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Maestría en

Administración de
Negocios
Lección 01
El Hombre y sus Obras

ASIGNATURA
Metodología de la Investigación

Cruz C. Olivares S. González M. (2014). Metodología de la Investigación,


Editorial: Grupo Editorial Patria

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LECCIÓN 01

EL HOMBRE Y SUS OBRAS

1. EL HOMBRE Y SUS OBRAS; EL HOMBRE EN SÍ MISMO COMO


UN PRODUCTO SOCIAL

Iniciemos este tema con el cuento Un sueño, de Jorge Luis Borges:

En un desierto lugar de Irán en una no muy alta torre de piedra, sin puertas ni
ventanas. En la única habitación (cuyo piso es de tierra y que tiene forma de
círculo) hay una mesa de madera y un banco. En esa celda circular, un
hombre que se parece a mí escribe en caracteres que no comprendo un
largo poema sobre un hombre que en otra celda circular escribe un poema
sobre un hombre en otra celda circular… El proceso no tiene fin y nadie
podrá leer lo que los prisioneros escriben.

El lector y los autores tenemos algo en común: nuestra pasión, formación,


defectos y virtudes están asociados a las ciencias sociales, lo que significa que la
mitad de dichas herramientas metodológicas y teóricas se relacionan con el
mundo de las ideas. Por supuesto que algunos de nuestros procedimientos son
experimentales o matemáticos; no obstante, para ser honestos, pocas de
nuestras afirmaciones se hacen en los tradicionales laboratorios fisicoquímicos,
por lo que podemos concluir que aspiramos a ser científicos sociales. Ahora bien,
al ser nuestra pasión, es obvio que nos gusta, estamos totalmente convencidos
de la veracidad de nuestras afirmaciones, ¡caray, somos científicos! Pero,
¿cuándo nuestras afirmaciones son un reflejo de la realidad y cuándo es un
sueño? ¿Con esto se podría interpretar que se pone en duda la metodología de
las ciencias sociales? ¡Por supuesto que no! Sin embargo, sí se plantea la

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imperiosa necesidad de diseñar métodos de control social que permitan alejarnos
de ser protagonistas del cuento planteado por Borges.

Así, iniciamos un proyecto cuyo objetivo central es presentar a nuestros lectores


un panorama general de la ciencia y los métodos que usualmente se usan en las
ciencias sociales. Es ambicioso, sí, pero intentaremos que al mismo tiempo sea
didáctico e interesante. Para lograrlo hemos estructurado esta obra en tres
grandes apartados: la ciencia, la metodología y los diseños experimentales.
Hemos intentado que en la primera parte, además de la revisión universal e
histórica, se integre una revisión de lo que sucedió en México; detrás de esto no
existe un interés nacionalista o una propuesta de cerrarnos al mundo, sino de
conocer lo que sucede en este país en el desarrollo de la ciencia.

1.1 El hombre: ser productor en Mesoamérica

Para guiar a los hombres que aquí habrían de vivir era necesario rescatar la raíz
de la antigua cultura, el testimonio del recuerdo, la conciencia de la historia.
Miguel León-Portilla

La capacidad de trabajar y de hacer productos es uno de los aspectos básicos


que nos convierten en seres humanos, lo cual, en particular, no fue ni rápido ni
simple, sino caótico, pues implicó, entre otras cosas:

 El desarrollo del cerebro. Todo parece indicar que por lo menos al inicio de
la evolución, aspectos como el hecho de que el hombre fuera carnívoro
permitieron la evolución de su cerebro, debido al tipo de nutrientes que
consumía; se puede afirmar esto aun en contra de lo que opinen los
vegetarianos, ya que las evidencias apuntan en ese sentido hasta el
momento.
 La evolución de la constitución física del ser humano. Aspectos tales como
la movilidad del pulgar permitieron la creación de armas y, posteriormente,

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algunos instrumentos, los cuales favorecieron el desarrollo del ser humano.
Otro aspecto básico a considerar es la columna erecta, ya que facilitó
algunas actividades; sin olvidar, claro está, a la comunicación cara a cara. El
conjunto de todos estos aspectos se encuentran presentes en el desarrollo
del ser humano.
 Existen otros aspectos que, indirectamente, favorecieron esta capacidad
productiva del ser humano, como su naturaleza gregaria y el posterior
desarrollo que tuvieron las comunidades humanas. También se debe
considerar la capacidad de comunicarse que el ser humano fue
desarrollando.

Finalmente, existen aspectos caóticos que, aunque es difícil entender cómo se


relacionan, están ahí presentes. Sería imposible pensar en la existencia del ser
humano sin esos aspectos; señalemos sólo un ejemplo: aunque todavía no hay
una respuesta única, e incluso puede haber varias simultáneamente, es claro
que el ser humano encontró el fuego y, sin querer, ese animal, sin piel gruesa,
pequeño e inofensivo en su época, inició el camino para convertirse en el mayor
depredador que ha conocido este planeta; aquella chispa de fuego le dio a la
larga más fuerza que un oso, más rapidez que un tigre y mejor visión que un
halcón. El ser humano no sólo construyó un producto, ya que éste le permitió
autoconstruirse. Seguramente esta evolución no ha terminado; ahora sabemos
que siempre mantendrá una orientación caótica, pero estamos convencidos de
que podremos darle un pequeño matiz que nos ayude a mejorar tanto al ser
humano como a nuestra casa, el planeta Tierra. ¿De dónde viene tanta
confianza? Por lo menos en nuestro caso, y seguramente en el tuyo también, la
confianza viene de nuestros tatarabuelos, el mayor imperio que haya existido en
el continente americano desde hace 3,800 años.

Hagamos un pequeño ejercicio: ve a algún volcán o alguna montaña que te


permita ver el Valle de México, ¿sabías que 1,800 años a.C. había bosques,
lagos y pantanos; que abundaban los animales para la cacería y la pesca y

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muchas plantas se podían recolectar? Se encontraban en algo que los
estudiosos han denominado el período formativo o Preclásico en Mesoamérica,
período que abarcó hasta el año 200 d.C.; en esta época las aldeas agrícolas
iniciaban su aparición. De haber estado en esa época seguramente habrías
participado en la caza de algún mamut (o el surgimiento de nuestras reservas
petroleras). Esto no debe interpretarse como un retroceso, ya que el Valle de
México es hoy una de las tres más grandes concentraciones de personas a nivel
mundial, un país además cuya economía está entre las nueve más importantes
del mundo, cuya tradición cultural es milenaria y que tiene aún muchos retos por
delante; sin embargo, debes tener presente la grandeza de tus ancestros,
recuerda al imperio más grande que ha existido en América, el Azteca, el cual
existió por tres siglos, para que te des una idea de lo importante de este dato;
recuerda que los estadounidenses llevan apenas medio siglo. La fertilidad de la
tierra, la disponibilidad del agua y la diversidad de plantas ayudaron al desarrollo
de la agricultura, de la cual vivía una población más numerosa y densa que la de
otros lugares de América. La variedad de climas y de los productos naturales de
Mesoamérica propició, desde épocas muy antiguas, el intercambio comercial y
cultural entre zonas apartadas: éste es uno de los rasgos que definen al período
Clásico, que abarca del año 200 al 800 d.C. Además, el comercio, las
migraciones y las expediciones militares difundieron la influencia de los pueblos
más avanzados, por eso hay costumbres, creencias y formas de trabajo que son
comunes a todos los pueblos de Mesoamérica. La evolución de las civilizaciones
mesoamericanas es larga y complicada, aunque siempre está asociada a la
creación de los grandes centros ceremoniales.

Regresemos al cuento Un sueño, donde Borges entiende que una diferencia


básica de sus distintos personajes es el signo y el idioma, sin duda algunas
diferencias importantes, pero no suficientes. Lo que hace diferente el mundo de
los mesoamericanos del de los mexicanos no es el idioma, sino la cosmovisión:
ellos eran sincréticos, nosotros somos analíticos; para ellos ciencia y dios era lo
mismo, para nosotros no. Esto es necesario señalarlo por el ejercicio que

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realizaremos a continuación; estamos claros de que tal vez sea un ejercicio
absurdo (didáctico para la teoría del caos), pues intentar entender a los
mesoamericanos sin sus dioses es imposible, pero quisiéramos rastrear el origen
de los más parecido al pensamiento científico en Mesoamérica. Para los
mesoamericanos su divinidad se encuentra inmersa en un proceso que oscila
entre la fusión y la fisión, es decir, todo nos conecta con y nos lleva a dios
(fusión), pero al mismo tiempo este dios puede dividirse en dos, tres o cuatro
divinidades (fisión). Algo muy parecido se da en la religión católica, en “El
misterio de la Santísima Trinidad”, donde hay una diferencia que nos parece
importante: en la religión católica, Dios Padre es bueno, Dios Hijo es bueno, Dios
Espíritu Santo es bueno. En la religión mesoamericana esto no así; creemos que
eso les permite manejar de mejor manera la dualidad, por esta razón su
pensamiento comparte muchos puntos con las actuales reflexiones de la física
cuántica. Así, el mundo mesoamericano es un mundo paradójico, heterogéneo,
incluso contradictorio y dinámico.

Revisemos algunos ejemplos de cómo los mesoamericanos integraron la


dualidad, observemos cómo sobrepusieron a esto la idea de género, recreando
un mundo donde existían dioses y diosas, lo cual, a primera vista, niega la idea
de haber sido una cultura machista, tal como la que se desarrolló durante la
Colonia. Desde esta cosmovisión, la creación del ser humano es una distribución
de la sustancia divina, de ahí que el saber (el paralelo de los científicos de
nuestra época) se obtenga en los ritos para la obtención del conocimiento, que
son actividades que parten de un sincretismo.

“…el ritual se creía posible debido a que el mago invocaba a las esencias divinas
de los elementos que intervenían en el proceso, utilizando para ello el nahuatolli
(o lengua de lo oculto.)”

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Es triste e impresionante que la increíble precisión de la astronomía maya,
integrada a su arquitectura, haya sido olvidada, pues dicha civilización utilizaba el
Sol como base para la planeación de sus vidas debido a que dependían de la
agricultura. Con el equinoccio de primavera iniciaban la siembra y con el de
otoño la cosecha. Por eso los mayas construyeron complejas estructuras
utilizando geometría avanzada, así como astronomía para hacer mapas de ciclos
solares; su capacidad de predecir eventos astrológicos con precisión es
admirada en la actualidad. Otros elementos del pensamiento maya son el
equilibrio de mente y cuerpo, meridianos de energía, enfoques biodinámicos y
holísticos, los cuales son conceptos que han ganado terreno en las últimas
décadas con la llamada medicina alternativa o neuropatía, que se ha convertido
en una opción normalizada para sanar. Las tribus que poblaron Yucalpetén,
ahora Yucatán, fueron muy dadas al estudio de las plantas, por lo que había
individuos dedicados a combatir las enfermedades usando yerbas con
propiedades medicinales; en maya se les denominaba hmenodzadzac, palabra
que en la actualidad es castellanizada como yerbero o herborista.

Posteriormente sucedió algo que la ciencia aún no se explica del todo: de pronto
la sociedad maya dejó de existir y, si bien es cierto que el imperio azteca fue más
poderoso en cuanto a pueblos dominados, extensión de territorio, etcétera, todo
parece indicar que nuestros mayas fueron una de las civilizaciones donde se
encuentran más referentes vinculados a la ciencia de Mesoamérica. Resulta
interesante cómo se fue dando ese cambio entre el pensamiento mágico
mesoamericano y el pensamiento científico contemporáneo. Aunque no hay una

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respuesta exacta, es claro que podemos encontrarla en la Colonia, período
donde las dos culturas se integran, así que proponemos algunos elementos para
su reconstrucción.

1.2 Cinco pilares en la metamorfosis del pensamiento


mesoamericano

¿Cómo transitamos del pensamiento sincrético, mágico, religioso, científico


mesoamericano, a nuestra analítica ciencia mexicana? Revisemos dos posibles
respuestas: una es que no cambiamos. Fijemos esta primera posición. Tanto en
Mesoamérica como en el México contemporáneo, la visión sincrética de los
chamanes y la visión científica de los estudiosos son compartidas por muy pocas
personas; el pueblo en su conjunto desconoce y es ajeno a ambas visiones. Si
esto es cierto, la cosmovisión sincrética de los chamanes, como la científica, son
posturas que comparte, conoce y domina un pequeño porcentaje de la población,
ya que pocos aztecas conocían y manejaban el chamanismo, así como muy
pocos mexicanos conocen y manejan la ciencia. Una segunda postura sería que
no cambiamos de costumbres, sino que nuestras tradiciones y pensamientos
persisten en nuestra cotidianidad. Esta idea es excelentemente desarrollada por
investigadores como Miguel León-Portilla; lo cierto es que aprendimos una nueva
forma de pensar, de crear, a lo cual le llamamos pensamiento científico.

Tal como se puede apreciar en la tabla 1.2, hay un largo camino entre el
pensamiento sincrético mesoamericano y el pensamiento moderno mexicano;
bajo el segundo, más que una transición, al inicio fue un sometimiento que
conservaba muchos elementos rebeldes, desesperados, con fuertes sentimientos
de coraje y enojo. Tal es el caso de las impactantes obras, como iglesias y
castillos, que se construyeron durante la época colonial; a la hora de construirlas,
tanto en sus cimientos como en sus columnas, los indígenas enterraban figuras
de sus dioses de manera clandestina.

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Esta idea se refuerza cuando recordamos que uno de los principales elementos
que permitieron la caída de Tenochtitlan fue el hecho de que los dioses
mesoamericanos habían pronosticado tal caída. Más que un sometimiento, fue la
interpretación mágica que ellos tenían del tiempo, pues podrían luchar contra sus
enemigos o enfermedades, pero contra sus dioses no, ya que éstos habían sido
muy claros: su tiempo se había acabado. Mencionaremos ahora algunos
elementos que se involucraron en la transición del pensamiento mesoamericano
al contemporáneo; sin embargo, debe quedar claro que la enumeración es
totalmente arbitraria.

1.2.1 El primer pilar en la metamorfosis del pensamiento


mesoamericano: la imprenta

Una de las primeras herramientas que fue labrando camino para desarrollar la
transición de pensamientos fue la imprenta. Aunque al inicio fue quizá un
instrumento totalmente elitista, tenía en sí mismo la semilla para democratizar el
conocimiento. Sólo revisemos el inicio de este poderoso instrumento. Por
órdenes del obispo fray Juan de Zumárraga y el virrey Antonio de Mendoza,
entre 1535 y 1539 llegó a México el impresor Esteban Martín, quien se dedicó a
imprimir cartillas y silabarios, es decir, material de apoyo para la labor pastoral.
Existen dos versiones sobre cuál fue el primer libro impreso en México. José
Toribio Medina afirma que fue la Escala espiritual para subir al cielo, de Juan
Clímaco, traducida del latín al castellano por el padre Juan de Estrada, pero el

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nombre del impresor no queda claro, por lo que no se puede asegurar si fue
Esteban Martín o Juan Pablos. Entre 1539 y 1600 se editaron 179 obras, la
mayoría de carácter religioso, aunque hubo algunas obras didácticas como
gramática, abecedarios y vocabularios, ya sea en español o lenguas indígenas.

1.2.2 Segundo pilar en la metamorfosis del pensamiento


mesoamericano: la medicina

¿Por qué desaparece la cultura azteca?, es una pregunta que tiene una
respuesta multivariable; sin embargo, un elemento a destacar que no depende
de interpretaciones fueron las epidemias. Dentro de la cultura mesoamericana, la
botánica, como ya lo vimos en los mayas, destacaba por su importancia, dada su
estrecha relación con la medicina. Por eso Moctezuma regalaba a sus súbditos,
cuando estaban enfermos, plantas que se cultivaban en los jardines reales. Cabe
destacar que esto sucedía 50 años antes de que se creara el jardín botánico de
Padua, Italia, y 100 años antes del de París, Francia. Debemos reconocer que el
médico español Francisco Hernández, quien atendía al rey Felipe II, reunió 1,200
especies vegetales curativas originarias de América, es decir, una parte de la
comunidad científica se acercó a esta manifestación cultural. El herbolario fue el
sucesor del brujo y el antecesor del médico. Cuando en la gran Tenochtitlan
había epidemias, los aztecas aislaban a los enfermos para evitar el contagio;
durante el imperio de Moctezuma II existió un hospital para los guerreros, el
primero en la meseta de Anáhuac. En Texcoco hubo otro para los inválidos a
causa de la guerra; además, se construyeron asilos para los ancianos y
enfermos en la gran Tenochtitlan y en Cholula. Moctezuma II sufragaba una casa
para pacientes incurables o extraordinarios. Junto al templo mayor estuvo el
Netlatiloyan, dedicado al dios náhuatl, que funcionaba como leprosario.
Desafortunadamente, tenemos muy pocos elementos para reconstruir tanto los
tratamientos que se seguían en estos hospitales mesoamericanos como el
sistema de administración que los dirigía.

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A partir de este momento se inicia un período de transculturación muy dinámico;
es evidente que la dirección está delimitada por la medicina del viejo continente,
la cual se compone por elementos de la medicina tradicional mesoamericana.
Uno de los puntos de encuentro fue la construcción de hospitales-monasterios,
uno de ellos fundado por Hernán Cortés en Huitzillán (lugar de colibríes), en el
sitio donde se reunió con Moctezuma Xocoyotzin, el 8 de noviembre de 1519. Al
terminar el sitio de México-Tenochtitlan, Cortés construyó el hospital El de la
Limpia Concepción de Nuestra Señora. La iglesia se construyó en el siglo xvii y
la terminaron en 1665; la fachada de este nosocomio es producto de las
sucesivas remodelaciones efectuadas en 1662, 1770, 1800 y 1945. Ahí
ejercieron los primeros médicos de la ciudad: Pedro López, Cristóbal de Ojeda y
Diego Pedraza. El 11 de enero de 1527 el cabildo de la ciudad nombró al primer
protomédico, cargo que le confirió autoridad para supervisar el ejercicio de la
medicina. En esa época el nosocomio recibió el nombre de Hospital de El
Marqués y después Hospital de Jesús Nazareno.

¿Cómo es esta medicina que traen los españoles? Es muy diferente a la que
vemos hoy en nuestros hospitales especializados, públicos o privados. En primer
lugar, no era una medicina socializada, es decir, para todo el mundo: estaba
orientada principalmente a los españoles. En segundo lugar sus avances eran
precarios; recordemos que en los dos siglos siguientes es cuando se produce un
avance impresionante, período en el que se convierte en pilar de la
transformación del pensamiento mesoamericano al moderno, debido a que los
aztecas estaban huérfanos e indefensos, sus curanderos se escondían, habían
pasado a la clandestinidad, nunca fueron comprendidos, e incluso hoy en día se
les ve como bárbaros que hacían sacrificios. Lentamente y producto más de las
relaciones interpersonales que de un avance sociocultural, la medicina comenzó
a curar a sus enfermos. Es claro que si alguien curara a tu bebé, padre o pareja,
tendrías menos resistencia para entender y dialogar con él, incluso comenzarías
a adoptar sus costumbres y pensamientos. Así, paulatinamente, se dio un

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cambio colosal: antes te curaban el brujo y los dioses; en la actualidad te curan el
médico y su dios: la medicina.

1.2.3 Tercer pilar en la metamorfosis del pensamiento


mesoamericano: la Universidad

Mesoamérica no tenía algo similar a la Universidad; sólo contaba con las


escuelas para los guerreros y para la enseñanza de distintos oficios, pues resulta
ilógico contemplar una licenciatura en brujería o en cómo ser emperador, ya que
en el caso de ellos un brujo y un emperador eran de origen divino, no producto
de una formación académica. Algo similar ocurre actualmente con nuestra clase
política y empresarial: su origen es casi monárquico, son hijos de los nuevos
príncipes. La primera Universidad que se abrió en México fue la Real Pontificia
Universidad de la Nueva España, acto realizado en 1540 cuando el obispo fray
Juan de Zumárraga dio instrucciones para que se solicitara al rey que “mande en
todo caso establecer y fundar en esta gran ciudad de México, una Universidad en
que se lean todas las facultades que se suelen leer y enseñar en las otras
universidades, y sobre todo Artes y Teología pues de ello hay más necesidad”.
Otro tipo de universidad en esa época y bajo la circunstancia de colonización era
simplemente imposible.

Un dato desconcertante se presentó cuando el virrey Antonio de Mendoza hizo


gestiones ante la corona con el propósito de que tanto los indios como los hijos
de españoles recibieran instrucción superior. Una de las hipótesis en torno al
origen de la Universidad es que fue vista como un instrumento para la
colonización y, aunque evidentemente cierto, se sembró de nuevo una semilla
que podría ser difundida posteriormente; sin embargo, dos datos a considerar
serían que la Universidad no comenzó su etapa de socialización sino hasta
después de la Revolución, bajo la dirección de Justo Sierra. Además, hay que
recordar que en respuesta a esas demandas, el 21 de septiembre de 1551,

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Felipe II expidió en Toro, España, la Real cédula que disponía fundar “Estudio e
Universidad”, con los privilegios, franquicias y libertades que gozaba la
Universidad de Salamanca, España. No obstante, a profesores y estudiantes de
la Universidad mexicana se les negó el fuero del que disfrutaban los miembros
de las universidades españolas. A pesar de esta decisión, la historia comenzó a
escribirse. Las actividades de la Real Pontificia Universidad iniciaron el 3 de junio
de 1553; posteriormente eligieron como rector a Negrete. Además, las
autoridades emitieron las disposiciones necesarias para formalizar, con fecha 5
de julio, la incorporación de catedráticos, antigüedad, jubilación, perpetuidad y
movilidad, así como el sueldo del bedel Juan Pérez, a quien hoy se llamaría
prefecto.

Las escuelas o facultades eran Teología, Derecho, Artes y Medicina. El


financiamiento de la Universidad provenía del alquiler de inmuebles y de la
explotación de extensiones agrícolas, que eran cultivadas por indios sometidos
obligatoriamente a ese trabajo. Ni los españoles ni los aztecas eran pueblos
científicos; esto entre otras cosas, debido a que la ciencia estaba en su terrible
“sueño” llamado Edad Media. Sin embargo, después de revisar los tres
elementos antes mencionados, es difícil llegar a cualquier conclusión, pues es
claro que los pueblos en los que se desarrolla y crece la Revolución Industrial
son Inglaterra y Alemania, aunque también es evidente que de habernos
conquistado Inglaterra no existiría México. Uno de los temas que se vincula de
manera estrecha a este apartado es el de las diferentes cosmovisiones que
tenían ambas culturas.

1.3 ¿Qué sucedía a nivel mundial?

Si tomamos en cuenta que las primeras civilizaciones se reportan 1,500 años


antes de Cristo (ver anexo I), nos daremos cuenta de que Mesoamérica estuvo
desconectada del mundo durante casi tres milenios; este dato, que parece
desconcertante, es de fácil comprensión si revisamos los mapamundi de 1500,

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en los que el continente americano simplemente no existía. Claro, incluso se
pensaba que el mundo era plano. Lo curioso y triste del asunto es que esta
lejanía se mantuvo durante los tres siglos que duró la Colonia; los argumentos
aquí fueron totalmente diferentes: algunas versiones señalan que los españoles
no querían contaminar a la Colonia de las ideas liberales que se difundían en
Europa. Tres siglos donde los vínculos fueron muy pocos. ¿Qué pasó en ese
tiempo en el mundo? Casi nada, sólo la Historia Universal. Quisiéramos que el
lector se traslade en este momento a nuestro anexo 1 y lea lo que sucedió en
esa etapa, pues hubo de todo, incluso la pérdida del año cero.

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Anexo 1

En las diferentes épocas de la humanidad los años se han contado de diversas


formas:

Griego Romanos Cristianos


Usaban las olimpiadas. Su punto de referencia eran los Tenían como punto de
gobernantes. referencia el nacimiento
de Cristo.
Pericles llegó al poder el Así, el año 100 a.C. era el año En 532 d.C., Dionisio el Exiguo,
segundo año de la en que fueron cónsules Cayo un monje de origen sirio que
septuagésima séptima Mario y Lucio Valerio. No vivía en un convento romano,
olimpiada (460 a.C.). obstante, para aquellos casos matemático y teólogo, tras
en que una numeración profundos estudios de la Biblia
correlativa era imprescindible, y de las fuentes históricas, llegó
terminaron elaborando un a la conclusión de que
sistema de datación que, Jesucristo había nacido el 25
teóricamente, comenzaba el de diciembre del año 754 a.u.c.,
año en que Rómulo fundó y propuso que dicho año fuera
Roma. En este sistema el año llamado 1 a.D. (anno Domini),
100 a.C. era el año 653 a.u.c., es decir, el año 1 del Señor. El
donde las clero difundió rápidamente este
siglas a.u.c. significan ab urbe sistema de datación, si bien su
condita (desde la fundación de introducción oficial tuvo lugar
la ciudad). Importa poco si en épocas muy distintas en
Rómulo existió o no y si, en cada país; por ejemplo,
caso afirmativo, fundó Roma o Carlomagno decretó su uso el
no en el año 1 a.u.c., lo mismo año de su coronación,
importante es que los romanos por lo que 1554 a.u.c. pasó a
usaban coherentemente este ser el año 800 a.D.
sistema.

La situación que da origen a nuestro comentario se dio porque los eruditos


siguieron usando el sistema a.u.c. para numerar los años hasta el 753 a.u.c. y, a
partir de aquí, consideraban que empezaba la Era Cristiana, con lo que el año
siguiente pasaba a ser 1 a.D. No fue sino hasta el siglo xv II que los historiadores
empezaron a nombrar los años anteriores al 1 a.D. contando hacia atrás. Por
aquellas fechas, el sistema de numeración arábigo estaba plenamente difundido
y los matemáticos hacía mucho tiempo que manejaban con precisión los
números negativos, pero al parecer los historiadores no, lo que les llevó a

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cometer un crimen contra la humanidad: impusieron la costumbre de que el año
anterior al 1 a.D., esto es, el año 753 a.u.c., pasara a ser el año 1 antes de
Cristo, en siglas 1 a.C., tras el cual venía el año 1 a.D. o, lo que equivale al año 1
d.C. (año 1 después de Cristo).
Dicho así puede ser coherente, pero lo interesante queda patente si miramos la
tabla de conversión resultante:

750 a.u.c – 4 a.C.


751 a.u.c – 3 a.C.
752 a.u.c – 2 a.C.
753 a.u.c – 1 a.C.
754 a.u.c – 1 d.C.
755 a.u.c – 2 d.C.
756 a.u.c – 3 d.C.
757 a.u.c – 4 d.C.

¡No hay año cero! Este atentado contra el álgebra elemental puede inducir a mil
equívocos y errores a quien no sea consciente de sus múltiples consecuencias.
Por ejemplo, si la temperatura pasa de cuatro grados bajo cero a cuatro grados
sobre cero el aumento ha sido de ocho grados, pero entre el año 4 a.C. y el año
4 d.C. no han transcurrido ocho años, sino sólo siete (porque falta el año 0), tal y
como se ve si pensamos que estamos hablando de los años 750 a.u.c. y 757
a.u.c.

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