Está en la página 1de 3

LA PRIMERA LECCIÓN

Llegó el nuevo año escolar y nos enteramos todos que don Ramiro iba a ser nuestro tutor. Don Ram
profesor muy particular. El año pasado ya nos había enseñado y no había día que no nos sorprendie
estábamos curiosos por saber lo que ocurriría ese día, el primero de todo el año.
Don Ramiro llegó a clase y ni siquiera saludó, sólo se sentó y se quedó callado, Pasaron un par de m
seguía igual. Nosotros al principio chillábamos y reíamos. Yo estaba con Alfredo, jugando en mi asiento.
Aquel día se pasó diez minutos enteros callado, sin decir ni mu, ni cua, ni guau. Poco a poco nos fuimos
todos en clase y nos quedamos tan serios como él.
De repente dijo:
- ¿Qué han pensado ustedes de mí?
Nos pilló de sorpresa esa pregunta. Pero Julio se lanzó:
- Que estaba loco.
Ahora sí que nos castigaría, qué atrevido.
Nos quedamos todos como una piedra, pues conocíamos a don Ramiro, y sabíamos que cuando se mole
capaz de mandarnos mucha tarea a casa.
- Buena respuesta, Julio, pero no te preocupes, aún no estoy loco.
Esto significaba que podíamos seguir intentando. -iQue está enfadado!
- iQue está durmiendo con los ojos abiertos!
- iQue está jugando con nosotros!
- iQue está haciendo yoga!
- iQue unos marcianos lo han dejado paralizado!
Yo le dije lo que pensaba: “Que quería que nos calláramos".
- Por ahí es justamente donde voy, Angel. Quería que vieran que el silencio tiene tanta fuerza como las pa
Nos quedamos sorprendidos. De todas maneras, pensándolo un poco, don Ramiro tenía razón. Me decid
una prueba.
Cuando llegué a casa di un beso a mi madre y no dije una palabra.
- Cariño, ¿te pasa algo?- me dijo mamá.
La miré fijamente y con los labios apretados, y creo que con los cachetes hinchados, porque se acercó y m
- Creo que se te ha inflamado la garganta, hijo.
No había manera, mi madre no se había enterado del poder del silencio. Y eso que de pequeña también
escuela. Me dirigí luego al patio, quería probar con Belfos, mi perro.
Él se me acercó moviendo la cola. Iba a acariciarlo y hacerle juegos como siempre pero sabía que tenía q
la teoría de don Ramiro, asi que no le hice caso y me senté en el suelo a mirarlo fijamente. Belfos me olfa
lamió. Yo no hice ningún movimiento. Comenzó a mover la cara de un lado a otro y a hacer “uuuuuu” m
Nada, ni un gesto por mi parte. Así estuvimos un buen rato hasta que, sin saber ya a dónde mirar ni q
Belfos se tumbó puso la cabeza sobre las patas y se quedó quieto. Otra victoria. Don Ramiro tenía razón.

También podría gustarte