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Hume argumentó que todo conocimiento proviene de la experiencia y no de ideas innatas. Diderot reconoció la existencia objetiva de la materia eterna en movimiento y que todas las modificaciones en la naturaleza están determinadas por la causalidad. Rousseau defendió que el ser humano es bueno por naturaleza y que es la sociedad la que lo corrompe.
Hume argumentó que todo conocimiento proviene de la experiencia y no de ideas innatas. Diderot reconoció la existencia objetiva de la materia eterna en movimiento y que todas las modificaciones en la naturaleza están determinadas por la causalidad. Rousseau defendió que el ser humano es bueno por naturaleza y que es la sociedad la que lo corrompe.
Hume argumentó que todo conocimiento proviene de la experiencia y no de ideas innatas. Diderot reconoció la existencia objetiva de la materia eterna en movimiento y que todas las modificaciones en la naturaleza están determinadas por la causalidad. Rousseau defendió que el ser humano es bueno por naturaleza y que es la sociedad la que lo corrompe.
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Hume argumentó en contra de la existencia de ideas innatas, postulando que
todo el conocimiento humano se deriva únicamente de la experiencia. Argumentó que el razonamiento inductivo y la creencia en la causalidad no pueden justificarse racionalmente; en cambio, son el resultado de la costumbre y el hábito mental.
Consideraba que la experiencia es la fuente de todo conocimiento, que no es posible
comprender una sustancia inmaterial ni discutir sobre ella. Sin embargo, no llegó hasta el materialismo, quedando como un agnóstico moderado.
Diderot reconocía la existencia objetiva de la materia eterna en movimiento. El reposo
absoluto no es sino una abstracción. El espacio y el tiempo son formas objetivas de la existencia de la materia compuesta de moléculas. Cada molécula posee una fuente interna de movimiento, una “fuerza íntima”, que se manifiesta por el desplazamiento mecánico en el espacio. Todas las modificaciones que se operan en la naturaleza están determinadas por la ley de la causalidad. Rousseau fue un polémico filósofo ilustrado defendía que “el ser humano es bueno por naturaleza”, y que es la sociedad la que pervierte su bondad natural. Así lo asegura en Emilio, o de la educación, una de sus obras más importantes y un verdadero punto de inflexión en el campo pedagógico. “El principio fundamental de toda moral, sobre el cual he razonado en todos mis escritos y que he desarrollado en este último con toda la claridad de que yo era capaz, es que el hombre es un ser naturalmente bueno, amante de la justicia y del orden; que no hay de ningún modo nada de perversidad original en el corazón humano, y que los primeros movimientos de la naturaleza son siempre rectos”.