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¿Técnicas o rituales?

Hugo Lerner

Introducción

Dejamos los objetos técnicos dentro de


nuestro mundo cotidiano y ala va los
dejamosfuera, es decir, los dejamos des-
camar en sí como cosas que no son algo
absoluto, sino quepeimanecen referidas
a algo superior.

(Heidegger, citado por


Safranski, 1997, p. 13)

E n general, escribo la introducción de un trabajo cuando este


último ya está más o menos concluido y prolijo. E n mi caso,
me largo a escribir con algún objetivo que, al comienzo, me
parece central, y a medida que avanzo se van infiltrando
otros pensamientos y van ocupando alternativamente el es-
pacio principal. Creo que sucede lo mismo que en cualquier
proceso creativo, o que en el squiggle de Winnicott: primero
surge alguna idea y luego se interponen múltiples asociacio-
nes traviesas que quieren ocupar el centro de la escena. Si en-
tendemos simbólicamente las ideas como los personajes de
una obra de teatro, ellas se pelean en mi mente y recién al
final puedo atreverme a elegir cuál será el personaje -en este
caso, la idea- protagónico.
Al núcleo de este trabajo lo llamaría: " E n defensa del psi-
coanálisis". Pero se trata de una defensa respecto de nosotros
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mismos, los psicoanalistas, que muchas veces sin proponér- do. E n ese momento no entendí bien a qué se referían. Hoy,
noslo y creyendo que estamos haciendo lo mejor y lo "más después del tiempo transcurrido y de haber escrito algunas
psicoanalítico", nos convertimos en gendarmes de un pasado otras cosas, creo saber qué quisieron decirme. Ahora me pre-
añorado. Este proceder no constituye una forma de cuidar ocupan más los temas generales del psicoanálisis, su vigen-
nuestra disciplina sino de maltratarla. cia, su riquísima complejidad, su inagotable fuente de cues-
L a añoranza o nostalgia a la que aludo es básicamente la tiones que deben ser indagadas, sus aplicaciones, los motivos
de las ideas que giran en torno de los conceptos técnicos del de que la disciplina esté ausente en muchos debates sobre las
psicoanálisis, o la teoría de la técnica cuando se vuelve tal- problemáticas sociales. Todo esto me interesa mucho más que
múdica. L a nostalgia -del griego nóstos, "regreso", y algos, seguir desmenuzando autores (excepto cuando hago docen-
"dolor"- sería algo así como sufrir por no poder cumplir con cia). Más que la arqueología de determinados conceptos, lo
el deseo del regreso. E n español estamos más acostumbrados que hoy me importa es discutir con mis colegas los proble-
a usar "añoranza", así como los portugueses usan "saudade". mas actuales del psicoanálisis.
Ahora bien, ¿qué es lo que muchos psicoanalistas año- E n este trabajo trataré de abrir un debate acerca de esta
ran? Regresar a un pasado distinto, en el que muchas pautas cuestión: tal como yo lo veo, la teoría de la técnica se ha vuel-
técnicas eran diferentes de las que podemos desplegar en la to paralizadora, en muchas ocasiones, del poder creativo de
actualidad. Esta añoranza y la dificultad de regresar a ese pa- los psicoanalistas, convirtiéndose muchas veces en una suer-
sado idealizado e inaccesible hacen que muchas veces los psi- te de prisión superyoica que impide a muchos psicoanalistas
coanalistas se sientan culpables o digan que lo que hacen es sentirse libres y creativos, y acompañar las ideas y situacio-
psicoterapia (Lerner, 2001). nes que la contemporaneidad nos impone. Sé que hay cole-
Hace unos años, me convocaron para que fuera uno de gas que consideran que esta discusión "ya pasó". Soy de los
los relatores de un simposio que organizaba la Asociación que creen que debemos seguir discutiendo e indagando para
Psicoanalítica de Buenos Aires. Nunca terminaré de agrade- que la técnica ocupe el lugar que le corresponde, el de la aplicación de
cerles esa invitación, ya que considero que el trabajo que es- una teoría y no de algo separado, autónomo de ella.
cribí en aquella oportunidad fue un detonante y una bisagra
en mi pensamiento, e incluso en mis intereses teóricos. Se me Un poco de historia
ocurre que la comisión organizadora me invitó para que la
línea winnicottiana/kohutiana estuviese presente en esa oca- Gomo todos los que nos hemos sumergido en el estudio de
sión. Pero terminé escribiendo algo más relacionado con lo la obra de Freud, sabemos bien que el creador de nuestra dis-
vincular en el proceso psicoanalítico, más preocupado por lo ciplina se impuso como objetivo central armar un cuerpo te-
que se crea en un tratamiento, por la generación de lo nuevo, órico acerca del psiquismo, y que este proceso tuvo dos vér-
en lugar de obrar como un exégeta repetidor de mis autores tices inseparables: la investigación de los procesos psíquicos
favoritos, que, por supuesto, tuvieron su lugar en el trabajo. y, a partir de este conocimiento, su aplicación al tratamiento
Recuerdo que cuando lo entregué para su publicación, al- de los padecimientos de origen psíquico.
gunos colegas me dijeron algo así como que yo había cambia-
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E l lugar que ocupó la técnica en la obra de Freud es muy ocuparse explícitamente del tema hasta el final de su vida,
reducido si lo comparamos con el monumento teórico que cuando escribe "Análisis terminable e inteminable" (1937) y
construyó. ¿Esto fue casual o respondió a un modo de en- "Construciones en el análisis" (1937).
tender y conceptualizar la terapia psicoanalítica? Me parece A esta altura me parece oportuno recordar un comenta-
que debemos dejar de lado lo azaroso para afirmar, como yo rio de Strachey: "como trasfondo de todas sus puntualiza-
lo creo, que su genialidad entreveía que si la teoría era clara ciones sobre la técnica, Freud nunca dejó de insistir en que
y "fuerte", su aplicación correcta -o sea, la técnica- se daría su apropiado dominio sólo podía adquirirse a partir de la ex-
por añadidura. periencia clínica, y no de los libros; la experiencia clínica con
Pero volvamos al título de este apartado y hagamos un los pacientes, sin duda, pero ante todo la que el analista ob-
viaje por los años 1911 a 1915, época en que Freud se dedicó tiene de su propio análisis. Freud pensaba, cada vez con
a escribir trabajos sobre técnica psicoanalítica. Entre ellos mayor convencimiento, que ésa era la necesidad primordial
mencionemos: "Sobre la dinámica de la transferencia" (1912), de todo analista en ejercicio" (1979, pp. 80-81)
"Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico" E n este viaje que les proponía nos encontramos frecuen-
(1912), "Sobre la iniciación del tratamiento" (1913), "Recor- temente con un Freud muy abierto y poco proclive a conver-
dar, repetir y reelaborar" (1914), "Puntualizaciones sobre el tirse en un preceptista intransigente. E n cierto lugar dice: " E l
amor de transferencia" (1915). Me parece sugestivo que nos problema que hoy me propongo tratar no es el de la técnica
hable de consejos tanto en el segundo de los trabajos men- de la interpretación de los sueños. No he de elucidar cómo se
cionados como en el subtítulo de los tres últimos ("Nuevos debe interpretarlos y valorar su interpretación, sino sólo el
consejos sobre la técnica del psicoanálisis", I , I I y I I I ) . Es u
uso que en el tratamiento psicoanalítico de enfermos es preci-
como si con el uso de este vocablo nos estuviese diciendo: yo so dar a ese arte interpretativo. Desde luego que se puede pro-
he transitado estos caminos y a mí me han servido; en todo ceder de diversas maneras, pero en el psicoanálisis nunca es
caso, pruébenlos ustedes mismos. E n los aspectos técnicos no obvia la respuesta a cuesdones técnicas. Quizás haya más de
generalizaba como en sus desarrollos teóricos. un camino bueno, pero sin duda hay muchísimos malos, y
Aparte de algunas ideas sobre técnica infiltradas en mu- una comparación entre diversas técnicas tiene que producir
chos pasajes de su obra, podríamos decir que no volvió a un efecto esclarecedor aunque no imponga decidirse por un
método determinado" (Freud, 1911, p. 87).
Nos habla de arte, de ser abiertos a diferentes métodos,
declara que los procedimientos pueden ser diversos. ¡Qué di-
Hasta ese momento, los comentarios de Freud sobre técnica habían apa-
ferencia con los intentos posteriores de querer construir un
recido en La interpretación de los sueños (1900) y en los historiales clínicos
"manual de instrucciones técnicas", que insinúan que si uno
de "Dora" (1905), > a n k o " (1909) y el "Hombre de las Ratas" (1909).
También, como aclara Strachey, tocó temas técnicos en el Congreso de se aleja de las indicaciones del manual el aparato psicoanalí-
Nuremberg, "Las perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica" tico "no funcionaría"!
(1910), y en ese trabajo comunicó que se dedicaría a escribir una Allge- E n esta visita fugaz a los artículos freudianos sobre téc-
meine Methodik der Bychoanalyse (Metodología general del psicoanálisis). nica, no me detendré en el que trata sobre la transferencia,
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pues hay mucho escrito sobre este concepto y no encuentro en algún momento ya no lo es, y lo que era útil para alguien
nada puntual que pueda enriquecer el objetivo de este traba- no lo es para otro. Nuevamente, los cambios sobrevenidos en
jo. No sucede lo mismo con el resto. E n "Consejos al médi- las teorías y los contextos nos invitan a incluirlos.
co...", Freud vuelve a insistir sobre la amplitud que debe tener E n "Recordar, repetir y reelaborar", Freud nos plantea
la técnica: "He decantado las reglas técnicas que propongo diversos temas, pero desde una lectura técnica el eje está en
aquí de mi experiencia de años, tras desistir, por propio es- el énfasis que pone en llenar las lagunas mnémicas y vencer
carmiento, de otros caminos [...]. Pero estoy obligado a decir las resistencias de la represión, de modo tal que el paciente
expresamente que esta técnica ha resultado la única adecua- pase de la repetición a recordar. Siguiendo la línea que voy
da para mi individualidad; no me atrevo a poner en entredi- desarrollando, quisiera señalar el cambio que muchos auto-
cho que una personalidad médica de muy diversa constitu- res fueron incorporando a sus, pensamientos y desarrollos
ción pueda ser esforzada a preferir otra actitud frente a los teóricos. ¿Hoy diríamos que la cura sólo pasa por recordar,
enfermos y a las tareas por solucionar" (pág. 111). por llenar las lagunas mnémicas y vencer las resistencias de
E n este mismo artículo aparece una indicación que po- la represión? Si así fuese, ¿en qué lugar colocaríamos los
dríamos considerar general y que es central dentro de la téc- desarrollos que hablan del déficit (Kohut, 1977), de los agu-
nica: la "atención libremente flotante" y "la regla funda- jeros del psiquismo (como la psicosis blanca de Creen,
mental del psicoanálisis", la asociación libre. Aquí Freud es 1972), de la creación de lo nuevo, de lo no representado, lo
taxativo: esto hay que respetarlo, así se debe trabajar; y estoy no inscripto (Berenstein, 1999), la edición (Lerncr, 2001),
absolutamente de acuerdo, como según creo lo están muchos etc.? Estas últimas ideas no se deben tomar como una here-
de mis colegas. E n lo único en que no coincidría con Freud jía sino como una ampliación del campo teórico/clínico del
es en su pedido de que seamos como los cirujanos (habría psicoanálisis.
que ver cómo son éstos realmente) y dejemos de lado nues- Dejaré de lado, como dije antes, todas las reflexiones
tros afectos. Pero la discusión de este punto excede mis pro- que rodean el concepto de transferencia y el de contratrans-
pósitos en este trabajo y la dejaré de lado; ya en otro (Ler- ferencia, que ya aparece en la obra freudiana. Detenerme en
ner, 1998) me incliné a expresar que los afectos se generan estos ejes vertebrales me alejaría del trayecto que me señala
en un vínculo, y por lo tanto el pedido de Freud, aunque mi bitácora.
puedo llegar a entenderlo por el momento y el contexto en Por los mismos motivos, tampoco revisaré varios otros
que fue formulado, resultaría difícil de satisfacer. a a
trabajos con contenidos de técnica, como la 27 y 28 de las
E n los "Consejos...", hay determinados puntos que la Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-1917), o el artí-
práctica ha ido desestimando. Por ejemplo, el análisis de culo de 1919, "Nuevos caminos de la terapia psicoanalíti-
prueba: ya nadie habla de eso. Entre otras cosas, Freud que- a
ca", o la 3 4 de las Nuevas conferencias (1933); tampoco me
ría asegurarse de que el paciente que iba a analizar no fuese ocuparé de "Análisis terminable e interminable" ni de "Cons-
un psicótico; hoy muchas escuelas psicoanalíticas no verían
trucciones en el análisis". Sólo quiero resaltar un punto. E n
en esto un estorbo. Estos cambios llevan agua a mi molino,
"Análisis terminable e interminable", Freud se refiere (según
pues ratifican que la técnica no es inamovible. Lo que era útil
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Jones) al análisis que le efectuó a Ferenczi. Éste le reprochó técnica como subordinada a la teoría psicoanalítica general
que no hubiese abordado la ttansferencia negativa, pero Freud que estaba estableciendo. Pareciera que no tuvo más necesi-
se disculpó diciendo que en la época en que lo analizó "no se dad que dar algunas pautas y consejos para quienes se ini-
notaba nada de una transferencia negativa" (Freud, 1937, pp. ciaban en la práctica psicoanalítica. M i conclusión se arrima
224 y ss.). Luego aclara que si no hay indicios de dicha trans- a algo parecido a esto: si la teoría es firme y si el analista ha
ferencia negativa, no se puede forzar su activación con sólo pasado por la experiencia analítica personal, la técnica, la
señalarla: nada de esto tendría sentido si no fuese actual el aplicación del método psicoanalítico, se da por añadidura.
"complejo" que lo motiva. "Para ello, sin duda [el analista] ¿Cuándo empezó la técnica a ocupar un lugar casi autó-
habría necesitado emprender alguna acción contra el pacien- nomo, un lugar central en las prácticas? Sin ánimo de pole-
te, una acción inamistosa en el sentido objetivo. Y además, mizar, creo que la respuesta se sitúa en el surgimiento de la es-
no toda buena relación entre analista y analizado, en el curso cuela inglesa, especialmente de la kleiniana y poskleiniana, y
del análisis y después de él, ha de ser estimada como una de la escuela argentina, sobre todo aquélla que tuvo una fuer-
transferencia. Existen también [...] vínculos amistosos de fun- te influencia inglesa. Creo que esto de jerarquizar tanto la
damento objetivo y que demuestran ser viables". "teoría de la técnica" se correlaciona con las teorías que esas
Los que llevamos años surcando los mares psicoanalíti- escuelas sustentan.
cos padecimos todo lo contrario de lo que se expresa en este A modo de ejemplo: el concepto de proceso psicoanalí-
último párrafo. Arreciaban vientos que traían ideas de que tico, que tanto usamos en nuestras discusiones científicas, y
todo era transferencia, y no sólo de la "buena", sino que en que ya está tan incorporado a nuestra jerga, no significa lo
general se pensaba que se activaba la negativa. Aún ahora es- mismo para un analista freudiano, lacaniano o winnicottiano
cucho estas y otras "explicaciones". Ya volveré sobre este que para un analista que siga las ideas de Meltzer. Según yo
punto, por el cual una teoría se impone tanto que infiltra lo entiendo, Meltzer propone pensar el proceso psicoanalíti-
fuertemente la técnica, a punto tal que su pilar, la "atención co como una secuencia de fases, y por lo tanto el analista es-
libremente flotante", deja de ocupar un lugar preferencial en pera que se atraviesen dichas fases hasta concluir con el des-
la escucha. E n esos casos, el analista se agazapa para "descu- tete, lo cual marcaría el fin del análisis. Esta postura es lógica
brir" su teoría, o, lo que muchas veces es lo mismo, la "re- y coherente con la teoría que sustenta, aunque me parece que
sistencia del paciente". la idea de proceso psicoanalítico está tan fuertemente carga-
De las referencias que hace Freud en sus primeros artí- da que tiene peso por sí misma y muchas veces es como si
culos técnicos acerca del uso del diván hablaré más adelante. tomara vida propia, como si se independizara. No es mi pos-
Hasta aquí he intentado que demos nuevamente una mi- tura; yo estoy más cerca del Freud de "Análisis terminable e
rada a un Freud que, según mi interpretación, consideraba la interminable". De cualquier manera, cité esto para remarcar
que la teoría hace la técnica, y que cuando las técnicas dejan
de ser actores de reparto pueden desplazar al actor principal,
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L o señala Strachey en una nota al pie de las Obras completas de Freud que siempre debe ser la teoría.
(tomo X X I I I , pág. 224).
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¿Qué es la técnica? ta. Es como pensar en una serie de números: el 2 sólo es 2 si


hay un 1, y el 1 sólo es 1 si ha de ser seguido por un 2. Si
La extraordinaria diversidad de las trasladamos esto a las teorías en psicoanálisis, una técnica
constelaciones psíquicas intervinientes, cualquiera sólo existe para su teoría respectiva y esa teoría
la plastiádad de todos los procesos
sólo deviene teoría en relación con su técnica. Siguiendo este
anímicos y la riqueza de los factores
razonamiento, la técnica forma parte de la constitución y del
determinantes se oponen, por cierto, a
una mecanización de la técnica, y sentido de una teoría dada. L a técnica y la teoría se co-cons-
hacen posible que un proceder de or- tituyen; ninguna de ellas es independiente de la otra y ambas
dinario legítimo no produzca efecto al- producen sentido conjuntamente. Creo que si lo pensamos
gunas veces, mientras que otro habi- de esta manera, nos alejamos del peligro de sobrevalorar la
tualmente considerado erróneo lleve en técnica.
algún caso a la meta,
L a técnica es constitutiva del campo en que operamos y
(Freud, 1913) de las teorías que iremos desplegando. L a técnica es estruc-
turante del modo de relación que se produzca en la relación
Sé que puede resultar perturbador preguntarse qué es la téc- terapéutica. L a técnica teje la teoría y es tejida por ésta.
nica psicoanalítica, pero a la vez esto hace que resulte con- L a aplicación de cualquier técnica genera producción de
vocante discutir acerca de ella. ¿Qué es la técnica? ¿Qué sentido; de ella emana una teoría, y de esta teoría emana su
lugar ocupa? ¿Cómo se forma y cómo se transforma? ¿Por aplicación, si entendemos esto como el resultado de una ló-
qué a menudo termina funcionando como un objeto en sí gica circular (Najmanovich, 2001). Según qué técnica usemos,
misma? Todas estas preguntas deberían abrir una vía de ex- generaremos diferentes subjetividades, diferentes procesos
ploración que en la actualidad tenemos casi la obligación de psicoanalíticos y diferentes teorías.
transitar. Con frecuencia se dan por sentadas muchas cosas Yo creo que la técnica debe estar incluida dentro de la teo-
sobre la técnica, pero en realidad ella está en el centro de mu- ría, y cuando se habla de teoría de la técnica se corre el peli-
chas diferencias entre los psicoanalistas. gro de que se autonomice. Lakatos (1983) nos dice que una
¿La técnica ha cambiado? Desde los comienzos de la teoría tiene un núcleo central y un cinturón protector; los ele-
práctica psicoanalítica hasta nuestros días han variado mentos que le dan identidad están en el núcleo y no en el cin-
mucho las concepciones teóricas; por lo tanto, la técnica de- turón. E l núcleo central nunca podría ser un elemento técni-
bería haber acompañado estos cambios. ¿Fue así? Y en caso co. E n nuestra disciplina, la noción de inconsciente se sitúa
que no haya sido así, ¿no funcionará la técnica como la sos- dentro del núcleo central, en tanto que la asociación libre y
tenedora de algunos modelos, como un gendarme que vigila la atención flotante son instrumentos para acceder al incons-
una teoría necesitada de cuidar sus fronteras? ciente y son parte del cinturón protector. Si hubiese otros ele-
Aunque en muchas posturas teóricas la técnica aparezca mentos técnicos eficientes podrían eventualmente desplazar a
como colateral o secundaria, en realidad suele ocupar un lugar la asociación libre y a la atención flotante, pero hasta que no
central para la construcción misma de la teoría que la susten- haya un cambio radical de paradigma nunca podría ser reem-
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plazado el núcleo central. Por lo tanto, debemos tener cuida- los datos. Técnica es todo lo que interviene en mi relación con
do y no colocar a la técnica como núcleo central. Hoy en día, un sujeto en un momento determinado, y esa relación siem-
tanto desde la teoría como desde la técnica se le demanda al pre será diferente. Es poco probable que en este punto pue-
psicoanálisis una expansión de su núcleo para que siga sien- dan hacerse generalizaciones.
do actual y vigente. Si así sucediese y si se ampliaría su base Si cambia la técnica, cambia la teoría, y viceversa. Por lo
de sustentación, o sea la teoría, eso inevitablemente enrique- tanto, si entre los elementos técnicos incluimos la frecuencia
cería y vivificaría el psicoanálisis. de sesiones, la duración de los tratamientos, la elasticidad en
Los analistas "obedientes" se congelan detrás de una los contratos que se establecen en el consultorio, debemos
"técnica verdadera" y se alejan de la téchne, del arte creativo. plantearnos qué anda pasando con las teorías. No es lo mismo
L a "técnica verdadera" conlleva el peligro de convertirse en atender a un paciente en la casa que en el consultorio, ni tener
ritual, de producir un vaciamiento de sentido. Me arriesgo a sesiones de tiempo fijo que de dempo variable, como tampo-
pensar que si el analista se ve compelido a cumplir a ultran- co es lo mismo atenderlo una, dos o más veces a la semana.
za con lo que se ha establecido que debe hacer, ese cumpli- L a técnica que usemos definirá qué tipo de encuentro ten-
miento lo aleja inevitablemente de Freud. E n sí mismo, esto dremos con los pacientes, y esos encuentros siempre serán
podría no ser un problema, ya que Freud tal vez estaría de diferentes entre sí. Todos los aspectos técnicos que usemos
acuerdo en que nos alejemos de él y lo cuestionemos. Lo más influirán fuertemente en la configuración vincular. Hay dife-
grave es que de ese modo el analista se aleja de la singulari- rentes modos de aplicar la técnica; dependerá del paciente,
dad de cada paciente y de la necesidad de realizar un traba- de su patología, de su disposición, del vínculo que se esta-
jo creativo, lo cual supone crear una técnica a la medida de blezca, etc. Es difícil establecer pautas técnicas más allá de al-
cada paciente en vez de tratar de cumplir con algún concep- gunos consejos, como los que nos dio Freud. Es imposible
to talmúdico. L a "obediencia" del analista a los preceptos téc- crear con la técnica un "manual de instrucciones".
nicos lo aparta de la téchne. Según Ferrater Mora (1984), entre una técnica y un arte
De acuerdo con esto, la idea de funcionar como un es- no hay mucha diferencia: "Los griegos usaban el termino
pejo, por ejemplo, quedaría degradada. E l analista, incluida téchne para designar una habilidad mediante la cual se hace
su persona y el enfoque técnico que usa, forma parte consti- algo -generalmente, se transforma una realidad natural en
tutiva del campo analítico que se genera, y que será diferen- una realidad artificial. L a téchne no es, sin embargo cualquier
te con cada paciente. L a vieja idea positivista de que ni el ob- habilidad, sino una que sigue ciertas reglas. Por eso téchne
servador ni la técnica que emplee deberían influir en el significa también oficio. E n general, téchne es toda serie de re-
campo de observación es abandonada y cede su lugar a la glas por medio de las cuales se consigue algo. Por eso hay una
idea de un observador generador, productor de subjetividad téchne de la navegación (arte de la navegación), una téchne de
dentro del proceso terapéutico. la caza (arte de la caza), una téchne del gobierno (el arte de
Si pensáramos con atrevimiento, la técnica dejaría de gobernar), etc.".
tener un lugar separado. Deberíamos hablar siempre de teo- Nosotros podríamos incluir la téchne del psicoanálisis (el
ría y de los diferentes modos de aplicación y recolección de arte de psicoanalizar).
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Continúa diciendo Ferrater Mora: "Por otro lado, las errores en cada etapa de la investigación. Postula este autor
técnicas - y no sólo las mecánicas, sino también las 'técnicas que a las reglas "ciertas e infalibles" que plantean "la aproxi-
humanas'- se han desarrollado en tal proporción que se ha mación a la verdad" es preciso agregarles una teoría del error.
planteado el problema de hasta qué punto el hombre es Afirma: "... el error, por ser expresión de la idiosincrasia de
capaz de dominar las mismas técnicas que ha creado. Este un pensador individual, de un observador individual [...] de-
problema está relacionado con el que podría llamarse 'la alie- pende de las circunstancias, de los fenómenos o teorías par-
nación del hombre por la técnica'. [...] Los filósofos actuales, ticulares que uno quiere analizar, y se desarrolla según for-
especialmente en los países altamente industrializados, viven mas altamente inesperadas. E l propio error es un fenómeno
en un 'mundo técnico'; la naturaleza de su trabajo lleva a me- histórico. Una teoría del error habrá de contener por ello re-
nudo a ignorar (intelectualmente) dicho mundo..." glas basadas en la experiencia y en la práctica, indicaciones
¿No nos habremos apartado los psicoanalistas de esa téch- útiles, sugerencias heurísticas mejor que leyes generales, y
ne como arte, como acto creativo? ¿No nos fuimos sumer- habrá de relacionar estas indicaciones y estas sugerencias con
giendo en un mundo técnico que nos alejó del mundo social, episodios históricos para que se vea en detalle cómo algunas
de la realidad cambiante, en última instancia de los pacientes, de ellas han llevado al éxito a algunas personas en algunas
también cambiantes, en tanto pertenecientes a ese mundo? ocasiones. Desarrollará la imaginación del estudiante sin pro-
Como dice Ferrater Mora, ¿no habremos quedado encerra- veerle de prescripciones y procedimientos ya preparados c
dos en nuestra defensa de la técnica "verdadera"? ¿No nos inalterables. Habrá de ser más una colección de historias que
habremos alienado? una teoría propiamente dicha, y deberá contener una buena
Por otra parte, ¿cuántas variaciones técnicas aplicamos cantidad de chismorreos sin propósito, de los que cada cual
en los tratamientos? Feyerabend afirma, refiriéndose a la his- pueda elegir aquello que cuadre con sus intenciones".
toria, algo que podríamos aplicar muy bien a la práctica del E n relación con esto último nos invita a que nos rehuse-
psicoanálisis: "¿Vamos a creer verdaderamente que un raci- mos a sentirnos cómodos con un método particular, que in-
mo de simples e ingenuas reglas sea capaz de explicar tal red cluya reglas particulares, sin antes haber examinado las al-
de interacciones? ¿No está claro que una persona que parti- ternativas, y añade: "... un ligero lavado de cerebro
cipa en un proceso complejo de esta clase tendrá éxito sólo si conseguirá hacer la historia de la ciencia más simple, más
es un oportunista sin contemplaciones y si es capaz de cambiar uniforme, más monótona, más 'objetiva' y más accesible al
rápidamente de un método a otro?" (1970, pp. 9 y ss.). tratamiento por reglas 'ciertas e infalibles': una teoría de
Quizá la diferencia entre teoría y práctica psicoanalítica errores es superflua cuando se trata de científicos bien entre-
pueda formularse como una combinación de reglas, normas nados que viven esclavizados por un amo llamado 'concien-
o criterios (standards). Feyerabend (1970) nos dirá que la cia profesional' y que han sido convencidos de que alcanzar,
ciencia se presenta como una combinación de esas reglas y y luego conservar para siempre, la propia 'integridad profe-
del error. Los científicos que trabajan en contextos históricos sional' es algo bueno que a la postre recompensa".
particulares deben aprender a reconocer el error y a convivir
con él, teniendo siempre presente que hay que añadir nuevos
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Cuando la técnica deviene en ritual o es sacralizada. vación sensorial, estímulo para la regresión), se ha hecho de él
¿El uso del diván pertenece a lo instituyente o a lo instituido? uso y abuso. Hasta se ha recurrido al uso o no del diván como
línea demarcatoria entre el psicoanálisis y la psicoterapia.
Desde luego que se puede proceder de E n las conclusiones de un informe sobre psicoterapia y
diversas maneras, pero en el psicoanáli-
psicoanálisis que se publicó en un boletín de la Asociación
sis nunca es obvia la respuesta a cues-
tiones técnicas. Quizás haya más de un
Psicoanalítica Internacional (IPA) (Israel, 1999), se señala
camino bueno, pero sin duda hay mu- que entre el psicoanálisis y la psicoterapia no hay límites cla-
chísimos malos, y una comparación entre ros, pero que la principal característica que definiría al psico-
diversas técnicas tiene que produár un análisis es el uso del diván y una frecuencia de cuatro o cinco
efecto esdarecedor aunque no imponga sesiones semanales. Esto es lo que sucede, al parecer, en Es-
decidirse por un método determinado. tados Unidos. E n Europa, las técnicas de psicoterapia analí-
(Freud, 1911, p. 87) tica se diferencian de la cura psicoanalítica clásica; ésta sería
la preferida para las neurosis, mientras que las primeras -que
Como siempre sucede, nos sorprende que Freud ya hubiera implican un cambio en el encuadre, referido básicamente al
abordado un tema en el cual nos creemos innovadores. E n la uso del diván- lo serían para satisfacer las necesidades de es-
cita del epígrafe, nos invita a no encerrarnos en una sola téc- tructuras no neuróticas.
nica, a que aceptemos que hay varios caminos y que debe- Volviendo a los boletines de la IPA, en los últimos nú-
mos compararlos, sin que eso nos obligue a decidirnos por meros se han publicado fotos de divanes de psicoanalistas de
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un método determinado. diferentes latitudes . M i primera reacción fue de curiosidad:
Por supuesto, para quienes pensamos que el psicoanáli- era como conocer los consultorios de distintos colegas, ejer-
sis está habitado por diferentes parroquianos con sus respec- cer de alguna manera un voyeurismo autorizado. Pero no en-
tivas parroquias, cada cual con su cuerpo teórico y sus téc- tendí qué propósito perseguía mostrar estos diseños diferen-
nicas ad hoc, lo que deberíamos hacer es comparar nuestras tes. ¿Qué simboliza el hecho de que se exhiban fotografías de
diferentes concepciones teóricas. un mueble del consultorio de un analista y no otro? L a mitad
L a técnica no debería funcionar como divisoria de aguas de mis pacientes son adolescentes, de modo que tendría que
entre los que son y los que no son psicoanalistas, dado que haber hecho fotografiar todos los muebles, dado que se usan
de esta manera se convierte en dogma. todos: sillas, sillones, alfombras, etc., a menos que el uso del
E n la historia del psicoanálisis, algunos elementos del en- diván haya pasado a ser un fetiche y su uso se considere casi
cuadre han pasado a ser símbolos de nuestra disciplina, casi un ritual sagrado.
como un sinónimo de "qué es el psicoanálisis". E l diván es
uno de ellos, pese a que Freud aclaró que uno de los motivos
por los cuales lo usaba era su dificultad para tolerar la mira- No creo que los biólogos, por ejemplo, exhiban en sus revistas científi-
da de los pacientes durante tantas horas. Más allá de las di- cas sus mesas de trabajo; por lo tanto, parece válido indagarse acerca del
ferentes explicaciones que se han dado sobre su empleo (pri- significado que adquirió en nuestra práctica un mueble como el diván.
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E l uso del diván no instituye el campo psicoanalítico, no gías rivales, y entonces se observará algo muy importante. Los
lo crea. Sé que para muchos colegas representa a la institución ortodoxos del movimiento original odiarán a esos herejes, a
psicoanalítica, y es por lo tanto un elemento más cercano a lo los que perseguirán con una enemistad mucho más encarni-
instituido que a lo instituyente (Hornstein, 2002), más un ri- zada de la que descargarían contra el no creyente. No es la in-
tual que un uso racional. creencia lo que temen, sino la forma herética de su propio mo-
Castoriadis hace que nos interroguemos sobre la rituali- vimiento" (1974, pp. 19-22).
zación en la que caen algunos símbolos. Afirma que siendo "la Añade Steiner que una "mitología verdadera" construye
religión la institución más importante en todas las sociedades lenguajes e idiomas propios, emblemas, banderas, metáforas
históricas [...] comporta siempre un ritual", y el ritual de culto y escenarios característicos. Construye sus propios mitos.
se define por el uso y proliferación de múltiples detalles. Estos Nos dice que "una mitología describe el mundo en términos
detalles, nos dice, "son en parte determinados por referencia a de ciertos gestos, rituales y símbolos esenciales". Sugiere que
la realidad o al contenido (en un templo cerrado hacen falta este modo de entender diversas disciplinas sería el resultado
candelabros; tal madera o metal es el más precioso en la cul- de la decadencia que ha tenido la religión, la cual ha dejado
tura considerada, y, por lo tanto, digno de ser utilizado -pero profundamente arraigada en Occidente una nostalgia del Ab-
en este caso ya aparece el símbolo, y toda su problemática de soluto. "Como nunca anteriormente, hoy [...] tenemos ham-
la metáfora directa o por oposición- [...]. Los detalles tienen bre de mitos, de explicaciones totales, y anhelamos profun-
una referencia, no funcional, sino simbólica [...] un ritual no es damente una profecía con garantías".
un asunto racional [...]. Si un ritual fuera un asunto racional, Siguiendo con estas ideas, quisiera vincular mi planteo
podría reencontrarse en él esa distinción entre lo esencial y lo con la libertad creativa en el proceso analítico y postular que
secundario [...] Pero en un ritual, no hay manera de distinguir debemos alejarnos de toda tentación de establecer pautas "re-
[...] lo que cuenta mucho de lo que cuenta menos [...]. Decir ligiosas" rígidas, sacras y ritualizadas. Debemos saber que
que no puede haber grados en lo sagrado es otra manera de ser, como dice Steiner, "nostalgiosos del Absoluto" nos lleva-
decir lo mismo: todo aquello de lo cual se apropió lo sagrado rá a encerrarnos en nuestra disciplina y a una repetición es-
es igualmente sagrado" (1993, pp. 203-204). terilizante.
Al ocuparse del origen de las disciplinas humanísticas o Tal vez pueda pensarse que lo que estoy planteando
humanas, Steiner propone usar el concepto de "mitologías", cuestiona, por ejemplo, la noción de encuadre. No es así. Per-
en el sentido de que dichas disciplinas muestran "un cuadro sonalmente me siento más cómodo manteniendo muchos as-
completo del hombre en el mundo". Muchas veces estas mitolo- pectos del encuadre, e incluso considero que esto concuerda
gías no permiten la refutación, son sistemas totales que dan con la teoría del psiquismo que uso, la cual tiene una fuerte
explicaciones totales. También tienen inicios y desarrollos re- impronta winnicottiana. Todos saben la importancia que este
conocibles: "Habrá un grupo original de discípulos que esta- autor concedió justamente a la noción de encuadre y a la ne-
rán en contacto inmediato con el maestro, con el genio del cesidad de mantener un medio estable, confiable y previsible.
fundador. Pero pronto, algunos de ellos provocarán una rup- Pero debo hacer una aclaración: no con todos los pa-
tura en forma de herejía. Producirán mitologías o submitolo- cientes se crea el mismo encuadre. Como dije en otro traba-
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jo (Lcnici, 2002), ti encuadre es lo producido por el encuen- bería confundirse con una modalidad transferencia!, sino que
do muTsnbjciivo. Clon un paciente actuador trataré de que es una reacción vincular.
las pautad horarias se mantengan más firmes, mientras que E n el último Congreso Argentino de Psicoanálisis, reali-
ton uno que presenta características obsesivas la preocupación zado en Rosario en el año 2002, se presentó material clínico
pasará por otro lado. Es algo parecido a los estilos comple- de una paciente que trabajaba de 12 a 14 horas diarias; en las
inniiarios de Liberaran (1974), pero en relación con ciertos entrevistas iniciales, el analista le planteó la necesidad de
elementos del encuadre. Pienso que algunas pautas del encua- hacer cuatro sesiones por semana, a lo cual la paciente se
dre pueden ser un dispositivo eficiente en la medida en que negó. Muchos comentarios de los colegas aludieron a una
ciertas reglas del juego analítico sean "elegidas" o "coconstrui- "transferencia negativa incipiente" (sic). Algunos participan-
das" con el paciente. De esta manera, el encuadre pierde el ca- tes, menos propensos a adscribir significados con tanta lige-
rácter de algo sagrado que debe preservarse a ultranza, y se re- reza, preguntaron por qué se había recomendado dicha fre-
nuncia a la idea de que hay una sola forma de establecerlo. cuencia, y otros señalaron, con mucho sentido común, que
Por supuesto, se debe reconocer que en el establecimien- para empezar la paciente seguramente no disponía de tiempo
to del encuadre y en su conservación siempre tiene lugar algún ni de libido para tamaña empresa. E n este caso, la frecuencia
ritual, pero dentro de este "ritual" lo importante es que las 'ideal" del modelo psicoanalítico abrazado por el terapeuta
metáforas estén vivas y que el "ritual" tenga sentido y dé sen- funcionaba como un obstáculo para la instalación de la trans-
tido. Cuando algún elemento de la técnica, como el encua- ferencia, cuyas características sólo podrían analizarse después
dre, se desvitaliza, aparece la policía del ritual que paraliza y de que ella se hubiera instalado.
vacía de sentido. E n esos casos, esta ritualización, a veces Siempre es bueno sostenerse en alguna cita de Freud,
convertida en sacralización, parece venir a justificar la desvi- quien en un lugar dice: "No sólo la complexión yoica del pa-
talización y la ausencia de producción de sentido y de subje- ciente: cambien la peculiaridad del analista demanda su lugar
tividad. Entonces deja de ser creativa. entre los factores que influyen sobre las perspectivas de la
Si la noción de encuadre está preestablecida por las re- cura analítica y dificultan ésta como lo hacen las resistencias"
glas y no por los objetivos de la terapia, no hay lugar para el (Freud, 1937, p. 249).
acontecimiento (Badiou, 1988). Para que un ritual esté vivo Creo que debemos poner sumo cuidado en evitar la au-
y tenga sentido, la teoría y la práctica deben estar abiertos al tonomización de la técnica, que sería una forma particular de
acontecimiento, a lo nuevo. constitución de una secta, con rituales que se alejan muchas
Otros conceptos de la teoría de la técnica, como los de veces de la teoría. Lo importante es devolverle a la técnica su
transferencia negativa o de reacción terapéutica negativa, pue- lugar en un sistema de causalidad circular como modelo
den ser un artificio de algunas modalidades técnicas, en tanto poiético, productivo y autoproductivo, en todo caso.
y en cuanto el analista -como bien lo señaló Gioia (1987)-, Sea cual sea la técnica psicoanalítica que uno use, tiene
si reproduce con actitudes distantes y silenciosas ciertas con- que contener las movilizaciones transferenciales y las transfi-
ductas de los objetos tempranos del paciente, puede generar guraciones personales, singulares de cada paciente.
en éste una postura también distante y agresiva; y esto no de-
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A mi juicio, la falta de aceptación de la individualidad de fuertes llamados de atención de la realidad, el psicoanalista


cada proceso le ha hecho mucho mal al psicoanálisis. Debe- continúa atrincherado en la defensa de una técnica determi-
ríamos preguntarnos qué significan las reglas, normas o cri- nada porque así lo dicta su "teoría de la técnica", el problema
terios (los standards) que deben cumplirse para que un trata- puede estar relacionado con su falta de plasticidad. Y muchas
miento se considere psicoanalítico; de hecho, hubo que veces este endurecimiento tiene su origen en su deseo de ser
cambiar tales criterios por el empuje de las variaciones con- fiel a algún mandato institucional (Sternbach, 2003; Bianchi,
textúales. Las normas y criterios estándar pertenecen siem- 2003).
pre a una época determinada. Una cosa es que haya proce-
dimientos y otra que haya reglas estándar. Por otra parte, la En las épocas de estabilidad teórica e institucional, las discipli-
nas viven momentos de euforia, caracterizados por la creencia
estandarización de los procesos psicoanalíticos no respeta la
en un avance permanente sobre su objeto de estudio, merced
singularidad de cada sujeto. Si nos preocupamos más por las al consenso generalizado de la comunidad respecto del para-
reglas que por lo que se genera y crea en el intercambio in- digma y a que no hay en el entorno cuestionamientos que
tersubjetivo, aquéllas terminan obstaculizando la instalación quiebren la paz institucional. En los momentos de crisis, cuan-
del diálogo psicoanalítico. do la estabilidad estalla en pedazos, ya sea debido a las fluc-
Tengo la convicción de que todo lo que concierne a es- tuaciones internas, o a la aparición de cuestionamientos o de-
mandas externas que afectan la práctica habitual, las creencias
tandarizaciones dentro del psicoanálisis tiene más que ver con
sobre el avance rectilíneo del conocimiento hasta cercar a la
problemáticas institucionales que con aplicaciones de teorías.
'verdad' se desvanecen" (Najmanovich, 2001).
Gomo dice Najmanovich (1998), las disciplinas sólo tienen
existencia pensadas dentro de una cultura y en medio de un
Las instituciones psicoanalíticas son útiles y necesarias,
espacio-tiempo determinado. Proceso éste que tiene lugar
pues nos permiten salir del encierro al que nos puede llevar
dentro de las instituciones, de las comunidades científicas. Y
nuestra práctica. L a dificultad se presenta cuando la institu-
éstas son las que muchas veces imponen las formas de co-
ción, supuesta salida del aislamiento, en realidad se convier-
municación y de validación. Imponen en cierta manera el pa-
te en una suerte de encierro compartido, una especie de con-
radigma que sienten como propio y definitorio de la discipli-
vento monacal que sólo autoriza a ser oficiantes de una sola
na por la cual se ocupan, imponen también las metodologías de
manera, la oficial, la que no implica riesgos de alejarse de lo
aplicación de las teorías oficiales. Para esta autora, todo esto es
que los "dictámenes" autorizan. Para contrarrestar esta ten-
una forma de estructurar relaciones de poder-saber que se
dencia -que se observa en diferentes grupos humanos-, los
darían en las instituciones donde se establecen pautas de la
psicoanalistas debemos construir y fortalecer instituciones plu-
práctica profesional. E n el caso del psicoanálisis, las pautas
ralistas, que acepten el disenso, lo nuevo, el acontecimiento.
establecidas están asociadas -en general- a un modo de en-
Las prohibiciones inducen a producir clones y no sujetos sin-
tender y de aplicar la técnica, y estas pautas se convulsionan,
gulares capaces de ejercer su creatividad sin temores super-
se replantean ante embates de la realidad clínica que nos van
yoicos paralizantes. No está de más aclarar que no estoy sos-
atravesando en las consultas, y también, como decía antes, por
teniendo, como algunos "fieles" podrán pensar, que "todo
los efectos de los cambios contextúales. Si, a pesar de estos
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vale" o que está bien hacer "cualquier cosa ". A l contrario: el Bibliografía
pluralismo, la apertura, la indagación metódica, el no someti-
Badiou, A. (1988), Manifiesto por lafilosofia,Madrid, Cátedra, 1990.
miento a las posturas oficiales, permitirán mantener un psico-
Berenstein, I . (1999), "Acerca del inconsciente", en Actas del II Sim-
análisis vivo, riguroso pero no ritualista, y siempre creativo
posio de la Soáedad Argentina de Ricoanálisis, Buenos Aires.
para cada psicoanalista. E l psicoanálisis singular de cada uno Bianchi, G. (2003), Comunicación personal.
para cada paciente singular que nos requiera. Castoriadis, C. (1993), La insútuáón imaginaria de la sociedad, Barcelo-
U n modo de negar las crisis, los cambios que inundan na, Tusquets., págs.
todas las actividades que tratan sobre el sujeto, es "hacer Feyerabend, P. K. (1970), Contra el método, Ariel, Barcelona, 1989.
como que no pasa nada" o afirmar que "nada ha cambiado". Ferrater Mora, J . (1984), Diccionario de Filosofia, Alianza Editorial,
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Es frecuente escuchar en nuestro medio que la clínica no ha
cambiado, que los pacientes son iguales que en cualquier Freud, S. (1911-1915), "Trabajos sobre técnica psicoanalítica", Obras
completas, Buenos Aires, Amorrortu, 1979, tomo X I I .
otro momento de la historia, que los cuadros psicopatológi-
(1911), "El uso de la interpretación de los sueños en el psi-
cos son siempre los mismos y que lo que cambia son sus ro- coanálisis", Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu, 1979,
pajes. Para quienes piensan así, es comprensible que la teoría tomo X I I .
no cambie ni tampoco la técnica; incluso que esta última de- (1912), "Sobre la dinámica de la transferencia", Obras com-
venga teoría de la técnica. Para los otros, los que consideran pletas, Buenos Aires, Amorrortu, 1979, tomo X I I .
que la clínica varía, que las teorías se deben ir construyendo (1912), "Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalí-
junto con los cambios contextúales y con la construcción del tico", Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu, 1979, tomo X I I .
sujeto, con la producción de subjetividad -que es diferente (1913), "Sobre la iniciación del tratamiento", Obras comple-
tas, Buenos Ares, Amorrortu, 1979, tomo X I I , pág. 125.
en cada momento de la historia-, para éstos la técnica no es
(1914), "Recordar, repetir y elaborar", Obras completas, Bue-
más que la aplicación de la teoría psicoanalítica general. L a
nos Aires, Amorrortu, 1979, tomo X I I .
técnica no es teoría, es aplicación de una teoría. (1915), "Puntualizaciones sobre el amor de transferencia",
No nos olvidemos de que, desde un punto de vista Obras completas, Buenos Ares, Amorrortu, 1979, tomo X I I .
epistemológico, estamos atravesando una época teñida por la (1937), "Análisis terminable e interminable, Obras completas,
complejidad. Las teorías están dejando de ser productos rígi- Buenos Aires, Amorrortu, 1979, tomo X X I I I .
dos que emergen de causalidades fijas e inamovibles, deter- (1937), "Construcciones en el análisis", Obras completas,
minadas. Ahora el determinismo ha sido cuestionado y las Buenos Aires, Amorrortu, 1979, tomo X X I I I .
teorías están abiertas al azar, a lo nuevo, al acontecimiento. Gioia, T. (1987), "Acerca de las motivaciones de la transferencia ne-
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Desde esta perspectiva, presuponer que la técnica sea un con-
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vol. 36. Pero el caso que presento es algo más que una viñeta, a
(1972), Playing and reality, Londres, Tavistock Publi- pesar de su brevedad: muestra el procesamiento del ello y
cations. un trabajo importante de sobreinvestidura y tramitación de
los contenidos del ello por parte del yo-realidad-definitivo, a
pesar de no haber durado más de trece o catorce sesiones.
Humildemente, lo considero un proceso psicoanalítico.
U n proceso de perlaboración, mediante el cual parte del ello
es sobreinvestido por el yo, el cual influye sobre el superyo
para que admita a la tramitación derivados pulsionales im-
plicados, narcisismos y objetos semióticamente arcaicos.

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