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MINISTERIO DE EDUCACION Y CULTURA

HOMENAJE
A

JULES LAFORGUE

MONTEVIDEO - URUGUAY 1987


EDITADO POR EL MINISTERIO DE EDUCACION Y CULTURA
CON MOTIVO DE LA VISITA
DEL SEÑOR PRESIDENTE DE FRANCIA,
FRANCOIS MITTERRAND

OCTUBRE 1987
INDICE
Págs.
- PRESENTACION 11
- BIOGRAFIA 15
- JULES LAFORGUE O LAS METAFORAS DEL DESPLAZAMIENTO
Por LISA BLOCK DE BEHAR 25
- HAMLET O LAS CONSECUENCIAS DE LA PIEDAD FILIAL 79
- POESIAS 105
- CORRESPONDENCIA 193
- ENSAYOS CRITICOS 219
Jules Laforgue .
por Franz Skarbina _
1885
IFot. Harlingue-Viollet )
PRESENTACION

La comunicación cultural es, sin lugar a dudas, el medio más eficaz para generar, entre los
pueblós, lazos de amistad profundos y duraderos.
Jacques Duprey, el inolvidable profesor e historiador francés que supo querer al Uruguay
como el mejor de los uruguayos, dice en su "Voyage aux origines franc;aises del l'Uruguay", des-
pués de un documentado análisis de las relaciones entre Francia y Uruguay a través de los distin-
tos períodos de nuestra historia patria, que son innegables los estrechos lazos de sangre, del
espíritu y del corazón entre los dos países ubicados en el centro de la latinidad de dos continen-
tes.
Y en verdad, la relación entre Francia y Uruguay está cimentada en una común visión del
mundo y del hombre.
Durante este año 1987 se han producido acontecimientos que demuestran la solidez de las
relaciones amistosas entre los dos países. 11

Por primera vez en nuestra historia, el Presidente de la República ha visitado oficialmente la


República Francesa donde fue acogido por el gobierno y el pueblo francés con fraternal afecto.
En el Uruguay, pueblo y gobierno, se aprestan a conmemorar el segundo centenario de la
Revolución Francesa y de la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, como si
fuera una fecha de su propia historia.
La visita del Presidente Franr,ois Mitterrand al Uruguay constituye una verdadera culmina-
ción de estas acciones que mantienen las corrientes de comunicación cultural.
Nos ha parecido que traducir al español una selección de la obra del poeta uruguayo Ju/es
Laforgue que se expresó en lengua francesa, es la m ejor manera de exteriorizar esos vínculos
profundos que nos unen al país galo y el mejor testimonio de amistad que podíamos brindarle a
su Presidente en la oportunidad de su visita a Montevideo.
Esa amistad, que se ha ido fortaleciendo a lo largo de años de permanentes intercambios
culturales, queda así simbolizada en una edición bilingüe de la obra de un poeta común.

Dra. ADELA RETA

Montevideo, octubre de 1987


13

PAIR\CK CAULF\ELD
BIOGRAFIA
.,f -

~ :

J ules Laforgue vivió ve1nt1s1ete


años. Nació en Montevideo el 16 de .. r~ · 1,~k ~e-k...c--<' k_~, ~
agosto de 1860. Sus padres, de ori-
gen francés, habían llegado muy
jóvenes al Uruguay: su padre, Char-
·L r ~ -W0. "ffvl.'. ~ L.~~
les Laforgue, procedente de Tarbes, · ~ :·~~<'(,0,,-.~~ ~UVVtr..";-.- ..

;r: ,.- :,. , ~-


fue maestro y dirigió un instituto
• ~ . ·~ .k_ ~ ~-1'' .~~v?---
~.
francés de enseñanza en la Ciudad
Vieja. Su madre, Pauline Lacolley,
que procedía del Havre, hija del pro-
h ·., . .__ 'Í?'...,.u ';r
pietario de la zapatería "El Gra n Bote-
ro", había sido una de las primeras
:',. ~<~·. ~30~ . ~ ~~~ . ~.: "'"""-'
alumnas de quien sería su esposo. ~ ,· ~ · ~ ·. ·ü.:. fr- . · ~ Lr~.1~... · .
Admirador de J. J . Rousseau, Char- ~ k.c;:;:;;-. j,;. ~ ~. ~- ~.,v- ~-: . 17
les Laforgue, le puso "Emilio" a su
primer hijo y, en homenaje a Julio ~-&V k 1~· ~ . {?,~~7-'-fl~~­
César, " Julio" al segundo . Laforgue
pasó los tres primeros años de su vida
~ J~M · ~ . ·~ . ~-~~~~
en una casa próxima a la Plaza lnd8- . ~ . ·~~- .~~~~·~ - 1~
pendencia y luego, sin apa rtarse del
Cen tro, otros tantos, cerca de las
calles Soriano y Canelones. Son es-
0 .cL ~r -. · . . '.: ."· .. .
.

casos los recuerdos que reg istra su


obra en relación con este período de
su infancia uruguaya .
... <'d'~ -~· -~·· ~~ ~ ;!
A raíz de algunas dificultades .', ~. ,
económicas, Charles Laforgue deci- 4 1 , . . ... { : Qb.-v~ /)MA/:Q .
dió volver a Francia. La Guerra de la
Tri ple Alianza contra el Paraguay
(1865-1870) contribuyó a precipitar /
esa decisión. Primero partirá su fami-
lia . En 1866, su esposa, los cinco hij os
del matrimonio Laforgue, los abuelos
maternos, se em barcaron en una na-
ve que demoró setenta y cinco días
en llegar a Burdeos, el doble del tiem- ·' :
po que solían durar las travesías reg u- ... .
1880 es un año especia lmente im-
portante de su estadía en París. Em-
pezó a parti cipar en las reuniones de
los Hvdropathes , unas trescientas
personas que constituían una especie
de sociedad literaria excéntrica, f) re-
cursora de otros establecimientos si-
milares que siguieron multiplicándose
en París. en aquella época. Frecuen-
taba la amistad de Gusttlve Kahn,
quien a su vez asistía a los "Martes"
de Mallarmé; se veía asiduamente
con Charles Henry, un escritor bri-
llante, autor de numerosos artículos
literarios y cientfficos, también con
Pau l Bourget , un poeta con quien
mantiene una amistad literaria espe-
cialmente estrecha . Gracias a su in-
tercesión, en 1881, pudo emplearse
como secreta rio de Charles Ephrussi,
un dest acado coleccionista, histo-
riador y crítico de arte. En su casa,
Laforgue tuvo oportunidad de ver las
20
pinturas de los impresionistas y tratar
¡:¡ sus autores .

~~L~~
t'° ~ ¡¡,.:,_ , 'f~~~

• ~~~,
. - Carta de Jules Laforgue
a su editor
En esos años, enfermo, cada vez
más grave, su padre se vio obligado a
regresar a Tarbes y toda la fami lia tu-
vo que abandonar París. Laforgue
quedó solo y, con la mayor preca-
riedad, pasó a instalarse en un ho tel
muy modesto del Barrio Latino, en la
calle Monsieur-le-Prince. A fin de ali-
viar su penosa situación, Bourget y
Ephrussi lograron recomendarlo co-
mo Lector a la Empera triz Augusta de 1
\

Alemania, un cargo que había dejado JVLES LAFORGUE


• i
,;
vacante Amédée Pigeon. El nombra- q
miento coincide con la noticia de la
muerte de su padre.
.~
1
Pocos días después, el 29 de no- ¡
viembre de 1881, partía hacia Ko-
blenz; allí, en las mejores condiciones ¡, ~
pudo instalarse en la residencia impe-
rial. Dos veces por día, duran te un
t
t

~
par de horas, debería ejercer su ocu-
pación de lector. Generalmente de
mañana, a partir de las once y de tar- 21
de, a las siete y media, debía leer a la
.

! { {/~
Empera triz diversos artículos de la
prensa francesa, poemas y novelas.
El resto del día, escribía constante-
mente a fami liares y amigos, escribía \
cartas y tex tos literarios diferentes:
crónicas de Berlín, los primeros poe- r J. :·\
mas de sus LAMENTOS, cuentos,
una pequeña obra de teatro: PIE-
RROT FARSANTE. Siempre, como
¡'

[ l 'AR IS
)
parte de sus ocupaciones al servicio 1 .LÉON VANIE I<. Lt11RAt tu, . l:tJ1 Te Ull
¡ .
de la Emperatriz, se trasladó con la 't ·tp; ,QP.\ I ~ .\l :iT· ~l ll '.llU., )~
corte a Berlín, Wiesbaden, Baden-
'
Baden, Hombourg , y otras residen-
cias imperiales. Alternaba su trabajo
con un tiempo de vacaciones en Tar-
bes y algunas semanas en París.

Carátula corregida
por Jules Laforgue
/'
Durante 1883, sus ocupaciones de
Lector no le impidieron visitar exposi-
ciones en distintas ciudades de Ale-
mania, asistía a conciertos, iba a la
Opera de Berlín, frecuentaba cafés-
concerts, siempre que podía iba al
circo. Estrechó amistades con escri-
tores, críticos de arte, músicos. Con-
tinuó trabajando intensamente en sus
escritos poéticos y críticos. Elaboraba
una teoría del Inconsciente basada en
von Hartmann (no en Freud) como
un principio omnipresente, opuesto a
la Razón, similar a Dios, a la Naturale-
za, una noción que consideraba
esencial en la formulación de teorías y
prácticas artísticas.
Nuevamente, en 1884, pasó tres
meses de vacaciones en Francia, esta
vez en París la mayor parte del tiem-
po. Cada vez parecía más preocupa-
do por encontrar nuevas formas de Oü te ftatter pour bofre dieu,
22 expresión poética: compone poemas , Hdi~ M~n 4phf•4re corybante?
en prosa, desarrolla una especie de , H..._,. Je ~ mon Ame en tes yeu:i:,
arte del fragmento, continúa con más . H~ le1-if ta beauté pénitente,
"Lamentos". Léon Vanier, edi tor de I \ 1t1. Qu dooc :}s~tu? Moi si pieu:i:,
Que tu ¡.f~ l~te,,lente! H 1tl!
los poetas más destacados, aceptó \
publicar LOS LAM ENTOS aunque '
solo aparecieron en julio de 1885. En
esa época escribía LA IMITACION r
DE NUESTRA SEÑORA LA LUNA I
que el mismo editor publicó en no~ r
viembre y varias de sus MORALIDA- 1
DES LEGENDARIAS que aparecie- 1
t. •
ron en 1886, contemporáneas a sus r l;.·.
ULTIMOS VERSOS, en LA VOGUE, . ~
r-1 ~ /} · ~ cetle fois, c'est pour de bon) /¡
!, . H
1
~~ Trop /c•et••p~, ql1ittant 111 partiy ¡J-
I tt

Poesía corregida
por Jules Laforgue
una revista fundada ese mismo año y
dirigida posteriormen te por Gustav
Kahn, la revista donde publicaban
Verl aine, " Fi imbaud, Mal larmé .
Edouard Dujardin señala que en ese
tiempo Laforgue seguía elaborando
una teoría sobre "el verso libre" .
Mientras tanto, escribía también las
poesías de FLORES DE BUENA VO-
LUNTAD que no se publicarán hasta
después de su muerte.
En setiembre de 1886 decidió aban-
TABl.F. donar su trabajo en la corte. Le pro-
puso casamiento a Leah Lee, una
C·unµla i11lf•s t.k~ \!onJolt1anteK :tu Sol~il . •.. •. • inglesa que conoció en Berlín donde
l :.Ompl;tinh' ''º rouhli tl<'S Mort1.. . . ... . .... . . f(r. había sido su profesora de inglés. Re-
Com pl:tinl<' du 11atn·re je uue llomme . .. .. .. •. • t<8 nunció a su cargo y el 9 de setiembre
Cntnpl•int~ Je rtpou• OUll'Agé... .... .. ...... ttt abandonaba Alemania definitivamen-
CJrnplai11tc-Variatio111 •ur le mol ( alol, (aloll• H4 te . Volvió a París, desprovisto de re-
Compl~inte du Tcmps et de aa commére t•Espace cursos, sufr iendo una fiebre perma-
Gt·antle Compldntc de la Villc de Paris....... .. tm nente y a pesar de su estado, que-
Comvtainte des '.\101mi• tlu Mont-lllartre, . , : • ••
brantado, parti ó para Londres. El 31
Complainlc- Litanies ele rmon Sacl't.l..Cmur. •1•· • • ~. 23
de diciembre se casó en una pequeña
T
. : /

Compl:,intea des Déb:ita . . . •..... . , . . .... • • • •• / 1 ~1'Jl:;,i'oc·-·


Complaiot.e. d'unc Co1nialesc<'ncc . . . .•..• ..•• . • iglesia de Kensington. A los pocos
Co:nplainlc tlu Sag~ 1lc París .•• , • ••••• • ••• : •• días, volvió a París donde se instaló
Complainlo dr1 Complaiutes . .. .. • •• • . , . , .••• • precariamente. Cada vez más enfer-
Complai nlc·É1 taphr • . • . .. . • .. .• · • : • · : • .. · · .. mo, siguió escribiendo y publicando.
La tuberculosis lo agota el 20 de
agosto de 1887. Su esposa muere,
también de tuberculosis, algunos me-
ses después.

Prueba final
del Indice de LOS LAMENTOS
co n las correcciones
rnil nuscritas de Jules Laforgue
24

• Se consulró documentación v publicaciones de la Biblio1eca Jacques Doucel de París, de la Biblio1eca Nacional de Momevideo. David Arkefl:
LOOKING FOR LAFORGUE, an Informal Biography. Nueva York, 1979. Daniel Grojnowski v Pierre-Olivier Walzer: Ju/es Laforgue, OEUVRES
COMPLETES. Tomo l. Cronologla 1860-7883. Lausana, 7986. Revista EUROPE, "revue littéraire mensuelle " . Año 63°, Número 673. París, Mayo
de 7985. J.L. Debauve: LAFORGUE EN SON TEMPS. Neuch§cel, 1972. J.L. Debauve: LES PAGES DE LA GUEPE. París, 1969. Léon Guichard:
JULES LAFORGUE et ses poésies, París, 1977. Marie-Jeanne Durrv: JULES LAFORGUE. Poeces d'aujourd'hui. París, 1977. Warren Ramsev:
JULES LAFORGUE and the /ronic lnheritance. Oxford, 7953, G & A. Guilloc-Muñoz: LAUTREAMONT & LAFORGUE. Momev1deo, 1925.
JU ES LAFORGUE
O LAS ME AFORAS
DEL DESPLAZAMIENTO

LISA BLOCK DE BEHAR


111¡

ll
ADVERTENCIAS

A cien años de la m uerte de Jules Laforg ue y desde Montevideo, esta ciudad donde había nacido veint i-
siete años antes, son circ unstancias suficientemente oportunas para justifica r la publicación de una Anto-
logía, de celebrar por la publicación el vigor y la vigencia de una ob ra todavía casi desconocida en español.
Para la selección antológica se han revisa do los diferentes libros que constituyen su poesía: EL 27
SOLLOZO DE LA TIERRA (1878-1883), LOS LAMENTOS* (1880-1885), LA IM ITACION DE NUESTRA
SEÑORA LA LUNA (1882-1 885), FLORES DE BUENA VO LUNTAD (1883-1 886), EL CONC ILI O FEERICO
(1886), U LTI MOS VERSOS (1886-1 887); los ensayos de crítica literaria y crítica de arte recogidos en MIS-
CE LANEAS POSTUMAS; sus min uciosas crónicas de los acontecimientos y fig uras que más le imp re-
sionaban EN ALEMAN IA, BERLIN, LA CORT E Y LA CIUDAD (1886-1887) y las numerosas cartas fami-
lia res, amistosas, fo rmales, que escribió ent re 1881 y 1887. !1l

• Asf como no se suele uaducir negro spiri tuals, blues, ni el nombre de otras formas musicales, tampoco habrfa qye haber traducido
complainte. Sin embargo, y aunque se tienen presentes diversas posib1/1dades (endecha, balada, cantilena), se ha preferido traducir por LAMEN-
TOS, estas canciones populares que se cantaban en fas calles y patios de París. Trataban generalmente sobre temas trágicos basados en aconte-
cimientos de interés colectivo, particularmente sobre crónicas policiales y solían ser acompañados p or organitos. Jacques Gaucheron ("Laforgue
au singulier" en EUROPE: Mayo 7985. Año 63, Nº 673), recuerda que Edith Piaf habla debutado con estas canciones, un género que se mantuvo
hasta la segunda guerra mundial.

La vastedad y la variedad de la consu lta no atenúan este remordimiento anticipado por las omisiones
cometidas ni el malestar por las parcializaciones inevitables, esas parcializaciones que la condición antoló-
gica requ iere y que, por otra parte, son su justificación . La disposición optimista a "elegir todo" no pasa
de una ocurrencia verbal , la astucia "normanda" - el dicho es francés - que no se conci be más al lá de las
palabras. Se ha afirmado que mirar es elegi r; lee r, en consecuencia, que es una forma muy selecta de mi-
rar, implicaría varias elecciones. Por naturaleza, por fuerza, todo antólogo es un lector, un lector-e-lector,
como todo lector, y por lo tanto, a la parcialización de la ope ra ción antológ ica, es necesari o sumarle pre-
viamente la inevit able parcialidad que es la condición electiva del lector. Las parcialid ades se suman pero
tampoco de esta suma resultaría una totalidad. La lectura pantológica no existe y, precisamente, a propó-
sito de Laforgu e, habi litada por las f lexibilidades de su genio neo lógico, sería apropiado recorda r para esta
invención léxica, que se propuso circunstancialmente, la posibilidad de alud ir y acud ir a diversas etimo-
logías: a la totalidad, en griego pan, pantos, que es imposible, a Pan, el dios sátiro satirizado por Laforgue
("Pan y la siringa" de MOR A LIDADES LEG ENDARIAS) , a la flor, anthos, que el lector-selector-colector-
recoge o recuerda.
Por tratarse de un poeta franco-uruguayo, y a fin de no ceder a las previsibles reducciones que los
trámites de la traducción suelen infligir*, se co nsideró pa rti cularmente pertinente en este caso, disponer
para los textos poéticos de una ed ición bilingüe: Po r una parte, el original francés salva a la poesía de las
precariedades de la traducción "al español del Uruguay" (como suelen precisar los traductores franceses
cua ndo se hacen cargo de los escri tos de nuestros compatriotas), una salvación doble: rescata la originali-
dad del texto y redimiría dudosamente, al traductor de las faltas de una tarea adversa. Por otra parte, el re-
curso a dos versiones, intenta in sinuar las dualidades que van más allá de la procedencia ultramarina de
este "america no" - así llamaban en Tarbes y en la reg ión del sudoeste, a los franceses que llegaban, más
o menos provistos, de la aventura americana, pero que no había n logrado desterrar, en medios ajenos y en
tiempos mejores, la nostalgia de la provincia europea ancestral. Eran muy numerosas las fami lias francesas
procedentes de Los Pirineos Atlánticos, sobre todo de las regiones de Bigorre y Béarn, que se ra dicaban a
veces definitivamente en estas Américas y, sobre todo , en el Uruguay, desde el siglo XIX. En 1846, el con-
sul ado francés estimaba aproximadamente en siete mil los franceses estableci dos en Montevideo, la ma-
yor parte artesanos y comerciantes12¡, como era en gran parte la familia de Laforgue . En 1866 la familia se
28 embarca hacia Europa. Laforgue llega a Francia con tan pocos años, con tantos parientes cercanos cerca
(la madre, sus hermanos, los abuelos maternos, el padre los segu iría poco después) que difícil mente
podrían haberle quedado ot ros afectos distintos a distancia.

Pero la identidad binacional de Laforgu e aparece cuestionada por su poesía. Con frecuencia se cita la
falsedad bi og ráfica de los versos co n que desplaza, con la m~s inexacta natu ralidad, las referencias de su
nacimiento, localizá ndolo en Ta rbes, en lugar de Montevideo, en ningú n lugar de Montevideo.

Un convento en mi ciudad natal


Suave con veinte mil almas
Entre el liceo y la prefectura
Y frente a frente de la catedral.
ULTIM OS VERSOS: XII**

• La traducción que presenta esta ANTOLOGIA propone una aproximación a la obra de Ju/es Laforgue; se incenca, por este medio, abordar
su poesía, acercarla al lector, aspirando únicamente a realizar una versión aproximada. Ni imitación literal ni creación literaria, apenas un ejercicio
de intermediación entre autor y lector. Oficiando entre ellos, esta aproximación procura dar a entender (en español una operación intelectual) y,
tal vez, a "entendre" (en franc(Js una operación inteleccuaf) y, tal vez, a "entendre" (en franc(Js "olr", una operación sensorial) a fin de disponer
una lectura transidiomática, una mediación tambi(Jn, ene re dos idiomas, y asf - entre ambos- tratar de "encender" a Laforgue. De ahí las conve-
niencias de la estrategia editorial que presenta la edición bilingüe, a pesar de que constituye - como decfa Borges- un sistema injusto ya que
propicia comparaciones que siempre perjudican al traductor.
Las poesfas de Laforgue multiplican los riesgos de toda traducción. Su imaginación verbal diffcilmente podría ser desplazada a otra lengua: la
recurrencia constante a distintos juegos de la ambigüedad y de las consonancias, contrae las atracciones entre palabras y exacerba las oscila-
ciones entre somdo y sentido, inherentes al discurso poético pero asistidos, en su caso, además, p or la naturaleza particularmente homonímica v
homofónica del francés que, por idiomálica, las convoca con la mavor naturalidad. Laforgue hace de esa naturaleza idiomática su razón de hacer.
Si varias veces se ha afirmado que, voluntariamente o no, /Oda obra lileraria es humorlstica, esos juegos verbales de Laforgue condensan el
humor revelando, poéticamente, las mayores coincidencias: en sus versos, las palabras hacen juego: se combinan por afinidades inesperadas,
sorprendiendo por medio de repeticiones que redoblan o desdoblan referencias, desafiando en cada jugada tanto el azar como las reglas: la ca-
sualidad es más que nada una co!i1cidencia v solo por convencional, la arbitrariedad se justifica.
Ni literal ni poética, la versión sirve circunstancialmente: no intenta realizar la espléndida transcreación atinada por Haroldo de Campos, esa
"transpoelización del significado transcendental" que él magistralmente define, ni atenerse a las reducciones de la trasmisión imprecisa "del con-
tenido inesencial" que reprueba Walter Benjamin, ni consentir - por limitada y excesiva - la "triducción" que también se ha p racticado resolvien-
do, solo por tres opciones, cada uno de los versos de Mal/armé.
Más bien, esta traducción trata de "recobrar el sentido", tener una idea de lo que está pasando en cada p oema y me valgo de esa vaguedad
privilegiada del término a fin de aludir a lo conceptual (el sentido como significado) orientado (el sentido como orientación), sensorial (el recuerdo
de lo oído), lo sentido.
Otra dificultad que tampoco puede solucionar el traducwr es la inevitable identificación de dos instancias literarias afines p ero que necesa-
riamente se requieren d iferentes. La traducción hace coincidir en un mismo texw las palabras del auwr v el silencio del lector; implicando ambas
instancias, su versión explicita la lectura (por su escri tura) v, al mismo tiempo oblitera la escritura (por la misma causa). Fata lmente las diferencias
se confunden; sometida, cada mención, soporta dos signos, el signo remite a otro signo, se repite, v aún as/, no es el mismo. Traducido, cada sig-
no es un re -signo. Por eso, la mediación, a penas, una resignación .

•-. Los inveso:qadores va se han encargado de localizar v confirmar la precisión real de estas referencias falsas.

Por la improcedencia del dato, el poeta desvanece la certificac ión documental que, por otra parte, el
testimonio lírico nunca compromete. En el acta de na cimient o q ue a no mb re de Ju/es Laforgue se reg istra
en la Parroquia de San Francisco de Asís en Montevideo y cuya copia Ju les Supervielle, en 1921 , hace lle-
gar a G. J ean-Aubry, uno de los estudiosos franceses más enjusiast as de Laforgue, cont rasta y consig na 29
la ficció n que la poesía también defiende. Ya se sabe que la poesía no asegu ra la verdad biográf ica , ni
histórica, n i se la propone . Pe ro, al alterarla, sin mayor d isim ulo, el infundio q ue salta a la vista , verif ica la
evidencia de una ilusió n: la mención no queda circunscripta al registro civil y notarial sino está fo rmul an -
do, implícitamente, la exhortación a atene rse al verso -su versión- y la verdad, buscarla en otra parte , o
no buscarl a .
Las otras referencias literarias a su origen americano son vagas y se con f unden con algunos datos
biográficos inciertos; dice en uno de sus LAM ENTOS "buen Bret ón nacido bajo los Trópicos" y tal vez la
incertidu mbre responda más al carácter de "Preludios" que al de "autobiog ráficos"* . El ejercicio poét ico
revela un desaj uste rea l: su padre no era bretón si no gascón, originario de Tarbes y su madre normanda,
del Havre; revela la voluntad de aj ustarse deliberadamente al p recedente mítico-poético de la materia célti-
ca, como suele ll amar la crítica a las leyendas de ese origen que elaboran los sueños de avent uras reales o
imag inarias, a "la preocupación de infi ni to" que sustenta la opción poética de Chateaubriand, V ill iers de
l' lsle Adam, Leconte de Lisie: " una calidad del alma, u n alma ingenua con imp ulsos de mística". (31. Re-
curre tanto a la materia céltica como a la materia tropical, como podría llamarse la frecuencia literaria que
recurre a sueños y leyendas d e otras pa rtes. Son localizáciones fuera de lugar; más que precisiones
biográficas, manif iestan el anhelo de omitir la historia para t rascenderla , la geografía para descartarla ,
tra nsg resiones q ue no solo la imag inación de los bardos perpetúan . Son desplazamientos o metáforas -
Sign if ican un mismo movimient o, un tropo : de cualqu ier parte en/a cualquier pa rte .

• El tftu/o "Preludios biográficos " anuncia los juegos de la interpretación, el ejercicio musical ap/O ''para ponerse a tono", más que la fideli-
dad a los registros civiles. -
Por otra parte, Jean Pérés observa q ue no es el campo (en español, en el original francés), sino el Far-
West, el territorio libre y natural que Laforgue anhela cuando concibe cielos nuevos o espacios de aventu-
ra. Afirma otro coment arista que si Laforgue hubiera nacido en el Cairo en lugar de este Extremo Occiden-
te, su ob ra hab ría sido igual . 14 1Tal vez la conjet ura solo arriesga la presunción de que en su paisaje poco o
nada cuenta el territorio americano, ningú n territorio natural, solo el artificio cuenta.

UN FRANGES PRECARIO
-Sus ojos decían: "¡Comprenda usted!
¿Cómo no comprende usted?"
UL TIMOS VERSOS : VII

a
A diferencia de lsidore Ducasse, Conde de Lautréamont151 L 'autre Mont(evideo), como prefiero
reivind icarl o, quien algu nos años antes y a partir de una genealogía similar, había realizado un itinerario se-
mejante -Montevideo-Tarbes-París - , el bi lingüismo de Jules Laforgue es discontinuo, fig urado, poco
más que conjetural. Además se ha señalado que tanto Jules como su hermarw Emile - con quien compar-
30
te intereses pe rsonales, artísticos e institucionales - fueron de los pocos escolares franceses que, proce-
dentes de América, en lugar del españo l optaron por estudiar alemán en el liceo de Tarbes16l. Segú n los re-
gistros liceales, en general, los hijos de los inmigrantes sudamericanos solían preferir el español o el inglés.
Tampoco al propio Laforgue le pesa recordar, entre otras debilidades, su desconocimiento del
francés: "Me acuerdo del tiempo cuando le llevaba a Bourget piezas de teatro, capítulos de novela, masas
de versos, pensando: ¡con esto sí que va a quedarse impresionado! Y al domingo siguiente él respondfa:
'¡Ni sabe francés, ni el oficio del verso, ni siquiera ha empezado a pensar por Ud. mismo/17l. Además, la
presencia de su español aparece siempre como una forma de negación o dism inución de su f rancés:
" .. . (¿me ve usted a mí corrigiendo faltas de acentuación?)", no por el conocimiento del español mismo.
Tal vez sea la filialidad recíproca entre el-poeta-que-crea-la-poesía y la-poesía-que-crea-al-poeta (fi -
lialidad de la que ni los griegos en el pasado ni Heidegger, más recientemente, hacían cuestión), una de las
razones universales de la dudosa identidad del poeta o, por lo menos, de estos poetas franco-uruguayos.
No fue el ún ico Rubén Daría en creer y decir que el autor de los CAN TOS DE MALD OROR "se hacía pasar
por montevidea no por espíritu de mistificación a fin de completar su atuendo raro y legendario. "<a1
Las dualidades son llamativas pero además, interesaba, po r medio de la edición bi lingüe, sintonizar
dos voces del lector, de manera que fuera posible reparar, gracias al rigo r de su atenta revisión, las fallas
previsibles de la tra ducción y reparar en otros desajustes, que no so n eventuales, son de Laforgue, y solo
en ese sentido, irreparables. Refiriéndose a Laforgue y a las novedades de técn ica poética que introduce,
considerá ndolas superio res a las de Baudelai re y Ri mbaud, Lawrence Du rrell recordaba que T. S. Eliot "me
confesó su deuda con Laforgue y los años que soñó con traducirlo; pero le fue imposible. Sin descontar
las dificultades generales inherentes a la traducción poética, Laforgue las compli ca y excede por los cons-
tantes juegos de palabras, las cond ensaciones alusivas (veladas y plurales), de su "lenguaje demasiado
elíptico y conciso" . Pero fue en ese lenguaje que Eliot "encontró su tono; la ironía de Prufrock es lafor-
guiana. "!9l: " Helas ! le bonheur est la, mais lui se derobe ... " es el verso final del "Lamento de las voces ba-
jo la higuera búdica". La homofonía parcial entre "He/as" y "esr la" refuerza la contradicción entre la feli-
cidad y el pesa r que la poesía asocia idiomáticamente, una coincidencia poética a la que la traducción ape-
la pero no traduce y el poeta f urtivamente se aleja.
Paronomasias, retruécanos, eli psis, alusiones, concisión; Laforgue no evitó esa suerte de intraducibi-
lidad, de condensación lacónica que se ha entendido como el carácter de la sabiduría entre los antiguos,
optando por un enigmatismo que sabe restañar contra los desgastes de la pa labra -a pesar de el los, a
part ir de ellos- la imaginación del origen .
Según las reseñas periodísticas de la época, cada aparición de sus poesías mu ltiplicaba las críticas
hostiles, el rechazo de lectores que no co mprendían, la desconformidad proferida contra poemas que se
dirigía n co ntra la conformidad que ellos defendían. En efecto , no comprendían. Al referirse a Mallarmé,
Gustav Lanso n reco nocía que gran parte del interés de su obra radicaba en el hecho de que no es posible
comp renderla. Pero tal vez Laforgue haya sido el más incomprendido de todos los poetas incomprendidos
porque padeció de una incomprensión dife rente, más que padecimiento -que es una pasión - una pa-
sión de la incomprensión, la obsesión de una escritura deliberadamente poco clara, nocturna, lunar: una
poesía escrita en clave de luna, una escritura que cifra el sentido de las palabras . Si se ilumina el misterio
de la escritura, aclarándolo, esa luz fría sólo se dirige para hacerlo más visible, más misterio, y así, poder
observarlo, es decir, cont emplarlo y conservarlo. Decididamente oscura, teneb rosa, su belleza, si se aclara
(se explica) se desvanece: "el leng uaje es como la luna y tiene su hemisferio de sombra". La comparación· 31
es de Borges, de sus primeros libros, de la época que recordaba hace poco: "Durante la primera guerra,
mientras se mataban los hombres, soñamos los dos sueños que se llamaron Laforgue y Baudelaire". (10I
Plantearse como un problema de traducción una incomprensión que desborda el planteo idiomático, sería
entender taxativamente un problema que no es est rictamente lingüístico: "Unt1/ vou understand a writer's
ignorance, presume vourself ignorant of his understanding"*111l.
Ni Montevideo, ni Tarbes, ni París, ni otros parajes . La poesía de Laforgue institu ye la extraterritoria li-
dad de un lenguaje que no se radica en ningún lugar, y por eso se resiste a las reducciones exp licativas,
que contraen o redunda n el enigma o razón, el razona miento, al racionamiento rest rictivo de un enclave
terreno: "la tierra es terrea terre", y por eso el poeta, en sus primeros textos, ya había celebrado su desa-
parición con una "Marcha fúnebre por la muerte de la Tierra" (S T), una ceremon ia luctuosa a la que a to-
dos nos participa, desde el principio, desde el epígrafe: "(Tarjeta de participación)": el entierro de la
Tierra, la desaparición de un planeta entre tantos, cuya hist oria insignif icante tampoco le interesa ya que
se restará de la columna de la_,; nulidades. Es una reflexión indiferente, nada catastrófica, que anota "para
llenar un blanco" - otra nulidad - en la carta que dirige a Charles Henry. Para Laforgue la aparente estabi -
lidad del planeta no avala nada : es parte del subterfugio de su insufrible impasibi lidad. Como si formara
parte de otro territ orio , Laforgue se mantiene a distancia: "La tierra nació, la tierra morirá(. .. ) sólo habrá
sido un relámpago en la noche" . (Carta a Ch. Ephrussi. Berlín, diciembre 1881). El tema es recu rrente y en
términos menos austeros reitera en "Hamlet" (MU: "Y tú, silencio, perdona a la Tierra, esta loquita no sa-
be bien lo que hace" .
• Hasta que entienda Ud. la ignorancia de un escritor, considérese Ud. mismo ignorante de su comprensión".
Por eso , ni reivi ndi cac iones nacionalist as de una identidad en fuga ni la punt ualidad convenciona l de
celebraciones de calendario. Frente a semejante extraterritoria lidad planetari a - un tópico de su obra - no
haría falta hacer constar que, a pesar de las coincidencias propiciatorias, de las circunstancias de tiempo y
lugar que dieron principio a esta iniciativa, el criterio antológico y las reflexiones que lo sustentan, tienden
a soslayar, precisamente, las marcas territoriales (sean francesas sean uruguayas) de una vida particular
que, en el caso de Laforgue, no se diferencia demasiado de una ob ra que la universa liza.
Ni aun para observar las diferencias habría que oponer vida y obra. Asimi ladas por una escri tu ra totali-
taria (descargo la palabra de la parcialidad de su sentido político), las oposiciones desaparecen: nada
queda fuera de su obra y sólo en ese lugar común, su vida tiene lugar.

(El principio poético)

En principio y en términos generales, el planteo precedente podría concernir a cualquier escritor: la


historia personal, social y general sólo interesa a partir de una escritura que interesa. Sin este pri mer in-
terés tampoco se atenderían los aspectos histó ricos, sociológicos o psicobiog ráficos del escritor. Ya se
decía: el poeta crea la poesía ta nto como la poesía lo crea , y esa relación de f ilialidad recíproca, existe só lo
por la escritura que la origina, es la poesía la que revela el origen, la poesía es la instancia orig inal.
Si Mal larmé decía que el mundo existe para terminar en un hermoso libro, terminado el libro, ese
mundo que es el punto de partida, empieza por resultar posterio r. Como para otros poetas el aleph consti-
tuye no só lo la letra in icial sino una letra que abarca el alf abeto entero : "U.na letra sola puede contene r el
32 libro, el universo" , como pa ra los musu lmanes el Corán está en el Corán y para los hebreos, Dios mismo
t uvo que consultar la Bibl ia para crear el mundo: así t odo lib ro resulta infinito e incompleto porque su
escritura anexa un objeto no registrado a registrar; causa o efecto, anterior e interior, al final, el libro sigue,
no segundo, en primer lugar. Son posiciones tradicionales y sin embargo sorprenden; sagradas, desafían
la lógica atribuyendo pri oridades a la esc ri tura origi nal, previa a las palabras y las cosas; una desconstruc-
ción que la gramatologfa precisa1 121, im pugnando la prevalecencia de la palabra, la linea lidad de la historia
o las imparcia lidades de la ciencia ; no se trata de un razonamiento perverso ni descabellado ni contrad icto-
rio sino que se elabora a fin de cuestionar los argumentos de una genealogía basada en la consecutividad
histórica o cualquier orden que, entendiéndose solo imperativamente, se orientara según un sentido úni-
co, determinado, una arbitrariedad - tal vez la primera- que la poesía logra revocar .

ENTRE LAS ALMAS Y LAS LETRAS

¡Qué papel, si, este invierno


Ella hubiera tomado en serio mis versos!
"Lamento de la luna en provincia"

La f órmu la apa rece modif icada ya que no es en el sentido más tradiciona l que aquí se recuerda el tópi-
co de la oposición entre "las armas y las letras". Fue Pa ul Va léry quien al hablar de " Monsieur /'Auteur" (el
Señor A utor), se comp lacía en presentarlo como "/'Etre des Lettres" (el Ser de las Letras) .1131
Sin dejar las ironías de lado es a Laforgue, como a pocos otros autores, a quien le cuadrarían estos
juegos de palabras. Laforgue es "un homme de lettres", un hombre de letras y en su caso pa rece más
legítimo que nunca insistir sobre la literalidad de esta defini ción; sería ese sentido, doblemente prop io, lite-
ralmente "de letras", su mejor sentido, ya que podría entenderse también en su sentido más corriente y
más trivial: "el escritor, el autor, la persona letrada", que es como entienden en su lengua, los franceses,
la expresión, y el más divulgado, también en francés, fu era de Francia. Cuando Ezra Pound catego riza los
diferent es grupos de personas que han creado la literatura, los "hommes de lettres" son los escritores que
no han inventado verdaderamente nada . Especializados en cualquier género de literatura, no pueden ser
consideré¡dos "grandes hombres" ni autores que hayan intentado dar una representación completa de la
vida o, más simplemente, de su época" .*
Es sobre o contra esta reducción usual de la expresión que especu la Valéry, y, ahora, al atribuirla a
Laforgue debería pensarse en la literalidad que es condición de la literatura, en la invención de un arte que
sólo por las letras se descubre, y algo más .
• La mención "homme de /el/res" figura en la versión A B C de la lecture, en francés, París 1966, que es la única de que dispongo.

¿Un poeta leído?


En su caso la naturaleza literal de la con dición literaria se extiende a un aspect o diferente, poco secu -
lar, que no es el más habitual. Ya se dijo que Laforgue es un hombre de letras porque es un esc ri tor cuya
vida y obra se distinguen en un a oposición difícil, casi imposible. Pero además de escribir, es un hombre
de letras porque se dedica a leer, que es otro sent ido igualmente leg ítimo, aunque menos frecuente , que 33
tolera la expresión.
Laforgue profesa por la lectura una adhesión mayo r. Como t odo escritor lee, pero, además de
"Leer", "Escnbir", las operaciones que ordenan consecutivamente la biografía intelectual de Jean Paul
Sartre en Las Palabras1 14 l o, Levendo, escribiendo, que son, además de su título, las dos instancias indiso-
ciables de la acción literaria para J ulie n Gracq(l5), o la afl icción de Roland Barthes cuando confiesa que ya
no lee por leer sino lee sólo pa ra escribir'16l , o el "Read ing Writing" (lectura de escritura o a la inversa} que
J . Hillis Mil ler analiza a propósito del rea lismo litera ri o de Geo rge Eliott17l, además de esas f unciones soli-
darias que todo escritor articu la dialécticamente, Laforg ue lee porque es un lector profesional. En 188 1 fue
designado "lector" de la Emperatriz Aug usta, la afrancesada esposa del Emperador Guil lermo 1 de Alema-
nia, un cargo que ejerció en Berlín y en todos los palacios adonde la corte se instalaba, Koblenz, Konsta nz,
Baden Baden, W iesbaden, hasta 1886, cuando hastiado de Berlín y decidido a casarse, presenta su dimi-
sión como lector áulico. Pa rten hacia Londres pa ra encontrarse y casarse con Leah Lee, una inglesa a
quien había conocido en Berlín. Ni aun así, las obsesiones de la lectura lo abandonan. Al referirse a Leah
Lee -en una carta que había escrito va rios meses atrás, desde Berlín a su hermana Marie - , mencio na " la
eterna let ra 'L', como en nuestro nombre, el de mamá, el de tu esposo", el de las letras, las lecturas y los
libros. Como" Joha nnes Eríugena o Scotus, es decir J uan el Irlandés, cuyo nombre en la historia es Esco-
to Erígena o sea Irlandés lrlandés" l1Bl ; como ant es Chrétien de Troyes que conci liaría emblemáticamente
en su nombre la síntesis de una obra donde a su profesión de clérigo c ri stiano integ ra las leyendas heroicas
de procedencia pagana; como La Fontain e, en cuyo nombre Valéry entreveía ambiguamente el encanto de
ag uas frescas y profundas: la f uente fabu losa; como Red Scharlach, el personaje de "La muerte y la brúj u-
la" que, según J . Hi llis Miller, al ude al rojo dos veces en su nombre (el inglés red: rojo y el alemán
Scharlach, escarlata); como el propio Borges quien descu bre en el suyo el oxímoron campo (Jorge, por
las geórgicas) /ciudad (Borges, por los burgos) que determina los fundamentos de su estética contradic-
toria y especular, el nombre de Leah Lee: Lea lee o lea Lee o lea lee, justifica varias veces lecturas que el
español -al que Laforgue no es ajeno - multiplica. En "H istoria de los ecos de un nombre" decía Borges:
" ... quizá no huelgue recordar que para el pensamiento mágico o primitivo, los nombres no son símbolos
arbitrarios sino parte vital de lo que definen".
De la magia de un cuento -o de un sueño, como dice el propio Laforgue- más que de la biografía o
de la historia, parece proceder el extravaga nte privilegio de su cargo que no debería imagin arse desde esta
igualitaria o amonárquica perspectiva contemporánea. Una de las notas necrológicas más completas que
se publicó en aquellos años, dedicada a Laforgue manifiesta la misma impresión en cuanto a la sorpren-
dente peculiaridad de esta ocupación literaria: "¡Caramba ! ¡Lector de la Emperatriz Augusta! Confesemos
que se trata de una posición social divertida y poco conocida. No todos pueden decir, en sus tarjetas de vi-
sita: Ex-lector de S.M. la Emperatriz Augusta(. .. ) No es una profesión que figure en el Bottin*".
La ocupación de Laforgue eleva el elitismo de la lectura a una potencia imperial , sobre todo si se con-
sidera que todavía hoy, en la democracia francesa, la mayor parte de los encuestados considera que la lec-
tura es una actividad de prestigio, una ocupación que se reserva para las élites ociosas, que "intimida y de-
salienta a la masa de la población"t 19i . En todos los tiempos, " leer" y "elegir" parecen asociarse en un mis-
mo elitismo que la etimología co mún avala.
La condición de lector-e-lector que se observaba, encuentra en esta visión elitista -algu ien que se
34 arroga la misión de elegir, una dimensión selectiva más. Desde la antigüedad, la lectura se asocia a las
prerrogativas aristocráticas de un grupo que se reserva las prácticas de "el arte de leer" como una forma
de poder. Hasta el siglo XVIII, mientras se realizaba la lectura en voz alta, constituía una forma de exclusi-
vidad, privativa y suntuosa de los grupos sociales más encumbrados, o ilustrados por encumbrados: suce-
sivamente los claustros, las cortes, los salones, los cafést 2m, localizaron actividad y privilegio.
Desde principios de 1881 Laforgue había resuelto sus menesteres económicos, sociales y artísticos,
por la frecuentación profesional y amistosa de Charles Ephrussi, con quien empezó a trabajar co mo secre-
t ario. Fue una relación afortunada . Ch. Ephrussi fue una de las perso nalidades más interesantes del mun-
do cultu ral y figuración mundana de la Tercera República. Amigo de Edouard Manet y de Auguste Renoir,
aparece retratado en EL A LMUERZO DE LOS BARQUEROS, entre otros cuadros de la época . Interesa
señalar su representabil idad artística porque constituyó uno de los modelos históricos más patentes del
cautivante Charles Swann, de EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO . De la misma manera que el personaje
de Proust, Ch. Ephrussi era un distinguido historiador y prestigioso conocedor de arte. Fundador y direc-
tor de la GAZETTE DE BEAUX-ARTS, autor de importantes estudios críticos, preparaba , en la época en
que Laforgue ll egó a tratarlo asiduamente, un estu di o sobre los dibujos de Durero. Era además, un
acaudalado coleccionista con especia l predilección por las pinturas impresionistas, "de familia rica y refi-
nada", podría decirse de él como dice el narrador de Laforgue en "Lohengrin, hijo de Parsifal" (MU, a
propósito de su personaje que también, por la leyenda, se convirtió en un cisne .

' Nombre común que ha designado la gula de direcciones y teléfonos de Francia, una antonomasia de Sebastián Bottin (1765- 1853!.
Fue en su casa donde Laforgue tuvo oportunidad de ver los primeros cuadros impresionistas, de co-
nocer personalmente a pintores, poetas y críticos. También, gracias a la recomendación de Ch. Ephrussi y
Paul Bourget, Laforgue obtuvo ese cargo de lector en la corte imperial prusiana. Como en las Mil y una
noches, de la noche a la mañana, su mísero cuarto de hotel se transformaba en las suntuosas dependen-
cias de un palacio, donde podía olvidar sus penurias económicas, asegura rse una supervivencia que si en
este caso sobresale es más por las excelencias de todo t ipo que allí disfrutó, que por una vida que, alejado
del palacio, no se prolongó mucho más. El entusiasmo ante tal designación desaparece ya que la excep-
cionalidad del acontecimiento queda atenuada por la noticia de la muerte de su padre. En la carta que le
envfa a su hermana Marie el 20 de noviembre de 1881, comenta la coincidencia de ambos acontecimien-
tos. No viaja a Tarbes donde se realiza el entierro pero tampoco partirá hacia Alemania hasta una sema na
después.

SOBRE CARTAS Y LETRAS

¿Cuánto hace que no recibo noticias suyas?


¿Le debo yo una carta o es Ud. quien me la debe?
¿Qué hace usted? ¿y sus ltbros? ¿Y nuestro poeta?
le escnbí, no me respondió: sin duda mi carta era poca cosa. En fin ...
(Ca rta a Charles Henry: marzo 1882)

Habría que celebrar en más de un sentido la designación y el ejercicio del nuevo cargo, que vale como 35
distinción profesional, por la dedicación a la lectura y por su radicación suficientemente distante como pa-
ra justificar la iniciación de una correspondencia particularmente explícita y frecuente. Según J. L. De-
bauve1211, aún no ha sido suficientemente destacada la importancia literaria de una correspondencia va-
liosa y que ilustra además sobre aspect os históricos, políticos, sociológicos de la época , revelando indirec-
tamente , casi por transparencia, atisbos psicobiog ráficos de sus asiduos destinatarios .

• El adjetivo deriva del apellido efe su amigo, el poeto Gusta ve Kahn, au1or de PALACIOS NOMADES v éJ quien se atrihuve, alternativamen·
re, la invención del verso libre.

Por las numerosas y detalladas cartas que Laforgue di ri gió a sus diversas relaciones de Francia, se sa-
be de las efusiones de reconocimiento amistoso que no disimula en la correspondencia, de las escasas no-
vedades artísticas de Berlín , de sus in qu ietudes poéticas: " ... decirle que escribo unos cuantos versos. Mis
ideas en poesía cambian. Luego de haber gustado de los desarrollos elocuentes, luego de Coppee, luego
de la Justice de Sully, luego baudelairiano: me estoy volviendo (como forma) kahnesco * y mallarmeano.
(. .. ) Sueño con una poesía que sería psicología en forma de sueño, con flores, viento, olores. Sinfonías
inextricables con una frase (un tema) melódico, cuyo dibujo reapareciera de tiempo en tiempo. (Carta a
Charles Henry: febrero o marzo de 1882). Se sa be de los recuerdos de un París que aparece más próximo
por las man ifestaciones de las reiteradas nostalgias de su atmósfera artística: "Acabo de recibir su hermo-
sa carta que me provoca fiebre de París, una carta palpitante. ¡Cuántas cosas y qué feliz está usted! Si us-
ted se queja de ese remolino, es, entre nosotros, por pura modestia." (Carta a Charles Ephrussi: Berlín
9/ 4/ 1882); "Dónde quedaron nuestras noches en las calles Séguier y Berthol/et? ¿Nuestras caminatas por
la calle del Abbé-de-/'Epée, o por el bulevar Port-Royal, y la fiesta en la avenida Gobelins, con las singula-
res charlas suyas. Lo mejor que puedo hacer es trabajar para París y esperar hasta julio o agosto cuando
pienso ir a verlo." (Carta a Ch. Henry: Berlín, 16/4/ 82). Son nostalgias que su vida en el palacio -de pala-
cio", también- y la ausencia de acontecimient os que pudieran haberle interesado en la corte de Gui llermo
1, multiplicaban: " Aquí todavía no he visto el museo. No me animo a entrar a ningún lado. Sé tan poco
alemán" . (Carta a Ch. Ephru ssi: Berlín, 5/ 12/ 81 ). "No teng o problemas materia/es. No tengo nada que
hacer. Respiro un aire que nunca circuló en Ja Nacional* " .

• Se refiere a la Biblioteca Nacional de París.


• • Fundado en 1879 por Emite Goudeau con la imención de reunir poetas y músicos, este club como el "Chal Noir, el Mirliton, y otros es-
tablecimientos similares, hicieron resurgir el gusto por la canción poética que desde Aristides Bruant, Francis Careo hasta los más contemporá-
neos (Charles Trenet, Leo Ferré, Georges BrassensJ, mantienen el tono popular y festivo, argótico y literario, inconformista, culto v provocador.

El cargo de lector, la distancia de su gente, determi na ot ro aspecto de este hombre de letras : vive le-
yendo vive escri biendo. Las letras son su med io y modo de vida - siempre o solo entre letras; let ras que
publica y letras privadas: entre cartas que envía o recibe, ca rtas en las que comenta cartas, propias y aje-
nas, cartas "en fa ntasma" que todavía desconocidas121i, se sospechan a partir de un requisito conven-
cional y rut inario pe ro naturalizado por el problemático acogimie nto episto lar: Ni hecho ni dicho , casi a mi-
tad de camino, la carta aco rta dist ancias entre dos campos, entre tiempos, entre quien está y quien no,
entre verdad e ilusión, la carta como la let ra, la Jettre, en ambos casos, queda y llega .
En su caso -y difícilmente se conozca ot ro similar - esta oposición requeriría un estatuto filosófico
aparte. Si adopt ando una incuestionab le posición estética, John Barth1221 puede considerar que una nove-
36 la es una pieza del mundo real, de la m isma ma nera, una carta, aun cuando las cartas puedan fragua rse
como esas que describen LA S CU ITAS DEL JOVEN W ERTHER, como la novela, con más razón, es dos
veces real : cosas, cuitas, cartas de segundo grad o.
Las cartas de Laforg ue parecen, como las cartas del joven W erther, un prolongado monólogo y las re-
ferencias circunst anciales de la correspondencia, disimularían, por confidencia, la variante conjetural men-
te documental de una ficción narrativa, que sustituyera el " Había una vez en un pa lacio lejano ... " . Man -
tiene una relación familiar entrañable, pero por correspondencia; por correspondencia, un romance con
M me. Mullezer- quien publica con el seudón imo de Sa nda Mahali. Laforgue comenta y corrige las poe-
sías que ella le envía, le declara su amor, alu de discretamente a las relaciones que piensa reanudar en
París : intenciones y co nfesiones , sólo por carta. Pregunta por sus amigos: "¿Qué hace Pau l Bourget , poe-
ta inglés y francés ?" l231. Considerándolo el ideal de la elegancia literaria y dandysmo baudelairiano, lo llama
" Lord Buda" creyendo que en el dandy permanecía uno de los grandes ancestros·, "el último resplandor
de heroísmo en tiempos de decadencia"l24l. Es a quien dedica LOS LAM ENTOS. También mantiene una
impo rtante correspondencia con Gustave Kahn, uno de sus primeros amigos de París, con quien practica
las poses dese nfadadas de los miembros del club de los " Hydropathes" * *. Esta correspondencia se publi-
ca por primera vez en 1941, durante la ocupación nazi, con el título CARTAS A UN AM IGO, in tentando
eludir, con la generalidad del eufemismo amist oso, los riesgos de la identificació n judía de Kahn.
Se escri be con Charles Henry, filósofo, científico, una figura "si ngular", es el único calificativo que se
le ocurre a un ami go común y es un o de los modelos de qui en parte P. Valéry para la concepción de su
personaje preferi do, el imposible Monsieur Teste. Ch . Henry es uno de sus destinatarios más asiduos . Co-
menta sus cartas , las precedentes , las que espera , es ot ro amigo-lector-escritor . Le pregunta por las vírge-
nes de Memling, recuerda la fotografía que le ha enviado, sus lecturas comunes (LA IMITAC ION DE JE-
SUCRISTO, LA T ENTACION DE SAN A NTONI O), la posibilidad de reali zar ju ntos una antología del re-
nunciamiento. Cartas sobre libros, cartas sobre cartas: lettres sur !ettres sur lettres.. Como en esos
cuadros denominados atelier donde es posible observar el cuadro del pintor, el cuadro que pinta y los
cuad ros que el pintor tiene a la vista, es posible, leyendo las cartas de Laforg ue, leer sus cartas y casi toda
su biblioteca: "En fin, aquí tengo mi Baude/aire, mi Cros, mi Stendhal, una muchedumbre de Balzac, EN
M ENAGE de Taine V mi Hartmann".
Mantiene una correspondencia intensa y frecuente con Charles Ephrussi, además de protector y ami-
go ese, personaje de novela, de cuadro, a quien Laforgue reclama constan temente las novedades literari as
de Pa rís, impresiones de salones y exposiciones, con quien comenta los libros que escribe(n), lee y espera;
revistas literarias y artísticas, los paisajes q ue más admira, " los mejores que ha prod ucido la t ierra: los de
Ruysdael, despu és de los de Gui llemet". Muy próximo a los artificios antinaturalistas del dandysmo,
deplora como Ba udelaire "el cu lto necio de la naturaleza" y de toda fo rma de docilidad respecto a la natu -
raleza " natural" que se le atribuye. El amor al arte es amor al artificio de la cultura, de la imaginación y aun-
que se lamente: " Estoy tan extenuado de arte", los paisajes que describe son sólo descripciones de pintu-
ras, las de Gustave Moreau , de Puvis de Chavannes, de Beardsley, no hay otros pa isajes. Citaba Walter
Benjamin a quien decía que "los poetas se inspiran más en las imágenes q ue en la presencia de los
objetos"; es la inspiración de museos y bibliotecas que Laforgue anhela. Desconoce otro aires.
En el "Lamento de los lamentos" (LU , replicando el CANTAR DE LOS CANT AR ES, Laforgue se pre-
gunta "¿POR QUE? ¿Por qué? agotarse cultivando rosas pintadas?". Es también la pregunta de las pre-
guntas por eso las mayúscu las arquetípicas de "una Naturaleza irrazonable que no sabe si es más 'natura- 37
/izada' que 'naturalizante '".
LA PARABOLA DEL PALACIO

/'// cal/ thee Hamlet, King, father, roval Dane.


HAMLET. Acto 1, escena IV.
(Ham let, príncipe trágico, poeta y dandy)

Nombres propios y artísticos, seudón imos mundanos y li terarios, personas escamoteadas entre per-
sonajes de novelas , de tragedia, solo entre cartas y letras, solo en un palacio casi de ficción, en un palacio
rea l, de cuento de verdad, como los de Lu is 11 de Baviera, y ajeno, como el de Hamlet, un intruso, un out-
sider, fuera de lugar, Laforgue con -f igu ra la metáfora del desplazamiento, una metáfora de la metáfora, él
mismo un tropo, una figura literaria, dob le, en todos los sentidos, como si la carne se hiciera verbo, letra:
un personaje de f icción q ue escri be ficciones .
Cua ndo describe a Ham let en "Hamlet o las consecuencias de la piedad fi lial" (MU , se describ e. Co-
mo su dudoso antepasado, Ju les Laforgue es "un personaje ham lético", y así como peregrina a Elsinor
- no es una aventura - traspasa espacios ageog ráficos, acumulando funciones, entrecruzando textos,
apropiándose de un texto ajeno que a su vez se apropia de su figura, ahí se perfila y así permanece. Lafo r-
gue adopta la f igura de Hamlet y Hamlet, su figu ra, que en francés es figure: es su cara su más-cara-
máscara.
Más allá de las previsibles abundancias relativas a la ident ificación autor-personaje-lector, a las trans-
parencias poesía / realidad, se resumen en "Hamlet ... " t odas sus obsesiones transtextuales, en la profu-
sión de citas, en las parodias interminables: Como a Hamlet, el fantasma de Hamlet no lo abandona: "Es
más fuerte que yo", prescribe vagamente en el epígrafe. Qu izás, desde el pri ncipio, esté confesand o la
razón de las obstinadas reincidencias, incontrolables, un círculo que sería vicioso si no fuera priorita-
riamente literario, restos y textos de "las ruinas circulares" , la arqueología vert iginosa y concéntrica de un
autor que existe co mo personaje de su cuento (Laforgu e figura como Hamlet), un cuento donde el perso-
naje es autor de Hamlet y, otro personaje, Wi lliam (el apellido es supe rfluo), que es un comediante en el
Hamlet que escribe Hamlet , el personaje de Laforgue.
Poco discretos, son personajes que, como el autor, como sus na rradores, se deslizan en las obras que
suscriben, un desliz o un desl izamiento: están y no están . Para Hamlet en la tragedia "La pieza es la cosa,
"la cosa real" (THE REAL T HING, es el títu lo de una comedia de Tom Stoppard, qu ien no tiene porqué re-
corda r que en español " real" sign ifica dos cosas) y en esa realidad (ambigua, doble y principesca),
Hamlets, Williams y Laforgue aparecen inscritos, a la par. La parodia multiplica las burlas: " ¡Ah! que todo
no sea ópera-cómica", suspira el narrador del legendario "El milagro de las rosas" (MU, habilitando los
anacronismos litera les -o numerales- que empiezan por desafiar la histo ria con la mención de fechas
que no pueden pasa r inadvertidas: "Hoy es 14 de julio de 1601" dice el narrador de Hamlet. El anacronis-
mo no solo impli ca la sincronización absurda de aco ntecimientos nota bles. El narrador de Laforgue como
el que Borges evoca en "Pierre Men ard, autor del Quijote" deplora "esos libros parasitarios qu e sitúan a
Cristo en un bu levar, a Hamlet en la Cannebiére o a Don Qu ijote en Wall Street". (261
38
La acción del "Ha mlet ... "ocurre en Dinamarca, en el siglo XVII, pero su narrador es contemporáneo
de Laforgue, ha leído a Saxo Gramáti co (el padre de Hamlet no se lla ma Hamlet sino Fengo), conoce al
Doctor Fausto y no puede ignora r que "Ofel ia es una inglesa imbu ida de la filosoffa egoísta de Hobbes" ni
las insolencias del dandysmo intermitente de su soberbio perso naje, del desaliento de sus "ideas hamléti-
cas" , de su "sexto sentido, ese sentido del Infinito" . A propósito de esa moda lidad legendaria, anota una
reseña de la época: "Son todos Hamlet los hombres de letras, soñadores en el balcón del mundo moder-
no, apoyados en la balaustrada tét rica del hastío (ennui) del ocio y de la inutilidad del vivir"1271_ No sorpren -
den las referencias a una actualidad cultura l ni que suenen pianos que ni Shakespeare ni su época pu-
dieron conocer pero que forman pieza obligada de la consta nte escenografía laforguiana, así como la ac-
ción interesa desde la perspectiva del domingo (no hay otro día que domingo en la semana de Laforgue),
en el otoño (que es la estación más frecuente) entre los perpetuos lamentos del viento. Contra el viento,
las ventanas con frági les cristales recuerdan la frag il idad de la belleza femenina, la fragilidad de las muje-
res, bellas o no, que príncipes, reyes y poetas recuerdan: "Escri to sob re el cristal de una ventana fla men -
ca" y el poema de Victor Hugo registra las palabras de Fran c;;ois 1, inscritas sobre el crista l de una ventana
en el Castill o de Chambord: " La mujer cambia con frecu encia, tonto qu ien con fía en el la. " Más tarde , Hu-
go satiriza el proverbio real en una canció n de EL REY SE DIVIERTE que, a su vez, inspira " La donna é
mobile" de RIGOLETTO . Chateaub ria nd, como tantos otros poetas que se preguntan "¿Dónde está n?"
Se pregunta "¿Dónde está el cristal de la ventana ahora?" (VI DA DE RANCE). Tantas veces se aseg uró ta l
fragilidad que, con el tiempo, ha acabado por consolidarse y desaparecer. Hamlet replica a estas moralida-
des legendarias: " Estabilidad, estabilidad, tu nombre es mujer."
Si la inciden cia del anacronismo resu lta intempestiva se debe, en parte, a que interesa marcar la ex-
temporaneidad de la ocurrencia: lo que ocu rre está fuera de tiempo, o f uera del tiempo, es un lapso de ab-
soluto. En real idad, el anacronismo se veri fica inevitablemente por la contemporaneidad de tiempos dife-
rentes que la lectura sincroniza; cada lector habilita "una bi blioteca imaginaria", la suya, y no es necesario
que se le embelese "con la idea primaria de que todas las épocas son iguales o que todas son distintas. "12si
De tal modo que el anacronismo literario estaría prescrito, un co ntratiempo in herente al texto ya que, ne-
cesariamente, en todo texto coinciden, por lo menos, dos tiempos . Coinciden y difieren: es una form a de
la diferancia, que es el neologismo con que Jacques Derrida diferencia a la diferencia de tiempos, a la pos-
tergación determinada por la escritura<29i. Entonces, tomando en consideración la lectura, el anacronismo
const ituye una condición inevitable: la prop ia permanencia de la escritura, que la lectura implica, lo prefi-
gu ra.
Como todo lector, este lector ha leído: Ya no puede no saber lo que sabe y, a dif erencia del Quijote de
Pi erre Menard, que es "verbalmente idéntico" al· de Cervantes, el "Hamlet" de Lafo rgue hace explícitas
todas sus lecturas, sus preferencias, como partes de un mundo más anti guo o más reciente, que es el su-
yo; no observa el silencio del lector!30 1que no lee en voz alta, no comenta ni escribe; como escritor se apar-
ta del texto de Shakespeare. Sin embargo, el universo de Pierre Menard no es ajeno al de Laforgue: Bor-
ges lo identifica así porq ue semejante escritor "tenía que ser francés"l30>, su cuento t rata de poetas simbo-
listas, lectores reales que t rasponen las obras que más admiran, establece la genealogía de engendramien-
tos literarios sucesivos que el narrador anota; podría haber incluido a Laforgue sin que se alterara la serie
formada por "Baudelaire , que engend ró a Mallarmé, que engend ró a Valéry, que engendró a Edmond Tes-
te", porque no só lo la here ncia es ambivalente y entre Menard {un personaje} y Laforgue {un autor) como
entre Hamlet (un personaje} y sus autores, "Hamlet, o las consecuencias de la piedad filia l", es la obra la
39
que crea.
El sacrificio filial que precipita la tragedia isabelina, en el cuento de Laforgue, se trivializa; atentamen-
te concentrado en los ensayos de su obra, entusiasmado por la acción, Hamlet, apenas si recuerda los ob-
jet ivos de su venganza, los odios se diluyen en humores coloqu iales que desplazan las intensas tribula-
ciones de la sit uación dramática original. La parodia afecta el carácter trágico: las repeticio nes de la triste-
za no lo refuerzan. "Más allá de la vida (la vida esta dieta de la nada)" - dice el narrador de "El milagro de
ias rosas"; Hamlet se encuentra a una dista ncia desde donde se burla de su tristeza, configurando un per-
sonaje que Lafo rgue podría ha ber ca lificado como melancómico. A pesar de que este Hamlet es un
"hombre de acción", aunque a veces "pierda cinco minutos en soñar" y llegue a afirmar todo lo cont rario
de su modelo; la imitación paródica lo dobla pero no lo desart icula, al contrario, por los contrastes y dis-
cordancias, se entabla un juego de contradicciones -en ausencia - y al final la estampa de Hamlet resu lta
todavía más contradictoria , más dudosa que la del Hamlet que la t ragedia · evoca . Como si la parod ia
completara el arquetipo que un personaje, no puede dejar de particulariza r. "Con todo lo Hamlet que
sea{mos)" el Hamlet de Laforgue no pudo llevar a cabo la representación del Hamlet que se p:opuso y co-
mo "Roma arde todo el tiempo", no extraña que su úl timo suspiro lamente: "¡Ah! ¡Ah ! ¡Oualis ... artifex .. .
pereo!" Dice Th. Adorno que el Hamm de Beckett "Ha hecho del qua/is artifex pereo, neroniano su
divisa". Como todo Hamm , Hamlet, se siente con alma de arti sta, por eso, aunque este cuento de Lafor-
gue cuente al fi nal un "Hamlet de menos, Ja raza no está perdida". Son las últimas palabras de un narrador
que hubiera preferido que Laertes y no Hamlet fuera el héroe de su narración, de manera que su personaje
hubiera sobrevivido a los demás, mient ras que con Hamlet de protagonista, debe resignarse a la disemina-
ción (la noción es d~ Derrida) lit eraria, a la multipl icación textual: una reverb(er)ación, un d.ar a luz que no
sólo la carne, el verbo también aseg ura.
Se decía que este Hamlet co noce bien la obra de Shakespeare pero conoce tamb ién la de Laforgue.

Los muertos
Es discreto;
Duerme,
Bien al fresco

Va diciendo el estribil lo de su "Lamento del Olvido de los Muert os" (LL); además, Hamlet luce en su
dedo el anillo con un esca rabajo eg ipcio que pertenece a Pierrot; remit e a sus versos y, entre otras referen-
cias privadas , cita, sin más , ca rtas firmadas por Jules Laforgue.
Como Hamlet, Laforgue cita y se cita pero/porque vive so/o entre letras, una soledad literaria, exclu-
siva y excl uyente, una vida "sobreleída", como podría decirse de una interpretación "sobreactuada";
escribe con let ras que, por lo que dice Edmond Jabés de toda literatu ra, no son letras sino " libros exh uma-
dos", imágenes poco nítidas de una dialéctica aparición/desapa rición de las palabras y del mundo : la in-
tercesión poética no excluye la intercepción de las pa labras : el poeta describe tan perfectamente el palacio
del Emperador Amari llo que lo hace desaparecer, "como abolido y f ulminado por la última sílaba ." '31 l

40 El a be DE LA LECTURA

Tendré que leer todos sus libros. ¡Oh! Cuánto lo voy a querer.
(Colombinette, la mujer de Pierrot: Pierrot farsante)

Si no es necesa rio recordar que los libros están cargados de let ras, no es ocioso, en cambio, tener
presente que las letras de Laforgue están cargadas de libros . Como su Pierrot, que es un escritor (un
"homme de lettres" - así lo presenta) Laforgue bien puede temer qu e una de "esas noches, ella se muera
entre mis libros " ("Ot ro lamento de Lord Pierrot", LU, de un placer más estético que erótico, porq ue la
suya es "el alma que las Letras nutrieron bien ." (" Lamento de los pianos que se oyen en los barrios", LU.
Desco nstruccion ista ante litteram, no solo los hech os, también sus abrazos, sus sent imientos, están
diferidos por la escritu ra, por las Escrituras, por "M i Víbora de Letra" (" Lamento del pobre caballero-
andante", LU que invierte los términos (letra de víbora, una posibilidad) porque sufre la maldición del ori-
gen que co ndena la lengua hasta la let ra (lengua de víbora, segunda posibi lidad), la letra que es esa "lepra
del conocimiento" , contaminada, desde el Génesis, por la enfermedad, la muerte, el Mal (otra posibilid ad
y la misma). En los Evangel ios, no es solo el espírit u el que salva a la letra sino la letra en el espíritu: un co-
nocimiento , podría ser ca-nacimiento (la palabra es de Pau l C/aude!) que es tanto el origen de la Caída co-
mo el de la Sa lvación . Es la condición ambivalente de la letra , carta, texto, erudición, cultura, una letra
bífida que conserva el veneno de otras épocas, letras de otras eras, pertenece a un espacio marcado desde
el principio, donde el Tiempo no figura, siempre postergado, diferido, la escritura contra el t iempo, es su
fatalidad .
Sin duda, la escritura de Laforgue es una escritura compleja, compuesta de escrituras acumu ladas,
difícil, que reclama la lectura lenta Uangsamen Lesen) que proponía Nietzsche a un lector capaz de captar
todo tipo de "rarezas, hiatos, anacolutos, aposiopesis, detalles aparentemente irrelevantes, es decir, to-
das las marcas de lo inexp licable, de lo que no corresponde dar cuenta Unaccountable), quizás de la locura
en el texto ."t32l. Requ iere un lector apto para in terpretar en esa clave de luna, el signo secreto que cifra su
obra.
Si una lectura rectilínea es la más fácil , la poesía de Laforgue no se presta a ese recorrido. Su texto es
especialmente complejo por las dificultades que plantea a la comprensión pero es complejo, además, por
la dispersa diversidad que con-trae alusiones elípticas, referencias lacónicas, repeticiones que no aclaran,
al co ntrario, hacen rebotar el sentido de palabras que se entrecruzan y chocan, un discurso que se cierra
sobre sí mismo, se cerca de palabras y en ese recinto verbal, sin otro referente, sin más realidad que las pa-
labras, se clausu ra: "Y yo intitulé mi pieza : Interior." No hay salida .
La cita pertenece a un poema que publ ica en 1878 en LA GUEPE (una revista provincial en la que La-
forgue solía colaborar) y que se t itu la " Interi or", tal como lo dice en el poema, lo dice y lo muestra: el final
remite al pri ncipio (my end is my beginning), la letra como una serpiente que se muerde la cola, recorre un
itinera ri o circular del que no puede apartarse. Son las clausuras verbales de una torre no muy distinta de la
de Babel, de la de marfi l, como esa donde Hamlet se las ha arreglado para vivir después del deceso de su
padre - di ce el narrador, como en la que Hoffmanstahl recluye a un príncipe, la "prison-house" que es el
lenguaje en el lenguaje de Nietzsche, de la que es imposible evadirse. Claudel decía que la tarea del poeta
no es "dar libertad sino, simplemente, hacer la prisión visible." Tarea del poeta y aspiración del crítico:
" ¿Quién no desearía fugarse de la prisión del lenguaje y detenerse allí donde pudiera verla desde 41
afuera?"t331 A pesar de las exacerbaciones de su realismo naturali sta, quizás Zola se refería más a la fragili-
dad que a la t ransparencia cuando aspiraba a que la novela se construyera como una casa de cristal, la
misma fragilidad del espejo de Stendhal que, disim ulada por la fascinación de la fidelidad, apenas se re-
cuerda. Como dice J.K. Huysmans (el autor de A REBOURS), a propósito de otros soli tarios célebres co-
mo los Poe, los Baudelaire, y la lista es larga, si Laforgue como alumno de H. Taine en la Escuela de Bel.las
Artes, observó la teoría del med io, seguramente lo hizo a contrapelo (a rebours) o, simplemente, no lo hi-
ZO .
LAS LECTURAS l(Ll)MITADAS
"Leer. - Esa práctica."
Mallarmé
Entre esos círculos repletos de alusiones, el lector se desplaza apenas, sospechando, advirtiéndolas a
medias, sigue el orden del verso, reconoce un itinerario sinuoso, busca un sentido, revisa, invierte la orien-
tación prog resiva de la lectura (es la prosa la que progresa), dobla, da vueltas (refrendando la razón a la
etimo logía de "verso", porque es esa vuelta lo que significó al principio), en ese texto escrito en lengua de
víbora, que se enrosca en repet iciones.
Las repet iciones no sorprenden al lector de poesía quien sabe definirla precisame nte por esas repeti-
ciones (rimas, ri tmos, letras, palabras, versos, estrofas, poemas que se acoplan) pero Laforgue formula
repeticiones nuevas, si por esta vez también pudiera tolerarse la contradicción del oxímoron. Son repeti-
ciones que context ualiza das en el discurso li terario, desconciertan en primer lugar por la escasa elabora-
ción, una escasez ca racterística de la insistencia coloquial: "Jamás, jamás, jamás esta pequeña ciudad ter-
mal .. ." son las palabras inicia les de "El milagro de las rosas" (MU que, significativamente empieza por re-
petir, o el comentario que se oye repetidamente en "Hamlet": "el horrible, horrible, hornb/e acontecimien-
to ... " No son versos donde las repeticiones no sorprenderían, ni una prosa que, literaria o coloquial, con-
venciona lmente podría rechaza rlas. Sin embargo, el recurso reclama una iterabilidad que no debería ser
ajena al cuento en general, ya que desde el propio nombre genérico define -en francés por lo menos -
esa tendencia inherente: récit es una forma de citar, de volver a citar y, tratándose de un poeta, las rela-
ciones que establece el significante - aunque Saussure no las haya considerado más que subsid iariamen-
te - constituyen la asociación más obvia y literal; no pueden deja r de prevalecer: están al oído y a la vista .

También por esta frecuencia sonora, por este decir aparentemente lo mismo, como si no lo siguiera
diciendo, parecen escasos el suceso y la sucesión. No es la pri mera vez que por una puesta en relieve de la
palabra escasean los hechos que j ustif icarían el motivo de toda narración. Los cuentos de Laforgue no se
cuentan con facilidad, cuentan poco, o bien, son cuentos en los que so bre todo cuenta la palabra; casi se
diría que solo la palabra cuenta.
De la misma manera que describe los ojos de Gaspard Hauser, " dulces de una dulzu ra mu y dulce" ,
que miran al mundo desde una marginalidad más acentuada por el contraste con su posición prin cipesca ,
las palabras son repeticiones que repiten va rias veces y esta repetición con variaciones, pone de relieve la
condición paródica inherente a toda repetición: un discurso paralelo, que imita y disti ngue una referencia
anteri or. Sin mayores modificaciones, de la misma manera que la repetición podría defini r la poesía, lapa-
42 rodia definiría la natu raleza de la palabra en sí.
En toda parodia se registra un desplazamiento: un movimiento que se desarrolla lateralmente * e impli-
ca una descontextualización: palabras usadas, citas que solo por citarse con ot ras citas o fuera de su con-
texto original, adquieren un sentido diverso o diversos sentidos.
Cada repetición introduce una diferencia y también otras repeticiones. A pesa r de aparecer en formu-
lacio nes nuevas, la palabra no logra desasirse de su participaci ón en frases hechas y carga con los estereo-
tipos, con las adherencias de otros discursos, los discursos de otros a los que cada mención hace eco. Se
forman huecos. Entre ellos, en el texto, la palabra toma la palabra: entablan diálogos con voces semejan-
tes de otros textos, dando voces , a voces del pasado, anticipando la condición determinante de lo que se
ha denominado "la condición postm oderna " 134l.
Geoffrey Ha rtman habla en "La lucha por el text o"l35l de "La conciencia de que toda escritura es una
fu sión de historias o tipos de discursos heterogéneos, de que es trabada o incluso macarrónicamente
mezclada mientras bu sca la apariencia de unidad" . Pero es en la repet ición textual donde esa búsq ueda
fracasa más estrepitosamente, ya que en la igualdad de la repetición se pone de rel ieve la disparidad de
discursos que se resisten a la contextualización: " Hay en Ja vida minutos absolutamente desgarradores,
desgarradores para todas las clases de Ja sociedad" . La repetición de "desgarradores" resuena en vacío y
convoca otra repetición: "pa ra todas las clases de la sociedad", una pa labra en consigna, un signo con
otros signos se revoca a sí mi smo por obediencia al estereotipo .
• En tiempos de A ris tófanes, la palabra parados se usaba para describir la entrada lateral, a la derecha del escenario, como un discurso para-
lelo muy corriente en el teatro antiguo; odé es canto, para, a lo largo de.
''Un hermano v hermana, pero de madres diferentes (muv diferentes) ... '', ''Lo habían mantenido des-
pierto toda la noche (la noche que trae consejo) ." La unidad quebrada de la repetición revela la disonan-
cia. Construye la frase como una frase musical, pero discordante: el mismo tema, las mismas notas,
suenan diferente porque suenan una seg unda vez , resuenan, y esa resonan cia - la repetición de las pa-
labras precedentes - evóca otras repeticiones: entre paréntesis. más que una aclaración de sentid o, la fra-
se hecha acl ara la redundancia. Por la repetición consec utiva de la palabra o de la frase , se produce una
réplica, una imitación ingeniosa y locuaz. La rép lica es esa imitación pero t ambién es una respu esta, coin-
cide con otra réplica. La coincidencia provoca formas de energía, combina fuerzas de identidad y alteridad
que la ambivalencia semántica preserva: el signo es siempre un signo común y en esa com unidad que
representa, se establece el diálogo, en el sentido que le da Bajtín a la palabra, una estratificación, diversi-
dad e incertidumbre, (la libertad bajo palabra) que también denomina heteroglosia(3 6l , acepciones que no
descartan el sentido funda mental, el más corriente, la co nversación entre dos hombres, ent re dos voces .

¿QUE VOCES?

" ¿Pensó Ud. en Ja tristeza de las bestias?"


(Títu lo de un poema de LOS SOLLOZOS DE LA TIERRA que no pudo ser encontrado) .

"-¿De dónde este instinto que confunde al pensador a ciertas horas?. ..


- No sé, porque es un instinto."
43
"Lohengrin, hijo de Pa rsifal" (MU

La repetición suele crear un espacio aparte , subrayar una distancia; medio por med io, las palabras re-
petidas se enfrentan. La misma palabra, en el mismo texto , articulada por voces diferentes ya no es la mis-
ma, es su réplica . De manera que alguien articu la una palabra e inmediatamen te, alguien (otro, el mismo)
la recoge pero para discuti ria. dentro del t exto fuera de la acción .
Lohengrin "hace esta reflexión en voz alta : 'Esta Vil/a-Nupcial huele a fosa común'." Más adelante, es
el narrador del cuento quien descri be la villa invadida por las hierbas, las flores , los canteros, el balcón, el
techo de quincha, la veleta, corredores, demasiadas escaleras, piezas vacías, nombres y fechas grabadas
con diamante en los espejos. Pisos, subidas. bajadas: "tenía razón, esto huele a fosa común." Los planos
narrativos se superponen y entrecruzan. El diálogo estalla y se dispersa. En espectro, se entona a varias
voces, entre Lohengrin, personaje de este cuento, Lohengrin, un personaje legendario, un personaje de
otras obras; el narrador que está al corriente de esos antecedentes y los insinúa, y el lector que capta las
sutilezas de ese coro y permanece en silencio. Si no es imposibl e que un personaje tenga noti cias de lo que
ocu rre en otras partes del texto, a él o a otros perso najes (Eneas, Scheherezade, Don Quij ote) , es más po-
sible aún que el narrador pueda oír a sus personajes, darles la razón o contradecirlos. Es una atribución
inherente a las funciones del narrador omnisciente, ese narrador que Laforgue conoce muy bien porque,
bast ante mayor que él sigue siendo su contemporáneo - hasta le ha sobrevivido. Considerado rea lista,
una desconsideración de lesa realidad, esa misma realidad que se le da por representa r, Laforg ue escarne-
ce la desmesura de tales atribucio nes y las t eatra liza; hace de esa diversidad, su diversión; muestra al
narrador en funciones, desrea lizándolo y, por la misma parte, muestra que no es diferente el autor, su par
y se parodia así a sí mismo. Es una parodia de autor, una autor(r)parodia. Pero, al mismo tiempo, el narra-
dor representa también a un oyente, otro lector de su propio discu rso, de manera que tampoco el lector
queda a salvo de la burla. ¿Quién es entonces ese narrador? ¿Cuál es su status? ¿Dónde se encuentra? ¿En
la diégesis, ese universo de fi cción donde ocurren los hec hos narrados o en otra realidad? ¿Hay otra? ¿Hay
un margen donde marchen código con código con el lector, a su lado y rivalizando con él? Como el bufón
en la corte, en el teatro o en el cuadro, deslizándose en un Zwischenwelt, ni aquí ni allá, ni adentro ni
afuera, en un espacio de otra especie. ¿Quién escribe, quién habla? ¿El autor, el narrador, un lector, un
personaje , nadie? ¿Sobre qué? ¿Sobre Lohengrin? ¿Cuál Lohengrin? ¿El Caballero del Cisne, de origen
francés? ¿el que adopta la tradición alemana, de Wolfram von Eschenbach, de Ricardo Wagner, de Hans
Jurgen Syberberg? Tra tándose de Loheng rin, averiguar la identidad de origen, más qu e una curiosidad fi-
lológica sería una impertinencia mítica . El lenguaje se sirve de semejantes artificios -son su naturaleza - ,
recurriendo a la coartada de voces impostadas para disimular, por la ventrilocuencia literaria , por la mul-
tiplicidad de referencias (también por literarias, irrefutables), que no se refiere más que a sí mismo, (es la
autorreferencialidad inevitable del signo). Son voces en el texto y en real idad - una realidad discutible- el
resto es, o más literatura o más silencio .
Cuando Geoffrey Hartman analiza el "Speak silence", ("Habla silencio") en "To the Evening Star"
("Al lucero") de William Blake<J71, entiende que la conciliación de opuestos no solo se verifica entre estos
términos explícit os sino que, cubriendo la ausencia de otro implícito, también opone "Speak signs"
("Habla signos"), una oposición estructu ralmente vertical (silence!signs), una ausencia relativa, ausencia
y presencia, entre sign if icantes similares y significados opuestos. Descubre de esta manera un mecanismo
44 asociativo que imita el juego cruzado entre presencia/ausencia, significante /significado que Speak silence
o todo sig no apuesta.
DONDE DOBLAN LAS PALABRAS

¡Las campanas¡ !Las campanas!


"Lamento de las campanas"

Y escucho largamente las campanas, en la noche


"Navidad solitaria,"

Mi Corazón es el léxico donde cien literaturas


Citan v citan sin respiro divinas tachaduras.
" Lamento-letan ías de Mi Sagrado-Corazón."

Ya se decía que los cuentos de MORALIDADES LEGENDARIAS cuentan poco. "Sueño con una po-
esía que no diga nada. (.. _} Cuando se quiere decir, exponer algo, demostrar, para f!SO está la prosa.''
Flaubert no estaría de acuerdo con esta restricción que afirma Laforgue. En una muy citada carta de 1852,
Flau bert le decía a Louise Colet que aspiraba a "escribir un libro sobre nada ... " ¿Se referirán ambos a la
misma nul idad? Nada más que el lenguaje: palabras sobre palabras o palabras contra palabras, una contra-
riedad que la literatura continúa planteando como una problemática del lenguaje que es su sustancia: el
ve rdadero poeta es el que "cede la iniciativa al lenguaje" y Mallarmé no es el único que le da la palabra.
¿Qué objetivo tiene repetir a renglón seg uido, en párrafo aparte: "y la cola de la procesión desfilaba.
¿Desfilaba, la cola de la procesión.?" ("El mi lagro de las rosas" M U . Como en las pelícu las, no en el film,
el cuadro fotog ráfi co repi te una imagen y por esa repetición se revela el proceso en movimiento: procesión
- desfilaba - desfilaba - procesión . La sintaxis articu la la referencia dinámica de las palabras que la constru-
yen por med io de una diagramac ión icónica, una imitación gramatica l ya desc ri ta po r Roman Jakobson 1381 ;
una especie de onomatopeya in telectual que no im ita los sonidos sino las relac iones que se esta blecen
entre las palabras por medio de palabras que se construyen para represen tar la "acción" que significan: el
proceso continuo de un desplazamiento que termina en interrogación, es decir, no termina.
Ahí radica otro aspecto de la consabida actual idad de Laforgue: la facultad de realizar una reflexión
que sin dejar de ser meditativa sigue siendo una refl exión , en el sentido más físico del término, un fenóme-
no que se produce en las profu ndidades de la mente y también en la superficie donde se separan o unen
dos medios dif erentes. Para " Haml et, perso naje extraño" la imagen se repite en "redondeles en el agua;
en el agua: es decir en el cielo. Ese fue el punto de partida de sus meditaciones y aberraciones. (" Hamlet",
MU .
Entre el agua y el aire, las nubes y el lago, y t odo en brumas, turbio entre "materias abundantes y
blandas" que, seg ún observa Gastan Bachelard, era la visión de la naturaleza que cultiva ba Laforgue: "ese
océano celeste donde se inicia la vida soñadora "141 1, en " la mamá nat uraleza" a la que invoca con dudosa
ternura Fausto hijo ("Lamento-súp lica de Fausto hijo" ), adopt ando ese tono cósmico-cómico, "borrando
lo pintoresco en benefi cio del esplendor" l391 . Con las inconsist encias de una nebulosa de oscu ridad y luz
crea una obra que por su "ensoñación juguet ona" Bac helard define como el "Cosmos literario de la Nebu-
losa".
45
"Nebulosa-madre" o "mamá Naturaleza" genera a un Hamlet-Fausto-Sosías- Laforgue que propicia
las facil idades de la asociación mít ica por medio de un retrato del personaje que es un autorretrato, un
autorretrato: la figuración del autor queda est ampada en el texto. De ahí que no sucumbe en la con-
templación de su imagen anegada ni se liq uida en la fascinación complaciente de la reflexión que lo repite
pero no lo anula, se veri fica, en efecto, una reflexión pero, observada por el autor, conforma una ref lexión
crítica : una duplicación que se produce co mo un desdoblamiento . La figura se dobla: se dobla en dos
- dos veces- se mu ltipl ica y se divide; repetido, se reduce, se pliega a la mitad y es en ese doble co ntra-
dictorio (dobl e y mitad) de la parodia que cont rae la saturación y el agotamiento, "repleshiness" y
"exhaustion", las formas literarias de una dialéctica postmodernista* que John Barth advierte a partir de
Borges y que extiende a las obras de Ka fka , Joyce, Beckett, Nabokov, y la lista no termina ahl porque la
puesta en escritura de libros y leyendas, las transcripciones text uales o tergiversadas, son manifestación
de que la literatura -co mo asegura Borges- no puede agotarse si mplemente porque ni el menor text o
podría ser agotado, au nque el escritor, a veces, se agote en la em presa y lo confiese . Si Mallarmé se la-
mentaba de que " la carne (la chair) es(tá) t ri ste, ay; y ya leí todos los libros", posiblemente no intentara
contradeci r al hijo de David , rey de Jerusalem, el que sabe "que es necesario cuidarse porque hacer libros
es un trabajo sin fin, con mucho de estud io y para la carne, una fat iga". Es sign ificativo que con esta ad-
vertencia el rey, el sabio, el poet a, dé fin a su discurso . 1401
• Insisto en usar anacrónicamente la noción de postmoderno a fin de descontexrualitar una forma de pensar y crear, que no es priva1iva de
es/e fin de siglo presente.
'' En la definición de "moderm~~mo" que da el OXFORD ENGLISH DICTIONARY remire el relevamienro del rérmino a 1737, en una cana
que Jona than Swift dliige fJ Alexandcr Pope.
En el notable ensayo "Kafka y sus precursores"t411, Borges revela que "El hecho es que cada escritor
crea a sus precursores. Su labor modifica nuestra concepción del pasado, como ha de mod ificar el
futuro." Es a T. S. Eliot a quien Borges remite en este artículo '42 ' y precisamente es imposible abordar a La-
forgue sin pensar en Eliot, Pound, Gide, Joyce, autores considerados modernistas por los postmodern is-
tas ya citados.
' Se entiende, en consecuencia, que la dirección a la que Borges apunta es doble; desde ese movi-
miento retrospectivo y anticipatorio que cada autor imp rime a la literatura, no sorprenderá acuñar para la
poesía de Laforgue la clasificación de pre-post-modernista, si las extensiones conflictuales del término
"modernista"'"* y sus notables modificaciones, no invalidara la inutilidad de toda clasificación literaria,
rescatando la vigencia baudelairiana del término. Como Baudelaire, W. Benjamín ve "en los barcos el des-
gano (nonchalance) comb inado con la disposición a la mayor gestación de energía. Esto les da una signifi-
cación secreta. Hay una constelación especial en la que la grandeza e indolencia se reúnen en los seres hu-
manos también. Esta constelación gobernaba la vida de Baudelaire. Él la descifró y la llamó
"modernismo" ... 1431
La disposición del director a actuar como actor para un personaje que imita a su autor, más que una
síntesis de " la cadena de entusiasmados" que se identifican en el diálogo platón ico, introduce "u n tono de
autoburla epistemológica" '44 ', un corte de planos donde se cruzan realidad y ficción, agudizando la inten-
ción irón ica según la cua l, desde la escritura, se manifiesta la preferencia o ineludibil idad de la reprod uc-
ción - por la lectura - de una obra maestra , una redundancia que recuerda la futilidad (la falta de seriedad
es su primer sig nificado), la insignificancia de intentar escribir obras origi nales o, simplemente, de intentar
46 escribir cuando todo ya está escrito: "Déjeme que le escriba a menudo, a la aventura, contándole cua l-
quier cosa, siempre con este epígrafe sobreentendido: ni/ sub sale novum, más bien, omne sub so/e no-
vum (Carta dirigida a Ch. Ephrussi: Berlín, 31 /12/81), le dice desde Belín y le vuelve a decir desde W iesba-
den: "Esplín, esplín, esplín. Nada nuevo bajo el sol," (Carta a Ch. Ephrussi: Wiesbaden: 26/4/82). Hace
más de un siglo Laforgue recordaba al Koheleth y la vanidad de la invención que es tanto hinchazón como
vacío (¿rep/eshiness and exhaustion?) :

"¡Vanidad, vanidad, todo es vanidad!


- Luego yo pensaba ¿Dónde están las cenizas del salmista?"
"Noche de Carnaval"

EL HASTIO: UNA POSE NATURAL

"¡Repetirme, qué dolor de cabezal


(" Hamlet ... ")

Sin embargo, sin remordimientos, sin insolencia, a Laforgue no le pesa repetir las palabras, le pesa la
repetición inadvertida e ineludible que las palabras, como primera naturaleza, soportan y disimulan. Una
pesadumbre que, aunque en algún momento, empiece a llamarse esplín es tan antigua como las repeti-
ciones, es el hastío ante la inevitabilidad de las repeticiones lo que origina el esplín. Cuando menciona el
hastío (ennui) en sus cartas - y lo menciona ·con mucha frecuencia - generalmente aparece repetido:
"Estoy en Wiesbaden hace casi una semana. Y ¡cómo me ha hastío, cómo me hastío!" (Ca rta a Ch.
Ephrussi: Wiesbaden, 26/ 4/82) . Un hastío que ni las bellezas de la naturaleza logran atenuar porque tam-
poco hay novedades en la natu raleza , toda repetición es natural: "Todo está verde aquí y nada para leer."
Son esos "sus pequeños accesos de náusea universa/" com o los define en su carta a Mme. Mu llezer
(Berlín, abril 1882): "Me hastío, me hastío", la repetición refiere la repetición y la queja.

(Un esplín me tenía exiliado


Y este esplín me venía de todo.)
"Arabescos de desg racia" (FBV)

Se queja del tiempo que pasa, del pesimismo an te la inminencia de la muerte: "¿Y su fotografía? Si no
la recibo en una semana, no podré verla nunca más en mi vida, que además no será muy larga, porque me
muero de esplín, de esplín. (Carta a Mme. Mul lezer: Berlín, abril 1882) .
Como Baudelaire, Laforgue siente "el espírit u que gime presa de los largos hastíos". Pero son suyas
las "espli nu osidades" en los dies iraemiss1bles (en "Gran lamento de la Ciudad de París: Prosa blanca. LU
que dan la atmósfera del siglo: "el cielo bajo y pesado" del que se queja Ba udela ire, y al que Mallarmé
tampoco se sustrae, la opresión ambivalente del ¿y-para-qué?" (a quoi bon?) de quienes se autodenomi-
nan '. 'aquo1bonistes", aunque reconozcan la perentoria redención del quehacer, especialmente fundado
en la apertura intelectual: "Este t rabajo va a desplinizarme durante un mes," (Ca rta a Ch. Ephrussi:
Baden -Baden, 10/5/82). Establece una constante tiempo-trabajo que lo sustrae a la tristeza penetrante de 47
los días vacíos, a la "pereza" que, forzada por el calendario, "viene del exteri or y se vuelve un suplicio. Ese
suplicio se llama el hastío(431 : "¡Ah! qué cotidiana es la vida ... " Y todos los días es igual.
La inu tilidad - una forma de la belleza si se entiende como Th. Gautier (y el abolengo romántico del
que deriva) que "todo lo útil es feo" (461_ , el ocio, el desencanto de los dom ingos, el día !.'.mico, la jornada
crónica en la semana poética de Laforgue. Roland Barthes recordaba a Schopenhauer cuando opinaba
que "el hastío tiene su representación socia l en el domin go."(471 Alude tal vez al domingo como marca
convencional del lapso de disconti nuid ad que se perm ite el continuum, un hiato festivo y por eso dive rso
aunque sustancialmente sea el mismo tiempo, es tiempo que muestra el t iempo, que cristaliza "el pán ico
del tiempo libre", la desazón del tiempo para sí - una libertad- o el tiempo en sí -otra libertad: la pertu r-
bación del tiempo li bre del hombre se confunde con el desamparo vertiginoso del hombre libre en el tiem-
po; es la evidencia del pasa-tiempo, del tiempo que pasa "en toda su desnudez, sin aura ..." 14si , la inutili-
dad inevitable que se advierte, como si el tiempo existiera ocultando el tiempo, solo en los otros, o para no
ser advertido.
Sin emba rgo, al observar las formas del hastío en la sociedad contemporánea, V . Jankélévitch extien-
de esa misma desazón del ocio al trabajo, a las opresiones que el trabajo mecánico impone: la maquiniza-
ción del hombre y la mecanización de sus gestos renovarían el esplín que sobreviene entre tiempo y liber-
tad, repet ición y orden, en todos los tiempos, el tiempo present e, siemp re.
Por un lado el exceso de reflexión, el pesimismo del cientismo, los desafueros de una desmesurada vi-
da interior preceden al hastío pero, por otro, es esa misma intensidad la que elabo ra la sensibil idad y la in-
t eligencia que deparan la única fo rma de evitarlo : "Ese es el fin de los versos. Uno tiene amigos esplinéti-
cos, del mismo esplín que uno. Distrae su esplín haciendo esas curiosas cosas rimadas que se denominan
poesías. (¡qué palabra vieja!) V así uno distrae el esplín de sus amigos." (Ca rta a Ch. Henry: Homburg,
12/8/82).
Son ambivalencias de un conocimiento que siempre evoca el conocim iento de otra cosa, las inq uietu-
des nostálgicas que identifican el anhelo del retorno con cualquier fuga del presente, la desesperanza del
exilio, el mal del emigrante, con el mal del siglo.
Sin embargo, la poesía de Laforgue no ilustra la relación exilio-esplín que se ha atribu ido a la añoranza
de los paisajes de su infancia, más suntuosos, de colores más vivos, de los extensos horizontes, nostalgias
del trópico "que padecen los grandes hastiados" Ues grands ennuyés: Chateaubriand, Leconte de Lisie,
Baudelaire), y que G. -J. Aubry remite a las visiones de un Montevideo de hace 50 años - pero que tampo-
co entonces era tropical- " hoy casi legendario" . Indudablemente, el comentari sta es uno de los prece-
dentes de "esos intelectuales europeos" a quienes, hace pocos días, incluyéndose, hacía referencia Chris-
tian Metz, quienes todavía "sueñan y deliran con el Río de la Plata".
A pesar de que las nostalg ias de estas tierras constituyen un tópico de la crítica laforguiana , ya se dijo
que salvo esporád icas alusiones, Laforgue no lo document a: ("¿Les hablé de Koblenz? No, es una ciudad
v
que adoro. Hay callecitas extraordinarias, casas con aguilones, un viejo puente gigantesco (. . .) muelles,
maniobra de balsas, etc. Apaciguo todas mis nostalgias de alguien que nació en un puerto de mar."). En
cambio, reivindica más de una vez su nacionalidad francesa, escamot ea ndo por la misma vía la proceden-
cia uruguaya "A fe de JULES LAFORGUE: honesto poeta francés" (Carta dirigida a Gustav Kahn) y reite-
48 ral a feli cidad de la fó rmu la epistolar en "Locuciones de Pierrot" (INDLJ:

Pero te diría lo que es,


Y por qué parto, fe de honesto
Poeta
Francés.

¿Honesto poeta? Puede ser, ¿francés? tal vez.


Como cualquier emigrante, Laforg ue se siente doblemente ext raño: extraña otros tiempos (ante-
riores) , extraña otros espacios (interio res); el apartamiento de su t ierra, el abandono del ref ugio materno
del que se separó a la fuerza; es el f eto del poeta que se desprende a su pesar y se lamenta ("Lamento del
feto del poeta", LLJ; como Baudelaire, un hijo rechazado, despojado, por poeta, por la atroz "Bendición"
que escribe o que recibe cuando su madre lo condena, repugnada, cuando "aparece en este mundo has-
tiado"; sarcástico y desgarrador, como Henri Michaux, tantos años después: "¡ Un feto, hay que sacarlo,
es ot ra cosa !". Nada mejor.
Contra la eternidad el "tiempo vacío"1491 pesa ; la nostalgia afl ige al hombre desparaisado**, sufre la
pérdida origi nal, la Caída que precipitó el exilio de todos. Laforg ue vive solo porque "Vivi r es todavía la
mejor manera de vivir", pero abru mado por el peso de exilios acumulados, el pesar de esa primera partida:
el parto (un pri ncipio natural, un principio nata l) o de una segunda partida: el barco que lo aparta de su
tierra nacional, de la Tierra, el "Edén natal", "Mother Earth in thy lap" cita en sus cantos Ezra Pound.
"Me hastío profundamente. Desde que atravesé el Atlántico (a los seis años y me adormecía en el
mar), no había tenido crisis de esplín tan negras." (Carta a Ch. Henry : Diciembre 1881 ). La referencia a su
in fancia, la alusión a otro med io, el recuerd o del médico del barco que le había diagnosticado a él y a sus
hermanos una "cri sis de hastío" a causa de la travesía oceán ica, (demorada int erm inablemente llevó 75
días), refieren más que la disconti nuidad de la anécdota biográfica los antecedentes de un estado de áni-
mo que nunca más lo abandonará, luego de la part ida de Montevideo, la partida de Tarbes, la part ida de
París - la circunstancia del duelo - reiteran la adversidad de una partida sucesiva que lo apa rta de cua l-
quier radicación, de cua lqu ier lu gar.
• • Se presume que "emparadisar" sea el primer neologismo que inventa Laforgue. TES SA. "Comedia en dos act os y en verso" de 1877.
"Paraíso" (fr. paradis) sirve de base a la invención -doblemente original- del verbo. El 1érmino que designa la pérdida del paraíso o la pérdida
del país, se ajus1an al mismo paradigna.

LAMENTO SOBRE LUGARES DESPLAZADOS


- ¡Ahora es como una rada!
Y hace al corazón muy nómade
" La mento sobre ciertos tiempos desplazados"

Demasiados destierros para este "pobre caballero-andante". Distante en t odas partes, de la misma
Tierra se destierra. Si n esperanza, por lejana o distinta, avizora la luna que no es el Paraíso pero, por lo me-
nos, no es la Tierra. Así como W. Benjamin hablaba de una tendencia ctónica de Vícto r Hugo, se podría
reconoce r una tendencia antictónica en Laforgue, emociones y mutac iones que producen la cla ra ex-cen - 49
t ri cid ad de su gravedad lunar : "Luna, vagabunda Luna". Def ine su opción taciturna , con la convicción de
exilio tota l, de alejamiento de esta tierra de exilio, y la adopción, por medio de la escritura de un espacio de
retorno, el refugio en un espacio anterior -i nterior, el íntimo recinto del claustro litera l que ciega o cierra
el destino de(I) poeta, la fatal idad de Todo está escrito universal: "Todo está escrito v de verdad", el sig-
no - sino que prescribe un destino, un it inerario de desplazamientos sucesivos y precipita la (des)aventu ra
de escri bir: "¡Calma Luna, qué extlio" (LL) .
Como el duque Jean des Esseintes, el héroe imaginado por J.K. Huysmans, Laforgue arriesga una
aventura interior, par'adójicamente se apa rta del mundo para estar más adent ro; no es co ntradictorio que
la experiencia del espacio interi or se comp ruebe por una segregación , queda f uera de todo, en un luga r
que local iza la fal ta de lugar: la atopía de la escritura "donde se agrian las nostalgias de nostalgias" (LU,
donde siente la mayor de las nostalgias o la nostalgia de sent irlas.
El hastío ante el t iempo que ha pasado, ante el t iempo que pasa, que pasa repitiéndose, como si no
pasara nada, la eternulidad que inventa Laforgue, y que otros filósofos adoptan y describen: una prolon-
gada nul idad que no anu la las vagas aflicciones "ennuiversel/es", ni el deseo de crear palabras para desig-
narlas. Esta fo rma de nthilismo- una palabra que según Maurice Blanchot, Nietzsche adoptó irónicamen-
te de Paul Bourget, el amigo de Laforgue- resulta de la posibilidad que habilita al hombre a atender activi-
dades ilimitadas ya que "el deseo prefiere más desea r nada que no desear" (5oi y como ser una cosa es ine-
xorablemente no•ser todas las otras cosas, la intuición de esa verdad ha in ducido a los hombres a imaginar
que no ser es más que ser algo y que, de alguna manera, es ser todo"( 511 es una de las versiones más re-
cientes del mismo planteo.
Contraría a Laforgue un Todo que se conti núe a pesar de que t odos desaparecieran: Y si "Todo se su-
piera solo", tal vez desistiría: "al menos, para que se "mate" o "se calle"*, en francés son casi homógra-
fos (tue et tué): más para el ojo - "l'oei/ artiste" - que para el oído, así como son homófonos tierra y
callar (terre y taire), el diccionario así los registra'521 y Laforgue los quiere rimar ...(" Preludios autobiográfi-
cos" . LU.

• "Qué Tour se sache seul au moins, pour qu 'il se tue!"

REPETICIONES DIFERENTES

¡Vanidad, vanidad, les digo! - ¡Oh! que yo exista,


Pero ¿dónde están, ahora, los nervios del Salmista?
Et nunc et semper. Amen. Callarse.
"Preludios autobiográficos"

A pesar de su tendencia repetitiva, la palabra queda expuesta a la excent ricidad habitual con que el
poeta intenta quebrar los estereotipos, apropiándose por una vez - un hápax denominarían los filólogos al
fenómeno - de la lengua comú n. Laforgue recu rre a una forma paradoja! de la repetición que se revela por
la extravagancia: "Es el Todo - Verdad, el Omniversal Ombelliforme" ("Lamento del Sabio de París", LU.
Las palabras se repiten, en serie, unas contra otras, contrayéndose en laforguismos que apuestan irónica-
so mente al desafío imposible de un lenguaje privado, sabotea los reductos gramaticales, residuos conserva-
dos por la indiferente aqu iescencia social, burlando, de paso, el t rasnochado prestigi o de la claridad fran-
cesa y de sus doctrinas.

Dejar hacer, dejar pasar


Dejar pasar, y dejar hacer
Lo semejante, es lo contrario.
" Lamento de Lord Pierrot"

Excesivamente con ocidas, las palabras miman las palabras, como si se pronunciaran en un di scurso
pa ralelo, parodian, y al repetir distorsionan, (re)vocándose a sí mismas. Diciendo y negando lo que dicen,
se desconocen fugazmente, articuladas por el mecanismo de poesía y parodia, introducen el doble re-
gistro que Laforgue sabe apuntar en toda dicció n y que deslumbró a T. S. Eliot y a E. Pound desde el prin-
cipio .
En una carta que dirige a su hermana Marie, Laforgue le escribe que se había propuesto "hacer lo ori-
ginal a cualquier precio" (Baden, Mayo de 1883) y para dójicamente, lo logra contrahaciendo que en es-
pañol como en fran cés significa "burlar", "desfigurar" y, sobre todo, "imitar": hacer algo original imitan -
do y eso resulta una forma, cont radictoria de hacer, de cont rahacer. Reconoce que su lengua "más minu-
ciosa, más clownesca" se presta con docilidad para intentar una repetición original. Marcel Duchamp ad-
miró especia lment lo facticio de esas burlas que afectan una especie de diversión perversa con las pa-
labras, fetichismos que el propio Duchamp multiplica en los pequeños textos de sus "Textículos" y res-
ponsabiliza a algunos títulos de LOS SOLLOZOS DE LA TIERRA: "Mediocridad", "S iesta eterna", "A ese
astro una vez más" del origen de su Desnudo que desciende una escalera y Los monigotes amorfinados.
Precisamente fueron esos los cuad ros de Duchamp más apreciados por André Breton aunque quiere la le-
yenda que f ueran los surrealistas los autores de los mayores denuestos proferidos contra Laforgue, "bien
contra" él, tal vez convenga también en este caso la conocida ambigüedad de quien exalta su oposición .
Hay versiones que citan "V iva Rimbaud, abajo Laforgue" como la consigna que habrían gritado Max
Jacob , Apollinai re y Picasso por las calles de Montmartre. Otras variaciones del mismo repudio: "Viva
Corbiére, abajo Laforgue", modificaciones que no altera n el común denominador. Recientemente, Daniel
Grojnowski se ha dedicado a compa rar las particularidades poéticas de Apol lin aire con las de Laforgue y
son demasiado frecuentes y sign ificativas las que encuentra . 1531
Los textos de Laforgue están cargados de otros textos, las frases de otras frases, las palabras de otras
palabras y no disimu lan esa carga, al contrari o la ponen de relieve, fraguando una caricatura de la lengua
-una lengua que se burla de la lengua- y un discu rso que corre para lelo; marginal , toma distancia para
observar mejo~ y vuelve a la carga.
La irreverencia carnavalesca transgrede la autoridad establecida pero al t ransgredirla - para hacerlo-
debe reconocerla: la observa, es decir, la considera y, al mismo tiempo, la objeta. Con un movimiento si-
nuoso, ladino, va bordeando contornos, al lado -paródicamente- de lado, prodigando alusiones, sopor-
tando las alusiones cu lturales que estratifican el discurso requ iriendo un oyente-lector-filólogo-geólogo-ar-
queólogo, capaz de extraer el sentido decantado entre acumulaciones encubiertas, de persegu ir ra stros e
identificar las huellas de generaciones en los lugares comunes de " lo ya visto, lo ya oído", lo ya leído, lo ya 51
escrito.
Más de una vez dijo Ezra Pound que " la gran lit eratura es simplemente lenguaje cargado de sentido al
más alto grado"l541, la gran condensación Wichtung es tanto "condensación" como "poesía" en alemán),
la sobrecarga de sentido que colman los textos de Lafo rgue no le pudo pasar inadvertida.
La parodia de Laforg ue despedaza las palab ras, deshechas las frases hechas, se apropia de la
gramática cada vez que le parece im-propia (también porque no es suya). El poeta sabía disponer de una
"lengua-self" como a la que aspiraba Valéry, de manera que la apropiación más que usurpación fuera ade-
cuación y pertenencia, dos formas de la propiedad de las palabras que aumentan su sent ido.
En la misma carta que dirigía a su hermana, manifiesta su propósito de renunciar a todo recu rso de
inflación del lenguaje, su recha zo a la gravedad retórica y grand ilocuente. No solo la poesía, también las
MOR A LIDAD ES LEGENDARIAS sentencian las vanidades de una elocuencia poco convincente.
Prodiga ndo la carnavalización, el dialoguismo, las varias voces que pol ifó nicamente hacen coro a ca-
da voz, su parod ia realiza un desafío a la linealidad, a la atribu ida temporalidad del signo que la espacial iza-
ción de la escritura impugna. Si teóricamente la norma impone la (unil li nealidad consecutiva, el poeta la
desborda por medio de una simu ltaneidad de palab ras que se con funden y distinguen produciendo una
"sobreimpresión" verba l. Por eso la escritura de Lafo rgue in icia un Schretbzeit, un tempo de escritura
(una duración especial) y una época (el tiempo detenido), ese espacio especial donde se anota la diferan-
cia, como una crítica del discurso literal y una práctica avant la lettre.
Basta que se cambie una letra, se suprime o se agregue, para que la transformación se desencadene.
Michel Foucault observaba las repeticiones transformantes de Raymond Roussel donde la falla d8 una di-
ferencia fo nológ ica -b por p estructuralmente es menos que un sonido - no solo prod uce una diferencia
de sign ificado sino abre un abismo en los " intersticios de casi identidades, aparición de escenas maravillo-
sas co n las que las pa labras hacen cuerpo . "1551 Una silaba a una letra por otra, una mod ificación fono lógica
mín ima. Más que una sustitución, por la preposición por una mu ltip licación se verifica: es una sustitución
que mu ltiplica el sentido. En más de un sent ido.
El discurso poético de Laforgue es pródigo en tales prodigios: violupwosidades, pompas volupciales,
relaciones sexcíprocas. Compone palabras a partir de af ijos que bien pueden ser del sistema pero que él
emplaza irregu larmente: " un aire que se in-Pan-filtra, poses sota/escas, responsab/é, cielos crepuscu/á-
ceos, campanas que ange/uzan, conju gaciones improcedentes pero válidas : fuegodeartificiarán. El siglo
XX exagerará la distancia crítica que imponen esas invencio nes y que dado el contexto tolerarían la deno-
minación de: idiológicas, relevando por el idioma, por una letra insig nificante, la contundencia ideológica .
A propósito de FINN EGANS WAKE, Borges censuraba las rarezas que consistían en "una concatenación
de retruécanos cometidos en un inglés o nírico y que es difíci l no calificar de frustrados e incompetentes
!. .. ) Jules Laforgue y Lewis Ca rroll han practicado con mayor fortuna ese juego". <551
Por irri sión, la parod ia señala la inelud ible iterabilidad del leng uaje. Es una repetición que marca la di-
ferencia, entab lándose una dialéctica extraña según la cual lo más repetid o, apenas modifica do , es lo que
resulta más raro o do nde más resa lta la novedad. De nuevo designa ambivalentemente lo que no es .

FARSA EFIMERA
52

¿Sueño de una noche de agosto?


" Prel udios autobiográficos"

Las palabras se encastran en montajes (en telesco pias o palab ras-val ijas o porta-sacos, que son los
nombres poco feli ces con que la semá ntica designa el recurso) afectando mitos, cancio nes tradicionales,
obras conocidas, las más sag radas, las magistrales. Basta con que sean suficientemente conocidas para
tentar el redoble de las iniciativas transgresivas.
Uno de sus Lamentos omite la mención del Puente de Aviñó n como si bastara "pat rón" para recordar
que ahí "se bai la, se baila ... " Invoca a Dios, a medias: " Padre Nuestro que estabas en el cielo", invoca ¿a
qué Virgen lla na?: "Je te sa/ue, Vierge de nuits, plaine de glace*". Cualqu ier objeto de repetición es el ob-
jetivo del desafuero: "Todo está en Todo. ¿Verdaderamente? ¡Ah! esa gente con fórmulas!
Gesta un un iverso donde letras, palab ra, escritura, libros, obliteran cualquier forma de "real idad"
mient ras no sea cul tura l, artística o simplemente verbal. Para el poeta, la naturaleza de la cu ltu ra es su na-
turaleza , la creación su creencia:

" Entonces, me dediqué a la literatura,


Pero el Demonio de la Verdad
Silbaba a mi lado sin parar
"¡Pobre!" terminaste ya con tu escritura ... " (Aviso, F B V)
A pesar de que en la misma carta (Carta a Marie: Baden, mayo del 83) donde re(a)sumía su nueva
poética, hablando de sus LAMENTOS, Laforgue reservaba la parodia exclusivamente para la poesía, los
cuentos de sus MORALIDAD ES LEGENDARI AS irri tan la parodia hasta el paroxismo. En cambio, es ne-
cesario señalar que las crón icas de Alemania : BERLI N, LA COR TE Y LA CIUDAD presentan descripciones
de la vida de los emperadores, una espléndida semblanza de la Emperatriz Augusta, observaciones de los
bailes de ga la, la ópera, las cal les de Berlín, los cafés, a salvo de la distancia paródica. Tal vez la distancia
real - o imperial- y los protocolos vuelvan superfluas las demás distancias . Entre artistas, aún realistas,
el círculo se cierra** .

• Yo re saludo, Virgen de las noches, planicie / (/lana, plena! I de hielo I (de gracia) serla la rraducción parcialmente homofónica.
•' Indignado ranco como Baudelaire, Fancin-Latour pinta un cuadro de homenaje a Henri Delacroix 11864!, para comrarrescar la indiferencia
con que fue acogida su muerte. Llama la atención que, uatándose de un pintor que defendió explícitamente su afiliación al realismo, a Manet y a
su grupo, realice una pintura que constituye el remake de EL PREVOSTE DE LOS MERCADERES Y EDILES DE LA CIUDAD DE PARIS 11647-
1648! de Philippe de Champaigne, un cuadro que habfa temdo oporwnidad de ver en una colección particular expuesta en 1860. 1571

" La mejor manera de explicarlo, es hacerlo,'' Realmente, es imposible no darle la razón a Lewis
Carrol l ya que en la explicación - ni habría que explicarlo - dicho y hecho se confu nden . Citada, la "reali-
dad" (¿Quién se atreve a no ponerla entre comillas?), adquiere un sentido especial, un sentido verbal, de
repetición textual, de texto, tal cual. Las comillas no existen f uera del text o: ni se dicen, ni se leen, se
escriben, llaman la atención sobre una noción problemática; más problemática aún, la realidad aparece
entre comillas, encerrada, entre sig nos (el lenguaje), gráficos (la escritura), tipográficos: la impresión es
doble. Marcan los límites conocidos del texto conocido.
53
También conocido, el aforismo de W ittgenstein identifica y confunde: "Los límites de mi lenguaje son
los límites de mi mundo." Entre comillas ambos, la cita no los distingue. Pa ra Ch , S. Peirce el hombre mis-
mo es un símbolo y "mi lenguaje es la suma total de mi yo"l58l, la realidad bajo palabra, al pie de la letra ,
siempre. Cit ado, el discu rso se enrarece: "apartando la palabra eufónica como si estuviera entre comi llas ,
pequeña afectación de la dicción que era particular al grupo Guermantes". El narrador de Proust observa
en ese apartamiento algo simi lar a lo que Bajtín denominara pokazanny(591 que, traducido por el inglés
displayed denota el "despliegue" de una palabra que se destaca pero, al mismo t iempo, queda "fuera de
juego", dis-play-ed, una barrera enunciativa que intercepta, aun pa ra distinguirlo, el enunciado extraño,
que viene de otra parte ca rgado de su part icu laridad . Como el pe rsonaje de Borges en "Utopía de un
hombre que está cansado". Lafo rgue creía también que no decimos más que citas, ent onces, ¿para qué
indica rlas? Su poesía, sus cuentos, no necesitan de la marcas de la extrañeza para conservarla. Más que
una cita, la repetición de Laforgue la fragmenta y reúne, quiebra y funde, conm ueve los fundamentos de
la comunicación : la ex-ci ta, forma ndo un hueco por el que el discurso se sale de texto, como si las pa-
labras se cita ran a pesar del poet a, al pasar; son coi ncidencias que no suceden al aza r solo porque son ine-
vitables y esta inevitabilidad esencial es la que la poesía convoca:

"¡ .. . el Arte!
¡el Arte puro! sin contar al poeta "

Si la condición palimpsestuosal6Dl es una verdad para escritores y lectores en general, en el caso de


Lafo rgue es una verdad a voces: es la escritu ra de un lector -de varios lectores ya que Laforgue lee en si-
lencio (una lectura) y en voz alta (otra lectura), que escribe sob re escritos, sobrescribe, partiendo de textu-
ras dispuestas, materiales usados, los únicos con que elabora sus textos.
Pero ¿qué son las obras de los hombres si modificando las citas los sistemas se descalabran? ¿Si la
existencia fuera la consecuencia de un razonamiento. Si hubiera otros, ¿cómo sería?: "Luego pienso y,
después de haber pensado, dudo. Dudo si nuestro pensamiento rima con algo real en el Universo. Y me
aburro." (Carta a Ch. Ephrussi, Berlín, 13/3/82). Como Paolo y Francesca, Don Qu ij ote, Mme. Bovary,
como cualquier personaje, Laforgue empieza por abordar la realidad por los textos, solo allí encuentra algo
que rime, alguna armonía de verdad. La legítima imposibilidad de distinguir el sueño y la realidad, el arte y
lo que no lo es, es esa falta de adaptación-aceptación de lo real, una palabra que nombra la pesadilla lúci-
da. "EL DEMONIO DE LA REALIDAD" le dice Hamlet: el asco, la crueldad, la deso lación, "una libra de
oj os reventados" y la convicció n de que la justicia es otra palabra. Solo, enfrentado a textos, le da la espal-
da al resto. Esa es su tergiversación (versare es "volver" y tergum, espalda), sustancial y poética; y a partir
de esa sustancia textual, la tergiversación no cesa .

Sus FLORES DE BUENA VOLUNTAD tergiversan para bien LAS FLORES DEL MAL; LA IMITACION
DE NUESTRA SEÑORA LA LUNA tergiversa la IMITACION DE CRISTO, imitando un libro que había em-
pezado por rei nvindicar su imitación (el narrador de Pierre Menard "atribu iría a Céline o a Joyce esta obra
a la que Laforgue alude ta ntas veces en su correspondencia); los LAMENTOS a las canciones populares
correspondientes y repite el nombre en cada uno de los "Lamentos" hasta alcanza r, por variedad y repeti-
ción, el arquetipo : el "Lamento de los lamentos" es un CANTAR DE LOS CANTARES donde se ent recru -
54 zan, en el modelo de los modelos, lamentos y cantares.
A pesar de la antigüedad y universalidad de la imitación, esta pantomima textual constituye el aspecto
más generalizado de una cu ltura que, como la actual, no deja de insistir por todos los medios, en las re-
dundancias inevitables tanto de la continuidad como las de la ruptura. La fragmentación del discurso, que
es una de sus consecuencias, es parte del bricolage cu ltu ral que ·const ituye, según dice R. Barthes, una
práctica prioritaria del aprendizaje francés institucional. En su autobi ografía, destaca la importancia del
dictado (dictée) en la formación escolar, literaria y general de cualquier francés. Una verdadera fetichiza-
ción del dictado y el cuaderno (cahier) donde el estudiante debe copiar dichos céleb res, una práctica de
sus deberes. Como Flaubert, como Lautréamont, Laforgue parodia el procedimiento: la repetición senten-
ciosa se abate sobre la propia sentencia . Repet idos por Laforgue, los dichos cambian de tono, dan el tono
"Laforgue" con el que se alteran los conocimientos co nsabidos mezclán dolos con fórmu las científicas,
proverbios, letras de canciones inocentemente repetida s por todos pero repentinamente inquietantes: "un
petit navire" es el barquito fantasma en que Ugolino, como los aterradores tripulantes de la dulce canción
infantil no tiene reparos en comerse a sus hijos que nunca le habían disgustado , evitando piadoso y con-
movedor, a su manera, dejarlos huérfa nos, por un lado, la ina nición, po r el mismo.
Habría que poner todo entre comi llas, o nada; solo hay pa labras y solo es posible repetirlas : "¡pa-
labras, palabras, palabras!" repite Hamlet en inglés y en francés, palabras que repit en pa labras, va rias ve-
ces: "Esa será mi divisa en tanto no se me haya demostrado que nuest ras lenguas riman bien con una rea -
lidad trascenden te" y por eso las repite asegu rándose así una semejanza ent re palabras, rimas provisorias
a la espera de otra armonía, co n la esperanza de un acuerdo universal que, desde Cratilo hasta hoy, los
poetas siguen esperando.
(SE ABREN PARENTESIS)

"Cambiando de nombre, de papel (de alma) "

Si por previsibles Laforgue omite las comil las de la citación, por inesperados, multipl ica los parénte-
sis. La frecuencia de estos signos escasamente poéticos es sorprendente en poesía ya que el ca ráct er
digresivo o explicat ivo de la expresión encerrada entre paréntesis que interrumpe el enunciado para formu-
lar aclaraciones, es ajeno a la intensidad de la condensación poética. De modo que la interru pción sorpren-
de por interrupción y por impertinente. Sobre todo cuando empieza por interrumpir o termina interrum-
piendo, operaciones que la lógica concibe con dificultad.
En " Pequeñas miseria s de j ulio" (FBV) , la primera y la úl tima estrofa aparecen entre paré ntesis,
simét ricas y desconcertantes. La razón simétrica no ampara el absu rdo de un comienzo y un fi nal que, por
marcas de int ercalación, impugnan su estat uto . El recurso es eficaz: reditúa en voces que vienen de otra
parte y se suman a la primera persona poética quien, con gesto teat ral, se apa rta de la escena, se pone a
un lado y utiliza esa marginación para simular su complicidad con el lector-oyente, una compl icidad sos-
pechosa , dos veces.
También por med io de los paréntesis Laforg ue t eatraliza la cuestión poética. En otra de las "pequeñas
miserias", "Pequeñas miserias de otoño" y en "Aire de ga ita", del mismo libro, el aparte de los paréntesis
se refuerza po r sig nos de interrogación; son voces que interrum pen , aclaran, preg untan. Las preguntas
55
que finalizan las respectivas estrofas , entre paréntesis, recuperan la eironeia, la ironía socrática de quien,
poniéndose a un lado, interroga a su oyente a fin de hacerle suponer su ignorancia. Como las parábasis en
la comedia antigua, cuando el coro se hacía po rtavoz de las int ru siones de un autor que interviene pero
prefiere perma necer fuera de escena, se crea por su voz autorizada una zona lateral donde el discurso,
en tre paréntesis, se filtra desde el interi or, una fuga a la vista , del yo del autor .
La qu iebra es doble: si los interrogativos quiebran la superfi cie del discurso, abriendo una sal ida hacia
el espac io exterior, los paréntes is ent reabren una fisura, do nde ca( b)e la sospecha de ot ros estratos que la
artificiosa fl uidez de la escritura suele ocultar.
Comillas, paréntesis, otros signos, son sig nos escritos y signos de la escritura, los emblemas gráficos
que propician formas de ensimismamiento que dan lugar a un espacio interi or, íntimo, un aspecto antici-
pado y condensado de lo que se denomina corrientemente "monólogo interior", ese discurso que la narra-
tiva del siglo XX ha desarrollado monumentalmente.
El monólogo se había puesto muy de moda en el siglo XIX. Ini ciado en los sa lones y cabarets más fre-
cuentados, ese discurso no adquirió prestigio literario hasta que libros de antologías y ciertas teo rías le
atribuyeron las formalidades necesarias para constituirse en un género considerado como " la explosión
más orig inal de la alegría moderna ya que sabía reunir la broma" y la gravedad en forma equilibrada 164 >.
Borges cal ifica como "monólogo callado" a esta forma de oír a los héroes de las novelas "pensar prolija-
mente" y asevera, seg ún declaración hecha por Joyce a Larbaud, que deriva del francés Edouard Dujar-
din1B1>, algu ien que estuvo muy cerca de Lafo rgue . Fue Dujardin (ju nto a Félix Fénéon ) quien presentó la
ed ición de sus ULTIMOS VERSOS, publicada póstumamente, en 1890, atri buyendo la recurrencia a esa
especie de monólogo interior a la relación de Laforgue con la psicologfa de von Hartmann y las t eorías del
In consciente (que ni anticipa ni debe nada a Freud) y que ta nto lo habían marcado.

LA IRONIA ES POSIBLE

Dejar hacer, dejar pasar


Dejar pasar, dejar hacer
Lo semejante es lo contrario
"Lamento de Lord Pierrot"

En cambio, Paul Celan, otro de los poetas exili ados, repetía más recientemente " No pasarán", un
"mot de passe" y aunque pase por una consigna, Derrida sabe que la venia convenida también puede ser
una prohibición(62l . La contra dicción da acceso a un mundo "puesto de lado", soslayado, entre pa rénte-
sis, parábasis, parodias, recursos de pasaje y operaciones de marginación, repeticiones que al mimar la
dicción la contradicen o, al mima r la frase hecha, la contrahacen. En este discurso poético como en el de
Tlón, "Un libro que no encierra su contralibro es considerado incompleto" y esa práctica de la controver-
sia , más que la excentricidad de un lugar fantá stico, revela la contradictoria gestión de la literatura occi-
dental donde un dicho se dice cont ra sí mismo.
En la poesía se concentra esa energía cont raria, una contrariedad que es tan natural al lenguaje, como
56 el lenguaje es natural al hombre: el mayor artificio de su naturaleza. También la poesía de Laforgue niega
dos veces: al lenguaje en contra de la realidad se suma el lenguaje en contra del lenguaje. Así propuesta, la
dua lidad constituye una figura irónica, una figura que desborda las definiciones de la retórica y las limita-
ciones de sus clasifi caciones tropológicas comprometiendo la naturaleza verbal en t odo. Como la filosofía ,
la ironía es una cuestión de palabras y ambas saben (ex) poner la verdad en cuestión. La ironía es posible .
Nunca es una certeza sino " un margen de posibilidad" . En este sentido es que se identifica con la natura-
leza del leng uaje y las .ambivalencias de su revelació n-ocultamiento. La solución irónica es una (di)solución
irónica, una ocurrencia, una salida.
Pa ra Soren Kierkegaard "la ironía no es la verdad" sino la vía para alcanzarla, un med io de acceder
que empieza por discutir. Sin embargo es, en efecto, una estrategia de verdad, una estrategia verdadera,
ya que enunciando lo que enuncia e implicando su contrario, virtualiza una extensión entre cuyos dos
extremos cierta verdad ha de tener lugar. Pero de ahí no pasa.
Sin mayores particu lari zaciones, Arist óteles define la ironía como " aq uello que dice una cosa y signi-
fica otra" , una definición que con varia ntes se mantiene hasta el sigl o XVI II pero que se ap lica a la ironía
como podría aplicarse a cualqu ier otra fig ura. Tal vez esa generalidad corrobora simplemente que la ironía
es la figura de! lenguaje de la misma ma nera que Laforgue es la figura de la ironía. Su trabajo constante de
repetición y retractación habi lita un proced imiento disolvente: al repetir no confirma: retira lo dicho; inter-
cala intrusiones que al introducir, apartan; hace gestos de connivencia que, subrayando la complicidad,
excluyen. De manera que cuando deja oír la voz del ca ntor, su (in)mediación de si nceridad no tram ita nin-
guna mediación, más bien la ridicu li za: ahf está su voz para recordar lo ficticio de la ficción, la escasa reali-
dad de la realidad y la ambigüedad de cualqu ier representación que es rep resentación de presencia tanto
como de ausencia, afirmación y negación, que hacen de la ironía una instancia dialéctica, un recurso de
diálogo a partir del cual la voz del autor sint oniza por lo menos dos voces, y todos los sentidos.
Las teorías románticas habían considerado que la ironía trágica consiste en exponer, al personaje
dramático a través del desarrollo de la acci ón, como un indivi duo literalmente atrapado por la palabra
("pris au mot"), una palabra que se vuelve en su co ntra, vengadora de un sentido que el héroe se negaba a
reconocer.
Ironía de esa ironía t rágica, Laforgue co nsient e en que su personaje, un genio de la selva, se vea atra-
pado por el sentido contradictorio de sus propias palabras. Por querer com-prender, el Pan de Laforgue
("Pan y la siringa o la invención de la f lauta de siete cañas" MU, que mima una divinidad natural, queda
preso, entre las palabras que repiten y revocan.
"Pan se reabandona a su caramillo imperfecto pero fiel v digno de que se le llame 'mi viejo'. Comienza
la antigua balada: Me disgustaron las fresas del bosque, v enseguida se detiene, disgustado por la propia
balada."
Su discurso no prog resa, vuelve sobre lo andado, interroga, analiza, traduce, se contradice. Este
Pan, un Monsieur Jourdain, el burgués que no sabe que sabe, hace desconstrucción sin saberlo; aplica las
operaciones críticas de "reversa/ and reinscription" que fundamentan el procedimiento del pensamiento
desconstructivo y, sed ucido por la virtualidad irónica de la escritura, desarticula palabra , discurso, proso-
dia, un código, otros códigos, la coactiva vigencia de su rigor. Nada se salva de la f uria metalingüística del
fauno: amor, arte, teorías del amor y del arte, la de Ka nt , Gautier, la de su autor.
57
¡Oh mujer, mujer, tú que haces a la humanidad monómana! ¡Te amo, te amo! Pero ¿qué es esa pa-
labra: Yo Te aime (amo) ¿De dónde viene , en fin, con sus dos sílabas cualesquiera y tan neutras? Para mí,
aquí está lo que he encontrado. Aime no me dice nada hasta cuando asocio a ese sonido, y por una inspi-
ración no fan tasista, el sonido de la palabra británica aim (meta) que quiere decir but (meta, fin).
- ¡Ah! but, sí! "Yo te aime significaría enton ces: "¡Tiendo hacia ti, tú eres mi but! responde con su
voz la más panteísta.
-¿Todo está en Todo?*

• laforgue pone en juego la semejanza gráfica enire péllélbras: se escriben en forma parecida pero significan significados distintos:
fr. laimel"amo", se escribe como ingl. /aiml"meta"; fr. lbutl"fin", se escribe como inglés /bu e/, "pero".

Tratándose de un discurso de Pan ocurre que Todo pasa por las palabras. No hay barreras idiomáticas
que se interpongan y detengan la fuerza natural de est a divinidad tan primit iva que - a diferencia de su ri-
val, el culto y ordenado Apolo- ha t enido una participación casi insignificante en la literatura. Co mo Pan
no representa el equilibrio de la belleza, con él todo se confunde. Pero la totalidad, que no es ajena a Pan,
no es un caos sin o un orden traspuesto y, por lo tanto, otro caosmos (el híbrido laforguiano es de J oyce).
La pala bra fin en francés es but y pero en inglés pero aime es amor en francés y aim un fin en ing lés. Las
teorías estéticas precede ntes (la identificación de la bell eza y el amor, la finalidad sin fin , etc.) no lo habían
t erido en cuenta. ¿Habrá si do la intención de Laforgue hacer de los idiomas mitos, de las objeciones fines,
de los objetivos amor, de su fuerza bestial ingen io y de este Pan un pun?
Y "Si fuera posible que tuviera, además del arte por el arte, un fin"
("La luna es estéri l" INSU

Los mensajes cruzados de alusiones, de citas desencontradas, de fa~ sas aclaraciones e (im)posturas
cont radictorias, hacen vacilar la comprensión demasiado cifrada estableciendo una especie de "selección
cult ural" dirig ida hacia unos happy few , los contados conspiradores que refuerzan el " aislamiento" (la no-
ción es de Kierkegaard), con solidando la rebuscada so ledad que es el difícil estatuto de Laforgue en el
mundo, un ext ra njero en todas partes: europeo en Montevideo, americano en Francia , francés entre pru-
sianos, una acumu lación de extrañezas que su iro nía consta nte revela y renueva. La afirmación de Kierke-
gaard en uncia una profecía biográfica: " Las personas de un med io superior (aquí se trata de un rango es-
piritua l) hablan el leng uaje de la ironía como los reyes o los soberanos hablan francés, para que el profano
no los comprenda: es así que la ironía está en cami no de aislarse porque no quiere ser comprendida por el
común de los mortales. " !631
La ironía expon e un juego de cont radicciones entre las que la realidad queda en suspenso, o suspen-
dida, porque la condición verba l y artística de la escritura la oblitera. Según Kierkegaard, el ironista trans-
forma la historia en mito : la rei nventa. Pero Laforg ue, sin desconocer esa invención, reinventa también el
mito:

- Yo soy Pan.
-¿Pan qué?
58

-Soy.. . bastante poco en este momento, pero en general, so y todo, so y todo si es necesario.
Compréndame, soy quien soy y el lamento del viento ...
- ¿Y Eolo, entonces?

De manera que no queda nada que no sea objeto de invención . Ni la historia, ni la religión, ni el mito
se salva n de la ilusión que la ironía revela:
¡Sus ojos anuncian algo que llamaré cristianismo y Ud. levanta la cabeza como alguien que, mira por
encima de los rebaños de Pan· para ver si el Mesías no ha llegado todavía! .. .
Semejante a la de Sócrates, la ironía de Laforgue no constituye una actitud anecdótica más que con-
cierna a una circu nstancia particular sino se trata de una concepción que involucra, por el lenguaje, la re-
alidad entera, cuestionándola, afectando una totalidad que existe sub specie ironiae. La ironía es la negati-
vidad ilimitada y absoluta, la expresión del infinito poético que gracias a la poesía consiente la subjetividad
en libertad . Leyendo a Laforgue, André Gide descubría que ningún libro es inocente en tanto que el acto
de escribir compor~a necesariamente la reflexión sobre la propia escritura, un a reflexión de segundo gra-
do, una afirmación y la negativa correspondiente.
Ella está siempre ahí, muy cómoda en el tommo, y lo considera con sus miradas virginalmente inteli-
gentes, con su mohfn virginalmente inteligente.
¡No! ¡No se mira con esa inimitable inocencia! (Pan ... )
Si no va lía la pena marcar con comi ll as porque marcar todo derog aría la marca, tampoco vale marcar
la ironía que es la di-versión latente , inherente, en toda escritura. Más de una vez -tal vez irónicamente-
se ha manifestado la necesidad de disponer de un "signo de ironía", algún signo gráfico que la distinguiera
como el signo de interrogación o el de exclamación distinguen sus respectivas funciones . También la
ironía req uiere una entonación especial que modu le la escritura pero, así prevista, la privaría de su "modifi-
cación contextual"l64l que hace de el la una apertu ra, una creac ión in conclusa y por eso infin ita, que las
prácticas de lectu ra - una gestión pragmática - habilita.
La ironía de Laforgue cuestiona la historia por el mito, el mito por sus cuentos, sus textos por sus tex-
tos:

(¡En mí, es Galatea cegando a Pigmalión!


¡Ah! habría que modificar esta situación ... )

Son versos de "Doming os" de la colección FLORES DE BUENA VOLUNTAD; cien páginas más ade-
lante, en otro "Domingos" de ULTIMOS VERSOS, replica:

(Mi Mí, es Galatea cegando a Pigmalión!


Imposible modificar esta situación. )

Esta autorreferencialidad irónica que Sch legel hab ría ca lificado como ironía de ironía, asegura una cir-
culación de sentido que no disminuye, sin embargo, la incomprensión claustrofóbica de las torres ni el 59
vértigo de quien se inclina al borde del ab ismo: "¿Qué dioses serán capaces de rescatarnos de estas
ironías?" se pregunta el autor de UBER DIE UNVERSTANDLICHK EIT porque también a Schlegel le intere-
sa la ironía como med io de incomprensión, una incomprensión que la poesía simbolista y postsimbo lista
consumarán en formas de oscuridad tan den sa que solo la atencederían las voces en igmáticas del oráculo
o, esos poemas en los que la atención se dispensa al lenguaje, se entiendan (no se entienda n) como cosas,
piezas no comunicativas, claramente no transparentes .
El CONC ILIO FEER ICO, publicado en la revista LA VOGUE (julio de 1886), muestra brevísima de tea-
tro poético, ha sido considerada como ejemplo de obra no original ya que Laforgue la com puso a partir de
la reun ión de cinco poemas diferentes de sus FLORES DE BUENA VOLUNTAD, con algunas variantes. El
mismo anota "Estas dos piezas en una" y puede co nsiderarse como el ejemplo de autoparodia más
completo: el poeta escribe y lee lo que escribe para volver a escribirlo. Se verif ica un doble movimiento, si -
milar al desdoblamiento con que Baudelaire explica la natura leza de lo cómico, una variante artística de la
reflexión fi losófica, la dup licación reflexiva que, por la ironía, se constituye en " lo cómico absoluto" reve-
land o la relación co nflictual del hombre con la naturaleza, el confl icto de la distancia que es la base de toda
reflexión : "¿Qué es este vértigo? Es lo cómico absoluto; se ha apoderado de cada ser."165l Paul de Man si-
gue la evolución de la noción de ironía que, en Baudelaire hab ría comenzado "modestamente", como una
autodecepción y fácilmente llegó a las dimensiones de lo absoluto. Suele empezar como litotes o sobren-
tendi miento y contiene en sí el poder de co nverti rse en hipérbole."
La dimensión irónica no puede desconocer la advertencia de Sócrates, un gnoth i seauton necesa rio :
el ho mbre sujeto y objeto de su propio conocimiento, se convierte en Laforgue - teorías de Edouard von
Hartmann mediante - en " la rab ia de querer conocerse", de sondear debajo de la cultura consciente y
desc ubrir "el Africa interior" del inconsciente166l

(¿Cómo decirle: "Te amo"?


Yo mismo me conozco tan poco.)
"Domin gos" (FBV)

En otro "Domingos" (UV) confiesa :

Bueno, tba a darme un "Te amo"


Cuando con pena me avisé
Que primero ni yo mismo me poseía bien.

Por la poesía, el poeta logra reunir dos puntas : filosofía y humor, lo lúcido-lúdico que resume la difícil
conciliación homb re-mundo, un a conciliación epistemológica que Laforgue intenta lograr, paradójicamen-
te, por medio de la acumu lación de comentarios al margen; es la visión que para Baudelaire consistía en la
cond ición "artista", la de quien se vale del lenguaje como del "material de un oficio" pero que al mismo
tiempo, como para todos, también es instrumento: material e instrumento , dos en uno, dualidad que lo
aparta , por la palabra, de la palabra, del mundo y de sí mismo. Los Goncourt, en su Diario de 1855 (año de
60 la muerte de Kierkegaard) consideraban una melan colía humorística, una tristeza (a)penas, "que no care-
ce de dulzura y donde la ironía se ríe en un rincón . Las melancolías de Hamlet , de Lara, de Werther, de
René, incl uso, son las melancolías de pueblos más septentrionales que nosotros." De esa ilustración, fal-
taba Laforgue; solo las fechas lo excluyen de ese We/thumor, del desaliento, "un aflojamiento de la urgen-
cia vital" que es también su tono .
Si el mundo empezó por la palabra, (por lo menos así lo registra el Génesis), la derogación de la pa-
labra por la ironía, su remisión al silencio, justificaría su desaparición y los pesimismos filosóficos y poéti-
cos que precipitan la acedia ante la nada restante y el nihilismo por el hastío, universal y entero aunque el
neologismo (ennuiverse/) también los parodie. Como el ironista de Kierkegaard, la parodia, ambivalente,
se toma en serio la nada, en la med ida en que no toma en serio nada. "No hay ninguna continuidad en el
ironista, los sentimientos más contradictorios se suceden. Tanto en un dios como en un grano de arena.
Sus sentimientos son tan fortuitos como las encarnacio nes de Brama. L .. l El hastío es la única conti-
nuidad que posee . El hastío , esa eternidad sin consistencia, esa felicidad insulsa, esa profu ndidad en la su-
perficie, esa saciedad hambrienta. Pero el hastío es precisamente la síntesis negativa reabsorbida por la
conciencia personal donde se borran las contradicciones."
Por la reflexión crítica la ironía penetra pensamiento y poesía descubriendo definitivamente su inhe-
rencia contradictoria, pero no se trata de un descubrimiento adverso . Al contrario, estimula una actitud
extralúcida que multiplica obsesivamente las contradicciones . Ya no podrá ni ignorarlas ni detenerlas. La
perplejidad inicial del Borges ultra ísta sorprendido por la existencia de palabras antitéticas'67l fue el origen
de su estética, un origen al que rem itirá su propio nombre: el nombre propio de Borges emblematiza las
contradicciones que lo determinan, un asombro que no cesa .
Promoviendo esta aptitud reflexiva, " la ironía nun ca pie rde el hi lo; ma ntiene firme su sistema de refe-
rencias, es decir, disting ue entre la letra y el espíritu guardando el control de la relación exacta que va del
espíritu a la letra. "(6Bl De ahí que Jankélévitch vea al iron ista en acciones de acróbata , un buen volatin ero
que no pierde sus reflexiones ni reflej os : "M ima las falsas verdades pero no se engaña, provoca risas pero
no pasan de carcajadas reducidas", todo lo q ue entreveía Bajtín en el humor, la iro nía y el sarcasmo, aun-
que atenuado hasta el silencio. El mimo no habla. Gilles, indolente , enfundado en la blancura de un disfraz
pintado en la tela de Watteau, es el modelo perplejo de Gaspa rd Deburau, el mimo de la época el más ce-
lebrado por poetas y novelistas que concu rrían a aplaudirlo al THEAT RE DES FUNAMBULES, modelo a
su vez DEL PIERROT FARSANTE (1882) que Laforgue presenta entre los personajes como "Poeta muy
lírico y becario . 30 años.", mode los del Baptiste de LOS NIÑOS DEL PARAISO, con Jean Louis Barrault,
un hombre de teatro especialmente sensible a la obra de Lafo rgue; fue qu ien puso en escena su
"Hamlet... " (THEA TRE DE L'ATE LI ER, abril 1939).
Pierrot, Hamlet, Lohengrin, entre el palacio, el teat ro y el carnaval, comparten la expresión taciturna,
el esplín que definía al romántico pero que af lige a medias, con "una triste aleg ría" a este "Watteau del
café-concert" que fue Laforgue.

BLANCOS PARIAS, PUROS PIERROTS

¡Ah! ¡Sin luna, qué noches blancas!


"Locuciones de Pierro t " 61

Elegir ent re un gran número de travestís y vestir un disfraz apropiado a la f igura poética que se crea él
mismo, es lo que al ironista le lleva más tiempo . Sin embargo, para definir su opción, Laforg ue no debió
haber dudado tanto como previó Kierkegaard. En la atenta confusión de sus síntesis irónicas, Laforgue in-
t egra mitos, religiones, filosofías, obras célebres y recientes, conocimi entos científicos, contemporáneos,
menciones consab idas repetidas o implícitas : " ¡Oh encantamiento lunar! ¡Clima extático! ¿Es seguro? ¿Es
la Anunciación? ¿No ·será solo la historia de una noche de verano? (Pan y la siringa o . .. MU.
No es posible t ranscribir todos los t extos donde las ocurrencias anacrón icas y anatópicas de las citas
se concentran recogidas por la lectura. La multiplicidad y el desvarío de las referencias colman la imagina-
ción de tal manera que esos conocimientos - comunes o eruditos, desplazados y desarticu lados, re un idos
por las licencias del bricolage- funden la sabiduría, la con fund en : abrumada, la imaginación reg resa al
orige n, a la instancia en que se forman mitos y conocimien tos, cuando se funda la sabidu ría que la propia
sabiduría niega: ¡Le cantaría todo Jo que soy! ¡Oh! ¡Cantaría fantásticamente! ¡La sobriedad clásica me ha-
ce reír! Los Kyrie, los Gloria in excelsis, y luego, aires graciosos y un poco vivos de mi país natal.

- ¿Ven?, ¡los hombres nunca pueden ser claros ante la mujer!


Tendrían que hacer su declaración en buen francés, es decir, en noble y ágil dialecto jónico.
En una de las MORALIDADES, la si rin ga "emite un estridente estal lido de risa de Walkiria", en otra,
Lohengrin, tampoco desconoce la ópera de Wagner. Obsesivamente, reaparece Pierrot, adoptado de la
Comedia del l' Arte, personaje t rivial, muy conocido en la época, popularizado por la canción "Au clair de la
!une" que Laforgue parodia más de una vez, se parece a Hamlet, personaje y autor, doblemente literario,
el amigo de qu ien no t iene ni pluma para escribi r una palabra.
La escri t ura de Laforgue asim ila , en francés de honest o poeta, una galería de personajes legendarios ,
literarios, conocidos, populares, de todos los orígenes ; "Aquí yace no importa quién", todos a la par.
Una vez que abandona el tono de pesimismo trágico de los SO LLOZOS DE LA TI ERRA y lo sustituye
por el sa rcasmo y los desconciertos de sus LAMENTOS, cuando pasa de llanto a canciones, empieza a
perfilarse Pierrot , el mimo que resume temas y temores de todos los Pierrots y ta mbién de Lohengrin, de
Ham let, del hombre de letras que es tanto él como sus personajes. Derrida dice que Pierrot es el hermano
de todos los Ham lets que acosan el texto de Mallarmél691, no rivaliza con él, al contrario, se co nstit uye en
el personaje de los personajes. Lo inc luye en LOS LAME NTO S, en LA IMITACION DE NU ESTR A
SEÑ ORA LA LU NA, en LA S FLOR ES DE BUENA VOLUNTA D , en su pequeña pieza PIERROT FARSA N-
T E. En la poesía fra ncesa, la saga de los Pierrots es nu merosa y fecunda. Entre los más notables: PI ERR OT
A HORCADO (Ju les Husson Champfleury ), PIERROT ASESINO DE SU MUJER de Paul Margueri tte, (el
autor del "soli loquio mudo" que evoca Mallarmé en su "Mímica ") , PIERROT POSTUMO (Th. Ga ut ier),
" Pantomima" y "Colombina" (Verlai ne), PIERROT ESC EPTICO (Huysmans), PIERROT LU NAR (V.
Guiraud). Fantasmales y t rágicos, t radicionales y modernos, más populares que los demás mortales,
muestran un aspecto extraño, a la vez raros y frecuentes, pa recen proceder de otra tierra , de otra manera:

" Blancos monaguillos de la luna


Y lunólogos eminentes."
62
presentan
"Una faz imberbe como con co/d-cream
Un aire de hidrocéfalo espárrago."

No alternan co n los demás, discriminados por su identidad artif icia l, su origen es incierto, hechos de
polvo lunar vuelven a esa "basura estelar" (stellar junk dice Wallace Stevens y Geof frey Hartman lo re-
cuerda ), con su álima Luna ren iegan de la Tierra, aunque se formulen las mismas preg untas que vienen
formulándose desde hace siglos los poetas de est e planeta:

¿Pero dónde están las Lunas de antaño?

Pregun tas que (no) responden a otras preguntas: ¿A quién preguntaba Villon por la suerte de ot ras
purezas tan blancas y tan frías , nuevas y eternas , nieves remotas como las lunas? A diferencia del salmis-
t a, estos "dandys de la luna" aunque venga n y velen desde las alt uras tienen poco que ver con Dios.
Cuando observa n un voto de si lencio.

El corazón blanco tatuado


Con sentencias lunares
Tienen: "Hay que morir, hermanos. "
Más bien indiferentes, apenas lo interrumpen con el recuerdo crispado, con una paciencia escéptica
que repite la adverten cia del trapista sin compartir su devota resignación. "Son gente desanimada (b lasée)
por eso "el violeta-gran-duelo es su color local" y aunque ellos mismos descreen de sus pantomimas do-
lientes, siguen haciendo imitaciones. Hacen lo que saben hacer, es un saber triste - como decía Th. Ador-
no como qu ien dice "el vino t riste". Sus parodias son poco críticas. Repiten sin convicción, aceptando las
indiferencias homofón icas de signos y cisnes : "Je ferai le cygne" en hábitos blancos, para enterarse si al-
gu ien aprecia su bell eza "al claro de la luna" pero como la candela mortecina de la cantinela tienen "el se-
so muerto". Tampoco importa la lucidez del conocimiento porque "tarde o temprano, moriremos" y todo
su desaliñado movimiento, carece de sentido y es, por absurdo, grotesco:

Cada vez menos gracioso


¿Pierrot conoce su papel?

No va le la pena disimular la torpeza, más vale reconocer los reveses de este mundo al revés, Pierrot lo
espía con la cabeza entre sus pies :

¡Ves! el Universo
Es tá al revés ...
- Todo esto lo honra,
Lord Pierrot, ¿pero y ahora?

En el círculo cerrado de la pista Pierrot repite las sorpresas previsibles de repertorio, las exactas pi- 63
ruetas del ci rco que se interrumpen bruscamente como esa pregunta de Laforgue. En otra pa rte, le pesa
no haber sabido antes de esas faci lidades personales: " Debería haber sido clown, me equivoqué de desti-
no". Como en los espectáculos de circo, su poesía siente el asalto a la contin uidad, la brusquedad que
conserva cierta energía de la iniciación, la fluidez sintáctica se desarticula imitando los descuidos de un
discurso coloqu ial . Al no ocurri r en el teatro que lo representa, o en la narrati va que la cuenta, la poesía
rec hina resistiéndose a más cortes, diferentes de aquellos que las conven ciones establecen y debieron es-
tablecer porque ni los movimientos ni los pensamientos terminan con un punto final o rima y aparte.
La fractura sintáctica libera un desorden : interior, por el hueco del discu rso se desliza una alteración,
una incoherencia lógica; exteri or, por ese hueco se precipita la situación en la que el discurso ocu rre. La
eviden cia de la omisión vale más que la palabra que pueda designarla y el recurso vale, sintomáticamente,
para poner en eviden cia que quien se entiende por la palab ra puede prescindir de ella. Más que a una in-
conclusión, la interru pción ("aposiopesis" denomina la retórica a este recurso fuerte) indica el gesto que,
inconcluso, alude a la relación que se prolonga más allá de lo que los signos dan cuenta.
Semejante a la ironía musical de los f inales "desconcertantes" de Erik Satie, son gestos corta ntes y
sorprenden porque no son finales aunque después nada continúe, no pase nada, o solo pase la impresión
de que algo debería continuar: Los cortes abruptos se suman a las interrogaciones que Laforg ue prodiga,
también al f inal de estrofa o de poema -a pesa r de la prudencia que Baudelaire había aconsejado en cuan-
to al uso de un procedimiento que sería ef icaz solo moderándolo. El exceso es parte de la gesticulación
exasperada del clown , de su torpeza teatralizada que, expuesta, no deja de ser torpeza, una (in)ade-
cuación tra nsitoria y patética a una Historia a sobresaltos;
1Va, y las go teras del hastío!
Gotea, gotea sobre mi nuca ...
Chasquea, chasquea con ruidito
¡Oh! chasqueará ¿hasta ... hasta.. . ?

Repite hasta hasta el hastío, la pregunt a que no concl uye, un pensamiento inconcluso, varias veces.
porque es pregunta , porque ni siq uiera la concluye, porque no acabará siempre, es la pregu nta de este
''monómano Disoluto /

¿Por sus trabajos de decadente y de recluso?


("Celibato, celibato, todo es solo cel ibato")

La ternura no llega a disimular el desencanto de este so ltero nato que aunque llega a casarse como
Pierrot (P IERROT FARSANTE), prefiere abandonar a su esposa, " ahí estás viu da irremari da ble", luego de
una única noche de amor, no la pri mera, antes que adulterar por la indiferencia de la inti midad cotidiana
los raptos virtuosos de su puro amor.

"¡Lirio!, ¡marfil! ¡satén! ¡nieve!, ¡epidermis de la mujer amada! alabastro. (No se atreve a tocarla)"
64
Pálido, casto y retraído, elegant e y silencioso, como Paul Margueritte, el mimo que impresio naba tan-
to a Mallarmé, pensativo y dudoso como Hamlet , cisne sol itario en busca de nieves pasadas, con la hostia
de su cara blanqueada, Pierrot - un hombre de letras, esta vez es Laforgue quien lo califica así en su far-
sa- con hábito(s) de luna, Pierrot no se oculta bajo su máscara blanca, pero escribe sin palabras "sobre la
página que él es·: 11m
No necesita intimidad sino distancia, prefiere el blanco que no es una ausencia de color sino el color
anterior al espectro , la frialdad porq ue no engaña. Pierrot incu rre en las extravagancias apenas intrépidas
de un antihéroe invitando a una aventura amorosa muy poética poco erótica en tierras de Watteau: el
cua dro en luga r de la isla, los mitos en lugar de la acc ión.
A pesar de haber renunciado al espacio si deral, "antes de ser dilettante y Pierrot, residía en lo cósmi-
co", su estética amable y circense no abandona la Belleza que es el silencio eterno (Laforgue:
"Baudelaire" ), esa soledad cósmica, porque Cosmos is Beauty (Emerson) y el poeta, aunque la invoque
en su ruego, no puede librarse de ta nta bel leza (Ca nsin os-Asséns) porque en este mundo la bell eza es
común (Borges) y antes fue difícil (Sócrates ).

UNA CLARA TIERRA DE POETAS

¡Ah! ¡sin luna, qué noches blancas!


"Locuciones de Pi errot!
A punto de saltar, en suspenso, a distancia, Pierrot hace acrobacias en la Lu na, el lugar común y
contradictorio de la repetición "Lunes !'une apres !'une", pluralidad que a Verlaine no le interesa distinguir
demasiado, convencido poéticamente de la singu laridad que, contra la gramática, el-sent ido-oído-francés
defiende. Para Lafo rgue la lu na es tanto la iniciación: lo uno (!'une) y el fin : el blanco blanco al que apun ta
el recorrido recurrente de su poesía:

¡Ah! la luna, la luna me obsesiona


¿Cree Ud. que haya un remedio?

En " La luna" (EL HACEDOR), Borges tampoco puede evadirse ni del misterio ni de sus ritos, los
escritos que celebra n la amistad silenciosa de la luna y los en igmas de la amistad. Quizás esté aludiendo a
Laforgue cuando inventa la historia de un hombre que

Concibió el desmesurado
Proyecto de cifrar el universo
En un libro

y cuando escribió el último verso, suspirando al iviado, al elevar los ojos al Cielo y ver en el aire "un
bruñido/Disco", comprendió que en su desmesu ra do desvarío se había olvidado de cifrar la luna. Al con-
tar esa historia en su poesía, atribuye al olvido el maleficio que padece n qu ienes

... ejercen el oficio 65


"De cambiar en palabras nuestra vida
Siempre se pierde lo esencial. "

El mundo no es distinto de la escritura que lo cifra ni la Luna queda fuera de la (in)versión de la escri-
tura, ni invocándola, ni imitá ndola, ni "pasándola por alto" , el poeta puede desli gar el hech izo.
Es o no es "La novia imposible" de ese personaje t riste del LUNARIO SENTIMENTAL, quien por t e-
mor a perder su amor teme enamorarse y, al creerse End imión, el hom bre que fue amado por la luna, o si n
querer, enamorado de ella, termina durmiendo a su lado, en un lago, tal vez porque para el poeta el amor
es eso . Matrimonios fu gaces, lu nas de ficció n, ni Verl aine, ni el poeta de Lugones, ni el de Borges, ni
Laforgue-Hamlet-Lohengrin-Pierrot saben de otra pasión que la belleza:

Siento el pavor de la belleza:


¿quién se atreverá a condenarme
si esta gran luna de mi soledad me perdona?
Borges, LUN A DE ENFRENT E: "Casi j uicio final"

Padece una pasión estética, escasamente erótica, que se ilumina con el sentido religioso del término.
Es la misma adoración mística y "miss" a la "Virgen de las noches 'plaine de glace"', llana y fría, plena de
gracia, a quien, al final de sus LAMENTOS ofrece las " Letan ías de los últi mos cuartos de la Lu na" y como
a Cristo, hace sig los, le consag ra una IM ITACION. Era previsible que imitando imitaciones, Lafo rgue paro-
diara varias veces, ya desde el título, la religión y la imitación: no es Cristo sino Nuestra Señora, no es
Nuestra Señora la Virgen sino la Luna, aunque la luna sea Virgen y Señora "Madona v Miss" para el poe-
ta, "Una miss coqueta" para Leopoldo Lugones. Precisamente gran parte de la actua lidad de Laforgue ra-
dica en ese proceso imitativo que no imita la "realidad", siempre imita otra imitación

- ¿Qué Todo es círculos viciosos?


- Viciosos, ¡pero Todo!
- Entonces prefiero
Irme según la Luna.
"Diálogo": antes de levantarse la Luna"

Con Pierrot como protagonista, la paradoja empieza desde el principio : La primera poesía de esta
apo logía lunar se titula "Una palabra al sol para empezar". La serie continúa describiendo clima, fauna y
flora de la luna, sigue invocando su Inmaculada Concepción e insiste sobre su esteri lidad, recu rriendo a to-
da su reserva escatológica, en una carnavalización sin máscaras, involucrando Papas abortivos, excre-
mentos lógicos de fetos, miríadas de animálculos, estéticas del Arte por el Arte, una teo ría que comparte
a medias: "el hombre de Infinito justifica los medios", Infinitos sin fi n, medios con fines, fi nes con medios,
conciliados feérica o pierrotescamente en un desfile que se impone a la imaginación intelectual . Todo un
espectáculo poco espectacular pero bastante expuesto basado en van Hartmann y sus teorías del incons-
ciente:
66
Pero el Inconsciente me guía;
Además él sabe lo que hace, vo no tengo nada que ver.
"La luna es estéri l"

ORGIAS PASABLES
Pasantes de verano,
¡Pistas de otoño!
"Otro lamento del organ illo"

Pasan príncipes y monarcas absolutistas, se confiesa la fe de un filósofo contrario al optimismo de


una ciencia poco progresista que tolera contradiccio nes o las establece, piensa por paradojas, formu la in-
terrogaciones, no escatima exclamaciones co loquiales en una especie de contexto que no suele proveer-
las, prodiga fórm ulas: formas pequeñas, concisas, que no definen aunque sentencian con precisión desde
un discurso que las rechaza, en un discurso enigmát ico y estético en el que

El Arte es todo, del derecho divino de la lnconciencia;


¡Después de él, el diluvio! v su mirada mínima
Es el círculo infinito cuya circunferencia
Está en todas partes v el centro inmoral en ninguna .
" La luna es estéril"
Laforgue como Valéry considera que Pascal es un fil ósofo con características de personaje teatral ; es-
tos poetas co inciden en reconocerlo co mo capaz de hacer "uso de la comedia del conocimiento", " una
especie de Hamlet", menos sajón, más francés y como ambos, poeta.

Inconsciente, desciende a nosotros por reflejos:


Entrevera las cartas, los diccionarios, los sexos.

¡Primero rotemos sobre nosotros mismos, como un fakir!


(Agitar al pobre ser, antes de usar/o)
"Lamento de Lord Pierrot"

Entre máscaras de Arlequín, pobres Pierrots sin luna y Colombinas en crisis, Lugones rea nu da inter-
textualmente la farsa:

Corazones galantes,
Que en comedía de amor
Pierden (agítese antes
De usarse) su candor.
("A las máscaras". El subrayado es de Lugones)

La exu ltación del Carnaval dispersa y confu nde: esos pobres seres se invierten ; otros, no todos, se di- 67
vierten. Solitario y apático, Pierrot no ocu lta su desagrado por el amor sexual, la "sexcíprocidad" "sang-
sual", el amo r-sexo conj ugados en un híbri do aberrante , una alianza que no aprueba solo porque sea ne-
cesaria o porque haya sido siempre así; por un lado, el sexo: el amor, por la luna. Como Schopen hauer,
pero menos cínico que candoroso, desest ima con languidez la fuerza absu rda de la vitalidad sexual y se re-
siste al amor de los sexos cuando no es querer sino querer vivir o, sin querer, dar vida a más muertos .

Rosetón del Templo, a ver, en el satén,


Esos sexos distribuidos a granel
Correr, valseando, hacia la Fosa
Común de las Modernas Bodas.
" La vida que el las me hacen llevar" (FBV)

"El amor" y "la mort" (la muerte), en el cruce de ambos idiomas, los sonidos de los sig nos se confun-
den : El amor a muerte. También el signif icado y sus sentidos.

El sexo no distin gue diferencias: es una c uestión de vida y muerte; se identifica con ambos términos ,
en el acto, el sexo extingue la oposición; la procreación, la prolo ngaci ón de la vid a, se confunde con " la
pequeñez de la muerte" (una manera poco feliz de decirlo); por el sexo , en el lecho, coinciden vida, muer-
te y amor. Sus despojos niegan la vida dos veces . De ahí la misoginia de Laforg ue que no es tant o aversión
a la mujer sino el corolario - una coronita f únebre, una conclusió n - con que resume sus meditaciones
sobre el fi n de la vida, la muerte infin ita y el amor como medio en el med io:
Tus intestinos azucarados, tus pies suaves de almea,
Tus pulmones rosados, tu corazón,
Y tu clítoris que te retorcía, desfallecida,
En largos espasmos de languidez:
En los agujeros de tus ojos soñará el g usano
Tus rubios cabellos sedosos, ardientes,
Caerán: y para ponerles buena cara a los gusanos blandos
Sonreirás con todos tus bellos dientes.
"Guitarra" (ST)

Las cinco estrofas de " Guitarra" (presu mibl emente escritas entre 1879 y 1880) no son de las que re-
nuevan el lamento medieval de la suerte /muerte de la bel leza, o de la fatalidad de la fo rtuna que todo tritu-
ra; la descri pción de los retozos eróticos son la versión de una danza macabra que no acompasa la aleg ría
de l trance-t ránsito a la eternidad sino el paso a la descomposición, los disjecta membra de la carroña,
cuanto más femenina más deplorable, las vanitas de Baudelaire, las impresiones falsas o fosas (son homó-
fonas en francés) de Boris Vian, los ecos de los huesos huecos que retumban en "los vivos y los muertos"
de Raymond Ouenea u, las flores plantadas en el agujero que llenó la nariz y los panteones superpoblados
de G. Brassens. Laforgue deplora la resig nación del réquiem y el temblor del responso, son los años de la
irritación violenta, del pesimismo duro: la ronda mujer-belleza-sexo-vida solo (a)cerca la infat uación inútil
"terciopelos, bailes, flores, perfumes, pasiones, fantasía
68
Oficios de esplín frente al Océano,
( ...... .. )
Todo terminó: ¡Nada! ¡Nada!

An sia y angustia es la doble ansia de influencia que Laforgue siente por Schopenhauer, y a pesar de
que es ese hombre a qu ien, según Laforgue, la Emperatriz Augusta detesta, no duda en dedica rle una pe-
regri nación a Frankfort. Recuerda que seg ún Schopenhauer, la mujer reúne todos los defectos y funda-
mentalmente existen "pa ra la propagación de la especi e: no están destinadas a nada más. " !71l También
para Laforgue es esa "La razón de ser de Tu-Sexo" ("Locu ciones de los Pierrots" , INS U como no le pa re-
ce una razón suficiente, se complace como Pierrot, en contemplar - desde lejos - la belleza femenina tra-
tando de no olvidar que su seducción forma parte de los atri but os nat urales solo dispuest os para cumplir la
función de conservar la especie:

Con tus accesorios,


Solo es un anexo
Del Bien-Conservatorio
Donde se apronta Tu Sexo.
"La Aurora -Prometida" (F BV)

Pero ni siquiera esa condició n biológica las redime; son pa ra él "falsa hermana, fal sa humana, fal sa
mortal" o son " las ejemplares tontas desagradables" de Schopenhauer o las que escam otean bajo pretex-
t o de belleza el argumento gen ital: "Cielo azul, un aire tibio, oleadas de abril, un tiempo encantador que
colma las calles de mujeres lindas que se creen en primavera. Mis ventanas dan sobre la avenida más fre-
cuentada y miro. Hay algunas adorables. Paso horas mirándolas, y sueño. Pero enseguida me acuerdo
que tienen, ¡estos ángeles! calzones y órganos genitales! - ¡puaj! ¡puaj! - es esa, además, la gran tristeza
de mi vida." (Carta a Ch. Henry: enero de 1882).
Ni Schopenhauer, ni von Hartmann, ni Lafo rgue qu ieren caer en la gran trampa biológica; se resisten
a hacer pasar la reproducción sexual por el venerado "mito de la mujer", un ardid cu ltural que usa al amor
para aseg urar la continuidad de la especie y al homb re, que se prest a, encantado, para erigir pedestales a
la belleza virgi nal e inventar ese desnivel a fin de impedir - por monumentalización forzada- la naturali -
da d de una relación pa reja. Au nqu e esa gestión masculina discrimine a favo r de la mujer, el prejuicio solo
le hace favo r a la especie:

¡Hermanas, madres, viudas, Antígonas,


Amantes! pero mi mujer jamás.
"Maníacos" (FB V)

Ni señor ni servidor: solo a la par. T al vez haya sid o por su obstinado rechazo a las ambivalencias de
esa devoción, el rec onoci m iento que le reiteró Simo ne de Beauvoir a Laforgue en EL SEG UNDO SEXO . Si
Pierrot mantiene a su esposa virgen, si una vez poseída - una vez - la abandona, la deserción no se expli -
ca por aversiones misóginas sino, con t rad ict ori amente, por la mejor profesión de su amor poético.
"¡Oh jovencitas, cuándo seréis nuestros hermanos, nuestros hermanos íntimos sin intenciones de 69

explotación! ¡Cuándo nos estrecharemos la verdadera mano! Misceláneas póstumas:"


Dan iel Grojn owski observa que gran parte del vocabu lario de Laforgue está condicionado por modali-
dades de la libido1n1 y que la revelación de la genitalidad co incide con la inclinación al sacril egio y la pérdi-
da de la f e. Pa ralelamente at ribuye a una imitación de la energía sexual la fuerza de su "verba neológica",
"como si fueran las palabras las que hicieran el amor" en su lugar; hasta se podría agregar que la geni(t)ali-
dad verbocreadora no sería ajena a cierta bi osemiosis : palabras por actos - ¿Speech acts?- dando fruto s
de su especie: "La mujer no me excita ni el corazón ni la cabeza, ni los sentidos - puede ser los sentidos,
pero cinco minutos cada dos semanas más o menos. " (Carta a Ch. Henry: Baden , 15/5/82). Como el pla -
cer del texto para Barthes, como el secreto de la secta pa ra Borges, la parodia de Laforgue contrae texto y
sexo; arrasa con la "interesante palidez" de Lohengrin que se "creía el lirio hecho hombre" tanto como
con las impetuosidades de la vestal :
- ¿Habrá sido Ud. libidinosa, Eisa?
- Ignoro el sentido de esa palabra.

La ignorancia de ese sentido no imp lica que Eisa desconozca otros sentidos :
- Niño, niño, niño, ¿conoces las pompas volupciales? Ves los bombones de mis senos jóvenes, toca
mi cabellera de un negro tierno y sensual, siente, siente, un poco de mis puberosas ... ¡Oh rencores
hastíoversales (rancoeurs ennuiverselles) ! ¡experiencias nervic1das, noches martirisianas! .. . ¡Amame a
fuego lento, inventaríame, masácrame, masacrilégiame! (" Lohengrin, el hijo de Parsifal." MU
Los acoplamientos verbales imitan otros acoplamientos, contrayendo violentamente durante esa
"Nox irae" los arrebatos nocturnos y nupciales. Una vez más los arrebatos de Eisa y las palabras que los
designan se con-forman mimológicamente. Acción y dicción se crispan en una secuencia vital ve rbal es-
pasmódica; la evolución por la palabra remeda la evolución de la palabra, consagra la fe en el Verbo del
Principio que antes de designar, forma. La inocencia del Caballero del Santo Graal y "lirio de las cruzadas
futuras por la emancipación de la Mujer" transforma primero a Eisa en almohadón, no por milagro sino por
palabra: "Oh mi buen, buen, buen almohadón, tierno y blanco como Eisa" (yo subrayo); luego transforma
el almohadón en cisne: "¡Mi buen almohadón blanco y puro como un cisne! ¿Me oyes? - Tú me oyes, ¡mi
cisne, mi cisne!".
En francés / entendre es tanto "oir" como "entender" y auditivamente "cisne y sig no" Ucygne/ y
/signe) aunque se entiendan se confunden . Las sucesivas transformaciones retóricas, del signo que se
desliza en otro signo, acompañan las transformaciones de (la) especie lingüística y no lingüística - poética
siempre- anticipando la evolución verbal-biológico-verbal de las transformaciones (cinemato)gráficas de
M.C. Escher que empiezan por la palabra "Metamorfosis" y luego de pasar por tableros de ajedrez-cua-
drados-ro mbos-insectos-peces-cabal los-casas- y un castillo medieval que podría haber pertenecido al
padre de Lohengrin, termina por la palabra "Metamorfosis": cosa y palabra en la misma imagen : creación
y semejanza, tanto en la Biblia como en la poesía, la palabra al principio y al final, y el resto no cuenta.
En el cuento de Laforgue, como en el poema medieval, como en el remoto Edén, la cu riosidad inicia
un conocimiento y precipita el fin: Al no observar la interdicción, como Eva a Adán, como Orfeo a Eurídi-
ce, Eisa pierde a Lohengri n, Colombinette a Pierrot:
70
Aquí el almohadón, convertido en cisne, desplegó sus alas imperiosas y, cabalgado por el joven
Lohengrin, se elevó, y en espirales siderales hendió hacia la libertad meditativa, hendió por sobre las lagu-
nas desoladas del mar, ¡oh, más allá del mar! hacia las altitudes de la Metafísica del Amor, hacia los gla-
ciares* espejos que ningún aliento de muchacha sabría empañar con vaho para trazar en él su nombre y
fecha con el dedo!
Y es desde entonces que en noches semejantes los poetas celebran fría e inviolablemente en su frente
cierta fiestita de la Asunción.
Moralidad y fin de la leyenda "Lohengrin, hijo de Parsifal".

EN LAS TORRES VERTIGINOSAS

En el simulacro de esta forgery, en la astucia de la palabra inventada la


memoria más grande se funde y se acuña.
Jacques Derrida l79l

Si el términ o forgerie no hubiera sido in cluido en la minuciosa catalogación paródica que propuso
Gérard Genette 173>*, convendría reservar la denominación "la forgerie" para estas invenciones de Lafor-
gue; hasta podría interpretarse que la parodia deriva de su propio nombre: Su nombre propi o reivi ndica la
parodia como una "propiedad" paradójica. Por otra parte, pero a propósito de Joyce y sin ocuparse de La-
forgue, es este último el sentido que recupera Derrid a para designar las ocurrencias de FI NNEGANS WA-
KE. La coincidencia no es solo casualidad y en varios sentidos interesa.
Sería difíci l inclu ir los textos de Laforgue en el estado mimético más si mple, más puro o más neut ro,
porque practica una imitación que se sabe y presume de tal; com porta , en consecuencia, el segundo o ter-
cer grado de la imitación o más. Escribe Barthes: "Escribo: ese es el primer grado del lenguaje. Luego,
escribo que escnbo: ya es el segundo grado"( 74 l. Ya se dijo: Al escribi r, Laforgue imita imitaciones; se imi-
ta imitando, imitándose.
Imitando la imitación, limita la realidad hasta omit irla "Realidad", "cosas", "naturaleza", "verdad",
"sinceridad", " hecho" (o las palabras que se presten para el caso ), inscritas, aparecen citadas, desapare-
cen de la vista (es un decir), provocan una crisis de la evidencia, una "descosificación"( 75i, donde solo el
proceso de la textualizac ión se hace evidente. Decía Barthes: "Podemos incluso volvernos man iáticos del
seg undo grado, rechazar la denotación , la espontaneidad, el balbuceo, la llaneza, la repetición inocente,
tole rar sólo los lenguajes que dan testimonio, aun ligeramente, de un poder de desencajamiento: la paro-
dia, la anfibologia, la cita subrepticia. Una vez que es pensado, el lenguaje se vuelve subrepticio" .1111 1 Sin
ruido, furtivamente, oblitera lo que pretende representar.
• Designa la imi1ación más transpareme: "el estado mimético más simple, el más puro, o el más neutro (... J en el que el texto se parece en
todo lo posible al tex10 imitado sin que nada logre atraer, de una forma u otra, la atención sobre la operación mimética en sí misma."

Se sabe que Platón deploraba el hec ho de que el poeta imitara (tercera im itación) los objetos cons-
tru idos por los artesanos (segunda imitación) porq ue esa copia se distanciaba un grado más de la Idea, cu-
ya origi nalidad identifica ba a la verdad perfecta. Frente a la descomun al consumición del segundo grado 71
que es, según Barthes y la crítica más reciente, la característica sobresaliente del trabajo intelectual y
artístico contemporáneo, las mil-hojas que cada hoja de Laforgue cuenta, le habrían parecido a Platón se-
tecientas veintinueve veces más insensatas<76l.
Mientras para Platón es únicamente el filósofo qu ien logra conocer la verdad gracias a los atributos de
una inteligencia que le impide ser seducido por la falsedad de la copia, para Barth es, precisamente es la
imitación al segundo grado, una imitación que una vez iniciada no se detiene, la que merece ser acusada
de intelectu alismo. mi
Es a esta condición intelectual que Ezra Pound denomina logopoeia y la define como "la danza del in-
telecto entre las palabras". Aparentemente los textos de Laforg ue son el único ejemplo de logopoeia de
poesía que se le ocu rre. Dice René W ellek(78l que Pound fue muy selectivo respecto a la poesía inglesa;
tampoco dentro de la poesía f ra ncesa reconoce a otros poetas que Fran9ois Villon, Th. Gautier, T. Cor-
biére, A. Rim baud y Laforgue, los más sofi sticados.
La apreciación de Pound co incide con la de T. S. Eliot qu ien advertía en los poetas simbo listas france-
ses un método similar al de "los poetas metafísicos". En particular "J. Laforgue y T. Corbi ére se en-
cuentran más próximos a la escuela de Donne, en varios poemas, que muchos poetas ingleses
modern os", en cuanto al gusto constante por amalgamar en una unidad esas experiencia s diversas que el
hombre común dispersa caótica, irregular y frag mentariamente. En su ensayo sobre Baudelaire, Eliot reco-
nocía que Laforgue sentía un an helo innato por el orden, de manera que cada sentimiento pudiera corres-
ponder a un equ ivalente intelectual, que tuviera su justificación . En un pasaje diferente, pero consideran -
do ese mismo aspecto desde una perspectiva religiosa -es W ellek quien pondera - Eliot en tiende que La-
forgue procura la salvación a partir de una mayor plenitud de vida (fullness of lite) resu ltado de la aso-
ciación de pensamiento y sensibilidad.
De manera que la ironía de Lafo rgue -que tanto Eliot como Pound descubren, destacan y descargan
en sus escritos- resultaría de "una lucha entre los sentimientos implicados por sus ideas y las ideas impli-
cadas por sus sentimientos", al punto que Laforgue sería capaz de dar, al mismo tiempo, "un sueño senti-
mental diurno (como la jeune filie al piano con sus geranios) y del conductista que inspecciona sus refle-
jos."
Eliot consideraba que los conocimientos derivados de las lecturas filosóficas de Schopenhauer, de
von Hartmann -a quienes Laforgue se atenía consecuentemente- no derivaban de una filosofía pura,
como sería la de Dante o la de Santo Tomás, sino de una filosofía corrompida poéticamente por los senti-
mientos.
Como los travestis de Laforgue, como Laforgue, el Pru frock de Eliot* es también un personaje
hamlético y táustico, alguien que no se define: Entre la interrogación y la acción, se decide por la interro-
gación, que es una decisión dudosa; entre la duda y la certeza, no duda, y sigue dudando. Con-figura así
otro personaje fi losófico que se vale de la ironía para vacilar, (se) conoce y cuestiona a la vez, concibiendo
un autoconocimiento que quiebra la identidad en la parodia de sí mismo.
• Prufrock es el personaje de " The Lave Song of J. Alfred Prufrock", considerada la p rimer ob ra maestra del modernismo inglés.

Pound atribuye a Laforgue la habilitación poética de una expresión poética y crítica a la vez, la virtud y
vi rtua lidades de un "at-one-ment" o "at-once-ment", se podría denominar en inglés a esa unidad del ins-
72 tante , a la instantaneidad de voces contradictorias que la entonación irónica descarga, asumiendo la con-
dición del arte que "requ iere una emoción doble: olvidar que se trata de una ficción y al mismo tiempo no
olvidarlo. " 179>
Laforgue multiplica estas figuras "imposibles"; en realidad no es posible "leer" dos figuras en la mis-
ma figura: o ánfora o perfil, o conejo o pájaro. " El gran paranoico" titularía Dali a una de sus múltiples
imágenes de figuración doble donde ejerce su "Método Crítico-Paranoico" . Según E.H . Gombrich, pode-
mos pasar de una figura a la otra muy rápidmente, "recordar" una mientras vemos la otra pero no pode-
mos experimentar las lecturas-alternativas al mismo tiempo, de la misma manera que no es posible, obser-
var nuestra ilusión mientras la vivimos iso>_ La retórica tradicional, más comprensiva que la psicología de la
representación visual, registra ese fenómeno del sentido doble y contradictorio y lo registra como una es-
pecie de silepsis, es decir, la figura que da a la palabra la posibilidad de ser entendida en dos sentidos dife-
rentes al mismo tiempo, una ida y vuelt a semántica casi simultánea, un movimiento comprensivo y múl-
tiple, otra diversión del pensamiento que, divide, reú ne y divierte a la vez. Laforgue exagera esas posibili-
dades verbales , una figu ra a ultranza, más allá de las fronteras previsibles: sus torres poéticas son pri-
siones (fr. tours), excursiones (ingl. tours), "palabras que dan vértigo".
La poesía saturada de significados y con notaciones revelaba para Pou nd el movimiento vertigi noso
de la poesía actual. La poesía de Laforgue se arriesga al borde, se precipita hacia las infinitas alusiones del
lenguaje, en el vértigo abismal del sentido: las referencias figuran encastradas, unas en otras, describien-
do una escritura vortográfica* que aborda el vórtex, el remolino hueco.
• Con este término se califica el retrato de E. Pound que realiza A.L. Coburn donde muestra un perfil desdibujado por las repeticiones ca-
leidoscópicas de varios espejos simultáneos.
Vórtice-ombligo
del Todo -Nada
(" Letanía _de los últimos cuartos de Luna")

la marca que sel la la unión del pri nci pio y el corte del parto, de la partida, el vacío. El nombre: el ombl i-
go del mundo, de donde todo sa le, se ori gina y desaparece: el nombre del ombligo, nombril
Para Pound no sería posible traducir la logopoeia, una forma poética en la que el poeta "emplea las
pa labras según su significado directo y según los hábitos corrientes, las incidencias del contexto en el que
esperamos encontrar una palabra , sus conocimientos usuales, sus acepciones co nocidas , y el juego iróni -
co . Retiene el contenido estéti co que es pecu liarmente dominio de la man ifestación verbal y posiblemente
no podrá ser conten ido en plástica o música ."m11 Es otra imposibilidad.
A Jean Péres le lla maba la atención una característica que habría destacado a los franceses radicados
en ul t ramar o que de al lí regresaban : la co ndición fundacional o instauradora (no son sus palabras) "de un
espíritu que no se resigna a que todo esté hecho (tout fait)" " ni a una suerte de inercia resignada" que ob-
servaba como prop ia de las sociedades viejas: "En el europeo emigrante de cierto nivel cultural hay un
constructor". Muestra de la partida y el regreso, los textos de Laforgue supe ran la aventu ra transoceáni-
ca . Un oficio de hacer/ deshacer que prescinde de las concesiones de la fa ci lidad o de virtuosismos basa-
dos en concesiones con formistas. Con justicia se ha cali fi cado a Laforgue de "auto r difícil", pe ro, como
ya se decía, en el sentido de " lo bello es difíci l", el proverbio griego que concluye el diálogo de Sócrates
con 1-l ipias: una búsq ueda de la concentración de forma y sentimiento "en desaf ío constante contra lo QUE! 73
es solo 'l iteratura', art e falso, falso idea l. "ls21

CIRCULARES Y CLAUSURADAS

Otro de mis Pierrots muerto.


Muerto de un crónico orfelinismo;
Era un corazón pleno de dandvsmo
Lunar, en un curioso cuerpo.
" Locuciones de Pierro t , XII "

Las dificultades de la insta uración se compl ican por la adhesión a las prácticas de un oficio de pa-
labras, "e l más duro de los mate ri ales del arte" , dice T . S. Eliot, "que tiene que usarse para expresar la
belleza vis ua l y sonora a la vez y com unicarlas al mismo t iempo por una oración gramatica l" . Esa compleja
belleza debe originarse a partir de un material humano usado, demasiado humano. ¿Cómo encontra r una
pa labra que n_o esté abrumada por otros contextos?" Sea viviseccionando esos teclados anónimos." ("La-
mento del sabio de París"), co n voces co ra les "tomadas" por todas las voces que las emitieron . La roca, el
metal, la madera, son y suenan nuevas al trabajarlas, no al nombrarlas. De la misma manera que Laforgue
se debate co ntra el léxico impuesto y la oración gramatical, se resiste contra la tentación significativa, am-
bas convencionales y reiterati vas: "Rima v sé grande, la Lev reconocerá a los suyos''. (Del mismo "La-
mento").
La inventiva de Laforgue desarticula esas "muelles etiquetas de éticas", de formas y fó rmulas, carna-
va liza las fi rmezas de un código idiomático, de varios cód igos, rebuscando las combinaciones extravagan-
tes que no escamotean las nosta lgias adámicas o prebabél icas de un poeta: La Luna es "Madona y Miss"
(ya se dijo} y co nju ra la " Jettatu ra/De los baccarats".
Pero la excentricidad, repetida, en los mismos términos, es di rimida por otros poetas . Dicha, la nove-
dad no se (p}reserva. Según Borges, "Lugones iguala o tal vez supera a Jules Laforgue en el número y la
variedad de artificios verbales pero estos artificios, que en Laforgue como en Byron, sirven para traducir
una individualidad y corresponden, o parecen corresponder, a una idiosincracia, en Lugones son meras
habili dades, son deliberados juegos retóricos y no trascienden el plano literario". <83l
Como un aventurero indeciso que se encuentra entre emp resas diferentes y entre tierras donde, por
un lado todo está hecho y, por el otro, por hacerse, Laforgue lleva su desafío al extremo verbal y poético,
"un desafío al buen sentido y a lo prosódico" como señala una crítica de 1886 que aparece en una revista
de la época a propósito de la primera edición de LOS LAMENTOS: "El Sr. Laforgue se toma tales licencias
con las leyes del ritmo, la cadencia, la cesura y la rima, las líneas que suspende unas encima de las otras
son tan ricas en incoherencias, tan maravillosas de tinieblas impenetrables, las palabras toman un aspecto
tan sibilino, que uno solo puede reírse de la mala jugada que el autor le hace al lector benévolo. " 184l
La iniciativa que emp rende Laforgue cont ra las palabras, las reg las gramaticales, las reglas del idioma
y de las rel aciones entre los idiomas, mani fiesta más que una vo luntad de querer decir - que es una dispo-
sición a compartir referencias - una volunta d de decir lo personal, lo indecible, lo profundamente incom-
74 pa(r)tible: "¡Es este el inmortal y solo soliloquio!" ("Con amplitud" INSU. Por la palabra, el tránsito
siempre es ambiguo, dejar pasar puede ser dejar de pasar, dejar hacer, dejar de hacer.

¡Vamos! dejen pasar, dejen hacer; el Amor


Reconocerá a los suyos: es ciego y sordo!
(" Lamento del sabio de París")

Gracias a su residencia permanente en otra parte o a las fatalidades de su mi(ni}sterio en el "Astro


fósil", en pocos autores el destino de la escritura, las contrariedades de la acción-dicción convergen como
en Laforgue. Todo pasa por su mente, por su mano, por la letra, por la palabra "Que todo exilia". Ni la dic-
ción instauradora se sustrae al régimen de ese pasaje verbal: la creación es una recreación, una invención
y un juego, con sus reglas. A distancia, lo observa mejor y no las observa. En una carta que dirige a Gustav
Kahn (LETT RES A UN AM I. W iesbaden, 7/8/86. París, 1941) le conf iesa su urgencia vital de escribir, re-
ali za una puesta en poética de la necesidad de li bertad; anuncia y f irma así, discretamente, como una con-
fidencia íntima, el acta de constitución del verso libre; ya no hará otros versos más que esos:
" .. .para liberarme de cualquier deseo de publicar el volumen de versos que hice este invierno y que te
leí en la cama (tinta roja y papel amarillo), hice un segundo completamente distinto. El tipo de aspecto es
el mismo de la pieza sobre el invierno que te envié. Me olvido de rimar, me olvido del número de sílabas,
me olvido de la distribución de las estrofas, mis líneas comienzan al margen como en la prosa. La antigua
estrofa regular sólo aparece cuando puede ser una cuarteta popular: Tendré un volumen así al llegar a
París. Es lo único que hago. Uno vive en un aguj ero: cena, tabaco, veinte minutos de digestión en el baño,
el resto del tiempo, ¿qué hacer sino versos? ¡Nunca más haré versos sino a.~í!
Declara así la urgencia de liberarse de las limitaciones por medio de la escritura, su deseo de liberar a
la escritura de reglas y preceptos, la conformidad normativa que reconoce y reserva para las composi-
ciones populares; al aspirar una nueva entidad libertad-verdad-verso, no procura una poesía naturalista ni
una renuncia al artificio, que es la única nat uraleza de su literatura ambiente. "On a touché au vers" alega
Mallarmé "cuando Jules Laforgue, para empezar, nos inició en el encanto cierto del verso falso."* A pesar
de los encomios personales que dedica a Zola, Laforgue profesa el odio hacia el naturalismo que es
-según Kahn- la única coincidencia que comparten los poetas simbolistas. En una carta a su hermana
(Baden, mayo 1883) hace explícita esa aversión en estos términos: "Una cosa lamento, ciertos versos na-
turalistas y necesarios' que ahí (se refiere a LOS LAMENTOS) se me han deslizado( .. . ) ( . .. )decir todo pero
con una melancolía humorística en los versos, de una manera refinada. Una poesía no debe ser una
descripción exacta (como la página de una novela), sino ahogada en sueños".

• S. Mal/armé. "Crisis de verso" en "Variaciones sobre un tema."

El único compromiso que asume entonces, es no asumir ninguno: "Hacer lo original a cualquier pre-
cio". La (ad)opción del verso libre más que respuesta a un desborde vital, responde a su oposición obsti-
nada contra las fuerzas de la inercia, una reacción contra el rigor de las reglas, contra la inadvertencia de
los cánones, observados por indolencia, una observación que suele ser más obsecuencia que atención,
desaprensión que respeto. Laforgue (se) propone una poesía que provqque alteraciones, una elaboración
diferente que perturbe los automatismos de la previsibilidad, visibilidad que ni es anterior ni es presente:
75
solo obceca la visión.
Son desplantes de arrogancia poética, libertades que se arroga un autor que (re)siente las presiones
de una cultura que no es cabalmente la suya, que no lo obliga. Por un refinamiento aristocrático -solo
por soledad- se aparta de la norma sin ignorar las transformaciones de un mundo al borde del siglo, de un
siglo que se precipita, precipitación que no atenúa sus pesimismos, más bien agudiza el sentido de la mo-
dernidad. Según W. Benjamin, fue Laforgue el primero en reconocer la predominancia de la ciudad en la
poesía de Baudelairem51, un topos, lugar y motivo que la poesía de Baudelaire inicia.

Toda la capital
Matriz social
Oue nadie interceda,
Nunca será bastante,
Sólo hay un remedio,
Romperlo todo.
"Simple agonía" (LJV)

Más próximo a quienes Verlaine llamó decadentes, Laforgue no disimula la (pre)suntuosidad de su


ironía expansiva.la exhibición de una oscurid ad que es la iluminación del misterio, la insolencia de un len-
guaje abstruso que descubre y distancia las falsedades de lo real, real por común, por v ulgar, normal, po r
arbitrario y revocable.
Su poesía sorprende por un lenguaje que se ofrece como trámite de Ideal, entrevisto más allá o más
acá, menos inmediato y material, apto pa ra afirmar las clausuras de un espacio interior: las discreciones de
palacio, el pensamiento secreto, las intimidades de cavernas afelpadas, grutas tapizadas de mucosas, vis-
cosidades orgánicas; ajenas a las crudezas de una estética biológica, enmascaran las formaciones
embrionarias (los fetos) y el espíritu espect ral (los muertos) en una mística macabra, fantástica y fatal. Las
larvas (nombre de la máscara, el embrión, el fa ntasma) ilu minadas a penas por fuegos fatuos, acechan a
los vivos y sus poemas: los "versluisants", versos lúcidos o bichos de luz, gusanos de la tierra que forma y
oculta el cementerio, la fosa previsible, el lugar común.
Desde esos huecos interiores, la vent ri locuencia poética, entraña una voz, extraña en todas partes,
¿dónde está? ¿cuál es su tierra? ¿el Uruguay del origen? ¿un París extravagante? ¿la corte fabulosa?

Y va estoy solo en mi morada,


Con mi noble corazón muy transido
Y sin amor v sin nadie
Ya que todo es miseí-ia, todo es otoño,
Todo está endurecido v sin piedad.
"Sobre una difu nta" (UV).

Pero, tomando su futuro cráneo entre sus manos, Hamlet se consuela burla ndo proverbios: "El arte
es tan largo vla vida tan corta", y todavía la inutilidad de los bancos bajo la lluvia en el otoño que se rep ite,
76 los dom ingos muertos, ecos de toses, vértigo de las t orres y asfixias del poeta, encerrado, enfermo:

Vamos, último de los poetas


¡Siempre encerrado, te sentirás enfermo!
"Domingos" (LJV)

Enfermo v encerrado, en uno y otro id ioma: en francés: malade et enfermé: enfermo y "enfermé", un
idioma por otro, la misma figu ra exagerada, en el cruce de dos pesares, con Letra de Víbora , escribe
en(tre) dos lenguas, dos nombres en el vacío haciendo la trad ucción imposible: " Tú no me traducirás" !861:
prescribe desde su torre de papel contra otra torre de Babel de encierro y destierro , como la primera donde
se originaron los idiomas, las confusiones de la diáspora, el malestar de la identidad, si es una, el desliz de
la leng ua propia -eso es idioma en el origen- en la letra, sigue ajena.
El autor de estos últimos versos se hace pasar por el último de los poetas. Él mismo se desplaza, se
hace pasar - como la traducción- a penas.
NOTAS

1. JULES LAFORGUE. - Oeuvres Completes, Vol. 1: Poésies. Le Sanglot de la Terre. Les Complaintes. L 'imicacion de Notre-Dame la Lune.
Vol. 11 Poésios. Des Fleurs de Bonne Volonté. Le Concite Féerique. Derniers Vers. Vol. 111: Moralités Légendaires. Lettres {1883- 1887.J Vol.
VI: Berlín, La cour et la vil/e (1886). Notas de G.J. Aubry, Ginebra, 1979. (Reimpresión de la edición de París, 1922- 1930. Slatkine Reprints.
JULES LAFORGUE. - Mélanges posthumes. Parls, 1923.
JULES LAFORGUE. - Oeuvres Completes. Tome Premier. Textos establecidos por J.-L. Debauve, Daniel Grojnowski, Pascal Pía, P.O.
Walzer con la colaboración de D. Arkell y M. de Courten. Lausanne, 1986.
2. MAURICE SAILLET. - En Les Chancs de Maldoror: "Notes pour une vie d'lsidore Ducasse et de ses écrics. "Parfs, 1963.
3. JEAN PÉRÉS. - Revue de /'Amérique Latine. Año /. Vol. //. Nº 6, 1922.
4. ANDRÉ FONTAINES. - Revue de /'Amérique Latine. Año 1, Vol. 11. Nº 6, 1922.
5. EMIR RODRIGUEZ MONEGAL y LEILA PERRONE-MOISES. - "Isidoro Ducasse y la retórica española". Maldoror Nº 17118. Montevideo,
1984. La investigación analiza los raseros del conocimiento gramatical y retórico en español que posefa Laucréamonc.
6. J.L. DEBAUVE. - Prefacio de Les Pages de la Guepe. Parfs, 1969. p. 20.
7. JULES LA FORGUE. - Oeuvres completes: Leures //. Carca a Em1/e, Julio 7886.
8. G. y A. GUILLOT · MUÑOZ. - Laucréamont y Laforgue. Montevideo, 1925, P. 14.
9. A. L. DURRELL. - en Ju/es Laforgue. Oeuvres compléres. Lausana, 1986.
10. J.L. BORGES. - Los Conjurados. Madrid, 1985, p. 33.
11. S. T. Co/eridge. - Biographia Lireraria. Mensron, Inglaterra, 1971, p. 235.
12. JACOUES DERRIDA. - La Grammatologie. Parfs, 1967. Trad. esp. Bs. As. 1970.
13. PAUL VALÉRY. - Te/ Que///. París, 1971, p. 58.
14. J.P. SARTRE. - Les Mots. París, 1964.
15. JULIEN GRACQ. - En lisant, en écrivant. París, 1981.
16. ROLAND BARTHES. - Cassettes Radio-France. Parfs, 1712175.
17. J. HILUS MILLER. - en Diseminaría: La desconscrucción, otro descubrimiento de América. Montevideo, 1987, p. 165.
18. J. L. BORGES. - Otras Inquisiciones: "De alguien a nadie". Bs. As., 1952.
19. LE NOUVEL OBSERVA TEUR, "Lecceurs, si vous saviezl". Nº 1157. Parfs, 7511187. 77
20. Ibídem. Encrevisra a Roger Charrier por su libro: Lecture et Lecceurs dans ta France de l'Ancien Régime.
21. J.L. DEBA UVE. - "Ju/es Laforgue: Epistolier. "En Ju/es Laforgue: Oeuvres Completes. Op. Cic. p. 66. J.L. Debauve hace responsable a J.
A ubry de no haberse preocupado por reunir y publicar las cartas que Laforgue recibfa regularmente aunque reconoce que se le debe el haber
establecido la primera edición de la Correspondencia casi completa.
22. JOHN BARTH. - The Friday Book. Nueva York, 1986.
23. Se sabe que Pau/ Bourgec 11853- 19351, poeta y ensayista, manruvo una importante correspondencia con Laforgue pero que hasta ahora no
ha sido dada a conocer. En la actualidad, se duda si esa correspondencia toda vfa exisre. Según J. L. Deba uve !Noca 27) aún no ha sido desta-
cada suficientemente la importancia literaria de su correspondencia que 1/us1ra, además, sobre aspectos históricos, po/fticos y sociológicos
de la época.
24. WAL TER BENJAMIN. - Baudelaire: A Lyric Poer in the Era of High Capitalism. En alemán, 1969; inglés: Londres, 1973, p. 96. Es a Baude-
laire a quien se refiere Benjamín.
25. ROLAND BARTHES. - Le grain de la voix. París, 1981, p. 10.
26. J.L. BORGES. "Pierre Menard, autor del Quijote". Ficciones.
27. J.L. DEBAUVE. - Laforgue en son temps. Neuch§rel, 1972, p. 222.
28. J.L. BORGES. Ibídem.
29. JACOUES DERRIDA. - "La différance" en Marges de la philosophie. París, 1972.
30. L. BLOCK DE BEHAR. - Una retórica del Silencio. México, 1984.
31. J.L. BORGES. - "La parábola del palacio". El Hacedor. Bs. As. 1960.
32. J. HILLIS MILLER. - "Grounds in Literary Srudy. " en Genre XXIII/, 1984.
33. J. HILL/S MILLER. - The Linguistic Moment. USA, 1985. p . XVII.
34. J. FRAN(:OfS L YOTARD. - La condition Postmoderne. Parfs, 1979.
35. GEOFFREY HARTMAN. - "La lucha por el texto." Diseminario; La Desconstrucción, Otros descubrimientos de América. Montevideo,
1987.
36. MICHAEL BAKHTIN. - The Dialogical lmagination. Austin, USA. 1983.
37. GEOFFREY HARTMAN. - "Habla Silencio" en Diseminaría. Op. Cit., p. 291
38. ROMAN JAKOBSON. - "En busca de la esencia del lenguaje. "en Problemas del Lenguaje. Revista Diogenes. Parfs, 1965.
39. GAS TON BA CHELARD. - L 'Air et les Songes. Parfs, 1942, p. 227.
40. ECLESIA STES 11, 12-14.
41. J.L. BORGES. "Kafka y sus precursores." Otras Inquisiciones. Bs. As. 1952.
42. T.S. ELIOT. - Poims of View. Londres, 1941, pp. 25-26.
43. W. BENJAM/N. Op. Cit., p. 95.
44. JOHN BARTH. - Op. Cit., p. 199.
45. CHARLES BAUDELA!RE. - Les Fleurs du Mal: "Spleen". LXXVIII. París, 1861.
46. Th. GAUTIER. - Mademoisel/e de Maupin, Prefacio. París, 1835.
47. ROLAND BARTHES. - Op. Cit. P. 368.
48. W. BENJAMIN. - Op. Cit. p. 144.
49. W. BENJAMIN. - A propósito de Baudelaire, habla del sp/een cómo de un tiempo vac/o. Op. Cit., p. 143.
50. MAURICE BLANCHOT. - " Los /Imites de la experiencia: el nihilismo" en The New Nieizsche. Ed. David B . Allison. Cambridge-Londres,
1985, p. 124.
51. J.L. BORGES. - "De Alguien a Nadie". Otras Inquisiciones. Op. Cit.
52. LE PETIT ROBERT. - París, 1982. "Hom. terre, taire."
53. DANIEL GROJNOWSKI. - Ju/es Laforgue: Oeuves Completes. Op. Cit., p. 74 y ss.
54. EZRA POUND. - El A B C de la Lecwre. Trad. Francesa. París, 1967, p. 33.
55. MICHEL FOUCAUL T. - Sepl propos sur le septieme ange. Parfs, 1986, p. 16.
56. J.L. BORGES. - Textos Cautivos. Barcelona, 1986, p. 329.
57. MUSÉE d'ORSA Y. - Le Métier d'Artiste. Parfs, 1986.
58. Ch. S. PEIRCE. - Collected Papers of Ch. S. Peirce. Cambridge, 1935-1966.
59. MICHAEL BAKHTIN. - Op. Cit. Glossary.
60. PHIL/PPE LEJEUNE. - Le pacte autobiographique. Parfs, 1980.
61. D. GROJNOWSKI. - Op. Cit. "Poétique des Complaimes". Cita los trabajos de los hermanos Coque/in: Le Monologue Moderne (1881) y
L 'Ar/ de Dire le Monologue (1884/.
62. JACOUES DERRIDA. - Shibbo!et. París, 1986.
63. SOREN KIERKEGAARO. - Oeuvres Compléles. "Le concept d'ironie". Parfs, 1975, p. 224.
64. La expresión es de C/eamh Brooks. Citado por René Wel/ek; A History of Modern Criticism. New Haven-Londres, 1986.
65. PAUL DE MAN. - 8/indness and lnsight. la edición 1971. Minnesota 1983, p. 212 y ss.
66. JULES LAFORGUE. - Revue 8/anche. Citado por D . Gronowski. Op. Cit. p. 81.
78 67. J.L. BORGES Apumaciones críticas: La meiáfora en Las Vanguardias Literarias en Hispanoamérica. Ed. Hugo Verani. Roma, 1986.
68. VLADIMIR JANKÉLÉVITCH. - L 'lronie. Parfs, 1964, p. 62.
69. JACOUES DERRIDA. - La Dissémination. París, 1972. p. "La double séance" pp. 199-251
70. JACOUES DERRIDA. - lbldem, p. 222.
71. A. SCHOPENHAUER. - Parerga: "Sobre las mujeres" en The WHI to Live. Ed. R. Taylor. USA, 1983.
72. D. GROJNOWSK/. - "Poétique des Complainces. Op. Cit., p . 531.
73. CERARD GENETTE. - Palimpsestes. Parfs, 1982, p. 79.
74. ROLAND BARTHES. - Roland Barthes par lui-meme. Parfs, 7975, p. 70.
75. El término es de Kate Hamburger: Logique des Genres Littéraires. París, 7977, p. 225.
76. Es la cifra que usa Platón en el Libro X de la República, 587e.
77. R. BARTHES. - lbldem., p. 77.
78. RENÉ WELLEK. - History of Modern Criticism. Op. Cit. 758.
79. YOURI LOTMAN. - Estética y Semiólica. Trad. al español. Barcelona 1979, p. 26.
80. E. G. GOMBRICH. Art and 11/usion. Londres, 1959.
81. EZRA POUND. - "How to Read" en Literary Essays of Ezra Pound, 1968, p . 25.
82. JEAN PÉRÉS. - Art. Cit. p. 134.
83. J.L. BORGES. - Obras Compleias en Colaboración: "Leopoldo Lugones", Bs.As. 7979, p. 473.
84. J.L. DEBAUVE. - Laforgue en son Temps. Op. Cil. p. 210.
85. W. BENJAMIN. - Op. Cit. pp. 54-65, 770.
86 JACOUES DERRIDA. ·· U/ysse Gramophone: Deux Mots pour Joyce. París, 1987, pp. 15- 17.
HAMLET
O LAS CONSECUENCIAS
DE LA PIEDAD FILIAL
81

ALVARO CARMENES
HAMLET
O LAS CONSECUENCIAS DE LA PIEDAD FILIAL
Es más fuerte que yo.

Desde su ventana preferida, que t iembla tanto al abrirse con sus en deb les vidrios amarill os en rombos
un idos por mallas de plomo, Hamlet, extraño personaje, podía, cuando se le antojaba, hacer redondeles
en el agua; en el agua: vale decir en el cielo. Ese f ue el punto de partida de sus meditaciones y aberra-
ciones.
La torre donde, desde el irregular fallecimiento de su padre, el joven príncipe se las había arreglado
decididamente para vivir, se yergue como leproso centinela olvidado, al final del parq ue real, sobre la ori lla
del mar que es de todos. Est e ri ncón del parque es la cloaca donde se t ira n los desperdicios de los inverna-
deros, los deslucidos ramos de galas efímeras . El mar es el Sund, con el oleaje sin fondo, con la costa de
Noruega a la vista o la ciudad de Helsingborg , ese nido del indigente y positivo príncipe Fortimbrás.
La base de la torre donde el joven e infort unado príncipe se las ha bía arreglado decididamente pa ra vi-
vir se pudre a la orilla de una ensenada estancada en que el Sund se las arregla también pa ra mandar en -
mohecer lo menos claro de la espuma con desechos de sus trabajos cotid ianos e impersonales.
¡Oh pobre ensenada esta ncada! Las fl otillas de cisnes reales de mirada burlona casi no pueden hacer
esca la. Del fondo cenagoso con paquetes de hierbas, se elevan, en los crepúscu los lluviosos, hacia la ven-
tana de este príncipe tan huma no, los coros de antiguas parejas de sapos, estertores mucosos expectora- 83
dos por viejos catarrosos a qu ienes una nada de variación atmosférica molesta reumas o viscosas posturas
de huevos. Y los últimos remolinos de los barcos laboriosos llegan a turbar apenas, poco más que los per-
petuos aguaceros, la enfermedad de piel de este rincón de agua madura, oxidada por una baba de hiel ce-
pil lada (como malaqu ita líq uida), cat aplasma da acá y allá con grupos de hojas chatas en forma de corazón
alrededor de ru dimentarios t uli panes amarillos, erizada acá y allá de fl acos ramos de juncos floridos, de en-
debles um belas parecidas, ent re pa réntesis, a la flor de la za nahoria de nuestros climas .
¡Oh pobre ensenada ! Sapos en su casa, f lorescencias inconscientes. ¡Y pobre rincón del parq ue! ra-
mos de los que las jóvenes se deshicieron en cuanto daba la medianoche. ¡Y pobre Sund! ¡oleaje aturdido
por los austros inconstantes, nostalgias limitadas por las oficinas muy cotidianas del Fortimbrás de enfren-
te ... !
Es por eso que (salvo cuando tiay tormenta) este rincón de ag ua es si n duda el espejo del infortunado
príncipe Hamlet, en su torre paria, en su cuarto con dos ventanas vidriadas de amarillo, entre las que una
muestra, en gris sucio, los cielos, lo ancho, y la existencia sin salida, y la otra está abierta a la queja perpe-
tua del viento en las altas arboledas del parque. ¡Pobre cuarto malt ratado así en lo hondo de un incu rable,
de un insolvente otoño! Aun en julio, como hoy. Hoy es el 14 de julio de 1601, un sábado; y mañana es do-
mingo: en el m~ndo entero, las jovencitas irán ingenuamente a misa.
En las paredes, una docena de vistas del Jutland, cuadros impeca blemente ingenuos, encargados an-
taño a un pintor de galeras, y de los que cada habitación del castillo disponía de su buena docena. Entre
las dos ventanas, dos retratos de cuerpo entero : uno, Hamlet, en dandy, con un pulga r enganchado en su
cint urón de cuero crudo, la atractiva sonrisa desde el fondo de una penumbra su lfurosa; el otro, su padre ,
aco razado con una bella armadura nueva , el ojo píca ro y faunesco, su difunto padre el rey Horwend ill, irre-
gularmente fal lecido en estado de pecado mortal y que Dios tenga su alma según su bien conocida miseri-
cord ia. Sobre una mesa, en el día de insomnio de vidrios amarillos, un laboratorio de aguafortista irreme-
diablemente roído por sucias ociosidades. Un estiércol de libros, un órgano pequeño, un espejo de pie,
una silla de reposo, y un aparador con escondite (tiene miedo de ser envenenado, desde el turbio falleci-
miento de su padre) . En el dorm ito ri o, cerca de la cama, un edículo gótico de hierro forjado de donde un
juego de llaves puede hace r surgir dos estatu itas de cera, Geru t ha, madre de Hamlet, y su actual marid o,
el usurpador ad últero y fratricida Fengo, los dos modelados por un pulgar lleno de brío vengador y el co-
razón puerilmente perforado por una aguja, ¡buena ventaja! En el fondo de la alcoba , un aparato para
duchas, ¡Ay.!
De negro vestido, la pequeña espada ceñida, cubierto con su sombrero 111 de noctámbulo, Hamlet,
acodado a la ventana, mira el Sund , el ancho y laborioso Sund que corre el cu rso ordinario de algunos
oleajes, espera ndo el viento y la hora de j uguetear magistralmente con las pobres barcas de los pescadores
(el único sent imiento para el que los deja capaces la fatalidad que pesa sobre ellos).
Después del cielo de ayer, y esperan do el de ma ñana, hoy gran cielo lívido, escasamente aliviado por
el reciente aguacero, pero que promete pa ra mañana un hermoso dom ingo. Y ya es el crepúscu lo; uno de
esos crepúsculos como los que las Crónicas de época nos informan con una emoción tan poco fingida; y
los ruidos de la ciudad de Elsinor separada de los dominios reales por una vasta cuenta, que empieza a dis-
persar y ahogar hacia las tabernas sus rumores de día de mercado.
¡Ah ! dejar correr mi vid a ma nsa y ancha como estas olas, suspi ra Hamlet. ¡Ah! ¡del mar a las nubes,
84
de las nubes al mar! y dejar hacer121el resto .. .
Y envuelve el feliz panorama inconsciente con un gesto ad hoc, y divaga así:
¡Ah! ¡y eso que no hice ningún esfuerzo por crecer! .. . ¡Pero todo es tan precioso de minutos y tan f u-
gaz! y no hay nada tan práctico como ca llarse, ca llarse , y actuar en consecuencia .. . - ¡Estabili dad ! ¡Esta-
bi lidad ! t u nombre es Mujer ... Adm ito la vida, más bien por obligación. ¡Pero un héroe ! ¡Y en primer lugar
llegar domesticado por época y ambientes ! ¿es ésta una guerra buena y leal para un héroe? ... ¡Un héroe!
¡y que todo el resto sólo fuera levantar telones! .. . - Yo, si fuera una jovencita bien, sólo le permitirla a un
héroe puro que pusiera sus labios sobre mi destino; un héroe del que se pudieran citar sus hazañas en caso
de necesidad, o las fórmu las ... ¡Ah ! en est a época de danno y vergogna, como dice Mig uel Angel (ese
hombre superior a todos nuestros Thorwal dsen), ya no hay más jovencitas; todas cu idadoras de enfer-
mos; me olvido de las pequeñas muñecas adorables, pero, ¡ay! irrompibles, las víboras y los gansitos con
pl umón pa ra almohadas. - ¡Un héroe! O simplemente vivir. Método, Método, ¿para qué te quiero? 1Bien
sabes que comí del fruto de la Inconsciencia! ¡Bien sa bes que yo soy el que lleva la ley nueva al hijo de la
M ujer, y que va destronand o el Imperat ivo Categórico e instau rando en su lugar el Imperativo
Cli matérico ! .. .
Al príncipe Hamlet le quedan todavía más pesos de esos en el corazón l3l , más pesos de lo que puedan
contener cinco actos, más pesos de lo que nuestra fi losofía vigile entre cielo y tierra; pero en este momen-
t o está particularmente irritado por la espera de esos comediantes que no llegan y con los que cuenta tan
t rág icamente; además aca ba de reducir a pedazos las ca rtas de Ofel ia desaparecida desde la víspera, car-
tas escri tas, por una manía de pequeña arri bista, sobre papel de Holanda agrisado tan recalcitran te al des-
garrarlo que los dedos de Hamlet todavía le arden f uriosamente. ¡Ah! ¡miseria, y hechos menores! .. .
- ¿Dónde puede estar ella, a esta hora? Sin duda en casa de sus pa rientes en el campo . Sabrá volver,
conoce bien el caminoM). Además no me hubiera entendido nunca. ¡Cuando lo pienso! A pesar de serado-
rable y tan mortalmente sensit iva, rascand o bien uno vo lvería a encontrarse con la ·Inglesa im bu ida por na-
cimiento de la filo sofía egoísta de Hobbes . "No hay nada más agradable en la posesión de nuestros pro-
pios bienes, que pensar que son superiores a los de los demás", dice Hobbes. Así es como Ofelia me hu -
biera amado, como su "bien" , y porque yo era social y moralmente superior a los "bienes" de sus ami-
guitas. ¡Y las menudas frases que se le escapaban, en las horas en que se prenden las lu ces, sobre el
bienestar y el confort! ¡Un Harnlet confort able! ¡Ah, desgracia! ¡Si no para mí, gracia al menos para mi
i3ngel custodio! ¡Ah ! ¡si en una noche semejante viniera, a mi torre de marfil , una hermana, pero menor,
de esa Helena de Narbonne que supo ir a conquistar a Florencia a su adorado Bertrand, conde de Rous-
~; il lon, aun cuando conocía su desprecio por ella! ... - Ofelia, Ofelia, querida pequeña inoportuna, vuelve,
te 19 ruego; no volveré a decírtelo. - Sin embargo, mi querido, y con todo lo Harnlet que sea mos, a veces
resultamos un crápula cordial . Basta. - ¡Ah! Ahí están .
A la izquierda, sobre las ori llas de Elsinor, percibe (¿quién no ha oído hablar de sus sorprendentes ojos
de golondrina de mar?) un grupo que sólo puede ser el de esos comediantes.
El barquero los emba rcaba en su amplio bote; un cuzco lad raba a esos oropeles; un muchacho había
dejado de rebota r sapitos . Uno de esos señores, muy drapeado, tornó igual que el barquero, y con el gesto
de quien se encanalla para divertir a la com pañía, un par de remos, y singlaron hacia ... Los índices tend i-
dos ind icaban el Castillo, una de las señoras dejaba que co lgara un brazo desnudo sobre la corriente del
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agua; y los ladridos, las risas, las voces llegaban clarificadas como con acuarela. Había sin duda bastante
materia para una bella noche del siglo XVII.
Hamlet se aleja de la ventana , e, insta lándose delante de una mesa, se pone a hojear dos cuadernos
delgados.
¡Ahí está, sin emba rgo! ¡Mi primer sentimiento fue postergar el horrible, horrible, horri ble aconteci -
miento, para exaltarme la piedad f ili al, presentarme las cosas con toda la irrecusabil id ad del verbo de artis-
ta, hacer que gritara su último grito la sangre de mi padre, reca lentarme el plato de la venganza! ¡Y ya está
(6 hodos toú eínai)! ¡disfruté de la obrn, yo! ¡Me olvidé poco a poco que se trataba de mi padre asesinado,
despojado de lo que le quedaba por vivir en este mu nd o precioso (¡pobre hombre, pobre hombre!) , de mi
madre prostituida (¡visión que me saqueó a la Mujer y me empujó hasta hacer morir de vergüenza y de de-
teri oro a la celeste Ofelia ! ) , de m i trono en fin ! Me iba del brazo con las f icciones de un bello tema. ¡Porq ue
el terna es bello! Rehice la cosa en versos yámbicos; intercalé entremeses profanos; recog í un epígrafe
su bl ime en mi querido Filoctetes. ¡Sí, yo buscaba de manera que mis personajes f ueran más profundos 151
que los de la naturaleza! ¡Forzaba los documentos! ¡Defendía con el mismo genio tanto al buen héroe co-
mo al mal traidor! Y de noche, cuando había remachado la última rima de algún discurso de resistencia,
me do rmía con la conciencia perfectame nte virtuosa, sonriendo a las qu imeras domésticas, ¡como un
buen literato que, con el trabajo de su plu ma, sabe mantener a una numerosa fami lia! ¡Me ado rm ecía sin
pensar en cumplir con mis devociones hacia las dos estatuit as de cera y darles vuelta su aguja en el co-
razón! ¡Ah, farsante, vé! ¡Vean al monstru ito!
Y el joven e insaciable príncipe corre a caer de rodilla s delante del retrato de su padre besándole los
pies sobre la tela fría.
- ¡Perdón! Perdón, ¿no es así. padre? En el fondo, me conoces ...
Y levantándose nuevamente, no pudiendo esq uivar esa m irada paternal, siem pre y aún guiña ndo ha-
cia abajo con aire regiamen te faunesco:
- Además, todo es herencia. Seamos médico y naturaleza. y así podremos ver cla ro.
Vuelve a .sentarse frente a sus cuadernos, que cubre también con una mirada regiamente faunesca :
- Es lo mismo, tam bién hay bell as págin as ahí adent ro, ¡y si los tiempos fueran menos tristes! ... ¡Ah !
¡por qué no seré un simple erud it o en París, de la monta ña Sainte-Genevieve donde florece en este mo-
mento una escuela de neoalejand ri nos !
¡Un sencillo y peq ueño biblio tecari o en esa relu ciente corte de los Valois! 1En vez de este castill o
húmedo. de este antro de chacales y de personajes groseros, en el que t ampoco uno se siente seg uro de
su piel ! .. .
Acaban de sonar dos golpes con una llave de oro sobre el ma rtillo de plata de la puerta. Un criado
ent ra.
Las dos estrel las de esa compañía están acá, seg ún las órdenes de Su Alteza.
Que pasen.
86 - Y luego, Su Majestad la reina, preg unta si Su Alteza persiste en querer representar el espectáculo
esa tarde misma.
- ¡Cru damente ! ¿y por qué no?
- Es que, Su Al teza no lo ignora, el ent ierro del lord cham belán Polonio tiene lugar tamb ién esta tar-
de, luego.
- ¡Y bien ! ¡Cuántas consideraciones ! Unos actúan, mientras los ot ros vuelven a los bast idores, eso
es todo. Y el Ideal selectam1 hasta su peq ueño máximo todas las noches. vé, mi pobre viejo .
El criado se aparta, y, det rás de la reverencia de las dos estrel las an unciadas, cierra la puerta:
- Entrad, hermanos. Sentaos acá y servíos cigarrillos. A hí tenéis del Dubeck y ahí del Bird's eye. Sin
cortesías, en mi casa. ¿Cómo te llamas, t ú?
- W illiam. repl ica un joven ga lán co n jubón de cortes todavía polvorientos.
- ¿Y usted, m i joven dama? (¡Oh ! ¡Dios mío, qué hermosa es ! ¡Todavía más historias! ... ).
- Ofelia, resume ella, con una· suerte de sonrisa despectiva, una sonrisa dudosa como para retorcer-
se de malestares. tan maléfica que el joven príncipe debe estallar para lograr alguna diversión.
- ¡Cómo ! ¡otra vez una Ofelia en mi poción! ¡Oh! ¡esa manía usurera que tienen los padres de po-
nerles nombres de teatro a sus hijos! ¡Porque Ofel ia, eso no es de la vida! ¡Sino pu ras historias de t ablas y
de centésimas fu nciones ! ¡Ofel ia, Cordelia, Lelia, Copelia, Camelia ! Para mí, que sólo soy un paria, ¿no
tendría usted otro nombre de bautismo (¡de Bau tism o, me enti ende !) por amor a mí?
Sí, Señor, me llamo Kate.
¡Era hora! ¡Y cuán t o mejor le sienta! ¡Que le besuquee las manos, oh Kate! por esta etiqueta111_
Se levanta él mismo, y va a besarla en la frente, larga mente, en su frente de Kate, de la que se desvía
bruscame nte para ir a la ventana a esconder un instante su cara en tre las manos.
W illiam le hace señas a su camarada:
- ¿Eh? No nos habían engañado. Lo es.
- ¿Será posible? contestan, con toda su mansedumbre azu l, los ojos de Kate que, zas, se en -
cuentra n con Hamlet al volver a su lugar.
Hamlet encoge cortésmente los hombros.
- Y bien, hijos míos, tregua de fi nal de capítulo. ¿Y qué traéis en materia de repertorio?
- T enemas Las alegres comadres de Saint-Denis, El Doctor Faustus, el Apólogo de Menenius Agrip-
pa, El Rev de Thule.
- Lo demás me lo diréis pasado mañana, al final. Todas son bellas concepciones, pero no son con-
cepciones inmacu ladas como las mías. Para aq uí, y para esta noche, van a ponerse secretamente a estu-
diar el drama que está ahí. Además seréis regiamente recompensados. Es mío el drama. Sólo requiere tres
papeles principales. Hay un rey, se llama Go nzago, y una reina, Baptista; ocurre en V iena . La reina tiene 87
relaciones adúlteras y conspiradoras con su cuñado Claudius. Una tarde, el rey duerme la siesta, destila
sus pecados en flor debajo de la galería; la reina finge mondar fresas austerament e para cuan do su esposo
se despierte. Sobreviene Claudius. Los dos cómplices intercambian un beso silencioso, luego hacen derre-
tir plomo en un cuchara y lo vierten delicadamente en el oído del rey.
- ¡Qué horror! deja escapar Kate con una sonrisa que termina despectivamente.
- ¿No es cierto? ¡horrible! ¡horrible! ¡horrible! .. . Digamos pues, vierten el plomo derretido (ese páli-
do líquido); el pobre rey Gonzago fallece en convulsiones ... horribles, horribles; y en estado de pecado
mortal, notadlo bien. Claudius, entonces, le saca su corona, se la pone y le ofrece el brazo a la viuda. La
consecuencia resulta que, a pesar de los más enojosos pronósticos, W il liam hará de Claudius, y Kate de
reina, dos lindos monstruos, a fe mía.
- Es que .. . duda Kate.
- Es que, declara William, nuestra costum bre, de mi compañera y la mía, es la de interpretar só lo pa-
peles simpáticos, de preferencia.
- ¿Simpáticos? ¡M ontón de brutos! ¿Y sobre qué podéis ju rar que un ser es simpático, aquí abajo?
¿Y luego, y el Prog reso, entonces?
- Estamos a las órdenes de nuestro gracioso señor.
- Este es el manuscrito, Wil liam , se lo confío, no vaya a extraviarlo; en serio , me importa. Preparadlo
gentilmente para esta noche. Ahora, veis, todo lo que marqué con lápiz rojo sangre-de-buey1s1tendrá que
ser lanzado y subrayado; y todo lo que está comprendido en una llave en lápiz azul , podréis supri mirlo por
demasiado episódico, aunque en el fondo .. . en fin, por ejemp lo, todas estas est rofas:
¡Un corazón soñador al mi rarte
¡Sin ningún espíritu de proeza!
¡Estoy tan agotado de arte!
¡Repetirme, qué dolor de cabeza!. ..
¡Oh luna de miel
Del cielo baje usted!
Y esto:
Oh pequeño ánimo bravo,
Oh carne derecha y altiva,
Soy yo quien a mí codicia
Ser su esclavo.
¡Vaya, pero qué encantador que es! dejan escapar W ill iam y Kate mirándose.
Les creo. ¡Ah! ¡si los tiempos f uesen más propi cios! ... Y esto:
¡Oh! ¡clausúrate! El amor, el amor
Se intercambia, en los tiempos de hoy,
88 Simple y sin fe como un adiós.
- En efecto es muy curioso, asegura el actor.
¡Y Hamlet, prínci pe de Dinamarca y criatura infortunada, exu lta !
- Y esta deliciosa ronda:
Era una blusa
Y ron y ron pati pa ta pon
Era una blusa
Que tenía cada botón ... etc. 191
" ¡Et caetera, et caete ra! - En fin, habrá sido muy extraña mi suerte! ... Pero esto, no vayan a sup ri-
mirlo, es el canto de triunfo del usurpador Claudius; ¡eso se canta con la melodía de Presentimientos en-
gañosos! ... ¿sabéis?
Estoy en mesura
De probar que Dios
Verá con amor
Esta aventura!
" Bu eno, ya se entendió. Aquí est á el manuscri to, se lo reconfío , mi querid o W illiam. Además el es-
pectáculo só lo empieza a las diez e iré, un poco antes, a ver cómo anda todo entre vuestros bastidores.
Mientras, no querría que os reprochaseis aceptar esto"
Las dos estrel las embolsan y salen andando hacia atrás.
W illiam declama en sord ina a su <;:amarada:
La demencia está en todo, y, sin boato,
Ataca al humilde vendedor o al actor de genio,
Y ni el guardia que vigila a las puertas del palacio
. A Hamlet podría defenderlo.
¡Pobre joven! suspira angeli calmente Kate, y no parece nada peligroso.
Hamlet, hombre de acción, pierde ci nco minutos en soñar frente a su drama ahora en buenas manos.
Y lu ego se exalta:
- Ya está. El tal Fengo va a entender. ¡A buen entendedor, pocas palabras! ¡Y sólo tendré que obrar,
que firm ar! ¡Obrar! ¡Matarlo! ¡Hacerle devolver su vida ! ¡Matar! ... Ayer me ejerci té matando a Polonio. Me
espiaba, escondido detrás de esa tapicería que representa la Degollación de los Santos Inocentes. ¡Ah!
¡Están todos contra mí! ¡Y mañana Laertes y pasado mañana el Fortimbrás de en frente! ¡Hay que obrar!
¡Es necesario que mate, o que me evada de acá! ¡Oh! ¡evadirme !. .. ¡Oh Libertad! ¡Libertad! ¡Amar, vivi r,
soñar, ser célebre, lejos! ¡Oh ! ¡querida aurea mediocritas¡ Sí, lo que le fa lta a Hamlet, es la li bertad.
"No pido nada a nadie, yo. No tengo amigos; ni un amigo que pudiera contar mi historia, un amigo
que me precediera en todas partes para evitarme las explicaciones .qué me matan. No tengo a una jovenci-
ta que sepa gustarme. ¡Ah! ¡sí, una cuidadora de enfermos ! Una cuidadora de enfermos por amor al arte,
que dé sus besos sólo a los moribundos, gente in-extremis, que por consiguiente no pudieran luego jactar- 89
se.
"¡Y, en el fondo, decir que existo! ¡que tengo vida propia! La eternidad en sí antes de mi nacimiento,
la eternidad en sí después de mi muert e. ¡Y pasar así mis días matando el tiempo! Y la vejez que viene, la
vejez horrenda, venerada y reverenciada por las jóvenes, por las hipócritas y rutinarias jóvenes. ¡No puedo
patalear así, anónimo! Dejar Memorias, no basta. ¡Oh Hamlet! ¡Hamlet ! ¡Si se supiera! Todas las mujeres
vendrían a sollozar sobre tu divino corazón, como antaño venían a sol lozar sobre el cuerpo de Adonis (con
algunos siglos más de civil ización) - ¡Bah 1¿qué les haría mi biografía, con su pan de cada día y los amo-
res y los fal lecimient os en derredor? Sí, sin duda , un instante , sobre el escenari o, después de la cena; ¡pe-
ro, luego al volver a casa ! ...
- Los hombres y las mujeres, en parejas, admi rarán mis escrúpulos de exist encia, pero no los imi-
tarán en nada y tampoco sentirán por eso más verg üenza, entre ellos, de homb_re amado a mujer amada,
en sus hogares. ¡Más tarde, se me acusará de haber hecho escuela! ¡Y si nombrara, yo, a mi sagrado
Maestro, mi Maestro universal ! - Sin embargo , ¡ah ! ¡qué solo estoy! Y, de veras, la época no cambia na-
da. Tengo cinco sentidos que me atan a la vida; pero , este sexto sentido, ¡este sentido del Infinito! - ¡Ah!
soy joven todavía, y mientras goce de esta excelente salud, va bien, va bien. ¡Pero la Libertad! ¡la Libertad!
Sí, me iré, y volveré anónimo entre la gente buena , y me casaré todos los días y hasta el fin de mis días.
Esa habrá sido, de todas mis ideas, la más hamlética. ¡Pero esta noche es necesario obrar, le es necesario
a un o objetivarse! Adelante por encima de las tumbas, como la Naturaleza."
Hamlet baja de su torre, se dirige por un largo co rredor tapizado con monótonas .vistas del Jutland (a
las que lanza al pasar escupidas heroicas), luego da la vuelta por un rellano do nde los dos alabarderos de
guardia apenas tienen t iempo de reco nocerlo y ponerse a las armas; ¡otros sobre las banq uetas, juegan a
las tabas ! Hamlet, les grita al pasa r: ¡Sustine et abstinel ¡Libertad, Libertad! y, silbando, baja una esca lera
más, y se encuentra bajo el peri stilo de salida, delante de la galería del señor del castillo.
La ventana del castellano está abierta; de la persiana cuelga una jau la. Ya antes de ver esa jau la,
Hamlet se le tira encima, la abre, y coge un tibio canario que se dormía, le t uerce el cuel lo entre el pulga r y
el índice, y siempre silbando más allegro, lo tira al fondo de la habitación, a la cabeza (pero esto sí por ca-
sualidad) de una niña que está ahí, haciendo crochet, aprovechando el último hilo de luz, y que se detiene,
los ojos redond os y las manos juntas, ¡frente a esta aterrado ra fechoría 1
Hamlet huye sin darse vuelta. Y de repen te, vuelve, va a esa ventana y entra en esa pieza. La niña está
siempre ahí, las manos j untas. El se echa a sus pies .
- ¡Oh! ¡perdón! ¡perdón! ¡no lo hice a propósito! Ordéname todas las expiaciones. ¡Pero soy tan
bueno! Tengo un corazón de oro de esos que ya no se hacen. ¿Me entiendes, Tú, no es verdad?
- ¡Oh mi señor, mi señor! balbucea la niña . ¡Oh! ¡si supiera usted! ¡Lo entiendo tanto! ¡Lo quiero
desde hace tanto tiempo ! ¡He enten dido todo ! .. .
Haml et se leva nta. "¡Una más!" piensa .
- ¿Tu padre está enfermo?
90 - No, mi señor.
- Tanto peor: le pondrás cataplasmas con genio.
- ¡Oh ! ¡a usted, a usted ! ¡lo curaría tan bien !
- Eso es: volveré a pasar el lunes próximo ; mi cáncer t odavía no supura (no sé verdaderamente lo
que tiene) . Hasta el lunes, querido ángel. · ·
Hamlet se aleja, debidamente al iviado . "Es para segui r ejercitándome que maté ese pája ro",-p iensa.
¡Joven e infortunado príncipe ! Estas extrañas impulsiones destruct ivas a menudo le oprimen lagar-
ganta, desde el demasiado irregular fallecimiento de su padre.
Un día, Hamlet se había ido muy tempra no de caza. La premeditación, esta vez, lo había mante nido
despierto toda la noche (la noche que da consejos). Armado de lo más excelente que se encuentre en alf i-
leres, preludió por ensartar los esca rabajos que la Providencia ponía sobre su camino, dejándolos luego se-
guir el suyo así. Les arra ncó las alas a las mariposas fútiles, descabezó las babosas, les cortó las patas de
atrás a los sapos y ra nas, pimentó con sal itre un hormiguero y le puso fuego, recogió numerosos nidos
gorjeadores en los matorrales y los aban donó a la corriente del río cercano para hacerles recorrer el país;
t odo eso azotando a la derecha y a la izquierda mil fl ores, sin consideración co n sus virtudes farmacéuti-
cas. Y luego, 1a cazar! ¡El bosque, con sus mil rumores primaverales, le encantaba, tal como le hubiera en-
cantado una cá ma ra de tortura con sus mil chisporroteos sobre las hornall as ! Y f inalmen te, de noche, des-
pués de una vana siesta más lejos bajo los árboles que no habían visto nada, al volver sobre sus pasos, un
último espasmo lo empujó a extraer de las víctimas que no habían podido esconderse para morir, y q ue
volvía a encontrar en su camino, una li bra de ojos reventados; con el los se lavó las manos, se engrasó las
falanges, hacía cruji r sus falanges, ya muy tironeado por el malestar. ¡Ah ! ¡era EL DEMO NIO DE LA REA-
LI DAD! la alegría de comprobar que la justicia es sólo una palabra, que todo está permitido - y con razón,
¡por Dios! - contra los seres necios y mudos. Pero acercándose al Castillo, Hamlet, rendido de insomnio y
de estúpidas exaltaciones, había sentido la vasta pena del crepúsculo que lo rodeaba para estrangularlo .
Entró a paso de lobo, corrió a encerrarse en su t orre, sin luz, barboteand o alucinado en un bullicio parpa-
deante de ojos reventados, de ojos reventados enchastrados de inenjugables lágrimas, luego se acurrucó
todo vestido bajo las frazadas, quemado por escalofríos, llora ndo el elixir de lágrimas, pensando casi en
asesinarse, o al menos en acuchillarse el rostro, como expiación; sintiendo bien su buen corazón, suco-
ra zón de oro sumergido pa ra siempre en ese charco de pobres ojos reventados inmortalmente pensativos.
- Al otro día: " ¡Bah! ¡Habré sido bastante ridículo ! ¡Y las guerras! ¡Y las rondas de matadero de los sig los
del mundo antiguo, y todo! ¡La mentable provinciano ! ¡Farsante! ¡Pedicuro !''.
Entonces Hamlet apenas si se siente afectado por el irreparable crimen de ese pajarito, - un simple
golpe de válvula acordado a sus animal spirits11oi. Es muy cómodo: y si Hamlet no ha pensado todavía en
que casi no apreció para nada a la triste Ofelia (¡oh! ¡casi para nada, pobre pájaro !) su Angel de la Guard a
tampoco lo piensa.
El cementerio de Elsinor yace apilado en pendiente sobre el gran camino, a veinte min utos de la
ciudad. Hamlet pasa bajo la t riple puerta del recinto; ahí cinco o seis tiendas viven del Cuerpo de Guardia;
y luego, el campo es como en todas partes, triste y llano, fuera de las murallas ...
Los obreros vuelven; una boda estaciona, se consultan sobre lo que podría hacerse en la ciudad a esa 91
hora.
El príncipe Hamlet casi no es reconocido en Elsinor. Vacilan, no saludan. Y además, su pequeña per-
.sona ... Mejor juzguen ustedes.
De talla med iana y bastante espo ntá nea mente desarrollado, Hamlet lleva, no muy alta, una larga ca-
beza infantil ; ca bellos castaños, que avanzan en punta sobre una frente casi sag rada, y que caen chatos y
débiles, partidos por una raya pura a la derecha, ocultando dos bonitas orejas de jovencita; máscara im-
berbe sin aspecto lampiño, con una palidez un poco artifi cial , pero joven; dos ojos azul-gris siempre
sorprendidos y cá ndidos, a veces frígidos, otras recalentados por los insomnios (muy felizmente esos ojos
novelescamente tímidos irradian pensadores límpidos y sin fango, puesto que Hamlet, con su aire de estar
mirando siempre por debajo como si trata ra de tantear con invisibles antenas lo Real, haría más bien el
efecto de un camaldu lense que el de un príncipe heredero de Dinamarca); una nariz sensual; una boca in-
genua, ordinariamente aspirante, pero que pasa con rapidez desde el med io-cerrado amoroso al rictus
equívoco de los gallináceos, desde esta mueca cuyas comisuras se han estirado por los hierros de la galera
contemporánea a la ri sa irresistiblemente hendida de un mofletudo muchacho de catorce años; el mentón
es, ¡ay ! ¡poco prominente! poco voluntario, tampoco, el ángu lo del maxilar inferior, salvo en los días de
hastíos inmortales cuando al proyectarse hacia adelante la mandíbul a y los ojos por eso mismo se vuelven
hacia at rás a la sombra de la frente vencida, toda la máscara entra , envejecida veinte años. Tiene treinta.
Hamlet tiene pies femeni nos; sus manos son sólidas y un poco torcidas y cri spadas; lleva un anil lo con un
escarabajo egipc io de esmalte verde en el índice de la mano izquierda. Só lo se viste de neg ro, y se va, se
va, arrastrando el paso y correcto, correcto y arrastrando . ..
Arrastrando el paso y correcto, Hamlet camina entonces en dirección al cementerio, al crepúsculo.
Se cruza con tropeles de proletarios, viejos, mujeres y niños, qu e vuelven de las cárceles capitalistas
cotidianas, encorvados bajo su sórd ido destino .
- ¡Por Dios! piensa Hamlet, lo sé tan bien como ustedes, si no más bien; ¡el orden social existente es
un escándalo como para sofocar a la Naturaleza ! Y, yo, no soy más que un pa rásito feudal. ¡Pero qué! Han
nacido ahí dentro, es una vieja historia, eso no les impide sus lunas de miel, ni su miedo de la muerte; está
bien todo lo que no tiene finml. ¡Eh sí! ¡Alcense un buen día! ¡pero que esto termine para entonces!
¡Entreguen todo al fuego y a la sangre ! ¡Pisen como chinches de insomnios las castas, las religiones, las
ideas, los idiomas! Rehágannos una in fancia fraternal sob re la Tierra, madre nuest ra de todos, que iría a
pastorear en los países calientes.
En los huertos
De nuestros instintos ,
Vamos a cosechar
Para poder curar.
¡Sí, vete a ver si vienen ! Son tiranos demasiado domésticos para eso, y aun no suficientemente
estéticos y aun por mucho tiempo demasia do cobardes frente al Infinito. Que traguen boquiabiertos a un
Polonio, un filá ntropo cualquiera, que les canta: " ¡Enriquézcanse!" - ¡Y deci r que tuve un instante mi lo-
cura de apósto l, co mo Cakya-Mouni hijo de rey! ¡Oh! ¡ya, ya, yo con mi querida y peq ueña vida única (que
tendré que compa rtir con una querida y pequeña mujer única) y ponerle este cascabel ! ¡Y tomar por eso
92
mi loca cabeza sonora ! No seamos más proletarios que el proletario. Y tú, J usticia humana, no nós haga-
mos más fuertes que la Naturaleza. ¡Sí, amigos míos, hermanos míos! El a-la-buena-de-dios histórico o la
purgación apocalípt ica, el bueno y viejo Progreso o la vuelta al estado de nat uraleza. Mientras tanto, buen
provecho y que se diviert an mucho mañana domingo.
La subida del sendero qu e lleva a la reja del cementerio es penosa. Hamlet se enfurruña y tritura unas
amapolas entre sus dedos. Llega demasiado t arde; la ceremon ia que concierne a Polonio está enterrada;
las últimas siluetas oficiales salen. Hamlet se acurruca detrás de un seto pa ra dejarlas pasar sin ser visto.
Alguien da el brazo a Laertes, hijo del difunto , da pena verlo. Una voz dice, como quien ha sido empujado
al límite: "¡Eh! ¡cuando hay un loco en la casa, se lo encierra! "
Al volver a levantarse, Hamlet observa que acaba de estropea r gravemente un hormiguero . - ".¡Da lo
mismo! piensa. Y para que el Azar me deba las gracias" .. . Y acaba con el dich0 hormiguero a taconazos.
Todo el mundo salió . En el cement erio Hamlet sólo encuentra a dos sepu ltu reros. Se acerca al prime-
ro, que está arreg lando las coronas depositadas so bre la tumba de Poloni o.
- Tendremos su busto recién el mes que viene, le declara este hombre, sin habérsele invitado .
- ¿De qué murió? ¿Se sabe?
- De un ataque de ap oplejía. Era un buen hom bre.
Entonces , en eso, Hamlet, a quien, a conciencia, y a pesa r de su alma tan versada, todavía no se le
había ocu rrido, siente que decid idamente había matado a un hombre, su primido una vida, una vida de la
que se puede dar testimonio. El llamado Polonio . .. codiciaba por lo menos cua renta buenos años todavía
(con cualquier propósito Polonio hacía que uno tanteara su salud de hierro) y Hamlet los borró, con una
estocada irreflexiva pero fata l, a fe mía, como qu ien tacha un exorbitante presupuesto de arquitecto . ¿Sig-
nifican algo más allá que acá abajo esos menudos conflictos de fenómenos?
Hamlet se planta frente a ese sep ulturero que lo obse rva, esperando cumplidos por su arreglo de las
coronas; lo mide de arriba abajo con superioridad y luego le ladra a la cara : "¡ Words! ¡words! ¡words! ¡me
entiende usted! ¡palabras, palabras, palabras !" .
Y se dirige hacia el otro sepulturero, no oyéndole gritar un: " ¡Eh , vete de una vez, holgazán!".
- ¿Y usted, mi buen hombre, qué hace por acá?
- Su señoría lo ve, arreglo las viejas tumbas . ¡Ah! Hace unos cuantos días desde que los viejos seca-
ron los yesos por aquí. Siempre ha quedado tan pequeño nuestro cementerio, a pesar de que las bonda-
des del difundo rey doblaban casi la población de su buena ciudad.
Un poco tomado por el vino el sepulturero trata de apoyarse sobre una pa la.
- ¡Ah! ¡ah! ¿de verdad? dob ló la población , ..
- Se ve que Su Señoría no es de acá_ El difu nto rey (muerto también de un ataque de apoplejía) era
un mujeriego, pero un hombre bel lo y un corazón de oro, y por todas partes donde progenitaba1 12l, dejaba
ca ricias verdade ras y buenos escudos con su efig ie.
93
- ¿Pero, dígame, es realmente el hijo de su esposa Gerutha el príncipe Hamlet?
¡Para nada! Ta l vez Su Señoría haya oíd o hablar del in compara ble bufón del difunto Yoric k ...
Sin duda.
Y bien, el príncipe Hamlet lisa y llanamente es su hermano por parte de madre.
Hamlet, hermano de un bufón de corte; ¡entonces no "se hizo solo"l 13 l t anto como se creía ! ...
- ¿Y su mad re, entonces ?
- Perfectamente, la madre era la gypsie más diabólicamente bella que con mi mayor respeto, se haya
visto nunca. Vin o acá, diciendo la buena ventura con su hijo Yorick. Fue retenida en el Casti llo, y, un año
después, murió trayendo al mundo al noble Hamlet; cuando digo trayendo al mundo . .. Murió de la opera-
ción cesárea que se le hizo.
- ¡Ah ! ¡ah! ¡No fue fácil atraer a Hamlet a este mundo!
- Perfectamente. Estaba enterrada ahí donde Su Señoría ve que se hicie ron escombros. El mes pa-
sado nos vino de la reina una orden de exhumar sus restos y de quemarlos, aunque la gypsie había sido tan
cristiana como usted y yo, tanto que aquel día empinamos más de la cuenta . Y luego le vino el turno a la
tumba de su pobre Yorick, del que Su Seño ría puede pisar acá los restos.
- No lo haré por nada .
- Y que aco modo para recibir dentro de una hora el cuerp o de la noble hija de Polon io, Ofelia, que
fue encontrado. Y sí, todos somos mortales.
- ¡A h! Ofelia ... ¿Encontraron a esa señorita?
- Cerca de la esclusa, señor. Su hermano Laertes fue quien vino esta mañana a avisarnos. Daba
mucha pena verlo, a ese joven hombre. Es muy amado. ¿Sabe que se ocupa de la cuestión de los aloja-
mientos de obreros? Le digo que pasan cosas raras también.
- ¿Y con eso se asegura, no, que el príncipe Hamlet se volvió loc'o? (¡Oh! ¡Dios mío, Dios mío! cerca
de la esclusa ... l.
- Sí, sí, es el desastre. ¡Oh ! siempre lo dije, estamos maduros para la anex ión. Un día de estos el
príncipe Fort imbrás de Noruega nos va a ajustar las cuentas . Yo, ya convertí mis pequeños ahorros en ac-
ciones de Noruega . Y nada de eso me impedirá tomar un buen trago mañana domingo.
- Está bien cont inúe.
Hamlet pone un escudo en la mano del hombre y recoge la calavera de Yorick, y va a perderse ,
arrastrando el paso y correcto, entre los cipreses y los mausoleos, agobiado con destinos, con destinos
muy tu rbios, sin saber demasiado por cuál extremo reemprender su papel un poco decentemente.
Hamlet se det iene; tiene el cráneo de Yorick pegado a su oreja, y escucha, perdido ...

- ¡Alas, poor Yorick! Así como se cree oír en un solo caracol todo el gran rumor del Océano, así acá
94 me pa rece oír toda la inagotable sinfonía del alma universal de la que esta caja fue una encrucijada de
ecos. Esta sí que es una idea sólida. ¡Y vea usted una especie humana que no inquiriría más, que se
atend ría a ese rumor vagamente inmortal que se oye en los cráneos, a modo de explicaciones de la muer-
te, es decir a modo de religión! ¡Alas, poor Yorick! Los pequeños helmintos degustaron el intelecto de Yo-
rick ... Era un chico con un humor bastante infinito: mi hermano (la misma mad re durante nueve meses),
en todo caso si ese título encomienda una actitud especial. Fue alguien. Tenía el yo minucioso , enredado y
retorcido; se ensoberbecía . ¿Dónde fue a parar eso? Ni visto, ni oído . Tampoco nada más de su sonambu-
lismo. Dicen que ni el buen sentido, deja rastros. Ah í adentro había una lengua; pronu nciaba afect ada-
mente: "Good night, /adíes; good night, sweet Jadies! ¡good night, good night!" Como cantando, y a me-
nudo obscenidades. - ¡Preveía! (Hamlet hace ademán de tirar la calavera hacia adelante l. Recordaba.
(Mismo ademán hacia atrás). 1Hablaba, se ruborizaba, BOSTEZABA! - 1Horri ble, horri ble, horri ble! -
Tal vez todavía tenga yo veinte años, t reinta años por vivir, y desapareceré como los demás. ¿Cómo los
demás? - ¡Oh Todo! qué miseria, ¿no estar más? - ¡A h! Desde mañana quiero partir, investigar por el
mundo sobre los procesos de embalsamamiento más diamantinos. - Fueron también, gente peq ueña de
la Historia, aprend iendo a leer, arreglándose las uñas, prendiendo cada noche la mala lámpara, enamora-
dos, golosos, vanidosos, locos de elogios, de apretones de manos y de besos, viviendo con chismes de
capillas, diciendo: "¿Cómo estará el tiempo mañana? Ya viene próximo el invierno ... Este año no tuvimos
ciruelas" - ¡Ah! está bien todo lo que no tiene fin. Y tú, Silencio, perdona a la Tierra; esta loqu ita no sabe
demasiado lo que hace; en el día de la gran adición de la Conciencia frente al Ideal, será etiquetada con un
triste ídem en la columna de las evo luc iones miniaturas de la Evolución Uni ca, en la columna de las canti-
dades despreciables . - ¡Y luego, palabras, pa labras, pa labras ! Ese será mi lema en tanto no se me haya
demostrado que nuest ros idio.mas riman bien con una real idad t rascendente. - En cuanto a mí. con mi
genio, bien podría ser lo que se llama comúnmente un Mesías; pero ya, demasiado, demasiado mimado
como un benjamín de la Naturaleza. Entiendo todo, adoro todo, y quiero fecundar todo. Es por eso que lo
grabé en el respaldo de mi cama en un dístico igualmente vago:
Mi rara facultad de asimilación
Contrariará el curso de mi vocación .
"¡Ah! ¡qué superiormente me hastío entonces! - ¿Y bien , qué espero aquí? - ¡La muerte! ¡La muer-
te! ¡Ah! ¿Acaso tiene uno tiempo para pensarlo, por más dotado que sea uno? ¡Yo, morir! ¡Vamos! Volve-
remos a discutirlo más tarde, tenemos tiempo. - ¡Morir! Ya se sabe, uno muere sin darse cuenta como le
viene sueño cada noche. Uno no tiene conciencia del pasaje del último pensamiento lúcido al sueño, al
síncope, a la Muerte. Ya se sabe . ¡Pero ya no estar, ya no ser nada, ya no ser! ¡Ya no poder apretar contra
su corazón humano, en una tarde cualquiera, la secular tristeza que cabe en un acorde de piano muy pe-
queño! - Mi padre ha muerto, soy la prolongación de una carne que ya no es. ¡Yace por ahí, tendido de
espalda, las manos juntas! ¿Qué puedo hacerle, sino pasar a mi vez por eso algún día. Y también me
verán, dignamente tendido, las manos juntas, ¡sin reír! Y dirán: "¡Qué! ¿está entonces ahí, ahí, ese joven
Hamlet tan mimado, tan lleno de verba amarga? Es él, ese que se ha vuelto tan serio, como los demás;
¿aceptó sin rebelarse y con ese aire tan digno la escandalosa injusticia de estar ahí?"
Hamlet se aferra a dos manos a su futuro cráneo de esqueleto e intenta tiritar con toda su osamenta.
- ¡Oh! ¡a ver! ¡a ver! ¡Aquí en serio! ¡Oh! ¡tendría que encontrar palabras, palabras, palabras! ¿Pero
qué me hace falta entonces, si esto me deja frío? - A ver: cuando tengo hambre, tengo la sensación neta
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de los comestibles; cuando tengo sed, tengo la sensación neta de los líquidos; cuando me siento el co-
razón bien soltero, al sollozar tengo el sent imiento de los ojos queridos y de las epidermis de gracia; enton-
ces, si la idea de la muerte me resulta tan lejana, es que reboso de vida, es que la vida me retiene, ¡es que
la vida me quiere para algo! - ¡Ah! ¡mi vida, aquí entre nosotros dos!
- ¡Eh! ¡oiga, usted! le grita el segundo sepulturero, justamente ahí viene subiendo el cortejo de Ofe-
lia.
El primer movimiento del pensador Hamlet es para imita r a maravilla al payaso a quien despierta un
golpe de mazo de gran bombo en la espalda; y que apenas lo reprime. Luego se desliza detrás de una ba-
laustrada trilobada con calados y se apresta a ver un poco.
El melancólico cortejo desemboca (¡de una vez por todas!) En el traqueteo de la subida, rosas blancas
caen del terciopelo negro que recubre el ataúd (caen, ¡ay! ¡de una vez por todas!).
- Sin embargo no es tan pesada, piensa Hamlet con interés. Me olvidaba; debe de estar hinchada de
agua como un odre; chica sucia; ¡vuelta a pescar en la esclusa! Tenía que terminar así después de haberse
sumergido en mi biblioteca sin método. - ¡Oh! ¡Dios mío! ¡Ahora, aprecio sus grandes miradas azules!
¡Pobre, pobre jovencita! ¡Tan flaca y'tan heroica! ¡Tan inviolada y tan modesta! - ¡Eh! ¡tanto peor! ¡Es el
desastre! ¡el desastre! Ma ñana el conquistador Fortimbrás la hubiera hecho su amante; ¡es un turco en
eso! E indudablemente ella se hubiera muerto de vergüenza, la conozco, ¡bien que la adiestré! Se hubiera
muerto, dejando sólo una muy mala reputación de Bella-Helena, mientras que, gracias a mí ...
Hamlet se olvida un instante en seguir los gestos de los monjes que ofician alrededor de la fosa; traba-
jan a prisa, los monjes, ya que tendrán mucho que hacer mañana domingo. Una jovencita: tan pronto se
entierra como se casa. ¿Dónde encontra r tiempo para rebelarse contra todo eso? ¡El arte es tan largo y la
vida tan corta! Y Hamlet sólo puede sent irse crispado por un remordimiento a flor de nervios, por su hu-
milde parte.
- iY con todo! ¡y con todo! Yo que t eng o tan buen corazón, yo con un corazón de oro tan conocido!
¡haber hecho eso! ¡Oh ! ¡qué va, Hamlet , qué va! ... - Pobre Of elia, pobre Lilí; era una amigu ita de mi in-
fancia. ¡La quería! ¡Es evidente! Caía de suyo. Y más aún, no pedía na da mejor que regenerarme por la mi-
rada de su sonri sa. ¡Pero el Arte es tan grande y la vida tan corta! Y nada es práctico . Y por mi madre y mi
hermano, y todo, yo ya estaba co ndenado por adelantado . (Sí , eso existe). Y, entonces, la pena que, en
consecuencia, no podía dejar de darle, la vo lvió tan flaca, que la ali anza que, en mej ores tiempos, le había
pasa do al dedo, se le caía a cada insta nte, prueba celeste que .. . ¡Y además tenía un aspecto demasiado
perecedero! y además, con esas galas de la corte, donde se escotan desde los dieciséis años, pa ra mí sus
hombros no eran de una virginidad que hubiera que saq uear; ¡el diablo me confisque si me acuerdo
cuándo vi sus hombros por pri mera vez ! Luego, ya se sabe, la virginidad de los hombros, es todo para mí,
sobre eso no transo nunca. Y además, había venido como las otras , a pesar de t odo lo celest ial de sus mi-
radas elevadas. Yo me sentía defraud ado. Observar sus menudos gestos de hembra era lo único que me
quedaba; pensaba: " ¡En qué ojos creer de ahora en adelante! ¡qué va! Hubiera tenido que reventarle los
ojos, esos ojos, y con el los lavarme las manos". En fin, además, esta voz infernal que siempre llegaba pri-
mera a nuestras citas y me aturdía hasta no poder reconocerme con " ¡la besará ! ¡No ! ¡Es absoluto ! ¡No,
pala bras, palabras, palabras! " Me hubiera vuelto loco. Tengo que cuidarme.
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- ¡Ahí va, ahí va, salmodien Ho/y, ho/y, ho/y, Lord God Almighty! La personalidad divina, ¡qué idea !
Eso es lo que se llama hacer personalidades. - Todavía es mi recuerdo, su parafso. Puesto que, en efecto,
tenía lo que siempre pediré a la novia de mi gen io, una boca ingenuamente acogedora, pero vigila da por
dos ojos grandes que saben, o bien (como esta actriz Kate, confesémoslo) dos finos ojos azules vagabun -
dos y crédulos, vigilados por una boca desolada con el pliegue ama rgo de la comisura inmortalmente a la
defensiva . Y su perfi l, y ese sí es el único patrón para med ir la belleza de la mujer además, no hacía recor-
da r el de ningún animal, del bu lldog a la gacela. Y, en la intimidad, nunca le descu brf el matiz perra. En fin,
era una santa en simple po llera. Hubiera sido una lástima que envejeciese . ¡Y amante de Fortimbrás! ¡Ah !
¡Ofel ia, por qué no habrás nacido mi compa ñera ! ¡por qué no habrás sido suficientemente desconocida
para eso! La ayudé a marchitarse, la Fat alidad hizo lo demás.
Ofelia, Ofelia
Tu bello cuerpo sobre el estanque
Como bastones flotantes
A mi locura vieja ...
La ceremonia llega a su fin (de una vez por todas). Se oyen Los terrones resona r sobre el ataúd , reso -
nar sobre ese ataúd, ¡ay ! ¡de un a vez por todas! ...
- Tenía un torso angelical, una vez m ás. ¿De qué me va le todo eso, ahora? ¡Vamos, doy diez años de
mi vida para resucita rla ! ¡Dios no dice ni un a palabra ! ¡Adj udicado! Entonces, es que no hay Dios, o bien
que soy yo quien ni siqu iera tiene diez años de vida. La primera hipótesis me parece la más viable, y con
razón.
Hamlet, hombre de acción, só lo deja su escondite seguro, por supuesto, de que ese bruto de Laertes
se largó con toda la honorable compañía.
- Mi hermano Yorick, llevo t u ca lavera a casa; le haré un buen lugar sobre el estante de mis ex-voto,
entre un guante de Ofelia y mi primer diente. ¡Ah! ¡cómo voy a trabajar este invierno con todos esos
hechos! Tengo algo de in finito sobre la mesa.
¡Cae la noche! ¡Ah! ¡hay que actuar! Hamlet reemprende el camino del Casti llo sin dejar que la coti-
dian idad de la noche lo invada demasiado en las grandes rutas. Primero sube a su torre , a depositar esa ca-
lavera, ese potente bibelot. Se acoda un instante a la ventana, a mirar la bel la lu na llena de oro que se mira
en el mar calmo y deja que serpentee ahí una columna quebrada de terciopelo negro y de líq uido de oro,
mágica y sin fin.
Esos refl ejos sobre el agua melancólica ... La santa y condenada Ofelia flotó así toda la noc he . ..
- ¡Oh ! ¡sin embargo no puedo matarme, privarme de vivir! ¡Ofelia ! ¡Ofelia! ¡Perdóname! ¡No llores
así!
Hamlet vuelve a entrar a su cuarto y tantea febri lmente.
- No puedo ver las lágrimas de las jovencitas. Sí, hacer llorar a una jovencita, me parece todavía más
irreparable que casarse con ella. Porque las lágrimas son de plena infancia; porque verter lágrimas, signifi-
ca muy simplemente una pena tan profunda que todos los años de endurecim iento social y de razón re-
vientan y se ahogan en ese manantial surgido otra vez de la infancia, de la criatura primi tiva incapaz de
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mal. - ¡Adiós hermosos ojos, a pesar de todo inviolados por indomesticables, de Ofelia! Se hace tarde,
hay que actuar; hasta ma ñana los besos y las teorías.
Hamlet baja para ver cómo ponen en marcha su obra.
Un corredor, donde comúnmente se instala la reserva del servicio para los grandes bai les de gala, fue
dividido en gabi netes y debe servir de bastido res a esos co mediantes.
Sin pensa rlo demasiado, Hamlet, empuja suavemente la puerta de uno de esos ga binetes y ent ra . Se
detiene en el umbral. Ahí, verdaderamente, entre los baúles desempacados, desconso lada como una
Magdalena, con mucho hipo debido a los últimos soll ozos de una crisis, esa act riz Kate yace sobre el piso,
con un vestido de cola, de brocado rojo lamé oro, pero todavía sin blusa, ofreciendo brazos y hombros, el
pecho natural en una camiseta de plisados maravi llosos, ahí, como pobre criat ura, tal vez co nsolable.
Hamlet cierra diestra y suavemente la puerta detrás de sí, y se acerca a esa nueva historia.
- ¿Y bien? ¿qué es eso, Kate? ¿Qué le pasa?
Con la presencia de Su Alteza la bella Kate no se conmueve mucho más. Permanece todavía unos mi-
nutos así postrada en la superioridad de sus lágrimas, en la superioridad de su infancia reencontrada.
Luego (como siempre hay que terminar por actuar} se levanta; y, ocupándose de Su Alteza nada más que
para darle la espa lda, se recobra para organizar aq uí y al lá en el desorden de su traje de reina por una
noche, rabiando con restos de lágrimas contra los nudos de cordones.
- ¡Qué generosamente bella es, a pesar de todo!
¡Oh, cierto, si ella le habla, si habla y roza el hamletismo sin mezclarse con él, Hamlet está perdido!
¡Perdido y ganado!
- A ver, eso no es todo; ¿q ué le pasaba, Kate, amiga mía?
Y la toma genti lmente de la ci ntura.
- Dígamelo, a mí.
Y entonces la bella Kate que lo mira de frente inmortalmente, y luego se deja ir, escondiendo el rostro
en el pecho del casto príncipe, y vuelve a hundirse en lágrimas a llora r todas sus lág rimas sobre ese jubón
de terciopelo negro donde ya el mes pasado Ofelia las había vertido copiosamente.
Hamlet cree que debe sembrarle la nuca con besos ca lmantes y otros, alisándole los bandós de sus
cabellos.
Se necesitaría la pluma de Hamlet para que ustedes conocieran el sentimiento de la belleza de Kate .
Kate es una de esas apariciones que, en la cal le, lo deja a usted clavado, sin que a uno se le ocurra seguirla
(¿para qué? uno se dice, lo ocupada que debe de ser su vi da) y mirarla en un salón, no con aire bello, loco
y tierno, sino indiferente y lejano (¡qué acostumbrada debe estar a que las cabezas se vuelvan con
aso mbro!). Luego uno se entera de que vive como cualq uier otra, o casada o sola, o por aquí o por al lá. Y
uno se sorprende de que ella no sea la famosa tal, agobiada de dramas internacionales a pesar de sus vein-
ticinco años y su aspecto de monstruo que siempre durmió bien la víspera.
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Y Kate, pasablemente recorri ó, recorrió nada menos que épicamente . ¡Recorrió, oh miseria! ¡Oh pe-
queñas ciudades, pa ntallas de lámparas, intermediarios mugrientos, portazos! ¡Oh miseria, oh ocasiones!
Recorrió, y sin embargo está ahí, lo mira a usted; y la mueca de su boca es una campánula abierta desde
esta ma ñana, y sus grandes ojos desconocidos balbucean : "¿Qué? ... ¿Ah?... " y ¡qué modestia la de ese
dulce moñ o sobre esa nuca delicada! - ¡Ah! Deje no más, es del otro sexo, es esclava, ella no sabe ...
No sabe casi, y Hamlet no sabe sino pasear con piedad y zalamería la mueca de sus labios adolescen-
tes sobre la piel tiernamente enjuagada de sus castos hombros abatidos de pena, y mostrarse criatu ra,
criatura sin frases.
¡Pero no! ¡las praderas naturales está n lejos, a esta hora! ¡Primero hay que hacer tabla rasa, y desde
esta noche !
- Ahora, Ka te, usted me va a decir el por qu é de esas lágrimas en las que la encontré, oh usted que
no me conocia ayer y a quien resultan naturales esta noche mis besos. Es necesario que me lo diga.
- ¡Oh ! no, nunca.
- ¿Es tan feo, en tonces? .A ver, a mí. ..
Y como esta palabra termina en los hombros donde pasa sus mejillas, lo mira de frente, baja los ojos,
estira los brazos, y dice, muy molesta, con voz hosca:
- ¡Y bien, ahí está! Sól o soy una desdichada, pero tengo el alma muy elevada , para que lo sepa .
¡Dios sabe si ya perpetré, sobre las tablas, a heroínas sublimes! Pero, cuando leí las escenas de la infancia
y los primeros noviazgos de mi papel, en su especie de obra, ¡oh! ¡mire! .. . ¡Qué piadoso y despiadado es
nuestro pobre destino ! ¡Oh! ¡usted debe de ser único e incomp rendido! y nada loco, como pretende esa
gente con escarbadientes y espuelas . ¡Pero también a cuántos habrá hecho usted sufri r! Entonces, ahí
está, es muy sencil lo . .. ¡No! ¡no!
- Continúa, continúa, Ofelia .
- ¡Oh! mire, es así, al vestirme me repetía el monólogo en la iglesia, y de repente mi corazón reventó
de nuevo en lágrimas, y me dejé caer sobre las tablas. ¡Si supiera qué gran corazón que tengo! ¡Ah! ¡ya es-
toy ha rta de esta existencia cínica y vacía! Mañana abandono todo, vuelvo a Calais y entro en religión para
consagrarme a los pobres heridos de la guerra de Cien Años.
Aunque bien educado, Hamlet, no puede contener su alegría de artista. ¡Es su bautismo de poeta! y
esta comediante se lo trae , así envuelt o, del primer escenario de Londres. Y es así que Hamlet agota a la
pobre Kate con explicaciones, se hace indicar las mínimas palabras, y, con todo su corazón cósmico, se
mira en esos ojos conocedores que su gen io acaba de ensanchar con glorias.
- Entonces, ¿crees que, frente a un público de capital y con luces, el efecto sería asombroso? ¿Y que
me mira rían pasar por las cal les sorprendiéndose de mi aspecto triste? ¿Y que algunos se matarían frente al
enigma de mi vida? ¡Oh Kate, si supieras! Este drama, no es nada, lo concebí y trabajé en medio de repug -
nantes preocupaciones domésticas. ¡Pero todavía tengo, arriba, dramas y poemas, magias y metafísicas,
inauditos, fu lminantes o distribu idores de muerte lenta! ¡Ah! ¡mira, vamos a amarnos, y también abando-
no todo, partiremos esta noche bajo ese claro de luna tan lúcido! ¡Te leeré todo! iremos a v ivir a París.
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Kate empieza a llorar de nuevo en silencio.
- No, no, Hamlet, eso no es para mí, quiero retirarme, entrar en relig ión, cu idar a los heridos de la
muy lamentable guerra de Cien Años y rezar por usted .
Tocan a la puerta .
- Vamos, Kate, enjúguese sus interesantes ojos, apúrese con su vestimenta; volveré antes del final
del espectáculo. ¡La quiero! ¡la quiero! Y usted me dará noticias de esta inmensidad . ¡Adelante!
Es el director; Hamlet lo intima a pasar:
- ¡Me guardan el secreto, verdad! No viene de mí este drama. Es el recién ven ido en su repertorio.
Vayan, decididamente.
- ¡Eh! continúa Haml et, en voz alta, volviendo a subir a su casa, ¡me burlo de esta representación y
de su moralidad como del primer amante de Kate! - · ¡La suerte está echada ! Tengo mi so lución . Estas co-
sas siempre vienen de donde uno menos las espera . ¡A mí la vida y los alrededores, y hasta los muy glo-
riosos pesimismos!

Hamlet se viste sólidamente, ordena aguafuertes que amontona con manuscritos, oro y piedrerías, en
dos cofrecitos . Escoge armas menudas. Después prende una hornalla, le pone encima una lámiria de
cobre para grabados, acuesta luego las dos estatuitas de cera con el co razón puerilmente pinchado con
una aguja, y las dos estatuitas pronto se derriten, uniéndose tiernamente en un charco repugnante .
- Y tampoco me importa mi trono. Es demasiado embrutecedor. Fortimbrás de Noruega me diría
que es la mejor decisión que podfa tomar, Oue sea; todo está bien . Los muertos están muertos. Voy a ve r
el mundo. ¡Y París! Estoy seguro que actúo como un ángel, como un monstruo. Causaremos sensación.
Tendremos extraños nombres de guerra.
Hamlet busca un instante un nombre de guerra extraño; ¡pero no! ya le aprieta la garganta todo el es-
pacio que esta noche van a devorar a caballo. ¡Como mañana, domingo, cuando las jovencitas de Elsinor
como siempre estén en misa y en las vísperas, como mañana, a esta hora ellos estarán lejos, melancólica-
mente lejos de las murallas de Elsinor!
Hamlet llama a su escudero para los últimos preparativos. Mientras lo espera, juega a abofetear con
chorros de saliva esas telas colgadas de las pa redes de su cuarto, esas vistas de Jutland que pesaron sobre
su juventud estéril y mal nut rida.
El rey Fengo y la reina Gerutha pasean una sonrisa cansada de afabi lidad y se instalan en sus butacas ;
el público de la sala vuelve a sentarse, en el frufrú indeciso de un campo de trigos maduros que escuchan
de donde va a venir el vient o. Los pajes se retiran hacia las puerts. El telón del escena ri o se separa en dos.
En el rincón oscuro de una t ribu na, Hamlet por quien nadie nunca se preocupa, sentado sobre un al-
mohadón observa la sala y el escenari o por los huecos de la balaustrada.
El cliché "público tumultuoso" le viene a los labios. - Vamos, Hamlet , que todo eso lo deje imper-
meablemente frío. La sala es nula, la etiqueta proh ibe aplaudir, y es necesario modelar el rostro según
100 aquellos de la pa reja real, la cual no estará muy a gusto, y por consigu iente poco imparcial, a partir del se-
gundo acto.
La obra comienza. Hamlet la sabe de memoria. Absorto en las experiencias de efect os escénicos, por
anticipación advierte el alcance de las palabras frente a un verdadero públi co, rumia retoques. Por fin apa-
rece Kate y elect riza la obra.
- ¡Por Dios! ¡Sólo era un escolar ! ¡Eso es lo que me faltaba, la prueba de las candi lejas! ¡Oh! todavía
no di ni la cuarta parte de lo que tengo en el vientre. ¡Y ella! ¡qué decidida y quiméricamente bell a es, así
peinada a lo Tito! ¡Y no parece saber adonde la llevan ! ¡y sus ojos que a veces saben todo, todo! ¡a veces
nada, nada, en nombre del cielo ! De verdad, ha templado su ser para cumplir cosas de las que se hablará
dentro de mil años. Nos entendemos. Causaremos sensación. Tiene, como Ofelia, ese aire altanero; ¡pe-
ro , a ella, le da algo de altura (una palabra para notar) ! Quiero amarla como a la vida . - ¡Oh! la manera co-
mo dijo: ·

¡Oh ! vuelve acá,


Vuelve a dar vag idos en mis cabellos, mis cabellos
Míos, te haré pulseras de confesiones con ellos,
Como tú quieras se hará ...

"¡Oh! ¡voy, voy, ya! ¡Y yo que creía conocer a la Mujer! ¡la Mujer y la Li bertad ! ¡y las ensuciaba con
banal idades a priori ! ¡Pedante! ¡Pedicuro ! - Y ahí, los dos criminales; parecen seguir el espectáculo, ¡pa-
labra! Todavía no entienden de donde viene ese horri ble, horrible, horrible drama. Tal vez me entregué de-
masiado a los entremeses de fantasía, y algunos permanecen a pesar de esos cortes. Pero esperemos la
escena del jardín. - Pero mira, Laertes no está acá.
Se levantan para el entreacto. El rey y la reina forman círculo, con los pajes que han vuelto a sostener
las colas de sus mantos, y pasean su sonrisa afable y cansada. Hacen circular tajadas de arenques y pe-
queños cuernos de búfalos donde espuma la cerveza.
A partir de la segunda escena del acto siguiente y frente a ese decorado de la galerfa donde el rey
Gonzago empieza a adormecerse aban icado por su mujer, ¡Fengo con el corazón cobarde entiende ! y, sin
esperar la entrada de Claudius, se desploma, desmayado. La reina se levanta derecha, muy Paul Dela-
roche114l; se afanan con todo un repertorio de muecas y susu rros. Un golpe de alabarda del chambelán su-
cesor de Polonio (feli z de inaugu rar así sus funciones) hace caer el t elón sobre la horrible, horri ble, horrible
obra.
Ham let se enderezó en su rincón, ba lbuceando:
- ¡Música! ¡Música! ¡Entonces era verdad! ¡Y yo que no lo creía todavía! ... - En f in, así están bas-
tante castigados, es mi opinión. ¡Yo me largo! Un día más, y me envenenarían como a una rata, una in-
munda rata.
Se echa a tr9vés de las escaleras de servicio llenas de tintineos de timbres y de llamadas. Han deserta-
do en los bastidores. Hamlet recoge primero su manuscrito abandonado, que está ahí, abierto en el lugar
interrumpido. 101

Kate lo esperaba.
- Un simple desmayo. Te contaré luego. ¡Pero que te bese ! Has actuado como un ángel. Ahora, no
tenemos ni un min uto que perder ... ¡como dos ratas!
¡La ayuda a salir de sus brocados! Ella t uvo la buena idea de quedarse con su vestimenta ordinaria de-
bajo . Hamlet la envuelve en un manto y le pone una toca .
- Sígueme.
Cruzan el parq ue, haciendo volar a los pájaros adormecidos, Hamlet va sil bando alegremente. Salen
por una pequeña puerta. Un escude ro está ah í, sujetando dos caballos por las riendas.
El tiempo de encastrarse entre esos preciosos cofrecitos, y ya se fueron, al trote, muy naturalmente.
(¡No, no! ¡Eso no es posible! ¡Todo ocurrió demasiado rápido !)
Van atravesando los campos, para llegar a la gran ruta sin pasar por la puerta de Elsinor, la gran ruta
sin luna, la luna que luego debe de hacer tan bien allá por los llanos y los llanos ...
Es la ruta por donde, algunas horas antes, Hamlet caminaba, cruzándose con proletarios cotidianos.
Hace el tiempo suave de un calorífero del paraiso. Y la luna juega, no sin éxito, el encanto de las
noches polares.
- Kate, ¿ya había cenado antes del espectáculo?
- No. ¡Ah ! No tenía muchas ganas de comer, imagínese.
- Yo, no tomé nada desde el med iodía. Dent ro de una hora llegaremos a un pabellón de caza donde
tomaremos algo. El gua rd a es mi padre putativo. En su casa verás una mi niatura mía de cuando era bebé.
Hamlet se da cuenta que justamente van a pasar cerca del cementerio.
{El cementerio .. .)
Y ahf se queda, picado qu ién sabe por qué tarántula, baja del caba llo qu e at a a un árbol, un árbol ind i-
ferente y melancólico.
- Kate, espérame un minuto. ¡Es por la tumba de mi padre que f ue asesin ado, el pobre hombre! Te
contaré. Vuelvo al instante; el tiempo de recoger una flor, una simp le f lor de papel, que nos servirá de
señal cuando volveremos a leer mi drama y cuando nos veamos forzados a interru mpirlo entre besos.
Avanza en el claro de luna ent re las sombras de los cipreses sobre las piedras, va derecho a la tumba
de Ofelia, de la ya tan misteriosa y legendaria Ofelia . Y, ah í con los bra zos cruzados, espera.
- Decid idamente,
Los muertos,
Es discreto;
Duerme,
102 Muy al fresco .
- ¿Quién vive? ¿Eres tú, Hamlet desgraciado? ¿Para qué vienes acá?
- Es usted, mi querido Laertes, ¿qué le trae por aquí?
- Sí, soy yo; y si usted no fuera un pobre demente, irresponsable según los últimos progresos de la
ciencia, usted pagaría al instante la muerte de mi honorable padre y la de mi herma na, esa jovencita
cumplida, ¡acá , sobre sus tumbas!
- Oh Laertes, todo me da igual. Pero puede quedar seguro de que tomaré en consideración su punto
de v ista . ..
- Justo cielo, ¡qué ausencia de sent ido moral!
- Entonces, ¿cree usted que así ocurrió?
- ¡Vamos ! ¡Fuera de acá, loco, o no respondo de mí! Se termina en la locura , cuando se empezó po r
la farsa.
- ¡Y tu hermana qué!
- ¡Oh!
En ese momento se oye en la noche muy espectralmente clara el ladrido tan sobreh umanamente sol i-
tario de un perro de chacra a la luna, ¡que el corazón de ese excelente Laertes (qu ien mejor hubiera mereci-
do, lo pienso, ¡ay l demasiado tarde, ser el héroe de esta narración ) desborda, desborda el inexplicable
anonimato de su destino de treinta años! ¡Es demasiado! Y apretando a Hamlet de la garganta con una
mano, con la otra le clava en el corazón un puñal verdadero.
Nuestro héroe se desploma en el césped sobre sus orgullosas rodil las, y vomita sorbos de sangre, y se
hace el ani mal acosado por una muerte cierta, y qu iere hab lar ... llega a articular:
- ¡Ah ! ¡Ah ! ¡Qua/is ... artifex. .. pereo !
Y devuelve su alma hamlética a la nat uraleza inamovible.
Laertes, idiota por human idad , se inclina, besa al pobre muert o en la frente y le da la mano, luego,
tanteando en el vacío, huye a través de los cercados, para siempre, a hacerse monje, tal vez .
Silencio y luna ... Ceme nterio y naturaleza ...
- ¡ Hamlet ! ¡Hamlet! ll ama pron t o la temblorosa voz de Kate; ¡Hamlet ! ...
La luna inunda todo con un silencio polar.
Ka te se decide a veni r a ver.
Ve . Palpa ese cadáver lívido de luna y de fallecim iento.
- ¡Se apuñaló, oh Cielo!
Se inclina sobre esa tumba y lee:
103
OFELIA
HIJA DE LORD POLONIO Y DE LADY ANNA
M UERTA A LOS DIECIOCHO A ÑOS

Y la fecha de hoy.
- ¡Era a ella a quien ama ba! ¿Entonces, por qué me llevaba co n amor? Pobre héroe ... ¿Qué hacer?
Se inclina, lo besa, lo llama.
- ¡Hamlet, my little Hamlet!
Pero la muerte es la muerte, desde la vida ya se sabe.
- Voy a volver al Castillo con los ca ballos, a reencontrar al escudero testigo de nuestra partida, y
contaré t odo .
Vuelve a andar al mismo trote, dando la espalda a la lun a llena que debía de lucir t an bien, allá lejos,
sobre los llanos, llanos, hacia París y los brillantes Valois, que tienen corte plenaria.
Se supo t odo, el reprensible golpe del drama con personalidades, el rapto, etc .. Se mandó busca r el
cadáver con antorchas de primera calidad. - ¡Oh noche histórica , después de todo!
Además Kate ma la amante de W il liam .
- ¡Ah! ¡ah! hi zo ese hombre, ¡así que quería dejar a Bibi l15l J
(B ibi es una abreviación de Billy, dimi nut ivo de W illiam) .
Y Kate recibió una buena paliza que no fue la primera y tampoco debería ser la última, ¡ay! - Y sin
embargo era t an bel la, Kate, que, Grecia le hubie ra elevado alt ares, en otras épocas.
Y todo volvió a ent rar en orden.
Un Hamlet de menos; su raza no está perd ida, ¡que se anu nciel161 J

(1) En español en el original (N. del T.J.


(2) Cita interrumpida de Laisser faire. laisser passer, fórmula del liberalismo económico.
f3J Modifica la expresión popular En avoir gros sur le coeur: sentir mucha pena . IN. del T.).
(4 ) Solo de lune. fN. del T.!.
f5! Se basa en la expresión "plus vrai que narure ": más verdadero que los de la nacuraleza. (N. del T.J.
(6) Corresponde al francés "se selecte". fN. del T.!.
(7) La traducción pierde la consonancia entre el inglés Kate y el francés étiquette. fN. del T.J.
(8) Transformación de sang-de-dragon o sang-dragon: resina de color rojo oscuro que se usa para dar color a los barnices. fN. del T.J.
f9J Parodia de la canción popular: "!! était une bergere... "
(10} En inglés en el original. (N. del T.J.
f11J J. Laforgue modifica la expresión "Tour est bien, qui finir bien": Todo escá bien cuando cermina bien. {N. del T.J.
f12! Corresponde al francés "rirogenitait" invencado por Laforgue.
(13) Traduce " fils de ses oeuvres" que se refiere a quien no debe nada a nadie más que a sí mismo.
104 (14) Paul Delaroche. Pincor francés (1797- 18561. Pintaba escenas históricas resaltando los deca/les más conmovedores. (N. del T.J.
(15) Bibi constituye una voz del lenguaje coloquial que como nombre común, significa Yo.
(16) Expresión con que los pregoneros terminaban sus anuncios.
POESIAS
107

ALICIA A SCO NEGUY


MARCHE FUNEBRE MARCHA FUNEBRE

POUR LA MORT DE LA TERRE POR LA MUERTE DE LA TIERRA

(Billet de faire·part) (Tarfe ta de participación!

Lento, Lento,

O convoi solennel des soleils magnifiques, Oh cortejo solemne de soles magníficos,


Nouez et dénouez vos vastes masses d'or, Atad y desatad vuestras vastas masas de oro,
Doucement, tristement, sur de graves musiques, Dulcemente, tristemente, al son de músicas graves,
Menez le de uil tres lent de votre soeur qui dort. Guiad muy lento el entierro de vuestr a hermana que duerme.

Les temps sont révolus! Morte ajamais, la Terre, ¡Se acabaron los tiempos! Muerta para siempr e, la Tierra,
Apres un dernier rale (o u tremblait un sanglot!l Después de un último estertor (¡donde un sollozo tembló!)
Dans le s ilence noir du calme sans écho, En el silencio negro de la calma sin eco,
F!otte ainsi qu'une épave énorme et solitaire. Flota como un barco abandonado enorme y solitar io.
Que! r eve! est-ce done vrai? par la nuit emporté, ¡Qué sueño! ¿Será verdad? por la noche arrastrado,
Tu n'es plus qu'un cercueil, bloc inerte et tragique No eres más que un ataúd, bloque inerte y trágico 109
Rappelle-toi pourtant! Oh! J'épopée unique!. .. ¡Recuerda sin embargo! ¡Oh! ¡la epopeya única! ...
Non, dors, c'est bien fini, dors pour J'éternité. No, du erme, todo terminó, duerme para la eternidad.

O convoi solennel des soleils magnifiques ... Oh cortejo solemne de soles magníficos ...

~t pourtant souviens-toi, Terre, des premier s ages, Y sin embargo acuérdate, Tierra, de las pr imeras épocas,
Alors que tu n'avais, dans le spleen des Jongs jours, Cuando no tenías, en el esplín de aquellos largos días,
Que les pantoums du vent,la clameur des flots sourds, Más que los pantum del vien to, el clamor de las sordas olas,
ti les bruissements argentins des feuillages. Y los susurros argentinos de los follajes.
Mais I'etr e impur parait! ce frele révolté ¡Pero el ser impuro apar ece! ese débil r ebelde
pe Ja sainte Maia déchire les beaux voiles De la santa Maia desgarra los hermosos velos
Et le sanglot des temps jaillit vers les étoiles ... Y el sollozo de los tiempos brota hacia las estrellas ...
Mais dors, c'est bien fini , dors pour J'éternité. Pero duerme, todo terminó, duerme para la eternidad.
O convoi sole nnel des soleils magnifiques ... Oh cortejo solemne de soles magníficos ...

Oh! tu n'oublieras pas la nuit du moye n age, ¡Oh! no olvidarás la noche de la edad media,
Ou, dans l'affolement du glas du "Dies irae", Cuando, al enloquecido tañido del "Dies irae",
La Famine pilait les vie ux os déterrés El Hambre machacaba los viejos h uesos desenterrados
Pour la Peste gorgeant les charniers avec rage. Para la Peste q ue ceb a los osarios con rabia.
Souviens-toi de cette heure ou l'homme épouvanté, ¡Acué rdate de esta hora cuando el hom br e espantado,
Sous le ciel sans espoir el tetu de la Grace, Bajo el cielo sin esperanza y terco en la Gracia,
Clamait:"Gloire au Tres-Bon",et maudissait sa race! Clamaba: "Gloria al Muy-Bueno", y maldecía a s u raza!
Mais dors, c'est bien fini, dors pour l'éternité . Pero duerme, todo terminó, duerme para la eternidad.
110
O con voi solennel des soleil s magnifiques ... Oh cortejo solemne de soles magníficos ...

Hymnes! autels sa nglants! o sombres cathédrales, ¡Himnos! ¡altares sa ngrientos! oh som brías catedrales,
Aux vitraux doule ure ux, dans les cloches, l'encens. De dolorosos vitrales, e n las campanas, el incienso.
Et l'orgue déchainant ses hosannahs puissants! ¡Y el órgano desencadenando sus hosannas potentes!
O cloitres blancs perdus! pales amours claustrales, ¡Oh claustros blancos perdidos ! pálidos amores claustrales,
...ce siecle hys térique ou l'homme a tant douté, ... siglo histérico este en que el hombre tanto ha dudado,
Et s'est retrouvé seul, sans Justice, sans Pere, Y se reencontró solo, sin Justicia, sin Padre,
Roulant par l'incon nu, sur un bloc é phé mere. Rodando por lo desconocido, sobre un bloque efí mero.
Mais dors, c'est bie n fini, dors pour l'éternité. Pero duerme, todo terminó, duerme para la eternidad.

O convoi solennel des soleils magnifiques ... Oh cortejo solemne de soles magníficos ...
Et les büchers! les plombs! la torture! les bagnes! ¡Y las hogueras! ¡los plomos! ¡la tortura! ¡los presidios!
Les hopitaux de fous, les tours, les lupanars, Los manicomios, las torres, los lupanares,
La vieille invention! la musique! les arts ¡La vieja invención! ¡la música! ¡las artes
Et la science! et la guerre engraissant la campagne! Y la ciencia! ¡y la guerra abonando los campos!
Et le luxe! le spleen, l'amour, la charité! ¡Y el lujo! ¡el esplín, el amor , la caridad!
La faim, la soif, l'alcool, dix mille maladies! ¡El hambre, la sed, el alcohol, diez mil enfermedades!
Oh! que] drame ont vécu ces cendres refroidies! ¡Oh! ¡qué drama han vivido estas enfriadas cenizas!
Mais dors, c'est bien fini, dors pour l'éternité. Pero duerme, todo terminó, duerme para la eternidad.

O convoi solennel des soleils magnifiques ... Oh cortejo solemne de soles magníficos ...
111
Ou done est Cakia, coeur chaste et trop sublime, ¿Y dónde está Qakia, corazón casto y tan sublime,
Qui saigna pour tout etre et dit la bonne Loi? Que sangró para todo ser y dijo la buena Ley?
Et Jésus triste et doux qui douta de la Foi ¿Y Jesús triste y dulce que dudó de la Fe.
Dont il avait vécu, dont il mourait victime? Por la que vivir solía, por la que víctima murió?
Tous ceux qui sur l'énigme atroce ont sangloté? ¿Todos quienes sobre el enigma atroz sollozaron?
Ou, leurs livres, sans fond, ainsi que la démence? ¿Dónde, sus libros, sin fon<lo, y también la demencia?
Oh! que d'obscurs aussi saignerent en silence!. .. ¡Oh! ¡tantos oscuros sangraron también en silencio! ...
Mais dors, c'est bien fini, dors pour l'éternité. Pero duerme, todo terminó, duerme para la eternidad.

O convoi solennel des soleils magnifiques ... Oh cortejo solemne de soles magníficos ...
Et plus rien! ó Vénus de marbre! eaux-fortes vaines! ¡Y nada más! ¡oh Venus de mármol! ¡aguafuertes vanas!
Cerveau fou de Hegel! doux refrains consolants! ¡Cerebro loco de Hegel! ¡dulces refranes consoladores!
a
Clochers brodés jour et cons umés d'élans. Campanarios bor dados de calados y a en viones gastados.
Livres ou l'homme mit d'inutiles victoires! ¡Libros donde el hombre metió inútiles v ictorias!
Tout ce qu'a la fureur de tes fil s enfanté, · Todo lo que el furor de tus hijos engendró,
Tout ce qui fut ta fa nge et t a splendeur si breve, Todo lo que fue tu fango y tu esplendor tan breve,
O Terre, est maintenant comme un reve, un gr and reve. Oh Tierra, es ahora como un sueño, un gran sue ño.
Va, dors, c'est bien fini, dors pour l'éternité. Vete, duerme, t odo terminó, duerme para la eternidad .

O convoi solennel d'es soleils mag nifiques ... Oh cortejo solemne de soles magníficos .. .
112
Dors pour I'éternité, c'est fini, tu peux croire Duerme para la eternidad, se terminó, puedes creer
Que ce drame inoui ne fut qu'un cauchemar, Que este drama inaudito sólo fue una pesadilla,
Tu n'es plus qu'un tombea u qui promene au hasard No eres más que una tumba que pasea al azar
... sans nom dans le noir sans mémoire. ...sin nombre en la oscuridad si n memoria.
C'etait un songe, oh! oui, tu n'as jamais été! Fue un ensueño, ¡oh ! sí, ¡jamás has sido!
Tout est seul! nul témoin! rien ne voit,rien ne pense. ¡Todo está solo! ¡ningún testigo! nada ve , nada piensa.
Il n'y a que le noir, le temps et le silence ... Solo hay oscuridad, tiempo y silencio ...
Dors, tu viens de rever, dors pour l'eternité. Duerme, acabas de soñar, duerme para la eternidad.

O convoi solenn el des soleils magnifiques, Oh cor tejo solemne de soles magníficos,
Nouez et dénouez vos vast.es masses d'or, Atad y desatad vuestras vastas masas de oro,
Doucement, tristement, s ur de graves musiques, Dulcemente, tristemente, al son de músicas graves,
Menez le deuil tres le.nt de votre soe ur qui dort. Guiad muy lento el entier ro de vuestra hermana que duerme.

LE SANGLOT DE LA TERRE EL SOLLOZO DE LA TIERRA


FANTAISIE FANTASIA

Pourquoi pas? Ah! Die u! l'universelle Mere ¿Por qué no? ¡Ah! ¡Dios! la Madre uni versal
Se t ie nt devant ses fils en ador ation Permanece frente a sus hijos e n adoración
L'idéal vers quid.Je obstinément la terre, El ideal al que aspira obstinadamente la tierra,
E st l'état naturel de Ja création. Es el estado natural de la creación.

Que! r eve! de pa rtout, par le noir sans limite, ¡Qué s ueño! ¡de todas partes, por Ja oscuridad sin límites,
Que pour l'éternité son sang illumina, Que para la eternidad su sangr e iluminó,
Ne montent vers ce Coeur, ou l'univer s palpite, S uben hacia este Corazón , donde el uni ver so palpita,
Que les coeurs consolés d 'un unique hosannah! Sólo los corazones consolados por un único hosanna!

Dans l'ext ase sans but, d'amo ur rassasiée, En el éxtasis sin fin , de amor saciada, 113
a
Qui consume jamais l' univers simple et pur, Que consume para s iempre el universo simple y puro,
Se ule, on ne sait comment, la terre est oubliée, Sola, no se sabe cómo, la ti erra quedó ol vidada,
La terr e, s i tim ide en sa ouate d'azur. La tierra, tan tímida en su algodón de az ul.

Mais il est temps e ncor! Ah! trouvons quelque chose. ¡Pero hay tiempo todavía! ¡Ah! encontremos cualquier cosa.
Laisso ns tout, nos amours, nos r eves, nos travaux, Dejemos nuestros amores, nuestros s ue ños , nuestras tareas,
Hurlons , p er~o n s la nuit, que rien ne se r epose Aullemos , cortemos la noche, que nada descanse
Avant qu'un cri supreme ait trouvé des échos. Antes de que un grito supremo h aya e nco ntrado ecos.

Oh! l'o n finira bien po urta nt par nous ent endre! ¡Oh! ¡sin embargo bien que acabarán por oírnos!
On verra des signaux, et les Soleils un jour Se ver á n señales, y Jos Soles un día
Arrivant des lointai ns bénis viendront nous prendre De las lejanías benditas vendrán a tomarnos
Et nous e mporteront dans la F ete d'amour. Y nos llevarán a la Fiesta de a mor.
Comme on s'empressera devant ces pauvres freres! ¡Cómo se apresurarán frente a estos pobres hermanos!
Oh! que de questions! et nous Jeur dirons tout, ¡Oh! ¡cuántas preguntas! y les diremos todo,
La mort, nos dieux,nos arts, nos fanges,nos miseres, La muerte, nuestros dioses, artes, fangos, nuestras miserias,
Et que sans moi la Terre eut souffert jusqu'au bout. Y que sin mí la Tierra hubiera sufrido hasta el final.

Et tout nous gatera: bétes, fleurs, étres, choses. Y todo nos mimará: animales, flores, seres, cosas.
Tous les morts renaitront aJ'unique aujourd'hui, Todos los muertos r enacerán al único hoy,
Croyant avoir r évé, dans ces apothéoses Creyendo haber soñado, en estas apoteosis
Les mondes au complet s'aimeront sans ennui. Los mundos por completo se amarán sin fastidio.

114 Oh! spasme universel des uniques vendanges! ¡Oh! ¡espasmo universal de úni cas vendimias!
Dans ce baiser qui fond le tout dans l'Idéal, En este beso que disuelve el todo en el Ideal,
Moi je me sens plus triste encor parmi ces anges, Yo me siento todavía más triste entre estos ángeles,
Moi, dev en u de Christ humain Christ sidéral. Yo, me he vuelto de Cristo humano Cristo sideral

Car il faut que je saigne et toujours et quand meme, Pues he de sangrar y siempre y a pesar de todo,
Mais on n'en saur a rien, je vivrai dans les bois, Pero no se sabrá nada, viviré en los bosques,
Évitant les vivants de peur que quelqu'un m'aime; Evitando a Jos vivientes por miedo de que alguien me ame:
Et seul , je pleurerai les choses d'autrefois. Y solo, lloraré las cosas de antes.

LE SANGLOT DE LA TERRE EL SOLLOZO DE LA TIERRA


LITANIES DE MISÉRE LETANIAS DE MISERIA

Freres, Freres, bercez vos r ancoeurs infinies Hermanos, Hermanos, meced vuestros rencores infinitos
Au r ythmiqu e sanglot des douces lita ni es . Al rítmico sollozo de las dulces letanías.

Fécondeurs de soleils, voyageant aux cie ux ble us, Fecundores* de soles , viajando por los cielos azules,

Un lac incandesce nt tombe et puis s'ép arpille Un lago incandescente cae y luego se desparrama
En vingt blocs qu'il e ntraine ainsi qu'une famille. En vei nte bloques que arrastra como a una familia .

Et !'un de ux, apres bien des siecles de jours lents, Y uno de ellos, después de muchos siglos de días lentos, 115
Aux baisers du soleil se nt tressaillir ses fl an es. Bajo los besos del sol siente estremecer se sus flancos.

La vie éclot a u fond des mers des pre mier s ages, La vida nace al fondo de los ma r es en las primeras edades,
Monades , vi brions, polypiers, coquillages . Mónadas, vibriones , polipe ros, conchillas.

Puis les vastes poissons, reptiles, crustacés Luego los anchos peces, r eptiles, crustáceos
Raclant les pins géants de le urs dos cuirassés. Raspando los pinos gigantes con s us espaldas acorazadas.

Puis la plainte des bois, la nuit, sous les rafales, Luego la queja de los bosq ues, la noche, bajo las ráfagas.
Les fau ves, les oiseaux, le cri-cri des cigales. Las fieras, los pájaros, el cri-cri de las cigarras.

Enfin parait un jour, grele, bleme d'effroi, Por fin aparece un día, e nd eble , lívido de espanto,
L'homme a u front vers !'azur, le grand maudit, le roi. El hombre con la frente hacia el azul, el gran maldito, el r ey .
11 voit le mal de tout, sans butl La litanie ¡Ve el mal en todo, sin fin! La letanía
Des siecles, vers les cieux ... De los siglos, hacia los cielos ...

La femme hurle aux nuits, se tord et mord ses draps La mujer aúlla en las noches, se retuerce y muerde s us sábanas
Pour pondre des enfants vils, malheureux , ingrats. Para echar hijos viles, desgraciados, ingratos.

La moitié me urt avant un an, dans la miser e, La mitad muere antes del afio, en la miseria,
Sans com pter les mort-nés bons a cacher sous terre . Sin contar los que nacen muertos útiles para ocultar bajo tierra.

116 L'homme, les fleurs, les nids, tout sans treve travaille, El hombre, las flores, los nidos, todo sin tregua trabaja,
Car la vie achaque heure est une apre bataille. Pues la vida a toda hora es una áspera batalla.

Et malheur aux vaincus, aux faibles, aux trop doux, Y desgracia para los vencidos, los débiles, los demasiado s uaves,
Aux trop bons pour vouloir hurler avec les loups. Los demasiado buenos como para querer aúllar con los lobos.

La faim , l'amour, l'espoir, ... la maladie, El hambre, el amor, la esperanza, ... la enfermedad,
Puis la mort, c'est toujours la meme comédie. L uego la muerte, siempre es la misma comedia.

Et d'abord les trois quarts crient: "Pas de quoi manger!" Y desde luego los tr es cuartos gritan: "¡No hay nada para comer !"
Et sont pour l'autre quart un perpétuel danger. Y son para el cuarto r estante un perpetuo peligro.

LE SANGLOT DE LA TERRE EL SOLLOZO DE LA TIERRA

*Corresponde al francés Fécondeurs. in ventado por L aforgite.


LA CIGARETTE EL CIGARRILLO

(Sonnct) (Soneto)

9ui, ce monde est bien plat: quant al'autre, sornettes . Sí, este mundo es muy chato: en cuanto al otro, tonterías.
Moi, je~ vais résigné, sans espoir a mon sort, Yo, voy resignado, sin esperanza a mi suerte,
Et pour tuer le temps, en attendant la mort, Y para matar el tiempo, esperando a la muerte,
Je fume au nez des dieux de fines cigarettes. Fumo finos cigarrillos a las narices de los dioses.

Allez, vivants, luttez, pauvres futurs squelettes. Vamos, vivientes, luchad, pobres futuros esqueletos.
Moi, le méandre bleu qui vers le ciel se tord A mí, el meandro azul que hacia el cielo se tuerce
Me plonge en une extase infinie et m'endort Me hunde en un éxtasis infinito y me adormece
Comme aux parfums mourants de mille cassolettes. Como en los perfumes moribundos de mil mecheros.

117
Et j'entre au paradis, fleuri de reves clairs Y entro al paraíso, florecido de sueños claros
Ou l'on voit se meler en valses fantastiques Donde uno ve mezclarse en valses fantásticos
Des éléphants en rut a des choeurs de moustiques. Elefantes en celo con coros de mosquitos.

Et puis, quand je m'éveille en songeant ames vers, Y luego, cuando me despierto pensando en mis versos,
Je contemple, le coeur plein d'une douce joie, Contemplo, con el el corazón lleno de una dulce alegría,
Mon cher pouce róti comme une cuisse d'oie. Mi querido pulgar asado como un muslo de ganso.

LE SANGLOT DE LA TERRE EL SOLLOZO DE LA TIERRA


COMPLAINTE DES PIANOS LAMENTO DE LOS PIANOS

QU'ON ENTEND DAN S LES QUARTIERS AISÉS QUE SE OYEN EN LOS BARR IOS ACOMODADOS

Menez l'iime que les Lettres ont bien nourrie, ¡Marquen el alma que las Letras nutrieron bien ,
Les pianos, les pianos, dans les quartiers aisés! Los pia nos, los pianos , e n los barrios acomod ados !
Premiers soirs, sans pardessus, chaste fliinerie, Prime ras noches, s in sobr etodo, casto vag abund eo,
Aux complaintes des nerfs incompris ou brisés. Con lamentos de nervios incomprendidos o que brados .

a
Ces enfants, quoi revent-elles, Esas niñas , ¿con qué sueñan,
Dans les ennuis des r itournelles? En los hastí os d e las can tinelas?

- "Préaux des soirs, - " ¡Galedas d e las noches ,


Christs des dortoirs! Cris tos de los dormitorios !
118
" Tu t'en vas et tu nous laisses, "Tú te vas y t ú nos dejas ,
Tu no us laiss's et tu t'e n vas, Tú nos dejas y t ú te vas,
Défaire et refaire ses tresses, A deshacer y rehace r sus trenzas,
Broder d'é t ernels canevas." A bordar eternas telas."

J olie ou vague? triste ou sage? encare pure? ¿Linda o vaga? ¿t riste o quieta? ¿toda vía pura?
O jours, tout m'est égal? ou, monde, moi je ve ux? ¿Oh días, todo me es igual? ¿o, mundo, yo quiero?
Et si vierge, du moins, de la bonne bless ure, ¿Y si virgen , al me nos, de la buena herida,
Sachant quels gr as couchants on t les pl us blancs aveux? Que sabe qué enormes ponientes tienen las confesiones más bla ncas?

Mon Dieu, a quoi done revent-elles? Dios mío , ¿p ero co n qué sueñan?
A des Rola nd, a des dentelles? ¿Con Rolandos, con pu ntil las'?

- "Coeurs en prison, - "¡Corazones en pris ión ,


Lentes saison s! Lentas estaciones!
"Tu t'en vas et tu nous quittes, "Tú te vas y tú nos abandonas,
Tu nous quitt's et tu t'en vas! Tú nos abandonas y tú te vas!
Couvents gris, choeurs de Sulamites, Conventos grises, coros de Sulamitas
Sur nos seins nuls croisons nos bras." Sobre nuestros se nos nulos crucemos los brazos ."

Fatales clés de l'etre un beau jour apparues; Fatales claves del ser un buen día aparecidas;
Psitt! aux hérédités en ponctuels ferments , ¡Pst! a las herencias en puntuales fermentos,
Dans le bal incessant de nos étranges rues; En el baile incesante de nuestras extrañas calles;
Ah! pensionnats , théatres, journaux, romans! ¡Ah! ¡pensiones, teatros, diarios, novelas!

Allez, stériles ritournelles, Vamos, estériles cantinelas, 119


La vie est vraie et criminelle. La vida es real y criminal.

- "Rideaux tirés, - "¿Cortinas corridas,


Peut-on entrer? Se puede entrar?"

"Tu t'en vas et tu nous laisses, "Tú te vas y tú nos dejas,


Tu nous laiss's et tu t'en vas, Tú nos dejas y tú te vas,
La source des frais rosiers baisse, La fuente de frescos rosales baja,
Vraiment! Et lui qui ne vient pas ... " ¡De veras! Y él que no viene . ..

TI viendra! Vous serez les pauvres coeurs en faute, ¡Vendrá! Ustedes serán los pobres corazones en falta,
Fiancés au remords comme aux essais sans fond, Prome tidos al remordimiento como a ensayos sin fondo,
Et les s uffisants coeurs cossus, n'ayant d'autre hóte Y los suficientes corazones finos, no teniendo otro huésped,
Qu'un train·train pavoisé d'estime et de chiffons. Que una rutina adornada con estima y trapos.

Mourir? peut·etre brodent-elles, ¿Morir? ¿Tal vez ellas borden


a
Pour un oncle dot, des bretelles? Para un tío con dote, los tiradores?
- "Jamais! Jamais! - "¡Jamás! ¡Jamás!
Si tu savais! ¡Si supieras!

"Tu t'en vas et tu nous quittes, "Tú te vas y tú nos abandonas,


Tu nous quitt's et tu t'en vas, Tú nos abandonas y tú te vas,
Mais tu nous reviendras bien vite ¿Pero volverás con nosotros muy pronto,
Guérir mon beau mal, n'est-ce pas?" A curar mi hermoso mal, verdad?"

Et c'est vrai! l'Ideal les faits divaguer toutes, ¡Y es verdad! el Ideal las hace divagar a todas,
Vigne boheme, meme en ces quartiers aisés. Viña bohemia, aun en estos bar~ios acomodados.
120 La vie est la; le pur flacon des vives gouttes La vida está acá; el frasco puro de vivas gotas,
Sera, comme il convient , d'eau propre baptisé. Será, como corresponde, con agua limpia bautizado.

Aussi, bientót, se joueront-elles También, pronto, serán tocadas


De plus exactes ritournelles. Cantinelas más exactas.

" - Seul oreiller! - "¡Almohada sola!


Mur familier! ¡Pared familiar!

"Tu t'en vas et tu nous laisses, "Tú te vas y tú nos dejas,


Tu nous laiss's et tu t'en vas. Tú nos dejas y tú te vas.
Que ne suis-je morte a la messe! ¡No haberme muerto en la misa!
O mois, ó linges, ó repas!" ¡Oh meses, oh ropas, oh cenas!"
Rue Madame Calle Madame.

LES COMPLAINTES LOS LAMENTOS


COMPLAINTE LAMENTO

DU FOETUS DE POETE DEL FETO DE POETA

B!asé, dis-je! En avant, ¡Desanimado, digo! ¡Adelante,


Déchirer la nuit gluante des racines, A desgarrar la noche pegajosa de las raíces,
A travers maman, amour tout d'albumine, A través de mamá, amor todo de albúmina,
Vers le pi us clair ! vers !' alme et riche étamine Hacia lo más claro! ¡hacia el álima* y rico estambre
D'un soleil levant! De un sol de levante!

- Chacun son tour, il est temps que je m'émancipe, - Cada uno a su turno, ¡es tiempo de que me emancipe,
Irradiant des Limbes mon inédit type! Irradiando por el Limbo mi inédito tipo!

En avant! ¡Adelante! 121


Sauvé des steppes du mucus, a la nage ¡Salvado de las estepas de moco, a nado
Teter soleil! et soUl de lait d'or, bavant, A mamar sol! y borracho de leche dorada, babeando,
Dodo a les seins dorloteurs des nuages, ¡Nono en los senos mimosos de las nubes,
Voyageurs savants! Viajeros sabios!

- A reve que veux-tu, la-bas, je vivrai dupe - ¡De sueños, los que quieras, allá, viviré engañado
D'une ame en coup de vent dans la fraicheurs des jupes! Por un alma como un viento al fresco de las faldas!

* Álima t raduciría aproximadamente, pero usado como adjetivo, el adjetivo


alme propuesto por Laforgue, q1te el léxico francés no re gistra. Qu1'.zás lo ha·
ya derivado del latín almus, alma, almum: que alimenta, epfteto atribuido a
las diosas madres, en particular a Ceres , procurando la asociación con "alma
mater ': como se designaba corriente a la universidad: "madre nutricia" y, tal
vez "mere no1trrice ", nodriza, ama de leche. IN. del T.!.
Hélas, qui peut m'en répondre! ¡Ay, quién puede asegurármelo!
Tenez, peut-etre savez-vous Vea, ¿tal vez usted sepa
Ce que c'est qu'une ame hypocondre? Qué es un alma hipocóndrica?
J'en suis une dans les prix doux. Soy de esas, a pr ecios gratos.

O Hélene, j'erre en ma chambre; Oh Helena, vago por mi cuarto;


Et tandis que tu prends le thé, Y en tanto tú tomas el té,
La-bas dans l'or d'un fier septembre, Allá en el oro de un fiero setiembre,
Je frissonne de tous mes membres, Todos mis miembros se estremecen,
En m'inquiétant de ta santé. Inquietándome por tu salud.
122
Tandis que, d' un autre cóté .. . Mientras que, por otra parte ...
Berlin. Berlín.

LES COMPLAINTES LOS LAMENTOS

• Corresponde al adjetivo c1·epusculat re, inven tado por J. L .


** Co1-responde al adjetivo an9éluse. inventado por J.L.
*** Corresponde al adjetivo E¡Xilescent, inventado por J.L. IN. del T.!
COMPLAINTE LAMENTO

DBS PURERTÉS DIFFICILES DE LAS Pl!lrnltTADES lllFICILES

Un éléphant de Jade, oeil mi-clos souriant, Un elefante de Jade, el ojo medio cerrado sonriente,
Méditait sous la riche éternelle pendule, Meditaba bajo el rico eterno péndulo,
Bon bouddha d'exilé qui trouve ridicule Buen buda exiliado que encuentra ridículo
Qu'on pleure vers les Nils des couchants d'Orient, Que uno llore hacia los Nilos ponientes de Oriente,
Quand bave notre crépuscule. Cuando babea nuestro crepúsculo.

Mais, sot Eden de Florian, Pero, tonto Edén de Florián,


En un vase de Sevres ou de fins bergers fades En un florero de Sevres donde finos pastores pálidos
S'offrent des bouquets bleus et des moutons frisés, Se obsequian ramos azules y corderos rizados,
Un oeillet expirait ses puberes baisers Un clavel expiraba sus besos púberes
Sous la trompe sans flair de l'éléphant de Jade . Bajo la trompa sin olfato del elefante de Jade. 123

A ces bergers peints de pommade Hacia esos pastores pintados de pomada


a
Dans le lait, ce couple impuissant d'opéra En leche, hacia esa pareja impotente de ópera
Transi jusqu'au trépas en la pate de Sevres, Ateridos hasta la muerte en la pasta de Sevres,
Un gros petit dieu Pan venu de Tanagra Un gordito dios Pan venido de Tanagra
Tendait ses bras tout inconscients et ses levres. Tendía sus brazos muy inconscientes y sus labios.
Sourds aux vanités de Paris, Sordos a las vanidades de París,
Les lauriers fanés des tentures, Los laur eles mustios de las tapicerías,
Les mascarons d'or des lambris, Los mascarones dorados de las maderas,
L!'.s bouquins aux pales reliures Los libros con pálidas cubiertas
Tournoyaient par la piece obscure, Giraban por la pieza oscura,
Chantant, sans orgueil, sans mépris: Cantando, sin orgullo, sin desprecio:
"Tout est frais des qu'on veut comprendre la Nature." "Todo va bien cuando se quier e entender la Naturaleza."

Mais lui, cabré devant ces soirs accoutumés, Pero él, rebelde contra esas tardes habituales,
Ou montait la gaité des enfants de son age, Donde se alzaba la alegr ía de los chiccs de su edad,
124 Seul a u balcon, disait, les yeux brulés de rages: Solo en el balcón, decía, con los ojos encendidos de rabia:
"J'ai du génie, enfin: nulle ne véut m'aimer!" "Soy un genio, en fin: ¡ninguna quiere amarme!"

Aout 1882, 99, boulevard Saint-Michel. Agosto 1882, 99, boulevard Saint-Michel

LES COMPLAIN'l'ES LOS LAMENTOS


COMPLAINTE DE LA LUNE LAMENTO DE LA LUNA

EN PROVINCE EN PROVINCIA

Ah! la belle pleine Lune, ¡Ah! ¡bella Luna llena,


Grosse comme une fortune! Grande como una fortuna!

La retraite sonne au loin, La retreta toca distante,


Un passant, monsieur l'adjoint; Un transeúnte, el señor asistente;

Un clavecín joue en face, Un clavecín suena en frente,


Un chat traverse la place: Un gato cruza la plaza:

La province qui s'endort! ¡La provincia se duerm e!


Plaquant un dernier accord, Al tocar un último compás, 125

Le piano clót sa fenetre. El piano cierra s u ventana.


Quelle heure peut-il bien etre? ¿Qué hora puede ser?

Calme Lune, que! exil! ¡Calma Luna, qué exilio!


Faut-il dire: ainsi soit-il? ¿Habría que decir: así sea?

Lune, ó dilettante Lune, Luna, oh diletante Luna,


A tous les climats commune, Común a todos los climas,
Tu vis hier le Missouri, Ayer viste el Misouri,
Et les remparts de París, Y las murallas de París,

Les fiords bleus de la Norvege, Los fiordos azules de Noruega,


Les póles, les mers, que sais-je? Los polos, los mares , ¿yo qué sé?

Lune heureuse! ainsi tu vois, ¡Luna feliz! ¡así ves,


A cette heure, le convoi A esta hora, el cortejo

De son voyage de noce! De su viaje de bodas!


126 lls son partis pour l'Écosse. Se fueron para Escocia

Que! panneau, si, cet hiver, ¡Qué papel, si, este invierno,
Elle eut pris au mot mes vers! Ella hubiera tomado en serio mis versos!

Lune, vagabonde Lune, Luna, vagabunda Luna,


Faisons cause et moeurs communes? ¿Hacemos causa y costumbre común?

O riches nuits! je me meurs, ¡Oh ricas noches! ¡me muero,


La Province dans le coeur! La provincia en el corazón!

Et la lune a, bonne vieille·, Y la luna tiene, vieja buena,


Du coton dans les oreilles. Algodón en las orejas.

Cassel. J uillet 1884. Cassel, julio 1884.

LES COMPLAINTES LOS LAMENTOS


COMPLAINTE LAMENTO

DES NOSTALGIES PRÉHISTORIQUES DE LAS NOSTALGIAS PREHISTORICAS

La nuit bruine sur les villes. La noche llovizna sobre las ciudades.
Mal repu des gains machinals, Mal repleto con las ganancias maquinales,
On dine; et, gonflé d'idéal, Cenamos; e, hinchado de ideal,
Chacun sirote son idylle Cada uno saborea su idilio,
Ou furtive, ou facile. O furtivo, o fácil

Échos des grands soirs primitifs! ¡Ecos de las grandes tardes primitivas!
Couchants aux flambantes usines, Ponientes con llameantes fábricas,
Rude paix des sois en gésine, Ruda paz de los suelos en parto,
Cri jailli la-bas d'un massif, Grito brotado allá de un macizo,
Violuptés a vif! ¡Violuptuosidades* al vivo! 127

Dégringolant une vallée, Rodando cuesta abajo,


Heurter, dans des coquelicots, Chocar, en las amapolas,
Une enfant bestiale et brulée Con una niña bestial y quemada
Qui suce, en blaguant les échos, Que chupa, bromeando con los ecos,
De juteux abricots Damascos jugosos

Livrer aux langueurs des soirées Dar a la languidez de las veladas


Sa toison ou du cristal luit, Su vellocino donde el cristal luce,
Pourlécher ses levres sucrées, Relamer sus labios azucarados,
Nous barbouiller le corps de fruits Untarnos el cuerpo con frutas
Et lutter comme essui! ¡Y luchar para secarse!

• Corresponde al francés violuptés, inventado por L aforgue.


Un moment, béer, sans ríen dire, Un momento, atónitos, sin decir nada,
Inquiets d'un e étoile la-haut; Inquietos por una estrella en lo alto;
Puis, sans but, bien gentils satyres, Luego, sin meta , muy gentiles sátiros,
Nous prendre aux premiers sanglots Tomarnos a los prim eros sollozos
Fraternels des crapauds. Fraternales de los sapos.

Et, nous délevrant de l'extase, Y, deslabiándonos* de éxtasis;


Oh! devant la !une en son plein, ¡Oh! frente a la luna llena,
La-bas, comme un bloc de topaze, Allá, como un bloque de topacio,
Fous, nous renverser s ur les reins , Locos, volcarnos sobre ias espaldas,
128 Riant, battant des mains! ¡Riendo, batiendo palmas!

La nuit bruine sur les villes: La noche llovizna sobr e las ciudades:
Se raser la masque, s'orner Afeitarse la máscara, ador narse
D'un frac deuil, avec art diner, Con un frac de luto, cenar con arte,
Puis, parmi des vierges débiles, Luego, entre vírgenes débiles,
Prendre un air imbécile. Adoptar un aire de imbéciles.

LES COMPLAINTES LOS LAMENTOS

* Corresponde al francés délevran t, inventado por L aforgue.


COMPLAINTE LAMENTO

DU PAUVRE CHEVALIER-ERRANT DEL POBRE CABALLERO-ANDANTE

Jupes des quinze ans, aurores de femmes, Faldas de quince ailos, auroras de mujeres,
Qui veut, enfin, des palais de mon ame? ¿Cuál quiere, en fin, los palacios de mi alma?
Perrons d'oeillets biancs, escaliers de flamme , Escalinatas de claveles blancos, peldailos de llama,
Labyrinthes alanguis, Laberintos lánguidos,
Edens qui Edenes que
Sonneront sous vos pas reconnus, des airs reconquis. Tocarán aires reconquistados, bajo sus• pasos reconocidos.

Instincts-levants souriant par les fentes. Instintos-despertando sonrientes por las ranuras,
Méditations un doigt ala tempe, Meditaciones con un dedo en la sien,
Souvenirs clignotant comme des lampes, Recuerdos parpadeantes como lámparas,
Et, battant les corridors, Y, recorriendo los corredores, 129
Vains essors, Vanos vuelos,
Les Dilettantismes chargés de colliers de remords. Los Diletantismos cargados con collares de remordimientos.

Oui, sans bruit, vous écarterez mes branches, Sí, sin ruido, usted separará mis ramas,
Et verrez comme, avotre mine franche, Y verá como, por su"' aspecto franco,
a
Viendront vous mes biches les plus blanches, Vendrán a usted mis ciervas las más blancas,
Mes ibis sacrés, mes chats, Mis ibis sagrados, mis gatos,
Et, rachats! Y, ¡rescates!
Ma Vipere de Lettre aux bien effa~ables crachats. Mi Víbora de Letra arroja escupidas muy borrables.

Puis, frele mise au monde! ó Toute Fine, Luego, ¡frágil dar a luz! oh Muy Fina,
O ma Tout-universelle orpheline, Oh mi Muy-universal huérfana,
Au fond de chapelles de mousseline En el fondo de capillas de muselina
Pale, ou jonquille apoids noirs, Pálida, o junquillo de colgantes"'"' negros,
Dans les soirs, En las noches,
Feu d'artificeront envers vous mes sens encensoirs! Fuego deartificiarán"'"'"' hacia usted mis sentidos incensarios.
Nous organiserons de ces parties! ¡Organizaremos una de esas fiestas!
Mes caresses, naivement serties, ¡Mis caricias, ingenuamente engastadas,
Mourront, de ta gorge aux vierges hosties, Irán muriendo, desd e tu cuello de vírgenes hostias,
Aux amandes de tes seins! · Hasta las almendras de tus senos!
O tocsins, Oh rebatos ,
Des coeurs dans le roulis des empilements de coussins. De corazones en el rolar del amontonamiento de almohadas.

Tu t'abandonnes au Bon, moi j'abdique; Te abandonas a lo Bue no, yo, abdico;


No us nous comblons de nos deux Esthétiques; Nos colmamos con nuestras dos Estéticas;
Tu condimentes mes piments mystiques, Condimentas mis pimientos místicos,
130 J 'assaisonne tes saisons; Sazono tus sazones;
Nous blasons, ¡Desanimamos,
A force d'étapes sur nos collines, l'Horizon! A fuerza de etapas sobre nuestras colinas, el Horizonte!

Puis j'ai des tas d'éternelles histoires, Luego tengo tantas eternas historias ,
O mers , ó valieres de ma Mémoire! ¡Oh mares, oh jaulas de mi Me moria!
Sans compter les passes évocatoires! ¡Sin contar con los pases evocatorios!
Et quand tu t'endormiras , Y cuando te duermas ,
Dans les draps En las sá banas
D'un somme, je t'éventerai de lointains opéras. De un s ue ño, te airear é con lejanas óperas.
Orage en deux coeurs, ou jets d'eau des siestes, Tormenta en dos corazones, o surtidores de las siestas,
Tout sera Bien, contre ou selon ton geste, Todo estará Bien , contra o según tu gesto,
Afin qu'a peine un prétexte te reste A fin de que te quede apenas un pretexto
De froncer tes chers sourcils, Para fruncir tus queridas cejas,
Ce souci: Esta inquietud:
"Ah! suis-je née, infiniment, pour vivre par ici?" "¡Ah! ¿habré nacido, infinitamente, para vivir por aquí?"

- Mais j'ai beau parader, toutes s'en fichent! - P ero por más que presuma, ¡a ninguna le importa!
Et je repars avec ma folle affiche, Y vuelvo a partir con mi loco cartel,
Boniment incompris, piteux sandwiche: Anuncio incomprendido, lamentable sandwich:
Au Bon Chevalier-Errant, Al Buen Caballero-Andante, 13 1.

Restaurant, Restaurante,
Hotel meublé, Cabinets de lecture, prix courants. Hotel amueblado, Salas de lectura, precios corrientes .

LES COMPLAINTES LOS LAMENTOS

* Corresponde al posesivo de Usted IN. del T.!


**En francés poids, "peso"; por el contexto podría ser su hornófono pois, "lu-
nar" IN. del T.!
***Tr aduciría. el verbo f1·ancés, Feu d 'a1·tificeront, inventado por Laforgue a
partir de fe1¿ dºartifice IN. del T.I
AUTRE COMPLAINTE OTRO LAMENTO

DE LORD P IERROT DE LORO PIERROT

Celle qui doit me mettr e au courant de la Femme! ¡A aquella que deba ponerme al corriente de la Mujer!
Nous lui dirons d' abord, de mon air le moins froid: Con mi tono menos frío, se le dirá primero:
"La somme des angles d'un triangle, chere ame, "La suma de los ángulos de un triángulo, alma querida,
"Est égale a deux droits." "Es ig ual a dos rectos".

Et si ce cri lui part: "Dieu de Dieu! que je t'aime!" Y si deja escapar este grito: "¡Dios de Dios! ¡cómo te quiero!"
- "Dieu r econnaitra les siens." Ou piquée au vif: - "Dios r econocerá a los s uyos."* O herida en lo vivo:
- "Mes claviers ont du coeur ,tu seras mon seul theme." - "Mis teclados tienen corazón , serás mi único tema."
Moi: "Tout est r elatif." Yo: "Todo es r elativo."

132
De tous ses yeux, alors! se sentant trop banale: ¡Bien abiertos los ojos, pues! Se siente tan trivial:
"Ah! tu ne m'aimes pas; tant d' autres son jaloux!" "¡Ah! no me quier es; ¡y tantos que están celosos!"
Et moi, d'un oeil qui ver s l'Inconscient s'emballe: Y yo, con una mirada que hacia el Inconsciente se lanza:
"Merci, pas mal; et vous?" "Muy bien , gracias; ¿y usted?"

- "Jouons au plus fidele" - "A quoi bon, ó Nature!" - "¡Juguemos al más fiel!" - "¡Para qué, oh Naturaleza!"
a
"Autant qui perd, gagne!" Alor s , autre couplet: "¡Total el que pierda, gana!" Entonces, a otra copla:
- "Ah! tu t e lasseras le premier , j'en suis sure ... " - "¡Ah! serás el primero en cansarte, estoy segura ... "
- "Apres vous, s'il vo us plait." - "Pase usted, por favor."

Enfin, si, par un soir, elle meurt dans mes livres, En fin, si, una noche, se muer e entr e mis libros,
Douce; feignant de n'en croire encor mes ye ux, Dulce; fingiendo no creer en mis ojos todavía,
J'aurai un: "Ah <;a, mais, nous avions De Quoi vivr e! Me saldrá con: "Caramba, ¡pero teníamos Con Qué vivir!
"C'était done sérieux?" "¿Así que era en serio?"
LES COMPLAINTES LOS LAMENTOS
*Es una expresión bastante conocida que cita la respuesta de Simon de Mon-
fort - "Tuez-les tous, Dieu reconnaitra les siens. "- al inquisidor quien le
proponía no matar a lo s albigenses que se hubieran convertido y arrepentido
de su herejía. fN. del T.!.
COMPLAINTE LAMENTO

SUR CERTAINS ENNUIS SOBRE CIERTOS HASTIOS

Un couchant des Cosmogonies! ¡Un poniente de Cosmogonías!


Ah! que la Vie est quotidienne ... ¡Ahl qué cotidiana es la Vida ...
Et, du plus vrai qu'on se souvienne, Y, por más que uno se acuerde,
Comme' on fut pietre et sans génie ... Qué pobre fue y sin genio . ..

Ou vo udrait s'avo uer des choses, Uno quisiera confesarse cosas,


Dont on s'étonnerait en route, De las que andando se sorprendería,
Qui fer aient, une fois pour toutes! Que harían, ¡de una vez por todas!
Qu'on s'entendrait a travers poses. Que uno se entendiera por medio de poses.

133 .
On voudrait saigner le Silence, Uno quisiera desangrar el Silencio,
Secouer l'exil des causeries; Sacudir el exilio de las charlas;
Et non! ces <lames son aigries ¡Y no! estas damas están amargadas
Par des questions de préséance. Por cuestiones de precedencia.

Elles boudent la, l'air capable. Ahí se indignan, con aire entendido.
Et, sous le ciel, plus d' un s'explique, Y, bajo el cielo, más de uno se explica,
Par quels gachis suresthétiques Gracias a qué desperdicios sobreestéticos
Ces etr es-la son adorables. E sos seres son adorables.

J ustement, une nous appelle, Justamente, una nos llama,


Pour l'aider a chercher sa bague, Para ayudarla a buscar su anillo,
Perdue (ou dans ce terrain vague?) Perdido (¿dónde en este baldío?)
Un souvenir D'AMOUR, <lit-elle! Un recuerdo DE AMOR, ¡dice ella!

Ces etres-la son adorables! ¡Esos seres son adorables!


LES COMPLAINTES LOS LAMENTOS
COMPLAINTE LAMENTO

DU VENT QUI S'ENNUIE LA NUIT DEL VIENTO QUE SE HASTIA DE NOCHE•

Ta fleur se fane, ó fiancée? ¿Se marchita tu flor, oh novia?


Oh! gardes-e n encore un peu ¡Oh! ¡guárdala un poco todaví a
La corolle qu'a compulsée La corola que ha hojeado
Un soir d'ennui trop studieux! Una noche de hastío demasiado estudioso!
Le vent des toits qui pleure et rage, El viento de los techos que llora y rabia,
Dans ses assauts et ses remords, En sus asaltos y sus remordimientos,
Sied au nostalgique naufrage Le sienta al nostálgico naufrag io
Ou m'a jeté ta Toison-d'Or. Adonde me arrojó tu Vellocino de oro.

Le vent assiege, El viento asedia,


134 Dans sa tour, En su torre,
Le sortilege Al sortilegio
De l'Amour; Del Amor;
Et, pris au piege, Y, atrapado,
Le sacrilege El sacrilegio
Geint sans retour. Gime sin retorno.

Ainsi, mon idéal sans bride ¿Así, mi ideal sin rienda


T'ubiquitait de ses sanglots, Te ubicuaba con sus sollozos,**
O calicé Joya! mais vide Oh cáliz leal pero vacío
Qui jouais ame rester clos? Que jugabas a quedarme encerrado?
Ainsi dans la nuit investie, Así en la noche r odeada,
Sur tes pétales décevants, Sobr e t us pétalos engañosos,
L'Ange fileur d'eucharisties El Angel hilador de Eucaristías
S'afflige tout le long d u ven t. Se aflige a lo largo del viento.
Le vent assiege, El viento asedia,
Dans sa tour, En su torre,
Le sortilege Al sortilegio
De l'Amour, Del Amor;
Et, pris au piege, Y, atrapado,
Le sacrilege El sacrilegio
Geint sans retour. Gime sin retorno.

O toi qu'un remords fait si morte, Oh tú un remordimiento te deja muerta,


Qu'il m'est incurable, en tes yeux, Qué incurable me es, a tus ojos,
D'écouter se morfondre aux portes Oír aterirse en las puertas 135
Le vent aux étendards de cieux! ¡Al viento con estandartes de cielos!
Rideaux verts de notre hypogée, Cortinas verdes de nuestro hipogeo,
Marbre banal du lavabo, Mármol trivial del lavabo,
Votre hébétude ravagée Vuestro estupor arrasado
Est le miroir de mon tombea u. Es el espejo de mi sepulcro.

O vent, allége Oh viento, alivia


Ton discours Tu discurso
Des vains corteges De vanos cortejos
De l'humour; Del humor;
Je rentre au piege, Entro en la trampa,
Pe ut-etre y vais-je ¡Acaso ahí voy
Tuer l'Amour! A matar al Amor!

L
Mesdames et Messieurs, Señoras y Sefiores
Vous dont la soeur est morte, Que tenéis a vuestra hermana muerta.
Ouvrez au fossoyeux Abrid al sepulturero
a
Qui claque votre porte; Que golpea a vuestra puerta;

Si vous n'avez pitié, Si no tenéis piedad,


11 viendra (sans rancune) Vendrá (sin rencor)
Vous tirer par les pieds, A tiraros de los pies,
Une nuit de grand'lune! ¡Una noche de gran luna!

136
lmportun Importuno
Vent qui rage! ¡Viento que r abia !
Les défunts? ¿Los difuntos?
Qa voyage .. Así viaja ...

LES COMPLAINTES LOS LAMENTOS

*La tmducción revoca el juego de palabras "qui s 'ennuie la nuit" IN. del T.!
** Corresponde al francés t 'ubi quitait, inventada por J.L. (N. del T.I
COMPLAINTE LAMENTO

DE L'OUBLI DES MORTS DEL OLVIDO DE LOS MUERTOS

Mesdames et Messieurs, Señoras y Señores


Vo us dont la mere est morte. Que tenéis a vuestra madre muerta.
C'est le bon fossoyeux Es el buen sepulturero
Qui gratte a votre porte. Que rasca a vuestra puerta.

Les morts Los muertos


C'est sous terre; Está bajo tierra;
<;a n'en sort De ahí no sale
Guere. Nada.

Vous fumez dans vos bocks, Fumáis en vuestras jarras, 137

Vous soldez quelque idylle, Saldáis algón idilio,


La-bas chante le coq. Allá canta el gallo,
Pauvres morts hors des villes! ¡Pobres muertos fuera de las ciudades!

Gran-papa se penchait, El abuelo se inclinaba,


La, le doigt sur la tempe, Ahí, el dedo en la sien,
Soeur faisait du crochet, Mi hermana hacía su crochet,
Mere montait la lampe. Mi madre aumentaba la luz.
Les morts Los muertos
C'est discret, Es discreto,
Ca dort Duerme
Trop au frais. Demasiado al fresco .

Vous avez bien diné, Habéis cenado bien,


Comment va cette affaire? ¿Cómo anda ese as unto?
Ah! les petits mort-nés ¡Ah! los chicos nacidos-muertos
Ne se dorlotent guere ! ¡Nadie los mima!

138
Notez, d'un trait égal, Anotad, con la misma letra,
Au livre de la caisse, En el libro de caja,
Entre deux frais de bal: Entre dos gastos de baile:
Entretien tombe et messe. Mantenimiento de tumba y misa.

C'est gai, Es alegre,


Cette vie; Esta vida;
Hein, ma mie, ¿Eh?, amiga mía,
O gué? ¿Oh qué bien?

LES COMPLAINTES LOS LAMENTOS


COMPLAINTE LAMENTO

DES DÉBATS MÉLANCOLIQUES ET LI'l'TÉRAIRES DE LOS DEBATES MRLANCOLICOS Y LIT~~ RARIO S

On peul encore a imer , mais confier toule son ame esl Se puede amar todavía, p ero confiar tudu el alma es
un bonheur q u'on ne r e lrouvcra plus. una felicidad que ya no se encontrará.
C ORIN :-J F. mr L ' l TA!.lr: CORINA O ITALIA.

Le long d'un ciel crépusculatre, A lo largo de un cielo crepusculáceo*,


Une cloche angéluse en paix Una campana angelusa** en paz
L'air exilescent et maratre El aire exiliescente*** y madrastra
Qui ne pardonnera jamais. Que no perdonará jamás.

Paissant des débris de vaisselle, Pastando desechos de vajilla,


La-has, au talus des remparts, Allá, en el talud de las murallas ,
Se profile une haridelle Un rocinante se perfila
Convalescente; il se fait tard. Convaleciente; se hace tarde.

Qui m'aima jamais? J e m' entete ¿Quién me amó jamás? Me obstino 139
Sur ce r efrain bie n impuissant, En este estribillo muy impotente,
Sans songer que je suis bien bete Sin pensar que soy muy tonto
De me faire du mauvais sang. Haciéndome mala san gr e.

Je possede un propre physique, Poseo un buen físico,


Un coeur d'e nfant bien élevé, Un corazón de niño bien educado,
Et pour un cerveau magnifique Y e n cuanto a cerebro magnífico
Le mien n'est pas mal, vous savez . El mío no está tan mal, usted sabe.
Eh bien, ayant pleuré J'Histoire, Y bien, después de llorar la Historia,
J'ai voulu vivre un brin heureux; Quise vivir un poco risueño;
C'était trop demander, faut croire; Era pedir demasiado, créalo;
J 'avais l'air de parler hébreux. Parecía estar hablando hebreos.

Ah! t iens , mon coeur, de grace, laisse ¡Ah! bien, mi corazón, por favor, deja
Lorsque j'y songe, en vérité, Cuando lo pienso, en verdad,
J 'en ai des sueurs de faiblesse, Me dan sudores de debilidad ,
A choir dans la malpropreté. De caer en la s uciedad.

140 Le coeur me piaffe de génie ¡De genio el corazón me brinca


Eperdument pourtant, mon Die u! Perdidamente sin embargo, mi Dios!
Et si quelqu'une veut ma vie, ¡Y si alguna quiere mi vida,
Moi je ne demande pas mieux! Yo no pido nada mejor!

Eh va, pauvre ame véhémentel ¡Eh anda, pobre alma vehemente!


Plonge, etre, en leurs Jourdains blasés, Tírate, ser, en s us Jordanes desanimados,
Deux frictions de vie co urante Dos fricciones de vida corriente
T'auront bien vite exorcisé. Muy aprisa te habrán exorcizado.
Hélas, qui peut m'en répondre! ¡Ay, quién puede asegurármelo!
Tenez, peut-etre savez-vous Vea, ¿tal vez usted sepa
Ce que c'est qu'une ame hypocondre? Qué es un alma hipocóndrica?
J'en suis une dans les prix doux. Soy de esas, a precios gratos.

O Hélene, j'erre en ma chambre; Oh Helena, vago por mi cuar to;


Et tandis que tu prends le thé, Y en tanto tú tomas el té,
La-bas dans l'or d' un fier se ptembre, Allá en el oro de un fiero setiembre,
Je frissonne de tous mes membres, Todos mis miembros se estr emecen,
En m'inquiétant de ta santé. Inquietándome por tu salud.
141
Tandis que, d'un aut r e coté ... Mientras que, por otra parte ...
Berlín. BerHn.

LES COMPLAINTES LOS LAMENTOS

• Corresponde al adjetivo crepusculatre, inventado por J.L.


•• Corresponde al adjetivo angéluse, inventado por J.L.
••• Corresponde al adjetivo ~xilescent, inventado por J.L. IN. del T./
COMPLAINTE DES COMPLAINTES EL LAMENTO DE LOS LAMENTOS

Maintenant, pourquoi ces complaintes? Ahora, ¿por qué estos lamentos?


Gerbes d'ailleurs d'un défunt Moi ¿Ramos de otra parte de un difunto Yo
Ou l'ivraie art mange la foi? Donde el arte cizaña come la fe?
Sot tabernacle ou je m'éreinte ¿Tonto tabernáculo donde me agoto
A cultiver des roses peintes? En cultivar rosas pintadas?
Pourtant ménage et sainte-table! ¡Sin embar go quehaceres y santa-mesa!
Ah! ces complaintes incurables, ¡Ah! estos lamentos incurables,
Pourquoi? pourquoi? ¿P or qué? ¿por qué?

Puis, Gens a qui les fugues vraies Luego, la Gente a quien las fugas verdaderas
142 Que crie, au fond , ma rich e voix Que grita, en el fondo, mi r ica voz
-N'est-ce pas, qu'on les sent parfois?- - ¿No es cierto, que se la siente a veces? -
Attoucheraient sous leurs ivraies Tocaría bajo s us cizañas
Les violettes d'une Foi, Las violetas de una Fe,
Vous passerez, imperméables ¿Pasarán ustedes, impermeables
A mes complaintes incurables? A mis lamentos incurables?
Pourquoi? pourquoi? ¿Por qué? ¿por qué?

Chut! tout est bien , ríen ne s'étonne. ¡Sht! todo está bien, nada se asombr a.
Fleuris, ó Terre d'occasion, ¡Florece, oh Tierra de ocasión,
Vers les mirages des Sions! Hacia los espejismos de los Sión!
Et nous, sous l'Art qui nous batonne, Y nosotros, bajo el Arte que nos azota,
Sisyphes par pers uasion, Sísifos por per suasión,
F!Utant des christs les vaines fables , Aflautando cristos las vanas fábulas,
Au cabestan de !'incurable Sobre el cabrestante de lo incurable.
P OURQUOI! - Pourquoi? ¡POR QUE! - ¿Por qué?

LES COMPLAINTES LOS LAMENTOS


LITANIES LETANIAS

DES PREMIERS QUARTIERS DE LA LUNE DE LOS PRIJIIEROS CUARTOS DE LUNA

Lune bénie Luna bendita


Des insomnies, De los insomnios,

Blanc médaillon Blanco medallón


Des Endymions, De un Endimión,

Astre fossile Astro fósil


Que tout exile, Que todo exilia,

Jaloux tombeau Celoso túmulo


De Salammb6, De Salammbó , 143

Embarcadere Embarcadero
Des grands Mysteres, De los grandes Misterios,

Madone et miss Madona y miss


Diane-Artémis, Diana-Artemis,
Sainte Vigíe Santa Vigía
De nos orgies, De nuestras orgías,

J et t atura Jettatura
Des baccarats, De los baccarats,

Dame tres lasse Dama muy cansada


De nos terrases, De nuestras terrazas,

Philtre attisant Filtro que atiza


144 Les vers-luisants. Los bichos de luz,*

Rosace et dóme Rosetón y cúpula


Des derni ers psaumes, De los últimos salmos,

Bel oeil-de·chat Bello ojo de gato


De nos rachats, De nuestra redención,

Sois !' Am bulance ¡Sé la Ambulancia


De nos croyances! De nuestras creencias!

Sois l'édredon ¡Sé el edredón


Du Grand-Pardonl Del Gran-Perdón!

L'IMITATION DE NOTRE-DAME LA LUNE LA IMITACION DE N UESTRA SEÑORA L A LUNA

•Posible ambigüedad: "Los versus de luz " IN. del T.!.


PIERROTS PIERROTS

1 1

C'est, sur un cou qui, raide, émerge Es, sobre un cuello que, rígido, emerge
D'une fraise empesée idem, De una gorguera almidonada ídem,
Une face imberbe au cold-cream, Una faz imberbe con cold-cream,
Un air d'hydrocéphale asperge. Un aire de hidrocéfalo espárrago.

Les yeux sont noyés de l'opium Los ojos están anegados por el opio
De l'indulge nce universelle, De la indulgencia universal,
La bouche clownesque ensorcele La boca clownesca embruja
Comme un singulier géranium . Como un geranio singular.

Bouche qui va du trou sans bonde Boca que- va del agujero sin tapón 145

Glacialement désopilé, Glacialmente desopilado,


Au transcendental en-alié Al trascendental distraído
Du souris vain de la J oconde. Por la sonrisa vana de la Gioconda.

Campant leur cóne enfariné Encasquetándose su cono enharinado


Sur le noir serre-tete en soie, Sobre el gorro negro de seda,
lls font rire leur patte d'oie Hacen reír a su pata de gallo
Et froncent en trefle leur nez. Y fruncen su nariz en trébol.
Ils ont comme chaton de bague Tienen como chatón de an illo
Le scarabée égyptien, El escarabajo egipcio,
A leur boutonniere fait bien En su ojal luce bien
Le pissenlit des terrains vagues. El cardillo de los baldíos.

lis vont, se sustentant d'azur, Van, sustentándose de azur,


Et parfois aussi de légumes, Y también a veces con legumbres,
De riz plus blanc que leur costume, Con arroz más blanco que su traje,
De mandarines et d'oeufs durs. Con mandarinas y huevos duros.

146
lis sont de la secte du Bleme, Son -de la secta del Pálido,
lis n'ont rien avoir avec Dieu, No tienen nada que ver con Dios,
Et sifflent: "Tout est pour le mieux Y silban: "¡Todo está muy bien
"Dans la meilleur' des mi-carem e!" "En lo mejor a mediados de cuaresma!"
11
Il

Le coeur blanc tatoué El corazón blanco tatuado


De sentences lunaires, Con sentencias lunares,
Ils ont: "Faut mourir, freres!" Tienen: "¡Hay que morir, hermanos!"
Pour mot-d'ordre'Evohé. Como contraseña-Evohé. : ··.:

Quand trépasse une vierge, Cuando fallece una vir gen,


lis suivent son convoi, Siguen su cortejo,
Tenant leur cou tout droit Manteniendo su cuello bien derecho
Comme on porte un beau cierge. Como quien lleva un hermoso cirio.

147
Role tres fatigant, Papel muy cansador,
D'autant qu'ils n'ont personne Ya que no tienen a nadie
Chez eux, qui les frictionne Que los friccione, en su casa
D'un conjuga! onguent. Con algún conyugal ungüento. ... ;,'

Ces dandys de la Lune Estos dandys de la Luna


S'imposent, en effet, Se obligan, en efecto,
De chanter "s'il vous plait?" A cantar "¿por favor?"
a
De la blonde la brune. De la rubia a la morena.
Car c'est des gens blasés; Porque son gente desanimada;
Et s'ils vo us semblent dupes, Y si les parecen burlados,
Ca et la, de la Jupe, Acá y allá, por la Falda,
a
Lange cicatriser, Pañal de cicatrizar,

Croyez qu'ils font la bete Creed que se hacen los tontos


Afin d'avoir des seins, Para tener senos,
Pis-aller de coussins En vez de almohadas
A leurs savantes tetes. Bajo sus sabias cabezas.

148
Ecarquillant le cou Yerguen el cuello
Et feignant de comprendre Y fingen entender
De travers, la voix tendre, Al revés, la voz tierna,
Mais les yeux si filous! ¡Pero los ojos tan tramposos!

- D'ailleurs, de moeurs tres fines, - Además, con costumbres muy finas,


Et toujour s fort corrects, Y siempre muy correctos,
(Ecole des cromlechs (Escuela de los crómlechs
Et des tuyaux d'usines). Y de los cafios de fábricas).
III
III

Comme ils vont molester, Ja nuit, Como de noche salen a molestar,


Au profond des pares, les statues, En la profundidad de los parques, a las estatuas,
Mais n'offrant qu'aux moins dévetues Pero sólo a las menos desvestidas ofrecen
Leur bras et tout ce qui s'ensuit, Su brazo y todo lo demás,

En tete a tete avec la femme Cara a cara con la mujer


lis ont toujours l'air d'etre un tiers, Siempre parecen un tercero,
Confondent demain avec hier, Confunden mañana con ayer,
Et demandent Rien avec ame! ¡Y piden Nada con el alma!

149
J urent "je t'aime!" l'air la-bas, Juran con aire ido "¡te quiero!",
D'une voix sans timbre, e n~ extase, Con voz sin timbre, en éxtasis,
Et concluent aux plus folles phrases Y concluyen las frases más locas
Par des: "Mon Dieu, n'insistons pas?" Con unos: "¿Dios mío, no insistamos?"

J usqu'a ce qu'ivre, Elle s'oublie, Hasta que ebria, Ella se olvide,


Prise d'on ne sait que! besoin Presa de ¿quién sabe qué necesidad
De !une? dans leurs bras, fort loin De luna? en sus brazos, muy lejos
Des convenances établies. De las conveniencias usuales.
IV
IV

Maquillés d'abandon, les manches ¡Maquillados de abandono, las mangas


En sa ule, ils leur font des serments, En sauce, les prestan juramentos,
Pour etre vrais trop véhéments! Demasiado vehementes para ser sinceros!
Puis tumultuent en gigues blanches, Luego tumultuan* en gigas blancas,

Beuglant: Ange ! tu m'as compris, Mugiendo: ¡Angel! ¡me has entendido,


A Ja vie, a la mortl - et songent: A la vida, a la muerte! - y piensan:
Ah! passer Ja-dessus l'éponge!. .. ¡Ah! ¡pasar por ahí arriba la esponja!. ..
Et c'est pas chez eux parti pris, Y eso no es para ellos un compromiso,

150 ¡A-y! ¡pero Ja idea de la mujer


Hélas! mais l'idée de Ja femme
Se prenant au sérieux encor Que se toma en serio todavía
Dans ce siecle, voila, les tord En este siglo, eso sí, los tuerce
D'un rire aux déchirantes gammes! De risa con desgarradoras gamas!

Ne Jeur jetez pas la pierre, ó ¡No le tiréis la piedra, oh


Vous qu'affecte une jarretiere! Vosotros a quienes una liga afecta!
Allez, ne jetez pas la pierre ¡Vamos, no les tiréis la piedra
Aux bJancs parias, aux purs pierrots! A Jos blancos par ias, los puros pierrotsl

L'IMITATION DE NOTRE·DAME LA LUNE LA IMITACION DE NUESTRA SEÑORA LA LUNA

• Corresponde al francés /.um'llltuent, inventado por Laforgue.


LA LUNE EST STÉRILE LA LUNA ES ESTERIL

Lune, Pape abortif a l'amiable, Pape ¡Luna, Papa abortivo a las buenas , Papa
Des Mormons pour l'art, dans la jalouse Paphos De los Mormones por arte, en la celosa Pafos
Ou J'État tient gratis les fils de la soupape Donde el Estado r etiene gr atis los hilos de la válvula
D'échappement des apoplectiques Cosmos! De escape de los apopléticos Cosmos!

C'est toi, léger manuel d'instincts, toi qui circules, ¡Eres t ú, liviano manual de instintos, t ú que circulas,
Gl a~ant, apres les grandes averses, les oeufs Hielas, después de los grandes aguaceros, los huevos
Obtus de ces myriades d'animalcules Obtusos de estas miríadas de animálculos*
Dont les simouns mettraient nos muqueuses en feu! Con que los simunes pondrían nuestras mucosas en fuego!

151
Tu ne sais que la fleur des sanglantes chimies; Tú sólo sabes que la flor de sangrientas químicas;
Et perces nos rideaux, nous offrant le lotus Y calas nuestras cortinas, ofreciéndonos el loto
Qui constipe les plus larges polygamies, Que constipa las más amplias poligamias,
Tout net , de J'excrément logique des foetus. Bien limpio, del excr emento lógico de los fetos.

Carguez-lui vos rideaux, citoyens de moeurs laches; Cargadle vuestras cor tinas, ciudadanos de hábitos cobardes;
C'est l'Extase qui paie comptant, donne son Ut Es el Extasis que paga al contado, da su Ut
Des deux sexes et veut pas meme que l'on sache De los dos sexos y no quiere siquiera que se sepa
S'il se peut qu'elle ait, hors de l'art pour l'art, un but. Si puede ser que ella tenga, fuera del arte por el arte, un fin.

On alléche de vie humaine, a pleines voiles, Se tienta con vida humana, a toda vela,
Les Tantales virtuels, peu intéressants Los Tántalos virtuales, poco interesantes
D'ailleurs, sauf leurs cordiaux, qui reve dans nos moelles. Además, salvo sus cordiales, que sueñan en nuestras médulas
Et c'est un prod uit net qu'encaissent nos bons sens. Y es un producto neto que cobr an nuestros buenos sent idos.
Et puis, l'atteindrons-nous, !'Oasis aux citernes, Y luego, ¿alcanzaremos, el Oasis con cisternas,
Ou nos coe urs toucheraient les payes qu'On leur doit? Donde nuestros corazones r ecibirán los sueldos que Se les debe?
Non, c'est la rosse aveugle a ux cercles sempiternes No, es el rocín ciego con círculos sempiternos
Qui tourne pour autr ui les bons chevau x de bois. Que gira para otros los buenos caballos de madera.

Ne vous distrayez pas, avec vos grosses douanes; A no distraerse, con vuestras gruesas aduanas;
Clefs de fa, clefs de sol, huit stades de claviers, Claves de fa, claves de sol, ocho gr ados de claves,
Laissez faire, laissez passer la caravane ¡Dejar hacer, dejar pasar las caravana**
Qui porte a l'Idéal ses plus riches dossiers! Que lleva al Ideal s us más ricos oficios!

152
L' Art est tout, du droit divin de l'Inconscience; El Arte es todo, del derecho divino de la Inconsciencia;
Apres lui, le déluge! et son moindre regard ¡Después de él, el dilu vio! y s u menor mirada
Est le cercle infini dont la circonférence Es el círculo infinito cuya circunferencia
Est partout, et le centre immoral nulle part. Está en todas partes, y el centro inmoral en ninguna .

Pour moi, déboulonné du póle de stylite Por mí, destornillado del polo de estilita
Qui me sied, des qu'un corps a trop de so n secret, Me sienta, cuando un cuerpo tiene demasiado su secreto,
J'affiche: celles qui voient tout, je les invite A viso: a las que ven todo, las invito
A venir, a mon bras, des soirs, prendre le frais. A venir, de mi brazo, unas noches, a tomar el fresco.

Or voici: nos deux Cris, abaissant leurs visieres, Ahora bien: nuestros dos Gritos , bajando s us viseras,
Passent mutuellement, apres quiproquos, Pasan mutuamente, después de eq uívocos,
Aux chers peignes du cru leurs moelles épinieres Con los queridos peines del 1ugar s us médulas espinales
D'ou levent débusqués tous les ar chets locaux. De donde se alzan descubiertos todos los arcos locales.
Et les ciels familiers liserés de folie Y los cielos familiares bordeados de locura
Neigeant en charpie éblouissante, faut voir Nevando en vendas deslumbrantes, ¡hay que ver
Comme le moindre app el: c'est pour nous seuls! rallie Como el menor llamado: ¡es para nosotros solos ! ¡reúne
Les Iouables efforts menés a l'abattoir! Los esfuerzos loables llevados al matadero!

Et la santé en deuil ronronne ses vertiges, Y la salud de luto ronronea sus vér t igos,
Et chante, pour la forme: "Hélas! ce n'est pas bien, Y canta, sólo por form a: "¡Ay! no está bien,
"Par ces pays, pays si t ournoyants, vous dis-je, "Por esos países, países tan r emolinantes, les digo,
"Ou la faim d'Infini justifie les moyens." "Donde el hambre de Infinito justifica los medios."

153
Lors, qu'ils son beaux les flanes tirant le urs r évér ences Entonces, ¡qué hermosos son los flancos diciendo adiós
Au sanglant capitaliste berné des nuits, Al sangriento capitalista burlado en las noches
En s' affalant cuver ces jeux qu 'a ses propres ennuis! Ya desplomado rumiarle esos juegos sin consecuencia!
Oh! n'avoir a songer qu'a ses propres ennuis! ¡Oh! ¡sólo tener que pensar en s us propios hastíos!
-Bons aieux qui geigniez semaine sur semaine,
Vers mon Coeur, baobab des vediques terroirs, - Buenos antepasados que g imen semana tras semana,
J e m' agite aussi! mais l'Inconscient me mene ; Hacia mi Corazón, baobab de vé dicas tierras,
Or, il sait ce qu'il fait, je n'ai rien a y voir. ¡También me agito! pero el Inconsciente me lleva;
Además, él sabe lo que hace, yo no tengo nada que ver.

L'IMIT AT ION DE NOTRE·DAME LA LUNE LA IMITACION DE NUESTRA S EÑORA LA LUNA

• anim alcules en el original IN. del T.J


••Corresponde a la consigna "Lais se1' fai1'e, laísser passer"fo rmulada por e l
liberalismo econ ómico. Tam bién puede es tar aludiendo a "Laisser /aire, lais·
se1' dire ·: y "Les chie ns aboien t, la caravane pasee ". IN. de l T. )
AVIS, .JE VOUS PRIE ATENCION, POR FAVOR

Hélas! des Lunes, des Lunes, ¡Ay! Lunas, Lunas,


. Sur un petit airen bonne fortun e . .. Entonando un aire d e buena fortuna . ..
Hélas! de choses en choses ¡Ay! ¡de cosa en cosa
Sur la criarde corde des virtuoses! ... Sobre la cuerda crispada de los virtuosos !. ..

Hélas! agacer d' un lys ¡Ay! ¡irritar con un lirio


La violette d'Isis!. .. La violeta de I sis! ...
Hélas! m'esq uinter , sans t r eve, encore, ¡Ay! ¡dañar , sin tregua, todavía,
Mon encéphale anomaliflore Mi encéfalo anomaliflor*
En floraison de chair par guirlandes d'ennuis! En floración de carne con gu irnaldas de hastíos!
154 O Mort, et puis? Oh Muerte, ¿y luego?

Mais! j'ai peur de la vie ¡Pero! ¡le temo a la vida


Comme d'un mariage! Como a un matrimonio!
Oh! vrai, je n'ai pas l'age ¡Oh! ¡de verdad , no tengo e.dad
Pour ce beau mariagel... Para ese hermoso matrimonio!

Oh! j'ai été frappé de CETTE VIE A MOI, ¡Oh! ¡Quedé aturdido por E STA VIDA MIA,
L'autre dimanche, m'en allant par une plaine! El otro domingo, andando por una llanura!
Oh! laissez-moi seulement r eprendre haleine, ¡Oh! Dejadme solo recobrar aliento,
Et vous aurez un livre enfin de bonne foi. Y al fi.n tendréis un libro de buen sentimiento.

En attenda nt, ayez pitié de ma misere! ¡Esperando, tened piedad de mi miseria!


Que je vous sois a tous un etre bienvenu! ¡Que yo os sea un ser bienvenido!
Et que je sois absous pour mon ame sincer e , Y que sea absuelto por mi alma sincer a,
Co mme le fu t Phryné pour son sincere nu. Como lo fue Friné por su sincer o desnudo.
L'IMITATION DE NOTRE·DAME LA LUNE LA IMITACION DE NUESTRA SEÑORA LA LUNA
* Corre sponde al francés anomaliflore, inventado por Laforgue. IN. del T.).
DI MANCHES DOMINGOS

O Dimanches bannis Oh Domingos desterrados


De l'infini Del infinito
Au dela ·du microscope et du téléscope, Más allá del microscopio y del telescopio,
Seuil nuptial ou la chair s'affale en syncope ... Umbral nupcial dond e la carne en síncope se desploma ...

Dimanches citoyens Domingos ciudad anos


Bien quotid iens Muy cotidianos
De cette école a vieux cancans, le vieille Europe, De esta escuela de viejos chismes, la vieja Europa,
Ou l'on tourne , s'en t ricotant des amour s myopes ... Donde tejiéndolos, los amores miopes se dan vuelta ...

155
Oh! tout Lois sans appel, ¡Oh! ¡todo Leyes sin recurso,
J e sais , ce Ciel, Yo sé, este Cielo,
Et non un brave toit de famille, un bon dóme Y no un buen techo de familia, una buena cúpula
Ou s'en viennent mourir, tres-appréciés, nos psa umes! Donde vienen a morirse , muy-apreciados, nuestros salmos!

C'est fort beau comme fond ¡Es muy bello como fondo
A certains fronts, De ciertos frentes,
Des Lois! et pas de plus bleue matiere a diplomes... Leyes! y no hay más materia azul para diplomas ...
- Mais,c'est pas les Lois qui fait le bonheur,hein l'Homme? - Pero, las Leyes no hacen la felicidad, ¿eh, Hombre?

DES FL EURS DE BONNE VOLONTÉ FLORES DE BUENA VOLUNTAD


AVANT-DERNIER MOT PENULTIMA PALABRA

L'Espace? ¿El Espacio?


-Mon Coeur - Mi Corazón
Y meurt Ahí muere
Sans traces ... Sin rastro ...

En vérité, du haut des terrases, En verdad, desde lo alto de las terrazas,


Tout est bien sans coeur. Ya todo está sin corazón.

La Femme? ¿La Mujer?


- J'en sors, - Ya me libré,
156 La mort La muerte
Dans l'ame ... En el alma .. .

En verité, mieux ensemble on pame En verdad, más junt os se desmayen


Moins on est d'accord. Menos de acuerdo están.

Le Reve? ¿El Sueño?


-C'est bon - E s bueno
Quan on Cuando
L'acheve ... Se termina .. .
En vérité, la Vie est bien breve, En verdad, la vida es muy breve,
Le Reve bien long. El Sueño muy largo.

Que faire ¿Qué hacer


Alors Entonces
Du corps Del cuerpo
Qu'on gere? Que uno maneja?

En vérité, 6 mes ans, qu e faire En verdad, oh mis años, ¿qué hacer


De ce riche corps? Con este rico cuerpo?
157

Ceci, Esto,
Cela, Aquello,
Par-ci Por aquí,
Par-Ja ... Por allá .. .

En vérité, en vérité, voila. En verdad, en verdad, ahí está.


Et pour le reste, que Tout m'ait en sa merci. Y por lo demás, que Todo me tenga en su gracia_

DES FLEURS DE BONNE VOLONTÉ FLORES DE BUENA VOLUNTAD


PETITE PRIERE SANS PRÉTENTIONS PEQUEÑA ORACION SIN PRETENSIONES

Notre .Pere qui étie7. aux cieux . .. Padr e Nuestro que estabas en los cielos ...
PAUL BOURGET PA UL BOURGET

Notre Pere qui etes aux cieux (oh ! Ja-haut, Padre Nuestro que estás en lo s cielos (¡oh! ¡allá-arriba,
Infini qui etes done si inconcevable!) Infinito así que eres tan inconcebible!)
Donnez-nous notre pain quotidien ... - Oh! plutót, Danos nuestro pan de cada día... - ¡Oh! ¡mejor,
Laissez-nous nous asseoir un peu a Votre Table!. .. Déjanos sentarnos un poco a Tu Mesa!. ..

Dites! nous tenez-vous pour de pauvres enfants, ¡Dime! ¿nos tomas por pobres niños*,
A qui J'on doit encor cacher les Choses ~raves? A quienes todavía se debe esconder las Cosas Graves?
Et Votre Volonté n'admet-elle qu'esclaves ¿Y Tu Voluntad no admite más que esclavos
Sur cette terre comme au ciel?... - C'es t étouffant! A sí en la tierra como en el cielo? ... - ¡Es sofocante!

Au moins, Ne v ous induisez pas, par vos sourires, AJ menos, ¡No te induzcas, por tus sonrisas,
158
E n la t entation de baiser votre coeur! A la tentación de besar tu corazón!
Et Jaissez-nous en paix, morts aux mondes meille urs, ¡Y déjanos en paz, muertos en mundos mejores,
Paitre, dans notre coin, et forniquer, et rire!. .. Pacer, en nuestro rincón, y fornicar, y reír!. ..

Paitre, dans notre coin, et forniquer, et rire!. .. ¡Pacer, en nuestro rincón, y fornicar , y reír! ...

DES F LE URS DE BONNE VOLONTÉ FLORES DE BUENA VOLUNTA D

* En francés en fanls no distingue "niños" de "hijos''. fN. del T.J.


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AMALIA N IETO
DIMANCHES DOMINGOS

HAMLET: Have you a daughter? HAMLET: Have you a daughter?


POLONIUS : I have, my lord. POLONIUS: I have, my lord.
HAMLET: Let her not walk in the sun: HAMLET: Let her not walk in the sun:
conception is a blessing; but not as your conception is a blessing; but not as your
daughter may conceive. daughter may conceive.

Le ciel pleut sans but, sans que rien J'émeuve, El cielo llueve sin fin, sin que nada lo conmueva,
Il pleut, iJ pleut, bergere! sur le fleuve ... Sobre el río ... ípastora, que llueva, que llueva!

Le fleuve a son repos dominical; El río tiene su reposo dominical;


Pas un chaland, en amont, en aval. Ni una chalana, río arriba, río abajo.

Les Vépres carillonnent sur Ja ville Las Vísperas repican sobre la ciudad,
Les berges son désertes, sans idylles. Las orillas están desiertas, sin idilios.

Passe un pensionnat (ó pauvres chairs!) Pasa un colegio (íOh pobres carnes!)


161
Plusieurs ont déja leurs manchons d'hiver. Varias ya tienen sus manguitos de invierno.

Une qui n'a ni manchon, ni fourrures Una que no tiene ni pieles, ni manguito
F ait, tout en gris, une pauvre figure. Parece, toda de gris, una triste figura.

Et la voila qui s'échappe des rangs, Ahí va, se escapa de las filas,
Et court? ó mon Dieu, qu'est-ce qu'il lui prend? ¿Y corre? ¿Por Dios, qué le pasa?

Et elle va se jeter dans la fleuve. Y va a arrojarse al río


Pas un batelier, pas un chien Terr"-Neuve . Ni un barquero, ni un perro Terranova.

Le crépuscule vient; le petit port El crepúsculo llega; el puertita


Allume ses feux. (Ah! connu, J'décor!). Enciende sus luces. (íAh! ¡el decorado, qué conocido!)

Le pluie continue a mouiller le fleuve, La lluvia sigue mojando el río, ... Que llueva
Le ciel pleut sans but, sans que rien J'émeuve. El cielo sin fin, sin que nada lo conmueva.

DES FLEURS DE BONNE VOLONTÉ FLORES DE BUENA VOLUNTAD


CÉLIBAT, CÉLIBAT, CELIBATO, CELIRATO,
TOUT N'EST QUE CÉLIBAT TODO ES SOLO CELIIlATO

Sucer la chair d' un coeur élu, ¡Chupar la carne de un corazón elegido,


Adorer de souffrants organes, Adorar dolientes órganos,
Etre deux avant qu'on se fane ! Ser dos antes de marchitarse!
Ne serai-je qu'un monomane ¿Seré sólo un monómano
Dissolu Disoluto
Par ses travaux de décadent et de reclus? Por s us t r abajos de decadente y de recluso?

a
Partout, toute heure, le theme Por todas partes, a toda hor a, el tema
De leurs toilettes, de leurs airs, De sus trajes, de sus aires,
Des soirs de plage aux bals d'hiver, De las noches d e playa a los bailes de invierno,
162 Est: "Prenez! ceci est ma chair!" Es: "¡Tomad! ¡esta es mi carne!"
Et nous-memes, Y nosotros mismos,
Nous leurs crions de tous nos airs: "A moil je t'aime! Les gritamos con todo nuestro aliento: "¡A mí! ¡te quiero!"

Et l'on se salue et J'on feint . .. Y uno se saluda y fin ge ...


Et l'on s'instruit dans des écoles, Y se instruye en las escuelas,
Et l'on s'évade et J'on racole Y ~e evade y recluta
De vénales et tristes folles; A venales y tristes locas;
Et l'on geint Y gemimos
En vers, en prose. Au lieu de se tendr e la main! En ver so, en prosa. ¡En vez de te nderse la mano!

Se serrer la main sans affaires! ¡Dar se la mano sin enredos!


Selon les coeurs, selon les corps! ¡Según los corazones, según los cuerpos !
Trop t ard . Des faibles et des forts Demasiado tarde. Los débiles y los r ecios
Dans la curé e des d urs louis d' or .. . En la codicia de duros luises de oro ...
Pauvre Terre! ¡Pobre Tierr a!
Histoire Humaine: - histoire d'un célibataire ... Historia Humana: - historia de un soltero ...
DES FLEURS DE BONNE VOLONTÉ FLORES DE BUENA VOLUNTAD
L' AURORE-PROMISE LA AURORA-PROMETIDA

Vois, les Steppes stellaires Ves, las Estepas estelares


a
Se dissolvent l'aube ... Se disuelven al alba ...
La 1une est la derniere La luna es la última
A s'effacer, badaude. En borrarse, curiosa.

Oh! que les cieux sont loin, et tout! Rien ne prévaut! ¡Oh! ¡qué lejos están los cielos, y todo! ¡Nada prevalece!
Contre cet infini; c'est toujours trop nouveau!... Contra ese infinito; ¡Siempre está demasiado nuevo! ...

Et vrai, c'est sans limites!.. . ¡Y de veras, no tie.ne límites! ...


T'en fais-tu une idée, ¿Puedes hacerte una idea,
O jeune Sulamite Oh joven Sulamita 163
Vers l'aurore accoudée? Hacia la aurora acodada?

a
L'Infini jamais l comprends-tu bien cela! ¡El Infinito para siempre! ¡lo entiendes bien!
Et qu'autant que ta chair existe un au-dela? ¿Y que tanto como tu carne existe un más allá?

Non; ce sujet t'assomme. No; este tema te molesta.


Ton Infini; ta sphere , Tu Infinito; tu esfera,
C'est le regard de l'Homme, Es la mirada del Hombre,
Patron de cette Terre. Patrón de esta Tierra.

11 est le Fécondeur, le Galant Chevalier ¡El es el Fecundor*, el Galante Caballero


De tes couches, la Providence du Foyer! De t u lecho, la Providencia del Hogar!
Tes yeux baisent Sa Poigne, ¡Tus ojos besan Su Mano,
Tu ne te sens pas seule! Tú no te sientes sola!
Mais luí bat Ja campagne ¡Pero él vaga por el campo
Du ciel, ou nul n'accueille!. .. Del cielo, donde a nadie acoge!. ..

Nulle Poigne vers lui, il a tout sur le dos; Nadie le dio una Mano, todo pesa sobre sus espaldas;
Il est seul; J'Infini reste sourd comme un pot. Está solo; el Infini to se queda sordo como una tapia.

O fille d e la Terre, ¡Oh hija de la Tierra,


Ton dieu est dans ta couche! Tu dios está en tu lecho!
164 Mais lui a du s'en faire, Pero él tuvo tanto que hacer,
Et si loin de sa bouche!. .. ¡Y tan lejos de su boca! ...

Il s'est fait de bons dieux, consolateurs des morts, Hacerse buenos dioses, consoladores de las muertes,**
Et supportait ainsi tant bien que mal son sort, Y soportaba así mal que bien su suerte,

Mais bientol, son idée, ¡Pero de pro nto, su idea,


Tu l'as prise, jalouse ! La tomaste tú, celosa!
Et !'as accommodée ¡Y la acomodaste
Au culte de l'Épouse! En el cult o de la Esposa!
Et le Déva d'antan, Bon Coeur de l'Infini Y el Deva de antaño, Buen Corazón del Infinito
E st la ... - pour que ton lit nuptial soit béni! Allá está ... - ¡para que tu Jecho nupcial sea bendito!

A vec tes accessoires, Con tus accesorios,


Ce n'est plus qu'une annexe No es más que un anexo
Du Tout-Conservatoire Del Todo-Conservatorio
Ou s'apprete Ton Sexe. Donde se apronta Tu Sexo.

Et ces autels batís de nos terreurs des cieux ¡Y estos altares edificados por nuestros terrores de los cielos
Sont des comptoirs ou t u nous marchandes tes yeux! Son mostradores donde nos regateas tus ojos!
165

Les dieux s'en vont. Leur pere Los dioses se van. Su padre
S'en meurt. - O Jeune Femme, Se muere por eso. - ¡Oh Joven Mujer
Refais-nous une Terre R ehaznos una Tierra
Selon ton corps sans ame! Según tu cuerpo sin alma!

Ouvre-nous tout Ton Sexe ! et, sitót, l'Au-dela ¡Abrenos t odo Tu Sexo! ¡y, de repente, el Más-Allá
Nous est nul! Ouvre, dis? tu nous dois bien cela . .. Como si nada! Abre, ¿di? bien que nos debes eso ...

DES FLElJRS DE BONNE VOLONTÉ FLORES DE BUENA VOLUNTAD


*Corresponde al francés Fécmulenr, inventado por T,aforg11e. IN. del T.}.
** Tmnbién podría ser "de los muertos". IN. del T.I.
SIGNALEMENT SEÑAS PERSONALES

Chair de l'Autre Sexe ¡Élément non-moi! ¡Carne del Otro Sexo! ¡Elemento no-yo!
Chair, vive de vingt ans poussés Join de ma bouche!. . . ¡Carne, viva de veinte años apartados lejos de mi boca!. ..
L'air de sa chair m'ensorcelle en la foi El aire de su carne me embruja con fe
Aux abois Acorralada
Que par Elle, ou jamais, Mon Destin fera souche ... Por Ella, o nunca, Mi Destino será el tronco...
Et, toute tremblant, je r egarde, je touche ... Y, temblando, miro, toco . ..

Je me prouve qu'Elle est! -et puis, ne sais qu'en croire .. . ¡Me pruebo que es Ella! - y luego, no sé qué cr eer ...
Et je revois mes chemins de Damas Y vuelvo a ver mis caminos de Damasco
166 Au bout desquels c'était encor les balani;oires Al fin al de los que todavía eran hamacas
Provisoires ... Provisorias .. .
Et je me r écuse, et je me débats! ¡Y me r ecuso, y me debato!
Fou d' un arta nous deux! et fou de célibats ... ¡Loco por un arte para nosotros dos! y loco de celibatos ...

Et toujours Je meme Air! me met en frais ¡Y siempre el mismo Aire! me pone en gastos
De coeur, et me transit en ces conciliabules ... De corazón, y me traspasa en esos conciliábulos ...
Deux grands yeux savants, fixes et sacrés Dos gr andes ojos sabios, fijos y sagrados
Tout expres. Muy a propósito.
La, pour garder leur soeur cadette, et si crédule, Ahí , para cuidar a su hermana menor, y tan crédula,
Une bouche qui rit en campanule! ... ¡Una boca que ríe en campánula!. ..
(0 yeux durs, bouche folle!) - ou bien Ah! le contraire: (¡Oli ojos duros, boca local) - o bien ¡Ah! lo co ntrario:
Une bouche toute ases grans ennuis, Toda una boca con sus grandes hastíos,
Mais !'are tendu! sachant ses yeux, ses petits freres ¡Pero el arco tendido! sabiendo sus ojos, sus pequeños hermanos
Tout a plaire, De todo para gustar ,
Et capables de rendez-vous de nuit Y capaces de citas nocturnas
Pour un ríen, pour une !arme qu'on leur essui'!. .. ¡Por una nada, por una lágrima que se les seca!. ..

Oui, sous ces airs supérieurs, ¡Sí, bajo estos aires superiores,
Le coeur me piaffe de génie El corazón me brinca de genio
En labyrinthes d'insomnie!. .. En laberintos de insomnio!. ..
Et puis, et puis, c'est bien ailleurs Y luego, y luego, es bien en otra parte 167
Que je communie ... Que comulgo ...

DES FLEURS DE BONNE VOLONTÉ FLORES DE BUENA VOLUNTAD


L'HIVER QUI VIENT EL INVIERNO QUE VIENE

Blocus sentimental! Messageries du Levant! ... ¡Bloqueo sentimental! ¡Mensajerías del Levante!. ..
Oh! tombée de la pluie! Oh! tombée de la nu it , ¡Oh! ¡caída de la lluvia! ¡Oh! caída de la tarde,
Oh! le vent!. .. ¡Oh! ¡el viento!. ..
La Toussain t, la Noel, et la Nouvelle Année, En Todos los Santos, Navidad, y Año Nuevo,
Oh, dans les bruines, toutes rn es cheminées!. .. ¡Oh, en las lloviznas, t odas mis chimeneas!. ..
D'usines ... De fá bricas ...

On ne peut plus s'asseoir, tous les bancs sont mo uillés; Uno ya ni se puede sentar , todos los bancos están mojados;
Crois-moi, c'est bien fini jusqu 'a l'année prochaine , Cr éeme, todo se terminó hasta el próximo año,
Tous les bancs sonL mouillés , tant les bois sont rouillés, ¡Los bancos mojados, los bosques tan herrumbrados,
168
Et tant les cors ont fait ton ton , ont fait ton taine!. Y tanto los cornos tocaron tan-tan, tanto tan-tan tocaron! .. .

Ah! nuées accourues des cotes de la Manche , ¡Ah! nubes que acudieron de las costas de la Mancha,
Vo us nous avez gaté not re dernier dimanche. Nos habéis estropeado nuestro último domingo.

11 bruine; Llovizna;
Dans la foret mouillée, les toiles d'araignées En el bosque mojado, las telarañas
Ploient sous les go uiies d'eau, et c'est leur ruine . Se hunden bajo las gotas de agua, y es su ruina.
Soleils plénipotentiaires des t ravaux en blonds Pactoles Soles plenipotenciarios de trabajos en r ubios Pactolos
Des spectacles agricoles, De espectáculos agrícolas,
Ou etes-vous ensevelis? ¿Dónde está is sepultados?
Ce soir un soleil fichu git au haut du coteau, Esta noche un sol arruinado yace arriba de la colina
Git sur le flanc, dans les genets , sur son manteau. Yace sobre el flanco, en las retamas, sobre su manto .
Un soleil blanc comme un crachat d'estamine t Un sol blanco como una escu pida de cafetín
Sur une litiere de jaunes genets, Sobre unos pajares de rubias retamas,
De jaunes genets d'automne. De rubias retamas de otoño.
Et les cors luí sonnent! ¡Y los cornos le suenan!
Qu'il rev ienne ... Que v uelva ...
Qu'il revienne a luí! ¡Que vuelva en sí!
Taiaut! Taiaut! et hallali! ¡Ahí! ¡A_hí! ¡y hacia ahí! 169
O triste antienne, as-tu fini!. . ¡Oh triste antífona, acabarás!...
Et font les fous!. .. ¡Y se hacen los locos!. ..
Et il git la, comme une glande arrachée dans un cou, Y él yace ahí, como una glándula arrancada de un cuello,
Et il frissonne, sans personne!. .. ¡Y tirita, sin nadie!. ..

Allons, allons, et hallali! ¡Allá, allá, y hacia ahí!


C'est l'Hiver bien connu qui s'amene; Es el muy conocido invie rno que llega;
Oh! les tournants des grandes routes, ¡Oh! ¡Jos recodos de las grandes calzadas,
Et sans petit Chaperon Rouge qui chemin e!. .. Y sin Caperucita Roja que se acerque! ...
Oh ! leurs ornieres des c hars de l'autre mois, ¡Oh! sus carriles de carros de otro mes,
Montant en don quichottesques rails Subiendo como don quijotescos rieles
Vers les patrouilles des n uées en déroute Hacia las patrullas de nubes derrotadas
Que le vent malmene vers les transatlantiques bercails!... ¡Que el viento maltrata hacia los transatlánticos rediles!. ..
Accélérons, accélérons , c'est la saison bien connue, cette fois. Aceleremos, aceleremos, es la estación muy conocida, esta vez.
Et Je vent, cette nuit, il en a fait de belles! Y el viento, esta noche, ¡qué bien que se las hizo!
O dégats, ó nids, ó modestes jardinets! ¡Oh daños, oh nidos, o modestos jardincitos!
Mon coeur et mon sommeil: ó échos des cognées!. .. Mi corazón y mi suefio: ¡oh ecos de hachas! ...

Tous ces rameaux avaient encor leurs feuilles vertes, Todos estos ramos tenían todavía sus hojas verdes,
Les sous-bois ne sont plus qu'un fumier de feuilles mortes, Las malezas sólo son un estiércol de hojas muertas;
Feuilles, folioles, qu'un bon vent vous emporte Hojas, hojuelas, que un buen viento las lleve.
Vers les étangs par ribambelles, Hacia las lagunas en retahílas,
Ou pour le feu du garde-chasse, O para el fuego del guardabosque,
Ou les sommiers des ambulances O las camillas de las ambulancias
170
Pour les soldats loin de Ja France. Para los soldados lejos de Francia.

C'est la saison, c'est Ja saison, la rouille envahit les masses, Es la estación, es la estación, el orín invade las masas,
La rouille ronge en leurs spleens kilométriques El orín corroe en s us esplines kilométricos
Les fils télégraphiques des grandes routes ou nul ne passe. Los hilos telegráficos de grandes rutas donde nadie pasa.

Les cors, les cors, les cors - mélancoliques!. .. ¡Los cornos, los cornos, los cornos - melancólicos!. ..
Mélancoliques ! ... ¡Melancólicos!. ..
S'en vont, changeant de ton, Se van, cambiando el son,
Changeant de ton et de musique, Cambiando de tono y de música,
Ton ton, ton taine, ton ton!. .. Ton ton, ton y son, ton ton!. ..
Les cors, les cors, les cors!. .. ¡Los cornos, los cornos, los cornos!. ..
S'en sont allés au vent du Nord. Se han ido con viento Norte.

Je ne puis quitter ce ton: que d'échos!. .. No puedo dejar ese son: ¡cuántos ecos!. ..
C'est la saison, c'est la saison , adieu vendanges !. .. Es la estación, es la estación, ¡adiós ve ndimias!...
Voici ve nir les pluies d'un e patience d'ange , Ahí vienen las ll uvias con un a paciencia d e ángel,
Adieu vendanges, et adieu tous les paniers, Adiós vendimias, y adiós a todos Jos canastos,
To us les paniers Watteau des bourrées sous les marronniers, Todos los canastos Watteau d e danzas bajo los cast años,
C'es t la toux dans les dortoirs du lycée qui rentre, Es la tos en los dormitorios del liceo que empieza,
C'est la tisane sans le foyer, Es la tisana sin el hogar,
La p htisie pulmonaire attristant le quartier, La tisis pulmonar ent risteciendo el barrio,
Et to ute la misere des grands centres. Y toda la miseria de los grandes centros.

Mais, lainages, caoutcho ucs, pharmacie, reve, ¡Pero, lanas, gomas, farmacia, sueño,
Rideaux écartés du haut des balcons des greves Cortinas co.rridas en lo alto de Jos balcones de los arenales 171
Devant l'océan de toitures des faubourgs, Frente al océano de t echos de los arrabales,
Lampes, estampes, t hé , petits-fours , Lámparas, estampas, té, dulces,
Serez-vous pas mes seules amours!... ¡No serán ustedes mis únicos amores! .. .
(O h! et puis, est-ce qu e tu connais, outre les pianos, (¡Oh! y luego, ¿conoces, aparte de los pianos,
Le sobre et vespéral mystere hebdomadaire El sobrio y vesperal misterio semanal
Des statistiques sanilaires De estadísticas ·sanitarias
Dans les journaux?) En los diarios?)

Non, non! c'est la saison et la planete falote! ¡No, no! ¡es la est ación y el planeta soso!
Que l'a utan, que l'autan ¡Que el austro, que el austro
Effiloche les savates que le Temps se tricote! Deshilache las chinelas que el Tiempo se teje!
C'est la saison, oh déchirements! c'est la saison! Es la estación, ¡oh desgarramientos! ¡es la estación!
Tous les ans, tous les ans, Todos los años, todos los años,
J'essaierai en choeur d'en donner la note. Tratar é en coro de darle la nota.

DERNIERS VERS ULTIMOS VERSOS


DIMANCHES DOMINGOS

Bref, j'allais me donner d'un "Je vous aime" Bueno, me iba a dar en un "Te qui ero"
Quand je m'avisai non sans peine Cuando me di cuenta no sin pena
Que d'abord je ne me possédais pas bie n moi-meme. Que bien ni a mí mismo me poseía primero.

(Mon Moi, c'est Galathée ave uglant Pygmalion! (¡Mi Yo, es Galatea cegando a Pigmali6n!
lmpossible de modifier cette situation.) Imposible modificar est a situaci6n.)

Ainsi done, pauvre, pale et pietre individu Así que, pobre, pálido y triste individuo
Qui ne croit a son Moi qu'a ses moments perdus, Que s6lo cree en s u Yo en sus r atos perdidos,
Je vis s' effacer ma fiancée Vi esfumarse a mi novia
172
Emportée par le cours des choses, Llevada por el curso de las cosas,
Telle l'épine voit s'efeuiller, Así como la espina ve des hojar se,
Sous prétexte de soir sa meilleure rose. Bajo pretexto de tarde la mejor de sus r osas.

Or, cette nuit anniversaire, toutes les Walkyries du vent Además, esta noche aniversario, las Walkirias del viento
Sont r evenues beugler par les fe ntes de ma porte: Han vuelto a berrear por las hendiduras de .ni puerta:
Vae solí! ¡ Vae solí!
Mais, ah! qu'importe? Pero, ¡ah! ¿qué importa?
11 fallait m'en étourdir avant! ¡Antes debería haberme aturdido con eso!
Trop tard! ma petite folie est morte! ¡Demasiado tarde! ¡mi pequeña locura ha muerto!
Qu'importe Vae soli! ¡Qué importa Vae soli!
J e ne retrouverai plus ma petite folie. Ya no me rencontraré con mi pequefia locura.
Le grand vent baillonné, E l gr a n v iento amordazado,
S'endimanche enfin le ciel du matin. Por fin se endominga el cielo de la mañana.
Et alors, eh! all ez done, carillonne z, Y enton ces, ¡eh! vamos, ¡que repiquen,
Toutes cloches des bons dimanches! Todas las campanas de los amables domingos !
Et passez layettes et collerettes et robes blanches ¡Y desfile n canastillos y cuellos y blancos vestidos
Dans un frou-frou de lavandes et de t hym En un frufrú de lavandas y tomillo
Ver s l'encens et les brioches! Hacia el incienso y los pasteles!
To ut pour la famille, quoi! Vae soli! C'est certain. ¡Todo para la familia, cómo no! ¡Vae soli! E s cierto.

La jeune demoiselle a l'ivoirin paroissien La joven señorita del marfilefio devocionario


Modestement rentre a u logis. Modestamente vuelve a su cuarto. 173
On le voit, son petit corps bien reblanchi Se ve, ¡su pequeño cuerpo bie n blanco
Sait qu'il appartient Sabe que pertenece
A un tout autre passé que le mien! A un pasado muy diferente del mío!

Mon corps, ó ma soeur, a bien mal asa belle ame . .. A mi cuerpo, oh herma na, mucho le pesa su bella alma.

Oh! voila que ton pia no ¡Oh! veo que tu piano


Me r ecommence, si natal maintenant! Me r ecomie nza, ¡tan natal a hora!
Et ton coeur qui s'ignore s'y a nonne Y tu corazón que se ignor a ahí balbucea
E n ritournelles de bastringues a tout venant, Con cantinelas de bailes a quien sea,
Et ta pauvre chair s'y fait mal! ... ¡Y tu pobre carne que se dafia !. ..
A moi, Walkyries! ¡A mí, Walkirias!
Walkyries des hypocondr ies et des tueries! ¡Walkirias de las hipocondrías y matanzas!
Ah! que je te les tordrais avec plaisir, ¡Ah! con qué gusto te los torcería,
Ce corps bijou, ce coeur a ténor, Ese cuerpo alhaja, ese corazón de tenor ,
Et te dirais Jeur fait, et puis encore Y te diría sus verdades, y luego todavía
La maniere de s'en servir La manera de usarlos
De s'en servir a deux. De usarlos entre dos.
Si tu voulais seulement m'approfondir ensuite un peul ¡Si después solo quisieras profundizarme un poco!

Non, non! C'est sucer la chair d'un coeur élu, ¡No, no! ¡Es chupar la carne de un corazón elegido,
Adorer d'incurables organes Adorar órganos incurables
S'entrevoir avant que les tissus se fanent Entreverse antes de que se marchiten los tejidos
174 En monomanes, en reclusl En monómanos, en reclusos!

Et ce n'est pas sa chair qui me ser ait tout, Y su carne no sería todo para mí.
Et je ne serais pas qu'un grand coeur pour elle , Y tampoco yo sería sólo un gran corazón para ella,
Mais quoi s'en aller faire les fous ¡Pero eso de ir a hacerse los locos
Dans des histoires fraternelles! Con historias fraternales!
L'ame et la chair, la chair et !'ame, El alma y la carne, la carne y el alma,
C'est ]'esprit édénique et fier Es el espíritu edénico y altivo
D'etr e un peu l'Homme avec la Femme. De ser un poco el Hombre con la Mujer.

E n attendant, oh! garde-toi des coups de tete, Mientras, ¡oh! cuídate de los aturdimientos
Oh! file ton rouet et prie et reste honnete. ¡Oh! hila tu rueca y r eza y sé honesta.

- Allons, dernier des poetes, - Vamos, último de los poetas,


Toujours enfermé tu te r endras malade! ¡Siempre encerrado, te sentirás enfermo!
Vois, il fait beau t emps, tout le monde est dehors, Ves, hace buen tiempo, todo el mundo ha salido,
175
Va done acheter deux so us d'ellébore, Entonces vete a comprar dos monedas de elé boro,
<;a te fera une petite promenade. Así harás un buen paseo.

DERNIERS VERS ULTIMOS VERSOS


SIMPLE AGONIE SIMPLE AGONIA

O paria! - Et revoici les sympathies de mai. ¡Oh paria! - Y otra vez las simpatías de mayo.
Mais tu ne peux que te répéter, ó honte! Pero sólo sabes repetirte, ¡oh vergüenza!
Et tu te gonfles et ne creves jamais. Y te inflas y nunca revientas.
Et tu sais fort bien, ó paria, Y sabes muy bien, oh paria,
Que ce n'est pas du tout r;a. Que no se trata de eso.

Oh! que ¡Oh! que


Devinant l'instant le plus seul de la nature, Adivinando el instante más solo de la naturaleza,
Ma mélodie, toute et unique, monte, Mi melodía, toda y única, se alce,
Dans le soir et r edouble, et fasse tout ce qu'elle peut. En la noche y redoble, y haga todo lo que pueda.
176 Et dise la chose qu'est la chose, Y diga que la cosa es la cosa,
Et retombe, et reprenne, Y retumbe y r eemprenda,
Et fasse de la peine, Y dé pena,
O solo de sanglots, Oh solo de sollozos,
Et reprenne et retombe Y reemprenda y retumbe
Selon la tache qui lui incombe. Según la tarea que le incumbe .
Oh! que ma musique ¡Oh! ¡que mi música
Se crucifie, Se crucifique,
Selon sa photographie Según su fotografía
Accoudée et mélancolique!. .. Acodada y melancólica! ...

11 faut trouver d'autres themes, Hay que encontrar otros temas,


Plus mortels et plus supremes. Más mortales y más supremos.
Oh! bien, avec le monde tel que), ¡Oh! bien, con el mundo tal cual,
Je vais me faire un monde plus mortel! ¡Voy a hacerme un mundo más mortal!
Les ames y seront a musique, Ahí las almas estarán con música,
E t tous les intérets puérilement charnels, Y todos los intereses puerilm ente carnales,
O fanfares dans les soirs, Oh fanfarrias en las tardes,
Ce sera barbare, Será de bárbaros,
Ce sera sans espoir. Será sin esperanza.

E nquetes, enquetes, ¡Encuestas, encuestas,


Seront l'u nique fete! Serán la única fiesta!
Qui m'en défie? ¿Quién me desafía?
J'entasse s ur mon lit, les journaux, tin ge sale, Amontono sobre mi cama, los diarios, ropa sucia,
Desssins de mode, photograp hies quelconques, Dibujos de moda, algunas fotografías , 177
Toute la capitale, Toda Ja capital,
Matrice sociale. Matriz social.
Que nul n'intercede, Que nadie interceda,
Ce ne sera jamais assez, Nunca ser á bastante,
Il n'y a qu'un remede, Hay un solo remedio,
C' est de tout casser. E s romperlo todo.

On fanfares dans les soirs! ¡Oh fanfar rias en las noches!


Ce sera barbare, Será de bárbaros,
Ce ser a sans espoir. Será sin esperanza.
Et nous aurons beau la piétiner a l'envi. Y por más que Ja pisemos con ganas.
Nous ne serons jamais plus cruels que la vie, Nunca seremos más crueles que la vida,
Qui fait qu'il est des an imaux injustement rossés, Que hace que haya animales injustamente azotados,
Et des femmes a jamais laides ... Y mujeres para siempre feas ...
Que nul n'intercede, Que nadie interceda,
I1 faut tout casser. Hay que romperlo todo.
Alléluia, Terre paria. Aleluya, Tierra paria.
Ce sera sans espoir, Será sin esperanza ,
De J'aurore au soir, De la aurora a la tarde,
Quand il n'y en aura plus il y en aura encore, Cuando no haya más, todavía habrá,
a
Du soir l'aurore. De la tarde a la aurora.
Alléluia, Terre paria! ¡Aleluya, Tierra paria!
Les hommes de l'art Los hombres de arte
On dit: "Vrai, c'est trop tard." Han dicho: "De verdad, es demasiado tarde".
Pas de raison, No hay razón,
Pour ne pas activer sa crevaison. Para no activarle el reventón.
178
Aux armes , citoyens! 11 n'y a plus de R AISON : A las armas, ciudadanos! Ya no hay ninguna R AZON:

11 prit froid l'autre automne, Se resfrió el otro ot oño,


S'étant atardé vers les peines des cors, Por haberse demorado en las penas de los cornos,
Sur la fin d'un beau jour. Al final de un hermoso día.
Oh! ce fut pour vos cor s , et ce fut pour l'a utomne, ¡Oh! ¡fue por esos cornos, y fue por el otoño,
Qu'il nous montra qu'"on me urt d' amour"! Que nos mostr ó que "se muere de amor"!
On ne le verra plus aux fetes nationales, No lo ver emos más en las fiestas nacionales,
S'enfermer dans l'Histoire et tirer les verrous, Encerrarse en la Historia y echar los cerrojos,
11 vint t rop t ót, il est reparti sans scanda le; Vino demasiado temprano, partió sin escándalo;
O vous qui m'écoutez, r entrez chacun chez vo us. Oh ustedes que me escuchan, vuelva cada uno a s u casa.

DERNIERS VERS ULTIMOS VERSOS


SOLO DE LUNE SOLO DE LUNA

Je fume, étalé face au ciel, Fumo, tendido cara al cielo,


Sur l'impériale de la diligence, Sobre Ja imperial de la diligencia,
Ma carcasse est cahotée, mon ame danse, Mi osamente traquetea, mi alma baila
Comme un Ariel; Como un Ariel;
Sans miel, sans fiel, ma belle ame danse, Sin miel, sin hiel, mi bella alma baila,
O routes, coteaux, ó fumées, ó vallons, Oh caminos , lomas, oh humos, oh valles,
Ma belle ame, ah! récapitulons. Mi bella alma, ¡ah! recapitulemos.

Nous nous aimions comme deux fous, Nos amábamos como dos locos,
On s' est quitté sans en parler, Nos alejamos sin decirlo,
179
Un spleen me tenait exilé, Un esplín me tenía exiliado,
Et ce spleen me venait de tout. Bon. Todo me producía es plín . Bueno.

Ses yeux disaient: "Comprenez-vous? Sus ojos decían: "¿Entiende usted?


Pourquoi ne comprenez-vous pas?" ¿Por qué no entiende?"
Mais nul n'a voulu faire le premier pas, Pero ninguno quería dar el primer paso,
Voulant trop tomber en semble a genoux. Queriendo demasiado caer junto s de rodillas.
(Comprenez-vous?) (¿Entiende usted?)

Ou est-elle a cette heure? ¿Dónde está ella a esta hora?


Peut-etre qu'elle pleure .. . Quizás llore ...
a
Ou est-elle cette heure? ¿Dónde está ella a esta hora?
Oh! du moins, soigne-toi, je t'en conjure! ¡Oh! ¡al menos, cuídate, te lo ruego!
O fraicheur des bois le long de la route, Oh frescura de los bosques a lo largo del camino,
O chale de mélancolie, toute ame est un peu aux écoutes, Oh chal de melancolía, las almas están casi al acecho,
Quema vie ¡Qué envidia
Fait envie! Da mi vida!
Cette impériale de diligence tient de la magie. Esta imperial de diligencia se sostiene por magia.

Accumulons l'irréparable! ¡Acumulemos lo irreparable!


Renchérissons s ur notre sort! ¡Apreciemos nuestra s uerte!
Les étoiles sont plus nombreuses que le sable Las estrellas son más numerosas que la ar e na
Des mers ou d'autres ont vu se baigner son corps; De los mares donde otros han visto bañarse su cuerpo;
180 Tout n'en va pas moins a la Mort. No por eso todo irá menos a la Muerte.
Y a pas de port. No hay puerto.

Des ans vont passer la-dessus, Van a pasar años arriba,


On s'endurcira chacun pour soi, Se endurecerá cada uno por s u cuenta,
Et bien souvent et déja je m'y vois, Y muy a menudo y ya me Jo veo,
On se <lira: "Si j'avais su ... " Uno se dirá: "Si hubiera sabido ... "
Mais mariés de meme, ne se fllt-on pas dit: ¿P ero a un casados, no nos hubiéramos dicho:
"Si j'avais su, si j'avais su!. .. "'! "¡Si hubie ra sabido, si hubier a sabido!. .."?
Ah! rendez-vo us maudit! ¡Ah! ¡cita maldita!
Ah! mon coeur sans issue!. .. ¡Ah! ¡mi corazón sin salida!. ..
Je me suis mal conduit. Me porté mal.
Maniaques de bonheur , Maniáticos de felicidad,
Done, que feron s-no us? Moi de mon ame, Pues, ¿qué haremos? ¿Yo con mi alma,
Elle de sa faillible jeunesse'? Ella con su falible juventud?
O vieillissante pécheresse, Oh pecadora que envejece,
Oh! que de soirs je vais me rendre infame ¡Oh! ¡cuántas noches me volveré un infame
En ton honneur ! En tu honor!

Ses yeux clignaient: "Comprenez-vous? Sus ojos guiñaban: "¿Entiende usted?


"Pourquoi ne comprenez vous pas?" ¿Por qué no entiende?"
Mais nul n'a fait Je premier pas Pero ninguno dio el primer paso
Pour tomber ensemble agenoux. Ah!. .. ·P ara caer juntos de rodillas. ¡Ah! ... 18 1

La Lune se leve, La Luna se eleva,


o route en grand reve! .. . ¡Oh camino de gran ensueño! ...
On a dépassé les fil atures, les scieries, Pasamos las hilanderías, los aserraderos,
Plus que les bornes kilométriques, Sólo postes kilométricos,
De petits nuages d'un rose de confiserie, Pequeñas nubes de un rosa de confitería,
Cependant qu'un fin croissant de lune se leve, Mientras un creciente de luna se levanta,
O r oute de r eve, ó nulle musique ... Oh camino de ensueño, oh ninguna música ...
Dans ces bois de pins ou dep uis En estos bosques de pinos donde desde
Le commencement du monde El principio del mundo
Il fait toujours nuit, Siempre es de noche,
Que de chambres propres et profondes! ¡Cuántos cuartos limpios y profundos!
Oh! pour un soir d'enlevement! ¡Oh! ¡para una noche de rapto!
Et je les peuple et je m'y vois, Y yo los pueblo y ahí me veo,
Et c'est un beau couple d'amants, Y es una hermosa pareja de amantes,
Qui gesticulent hors la loi. Que gesticulan fuera de la ley.
Et je passe et les abandonne, Y paso y los abandono,
Et me recouche face au ciel. Y me acuesto cara al cielo.
La route tourne, je suis Ariel, Dobla el camino, soy Ariel,
Nul ne m'attend, je ne vais chez personne. Nadie me espera, ni voy a casa de nadie.
Je n'ai que J'amitié des chambres d'h6tel. Sólo tengo la amistad de cuartos de hotel.

La 1un e se leve, La luna se eleva,


o route en grand reve, Oh camino de gran ens ueño,
O route sans terme, Oh camino sin término,
Voici le relais, Ahí está la parada,
182 Ou l'on allume les lanternes, Donde se alumbran los faroles,
Ou l'on boit un verre de lait, Donde se bebe un vaso de leche,
Et fouette postillon, Y arre postillón,
Dans le chant des grillons, En el canto de los grillos,
Sous les étoiles de juillet. Bajo las estrella_s de julio.

O clair de Lune, Oh claro de Luna,


Noce de feux de Bengale noy a nt mon infor tune, Boda de fuegos de Bengala que ahogan mi infortunio,
Les ombres des pt:upliers sur la route ... Las sombras de los álamos sobre el camino .. .
Le gave qui s'écoute, .. . El torrente que se escucha ...
Qui s'écoute chanter .. . Que escucha cantar ...
Dans ces inondations du fl e uv e du Léthé ... En estas inundaciones del río Leteo ...
O Solo de June, Oh Solo de luna,
Vous défiez ma plume: Desafía mi pluma,
Oh! cette nuit sur la route; ¡Oh! esta noche en el camino;
o a
Étoiles, vous etes faire peur, Oh Estrellas, están que da miedo,
Vous y etes toutes! toutes! ¡Ahí están todas! ¡todas!
O fugacité de cette heure ... Oh fugacidad de esta hora ...
Oh! qu'il y eut moyen ¡Oh! ¡si hubiera un modo
De m'en garder l'ame pour l'automme qui vient!. .. De guardarme así el alma para el otoño que viene!. ..

Voici qu'il fait tres, tres frais, Ya está muy, muy fresco,
Oh! si a la meme heure, ¡Oh! ¡si a la misma hora, 183

Elle va de meme le long des forets, Ella fuera también por los bos ques,
Noyer son infortune A ahogar su infortunio
Dans les noces du clair de lune!. .. En las bodas del claro de luna!. ..
(Elle aime tant errer tard!) (¡Le gusta tanto errar tarde!)
Elle aura oublié son foulard, Habrá olvidado su fular,
Elle va prendre mal, vu la beauté de l'heure! ¡Va a enfermarse, dada la belleza de la hora!
Oh! soigne-toi, je t 'en conjure! ¡Oh! ¡cuídate, te lo ruego!
Oh! je ne veux plus entendr e cette toux! ¡Oh! ¡no quiero más oír esa tos!

a
Ah! que ne suis-je tombé tes genoux! ¡Ah! ¡c6mo no caí de rodillas!
Ah! que n'as-tu défailli a mes genoux! ¡Ah! ¡c6mo no desfalleciste de rodillas!
J'eusse été le modele des époux! ¡Hubiera sido el modelo de los esposos !
Comme le frou-frou de ta robe est le modele des frou-frou. Como el fru-fru de tu vestido es el modelo de los " " u.

DERNIERS VERS ULT IMOS VERSOS


SUR UNE DEFUNTE SOBRE UNA DIFUNTA

Vous ne m'aimeriez pas, voyons, ¿Usted no me amaría, veamos,


Vous ne m'aimeriez pas plus, Nada me amaría más,
Pas plus, entre nous, Nada más , entre nosotros
Qu'une fraternelle Occasion'? .. . Que una fraternal Ocasión'?
- Ah! elle ne m'aime pas! - ¡Ah! ¡no me ama!
Ah! elle ne ferait pas le premier pas ¡Ah! ella no daría el primer paso
Pour que nous tombions ensemble a genoux. Para que cayésemos juntos de rodillas.

Si e lle avait rencontré seulement ¡Si sólo se hubiera encontrado


A, B, C ou D, au lieu de Moi, Con A, B, C o D, en Mi lugar,
184 Elle les eut aimés uniquement! Los habría amado sim plemente!

Je les vois, je les vois .. . Los veo, los veo . ..

Attendez! Je la vois ¡Esperen! La veo


Avec les nobles A, B, C ou D. Con los nobles A, B, C o D.
Elle était née pour chacun d'eux. Nació como para cada uno de ellos.
C'est lui, Lui, que! qu'il soit, Es él, El, cualquiera que sea,
Elle le reflete; Ella lo refleja;
D'un air parfait, elle seco ue la tete Con un aire perfecto, sacude la cabeza
Et <lit que rien, rien ne peut lui déraciner Y dice que nada, nada podría desarraigarle
Cette destinée. Ese destino.
C'est Lui; elle luit dit: Es El; ella le dice:
"Oh! tes yeux, ta démarche! "¡Oh! ¡tus ojos, tu andar!
"Oh! le son fatal de ta voix! "¡Oh! ¡el sonido fatal de tu voz!
"Voila si longtemps que je te cherche! "¡Hace tanto tiempo que te busco!
"Oh! c'est bien Toi cette fois!. .. " "¡Oh! ¡sin duda esta vez eres Tú!. .. "

11 baisse un peu sa bonne lampe, El baja un poco su lámpara,


11 la ploie, Elle, vers son coeur, Inclinándola, a Ella, hacia su corazón,
IJ la baise a la tempe La besa en la sien
Et a la place de son orphelin coeur. Y en el lugar de su huérfano corazón.
185

11 l'endort avec des caresses tristes, La adormece con caricias tristes,


11 l'apitoie avec de petites plaintes, La enternece con pequeñas quejas,
11 a des considérations fatalistes , Hace consideraciones fatalistas,
11 prend a témoin tout ce qui existe, Toma por testigo todo lo que existe,
Et puis voici que l'heure tinte. Y luego es así que la hora suena.

Pendant que je suis dehors Mientras estoy afuera


A errer avec elle au coeur, Vagando con ella en mi corazón,
A m'étonner peut-etre Sorprendiéndome tal vez
De I'obscurité de sa fenetre. De la oscuridad de su ventana.
Elle est chez lui, elle s'y sen t chez elle. Ella está en su casa, allí se siente en la suya.
Et , comme on vient de le voir, ¡Y, como acabamos de ve rlo,
Elle l'aime, éperdument fidele, Lo ama, perdidamente fiel,
Dans toute sa beauté des soirs!. .. Con toda su belleza nocturna!. ..

Je les ai vus! Oh! ce fut trop complet! ¡Los vi! ¡Oh! ¡eso ya fue demasiado!
Elle a vait l'air trop fidele ¡Tenía un aire demasiado fiel
Avec ses grands yeux tout en reflets Sus grandes ojos eran todo reflejos
Dans sa figure toute nouve lle! En s u rostro bien n ucvo!

186
Et je ne serais qu'un pis-aller, Y yo no sería más que un mal-menor,

Et je ne serais qu' un pis-aller, Y yo no sería más que un mal-me nor,


Comme l'est mon jour dan s le Temps, Tanto como es mi día en el Tiempo ,
Comme l'est ma place dans l'Espace; Tanto como es mi 1ugar en el Espacio;
Et l'on ne voudrait pas que je m'accommodasse ¡Y nadie querría que me conformara
De ce sort vraiment dégotitant!. .. Con esta suerte verdaderamente asquerosa!...

J
Non, non! pour Elle, tout ou rien! ¡No, no! ¡por Ella, todo o nada!
Et je m'en irai done comme un fou, ¡Y entonces me iré como un loco,
A travers l'automne qui vient, A través del otoño que viene,
Dans le grand vent ou il y a tout! En el gran viento donde hay de todo!

Je me dirai: Oh! a cette heure, Y me diré: ¡Oh! a esta hora,


Elle est bien loin, elle pleure, Está muy lejos, llora,
Le grand vent se lamente aussi, El gran viento también se lamenta,
Et moi je suis seul dans ma demeure, Y yo estoy solo en mi vivienda,
Avec mon noble coeur tout transi, Con mi noble corazón muy transido,
Et sans amour et sans personne, Y sin amor y sin nadie, 187
Car tout est misere, tout est automne, Porque todo es miseria, todo es otoño,
Tout est endurci et sans merci. Todo está endurecido y sin gracia.

Et , si je t'avais aimée ainsi, Y, si te hubiera amado así,


Tu l'aurais trouvée trop bien bonne! Merci! ¡Esa sí te habría resultado demasiado buena! ¡Gracias!

DERNIERS VERS ULTIMOS VERSOS


XII
Get thec to a nunnery: why wouldst Gel thee to a nunnery: why wouldst
t hou be a br ceder of sinner s? I am t hou be a breedcr of sinners? I am
myself indifíerenl honest; but yet 1 myself indifferent honest; but yet I
could accuse me of such things, that could accuse me of s uch things . t hat
it were hetter my mother had not it were hetler my mother had not
borne me. We are arrant knaves. borne me. We are arrant knaves,
ali; believe none of us. Go thy ways ali; believe none of us. Go thy ways
to a n unncry. to a nunnery.
H A~1 LET H AMLET

Noire bise, averse glapissante, Negro cierzo, aguacero estridente ,


Et fleuv e noir, et maisons closes, Y río negro, y casas clausuradas,
Et quartier s sinistres comme des Morgues, Y barrios siniestros como Morgues,
Et l'Attardé qui ala remorque traine Y el Atrasado que a r emolque arrastra*
Toute la misere du coe ur et des choses, Toda la miseria del corazón y de las cosas,
Et la so uillure des innocentes qui trainent, Y la mancha de las inocentes que se atrasan,*
Et crie al'averse. "Oh? arrose, arrose Y grita al aguacero. "¿Oh? ¡riega, riega
"Mon coeur si brulant, ma chair si intéressante!" "Mi corazón tan ardiente, mi carne tan interesante!"

Oh! elle, mon coe ur et ma chair, que fait-elle? ¡Oh! ¿ella, mi corazón y mi carne, qué está haciendo? ...
188

Oh! si elle est dehors par ce vilain temps, ¡Oh! si está afuera con este mal tiempo,
De quelles histoires trop humaines ren tre -t-elle? ¿De qué historias demasiado humanas vuelve?
Et si elle est dedans, Y si está adentro,
A ne pas pouvoir dormir par ce grand vent, Al no poder dormir por este gran viento,
Pense-t-elle au Bonheur, ¿Pensará en la Felicidad,
Au bonheur atout prix En la felicidad a cualquier precio
Disant: tout plutót que mon coeur reste ainsi incompris? Diciendo: todo antes que mi corazón quede tan
incomprendido?
Soigne-toi, soigne-loi! pauvre coeur aux abois.
¡Cuídate, cuídate! pobre corazón acorralado.
(Langueurs, débilité, palpitations, ]armes,
Oh! cette misere de vouloir etre notre femme!l (Languideces, de bilidad, palpit aciones, lágrimas,
¡Oh! ¡Esa miseria de querer ser nuestra mujer!)
O pays, ó famille! ¡Oh país, oh familia!
Et l'áme toute tournée ¡Y el alma toda revuelta
D'héroiques destinées Por heroicos destinos
Au dela des saintes vieilles filies, Más allá de las santas solteronas,
Et pour cette année! Y para este año!

Nuit noire, maisons closes, grand vent, Noch e negra, casas clausuradas, gran viento,
Oh! dans un couvent, dans un couvent! ¡Oh! ¡en un convento, en un convento!

Un couvent dans ma ville natale Un convento en mi ciudad natal


189
Douce de vingt mille ámes a peine, Dulce con- veinte mil almas apenas,
Entre le lycée et la préfecture Entre el liceo y la prefectura
Et vis a vis la cathédrale, Y frente a la catedral.
Avec ces anonymes en robes grises, Estas anónimas con vestidos grises,
Dans la priere, le ménage, les travaux de couture; En la oración, la casa, las labores de costura;
Et que cela suffise .. . Y que eso sea suficiente ...
Et méprise sans envíe . Y desprecias sin envidia.
Tout ce qui n'est pas cette vie de Vestale Todo lo que no es esta vida de Vestal
Privinciale, Provincial,
Et marche a jamais glacée, Y caminas helada para siempre,
Les yeux baissés. Con los ojos bajos.
Oh! je ne puis voir ta petite scene fatale a vif, ¡Oh! ¡no puedo ver tu pequeña escena fatal en vivo,
Et ton pauvre air dans ce huis-clos, Y tu penoso aire en ese encierro,
Et tes tristes petits gestes instinctifs, Y t us tristes gestitos instintivos,
Et peut-etre incapable de sanglots! Y tal vez incapaz de sollozos!

Oh! ce ne fu t pas et ce ne peut etre, ¡Oh! esto no pudo ni puede ser,


Oh! tu n'es pas comme les autres, ¡Oh! no eres como las demás ,
Crispées aux rideaux de leurs fenetre Crispadas ante las cortinas de sus ve ntanas
Devant le soleil co uchant qui dans son sang se vautre! ¡Frent e al sol poniente que se arrellana en su sangre !
Oh! tu n'as pas l'age, ¡Oh! no tienes edad,
190 Oh! dis, t u n'auras jamais l'age, ¡Oh! dí, nunca tendrás edad,
Oh ! t u me promets de rester sage comme une image? ... ¡Oh! ¿Me pr ometes quedarte quieta como una imagen? ...

La nuit esta jamais naire, La noche está negra para siempre,


Le ve nt est grandement triste, Enormemente triste está el viento,
Tout dit la vieille histoire Todo dice la vieja historia
Qu'il fa ut etre deux au coin du feu, Que hay que ser dos cer ca del fuego,
Tout bacle un hymne fataliste, Todo apresura un himno fatalista.
Mais toi, il ne faut pas que t u t'abandonnes, ¡Pero t ú, tú no debes aban donarte,
A ces vilains jeux!. .. A esos malos juegos!. . .
A ces grandes pitiés du moís de novembre! ¡A estas grandes piedades del mes de noviembre!
Reste dans ta petite chambre, Quédate en tu cuartito,
Passe, a jamais glacée, P ara siempre helada, pasas
Tes beaux yeux írréconcílíablement baíssés. Con tu bella mirada inconciliablemente baja.

Oh! qu'elle est la-has, que la nuit est noire! ¡Oh! ¡qué allá que está, qué negra es la noche!
Que la vie est une étourdíssante foíre! ¡Qué feria aturdidora es la vida!
Que toutes sont créature, et que tout est rout ine! ¡Qué criat uras son todas, y todo qué rutina!

Oh! que nous mourrons! ¡Oh! ¡que nos moriremos!


19 1

E h bien, pour aimer ce qu'il y a d'histoires Y bien, para quer er las historias que esconden
Derriere ces beaux yeux d'orpheline héroine, Esos bellos ojos de huér fana heroína,
O Nature, donne-moi la force et le courage Oh Naturaleza, dame la fuerza y el coraje
De me croire en age, De cr eerme en edad,
O Nature, r eleve-moí le front! ¡Oh Naturaleza, álzame la fre nte!
Puisque, tót ou tard, nous mourrons ... Ya que, tarde o t emprano, moriremos . ..

DERNIERS VERS ULTIMOS VERSOS

Arrastra y atrasan aparecen expresadas por dos voces del m ismo verso
trainer: t raine y trainent. (N. de l T.J.
CORRESPONDENCIA
J 1
195

INES OLMEDO
A CHARLES EPHRUSSI

Berlfn, Lunes.
(5 de diciembre de 1881 )

Estimado Señor Ephrussi,


¿Recibió usted mi carta fechada en Coblenza?
Dejamos Coblenza el jueves a las 9 h. de la maña na y llegamos a Berlín, por la noche, a las 10 h., don-
de entreví a la Princesa Real.
Usted conoce sin duda Berlín. Vivo en Unter den Linden en el palacio de las Princesas. En Coblenza
veía al doctor Velten, méd ico de la Emperatriz, el Conde Nesselrode, gran maestro de la Emperatriz, la
Condesa de Brandebourg, etc .. Ahora no veo a nadie, salvo al Señor de Knesebeck, el secretario (vivimos
puerta con puerta), y a la Señora Condesa Hacke en cuya casa hago la lectura a la Emperatriz todas las
noches.
No estoy intimidado para nada. Le leo muy claro, muy lento, con voz segu ra. No sé a qué se debe, tal
vez al hecho de que estoy en tierra alemana. Además, preparo cuidadosamente mis lecturas. Ayer por la
noche, por ejemplo, tenía que resumir para la Emperatriz el libro del barón James de Rothschild: Los Con- 197
tinuadores de Loret. Me solté con todo eso sin vacilar. Atiendo mi cargo con mucha seriedad, y podría ser
que ha ya demostrado más empeño que el que acostumbraban mis predecesores.
Ayer domingo, me aburrí mucho. En la calle reconocí al Sr. Lippmann ' 11, era él sin duda. Lo saludé,
pero no me vio, y muy probablemente no me hubiera reconocido.
¿Albert Dürer y sus dibujos fue pub licado?
Leo todos los días el Fígaro, los Débats, y el lndépendance Beige. Recibimos el Livre de Octave Uzan-
ne y la Revue des Deux Mondes. No vi nada todavía que se refiera a su libro . ¿Me regalará un ejempla r? Ya
ve que soy atrevido y que las magnificencias me trastornaron totalmente la cabeza.
¡Cada línea de su hermoso libro me traería tantos recuerdos! Sobre todo las horas pasadas trabajando
solos en su cuarto donde estallaba la nota de un sillón amarillo. ¡Y los impresionistas! Dos abanicos de Pis-
sarro elaborados firmemente co n pequeños toques pacientes. De Sisley, el Sena con postes telegráficos y
cielo primaveral. O un margen de las af ueras de Paris con un granuja bucolizando por los caminos. Y los
manzanos en flor trepando una colina, de Monet. Y la niña salvaje despeluznada de Renoir, y de Berthe
Morisot un bosquecillo profundo y fresco, una mujer sentada, su hijo, un perro negro, una red para cazar
mariposas. Y otra vez de Morisot, una criada con su niño, azu l, verde, rosado, blanco , sol. Y de Reno ir
otra vez, la Parisina con labios rojos en jersey azul. Y esta mujer con el manguito, muy caprichosa, con
una rosa de laca en el ojal, sobre un fondo graciosamente fustigado por la nieve. Y la bailarina de Mary
Cassatt en amarillo verdoso, rubio rojizo, si llones rojos, el desnudo de los hombros. Y las bailarinas ner-
viosas de Degas, y el Duranty de Degas, ¡y el Poli chinela de Manet con los versos de Banville!
¡Ah! ¡Las dulces horas pasadas ahí, olvidándome de mí mismo sobre los grabados de Albert Dürer,
soñando y cómo bendecía al austero Sr. de Tauzial21 que me ech aba a su pieza clara donde esta llaba la no-
ta de un sillón amaril lo, muy amarillo!
Acá todavía no vi el museo . No me atrevo a entrar en ningún lugar. Sé tan poco alemán. Armo mis
oraciones con lentitud ridícu la, luego, ¡al diablo! lo que entenderfa en un texto , ya no lo entiendo en la bo-
ca de un ser, hablan demasiado rápido.
Pero, ¡cuántos vendedores de pu ros rub ios! ¡Y qué riachuelo innoble el Spree! ¡Y qué hermosos sol-
dados los del rey Guillermo! La Condesa Hacke no los considera hombres hermosos. Durante la guerra vio
a muchos franceses, y los encontraba mucho más hermosos (!) Entreví al Sr. de Bismarck ayer. De ver-
dad, me aburro mucho. Ensa ncho todos los días el círculo de mis excu rsiones por la ciudad. Pero no me
aventuro demasiado; temo perderme y no llegar a las siete y med ia para la lectura en casa de la Condesa
Hacke. ¿Se imagina usted algo semej ante?
En el fondo, soy feliz y tengo mucha suerte. Aunque en resumen no haya cambiado de opinión y
piense siempre que la vida es una cosa ruidosa e inútil. La t ierra nació, la tierra morirá; sólo habrá sido un
relámpago en la noche. No hubiera sido mejor una eternidad negra sin Emperatri z y sin Albert Dürer, pero
en ese caso, a usted nunca lo hubiera conocido.

JU LES LAFORGUE

199 Recuerde, por favor, mis más encarecidos saludos a su Señor hermano.

(1) Friedrich Lippmann era el direc10r del Gabinete de dibujos y estampas del Museo Real de Berlln.
f2J Vizconde Both de Tauzia, conservador del deparramento de pinturas y dibujos en el museo del Louvre.

AL SEÑOR CHARLES HENRY

Berlín (lunes 5 de diciembre de 1881. )

Mi querido Henry,
Una noche sobre sus pies largos iba . .. a la Sorbona,
Su cartera panzona al brazo,
¡Henry! Negros granujas - se burlaban de su persona;
¡Pero él -gra nde - no los veía!
Presuroso, sonreía a las t ristes ch imeneas,
Corazones de oro con caños de hierro blanco,
Y esas chicas, por un esplín fuliginoso minadas,
Saludaban a este noctambulante.
Esto le dice suficientemente todo lo que me aburro, hoy lu nes -todavía ni un día lindo.
El ju eves pasado sal imos de Coblenza para Berlín. Un viaje de un día, burgos desmantelados, mon-
tañas copiosamente erizadas de abetos negros, valles idílicos, un hombre en cuclillas como un insecto en
medio de los vastos campos bajo el gran cielo, diecinueve túneles. Luego las estaciones engalanadas, las
ovaciones a todo vapor, y lo demás. Viajaba con el doctor Velten y el conde de Nesselrode, gran maestre
de la Emperatriz (un gran tipo, y nada como una jornada frente a frente en un vagón para estudiar a un
señor, lo he visto dormir, etc.); en Kassel cené con las damas de honor y la condesa de Bran debourg que
tiene una sonrisa divina en el sentido luminoso de la palabra (la sonrisa de la Sra. de Mullezer, entre no-
sotros). Lleg ué a Berlín a las 10 de la noche, muchedumbre, el príncipe y la pri ncesa real, el príncipe Henri
(sin la y griega ), et c. , coches de corte con una profusión de penachos y adornos recargados.
Estoy alojad o en el palacio de las Princesas, Un ter den Linden, bajo los tilos, una pequeña edición de
nuestro bu levar des ltaliens . Estoy alojado sobre la plaza en una planta baja elevada un metro sobre el
suelo. Delante de mí el cuartel con músicas militares, cañones que apu ntan; luego la Universidad, después
el pa lacio del Rey y el Museo; a mi izquierda la Opera y el palacio de la Emperatriz; a mi derecham .. . nada
más que columnas, nada más que estatuas, etc ..
Tengo ci nco ventanas hacia todos los sentidos. No veo más que monumentos. ¡Y oficia les con
monóculo pál ido!
¡Ay! Si usted viera cómo estoy alojado; mi gabinete de trabajo es cuatro veces mayor que el de la calle
Séguier; contiene seis mesas y entre el las dos grandes, y no por eso lo obstruyen . Dos inmensos sofás,
dos espejos, dos sillones, diez sillas, una biblioteca, y una gran estufa que llega al techo, luego una antesa- 199
la, y mi dormitorio. Fuego todo el día en mis tres piezas.
Mi cri ado es un buen hombre que, al saber mi ignorancia del idioma, se multi plica, me adivina, me sir-
ve sin hablarme. Hay una idea fecunda en eso. El criado del porvenir. Los mudos.
¿Qué más? Todas las noches a las siete y media voy al palacio, a dos pasos . Converso media hora con
la mayor de las damas de hono r, la condesa Hacke (que me dijo ortografiaba el francés como un cerdo
-sic - ), luego llega la Emperatriz, y le hago la lectura. Anoche acababa de cenar con Maxime Du Camp.
En el día había examinado los Continuadores de Loret, de J . de Rothschild, y se lo resumí. Creo que en
eso pongo más celo que mis antecesores. Ayer, al terminar, me sonrió y me dijo: "Buenas noches, Señor
Laforg ue, muy reconocida". No me desmayé.
Mi aspecto ha cambiado tanto que usted no me reconocería. Asegúrele a la Señora de Mullezer que
ya no seré torpe con ella. ¿Cuándo voy a recibir su manuscrito? Muchos recuerdos de mi parte.
A propósito, anoche, la Emperatriz me dio el número de diciembre de la Revue des Deux Mondes. Me
mandó leer el boletín bibliog ráfico. Cuando llegué a las Recreaciones matemáticas(2l, me interru mpió y dijo
sonriend o ent re sus coloretes verdosos: "¿Cómo puede uno recrearse con matemáticas?" (auténtico).
¿Y Kahn, le escribe a usted?(3l ¿Cuál es su dirección?
Aq uí va la mía:
Ju/es Laforgue, ante S.M. Ja Empera triz-Reina, Prinzessinen Pala is, Unter den Linden, Berlín.
¿Fue publicado su Stendhal en la Nouvelle Revue?'4 '
¡Por favor! Hábleme de lo que usted hace; no me deje enmohecer o me voy a arrojar en los limos del
Spree, un arroyo innoble. Pero vi el Rin y el puente de Kehl.
Ayer, vi al Sr. de Bisma rck, parece muy hu ra ño.
Pero es aburrido escribirlo todo. No hay nada que pueda reemplazar una conversación y platicaremos
en cuanto vuelva a París.
Luego que me haya repuesto de todo eso, que la máqui na de mis costumbres funcione automática-
mente, me sumergiré en la atmósfera de París y tramaré con esfuerzo mi volumen de versos, y me dedi-
caré a mi novela, y soñaré con mis libros de arte. ¡Cuántos libros me obsesionan !t5J
¿Y nuestra antología?
Adiós. Le beso la mano a Mademoiselle, a quien había encargado una misión de la que tal vez no se
acuerde. ¿Encontraron el perro de la Sra . Mullezer, Sanda Mahali ? ¿y el manuscrito en cuestión? Dé usted
mi recuerdo a Bellanger. Adiós.

JU LES. LA FOR GUE

¿Le devolvió uno de mis amigos el Wateck 161 y las Flores del Mal? Un enorme servicio: dése una vuelta
algún día por la calle Monsieur-le-Pri nce; si hay ca rtas para mí, mándemelas.
200

(1) Aqul siguen cuatro palabras que se volvieron ilegibles. (Nota del Sr. Felix Fénéon).
(2) Les Récréations mathématiques, de Edouard Lucas, Parls, Gauthier-Villar, 1882, in-8° cuadrado.
(3) El poeta Gustave Kahn hacia entonces su servicio ml'litar en A frica.
(41 No fue publicado nada del Sr. Charles Henry a propósito de Stendhal en la Nouvelle Revue: es en esta revista que en el mes de agosto si-
guiente, el Sr. Paul Bourget publicaba su "Stendhal" de los Essais de Psychologie contemporaine.
(51 Ju/es Laforgue trabajaba entonces en su primer florilegio de versos, Le Sanglot de la Terre, que sólo debla ser publicado, fragmenta-
riamente, después de su muerte, y en una novela, Un raté, de la cual no nos llegó nada, fuera de algunas breves notas.
(6) Leer: Vathek. Se trata aquí no del Vathek de Beckford, sino de uno de los 95 ejemplares del PREFACIO/a/VATHEK/reimpreso sobre el
original francés/de Beckford/Por/S TEPHANE M ALLARM E/Parfs/Del Autor/M DCCC LXXVI. La reedición de Vachek de la cual se ha separado
este prefacio sacó 220 ejemplares in-8º en la imprenta de Jules-Guillaume Fick, de Ginebra, para Adolphe Labiue, librero de la Biblioteca Na-
cional.

AL SEÑOR CHARLES HENRY


Domingo (diciembre 1881)

Mi querido amigo Henry,


iHace tanto tiempo que no tengo noticias suyas! ¿Le debo una carta o es usted quien me la debe?
¿Qué hace? ¿y sus lib ros? ¿y nuestro poeta? Le escribí, no me ha contestado: mi carta sin duda era un po-
co tonta. En fin .
M e aburro prodigiosa mente. Desde que crucé el Atlán tico (a los 6 años cuando me adormecía en el
mar) no había tenido crisis de esplín 11 l tan negras. Si tuviera dinero y ninguna familia, dejaría Europa ya ,
para irme a países locos y multicolores don de olvidar mi cerebro.
Todo esto pa ra decirle que escribo algunos versos. M is ideas en poesía cambian. Después de haber
amado los desarrollos elocuentes, luego Coppée, luego la Justicia de Sully, luego baudeleriano: me con-
vierto (como forma) en kahnesco y mallarmeano.
Tengo un buen ejemplar de Cros12J encuadernado en pergamino, lo leo mucho.
Pienso en una poesía que sería psicología en forma de sueño, con flores, viento, olores, con inextri-
cables sinfonías de una frase (un tema) melódica , cuyo dibujo reaparece de vez en cuando .
Estoy tantea ndo con ensayos. Como oración fún ebre de m i primera modalidad, le ma ndo un pequeño
ejemp lo.
Frecuento mucho los álbumes ing leses de Kate Greenaway, Swerby, Emmerson*.
Descubrí acá un aguafortista de genio, desconocido, 13 l sobre quien me gustaría hacer algo, pero es
un salvaje, imposible dar con él.
Fumo muchos puros. No paso un día sin oír música. 14l
Bailes en la corte.
¿Y Kahn? ¿Qué noticias? ¿Conoce mi dirección? ¿Cuál es la suya? 201

¿Vive usted siempre en la calle Berthollet15l ? ¿Creció desde la última vez que lo vi? ¿Va siempre a la
Sorbona?
¿Podría usted saber cuánto saldría en lo de Cadart una colección de aguafuertes de Chifflard?
¿Leyó usted la Faustinl 61? ¿Pierrot escéptico de Huysmans y Hen niq ue ?
Yo, me siento tironeado de todos lados. Cuando vagabundeo , me reprocho no estar arreglando mi
libro de versos, cuaodo trabajo, pien so en la erudición artística que dej o, bajo pretexto de que me haría fal-
ta viajar; luego me reprocho no estudiar basta nte alemán (acá hablo só lo francés, y sólo estud io alemán
co n mis libros}. Luego ideas de novelas. Hasta una obra en dos actos . Incluso con pantomima. Y vuelvo a
la idea de irme de Europa ya e ir a visitar el Sa nto Sepulcro o Japón o ir a vivir a un barrio pobre de Nueva
York.
Por ahora (domingo de noche) qu isiera est ar en Pa rís, vagabundear con usted por la calle de I' Abbé
de l'Epée, la ca lle Séguier, los muelles, et c ...
Adiós. Escríbame usted. Y diga al poeta m que me escriba . ¿Cuál es el tít ulo de su volumen? ¿Saldrá
pronto?

JULES LA FORGUE
(1) En 7866, Ju/es Laforgue, con sus hermanos Emile y Charles y sus hermanas Marie y Madeleine, vino, bajo la wte/a de su madre, de Mon-
tevideo a Bordeaux, a bordo de un velero. La nave, detenida por una calma chicha, necesitó 75 días para hacer la travesía. Ese inacabable viaje
afectó mucho a los niños que, cada uno a su wrno, se enfermaron de hastío.
(2) Le colfret de Santal. Charles Cros (1873) .
r •J Como figura en la edición francesa.
(3) Max Klinger.
(4) Por intermedio de un periodisca francés que se encontraba entonces en Berlín, el Sr. Th. Lindenlaub, Ju/es Laforgue acababa de conocer
a jóvenes músicos belgas, uno violinista, el otro pianista, Eugene y Théophile Ysaye; es sobre todo con este último que se relacionó Laforgue. Se
velan siempre que las exigencias de la corte no mantuvieran a Laforgue fuera de Berlín.
(5) El Sr. Charles Henry vivía entonces en la calle Berrhollet en un apartamento que daba hacia los jardines del Val-de-Grece cuya visita había
encantado a Ju/es Laforgue, el ocoño anterior.
(6) La novela de Goncourt.
(7) La Sra. de Mullezer.

A CHARLES EPHRUSSI
202

Berlín (13 de marzo de 1882). Lunes.

Estimado Señor Ephrussi,


Durante estos últimos días dudaba en escribi rle. Entendí según lo que me decfa el Sr. Bernstein que
usted se había alejado de París por algún ti empo. Me decido a escribirl e a la calle Monceau. Me sentiría
muy afligido si usted creyera que lo olvido . De mí no le diré nada nuevo. Mi vida es siempre la misma. Tra-
bajo un poco. En casa del Sr. Bernstein conocí a un aguafortista muy interesante, Max Klinger(1), y trato
de preparar algo sobre él. Leí su primer artículo sobre His de la Sa11e1 2i con los hermosos ejemplos que us-
ted presenta .
¿Le segui rán algunos artículos más? Me puse a releer su enorme Dürer. Trato de hacer estudios
científicos sobre los colores, un sueño t odavía, y empiezo también a volver a mis primeros amores , el mo-
vimiento en los vegetales.
Además de eso, me arrast ro como un caracol, muy lentamente, entre las páginas de un Ollendorff pa-
ra alemán. Luego pienso y, después de pensar, dudo. Dudo si nuestro pensamiento sirve para algo real en
el universo. Y me hastío; y, como di ce Bourget, despedazo el helecho amargo del esplín . Si bastara con
creer que uno tiene talento para tenerlo, lo tendría. Usted, está sano y salvo, trabaja sosegada y concien-
zudamente, sin remordimientos. Tiene una gran meta y se atiene a ella. Usted nunca se consumió en
sueños estériles. ¿Es hermosa, este año, la exposición de los independientes? ¿Fin almente se enca rgará
usted del Salón, este año, en la Gazette? ¿Cuándo redact ará usted crónicas de arte para la Vie moderne?
Acá est oy da ndo lecciones de conversación a un Señor que no sólo se parece al Sr. Hoschedé, sino
que hasta t iene su voz . Me estoy convirtiendo en supersticioso. ¿Será el espect ro del A rt de la Mode que
me persig ue? Si fuera, le reclamaría el luisl3l que esa hoja me debe por cierta balada. ¿Lee usted los artícu-
los de Pigeon en el Fígaro?
A di ós . Nunca vaya a pensar que lo olv ido, y déjeme pensar lo mismo de usted .

Su

JU LES LAFORG UE

(7) Max Kfinger, al cual Julos Laforgue dirigió algunas cartas . .. v con quien trabará amistad, nació en Pfagwirz cerca de Leipzig en 1857. Mu-
rió en 1920, dejando una obra numerosa tamo como escultor que como pintor v grabador.
(2) Les Dessins de fa coffection His de fa Salle (Gazeue des Beaux-Arts, lero de marzo de 18821.
(3) Moneda.

A LA SEÑORA DE MULLEZER
203

Domingo de mañana, Esplín.


(febrero de 1882)

Mi queri da poeta ,
¡Qué es ese pedazo de carta que acabo de recibi r! Primero no emp ieza con nada: ni esti ma do Señor,
ni querido amigo, ni nada (¿ no existiría la denominación que debe co rresponder a nuestro ... matiz, o más
bien tuvo usted miedo?) luego no termina con nada, y sin firma. Felizmente, esas líneas me hab laban de
un etern o perrito y así pude adivinar de quien venía t odo eso.
A hora, permítame tra nscribi r aquí, sin intención ninguna, y más simplemente para llegar al final de es-
ta pág ina sin gastos personales, la última frase de su esq uela: " Est oy muy, muy triste por muchas,
muchas cosas que no pueden perderse co mo se pi erde un perro, porque nadie quiere robárselas." '
Lamentablemente, querida poeta, ¿qué quiere que le roben? ¿S u cuadro italiano? ¿sus ilusiones? ¿sus
versos? ¿el orientalismo bazar de su seudónim o (Sanda ¿será un diminutivo afectado de Alejandra y
Mahalí, una manera indolente de pronunciar Magalí? - "Oh Magalí, mi bien-amada", - como cantaban
Fa ure y Brunet-Laf leur)? Sí, ¿qué le robarían a usted?
Sea lo que sea, le remito, leve o presuntuosamente modificadas, sus dos piezas que, aunque buenas
como forma, son muy curiosas como estado de ánimo; personal mente veo mucho ah í. Usted hará de esas
copias t odo lo que quiera, menos mo ñitas de papel.
Henry no hace casi nada, dice usted, eso me inquieta también en cuant o a mí.
Yo , t odavía llevo mi vida de diletante . Sepa, querida poeta, que antes de tener ambiciones literarias,
tuve entusiasmos de profeta, y que en cierta época soñaba todas las noches con que iba a consolar a Sa-
vonarola en su prisión. Ahora, soy diletante en todo, a veces con pequeñas crisis de náusea universal. Mi-
ro pasar el Carnaval de la vida: alguaciles, artistas, soberanos, ministros, enamorados, etc .. Fumo rubios
cigarrillos, hago versos y prosa, tal vez también un poco de aguafuerte, y espero la muerte.
¿Adora usted el circo? acabo d~ pasa r allí cin co noches seguidas. Los payasos parecen haber alcanza-
do la verd adera sabiduría. Yo ten dría que haber sido payaso , me equivoqué de destin o; está irrevocable-
mente term inado. ¿Verdad que es demasiado t ard e para que empiece? Me veo fo rzado a interrumpir mis
buenas noches en el circo; en seg uida se imaginan que una amazona es el objeto de las platónicas asi-
duidades de uno y le proponen enormes ramos para tirárselos.
En el fondo, en lo más hondo, cuando me encierro en mí mismo, vuelvo a encon tra r mi corazón podri-
do de tristeza y toda la lit eratu ra que me arrancaré de las entrañas podrá resumirse en esa palabra de pena
de niño, "hacer nono" (¡con la facultad de despertarse!) Por todo eso algún día usted verá mis versos . La
próxima vez le canta ré la Canción del pequeño hipertrófico. Su mad re ha muerto por una enfermedad del
corazón, y él va a morir también y canta como estribillo:

Oigo mi corazón que late,


Es mamá que me llama.
204
Usted le pondrá música. A propósito , tenemos aquí a Saint-Saens, ayer pasé en su casa una noche
muy extraña .
¡Oiga! querida poeta, entre nosotros, escríbame largas cartas, muy serias, muy intimas, no charlemos
más, no me haga más bromas; ¿quiere qu e interca mbiemos, cartas perfumadas de confidencias? Vea us-
ted que ya no me molesto más. Oiga, ¿qué le parece?. Yo quisiera charlar a solas con usted (usted) desde
el fondo de mi exilio , pero sin que Henry mirara por encima de nuest ros hombros ... ¿Qué le parece?

Su
JULES LAFO RGUE

P.S. Estoy deseando que usted publique su volumen; primero por el propio vol umen, pero sobre todo por-
que espero que usted agregue su fotografía al ejemplar que me dirija.
P. S. Gracias por los sellos y por su definición de los coleccionistas. ¿Pero a quién tiene usted en Egipto?
A LA SEÑORA DE MULLEZER

Miércoles (marzo de 1882).

Señora, estimada Cofrade, querida Amiga, querida Señora y Amiga (?)


(Mi garganta de metal habla todos los idiomas. l
Recibí su larga carta anoche (vuelvo del circo). M uy sinceramente, esa carta me entusiasmó. Usted es
una verdadera persona, entiende todo y de manera resuelta (sobre todo por ambición y por visión), usted
pertenece a la buena raza.
(Y en segu ida, para lib rarme así, gracias mil veces por los sellos y la seguridad de que no tiene ningún
co rrespond iente en el Cairo, país en el que const ruyen minaretes para cielos indigo.)
Lo que me dice usted del estado de nuestro amigo * * * casi no sorp rende; pero ¿por qué asustarse,
quién de nosotros no es un poco neurótico? ¿Cómo acabará * **? ¿Cómo acabaremos nosotros? ¿Cómo
acabará el autor de la Faustin? ¿Cómo acabó su hermano? Nuestro sol es un gordo histérico, incluso la lu-
na no es sino un m al blanco. Sólo en Berlín no hay trasto rnad os.
*** no tiene más que irse al campo a descansar, todo un verano verde escuchando sólo los estremeci-
mientos de los árboles verdes, la vist a sólo deslumbrada por los manteles crudos verde-loro de las prade-
ras, oliendo sólo el estiércol, desacostumbrando sus ojos del gas gracias a humildes resinas chi rriantes y
205
volver a París con una chispa de salud para gastarla en un libro por amor al Arte, luego volverá al campo a
descansar.
¿En 1882 ve usted otra vida en París pa ra un artista que vibra con todo, sensitivo, enfermo por una nu-
be, feliz con una nueva forma de sombrero a la Parisina y que se autopsia con Chopin ? ¿Ve usted otra vi-
da?
Además las casas de salud están en este mundo para recibi r huéspedes. Toda esta danza macabra
moderna me divierte :

Especie de So l, sueñas: Véanlos,


A esos títeres trastornados que beben leche de asna
Y de café ... m

La participé de mis llantos, usted no lo cree sino con una sonrisa y me cont esta como me contesta to-
do el mundo: - "¡Usted es muy joven!" ¡Ay! ¿cree usted que simulo?
¡Cuántas cosas quedan por decir!
Sólo tres o cuat ro individuos saben la vida que llevé en París, dos años atrás. Y más todavía, no, soy
el ún ico. Cuando releo mi diario de aquella época, me pregunto con esca lofríos cómo no me morí.
Tenía diecin ueve años, y en consecuencia todavía ni un atisbo de mi oficio. ¡Si no qué libro negro y
agudo habrfa en lugar de este con el cual todavía me encarn izo de vez en cua ndo !
¿Por qué charlar hoy sobre aquellos dos años que serán posiblemente la nota aguda de mi frío, frío
destino?
Es lo que se cuenta en pedazos de charlas; de vez en cuando, todo eso le vuelve a uno a la garganta.
Sí, estoy construyendo una novela que será una autobiograf ía de mi pensamiento, entonces analizaré
mi peq ueña neurosis, pues tengo una . Una neurosis religiosa . Era creyente. Desde hace dos años, no creo
más. Soy un pesimista místico. Los vitrales de Notre-Dame a menudo me enferman. Durante cinco meses
me hice asceta, el pequeño Buda con dos huevos y un vaso de agua por día y cinco horas de biblioteca.
Quise ir a llorar el Santo Sepulcro. Ahora, diletante, desengañado de todo, iría a fumar un cigarrillo al Gol-
gotha y mientras contemp laría algún poniente de tonos inéditos . Pascal no es sino un San Juan compara-
do con su servidor .
(¿Ha leído usted El rev virgen de Mendés?l
Ahora diletante, vi rtuoso, guitarrista.
Sin embargo, a veces todavía sufro. Sólo que las ganas de proferir gritos sublimes en los oídos de mis
contemporáneos en los bulevares y alrededor de la Bolsa, se me fueron, y me basta con retorcer mi co-
razón pa ra hacer que gotee en perlas curiosamente ta lla das.
La vida es demasiado triste, demasiado sucia. La historia es una vieja pesadilla mu lticolor que ni sos-
pecha que los chistes mejores son los más cortos. El planeta Tierra era perfectamente inútil. En fin tal vez
206
Todo sea sólo sueño; sólo que Este que nos sueña haría bien en apu rar los efectos de su opio.
¿Todavía le parece a usted que. soy joven?
Sepa, Señora, que a los diecinueve años soñé con irme por el mundo, los pies descalzos, predicando
la buena ley, la deserción de las ideas, la extradición de la vida ... , etc ... , (cantos conocidos). ¡Ay l En la pri-
mera etapa, la gendarmería me hubiera arrestado po r vaga bu ndo. Ser profeta ya no es un oficio .
Así que miro pasar la vida, es muy extraño, me como el corazón cond imentado con diversas salsas,
escribo versos, prosa. Y sueño, ensayo la crítica de arte del mañana .
Y ya está. Si tuviera dinero, juntaría cerámicas, japoneses, telas sutiles de impresionistas ... viajaría.
Aborrezco las muchedumbres, el sufragio universal, no me gusta el arte y yo (mi esplín, mi salud, mimen-
te ).
Y usted, ¿quién es usted? ¿soy atrevido, no? Dios mío, ¿existe usted? ¿Existo yo? Ahora bien, todo es
indiferen te . Somos contemporá neos - usted está por encima de las muchedumbres- charlemos,
distra igámonos con nuestro canto, cada uno con el suyo.
Si le gusto, dígamelo, me compra ré flores que iré a respirar largamente al rincón más íntimo de mi
cuarto; ahora vamos a portarnos como un escritor, cuidando el francés, mayor, vacunado, no apto para el
servicio militar.
Le remit o la pieza que usted llama su "hija única" (haga una copia de su manuscrito y mán demela de
vuelta, pues ll eva al dorso un trozo de ca rta qu e me pertenece) -la retoqué un poco, acomodándola a un
estado de ánimo que tuve - no pude impedirlo, discúlpeme. Visión me gusta muchísimo, y me parece, a
mí, muy completa. Solamente, lea Leconte de Lisie, Co ppée (?), Ba nvi lle.
Verá que no deben rimarse perdidas y extendidas, fantástica y extática, flores y amores, luego para
que parezca más visión, no empiece así:
"S ueño con un país ... "
más bien así:
"Un país ..." (com o si lo viera usted.) Es muy sencillo.
Ambiciones (es un muy buen tít ulo) también me gusta bastante, pero:
" ¡Del que ningú n viajero jamás volvió !"
está esc rito en un idioma (francés) demasiado distendido ... quizás :
"Del que jamás ningún viajero todavía volvió".
(Discúlpeme, por favor, este papel desag rad able que me hizo interpretar.)
Usted sospec ha lo que debe ser el poema en prosa, pero éste está demasiado fraseologizado. En f in,
creo que iré a tocar el timbre de su puerta en setiembre (para Pascua apenas si tenemos quin ce días) y es-
pero una larga carta y le pido, simplemente pa ra tenerlo, su retrat o ...

J ULES LAFORGUE
207
(1) Comienzo de un Soneto del mismo Laforgue titulado Una vez más a ese astro y que figura, un poco diferente, en el Sollozo de la Tierra.

A CHARLES EPHRUSSI

Berlín (31 de marzo de 1882, viernes) .

Estimado Señor Ephru ssi,


¿Ya no está más en Pa rís? Todavía le escri bo a la misma dirección. Ignoro totalmente en qué está us-
ted. Bourget está en Aix, en paises desconocidos que sólo se ven en los mapas. El Sr. y la Sra. Bernstein
dejaron Berlín. Espero el ej emplar de maña na de la Gazette para ver si usted sigue con sus His de la Salle.
Leo cada día las cosas hermosas que mandan al Salón: el Roll, El Manet, etc ..
A propósito, ¿ya le hablé de un arti sta de aquí, M ax Kli nger, que tiene una especie de genio de lo
extraño? Mandó al Sa lón de París una tela tit ulada Circe que no vi, pero que él me describió y que debe ser
muy sorprendente. Teme que sea rechazada. Además va a mandar cuatro aguafuertes en dos marcos.
Fíjese usted en ellas, se sorprenderá. Está penosamente hecho, muy trabajado, pero tan deliberado, tan
profundo. Luego, si ve al Sr. Bernste in, él se lo comenta rá y usted será testigo de sus accesos de lirismo.
Mi vida sigue siendo siempre la misma. Los días pasan y se parecen. Encontré acá lugares t ristes don-
de voy a pasear mis melancolías detrás de los Zelten, el Kronprinz Ufer y, del otro lado de Berlín, el Luisen
Ufer. De noche, hay efect os extraños, lo que prueba que Guillemet es un paisajist a de talento.
Leo casi todo lo que parece interesante en literatura. El volumen de Bourget sigue sin aparecer, pero
salgo de su Renan que es asombroso.
Su amiga la Princesa Real está sie mpre enferma. Entreveo de vez en cuando al Sr. de Seckendorff.
Di cen que cultiva el paisaje. No he visto nada de eso. Acá todos pintan paisajes. La Condesa de Brande-
bourg, la Condesa Bruhl, la Princesa Frédéric-Charles, etc ..
Tuvimos la exposición de una especie de unión artística de damas. Era muy mala, y aparte una enor-
me y brutal copia de Hals de no sé quién.
La exposición Vereschagin se mantiene siempre, y siempre el órgano escond ido detrás de la inmensa
tela del Príncipe de Gales toca el Ave Maria de Gounod.
El poeta Bouchor vino a oír la Pasión de Bach .
Está lindo. Me aburro siempre, y la ci udad de Berlín es cada vez más fastidiosa; por suerte dentro de
quince días iremos a otra .
¿Cuándo sabremos algo de usted?
A propósito, el ot ro día encont ré al volver a casa la tarjeta del Sr. Dreyfus. Fui a su hotel para agrade-
208
cerle el haberse acordado que yo le había sido presentado, y pedirle noticias suyas. No lo encontré. To-
davía volví dos veces más, pero en vano. Luego se fue.
Ad iós. La Gazette sólo llega aquí desp ués de cin co días de haber aparecido en París, pero hay miste-
rios en los que más va le no profundizar demasiado.
Le doy la mano.

Su
JULES LAFORGUE

A LA SEÑORA DE MULLEZER

(Berlín, abril de 1882)(1l

Querida Señora,
Recibí su carta tan co rta . La veo a usted canta ndo, gorjean do con sus t rajes y sus ram illetes, cant an-
do música de joven . (¿Qué qu iere decir usted conjoven? Yo, soy un viejo muy anciano ... )
Si usted cantase, no en un sa lón, sino frente a las candilejas, tendría en su rostro curiosos efectos de
luz y so mbra sat inadas. Bravo por sus éxitos.
Yo, me abu rro horriblemente; estoy descendiendo poco a poco al estado vegetativo del cora l. Aca-
ban de ofrecerme quince días de licencia, no tuve ánimo como para aprovecharlos; además, Berlín está a
150 marcos de París y soy más pobre que el Joven de Octave Feuillet . Agregue usted a eso que tengo que
leer algo de H . Gréville y Augustus Craven . También estoy empezando con la teoría de los colores, la
botá nica y el aguafuerte.
Tampoco nadie me escribe, ni usted, ni Henry, ni nadie. Una joven que me hizo sufrir bastante y que
al f inal se dejó arrancar algunas ca rtas frías, ya no me da señales de vida . ¡Ay! ¡Ay!
Y así me encuentro, como el año pasado en esta misma época, con que vuelvo a t ener, al ocaso, mis
pequeños ataq ues de ná usea universal.
¡Pe ro, po r Dios ! ¿Qué hace el Sr . Henry para que yo nunca reciba una palabra suya?
¿H abrá caído en el engranaje de alguna pasión? Vigílelo.
Por ahora, quisiera rodar entre flores, o ir en una golondrina a Saint-Cloud, a eso de las ocho de la
mañana, o etc ....
Me hastío, me hastío. Y como no hay ninguna razón para que una carta termine con semejantes le-
tanías, cierro esta y se la mando.
Iré a París donde me quedaré todo el mes de agosto o todo el mes de setiembre.
El título de su volumen está bien; manténgalo. A menos que lo titulara Confidencias, como era, si re-
209
cuerdo bien, su primera intención.
¿Y su fotografía? Si no la recibo dent ro de una sema na, no volveré a verla más en mi vida, que
además no será muy larga, porque me muero de esplín, de esplín . El tiempo está mag nífico, y hace sali r a
los enamorados de dondequiera, las campanas de Pascua repican y hacen recordar. ¡Dios, Dios, cómo me
aburro!
¿Y qué hacer?
Adiós.

JULES LA FORGU E

(1) Esta carta f ue publicada por la Connaissanc e con la indicación equivocada, Coblenza 1882, marzo. Laforgue nunca estaba en Coblenza
en marzo; la Emperatriz sólo permanecía ah/ en junio y en noviembre. Laforgue alude en es1a carta a las campanas de Pascua: Pascua en 1882 fue
el 9 de abril y no en marzo.
A CHARLES EPHRUSSI

Domingo (Berlfn , 9 de abri l de 1882).

Mi querido amigo Ephru ssi,


Acabo de recibir su amable carta que me trae algo de la fiebre de París, una carta jadeante. ¡Cuántas
cosas, y qué feliz es usted ! Si usted se queja de ese to rbellino, es, ent re nosotros, pura modestia .
Esta noc he leeré probablemente su nuevo artículo so bre His de la Salle, si la Gazerte des Beaux-Arts
ha llegado al café Bauer.
¿En mi última carta, ya le hablé, de una tela y de cuatro aguafuertes, mandadas al Salón y firmadas
Max Klinger?
¿Todavía está el Sr. Dreyfus en Berlín? ¿Ya le conté que en vano fui varias veces a verlo?
Acá estoy descu briendo nuevas aguafuertes. Ayer, a cierta hora de la noche, contem plaba una espe-
cie de pasaje en un río neg ro y apestoso, profundamente encajonado ent re las murall as leprosas, bajo la
luna. Como aguafuerte, era turbador . Pero ust ed se acuerd a tal vez, es un pasaje que lleva .de la Tau ben-
strasse a la Hausvogteiplatz.
Todos se van. Anoche, uno más. Terminaría por quedarme solo si también nosotros, a nuestra vez,
210
no nos fuéramos.
Me siento feliz de lo que me dice usted de la gloria de Bourget. Al dejar de lado la inevitable subjetivi-
dad de todos mis juicios, hace t iempo que pienso y digo a quien quiera oírlo que si alguien tiene gen io
entre nuestros poetas, es Bourget, por encima de Su lly, de Coppée, de Richepin, etc. En cuanto a críti-
cos, fu era de los maestros bien estableci dos, todavía él es el más penetrante, con algo más que todos
ellos, su alma.
Es una suerte que se hayan unido con la Sra . de Adam por un contrato. Eso lo obligará a darnos co-
sas.
A menudo pensé en lo que podfa ser la gloria de Bourget. Bourget adoró la gloria, furiosamente, co-
mo un Balzac, un Balzac con hombros frág iles, sin el genio de la paciencia. Pero el público que tenemos, y
el arte tal como lo respeta Bourget, no le darán nada más que la gloria burguesa de un Taine para la
muchedumbre, co n la gloria exq uisit a que un Tennyson sing ular tiene entre un público selecto. Y es poco
todavía para alguien que soñó con las fanfarrias de los siglos pasados, o, por lo menos, con los viajes ator-
mentados de un Byron.
Todo esto sería demasiado larg o para desarrollarlo, y todavfa no hemos analizado la enfermedad de la
que murió Fla·ubert.
Ahora, frente a este éxito en el cual él ciertamente no habfa pensado, Bourget vuelva a sent irse tal vez
dominado por uno de sus frenesí de antaño, pero eso no durará. El público nunca pod rá da rle la gloria que
merece, y a la cual él tiene conciencia de tener derecho .
Usted sí es prudente y, piedra por piedra, edif ica lenta y f irmemente la pirámide que soportará su bus-
to con la barba bien cuidada.
Son ideas alegres, ¿no es verdad?
Nos vamos a Baden hacie fin de mes. Mi vida sigue siendo la misma. Acaban de ofrecerme quince
días de licencia que no aproveché para no molestar a la Emperatri z en sus costumbres. En agosto, tendré
dos o tres meses . Trabajo de todo un poco. Leo, escribo, pero, sob re todo pienso. Este cambio de atmós-
fera civilizada me dio vuelta el cerebro como se da vuelt a una tortilla. Y anoto, anoto siempre. Pero jamás
escribiré nada sobre la gente que veo como perso nas. Usaré mis notas psicológicas t ransponiénd olas.
La Princesa real tenía simplemente dolor en los ojos , un orzuelo, durante estas semanas. Pero ahora
se la ve salir . Lo felicito por el Men zel que ella le mandó.
A propósito, los ecos de Berlín me hicieron saber que su amigo el Sr. de Seckendorff pintaba paisa-
jes. ¿Podrían verse?
Fui a visitar una exposición en la Commandantenstrasse: había tal vez una o dos buenas telas y un
cuadro sin valor de Eugéne Chaperon perdido allí no sé cómo .
Usted me habla tanto del Salón. Con el Puvis, Renan , Blanche, Manet, Bonnat. ¡Qué pena! No veré
nada más que el catálogo ilustrado y es poco, muy poco.
Hasta pronto y gracias por no olvidarme y por su amable carta.
21 1
Su
JULES LAFO RG UE

AL SEÑOR CHARLES HENRY


Baden, lunes (15 de mayo de 1882)

Mi querido Henry,
Tengo para escribi r un papel sucio y aceitoso, sobre el que la pluma no muerde. Tomo esta hoja don-
de usted verá al pie un dibujo mío . Su carta me dio un gran placer y es, como usted dice, un buen testimo-
nio de confianza y amistad. Charlemos a menudo así, mientras esperamos nuest ras noches de verano,
nuestras conversaciones de hombres hartos de mujeres y hembras.
En Berlín, me sentí bastante feliz al encontra r un compañero, un belga, un pianista con grandísimo ta-
lento pero que sólo tiene diecisiete años1 1i, quien me dejaba acompa ñarlo en sus idil ios a dos marcos con
cincuenta pfennigs. Aborrezco las palabras cru das, me gusta quedarme casto, adoro ciertas conversa-
ciones, en fin, hubiera sido muy feliz de conocer a Baudelaire y ser su inseparable , usted me entenderá ,
pues creo que usted también es así. Es por eso que se me acaba de ocurrir un proyecto. Me habla de un
viaje a Italia, en estas vacaciones; ¿quiere que lo hagamos juntos? Con mi l francos cada uno. ¿Qué le pare-
ce? Tenemos dos meses para pensarlo. Piénselo.
Pero volviendo a ella, hábleme de su lenguaje, de sus ademanes, lo mismo que si hablara con un viejo
libertino muy calvo. Se lo ruego. Y mándeme una fotografía suficientemente nueva, y dígale que me escri-
ba . En Berlín, presencié una historia de muje res, una historia de adulterio épico, con detalles inauditos.
Durante la cena, la dama en cuestión era exquisita. Yo me lamía los dedos y tomaba apu ntes. A llí en casa
de un artista examiné la correspondencia de tres amores; apuntes. ¿Leyó usted Pot-Bouille?
Las mujeres no me excitan ni el corazón, ni la cabeza, ni los sentidos, -q uizás los sen tidos, pero cin -
co minutos cada dos semanas más o menos. Pero por mi parte, nunca pensé: Ahí viene una mujer desea-
ble, cortejémos/a. Si pensara en una mujer, sería para poseerla, para nada más. Y poseer una mujer me
atormenta tan raramente y tan poco, que nunca iré a montar baterías, asediar, espiar sonrisas, etc., etc ..
¿Cuándo escribiremos algo j unt os?
Estoy muy molest o por haber tomado esta gran hoja blanca y no sé cómo llenar el dorso.
Usted me pide versos. Se los mando, al azar. Por ahora no tengo ninguna idea fija en poesía. Estoy
harto de mi volumen, porque pienso: No es eso.
¿Qué? No sé todavía. Mientras tanto , versif ico acá y allá, al azar, sin llegar a una obra.
En esta hoja encontrará un soneto de 1880(2), tiene el tono y el tema de lo que llamaba antaño "mi vo-
lumen" : Los esplines cósmicos, creo, en el que se hace co nsumo del So l.
A este volumen usted no lo conoce en su nota aguda (entre ot ras una serie de piezas a Notre-Dame,
212 con el Crucificado). Quisiera hacérselo conocer en esa nota, pero habrfa que recopi ar, sacar un texto li m-
pio, sin borradores, y eso me es imposible por ahora, estoy harto: en aquella época quería ser elocuente, y
hoy eso me po ne los nervios de pun ta. ·¡Dedi carme a la elocuencia me parece de tan mal gusto, tan tonto!
La canción del Pequeño Hipertrófico es una cosa de la época en que lo conocí a usted. Saludos a la
luna fue soñado en el Thiergarten en Berl ín , como pareja de mis Soles devueltos a su lugar, dedicado a us-
ted y a Kahn. El Esplín de las noches de julio es también de Berlfn. !3l
Tam bién quería mandarle una cosa graciosa y muy du lce sobre las jóvenes mujeres encintas, será pa-
ra la próxima vez .
Pero como le digo: no sé lo qué querrfa que f uesen los versos y las poesfas .
¿Usted ha leído las Confesiones de Bourget ?
Le voy a decir Adiós. He de volver a leer Cuaresma para empezarlo esta noche. Pero voy a ponerme a
soñar con nuestro viaje a Italia. ¿Leyó usted las Cuatro nove/itas de Richepin?
Escrfbame mucho. Charlemos versos - mujeres- y renunciamiento .
Mándeme la fotograffa en cuestión.

JULES LAFORGUE
(1) Se trata de Théophile Ysaye, hermano del violinista Eugene Ysaye.
(2) Probablemente el soneto titulado Una vez más a este astro.
(3) Poemas que se encontrará en El Sollozo de la Tierra.
A LA SEÑORA DE MULLEZER
Siempre Coblenza , martes (18 de julio de 1882).

Señora usted que es mi amiga ,


Ud. sa be que hay momen tos muy duros en la vida de los pueblos.
En fin , no esta ré en París dentro de ocho días ni dentro de veinte.
Todo está revuelto.
Salimos de Coblenza el próximo martes para Homburgo, cerca de Francfort-sobre-el-Meno. Perma -
nece remos ahí quince días, y entonces vamos a Babelsberg, una residencia cerca de Berlín.
Só lo estaré en París en setiembre.
¿Será un bien?
¿Será un mal?
Así será. Eso es todo.
Es el razonam iento que me hago ahora para todo.
Su carta es encantadora.
213
Pero la vida me enseñó a ser muy poco fatuo.
¿Qué quiere deci r: "Va a dejar entonces a las jóvenes delgadas a quienes ve a través de sus cristales"?
¿Qué qu iere decir esa pa labra cristal? ¿Es una alusió n hiriente a lo apagado, lo pálido de mis ojos? Fe-
lizmente la vida me enseñó a ser muy poco , poquísimo fat uo.
¿Sospecha usted de que esté enamorado? No tengo ningu na fotografía de mujer, frente a mí, so bre
mi escritorio.
Ninguna fotografía de mujer.
Usted quiere que le conteste largamente a su carta.
Su ca rta es encantadora. Creía ya habérselo dicho.
¿O no? Entonces se lo declaro: Es encantadora su ot ra carta.
Debe de encontrarme bastante nul o, en este momento, ¿no es así?
Su otra obra de versos está muy bien, salvo las reservas. Está muy bien porque no tiene comienzo , ni
medio, ni f in .
Sueño con una poesía que no diga nada , pero que sea de pedazos de ensueño sin continuación .
Cuando se quiere decir, exponer, demostrar algo, existe la prosa .
¿Usted ha leíd o las Confesiones de Bourget? Un lib ro genial.
Su pieza t iene un lindo ritmo :

- Cuando el otoño llegue a arrancar el péta lo


De las rosas de Bengala -
¿Por qué no puso : los pétalos?

Nunca tema rimar una palabra plural con otra sin s. Yo, hace mucho que ya no me mo lesto . La rima
es sobre todo, es, exclusivamente, para el oído.
Pero t iene usted versos adorables y totalmente suyos, nuevos.

- Su cuerpo, media luna de plata en mis noches de insomnio. -

Es todo un hallazgo.
Es gracias a semejantes versos que casi se le perdona rimar horizonte y rayo (horizon et rayan), y este
clásico verso rococó :

- Y entrelazaré en u na osada mezcla -

Ahora :
21 4
... y con este jirón de amatista
Hacerle la mirada triste. -

Es un hallazgo encantador.
¿Pero por qué, mil veces por qué, cuando es poeta , habla de sirena, y de Circe, etc?
¡Hable más bien de ho mbres!
Aunque ya esté desengañada, sin embargo no sé si habrá llegado a conocerlos y tampoco me permito
averiguarlo.
Si fuera mujer, escribiría versos de amor, variacio nes sobre el Cantar de los Cantares que enlo-
quecerían a París.
Entonces, hasta pronto, escríbame, tengo mucha prisa. No me o lv ide y mándeme la fotog rafía de la
llamada Sanda Mahalí. Espero que usted no se pondrá celosa por este pedido.

JULES LAFORGUE
AL SEÑOR CHARLES HENRY

Homburgo, sábado (12 de agosto de 1882)

Mi querido Henry,
Acabo de recibir su amable carta. Me entero de que usted está en Port-sur-Saóne.
Pero no menciona su dirección . Por eso le escribo a París, a la calle Berthollet.
Estoy en Homburgo (si me escribe, estoy en el castillo desde hace una se mana (no fu i a Bruselas), de-
jamos Homburgo pasado mañana o el martes para Babelsberg, una residencia cerca de Postdam. Estaré
en París el 5 de setiembre. Espero que ust ed t ambién esté allí en esa fecha.
¿Qué hace usted? ¿Está usted en el campo? ¿Se revuelca en el césped con pantalón de dril? ¿Así que
también usted se permite un veraneo?
La Señorita de Lespinasse me interesa inmensamente. ¿Está usted enamorado de ella?
Así que se dedica a la escultura. Estoy impaciente por ver todo eso. Yo, sueño con el aguafuerte. Ele-
fantes que se pasean por el bu levar des l taliens en un tiempo cortado por aguaceros .
215
El poeta de la calle Denfert no es más que un egoísta.
Acá tengo amigas. ¿Flirtea usted a menudo, a veces?
Sabrá usted que ya no hay j uegos en Hombu rgo, tampoco en Baden, pero hay muchas inglesas, f ies-
tas, vestidos, gentlemen con pu lseras, ing lesas con med ias.
Sombreros Greenaway. Sabrá usted que existen tres sexos: el homb re, la mujer, la ing lesa.
Saco apuntes de todo eso .
En Babelsberg tendré un pequeño pabellón perdido en un parque. Espero t rabajar allí, aunq ue Berlín
quede a veinte minutos en ferrocarril .
Nunca pude conseguir el volumen de Verlaine!11. ¿No está ed itado en Victor Palmé? ¿Ha oído hablar
a
de un artículo de d' Aurevilly: ¿Un poeta en el horizonte: Rollinat? (Un poete l'horizon: Rollinatl.
Lo que usted me dice sobre publ icar un vol umen de versos quizás sea verdad. Pero un volumen de
versos no se t rat a de una copia. Y publicarlo-, supone fastidios. Lo mejor sería mandar impri mi r, pero no
vender.
A cá trabajo muy poco. Hago proyectos.
Sólo le mando versos a usted. Es un gran placer ser apreciado en esas pequeñas máqu inas . Como un
viejo chocho que escuchara elogiar a una modistil la, su amante. Hice algo bastante gracioso que se llama:
los Relojes, pero está todavía lleno de borrones. Se lo mandaré. !2l
Estoy haciend o una Salomé que todavía no tiene más que cuarenta versos, tal vez lo distraerá, sin du-
da . 131
Esa sería la finalidad de los versos . Uno tiene amigos esplinét icos del mismo esp lín que el nuest ro .
Uno distrae su esp lín haciendo esas curiosas cosas rim adas que se llaman poesías (¡qué palabra tan vieja!)
y así distrae el esplín de sus amigos. ¿No piensa como yo ? Publicar versos es un resto de burg uesismo .
Libros de arte, no. Alguien puede venir a leer su libro de arte y sacará de ahí algo situado más cerca delco-
razón del maestro. Y luego, se trata de copia, y de consideración, y puestos en el Louvre o en otro lugar, y
la cinta roja talismán, etc., etc.
Mis artícu los de arte, - dos- los leerá en París. Ni yo los te ngo.
Me gusta mucho mandarl e versos. Pero no tengo nada que pu diera distraerlo salvo una obra larga, un
borrador incopiable.
¿Conoce usted mi pequeña obra: Los lirios de mayo en sangre? Es corta. Se la mando.
Escríbame más a menudo. Le voy a escribir a Kahn.
Hábleme un poco de su salud: ¿ya no t iene dolores de estómago?
Visité Francfort dos veces y en consec uencia fui a la casa de Schopenhauer. La Emperatriz me
embroma acerca de este "hombre ma lo" .
Esta noche voy a la Opera con mis amigas. Luego mi lectura, una novela de H. Malot.
216
Encontré buenos cigarrillos en Hombourg.
Mi hermano trabaja y trata de ver la nat uraleza con claridad.

Su JULES LA FORG UE

(7) Sagesse, Parfs, 1880, Victor Palme, editor.


(2) El Lamento de los Relojes, que fue publicado póstumamente en la Conversaciones políticas y literarias, vol. V, octubre 1892, p. 31.
(3) No nos llegó nada de esa Salomé en versos. Laforgue volvió a tratar ese tema de otra manera, en una de sus Moralidades Legendarias.
A SU HERMANA

Baden, lunes, 83 (mayo) 111

Mi querida Marie,
Recibí tu carta hace varios días. Lo confieso, mea culpa, mea culpa.
Y tu retrato, que está siempre delante de mí.
Por fin , este sí es un verdadero retrat o. Los fotóg rafos establecidos son falaces impost ores. Estás
muy bien. Te veo t an natural. Mándame ot ro más, pronto. A Emile no le cuesta nada.
Para merecerlo, además, te mando un puñado de versos tomados al montón (que este envío no vaya
en cont ra de mi meta). Montones de asuntos me impidieron contestarte.
Hace un calor agobiante, como para canonizar el polo ártico. Leo, fumo, trabajo, vaga bu ndeo por la
Selva Negra. Pero los paisajes de acá, aunq ue únicos en el mundo, me descorazonan, son más hermosos
que la naturaleza, parecen una imitación de los cuadros de Gustave Doré. De veras. Además, quería co-
piarte algunos versos. No los pierdas. Sólo tengo una cop ia. Tal vez te parezcan extraños. Pero abandoné
mi ideal de la calle Bert hollet, mis poemas f ilosóficos.
Encuent ro estúpido engolar la voz y jugar a la elocuencia. hoy que soy más escéptico y que me entu-
siasmo menos fácilmente y que, por otra parte, poseo mi idioma de una manera más minu ciosa, más 217
clownesca, escri bo pequeños poemas de fan tasía, sin tener más que una meta: hacer algo original a cual-
quier precio. Tengo la firme intención de publicar un volumen muy pequeño (linda ed ición), ¡lujo tipográfi-
co, cofre digno de mis joyas literarias! título : Algunos lamentos de la vida . Con este epígrafe sacado de las
Confesiones:

- Y delante de tu presencia espantosa, oh muerte


Pienso que ningún f in ningún esf uerzo merece. -

Ya tengo una veintena de est os lamentos. Una docena más y llevo mi manuscri to a no sé dónde.
Me pesa una cosa - ciertos versos naturalistas y escapados y necesa rios . Perdí algo de mi entusias-
mo, mis natura lismos, sólo como poeta (para la novela es otra cosa), (el medio en el cual vivo sin emba rgo
no tiene nada que ver con este cambio). La vida es grosera, es verdad -pero, ¡por Dios! cuando se t rata
de poesía, seamos distinguidos como claveles; digamos todo, todo (sobre todo las suciedades de la vida
en efecto son las que deben poner una melancolía humorística en nuestros versos), pero digamos las co-
sas de una manera refinada. Una poesía no debe ser una descripción exacta (como una página de novela ),
sin o ahogada en sueño.
(A este propósito recuerdo una definición que me daba Bourget : La poesía debe ser para la vida lo
que un concierto de perfumes es pa ra un cantero de flores), ese es mi ideal. Por el momento al menos .
Puest o que el destino de un artista es entusiasmarse y disgustarse con idea les sucesivos. A mi entender,
todavía mis lamentos no responden bastante a ta l ideal, y los retocaré, los ahogaré un poco más.
Ya basta. Léelos, y dime tu opinión (tú ya conoces además, mi lament o de los relojes). Y mándame
otra fotog rafía.
Que Emile fotografíe también a un o de los niños y me mande la fotografía. Así me sentiré en la gloria.
Creo cada vez más que mi licencia empezará un poco más temprano este año. ¿Adónde iremos?
Di a Emile si se acuerda de nuestras noches en el Francés. Paul Reney vino a actuar en Baden. ¿Tiene
el catálogo del Salón? Dile que se habla mucho del cuadro de Rochegrosse y del de Aman-Jean.
Tal vez encontrarás esta carta un poco seca. Déjame compensarla por un gran beso.(Mis recuerdos a
los niños.)

JU LES

Perdón por los libros no enviados. Los leerás más tarde.

11) En una edición anterior, esta carta menciona 84: pero a partir de julio del 83 Laforgue escnbe al Sr. Ch. Henry que tiene401amentos y acá
dice "una veintena": la carra debe ser probablemente de mayo de 1883.

218
ENSAYOS
CRITICOS
221

HECTOR CONTTE
LITERATURA
NOTAS SOBRE BAUDELAIRE. Después de Alfred de Vigny casto y fatalista, Hugo apoteótico, galán y
bucólico, Gautier pagano, Musset mundano y colegial declamatorio, Balzac inqui sidor pero George Sa nd,
Gavarni viñetista, Lamartine rafaelesco, Baudelaire mostró a la mujer esfinge a pesar de ella,
desnudablel1), tema de las ardientes experiencias de quien busca el ideal, gato de serrallo, herib let21, " igno-
ran te y siempre encantada".
El primero, segú n un modo moderado de confesionario y no t omó aire de inspirado.
El primero, habló de Pa rís en tanto que condenado cotidiano de la capital (los mecheros de gas ator-
mentados por el viento de la Prostitución que se encienden en las calles, los restaurantes y sus tragaluces,
los hospitales, el juego, el tronco aserrado en leños que resuenan sobre el pavimento de los patios , y el
rincón del hogar, y los gatos, las camas, las medias, los borrachos y los perfumes de fabricación
moderna), pero todo eso de manera noble, lejana, superior.

*
* *

El pri mero que no está en triunfador sino que se acusa, muestra sus llagas, su pereza, su inutilidad
hastiada en medio de este siglo trabajador y sacrificado.
El primero que ha llevado, en nuestra literatura, el hastío a la vol uptuosidad y su decorado extraño: la 223
alcoba triste ... y ahí se com place .
. . .la pintura y su extensión a los cielos, a los ponientes ... el esplín y la enfermedad (no la tisis poética sino
la neurosis) sin haber escrito ni una vez esa palabra. Y la condenación aquí-abajo.

*
* *

La espiritualidad inglesa casi noruega. Baudelaire ya es un esteta oriental.


Por aristocracia y asco a la muchedumbre que sólo acla ma a los poetas elocuentes y que-se-dicen ins-
pirados, afirma el trabajo, la paciencia, el cálculo, la charlatanería, la orig inalidad coqueta, sabiamente
querida, trabajada, selfsame.
Las angustias metafísicas no llegan a conmoverlo, la epidemia de su alma es de otro tejido.
Le basta con pecar, decirse mártir, flirtear con Satán, maldecir la carne y elevar el incensario de su
sueño hacia el gran armonista preexist ente de un Serafitus o de un Eureka -especie de panteísmo - pa-
pista.
Después de todos los atrevimientos del romanticismo encontró, fue el primero, esas comparaciones
crudas, que de repente en la armonía de un período tropiezan al pasar : comparaciones palpables, dema-
siado pri mer plano, en una palabra americana, parece: palisandro, falso desconcertante y vigorizante:
((¡ La noche se espesaba así. .. como un tabique !))
(abu n dan otros ejemplos).
Un romántico olvidado había dicho: Sus ojos so n dos cuervos. Baudelaire recita letanías donde de-
talla las formas de su reina de las adoradas.
Tu piel reluce, tu andar: una serpiente en la punta de un bastón, tu cabellera un océano, t u cabeza se
balancea con la mol icie de un joven elefante, tu cuerpo se inclin a como un a f ina nave que hu nde sus ver-
gas en el agua, tu saliva remonta a tus dientes como un flujo au mentado por el derretim iento de los gla-
ciares rugientes, tu cuello una t orre de marfil, t us dientes ovejas suspendidas al flanco del Hebrón. - Es el
americanismo aplicado a las comparaciones del Cantar de los Cantares.

*
* *

Puede que sea único, loco, etc ... Nunca tien e un pliegue ca nalla , un pl iegue falso en las expresiones
con que se vist e. Es siempre cortés con lo f eo. Se porta bien.
A mado no se digna, entendido si es posible, respetado lo exige y co nsiderad o como una excepción.
Paso largo y armonioso, sembrado acá y allá por peq ueñas crispaciones: minuciosos accesos coléri-
cos, extraños y sin razón, - como menudos oasis - como desviacio nes de ternuras su tiles y razonadoras
e inexplicadas de borracho.
224
Encontró el maullido, el mau llido noctu rno, si ng ula r, lánguido, desesperado, exasperado, inf inita-
mente solitario- en sus elevaciones, esas sílabas extáticas, esas que los compositores llaman subarmóni-
cas. La estrofa suena quej umbrosa. La t ormenta de su juventud y los soles marinos de sus recuerdos af lo-
jaron en las nieblas de los andenes del Sena las cuerdas de viola bizantina incurablemente quej umbrosa y
afl igida.
Nunca se burla de nada, no insiste nunca, ni bromea.

*
* *

Por antidemocracia , od io al burgués imbécil, americano , volteriano y ruidoso e industrial venal, es es-
piritualista , untuoso, prelado perfumado, ast uto , jesu ita impío, satánico, súcubo, blando, criollo, otoñal.

*
* *

Su estilo. El alejandrino de rimas llanas , que corresponde al período del predicador . El prejuicio del so-
neto a causa de su contemporaneajel31 con Gaut ier.
La fu ente de sus imágenes es el sentido de lo simbólico - el aspecto solemne, el verso encasulla ent re
sus pliegues laminados pa labras tajant es en dad141 el pensamiento sutil como un perfume, o bien juega co n
frasco de cristal tallado en facetas.
O bien el verso tumu ltuoso ondula (balanceo), se pavonea, rueda (ese movimiento que le gustaba en
la mujer cuando ba lancea su falda). El verso se desarrolla con indiferencia: la serpiente en la punta de un
bastón .. . el joven elefante que anda rompiendo bambúes. Le gust a la palabra encantadora aplicada a co-
sas eq uívocas.
El primero que rompi ó con el público. Los poetas se dirigían al público (repertorio humano); él, el pri-
mero, se dijo :
La poesía será cosa de in iciados.
Estoy condenado por el público. A quí el público no entra .
Y antes que nada para alejar al burgués, acoraza rse con un poco de exterio r.
Envolverse con alegorías de extralúcido.
Presentarse como despreciado y ab ucheado por él (por la voz de los periód icos que enriq uece ) y por
su mujer com o un leproso, tal como los elegidos por el sufrimiento en la Edad Media que veían y que la
muchedum bre quemaba como hechiceros.
Querer a una Venus negra, o a la Parisina muy-pintada .
Abusar de perfumes imposibles de encontrar para el lect or.
Hablar del opio como si fuera su costumbre. 225

Describirse un interior poblado por súcubos.

Hacer poesfas sueltas, cortas, sin tema apreciable (como los demás, quienes hacían un soneto para
contar algo poéticamente, pleitear sobre un punto, etc.) pero vagas y sin razón como un batir de abanico ,
efímeras y equivocas como un maq uillaje, que hacen decir al burgués que acaba de leer "¿Y entonces?"
Uno sufre, tiene la locura de la cruz , se encarniza cont ra su carne; y por otra parte allá en lo alto la belleza
sin embargo nos tiene piedad; a nosotros, cri atura efímera y at ormentada, con sus grandes líneas, la Belle-
za es decir Lo Que No Cambia, es decir, la Eternidad , el Silencio.
La Belleza es el Silencio eterno. Todo nuestro alboroto de pasiones, discusio nes, tormentas, arte,
existe po"r el ruido, para hacernos creer que el Silencio no existe . Pero cuando recaemos cansados, lo es-
cuchamos restañar en todas partes y nos quedamos más tristes, no tan fuertes como para un alboroto
eterno o para acostumbrarnos al silencio eterno .
. . .hasta que agotados, el Silencio nos pase po r encima. - como el océano se vuelve a cerrar sobre un bor-
boteo de nave zozobrada, - o los sig los sobre una epopeya como la de Napoleón, - o el espacio sobre un
planeta muerto.

Esa nobleza in mutable que en nob lece las vu lgaridades interesantes, cautivant es; esa manera de decir -
y eso sin perífrasis sobria, trivial, - esa familiaridad de mártir entre los más grandes que puede hacerle de-
cir.
{{Las persianas refugios de las Sbv·" t_as lujurias.))
y una página más adelante:
({¡Andrómaca, pienso en ti !))
y añadir "¡viuda de Héctor Ay!" {tan humaname nte!. Ese ¡Ay! no es ni una trivialidad racin iana ni un ripio
sino una sutileza conmovedora y grande.
{{Y brillando en los cristales el cambalache confuso))
Este confuso es de un maestro.
Y cerca de And rómaca este verso:
{{a la hora ...
en que la vialidad
Emite un sombrío huracán en el aire silencioso))
-y luego
{{Los cocoteros ausentes de la soberbia Africall

226 Todos sus discípulos se han deslizado al paroxismo, en el horrible llano, como estudiantes de medici-
na en los cafés.

* *

Baudelaire.
Gato, hindú, yankee, episcopal, alquimista.
Gato. - su manera de decir "mi querida" en ese trozo solemne que se abre por "Pórtate bien, oh mi
Do lor."
Yankee. -sus "muy" delante de un adjetivo; sus paisajes tajantes- y ese verso
{{"Mi espíritu, tú te mueves con agilidad"))
que los iniciados detallan con voz metálica; su odio a la elocuencia y a las confidencias poéticas;
({El placer vaporoso huirá hacia el horizonte
Así como .. .))
¿Qué? Antes de él Hugo, Gautier, etc .... hubiera hecho una comparación francesa, oratoria; él la ha-
ce yankee, sin implicarse quedándose aéreo:
{(Así una como una sílfide al fondo entre telones.))
Se ven los hilos de hierro y los trucos.
Se queda aéreo y noble y no desentona en el contexto tan puro de forma, al decir:
( (Los caños , Los ca mpanarios esos másti les de la cu idad))
(( ¡toda esta obra es tan calma! ¡tan nob le! ))
Hindú . - Tiene de esa poesía más que Leconte de Li sie con toda su erudición y sus poemas colmados y
deslu mbrado res.
((Jardi nes, chorros de agua ll o rando entre alabastros,
Besos, pájaros can tando noche y día.))
Ni gran corazón, ni gran espíritu; ¡pero qué nervios quejumb rosos! ¡qué narinas abiertas a todo! ¡qué
vn7 mfin j r,;:¡ !

227

(1) Déshabillable en el original. (N. del T.)


(2) Meurtrissable en el original. (N . del T. )
(31 Contemporainage en el original (N . del T. 1
141 En francés té (N. del T.!
EL IMPRESIONISMO
OR IGEN FISIOLOGICO DEL IMPRESIONISMO. EL PREJU ICIO DEL DIBU JO. Si admitimos que la obra
pict órica concierne al cerebro, al alma, y que só lo lo hace por med io del ojo, entonces el ojo está en primer
lugar, lo mismo que el oído en la música; el Impresionista es un pintor modern ista que, dotado de una sen-
sibilidad visual fuera de lo común, al olvidarse de los cuadros amontonados durante siglos en los museos,
al olvidarse de la educación óptica de la escuela (dibujo y perspectiva, colorido), a fuerza de vivir y de ver
franca y primitivamente los espectáculos luminosos al aire libre, es decir fuera del taller iluminado a 45°, ya
sea en la calle, en el campo, en los interiores, ha logrado rehacerse un ojo natural: ver naturalmente y pi n-
tar ingenuamente como ve. Me explico:
Dejando de lado las dos ilusiones del arte, los dos criterios sobre los cuales redunda ron los esteras: ya
sea lo Bello absoluto, ya sea el Gusto absoluto humano, quedan tres ilusiones invencibles con las que los
técnicos de la pintura vivieron siempre: el dibujo, la perspectiva, la iluminación del taller. A esas tres natu-
ralezas secundarias corresponden por costumbre las tres evoluciones que constituyen la fórmula impre-
sionista: las formas obtenidas no por el dibujo-contorno únicamente por las vibraciones y los contrastes
del color; la perspectiva teórica reemplazada por la perspectiva natural de las vibraciones y los contrastes
de colores; la iluminación de taller, es decir, el cuadro pintado, que representa la ca lle, el campo , un salón
iluminado, la luz de ta ller, indistinto y t rabajado a cualquier hora, aparece reemplazada por el aire libre, o
sea el cuadro rea lizado delante de su objeto, tan impracticable como sea y vistas las variaciones rápidas de
la iluminación de las cosas, en el más corto tiempo posible. Vamos a ver estos tres puntos, estos tres pro-
228 cedimientos de lenguas muertas, como para facilitar, desmontándolo, un deber de escolar, reemplazados
por el único recurso de los juegos de la luz, la Vida.

El dibujo es un prejuicio viejo y vivo, y su origen debe buscarse en las primeras experiencias de las
sensaciones humanas. Primitivamente el ojo, conociendo sólo la luz blanca, con sus sombras indescom-
puestas, como no fue ayudado con el recu rso de las coloraciones que distinguen sus experienc ias, se
ayudó con las experiencias táctiles. Entonces, por asociaciones habituales de ayuda mutua y luego por he-
rencia de las modificaciones adquiridas, el sentido entre la facultad de los órganos táctiles y aquella del
órgano visual, el sentido de las formas pasó de los dedos al ojo. Las formas detenidas no conciernen primi-
tivamente al ojo y por sucesión y refinamiento y para comodidad de su experiencia el ojo les sacó el senti-
do de los contornos netos; de ahí esa ilusión infantil de traducción de la realidad viviente y sin planos del
dibujo-contorno y la perspectiva dibujada.
Esencialmente el ojo sólo debe conocer las vibraciones luminosas, como el nervio acústico sólo cono-
ce las vibraciones sonoras. Después de haber empezado po r apropiarse, refinar y sistematizar las faculta-
des táctiles, el ojo vivió y se instruyó, y al mantenerse durante siglos en la ilusión de las obras dibujadas, su
evolución como órgano de las vibraciones luminosas se atrasó en relación a la evolución del oído, por
ejemplo, y en cuanto al color, es todavía una inteligencia rudimentaria, mientras que en general el oído
analiza fácilmente los armónicos, como un prisma auditivo, el ojo ve sintética y groseramente sólo la luz y
sólo t iene vagos poderes para descomponerla en los espectáculos de la naturaleza a pesa r de sus tres
fibrillas de Young que son las facetas del prisma. Entonces un ojo natura l (o ref inado puesto que, para an-
dar bien, este órgano debe volver a ser primitivo deshaciéndose de las ilusiones táctiles), un ojo natural ol-
vida las ilusiones táctiles y su cómoda lengua muerta: el dibujo-contorno, y no actúa sino según su facu l-
tad de sensibilidad prismática. Logra ver la realidad en la atmósfera viva de las formas, descompuesta,
refractada, reflejada por los seres y las cosas, en incesantes variaciones. Tal es esta primera característica
del ojo impresionista.
*
* *

EL OJO ACADEMICO Y EL OJO IMPRESIONISTA. POLIFONI A DE COLORES. En un paisaje bañado por


la luz en el que los seres se modelan como gri sallas coloreadas, donde el académico sólo ve la luz blanca,
en estado de esparcimiento, el impresionista la ve bañando todo no en mortal blancura, sino en mil com-
bates vibrantes, en ricas descomposiciones prismáticas . Donde el académico sólo ve el dibujo exterior que
encierra lo modelado, (el impresion ista ) ve las vivientes líneas reales sin forma geométrica pero cons-
truidas con mil toques irregulares que, de lejos, estab lecen la vid a. Donde el académico ve situarse lasco-
sas en sus respectivos planos regulares segú n una armazón reducible a un puro dibujo teórico, (el impre-
sionista) ve la perspectiva establecida por mil nadas de tonos y t oques, por las variedades de estados del
aire según su plano inmóvil pero en movimiento.
En suma en la evolución humana el ojo impresionista es el ojo más avanzado, aquel que hasta ahora
ha captado y reproducido las combinaciones de matices de los conocidos, los más complicados.
El impresionista ve y presenta la naturaleza tal como es, o sea en vibraciones coloreadas, únicamente,
·ni dibuj o, ni luz, ni modelado, ni perspectiva, ni claroscuro, ninguna de esas clasificaciones infanti les: todo
se resuelve en realidad en vibraciones coloreadas y debe ser obtenido sobre el lienzo únicamente por vibra-
229
ciones coloreadas.
En esa pequeña y estrecha exposición en Guslitt, la fórmula se hace sensible sobre todo en el Mo-
net. .. y el Pissarro ... donde todo se obtiene por mil toques menudos y danzantes en cualquier sentido co-
mo pajas de colores -en competencia vital. por una impresión de conj unto. Ninguna ot ra melodía aislada,
el todo es una sinfon ía que es la vida viva y variada, como "las voces de la selva" en las teorías de Wag ner
en com petencia vital con la gran voz de la selva, co mo el Inconsciente, ley del mundo, es la gran voz meló-
dica, resultante de la sinfonía de las conciencias de razas e individuos. Tal es el principio de al aire libre de
la escuela impresionista. Y el ojo del maestro será el que discernirá y reproducirá las degradaciones, las
descomposiciones las más sensibles, sobre un lienzo sencillo y llano. En nuestro medio, ese principio ha
sido apl icado, no sistemáticamente, sino por genio, en la poesía y en la novela.

FALSA EDUCACION DE NUE STRO S OJOS. Ahora bien cualquiera sabe que no vemos los colores de la
paleta, en sí mismos, sino según las il usiones correspond ientes a la educación que nos dieron los cuadros
de los siglos, y antes que nada por la luz que pu eda darnos la pa leta. (Comparar fotométricamente el sol
más deslumbrante de Tu rner con la llama de la vela más triste.) El jui cio reflejo de una convención armóni-
ca innata, por decirlo así, se establece entre la sensación visual del paisaje y la sensación de los recursos
expuestos sobre la paleta. Es el lenguaje proporcional del pintor, que se enriquece proporcionalmente a la
riqueza del desarrollo de su sensibilidad óptica. Lo mismo en cuanto a los tamaños y la perspectiva. ¿Me
atreveré a decir que en este sentido la paleta del -pintor es a la luz real y a sus juegos en color sobre las real i-
dades reflejantes y refractantes, lo que la perspectiva sobre un lienzo llano es a la profundidad y a los pla-
nos reales de la realidad en el espacio? Esas dos convenciones son los recursos del pintor.
MOVILIDAD DEL PAISAJE Y MOVI LIDA D DE LAS IMPR ESI ONES DEL PINTOR. Críticos, ustedes que
codifican lo bello y guían el arte, he aquí un pintor que viene a clavar su caballete delante de un pa isaje
bastante estable en cuanto a luz, un estado en la tarde, por ejemplo . Supongamos que en lugar de pintar
su paisaje en varias sesiones, tenga el buen sentido de establecer la vida de esos tonos en quince minutos,
es decir que es impresion ista. Ahí llega con su propia sensibi lidad óptica. Esta sensibilidad está a esa hora,
según los estados de cansancio o de cuidado que acaba de atravesar, deslumbrada o al acecho, y no es la
sensibilidad de un solo órgano, sino las tres sensibilidades en competencia vital, de las tres fibrillas de
Young. En esos qu ince minutos la ilumi nación del paisaje: con el cielo viviente, los terrenos, los verdes,
con todo eso en la red inmaterial de la rica atmósfera, con la vida incesantemente ondulatoria de sus
co rpúsculos invisibles reflejantes o refractantes, la iluminación del paisaje varió infinitamente, en una pa-
labra, v ivió.
En esos qu ince minutos, la sensibil idad óptica del pintor varió y volvió a variar, quedó trastornada su
apreciación de la constante proporcional y de la relatividad de tonos del paisaje. Imponderables fusiones
de tonos, contrariedades de percepciones, distracciones inapreciables, subordinaciones y dominaciones,
variaciones de la potencia de reacción de las tres fibrillas ópticas entre sí y afuera, combates infinitos e infi-
nitesimales.
Un ejemplo entre mil millones . Veo tal violeta, baj o mis ojos hacia mi pa leta para combinarlo, involun-
t ari amente mi ojo es atraído por la blancu ra de mi puño; mi ojo cambió, por eso sufre mi violeta, etc.,
etc ....
230 De modo que en definitiva, aun permaneciendo sólo quince minutos delante de un paisaje, la obra
nunca será equivalente a la realidad fugitiva, si no la reseña de una cierta sensibilidad óptica no idéntica a
un momento que tampoco se volverá a reproducir idéntica en ese individuo, bajo la excitación de un paisa-
je en un momento de su vida luminosa que ya no vo lverá al estado idéntico de ese momento.
Hay que notar en líneas genera les tres períodos de estado delante de un paisaje : la agudeza creciente
de la sensibilidad óptica bajo la excitación de ese espectáculo nuevo, el summum de agudeza, luego el
decrecimiento propio del cansancio nervioso.
Hay que añadir luego la atmósfera infinitamente va ri able de la mejor galería donde será expuesta esta
tela, la vida minuciosa y cotidiana de los t onos de esta tela gastándose y combatiéndose entre sí. Y en fin
para los espectadores con tantas sensibil idades no idénticas y en cada uno de ellos el infinito de los mo-
mentos ún icos de las sensibilidades.
Irremediab lemente entonces el objeto y el sujeto están en movimiento, sin asir y sin poder asirlos. Los
resplandores de identidad entre el sujet o y el objeto, es lo propio del gen io. Intentar cod ifi car los resplan-
dores es una broma de escolar.
*
* *

DOBLE ILU SION DE LO BELLO ABSOL UTO Y DEL HOMB RE ABSOLUTO. INNUMERABLES TEC LA-
DOS HU MANOS. La vieja estética red undó alternativamente sobre estas dos ilusiones: lo Bel lo absoluto,
objetivo - el homb re absoluto, su bjetivo, el Gusto.
Hoy se tiene un sentimiento más exacto de la Vida dentro de nosotros y fuera de nosotros.
Cada hombre constituye según su momento en el t iempo, su medio de raza y condición social, su
momento de evolución ind ivid ual, un ciert o teclado sobre el que el mu ndo exterior toca de cierta manera.
Mi teclado es perpetuamente cambiante y no hay otro idéntico al mío. Todos los teclados son legítimos.
De la misma manera, el mundo exterior es una sinfonía perpetuamente cambiante (la ley de Feschner,
la percepción de diferencias decrecientes en razón inversa a las intensidades).
Las artes ópticas co nciernen al ojo y únicamente al ojo.
En el mun do no hay dos ojos idénticos en ta nto que órgano y en tan to que facu ltad .
Todos nuestros órganos están en co mpete ncia vital: en el pintor el ojo domina, en el músico el oído,
en el metafísi co cierta facultad , etc ... .
El ojo más digno de admiración es el que llegó más lejos en la evolución de este órgano, y en conse-
cuencia la pi ntura más admirable será, no aquella en la que se encontrará n esas quimeras de escuelas: " la
bel leza helénica" , "el colorido veneciano" , "el pensamiento de Corneli us", etc., sino más bien aquella que
revelará ese ojo por lo refinado de sus matices o lo compl icado de sus líneas.
El estado más favorable a la libertad de esta evolución es la supresión de las escuelas, los jurados, las
medallas, esos muebles in fantiles, del patronato del Est ado, del parasitismo de los críticos de arte sin ojo;
el diletantismo nihilista, la anarquía abierta a todas las inf luencias, tal como reina entre los artistas france-
ses en este momento: " Dejar hacer, dejar pasar". Por encima de la humanidad, la Ley sigue su desarrollo 231
reflejo y el Inconsciente sop la donde quiere.

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DEFINICION DE AL AIR E LI BRE. Al ai re li bre, fórmul a que sirvió primero y sobre todo a los paisaj istas de
la escuela de Barbi zón (pueblo cerca del bosque de Fontainebleau), no significa eso. Ese aire libre de los
paisajistas impresionistas, dom ina toda su pintura y sign ifica la pintura de los seres o de las cosas en su
atmósfera: paisaje, salones con vela o sim ples interiores, calles, corredores alumbrados con gas, fábricas,
mercados, hospitales, etc.

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EXP LI CACION DE LAS APARENTES EXAGERACIONES IMPR ESIONISTAS. El ojo común del público y
de la crítica no artista, educado para ver la real idad en las armonías establecidas y fijadas por la muche-
dumbre de sus pintores mediocres, como ojo, ese ojo no tiene ningún derecho contra estos agudos ojos
de artistas que, más sensibles a las variaciones luminosas notarán naturalmente sobre su lienzo los mati-
ces, las relaciones entre matices ra ros, imprevistos, desconocidos que harán gritar a los ciegos ante la ex-
centricidad deseada, y aun si hubiera que hacer la parte correspond iente a la in coherencia de un ojo natu-
ralmente, vol untariamente, si se qui ere, exasperado por la prisa de esas obras de impresiones anotadas en
la primerísima embriaguez sensorial de una realidad ya escogida rara e imprevista, todo eso, es como el
lenguaje de la paleta, en relación con la realidad, un lenguaje convencional y susceptible de condimentos
nuevos, ¿todo esto no es más artfstico, más vivo y por consiguiente más fecundo para el porvenir que las
tristes e inmutables recetas de los co loridos académicos?

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PROGRAM A DE LOS PINTORES FUTUROS. El grupo de pintores, los más vivaces, los más audaces
entre tQdos los que se hayan visto, y los más sin ceros (viven entre las burlas o la indiferencia, es decir casi
en la miseria), con la voz de cierta prensa que se encuentra en minoría, pide que el estado deje de ocuparse
del arte, que se venda la Escuela de Roma (villa Medicis), que se cierre el Instituto, que no haya más me-
dallas u otra recompensa, que los artistas vivan en la anarquía, que es la vida, cada uno librado a sus pro-
pias fuerzas y no aniquilado o trabado por la enseñanza académica que vive del pasado . No más belleza
oficial, el público sin guía aprenderá a ver por sí mismo y se dirigirá naturalmente a los pintores que le inte-
resan de manera moderna , viva, y no griega o renacimiento. No más salones oficiales ni medallas de esas
que no existen para los literatos. De la misma manera que estos trabajan por sí mismos y procuran ubicar
su obra en las vidrieras de los editores, lo mismo trabajarán a su gusto y procurarán ubicar en las vidrieras
de los comerciantes de cuadros . Su salón será eso.

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LOS MARCOS EN RELACION CON LA OBRA. Las exposiciones de independientes han sustituido el per-
petuo marco dorad o con molduras que forma parte de la tienda de trivialidades académ icas por la variedad
inte ligente y refinada de los marcos de fantasía . Un paisaje verde sol, una página ru bia de invierno, un in -
terior que parpadea por arañas y vestidos, exigen marcos diferentes que sólo sus respectivos autores
sabrán confeccionar, como una mujer sabe mejor que nadie qué matices de telas y qué polvos, y qué tapi-
zados de su tocador harán resaltar más su tez, la expresión de su rostro, sus maneras. Hemos visto mar-
cos chatos, blancos, rosa pálido, verdes, amarillo junquillo, otros exageradamente abigarrados con mil to-
nos y con mil maneras. Esta moda tuvo su contragolpe en los salones ofi ciales, pero sólo produjo noveda-
des burguesas, estilo felpa y otras.
Este libro se terminó de imprimir
en los talleres gráficos de
MOSCA HNOS S.A.
en el mes de setiembre de 1987
Montevideo - Uruguay

D. L. 228 990/ 87

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