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N iklas L uiimainn
La e c o n o m ía d e la so c ie d a d i
Herder
g a n zl9 1 2
Título original: Dle Wirtschaft d a Gesellschcifi, Frankfurt am Main, Suhrkamp 1988.
Herder
www.herder.com.mx
ÍNDICE
La econom ía d e la socied a d
Prefacio...................................................................................................73
J . Precios............................... 81
'2. La economía de la sociedad
como sistema autopoi ético........................................................ 117
3. El mercado como entorno intemo
del sistema económico................................................. 171
4. Doble circulación en el sistema económico......................... 217
5. Capital y trabajo: problemas de una distinción................... 239
6. Escasez.......................................................................................... 269
7. 1huero como medio de comunicación.
Acerca de la generalización simbólica y diabólica...........329
8. Aspectos sociológicos de la conducta de decisión............... 377
9. Medio y organización................................................................ 409
10. Límites de la regulación.........................................................435
■índice analítico....................................................................................465
índice de autores................................................................................. 479
índice de subcapítulos.......................................................................483
I
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I
w m .
g a n zl9 1 2
AGRADECIMIENTOS
l)EI, TRADUCTOR
2. Despliegues teóricos en La e co n o m ía d e la s o c ie d a d
5 En español: ventajosa jiara todas las personas empleadas en las varias ocupa
ciones en las cuales esta se subdivide - AJvI.
6 Kn español: se vuelve tan estúpido e ignorante como una criatura humana
puede llegar a serlo -A .M .
tino final: "La transformación del produ cto en m erca n cía lleva
consigo una división d el trabajo dentro d e la sociedad tan desarro
llada, que en ella se consuma el divorcio entre el valor de uso y el
valor de cambio” (Marx 1973: 289).
Spencer generaliza definitivamente la idea de división so
cial del. trabajo en términos de diferenciación funcional. Si bien
tal giro ya estaba contenido en las reflexiones de Smith y Marx,
Spencer lo consagra: ‘‘As uscd rnost cornprehensively, the cxpres-
sion división of labour referes to all parts of the aggrcgate of
actions by w.hich the life of a society is carricd. on —the govern-
rnental, the militant, the ecclesiastical, the professional, as well
as the industrial”' (Spencer 1900: 340). Subyace a este modelo el
esquema todo/parte, tpie luego es sustituido por Luhmann de
finitivamente bajo la distinción sistema/entorno guiada por co
municaciones especializadas. Con ello se gana flexibilidad en. la
definición de los límites. Para Spencer la división del trabajo surge
espontáneamente (evolutivamente) cuando las personas combi
nan sus acciones en un objetivo común. La carga se dispersa entre
los participantes de la cooperación y produce interdependencia
entre los mismos. De ello deriva también una ganancia adicional:
cada participante de la cooperación incrementa su habilidad en
el cumplimiento de la tarea, con lo que todos ganan tiempo. El
principio tras esto es el aumento de la población: “[T]he group
bccornes more heterogeneous as it becomcs larger. This truth we
sce illustrated throughout all stages of social evolution”78 (Spencer
1900: 354). Expresado en términos evolutivos modernos, se trata
J 1 Mués de la generalización del dinero, 1.a propiedad también tuvo esta par
ticularidad. Elidinero 1'u.e simplemente más eficiente en transfcrcncialitlad; por
ello la reemplaza. Véase EdS Cap. 6,111.
como ego pueden tener lo mismo en mente cuando piensan que
por un bien o servicio pagarán o recibirán un determinado monto
(y no otro) de dinero.
En la perspectiva de Lulmnann en La econ om ía d e la sociedad.
el dinero asegura el éxito de la comunicación con su capacidad de
simbolización: permite que ego acepte (o rechace) las premisas
de conducta de alter solo porque aquel está dispuesto (o no) a pagar
el precio. Para que esto acontezca, el dinero tiene que producir un
fuerte vínculo entre motivación individual y selectividad social, es
decir, tiene que mover a las personas a preferir el dinero antes que
el uso independiente de sus bienes o de su trabajo. Solo si el dine
ro consigue motivar hacia el dinero puede haber intercambio en
forma de economía monetaria. Esto se logra de modo diferenciado
para alter y para ego. Aquí se inicia un tono marcadamente sim-
meliano en la reflexión de Luhmann (cfr. Simmel 2004). Para el
que paga (alter), la acción de compra permite la satisfacción de ne
cesidades; para el que vende (ego), la recepción del dmero permi
te libertad de uso futuro en. la satisfacción de necesidades, permite
vivenciar múltiples posibilidades de empleo del dinero que luego
pueden ser también transferidas a otros en la acción del gasto. Pero
el dinero no solo los involucra a ellos. Su generalización como me
dio simbólico implica además que todos los que observan, esta re
lación (el tercero excluido) la aceptan (quedan incluidos), esto es,
aceptan su propia exclusión de la posibilidad de uso de un bien solo
porque otro paga por ello. I.a generalización simbólica del dinero
constituye por tanto una suerte de pacificación social, hace que el
tercero excluido incluido vivencie la selectividad social de otros
como tolerable, que mantenga sus propias restricciones de libertad
en favor d e la libertad de otros, incluso acepta que las libertades de
otros sean mayores a 1as propias porque por ello se puede pagar. En
la mayoría de los casos esto permite tranquilizar a terceros y, siendo
así, la propia conciencia se alivia.12
bofiza actitudes- Lo primero es el aspecto del ‘bienestar* del ingreso de los consu
midores; lo segundo es el aspecto del ‘prestigio1. Si no puede controlar bienes y
servicios, el dinero no es aceptable como salario; si no puede simbolizar prestigio
y mediar entre símbolos específicos y una simbolización más amplia, tampoco es
acepLable por estas otras razones. -Sólo este significado dual permite que el dmero
cumpla su función social—A.M. De esto Parsons deriva lo siguiente: “Si la idea de
un paradigma general de intercambio para el sistema social como LoLalidad tenía
sentido, parecía lógico, sin embargo, pensar que el dinero debería ser miembro
de una familia de medios generales comparables; de hecho, debería haber cua
tro de ellos para el sistema social” (Parsons 1977: 59). I.os otros cuatro medios
propuestos en los años siguientes fueron el poder (Parsons 1965a), la influencia
(Parsons 1965b) y el compromiso valónen (Parsons 1968). Cada uno de ellos se
correspondía con el |tarad irruía de las cuatro funciones a nivel del sistema social:
adaptación (economía-dinero), logro dn objetivos (política-poder), integración (eo
mumdadsocietal-influencia), mantención de patrones latentes (sistema fiduciario-
compromiso valórico); el esquema AGIL por sus siglas en inglés
26 |
giere que habría que llegar a decisiones. No obstante, las decisiones [-.. |que, en
tanto tales, son comunicadas n.o ayudan realmente - /!. M.
34
(5 Una frase para esto: “Quien establece un objetivo en ei mundo tiene que
actuar contra ei mundo cori tal objetivo —y esto no puede resultar bien, o en todo
caso, no de la manera que se piensa" (EdS 442).
lanto, se produce desde el interior del sistema; no viene impuesta
desde el exterior.
Las distintas expresiones de responsabilidad social cmpre-
sari'd, por ejemplo, se asientan en una motivación propia de la
empresa por cambiar comportamientos internos que afectan a los
públicos. Fomentar esa motivación es tarea de la regulación. En
estos casos se puede tratar de la reducción de múltiples diferen
cias no deseadas originadas en decisiones empresariales: trans
formaciones en el entorno natural, impactos en ordenamientos
urbanos, intervención de espacios culturales, incremento de ex
clusiones sociales. Las reacciones frente a estos problemas depen
den de cómo sean enfrentados regulatorjamente Todo puede en
realidad no importar, con lo que cualquier acción empresarial
de compensación aparece como cínica (áreas verdes en zonas de
grandes extracciones mineras); o la preocupación puede incluso
trascender a los directamente afectados, promoviendo una ciu
dadanía corporativa transnacional cuasiconstitucional (fa ir ira-
din g, por ejemplo) (Thompson 2012). En el primer caso no hay
reducción de diferencias, no hay contrapeso al peligro para los
afectados que producen las decisiones empresariales; en el se
gundo, la regulación provee de una autolimilación que establece
condiciones de inclusión sobre 1a base de derechos sociales. Nor
mativamente esto último parece ser más deseable, pero habría
que preguntarse, por ejemplo, cuáles son los efectos limitantes de
la autolirnitación de la organización.
La cadena complejidad, decisión, riesgo, peligro, regulación
que caracteriza a las organizaciones modernas no puede ser evi
tada. Expresa notables rendimientos positivos, pero también una
serie de problemas que solo se pueden abordar a través de nuevos
problemas. Esta puede ser la tragedia de la organización moderna
y de la regulación política de ella.
d. Evolución de las ¿deas
38 I
dad, con lo que el intercambio se podia entender ahora como doble
¡ circulación: en un sentido lluyeu bienes y servicios y en otro dinero
o. dicho sistémicamente, en un sentido fluye capacidad de pago y
en el otro incapacidad de pago. Con ello se supera temporalizada-
mente la duplicación de la escasez y el sistema se clausura en tanto
todo aquello que desvíe de esa unidad es considerado externo.
La transición hacia la economía moderna también se refle
ja en el cambio del primado de la distinción directriz rico/pobre
(predominante en la sociedad estratificada) a la distinción capi-
tal/trabajo (predominante en el giro a la producción industrial).
La primera se entiende como diferencia natural asociada a los
rangos aún en el siglo XVIII. Incluso cuando en este momento se
tiene que interpretar la industrialización, se la lee como la forma
en que los ricos tienen acceso al trabajo de los pobres (EdS 224).
La segunda es descripción del ámbito de la producción de un sis
tema económico ya diferenciado que entiende el problema como
oposición de clase de acuerdo a la distribución de roles en el marco
de referencia que la distinción describe. Desde la asistencia de
los ricos a los pobres se pasa a la provisión, de empleo de los capi
talistas a los trabajadores; desde una propiedad natural se pasa a
una propiedad como apropiación (como bien). Con la distinción
capital/trabajo se ignora sin embargo el consumo, se ignora es
pecialmente que los trabajadores son consumidores, que trabajan
para participar de la doble circulación reduciendo su propia esca
sez y que, si bien podían ser explotados, el mismo capital les daba
la oportunidad de olvidarlo: solo tenían que incluirse como con
sumidores y transferirse libertades de apropiación por medio del
dinero. Después de ello era difícil imaginarse conciencia de clase,
y aun más inimaginable era cuando el consumo estaba asegurado
por la planificación en economías socialistas.
Por último, el concepto de mercado también tiene que sufrir
alteraciones cuando la economía se clausura como sistema. Mien
tras el intercambio podía ejecutarse como interacción entre los
lli
| 59
4. Sobre la traducción
/46|
He mantenido aquí el marco terminológico con el que Javier 'Jo
rres ha traducido la mayor fiarte de la obra de Ijihmatin; los es
tilos, por supuesto, siempre dependen de quien traduce. De cual
quier modo, he buscado sostener el estilo luhm anniano en alemán,
aunque solo hasta el punto en que era evidente la necesidad de
lina reformulación.
A lo largo del libro, Lnhmann introduce citas textuales en
inglés, francés e italiano. Todas ellas han sido mantenidas en el
cuerpo del texto y traducidas al español en notas (o en el misino
texto cuando notas adicionales alterarían la secuencia original).
Aquellas en latín se han mantenido. Luhmann emplea también
continuamente expresiones en inglés en la redacción propia. He
traducido algunas de ellas y he mantenido el inglés cuando he
juzgado que su traducción haría perder su contenido técnico o
expresivo. Del mismo modo, en la traducción desde el alemán,
he introducido entre corchetes la voz alemana cuando ella po
día adquirir significados distintos en español o cuando el español
disponía de un término para conceptos alemanes distintos. Todo
esto, no obstante, lo he reducido al mínimo. Solo en una ocasión
he incluido una nota del traductor, en el capítulo 10, acerca de
la palabra Steuerung, la que finalmente opto por traducir como
regulación.
El índice analítico del libro original es exhaustivo. No hay
modificaciones mayores aquí, salvo que se agregan rnás páginas
de referencia a los temas contemplados y algunos pocos conceptos.
He agregado tres cosas nuevas en relación con la edición original.
En primer lugar incluyo un índice de autores, fundamentalmente
de los nombres mencionados en el cuerpo del texto, aunque tam
bién algunos de las notas. En segundo lugar, un índice de subcapí
tulos de los capítulos (pie pudiera decir algo más que el particular
I, IT, TTT... de lnhmann. Los subcapítulos intentan ser aquí des
criptivos de la unidad u oscilación de los temas. Estos subcapítulos
solo aparecen como índice, no en los capítulos mismos. Hacerlo en
los capítulos podía alterar la continuidad argumentativa y estéti
ca que el autor acostumbra, o predisponer demasiado. En tercer
lugar he agregado también en las notas, entre corchetes, referen
cias en español o en inglés solo para textos que Lulimann cita
en alemán- incluyo aquí también textos posteriores a 1988 que
Luíitnaiiii evidentemente no cita, pero que contienen elaboracio
nes de las temáticas en consideración. Este trabajo lo he realiza
do fundamentalmente con los escritos del propio Luhmann, pero
también con aquellos de autores sistérnicos y de algunos otros
seleccionados-
Finalmente, esta traducción agrega un texto de Dirk Baccker
escrito en alemán en 2012 sobre T.xi econ om ía d e la sociedad. El
significativo agradecimiento de Niklas Luhmann. a Di.rk Baeckcr
en su prefacio de 1987, hace de alto interés conocer su evaluación
del libro casi tres décadas después, más aún de alguien que ha
desarrollado su propia obra fundamentalmente como sociología
económica sis témica.
Aldo Mascareño
Universidad Adolfo Ibáñez
Santiago, Chile
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BIBLIOGRAFÍA
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PREFACIO
A. LA EDICIÓN ESPAÑOLA
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ismtérna se puede garantizar de tal modo que ella se pueda ron
íctigiar a sí misma.■ ' Por ello Luhmann introduce los conceptos de
autopoiesis de la economía y de observación de segundo orden
en la teoría económica. El concepto de autopoiesis permite des-
cnbir una autorreferencia de pagos en el contexto de no-pagos
que depende de una heterorreferencia oscilante y que despierta
■al sistema en la relación consigo mismo y lo hace ciego para todo
lo que no es objeto de esa heterorreferencia, Y el concepto de ob
servación de segundo orden permite describir una inteligencia no
iIsdló distribuida, sino también alerta y en principio inclusiva, que
EpÓsibilita la referencia recíproca, la interconexión y el intercam-
■i;bio entre productores, consumidores e inversionistas con in tereses
: divergentes, horizontes temporales heterogéneos y culturas indi
viduales
. Determinante para esa descripción del rol de las inestabili-
: dades es, por tanto, no solo la exploración de la pregunta por la
¿■'configuración social de esas inestabilidades, sino la investigación
de lo que aquí se denomina ‘control’. Con este término ciberné-
jlífico, la cuestión no se posiciona sobre la ‘dominación’, sino sobre
: vlá'autorganización y el control circular (Ashby 1958). Para cada
participante en la economía —para empresas productoras, para
p Consumidores y fuerza laboral en el marco de sus hogares (‘faini-
í; lias’), para inversionistas especulativos, para bancos que otorgan
créditos y Estados que establecen impuestos—todo esto significa
¡i que ellos finalmente solo tienen sus libros para constatar y asegu
rarse un modo de enfrentar la complejidad de la economía.
; Con esto, los sociólogos no son relevados de la responsabilidad
de verificar en sus propios libros (textos y estadísticas) cuáles son las
inercias estructurales que la economía y el juego de la observación
de segundo orden debe enfrentar en situaciones históricas concie
r ta s —cada una con líneas de dependencia particular—. Solo se cuen
ta coiy la ¡vio ia complejidad, es decir, con la sensibilidad de cada
.¿precio en particular para impulsar el movimiento de...otros precios.
64 |
Dirk Baecker
Zcppclin Universitát
Friedrichshafen, Alemania
B IB L I O G R A F Í A
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66 |
5 Véase Niklas Luhrnann, Das sind Preise, Soziale PVelt 54 (1985), 155-170
[Cap. 1 en este volumenj- del mismo autor, I_)ie Wirtschait der Gesellscliaft ais
autopoiotisches System, Zeitschrift fü r Sozíologie 15 (1984), 508-527 [Cap. 2 en
este volumen; otra trad. esp. en IV Luliitiann 2015. La economía de la sociedad
79
Niklas Luhrnann
íiiclefeld, diciembre de 1987
contornos por ahora no están siquiera fijados. Por tanto, solo nos
dedicaremos al bosquejo de ima contribución a la teoría sociológi
ca do la economía. Y para agregar algo a este irónico disclaim er:
si las teorías de las ciencias económicas se pudiesen reconocer en
nuestras explicaciones, esto sería pura casualidad.
II
Como todos los sistemas sociales, también las sociedades en las que
se ejerce la actividad económica, o los sistemas económicos dife
renciados, deben ser compr endidos como sistemas que determinan
y atribuyen acciones gracias a la comunicación. Ni los recursos so
bre los cuales trata esta actividad ni los estados psíquicos de las
personas que participan de ella constituyen elementos o compo
nentes del sistema. Por cierto, estos son momentos inevitables del
entorno de los sistemas. Sobre ellos se comunica y la comunicación
toma en cuenta lo material y lo psíquico; ella no sería posible sin
ese entorno. T_,a formación de sistemas, sin embargo, se posiciona
exclusivamente en el nivel de los acontecimientos comunicativos.
Solo esto puede ser considerado como realidad social o corno siste
ma social en sentido estricto.
Puesto que uno debe entenderse con otros acerca del acceso a
bienes escasos, en todas las formaciones sociales esnecesa_riala co
municación económica. Paralelamente, tal comunicación es posi
ble bajo varias formas. I_,a diferenciación de un sistema funcional
especial para la comunicación económica se pone en movimiento
por el medio de comunicación dinero, El medio realiza esto en
tanto sistematiza un tipo específico de acciones comunicativas, a
saber, los pagos. En la medida en que la conducta económica se
orienta a pagos en dinero, se puede hablar de un sistema econó
mico diferenciado —un sistema que, desde los pagos, logra ordenar
conductas no referidas a pagos, por ejemplo, el trabajo, la transfe-
83
IÍT
;8;y Agradezco esta idea a Dirk Baecker, Information und IUsiko in der Markt
wirtschaft, Friincfort 1988.
de operar (y tiene que hacerlo así) casi sin memoria. Las informa
ciones requeridas sobre necesidades y ofertas de trabajo son gene
radas por precios y pagos. No tiene sentido ni es necesaria alguna
otra investigación acerca sus orígenes. Lo que no puede pagarse y
quien no puede pagar, quedan en el olvido. La complejidad que
el sistema puede alcanzar no está limitada por exigencias sobre
rendimientos de la memoria.10 La función agregativa y generali
zante de la memoria sigue, sin embargo, siendo relevante; por ello
debe ser realizada de otro modo. Esto sucede a través de la agre
gación de datos en la contabilidad empresarial o intcrempresarial.
Cuando se opera sobre esta base, la única alternativa es decidir sin
memoria, por ejemplo, por medio de algoritmos.
Esta abreviación y acortamiento de información que se trans
forma en fundamento operativo al interior del precio, tiene una
importante función para la versión negativa de la operación, para
su suspensión. Esto también pertenece a la diferenciación del sis
tema. Los precios no regulan solo los pagos que tienen lugar, sino
también los que no se llevan a cabo. Los precios impiden comprar.
No hacen esto por medio de una descalif icación del comprador, por
una consideración de sus características como trabajador, ciudada
no, ama de casa, negro, actor, verdugo. Todas esas combinaciones
de rasgos personales y vías de acceso a la economía que primaban
err Europa hasta la Revolución Francesa, han sido superadas. La
rro-compra viene determinada formalmente solo por el precio y
cualquier retractación del interés con base en rasgos particulares
(¡no le compro a gente así!) cuenta como una conducta económica
irracional. La alta pérdida de información del procedimiento de
pago ayuda también a no discriminar por la abstención de com
pra. Precisamente por esto, la posesión de dinero se transforma
en un rasgo de clase; y así se aclara también que conceptos de
10 Visto desde la teoría de sistemas, esto tiene que ser registrado como una par
ticularidad. sorprendente. Véase, por ejemplo, lean Louis Le Moigne, T.a théor-ie
du syslérne général: théorie de La modéUsation, París 1977, lOGss, 152ss.
89
t i Esto es hecho de tal modo que la unidad de ese elemento no reside en sus
cualidades ontológicas, sino en la estructura del sistema que lo reproduce. 'Véase
para ello l.V. Blauberg/VN. Sadovsky/R.G. Yudin, Systems Theory: Philosophical
;and]VIethodological Problerns, Moscú 1977. 20.
92
IV
t2 Véase, por ejemplo, Tiya Prigogine, Vorn Setn zum Werdav 7-eil and Kom-
plexdat iri den Nalurtvisserischafien,Munich 1979, en especial 158s ¡ver en in
glés I l’iigogine 1981. b'rartí Ban.g T.o Becoming: Time and Complexity in Lhe
Physical Seimc.es. San Francisco: VV.H. Freeman & Co.].
Í||pc¡ítar simplificaciones que, por ejemplo, consistirían en que
un recurro (petróleo) y un motivo (andar en auto) adoptaran una
posición fatalmente dominante que llegase a influir los precios
Vcon ello la venía de otros bienes. Con presentimientos oscuros
;io estaremos suficientemente preparados para responder una
pregunta así. Sin embargo, podernos analizar más precisamente
el problema de la inestabilidad del sistema económico producido
por los precios y deducir de ellos perspectivas teóricas por medio
de las cuales se puedan construir investigaciones que nos lleven
más allá. Hacemos esto en el marco de la pregunta por el modo en
qüe pueden ser indagadas y controladas las barreras de inestabili
dad os decir, los límites de variación de los precios.
El modelo tradicional de solución de este problema se en
cuentra en la doctrina d e l p recio justo. Esta no debe excluir osci
laciones de precios, pero sí ciertos motivos para la determinación
del precio, sobre todo el egoísmo y una inclinación a la ganancia
que vayan más allá de lo que parece necesario para sustentarse de
acuerdo al estrato en que se está. Sociológicamente, la semántica
del ‘pierio justo’ estaba referida a prescripciones morales y con
piló, al sistema social en su totalidad. Es decir, se refería a condi-
pítínes generales de la vida en común y en especial a la estratifi
cación. Se dirigía contra una inclinación a la ganancia puram ente
individual que pudiera emplear todas las posibilidades disponi-
bles. La semántica del ‘precio justo’ era vista ciertamente como un
preti" variable. El problema no residía en evitar la adaptación a
Condiciones cambiantes, sino en evi tar una explotación injustifica-
da de oportunidades solo por un impulso de ganancia. La disyunti
va que de inmediato emerge era si había que regular el precio o el
IpÉiefcado, Se optó por estimaciones de precios con la ayuda de una
teoría de la formación correcta del precio y por la concentración y
suniTvisión de los asuntos de mercado, ihnbas variantes tienen, sus
.defensores en el. medioevo tardío (y desde entonces). En la prác
tica) sin embargo, las regulaciones de precios fracasaron ante el
94
13 Para esto y para los desarrollos —coi), referencia al lisiado territorial- de-
una semántica de las relaciones económicas en el espacio del Imperio Alemán,
VVolf-llagen Krauth, Wbíschufisslrukntr urul Semanlik: JVissenssoziohgische
Siudien zurrí icirlschaf lidien Denken in Deutschland zwisdien dem 13. und Í7.
Jalu hunden. Berlín 1984.
14 Véase, con otras referencias, Alíred F. Chalk, Natural Law and the Rise of
Economic Todividualism in England, Journal o f Political Econorny 59 (1951),
339-347.
15 Véasepara esto Tmmanuel VVallerstem, 1'heiVlodern IVbrld-Systern: CapUalist.
Agriculture and Ihe Origin o f the Eur'opean llorld-Econorny iri Ihe Sixteent.h
Oentury, INueva York 1974 [trad. esp. l.M. Víallerstein 1984. E l moderno sistema
mundial. L a agri.cul.tura capitalista y los orígenes de la econornía-niundo europea
en el siglo XV7. Aléxico: Siglo XXIJ.
16 ExisLen nuevas investigaciones sobre el contexto teórico social y de sociolo
gía del conocimiento de estas expresiones. Cfr. Niklas Luíimanxi/Karl Eberhard,
Para estos sistemas se preparan en la nueva época dos vías •
; solución. Arribas tienen un principio en común: transfieren e l
'trol d e la inestabilidad a inestabilidades d e otro tipo. IJna po-
ísmtlídéui es dejar que el control de las fluctuaciones de precios se
■efectúe a- través de los costos del dinero. El encarecimiento del
crédito limita el aumento de precios. Las barreras de inestabilidad
■regulan en el interior mismo del sistema económico por medio
pv inestabilidades de un nivel más alto de ret'lexividad: a través
'fien-precio del d inero y no a través del precio de las mercancías.17
lx otra solución consiste en el recurso de las inestabilidades de
íií£\Jsistema funcional: se trata de tomar en consideración las deci-
.r.nqes;colectivas vinculantes del sistema político, por ejemplo, en
■la forma de política jurídica, política monetaria, política estruc
tural, o también por medio del establecimiento de organizaciones
|f|gbíativas o administrativas.
¡¡l|v|íEas decisiones colectivas vinculantes pueden ser siempre to
madas de modo distinto y cambiarse nuevamente después de que
se lian tomado. Vinculan mientras no sean cambiadas. En tanto
l¡IÍEíffv
ífseríipleo efectivo y el que inevitablemente sobrevendrá) y busca
í"?tef esas diferencias.'” Para la economía se trata, mutatis mutan-
rhs, de lo mismo. Ella se regida a sí misma precisamente en tal sen
tido por medio de diferencias visibles en precios y variaciones de
ver ios. Todo sistema puede solamente regularse a sí mismo, pues
ílSás la distinciones son construcciones sistémicas internas. Y solo
•IPPservador externo —por ejemplo el sistema científico—podrá
reconocer ciertas relaciones y regularidades en las relaciones entre
los modos de autorregulación de economía y política, pero hará esto
también solo gracias a distinciones internas.19 Esto no excluye de
ringúri modo que producto de la continuidad de la comunicación
mcial se parta de los mismos ‘datos’-, pero para la regulación no es
relevante lo que los datos indiquen, sino en el marco de qué distin-
í iones ellas hacen una diferencia.
21 ...Paru este concepto véase Hein>: von Focrstcr, Entdecken oder Eríínden:
Wic.laOt sich Verstehen verstehen?, en tleinz Giunin/Armin Moler (eds.), Ein-
jti/írung ¿n den Konstruktivisrnus, Munich 1985, 27-68 [en inglés se puede con
-altar H. voll poersler 2003. Underslanding Under.staml.mg. Essays in Cybernet,
tes and Cognition. Nueva York: Springer Verlag ¡.
-S Como punto de partida para una amplia discusión, ilerb erl A. Simón, Mu
déis o f Man. Social and Raíional: IVlalhernatical Essays on Rational Human Be
navior in a Social Setting. Nueva York 1957.
25 Para esto, .Taños Kornai, Anti-Eqi.áb.briunv On Econornic Systems l'heory
and ihe Tasks e j Research , Ano sterdam 19 71.
pues así la escasez no podría hacerse visible como factor de l e u oí
VI
. ......... *
24 Ei) una forma do observación leárico-abstracta, se podría también dccii'V
como ‘fórmula de contingencia’ del sistema. Para comparaciones, Niklas LuhN
munn, Runktion d e r Religión, Fráncfort. 1977, especialmente 201ss jen español.-
se pue de consultar N. Lubmíum 2009. Sociología de la religión. México: .Uerder;
también N. Luhmann 2007. L a religión de la sociedad. Madrid: Trottaj; LuhM
rnann/Schorr, ob. c.il., especialmente -58ss. Véase también capítulo 6, más ab ajar
"i
¿f» Véase pa_ra esto, aunque aún en los inicios de una teoría de la evolución
h nnémica interna, Richard R. Nelson/Sidney WÍnter 1982. A n EvoLutionary
Theory o f Rconomic Change, Cambridge, Mass.
1 02 |
VIÍT
IX
¡ 113
nonita, por lo que. de uno u otro modo, habría que desear su libe
ración por un Estado éticamente fundado, por la superación de las
clases, por una nueva forma de solidaridad o lo que fuese. Al ha-,
cer esto, las ciencias sociales pudieron aportar a la tradición crítica-;
del dinero un resentimiento contra la prostitución, la venalidad,
el fetichismo de la mercancía, el capitalismo y la plutocracia, y al
hacer esto lograron compensar con esos resentimientos lo que a sus
teorías les faltaba.
Sin duda, esa tradición se basaba en ocasiones en considera
bles esfuerzos teóricos. Sobre todo los clásicos de la economía po
lítica desde Ádarn Smith a Karl Marx reciben hoy una atención
renovada. Sin embargo, las siguientes reflexiones se posicionan de
un modo totalmente distinto. Justamente porque la teoría clásica.
surgió corno una reacción a la nueva si tuación histórica de la dife
renciación de un sistema económico controlado por el dinero, esta
no podría haber captado inmediatamente sus particularidades de
un modo acertado.23*Para sustentar esta toma de distancia, bastan
algunas indicaciones. Con el inicio de la industrialización, lo que
se puso por delante fue especialmente el aumento de la produc
tividad. La teoría de la economía fue dispuesta como teoría de la
producción económica. La vieja idea de una cantidad de bienes ■
limitada por naturaleza que los fisiócratas aún solían defender en
tanto atribuían el aumento del bienestar exclusivamente al factor
tierra, ya era evidentemente insostenible. Precisamente por eso,
el trabajo —como aquel factor que podía aclarar aumentos—fue
valorado como el más importante si no el único factor producti
vo.5 La recursividad circularmente clausurada del sistema no se
Cft. capítulo 5.
.liviLi: general para esto, ton Elstor, L og ik und QesellschaJi. Widt.rsprüche und
jnügliche Welten, Francfort 1981 [trac!, esp, en J. Rlstcr 1994. Lógica y sociedad.
B?.¡ riñ o . i -a G ed isit],
ICf.'-.Véase capítulo 6-
consiste en eJ condicionamiento de este entramado operativo. Solo
se puede reducir la escasez de bienes porque se dispone de una
segunda escasez, una escasez en la que la primera se ampara. Esta
codificación obviamente incorpora al trabajo, pero la razón estruc
tural para el éxito es la codificación misma y no el trabajo coma*
tal, el que en el sistema clausurado de la economía monetaria no
es siquiera peusable como un factor aislado.
Si en Ja sociología se buscan puntos de anclaje para esta idea,
uno se topa con la propuesta de Parsons de entender el dinero en
el contexto de una teoría de la diferenciación funcional de sistemas
como uno de los medios simbólicamente generalizados de ínter
cambio.1' .Este punto de partida, unido al diseño teórico parsoniano
de la tabulación cruzada, no ha sido especialmente desarrollado
con posterioridad. Existen cifradas expectativas de que aquí pueda
haber una teoria sucedánea para el problema propuesto por Max
Weber acerca del destino de la racional idad occidental;'2 otros opi
nan que esa teoría funcionaría sólo en el ámbito del dinero y en el-
del poder político-administrativo, y que, como teoría general, solo
expresaría una sobreestimación del significado de la racionalidad
SÍstémico-técmca.1i123Mi impresión es que en la teoría de los medios
11 P ara sus contribuciones más importantes, véase Taicotr. Parsons, Zur Theb-
rie dersozialen Interakt.ionsmedien (ed Stefan Jensen). Opladen 1980 ¡.para con-
tenidos relativamente equivalentes, puedo consultarse T . Parsons 1985. On lnsP '
tuiions and SocialEvolution. Chicago: The Universi ty of Chicago Press, también
T. Parsons 1967. Ensayos de teoría sociológica. Buenos A.ires: Paidós]. Para una
discusión detallada con Parsons, ver además el capitulo 7.
12 Cfr. R atner C. Baurn, Introduetion P arí IV. Generalizad M edia in Action,
en Tau J. Loubsex y otros (ecls), Exploralions in General Theory in SocialScience:
Esstiyx in Honor o f Talcotr Parsons%vol. 2. Nueva Vork 1976, 448-469; del mismo
autor, Cojnmunicadon and M edia , ob. eit„ 533'556.
13 Véase en especial Ttirgon Habermas, H aíidluug uud System —Bcnierkurigen
zu Parsons IVledientlieorie; en Wblfgang Schluchter (ed.), Verhalten, Uandeln
und-Systenv Talcoit. Parsons’ Beitrag zur Entwicklung der Sozialwissenschaft&i;,
Francfort 1980, 68-105. Cfr. también del mismo autor, Theorie des kommunika-
¿fe ntei cambio simbólicamente generalizados fue predesarroilada
|í|Ktimportante pieza teórica que debió, por así decirlo, subsistir en
lítia'SituaciÓD ele servicio no activo hasta que la teoría de sistemas
general y la teoría de la sociedad en especial, hubiesen alcanza
r í a n estado de desarrollo correspondiente.
^¿'■'Las- formulaciones siguientes deben contribuir a producir
filis posibles conexiones en este contexto teórico. Liberan al con-
írsepto de sistema del marco teórico parsoniano y recurren, en vez
"dipello, a una teoría general de sistemas autorreferenciales. Esta
rS&oría puede dejar conceptualmente más claro 1) qué problemas
f 4«ben resolverse en el transcurso de la diferenciación social y 2)
f h(rmo especialmente el medio de comunicación dmexo contribuye
La da solución de esos problemas. En otras palabras, se conserva el
‘.ÜüpueSto de una interconexión entre diferenciación funcional y
¿^desarrollo de los medios —entre otros, del desarrollo del dinero—
;pero la fundamentación es reemplazada como consecuencia de un
¡ stabio de paradigma en la teoría general de sistemas.
¡gpav
TI
_ iiven Handelna, í ’ránnfort 1981., especialmente vol. 2, 384ss )r 470ss [trad. e$p.
sJ l'J- Haberme 1992. Teoría de la acción comunicativa. Madrid: Taurusl
1 24 |
flíSíyCfi'. Heinz von Fberster, Entdecken oder Lifnidcn. Wic laBt sich Verst.elien
(Seirstehen?, en Heinz Gumin/Armin Mdliler (eds.), E infiihrung in den Iíon-
rkfü kávu m u s, Munich 1985, 27-68-, del. mismo autor, Erkenntnistlieorien und
“Selbstorgarisatioic en Siegfried .1. Scirrnidl (ed.), .Der IS skur. des radikalen
f&jnstruktivisrnus, Francfort 1987, 155-158 [paru una selección, de estos tenias
■len español, ver P. Watzlavvick y F, Krieg 1994. E l ojo del observador. Contribu
cion es al constructivism o. Barcelona: Gedisa; sobre constructivismo en español
N. Lulirnann \999 T e o ría d e los sistemas sociales 11 (artículos). Osorno, México:
.Universidad de Los Lagos, Instituto de Fs Ludios Superiores de Occidente, Uni-
lyéfsidad Iberoamericana].
do y a la ve?, abierto, y la comunicación es la forma de la operación^
elemental que produce y reproduce esa combinación.
Si aceptamos esta conceptualización teórica para el sistema-i
de la sociedad, surge un problema adicional. Se trata de la diíW
renciación del sistema social. Solo la sociedad misma puede séil
concebida como sistema comunicativamente clausurado, Solo ella
integra todas las comunicaciones. Solo ella constituye su propia
unidad como autopoiesis de la comunicación. No obstante, esto
no puede ser válido para todos los sistemas parciales de la so
ciedad, pues ellos operan en un entorno social interno en el que
también hay comunicación. Los sistemas parciales también co
munican con sistemas en su entorno (y no solo sobre su entor
no). La economía, por ejemplo, paga impuestos y con ello hace
posible la política. Ciertamente, todos los sistemas parciales em
plean la comunicación como modalidad propia de las propias
operaciones. Ellos también consisten en comunicaciones y son,
por esto, sistemas parciales de la sociedad, son correalización de
la reproducción social, pero no pueden clausurarse por medio
de la comunicación, no pueden diferenciarse de su entorno como
sistemas de comunicación. Para poder constituirse como sistemas
autopoiéticos requieren de un principio válido y propio de consti
tución de unidad para el cual no haya un correlato en el entorno!
Cuando el sistema de la economía comunica con sistemas en su
entorno (naturalmente nunca con el entorno ‘de la’ sociedad),
tiene que emplear el lenguaje normal o simplemente partir del
hecho de que otros sistemas (el sistema político, el sistema de la
ciencia, el religioso, las familias, etc., o sus organizaciones) en-,
tienden que se l es ofrece una libertad de disposición que pueden
especificar en el contexto del sistema económico, aunque confox- ■
me a sus propios criterios.
Formulado en el estilo de la sociología empírica, se trata de.;
un contexto de;
--- í forma y extensión de la diferenciación sistémico-social;
^ 2. dif erenciación de códigos especiales para medios de comu
nicación simbólicamente generalizados;
?y, formas de combinación de clausura (autopoiesis) y apertu-
: :. ra a nivel de los sistemas sociales parciales y sus operacio-
í , nes elementales;
i., y una relativa preponderancia a nivel del sistema social ge-
Vneral , de los sistemas parciales constituidos de este modo (y
y. de cualquier modo independiente de la ‘prioridad’ lógica o
■:. natural de determinadas funciones).
III
::;raó/o£i«j Francfort 1979, 69s [se puede consultar en inglés A. Whitehead 1979.
Ptocess ondK eality: A n Essay in Cosmology . Nueva York. The Free Press; trad
e&p A. N Whitehead 1956: Proceso y realidad. Buenos Aires: Losada].
table que precisamente esa duplicación de la operación elemen
(que con el pago se niegue el no pago y con el no-pago se nieg
el pago) diferencie al sistema, pues para ello no hay un córrela.,
en el entorno de la economía. La representación, orientada al in
tercambio o a la compra, de mercancía por dinero, según la cual
el movimiento de la mercancía acontecería en dirección contraríe'
del dinero, conduce a equívocos. En el lado del dinero, la omitu
ción pago/no-pago está condicionada (o es condicionable) d un
modo totalmente distinto que en el lado de la mercancía.
El sistema no puede estar nunca en equilibrio.19 Realiza su
autopoiesis solo por medio de pagos con ayuda del esquematisiáo
binario en el que tanto pagar como no pagar fuerzan a la auiorte--
ferencia por medio de una exigencia de negación. Nada se pue
de hacer f ácilmente en la economía. Cada operación adquiere .
unidad corno elemento del sistema en tanto remite a otros ele
mentos del sistema por medio de una negación de lo opuesto. Esa?
posibilidad es en si misma un resultado de las operaciones ele
mentales del sistema.
Una comprensión de la economía que sitúa a los pagos corno
operaciones fundamentales del sistema puede tratar todo aquéfe
que funcionaba como concepto fundamental de la teoría econónii
ca —producción, cambio, distribución, capital, trabajo—como jiro
19 Máus bien, una teoría d.c la estabilización por med.io de inestabilidad podrí,
convencer. Según esta, tienen que producirse muchas o m uy pocas mercancías
para que el que posee el dinero o el que posee la mercancía pueda decidir prác
ticamente solo si ni pago va a tener lugEir o no. Solo bajo esta condición es ima
ginable que, sobre la base de f undamentos relativamente estables, se puedan
bacer cálculos. P ara esto, János Komaí, Anti-Equilibriutn: On Econornic Systei
T fuofy and theTasksof Research., Amsterdam 1971. \ propósito, un/i asombrosa--
crítica del principio del equilibrio se encuentra ya a inicios de las discusioufií
científico-económicas (con referencia a Montesquieu): el principio de equilihrí*
transmitiría inestabilidad como estabilidad; dos semillas bastarían para romper
el balance. Véase Simon-llenri-Nícolas Linguet, Lettr'CS sur la Theorie d>i /,(l
civiles, Amsterdam 1770. 96
^derivados. Con este enfoque se hace comprensible sobre todo
^diferencia de valor y precio como momento de la diferenciación
jlfístema. Kn el sistema, los valores representan la relevancia
í S e ia^ de) acontecer económico; los precios, por el contrario, re-
Hjsentan. la autopoiesis sistémica interna, pues en tanto los pagos
r-^'ífeben ser realizados, los precios se hacen necesarios para formar
í- ' expectativas en referencia a la suma a pagar y a la comunicación
sobre ello.211 I-a autopoiesis del sistema se vuelve independiente
* ítí'1 acuerdo sobre el ‘valor real’ de los bienes y servicios, y se vuel-
( ye'sobre todo independiente de ia obligación de gratitud (como
üf i,1 del temor por el surgimiento del compromiso de gratitud) que
«e podna derivar del hecho de que un lado entregue más valor (o
^ . ¡más valor según su opinión) que el otro,
: Cada pago efectivamente realizado tiene capacidad para la
; Ipfmacién de precios y produce con ello un efecto secundario a
SUVefcle la formación de estructuras: posibilita que junto a la re-
n i ÍM k l v-l ^ 1 fA M A l Á «A -1 A A A fc -A A.. . U A - . A . I
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152
22 jNo*s un error de impresiónl Sé. por supuesto, que la teoría que busca eli-i
minar la economía privada tiene que sostener lo contrario. Pero la economía :
privada hace tiempo que ya no existe. -
23 Las investigaciones históricas que conozco no logran ir muy atrás. Las cues
dones de derecho que se disentían.hacia el 1600 remiten a una doctrina antigua; :-
Cfr. por ejemplo, Allred F. Challe, Natural Law and tile Rise oí Econormc iudi-
vidualisro in lingland, Jou rn a l o f P olítica ! E conorn y 39 (l0 5 l), 332-337; Handd
0. Ehrlich. British Mercantilist Theories of Jftrofit, The American Journal o/C
E conomice and S o cio lo g y 14 (1955), 377-386.
| 155
2 -* ;Cfr. J .A .W . G im n , Polcücs and the Public Inter est in the Seventeenth C m tury,
\M t i t l T É s También l'an Watt, The R u é o f Lite N ovel ■ Studies in D efoe}
1969, 245s.
m
autónoma a la economía, es decir, la hace capaz de regularse tI s¡
misma.28La ganancia es un motivo independiente del acuei tln >
no selecciona la acción por medio de la expectativa de que oí i n j
comporte de manera complementaria (como el vendedor de .nitos J
que va a! médico que termina por comprar- su auto). Con todóifj
esto, la ganancia es menos propensa a condicionamientos sociales
que la reciprocidad.
En un plano temporal y objetual, nuevos objetos y procedí- -tí
mientos hasta ahora no probados pueden ser capturados por
orientación a la ganancia. Yano se está sujeto a legitimación sobre
la ba.se del mundo existente y lo nuevo se experimenta; en p¡-i- \.í
mera línea, como desviación. En vez de esto, entra en acción
principio de selección más abstracto que puede actuar perfecta. íj
mente como regla de detención para lo antiguo así como regí ■<1*.
IV
course of Civil Society llumamties in Society 3 ('.986). 229-242 (232): “III civil,
society, what matters is not. t.he abilit.y to satisíy this or that parLicular riera) but;
need in general, for there is no knowing what, new need will exist tomorrow’’1:
En la sociedad civil lo que importa no os la habilidad do satisfacer Lal o cual''
necesidad particular, sino la necesidad en general, pues no hay conocimiento de;
qué necesidad existirá mañana —A .M . J.
36 Especialmente impresionante (aunque ñola primera) es la defensa de Mandé-;
rolle, TheFable of Ihe Bees: Or Prívate Fices, Puhlic.k Benefits, citado según la edi
ción de Eli Ivaye, Oxford 1924 (trad. nsp. B. Mandeville 1982. La fábula de las abejas.
a los vicios privados hacen la prosperiadad pública. México: Fondo de Cultura Eco
nómico _ Más ilustraciones en la introducción de Kaye y en Appleby, olí, cit. (1976)A
-Jílnv líis necesidades secundarias del sistema económico tienen la
.importancia más alta: la demanda por energía, materiales y tra-
,'bajo. Cuando hablamos de (aún con una simplificación tolerable)
-'necesidades elementales, necesidades de 1cijo, necesidades de pro-
dsjcci011) encontramos en esa secuencia ana creciente dependencia
' de la economía de sí misma. O formulado de modo más preciso: el
ÍÚstema se hace dependiente de su entorno en la medida en que se
mueve de la satisfacción de necesidades elementales a la satisfac-
1non de necesidades de lujo y luego a la satisfacción de necesidades
de producción. En todos esos casos, la reproducción autorreferen-
eiaL c'e pagos por medio de pagos está ligada a razones determi
nadas; es decir, la clausura está ligada a la apertura, y así lo estará
mientras exista economía monetaria. Pero esta necesaria com
binación de ambos aspectos cambia su carácter en la medida en
que la apertura se hace dependiente de la economía y en que con
la reproducción de la capacidad de pago se vuelve dependiente
fiMlá/reproducción de la capacidad de pago. Esta es la situación en
¡|tlft¡úé la economía, cuando ya no puede más consigo misma, apela
¡p|apolítica, pues un intento de destautologizar autorreferencia con
¿átítórreferencia está destinado al fracaso. La economía se cuelga de
Úna instancia externa, cuya intervención no anula la autopoiesis
llíeiláeconomía sino que la garantiza. O se sigue el tiempo en su di-
fefúcóión irreversible, con la consecuencia de que uno se desplaza ha-
jÜpün futuro desconocido cuyo aseguramiento sería precisamente
la función de la economía.
El último paso del sistema hacia la dependencia de la depen
dencia del entorno del sistema, tiene lugar con el tránsito hacia
la sociedad industrial, y desde entonces se vuelve irreversible. En-
: tre otras cosas, esto significa que el suelo (como todos los demás
recursos) y el trabajo se pueden obtener únicamente con dinero.
Tan solo entonces el sistema económico es un sistema monetario
Integrado, y como tal, diferenciado en todo lo que respecta a su
Apropia reproducción. T,a sociedad renuncia a toda responsabilidad
por su propia economía, y no hay 3^ más instancias, es Vjr, nt.
hay un estrato superior al cual pueda uno remitirse pa’ eujtt
tal responsabilidad. El estereotipo negativo del ‘capitalista’ se ■n
rresponde precisamente con esta situación. Es rechazado porq
carece de una función de supervisión,, porque ya no rep]
más a la sociedad, sino que se preocupa solo de la concentraeió
la capacidad de pago. Después de todo, ni la política podi hru
esto, como queda claro en la actualidad.
dos tipos de escasez, sobre todo por medí o de los precios. No pueijjj
ser concebida como reducción de la escasez o como raultipli(.a
ción de la riqueza. En general, la escasez es sólo una !fói imiiI.i
contingencia’, la cual, interpretada como suma constante \ , oro,
regla que indica que cualquier consumo siempre cuesta alón f,u;¡.
lita la traducción del problema de referencia en operaciones y re
gulaciones.58Esto puede justificar una definición del obji ín . 1,- trtS
ciencias económicas (y especialmente del objeto de autorreflexión
del sistema económico) como disposición sobre bienes y serv icios
escasos 394041Sin embargo, las fórmulas de contingencia son siemp,-t,
reducciones que se sitúan en el lugar de la función cuando m- u.itr:
de la orientación del ástema hada sí mismo. Al menos el .uúlisit
teónco-social debe volver ala función real. Esta reside en la g,-iii-
ración y regulación de escasez para la desproblematización de |a
futura satisfacción de necesidades. El problema de referencia (fe
la economía es, en otras palabras, cada futuro presente: también Se
podría decir: la irritabilidad del presente por medio del futuro 0
el problema social delpadecixniento de la escasez que otros ocaMu
nan .11El problema surge del hecho de que la dimensión temporal
39 Cfr. Niklas Luhmann, Kuappbeit, Geld und die bürgerlicho Gesellsc ltaf(
Jahrbuchfür Sozialwissenschaften ¿c3 (1972), 186-210. Para detalles, capítiilolff
en e s te volumen.
40 Algo ampliamente acostumbrado. Véase solo Albert.Rees, Economics, Interna
tional Enciclopedia oj the Soaa/.Scienees, vol. 4, 1968, 472-485 y .lohii M. Montias,
The Sinicture oj' Ecoriomic Systems. New Hacen 1976, 81ss (8o), o, con formula
ciones hoy clásicas, León Walras. Elemente d’economie poUtif/ue pitre ou Theoriedeí
la richesse sociale, París Lausajine 1926 [trad. csp. L. VValra.s 1987. Elementos diré
economía políticapura, o teoría de la riqueza social Madrid: Alianza,: Lioncl Rob-
b'ms, An Essay on the idature and Significance o j Ecoriomic Science, 2a ect, Ijondrés.:
1932 [trad. esp. L. Robbins 1951. Ensayo sobre, la naturaleza y significación tle j i
ciencuieconómica. México: Fondo de Cultura Económica],
41 Esto tiene dos lados, a saber: 1) otros se apropian de algo que uno mismo
quisiera tener; y 2) los otros no trabajan lo suficiente. K1 problema es planteado
con neutralidad ;uile los estratos, pero tiende hacia la diferenciación de estratos.)
*:|&dimensión social se posicionan respectivamente em m sentido
transí ersal y se condicionan mutuamente,
„t- La función de la economía determinada de este modo hace
comprensibles las ventajas que ofrece la diferenciación de la eco-
SoKiía: La función especial de la economía es provista con un sis-
jema autopoiético propio. En este sistema, los pagos posibilitan
jgigos Con ello se construye, en principio, un futuro ilimitado,
¡todas las disposiciones en el sistema aseguran a la vez el futuro
del sistema. Más allá de todas las metas, de todas las ganancias, de
(«las las satisfacciones de necesidades, el sistema sigue existiendo.
Ülio puede terminarse, puesto que el sentido del dinero consiste
e¡Mel gasto del dinero. La garantía de poder gastar el dinero (bajo
condiciones que hagan aparecer la aceptación del dinero como
rentable) da una segundad de futuro abstracta que, por sí sola,
Eiü es posibl e en la ‘forma de mercancía’; y la valoración de la pro
piedad, el capital, los puestos de trabajo y los derechos de pensión
son. subordinados a este objetivo. En todos esos ámbitos se trata de
participar en la autocontinuidad de la economía, y el criterio de la
ganancia contribuye, como se ha mostrado, solo a remitir esa recur-
¡nadad a sí misma.
Con esto, sin embargo, se ha solucionado solo la mitad del
problema. No se trata solo de satisfacciones permanentes, sino
también de prioridades temporales de distintas necesidades
de diversas personas y sistemas. Se trata también de problemas de
distribución respecto de los cuales hay que decidir en el momento
(cu realidad, ¡se deciden!), y la seguridad de futuro reside, no por
último, en las perspectivas favorables de participar tanto ahora
como en el futuro en la distribución. Desde Quesnay en adelante,
el concepto de clase está disponible para la descripción de la dis
tribución de personas en relación con la distribución de la segu
ridad de futuro. Saint Simón y Marx continuaron esa tradición .42
42 Cfr. Niklas L uhm ann, Z u m B e g rilld er sozialen Klasse, en Niklas Luhm ann
{€&.), Soziale Differenzierurtg- Zur Geschicht.e einer Idee. Opladen 1985, 1 19-162
144
VI
44' Hegel ya tenia claro que esto afectaba también a larelacióndelas economías
Ipeionales (incluido el problema colonial). Cfr. precisíunentc en este punto la
teción o b . cit. (1983).
No nos aferramos directamente a la arquitectura de la teoría parso
n'iana, sino que, de acuerdo con la tesis de que los sistemas social^
y también las sociedades consisten en comunicaciones, hablamos
de ‘medios de comunicación en vez de ‘medios de intercambio' ‘‘
La inversión de la perspectiva teórica consiste en que los m ed ’os ,|e
comunicación no son consecuencia de la diferenciación fun< r'ii.ii
sistémica, sino que más bien son catalizadores de la diferenciación
de sistemas funcionales.^
El punto de vista funcional de esta dimensión de la teoría reM
sulta del hecho de que cada comunicación produce, prinierauien
te, una situación abierta en la que son posibles tanto la aceptación
corno el rechazo de la propuesta de sentido. Los medios refuerzan
la probabilidad de aceptación en situaciones en las cuales máSi
bien sería esperable un rechazo. Aumentan con ello la posibilita
dad de que se comunique. Evitan que la probabilidad de rechazo,
desmcentive el proceso de comunicación y motivan a comunicar
gracias al modo en que se presenta 1.a selección.
Esto puede ser compatible —como se observa en el caso del di
nero—con la al ta libertad de aceptación y rechazo. El código del
dinero no prescribe que alguien venda o produzca servicios, pero
posibilita vincular la demanda con una oferta de pago; y esto me-
V il
j j § ¡ j Í2.;. Debo corregir los supuestos de esto formulados en Nlklas Luhmann, Wirt-
schaflalssoziales System, en N’ikiasInihmann.S'orío/og'wcAe/áf^^^nt^', vol. 1, Co-
.".■ióma-Qpladen 1970,204-231 (2:1.9ss) [trad. ingl. X Luhmann 1982. The Eeonomy
i - ■■
us a Social System (190-225). En X Luhmann. The Dijferenliaíion o f Society.
Níueva York: Columbia University Press]. Ante todo es incorrecto ver el consumo
l,,7 <’cbnórnico primariamente como una cuestión doméstica y obviar el consumo pro
pio-de la producción. Igualmente, las consecuencias para el concepto de mercado
tienen que ser repensadas.
.:55.;. En detalle, capítulo 3.
distribución o de los roles específicos que median entre pru
ción y consumo. No obstante, sí esto se mirara más de cerca;,
encontraría que esas organizaciones ‘se rigen por el mercado’,-
lo que sin duda no se quiere decir que ellas se rijan por sí mis'
‘El mercado’ no es más que un límite, es 1a percepción del i oít-
sumo desde la perspectiva de la producción y de la organizado,,
de la distribución.6,,' Así también los esfuerzos de los competido
res aparecen como mercado en tanto influyan las oportunidad^;
de venta Visto de este modo, la producción misma aparece co?m>...
mercado- El límite actúa como un espejo que contribuye a la iq,
tegración de la producción, en tanto cada empresa tiene al frente
a sus competidores y a sí misma (y a sí misma como competidora
de sus competidores). Este espejo permite que los consamidar^y
aparezcan como escasos. Según él, hay muy pocas necesidades y
precisamente por esto se recomienda sobreproducción (¡como des
equilibrio!), con el fin de estar preparado a todo evento para apro
vechar cada oportunidad de venta que se ofrezca.
Formulado de manera abstracta, el mercado es, en tanto lí
mite, la diferencia de complejidad determinada e indeterminada
(propia y del entorno). La propia complejidad es —digo esto con
vacilación de sociólogo—controlable por medio de organizaciones
Por el contrario, la complejidad del entorno es indeterminada,
por un lado, debido al sinnúmero de posibilidades interdepen-
dientes, por otro lado y sobre todo, porque ella no puede ser
determinada de manera independiente de las actividades de
los competidores y de las propias actividades como competidor
de los competidores. Con esto, el mercado aparece como entorno
en la forma de un círculo autorreferencial o en la forma de doble;
coniingencia. Lo que se hace depende, entre otras cosas, de lo54
VIII
:;Í7;. En relación non los sistemas sociales, ‘observación' y ‘descripción’ son por
lahto siempre comunicación y no solo actividades psíquicas per se. Los sistemas
1ocíales no disponen de otros tipos de operaciones elementales y también tienen
que producir operaciones de autoobservación y autodescripción en el sistema con
los medios del sislema.
i SB Acertadamente en relación con esto, VYolf-HagenKrauth, tVirlschqfisstruktur
Und Semandk.' Wissenssoziologische Studien zum wirLsdm.ftlic.hen Denken in
Deutschlandzwischen dem 13. und dem 17. .Takrhundert, Berlín 1984.
por la diferencia lícito/ilícito [Recht/Unrecht] y que introd-jc*
referencias económicas bajo el punto de vista del éxito o fracasé
de determinadas medidas,"5
Este estado de la reflexión cambia tai) solo en el siglo XV1J]i
- y hasta ahí alcanzan los modos de argumentación escolásticos- !
Es obvio que ese cambio está relacionado con la culminación dgí
la diferenciación de un sistema económico que se reproduce n«r '
rnedio del dinero. Tan solo entonces se inicia una ciencia econo- i
mica que ve a su objeto -aunque no con ese nombre—como siste .5
maautopoiético. Tan solo entonces surge también en laeconoum s
una exigencia de reflexión que se esfuerza por conceptualizar el
modo de operación, las estructuras y los cambios estructurales di-J s
propio sistema como unidad del propio sistema. Hay que evitar-, i
predefinir esa unidad como unidad doméstica o sociedad civil en
forma estatal En vez de eso, el objeto es comprendido por medio - í
*
de tipos de operación tales como el intercambio, la producción o la -c 1
distribución, para los cuales no existe un correlato en el entorno §
Paralelamente, se cambia la semántica de la naturaleza por la de \ I
1
la libertad (el fin de la naturaleza posibilitó el salto a la libertad l r
Cuando en la economía se habla de economía, se emplea has "! i
ta hoy un lenguaje muy poco teórico. Al lenguaje referido a los |
'precios5 se agrega el lenguaje referido al ‘capital’. Los práctico» í
Vseguidamente ios teóricos hablan del mercado’, como si lo que 1
es entorno fuese sistema/’1' Se habla de volumen de ventas v di-
aumento de volumen de ventas, de la relación de capital propio J,
y endeudamiento; se pueden reconocer en ello éxitos y fracasos,
riesgos o bastantes seguridades. Las diferencias a las cuales uno se f ~
orienta pueden residir en una comparación temporal o en cifras J ¡ 5960
69 Cfr. por ejemplo, Mably, ob. cit. (1768) o T.inguet, ob. cit. (1770), 14ss'eo
referencia a los fisiócratas, o Hodgskin, ob : , : (1827), 263s en referencia a
economía política de su tiempo.
i 161
í
-%
uísiatnente esto lo que no puede hacer la reflexión social gene
ralizada, Es decir, ¡indiferencia como diferencia! Esta distinción
,' {teñe una dimensión histórica. En la sociedad antigua, los ricos
* vías pobres habían sido solo un aspecto de la estratificación, casi
idéntico con la necesidad de orden. Con la disolución del orden
Htamental, en algún sentido esa diferencia permaneció; para
losfssiócratas ella contaba como una necesidad de la naturaleza
dejaba con ello a la sociedad fuera de la autorregulación de
[.i$ relaciones económicas. No mucho después, el acercamiento
deíconceptualización social y económica conduce a la tesis (que
yá Hegel presupone) de que la sociedad produce esa diferencia
^eomo sistema de necesidades. Con ello sigue existiendo una dife-
reacia central en la teoría social de la cual la teoría económica se
tiene que distanciar (naturalmente ella también tiene que tra-
tar ¡uobl'Mias de distribución, problemas de poder adquisitivo,
||Íiientaciones de consumo, tamaño del mercado, etc., pero bajo
.. ningún punto de vista puede observar la u nidad de la economía
¿ ’w.jsu terna!—com o d iferen cia d e rico s y pobres). Hegel y Marx
mantienen esa preocupación a la vista, lo que en especial lleva
-a Marx a la ‘crítica de la economía política’ como una teoría del
|!6apitalismo para los capitalistas,
Ahora, tampoco esto es una solución, pues no son los cap i
¡¡Éalistas los que escriben esa teoría, sino que ella se corresponde
de rumio preciso con las condiciones y consecuencias de la dife
renciación funcional en el ámbito de la economía (y su crítica,
=por tanto, tendría que ser complementada con las críticas corres
pondientes de todos ios demás sistemas funcionales). La teoría
-de sistemas autopoiéticos que hemos intentado aplicar en lo que
antecede, tiene algunas ventajas para esta tarea. Puede extraer
irritaciones desde un amplio campo de investigación cercano a la
empiria. Bajo distintas operacionalizaciones, es aplicable tanto al
sistema social como a los sistemas funcionales dif erenciados en la
sociedad. Justamente, la teoría de sistemas hace de esa diferen-
164 J
IX
V
166 !
79 Para esta tradición, con referencia al sistema jurídico, ver Alessantlro Bo-
nucci, La derogabiíitd del diritto naturale nelí.a scolastica, Perugia I 906.
80 O como se podría concluir con Karl-lleinz Ladeur, poücoritexlualidad. Véa
se 'Aburügung’ ein neues Paradigm a des Verwaltungsrechts: Von d er E in h eit der
Rechtsordnung zum. Rechtspluralisnius, Francfort 1984; del mismo autor, Die
i'réchtiiche Kontrolle planerischer Frognoseri: Pladoycr fíir einc nene Dogmatik
des Verwaltimgsbandclns unter Ungewiúheit, N a iur und R edil 7/3 (1985), 8 1 -
:90, Véase a propósito, con un curioso retorno a la pluralilé des m ondes , Jacques
pttali, L es Irois mondes: pour une théorie de l’apres-crise, París 1981 [trad. esp.
Jí Attali 1982 L os tres m undos:para una teoría de post-crisis. Madrid: Cátcd ra j.
La posición de relaciones de valor tan complejas y teórica
mente poco claras es realizada hoy fáclicamente por medio
una moral trivial y de exigencias y apelaciones en dirección,
de ‘la economía’. Ellas se presentan en forma de ‘social auditmg’,
cuidado de la ‘identidad corporativa’, discursos solemnes y com
promisos acordados a alto nivel.*1 En ese juego, lo que cuenta
como economía se lim ita a grandes organizaciones de produc
ción, de comercio y del ámbito de los bancos..Una moral tiene
que tener destinatarios accesibles. Así emerge una mezcla proba
blemente rnuy explosiva de autorrepresentaciones y exigencias,
buena voluntad y descontento, y luchas por puestos de trabajo.
Sin embargo, no se ve cómo de estas posiciones podría escribirse
una teoría del contexto social de la economía. Entre otras cosas
esto tiene como consecuencia que las teorías reflexivas del siste
ma económico clásicas y neoclásicas puedan ser refutadas, pero
continuadas como si nada.81
81. Véase para esto, con una sohreesiiinación de estas imágenes y saludándolas
como ‘transformación estructural de la economía’, Eugen Bufi, Markt und Ge-
settschafi: Riñe soziologische üntersuchung zurn Sfi'uklurwandel der Wirischafo
Berlín 1983.
Capítulo 3
EL MERCADO COMO ENTORNO INTERNO
fffirÉi
DEL SISTEMA ECONÓMICO
Ipil;
¡PÉ
|Í! :áAI menos cuando hablan de un modo que pretende decir algo más que la
M utación de una simple posición ideológica. Véase para esto Bernard Barbcr,
Ábáolutization of tlic Market: Some Notes on lío w We Got. fiom Therc to Itere,
•;.eá G. Dworkm y otros (cds.), Víarkets and Morola. Washington, DC 1977. 15-31.
2 Cfr. E.T.A. Hoilmann. Des Vetters Eckfenster, en We.rke, vot 12, Berlin-
;Leipzig; sin año, 142-164; aquí naturalmente ya visto con melancolía roiruuitica
vcómo algo pasado.
■5:. Explícitamente, por ejemplo, en Erich Iloppmann, Übnr Funktionsprinzi-
pien und Funktionsbcdingungen des Marktsyslems, en Lothar Wegebcnkel
:|ed.), Jvlarktwirtschaft und Umwelt., Tubinga 1981, 21.9-235, o en Hcrbert Bier-
;mánn, Der Pvlarkt ais ergodisch-kybernetisches System, en Franz-Xavcr Bea/
Ánriin Bohnct/lderbert Klirnesch (cds.), Systemrnodellc: Anwendungsrnóglich-
j'keiien dea sysLemtheoreáschcn Anaaízes, Munich 1979, 211-270. En todo caso no.
ísé. le brinda aquí atención ai hecho de que esto es una decisión teórica.
apuntan al mismo sistema. Pero que se hable de una distinciui.
entre economía de mercado y economía planificada no calza muy*
bien con esto, por ejemplo. Esta distinción es formulada como
distinción de principios de orden y de regulación [Steuerungi]; es
decir, no como conceptos de sistema diferenciados (lo que tú
por consecuencia que la economía planificada se tenga que ob* '2
servar como entorno de la economía de mercado y, a la im ersa. f-
la economía de mercado como entorno de la planificada, y que ( ¡j.2
formación del sistema se tenga que definir por medio de esa dife
rencia). Otra posibilidad es comprender al mercado como un sn'i
sistema del sistema económico —más o menos como en la antigi
representación del comercio—.Sin embargo, esto también lleva a
dificultades irresolubles cuando se quiere definir concretamente f
al mercado por diferencia a la producción y al consumo, a las -; ,
empresas y a los contextos domésticos. ¿Qué sería el mercado dei
trabajo luego de esto? ¿O el mercado de capitales? ¿O los ficher
de las oficinas de empico? ¿O los libros de los bancos?
En la medida en que se trabaja con teorías-modelo como 1 s
del equilibrio, no surge esta dificultad. En tales casos, el merca
do es el correlato empírico de esas teorías —sea lo que sea lo que ¿<
esto signifique-. De esta manera, la teoría económica se inmuni
za frente a un planteamiento empírico-sociológico del problema, <'f
aunque ello por sí solo no es una razón para la crítica. Paralelo a
esto, uno podría igualmente pensar cómo una teoría sociológica
definiría el mercado; y no sería de excluir que las ciencias ec >-
nórnicas pudieran aprender algo de esto, aunque solo fuese poi
‘casualidad5.
II
Cfr. capítulo 1
176
8 En la lógica cibernética se habla por esto de lim ites como condiciones de re
flexión y se llega, así a la ‘‘surprising conclusión that the parís of the whole havé
a higher reñecúve power tan the whole of it’’ (Gottliard Günther, GybcrnntiC:
Qntology and TransjuncLional OperaLions, en G. Cfiinther, Beitráge zur Grund-
kgungeiner operanonsfáhigen Dialekúk, vol. 1, Hamburgo 1976, 249-528, 519)-
|sorpresiva conclusión de que las partes del todo tienen un poder reflexivo mayor!
que el torio -A llí J. Lo que en esLe sentido cnentu como mundo (que solo puék
de auLoobservarse como diferenciación interna), cuenta correspondientemente.'
para, cada sistema particular'.
9 Véase aquí Riuiulph Cflanville, The Sume Ts Different, en Milán Zelcny;
(ed), Autofjuiesii: A Theoryof Tivw.g Organización, Nueva "York 1981, 252-262v
^uorinnclio de diferenciación, se transforma en entorno para los sis-
titas participantes que de ese modo pueden observar su entorno.
I Se acostumbra a caracterizar al mercado corno sistema poli-
fién tríco por referencia a la multitud de empresas que funcionan
pps él,10Muestra propuesta teórica ve por el contrario al mercado
«Hito ’p oh-contex luaí,'1en tanto para cada centro pone a disposi-
riónun entorno distinto v a la vez el mismo.
IftiSA'
m
■UO Véase Michaol Polímyi, The L ogic o f JÁbeny. Reflections and Rejoinders,
¡ífiondres 1951, 170ss.
Policontextual en el sentido de Gottliard Cfiinther, Life as Poly-Contejctuiality,
:"en WírkUckkeil und Reflexión: IValler Schulz zarn 60. Gehurtslag, Pfullingen
:1:975, 187-210; reimpresión en G. Günther, Beürage zur Grundlegimg einer
líf/jeraüonsfdhigen Dialektik, vol. 2, l lamburgo 1979, 283-306.
' 1.78 |
iy
haya que reaccionar con un ‘sí’ o un ‘no’. La dimensión social es- '
tructurada por medio de la competencia hace surgir justamente
una orientación objetual y a fmes. Simmel ha llamado a esto un
“unabgelenkte Fvicht.ung auf die Sache”."5
Que la competencia sea una orientación social sin interacción. :■
social, es decir, que sea posible sin producción de sistemas sociales
concretos, tiene extensas consecuencias. Se suprimen las dificulta
des, incomodidades y la alta demanda de tiempo de la interacción,
pero también las posibilidades de control y las seguridades que
ella es capaz de otorgar. La sensibilidad del sistema económico
y de su capacidad de reacción reside de manera preponderante
en que se ahorra la interacción. I,a reacción a cada evento no és-
producida por largas cadenas y ramificaciones de interacción a in
teracción, sino por una reacción casi simultánea de muchos a-lo
que muchos atribuyen a la acción de otros. Siguiendo a Agüeita
y Orléan se puede ver en este “contagión sociaic” mirnético una
propiedad de las economías de mercado orientadas por el dinero, 1
probablemente la propiedad fundamental.21
En este logro se puede advertir también que la economía mo
derna se ha ajustado en alta medida a la diferenciación de sistemadj
social y sistemas de interacción, diferenciación característica de la i-i
sociedad contemporánea.2'1 Con ello se libera una dinámica ino
pia que es prácticamente incontrolable. El sistema reacciona tan2345
■¡§09-, Para una interpretación distinta, Rugen Biiss, quien comprende los procesos
: que se bosquejan a continuación como síntomas de desdíferenciación y, con ello,
¡liOÍOs sobrevalora. Cfr. IVlarkL und Gesellschaft Eine soziologische Untersuchung
. zum Struklurwandel der Wirtschafl, Berlín 1983.
50 Se habla aquí de ‘esfera pública’ en paralelo directo al ‘mercado', es decir,
I Como iudicación para un sistema general que opera para los sistemas participan-
tescomo entorno. En un caso se trata de la economía; en otro, de la sociedad. Por
tanto, no es una casualidad que en el siglo XVIII aparezcan estas .ideas gemelas.
Ellas apuntan al hecho de que una sociedad que se vuelve compleja solo puede
observarse desde dentro.
51- Programáticamente clr. Meinolf .Dicrk.es, D ie Sozialbüanz: E in geselíschaft
bezogeneahiformalions- und Rechnungssyslem , Francfort 1974.
cuentren su objetivo central en agradar a los demás. No obst.inti-.
tiene lugar un giro en la orientación; este debiera coincidir o>:lm
cambio generacional en el personal directivo. Se deberá esperar
si este giro logra traducir, al interior de la firma y en el lengua
je de programas para las propias operaciones, la diferencia entre
economía y sociedad como una diferencia de entornos de las etn*
presas.
VI
- *
Bajo el punto de vista desarrollado aquí, los precios hacen
¡¡¡¡8 ;.ei
¿¿ble una orientación al entorno de los sistemas parciales del
c..;eina económico. La propiedad más importante de un precio es
puede ser identificado y, sin embargo, sign ifica r cosas distintas
,i,ii distintos participantes en el sistem a económ ico.
L1 precio no es entonces mía reformulación, una operaciona-
,/rtCión de la paradoja general de la diferenciación: the sam e is
j.jjerenl. Su mismidad es condición de posibilidad de un acceso
.j.i'tente selectivo a la diversidad. Se debe identificar un precio
entonces leer en él si uno quiere o no pagar ese precio; si
t‘no puede o no producir a ese precio; si otros pueden o no produ-
, por ese precio. Ciertamente subsiste la pregunta por el grado
seguridad con que se puede conocer o estimar todo esto y qué
^^.nicedimientos cognitivos ayudan en este caso y a qué costo. Esta
Jiijifegunta de la seguridad/insegundad del conocimiento tiene, no
,■y*. Viasante, un significado secundario. No podría surgir como pre-
mulita1sin los precios,
|' ■La. identidad de los precios no significa necesariamente esla-
c, bjlídad temporal; y tampoco presupone que el precio sea fijado de
¿atiera independiente de la propia oferta o de la propia demanda
¡-¿iTravés ‘del mercado’. Uno se puede representar los precios como
Jiaptideos de largo alcance con los cuales el mercado es provocado
¿ il examinado, solo que esto debe acontecer bajo el presupuesto de
e§i?pu>precio determinado (o desde mi punto de vista: de un determi-
:iado margen de precios). Solo por medio de la identidad se logra
receso a la diversidad, y a través de una dif erenciación de la forma
deesa identidad en el mundo de vida se organiza lo que puede ser
raptado como diversidad.
194 |
un medio que no tiene un punto fijo, en el cual la fortuna di-; cada uno depende
solo de la interpretación de lo que piensa el otro, de io que los demás piensan de;
su propio comportamiento, de lo que otros pensarán de la reacción que se manir
festará a lo que los demás piensen del comportamiento que se podrín expresa);
etc., en un juego infinito de espejos —AJM.].
45 Que se deba establecer un nuevo nivel para el mercado internacional <ie;
dinero con un banco de bancos emisores, con un banco para el equilibrio mq:
ternacional de pagos, corresponde precisamente a esta lógica de jerarquización
|sobre los problemas a este nivel tratados sistémicamente, ver en inglés P. Kjaerp
G. Teubner y A.. Febbrajo (cds.) 2011. The Financial Crisis in Con^titutionál
Pzrspective. Oxford: Hart Publishing j'.
4 [ 201
¡lis®
Quiere decir que desde aquí se puedan controlar las fluctuacio
nes del mercado del dinero — Jas que hoy pueden alcanzar cientos
_jje itnles de millones de dólares diariamente'16—, pero al menos es
posible estimular o desestimular el mercado por medio de even
tos de intervención, sin por ello estar excesivamente limitado por
^consideraciones referidas a los resultados de los negocios propios.
i i i y E i hecho de que este mercado intervenga en todos los otros
mercados —pues en todas pai tes se requiere la superación de la
.distaren temporal de emisiones e ingresos, es decir, en todos lados
'ha v costos del dinero—constituye una razón fundamental de su in
transparencia. A la vez, ahí mismo reside una compensación para
inseguridad, a saber, una cierta protección frente a eventos
||e mercados particulares. En definitiva, es ciertamente imposi
ble organizar al sistema económico corno jerarquía; no obstante,
cuando se le ve como entorno interno de los sistemas que operan
en su interior, la jerarquización juega efectivamente un rol parti-
eulai No es casualidad que el mercado del dinero sea un punto de
fíéferencia, pues este se encuentra mterrelacionado con todos los
otros mercados; representa con mayor probabilidad la unidad del
¿sistema en el sistema. Y tampoco es casual que la forma sea la de
3¡¡aorganización, pues solo ella puede garantizar un orden transiti-
fyO de tres niveles de carácter irreversible.
sx
202 |
S . fe lJ n e je m p lo a u n e s c a s o e n la s o c io lo g ía : L a r s C la u s e n /V V o lf R . D o m b r o w s k y ,
p í c o ló g ic o - s o c io ló g ic a y n o c o m o c o n lr a c o n c e p L o d e in c e r t id u m b r e . N o p ro s u p o
■ jjje m o s . p o r la n ío q u e la s p r o b a b i l id a d e s son c o n o c id a s .
o / t l .a r o b u s t e z e n r e l a c i ó n c o n la r e s is te n c i a f í e n l e a d e c is io n e s e r r ó n e a s (o qu e
^ c o m p ru e b a n e rró n e a s a p o s t e r io r i) d e b e s e r d if e r e n c ia d a d e u n p r o b le m a q u e se
á s e d e s c u b ie r lo e n r e c ie n t e t e o r í a p s ic o ló g ic a d e la d e c is ió n , e s te e s , la ro b u s te z en
In s e n s i b i l i d a d , e s d e c i r , e n 1a m a n t e n c i ó n d e d e c is io n e s a p e s a r d e la v a r ia c ió n de
I p s s u p u o s ie s e n lo s q u e se fu n d a b a n . C o n u n a — la ro b u s te z o r g a n iz a c io n a l— u n o
.p u e d e : d i s p o n e r t a m b i é n d e la o t r a , la ro b u s te z p s ic o ló g ic o - d e c is io n a l.
S j F ic h te , p o r e je m p lo , fu n d a m e n tó la s u p e r io r id a d d e l e s tra to d e lo s g ra n d e s
p r o p ie ta r io s s o b re lo s c a m p e s in o s p o r m e d io d e la fu n c ió n o r g a n iz a c io n a l y la
m e n tó p a ra e l ta m a fio o r g a n iz a c io n a l.
55 V é a s e , p o r e je m p lo , W illia m C . C la r k , W it c h e s , F lo o d s , a n d W o n d i D m iü v
l l is l o r i c a l F e r s p e c tiv e s in R is k M a n a g e m e n t» e n R ic h a r d C . S c h w íi ^ W d t* r
1980.
56 L a i n t u i c i ó n h a b í a s i d o s i e m p r e u n a c a p a c i d a d d e e n t i d a d e s s u p e r i o r e s —a l g o - :
n a v e z d e lo s á n g e le s , a h o r a d e la s é l i t e s — . P a r a l a s o p c io n e s c i e n t í f i c o s • • n o r H K .is
m a n e s te s u p u e s to e n u n c a s o e s p e c ia l.
„r .Sistema orientado a una economía de subsistencia es expuesto
a i-bridiciones de mercado, se logra entender mejor con esto que
(■ritt- los supuestos acostumbrados de la ciencia económica. Ade-
í H P a ra e s ta p e r s p e c tiv a t e ó r ic a , c fr . .P e te r G o m e z / G i l b e r t i. 11 P r o b s t, O r g a n is a -
tio o e ü e G e s c h lo s s e n h c it. im M a n a g e m e n t s o z ia le r I u s t i t u t io n c n — e in k o n ip le -
m e n ta x e s K o m e p t. z u d e l) K o n t in g e n z A n s iit z c n , Delfín 5 (1 9 8 5 ), 2 2 -2 9 .
208
:E n e l c a p ítu lo 10 v o lv e m o s a la s p r e g u n t a s p e r f ila d a s a q u í s o b r e lo s p r o b le -
í" m a s d e r e g u la o ió n | S le u e r u n g j.
210 |
; xi
ilflll
se formula la unidad del sistema por diferencia a lo otro. Mie-i
tras que las descripciones del. mercado anteriormente mención,i.) n,
—descripciones dependientes de los datos de mercado—no b u.ri
mucho más que usarlo como fundamento para la destilación de'
observaciones, para la reflexión más bien parasitaria del con<cptu
de mercado esto es un valor en sí mismo. Y mientras que. en el r
primer caso se trata principalmente de diferencias temporali i rfl
interior del sistema económico, es decir, de comparaciones miles/
después, de observaciones de efectos de intervención, de dci I ira
ciones de tendencias y cosas parecidas, la reflexión de 1.a unidad
del sistema refiere al sistema como sistema parcial del sEu mn
social: a su función, sus rendimientos para la sociedad, a los [h-Ii
gros e inestabilidades que surgen de ello, a lanecesaria autonomía
funcional y a las interdependencias resultantes a pesar de la mito
nomía, y que también son funcionalrnente necesarias. Esto i.un
bién se puede ocultar con la semántica del mercado. En el pinnor
caso el sistema reacciona a sí mismo como entorno interno di l.is
propias operaciones. En la reflexión, por el contrario, descrilx> su
propia identidad como momento de la sociedad moderna,
Con una descripción sociológica —que también incluya la
autodescripción del sistema—se gana nuevamente distancia. l a
ganancia reside en la capacidad diferenciada de establecer i Im i i i
ciones. Esta solo se alcanza en las cercanías de la paradoja de un
sistema que es la unidad de sistema y entorno para sus propias ‘
operaciones, y que basa su unidad justamente en la difen im.i
de sistema y entorno. Ciertamente, esa paradoja es un artefacto
del observador y él debe resolverla. Como aquí se ha hecho Lo
que resulta, no obstante, no se puede emplear sin más como ,m
todescripción del sistema o como teoría del sistema en el sistema.
| 215
liSfe:,:;
I
SplK-ó':
j<g diferenciación funcional del sistema económico se produce por
s medio del establecimiento de una forma propia de reproducción
A, atitopojética. Ella hace uso del medio de comunicación dinero y
* codibca las operaciones del sistema distinguiendo si un pago deter
minado (cada vez posible solo de modo determinado) tiene lugar
V o no. lia y dinero únicamente cuando esto sucede en una medida
1 suficiente corno para posibilitar expectativas de pago e institucio-
nllizai la utilización del dinero gracias a esas expectativas. Solo así
S2honra la disposición a pagar por la disposición a aceptar dinero,
.V pues de ese modo quien acepta el dinero podrá gastarlo en los fines
í" qtie estime conveniente.
En los tiempos en que se dependía de la posihilidad de bajar
<i la Tierra las formas celestiales, se introdujo la metáfora de la
circulación. Obviamente en ninguna parte se pueden encontrar
circuios. Que el dinero ‘circule’ quiere decir simplemente que es
posible reproducir la capacidad de pago por medio de pagos. Cir
culación es autopoiesis: reproducción de los elementos del sistema
por medio de los elementos del sistema.
Cuando se observa la economía monetaria como sistema au-
topoiético se derivan importantes consecuencias para la compren-
=-sión de la relación entre sistema y entorno, esto es, de la econo-
mía y del resto de la sociedad.1 A nivel de la propia autopoiesis el
sistema opera de manera clausurada. Esto significa que no pue
de entregar dinero al entorno y sacarlo de ahí. Cada pago es un
e v e n to e c o n ó m ic o in t e r n o - in c lu s o los im p u e s to s y lo s sa la rio s
los empleados públicos— A. nivel de las
no hay ni input ni output. La autopoiesi
co significa que la economía produzca determinados renditrderi.'
tos para su entorno social —algo así como poner a disposición bienes
para uso no económico. Esto puede suceder o no, pero lo decisivo?
es que la autopoiesis cumpla la función de la economía y que estoj'
suceda en la economía y solo en ella. Dicho en términos genera-1í
les, esta función es la provisión pana la satisfacción de necesidades
futuras, lo que acontece justamente porque cada pago uansnute/
capacidad de pago.
En otras palabras, la autopoiesis de la economía es orientada’!
a la función de la economía a través del medio cimero. Esto em
bastante prudente cuando se tiene en cuenta que la diferencia- r
ción de la economía no se debe solo a su fruición, como si en una
economía mundial cósmica hubiera ventajas abstractas de espe
cificación funcional que se impusieran a lo largo de la evolución --
debido a tales ventajas.2 Además hay que concretizar otras posi- 1'
bilidades de formación de sistema y eso exige, entre otras cosas, 1-
mclusión en el mundo o en la sociedad a través de la clausura de..1
ciclos autopoiéticos. Las posibilidades de diferenciación sistémi- 1
ca, de separación y distinción operativa de sistema y entorno, de
mantención de límites, de estabilización dinámica, de asimilación ■
de reproducciones desviantes (evolución), tienen que conjugarse :-
con funciones que sean cumplidas a nivel de sistemas generales y
especificadas solo por medio de la formación de subsistemas Nada
más que esa avanzada exclusividad de cumplimiento de funcio
nes por medio de sistemas especiales diferenciados precisamente
para ello, es lo que revela el principio de diferenciación funcional
2 E n u n a m ir a d a l a t e r a l a la t e o r ía d i* la e v o lu c ió n , u n o se d a c u e n ta c u á n poco
t r a b a ja e lla con e l m o to r d e l a e s p e c if ic a c ió n f u n c io n a l, a u n c u a n d o n o pocas
v ece s d e s c rib e e l r e s u lt a d o d e la e v o lu c ió n co m o u n a T uerte d if e r e n c ia c ió n ffu n -: ■
c io n a l).
| 21!)
I V éase l a d is t in c ió n d e “ c o u p la g e p o r c ló t u r c ” [ a c o p la m ie n to p o r c la u s u r a
IM. |y “c o u p la g c p a r ir r p u t ” [ a c o p la m ie n t o p o r in p u t —A.M. | e n F ra n c is c o V a-
n li, L ’a u t o - o r g a n is a lio n : d e l a p p a r e n c e a u m é c a u is m e . en P a u l D u m o u c h e l/
Ican-Pierre D u p n y ( e d s .) , L auto orgarusano/v De La phvnque au potinque, P a r ís
l'*M3; 1 4 7 -1 6 4 . V a re ia v e e n e s t a a lt e r n a t iv a so lo l a e le c c ió n d e u n m o d e lo d e
ái sc rip c ió n p o r u n o b se rv a d o r. P e ro u n a e le c c ió n d e e se tip o no p u e d e h a c e r s e a
d isc re c ió n ; t ie n e q u e s e r a p r o p ia d a a la t m e a ( a d e m á s , s e g ú n lo s c r ite r io s s is té r n i-
r » in m a n e n t e s d e l o b s e rv a d o r). R e f o r m u la d a e n e s t e s e n tid o , n u e s t r a te s is s e ñ a la
q u e la o b s e r v a c ió n d e l a e c o n o m ía m o n e t a r i a c o n d u c e a r e s u lta d o s a p ro p ia d o s
fu .in d o a r r a n c a d e u n “c o u p la g e p o r c ló t u r c ”.
Sin embargo, esl.o tiene consecuencias y una de ellas es ],i qn*.
queremos abordar a continuación El planteamiento de la ine-.
tión es el siguiente: ¿qué estructuras internas contribuyen ¡, , ,,tq-
pensar la clausura autorreferencial y la renuncia a deperidenc'U¡¡'
biunívocas? O dicho de otro modo: ¿cómo hace el sistema paras ■
mostrar una sensibilidad ciega aunque suficiente?
La respuesta tiene obviamente que ser: en tanto vincula pagos':
a la satisfacción de necesidades sin fijar por anticipado —a través
de las propias estructuras—de qué necesidades se tratará. Pero‘esS¡
respuesta desplaza nuestro problema hacia la pregunta previa
acerca de cómo acontece esto, y cómo acontece con una sufii i- nte
universalidad de las posibilidades de aplicación.
II
III
^ Un buen análisis de esa paradoja del colapso del poder en el más alto poder
«■encuentra en Jeremy Taylor, Ductor Dubitanlium or: The Rule oí Conscience
in all Her General Measures, 1660, citado según The Whole PPvrks, Vols. IX y X,
Londres 1851/52, Nachdruck Hildeshcim 1970, vol. X, 174s.
228 1 i,
conflictos, el primero puede imponerse, el otro lo hace en casos
normalidad. FJ primero —el poder de los electores en la ocupación
de posiciones polUicas, el poder del parlamento sobre el gobier .
no, el poder del gobierno sobre la burocracia, el de la burocracií-J
sobre el público que es objeto de las decisiones—aparece legítimo
y visible. FJ otro, el contrapoder, se establece tácticamente en casi ;
todas esas situaciones, pero deja al poder oficial la tarea de sacar del
fuego las castañas calientes. La democratización y la jerarquizaciójtr
organizacional contribuyen a la diferenciación de las relaciones de
poder. La concentración absoluta de todo poder en una posición -
conduciría a un colapso que solo podría ser sanado en secreto, es'
decir, por medio de la supresión de las premisas de soberanía,
A pesar de las diferencias en estos casos de doble circulación,
en los ámbitos funcionales de la economía y la política, se pue
den identificar algunas similitudes. En ambos casos la unilate- '
ralidad es sanada por su contrario. Esto tiene por consecuencia '
el surgimiento de problemas combinatorios que solo pueden ser _
resueltos por extensas estructuras, por complejidad estructurada,
lo cual quiere decir que ahora surgirán los conocidos problemas de
la complejidad estructurada. En ambos casos la completitud (que
todo lo que en un sistema emerge es asible) es garantizada pea-
una oposición, lo que hace esperables problemas de precisión y el = ■-
surgimiento de paradojas, especialmente en las transiciones entre
los círculos.9 La coincidencia más notoria, sin embargo, consiste
en que las autodescripciones teóricas de ambos sistemas no identi
fican ni el problema ni las estructuras correspondientes, sino que _
las evitan, probablemente debido a las paradojas que surgen.
La teoría política recurre a la localización de la ‘soberanía’ en
la representación popular. Se recurre a este punto de la circula
ción en el supuesto de que ahí podría ser representada la unidad
TV
— — *-
le riip d 'i e n parte e l uso d e l a moneda, hace florecer e l dinero, y así engorda
'#1' .íkíorna 1950, 52s. El problema es visto primariamente como una cuestión an-
r ó p o l ó g i c a y moral, y no en referencia a un sistema autolimitante. Más tarde, a
Sil de la exageración del intento de hacer dinero con dinero, surge el problema
de la especulación.
pbvCfr. sobro todo Richard Gmtillon, E ssai su r la n a tu re d u co rm n er ce en g e
n ita l (1755), citado según la edición, sin ciudad 1952, 16lss. O incluso untes en
uno de los primeros tratamientos del tema de la economía política: Emeric Cru-
i b,L e n ou vea u C yn ée ou d isco u rs d ’.Estal, París 1625, citado según la edición de
Ehúadelphia 1909, 271: El Estado debería prestar dinero a intereses razonables,
hacerse de ingresos con ello, ayudar a los pobres y poner fin a las actividades de
fcis usureros
15 Incluso con múltiples juicios críticos del Banco de Inglaterra. Cfr. para
252 |
esto Peter G.M. Dickson, The Financial Revolulion in England: A Study in the
Development. o f Public Credlt I.ondics 1970.
16 Véase Víctor de Riqueti, Marquis de Mirabeau, L’arni des homines, olí
Trailé de la popular.ion(1756), citado según la edición de París 1883, 190 (lías
finanzas, huen criado y rnal señor —AlVl\
la en capacidad de pago. Son parasitariam ente activos. Agüeita
y Orléan hablan de una “monetarisation des déficits”.17 .fin esta
Contrarrepresentación aún es visible la paradoja y las estructuras
propias se destacan con claridad, Es un hecho que la función de
desparadojización no puede ser utilizada a voluntad, sino que debe
ser condicionada. Puesto que se trata de un sistema altamente di
námico, esto no tiene que ver solo con los denominados ‘órdenes
.■Enarco', sino con impulsos de regulación constantemente cambian
tes como con las políticas de provisión de dinero u otras formas de
permanente observación de los datos de mercado y de reacción a
■ellos. Eu esta situación es perfectamente posible que teorías erró
neas puedan conducir a políticas correctas en tanto se garantice un
tiempo suficiente de autocorrección. La pregunta es finalmente
etiqué medida puede, debe o se permite usar el privilegio central
de la redituable transformación de incapacidad en capacidad de
.pago, Para decisiones de este tipo es necesario un banco central
que no se guíe primariamente por la propia rentabilidad, pues este
fio puede ser incapaz de pago, sino que arriesgue las pérdidas de la
Convertibilidad libre de la moneda controlada por él.
Con esto, la desparadojización del sistema es garantizada es-
tructuralinente por una jerarquía que (como toda jerarquía) al
fílenos debe contener tres niveles: banco central, bancos de nego
cios y bancos de clientes (empresas, economías domésticas). Esta
.jerarquía asimetriza los fundamentos de la operación del siste
ma, diluye y diversifica la tautología negativa (paradoja) sobre la
que se asienta el sistema en su totalidad. Dentro de áreas pequeñas
se puede lograr suficiente segundad —por ejemplo en la entrega de,
créditos a determinados clientes o en los cambios en la tasa de des
cuento o en las tasas de interés—La posibilidad empírica y lógica
-J: . . __
t - 17 E n to d o caso e n u n s e n tid o e s c é p t ic o y n o r e fe r id o a r e q u e r im ie n t o s
Sllf
política —que discurre a través de principios inviolables, valoresf:
cosas similares—en el lugar de la desparadojización del sistena®
económico. La sociedad moderna depende de la diferenciación
de política y economía,, de poder y dinero; simplemente no pnede.
resolver problemas económicos por medio del reparto de podeir
para el acceso a bienes escasos con independencia de cuán central
o descentralmente se ponen a disposición esas cuotas de poder.
Por ello se recomienda separar explícitamente las teorías r?-
flexivas propias de esos dos sistemas y no asumir que la reflexión
política es económicamente adecuada solo porque se refiere a lá,
economía.
Capítulo 5
CAPITAL Y TRABAJO:
PROBLEMAS DE UNA DISTINCIÓN
11
2 i Se puede agregar que esa distinción ha sido disuelta en gran medida por dis
tinciones temporales en las cuales se prevé que ella será el mañana de ayer. De
esto da prueba, por ejemplo, el volumen en el que este capítulo fue publicado por
•primera vez: Johannes Bcrgcr (ed.), Die Moderne —Kontinuitnten und Z<isuren.
- Soziale ff<, Sonderband 4, Goünga 1986.
ficación social. Además, no había más remedio que ocuparse de J S
notables excedentes de 3a riqueza y, por otro lado, de las necesi'U
des de los pobres. La teoría predominante era que los ricos tepar,
rían los excedentes de su riqueza; esta no sólo era una expectaíh
normativa, sino también fáctica, pues no se podría disfruta! r.n
tanta riqueza. “Of great richcs tliere is no real use, except it bpp
in the distribution; the rest is but conceit”, se lee en Francis
con.3 Esta necesidad de distribución podía ser interpretada taN'n
eclesial como políticamente: eclesialmente como caridad y y II
ticamente como repartición de las grandes propiedades pai.i
mantención del orden social, es decir, como organización fei i-1r 1
de la dominación política. Con ello el esquema de distinción rico/ ■
pobre permitió una clara diferenciación de economía y polín; a.
pero gracias al desarrollo de una absorbente economía moneía- %
ría tal esquema había sido superado ya en el siglo X Vllí en sus
dos componentes centrales: constatación del sustento conforme d y,
nivel social y la necesidad de distribución del excedente. En los
fisiócratas aún se puede encontrar tal esquema. ISlo es casual no»'
se observe en la ambición de una teoría de la sociedad que solo r
parcialmente es teoría económica y que no tiene suficiente e >'n
prensión para el dinero, sino que apuesta a la agricultura .4
3 O f Riches, citado según Essavs (ed. T'.G. Selby), Londres 1895, 90-93 (91) [De
las grandes riquezas no hay tul uso real, sea excepto en la distribución; el p - tu
no es sino vanidad- A.M.\ [trad. esp. F. Bacon 1974. D e las riquezas. En h'-< ■>,
Buenos Aires: Aguilar, 144-149].
4 Para tra sm itir la impresión ajena al mundo y a la vez socialrnonte armóns tT
una larga cita de L.D.H, (=Victor de Riqueti, ÍVlarquis de Mi'rabea'u), La Science ' -
ou les ciroits et. devoirs de l'hnmme, I.alisarme 177-1', xxiii y s: “Ge pauvre voit que
le riche n a comme lui que sa propri été qui ne saurait jaruais étre exclusive; ('u »n
denkc ari: k.em Privatlcben im Schloss. 'Verpachtung des Grundbesirzcs etc.), que ,'
ce riche ne peul jouir de sa fortune que par une distribución qui la subdivise en
autant de proprictaires que son revenu renfexme do parts; que tout se qui attaque
cette fortune, s’attaque á la propriété de tous” [El pobre ve que la propiedad del 1,1
rico, no como en su caso, no será ruuica exclusiva (piénsese: sin vida privada en
Sin embargo, los fisiócratas le habían dado un notable giro
jy problema. Es cierto que consideraron la tierra como el factor
•ntcipnl en la formación de la riqueza, pero a la vez cómpren
te t>n al trabajo (¡y no al dinerol) como el medio de superación
,'c una simple economía de subsistencia/’ Luego de ello, Tur-
£.>• con base en la observación de que en la agricultura también
uunenta la cantidad de capital y trabajo remunerado, llevó el es
quema de clases de los fisiócratas a la oposición entre propietarios
■no: propietarios (trabaj adores y obreros).6 Paralelamente la teoría
oaómica británica se percató de que con un creciente bienestar
'aumentaba la capacidad de creación de valor del factor trabajo en
su relación con el factor tierra/ A la vez el análisis de trabajo y
producción, comercio y administración, dinero e impuestos, se co-
fjgíéhza a entender progresivamente como teoría de la sociedad.
¿I Castillo, arriendo de la gran propiedad, etc.); que aquel rico no puede disfru
tar de su fortuna rnás que por una distribución que la subdividiera en tantos
■propietarios de modo que su ingreso consista en partes; que todo io que ataque
Siesta fortuna, ataque a la propiedad de todos —A.1VL|. Y “tous appercoivent clai-
rement que c’est. le riche qui fait vivre le pauvre, ct le pauvre qui empáche le
nche a mourir’’ [lodos vean claramente que es el rico quien hace vivir al pobre,
y el pobre quien impide que el rico muera —A.M.\. En la formulación siguiente
ÍMss) aparecen ventajas que tiene el rico cuando deja que trabajen para él y da
i-Jgo a cambio ^distribución’). No hay ya motivos religiosos o políticos, pero las
Alternativas sociales que el dinero abre a unos y no a otros no son consideradas, El
córneo progreso teórico es el que ese esquema lleva a su finaf que las diferencias
Sociales solo juegí.ui un papel como diferencia de ricos y pobres.
^$.'/:uConiine le travail ost le seui moyen d’étendre U subsistaiice.,.1’ [Como el
Jtábájo es la única í'orrna de ampliar la subsistencia,,, —A .M ] se afirma por ejem-
||lp/en el Marquis de Mirabeau, Uarni des homrnes, ou Tratlé de La population
/(original 1756), citado según la edición de París 1.883, 26.
..6:/Véase Anne-Roberl-jaques Turgot, Réilexions sur la formation et la distribu-
gSinis de richesses (1766), citado según Muvres de Turgot (ed. Gustave Schelle),
|oI;2,Pañs 1914,533-601
fliyjCfr. Joseph Hains, A n Essay upon M oney and Coins, vol. 1, Londres 1757,
itss/
La antigua dependencia social es interpretada corno divisióñiííí-l
trabajo y dependencia del comercio; esto se hace de maneta p,i,
fica y fecunda qua divina Providencia (Harris) o mano innstbíe
(Srnith), La sociedad es vista como civilizada, es decir, con ;l >i
sión del trabajo, es decir, como com m ercia l society. Solo la .•>!■; ■
vación de las consecuencias de la industrialización en Ingl. icipi
desplazan al comercio desde el centro de esa arquitectura teóri
ca, lo reemplazan por el concepto de producción (pues se reata
justamente de explicar los incrementos). Con ello finalmente el
esquema capital/trabajo asume la función de una descripción déla
sociedad.
La transición es difícil de comprender. Ya los físiói i.ms
destacan que los propietarios individuales deben tener má pío
piedad de la que necesitan a fin de que creen trabajo 89Charles
Hall/ por ejemplo, pone el acento en la función organizadora
de la riqueza; ve también que el rico :oo solo da trabajo, sino
que también lo regula en detalle (l¿s.in trabajar él mismo?!). & li
mas se deja en claro que el rico no solo está interesado en 11 n
queza, sino en la d iferen cia rico/pobre,1" pues solo ella le da la
posibilidad de hacer trabajar a los pobres para él. El rico ejen'c
dominación, pero lo hace según Hall en interés de sus necesi
dades de lujo y no según la lógica de las reservas de capital, La
industria no es más que la posibilidad de un acceso generalizado
de los ricos al trabajo de los pobres.11 Los nuevos tiempos aún no.
son comprendidos. Por eso la recomendación es que cada une
quede en su campo. Cuando esto se reforrnula en el esquema de
capital y trabajo, se dirá m ás tarde con la misma inocencia que
división del trabajo sería posible de manera independiente de los
-T 14 Bcrnard Mand.eville, The Pable o f the Bees: Or Prívate Vir.es, Publick Bene-
- fits, 2a ed., 1728, citado según la edición de F.B. Raye, Oxford 1.924 [Lrad. esp. B.
i Mandevillc 1982. Vafábula de las abejas o los victos privados hacen la prosperidad
pública. México: Fondo de Cultura Económica].
trabajo o incapaces de trabajar. Solo los ricos pueden repiesent¿r
mm sociedad en la que confluyen objetivos privados y bien gurtr-, ,
ral, y lo hacen en forma de una paradoja moral. Para los pobres lá'1
moral cuenta ‘tal corno es’. El privilegio de los vicios útiles sigi^*
siendo un privilegio de los ricos y a la vez se mantiene la forma en
que ellos representan a la sociedad. La paradoja de la reapai jetón'
del todo en el todo se logra desactivar con esto, solo sigue stencta',1
chocante corno paradoja moral, pero es inofensiva y capaz de
nerar orden. Aun sin el concepto de clase social se avanza con ella
una especie de teoría de dos clases, aunque con la considei aciórt
de que solo los ricos pueden conservar el sistema en el sistéfiflj
La ambivalencia sigue siendo visible: ya no se trata de la modesta!
represenlatio identúatis, sino de la representación de una paradoja.
a través de otra paradoja. Solo la reconfiguración de la distinción
rico/pobre en la distinción capital/trabajo, y solo la versión mar-
xista de esa teoría, hacen posible describir la representación del
sistema por medio de una oposición al interior del sistema.
Con las subsiguientes elaboraciones teóricas de la economía
política, la oposición capital/trabajo cancela la oposición rico/
pobre que había dominado la economía burguesa hasta ese mo
mento. No solo la cancela, sino que la absorbe, A inicios del siglo
XVIII la teoría del capital estaba lista para pervertirse bajo los
astros fatales del ‘public credit’ y de la especulación. No tuvo éxito
en defender su propio derecho contra el sentimentalismo moral
de los contemporáneos de Shaftesbury. ” Si se puede decir así , el
crédito se había desacreditado!** Con ello el capital pasó a ser vis/!
| 247
(k [ poder o de los medios de otros. Véase, por ejemplo, Charles Duelos, Consi-
raíions sur les Mtv.urs de ce Siécle (1751), citado según la edición de Lausannc
1970. 269ss.
1:7. , "Véase la aclaración en las primeras páginas de Robert Torrens, A n Rssa-yon
>he Production o f Weallh, Londres 1821, reimpresión Nueva York 196o.
•i8j Cfr. Simon-Nicolas-Henri Linguct, Théoñe des loix civiles. ou Principes fon-
u merüaiix de la société, Londres 1 767, vol. 1, 197; Frangois Véron de Forbon-
nais, Principes et observatio??^ oeconotniques, Amsterdam 1767, i2s: Boesnier de
l'Ormc, .Uespnt. du gouvernernent éconornique. París 1775, reimpresión Munich
l(|80, 28ss, 210, también 503ss.
La carrera semántica del concepto de trabajo no ha sido resulta
do de una argumentación científica y tampoco se ha revelado cerní.)
la perspectiva más íliLtrnnadora. Hacia 1760, en los inicios de I*
renovadas discusiones político-económicas, había dos posibilidades
en competencia Se podía decir, por un lado, que el valor eco ij
mico sería reductible al valor del trabajo, pero que el valor del 1 1 'iba-
jo residiría en los costos de su reproducción, es decix, en el esioi’t/ii
hecho sobre la tierra.19 El otro argumento era tan poco convijv fute
corno este y no mejor en realidad: que todo aprovechamiento'de la
tierra requeriría de trabajo20 Ambos argumentos buscaban f inda-
mentar la reducción a mi solo factor para hacerla universal, con lo
que no se podían excluir mutuamente. Sin embargo, se irnpi
doctrina del trabajo,21 y lo hizo básicamente porque, a través del
trabajo y no por medio de la tierra, se puede mediar entre rico y
22 . C,fr. Adam SmiLli, An Inquiry int.o the Na ture and Causes o f the We.aít.h o f
Nahons, 1776, libro 1, capítulo 5. Subyace a esto la perspectiva del adquiriente, es
decir, la cuestión es si se trata del trabajo propio o del trabajo comprado de otros:
£The real price of everytbing ... is the toil aud troubln of acquiring it. What cv-
etytlnng is really worth to llie man who lias acquired i.t, and who wants to disposc
of u or exchange it for something else. is the toil and trouble which it can save Lo
líitnself, and vvhicli it can impose on other peoplc. What is bought with money
or-wtfh goods is purchased by labour, as mucli as what wc requirc by the toil of
ourown body” |El precio real de todo.,, es el esfuerzo y la dificultad de adquirirlo.
Lo que realmente hay de valioso para el hombre que lia adquirido algo, y que
quiera disponer de ello o intercambiarlo por otra cosa, es el esfuerzo y la dificultad
; que se ahorra, y que puede imponer sobre otras personas. Lo qne se compra con
n dinero o con bienes se adquiere con trabajo, tanto como lo que requerimos por el
esfuerzo de nuestro propio cuerpo —/íjVI. |, La objeción sostenida a menudo de que
se debería diferenciar el trabajo y las adquisiciones propias producto del trabajo
1 de otros, es una objeción al grado de abstracción de esc enfoque. Véase, para esto,
el tránsito del intercambio a la producción y el trabajo directa o indirectamente
requerido para ello en David Ricardo, On the Principies o f PoliticalKconorny and
Taxat.ion, 1817, citado según la impresión de la tercera edición en The Works
ft and Cor respóndeme o f David Ricardo (cd. Fiero Sraíí'a), Cambridge, Inglaterra,
-- vol. 1, 1951, lis [trad. esp. A. Srnith. 1.958. Investigación sobre la naturaleza y
F¡. Causas de la riqueza de las naciones. México: Fondo de Cultura Económica; D. lai
cal do, 1959. Obras y correspondencias. Volumen 1. Principios de economía política
ff y tributación (ed. Fiero Sraffa). México: Fondo de Cultura Económica].
esa doble significación, pues debe organizar el trabajo, es decir, tiene
que someterlo a condiciones específicas. Por esto no es casualidad
que justamente aquí se inicien las controversias del siglo XIX..
Cuando la economía política—dicho en términos amplios—re
emplaza m oral con dinám ica, se produce una agudización dé: j||
distinción en tanto oposición de capital y trabajo.23 Solo autores
que más tarde serían considerados como socialistas tempi ir.o;
argumentan constantemente de modo moral y exigen una j h s i . i
distribución de los productos del trabajo. ‘Justo’ significa en osle
caso que cada uno pueda ver restituido el valor completo dé’sffl
trabajo y que se produzca la mayor cantidad de igualdad compa- i
tibie con la más alta producción y seguridad24 Esto sigue siendo
una apelación moral evidentemente sin contacto con la particular
dinámica estructural de la economía monetaria moderna. Por el
contrario, las teorías reducidas a modelos de variables que inten
tan tornar en serio las consecuencias de los cambios de variables
individuales son teorías que se asientan en la dinámica. Este pen
samiento adquiere su primera maduración en Ricardo. Se trata
aquí del cambio de la doctrina del trabajo por la de protiucciór.
y, como consecuencia, por la afirmación de que “there can be r.o,
rise in the valué of labour without a fall of proñts”.2526Marx solo
necesitó conectar esa frase a la clase social y entenderla como ur.a
oposición que ya no podría ser evitada.
La oposición de capital y trabajo es apta para identificar cla
ses sociales,3b pues con sus múltiples grados intermedios riiroto-
23 Para los inicios ríe este cambio de perspectiva, interrumpido a fines dele
siglo XVII, cí r. Joyce O. A.ppleby, Economic Thought and Ideology in Sereníeemh.
Ceníury England, Princeton 1978.
24 Gfr, por ejemplo, VVilliam Thompson, A n ln q u iry into the Principies o f titeó;
Distribución o f PPealth,
Londres 1824, reimpresión Nueva York 1968.
25 Ricardo, ob. cit., 35 [no puede haber aumento en el valor del trabajo sin una
caída en las ganancias —A.M .}.
26 Con más detalle en esto, Niklas Luhmann, Znm Begrifl der soúalen Klassej:.;:
¡Baza más fuertemente que la distinción rico/pobre Mucho an
tes que Marx, la expresión ‘clase trabajadora’ era ya una fórmula
SEOstumbrada, La doctrina de los estamentos de 1a tradición había
postulado al menos tres estamentos. Con ello la jerarquía era in
sensible a los cambios en solo mi nivel. Cada relación de rangos
podía y tenía que ser interpretada en el sentido de que el orden
le la diferencia de rangos fuese reconocible ami en el desplaza-
miento hacia arriba o hacia abajo. El orden social venía dado como
!
* ' 1 rtfden de rangos. La reducción a dos clases quiebra con esa garantía
II
de orden. El esquema dual no puede sobrevivir al colapso de uno de
sus niveles, al fracaso de una de las dos clases. Sí además de esto se
“entiende la diferencia de ambas clases corno oposición entre ellas,
el ordenamiento semántico arriba/abajo se convierte en una lucha
semántica. La inestabilidad de una r elación dual es empleada para
estimular expectativas de cambio. Las perspectivas sociales son re
orientadas desde la procedencia hacia el futuro. En el ‘capital’ de
fjtail Marx se concentra nuevamente esta disposición dinámica, Se
1 niuest ra con medios del análisis económico que los capitalistas se
arruinan a sí mismos y que los trabajadores son explotados. Pero la
ll
|ft§|
Miplotación se puede aguantar por más tiempo que la autorruina.
/ la clase trabajadora sobrevivirá; llegará a la sociedad sin ciases
i
m
por la desaparición de la clase capitalista. La pregunta solo puede
0ér si hay que hacer algo más (y qué habría que hacer) para apurar
ese desarrollo.
®vV'i Indiscutiblemente se trata de una construcción teórica ge-
m fniál, pero su éxito político y social deriva del hecho de que es un
jíhomento particular de mía situación histórica.
sil A inicios del siglo XIX, la oferta de pensar a la sociedad por
medio de la oposición de capital y trabajo había sido prematura-
lll
el libro del mismo autor (ecl.), Soziale Differenzierung: Z,ur Geschichte einer
:i|;:éTT
m& Idee, Opladen 1985, 119-162 [sobre el concepto de clase social en espnñol N.
Luhruann 2007. Sociedad de clases (836'8*10). En N. Luhmann, La sociedad de
*£_■==-
la sociedad. México: Herdcr, Universidad Iberoamericana].
252 |
III
IV
Desde Marx, uno de los puntos de vista bajo los cuales se analiza
la oposición capital y trabajo es la capacidad de conflicto diferen
ciada de fas clases. Aún boy2829 esto se fundamenta con que los tra*
bajadores son impulsados a trabajar por hambre, mientras que el
capitalista no asume riesgos relativos a su existencia y por ello no
se encuentra bajo presión de tiempo. Sin embargo, ya hace más-,
31) A propósito, esto no tiene nada que ver non la industrialización, sino que se
alcanza mucho antes de ella gracias al mejoramiento de las técnicas de cultivo
en los siglos XVII y XVIII.
31 i: Según Georg W.F. Hegel, Phanomenologie des GeisT.es IV A, citado según la
edición de Jollarines Hoffmeister, Leipzig 1937, 1.4 Iss [La verdad de la concien
cia autónoma es por tanto conciencia servil —A .M .] [trad. esp. G.W.F. Hegel 2000.
■ B £ £ l i Fenomenología del espíritu. México: Fondo de Cultura Económica],
258 |
| 261
VI
m
Tan utópicamente no piensa nadie hoy, pero aún se sostiene el Sjj
su
impulso de tales supuestos y la f uerza que le ham impuesto al ¡x?n
samiento bajo el esquema de capital y trabajo. Prematuramente
formulada y muy convincente en el período de alta prosperidad
económica en la segunda mitad del siglo XIX, esta semántica ha
perdido hoy contacto con las relaciones sociales. ¿Cómo, entonces,
una distinción tan inútil puede estar tan firmemente asentada?
íía y varias formas de explicar este hecho. Una es que la di
cotomia de capital y trabajo ha producido organizaciones y sobre
todo sindicatos que, por su parte, se conectan a esta semántica y la
reproducen porque han sido exitosos con ella. Habría que esperar
que el anacronismo fuese tan evidente que las organ izacion es per
dieran sus seguidores o que se adaptaran ideológicamente. Otra
posibilidad sería que las autodescripciones adecuadas de la socie
dad sean tan complejas que se requiera de auto sim plificacion es y
que la inevitable imperfección de ellas cubra la evidencia de un
posicionamiento equívoco. En cierto sentido, esto sería un fracaso
explicable de la sociología.33 Estos enfoques aclaratorios que no
se excluyen mutuamente, sino que se complementan, permiten
agregar una nueva reflexión. Esta tiene que ser introducida con
un rodeo: por medio de una teoría de la evolución de las ideas.
Desde la invención de la escritura existe, en el marco de la
evolución social general, una especie de evolución especial de se
mánticas que se expresan en forma de texto.34 Esta emplea las
posibilidades de variación generales de la evolución social, esto es,
negación, anticipación de posibilidades de negación y capacidad
de.conflicto asegurada institucionalmente. Estas posibilidades de
Variación, generales producen permanentemente desviaciones en
forma de adelantos para un proceso de selección que ocasional
mente repercute en las estructuras sociales y las puede cambiar.
|iá evolución de las ideas surge cuando el proceso evolutivo al in
ferior de la sociedad adquiere un foco específico con referencia a
. ■
33 Lo que no obsta para cifrar esperanzas en la sociología justamente por la re
flexión sociológica, de este hecho. Por ejemplo, Peter Hei.ntz. D ie W éltgesellschaft
.. ijh:'Spiegel von Breignissen, Diessetihoferi. Schweiz, 1982. CrV. también Niklas
íiuhrnann, The Self-Description of Sociely. Crisis Fashion and Sociological
iHjeory, International Journal o f Com parative S o c i d o g j 25 (1984). 59-72,
54, Para una breve presentación de esto. cfr. Niklas Luhrnann, Gesell-
ichaftsstruktur uncí Semantik, vol. 1, Fráncfort 1980, 45ss j sobre este tema en es
pañol N. Luhmarin 2007. Sección V. Autodescripciones (687ss). En N. T.uhmanri,
ha sociedad de la sociedad. México: Herder, Universidad Iberoamericana.
semánticas Lextualizadas que se diferencian justamente para la
regulación de la comunicación.
1.os mecanismos de variación construidos para ello tienen la
típica estructura doble de la variación evolutiva. Consisten, por
un lado, en un escenario de condiciones posibilitantes y estimu
lantes y, por otro, de dispositivos de aceleración (como en el caso
de la evolución de la vida; mutación y recombinación genética!
por medio de reproducción bisexual). Las inconsistencias y loS?
problem as irresolubles al interior de la indispensable semántica
aceptada para comunicación operan —en el caso de la evolucioiif;
de las ideas—como mecanismos de variación basal. En la ii elogia,
por ejemplo, surgen inconsistencias cuando la distinción de.pete*:
sainiento (intelecto) y acción (voluntad) se proyecta en Dios y con
ello se absolutiza. Estas inconsistencias mantuvieron ocupad.; a la
Edad Media desde Idiomas hasta Williarn de Ockhain, pasando
por Duns Scotus, y motivaron nuevos desarrollos de la dogm i ira
El mecanismo de aceleración reside en las posibilidades d e a ■uno/
m ejoradas —control en el sentido medieval de ‘contrarotulan ' es
decir, como comparación de textos con textos o eventualmente de
informaciones con textos, no en el sentido de ‘control’ como do
minio y regulación de un proceso que concretiza objetivos—. El
aumento de las posibilidades de control (¡pero no de las posibili
dad de logro de objetivos!) reside por su parte en la escritura, sobre ;
todo en la impresión de libros y hoy en el procesamiento elec
trónico de datos. Esto crea una situación de partida simplenn nte
explosiva para la evolución de las ideas.3”35
35 Para la impresión de libros, cfr. (con cierta subvaloración délos progresos éit
la reproducción de textos en talleres del medioevo tardío) Rlisabetb L. 1 i—
" -Ituri
The P rintm g Press as an A genl o f Social Change: Communications and l itlniwi
TransforrnationsinRarly-lVl.odernEurope, 2 tomos,Cambridge,Inglaterra lí'/° F.s
especialparalasconsecuenciasdelarefonna,tambiénL’avéncmentdel inprunMic
et la ítéforme: une nouvelle approche au probléme du démcmbrt n. n de !s
chrétienté occidentalc, Anuales K S.C . 2b (1.971), 1355-1382; además Ghns uphc»
Sinal.l, The P rin ted fVord. A n Instrumeni o f Popularily, Aberdeen 1982 7fg
265
Vi
58 Pienso por ejemplo en la reconstrucción de la reflexión hegelíana por
.Gótthard Giintlier, que puede mostrar que una lógica, de valores múltiples, in
terpretada como lógica de posiciones múltiples, se contiene a sí misma como
sistema, y —al contrario de la lógica clásica—se puede comparar con otros casos
|f dé aplicación corno uno de los varios casos de aplicación de sí misma. Véase en
ú especial: Cybernetics Ontology and Transjunclional Operations, en Gótthard
Gúntlier, B eitrage zu r G rundlegung ein er operalionsfákigen Dialektik, vol. 1,
[darnburgo 1976, 249-528. A propósito, el problema se repite en cada teoría de
iplicación universal. Cfr. también GA. Hooker, Orí Global Theories, P hilosophy
m (¿jrScience 42 (1975), 152-179.
Capítulo 6
ESCASEZ
J P :&
|¡J ■ T
j|o hace falta mucha fantasía para imaginarse que los innumera-
í bles condicionamientos de la vida social —desde la alimentación
s hasta los medios de transporte, pasando por un lugar de habita-
I (iión protegido, desde la materia a la información, pasando por
|j|lá energía, y sin siquiera hablar de las condiciones de espacio y
111 tiempo—solo están disponibles en cantidades limitadas, incluso
I finando las constricciones a los objetivos de vida deja de ser prác-
í1, ticamente relevante. Sin embargo, esto no basta por sí solo para
J hablar de escasez.1 Corno quiera que se lo defina, el concepto de
.escasez implica una percepción social de restricciones para poder
A,conectarse a regulaciones sociales. Las discusiones sobre las condi
ciones ecológicas de continuidad de la vida social hacen necesario
mantmrr esta distinción en perspectiva, pues no es autoevulen-
¿i' te que las íinitudes, cualesquiera sean, tengan que ser percibidas
-;coino escasez.
f!;'v" ..
h;;.:'! Un enfoque antropológico como el de Balint B aila, S o z io logie d e rK n a p p h e it:
|fM'Um V ersííindnw w d iv id u e lle r u n d g e s e lls c h q ft h c h e r M á n gelz u stü n d e, Stuttgart
ii
19 151 h e c h o d e q u e a q u í h a y a t a m b ié n p u n to s d e p a r t i d a fis io ló g ic o s p a r a b i
fu rc a c io n e s in s t it u c io n a le s , m a n t u v o o c u p a d o a P a r s o n s e n s u t ie m p o . E n S o m e
R e fle n tío n s o n t h e P r o b le r u o f P s y c h o s o m a tic R e l a t i o n s l i i p i n H e a lt h a n d 111-
n e s s , e n T a lc o t t P a rs o n s , SocialStructure and Personality, N u e v a Y o rk 1 9 6 4 , 112-
126, a p e s a r d é l a t o m a d e p o s ic ió n e n r e la c ió n c o n la s in v e s t ig a c io n e s d e J a m e s
■■ f .OTds, e sto no q u e r ía s u f ic ie n t e m e n t e c la r o . Cfr. t a m b ié n N e a l E. M ílle r , C e n tr a l
S t im u la t io n a n d O tlie r N e w A p p ro a c h e s to M o t iv a t io n a n d R e v r a r d , American
- Psyrhologiít 1 5 ( 1 9 5 8 ) , 1 0 0 - 1 0 8 ; T .C . S o lm e iir ia , A n E v o lu t io n a r y a n d D e v e lo p -
m e n ta l T h e o r y o f R ip h a s íc P ro c e s se s ( J n d e r ly in g A p p ro a c b a n d W it b d r a w a l,
5- Nebraska Symposiwn on Motivation 1 9 5 9 , 1 -4 2 .
278 |:
20 Cfr. la muy citada exposición de Gcorge M. Foster, Poasant Societv ;iiij i::r
Image of Limited Good. American Anl/i/'opologist 67 (1965), 295-515. Arle l i is
del misino autor, Tzinlzunlzan: Medican Peasants in a Changing TVorld. I>i-ion
1967,124ss |trad. esp. G. M. Foster 1972: Tzinlzunlzan: los campesinos me.i u anói
en un mundo en cambio. México; Fondo de Cultura Económica].
21 Este concepto viene de E.P. Thompson, The Moral Economy o! the Eu^usti.:
Cro-wd in the 18th Century, Past and PresenL 50 (1971), 76-136. Cfr. tambiéxi :
James Scott, The Moral Econom y o f ihe Peasant, New llaven 1976. I m<n-
tablcmente a esta literatura le falta (así como también, por ejemplo, a Jarais.'
A. Koumassct, Ilice and R ish Decisión Making Arnong Dow Tricorne K n *
Amstcrdam 1976) la importante distinción entre peligro y riesgo (nesgo comen
consecuencia que habría sido evitable con otra decisión), y además trata la a \<> i
cia del cálculo de riesgo como si se tratara de ‘risk-aversion’ [aversión al nesgo -
-A.1VL].
| 279
22v. Interpretaciones importantes que, sin embargo, destacan a tal nivel la re
levancia del fenómeno de la diferenciación que pasan por alto las continuida
des en la sociedad y las nuevas formas de integración, son las de Kari Polanyi,
The Great Transformación (1944), citado según la edición alemana The Great
l "anejor malion: Politische und okonomische lirsprünge von Gesellschafíen and
T’irtschaftssystemen, Francfort 1978 [trad. esp. K. 1‘olarito 2003. J m gran trans
formación. México: Fondo de Cultura EconómicaJ, y Louis JJumont, Homo a.e-
Í)UCIÍLS- Genése el épanouissernenl de l’idéologie éconornique, París 1977 |trad. esp.
1 llumont, 1982. Homo aequalis: Génesis y apogeo de la ideología económica.
Madrid: Taurusl En. un sentido correctivo, aunque remitiendo a una economía
moral, G eorg Elwert, Matrkte, Kátifiichkcit und Moralokonomie, en llurkhart
1 ulz (ed ), Soziologie und gesellschq/iliche Knlwicklung. Verhandlungen des 22.
Df. Soziologentages in Dortnrand 1984, Francfort 1985, 509-519.
III
li
p
¡distribución diferencial en el mismo sistema.2' Para formular
lo de inodo abstracto, los problemas emergen corno correlato de
lili su solución, La propiedad se forma cuando el acceso a cantida
des escasas (que son vistas corno escasas y que con ello se ha
den escasas) condensa posiciones de tener o no tener. ‘Condensa’
quiere decir aquí que los componentes de sentido están en cada
■situación permanentemente a disposición, y esto a pesar de ser
de origen paradójico y a pesar de estar expuestos a la oposición
del valor contrario. Quien tiene algo puede usar ese ‘tener’ una y
|j||
í¡¡ Otra vez. Quien no tiene algo carece de ese ‘algo’ una y otra vez.
¡Reiteración es condensación de lo mismo no solo en el sentido
estrictamente lógico que George Spencer-Brown28 da a este con
cepto, sino adicionalmente en el sentido sociológico de que por
"la ii
29 D e j a m o s a q u í a b i e r t a l a p r e g u n t a s o b r e s i e se c o n c e p t o e s s u f i c i e n t e p a r a
í i n e s j u r í d i c o s ( l o q u e h o y e s d i s c u t i b l e ) . V o lv e m o s s o b r e e s to .
\eis n o p o r elv a lo rp o sitiv o d el có d ig o ,30 Cada propiedad de alguien
¿o-propiedad de todos los demás. Precisamente eso hace que
'tól codificación, vista evolutivamente, sea en extremo improbable,
'f pUgs ¿por qué todos los demás (!) debieran aceptar su exclusión?
^realidad, aceptan su exclusión de determinada propiedad por-
íqtteello provoca su inclusión en la economía. Por ello la economía
'Solo puede evolucionar cuando se ponen a disposición motivos su-
, fífiientes para esa forma de inclusión. Esto se puede alcanzar de
yji iiiodo más eficiente por medio de las obligaciones sociales de
íes propietarios, pero se logra finalmente por la rrionetarizacjión
de la economía. Esta asegura que cada uso del dinero es a la vez
ífchsferencia a otros y, con ello, transmisión de propiedad. Enton
tes uno se enf renta a problemas de distribución, se problematiza
la diferencia de rico y pobre y, finalmente, se inventa el concep
to de clase social para poder representarse de manera simple y
asequible la distribución de los propietarios/no propietarios en la
distribución.51
Sólo cuando la propiedad es asegurada como código, pueden
ser desarrolladas las formas del ‘crossing’ (Spencer Brown), esto es,
las formas de transformación de propiedad en no-propiedad o de
nopropiedad en propiedad. Hablamos de intercambio cuando esto
tiene lugar en relación con diversos bienes (y no solo como un ir
y venir que anula el efecto). El intercambio es primeramente un
efecto secundario de la institucionalización de la propiedad, espe
cialmente bajo el régimen de una reciprocidad moralmente gene
ralizada que hace del dar una obligación social y que permite las
30 Lo mismo acontece en todos los demás casos: por ejemplo, no se podría par
ticipar de la verdad si no se participara de la no-verdad; no se podría participar
de lo lícito [Recht| si no se participara del no lícito jUnrccht |, etc
31 Para esto Niklas Luhmann, Zum Begrilf der sozialen Klasse, en el libro del
mismo autor (ed.), Soziale Differenzierung: 7.w~ Geschichte einer Idee, Opladen
1985, 119-165 [sobre el concepto de clase social en español M Luhinann 2007.
Sociedad de clases (836-840). En N. Luhmann, L a sociedad d éla sociedad. M éxi
co: Herder, Universidad Iberoamericana j.
284 ¡
52 O ír ., p o r e j e m p l o , K l m a n R The Hunters, E n g l e w o o d C l i f f s , N . j ;
S e r v ic e ,
Los cazadores. B a r c e l o n a : E d i t o r i a l L á - :
1 9 6 6 , 1 6 s [t r a r ], e s p . E , R . S e r v i c e 1 9 7 3 .
35 Uno de los ejemplos más famosos ríe esto es la constitución a priori ríe las
:condiciones propias de posibilidad por medio de una razón que se interroga a sí
misma. Otras posibilidades de comparación serían: libertad como fórmula de
contingencia de la moral, Dios corno fórmula de contingencia, de la religión,
bren común como fórmula de contingencia de la política.
«n i. j i* *1,1-1 ^ !
tñ
•• ^
'286 |
3A Esto tuvo como consecuencia que coaceptos como populus (más correcta-:'
mente cine?) no indiquen a todos ios seres humanos que viven en un área y que:;:,
correspondientemente se diferenciara entre cives y habítatores, entre ciudadanos
y habitantes.
35 Cfr., para el fin de esta tradición, John CxA. Pocock, The Mobility of Pro
perty and theRise of Eighteenth-Century Sociology, en Anthony Parel/Thomas. Y
Flanagan (eds.) 1979, Theo/ies of Pro perty: Aristotle to tke Presenl, Waterloo,.:
Ont., Canadá, H-1-166.
36 A propósito de ia clasificación de las fuentes medievales, Dieimar Wnlloweitj i
Dominiurn und Proprietas: Zur Entwicklvmg des Eigentumsbegriffs in der mitAY
{eofrteiüdo jurídico3' Ko obstante era claro que dorninium , en co
rrespondencia a la forma de orden dominante de la sociedad, a di-
íerencia de ius1solo actúa desde arriba hacia abajo,38y frente a ese
sentido dominante de propiedad era de importancia secundaria si
sus beneficios era utilizados más económica o rnás políticamente.
El ‘disfrute’ (fru itio) de la propiedad no era algo que se tuvie
ra!.que justificar; el propio disfrute era la justificación,39 pues en
el disfrute se representaba, la sociedad corno apropiación de una
lien.: (correcta, virtuosa) vida y de alegría por ella. Tan sólo en el
vigío XVII, y no por casualidad con ayuda de las literaturas nacio
nales, la semántica del ‘disfrute’ comienza a hacer su propio cami
no: primero en forma de una antropología del p la isir que se pone
romo evidencia frente a sí misma (pero no frente a la sociedad)
luego en forma de una terminología existencial que con nuevas
distinciones (en vez de uti/frui) se alza contra el entendimiento*i
IV
43 “Pind out something that hath use and valué of money anionyst his neigh-
faors, you shall see the same man w ill bcgin presen ti y to eníaxge his possessions”
: ¡Deseable algo que tenga el uso y valor del dinero entre sus vecinos y verás al
Ifiyihisrno hombre aumentar sus posesiones después de un breve lapso \ se
: señala en Two Treatises o f Government II, V, § 49, citado según la edición de
Everyrnan’s Library, Londres 1953, 140 [trad. esp. J. Locke, 2000. Segundo tratado
yisebre el gobierno civil: un ensayo acerca del verdadero origen , alcance y fin del go
bierno civil. Madrid: Tecnos], Cfr. también James TuUy, A -Discourse onProperty.
|i! fphn Locke and His Adversaries, Cambridge, Inglaterra, 1980, en especial 145ss.
El argumento,es conocido desde la Antigüedad, aunque antes no se refería a la
totalidad de la economía.
290
| 293
295
<' -pliegíi por medio del dinero y con ello pierde en la contrapres-
- ttU:ón la referencia simbólica a otra cosa que no sea la escasez,
Gracias a la existencia de los bancos, el mecanismo del dinero
- desliga de los ahorros en una medida limitada pero decisiva,
i ntbancos asumen la paradoja de escasez y excedente bajo propia
j^.icción; la adoptan como paradoja propia, tanto para motivar
jl ahorro como a gastos de dinero excesivos. Puesto de este modo,
¿d problema puede ser resuelto por diferenciación social en tanto
nos son movidos al ahorro y otros al gasto.43 La cantidad de dine-
r disponible ya no es determinada directamente por el resultado
-fiJ decisiones de no gastar sino guardar el dinero. Con esto, la esca-
^¿?;de dinero se independiza y se hace dependiente de una política
i? jsionets-tia del sistema bancario expresamente dirigida a ello. De
■' ¿n modo único, el dinero queda para unos disponible en abundan-
i ,-¡a y p.¡r.¡ otros se hace escaso. La paradoja de la escasez aparece
sí, nuevamente y se traslada a una diferenciación organizativa.
■Duplicación de la escasez quiere decir finalmente que la to-
*rl tál'dad de las cuestiones económicamente relevantes son dupli-
, fiadas. El dinero no es solo el dinero en efectivo o aquel que está
Sy disponible en los bancos, sino el valor general de toda propiedad
usto. desde la perspectiva de su liquidez. Todos los bienes tienen
^ ■Consiguientemente una doble existencia: como bien y corno dine-
!/ ro Esto se muestra en la posibilidad de empeñar los bienes pero
nbién en los costos que pueden causar, en su capacidad de ser
/ asegurados, en las obligaciones impositivas que implican y en la
permanente inquietud que supone pensar cuánto uno obtendría si
u' los vendiera. Una cantidad suficiente de dinero líquido solo es
feú'L:'
|fS:; L h:
■ 1 1
296
. .■■, .■
necesaria para asegurar ]a dinámica del medio-tiU
es solo la punta visible de todo el dinero y la totalidad
no es otra cosa que escasez duplicada artificialnjéritel "
Si se acepta este concepto de dinero, entonces rao ^.4 ■1BÍ
do buscar un ‘respaldo1adicional del valor del dinero h eo
ro. Ni el dinero ru las divisas duras, tampoco valores
o la autoridad del Estado garantizan el valor del dinero
reside más bien en la escasez misma o, si se quiere, en la ^
tación desparadojizada de una escasez en última instare1,¡
ca. La pregunta entonces es corno se puede inantenei zs.i
en tal sentido pueden jugar algún rol las reservas de tbvi.'.asiW
lítica monetaria estatal, la Capacidad de crédito inleirianota^
Con la transición a la economía monetaria el códigodc
piedad no se hace prescindible. Al contrario, la ‘dobli ¡odib vióa
&
indica precisamente que el código del dinero seconstiuye
ÍÉ I código de la propiedad y que presupone su capacnl.nl un.u
Solo la transformación en operaciones es puesta b,t|0 nm
adicionales. Por ello ningún movimiento ‘socialista’ ha ronducs#
a la supresión de la propiedad. La contraposición semántica de
pitalismo’ y ‘socialismo’ solo crea la posibilidad de represen! 8MBMM
la economía de la sociedad moderna con o sin las ! íjuras d¡ j,
tajas sistémicas y de experimentar con formas muy distinta
tratamiento de las consecuencias.
■
H
¡Élltll
m am
p if Cuando se presupone la doble codilicación de la economía p mmm
m il ,
medko dinero, erriergen posibilidades totalmente nuevas de des- -L "
paradojización de la escasez. Estas son independien!. . d. I, aguí
pación de las cantidades de bienes bajo el punto de vi^i.i unitario
de un propietario. Se vuelven totalmente independí, ni. >..1. I use
y la distribución concreta de la propiedad en la medida . n que st
m
m m
w m
297
49 Cfr. para esto Joyce O. Appleby, Idcoiogy and Theory: The Tensión bctvveen
-■Política! and Economic Eiberalism in Seventecnth-Century Enghmd, A m eric.an
flu to r c e a l li e v i e w 81 (1976), 499-515.
50 [\ irholas Xenos, The Apolitical Discourse of Civil Society, H u rn a n ities in
S ociety 5 (1980), 229-2-1.2 (252) [En la sociedad civil, .lo que importa no es la
^habilidad de satisfacer tal o cual necesidad, sino la necesidad en general, pues no
hay certeza de qué necesidad habrá m añana —A.M.].
51 Citado según la edición de David Hume, W ritin gs ¿n E co n o m ía (ed. Eugeue
holwcin), Madison, VYisc. 1970, 90-107.
ro por medio de ‘crédito público’52 ya no pueden ser ignorad .
obstante, Hume no acepta entregarse a “the nc\y paradox, t h a t ¡
public incumbrances are, oí themselves, advantageous indi i> i
dent oí the nccessity of contractiong thcm Reasoning, s i k 1i
these, might naturally have passedfor triáis of wit arnorig i liatón
cians..., had we noL seen such absurd maxims patronized by 1'1‘ cft
mimsters, and by a whole party among us” 1’ La razón p m , , ,
resistencia es la alineación con el principio de la sunna constante >
nivel del ‘cuerpo político’: “It is libe transfering money tm’ii r[ t.
right hand to the left: which leaves the person neither 11, -it r m ,
poorer than heforc.”’4'Es un rechazo de la paradoja de que la
sez es uiiasurna constante y a la vez no lo es.
Pero, ¿corno se sigue adelante cuando ya no se puedi n iiuio
rar a los bancos y al crédito? Al parecer, nuevas posibilidades $e-
encuentran en una dif erenciación interna puramente i lonoiln
ca, en una diferenciación estructurante que interrumpe la au
torreferencia del sistema y que puede ser ofrecida en el sisf--ni.
como orden natural e inevitable de relaciones: esta es la ililncrt
ciación de oferta y demanda en el mercado. Para el oi 'Mite, ]n
que se ofrece es ampli mente abundante, de otro rnodo no lo ofre--
cería; la demanda es por el contrario escasa. Para quien demandar„1
la situación es la contraria. La separación, la diferenciación social,:,-,
de oferta y demanda hace posible desparadojizar la paradoja dé
la escasez de la abundancia. Se le da dos formas distintas que no .5234
6+ Y e s t o d e m o d o s d is t in t o s , t a n t o p a r a f in e s d e l a p o lít ic a e c o n ó m ic a , d e la
i’*-.p olítica d e im p u e s t o s , d e la r e f o r m a a g r a r i a , co m o t f iin b ié n p a r a la s r e p r e s e n ta -
¿=.: cio ncs d e u n a s im p lif ic a c ió n d e l s is t e m a ju r íd ic o q u e , v o lc a d o a la p r o p ie d a d , se
deb ía a p o y a r e n e l d is c ip lin a x n ie n t o d e lo s p r o p ie t a r io s p o r m e d io d e l u so r a c io
né n a l d e s u p r o p ie d a d . V é a s e , p o r e je m p lo , P a u l - P i e r r e L e M e r c ie r d e L a R iv ié r e ,
D‘ COrdre naturel et essenliel des sociétés politiques, P a r í s I 7 6 7 , c ita d o s e g ú n la
E l orden
r,- e d ic ió n d e P a r í s 1 9 1 0 [t r a d . e sp . L e M e r c ie r d e L a R i v i é r e , P.-P. 1825.
-$%0a(xircdy esencial de las sociedades políticas. V a le n c ia : O f ic in a d e B. M o n fo r t].
H h'.h
U n a e x p o s ic ió n i n t e r e s a n t e p a r a e l á m b it o d e l common law a m e r ic a n o e s l a
: de H o rw itz , ob. c it ., e n e s p e c ia l 5 ls s .
- =.-
piedad por rnedio de interdependencias crecientes. Aquí se poijjf
en juego la representación de una cantidad distribuible dnigid^|í
fines de disfrute, a subpropietarios, etc. La consolidación de la eeos-
noniía monetaria permite abstraer esta figura y aplicarla tambiéa-
a las cantidades (variables) de dinero. Entonces es posible im agi
nar que la cantidad, o al menos la regeneración de la cantidad;
depende de la forma en que se dispone de ella. Bajo este punto dé
vista la cantidad lleva el nombre de capital. En lugar de programas ■
de distribución moralmente asegurados, surgen orientaciones a la
ganancia u otros criterios económicos internos, con lo que las re*
presentaciones cosmológicas se pueden abandonar. Solo entonces
se evitan naturalmente las confrontaciones con la paradoja y solo
entonces uno se entrega a la diferencia (ahora móvil y reflexiva) -
de cantidad y distribución, pues sin esas precondiciones colapsaría
el cálculo que relativiza la diferencia.
Como resultado de tal evolución, que alcanza su estado actual
con la diferenciación de los sistemas funcionales correspondientes!!
podemos constatar (nuevamente en los tres ejemplos) que las difo -
rendas estructurantes de tal tipo ya no están construidas segtui;;é||
modelo de esencia (necesaria) y accidente (contingente). Más bien
estas diferencias permiten pensar am bos lados como complot-
mente contingentes, esto es, legislación, metodología de examen de...
condiciones, cantidad de bienes y cantidad de dinero. Justamente
en ello consiste el avance en relación con las antiguas representa- -
ciones de orden cosmológico-]erárquicas. Solo la diferencia mis¿§8
ma constituye el apoyo para ambos lados, en tanto está referida a
un contexto funcional determinado junto al cual se uifi rmria y
para el cual parece ser necesario. Un observador podría tratar cíéif
manera artificial lo que en el sistema aparece como una diferencia
natural y necesaria y buscar otras posibilidades íuncionalmente
equivalentes para sostener la función de interrupción de la autó-E®
rreferencia y de la desparadojización. Pero incluso entonces estófl
observador mantendría como necesario algo de este tipo, pues végñ
qut un sistema sin limitación de la autorreferencia se vuelve ope-
-ifSfativajnetite incapaz y su autopoiesis fracasaría.
Para el sistema que establece estas diferencias y que las sitúa
cano fundamento de sus operaciones, esta diferencia se posicio-
na en el lugar de su dudoso origen. La paradoja que constituye
p1sistema queda oculta con ello. Aparece solo indirectamente en.
ina forma debilitada en lo que la diferencia distingue.155 De esa
manera se la puede ignorar en la práctica cotidiana o dejarla a
una ‘crítica’ que no sabe ofrecer alternativas. La legitimación de
,t la legislación acontece por medio de leyes. La determinación
de las cantidades de dinero tiene lugar, de modo controlado o in-
1 1 Controlado, a través del mismo sistema monetario, sobre todo a
través del banco central por medio de la estimación de la situación
v momentánea en un horizonte de m uy corto plazo. La teoría del
* conocimiento que tendría que determinar los criterios de funda-
' - mentación de validez hace esto de manera dogmática, pragniáti-
í"-ga, o con recomendaciones metodológicas que se justifican en la
propia función de ganancia de conocimiento. Un observador solo
puede identificar aquí opacidades o también aquello que se deno
mma positividad. Lo que es válido en un momento determinado
es ] ustificado por el hecho de que siempre podría cambiar según
f las circunstancias
Sobre todo en Francia hay una inclinación a dar a este proce-
f So una cierta coloración política con expresiones tales corno poder
(Foucault) o violencia (Girard, Attali, Aglietta) o soberanía (Attali).
Esto debe ser evitado, pues conduce a una mistificación de los pro
cesos de transformación desparadojizantes. Lina desparadojización
- tal funciona lácticamente precisamente porque en la sociedad ac-
G -------
66 Que los filósofos siempre han actuado do eso modo lo muestra Nicholas
Resellar, The Strrfe o f Systems: A n Essay on íke Grounds and Implications o f
Phüosophical Diversity, Pittsburgh 1985 [trad. esp. N. Rescher 1985. La lucha
| délos sistemas: un ensayo sobre losfundamentos e implicaciones de la diversidad
filosófica. México: UNAJVÍ, Instituto de Investigaciones Filosóficas].
tvial los sistemas funcionales están diferenciados frente a la
y también frente a la religión. Los códigos, bifurcaciones y
rencias estructurantes son, cada una, una construcción propia <!«.
los sistemas funcionales, así como a la inversa, ellas solo puedas'
dif erenciarse cuando tales rendimientos de desparadojización estsÉfí
disponibles. El sistema en su totalidad, la sociedad, no se eonstiiuvp
en forma por medio de un acto original de autoinutilación violenta,-
sino por diferenciación. Mientras más variadas sean las formas dé
desparadojización que en cada sistema funcional se constaten coma,
adecuadas, más posibilidades hay de explicarlas por medio de la*'
función.
SI
sil
VI
Ü
B fjg:. Esta larga cadena —la transformación de escasez en valor, la
lllplll lllsis causal de que el trabajo sería el ¡mico factor productivo, la li-
irutaciói i del concepto de propiedad, el argumento político de la dis
■ tribución—tiene un origen oscuro. Contribuye paso a paso al olvido
de la paradoja y sugiere, finalmente, la posibilidad de una sociedad
■ .Ho.problemática o al menos socialmenLe no problemática. Cierto,
íláldesparadojización tiene que existir, pero un observador deseará
controlar la forma en que ella se lleva a cabo. Es decir, ¡todo nueva-
%
fílente desde el inicio!
liji: 1 a escasez es desparadojizada por medio de la codificación.
¡Cada codificación que enfrenta un valor (tener, en este caso) a
71 Esto ya anuncia que debe ser sociocstructuralmente muy problemático qúe ;;:'
la alimentación se vuelva capaz de apropiación, incluso de compra, pues ello i’OTvjS ¡
duce casi necesariamente a la reducción de la solidaridad -u n concepto acuñada i
en el siglo XIX solo para su desaparición—.
1
509
lie
.11
I.
¡i aaamiene abierto. De ahí que el trabajo se multiplique según las
¡llijÉjhdiciones de condensación y evolución de la propiedad.72 Au
menta con el correr de la evolución, pues adicionalmente adquiere
ffaSunción de crear propiedad —sea para el mismo trabajador o para
otros . Tan pronto como el beneficio del trabajo se hace deposita-
ble en forma de dinero, el trabajo se comprende finalmente como
gfflia variable que depende del mercado.75 El precio del trabajo se
■?7.É Esto salta a la vista con nuestra orientación hacia maquinaria y tecnología
■qae ahorra en trabajo, pero es evidente cumido se tienen en cuenta observaciones
^Etnológicas y tie mayor amplitud geográfica. Cfr., por ejemplo, Marshall ]_). Sah-
. lilis, Tribesnien. Englcivood Cliffs, N.j. 1968, 79s [trad. esp. MX). Salilins 1972.
sociedades tribales. Barcelona: Editorial Labor f. No por último, la tendencia
"•hacíala multiplicación del trabajo.sepuede observaren que bajo las condiciones
,, d.e.da economía monetaria, incluso los estratos superiores de la sociedad comien-
l^ahal linal a trabajar'.
73 Sorprende por ello cómo en los buenos tiempos las economías del siglo XIX
^alimentan los precios del trabajo en países lejanos (porque se estima que requie-
|:|éb menos personas para trabajar) cuando --según la lógica de la teoría de los
costos de reproducción decrecientes - estos tenían que caer. Cfr. para esto Julius
||jXvBoeke, Economías and Economía Policy o j Dual Societies: A s Exemplijled hy
Indonesia, Nueva York 1953. En Europa, Adam Sniith había llevado la antro-
.pología económica por otra pista: “That a little more plenty tban ordinary inay
. tender somc workmen idle, cannot well be doubted; but that it should have this
’effect upon the greater part, or that men in general should work better when
.they are ill fed tiian when they are well fed, when they are disheartened tlian
when they are in good spirits, when they are frequently siek tlian when they
, are generally in good hcalth, seems not very probable” —A n Inquirv into ¿he
--Nfi.ti.irp and Causes o f the We.alLh o f ¡S¡aúons (Glasgow Edition), Oxford 1976,
.100-191 [Que un poco más de abundancia de la común pueda hacer holgazán
a un hombre de trabajo no puede ser puesto en duda; pero que esto deba tener
su efecto sobre la mayor parte de ellos, o que los hombres en general fuesen a
trabajar mejor cuando estén mal alimentados que cuando lo estén bien, cuan
jdose sienten descorazonados que cuando están con buen espíritu, cuando estén
.frecuentemente enfermos que cuando disponen en general de buena salud, no
parece muy probable —A.M .]. Aquí ya se había impuesto una antropología orien
tada a la adquisición de dinero, pues obviamente no se trabaja porque se esté
r>u:n alimentado o sano, sino en cierto modo por uno mismo, cuando se puede
vuelve la medida real del valor económico y, si en el si.dn \ y' r
aún no se podía aceptar que el trabajo era el único factor (st. me;,,
cionaba también el suelo), se decía sin embargo que en los
de alto bienestar la mayor proporción correspondía al trabajo r
cluso esto indica que a mayor bienestar el trabajo escasea,
Pero tenemos que contar la historia del trabajo como |,i lut
toria del parásito Puesto que los parásitos trabajadores un pU(.
den escapar a la observación —hacen ruido, dicé Series deben
ser reincluidos corno terceros excluidos. La pregunta es fiitonis-'s
¿cómo se puede ubicar el tercero excl uido y nuevamente i i '- l u id n
en el sistema ya codificado? Esto solo se puede hacer en la medida?
en que él misino se hace escaso; y para ello evidentemente no es-;
suficiente que no se tengan ganas de trabajar.
Para hacer que el trabajo pareciera escaso, las sociedades an-“
tiguas tenían que darle la forma de propiedad. Solo a través d o la
propiedad el propietario podía asegurarse para sí mismo una |uitc*
de la limitada cantidad de bienes y excluirlo del acceso de otros. En
los lugares donde se aplicó este mecanismo el trabajo se «invirtió
en esclavitud —a diferencia de las actividades libres que se asumían
a causa de expectativas u obligaciones sociales—. Así, la pea x i v d e
la reciprocidad social, la ayuda y la aceptación de la ayuda, la ac
tividad siempre ‘honorificada’ de los roles profesionales y am ollo-:
la actividad a nivel de los roles en los ámbitos funcionales diferen
ciados de la religión, la política y el derecho, quedaban fuera de la
semántica de la escasez, la propiedad y el trabajo,*74
(Smith, ob, cit, I03s, llega también al supuesto del aumento de salarios 'r a l-
year of sudden and extraordinary plenty" [en un año de repentina y extraordi
naria abundancia —/t.M.J, pero por razones totalmente distintas: [más mi cativo
para la inversión de capiLalI).
74 Cír. Joseph Harris, -4n Essay upon ¡Vienes and Coins, Londres, vül. t, ." j"
lss. Ya en el siglo XVI se valora la relación materias primas/trabajo al 1/ló Clr-
Giovanni Botero, Deila Iiagion diStato, Venezia 1589, citado según la edición itis
Bolonia 1930, 218 |trad. esp. G. Botero 1962. L a razón de estado y otros csi ritpi"
Caracas: Universidad Central do VcneznelaJ.
| 311
76: Véase nuevamente, con aguda ironía. Linguet, ob. cit. La sociedad burguesa
’ásservir, sans les empéchor de se croire libre” (199) [esclaviza (a los trabajado
res) sin impedirles creerse libres —A.M .]. “II faut done renoncer á ces chimóres
dc'libcrtó, dhndépendance. II faut désormais conformar sa conduite aiL\ princi
pes'des conventions civiles. C’est une necessité de se mettre en état d’arriver á ce
iqu’ón appelie gagner sa vie” ('! 90) [Es necesario entonces renunciar a sus sueños
de libertad, do: independencia, A partir de ahora se requiere ajustar su conducía
i los principios de las convenciones civiles, Es preciso ponerse en condiciones
de,llegar a lo que se llam a ganarse la vida En los dos siglos posteriores
o hizo evidente que esa necesidad impacta en la estratificación social —como
ntálquier mirada en la colidianeidad del trabajo de las ‘éliles’ puede mostrar-
512
(■O Como es sabido, Aristóteles (Pol. 1328b, 21ss) argumenta que aquello que
es necesario para la preservación de un todo no solo por ello sería ya una parle
ieal {mere theteon) del todo —un argumento que hoy podría ser reiterado con
■iVuda de la distinción de sistema y entorno—. Unido a este esquema 'holístico'
tradicional del todo y sus partes, el argumento de la disponibilidad es útil aún
para los reformistas del siglo XVIfl, incluso le es útil a Napoleón como justifi-
íctón de la nobleza en una situación en la que la ‘nueva’ nobleza tenía que ser
fundamentada.
ei: En una revisión histórica esta diferenciación es difícilmente convincente.
Cfí. por ejemplo la confusión en la representación de Conze, ob. cit., 155ss.
82 Cfr. Jean-Pierre Vernant, M ylhe etpensée diez lesgrecs: Études de Psycholo-
■gíe historique, París 1965, 199ss, 219ss.
83 Esto se puede ver en las dificultades semánticas para una economía 'polí
tica’ en la Antigüedad. Cfr. Peter Spahn, Die Aníange der antikcn Okonomie,
l'/liron 14(1984), 301 323.
del trabajo/** Con eslo, la representación del trabajo iniii.i ,.ni
dad de concepción y realización de una obra toma la dei.imcj i Pl,
analogía con la creación de Dios: los seres humanos cont'ihiiwn
a la creación de Dios y sirven a su mantención. El efecto claran
mente antimonetaxio de este movimiento excluye, en todo (tls(
superficialmen te, que este hubiese estado condicionado pot l,,
exigencias de la economía monetaria y por las crecientes po- ’m
dades de trabajar por dinero. Como quiera que sea, la creenci i que
el trabajo mismo sería un bien digno de esfuerzo y conducente
a una sacralidad que traería bendiciones terrenales y benehcios,
prepara su nueva valoración sobre el terreno de una semántica no
primeramente económica de la cual el siglo XVTTI podría poste
nórmen te hacer uso.
Tan solo con la representación de una economía monetaria
regulada por el mercado se hace comprensible que el trabajo i ni
bién sea considerado escaso. Es escaso porque hay que pagar poi
él. Ese cambio también comienza paulatinamente. Ya en la dta
Edad Mecha, personas pertenecientes a estratos hajos legalmcni-
ligadas a la tierra se hacen más móviles gracias a la disponi bil tl.nl
de trabajo asalariado: se van. Las teorías del comercio del siglo
XYTT ya no tratan el trabajo como algo vital, sino que, por eh-i m
del desempleo, lo evalúan en referencia a las condiciones sociales
generales del mejor aprovechamiento posible del potencial de tra
bajo. Únicamente en el siglo XVIII, previo a cualquier orgarnsi84
“j i is thc stock that is employcd for thc sake of proíit, w.hich puts uito
•¿f-motion the greater parí of thc useful labonr of cvery socicty” (Adam Srnith,
|AT7ie Wealth o f Nations, oh. cit., 266) [Es el stock empLeatlo con el objetivo de
ganancia el que pone en movimiento la mayor paite del trabajo útil de cada
sociedad —A .M X
|íó:86 Cfr., más arriba, capitulo 5 en la Sección II.
fp87 En consecuencia de proyectos estoicos, citado según EL Reincr, FauÜieit,
Ílistoíisches Wórterhuch d er Philoxophie, vol. 2, Basel-Sluttgart- 1972, 916-918.
92.:. Lo que con el antiguo concepto de trabajo aún podía ser leído como aho-
iró de esfuerzo —mejores productos con “half the lahoui and loil” [la mitad de
,trabajo y afún —A .M .]—, se señala por ejemplo en Joseph Harris, .InE asay Upon
Móney and Coins, Londres 1757, .L, 16.
medida una mercancía, y la sociedad se transf orma por sí misma en lo que pin ib
ser propiamente llamado una sociedad comercial —A .M \
96 Ciertamente se puede disentir qué es lo nuevo en ello. En David Uurne,
A Trealise o f Hwnan Nature III, II, TI (1759/40), citado según la edición de ,
Everyxnan’s Library, Londres 1956, voi. IT, 191s, es posible encontrar la com
prensión bastante tradicional del tema: '‘By the conjunction of forces, our power
is arguinented. by the partition of employments our ability increases; and by
mutual succour, we are less exposed to fortune and accidents” [Con la conjun
ción de fuerzas, aumenta nuestro poder; con la división de los empleos, ¡aumenta
nuestra capacidad; y con el socorro mutuo, estamos menos expuestos a la J. ortuna .•
y los accidentes —A M .} —como si se tratara de tres contribuciones distintas ai
mejoramiento de la situación de los seres humanos—[trad. esp. D, llum c 1998.
Tratado de la naturaleza humana. México: Porrúa].
“98 Esta idea ya se encuentra en Adam Ferguson, Essay on lite llisiory o f Civil
Society (1767), citado según la traducción alemana, Abhandlung über die Ge-
schichie der bürgerlichen Gesellscha.fi, lena 1901-, en el capitulo 1J ber die Teilung
¿ : Jíünsle und Berufe (255ss) —en Lodo caso sin referencia al concepto de tra
bajo—[trad. esp. A. Ferguson 201 0. Ensayo sobre la historia de la sociedad civil.
Madrid: Aial].
320 |
‘s e
que su prepaiásito haya sido devorado tan profmídanteme , tl
sistema?
En todo caso, el trabajo está tan inserto en los nexos (|t ! ,|,
ñero que tiene que aparecer como escaso —quiéralo o no,, e ¡n
dependiente de si los individuos quisieran trabajar un p o i [1( ^
o un poco menos—. Los parásitos dominan el sistema, invieltí
el código y presentan al sistema como si la propiedad ."f> [
viera ahí para darles trabajo. En el siglo XVIII aún se ten.a
impresión de que la inevitable diferencia entre rico y poblé sr-
debilitaría por efecto del trabajo en la medida en que iiim j,.UlS
de la riqueza fluyera hacia abajo por efecto del trabajo remune
rado." Entretanto, ya no nos orientarnos por la distini n>u
pobre, sino por aquella de capital y trabajo, lo que recuerda a los
capitalistas —casi como en la “moral economy”99100 su obbg.n irm
social de crear trabajo, pues si el trabajo es escaso tiene que ■h Ih,i
más y más de él, de manera que sea aun más lo que de él se pueda
exigir— La paradoja de la escasez aparece como exigencia '.obre
e l ‘sistema capitalista’.101
Mientras esa paradoja se vuelve actual y capaz de activa i que
jas, los nuevos parásitos ya están manos a la obra. Trabaj.m m u
1
-gUmercado de trabajo nolos puede tornar pues se ha hecho inelás-
fctcegracias a los señores ruonopólicos del trabajo, los sindicatos,
Algunos observadores hablan de una ‘economía dual’, antici
pándose a la institucionalización de la nueva situación.103 De ese
'aiodose llega nuevamente a la exclusión del tercero incluido, de
-riuellos sin lugar de trabajo, y nuevamente se tendrá que poder
,-enfrentar la reinclusión del tercero excluido. La distinción con/
sin trabajo se desplaza al primer plano de la atención pública y a
la vez se deshacen los agudos límites entre trabajo y tiempo libre.
uj.se puede presentir que ese sistema, como todos, se ha entrega-
no al parásito que produce su código. Y si se tomara la metáfora
\-kparasitado y su formulación por Serres como teoría empíri
ca. se cumpliría el pronóstico de que nuevamente los propietarios
1tendrían la posibilidad de usar la economía en las sombras como
^parásito. Y de hecho, tanto las investigaciones empíricas como el
1-conocimiento de la realidad muestran que, en lo sustancial, cierta
¡/propiedad no se podría mantener sin trabajo informal.
S IS
v:: vn
r„=-
"iLos problemas de alta actualidad recién discutidos no deberían blo-
■quear la vista a las posibilidades más bien convencionales de que
y .dispone la teoría económrca. En el marco teórico presentado estas se
"-pueden ser reformular. Ello al menos conduce a la pregunta de por
/ qué el problema de la economía dual no puede ser solucionado de*14
^¿co n d u cció n del auto propio. ¿Por qué? Presumiblemente porque aquí existe
t ufla relación demasiado directa entre propiedad y trabajo.
105 Véase en especial Johamies Berger, Zur Znkunf t der Dualwirtschaft, en
y Frank Benseler y otros (eds.), Zukunft d er Arbeit, Hamburgo 1982, 97-117 y
1 ;otras contribuciones del volumen. Aparentemente esto sucede sin referencia a
/i, la tradición del concepto (cfr. Boelte, ob. cit.); en todo caso, no se logra ver la
1 4 retribalización parcial de la sociedad.
manera clásica, es decir, por medio de los precios, Y terrttíl®
a pregun tarse si hay objeciones estructurales contra esa:-sdíf
si únicamente se trata de la evidente protección fáctica dó iSP®3
que mantiene alto el precio del trabajo ante un desempleo o¡—;
Volvemos por ahora a la codificación de la escasez, at"~
miento de la paradoja por medio de una diferencia. En el*
del código de la propiedad esta diferencia aún aparece coma
métrica. Tiene una preferencia por la propiedad. Es m ejoré*
propiedad que no tenerla, Es obvio que esa preferencia tieu¿
mites. Si alguien tuviera todo y los demás nada, se ninl>.\IJa. -,i
economía. Para fines prácticos, podemos olvidarnos d'1, sti- , ,ísl.
limite, pues es inalcanzable. Mientras Ia economía esté i ud ¡
por la propiedad coinciden valores de código y pr< l<icihm, ^
que socialmente se expresa en obligaciones de gasto, , ic i * ,
cambia en la medida que el dinero asume el control de l.i
mía. El nuevo códiigo es aflora p a ga r o no pagar. Esto i Ucifu-i*
que el dinero solo puede ser usado para pagar. Pero a l,i \rv
especificación indica que la pregunta por las prefeu m i . i s tirr.r
que ser dejada abierta al interior del código. Es cierto q ue 10,1 cp¡
dinero solo se puede pagar, pero también se puede no pagar \
mantiene abierto bajo qué condiciones uno se decide poi uim di
las dos soluciones o si en definitiva llega a hacerlo o no El iviii‘_«i
no dictamina una preferencia por pagar contra no pagar, sinr qur
establece una preferencia en cualquier caso asimétrica qur rumió
te en que el dinero en su forma líquida (en efectivo) se tiene no-
gastar nuevamente al menos con perspectivas de ganam 1.1 si a
quiere construir pref erencias racionales. Cada pago está vun u.aJn
a la pérdida de la opción de valor que consiste en que los mi dio&
disponibles también se podrían usar de otro modo. Cada no na^u
está unido a la pérdida de oportunidades de satisf acer necesidades
aquí y ahora. El uso de cualquiera de los valores del código no
hace ilimitadamente feliz (lo que solo es otra formulación pirala ■ '
diferenciación del sistema).
525
!!11 Cfr. una m uy am plia literatura, por ejemplo, Dorotliea Freilc, Arislotel.es
lie ‘Seesrklacht: Das Problem. der Conlingentia Fatura in De Interpretatione
, 9, Gotinga 1970; Plidotheus Boehner (cd.), The Tractatus de praedestinatíone et
‘ de praescientiaDei et defuturis contingentibvs of tVilliam Ockharn,St. ISonaven-
tu-a N Y 1945; León Baudry (ed.), fda querelle desJitlurs contingenls (Louvain
5.1^95-1475), París 1950.
nri .Sobre todo, Gotthard Güntlier. Cfr., por ejemplo, Logik, Zeit, Emanation
u.id Evolution, en Gotthard Gíinthcr, Beilrage zur Grundlegung einer opera-
. infdhigen Dia/.ektik, vol. I7T, Hamburgo 1980, 95-155.
un punto de cristalización para nuevos rendimientos sern.mti >
que se indican (otra vez desde la Antigüedad) con conceptué ínter
kánon, kritérion, regula, En vez de eso, hablamos aquí de proprj
mas decisionales que establecen cómo se puede decidir eritii’ an¡
bos valores del código. Y suponemos que aun cuando pn-gunr-s
lógicas, calculabilídades y cosas parecidas queden pendieni es u;j_,
estricta codificación conducirá, de una u otra manera, al desaíro
lio de programas decisionales, pues no puede ser llevada a la pi(,,
tica de otro modo.106
La codijicación y la program ación tienen que ser distinguidas
como consecuencia de una casi completa resimetrización del -,'.d -
go y de la falta de toda preferencia abstracta para una u otra xttt-
lización del dinero. Unicamente por medio de la programación |*
conducta se puede fijar en una forma reiterable. Las necesidades"
imperativas son a la vez programas naturales que obligan a gastes"
de dinero (en tanto se pueda pagar). A demás, existe una gi an
tensión de programas artif iciales de consumo o de produci imi qi,
regulan bajo qué condiciones los participantes del sistema i n uá
mico consideran correctos los pagos y no-pagos en concordata in
con otras operaciones,
Los precios sur gen para la superación d e esa diferen cia de <'u-
dificación y program ación. Se cristalizan y disuelven nuevametL
te como signos (contingentes) de escasez. Representan, en: otras
palabras, la (paradójica) escasez en el sistema de una forma des
centralizada, cambiable, posible de otro rnodo. Desparado|i/ai' L
paradoja, pues en el precio aparece la paradójica razón ríe la es
casez solo como contingencia. En vez de bloquear cada operación
Uf7 Cfr . con referencia a la situación actual de países en desarrollo, Fred lv.
Adrninistration inDeveloping Countries: The Theory o f Prisrnalic Svciety ,
Boston 19(54-, en especial 108ss; Clifford Geertz, The Bazaar Economy: Informa
ran and Sea_rch in Peasant Marketing, American Rconornic Revieiv , Papers and
Pivceedings 68 (1978), 28-32.
bienes existentes en abundancia y solo lo son los compradores
quieren y son capaces de pagar.
En el ámbito del trabajo, con la alimentación de los par
primarios y bajo una fuerte presión política, se ha evitad o raí
la escasez a través de ios precios. Los salarios no están a disposición "
de los que buscan trabajo ni de los que piensan si deben conítatef
al trabajador.108 Cuando se investigan las causas se agrega lair hién
a es le cuadro la eliminación de tal factor, como si toda explíc»nóti
‘teórico-social’ dependiera de su invisibiiización (y con ello mdf-" "
.
rectamente de la invisibiiización de la paradoja de la esi - i ,i
la literatura alternativa no se atribuye el desempleo a precios ,jejf
trabajo elevados, sino que se pasa por alto este punto y se imputaE
a un ‘fracaso del mercado’.109 Y puesto que este es el mal del cual
hay que escapar, ya no se habla de ‘sociedad comercial’ (Adam
Srnith), sino de la ‘sociedad del trabajo’. En el momento ■n nite
el parásito secundario del trabajo paralegítimo amenaza ,il ¡ a l
mario, este último se convierte en soberano. O al menos i su es lu
que afirma. Si después de esto se puede recomendar un men ido
regulado por medio de precios, se vuelve más bien una ¡m-gimia
de predisposición ideológica, Las alternativas no están a la vi l
En todo caso la formación de precios está a disposición. No ayuda
mucho si se quita a los precios la capacidad de mostrar la i*« i
sez (sea de las mercancías, de los compradores, del trabajo <>de
los trabajadores). Entonces hay que buscar otras formas de inter
mediación de codificación y programación si no se quiere anular ~
esta misma diferencia y volver a una economía de la propiedad o
a equivalentes funcionales con privilegios de acceso directo ('til
108 Con interesantes variaciones sin embargo, sobre todo para aquel'os i «m
altas calificaciones, trabajos bien remunerados o de dirección, etc. Consecuente
mente, en ese ámbito no hay escasei de trabajo, sino una preocupante f ..Ira tic
personal calificado. Aquí se pagan altos precios (lo que no obstante puede rcncr
que ver con la ‘impagabilidad’ de la confianza).
109 Véase solo las contribuciones deb'rank Benseler y otros, ob. cit. 1982
527
¡asai
Capítulo 7
DINERO COMO MEDIO DE COMUNICACIÓN.
ACERCA DE LA GENERALIZACIÓN
SIMBÓLICA Y DIABÓLICA
P a rs o n s m is m o lo fo r m u la d e m a n e ra m e n o s d u ra : “ T h e c o n c e p t o f a m c -
í h f r ia n t p h e n o m e n a , t e n d e n c ie s , a n d s o o n . . . T l i i s p r o p e r t y o f a m é d iu m , n a m e ly
E f té 'd iu in i s g e n e r a l a n d c a n s e r v e t o f a c ilí t a t e in te r c h a n g e s . In d e e d , in te r c h a n g c s
e s te e s t a b le c e r e la c io n e s e n tre fe n ó m e n o s d iv e r s o s y v a r ia n t e s , t e n d e n c ia s , e tc .
j E s ta p r o p ie d a d d e l m e d io , a s a b e r, su c a p a c id a d d e tr a s c e n d e r y c o n e llo
352
5 C o m o l o h a c e J ü r g e n H a b e r m a s . V é a s e H a n d l u n g u t i d S y s t e m — B e r n e r k u iig je n
zu P a r s o n s ’
M e d i e n l h e o r i e , e n Wolfgang S c h l u c h l e r ( e d . ) , Ver-hallen, l l a n d e h <
■
u n d System.- Talcott P a r s o n s ’ BeiP a g z u r E n lw ick lu n g d e r S ozia lw issen sJia ^ ent
Fiáncfort 1 9 8 0 . 6 8 - 1 0 5 ; d e l m i s m o a u t o r , T h eor ie d e s k om m un ik a tiven Han-
d elns, v o L 2, F r a n c f o r t 198 1, 384ss [tra d . esp. J. Habermas 1 9 9 2 , Teoría de-fa ,¡L-
a c c i ó n co m u n ic a t iv a . M a d r id : T a u r u s ] . C lf . t a m b ié n Jan K í i n z l e r , T a l c o t t Par^....
s o n s ’ Theorie der s y m b o li s c h . g e n e r a i i s í e r t e n Medien i n i h r o m V c r h a l t m s
c o m o H a b e r m a s , t a m b ié n K ü n z l e r a c e n t ú a l a d i f e r e n c i a r n á s q u e l a c o i i< n l^ n -
».v6 Véase con más detalle Niklas Luhmann, Wozu AGIL, Kólner Zeitschnftfür
§pziologte und Sozialpsychologie 40 (1988), 127-159 [trac! esp, N. Luhmann
pvií)90, ¿Por qué AGIL? Sociológica 5(12): 577-401],
¿ ji-qSe debe tener en consideración que las extensas implicaciones teóricas de
fiesta \ision, que al interior de la teoría parsoniana no se tocan, deben ser traídas
Í|ll&cúlación, Para ello es necesario una teoría elaborada de la distinción sistema/
entorno bajo consideración de los modos de constitución autorreferencialcs.
Todo esto permanece. Sin embargo —y esto es decisivo r riril o
construcción de teoría-, cambia la diferencia que vincula el rned® 1
En Parsons esa diferencia se obtiene a través de una di ->nmp,,
sición analítica del concepto de acción y, finalmente, por la mis
ma descomposición analítica de la condición humana. A ni/ (^
esto, el concepto remite a la necesidad de un análisis al cu.i I , iro -f
debe entregar si se quiere comprender unidades evoluliv is „r|1
gentes. Los problemas epistemológicos de la relación eritn- iLMlL
dad emergente y análisis conceptual permanecen en la om n íflaii"
(aun cuando es fácil advertir que el propio concepto de eme cr i¡n:i
impide que se caiga en las viejas controversias entre reu'iMno v
nominalismo). Las siguientes reflexiones parten en cambín
concepto de comunicación y se refieren, por tanto, exclusn mente
a los sistemas sociales.8910Con ello remiten a diferencias que: deben
ser procesadas en la misma comunicación. Apoyándonos ni Pal-
sons se podría decir: diferencias cuya vinculación, cuya unificación1
operativa posibilita la emergencia evolutiva de la comunicación,
El lenguaje surge con esto como aquel medio que viuluhi.i Id
diferencia y unidad de información, conducta ele notificación y
comprensión.19Con el lenguaje surge a la vez la improbabilidad de
queuna síntesis artificial de información, conducta de notificación ye-
comprensión, sea aceptada y operativamente reutilizada. El lengua-
je puede ser empleado para engañar, la comunicación puede basarse;::.'
en errores, y la precisión alcanzada en el momento hace mucho más '
8 Sobre esto Harold j. Bershady, Tdeology and Social Knowledge, Oxford 1075 >■
9 Para el contexto teórico, ver Niklas Luhmann, Soziale Sisteme- (ininárijl
emerallgerminen Theorie, Francfort 1984 |trac!, esp, N. Luhmann 1991. Sistemaí.
sociales. México: Universidad Iberoamericana, Alianza Editorial],
II
-15 A propósito, esta era para Adam Sm ith la función del concepto de simpatía,
i el que tuvo gran significación para la teoría económica emergente y que llevó a
error a tantos intérpretes. Si se lee Theary of Moral Sentimenls (1759), es claro
que el concepto de simpatía no es empleado en contraposición al de antipatía,
[Aufhebung] de la diferencia en una unidad de rango maym
Aportan más bien una forma de oferta de sentido que |iiisi|,ilna
una observación mejor organizada y más compatible con la nía
yor complejidad del sistema. La diferencia que los medios viü
culan no es la diferencia de distintos sistemas autopoiéticos (d“
tipo consciente o social), sino solo una diferencia de sentido es
pecial. En el caso de los medios de comunicación simbólicamente
generalizados, el problema radica en la diferencia de selectiv,dad
y m otivación. ¿Cómo se puede imaginar (y ‘se’ es cada vez alguien
por sí mismo) que la selección de uno, progresivamente más espe
cializada, más improbable y más ‘privada’, tenga a pesar de ello,
un factor de motivación para otro? ¿Cómo pueden estar dispuestos:
los individuos a coparticipar en situaciones de doble contingencia
e integrarlas para sí (es decir, ordenar sus límites), si cada vez es
más claro que la selección persigue intereses privados minflueli-
ciables y, en última instancia, a menudo desconocidos?
Para poder producir esa conexión de la doble contingencia a
través de la integración simbólica de selección y motivación, la
generalización del medio dinero debe ser conducida de modo tal
que incluya todas las cuestiones de relevancia económica a tra
vés del ya líquido medio. Incluso aquellos que aceptan dinero y
dan bienes a cambio o trabajan deben calcular su contribución en
dinero, deben poder saber o estimar cuánto valor tienen esas ac
ciones en dinero. Ambos lados de una relación de intercambio, en
la que se emplea dinero deben, poder imaginarse su rendimiento
monetarizado, y esto sigmlica que todo lo que en general sea visto-
corno de uso económico es reducido a su expresión en dinero*16
• ■ DÍ-El dmero es solo una parte, y comparativamente una parte poco considerable,
H capital. Pero el capital mismo es solo una especie de riqueza y por tanto el
i j i - ' dmero en vez de constituir riqueza no es más que una variedad de una especie de
ncual la riqueza es género
18 Juan Pablo Mártir Rizo, Norte de Príncipes, 1626, citado según la edición de
José Antonio Maravall, Madrid 1945, 77,
■Indigos especiales que, precisamente por esto, pueden obtener re
levancia universal. Surgen donde se logra encontrar y poner en
|f Circulación símbolos que dan a la selección un valor de motivación,
■3
| ;lut: cuando al hacerlo deban vincular una diferencia en el sistema.
| jOno está dispuesto a deshacerse de algunas cosas y a realizar un
trabajo más o menos desagradable solo porque se le indemniza
I con el símbolo del dinero. Uno n.o se entrega a la reciprocidad en
■i cumplimiento de una obligación social, no se ayuda como vecino,
no se trabaja con piedad salvífica por servir a la voluntad de Dios,
fejuno le pagan.19
u A pesar de todo lo que podamos opinar de esto en un sentido
\ rivilizatorio-crítico, hay al menos dos ventajas esenciales asociadas
testa invención Por un lado, ella es en gran med ida independiente
de esti unturas sociales de proveniencia extra económica, es decir, es
I más diferenciable: y por otro, actúa estrictamente de manera auto-
filotivante,
...... incluso en situaciones de alta selectividad. Uno se afana
en deshacerse de sus cosas y activa para ese objetivo grandes inver
siones y empresas productivas de alta complejidad, solo por amoi al
don. "Vuno se afana también en encontrar un trabajo más o menos
satisfactorio solo por la fórmula mágica: porque por eso se paga.
( De ese modo, se degrada la ‘socialidad’ del cambio, más aun
Cuando ni siquiera existe la posibilidad de negociar los precios y
cargarlos a la cuenta de personas conocidas del pasado o del futu
ro,20 Todos calculan su relación con otros según la medida de su
relación (privada) con el dinero. Por un lado se gana libertad en
1^"
* ------
í9: Que esta tan am plia significación tenga la posibilidad de identificarse con
los propios (0 motivos, os un tema conocido de la literatura crítico-social, legis
lado bajo el no muy feliz título de ‘alienación’. Para una investigación e.mpíri-
| „ cay véase Edwcurd L. Deci, Effects of Externally Mcdiated Rewards on Intrinsic
Vlotivat.ion, Journal o f Personality and Social Psychology 18 (1971), 101-115.
E 20 Véase para esto Clifford Geertz, The BazaaT Economy: Information and
$eaxch m Peasant Marketing, American Bconomic Review, P a p e T S and Proceé-
dmgs 6H (1978), 28-32.
esa relación y, por otro, se gana la posibilidad de satisfaí r i y „itJ
cular las necesidades sociales de modo distinto.21
A pesar de ese vaciamiento social (= liberación), los rasgos
diabólicos del dinero no se encuentran en esa formalización ¿ntj '--á
mética; tampoco en el hecho —como se ha supuesto desde la £<ja,
Media—de que el dinero tiente hacia el pecado, despierte la $-
ricia, que sirva a necesidades de lujo, que distraiga del cuidado
la salud del ahita o, como dirían los rnarxistas, que conduzca a ‘ i
explotación del trabajador o al fetichismo de la mercancía Sí st
pueden observar esos rasgos diabólicos cuando a la base se encuen
tra un esquematismo moral. Viendo esto rnás de cerca: el caréete ■
diabólico del dinero reside en que reemplaza y de algún modo ¡
exprime a otros símbolos, por ejemplo al de la reciprocidad o afile |
la piedad salvíf ica; lo diabólico reside entonces en la especificación -_y
necesaria para la universalización.
En un elegante análisis del rol diabólico del dinero, Kenueth
Burke ha corregido el prejuicio corriente sobre el dinero (“as th<- j||¡gi
root of all evil” [como la raíz de todo mal — “as a ‘terapia: Vigpp
tion’ to dishonest dealings” [como ‘tentación’ a negocios deslío Wim.
nestos — en la misma d irección. El dinero operaría como
‘“technical subsititute for God’, in that ‘God’ represented the
unitary substance in which all human diversity of motives .-.wft-i
grounded” [‘sustituto técnico de Dios’, en el que ‘Dios’ represen ,1
la sustancia unitaria en la cual todos los motivos humanos se fun
dan —A.1V/.]. En todo caso, en el sentido primario de una tentación,
se le puede contrarrestar mediante un incremento del esfuerzo
religioso y la escrupulosidad: “henee leading us frorn the simpii
24 Que: otros sistemas, en especia] el sistema jurídico, puedan hacer necesarios los
pagos, no debe ser discutido, aunque entonces la necesidad se refiere a otro código.
Necesidad quiere decir jurídicamente coercible, y no indica que el dinero en el caso
del no-pago sea i gnorado o que pierda su valor, al p unto de que un no-pago no sea
en absoluto posible.
- rulad de enlace. Sirve solamente como va lo r d e reflex ión. es decir,
como chequeo de la pregunta si se debe pagar o no, y en algunos
casos para la reflexión de las razones de la ausencia de pagos.
1 l a reflexión presupone bastante deterrninabilidad. El no-pa
go no consiste en que cada pago excluya a la vez cualquier otro
uso de la suma de dinero por parte del que paga. Solo se debe lia-
blai de no-pago cuando se baraja la posibilidad de pagar pero el
acto no se realiza. Esto ocurre con motivo de decisiones de pago
concretas, de modo que se puede tener claridad que este mes uno
se puede comprar nuevas ruedas, pero no aún nuevos dientes. En
tal sentido, el código no es construido tautológicamente, sino que
formula una oposición entre valor de enlace y valor de reflexión en
tanto dualidad cualitativa, la que debe ser reconocida con referen-
ría a la situación para de ese modo condu cir a decisiones.
La reflexión codificada puede tomar distintos caminos bajo
condiciones sistérnicas distintas. Si alguien ofrece una mercancía
peí o no encuentra comprador para ella, es decir, no recibe pago
.por ella o no tanto como esperaba, la reflexión es dirigida al pro
grama de producción; permanece como mía reflexión puramente
económica. Por el contrario, si el pago no acontece porque no hay
meicancía o porque no hay en cantidad suficiente, hay una alta
: probabilidad de que la diferencia entre economía y política colap-
se y que la reflexión sea dirigida a la política, Aquí parece residir
una de las razones de por qué los sistemas que se caracterizan por
■escasez de mercancías, no de compradores (es decir, aquellos que
. se encuentran en un desequilibrio no orientado por la demanda
ísino por la oferta), se ven enfrentados a una presión política y
deben bloquear la politización de la reflexión, por ejemplo, im-
piriiendo elecciones políticas y rigiéndose por un partido único.
Una economía que funciona sobre la base del dinero supone
:que los valores del código pagar/no pagar dependen estrechamen
te uno de otro. Esto signif ica distintas cosas. Por un lado, en diver
sas situaciones debe ser posible la elección entre pagar y no pagar.
H6
IV
sans cesse renaissans qui compose le bien general, et qui produit á la longue les
nierveilles de la société perfectionnée ...” (ob. cit., 144, 148) [Es de la esencia del
libre intercambio que existan ventajas para ambas partes y que la verdadera ut i
Udad de la sociedad sea hacer posible una multitud de soluciones similares entre .
nosotros. Es esta cantidad innombrable de pequeñas ventajas particulares que no --::.
paran de nacer las que componen el bien general y que a la larga producen las
maravillas de una sociedad perfecta —A.M .] [trad. esp. A.L.C. Destutt de Ti.icv
1826. Elementos de ideología. París: En Casa de MassonJ.
ifito de vista participan del intercambio se queden tranquilos y
£pten que se repartan los bienes escasos de ese modo. A.quellos
ftjue intercambian son dependientes del sistema y son disc.iplina-
|áos P°r él. Ahora bien, ¿es esto suficiente para considerar como
eional la distribución de bienes escasos que surge de ello y para
| Reptarla como funda_mento económico de la vida social?
Después de la crítica de inspiración religiosa y moral del di-
ilS® itero que apuntaba directamente al medio, y después de la crítica
1 |cjvilizatoria, se desarrolla desde el siglo XIX un nuevo esquema
m. ¿teórico que se sirve de la representación de las clases sociales y
1 /que en un sentido tan radical como indeterminado se interroga
f por la legitimación. Teorías de ese tipo no han conducido a una
6 *|idescripción satisfactoria de la economía moderna, ni tampoco les
|í|Ka sido posible esclarecer la alternativa que tendrían ante los ojos,
i Tampoco ayuda mucho caracterizar al sistema centrado en el di-
' riéro mediante la metáfora política de la ‘violencia’, si con ello se
pva la crítica dei sistema al punto que este no puede aceptar ni
ií rechazar.36
Evidentemente la teoría del dinero se ve sobrecargada si debe
servir a la vez como vehículo de crítica social. Uno puede reser-
l'Varse completamente el derecho de rechazar de modo total o par-
! /cial la sociedad en que vive, pero primeramente se debe intentar
'9 aclarar cómo funciona el dinero, esto es, cómo organiza el acceso
a bienes escasos, por qué a la vez pone distancia de ellos y pro-
" drice distribuciones desiguales que, por lo demás, son necesarias
para que la circulación de dinero permanezca en movimiento, y
por qué surgen efectos de ello que en el contexto de una descrip
c ió n del sistema social se cuentan al debe.
p'38 Véase Jacques Attali, L es trois mondes; pour une théorie de Caprés-crise, París
1 4981, en especial ÍOlss [trad. esp. J. Attali 1982. Los tres mundos: para una teoría
)ic post-crisis. Madrid: Cátedra]; IVtichel Aglietta/André Orléan, La violence de la
¡§>^tlonnaie, 2a cd., París 1984 [trad. esp. M Aglietta y A. Orléan 1990. La violencia
‘ -_dela moneda. México: Siglo XXI],
La teoría de los medios de comunicación simbólicamente
neralizados ofrece aquí una entrada. Hay únicamente que sepa
rarla de la referencia inmediata al proceso de intercambio y C0J1,:
cebirla como teoría de una comunicación improbable. Además
se debe especificar el problema especial que hace impi i>h.ib|,. |p
comunicación, con lo que se llega a una teoría de la di!fienei,i-
ción funcional de los medios de comunicación. Solo así se puede
ganar distancia en un doble sentido: por una parte se observa que
el nivel de desarrollo del sistema social no depende de un un ico
medio y,por otra, se puede ver que la crítica y las represeni.n iones
de cambio se internan en la pregunta de cómo el problema de
referencia se puede solucionar de otro modo a un nivel estructural
adecuado y compatible.
Tan solo cuando es claro de qué forma el medio simbólico rno-
viliza la distribución con referencia a la escasez, se puede reconocer
cómo y en qué contexto el dinero amplía las posibilidades de in
tercambio. Un intercambio es una comunicación que reasimettíza
la asimetría de los rendimientos. Se intercambia un rendimiento:
concreto comunicación tras comunicación —siempre en el nivel b'a^
sal del tráfico de bienes—. El medio dinero tiene a disposición sote
posibilidades comunicativas, las cuales pueden ser empleadas en
relaciones de intercambio futuras; pero esto solo es posible porque
el dinero es relevantemente escaso y porque en casos futuios esta
rá en posición de neutralizar los intereses de los no participantesg
Lo que se obtiene a cambio de rendimientos concretos es asi uíi
rendimiento concreto; no un signo de rendimientos concretos (los
que no constan y no pueden ser indicados), sino un símbolo asihle
y complejamente construido que hace disponible de manera pura
mente cuantitativa y con la ayuda de una distinción que no tiene;
paralelo en el mundo objetual, la reflexividad de la comunicación
(comunicación tras comunicación), la iterabilidad y los rendimien
tos de neutralización. La asimetría permanece en la reciprocidad?
reasimetrizada; no queda, sin embargo, en la doble dirección dé
-gt
1/ | 359
4 -
' los flujos de rendimientos, en las relaciones entre ego y alter, sino
> en la heterogeneidad de ios rendimientos que deben se.T unívoca-
mente identificados desde ambos lados, es decir, simétricamente
- -en la heterogeneidad de bienes y sumas de dinero—.La asimetría
se cruza así con la dirección del intercambio y solo de este modo
produce el ‘flujo’ de comunicación, esto es, la autopoiesis específica
de la economía.
!i
VI
ce, 43 Aquí se podría pensar en autores que remiten el efecto divisor del dinero
|i; a un asesinato fundacional (Girard: muerte fundadora) o a la violencia. Ver la
.... referencia en nota 38. En un sentido distinto, Habermas también se asocia a estos
3;;: autores. Según ] labermas, el medio dinero (asi como el medio poder) extrae el
entendimiento ‘técnico’ del mundo de la vida y se estabiliza sin que se llegue
I;: a entendimiento comunicativo. Ver las referencias bibliográficas en nota 5, en
ib , especial 1981, 591ss. Dada la preferencia de esa teoría por un entendimiento co-
í.: municativo que compromete la propia identidad, uno puede preguntarse sino es
:i; precisamente lo diabólico lo que se presupone aquí, en vistas del antiguo interés
del demonio por el alma.
% 44 Tractatus Theologico-Polilicus, capítulo XVT., citado según la edición Opera,
í:.
vol. 1, Darmstadt 1979, 476 [trad. esp, B. Spinoza 2003. Tratado teológico-políti-
: co. Madrid: Alianzaj.
drían ser obligados), serán efectivamente obligados o pi u Je-.idus
■
con sanciones. -- y
Si se pone atención a esa diferenciación formal sim il.n i!c I-
medios, se observa claramente la relación del dinero con la vio
lencia. El dinero la excluye; la remite a la condicionalizacmn ti
los sistemas del derecho y la política, los cuales se han formado
para ello. A esta separación se la puede considerar con 1menas ,i
zones como diabólica.
En relación con esta bifurcación de vivencia simbólica y día-,
bólica se deben diferenciar cuidadosamente dos nuevas pregun
tas relacionadas con las situaciones en las que tal bifurcación se
pone en movimiento y se incrementa por amplificaciones de la
desviación. Una de ellas es si hay condiciones estructurales bajo
las cuales se destaque especialmente el lado diabólico de la gene- ■
ralización; la otra es si existen contextos semánticos —por ejemplo
ideologías o teorías científicas—que brinden especial atención a r
ese lado diabólico. La separación de esas preguntas no debe h,n el
pensar que no existe relación entre lina diabolización estruc Imal
y semántica, pero precisamente porque esa relación existe, ella es
solo constatable cuando las dos preguntas se mantienen analítica
mente separadas. Viendo las cosas de este modo, se admite que la
ambivalencia simbólico/diabólica del medio transf orma al oli|rio
dinero en un caso difícil para la construcción teórico-científica,'
Se debe renunciar desde el inicio a tratar de resolver el proble
ma ‘limpiamente’ en una u otra dirección. Los análisis fecundos ■'*
son aquellos que evitan tal unilateralidacl. A la vez se debe hacer
presente que este no es solo un problema de la teoría del difiere):
y que toda crítica del dinero, moral o religiosamente inspirada,
debe complacerse con la pregun ta; ¿y cómo les va a ustedes con
el Demonio?
¡tas exigencias estructurales para una generalización simbólica de
evitar la cliabolización, han sido f ormuladas en el siglo XVIII bajo
líes conceptos de libertad civil [bürgerliche Freiheit] e igualdad,
¿Bajo las condiciones actuales esto requiere de aclaración, pero no
ijse puede corregir. El concepto de ciudadano [Bíjrger j es empleado
en contraposición al concepto de hombre natural, no como opues
to a nobleza o proletariado. Indica la forma de inclusión (partici
pación) en la sociedad y de dependencia de ella bajo la modalidad
de una representación de roles. En este sentido se puede hablar
:de ‘sociedad civil’ [bürgerliche Gesellschaft] y, con la semántica
/general de ciudadano/sociedad civil [Bürger/bürgerliche Ge-
sellschaft], pasar desde una comprensión primariamente política
de la sociedad a una comprensión primariamente económica. F j i
4 5 N o h a y q u e d is c u tir q u e e x is ta n in te n t o s d e e n t e n d im ie n t o e n tre lo s c o u ir - :.
p e t i d o r e s , E s t o , s in . e m b a r g o , a f e c t a a to d o s lo s d e m á s e n ta n to m á s d is c r im in a d o ' ,
se e s té y , p o r e llo , e s to s l o r e g is t r a n c o m o s e p a ra n te , c o m o d ia b ó lic o .
¿atención a que las situaciones de competencia solo son reconoci-
1>íes en mercados específicos, es decir, solo producen participado-
ríes selectivas. La mayoría pertenece aún a aquellas situaciones
en la s que los mecanismos de distribución pueden ser percibidos
como disgregantes, como diabólicos, sin que exista la posibilidad
de convencerse de lo contrario por medio de la interacción.
Al intercambiar, el dinero puede funcionar de modo impeca
ble en tanto los mercados no se encojan; y si no funciona, puede
¿deberse a otras razones. Una teoría del dinero que solo tiene en
¿perspectiva el intercambio no registrará los fenómenos que se in
dican aquí; los desplazará como ‘problemas sociales' respecto de
los cuales hay que emprender acciones de ayuda. Por cierto, no se
discute que se trata de problemas sociales, pero no lo serían si no
:se tratara de problemas económicos, si. estuviese asegurada para
¿todos una participación normal en la economía. Si en cambio se
parte del hecho de que los medios simbólicos, por razones pura-
irnente lógicas, son también medios diabólicos, se adopta una posi
ción de observación distinta. Tampoco se trata aquí de una revisión
científica para movilizar compasión o alimentar el resentimiento;
solo se pretende saber cómo y bajo qué condiciones estructurales
el carácter simbólico y diabólico del dinero se distribuye en el
sistema.
En ef ecto, esta distribución no puede ser estudiada en su es
tado puro objetivo corno un simple hecho láctico. Los sistemas
sociales como la economía y la sociedad son sistemas autorrefe-
renciales que tienen la posibilidad (y hacen amplio uso de ella) de
observarse y describirse a sí mismos. Cuando el funcionamiento
simbólicamente mediado y los efectos diabólicos, cuando conti
güidad y separabilidad se distancian, entonces hay oportunidad
de observar y describir, de conceptualizar determinados aspectos
e ilustrarlos más precisamente, y también de dejar otros de lado.
Cada autodescripción acontece selectivamente y af ecta circular
mente al sistema que se describe a sí mismo. Ya a fines del siglo
XVÍII se tenía lista la alternativa: la dif erencia entre rico y p0frr¿
corno condición para hacer posible el trabajo y la división del tra-i-
bajo o como instrumento de dominio y explotación, es decir, p,„;i
representarla simbólica o diabólicamente.'15 En el siglo XIX esa
dif erencia se agudizó.
La bien conocida receta para una autodescripción tal, parte
del carácter diabólico, de la sepaxabilidad, y condensa esa expíe-
sión en una teoría de las clases sociales. Con ello los conceptos
de libertad e igualdad referidos al individuo son estrangulados.
Pierden su sentido cuando se les aplica a las clases. En vez de
ello, son comprendidos corno ideología de la clase dominante y
subordinados así a la diabolicidad fundamental de la oposición de
clases, Puesto que el medio dinero en tanto medio simbólicamen
te generalizado funciona y no lo hace mal, la teoría tiene que ser
radicalizada de tal modo que el funcionamiento no pueda ser con
tradicho, Ella formula entonces la distribución de individuos ini
ciases sociales como teoría de la sociedad y describe de ese modo
el acceso diferencial a los recursos escasos como estructura de la
sociedad.
Esta oferta interpretativa puede ser dada por conocida; no re
quiere mayor exposición.4647 También la crítica sobra. El análisis,
teórico-sistérnico conduce, no obstante, a la pregunta acerca de
qué sucede con la autodescripción de un sistema cuando ella se
46 E li u n s e n tid o s o c ia l e x tre m a d a m e n te a r m ó n ic o , e s p e c ia lm e n te lo s la s ic V -
4 7 V é a s e ta m b ié n N iL la s L u h m a n n , Z u r r í B e g r if f d e r s o z ia le n K la s s e , e n N ik la s
1 1 9 -1 6 2 [s o b re e l c o n c e p to d e c la s e s o c ia l e n e s p a ñ o l N . L u h m a n n 2007. S o c ie
H e r d e r , U n iv e r s id a d Ib e r o a m e r ic a n a ],
expone, como es inevitable, a la observación y la descripción.48
La respuesta es que se vuelve visible y discutible en la aleatorie-
dad de su propia selectividad y debe, por tanto, reformularse a sí
acusma ‘por partes’. Ya no puede aspirar a tener la última palabra,
sino a lo más a aceptar que a todas las otras autodescripciones les
irá igual con el tiempo.
La teoría de sistemas autorref erenciales encuentra su superio
ridad en el hecho de que también puede formular esto y aceptarlo
sin más. Con el concepto de generalización simbólico/diabólica, la
teoría de los medios de comunicación alcanza el correspondiente
nivel de abstracción. Desde aquí puede verse más claramente a
través de qué se estimulan las descripciones, En la generalización,
en la unidad de contigüidad y separabilidad, residen a la vez pun
tos de partida para diversas descripciones sistémicas, las que al
ser reintroducidas en el sistema pueden sostener la impresión de
que lo simbólico y lo diabólico —como antes Dios y el Demonio-
aparecen y son localizables en el sistema como fuerzas distintas.
Entonces se hace casi inevitable que esa diferencia de lo simbólico
y lo diabólico conf írme la descripción del sistema como un sistema
diabólico, en tanto se experimente como contradicción. Al trazar
el límite, lo diabólico se comprueba con superioridad reflexiva. El
espíritu mira la cosa desde la izquierda. Y la sociología en general
está orgullosa, si no de haber visto esto, al menos de poder confir
marlo con su propia historia.
VIII
270s. E h s u id io m a o r ig in a l: “ N o n eb be in te n z io n e , a m ió p a re re , L u c ífe ro d i
fa rs i g ra n d e e r ile v a t o p e r s a lir e s o p ra D io s , p e r c h é in q u e l m o d o a v rc b e a v u ta .
re im p o s ib le c o l s o lo d o n o n a tu r a le d e lla s c ie n z a . E b b e e g li, d u n q u e , p e n s ie r o .
c u a lc p o s c ia , c o m e s o p r a d i c e n t r o , d i s e g n ó la s u a c ir c o n fe r c n z a d iv e r s a d i q u e lla .
d i D io ; n é s i p o r te v a p a r t i r é d a l l ’ u n o s e n o n d i v e n t e v a c a t t i v o ; p e r c h é tu tto q u e lla :
que é bueno, é u n o ” [E n m i o p in ió n , L u c if e r n o tu v o in te n c ió n de e n g ra n d e c e rs e :
569
y e le v a r s e p o r e n c im a d e D io s , e l s a c r ile g io d e la u n id a d n o h a b ría s id o s u in
te n c ió n , s in o m e jo r a r la ; a e lla d if í c ilm e n t e se le p o d ía c o n o c e r s o lo c o n lo s d o n e s
n a tu r a le s de la c ie n c ia . T u v o é l, pues, la id e a de a lz a r s e m o v ié n d o s e h a c ia u n
la d o p a r a a p a r ta rs e d e lo u n o fo rm a n d o e l d o s , e n c im a d e lo c u a l p o s te r io r m e n te ,
c o m o s o b re u n c e n tr o , d is e ñ ó u n a c ir c u n f e r e n c ia d is tin ta a a q u e lla d e D io s ; n o
es p o s ib le e s c in d ir s e d e lo u n o s in d e v e n ir e n m a l, p o r q u e to d o lo q u e es b u e n o
e s u iio - A .M .].
n e c a ], D io s s ig u e s ie n d o in v is ib le e n e s te c a s o y e s r e p r e s e n t a d o p o r á n g e le s s o b r e
régimen de la diferenciación funcional, la historia debe sei «m1-
tada nuevamente desde el comienzo —la historia de la desparadp-
jización de la paradoja del Uno y del Varios. Aún no sabemos í-qq
seguridad cómo, pero al menos la representación de la emanación!,
del Varios a partir del Uno —om nis m ultitudo ab uno procedí;. et&er
uno mensuratui—Dl lia perdido su justificación social, porque en la
sociedad ya no liay —sea como centro o como cima—un lugar de
representación de ese Uno.
Mediante el enfoque de que las generalizaciones simbólicas
son generalizaciones diabólicas se intenta una reíormulación, 4-
nivel de los medios de comunicación simbólico/diabólicarriente
generalizados solo se logra comprender una parte del fenómeno
La operación que busca y posibilita su continuidad (auinpoi(.sn,j
dentro del código generalizado aparece al observador como pío
ducción de una diferencia y, si se reitera, como producción de M.j
sistema autopoiético. En la operación, la generalización es coi íside-
rada como simbólica, como vinculante. En la observación aparece
como diabólica, como separadora. La reproducción de la unidad
solo puede residir entonces en la introducción de la observación en
el sistema, en la autoobservación. Para una teoría de la economía
y del dinero esto significa que, paralelo a (y a la vez con) la fum 1011
de intercambio del dinero —función que vincula-, se advierte.su
función como regulador de escasez —función que separa— Quien
paga, recibe lo que desea; quien no, debe observar esto. Quizá;él
tenga también dinero; podría también satisfacer sus necesidades,
pero aun cuando no tenga dinero o no tenga suficiente, observa que
otros pagan y reciben. En el procedimiento de pago, la economía
e l c o n te x to de ‘d e p o te s ta te p r i n c i p u n i ’.
571
IX
í .
símbolo sin valor (inútil) y que tal vez separa más de lo que.une.
Uno trabaja, trabaja y trabaja por dinero, y no llega con elló a
tener algo que indemnice por tanto esfuerzo. No es de excluir que.
cuando el dinero se gasta según propia elección, uno después. la
lamente. Y si se m antiene momentáneamente, hay que invertirlo,
y también ello es riesgoso, pues podría haber mejores inversiotii s,
como se puede advertir posteriormente. O el deudor se vuelve.ín-
capaz de pagar. Los bancos absorben y disminuyen este riesgo,: con
lo que esto se vuelve un riesgo de las propias decisiones. Deben
probar la capacidad de crédito de sus deudores y pueden eqiu
vocarse al hacerlo. No pocas veces invierten su propio dinero en.
inversiones productivas y se exponen con ello a los riesgos corres
pondientes. Pueden especular en mercados financieros y, aunque
lo hagan o no lo hagan, en ambos casos puede haber oportunidad::
de lamentarse de la decisión.
Tanto con los peligros como con los riesgos se trata de posible»
daños futuros cuya ocurrencia es insegura en el presente y m ása
menos improbable. Cuando se trata de peligros, la ocurrencia del
daño es atribuida al entorno; con los peligros, el daño es visto como,
consecuencia de la propia acción o de la inacción. La diferencia
se encuentra entonces en una cuestión de atribución. Tomar lies-:,
gos implica una actualización de peligros. Esto es siempre posible
cuando hay tecnologías que ponen alternativas en las manos que
hacen que los posibles daños puedan ser atribuidos a la elección
de la acción o de la inacción. En ese momento se puede y se debe
decidir en un contexto de inseguridad. Todos los medios de comu
nicación simbólicamente generalizados amplían las posibilidades;
de elección y solo con ello transforman los peligros en riesgos. Esto.; >
cuenta para el poder político, el que faculta a su detentor para irn- -
poner distintas cosas que bajo determinadas circunstancias pueden
ser fatales para él mismo; vale también para el medio verdad que
estimula la investigación, la que bien puede terminar con la cons
tatación de la no-verdad de los supuestos hipotéticos.
Con mayor razón encontrarnos este estado de cosas en el medio
dinero. Precisamente porque todo se puede comprar, hay un alto
riesgo de decidir equivocadamente. Incluso la amplitud del rango
de posibilidades hace que la decisión correcta sea en extremo im
probable, por lo cual la teoría económica se ocupa intensamente
del ‘decidir racional’. En todos esos casos hay estructuras peculiares
que observar. Los riesgos no son algo así como imágenes sistémicas
internas de peligros que existirían en el entorno del sistema. Por el
contrario, se trata de rendimientos constructivos propios del siste
ma que surgen cuando este se ocupa de sí mismo. Probablemente
con ello descienda la ola de peligros a la que el sistema se expone
ante a su entorno, pues ellos se pueden prevenir más eficientemen
te Pero en todo caso aumenta el riesgo interno de operación del
¡Sistema. El modo de orientación se transfiere desde la valentía y
fia suerte al cálculo y a aseguramientos menos riesgosos contra los
¿riesgos. Finalmente, sigue habiendo decisiones más o menos se-
fguias, pero ya no una conducta plenamente libre de riesgos. La
sociedad debe convivir con los riesgos y con las consecuencias que
|Se observan hacia atrás y hacia adelante, al menos en tanto se tra
pe de sistemas funcionales orientados por medios simbólicamente
¡ generalizados. Los daños son atribuidos fundamentalmente a deci-
:■siones, pero a decisiones tan suavizadas por el ensamble de nesgo
de las organizaciones que las decisiones equívocas se hacen difíci
les de localizar y las consecuencias de los daños se distribuyen. Los
riesgos dejan de ser riesgosos, pero indirectamente se transforman
en peligros para aquel que no participa de las decisiones —para el
que nada arriesga, pero que sufre las consecuencias—No hay que
sorprenderse cuando una sociedad que opera de ese rnodo genera
miedo de sí misma.
Durante mucho tiempo se atendió a las posibilidades de la ra
cionalidad para una limitación de las áreas de nesgo en un mundo
que se impone por sus peligros —peligros tales como los que se
asocian al dinero— Esto ha dado color al concepto de nesgo, lo
||f¡
374 |
e s te c o n c e p to , a u n q u e se in tr o d u c e n d e ta lla d a m e n t e e n lo s p r o b l e m a s asóc i id o s
[c o n c o n te n id o s s im ila r e s e n in g lé s H . N o w o tn y , P. S c o tt y M . G ib b o n s 2001,
b r id g e : P o lit y P re s s ],
Capítulo 8
ASPECTOS SOCIOLÓGICOS
DE LA CONDUCTA DE DECISIÓN
P
.!• Discuten, por tanto, sobre una teoría de la acción Voluntarisla', sobre el
significado del sentido subjetivo intencional y cosas parecidas. Pero ya en la psi
cología esta distinción, de conducta y acción nunca ha realmente funcionado, aun
_ cuando no falten los intentos de tornar en consideración los motivos, generali
zaciones subjetivas, referencias sistémicas, conslructos personales, autoatención
y cuestiones similares. Cfr. para esto Garl F. Graumann, Verhalten und flan-
-- drln Probleme einer Untcrscheidung, en Wolfgang Schluchter (ed.), V erhalten ,
- ¡i a n d e ln u n d System: T alcott P a rs o n s 'B e itra g zur K n tw ic k lu n g d e r Sozialwissen-
„ schaften, Francfort 1980, 16-31.
formación.a Regulan contra qué se alza una construcción teórica
Contribuyen además a la delimitación de las disciplinas. Con ayu
da del concepto de acción (de conducta, y a menudo implícita' eft
ella la decisión) la sociología pudo delimitarse hacia dos lados; dejó
la conducta en sí a los biólogos y a los psicólogos ‘conductistas) ‘
y la decisión (asociada a exigencias de racionalidad) a las ciencias
económicas u otras disciplinas que se ocupan de modelos normati
vos de la decisión correcta. Con el concepto de acción la sociología
pudo ocupar una posición de bisagra, pudo tener a la insta tanto la
diferencia conducta/acción como la de acción/decisión, sin tener:
que ocuparse cada vez del oLro lado de la diferencia. De este modo
pudo aligerarse al concebirse como disciplina de un tipo especial
con un objeto propio: ‘la acción social*. Sin embargo, a la vez. fue
vícLima de los supuestos sobre la subjetividad de la determinación
de la acción que eran propios de una mitología autoconstruida. A
través de ellos pudo reasegurarse recurriendo a la filosofía (por
ejemplo Max Webcr con Rickert).
Esta presión de reaseguramiento de la unidad de la acción en
la unidad del sujeto se derivaba únicamente del hecho de que el
enfoque teórico se iniciaba con la unidad y no con la diferencia
—con la acción como concepto sustancial de la sociología—. De tal.
rnodo, la teoría de la acción y la teoría de sistemas no podían en
contrarse, pues la teoría de sistemas ha sido siempre una teoría que
8 Paul. Valérv; IVlonsieur Teste, citado según CRuvres (ed. de la Pléiadc), vol. 2,
París 1960, 59 |Elegir es el poder de hacer con un m om en to}' con uno mismo
irn conjunto que agrade A:V1 ’ [trad/esp. P Víiléry 1972. El señorteste. México:
t in a m ;.
9; Cür. para esto el concepto de ‘re-entry' en (reorge Spencer lirown, Laws oj
Bonn, 2a ed., Nueva York 1972, 69ss.
lo que no puede ser estructuralmente unido, sino que debe ser
mantenido por separado. Visto así, la decisión es la única posibili-
dad de realizar la unidad manteniendo la diferencia.
¿Cómo se acerca la estructura a la decisión cuando esto Se
acepta?,'Nuestro análisis busca trasladar el concepto de decisión
desde las preferencias a las expectativas. Con esto se adopta aque
lla técnica estructural con la que el mismo sistema absorbe su
propia complejidad y conduce su autoobservación al campo, de lo
realizable. La propuesta es: v e r siem pre una acción com o decisión
cuando reacciona a una expectativa dirigida a ella. También po
demos decir que en tanto reaccione, la acción siempre será ob
servada con ayuda de expectativas. Unicamente la anticipación,
de la conducta transforma la conducta en decisión, pues solo el
pronóstico de la conducta hace posible seguirla. Puede tratarse
de expectativas de otros o de expectativas propias del agente y las.
expectativas pueden ser conocidas o novedosas. Solo hay que pre
suponer que son tomadas en serio y que contribuyen a hacer visi
ble la eventualidad de mía acción. Decidir quiere decir entonces
determinar si la acción está o no dispuesta a seguir la expectativa.
Obviamente cada acción se orienta a una expectativa, sobre
todo a resultados o reacciones esperadas. Para ello no se requiere
una decisión especial. Uno toma la botella y sirve en la expec
tativa de que la copa se llene. Esto se vuelve una decisión solo
erando la acción misma es puesta bajo la presión de expectativas;
por ejemplo cuando la copa vacía del invitado evoca la expectativa
de ser llenada. Entonces uno atraviesa por una situación de in-;
cremento de expectativas. Uno podría apartarse de la expectativa
para proteger el vino o al invitado, pero también se puede lograr
más que un vaso lleno cumpliendo la expectativa, a saber, la re
producción de la expectativa misma y todo cuanto viene anexo a
su reconocimiento. La presión de expectativa puede ser reforzada
por una cualificación normativa de la expectativa, aunque solo el
simple hecho de esperarla conduce -cuando esto se sabe- a que-
| 585
10 Cfx. Die Kybernetik des ‘Selbst’: Eínc Theorie des Atboholismus, en G re
gory Bateson, Okologie d es Geistes: A nlhropologische, psychologische, biologische
und epistem ologische P erspekñven, traducción alemana Francfort 1981, 400-435
[trad. esp, G. Ratcson 1998. Pasos hacia una ecología de la mente, Buenos Aires:
Lumen],
ni
Con el traslado del enfoque teórico desde la preferencia a la expec
tativa se produce una ‘sociologización’ de la teoría de la decisión.
Sin embargo, con ello solo se define el concepto 3e tJccision. El
proceso fundamental aún no queda suficientemente claro.
Sostenemos que la decisión es, como la acción, un evento; es
decir, un elemento sistémico sin duración propia. Si se observa con
IV
VI
24 El esquema remite a las condiciones que tienen que ser cumplidas para que:,
una acción pueda tener lugar y se obtiene por medio del cruce de dos variables
(interno/externo e insiruinenlal/consumatorio = orientado al futuro/orientaife
al presente). Véase, por ejemplo, Talcott Parsons, General Theory in Sociológ^j
en Robert K. Merton y otros (eds.), S o c i o l o g y T o d a y , Nueva York 1.959, 3-38]/;
traducción alemana en Talcott Parsons, Z u r T h e m i e s oz ia ler System e (ed. Stefan:;
Jensen), Opladen 1976, 85-120 [con contenidos similares en inglés porT. Paisoñ:s::.
1985. On In stitutions a n d S o cia l Evolution. Chicago: The Univcrsity of Chicago:.1:
Press; también en español T. Parsons 1967. E n sa yo s d e Teoría S ocioló gica . Búé-£
nos Aires: Editorial Paidós; T. Parsons 1968. L a e s tr u ctu ra d e la acción sóciaL
Madrid: Guadarrama; T. Parsons 1999. E l s is te m a social. Madrid: Alianza],
25 Quizá debiera decirse incluso: ‘fue topado’. TJna participación importante
en esto parece haber tenido Robert S. Sears. Véase A Theoretical Framework:
for Personality and Social Behaviour, American Psychologist 6 (1951), 476-483;:
con las acciones como eventos básicos. Una segunda interpretación también en
Talcott Parsons/Edward A. Shils (eds.), Toward a General Theory o f Actioñf;
Cambridge, Mass. 1951, 465-478 [irad. esp. T. Parsons y K. Slñls. 1968. Hacia
una teoría general de la acción. Buenos Aires: Kapelusz]. Véase ahí también el;
‘General Statement’ especialmente sobre la doble contingencia y la complemeri- i
tariedad de expectativas (14ss).
399
;32 S e sa b e y a q u e e s to e s d if íc il y q u e e x ig e e n g e n e r a l u n c a m b io e n l a d ir e c c ió n
d él s is te m a . E n esa m e d id a , la o p in ió n d e q u e a n t e e l “o r g a n iz a t io r ia l s la c k ” [la
[d ejad ez o r g a n iz a c io n a l —A,IV.f ] e l s is t e m a d is p o n d r ía d e r e s e r v a s d e tr a b a jo q u e
ptídría r e a c t iv a r es, por ta n to , a lt a m e n t e ir r e a l. Y a e l h e c h o d e q u e esto so lo
p u e d a a c o n t e c e r p o r d e c is io n e s a c t ú a c o m o b a r r e r a q u e im p id e m u c h a s co sas.
Gfr. p a r a e s to R ic h a r d M . C y e r t / J a r n e s ( i. M a r c h , A Behavioral Theory o f the
Fírm. E n g le w o o d C lills , N .J., 196,3, 53ss.
Muchas propiedades formales e informales típicas en las buro
cracias tendrían que ser aclaradas como adecuación de la con
ducta a una presión de decisión y como búsqueda de modos de
conducta carentes de peligro, más seguros y menos llenos de exi
gencias que, en caso de necesidad, puedan ser presentados como
una decisión fundamentable.
VII
33 N ó tese q u e t a n t o p a r tí l a t e o r ía d e l a s o c ie d a d co m o t a m b ié n p a r t í l a te o ría
d e la o r g a n iz a c ió n r e s u lt a d e e s t o u n a o p c ió n p o r u n e n lo q u e te ó ric o -c v o lu tiv o .
P a r a la s o r g a n iz a c io n e s v é a s e , p o r e je m p lo , M i c h a e l H a n n a n / J o lm P r e e m a n ,
T ile P o p u la t io n K c o lo g y o f O r g a n iz a tio n , American Journal o f Sociology 82
(1 9 7 7 ) , 9 2 9 - 9 6 4 ; K a r l E. W e ic k , The Social Psychology oj Organizing, 2" e d .,
Psicología social del proceso
R e a d in g , M a s s . 1 9 7 9 ( t r a d . esp . K .E . W e ic k 1982.
de organización. M é x ic o : F o n d o E d u c a tiv o T n tc r a m e r ic a n o j; H o w a r d A ld r ic li,
Organizadoras and Environrnents, E n g le w o o d C lif f s , N .J 1 9 7 9 ; B i l l M c K e lv c y /
I lo w íir d A lilr ic h , P o p u la t io n s , N a t u r a l S e le c t io n , a n d A p p lie d O r g a n iz a li.o n a l
S c ie n c e , AdminisLradve Science Quarterly 2 8 ( 1 9 8 3 ) , 1 0 1 -1 0 8 .
406 |
35 U n c a s o e s p e c ia l d e e s t a a t r ib u c ió n e x t e r n a es l a a tr ib u c ió n a q u ie n e s tá a
l a e x p e c t a t iv a : s t h u b ie r a p r e v is t o l a s it u a c ió n , h a b r í a p la n t e a d o su e x p e c ta tiv a :
d e o tro m o d o —u n a r g u m e n lo m u y r e c u r r id o p o r e l j u e 2 f r e n t e a l le g is la d o r —,
procedimiento de decisión está en peligro de volverse patológico.
Se orienta a expectativas fingidas, recopila informaciones y justi
ficaciones con ayuda de diferencias que no existen en su espacio
social o que nadie más ve. Esto puede suceder más a menudo de lo
que se piensa; y no es extraño suponer que tales patologías se ani
den justamente en los espacios libres de racionalidad, en los cuales
la propia decisión no es anticipada puesto que las expectativas que
aportan estructuración tienen que ser agregadas.
I.as descripciones antiguas de tades conductas llevaban el nom
bre de ‘entusiasmo’ o de ‘fanatismo’.31’ Los peligros políticos de un
racionalismo valóricamente orientado (y por ello convencido) eran
conocidos mucho antes de la Revolución Francesa. A partir de ella,
las advertencias frente a tales peligros son clasificadas como ‘con
servadoras’, pero, como es fácil advertir, esto nuevamente es una
simbolización que orienta a decidirse contra las expectativas que
se expresan en esas aprehensiones. La indicación político-ideoló
gica prepara el terreno para una selección de conflictos que hace
posible decidir contra la expectativa de que haya que aprender
de la historia del racionalismo orientado valóricamente. Por su
parte, esa historia es solo un artefacto cuajado, condensado en ex
pectativas. ¿Quién dice que sea justamente esa ‘enseñanza’ la que
haya que seguir? Cuando eso es lo que se espera, se obtiene con
ello al menos la libertad de decidirse contra ella, o por último
de intentarlo. En otras palabras, el código político ‘conservador/
progresista’ es un esquema de selección de conflictos y. con ello, un
esquema de decisión de la elección política en la que ya ninguna
expectativa obliga, pues todas son presentadas como rechazables.
Es un esquema de libertad política —lo que no significa que se pu-
3 P a r a e s to , e s p e c i a h n e n t e , c a p í t u lo 7 .
1 9 7 7 , e n p a r t ic u la r 1 2 1 ss y e n o tr a s p a r te s [c o n c o n te n id o s e q u iv a le n t e s e n e s
p a ñ o l, N . L u h t n a i m 2 0 0 9 . S o cio lo g ía d e la re lig ió n . M é x i c o : H e r d e r , U n i v e r s i d a d
I b e r o a m e r ic a n a y N . L u h m a n n 2 0 0 7 . L a r e lig ió n d e la socied a d . M a d r i d : T r o t t a j .
las organizaciones y no es casualidad que justamente en ese sis-:
tema funcional se encuentren profesiones que deben desarrollar
un trabajo de convencimiento y para ello estar provistas de modo
adecuado: con prestigio, formación, colegialidad institucional, etc.
En lo sucesivo dejamos estos casos de lado pues no son expresio
nes típicas del problema que debe estar en el centro de nuestra
investigación: la pregunta sobre el modo en que los medios sim
bólicamente generalizados y las organizaciones se entienden, se
influyen, se complementan y eventualmente se sobrecargan mu
tuamente.
II
5 C i'r . a q u í F r i t z H e id e r , D in g u n d M éd iu m , Symposium 1 ( 1 9 2 6 ) , 1 0 9 - 1 5 7 ;,
tr a d u c c ió n in g le s a e n P s y c h o lo g ic a lI s s u e s 1 , 3 ( 1 9 5 9 ) , 1 -34-.
| 413
6 V is to d e s d e u n a p e r s p e c t i v a t e ó r i c o - e v o l u t i v a e s t e e s c i e r t a m e n t e u n a r g u
m e n t o c i r c u l a r : so lo c u a n d o e l m e d i o —p o r e j e m p lo e l d i n e r o — e sL á d i s p o n i b l e
e n c a n t i d a d e s s u f i c i e n t e s , s e p u e d e n f o r m a r m e r c a d o s , e c o n o m ía s d o m é s t i c a s y
o r g a n i z a c i o n e s q u e d e p e n d e n d e s u u s o y s o lo e n e s e m o m e n t o v a l e l a p e n a l a
m a n t e n c i ó n d e l m e d io .
8 A p r o p ó s it o , io m i s m o c u e n t a —a l n i v e l m á s f u n d a m e n t a l d e l o r d e n c o r is )
t r u c t iv o — p a r a e l l e n g u a j e . A l m e n o s e n e s t e s e n t id o g a n a a t e n c i ó n l a a f in id a d :
d e l e n g u a j e y d i n e r o q u e d e s d e lo s r o m á n t i c o s h a b í a s id o t r a t a d a ( y r e c h a z a d a
una y otra v e z ) .
415
9 A d a i n S m i t h , A n I n q u i r y i n t o t h e N a t u r n a n d C a u s e s o f t h e V V e a ith o f N a -
wirlschcf. F r a n c f o r t 1 9 8 8 .
416 |
III
11 P a r a e s to , c a p í t u lo 5 .
de además planear la producción. Finalmente se pueden formar
organizaciones que se basan en el medio dinero en tanto utilizan
la oportunidad de determinar qué se paga y para qué; organizacio
nes que se mantienen a si mismas por medio de un cálculo de la
capacidad de pago. /Vdemás, puede haber organizaciones ‘no eco
nómicas’ que solo empleen el dinero para lograr motivación, pero
que únicamente pueden hacerlo si la economía produce continua
mente una capacidad de pago que luego tenga que ser equilibrada
por medio del trabajo.12
Una fábrica de acero solo puede producir' acero. El capital in
vertido podría ser utilizado de otro modo. Larnisma i nevitabilidad
se podía observaren los medios de percepción: un reloj solo puede
hacer tic-tac; el viento también puede transmitir otros sonidos, y
si el propio viento hiciera tic-tac, ya no se podría perc ibir acústi
camente el reloj. En este sentido, el dinero debe estar a disposición
de una manera altamente dcsestructurada para poder moverlo (y
eventualniente moverlo de modo calculado y económicamente ra
cional) a una determinada inversión (y no a otra). ¿Pero por qué
uno se vale del dinero de la organización para sus compromisos?
A través de la organización, el medio puede ser reespecificado
por otro medio. Una parte de los medios de pago son invertidos para
comprar disponibilidad para el trabajo y sometimiento a instruc
ciones. De tal modo se puede formar un sistema altamente com
plejo de ‘puestos’ incluidos en el presupuesto que funcionan como
medio para sí mismo. La operación de los puestos —que inicialmen
te constituyen un potencial de operación abstracto e indetermina
do, desacoplado y masivo—puede ser especificada por decisiones de
esos mismos puestos.13 Las posiciones son ordenadas una al lado
de otra y jerarquizadas por lo general a través de competencias de*15
12 C o m o s e e x p o n e c o n m á s d e t a l l e e n e l C a p ít u l o i .
15 C í ’r . I s i k l a s L u h m a n n , O r g a n i s a t i o n , m a n u s c r i t o 1 9 8 5 [ c o n c o n t e n id o s s i m i
la r e s e n e s p a ñ o l N. L u h m a im 2 0 1 0 . O rga n iz a ción y d ecisió n . M é x ic o : H e rd e r ,
U n iv e r s id a d ib e r o a m e r ic a n a j.
dirección.14 Se definen por tareas (programas) y son ocupadas por
personas de las cuales se puede esperar solamente una actividad
limitada por sus particularidades individuales.
Al interior de las organizaciones también se reitera con esto.■.y
la ley de descomposición y recornbinación. Nuevamente surge un
medio que registra cómo los elementos desacoplados (las deci
siones de determinados puestos en este caso) son determinadosV:
por estructuras rígidas (clasificaciones, programas, personas);
En cualquier caso, este medio de puestos de la organización se . .
distingue en aspectos esenciales del medio social dinero; de otro
modo no sería en realidad posible que la organización reespecifi- : .
cara el dinero. En principio se puede pensar en ordenar y asignar
los puestos de otro modo; en principio es posible un cambio de
sus programas, y en principio también se pueden ocupar de otro
modo. Sin embargo, realizar estas posibilidades de cambio en or-,
ganizaciones ya existentes es difícil en términos prácticos, y en
todo caso hay que excluir la liberación de los puestos (como del
dinero) de toda determinación, pues esto significaría descomposi
ción y refundación de l a organización. Debido a esto, cada cambio d
presupone la mantención de los rasgos propios de los puestos y la :
variación de otros de modo tal que se mantenga una rigidez reía- tí
tivamente alta también en el proceso de cambio, por ejemplo, en
el cambio de personal.
En ciertos aspectos también se puede concebir a la organiza- .
ción como transformación del medio dinero en el medio poder. En i
la organización hay fuentes de poder de distinto tipo, Así, se puede ■
crear poder y concentrarlo en tanto haya puestos que (de acuerdo :
a criterios relativamente indeterminados) puedan decidir sobre
contrataciones y despidos y más que nada sobre carreras en la or
ganización, sobre ascensos, traslados y cambios de lugar de trabajo.
14 D e ja r n o s a q u í c o m p l e t a m e n t e a b i e r t o s i d e b i e r a h a b e r o tr o s m o d e lo s j e r á r
q u ic o s d e c l a s i f i c a c i ó n y d e j a m o s t a m b i é n a b i e r t o e n q u é m e d i d a l a j e r a r q u í a
r e p r e s e n t a l a d is t r ib u c ió n d e p o d e r e n e l s is te m a .
Muy pocas veces se permite amenazar con ello para lograr una
determinada conducta, pero el supuesto de que la propia conducta
(incluido el enfermarse) sería de relevancia para tales decisiones
está ampliamente extendido. Además, el poder surge directamente
de la división del trabajo. En la medida, en que las actividades en
determinados puestos dependan de las actividades en otros puestos
(esto es especialmente válido en las jerarquías desde arriba hacia
abajo), surgen exigencias de colaboración y posibilidades de recha
zo de colaboración. Piénsese en el difícilmente medible poder del
‘visado’ o el ‘no visado’, o en la posibilidad de poner objeciones en
actas de la burocracia administrativa con lo que la responsabili
dad puede ser desplazada o agudizada. En estos casos el poder rara
vez es aplicado abiertamente en la comunicación como medio de
amenaza, pero sí juega un rol en la pregunta acerca de la medida
en que uno se ve obligado a atender a las opiniones de otros. Mi
rada desde dentro, la organización es una enorme red de peque
ñas distribuciones de nesgo y responsabilidad cuyo poder puede
ser utilizado en cierta medida tácticamente.15Pero cualquiera que
sea la fuerza y distribución de cualquier poder, el medio primario
de la organización es la existencia de puestos presupuestariamente
considerados. Por ello la organización crece, por ello se achica, por
ello depende de su éxito económico o del suministro externo (por
ejemplo político) de dinero. Y según, la medida de uso de ese me
dio, surge el poder como tercer medio.
También puede haber dinero sin organización. La representa
ción normal del dinero como medio de intercambio solo prescribe
actores que intercambian —con una terminología que incluye a las
organizaciones pero que las trata como agentes—Con ello se dejan
cubre los costos puedan mostrar sus ef ectos e influir tales costáis
Se llega entonces a un proceso de selección de organizaciones que
bajo tales circunstancias puedan ser aún económicamente renta»
bles, y con ello presumi blemente se alcanza un mayor uso de lass
elasticidades internas de la organización,
IV
16 Véase aquj Nils Brunsson, T he Trrational O rgan iz aíion: J rra tio n a lity a s a
B a sh fo r O rgam zationalA ction a n d C h a n g e , Chichcster 1985. Aun cuando no en
esa posición conceptual paralela, también para Brunsson la racionalización y la
politización son tendencias que contrarrestan la capacidad de acción organizado-
nal —a no ser que de un modo ‘irracionar, visto desde la posición del proceso de
decisión, uno pueda no obstante ocuparse de los resultados de las expectativas,
del compromiso y la motivación—.
su medio cuando este viene dado en forma de mercado. A través
de formas rígidas de su medio —por ejemplo a través del acceso a
organizaciones fuertemente acopladas—,la organización puede ser
tratada como medio en la medida en que su estructura de puestos
deje abiertas suficientes posibilidades, cuando su cantidad de de
cisiones muestre suficiente variedad y baja redundancia, y cuando
su ideología (cultura organizacional, identidad corporativa, etc.)
sea suficientemente débil e inconsistente. Entonces se trata de una
organización transf ormable, aunque no de una organización capaz
de transformación.1'
Si se considera normal que la diferencia de medio y forma sea
asegurada por limites sistérnicos, es decir, que tales lím ites tengan
que estar institucionalizados como diferencia sisterna/entorno, en
tonces se puede pensar en posibilidades de introducir esa dif erencia
en el sistema organizacional. Así se podría explicar que las perso
nalidades directivas fuertes que piensan que saben lo que quieren
introduzcan rigideces psíquicas en el sistema y que traten y refor
men la organización sin atender a las rigideces traídas por ellos.
Otra posibilidad sería diferenciar internamente entre planta y
dirección o entre política y administración bajo el supuesto de que
la planta o más precisamente la política se entienda como medio
de dcsacoplarmento de posibilidades y registre lo que la dirección
o administración pueda ser capaz de establecer gracias a su mayor
rigidez.
Aquí, como en ningún otro lugar, es fácil observar que la dis
tinción de medio y forma se sitúa transversalmente en relación
con las representaciones acostumbradas sobre la organización je
rárquica, la dirección política o sobre la decisión racional. Hay
que partir del hecho de que la diferencia más importante no es
la de ‘arriba’ y ‘abajo’ y tampoco la de una visión más amplia
versus una comprensión más limitada, sino la de acoplamiento17
VI
YTI
! «o I
pintado mi manuscrito, por ello no pudo ser considerado aquí [de estos autores
en español, e inglés: H. W illke 2006. L a transformación de la democracia como
modelo de orientación de las sociedades complejas. Estudios Públicos 102: 179-
201; H. 'Willke 2014. Concepciones de regulación política y problemas de gobier
no político. E conom ía y Política 1(1): 75-114; 11. W illke 2009. G overnance in a
D isenchanled World. Cheltenham: Edward Ligar; G. Teubner 2005. E l derecho
como sistema aulopoiético de la sociedad global. Lim a: ARA Editores; G. Teubner
1993. Lato as an Autopoietic System. Oxford: Biackwell; G. Teubner 20.12, Con-
stilutional Fragmenls. Oxf ord: Oxford University Press; P. Kjaer, G. Teubner y A.
.Febbtajo, (e d s) 2011. T he Financial Crisis in ConstiLulional Perspective. Oxford:
Harl Publishing],
investigaciones sobre la economía, reflexionar sobre el concepto
de regulación que subyace a esas representaciones y mediante qué
manipulaciones conceptuales se las podría irritar.
Formulado de manera abstracta, con la regulación siempre se
trata déla redu cción d e una diferencia. En la vida diaria, por ejem
plo al conducir [Steuern] un auto, se piensa en la reducción de la
dif erencia en dirección del movimiento. La conducción remite en
ese caso a las condiciones espaciales de un movimiento. Se parte del
hecho de que en situaciones límite la diferencia entre la dirección
que se perfila y la deseada se puede reducir casi a cero. De cualquier
modo, esto tiene la consecuencia de no detenerse ahí, sino de que
—a causa de circunstancias externas o de una imprecisión de la con
ducción cuyo grado de desviación repentinamente se increménte
se produzcan nuevas diferencias que exijan un redireccionamiento
[Nachsteuern J, incluso si solo se quiere mantener el rumbo. Pero la
metáfora también permite la representación de un cambio de rum
bo. Se ha olvidado algo y hay que volver. Esto solo puede suceder a
través de una regulación y, en tal caso, por medio de la construcción-
de otra diferencia.
¿Y de dónde viene la diferencia?
En un primer intento parece obvio decir que esa diferencia
viene desde el entorno, desde las irregularidades de la calle, desde
la suave presión del viento; o desde las imprecisiones de la con
ducción [Steuerungj. Es decir, viene o desde el entorno o desde el
sistema. Si se emplean am bas posibilidades, sistem a y en torno, hay
que ocuparse del m undo, si lo que se desea es expl icar por qué apa
recen problemas de regulación. Con ello el problema se desplaza
a la religión; respuesta científicamente insatisfactoria. De nuevo
entonces: ¿de dónde viene la diferencia?
Desde la perspectiva de una teoría del sujeto se puede resy
ponder con Fitche: la diferencia es puesta por el sujeto. Desde la
teoría del lenguaje, en particular desde Saussurc, la diferencia:
la pone el lenguaje mismo. Para la teoría de sistemas, la pone
el sistema. Cuán significativas sean estas diferencias va a depen
der de lo que posteriormente se pueda hacer con ellas. ¿Significa
esto que con ellas se pueden regular desarrollos teóri cos? Da lo
mismo. Si es que Lambién esas distinciones marcan diferencias,
ello remite a la pregunta: ¿quién establece esas diferencias, quién
distingue, quién regula? ¿IJn supersujeto que sabe lo que sabe?
¿IJn metalenguaje? ¿Un sistema mundial? ¿0 quizá un interés por
las ‘distinciones finas’ en el sistema, de la ciencia? En cada caso se
reitera el problema en la pregunta —claro, si es que no se desea
ver la respuesta como metáfora última (lo que presumiblemente
significaría que se quiera hacer filosofía).345
Como se sabe, Alcxander tenía otra respuesta lista ante tales
nudos anudados consigo mismos. También la tenía George Spen-
cer Brown. El cálculo teórico-diferencial que Spencer Brown pre
senta'1'comienza con la instrucción: “Draw a distmction!” [¡Trace
una distinción! —A.M.] ¡Divida el “urimarked space!” [espacio no
marcado — A.1VL\. Que a la vez haya que distinguir la distinción
que se traza de otras distinciones (es decir, que para parti r siempre
haya que haber partido),3 se ignora aquí soberanamente (y se pue
de estar seguro de que esto se hace con intención teórica construc-
tivista). Esto quiere decir también que no se plantea la pregunta
por quién o qué es lo que traza las diferencias. Se puede mantener
abierto sí plantearla o no; pero ello presupone un observador que
pueda distinguir a aquel que distingue. La arbitrariedad del inicio
es arbitrariedad solo para aquel que observa el inicio; y para él
7 Con Heinz von .Foerster: cibernética de segundo orden. Véase Obseroing Sys-
temst Seaside, C a l 1981. Traducción alem ana en el libro del mismo autor, Sicht
und Kinsicht: Versuche zn einer operaliven Erkenntnistheorie, Brunswick 1985.
II
13 Para los déficits teóricos de la posición de la LeorSa de la acción, cfr. tam bién
Bernd Halfan, Nicht-intendierle Hamllungsfolgeiu Zweckwidrige Effekte zie!ge
n e híeter Handlungen ais Steuerungsproblern der Sozialplanung, Stuttgarl 1987,
1UOss.
14 La teoría de la acción quisiera im itar esto, para lo que habla del entorno del
actor. Pero entonces es teoría de sistemas caracterizada por una inclinación hacia
determ inadas referencias sistémicas de tipo orgánico-psíquico y por posibilida
des de abstracción no utilizadas.
se puedan obtener ‘a pesar de’.*’ Probablemente subyt
. . . . . ...............
unam ala comprensión de conceptos matemáticos c o n ■< e l i t . j . . . i
I
aunque sí posibilidades de incorporación temporal de sistemas de
consultoría externos en el sistema.21 Esto implica sobre todo que
al interior del sistema la omisión es observada como variante de la
acción y que por medio de la observación también las estructuras
y negaciones adquieren capacidad causal,
En relación con esto, la teoría de sistemas puede presentar al
menos un planteamiento reformulado del problema y sacar tales
problemas de la existencia sombría a la cual fueron desterrados
por medio del concepto de acción. Algo parecido sucede para uno
de los progresos que se han perfilado dentro de la cibernética: El
descubrimiento decisivo había sido el del mecanismo de retroalr-
rnentación que el sistema regula por medio de una comparación
de inputs con objetivos generales. Se trataba ya de una reducción
de una diferencia y del permanente control de la desviación re
currente, Para decirlo con Watzlawick 22 la desviación actuaba al:
servicio de su propia corrección. A pesar del concepto de exclusa'
autorreferencial, en la antigua literatura cibernética como en su
paradigma del termostato, se presuponía, sin embargo, un me
canismo que actuaba sobre el entorno de la constelación de rer
gulación y que cambiaba ese entorno de un modo tal (¡de modo
relativamente directo!) que podía ser permanentemente registra
do en los valores de mput. Por ello solo se podía hablar de ci
bernética en casos de un contexto causal de outputs e inputs que.
21 Como teoría para la praxis ele consultoría, véase Rudolf Wirn mer/Margm
Oswald, Organisationsberatung im Schulversuch: Moglicldteilen und Grenzen
systemischcr Beratung in der ínstitution Schulc, en Wolfgang Boellcher/Albert'
Bremerich-Vos (eds.), ‘K ollegiale Beratung' in Schule, Schulaufsicht und Referen-:,
darausbildung, Fráncfort 1987, 125-176. A. propósito, se reconocen aquí claras:
influencias de experiencias de la terapia fam iliar sistémica.
22 Paul Watzlawick, Management oder —Kocstruktioi: von Wirkliclilceiten,:
en Gilbert J.li Probsl/Hans Siegwart (eds.), Tntegriertes Management; Bausteine.
des systernorientierten iVlanagernents, escrito en homenaje a Hans Ulrich, Bern
1985, 365-376 (372) [en español puede consultarse de P. Watzlaw ick 2010.r£ii
realidad inventada. Barcelona: GedisaJ.
funcionara de manera confiable, es decir, solo en situaciones de
una muy baja complejidad en las relaciones sistema/entorno y/o
específicamente seleccionada. Esto supone una limitación a solo
pocas variables y sistemas-en-sistemas. Los termostatos controlan
la temperatura en habitaciones, no la temperatura del mundo.
Por medio de la transición hacia una teoría de sistemas au-
torreferenc.ialmente clausulados y a través de la transición que
con ello se produce hacia tma cibernética de segundo orden, esta
limitación queda en cierto modo oculta bajo las manos. Para esa
teoría de sistemas no existen inputs y outpuls que transciendan
los límites sistémicos y que puedan determinar estructuralmente
las condiciones de autopoiesis; en todo caso hay observadores que
con ayuda de las distinciones propias observan otros sistemas, pero
ellos mismos no son dependientes de inputs y oulputs, sino solo
de esas distinciones autoconstituyentes.2,3Lo que en el proceso de
regulación es percibido como input es únicamente una informa
ción constituida en el sistema, y esa construcción no es otra cosa
que un componente de la distinción cuya diferencia el sistema
busca reducir. En el mundo exterior no hay ni inputs ni outpuls,
ni informaciones ni ‘zonas de posibilidades’ desde las cuales se
puedan seleccionar informaciones. El mundo externo es como es:
testarudo, sin posibilidades y desconocido.
La regulación del sistema es siempre por tanto autorregula
ción, sea que se refiera al sistema con ayuda de una distinción23
24 Hay que decir esto, no obstante, con muchas reservas, pues en la teoría polí
tica véleroeuropea se trataba ciertamente de las condiciones de perfección de las
formas de vida humanas y, en esa medida, del sistema en el cual culminaba el
sentido de todas las demás, pero en ningún caso se trataba de regulación social; y
si en el medioevo tardío aparecían reflexiones de este tipo en referencia a la po
tilia y el derecho, no lo hacían en el sentido de 'dar forma' a la sociedad, sino en
el sentido de una adecuación al cambio de los tiempos y de las particularidades
•locales. Aunque la temática incorporaba la vida humana en general comenzando
en el seno materno, el problema de esas teorías de la vita civiles no era la cuestión
de dar forma a la sociedad, sino la evitación de desviaciones o la corrupción de la
trayectoria perfecta de la naturaleza. Para la crítica del recurso a la tradición de
pensamiento véleroeuropea en la nueva teoría política, véase también Stephen
R. Holmes, AristippusTn and Outof Athcns, /!m enean Political Science Review
¡75 (1979), 113-128; fsiklas Euhmann. Das Ende der alteuropáischen Politik,
dVís. 1987 [con contenidos similares en español N. Uuhmann 2004. La política
como sistema. México; Fondo de Cultura Económica; también N. T.uhmann 2009.
¿Cómo es posible elorden social? México; ilerder, Universidad Iberoamericana].
460
IV
26 No son pocas las veces en que esa contradicción enLre codificación y reduc
ción de diferencias se transforma en un impulso reformista, como si el valor
positivo del código pudiese ser alcanzado como un objetivo a través de la regula
ción. En este sentido, las reformas del sistema educativo se esfuerzan por lograr
igualdad y excelencia. Véase para esto N iklas Luhmann/K arl Eberhard Schorr,
Strukturclle fiedingungen vori Relormpádagogik: Soziologische Arialysen zur
Pádagogik der Moderne, Z eitschrift. f ü r P á d SJgogik 54 (1986), 463-480 |sobre el
tema, en español, N. Luhm ann y E. Schorr 1993. E l sistem a ed u ca tiv o (p rob lem a s
d e re fle x ió n ) . México: Universidad de G uadalajara, Universidad Iberoamerica
na, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de OccidenLef.
no/programa de oposición tendiera a cero. Quizá se dude si esto
podría ser aplicable a la moral, o si la inoral no sería en reali
dad un programa de regulación de la sociedad que implique que
lo malo debiera ser disminuido lo más posible en dirección de
lo bueno. Sin embargo, al hacerlo así pronto se descubriría que
(( justamente por ello?) un sistema f uncional para la moral no ha
logrado diferenciarse.
No todas las distinciones son por tanlo decisiones de regula
ción, menos aquellas que permiten, vía codificación, diferenciar
sistemas funcionales. De ello se sigue que las pretensiones de re
gulación siempre tienen que luchar con estructuras que no han
sido creadas por ellas y que se regeneran gracias a las propiedades
de los sistemas aulopoiéticos. Toda regulación trabaja sobre uii
material generado externamente, aun cuando toda determina-
ción estructural surge por el sistema que se regula a sí mismo. En
la misma línea aparece una segunda restricción. Las distinciones
ayudan a la observación y la descripción. Al observar pueden, pero,
no tienen que ser usadas aquellas distinciones que las mismas ob
servaciones observadas usan. Cuando esto sucede se habla hoy de
‘evaluación’. Sin embargo, no toda observación de la regulación es
evaluación. Se puede observar también con distinciones morales;
0 con el esquema latente/manifiesto, es decir, de manera criticó-:
1 deológica; o más precisamente desde el punto de vista de un inte
rés que solo comprueba si la regulación lo apoya suficientemente
o si tiene que cuidarse de ella y rechazarla. La regulación alcanza;
su objetivo de reducción de una diferencia o no lo alcanza. Pero,
además siempre producirá el efecto de ser observada y de que é!
observador reaccione a ella de un modo u otro. Esto puede ser
introducido en la planificación de la regulación corno previsión
a reacciones. Sin embargo, esa previsión queda sujeta a ,1a misma
regla en tanto pueda ser observada.
Estos comentarios nos llevan de regreso a un punto ya tra-:
tado. En la sociedad moderna los sistemas funcionales disponen
455
VI
30 Cfr. para esto Raymond Boudon, La place du désordre: Critique des théoties
du changemerit social, París 1984. I 23ss, a causa de A m il Bhaduri, A Study óf
Agricultural iíackvvardness under Sem ifeudaiism, Kconomic Journal 83 (1973);
120-137 (información bibliográfica corregida). Cfr. también James A. Rournas-
set, Rice and Risk; Decision-Making Among Lou -Incorne Fanners, Amsteraam
1976.
463
mente con ayuda de informaciones (por ejemplo, con ayuda cié da
tos de mercado) que pueden ser extraídas del sistema observado.
Visto en general, la regulación siempre es reducción y aumen
to de diferencias al mismo tiempo. A demás, siempre se trata de
una empresa especifica de distinciones que no se puede diferenciar
a sí misma suficientemente, aunque operativamente se autodife-
rencie. En especial en la teoría política se reacciona a esta cuestión
con exigencias de participación —un gran error derivado de un mal
diagnóstico del problema—. Una versión ‘postmoderna’ más bien
escéptica sostiene que los que no loman parte en el discurso ha
blando o callando se transforman en víctimas.’1 Una continua re
producción de diferencias para la cual no hay una metarregnlación
no quiere decir que los excluidos se transformen en víctimas. Se
transforman en observadores que emplean las propias distinciones
y que eventualmente pueden aplicar sus propios programas de re
ducción de diferencias. También puede haber casos en los cuales la
regulación de distintos sistemas funcionales converja en un efecto
de exclusión, lo que enmudece a observadores que no se pueden
expresar ni en el lenguaje del derecho (haciendo valer sus aspira
ciones), ni en el de la economía (pagando o no pagando), ni en el
de la política (por medio de violencia).’ *
acceso a bienes escasos 82, 87, 147, 179, 238, 281s, 353ss, 416, 424
acción 74, 85, 97n19, 1.47, 213n63, 350ss, 377ss, 416, 441ss,
-/vivencia 147s, 183, 279, 336ss, 562ss
acoplamiento 75, 85, 219n3; 410ss, 447n23; ver medio/forma
administración del estado 421ss
agradecimiento 112, 284
alienación 113, 341nl9
allernativistas 327
asimetría 158, 181, 558ss, 415, 448
- reasimetrización de la 558ss
autoobservación 155ss, 176, 209ss, 337, 370, 384
-/autodescripción 104ss, 155ss, 212ss, 228ss, 263, 306, 313, 365ss,
382, 405, 464
autonomía 94, 107, 123, 157,214,219,352,430,460
autopoiesis 76, 126ss, 196, 207ss, 305, 344, 359, 370, 389nl6, 437, 447,
455ss; ver clausura autorreferencial
autoproducción 107; ver autopoiesis
autorreferencia 75, 83ss, 110, 115, 123, 129ss, 158ss, 182, 199, 210, 220,
225, 232,2ó7ss, 302ss, 365s, 390, 437, 444ss, 460; ver autoobserva
ción; autodescripción; autopoiesis; reflexión
- heterorreferencia 84s, 199,271
- simultánea 83
autorregulación 97s, 132, 163,437,447, 451ss
- de la economía 437ss
autotematización 212; ver economía, autodescripción de la; autoobservación
balances 458
banco central 185, 200s, 232ss, 305, 425, 457ss
bancos 170, 200s, 207, 230ss, 295ss
bienes públicos 1 92
bienestar 108, 118, 160, 243ss, 297, 310, 317, 451, 457
bifurcación 235ss, 275ss, 292s, 335, 362
burocracia 228s, 234 nl9, 254, 595ss, 419, 431
caja n egra, sociedad com o 457
cálculo económico 98s, 194
cam bio en o rganizacion es 4 1 8ss
cantidad constante 142, 181, 280, 293, 298; ver su m a con stan te
capacidad de enlace 90, 124, 153, 274, 285, 345ss, 400, 429, 453
capacidad de pago 220 ss
capacidad de p ago / in cap acid ad de pago 220ss, 292, 351
- transm isión de la 223ss, 234. 290, 350
capacidad, de recon ibinación y descom posición 73 n i , 75, 153, 382s,
399s, 418ss
capital 101. 119, 156, 232, 23.9ss, 315, 33.9 n 379, 4 15ss
-/trabajo 121, 158, 239ss, 320
capitalism o/socialism o 237, 296, 369, 397s
carreras 187, 380, 418
catástrofe 259, 290, 436
causalid ad de las id eas 261
centralización 178. 1 8 8 ,2 3 4 ,4 3 2
chivo expiatorio 280 n24
cib ern ética 97 n i 8 , 104', 1 76 118, 446ss. 459,
■ de segundo o rd en 75, 205, 335 n l3 , 445ss, 460: v e r o bservació n
ciencia 97 n l9 , 1 53ss, 165, 351 s
ciencias económ icas 73s, 81s, 142, 154s, 172, 182. 206, 306 n 6 7 , 378,
405; autodescripción d e las 106, 366s
- referen cia a l a p ra x is 213
circulación 157, 21 7ss, 330 n i , 354, 358, 414, 424
ciudadano 254, 286 r>34, 363
civilización 119, 312, 318, 356 n36, ver estad o de n a tu ra le z a
clases sociales 118, 143s, 225, 243ss, 283, 320 n lO l, 357, 366
- capacidad de conflicto de 256
clasificaciones o rganizativas 4 l8 s
clausura au to rreferen cial 75, 220
codificación secun d aria 120, 227
código, codificación 121, 127, 141, 145ss, 164ss, 204s, 2 2 1 ,2 2 7 ,2 4 0 ,2 7 3 ,
277s, 280ss, 296ss, 407, 409, 425, 45 3 s, 459ss
coerción/libertad 165, 396, 412
comercio (co m m ercial so ciety) 94, 132s, 151, 159, 1 70, 172, 194, 2 4 3 s,.
279, 289, 314ss
com petencia 74, 81, 113 n30, 140, 153, 182ss, 293, 364s
com plejidad 81, 90, 92, 104, 107, 111, 124, 135, 151 ss, 174, 179, 185,
197, 2 02, 208ss, 2 28, 259, 273, 335ss
- iudeterminable/deterniinable 273, 285
co m un icació n 76s, 82ss, 1 2 tss, 146ss, 183, 1 8 9 ,2 1 7 , 230, 2 6 1 ,2 8 0 ss ,
329ss, 382, 401s, 409ss
condensación 277, 281ss, 2 9 3 , 309, 359
c o n d icio n am ien to 84, 1.22, 134, 141, 222ss, 269, 277, 284, 352, 462;
ver p recio
co n fian za 103, 307, 32fi n i 08, 375, 436
conflicto de im ita c ió n 275s, 2 8 4
conflicto 147, 1 8 3 ,2 2 8 . 256ss, 2 7 5 ,3 8 7 ,3 9 3 , 401ss; v er clases sociales
- selecció n de 406s
con secuencias no esp erad as 97 n !9 , 258, 278, 390ss, 442ss
consum o 110, 132, 142, 151s, liá is , 190s, 198, 210, 223, 229, 254ss, 301
n 61, 324, 3 3 0 , 351s, 416, 425
c o n tin g e n c ia Í50s, 253, 266, 285, 2 9 2 s, 3 0 1 , 308, 32 4 s, 352, 385ss
- do ble 152, 182s, 192, 199s, 276, 336s, 340, 398
- red u cció n por re la c io n a m ie n to 9 1 , 150
co n trad iccio n es 111, l2 0 s, 266s, 379 n4, 4 5 6 n 2 6
c o n trád ife re n c iació n 225
con tro l 95s, 155, 184, 264s, 2 8 4 , 288, 308, 322, 349s, 400, 421, 426, 446
cooperación 183 n 2 2 , 187s, 1 9 8 ,2 2 7
costos de tran sacció n 3 2 9 , 426
c re c im ie n to 260, 302, 317
- económ ico 181
crédito 95, 103, 145, 182, 199, 231ss, 246, 255, 289, 296, 2 9 8 , 348, 351,
372, 461
crisis 73, 206, 253s, 436
c rític a 75s, 8 1 ,1 0 6 , 112ss, 121, 160, 1 6 3 ,2 6 1 ,2 8 8 , 305, 314 n 8 4 , 332,
340, 356ss, 392, 395, 436, 4 4 5 ,4 4 9 n 24
c u an tific ació n 87, 89, 91, 108, 293
c u ltu ra 108, 397
n 7, 340, 352, 356, 377, 379, 3 8 9 , 4-10ss, 4 2 5 , 430, 439ss; ver obser- ;
vació n
d istrib u ció n 75, 113, 120, 130, 133, 141, i.43s, 151s, 156, 163, 180s, 242s
250, 262, 270, 275, 280ss, 335, 353, 357s, 365s; v e r decisio nes de
asig n ac ió n
división d el trab ajo 119, 121, 149, 178, 244, 312ss, 356 n36, 419. 426, 459
do ble circu lac ió n 217ss
fanatism o 407
fines 111, 135, 150s, 179, 184-, 213 n 63, 379, 392, 408, 410
471
fisco 222
fisió cratas 118, 157, 160 n69, 163, 178, 242ss, 248 n l9 , 303, 315, 330 n i ,
366 n46
fo rm a; v e r m ed io / fo rm a
fo rm ació n ; ver sistem a de educación
fó rm u la de c o n tin g e n c ia 100 n 24, 142, 148, 285, 301; ver escasez
fracaso d el E stado 449
fracaso del. m ercado 326
fu tu ro 91, 109, 137ss, 202s, 282, 297, 3 19 s s , 353 n 3 2 , 3 71ss, 435s
- ab ierto 297
- o bservació n d e l 202 s
- p re se n te 142, 374; ver riesgo
g a n a n c ia 93s, 105, 113, A32ss, 143, 182, 197, 204. 214, 222, 229ss, 252,
255ss, 292, 304s, 315 n85, 317, 322, 348, 355
g en e ra liz a c ió n 87, 329ss
g é n e sis/ v alid e z 300
g re m io s 159
jerarquía 180, 200s, 210, 228, 233s, 251, 272, 350, 409ss, 418 ti i 4 .
justicia 169, 301,452
, pagos 82ss, 127ss, 174, 181,209ss, 291ss, 322ss, 344ss, 368ss, 412ss, 457
-/no pagos 130, 546, 350; ver código
paradoja 1 79ss, 193, 214, 220, 224ss, 267, 272ss, 290ss, 344, 347, 355,
if.r 370, ver escasez
p arásito 256, 308, 310, 312ss, 347; v e rte r c e ro exclu id o
p a tte rn v ariab le s 340, 398 n 24
p elig ro / rie sg o 241, 278, 371ss; v er riesgo
p érd id a de in fo rm ac ió n / g a n a n cia de in fo rm ació n 86ss, 114, 202 n47
p ereza 315s
p ersev eran cia 204ss
p erso nal directivo 190, 423
personas 82, 143, 147, 245, 249 n22, 276, 314, 341, 399s, 406 n34, 418
p lan ificac ió n 190, 335, 421, 436, 454; v e r re g u la c ió n
poder 122, 227ss, 361, 372, 411s, 418ss
- e n o rganizacion es 418s
p o lico n te x tu ralid ad 179, 205, 210; v e r ló g ic a de m ú ltip le s v alo res; c i
b ern é tic a de segun do orden
p o lític a de desarrollo 462s
p o lítica, siste m a p o lítico 77s, 94ss, 126, 139ss, 155, 159ss, 175, 182, 196,
200, 208, 211, 2 19 , 224, 227ss, 288s, 305ss, 313ss, 345ss, 357, 362s,
391, 395ss, 408, 411, 421, 423s, 435ss; v e r re g u lació n ; E stado
- auto descrip ció n 228s
p o sitivid ad 305, 369
precio d e l trab ajo 309, 322
p recio 81ss, 131, 142, 155ss, 257, 262, 309, 322ss, 341, 348ss, 410ss, 421,
426, 430
- in e stab ilid ad de los 89ss, 130 n i 9
- justo 87, 93s, 131, 155s, 160, 175, 178ss
p re fe re n cia 322, 344, 351, 361 n43, 381ss, 453
p resió n de con form idad 406
presupuesto 181,185, 222, 226, 257, 351 s, 415, 417, 459
p ro b ab ilid ad / im p ro b ab ilid ad de la co m un icació n 148, 334
p ro b lem a/ so lució n de p ro b le m a 238, 240
proceso 84, 90, 102ss, 124s, 129, 132ss, 144, 146, 162 n 7 1 , 179, 203,
210s, 220, 261ss, 274 nlO , 285, 290s, 300, 347, 355, 358, 383ss, 413,
416, 418, 422
- reflexivo 132
producción, econom ía como 1 18s, 130s, 254
producción/consum o 1 5 1 ,3 0 1
p ro fecía au to cu m p lid a / d e l auto fracaso 442s
profesiones 109, 230, 310, 391, 397
p ro g ram a, p ro gram ació n 166, 181, 190s, 22 6 s, 3 0 2 ss, 324ss, 344, 346,
350ss, 374, 409, 418, 425, 432, 442, 448, 450ss
progreso 160, 178, 181, 186, 356 n36, 404; ver crecimiento
pronóstico 321, 384
propiedad 148 n47, 227ss, 252, 274, 281ss, 424ss
publicidad 191, 252, 325
puestos 143, 230, 417ss
racionalidad 73, 99, 112, 1 15, 122, 151, 187, 194 n40, 200ss, 226, 229,
276, 292, 349, 364, 368, 378ss, 422; ver decisión racional; racionali
dad sistémica
racionalidad sistémica 122, 383
reentrada 383 n69
r e -e n tr y , ver reentrada
reciprocidad 133ss, 279, 283, 310, 341s, 358; ver intercambio
recursividad 118, 135, 143; ver clausura; reentrada
recursos 106s, 110, 115, 139, 175, 181, 183, 237, 270 n2, 353ss, 364ss
reducción de diferencia 440ss
redundancia 219, 423 ,432
reducción de redundancia 78, 219ss, 432
reflexión 111, 123, 156, 16 lss, 173, 176 n8,212ss, 230, 266s, 316,345ss,
369, 405, 4-53; ver autotematización
reflexividad 95s, 144, 169, 199, 358, 401s
- de la decisión 403
- social 401
reformas 453 n26
regulación 96s, 142, 155, 172, 196, 226, 233, 259ss, 353, 401s, 409, 432,
435ss; ver planificación
religión 266, 275ss, 285 n33, 306, 310, 313, 343, 411, 438
rendimientos 140, 147, 188, 214, 219, 234, 255, 306, 358s, 373, 437
renovación; ver innovación
rentabilidad 222ss
representación 83, 130, 182, 185 n26, 221, 236, 246, 266, 284, 302ss,
352ss, 370, 437ss
responsabilidad 96, 139s, 164, 224, 253, 406, 419
riesgo 92,153, 199, 204ss, 232, 234, 241, 256s, 278, 351, 360 n42, 371ss,
401,405,409s, 419, 436,462
riesgo moral 360 n42
riqueza/pobreza 137, 159ss, 242ss, 282, 320
rivalidad 19{), 276; ver conflicto de imitación
476 |
salario 106, 112, 218, 255, 310 n73, 315s, 326, 414, 431; ver precio del
trabajo
seguridad/inseguridad 90, 193, 201, 205, 285, 371s, 405s, 422, 435
selección/motivación 146s, 338ss
semántica 78, 93ss, 11 1, 133ss, 150, 156, 159ss, 169, 214, 237, 240s,
248ss, 275, 280, 286s, 290, 296, 306 n67, 362s, 405, 436; ver evolu
ción de las ideas
sentido 331
simbólico/diabólico 329ss
símbolo 329ss
simultaneidad 84
sindicatos 255ss
sistema
abierto/cerrado 85, 125ss, 1 38ss, 224, 297; ver clausura
- autorreferencial 75, 83, lOlss, 123, 135, 160, 173, 210, 267, 272s,
367, 437, 444ss; ver autopoiesis
- estructuralmente determinado 96, 447
- diferencia sistema/entorno 1 lOs, 173, 176, 333,383,423,432,447, 451
- participante 1 74, 182; ver empresas económicas; hogares privados
sistema económico mundial 90, 237
sistema educativo 109, 161 n70, 453 n26
sistema funcional/organización 424s
sistema psíquico, rigidez 422s, 427s
soberanía 159, 228s, 305
socialismo 111, 1 45, 188, 250, 296, 312n78, 363, 367, 369, 426, 457
- capitalismo 105, 188, 236s, 296, 307 n68, 312 n78, 320, 397
sociedad 306
- burguesa 246, 259, 312 n78, 404
- civil 156, 286, 289, 297 n50, 363
- como caja negra 457
- moderna 76s, 108, 117, 127, 165, 225,238ss, 259ss, 374, 404ss, 432,.
452ss; ver diferenciación funcional
sociedad doméstica/sociedad política 162
sociedad mundial 105, 260
sociología 81, 100, 122, 126, 165, 173, 259, 263, 290, 367, 377ss, 397,
405,444
solidaridad 118, 255$, 308 n71
suelo 139, 310, 425; ver tierra
sujeto, subjetividad 186, 301, 323, 378, 438, 441
suma constante 118 n3, 142, 148, 181, 280, 295 n48, 298; ver escasez
universalización 137, 220, 224, 275, 308, 340, 342, 347, 352, 448
valor 131ss, 144s, 166ss, 229 n ll, 243,248ss, 310, 322s, 338, 363, 372, 381,
389; ver preferencia
valor de rechazo 166ss, 204
valor de reflexión 345, 369
valor del dinero, respaldo del 145, 289, 296
valores propios 84, 354
variación evolutiva 263ss
vendedor 1.54; ver comercio
violencia 180 nl5, 184n24, 274', 305, 354, 357, 361 n43, 463
vivencia/acción 147s, 183, 279, 336ss, 362ss
ÍNDICE DE AUTORES
Aglíetta, Michel 184, 188 n28, 199 n44, 255, 271 n5, 275 n ll,
295,505, 357 n38
Allport, Floyd 590
Aristóteles 500 n58, 502, 315 n80, 518 n97, 325, 336 nl4
Baecker, Dirk 55ss, 79, 87 n8
Bateson, Gregory 89, 385
Blake, "WiUiam 369
Blumenberg, Hans 459 n5
Bobbitt, Philip 181, 270 n3
Brunsson, Nils 394 n22, 422 nl6, 425 ni 7, 428 n26
Burke, Kenneth 342ss, 547 n27, 360 n41
Calabresi, Guido 181, 270 n3
Cantillon, Richard 251 nl4, 252, 248 n19
Cicerón 315
Crébillon, Claude 385, 386 n12
Derrida, Jacques 408
Durkheim, Emile 290
Forbonnais 330 ni
Fox-Genovese, Elizabeth 178
Friedman, Milton 159
Giraxd, Rene 180 nl5, 184 n24, 275,276 nl6, 305,361 n43
Günther,Gotthard 162 n71, 166ss, 176 n8, 177 ni 1,204, 205,267
n38, 323 nl05
Habermas, Jüigen 122 nl3, 148 n47, 276 nl4, 332 n5, 348 n28,
361 n43
Hegel, G.W.F. 117, 119 n4, 145 n44, 163, 164, 257 n31, 267 n38
Heider, Fritz 412 n5, 413
Hobbes, Thomas 141
Hodgskin, Thomas 120n5 y n6, 160 n69, 245 n 12,307 n68, 330 ni
Hume, David 295 n48,297, 298, 318 n96
Keynes, J.M. 159, 160,257
Ladeur, Karl-IIeinz 169 n80
Le Mercier déla Riviére, Paul-Pierre 303n64
L in g u e t, S im o n -N ico las-H en ri 150 n !9 , 157 n 6 1 , 160 n 69, 245 n l3 ,
247 n l8 , 511 n 7 5 y n 7 6 ,520 n 9 9 ,407 n36
L ocke, Jo h n 2 4 8 n21, 2 8 9 , 311
T,übbe, H e rn ia n n 165
lVlably, Abbé de 157 n 6 1 , 160 n69
M a n d e v ille , B e rn a rd 113 n 2 9 , 138 n 3 6 ,2 4 5 n !4 , 278
M arx , K arl 91, 118, 143, 149 n 4 8 , 163, 2 4 1 , 250ss, 256, 2 6 6 ,2 8 2 ,2 9 1 ,
340, 3 4 2
M a tu ra n a , H u m b erto 86 n7, 124, 128 n i 7, 150 n 4 9 , 389 n 16
IVIajmtz, R e n a te 97 n !9 , 393 n 2 1 , 429 n 2 8 , 441
M e ad , G eo rge H. 360, 401
M o n te sq u ieu 130 n !9 , 295 n 4 8 , 299
M o re lle t, A bbé 157 n 6 3 , 339 n5
N ow otny, I le lg a 374 n 5 3 , 435 n i
O rlean , A n d ré 188 n28
P arso n s, T alcott 73, 122, 145, 277 n ! 9 , 290 n44, 330ss, 350s, 360, 377 n i ,
379 n 4, 398s
P o lan y i, K arl 134 n 2 8 , 177 nlO , 279 n 2 2 , 294, 302 n 6 3 , 425 n ! 8
Q uesnay, F ran §o is 143, 157 n 6 4 , 158ss
R icard o , D av id 159s, 2 4 9 n 22, 250
R u sse ll, B e rtran d 272
S cb elsk y, H e lm u t 73
S c b le ttw e in , Jo b an A u gu st 118 n 3, 159 n67
S erre s, M ic h e l 2 5 6 ,3 0 8 , 310, 321, 347
S im in e l, G eo rg 184
S m ith , A d a in i 18s, 159, 1 6 2 ,2 4 4 , 2 4 9 n 22, 3 0 9 ss n 7 3 , 311 n75, 315
n 85, 317, 319, 326, 3 3 7 n l5 , 4 0 1 ,1 4 5 n9
Spen cer-B ro w n , G eorge 271 n 4 , 2 7 4 n 9, 2 8 1 , 283, 378 n 2, 383 n 9 ,439
Spin oza, B aru c h 275 n l2 , 361 n 4 4
T arsk i, A lfred 83 n3, 272
T eub n er, G u n tb er 185 n 26, 4 5 6 n 2
T n rgo t, A .R .J. 2 43, 317, 339 n5
V aléry, P a u l 383
V arela, F ran cisco 86 n 7, 124 n 14, 210 n 6 0 , 219 n 3 , 389 n l6 , 4 3 9 n5,
447 n 2 3
M ira b e a u , V ícto r de R iq u e ti M a rq u is de 137 n 34, 2 3 2 ,2 4 2 n 4 ,2 4 3 n 5,
2 4 4 n 8 , 311 n 7 5 , 316 n 89, 330 n i , 366 n 4 6
vo n Foerster, H ein z 99 n 2 1 , 125, 173, 205, 440 n 7 , 4 4 4 n i 7
W atz law ick , P a u l 125 n i 5 ,4 4 6
W eber, M a x 122, 276 n !5 , 378s, 395, 404
TVhite, H arriso n 190
W b iteh ead , A lfre d 128s, 272
W illk e , H e lm u t 185 n 2 6 , 436 n 2 , 4 4 5 n20
Z ech ius, L a e liu s 370 n51
ÍNDICE DE SUBCAPÍTULOS
Capítulo i
Precios
I. Hacia una teoría sociológica de la economía..........................81
II. Autorreferencia de la economía por medio de pagos............. 82
III. Los precios como información................................................ 85
IV. Inestabilidad de los precios, precio justo
y decisión política.......................... .................. ; .................... 92
V. Inestabilidad en la teoría clásica y en teoría de sistemas.........98
VI. Inestabilidad de la economía como entorno de la empresa. . . . 100
VIL Autodescripciones en el sistema económico.........................104
VIII. Consecuencias del sistema económico para el entorno:
entorno interno y sociedad.................................................107
IX. La crítica del dinero....................... .................................... 1 12
Capítulo 2
La economía de la sociedad como sistema autopoiético
I. La teoría clásica de la economía y el giro sistémico............... 117
II. La economía como sistema autopoiético de la sociedad........ 123
III. Pagary no pagar en la formación de precios
en el sistema económico................................................. . . . . . 1 2 7
IV. Satisfacción de necesidades....................................................135
V. .La función de la economía y la escasez.................................140
VI. El dinero como medio simbólico............................................ 145
VIL Fines, medios y el mercado...................................................149
VIII. La autodescripción de la economía en el desarrollo
de la teoría económica...........................................................153
IX. Codificación sistémica y lógica transyuncional...................... 164
Capítulo 3
E l mercado como entorno interno del sistema económico
I. ¿Qué es mercado?...............................................................171
II. El mercado corno entorno interno....................................... 1 72
III. Economía de mercado ............. ........................................... 177
484 |
Capítulo 4
Doble circulación en c! sistema económico
I. Clausura radical del sistema económico.............................217
11. Capacidad e incapacidad de pago como doble circulación. . . . 220
III. Doble circulación del poder y su relación con la economía. .. 227
IV. Desparadojización de la doble circulación
en el sistema bancario..........................................................230
V. Capitalismo y socialismo.................................................... 235
Capítulo 5
Capital y trabajo: problemas de una distinción
1. Los problemas de capital y trabajo
como distinción directriz ........................................................239
II, La transformación semántica rico/pobre a capital/trabajo . . 241
III. El consumo como tercero excluido incluido........................ 254
IV. Diferencias en la capacidad de conflicto
de capital y trabajo................................................................256
V. Los problemas de la moderna sociedad mundial
y las limitaciones de la distinción capital/trabajo................258
VI. Evolución de las ideas......................................................... 262
Capítulo 6
Escasez
I. Escasez como acceso que limita nuevos accesos.................. 269
II. Limitación de la observación moral de la escasez.............. 277
III. Simbolización de la escasez en propiedad y la escasez
como fórmula de contingencia.............................................. 280
IV. Simbolización de la escasez en dinero
y la duplicación de la escasez..................................................288
V. Consecuencias semánticas................................................... 296
VI. Las transformaciones del trabajo entre propiedad y dmero . . 306
VIÍ. La dualizaáón del trabajo....................................................321
Capítulo 7
Dinero como medio de comunicación.
Acerca de la generalización simbólica y diabólica
I. Los límites de la teoría del intercambio
frente a la comunicación simbólica , ..........................................329
II. Doble contingencia, selectividad y motivación
en el medio dinero.................................................................336
TIL Codificación del medio dinero............................................... 344
IV. Transrmsibilidad del dinero: transferencia de libertad
de uso.............................................................. - ................. 347
V. El tratamiento de la escasez por medio del dinero....... . . . . . 353
VI. S y m b o lo n y d iabolon en la comunicación simbólica
del dinero......................................................................... . -359
VII. ‘Problemas sociales’ en la teoría del intercambio
corno efectos diabólicos del dinero......................................... 363
VIII. Cosmología capitalista como producción de diferencias....... 367
IX. Riesgo y peligro del medio dinero.......................................371
Capítulo 8
Aspectos sociológicos de la conducta de decisión
I. Acción y decisión en la sociología...........................................377
TI. La decisión corno evento y el tránsito de preferencias
a expectativas............................................................... . • • 380
III. Temporalidad del evento decisional. . ...................................387
IV. Los límites de la decisión racional.......................................391
V. Burocracia ............................................................................................................394
VI. Reflexividad, regulación de expectativas y organización. - ■■• 397
VII. Sobrevivencia bajo presión de decisión.................................404
Capítulo 9
Medio y organización
I. Medio y forma, ............................................................... - ■• 409
II. Descomposición y recombinación en el medio......................412
III. El medio de los puestos y su acoplamiento
con el poder y el dinero....................................................... 416
IV. Diferenciación de medio y forma en la organización ............422
486 |
Capítulo 10
Límites de la regulación
I. Regulación con» reducción de una diferencia...................... 4 3 5
II. Problemas regulatorios en teoría de la acción
y la alternativa sistémica........................................................441
III. ¿Regulación política?............................................................ 449
IV. La regulación frente a las distinciones directrices................. 452
V. Autorregulación de la economía............................................457
VI. Programas políticos de regulación y sus consecuencias........ 460
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