relaciones intradomésticas.
La conformación de necesidades sociales en estas familias analizadas están condicionadas tanto por
la etapa de desarrollo del ciclo de vida familiar en la que se encuentra como así también por las
condiciones económicas, socio cultural derivadas del contexto histórico desde donde desarrollan su
vida familiar.

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“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

Estos casos se presentan con hijos adolescentes y jóvenes en su mayoría, en las que la dinámica
intradoméstica requiere de modos de organización y funcionamiento particulares para satisfacer las
necesidades e intereses de sus miembros en esta etapa. Observándose no sólo necesidades ligadas al
grupo etáreo en cuestión sino también necesidades articuladas al sector social de pertenencia.
La franja etárea de los adolescentes/ jóvenes de mayor representatividad en los grupos familiares
analizados oscila entre los 13 y 18 años de edad.
Respecto a los adultos convivientes se ubican de manera predominante entre los 40 y 60 años de
edad, y en las familias extensas (abuelos) la edad promedio es de 70 años de edad.

 En relación a la inserción en el mercado laboral, observamos los siguientes tipos de familias:

Unidades domésticas basadas en el trabajo asalariado de sus miembros, (obrera- asalariada)


en la cual alguno de ellos, generalmente el principal proveedor económico, está inserto en el mercado
formal, posee beneficios sociales (obra social, jubilación, etc.) y cierta estabilidad laboral.
En este tipo de familia la inserción estable de uno de sus miembros ofrece una relativa estabilidad
en torno a los ingresos mensuales y márgenes de previsión, sin embargo el contar con ingresos
estables no significa no significa en este grupo autosuficiencia ya que no logran superar el límite
existencias de las necesidades. Esto plantea una jerarquización de necesidades direccionada a la
búsqueda de la superación de este límite lo cuál implica la restricción o suspención de otras referidas
a las singularidades de cada miembro que conforma la unidad doméstica.
En los casos analizados los recursos económicos materiales son limitados permitiendo observar en
su historia el procesos de pauperización y deterioro de la calidad de vida.

Unidades productivas de base familiar (artesanales, comerciales, de servicio, etc.), donde la actividad
laboral, productiva se desarrolla en el mismo espacio de residencia, siguiendo la tipología de E. Jelin
de las familias de los sectores populares, corresponde a lo que la autora denomina pequeña empresa
familiar.

Unidades domésticas basadas en el trabajo ocasional e inestable, también denominadas organización


social de la pobreza, implica una inserción inestable de los miembros sostenedores económicos del
hogar, siendo insuficientes los recursos monetarios que ingresan y no contando con beneficios
sociales.

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“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

En la medida en que los ingresos son insuficientes o escasos para satisfacer las necesidades de sus
miembros, implica una lucha constante por parte de los adultos proveedores económicos por superar
el límite existencial de las necesidades. En aquéllas familias en que los jóvenes y/o adolescentes
trabajan fuera de la casa, el ingreso de los mismos es un complemento o ayuda respecto al principal
proveedor económico o bien para cubrir sus propias necesidades (ropa, salidas, etc.)
Esta situación permite aclarar que ninguna de las caracterizaciones enunciadas precedentemente,
correspondan a tipos puros o se presenten de manera excluyente en la realidad sino que se combinen,
incorporando otros modos alternativos al empleo formal como la producción doméstica u otras, de
modo tal de complementar los ingresos del principal proveedor económico. No obstante se visualiza
que el tener un ingreso estable proporciona a las familias cierto margen de estabilidad para la
reproducción cotidiana.
Las familias/unidades domésticas por su ubicación residencial pertenecen a sectores urbano
marginales de la ciudad de Córdoba, siendo predominantemente nuevos pobres. En algunos casos se
visualiza un período previo de cierta acumulación de recursos económicos, sociales y culturales,
materiales y no materiales, como así también el acceso a redes formales e informales con las que se
relacionan los diferentes miembros que conforman las unidades domésticas y que si bien persisten en
la representación simbólica, en la práctica cotidiana de reproducción doméstica hay un deterioro,
un empobrecimiento respecto a los mismos.
En otras familias que por su posición social pertenecen a los pobres estructurales se evidencia un
deterioro aún más profundo de las condiciones de vida que los impulsa a recrear la subsistencia
cotidiana mediante la incorporación al trabajo informal, inestable de la mayoría de los miembros que
la conforman.
En su mayoría, las familias/UD son propietarias de la vivienda, obtenidas mediante transferencias
formales (Estado, vía IPV, por erradicación o por Cooperativas) y transferencias informales
(comparten la vivienda con un pariente) y cuentan con los servicios de infraestructura básicos.
El acceso o posesión de la vivienda propia se constituye en un capital económico material y no
material con el que cuentan estas familias.
A nivel de escolaridad se observa una escasa inclusión de los adultos de estas familias/ U.D. a la
escolaridad media, predominando en éstos el nivel de primaria completa e incompleta, salvo un caso
en que se alcanzó el nivel terciario.

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Por parte de los adultos progenitores y/o encargados de los hijos- nietos se prioriza su formación
como recurso cultural material y no material, en tanto adquisición de destrezas, habilidades y
certificación de un título u oficio para un empleo formal futuro.

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Resultados del estudio cualitativo

El estudio de los procesos de satisfacción de necesidades en el espacio social familiar nos


remite a los procesos de producción y reproducción cotidiana de las personas en una unidad de
organización, la unidad doméstica, donde se desarrollan como en otros espacios de la vida social,
acciones humanas necesarias para la creación, distribución y consumo de recursos que satisfacen
necesidades sociales. Precisamente por tratarse de grupos sociales determinados, familias/unidades
domésticas, se producen una serie de acontecimientos de tipo individual y colectivo que asumen
formas particulares de expresión y que connotan de manera especial a la producción de
recursos/satisfactores para atender estas necesidades.
Es aquí donde cobran relevancia dos cuestiones fundamentales en los procesos de
reproducción cotidiana:
 La acumulación de capitales aportados por cada miembro y/o creados por la organización
doméstica.
 El encuentro de dos dimensiones (individual y colectiva) de necesidades de sus miembros cuya
búsqueda de satisfacción motoriza la organización doméstica y las acciones cotidianas de
reproducción. (Se sitúan aquí las diferencias por género, generación y lugar en el parentesco).
Respecto a lo primero, los miembros adultos que conforman una familia o que se incorporan a
ella como familia extensa u otros sin relación de parentesco, portan consigo diversos capitales
acumulados en sus respectivas historias de vida que les permiten participar de la unidad doméstica en
distintos trabajos y fases necesarios para la reproducción, distribución y consumo de bienes y
servicios que allí se generan. Pero no son estos los únicos capitales disponibles en el marco de la
organización doméstica, sino que también el espacio doméstico es reconocido como un espacio en el
que se crean, producen, adquieren y acumulan nuevos capitales, luego apropiados individual o
colectivamente por sus miembros. Es el caso, por ejemplo, de los procesos de crianza y socialización
de los niños, en que la acumulación de saberes, destrezas, habilidades, valores, creencias se
transmiten y resignifican en la misma práctica, generalmente de los adultos a los jóvenes. Pero
también es el caso de todas las acciones generadas como grupo doméstico o individualmente para la
reproducción cotidiana que requieren la adquisición de habilidades, competencias, saberes
específicos.

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Esto tiene que ver con el modo en que tanto necesidades como recursos son construídos
socialmente, y su estudio no puede sustraerse a quienes y en qué situaciones se desarrollan.
Para el caso de las familias/unidades domésticas, el quienes nos remite a las posiciones de
género, generación y grado de parentesco, construidas en los diferentes espacios donde los
individuos desarrollan su existencia. Con respecto a las situaciones, se está haciendo referencia
fundamentalmente a aquellas referidas a la organización doméstica en si y a las que resultan de las
relaciones construidas por los miembros de las familias afuera de ella. En estos distintos ámbitos y de
acuerdo a sus posiciones asignadas los individuos van acumulando distintos capitales.
Las unidades domésticas no son unidades estáticas, desde que se conforman van creando sus
propias formas organizativas, acumulando capitales preexistentes y generando otros, como también
perdiendo o reduciendo diferentes capitales en momentos críticos o procesos prolongados de
empobrecimiento, de acuerdo a las posiciones de sus miembros en la estructura social, su inserción
en el mercado de trabajo, el lugar geográfico, cultural y social en que se encuentran, y las propias
formas de vinculación entre ellos y con las redes formales e informales con que se relacionan.
Es en este devenir que cobra significado el estudio de las prácticas domésticas (sub-valuadas
socialmente) que Esteinou denomina trabajo familiar y ha dado en clasificar como:
- trabajo doméstico
- trabajo de consumo y
- trabajo de relación.

Los procesos de conformación de capitales para la realización de estas actividades son


visualizados particularmente en los adultos que conforman los grupos domésticos, quienes han ido
acumulando recursos de distintas índole a lo largo de su ciclo vital transcurrido en diferentes
espacios, a saber:
 Sus propios procesos de socialización en las unidades domésticas de origen.
 Capacitación en oficios en instancias formales o informales precedentes o
simultáneas.
 Las unidades domésticas a las que pertenecen, donde son generados por exigencia de las
circunstancias presentes en las que se encuentran, a partir de un aprendizaje espontáneo o
deliberado y utilización de aportes de parientes, vecinos o amigos conocedores sobre
cómo se hacen las cosas.

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Al interior de las unidades familiares se puede observar que componen el trabajo doméstico,
diferentes actividades que implican la disponibilidad o adquisición de capitales culturales o
informacionales para su realización, las que se identifican como:
1. Limpieza diaria de los espacios, muebles, enseres, vestimenta, etc. de uso individual o
colectivo.
2. Preparación de alimentos.
3. Mantenimiento de los espacios verdes.
4. Reparación de instalaciones, servicios internos, como electricidad, plomería,
albañilería; electrodomésticos, equipos, etc.
5. Atención de niños, discapacitados, enfermos, ancianos, etc.

Observamos que existe una valoración diferenciada de cada una de estas actividades, que se
reflejan tanto en los discursos como en las prácticas de las personas que constituyen los grupos
domésticos.
Motiva esta diferente valoración la existencia visible u oculta de la tipificación de género de
dichas actividades que es reproducida constantemente, aún cuando en las representaciones se valore
una distribución diferente de estas actividades por género. En las prácticas se observa una clara
resistencia a la modificación de la asignación de tareas que tiene vinculación con el sistema de
autoridad establecido y con una valoración de las tareas tipificadas sexualmente. De tal manera,
encontramos que las actividades enunciadas en 1, 2 y 5 son asignadas a las mujeres, la 4 a los
varones, mientras que la 3 puede ser asumida indistintamente por uno u otro.
Observamos también, que cuando se intenta asignar a los varones alguna de las tareas
¨propias¨ de la mujer la representación existente es que las mismas se cumplen ocasionalmente y
como ¨colaboración¨ o en reemplazo por ausencia, considerándose la titular de la misma a la mujer.
Otra dimensión que se observa es el cruce con la cuestión generacional y particularmente con
la etapa pre-adolescente y adolescente de los hijos en las familias que constituyen el análisis.
En esta etapa, las actitudes manifestadas por los hijos, aunque con algunas escasas
excepciones son de no participación espontánea en las tareas domésticas. Pero cuando ésta es
promovida por los adultos, en la búsqueda de una pretendida cooperación, se agrega al conflicto la
discriminación de las actividades según la tipificación sexual de las mismas. Y ante esta situación,
cual es la participación de los adultos en la constitución de valores de sus hijos?

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Si correlacionamos este aspecto de la distribución de actividades en los grupos domésticos


con el modo en que niños y jóvenes son formados para la adquisición de nuevos valores,
encontramos que hay obstáculos/dificultades para el establecimiento de un nuevo tipo de relaciones,
las que aparentemente estarían expresándose en la conflictividad que conlleva la relación
intergeneracional, especialmente en la pre-adolescencia y adolescencia de los hijos, expresada en una
clara resistencia a la modificación de la asignación de tareas establecidas socialmente. Sin duda nos
encontramos ante una fuerte presencia de estos valores respecto a la condición subvaluada del trabajo
doméstico, identificándose por tales a las actividades de las que son titulares las mujeres.
Desde la perspectiva en que nos estamos situando, en que se incorporan las actividades
habitualmente a cargo de los hombres (reparación de instalaciones, servicios internos, como
electricidad, plomería, albañilería; electrodomésticos, equipos, etc), bajo la categoría de trabajo
doméstico, observamos esta diferenciación:
No todo el trabajo doméstico es percibido del mismo modo, y por lo tanto no todas las
actividades cuyo know how se transmite en el hogar genera la misma resistencia.
Qué otros factores están incidiendo en la valoración de estas actividades? Encontramos uno de
carácter económico/instrumental que aparece con gran fuerza, cual es su aporte a la conformación de
capitales culturales con valor para la provisión futura de ingresos (empleo o posibilidad de trabajo
remunerado en general). La posición frente a ello de hijos varones o mujeres tampoco es la misma en
algunos aspectos: si por una parte también hay algún tipo de resistencia basada en la cuestión
generacional por parte de las mujeres, ésta termina sucumbiendo bajo la asignación estricta de
actividades asentadas en el sistema de autoridad que nunca las obligan a la realización de tareas como
las descriptas en el punto 4, por ejemplo.
De este modo se pone de manifiesto que aún los propios orientadores y responsables de la
socialización y transmisión de valores terminan reforzando aquella división aún cuando es
cuestionada en el discurso, pero de hecho sostenida en las propias prácticas.
Es a nivel de los recursos culturales incorporados (habitus) en los que se observan
conjuntos de valores y prácticas que se convierten en obstáculos a los procesos de reproducción
cotidiana. Tal es el caso de lo expuesto que podríamos llamar "habitus de género" en el que la mujer
sigue anclada en el papel predominante de sostenedora del trabajo doméstico y de relación de la
unidad doméstica aún cuando sea la principal proveedora económica. Una observación que no
constituye ninguna novedad a esta altura de las circunstancias es que ese rol asignado es fuertemente
sostenido por las mismas mujeres, puesto que esta imbricado en su estructura psíquica y corporal, en

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su habitus. Pero que a la vez atraviesa fuertemente la organización doméstica, de manera que se
convierte en un obstáculo invisible por lo "naturalizado" en la optimización de los recursos sociales
de la propia unidad familiar79. En cada uno de los casos se observa algún grado de conflicto actual o
potencial al respecto; la hermana, que por asumir el papel de control coliciona con los intereses de su
hermano; la madre que hace el pan, organiza la venta, etc. Cabe señalar que en el espacio social
mujeres y varones comparten posiciones y habitus de clase, comparten ciertos puntos de vista dados
poro la posición próxima o semejante en el espacio social. Pero además de semejanzas tienen entre sí
diferencias , “posiciones relativas dadas por la identidad de géneros.
Estas diferencias implica articular clase y géneros como categorías diferenciadoras de los sujetos
tomando a Harret Mc. Adooo “las mujeres son pobres por razones diferentes que los varones .
Mientras que varones y mujeres pueden compartir las fundamentaciones causales de la pobreza,
aumenta el caso en que las mujeres son pobres por derecho propio”. La naturalización de la
reproducción cotidiana en el ámbito doméstico como responsabilidad principal de las mujeres
impacta en sus condiciones de vida , subordinando en general sus necesidades propias a la del
colectivo familiar.
El género articulado a la clase posibilita comprender los condicionamientos, obstáculos,
capitales que porta cada uno de los sujetos titulares de las categorías, a las que a su vez se suman
otros condicionamientos dados por la generación, etnias, opciones sexuales, entre otras que están
presentes en el espacio familiar y en las relaciones y posiciones que cada miembro ocupa en el
mismo.
Este solo tema contiene una serie de aristas para su análisis (por ejemplo, relación habitus de
género y habitus de clase, las tendencias al respecto y sus consecuencias en la reproducción de la
vida cotidiana, las posibilidades de intervención del trabajo social). Las tendencias macro ya han sido
archiestudiadas, dando lugar a lo que se conoce como feminización de la pobreza. Es decir, la pérdida
o retracción del salario por parte de la figura paterna (en caso de su existencia) lleva a la necesidad de
optimizar los recursos materiales y no materiales de la unidad doméstica a través del trabajo
doméstico, de consumo y relacional, típicamente a cargo de la figura materna.
Pero esto no solo tiene consecuencias en la sobrecarga de la mujer sino en la paralela
subestimación de las posibilidades del resto de los miembros para aprender y aportar en tales tareas,
79
La “naturalización” es sostenida entre otros aspectos, por enfoques biologicistas que derivan el trabajo doméstico y
cuidado de los miembros más pequeños, enfermos y discapacitados a las mujeres por su capacidad reproductiva,
sumándose a otras miradas que universalizan el modelo familiar nuclear, monogámico y la división sexual del trabajo,
que se deriva de ella. Incorporando el habitus como historia que garantiza la conformidad de las prácticas y su constancia
a través del tiempo.

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con consecuencias en la creación de conflictos abiertos o embozados. Pero no es solo la visión de los
roles de género el problema, sino su fuerte imbricación con los valores relativos a la generación y
particularmente al grado de parentesco.
Se observa en las familias/unidades domesticas un fuerte grado de imbricación entre los roles
por genero, generación y grado de parentesco, cuyo atravesamiento por determinadas pautas
culturales es mucho más determinante que condiciones generadas por razones de tipo laboral o aun
ciertos acontecimientos imprevisibles. Un ejemplo de ello son aquellos casos de falta de padre o
madre, por separación, muerte o abandono. Si el que queda a cargo de la familia monoparental es el
hombre, las responsabilidades femeninas del trabajo domestico y de control sobre los hijos, recaen
sobre cualquier mujer de la familia que conviva o no conviva con el grupo domestico (hermana o
abuela en algunos de los casos analizados). La imbricación se observa por ejemplo, en los roles mujer
y madre, que convierte a cualquier mujer en madre efectiva o potencial. Tal potencialidad indica que
las hijas mujeres son entrenadas en el aprendizaje de los quehaceres domésticos, del cuidado de niños
y la "sensibilización" hacia todas aquellas cuestiones que tienen que ver con los trabajos de consumo
y de relación. De esta manera, las hijas se ocupan de los hermanos menores en ausencia momentánea
de la madre y en los casos de ausencia total, pasan a hacerse cargo plenamente de estas funciones.
Nótese que el cuidado de niños y adolescentes no se remite solamente a la higiene y alimentación,
sino a la transmisión de hábitos, valores y comportamientos en general, respecto, por ejemplo, al
desempeño en las esferas laboral, de educación formal y recreativas. El padre ejerce en la mayoría de
los casos, tareas complementarias respecto de las ultimas actividades señaladas.
De esta manera, las situaciones de reemplazo de la figura materna por hermanas o abuelas,
tiende a generar alteridades en el sistema de autoridad por conflictos generacionales. En el caso de
los hermanos, se podría hablar de conflictos intergeneracionales y de genero (lo ultimo, si se trata de
hermanos varones), toda vez que la hermana mayor asume funciones de control. En ejemplos de
abuelas, produce conflictos intergeneracionales, con el agregado que se produce una alteración de la
pauta cultural por la cual se espera de los abuelos complicidad mas que ejercicio del control.
De lo anteriormente expuesto se deduce la presencia de habitus fuertemente arraigados en lo
que respecta a los roles mujer-madre, hombre-padre, mujer-hija, hombre-hijo y derivaciones
similares para las relaciones entre hermanos o abuelos-nietos. Tal raigambre es el producto de la
transmisión de valores y creencias de generación en generación, que podría hipotetizarse se
reproducen a pesar de cambios de contexto y del propio ciclo vital familiar.

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Tal asignación de roles traza expectativas acerca de lo que se espera de los hijos. El rol para el
hombre-padre de principal proveedor de los recursos económicos para el sostenimiento de la
familia/unidad domestica, provoca un marcado centramiento de los esfuerzos dedicados a la
educación de los hijos varones como medio de mejoramiento de capacidades y destrezas para la
competencia en el mundo laboral. Aquí se estaría observando una ampliación de esta expectativa
hacia las hijas mujeres dada la necesidad establecida de que las mujeres se incorporen al trabajo
extra-doméstico para complementar los ingresos familiares; ello no significa modificación en los
criterios de división sexual del trabajo en las esferas productivas y de servicio.
Se observa que gran parte de los esfuerzos y los recursos materiales y culturales de estas
familias/unidades domesticas están dedicados al consumo de educación formal de los hijos, debido a
la creencia fuertemente arraigada de que la capacitación y la adquisición de un certificado son el
medio para mejorar las condiciones de trabajo (lo que opera mas como mito que como realidad) y
también de disciplinamiento. Esto es así aún cuando en las unidades domésticas asalariadas; con
empleo estable en el sector público o privado, no se corrobora que hayan sido estos capitales
culturales incorporados u objetivados los que hayan operado como recursos definitorios para alcanzar
esta condición. Es más, en un caso de abuela a cargo de los nietos, en que a pesar de contar con
secundario completo, su ocupación es la venta de productos obtenidos por el cirujeo.
Se podría decir que el sostenimiento del mito tiene la función de ordenador en la vida de los
jóvenes (y la necesidad del grupo familiar de que esto sea así) más que creencia en sus reales
posibilidades.
De allí que el no cumplimiento de los jóvenes de esta aspiración familiar, conduzca a
conflictos intergeneracionales, que tornan mas fuertes en organizaciones familiares con sistemas de
autoridad mas rígidos y se atenúan mediante justificaciones del tipo "no le da la cabeza" en los mas
flexibles. Por otro lado, resulta indudable que esta creencia es reforzada por las instituciones
escolares, laborales y la sociedad en general. De ahí que la distancia que se produce entre las
expectativas creadas y las posibilidades reales, sea una importante causa de frustraciones.
Del mismo modo podríamos decir que aparece con fuerza la idea/mito que el Centro de
Capacitación opera como capital cultural y social material, al que se accede como recurso ante el
fracaso del joven en las instituciones de enseñanza primarias o secundarias o ante la necesidad de los
padres de alejarlo de los grupos de pares cercanos a su domicilio, cuando le resultan generadores de
conflictos (violencia o delitos cometidos, drogas, etc.), o como un modo de reducir el tiempo sin
ocupación productiva o controlada por sus padres. He aquí una situación que se constituye en

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obstáculo en el plano doméstico y como consecuencia de condiciones de vida que podrían vincularse
con el hábitus de clase (o sector de clase), en tanto las escasas oportunidades de ocupación del tiempo
libre, que en los jóvenes constituye un factor de vulnerabilidad por el riesgo que connota cuando se
suma a sus requerimientos generalmente no satisfechos de dinero y permisos de salida nocturna. Es
en este sentido que también el Centro de Capacitación cumple una función, como lugar en donde los
jóvenes pueden permanecer y generar nuevas relaciones. Observamos también un obstáculo que
impide a la mayoría de estos grupos domésticos generar relaciones de contención en forma grupal o
comunitaria, lo que podría constituir una alternativa de intervención con los grupos adolescentes. La
pertenencia a proyectos comunes donde se generan actividades que fortalecen relaciones a la vez que
alguna repercusión social en sus propios espacios, puede ser un recurso social material y un recurso
cultural objetivado en organización, incorporado como mecanismo de construcción de identidad y de
promoción respecto de las formas de mejorar su calidad de vida.
Si bien la investigación no se ha concentrado en indagar el mundo de los afectos, se puede
hipotetizar también que la reproducción de los mismos posibilitan o entorpecen según los casos, la
recreación de recursos culturales (hábitos, creencias y valores) y de recursos sociales y económicos,
puesto que el sostenimiento de los afectos es la base de sostenimiento del vinculo o de su
desaparición o deterioro, teniendo consecuencias en la conformación de la familia, por tanto en el
sistema de autoridad (concesiones y castigos).
Así por ejemplo la amenaza de la abuela a su nieto "te voy a mandar con tu padre..." se
constituye en un castigo y no un premio dada seguramente la ausencia de vínculos afectivos firmes
del niño o joven con su padre y madrastra.
La noción de capital acumulado es efectivamente importante para analizar los procesos de
emergencia así como de resolución de necesidades y también de obstáculos a nivel de la
reproducción social, el caso de la organización del trabajo domestico y de consumo. La acumulación
de recursos culturales objetivados e institucionales, tanto materiales como no materiales facilita el
acceso a recursos económicos de distinta índole, ya sea a través del esfuerzo propio o de las
transferencias formales o informales. Así por ejemplo, se observan situaciones de crisis por pérdida
del trabajo de uno de los miembros que venía sosteniendo de manera sustantiva al grupo o por
contracción del poder adquisitivo del salario, que son resueltas por apelación a los recursos no
materiales (conocimientos adquiridos de manera informal) de alguno de los miembros, que en estos
casos recaen en las figuras paterna o materna. Por supuesto que el grado de aprovechamiento de tales
recursos varía según la calidad del mismo y las posibilidades objetivas de los sujetos para

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optimizarlos. Ello remite a las condiciones que los individuos poseyeron al momento de su
acumulación previa.
En relación al consumo, el papel de las transferencias formales a través de las instituciones
educativas y de salud o lo poco que queda de ellas, sigue jugando un rol decisivo como complemento
de los ingresos monetarios a través del esfuerzo propio de los grupos domésticos, mayor aun que las
transferencias informales al menos en el caso de este tipo de familias. Solo que el tipo de prestación
recortada en su calidad y cantidad, también ha incrementado el trabajo de consumo de los miembros
de las familias (confirma algo de lo que se adelanta en el marco teórico): tiempo de dedicación y
conocimientos para optimizarlos. De cualquier manera no ha sido un tema relevante en este estudio el
consumo de servicios de salud, posiblemente por no contarse en estas familias con niños pequeños o
personas enfermas.
El trabajo de relación, que pone en juego vínculos de solidaridad y reciprocidad, como así
también habilidades, destrezas, conocimientos respecto a las fuentes de obtención, formación y
distribución de los medios de satisfacción de las necesidades constituye un recurso que cobra
relevancia, cuando se produce el empobrecimiento y/o pérdida de recursos económicos materiales
para afrontar las necesidades de reproducción cotidiana, que obliga a otros miembros a buscar otros
mecanismos de acceso a los recursos para cubrir dichas necesidades.
En las relaciones con el afuera de la unidad doméstica, aparecen las que se establecen en el
marco del mercado laboral con empleadores y compañeros de trabajo como recursos sociales y
culturales materiales y no materiales a los que se puede acceder ante diversas circunstancias.
Estas relaciones generalmente operan además como un recurso informacional en el acceso a
transferencias formales, es decir, a aquéllas proporcionadas por instituciones reconocidas para tal fin
(estatales y no estatales) y/o a profesionales.
Las transferencias informales, basadas en redes de intercambio y ayuda mutua permiten
apelar a relaciones de parentesco, amistad y/o vecindad existentes, de crearlas o recrearlas, lo que
significa un trabajo de relación que pone en juego vínculos de solidaridad y reciprocidad.
Los acontecimientos sucedidos en relación al sostenimiento de los vínculos familiares, la
forma en que fueron construidos y reproducidos, con el agregado de creencias y valores que definen
pautas de conducta en este sentido, son hechos que definen significativamente la vida de los grupos
domésticos integrados por familias, conformando necesidades y en algunos casos derivando en
recursos.

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Por un lado, se observa una reafirmación de la tendencia a basarse en los vínculos familiares
más que en los de vecinos y amigos. Por otro lado y como derivación de ello, los sucesos
imprevisibles como la muerte de un familiar, la separación o el abandono, vuelven mas vulnerables a
las familias/unidades domesticas.
Podría decirse que el grado de recurrencia a utilizar el apoyo de no familiares esta visto como
substituto. Esta situación esta clara en uno de los casos en que se observa la fuerza de los habitus de
sumisión de género, que no solamente es asumida por la madre e hija, sino por los varones y los
vecinos y amigos, incluso los familiares, unos apoyando, otros retirándose. Pero los valores respecto
al papel de los géneros están fuertemente reforzados por aquellos que dictan que la familia se debe
sostener a cualquier precio. Este es un caso paradigmático, respecto a la red de transferencias
formales e informales y esfuerzos propios puestos en juego para conseguir recursos que sigan
reproduciendo una situación enferma que tiene como causas el arraigo a ciertos valores. Pero no
pareciera ser ésta la tendencia general; al contrario, produce mayor aislamiento y por lo tanto mayor
vulnerabilidad. Podría hipotetizarse que aquí juega un rol muy importante la pauta socialmente
hegemónica de que la familia nuclear o extensa es la que debe hacerse cargo de sus miembros,
reforzada esta pauta por situaciones de contexto, tales como las laborales, la preocupación constante
por sostener o ampliar los recursos existentes, que no permite el tiempo que demanda el
sostenimiento del vinculo con vecinos y amigos. Aquí nuevamente aparecen los valores respecto a lo
que le esta permitido a cada quien, según su género, edad o lugar en los vínculos familiares, por lo
cual los niños y los jóvenes gozan de mayores márgenes de maniobra en este sentido; en tanto existe
el padre o la madre o algún adulto, los hijos o nietos gozan de mas concesiones, al menos en lo que
respecta a los trabajos domésticos, de consumo y servicios.
Los lazos familiares operan como sostén social en la vida cotidiana de los miembros de la
familia y son altamente valorados en tanto constituyen medios de interacción, contención,
reciprocidad y confianza.
Si bien aparecen las relaciones de intercambio y ayuda mutua con otros individuos y grupos
del afuera de la unidad doméstica, se visualiza el retraimiento en estas relaciones predominando la
tendencia a apelar al esfuerzo propio como medio de acceso a los recursos; apelando sólo a
transferencias formales e informales como complemento.
En los adolescentes miembros de las familias el grupo de pares aparece como grupo de
referencia, de identificación, reconocimiento y ocupa un lugar central en su vida.

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Frente a contextos familiares problemáticos el grupo de pares y/o la novia/o constituyen


recursos para la satisfacción de necesidades de estabilidad socio- afectivas y de contención. Pero hay
situaciones en que el grupo de pares del espacio barrial, al cual se vinculan por la proximidad y
cercanía, motiva a acciones no aceptadas socialmente (problemas policiales, delitos, insumo de
estupefacientes), trayendo conflictos a nivel familiar. En sus trayectorias individuales los
adolescentes de estas familias que concurren al Centro de Capacitación Laboral, presentan ciertos
conflictos (situación de abandono o expulsión escolar, escaso interés por el estudio y poca estabilidad
frente al trabajo, problemas delictivos, entre otros).
En algunos casos la toma de decisiones, criterios y normas respecto a los hijos aparece
compartida/ consensuada entre los progenitores. En otros, se evidencia imposición de valores y
creencias, del adulto padre (fundamentalmente en torno a la recreación, el uso del tiempo libre, la
escolaridad), hacia los hijos, apareciendo en estas situaciones la mujer –madre, abuela -, como la
mediadora en las relaciones intradomésticas.

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CONCLUSIONES

La incorporación de las categorías analizadas facilitó el develamiento de ciertas situaciones.


Tal el caso de las especificaciones en cuanto a los distintos tipos de trabajos familiares (doméstico, de
consumo y de relaciones) que posibilitó el develar un dato de la realidad, cual es que los hombres
también contribuyen al trabajo familiar mediante tareas de reparación, construcción, etc., pero que a
la vez la línea de demarcación entre lo que se considera vulgarmente trabajo doméstico y este tipo de
tareas, es muy marcada, reforzando la devaluación del trabajo domestico propiamente dicho, no
casualmente a cargo de las mujeres y trasladando esta subestimación al mundo del trabajo doméstico
en la subvaloración social del servicio doméstico respecto de cualquier otra actividad. Entonces, la
preparación que reciben los hijos en el hogar a cargo de sus padres, sigue reforzando esta división. A
diferencia de los sectores sociales en que las mujeres han accedido a la educación secundaria y
terciaria, y por lo tanto enriquecido su capital cultural en sus tres dimensiones, lo que les ha facilitado
el acceso al trabajo extradoméstico remunerado en que compiten en condiciones de mayor equidad
(no total) con los hombres. En estos casos, la salida al mundo extradoméstico se convierte en un
elemento que libera o facilita a las mujeres el trabajo doméstico, ya sea por la democratización en la
distribución de responsabilidades y tareas en el seno de la unidad doméstica, o - las mas de las veces-
por la facilitación del acceso a tecnología de apoyo o el pago de servicio doméstico. Esto ultimo,
obviamente, refuerza la división de clases y por otro lado, no modifica las representaciones en torno a
la división de géneros de la organización doméstica, sino que atenúa sus efectos. Esta comparación
sirve a los efectos de ponderar algunas consecuencias que interesan al trabajo social como disciplina
de intervención.
Por ejemplo, se puede derivar de lo expuesto que habitus muy arraigados tienden a
reproducirse continuamente de generación en generación y que la incorporación de prácticas
diferentes no siempre produce modificaciones "per se" sino es con el agregado de la intervención de
elementos externos que operan como movilizadores de procesos conscientes dirigidos a la
modificación de pautas y valores (intervenciones profesionales y no profesionales como los grupos
de autoayuda, etc.). Si se observan las múltiples experiencias de este tipo, se podría agregar que son
mas efectivas toda vez que se realizan colectivamente. Ello nos agrega un elemento importante para
el trabajo social con familias, cual es que los procedimientos de prevención y promoción precisan
combinar el trabajo con grupos (de padres, de mujeres, de adolescentes, etc.) para la dilucidación de
hábitos y valores.

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Se puede concluir en que el tipo de familias analizadas pertenecen en su mayoría al sector


pobre urbano que utiliza las transferencias formales e informales como complemento, siendo aun
predominante la apelación al esfuerzo propio como medio de acceso a los recursos. Esto las
diferencia de aquellos subsectores del mismo grupo - mayoritariamente pobres estructurales- en que
la tendencia es la opuesta; una fuerte dependencia de las transferencias como mecanismo de
reproducción de recursos económicos, culturales y sociales y una escasa utilización del esfuerzo
propio, entendido este último no solamente como el trabajo extradoméstico, sino como el realizado
en el seno de la unidad doméstica y aquel que apela a crear, defender o reproducir capital cultural
tendiente a mantener el esfuerzo propio como base de su sostenimiento.
La reproducción cotidiana en el seno de las familias/unidades domésticas, concentra la mayor
cantidad de esfuerzos de la vida diaria de los individuos, reforzado este hecho por un lado en la
creencia en que el sostenimiento de los miembros es una responsabilidad exclusiva de la familia; por
el otro, por la retracción del mercado laboral.
Las características de posesión de vivienda, cierto nivel de educación formal y no formal y el
sostenimiento de los vínculos de parentesco, hace que estas familias sean mas proclives a demandar
recursos económicos, culturales y sociales en forma de servicios (prioritariamente la educación, la
salud y la alimentación) como complemento de sus recursos ya existentes, es decir para reforzar los
procesos de defensa y recreación, mas que de creación, de necesidades de tipo cultural y social. Al
poseer vivienda y algún tipo de trabajo, cuyo sostenimiento les demanda un esfuerzo constante, sus
necesidades se objetivan fundamentalmente en aquellos recursos que ayudarán a mejorar su
reproducción actual o a futuro. La idea de futuro que aparece en estas familias esta signando
fuertemente sus aspiraciones y sus esfuerzos actuales.
Estas características signan un tipo de intervención diferente, en caso de ser requerida, como
por ejemplo la posibilidad de desarrollar procedimientos co-gestivos tendientes a defender o mejorar
la provisión de recursos institucionales.
La fuerte conjunción mujer madre adulta como responsable del destino del hogar que está aun
fuertemente arraigada en el conjunto de valores de las familias asalariadas o con ingreso estable
puede ser trabajada en procesos de intervención a través de la dilucidación.
La tipificación sexual de estas actividades del trabajo doméstico nos permite incorporar al
hombre como titular de algunas de ellas y a la mujer de otras, con lo que habría un reconocimiento de
la participación masculina en el trabajo doméstico contraviniendo la creencia existente de que éste es
un espacio femenino exclusivo.

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“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

Hemos podido observar que la división sexual del trabajo doméstico es una constante, sin
importar cual sea la estructura y composición familiar, si la mujer/madre tiene o no una ocupación
remunerada dentro o fuera del hogar, si esta es o no estable, o si también es principal proveedora
económica de su hogar; si la madre está ausente del grupo corresidente o si es la abuela quien está a
cargo de la unidad doméstica.
El sistema de autoridad compartido por los adultos o impuesto por uno u otro concita
enfrentamientos intergeneracionales y de parentesco, fundamentalmente en estas familias con hijos
adolescentes, donde las necesidades, expectativas y problemáticas de la edad, se traducen en
diferentes jerarquizaciones/ priorizaciones a la de los adultos, especialmente en el área de consumo y
la redistribución de los beneficios.
El acceso a las transferencias formales de bienes y servicios requiere no sólo de la
disposición de tiempo para concurrir a las instituciones, sino también de saberes en torno al llenado y
uso de formularios, cumplimiento de trámites, conocimiento de la estructura organizacional, de la
ubicación geográfica, etc.
En pocos casos se visualiza la participación de algún miembro del grupo familiar en
organizaciones colectivas con otros individuos y/o familias que presentan las mismas necesidades e
intereses, a fin de gestionar la provisión de bienes y servicios institucionales. Sólo en dos casos se
visualiza participación en organizaciones públicas recreativas o comunitarias que impliquen
pertenencia, vínculo con amigo/as y que configuren un espacio de identificación con otros/as. Esto
nos plantea una posible retracción en la generación de estrategias de tipo colectivo para la superación
de obstáculos en la reproducción, lo que puede constituir una alternativa de intervención del Trabajo
Social.

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“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

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“NECESIDADES Y SATISFACTORES EN EL ANÁLISIS DEL ESPACIO SOCIAL FAMILIAR” – AÑO 1999 - .

ANEXOS

Matriz de Análisis Cualitativo

Necesidades y Recursos en el Espacio Social Familiar

Introducción:
A los efectos de plantear una matriz de análisis de necesidades y satisfactores en el espacio
social familiar es necesario actualizar algunas consideraciones ya planteadas y desarrolladas en el
estudio teórico referencial de esta investigación:
1) El concepto de necesidad de acuerdo a su objeto de satisfacción.
2) La importancia de situar el análisis de la relación entre necesidades y satisfactores en
un contexto, espacio y tiempo determinados, así como el reconocimiento del campo de lucha por
la satisfacción de necesidades.
3) El reconocimiento de procesos en los que se produce la circulación de recursos
materiales y no materiales para la satisfacción de necesidades.
4) La confluencia de dos modalidades de aproximación al diagnóstico familiar: uno
longitudinal, que incluye las historias de vida personal y familiar, y el modo en que se conforman
los distintos tipos de capital que los sujetos y los grupos domésticos acumulan y que pueden
operar como recursos. Otro transversal, que describe y analiza los procesos vividos en la
actualidad.
5) El centramiento de la unidad doméstica en la necesidad de reproducción cotidiana de
sus miembros.
6) La identificación de dos dimensiones en la conformación de necesidades en el espacio
familiar/doméstico: Las atribuidas socialmente y las que surgen del entrelazamiento de sus
miembros como disputa por la legitimación de sus necesidades personales (de acuerdo a
parámetros de género, generación, parentesco, múltiple pertenencia, otras posiciones fuera de la
UD, etc.).
7) A los efectos del análisis de casos para el estudio cualitativo desarrollaremos
exhaustivamente una función prioritaria atribuida y ejercida por las unidades domésticas que es la
reproducción cotidiana de sus miembros. Para ello, consideraremos como categorías analíticas del

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proceso de vinculación entre necesidades y recursos en el espacio social familiar las siguientes,
ya desarrolladas en el marco teórico:
Trabajo Familiar: como el conjunto de actividades y tareas directamente vinculadas a la
reproducción de las familias. El mismo se desglosa en tres tipos (que tratan sobre los procesos en
relación a los requerimientos de la reproducción cotidiana de sus miembros): a) trabajo
doméstico, que comprende tareas como la limpieza mantenimiento de la vivienda y otros enseres
domésticos, la preparación de alimentos, las reparaciones de instalaciones tales como las
eléctricas y de plomería, la jardinería, etc.. b) el trabajo de consumo que comprende además de la
organización de las compras (alimentos, vestido, etc.) el uso de los servicios públicos y privados
(salud, educación, etc.) y el pago de estos servicios. c) el trabajo de relación que implica un
componente afectivo, una actitud, un esfuerzo, una habilidad para adecuar los recursos
disponibles a las necesidades, tanto sosteniendo sus relaciones al interior de la familia como con
personas fuera de la unidad doméstica. Se relaciona con la función de reproducción social, como
las actividades de socialización y estabilización socio-afectiva de los miembros: supervisar las
tareas escolares, bañar los hijos, cuidar su salud, educar.
Las necesidades serán trabajadas en relación a los procesos de Reproducción cotidiana
acorde a objetos de satisfacción que pueden ser personas, bienes o servicios (materiales) de tipo
Económico, Cultural o Social, o Valores, Creencias, Saberes, Habilidades, Afectos (no
materiales).

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