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Lectura 1
Artículo informativo “¿Qué determina el color de los ojos?”, escrito por Sarah Romero y publicado el 11 de diciembre de
2019 en la revista digital Muy interesante.
1. «Los ojos suelen presentarse en muchas tonalidades, desde el marrón oscuro casi negro al
marrón claro, y desde el verde, al avellana y o del gris al azul. Pero, a pesar de las muchas
variaciones que percibimos, en realidad solo hay dos pigmentos diferentes en nuestros ojos: el
marrón y el rojo.
2. El área coloreada en la parte frontal del ojo se llama iris. Tiene alrededor de 12 milímetros de
diámetro y una abertura en el medio, que se llama pupila. El iris está hecho de tejido conectivo y
un músculo delgado que le permite abrirse y cerrarse en respuesta a la luz. Nuestro color de ojos
se compone de diferentes cantidades de pigmento y del tejido conectivo que forma parte del iris.
3. Las células del iris que producen el pigmento se llaman melanocitos y también son responsables
del color de nuestro cabello y de nuestra piel. Los melanocitos pueden producir dos tipos
diferentes de pigmentos: eumelanina, que es marrón-negro, y la feomelanina, que es roja.
4. Así, los ojos oscuros (los color azabache o casi negros) son los que más pigmento tienen (de
eumelanina) y, por el contrario, los ojos azul claro tienen la menor cantidad de pigmento. Los
ojos de tonalidad azul claro tienen mayor prevalencia en individuos de ascendencia europea.
5. Sin embargo, no existe pigmento azul en nuestros ojos. ¿Por qué son azules entonces? Debido a
las fibras de colágeno blanco en el tejido conectivo en el iris. Estas fibras dispersan la luz y hacen
que el iris se vea azul.
6. Los colores de los ojos que se encuentran entre los extremos de color marrón oscuro y azul claro
tienen cantidades variables de pigmento y áreas sin ningún pigmento. Esto conduce a los colores
únicos que vemos en forma de verde, avellana y gris.
7. Pero no es solo el color lo que hace que nuestros ojos sean únicos; la topografía física del iris
también juega un papel importante. Cuando examinamos nuestros ojos de cerca, podemos ver
varios patrones. El más fácil de detectar es el anillo pigmentado, que es un anillo de color que
rodea la pupila.
8. Las áreas donde las fibras de colágeno son menos densas se ven como depresiones o surcos y se
denominan estromas de Fuchs. Las manchas blancas, o los denominados nódulos de Wolfflin, se
deben a puntos conflictivos de fibras de colágeno. Y Nevi, por otro lado, son manchas oscuras
que se producen como resultado del aumento de la producción de pigmento por parte de un
grupo de melanocitos.
Entonces, ¿qué regula esta increíble variedad de colores y patrones en nuestros ojos?
9. Durante muchos años, los genetistas creyeron que un solo gen era responsable de decidir el
color de ojos de un individuo, con ojos marrones dominando a ojos azules. Sin embargo, dos
padres con ojos marrones pueden tener hijos de ojos azules.
10. Si bien el color de los ojos es un rasgo heredado, hoy sabemos que es mucho más complejo:
varios genes contribuyen al espectro de colores que vemos en la población.
11. En lo que respecta al color de los ojos, el número total de genes responsables actualmente se
sitúa en 11. Un grupo de investigadores, dirigido por Manfred Kayser, profesor de biología
molecular forense en el Erasmus University Medical Center Rotterdam en los Países Bajos,
analizó recientemente variantes en estos genes en más de 3.000 personas de siete países
europeos.
12. Al comparar estos perfiles genéticos con un nuevo método para evaluar el color de los ojos en las
fotografías, los científicos pudieron predecir con fiabilidad el color de los ojos en la mayoría de
los casos. Sin embargo, creen que "futuros estudios de asociación del genoma probablemente
encuentren nuevos genes de pigmentación y nuevas variantes de ADN predictivo de
pigmentación".
13. Así las cosas, la genética del patrón ocular está aún en sus inicios, con algunos de los varios
miles de genes implicados en el desarrollo del iris bajo investigación.”
14. Mientras continúa la búsqueda de todos los jugadores genéticos que participan en el color y el
patrón de los ojos, nos podemos seguir maravillando por el hecho de que herramientas tan
sencillas sean capaces de producir una variedad tan amplia y espectacular de colores de ojos
individuales en nuestra población.»
Referencia:
Wollstein, A.; Walsh, S.; Liu, F. y Chakravarthy. (2017). Novel quantitative pigmentation
phenotyping enhances genetic association, epistasis, and prediction of human eye colour.
Scientific Reports.
A) Negro y azul.
B) Marrón y rojo.
C) Verde y avellana.
D) Gris y azabache.
4. ¿Cuál de las siguientes opciones aporta información correcta sobre los melanocitos?
A) Son los principales determinantes del color del cabello, de la piel y de los ojos.
B) Producen tres tipos de pigmentación: marrón, negro y rojo.
C) Secretan simultáneamente eumelanina y feomelanina.
D) No son capaces de producir pigmentación azul.
En el párrafo 11 en el párrafo 12
A) se presenta el trabajo investigativo de un se analizan los datos recabados por los
grupo de científicos europeos; investigadores.
Lectura 2
Fragmento de “Hacia la ciudad espléndida”, discurso emitido por Pablo Neruda el 13 de diciembre de 1971 en la ceremonia
de entrega del Premio Nobel de Literatura
1. «El poeta no es un “pequeño dios”. No, no es un “pequeño dios”. No está signado por un destino
cabalístico superior al de quienes ejercen otros menesteres y oficios. A menudo expresé que el
mejor poeta es el hombre que nos entrega el pan de cada día: el panadero más próximo, que no se
cree dios. Él cumple su majestuosa y humilde faena de amasar, meter al horno, dorar y entregar el
pan de cada día, como una obligación comunitaria. Y si el poeta llega a alcanzar esa sencilla
conciencia, podrá también la sencilla conciencia convertirse en parte de una colosal artesanía, de
una construcción simple o complicada, que es la construcción de la sociedad, la transformación de
las condiciones que rodean al hombre, la entrega de su mercadería: pan, verdad, vino, sueños. Si el
poeta se incorpora a esa nunca gastada lucha por consignar cada uno en manos de los otros su
ración de compromiso, su dedicación y su ternura al trabajo común de cada día y de todos los
hombres, el poeta tomará parte, los poetas tomaremos parte en el sudor, en el pan, en el vino, en el
sueño de la humanidad entera. Sólo por ese camino inalienable de ser hombres comunes
llegaremos a restituirle a la poesía el anchuroso espacio que le van recortando en cada época, que le
vamos recortando en cada época nosotros mismos.
2. Los errores que me llevaron a una relativa verdad, y las verdades que repetidas veces me
recondujeron al error, unos y otras no me permitieron - ni yo lo pretendí nunca - orientar, dirigir,
enseñar lo que se llama el proceso creador, los vericuetos de la literatura. Pero sí me di cuenta de
una cosa: de que nosotros mismos vamos creando los fantasmas de nuestra propia mitificación. De
la argamasa de lo que hacemos, o queremos hacer, surgen más tarde los impedimentos de nuestro
propio y futuro desarrollo. Nos vemos indefectiblemente conducidos a la realidad y al realismo, es
decir, a tomar una conciencia directa de lo que nos rodea y de los caminos de la transformación, y
luego comprendemos, cuando parece tarde, que hemos construido una limitación tan exagerada
que matamos lo vivo en vez de conducir la vida a desenvolverse y florecer. Nos imponemos un
realismo que posteriormente nos resulta más pesado que el ladrillo de las construcciones, sin que
por ello hayamos erigido el edificio que contemplábamos como parte integral de nuestro deber. Y
en sentido contrario, si alcanzamos a crear el fetiche de lo incomprensible (o de lo comprensible
para unos pocos), el fetiche de lo selecto y de lo secreto, si suprimimos la realidad y sus
degeneraciones realistas, nos veremos de pronto rodeados de un terreno imposible, de un
tembladeral de hojas, de barro, de nubes, en que se hunden nuestros pies y nos ahoga una
incomunicación opresiva.
4. Extendiendo estos deberes del poeta, en la verdad o en el error, hasta sus últimas consecuencias,
decidí que mi actitud dentro de la sociedad y ante la vida debía ser también humildemente
partidaria. Lo decidí viendo gloriosos fracasos, solitarias victorias, derrotas deslumbrantes.
Comprendí, metido en el escenario de las luchas de América, que mi misión humana no era otra
sino agregarme a la extensa fuerza del pueblo organizado, agregarme con sangre y alma, con pasión
y esperanza, porque sólo de esa henchida torrentera pueden nacer los cambios necesarios a los
escritores y a los pueblos. Y aunque mi posición levantara y levante objeciones amargas o amables,
lo cierto es que no hallo otro camino para el escritor de nuestros anchos y crueles países, si
queremos que florezca la oscuridad, si pretendemos que los millones de hombres que aún no han
aprendido a leernos ni a leer, que todavía no saben escribir ni escribirnos, se establezcan en el
terreno de la dignidad sin la cual no es posible ser hombres integrales.
5. Heredamos la vida lacerada de los pueblos que arrastran un castigo de siglos, pueblos los más
edénicos, los más puros, los que construyeron con piedras y metales torres milagrosas, alhajas de
fulgor deslumbrante: pueblos que de pronto fueron arrasados y enmudecidos por las épocas
terribles del colonialismo que aún existe.
6. Nuestras estrellas primordiales son la lucha y la esperanza. Pero no hay lucha ni esperanzas
solitarias. En todo hombre se juntan las épocas remotas, la inercia, los errores, las pasiones, las
urgencias de nuestro tiempo, la velocidad de la historia. Pero, ¿qué sería de mí si yo, por ejemplo,
hubiera contribuido en cualquier forma al pasado feudal del gran continente americano? ¿Cómo
podría yo levantar la frente, iluminada por el honor que Suecia me ha otorgado, si no me sintiera
orgulloso de haber tomado una mínima parte en la transformación actual de mi país? Hay que
mirar al mapa de América, enfrentarse a la grandiosa diversidad, a la generosidad cósmica del
espacio que nos rodea, para entender que muchos escritores se nieguen a compartir el pasado de
oprobio y de saqueo que oscuros dioses destinaron a los pueblos americanos.
7. Yo escogí el difícil camino de una responsabilidad compartida y, antes que reiterar la adoración
hacia el individuo como sol central del sistema, preferí entregar con humildad mi servicio a un
considerable ejército que a trechos puede equivocarse, pero que camina sin descanso y avanza, cada
día enfrentándose tanto a los anacrónicos recalcitrantes como a los infatuados impacientes. Porque
creo que mis deberes de poeta no sólo me indicaban la fraternidad con la rosa y la simetría, con el
exaltado amor y con la nostalgia infinita, sino también con las ásperas tareas humanas que
incorporé a mi poesía.
8. Hace hoy cien años exactos, un pobre y espléndido poeta, el más atroz de los desesperados, escribió
esta profecía: “A l’aurore, armes d’une ardente patience, nous entrerons aux splendides Villes”. “Al
amanecer, armados de una ardiente paciencia, entraremos a las espléndidas ciudades”.
9. Yo creo en esa profecía de Rimbaud, el Vidente. Yo vengo de una oscura provincia, de un país
separado de todos los otros por la tajante geografía. Fui el más abandonado de los poetas y mi
poesía fue regional, dolorosa y lluviosa. Pero tuve siempre confianza en el hombre. No perdí jamás
la esperanza. Por eso tal vez he llegado hasta aquí con mi poesía, y también con mi bandera.
10. En conclusión, debo decir a los hombres de buena voluntad, a los trabajadores, a los poetas que el
entero porvenir fue expresado en esa frase de Rimbaud: sólo con una ardiente paciencia
conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres.
A) al arte
B) a la poesía.
C) a la esperanza.
D) a la solidaridad.
13. ¿Cuál de las siguientes opciones contiene la idea central del séptimo párrafo?
14. Considerando lo expuesto en el noveno párrafo, Neruda considera que su poesía se caracteriza por ser,
fundamentalmente,
A) local y sufrida
B) atroz y desesperada.
C) tormentosa y huérfana.
D) esperanzadora y colectiva.
15. A partir de lo expuesto, se interpreta que “la ciudad espléndida” a la que alude Neruda correspondería a
una
16. ¿Cuál de las siguientes opciones representa el sentido de la expresión “Así la poesía no habrá cantado en
vano” con que finaliza el fragmento citado?
A) Así el poeta conquistará la espléndida ciudad.
B) Solo así el poeta devolverá la poesía al mundo.
C) De esta manera el poeta no habrá escrito en vano.
D) Solo así la poesía permanecerá vigente en los pueblos.
A) Los poetas no son pequeños dioses con un destino ya delimitado, sino que son hombres mortales
cuya labor es igual de importante que la de los demás mortales.
B) Para cambiar la realidad de los pueblos es necesario que los poetas asuman los ideales de la lucha y
la esperanza.
C) Solo con ardiente paciencia se construirá la espléndida ciudad que dignificará de una vez por todas al
indígena americano.
D) La poesía no habrá cantado en vano siempre que se asuma como real la profecía de Rimbaud.
18. ¿Cuál de las siguientes opciones contiene un aspecto o rasgo textual que, eventualmente, influiría en la
comprensión del texto?
Lectura 3
Fragmento del cuento “China” (1954), escrito por el chileno José Donoso (1924-1996).
1. «Por un lado el muro gris de la Universidad. Enfrente, la agitación maloliente de las cocinerías
alterna con la tranquilidad de las tiendas de libros de segunda mano y con el bullicio de los
establecimientos donde hombres sudorosos horman y planchan, entre estallidos de vapor. Más
allá, hacia el fin de la primera cuadra, las casas retroceden y la acera se ensancha. Al caer la
noche, es la parte más agitada de la calle. Todo un mundo se arremolina en torno a los puestos
de fruta. Las naranjas de tez áspera y las verdes manzanas, pulidas y duras como el esmalte,
cambian de color bajo los letreros de neón, rojos y azules. Abismos de oscuridad o de luz caen
entre los rostros que se aglomeran alrededor del charlatán vociferante, engalanado con una
serpiente viva. En invierno, raídas bufandas escarlatas embozan los rostros, revelando sólo el
brillo torvo o confiado, perspicaz o bovino, que en los ojos señala a cada ser distinto. Uno que
otro tranvía avanza por la angosta calzada, agitando todo con su estruendosa senectud
mecánica. En un balcón de segundo piso aparece una mujer gruesa envuelta en un batón listado.
Sopla sobre un brasero, y las chispas vuelan como la cola de un cometa. Por unos instantes, el
rostro de la mujer es claro y caliente y absorto.
2. Como todas las calles, ésta también es pública. Para mí, sin embargo, no siempre lo fue. Por
largos años mantuve el convencimiento de que yo era el único ser extraño que tenía derecho a
aventurarse entre sus luces y sus sombras.
3. Cuando pequeño, vivía yo en una calle cercana, pero de muy distinto sello. Allí los tilos, los
faroles dobles, de forma caprichosa, la calzada poco concurrida y las fachadas serias hablaban de
un mundo enteramente distinto. Una tarde, sin embargo, acompañé a mi madre a la otra calle.
Se trataba de encontrar unos cubiertos. Sospechábamos que una empleada los había sustraído,
para llevarlos luego a cierta casa de empeños allí situada. Era invierno y había llovido. Al fondo
de las bocacalles se divisaban restos de luz acuosa, y sobre los techos cerníanse aún las nubes en
vagos manchones parduscos. La calzada estaba húmeda, y las cabelleras de las mujeres se
apegaban, lacias, a sus mejillas. Oscurecía.
4. Al entrar por la calle, un tranvía vino sobre nosotros con estrépito. Busqué refugio cerca de mi
madre, junto a una vitrina llena de hojas de música. En una de ellas, dentro de un óvalo, una
muchachita rubia sonreía. Le pedí a mi madre que me comprara esa hoja, pero no prestó
atención y seguimos camino. Yo llevaba los ojos muy abiertos. Hubiera querido no solamente
mirar todos los rostros que pasaban junto a mí, sino tocarlos, olerlos, tan maravillosamente
distintos me parecían. Muchas personas llevaban paquetes, bolsas, canastos y toda suerte de
objetos seductores y misteriosos. En la aglomeración, un obrero cargado de un colchón
desarregló el sombrero de mi madre. Ella rió, diciendo:
6. Seguimos calle abajo. Era difícil eludir los charcos en la acera resquebrajada. Al pasar frente a
una cocinería, descubrí que su olor mezclado al olor del impermeable de mi madre era grato. Se
me antojaba poseer cuanto mostraban las vitrinas. Ella se horrorizaba, pues decía que todo era
ordinario o de segunda mano. Cientos de floreros de vidrio empavonado, con medallones de
banderas y flores. Alcancías de yeso en forma de gato, pintadas de magenta y plata. Frascos de
bolitas multicolores. Sartas de tarjetas postales y trompos. Pero sobre todo me sedujo una tienda
tranquila y limpia, sobre cuya puerta se leía en un cartel: “Zurcidor Japonés”.
7. No recuerdo lo que sucedió con el asunto de los cubiertos. Pero el hecho es que esta calle quedó
marcada en mi memoria como algo fascinante, distinto. Era la libertad, la aventura. Lejos de
ella, mi vida se desarrollaba simple en el orden de sus horas. El “Zurcidor Japonés”, por mucho
que yo deseara, jamás remendaría mis ropas. Lo harían pequeñas monjitas almidonadas de
ágiles dedos. En casa, por las tardes, me desesperaba pensando en “China”, nombre con que
bauticé esa calle. Existía, claro está, otra China. La de las ilustraciones de los cuentos de Calleja,
la de las aventuras de Pinocho. Pero ahora esa China no era importante.
8. Un domingo por la mañana tuve un disgusto con mi madre. A manera de venganza fui al
escritorio y estudié largamente un plano de la ciudad que colgaba de la muralla. Después del
almuerzo mis padres habían salido, y las empleadas tomaban el sol primaveral en el último
patio. Propuse a Fernando, mi hermano menor:
9. -¿Vamos a “China”?
10. Sus ojos brillaron. Creyó que íbamos a jugar, como tantas veces, a hacer viajes en la escalera de
tijeras tendida bajo el naranjo, o quizás a disfrazarnos de orientales.
11. -Como salieron -dijo-, podemos robarnos cosas del cajón de mamá.
13. Fernando vestía mameluco azulino y sandalias blancas. Lo tomé cuidadosamente de la mano y
nos dirigimos a la calle con que yo soñaba. Caminamos al sol. Íbamos a “China”, había que
mostrarle el mundo, pero sobre todo era necesario cuidar de los niños pequeños. A medida que
nos acercamos, mi corazón latió más aprisa. Reflexionaba que afortunadamente era domingo
por la tarde. Había poco tránsito, y no se corría peligro al cruzar de una acera a otra.”
16. Lo primero que me extrañó fue no ver letreros luminosos, ni azules, ni rojos, ni verdes. Había
imaginado que en esta calle mágica era siempre de noche. Al continuar, observé que todas las
tiendas habían cerrado. Ni tranvías amarillos corrían. Una terrible desolación me fue
invadiendo. El sol era tibio, tiñendo casas y calle de un suave color de miel. Todo era claro.
Circulaba muy poca gente, éstas a paso lento y con las manos vacías, igual que nosotros.
19. Me sentí perdido. De pronto, no supe cómo contentarlo. Vi decaer mi prestigio ante él, y sin una
inmediata ocurrencia genial, mi hermano jamás volvería a creer en mí.
21. Tenía pocas esperanzas de que esto lo convenciera. Pero Fernando, quien comenzaba a leer, sin
duda lograría deletrear el gran cartel desteñido que colgaba sobre la tienda. Quizás esto
aumentara su fe. Desde la acera de enfrente, deletreó con perfección. Dije entonces:
24. Las lágrimas estaban a punto de llenar mis ojos, si no sucedía algo importante, rápida,
inmediatamente. ¿Pero qué podía suceder? En la calle casi desierta, hasta las tiendas habían
tendido párpados sobre sus vitrinas. Hacia un calor lento y agradable.
25. —No seas tonto. Atravesemos para que veas —lo animé, más por ganar tiempo que por otra
razón. En esos instantes odiaba a mi hermano, pues el fracaso total era cosa de segundos.
26. Permanecimos detenidos ante la cortina metálica del “Zurcidor Japonés”. Como la melena de
Lucrecia, la nueva empleada del comedor, la cortina era una dura perfección de ondas. Había
una portezuela en ella, y pensé que quizás ésta interesara a mi hermano. Sólo atiné a decirle:
27. —Mira… —y hacer que la tocara.
28. Se sintió un ruido en el interior. Atemorizados, nos quitamos de enfrente, observando cómo la
portezuela se abría. Salió un hombre pequeño y enjuto, amarillo, de ojos tirantes, que luego echó
cerrojo a la puerta. Nos quedamos apretujados junto a un farol, mirándole fijamente el rostro.
Pasó a lo largo y nos sonrió. Lo seguimos con la vista hasta que dobló por la calle próxima.
29. Enmudecimos. Sólo cuando pasó un vendedor de algodón de dulces salimos de nuestro ensueño.
Yo, que tenía un peso, y además estaba sintiendo gran afecto hacia mi hermano por haber
logrado lucirme ante él, compré dos porciones y le ofrecí la maravillosa sustancia rosada.
Ensimismado, me agradeció con la cabeza y volvimos a casa lentamente. Nadie había notado
nuestra ausencia. Al llegar Fernando tomó el volumen de “Pinocho en la China” y se puso a
deletrear cuidadosamente.»
21. Según el texto, ¿cuál es la razón que llevó al narrador a conocer “la China”?
A) Sus tiendas y locales suelen cerrar más temprano durante los fines de semana.
B) El narrador, en un principio, consideró como algo positivo visitarla un domingo.
C) Representa para el autor la libertad y la aventura que no se encuentra en otros sitios.
D) El vendedor de algodones de azúcar y el zurcidor japonés eran los únicos que trabajaban los domingos.
24. Frente a los objetos que vendían en la calle, la madre del narrador manifiesta una actitud
A) indiferente
B) irónica
C) evasiva
D) despreciativa
25. ¿Qué función discursiva cumplen los guiones en los párranos nueve, once y doce?
C)
B)
las redes sociales, ya que tres de cada 10 usuarios
D)
A)
de entre 15 y 25 años que usan Twitter o Linkedin
confesaron ser adictos a éstas, de acuerdo con la
Sociedad Mexicana de Autores de las Artes Plásticas
(Somaap)
Pérdida de
control del uso
de redes
sociales.
Episodios de uso
compulsivo con
gran inversión de
tiempo y energía
Daño progresivo
Uso pese al
daño personal o
familiar.
Gran ansiedad si
no se está
conectado.
27. ¿Qué función comunicativa cumplen las imágenes incluidas en la sección “Síntomas del adicto”?
En abril pasado, la Asociación dio a
conocer que 54 por ciento de los
Fantasías o sueños hombres estableció relaciones humanas
relacionados con virtuales, de las cuales sólo 11 por
las redes. ciento derivó en relaciones personales.
28. ¿Cuál de las siguientes opciones contiene una inferencia válida sobre el contenido de la infografía?
A) La mitad de los usuarios de Facebook y Linkedin confiesa ser adicto a estas redes.
B) Los hombres son más propensos a ser adictos a las redes sociales que las mujeres.
C) La mayoría de las personas adictas a las redes sociales lo son por comodidad.
D) La edad, el género y la situación económica influyen en las adicciones.
30. ¿Qué función cumplen las imágenes de celulares rojos y grises bajo el título de la infografía?
A) Distinguen con colores a los usuarios adictos a las redes de quienes no lo son.
B) Alarman de la gravedad del problema mediante una cifra estadística.
C) Aportan una nota importante relacionada con la adicción a las redes.
D) Representan gráficamente el dato estadístico informado en el título.
A) crítica
B) objetiva
C) alarmista
D) estadística
32. ¿Qué efecto tienen la incorporación de datos estadísticos y la referencia a la Sociedad Mexicana de
Autores de las Artes Plásticas?