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El hombre

“El hombre”, está incluida en la obra “El Llano en Llamas”, que consta de diversos relatos que se desarrollan en la localidad de Comala,
ubicada en el estado de Colima, México (escenario además de su novela “Pedro Páramo”, publicada 2 años más tarde que “El Llano en
Llamas”). El paisaje es continuamente seco y árido, y en él vive gente solitaria, silenciosa y miserable, campesinos mexicanos que sobreviven
sin esperanza tras la derrota de la Revolución mexicana. Este relato trata el asunto de la doble venganza, algo bien discutido y común en
dichos días: el perseguido se salva del perseguidor, sin embargo, él mismo se convierte en perseguidor, y el perseguidor en perseguido. Tanto
la composición del relato, como la manera de contarlo son un tanto diferentes. La historia se divide en 2 piezas que analizaremos de distinto
forma.

La primera parte tiene 3 narradores diversos: un narrador en 3ª persona que se limita a mirar, el perseguidor y el perseguido, que son
narradores en 1ª persona y protagonistas. Esta modalidad de exponer los narradores causa un diminuto nivel de complejidad al leerlo, debido
a que se debe estar pendiente de cada diferencia que marcan los diversos personajes. Tanto el narrador en 3ª persona, como ambos
protagonistas poseen un nivel de entendimiento reducido y no se proporcionan a conocer los aspectos físicos de ninguno de ambos, excepto
ciertos detalles sin trascendencia. Tiene un criterio interno informando solamente de lo cual ve.

Tiene un juego de tiempos bien marcados, debido a que el narrador habla en presente de un hecho futuro, sin embargo, que, no obstante, ya
ha ocurrido. Las oraciones cortas dominan el escrito, entrando lo justo y primordial en los detalles La historia es caótica. El perseguido en
el relato ha sido con anterioridad el perseguidor de su presente cazador, empero en el instante de entrar a vivienda de su objetivo no se dio
cuenta de que él no estaba ahí, matando a su dama e hijo. Ha sido entonces una vez que el perseguido arranca la averiguación del asesino de
su familia, con un deseo y una sed de venganza que lo llevará a terminar con la vida del que ahora es perseguido.

En el desarrollo de la persecución de este hombre, el perseguidor rememora y habla con los espíritus, como el de su hijo, al que rememora
con la sentencia ” Nadie te hará daño nunca, hijo. Estoy aquí para protegerte.”

A medida que tanto, el perseguido se lamenta de lo cual ha hecho, como muestra en el siguiente párrafo:

«No debí matarlos a todos -iba pensando el hombre-“. No valía la pena echarme ese tercio tan pesado en mi espalda. Los muertos pesan más
que los vivos; lo aplastan a uno. Debía de haberlos tentaleado de uno por uno hasta dar con él; lo hubiera conocido por el bigote; aunque
estaba oscuro hubiera sabido dónde pegarle antes que se levantara…

El perseguidor remarcará la diferencia entre él y su oponente, manteniendo que él aguarda con paciencia su posibilidad, en lo que el
perseguido solamente se preocupa por huir sin tiempo libre. El perseguidor esperará a su posibilidad, hasta que al final tenga encañonado al
asesino. La época atmosférico, por su lado, tiene mucha trascendencia, debido a que muestra las emociones de los dos personajes. Las nubes
denotan la melancolía y la tristeza, tanto del perseguidor como del perseguido. Además, el relato muestra sitios y paisajes ajenos a la cultura.

Además, el espacio en donde se lleva a cabo este evento es en sitios áridos, con escasez de vegetación, bastante montañoso, con la que Rulfo
nos pretende transportar la sensación de ahogamiento que tiene el perseguido. Hacia el desenlace de esta “primera parte”, hay algo que
predomina mucho: el “Recién Nacido”, que se menciona algunas veces. Hace referencia así al sobrino del perseguidor, que falleció al nacer,
y a cuyo sepelio ha sido, mientras tanto que el perseguido se encargó de asesinar a su familia.
Al fin y al cabo, la primera parte está marcada de la sed de venganza del perseguidor, que acabará matando al perseguido, pese a las ansias
de este por huir, empero que no va a poder asesinar la emoción de culpa que le sigue por no poder consumar la promesa de defender a su
hijo.

En la segunda parte, los protagonistas de la historia por el momento no son el perseguidor y el perseguido, sino que ahora, u n Borreguero
(narrador en 1ª persona aquiescente, debido a que conoce solamente lo cual le han contado) y un Licenciado. Tiene una composición muy
semejante a la de la primera parte, con la diferencia de que ahora está contada en primera persona; y se vuelve a generar lo mismo que en la
primera parte: se cuenta en presente un hecho futuro que ya ha ocurrido.

Los dos personajes permanecen conectados a la primera parte por medio de El Borreguero, que conoció al perseguido una vez que se
zambullía a un flujo de agua. En aquel instante de encuentro, el perseguido ya se mostraba con signos de antojo y cansancio, por lo cual El
Borreguero le ayudará, dándole leche de burra. El Borreguero en aquel instante no sabe que al que atiende es a un asesino, y entabla amistas
con él, intercambiando datos acerca de su hogar, su familia, etcétera. El enorme problema que se confronta el Borreguero es que ahora es
imputado de complicidad por el Licenciado (lo que nos sugiere que se hallan en un juicio por parte del Licenciado hacia el Borreguero)

Sin embargo, el Borreguero se defiende, manteniendo que él no conocía la índole de asesino y que sólo le había contado esto al Licenciado
ya que halló el cadáver del perseguido boca debajo en el flujo de agua, ensangrentado y acribillado a tiros en la nuca. Esta observación de
cómo fue hallado muerto el perseguido nos sugiere que el perseguidor ha realizado su venganza, y ha conseguido su objetivo de asesinar al
asesino de su familia. Por esto, la finalidad de Juan Rulfo con este relato es enseñar el problema moral y problema al fin y al cabo de la
venganza. De cómo, aunque consigas realizar ésta, como es la situación del relato, no vas a sentirte enteramente satisfecho, debido a que el
mal de la otra persona, tales como el deceso, no van a remover la culpa y no van a colmar el vacío que puede dejar el deceso de tus seres
queridos.

Al fin y al cabo, un relato con un final deseado, empero contado de manera distinto, debido a que no se reúne en como el perseguidor mata
al perseguido, si no que se reúne en las emociones de los dos personajes, y en como los hechos anteriores tienen la posibilidad de afectar en
la vida de cada uno en el futuro.

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