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I. ANTECEDENTES.
Desde la antigüedad, tanto en los regímenes despóticos y absolutistas, en los que la voluntad de los
gobernantes era la suprema ley y los gobernados no podían hacer otra cosa que someterse y obedecer,
como ocurrió también en el antiguo Oriente y en algunas épocas y circunstancias de Grecia y Roma, en
donde no se veía el reconocimiento de la participación de sus ciudadanos en la integración de sus
gobiernos, argumentando diversos planteamientos como veremos a continuación.
2. El esclavismo.
Después de la Segunda Guerra Púnica, aumentó el número de esclavos, con la cual se notó cierto
desarrollo en lo que entonces pudiera haberse llamado industria.
4. Iusnaturalismo racionalista.
Alimentó los fundamentos actuales de los derechos humanos… Durante la Edad Media se confundieron
los órdenes natural y sobrenatural, lo eclesiástico y lo civil, lo humano y lo divino. El orden natural es
el propio de la naturaleza humana como tal, prescindiendo de su posibilidad de elevarse al orden
sobrenatural. Por ello, “todo hombre, simplemente por el hecho de serlo, sea o no cristiano, posee en
cuanto tal un conjunto de derechos fundamentales, inherentes a su personalidad”. Estos conceptos
desplazaron a la visión teocentrista medieval y colocar al hombre hacia el centro de la naturaleza.
El hombre es una persona racional, libre, moral, responsable de sus acciones. De esta naturaleza surgen
los derechos naturales innatos: derecho a la vida, a la integridad corporal, a la libertad religiosa y fundar,
conservar y defender una familia.
5. Iusnaturalismo humanista.
A partir de la segunda mitad del siglo pasado comenzó a gestarse un iusnaturalismo al que calificamos
de “humanista” ya que finca esencialmente en una preocupación por garantizar universalmente al
hombre el respeto y la protección frente a toda violación a una serie de mínimos que, se considera,
hacen a su condición de tal.
Aunque no existe una fecha exacta del inicio histórico de los derechos humanos, en lo planteado
anteriormente puede observarse que no encontramos a la persona humana como núcleo de las diversas
disposiciones analizadas.En el siglo XIII comienzan a darse las reivindicaciones, inician las rebeliones
contra las monarquías y las acciones de sus miembros, contra la arbitrariedad de las organizaciones
estatales. Este movimiento por las libertades que aparece en Inglaterra tendrá luego diversos escenarios,
Estados Unidos y Francia, que constituyen nuevos parteaguas en la historia de los derechos humanos.
1. La Carta Magna de 1215.
La Magna Carta Libertatum, Charte Magne o Carta Magna de las Libertades de Inglaterra y el
fundamento de sus libertades; ello a pesar de que no cuenta con los elementos necesarios para ser
considerada una Constitución.
En agosto de 1291, al constituirse la Confederación Suiza, se dictó un pacto en el cual se plasman
algunas de las peculiares ideas sobre la forma en que se pretende proteger a los habitantes de los tres
valles confederados.
En Suecia, hacia 1350, destaca el Código de Magnus Erikson, obliga al rey a jurar que sería leal y justo
con sus ciudadanos, de manera que no prive a ninguno, pobre o rico, de su vida o de su integridad
corporal sin un proceso judicial en debida forma, como lo prescriben el derecho y la justicia del país, y
que tampoco prive a nadie de sus bienes si no conforme a derecho y por un proceso legal.
Así mismo, a principios del siglo xvi, 1N 1505, se dicta en Polonia la Constitución Nuihilnovi…
decretando que desde ahora nada sea decidido sin el consentimiento común del Consejo y de los
Diputados.
Algunos años después, el 18 de mayo de 1525, se dicta el acta de abolición de la servidumbre en Zurich.
Otro documento de importancia es la Bula Sublimis Deus concedida por el papa Paulo III, de 2 de junio
de 1537.
Un documento de suma importancia, poco conocido, es el edicto de Nantes, formado el 13 de abril de
1598. La finalidad de este edicto es lograr que coexista la religión católica y protestante, con iguales
derechos, en el marco de un Estado católico. Por tal objetivo se le ha señalado como un edicto de
tolerancia.
1. Preliminares.
Los derechos humanos, cuya evolución histórica brevemente analizamos en páginas anteriores, ha
seguido un curso histórico evolutivo, en donde el hombre ha ido conquistando derechos para desarrollar
una existencia plena y una vida digna.
Esta evolución, sin embargo, se encuentra abruptamente detenida a partir de la década de los ochenta,
en contrastante un modelo económico comienza a desarrollarse a nivel planetario. Gran Bretaña de
Margareth Thatcher y los Estados Unidos de Ronald Reagan imponen al mundo, a través de los
organismos financieros multinacionales, políticas públicas restrictivas y austeras conocidas como el
Consenso de Washington; decálogo que fue erosionando las políticas públicas progresistas en el mundo,
y que lograron hegemonías en la mayoría de los países latinoamericanos y europeos.
2. Los fundadores.
Tres nombres destacan al respecto: Milton Friedman, Ludwig von Mises y Friedrich August von
Hayek.34 Ellos articulan el basamento conceptual teórico del modelo neoliberal, que en la época de los
ochenta emergió con el paradigma “menos Estado y más mercado”.
a) La dificultad inicial se presenta por el carácter emotivo del término derechos fundamentales..., hay
que señalar que la utilización de conceptos como dignidad humana, libertad e igualdad es
imprescindible para el razonamiento que conduzca a entender la noción de derechos fundamentales…
Una vez más, aparece claro que la neutralidad (la wertfreiheit) es un objetivo imposible en la filosofía
jurídica, política y moral, y en las ciencias sociales.
La aproximación al concepto se puede hacer desde la dimensión sincrónica y desde la dimensión
diacrónica; ambas son complementarias y las vamos a considerar sucesivamente.
b) La aparición del concepto de derechos fundamentales se producirá en la historia a partir del tránsito
a la modernidad. Las ideas de dignidad, de libertad y de igualdad se encuentran en la historia antes del
Renacimiento, pero no se formularán como derechos hasta el mundo moderno.
Tres puntos de vista históricos son relevantes para entender la aparición y desarrollo de esos derechos
fundamentales y el papel que la historia juega en ellos… Se trata desde el momento en que se
incorporan por primera vez al Derecho positivo, con la revolución liberal en el siglo XVII, en Gran
Bretaña, y en el siglo XVIII en las colonias inglesas de Norteamérica y en la Francia de 1789.
c) La sociedad en sus orígenes en los siglos XVI y XVII, aunque el principio de la modernidad
arranca de más atrás, va adquiriendo una serie de dimensiones en cuyo seno aparece el concepto de
derechos fundamentales.
Los derechos fundamentales serán un límite al poder del Estado para garantizar un ámbito de
autonomía y de libertad al individuo burgués. En efecto, esa burguesía, al emerger, se amparará en el
Estado naciente, todavía como Estado absoluto, para fortalecerse y para fortalecer al sistema
económico frente a los gremios, al feudalismo y a todas las trabas existentes para la libertad de
comercio y de industria… Entonces, el individualismo de la burguesía, apoyado en las ideas del
contrato social y de los derechos —--que entonces se presentaban como derechos naturales—, junto
con los demás rasgos de la cultura liberal, usando como arma intelectual el iusnaturalismo
racionalista, se separarán, combatirán y finalmente destruirán a ese Estado absoluto que primero sirvió
a sus intereses.
Una nueva mentalidad, impulsada por los humanistas y por los hombres de la reforma..., coincidirá en
la defensa del individualismo, del racionalismo y del proceso de secularización.
El humanismo. que se iniciará sobre todo en Italia ya a partir del siglo XIV (Burckhardt, Garin),
supone una nueva visión del mundo, en oposición a la visión totalizadora, dominada por la filosofía
escolástica, del mundo medieval.
La ruptura de la autoridad de la Iglesias el libre examen y la traducción de la Biblia en lengua vulgar
supondrán un impulso de la iniciativa individual, del pluralismo, del relativismo y de la tolerancia,
aunque naturalmente el fenómeno protestante es más complejo (Troeltsch)... La garantía que Dios
representaba en el orden medieval desaparece con el proceso de secularización y habrá que buscar
unas garantías de orden que sustituyan a Ias anteriores, que habrá que encontrar en la misma
naturaleza humana: es el orden del individualismo de los derechos fundamentales.
d) En esa sociedad que acabamos de identificar, tres serán los ámbitos en los cuales aflorarán
específicamente los derechos fundamentales: el debate sobre la tolerancia, el debate sobre los límites
del poder y el que se produce para la humanización del Derecho en el ámbito penal procesal… en
correspondencia con esos tres procesos serán las libertades individuales, los derechos políticos y de
participación y las garantías procesales. Esta constatación es una comprobación de la imposibilidad de
una fundamentación racional de los derechos que prescinda de la historia. Por esa razón combinamos
el análisis diacrónico con el sincrónico.
La historia de la tolerancia (Lecler) llevará a distinguir entre Derecho y moral (Thomasio), quedando
el fuero interno protegido frente al Derecho expresión del soberano. Será el primer paso para la
protección de un ámbito de autonomía para la conciencia, para el pensamiento y después para la
opinión y para sus formas de expresión.
e) Una generalización de la reflexión sobre la tolerancia llevará al gran debate que conduce a la
superación del absolutismo y a la Revolución liberal: será la reflexión sobre los límites del poder.
Desde tres puntos de vista se discutirá ese poder absoluto y se preconizará su limitación: desde la
justificación del poder, desde la organización del poder y desde la relación del poder con los
ciudadanos.
Uno de los diagnósticos de estos autores se refiere a la necesidad de dividir al poder, para contraponer
un poder a otro y para que se equilibren y se contrapesen. Así, en una segunda dimensión referida a la
organización del poder, se propugna la limitación del poder a través de su separación.
Finalmente se cuestionará el poder absoluto desde su relación con los ciudadanos y en este campo se
defenderá como límite del poder la existencia de unos derechos naturales, previos al poder y que éste
debe respetar.
f) El movimiento por la humanización del Derecho penal y procesal será decisivo para la
configuración de los derechos fundamentales tal como aparecen en el inicial Estado liberal.
Así, desde una perspectiva que prescindiese de los matices históricos, se podría reducir racionalmente
todo el inicial movimiento de los derechos fundamentales a un movimiento por limitar el poder
absoluto. Sin embargo, parece conveniente mantener la división tripartita que aquí hacemos, porque,
tanto la tolerancia que aparece inicial y automáticamente al principio, como la lucha por la
humanización del Derecho penal y procesal, tienen una dinámica propia, con independencia de sus
conexiones últimas con lo que hemos denominado lucha por los límites del poder.
h) Con el triunfo de la revolución liberal, en Francia, en los Estados Unidos y con sus extensión
progresiva a otros países, se iniciará propiamente, en su plenitud, la peripecia histórica de los
derechos fundamentales.
Desde ese momento hasta hoy, esa evolución se puede analizar desde tres procesos que la explican: su
positivación, su generalización y su internacionalización. En este triple punto de vista se abarcan las
etapas que nos conducen a lo que hoy entendemos con esta noción de derechos.
i) Por la positivación entendemos el movimiento que se produce a partir del siglo XVIII, coincidiendo
ya con el iusnaturalismo en sus últimas fases de hegemonía y con su posterior crisis… La
fundamentación racional no sirve para detener y limitar al poder y es necesario que éste asuma esa
filosofía y la incorpore a su Derecho positivo. Toda la crítica a la insuficiencia del Derecho natural
(Kelsen, Bobbio) sirve para la crítica a los derechos naturales.
La necesidad de superar el Estado de naturaleza, donde el disfrute de Ios derechos es inseguro y los
hombres se encuentran expuestos a ser atropellados por otros hombres, en definitiva, la justificación
del contrato social y del poder que, en su consecuencia, es el principio del proceso de positivación.
En los siglos XIX y XX, el proceso de positivación se perfilará y se completará con la toma de
conciencia de la necesidad de las garantías y de la protección judicial de los derechos fundamentales.
j) Quizás la dimensión más importante para la comprensión actual de nuestro tema sea la generación
de los derechos.
Frente a la teórica afirmación de origen iusnaturalista de que los derechos eran para todos los
hombres, la realidad era muy distinta. Algunos de los derechos no se extendían a todos, como la
participación política o el sufragio, y se justificaba esta discriminación (Kant, liberalismo
conservador); otros derechos que podían tender a impulsar esa igualdad, era de imposible contenido
igualitario… El proceso de generalización pretende superar ese desajuste entre unas declaraciones de
igualdad natural y una realidad que lo negaba, intentando convertir en reales los principios de 1789 de
libertad, igualdad y fraternidad.
Se niega esta posibilidad por dos movimientos contradictorios, el liberalismo conservador, que
afirmaba la imposibilidad de mantener la libertad si se generalizaba para todos (Constant, Guizot) y el
socialismo totalitario (Marx, Engels, Lenin), que pretende la descalificación despectiva del concepto,
construyendo la igualdad precisamente desde el postulado de la desaparición de la libertad y de las
instituciones jurídicas y políticas surgidas de la revolución liberal. Sin embargo, sectores cada vez
más importantes, tanto en el seno del liberalismo (Stuart Mill) como del socialismo (Blanc Lasalle,
Bernstein) llevarán adelante la generalización de los derechos fundamentales, partiendo de la tesis de
que no existe contradicción, sino complementariedad, entre los ideales de la revolución liberal y del
socialismo, entre la libertad y la igualdad.
k) El proceso de internacionalización es el más actual de los tres que explican los derechos
fundamentales desde su devenir histórico.
Pone de relieve la existencia de una contradicción entre el hecho de que el poder político nacional sea
el creador del Derecho interno, donde se recogen y se protegen los derechos, y al mismo tiempo sea
el límite del poder la defensa del individuo ante el poder, una de las razones que justifican su
aparición.
Por Otra parte, la defensa de los derechos humanos en la sociedad actual exige la concertación de los
Estados para una defensa más eficaz
Así se entienden las dos dimensiones básicas que están en la raíz de la progresiva tendencia a un
tratamiento de los derechos fundamentales a nivel internacional.
La dificultad mayor en este proceso de internacionalización está en la inexistencia de un poder
político efectivo, por encima del Estado, y capaz de garantizar la eficacia del Derecho internacional de
los derechos fundamentales.
DISCAPACIDAD
A MODO DE COROLARIO.
señalamos que es imposible desanudar los procesos de configuración del Estado nación en su búsqueda
homogeneizante con las respuestas que –ese Estado incipiente– producía a aquellos que hoy
denominamos personas con discapacidad. Lo que anuda la respuesta a la discapacidad y la
configuración de un Estado que necesitaba consolidarse es la producción de una biologización de los
cuerpos y sus funciones, sumado a la producción de capacitismo.
La forma corporal sumada a la valorización para el trabajo serán dos ejes parteaguas en la
producción de la política de discapacidad. Racialización y capacitismo toman formas diferenciales
en distintos momentos históricos, pero operan como poleas de transmisión de la configuración de
política de discapacidad en Argentina.
Quijano (2011) plantea que la colonialidad del saber y del poder, enraizada en la invención de la raza
convirtió al cuerpo en una naturaleza por civilizar, reprimir, domesticar, y agregaremos rehabilitar, re-
funcionalizar.
Al unir el capitalismo al trabajo y a la raza, como la razón iluminista evidencia una forma de pensar y
vivir las relaciones raciales, de género y cognitivas vinculadas a la banalización del cuerpo, inherente a
estrategias para controlar el racismo producido por la modernidad colonial/racial (Antonacci, 2016:
509).
Las conexiones intercategoriales –racialización y capacitismo– necesariamente deben ponerse en
diálogo con las expresiones de heterogeneidad constitutivas de la categoría discapacidad. Estos
encuentros intercategoriales, interseccionales, posibilitan narrar las contradicciones, las paradojas que
supone producir políticas de discapacidad que no operen como discapacitantes ni se liberalicen
despreocupándose de las condiciones de reproducción de algunos colectivos.
- PERSPECTIVAS EN DISCAPACIDAD.
Perspectivas o tendencias en el campo de la discapacidad:
● Perspectiva SOCIO-POLÍTICA:
Ubica que la discapacidad es una “ficción” que se construye en el marco de relaciones sociales de
desigualdad.
Consideran a la discapacidad como una producción social y cultural.
Esta mirada spone la ruptura con la idea de “déficit”.
Claves conceptuales:
- Matriz Colonial-Capacitista.
- Ideología de la Normalidad.
- Corporalidades Alternantes-Alteridad.
- Interseccionalidad.
- Autonomía-Interdependencia.
Desde esta perspectiva se critican las concepciones que “miran” a la discapacidad como:
- tragedia personal.
- desviación social.
- variedad que enriquece al conjunto.
De lo macro a lo micro.
- Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad (2006) Naciones Unidas
- Ley Nacional N° 26378/2008
MARCO LEGAL NACIONAL.
1. LEY N° 22431/81 crea el Sistema de protección integral de los discapacitados. Decreto
reglamentario 498/1983. Para asegurar atención médica, educación y seguridad social de los
discapacitados. (Perspectiva Rehabilitadora)
2. LEY N° 24901/97 crea el Sistema de Prestaciones Básicas en habilitación y rehabilitación
integral a favor de las personas con discapacidad. Decreto reglamentario 1193/1998. Esta ley
complementa la anterior, no la deroga. Contempla acciones de Prevención, Asistencia,
Promoción y Protección con el objetivo de brindarles a las PCD cobertura a sus necesidades y
requerimientos.
CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL.
- LEY No 26994 CAPACIDAD JURÍDICA de las PCD (Art. 12 de la Convención) “Toda
persona goza de la aptitud para ser titular de derechos y deberes jurídicos. La ley puede privar
o limitar esta capacidad respecto de hechos, simples actos, o actos jurídicos determinados”
(Art. 22 del CCyC)
VEJEZ
Introducción.
El presente trabajo está basado en la práctica profesional de intervención en el campo gerontológico,
entendiendo al mismo como un espacio multidimensional e interdisciplinario, en el cual el aporte del
Trabajo Social es nodal.
En un primer apartado se aborda el fenómeno del envejecimiento en dos dimensiones que ayudan a su
comprensión: 1) la dimensión micro-social, en cuanto se trata de la vejez y el proceso de
envejecimiento como una construcción social y etapa del ciclo vital; 2) la dimensión macro-
estructural, referida al análisis demográfico. A partir de este encuadre, se proponen algunas líneas de
intervención consideradas relevantes en el quehacer profesional.
En un segundo momento, se propone reflexionar desde qué posicionamientos se interviene
profesionalmente. En este sentido, adquiere importancia el Paradigma de Derechos, como marco
epistemológico y teórico desde el cual se pretende intervenir. En esta dirección se destacan los aportes
al campo gerontológico de dicho paradigma, a nivel internacional y regional.
Posteriormente, se analizan dimensiones teóricas que se desprenden del marco normativo, tomando
como eje principal la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las
Personas Mayores y su vinculación con la intervención social.
Finalmente, se analizan avances y retrocesos en relación al Programa de Inclusión Previsional y la
nueva Ley de reparación histórica (Ley 27260) promulgada en junio de 2016.
El abordaje gerontológico.
Tiene su razón de ser, en cuanto campo de intervención, a partir del abordaje de las temáticas
relacionadas con la vejez como etapa del ciclo vital y el proceso de envejecimiento en su
dimensión micro y macro estructural.
Lo micro-social hace referencia al proceso de envejecimiento como fenómeno individual, irreversible
y heterogéneo por el que atraviesan los sujetos que cursan la última etapa del ciclo vital, identificándose
al grupo etario de 60 años y más… No obstante, es de considerar que el criterio de edad es sólo a los
fines convencionales, ya que el proceso de envejecimiento es una construcción social, determinado por
múltiples factores, entre ellos el contexto social, la posición de clase y género, las trayectorias sociales
y laborales de los sujetos en cuestión.
Por otra parte, el nivel macro estructural nos remite al creciente proceso de envejecimiento
poblacional, tanto a nivel mundial como regional y dentro de ello… Cabe aclarar que se considera que
un país tiene una estructura poblacional envejecida cuando el porcentaje de personas de 60 años y más
es del 7% o más. (Roque y Fassio, 2012).
La Encuesta Nacional sobre Calidad de Vida de Adultos Mayores (2012) define el envejecimiento
poblacional como los cambios que se producen en la estructura por edades en dicha población,
caracterizado por el aumento del peso relativo de las personas en edades avanzadas y la disminución
del peso relativo de los más jóvenes. Es decir, los cambios en la estructura de la población están
relacionados con el proceso de transición demográfica, la cual refiere a los cambios que se van dando
en una sociedad a partir de la reducción en las tasas de fecundidad, disminución de las tasas de
mortalidad y aumento de la esperanza de vida. Y en algunos casos, el impacto de las migraciones, puede
contribuir al efecto de rejuvenecer o envejecer dicha estructura.
De acuerdo a lo expresado anteriormente, surge preguntarse ¿cuáles son las principales tendencias
demográficas que se observan en este grupo etario? Se destacan fundamentalmente tres aspectos:
1. El “envejecimiento del envejecimiento”, que implica el aumento y crecimiento relativo del grupo
etario de 80 años y más.
2. La “feminización del envejecimiento”, fenómeno que se observa a medida que aumenta la edad,
la mayor presencia de mujeres. No obstante, el hecho que las mujeres vivan más años no implica
que vivan mejor, llegan a más viejas pero con mayor grado de deterioro en su estado de salud y
grado de dependencia.
3. La constitución de hogares. La cual es analizada a partir de tres categorías:
a) los hogares unipersonales, representan el 20.7%, correspondiendo mayoritariamente a la
población más envejecida;
b) los hogares unigeneracionales, constituyen el 31%, cuya característica principal es la
prevalencia de jefatura masculina y tendencia a concentrarse preferentemente en las edades más
avanzadas (al igual que la categoría anterior); y
c) los hogares multigeneracionales, que corresponden al 48.3 % restante. En éstos prevalecen, del
mismo modo que en el grupo anterior, las jefaturas de tipo masculina y se concentran
mayoritariamente en el grupo de 60-74 años. (ENCAVIAM, 2012).
En este escenario la Gerontología como campo de actuación comienza a tener mayor preponderancia
a partir de la segunda mitad de siglo XX. Su enfoque tiende al estudio de la vejez y el envejecimiento
desde una perspectiva integral, con un enfoque multidimensional.
De este modo:
“La gerontología analiza el proceso de envejecimiento en todas sus dimensiones: biológica, psíquica,
económica, política, educativa y social. Se trata del estudio de la vejez desde un enfoque
interdisciplinario, siendo su propósito conocer el proceso de envejecimiento y la práctica profesional
que permita mejorar la calidad de vida de los adultos mayores”. (Piña Morán 2006:4).
Dentro de este campo de intervención, el Trabajo Social realiza su aporte disciplinario en sus diferentes
niveles de abordaje (abarcando lo familiar, grupal, comunitario-territorial y organizacional) y
desplegando múltiples estrategias, tales como la intersectorialidad, la promoción de derechos, la
participación de los propios adultos mayores en diferentes espacios sociales, así como la articulación
con actores sociales y trabajo con redes sociales y comunitarias, entre otras.
Es de destacar que la intervención gerontológica implica, en primer lugar, el reconocimiento y el
trabajo conjunto con los propios sujetos (adultos mayores), lo cual tiende a promover la participación y
empoderamiento de los mismos mediante el fortalecimiento de espacios de representación social y
política en las organizaciones propias del sector.
En segundo término, adquieren relevancia otros actores que intervienen en este campo, tales como los
equipos profesionales, el personal de las organizaciones y los actores políticos.
Introducción.
El interés por el envejecimiento se ha producido a lo largo de toda la historia de la humanidad y en
diferentes civilizaciones, aunque no siempre con carácter científico.
Existe cierto consenso en situar los inicios de la investigación científica sobre el envejecimiento en la
obra de Francis Bacon, “History of Life and Death” (1613). Reconocido por ser uno de los pioneros en
el pensamiento científico moderno, Bacon planteó que la vida humana podría prolongarse en la medida
en que mejorasen las condiciones de higiene, médicas y sociales.
En la propuesta de Carbajo Vélez (2008), se distinguen tres grandes momentos históricos en la
investigación científica sobre el envejecimiento. A saber: el primero, denominado “fase de arranque”
(1), se caracterizó por el surgimiento de la Geriatría durante el siglo XIX y las investigaciones de
orientación médica, que consideraron los aspectos del declive biológico de las personas mayores. El
segundo, denominado “fase de desarrollo” (2), estuvo signado por la aparición de la Gerontología
durante el siglo XX y las investigaciones médicas sobre las causas y condiciones del envejecimiento y
los cambios de comportamiento en la vejez. El tercero, igualmente en el siglo XX, se distinguió por el
surgimiento de la Psico-gerontología y las investigaciones psicológicas sobre la vejez.
En el ámbito de la teoría social,... Según Díaz Tendero Bollain (2011), las primeras teorías surgieron
desde la psicología social, hacia los años 1960, fundamentadas en el envejecimiento individual. Éstas
propusieron explicaciones “adaptativas”, centradas en la capacidad de interacción del individuo con el
medio social. Dentro de esta generación, se situaron la “teoría de la desvinculación o el desapego”, la
“teoría de la actividad”, la “teoría de la continuidad”, entre otras.
Una segunda generación de teorías, provenientes de la sociología funcionalista y de corte macro o
estructuralistas, analizaron el impacto de la organización social sobre el envejecimiento y las cohortes
envejecidas. Fueron representantes de esta generación, por ejemplo, la “teoría de la modernización” y
la “teoría de la estratificación etárea”.
Ya en las décadas de 1980 y 1990, surgió una tercera generación que vinculó las dos teorías anteriores,
en línea con el auge de la integración en la sociología. En este grupo, se ubicaron la “teoría del ciclo
vital”, la “teoría del construccionismo social” y la “teoría de la economía política del envejecimiento”,
entre las más importantes.
A partir de 1945, se abrió un período de expansión institucional de la gerontología... A partir de los
años 60’, se celebraron las primeras conferencias nacionales e internacionales sobre la vejez… Así, los
organismos internacionales y, en especial, las Naciones Unidas han venido impulsado los estudios en
el campo… Se trata de producciones que describen los procesos de envejecimiento en los países de la
región, con tendencias prospectivas. Se sitúan en el enfoque de derechos y analizan la institucionalidad
y las políticas públicas en la materia (Acosta González, Picaso Risso y Perrota González, 2018).
En las últimas décadas, la investigación sobre el envejecimiento se convirtió en uno de los campos de
mayor interés para la academia. Sin embargo, la mayoría de los trabajos contemplan aspectos
relacionados con la biología, la medicina y la psicología, siendo las ciencias sociales las de menor
presencia en el campo (Fundación CSCS, 2016). Por otra parte, hay quienes sostienen que los
desarrollos recientes se explican por la presión que el grupo social de personas mayores ejerce en tanto
segmento demandante de servicios y políticas sociales específicas y, a la vez, potencialmente influyente
desde el punto de vista político y electoral. Por ende, en términos generales, las investigaciones se
habrían dirigido más a una búsqueda de conocimiento pragmático para resolver los emergentes del
envejecimiento poblacional, que al desarrollo de una teoría explicativa (Pérez Ortiz, 1997).
Ahora bien, ¿cuál fue el lugar de las ciencias sociales argentinas en este devenir? Las primeras
investigaciones en gerontología social se remontan a fines de la década de 1960. La mayoría de las
contribuciones pioneras provinieron de la sociología y el trabajo social. Gastrón (2011) relata el
desarrollo de la gerontología social en clave histórica. De acuerdo con la autora.. (1) entre los años 1948
y 1971, la gerontología se encontraba “en gestación”. Comenzaba a atisbarse entre los profesionales
sociales la preocupación por el envejecimiento, al calor del reconocimiento de los Derechos de la
Ancianidad y su presentación ante la ONU.
(2) Hacia el año 1971 y hasta el golpe de Estado del 76, la gerontología argentina atravesó su etapa
“contestataria”... El contexto era el de la “reconceptualización” en el trabajo social y el auge en la
sociología de teorías basadas en el conflicto… La idea de “interdisciplina” se hacía lugar de la mano de
algunas personalidades de la psicología y la psiquiatría que insistían en la necesidad de que los
profesionales de distintos campos se vinculasen… en 1974, se creó el Centro de Estudios
Gerontológicos de Buenos Aires, el cual, aunque sin ser una institución formal ni contar con sede propia,
logró convertirse en un centro de formación para el trabajo en equipo y cuestionó la hegemonía médica.
(3) Durante los años de la dictadura, el desarrollo de la gerontología fue “latente”. Muchos de los que
se habían dedicado al envejecimiento en organismos oficiales tuvieron que renunciar. Además, la
formación académica y la investigación fueron obturadas y desfinanciadas. Fue la época de la
“universidad de las catacumbas”... Ya en 1982, tuvo lugar el primer curso para la formación de equipos
en Carcarañá, cerca de la ciudad de Rosario. Ese mismo año se fundó AIGGRA, que dominó la escena
interdisciplinaria al “interior” del país. Progresivamente, Rosario se volvió sede de cursos y seminarios
de especialidad. En paralelo, se crearon las primeras revistas específicas en la temática,
(4) A partir de 1983, fue posible el despliegue de la gerontología “democrática” y “académica”... En
el año 1984, se fundó en la Universidad Nacional de Entre Ríos el Departamento de Mediana y Tercera
Edad, dando lugar a un ensayo inédito en el país, en contacto con instituciones de otros países de las
denominadas “escuelas y universidades para la tercera edad”. Entre 1985 y 1987, se abrió la “Cátedra
de Psicología de la Tercera Edad y Vejez” en la Facultad de Psicología y el “Seminario Envejecimiento
y Sociedad” en la Facultad de Ciencias Sociales, ambas de la Universidad de Buenos Aires; también se
incorporó la asignatura “Gerontología Social” en la carrera de trabajo social en Luján. Estas fueron
pioneras en la formación de grado profesional en gerontología social. En cuanto al nivel de posgrado,
la primera experiencia fue la Maestría en Gerontología de Universidad de Córdoba. A partir de los años
80’, el CONICET comenzó a financia proyectos a profesionales en formación y el inicio de carreras de
investigación afines.
Actualizando la descripción de Gastrón, podemos señalar que en los últimos años la gerontología se
consolidó como disciplina en la Argentina.
La nota distintiva de nuestro tiempo es el surgimiento de nuevas miradas, ligadas a posturas políticas y
epistemológicas que enfatizan la condición de las personas mayores como sujeto de derechos y los
aspectos positivos y potencialidades del envejecer, ya sea a nivel individual o colectivo. A este
desarrollo suele aludirse,.. un “nuevo paradigma” sobre el envejecimiento.
Desarrollo.
Observamos que las indagaciones de nuestro interés, a pesar de estar sustentadas en diferentes enfoques
teóricos y abordajes metodológicos, convergieron en una de tres aproximaciones al problema, que van
desde: el estudio de las políticas públicas orientadas a la protección social de las personas mayores (1),
hasta el de la condición de ciudadanía como plexo de derechos y deberes y de los derechos humanos en
la vejez (3), pasando por el de las condiciones y modos de vida de los mayores y sus familias en
diferentes contextos (2). Además, notamos cierta cronología en la trayectoria recién descrita.
Proponemos, entonces, una revisión de las mismas ordenándolas en tres grandes grupos.
Comentarios de cierre.
En este artículo intentamos una reconstrucción del estado del arte de las investigaciones sociales que
examinaron la tensión entre la ciudadanía y la cuestión social en la vejez para el caso argentino. A la
vez, propusimos una forma de ordenarlas, puesto que identificamos tres grandes aproximaciones al
problema de nuestro interés y una aparente cronología en su devenir.... No concebimos esta forma de
ordenar las investigaciones en cuestión como la única posible, ya que como todo intento de
sistematización conlleva cierta arbitrariedad.
Son muchos los desafíos a futuro. Si bien la aproximación desde el estudio de las políticas públicas al
problema de la ciudadanía y la cuestión social en la vejez es la que posee más recorrido en cantidad de
años, aún son pocas las investigaciones que superan la visión que caracterizamos como negativa,
alarmista, del envejecimiento y dejan de lado la lectura económica de la intervención social del Estado,
centrada en sus costos y sostenibilidad. En su lugar, podrían aportarse nuevos abordajes enfocados en
el proceso de producción de las políticas públicas, atentos a las dinámicas relacionales entre los
diferentes actores del sistema político, las pujas de intereses y los dilemas a los que éstos se enfrentan;
como así también, descripciones densas, sobre el funcionamiento real del Estado y la incidencia de sus
políticas sobre las condiciones y modos de vida de las personas mayores. Por otra parte, entre las
investigaciones que van más allá de lo económico, la mayoría analiza las políticas sociales de vejez a
nivel nacional y gran parte de ellas las reduce a las políticas previsionales. Es así que, se descuida el
análisis de las acciones que llevan adelante otros niveles del Estado, en un contexto en donde la
producción y distribución del bienestar social de la ciudadanía compete más que nunca antes a los
gobiernos locales. También, se olvidan otras posibles acciones, diferentes a las de previsión social pero
igualmente importantes como las de cuidado, accesibilidad, ocio y participación, para mencionar
algunas.
En relación al segundo grupo, notamos que son escasas las indagaciones sobre las condiciones y modos
de vida de las personas mayores en el “interior” del país y en contextos rurales o rururbanos. Además,
entre los estudios que proponen un abordaje cualitativo de estas cuestiones, sería interesante contar con
aproximaciones que ponderen la voz de las personas mayores, dando mayor lugar en el análisis a las
cuestiones simbólicas y a sus subjetividades. Por otro lado, no encontramos trabajos que expresen una
intención de comprender la situación de la totalidad de la población en edad avanzada, sino que los
existentes centran la atención en los sectores sociales más vulnerables. Sin pretensiones de quitarle
mérito a estos ejercicios, que son necesarios para conocer y comprender la situación de los más
postergados de nuestra sociedad, sobre todo en momentos de alta criticidad social, como fue el de los
90’ o es el actual, sostenemos que sería oportuno indagar también en la situación de otros sectores
sociales. Sobre todo teniendo presente que, dada la amplia desigualdad social, no existe una forma única
de envejecer (Gastrón, Oddone y Lynch, 2011). En este sentido, estas investigaciones podrían
brindarnos un panorama más claro de las “vejeces” en nuestro país y, tal vez, los casos de
envejecimiento “exitoso”, servir al diseño de estrategias de acción que mejoren la situación de quienes
se encuentran en desventaja.
Por último, respecto del tercer grupo, conformado por investigaciones más recientes, queda por explotar
la aproximación que complemente la interpretación jurídica sobre la ciudadanía -aquella que la
caracteriza como un plexo de derechos y deberes igualitarios y universales- analizando cómo éstos se
concretan en la realidad de la vida cotidiana de las personas mayores. Algo similar sucede con la idea
del envejecimiento activo. Es un concepto técnico, con fuerte contenido instituyente en términos
imaginarios y políticos, que promueve la adhesión a un modelo de envejecimiento en donde la posición
de las personas mayores sea “proactiva” (Yuni, 2011). Sin dudas supera a las concepciones previas,
pero debe evitarse el planteo simplificador de una “madurez dorada”, cuando este escenario es accesible
para unos pocos; más bien, la realidad de las personas mayores es multiforme y desigual (Subirats,
2016). Si la investigación social se aleja de las lecturas normativas, puede contribuir a indagar estas
diferentes realidades y descubrir los constreñimientos económicos, sociales, culturales que obstaculizan
el logro de esta meta. Finalmente, también en relación a este tercer grupo es necesario sumar esfuerzos
dedicados al estudio de lo que acontece en el “interior” del país o en los niveles locales.
El Derecho Internacional.
A nivel internacional los instrumentos normativos, por un lado reconocen con claridad el derecho de
libertad de movimiento a través de las fronteras en numerosos compromisos internacionales, y por otro
no conciben con igual explicitación el derecho humano a migrar, ni elaboran un concepto jurídico
genérico de migrante (Cenicacelaya, 2004:65). No hay normas que obliguen a los Estados a permitir el
ingreso y la permanencia de las personas, ni que los comprometan a otorgar la residencia o la ciudadanía
a extranjeros.
En la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la ausencia de reconocimiento explícito de la
aplicabilidad de tales derechos a los extranjeros y la ausencia de la palabra «ciudadano» hace que la
distinción entre los derechos de los extranjeros y ciudadanos sea vaga, lo cual genera una interpretación
considerablemente laxa (Gosh, 2008:40). Más claramente el Pacto Internacional de Derechos
Económicos Sociales y Culturales habilita a discriminar a los no nacionales... No obstante el conflicto
ideológico y político latente entre el derecho humano a migrar y la soberanía de los Estados para legislar
sobre el reconocimiento de derechos, también puede ser detectado con facilidad en la Convención de la
Organización de las Naciones Unidas para la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores
Inmigrantes y Miembros de sus Familias, adoptada por la Asamblea General de la ONU de 1990.
En este sentido los Estados son responsables de sus ciudadanos y respecto de quienes no lo son su
responsabilidad es limitada y discrecional.
Es este margen de discrecionalidad, habilitado por el orden internacional, el que el Estado pone al
servicio de la gestión trasnacional de las migraciones.
El derecho argentino.
A fines del año 2003 y como fruto de la acción de varios agentes sociales y políticos se deroga la
llamada Ley Videla N° 22.43914 y se la remplaza por la Ley N° 25.871 que a pesar de ya contar con
nueve años de vigencia se la sigue llamando Nueva ley de migraciones y esto por la novedad que
pretendió incorporar a la política migratoria argentina al plantear un cambio desde la retórica de la
exclusión (Domenech, 2009:21) que caracterizaba a los períodos anteriores a la retórica de la inclusión
basada en la perspectiva de los DDHH, la ciudadanía comunitaria y el pluralismo cultural.
Si bien en lo formal esta ley “significa el restablecimiento de la compatibilidad legal con la directiva
constitucional” (Zaffaroni, 2004:45), este restablecimiento no se vio completado en lo formal hasta
2010, año en que el Poder Ejecutivo sancionó el Decreto N° 616/2010 que reglamenta la ley.
En lo formal, muchos autores celebran lo que se muestra como un cambio de paradigma, que pasa de
la consideración de la migración como amenaza a la seguridad nacional, con importantes restricciones
a los derechos en función de la situación migratoria y amplia discrecionalidad de las autoridades
migratorias, a un paradigma centrado en la lógica de los ddhh… ; no obstante sigue considerando al
migrante como quien puede contribuir al desarrollo económico y social del país (art. 3 inc. h) y como
quien puede (y debe) ser integrado a la sociedad argentina, dando varios indicios de la continuidad de
la tendencia asimilacionista presente desde los inicios de la conformación del Estado argentino… Así
considerada, la integración no es la consecuencia del principio igualitario y su expresión el goce y
garantía de derechos en la sociedad receptora —agencia principal de esa integración—; sino que es
vista (o sigue siendo vista) como una obligación del migrante como condición para su no marginación
y como garantía de no discriminación.
Ciudadanías jerarquizadas.
Si bien la Ley N° 25.871… usa el término inmigrante, éste no se diferencia del extranjero en general,
el inmigrante es el “extranjero que desee establecerse definitiva, temporaria o transitoriamente en el
país”. No obstante para poder observar el pensamiento de Estado, en cuanto a la construcción de la
legitimación de la presencia del extranjero, hay que mirar más allá de esta norma y ver de qué manera
ella se relaciona con otras normas y cómo juntas construyen distintos grados de ciudadanía. La primera
observación que surge del análisis es que tanto la categoría nacional como la de extranjero no son
homogéneas internamente.
Nacionales.
La categoría de nacional argentino plantea a su interior una jerarquía de acuerdo a cuál sea el origen de
la nacionalidad. La jerarquía se configura en función de los derechos diferenciales que se les reconoce
o limitan a cada categoría. Así en el mejor lugar,,, encontramos al argentino nativo que es el único
titular de la ciudadanía plena. Luego está el argentino por opción, ciudadanía sobre vínculo de sangre,
que tiene padres argentinos. Los terceros son los ciudadanos por naturalización. La ley llama
argentinos sólo a quienes tienen un vínculo natural con el Estado nación (con el territorio o con la
“sangre”)y ciudadanos por naturalización a quienes optan por la nacionalidad argentina pero no pueden
acreditar esos vínculos.
Quienes no han nacido en el territorio argentino tienen una ciudadanía de menor intensidad que los
nacidos en el territorio a pesar de no ser jurídicamente extranjeros. Si bien la limitación en la mayoría
de los casos es mínima, violenta el principio de igualdad y discrimina en función del origen de la
nacionalidad.
No obstante hay dos casos de prestaciones de carácter “alimentario” que no resisten el análisis en la
lógica de los criterios de la nacionalidad… El más radical es la privación del beneficio de la AUH para
Protección Social a niños argentinos nativos fundado en la situación de irregularidad migratoria de sus
padres. Y el segundo se refiere a la necesidad de acreditar 5 años de ejercicio de la ciudadanía para los
casos de pensiones por vejez e invalidez para los argentinos naturalizados.
Extranjeros.
El art. 20 de la CN reconoce a los extranjeros todos los derechos civiles del ciudadano, y les da la
posibilidad de adoptar la nacionalidad argentina, aunque la situación del mantenimiento de su
nacionalidad no altera el ejercicio de sus derechos civiles, sociales y económicos, no obstante hay una
importante diferencia en el reconocimiento de derechos con los nacionales argentinos. En primer lugar
a nivel nacional se les impide el ejercicio de los derechos políticos, no obstante la legislación
infraconstitucional puede otorgárselos.
También están excluidos de poder incorporarse a muchos cargos públicos y tienen límite para integrar
ciertos organismos y para la compra de inmuebles rurales.
Regulares/irregulares.
Dentro de los extranjeros en cuanto al reconocimiento de derechos podemos encontrar una primera
jerarquización vinculada a la situación de residencia, en relación a esto los extranjeros pueden ser
regulares o irregulares.
Si bien la nueva Ley de Migraciones (Ley No 25.871) pretende excluir a los residentes irregulares como
categoría migratoria, los convierte en categoría al concederles o negarles derechos. Así los trata como
categoría cuando reconoce derechos a los migrantes cualquiera sea su situación de residencia (arts
7,8,56,57 y 58) o cuando inlcuye en sus objetivos integradores solo a inmigrantes que residan de forma
legal (art 3 inc. h) o les impide a quienes no tienen su residencia regularizada la posibilidad de trabajar
o de recibir alojamiento (arts 53 y 55).
Otra jerarquía creada por las normas es la que surge de la habilitación para el ejercicio de derechos a
los residentes permanentes en desmedro de los temporales y obviamente de los irregulares. Como
ejemplo podemos mencionar los límites para la recepción de órganos, ya que para aspirar a la
posibilidad de ser receptor de órganos cadavéricos hay que ser residente permanente y para órganos de
dadores vivos hay que tener residencia temporal o transitoria por razones de tratamiento médico.
A quienes están irregulares se les limita su inclusión en algunos planes sociales.