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Introducción

Terminología
Cómo usar este manual
Por qué no has obtenido resultados anteriormente
¿Por qué nunca, o casi nunca, he conseguido nada destacable con la Ley de la Atracción,
pese a que practico mucho?
El Propósito
He intentado muchas veces descubrir mi propósito en la vida pero creo que no lo he
descubierto todavía ¿Es necesario saber mi propósito vital? ¿Cómo puedo descubrirlo?
¿Cómo se encuentra un propósito ¿Cómo encontrar MI propósito?
Sesión de Brainstorming
Pero ¿Cómo evito el autoengaño?
Los Objetivos
La lista de los deseos
¿Cómo establezco un objetivo indicado para mí?
¿Cómo pongo en marcha el objetivo?
¿Por dónde empiezo? ¿qué puedo elegir?
¿Cuántos objetivos puedo tener a la vez? ¿estaré pidiendo demasiado?
¿Por qué es necesario tener tantos deseos a la vez?
Estoy hecho un lío ¿con qué opinión quedarse, muchos o pocos objetivos?
La intención es lo que cuenta
No importa el «cómo» sino el «qué»
¿Cómo conseguiré mi objetivo/intención?
¡Ojo a los “cómo” disfrazados de metas!
Pero fantasear sobre cómo se cumplirá un deseo es inevitable
«Cuando estoy entusiasmado no puedo evitar fantasear sobre cómo se cumplirá mi
objetivo/intención ¿Por qué lo anulo de esa forma? ¿No se supone que el Universo es más listo que yo,
por qué no me hace caso omiso y lo intenta cumplir a su modo?»
Claridad y concreción
Si estás pasando por un mal momento...
Los límites del objetivo
¿Cómo de ambicioso puedo ser en mi objetivo/intención?
Entonces ¿cuál es el equilibrio entre pedir demasiado e insuficiente?
Realidad Objetiva
El proceso por etapas y los eslabones de la cadena
En secreto
¿Debo mantener mis objetivos/intenciones en secreto o compartirlos?
Establecer un plazo de cumplimiento
¿Cuándo se cumplirá mi deseo? ¿debo establecer un tiempo límite para el cumplimiento de
mi objetivo/intención?
Tener fe en los objetivos
¿Cómo puedo tener fe en mis objetivos/intenciones?
Las Afirmaciones
Construyendo la afirmación perfecta
¿Cómo convertir mis objetivos/intenciones en afirmaciones que funcionen?
“Siempre positivo, nunca negativo”
¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué el Universo no diferencia positivo de negativo?
Eliminar las desiderativas
Que involucre tus propias acciones
La extensión
¿Es mejor hacer una afirmación breve que cale bien hondo, o larga que recoja más
detalles?
Claridad y Concreción
¿Hago mi afirmación concreta y específica o más abierta para que me llegue lo que
Dios/El Universo quiera?
No establecer plazos
¿Debo establecer una fecha límite en mi afirmación?
Incluir un factor emocional
Incluir un verbo de acción
Otras palabras clave para incluir en la afirmación.
Sacarse un seguro. La coletilla final.
El tiempo y el modo verbal
Resolver los conflictos entre la intención y el subconsciente
* UN IMPORTANTE COMENTARIO FINAL SOBRE LOS BLOQUEOS:
Cómo afirmar
Para las afirmaciones pronunciadas en voz alta
¿Alguna forma o posición en especial?
Las afirmaciones escritas frente a las leídas y memorizadas
¿Leída, memorizada o escrita es más eficaz?
Las tarjetas de cartón
A mano o a máquina
Afirmaciones en Audio
El lugar donde afirmar
¿Dónde puedo afirmar? ¿Dónde es más recomendable?
El momento en el que afirmar
¿Cuándo puedo o debo afirmar?
Mejorar el momento: Meditación y nivel Alfa
El número de repeticiones
¿Cuál es el número mágico de repeticiones que me hará obtener mis deseos? ¿Cuántas
concretamente he de escribir?
Técnicas para llevar la cuenta
La Visualización
Lo que es y lo que no es la visualización
¿Qué es exactamente la visualización?
¿Por qué se cumple lo que se visualiza?
La diferencia entre las afirmaciones y la visualización
¿Qué es mejor, afirmar o visualizar?
¿Pero cómo saber si se te va a dar mejor la visualización o las afirmaciones?
¿Cómo visualizar más eficazmente?
No fantasear
¿Por qué muchos visualizan con fotografías y dibujos?
La técnica del Tablón de Logros
¿Qué es y cómo funciona (correctamente)?
El mejor modo de usar el Tablón de Logros
Entonces ¿cómo usar el tablón de logros si queremos mantener nuestros deseos a
resguardo?
Qué incluir en el Tablón de Logros
El Tablón de Agradecimiento
El Tablón de Logros y Agradecimientos
Cuándo y dónde visualizar. Afirmaciones y Visualización, la combinación perfecta
El Desapego
Déjalo ir. El desapego frente a la obsesión
¿Cómo saber si me estoy “pasando” de practicar?
¿Cómo voy a dejarlo ir si parece que todo me va peor cuando empiezo a practicar con la Ley de la
Atracción?
Recurso 1: Tomárselo con filosofía
Recurso 2: repetir una afirmación
Recurso 3: considérate responsable
¡Combínalos!
Lo que nunca funciona
Resultados
Las donaciones, el diezmo y el “Glad-Giving” como máxima expresión de desapego al dinero
La Rutina
La necesaria creación de un hábito
Mi rutina diaria
¿Cómo conseguir una rutina?
Si eres de los que les cuesta levantarse de la cama
¿Y si algún día me quedo dormido y no puedo hacer los ejercicios de primera hora porque
llegaría tarde a mi trabajo?

¿Cuánto tardará en convertirse en un hábito?

Las ayudas para conseguir un hábito


Superar momentos de debilidad durante tu rutina
Actuar como si ya fuera una realidad
Pasar a la Acción
«¿Cómo voy a saber si he de pasar a la acción cuando tengo una idea si se supone que he
de intentar no averiguar el “cómo”?» «¿Cómo sabré si no he sido “yo” quien ha creado forzosamente
esa idea para ajustarla a mis necesidades?»
La retroalimentación: señales de conflicto y de cooperación
Ejemplos de indicios positivos
Ejemplos de indicios negativos
Fluir con los indicios
El Monitoreo
¿Por qué es tan importante llevar un seguimiento de mi progreso?
¿Cómo realizar el monitoreo?
Resumen de todo esto
El Protocolo 20/80 ©
Epílogo
Bibliografía
Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida o hecha pública
en cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico,
incluyendo fotocopiadora, microfilm o software, etc., sin el permiso escrito
del autor.
J. Blacksmith Schreiber © abril 2016.
Todos los derechos reservados en todo el mundo.
Protegido en Registros de la Propiedad Intelectual.
Fuentes de Dominio Público: Nimbus Roman No9 L, ofrecida por
URW++ y Goudy Bookletter 1, de Barry Schwartz .
Impreso por CreateSpace, una compañía de Amazon.com.
Disponible en formato e-book para kindle a través de Amazon.com y sus
filiales.
Más información en www.facebook.com/atraccionmasefectiva
ISBN-13: 978-1533334091
ISBN-10: 1533334099
“Si este libro logra que una sola persona cumpla sus mayores anhelos o
supere sus peores desdichas, habrá merecido la pena escribirlo”.
Introducción
Para quien no conozca la Ley de la Atracción, grosso modo, es la filosofía
según la cual las emociones y los pensamientos asociados a ellas, conscientes
o inconscientes, crean nuestra realidad; frente a la creencia habitual
consistente en que el esfuerzo, el trabajo duro, la lucha y el empeño son las
que pueden moldear las circunstancias a nuestra voluntad y hacer posibles
nuestros objetivos. Nuestro cerebro (algunos autores se refieren al sistema
nervioso, al subconsciente, al alma…) es como una emisora de radio que
emite las “ondas” de pensamiento y el Universo (Dios/Divinidad...) atrae más
de lo mismo. Según la teoría de la Ley de la Atracción, si piensas
constantemente en un coche nuevo, lo atraerás. A partir de esta base, existen
muchas variantes como el Pensamiento Positivo (si tienes pensamientos
positivos atraerás lo positivo a tu vida) y una caterva de técnicas como las
afirmaciones (si repites constantemente que tu objetivo ya es una realidad, lo
atraerás) o la visualización (imagínate siendo poseedor de lo que deseas y lo
atraerás) y son innumerables los libros, cursos, audios y documentales sobre
todas ellas.
Hay quien habla de los éxitos obtenidos por estos sistemas desde un punto
de vista bastante increíble como el sistema hawaiano del Ho´oponopono
mediante el cual todo se resuelve simplemente repitiendo «Lo siento mucho,
por favor perdóname» y hay otros como el archifamoso Anthony Robbins
que basan su teoría en comprobadas técnicas psicológicas como la Terapia
Gestalt o la Programación Neurolingüística.
Cuando mis amigos más escépticos comprueban los éxitos que he
obtenido con la Ley de la Atracción suelen racionalizarlo con el hecho de que
hacer afirmaciones o visualizar mis objetivos “simplemente” me hace estar
más centrado y enfocado en lo que quiero y perseguirlo más
concienzudamente… Bien… ¿Y qué? Me da igual si es por una cosa u otra, si
es gracias a una Ley mágica, a Dios, al Universo, a una Conciencia Colectiva,
al subconsciente o a nuestro maravilloso sistema nervioso central.
¡El caso es que funciona!
No sé si es magia o es ciencia pero ¡funciona! Sólo hay que seguir ciertos
pasos en el orden correcto y de la forma correcta.
Y lo sé porque lo he vivido y lo estoy viviendo. Pasé de ser un don-nadie
que trabajaba hasta 15 horas diarias para que otros ganaran dinero sin mover
un dedo (a cambio de un sueldo miserable) a tener una empresa propia de
éxito sin volver a preocuparme del dinero y hacer simplemente lo que me
apetece en cada momento, que ahora mismo es escribir y enseñar a otros lo
que he aprendido para que puedan disfrutar igual que lo hago yo pero de una
manera más rápida y efectiva.
¿Cómo puedo lograr más dinero/salud/amor/belleza? ¿Qué técnicas
de la Ley de la Atracción son más efectivas?
Estas mismas preguntas me las había estado haciendo yo los últimos 20
años.
Visualización, emociones, afirmaciones, repetición, objetivos, logros,
riqueza, éxito, salud, amor, pasión, energía, curación… son conceptos que se
repiten una y otra vez en los más de mil libros que llevo estudiando y
practicando durante todo este tiempo, desde mucho antes de que fuera
mainstream gracias al documental y al libro de “El Secreto” y que se le
pusiera un nombre: “Ley de la Atracción”.
Llegó a mis manos gracias a un autor y editor canadiense llamado “Mark
Fisher” que prometía grandes logros pecuniarios, amorosos, físicos y
psicológicos aplicando unos pequeños ejercicios. La simplicidad de los
mismos los hacía resultar increíbles pero los resultados eran milagrosos.
Visto el éxito que obtuve con tan poco esfuerzo me dediqué a buscar
obsesivamente más publicaciones que hablaran de lo mismo. Hoy en día
existen muchas, pero en aquel entonces sólo las conseguía a través de
pequeñas editoriales que imprimían dos o tres mil ejemplares en centro y
Sudamérica. Y es que en los años 70 ya hubo una pequeña fiebre de éxito de
este tipo de manuales de autoayuda que ha vuelto a resurgir, si bien, los
conocimientos de éstos y aquellos se remontan a muchos años, e incluso
siglos atrás, surgidos muchas veces de antiguas filosofías.
Al final, todos los libros cuentan lo mismo pero cada uno realiza pequeños
cambios que lo hacen más o menos eficaz. Tras tantos años de práctica he
querido comparar en esta publicación los puntos donde entroncan y donde se
diferencian tantas versiones de una misma filosofía, mal llamada, “de Nueva
Era”
Por ejemplo, hay algunos autores demasiado abstractos como el Dr.
Joseph Murphy o el pionero James Allen; hay otros más prácticos como Jack
Canfield o Joe Vitale; hay quienes inciden en una justificación más científica
como Pam Grout o Kolie Krutcher; los hay más esotéricos como el
matrimonio Esther y Jerry Hicks que dicen recibir sus conocimientos a través
de varios entes que canaliza la propia Esther; y los hay muy extraños y
desconocidos como el ruso Vadim Zeland con su compleja pentalogía sobre
“surfear la realidad” o el genial estadounidense Stuart Lichtman y su
“Transposición Cibernética”.
He intentado evitar los primeros autores que hablaron de la Ley de la
Atracción (a su modo) como el Conde de Saint Germain que se remonta al s.
XVIII, James Allen, “Los tres iniciados” del Kybalion, R. W. Emerson o
Napoleón Hill entre otros, cuyos principios aunque totalmente válidos hoy en
día, han quedado superados por los autores de nuestro tiempo que los recogen
en procesos mucho más depurados y comprobados, sin óbice de utilizar
alguna cita, dato, anécdota o procedimiento de los citados primeros autores
en alguna ocasión oportuna, especialmente si su mención facilita la
comprensión o razona cómo y por qué se ha llegado a tal o cual conclusión.
También hay muchos autores que, sintiéndolo mucho, he tenido que dejar
en el tintero por cuestiones de espacio y porque no añadían más información
a lo que se viene repitiendo una y otra vez en los distintos manuales ya que,
como veremos, unos y otros se van prestando ideas entre ellos, acuden a los
mismos seminarios y talleres e incluso acaban escribiendo juntos alguna
publicación.
Si has comprado innumerables libros sobre la Ley de la Atracción aquí
encontrarás una comparativa de los mejores y más famosos dando respuesta a
las preguntas más comunes que saltan a nuestra conciencia cuando estamos
practicando concienzudamente pero aún así las cosas no funcionan como
deberían. Después de todo, aquí también es aplicable la Ley de Pareto, sólo el
20% de los libros de la Ley de la Atracción cuentan cosas originales o
efectivas, el otro 80% son repeticiones de lo mismo o técnicas poco o nada
efectivas. Yo he tenido que leerme el 100% pero en tus manos ahora tienes
sólo el mejor 20% que he sistematizado después de años en los que no sólo
me he dedicado a estudiar la teoría. Consciente de que un manual es
concebido para ser practicado, he experimentado vehemente con la
Meditación Trascendental, la Ultrameditación, audios subliminares, sonidos
binaurales, hipnosis y autohipnosis, telepatía, proyección astral,
programación neurolingüística, noesiología, dianética, acupuntura,
digitopuntura, abstinencia sexual, ayuno, sueño polifásico, sincronicidad, el
poder del Ahora, ayurverda, psicomagia, el Ho´oponopono hawaiano, he
bebido agua solarizada azul, he fabricado tatwámetros, he tirado monedas y
palillos de I Ching, he acudido a videntes, me han leído la carta astrólogos
hindúes, jyotish han rezado yagyas por mí, me he hecho tablones de deseos,
he llevado durante años piedras del agradecimiento en el bolsillo, he usado
gafas con indicadores LED para provocar sueños lúcidos, he intentado
estimular mi glándula pineal y secretar DMT con lámparas dreamachine,
plumas imaginarias y respiración holotrópica, he escrito miles (quizá
millones) de afirmaciones... y muchas más cosas estrambóticas de las que ni
siquiera puedo acordarme.
Pero tú no tendrás que leerlo todo ni mucho menos practicarlo todo (si no
quieres ni estás tan obsesionado como yo) para obtener resultados casi
milagrosos. Aquí tienes un libro que elimina la paja y va directamente al
grano, explicando lo que funciona y lo que no, en base a la experiencia y los
resultados. No obstante, para aquellos que quieran investigar más por su
cuenta y obtener la fuentes de las que he “bebido” para la creación de este
manual, las publicaciones que menciono tienen su correspondiente enlace
vinculado en la versión digital de este libro, así como una referencia donde
obtenerlos en la bibliografía del final, para aquellos que estéis leyendo en
formato papel.
Fundamentándome en este principio de practicidad, te he preparado una
protocolo en castellano que he llamado “Protocolo L.A. 20/80©” (siguiendo
la estela de la Ley de Pareto) consistente en una plantilla sistematizada para
la aplicación práctica de la Ley de la Atracción, que te guiará paso a paso de
forma muy detallada pero sencilla. En su momento te explicaré su contenido
y cómo utilizarla.
Terminología
Los términos para designar esa “fuente de poder superior” son innumerables. A mí me gusta hablar
del Universo o de la Inteligencia Infinita, así como del cerebro y subconsciente para el poder que
emana de nuestro interior, pero tú puedes emplear Dios, la Divinidad... o aquellos términos que te
hagan sentir más cómodo según tus propias creencias y costumbres. Aquí te enumero las más comunes:

Mi Guía Interior
Mi Yo superior
El Universo
El Infinito
La Inteligencia Infinita
La Inteligencia Universal
La Conciencia Universal
El cerebro
El subconsciente
El sistema nervioso central
El alma
Dios
Cristo
La Divinidad
La Energía Vital
El Todo
La Naturaleza de Buda
La Fuente
La Fuerza
El Tao
Yo Soy
El Espíritu
La Esencia
El Ser
La Luz
El Gran Espíritu
Cómo usar este manual
Una cosa más antes de que te pongas de lleno a la lectura del libro. Soy
consciente, porque así me ha pasado muchas veces, que los lectores tienden a
leer de corrido un libro, aunque éste sea de ejercicios, por ejemplo porque
estás leyendo en la cama y no tienes papel y boli a mano para hacerlos, y vas
dejando las actividades para cuando acabes el libro, si es que te acuerdas que
había actividades porque normalmente cuando acabas un libro tienes otro/s
en lista de espera igualmente interesantes que te están gritando «¡léeme!
¡léeme!».
Muchas veces ni tan siquiera los autores facilitamos esta tarea mezclando
ejercicios en mitad de teorías que en ocasiones se contradicen entre sí. Esto
pasa mucho por ejemplo en los libros del Dr. Joseph Murphy quien no sigue
un proceso sistemático sino que va exponiendo experiencias muy diferentes
que ha ido recopilado alrededor del mundo. No es que no funcionen sus
métodos pero si en un capítulo le pide al lector que practique la afirmación
“riqueza y éxito” y al siguiente que practique con la afirmación “atraigo el
dinero como un imán” esto creará una poco conveniente indecisión al lector
que comenzará a hacerse preguntas del tipo «¿cuál he de seguir?» «¿las dos a
la vez?» «¿una cada día» «¿la que a mí me apetezca?» lo que conllevará su
paralización y a que definitivamente no practique los ejercicios o los
practique de una manera poco eficiente.
También es habitual en este tipo de manuales que el autor proponga
realizar un ejercicio al final de cada capítulo, pero lo que suele pasar es que
un día con menos tiempo para leer sólo podamos pasar unas cuantas páginas
de medio capítulo y otro día con más tiempo queramos leer varios capítulos
de un tirón.
Para evitar esta práctica tan humana que impide que realicemos los
ejercicios correctamente (o mejor dicho, de la forma más eficaz para que
funcionen), en lugar de hacer como la mayoría que insisten en que detengas
tu lectura y te pongas a realizar los ejercicios, he optado por la estrategia de
“si no puedes con ella, únete a ella” así que no te obligues a hacer lo que no
te apetece en ese momento, déjate los ejercicios de momento, no hace falta
que vayas haciéndolos sobre la marcha, ni tan siquiera que los apuntes para
hacerlos después, ni que te hagas resúmenes de éste manual, te los explico en
cada capítulo para que entiendas su funcionamiento, pero lee cómodamente
todo el libro seguido hasta el final sin pararte a practicar porque en el
último capítulo te haré un AMPLIO RESUMEN COMPLETO de lo más
importante que hemos visto (el mejor 20% de este manual) y volveremos
a retomar los ejercicios todos juntos en plantilla de “Protocolo L.A.
20/80©” que te he comentado hace unos párrafos, para que así puedas
centrarte en la lectura al principio y en los ejercicios al final.
He intentado a base de multitud de ejemplos que la lectura sea amena y
fácilmente comprensible pero si aún así hay algún capítulo que no
entiendes, no te atasques, no te detengas a releerlo una y otra vez hasta
comprenderlo porque en el resumen final verás todo el proceso de una
manera global, lo que te facilitará su comprensión y, además, en la plantilla
del protocolo lo tendrás articulado de forma clara y sencilla de forma que
puedas realizar una práctica eficaz que es lo que verdaderamente importa,
independientemente de cómo hayamos llegado a ella. Con todo y con ello,
por si aún te quedaran dudas de cómo realizar la plantilla, al final del libro
también la encontrarás completada con un ejemplo ficticio.
Lo último que te voy a pedir puede sonar egocéntrico, pero a riesgo de
parecerlo, he de pedírtelo porque me parece un requisito básico para el
óptimo funcionamiento del proceso que vas a aprender en este libro: por
favor, mientras estés con este libro, no leas ningún otro libro sobre cómo
conseguir éxito, la Ley de la Atracción o similares, ello te podría confundir
y bloquear tus avances. Se trata de simple eficacia, centrarse en lo que se
tiene entre manos, focalizarse. Si estuvieras leyendo otro libro de aprendizaje
de cualquier otro proceso (de autoayuda espiritual o no) te pediría lo mismo.
Pero en este caso resulta más motivado por la propia naturaleza del libro que
trata de cohesionar todas las doctrinas de una misma filosofía. Si deseas
ampliar la información, en el último capítulo encontrarás una buena
bibliografía de los libros más recomendables.
Por qué no has obtenido resultados anteriormente
¿Por qué nunca, o casi nunca, he conseguido nada destacable con la Ley de
la Atracción, pese a que practico mucho?
Quizá estuvieras a punto de perder la fe, a punto de abandonar para
siempre esta pseudociencia llamada “Ley de la Atracción”, cuando llegó a tus
manos este libro. No pierdas la esperanza, la Ley de la Atracción funciona,
siempre funciona, es como la Ley de Causa y Efecto o la Ley de la Gravedad,
que nadie se cuestiona si funcionan o no, si es justa o injusta, simplemente se
sabe que existen y punto. «Entonces… ¿por qué a mí no me funciona?»
En realidad, sólo es por un motivo: autosabotaje.
El autosabotaje significa estar programado subconscientemente para
fracasar. Por mucho esfuerzo y empeño que le dediques, en una lucha de tu
consciente (lo que deseas conseguir) contra tu subconsciente (lo que estás
programado para conseguir), siempre saldrá vencedor tu subconsciente.
Quizá alguna vez estuviste a punto de rozar el éxito cuando de repente se
dio un inesperado giro de los acontecimientos que provocó que no lo
consiguieras. En realidad tú mismo saboteaste tu propio éxito. Por
ejemplo,tienes un gran deseo de conseguir un trabajo de crupier, haces tus
afirmaciones, practicas todos los días, realizas los cursos necesarios, echas el
Currículum Vitae en todos los casinos y un día te llaman de uno para darte el
trabajo pero no coges el teléfono porque no conoces el número. Esto es un
ejemplo mucho más común de lo que crees. Y luego te maldices y maldices
la Ley de la Atracción y te preguntas el porqué no funciona.
Puede que hayas practicado rematadamente mal. No hablo de practicar
mal sino de rematadamente mal porque no hay una única manera de hacer los
ejercicios, prueba de ello es que cada autor o gurú de la Ley de la Atracción
establece sus propias reglas y parece que a todos les funciona. Por lo que no
hay una manera única y definitiva de practicar, cualquier práctica es buena.
Aunque sí que hay UNA MANERA MEJOR Y MÁS EFICAZ DE
PRACTICAR que es la que luego veremos. Pero si a ti no te ha funcionado
por mala praxis es porque ésta ha sido muy breve, por ejemplo practicaste
dos o tres días y lo dejaste, o practicaste de manera alterna (un día sí y otro
no; uno sí y dos no; dos sí y uno no…). Pero en cualquier caso, si has
practicado mal esto se debe a un motivo… autosabotaje. Te faltó
motivación suficiente para practicar todos los días y al final la falta de
motivación suficiente provoca autosabotaje, seguramente causado por un
error en la selección del objetivo, a su vez provocado por una mala elección
del propósito.
Puede que tu deseo fracasado fuera muy ambicioso, pecaste de exceso.
Es cierto, muchos autores hablan de ganar cientos de millones con la Ley de
la Atracción y seguro que has oído a alguno decir “para el Universo es igual
de fácil atraer un millón que 100 millones”. Y sí es cierto. Para el Universo,
pero no para ti. Porque tú, y yo, y todos tenemos unos límites inconscientes
(programación subconsciente) que si sobrepasamos conllevará que no nos lo
creamos en absoluto y pierda así su total eficacia (autosabotaje). Por ejemplo.
Si estás ganando 12.000 al año, no es “razonable” para tu subconsciente
pensar que el año que viene estarás ganando 100.000 al año porque sin darte
cuenta te has programado para ganar 12.000 al año y cambiar tan
radicalmente tu programación no es fácil. Si tú nunca has conseguido nada
con la Ley de la Atracción, lo mejor es empezar por pequeños logros para ir
cogiendo confianza e ir cambiando poco a poco tu programación. Si lo que te
interesa es el dinero, por ejemplo, un buen punto de partida podría ser el
objetivo de duplicar tus ingresos cada año. Como veremos un objetivo bien
construido ha de ser lo suficientemente interesante y desafiante como
para que te emocione (te motive a practicar los ejercicios) pero no tan lejano
a tu situación actual como para que lo veas (consciente o
inconscientemente) imposible. Y si no seleccionas bien tu objetivo ¿qué
pasará? Efectivamente… autosabotaje.
Como acabas de leer, se puede pecar de exceso de ambición y también se
puede pecar de falta de ella, el objetivo debería ser suficientemente
interesante y desafiante como para que te motive a practicar los ejercicios de
forma constante. Por ejemplo, quizá desees un simple helado para poner a
prueba si funciona la Ley de la Atracción, pero eso no es un interés ni un
deseo auténtico así que no lo desearás ardientemente y el fracaso está casi
garantizado y lo peor es que cada fracaso hace mella en los siguientes
éxitos, crea un ancla emocional hacia el fracaso, ayuda a programarte hacia
el desastre y cada vez el autosabotaje se hace más presente. Ojo, no te
equivoques, cuando hablo de autosabotaje por falta de ambición no me
refiero sólo a que desees algo “barato” o muy fácil de conseguir, sino que
desees algo que no ambicionas ardientemente. Por ejemplo puede que desees
un coche de la marca Mercedes y tú creas que no estás pecando de falta de
ambición (ya que un Mercedes cuesta una cantidad considerable de dinero
que quizá ni tienes) pero quizá la razón subyacente por la que lo desees es
porque siempre se ha visto la posesión de un Mercedes como un signo de
distinción, entonces te faltará una real ambición por él y realizarás tus
ejercicios con desgana, sin ilusión, sin sentimiento y emoción y, nuevamente
se produce un autosabotaje inconsciente. Quizá seas de los que les cuesta
mucho aparcar y te ilusione mucho más un Ford Focus que aparque solo o un
Prius que respete el medio ambiente, acierta en saber lo que de verdad quieres
y te resultará mucho más fácil obtenerlo, cueste lo que cueste en términos
económicos.
Casi sin pretenderlo me he metido a hablar de otro tipo de autosabotaje, el
autosabotaje debido a perseguir un deseo que no es el tuyo. Quizá incluso
te mientas a ti mismo. Yo estudié toda una licenciatura creyendo que quería
lo que decía que quería cuando en realidad, muy en el fondo, es lo que
querían mis padres. O mejor dicho, lo que quería era la aprobación, el
orgullo, el amor, de mis padres. Al final te das cuenta que te equivocabas en
tu objetivo, estabas apuntando en la diana de otro. De ahí que sea tan
importante el siguiente capítulo, donde veremos los mejores métodos para
averiguar tu propósito en la vida, para así no equivocarte en la selección de tu
objetivo que provocaría tu falta de motivación y al final el autosabotaje.
Una última forma de falta de motivación y autosabotaje se debe a un
bloqueo inconsciente de alguna experiencia pasada que tal vez ni
recuerdes. Quizá perdiste dinero cuando eras pequeño y eso afectó mucho a
tu relación con el dinero y no te das ni cuenta, tal vez ni siquiera recuerdes
ese pequeño capítulo de tu vida, pero ya estás programado para sentir rechazo
al dinero. O quizá tu padre no paraba de repetir incesantemente cosas como
que «el dinero no crece en los árboles» o «hay que sufrir mucho y trabajar
muy duro para ganarse el pan» coronándolo con un «ya sabrás tú lo que
cuesta mantener a la familia...». Has de saber que la mayor parte de la
programación y también la que queda más firmemente interiorizada es la que
se ha creado en las primeras etapas de nuestra vida. Cuando somos pequeños
somos altamente sugestionables y como por propia naturaleza estamos
hechos para aprender mucho y muy rápido, cualquier cosa que nos digan la
absorbemos inmediatamente y la tomamos por la verdad más absoluta,
especialmente las que vienen de nuestras figuras más influyentes, nuestros
padres y tutores. Yo aún no tengo una opinión formada al respecto pero para
los que creen en la reencarnación la programación para el éxito o el fracaso
podría venir incluso de vidas pasadas. En todo caso, también existe una
limpieza un tanto especial para estas experiencias pasadas o incluso remotas
y una reprogramación para el éxito. Lo veremos a su debido tiempo. Pero, de
momento, baste con saber que, como bien indican algunos autores como
Vadim Zeland o el Dr. Joseph Murphy, entre otros, uno no puede obligarse
a estar motivado por un objetivo, no puede autoimponerse una dura
disciplina para doblegar su voluntad porque ésta siempre fracasa frente
a la programación subconsciente. Precisamente por eso mismo es por lo
que fallan todas las dietas, porque todas requieren de una fuerte presencia de
la fuerza de la voluntad cuando lo que hace falta es una reprogramación
interior. Es falsa la idea de que hace falta una voluntad de hierro para seguir
unos determinados ejercicios o para comer unos determinados alimentos, no
tienes que sufrir y esforzarte u obligarte, acierta en tu propósito y tus
objetivos, en línea con lo que quiere el Universo para ti, reprográmate para el
éxito y la motivación fluirá casi inconscientemente. No tendrás que forzarte,
simplemente lo harás.
Ahora vamos a empezar la casa por los cimientos. La base para que todo
funcione es:
El Propósito
He intentado muchas veces descubrir mi propósito en la vida pero creo que
no lo he descubierto todavía ¿Es necesario saber mi propósito vital? ¿Cómo
puedo descubrirlo?
Antes de establecerte objetivos es primordial que toda tu vida, tus
objetivos y tus deseos estén en línea con tu propósito en la vida. Más
gráficamente, empezar por elegir tus deseos sin saber tu propósito sería como
construir las paredes de tu casa sin saber donde van los cimientos, al final se
puede venir todo abajo.
Otra manera de verlo es como lo hacen los novelistas antes de empezar un
libro. Primero eligen un tema y alrededor de ese tema ha de girar todo lo que
pase en esa novela, las decisiones de cada personaje, sus conflictos y por
supuesto sus motivaciones estarán condicionadas por ese tema. Los escritores
aficionados suelen escribir una trama que va hacia adelante y ya está, si les
preguntas ¿de qué trata tu historia? no saben qué responder… «de todo y…
de nada» y otras ambiguas respuestas cuyo resultado son escritos sin publicar
con tramas que van dando bandazos. Así que ¡descubre el tema central de tu
vida y no vayas dando bandazos por la vida!
Muchas personas se empecinan en ignorar su verdadero destino y tratan de
forzar objetivos que no les son propios, obteniendo constantes fracasos y
desilusiones. No quiero decir que el destino esté escrito sino que hay una
brújula en nuestro interior que nos puede guiar por el camino más cómodo y
próspero y si desatendemos dicha brújula la vida se puede tornar muy
desagradable.
Por otro lado, si te fijas unas metas que estén alineadas con tu propósito
vital, conseguirás estar motivado automáticamente y sin el freno del
autosabotaje. O dicho de otro modo, si tus metas no tienen nada que ver con
tu propósito vital será muy difícil o imposible atraerlas pero si están en
sintonía con tu propósito será mucho más fácil que se hagan realidad. Es la
esencia de la filosofía de James Allen, “no atraemos lo que queremos, sino
lo que somos”.
Por estas razones es tan importante saber tu propósito en la vida. Por eso y
porque si no sabes a dónde vas nunca llegarás a ninguna parte.
Maxwell Maltz, padre de la psicocibernética lo aclara del siguiente modo:
decirte a ti mismo «voy a conseguir ese trabajo» no te servirá de nada si la
idea de estar haciendo ese trabajo no es coherente con tu manera profunda de
verte a ti mismo».
El hecho de no tener propósito, o mejor dicho, no saberlo, aún realizando
ejercicios de la Ley de la Atracción, ralentizará tu éxito. Seguramente estarás
dando bandazos, como hacía yo cuando aún no sabía bien cómo funcionaba
de manera efectiva la Ley, entre pequeños éxitos y fracasos. Daba un paso
adelante y un paso atrás. Sabía que funcionaba la Ley, pero no sabía cómo
hacer que funcionara siempre de manera rápida y eficaz. El propósito hace
que tus objetivos se alineen con tu subconsciente y por lo tanto vayas en
línea recta hacia tus deseos, sin dar vueltas ni zigzagueos.
Propósito y pasión deberían ir de la mano. Y con la pasión la motivación;
si eres lector de libros de nueva era empresarial seguro que más de una vez
has leído que los grandes empresarios siempre han conseguido logros
inmensos gracias a que se han dedicado a lo que les apasiona en la vida
(frente a la frustrante persecución de la excelencia en algo que no se ama),
porque cuando se dedican a lo que les fascina, cualquier obstáculo se
convierte en un reto que superar y no en una excusa para abandonar. Como
dijo Nietzsche, si tienes un «por qué» podrás soportar cualquier «cómo». Por
eso es por lo que digo que con la pasión llega la motivación, una motivación
intrínseca.
A mi mujer le apasiona la moda y por eso decidimos crear una tienda de
ropa para mujer. Mientras yo trabajaba en un puesto en el que además de no
estar alineado con mi propósito apenas podía estar en mi hogar, ella fue capaz
de emprender la tienda, atender al niño y mantener la casa, toda una
Superwoman. Cuando yo volvía exhausto de trabajar no me apetecía nada
más que dormir, sin embargo ella tenía fuerzas para atender a los clientes
online de la web hasta altas horas de la madrugada y aún así despertarse por
la madrugada para dar de pecho al niño. ¿Cómo podía soportarlo? Porque
tenía su «por qué», estaba (y está) alineada con su propósito y hoy en día está
recogiendo los frutos y disfruta de una tienda muy próspera y un hijo muy
sano y activo.
Muchos otros han intentado copiar la empresa y han plagiado de arriba a
abajo su web y hasta su forma de escribir a los clientes pero se han
desvanecido rápidamente y ya sabrás cuál ha sido el motivo, su único «por
qué» era (o creían que era) la obtención de dinero rápido y pensaban que
simplemente copiando una empresa de éxito obtendrían el mismo éxito pero
el “alma” de una empresa no se puede plagiar.
Los objetivos que consigas alineado con tu propósito serán cada vez
menos materialistas y más auténticos y personales, no perseguirás la riqueza
como fin último sino que ésta llegará a ti persiguiendo lo que de verdad amas,
lo que lo convertirá en un camino de rosas. Resulta paradójico pero así es,
cuanto más persigas tu auténtico yo y menos el dinero, más logros
económicos obtendrás. Si conseguimos nuestros objetivos a través del
propósito, primero seremos felices (la felicidad la encontraremos en el
camino mismo, no en el destino) y luego vendrá lo material por añadidura. Y
eso es lo que no entienden los que plagian a otros.
Una prueba de ello se desprende de una investigación (mencionada por el
doctor Mark Albion en “Vivir y ganarse la vida”) consistente en el
seguimiento de la carrera profesional de 1.500 graduados en escuelas de
negocios. Al principio del estudio se les preguntó si pensaban intentar ganar
dinero para luego dedicarse a hacer lo que les gustara (una vez tuvieran un
colchón económico) o si pensaban seguir sus propios intereses, seguros de
que el dinero ya llegaría. Veinte años después de entre los 1.500 graduados
había 101 millonarios de los cuales 100 contestaron veinte años atrás que
seguirían sus propios intereses convencidos de que el dinero ya llegaría. Cien
de ciento uno… creo que es un dato suficientemente revelador como para
convencerte de que encuentres primero tu pasión si tu deseo es ser millonario.
Así que si tu deseo es ser millonario tu propósito nunca puede consistir en
ser millonario. Tener dinero en abundancia es necesario pero no es un
propósito superior en sí. Como muy bien apunta Louise L. Hay “Tus ingresos
son solamente un canal de la prosperidad, no la fuente. Marc Allen en su
libro “El emprendedor visionario” crea una metáfora muy oportuna diciendo
que creer que el dinero es nuestro propósito es tan estúpido como creer que el
propósito en nuestras vidas es que la sangre siga circulando por nuestros
cuerpos. Claro que la sangre tiene que seguir circulando por nuestros cuerpos
para permanecer vivos (y claro que el dinero tiene que seguir fluyendo para
permanecer vivos) pero nuestro propósito en la vida es algo mucho más
importante, mucho más grande.
Vadim Zeland dice que puedes estar visualizando un maletín lleno de
billetes todos los santos días hasta el fin de tu vida y, de todos modos, en el
mejor de los casos sólo verás con frecuencia maletines llenos de billetes
pasando por delante de ti o en la televisión y el cine. Porque no es tu
propósito, en un error de objetivo.
Kolie Crutcher también advierte sobre la confusión al creer que las metas
económicas producen la felicidad: “las posesiones materiales son
importantes. Necesitamos cosas nuevas en nuestras vidas. La clave es
recordar que estas son el efecto de la felicidad, no la causa”. Es decir, el
dinero viene a ti cuando tienes claro tu propósito en la vida. Nunca puede ser
tu propósito mismo el dinero o cualquier otra meta material.
El propósito es algo que solemos perder cuando abandonamos nuestra
etapa infantil (cuando ya nos han programado lo suficiente como para perder
nuestra esencia) y no lo volvemos a recuperar. Aquellos que lo recuperan (o
que nunca lo pierden) son los que viven su vida más dichosa y plenamente.
A veces lo que sucede es que creemos que nos gusta una cosa cuando en
realidad le gusta más a nuestros padres, a nuestros amigos o simplemente es
«lo que se espera de nosotros». Yo estudié con mucho empeño una carrera
completa pensando que era lo que quería y estaba convencido de ello, creía
que era lo que quería. Sin embargo cuando descubrimos nuestro propósito
por un lado estamos mucho más motivados para avanzar (no necesitamos de
la ineficaz fuerza de voluntad) y por otro estamos más cerca de nuestro
verdadero yo y la vida fluye mucho más ligera y feliz.
Imaginemos que estás en un empleo que no te apasiona, es decir, no está
en línea con tu propósito vital. Cuando acabaste tu educación obligatoria no
sabías muy bien qué hacer (quizá te apetecía no hacer nada, sólo estar de
fiesta con tus amigos y amigas, tus ligues…) y tus padres o la sociedad te
decían cosas del estilo «todos lo hacen, tú deberías hacer lo mismo» lo que te
empujó a trabajar o seguir estudiando «algo» para ser una persona «de
provecho», es cuando, siguiendo la terminología de Martha Beck (Encuentre
su propia estrella polar), se pone al mando el «yo social» frente al «yo
esencial». Así que decidiste que Secretariado sería lo más «responsable» y
«fácil» pues sólo habría que aprender ofimática, mecanografía, algo de
contabilidad…(Lo de fácil también es discutible pues cuando alguien realiza
cualquier cosa no alineada con su propósito se hace cuesta arriba y no puede
esperar más que la suficiencia o lo que dé de sí la ineficaz fuerza de
voluntad). Y con mucho empeño y relativo sufrimiento acabaste tu formación
y el Centro de Estudios te encontró una pequeña empresa donde hacer las
prácticas. Y tuviste la «suerte» de que la empresa te hiciera un contrato. Y
ahora llevas diez años trabajando de secretaria de un tipo desagradable al que
le gusta cada mañana mirarte de arriba a abajo con ojos lascivos. Te gustaría
«otra cosa» pero al fin y al cabo, «hay de peores», al menos «no se me acerca
demasiado. Mirar y no tocar», y aquí al menos tienes un trabajo estable y una
necesaria nómina que te entra a principios de mes para mantener a tu recién
llegado bebé, tu alquiler, tu coche… todas esas cosas que vas necesitando a
medida que crecen tus responsabilidades (o quizá crecen tus
responsabilidades a medida que aumentas tus necesidades, aunque eso es otra
historia). Pero una mañana tu jefe te sugiere que necesitas una renovación de
vestuario, que en la oficina hace demasiado calor para ir tan tapada. Entonces
decides que es hora de cambiar de empleo, siguiendo la estela de Tony
Robbins («Pasos de Gigante», «Controle su destino», «Poder sin Límites»)
diríamos que el dolor de mantenerse en ese empleo ahora es más fuerte que el
placer que obtienes al recibir tu nómina) y empiezas a poner en práctica
afirmaciones, visualización, etc. Pero hay un fallo, lo que te ha motivado para
el cambio ha sido una situación extrema y no has reflexionado primero para
averiguar tu propósito en la vida. Si te aplicas concienzudamente con los
ejercicios de la Ley de la Atracción es posible, con mucho esfuerzo, que
encuentres un nuevo puesto de trabajo, quizá con un mejor jefe, quizá con
mejores compañeros, quizá más cerca de casa, con un horario más compatible
con tu vida familiar o incluso mejor remunerado, pero lo más probable es que
sea un empleo de secretaria o algo similar. Porque llevas demasiado tiempo
haciendo lo mismo y mentalmente te has incapacitado para hacer otra cosa.
Te has programado para ser secretaria. Salvando las distancias con el uso
habitual de la frase, has topado con un «techo de cristal». Pero es un techo
que tú te has fabricado simplemente conformándote y zigzagueando por el
camino más fácil, o que crees más fácil. Sabes que tu Currículum Vitae
consta de diez años de secretaria y a eso es a lo que vas a aspirar para un
nuevo puesto, porque es lo que crees que tienes más probabilidades de
conseguir. Pero es hora de que rompas ese techo de cristal, es hora de que
sepas que tú eres capaz de lo que quieras y mucho más. El Universo no sabe
de probabilidades, sólo tienes que estar alineado con tu propósito y Él jugará
a tu favor. El camino será aún mucho más fácil que hasta ahora, aunque aún
no lo puedas ver y eso te de mucho miedo. Pero el cambio será para mejor y
para siempre.
Imagina tu subconsciente como un emisor de ondas y el Universo como un
receptor de ondas. Las ondas son los pensamientos y emociones. Tú puedes
impregnar tu subconsciente con pensamientos y emociones de logros y el
Universo lo recibirá con más o menos interferencias. Pero si impregnas tu
subconscientes con pensamientos alineados con tu propósito estarás lanzando
el mensaje en la misma frecuencia que el Universo y a Él llegará mucho más
claramente, sin interferencias.
James Allen ya lo expresó muy inteligentemente ¡en el año 1902! “Hasta
que no se conecten pensamiento y propósito, no habrá un logro inteligente”.
Peter M. Senge también se expresó de forma similar, señalando que tu
subconsciente es especialmente receptivo a las metas cuando éstas están en
consonancia con nuestros valores más profundos.
Con diferentes términos, casi la totalidad de gurús del éxito hablan de la
importancia de tener un propósito, una finalidad en la vida para estar en
sintonía y alcanzar mucho más fácilmente tus logros pero, hela aquí la
pregunta que te estarás haciendo:

¿Cómo se encuentra un propósito ¿Cómo encontrar MI propósito?


Veamos las formas más recurrentes y eficientes de descubrir tu propósito.
La mejor manera es hacerte una serie de preguntas y reflexionar muy
bien las respuestas. Las preguntas ponen en marcha tu mecanismo
automático de respuesta, tu cerebro funciona de forma que se pasa el día
preguntándose cómo solucionar cosas y sabe mejor que nadie la mejor
respuesta para ti. Sólo tienes que hacerte preguntas “de calidad” como diría
Tony Robbins, gran entusiasta de hacerse preguntas.
(Recuerda que no tienes que hacer ahora los ejercicios, para eso tienes la
plantilla del Proceso L.A. 20/80 donde los encontrarás todos reunidos)
El archifamoso Wayne Dyer, en la que es quizá su obra mejor y más
completa pero paradójicamente menos conocida, “Real Magic”, apunta como
buena indicación de estar en el propósito reflexionar qué seguirías haciendo
(o empezarías a hacer) si de repente te tocara la lotería. Así que pregúntate: Si
de repente me encontrara con 20 millones de euros en el banco y el
dinero dejara de ser una preocupación ¿a qué dedicaría mis horas? Es
lógico pensar en darte un año sabático, viajando, descansando... pero luego
¿qué? pregúntate ¿Qué haría para no aburrirme? ¿qué haría que me levantara
de la cama de un salto? o como sugiere Vadim Zeland ¿Qué convertiría mi
vida en una fiesta? o ¿Qué confortaría a mi alma?
Otra pregunta que deberías hacerte ¿Qué hacía cuando era pequeño en
mi tiempo libre? Cuando somos pequeños hacemos las cosas que nos
apasionan sin pensar en cómo ganarnos la vida porque todo lo tenemos
resuelto, alguien cuida de nosotros y como hemos dicho antes, aún no nos
han programado para el fracaso ni para perder de vista nuestro propósito.
¿Recuerdas que cuando eras pequeño daba igual el tiempo que estuvieras
jugando que siempre te apetecía más y más? El tiempo parecía detenerse y
sin darte cuenta tu madre ya estaba llamándote para comer cuando daba la
sensación de que apenas habías empezado. No era sólo placer, era éxtasis, era
estar totalmente absorto, imbuido en la tarea. El gran profesor húngaro
Mihály Csíkszentmihályi, en su bestseller «FLUIR: una psicología de la
felicidad» indica que cuando estás “en onda” el tiempo parece detenerse y
llama a este estado “fluir”. Así que hay que buscar cómo volver a “estar en la
onda” como cuando éramos pequeños, cómo fluir con el Universo. Rebusca
en tu pasado.
¿Qué es lo que más te gustaba hacer cuando eras pequeño? Encuentra los
elementos comunes a esas experiencias e imagina una forma de ganarte la
vida desempeñando esas actividades.
Otra pregunta que puede ayudarte a expandir tus límites y a desear cosas
más allá de lo económico, extraída de “La lámpara mágica” de Keith Ellis:
¿Qué desearía realmente de la vida si estuviera absolutamente seguro de
poder conseguirlo?
Una última pregunta para hacerte, similar a la anterior, extraída del genial
Tim Ferris y su “Semana laboral de 4 horas”: ¿Qué haría si no pudiera
fracasar? ¿si fuera 10 veces más listo que el resto?
Sesión de Brainstorming
Una forma muy efectiva de encontrar respuesta a estas y otras preguntas es hacer una sesión de
brainstorming, traducida en castellano como “tormenta de ideas” o a veces “lluvia de ideas”.

Si no estás familiarizado con esta técnica grosso modo te puedo explicar el sistema: coge papel y
bolígrafo y escribe en lo alto del folio la pregunta que quieres hacerte, por ejemplo “¿Qué hacía cuando
era pequeño en mi tiempo libre?” o cualquiera de las vistas en los puntos anteriores. Ahora deja que te
vengan a la mente ideas y más ideas. No las juzgues, simplemente escríbelas. No empieces a descartar,
es como una competición en la que gana quién más respuestas de, independientemente de la calidad u
originalidad de éstas, aunque sean una auténtica locura. Fuérzate a escribir todo lo que puedas. Cuando
acabes lee todo lo escrito y analízalo intentando encontrar puntos en común, ideas que parecían una
locura y ya no lo parecen tanto, u otras ideas que ahora sí parecen descartables.

El uso más extendido de esta técnica suele ser en el contexto empresarial y en grupos de trabajo
para aportar más ideas a un proyecto, pues así la concibió su creador Alex Faickney Osborn en 1938,
pero evidentemente esta técnica la puedes usar tu solo en casa y así es como debes hacerlo en este caso.
Además, estudios científicos como el de Brian Muller y su equipo de la University of Kent en
Cantebury, han demostrado que las ideas aportadas por los que practican esta técnica solos son más y
de mayor creatividad que las aportadas por grupos. Seguramente debido al efecto “pereza social”: «Ya
aportarán ideas los otros»; o al efecto de la“difusión de la responsablidad”: «La responsabilidad no es
sólo mía, si lo hago bien el mérito no es sólo mío».

En la plantilla de “Protocolo L.A. 20/80©” que haremos al final del libro tienes espacio para hacer
una tormenta de ideas de cada pregunta que hemos visto.
Eso sí, lo crucial a la hora de hacerte correctamente estas preguntas es no
criticarte ni autoengañarte.

Pero ¿Cómo evito el autoengaño?


Recuerda el ejemplo que te he puesto hace unas páginas en el que yo creía
que quería lo que decía que quería cuando en realidad me estaba engañando a
mí mismo. Creía que quería estudiar una determinada carrera cuando en
definitiva buscaba la complacencia de mis padres, de mi hermano mayor o de
la sociedad en general. Lo que se esperaba de un estudioso buen chico. Por
eso, aunque conseguí licenciarme nunca conseguí dedicarme plenamente a lo
que estudié y nunca lo haré. Porque no es una carrera que esté alineada con
mi propósito.
El gurú Joe Vitale recuerda cuando uno de sus mentores y sanador le
preguntó qué quería en la vida y él respondió «escribir bestsellers». Entonces
Jonathan Jacobs, que así se llamaba, continuó con el interrogatorio «¿con qué
propósito?». Eso le desconcertó y después de intentar librarse con respuestas
del tipo «me lo merezco» rebuscó en su interior, en su motivación subyacente
hasta obtener la verdadera razón: «para gustar a la gente y que me admiren».
No es un hecho aislado. El polifacético artista Alejandro Jodorowsky
cuenta una anécdota muy similar a la de Vitale. Le habían hablado de un
médico (que además era músico, poeta y maestro de artes marciales) en el
barrio chino que era capaz de curarle de una alarmante transpiración que lo
dejaba empapado y le impedía dormir. La sorprendente prescripción médica
(a la postre efectiva) fue preguntarle «¿Cuál es tu finalidad en la vida?» pues,
según dijo, si no tenía una finalidad en la vida no lo podía curar. Y, al igual
que el mentor de Vitale, siguió el interrogatorio preguntándole después de
cada respuesta «¿Por qué?» hasta obtener una finalidad última.
Haz lo mismo, no te autoengañes pensando que tu objetivo en la vida es
ser más rico, tener fama o ser podólogo. Normalmente existe una razón
subyacente y suele estar relacionada con la necesidad de amor y cariño.
Encuentra tu verdadera motivación. Cuando la tengas, será mucho más fácil
manifestar tus deseos. Saberla te dará una mayor libertad, sabrás por qué
haces lo que haces y por qué quieres lo que quieres y con ella obtendrás
también la determinación de tener y actuar y por ende será mucho más fácil
manifestar tus deseos.
¿Cómo? Es muy fácil, Vitale y Jodorowsky ya nos ha dado pistas,
pregúntate constantemente “Por qué”.
Por ejemplo: “Quiero ser cantante, es la mayor ilusión de mi vida. Cuando
era pequeño siempre cantaba y ahora sigo haciéndolo en la ducha”–¿Por
qué?– “ejem... porque me gusta...–No en serio ¿por qué? hurga en tu interior–
“creo que me gustaría que la gente me viera en la tele” –¿por qué?– “quiero
ser admirado” –¿por qué?– “no sé… de pequeño solíamos estar mis padres y
yo en el sofá acurrucados viendo las actuaciones de los sábados por la noche
en la tele y veía los ojos de mi madre admirando a Luis Miguel… quiero que
mi madre me mire con esos ojos, quiero sentirme querido y admirado así por
mi madre”. –Ahí lo tienes. Tu propósito es la búsqueda de sentirte querido y
admirado, no es ser cantante. Saberlo te guiará mucho mejor en la vida y
sabrás por qué quieres ser cantante. El ser cantante se convertirá no en tu
finalidad, sólo en tu camino.
Los Objetivos
La lista de los deseos
¿Cómo establezco un objetivo indicado para mí?
Una vez ya sabes cuál es tu propósito en la vida te resultará más fácil
establecer tus deseos y objetivos concretos, siempre con la mirada puesta en
la realización personal de tu vida.
Y a sensu contrario, si apuntas a una meta que no sea parte de tu propósito
o plan mayor, puedes fallar.
En cualquier caso, los objetivos que te plantees deben cumplir unas
determinadas características si es que queremos que se cumplan. Vamos a
ello.

¿Cómo pongo en marcha el objetivo?


Lo primero que hay que saber y en lo que prácticamente todos los
mentores coinciden es que para poner en marcha tu objetivo tienes que
ponerlo por escrito. No hace falta que lo hagas ahora, recuerda que al final
del libro y en nuestra página de facebook viene todo el proceso en una
plantilla. Escribirlo crea como un “contrato” con tu subconsciente y con el
Universo para la realización.
Si quieres una razón más terrenal, Brian Tracy (orador inspiracional, autor
de decenas de libros de liderazgo empresarial y desarrollo personal como el
famoso «¡Tráguese ese sapo!», «Negociación», «Liderazgo» o «Metas»)
realizó un estudio en el que reveló que la gente que se limitaba a poner sus
necesidades por escrito y luego había guardado la lista, un año después, el
80% de lo que había escrito se había hecho realidad. Lair Ribeiro en «El
Éxito no llega por casualidad» (Urano, 2000) menciona un estudio similar de
la Universidad de Harvard en el que dice que el 3% de los alumnos que
habían puesto sus metas por escrito valían económicamente más que el 97%
restante.
No sé hasta qué punto son ciertos o no estos estudios ya que se han
mencionado muchas veces en la literatura de autoayuda y, como en el juego
del teléfono, el mensaje que llega se ha tergiversado muchísimo. Así, el
catedrático de psicología Richard Wiseman (autor del libro «59 segundos»,
en el que intenta desmontar la supuesta charlatanería de la autoayuda) señala
que en 2007 el escritor de la revista Fast Company, Lawrence Tabak, hizo
numerosas investigaciones tratando de averiguar si el estudio era cierto y no
encontró ninguna prueba fehaciente de su existencia. Si bien su investigación
se centró sólo en la Universidad de Yale, no en Harvard como menciona
Ribeiro.
Quizá estos estudios fueran reales pero poco documentados o quizá se
inventaron para dar credibilidad a un hecho que, en cualquier caso, yo
personalmente, mucho antes de conocer este estudio y toda la literatura New
Age, pude comprobar de primera mano, en el que vendría a ser mi primer
objetivo materializado de forma más o menos increíble. Sin saber por qué lo
hice así, sin conocer aún la Ley de la Atracción, harto de una adolescencia de
altibajos amorosos y desestabilidad emocional, cogí un folio en blanco e hice
un listado de las características que tendría mi mujer ideal y lo metí en un
cajón, olvidándome de él. Supongo que simplemente lo que quise fue aclarar
mis ideas después de algún desengaño. No sabía si existiría una mujer con
tales dones pero fui bastante concreto en mis peticiones: que no fumara,
guapa, simpática, de mi edad, trasero respingón... y otras características que
no voy a detallar. Y hoy sigo felizmente casado con una mujer que cumple al
100% con dichas características. Aunque al principio no fui consciente de
ello. Simplemente me enamoré casi irracionalmente de esa chica y al cabo de
varios años, realizando una mudanza me encontré con el listado y ya
familiarizado con la Ley de la Atracción dije «¡Ajá!» Y sí, sé que es similar a
la anécdota que cuenta John Assaraf en la película y libro de «El Secreto»,
cuando describe cómo encontró su viejo tablón de logros en una caja de
mudanzas, pero es así. A veces te olvidas de lo que has deseado… y lo malo
es que le restas importancia al éxito conseguido, por eso es tan importante el
seguimiento de tu objetivo (monitoreo) del que ya tendremos tiempo de
hablar.
Para finalizar con la importancia de mantener tu objetivo por escrito
mencionar que el propio Wiseman, pese a querer echar por tierra el supuesto
estudio que mencionan Tracy o Ribeiro, tras un estudio sobre éxito y
motivación con 5.000 participantes, reconoce que las posibilidades de éxito
se disparaban en aquellos participantes que escribían sus metas
concretas, especialmente si éstas eran detalladas con pasos, avances,
ventajas, recompensas… y precisamente todo esto lo veremos a lo largo de
este libro.
Si además sellas con tu firma el objetivo, fijarás más tu compromiso
con el mismo, así lo sugiere el propio Wiseman en su obra «Nadie nace con
suerte».

¿Por dónde empiezo? ¿qué puedo elegir?


Ahora empieza lo divertido, elegir entre todas las posibilidades que te
ofrece el vasto catálogo del universo.
Pero es muy normal que suceda la paradoja que con tanto donde elegir te
quedes en blanco, que de tantas posibilidades te bloquees.
Para eliminar este bloqueo puedes hacer dos listas, una de las cosas que
te urgen y otra de tus máximos deseos y luego dividas cada lista en tres
segmentos: tener, ser y hacer. Más adelante verás cómo los “ser” los
tendrás que ir convirtiendo, como hace Timothy Ferris, en “hacer” para
alcanzar tus sueños, por ejemplo, para “ser” un gran orador primero tendrás
que “hacer” cursos de oratoria o “hacer” muchas prácticas de hablar en
público.
Algunos autores también dividen sus deseos en plazos (qué cosas deseas
ahora, qué deseas para dentro de 6 meses, para dentro de un año, de cinco…)
pero yo soy contrario a esta idea de los plazos, más adelante te explicaré mis
razones.
Ahora vamos a ver ordenadamente las listas según las divisiones que
hemos comentado y que podrás hacer fácilmente en la comentada plantilla de
protocolo L.A. 20/80.
¿Qué te urge ahora? Haz una lista de las cosas que te urge tener, lo que
te urge hacer y lo que te urge ser (esto último puede ser más complicado de
establecer).
¿Cuáles son tus máximos deseos? Haz una segunda lista con aquello que
te gustaría tener con todas tus fuerzas, lo que te gustaría hacer más que nada
y por supuesto lo que más querrías ser.
Algunas pistas:
A la hora de elaborar las listas siempre ten presente el propósito vital que ya tenemos que haber
establecido. Aunque sean deseos materiales, siempre deben responder a un propósito vital que debes
conocer.

Te resultará muy útil separar tus deseos por áreas. Piensa en tu desarrollo personal y
profesional, en tu salud, en tu felicidad, en las relaciones sociales y de pareja e incluso en tu
altruismo, quizá te sentirías realizado al fundar una organización no lucrativa. Dicho de otro modo,
piensa en tu carrera, dinero, propiedades, ocio, viajes, relaciones, expresión creativa, salud, educación...

A veces, tras muchos años de condicionamientos negativos y pesimismo, resulta más fácil pensar
en lo que no queremos que en lo que queremos. Puedes poner lo que no quieras para facilitarte la
tarea, pero asegúrate inmediatamente de convertirlo en una frase en positivo. Más adelante te
explicaremos la importancia de esto.

Por ejemplo, puedes tener muy claro que no quieres padecer alergia cuando llegue la primavera,
conviértelo en “quiero estar totalmente sano al llegar la primavera”. O si no quieres viajar más en tu
destartalado coche, conviértelo en “quiero un coche nuevo”. O si odias a tu jefe, “no quiero tener ese
jefe” puedes convertirlo en “deseo trabajar para mí mismo”.

Derivado del anterior. En muchas ocasiones cuando nos preguntamos lo que queremos o cuál es el
problema que queremos solventar sólo obtenemos respuestas vagas y quejas y más quejas. Esta
confusión, es muy común especialmente en los momentos posteriores a un gran trauma, cuando nuestra
vida está viniéndose abajo y nuestros esquemas y costumbres han de cambiar a la fuerza, por ejemplo
tras un divorcio inesperado. En esos momentos es difícil concretar lo que queremos, o simplemente
decimos que queremos «que todo vuelva a ser como antes». Louis L. Hay propone una fórmula que te
ayudará a concretar los problemas y verlos con nuevas perspectivas reveladoras.

Coge una hoja y escribe en lo alto “Debería…” e intenta acabar la frase con 5 o 6 respuestas
diferentes. Según L. Hay hay quien le resulta difícil escribir sólo una o dos y hay quien necesitaría
varias páginas.

Ahora lee cada frase y pregúntate ¿Por qué? ¿Cuál es la razón? y revelarás muchas creencias y
limitaciones.

Finalmente vuelve a escribir cada frase pero sustituyendo el “Debería…” por “si realmente
quisiera podría…”.

Al ir haciendo la lista te darás cuenta que muchos “ser” se convertirán en “hacer” y en “tener”.
No hay problema, todo lo contrario, eso es bueno y es lo que acabarás haciendo, porque estás
concretando lo que quieres y como veremos, esto es fundamental.

Por ejemplo, “quiero ser cantante profesional” puede convertirse en “quiero hacer una maqueta de
calidad” o “quiero tener una entrevista en la radio musical más famosa de mi país”. O “quiero ser
Astronauta” puede convertirse en “quiero tener buenas notas en mi prueba de acceso a la Universidad
para ingresar en el Instituto de Astrofísica”.

El hecho de dividir tus deseos en lo que te urge y lo que más deseas y a su vez en “ser”, “hacer” y
“tener” ha sido para ayudarte a recordar cuáles son tus deseos, pero ahora, trabaja con todos los
elementos de tus dos listas como si fueran una sola lista para hacer un filtrado.

Víctor Boc, famoso locutor de radio en EEUU, escritor de «Cómo


Resolver para siempre todos sus problemas de dinero» y uno de mis autores
favoritos por su sencillez y por los logros impresionantes que he obtenido
gracias a su método, lo plantea de la siguiente manera:
Has de aplicar una serie de preguntas (que he extraído y sintetizado a
continuación y en la plantilla del protocolo L.A. 20/80) a cada deseo y luego
ir tachando las que devuelvan una respuesta negativa:
¿Realmente lo deseas (o lo necesitas) o es solo un interés pasajero? Por
ejemplo. Puede que mi móvil tenga un año y me gustaría reemplazarlo por
uno más moderno pero el móvil funciona perfectamente. Cambiarlo sería un
interés pasajero, no un deseo ardiente, y por lo tanto debería tacharlo de mi
lista. Sin embargo si mi móvil se ha roto, aunque no sea un deseo ardiente
tener móvil, sí que lo necesito y por lo tanto podría quedarse en la lista.
¿Es posible de realizar? No significa si ahora te parece viable según tus
circunstancias actuales sino si humanamente es posible. Por ejemplo, es
viable mi deseo de hablar finés aunque ahora no sepa decir ni “hola”, pero es
humanamente imposible mi deseo de ser campeón del mundo de los pesos
pesados si tengo 65 años y nunca me he entrenado.
¿Es respetuoso con la gente? Es decir, si no causará a otros algún
perjuicio. No nos referimos a los celos que pueda ocasionar a mi vecino que
yo tenga un coche mejor que el suyo sino a un daño físico o psíquico. Mi
deseo no puede ser atropellar a mi jefe aunque eso “beneficiara” a cientos de
trabajadores.
¿Es coherente con el resto de la lista? Esto es muy importante. Si se
contradice con otro elemento posiblemente se sabotearán ambos. Hay que
tachar uno de los dos. Por ejemplo, sería incoherente ponerme el objetivo de
recorrer el mundo yo solo de mochilero y a la vez el objetivo de pasar más
tiempo con mi familia. O sería incoherente querer que me asciendan en mi
empresa y a la vez desear un trabajo nuevo o trabajar por mi propia cuenta. O
una cosa u otra.
No tengas miedo de tachar, sólo estás priorizando y cuando empieces a
lograr deseos de forma habitual podrás volver a repasar tus viejas listas y
darte cuenta que lo que tachaste quizá ya no te interese en absoluto o que tal
vez cuando hiciste la lista era incoherente con otro elemento pero ahora ya no
lo es y puedes ir haciendo nuevas listas. Pero ahora toca tachar ¡Tacha sin
piedad!

¿Cuántos objetivos puedo tener a la vez? ¿estaré pidiendo demasiado?


Seguramente tengas ante ti muchísimos objetivos y te estés preguntando si
no serán demasiados.
Si seguimos las pautas de Jack Canfield y Mark Víctor Hansen, famosos
autores de «Sopa de pollo para el alma» y una caterva de libros de autoayuda,
parece que nunca son suficientes. Para ellos habría que hacer un esfuerzo por
intentar tener al menos 30 “ser”, 30 “tener” y otros 30 “hacer” y lo ideal es
recopilar unos 100 objetivos en total. Y he dicho bien, «esfuerzo», porque te
aseguro que es difícil desear tanto, de verdad. Si lo intentas te sugiero que
tampoco te agobies, la lista está totalmente “viva”, puedes ir añadiendo y
eliminando cosas que ya no desees tanto o que hayas cumplido. Puedes
empezar por 20 o 30 e ir subiendo a medida que vayas deseando cosas. Eso
sí. Felicítate bien cuando hayas logrado algo, en lugar de tacharlo,
señálalo con letras bien llamativas de «¡Victoria! ¡Gracias!»
Pero ojo, cada vez que añadas un nuevo objetivo no te olvides de hacerle
de nuevo el cuestionario de antes (si realmente lo deseas, es humanamente
posible, respetuoso y coherente con el resto de la lista), siendo especialmente
cuidadoso en observar que no se contradiga con ningún objetivo anterior
ya que un gran peligro que se corre con tantos objetivos es la facilidad
con la que pueden colisionar y bloquearse unos a otros.
Ahora bien, cabe preguntarse...

¿Por qué es necesario tener tantos deseos a la vez?


Según Hansen y Canfield, cada objetivo tiene un periodo de gestación
diferente, unos pueden necesitar muchos años de gestación porque
actualmente tu situación dista mucho de lo que deseas y otros objetivos se
pueden realizar en un santiamén. No puedes dejar los más complicados para
el final porque siempre te quedarás realizando cosas muy sencillas y cuando
vayas a empezar a hacer las complicadas habrás dejado pasar mucho tiempo
en balde; y tampoco puedes empezar por las más difíciles porque nunca verás
resultados y te desmoralizarás a las primeras de cambio. Además, cuando
cumples un objetivo viene una especie de “bajón” de no saber «ahora qué»
excepto que tengas más objetivos en lista y la regla del Universo es la
abundancia así que ¿por qué conformarse con menos?
Sin embargo, muchos otros autores no comparten la visión de Canfield y
Hansen y son de la opinión de que demasiados objetivos diseminan el
poder de la Atracción. En este sentido, Vadim Zeland, autor ruso de una
serie de libros denominada «Reality Transurfing», afirma que la sintonización
con el camino del objetivo (aunque él utiliza una terminología más compleja
que te voy a ahorrar) funciona con más eficacia si todos los esfuerzos están
dirigidos hacia un objetivo concreto frente a dispersar nuestra energía mental
en diferentes objetivos. En la misma línea se sitúan Janet Bray Attwood y
Chris Attwood (Descubre el Secreto, Tu riqueza oculta) quienes aseguran
claramente que aferrarse a demasiadas ideas, deseos u objetivos al mismo
tiempo, colapsa al cerebro que no puede centrarse en tantas cosas a la vez, y
para ello se basan en los estudios neurológicos según los cuales sólo puedes
almacenar siete conjuntos de información en la conciencia simultáneamente.
Me encanta esta cita del fundador de Apple, Steve Jobs: “La gente cree
que el enfoque significa decir sí a lo que tienes que enfocar. Pero realmente
significa decir no a los cientos de otras buenas ideas que hay. Tienes que
escoger con cuidado”. Escoge con cuidado tus deseos, tacha, elige, prioriza.

Estoy hecho un lío ¿con qué opinión quedarse, muchos o pocos objetivos?
Creo que es posible que cooperen ambas teorías.
Me quedo con lo que dice Abraham Hicks, que no hay límite de cosas que
puedes pedir al Universo y crear simultáneamente, pero al comienzo, cuando
todavía estás aprendiendo a enfocar tus pensamientos, es más útil
concentrarte sólo en uno o dos deseos a la vez.
Por un lado me parece positivo tener una lista de objetivos a largo plazo,
por las razones que aducían Canfield y Hansen pero creo que es
IMPRESCINDIBLE mantener la coherencia de los objetivos y minimizar la
dispersión de energía.
La primera solución a la coherencia de la lista nos la daba el propósito,
que nos sirve para encauzar todos nuestros deseos en una misma dirección.
Toda esa lista de deseos han de resultar de tu propósito.
Pero además, insisto en la coherencia de tu lista. Si tu deseo es ser actor de
Hollywood, coincidirás conmigo en que es difícil tener también el objetivo de
vivir en Alemania. Es posible hacerlo, pero quizá ahora no sea la mejor
opción. Tal vez si consigues ser actor de Hollywood en ese momento puedas
desear vivir en Alemania y sea un objetivo más coherente. Para que Antonio
Banderas pudiera vivir en su querida Málaga ha tenido que vivir mucho
tiempo en Madrid y más tarde en Hollywood hasta que ha adquirido tanto
poder en la industria como para decidir dónde establecer su casa. O por poner
un ejemplo más mundano, no puedes desear un aumento de sueldo y al
mismo tiempo desear cambiar de empleo. Hay que intentar ser coherente al
máximo con tu lista de este momento de tu vida. Más coherencia significa
más eficacia.
Sin embargo, tras poner todos tus objetivos en una lista escrita ya no
debemos dispersar más nuestros esfuerzos haciendo visualización y
afirmaciones de todos ellos. Es una innecesaria e ineficaz locura.
Ten la lista de deseos ahí, escrita, y repásala cada día. Ese simple
hecho ya irá poniendo en marcha los objetivos por ti. Pero establece
prioridades de los deseos que prefieras que se cumplan primero. Sé que
la decisión será difícil «¿qué quiero primero, vivir de mi hobby o encontrar el
amor de mi vida?» Pero son decisiones que deberás tomar. No olvides las
palabras de Jobs, lo importante del enfoque es descartar ideas, por muy
buenas que éstas sean.
Recuerda que te facilitará la tarea pensar que realmente las dejas aparcadas
no las eliminas para siempre. Hace años escribí un libro de comedia y leí y vi
muchísimo humor llegando a encontrarme en una vorágine de chistes que se
me iban ocurriendo en todo momento y que apuntaba en la pequeña libreta de
ideas que siempre llevo encima. Cuando llegaba a casa y las intentaba meter
en el libro muchas veces los mejores chistes no encajaban bien en la historia
y me resultaba muy difícil descartarlos así que tomé una idea del director de
cine Robert Rodríguez en su manual «Rebelde sin pasta», cogí esas buenas
ideas que no cabían y las metí en una carpeta para próximos proyectos. Así
resultaba mucho menos doloroso no meter esa idea tan buena que se me había
ocurrido, no la descartaba, simplemente la dejaba aparcada temporalmente.
Así que no te preocupes por el resto de deseos que no has elegido de
momento porque no los estás descartando, no los olvidas, siguen ahí en la
lista y volverás a ellos más adelante. Es más, puedes ir engrosando la lista de
deseos con nuevas cosas que hacer, ser o tener que se te vayan ocurriendo.
Pero ahora debes centrar toda tu energía y ejercicios en uno. Simplemente
decide en qué deseo centrarte AHORA. Puede ser algún objetivo sencillo,
para ir practicando el proceso, obtener resultados y coger confianza, o puede
ser algo más complejo que estés deseando muy vehemente y ya veremos más
adelante cómo lo tendremos que dividir en pasos más pequeños.
La intención es lo que cuenta
No es sólo un dicho popular sino una realidad en el ámbito cuántico. No
me voy a detener en las complejas explicaciones que demuestran
científicamente el tremendo efecto de la intención sobre la materia, para eso
ya tienes el fantástico libro de Kolie Crutcher «Electric Living: la ley de la
atracción para escépticos», sólo hace falta saber que un deseo sólo es eso, un
deseo. Si se mantiene como tal, difícilmente se hará realidad. La intención es
una forma por la cual le dices al Universo que estás dispuesto, decidido
formalmente a hacerla realidad frente a los meros deseos, apetencias, gustos,
preferencias, ensoñaciones...
El matiz es muy importante. Fíjate la diferencia de poder entre estas
frases:
“Yo deseo tener un deportivo descapotable”
“Yo quiero tener un deportivo descapotable”
“Mi intención es tener un deportivo descapotable”
Las dos primeras se quedan en un mero “me gustaría”, “estaría bien
tener”, “sería una gozada tener”, frases que perfectamente podrían terminar
en un “...otra cosa es que pueda”. Son frases que no te obligan rotundamente
a salir a buscar el deportivo descapotable como sí lo hace la tercera frase que
está diciendo “voy a por mi descapotable nuevo, no es que lo desee, es que no
voy a parar hasta tenerlo”.
Para Vadim Zeland, el punto en el que tu deseo se hará realidad será
cuando DECIDAS ir a por tu deseo igual como cuando vas a por tu correo,
con la misma normalidad. Sabes que estará ahí esperándote en el buzón.
Quizá no sabes si llegará hoy pero no dudas de que estará ahí. Simplemente
vas y lo coges.
Debes dejar a un lado cualquier razonamiento, emoción o esperanza de
tener éxito. Debes sólo mantener una decisión irrevocable y desapasionada de
obtener éxito, simplemente «mi intención es X, voy a coger X», esa es la
declaración, y además sin argumentos, condiciones o signos de admiración.
Es así, es un hecho.
No es que creas firme e inquebrantablemente que vas a obtenerlo sino que
tomas lo que te pertenece.
Zeland propone un ejercicio para observar la diferencia entre el deseo y la
intención. Desea levantar la mano. Tu deseo está moldeado en tu mente, te
das cuenta de que quieres levantar la mano pero ¿el deseo levanta la mano?
No, el deseo en sí no produce ninguna acción. Es más, tampoco se levanta la
mano por la determinación de actuar, de levantar la mano. La determinación
sigue siendo una “voluntad de…” o “deseo de…”. Lo que realmente
levantará la mano será la intención de levantarla. Mira cómo lo expresa
Zeland: “El deseo está orientado hacia el objetivo mismo, mientras que la
intención al proceso de obtención de ese objetivo”. La intención no razona si
el objetivo es alcanzable o no, la decisión está tomada, sólo queda actuar.
Tampoco se trataría de fuerza de voluntad, en ese caso intentas tomar “a la
fuerza” lo que deseas, intentas someter a tu voluntad las circunstancias, el
mundo exterior. No es eso, se trata de ocupar una posición de observador
imparcial y es como si ocurriera por sí mismo, tú no cambias nada, sino que
eliges.
En resumen; se realiza la intención, no el deseo.
Y no sólo Zeland habla de la intención, muchos otros autores conocen del
poder de ésta sobre los meros deseos, aunque lo expresen de diferentes
maneras. Keith Ellis («La lámpara mágica»), por ejemplo, en lugar de
llamarlo “intención” habla de “decisión”, pero a los efectos es lo mismo: “He
decidido tener un descapotable nuevo”. Tiene el mismo tremendo poder
frente al “quiero/deseo/me gustaría”. Para Ellis la manera más eficiente de
poner un deseo en movimiento es escribiendo al principio “He
decidido…” y luego tu deseo. Esto lo convierte en una orden para llevarla a
cabo.
Así pues, vamos a trabajar nuestros objetivos como si fueran intenciones,
de hecho, lo correcto sería hablar ya con términos de intenciones en lugar
de objetivos. Pero como sé que el término “objetivo” sigue aún demasiado
arraigado, para evitar confusiones e ir acostumbrándote poco a poco utilizaré
el término “objetivo/intención”.
Un matiz final, aunque hemos aducido aquí que “la intención es lo que
cuenta”, tómese como intención frente a deseo, no como intención frente a
acción que, como veremos más adelante, es totalmente necesaria para llegar a
la consecución de nuestro éxito.
No importa el «cómo» sino el «qué»
¿Cómo conseguiré mi objetivo/intención?
Tú no tienes que hacer nada de forma forzosa o consciente para llegar a tu
deseo (tu objetivo/intención), el deseo mismo es el creador de los medios.
Como dijo el naturalista Jean-Baptiste Lamarck, “los pájaros no vuelan
porque tienen alas, las tienen porque desean volar”.
Maxwell Maltz sostenía en su tratado sobre la cibernética que los lóbulos
frontales que corresponden a la parte del cerebro que produce el pensamiento
consciente puede divisar el objetivo, o crear la imagen de la persona que
quieres ser, y luego la mente subconsciente se ocupa de alcanzar esa meta en
modo automático.
Es decir, conscientemente sólo debería preocuparte el «qué» (el
objetivo/intención) y olvidarte del «cómo» (el camino).
No malgastes tu tiempo ni energía en intentar descifrar «cómo» lo
solventarán el subconsciente y el Universo por ti. Sólo estarás ralentizando, si
no bloqueando, el éxito. ¿Quién mejor que el Universo y tu subconsciente
para guiarte de la forma más efectiva, rápida y mejor para ti? Sólo confía y
déjate llevar. No te metas en el camino del Universo y de tu subconsciente,
déjalos que hagan su trabajo. Tú sólo desea volar y el Universo ya te
proporcionará las alas que más te convengan.
Jack Canfield, en una metáfora muy acertada cuenta que tú puedes elegir ir
de Nueva York a California, establecer tu intención de ir a California, y no
necesitas ver todo el camino. Incluso puedes conducir de noche y sólo ver
hasta donde te permiten los faros, y aún así llegarás a California. No es
necesario saber el «cómo», sólo el objetivo/intención. Confía en el camino
del Universo y sigue las SEÑALES que te va marcando. Más adelante
hablaremos de esas señales (Retroalimentación).
Ahora voy a ponerte un ejemplo menos metafórico para que veas los
problemas que puede ocasionarte querer saber el cómo: Tú estableces “Tengo
la intención de trabajar de actor en una película”. Pero no debes afirmar:
“Tengo la intención de trabajar en una película así que voy a ir a un rodaje y
el director me verá y me dirá que mi cara es perfecta para su película y me
contratará”. Ni siquiera debes decir “Tengo la intención de trabajar de actor
en una película” y luego ponerte a pensar las opciones para su cumplimiento.
Porque quizá para el Universo es más fácil que la amiga de una amiga de tu
madre comente que el cuñado de su prima es productor ejecutivo de
Almodóvar y está buscando a chicos pelirrojos con ojos verdes para una
película y resulta que tú eres pelirrojo de ojos verdes. O quizá el Universo
cree que serías un desastre como actor y necesitas preparación y, tras
establecer tu objetivo/intención “Tengo la intención de trabajar de actor en
una película” como por arte de magia aparece en tu buzón un folleto de una
prestigiosa academia de Arte Dramático. Las posibilidades pueden ser
infinitas, es imposible que sepas tú, desde tu limitada consciencia la mejor
opción. No intentes saber cómo conseguirás tu objetivo/intención, empezarás
a inmiscuirte y sólo conseguirás complicar más las cosas y retrasar o anular
tu objetivo.

¡Ojo a los “cómo” disfrazados de metas!


Es posible que una meta no sea más que un “Cómo” pero al que le has dado el rango de meta.
¡Este es uno de los principales obstáculos que hacen que nos demos contra un muro de piedra cuando
practicamos constantemente la Ley de la Atracción y sólo obtenemos pequeñas metas o incluso
encadenamos fracasos!
Para evitar caer en este tipo de autoengaño podemos utilizar un pequeño truco del curso del
Método Silva. Al igual como habíamos visto con Jonathan Jacobs habría que preguntarse
constantemente “¿Por qué?” quiero tal o cual meta, aunque en este caso sería para averiguar tu meta
“mayor”. Por ejemplo, imaginemos que tus respuestas se asemejan a esto:
– Quiero un ascenso.
– ¿Por qué?
– Para ganar más dinero.
– ¿Por qué?
– Porque quiero vivir en un chalet en lugar de en un piso
– ¿Por qué?
– Para que mi hijo pueda corretear por el patio.
En este caso la meta mayor sería “un chalet con un gran patio”, la elección del ascenso realmente
es un “cómo” llegar al verdadero deseo, es un medio para alcanzarlo, es el “cómo” imaginas tú que
obtendrás ese chalet. Por lo tanto estás cerrando posibilidades de manifestación al Universo. Tal vez
para el Universo sea más fácil hacer que te toque la lotería a que te aumenten el sueldo. O quizá sea
más fácil que te echen del trabajo para obtener un trabajo mayor y, de paso, pagar la entrada del chalet
con el finiquito del anterior empleo.
Si siguieras preguntándote constantemente “¿Por qué?” al final, si no te has engañado a ti mismo,
deberías llegar a la misma respuesta que cuando estabas buscando tu propósito vital, algo relacionado
con la necesidad de amor, cariño, confianza… algo mucho más profundo que un chalet, claro. En el
caso que hemos visto quizá pudiera ser que esta persona viviera de pequeño en un chalet con un gran
patio y necesite darle eso mismo a su hijo para no sentirse fracasado, o justo al contrario, que de
pequeño viviera en una chabola y necesite darle a su hijo lo que él no tuvo para no sentirse fracasado,
porque cada persona toma sus experiencias y las interpreta a su modo.
Pero de los motivos subyacentes ya hemos hablado. En este caso pregúntate “¿Por qué?”
Simplemente para saber si es tu deseo más grande a fin de evitar caer en la trampa del “Cómo”
disfrazado de meta.
Además, saber tu meta mayor también te ayudará a evitar el establecimiento de objetivos
contradictorios ya que aclaras tu verdadera intención en lugar de confundirte con diferentes apetencias
que pueden colisionar entre ellas.

En definitiva, después de establecer nuestra lista de objetivos lo más


prudente es preguntarse si estamos ante un verdadero deseo o un
“cómo”.

Pero fantasear sobre cómo se cumplirá un deseo es inevitable

«Cuando estoy entusiasmado no puedo evitar fantasear sobre cómo se


cumplirá mi objetivo/intención ¿Por qué lo anulo de esa forma? ¿No se
supone que el Universo es más listo que yo, por qué no me hace caso omiso y
lo intenta cumplir a su modo?»
Reconozco que es casi inevitable intentar deducir cómo se va a cumplir.
Está en nuestra naturaleza proyectar el futuro. Lo que tenemos que intentar es
minimizar las fantasías al máximo. ¿Cómo? Simplemente dejándolas ir. Es
similar a la Meditación (no necesariamente tiene que llevar el apellido de
«Trascendental») que básicamente consiste en dejar pasar tus pensamientos,
no hacerles caso, que se vayan, o la práctica de «El poder del Ahora» donde
Eckart Tolle también nos aconseja que los pensamientos hay que acallarlos
pues surgen de nuestro ego (en lugar de nuestro propio Ser, que, siguiendo
nuestra terminología sería nuestro subconsciente) y proyectan el futuro en
base a experiencias pasadas.
El motivo por el que anulas tu objetivo/intención cuando piensas en cómo
se realizará es muy sencillo. El Universo es como una gran computadora,
obedece las órdenes que le mandas —que le programas, a través de tu
subconsciente, ya veremos cómo hacerlo— y lo hace muy bien, a razón de
millones de bits por segundo. Por ejemplo le puedes pedir a tu ordenador que
sume 123.456 + 789.012 y te dará la respuesta exacta. Quizá tú te equivoques
haciendo conscientemente la suma, pero el ordenador no. Pero si haces mal la
programación de inicio, el mensaje que le lanzas al Universo será erróneo y
los resultados no serán los esperados o no los habrá. Si le programas que
sume 1 + %, no te dará resultado.
Cuando tú formulas tu objetivo/intención, pongamos que quieres
conseguir, siguiendo con el ejemplo de antes para no perdernos, trabajar de
actor en una película (123.456 + 789.0123), el Universo pone en marcha sus
mecanismos de ajuste para el cumplimiento (empieza a hacer sus procesos,
sus combinaciones, para darte el resultado de la suma), tal vez despierta en la
amiga de la amiga de tu madre (la que su cuñado es productor de Almodóvar)
el inocente deseo de quedar con la amiga de tu madre para tomar un café y
charlar, ya que hace tiempo que no se ven. De repente le apetece verla
(porque se lo has ordenado tú a través del mensaje que le has lanzado desde
el emisor de ondas de tu Ser, es la Ley de la Atracción en movimiento), pero
tú eres totalmente inconsciente de todo este proceso. Las dos mujeres quedan
para tomar café, están encantadas de volver a verse y contarse sus cosas
(entre otras el reciente ascenso a productor ejecutivo de su cuñado) pero todo
esto que está tan cerca de ti, sin embargo, no lo percibes desde tus (limitados)
cinco sentidos. Pasan los días y tú no ves evidencia alguna de cambio, surgen
los miedos al no cumplimiento y dudas sobre si lo estarás haciendo bien y
decides darle un empujoncito al Universo, o sea forzar la situación (craso
error) y empiezas a buscar donde está habiendo rodajes cerca de ti (como tu
ordenador es tan lento haciendo la suma, tú empiezas a dudar de que
funcione, tienes miedo de que se haya “atascado” y vuelves a darle a la tecla
Enter. Y otra vez, y otra vez, y otra vez... Quizá, pienses que lo has
programado mal y comienzas a cambiar la fórmula, estás forzando al
ordenador a que te dé la suma) y empiezas a buscar y en una revista de cine te
enteras de que están rodando Juego de Tronos en tu país vecino y sabes que
esa es tu oportunidad de alcanzar la fama. En ese momento, acabas de anular
el plan del Universo. Él tenía un plan más adecuado para ti y tú, intentando
forzar la situación, pensando tu propia estrategia de cumplimiento, le has
dicho al Universo que tu plan no es “ser actor” sino “ir al rodaje de Juego de
Tronos a ver si me ve el director la cara y me contrata”, así que tu madre, que
iba a contarte que el cuñado de su amiga es productor, de repente no lo ve
relevante y se le olvida contártelo. Te has hecho tú mismo un lío y has hecho
un lío al Universo. El ordenador, al final, efectivamente se atasca y tienes que
darle a “reiniciar” y empezar de nuevo. Todo lo que pudieras haber avanzado
se ha ido al traste.
Si utilizas bien la Ley de la Atracción ella lo atrae a ti y tú no necesitas
forzar nada sólo esperar, tener fe y paciencia.
Claridad y concreción
El legendario campeón de golf Ben Hogan estaba en un campo que no
conocía y desde su posición no podía ver el green. Así que le pidió a su
ayudante que le localizara una diana donde apuntar. El ayudante le sugirió
que apuntara hacia las palmeras pues se elevaban tras el green, a lo que
Hogan le replicó «¿A cuál?».
Esta anécdota mencionada en “Golf is not a game of perfect” de Bob
Rotella denota la aplicación por parte de Hogan de uno de los principios
básicos de la psicología del golf: “apunta a la diana más pequeña posible”. Y
es que “el cerebro y el sistema nervioso responden de forma óptima cuando
los ojos se fijan en la diana más pequeña posible”
Como bien apunta Mark Fisher, este principio del golf y de la psicología
humana es totalmente aplicable a la obtención de objetivos: “apunte al
objetivo más preciso posible”.
Maxwell Maltz (Psico-cibernética) decía que para obtener automatismo en
la persecución de un objetivo, es decir, que se busque automáticamente el
objetivo en lugar de buscarlo conscientemente, “la diana debe estar marcada
muy claramente”.
Pero no sólo lo dicen Fisher o Maltz, casi la totalidad de autores coinciden
en que el objetivo/intención, así como la afirmación y visualización que
crearemos después, tiene que ser lo más concreto y claro posible. Esto se
traduce en que sea cuantificable y establecer la medida o cantidad
exacta.
Por ejemplo, serían buenos objetivos: tener un millón de euros en el
banco, cobrar 3.000 libras al mes, tener un coche Maserati GranCabrio de
450 CV color gris granito, tener un nivel de 6,5 en hemoglobina
glicosilada…
Malos objetivos serían: ganar un montón de pasta, tener una nómina que
me permita llegar desahogadamente a fin de mes, tener un coche de lujo,
estar más sano, ser más feliz, tener más sexo…
Cuanto más concreto y específico mucho mejor. Recuerda: cantidad
exacta, modelo exacto, metros cuadrados… cuántas veces al día quieres tener
sexo… todos los detalles que puedas aportar.

Si estás pasando por un mal momento...


Ten mucho cuidado y asegúrate de cumplir con este requisito. Cuando pasamos por una crisis que
rompe nuestros esquemas habituales, una separación, pérdida de empleo, bancarrota, enfermedad…
tendemos a precipitarnos en nuestras peticiones y es habitual oír peticiones como “ser más feliz” o
“volver a mi vida de antes”. Recuerda ser más concreto. Aunque tampoco debes olvidar el resto de
requisitos que se verán a continuación.
Los límites del objetivo
¿Cómo de ambicioso puedo ser en mi objetivo/intención?
Si has visto la película de “El Secreto” o leído mucha literatura sobre la
Ley de la Atracción, te resultarán familiares aseveraciones del tipo: “el
Universo es Infinito y te puede proporcionar todo lo que le pidas”; “piensa en
el Universo como un gran catálogo que puede atraer todo lo que quieras” y
otras similares.
Sí, pero no.
La teoría es cierta. Pero hay que estar preparado para recibir según qué
cosas. Prácticamente todos los líderes espirituales que has visto en el Secreto
o de los que lees en libros de la Ley de la Atracción son millonarios o
multimillonarios, y han llegado a un nivel en que pueden aseverar sin temor a
equivocarse que “al Universo le cuesta lo mismo hacer aparecer 100 dólares
que un millón de dólares”. Sólo es dinero, hay montones por todo el mundo.
Ellos ya saben que un millón de dólares se puede manifestar en una simple
idea en tu conciencia mientras estás en la ducha y pueden, y saben, ejecutar
rápidamente esa idea, pasarla del plano de las ideas al plano de la realidad
material porque ya han visto esas cantidades anteriormente, no les da miedo
pensar en esas cantidades y lo ven como un posible, es más, ni siquiera como
un posible sino que, una vez les aparece esa idea que les puede aportar un
millón de dólares, lo ven como una realidad. Sólo tienen que dar una serie de
pasos y allí estará su millón esperándoles. Y también inconscientemente,
ellos ya están programados para el éxito, para el super-éxito, así que les
resulta difícil ponerse en tu situación en estos momentos, sus tiempos de
penurias ya quedaron lejos.
Pero seguramente a ti te cuesta ahora mismo incluso imaginar un millón
de euros junto. Es normal, es falta de costumbre y de programación.
Seguramente imaginas una maleta a rebosar de billetes, como en las
películas, sin embargo sólo son 4 fajos de 500 euros. No tenemos una imagen
realista de lo que queremos.
Así que quizá es bueno empezar poco a poco, por pequeños objetivos para
ir ganando confianza. Si estás ganando 20.000 al año no es razonable que te
propongas ganar un millón al año siguiente. ¿Posible? sí, pero si estás
leyendo este libro seguramente es porque has cometido errores como este en
tus anteriores intentos así que lo mejor es empezar despacito y con buena
letra.
Pero también puedes caer en el error de pensar demasiado en pequeño. No
puedo evitar soltar media sonrisa cuando oigo a una amiga, que me ha pedido
ayuda para la creación de su negocio online, afirmarme con seguridad que
ella necesita vender en el mercado mundial para sacar su negocio hacia
adelante. Aunque no lo creas, mi amiga está pensando demasiado en
pequeño. Ella cree que no se autoabastecerá del “pequeño” país en el que
vivimos. No es consciente, ni casi nadie somos conscientes de cuánta gente
(y potenciales clientes) hay alrededor nuestro. Su conciencia (y también su
subconsciente) no está acostumbrada a manejar esa información, como
seguramente no está acostumbrada a manejar billetes de 500 euros. Piénsalo
de la siguiente manera ¿cómo te explicas que (sólo) de nuestros impuestos,
que son una (pequeña) parte de nuestras ganancias, se puedan pagar
carreteras, alumbrado público, funcionarios, políticos (y comisiones),
auditorios, limpieza de viales y ríos, puertos, pensiones, parados, sanidad,
hospitales, ambulancias, colegios, subvenciones, ejército, armamento,
fiestas… y cientos de cosas más y aún quede dinero para rescatar bancos?
¿No será que somos millones de personas? Lo que pasa es que oyes 30, 40 o
70 millones de personas y suena a unos cuantos, pero no somos conscientes
de que son muchísimas personas. Intenta contar hasta 1 millón y ya me dirás.
Hay personas más que suficientes para comprar en tu negocio y en muchos
más de la competencia. No pienses en pequeño. Piensa que tienes a tu alcance
suficientes recursos para ganar mucho dinero.

Entonces ¿cuál es el equilibrio entre pedir demasiado e insuficiente?


Para el multimillonario escritor y editor canadiense Mark Fisher, autor
entre otros de «El millonario instantáneo» el objetivo/intención ha de ser
atrevido, de forma que te entusiasme, pero al mismo tiempo razonable,
para evitar que te resulte demasiado difícil creer en ello. Joe Vitale lo expresa
en términos similares afirmando que «debería asustarte un poco y
emocionarte mucho». Fisher pone ejemplos: si tus ingresos anuales son de
10.000 euros no sería razonable que tu objetivo/intención sea convertirte en
millonario en un año. Pero puedes decidir duplicar tus ingresos cada año, así,
establecerías ganar 20.000 euros en un año, 40.000 el segundo año, 80.000 el
tercero, 160.000 el cuarto, 320.000 el quinto, 640.000 el sexto y el séptimo
año serías más que millonario, la cuál cosa no está nada mal para alguien que
está ganando menos de mil euros al mes. Además, siguiendo con el tema de
la consciencia de las cifras, solemos decir “quiero ganar un millón” como si
fuera la cifra mágica que nos haga felices sin saber lo mucho que puede ser
un millón para una persona que gana 10.000 al año. Seguramente se irá dando
cuenta que con 20.000 al año es mucho más feliz que con 10.000, con 40.000
muchísimo más feliz y con 300.000 seguramente tendría suficiente pues está
demostrado que a partir de una determinada cifra económica la felicidad ya
no es mayor, es decir, se es prácticamente igual de feliz teniendo un millón de
euros que 100 millones. Pero la gente no lo cree así, por eso las loterías
sortean premios tan inmensos, se aprovechan de esa inconsciencia. Hace
poco un hombre ganó en la lotería europea 180 millones de euros ¿sabes con
esa cantidad cuantas personas hubiesen ganado 300.000, lo que es mucho
para personas que vienen ganando 1.000 o 2.000 euros al mes que son los
jugadores habituales de estos sorteos? Seiscientas. Así es, seiscientas
personas se hubiesen llevado la alegría de su vida en lugar de sólo una. Pero
los organizadores de loterías saben que cuanto más grande es el premio más
gente va a jugar. Juegan con nuestra ambición como nosotros jugamos con
sus boletos. Insisto, no somos conscientes de lo mucho que ya es un millón
de euros, o incluso 300.000 que bien invertidos pueden suponerte una buena
renta para toda la vida.
Aquí hemos hablado de objetivos financieros para establecer mínimos y
máximos pero para cualquier objetivo sigue siempre la premisa de Fisher:
que te entusiasme, pero al mismo tiempo razonable.
Por ejemplo, si no tienes coche o conduces una carraca es razonable un
coche nuevo y quizá te entusiasme uno que sea eléctrico, deportivo,
descapotable… o las tres cosas. Pero seguramente no sería tan razonable si
quisieras el Ferrari 599 GTB blanco de Cristiano Ronaldo.
Otro ejemplo, digamos que nunca has tenido pareja; es difícil para tu
subconsciente aceptar inmediatamente un objetivo de hacer el amor con una
persona nueva cada día. Es más lógico empezar con un objetivo de conocer
más gente afín a ti, quedar, ir al cine…
Otro ejemplo, si no te hablas con un ser querido desde hace 15 años y
quieres recuperar esa relación, no quieras que de golpe te llame esa personas
pidiendo perdón y borrar 15 años de silencio. Intenta un objetivo de
acercamiento gradual, tal vez recibir buenas noticias de tu ser querido y
obtener así una excusa para enviar una carta de felicitación.
Sé que esto no es lo que esperabas leer, querías la solución milagrosa que
aportan los gurús pero sólo recuerda: paso a paso se puede conseguir todo.
Como dice Tony Robbins, tendemos a sobrevalorar lo que somos capaces en
un año pero a infravalorar lo que somos capaces en diez. Se trata de
empezar por logros básicos y coger confianza para mayores retos y el
crecimiento del éxito será exponencial, cada vez más rápido y más
extraordinario. Pero si de inicio te planteas objetivos/intenciones demasiado
ambiciosos para tu realidad actual podrías pasarte años y años practicando
afirmaciones y visualización y lo único que conseguirías sería una pérdida de
años hasta que comprendieras (si alguna vez lo consiguieras) que hay que
empezar poco a poco, o como se suele decir, “sin prisas pero sin pausa”.

Realidad Objetiva
Desde luego no vas a tener los mismos objetivos si vives en un barrio
pobre sin tener trabajo ni familia que si vives en un ático de una Gran Vía
con trabajo estable. Seguramente en el primer caso tu objetivo sea obtener un
empleo (el que sea) y en el segundo caso tu objetivo no tenga nada que ver
con los ingresos sino con la situación personal o familiar o quizá una mejora
en el empleo, un ascenso a una categoría superior, o tal vez un cambio a una
ocupación que te haga más feliz aún cobrando menos o incluso iniciar un
negocio propio.
El hecho es que las necesidades en cada caso son muy personales y van
muy en relación con la situación que se está viviendo, recordemos la famosa
pirámide de Maslow según la cual los humanos estaríamos motivados por una
jerarquía de necesidades humanas siguiendo un orden: necesidades
fisiológicas, de seguridad, de afiliación, de reconocimiento y de
autorrealización. Así que conviene analizar tu realidad objetiva, ver cuál es tu
situación y pedir tu deseo/objetivo/intención en sintonía con tu situación,
avanzando un paso más.
Como hemos comentado al principio del anterior apartado, en muchos
libros y documentales de “Nueva Era” cometen el error, tal vez inconsciente
o tal vez como estrategia de marketing, de asegurarte que «el Universo puede
proveerte de cualquier cosa que desees e incluso más» y que «no tengas
miedo de pedir a lo grande». Esta afirmación es cierta, sin embargo, hay que
ir con cautela porque puede llevarte a establecer objetivos que estén
demasiado por encima de tus posibilidades reales en tu situación actual, lo
que supondría que tu petición se alargue excesivamente y pierdas el interés al
no ver resultados o que tú mismo no te creas lo que has pedido, al ser algo
que está muy lejos de tu situación real.
Las personas nos movemos en círculos sociales, es muy difícil que alguien
que vive en un barrio de chabolas cumpla su objetivo/intención de codearse
con millonarios comiendo caviar o comprarse el Ferrari de Cristiano
Ronaldo. No digo que sea imposible, digo que es difícil y en cualquier caso
es algo que se cumpliría tras una inquebrantable motivación para practicar
todos los días los ejercicios de visualización y afirmaciones durante mucho
tiempo, posiblemente años. En resumen, no es eficiente querer dar un salto
cualitativo tan grande ¿Podemos darlo? Sí, pero en un proceso por etapas,
deseando cada vez un poco más, luego un poco más y un poco más… no
querer triunfar “a lo grande” de un día para el otro.
Tampoco cuesta lo mismo (física, intelectual y emocionalmente) crear una
empresa cuando llevas 20 años trabajando por cuenta ajena que cuando ya
has creado empresas en el pasado. Ni tampoco cuesta lo mismo crear una
empresa de cero cuando trabajas de asesor financiero que cuando trabajas
conduciendo un tranvía, porque en el primer caso estás más familiarizado con
los números y las empresas que en el segundo.
Igual de común es la tendencia de infravalorarse y quedarse paralizado por
el miedo como de sobrevalorarse, motivo por el cual muchos sin experiencia
previa en el sector exceden con mucho sus expectativas y se lanzan, por
ejemplo a montar un bar porque llevan toda su vida sentado frente a la barra
de un bar y creen que estar al otro lado de la barra es igual de sencillo.
Por eso, detente un momento antes de pedir algo del tipo “tener una
empresa de éxito en un mes”.
Sólo tú puedes saber cuál sería un objetivo realista para ti y lo conseguirás
analizando tu propia vida, tu entorno, tus relaciones… Desde luego ahora
quizá estés un poco lejos de lo que esperas conseguir pero tu ascenso (en
éxito, fortuna y felicidad), si sigues con la Ley de la Atracción, será
exponencial, es decir, al principio será lento pero a medida que avance será
mucho más rápido.
No pidas ser empresario de éxito de un mes para otro sino primero
formarte un poco en contabilidad, en los pasos legales para crear un negocio,
en los impuestos… quizá el primer paso de todos sea averiguar si hay cursos
gratuitos de creación de empresas, o averiguar cuál es el mejor libro sobre
creación de empresas y estudiarlo. En mi localidad hay un edificio de oficinas
que pone la Cámara de Comercio a disposición de jóvenes emprendedores a
un precio simbólico. Disponen de Secretaría, asesoramiento de empresa,
Internet, Salas de reuniones y de Conferencias con proyector… ¡y están
vacías! Por simple desconocimiento. Y los jóvenes se lanzan muy seguros de
sí mismos pagando varios miles de euros por una oficina en el centro que en
3 o 6 meses cerrarán. Y vuelven a empezar otra vez. Si invirtieran un poco de
tiempo en estudiar las ayudas, crear un plan de negocio y empezar la casa por
los cimientos en lugar de por el tejado no tendrían que cerrar. Es buena la
impulsividad juvenil pero hay que dosificarla con inteligencia.

El proceso por etapas y los eslabones de la cadena


Ayer mi padre me pidió que hiciera limpieza en su garaje de las decenas
de libros y apuntes de la carrera que tenía allí acumulando polvo. Decidí
“tragarme el sapo” cuanto antes y ponerme a ello inmediatamente. Y me
deparaba una sorpresa. Encontré una vieja agenda donde escribí una frase en
un día de inspiración. Recuerdo que estaba en clase y no entendía muy bien
lo que estaba explicando el profesor, empezaba a perderme en teorías dentro
de teorías, y se me ocurrió una sentencia auto-motivadora que de inmediato
anoté en la agenda: «no existen cuestiones complejas, sólo cuestiones fáciles
que se van combinando».
Creo que faltaba apostillar: «…y tu tarea es deconstruirlas». Pero no
estaba nada mal, aquella frase cambió inmediatamente mi punto de vista
sobre la lección de clase que de repente empezó a aclararse, como si en un
segundo mi cabeza hubiese pasado de caótica a perfectamente amueblada. Vi
las cuestiones complejas divididas por partes fáciles.
Como esta frase que se me ocurrió es algo de perogrullo, es posible que
con parecidas palabras alguien lo dijera mucho antes que yo, pero lo esencial
es que me motivó y me facilitó la comprensión de las tareas (y sin darme
cuenta lo ha seguido haciendo muchos años) buscando y encontrando dentro
de una situación compleja, que a priori echaría atrás a cualquiera, las
cuestiones fáciles y cómo se combinan para crear lo que parecía difícil o
imposible y supongo que por ello estuve varios años de subdirector de una
empresa como “solucionador de problemas”.
No es más que dividir una gran tarea en pequeñas dosis para hacerla más
apetecible.
Así, por ejemplo, y hablando de tragar sapos, también lo recomienda Brian
Tracy en su libro «¡Tráguese ese sapo!» cuando dice que “un gran sapo gordo
y feo se come bocado a bocado”. O Timothy Ferris quien, en su «Semana
laboral de 4 horas», tiene una plantilla (a la que llama onirograma) muy
práctica para dividir sus sueños en plazos, subtareas e ingresos mensuales
objetivo.
Pero a mí me interesa explicarte aquí la teoría de los eslabones de la
cadena de los objetivos/intenciones de Vadim Zeland.
La teoría es muy sencilla y va en línea de lo que estamos hablando. Para
Zeland hay que tener lo que él llama una “diapositiva” del objetivo final ya
realizado (la imagen mental del logro “sentida” con los cinco sentidos. Ya
hablaremos más de esto cuando lleguemos a la visualización), como si ya se
hubiese materializado para ti, pero a la vez, hay que trabajar (visualizaciones,
afirmaciones…) en cada paso hasta alcanzar el objetivo, lo que denomina
“eslabones de la cadena de transferencia”. Eslabón a eslabón llegas a tu
objetivo.
Esto parece contradecirse con lo que recomendábamos de no intentar
dilucidar cómo conseguiremos el objetivo. Se trata más bien de un pequeño
paso lógico hacia adelante y no de intentar planificar todo, paso a paso, hasta
llegar al éxito. Recuerda la metáfora de poder viajar de noche de Nueva York
a San Francisco sólo con ver esos pocos metros que te permiten los faros.
Esto vendría a ser trabajar en esos pocos metros, siempre con la imagen final
(San Francisco) en mente.
Será mucho más fácil verlo con ejemplos.
Mi objetivo final es ver este libro acabado. Ahora estoy trabajando (con
afirmaciones, visualización…) no sólo imaginando mi libro a la venta en
Amazon (diapositiva final) sino paso a paso, con cada eslabón de la cadena.
Ya hice un eslabón para crear un artículo de presentación, hice otro eslabón
para crear un buen esqueleto, hice otro eslabón para crear el Protocolo L.A.
20/80 y ahora estoy trabajando en un eslabón para acabar el primer borrador.
No sé cuál será el siguiente paso, ni me interesa hasta acabar este eslabón, no
me preocupa. Lo único que me tiene que preocupar es no dejar de trabajar en
la imagen final y en el eslabón que ocupa ahora. Y si estás leyendo esto es
porque mi objetivo/intención se ha cumplido.
Dicho sea de paso, los eslabones de la cadena no son condición sine qua
non, si no sabes cuál puede ser tu siguiente paso no hace falta que hagas otra
cosa que visualizar la imagen final.
Por ejemplo, en el caso del chico que quería ser actor, posiblemente su
imagen final debiera ser actuando en una película, pero resultaría difícil
imaginarse cuál sería el siguiente paso para llegar hasta ahí. El chico quizá
vio una “señal” donde no la había cuando encontró la noticia del rodaje de
Juego de Tronos y creyó ver el siguiente paso cuando lo que estaba haciendo
era querer que las circunstancias se adaptaran a él. Cuando veamos el tema de
las señales de conflicto o cooperación sabremos interpretar si vamos por buen
o mal camino, si estamos forzando la situación navegando a contracorriente o
el viento empuja a nuestro favor.
En todo caso, esta técnica de trabajar en cuestiones pequeñas hasta alcanzar tu gran objetivo, sirve
para acelerar el proceso, pero si no se te ocurre un siguiente paso o crees que estás forzando las
circunstancias para que se adapten a tus deseos, es mejor dejarla a un lado para evitar que anules tu
objetivo sin querer. Si tienes dudas no te preocupes y no pienses en los eslabones, sólo en la imagen
final.
En secreto
¿Debo mantener mis objetivos/intenciones en secreto o compartirlos?
Es quizá una de las cuestiones más polémicas. No hay unidad de opiniones
al respecto.
Charlotte Berney, en «Fundamentals of Hawaiian Mysticism» aboga por
mantenerlo en secreto: “no cuentes a nadie en qué estás trabajando. Si lo
cuentas a otras personas que no te apoyan, sus dudas y sentimientos negativos
pueden afectar negativamente al resultado”.
José Silva, creador del famoso «Método Silva de Control Mental» habla
también de este tema, apostando por el secretismo.
Florence Scovel Shinn afirma con rotundidad “jamás discutas tus asuntos
con la familia, el silencio es de oro” o “hablad lo menos posible de vuestros
asuntos y hacedlo sólo con aquellas personas que puedan animaros en vuestra
empresa”.
Napoleon Hill dejó muchas perlas sobre mantener la boca cerrada como:
“si te descubres dejas la puerta abierta ante muchos a los que les encantará
desilusionarte porque, en el fondo, te envidian”; “la verdadera sabiduría se
manifiesta sobre todo en la modestia y el silencio”; “mantén la boca cerrada y
los ojos bien abiertos”; “quienes hablan mucho, hacen poco”; o “Dile al
mundo lo que intentas hacer, pero llévalo a cabo antes de decirlo”.
Un autor de nuestro tiempo, Derek Sivers, creador de CDBaby una
empresa de comercialización por Internet de música independiente que llegó
a facturar 100 millones de dólares al año (lo cuenta todo en su pequeño y
muy recomendable librito «Sigue tu pasión», repleto de sabiduría desde su
título que reafirma lo ya contado sobre que los grandes empresarios triunfan
porque hacen lo que les apasiona), en una de sus conferencias TED dice que
“una vez contamos que vamos a realizar nuestras metas, la mente interpreta
que ya se han conseguido (ya se ha conseguido el reconocimiento social) y
por lo tanto cesa la motivación para conseguirlo, autosaboteando la verdadera
consecución”.
Sin embargo, Richard Wiseman señala que aunque mantenerlo en secreto
puede aliviar la sensación de fracaso, las personas somos más fieles a cumplir
objetivos cuando los hemos hecho públicos debido a nuestra tendencia a
querer ser fieles a nuestros compromisos y promesas, además de tener el
apoyo de otras personas para lograr nuestras metas.
Mi opinión es que esta cuestión es muy personal y cada uno deberá decidir
si hacerlo público o no según su forma de ser y de reaccionar y dependiendo
de la naturaleza de sus deseos. Habrá gente que se sentirá muy incómoda
contando sus deseos secretos, incluso a sus parejas, y habrá gente que le
gustará vociferarlo en las redes sociales.
Precisamente este tema del secretismo o no-secretismo fue motivo de
fracaso del primer grupo de autoayuda que fundé, basado principalmente en
el apoyo mutuo en la consecución de nuestros objetivos, y es que algunos se
sintieron incómodos compartiendo con otras personas sus deseos. Como la
esencia del propio grupo era la ayuda a conseguir los deseos, si algunos no
compartían sus deseos con los demás los otros tampoco se sentían a gusto
compartiendo los suyos y todo acabó desmoronándose. Es bastante lógico
aunque yo no lo viera en aquel momento. Quizá yo no lo vi por mi forma de
ser pero quizá también fuera por la propia esencia de los objetivos. Mis
objetivos eran todos de categoría profesional y no me avergonzaba decir que
deseaba tener un ascenso o cambiar de empleo, sin embargo los deseos de
otros participantes pudieron ser de otra índole, de hecho hubo algunos que
años después destaparon su homosexualidad por lo que si en aquel momento
se sentían incómodos respecto a hablar de sus preferencias sexuales es
normal que no hablaran tampoco de sus deseos emocionales si es que sus
objetivos iban en esa misma línea.
Además, al contar sus metas todas las personas no reaccionan del mismo
modo. Los que abogan por contarlas son gente para los que decirles a los
demás los logros que van a intentar conseguir los convierte en un reto, en un
desafío y les da una mayor motivación como asegura Wiseman; pero no
cuentan con que hay otras personas que al vociferar sus metas se desinflan en
lugar de auto-incentivarse.
Analiza de qué tipo eres tú, fíjate en tus anteriores decisiones al respecto.
Repasa si tienes tu diario o tu historial de Facebook para hacer memoria.
Recuerda las metas que tenías de joven ¿Eres de los que cuenta que va a
hacer grandes cosas y al final no las hace? ¿Cada mes estás diciendo que vas
a montar una empresa de tal o cual cosa o escribir un libro y al final acabas
por no emprender nada? Entonces no te conviene contar tus secretos. ¿Eres
de los que contaron que algún día serían un gran arquitecto y de momento ya
has conseguido sacarte la carrera de arquitectura? Quizá sí te convenga
contarlo.
Así pues, es una decisión personal. Si crees que contar tu deseo puede
ser beneficioso, añadiendo un plus de motivación para conseguirlo,
adelante, cuéntalo, pero si crees que te va a perjudicar, no lo cuentes. Así
de simple.
Pero en caso de duda no lo cuentes, ya que contándolo tienes más que
perder.
Establecer un plazo de cumplimiento
¿Cuándo se cumplirá mi deseo? ¿debo establecer un tiempo límite para el
cumplimiento de mi objetivo/intención?
Llegamos a otro de los apartados polémicos. La diferencia de opiniones es
manifiesta pero, además, tanto los que afirman que hay que establecer un
plazo como los que no, todos aseguran con rotundidad que están en posesión
de la verdad.
Así, por ejemplo, a favor de establecer fechas límite están Napoleón Hill,
Jack Canfield, Timothy Ferriss, Keith Ellis, Brian Tracy, Marc Allen...
Por el contrario, afirman que no sólo no es necesario marcarse un plazo
sino que además es contraproducente autores como Vadim Zeland, Joe
Vitale, Víctor Boc, Joseph Murphy, Rhonda Byrne, Phil Laut, John F.
Demartini...
¿Por qué hay tal disparidad de criterios? Y ¿Por qué unos y otros afirman
con tanta seguridad que se tiene que hacer como ellos dicen? Desde mi punto
de vista y mi experiencia marcándome objetivos con y sin plazos, creo que la
cuestión de los plazos está siendo mal entendida y en el peor de los casos mal
aplicada. El plazo es bueno marcárselo cuando ya tienes un plan de actuación,
para no demorarse en actuar (los autores que ponen plazos son mucho más
propensos a la acción y normalmente son grandes empresarios), pero cuando
hablamos de manifestar un deseo gracias al poder de la mente
subconsciente y el Universo, tan desfavorable es pensar en el «cómo»
como pensar en el «cuándo» porque ambos factores suponen una carga
emocional, una tensión, un ansia por conseguir el objetivo/intención y el
ansia es una emoción negativa que repele nuestros deseos; curiosamente los
autores a favor de no poner plazos suelen ser más meditabundos y
espirituales. El mejor estado emocional para atraer tus deseos es el «estado
cero», la neutralidad, la no-obsesión ni excitación a favor o en contra de un
deseo. La Meditación te puede ayudar en esto pero ya hablaremos de ella más
adelante, ahora baste saber que marcarte un tiempo indefinido para tu
objetivo/intención supone una liberación de la carga de conseguirlo (del
estrés del plazo) y consiguientemente una mayor atracción.
Así pues, no te obsesiones por el «cuándo», al Universo le gusta la rapidez
pero no la dependencia, la obsesión que no son sino un freno. Para Abraham
Hicks («Pide y se te dará: Aprende a manifestar tus deseos»; «La Ley de
Atraccion: Conceptos Basicos de Las Enseñanzas de Abraham»), nombre
ficticio que reciben los entes (sí, en plural, son un grupo de entes o espíritus)
que se manifiestan a través de Esther Hicks el maravilloso tiempo intermedio
entre el momento que deseas algo y que se manifiesta te da la oportunidad de
redirigir tu atención más y más hacia la dirección de las cosas que en verdad
deseas que se manifiesten en tu experiencia.
Quizá te estés diciendo «sigo sin comprender por qué gurús tan
prestigiosos insisten en poner un plazo».
Para que quede más claro te lo voy a poner el ejemplo de la escritura de
este libro. Me encontraba en una situación de apatía tras haber pasado unas
vacaciones que cortaron mi corriente de inspiración y mi rutina diaria, así que
establecí un objetivo/intención de encontrar “algo” que me inspirara y me
hiciera de nuevo levantarme de la cama de un salto a las seis de la mañana.
Yo estaba ansioso por encontrar ese “algo” ya que cuando me despierto a las
ocho o nueve de la mañana noto que he perdido un par de horas valiosísimas
(las de mayor silencio y concentración del día), pero no me establecí un plazo
de tiempo para encontrar ese “algo” que me hiciera volver a levantarme a las
seis porque sabía por propia experiencia que el plazo me provocaría un
sentimiento de urgencia que causaría más ansiedad, especialmente cuando se
acerca la fecha final de cumplimiento que te habías auto-establecido y
observas que no hay ningún indicio de resultado. Y por supuesto la ansiedad
va in crescendo y al final se confirman tus peores temores y no se cumple en
fecha. Entonces pasa que empiezas a desconfiar de las afirmaciones, bloqueas
todos tus nuevos objetivos/intenciones… entras en un círculo de fracasos del
que es difícil salir. Así que sin fijarme una fecha, liberado de toda carga (que
se cumpla cuando se tenga que cumplir), hice mis afirmaciones y al cabo de
un par de días me vino la inspiración en forma de artículo sobre toda mi
experiencia y lecturas sobre la Ley de la Atracción. Es curioso que cuando te
vienen estos “mensajes” del Universo los percibes con una claridad del tipo
«¿Cómo no se me había ocurrido antes? Pero si lo tenía frente a mis propias
narices». Así que tras el cumplimiento de mi objetivo/intención entonces sí
que establecí un plan y unas fechas para cumplir mi objetivo/intención,
establecí que tenía que acabar en tres días el artículo, establecí una
planificación de temas, de libros clave, etc. pero porque ¡Ya tenía mi
objetivo/intención en mente! Y como te imaginarás, el artículo se convirtió en
libro, en este libro, que también tiene su planificación y sus fechas. Estas
fechas son importantes porque sino vas procrastinando, aplazando tu
actuación y vuelves a anular la eficacia y sólo has conseguido tu
objetivo/intención hasta la mitad. Es decir, primero pedí inspiración para
levantarme a las seis de la mañana sin establecer un plazo y una vez encontré
ese “algo” que me motivaba a levantarme de un salto a las seis, establecí un
plazo para acabarlo.
Espero haberme explicado bien. Tanto los autores que abogan por poner
fechas como los que no, tienen razón, pero cada uno tiene su aplicación en un
momento diferente. Primero estableces un objetivo/intención sin fecha
límite, en algún momento recibirás instrucciones (en forma de
coincidencias, mensajes, inspiración… ya hablaremos de ello más tarde)
para actuar de un modo u otro y ahí sí puedes establecer plazos para
evitar la procrastinación.
Otro ejemplo más sencillo: imaginemos que tu objetivo/intención es
comprarte un chalet nuevo en la playa. Estableces el objetivo/intención sin
fecha. Un día, tras muchas afirmaciones, se te ocurre (te lo dicta el Universo,
inspiración Divina, llámalo como quieras…) que para conseguirlo podrías
empezar a buscar en subastas públicas, donde se venden casas a precios muy
por debajo de su valor real. Pues bien ¡ahora toca actuar! Márcate un plazo
para ir a una subasta pública, sino lo irás aplazando y sólo habrás llegado
hasta la mitad.
Hay otro motivo por el que algunos gurús recomiendan poner fechas a los
objetivos, pero que he querido dejar a propósito para el final de este capítulo,
cuando ya entendieras y asumieras (espero) que, en principio, es más
recomendable no establecer fechas. Se trata del hecho de que estos líderes del
pensamiento positivo y la Ley de la Atracción son personas ya exitosas. Ellos
cuando establecen un objetivo/intención ya dan por hecho que se les va a
cumplir porque están acostumbrados al éxito, así que pueden permitirse el
lujo de establecerse una fecha límite. Si estás leyendo este libro doy por
hecho que aún no tienes el éxito esperado con la Ley de la Atracción por lo
que si algo te sobran son las dudas, temores y ansiedad que pueda
aportarte una fecha límite.
Ya veremos, cuando veamos el apartado del «Monitoreo» que es mucho
más eficiente y acelera enormemente la consecución de deseos el hecho de
observar el progreso día a día que estar preocupado por el cumplimiento en
un determinado plazo.
Tener fe en los objetivos
¿Cómo puedo tener fe en mis objetivos/intenciones?
Puede que tengas claras tus metas pero ahora falta que te las creas, si no
consciente, sí al menos en tu poderoso subconsciente, el celador de ese 90%
del cerebro que dicen que no usamos. Por mucho que insistas
conscientemente y con toda tu fuerza de voluntad en conseguir tu objetivo, si
tu subconsciente no está programado para creer que lo alcanzarás, no lo
lograrás, incluso te sabotearás a ti mismo sin darte cuenta. Como bien nos
recuerda Mark Fisher, cuando hay una contradicción entre lo que quieres
conscientemente y lo que quieres subconscientemente, en ese duelo siempre
gana el subconsciente. Pero si programas tu subconsciente para que tenga fe
en tus objetivos/intenciones, trabajará en tu favor y a la fuerza se cumplirán
tus metas.
Veámoslo de una forma más gráfica. ¿Recuerdas cuando dijimos que el
Universo es como una gran computadora que obedece a la perfección la
programación que le lanzas? Pues bien, la parte encargada de enviar los datos
de la programación es nuestro subconsciente. Dicho de otro modo, el
Universo es el receptor de ondas de tus objetivos/intenciones y el
subconsciente es el emisor. Nos equivocamos al pensar que quien hace
realidad nuestros deseos es nuestra consciencia o la fuerza de voluntad.
Pero años de experiencias en fracasos o de conformarse en una mera
suficiencia han programado nuestro subconsciente para enviar al Universo
más de lo mismo y eso es lo que obtenemos. El subconsciente sólo tiene fe
verdadera en el fracaso o la suficiencia, hay que reprogramarlo para que crea
ciegamente en nuestros objetivos/intenciones como una verdad irrefutable,
casi como un recuerdo en lugar de como un deseo. Ya vimos que el primer
requisito para programar el subconsciente es poner los deseos por escrito,
después convertirlos en intenciones en lugar de meros deseos y luego cumplir
una serie de requisitos como la claridad y concreción. Eso está muy bien para
empezar, pero la más eficaz fórmula para reprogramar tu subconsciente y
tenga fe ciega en tus objetivos/intenciones para que los persiga en piloto
automático es mediante la repetición incesante de tu deseo, como si de un
mantra se tratara, hasta que quede grabado a fuego en lo más interior de ti.
Grosso modo es como auto-hipnotizarte. Recordemos que la hipnosis lo que
hace es dar órdenes directamente a tu subconsciente. Con la repetición
incansable del objetivo/intención siguiendo unas pautas ni siquiera
necesitarás creer conscientemente en la obtención del deseo, no necesitarás
fe. Sólo repite y ya está, irás reprogramando a tu subconsciente para el éxito
y éste será el que creerá en él, que es lo que nos interesa, ya que es él quien
lanza el mensaje al Universo para que se cumpla.
A continuación hablaremos de cómo construir la frase que repetirás de tu
objetivo de la forma más eficaz, en forma de lo que suele llamarse
“afirmación” (aunque hay quien usa otros términos pero la base es la misma),
y cuánto y cómo repetirla para que quede bien grabada en nuestro
subconsciente y éste sepa interpretarla de la forma que queremos.
Las Afirmaciones
Construyendo la afirmación perfecta
¿Cómo convertir mis objetivos/intenciones en afirmaciones que
funcionen?
La palabra afirmación tiene su raíz en «hacer firme» y eso es lo que
haremos, hacer firmes nuestros objetivos/intenciones. Para ello debemos
escribirlos de una forma determinada para que cuando los repitamos una y
otra vez queden bien anclados, bien firmes en nuestro subconsciente y éste se
comunique con el Universo (Inconsciente Infinito, Conciencia Universal…)
para que ambos trabajen juntos en aras de su cumplimiento.
El problema radica en que hay decenas de autores, mentores y gurús que
dan sus propias interpretaciones de cómo construir las afirmaciones.
Ciertamente unos influyen en otros, se van copiando ideas. Por ejemplo, Tim
Ferris está influenciado por Canfield, que a su vez está influenciado por
Sondra Ray que también influye sobre muchos otros como Phil Laut, Vitale o
Boc que son gurús que influyen a muchos más; por otro lado a Marc Allen le
influenció la escritora con la que creó su editorial New World Library, Shakti
Gawain. Sondra y Shakti escribieron su primer libro en 1977, el mismo año.
Sabemos que a Sondra la enseñó Leonard Orr, aunque ella lo perfeccionó a
su manera, y a Orr se lo contó una brasileña sordomuda. Uno de los más
influyentes fue el mexicano José Silva que con su «Método Silva de Control
Mental», cuyo copyright data de abril de 1973, impartía el método mediante
cursos desde una década antes, incluyendo en sus cursos a muchos de los
autores mencionados que quizá cogieron sus métodos o quizá llegaron a él al
observar semejanzas entre lo que ellos practicaban y lo que hacía Silva. Lo
mismo pasa con “Un curso de Milagros” (1975) de Helen Schucman que es
referido una y otra vez entre los diversos autores. Las ramificaciones pueden
ser infinitas y dilucidar su origen una tarea que llevaría más tiempo y espacio
del que disponemos en este manual. El asunto se agrava cuando, aunque a
veces van mejorando el sistema, también es cierto que normalmente lo
adaptan a su propio estilo, que no necesariamente funciona para los demás.
Como colofón, el rompecabezas se vuelve intratable al abordar las diferentes
traducciones y traducciones de traducciones del original.
Por ejemplo, Mark Fisher es un autor canadiense que escribe
originalmente en francés. Sus libros se traducen primero al inglés y si lees un
libro suyo en alemán, italiano o español posiblemente será una traducción del
inglés, no del original, por lo tanto es una traducción de una traducción y con
cada una se van perdiendo detalles fundamentales.
Voy a poner un ejemplo que aparece en varias fuentes para que veas la
diferencia. Émile Coué, el farmacéutico y psicoterapeuta francés conocido
especialmente por descubrir el efecto placebo, fue un gran entusiasta de la
hipnosis y autosugestión y creó la afirmación para la autocuración «Tous les
jours, à tout point de vue, je vais de mieux en mieux»
Esta afirmación la podemos encontrar a veces como «Todos los días, en
todos los sentidos, me estoy haciendo mejor y mejor»
En Wikipedia en español aparece así: «día tras día, en todos los aspectos,
me va mejor y mejor»
En wikipedia en inglés la encontramos como «Every day, in every way,
I’m getting better and better»
La traducción que encontramos en la Wikipedia italiana es mucho más
rocambolesca: «sotto ogni punto di vista, progredisco ogni giorno di più»,
que vendría a ser algo así como: “Desde todos los puntos de vista, progreso
cada día más”.
En uno de los libros de Fisher traducido del francés al español aparece la
frase así: «Día tras día, desde todos los puntos de vista, voy cada vez mejor»
En otro de sus libros, traducido del francés al inglés y de éste al español
por un traductor diferente al primero, la frase queda: «cada día, en todos los
sentidos, estoy mejor y mejor».
Como vemos, en sendos libros no coincide casi ni una palabra, pese a ser
del mismo autor.
Además, en ninguno de los libros Fisher menciona que la frase es de
Émilie Coué, aunque quizá la cogiera prestada de Sondra Ray quien también
la utiliza (esta vez sí, señalando su origen) que quizá la descubrió de José
Silva que también la menciona, y según la traducción que tengo delante de
mí, la expresa así: «día a día, de cualquier forma, mejoro más y más».
Shakti Gawain la escribió de esta forma: “Cada día, en todo lo que hago,
soy mejor y mejor”.
Y así podría continuar porque la afirmación de Coué es de las más
difundidas de la literatura de autoayuda.
Dicho sea de paso, Émilie Coué también estaba influenciado directamente
por José Custódio de Faria o Abbe Faria (quien aseguraba que “para que la
autosugestión fluya de la mente, uno tiene que alimentarla repitiendo palabras
o imágenes”), un curiosísimo y muy ilustrado monje indo-portugués que
introdujo los conceptos de autosugestión en París. Alexande Dummas se
inspiró en él para su personaje “Abate Faria” de “El Conde de de
Montecristo”, el que acaba en la celda del protagonista tras equivocarse de
dirección cuando cavaba un túnel, lo instruye, le ayuda a descubrir la verdad
y al final le da el mapa del tesoro de la Isla de Montecristo. Quizá Faria fuera
también quien señalara a Dummas “el mapa del tesoro” y de ahí su homenaje.
Con todo este intrincado laberinto de influencias, plagios, homenajes y
traducciones no sólo quiero expresarte la dificultad y la titánica tarea de
comparar decenas de autores en varios idiomas sino también justificarte por
qué varían tanto unos autores de otros y por qué quizá antes no te han
funcionado las afirmaciones lo bien que cabría esperar de ellas.
Me he encargado de hacer un estudio minuciosos comparativo para
encontrar esas pequeñas diferencias que pueden suponer el éxito o el fracaso
de tus deseos.
Empezaremos por las características que tienen menos discusión entre los
autores y por las que pueden convivir perfectamente con el resto.

“Siempre positivo, nunca negativo”


Hace ya 15 años que el entrenador neerlandés Louis Van Gaal hiciera
famosa esta afirmación (¡cómo pasa el tiempo!), aunque a sensu contrario,
echando en cara a la prensa que siempre pensaran en negativo, nunca en
positivo. Y tenía toda la razón del mundo. Tanto en el mundo del fútbol como
en cualquier ámbito, el pensamiento en positivo crea una realidad en positivo.
Acabando con el fútbol, hace poco oí unas declaraciones de otro famoso
entrenador español, Unai Emeri, tras una derrota, que decía que no se
explicaba haber perdido ya que antes del partido había visualizado la victoria
varias veces en su cabeza. Como puedes ver, la visualización y otras técnicas
de la Ley de la Atracción son comunes en el fútbol y en casi todos los
deportes de élite, aunque no todos son tan atrevidos como Emery para
reconocerlo tan abiertamente.
Así pues, recordemos a Van Gaal y construyamos nuestra afirmación en
positivo, nunca en negativo.
He querido empezar con este requisito de las afirmaciones porque todos
los autores, guías y gurús coinciden al 100% en ello, no hay discusión
respecto a que una afirmación debe establecerse en términos positivos.
Ahora veamos el porqué: el Universo funciona sí o sí en la manifestación
de nuestras intenciones pero sin diferenciar si lo que pedimos es en positivo o
negativo. Es decir, no diferencia entre “quiero un perro” y “no quiero un
perro”, te atraerá un perro; ni tampoco diferencia entre “amo a los perros” y
“odio a los perros”, atraerá perros amorosos u odiosos pero en cualquier caso
atraerá perros.
Así que por tu propio bien, piensa y crea afirmaciones en positivo, nunca
en negativo.
Por ejemplo, si tu objetivo es “no quiero tener deudas”, debes convertirlo
en “quiero tener el doble de ingresos” porque sino… atraerás deudas.
Más complicado. Si tu objetivo es “no quiero que mi suegra venga tanto a
mi casa”, ¿debes convertirlo en “quiero que mi suegra se mantenga alejada de
mi casa? No. Porque continuará estando expresado en términos negativos
(suegra). Lo correcto sería “quiero cuando llegue del trabajo disfrutar
jugando con mi hijo y mi mujer” o cualquiera que se adapte mejor a tu
situación.
Otra complicada. Si tu objetivo es “quiero eliminar mi diabetes”, debes
convertirlo en “quiero estar totalmente sano” o “quiero salud” o “quiero
mantener mi nivel de hemoglobina al 6” porque la simple palabra diabetes te
atraerá más diabetes. La diabetes es un término negativo y no debe estar en tu
afirmación.
Como puedes observar en los ejemplos, cuando hablo de establecer la
afirmación en términos positivos, no me refiero sólo a eliminar el adverbio
«no», sino a eliminar cualquier palabra en sentido negativo para ti, eliminar
de la afirmación cualquier palabra que exprese algo que no quieras
atraer: enfermedad, deudas… suegras...
En este momento quisiera puntualizar que mi suegra es maravillosa.

¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué el Universo no diferencia positivo de


negativo?
Porque lo que realmente manifiesta el Universo no son las palabras en sí,
sino la imagen que creas en tu mente, tus pensamientos. Realmente tu
subconsciente es un emisor de tus pensamientos, no de tus palabras. Las
palabras son una buena herramienta que utilizamos para representar lo que
queremos pensar y para crear las afirmaciones que inculcarán lo que ellas
representan en tu subconsciente, pero las palabras en sí no es lo que
mandamos al Universo; ni tampoco lo que al final se queda registrado en tu
subconsciente. Si dices que odias a los perros, aunque no lo percibas, tu
subconsciente creará una imagen de un perro rabioso que intenta morderte o
que te hace pis en los pantalones (más que una imagen, realmente es un
sentimiento negativo, pero no quiero entrar demasiado en esto para no liarte),
entonces atraerás perros que te muerdan o te hagan pis encima. Por eso es
más fácil simplemente obviar, olvidarte de las cosas negativas y pensar sólo
en lo positivo. Y crear tus afirmaciones en positivo.

Eliminar las desiderativas


Antes, hablando de objetivos y afirmaciones he dicho frases del tipo
“quiero eliminar mis deudas” se convertiría en “quiero tener el doble de
ingresos”. He utilizado el “quiero” para que nos entendiéramos fácilmente en
ese momento, pero a partir de ahora deja de utilizar cualquier palabra que
exprese querencia, deseo, apetencia, ambición, anhelo, preferencia… Es
decir: quiero, deseo, me gustaría, ojalá, preferiría, estaría bien, sería genial…
Esto se debe a que si “prefieres” algo, o lo “deseas”, o lo “quieres”
significa que no lo tienes, y afirmando esto una y otra vez haces que siempre
se mantenga como un deseo, no como una realidad.

Que involucre tus propias acciones


Esto lo recogen pocos autores (Gawain, Silva, Sondra y algunos más) y sin
embargo es un requisito importantísimo. Quizá no lo indiquen por ser obvio,
pero a veces, pasa como con nuestra propia nariz, la tenemos delante y no la
vemos.
Por ejemplo, Charlotte Berney, en «Fundamentals of Hawaiian
Mysticism» menciona: “Asegúrate de que lo que estás visualizando no afecte
a otras personas”.
Sin embargo, los autores que hablan más clara y expresamente de esta
condición son Stuart Lichtman («Transposición Cibernética») y Keith Ellis
(«La lámpara mágica»).
Significa que tienes que pedir algo que puedas manifestar con
acciones propias, que no requieran la actuación de otra persona. Por
ejemplo, es muy habitual después de una ruptura amorosa querer que tu ser
querido vuelva a tus brazos, no deseas a otro/otra, deseas que esa persona en
concreto vuelva a ti. Pero por suerte o por desgracia nunca puedes pedir que
tu ex- te vuelva a querer, porque implicaría actuar en el libre albedrío de esa
persona lo cual es imposible. No puedes controlar lo que otras personas
deben pensar, hacer o sentir. Los seres humanos tenemos un enorme poder
pero sólo en nosotros mismos. Esto me recuerda uno de los principales
límites del Derecho que dice que «los derechos de cada persona están
limitados por los derechos de los demás». ¿Y qué hago si quiero volver con
mi novia? Ejercer todo el poder que tienes en ti. Cambia tú. Solicita al
Universo ser mejor, más cariñoso, amable, o perder esos kilitos de sobra que
te hagan sentir más seguro de ti mismo. O pídele al Universo ser atraído hacia
una nueva novia con las mismas características (o mejores) que la anterior y a
la que gustes. Pero trabaja en ti, no quieras cambiar a nadie, porque no
puedes, porque es ineficaz, porque es una pérdida de tu valioso tiempo.
Florence Scovel Shinn, a la que ya hemos mencionado unas cuantas veces
debido a su pensamiento tremendamente lúcido (si quieres iniciarte con ella,
recomiendo su recopilatorio de cuatro de sus libros en uno solo de bolsillo)
relata una anécdota con una joven que le pidió ayuda para casarse con un
hombre del que estaba profundamente enamorada. Scovel le indicó lo
inadecuado del deseo, pues se estaba «violando la Ley de injerir en el libre
albedrío de otra persona». Así pues, le sugirió que cambiara su
objetivo/intención, que debía ser la petición del hombre adecuado, el que le
perteneciera por derecho divino. Y añadió que si el hombre del que ella
estaba enamorada era «el hombre adecuado», entonces no podría perderlo; y
si no lo era, encontraría a su equivalente. Una noche la joven fue a verla y le
confesó que aquel hombre ya no le parecía nada extraordinario y poco tiempo
después conoció al hombre ideal y se enamoraron rápidamente.
Desea sólo aquello sobre lo que tienes control para que el éxito esté en tus
manos y no en manos de otros .
Aunque Stuart Lichtman introduce un matiz considerable: si has hecho
algo previamente que ha producido el efecto deseado y ese resultado
involucró las acciones de otros, puede valer, aun cuando tu éxito dependa
de la conducta de otros.
Y pone el ejemplo del casanova Don Juan de Marco quien podía seducir a
cualquier mujer, por lo tanto, él podía haberse establecido una afirmación de
encandilar a una mujer en particular, porque ya poseía las habilidades
adecuadas. Aún así, tampoco es garantía de éxito pues siempre estará a la
merced del libre albedrío de la otra persona.
Ojo, ¡tampoco caigas en tu propia trampa de moldear esta excepción a
voluntad para hacer encajar cualquier afirmación que desees! Te estarás
engañando a ti mismo y autosaboteándote.
¿Que quiero decir con esto?
Imaginemos que quieres un puesto de trabajo en Microsoft. No puedes
hacer una afirmación que sea «que me llamen de Microsoft para ofrecerme un
trabajo» sirviéndote del hecho de que te llaman todos los días por teléfono,
así que… digamos que tienes experiencia previa en recibir llamadas. Quizá te
parezca ridículo pero es muy fácil caer en esta trampa, sobre todo cuando te
sientes desesperado. Hay que estar muy atento y ser tremendamente sincero
con uno mismo. En este caso que hemos dado, la excepción de Lichtman
podría aplicarse sólo si por ejemplo has trabajado en programación o en
empresas similares a Microsoft. Involucra la acción de otros, al pedir que te
contraten, pero tus circunstancias son favorables para que se produzca la
llamada porque tienes experiencia en el sector. Y si no tienes experiencia en
el sector, lo mejor es no utilizar la excepción y crear una afirmación que
involucre tus propias acciones como «creo un CV perfecto para entrar a
trabajar a Microsoft». Por eso es tan importante que los grandes logros los
tratemos paso a paso: primero deseo tener un buen CV, luego deseo
establecer contactos con personal de Microsoft y luego deseo trabajar en
Microsoft (porque ya es factible al tener un buen CV y un buen circulo de
amigos en Microsoft). Has involucrado tus propias acciones pero paso a paso
y al final has llegado al mismo destino que querías.

La extensión

¿Es mejor hacer una afirmación breve que cale bien hondo, o larga que
recoja más detalles?
En principio nadie recomienda que la afirmación deba ser larga. Los que
las hacen largas simplemente no le dan importancia a la longitud o en todo
caso, como Lichtman, se justifican en que ha de ser muy detallada para que
contenga todos los criterios que quieres que reúna. Así, siguiendo el proceso
de Lichtman, si por ejemplo quieres conseguir un trabajo, has de incluir en tu
afirmación (en su proceso las llama metastorys) no sólo el sueldo sino
también el tipo de jefe, compañeros, condiciones laborales e incluso que la
empresa sea solvente… son demasiadas cosas para una afirmación que vas a
tener que repetir mucho, de hecho, Lichtman recomienda para sus metastorys
escribirla 100 veces seguidas lo que es una tarea que he hecho muchas veces
y he de decirte que el enorme esfuerzo no compensa a todo el mundo. No he
dicho que no se obtengan resultados, pero el esfuerzo requerido y la
dificultad de su proceso no es apto para todos los públicos y muchas veces
hacen que te rindas a mitad de camino o surjan demasiadas dudas que te
bloqueen. Aquí buscamos la eficiencia.
Otro que gusta de las afirmaciones largas es el Dr. Joseph Murphy (El
poder de tu mente subconsciente), pero insisto que no es la vía más efectiva,
especialmente si estás empezando en la carrera del cumplimiento de
objetivo/intención donde tienes que primar la consecución de pequeñas metas
relativamente fáciles muy rápido para ganar en confianza y así perseguir (y
conseguir) éxitos mucho más ambiciosos.
Hay multitud de autores que no se manifiestan en materia de longitud,
pero que por sus propios ejemplos vemos que utilizan muy pocas palabras en
sus afirmaciones. Hablamos de autores como Sondra Ray, Vadim Zeland o
Marc Allen.
Pero hay otros que sí abogan por la brevedad y, además, muy vehemente.
Para Mark Fisher, autor de «El millonario instantáneo», las afirmaciones
más poderosas son las más breves, ya que su repetición e interiorización es
mucho más fácil y el impacto emocional mucho más intenso. La técnica que
propone es que cuando construyas tu afirmación pienses que cada palabra
te cuesta un dineral. Por ejemplo el sueldo de un mes. Así intentarás
concretar con el mínimo de palabras. Keith Ellis y Jack Canfield recomiendan
exactamente lo mismo, pensar que cada palabra te costara mil dólares; como
ya te he comentado los autores se influencian unos a otros, aunque no
mencionen expresamente de dónde les ha surgido tal ocurrencia. En cualquier
caso, mantener tu afirmación corta es una buena idea. Canfield añade que
sería aún mejor si consiguieras que la afirmación rimara y sonara como
un anuncio publicitario.

Claridad y Concreción

¿Hago mi afirmación concreta y específica o más abierta para que me


llegue lo que Dios/El Universo quiera?
Ya hemos visto que la claridad y concreción es una de las mejores
armas para marcarte un objetivo/intención y por supuesto tu afirmación
tiene que ir en sintonía con este principio. Indica el modelo, el tamaño, la
cantidad...
¿Qué quieres exactamente?
Quizá haya quien tenga problemas con esto. Que le da igual ganar 2.000 al
mes que 4.000, que va a ser igual de feliz, por eso no le importa si su
objetivo/intención y afirmación se cumple solo a medias y en lugar de
conseguir los 4.000 consigue (se conforma con) un poco menos. Y caen en el
error de crear afirmaciones poco concretas como “ganar más dinero” o
“Tener un coche mejor que el que tengo ahora” ¡NO! por favor, no caigas en
ese error. Si te da igual tener una nómina de 4.000 que de 2.000 porque ahora
la tienes de 700 pues ¡establece un objetivo/intención de 2.000! pero
establece exactamente cuánto. Si te tienes que equivocar que sea por
establecer un objetivo/intención muy conservador pero no por poner un
objetivo/intención poco preciso porque así no funcionará jamás.
Usa las palabras justas y precisas (ya hemos visto la importancia de la
brevedad), evita ambigüedades, evita palabras que puedan confundirte
significando varias cosas o interpretables de diferentes formas. Si confundes
al Universo puedes acabar sin atraer nada o mucho peor, atrayendo lo que
menos deseas.
Kolie Crutcher («Electric Living: la ley de la atracción para escépticos»),
que sabe muy bien cómo justificar científicamente la Ley de la Atracción lo
ejemplifica de una manera muy sencilla: el Universo es muy preciso, una
pequeña diferencia puede suponer que una cosa sea o no sea, así, el oro y el
mercurio se diferencian en un sólo protón o el oro y el plomo se diferencian
en solo tres protones y sin embargo ¿qué vale más un kilo de oro o un kilo de
plomo? Por eso no puedes afirmar«quiero un montón de dinero» porque ¿qué
es un montón de protones en un átomo? no se sabe… podría ser muchas
cosas…
Así que ya sabes… ¿Qué quieres exactamente? ¿Cuánto? ¿Cómo de
grande? ¿Cómo de caro?

No establecer plazos

¿Debo establecer una fecha límite en mi afirmación?


Tampoco me voy a detener en esto porque es extrapolable lo que he dicho
cuando he hablado de lo contraproducente de establecer una fecha límite
para los objetivos/intenciones, por la carga emocional extra que conllevan.
Pero aquí voy a darte un argumento más por el que no debes establecer
fechas en las afirmaciones. Aún no hemos hablado del tiempo verbal en el
que deben ir nuestras afirmaciones pero ya te adelanto que debes
establecerlas en presente, como si el objetivo ya se hubiese conseguido, ya
fuera una realidad. Entonces, si se supone que debemos expresarla como si ya
fuera una realidad ¿no sería contradictorio establecer una fecha futura de
cumplimiento?
Por ejemplo: «Yo, Sarah, disfruto conduciendo mi nuevo Corvette rojo en
octubre del año que viene».
No tiene sentido.

Incluir un factor emocional


Según Jack Canfield habría que añadir en tu afirmación al menos un
sentimiento dinámico o una palabra relacionada con los sentimientos que
quieras experimentar cuando alcances la meta. Algunas palabras típicas
en este sentido son: disfrutar, celebrar, feliz, alegre, tranquilo, sosegado,
encantado, entusiasmado, amoroso, seguro, sereno o triunfante.
Por ejemplo, si mi objetivo es «mantener mi peso de 75 Kilos»; sería más
efectivo decir «me siento ágil y en excelente forma con mi peso de 75 kilos».
Esto es muy importante porque cuando añades un factor emocional en tu
deseo, tienes tendencia a trabajar más en ello porque lo disfrutas más,
disfrutarás tanto del trabajo cuando estés afirmando como de los resultados y
sin apenas darte cuenta tus deseos se manifestarán por sí solos.
Además, recuerda que lo que se manifiestan no son las palabras en sí que
pronuncias sino los sentimientos asociados a ellas, así que cuanto más carga
emocional tenga la frase, más efectiva será.

Incluir un verbo de acción


También para Canfield, utilizar el gerundio (ya sabes, los verbos cuando
acaban en -endo o -ando) añade el efecto de evocar una imagen o algo que
está ocurriendo AHORA.
Así que intenta utilizar el gerundio en tus afirmaciones.
Por ejemplo:
«Yo, William, ahora estoy disfrutANDO de mi nuevo empleo»
«Yo, Sonia, me estoy expresANDO correctamente en el examen oral»
Por supuesto el verbo de acción y el factor emocional pueden coincidir
como has visto en el primer ejemplo.

Otras palabras clave para incluir en la afirmación.


Yo

Quizá sea la palabra más poderosa de todas. El subconsciente la toma


como una orden. Por eso Canfield, Ray, Boc, Laut o Leonard Orr la utilizan
en sus afirmaciones.
Tu nombre
Añade tu nombre (no hace falta el nombre y apellidos, basta el nombre
común que usas, por el que te conocen y por el que tú mismo te reconoces).
Aún siendo un requisito muy utilizado por los autores no he encontrado en
ninguno una justificación concreta del porqué. Deduzco que, al igual que el
“yo”, refuerza la afirmación como una orden indudablemente dirigida a ti.
Los hipnotizadores también usan casi siempre este recurso.
Ahora
Por el poder de esta palabra es por la que muchos autores la utilizan,
algunos eventualmente como Sondra Ray o Phil Laut pero otros de forma
continua como Marc Allen ¡Hasta el mismísimo Paramahansa Yogananda usa
esta palabra mágica.
Intenta por todos los medios incluir el adverbio “ahora” en tu afirmación,
las afirmaciones más efectivas deberían empezar así: «Yo, (nombre),
ahora…».
Por ejemplo:
«Yo, Jennifer, ahora proceso los alimentos que como de forma que
mantengo mi peso ideal de 65 kilos».
«Yo, Marc, ahora estoy trabajando en el empleo de mis sueños cultivando
tomates».
«Yo, Johnny, ahora estoy ganando 2.500 dólares con mi reciente ascenso».
«Yo, Sarah, ahora vivo con un novio guapo, fiel y cariñoso».
Gracias
Es tal la importancia del agradecimiento que he de dedicarle más espacio
que al resto.
Ya hemos hablado de Richard Wiseman y su libro «59 segundos» repleto
de estudios científicos sobre la supuesta invalidez de la autoayuda, o al
menos así se vendía. En aras de buscar la verdad me leí el libro de cabo a
rabo varias veces para saber si me podía estar equivocando, si mis éxitos
hasta el momento habían sido meras coincidencias o incluso un autoengaño.
Sin embargo, la mayoría de estos estudios son muy parciales y no llegan a
desmontar en absoluto la Ley de la Atracción, de hecho, ni siquiera la
mencionan, ni tampoco mencionan las afirmaciones, sólo se dedica al
pensamiento positivo y un poco de soslayo a la visualización. Por ejemplo,
consigue demostrar (bueno, realmente no demuestra, sólo es una encuesta
que hace y que, como todas, la gente puede mentir o equivocarse, pero
supongamos que la encuesta sí que reflejara la realidad) que fantasear con lo
buena que será tu vida cuando logres tu objetivo “sólo” te hace más feliz,
pero no te acerca más al éxito. Sin embargo, en ese mismo cuestionario
reconoce que las personas que contestaron afirmativamente a la pregunta
«pensar en las cosas buenas que sucederán si logro mi objetivo» sí acercó a
esos participantes al logro. O que «motivarme con imágenes de alguien a
quien admiro como una modelo o un empresario de éxito» no te atrae más a
tu objetivo. ¡Estoy totalmente de acuerdo! ni fantasear con ser millonario ni
tener una imagen de Richard Branson en tu nevera te hará más rico. Pero eso
no es la Ley de la Atracción.
Lo más sangrante del caso es que Richard Wiseman, tiene otros libros
como «Nadie nace con suerte» donde anima a utilizar afirmaciones para tener
más suerte como la siguiente: «Quiero tener más suerte. Por eso estoy
dispuesto a cambiar mi forma de pensar y de actuar con tal de conseguirlo»;
en otro momento en el mismo libro invita a la práctica de la Meditación con
los mismo fines e incluso a usar la visualización para atraer la buena suerte.
Así que no llego a entender este intento de denostar la autoayuda cuando
él mismo la ha utilizado y se ha lucrado gracias a ella.
Y ¿Por qué menciono entonces a Wiseman? No para gritar que no
compres sus libros, muy al contrario, a mí me ha encantado 59 segundos y
todos los demás, cuya visión más escéptica nos da otro punto de vista
(aunque lleguemos al mismo resultado) y admiro cómo recoge
interesantísmos estudios sobre el comportamiento humano recordándome
mucho a uno de mis escritores favoritos, Malcolm Gladwell (Fueras de serie,
por qué unas personas tienen éxito y otras no; La clave del éxito; Inteligencia
Intuitiva), algunos de cuyos estudios también recoge Wiseman. Lo menciono
porque, aunque no trata directamente la Ley de la Atracción, hay algunos de
los trabajos de investigación que menciona que sí demuestran ciertas partes
de ésta, como la importancia de “pasar a la acción” y de las donaciones que
veremos en capítulos posteriores, o del agradecimiento. Sí, así es, un autor
“racional” que supuestamente va a desmontar los falsos mitos de la
autoayuda consigue constatar el poder y la eficacia de la gratitud.
Casi la totalidad de gurús de autoyuda basados en la Ley de la Atracción
coinciden en la importancia del agradecimiento como arma de atracción de
tus deseos ya que la gratitud es la forma más fácil de llegar al amor (de
hecho, el agradecimiento no es otra cosa que amor por lo que tienes) y éste es
a su vez el mayor impulsor del Universo. Autores tan reconocidos como
Rhonda Byrne (El Secreto; El Poder) siempre dicen tres veces “gracias”
después de sus afirmaciones o John Demartini (El efecto Gratitud; Dar
Gracias a la vida), por ejemplo, dedica libros enteros sólo al poder del
agradecimiento.
Continuando con Wiseman, muy acertadamente compara nuestro amor por
las personas y las cosas con un olor intenso como el pan recién hecho el cual
al principio destaca enormemente pero se va apagando a medida que nos
acostumbramos a él, hasta que no percibimos apenas su presencia. Pero ¿qué
pasa si sales de la cocina donde están haciendo el pan y luego vuelves a
entrar? Vuelves a notar intensamente el olor. Wiseman menciona a los
psicólogos Robert Emmons y Michael McCullough que preguntaron qué
sucedería con los niveles de felicidad si llevaran a cabo el equivalente
conceptual a salir de la cocina donde hacen el pan y volver a entrar.
Reunieron a tres grupos de participantes y se les pidió que escribieran
durante unos minutos a la semana; un grupo tenía que escribir 5 cosas
por las que sentirse agradecidos; otro grupo 5 cosas que le molestaran; y el
tercer grupo (de control) simplemente 5 cosas que le habían sucedido. Y,
como era de esperar, los del grupo «agradecido» acabaron siendo más felices,
más optimistas de cara al futuro, más sanos e incluso hicieron más ejercicio.
Así pues, no lo dudes, siente amor por lo que tienes, sé agradecido.
En un experimento similar, también mencionado por Wiseman, Kory
Floyd y sus colegas de la Arizona State University pidieron a unos
voluntarios que pensaran en alguien a quien quisieran y pasaran veinte
minutos (tres veces a lo largo de cinco semanas) escribiendo por qué esa
persona significaba tanto para ellos. Otro grupo de control escribía sucesos de
la semana anterior. Al final, el grupo del «amor» no sólo mostraba un
aumento en sus niveles de felicidad, también una reducción del estrés e
incluso una significativa disminución de sus niveles de colesterol. Y ojo, esto
no lo dice un gurú de autoayuda, lo dice un estudio científico.
Este ejercicio experimental es muy similar al ejercicio de Rhonda Byrne
que menciona en «La Magia» según el cual piensa en tres personas
extraordinarias que han influido positivamente en su vida y luego, una a
una, les habla en voz alta, como si estuvieran presentes, dándoles las
gracias y explicándoles las razones por las que se siente tan agradecida.
Para Byrne nunca te excederás siendo agradecido, al contrario, cuanto más
lo dices y lo sientes, más increíbles son los resultados.
Puedes sentirte agradecido por cualquier cosa, desde que te levantas
puedes sentirte agradecido por estar vivo un día más para disfrutar de la vida,
por el café de cada mañana, por tu empleo (por mucho que lo odies te ayuda a
mantenerte a ti y a tu familia), por tu pareja, por tu familia, por tus mascotas,
por tu casa, hasta por tu pasta de dientes…
¿Te cuesta sentirte agradecido por lo que tienes? Lee el libro de Viktor
Frankl, «El hombre en busca del sentido». Frankl estuvo preso en cuatro
campos de concentración nazi y sobrevivió con una actitud positiva. Pero
sufrió... sufrió mucho. Lo tenía todo y lo perdió todo (excepto la posibilidad
de elegir su actitud hacia las cosas, pero eso es otro tema). No debes dar por
sentado todo lo que tienes. Siente la gratitud. Después de leer este
desgarrador testimonio de unos sucesos que ocurrieron hace no tanto tiempo
empiezas a sentir un amor y agradecimientos automáticos por todo, desde el
agua caliente de tu ducha que aparece “como por arte de magia” con solo
girar una llave hasta el poder pasar unos minutos con tus seres queridos.
Es cierto, puede que un día ya no se te ocurra a qué más estar agradecido.
Desde luego puedes repetirte una y otra vez pero reconozco que llega un
momento en que puede hacerse monótono y entonces dejar de sentirlo y por
consiguiente pierde eficacia el agradecimiento. Así que una de las técnicas es
pensar en todo el proceso que ha pasado hasta que el objeto del
agradecimiento ha llegado a ti. Por ejemplo, cuando te estés tomando un
café, puedes estar agradecido al agricultor que plantó el café, al sol y la lluvia
que lo hicieron crecer, al recolector, al tostador, al empaquetador, al
camionero que lo transportó al supermercado que lo vendió, a tu esposa que
hizo la compra y te lo trajo a casa para que lo tuvieras a tu disposición con
sólo abrir la despensa, al fabricante de la cafetera, al de la encimera que te
calienta el café, a la luz eléctrica o el gas que le dan energía, a la taza y a su
fabricante… y así podemos seguir mucho tiempo. Y por supuesto si el café es
con leche puedes empezar con la vaca y seguir así. Y el mismo proceso
puedes hacer con las personas por las que sientes aprecio y agradecimiento
¿quién os presentó? ¿quienes son sus padres?
Pero a efectos de las afirmaciones, quedémonos con poner un “gracias”
al final de la afirmación.
Un último detalle sobre incluir la palabra “gracias” al final de la
afirmación: incluyéndola estás dando a entender que no eres tú quien ha
conseguido ese deseo (renuncias a tu ego) sino que es otra “entidad”
quien la ha conseguido por ti (y por eso le estás dando las gracias), sea esta
el Universo, la Inteligencia Divina, Dios… Como dice Florence Scovel Shinn
“el hombre siempre obtiene lo que desea cuando renuncia a su voluntad
personal, permitiendo así que la Inteligencia Infinita pueda actuar a través de
él”.
De todos modos, existe una alternativa a poner “gracias” al final de la
afirmación, incluir tu agradecimiento en el factor emocional que
comentábamos que ha de tener la afirmación. Por ejemplo, «Yo, Andrew, me
siento muy agradecido por tener este peso de 75 Kg». Así matas dos pájaros
de un tiro y sientes de forma más intensa el agradecimiento por lo que “ya”
tienes.

Sacarse un seguro. La coletilla final.


Varios autores como Vitale o Canfield, recomiendan incluir en la
afirmación una coletilla final basándose en que el Universo sabe mejor que
nosotros lo que nos conviene. En estos casos la coletilla final sería «Esto o
algo mejor». Otros autores, fundamentándose en que es más factible que se
cumplan tus deseos si no van en perjuicio de los demás, para beneficio de tus
intereses egoístas, recomiendan la coletilla «para el mayor bien de todos».
Pero hay una perfecta que combina ambas, ideada por Stuart Licthman,
que dice «por favor, que esto o algo mejor se cumpla de maneras que sean
para mi mayor bien y el de todos los involucrados».
Scovel Shinn ponía un especial énfasis en el agradecimiento, que ya
hemos visto de su relevancia en el apartado anterior, y dejaba la realización
ideal en manos del Universo/Dios, recomendando la coletilla «Yo te
agradezco que se manifieste, por la gracia y de una manera perfecta». E
insistía en la importancia de pronunciar siempre esta frase para evitar malos
tragos como el que tuvo que pasar una conocida suya quien solicitó 1.000
dólares que necesitaba, y los recibió, pero... como indemnización tras sufrir
un accidente de tráfico, lo que evidentemente, no es la manera más perfecta
de que lleguen a ti.
Marc Allen añade la frase «de una forma fácil y relajada, saludable y
positiva», pero creo que ésta viene inherente a la más breve «de una manera
perfecta» o «para mi mayor bien» por lo que no la veo necesaria, si bien,
Allen incluye otra muy interesante: «en su momento justo», que eliminaría de
un plumazo el ansia que generan los plazos y que ya hemos mencionado al
principio.
Así, si incluyéramos las mejores recomendaciones aquí mencionadas
como una coletilla, quedaría tal que así: «por favor, que esto o algo mejor se
cumpla en su momento justo de maneras que sean para mi mayor bien y el de
todos los involucrados. Gracias».
Ahora bien, ¿es aconsejable crear una coletilla, igual o más larga que la
propia afirmación? Es muy discutible. Una cosa es sacarse un seguro y otra
desviarnos tanto de la afirmación en sí.
No lo veo eficiente.
Primero, opino que si ya hemos eliminado la fecha de consecución, la
frase «en su momento justo» se podría eliminar perfectamente, ya que ésta se
deduce. Por lo que nos ahorraríamos unas cuantas palabras. Pero esta no sería
una solución suficiente pues aún quedarían un montón de palabras que
contradicen nuestro principio de brevedad.
La solución que propongo es coger la frase y en lugar de ponerla como
una coletilla final de la afirmación en sí, ponerla como una especie de ritual
al principio y al final de cada sesión de afirmaciones. No seremos los
primeros ni los últimos en realizar una manifestación así.
Así, antes de empezar y antes de acabar cada sesión de afirmaciones
diremos lo siguiente:
«Por favor, [conciencia universal/Infinito/Dios/subconsciente/sistema
nervioso central...] que esto o algo mejor se cumpla en su momento justo de
maneras que sean para mi mayor bien y el de todos los involucrados.
Gracias».
Eso sí, ya que esta frase no la vamos a repetir incesantemente tienes que
pronunciarla de manera muy lenta, sintiendo (de verdad) cada una de
las palabras. Si lo ves necesario puedes repetirla dos o tres veces antes de
comenzar tu sesión de afirmaciones y después de acabarla, pero nunca dejes
de pronunciarla al menos una vez antes y otra vez al acabar la sesión.

El tiempo y el modo verbal


Aunque este es el primer requisito que suelen mencionar los manuales
sobre Ley de la Atracción a la hora de construir afirmaciones efectivas, yo he
querido dejarlo para el final por el embrollo creado al respecto debido a las
diferentes interpretaciones que se han hecho.
Víctor Boc, por poner un ejemplo de los muchos que siguen esta corriente,
dice que hay que escribir la afirmación como si ya fuera cierta. En Presente
de indicativo. Punto. No te líes con subjuntivos ni condicionales.
Nunca se debe expresar la afirmación como una hipótesis ni como una
condición, con posibilidad, con miedo, duda, incertidumbre... Ya hemos visto
que están prohibidos verbos del tipo: deseo, me gustaría, quiero, me
apetecería…
Fíjate en la incertidumbre que genera el modo condicional: «Si yo hiciera
más ejercicio, estaría más delgado». Esto denota que no haces suficiente
ejercicio.
¡Ojo! mucho cuidado, también están prohibidas las acciones futuras por
mucho que estén expresadas en Presente de Indicativo: «Me voy de
vacaciones a Rusia». Estrictamente está escrita en Presente de Indicativo pero
expresa que te vas a ir de vacaciones a Rusia en un momento del futuro, que
puede ser mañana o puede ser de aquí a cuatro meses pero no es AHORA.
El futuro, en cualquier sentido, está prohibido, porque si es algo que
conseguirás significa que aún no lo tienes. Y el momento futuro se
perpetuará.
Dicho de otro modo, estás diciéndole al Universo que tu deseo es tener
algo en el futuro… «deseo concedido»… tendrás algo en el futuro, no ahora.
Como ya hemos visto, “ahora” es un adverbio de tiempo muy importante
y, además, incluyéndolo en tu afirmación podrás estar seguro que la estás
escribiendo correctamente. Aunque te equivoques expresando una afirmación
como la anterior, observa cómo cambia con esta palabra: «Me voy de
vacaciones a Rusia AHORA». Eliminas de un plumazo las dudas sobre
cuándo te irás de vacaciones a Rusia. Te vas ya.
La cuestión es no situar nuestra meta en el futuro sino ahora, como si ya
fuera una realidad.
De todas formas, y visto lo que ya hemos visto, tú mismo habrás podido
deducir que existe una forma más correcta de construir la anterior afirmación:
«Yo, ____X____, ahora estoy de vacaciones en Rusia...» y añadir un verbo
de acción y sentimientos «...disfrutando de mi visita guiada por los palacios
del Kremlin».
Si bien parece haber unanimidad en que la afirmación debe escribirse en
tiempo presente, hay un matiz mucho más complejo. Existe una discusión
sobre si la afirmación debe expresarse como si ya se hubiese cumplido en su
totalidad, ya fuera una realidad que se está disfrutando o bien como si es algo
que está consiguiéndose, pero no se ha conseguido aún completamente.
El joven argentino Juan Martitegui, que ahora da conferencias y cursos
online, después de haber lograr éxitos económicos y personales considerables
usando la Ley de la Atracción, aporta un dato a tener muy en consideración.
Él, al igual que tú y yo (hasta ahora), tuvo muchos fracasos después de
innumerables intentos y, según su parecer, el quid de la cuestión, el punto de
inflexión que supuso el éxito de sus afirmaciones fue cambiar de las
afirmaciones donde ya afirmaba haber conseguido su deseo a las
afirmaciones en las que expresaba que iba camino del éxito. Según él, así
consigues que tus afirmaciones sean verdaderas, te las creas. Si dices «Soy
rico» pero vas a comprarte un chándal y no tienes dinero, estás enviando
mensajes a tu subconsciente de que las afirmaciones son una patraña. Tu
consciente y tu subconsciente se contradicen. Sin embargo, si dices «Voy
camino de ser rico», esto realmente ¡es verdad! o al menos no se contradice
frontalmente con tu situación actual.
Martitegui no es el primero en descubrir estas trampas del lenguaje. Mark
Fisher y Marc Allen, estos dos millonarios y escritores de autoayuda, en un
libro que han coescrito titulado «Piensa como un millonario» también
advierten de lo contraproducente que puede ser para algunas personas
formular nuestras sugestiones como si ya las hubiese alcanzado por la posible
contradicción mencionada.
Y en parte tienen razón.
Sin embargo, la gran mayoría de autores, gurús, mentores y guías
espirituales abogan por declamar como si ya se hubiese cumplido, porque si
dices algo como «Voy camino de ser rico» estás lanzando un mensaje de que
no eres rico sino de que vas camino de serlo y esta situación se puede
perpetuar siempre estando camino pero nunca siéndolo. ¿en qué quedamos
entonces? ¿quién tiene razón?
Una solución a este problema sería construir frases del tipo “hoy mejor
que ayer y mañana mejor que hoy”, es decir, la frase de Coué «Cada día, en
todos los sentidos estoy mejor y mejor» y sus derivados: «cada día soy más y
más inteligente», «cada día prospero económicamente más y más», «cada día
estoy más y más delgado», etc.
Esta solución es muy buena pero presenta otro problema: que es muy
difícil calcular la efectividad y los resultados ya que no se trata de
afirmaciones dirigidas a objetivos concretos (un coche nuevo, una casa
nueva, un empleo, una novia…) sino simplemente afirmaciones positivas
generales. Si por ejemplo quiero un coche nuevo ¿Cómo podría construir una
afirmación con esta solución que acabo de dar? ¿«cada día me acerco más y
más a un mercedes descapotable»? No tiene demasiado sentido, volveríamos
a perpetuar la situación de estar cerca del coche pero no poseerlo nunca.
Siempre quedarnos cerca.
La solución perfecta a este enigma está en conseguir que nuestro
subconsciente se sienta cómodo con esa situación extraordinaria que
pretendemos (ser rico, tener un empleo perfecto, el hombre de tu vida…) sin
tener que recurrir al “estar de camino” que, aunque es una situación no
contradictoria con tu situación actual, puede suponer el problema de hacer
infinito el camino.
Veamos cómo resolverlo en el siguiente apartado.
Resolver los conflictos entre la intención y el
subconsciente
Lo más normal es sentir rechazo a una afirmación, ya que te pone en una
situación que te desplaza de tu zona de confort, en la que estás plácidamente
acomodado. Es como cuando estás acostumbrado al hueco que has dejado en
tu sillón y te dicen que te sientes en otro lado. No es lo mismo, sientes cierta
incomodidad.
Desde luego es inherente a la propia afirmación que te deje fuera de tu
zona de confort ya que se trata de un deseo de algo que no tienes o eres pero
hay que minimizar el rechazo inconsciente.
Si afirmas “Yo soy millonaria”, te vas a comprar un vestido nuevo y te das
cuenta que no te queda suficiente dinero para el que más te gusta,
seguramente la afirmación dejará de tener efecto, la habrás anulado
completamente con algún fugaz pensamiento (quizá inconsciente) del tipo
“sí, claro… millonaria y tengo que irme a casa sin el vestido del que me he
enamorado. Ya me gustaría ser millonaria. ¿a quién quiero mentir? no soy
millonaria”
En definitiva, esa afirmación de “Yo soy millonaria” no te hace sentir
cómoda, te hace sentir como si te estuvieras mintiendo a ti misma, lo que
genera frustración y aleja tu objetivo.
Así que ¿Cómo sentirse cómodo con esa situación extraordinaria que
plantea la afirmación? o ¿Cómo insertar lo increíble en nuestra zona de
confort? La mejor respuesta la dan, aunque de diferente manera, Stuart
Lichtman y Sondra Ray. Grosso modo se trata de observar las respuestas que
da tu cuerpo y tu mente a la afirmación que has construido e ir
interiorizándola y modelándola para que tus respuestas sean cada vez más
positivas.
Lichtman propone escribir cien veces tu afirmación (en algunos casos más
fáciles dice que bastaría con leerla cien veces pero he observado que
escribirla es mucho más efectivo) mientras intentas ser consciente de lo que
él denomina “señales de conflicto”. Las señales de conflicto vendrían a ser
signos de malestar que te da tu cuerpo y tu mente como aviso de que hay algo
que no le cuadra, algo que no está en sintonía con tu programación mental. Es
el medio con el que intenta comunicarse tu subconsciente. Por eso mismo se
habla de enfermedades como síntomas de un trauma (de una programación
subconsciente negativa) y que podrían curarse con una reprogramación
subconsciente. Pero más allá de las enfermedades como signos más extremos
de aviso de tu subconsciente de que hay una mala programación, también
puedes notar sutiles sensaciones mientras estés leyendo o escribiendo tu
afirmación como, por ejemplo, que cuando llegues a una determinada palabra
empiezas a bostezar, o que te notes muy cansado, o adormecido, o tenso, o
quizá te duela la cabeza o el estómago, o tengas ganas de ir al baño con
retortijones o arcadas, o te pongas nervioso, o te sientas confundido, o que te
sientas ridículo haciéndolo o temeroso o incluso enfadado. Puede que te
vengan ideas del tipo «qué tontería estoy haciendo», «esto no puede
funcionar», «es demasiado difícil», «es demasiado aburrido», «seguramente
lo estoy haciendo mal» o ideas similares. Si te fijas todo son ideas y
sensaciones negativas, reacciones de tu cuerpo que se siente cómodo con su
patrón de siempre (de fracaso) que tú intentas cambiar. Es una lucha entre lo
que quieres (tu intención) y lo que tienes grabado en tu interior tras años de
mensajes negativos desde tu infancia.
Lichtman dice que esas reacciones tienes que anotarlas en una hoja a parte
y continuar escribiendo tus afirmaciones.
Afortunadamente también existen señales de cooperación que te indican
que vas por buen camino: te sientes contento, feliz, entusiasmado, eufórico,
alerta, enérgico, amoroso, con claridad de entendimiento… o simplemente
con la sensación de que todo va bien, que estás haciendo un buen trabajo y de
que tu deseo se va a cumplir, sin lugar a dudas. Como habrás observado son
todo señales positivas.
El proceso de Sondra Ray es muy similar. Ray explica cómo indicó a sus
pacientes que escribieran sus afirmaciones y fueran anotando a la derecha del
papel las reacciones de su mente («esto es imposible que se cumpla», «estoy
perdiendo el tiempo», «siento arcadas», «vaya tontería», etc). Con ello sus
pacientes empezaban a ser conscientes de los bloqueos que impedían que su
afirmación se convirtiera en realidad.
Como puedes ver las técnicas de Ray y Lichtman son muy similares, se
trata de monitorear tus respuestas físicas y mentales para observar cómo
reaccionas ante la afirmación que has creado. Y anotarlo al margen o en una
hoja aparte.
¿Y ahora qué? ¿De qué me sirve saber que mi afirmación me produce
arcadas, malestar y mareos?
Para saber que tienes que cambiarla hasta sentir signos de cooperación que
te indicarán que vas por buen camino, que la afirmación está funcionando
para ti.
La solución de Lichtman es ir cambiando las palabras por algunas otras
que te hagan sentir mejor, cambiar las palabras que te hagan sentir “mal” por
otras que te hagan sentir “bien” y conseguir así que toda la afirmación tenga
signos de cooperación. Es decir, la solución es ir bordeando tu bloqueo de
forma que no llegues a pisarlo nunca intentando que aún así tu objetivo siga
siendo suficientemente deseable.
Por ejemplo. Imagina que quieres trabajar de desarrollador de videojuegos.
Quizá tu afirmación incluya algo del tipo “...trabajo desarrollando
videojuegos...” Y cuando llegas a “trabajo” siempre empiezas a bostezar
(signo de conflicto). Lo cambias por “...me gano la vida desarrollando
videojuegos…” y dejas de bostezar. Quizá porque tengas algún trauma
infantil o bloqueo con el hecho de “trabajar”. Quizá tu padre se quejaba
mucho cada vez que tenía que irse a trabajar y de pequeño se te quedó
grabada la relación trabajo/sufrimiento.
Lichtman propone otro ejemplo: Si la afirmación “voy a recibir 5.000
dólares en efectivo” te provoca una reacción de duda y sentimiento de
imposibilidad, puedes cambiarla por “voy a hacer todo lo que sea necesario
para recibir 5.000 dólares adicionales”. Quizá así las reacciones de tu mente
sean mucho más positivas. O quizá no, pero hay que ir haciendo cambios y
afirmando una y otra vez hasta encontrar los más pertinentes y manteniéndola
igualmente muy deseable. Como bien indica Lichtman, se trata de una
negociación entre tu consciente y tu subconsciente.
Esta solución en ocasiones da muy buenos resultados, doy fe, sin embargo,
adolece de dos problemas. Primero necesitas trabajar con una afirmación muy
larga, detallando toda una experiencia que quieres obtener como objetivo; si
es un trabajo, por ejemplo ¿cómo sería tu jefe? ¿y tus compañeros? ¿Y tu
sueldo? ¿y donde estaría tu empresa? ¿cómo de rentable sería la empresa?
etc. Porque si la afirmación es corta no te da tiempo siquiera a observar
signos de conflicto o es muy difícil percibir en qué palabra exacta empieza a
aparecer el signo. Pero aquí ya hemos visto que es mejor trabajar con
afirmaciones más breves. El segundo problema de esta solución es que lo que
trata es de esquivar el problema, no lo elimina de raíz por lo que es muy
probable que el bloqueo vuelva a surgir en el futuro. Es cierto que Lichtman
cuenta con otra serie de procesos que denomina “clarificadores” cuyo
objetivo es eliminar dichos bloqueos pero son notablemente complejos y aquí
no los vamos a detallar, recordemos siempre nuestro principio de eficiencia.
Me resulta más sencilla y eficaz la solución de Sondra Ray que
directamente hace aflorar el patrón negativo (que está bloqueando tus
deseos), lo procesa y lo ataca de raíz. Como dice Vadim Zeland “una
afirmación no se debe dirigir contra la consecuencia sin eliminar previamente
la causa”.
Esto pasa mucho con las dietas, por ejemplo, cuando la gente intenta
cambiar su aspecto físico, quieren atajar el problema por el final, por la
consecuencia, por los síntomas, las manifestaciones, y se matan a hacer
ejercicio y a dejar de comer, pero esto puede funcionar durante un poco de
tiempo, atajando los síntomas temporalmente, pero para librarse de esos
síntomas para siempre hay que atajar el problema de raíz, el tratamiento ha de
ser para eliminar el virus, no para sentirte mejor aliviando los síntomas. En el
caso del aspecto físico la raíz del problema está en la propia auto-imagen: la
forma que adopta tu cuerpo físico no es consecuencia directa de lo que haces
con él, es decir, de lo que comes o del ejercicio que le das, tu cuerpo es
consecuencia de tu actitud hacia él.
Sondra Ray explica el proceso de “desbloqueo” que utiliza con el ejemplo
de una paciente que no podía disfrutar del acto sexual. Trabajaron con la
afirmación «Yo, Susan, merezco placer sexual» (estaban dirigiéndose contra
la consecuencia, no poder obtener placer sexual) y la escribió una y otra vez
anotando a la derecha de cada afirmación lo que le venía a la cabeza, que eran
las reacciones de su mente: «lo dudo», «imposible, soy muy mala», «tengo
ganas de llorar», «necesito ser castigada», «mi padre me matará», «nunca me
perdonaré», hasta que llegó una respuesta trascendental: «fue un error hacer
el amor con mi hermano». Y así fue como descubrieron donde estaba el
bloqueo, el motivo subyacente por el cual no conseguía mantener relaciones
sexuales placenteras. Su subconsciente la estaba culpando y bloqueando. Así
que cambiaron a una afirmación más específica para su caso: «Yo, Susan, me
perdono a mí misma por haber tenido sexo con mi hermano». Ahora estaban
atacando la causa, no la consecuencia. Tras trabajar con esta afirmación más
concreta y contra la causa en un par de semanas experimentó cambios
espectaculares y no sólo pudo liberarse de su disfunción sexual sino que su
vida se vio mejorada en muchos sentidos. Se eliminaron las consecuencias.
Otro ejemplo de Ray, un chico que no podía eyacular dentro de una mujer
comenzó con la afirmación «Para mí, John, está bien eyacular dentro de una
mujer» (empezaron con la consecuencia, no poder eyacular dentro de una
mujer) y surgió el pensamiento de que eso no estaba bien, más adelante de
que no estaba bien porque los hombres no son buenos y finalmente de que no
quería ser un hombre, y es que afloró la cólera que tenía su madre contra los
hombres cuando fue abandonada por su marido y que el pequeño John tuvo
que soportar siendo niño. La lógica de los niños suele funcionar así de
simple: «Los hombres son malos, por lo tanto, yo no quiero ser un hombre».
Así que el John adulto cambió a la afirmación: «A mí, John, me gusta ser un
hombre» (atacando la causa) consiguiendo eyacular en una mujer al cabo de
dos semanas.
A veces resulta complicado ver cuál es esa razón por la que se sufre de
algo, especialmente cuando efectos y causas parecen no tener relación alguna,
sin embargo siempre hay una «compensación oculta» que las explica. Así,
una mujer acudió a la consulta del psicólogo Philip C. Mcgraw (una
eminencia en EEUU en su faceta como estratega judicial y autor de libros
como «Life Strategies: The no-nonsense approach to turning your life
around») aquejada de un gran sobrepeso y consiguió hacerle aflorar que cada
vez que perdía peso, las renovadas atenciones de los hombres le recordaban
la terrible situación que pasó de niña al haber padecido abusos sexuales, lo
que la empujaban de nuevo a la comida. Lo bueno es que sólo la
identificación de la compensación ya es un gran paso para romper el círculo
de autosabotaje.
Como ya habrás podido deducir, las anotaciones a la derecha, al margen, o
en una hoja a parte pueden hacer surgir tus pensamientos, creencias,
limitaciones, miedos o sentimientos almacenados en lo más profundo de tu
Ser, pero además, aunque no aflore ningún trauma o bloqueo en tus
respuestas y no sepas qué cambiar o cómo cambiar la afirmación, en todo
caso el simple hecho de ir escribiendo una y otra vez la afirmación irá
eliminando el conflicto entre tu intención y tus patrones inconscientes y poco
a poco tu subconsciente trabajará impulsado por el viento de la intención en
lugar del patrón. Observarás que a medida que reescribes la afirmación, tus
reacciones son cada vez menos negativas.
Así, por ejemplo, una afirmación como «Yo, Mark, gano 50.000 dólares al
año» puede despertarte al principio reacciones del tipo «sí, claro, tú sueñas»,
«¡como no atraque un banco!», «nunca he visto tanto dinero junto» y al cabo
de muchas repeticiones acabes escribiendo frases del tipo «y ¿Por qué no?»,
«muchos otros lo han conseguido antes que yo», «Peter tiene las mismas
habilidades que yo y gana 80.000 dólares» y otras por el estilo.
Al cabo de un tiempo escribiendo tus afirmaciones observarás cambios
drásticos en tus reacciones, mucho más positivos y más en sintonía con tu
intención. Estarás yendo por muy buen camino. Llegará un punto en el que ya
no necesitarás escribir al lado tus reacciones.
Creo que estas dos técnicas que usan Lichtman y Ray son fácilmente
combinables con lo que el Proceso de Desbloqueo L.A. 20/80 (incluido en
el protocolo L.A. 20/80) quedaría así: Una vez tengas construida tu
afirmación con los requisitos que ya hemos visto escribe tu afirmación 100
veces (sólo la primera vez que te propones un nuevo objetivo) dejando una
columna a la derecha para anotar tus respuestas físicas y mentales, es
decir, tus signos de conflicto y pensamientos que vayan surgiendo. Al
acabar lee tus anotaciones de la derecha. Pueden suceder dos cosas: que
haya surgido la causa del bloqueo (como el sexo que tuvo Susan con su
hermano) o que no surja el bloqueo. En el primer caso construye una
afirmación más específica dirigida a solucionar la causa a la que
llamaremos “AFIRMACIÓN DE DESBLOQUEO” (esta vez no necesitas
ser tan riguroso con el proceso de construcción de la afirmación, ve más al
grano y sé más profundo. Casi todos los síntomas son causado por el miedo,
la necesidad de amor o la culpabilidad, así que céntrate en afirmaciones del
tipo «Yo, (tu nombre), merezco… /me perdono por… /acepto… /me siento
libre de… /confío en… /reconozco… /tengo el derecho de… /me permito…
/soy capaz de… /disfruto de…». En el segundo caso continúa con la misma
afirmación hasta observar cómo las respuestas negativas van dando paso
a las positivas (igual que hemos visto en el ejemplo de Mark). En ambos
casos deberás repetir diariamente la escritura pero sólo 20 veces, no 100
que sólo es la primera vez. Hazlo durante una semana (o más tiempo si
observas que continúas teniendo respuestas negativas). Cuando observes
que has dejado de lanzar mensajes y reacciones negativas puedes
continuar la rutina de afirmaciones sin necesidad de escribir las
reacciones al margen. Puedes reforzar la terapia grabando en audio la
afirmación y escuchándola en diferentes momentos del día, como
explicaremos más adelante.
Antes de este importante ejercicio es bueno prepararse buscando un día
en que puedas estar tranquilamente solo sin interrupciones durante al
menos dos o tres horas y a ser posible que previamente hagas un proceso
de Meditación (que más adelante te enseñaré) para mantenerte en un estado
de conciencia que propiciará un contacto más directo con el subconsciente.
Este «desbloqueo» sacará a relucir algunos de tus miedos y traumas. No
temas ir cambiando la afirmación a medida que surjan respuestas a tus
bloqueos. Ya volverás a la afirmación inicial una vez hayas visto donde se
encontraban tales bloqueos y los hayas “desprogramado”.
Por ejemplo, hubo una temporada, cuando ya casi tenía acabado este libro,
en el que me bloqueé. Empecé a dilatar la finalización del mismo, volviendo
al proceso de investigación y ampliando innecesariamente apartados que no
requerían más explicación. Cuando me percaté de lo que estaba haciendo, de
que tenía mi manuscrito al 90% y me estaba saboteando para no finalizarlo,
me hice una afirmación en la que expresaba mi «orgullo de estar escribiendo
las últimas palabras de mi manual». Así empecé a obtener reacciones físicas
(ganas de dejar las afirmaciones, picores, levantarme a por café e incluso
ansias de ir al baño) y también mentales. Surgieron en mí recuerdos de haber
suspendido la asignatura de «lenguaje» en primaria y de ahí la presunción de
no merecer ser escritor profesional. Así, la afirmación fue cambiando hasta
quedarse en un «tengo el derecho, la confianza y la capacidad de ser escritor
profesional. Gracias».
Después de trabajar unos días repitiendo esta afirmación veinte o treinta
veces me vi de nuevo entusiasmado para seguir trabajando y volví a mi
afirmación inicial de acabar el manual.
Por supuesto, este proceso también lo encontrarás en la plantilla del
Protocolo L.A. 20/80 del que ya hemos hablado, así que no te preocupes de
momento.

* UN IMPORTANTE COMENTARIO FINAL SOBRE LOS


BLOQUEOS:
¡¡¡NO TE SALTES ESTE PÁRRAFO!!!
Este apartado que acabamos de ver relativo a los bloqueos es quizá el
apartado más importante del libro si hasta ahora habías estado practicando sin
parar La Ley de la Atracción sin resultados sorprendentes. Porque si eres una
persona que como yo, tuvimos una infancia, adolescencia y juventud
“normales”, dentro de la media, es decir, no tuvimos ningún trauma o
cualquier causa de arrepentimiento, tenderás a DEJAR DE LADO EL TEMA
DE LOS BLOQUEOS. Quizá pienses «¡Bueno, es que yo no me he acostado
con mi hermano como el ejemplo que has puesto, ni sufría malos tratos como
Louse L. Hay!» y ese es precisamente EL GRAN ERROR QUE YO
COMETÍ PERDIENDO MUCHOS AÑOS DE POTENCIAL. Yo no creía
necesario “desbloquearme” de nada y pasaba por estos capítulos de los libros
de desarrollo personal muy de soslayo. Pero ¡eso es lo que tienen los
bloqueos! ¡que son inconscientes! no sabemos que están ahí! Pero todos,
absolutamente todos, tengamos conciencia o no de ellos, sufrimos algún
bloqueo que hay que limpiar. Así que esta es tu oportunidad. Haz sí o sí este
simple ejercicio de anotar junto a las afirmaciones tus reacciones y deja ya de
autosabotearte incoscientemente.
Cómo afirmar
Para las afirmaciones pronunciadas en voz alta
¿Alguna forma o posición en especial?
Espalda recta
Algo hay en tener la espalda recta para que algunos autores recomienden
esta posición para recitar tus afirmaciones así como para meditar, y me
incluyo entre ellos pues mi propia experiencia ha demostrado la mayor
eficacia cuando se está recto que cuando se está encorvado o en cualquier
otra postura.
Algunas religiones y filosofías orientales lo justificarán con una mayor
alineación con el flujo o la energía del Universo; pero si eres especialmente
escéptico te interesará saber del estudio realizado por Tomi-Ann Roberts, del
Colorado College (mencionado por Wiseman) en el que hizo pasar a unos
alumnos una prueba de matemáticas y un test sobre su estado de ánimo. Unos
debían estar repantigados en sus sillas y los otros con la espalda recta. Los
que mantuvieron la espalda recta no solo resultaron estar más contentos sino
que obtuvieron mejores calificaciones en la prueba matemática.
De pie y golpeándose el pecho
Jack Canfield y Mark Víctor Hansen recomiendan afirmar poniéndose de
pie porque estimula la agudeza y concentración de la conciencia, genera más
entusiasmo, energía y sensación de poder (además, añaden que siempre que
hagamos algo importante nos pongamos en pie, por ejemplo una llamada de
negocios); y golpeándose el pecho con los dedos índice y medio (también
llamado corazón) de la mano para hacer intervenir el sentido del tacto y
porque damos un mensaje claro a nuestro subconsciente de que estamos
hablando de nosotros mismos y no puede haber ninguna duda.
Nótese que muchos hipnotizadores también utilizan esta técnica, tocando
suavemente con dos dedos la cabeza o el hombro del sujeto hipnotizado para
dejarle claro que se refiere a él.
Desde el punto de vista práctico, yo utilizo este método en las primeras
afirmaciones de la mañana, frente al espejo del baño, y también cuando me
encierro en servicios públicos para leer mis afirmaciones escritas en tarjetas.
Las afirmaciones que escribo, evidentemente, las hago en mi escritorio
sentado y las de antes de acostarme en la cama tumbado y no puedo hacerlas
de pie golpeándome el pecho. Pero ya hablaremos de las rutinas diarias más
adelante.
Sintiéndola
Recordemos el requisito en nuestra afirmación de incluir un factor
emocional como recomendaba Canfield. Keith Ellis apoya esta teoría y añade
que intentes sentir con todo tu corazón esa emoción cuando la estés
afirmando. Si dices “gozosamente” asegúrate de sentir el gozo como si ya
fuera una realidad ahora mismo.
Zeland reafirma esta idea: “resulta mucho más eficaz sentir algo una vez
que repetirlo un millar de veces. Por lo tanto tienes que procurar sentir, al
mismo tiempo, lo que estás repitiendo”.
Y Napoleón Hill también dice que las palabras indiferentes, recitadas sin
emoción no obtendrán resultados, hay que llenar el subconsciente de
pensamientos y palabras cargadas con emoción y convicción.
Esto es así, porque, como ya hemos comentado, el Universo no comprende
las palabras sino los pensamientos silenciosos y más concretamente los
sentimientos, las emociones.
Abraham Hicks añade que mientras mejor tú te sientas cuando estás
recitando tu afirmación, más pura y menos contradictoria será tu vibración y
más rápidamente se manifestará.
Zeland además recomienda que cada serie de repeticiones vaya
acompañada de nuevos sentimientos y sensaciones diferentes para evitar la
monotonía y uniformidad que implica repetir constantemente las mismas
frases y sentir siempre lo mismo.
En voz alta
No significa a grito pelado (necesariamente), significa simplemente que no
sea mentalmente.
Casi la totalidad de autores y mentores confirman que es más efectiva la
afirmación cuando oyes tu propia voz que cuando te la dices para tus
adentros. Se especula que cuando la oyes desde el exterior suena más
autoritaria, más como una orden que tienes que cumplir. Nuevamente me
remito a la hipnosis.
Puede ser en voz baja si por ejemplo no estás solo en casa y es muy
temprano o demasiado tarde, pero vale la pena, aunque sea en voz baja, oir tu
voz porque esto acelera mucho más de lo que te imaginas los resultados. A
una mala, Víctor Boc recomienda que al menos muevas los labios, vocalices.
Que suene como un mantra
Si alguna vez has visto una sesión de hipnosis te habrás dado cuenta que la
voz del hipnotizador suena monótona, bien modulada y bien articulada.
Dejando unos segundos de silencio entre frases. Así es la forma en la que
deberías pronunciar tu afirmación. Despacio para darte tiempo para pensar
(visualizar) y sentir lo que estás diciendo, vocalizando bien y que suene como
una oración o un mantra.
Vadim Zeland habla de “evitar la monotonía y uniformidad”, pero no se
refiere a la pronunciación, él habla de las sensaciones y emociones asociadas
a la afirmación. O sea, que cada nueva serie de afirmaciones que repitas,
intentes incluir pequeños cambios en lo que estás pensando respecto esa
afirmación. Pronunciarlas despacio e intentar sentir al máximo cada
afirmación ayudarán. Sin embargo si las repites una tras otra sin pararte a
pensar, como una retahíla, como si estuvieras leyendo la lista de la compra,
estas palabras perderán sentido para ti y, por supuesto, no atraerán nada.
Bueno sí, atraerán frustración por no conseguir tus deseos.
Frente al espejo
Esta es otra opción no obligatoria, sin embargo, estamos intentando
encontrar la forma más eficiente de conseguir nuestros objetivos y te aseguro
que repetir tus afirmaciones frente al espejo mirándote directamente a
los ojos te acercará mucho más rápido a tus deseos.
Rhonda Byrne, Sondra Ray o Víctor Boc también lo recomiendan, así
como los practicantes y grandes maestros de autohipnosis y autosugestión.
Louise L. Hay, gran defensora del espejo, afirma que haciendo las
afirmaciones en voz alta mirándote al espejo te das cuenta inmediatamente de
la resistencia y puedes superarla más pronto.
Tras años de práctica me percaté de que una forma de concentrarse en los
ojos y “ver”, no sólo “mirar” es, antes de ponerse a afirmar, detenerse a
estudiar en profundidad los ojos, el color o colores y matices, las manchas, el
brillo… Te sorprenderás, probablemente nunca te habías parado a ver así tus
ojos.
Las afirmaciones escritas frente a las leídas y
memorizadas
¿Leída, memorizada o escrita es más eficaz?
La escritora, ecologista y gurú del crecimiento personal, Shakti Gawain
(Visualización Creativa, Vivir en la Luz, Despertar a la Conciencia) es una de
tantas personas que recomienda que las afirmaciones se escriban en lugar o
como refuerzo de leerlas.
Stuart Lichtman sigue esta línea y es más preciso en sus motivos,
asegurando que la escritura ayuda a enfocarse mejor en la afirmación y a que
la mente divague menos. Doy fe. Pruébalo.
Además, Lichtman y Víctor Boc, recomiendan que para mayor
concentración la escritura se haga con buena letra y pequeña.
Desde el punto de vista práctico, a veces es mejor pronunciarlas de
memoria en voz alta o moviendo los labios, por ejemplo en la cama, antes de
irte a dormir, o en la ducha. Pero es recomendable que apartes algo de tu
tiempo para al menos una vez al día escribirlas porque es la forma más
poderosa de atracción. Por eso, como hemos visto hace un momento, las
afirmaciones que usamos para el proceso de desbloquear las hacemos por
escrito.
Respecto si es mejor de memoria o leídas, normalmente es mucho más
cómodo recitarlas de memoria, sin embargo, en ocasiones es mejor llevar
encima una tarjeta de cartón con tu afirmación escrita que puedas leer de vez
en cuando.
Y, por supuesto, hay dos requisitos que hemos visto para pronunciar las
afirmaciones que también son extrapolables a las escritas: escríbelas con la
espalda recta y sintiéndolas con todo tu corazón.

Las tarjetas de cartón


Desde el Dr. Joseph Murphy hasta Rhonda Byrne, pasando por Bob
Proctor, Marc Allen, Sondra Ray o Víctor Boc recomiendan llevar encima las
afirmaciones escritas. Especialmente en una tarjetita de cartón para meterla
en la cartera. Así, además de generar el sentimiento de tener siempre cerca
de ti tu deseo, puedes de vez en cuando sacarla y leerla. Por ejemplo si te
sientes irritado por una situación que ha ocurrido en tu empleo puedes salir al
baño, encerrarte y leerla. También si te sientes alicaído o melancólico. O
simplemente puedes crear una pequeña rutina diaria en la que te obligues a
leer la afirmación de la tarjeta en un momento dado del día. Yo mismo
tomaba mucho café en mi trabajo así que creé el hábito de, cada vez que me
hiciera una taza, salir al servicio donde me encerraba para leer veinte veces la
tarjeta. Podía haber establecido la rutina de leer la tarjeta cada vez que saliera
al baño a orinar pero, por suerte o por desgracia, no orino con mucha
frecuencia y puedo aguantar perfectamente sin ir al servicio en toda la
mañana, así que no era una rutina eficaz para mí. Sin embargo no podía
aguantar sin el café. Hay que aprovechar los hábitos (o vicios) ya creados en
beneficio propio, para darse impulso. Tal vez tú puedas aguantar sin café
pero no sin tu cigarrillo o sin ir a hacer pis. De esto ya hablaremos más en el
apartado dedicado a las rutinas, pero de momento ya sabes que debes
observarte para averiguar tus hábitos ya creados y así aprovecharlos.
Volviendo al tema de las tarjetas «¿Por qué debería escribirme la
afirmación en una tarjeta si en uno o dos días me la he aprendido de
memoria?» No sólo por el comentado sentimiento de llevarla siempre contigo
sino porque recitarla de memoria resulta tan simple que dejamos de
hacerlo. Es así. Nos creemos tan listos de no necesitar un recordatorio que lo
acabamos olvidando, muchas veces al estar metidos en la vorágine del día a
día. Escribe tu tarjeta, llévala encima y créate una rutina basada en una
ya preexistente en la que al menos una vez al día te obligues a leerla.
Un consejo extra
Yo no uso demasiado mi cartera así que me resulta difícil acostumbrarme cuando no la saco a
penas y por ende no veo la tarjeta. Si no tengo la rutina de sacar la cartera difícilmente me puedo crear
la rutina de sacarme la tarjeta de ella, así de simple. Así que decidí llevarla directamente en el bolsillo
donde la vería con mucha más frecuencia. Pero esto me estropeaba mucho la tarjeta en poco tiempo
pues estaba en contacto directo con llaves, monedas o mi piedra del agradecimiento (que ya conocerás
de la película y el libro de «El Secreto» y si no es así y quieres más información te remito a la página
«www.facebook.com/atraccionmasefectiva») así que la escribí a ordenador para tenerla bien limpia y
fácilmente legible, la pegué a una antigua tarjeta de plástico como las de crédito y luego la
plastifiqué. Dura más y es mucho más manejable. Cuando cambias tus afirmaciones quitas el
plastificado, pegas otra y vuelves a plastificar.
No obstante ¡que realizar esta tarea no suponga un freno en absoluto! siempre ten tarjetas de cartón
listas y nada más tengas tu afirmación a punto, coge una tarjeta, escríbela y métetela en el bolsillo. Ya
habrá tiempo de plastificarla, pero no esperes a tener una perfecta tarjeta para comenzar a trabajar. Just
do it!

A mano o a máquina
Siempre hay quien me pregunta si puede escribir directamente cada
afirmación en su ordenador. Por ejemplo porque está trabajando en una sala
de ordenadores con más gente y no quiere que le vean escribir a mano “no sé
qué cosas”.
La respuesta es sí y no.
Si te sientes cómodo usando el ordenador para escribir las afirmaciones y
sientes que estás concentrado o concentrada y no va a haber interrupciones ni
distracciones puedes usarlo. De hecho, Sondra Ray, mentora de mentores en
el tema de las afirmaciones, utiliza su máquina de escribir porque dice que
escribe más rápido que a mano.
Sin embargo parece, y muchos autores coinciden en ello, que el escribir de
tu puño y letra fija más tu compromiso con la tarea.
En estos momentos, en Finlandia, uno de los países con la mejor
educación del mundo según los informes PISA, se está discutiendo eliminar
definitivamente la escritura a mano en favor de la escritura en ordenadores y
tablets. Por otro lado, en Silicon Valley (Valle del Silicio), cuna de las
grandes empresas tecnológicas del mundo cada vez son más las familias que
matriculan a sus hijos en colegios libres de ordenadores y wifi.
Desde mi punto de vista, habiendo experimentado con la escritura de
afirmaciones en todas sus formas, es una decisión que sólo tú puedes tomar
dependiendo de tu habilidad y práctica con un tipo de escritura u otra, pero si
tienes dudas, hazlo a mano.
Me considero una persona muy al día con los ordenadores, tablets, móviles
y nuevas tecnologías en general y no deshecho el uso de éstas para muchas
tareas en la consecución de los objetivo/intención pues son herramientas
fantásticas, pero hay que saber utilizarlas responsablemente.
Una cosa es una Olivetti mecánica y otra un ordenador o tablet del siglo
XXI repleto de estímulos en forma de coloridos iconos que te gritan “¡hazme
doble click!, ¡hazme doble click! Solo será un momentito para ver si te ha
entrado algún correo…”.
A mí me pasaba, y seguramente a muchos también, que si me levantaba y
encendía el ordenador, se me distraía la mente demasiado. Mientras arranca
el ordenador ya comienzas a pensar en el día que vas a tener hoy
(normalmente en los problemas que se avecinan), luego aparece tu escritorio
con un montón de iconos llamativos y uno muy tentador del navegador que te
empuja a pinchar cuanto antes para ver “sólo” cómo quedó tu equipo de
fútbol anoche. Pero ese minutito se convierte en dos horas. Quizá consigas
resistir la tentación de abrir tu navegador pero estarás en una constante
tensión, lucha por no abrirlo y en cualquier caso tu mente pierde valiosísimos
minutos de concentración.
Así que lo que yo hago, nada más levantarme, después de mis
afirmaciones en el baño, es sentarme frente a mi escritorio que despejé bien la
noche anterior (sin distracciones), enciendo el flexo y todo lo demás
permanece a oscuras. Es una situación muy tranquila, meditativa, relajada,
que propicia un estado mental receptivo. En mi escritorio el ordenador
permanece apagado hasta que acabo de escribir mis afirmaciones a mano. El
teclado y ratón no están en el mismo escritorio sino guardados para evitar
molestias sobre la mesa. Sólo los saco cuando voy a trabajar específicamente
en el ordenador y cuando acabo los vuelvo a guardar.
¿Para qué uso el ordenador en mi trabajo con la Ley de la Atracción? Pues
por ejemplo para pasar a limpio de vez en cuando mis objetivo/intención,
para hacer fotomontajes en photoshop de mí mismo frente a la casa o el
coche que deseo, para hacer resúmenes de los libros que me han inspirado y
subirlos a la página de facebook…
El móvil lo tengo sincronizado con el ordenador a través de la aplicación
gratuita “Evernote” que me ayuda a tener todas mis ideas y objetivo/intención
o deseos guardados en una “nube”. Es una buena aplicación porque no sólo
puedes apuntar notas sino grabaciones de voz, fotografías, páginas web… Y
funciona muy bien. Pero no es la única, puedes experimentar con cualquier
otra si lo deseas.
Pero para escribir por primera vez tus deseos o afirmaciones es
recomendable que lo hagas a mano.
Reconozco que escribí afirmaciones a ordenador con buenos resultados en
un trabajo de oficina que tuve, pero era un trabajo de funcionario bastante
ligero en el que simplemente daba asesoría recibiendo apenas una o dos
visitas al día con una duración de entre 5 y 10 minutos por lo que las
interrupciones eran mínimas. En cualquier caso, eran afirmaciones “de
refuerzo”, mi práctica diaria ya la había hecho por la mañana, nada más
levantarme. Por cierto, pese a que era un trabajo que muchos desearían, la
afirmación era para cambiar de trabajo por lo mucho que me aburría,
conseguí rápidamente un trabajo con mucha más acción y cobrando justo el
doble. Al final me cansé de “tanta” acción... y volví a cambiar a un trabajo
más relajado y cobrando otra vez el doble de lo que venía cobrando en el
último, pero eso es lo bueno que tiene la Ley de la Atracción, cuando te
cansas de algo haces los ejercicios aquí descritos y vuelves a cambiar y tu
vida se convierte en una aventura.
Así que te recomiendo más que las hagas a mano en casa, y si tienes
posibilidad de escribir en el ordenador de la oficina con tranquilidad, que
sean afirmaciones de refuerzo. Si te pasa como Sondra Ray que se siente
mucho más cómodo o cómoda a máquina que a mano te recomiendo que
antes de encender el ordenador quites el cable de red para no poder acceder a
Internet y mantengas el escritorio de windows (linux, OSX…) con el mínimo
de iconos y con uno que vaya directo a tus afirmaciones, para no tener que ir
buscándolo y minimizar así las distracciones.
Afirmaciones en Audio
Me refiero a la grabación de tus afirmaciones en un reproductor de MP3 (o
cualquier dispositivo que grabe y reproduzca audio) y escucharlas con tus
auriculares (o a través de los altavoces si no estás solo/a) mientras haces otras
tareas, como lavar los platos, hacer la comida, planchar, conducir, running, o
incluso mientras te quedas dormido.
Sondra Ray o Phil Laut («El dinero es mi amigo»), por ejemplo, las
recomiendan. Desde luego no son igual de efectivas que las que tú mismo
pronuncias, pero es una buena opción complementaria, no sustitutiva, de la
repetición de las afirmaciones tal y como las hemos estado viendo. Además,
es una opción de refuerzo especialmente interesante para los que tenemos una
mejor memoria auditiva frente a la memoria visual. No sabría cómo
explicarte la forma de descubrir si tienes una memoria más auditiva que
visual, a mí me regalaron una grabadora en primaria (de cintas, el MP3 aún
estaba en pañales) y descubrí que grabando las lecciones de la escuela en
audio y simplemente escuchándolas las recordaba muchísimo mejor que
leyendo sin parar. Y así acabé hasta la Licenciatura. Intenta averiguar si tú,
por ejemplo, recuerdas más las cosas que te han dicho o las cosas que has
visto para saber si eres más auditivo o visual, aunque todos tenemos un poco
de ambas así que no te hará mal reforzar tu atracción escuchando
afirmaciones en audio.
Hoy en día es mucho más simple hacer tus grabaciones, teniendo en
cuenta que prácticamente todos los móviles, tablets y ordenadores tienen
grabadora de audio. Recomiendo que te hagas una grabación de al menos
unos treinta minutos ya que es más difícil que se grabe en el subconsciente
que cuando tú la pronuncias.
Si vas a dormirte con la grabación puedes programar el dispositivo para
que se pare tras treinta minutos, que no esté repitiéndose toda la noche
porque podría despertarte cada nuevo cambio de ciclo de sueño y te
levantarás con jaquecas, malestar y/o somnolencia. Y procura que los
auriculares sean muy cómodos. Si eres de los que se mueven mucho mientras
duermen, intenta dejar el reproductor en el suelo o en algún lugar donde no
peligre.
Es muy efectivo grabarte la afirmación también en segunda y tercera
persona del singular (como recomiendan Sondra Ray, Philip Lautt y otros)
pues la orden dada desde el exterior, como en la hipnosis, puede resultar más
efectiva que dándosela uno mismo. Así, puedes grabar mensajes de esta
forma:
«Yo, Jack, me he independizado»
«Tú, Jack, te has independizado»
«Él, Jack, se ha independizado»
Y volver a empezar una y otra vez hasta tener al menos treinta minutos de
grabación.
Si te sientes cómodo, también puedes leer y escribir tu afirmación en
segunda y tercera persona, no sólo usarlo en los audios grabados.
El lugar donde afirmar
¿Dónde puedo afirmar? ¿Dónde es más recomendable?
Pocos hablan del lugar más indicado para leer, escribir o proclamar tus
afirmaciones. En realidad es porque en principio se podría afirmar en
cualquier sitio. Pero la realidad manda y hay algunos lugares más indicados
que otros para que tus afirmaciones tengan más efecto.
Para favorecer este estado de adormecimiento favorable a la impresión de
nuestras órdenes, hemos de buscar un momento de relax, de silencio, de
calma, de intimidad. Repetir y sentir tus afirmaciones, así como visualizar,
debe ser para ti como una Meditación. De hecho es una Meditación dirigida a
un objetivo. Por todo ello debes encontrar un lugar propio donde no seas
molestado de ninguna manera. Sin interrupciones. Sin gritos ni lloros de
fondo. Si no tienes despacho propio, los baños son muy buena opción
porque tienes espejo e intimidad. Tanto en casa como en tu lugar de trabajo.
Y por supuesto apaga móviles, alarmas, etc.
Como añadido diré que las filosofías y religiones orientales suelen
recomendar meditar (y por añadidura afirmar y visualizar) mirando hacia el
Este. Sin embargo, en sus años de experiencia e investigación, José Silva
asegura que en la Meditación orientada a conseguir objetivos de futuro es
más afectivo mirar hacia el Sur debido a que en este planeta el Sol trae al
nuevo día desde el Oriente y se lo lleva hacia el Poniente. Si miras hacia el
Sur, el Oriente estará a tu izquierda y el Poniente hacia tu derecha, y de esta
manera estarás supuestamente orientado en armonía con el flujo planetario
del tiempo.
El momento en el que afirmar
¿Cuándo puedo o debo afirmar?
Nuevamente nos encontramos en un apartado poco tratado en los
manuales de la Ley de la Atracción. Si bien casi ningún autor insiste
demasiado en la importancia de este punto, sí notamos cierta tendencia hacia
la recomendación de los primeros momentos de la mañana, justo después
de despertarse y los últimos de la noche, justo antes de dormirse.
También es particularmente interesante justo después de comer, cuando el
cuerpo y la mente se relajan y adormecen buscando echarse una siestecita.
Un autor que sí se manifiesta tajantemente es Joseph Murphy (El poder de
tu mente subconsciente) para el que el mejor momento del día sería justo
antes de quedarse dormido, reafirmándose en ello una y otra vez a lo largo de
sus libros y conferencias.
Segun Murphy, este es el momento en el que la mente consciente se
encuentra más pasiva, sin presentar resistencia a la idea que se desea
imprimir a la mente subconsciente. Tu subconsciente se pasará toda la noche
dándole vueltas a esa última idea que le has taladrado antes de apagar tu
conciencia.
Y nada más te levantes, antes de desayunar, antes de vestirse, antes
siquiera de lavarse la cara pues tu conciencia aún está medio apagada y tu
subconsciente medio despierto, medio abierto, con la guardia baja, por lo que
es mucho más impresionable que en mitad del día.
Además, las primeras y las últimas horas del día tienen una ventaja
añadida, la paz que reina alrededor. Intenta levantarte antes que el resto de
habitantes de tu casa, antes que los vecinos, e incluso antes que los pajarillos
y la tranquilidad y concentración serán absolutas. Entrarás más fácilmente en
el estado casi meditativo que buscamos.
La hipnosis funciona de manera muy similar. En los espectáculos que se
ven en la tele aparece un showman muy elegante y siempre vestido de negro
mandando unas órdenes al sujeto hipnotizado y éste cumple inmediatamente
a rajatabla, pero la realidad es que previamente ha habido un trabajo de
alteración del estado de la conciencia del sujeto. Primero se le ha inducido a
un estado de adormecimiento para luego poder imprimirle órdenes a su
subconsciente. Y como ya sabemos, el subconsciente es el que manda,
aunque no lo sepamos (aunque no seamos conscientes, valga la redundancia)
y el hipnotizado obedecerá e incluso será capaz de realizar proezas increíbles
que no podría realizar despierto, donde la conciencia intenta mantener su
control. Así pues, hemos de buscar esos estados cercanos al sueño donde
poder imprimir fácilmente nuestras órdenes en forma de afirmaciones.
Sondra Ray añade un tercer momento muy interesante en el que repetir tus
afirmaciones: cuando te sientes especialmente perezoso. A lo que yo también
añadiría, cuando te sientes alicaído, negativo, melancólico, estresado…
Cualquier adjetivo asociado a sentimientos indeseables. Tus afirmaciones son
expresiones de tus deseos en positivo y por lo tanto repetirlas te darán ese
sentimiento de alegría que necesitas para atraer más felicidad a tu vida.
Recuerda el principio básico de la Ley de la Atracción es que atraes más de lo
mismo, si sientes alegría atraerás alegría y si sientes tristeza...

Mejorar el momento: Meditación y nivel Alfa


Como acabamos de ver, los momentos preferibles del día en los que
afirmar, visualizar y en general practicar todos los ejercicios de la Ley de la
Atracción son los primeros momentos de la mañana y de la noche, cuando la
mente está en un periodo de actividad más calmado, más meditabundo. Por la
noche porque la mente consciente se va apagando y por la mañana porque
aún está medio dormida. Pero ¿Por qué? Esto tiene sus explicaciones
científicas: mientras estamos despiertos se dice que nuestra mente está en
nivel Beta o Vigilia y si nos pusieran unos electrodos en la cabeza (el
cerebro, al igual que el corazón funciona por impulsos eléctricos) veríamos
cómo nuestra mente está funcionando a unos 14-21 ciclos por segundo,
totalmente despierta. Cuando estamos entrando en el sueño (o saliendo de él)
estamos en el llamado nivel Alfa (7-14 ciclos por segundo), si seguimos
durmiendo pasaremos a un nivel inferior de conciencia llamado Theta (4-7
ciclos por segundo) y el último nivel, ya de inconsciencia total es el Delta, el
de sueño más profundo, donde nuestra mente funciona a menos de 4 ciclos
por segundo.
José Silva, creador del método Silva de Control Mental, demostró la
mayor efectividad de la Ley de la Atracción cuando permanecemos en Alfa
ya que estamos en comunicación más directa con el inconsciente.
La forma más sencilla es practicar lo más cerca posible de las horas de
relajación mental Alfa, esto es, nada más levantarse y justo antes de dormirse.
Pero es posible que queramos practicar más y hacerlo de forma más eficaz.
Así, otro momento propicio sería el de la siesta, justo después de comer
cuando nos da ese sopor de adormecimiento y justo tras despertar de la siesta.
Pero en cualquier momento se puede inducir el estado Alfa mediante
algunas técnicas.
La Meditación, en todas sus vertientes, es una forma de entrar a un nivel
Alfa manteniendo la consciencia.
Son grandes adeptos de la Meditación Esther y Jerry Hicks quienes
empezaron a meditar tras la recomendación de una entidad llamada Theo
manifestada a través de una médium y acabaron siendo ellos (más
concretamente Esther) canalizadores de Abraham durante las sesiones de
Meditacion.
Uno de los principales precursores de la Meditación en occidente fue el
gran sabio Osho (se le atribuyen más de 650 libros pero la mayoría son
transcripciones de sus conferencias y entrevistas. La obra que mejor recopila
todo su pensamiento al completo es «El Libro de los Secretos»), para quien el
«único camino» era la Meditación, sea ésta “Trascendental” o sea la
“Meditación Activa” que él mismo ideó para occidentales estresados (ver
«Meditación: la primera y última libertad, una guía práctica»).
El Yoga o el Tai-Chi son otras técnicas de Meditación activa. Eckhart
Tolle («El poder del Ahora») quien para muchos es el nuevo Osho (aunque le
falta el toque de humor que caracterizaba a éste, así como su claridad de
exposición) va un paso más allá: «¿podemos aquietar los pensamientos en el
ejercicio diario de nuestra rutina?». Sí, y eso es lo que propone: intentar
dejar pasar los pensamientos en cualquier momento del día. Deepak
Chopra («Las Siete Leyes Espirituales del Éxito», «Sincrodestino»), por su
parte sugiere otra forma de Meditación, cerrar los ojos y centrarse en uno
sólo de nuestros sentidos, por ejemplo un día te centras en el olfato, y vas
cambiando, otro día en el tacto y la temperatura, otro día en el oído.
Pero ¿qué es en definitiva la Meditación en su esencia y cómo sacarle el
máximo provecho con el mínimo esfuerzo?
“Siéntate cómodamente con la espalda recta y cierra los ojos. Intenta no
pensar en nada. Es normal que te vengan pensamientos a la cabeza,
simplemente déjalos pasar, no te centres en ellos. Intenta aguantar así lo
máximo que puedas. Los primeros días sólo podrás 5 minutos (y se te harán
una eternidad) pero llegará un punto en que podrás estar así 20 minutos y
percibirás breves lapsos de iluminación”
Y ya está. Eso es Meditación. Que no te vendan milongas. No hay nada
más. Desde luego hay quien sugiere determinadas posturas favorecedoras,
música con sonidos binaurales, centrarse en un sentido cada vez… todo ello
en ocasiones ayuda y es eficaz pero sepas que no hace falta nada más que un
poco de fuerza de voluntad para sacar tiempo y para relajarse, aquietar el
cuerpo y la mente.Con unos días haciéndolo cogerás el hábito y pronto no
necesitarás a esa pesado lastre llamado fuerza de voluntad.
Si la Meditación es sólo eso, ¿Por qué se han escrito tantos libros al
respecto? Porque tendemos a leernos todos los libros que podemos sobre
Meditación precisamente para no meditar. Lo vamos postergando leyendo
más y más sin enfrentarnos a ello.
Just do it!
No existe mejor lema que ese. Simplemente hazlo y ya está.
Nótese como hemos mencionado nuevamente la espalda recta, al igual
como hicimos al hablar de cómo declamar afirmaciones. Algo hay en la
espalda recta, no sé si flujo de energía entre el sistema nervioso central y el
Universo o qué será pero, te garantizo por propia experiencia, que es mucho
más fácil entrar a nivel Alfa sentado con la espalda recta que encorvado.
Hemos mencionado que la Meditación es muy simple de hacer, pero,
siendo realista, por simple que sea la Meditación, es muy complicado
mantenerla por mucho tiempo. Puedes ser David Lynch y practicarla todos
los días, dos veces al día durante casi toda tu vida y conseguirás ser un genial
artista y obtener todos tus deseos, pero el camino ha de ser constante y todos
no podemos ser David Lynch.
Yo mismo la practiqué diariamente durante muchos meses obteniendo
resultados sorprendentes, llegando incluso a mejorar en veinte puntos mi
cociente intelectual (sí, hice tests de CI antes de practicar la Meditación y tras
un par de meses de practicarla) y más allá de los resultados sobre el papel
noté una expansión de la conciencia, percataba que mi pensamiento era
mucho más claro, e incluso la gente me lo decía, yo no era el único que
percibía ese misterioso cambio. También tuve una experiencia sorprendente
de iluminación, una sensación de certeza absoluta de que mi yo no era esta
simple «carcasa» llamada cuerpo sino que la trascendía, además de sentir mi
«yo auténtico», a falta de un término mejor, a unos 45 cm. por encima de mi
coronilla. Es tan extraño como cierto. Esta sensación duró un par de horas,
tiempo durante el cual pude realizar tareas cotidianas como conducir aún
sintiendo que «yo» estaba a 45 cm. por encima de donde debía estar. Nunca
olvidaré la experiencia pero supuso muchas horas (a razón de entre cinco y
veinte minutos por sesión) permaneciendo sentado con la espalda recta (es de
gran ayuda un cojín en la lumbar), intentando que no se colara ningún
pensamiento en mi cabeza. Por eso sé de primera mano lo costoso que es
meditar diariamente. Así que aunque recomiendo encarecidamente que
comiences a crear una rutina de Meditación, no voy a ser tan hipócrita de
decir que debes hacerlo como único camino para entrar en estado Alfa porque
no es verdad.
Existe un camino aún más fácil. Simplemente practica justo antes de
acostarte y justo nada más levantarte, sea del sueño nocturno o de la
siesta.
Para ser justos, aunque he dicho que no es necesario nada más que lo
mencionado más arriba para meditar, permíteme que te recomiende un par de
herramientas extras que he comprobado que facilitan, de verdad, entrar en el
estado Alfa, teniendo en cuenta que he practicado con muchísimas de las
técnicas y herramientas que se ofrecen por ahí. Una de las que funcionan es,
por supuesto, la Meditación guiada en audio del Método Silva. Simplemente
busca en Google y encontrarás de inmediato numerosas Meditaciones guiadas
del Método Silva ofrecidas por coachs del método, casi ninguno oficial. La
mejor es la que dicta la propia Laura Silva, hija de José, quien te guía ella
misma en dos versiones, una en inglés y otra en español. Aquí tienes el curso
oficial en español y en este otro enlace tienes un audio oficial de Laura Silva
de inducción a Alfa. Una de las recomendaciones más efectivas que realiza
en estos audios es elevar los ojos 20 grados hacia arriba (con los párpados
cerrados) mientras meditas, lo que ayuda a entrar en alfa más fácilmente.
Nótese como muchos hipnotizadores están siempre por encima del sujeto o
utilizan un péndulo u otro objeto siempre unos grados arriba de la línea de
visión del hipnotizado.
El otro método que a mi me ha funcionado han sido los sonidos
binaurales, pero no todos, específicamente los creados por Robert Monroe,
fundador del Instituto Monroe, los llamados «Hemi-Sync» y los creados por
Dane Spotts, denominados «Ultra Meditation».
Si estás preguntándote qué demonios son los sonidos binaurales,
rápidamente te puedo explicar que se trata de sonidos repetitivos,
ocasionalmente mezclados con música de fondo, que suenan en estéreo (el
estéreo suena por dos canales, uno para el auricular izquierdo y uno para el
derecho, como en la radio FM, a diferencia del mono, que se oye por un sólo
canal, como en la radio AM, o el 5.1 y 7.1 que utilizan 6 y 8 altavoces
respectivamente y se utilizan en cine y televisión para crear una sensación de
sonido más real) pero en el caso de los sonidos binaurales en un canal (por un
auricular) se escuchan los sonidos a una frecuencia y por el otro canal a otra
frecuencia, es decir, escuchando los sonidos con auriculares por una oreja
oirías unos sonidos y por la otra otros, el cerebro lo que hace, por propia
naturaleza, es intentar sincronizar ambos sonidos que vienen en frecuencias
diferentes situándose en la frecuencia que queremos, en este caso en la
frecuencia del estado Alfa, donde obtenemos ese estado meditativo que
buscamos.
Si puedes prueba todos estos métodos para ver cuál te funciona mejor a ti.
A mí estos tres métodos (Método Silva, Hemi-Sync y Ultrameditation) son
los únicos que me han dado buenos resultados, algunos a la primera y otros
tras varios días de entrenamiento pero al menos yo puedo garantizar que son
efectivos. Sólo relájate y siéntate con la espalda recta tal y como ya hemos
mencionado escuchando los audios con los auriculares, recuerda que no
funcionan con altavoces.
Una última advertencia, hay muchas imitaciones de Monroe, Spotts y
Silva en la red, así que ten mucho cuidado en que no te timen, he llegado a
ver webs de venta de sonidos binaurales donde mezclan las biografías de
Silva y Monroe, con partes de la biografía de uno y partes de la biografía del
otro, no sé si por desconocimiento o simplemente por vender más. Yo te he
puesto arriba enlaces a sus webs oficiales que son los que he utilizado y me
han funcionado bien. Pero en un última instancia te recuerdo que, con un
poco de paciencia, la Meditación no necesita nada más que sentarse con la
espalda recta y dejar pasar los pensamientos.
El número de repeticiones
¿Cuál es el número mágico de repeticiones que me hará obtener mis
deseos? ¿Cuántas concretamente he de escribir?
Es excesivamente complicado establecer un número fijo de repeticiones
para todo el mundo. Cada autor o gurú hace sus propias recomendaciones.
Está claro que hay que establecer un número mínimo para que la idea se
implante en tu subconsciente de manera arraigada y comience a surtir efecto.
Pero un exceso de afirmaciones también puede ser contraproducente; por un
lado porque toda energía excesiva u obsesión repele el objetivo (teoría de los
péndulos de Vadim Zeland); y por otro, desde un punto de vista más práctico,
porque la experiencia me ha demostrado que cuando te propones afirmar
“demasiado” acabas cansándote, perdiendo interés… en definitiva
abandonando. Y si no abandonas, en cualquier caso la tarea se convierte en
tan ardua y repetitiva que acabas repitiendo “sin pensar”, sin emocionarte,
como un robot, por lo que pierde casi toda su eficacia. Seguramente
comiences con un exceso de confianza y quieras hacer «¡Mil afirmaciones en
un día! para que se cumpla mi objetivo cuanto antes». Este tipo de
declaraciones (o pensamientos) suelen ser fruto de la desesperación, una
emoción muy negativa y repelente de deseos por lo que hay que intentar
evitar esta energía excesiva y permanecer lo más que se pueda (especialmente
antes de afirmar, visualizar o meditar) en “Estado Cero”, es decir, con el
mínimo de sentimientos interfiriendo, o en cualquier caso, con sentimientos
positivos como la alegría y el agradecimiento. De todos modos, de nada sirve
hacer un día mil afirmaciones, al día siguiente no hacer ninguna, otro día
hacer trescientas, estar otros dos días sin hacer ninguna… acabas
abandonando. Lo mejor es hacer el mínimo número de afirmaciones posible
para que surta efecto pero sin que te canses, y con constancia, todos los días.
En definitiva, que todos tus esfuerzos sean como un juego o un recreo, en
cuanto se conviertan en un duro trabajo, en lugar de avanzar estaremos
repeliendo el deseo. Y si al principio tienes un nivel excesivo de energía y
motivación, encáuzalo a la creación de las herramientas que luego usarás
como los audios con afirmaciones, tarjetas de cartón o tu tablón de logros que
luego veremos cómo hacer.
Y dadas estas primeras directrices, veamos qué dice concretamente cada
autor respecto al número de afirmaciones y cómo interpretaremos el conjunto
de teorías.
El Dr. Joseph Murphy, por ejemplo, no establece un número concreto de
afirmaciones a repetir, él aconseja 5 minutos repitiendo tu afirmación. Pero
recordemos que las afirmaciones del Dr. Murphy son muy largas por lo que
es difícil acogernos a su criterio. Aún así lo he intentado y he estado
cronometrando cuántas afirmaciones de las suyas podía repetir en 5 minutos
y me daba un resultado de entre 15 y 25 repeticiones.
Similar es la opción del mencionado Vadim Zeland, que opta por un
criterio temporal, recomendando media hora diaria entre repeticiones y
visualización del objetivo. Creo que es bastante más incómodo estar
pendiente del reloj que de un número de repeticiones pues, como ahora
veremos, es fácil llevar la cuenta con determinadas técnicas. En cualquier
caso, al final, entre las repeticiones y ejercicios de visualización que haremos
al día, seguramente necesitamos precisamente una media hora diaria. De
momento no te preocupes por el factor temporal.
Más concreto en cuanto a número de afirmaciones es Stuart Lichtman
quien recomienda 100 repeticiones (leídas si son objetivos de dificultad fácil
o media y escritas si son de gran dificultad) lo que según mi punto de vista y
mi experiencia es excesivo por las razones que he aducido antes, sobre todo
teniendo en cuenta que las afirmaciones de Lichtman (o como él las llama,
«metastorys») son muy largas y puedes llegar a estar unas cuatro horas o más
escribiendo afirmaciones. Sé que el ser humano necesita sentir que está
haciendo “algo” para que se cumpla su objetivo, sentir que funciona la causa
y el efecto, de ahí que nos sintamos tentados a practicar las complejas
prácticas de Lichtman, creyendo que manteniéndonos ocupados (haciendo
algo, tomando supuestamente el control) obtendremos más resultados, pero la
Ley de la Atracción no funciona así. De todos modos, hay algo que resulta
interesante de las prácticas de Lichtman y es que, según dice, no habría que
repetir las 100 veces más que la primera vez y luego sólo leer una vez,
visualizando el resultado del objetivo cada día, y «priorizar», que es como él
llama a repetir sus afirmaciones, unas 20 veces si vamos cambiando,
actualizando nuestro objetivo/intención cuando no nos sentimos cómodos con
alguna palabra o frase de la afirmación. Desde luego no hago justicia al
método de Lichtman pues aquí estoy intentando simplificarlo. Quien esté
interesado en el método de Lichtman, en la biografía dejaré el enlace a su
curso en la bibliografía. En cualquier caso, como hemos visto, sí me ha
parecido pertinente optar por realizar cien afirmaciones para el Proceso de
Desbloqueo.
Pero fuera de estos casos que hemos visto, la gran mayoría recomienda
repetir la afirmación veinte veces por sesión. Si se puede más, mejor, pero
como ya hemos dicho nunca obsesionarse ni proponerse un objetivo
demasiado exigente del tipo cien repeticiones cada vez. Por mi propia
experiencia, en caso de tener trabajo y se ha dicho libre, habría que hacer
veinte veces por sentada (unas tres veces al día, como hemos visto en el
capítulo dedicado al “Cuándo”, nada más levantarse, justo antes de acostarse
y crear alguna rutina durante el día como cada vez que te duches, que vayas a
orinar o que te tomes un café); y en caso de estar en paro y/o tener
bastante tiempo libre recomiendo hasta cincuenta veces por sentada,
nunca más para no cruzar la línea en la que la persecución de tu objetivo en
lugar de ilusionarte y hacerte feliz se convierta en una tediosa carga sin
sentimientos o, mucho peor, con sentimientos negativos asociados (mi deseo
= tediosa carga = no vale la pena).
En estas cifras de entre veinte y cincuenta repeticiones se mueven Víctor
Boc, Sondra Ray, José Silva, Phil Laut, Marc Fisher e incluso el propio
Emilié Coué, entre muchos otros.

Técnicas para llevar la cuenta


A veces pierdo la cuenta mientras afirmo. Y si me concentro demasiado en
contar pierdo el hilo de la afirmación.
Es lógico, a todos nos ha pasado perder la cuenta con tantas afirmaciones.
Para eso hay soluciones.
Lichtman, por ejemplo, recomienda ir anotando las afirmaciones que
llevas hechas en números romanos, concretamente haciendo diez filas de dos
segmentos de cinco. Yo empecé así pero noté que era más práctico, porque
me ayudaba a concentrarme más, antes de empezar, hacer una cuadrícula de
casillas con igual número de casillas que de afirmaciones voy a recitar y, cada
vez que pronuncio una, tacho una casilla. Al final, ya ni tachaba la casilla,
con un punto en cada casilla basta. Cuando has acabado las casillas has
cumplido tu objetivo. Todo es muy visual y evita las distracciones.
Sin embargo, la mejor solución para contar cómodamente tus afirmaciones
data ni más ni menos que del año 800. Los rosarios nacieron en los
monasterios para ayudar a llevar las cuentas de los rezos sin perder la
concentración (recordemos que un rezo es también una forma de Meditación
y una oración, una petición al Universo/Dios) y más en una época en la que la
mayoría de personas no sabía contar.
El rosario ha llegado a complicarse bastante, con cuentas (bolitas) más o
menos gruesas dependiendo del rezo en cuestión, pero el mecanismo es muy
simple. Vas contando bolitas hasta que llegas a la Cruz, que te marca que has
llegado a un número determinado de cuentas.
No te estoy diciendo que vayas a llevar un rosario colgado, que tampoco
estaría mal, pero comprendo que todos no estén dispuestos a hacerlo por
diferentes motivos. No obstante esto no es un problema. No sé si te has fijado
en cómo suele aparecer en pantalla Joe Vitale. Casi en todas las imágenes,
incluido en el documental “The Secret”, lo vemos con un collar de cuentas en
el cuello. Vitale es fiel seguidor del sistema de cuentas para sus afirmaciones,
y sus collares, que no son rosarios, le facilitan la tarea. Es cierto, le dan una
apariencia fuera de lo común pero si optas por ese sistema puedes llevarlas
ocultas bajo la camisa, o incluso guardarte tu collar de cuentas en el bolso, en
casa o donde vayas a realizar tus afirmaciones.
Yo le pedí a mi mujer, que es muy manitas para estas cosas y le encanta
hacerlas, que me hiciera una pulsera de cuentas de madera, separadas por una
cabeza de Buda metálica. Ha quedado muy bonito, elegante y discreto y no
me lo quito en todo el día, ni en la ducha, donde suelo repetir mucho mis
afirmaciones; ni para dormir cuando es muy favorable repetir afirmaciones
hasta que te atrapa Morfeo. Pero sé que es difícil encontrar collares y pulseras
con las cuentas justas y que todo el mundo no es tan manitas como mi mujer
por eso si hay mucha demanda por parte de los lectores no descarto dar un
curso de “do it yourself” para hacer vuestras pulseras de cuentas o incluso
venderlas ya hechas a precio de coste a través de la página web
www.facebook.com/atraccionmasefectiva.

Así que ese es, en definitiva el método más sencillo y con el que perderás
menos la concentración para recitar tus afirmaciones, tener un collar o
pulsera de cuentas e ir pasando tus dedos por cada cuenta con cada
afirmación que pronuncies hasta llegar al separador que te indique que has
finalizado tus cuentas, o si es una pulsera con pocas cuentas, por ejemplo,
que has hecho una ronda de cuentas y necesitas una o dos rondas más para
acabar tu objetivo de afirmaciones.
Pero tan incómodo es para las afirmaciones orales tener que ir marcando
números o puntos en una hoja como para las afirmaciones escritas tener que
pasar los dedos por unas cuentas. Así que considero, después de centenares,
sino miles, de afirmaciones escritas que la mejor solución para estos casos,
incluso mejor que la de ir marcando puntos en casillas, es hacerte una
plantilla de Excel o una tabla de Word con grandes celdas donde te
quepa toda la afirmación en la celda, dejando una celda más pequeña a
la derecha (o simplemente un buen margen) para anotar tus reacciones
mentales, tal y como ya hemos estudiado. Y haces el mismo número de
celdas que de afirmaciones vas a escribir. Intenta que te quepan todas en un
sólo folio, aunque sea imprimiéndolo por delante y por detrás. Pero si
escribes a mano y no te caben en un folio no pasa nada, puedes usar varios.
Cuando lo tengas impreso escribes las afirmaciones dentro de las celdas, una
afirmación en una celda y pasas a la siguiente. Cuando has acabado todas las
celdas has acabado todas las afirmaciones. Y no has tenido que contar nada.
Te recomiendo, para no perder el hilo antes de ponerte a escribir, que no
imprimas una sola hoja de celdas y al día siguiente otra sino que imprimas
muchas para varios días. O si no te queda mucha tinta o tu impresora gasta
mucha puedes imprimir una y hacer fotocopias.
Si escribes directamente en el ordenador no tendrás problema de espacio
pero también hazte una tabla de Word o Excel con el número de celdas
preestablecido con el mismo número de afirmaciones que vas a hacer y con
una columna contigua para cada reacción mental.
En cualquier caso, para facilitarte la tarea tienes una plantilla con celdas
vacías en el mismo Protocolo L.A. 20/80.
Por supuesto existen muchos más sistemas que he practicado para llevar
las cuentas de tus afirmaciones pero éstas son sin duda las más eficaces. Aún
así, te mencionaré algunas más bastante buenas si aún no has conseguido tu
collar o pulsera de cuentas o para según qué situación.
Para las recitadas en voz alta:
Con los dedos. Exactamente, como los niños. (Casi) todos tenemos diez
dedos en las manos así que simplemente es tener los puños cerrados e ir
separando cada dedito con cada afirmación. Cuando tienes las dos manos
abiertas has hecho diez, y vuelves a cerrarlos para hacer diez más. Este
sistema funciona con una o dos rondas pero luego empiezas a perderte.
Una cuerdecita con nudos. Menos estético que una pulsera o collar pero
igual de efectivo es coger una cuerdecita y hacerle el mismo número de
nudos que de afirmaciones. Cada nudo una cuenta. Así de fácil. Emilé Coué
utilizaba este sistema.
En la ducha o baño. Es difícil fregarte el cuerpo, enjabonarte, coger la
alcachofa, etc. y contar con los dedos. Y también es difícil pasar las cuentas
con una mano, así que aunque yo me meto en la ducha con mi pulsera de
cuentas, he llegado a la conclusión de que el mejor sistema en la ducha (y
curiosamente el primer sistema que se me ocurrió para llevar la cuenta
cuando empecé a afirmar ya hace 20 años) es el de contar las baldosas. Desde
luego en todos los baños no se podrá hacer pero en la mayoría sí. Cuenta las
baldosas que hay frente a ti y sabrás cuántas líneas de baldosas debes hacer
(más o menos, nunca será exacto pero no pasa nada) para hacer tu objetivo de
afirmaciones. Puedes ayudarte a llevar la cuenta también marcando las
baldosas con un poco de espuma de gel o champú. Dependiendo del tamaño
de tus baldosas harás una línea o varias. En mi casa actual, por ejemplo tengo
que contar toda la pared porque son baldosas grandes, cuando vivía con mis
padres tenía un baño de gresite (como las piscinas) y con una línea me
bastaba. Es fácil contar alguna dos veces. No pasa nada, no te preocupes. Es
preferible contar dieciocho o veintidós en lugar de las veinte que te proponías
que preocuparte por si has contado una dos veces o te has saltado otra.
Caminando hacia el trabajo. Si tu afirmación es muy corta puedes
simplemente contar un día los pasos que sueles dar y con cada paso recitas
rápidamente tu afirmación. Si vives muy lejos y tienes que caminar mucho
coge un par de puntos de referencia (la salida de tu casa, una panadería, un
bar, una determinada señal o farola…) cuyos pasos coincidan con el número
de afirmaciones. Si tu afirmación es demasiado larga para recitarla en un solo
paso (o caminas muy rápido), un día llevas la cuenta con los dedos y te fijas
dos puntos de referencia y ya sabes que de un punto al otro hay ese número
(aproximado) de afirmaciones. Si tu trabajo cada día es en un lugar diferente,
o no trabajas o prefieres afirmar mientras paseas o haces running, lo único
que tienes que hacer es controlar tu reloj y vas afirmando y llevando la cuenta
con los dedos. Cuando hayas acabado de contar te fijas otra vez en el reloj y
sabrás tu velocidad de afirmaciones. La próxima vez sólo tendrás que mirar el
reloj antes de empezar e ir echándole miraditas hasta llegar a la hora final.
En cualquier caso... insisto... no te obsesiones demasiado por ser exacto en
tu número de afirmaciones, concéntrate más en sentir las emociones positivas
derivadas de tu deseo.
Para las escritas:
Con un cuaderno de rayas. Es similar al sistema de la tabla, que creo, es el
más eficaz. Cuenta el número de rayas (renglones) que ocupa tu afirmación
(espero que sólo una, recuerda el requisito de la brevedad) y luego cuantas
rayas necesitas para hacer todo tu objetivo de número de afirmaciones. Te
haces una marquita donde se supone que debes acabar y ya está. Si por una o
dos rayas no acabas una hoja entera puedes hacer una o dos afirmaciones
más, no pasa nada. Si te faltan una o dos rayas para acabar tu objetivo no
hace falta que estrenes nueva hoja. Eso sí, recuerda dejar un espacio al
margen para anotar tus reacciones mentales.
Yo, por ejemplo, tengo una pulsera con 21 bolitas que uso a modo de
cuentas por lo que hago cada vez 21 afirmaciones, o 42 cuando hago dos
rondas porque mi afirmación es muy corta o tengo especial interés en su
cumplimiento o más tiempo libre. O como hemos visto 50 en la bañera que
coincide con mi número de baldosas. No pasa nada en hacer 20 o 21 o 30 o
40 o 45... Es un número aproximado entre 20 y 50, que no te quite el sueño la
cantidad, nadie puede decirte con exactitud un número porque cada objetivo
y cada persona son diferentes.
La Visualización
Lo que es y lo que no es la visualización
¿Qué es exactamente la visualización?
Es un término que lleva a confusión al tener su raíz en “video” (del latín,
“yo veo”) con lo que tendemos a relacionarla con el sentido de la vista. Se
suele creer que visualizar es “ver” con la imaginación. Pero visualizar (con
eficacia para obtener logros) es mucho más que eso.
Visualizar es RECREAR un momento. Es ver con tu ojo mental, pero
también es olerlo, es saborearlo, es tocarlo, es oírlo, es SENTIRLO ¿Qué
sentimientos percibes en esa situación? ¿alegría, orgullo, sonrojo? ¿a qué
huele? ¿qué sonidos escuchas? ¿alguien te habla? ¿hay tráfico? ¿hay perros
ladrando? ¿hay pajarillos? ¿sientes frío o calor?
Cuando ese momento que recreas no es pasado (un recuerdo) sino futuro
(algo que aún no ha ocurrido) estamos en el terreno de la visualización
enfocada a objetivos, que es de lo que tratamos aquí.

¿Por qué se cumple lo que se visualiza?


Acabo de mencionar que visualizar es recrear un momento. Nuestro
subconsciente está acostumbrado a recrear recuerdos y hace que éstos
vuelvan a nosotros una y otra vez. Los atrae sin parar porque está enfocado
en eso y esa es la señal que manda al Universo y el Universo le responde con
más de eso, es la Ley de la Atracción en movimiento. Cuando te viene más de
lo mismo creas nuevos recuerdos de más de lo mismo. Y se perpetúa el ciclo.
Por eso es habitual escuchar a mucha gente quejarse con frases del tipo
«¿Por qué no puedo encontrar una pareja normal?». ¿No has notado la
tendencia de ciertas personas a estar con quien no les convienen? Parece que
todo el mundo lo ve menos ellas. Pueden estar rodeadas de personas
fantásticas y aún así ir a buscar a quien menos le conviene. Atraen siempre
más de lo mismo. Siempre están con una pareja que no les corresponde.
Fracasan, rememoran el fracaso y atraen más fracaso.
Afortunadamente esto puede cambiar. Sólo debes sustituir esos recuerdos
que no quieres por unos falsos recuerdos que sí quieres, es decir, recrear unos
recuerdos de tus deseos.
Porque el subconsciente no distingue entre recuerdo real y recuerdo falso.
Y el recuerdo falso lo mandará como una petición al Universo tal cual hace
con los recuerdos reales.
Por eso muchos guías espirituales trabajan a partir de recuerdos como el,
por otro lado polémico, Leonardo Stemberg, y su contranálisis o Stuart
Lichtman cuya técnica consiste básicamente en la modificación de recuerdos
reales hasta convertirlos en un recuerdo con las características que deseamos.
Pero en breve vamos a ver las técnicas más depuradas, eficaces y
eficientes.

La diferencia entre las afirmaciones y la visualización

¿Qué es mejor, afirmar o visualizar?


Hay quien recomienda las afirmaciones, hay quien recomienda la
visualización pero ¿cuál de ambas es mejor? Si quieres salir disparado hacia
tu meta debes combinar ambas.
No se trata de practicar a veces afirmaciones y a veces visualización sino
de usar ambas a la vez.
Como ya hemos visto, cuando afirmamos no son las palabras las que se
graban en el subconsciente y éste las manda al Universo para su
cumplimiento sino que manda las emociones y sensaciones asociados a ellas
(no obstante, recordemos que las afirmaciones también pueden servir para
desbloquear y reprogramar la mente), por lo tanto, al final al Universo
siempre enviamos sentimientos y emociones, lo que pasa es que a unos se les
da mejor sentir a través de la visualización y otros necesitan centrarse y
concentrarse en unas palabras que dirijan su mente. ¿Recuerdas cuando
comenté que algunos tienen una memoria mas auditiva y otros más visual?
Pues esto es similar.

¿Pero cómo saber si se te va a dar mejor la visualización o las


afirmaciones?
En mi opinión es muy difícil de saber. Yo he tenido éxito usando ambas
técnicas por separado. Lo que sí te puedo garantizar es que combinando las
dos tienes muchas más posibilidades.
Y un último argumento en favor de aplicar ambas técnicas: es mucho más
divertido.
Aburrimiento = fracaso. Diversión = éxito.
En los siguientes apartados veremos cómo se conjugan perfectamente
ambas técnicas, pero ahora ahondemos un poco más en la visualización para
sacarle el máximo partido.
¿Cómo visualizar más eficazmente?
No fantasear
Visualizar no es lo que conocemos habitualmente como “soñar despierto”.
Cuando visualices con tus cinco sentidos y todas las emociones que puedas
recrear debes pensar en ello como un recuerdo, imaginar que ya ha pasado.
De ahí que todos los gurús digan que hay que visualizar el momento en el que
ya se ha cumplido tu objetivo. Imagínate cómo te sientes cuando ya se ha
hecho realidad tu deseo. ¿qué estás haciendo? ¿en el banco sacando dinero?
¿Y cómo te sientes? ¿te acompaña tu pareja? ¿te sientes feliz? ¿hueles algo
como el olor a billetes de tus manos o el perfume dulzón de tu pareja ideal?
¿sientes la presión y el calor de su pecho contra tu pecho? ¿el latir de su
corazón?
No es fantasear con ser rico, es recordar que se es rico, pensar en ello
como un hecho objetivo. No es fantasear con tener al príncipe azul de tus
sueños… es «RECORDAR» que estás con la persona especial que te
complementa. Implanta esos falsos recuerdos. Y pronto dejarán de ser falsos
y empezarás a crear más y más de lo que de verdad deseas.
Tras mucha práctica visualizando, finalmente he llegado a la conclusión de
que la forma más fácil y eficaz de sentir ese “falso recuerdo” como REAL
es mediante el agradecimiento. Visualiza con sentimiento de
agradecimiento, siéntete agradecido por ese dinero, ese coche o esa pareja
que YA tienes, que estás “recordando” cómo obtuviste. Ya verás como
acabas visualizando con una sonrisa de oreja a oreja, claro síntoma indicativo
de que has tomado ese “falso recuerdo” como REAL.

¿Por qué muchos visualizan con fotografías y dibujos?


El desmitificador de la autoayuda Richard Wiseman, del que ya hemos
hablado («Nadie nace con suerte», «59 segundos»), señala un estudio en el
que se comprobó que los participantes que colgaban en el frigorífico una
fotografía de Elle Macpherson o Richard Branson no bajaban de talla ni
alcanzaban ambiciosas metas profesionales. Pero por supuesto eso no es
visualización ni así es como funcionan las fotografías. Dentro del mismo
estudio, Wiseman observó que el éxito de los participantes se disparaba
cuando cubrían el frigorífico o el panel de anuncios con imágenes y gráficos
de su objetivo. ¿Cuál es la diferencia? Ver a Macpherson o a Branson pueden
ser un buen motivador que te empujen a la acción, pero la acción si depende
de que te automotives y de tu fuerza de voluntad, es muy poco eficiente. Sin
embargo, representar tu objetivo concreto o tu deseo en tu mural atrae más de
lo mismo, pone en marcha la eficiente Ley de la Atracción, no la fuerza de
voluntad.
Vamos a ver cómo y por qué pueden funcionar o no funcionar con eficacia
las imágenes y qué tipo de imágenes para atraer nuestros
objetivos/intenciones.
Las fotos funcionan muy bien como catalizador de la experiencia que
queremos sentir para así atraerla. Pero sólo ponen en funcionamiento uno de
los sentidos, la vista, lo que es insuficiente, por eso no basta con “mirar” las
fotos como un mero observador imparcial. Esto es un error común. Puedes
«ver» cada mañana fotos de tus deseos durante horas y aún así nunca pasará
nada. Sirven muy bien como inicio de experiencia pero a partir de ahí hay
que involucrar el resto de sentidos así como emociones.
Algunos recomiendan la visualización imaginándote que estás ante una
gran pantalla de cine proyectando una película en la que te ves a ti mismo en
la pantalla haciendo eso que deseas, pero como muy bien dice Zeland esto
también es erróneo pues nuevamente se está involucrando sólo la vista.
Una vez hayas visto la foto y que esto te sirva como inicio de la
visualización, cierra los ojos e imagínate dentro de la misma “foto”, pero no
como espectador sino como participante activo.
Por ejemplo, supongamos que quieres una nueva casa. Primero recuerda
que tienes que haber cumplido el requisito de concreción y te has decidido
por un chalet en venta que has visto junto al mar. Has visto quién es la
promotora, y has ido a recoger el folleto o te has metido en su web y te has
descargado fotografías y planos, lo que te ayudará a una mejor experiencia.
Cierras los ojos y te imaginas con la llave de la cerradura blindada en tu
llavero favorito girándola, usando un poco de FUERZA para abrir pero
SINTIENDO que gira y abre fácilmente debido a que es una puerta nueva.
Abres y HUELES el “nuevo” de los materiales. Te DESLUMBRA el blanco
de las paredes. Cierras la puerta tras de ti con un GOLPE seco y los pajarillos
cantando se OYEN en un muy segundo plano. Te diriges a la cocina y abres
esa magnífica nevera de dos puertas, deslizando tus dedos por la SUAVE Y
FRÍA superficie de la nevera de COLOR acero inoxidable. Sacas una lata
MUY FRÍA de tu refresco favorito y cierras la nevera. Arriba de ti hay un
mueble blanco que abres, HUELE a madera recién barnizada, sacas un vaso y
te vuelves a dirigir a la nevera, que además tiene dispensador de hielo, eliges
hielo triturado y hace un RUIDO escandaloso y algunas pequeñas gotas
HELADAS caen en tu mano que sujeta el FRÍO y DURO vaso de cristal. Al
instante tienes un refresco con hielo. Lo SABOREAS, las chispeantes
burbujas te SALPICAN la cara y te PICA un poco la nariz. Dejas el vaso
sobre la SUAVE encimera de silestone y te diriges hacia el comedor. Coges
el mando de un lateral del sofá y enciendes tu magnífica televisión de 50
pulgadas y pantalla curva de Ultra-definición. Están dando las noticias y
ESCUCHAS hablar a tu presentador habitual en un SONIDO
ENVOLVENTE. Te lanzas en tu butaca y NOTAS tu cuerpo HUNDIRSE
suavemente en el cuero blanco. ESCUCHAS al fondo cantar los pajarillos y
con el buen sol que hace es una pena desperdiciar el día, así que apartas las
FINAS cortinas blancas que acarician tu cara y abres los ventanales del
comedor que dan a un patio trasero de césped. Los pajarillos se OYEN más
cerca. Te descalzas y SIENTES el césped en tus pies, te tumbas en el césped,
el sol CALIENTA tu cara y te SIENTES ENORMEMENTE AGRADECIDO
por todo esto. Ahora repites tu afirmación (desde ahí mismo, tumbado en el
césped) como si ya se hubiese cumplido «vivo en un chalet de 200 metros
cuadrados junto al mar»...
No necesitas visualizar siempre el mismo proceso, de hecho si notas que te
estás aburriendo cambia un poco cada día, en lugar de irte a por un refresco,
quita la alarma, ve a cambiarte la ropa, luego haz el amor con tu mujer en ese
magnífico colchón de viscoelástica nuevo entre sábanas de seda… no lo
conviertas en rutina, no te aburras o dejarás de sentir.
Empieza a tomar la costumbre de fijarte bien y tomar conciencia de las
superficies, las texturas, los colores y sus matices. Una mesa blanca no es
simplemente una mesa blanca y ya está… céntrate muy de cerca en los
pequeños detalles: habrá zonas más brillantes o menos, diferentes tonos y
matices de blanco; tócala, nota si es fresca o está caliente, si es rugosa o fina
¿Cómo incide y refleja la luz? Y lo mismo con cualquier objeto (o persona)
que tengas al alcance. Conviértelo en un juego y luego en una sana
costumbre. Especialmente si ya le has echado el ojo a algo que deseas como
un coche o una casa: ve al concesionario y toca el coche, siéntate en él y
huélelo, agarra el volante e imagina que lo conduces. Si es una casa toca y
siente la pared, pisa el césped, escucha sus sonidos…
No estaría de más aprender un poquito de Photoshop o cualquier otro
programa o APP de edición de imágenes, los hay gratuitos y muy fáciles de
manejar e infinidad de tutoriales en Youtube. Y es que es muy efectivo hacer
fotomontajes de tus deseos representándote a ti en la escena del objetivo final
que deseas. Por ejemplo, coges una foto de una persona conduciendo un
BMW Z4 y le pones tu cara; o descargas una foto de una báscula y le pones
tu peso ideal; o escaneas tu nómina y la subes un poquito... No obstante, si no
te atreves con un programa de edición fotográfica siempre puedes hacer un
collage a la vieja usanza, cortando y pegando con tijera y pegamento.
La técnica del Tablón de Logros
¿Qué es y cómo funciona (correctamente)?
En «El Secreto» ya se habla del muy efectivo tablón de logros o panel de
deseos y es algo que se repite constantemente en muchos autores como
Canfield o John Assaraf, quien en «El Secreto» decía que tenía unos antiguos
tablones de logros guardados en una caja desde hacía años y que un día la
abrió y se puso a llorar al ver que estaba viviendo en la casa que había puesto
fotografiada en uno de sus viejos tablones. No lo recordaba pero resulta que
era la misma casa, no una parecida sino esa exactamente.
Para quien no sepa de qué estoy hablando, en resumen, un tablón de logros
o panel de deseos (algunos también lo llaman mapa de deseos, mapa del
éxito…) es un tablón, por ejemplo un panel de corcho, en el que vas colgando
o pegando a modo de collage, fotografías o dibujos de tus deseos: un coche
nuevo, una casa, una novia… Con ello consigues ver de un vistazo tus
fotografías o fotomontajes.
Cada mañana te levantas y miras tu tablón de logros o deseos, o más que
mirar, lo “vives” tal y como he descrito en el apartado anterior.
He de decir que éste es uno de los recursos que mejor me ha funcionado.
Recuerdo que lo primero que incluí fue la fotografía de un IMAC. Hoy en
día me parece incluso ridículo desear eso; voy a la tienda y me lo compro;
pero en aquel entonces yo era un pipiolo con una paga de treinta euros a la
semana. Es más, el IMAC estaba tan lejos de mi realidad que nunca había
visto ninguno en persona, sólo en películas americanas, y ni tan siquiera sabía
dónde podría comprarlos. Pero al cabo de un tiempo, no demasiado, la
asociación donde colaboraba en mis ratos libres decidió hacer una revista.
Como yo era el único que manejaba algo de Photoshop me la encargaron a
mí. Acepté encantado, me gustan los retos. Y cuál fue mi sorpresa cuando
llegué a la oficina de la asociación y ahí había un IMAC. Lo habían
comprado para mí, pensando en mí. Pero yo no lo se había pedido a ningún
miembro de la asociación, ni tan siquiera lo había mencionado jamás a nadie.
Lo único que había hecho era pegar una foto en mi tablón de logros y
visualizarlo todos los días dando «gracias por lo que ya tengo y estoy
recibiendo». El final de la historia riza el rizo: después de pasarlo bastante
mal aprendiendo a manejarlo, cuando ya sabía desenvolverme con él, un mes
después, la asociación decidió no hacer la revista pero me dijeron que me
llevara el IMAC a casa por si había que hacer algún folleto. Poco después la
asociación se disolvió y aquí estoy escribiendo este libro en el IMAC que
deseé y que no me costó ningún esfuerzo mental ni económico.
Otro logro más destacable surgido del tablón de logros fue cuando
conseguí mi primer empleo altamente remunerado. Escaneé mi libreta
bancaria e hice un fotomontaje borrando la remuneración que recibía y
poniendo casi el doble, lo imprimí al mismo tamaño que mi libreta bancaria
original y lo pegué en mi tablón. Cuando en la entrevista de trabajo me
preguntaron si me parecería bien cobrar esa misma cantidad de dinero que yo
me había puesto en el fotomontaje no me salió otra palabra que “perfecto”.
Fue como presenciar un milagro, recuerdo una sensación de aturdimiento al
pensar que estaba presenciando un milagro, era la cantidad exacta y en
limpio, ni un euro más ni un euro menos. Seguramente mi entrevistador me
vería con el rostro pálido.
Después de este hecho mi fe hacia el tablón de logros es ciega y ya no he
dejado de utilizarlo nunca, todos mis deseos se convierten en fotos y
fotomontajes que pego en él y se ha convertido casi en un libro del futuro
más que de deseos. Pero, desde luego, todo no se cumple tan fácilmente
como los ejemplos que hemos visto. Los deseos se van haciendo cada vez
más complejos y el tablón de logros no te servirá siempre como técnica
independiente sino que es una herramienta más que hay que complementar
con afirmaciones, eliminación de bloqueos y todo lo que estamos viendo para
así obtener grandes objetivos/intenciones en el mínimo tiempo.

El mejor modo de usar el Tablón de Logros


Seamos realistas… a menos que tengas un despacho propio y cerrado con
llave (y si estás leyendo esto es poco probable que lo tengas) no queda nada
bien tener un tablón con fotos de deseos colgado en tu casa. Y mucho menos
en el dormitorio que es donde aconsejan tenerlo para verlo nada más te
levantas. ¿Qué dirían tus invitados? ¿Qué dirá tu pareja? Incluso teniendo un
despacho propio, entrarán visitas, la señora de la limpieza, tu jefe, tus
compañeros… No es nada práctico ni estético.
Además, es discutible que tu pareja y otras personas puedan/deban saber
tus deseos más íntimos porque podrían anular su eficacia. Esto lo vimos en el
capítulo en el que nos preguntábamos si era mejor mantener nuestros
objetivos/intenciones en secreto o compartirlos.

Entonces ¿cómo usar el tablón de logros si queremos mantener nuestros


deseos a resguardo?
Lo que yo hago (y recientemente me he enterado que Shakti Gawain ya lo
hacía de forma similar en los años ´70) es coger una cartulina típica, de un
bonito o llamativo color y la pliego dos veces de forma que quede igual o
más pequeña que el tamaño de mi libreta de trabajo de desarrollo personal
(ahora uso un carpesano de anillas pero la técnica es la misma) y luego pego
una de las caras de la cartulina en la tapa interior de mi libreta. Así, la
cartulina queda discretamente plegada al cerrar la libreta y cuando estoy a
solas por la mañana la puedo desplegar y comenzar a trabajar con ella.
Si es la primera vez que haces un tablón de logros y tampoco tienes
demasiadas fotos, por comodidad, es mejor que recortes la cartulina por la
mitad y la dobles una sola vez por la mitad, pegando una cara en la tapa de la
libreta y la otra quedará suelta para poder plegar bien. No tendrás que lidiar
con un doble pliego que es un poco más aparatoso.
En la parte de arriba de la cartulina añade bien grande y subrayado
en fluorescente esta afirmación que extraje de «Mercadotecnia Espiritual» de
Joe Vitale: “Gracias por todas las bendiciones que tengo y por todas las
que estoy recibiendo”. Lee la afirmación antes y después de cada sesión
de visualización con tu panel y te ayudará a sentir el agradecimiento
como si ya tuvieras tus deseos.
Ya verás como poco a poco te resultará mucho más fácil visualizar
correctamente. Al principio le darás vueltas y más vueltas a la misma imagen
pero al cabo de un tiempo en un segundo encenderás el “chip” de la
visualización y será como si de repente estuvieras allí, estuvieras
conduciendo el coche de tus sueños o viviendo en tu chaletito en primera
línea de playa.

Qué incluir en el Tablón de Logros


Sobre todo el objetivo con el que estés trabajando ahora, la imagen final
de éxito.
Y luego el resto de deseos que quedaron pendientes en tu lista de deseos
que hicimos al principio pero que no se convirtieron en tu objetivo principal:
casas, coches, ordenadores, peso ideal (puede ser la imagen de una báscula
marcando el peso que quieres tener o una imagen tuya de cuando tenías el
peso que ahora quieres, salud (un análisis clínico con los resultados
retocados), amor (una foto tuya feliz con otra persona) y todo lo que se te
ocurra que ayude a “confundir” la realidad actual con lo que queremos que
sea real muy pronto.
El Tablón de Agradecimiento
Ya hemos hablado largo y tendido del agradecimiento cuando hemos
aconsejado añadirlo a nuestras afirmaciones. Y es que ser agradecido, es
tanto o más importante que desear cosas nuevas. Por ello has de procurar
darle al menos la misma importancia. Y por eso, además del tablón de logros
hecho con cartulina y plegado en mi libreta, ideé el llamado tablón de
agradecimientos, otra cartulina plegada y pegada, esta vez en interior de la
otra tapa de mi libreta, la posterior.
Se trata de un collage de fotos de las cosas y personas por las que siento
amor y agradecimiento: mi esposa, mi hijo, mis padres, mis mascotas, mi
casa, mi coche, billetes que representan mis ganancias, incluso cosas tan
nimias a primera vista o que podemos dar por sentado como una ducha de
agua caliente, la ropa de mi armario, mi cama, mis cinco sentidos... Y en la
parte de arriba la afirmación bien grande y en amarillo «Gracias por todas las
bendiciones que tengo y por todas las que estoy recibiendo». Sí, es la misma
que pusimos para nuestro tablón de logros ¿Por qué la misma? porque quiero
“confundir” a mi subconsciente, quiero que mezcle las cosas de mi tablón de
agradecimientos con las cosas de mi tablón de deseos y crea que todo está ya
cumplido, que siento agradecimiento por mis deseos como si ya fueran una
realidad como los de mi tablón de agradecimiento.
Ahora tu trabajo es, nada más despertar, buscar un lugar tranquilo (puede
ser el baño, una habitación vacía, donde puedas estar solo y tranquilo) y te
encierras con tus tablones de logros. Te pones a mirar cuidadosamente el
tablón de agradecimientos, foto por foto SINTIENDO verdadero
agradecimiento por cada una de las cosas que has decidido pegar en tu
cartulina. Y lee, si es posible en voz alta, la afirmación de la parte superior.
Cuando acabes con los agradecimientos pasa a tu panel de deseos.
Entonces visualízate agradeciendo todo lo que “ya” tienes (siente
agradecimiento como si ya los tuvieras) y finaliza la sesión leyendo la
afirmación de la parte superior.
Es muy importante que comiences con el tablón de agradecimientos
porque cuando llegues al tablón de deseos tu “Ser” ya estará predispuesto con
emociones de agradecimiento=alegría=amor y por lo tanto harán más efectiva
la atracción.
El Tablón de Logros y Agradecimientos
Durante la reescritura y testeo del sistema que estás aprendiendo en este
manual descubrí una posibilidad mucho más eficiente que los tablones de
deseos y agradecimientos a la que llamé “El Tablón de Logros y
Agradecimientos”. Como seguro que ya te imaginas se trata de un tablón que
combina los otros dos. Es decir, en lugar de hacer un tablón de deseos y
pegarlo en una tapa de la libreta y otro tablón de agradecimientos para la otra
tapa y visualizar primero uno y luego otro, realicé una sola cartulina en la
que combinar en un collage de fotos tanto los
Deseos/intenciones/objetivos como las cosas por las que sentir
agradecimiento por ya tenerlas en el plano material; esto ayuda a sentir
aún más el agradecimiento por mis deseos como si ya fueran una
realidad como el resto de cosas del collage (que sí son reales en el plano
físico). Y por supuesto arriba del tablón está la afirmación que leo antes y
después de visualizar, «Gracias por todas las bendiciones que tengo y por
todas las que estoy recibiendo».
Es realmente emocionante ver cómo las imágenes que antes eran deseos
pero agradecías como si ya las tuvieras se van convirtiendo en realidades
materiales y van copando toda la cartulina, llegando a superar las cosas que
aún no tienes (pero tendrás).
Cuándo y dónde visualizar. Afirmaciones y
Visualización, la combinación perfecta
Visualización y afirmación deben ir de la mano para que la efectividad sea
máxima.
Así pues, no hay mejor momento y lugar para visualizar que cuando se
está afirmando, y ya hemos hablado de cómo crear la atmósfera adecuada
antes de afirmar.
La combinación es muy simple, cuando hablábamos de afirmar decíamos
que había que sentir lo que expresas. Sentir como si fuera ya una realidad. Y
eso es visualizar. Así que cuando estés afirmando ¡Visualiza tu logro! Y
viceversa, cuando estés visualizando, afirma.
Por ejemplo, puedes levantarte de buena mañana, ir al baño y mirándote al
espejo comenzar con tu pulsera de cuentas a afirmar, pero no de una manera
monótona y sin sentimiento sino visualizando, “recordando” ese momento de
éxito final y sintiendo agradecimiento.
Imaginemos que tu afirmación es: «Yo, Tom, ahora estoy de vacaciones
en Rusia, disfrutando de mi visita guiada por los palacios del Kremlin». No
debes repetir la afirmación monótonamente sin sentimiento sino visualizarte
caminando por los suelos encerados del Kremlin, casi resbalando, oliendo el
olor a madera de los muebles… y por supuesto, sintiéndote agradecido por la
experiencia que estás viviendo.
Si luego visualizas mediante tu Panel de Logros y Agradecimientos y
observas la típica foto del Kremlin que tienes pegada en tu panel, imagínate
que estás allí mismo, desde ese punto viendo ese maravilloso edificio,
sintiendo el frío de Moscú pero agradecido de hacer el viaje de tus sueños y
ponte a repetir tu afirmación como si estuvieras allí mismo recitándola.
Tal vez tu deseo no sea estar en un lugar exótico de viaje sino obtener un
objeto material como el IMAC que deseé o estar con la persona de tus
sueños. Se pueden combinar afirmaciones y visualización igualmente, por
ejemplo visualízate escribiendo tu afirmación «Yo, Alfred, ahora me siento
agradecido de estar escribiendo en mi nuevo IMAC» a la vez que estás
realmente escribiendo dicha afirmación. O visualízate tomando un refresco
con el hombre ideal mientras recitas tu afirmación «Yo, Paulina, me siento
enamorada de un hombre que me quiere y me respeta».
Nos adentraremos más en cómo practicar las afirmaciones y la
Visualización en el apartado dedicado a la rutina diaria.
El Desapego
Déjalo ir. El desapego frente a la obsesión
¿Cómo saber si me estoy “pasando” de practicar?
No sólo es positivo visualizar y afirmar a primera hora de la mañana por lo
que hemos comentado de estar más cerca del subconsciente; también es
bueno porque si haces tus ejercicios nada más levantarte ya te puedes quedar
tranquilo todo el día, sabiendo que tu ya has hecho tu trabajo. Ahora el
trabajo corresponde al Universo, tú sólo confía en él. No te obsesiones en
practicar. No te obsesiones en preocuparte por si se va a cumplir antes o
después o por cómo se va a cumplir… relájate… relájate...
Has de disfrutar del camino hasta tu meta, no obsesionarte con ella de tal
modo que sufras hasta no haberla obtenido. Porque, además, paradójicamente
eso repele la meta y nunca llegas a ella. ¿Por qué la repelo? Porque cuando te
obsesionas demasiado en tu objetivo, lo que realmente estás haciendo es
centrarte en tu carencia, es convertir tu deseo en una necesidad. Imaginemos
que tu objetivo/intención es tener un empleo estable, entonces haces tus
ejercicios por la mañana, tus afirmaciones y tu visualización, y te puedes
relajar y confiar en que tu trabajo te llegará pronto de la forma más
inesperada (eso es desapego, fe y confianza en el cumplimiento), pero si estás
todo el dia pensando en que necesitas un trabajo, necesitas un trabajo,
necesitas un trabajo... lo que de verdad estás lanzando al Universo es el
mensaje de “no tengo trabajo”, “no tengo trabajo”, “no tengo trabajo...” y la
Ley de la Atracción te trae más de eso... de “no tengo trabajo”.
¿Recuerdas que nos pusimos un tope de cincuenta afirmaciones por sesión
para no convertirlo en un arduo trabajo y hacerlo contraproducente? Pues esto
es lo mismo. No te obsesiones hasta el punto en que deje de ser divertido,
deje de ser un deseo y se convierta en una necesidad.
Precisamente la gurú Florence Scovel Shinn cuenta como una persona que
no podía encontrar trabajo fue a verla, confesandole que había estado
buscando empleo desesperadamente sin resultados, a lo que Scovel respondió
que precisamente el problema había estado en buscar «desesperadamente»,
pues el triunfo llega con el abandono.
Como se escribió en el siglo V antes de Cristo en el Tao Te Ching, de Lao
Tzu, «Ríndete y tendrás éxito».
Más actualmente, Timothy Gallwey, considerado el padre del coaching
moderno, y autor de «El juego interior del tenis» entre otros, aprendió del
gurú Maharaj Ji y de su experiencia personal en la vida y en los negocios que
cuando se dejaba llevar y confiaba, siempre conseguía lo que quería mucho
más fácilmente que cuando peleaba por ello.
Hace ya un tiempo se me ocurrió la brillante idea de crear una afirmación
para encontrar dinero: «Yo, J. BlackSmith, ahora encuentro billetes por todas
partes, gracias». Una afirmación breve y clara para llegar de forma fácil y
directa al subconsciente. Era una especie de experimento para saber si
funcionaría la Ley de la Atracción con algo supuestamente tan “azaroso”.
Convertí en una rutina habitual repetirme mentalmente esta afirmación
mientras caminaba por mi ruta hacia la oficina, a la vez que miraba el suelo
sin parar, esperando encontrar 5 o 10 euros (intentaba, erróneamente, predecir
cómo encontrar dinero). Comencé el lunes y lo hice hasta el viernes. El
sábado no fui a la oficina y por lo tanto cambié mi ruta y cogí el coche por lo
que se me olvidó la afirmación y mi pequeño objetivo/experimento. Me fui
de compras a una librería muy concurrida cuando vi que todo el mundo
pisoteaba un billete de cinco euros. Me agaché y lo cogí (sorprendentemente
todos lo pisaban pero nadie lo veía, es lo que pasa cuando no se está
enfocado) y al agacharme vi que junto a él había otro de 10 euros. Desde que
se creó el euro no recuerdo haber encontrado más de 10 céntimos y una
semana después de repetir la afirmación, de golpe 15€. Demasiado para
atribuirlo a la casualidad.
De lo anterior quizá ya habrás podido deducir que en cuanto me
“desapegué” del objetivo/intención de encontrar dinero, lo “dejé ir”, me
relajé, se me olvidó, fue cuando empezó a funcionar, y lo hizo mejor que
como me había imaginado.
Yo esperaba encontrar dinero en el suelo en mi camino habitual. Estaba
casi obsesionado en el “cómo”. Así, cometí dos errores graves. Obsesionarme
y pensar en el cómo.
La mayoría no nos gusta dejarnos llevar porque no hay lucha, como bien
dice Vitale, no hay drama y si no sentimos que estamos peleando nos da la
sensación que no estamos logrando nada y no podemos decir que al menos lo
intentamos. Lao Tzu dijo que la compulsión a luchar surge de la percepción
de creer que debemos ganar control sobre el mundo para sentirnos completos.
Yo incluso también añadiría que sin lucha no sentimos que lo merecemos.
Pero la realidad es que no hay que batallar, todo lo contrario. Hay que dejarse
llevar, “desapegarse” de la necesidad de “hacer algo” para obtener el
resultado. Paradójicamente lo que más resultados exitosos desprende es no
intentar forzar nada ni convencer a los demás, sólo moverse con el flujo y
«dejar» que las cosas ocurran por sí mismas. Abraham Hicks lo compara con
tumbarse en un canoa y dejarse llevar por el río, en lugar de remar y batallar
contra la corriente.
Al fin y al cabo, como ya hemos explicado en el capítulo dedicado al
propósito, pelear supone querer adaptar las circunstancias a nuestros deseos
mediante la “fuerza” cuando lo que es realmente efectivo es establecer un
propósito adecuado para fluir con el cosmos.
¿Cómo voy a dejarlo ir si parece que todo me va
peor cuando empiezo a practicar con la Ley de la
Atracción?
Muchas veces echo en falta un capítulo así en los libros de autoayuda que
leo. Y es que en ocasiones puede que te lleves un disgusto mientras estás
esperando que un objetivo/intención se cumpla. Por ejemplo te piden algo
ingrato en el trabajo, se te estropea el automóvil cuando más lo necesitas, tus
vacaciones se anulan, un virus te arruina el ordenador… pueden ser mil cosas
las que provoquen en ti una reacción de rabia y malestar, un nerviosismo en
el estómago que sólo quieres que desaparezca.
Esto puede ocurrir muy a menudo. De hecho es hasta normal si seguimos
la filosofía de Vadim Zeland, según la cual, cuando estás en el camino de
lograr tu objetivo/intención puedes sufrir cambios bruscos e incómodos, esto
se debe a que estás cambiando de variante de tu realidad. Estás pasando de
una vía de la vida de fracaso a una vía de la vida de éxito y ese cruce de
caminos puede verse reflejado en tu realidad con situaciones poco agradables.
La noche es más oscura antes del amanecer… o como le dijo el Dr. Hew Len
a Joe Vitale, espera a que la mierda del ventilador te salpique en la cara.
El complejo y extenso vocabulario de Zeland habla de “péndulos” como
fuerzas excesivas que hay que evitar porque te alejan de tu objetivo/intención.
Pueden ser excesos en positivo o en negativo, pero en ambos casos son
perjudiciales. En positivo sería excederte en el entusiasmo y deseo por el
cumplimiento del objetivo/intención. Eso es malo. Hay que desearlo, hacer
los ejercicios de práctica de cada día y dejarlo ir, olvidarse de él, no
obsesionarse, es el desapego del que hablábamos. En negativo serían
cabrearte por la situación mala que te ha ocurrido en el trabajo. Pongamos por
ejemplo que tu jefe te ha puesto a ensobrar cartas cuando tu trabajo real es
mucho más importante y eso te enfada muchísimo. Esa rabia hacia tu jefe y
hacia tu trabajo es también un péndulo negativo. Así pues, para Zeland habría
que ignorar el hecho negativo, no darle importancia para que se desvanezca.
En esta línea se encuentra Kolie Crutcher («Electric Living: la ley de la
atracción para escépticos») que aboga por no sentirlo, no olerlo, no hacerle
caso, en su lugar pensar en un objetivo/intención más inspirador.
Pero seamos realistas. Todo esto es mucho más fácil decirlo que hacerlo.
¿Qué hacemos entonces?

Recurso 1: Tomárselo con filosofía


Pensar que lo que te ha ocurrido es algo normal en el proceso de la
consecución del objetivo/intención, pues estás pasando a una vía del éxito.
Pronto pasará todo esto y estarás disfrutando de tu objetivo/intención.
Conseguirás trascender ese mal. Compara esa incomodidad que estás
sufriendo, por ejemplo ponerte a ensobrar, con lo que podría ser. Imagina que
podrías estar labrando al sol cobrando la mitad de lo que cobras. No puedes
más que dar gracias. ¿que tu mal es mucho peor que ensobrar? ¿que trabajas
de madrugada recogiendo basura apestosa o picando a oscuras en una mina
de carbón? Léete el libro «El hombre en busca del sentido». Es la segunda
vez que te recomiendo este libro imprescindible que debería ser de lectura
obligada en los Institutos. Antes te lo había mencionado cuando hablamos de
sentirse agradecido por lo que se tiene pero te lo vuelvo a recomendar por su
importancia histórica y psiquiátrica. Es la historia personal de Víktor Frankl,
un psiquiatra que lo tenía todo y fue deportado a cuatro campos de
concentración donde perdió a toda su familia.. Cuando lo lees tus problemas
se convierten en nimiedades y además, aprendes que siempre te quedará la
última libertad, la elección de tu propia actitud ante cualquier tipo de
circunstancias. Te pueden obligar a ensobrar, pero tú decides si tomártelo
como una carga y una desvalorización de tu trabajo o tomártelo como un
juego y divertirte, por ejemplo, retándote a ver cuantos ensobras en cinco
minutos e intentar batir tu marca en los siguientes minutos. Tú puedes decidir
tu actitud. Después de lo de Frankl (y otros millones de judíos en la Alemania
nazi) ¿no te sientes ridículo por el hecho de que te moleste ensobrar?
Otro librito muy recomendable en este sentido es «Fish!» de Stephen C.
Lundin, Harry Paul y John Christensen, donde se cuenta la historia de una
pescadería callejera que basa su gran éxito en la actitud que tienen los
empleados hacia el trabajo lanzándose el pescado entre bromas y chistes, una
actitud que contagia a clientes y viandantes. Compáralo con otras empleados
de pescaderías o incluso propietarios, que odian tener que “apestar” a
pescado todo el día y desean que llegue el final del día cuanto antes.
Alquílate
Otro punto de vista es el que tiene el autor de «Reality Transurfing», Vadim Zeland, según el cual
si estás en un trabajo que no te gusta y tu objetivo/intención es cambiar, lo que tienes que hacer es
“alquilarte” hasta que cumplas tu objetivo/intención, esto es, entrega tus manos y tu cabeza, pero no el
corazón. Alquilarse no significa, en absoluto, actuar de manera indisciplinada e irresponsable. Significa
actuar con indiferencia, sin obsesionarte, y no obstante, hacer lo necesario con precisión. Pero no te
enfrasques en ese trabajo que tan poco te gusta. Cumplirás un papel, como un actor, pero a la vez serás
consciente y observarás que sólo es un juego. Esta actitud de desapego hace que dejes de obsesionarte
por el cumplimiento de tu objetivo/intención o por el odio a tu trabajo.

Pero tal vez estés demasiado enrabietado y esto no es lo que querías oír así
que tengo más opciones para ti.

Recurso 2: repetir una afirmación


Si tienes que hacer un trabajo repetitivo y tedioso puedes acompañar la
tarea con la repetición mental de la afirmación que hayas construido para tu
deseo. O si estás muy enrabietado te sugiero que utilices esta afirmación de
Mark Fisher que ayuda eficazmente a tranquilizarse:
«Ten calma y sabe que yo soy Dios»
«Ten calma y sabe que yo soy Dios»
«Ten calma y sabe que yo soy Dios»
(...)
Repítelo mentalmente o si puedes en voz alta tanto como puedas hasta que
se disipe tu angustia. Lo hará.
Si te sientes incómodo con esa afirmación por sus connotaciones religiosas
puedes utilizar un mantra japonés que viene a significar lo mismo y tiene el
mismo efecto:
«HAMSA»
«HAMSA»
«HAMSA»
(...)
Una y otra vez, una y otra vez…
En cualquier caso lo mejor y más fácil es repetir tus propias afirmaciones,
es decir, las que hayas construido mediante este manual. Esto te situará en un
punto de vista más positivo, recordando ese deseo que pronto se convertirá en
una realidad.

Recurso 3: considérate responsable


En una caterva de libros de desarrollo personal se destaca la importancia
de sentirse responsables de todo lo que nos suceda. En este caso debemos
sentir que nosotros somos culpables de lo sucedido. ¿Te obligan a ensobrar,
cosa que tú odias? la culpa es tuya. Algo has hecho que te obliga a ensobrar,
algo has hecho para atraerlo. Pregúntate ¿qué he hecho yo para que esa
persona me fastidie? Saber esto de por sí seguramente no te calme. Pero hay
una afirmación derivada de esto que quizá te calme. Es del Dr. Hew Len,
máximo exponente del impronunciable método de curación hawaiano
denominado Ho´oponopono (su historia la cuenta Joe Vitale en el libro «Cero
Límites» y su continuación «En el Cero» donde comparte vivencias con el
propio Dr. Hew Len quien lo toma, a regañadientes, como pupilo):
«Lo siento mucho, por favor perdóname»
«Lo siento mucho, por favor perdóname»
«Lo siento mucho, por favor perdóname»
(...)
Una y otra vez, una y otra vez…
Reconócete culpable de la situación y pide perdón. Sí, sé que es difícil
pedir perdón cuando el fastidiado eres tú, pero hay que hacerlo, sintiéndolo
de corazón si quieres aliviarte.
Cuentan que el Dr. Hew Len consiguió curar a un pabellón entero de
delincuentes psicóticos teóricamente incurables, simplemente encerrándose
en su despacho, sintiéndose responsable de la enfermedad de esos pobres
diablos y pidiendo perdón con esa misma afirmación. ¿Cómo podía sentirse
responsable de ello? Pensaba que si él estaba allí, entonces era su culpa que
todos los delincuentes acabaran allí. Es como si todo se confabulara para que
acabaran allí, por su culpa. Así que se limitó a pedir perdón. Y se curaron, de
hecho, tuvieron que cerrar el pabellón por falta de pacientes.
Ante la rotundidad con la que el Dr. Hew Len afirma que somos responsables absolutos de todo,
muchos le hacen esta capciosa pregunta: «¿Y si has sufrido un accidente o una violación, también eres
responsables de eso?» Ante esto el Doctor responde con otra pregunta «¿Te has percatado que donde
hay un problema tú estás ahí?» Resulta bastante impactante leer esta respuesta del Dr. Hew Len pero
cuanto menos da para reflexionar.

¡Combínalos!
Y por supuesto puedes combinar varias de estas técnicas. Por ejemplo
puedes sentir que estás “alquilado” en ese tedioso trabajo mientras repites
afirmaciones. O puedes sentirte responsable como el Dr. Hew Len y a la vez
mantener una actitud positiva como los pescaderos de «Fish!».

Lo que nunca funciona


Darle vueltas y más vueltas al problema. Sólo generarás más y más rabia
en tu interior la cual siempre degenera en enfermedades y, cuanto menos, te
aleja de tu objetivo/intención. Recuerda el proverbio chino
“Si un problema tiene solución ¿Por qué preocuparse? y si no tiene
solución ¿Por qué preocuparse?”
Y yo añado, si no tiene solución ¡cambia a una actitud más positiva y
repite una de las afirmaciones sin parar.

Resultados
Pueden ser muy diversos y sorprendentes, no sabes cómo acabará la
historia. Lo más común es que al disolverse esa rabia que tenías por ese
hecho dejes de darle importancia sin más y quizá no vuelva a repetirse la
situación pero también puede darse algún curioso y agradable giro de los
acontecimientos. Por ejemplo, ahora recuerdo un par de situaciones que me
ocurrieron cuando trabajaba para otros en las que apliqué los ejercicios arriba
descritos.
En uno tenía que ir a una comida social a la que no me apetecía ir en
absoluto porque acudiría gente de la competencia que no me caía nada bien, y
porque, además, me parecía una pérdida de tiempo. Hoy me parece hasta
ridículo cuando pienso el inmenso odio que sentía hacia los que me obligaban
a ir a fuerza de contrato pero en aquel entonces me parecía “lógico” porque
no lo veía con perspectiva. Como ya estaba muy experimentado con la Ley
de la Atracción, pronto conseguí restarle importancia y calmarme con las
afirmaciones, sin embargo, eso no evitó mi obligación de acudir al evento,
que era lo que más deseaba, aunque resultó que no me pusieron en la misma
mesa de la gente que me repelía (algo muy fuera de lo común ya que en este
evento siempre sentaban en la misma mesa a los de nuestro gremio), me
pusieron junto a unos londinenses que me dieron con todo lujo de detalles los
mejores lugares donde acudir ¡en mis vacaciones en Londres que iban a
producirse un par de semanas después! Así que no sólo resultó una comida
agradable sino fructífera. Además ahorré mucho dinero en el viaje gracias a
sus recomendaciones.
En otra ocasión mi jefe me instó a hacer unas veinte llamadas de teléfono,
cosa que me daba mucha tirria. Y sí, ya habrás deducido que no estoy hecho
para trabajar para otros. ¿Se creía que yo era su telefonista? Tenía cosas
mucho más importantes que hacer. Así que me fui enrabietado dando un
portazo y me pasé la tarde intentando calmarme, tomándomelo con filosofía y
repitiendo las afirmaciones hasta tranquilizarme. Cuando llegué al día
siguiente mi compañero que trabajaba por las tardes ya había hecho las
llamadas. Resultó que a él le encantaba ese tipo de trabajo.
Como has visto, a veces los resultados dan un giro inesperado y muy
agradable a los acontecimientos.
Aunque otras veces el problema simplemente puede desaparecer como por
arte de magia. Hace poco mi antiguo empleo volvió a traerme dolores de
cabeza. resulta que a veces, aunque consigues desvincularte de algo que no te
gusta, vuelve a surgir de alguna forma en tu vida. Resultó que dos antiguos
empleados tuvieron un juicio y uno de ellos me solicitaba acudir a testificar
en su favor. Me lo suplicó de tal forma que no pude decirle que no, sin
embargo ello me ponía en una situación muy comprometida de la que no
quería ser partícipe y después de darle el sí me arrepentí sobremanera. Estuve
un par de días sintiendo el mismo malestar que sentía cuando trabajaba para
otros del que ya creía que me había librado para siempre. Pero eché mano de
algunas técnicas aquí descritas, cada vez que recordaba que tenía que acudir a
un juicio me sentía responsable de la situación, como si yo mismo la hubiese
creado y repetía la afirmación del Dr. Hew Len y pensaba en mi próximo
objetivo ya realizado y en cosas agradables. De repente recibí un mensaje al
móvil de mi antiguo compañero diciendo que en realidad no era necesario
que acudiera al Juicio. Simplemente Magia.
Las donaciones, el diezmo y el “Glad-Giving”
como máxima expresión de desapego al dinero
Para recibir hay que dar. Es así de sencillo y así de efectivo. “Dad y se os
dará” dice la Biblia.
Si realizas una donación de dinero volverá a ti multiplicado porque lo
estarás desestancando, haciéndolo fluir, circular. Pero es más, estarás
diciéndole al Universo que no eres un adicto al dinero, esto es, que tú
controlas el dinero en lugar de que él te controle a ti. Se trata de
conseguir un desapego al dinero. Recordemos lo perjudicial que puede
ser el apego. Dejas de centrarte en la carencia de dinero.
Un sacerdote visitó un convento francés en el que se atendían las
necesidades de numerosos niños. Sumamente desconsolada, una religiosa le
dijo: «no tenemos nada con lo que dar de comer a los niños, tendrán que
regresar a casa con el estómago vacío. No nos queda más que esta moneda de
cinco francos». El sacerdote tomó la moneda y la arrojó por la ventana
diciendo: «ahora confiaréis plenamente en Dios». Un rato después llegaron
unos amigos con numerosos donativos.
Esta historia que cuenta Florence Scovel Shinn muestra cómo, mientras las
monjas se aferraban al poco dinero que tenían, el dinero no fluía, estaba
estancado y permanecían adictas al dinero, el dinero las controlaba y, en
consecuencia, permanecían en la pobreza. Cuando no les quedó ni un franco
al que aferrarse sólo pudieron confiar en Dios, y fue cuando llegaron los
frutos.
Pero no es necesario que arrojes todo tu dinero por la ventana para vencer
tu adicción al mismo y dejarlo fluir. Hay un método más sencillo y que
seguro te asustará menos: el glad-giving, algo así como “donar-contento”.
Su creador es Víctor Boc («Cómo resolver para siempre todos sus
problemas de dinero») quien, a mi entender, es quien mejor ha explicado,
justificado y perfeccionado la cuestión de la dependencia hacia el dinero y
cómo librarse de ella. El glad-giving consiste en donar un porcentaje de tus
ganancias, como si fuera un diezmo pero con serias diferencias.
Antiguamente el diezmo era una donación del 10% de las ganancias a la
Iglesia para obtener la bendición de Dios, práctica que se fue tergiversando
hasta convertirse casi en un impuesto. Pero el glad-giving es una donación
feliz para convertir tu adicción o apego al dinero en una “simple” preferencia
y así atraerlo en abundancia, de hecho, Florence Scovel Shinn también dijo
que las donaciones deben ser «hechas con amor y alegría, pues Dios ama al
dador alegre».
Boc establece una serie de normas para donar eficazmente:
- Cuánto: Lo mejor es entre un 1% y un 5%. Es primordial que no estés
forzado a dar, que no resulte incómodo porque si lo estás perderá su sentido y
eficacia. Por eso empieza con un simple 1% de tu ganancia. Con eso ya basta
y empezarás a ver resultados, aunque si crees que necesitas dar más puedes
dar hasta un 5% pero no te excedas, no estás castigándote. Si das mucho
dinero el esfuerzo resulta demasiado difícil y el malestar aumenta lo que
puede suponer justo el efecto contrario. En caso de duda un 1% es suficiente.
- Cuándo: nada más lo recibas, así no lo olvidarás. No te molestes en
calcular deducciones de impuestos, deudas que han de pagarte en X días…
cuando recibas entonces paga inmediatamente un 1% y ya está.
- Dónde: A una organización que te interese de verdad, que creas que
hace una buena labor social, que coincida con tus ideales… Te hará sentir
mejor y hará que funcione mejor. No es un préstamo, no esperes devolución
alguna. Si recibes algo a cambio de la donación no es una verdadera
donación.
- Y yo añadiría una norma más que aprendí de Alejandro Jodorowsky:
que sea anónima. Así evitas la obtención de un agradecimiento del
beneficiario que vendría a ser una contraprestación. El glad-giving por el que
me siento más satisfecho lo realicé un día de lluvia a un vagabundo mientras
dormía en el suelo sobre unos cartones mojados, cubierto con sólo un
pequeño paraguas. ¿te imaginas la alegría del pobre hombre cuando se debió
ver la “milagrosa” donación después de haber pasado un día tan penoso? Eso
es suficiente pago y no necesitas en absoluto esperar que te dé las gracias. Te
demuestras a ti mismo que no tienes apego por ese dinero y lo donas con
alegría. Si haces la donación esperando una gratificación del que la recibe no
resulta tan efectiva.
La primera vez que usé este método obtuve resultados impresionantes, en
menos de 48 horas, en forma de ingresos inesperados. También he de decir
que aún era un joven estudiante sin más ingresos que una pequeña paga por
lo que cualquier ingreso era extraordinario. Hoy en día ya he adquirido la
costumbre de nada más recibo un ingreso hago un pago a una entidad que
siento que necesita la donación y para facilitarme la tarea, ya que todos los
ingresos los obtengo directamente en mi cuenta bancaria, busco
organizaciones cuya donación sea mediante Paypal o tarjeta de crédito (como
Save the Children y Amnistía Internacional), las tengo en mis “marcadores” o
“favoritos” del navegador e inmediatamente hago el ingreso.
En cualquier caso, no dones pensando en la recompensa que puedes
obtener gracias a la Ley del flujo del dinero, tienes que dar limpiamente, con
sentimiento, sin trampas, sabiendo que estás dando a alguien que lo necesita
y estás haciendo un bien.
Nuestro ya amigo Richard Wiseman, al autor que pretende desmitificar los
libros de autoayuda, menciona un estudio de Elizabeth Dunn para la
Universidad British Columbia en el que midió los patrones de felicidad según
si el dinero se invertía en regalos para uno mismo o en regalos para otros o
donaciones. Una y otra vez surgía el mismo patrón de resultados: los que
gastaban más en otros eran más felices que los que lo hacían en sí mismos.
Y no necesariamente estamos hablando de donaciones pecuniarias. Como
acertadamente apunta Jack Lawson, autor de «La mística del dinero» la
donación funciona también dando consejos, abrazos sinceros, tu tiempo… da
y recibirás.
La Rutina
La necesaria creación de un hábito
En estos momentos tu zona de confort (en la que no tienes lo que deseas)
es más fuerte que tu deseo. O si seguimos la teoría de Anthony Robbins
(«Pasos de Gigante», «Controle su destino», «Poder sin Límites»), es más
doloroso cambiar que quedarte donde estás, así que inconscientemente optas
por el “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Así que debes crear
una rutina nueva en la que lo confortable sea atraer tus deseos en lugar de
rechazarlos, obtengas más placer persiguiendo tu deseo que quedándote en tu
actual situación.
Convertir la repetición de las afirmaciones y la visualización en un hábito
es una forma de programarte para el éxito. Si un día lo haces y otro no,
acabarás por dejarlo antes de conseguir tu logro y creerás que nada de esto
funciona ni ha valido la pena. En el mejor de los casos volverás a leer otro
libro de la Ley de la Atracción y comenzarás de nuevo, pero en el peor de los
casos no volverás a creer en la Ley.
Ciertamente será duro, esto no será una carrera de velocidad sino más bien
una maratón donde deberás tener más perseverancia y control mental que
fuerza física. Pero sólo será duro al principio, los primeros días, cuando aún
dependas sólo de la fuerza de voluntad, al cabo de unos días fluirás
automáticamente y será mucho más fácil llevar a cabo la rutina y después de
un tiempo hasta te sentirás incómodo ante la perspectiva de no hacer un día
los ejercicios, como aquel que cambia a una dieta vegetariana y al principio le
resulta muy difícil seguirla pero al cabo de un tiempo lo difícil ya es dejarse
llevar por la tentación de la carne roja.
Piénsalo de este modo ¿Acaso no cambiarás tu rutina habitual si consigues
esa nueva novia, ese nuevo empleo, esa nueva casa…? La vida está en
constante cambio y tú tienes que cambiar con ella o te quedarás estancado,
como en «¿Quién se ha llevado mi queso?» de Spencer Johnson, donde los
ratoncitos que se quedaban esperando que cambiaran las cosas (permanecían
en su rutina habitual, en su zona de confort) se morían de hambre y los que se
movían en busca de alternativas conseguían el éxito.
El problema suele ser que la gente primero quiere ver los cambios y luego
ya se adaptará, sin darse cuenta que es al revés, primero cambia tu actitud (y
tu rutina) y verás cómo llega el éxito.
Te lo ilustraré de la siguiente manera: imagina que quieres tener tableta de
chocolate en los abdominales y dices «Primero quiero la tableta y luego ya
adaptaré mi rutina para hacer ejercicios de abdominales». ¿A que es absurdo?
Pues así es como pensamos muchas veces.
Cuando dirigía la televisión observaba este suceso de forma alarmante en
los becarios, muchos ofrecían el mínimo rendimiento esperando que les
contratáramos y entonces dar lo mejor de sí. Querían tener la tableta antes de
hacer los abdominales. Lo más curioso es que el rendimiento era
inversamente proporcional al nivel académico, es decir, aquellos que llegaban
con más estudios que respaldaban sus (supuestos) conocimientos son los que
menos demostraban sus habilidades, esperando estar en nómina para “darlo
todo”, sin embargo, aquellos que conseguían la beca con los estudios
mínimos son los que más se esforzaba, más querían aprender, más horas se
quedaban, más se ofrecían para las tareas que los “Máster” de Universidades
privadas rechazaban. Y por supuesto, contratábamos a aquellos que
demostraban día a día su esfuerzo y su capacidad de aprendizaje, no a
aquellos que se guardaban lo mejor de sí. Sin embargo este fenómeno se
repetía una y otra vez, pese a las advertencias que siempre daba a los nuevos
becarios sobre nuestra política de contratación que premiaba la actitud más
que la aptitud (como me imagino que hacen la mayoría de empresas que se
precien). Hubo un caso que se me ha quedado especialmente grabado en la
memoria, un joven inmigrante que llegó solo al país y consiguió la beca con
los requisitos mínimos (incluso los requisitos mínimos de estancia en el país,
bordeando la ilegalidad) y que pagó su formación profesional y manutención
pidiendo dinero por las calles mientras tocaba su guitarra, tarea a la que
volvía cuando acababa su trabajo en la televisión. Este chaval fue, con
diferencia, el que más dificultades personales tenía para desempeñarse al
máximo y sin embargo fue, con diferencia, el que más aportó a la empresa y a
la vez más aprendió de ella.
No esperes ver los cambios y luego adaptarte, primero cambia tú y
entonces los cambios vendrán solos.
Por suerte a continuación os presento algunas ideas de cómo hacer fácil
los cambios, por ejemplo creando una rutina diaria personal.
Mi rutina diaria
Permíteme antes mostrarte cuál es mi rutina diaria. No pretendo que la hagas exactamente igual, ni
mucho menos, pero espero que te sirva de inspiración y la adaptes a tu estilo de vida. Has de saber que
esta rutina la he seguido tanto en épocas de intenso trabajo como en épocas sin empleo o ahora que
trabajo por cuenta propia, ya que es una rutina muy simple que se puede hacer en cualquier momento y
situación de la vida.
Me despierto temprano, antes que mi mujer y mi hijo para evitar interrupciones, unas dos horas
antes que ellos (y antes de entrar a trabajar cuando lo hacía por cuenta ajena y tenía que seguir un
horario) para ocuparme de mi desarrollo personal lo que incluye la escritura, que es mi vocación y lo
que me hace estar alineado con mi propósito. Por eso, aunque anteriormente tuviera un trabajo que no
“vibrara” con mi propósito, tenía al menos un par de horas de tranquilidad para sentirme vivo y
encauzar mi camino a lo que de verdad deseaba de la vida.
Nada más despierto me voy directo al baño sin hacer ruido y me encierro para no molestar ni que
me molesten. Enciendo una luz suave para que no me despeje demasiado y mantenerme un tiempo
medio adormilado, lo que es un estado cercano al alfa y cómo ya hemos visto, más propicio para la
Meditación y los ejercicios de la Ley de la Atracción. Las bombillas que he instalado en el espejo del
baño son cálidas y muy tenues, pero si tú no tienes esa posibilidad puedes guardarte en el armario del
baño una linterna o una lámpara a pilas que sea suave. También puedes guardar un trozo de papel
celofán de color amarillo o naranja y rodear la bombilla o la linterna si la que tienes es muy fuerte. No
recomiendo que utilices la linterna del móvil ya que si empiezas a meterte en el móvil te podrías
distraer y perder el estado “hipnótico” que necesitamos. Tienes que intentar que todo sea lo más fácil y
automático posible en esos momentos para no “despertar” del todo.
Tras encender la luz lo primero es sacarme de mi muñeca la pulsera de cuentas (o lo segundo si
necesito orinar) y mirarme a los ojos en el espejo mientras recito en voz alta mis afirmaciones (o más
bien en voz baja, para no despertar a nadie) y con cada afirmación golpeo mi pecho con los dedos
índice y corazón de mi mano dominante. Con la otra mano voy pasando las cuentas, en total hago dos
vueltas a la pulsera debido al número de bolitas que tienes ésta. Con cada afirmación intento visualizar,
vivir, el momento en el que se cumpliría ese deseo/intención, sintiendo que lo estoy recibiendo en ese
justo momento, como si fuera el presente.
Voy al despacho, mi lugar sagrado, cierro la puerta y enciendo una tenue luz de flexo. Me siento
frente a mi escritorio, el cual me he asegurado el día anterior que permanece limpio y despejado, en él
sólo hay un cubilete con un par de bolis verdes y algún marcador fluorescente. Saco mi carpeta de
anillas de desarrollo personal L.A. 20/80 y despliego mi tablón de logros y agradecimientos que está
hecho de cartulina y plegado en la tapa delantera del carpesano. Respiro profundamente unas cuantas
veces, sintiendo el aire cómo entra y cómo sale y procedo al repaso de todas y cada una de las
fotografías que contiene el tablón de logros y agradecimientos, dando gracias por tener cada persona o
cosa que contiene, mejor dicho, no doy gracias sino que siento verdadero agradecimiento. Entre las
fotografías que tengo están mi mujer, mi hijo, mis padres, mis mascotas, mi Universidad, billetes, una
imagen que representa los cinco sentidos, mi casa, mi cama, mi armario abierto (mi ropa), una ducha
caliente, algunos de mis libros… Y también las imágenes de mis deseos. En esos momentos cierro los
ojos para recrear mejor las situaciones donde “suceden” mis deseos e intento mantener los ojos 20
grados hacia arriba para favorecer el estado alfa. No me doy prisa en visualizar ya que quiero disfrutar
el momento, no tomarlo como un ejercicio que tengo que hacer por obligación. Intento variar de vez en
cuando la situación que visualizo, por ejemplo, cuando quiero una casa nueva, un día visualizo que
viene a recibirme a la entrada mi hijo con un buen abrazo, otro día visualizo que llego y estoy solo en
casa y me pongo música a todo volumen, otro día visualizo que mi mujer me llama al dormitorio y está
esperándome con lencería sexy… Y como siempre acabo leyendo la afirmación de arriba del tablón:
“Gracias por todas las bendiciones que tengo y por todas las que estoy recibiendo”.
Después procedo a sacar del carpesano fotocopias de mi plantilla para escribir afirmaciones, la
misma plantilla que te he adjuntado en el Protocolo L.A. 20/80. Siempre tengo muchas fotocopias para
no tener que quedarme sin ellas a mitad proceso. Cuando va bajando el nivel de fotocopias hago más.
Arriba de la plantilla lo primero que escribo, en lugar de una afirmación es «el seguro»: “Por favor,
conciencia universal y subconsciente míos, que esto o algo mejor se cumpla en su momento justo de
maneras que sean para mi mayor bien y el de todos los involucrados. Gracias”
Escribo las afirmaciones despacio y con buena letra. La letra es muy pequeña, tanto para que me
quepa la afirmación como para asegurarme una buena concentración. Procuro ser consciente de los
posibles signos de conflicto o cooperación así como de mis reacciones mentales y si siento algo lo
escribo en la columna de la derecha. Si se trata algún signo muy evidente intento también fijarme en
qué momento parece más presente cuando escribo la afirmación, para ver si se trata de alguna palabra
en concreto que entra en conflicto con mi programación subconsciente.
En ocasiones, dependiendo del momento en el que se encuentre mi deseo/intención, después de
escribir las afirmaciones realizo otros ejercicios de la Ley de la Atracción como un desbloqueo u otros
(carta al Universo, contrato con el Universo, ejercicios del Perdón…), ejercicios que iré colgando poco
a poco en la web que tantas veces ya te he mencionado www.facebook.com/atraccionmasefectiva.
Marco en mi plantilla de Rutina L.A. 20/80 todos los ejercicios que he realizado.
Cuando acabo todo esto me pongo a trabajar en mi vocación, la escritura, de modo que después,
cuando todos ya han despertado, puedo realizar tareas que conlleven menos concentración, o cuando
trabajaba para otro pues me iba a trabajar.
Hago una parada para desayunar y mientras preparo el desayuno aprovecho para pedir gracias por
todo lo que se me ocurre: la tostadora, el pan de molde, el café… y todo lo relacionado.
A lo largo del día he creado la rutina por la cual, cuando me apetece un café o beber agua o lo que
sea, antes voy al servicio, me encierro, saco mi tarjeta de afirmaciones y las leo.
Cuando salgo de casa, junto a mis llaves y mis monedas tengo mi tarjeta con la afirmación escrita
y mi piedra del agradecimiento y me lo meto todo en el bolsillo. La piedra del agradecimiento no la he
explicado aquí porque me parece un extra de refuerzo y no he querido liarte con demasiadas cosas para
que te concentres en lo esencial, así que guardo la explicación para mi página de facebook, aunque
como muchos sabréis por «El Secreto», básicamente se trata de llevar siempre una pequeña piedra en tu
bolsillo que te recuerde, cada vez que la tomes o la dejes, que tienes que sentir agradecimiento.
[Actualmente he refinado el proceso y utilizo una “goma de borrar del agradecimiento” ya que la goma
de borrar me sirve a las veces de piedra del agradecimiento y de herramienta de limpieza del Ho
´oponopono, pero eso es otra historia que como te he dicho está en mi facebook].
Después de comer hago Meditación. De la manera tradicional aunque, en ocasiones en las que me
apetece menos, utilizo la música con sonidos binaurales que ya he comentado.
Después de la Meditación, si estoy muy interesado en un deseo hago más afirmaciones escritas y/o
algún ejercicio más de refuerzo.
A última hora de la tarde hago running con un MP3 en el que escucho las afirmaciones grabadas
en audio durante media hora. Luego me quito los auriculares o escucho música inspiradora para algún
libro que esté escribiendo.
En la ducha tengo cincuenta baldosas seleccionadas que uso a modo de guía para hacer otro tanto
de afirmaciones. Para no perderme con un poco de espuma marco cada fila de baldosas cuando la
completo. En este caso hago cincuenta afirmaciones en lugar de veinte porque las afirmaciones
proclamadas tienen menos poder que las escritas, especialmente si mientras tanto estás duchándote y la
concentración es irremediablemente menor. Pero esas cincuenta “poco poderosas” hacen más que no
hacer nada. Y lo importante es que te has creado una rutina y al final del mes aunque sean “poco
poderosas” serán centenares.
Por la noche vuelvo al despacho a realizar el monitoreo de todo el día y me aseguro de tener el
escritorio limpio y despejado para el día siguiente.
Cuando me está entrando el sueño me voy rápidamente a la cama y repito la afirmación con mi
pulsera de cuentas. Si me he acostado demasiado tarde para mí, me duermo con la afirmación que
enseguida te explicaré: “que cada hora de sueño se multiplique por dos”. Hay temporadas en las que
también me pongo los auriculares con la grabación de las afirmaciones mientras duermo.
Y básicamente eso es lo que hago cada día.
¿Te parece una rutina muy estricta o compleja?
Quizá un poco sí, pero déjame que te diga dos cosas:
Esta rutina no se consiguió de la noche a la mañana, costó tiempo y relativo esfuerzo y, sobre todo,
prueba y error. Por eso yo tampoco te voy a pedir que consigas una rutina equivalente desde el
principio, entre otras cosas porque sería muy costoso e iría contra el principio de 20/80 que vengo
pregonando todo el libro. Sólo tienes que hacer los ejercicios más básicos que además están marcados
como columnas de color blanco en la plantilla de Rutina L.A. 20/80. Las columnas que aparecen
sombreadas son ejercicios extra que puedes saltarte o ir incorporando poco a poco a medida que tu
rutina de ejercicios básicos te resulte más cómoda.
¿Si te ofrecieran un empleo en el que tuvieras que hacer todo esto a cambio de hacer realidad tus
deseos no lo cogerías con los ojos cerrados? Piensa bien en ello. Te lo voy a repetir: ¿Si te ofrecieran un
empleo en el que tuvieras que hacer todo esto a cambio de hacer realidad tus deseos no lo cogerías con
los ojos cerrados?
En cualquier caso a continuación tienes una serie de estrategias para facilitarte la creación de una
rutina.
¿Cómo conseguir una rutina?
Vadim Zeland aconseja aprovechar un hábito ya creado como la salida
para fumar o ir al baño para hacer algunas afirmaciones o visualizar o como,
por ejemplo, cuando te contaba que aprovechaba mi descanso del café para ir
a leer mi tarjeta de cartón.
Así que ten presente que tienes a tu disposición una gran herramienta al
aprovechar tus hobbys o vicios para propulsarte hacia tu objetivo. Salvando
las distancias vendría a ser como las naves de exploración planetarias.
¿Nunca te has preguntado cómo pueden permanecer tantos años avanzando
por la galaxia con la misma energía? Es porque utilizan la propulsión de la
propia gravedad de los planetas (llamada asistencia gravitacional), no usan su
propia energía, pasan cerca de los planetas y éstos las “lanzan” hacia el
siguiente planeta. Tú también puedes usar tu propia propulsión natural o
inherente a ti para propulsar lo que te interese.
Un ejemplo práctico. Hubo una época en la que quise perder algo de peso
pero me ponía enfermo sólo pensar en ponerme a hacer gimnasia y no hacía
más que posponer el momento, o hacía dos días de running y lo dejaba.
¿Cómo utilizar mi propia propulsión inconsciente para propulsarme a hacer
algo que odio tanto? Una de las cosas que más me propulsaban eran los
videojuegos. Puedo estar años sin coger un mando pero si empiezo un juego
quizá no pare hasta acabarlo. Sabía que eso era buena “gasolina” para
avanzar, más fuerte incluso que el freno que supone hacer ejercicio. Fue tan
fácil como poner la bicicleta estática frente al televisor y coger un mando. Me
comprometí a jugar sólo haciendo bicicleta. Cuanto más quisiera jugar más
tendría que pedalear. Encendí la mecha y a partir de ahí, cada día estaba
ansioso por ponerme a pedalear para coger la partida desde donde la dejé.
En resumen, que te haces servir de una rutina o de un vicio que ya tienes
interiorizado en tu zona de confort para que sea más sencillo realizar otra
tarea que está fuera de tu zona de confort (como realizar los ejercicios aquí
descritos que te acercarán a tu deseo.)
Puede ser tan sencillo como lo que hace Keith Ellis («La lámpara
mágica») que aprovecha el camino en coche de su casa al trabajo para
realizar sus ejercicios de afirmaciones o visualización. Tú también puedes
crear tu propio hábito de visualizar o afirmar aprovechando una de tus rutinas
como la ducha, el cepillado de los dientes… Ahora bien, estas rutinas deben
ser un complemento, lo que nos interesa es crear una rutina de afirmar y
visualizar antes de ir a dormir y nada más levantarse ya que, como hemos
visto son los momentos del día en los que la Ley de la Atracción funciona
con más eficacia. Así que ¿Cómo “obligarnos” a una rutina tan específica?
Una manera de facilitar la creación del hábito es hacer lo que quieres
convertir en rutina siempre en el mismo lugar y a la misma hora, en este
caso deberíamos siempre acostarnos y levantarnos a la misma hora y realizar
los ejercicios en el mismo lugar, en el baño, en la propia cama… pero no ir
cambiando cada día.
Por supuesto, si tienes que ir a trabajar, levántate al menos diez minutos
antes de los normal para hacer las afirmaciones y la visualización, no te
despiertes a última hora y tener que irte a prisas y corriendo.
¿Qué te supone levantarte diez minutos antes de lo normal? Apenas
supone un esfuerzo y la recompensa final es mucho mayor. Si te dijeran que
levantándote diez minutos antes puedes conseguir tus sueños ¿no lo harías?
Acuéstate diez minutos antes de lo normal y ya está.
Ojo, usamos la frase “levantarse diez minutos antes” entendiendo que si de
normal te pones el despertador a las 08:00, te lo tendrás que poner a las 07:50
pero eso no significa que puedas estar 10 minutos tumbado en la cama hasta
las 08:00. Toma conciencia que levantarse a las 7:50 ya no es levantarse 10
minutos antes sino que a partir de hoy, levantarse a las 7:50 es “tu hora” de
levantarse. ¡Ah! y de lunes a domingo. Si te gusta el fin de semana levantarte
más tarde haz lo siguiente. Levántate a las 7:50 (o la hora que tengas
programada para cada día) haz tus ejercicios o afirmaciones y vuélvete a
acostar. Cogerás aún mejor la cama. Pero implícate en hacer los ejercicios o
no saldrás nunca de tu situación.
¡Es muy importante que no te saltes ni un sólo día! Es verdad, tu vecino
sale a correr todos los días excepto los domingos. Pero él ya tiene creada la
rutina y tú no. Quizá hasta los domingos se encuentre incómodo por no salir a
correr y el lunes cuando vuelva a correr sentirá que se ha quitado un peso de
encima. Yo tengo un amigo con un currículum impresionante como atleta de
élite y recuerdo de cuando compartíamos piso en la universidad que no se
saltaba su rutina de entrenamiento ni el día de año nuevo.
Así que si de verdad quieres ver cumplidos tus objetivos/intenciones tienes
que convertir los ejercicios en un hábito que consiga que te sientas más
cómodo haciéndolos que sin hacerlos.
El inicio de una nueva rutina es la parte más delicada. Cualquier pequeño
obstáculo puede echarla al traste, puede hacerte desistir, rendirte. Así que hay
que eliminar cualquier injerencia, por mínima que sea.
He aquí un truco que ideé para conseguir una rutina a la hora de
despertarme temprano y escribir un libro y que tú puedes usar para crear una
rutina de levantarte antes y hacer tus afirmaciones. Me pagaba por seguir
bien mi rutina, era un premio, lo hacía placentero. Hice una especie de
contrato laboral por el cual cobraba una “nómina” por levantarme a las 06:30
y ponerme a escribir un cierto número de palabras. Era como un escritor
asalariado de mí mismo. Todo el dinero que “ganaba” con mi “trabajo” de
escritor iba a una caja para pagarme la publicación y distribución del
mismo, es decir, para acercarme más a mi deseo final. Tú puedes crear
un contrato laboral por el cual tu empleador te paga si te levantas a “la
hora” y cumples con los ejercicios de la Ley de la Atracción. Además en
ese contrato puedes incluir un incentivo por objetivos y es que si cumples
con toda tu rutina ¡efectivamente conseguirás tu deseo! ¿no es ese acaso
el mejor incentivo? y ¿No es entonces el mejor trabajo del mundo? ¿por
qué no disfrutar haciéndolo?
Si vas a utilizar este truco te recomiendo que ese dinero que apartas para
pagarte lo saques del banco, lo toques, lo tengas físicamente para palparlo y
lo guardes en una caja con el nombre del deseo en el que vas a invertirlo,
eso lo hará más tangible, más real. Y por supuesto, el día en el que no
cumplas la rutina, sé inflexible contigo mismo y no te pagues, harás
doloroso el hecho de no cumplir. Sin darme cuenta estaba siguiendo la
teoría de que posteriormente conocí de Tony Robbins según la cual nuestras
decisiones se basan en perseguir el placer y evitar el dolor. Yo estaba
haciendo placentero el hecho de seguir una rutina (pagándome para conseguir
un deseo) y si no la seguía se hacía doloroso (pues no cobraba y me alejaba
de mi deseo de ver publicado y distribuido mi libro). Y no ha sido la única
ocasión, también vendrían a seguir la teoría placer/dolor de Robbins cuando
convertía hacer ejercicio en algo placentero con los videojuegos, o vinculaba
el placer de tomar café con las afirmaciones. Lo que vengo diciendo desde el
principio de este manual, todos los autores de todas las épocas al final dicen
siempre lo mismo con diferentes palabras.
Si eres de los que les cuesta levantarse de la cama
Si eres un lector habitual, una de las mejores recomendaciones que te puedo hacer es que no te
limites a una sola materia, que seas un lector heterogéneo porque descubrirás inesperadas joyitas que
podrían cambiarte la vida por arte de magia. Algo así me pasó con el diccionario de interpretación de
los sueños del español Javier Tapia, «El mensaje está en los sueños» Ediciones Abraxas (2004), en
cuya introducción ofrece, sorprendentemente, una afirmación (él lo llama programación de los sueños,
otro podía haber hablado de autosugestión, autohipnosis... el nombre es lo de menos) para levantarse
como si hubieses dormido el doble de tiempo, con resultados milagrosos. Se trata de repetirte
mentalmente, ya en la cama, mientras te estás quedando dormido:

“Que cada hora de sueño se multiplique por dos”

“Que cada hora de sueño se multiplique por dos”

“Que cada hora de sueño se multiplique por dos”

(...)

¡Es mano de santo! funciona desde la primera o segunda vez que lo practicas. Yo casi he
convertido en una rutina esta afirmación mientras me duermo y me levanto cada mañana a las 6:30 con
gran vitalidad sin importar si el día anterior me acosté a las 23:00 o a la 1:00. Nunca duermo más de
siete o siete horas y media, y no lo necesito. Además muchos estudios científicos sobre el sueño
coinciden en que no se requieren más de seis o siete horas de buen sueño. Lo de las ocho horas es un
mito. Es mucho más importante despertar durante un cambio de ciclo.

El excelente funcionamiento de esta técnica de Tapia reafirma la posición de Joseph Murphy y


todos aquellos autores que aseguran que el momento justo antes de dormirse es el mejor para realizar
afirmaciones.
¿Y si algún día me quedo dormido y no puedo hacer los ejercicios de
primera hora porque llegaría tarde a mi trabajo?
Si algún día te quedas dormido o por lo que sea llegas tarde y tienes la
tentación de saltarte tus afirmaciones de primera hora de la mañana piensa en
esto: la mayoría de los gurús de la gestión del tiempo tiene como premisa
principal dividir cada día las tareas en:
Importante-y-Urgente;
Importante-pero-no-Urgente;
Urgente-pero-no-importante; y
ni-Importante-ni-Urgente.
El problema que tenemos casi todos los humanos es que le damos
prioridad a lo Urgente. En algunos casos está justificado, cuando la tarea es
Importante-y-Urgente, pero en la mayoría de casos priorizamos lo Urgente-
pero-no-importante a lo Importante (creemos que cualquier cosa Urgente es
importante, pero no es así). Esto es un grave error porque vamos aplazando lo
importante y acaba convirtiéndose en Importante-y-Urgente. Y el estrés va en
aumento, inversamente proporcional a nuestra eficacia en la vida y el trabajo.
LO IMPORTANTE HA DE PRIORIZARSE ANTES QUE LO
URGENTE-NO-IMPORTANTE. Ahora piensa en los ejercicios de la
plantilla del monitoreo diario. Piensa para qué los estás haciendo. Los estás
haciendo para conseguir los mayores deseos de tu vida: un mejor trabajo, una
pareja, una casa, salud, felicidad, reconocimiento… ¿Acaso eso no son
IMPORTANTÍSIMOS para ti? Mucho más importantes que llegar un día
tarde al trabajo o a una cita. Recuerda que tus ejercicios son una tarea
importante y debes priorizarlos sobre todo lo demás. Si no los priorizas
estás demostrando al Universo que esos deseos no son importantes para ti,
que ese trabajo al que tienes que llegar urgentemente es más importante que
el trabajo de tus sueños.
Además, ten en cuenta que la primera vez que tengas tentación de saltarte
el día será la más importante de todas porque si te lo saltas la primera vez, la
segunda vez que tengas tentación será más fácil (menos doloroso) saltártela,
y la tercera aún más fácil y la cuarta aún más… así que piénsatelo muy bien
antes de saltarte los ejercicios por primera vez.
Para más información sobre la organización de tareas y gestión del tiempo
recomiendo el best-seller de David Allen «Organízate con eficacia, edición
revisada noviembre 2015» (Empresa Activa) de donde extraje la idea de la
priorización de lo importante frente a lo urgente.
Pero tan importante como hacer cada día los ejercicios, por mucho que nos
pese al principio, es premiarse por los pasos cumplidos. De ahí lo bueno
que resulta el truco de pagarse cual asalariado por cumplir con los ejercicios.
Pero el premio también puede ser (o se puede sumar como un extra o
incentivo, por ejemplo después de una semana haciendo bien toda la rutina)
un helado, una escapadita, una cena romántica… lo que sea, pero que sea
algo que no haces habitualmente para recordarte que estás haciéndolo bien,
que estás en la senda del éxito, que te lo mereces y que está sucediendo
gracias a tu planificación. Y esto no sólo lo digo yo. En el famoso estudio
sobre motivación que mencionaba Wiseman, los participantes de éxito se
habían asegurado de que cada uno de sus objetivos secundarios supusiera una
recompensa, algún pequeño premio. Pero ¡ojo! que no entre en conflicto con
tu objetivo principal en sí. Ejemplo: no puedes darte un atracón de
chocolatinas para celebrar una semana de comida sana.
Estos pequeños premios también suponen un “ancla” para los éxitos,
un pequeño recordatorio de que estás logrando objetivos. Si te comes un
helado con cada semana de logros, has creado un “ancla” de éxito en los
helados y cualquier otro día que comas un helado tu subconsciente lo
asociará al éxito y reforzará tu atracción hacia más éxito.
Hablaremos un poco más de los premios en el apartado dedicado al
monitoreo diario.
¿Cuánto tardará en convertirse en un hábito?
Muchos autores y gurús hablan de 21 días necesarios para la creación de
un hábito, pero esta aseveración crea ciertos problemas de interpretación
porque 21 días coincide justo con los días de un mes sin sábados ni domingos
por lo que es fácil que te hayas planteado esta cuestión ¿he de practicar 21
días seguidos o durante un mes sólo entre semana?
Los autores, gurús y practicantes de la Ley de la Atracción difieren mucho
entre sí, no hay una doctrina dominante. Yo me quedo con la investigación de
la NASA que escuché a Jack Canfield en una de sus conferencias según la
cual, estudiaron que el cerebro tardaba justo 30 días (seguidos) en adaptarse a
una tesitura totalmente nueva. La investigación fue de la siguiente manera:
para adaptarse a la situación del espacio donde no hay arriba ni abajo, o éstos
no están donde “deberían” estar (nada mejor que ver la película «Gravity» –
Warner Bros. Pictures. 2013– de Alfonso Cuarón para hacerse una idea) les
hicieron ponerse unas gafas especiales que invertían la visión, es decir, lo
veían todo boca abajo, una coyuntura radicalmente nueva, incluso ilógica,
para el cerebro. Pues bien, la NASA comprobó que los futuros astronautas
tardaban justo 30 días en adaptarse a esta nueva situación. Justo 30 días,
momento a partir del cual podían realizar las mismas tareas que realizaban
antes de llevar gafas como ver la televisión o conducir. De hecho, si se
quitaban las gafas en ese momento veían al revés de nuevo hasta que el
cerebro se volvía a adaptar. Así de duro es el entrenamiento de los
astronautas. Pero lo que a nosotros más nos interesa es que cuando uno de
ellos se quitaba las gafas antes de llegar a los 30 días, su “contador” de días
se ponía a cero, o sea, que tardaba otros 30 días en adaptarse desde el día que
se quitaba las gafas.
Así que esta es la referencia que me parece más fiable y la que
escogeremos para nuestro Protocolo L.A. 20/80, el de 30 días seguidos,
sin interrupción.
Y para acabar con la anécdota de la NASA y como interesante curiosidad,
por si no lo sabías, realmente nosotros captamos las imágenes de forma
invertida (vemos el reflejo de la luz sobre los objetos, como un espejo) y es
nuestro cerebro el que las pone “al derecho”. Así que lo que hacían en la
NASA no era invertir las imágenes sino hacer que se vieran tal y como son o
al menos tal y como nos llegan realmente… una paradoja que da mucho que
pensar.
Las ayudas para conseguir un hábito
Lo primero es tener un ambiente y unos materiales que la favorezcan.
Si te vas a hacer footing necesitas unas zapatillas cómodas y un lugar poco
transitado donde correr. Si empiezas tu rutina corriendo con zapatos de tacón
por la Calle Mayor, pronto te cansarás. Buscamos placer, no dolor.
Del lugar ya habíamos hablado en el capítulo dedicado a “Dónde afirmar”,
asegurando que debía ser un lugar tranquilo en el que no ser interrumpido.
El gran autor de bestsellers, Stephen King, aún cuando no había vendido
una sola historieta y vivía casi en la ruina en una destartalada caravana, creía
a pies juntillas en el principio de tener un lugar “propio” y cerrado (con la
puerta cerrada) para trabajar y se sentaba en la cama del dormitorio
montándose una mesita plegable para poner la máquina de escribir. Así de
fiel a este principio has de ser. No puedes trabajar con los niños correteando
por ahí o tu pareja pidiéndote esto o aquello.
Pero a ser posible, intenta tener un espacio más cómodo que una mesita
plegable en la cama, tenemos que hacer que la tarea sea lo más fácil y
cómoda posible. Placer frente a dolor.
Cuando vivía en un piso pequeño, mi mujer y yo decidimos montar en una
habitación un despacho para trabajar en nuestros hobbies, ella para su tienda
de moda online (https://www.facebook.com/miaferrer) y yo en mis
afirmaciones y mis libros. Los dos no podíamos trabajar a la vez porque nos
interrumpíamos constantemente. Por otro lado teníamos un bebé (que ya no
es tan bebé) que nos impedía trabajar más de 3 minutos seguidos. Así que
poco a poco, casi inconscientemente, creamos la rutina de yo despertarme a
las 6:30 para afirmar y hacer mis ejercicios un par de horas antes de ir a mi
trabajo “de oficina” y antes de que se despertaran mi esposa y mi bebé; y ella
comenzar a trabajar a las 23:00 cuando yo y el bebé ya dormíamos
plácidamente. Así nadie molestaba a nadie y ambos teníamos nuestro par de
horitas de tranquilidad para nuestras pasiones personales.
Además del lugar tranquilo y personal necesitarás materiales adecuados:
Lo primero es una mesa despejada y ordenada ya que vas a escribir
mucho, centenares o miles de afirmaciones y cualquier “trasto” innecesario
en un mesa desviará tu atención. A mi me gusta tener en el escritorio sólo el
monitor del ordenador y un cubilete con dos bolis verdes, dos marcadores
fluorescentes, unas tijeras, pegamento de barra y tarjetas de cartón para mis
afirmaciones. El teclado lo tengo oculto para que no me moleste y sólo lo
saco cuando voy específicamente a realizar tareas con el ordenador, pero lo
primero siempre son mis afirmaciones escritas a mano.
Si te resulta imposible tener una mesa para ti solo, por ejemplo porque la
compartes con tu pareja, asegúrate que tu compañero o compañera recoja sus
cosas y te deje la mesa limpia para cuando llegues tú. Y por supuesto tú haz
lo mismo cuando acabes.
Deberías hacerte cuanto antes con un buen cuaderno de tapa dura, ya
que lo usarás todos los días, o bien un carpesano de anillas con un gran
número de hojas. Yo al principio empecé con cuadernos porque son más
cómodos que el carpesano y escribes una hoja detrás de la otra sin problemas
de orden ni de roturas de las hojas. Para empezar se debe PRIORIZAR TU
COMODIDAD. Yo ahora uso carpesano porque ya tengo una rutina creada y
me muevo con muchos objetivos/intenciones a la vez por lo que necesito más
espacio, pero te recomiendo empezar con una libreta de tapa dura. Mejor si
no es excesivamente gruesa, con demasiadas páginas, ya que ha de ser fácil
de manejar, pero tampoco que sea más pequeña que el tamaño folio estándar,
es decir, no uses agendas ni libretitas de tamaño DIN-A5 ya que habrá que
pegar imágenes y hacer resúmenes de una hoja y con muy poco espacio
volveremos a la incomodidad.
Y bolígrafos cómodos. Vamos a escribir mucho y muy rápido. Yo uso de
tinta líquida porque la tinta fluye mejor pero tú usa los que mejor se adapten a
ti, si tienes una rutina creada de escribir con unos bolis determinados no voy
a ser yo quien te la rompa. Ten siempre de repuesto, que no se te acaben en
mitad de un ejercicio. Yo uso siempre el bolígrafo del mismo color (siempre
lo mismo = rutina), me gusta usar el verde porque puedo diferenciarlos de los
típicos azul y negro que se usan para “trabajar”, además, un curioso estudio
de Andrew Elliot de la University of Rochester sacó a la luz que escribir en
color verde fomenta la creatividad, cosa que siendo escritor me interesa
mucho. Por otra parte, ya se ha convertido en mi color para la realización de
mis sueños y sujetarlo es como decirle a mi subconsciente «¡Vamos a ello!
empecemos a hacer realidad sueños». Se ha convertido en un “anclaje” de
mis éxitos. Tú también puedes escoger un tipo de boli y un color con el que te
sientas cómodo: rojo, rosa, verde, morado, naranja, marrón… Pero pruébalo
antes de comprarlo para asegurarte de su legibilidad. Por ejemplo, sería difícil
escribir con amarillo sobre papel blanco.
También deberías tener un marcador fluorescente para destacar
conceptos y titulares. Nuevamente de un color con el que te sientas cómodo y
preferiblemente otro más de repuesto.
Y, esto es muy importante. Un cubilete. Sí, has oído bien, un cubilete para
los dos o tres bolis y los marcadores fluorescentes para que estén siempre en
su sitio y no dando vueltas por el escritorio (y finalmente por toda la casa).
Necesitaremos una cartulina de cualquier color y de tamaño standard
(esas hojas grandes DIN-A2, que son como cuatro veces un folio), unas
tijeras de oficina y pegamento de barra para la creación del Tablones de
Logros y Agradecimientos. Este tablero está «vivo», es decir, irá cambiando
con el tiempo, irás pegando fotos nuevas y quitando cosas que ya no te
interesan, de ahí que tengas siempre «tus» tijeras y «tu» pegamento siempre
disponibles y a mano en tu cubilete.
Quizá todo esto te parezca una tontería, puedes decir cosas como «bueno,
yo ya tengo tijeras en casa, mi mujer las tiene en el costurero, y seguro que
por los cajones encuentro alguna libreta. Y ¿cubilete? Yo no necesito un
maldito cubilete para los bolis, vaya tontería» Pero si estás pensando esto es
que no me has entendido, no me he explicado bien: EL TRASUNTO DE
TODO ESTO ES FACILITAR LA TAREA AL MÁXIMO, para acabar con
el vago que hay en todos nosotros por naturaleza. Cuando tengas que
levantarte antes de tu hora habitual para hacer los ejercicios de afirmaciones
antes de irte a trabajar, si empiezas a tener que rebuscar donde están las
tijeras, la libreta que al fin encuentras está llena de apuntes de otras cosas, los
bolis en lugar de estar en su cubilete están no sé donde… todos esos
pequeños obstáculos son los que te complicarán la creación de una rutina, los
que te impedirán levantarte antes de tu hora para hacer los ejercicios y los que
harán que lo dejes estar (una vez más) y eches pestes de otro proceso más de
la Ley de la Atracción que no funciona.
«¿En serio no puedo usar una libreta que no sea de tapa dura, un boli azul
que tengo por casa y unas tijeras de cocina que de normal no uso?»
Por poder… se puede. Pero no me digas que no mola más salir a hacer
footing con unas Nike nuevas que con tus viejas zapas… motivación,
motivación, motivación… cómprate ese material nuevo y ponlo en tu
escritorio-altar como tus herramientas sagradas para el cumplimiento de tus
deseos. No dejes que tu pareja o los niños te cojan ese material. Es sagrado.
Por eso, ojo… que sea también material EXCLUSIVO para tus
ejercicios de la Ley de la Atracción. No uses para estos ejercicios el mismo
boli de la encimera de la cocina (que siempre se pierde), ni la libreta de la
lista de la compra. Este material es sagrado y sólo lo debes usar para atraer
tus deseos.
Al igual que tu espacio de trabajo debe ser sagrado.
De todos modos, te pregunto yo: «¿En serio no puedes simplemente
comprar esas cuatro cosas, seguir al pie de la letra estas sencillas
instrucciones a cambio de conseguir tus deseos?»

Superar momentos de debilidad durante tu rutina


Imaginemos que estás en tercer día de tu rutina, cuando aún es muy susceptible de irse al traste,
con el objetivo de perder quince kilogramos de peso. Pero ese día vas a cenar con unos amigos y todos
se piden un suculento helado. Estás muy tentado a pedir uno…
Tu deseo último es perder quince kilos. Tu deseo inmediato es comerte el helado.
Es tan “simple” como intercambiar sus lugares. Convierte tu deseo inmediato en algo que
puedas aplazar y convierte tu deseo último en algo que quieres ahora mismo. Osea, convierte el
helado en algo que puedas aplazar y convierte tu peso ideal en un problema que quieres afrontar ahora
mismo.
Pero «¿cómo conseguir eficazmente este intercambio cuando a mí me apetece tanto comerme ese
helado tan real que tengo ahora mismo delante de mí y mi peso ideal queda tan distante en el tiempo?»
Existe una solución: imaginarlos en el mismo momento temporal.
Hazte este pregunta «Si pudiera elegir ¿Preferiría ahora mismo tener mi peso ideal o comerme
un helado?». La respuesta aparecerá obvia delante de ti y muy probablemente se te irán las ganas de
comer.
O imaginemos que quieres establecerte el hábito de realizar tus afirmaciones escritas después de
comer, pero estás comiendo mientras ves la televisión y anuncian a continuación un interesantísimo
programa. Pon en el mismo momento temporal el fabuloso programa de televisión y fantástico
deportivo que quieres conseguir con tus afirmaciones «¿qué preferiría ahora mismo, tener el
deportivo o ver la televisión?»
Finalmente, respecto la rutina, sólo me resta decirte que la manera más
eficaz de llevar el seguimiento es hacerte una tabla de Excel con 31 líneas
que representan los días del mes y una columna por cada ejercicio que te
hayas propuesto (afirmaciones, visualizaciones, Meditación...) y una última
columna más grande de “progresos, llamado “monitoreo”. Pero no te
preocupes por eso porque para facilitarte al máximo la tarea todo esto lo he
incluido en el Protocolo L.A. 20/80. Ahí tendrás una tabla que te ayudará a
llevar el seguimiento de tu rutina y ejercicios de la Ley de la Atracción.
Será una herramienta de trabajo crucial para facilitarte el cumplimiento de la
rutina, motivarte y a la vez llevar un control de tus progresos y de tus señales
de retroalimentación, lo que llamamos “monitoreo” y que veremos en
capítulos posteriores.
A medida que vayas tachando en tu tabla los días que has completado con
éxito tus ejercicios, tu motivación irá in crescendo a la par que tu comodidad
con la nueva rutina por lo que cada vez te resultará más fácil seguir con la
faena y más difícil saltarte un día y tener que volver a empezar.
Actuar como si ya fuera una realidad
Ya hemos visto cómo en la visualización teníamos que imaginar (con los
cinco sentidos) que ya somos poseedores de aquello que anhelamos,
emocionarnos como si ya fuera una realidad. Ahora vamos un paso más allá.
Para reforzar la programación subconsciente que queremos, en nuestro día a
día tenemos que actuar también como si ya fuéramos poseedores de nuestro
deseo o estuviéramos preparándonos para recibirlo de inmediato. Dicho
claramente, ve al concesionario y prueba el vehículo que deseas, ve a la
inmobiliaria, escribe una carta de amor a tu pareja ideal como si ya
estuvierais saliendo juntos… Una de las mejores formas que conozco de
adelgazar es, antes de empezar una dieta o plan de ejercicios, aplicarte crema
antiestrías o aceite de almendras para prevenir las estrías que te pueden salir
al adelgazar tanto tan rápidamente. Yo ahora mismo tengo un chalet en la
playa entre ceja y ceja y además de conocerlo de memoria (como si ya fuera
mío) por haberme descargado los planos, fotografías y videos y visualizarme
en él cada día, de vez en cuando conduzco hasta allí, aparco delante del
mismo, bajo y miro el buzón, a ver si hay alguna carta para mí;
evidentemente de momento no la hay pero estoy convencido al 100% que
algún día la habrá. Es una certeza absoluta. Lo sé. No sé cómo, simplemente
creo absolutamente en la Ley de la Atracción, sé que funciona. Luego me
quedo un rato sentado a la puerta recreando cómo sería entrar en esa casa,
saludar a mi mujer, o el día de la mudanza, colocando mis muebles,
organizando el nuevo despacho, etc. Antes de irme de allí me despido como
si lo hiciera en mi propia casa.
Mi mujer tiene una continuidad más o menos estable de pedidos en su
tienda de ropa online, pero en ocasiones se le va un poco la mano a la hora de
comprar stocks al por mayor y ha de vender más para sacarles rentabilidad,
así que le propuse que rellenara el mismo número de albaranes de envío que
ventas quería tener para ese día. Ponía la fecha y la firma, evidentemente
dejando en blanco los datos de los clientes pero era una buena forma de
actuar como si ya fueran una realidad esos pedidos. Fue sorprendente cómo
¡tan solo unos segundos después de acabar los albaranes empezaron a llover
los pedidos! además, pedidos de cantidades más grandes de lo habitual y
encima uno de ellos en nuestra propia ciudad por lo que pudo llevárselo
personalmente y ahorrarse los gastos de envío. Lo curioso del asunto fue que
una vez alcanzó la cifra de pedidos que igualó al número de albaranes que
había rellenado, las ventas volvieron a normalizarse.
Scovel Shinn cuenta que una mujer que sufría problemas económicos se
fijó en el escaparate de una papelería en un bonito y esmaltado abridor de
cartas y pensó «Yo no tengo un abridor de cartas tan elegante como para abrir
cartas que contengan grandes cheques». Entonces lo compró y lo sostuvo en
sus manos cuando afirmaba y se visualizaba abriendo sobres que contenían
cheques. Y, por supuesto, el dinero llegó algunas semanas después.
Más ejemplos, si te quieres ir de viaje cómprate una maleta, convencido de
que vas a viajar (pese a que en el plano material aún no tengas el dinero
necesario o no te han concedido aún vacaciones en el trabajo) o compra un
callejero de la ciudad de destino y empieza a marcar en él los monumentos
que vas a visitar. O consulta el precio de los seguros del coche que deseas, ve
a la inmobiliaria y pide que te busquen la casa de tus sueños y ve comprando
objetos de decoración para ella, prepara una entrevista de trabajo para el
empleo que tienes pensado…
En resumen, haz los preparativos necesarios como si no tuvieses tiempo
que perder.
Mucho ojo porque al contrario también pasa, y desgraciadamente es lo
más común, así, la gente tiende a ahorrar «para cuando vengan las vacas
flacas» o «por si caigo enfermo» (caso de autónomos o en países sin
seguridad social) y a la postre lo que ocurre es que llegan los tiempos
difíciles y caen enfermos. Y es porque lo han atraído con sus constantes
sentimientos de temor. En este caso en el que están ahorrando para los malos
tiempos, realmente están actuando «como si… », ahorran para lo malo
porque lo malo llegará. Si ahorraran para un viaje, para un coche o para la
Universidad, llegaría ese viaje, ese coche y esa carrera universitaria, porque
también estarían actuando como una realidad, pero en positivo. Si te gusta
ahorrar, lo mejor es que tus ahorros los metas en una hucha con el nombre de
tu deseo (“viaje a Cuba”, “televisión de 60 pulgadas”, “cámara réflex”...) y
nunca de una necesidad o algo que no quieras (“para urgencias”,
“impuestos”, “reparaciones”...)
Como refuerzo también puedes seguir los consejos de Zeland quien dice
que puedes aprovechar para buscar conexiones con tu objetivo en
cualquier momento, por ejemplo, si estás viendo una película y aparece un
deportivo descapotable parecido al que tienes en tu objetivo puedes tomarlo
como una señal de que vas por buen camino y constatar el hecho de que
«pronto vas a disponer de uno muy parecido» o si aparecen dos amantes
besuqueándose puedes dar por hecho de que «en breve tú vas a tener una
relación amorosa similar». Ojo, insisto, no se trataría de fantasear como si tú
fueras el protagonista de la peli con ese coche y esa chica sino de pensar que
tú, con tu nombre y apellidos, tu «Yo» va a disponer pronto de ello en el
plano material.
Pasar a la Acción
Uno de los libros más antiguos que se conocen que habla de la Ley de la
Atracción, usando otros términos, es el decimonónico «El Kybalión», de
autor o autores desconocidos y que supuestamente revela un conocimiento
milenario, dice lo siguiente: «La posesión del conocimiento, si no va
acompañada por una manifestación y una expresión en la acción, es como
acaparar metales preciosos: una cosa vana y tonta. El conocimiento, como la
riqueza, debe ser usado. La ley del uso es universal, y aquél que la viole sufre
por haber entrado en conflicto con las fuerzas naturales».
Creo que sobra cualquier explicación. Ya este libro del siglo diecinueve
nos dice que acumular información (como leerte este libro) no sirve de nada
si no pasas a la acción (si cuando se presenta la oportunidad de hacer algo por
tu deseo te quedas paralizado). Como bien nos recuerda Jack Canfield, las
últimas letras de la “atracción” forman la palabra “acción”.
Lamentablemente en muchas ocasiones, en un afán por vender más libros,
algunos autores hacen que parezca innecesario hacer “algo” para crear
milagros, que basta con visualizar y afirmar. A veces sí que lo indican muy
sutilmente, restándole importancia para que no te eches atrás, pero también a
veces somos los lectores los que no sabemos interpretarlo o incluso no
queremos oírlo (leerlo). Queremos creer en los milagros, que exista una
fórmula mágica para evitar la incomodidad que supone hacer “algo”. Nos
asusta pasar a la acción aunque la acción sea mínima en comparación con los
milagrosos resultados que nos esperan.
Richard Wiseman también advierte del posible riesgo al visualizar el
éxito cuando uno se excede en su entusiasmo positivo y se cruza de
brazos esperando que el milagro caiga del cielo. En estos casos puede
parecer que visualizar el éxito sea contraproducente. De todos modos, aunque
estoy de acuerdo en que hay que pasar a la acción cuando sea oportuno,
también cabe mencionar que la teoría de Wiseman adolece de un error, y es
que identifica visualizar con fantasear. Así, Wiseman menciona un estudio de
Gabriele Oettingen y Thomas Wadden, de la University of Pennsylvania, en
el que se observó que los alumnos que frecuentemente fantaseaban con el
éxito enviaban menos currículums que el resto y obtenían menos resultados
positivos.
Así que, primero no fantasees simplemente, visualiza como hemos
estudiado aquí, con los cinco sentidos y creyendo que ya es una realidad y no
un posible futuro; y en segundo lugar pasa a la acción cuando te llegue la
inspiración.
Tampoco te asustes, pasar a la acción no requerirá de un enorme
esfuerzo, ni siquiera pienses en ello, porque con la Ley de la Atracción es
más bien una «acción-pasiva», sería pescar un deseo, más que cazarlo. No se
trata de forzar una situación (que como vimos, es perjudicial) sino de no
rechazarla cuando se presente.
La Ley de la Atracción lo que te reportará serán las oportunidades,
las ideas… te lo pondrá en bandeja de plata. Pero tú debes tomar la acción
o sólo se quedará en meras oportunidades. Oportunidades desperdiciadas.
Es posible que recuerdes una imagen de la película «El Secreto» en la que
una chica tímida busca amistad y un chico la invita en la playa a participar en
un juego de voleyball. En ese momento puede declinar la oferta y entonces se
anula todo progreso realizado con las afirmaciones o visualización; o puede
aceptar la invitación y poner su sueño a rodar.
Pasar a la acción cuando se presenta la oportunidad es clave.
Este punto, mejor explicado que en «El Secreto» (donde a veces ves
milagros como que de repente te regalan una bicicleta sin que hagas nada)
está en la película documental de Douglas Vermeeren «The Opus» (Zenith.
2012), muy similar a «El Secreto», con declaraciones de grandes gurús,
algunos de los cuales ya salieron en la película de Byrne, por lo que algunos
la llaman «El Secreto II». «The Opus» contiene algunas frases muy buenas
respecto a la toma de acciones: “Sólo comienza. No te hagas preguntas
paralizantes. Ten el valor de lanzarte sin todas las respuestas. Sabe que las
respuestas aparecerán en la acción”.
Quizá te digas algo del tipo «yo quiero conocer chicos pero soy muy
vergonzosa y sé que para conocer chicos he de ir a discotecas y bares y
empezar a hablar con ellos. Me niego rotundamente, no me atrevo, eso no va
conmigo… ¿no es posible con las afirmaciones y la visualización que un
chico venga a mí sin tener que hacer yo nada?» o por ejemplo «quiero un
nuevo trabajo pero con mi trabajo actual no tengo tiempo a echar currículums
y además tengo miedo de que se enteren mis jefes que busco otro trabajo y
me despidan».
Tener estos pensamientos es algo muy normal. Afortunadamente no tienes
que preocuparte por ellos. En realidad, no tienes que preocuparte por pasar a
la acción.
Con el proceso de desbloqueo conseguirás librarte de tus autosabotajes,
siendo la mayoría de ellos simples miedos que te paralizan para actuar.
Si haces bien tu trabajo pasarás inconscientemente a la acción, esta no
te supondrá ningún esfuerzo ni miedo, las oportunidades se te
presentarán “sin querer”, sin buscarlas conscientemente, sólo tienes que
ser consciente de las señales y no empeñarte, encabezonarte en no verlas.
El capítulo siguiente lo dedicaremos enteramente a saber distinguir las
señales.
Joe Vitale lo llama “acción inspirada” porque es una acción que viene de
dentro de ti, no te esfuerzas por crearla, no te esfuerzas por buscarla en el
exterior.
Es como el que busca a la mujer de sus sueños, afirma y visualiza la mujer
ideal y cuando llega una chica perfecta y ésta comienza a tontear con él, coge
y se larga a casa, pensando que «no puede ser», nunca ninguna chica se ha
querido acercar a él y mucho menos una tan perfecta… no significa que te
lances a pedirle ir a cenar y al cine (lo que te podría resultar un esfuerzo
enorme), pero ¡tampoco te largues a casa! Nota que el que una chica se
interese por ti es una señal positiva, tu acción consiste en seguirle la corriente
a esa chica, hablar más con ella y quedar otro día para continuar hablando.
¡Ya está, has pasado a la acción casi sin darte cuenta!
Otro ejemplo, imagina que sufres una enfermedad y tu médico te
recomienda un tratamiento experimental con ayahuasca del Amazonas. No te
niegues rotundamente pensando que «ya has probado de todo y nada
funciona» o cualquier otro argumento. Ahí hay una señal, coge el guante.
La primera vez que usé afirmaciones, a los 18 años, me propuse ser
locutor de radio. Era uno de mis sueños desde pequeño, había hecho un
cursillo a los 15 años y me pasaba el día presentando en voz alta las
canciones de mis CD´s cuando empezaban a sonar. Creía que no lo hacía mal,
o por lo menos desde dentro de mi cabeza sonaba bien. Y quería trabajar
profesionalmente en el medio. El verano que cumplí los 17 ya había intentado
alcanzar mi sueño ayudado por mi “inquebrantable” fuerza de voluntad,
durante meses grabé y edité una maqueta hasta que la consideré perfecta,
superior a la mayoría de programas de corte similar que se podían escuchar
en las frecuencias de mi ciudad, entonces la llevé personalmente a todas las
emisoras de radio de la zona esperando poder cubrir las vacaciones de algún
locutor, sin éxito. Pero el siguiente verano mi estrategia iba a ser muy
diferente, simplemente repetiría mi afirmación tal y como la había aprendido
de Mark Fisher. Al cabo de un mes repitiendo la afirmación lo conseguí, sin
presentar ninguna maqueta a nadie.
¿Qué pasó «en la vida real» durante ese mes que afirmaba sin parar? A mí
me daba muchísima vergüenza ir a hablar con los directores de las emisoras
personalmente para pedirles una oportunidad después de haber presentado ya
una maqueta el verano anterior sin haber obtenido respuesta, por lo que el
miedo al rechazo aún era mayor. No quería que pensaran que soy un niñato
pesado y por mi cabeza pasaban frases del director del tipo «¿qué quieres tú,
chaval engreído? ¿qué te has creído viniendo aquí por la cara sin un título de
periodismo ni de comunicación audiovisual, ni experiencia, ni nada que se le
parezca? ¡Si ni tan siquiera sabes manejar una mesa de mezclas! ¡vete de aquí
corriendo antes de que te coma! ¡Grrrraaaaauuu!». Pero hice mis
afirmaciones y me visualicé manejando la mesa de mezclas, entonces las
ideas comenzaron a revoloteaban por mi cabeza. Descubrí que dentro del
grupo empresarial de una emisora había también una televisión (bajo la
misma dirección) en la que trabajaba de técnico de sonido un antiguo
compañero de Instituto que, además, manejaba perfectamente las mesas de
mezclas, y le encantaba la música (de hecho, hoy en día tiene una próspera
cadena de discomóviles) así que mi plan era que fuera él quien, desde dentro,
le propusiera al director el reto de crear entre él y yo un programa de radio.
Mi amigo era casi tan vergonzoso como yo para pedir las cosas, el típico
técnico que se metía en sus cascos, no hablaba con nadie, y le daba mucho
reparo hablar con su jefe para pedirle nada, especialmente porque era “el
nuevo”. Pero pasé a la acción simplemente facilitándole las cosas. Con el
entusiasmo que me proporcionaba la certeza absoluta de conseguirlo gracias a
las afirmaciones, creé fácil y rápidamente un proyecto, como un plan de
negocio para un programa radiofónico, con guiones de los primeros
programas. Investigué la propia emisora y a las de la competencia y en es ese
momento nadie estaba haciendo un magazine de humor en la ciudad. Era
perfecto pues, pese a lo vergonzoso de mi amigo, él ha nacido para la
comedia, tiene un don natural para ella y a mí me encanta escribir humor, por
lo que ese era el programa que teníamos que hacer. Mi amigo sólo tuvo que
entregarle a su jefe el proyecto de «su amigo friki» y a esperar.
Me impacientaba (dudas, miedos… todo eso negativo de lo que ya hemos
hablado) pero yo continuaba entusiasmadamente afirmando sin parar, en la
ducha, mientras me dormía, al levantarme... Cada vez que le preguntaba a mi
amigo obtenía respuestas del tipo «no… eh…. aún no he podido hablar con
él...». En ese momento yo podía haberlo dejado estar, esperar a ver si pasaba
algo “milagrosamente”. Por supuesto no hubiese pasado nada y no hubiese
creído en el poder de la Ley de la Atracción y quizá nunca más la hubiera
usado ni escrito este libro. Pero decidí afirmar, afirmar y afirmar sin parar
con el convencimiento absoluto (que otros hubiesen llamado “ingenuo”) de
que acabaría trabajando allí. Al final mi amigo habló con el director y éste
dijo que no había presupuesto para hacerlo. Nuevamente podía haberme
rendido y enviar a la basura la Ley de la Atracción pero, como continuaba
afirmando con mucha fe, seguían llegándome inspiraciones para pasar a la
acción, así como oportunidades. Descubrimos que en el grupo empresarial
había un comercial muy joven y entusiasta, como nosotros, al que también le
gustaba el mundillo de la radio y lo convencimos para meterse en el proyecto,
consiguiendo los anunciantes que necesitábamos para el programa. Retoqué
los guiones para incluirlo a él y a los patrocinadores en el programa y el
director aceptó. Empecé a trabajar en la radio siendo el conductor y locutor
principal de un magazine de humor. No había tenido que hablar con el
director ni una sola palabra, cosa que para cualquier persona hubiese sido “lo
razonable”.
Si te has fijado, yo pasé a la acción cuando me sentí inspirado, gracias a
afirmar sin parar, pero no hice nada que no quisiera hacer, no tuve que
enfrentarme a la cara al director para pedirle trabajo, que era lo que más
temía. Fui creando un plan perfecto pero sobre la marcha, no calculado
fríamente por mi cerebro sino surgido desde las inspiraciones. Lo más
importante era afirmar sin parar y no pensar en que debía emprender una
acción incómoda. Simplemente hacía según me venía la inspiración y ya
está. Pero sin dejar escapar ninguno de los pececitos de la inspiración por
desidia, pereza o por rendición.
¡Eso es pasar a la acción! trabajar en tu proyecto cuando te sientas
inspirado mientras afirmas y visualizas, no forzar la situación y las
circunstancias para que se adapten a lo que tu quieres.
Si te has dado cuenta, de nada sirvió forzar la acción, presentar maquetas a
todas las emisoras, es decir, de nada sirvió ajustarse al plan lógico o
razonable que sería: “si eres buen locutor, hay motivos para contratarte”. De
hecho, acabé haciendo un programa en la emisora sin que me hubiera
escuchado antes el director. Según el prestigioso sociólogo canadiense y
escritor de la revista Times de Nueva York, Malcolm Gladwell (un genio que
hay que leer con libros como Fueras de serie, por qué unas personas tienen
éxito y otras no, La clave del éxito o Inteligencia Intuitiva) sólo el 15% de los
trabajos se consiguen mediante la entrega de CV, el resto se consiguen
mediante contactos. Un dato tan curioso como cierto. Al leerlo sobre papel
parece falso pero si te pones a recapacitar y recordar empiezan a aparecer
ejemplos en tu vida, tanto tuyos como de familiares y amigos.
¿Cómo acabó esta historia? Descubrí lo importante que es la “concreción”
en tus afirmaciones. La mía, por ejemplo decía simplemente que «quería un
programa propio en una emisora de radio», pero no me puse sueldo, no dije
que quería estar en nómina. La consecuencia fue que el comercial no
consiguió ninguna publicidad y nunca cobramos nada de ese programa. En
ese momento en el que aún me mantenían mis padres yo era feliz así, pero
mis compañeros del programa se fueron retirando y me quedé yo sólo en la
radio. Literalmente. Aprendí a usar las mesas de mezclas e incluso hacía las
desconexiones con la emisora nacional y cerraba el local. Cuando llegó el
verano y la emisora se quedó sin trabajadores yo pedí algo de dinero, al
menos para los desplazamientos, y se me negó, preferían estar todo el verano
con música programada sin un sólo locutor. Así que pese a mi placer al hacer
radio, mi orgullo frente a la explotación y mis necesidades básicas eran más
importantes, así que lo dejé. Comencé a afirmar para trabajar, esta vez
cobrando, pinchando música en pubs. Lo conseguí casi inmediatamente.
Nuevamente mediante contactos. No tuve que hacer ninguna entrevista de
trabajo ni demostrar nada a nadie. Mi única acción fue buscar amigos en el
mundillo y colarme. Pero algo de acción ha de haberla, aunque al ser
inspirada se produce casi inconscientemente.
Viéndolo en perspectiva me doy cuenta que quizá tenía que haber hecho
afirmaciones para rectificar mi error de falta de concreción, del tipo «ahora
mi programa tiene cinco patrocinadores» o «valoran mi trabajo y me pagan
300 euros al mes». Pero supongo que simplemente se me fueron las ganas de
seguir allí.
Lo más gracioso es que cinco o seis años después, volví a esa misma
radiotelevisión pero esta vez no como locutor sino a la dirección, al tiempo
que se iba aquel director que me negó un sueldo. Y sucedió gracias a la Ley
de la Atracción, por supuesto, y a que cada vez mi visualización y
afirmaciones iban haciéndose más poderosas. Pero esa es otra historia.
Otro ejemplo más sobre pasar a la acción en el que quizá te sientas
identificado. En el último trabajo que tuve antes de pasar a trabajar por cuenta
propia me daba mucho miedo pedir un aumento de sueldo. Yo había tenido
un niño, quería más dinero y trabajaba duro para que mi jefe se fijara, pero a
la vez me daba tremendo pánico mirar a la cara a mi jefe y pedirle más
dinero, especialmente porque siempre se quejaba de que no había dinero, de
lo mucho que cuesta sacar adelante la empresa... Y tampoco quería suplicarle
un aumento a costa de haber tenido un hijo. En mi casa me enseñaron a que
tienes que trabajar duro para ganar más (un error fatal que ya he superado).
Pero hice afirmaciones para ver cómo se solucionaba esto. Simplemente
pedía ganar el doble de lo que estaba ganando, sin tener idea de cómo se iba a
producir este aumento. Entonces surgió la oportunidad para pasar a la acción.
Al dueño de la empresa se le ocurrió la fantástica idea de que la empresa
podía ganar el doble si el mismo número de trabajadores hacíamos el doble
de trabajo, una idea de una “gran visión” para los negocios. Pero gracias a
eso no me costó ningún esfuerzo pedirle el doble de dinero a mi jefe, ya que
íbamos a trabajar el doble. Se lo pedí de la mejor forma que se me ocurrió,
haciéndole una pregunta capciosa: «Bueno… ahora que el dueño ha pedido
que trabajemos el doble ¿No me negarás que ahora mereceremos el doble de
sueldo, no?» No podía decir que no lo mereciéramos, claro y aunque en teoría
eso desvirtuaba el sentido de por qué se hacía, como ningún otro trabajador
se había atrevido a proponerlo, duplicarme el sueldo sólo a mí no suponía un
coste exagerado para la empresa. Al final el trabajo no sólo no fue superior
sino al contrario, ya que creé una plantilla y un sistema para hacer el trabajo
en cadena y lo hice más sencillo por lo que trabajaba la mitad que antes
cobrando el doble.
En este ejemplo también se puede leer entrelineas otra cuestión
importante: a veces parece que tras empezar a realizar tus ejercicios de la Ley
de la Atracción tu mundo se viene abajo y la situación parece que empeora en
lugar de mejorar. ¡Imagínate cómo me sentí cuando comencé a realizar
afirmaciones para cobrar el doble y el jefe anuncia que a partir de ese
momento lo que nos duplicaban era el trabajo! Pero al estar ya muy
familiarizado con la Ley de la Atracción supe ver enseguida que no se trataba
de un castigo sino de una oportunidad que me brindaba el Universo para
actuar sin miedo, tenía una inmejorable excusa para obtener lo que quería.
Así que, aunque temas pedir un aumento de sueldo o lo que sea, no te
preocupes, sólo visualiza, afirma lo que desees y desbloquea tus dudas y
miedos y ya veremos cómo se las ingenia el Universo para facilitarte las
cosas. Y cuando creas que el Universo te lo ha puesto cuesta arriba detente y
recapacita si no será una oportunidad encubierta, en caso de no ver la
oportunidad continúa afirmando y visualizando con fe ciega.
A veces lo que nos empuja a actuar no es una señal clara sino una
“idea”. Entonces, muchos me preguntan
«¿Cómo voy a saber si he de pasar a la acción cuando tengo una idea si se
supone que he de intentar no averiguar el “cómo”?» «¿Cómo sabré si no he
sido “yo” quien ha creado forzosamente esa idea para ajustarla a mis
necesidades?»
Se trata de una lucha entre la INTUICIÓN y la RAZÓN, entre el
inconsciente y la consciencia.
En la teoría, leyéndolo en este u otros libros, parece muy complicado
discernir las diferencias. Sin embargo, en la práctica real es mucho más
sencillo porque cuando te llegue la inspiración para actuar te vendrá como un
«eureka», una sensación de claridad al estilo de «lo tenía delante de mis ojos
y no me había dado cuenta», un segundo de iluminación. Los “cómo” falsos
vienen cuando estás forzando respuestas con la mente racional, con la
consciencia, mucho más limitada que cuando te llegan del inconsciente (o del
Universo, la conciencia Universal…). Cuando te venga a la cabeza un
“cómo” o un siguiente paso para actuar tienes que intentar dilucidar de dónde
ha llegado ese pensamiento. Los “cómo” falsos, los que vienen de la razón,
de la consciencia, suelen llegarte cuando estás pensando conscientemente en
tu objetivo y te confunden porque piensas que es una solución “razonable” a
tu problema. Los “cómo” verdaderos cuando te lleguen te darás cuenta de
inmediato que son verdaderos, no albergan dudas y te entusiasman y empujan
a actuar de inmediato, además, suelen producirse cuando el origen es tu
inconsciente en lugar de tu consciente, lo que suele producirse siempre que
éste está distraído (realizando una tarea repetitiva, de esas que haces
automáticamente, sin darte cuenta, intuitivamente ¡inconscientemente! como
puede ser conducir, ducharte, plancharte el pelo, lavar los platos…) o cuando
estás en estado alfa, meditativo o de somnolencia.
En resumen, cuando te llegue a la mente un “cómo” razonable pero que no
te entusiasme ni te empuje a la acción de inmediato… desconfía. Cuando te
venga a la mente un “cómo” de los buenos no necesitarás que nadie te
reafirme, simplemente lo sabrás intuitivamente y actuarás sin demora, sin
dudas y sin pensar en posibles obstáculos que te detengan. Pero para que te
lleguen esos “cómo” hay que afirmar, desbloquear y visualizar.
Para ayudarte a dilucidar si se trata de una llamada a la acción de la Ley de
la Atracción, es importante que estés muy atento a las señales que te va
lanzando el Universo.
La retroalimentación: señales de conflicto y de
cooperación
Si te llega una señal para que actúes, para que te lances a por ello, pero no
eres capaz de verla o interpretarla como tal, no sirve de nada todo lo que estás
haciendo en aras de conseguir tu deseo.
¿Recuerdas cuando en el capítulo de las afirmaciones hablábamos de
buscar señales de retroalimentación (de conflicto y cooperación) de nuestra
mente y nuestro cuerpo para saber si estábamos en buen o mal camino? Pues
lo mismo vamos a hacer en el mundo externo para ver si lo estamos haciendo
bien cuando pasemos a la acción. Buscaremos señales, pistas.
Cuando hice la afirmación para encontrar un nuevo reto que me hiciera
levantarme temprano por las mañanas surgió la idea de este libro. Me empecé
a levantar temprano como yo quería pero en lugar de ponerme a escribir el
libro empecé a hacer más ejercicios de visualización y afirmaciones para que
saliera bien el libro y otros objetivos/intenciones que tenía en mente. De
pronto me puse enfermo de gripe. Cuando me pongo enfermo sé que algo he
hecho mal. Estoy acostumbrado a notar que una enfermedad es un indicio
de que me estoy desviando en algún sentido del camino. Pero no lograba
ver qué era. De pronto no sólo no me apetecía levantarme temprano sino que
además tenía una excusa, estaba enfermito. Pero no encontraba lo que estaba
mal. De repente los accidentes se fueron multiplicando: un esguince en el
brazo, luego otro en el cuello, me cae un destornillador usando chanclas y me
rebota haciéndome sangre en tres dedos del pie, se me rompen cuatro vasos
(en diferentes momentos de la misma semana), mi hijo se pilla un dedo con la
puerta delante de mí, mi mujer y el bebé se resfrían… me empezaba a dar
miedo que las consecuencias de lo que iba mal en mí afectara también a mi
familia. Era innegable que algo estaba haciendo mal ¿el qué? Tardé en darme
cuenta que el problema era ¡que no había pasado a la acción! Ya tenía la
respuesta a mis plegarias, ya sabía lo que tenía que hacer (escribir un libro)
pero no lo hacía, ibra procrastinando la escritura. Como habrás deducido, en
cuanto me puse de lleno con el libro volví a levantarme temprano con ilusión
y los accidentes desaparecieron completamente.
Así que, dos son las moralejas de esta historia.
Pasa a la acción sin demora en cuanto te llegue la inspiración.
Si tienes indicios negativos tenlos en cuenta, te están queriendo decir que
de algún modo te estás desviando.
Martha Beck (Encuentre su propia estrella polar) es una de las que más
claramente se han manifestado al respecto de las señales, afirmando que
“todo lo que nos causa estrés y esfuerzo, aunque pueda parecer que valga
la pena, probablemente no forma parte de nuestra verdadera
trayectoria”, es decir, no va en línea con el Universo, con nuestro propósito
vital. Y como ya has visto en la historia que te acabo de contar, “tu cuerpo y
tu mente te dirán cuándo el yo esencial ha sido ignorado, ya sea por medio de
una enfermedad, de pérdidas de memoria, de rabia retenida, de apatía, de
lapsus freudianos o de alguna forma de adicción. ¡Escucha tu cuerpo!”
Pero no sólo tu cuerpo te da indicios de que algo no va bien, también hay
señales externas como cuando tu coche o tus electrodomésticos se estropean,
se cancela tu vuelo, la persona que te gusta tiene un contratiempo y no puede
acudir a vuestra cita, se borra accidentalmente un fichero de tu ordenador…
Por supuesto también hay indicios positivos de que todo está funcionando
sobre ruedas, sólo que son mucho más difíciles de ver porque cuando todo va
bien damos por hecho que tiene que ser así, que es lo normal, o que hemos
tenido un golpe de suerte, de ahí que sea tan importante el monitoreo diario
del que luego hablaremos.
Voy a ponerte algunos ejemplos personales bastante claros de indicios
positivos y negativos:

Ejemplos de indicios positivos


Hace muy poco, por ejemplo, tuve un día muy afortunado con varios
indicios positivos bastante claros: mis suegros nos regalaron un lavavajillas,
mis padres un jamón ibérico y durante el día todo lo demás fue de maravilla.
Desgraciadamente yo no soy muy manitas y había que hacerle hueco al
lavavajillas a través de un mueble de la cocina, bajo la encimera. Parecía que
iba a producirse una pesadilla en toda regla. Mi suegro se presentó para
ayudarme y las sorpresas fueron de bien en mejor. Primero, con la madera del
mueble que quitamos para hacer hueco pudimos sustituir otras partes del
mueble que se habían deteriorado, con lo que quedó mejor que antes.
Después, al sacar el fondo del mueble apareció una toma de agua, un desagüe
y un enchufe, lo que necesitaba el lavavajillas, por lo que no teníamos que
complicarnos con la electricidad ni la fontanería. Al final el lavavajillas
encajó perfecto. Otra cosa que se auguraba mala fue una comida que tenía ese
día a la que acudirían unas personas que suelen causar problemas allá donde
van, sin embargo, se portaron como unos mansos corderitos, algo totalmente
inesperado.
No es que fuera un día especialmente extraordinario pero, todo lo que
sucedió, sucedió a la perfección, sin imprevistos (o los imprevistos fueron
para bien) y todo ello fueron indicios positivos de que estaba yendo por buen
camino con el objetivo que estaba persiguiendo.
Otro ejemplo de cuando las cosas funcionan bien fue la semana fantástica
en la que acabé la escritura de mi primer guión de largometraje, gané un
concurso de spots de televisión y me ofrecieron mi primer trabajo estable,
bien remunerado (para ser mi primer empleo estable) y con mucho tiempo
libre. Cuando estás haciendo las cosas bien (en sintonía con el Universo y
con tu subconsciente) todo funciona perfectamente. Has de estar atento a
estas señales y tomar conciencia ¿qué estás haciendo en esos momentos para
que todo esté yendo tan bien? ¿estás trabajando en algún proyecto? ¿estás en
contacto con ciertas personas a las que no veías desde hacía cierto tiempo o
que no conocías? Sé consciente de que toda esa racha de buena suerte no
son puras coincidencias sino mensajes del Universo de que algo estás
haciendo “en sintonía”. Como he comentado hace unas líneas, el monitoreo
del que hablaremos en el siguiente capítulo, es fundamental.

Ejemplos de indicios negativos


Por suerte o por desgracia los indicios negativos suelen ser bastante más
evidentes. Teniendo un empleo estable y bastante bien remunerado me
ofrecieron un puesto de primer asesor de alcalde de una localidad vecina. Era
una oferta “irrechazable” en lo económico y en lo profesional, suponía subir
un escalón (o dos) en mi desarrollo personal y en mi status, además de un
nuevo impulso motivacional. Quedé con el alcalde para una reunión en su
despacho en el Ayuntamiento, edificio que me costó encontrar (primer
indicio. Esto se me repite muy a menudo, en cuanto algo no es para mí, mi
coche me suele avisar: me pierdo, se estropea…) y en en el momento en el
que pisé el edificio consistorial comencé a sentirme mal, tanto que pese a
llegar tarde (cosa que pasa en contadísimas ocasiones porque es algo que no
soporto, así que era otro indicio de que algo no iba bien) tuve que dirigirme al
servicio donde eché hasta la última papilla. Durante la reunión me sentía
“ido” y apenas fui consciente de lo que me dijo el señor alcalde. Pero, ni falta
que hizo, yo ya había tomado la decisión. No iba a aceptarlo. No sabía
explicar razonablemente por qué no debía aceptarlo ya que parecía una oferta
irrechazable pero he aprendido a hacer caso a las señales de mi cuerpo (y de
mi coche). E hice bien. Dos meses después le hicieron una moción de censura
al alcalde y tuvo que dejar su puesto. Él y todos sus asesores, por supuesto.
Siendo aún joven y en plena búsqueda de mi propósito vital, llegué a la
conclusión de que quería escribir y como me apasionaba el cine quise
hacerme escritor de guiones. Empecé por guiones de cortometraje, el
problema es que cuando eres joven y no tienes experiencia en el mundillo del
cortometraje es difícil que nadie quiera rodar tus guiones. A ese nivel de
primerizos, normalmente los que quieren dirigir una película quieren hacerlo
con sus propios guiones, quieren ser un director-autor, especialmente en
Europa. Pero como yo estaba empeñado en que mis guiones se vieran en
pantalla decidí hacerme yo mismo director (como ves, me estaba desviando
mucho de mi propósito; de escritor a director de cine se va mucho, y cuando
te desvías de tu propósito vienen los problemas) y me puse a estudiar
obsesivamente todos los manuales existentes y a ver todas las películas
oscarizadas y nominadas de la historia del cine, me puse a practicar con la
cámara, hice talleres y cursos de dirección, aprendí a montar video… y estuve
un año escribiendo el guión y el guión técnico, haciendo castings para actores
y técnicos y preparando al detalle cada plano antes del rodaje. Me gasté
mucho dinero que ni siquiera tenía. Pero cuando no estás alineado con tu
propósito… ni toda la preparación del mundo puede ayudarte (de hecho la
acción, forzar las cosas es contraproducente, como ya hemos visto). Llegó la
ansiada semana del rodaje, todo estaba programado al detalle, íbamos a rodar
todo durante una semana en un caserón perdido entre naranjos. El día antes
del rodaje, con la tranquilidad de saber que todo lo tenía preparado, decidí
alquilar alguna película inspiradora y encontré «Cabeza Borradora», la
primera película que hizo David Lynch siendo aún un estudiante gracias a
una beca del The American Film Institute for Advanced Film Studies. Qué
decir que tuve pesadillas toda la noche y a penas pude dormir. Era un primer
indicio negativo pero aún no estaba muy familiarizado con ellos y, por
supuesto, eso no me iba a detener después de tanta preparación. Conduje
hasta el caserón y se estropeó el coche unas cuantas veces (como ya te he
dicho, mi coche me da avisos muy claros…), me perdí unas cuantas veces,
además gravemente porque hice kilómetros y kilómetros quedándome sin
gasolina y para más inri, habiéndome gastado hasta el último céntimo en el
cortometraje estaba perdido en un pueblo desconocido, sin apenas gasolina,
sin saldo en el móvil (en aquel entonces los estudiantes funcionábamos con
móviles de prepago), ni tan siquiera para hacer una llamada perdida y sin
dinero para llamar desde una cabina. Estaba desesperado. Recuerdo haber
estado buscando por todas las cabinas telefónicas del pueblo alguna moneda
con la que llamar, incluso por el suelo y las alcantarillas de alrededor. Creo
que al final se solucionó milagrosamente porque alguien me llamó y vino al
rescate. Pero llegué muy tarde y lo peor aún estaba por venir. Cuando
llegamos al caserón que nos había dejado un amigo que hacía las veces de
productor ejecutivo ¡se estaba rodando un cortometraje! Así es… mi amigo
había dejado el caserón a otros amigos para que rodaran otro cortometraje. Y
por supuesto mi amigo no cogía el teléfono, además de que tenía que traer la
cena para las veinte personas que estábamos allí y era casi medianoche.
Supuestamente había dejado el caserón a esa gente para que rodaran antes
que nosotros pero, claro, el rodaje se les había retrasado (iban rodando sobre
la marcha, no tenían ni guión) y estarían unos días más. Me sentía como si
tuviera unos okupas en mi casa y no pudiera echarlos. El chico de la cena
llegó a medianoche cuando ya casi todos los actores y técnicos me iban a tirar
por la borda cual Cristóbal Colón… El productor ejecutivo dijo que no había
problema, que el otro rodaje recogería al día siguiente, nosotros podíamos
rodar de momento las escenas de la planta de arriba que no estaba “okupada”
durante toda la noche. Y así lo hicimos pero al día siguiente con escasas
fuerzas por falta de sueño, vimos con los ojos entreabiertos que los del otro
rodaje no sólo no se habían marchado sino que parecía que iban a quedarse
instalados mucho más tiempo. Mis actores y técnicos fueron adquiriendo
nuevos compromisos y abandonaron progresivamente el rodaje con lo que
fue imposible continuar. Ya habíamos puesto todos los parches que se podían
poner. Tuve que suspender el rodaje. Supuso un gran mazazo para mí… pero
no se puede decir que el Universo no intentara avisarme.
Además de mis sensaciones físicas (especialmente relacionadas con el
estómago), coincidencias desastrosas y mi coche, otro gran indicador
negativo que tengo es la informática. En cuanto me entra un virus, se me va
Internet o se me bloquea el ordenador, sé que “algo está pasando”. Un
ejemplo sencillo fue la semana pasada mismo que compré un router nuevo,
previsiblemente sencillo de configurar pero estuve una semana peleándome
con él para poder conectarlo. No sabía donde estaba el problema y me negaba
a contratar un informático habida cuenta que, en principio, no se me da mal.
Cuando conseguí configurarlo después de mucha pelea me di cuenta que no
era exactamente el aparato que necesitaba y tuve que devolverlo. A veces nos
empeñamos en insistir tozudamente sin darnos cuenta que podríamos surfear
fácilmente por la realidad dejándonos llevar por los indicios del Universo.
Otro ejemplo informático que costó mucho dinero (afortunadamente no para
mí) fue cuando estaba trabajando de editor jefe en un periódico y estaba a
punto de enviar a la imprenta un periódico cuando se me bloqueó el
ordenador. Era algo inaudito, tenía un ordenador Apple de última generación
y nunca se bloqueaba, y mucho menos en una tarea tan sencilla como enviar
el periódico por FTP. Había una foto que no me agradaba demasiado y tenía
una sensación muy negativa respecto a la misma, podría haberla cambiado
pero el director de la publicación había dado su visto bueno y supondría tener
que llamarle a altas horas de la noche para decirle que tenía sensaciones
negativas respecto a la foto y que sería mejor no publicarla. Pero era más
fácil no molestarle por algo que ya me había dicho que publicara así que
insistí tozudamente y envié el periódico como pude a través de otro
ordenador. Cual fue mi sorpresa (o no tanto) cuando a primera hora de la
mañana me dijo el Director que había ordenado la retirada del periódico y
reimpresión sin la fotografía porque al propietario de la publicación no le
había gustado. Sí, esas cosas pasan.
Lamentablemente, muchas veces hasta pasado un tiempo no sabemos a
qué venía ese mensaje tan drástico que nos decía que no (o que sí). Pero para
ayudarnos a ser más consciente de todas estas situaciones lo mejor es llevar
un seguimiento diario del que vamos a hablar en el capítulo siguiente.
También he de destacar que cuanta más experiencia tengas con la Ley de
la Atracción, los indicios (sean en forma de coincidencias, buena o mala
suerte) se irán haciendo cada vez más manifiestos. En realidad, no es que
haya más indicios o éstos se expresen en tu realidad de forma más palmaria
sino que tú mismo irás capacitándote con el tiempo para verlos antes y mejor.
Por ejemplo, cuando trabajaba en el periódico me fijaba en todos los detalles
que habían salido mal, cuando nadie más se daba cuenta hasta que yo lo
indicaba (así aprendí a no hablar nunca de los errores que sólo yo percibía).
Para los demás el hecho de que una columna no esté justificada normalmente
es invisible pero para alguien experimentado “salta a un primer plano” como
si se tratara de la aberración más grande de la historia. Resumidas cuentas,
cuanto más experimentado estés en fijarte en los indicios positivos y
negativos más fácilmente los percibirás, dejarán de ser invisibles para ti.

Fluir con los indicios


En ocasiones lo que parece un golpe de mala fortuna no es otra cosa que el
Universo que está dirigiéndonos hacia la consecución de nuestros deseos. El
típico ejemplo sería un señor al que despiden y cree haber caído en desgracia
pero encuentra un trabajo mucho mejor. Una puerta se cierra y otra se abre.
Pero durante el día a día ocurren pequeñas cosas que pueden darte pistas
de que algo está pasando y el Universo te indica que vayas por una
determinada senda, sin oponer resistencia, sin forzar las cosas. Por
ejemplo, hace un poco me dirigía a la oficina de correos a enviar una carta
certificada reclamando un pago que se debía desde hacía tiempo a la empresa
de mi esposa, había pasado ya demasiado tiempo sin tener noticias de la
persona deudora y tuvimos el miedo de que no fuera a pagar nunca por lo que
escribimos una carta bastante dura amenazando con ir a los tribunales
(después de haber realizado infructuosamente algunos ejercicios de la Ley de
la Atracción intentando recibir la cantidad adeudada, se puede decir que perdí
la fe de recibir el dinero y quise forzar la acción). Llegué a la oficina de
correos y empecé a dar vueltas sin poder encontrar un sitio para aparcar pero
estaba empecinado en enviar la carta cuanto antes y olvidarme del asunto, así
que me dirigí a la mensajería privada con la que realizamos los envíos de la
empresa y la recepcionista, con la que tenía ya mucha confianza, me dijo que
enviar una carta con certificado del contenido (y por ende con validez ante un
tribunal) suponía mucho papeleo y que en ese momento no me podía explicar
porque se le había acumulado una ingente cantidad de clientes. Entendí que
ya eran dos indicios bastante claros de que no tenía que enviar esa carta y
volví a mi hogar. Cuando llegué a casa, mi mujer me preguntó si había
enviado ya la carta porque la había llamado la deudora, de la que no sabíamos
nada desde hacía tiempo, diciendo que se disponía a pagar. Y así lo hizo.
En resumen, tienes que “navegar” por la vida, “fluir” al ritmo de los
pequeños mensajes que van apareciendo. Al principio te resultarán difíciles
de ver pero poco a poco, aunque sean sutiles como no encontrar sitio para
aparcar, podrás discernir que estás ante uno. No es tan difícil, sólo debes estar
atento, intentar ser consciente de cada momento, de si lo que te está pasando
AHORA te guía hacia adelante (sientes más energía y motivación,
coincidencias positivas o golpes de fortuna, te hacen regalos, la gente y los
animales se te acercan con más amor…) y tienes que pasar a la acción o lo
que te sucede te guía hacia detrás (mala suerte, tropiezos, coincidencias
negativas, tu coche o aparatos electrodomésticos se estropean…) y entonces
debes hacer un alto en el camino, no forzar las cosas, la regla es fluir por el
camino que ofrezca menor resistencia y gozarlo.
En ocasiones no sabemos si lo que nos está pasando es “bueno” o “malo”,
entonces puedes usar lo que Abraham Hicks ha denominado «Sistema de
Guía Emocional», es decir, ante la duda sobre si lo que te está ocurriendo es
algo que te acerca o te aleja de tus deseos sólo tienes que observar tus
emociones. ¿Qué sientes ahora? Si sientes alegría o gozo vas por buen
camino, si es una emoción negativa mejor prueba otra cosa.
Una última advertencia respecto a las señales: no debes tomar las
señales por la demostración misma y luego sentirte decepcionado. Por
ejemplo, si deseas un coche y alguien te regala un cochecito de juguete debes
saber que se trata de una señal de que vas por el buen camino y no enfadarte
pensando que el Universo se burla de ti.
El Monitoreo
¿Por qué es tan importante llevar un seguimiento de mi progreso?
Porque muy a menudo tu éxito se va encauzando de maneras muy
diferentes a como habías imaginado al principio o durante el propio camino;
sí, es un error imaginarte cómo sucederán las cosas pero es muy humano que
se te cruce por la cabeza algún breve pensamiento del tipo «el dinero me
llegará a través de un aumento de sueldo». El Universo es bastante más
inteligente que tú y sabe cuál es el mejor y más corto camino. Pero quizá,
como creías que otro camino era más sencillo, cuando el Universo te lleva
por otros derroteros no percibes bien lo que está pasando y creas que tu
objetivo/intención se está esfumando, lo que provoca en ti mayor desilusión y
que canceles tus progresos. Y lo que es más importante, sin un monitoreo
diario no distinguirás las señales de conflicto o cooperación. Todo esto ya
lo hemos visto, por ejemplo con la historia del chico pelirrojo que quería ser
actor. Llevar un seguimiento (monitoreo) te ayudará a ver con mejor
perspectiva lo que está pasando.
Por ejemplo, si tu quieres encontrar la felicidad al lado de una persona que
te quiera, te comprenda y acepte a tus dos hijos como si fueran propios; quizá
pienses en principio que “lo más normal” es que un día encontrarás a ese
hombre de tus sueños en las clases de baile a las que te has apuntado, en las
fiestas a las que te invitan tus amigas o un día tomando un café se acercará un
apuesto desconocido y te preguntará si puede sentarse contigo ya que no hay
más sitio en todo el establecimiento, acabará invitándote al café y surgirá una
cita y posteriormente un idilio ¡Baja de las nubes! Es posible que suceda así,
pero muy poco probable. Cuando estés haciendo un repaso diario de lo que
ha sido tu día, lo más habitual es que no encuentres ese momento cumbre en
el que un desconocido te lleva en brazos a lomo de su caballo blanco, pero
descubras una pequeña señal. Por ejemplo estás evaluando «¿qué me ha
acercado hoy a mi objetivo?» y descubras, que ayer un hombre veinte años
mayor que tú, al que apenas habías tenido en cuenta estaba jugando con sus
nietos en el parque, junto a tus hijos, y te dijiste mentalmente «esa es una de
las características que me gustaría del hombre de mis sueños» y hoy lo has
vuelto a ver en el parque con sus nietos jugando con tus hijos «¡Vaya! ahí
tenemos una pequeña señal», una señal que seguramente no hubiésemos visto
sin el monitoreo diario, embelesados con las fantasías de un príncipe azul.
Siendo consciente de esa señal, por un lado nuestra actitud será más positiva,
sabiendo que “algo-no-sé-qué” nos acerca a nuestro objetivo y por otro lado
podemos tirar un poco del hilo de esa señal (pasar a la acción) y entablar una
conversación con ese señor y, nunca se sabe, quizá pienses que es la mejor
persona que has conocido en tu vida y te enamores; o quizá te presente a su
hijo divorciado y éste sea la mejor persona que has conocido en tu vida y te
enamores; o quizá te invite gratuitamente a sus clases de historia del arte
donde conozcas al hombre de tus sueños… nunca se sabe, sólo sigue las
señales, no las niegues...

¿Cómo realizar el monitoreo?


Por supuesto, el monitoreo está contemplado en la plantilla del protocolo
L.A. 20/80 por lo que no será complicado, voy a explicarte brevemente en
qué consiste.
El monitoreo no es algo que suela estar bien recogido en los manuales de
la Ley de la Atracción. Sí es cierto que muchos autores insisten en la
necesidad de un seguimiento pero nadie lo sistematiza tan bien como Stuart
Lichtman de quien he recogido los puntos básicos de la siguiente manera:
Diariamente lee tu afirmación, imaginando y experimentando lo que
describes (visualizando con los cinco sentidos como ya hemos visto) y en
una hoja de papel aparte escribe lo que has hecho ese día para atraer el
objetivo/intención (en nuestro caso no necesitarás una hoja aparte,
tendrás una columna en tu plantilla de protocolo), así como las señales de
conflicto y cooperación externas, del Universo que hayas percibido en tu
día, por ejemplo, si el coche se te ha estropeado yendo hacia tu entrevista de
trabajo o si como por arte de magia una persona que no veías desde hacía
años te ha llamado y te ha contado que está a punto de abrir su nueva
empresa.
Si durante tus afirmaciones y visualizaciones diarias o incluso cuando
estás escribiendo tu monitoreo aparecen señales de conflicto internas
(pereza a la hora de hacer las afirmaciones, aburrimiento, dudas,
miedo...) repara en ellas, anótalas en la plantilla e intenta modificar tu
afirmación y volver a hacer repeticiones hasta que veas que las señales
de conflicto dejan paso a señales de cooperación (alegría y felicidad,
entusiasmo y avidez, certeza del logro...) o realiza el proceso de
desbloqueo como ya hemos visto.
Rememora tu día anterior y anota también esos indicios positivos o
negativos que te han hecho ser consciente de que “algo estaba pasando”,
esas coincidencias positivas o negativas, esos pequeños golpes de buena o
mala fortuna, etc. Evalúa en qué pueden estar acercándote o alejándote
de tu objetivo.
Importante, cuando hayas logrado tu objetivo/intención. Completa el
proceso felicitándote a ti mismo y regalándote un pequeño capricho.
Ya hemos hablado de la importancia de concederse premios. Los premios
pueden ser de cualquier tipo y en cualquier momento en el que se vayan
dando pasos y pequeños logros siempre y cuando no entren en conflicto con
tu objetivo principal (no te premies con un atracón si tu objetivo es perder
peso). Con estos premios por un lado le dices a tu subconsciente que estás
haciendo las cosas bien, por otro relacionas placer con la consecución de
objetivo y por ende, al final creas un anclaje muy fuerte para tus
siguientes objetivos/intenciones.
Recuerda que es muy importante establecer tus pequeños premios
antes del momento mismo de premiarse. Con esto consigues varias cosas:
Lo primero es no tener que pararse a pensar cómo te puedes premiar.
Si te detienes supone un esfuerzo extra que te detiene a premiarte y sería muy
fácil que incluso aplazarás ese premio y al final nunca te premiarás. Se te
pasa la ilusión. Recuerda que para establecer un buen anclaje
cumplimiento y premio han de estar lo más cercanos en el tiempo
posible. Además supone un incentivo para perseguir tu siguiente paso
hacia el objetivo.
La dieta de Timothy Ferris, sin utilizar estos conceptos de premios,
establece que después de toda una semana a dieta debes darte un día libre
como premio. En teoría toda dieta es infinita, ya que en cuanto la dejamos
volvemos a ganar peso, por eso, la expectativa de que una dieta es para
siempre la tomamos como irreal y tarde o temprano la dejamos, sin embargo,
si sabemos que un día a la semana podremos comer lo que nos venga en
gana, la expectativa es esperar simplemente al siguiente día libre. Así es
mucho más fácil evitar las tentaciones ya que cuando las sientes simplemente
hay que pensar, no pasa nada, la tomaré el próximo sábado en mi día libre.
Recomiendo encarecidamente su libro «El cuerpo perfecto en 4 horas».
Resumen de todo esto
Ya está todo lo que tenía que contar. Inmediatamente nos pondremos ya
con la plantilla del Protocolo L.A. 20/80 pero déjame que antes hagamos un
rápido repaso de lo más importante que hemos visto (el mejor 20%), lo que te
servirá tanto para tener una visión global como para refrescar la memoria e
incluso como resumen, para cuando quieras volver a utilizar en un futuro la
Ley de la Atracción, acudas directamente a este capítulo, sin tener que volver
a leerlo todo antes de ponerte a practicar.
Algunos apartados los verás combinados o cambiados de lugar respecto a
cómo lo hemos visto anteriormente en el libro porque en su momento
requerían explicarse por separado o en otro orden para facilitar la
comprensión.
En cualquier caso, si has leído todo el libro hasta aquí de forma muy
rápida y reciente, no es necesario que vuelvas a leer todo el resumen, puedes
acudir directamente al siguiente apartado dedicado al Protocolo L.A. 20/80.
La base para que todo funcione es el propósito. El propósito hace que tus objetivos se alineen con
tu subconsciente y por lo tanto vayas en línea recta hacia tus deseos, sin dar vueltas ni zigzagueos.
La mejor manera de descubrir tu propósito es hacerte una serie de preguntas (a modo de tormenta
de ideas) y reflexionar muy bien las respuestas:
- Si de repente me encontrara con 20 millones de euros en el banco y el dinero dejara de ser una
preocupación ¿a qué dedicaría mis horas?
- ¿Qué hacía cuando era pequeño en mi tiempo libre?
- ¿Qué desearía realmente de la vida si estuviera absolutamente seguro de poder conseguirlo?
- ¿Qué haría si no pudiera fracasar? ¿si fuera 10 veces más listo que el resto?
Lo crucial a la hora de hacerte correctamente estas preguntas es no criticarte ni autoengañarte.
Pregúntate constantemente “Por qué”.
Por ejemplo: “Quiero ser cantante, es la mayor ilusión de mi vida. Cuando era pequeño siempre
cantaba y ahora sigo haciéndolo en la ducha”–¿Por qué?– “ejem... porque me gusta...–No en serio ¿por
qué? hurga en tu interior– “creo que me gustaría que la gente me viera en la tele” –¿por qué?– “quiero
ser admirado” –¿por qué?– “no sé… de pequeño solíamos estar mis padres y yo en el sofá acurrucados
viendo las actuaciones de los sábados por la noche en la tele y veía los ojos de mi madre admirando a
Luis Miguel… quiero que mi madre me mire con esos ojos, quiero sentirme querido y admirado así por
mi madre”. –Ahí lo tienes. Tu propósito es la búsqueda de sentirte querido y admirado, no es ser
cantante. Saberlo te guiará mucho mejor en la vida y sabrás por qué quieres ser cantante. El ser cantante
se convertirá no en tu finalidad, sólo en tu camino.
Una vez ya sabes cuál es tu propósito en la vida te resultará más fácil establecer tus deseos y
objetivos concretos, siempre con la mirada puesta en la realización personal de tu vida.
Lo primero que hay que saber y en lo que prácticamente todos los mentores coinciden es que para
poner en marcha tu objetivo tienes que ponerlo por escrito.
Ahora empieza lo divertido, elegir entre todas las posibilidades que te ofrece el vasto catálogo del
universo. Pero es muy normal que suceda la paradoja que con tanto donde elegir te quedes en blanco,
que de tantas posibilidades te bloquees.
Para eliminar este bloqueo puedes hacer dos listas, una de las cosas que te urgen y otra de tus
máximos deseos y luego dividas cada lista en tres segmentos: tener, ser y hacer.
A la hora de elaborar las listas siempre ten presente el propósito vital que ya tenemos que haber
establecido.
Te resultará muy útil separar tus deseos por áreas. Piensa en tu desarrollo personal y profesional,
en tu salud, en tu felicidad, en las relaciones sociales y de pareja e incluso en tu altruismo.
Puedes poner lo que no quieras para facilitarte la tarea, pero asegúrate inmediatamente de
convertirlo en una frase en positivo.
Cuando sólo obtenemos respuestas vagas y quejas y más quejas, especialmente en los momentos
posteriores a un gran trauma:
Coge una hoja y escribe en lo alto “Debería…” e intenta acabar la frase con 5 o 6 respuestas
diferentes.
Ahora lee cada frase y pregúntate ¿Por qué? ¿Cuál es la razón? y revelarás muchas creencias y
limitaciones.
Finalmente vuelve a escribir cada frase pero sustituyendo el “Debería…” por “si realmente
quisiera podría…”.
Al ir haciendo la lista te darás cuenta que muchos “ser” se convertirán en “hacer” y en “tener”. No
hay problema, todo lo contrario, eso es bueno y es lo que acabarás haciendo, porque estás concretando
lo que quieres y como veremos, esto es fundamental.
Por ejemplo, “quiero ser cantante profesional” puede convertirse en “quiero hacer una maqueta de
calidad” o “quiero tener una entrevista en la radio musical más famosa de mi país”. O “quiero ser
Astronauta” puede convertirse en “quiero tener buenas notas en mi prueba de acceso a la Universidad
para ingresar en el Instituto de Astrofísica”.
El hecho de dividir tus deseos en lo que te urge y lo que más deseas y a su vez en “ser”, “hacer” y
“tener” ha sido para ayudarte a recordar cuáles son tus deseos, pero ahora, trabaja con todos los
elementos de tus dos listas como si fueran una sola lista para hacer un filtrado.
Tacha las que devuelvan una respuesta negativa:
- ¿Realmente lo deseas (o lo necesitas) o es solo un interés pasajero?
- ¿Es humanamente posible de realizar?
- ¿Es respetuoso con la gente?
- ¿Es coherente con el resto de la lista?
No tengas miedo de tachar, sólo estás priorizando y cuando empieces a lograr deseos de forma
habitual podrás volver a repasar tus viejas listas.
La lista está totalmente “viva”, puedes ir añadiendo y eliminando cosas que ya no desees tanto o
que hayas cumplido. Puedes empezar por 20 o 30 e ir subiendo a medida que vayas deseando cosas.
Eso sí. Felicítate bien cuando hayas logrado algo, en lugar de tacharlo, señálalo con letras bien
llamativas de «¡Victoria! ¡Gracias!»
Pero ojo, cada vez que añadas un nuevo objetivo no te olvides de hacerle de nuevo el cuestionario
de antes (si realmente lo deseas, es humanamente posible, respetuoso y coherente con el resto de la
lista), siendo especialmente cuidadoso en observar que no se contradiga con ningún objetivo anterior ya
que un gran peligro que se corre con tantos objetivos es la facilidad con la que pueden colisionar y
bloquearse unos a otros.
Algunos autores opinan que demasiados objetivos diseminan el poder de la Atracción así que ten
la lista de deseos ahí, escrita, y repásala cada día, este simple hecho ya irá poniendo en marcha los
objetivos por ti, pero establece prioridades de los deseos que prefieras que se cumplan primero y trabaja
en afirmaciones y visualización sólo con tu objetivo prioritario. Los otros no los descartas, están ahí, ya
les llegará su momento.
Se realiza la intención, no el deseo. La intención es una forma por la cual le dices al Universo que
estás dispuesto, decidido formalmente a hacerla realidad frente a los meros deseos, apetencias, gustos,
preferencias, ensoñaciones...
La manera más eficiente de poner un deseo en movimiento es escribiendo al principio “He
decidido…” y luego tu deseo. Esto lo convierte en una orden para llevarla a cabo.
Vamos a trabajar nuestros objetivos como si fueran intenciones, de hecho, lo correcto sería hablar
ya con términos de intenciones en lugar de objetivos o deseos.
«¿Cómo conseguiré mi objetivo/intención?» No malgastes tu tiempo ni energía en intentar
descifrar «cómo» lo solventarán el subconsciente y el Universo por ti. Sólo estarás ralentizando, si no
bloqueando, el éxito.
Después de establecer nuestra lista de objetivos lo más prudente es preguntarse si estamos ante un
verdadero deseo o un “cómo”
Es posible que una meta no sea más que un “Cómo” pero al que le has dado el rango de meta. Para
evitar caer en este tipo de autoengaño habría que preguntarse constantemente “¿Por qué?” quiero tal o
cual meta, aunque en este caso sería para averiguar tu meta “mayor”. Por ejemplo, imaginemos que tus
respuestas se asemejan a esto:
– Quiero un ascenso.
– ¿Por qué?
– Para ganar más dinero.
– ¿Por qué?
– Porque quiero vivir en un chalet en lugar de en un piso
– ¿Por qué?
– Para que mi hijo pueda corretear por el patio.
En este caso la meta mayor sería “un chalet con un gran patio”, la elección del ascenso realmente
es un “cómo” llegar al verdadero deseo, es un medio para alcanzarlo, es el “cómo” imaginas tú que
obtendrás ese chalet.
Casi la totalidad de autores coinciden en que el objetivo/intención, así como la afirmación y
visualización que crearemos después, tiene que ser lo más concreto y claro posible. Esto se traduce en
que sea cuantificable y establecer la medida o cantidad exacta.
Por ejemplo, serían buenos objetivos: tener un millón de euros en el banco, cobrar 3.000 libras al
mes, tener un coche Maserati GranCabrio de 450 CV color gris granito, tener un nivel de 6,5 en
hemoglobina glicosilada…
Malos objetivos serían: ganar un montón de pasta, tener una nómina que me permita llegar
desahogadamente a fin de mes, tener un coche de lujo, estar más sano, ser más feliz, tener más sexo…
Cuanto más concreto y específico mucho mejor. Recuerda: cantidad exacta, modelo exacto, metros
cuadrados… cuántas veces al día quieres tener sexo… todos los detalles que puedas aportar.
« ¿Cuál es el equilibrio entre pedir demasiado e insuficiente?» El objetivo/intención ha de ser
atrevido, de forma que te entusiasme, pero al mismo tiempo razonable, para evitar que te resulte
demasiado difícil creer en ello, debería asustarte un poco y emocionarte mucho.
«¿Debo mantener mis objetivos/intenciones en secreto o compartirlos?» Es una decisión personal.
Si crees que contar tu deseo puede ser beneficioso, añadiendo un plus de motivación para conseguirlo,
adelante, cuéntalo, pero si crees que te va a perjudicar, no lo cuentes. Así de simple. Pero en caso de
duda no lo cuentes, ya que contándolo tienes más que perder.
«¿Debo establecer un tiempo límite para el cumplimiento de mi objetivo/intención?» Tanto los
autores que abogan por poner fechas como los que no, tienen razón, pero cada uno tiene su aplicación
en un momento diferente. Primero estableces un objetivo/intención sin fecha límite (si algo te sobran
son las dudas, temores y ansiedad que pueda aportarte una fecha límite), en algún momento recibirás
instrucciones (en forma de mensajes, coincidencias, inspiración…) para actuar de un modo u otro y ahí
sí puedes establecer plazos para evitar la procrastinación.
«¿Cómo puedo tener fe en mis objetivos/intenciones?» Con la repetición incansable del
objetivo/intención siguiendo unas pautas (afirmaciones) ni siquiera necesitarás creer conscientemente
en la obtención del deseo, no necesitarás fe. Sólo repite y ya está, irás reprogramando a tu
subconsciente para el éxito y éste será el que creerá en él, que es lo que nos interesa, ya que es él quien
lanza el mensaje al Universo para que se cumpla.
«¿Cómo convertir mis objetivos/intenciones en afirmaciones que funcionen?»
Siempre en positivo, nunca en negativo: no se trata sólo de eliminar el adverbio «no», sino en
eliminar cualquier palabra en sentido negativo para ti, eliminar de la afirmación cualquier palabra que
exprese algo que no quieras atraer: enfermedad, deudas… suegras…
Eliminar las desiderativas, deshazte de cualquier palabra que exprese querencia, deseo, apetencia,
ambición, anhelo, preferencia… Es decir: quiero, deseo, me gustaría, ojalá, preferiría, estaría bien, sería
genial…
Que involucre tus propias acciones. Tienes que pedir algo que puedas manifestar con acciones
propias, que no requieran la actuación de otra persona. No obstante, si has hecho algo previamente que
ha producido el efecto deseado y ese resultado involucró las acciones de otros, puede valer, aun cuando
tu éxito dependa de la conducta de otros, sin caer en la trampa de moldear esta excepción a voluntad
para hacer encajar cualquier afirmación que desees. Te estarás engañando a ti mismo y
autosaboteándote.
Que sea breve: las afirmaciones más poderosas son las más breves, ya que su repetición e
interiorización es mucho más fácil y el impacto emocional mucho más intenso. Imagina que cada
palabra te cuesta un dineral. Además, sería aún mejor si consiguieras que la afirmación rimara y sonara
como un anuncio publicitario.
Claridad y Concreción. Ya hemos visto que la claridad y concreción es una de las mejores armas
para marcarte un objetivo/intención y por supuesto tu afirmación tiene que ir en sintonía con este
principio. Indica el modelo, el tamaño, la cantidad…
No establecer plazos, por los motivos ya indicados, la carga emocional extra que conllevan y
porque si se supone que debemos expresarla como si ya fuera una realidad ¿no sería contradictorio
establecer una fecha futura de cumplimiento? Por ejemplo: «Yo, Sarah, disfruto conduciendo mi nuevo
Corvette rojo en octubre del año que viene». No tiene sentido.
Incluir un factor emocional. Al menos un sentimiento dinámico o una palabra relacionada con los
sentimientos que quieras experimentar cuando alcances la meta. Algunas palabras típicas en este
sentido son: disfrutar, celebrar, feliz, alegre, tranquilo, sosegado, encantado, entusiasmado, amoroso,
seguro, sereno o triunfante.
Por ejemplo, si mi objetivo es «mantener mi peso de 75 Kilos»; sería más efectivo decir «me
siento ágil y en excelente forma con mi peso de 75 kilos».
Esto es muy importante porque cuando añades un factor emocional en tu deseo, tienes tendencia a
trabajar más en ello porque lo disfrutas más, disfrutarás tanto del trabajo cuando estés afirmando como
de los resultados y sin apenas darte cuenta tus deseos se manifestarán por sí solos.
Incluir un verbo de acción, utilizar el gerundio (ya sabes, los verbos cuando acaban en -endo o -
ando) añade el efecto de evocar una imagen o algo que está ocurriendo AHORA. Por ejemplo: «Yo,
William, ahora estoy disfrutANDO de mi nuevo empleo», «Yo, Sonia, me estoy expresANDO
correctamente en el examen oral»
Por supuesto el verbo de acción y el factor emocional pueden coincidir como has visto en el primer
ejemplo.
Otras palabras clave para incluir en la afirmación:
Yo: quizá sea la palabra más poderosa de todas. El subconsciente la toma como una orden.
Tu nombre: basta el nombre común que usas, por el que te conocen y por el que tú mismo te
reconoces. Al igual que el “yo”, refuerza la afirmación como una orden indudablemente dirigida a ti.
Ahora: una de las palabras más poderosas. Las afirmaciones más efectivas deberían empezar así:
«Yo, (nombre), ahora…». Por ejemplo: «Yo, Marc, ahora estoy trabajando en el empleo de mis sueños
cultivando tomates».
Gracias: poniendo “gracias” al final de tu afirmación estás dando a entender que no eres tú quien
consigue ese deseo (renuncias a tu ego) sino que es otra “entidad” quien lo hace por ti. De todos modos,
existe una alternativa a poner “gracias” al final de la afirmación, incluir tu agradecimiento en el factor
emocional. Por ejemplo, «Yo, Andrew, me siento muy agradecido por tener este peso de 75 Kg». Así
matas dos pájaros de un tiro y sientes de forma más intensa el agradecimiento por lo que “ya” tienes.
Sacarse un seguro. La coletilla final. Antes de empezar y antes de acabar cada sesión de
afirmaciones diremos lo siguiente:
«Por favor, [conciencia universal/Infinito/Dios/subconsciente/sistema nervioso central...] que esto
o algo mejor se cumpla en su momento justo de maneras que sean para mi mayor bien y el de todos los
involucrados. Gracias».
Esta frase tienes que pronunciarla de manera muy lenta, sintiendo (de verdad) cada una de las
palabras. Si lo ves necesario puedes repetirla dos o tres veces antes de comenzar tu sesión de
afirmaciones y después de acabarla.
El tiempo y el modo verbal: hay que escribir la afirmación como si ya fuera cierta. En Presente de
indicativo. Nunca se debe expresar la afirmación como una hipótesis ni como una condición. Y el
futuro, en cualquier sentido, está prohibido. Incluyendo el adverbio de tiempo «ahora» te asegurarás de
estar cumpliendo con el requisito.
El siguiente paso es resolver los conflictos entre la intención y el subconsciente.
Lo más normal es sentir rechazo a una afirmación, ya que te pone en una situación que te desplaza
de tu zona de confort, en la que estás plácidamente acomodado. Desde luego es inherente a la propia
afirmación que te deje fuera de tu zona de confort ya que se trata de un deseo de algo que no tienes o
eres pero hay que minimizar el rechazo inconsciente.
Así que «¿Cómo sentirse cómodo con esa situación extraordinaria que plantea la afirmación?» o
«¿Cómo insertar lo increíble en nuestra zona de confort?» Grosso modo se trata de observar las
respuestas que da tu cuerpo y tu mente a la afirmación que has construido e ir interiorizándola y
modelándola para que tus respuestas sean cada vez más positivas. Para facilitarte la tarea he creado el
Proceso de Desbloqueo L.A. 20/80 (incluido en el protocolo L.A. 20/80) que consiste en lo siguiente:
Una vez tengas construida tu afirmación con los requisitos que ya hemos visto escribe tu afirmación
100 veces (sólo la primera vez que te propones un nuevo objetivo) dejando una columna a la derecha
para anotar tus respuestas físicas y mentales, es decir, tus signos de conflicto y pensamientos que vayan
surgiendo. Al acabar lee tus anotaciones de la derecha. Pueden suceder dos cosas: que haya surgido la
causa del bloqueo o que no surja el bloqueo. En el primer caso construye una afirmación más específica
dirigida a solucionar la causa a la que llamaremos “AFIRMACIÓN DE DESBLOQUEO” (esta vez no
necesitas ser tan riguroso con el proceso de construcción de la afirmación, ve más al grano y sé más
profundo. Casi todos los síntomas son causado por el miedo, la necesidad de amor o la culpabilidad, así
que céntrate en afirmaciones del tipo «Yo, (tu nombre), merezco… /me perdono por… /acepto… /me
siento libre de… /confío en… /reconozco… /tengo el derecho de… /me permito… /soy capaz de…
/disfruto de…». En el segundo caso continúa con la misma afirmación hasta observar cómo las
respuestas negativas van dando paso a las positivas. En ambos casos deberás repetir diariamente la
escritura pero sólo 20 veces, no 100 que sólo es la primera vez. Hazlo durante una semana (o más
tiempo si observas que continúas teniendo respuestas negativas). Cuando observes que has dejado de
lanzar mensajes y reacciones negativas puedes continuar la rutina de afirmaciones sin necesidad de
escribir las reacciones al margen. Puedes reforzar la terapia grabando en audio la afirmación y
escuchándola en diferentes momentos del día, como explicaremos más adelante.
Antes de este importante ejercicio es bueno prepararse buscando un día en que puedas estar
tranquilamente solo sin interrupciones durante al menos dos o tres horas y a ser posible que
previamente hagas un proceso de Meditación.
Este «desbloqueo» sacará a relucir algunos de tus miedos y traumas. No temas ir cambiando la
afirmación a medida que surjan respuestas a tus bloqueos. Ya volverás a la afirmación inicial una vez
hayas visto donde se encontraban tales bloqueos y los hayas “desprogramado”.
* UN IMPORTANTE COMENTARIO FINAL SOBRE LOS BLOQUEOS: si eres una persona
que como yo, tuvimos una infancia, adolescencia y juventud “normales”, dentro de la media, es decir,
no tuvimos ningún trauma o cualquier causa de arrepentimiento, tenderás a DEJAR DE LADO EL
TEMA DE LOS BLOQUEOS y ese es precisamente EL GRAN ERROR QUE YO COMETÍ
PERDIENDO MUCHOS AÑOS DE POTENCIAL. Yo no creía necesario “desbloquearme” de nada y
pasaba por estos capítulos de los libros de desarrollo personal muy de soslayo. Pero ¡eso es lo que
tienen los bloqueos! ¡que son inconscientes!
Sobre cómo afirmar las afirmaciones en voz alta
Con espalda recta. Algunas religiones y filosofías orientales lo justificarán con una mayor
alineación con el flujo o la energía del Universo, Estudios demuestran que los alumnos con la espalda
recta obtienen mejores calificaciones y se mantienen más contentos.
De pie, porque estimula la agudeza y concentración de la conciencia, genera más entusiasmo,
energía y sensación de poder; y golpeándose el pecho con los dedos índice y medio (también llamado
corazón) de la mano para hacer intervenir el sentido del tacto y porque damos un mensaje claro a
nuestro subconsciente de que estamos hablando de nosotros mismos y no puede haber ninguna duda.
Sintiéndola: intenta sentir con todo tu corazón esa emoción cuando la estés afirmando. Si dices
“gozosamente” asegúrate de sentir el gozo como si ya fuera una realidad ahora mismo.
En voz alta: no significa a grito pelado (necesariamente), significa simplemente que no sea
mentalmente.
Que suene como un mantra: con la voz monótona, bien modulada y bien articulada, dejando unos
segundos de silencio entre frases para darte tiempo a visualizar y sentir lo que estás diciendo.
Frente al espejo: no es obligatorio pero te aseguro que repetir tus afirmaciones frente al espejo
mirándote directamente a los ojos te acercará mucho más rápido a tus deseos. Una forma de
concentrarse en los ojos y “ver”, no sólo “mirar” es, antes de ponerse a afirmar, detenerse a estudiar en
profundidad los ojos, el color o colores y matices, las manchas, el brillo…
Las afirmaciones escritas frente a las leídas y memorizadas: la escritura ayuda a enfocarse mejor
en la afirmación y a que la mente divague menos y es aún mejor si se hace con buena letra y pequeña.
Desde el punto de vista práctico, a veces es mejor pronunciarlas de memoria en voz alta o
moviendo los labios, por ejemplo en la cama, antes de irte a dormir, o en la ducha. Pero es
recomendable que apartes algo de tu tiempo para al menos una vez al día escribirlas porque es la forma
más poderosa de atracción.
Y, por supuesto, hay dos requisitos que hemos visto para pronunciar las afirmaciones que también
son extrapolables a las escritas: escríbelas con la espalda recta y sintiéndolas con todo tu corazón.
Las tarjetas de cartón: es recomendable llevar encima las afirmaciones escritas en una tarjetita de
cartón para meterla en la cartera. Así, además de generar el sentimiento de tener siempre cerca de ti tu
deseo, puedes de vez en cuando sacarla y leerla. Por ejemplo si te sientes irritado, alicaído o
melancólico. O simplemente puedes crear una pequeña rutina diaria en la que te obligues a leer la
afirmación de la tarjeta en un momento dado del día. Nos creemos tan listos de no necesitar un
recordatorio que lo acabamos olvidando, muchas veces al estar metidos en la vorágine del día a día, así
que créate una rutina en la que al menos una vez al día te obligues a leerla.
Un consejo extra: yo no uso demasiado mi cartera así que la llevo en el bolsillo y la veo cada vez
que saco o meto las llaves o el dinero, pero se me estropea mucho así que las escribo a ordenador para
tenerla bien limpia y fácilmente legible y luego la pego a una antigua tarjeta de plástico como las de
crédito y la plastifico, haciéndola mucho más duradera y manejable. No obstante ¡que realizar esta tarea
no suponga un freno en absoluto! Lo primero es hacerla.
A mano o a máquina: si te sientes cómodo usando el ordenador para escribir las afirmaciones y
sientes que estás concentrado o concentrada y no va a haber interrupciones ni distracciones puedes
usarlo. Sin embargo parece que el escribir de tu puño y letra fija más tu compromiso con la tarea.
Recomiendo que las hagas a mano en casa, y si tienes posibilidad de escribir en el ordenador de la
oficina con tranquilidad, que sean afirmaciones de refuerzo. No obstante si personalmente te sientes
mucho más cómodo o cómoda a máquina que a mano te recomiendo que antes de encender el
ordenador quites el cable de red para no poder acceder a Internet y mantengas el escritorio de windows
(linux, OSX…) con el mínimo de iconos y con uno que vaya directo a tus afirmaciones, para no tener
que ir buscándolo y minimizar así las distracciones.
Afirmaciones en Audio: desde luego no son igual de efectivas que las que tú mismo pronuncias,
pero es una buena opción complementaria, no sustitutiva, de la repetición de las afirmaciones tal y
como las hemos estado viendo. Además, es una opción de refuerzo especialmente interesante para los
que tenemos una mejor memoria auditiva frente a la memoria visual. Es muy efectivo grabarte la
afirmación también en segunda y tercera persona del singular pues la orden dada desde el exterior,
como en la hipnosis, puede resultar más efectiva que dándosela uno mismo. Así, puedes grabar
mensajes de esta forma:
«Yo, Jack, me he independizado»
«Tú, Jack, te has independizado»
«Él, Jack, se ha independizado»
Si te sientes cómodo, también puedes leer y escribir tu afirmación en segunda y tercera persona, no
sólo usarlo en los audios grabados.
El lugar más recomendable para afirmar: debes encontrar un lugar propio donde no seas molestado
de ninguna manera. Sin interrupciones. Sin gritos ni lloros de fondo. Si no tienes despacho propio, los
baños son muy buena opción porque tienes espejo e intimidad. Tanto en casa como en tu lugar de
trabajo. Y por supuesto apaga móviles, alarmas, etc.
Las filosofías y religiones orientales suelen recomendar meditar (y por añadidura afirmar y
visualizar) mirando hacia el Este. Sin embargo, en sus años de experiencia e investigación, José Silva
asegura que en la Meditación orientada a conseguir objetivos de futuro es más afectivo mirar hacia el
Sur debido a que en este planeta el Sol trae al nuevo día desde el Oriente y se lo lleva hacia el Poniente.
Si miras hacia el Sur, el Oriente estará a tu izquierda y el Poniente hacia tu derecha, y de esta manera
estarás supuestamente orientado en armonía con el flujo planetario del tiempo.
El mejor momento para afirmar: los primeros momentos de la mañana, justo después de
despertarse y los últimos de la noche, justo antes de dormirse, cuando la mente está en un periodo de
actividad más calmado, más meditabundo. Por la noche porque la mente consciente se va apagando y
por la mañana porque aún está medio dormida. También es particularmente interesante justo después de
comer, cuando el cuerpo y la mente se relajan y adormecen buscando echarse una siestecita. Esto tiene
sus explicaciones científicas: mientras estamos despiertos se dice que nuestra mente está en nivel Beta
o Vigilia (funcionando a unos 14-21 ciclos por segundo); cuando estamos entrando en el sueño (o
saliendo de él) estamos en el llamado nivel Alfa (7-14 ciclos por segundo), momento en el que es más
efectiva la Ley de la Atracción.
También es interesante repetir tus afirmaciones cuando te sientes especialmente perezoso o cuando
te sientes alicaído, negativo, melancólico, estresado… Cualquier adjetivo asociado a sentimientos
indeseables ya que tus afirmaciones son expresiones de tus deseos en positivo y por lo tanto repetirlas
te darán ese sentimiento de alegría que necesitas para atraer más felicidad a tu vida. Recuerda el
principio básico de la Ley de la Atracción es que atraes más de lo mismo, si sientes alegría atraerás
alegría y si sientes tristeza...
Es posible que queramos practicar fuera de las horas arriba mencionadas pero en cualquier
momento se puede inducir el estado Alfa mediante algunas técnicas:
La Meditación, en todas sus vertientes, es una forma de entrar a un nivel Alfa manteniendo la
consciencia. El Yoga o el Tai-Chi son otras técnicas de Meditación activa.
Pero ¿qué es en definitiva la Meditación en su esencia y cómo sacarle el máximo provecho con el
mínimo esfuerzo?
“Siéntate cómodamente con la espalda recta y cierra los ojos. Intenta no pensar en nada. Es normal
que te vengan pensamientos a la cabeza, simplemente déjalos pasar, no te centres en ellos. Intenta
aguantar así lo máximo que puedas. Los primeros días sólo podrás 5 minutos (y se te harán una
eternidad) pero llegará un punto en que podrás estar así 20 minutos y percibirás breves lapsos de
iluminación”
«¿Cuál es el número mágico de repeticiones que me hará obtener mis deseos?». La gran mayoría
recomienda repetir la afirmación veinte veces por sesión. Si se puede más, mejor, pero nunca
obsesionarse ni proponerse un objetivo demasiado exigente del tipo cien repeticiones cada vez. Habría
que hacer veinte veces por sentada tres veces al día, nada más levantarse, justo antes de acostarse y
crear alguna rutina durante el día como cada vez que te duches, que vayas a orinar o que te tomes un
café; y en caso de tener bastante tiempo libre recomiendo hasta cincuenta veces por sentada, nunca más
para no cruzar la línea en la que la persecución de tu objetivo en lugar de ilusionarte y hacerte feliz se
convierta en una tediosa carga sin sentimientos o, mucho peor, con sentimientos negativos asociados
(mi deseo = tediosa carga = no vale la pena).
Técnicas para llevar la cuenta, para no perderse con el número de afirmaciones:
El método más sencillo y con el que perderás menos la concentración para recitar tus afirmaciones
es un collar o pulsera de cuentas e ir pasando tus dedos por cada cuenta con cada afirmación que
pronuncies hasta llegar al separador que te indique que has finalizado tus cuentas, o si es una pulsera
con pocas cuentas, por ejemplo, que has hecho una ronda de cuentas y necesitas una o dos rondas más
para acabar tu objetivo de afirmaciones.
Paras las afirmaciones escritas la mejor solución es hacerte una plantilla de excel o una tabla de
word con grandes celdas donde te quepa toda la afirmación en la celda, dejando una celda más pequeña
a la derecha (o simplemente un buen margen) para anotar tus reacciones mentales. En cualquier caso,
para facilitarte la tarea tienes una plantilla con celdas vacías en el mismo Protocolo L.A. 20/80.
Otros sistemas:
Para las recitadas en voz alta:
Con los dedos. Este sistema funciona con una o dos rondas pero luego empiezas a perderte.
Una cuerdecita con nudos. Menos estético que una pulsera o collar pero igual de efectivo es coger
una cuerdecita y hacerle el mismo número de nudos que de afirmaciones.
En la ducha o baño: contar las baldosas.
Caminando. Coge un par de puntos de referencia (farolas, comercios, señales…), calcula el
número de afirmaciones entre ambos puntos y cada día, cuando vuelvas a hacer el mismo recorrido
sabrás que has acabado al llegar al segundo punto, sin necesidad de contar.
En cualquier caso no te obsesiones demasiado por ser exacto en tu número de afirmaciones,
concéntrate más en sentir las emociones positivas derivadas de tu deseo.
Para las escritas:
Con un cuaderno de rayas. Es similar al sistema de la tabla, que creo, es el más eficaz. Cuenta el
número de rayas (renglones) que ocupa tu afirmación (espero que sólo una, recuerda el requisito de la
brevedad) y luego cuantas rayas necesitas para hacer todo tu objetivo de número de afirmaciones. Te
haces una marquita donde se supone que debes acabar y ya está.
¿Qué es exactamente la visualización?
Visualizar es RECREAR un momento. Es ver con tu ojo mental, pero también es olerlo, es
saborearlo, es tocarlo, es oírlo, es SENTIRLO ¿Qué sentimientos percibes en esa situación? ¿alegría,
orgullo, sonrojo? ¿a qué huele? ¿qué sonidos escuchas? ¿alguien te habla? ¿hay tráfico? ¿hay perros
ladrando? ¿hay pajarillos? ¿sientes frío o calor?
«¿Qué es mejor, afirmar o visualizar?» No se trata de practicar a veces afirmaciones y a veces
visualización sino de usar ambas a la vez. Combinando las dos técnicas tienes muchas más
posibilidades de manifestar cuanto antes tus deseos.
«¿Cómo visualizar más eficazmente?». No es fantasear con ser rico, es recordar que se es rico,
pensar en ello como un hecho objetivo. No es fantasear con tener al príncipe azul de tus sueños… es
«RECORDAR» que estás con la persona especial que te complementa. Implanta esos falsos recuerdos.
Y pronto dejarán de ser falsos y empezarás a crear más y más de lo que de verdad deseas. La forma más
fácil y eficaz de sentir ese “falso recuerdo” como REAL es mediante el agradecimiento. Visualiza con
sentimiento de agradecimiento, siéntete agradecido por ese dinero, ese coche o esa pareja que YA
tienes, que estás “recordando” cómo obtuviste. Acabarás visualizando con una sonrisa de oreja a oreja,
claro síntoma de que has tomado ese “falso recuerdo” como REAL.
«¿Por qué muchos visualizan con fotografías y dibujos?». Las fotos funcionan muy bien como
catalizador de la experiencia que queremos sentir pero sólo ponen en funcionamiento uno de los
sentidos, la vista, a partir de ahí hay que involucrar el resto de sentidos así como emociones.
No estaría de más aprender un poquito de Photoshop o cualquier otro programa o APP de edición
de imágenes ya que es muy efectivo hacer fotomontajes de tus deseos representándote a ti en la escena
del objetivo final que deseas. Por ejemplo, coges una foto de una persona conduciendo un BMW Z4 y
le pones tu cara. También puedes hacer un collage a la vieja usanza, cortando y pegando con tijera y
pegamento.
«¿Qué es y cómo funciona (correctamente) el Tablón de Logros?». En resumen, un tablón de
logros o panel de deseos (algunos también lo llaman mapa de deseos, mapa del éxito…) es un tablón,
por ejemplo un panel de corcho, en el que vas colgando o pegando a modo de collage, fotografías o
dibujos de tus deseos: un coche nuevo, una casa, una novia… Con ello consigues ver de un vistazo tus
fotografías o fotomontajes.
« ¿Cómo usar el tablón de logros si queremos mantener nuestros deseos a resguardo?» Coge una
cartulina típica, de un bonito o llamativo color y la pliegas dos veces de forma que quede igual o más
pequeña que el tamaño de tu libreta o carpesano de trabajo de desarrollo personal y luego pega una de
las caras de la cartulina en la tapa interior de tu libreta. Así, la cartulina queda discretamente plegada al
cerrar la libreta.
Si es la primera vez que haces un tablón de logros y tampoco tienes demasiadas fotos, por
comodidad, es mejor que recortes la cartulina por la mitad y la dobles una sola vez por la mitad,
pegando una cara en la tapa de la libreta y la otra quedará suelta para poder plegar bien. No tendrás que
lidiar con un doble pliego que es un poco más aparatoso.
En la parte de arriba de la cartulina añade bien grande y subrayado en fluorescente “Gracias por
todas las bendiciones que tengo y por todas las que estoy recibiendo”. Lee la afirmación antes y
después de cada sesión de visualización con tu panel y te ayudará a sentir el agradecimiento como si ya
tuvieras tus deseos.
«¿Qué incluyo en el Tablón de Logros?» Sobre todo el objetivo con el que estés trabajando ahora,
la imagen final de éxito. Y luego el resto de deseos que quedaron pendientes en tu lista de deseos que
hicimos al principio pero que no se convirtieron en tu objetivo principal.
El tablón de agradecimiento. Es otra cartulina plegada y pegada, esta vez en interior de la otra tapa
de la libreta, la posterior con un collage de fotos de las cosas y personas por las que sientas amor y
agradecimiento. Y en la parte de arriba la afirmación bien grande y en amarillo «Gracias por todas las
bendiciones que tengo y por todas las que estoy recibiendo».
El Tablón de Logros y Agradecimientos. Se trata de en una sola cartulina combinar un collage de
fotos tanto de los Deseos/intenciones/objetivos como las cosas por las que sentir agradecimiento por ya
tenerlas en el plano material; esto ayuda a sentir aún más el agradecimiento por los deseos como si ya
fueran una realidad como el resto de cosas del collage (que sí son reales en el plano físico). Y por
supuesto arriba del tablón está la afirmación para leer antes y después de visualizar, «Gracias por todas
las bendiciones que tengo y por todas las que estoy recibiendo».
Visualización y afirmación deben ir de la mano para que la efectividad sea máxima. No hay mejor
momento y lugar para visualizar que cuando se está afirmando. Cuando estés afirmando ¡Visualiza tu
logro! Y viceversa, cuando estés visualizando, afirma.
Imaginemos que tu afirmación es: «Yo, Tom, ahora estoy de vacaciones en Rusia, disfrutando de
mi visita guiada por los palacios del Kremlin». No debes repetir la afirmación monótonamente sin
sentimiento sino visualizarte caminando por los suelos encerados del Kremlin, casi resbalando, oliendo
el olor a madera de los muebles… y por supuesto, sintiéndote agradecido por la experiencia que estás
viviendo. Si luego visualizas mediante tu Panel de Logros y Agradecimientos y observas la típica foto
del Kremlin que tienes pegada en tu panel, imagínate que estás allí mismo, desde ese punto viendo ese
maravilloso edificio, sintiendo el frío de Moscú pero agradecido de hacer el viaje de tus sueños y ponte
a repetir tu afirmación como si estuvieras allí mismo recitándola.
Si haces tus ejercicios nada más levantarte ya te puedes quedar tranquilo todo el día, sabiendo que
tu ya has hecho tu trabajo. Ahora el trabajo corresponde al Universo, tú sólo confía en él. No te
obsesiones en practicar. No te obsesiones en preocuparte por si se va a cumplir antes o después o por
cómo se va a cumplir… relájate… relájate... Déjalo ir.
Practicar demasiado, obsesionarse, paradójicamente repele la meta y nunca llegas a ella. ¿Por qué
la repelo? Porque cuando te obsesionas en tu objetivo, lo que realmente estás haciendo es céntrarte en
tu carencia, es convertir tu deseo en una necesidad.
«¿Cómo voy a dejarlo ir si parece que todo me va peor cuando empiezo a practicar con la Ley de
la Atracción?»
Recurso 1: Tomárselo con filosofía
Pensar que lo que te ha ocurrido es algo normal en el proceso de la consecución del
objetivo/intención, pues estás pasando a una vía del éxito. Pronto pasará todo esto y estarás disfrutando
de tu objetivo/intención. Conseguirás trascender ese mal. Compara esa incomodidad que estás
sufriendo con las que sufrió Víktor Frankl hace no tanto tiempo. Eso sí es sufrimiento.
Alquílate: Esto es, entrega tus manos y tu cabeza a lo que estés haciendo que no te gusta, pero no
el corazón. Actúa con indiferencia, sin obsesionarte, como un actor que interpreta un papel.
Recurso 2: repetir una afirmación
Si tienes que hacer un trabajo repetitivo y tedioso puedes acompañar la tarea con la repetición
mental de la afirmación que hayas construido para tu deseo. Otras eficaces son: «Ten calma y sabe que
yo soy Dios» o «HAMSA»
Recurso 3: considérate responsable
Debemos sentir que nosotros somos culpables de lo sucedido, algo has hecho para atraerlo. Saber
esto de por sí seguramente no te calme. Pero hay una afirmación derivada de esto que quizá te calme:
«Lo siento mucho, por favor perdóname».
Reconócete culpable de la situación y pide perdón. Sí, sé que es difícil pedir perdón cuando el
fastidiado eres tú, pero hay que hacerlo, sintiéndolo de corazón si quieres aliviarte.
Y por supuesto puedes combinar varias de estas técnicas. Por ejemplo puedes sentir que estás
“alquilado” en ese tedioso trabajo mientras repites afirmaciones. O puedes sentirte responsable y a la
vez mantener una actitud positiva.
Lo que nunca funciona es darle vueltas y más vueltas al problema. Sólo generarás más y más rabia
en tu interior la cual siempre degenera en enfermedades y, cuanto menos, te aleja de tu
objetivo/intención. Recuerda el proverbio chino: “Si un problema tiene solución ¿Por qué preocuparse?
y si no tiene solución ¿Por qué preocuparse?” y yo añado, si no tiene solución ¡cambia a una actitud
más positiva y repite una de las afirmaciones sin parar.
Los resultados pueden ser muy diversos y sorprendentes, lo más común es que al disolverse esa
rabia que tenías por ese hecho dejes de darle importancia sin más y quizá no vuelva a repetirse la
situación pero también puede darse algún curioso y agradable giro de los acontecimientos.
Las donaciones, el diezmo y el “Glad-Giving” como máxima expresión de desapego al dinero.
Si realizas una donación de dinero volverá a ti multiplicado porque lo estarás desestancando,
haciéndolo fluir, circular. Pero es más, estarás diciéndole al Universo que no eres un adicto al dinero,
esto es, que tú controlas el dinero en lugar de que él te controle a ti. Se trata de conseguir un desapego
al dinero. Recordemos lo perjudicial que puede ser el apego. Dejas de centrarte en la carencia de
dinero.
Hay un método sencillo para librarse de la dependencia al dinero sin necesidad de arrojarlo por la
ventana: el glad-giving, que consiste en realizar una “donación-feliz” un porcentaje de tus ganancias,
como si fuera un diezmo pero con unos requisitos:
- Cuánto: Lo mejor es entre un 1% y un 5%. Es primordial que no estés forzado a dar, que no
resulte incómodo porque si lo estás perderá su sentido y eficacia. No estás castigándote.
- Cuándo: nada más lo recibas, así no lo olvidarás. No te molestes en calcular deducciones de
impuestos, deudas pendientes...
- Dónde: A una organización que te interese de verdad, que creas que hace una buena labor
social, que coincida con tus ideales…
- Que sea anónima. Así evitas la obtención de un agradecimiento del beneficiario que vendría a
ser una contraprestación.
La necesaria creación de un hábito:
En estos momentos tu zona de confort (en la que no tienes lo que deseas) es más fuerte que tu
deseo, es más doloroso cambiar que quedarte donde estás, así que inconscientemente optas por el “más
vale malo conocido que bueno por conocer”. Así que debes crear una rutina nueva en la que lo
confortable sea atraer tus deseos en lugar de rechazarlos, obtengas más placer persiguiendo tu deseo
que quedándote en tu actual situación.
Convertir la repetición de las afirmaciones y la visualización en un hábito es una forma de
programarte para el éxito. Si un día lo haces y otro no, acabarás por dejarlo antes de conseguir tu logro
y creerás que nada de esto funciona ni ha valido la pena.
El problema suele ser que la gente primero quiere ver los cambios y luego ya se adaptará, sin darse
cuenta que es al revés, primero cambia tu actitud (y tu rutina) y verás cómo llega el éxito.
Te lo ilustraré de la siguiente manera: imagina que quieres tener tableta de chocolate en los
abdominales y dices «Primero quiero la tableta y luego ya adaptaré mi rutina para hacer abdominales».
¿A que es absurdo? Pues así es como pensamos muchas veces.
Por suerte a continuación os presento algunas ideas de cómo hacer fácil la creación de una rutina:
Puedes aprovechar un hábito ya creado como la salida para fumar o ir al baño para hacer algunas
afirmaciones o visualizar o como, por ejemplo, cuando te contaba que aprovechaba mi descanso del
café para ir a leer mi tarjeta de cartón. Te haces servir de una rutina o de un vicio que ya tienes
interiorizado en tu zona de confort para que sea más sencillo realizar otra tarea que está fuera de tu zona
de confort (como realizar los ejercicios aquí descritos que te acercarán a tu deseo.)
Ahora bien, estas rutinas deben ser un complemento, lo que nos interesa es crear una rutina de
afirmar y visualizar antes de ir a dormir y nada más levantarse ya que, como hemos visto son los
momentos del día en los que la Ley de la Atracción funciona con más eficacia. Así que ¿Cómo
“obligarnos” a una rutina tan específica? Hacerla siempre en el mismo lugar y a la misma hora, en este
caso deberíamos siempre acostarnos y levantarnos a la misma hora y realizar los ejercicios en el mismo
lugar, en el baño, en la propia cama… pero no ir cambiando cada día.
Por otro lado ¡Es muy importante que no te saltes ni un sólo día! Según se ha demostrado
científicamente se necesitan 30 días seguidos, sin saltarse fin de semana, para que tu cerebro acepte los
cambios más drásticos en su percepción habitual, y esa es la referencia que hemos escogido para crear
nuestros nuevos hábitos del Protocolo L.A. 20/80.
Un truco: me pagaba por seguir bien mi rutina, era un premio, lo hacía placentero. Hice una
especie de contrato laboral por el cual cobraba una “nómina” por levantarme a las 06:30 y ponerme a
escribir un cierto número de palabras. Era como un escritor asalariado de mí mismo. Todo el dinero que
“ganaba” con mi “trabajo” de escritor iba a una caja para pagarme la publicación y distribución del
mismo, es decir, para acercarme más a mi deseo final. Tú puedes crear un contrato laboral por el cual tu
empleador te paga si te levantas a “la hora” y cumples con los ejercicios de la Ley de la Atracción.
Además en ese contrato puedes incluir un incentivo por objetivos y es que si cumples con toda tu rutina
¡efectivamente conseguirás tu deseo! ¿no es ese acaso el mejor incentivo? y ¿No es entonces el mejor
trabajo del mundo? ¿por qué no disfrutar haciéndolo?
Si vas a utilizar este truco te recomiendo que ese dinero que apartas para pagarte lo saques del
banco, lo toques, lo tengas físicamente para palparlo y lo guardes en una caja con el nombre del deseo
en el que vas a invertirlo, eso lo hará más tangible, más real. Y por supuesto, el día en el que no
cumplas la rutina, sé inflexible contigo mismo y no te pagues, harás doloroso el hecho de no cumplir.
Un truco con resultados milagrosos para que levantarse de la cama sea mucho más placentero es
repetirte mentalmente, ya en la cama, mientras te estás quedando dormido la afirmación: “Que cada
hora de sueño se multiplique por dos”.
Si algún día te quedas dormido o por lo que sea llegas tarde y tienes la tentación de saltarte tus
afirmaciones de primera hora de la mañana piensa en esto: la mayoría de los gurús de la gestión del
tiempo tiene como premisa principal dividir cada día las tareas en:
Importante-y-Urgente;
Importante-pero-no-Urgente;
Urgente-pero-no-importante; y
ni-Importante-ni-Urgente.
El problema que tenemos casi todos los humanos es que le damos prioridad a lo Urgente. LO
IMPORTANTE HA DE PRIORIZARSE ANTES QUE LO URGENTE-NO-IMPORTANTE. Ahora
piensa en los ejercicios de la plantilla del monitoreo diario. Piensa para qué los estás haciendo. Los
estás haciendo para conseguir los mayores deseos de tu vida: un mejor trabajo, una pareja, una casa,
salud, felicidad, reconocimiento… ¿Acaso eso no son IMPORTANTÍSIMOS para ti? Mucho más
importantes que llegar un día tarde al trabajo o a una cita.
Además, ten en cuenta que la primera vez que tengas tentación de saltarte el día será la más
importante de todas porque si te lo saltas la primera vez, la segunda vez que tengas tentación será más
fácil (menos doloroso) saltártela, y la tercera aún más fácil y la cuarta aún más… así que piénsatelo
muy bien antes de saltarte los ejercicios por primera vez.
Igual de importante es premiarse por los pasos cumplidos. De ahí lo bueno que resulta el truco de
pagarse cual asalariado por cumplir con los ejercicios. Pero el premio también puede ser (o se puede
sumar como un extra o incentivo, por ejemplo después de una semana haciendo bien toda la rutina) un
helado, una escapadita, una cena romántica…
Estos pequeños premios también suponen un “ancla” para los éxitos, un pequeño recordatorio de
que estás logrando objetivos.
Las ayudas para conseguir un hábito:
Lo primero es tener un ambiente y unos materiales que la favorezcan. Del lugar ya habíamos
hablado en el capítulo dedicado a “Dónde afirmar”, asegurando que debía ser un lugar tranquilo en el
que no ser interrumpido. Además necesitas una mesa despejada y ordenada ya que vas a escribir
mucho, centenares o miles de afirmaciones y cualquier “trasto” innecesario en un mesa desviará tu
atención. Deberías hacerte cuanto antes con un buen cuaderno de tapa dura, ya que lo usarás todos los
días, o bien un carpesano de anillas con un gran número de hojas. Y bolígrafos cómodos. Vamos a
escribir mucho y muy rápido, y ten siempre de repuesto, que no se te acaben en mitad de un ejercicio.
Yo uso siempre el bolígrafo del mismo color (siempre lo mismo = rutina), me gusta usar el verde
porque puedo diferenciarlos de los típicos azul y negro que se usan para “trabajar” y el verde ya se ha
convertido en mi color para la realización de mis sueños y sujetarlo es como decirle a mi subconsciente
«¡Vamos a ello! empecemos a hacer realidad sueños». Se ha convertido en un “anclaje” de mis éxitos.
También deberías tener un marcador fluorescente para destacar conceptos y titulares. Nuevamente de
un color con el que te sientas cómodo y preferiblemente otro más de repuesto. Y, esto es muy
importante, un cubilete, para que estén siempre en su sitio y no dando vueltas por el escritorio (y
finalmente por toda la casa).
Necesitaremos una cartulina de cualquier color y de tamaño standard (esas hojas grandes DIN-A2,
que son como cuatro veces un folio), unas tijeras de oficina y pegamento de barra para la creación del
Tablones de Logros y Agradecimientos. Este tablero está «vivo», es decir, irá cambiando con el tiempo,
irás pegando fotos nuevas y quitando cosas que ya no te interesan, de ahí que tengas siempre «tus»
tijeras y «tu» pegamento siempre disponibles y a mano en tu cubilete.
Que sea material EXCLUSIVO para tus ejercicios de la Ley de la Atracción. No uses para estos
ejercicios el mismo boli de la encimera de la cocina (que siempre se pierde), ni la libreta de la lista de la
compra. Este material es sagrado y sólo lo debes usar para atraer tus deseos. Al igual que tu espacio de
trabajo debe ser sagrado.
Quizá todo esto te parezca una tontería pero EL TRASUNTO DE TODO ESTO ES FACILITAR
LA TAREA AL MÁXIMO, para acabar con el vago que hay en todos nosotros por naturaleza.
Superar momentos de debilidad durante tu rutina:
Imaginemos que tu deseo último es perder quince kilos pero estás en una cena y durante el postre
todos comen helado, entonces tu deseo inmediato es comerte el helado.
Es tan “simple” como intercambiar sus lugares. Convierte tu deseo inmediato en algo que puedas
aplazar y convierte tu deseo último en algo que quieres ahora mismo. Imagínalos en el mismo momento
temporal, «si pudiera elegir ¿Preferiría ahora mismo tener mi peso ideal o comerme un helado?». La
respuesta aparecerá obvia delante de ti y muy probablemente se te irán las ganas de comer.
O pon en el mismo momento temporal el fabuloso programa de televisión que están haciendo
ahora y fantástico deportivo que quieres conseguir con tus afirmaciones «¿qué preferiría ahora mismo,
tener el deportivo o ver la televisión?»
Finalmente, respecto la rutina, sólo me resta decirte que la manera más eficaz de llevar el
seguimiento es hacerte una tabla de Excel que he incluido en el Protocolo L.A. 20/80.
Actuar como si ya fuera una realidad: para reforzar la programación subconsciente que queremos,
en nuestro día a día tenemos que actuar también como si ya fuéramos poseedores de nuestro deseo o
estuviéramos preparándonos para recibirlo de inmediato. Dicho claramente, ve al concesionario y
prueba el vehículo que deseas, ve a la inmobiliaria, escribe una carta de amor a tu pareja ideal como si
ya estuvierais saliendo juntos…
Mucho ojo porque al contrario también pasa, y desgraciadamente es lo más común, así, la gente
tiende a ahorrar «para cuando vengan las vacas flacas» o «por si caigo enfermo» (caso de autónomos o
en países sin seguridad social) y a la postre lo que ocurre es que llegan los tiempos difíciles y caen
enfermos.
Como refuerzo también puedes buscar conexiones con tu objetivo en cualquier momento, por
ejemplo, si estás viendo una película y aparece un deportivo descapotable parecido al que tienes en tu
objetivo puedes tomarlo como una señal de que vas por buen camino y constatar el hecho de que
«pronto vas a disponer de uno muy parecido». Insisto, no se trataría de fantasear como si tú fueras el
protagonista de la peli con ese coche y esa chica sino de pensar que tú, con tu nombre y apellidos, tu
«Yo» va a disponer pronto de ello en el plano material.
Pasar a la acción no requerirá de un enorme esfuerzo, ni siquiera pienses en ello, porque con la Ley
de la Atracción es más bien una «acción-pasiva», sería pescar un deseo, más que cazarlo. No se trata de
forzar una situación (que como vimos, es perjudicial) sino de no rechazarla cuando se presente. Si
haces bien tu trabajo pasarás inconscientemente a la acción, esta no te supondrá ningún esfuerzo ni
miedo, las oportunidades se te presentarán “sin querer”, sin buscarlas conscientemente, sólo tienes que
ser consciente de las señales y no empeñarte, encabezonarte en no verlas.
«¿Cómo voy a saber si he de pasar a la acción cuando tengo una gran idea si se supone que he de
intentar no averiguar el “cómo”?» «¿Cómo sabré si no he sido “yo” quien ha creado forzosamente esa
idea para ajustarla a mis necesidades?». Se trata de una lucha entre la INTUICIÓN y la RAZÓN, entre
el inconsciente y la consciencia. En la teoría parece muy complicado discernir las diferencias, sin
embargo, en la práctica real es mucho más sencillo porque cuando te llegue la inspiración para actuar te
vendrá como un «eureka». Los “cómo” falsos, los que vienen de la razón, de la consciencia, suelen
llegarte cuando estás pensando conscientemente en tu objetivo y te confunden porque piensas que es
una solución “razonable”a. Los “cómo” verdaderos no albergan dudas y te entusiasman, empujan a
actuar de inmediato y suelen aparecer cuando tu mente “racional” está distraído, por ejemplo al hacer
actividades automatizadas como conducir, ducharte, lavar los platos… o en estados alfa como cuando
meditas o acabas de despertar.
Para ayudarte a dilucidar si se trata de una llamada a la acción de la Ley de la Atracción, es
importante que estés muy atento a las señales que te va lanzando el Universo, las señales de conflicto y
de cooperación. Si te llega una señal para que actúes, para que te lances a por ello, pero no eres capaz
de verla o interpretarla como tal, no sirve de nada todo lo que estás haciendo en aras de conseguir tu
deseo.
¿Recuerdas cuando en el capítulo de las afirmaciones hablábamos de buscar señales de
retroalimentación (de conflicto y cooperación) de nuestra mente y nuestro cuerpo para saber si
estábamos en buen o mal camino? Pues lo mismo vamos a hacer en el mundo externo para ver si lo
estamos haciendo bien cuando pasemos a la acción. Buscaremos señales, pistas.
Has de aprender a fluir con los indicios, durante el día a día ocurren pequeñas cosas que pueden
darte pistas de que algo está pasando y el Universo te indica que vayas por una determinada senda, sin
oponer resistencia, sin forzar las cosas. Al principio te resultarán difíciles de ver pero poco a poco,
aunque sean sutiles como no encontrar sitio para aparcar, podrás discernir que estás ante uno. Sólo
debes estar atento, intentar ser consciente de cada momento, de si lo que te está pasando AHORA te
guía hacia adelante (más energía y motivación, coincidencias positivas o golpes de fortuna, regalos, la
gente y los animales se te acercan con más amor…) y tienes que pasar a la acción o lo que te ocurre te
guía hacia detrás (mala suerte, tropiezos, coincidencias negativas, tu coche o aparatos
electrodomésticos se estropean…) y entonces debes hacer un alto en el camino, no forzar las cosas.
Fluye por el camino que ofrezca menor resistencia y gózalo.
Una última advertencia respecto a las señales: no debes tomar las señales por la demostración
misma y luego sentirte decepcionado. Por ejemplo, si deseas un coche y alguien te regala un cochecito
de juguete debes saber que se trata de una señal de que vas por el buen camino y no enfadarte pensando
que el Universo se burla de ti.
El monitoreo. «¿Por qué es tan importante llevar un seguimiento de mi progreso?». Sin un
monitoreo diario no distinguirás las señales de conflicto o cooperación. Llevar un seguimiento
(monitoreo) te ayudará a ver con mejor perspectiva lo que está pasando. Donde empezaste, lo que estás
alcanzando y lo que muy pronto será una realidad.
El monitoreo está contemplado en la plantilla del protocolo L.A. 20/80. Diariamente lee tu
afirmación, imaginando y experimentando lo que describes (visualizando con los cinco sentidos) y
escribe lo que has hecho ese día para atraer el objetivo/intención en la columna correspondiente de la
plantilla de protocolo, así como las señales de conflicto y cooperación externas, del Universo que hayas
percibido en tu día.
Si durante tus afirmaciones y visualizaciones diarias o incluso cuando estás escribiendo tu
monitoreo aparecen señales de conflicto internas (pereza a la hora de hacer las afirmaciones,
aburrimiento, dudas, miedo...) repara en ellas, anótalas en la plantilla e intenta modificar tu afirmación
y volver a hacer repeticiones hasta que veas que las señales de conflicto dejan paso a señales de
cooperación (alegría y felicidad, entusiasmo y avidez, certeza del logro...) o realiza el proceso de
desbloqueo.
Rememora tu día anterior y anota también esos indicios positivos o negativos que te han hecho ser
consciente de que “algo estaba pasando”, esas coincidencias positivas o negativas, esos pequeños
golpes de buena o mala fortuna, etc. Evalúa en qué pueden estar acercándote o alejándote de tu
objetivo.
Importante, cuando hayas logrado tu objetivo/intención. Completa el proceso felicitándote a ti
mismo y regalándote un pequeño premio que no entre en conflicto con tu objetivo principal. Con estos
premios por un lado le dices a tu subconsciente que estás haciendo las cosas bien, por otro relacionas
placer con la consecución de objetivo y por ende, al final creas un anclaje muy fuerte para tus
siguientes objetivos/intenciones.
Es muy importante establecer tus pequeños premios antes del momento mismo de premiarse para
no tener que pararse a pensar cómo te puedes premiar y acabar aplazándolo, y para establecer un buen
anclaje si te premias muy rápidamente, nada más cumplas ese pequeño logro.
El Protocolo 20/80 ©
Todo el rollo que te he soltado hasta aquí ha ha sido para llegar a este
capítulo, que pone en una sola plantilla de forma coherente y práctica las
técnicas y procesos de todos, o casi todos, los autores que han hablado de una
forma u otra, con unos u otros términos, de la Ley de la Atracción
añadiéndole algunas ideas propias. Un proceso que te disparará directo a tus
deseos de la forma más rápida y eficiente que se haya creado jamás. Sí, has
oído bien, estoy dispuesto a afirmar que este es el mejor método que
existe para la consecución real de tus deseos, ahora bien ¿Estás tú
dispuesto a comprometerte a seguirlo al pie de la letra? Sólo necesitarás
un poco de fuerza de voluntad al principio, pero una vez llegues al punto de
desbloquear la afirmación fluirás automáticamente.
Es tan simple como seguir paso por paso la rutina diaria, sin faltar un sólo
día, ni siquiera sábados, domingos o festivos. No aceptes ninguna excusa
para no hacer tu rutina, ni tan siquiera enfermedad. Si te saltas un día vuelve
a empezar. Pero si de verdad estás comprometido con tu éxito lo harás. Y si
no lo estás, si tu deseo no es lo suficientemente ardiente como para moderar
un poco tu rutina habitual, entonces es que has fallado desde el principio (en
tu propósito u objetivos) y ni esta ni ninguna otra técnica te funcionará jamás.
Pero inténtalo, no estás renunciando a nada, sólo estás probando algo
nuevo y no pierdes nada, si no te gusta lo que obtienes al cabo de treinta días
no habrás perdido nada (como dicen los españoles «más se perdió en Cuba»),
pero si no lo intentas, quizá sí que te estés perdiendo una vida maravillosa
donde tus deseos sean una realidad diaria.
En las siguientes páginas encontrarás la plantilla del Protocolo L.A. 20/80
pero rellenada con un ejemplo ficticio, por si tienes alguna duda para que
veas más o menos cómo se tiene que hacer. Al principio puede que observes
errores garrafales de lo que no se tiene que hacer, pero esto está hecho así
para que veas cómo poco a poco se van corrigiendo estos errores hasta
obtener una afirmación perfecta que cumple con todos los requisitos.
****Ahora ve a la web www.facebook.com/atraccionmasefectiva y descárgate la
«PLANTILLA PROTOCOLO 20/80 LEY DE LA ATRACCIÓN» (no
necesitas estar registrado en facebook) que está en formato PDF, un formato
muy habitual que cualquier navegador web puede leer y en tamaño DIN-A4
para que puedas imprimir sin problemas con cualquier impresora doméstica
para rellenarla tú mismo/a. Puedes hacerle agujeros a esas hojas e incluirlas
en tu nuevo carpesano de trabajo o pegarlas con pegamento a tu libreta si has
escogido tener un cuaderno. Y si aún no has escogido ¡Este es el momento!
¡Ya hemos acabado con la teoría! ¡Ahora empieza a hacer realidad tus
sueños!
Aprovecho también para invitarte a darle al “me gusta”, compartir y
consultar todas las publicaciones que voy realizando en la citada página de
facebook donde actualizo los contenidos de este libro, explico los mejores
procesos de otros autores, doy pequeños trucos el día a día, comparto videos
y muchas cosas más.
*ATENCIÓN* Todos los dispositivos kindle no visualizan de la misma
forma las tablas, si no puedes visualizar las que vienen a continuación puedes
descargarlas aquí.
Nota de J. Blacksmith: Nótese cómo después de que Lena haya repasado
la afirmación, ésta ha vuelto a cambiar, reforzándose una situación presente
(andando por las calles de Lisboa) mucho más concreta y visual que
simplemente “hacer una ruta empezando en Portugal”, a la vez que la hace
más breve eliminando la ristra de países que por otro lado están en el futuro
(durante 3 meses), no en el presente de la afirmación (ahora … andando por
Lisboa), que sería en Portugal.
Nota de J. Blacksmith: En las páginas siguientes podemos ver un ejemplo
resumido de cómo sería el proceso de desbloqueo de Lena, sin embargo, el
proceso real conlleva muchas más páginas y normalmente los pensamientos y
sensaciones tardan más en aparecer, no surgen como mostramos aquí cada
dos o tres afirmaciones.
Nota de J. Blacksmith: surgido este recuero de «¡Siempre me han dicho
mis padres que busque un empleo estable y ahorre, en lugar de “perder el
tiempo”», ahora sería conveniente que Lena hiciera otra «afirmación de
desbloqueo» más incisiva en esa inseguridad que tiene respecto a ganarse la
vida viajando y escribiendo sobre ello, debido a la “programación
subconsciente” que, sin mala intención, le inculcaron sus progenitores. Algo
del tipo: «Yo, Lena, ahora sé que viajar y escribir es divertido y puede ser un
medio de vida».
Y una vez eliminada esa programación negativa que bloquea a Lena la
posibilidad de ganarse la vida con algo que le gusta, volvería a la afirmación
principal.
Nota de J. Blacksmith: bajo estas lineas la plantilla del monitoreo diario
que se puede ver más claramente así como descargar en
www.facebook.com/atraccionmasefectiva
Recuerda que si no has podido ver bien estas imágenes, puedes
descargarlas aquí.
Un apunte final: no tengas miedo de no estar haciendo bien un ejercicio,
todo lo contrario, si sientes el impulso de hacerlo de manera diferente porque
los ejercicios no se ajustan a tu realidad práctica ¡no tengas reparos en
cambiarlos! Es más importante seguir haciendo que quedarse paralizado por
el miedo o la incertidumbre. Yo mismo he cambiado a veces mis propios
ejercicios, por ejemplo, en la tabla del proceso de desbloqueo, cuando tiendo
a reflexionar soy muy descriptivo y detallista así que muchas veces no tenía
suficiente espacio para la reacción mental en el hueco que había. Podía haber
escrito menos para que cupiera pero decidí que era más importante explicar
bien mi reacción así que cogí espacio de las celdas siguientes. Sin problema,
ajusta los ejercicios y las tablas como sientas que son mejor para ti, eso sí,
que no se convierta en una excusa para saltarse todas las reglas básicas que
hemos estudiado aquí.
Epílogo
¡Comenta! ¡Comparte!
Este libro no acaba aquí, como te he dicho, son miles los libros que hay
sobre la materia y yo estoy en perpetua formación por lo que continuaré
ampliando una y otra vez este libro y actualizando la Plantilla de Protocolo
20/80 a través de la página de facebook www.facebook.com/atraccionmasefectiva
Dale al “Me gusta” y recibirás contenido exclusivo y todas las novedades
como ejercicios extra de refuerzo, interesantes capítulos nuevos como el
dedicado a la “Transmutación Sexual” o el de la “Goma de borrar del
agradecimiento” y muchas otras interesantes cosas.
Además, si aún te han quedado dudas por responder, envíame un mensaje
a la web con tu pregunta e intentaré responder lo más rápidamente que pueda
para que al final, nadie quede con una solo duda sobre cómo aplicar de forma
rápida y eficaz la Ley de la Atracción y si tu duda resulta particularmente
interesante, con tu permiso, quizá la añadamos en un próximo libro o
reedición.
Y si te ha gustado el libro, por favor, para los autores es muy importante
una valoración positiva en Amazon, te estaría muy agradecido si dedicases un
minuto para dejar tu comentario positivo. Muchas gracias de corazón.
Ahora sí me despido dándote las más sinceras gracias por haber leído este
libro que en principio creé para poner en orden mis propias ideas sobre tantos
y tantos libros que había leído sobre la Ley de la Atracción y que al final fui
extendiendo para que más personas se beneficiaran de todo este trabajo de
investigación. Ya sólo me queda darte una nota final: aquí hemos visto todo
un proceso de colaboración con el Universo/Conciencia Universal/Dios para
la obtención de nuestros objetivos concretos. Ya mencionábamos que la
forma más efectiva de conseguirlos es cuando estos están alineados con el
Universo, lo que se consigue averiguando tu propósito vital. Llegará un día,
cuando consigas la mayoría de los deseos de tu lista, o al menos los más
importantes, en el que tendrás un cambio de enfoque en virtud del cual irás
dejando de fijarte metas concretas y simplemente te dejarás guiar por tu
fuente de poder superior. Renunciarás a tu idea de controlar la situación y
confiarás, te entregarás completamente al Universo/Dios, que atraerá de la
forma más rápida y eficaz lo mejor para ti, tu mayor bien y el de todos los
involucrados. En ese momento tu vida se convertirá en un regalo y obtendrás
mucho más de ella de lo que puedas pedir conscientemente pues dejarás de
estar limitado por esa parte de la realidad que consiste en «lo que estás
intentando hacer». Hasta ese momento, buena suerte, disfruta del viaje.
Bibliografía
Son todos los que están pero no están todos los que son. Hela aquí una
selección de los libros que más me han influenciado en mi vida y por ende en
la creación de este manual, evidentemente son muchos más que los que aquí
se recogen pero si quieres continuar con tu estudio de la Ley de la Atracción
tan obsesivamente como lo he hecho yo (ese 80% restante que aquí no se
recoge), estas son las fuentes de las que más he bebido en este libro y resultan
un buen punto de partida.
Martha Beck: «Encuentre su propia estrella polar» Ediciones Obelisco, 2003. Es el libro que más
suelo recomendar a las personas que me dicen en términos generales que no saben “qué hacer con su
vida”. Si te ha sabido poco el capítulo dedicado al propósito, este libro es la mejor forma de indagar
más en él.
Anthony Robbins: «Pasos de Gigante» Editado por el propio Robbins en Amazon Kindle;
«Controle su destino» Debolsillo, 2010; «Poder sin Límites» Debolsillo, 2010. Robbins ha sido una de
mis últimas incorporaciones pues las más de 700 páginas de cada uno de sus libros me paralizaban y
me impedían acceder a este autor, pero una vez que te engancha ya no te suelta. Me encanta la forma en
la que sabe moldear nuestras conductas y pensamientos sin usar técnicas de las que muchos
considerarían esotéricas sino con comprobadas técnicas psicológicas como la Terapia Gestalt o la
Programación Neurolinguística. En EEUU es enormemente conocido y realiza convenciones de hasta
10.000 personas (También en Londres una vez al año) donde todos los participantes comprueban lo que
son capaces con el poder de su mente ¡caminando sobre brasas ardiendo! En España puedes asistir a los
seminarios que ofrece la Coach oficial de Robbins en lengua española Isabel Sales www.espaicoach.net
quien también ofrece guía y traduce en directo las convenciones que celebra Robbins en Londres y
EEUU.
Wayne W. Dyer, ha publicado más de cuarenta obras y es archifamoso por «Tus zonas erróneas»
Debolsillo, 2010, sin embargo considero que su mejor y más completa obra aunque paradójicamente
menos conocida, es “Real Magic”, publicada en España como «Tus zonas mágicas: Cómo usar el poder
milagroso de la mente», Debolsillo, 2009.
El profesor húngaro Mihály Csíkszentmihályi, escribió en 1990 su bestseller, «FLUIR: una
psicología de la felicidad» Editorial Kairós, 2011, dedicada a explicar la felicidad que se obtiene
cuando se “fluye”, esto es cuando se está viviendo al 100% el momento, absorto absolutamente en lo
que se está haciendo de tal modo que parece que el ego desaparezca y el tiempo se detenga. Es un
análisis muy interesante que nos ayuda a comprender esta situación, sin embargo, desde mi punto de
vista no es la obra más sencilla de abordar.
Keith Ellis, «La lámpara mágica» Empresa Activa, 2001. Ellis crea uno de los procesos más
prácticos para tratar con la Ley de la Atracción, al que llama, L.A.M.P. (y de paso crea el paralelismo
con la Lámpara de Aladino, capaz de concederte todos tus deseos) y sistematiza con gran precisión
muchos de los requisitos que aquí hemos visto para materializar tus objetivos. Ellis no ha escrito mucho
más sobre la autoayuda, ni falta que le ha hecho pues su libro es muy completo, y se ha dedicado a la
escritura de ciencia ficción con invasiones de Aliens incluidas, algo que le entretiene más y le hace más
feliz pese a que con la autoayuda gozaba de mucho más prestigio y éxito económico y social. Como ya
sabemos uno ha de seguir su propósito vital.
Esther y Jerry Hicks «Pide y se te dará: Aprende a manifestar tus deseos» Urano 2005; «La Ley de
Atraccion: Conceptos Basicos de Las Enseñanzas de Abraham» Hay House, 2007. Del matrimonio
Hicks podría recomendar muchísimos libros pues hay una gran cantidad traducidos a multitud de
idiomas, sin embargo, son muy repetitivos así que te recomiendo el citado de conceptos básicos porque
es el que mejor explica, desde mi punto de vista, cómo surgió “Abraham” y sus enseñanzas
fundamentales y el de «Pide y se te dará» porque es un libro extraordinariamente práctico, con
ejercicios de principio a fin, si bien es cierto que para entenderlo completamente deberías leer primero
el de conceptos básicos.
Timothy Ferris «La Semana laboral de 4 horas» RBA, 2012. Ferris es todo un aventurero que dejó
su empleo estable de oficina para hacer “lo que quería” con el mínimo esfuerzo posible, y es que él, al
igual que muchos autores de esta bibliografía, también es un acérrimo creyente de la Ley de Pareto que
tanto ha influenciado este manual. Consiguió hacer sus deseos una realidad y publicó su bestseller con
no sólo la biografía de su interesante (y aún joven) vida sino una caterva de consejos prácticos que
ayudan a la realización personal. Sólo su plantilla (a la que llama onirograma) que utiliza para dividir
sus sueños en plazos, subtareas e ingresos mensuales objetivo ya merecen el precio del libro. Otra de
sus interesantes obras, dedicados a la salud y el mantenimiento del cuerpo con el mínimo esfuerzo es
«El cuerpo perfecto en 4 horas» Ediciones B, 2012.
Brian Tracy es un orador inspiracional, autor de decenas de obras de liderazgo empresarial y
estrategias de ventas y desarrollo personal como el famoso «¡Tráguese ese sapo!», Empresa Activa,
2003; o «Metas» Empresa Activa, 2004, y que ahora está resurgiendo en España con la traducción y
reedición de otros libros suyos como «Negociación» Grupo Nelson, 2015; o «Liderazgo» Grupo
Nelson, 2015.
Richard Wiseman, «59 segundos» RBA, 2015; «Nadie nace con suerte» Temas de Hoy, 2003. El
caso de Wiseman es peculiar. Pretende desautorizar la autoayuda, aportando estudios científicos que
demuestran “lo que de verdad sí funciona”, sin embargo, como ya hemos visto aquí, al final detrás de
los estudios, las conclusiones son las mismas que con la Ley de la Atracción, llegando Wiseman a
aconsejar la práctica de afirmaciones para atraer la buena suerte. Recomiendo sus libros porque
reafirman lo visto en la Ley de la Atracción.
Louis L. Hay «Usted puede sanar su vida» Books 4 pocket, 2007, pasó una infancia terrible y una
juventud no menos halagüeña, sin embargo comenzó a asistir como alumna a seminarios de autoayuda
y renacimiento, siendo pupila de Leonard Orr y escribió este libro con eficientes procesos de
desbloqueo y afirmaciones concretas para curar determinadas enfermedades, convirtiéndose en una de
las más grandes vendedoras del sector y creando su propio sello editorial, Hay House, Inc. que publica
en EEUU a otros autores bestsellers como Wayne W. Dyer. el matrimonio Hicks o Pam Grout.
Víctor Boc, «Cómo Resolver para siempre todos sus problemas de dinero» Open Project, 1999, es
uno de mis autores favoritos por su extraordinaria claridad y sencillez y por los logros impresionantes
que he obtenido gracias a su método. Mi problema con él fue que le pedía demasiado y muy rápido y lo
abandoné y no pude apreciar uno de los mayores logros de mi vida que obtuve con él hasta que lo vi
con la perspectiva de los años. Acababa de licenciarme y me sentía derrotado al no encontrar trabajo,
entonces leí el libro y comencé a practicar consistentemente y con fe su método, visualizando cada día
cómo acudía a trabajar con total libertad de acción a una radiotelevisión de la que había estado
trabajando en prácticas (sin cobrar, haciendo un programa de radio). No obtuve resultados y abandoné
el método y sin embargo, dos o tres años después “la vida” me había llevado a dirigir esa
radiotelevisión.
Jack Canfield y Mark Víctor Hansen, «Sopa de pollo para el alma» Alba Editorial 1996. Sopa de
pollo para el alma (y toda su saga) son una buena opción para regalar a seres que amas pero que no
están familiarizados con la Ley de la Atracción, pues se trata pequeñas historietas de motivación y guía
espiritual. Más aconsejable para el tema que nos ocupa son «Los principios del éxito» Rayo, 2012 o
«Atrévete a ganar» Ediciones B, 1998.
Vadim Zeland, «Reality Transurfing», Ediciones Obelisco, 2010. Zeland es un misterioso (en
todas sus vertientes) autor ruso del que se conoce muy poco, vive alejado de la civilización y apenas
concede entrevistas y ha creado una saga de cinco libros que abordan la Ley de la Atracción desde una
nueva y original, algo compleja, perspectiva. Recomendado para los avanzados en la “Ley de la
Atracción” y aquellos a los que les encanta la autoayuda pero que ya están cansados de leer “siempre lo
mismo”.
Janet Bray Attwood y Chris Attwood, «Descubre el Secreto», Zenith, 2008. Los Attwood relatan
de manera muy entretenida sus vivencias con la Ley de la Atracción, yendo un paso más allá de “El
Secreto” de Rhonda Byrne, concretándolo más. Su libro recoge “El test de la pasión” para ayudarte a
encontrar aquello que te apasiona, tu propósito vital. También han publicado «Tu riqueza oculta»,
Aguilar, 2015, ideal para ahondar más en los rituales y rutina diaria.
Kolie Crutcher «La Ley de la Atracción para escépticos» Zenith, 2014. Además de ser una persona
muy accesible con la que cualquiera puede mantener conversación en sus redes sociales, Crutcher es
ideal para los más incrédulos pues sabe muy bien cómo justificar científicamente la Ley de la
Atracción. Además, su libro es pequeñito y muy económico.
Maxwell Maltz, «Psico-cibernética», Open Project, 2012. Ya en 1960, Maltz entendía a la
perfección el poder de los pensamientos y sabía, desde su experiencia como cirujano plástico, que una
persona que se siente fea, por muchos retoques plásticos a los que se someta se seguirá sintiendo fea.
Necesita un cambio en sus emociones y pensamientos, no en su físico. A partir de esto creó el tratado
de psico-cibernética, toda una revolución en la autoayuda de la época y que sigue teniendo mucha
influencia más de cuarenta años después de su muerte. Este es otro libro recomendado para los más
escépticos ya que habla en términos anatómicos como el cerebro o el sistema nervioso como
mecanismos capaces de hacernos alcanzar objetivos en lugar de hablar del Universo, la Conciencia
Universal, etc.
José Silva, «Método Silva de Control Mental» Edaf, 2011. Creó un sistema que enseñaba en cursos
en los que han participado muchos de los gurús de hoy en día. Su método continúa vigente y al frente
de la gran institución que creó está su hija Laura Silva. Además del libro es especialmente interesante el
curso oficial audioguiado por la propia Laura en español y que encontrarás en
http://www.silvamethod.com/product/metodo-silva-de-vida y el audio oficial de los Silva de inducción
a Alfa que puedes adquirir en http://www.silvamethod.com/product/theta-to-alpha/
Eckart Tolle, «El poder del Ahora» Gaia, 2013, sufrió una catarsis espiritual durante una crisis de
identidad que lo tenía al borde del suicidio y que lo llevó a replantearse toda su existencia. Pasó a vivir
varios años como un vagabundo (alimentándose de su propia “paz interior”) y a escribir el bestseller
mundial «El poder del Ahora», un libro de pensamiento profundo que nos ayuda a conectar con nuestro
ser, sobre todo mediante la consciencia del presente, del AHORA, en cualquier momento del día, no
sólo durante la meditación.
Mark Fisher, «El millonario instantáneo» Empresa Activa 2002. Con este título del
multimillonario escritor y editor canadiense, Mark Fisher, era imposible que no enganchara a un joven
y humilde estudiante de 18 años que era yo antes de conocer la Ley de la Atracción. Este fue mi primer
libro de autoayuda y le guardo un gran cariño porque, además, me ayudó a conseguir mis primeros
deseos. Es claro, sencillo, breve y eficaz.
Mark Fisher y Marc Allen, «Piensa como un millonario» Gedisa 2015. Otro gran título en el que
ponen en común acuerdo sus principios del éxito estos dos multimillonarios escritores y editores. Allen
creó la famosa editorial “New World Library” junto a Shakti Gawain.
Shakti Gawain, «Visualización Creativa» Sirio, 2000; «Vivir en la Luz» Sirio, 2000; «Despertar a
la Conciencia» Sirio, 2000. En sus pequeños libros Gawain recoge de forma muy sistematizada mucha
de la información que aquí hemos dado, habla de entrar en Alfa, de visualización, de afirmaciones...
Derek Sivers, «Sigue tu pasión». Si estás pensando en montar tu propia empresa o la acabas de
crear y no tienes demasiados conocimientos y sí mucha inseguridad, tómate un par de horas para leer
este librito con toda la experiencia de su autor concentrada en muy pocas páginas. Sivers creó de la
nada y en muy poco tiempo una empresa que facturaba 100 millones de dólares al año sin complicarse
demasiado la vida, simplemente siendo fiel a unos pocos principios que tú también puedes seguir.
Stuart Lichtman, «Transposición Cibernética». Más que un libro es un curso que puedes realizar
online (http://stuartlichtman.com/) y que contiene numerosos ebooks en pdf para descargar. Desde
luego Lichtman es un genio y lo demuestra con los efectivos procesos que ha creado, sin embargo éstos
son bastante complejos y tediosos, requieren mucho trabajo, disciplina y tiempo.
Florence Scovel Shinn, habla de la vida como un juego, no como una lucha, y simplemente hay
que saber las reglas del juego. Aunque sus libros son de principios del siglo veinte, su tremenda lucidez
y su sentido del humor los hacen totalmente disfrutables hoy en día. Se hizo famosa con «El Juego de la
Vida y cómo jugarlo» pero recomiendo «4 libros en 1: el texto más importante de la metafísica del siglo
XX» Obelisco, 2007, que es un recopilatorio de cuatro de sus mejores libros –incluido «El Juego de la
Vida y cómo jugarlo»– en uno solo de bolsillo)
Dr. Joseph Murphy, «El poder de tu mente subconsciente», Arkano Books, 1026. Algo genérico y
poco práctico para mi gusto pero repleto de historias entretenidas y motivadoras.
Malcolm Gladwell «Fueras de serie, por qué unas personas tienen éxito y otras no» Taurus, 2009;
«La clave del éxito» Taurus, 2007; «Inteligencia Intuitiva» Taurus, 2005. No es estrictamente un autor
de autoayuda ni tiene mucho que ver con la Ley de la Atracción, sin embargo, es de justicia
mencionarlo en la bibliografía por la gran influencia que han tenido en mí (y en este manual) sus
estudios sociológicos, que arrojan una enorme luz sobre por qué nos comportamos como nos
comportamos los seres humanos y cómo y por qué obtenemos (o no) lo que deseamos.
Rhonda Byrne, «El Secreto» Urano, 2008;«El Poder» Urano, 2010; «La Magia» Atria, 2012. Si
antes de comenzar este manual sólo conocías a un autor de la Ley de la Atracción, muy probablemente
fuera Rhonda Byrne. Nadie antes en la historia ha llevado esta Ley, o como ella lo llama “El Secreto”, a
tantos millones de personas. Quizá no sea la primera pero sí la que más ha hecho por convertirlo en un
fenómeno de masas. «El Secreto» es un buen punto de partida con la Ley de la Atracción (ideal para
regalar pero no para tí, que ya debes ser un experto), «El Poder» es un libro muy positivo centrado en la
maravillosa fuerza del Amor, y «La Magia» es su libro más práctico, con ejercicios para cada día,
dedicados especialmente a la gratitud.
John Demartini, «El efecto Gratitud» Books4pocket, 2012; «Dar Gracias a la vida» Urano, 2012.
Demartini dedica libros enteros al poder del agradecimiento, pero no creas que da para poco, todo lo
contrario, este quiropráctico reconvertido en guía espiritual (y que cada año se le ve más joven que el
anterior) tiene mucho que contar, y no sólo se nutre de anécdotas personales muy entretenidas sino que
también plantea ejercicios prácticos con afirmaciones, liberación de bloqueos o creación de planes para
conseguir objetivos. De él aprendí a dar gracias por todos y cada uno de mis clientes y así lo hago, tanto
de la empresa de mi mujer como de todos los que me compráis libros, escribo un gracias al lado de
vuestro nombre (en el caso de las ventas que no puedo saber el nombre, por ejemplo porque no vendo
yo o mi empresa de forma directa, también doy las gracias aunque sea a alguien anónimo) y, la verdad
es que no tengo queja, siempre he ido a más.
Viktor Frankl, «El hombre en busca del sentido» Herder, 2015. Creo que ya es la tercera vez que
recomiendo este libro, una historia personal estremecedora de un psiquiatra judío que de la noche a la
mañana fue preso, apartado de su familia (a la que mataron) y pasó por cuatro campos de concentración
nazi. Resulta realmente difícil explicar por qué este libro que cuenta algo tan horrible puede acabar
dando sentido a tu vida y la existencia del ser humano y puede suponer un mensaje de optimismo a
aquellos que estén pasando por un mal momento. Recomendado por psicólogos y psiquiatras de todo el
mundo.
Phil Laut, «El dinero es mi amigo» Grupo Editorial Tomo, 1999. Aunque sus recomendaciones se
pueden extrapolar a cualquier ámbito, se centran principalmente en la relación con el dinero, de cómo
mejorarla y disfrutar con las finanzas. Es muy práctico sus sistema de división de los ingresos y gastos
en porcentajes, método que personalmente he seguido durante muchos años.
Osho, «El Libro de los Secretos» Osho Classics, 2007. «Meditación: la primera y última libertad,
una guía práctica» Grijalbo, 2015. De Osho se podrían recomendar centenares de libros buenísimos (se
le atribuyen más de 650 libros pero la mayoría son transcripciones de sus conferencias y entrevistas)
pues tiene una claridad de pensamiento, unos conocimientos y un sentido del humor que lo hacen
irrepetible, pero si hay que elegir uno, la obra que sin lugar a dudas mejor recopila todo su pensamiento
al completo es «El Libro de los Secretos», un tomo algo caro pero sus más de mil doscientas páginas
bien lo valen. Además, está muy bien editado en tapa dura e incluye un DVD. Por otro lado, para
aquellos que desean practicar la Meditación pero no saben cómo empezar y se sienten demasiado
agitados como para parar sus pensamientos, recomiendo «Meditación: la primera y última libertad, una
guía práctica» que incluye la explicación de la que Osho denominó “Meditación Activa” para
occidentales estresados. Deepak Chopra («Las Siete Leyes Espirituales del Éxito» Edaf, 2011;
«Sincrodestino» CLAVE, 2016. Otro autor muy prolífico y de los más conocidos en el mundo de la
autoayuda es Deepak Chopra. Este endocrino de las estrellas (entre sus clientes figuran varios actores y
actrices de Hollywood) y gurú espiritual renegó de su formación médica occidental volviendo a sus
orígenes hindúes con la aplicación de la medicina tradicional Ayurveda combinada con ideas de
mecánica cuántica. Tiene en su haber más de 80 libros traducidos a 43 idiomas, 21 de ellos bestsellers
del New York Times, destacando su obra más conocida, «Las Siete Leyes Espirituales del Éxito» que
estuvo ¡72 semanas en lista! Junto a este libro que recoge toda la esencia de su pensamiento que más
tarde ampliará en otros muchos, me gusta recomendar «Sincrodestino» ya que ofrece métodos prácticos
para aumentar notablemente las coincidencias en tu vida, tan necesarias como guías hacia nuestros
deseos.
Leonardo Stemberg, «Contranalisis»Diana, 1993. He dudado si poner esta obra como
recomendada en la biografía por la historia polémica que gira alrededor de su autor, sin embargo, ello
no hace menos eficaz el sencillo y único ejercicio que propone en su pequeño librito.
Joe Vitale, «Mercadotecnia Espiritual» Veritas Invictus Publishing, 2011; «Cero Límites»
Obelisco, 2011. Existen dos Joe Vitale (o Mr. Fire como también se le conoce), uno es el de la Ley de
la Atracción más pura, siendo uno de los autores que más claramente expresan las características y
requisitos que ha de tener para que funcione (su obra más emblemática al respecto es «Mercadotecnia
Espiritual»). Pero hace unos años, tras conocer la historia del Dr. Hew Len según la cual curó a todo un
pabellón de enfermos mentales sólo mediante el pensamiento gracias al método del Ho´oponopono,
Vitale cambió su temática para centrarse exclusivamente en este impronunciable método de curación
hawaiano (en «Cero Límites»). Curiosamente, pese tener una de las escrituras más amenas (también
revisó la Transposición Cibernética de Stuart Lichtman para hacerla menos técnica y más entretenida),
no es un vendedor de libros en masa (muestra es que sus primeros libros son bastante difíciles de
conseguir y no están editados de manera demasiado cuidada), pero parece que tampoco le hace
demasiada falta y él es feliz como músico semi-profesional y conduciendo su colección de deportivos
de alta gama.
Stephen C. Lundin, Harry Paul y John Christensen, «Fish!» Empresa Activa, 2015. Es el libro
perfecto cuando diriges una entidad en la que sus miembros están desmotivados y la arrastran a la
quiebra. Cuenta la historia de una pescadería callejera que basa su gran éxito en la actitud que tienen los
empleados hacia el trabajo lanzándose el pescado entre bromas y chistes, una actitud que contagia a
clientes y viandantes.
Spencer Johnson, «¿Quién se ha llevado mi queso?» Empresa Activa, 1999. El primero de una
larga lista de lo que podríamos llamar “nueva mística empresarial”, libros de educación empresarial que
enseñan de forma muy sencilla, casi infantil, “lo que no se enseña en la Universidad”. En este caso,
Johnson utiliza una parábola donde unos ratoncitos que representan una determinada empresa casi se
mueren de hambre al quedarse paralizados esperando que las cosas cambien por sí mismas, mientras
otros ratoncitos que representarían otra empresa al primer indicio de que las cosas van mal se mueven
en busca de alternativas y pese a la incomodidad de salir de su rutina alcanzan el éxito.

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