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08/06/2022 08:50 El Partido Comunista de Argentina y los orígenes del peronismo.

Un análisis desde su estrategia de Frente Popular

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2021

El Partido Comunista de Argentina y los


orígenes del peronismo. Un análisis desde su
estrategia de Frente Popular
The Communist Party of Argentina and the origins of Peronism. An analysis from its Popular Front strategy

Gabriel Piro Mittelman
https://doi.org/10.4000/nuevomundo.85504

Résumés
Español English
El objetivo de este trabajo es analizar el desempeño político del Partido Comunista de Argentina (PC) en la particular coyuntura argentina de
1945, momento en que por un lado se profundizaba la crisis del régimen inaugurado en junio de 1943, y por otro, se consolidaba la formación
del peronismo. A partir del análisis de diversas fuentes, observaremos el modo en que la estrategia de Frente Popular, la cual articulaba el
desenvolvimiento del PC desde 1935, delimitó los contornos de su experiencia en esta etapa.

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The objective of this work is to analyze the political performance of the Communist Party of Argentina (CP) in the particular conjuncture of
1945, at which time, on the one hand, the crisis of the regime inaugurated in June 1943 deepens, and on the other, the formation of Peronism.
From the analysis of various sources, we will observe the way in which the Popular Front strategy, which articulated the development of the
CP since 1935, delimited the contours of its experience at this stage.

Entrées d’index
Keywords: Communist Party, Popular front, Peronism, Left, Working class
Palabras claves: Partido Comunista, Frente Popular, Peronismo, Izquierda, Clase Obrera

Texte intégral

Introducción
1 El fin de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de la Guerra Fría fueron dos procesos prácticamente simultáneos. La
disputa por la hegemonía global, aún no resuelta en el periodo de entreguerras, viró tras 1945 a favor de Estados Unidos, que se
constituyó como la principal potencia capitalista, a la vez que el prestigio obtenido por la URSS tras el triunfo del Ejército Rojo
sobre el nazismo, le permitió consolidar posiciones en el este europeo. La división de “áreas de influencia” entre las potencias
victoriosas representó un equilibrio que se mostró inestable durante el periodo siguiente.1 Fue en el marco de este cambio de
hegemonía a nivel mundial, en el cual el peronismo delineó sus contornos.
2 El periodo que transcurrió en Argentina entre el golpe de Estado de junio de 1943 y mediados de 1946 se puede definir como
un momento de transición. El fin del régimen inaugurado por el golpe de Estado de septiembre de 1930 no dio origen a una
democracia constitucional librada del fraude electoral, como esperaban algunos sectores opositores al gobierno de Ramón
Castillo. El “ocaso de la república imposible”, como lo llamó Halperín Donghi2, fue sucedido por un régimen en el cual el
Ejército, fortalecido durante la etapa previa, conquistó el manejo del Estado.3
3 El heterogéneo grupo de oficiales y coroneles que impulsaron el golpe comenzó a ser hegemonizado por el GOU (Grupo de
Oficiales Unidos) que inicialmente impuso un férreo neutralismo en política exterior, combinado con un nacionalismo que
reunía a integristas, liberales y católicos, bajo un marcado anticomunismo. A su vez, la preocupación en sectores del Ejército
respecto a las perspectivas de la post Guerra, coadyuvó a una fuerte intervención estatal en la economía y una mayor injerencia
en lo referido al movimiento obrero organizado, traducido en dos pautas de acción: mientras por un lado crecieron las acciones
represivas hacia el sindicalismo asociado al PC y al Partido Socialista (PS), por otro, fueron gestándose un conjunto de prácticas
y vínculos4, particularmente a través de la acción de la Secretaria de Trabajo y Previsión (STP) dirigida por Juan Perón, que
fortalecieron los lazos entre el Estado y el movimiento obrero. Esto supuso un movimiento yuxtapuesto de concesiones a
demandas obreras irresueltas en las décadas anteriores y una creciente estatización de las organizaciones sindicales.
4 Este proceso se asentó sobre una extensa trayectoria de organización del movimiento obrero argentino, que tuvo un fuerte
desarrollo durante los años 30. En esta, junto con el PS, que gravitó fuertemente en los gremios de servicios y transportes,
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además de en la Confederación General del Trabajo (CGT)5, el PC contribuyó a la organización del creciente proletariado
industrial, logrando la conducción o co-conducción de organizaciones sindicales en el área de la construcción, en el sector textil,
en la industria metalúrgica, de la alimentación y el vestido, así como en la propia CGT.6 Por este motivo, analizar el
desenvolvimiento del PC durante el periodo de surgimiento del peronismo cobra particular relevancia, en tanto su incidencia en
este medio social lo había transformado en un actor clave de la escena local.
5 Desde el punto de vista político, a partir de 1935 y en confluencia con el VII Congreso de la Internacional Comunista (IC), el
PC había adoptado la estrategia del Frente Popular, la cual postulaba una alianza entre sectores obreros, reformistas y
“progresistas” de la burguesía, bajo la premisa de enfrentar al fascismo.7 La misma fue admitiendo múltiples modulaciones y en
1945 adoptó la fórmula de Unidad Nacional, que se iría asimilando cada vez más a la Unión Democrática (UD) impulsada por la
Unión Cívica Radical (UCR) y el embajador norteamericano Spruille Braden. Esta orientación cobró centralidad tanto en la
acción, como en la discursividad e interacción de aquella organización con el conjunto de los actores sociales y políticos de la
época, ya que funcionó como el prisma interpretativo desde el cual clasificó a sus adversarios y enemigos en tanto
pertenecientes al campo “democrático” o “fascista”.
6 El objetivo de este trabajo es analizar las características que adoptó la implementación de la estrategia frentista del PC en la
particular coyuntura de 1945, momento en que por un lado se profundizó la crisis del régimen inaugurado en junio de 1943, y
por otro, se consolidó la formación del movimiento político que abrió una nueva etapa en la historia argentina. Para ello,
partiendo de la elaboración historiográfica referida al tema8, colocaremos el énfasis de nuestra pesquisa en las tensiones y
contradicciones presentes en aquella organización producto de la conjugación entre sus preceptos estratégicos frentistas y los
cambiantes acontecimientos de la situación nacional e internacional, los cuales la precipitaron a una reflexión sobre la
efectividad política de los lineamientos que había sostenido hasta entonces. Si la oposición entre “fascismo y democracia” había
guiado la lectura del PC en la década previa a 1945, identificando a la lucha antifascista con un movimiento obrero del cual se
consideraba legítimo representante ¿De qué manera procesó el PC la confluencia entre la derrota del nazismo en la guerra y la
adhesión de sectores obreros a un líder político al que había calificado de fascista? ¿Qué impacto tuvieron estos cambios en su
orientación frentista?
7 Para analizar estos interrogantes se examinarán las relecturas que realizó el PC respecto del peronismo ante la evidencia de
que la derrota del nazismo en la Guerra exigía nuevas explicaciones sobre sus bases de sustento. Sostendremos que además de
la señalada dependencia del PC respecto de los lineamientos del Kremlin, es necesario situar la percepción y racionalidad de un
partido que, al igual que el gran parte de los actores en la coyuntura de 1945, estableció sus pronósticos respecto a la etapa que
se avecinaba atendiendo tanto al resultado de la Guerra como a los vaivenes políticos del medio local. Esta perspectiva abona a
las elaboraciones que en las últimas décadas han complejizado las lecturas tradicionales que atribuían el derrotero del PC a una
incomprensión de la realidad nacional.9
8 A su vez, escrutaremos en los matices que presentó su interpretación de los hechos del 17 de octubre, momento decisivo en la
formación del peronismo, ya que detectamos allí un primer cuestionamiento por parte del PC a la eficacia de la política frentista
para interpelar al movimiento obrero. Si bien este interrogante no supuso una ruptura con la misma, producto de la férrea
disciplina a las necesidades geopolíticas de Moscú, sostendremos que expresó las tensiones derivadas de una orientación que al
mismo tiempo que se atribuía la representación legítima de la clase obrera, abonaba a una confluencia con la oposición
empresaria y pro norteamericana que se gestó frente al avance del peronismo.

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9 Utilizaremos como fuentes principales tanto los órganos de prensa partidaria Orientación, La Hora, Unidad Nacional, El
Patriota y 11 Congreso, como folletos, declaraciones y resoluciones de Congresos y Conferencias partidarias, lo cual será
contrastado con la bibliografía específica.

El reagrupamiento de la oposición y la política frentista


10 Luego de más de un año de paralización de la vida política nacional por decretos y normativas que prohibían el accionar
opositor, hacia comienzos de 1945 se inició un retorno a la actividad de los partidos y colectivos que se oponían al gobierno,
producto de la creciente debilidad del mismo para contener las disputas dentro del propio Ejército y las permanentes presiones
internacionales para modificar su política exterior.10
11 A finales de mayo el poder ejecutivo reglamentó el retorno a la actividad de los partidos políticos, entre ellos el PC, que obtuvo
su legalidad meses más tarde. A su vez, comenzó a liberar a presos políticos y permitió el retorno del exilio de algunos líderes de
la oposición. En este contexto, en junio de 1945 se publicó el manifiesto de “Exhortación Democrática” formulado por un
conjunto de conocidas personalidades, intelectuales y profesionales que se oponían al estatuto de los partidos políticos y al
Estado de Sitio, transformándose en un punto de reagrupamiento de la oposición política y en la base de la Junta de
Coordinación Democrática (JCD), la cual apuntó a formular una alianza electoral involucrando a sectores de la UCR y el PS.11
También se manifestaron, ese mismo mes, cerca de trescientas asociaciones patronales12, integrantes de la Sociedad Rural
Argentina, de la Cámara de Comercio y de la Unión Industrial Argentina, entre otros, con su “Manifiesto de las Fuerzas Vivas”,
el cual contenía duras críticas a la política de Perón y que fue celebrado por el PC como un paso hacia la “Unidad Nacional”.13
12 Este concepto, adoptado previamente por los diversos partidos comunistas que adherían a la IC, proyectaba una etapa de
coexistencia pacífica entre la URSS y las potencias capitalistas tras la Guerra, los cuales encabezarían el “concierto de las
naciones”.14 En este, el “desarrollo nacional” de cada país resultaría armónico con el de todos los países adheridos a las
Naciones Unidas (NU), superando las antiguas distancias entre potencias capitalistas y países coloniales o semi-coloniales. Se
ampliaba así el concepto de Frente Popular apelando a la confluencia de todos aquellos sectores, sin importar su clase social o
programa político, que se opusiesen militarmente al nazismo y adscribiesen a las NU, lo cual implicaba, a su vez, evitar toda
confrontación con las potencias capitalistas y sus respectivas clases dominantes. Desde la óptica del PC el hecho de que el
gobierno de Farrell-Perón no adhiriese al bando Aliado, era suficiente para ubicarlo junto al fascista y considerar que su
neutralismo era un modo de ocultar la actividad nazi que lo sustentaba para penetrar en América.15 Paralelamente, esta visión
habilitaba a considerar a sus opositores, incluso a las cámaras empresariales y a la embajada norteamericana, como
“demócratas”.16
13 De allí se desprende la rápida acogida por parte del PC, hacia junio de 1945, de la iniciativa del Consejo Nacional del PS, que
tras la convocatoria a elecciones anunciada por Farrell, impulsó un llamado a la unidad de las “fuerzas democráticas”, bien
recibido también por sectores de la UCR y del Partido Demócrata Progresista (PDP). Se trataba de la tan mentada confluencia
de fuerzas “democráticas” que el PC venía promulgando desde 1935 y el inicio de la UD17, amparada por una creciente oposición
empresarial hacia el gobierno de Farrell-Perón.
14 A estas circunstancias en el plano nacional se sumaba el impulso que los hechos internacionales daban a la actividad
opositora. El 30 de abril de 1945 se suicidaba Adolf Hitler en la ciudad de Berlín rodeada por el Ejército Rojo y durante la noche
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del 8 al 9 de mayo la Alemania nazi se rindió definitivamente. El impacto de estos acontecimientos, así como había ocurrido con
la liberación de París un año antes, dio un renovado impulso a los simpatizantes de los Aliados en todo el mundo, aumentó el
prestigio de la URSS y comenzó a configurar el escenario de la post Guerra. Estados Unidos pretendía acrecentar su influencia
económica y política sobre el continente americano, lo cual se expresó en Argentina a través de su embajador Spruille Braden18,
que cumplió un importante papel como animador y coordinador de la fragmentada oposición local, incluyendo al PC.
15 Si la ruptura de relaciones con el Eje fue un signo de debilidad del gobierno de Farrell-Perón, la declaración de Guerra a
Alemania y Japón en marzo de 1945 fue interpretada por el PC como la confirmación del estado de confusión y ambigüedad en
que se encontraba el régimen ante un inminente triunfo Aliado en la Guerra. Ya a fines de 1943 el PC decía tener “la historia de
su lado”, cuando vaticinaba que la caída de Mussolini en Italia, y el avance irreversible de las tropas soviéticas sobre Hitler
abrirían una nueva etapa en la historia mundial.19 La situación en Argentina no era más que una expresión a destiempo de esta
dinámica20 y tarde o temprano el desarrollo de los acontecimientos se alinearía con los hechos internacionales.21 El PC había
ensayado, incluso, un intento insurreccional a través de la organización Patria Libre, convocando a sectores “democráticos” del
Ejército, para acelerar el proceso de “decadencia” del gobierno.22
16 Sin embargo, esta nueva coyuntura planteaba paradojas a la política del PC. Si el nazismo había sido vencido en la Guerra,
tanto en Italia como en Alemania, ¿cuál era el motivo para continuar con la política frentista y de colaboración policlasista
sostenida hasta entonces? Y por otro lado: si el gobierno del GOU había sido descripto como un “puente” local del nazismo
alemán, ¿cuál era el sustento de ese puente una vez derrocado Hitler? Responder a estas preguntas permitirá precisar la forma
en que la lógica frentista del PC articuló, en esta coyuntura particular, su visión de la realidad.
17 Tras analizar el discurso público del PC se observa que la política frentista se sostuvo bajo un argumento “preventivo”. Ningún
partido ni sector social podría, por sí solo, afrontar todos los problemas derivados de la “reconstrucción” mundial tras la Guerra.
Los acuerdos alcanzados entre las “naciones democráticas” y la URSS permitían pensar en un desarrollo económico nacional
basado en la “no injerencia” de las fuerzas imperialistas en el país23, donde a su vez, no existiese contradicción entre “lo nacional
y lo extranjero”.24 Siguiendo esa lógica, las empresas extranjeras, sectores de terratenientes, los industriales y la clase obrera,
debían impulsar la Unidad Nacional para terminar con la dictadura de Farrell y Perón. O sea, suprimir las vías para un posible
resurgimiento del fascismo, en tanto quedasen anuladas las pretensiones expansionistas y las agresiones imperialistas. De aquí
se desprende el fuerte apoyo brindado por el PC al embajador Braden ante los sucesivos ataques por parte de Perón.
18 En este sentido el PC buscó, dada la relativa flexibilización de las condiciones de clandestinidad desde mayo de 1945,
acrecentar sus denuncias al gobierno, apuntando a lo que consideraba rasgos incompatibles con un Estado que quisiera
“purificarse” del nazismo. En su lectura, se debía “luchar por el aplastamiento de todos los focos nazis existentes en el país y por
la expulsión de todos sus agentes y cómplices de las posiciones que ocupen en el aparato del estado”.25 Para ello, una de las
medidas fundamentales era el paso de la adhesión formal a la adhesión real del país a las NU. El frentismo del PC estaba
fuertemente anclado en la perspectiva de la diplomacia soviética: la búsqueda de un acuerdo con las potencias capitalistas en
pos de conservar la incidencia del Kremlin en su “área de influencia”, suponía evitar todo tipo de confrontación entre las clases y
entre los Estados, aun si existiese una relación de opresión entre estos, en tanto pudiesen alterar aquellos acuerdos.
19 Respecto de las bases de sustento que el PC atribuía al régimen de Farrell-Perón, se observa que al desaparecer la explicación
vinculada al apoyo extranjero, cobró relevancia un análisis enfocado en las bases locales del mismo. Desde su punto de vista,
además de las medidas coercitivas que sostenía el gobierno para mantener el orden interno, éste, y particularmente Perón desde
la STP, ejercían una fuerte demagogia sobre sectores de la clase obrera.26 La concesión de mejoras en las condiciones laborales

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de los trabajadores era una forma de disciplinamiento social que servía a la instauración de un orden totalitario y represor,
como se anticipaba en Italia y Alemania. Sin embargo, el PC no negaba el éxito de esta estrategia, reconociendo que esta
“demagogia” había permitido dividir al movimiento obrero, gracias al apoyo de sectores sindicales calificados como
“colaboracionistas”27, en referencia a aquellos dirigentes gremiales que mantenían fluidas relaciones con Perón y que en muchos
casos habían formado parte de organizaciones paralelas a los sindicatos dirigidos por militantes del PC y el PS.28
20 Pese a esta advertencia, el PC negaba que las conquistas obtenidas en ese periodo por la clase obrera fueran producto de una
política de Estado: “todas las conquistas logradas por los trabajadores son el resultado de luchas libradas a lo largo de 50 años
de combate en todos los terrenos”.29 Por ende, sostenía que la clase trabajadora no necesitaba “tutores” ni “patrones” para
obtener sus conquistas, sino que necesitaba libertades para poder ejercer su fuerza.30 Es decir, el PC expresaba una dicotomía
entre las conquistas económicas y las libertades democráticas, en la cual las primeras solo tendrían valor en un contexto de
vigencia constitucional donde la clase obrera pudiese ser ella misma protagonista de sus conquistas. Sin embargo, este
cuestionamiento respecto a la injerencia estatal entre la clase obrera no implicó una lucha por la autonomía política de la
misma. Para el PC los trabajadores no podían defender eficazmente y en forma perdurable sus intereses sin defender, al mismo
tiempo, los intereses de todos los “sectores progresistas de la Nación” que peleasen por el restablecimiento de la democracia.31
21 Esto incluía a aquellos sectores empresarios que desde la declaración de las “Fuerzas Vivas” reclamaban la caída del régimen.
Por lo tanto, para el PC se debían reducir lo más posible los conflictos entre estos y la clase obrera. Para acertar con las
soluciones a los problemas nacionales no era conveniente “encender a todo trance y sin motivos reales los conflictos entre
capital y trabajo. Más aún, es de interés común para patrones y obreros llegar a un acuerdo hecho sobre bases progresistas”.32
Esta perspectiva, junto a la imprecisa mesura sobre los alcances de la política estatal en el movimiento obrero, llevó al PC a
subestimar medidas determinantes en este periodo, como el decreto que establecía el cobro de aguinaldo, que lo ubicó a la par
de las corporaciones empresariales en la oposición a esta medida.33 Por otra parte, desestimó la emergencia de una apelación
identitaria que excedía el terreno reivindicativo/económico, asumiendo que aquella identificación política le correspondía
exclusivamente en tanto “vanguardia del proletariado”.
22 Se observa entonces que el PC modificó su explicación respecto a cuáles eran las bases de sustento del régimen en la medida
que las causas exógenas –el enfrentamiento bélico con el nazismo- fueron reemplazadas por explicaciones endógenas,
vinculadas con los manejos realizados por el gobierno de Farrell para cooptar a sectores del Ejército y la policía34, pero sobre
todo para atraer al movimiento obrero. Esta observación resulta significativa a la hora de matizar algunos análisis que han
hecho énfasis sobre la “incomprensión” del PC respecto de la realidad nacional. El método con que este partido analizó el
régimen político y sus medidas hacia los trabajadores, se derivó de la concepción estratégica que sostenía desde 1935, la cual
convivió con su etapa de mayor ascenso en el movimiento sindical. La visión frentista no se había transformado, sino que era la
realidad nacional e internacional la que mutaba, dándole nuevos contornos y significados a esta orientación.
23 Sin embargo, esto no impide señalar el costo que significó para el PC contraponer a la acción estatal la unidad con el
empresariado y la subestimación del impacto de las medidas del gobierno en la clase obrera, tanto en el plano económico como
en el plano político, en tanto este logró absorber apelaciones movilizantes como el nacionalismo antiimperialista y
antioligárquico ante el progresivo abandono de estas consignas por parte del PC.
24 Finalmente, vale señalar que estas concepciones son determinantes para comprender el modo en que el PC abordó los
vertiginosos hechos de septiembre y octubre de 1945 que pasaremos a analizar.

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El PC ante “la crisis de octubre”


25 A principios de agosto de 1945, mientras aún resonaba en todo el mundo el eco de las explosiones atómicas de Hiroshima y
Nagasaki, el gobierno de Farrell decretaba el fin del Estado de Sitio y se vislumbraba una rápida convocatoria a elecciones. A
finales de agosto de 1945 ganaba consenso la idea respecto a que el régimen inaugurado en junio de 1943 estaba en su ocaso. En
ese marco se conjugaron algunas circunstancias que desembocarían en lo que varios autores han denominado la “crisis de
octubre”.35
26 En aquel contexto, el PC había vuelto a actuar en varios de los sindicatos sobre los que tenía influencia ante el fin de las
restricciones de la etapa previa. Los acontecimientos nacionales e internacionales lo llevaron a evaluar que estaba entrando en
una nueva etapa de su historia. Esta no era interpretada como un mero retorno al escenario previo al golpe del 43, sino como el
final de las persecuciones y las trabas para desarrollarse como un “partido democrático”. El PC vinculó su resistencia al
gobierno de Farrell con la resistencia al nazismo en Europa, cristalizando esta nueva “etapa ofensiva” en un acto en el Luna Park
el 1º de septiembre de 1945, donde, según los organizadores, se reunieron 40.000 personas36 para celebrar su retorno a la vida
legal. Allí, el dirigente partidario Rodolfo Ghioldi anunció que el PC se encaminaba nuevamente a desarrollar la política
frentista, ya no pensada como un conglomerado opositor para ganar las elecciones, sino como una fuerza capaz de gobernar
ante la inminente caída del gobierno.37
27 Según Félix Luna, el PC tenía razones para considerar que estaba influyendo en el desarrollo del movimiento opositor, en
tanto muchas consignas, lemas y argumentos utilizados por este, eran asimilables al discurso frentista que el PC sostenía desde
1935.38 Sin embargo, esta observación podría ser invertida si tenemos en cuenta que el PC hizo permanentes esfuerzos para
adaptar su programa a lo que consideraba “aceptable” por el resto de las fuerzas políticas, lo cual explica, por ejemplo, la
adopción entre sus consignas de la “entrega del poder” a la Corte Suprema. Consultado por Orientación, el dirigente comunista
Juan José Real, declaró que “el poder debe ser ejercido por una Junta de Gobierno que represente a todos los partidos
democráticos y las fuerzas sociales afines”. Por lo tanto, “si la mayoría de ellos está por la entrega a la Suprema Corte, el Partido
debe apoyar tal solución, dejando a salvo su posición independiente”.39 Un año más tarde, el PC reafirmaría esta visión pero con
un sesgo negativo, al afirmar que se trató de un “error oportunista”.40
28 Esta búsqueda por confluir con el movimiento opositor quedó evidenciada en lo que fue la mayor demostración de fuerzas de
este espacio en todo el periodo, la Marcha por la Constitución y la Libertad. Allí se reunieron los más diversos dirigentes
opositores, desde los socialistas Nicolás Repetto y Alfredo Palacios, hasta el ex ministro del interior Leopoldo Melo (quien había
perseguido intensamente al PC), pasando por el impulsor del golpe de Estado de 1943 Arturo Rawson, los comunistas Rodolfo
Ghioldi y Ernesto Giudice, los radicales José Tamborini y Enrique Mosca, y el embajador norteamericano Spruille Braden, entre
otros.41
29 El PC interpretó la manifestación como el inicio de la disputa electoral y priorizó desde aquel momento la intervención en pos
de una articulación del espacio opositor.42 Paradójicamente, comenzó una intensa campaña por la inclusión de sectores del
conservadurismo en la alianza opositora, cuestión sobre la que el PS y sectores de la UCR pusieron reparos. Al mismo tiempo, se
inmiscuyó en las internas de la UCR, dando lugar en su prensa a testimonios de radicales favorables a una alianza electoral
amplia y enemistados con el sector intransigente.43
30 Tres días antes del 17 de octubre de 1945, Orientación anunciaba que el momento político argentino podía ser resumido en
pocas palabras: “el pueblo en las calles exige la rendición incondicional del gobierno y este ha entrado en descomposición”.44
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Para el PC la situación ya estaba resuelta a favor de las “fuerzas democráticas”. Sin embargo, señalaba que pese a contar con el
respaldo popular, el movimiento carecía de dirección clara y eso le permitía al gobierno mantenerse aún en pie.
31 No obstante, los comunistas identificaban que incluso derrocado el gobierno y encarcelado Perón, esto no sería suficiente
reaseguro: era necesario destruir “todo el aparato nazista” construido por él.45 Esto es, independientemente de la valoración que
hacía sobre su accionar, el PC explicitaba que la influencia de Perón sobre el Estado trascendía el  hecho de su presencia o
ausencia. Esto permite matizar visiones que sostienen que el PC, aún en 1945, percibía al peronismo como “un momento
pasajero de la evolución histórica”.46 Para Orientación, el desplazamiento de Perón era insuficiente porque quedaba el “estado
peronista”.47 Por eso, tras el 17 de octubre, el PC cuestionó a sus aliados de la UD por subestimar esta continuidad del poder de
Perón, a lo cual añadiría su preocupación por la participación obrera en aquella movilización.
32 La primera reacción del PC ante la manifestación del 17 de octubre fue calificarla como el inicio de un plan organizado por
Perón y sus bandas armadas para recuperar el poder. En esta explicación ya se presentaba la preocupación por la presencia de
sectores obreros, diferenciados de “las bandas armadas”:

Si Perón contó con algún aporte obrero en sus actos últimos se debió a la actitud cerril de esos patrones negándose a pagar los
jornales del 12 de octubre. Con esto, el peronismo logró engañar a algunos sectores de la clase obrera, pequeños por cierto, en
especial a jóvenes y mujeres recientemente incorporados a la producción y del interior, a quienes no había llegado la prédica
democrática por la represión del movimiento obrero y popular.48

33 En términos generales, sin manifestar mayor sorpresa, el PC concluía que se confirmaban algunos de sus pronósticos: que
Perón se apoyaba sobre la demagogia y que repetía los mecanismos de movilización de Hitler y Mussolini.
34 Esta exposición sobre la posición comunista tras el 17 de octubre, sin embargo, puede ser complejizada. Los hechos de aquel
día presentaban una paradoja para el PC. Al decir de Juan Carlos Torre, si bien la acción política del sindicalismo vinculado a
Perón había estado subordinada a las orientaciones del Estado, dándole un carácter heterónomo, no era menos cierto que la
acción decisiva para dar legitimidad popular al líder fue una acción de la clase obrera que se organizó y controló el centro de la
escena política.49 Sumado a esto, aquella acción había excedido el control de los sindicatos ligados a Perón. La cúpula de la CGT,
cuya convocatoria a un paro para el día 18 fue anticipada por la movilización obrera50, estimulada por algunos de sus cuadros
sindicales, no podía ser la variante explicativa de aquel fenómeno. Por lo tanto, pese a la retórica continuista del PC, éste estuvo
obligado a dar una nueva explicación a tal supuesta paradoja. Para detectar los cambios, nos valdremos del análisis de las
representaciones gráficas utilizadas por la prensa comunista para describir la manifestación.
35 El 24 de octubre Orientación presentaba en su tapa la siguiente imagen:

Imagen 1 – Orientación, 24/10/1945.

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36 El epígrafe de la imagen rezaba: “El coronel mostró su elenco de maleantes y hampones que ya tuvo oportunidad de conocer
el país los días 17 y 18”. Y agregaba que “lo más lamentable es que, junto a ese elenco, haya podido arrastrar, por el engaño, a
algunos honestos elementos obreros sin experiencia ni perspicacia para la política”. En la imagen estos sectores aparecen
claramente distinguidos. Mientras los “maleantes” se asociaban con la prostitución y el “lumpen proletariado”, en el otro
extremo se encontraban los obreros atraídos por una caña de pescar acompañada por el nombre “Borlenghi”, en referencia al
líder sindical de la CGT que apoyaba a Perón. A éste se lo graficaba en una pose similar a la de los dictadores europeos,
sosteniendo una espada que contenía las siglas “T y P” en referencia a la STP. Finalmente se observa el rol de la policía, a la cual
se atribuía la organización de la jornada.
37 Aquella imagen contrasta con la publicada por el mismo periódico sólo una semana después, el 31 de octubre:

Imagen 2 – Orientación, 31/10/1945.

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38 La imagen no contenía un epígrafe pero sí estaba acompañada por un artículo de José Brandeburgo, miembro del Comité
Ejecutivo del PC, que expresó un cambio de concepción sobre la composición de la manifestación. Este afirmaba que “la
influencia peronista ha podido penetrar en la clase obrera”, apoyándose en demandas sentidas por los trabajadores. La novedad
era que a diferencia del número anterior, se reconocía una debilidad del propio “campo democrático” y del PC en particular:

Pero ha ocurrido que, en general, al lado de la preocupación por organizar la lucha de los trabajadores por la libertad y la
Constitución, no ha estado siempre presente la preocupación de lograr también triunfos en el terreno de las reivindicaciones
económicas. Además se han descuidado, en particular, la labor cotidiana de lucha por las aparentemente pequeñas
reivindicaciones, aquellas que no salen del marco de la propia fábrica o taller. (…) [Esto] fue creando una cierta desvinculación
de hecho con relación a ciertos sectores de la clase obrera. En particular con relación a los nuevos contingentes incorporados a
la producción industrial durante estos cinco últimos años.51

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39 Y el artículo concluía: “El obrero engañado por la demagogia peroniana no es ‘la hez de la sociedad’ sino un hermano de clase
a quien es necesario ayudar a salir del error en que se encuentra”. La imagen refleja este cambio de concepción. Perón era
graficado como un apéndice del hitlerismo, carente de cuerpo, que buscaba en el coronel una forma de supervivencia. Pero los
trabajadores ya no eran los ingenuos obreros movilizados por la caña de Borlenghi, ni tenían presencia los hampones y las
prostitutas. Se trataba de obreros de overol, encadenados, muy similares a las representaciones típicas de la clase obrera que el
PC reivindicaba como propias.52
40 Un alerta adicional a esta percepción lo daría el hecho de que, en paralelo, dentro del propio PC comenzaron a alzarse algunas
voces disidentes, particularmente en una sección de ferroviarios radicada en Constitución53, apoyada posteriormente por
Rodolfo Puiggrós y Eduardo Astesano, quienes consideraron errada la caracterización del peronismo como nazismo.
Argumentaban que el apoyo de Perón en el sector industrialista lo oponía a la oligarquía y al imperialismo, y que aquella visión
impedía distinguir al PC entre fuerzas progresivas y reaccionarias. A su vez, este cuestionamiento devino en la acusación a la
dirección partidaria de browderismo54 y de estar posponiendo la defensa de los derechos obreros y populares en aras de la
alianza antifascista y de la perspectiva de una coexistencia pacífica con Estados Unidos. Testimonios posteriores de algunos de
los dirigentes y militantes dieron cuenta de las divergencias que se desarrollaron dentro del partido sobre estos puntos.55 Lo
cierto es que la dirección partidaria anuló el debate hacia el XI Congreso, considerando estas críticas como una “conspiración
contra el partido” realizadas por un grupo “anti proletario”, impidiendo a ciertos delegados hacer uso de la palabra durante el
Congreso y luego expulsándolos.56
41 Pese a la anulación del debate, la reflexión abierta no se limitó a grupos disidentes o aislados. Fue Victorio Codovilla quien
confirmó aquel cambio de percepción unos días más tarde: para el dirigente del PC se había producido un desequilibrio en la
práctica partidaria entre una apelación meramente política a los trabajadores, con el eje puesto en la lucha democrática, y la
preocupación por las demandas económicas concretas.57 Es decir, lo que se ponía en duda era si la apelación a la lucha
antifascista y “democrática” en clave frentista estaba resultando efectiva para canalizar el descontento obrero.
42 Por lo expuesto hasta aquí, es posible proponer una precisión en la periodización respecto a los vínculos entre PC y
peronismo, teniendo en cuenta que la mayoría de los trabajos referidos al tema ubican una discontinuidad en la política
comunista recién en su Conferencia Nacional de diciembre de 1945 o luego de las elecciones de 1946.58 Por ejemplo, Carlos
Altamirano sostiene que “radicales, socialistas y comunistas percibieron sólo después del combate electoral del 24 de febrero de
1946 que el ascenso de Perón había revuelto las cartas y que el nuevo movimiento les había arrebatado algo a todos”.59 Sin
embargo, el cambio de concepción del PC sobre las consecuencias del peronismo en la realidad política local y particularmente
en la clase obrera, no comenzó con la derrota electoral de febrero de 1946, sino después del 17 de octubre. Si bien fue en su XI
Congreso cuando cristalizó su cambio de orientación, abandonando el concepto de “nazi peronismo” y apoyando medidas
parciales del gobierno de Perón, se puede señalar que existe un primer punto de discontinuidad tras la movilización de octubre
de 1945.
43 Esta precisión respecto de la periodización, lejos de constituir una pretensión anecdótica, abona la idea de que
independientemente de sus definiciones institucionales, aquella manifestación había impactado en la capacidad del PC para
sostener una identificación lineal entre el movimiento obrero y la “lucha democrática” como eje articulador de su acción
política, situando la relevancia que este sujeto social había tenido en toda su construcción partidaria previa.
44 Empero, como señalamos anteriormente, el PC negó la posibilidad de que este vínculo expresado el 17 de octubre diera lugar
a una nueva identidad política, persistiendo en la idea de que la canalización del descontento obrero acumulado en el periodo

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anterior sólo podía realizarse de la mano de la UD. El rechazo de la subordinación de la clase obrera a la política estatal no
derivó hacia un reclamo de mayor autonomía política, sino que se orientó a la conformación de una alianza policlasista
encabezada por la UCR, la embajada norteamericana y las cámaras empresariales.
45 Tal perspectiva se impuso en su Conferencia Nacional de diciembre de 1945.60 El concepto de “antifascismo” tendió a
identificarse con el de “anti peronismo” que, como señala Carlos Altamirano61, fue el leitmotiv del conjunto de la oposición. Los
principales debates de aquella conferencia estuvieron centrados en denunciar la falta de unidad orgánica del movimiento
democrático, que solo se encontraba unido alrededor de la candidatura presidencial, pero fragmentado en las listas legislativas y
en el desarrollo territorial de la campaña. Respecto al apoyo obrero, si bien se planteó la necesidad de reforzar el trabajo de
inserción en las empresas, proponiendo que los militantes de los comités barriales realizasen actividades en sus lugares de
trabajo62, este no pasó de ser un debate de segundo orden.
46 Observamos entonces que el PC se introdujo, desde octubre a febrero, en una etapa transitoria, permanentemente tensionada
por dos premisas. Por un lado la constatación de que debía recuperar parte del apoyo obrero canalizado hacia el peronismo. Por
el otro, que debía sostener sus definiciones sobre el nazismo del gobierno y su llamado a la Unidad Nacional. La confluencia de
ambas premisas planteaban una serie de interrogantes que resultaron difíciles de resolver para el PC: ¿En qué lugar quedaba la
clase obrera en la disputa entre el bloque “democrático” y la pujante fuerza política que había emergido tras el 17 de octubre?
¿Qué papel jugaría está dentro de la UD? Las respuestas a estas preguntas no están claras en los documentos, expresando un
cierto mareo alrededor de la situación abierta, con poco margen para realizar cambios, leyendo dificultosamente los eventos, y
persistiendo en las definiciones de la etapa precedente como resguardo.
47 Algunas de estas dualidades se expresaron en el breve lapso de la campaña electoral. Si bien en su plataforma electoral, el PC
concedió centralidad a las demandas obreras, como el aumento de salario, el abaratamiento del costo de vida o la medicina
social, en la formulación de sus fundamentos quedaba diluida la referencia a la clase obrera en un llamado más general al
“pueblo argentino” y al fortalecimiento de “la nación”.63 Por su parte, la prensa del PC dedicó un espacio central a proclamar la
necesidad de ser incorporados a las listas expectables de la UD, destacando su participación en los actos organizados por la UCR
y el PS en nombre de la “normalización institucional” del país, y el respeto de la constitución nacional, dejando en un segundo
plano las problemáticas proletarias.64A su vez, vale destacar que si bien el PC desplegó una actividad electoral con
características propias, debió apostar en poco tiempo a obtener un buen resultado en su lista legislativa junto al PDP en la
Capital Federal, el cual arrastraba una tradición poco vinculada al movimiento obrero. Finalmente, el hecho de que tras las
elecciones de febrero la dirección del PC terminase adoptando como propias varias de las críticas que había calificado como
“conspirativas” por parte del grupo ferroviario disidente, refleja los vaivenes de estos meses.65

Palabras finales
48 A lo largo de este trabajo hemos sostenido que la política frentista del PC fue determinante en las lecturas y en el desempeño
político de este partido durante los orígenes del peronismo. Fue bajo el lema de Unidad Nacional y atento a las perspectivas del
Kremlin para la post Guerra, como el PC moldeó su visión sobre el régimen político inaugurado en junio de 1943. La
caracterización del mismo como fascista supuso trazar como orientación central del partido la de derrocar al gobierno. Una vez
fracasada la vía insurreccional ensayada en 1944, y en consonancia con su retorno a la legalidad y al reverdecer de la actividad
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opositora, el PC centró sus energías en el desarrollo de la UD, que venía a cristalizar la tan mentada confluencia con la UCR y el
PS que aquel pregonaba desde 1935. La Marcha por la Constitución y la Libertad y el apoyo de importantes sectores de la
sociedad a la UD, incluido el de las cámaras empresariales y la embajada norteamericana, parecieron confirmar esta perspectiva
hasta los hechos del 17 de octubre.
49 Si bien tras los mismos, y respondiendo a todos los pronósticos sobre un triunfo electoral de la UD, el PC fortaleció su política
frentista por la vía electoral, por otra parte, desde ese momento comenzó a cuestionar la eficacia de esta apelación para
conquistar el apoyo del movimiento obrero. En tanto esta reflexión estuvo limitada por la adhesión incondicional a las directivas
de Moscú, el PC se sumergió en una etapa de oscilaciones, confusión y tensiones internas en cuanto a su visión de la realidad
política.
50 En la medida que sectores de la burguesía, no sólo sus partidos, sino también sus cámaras empresariales y hasta la embajada
norteamericana, se ubicaron en una postura opositora al gobierno de Perón, que comenzaba a ganarse el apoyo de importantes
franjas de la clase obrera, la determinación del PC de mantener su orientación frentista implicó necesariamente tomar partido
en esta disputa. La constatación del apoyo obrero a Perón tras el 17 de octubre no devino en un reclamo de mayor autonomía del
movimiento obrero, sino en un una perspectiva de adhesión de los trabajadores al frente policlasista propuesto por el PC y
encabezado por la UCR. Una opción distante de ambas alternativas no fue contemplada. La comprensión de los objetivos de la
revolución en Argentina como “democrático burgueses” implicaba necesariamente la toma de posición entre dos bandos: los
“progresivos” y los “reaccionarios”, con una oscilante distinción de clase entre ambos durante todo el periodo. Es decir, sus
caracterizaciones en los momentos “críticos” de octubre de 1945, fueron la consecuencia de concepciones profundas arraigadas
en su teoría y en su praxis, desde 1935 e incluso antes. Su concepción frentista, que no le había impedido insertarse con fuerza
en el movimiento obrero durante la década anterior, no se había transformado, sino que expresó las tensiones derivadas los
cambios en la situación política nacional e internacional y los nuevos alineamientos de clase efectuados en aquella coyuntura.
51 Finalmente, vale señalar que a comienzos de 1946 la política de Frente Popular, surgida más de diez años antes, en un
contexto nacional e internacional totalmente diferente, se transformaría. La apelación antifascista perdió eficacia ante el cambio
de roles de las potencias a nivel mundial y los inicios de la Guerra Fría; mientras que en Argentina, tras la llegada de Perón a la
presidencia, se abriría definitivamente una nueva etapa en la vida política nacional y del movimiento obrero en particular.

Notes
1 Mandel, Ernest, El significado de la segunda guerra mundial, Buenos Aires, Ediciones IPS, 2015.
2 Halperín Donghi, Tulio, La República imposible, Buenos Aires, Ariel, 2004.
3 Rouquié, Alain, Poder militar y sociedad política en la Argentina. II 1943-1973, Buenos Aires, Emecé, 1985.
4 Murmis, Miguel y Portantiero, Juan Carlos, Estudios sobre los orígenes del peronismo. [Edición definitiva], Buenos Aires, Siglo XXI,
2004; Del Campo, Hugo, Sindicalismo y peronismo. Los comienzos de un vínculo perdurable, Buenos Aires, CLACSO, 1983; Torre, Juan
Carlos, La vieja guardia sindical y Perón. Sobre los orígenes del peronismo, Buenos Aires, Sudamericana, 1990; Di Tella, Torcuato, Perón y
los sindicatos. El inicio de una relación conflictiva, Buenos Aires, Ariel, 2003; Doyon, Louise, Perón y los trabajadores. Los orígenes del
sindicalismo peronista, 1943-1955, Buenos Aires, Siglo XXI, 2006.
5 Herrera, Carlos, ¿Adiós al proletariado? El Partido Socialista bajo el peronismo (1945-1955), Buenos Aires, Imago Mundi, 2016.

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6 Camarero, Hernán y Ceruso, Diego, Comunismo y clase obrera hasta los orígenes del peronismo, Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
Grupo Editor Universitario, 2020.
7 Piro Mittelman, Gabriel, “El Partido Comunista de Argentina y el Frente Popular en 1935: el inicio de un cambio estratégico y la relación
con socialistas y radicales”, Historia Regional, 2020, vol. 42, p. 1-16.
8 Nos referimos a trabajos que se han propuesto examinar específicamente el accionar del PC en estos años. Entre estos podemos señalar
aquellos referidos a su actividad sindical: Ceruso, Diego y Staltari, Silvana, “El Partido Comunista argentino y su estrategia sindical entre 1943
y 1946”, Izquierdas, 2018, no 39, p. 110-130; aquellos enfocados en la historia intelectual: Acha, Omar, La Nación Futura, Rodolfo Puiggrós
en las encrucijadas argentinas del siglo XX, Buenos Aires, Eudeba, 2006; Pasolini, Ricardo, Los marxistas liberales. Antifascismo y cultura
comunista en la Argentina del siglo XX, Buenos Aires, Sudamericana, 2013; Petra, Adriana, Intelectuales y cultura comunista. Itinerarios,
problemas y debates en la argentina de posguerra, Buenos Aires, FCE, 2018; y otras referidas específicamente a sus interpretaciones sobre el
peronismo: Amaral, Samuel, La renuencia de las masas: el Partido Comunista ante el peronismo. 1945-55, Documento de Trabajo 379,
UCEMA, Buenos Aires, 2008; Jáuregui, Aníbal, “El peronismo en los debates del Partido Comunista argentino: 1945-1953”, A Contra
Corriente, Spring 2012, Vol. 9, no 3, p. 22-40; Gurbanov, Andrés y Rodríguez, Sebastián, “Los comunistas frente al peronismo: 1943-1955”,
Temas de Historia Argentina y Americana, 2016, no  24; entre otros: Panella, Claudio y Fonticelli, Marcelo, La prensa de izquierda y el
peronismo (1943-1949). Socialistas y comunistas frente a Perón, La Plata, Universidad Nacional de La Plata, 2007; Staltari, Silvana, “El
Partido Comunista frente al peronismo: estrategia y tácticas políticas, 1945-1955”, Archivos, 2014, no 5.
9 Entre estas lecturas tradicionales podemos mencionar: Puiggrós, Rodolfo, Las izquierdas y el problema nacional, Buenos Aires, Galerna,
2006; o, en otro registro historiográfico, a Del Campo, Hugo, Op. Cit. p. 231. Pese a que la historiografía reciente ha revisado algunas de estas
concepciones, como señalaremos a lo largo del texto, consideramos que han persistido algunas simplificaciones respecto al desenvolvimiento
político del PC en este periodo, particularmente en lo referido a su lectura sobre la influencia del peronismo en el aparato estatal, y en su
capacidad para mesurar el impacto de la manifestación del 17 de octubre.
10 García Sebastiani, Marcela, Los antiperonistas en la Argentina peronista, radicales y socialistas en la política argentina entre 1943 y
1951, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2005.
11 Tcach, Cesar, Sabattinismo y peronismo. Partidos políticos en Córdoba (1945-1955), Buenos Aires, Sudamericana, 1991; Panella, Carlos,
“La Vanguardia y el surgimiento del peronismo (1943-1945)”, Anuario del Instituto de Historia Argentina, no 4, 2004.
12 Sidicaro, Ricardo, Los tres peronismos. Estado y poder económico. 1946-55/1973-76/1989-99, Buenos Aires, Siglo XXI, 2005.
13 El Patriota, 15/6/1945.
14 Piro Mittelman, Gabriel, “El Partido Comunista de Argentina desde el ingreso de la URSS en la Guerra Mundial hasta el golpe de Estado
(1941-1943)”. Revista Izquierdas, 2021, no 50. p. 1-25.
15 Codovilla, Victorio, Hay que derrocar a la camarilla del GOU. Carta a los patriotas antifascistas de Argentina, Santiago, noviembre de
1944.
16 “La Opinión de los comunistas argentinos acerca de la situación política actual”. (Informe de G. Arnedo Álvarez Secretario General del
PC ante el Comité Ejecutivo del Comité Central), Buenos Aires, 18/7/1944.
17 Nállim, Jorge, Las raíces del antiperonismo. Orígenes históricos e ideológicos, Buenos Aires, Capital Intelectual, 2014.
18 Luna, Félix, El 45, Buenos Aires, Sudamericana, 1973.
19 Unidad Nacional, 27/7/1943.
20 El himno nacional, Marzo de 1944.
21 Unidad Nacional, 2/9/1943.
22 Codovilla, Victorio, Op. Cit.
23 El Patriota, 14/4/1945.
24 Orientación, 16/1/1946.

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25 El Patriota, 21/4/1945.
26 El Patriota, 20/7/1945.
27 Orientación, 22/8/1945.
28 Di Tella, Torcuato, Op. Cit. Doyon, Louise M, Op. Cit.
29 El Patriota, 22/6/1945.
30 El Patriota, 22/6/1945.
31 El Patriota, 27/7/1945.
32 El Patriota, 27/7/1945.
33 Orientación, 16/1/1946.
34 Orientación, 12/9/1945.
35 James, Daniel, “17 y 18 de octubre de 1945: el peronismo, la protesta de masas y la clase obrera argentina”, Desarrollo Económico, 1987,
Vol.  27, no 107; Torre, Juan C. (Comp.), El 17 de Octubre de 1945, Buenos Aires, Ariel, 1995.
36 Orientación, 5/9/1945.
37 El Patriota, 31/8/1945.
38 Luna, Félix, Op. Cit. p. 105.
39 Orientación, 22/8/1945.
40 11 Congreso, 5/7/1946
41 Luna, Félix, Op. Cit. p. 322-323.
42 Orientación, 3/10/1945.
43 Orientación, 26/9/45
44 Orientación, 14/10/1945.
45 Orientación, 14/10/1945.
46 Jáuregui, Aníbal, Op. Cit.
47 Orientación, 17/10/1945.
48 Orientación, 24/10/1945.
49 Torre, Juan Carlos, “Interpretando (una vez mas) los orígenes del peronismo”, Op. Cit.
50 Del Campo, Hugo, Op. Cit.; Torre, Juan Carlos, El 17 de Octubre de 1945, Op. Cit.
51 Orientación, 31/10/1945.
52 Devés, Magalí Andrea, “Reflexiones en torno a la serie Tu historia, compañero de Guillermo Facio Hebequer. Buenos Aires, 1933”,
Papeles de Trabajo, 2014, 8 (14), p. 214-235.
53 Acha, Omar, Op. Cit.; Friedmann, Sergio, “El Marxismo peronista de Puiggrós. Una aproximación a la izquierda nacional”, Documentos
de Jóvenes Investigadores, 2014, no 39.
54 Schulman, Jorge, “Algunos de los debates comunistas ante el surgimiento del peronismo y las elecciones de 1946”, Periferias, 2001, no 9.
55 Panella, Claudio y Fonticelli, Marcelo, Op. Cit. 113-114.
56 Schulman, Jorge, Op. Cit.; Real, Juan José, Treinta años de historia Argentina, Buenos Aires, Ediciones Crisol, 1976, p. 119.

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57 Orientación, 7/11/1945.
58 Altamirano, Carlos, Op. Cit; Gurbanov, Andrés y Rodríguez, Sebastián, Op. Cit; Panella, Claudio y Fonticelli, Marcelo, Op. Cit.
59 Altamirano, Carlos, Peronismo y cultura de izquierda, Op. Cit. p. 19.
60 Orientación, 26/12/1945.
61 Altamirano, Carlos, “Ideologías políticas y debate cívico”, en Torre, Juan Carlos, Los años peronistas (1943-1955), Buenos Aires,
Sudamericana, 2002, p. 207-255.
62 Orientación, 26/12/1945.
63 “Plataforma Nacional Electoral”, [Folleto], Partido Comunista, Febrero de 1946.
64 La Hora, 21/15/1945; La Hora, 6/1/1945; Orientación 26/12/1945.
65 XI Congreso, 28/6/1946.

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Titre Imagen 1 – Orientación, 24/10/1945.


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Titre Imagen 2 – Orientación, 31/10/1945.


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Référence électronique
Gabriel Piro Mittelman, « El Partido Comunista de Argentina y los orígenes del peronismo. Un análisis desde su estrategia de Frente
Popular », Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En ligne], Questions du temps présent, mis en ligne le 05 octobre 2021, consulté le 08 juin 2022.
URL : http://journals.openedition.org/nuevomundo/85504 ; DOI : https://doi.org/10.4000/nuevomundo.85504

Auteur
Gabriel Piro Mittelman
Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”

Universidad de Buenos Aires

Droits d’auteur
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