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Introducción

Cualquier disciplina en ingeniería que persiga una finalidad aplicada se basa en el concurso
de dos conjuntos de conocimientos: En primer lugar, una teoría rigurosamente cimentada que,
a partir de unas hipótesis razonables y comprobadas en lo posible, proporcione unos
resultados que, por una parte, sean aceptables y, por otra aplicables a fines concretos de
ingeniería. En segundo lugar, es preciso disponer de una amplia experiencia que, al mismo
tiempo que cubra las inevitables lagunas que tiene la teoría, interactúe con ella validándola y
mejorándola.

Fargier L. (2010) infiere que la máxima fuerza cortante que se puede producir en una columna
es directamente proporcional a su resistencia a flexión. En el caso común de edificios con
altura de entrepiso del orden de los 3 m, las columnas con cuantías superiores al 2.5 %
pueden producir cortes muy altos y peligrosos. Por eso conviene no superar esta cuantía
límite. El incremento en la resistencia de una columna se logra preferiblemente aumentando el
área de la sección transversal sin exceder cuantías del 2.5%. En columnas de los pisos
inferiores que luego del análisis estructural requieran cuantías superiores al 2.5 %, al
aumentar las dimensiones se detecta que las columnas ensanchadas requieren cuantías
mayores, porque al ser más rígidas atraen más corte y momentos. La solución es incrementar
las dimensiones de todas las columnas y en muchas ocasiones también la altura de las vigas.

Para Gonzales, Oscar Fernández (2009) manifiestan que la longitud de desarrollo en el acero
de refuerzo longitudinal, corresponde a la distancia necesaria en el refuerzo, para que en este
se desarrollen los esfuerzos de tensión que se consideraron al determinar la resistencia a
flexión de la sección de concreto reforzado. Esta longitud de desarrollo es también necesaria
para sujetar el acero de refuerzo, suponiendo que se perdieran las condiciones de sujeción
acero-concreto, debido a la generación de grietas.

En el diseño de concreto reforzado se plantea, como hipótesis que no debe existir


deslizamiento del acero de refuerzo con respecto al concreto circundante, en una sección
transversal, es decir, se considera que existe compatibilidad de deformaciones entre el
concreto y el acero de refuerzo, ambos materiales actúan como una unidad.

Del mismo modo Charon, Piere (1975) determinan que la Longitud de desarrollo del acero de
refuerzo longitudinal es la cantidad de acero de refuerzo, por tanto seguiría el perfil de
variación del diagrama de momentos flexionantes, sin embargo, esa no es una distribución
práctica, por lo que se recurre a efectuar cortes del acero de refuerzo considerando los puntos
de momento máximo y los puntos de inflexión (en donde teóricamente no sería necesario
suministrar acero de refuerzo, ya que el momento flexionante es nulo). El requerimiento
fundamental establecido por el criterio del ACI, es que la fuerza en el acero de refuerzo en
una sección determinada, se desarrolle en ambas direcciones de dicha sección, ya sea
mediante el uso de la longitud de desarrollo o mediante la utilización de ganchos, incluso
mediante el uso de anclaje mecánico si es necesario, o bien combinaciones de estas
alternativas.

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