Está en la página 1de 88

“Año 

del Fortalecimiento de la Soberanía Nacional”

POLICÍA NACIONAL DEL PERÚ

TRABAJO APLICATIVO GRUPAL

UNIDAD DIDACTICA :
TEMA : GRAVES VIOLACIONES A LOS DERECHOS HUMANOS
DOCENTE :
EQUIPO Nº :
INTEGRANTES :
N° DE NOTAS
ORDEN GRADO APELLIDOS Y NOMBRES
ELAB. SUST. PROMEDIO

LIMA – PERÚ
2022
DEDICATORIA

A DIOS, por haberme permitido llegar


hasta este punto y haberme dado
salud para lograr mis objetivos,
además de su infinita bondad y amor.

Este trabajo va dedicado con mucho cariño y


amor a nuestros padres, quienes nos ayudan
diariamente en nuestros estudios para poder
lograr nuestras metas.

A mis compañeros y a nuestro


Docente por darnos las pautas y
cátedras necesarias para el desarrollo
del presente T.A.
ÍNDICE
DEDICATORIA..................................................................................................................1

INTRODUCCIÓN...............................................................................................................4

CAPITULO I...................................................................................................................5

DELITOS CONTRA LA HUMANIDAD..........................................................................5


 EVOLUCION HISTORICA...................................................................................5
 CONCEPTO.........................................................................................................6
 DESCRIPCION DE LOS ELEMENTOS DE LOS CRIMENES DE LESA
HUMANIDAD..............................................................................................................7
 BIEN JURIDICO PROTEGIDO..........................................................................10
 SUJETO ACTIVO EN LOS DELITOS DE LESA HUMANIDAD.........................13

CAPITULO II................................................................................................................14

GENOCIDIO.................................................................................................................14
 GENERALIDADES.............................................................................................14
 CONCEPTO.......................................................................................................16
 TIPOS DE GENOCIDIO.....................................................................................17
 ESTRUCTURA PENAL DEL GENOCIDIO........................................................20
 EL GENOCIDIO CON RELACIÓN A LOS DELITOS CONTRA LA
HUMANIDAD............................................................................................................21
 BIEN JURÍDICO PROTEGIDO..........................................................................24
 TIPICIDAD..........................................................................................................25
 ELEMENTOS TÍPICOS COMUNES A LAS FIGURAS DE GENOCIDIO..........25
 ELEMENTOS SUBJETIVOS DEL TIPO............................................................25
 ELEMENTOS OBJETIVOS DEL TIPO..............................................................29
 EL GENOCIDIO EN EL ESTATUTO DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL
36
 Jurisdicción y Competencia Sobre Genocidio, La Corte Penal Internacional.. .36
 Los Crímenes Contra la Humanidad como Figura Central del Derecho Penal
Internacional..............................................................................................................40
 La Corte Penal Internacional..............................................................................43
 Proyecto de Ley que Penaliza las Conductas Constitutivas de Genocidio y los
Crímenes de Lesa Humanidad Y de Guerra............................................................44
 Estatuto de la Corte Penal de Internacional, Ratificado por Perú.....................45
CASOS DE GENOCIDIO EN EL PERÚ...................................................................46
EL CASO “COLINA”:.................................................................................................46

CAPITULO III...............................................................................................................51

DESAPARICION FORZADA.......................................................................................51
 ANTECEDENTES HISTÓRICOS.......................................................................51
 DEFINICIONES DE DESAPARICIÓN FORZADA.............................................54
 LA DESAPARICIÓN FORZADA COMO CRIMEN DE LESA HUMANIDAD.....57
 BIEN JURÍDICO TUTELADO.............................................................................60
 SUJETO ACTIVO...............................................................................................60
 SUJETO PASIVO...............................................................................................61
 TIPICIDAD OBJETIVA.......................................................................................63
 TITPICIDAD SUBJETIVA...................................................................................67
 REFERENCIAS JURISPRUDENCIALES..........................................................68

CAPITULO IV...............................................................................................................72

TORTURA....................................................................................................................72
 DEFINICIÓN.......................................................................................................72
 OBLIGACIONES DE LOS ESTADOS PARTES DE LA CONVENCIÓN
CONTRA LA TORTURA...........................................................................................74
 LA TORTURA DURANTE LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA................................75
 PRINCIPALES MÉTODOS DE TORTURA........................................................76
 TORTURA EN LOS TIEMPOS MODERNOS: IRAK..........................................81

ANÁLISIS.....................................................................................................................84

CONCLUSIONES........................................................................................................85

RECOMENDACIONES................................................................................................86

BIBLIOGRAFÍA...........................................................................................................87
INTRODUCCIÓN

El presente Trabajo Aplicativo (Monografía), titulado “GRAVES VIOLACIONES A LOS


DERECHOS HUMANOS” se desarrolla acorde a lo solicitado por el catedrático del
presente curso, a fin de cumplir con los lineamientos establecidos por la ENFPP, a
través de la EESTP – PNP.

Este trabajo trata de conceptualizar los delitos de lesa humanidad y comentar la


sentencia emitida por la Sala Penal Permanente presidida por el Juez Supremo Villa
Stein por la controversia existente por los medios periodísticos escritos y hablados los
que aseguran que la sentencia trata de desestabilizar el sistema de protección de los
derechos humanos porque en primer lugar desconoce la "sólida jurisprudencia nacional
e internacional" que califica a los asesinatos cometidos por el Grupo Colina, "el fallo
constituiría una contravención a la Constitución y al Derecho Internacional de los
Derechos Humanos". Razón por la cual el poder Ejecutivo por medio del Procurador
Público Especializado en Materia Constitucional interpuso una Demanda de Acción de
Amparo en contra de los Jueces Supremos y los pedidos periodísticos de realizar una
la Investigación al Consejo Nacional de la Magistratura a raiz de tal sentencia. Además
se precisará si los hechos realizados por el grupo Colina se adecuan a los delitos de
Lesa Humanidad, a partir del Proceso de Nuremberg, el Estatuto de Roma y el Tribunal
constitucional a través de una somera evolución de la perspectiva actual del Derecho
Procesal peruano para los delitos ordinarios aplicados en la persecución de los delitos
de lesa humanidad.
CAPITULO I

DELITOS CONTRA LA HUMANIDAD

 EVOLUCION HISTORICA
Resulta inescindible de la del delito de genocidio, siendo luego este último una
especie del género lesa humanidad.

El Acuerdo o Carta de Londres de 8 de agosto de 1945, que estableció el Estatuto


del Tribunal de Núremberg, definió como "crímenes contra la humanidad" el
"asesinato, exterminio, esclavitud, deportación y cualquier otro acto inhumano contra
la población civil, o persecución por motivos religiosos, raciales o políticos, cuando
dichos actos o persecuciones se hacen en conexión con cualquier crimen contra la
paz o en cualquier crimen de guerra".

En 1946, la Asamblea General de las Naciones Unidas confirmó los principios


de Derecho internacional reconocidos por el Estatuto del Tribunal y proclamó la
resolución 96 sobre el crimen de genocidio, que define como "una negación del
derecho de existencia a grupos humanos enteros", entre ellos los "raciales,
religiosos o políticos", instando a tomar las medidas necesarias para la prevención y
sanción de este crimen.

Esta resolución cristalizó en la Convención para la Prevención y la Sanción del


Delito de Genocidio, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en
su resolución 260 A , de 9 de diciembre de 1948, y que entró en vigor en 1951.

La definición de genocidio plasmada en la Convención de 1948 ha sido acogida en


el artículo 4 del Estatuto del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia,
de 1993, el artículo 2 del Estatuto del Tribunal Penal Internacional para Ruanda,
de 1994, y el artículo 6 del Estatuto de Roma de 1998, por el que se creó la Corte
Penal Internacional.
 CONCEPTO

Lo que siempre ha sido de unánime consenso es la naturaleza particularmente atroz


de los crímenes de lesa humanidad. Y esta connotación de suma gravedad implica
un agravio contra la humanidad toda pues los hechos que involucra, en razón a la
magnitud de los delitos que se cometen, la forma en que se realizan y la disposición
de medios que requiere, llevan a la conclusión de que se afecta a la comunicad
humana. No se trata solo de la afectación a la persona o a un conjunto de personas,
sino a la especie humana como tal. Se trata de hechos crueles que van a significar
el envilecimiento de la dignidad de las personas, por lo cual ha de ser comprendido
como un atentado contra todo el género humano.

El derecho internacional ha ido fijando claramente qué hechos ilícitos pueden ser
catalogados como crímenes contra la humanidad, comprendiendo dentro de éstos
una serie de actos inhumanos. La gama de modalidades criminales que pueden
constituir delitos de lesa humanidad, según el artículo 7 del Estatuto de la Corte
Penal Internacional, no es pequeña: asesinato, exterminio, esclavitud, deportación o
traslado forzoso de población, encarcelación u otra privación grave de la libertad
física, tortura, violación (y otras formas de violencia sexual, como la prostitución
forzada, embarazo forzado, esterilización forzada, u otros abusos sexuales de
gravedad comparable), persecución de un grupo o colectividad con identidad propia
(fundada en motivos políticos, racionales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos,
de género), desaparición forzada, apartheid. Incluso, dicho instrumento internacional
contiene una fórmula abierta por la cual también pueden constituir delitos de lesa
humanidad: “…Otros actos inhumanos de carácter similar que causen
intencionalmente grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad
física o la salud mental o física...”.

Como es, también, de consenso en la doctrina internacional, tales acciones deberán


ser cometidas en el marco o como parte de un ataque generalizado o sistemático
contra cualquier población civil, tanto en tiempos de guerra como en tiempos de paz.
Dichos actos deberán contar, asimismo, con la tolerancia, aquiescencia o
participación del poder político expresado en el Estado o en una organización con
rasgos similares.

A la luz de la evolución de esta figura y de su regulación en el Estatuto de la Corte


Penal Internacional, se ha definido los crímenes contra la humanidad como “los
atentados contra bienes jurídicos individuales fundamentales cometidos como parte
de un ataque generalizado o sistemático realizado con la participación o tolerancia
del poder político de iure o de facto…”

Son estos elementos en conjunto los que definen al crimen de lesa humanidad.  Por
un lado, el carácter sistemático o generalizado de las acciones sumado a la
aquiescencia, tolerancia o participación del Estado, del poder público, o de
organización similar, en su ejecución, lo que las lleva a exceder los marcos de lo
tolerable en el Derecho Internacional; y, por otro lado, las conductas señaladas
deben trascender el campo de la afectación particular para convertirse en una lesión
o puesta en peligro a la humanidad toda.  Una situación de violencia pública
derivada de la protesta social, se reprime a los manifestantes con medidas
totalmente desproporcionadas (ataques a la población así reunida con disparos
desde helicópteros, por ejemplo) causando la muerte de una o varias de estas
personas, debe llamar especialmente la atención al momento de determinar o definir
qué tipos de actos se está cometiendo. Probablemente, sería insuficiente hablar del
uso desproporcionado de la fuerza, si esta represión forma parte de un plan u
organización deliberadamente dirigida a eliminar a los protestantes.

 DESCRIPCION DE LOS ELEMENTOS DE LOS CRIMENES DE LESA


HUMANIDAD

Vamos a destacar en este acápite dos de los principales y más saltantes aspectos
del crimen de lesa humanidad, además de los otros caracteres que deben
acompañar su comisión o que son parte de su ejecución. En primera lugar y como
dato distintivo fundamental, debe precisarse que en estos ilícitos los actos
inhumanos de naturaleza muy grave deben ser cometidos como parte de un ataque
generalizado o sistemático.

La ejecución de los crímenes en forma “sistemática” está referida a la comisión con


arreglo a un plan o a una política previamente concebida, al carácter organizado del
ataque, con lo cual quedan fuera de este marco los actos aislados, los actos
cometidos aleatoriamente y que no forman parte de dicho plan o política. Sin
embargo, debe mencionarse que uno solo de los crímenes puede constituir delito de
lesa humanidad, aún en el caso de ser cometido por un único agente, siempre quees
inserte dentro del plan o política o que se ejecute conforme a dicho plan. En estos
casos, constituirá también delito de lesa humanidad ese único hecho.

Ahora bien, cuando se hace la referencia a que los actos deban ser parte de una
“política previamente concebida”, se quiere significar que los hechos han de estar
conectados con alguna forma de política que van a expresarse en orientaciones o
directivas que establecen normas de conducta, reglas de actuación de las personas
del aparato estatal en las esferas de su competencia. Un operativo de las fuerzas o
agentes estatales dirigido a controlar un desborde popular en el que se ha
determinado que no se tomarán prisioneros, por ejemplo.

La generalidad está vinculada, más bien, a la comisión del crimen a gran escala, de
manera masiva. Los actos deben estar dirigidos contra una multiplicidad de víctimas.
Al igual que en el requisito anterior, el acto inhumano aislado llevado a cabo por un
solo agente contra una sola víctima queda fuera de la definición de lesa humanidad.
También se considera que el ataque es generalizado si se lleva a cabo en una gran
parte del territorio.

Estos requisitos no son acumulativos o copulativos, vale decir, el delito de lesa


humanidad se configurará con la ocurrencia del hecho inhumano si se diera en
cualquiera  de estas dos circunstancias, esto es, puede responder a un ataque
sistemático y no tener carácter generalizado, vale decir, sin afectar a una gran
cantidad de víctimas.  Y, en sentido inverso, puede tratarse de un ataque masivo con
un saldo numeroso de muertes o de víctimas de las formas delictivas que se han
mencionado, pero que no obedeció a un plan sistemático.  Se trata de requisitos
alternativos.

De las estipulaciones del Estatuto de Roma y del desarrollo doctrinario en la materia,


podemos establecer que, además de estos dos elementos (ataque generalizado o
sistemático), se deben presentar los siguientes requisitos:

 El ataque debe estar dirigido contra “una población civil”.  La víctima, por
tanto, es toda o parte de la población civil. Por civil se podría entender a toda
persona que no pertenece a las fuerzas armadas. Sin embargo, el término
puede comprender, de conformidad con las convenciones del Derecho
Humanitario, a las personas que no participan directamente de las
hostilidades. Podría, por tanto, tratarse de beligerantes que no se encuentran
en acciones, o incluso, de prisioneros.

 El perpetrador debe tener conciencia de dicho ataque. Esto es, el agente


conoce que existe un ataque generalizado o sistemático y que sus actos son
parte de dicho ataque. Ello no significa que deba conocer en detalle la base,
sustento o motivaciones del ataque, ni que comparta los fines del mismo.

- Las acciones deben ser llevadas a cabo con la tolerancia, aquiescencia o


participación del poder político, por el poder público encarnado en el Estado o
en una organización con rasgos similares. A este respecto, no es pacífica la
discusión a nivel doctrinario aunque prevalece este criterio, es decir, además
del Estado, estos crímenes pueden ser cometidos por fuerzas irregulares o
por una organización que tenga algún tipo de control territorial como para
garantizar los derechos que pueden ser vulnerados por su comisión.

 El ataque debe entenderse como una línea de conducta en la ejecución de


una política de un Estado o de una organización con capacidad de actuación
similar o de rasgos similares, diseñada y dirigida a cometer o promover la
comisión de cualquiera de los actos señalados en el artículo 7,2 del Estatuto.
Ahora bien, este ataque no es necesariamente o únicamente de naturaleza
militar, sino que puede presentarse como campañas, operaciones u otras
acciones, las que deben tener como objeto principal del ataque a la población
civil. El ataque, asimismo, puede presentarse por acción de sus agentes o a
través de omisiones deliberadas que faciliten su realización

El documento de la Asamblea de los Estados Partes en el Estatuto de Roma de la


Corte Penal Internacional “Elementos del Crimen”, establece algunas precisiones
más:

“…3. Por “ataque contra una población civil” en el contexto de esos elementos se
entenderá una línea de conducta que implique la comisión múltiple de los actos a
que se refiere el párrafo 1 del artículo 7 del Estatuto contra una población civil a fin
de cumplir o promover la política de un Estado o de una organización de cometer
ese ataque. No es necesario que los actos constituyan un ataque militar. Se
entiende que la “política… de cometer ese ataque” requiere que el Estado o la
organización promueva o aliente activamente un ataque de esa índole contra una
población civil (…)”.  La política que tuviera a una población civil como objeto del
ataque se ejecutaría mediante la acción del Estado o de la organización. Esa
política, en circunstancias excepcionales, podría ejecutarse por medio de una
omisión deliberada de actuar y que apuntase conscientemente a alentar un ataque
de ese tipo…” 

 BIEN JURIDICO PROTEGIDO

Una indicación de los bienes jurídicos protegidos por la represión del crimen de lesa
humanidad ha sido dada por el Tribunal Internacional para la ex Yugoslavia en su
decisión del caso Endemovic:

“…Los crímenes de lesa humanidad son serios actos de violencia que dañan a los
seres humanos al golpear lo más esencial para ellos: su vida, su libertad, su
bienestar físico, su salud y/o su dignidad. Son actos inhumanos que por su extensión
y gravedad van más allá de los límites de lo tolerable para la comunidad
internacional, la que debe necesariamente exigir su castigo. Pero los crímenes de
lesa humanidad también trascienden al individuo, porque cuando el individuo es
agredido, se ataca y se niega a la humanidad toda. Por eso lo que caracteriza
esencialmente al crimen de lesa humanidad es el concepto de la humanidad como
víctima…”  . La noción de humanidad está configurada o referida a la necesidad y
característica del ser humano de vivir civilizada y organizadamente en términos
políticos e institucionales, sobre la base de bienes e intereses comunes, todo lo cual
constituye un elemento diferenciador del género humano que es compartido por toda
la comunidad internacional.

Sin embargo, cabe destacar que no son los actos de ferocidad o de gran crueldad lo
que distingue a los crímenes de lesa humanidad de los otros delitos “ordinarios” que
se cometen a nivel local.  Los elementos distintivos pasan por la cuota de poder que
conllevan al ser cometidos desde “…la participación o tolerancia del poder político
de iure o de facto…”, como señalaba Gil Gil, a partir de un ataque generalizado o
sistemático en el que se vulneran derechos de la población civil.

Pero estos elementos no han sido suficientes para definir unánimemente y en forma
pacífica en la doctrina  cuál es el bien jurídico protegido. Para Gil Gil, como se ha
anotado, el bien jurídico protegido presenta una perspectiva individual en tanto que
transgreden “bienes jurídicos individuales fundamentales”.

Apartir de esta noción se puede discutir sobre la transgresión de los derechos


humanos que constituye el delito de lesa humanidad en sí mismo, dado que su
comisión indica la vulneración, en efecto, de derechos sustanciales que se van a
vulnerar, igualmente, en los otros delitos ordinarios (la vida en el homicidio, la salud
e integridad personal en las lesiones, etc.) y si, por tanto, esta es la verdadera o
sustancial noción del bien jurídico protegido en estos caso. En ese sentido, se afirma
que “…hay serios argumentos que abonan a favor de establecer una diferencia
sustancial entre ambos bienes jurídicos (el bien jurídico derechos humanos o
fundamentales y el bien jurídico individual o colectivo correlativo), que respondería a
la distinta naturaleza jurídica de ambos…”

Según García Sánchez, “…La consideración exclusiva de la protección de bienes


jurídicos individuales no justificaría el plus de injusto de estos delitos que avalan la
pena impuesta para ellos. La vulneración masiva de estos bienes jurídicos
individuales se castigaría a través de un concurso real con el que quedaría, a mi
juicio, abordado todo el injusto cometido…”.  En este sentido, señala esta autora que
“…el bien jurídico protegido en los delitos de lesa humanidad… el objeto de
protección es la población civil o parte de dicha población, esto es, un grupo humano
con independencia que concurran entre ellos signos de identidad comunes… Este
grupo de delitos constituye el vértice de una pirámide que tiene en su base los
bienes jurídicos individuales y en los niveles siguientes los intereses de la
colectividad y los del Estado…”

También se sostiene por parte de la doctrina, que la gravedad de estos delitos se


pone de manifiesto en que no sólo se violan los derechos fundamentales de la
persona sino que, además, se presenta el plus de lo injusto cuando se desconoce el
valor jurídico de la garantía constitucional de protección de tales derechos cuyo
respeto irrestricto constituye un límite al poder del Estado. El bien jurídico protegido
sería así la garantía constitucional en sí misma, la intangibilidad de los derechos
humanos frente al Estado que este debe proteger y que, por el contrario, va a
quebrar haciendo abuso de sus atribuciones. Nos encontramos así ante un bien
jurídico institucional, “…un bien jurídico que recoge un sistema orgánico y complejo
de valoraciones, en este caso el sistema garantizador de la Constitución respecto a
la libertad y seguridad, en otros términos, el sistema de control a las actuaciones de
los poderes públicos. Se trata de un bien jurídico que sirve de protección previa a
bienes jurídicos concretos, sin quedar identificados con ellos…”
 SUJETO ACTIVO EN LOS DELITOS DE LESA HUMANIDAD

Un aspecto que, como señalábamos, ha generado polémica y discusión en la


doctrina es la determinación del sujeto activo en los delitos de lesa humanidad.
Actualmente, dada la naturaleza de los conflictos armados tanto internacionales
como internos o locales, al interior de un estado, constatamos la participación de
“grupos” u “organizaciones” distintos al gobierno de turno, de iure o de facto, y a sus
organizaciones paraestatales. Se da, entonces, la posibilidad de que estos crímenes
sean perpetrados por cualquiera de ellos.  Así, puede ser sujeto activo los agentes
del Estado o los sujetos que actúen a instigación de estos, con su consentimiento o
aquiescencia (grupos paramilitares, “escuadrones de la muerte”); o pueden
cometerlos los grupos alzados en armas, los grupos rebeldes o disidentes, las
“guerrillas”, si actúan de conformidad con la política de la organización o mediante
un ataque generalizado.

Es más, el Estatuto de la CPI, en el literal a, del parágrafo 2 del artículo 7 señala


que: “…Por ‘ataque contra una población civil’ se entenderá una línea de conducta
que implique la comisión múltiple de actos mencionados en el párrafo 1 contra una
población civil, de conformidad con la política de un Estado o de una organización de
cometer esos actos o para promover esa política…”.  Nótese que la política a la que
se hace mención está referida tanto a la que proviene del Estado como a la que
pueda ser impulsada o promovida por la “organización”.

Se sostiene, asimismo, que algunos elementos adicionales vinculados a esta


determinación del sujeto activo, nos remiten al uso de instituciones, personal y de
recursos que son propios del Estado para realizar o estorbar que se impida la
comisión de estos crímenes. En este sentido, los desarrollos doctrinarios acogen la
idea de que también es posible considerar las fuerzas que tienen el control de hecho
o la posibilidad de desplazarse o movilizarse libremente dentro de un determinado
territorio, lo cual las equipararía a una fuerza estatal.  En ese sentido, se afirma,
dado que tienen el poder y el control suficientes para proteger a las poblaciones de
tales territorios e impedir la comisión de estos crímenes, pueden también
cometerlos, por lo que nada obstaría para que sean perfectamente pasibles de ser
sujetos activos de este crimen.

CAPITULO II

GENOCIDIO

 GENERALIDADES

El genocidio es el “crimen de los crímenes”. Podría considerarse como el delito más


serio de todos los delitos de lesa humanidad, o el crimen último, la violación más
grave de los derechos del hombre que es posible cometer.

No es casualidad que el artículo 5 del Estatuto de la Corte Penal Internacional, que


establece los crímenes de la competencia de la Corte, considere en su enumeración
al genocidio como el primero de una serie de crímenes graves de trascendencia
para la comunidad internacional en su conjunto.

El delito de genocidio, en su carácter o dimensión internacional, se remonta a la


historia, puesla esencia o naturaleza de los actos que lo definen han sido
generalmente reprobados en el ámbito internacional.

Muchos pueblos y culturas han sufrido actos propios del genocidio a lo largo de la
historia, pero la humanidad en su conjunto ha reaccionado frente a los horrores
concretos de la persecución y holocausto del pueblo judío durante la Segunda
Guerra Mundial, una vez concluida la contienda.

Es opinión de varios autores que el vocablo “genocidio” puede ser nuevo, pero no
así el fenómeno. "La cosa es vieja como la humanidad y no ha habido, hasta ahora,
ninguna sociedad cuya estructura la haya preservado de cometer ese crimen"6,
afirmaba Jean-Paul Sartre, en sus motivaciones sobre la sentencia de genocidio
vietnamita en el marco del Tribunal B. Russell.

A pesar de la antigüedad del fenómeno, posiblemente la serie de genocidios


perpetrados durante el siglo XX sean más graves aún que los cometidos en épocas
anteriores, en razón de su especial grado de crueldad, pero sobre todo, en razón de
su planificación sistemática.

En tanto no se haya obligado a las personas responsables de "atrocidades que


desafían la imaginación" - como dice el Preámbulo del Estatuto de Roma -, a dar
cuenta de sus crímenes, elodio étnico y nacionalista como dice el juez Antonio
Cassese, el deseo de venganza y los gérmenes de violencia armada, se seguirán
perpetuando, y socavando todo orden social en lo interno y en lo internacional.

Esta obra se propone sistematizar el tratamiento del delito de genocidio desde su


perspectiva internacional, con énfasis en el origen del término “genocidio” como
asimismo de la Convención sobre prevención y represión del crimen de genocidio de
1948, considerada hoy una norma de iuscogens dada su relativa aceptación y
reconocimiento en el derecho internacional.

Asimismo, intentamos dar un tratamiento dogmático al tipo de genocidio, desde una


perspectiva más propia quizás del derecho penal, relacionándolo con algunas de las
categorías y conceptos jurídico-penales más relevantes. Revisaremos los aspectos
del delito de genocidio a la luz de la ciencia penal aplicada a esta figura en
particular, y en especial, algunas de las consideraciones más problemáticas en
cuanto a interpretación se refiere.

Finalmente, al tratar acerca de la jurisdicción y genocidio, nos proponemos resaltar


algunas decisiones jurisprudenciales que resultan interesantes a la luz del desarrollo
progresivo del derecho internacional con relación a este delito en particular.

En suma, esta obra pretende contribuir a un acercamiento más integral a este delito,
congregando instituciones de derecho internacional con algunos conceptos y
categorías propios del derecho penal, de forma tal de permitir una comprensión más
completa, aunque insuficiente por cierto, de las dimensiones del crimen de
genocidio.

 CONCEPTO

En conformidad a la naturaleza internacional del crimen de genocidio, entendemos


por delito o crimen internacional, toda “conducta que, infringiendo una norma
internacional, lesiona opone en peligro bienes jurídicos pertenecientes al orden
jurídico internacional”. En este sentido, “es una ofensa grave contra las leyes de las
naciones, por la cual el perpetrador individual merece ser castigado”.

Se ha definido genocidio como “una denegación del derecho de existencia de grupos


humanos enteros”, o “acto dirigido contra un grupo humano con la intención de
destruirlo o de impedir su preservación o desarrollo”.

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española entiende por genocidio,


el “exterminio o eliminación sistemática de un grupo social por motivo de raza, de
religión o de política”.

Un concepto más elaborado sostiene que genocidio consiste en un “conjunto de


actos consistentes en la privación de cualquiera de los derechos elementales de la
persona humana, realizado con el propósito de destruir total o parcialmente una
población, en razón a sus vínculos raciales, nacionales o religiosos, o bien realizar
actos lesivos de los derechos individuales definidores de la existencia de un grupo
nacional, étnico, racial o religioso, con el propósito de destruirlo total o parcialmente”.

Erróneamente, se ha sostenido que el genocidio es un “crimen consistente en el


exterminio, total o parcial, de una raza o grupo humano, mediante la muerte o la
neutralización de sus miembros”. Errónea es la noción pues veremos más adelante
que no es necesaria la destrucción del grupo; de hecho ni siquiera se exige una sola
muerte. Lo que caracteriza el genocidio es la intención de destruir al grupo, lo que se
evidencia en una serie de actos u omisiones que estudiaremos en detalle más
adelante.
Por tanto, proponemos como concepto de crimen de genocidio el “conjunto de actos
u omisiones que causen a los miembros de un grupo nacional, étnico, racial o
religioso, la muerte, lesiones físicas o psíquicas de carácter grave, o los sometan a
condiciones de existencia conducentes a su destrucción física, total o parcial, como
asimismo que procuren impedir los nacimientos en el seno del grupo o que
signifiquen el traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo, realizados con la
intención específica de destruir, total o parcialmente dicho grupo como tal”.

 TIPOS DE GENOCIDIO

Los actos de genocidio eran divididos en tres grupos principales:

 Genocidio Físico: Incluye conductas que causan la muerte de miembros de los


grupos protegidos o que provocan daños en su salud o integridad física.

Tales actos consisten en:

Causar la muerte de miembros de un grupo o dañar su salud o integridad física


mediante:

- Masacres en grupo o ejecuciones individuales; o

- Sumisión a condiciones de vida que, por falta de vivienda adecuada, ropa,


alimento, higiene y asistencia médica, o por exceso de trabajo o esfuerzos
físicos, sean susceptibles de resultar en el debilitamiento o en la muerte de los
individuos; o

- Mutilación y experimentos biológicos impuestos con otros fines que los


curativos; o

- Privación de todos los medios de vida, mediante confiscación de la propiedad,

saqueo, reducción de trabajo, negación de la vivienda y de víveres que sí están


al alcance de los otros habitantes del territorio dado.
Está recogido en el artículo 6 a) del Estatuto de la Corte Penal Internacional y,
además de los elementos comunes ya analizados, requiere, como elemento
específico, la matanza de miembros del grupo, esto es, que el autor haya dado
muerte a una o más personas tal como se interpreta en los Elementos del
Crimen. La expresión “dado muerte”, se agrega, es intercambiable con la
expresión “causado la muerte”.

La "matanza de miembros del grupo” como un medio por el cual se comete el


delito de genocidio, parece excluir -según algunos- la muerte de uno sólo de los
integrantes del grupo, pues "asesinato" (killing; muerte) no puede ser equivalente
a "matanza".

El acto de “matar”(matanza) es más amplio que “asesinar” (homicidio calificado


en nuestro sistema), Otra cosa es cuando el asesinato, por ejemplo de un
palestino, es parte de un plan tendente a destruir parcial o totalmente el grupo
humano racial o religioso al que pertenece, pues aquí sí se tipificaría el
genocidio.

Hemos visto anteriormente que basta con que haya una sola muerte para que se
produzca el genocidio en su modalidad de delito consumado, con tal que se
cumpla el elemento subjetivo en el autor.

 Genocidio Biológico: Incluye actos que tienden a evitar o restringir los


nacimientos dentro del grupo.

Tales actos consisten en:

Restricción de nacimientos mediante:

- Esterilización y/o aborto compulsivo; o

- Segregación de los sexos; u

- Obstáculos al matrimonio.
En el artículo 6 d) del Estatuto de la Corte Penal, se consagra esta figura, que
requiere como elemento específico, que el autor haya impuesto ciertas medidas
contra una o más personas destinadas a impedir nacimientos en el seno del
grupo.

Sobre este particular, se sostiene que en cuanto a las medidas destinadas a


impedir los nacimientos en el seno de un grupo, y el traslado por la fuerza de
niños de un grupo a otro grupo, formas estas del llamado "genocidio biológico",
son medios indirectos, pero cuyo objetivo es la destrucción total o parcial del
grupo como tal. En el fondo hay una cierta similitud entre los nacimientos por
esterilización o prácticas abortivas sistemáticas, y el traslado forzoso de los
niños a otros lugares inmediatamente después de su nacimiento. Se podría
plantear el problema de si la intención es impedir los nacimientos en todo el
grupo o sólo en parte. Aunque esta norma no habla de restringir sino de impedir,
puede admitirse que la intención del impedimento parcial es suficiente, ya que
requerir la prevención total estaría en conflicto con la definición del genocidio
como relativo no sólo a un grupo entero sino también a una parte del mismo.

 Genocidio Cultural: Incluye conductas orientadas a la neutralización o


destrucción de las características particulares que otorgan una singularidad al
grupo y su cultura.

Tales actos consisten en:

Destrucción de las características específicas del grupo mediante:

- Traslado forzado de niños a otro grupo humano; o

- Exilio forzado y sistemático de individuos que representan la cultura de un


grupo; o

- Prohibición del uso del idioma nacional aún en las relaciones privadas; o

- Destrucción sistemática de libros impresos en el idioma nacional o de obras


religiosas o prohibición de nuevas publicaciones; o
- Destrucción sistemática de monumentos históricos o religiosos o su destino a
usos extraños, destrucción o dispersión de documentos y objetos de valor
histórico, artístico o religioso y de objetos utilizados para el culto.”

 ESTRUCTURA PENAL DEL GENOCIDIO

La noción de delito, esto es, toda conducta (acción u omisión) típica, antijurídica y
culpable será el punto de partida de nuestro análisis. Hemos dicho que delito o
crimen según el derecho internacional “es una ofensa grave contra las leyes de las
naciones, por la cual el perpetrador individual merece ser castigado”, es toda
“conducta que, infringiendo una norma internacional, lesiona o pone en peligro
bienes jurídicos pertenecientes al orden jurídico internacional”.

En el contexto del estudio del delito de genocidio como crimen de derecho


internacional, denominaremos, para los efectos del análisis de su estructura,
concepto “legal” de genocidio a aquel consagrado en artículo 6° del Estatuto de
Roma de la Corte Penal Internacional de 1998, recogido de la Convención de 1948 y
que se encuentra en forma idéntica, en los artículos 4° y 2°del Estatuto del Tribunal
Penal Internacional para la ex Yugoslavia y Rwanda, de 1993 y 1995,
respectivamente.

El genocidio presenta algunas características esenciales:

- Es un delito o crimen de carácter internacional.


- Que implica la mayor gravedad ya que viola textos internacionales que protegen
a lapersona humana;
- Es cometido en tiempos de paz;
- Es un delito común y, por tanto, extraditable;
- Es un delito individual en cuanto a su comisión.
- De competencia de un Tribunal Penal Internacional en forma complementaria a
lasjurisdicciones nacionales.
A pesar de la existencia de dicho concepto “legal” de genocidio contenido en los
instrumentos de derecho internacional ya mencionados, es posible advertir que las
interpretaciones de su sentido y alcance siguen siendo varias. A pesar de la
existencia de un concepto legal unívoco de genocidio, este se ve alterado en la
elaboración jurisprudencial y doctrinal.

Así, tal como hemos dicho, por genocidio entendemos el “conjunto de actos u
omisiones que causen a los miembros de un grupo nacional, étnico, racial o
religioso, la muerte, lesiones físicas o psíquicas de carácter grave, o los
sometan a condiciones de existencia conducentes a su destrucción física, total
o parcial, como asimismo que procuren impedirlos nacimientos en el seno del
grupo o que signifiquen el traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo,
realizados con la intención específica de destruir, total o parcialmente dicho
grupo como tal”.

Revisaremos los aspectos del delito de genocidio a la luz de la ciencia penal


aplicada a esta figura en particular, y en especial, algunas de las consideraciones
más problemáticas en cuanto a interpretación se refiere.

 EL GENOCIDIO CON RELACIÓN A LOS DELITOS CONTRA LA


HUMANIDAD.

Un aspecto discutido en doctrina se refiere a la pertenencia o independencia del


delito de genocidio a la categoría de los delitos de lesa humanidad. Sobre este
aspecto se ha dicho que el genocidio constituye tan sólo una especie o una
modalidad agravada del género de los crímenes de lesa humanidad.

En primer lugar, cabe señalar que en la actualidad no hay una definición aceptada
pacíficamente en el derecho internacional de crímenes de lesa humanidad.

Sobre la base del Estatuto de 8 de Agosto de 1945 se elabora la teoría que dota a
los crímenes contra la humanidad de la independencia de la que carecían, respecto
de los crímenes de guerra, en momentos anteriores. Sin embargo, esta
independencia no lleva a la depuración total del término “crimen contra la
humanidad”. En 1945, en el marco del Estatuto del Tribunal Militar Internacional de
Nüremberg se tipifica este delito, pero en él se contienen conductas típicas de lo que
hoy denominamos genocidio: muerte, exterminación, deportación y otros actos
inhumanos, persecución de dicha población por motivos políticos, raciales o
religiosos. Lo que en 1945, era desde el punto de vista actual, una mezcla de
conductas genocidas y ataques contra la humanidad, se va a concretar ahora en
acciones contra bienes jurídicos individuales fundamentales (vida, salud, libertad),
cometidas, tanto en tiempo de paz como de guerra, como parte de un ataque
generalizado o sistemático realizado con la participación o tolerancia del poder
político de iure o de facto.

Además del Estatuto del Tribunal de Nüremberg y el de Tokio, el Estatuto de la


Corte Penal Internacional tipifica los crímenes de lesa humanidad en su artículo 7°,
el que establece: “1. A los efectos del presente Estatuto, se entenderá por "crimen
de lesa humanidad" cualquiera de los actos siguientes cuando se cometa como
parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con
conocimiento de dicho ataque:

a) Asesinato;

b) Exterminio;

c) Esclavitud;

d) Deportación o traslado forzoso de población;

e) Encarcelación u otra privación grave de la libertad física en violación de normas


fundamentales de derecho internacional;

f) Tortura;

g) Violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, esterilización


forzada u otros abusos sexuales de gravedad comparable;
h) Persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos
políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género definido en el
párrafo 3, u otros motivos universalmente reconocidos como inaceptables con
arreglo al derecho internacional, en conexión con cualquier acto mencionado en el
presente párrafo o con cualquier crimen de la competencia de la Corte;

i) Desaparición forzada de personas;

j) El crimen de apartheid;

k) Otros actos inhumanos de carácter similar que causen intencionalmente grandes


sufrimientos o atenten gravemente contrala integridad física o la salud mental o
física.

Si consideráramos las figuras establecidas en las letras h) y k), es posible concluir


que en ellas encontramos los delitos de lesa humanidad genéricos o si, se prefiere,
la figura residual de delito de lesa humanidad, cuya especie, atendiendo a una
especial consideración del dolo especial como asimismo de la identidad del grupo
específico digno de protección, es precisamente, el delito de genocidio.

La específica consideración de dolo especial dice referencia con la exigencia de la


intención en el agresor, en el caso del genocidio, de destruir, total o parcialmente, un
grupo específico. En el delito de lesa humanidad se requiere tan sólo la existencia
de cualquier motivo universalmente reconocido como inaceptable con arreglo al
derecho internacional, no el propósito específico de destrucción del grupo, propio del
delito de genocidio.

Recordemos que genocidio es cualquiera de una serie de actos cuya comisión tiene
por objeto la destrucción total o parcial de ciertos grupos de personas. Es esta
intención lo que distingue el genocidio de otros crímenes de lesa humanidad.

Por otro lado, entre los grupos protegidos, el genocidio excluye de su enumeración a
los grupos políticos, culturales, y los de género (masculino y femenino), todos
objetos de expresa protección de los crímenes de lesa humanidad como delito
internacional. Además es preciso mencionar que es una enumeración abierta, en el
caso del delito de lesa humanidad, a cualquier grupo o colectividad con identidad
propia.

Así, actualmente podría sostenerse la “independencia” de las figuras del “crimen de


lesa humanidad” y “genocidio”. Por otro lado, se relacionan estas figuras sin
embargo como delitos internacionales, o aún más, es posible vincularlos a partir de
la consideración del genocidio como una figura agravada y específica de delito de
lesa humanidad, utilizando para distinguirlos los dos siguientes criterios:

1. Dolo especial.

- Crimen de Lesa Humanidad - Persecución de un grupo o colectividad con


identidad propia fundada en motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos,
culturales, religiosos, de género, u otros motivos universalmente reconocidos
como inaceptables con arreglo al derecho internacional.

- Genocidio - Intención específica de destruir total o parcialmente a un grupo


nacional, étnico, racial o religioso como tal.

2. Grupos protegidos:

- Crimen de Lesa Humanidad - Cualquier grupo o colectividad.

- Genocidio - Grupo nacional, étnico, racial o religioso.

 BIEN JURÍDICO PROTEGIDO

Se sostiene que el aspecto más interesante del genocidio desde el punto de vista
normativo es que se trata de un tipo penal que no protege, como a veces se cree, el
bien jurídico de la vida.

En palabras de la pensadora alemana Hannah Aréndt, el genocidio constituye el


crimen de los crímenes porque pretende destruir la característica clave de la
condición humana, que es la diversidad.
Se trataría de la existencia de un determinado grupo, nacional, étnico, racial o
religioso, como tal. Por tratarse de un bien jurídico internacional, la intervención del
Derecho Internacional para su protección se produciría cuando lo previsto en las
legislaciones nacionales fuese insuficiente.

El crimen de genocidio no se identifica con la idea de una matanza colectiva. Lo


protegido en la figura del genocidio es la existencia del grupo, y la lesión de dicho
bien consiste en destrucción de grupo "como tal".

 TIPICIDAD

El tipo penal puede definirse como la descripción legal de la conducta prohibida u


ordenada por una norma. En cambio, la tipicidad es la cualidad del hecho concreto
en cuanto a subsumirse en la descripción legal. El estudio de la tipicidad implica un
proceso de subsunción del complejo real (hechos) en la descripción abstracta y
general del tipo legal.
La subsunción es precisamente la adecuación de la conducta (hecho de la realidad)
con la descripción legal (la descripción abstracta hecha por el legislador).En rigor, no
son los delitos los que se adecuan típicamente, sino las conductas concretas
realizadas por los particulares.

 ELEMENTOS TÍPICOS COMUNES A LAS FIGURAS DE GENOCIDIO.

Es posible rescatar algunos elementos comunes a cada una de las figuras de


genocidio en cuanto a su tipicidad, los que pasamos a analizar a continuación.

 ELEMENTOS SUBJETIVOS DEL TIPO


 Comisión Dolosa
En cuanto a los elementos subjetivos (mens rea) del tipo de genocidio, en primer
lugar debemos precisar que el Estatuto de la Corte Penal Internacional
contempla la existencia de dolo en el autor como exigencia típica en cada uno de
los crímenes de su competencia. Esto es, los crímenes establecidos en el
Estatuto deber ser cometidos con intención y conocimiento.

Señala su artículo 30: “Elemento de intencionalidad” Salvo disposición en


contrario, una persona será penalmente responsable y podrá ser penada por un
crimen de la competencia de la Corte únicamente si actúa con intención y
conocimiento de los elementos materiales del crimen.

A los efectos del presente artículo, se entiende que actúa intencionalmente


quien: En relación con una conducta, se propone incurrir en ella; En relación con
una consecuencia, se propone causarla o es consciente de que se producirá en
el curso normal de los acontecimientos. A los efectos del presente artículo, por
"conocimiento" se entiende la conciencia de que existe una circunstancia o se va
a producir una consecuencia en el curso normal de los acontecimientos.

Las palabras "a sabiendas" y "con conocimiento" se entenderán en el mismo


sentido”. En los Elementos del Crimen se corrobora lo anterior, pues “como lo
señala el artículo, salvo disposición en contrario una persona será penalmente
responsable y podrá ser penada por un crimen de la competencia de la Corte
únicamente si los elementos materiales del crimen se realizaron con intención y
conocimiento. Cuando no se hace referencia en los elementos de los crímenes a
un elemento de intencionalidad para una conducta, consecuencia o circunstancia
indicada, se entenderá aplicable el elemento de intencionalidad que corresponda
según el artículo 30, esto es, la intención, el conocimiento o ambos”. Se indica
además que “la existencia de la intención y el conocimiento puede inferirse de
los hechos y las circunstancias del caso”.

Para la determinación de la intención se distingue si debe referirse al


comportamiento incriminado o a la consecuencia provocada. En el primer caso,
la persona en cuestión debe querer el comportamiento. En el último caso, debe
querer causar el resultado o ser consciente de que se producirá según un curso
normal de los acontecimientos. De modo análogo, por saber o conocimiento se
entenderá la conciencia de que existe una circunstancia o de que se producirá el
resultado según un curso normal de los acontecimientos.

En segundo lugar, el crimen de genocidio, se distingue de los otros crímenes por


un "dolo especial", entendido como "elemento constitutivo del crimen que exige
que el criminal haya claramente buscado provocar el resultado incriminado", y
que comprende como tal, la existencia de la intención en el agresor de destruir
total o parcialmente a un grupo específico, nacional, étnico, racial o religioso.

Para que se cumpla el tipo de genocidio, ha de concurrir simultáneamente el


dolo y el momento anímico integrante del elemento subjetivo del injusto, esto es,
que el autor haya tenido la intención de destruir, total o parcialmente, a ese
grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal. Si faltase alguno de estos
componentes no se apreciaría la existencia del injusto.

El fin no tiene que ser necesariamente la destrucción total del grupo. Así, el
genocidio no está caracterizado necesariamente por la intención de destruir a un
grupo entero; basta con que el propósito sea eliminar porciones de la población
marcadas por rasgos específicos raciales, religiosos, nacionales o étnicos. Debe
subrayarse que la posibilidad de que la intención criminal abarque la destrucción
de todo el grupo o sólo una parte del mismo, debe ser interpretada en el "sentido
de que basta que se limite a la destrucción de un subgrupo dentro de una raza,
etnia, nacionalidad o religión", como por ejemplo los musulmanes de Bosnia-
Herzegovina. Es cierto que el "subgrupo" deberá tener una determinada entidad
numérica, pero esta determinación precisa "de qué subgrupo se considera
suficientemente amplio para que el ataque contra el mismo constituya
genocidio", es algo cuya solución última solamente puede estar a cargo de los
jueces penales competentes en la materia.

Tratándose de la cuestión de saber cómo se puede determinar la intención


específica de la gente, la Sala de primera instancia del Tribunal Penal
Internacional para Rwanda considera quela intención es un factor de orden
psicológico difícil, o incluso imposible, de poder aprender.
Esta es la razón por la cual, a falta de una confesión por parte del acusado, su
intención puede ser deducida de un cierto número de hechos. Por ejemplo, la
Sala estima que es posible deducir la intención genocida prevaleciente en la
comisión de un acto particular incriminado, del conjunto de actos y proclamas del
acusado, o también del contexto general en que se perpetraron otros actos del
acusado, o incluso del contexto general de realización de otros actos
reprensibles, sistemáticamente dirigidos contra el mismo grupo, y ya sea que
estos otros actos fuesen cometidos por la misma u otras personas o agentes.

Otros factores, tales como la escala de las atrocidades cometidas, su carácter


general en una región o en un país, o incluso el hecho de escoger de manera
deliberada y sistemática a las víctimas, en razón de su pertenencia a un grupo
en particular, al mismo tiempo que excluyen dolos miembros de otros grupos,
pueden igualmente permitir a la Sala el deducir una intención genocida.

 Comisión Culposa.
En el caso de la comisión imprudente del delito estudiado, la doctrina mayoritaria
establece que esto es imposible, básicamente por los medios comisivos y las
exigentes consideraciones subjetivas del tipo del crimen de genocidio. Sin
embargo, lo acertado en esta materia es advertir lo dispuesto en el artículo 28
del Estatuto de la Corte Penal Internacional, en el sentido de reconocer la
posibilidad de comisión por omisión en el crimen de genocidio.

De hecho, en esta norma se recoge la doctrina de la command responsability. Al


Comandante militar (de hecho) se le imputan los crímenes de grupos que estén
bajo su control efectivo que se hayan cometido como consecuencia de la falta de
desempeño de este control, cuando sabía o hubiera debido saber que sus
fuerzas cometían tales delitos y omitió emprender cualesquiera de las medidas
necesarias y razonables para prevenir la comisión, impedirla o someter la
cuestión a la investigación de los cargos competentes. Se introduce, de esta
manera, una medida de imprudencia, en tanto que ya la posibilidad de
conocimiento o el simple deber conocer de los crímenes de los subordinados
redunda en reproche para el jefe militar. Además, la responsabilidad de
cualquiera de otros superiores (civiles) se diferencia de ello, desde una
perspectiva subjetiva, en que se exige una especie de imprudencia consciente
en el sentido de criterio tradicional, por tanto, más que la simple imprudencia.

 ELEMENTOS OBJETIVOS DEL TIPO


 Sujeto Activo.
Es sujeto activo quien lleva a cabo la actividad descrita en el tipo legal. Sobre este
punto, preliminarmente debemos precisar que el crimen de genocidio es de
carácter individual en cuanto a la titularidad activa de su comisión, y que no
implica en caso alguno, la responsabilidad del Estado. Además, no existe excusa
válida alguna por la investidura o el cargo que detente el sujeto activo.

En el caso de la intervención del Estado la posible responsabilidad de éste ha


sido objeto de discusión doctrinal. Sin embargo, es aceptado generalmente que
en caso de intervención del Estado o de organizaciones con carácter delictivo,
será en los representantes de las mismas o en los que actúen en su nombre,
sobre los que recaiga la responsabilidad individual.

Dicho principio está consagrado expresamente en el Estatuto de la Corte Penal


Internacional, pues establece en su artículo 25, la responsabilidad penal
individual: “1. De conformidad con el presente Estatuto, la Corte tendrá
competencia respecto de las personas naturales.2. Quien cometa un crimen de la
competencia de la Corte será responsable individualmente y podrá ser penado de
conformidad con el presente Estatuto”.

Además, en la misma norma se excluye por completo la posibilidad de perseguir


algún tipo de responsabilidad del Estado: “Nada de lo dispuesto en el presente
Estatuto respecto de la responsabilidad penal de las personas naturales afectará
a la responsabilidad del Estado conforme al derecho internacional”.

La responsabilidad penal de las personas jurídicas fue finalmente rechazada en el


Estatuto de la Corte Penal Internacional - a pesar de la limitación a los órganos de
dirección de empresas privadas - por las razones siguientes: su reconocimiento
se hubiera apartado de la responsabilidad individual del autor, así como hubiera
puesto, y en consecuencia exigido demasiado, a la Corte frente a problemas de
prueba insalvables; por lo demás, la responsabilidad de las personas jurídicas ni
se reconoce universalmente ni existen reglas de imputación consensuadas.

Toda persona que haya cometido genocidio puede ser juzgada por ello,
cualquiera que sea su cargo. Es decir, que se considera culpable no sólo al jefe
de Estado o al ministro que haya planeado u ordenado el acto, sino también a
quien lo haya cometido, sea un simple soldado o un ciudadano de a pie.

El artículo 27 del Estatuto de la Corte Penal Internacional establece el principio de


la “improcedencia del cargo oficial” en los siguientes términos:

“1. El presente Estatuto será aplicable por igual a todos sin distinción alguna
basada en el cargo oficial. En particular, el cargo oficial de una persona, sea Jefe
de Estado o de Gobierno, miembro de un gobierno o parlamento, representante
elegido o funcionario de gobierno, en ningún caso la eximirá de responsabilidad
penal ni constituirá per se motivo para reducir la pena.

2. Las inmunidades y las normas de procedimiento especiales que conlleve el


cargo oficial de una persona, con arreglo al derecho interno o al derecho
internacional, no obstarán para que la Corte ejerza su competencia sobre ella”.

Ya la Convención de 1948 se refería a “personas culpables de genocidio” (art. V)


o “las personas que hayan cometido genocidio o cualquiera de los otros actos
enumerados en el artículo III, serán castigadas, ya se trate de gobernantes,
funcionarios o particulares”. Vemos que se prescinde de la inmunidad y
privilegios, equiparando estos últimos, los funcionarios públicos, a los particulares.

Ahondaremos en las consideraciones del sujeto activo más adelante, precisando


las modalidades de comisión, a propósito del apartado sobre autoría y
participación.

 Sujeto Pasivo.
Es el destinatario de la protección del bien jurídico, el titular del bien jurídico
protegido; es decir el conjunto de personas que forman el grupo cuya existencia
se ataca. Donde se presentan problemas de interpretación y de asignación de
significado, es en el delineamiento del sujeto pluripersonal o colectivo que es
sujeto pasivo del obrar criminoso.

En este caso sujeto pasivo y objeto material no son uno. Mientras que el primero
hace referencia al grupo; el segundo se concreta en la persona individual sobre la
que se produce el resultado típico. Todo miembro de un grupo nacional, étnico,
racial o religioso puede ser víctima de genocidio. El acto debe estar dirigido hacia
la destrucción de un grupo. Los grupos se componen de individuos y, por
consiguiente, en último análisis, la acción destructiva debe estar dirigida contra los
individuos. Sin embargo, estos individuos son importantes no per se sino sólo
como miembros del grupo al cual pertenecen.

Los grupos protegidos, tal y como se recogió en la Convención de 1948, son los
nacionales, raciales, étnicos y religiosos; pero estos varían a tenor de las
legislaciones nacionales. La definición legal de genocidio, desde la Convención de
1948 como asimismo el Estatuto de Roma, no incluye los grupos sociales o
políticos en la definición de víctimas potenciales.

El texto original de la Resolución 96 de 1946 de la Asamblea General incluyó la


destrucción de grupos políticos en la definición de genocidio. Inicialmente102, la
Sexta Comisión había decidido mantener los grupos políticos entre los protegidos
por la Convención. Estos grupos fueron luego omitidos en base a una propuesta
conjunta de Irán, Egipto y Uruguay, al ser discutido el informe de la Comisión
Redactora en la Sexta Comisión, por 22 votos contra 6, con 12 abstenciones.
Finalmente, la Sexta Comisión excluyó a los grupos políticos en atención a que
los grupos políticos no son bastante estables, que su inclusión sería un serio
obstáculo a la ratificación de la Convención por una gran cantidad de Estados y
que la inclusión de los grupos políticos podría permitir a alguna autoridad
internacional intervenir en las contiendas domésticas de un país e introducir a las
Naciones Unidas en las luchas políticas internas de aquel.
Los grupos políticos fueron, por tanto, excluidos para facilitar la ratificación del
Convenio de genocidio por un amplio número de Estados, algunos de los cuales
se encontraban inmersos en violentas luchas políticas. En cambio, la Sexta
Comisión agregó los grupos “étnicos” a los “nacionales” y “raciales” a fin de evitar
una posible interpretación de “nacional” como equivalente a “político”.

El problema de la necesidad de la inclusión de los grupos religiosos fue planteado


en una sugestión de la Unión Soviética de usar el término “religioso” entre
corchetes, después de “nacional”, porque si el genocidio era cometido por un
motivo religioso, ese motivo estaba siempre relacionado con otros de carácter
nacional o racial, propuesta que fue finalmente rechazada por 40 votos contra 5,
con una abstención.

Durante la redacción de la Convención, la preocupación, según algunos autores,


fue evitar el recurso a políticas de exterminación planeadas y ejecutadas por el
gobierno alemán nazi que apuntó a una comunidad específica distinguible por
atributos relativamente inmutables y estables. De allí que la Convención no
proteja a los grupos políticos, y no se aplicará, por ejemplo, al supuesto de
derrocamientos de gobiernos por parte de movimientos políticos disidentes, salvo
que involucre la cuestión de características tales como raza, religión y etnia.

Alguien podría cuestionar si existe una diferencia real entre muertes cometidas
por agentes gubernamentales y motivadas políticamente, y muertes dirigidas a un
grupo nacional específico, étnico, racial o religioso, ya que en ambos casos el
individuo está simplemente muerto y el grupo tal vez amenazado en forma
análoga. Sin embargo, la comunidad internacional reconoce que el ataque
sistemático a un grupo sobre la base de la nacionalidad, etnia, raza o religión,
tiende a acarrear un potencial mucho mayor para violaciones masivas, por la
mera razón de que las víctimas intentadas pueden individualizarse del resto de la
población con particular facilidad, debido a su diferencia relativamente inmutable.
Dada esta especial vulnerabilidad, se garantiza entonces el proveer a tales grupos
de protección específica (una preocupación que la definición legal de genocidio
refleja en forma apropiada).
No obstante, muchos de los actos cometidos contra miembros de tales grupos
serían de la competencia de la Corte en tanto que crímenes de lesa humanidad si
se cometieran de manera generalizada o sistemática y de conformidad con la
política de un Estado o una organización. Ello en conformidad al carácter de figura
residual del crimen de lesa humanidad propuesto en esta obra.

Un aspecto que resulta relevante en este punto es la determinación de quién es el


que calificado identifica al grupo; y sobre el particular, se ha propuesto quien
constituye o categoriza al grupo sobre el que recae el obrar genocida, es el
represor. Sin embargo, se ha utilizado este argumento con el fin de tratar de
ampliar la enunciación taxativa de los grupos protegidos, bajo la premisa que el
único que podría definir la identidad del grupo sería el opresor, y por tanto,
resulta, como propuesta de lege ferenda, inútil la descripción de los grupos
protegidos, bastando la enunciación de grupo como tal, y no su limitación a ciertas
categorías de grupos.

Se dice que no guarda sentido pretender abarcar o agotar cuáles son los rubros
que convocan a la represión genocida. Que es inútil intentar una definición,
intensiva o extensiva, de cuáles son los grupos posibles como sujetos pasivos del
obrar genocida. Que lo que configura el crimen del genocidio es que el represor
defina y decida cómo se integra el colectivo de sujetos, de seres humanos, sobre
los que se ejercerá el obrar destructivo, eliminatorio, de aniquilamiento. Es más,
que el grupo se configure por razones "políticas" nada agregaría o quitaría a esta
descripción de la figura del genocidio. Que en efecto, quién puede sostener,
racionalmente, que toda destrucción de un grupo nacional, étnico, racial o
religioso, no esté impulsada, fundamentalmente, por razones políticas; o,
inversamente, que las razones políticas no admiten razones nacionales, étnicas,
raciales o religiosas. Decir que existen "razones políticas" establece un necesario
cotejo con el de las llamadas "cuestiones políticas no justiciables", que no es más
que el central tema de la injusticiabilidad del poder.
En suma, más allá de las propuestas de lege ferenda para el caso en comento, es
claro que al tenor de la interpretación del tipo legal de genocidio, éste no incluye
los grupos políticos dentro de su campo de protección.

 Acción.
Recordemos que es acción toda conducta humana exterior evitable. Del requisito
que sea exterior, deducimos que no constituyen delito el simple pensamiento, ni la
mera resolución delictiva no puesta de manifiesto externamente, ni la simple
disposición de ánimo. Es el principio básico de que no se castigan los meros
pensamientos o ideas. Que sea evitable apunta al hecho de que el sujeto debe
haber tenido la posibilidad de abstenerse de la conducta y, así, de haber actuado
conforme a derecho. Sólo si la conducta era evitable puede afirmarse respecto de
ella el poder de autodeterminación del sujeto y que corresponde a un fin
determinado por él mismo, lo que constituye la esencia de toda acción.

Al delito de genocidio podríamos encuadrarlo dentro de los delitos de


consumación anticipada en su modalidad de resultado cortado. Se trata de un
acto completo pero acompañado de un elemento subjetivo adicional al dolo y que
consiste en el ánimo de realizar un 2º acto, el cual el sujeto no realiza (no
destruye totalmente al grupo), sino que espera a que se desarrolle. Podemos ver
como la acción genocida incorpora una relación causal entre la acción y el daño
producido y otra final en el acontecer causal: “la destrucción del grupo”.
Estaríamos hablando de la supra determinación final del acontecer causal.

 Resultado.
La definición del artículo 6° del Estatuto de la Corte Penal Internacional no
esclarece la cuestión perenne de qué cantidad de personas tiene que ser
asesinada antes de que se califique el hecho como genocidio. Algunos verán esta
omisión como un defecto mayor en términos del nivel de precisión requerido en
derecho penal. Sin embargo, la pregunta de la cantidad parece formularse sobre
la base de una premisa incorrecta de que tiene que haber por lo menos una
persona muerta antes de que el acto de genocidio se cometa.
Debería tenerse en mente que la definición legal de genocidio no puede
equipararse con el uso de la palabra “genocidio” en el lenguaje coloquial. En otras
palabras, ¿es necesario destruir o intentar destruir a un grupo entero o a una
parte considerable de él para que el acto constituya genocidio? No. Basta con que
el acusado haya intentado destruir a gran número de miembros del grupo en una
comunidad particular, como una ciudad o pueblo, debido a la identidad del grupo.
Se ha afirmado, acertadamente, que ni una sola persona tiene que morir para que
se considere cometido un acto de genocidio, debido al hecho de que la definición
se refiere a cualquiera de los actos extremos que también cuentan como actos de
genocidio, a saber, la lesión grave a la integridad física o mental de los miembros
del grupo, el sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que
hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial, las medidas destinadas a
impedir los nacimientos en el seno del grupo y el traslado por fuerza de niños del
grupo a otro grupo, enumeración lo suficientemente clara y precisa en términos
jurídico –penales.

Esta interpretación encuadra también con el objeto de la Convención de 1948,


cual es el de prevenir que el genocidio se practique, no sólo castigar a sus
autores una vez que el mundo se detuvo y los observó cometerlo.

El término “en su totalidad o en parte” significa que un acto aislado de violencia


racista no constituye genocidio. Deberá existir la intención de eliminar en grandes
cantidades a un grupo, aunque no se logre la destrucción completa de éste. Sin
lugar a dudas, un solo asesinato puede llegar a ser constitutivo de "crimen de
genocidio", pero única y exclusivamente si se prueba que existía la intención
específica de querer destruir "el grupo", ya sea parcial o totalmente. Ahora bien,
esta deducción se revela harto difícil, si no se acompaña el hecho mismo de otra
serie de circunstancias o "indicadores" que posibiliten precisamente la operación
lógica susodicha.

Por otro lado, se puede imaginar que los jueces de la Corte Penal Internacional
tendrán una saludable dosis de prudencia cuando consideren si acaso un acto
constituye genocidio en una instancia determinada, dado que el genocidio se
reconoce como un crimen de extrema gravedad.

 EL GENOCIDIO EN EL ESTATUTO DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL

 Jurisdicción y Competencia Sobre Genocidio, La Corte Penal Internacional


La doctrina penalista define por lo general el Derecho penal como el sector del
ordenamiento jurídico que tiene la función de proteger los bienes vitales
fundamentales del individuo y de la comunidad. Estos bienes son elevados por la
protección de las normas del Derecho a la categoría de bienes jurídicos y la suma
de todos ellos constituye el orden social creado y protegido por el Derecho. Pero
el Derecho penal no protege todos los bienes cuya protección ha asumido el
Derecho en general y frente a cualquier forma de agresión sino solamente
aquellos bienes vitales más importantes frente a las formas más graves de
agresión. Al ser la consecuencia prevista para la infracción de sus normas: la
pena, la más grave que prevé el ordenamiento jurídico, se entiende que el
legislador sólo debe acudir al Derecho penal cuando sea absolutamente
imprescindible, por resultar insuficientes otras formas de reacción jurídica menos
graves propias de otros sectores del ordenamiento.

Trasladando esta concepción del Derecho penal en los ordenamientos internos al


Derecho penal internacional tendremos que, del mismo modo, el Derecho penal
internacional sería el sector del ordenamiento internacional cuya función es
proteger, de los bienes vitales que constituyen el orden jurídico internacional,
aquellos que son más importantes frente a las formas de agresión más graves.

Es evidente que el orden internacional ofrece la particularidad del protagonismo


de los Estados como principales sujetos del Derecho internacional. Los intereses
del Estado frente a otros Estados, la propia existencia de los Estados, las
relaciones pacíficas, la paz internacional, etc. son conceptos aducidos con
frecuencia como objeto de protección del Derecho internacional. Sin embargo,
dicho orden internacional no se limita a las relaciones entre Estados, se trata de
un orden social superior al del Estado pero no consistente exclusivamente en una
comunidad de Estados, puesto que el Estado, en último término, no es sino un
instrumento al servicio del individuo y de la sociedad, una forma de organización
racional para garantizar los bienes jurídicos. Por ello, la doctrina internacionalista
más reciente apunta, en la definición del Derecho internacional público, la doble
dimensión del orden internacional: por un lado la Comunidad internacional
compuesta de Estados soberanos y por otro la Comunidad internacional como
grupo social universal con intereses fundamentales propios. El orden social
internacional hace referencia a la humanidad en su conjunto, a aquellos bienes
que son patrimonio de la humanidad, necesarios para su subsistencia como
especie y para su desarrollo.

Lo que legitima la intervención por la fuerza del Derecho es la creación y


mantenimiento de un determinado sistema social en beneficio de los individuos
que lo integran. De esta manera el individuo se convierte en la referencia central
en la definición del concepto de bien jurídico, también en el orden internacional.

Por lo tanto podemos concluir que si los bienes jurídicos son aquellas realidades o
pretensiones que son útiles para el individuo y su libre desarrollo en el marco de
un sistema social completo construido con esa finalidad o para el funcionamiento
del sistema mismo podemos afirmar que son bienes jurídicos del orden
internacional la propia existencia de los Estados, la existencia de determinado tipo
de grupos humanos, la paz internacional, pero también lo son los bienes jurídicos
individuales fundamentales como la vida humana, la salud individual, la libertad,
etc., pues se trata de bienes sin los cuales no es posible la existencia de ningún
sistema social.

Una vez que hemos demostrado que los bienes jurídicos individuales
fundamentales pueden ser objeto de protección por el Derecho penal
internacional se nos plantea un segundo problema: La mera contemplación de las
figuras de delito tradicionalmente incluidas en el Derecho penal internacional, es
decir, aquellos delitos sobre los que existe una aceptación generalizada de su
consideración como delitos internacionales –crímenes contra la paz, crímenes de
guerra, crímenes contra la humanidad y genocidio– y que son precisamente los
incluidos en el art. 5 del Estatuto de la CPI, nos lleva en principio a la constatación
de que en ellos se protegen bienes jurídicos de diversa índole: unos tienen
carácter colectivo, como la paz internacional, o las relaciones pacíficas entre los
Estados, la existencia de distintos grupos humanos, y otros tienen un carácter
individual, es decir, su portador es el individuo, por ejemplo la vida, la integridad
corporal y la salud, la libertad, etc; pero además podemos comprobar que algunos
de estos bienes jurídicos son privativos del orden internacional, es decir, solo
pueden ser regulados y protegidos por el Derecho internacional, mientras que
respecto de otros, precisamente de los bienes jurídicos individuales
fundamentales, la protección internacional convive con la otorgada a los mismos
por los ordenamientos internos. Por eso se nos plantea el problema de cuál es la
relación entre estos dos ámbitos de protección.

Pues bien, dado que la Comunidad internacional se organiza en Estados


soberanos es preciso concluir que el Derecho penal internacional puede proteger
directamente aquellos bienes jurídicos que son propios únicamente del ámbito
internacional -existencia e independencia de los Estados o su convivencia
pacífica, protegidos por las figuras de los crímenes contra la paz-. Pero cuando un
bien jurídico pertenezca también al orden estatal, como es el caso de los bienes
jurídicos individuales fundamentales -vida, integridad corporal, salud, libertad-, el
Derecho penal internacional sólo podrá intervenir si el Derecho estatal no ofrece
una protección suficiente.

De este modo podemos concluir que el Derecho penal internacional tiene un


carácter doblemente subsidiario: es subsidiario, como todo Derecho penal, porque
sólo debe acudirse a él cuando se consideren insuficientes otras formas de
reacción jurídica para la protección de los bienes jurídicos, y es subsidiario, en
segundo lugar, respecto de estos bienes jurídicos compartidos, porque sólo cabe
acudir a él cuando falle la protección debida por el ordenamiento jurídico estatal.

Con ello pasamos a la siguiente cuestión de estudio: cuándo se puede decir que
falla la protección estatal y una conducta se convierte en delito internacional, es
decir, debe intervenir el Derecho penal internacional, que es lo mismo que
preguntarnos cuándo la lesión de bienes jurídicos individuales fundamentales deja
de ser un delito común para convertirse en un crimen internacional.

La intervención del Derecho internacional se producirá cuando la protección de


los bienes jurídicos no puede ser garantizada por los ordenamientos internos, bien
porque son atacados en una situación especial, como la guerra, que exige la
intervención del Derecho internacional, y así encontramos los crímenes de guerra,
o bien porque los delitos son cometidos con la participación o tolerancia del poder
político de iure o de facto. Ejemplos del primer supuesto son los crímenes contra
la humanidad cometidos por regímenes totalitarios, en cuyo caso no es posible
confiar en la Administración de Justicia, como fue el caso de la Dictadura
argentina. Ejemplos del segundo lo constituyen supuestos en que determinadas
facciones rebeldes tienen el control político de facto sobre un territorio habiendo
desaparecido la Administración de Justicia o estando los autores fuera del
alcance de la misma, de lo que puede ser un ejemplo los crímenes contra la
humanidad cometidos por las distintas facciones en el conflicto ruandés. Esta
participación o tolerancia del poder político en el delito junto con otros criterios
también relacionados con el carácter subsidiario del Derecho penal trasladado al
ámbito internacional, -como la realización de la conducta en el contexto de un
ataque masivo y sistemático-, son los que convierten a dicha conducta en delito
internacional.

Una vez demostrada la pertenencia de los bienes jurídicos individuales al orden


internacional y establecidos los criterios mediante los cuales podemos entender
que una lesión de los mismos pasa a constituir un delito internacional vamos a
comprobar cómo estas ideas se reflejan en el Derecho penal internacional, y más
concretamente en los crímenes contra la humanidad que se van a convertir, en mi
opinión, en las figuras centrales del DPI.
 Los Crímenes Contra la Humanidad como Figura Central del Derecho Penal
Internacional.
El origen de la definición de los crímenes contra la humanidad en el art. 7 del
ECPI se encuentra en la definición de los mismos en el Estatuto de Londres de
1950 que sirvió de base para los juicios de Nuremberg, con las modificaciones
que la jurisprudencia relativa a la Segunda Guerra Mundial, los Proyectos de
Código de Crímenes contra la Paz y Seguridad de la Humanidad y los Estatutos
de los Tribunales penales internacionales para la antigua Yugoslavia y Ruanda
(en adelante, TPIY y TPIR, respectivamente), así como las decisiones de estos
tribunales han ido introduciendo.

De lo dispuesto en el art. 6c del Estatuto de Londres y de su aplicación por el


Tribunal de Nuremberg se puede concluir que la categoría de los crímenes contra
la humanidad presentaban en aquel momento los siguientes caracteres:

1- Habían de ser cometidos durante, o en conexión con una guerra.

2- Los actos habían de realizarse contra cualquier población civil, lo que, a


diferencia del Derecho de la Guerra, incluía a los propios nacionales y a los
nacionales de terceros países.

3- Se trataba de delitos cometidos por personas que actuaban en interés del


Estado.

Así se desprende de lo dispuesto en el primer párrafo del art. 6, donde se


establece que el Tribunal tendrá competencia para juzgar y castigar los delitos
que a continuación se enumeran cometidos por personas que actúan “en interés
de los países europeos del Eje”.

Una parte de la doctrina ha defendido durante largo tiempo, sin embargo, que los
crímenes contra la humanidad debían cometerse además por determinados
móviles o contra grupos de personas determinados, exigencia que en mi opinión
no puede desprenderse del art. 6c que únicamente exige determinados móviles
para la modalidad de persecución, y además su inclusión no puede justificarse
desde el punto de vista de lo injusto típico y no tendría sino efectos perturbadores.
La jurisprudencia del Tribunal penal internacional para la Antigua Yugoslavia ha
confirmado la innecesaridad de este requisito. Los móviles del autor son
irrelevantes siempre que su conducta se inserte en la política o plan más amplio,
es decir, que no se trate de un acto aislado. Como veremos más adelante, tal
exigencia no ha sido finalmente introducida en la definición de los crímenes contra
la humanidad del Estatuto de la CPI (en adelante, ECPI), a pesar de que alguna
delegación así lo había solicitado, y sólo se mantiene para las persecuciones,
modalidad en las que sí propondré un significado que permita su inclusión como
elemento subjetivo de lo injusto.

El primer cambio que reclamó la doctrina de inmediato en el concepto de


crímenes contra la humanidad fue su independencia respecto de la situación de
guerra. El requisito del nexo con la guerra provenía del origen de los crímenes
contra la humanidad, que nacieron como una extensión del Derecho de la guerra
a otras situaciones no comprendidas tradicionalmente en él, y de la necesidad de
afirmar que se estaba aplicando el Derecho internacional vigente, y no creándose
un Derecho nuevo. En realidad ya en la Ley no 10 del Consejo del Control Aliado
de 20 de diciembre de 1945 se prescindió en la descripción de los crímenes
contra la humanidad (art. II.c) de la exigencia de su conexión con los crímenes de
guerra o con el crimen contra la paz, con lo que toda la jurisprudencia del Tribunal
Militar Internacional dirigida a restringir los crímenes contra la humanidad a los
directamente conectados con la guerra resultaba irrelevante para los tribunales
nacionales, alemanes o extranjeros, que aplicaron esta ley de ocupación.

Se ha argumentado para explicar esta diferencia que la Ley no 10, como Derecho
de Ocupación, aplicaba Derecho Interno emanado de las autoridades ocupantes,
al contrario que el Tribunal Militar Internacional que pretendía ser un tribunal
internacional administrando Derecho internacional. Los “Principios de Nuremberg”
confirmados por la Asamblea General en su Resolución 95 de 11 dic. 1946,
mantienen, en cambio, en la definición de los crímenes contra la humanidad la
exigencia de relación con los crímenes de guerra o el crimen contra la paz, pero el
requisito desaparece de nuevo en la Convención de 1968 sobre la
imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad.
Debido, en parte, al sentimiento de frustración que produjo la impunidad de
algunas conductas cometidas con anterioridad al inicio de la guerra, la doctrina
mayoritaria exigía un concepto de crímenes contra la humanidad que permitiese
el castigo de los mismos con independencia de su relación con otros crímenes de
Derecho Internacional. Sin embargo, este cambio no suponía meramente una
extensión del concepto a otras situaciones liberándolo de la difícil prueba de su
relación con los crímenes contra la paz y los crímenes de guerra. Sacar al crimen
contra la humanidad del contexto bélico en el que había nacido, desvincularlo del
Derecho de la Guerra en el que lo envolvió el proceso de Nuremberg, exigía la
elaboración de un concepto nuevo, diferente del originario. Se estaba creando,
como advirtió el relator especial SPIROPOULOS en el seno de la Comisión de
Derecho Internacional, un delito nuevo. Resulta sorprendente que, a pesar de la
práctica unanimidad en la doctrina sobre la independencia de los crímenes contra
la humanidad respecto de la situación de guerra, el art. 5 del Estatuto del TPIY
continúe vinculándolos a la existencia de un conflicto armado. Además de
sorprendente, la exigencia es sumamente censurable y por ello la doctrina ha
intentado dar una explicación a esta regulación que no suponga un retroceso en
la evolución del crimen contra la humanidad y el TPIY ha reconocido también la
autonomía de la categoría de los crímenes contra la humanidad respecto de los
crímenes contra la paz y de los crímenes de guerra, señalando que, a pesar de
ello, la definición del art. 5 del Estatuto, más restrictiva que la definición general
de los crímenes contra la humanidad, exige un nexo con un conflicto armado
(interno o internacional) -requisito que interpreta de una forma muy laxa- para que
dichos crímenes entren en la competencia del Tribunal.

En el mismo sentido se pronunció la Sala de Apelación en la decisión de 2 de


octubre de 1995 al declarar que “es suficiente que los crímenes alegados
estuvieran íntimamente relacionados (closelyrelated) con las hostilidades que
tienen lugar en otras partes de los territorios controlados por las partes en
conflicto”. Dicha restricción no se contempla en el art. 3 del Estatuto para Ruanda,
ni en ninguno de los proyectos de Código de crímenes contra la paz y seguridad
de la humanidad a partir de 1954, ni ha sido introducida en la definición de los
crímenes de lesa humanidad del art. 7 del ECPI. El crimen contra la humanidad
en el ECPI es, por lo tanto, un delito independiente de los crímenes contra la paz
y de los crímenes de guerra.

Únicamente se exige que los actos se cometan en el contexto de un ataque


generalizado o sistemático contra una población civil, requisito que explicaremos
más adelante. Pero, por lo que ahora nos interesa, el Informe del Grupo de
Trabajo sobre los elementos del Crimen ha dejado claro que no debe tratarse
necesariamente un ataque militar.

Respecto de cuál deba ser el sujeto activo de estos delitos, las opiniones
doctrinales se dividieron desde el nacimiento de esta figura entre quienes exigen
la intervención o al menos la tolerancia del poder político49 y quienes defienden
que el delito no exige un sujeto activo especial, pudiendo ser cometido por
individuos privados50. En favor de la primera postura cabe alegar el propio origen
del concepto de crimen contra la humanidad y la jurisprudencia relativa a la
Segunda Guerra Mundial.

 La Corte Penal Internacional.


La Corte Penal Internacional es un tribunal internacional de justicia permanente y
complementario de las jurisdicciones nacionales, que se basa en el principio de
territorialidad, persiguiendo la responsabilidad penal de personas naturales, por
los delitos que se señalan, cometidos a futuro, declarándoselos imprescriptibles.
Su sede se ubica en Holanda, en la ciudad de La Haya.

Al ser permanente, previene que se sigan creando tribunales penales


internacionales ad hoc, como fueron los de Nürenberg o de Tokio, manteniéndose
a lo largo del tiempo un tribunal quesea competente para resolver asuntos
ocurridos con posterioridad a su creación. En cuanto a los delitos que conoce, en
la parte segunda del Estatuto de la Corte Penal Internacional, que trata a cerca de
la competencia, la admisibilidad y el derecho aplicable, en el artículo 5, se
establecen los crímenes de la competencia de la Corte:

“1. La competencia de la Corte se limitará a los crímenes más graves de


trascendencia para la comunidad internacional en su conjunto. La Corte tendrá
competencia, de conformidad con el presente Estatuto, respecto de los siguientes
crímenes:

a) El crimen de genocidio;

b) Los crímenes de lesa humanidad;

c) Los crímenes de guerra;

d) El crimen de agresión”.

A continuación, en el artículo 6, se contempla expresamente el crimen de


genocidio. En los debates sobre esta cuestión en el seno de la Conferencia de
Roma de 1998, y a pesar del precedente Eichmann, demostraron que el "principio
de jurisdicción universal", según el cual la competencia penal de una jurisdicción
nacional se extiende, en principio, a hechos delictivos cometidos fuera de la
competencia interna y con independencia de la nacionalidad de la persona, no
había adquirido todavía carta de naturalización en tanto que norma
consuetudinaria de derecho internacional general.

Por tanto, se optó por el establecimiento de una jurisdicción para la Corte Penal
Internacional de carácter complementaria a las jurisdicciones nacionales.

 Proyecto de Ley que Penaliza las Conductas Constitutivas de Genocidio y


los Crímenes de Lesa Humanidad Y de Guerra.
La noción de crímenes internacionales surge fundamentalmente después de la
Segunda Guerra Mundial, a raíz de la doctrina y los principios establecidos por las
sentencias de los Tribunales de Nuremberg y de Tokio, los que más tarde fueron
aprobados por una Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas,
la que estableció los siguientes crímenes dederecho internacional: El fundamento
teórico de estas figuras está en el Ius Cogens, derecho que se encuentra por
sobre las naciones, que las obliga a la protección de los atributos fundamentales
del ser humano y cuyos principios han sido recogidos en numerosos instrumentos
internacionales. Es el caso de la Convención de Viena, del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, de los Pactos de Ginebra y de los Estatutos de los
Tribunales Internacionales para la ex Yugoslavia y Ruanda, por nombrar sólo
algunos.

Como consecuencia de la relevancia de estos delitos, surge la jurisdicción


universal, como potestad que se reconoce a los Estados para investigar y juzgar a
través de sus propios tribunales, a nombre de la comunidad internacional y de
acuerdo a los principios y normas del Derecho Internacional generalmente
aplicables, a las personas sospechosas de haber tenido participación en la
comisión de delitos graves, que por su naturaleza representan un atentado contra
toda la humanidad.

 Estatuto de la Corte Penal de Internacional, Ratificado por Perú


El 13 de setiembre del 2001 el congreso de la República del Perú aprobó el
proyecto de ratificación del Estatuto de Roma de C.P.I. el nueve de octubre se
publico en el diario Oficial el Peruano el Decreto Supremo por el que se ratifica el
estatuto. Y el 10 de noviembre del 2001 en el marco de la Asamblea General de
la ONU, el presidente Alejandro Toledo depósito el Decreto Supremo que Ratifica
el Estatuto de Roma, convirtiéndose en el País número 44 en apoyar formalmente
el establecimiento de la Corte Penal Internacional. En tal Norma en el Articulo N°
07 conceptúa a los delitos de lesa Humanidad como:

Art. 7.- 1. A los efectos del presente Estatuto, se entenderá por "crimen de lesa
humanidad" cualquiera de los actos siguientes cuando se cometa como parte de
un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con
conocimiento de dicho ataque:

a) Asesinato;

b) Exterminio;
c) Esclavitud;

d) Deportación o traslado forzoso de población;

e) Encarcelación u otra privación grave de la libertad física en violación de


normas fundamentales de derecho internacional;

f) Tortura;

g) Violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado,


esterilización forzada o cualquier otra forma de violencia sexual de
gravedad comparable;

h) Persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada


en motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos,
de género definido en el párrafo 3, u otros motivos universalmente
reconocidos como inaceptables con arreglo al derecho internacional, en
conexión con cualquier acto mencionado en el presente párrafo o con
cualquier crimen de la competencia de la Corte;

i) Desaparición forzada de personas;

j) El crimen de apartheid;

k) Otros actos inhumanos de carácter similar que causen


intencionalmente grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la
integridad física o la salud mental o física.

CASOS DE GENOCIDIO EN EL PERÚ

EL CASO “COLINA”:
Entre la década del 80 y la primera parte de la década de los noventa se formaron
grupos con respaldo de altos funcionario y autoridades del Estado Peruano los que
tenían la finalidad de llevar graves violaciones a los derechos humanos y crímenes de
Lesa Humanidad y uno de ellos fue el Grupo Colina o también llamado Destacamento
Colina. En su Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) al
referirse al Grupo Colina señaló: "según el análisis y los testimonios recogidos por
CVR, el llamado Grupo Colina no actuó al margen de institución militar sino que fue un
destacamento orgánico y funcional ubicado durante este gobierno [del ex presidente
Alberto Fujimori] en la estructura del ejercito en la medida que utilizaba los recursos
humanos logísticos de la dirección de Inteligencia del Ejercito (DINTE), del Servicio de
Inteligencia del Ejercito (SIE) y del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN).

Por lo tanto, para su constitución y funcionamiento debía contar con una partida secreta
que cubriera los requerimientos de un contingente militar dedicado en exclusividad a
una actividad ilícita que implico graves violaciones" también se conoce que las
acciones realizadas por éste grupo se centraron en ejecuciones extrajudiciales
desapariciones forzadas y actos de tortura, cuyas víctimas fueron civiles; la ejecución
del periodista Pedro Yauri, la Cantuta, el Santa y la matanza de Barrios Altos. Respecto
al modus operandi del Grupo Colina, la Comisión de la Verdad y Reconciliación
concluyó.

El Grupo Colina utilizó el "terrorismo" como una modalidad de operaciones especiales


de inteligencia, ejerciendo violencia o amenaza de violencia para obtener objetivos,
frecuentemente de naturaleza política o ideológica, a través de la implementación del
terror o coacción, dirigido a influenciar en cierta cantidad de personas por medio de
victimas inmediatas.

En los Barrios Altos, Santa, Pedo Yauri y Cantuta las principales violaciones a los
derechos humanos cometidas por el Grupo Colina fueron contra los derechos a la vida,
la integridad, la libertad y seguridad personal.

Las víctimas eran identificadas y seleccionadas por sus actividades políticas – entre
estudiantes, profesores, dirigentes sindicales, periodistas – y porque algunas
previamente habían sido detenidas bajo cargos de terrorismo por presuntos vínculos
con Sendero Luminoso o el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru. Sin embargo en
ninguno de los casos la Dirección Contra el Terrorismo –DINCOTE ni los órganos
jurisdiccionales lograron comprobar su responsabilidad ni participación en dichas
organizaciones terroristas.

Su actuación fue de un escuadrón de la muerte pues en varias oportunidades operaban


premunidos de palas y picos, elementos necesarios para inhumaciones clandestinas en
las cuales además, se buscaba dificultar al máximo el reconocimiento de los restos con
el uso de cal en la eventualidad de que fueran encontradas las tumbas, como ocurrió
en los casos Cantuta y Santa.

En cuanto a las características de los autores, concurría pluralidad de personas


uniformadas o vestidas de Civil pero claramente identificables como efectivos militares,
quienes actuaban fuertemente armados y en la mayoría de los casos usaban gorros,
pasamontañas que les cubrían el rostro.

Las víctimas eran detenidas para luego ser ejecutadas o desaparecidas, o ejecutadas
directamente, sin importar la presencia de testigos utilizando armas de fuego con
silenciador. Algunas ejecuciones y desapariciones fueron consumadas
indiscriminadamente, sin tener en cuenta el sexo o la edad llegando incluso a afectar
grupos familiares.

Las víctimas eran previamente doblegadas, se encontraban indefensas y desarmados


bajos el poder de los agentes de inteligencia y muchas habían sido torturadas. Según
los análisis y los testimonios recogidos por la CVR, el llamado Grupo Colina no actuó al
margen” de la Sentencia emitida por la sala Penal Permanente Suprema Presidida por
el Juez Supremo Villa Stein de Grupo Colina.

De la calidad de las victimas.- se tiene de la Sentencia "162. Es decir, dicha política del
Estado no era contra la población civil, sino dirigida contra los mandos y delincuentes
terroristas, que no forman parte de la población civil; en consecuencia los delitos
atribuidos a los procesados, tales como asesinatos y lesiones producidas a los
agraviados, vulneraron sus derechos humanos; sin embargo, no configuran el crimen
de lesa humanidad, por no cumplir el requisito".
Se desprende de éste párrafo que los actos del grupo Colina en los casos de Barrios
Altos, el Santa y Pedro Yauri no pueden ser calificados como crímenes de Lesa
Humanidad, porque estas muertes no forman parte de la Población Civil; pero hasta la
fecha a éstas personas nunca se les probó que estuviesen vinculados con grupos
terroristas. Además el Tribunal constitucional y La Corte Interamericana de Derechos
Humanos han calificado sus acciones como crímenes de Lesa Humanidad,
independientemente de la situación particular de las víctimas y su pertenencia o no al
grupo terrorista.

Del derecho de defensa de los imputados.- Se tiene de la Sentencia de Villa Stein "de
la revisión de los autos se advierte que, iniciados el proceso Penal en cuestión,
conforme se verifica de la denuncias Fiscales y Auto de Apertura de instrucción, así
como de sus ampliaciones, las conductas imputadas a los encausados se encontraban
subsumidas en los delitos de homicidio calificado, secuestro y asociación ilícita; siendo
recién en el dictamen acusatorio emitido por el representante del Ministerio Público
donde se formuló acusación con los ilícitos antes referidos, alegando que éstos
constituyen crímenes de lesa Humanidad; sin tener en consideración que dicha
naturaleza (…) no fue materia de denuncia, ni instrucción, siendo recién en la
acusación en la que se consignó, afectando con ello en derecho de defensa… ".

Se tiene en el Artículo 349 de NCPP inciso 2 " La acusación sólo puede referirse a
hechos y personas incluidos en la Disposición de formalización de la Investigación
preparatoria, aunque se efectuare una distinta calificación jurídica." Con tal acusación
no se estaría vulnerando el derecho de defensa de los Acusados, a menos que se éste
modificando los hechos objeto de acusación, lo que no es así. Esta interpretación se
hace conforme al Sistema garantista – acusatorio que va encaminado Nuestro País.

Si tenemos en consideración la nueva tendencia de no afectar el derecho de defensa


del Imputado o Acusado por falta de un Imputación necesaria, se refiere solamente a
los hechos y a las partes; mas no a la calificación Jurídica. Por tanto el Representante
del Ministerio Público deberá Exponer los Hechos y las personas incluidas hasta antes
de la Acusación para no afectar el derecho de Defensa de las Partes, en caso de que
se aumentara nuevos hechos en la Acusación o se modifique; ésta si perjudicaría el
derecho de defensa, lo que no es así en la sentencia cuestionada.

Además cuando la sala sostiene que los miembros del Grupo colina fueron acusados
sin tener el derecho de defensa por no encontrarse el nomen iuris en la denuncia, ni en
la instrucción, solo se intenta desvirtuar la gravedad de los hechos; pero se advierte
que se denunció y existe un auto Apertorio por los delitos de homicidio calificado,
secuestro y asociación ilícita los cuales son delitos de Lesa Humanidad, por las
circunstancias analizadas; por lo cual se tiene una Sentencia condenatoria por los
delitos de homicidio calificado y secuestro en los hechos de Barrios Altos, Santa, Pedro
Yauri y la Cantuta que son delitos de Lesa Humanidad.
CAPITULO III

DESAPARICION FORZADA

 ANTECEDENTES HISTÓRICOS

La desaparición forzada surgió como una práctica generalizada de los Estados


totalitarios, con el fin de eliminar a disidentes políticos, cuyos antecedentes se
remontan a técnicas de represión empleadas por Luis XVI, Napoleón Bonaparte,
Stalin y Hitler.

La desaparición forzada es una práctica que se acentuó después de la segunda


guerra mundial –más propiamente en el contexto de la "Guerra Fría"– en países
con regímenes dictatoriales o autoritarios. En América Latina, la desaparición
forzada se aplicó principalmente durante las dictaduras militares o en los
gobiernos que experimentaron procesos de violencia política interna, en los años
sesenta, setenta y ochenta. De hecho la región del Cono Sur de América Latina,
estuvo convulsionada durante esta etapa, entre los bloques capitalistas y
socialistas, representados por EEUU y la URSS, respectivamente.

El origen de la práctica de la desaparición forzada de personas en los países del


Cono Sur, comienza con la "Operación Cóndor". Un sistema secreto de servicios
de inteligencia coordinado entre los países de las dictaduras del Cono Sur –
Argentina, Chile, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia–y la Central de Inteligencia
Americana (CIA), para reprimir a los opositores políticos de las mencionadas
dictaduras. Organizado por la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) de Chile,
en noviembre de 1975. La existencia real de la "Operación Cóndor" fue
descubierta en los archivos policiales de la ciudad de Lambaré (Paraguay),
conocidos como los "Archivos del Terror" o "Archivos del Horror", el 22 de
diciembre 1992.

En el Perú el inicio de la insurrección armada coincide con el inicio del gobierno


del Presidente Belaunde Terry. Así, el 28 de Julio de 1980 en momentos en que el
Presidente daba su mensaje al Congreso al asumir su mandato constitucional,
Sendero Luminoso dinamita la primera torre de alta tensión en un paraje de
Chonta, en el departamento de Huancavelica.

En tales circunstancias, frente a los continuos y cada vez más crecientes


atentados terroristas el 12 de octubre de 1981 mediante Decreto Supremo 026-
81-IN se declara por primera vez el Estado de Emergencia en nuestro país. En
ese contexto político – social, desde fines de 1982 con el ingreso de las Fuerzas
Armadas en las zonas declaradas en estado de Emergencia (Ayacucho y
Apurimac) asumiendo el control político y militar, por acuerdo del Poder Ejecutivo,
se inició la práctica represiva del secuestro y la detención- desaparición de
personas.

Durante el gobierno de Alan García Pérez quien asumió el poder el 28 de julio de


1985 (luego de un lustro de iniciada la lucha subversiva y cuando 6 provincias de
los andes habían sido declaradas zona de emergencia) las Fuerzas Armadas
basaron su estrategia contrasubversiva al igual que en Guatemala en la doctrina
de Seguridad Nacional, la cual parte de la idea que la lucha antisubversiva debe
enfrentarse militarmente y a cualquier costo[11]En esas circunstancias, pese a los
crecientes y continuos atentados terroristas y a la vigencia del Estado de
Emergencia en casi todo el territorio nacional, el gobierno aprista adoptó algunas
medidas institucionales en la lucha contra las violaciones de Derechos Humanos,
en especial la Desaparición Forzada, entre las que se puede citar el
establecimiento de una Comisión de Paz mediante Resolución Suprema 221-85-
JUS del 14 de setiembre de 1985, la que tendría como objetivos la búsqueda de
medios para persuadir a quienes recurrían a la violencia terrorista para que
volvieran a la democracia y la creación del Consejo Nacional de Derechos
Humanos en el Ministerio de Justicia mediante Decreto Supremo N° 012 – 86 –
JUS del 6 de setiembre de 1986, otra medida importante en la lucha contra la
impunidad la constituyó la sanción y retiro de los oficiales responsables de las
masacres de Accomarca y Pucayacu. Sin embargo, pese a las medidas
adoptadas, la Desaparición Forzada de personas continuaba siendo una práctica
recurrente en la lucha antisubversiva. Así en octubre de 1986 tuvo lugar la
segunda visita a nuestro país por dos miembros del Grupo de Trabajo sobre
Desaparición Forzada. Durante dicha vista, el Ministro de Justicia reconoció que
había problemas en cuanto al registro de los internados en centros de detención,
no obstante negó que la existencia de centros de reclusión fuera de la
competencia del Ministerio de Justicia. Asimismo, el Ministro del Interior expresó
dudas en relación con algunas denuncias sobre Desaparición Forzada.

La práctica de desaparición Forzada de personas continuó siendo una constante


durante los primeros 6 años de gobierno del Presidente Fujimori (1990 – 1996).
Sin embargo, se insistió en la necesidad de encuadrar el análisis del accionar
subversivo a efectos de realizar un examen más equilibrado de la situación de los
Derechos Humanos en el Perú. Por otro lado, se dieron a conocer algunas
medidas legislativas como el acceso de los fiscales a las instalaciones militares, la
implementación de censos sobre Derechos Humanos en los planes de estudios
de la Policía Nacional, entre otras de carácter social y político en aras de la
búsqueda de la paz en el país, aunque todos sabemos que estas medidas en el
gobierno de Fujimori, no fueron más que acciones que encubrían la situación real
de violación de derechos humanos, posteriormente conocidas a partir de los
Informes de la CVR y de los Juzgamientos al Grupo Colina.

Un hecho cuestionable durante el gobierno del Presidente Fujimori, que no se


puede dejar de mencionar es la promulgación de las leyes de Amnistía 26479 y
26492, que consagraron la impunidad de las violaciones de Derechos Humanos.
En efecto, la Ley 26479 fue promulgada el 16 de junio de 1995 y en su primer
artículo "concede amnistía a los militares, policías y civiles que se encuentren
denunciados, investigados, encausados, procesados o condenados (...) por todos
los hechos derivados u originados con ocasión o como consecuencia de la lucha
contra el terrorismo desde mayo de 1980(...)".

Respecto a las leyes de amnistía, la Corte Interamericana de Derechos Humanos


en el caso Loayza Tamayo en su sentencia de reparaciones, señaló que "Los
Estados no pueden, para no dar cumplimiento a sus obligaciones internacionales,
invocar disposiciones existentes en su derecho interno, como lo es en este caso
la Ley de Amnistía expedida por el Perú, que a juicio de esta Corte, obstaculiza la
investigación y el acceso a la justicia".

Posteriormente, la Corte Interamericana de Derechos Humanos en su fallo de 14


de marzo de 2001 sobre el caso Chumbipuma Aguirre y otros (Barrios Altos) v.
Perú dictaminó la incompatibilidad de dichas leyes con el sistema interamericano
de protección de los derechos humanos y ordenó al Estado peruano de declarar
que las mismas carecen de efectos jurídicos. Asimismo, la Ilustre Corte reiteró
estas consideraciones en su sentencia de 29 de noviembre de 2006 sobre el caso
La Cantuta v. Perú, declarando que lo establecido en el caso Barrios Altos tiene
efectos generales y que, de acuerdo con la jurisprudencia constante del supremo
tribunal interamericano, es contraria a la Convención Americana de Derechos
Humanos toda ley de amnistía que se pretenda aplicar a crímenes de lesa
humanidad, tales como la desaparición forzada de personas.

 DEFINICIONES DE DESAPARICIÓN FORZADA

La desaparición forzada de personas ha sido considerada a lo largo de la historia


como un crimen de Estado, una práctica del gobierno o de agentes de éste, con el
objetivo de deshacerse de opositores políticos, eliminar evidencias de asesinatos
y luego negar cualquier información sobre el paradero de los desaparecidos. La
persona desparecida es privada legal o ilegalmente de su libertad y se desconoce
su paradero, bien porque se niega la desaparición por parte de los autores del
hecho o porque no se informa a los interesados del lugar en el que el sujeto se
encuentra.

Según la Declaración sobre la Protección de Todas las Personas contra las


Desapariciones Forzadas, aprobada por la Asamblea General de la ONU, en su
resolución 47/133 de 18 de diciembre de 1992, una desaparición forzada se
produce cuando "se arreste, detenga o traslade contra su voluntad a las personas,
o que éstas resulten privadas de su libertad de alguna otra forma por agentes
gubernamentales de cualquier sector o nivel, por grupos organizados o por
particulares que actúan en nombre del gobierno o con su apoyo directo o
indirecto, su autorización o su asentimiento, y que luego se niegan a revelar la
suerte o el paradero de esas personas o a reconocer que están privadas de la
libertad, sustrayéndolas así a la protección de la ley".

De la declaración, puede concluirse que la desaparición forzada se produce


cuando se dan de manera sucesiva tres hechos:

1. La privación de la libertad de una persona por agentes del gobierno o


particulares apoyados por éste.

2. La negativa a revelar la suerte o el paradero de la persona retenida o a


reconocer la privación de la libertad, con lo que se configuraría el ocultamiento.

3. La sustracción de la víctima del amparo legal.

Según la Convención Interamericana sobre la Desaparición Forzada de Personas


aprobada por la Asamblea General de la Organización de los Estados
Americanos, una desaparición forzada es "la privación de la libertad a una o más
personas, cualquiera que fuere su forma, cometida por agentes del Estado o por
personas o grupos de personas que actúen con la autorización, el apoyo o la
aquiescencia del Estado, seguida de la falta de información o de la negativa a
reconocer dicha privación de libertad o de informar sobre el paradero de la
persona, con lo cual se impide el ejercicio de los recursos legales y de las
garantías procesales pertinentes".

El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional define la desaparición


forzada como "el arresto, la detención o el secuestro de personas por un Estado o
una organización política, o con su autorización, apoyo o conocimiento, seguido
de la negativa a informar sobre la privación de libertad o a dar información sobre
la suerte o el paradero de esas personas, con la intención de dejarlas fuera del
amparo de la ley por un periodo prolongado".
Por su parte, la Convención Internacional para la Protección de Todas las
Personas de la Desaparición Forzada proporciona la siguiente definición del delito
de desaparición forzada: "el arresto, la detención, el secuestro o cualquier otra
forma de privación de libertad que sean obra de agentes del Estado o por
personas o grupos de personas que actúan con la autorización, el apoyo o la
aquiescencia del Estado, seguida de la negativa a reconocer dicha privación de
libertad o del ocultamiento de la suerte o el paradero de la persona desaparecida,
sustrayéndola a la protección de la ley"

Para Amnistía Internacional, se configura el delito de desaparición forzada


cuando:" Las autoridades niegan haber privado de la libertad a la víctima,
ocultando de este modo su suerte y su paradero (...). Los desaparecidos son
personas privadas de la libertad por agentes del Estado, de las que se oculta el
paradero y suerte y se niega la privación de la libertad".

En el Perú, la CVR, entiende por desaparición forzada de personas "la


desaparición y privación de libertad de una o más personas cometida por agentes
del Estado o por quienes actúen con su autorización, apoyo o tolerancia, así como
por particulares o miembros de organizaciones subversivas. Dicho acto es
seguido por la falta de información o la negativa a reconocer la privación de
libertad o de informar sobre el paradero de la persona. Tal ausencia de
información o negativa impide el ejercicio de los recursos legales y de los
mecanismos procesales pertinentes. Ésta definición comprende a las víctimas
cuyo paradero continúa desconocido, también a aquellas cuyos restos fueron
encontrados y aquellas que recuperaron su libertad". Asimismo, la Comisión
considera dentro de la práctica de desaparición forzada a las desapariciones
temporales, es decir, a las perpetradas contra personas que luego pudieran haber
reaparecido, ya sean vivas o ya sea muertas.
 LA DESAPARICIÓN FORZADA COMO CRIMEN DE LESA HUMANIDAD

El concepto de delito de lesa humanidad o delito contra la humanidad, tiene su


origen en el artículo 6º del Estatuto del Tribunal de Nuremberg, y alude a actos
inhumanos como el asesinato, el exterminio u otros análogos, cometidos contra
una población civil, así como la persecución por motivos políticos, raciales o
religiosos; y todo ello al margen de que esto se presente dentro de una guerra o
sin que ella exista.

El Estatuto del Tribunal de Nuremberg distinguió tres clases de crímenes de


carácter internacional: Los crímenes de guerra, los crímenes contra la paz y los
crímenes de lesa humanidad.

Actualmente, conforme lo señala CANO LOPEZ, el concepto de delito de lesa


humanidad goza de consenso en el ámbito doctrinario y con él se hace alusión a
los atentados contra los bienes jurídicos individuales fundamentales cometidos
como parte de un ataque generalizado o sistemático realizado con la participación
o tolerancia del poder político de iure o de facto. A partir de esta definición, se
podría concluir que el delito de lesa humanidad se erige sobre la base de dos
elementos: a) la sistematicidad o generalidad con la que se realizan los actos; y,
b) la tolerancia, participación o aquiescencia del poder público.

La Declaración de las Naciones Unidas y la Convención Interamericana sobre


Desaparición Forzada, han catalogado el delito estudiado como un crimen de lesa
humanidad e igualmente así lo ha reconocido la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, En el mismo sentido se ha manifestado la doctrina.

El Preámbulo de la Convención mencionada en el párrafo anterior, consagra en


los siguientes términos como crimen de lesa humanidad a la desaparición
forzada: "Reafirmando que la práctica sistemática de la desaparición forzada de
personas constituye un crimen de lesa humanidad".

Se establece en la Convención una condición para dar ésta calificación a la


conducta punible que se estudia cual es, que sea sistemática, es decir, que sea
parte de una política organizada del gobierno, encaminada a la desaparición de
personas.

Conforme a la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada, calificar


éste delito como crimen de lesa humanidad otorga al mismo una serie de
características:

a) Jurisdicción universal: Es una excepción a la soberanía de cada uno de los


Estados e implica el derecho a ejercer jurisdicción con relación a ciertos delitos
considerados de interés de toda la humanidad independientemente del lugar en
que se haya cometido la conducta y de la nacionalidad del autor. Presupone que
todo Estado tiene interés en perseguir y condenar a los autores de crímenes
repudiados por la comunidad internacional en su conjunto.

b) Deber de extraditar: Los Estados se ven en la obligación de extraditar a los


responsables de crímenes internacionales o a juzgarlos de acuerdo a la
legislación penal interna.

c) No es posible el otorgamiento del asilo político: los crímenes de carácter


internacional están excluidos de la categoría de delitos políticos y sus
responsables no pueden beneficiarse por el asilo en otros países dada la
gravedad de la conducta. Es obligación de los Estados no otorgar éste tipo de
privilegio y ello se ha establecido en instrumentos internacionales como la
Convención sobre el Estatuto de Refugiados adoptada en 1951.

d) No puede considerarse como un delito político: Un crimen de lesa humanidad


constituye una ofensa contra todo el género humano, un delito que por su
gravedad afecta a toda la especie y por ello no puede considerarse como un
simple atentado a un régimen político imperante en determinado momento y sitio
geográfico.

e) Imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad: El término de


prescripción compete en general a la legislación interna de cada Estado y se
asocia con el tiempo de duración de la pena. Sin embargo, estos crímenes son
imprescriptibles y así se ha consagrado en la Convención sobre la
Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra Crímenes contra la Paz y Crímenes
de Lesa Humanidad, adoptada en noviembre de 1968 por la Asamblea General
de la ONU. El artículo 1 de ésta convención consagra la siguiente disposición:
"Los crímenes siguientes son imprescriptibles cualquiera sea la fecha en que se
hayan cometido: (...) b) los crímenes de lesa humanidad cometidos tanto en
tiempo de guerra como en tiempo de paz (...)".

f) No se admiten circunstancias eximentes de responsabilidad por obediencia


debida: No puede ser una circunstancia eximente de responsabilidad el
cumplimiento de una orden emitida por un superior jerárquico. La persona que
reciba tales órdenes estará en la obligación y tendrá el derecho de no ejecutarlas.

g) No es un delito susceptible de ser juzgado por una jurisdicción especial: El


delito debe ser juzgado por tribunales de derecho común excluyendo cualquier
tipo de jurisdicción especial, particularmente la militar. Esta medida busca
salvaguardar la imparcialidad y objetividad de los jueces.

h) No podrán concederse amnistías o indultos: Por la gravedad de la conducta, no


puede ser perdonada por los Estados, ya que es obligación de los mismos
juzgarla.

Análisis dogmático del delito (art. 320° del CP peruano)

El artículo 320° del Código Penal Peruano, tipifica y sanciona el delito de


desaparición forzada de personas así:

"El funcionario o servidor público que prive a una persona de su libertad,


ordenando o ejecutando acciones que tengan por resultado su desaparición
debidamente comprobada será reprimido con pena privativa de libertad no menor
de quince años e inhabilitación, conforme al artículo 36º, incisos 1 y 2".
 BIEN JURÍDICO TUTELADO

Para Kai Ambos los bienes jurídicos protegidos en el delito de desaparición


forzada son pluriofensivos como la integridad física, la libertad personal y la vida,
precisa además que se fue ampliando los bienes jurídicos protegidos en el
desarrollo de la jurisprudencia de la Corte Interamericana, considerando como
ámbito de protección a los familiares por el sufrimiento que atraviesan en su afán
de lograr información sobre el paradero del desaparecido y el derecho a la
verdad.

"El bien jurídico afectado por la desaparición forzada es múltiple, y puede


diferenciarse en tres aspectos, a saber: En el individual se afecta en primer
término el ámbito físico – psíquico de la víctima (p. ej. Privación de la libertad,
lesiones, maltrato, en última instancia la muerte) y en segundo término su
seguridad en sentido general, incluso su seguridad jurídica y su derecho a ejercer
los recursos necesarios para hacer reconocer y defender, precisamente, sus
derechos. En el familiar se afecta el derecho de los allegados a conocer de la
situación, actuar jurídicamente en defensa de los derechos de la persona detenida
– desaparecida y, en su caso conocer el destino corrido por ella y recuperar sus
restos mortales. En este segundo aspecto, por tanto, no se trataría de la víctima
material (la del individual) sino de un sujeto pasivo que llamaremos victima
afectiva. El tercer y último aspecto de afectación es el colectivo, en el cual es la
sociedad en su conjunto la que se ve afectada por el debilitamiento institucional
que causa la obstrucción de los mecanismos de administración de justicia y por la
imposibilidad de reconstrucción de la verdad histórico – social. Se trata así de la
sociedad como sujeto pasivo del delito."

 SUJETO ACTIVO

Por ser considerado como un crimen de Estado, y además teniendo en cuenta la


descripción típica de la norma penal bajo análisis, se trata de una conducta de
sujeto activo cualificado. Sin embargo, dadas las especiales condiciones del país,
un sector de la doctrina sostiene que no siempre puede considerarse como un
delito imputable al Estado, sino que puede ejecutarse por otros sujetos que
actúen independientemente, ello en correspondencia con los instrumentos
Internacionales y las Sentencias de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos. La redacción del tipo penal de nuestro código, restringe la calidad de
sujeto activo al "funcionario o servidor público".

El artículo 320° de nuestro Código Penal limita el sujeto activo al funcionario o


servidor público. Esta tipificación no contiene todas las formas de participación
delictiva que se incluyen en el artículo II de la Convención Interamericana sobre
Desaparición Forzada de Personas ni en el Estatuto de Roma, resultando así
incompleta, al no contemplar a los particulares o grupos que actúan con el apoyo,
la tolerancia o la aquiescencia del Estado como también a agentes no estatales,
en especial organizaciones políticas.

Atendiendo al principio de taxatividad, el tipo penal debe definir claramente la


conducta prohibida en todos sus aspectos, así, la Desaparición Forzada de
personas tal como se encuentra tipificada en la actualidad no contempla el
principal elemento constitutivo del injusto como la negativa u ocultamiento de
información sobre el paradero de la víctima por parte del agente. Así, se hace
necesaria una norma integral que comprenda un concepto del delito que contenga
todos los elementos constitutivos del ilícito penal.

 SUJETO PASIVO

Respecto al Sujeto Pasivo de la Desaparición Forzada de personas, la norma lo


restringe a la víctima, sin comprender ni a su entorno familiar, ni social,
desconociendo que el titular del bien jurídico protegido contra este tipo de delito
no sólo es la víctima sino la Sociedad. Desde esta perspectiva, el Sujeto Pasivo
de este delito sería macro social todos y cada uno de los miembros de la
sociedad, siendo el "desaparecido" el sujeto sobre el que recae la acción típica.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha reconocido a los familiares de
las víctimas de desapariciones forzadas su calidad de víctimas por violación de su
derecho a la integridad psíquica y moral.

"Esta Corte ha señalado, en reiteradas oportunidades, que los familiares de las


víctimas de violaciones de los derechos humanos pueden ser, a su vez, víctimas.
En esta línea, la Corte ha considerado violado el derecho a la integridad psíquica
y moral de los familiares de las víctimas con motivo del sufrimiento adicional que
estos han padecido como producto de las circunstancias particulares de las
violaciones perpetradas contra sus seres queridos y a causa de las posteriores
actuaciones u omisiones de las autoridades estatales frente a los hechos".

En un primer momento, la Corte reconoció su derecho a conocer el destino de sus


familiares desaparecidos; de este modo, en el caso Durand Ugarte, señaló que
"subsiste el derecho de los familiares de las víctimas a conocer el destino de
éstas y, en su caso, el paradero de sus restos. Corresponde al Estado, por tanto,
satisfacer esas justas expectativas por los medios a su alcance". Posteriormente,
en el caso Castillo Paéz, la Corte reconoció expresamente su calidad de víctimas
y señaló, "4. Que el Estado del Perú violó, en perjuicio de Ernesto Rafael Castillo
Páez y sus familiares, el derecho a un recurso efectivo ante los jueces o
tribunales nacionales competentes establecido en el artículo 25 de la Convención
Americana, en relación con el artículo 1.1 de la misma"[28]. Finalmente en el caso
Gómez Palomino, reconoció su calidad de víctimas de violación del derecho a la
integridad, a las garantías judiciales y a la protección judicial, en este sentido
señaló:

"… este Tribunal considera como parte lesionada al señor Santiago Gómez
Palomino, por las violaciones a sus derechos consagrados en los artículos 4, 5, 7,
8.1 y 25 de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de la misma,
cometidas en su perjuicio (supra párrs. 35 a 38 y 86). Asimismo, las señoras
Victoria Margarita Palomino Buitrón, Esmila Liliana Conislla Cárdenas, María
Dolores Gómez Palomino, Luzmila Sotelo Palomino, Emiliano, Mercedes, Mónica,
Rosa y Margarita, todas Palomino Buitrón, y la niña Ana María Gómez son
víctimas de la violación de los derechos consagrados en los artículos 5, 8.1 y 25
de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de la misma (supra
párrs. 37, 38, 68 y 86). Todas ellas deben considerarse comprendidas dentro de
la categoría de parte lesionada y son acreedoras de las reparaciones que fije la
Corte, tanto en relación con el daño material como con el daño inmaterial, cuando
correspondan unos y otros."

 TIPICIDAD OBJETIVA

La acción consiste en privar al sujeto pasivo de la liberad, ocultándolo


posteriormente para sustraerlo del amparo de la ley. El delito entonces se
perfeccionará con la privación de la libertad, seguida del ocultamiento, que debe
ser "forzado", lo que significa, que no medie voluntad de la víctima. Se recalca
que la privación de la libertad es tan solo un medio material, para que pueda
verificarse el tipo, porque este vendrá a perfeccionarse cuando se configure el
ocultamiento.

El ocultamiento implica la sustracción de la persona de su mundo normal; que se


ignore su suerte, su paradero, etc. Para que ese ocultamiento se haga efectivo
serán necesarias cualquiera de estas dos conductas:

• Que se niegue la captura: Es decir que los sujetos que tienen privada de la
libertad a la víctima no reconozcan el hecho o,

• Que se omita dar información: No necesariamente tiene que existir negación del
hecho. Puede simplemente omitirse informar sobre la captura, guardar silencio
acerca de la misma o del paradero de la víctima

La privación de la libertad puede ser en principio legal y luego surgir dolo en la


acción del agente (suponiendo que el sujeto activo sea un funcionario público), es
decir que el dolo puede ser sobreviniente. De la misma manera, la conducta
puede ser ilegitima desde el principio, al no mediar ninguna orden escrita emitida
por una autoridad competente.
El delito analizado es de ejecución permanente; sigue consumándose mientras
que la víctima se encuentre privada de la libertad y oculta, aunque la captura se
prolongue por largo tiempo. Es un tipo de resultado, es decir que se perfecciona
cuando se produce el ocultamiento, en cualquiera de las dos formas mencionadas
anteriormente, por lo cual se admite la tentativa.

Para Córdoba Triviño existen en esta conducta cuatro momentos especiales que
la describen, siendo éstos:

1) Se debe someter a una persona a la privación de su libertad, de manera legal o


ilegal.

2) Se sigue el ocultamiento de la víctima, que implica que la persona no se


encuentre en centros de detención públicos y no se conozca su paradero.

3) Una vez oculta la persona, el agente niega tenerla en su poder, o se abstiene


de dar información de su paradero.

4) La negación de la captura se concreta en la sustracción del amparo legal, lo


que implica la imposibilidad de ejercer recursos como el mecanismo de búsqueda
urgente o el habeas corpus.

En la descripción típica del Art. 320° del CP Peruano, se menciona dos formas de
ejecución de la acción, contenidas en los verbos rectores "ordenar" acciones que
causen la desaparición forzada y "ejecutar" acciones que den como consecuencia
el mismo resultado.

En la primera modalidad citada se plantea como principal problema el de la


determinación de la autoría y participación de los diversos sujetos que
intervengan en los hechos. En realidad, en tal supuesto no se está más que
configurando un caso de coautoría donde participarían, por un lado aquel
funcionario que emite la orden, y el autor material de la desaparición, esto es, el
funcionario subordinado que ejecuta directamente la orden impartida.
Con relación a la característica debidamente comprobada planteada en la
descripción normativa del delito de Desaparición Forzada (artículo 320 del C.P.),
dicha frase constituye una condición objetiva de punibilidad y por tanto debe ser
entendida como indicios razonables de la comisión del delito. Asimismo, siendo
innecesaria su incorporación desde el punto de vista del tipo objetivo y la
punibilidad, esta frase normativa debe eliminarse del tipo penal y adecuarse a los
estándares internacionales de regulación en materia de Desaparición Forzada de
personas.

La Corte Interamericana en su fallo de 22 de noviembre de 2005 sobre el caso


Gómez Palomino v. Perú señaló que el Estado tiene el deber de adecuar su
derecho interno a las disposiciones de la Convención Americana para garantizar
los derechos consagrados en ella, así como la adopción de medidas para suprimir
las normas y prácticas de cualquier naturaleza que entrañen una violación a las
garantías previstas en la Convención.

En tal virtud, la Corte consideró necesario, examinar no sólo la Convención


Americana sino también la Convención Interamericana sobre Desaparición
Forzada porque entre otras cosas, establece modos de proteger los derechos
humanos que se violan cuando se perpetra este tipo de situaciones. El artículo I
de la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada dispone que "[l]os
Estados Partes en [dicha] Convención se comprometen a:

a) No practicar, no permitir, ni tolerar la desaparición forzada de personas, ni aun


en estado de emergencia, excepción o suspensión de garantías individuales;

b) Sancionar en el ámbito de su jurisdicción a los autores, cómplices y


encubridores del delito de desaparición forzada de personas, así como la tentativa
de comisión del mismo;

c) Cooperar entre sí para contribuir a prevenir, sancionar y erradicar la


desaparición forzada de personas, y
d) Tomar las medidas de carácter legislativo, administrativo, judicial o de
cualquier otra índole necesarias para cumplir con los compromisos asumidos en
la presente Convención."

La Corte concluye, que ello implica que los Estados deben tipificar el delito de
desaparición forzada tomando en cuenta los elementos previstos para el tipo
penal en el ordenamiento jurídico interno dispuestos en el artículo II de la
Convención Interamericana sobre desaparición forzada, posición que es
compartida por el Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas sobre la
Desaparición Forzada o Involuntaria de Personas. En tal sentido, debe tenerse en
cuenta lo que dispone el artículo II de la Convención Interamericana sobre
desaparición forzada:

La privación de la libertad a una o más personas, cualquiera que fuere su forma,


cometida por agentes del Estado o por personas o grupos de personas que
actúen con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la
falta de información o de la negativa a reconocer dicha privación de libertad o de
informar sobre el paradero de la persona, con lo cual se impide el ejercicio de los
recursos legales y de las garantías procesales pertinentes.

Del mismo modo, debe tenerse en cuenta la recomendación del citado Grupo de
Trabajo de incorporar en la tipificación del delito de desaparición forzada de
personas al menos los siguientes elementos concurrentes.

a) privación de libertad contra la voluntad de la persona interesada;

b) intervención de agentes estatales, al menos indirectamente por asentimiento, y

c) negativa a reconocer la detención y a revelar la suerte o el paradero de la


persona interesada

Estos elementos se encuentran en la definición del nuevo instrumento


internacional para la lucha contra el delito de la desaparición forzada: la
Convención Internacional para la protección de todas las personas contra las
desapariciones forzadas, así como en la definición formulada en el artículo 7° del
Estatuto de la Corte Penal Internacional, instrumento que ha sido ratificado por el
Perú.

De acuerdo a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la tipificación del


artículo 320° del Código Penal vigente en el Perú, si bien el tipo penal permite la
penalización de ciertas conductas que constituyen desaparición forzada de
personas a la luz del artículo II de la Convención Interamericana sobre
Desaparición Forzada, específicamente respecto a la autoría del delito, restringe
la autoría de la desaparición forzada a los "funcionarios o servidores públicos",
precisando que "Esta tipificación no contiene todas las formas de participación
delictiva que se incluyen en el artículo II de la Convención Interamericana sobre
Desaparición Forzada de Personas, resultando así incompleta".

De forma tal que, para que el Perú cumpla con el deber general de garantizar la
plena protección contra la desaparición forzada de conformidad con sus
obligaciones derivadas de los artículos 1 y 2 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos y I b) de la Convención Interamericana sobre Desaparición
Forzada, el derecho penal debe asegurar la sanción de todos los "autores,
cómplices y encubridores del delito de desaparición forzada de personas", sean
agentes del Estado o "personas o grupos de personas que actúen con la
autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado.

 TITPICIDAD SUBJETIVA

En la figura bajo análisis, la tipicidad subjetiva, está determinada por el dolo,


entendido como conciencia y voluntad de querer realizar la conducta descrita en
el Art. 320° del Código Penal. Esta conducta implica un dolo complejo: La
intención de privar de la libertad, pero esta acción es tan solo el medio para
obtener el resultado querido por el agente, cual es el ocultamiento, con el fin de
reprimir a un sujeto que se opone a los diversos propósitos del Estado o del
grupo.
Para Sampedro Arrubla, la desaparición forzada no se dirige a privar de la libertad
a la persona, aunque ésta se afecte evidentemente y sea un requisito previo a la
acción; la intención del agente se concreta en el ocultamiento del paradero de la
persona privada de la libertad BRAMONT ARIAS, anota, que el sujeto activo sabe
y quiere que la persona previamente detenida quede oculta y separada del resto
de la comunidad, sin posibilidad de que ésta tenga conocimiento de su paradero.

 REFERENCIAS JURISPRUDENCIALES

El TC ha señalado que en los delitos permanentes, pueden surgir nuevas normas


penales, que serán aplicables a quienes en ese momento ejecuten el delito, sin
que ello signifique aplicación retroactiva de la ley penal. Tal es el caso del delito
de desaparición forzada, el cual según el artículo III de la Convención
Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, deberá ser considerado
como delito permanente mientras no se establezca el destino o paradero de la
víctima.

La primera sentencia que la SPN emitió sobre el delito de desaparición forzada de


personas, es la relacionada con el caso del estudiante universitario Ernesto
Castillo Páez, desaparecido el 21 de octubre de 1990. Esta sentencia se emitió el
20 de marzo de 2006 y tiene la notable virtud de establecer a nivel judicial dos
asuntos de suma importancia: las características fundamentales del delito y la
utilización de la prueba indiciaria para valorar las demás, en un crimen de esta
naturaleza.

En la sentencia emitida el 5 de febrero de 2007en el caso de la desaparición


forzada de las autoridades de la comunidad de Chuschi, ocurrida el 14 de marzo
de 1991, la SPN esencialmente consolida el criterio establecido en el caso Castillo
Páez un año antes. De esta manera la sentencia sostiene respecto de las
características fundamentales del delito lo siguiente:

"Una de las consecuencias de considerar al delito de desaparición forzada de


personas como un delito permanente, es que, si bien es cierto, conforme al
principio de legalidad penal, la norma prohibitiva deberá ser anterior al hecho
delictivo en los casos de delitos de naturaleza permanente, la ley penal aplicable
no necesariamente será la que estuvo vigente cuando se ejecutó el delito, toda
vez que la conducta subsiste mientras no se conozca nada del paradero de la
víctima; por tanto si aparece un tipo penal de mayor gravedad serán aplicables a
las personas que iniciaron la acción y que continúan en su ilícito".

En el caso de la desaparición de Pedro Haro Cruz y César Mautino Camones,


cuya sentencia fue emitida por la SPN el 11 de Julio de 2008 este tribunal
reafirma su propia jurisprudencia sobre el crimen de desaparición forzada de
personas al declarar que,

"… como se ha sostenido en reiteradas sentencias de esta Sala Penal Nacional,


siguiendo la línea jurisprudencial del Tribunal Constitucional peruano y la Corte
Interamericana de Derechos Humanos que no se limita a afectar la libertad física,
sino que es seguida por la negativa de los responsables a reconocer los hechos o
a dar información respecto al destino o paradero de la víctima, colocando a esta
en un completo estado de indefensión..."

Además, reitera que,

"… como lo ha precisado el Tribunal Constitucional en la jurisprudencia señalada


(Caso Villegas Namuche) mientras se siga ejecutándose la conducta, se aplicarán
a ésta de manera inmediata las nuevas normas penales que entren en vigencia,
sin que ello signifique una aplicación retroactiva de la ley. En este caso se
desconoce aún el destino o paradero de los agraviados, por lo que la aplicación
del artículo 320º del Código Penal para tipificar los hechos cometidos en su
agravio se encuentra perfectamente arreglada a ley y en consecuencia no vulnera
los principios de legalidad e irretroactividad de la ley penal más grave."

En esta línea de análisis jurisprudencial, resulta de suma importancia citar el


cuestionamiento que efectúa RIVERA PAZ a una de las últimas sentencias
emitida por la Sala Penal Nacional y que considera el punto de quiebre a la
preexistente y uniforme jurisprudencia de éste mismo órgano colegiado y del
Tribunal Constitucional. El autor citado señala:

La sentencia emitida en el caso de los desaparecidos en 1990 en el Cuartel Los


Laureles constituye un punto de quiebre de la jurisprudencia de la SPN en materia
de desaparición forzada de personas. En la sentencia emitida el 13 de octubre de
2009, el tema central de la apreciación jurídico penal de la SPN ya no son los
elementos del delito o el carácter de delito permanente de este crimen. El tribunal
que juzgó el caso al momento de emitir su resolución final cambió el eje de las
consideraciones jurídico penales expuestas en las sentencias anteriores.

Colocó a la circunstancial pérdida de la condición especial del autor, como


elemento central para sustentar la absoluta desvinculación de aquel con el
crimen.

Dicho criterio que resulta contradictorio con la Jurisprudencia Nacional, también


ha sido recogido en el ACUERDO PLENARIO N° 9-2009/CJ-116, en cuyo
fundamento 15 literal c) precisa:

"No obstante que subsista el estado de desaparición de la víctima al momento de


entrar en vigor la ley que tipificó el delito de desaparición forzada de personas,
como se está ante un delito especial propio –sólo puede ser cometido por
funcionarios o servidores públicos- es indispensable que tal condición funcionarial
esté presente cuando entra en vigor la ley penal. En consecuencia, si el agente en
ese momento ya no integra la institución estatal y la injerencia se basa en primer
término en el estatus de agente público, no es posible atribuirle responsabilidad
en la desaparición cuando la ley penal entra en vigor con posterioridad al
alejamiento del sujeto del servicio público".

Concordamos a la luz del análisis efectuado con la conclusión de RIVERA PAZ


quien señala que: De esta manera la SPN no solo cambia el eje de los
fundamentos jurídico penales establecidos en las sentencias anteriores sino que,
además, vacía de contenido y de relevancia jurídica a la condición de delito
permanente de la desaparición forzada. En dicho contexto para la SPN la
condición de delito permanente deja de ser un elemento que define la naturaleza
de este delito, y en cambio coloca la condición especial del autor (ser funcionario
público) y la pérdida de esa condición como el eje central de sus fundamentos
jurídicos y de la determinación -o mejor dicho- de la exclusión de
responsabilidades penales, que también es recogido en el Acuerdo Plenario
citado y que para el caso de nuestro país constituye precedente vinculante.
CAPITULO IV

TORTURA

 DEFINICIÓN

En el primer artículo de la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas


Crueles, Inhumanos o Degradantes del 10 de diciembre de 1984 se da una acertada
definición del vocablo "tortura" y cómo debe entenderse en materia de Derechos
Humanos.

El artículo en cuestión dice lo siguiente:

Artículo 1º

A los efectos de la presente Convención, se entenderá por el término "tortura" todo


acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos
graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un
tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o
se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o
por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos
dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra persona en el
ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o
aquiescencia. No se considerarán torturas los dolores o sufrimientos que sean
consecuencia únicamente de sanciones legítimas, o que sean inherentes o
incidentales a éstas.

De esta definición se pueden separar los siguientes puntos:

Todo acto por el cual se inflijan intencionadamente a una persona dolores o


sufrimientos graves, sean físicos o mentales:

Esto significa que la agresión contra la integridad física o psíquica del sometido debe
cumplir con dos características agravantes que le darán el carácter de tortura son la
gravedad que ésta tiene y la intencionalidad de infligirla. Es por eso que no podría
considerarse tortura las incomodidades que el preso cumple en la cárcel, las cuales
son algo inherentes al confinamiento

Con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de


castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de
intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en
cualquier tipo de discriminación:

La finalidad que tiene el acto son generalmente una o varias de las señaladas en la
definición, ya que a no ser que se trate de un acto sádico, la tortura tiene un fin de
por sí y es lograr de manera rápida de lograr castigar o forzar a alguien a
autoinculparse. Se incluye además cualquier razón basada en cualquier tipo de
discriminación

Cuando dichos dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u


otra persona en el ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su
consentimiento o aquiescencia.

Aquí podemos notar la connotación de política de estado que adquiere la tortura, ya


que ésta es generalmente cometida por los estados para llevar a cabo sus propias
políticas

En el artículo segundo de la Convención se establece que no podrá invocarse como


excusa el estado de necesidad o de guerra en que se hayan producido estos
hechos, así como tampoco acepta como evasión de responsabilidad el haber
obedecido una orden superior en caso de los militares, lo cual tiene directa relación
con la función policial.
 OBLIGACIONES DE LOS ESTADOS PARTES DE LA CONVENCIÓN
CONTRA LA TORTURA

El Estado que ratifica un tratado se convierte en un Estado Parte del tratado, por lo
que adquiere todas las obligaciones contenidas en él, salvo las reservas que
pudieren hacer en casos calificados.

La obligación de establecer dentro de sus ordenamientos jurídicos internos la


condena a la tortura como un delito, sea consumada o tentativa, tanto al que la
comete como al que colabora o participa en ella. Los Estados castigarán con las
penas adecuadas este delito.

El Estado deberá detener oportunamente al torturador a fin de procesarlo


internamente o extraditarlo, previa investigación preliminar

Prestar todo el auxilio posible a todo proceso penal relativo a los delitos de tortura,


incluyendo el suministro de toda prueba que posean.

En la educación y formación del personal encargado de hacer cumplir la ley,


militares, médicos, funcionarios públicos y otros que puedan participar en la
custodia, detención e interrogatorio de detenidos, se
dará información completa acerca de la prohibición de la tortura.

Se revisarán constantemente las normas e instrucciones referentes a los


interrogatorios, así como lo referido a la custodia y tratamiento de personas
sometidas arresto, a fin de evitar que los funcionarios cometan torturas de cualquier
tipo.

Siempre que existan motivos razonables para creer que en el Estado parte se
cometen torturas, se procederá prontamente a una investigación pronta e imparcial.

El Estado asegurará a toda persona que haya sido sometida a tormentos sea


examinado y que presente una queja. Además el Estado velará por la integridad del
flagelado y le protegerá de toda amenaza e intimidación cuando comparezca a
juicio,
El Estado asegurará en su legislación una reparación justa y adecuada, así como
los medios para su rehabilitación. En caso de muerte, las personas a su cargo serán
indemnizadas.

Ninguna declaración ni confesión que se demuestre haber sido obtenida bajo tortura
será válida para los efectos de configurar prueba en procedimiento alguno,
salvo contra el torturador.

Se prohibirán los tratos crueles, inhumanos y degradantes, pero que no lleguen a


configurar tortura como se define en el Artículo 1º, por parte de todo funcionario
público o bajo consentimiento de ellos. Las mismas obligaciones que tienen los
Estados en materia de tortura serán aplicables en caso de estos tratos crueles.

 LA TORTURA DURANTE LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA

Las torturas realizadas por lo que hoy es el Tribunal del Santo Oficio marcaron una
de las fases más tristemente célebres dentro de la historia. A pesar que la tortura era
algo común dentro del proceso judicial -ya fuere para arrancar confesiones o como
pena propiamente tal- de la Edad Media, los tormentos aplicados en España fueron
los más conocidos debido a la prolijidad de documentación sobre el tema que se
dejó por parte de los Inquisidores

Motivos por los cuales se aplicaba

Los motivos que debían darse para aplicar el tormento eran los siguientes

a) El reo entraba en contradicciones

b) El reo era incongruente con su declaración

c) El reo reconocía una acción torpe pero negaba su intención herética

d) El reo realizaba sólo una confesión parcial.


Cabe decir que toda persona, salvo el Rey y el Papa, eran susceptibles de ser
sometidas a tormento, pero en la práctica las personas muy viejas o demasiado
jóvenes no eran torturadas, no obstante de encontrarse documentados casos se
septuagenarios sometidos a este flagelo. A quienes no se le aplicaba tormento eran
"presentados" ante los instrumentos de tortura, lo cual era llamado in
conspectutormentorum, lo que en muchos casos cumplía con su objetivo de arrancar
una confesión, considerando que la persona ya llevaba un tiempo considerable
preso y en condiciones de salud y mentales deficientes.

Procedimiento del tormento

Hasta el siglo XVII bastaba con la unanimidad del Tribunal para que se aplicara el
tormento, lo cual llevó a muchas e innecesarias brutalidades por parte de éstos.
Para evitar estos abusos, se decretó en las Instrucciones del infame Tomás de
Torquemada que solo la Suprema

-Tribunal superior- podía autorizar su empleo.

El tormento era aplicado por un verdugo, bajo la supervisión de un médico y en


presencia de los Inquisidores, más la presencia de un Secretario Notario, el cual
levantaba informe a la Suprema. Por último, se colocaba al lado del torturado un
Notario que escuchaba hasta los más leves suspiros de éste, y era este funcionario
quien obtenía las preciadas confesiones

Las sesiones en un principio no podían durar más de una hora y media, y estaba
absolutamente prohibido el derramamiento de sangre

La confesión era algo importante de obtener, ya que en ella se basaban tanto las
sentencias condenatorias como absolutorias. Por ello es que se consideraba justo
que si el acusado no confesaba, debía obtenerse la confesión por la fuerza.

 PRINCIPALES MÉTODOS DE TORTURA

En estos tiempos la tortura se volvió casi una ciencia, y se inventaron


intrincados sistemas mecánicos y crueles técnicas para infligir dolores físicos a la
víctima. Cabe destacar que dentro del contexto europeo la Inquisición Española no
fue la más brutal, sino que la más publicitada torturadora, ya que en el resto de los
países del continente se empleaba el flagelo de forma arbitraria e indiscriminada.

La GARRUCHA consistía en sujetar a la víctima los brazos detrás de la espalda,


alzándole desde el suelo con una soga atada a las muñecas, mientras de los pies
pendían las pesas. En tal posición era mantenido durante un tiempo, agravándose a
veces el tormento soltando bruscamente la soga -que colgaba de una polea o
garrucha- y dejándole caer, con el consiguiente peligro de descoyuntar las
extremidades.

Para la TOCA (o Tormento del


Agua) se inmovilizaba al procesado sobre una mesa de madera y le colocaban una
toca o un trapo de lino en la boca, deslizándolo hasta la garganta. Luego, el verdugo
procedía a echar agua lentamente mediante jarras de capacidad para algo más de
un litro, produciéndole al preso la sensación de ahogamiento. de vez en cuando le
era retirada la toca para conminarle a confesar. La severidad del castigo se medía
por el número de jarras consumidas, a veces hasta seis u ocho.
En las sesiones de tormento del Santo Oficio, el POTRO no fue utilizado como
habitualmente se cree y que es como se empleaba en otros puntos de Europa (es
decir para el tradicional estiramiento longitudinal del reo desde sus extremos) sino
que se ataba al reo en una plataforma de fijación y a partir de ahí se le apretaban
cuerdas alrededor del cuerpo hasta incrustárselas en la carne.

Las dos modalidades de tormento de Potro aplicadas por la Inquisición de acuerdo a


su reglamento, eran:

A) Tormento de Potro
De acuerdo a las Instrucciones de Tormento, consistía en que una vez inmovilizado
el reo en la plataforma-potro, se le aplicaba una larga cuerda (o cadena) de modo
que con ella se recorría y arrollaba su cuerpo pasandola por varias puntos
(muñecas, antebrazos, brazos, cintura, muslos, pantorrillas, tobillos, pulgares...) y
haciéndola pasar, alternadamente, por las distintas argollas del potro. Finalmente los
dos extremos de la cuerda o cadena se fijaban a un sistema de rueda que al girar
ejercía a la acción de un torniquete y ceñía la cuerda (o cadena). El método actuaba
sobre la víctima de dos modos: por una parte provocaba dolorosa presión y 
laceración en las distintas partes del cuerpo por donde se había arrollado la cuerda,
y por otra causaba dislocaciones cuando al reo, al cual se le había atado en
posiciones  forzadas para susarticulaciones. Por ejemplo si se habíanmantenído los
brazos cruzados sobre el pecho, se acababa forzando a la dislocación de hombros y
muñecas si el verdugo no era suficientemente cuidadoso.

B) Tormento de Vueltas de Mancuerda (o Cordel)

Al igual que en el caso anterior, primero se fijaba al reo en el potro con grilletes, y en
este caso se le aplicaban distintas cuerdas que se arrollaban como torniquetes
independientes en distintas partes del cuerpo (las mismas partes que en caso
anterior). Sobre cada una el verdugo se ejercía la presión que se considerab
conveniente, independientemente unas de otras. Este metodo era el primero que se
aplicaba en los interrogatorios y por lo general se empezaba con un solo torniquete
en el brazo y si el reo "no colaboraba" confesando, se le iban añadiendo más
torniquetes en otras tantas partes del cuerpo. Cada torniquete se accionaba
independientemente.

Descripción del Procedimiento

Tras ser emitido el auto de sometimiento a interrogatorio con tortura, el sospechoso,


en compañía de los verdugos, un Notario (para anotar todo lo acontecido y dicho
durante el interrogatorio), un Médico y los Inquisidores, era conducido a la Cámara
de Tormento.
Antes de comenzar la sesión, los Inquisidores amonestaban al acusado para
que "por amor de Dios diga la verdad", es decir confesase su culpabilidad,
advirtiéndole que de no hacerlo tendrían que someterle definitivamente a tormento y
que esto lo hacían con "protestación de que si en el dicho tormento mueriere o fuere
lisiado o se siguiese efusión de sangre o mutilación de miembros, sea a su culpa, y
no a la nuestra, por no haber querido decir la verdad".

En muchas ocasiones el reo confesaba su culpabilidad ante la simple presencia de


los instrumentos de tortura junto a los comentarios de advertencia de los
Inquisidores. Pero si el acusado persistía en su negativa de no confesar su
culpabilidad, comenzaba la sesión de tortura.

Al inicio del suplicio los Inquisidores disponían que el procesado fuese "desnudado


salvo sus vergüenzas" en su presencia. De tal operación se encargaba el mismo
Verdugo. Al mismo tiempo le advertían a los Verdugos que "no ocasionasen el
mutilamiento de los miembros ni la efusión de sangre". En esencia el tormento se
basaba en el principio de producir dolores agudos sin causar heridas
ni daño corporal de consideración, aunque en la práctica el resultado no siempre era
éste.

El proceso estaba muy reglamentado, en contra de lo que se suele creer, y se


iniciaba con el empleo del Cordel o Tormento de Mancuerda. Si este tormento no
había resultado efectivo,  se solía continuar con el Tormento del agua o Toca, que
podía combinarse con el Tormento de Potro (lo que en la Inquisición denominaban
concretamente como Potro). En último término y en menor proporción se aplicaba la
Garrucha.

.El Médico examinaba al acusado antes, durante y después del tormento. Antes del
tormento para estimar su posible resistencia e incluso para impedirlo o aconsejar
posponerlo. Durante el tormento para limitar la aplicación del tormento a
determinadas partes del cuerpo, las que el consideraba como "sanas" y evitar la que
el consideraba como "enfermas" o dañadas. Y después del tormento para establecer
el alcance de los daños infligidos.
Estos pequeños párrafos son transcripciones del proceso de tormento seguido en
contra de Beatriz de Padilla, mujer que fue víctima de abusos y envidia por parte de
sus vecinas, las que terminaron acusándola de practicar el Islam. Para conformar
dichos cargos, fue primero sometida a tormentos la mejor amiga de la víctima, María
Zamorana, quien para no seguir siendo flagelada se vio en necesidad de dar una
confesión que nunca fue verdad. Fue así como se llevó a Padilla al Tribunal de
Inquisición para confesar el crimen que nunca cometió, pero que llevada por los
intensos dolores que le ocasionaron las torturas, confesó y fue condenada a morir en la
hoguera 13 de Diciembre de 1598 en la Plaza Mayor de Cuenca.

 TORTURA EN LOS TIEMPOS MODERNOS: IRAK

El régimen totalitario que impuso Saddam Hussein a Irak se caracterizó por su


violento ascenso al poder, del cual es aún recordado el asesinato masivo que realizó
a miembros del parlamento que eran opositores al partido Baa’th, los que fueron
muertos y hechos desaparecer.

Saddam gobernó con mano de hierro la nación, y contaba con una policía secreta
que perseguía todo desacato a la autoridad, léase disidencia e inconformidad con el
régimen. Se caracterizó este gobierno por ser un gran torturador, un defensor de la
tradición islámica y firme defensor de su sitial de poder ganado por la fuerza.

A continuación detallaremos algunos de los suplicios que fueron practicados en Irak.

- Amputación de la lengua.- se promulgó una serie de decretos que


establecían fuertes castigos por delitos graves (quemaduras, amputación de
orejas y otras formas de mutilación). A mediados de 2000 se aprobó la
amputación de la lengua para castigar la calumnia o los insultos al presidente
o a su familia. Estos castigos se ejecuban sobre todo en el caso de los
opositores y en ocasiones han sido retransmitidos por la televisión para servir
de «ejemplo».

A lo largo de los años, Amnistía Internacional ha recibido cientos de casos


de derechos humanos e informes sobre las torturas y han entrevistado a
numerosas de estas víctimas. Uno de los testimonios se refiere a una familia
que fue arrestada a finales de 2000 y conducida a dos centros separados de
interrogatorio en las instalaciones de la Guardia Republicana situadas en la
carretera a Abu Gharaib. El marido permaneció en un centro y la mujer y los
hijos en el pabellón de mujeres. Los interrogadores dijeron por separado tanto
al marido como a la mujer que interrumpirían la tortura si firmaban una
confesión sobre su presunta vinculación con la disidencia. Se negaron.
Desnudaron a la mujer y la quemaron con cigarrillos cada vez que se negaba
a implicar a su marido. Se obligó a los hijos a presenciar las torturas.
Finalmente la soltaron, pero volvieron a arrestarla dos semanas después y se
le aplicó el mismo tipo de tortura hasta dejarla psicológicamente destrozada.

Durante el interrogatorio del marido se le ataron los brazos a la espalda y se


le dejó suspendido, utilizando un gancho clavado en el techo. Esto le causó
dolores intensos en los músculos de los hombros y la rotura de ligamentos.
Después, le dispararon a quemarropa con una pistola cada vez que se
negaba a firmar la confesión. Unas veces no le alcanzaban. Otras, colocaban
la pistola contra los dedos de sus pies o de sus manos y le mutilaban.
Durante dos semanas le sometieron a nuevos interrogatorios, seguidos de
periodos sin comida ni bebida. Al final, las familias sobornaron a un
funcionario del Servicio de Inteligencia iraquí y ambos fueron puestos
en libertad. Posteriormente huyeron de Irak.   

- Sacar los ojos:Amnistía Internacional informó del caso de


un empresario kurdo en Bagdad que fue ejecutado en 1997. Cuando la
familia recuperó el cadáver, le habían sacado los ojos y le habían rellenado
las cuencas con papel.

- Perforación de las manos con un taladro eléctrico.- Es una tortura usual


para los presos políticos. Amnistía Internacional denunció el caso de una
víctima a la que después se le vertió ácido en las heridas.

- Colgar del techo.- Se venda los ojos a las víctimas, se las desnuda y se las
cuelga por las muñecas, a menudo con las manos atadas. Esto causa la
dislocación de la clavícula y el desgarro de músculos y ligamentos.

- Electroshock.- Método de tortura corriente. Se aplican descargas eléctricas


en varias partes del cuerpo, entre ellas los genitales, las orejas, la lengua y
los dedos.

- Abusos sexuales.- Las víctimas, en particular mujeres, han sido objeto de


violaciones y de abusos sexuales, habiéndose denunciado la introducción de
botellas rotas en el ano de las víctimas.

- «Falaga».- Se obliga a las víctimas tumbarse boca abajo y a continuación se


las golpea en la planta de los pies con un cable, hasta que pierden
la conciencia.
- Otras torturas físicas.- Es frecuente apagar cigarrillos en diversas partes del
cuerpo de las víctimas, arrancarles las uñas de manos y pies y las palizas con
palos, látigos, mangueras y tubos de metal.

ANÁLISIS

 Los hechos que han ocasionado muertes y lesiones pueden haber respondido a
un plan o a una política previamente concebida de intervención. En tal sentido, la
respuesta violenta puede haber estado programada, definida en un
planeamiento previo. Si bien se ha sostenido que las víctimas son el resultado
de actos aislados y no como parte de un plan o política dirigidos a causar las
muertes o lesiones, el elemento sistemático es una posibilidad no descabellada
que debe ser evaluada igualmente. Las acciones que derivan en la comisión de
crímenes de lesa humanidad deben ser llevadas a cabo con la tolerancia,
aquiescencia o participación del poder político, por el poder público encarnado
en el Estado o en una organización con rasgos similares. En el caso de las
protestas sociales, la respuesta es del Estado. De modo que es posible que este
haya participado, a través de sus agentes, de manera activa en la comisión de
los hechos, de forma permisiva o con tolerancia. Ciertamente, un estudio o
análisis de la comisión de estos hechos en las circunstancias descritas, debe
estar despojado de toda intencionalidad política y exenta de parcialidades
odiosas, a efectos de evitar la banalización del crimen de lesa humanidad.

CONCLUSIONES

 En conclusión, la opción legislativa de tipificar los delitos contra los derechos


humanos, dentro del Título que protege cada bien jurídico individual o colectivo
correlativo, no corresponde con la distinta naturaleza jurídica de ambos bienes.
En consecuencia, no basta con la tipificación del bien jurídico correlativo, para
considerar protegido el derecho fundamental con todas sus complejidades. De
allí que se produzca la grave omisión de la consideración de los tipos de tortura,
ejecuciones sumarias extrajudiciales y detenciones ilegales practicadas por
funcionario público en general. Por eso, hubiera sido preferible un Título especial
que congregue todos los comportamientos lesivos a los derechos humanos,
contemplando dichos delitos de acuerdo a sus peculiares características. Con
ello, también, se reforzaría la protección de estos derechos, en momentos en
que existe la necesidad social de su mayor defensa.

 Es posible sostener que los elementos que configuran los crímenes contra la
humanidad, pueden presentarse en hechos o actos que transcurran en cualquier
contexto y circunstancia ajena a los conflictos armados, como pueden ser las
manifestaciones públicas o las protestas sociales. El crimen contra la humanidad
puede cometerse en tiempos de guerra o en tiempos de paz.

 Los conflictos sociales en el país han generado un número tan elevado de


víctimas fatales, más allá de lo tolerable, además de heridos, lesionados y
mutilados, a manos de los agentes del Estado, que podría dar pie a realizar un
análisis para determinar si ello guardaría relación con la comisión de crímenes
masivos, como los que se producirían en un ataque generalizado.

RECOMENDACIONES

Teniendo en consideración el Art. 1º de la Constitución Política el Perú, que


establece que la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son
el fin supremo de la sociedad y del Estado, bajo esta premisa los integrantes del
grupo Nº 4 nos permitimos hacer las siguientes recomendaciones:

1. Establecer que toda la dependencia policial se organice y desarrollen cursos


de capacitación a fin de que todos sus integrantes estén nutridos de las
normas legales nacionales e internacionales relacionados a los Derechos
Humanos con la finalidad de respetarla y comprender la importancia que
tiene para el ciudadano el hecho de que se reconozcan sus derechos
fundamentales.

2. El efectivo policial una vez que conoce plenamente los derechos


fundamentales de la persona, no debe infringirlos, por el contrario, debe
cumplir su función policial teniendo en cuenta el Código de Ética y
Deontología Policial.

3. La Policía Nacional debe estar alerta ante cualquier persona natural o


jurídica que quieren aprovecharse de estas normas legales para provecho
personal afectando los derechos de las demás personas.

4. A nivel de las Escuelas de Formación de Formación se deberá concienciar a


los futuros policías sobre la importancia del respeto de los derechos
humanos durante la función policial y así recuperar el respeto que la Policía
Nacional se merece.

BIBLIOGRAFÍA

1.- YVES TERNON. El Estado Criminal. Los Genocidios en el Siglo XX. Edición la
Península, Barcelona, 1995.
2.- JoseBurneoLabrin JURISDICCION UNIVERSAL Y EX JEFES DE ESTADO EL
CASO PINOCHET, PUCP, 2009.

3.- Amnistía Internacional, 2009.

4.- Marie-Claude Robergé, REVISTA INTERNACIONAL DE LA CRUZ ROJA, 1997.

5.- Fernández Pons, EL PRINCIPIO DE LEGALIDAD PENAL Y LA INCRIMINACION


INTERNACIONAL, 2001.

6.- El texto del Estatuto de Roma que se distribuyó como documento A/CONF.183/9, de
17 de julio de 1998, enmendado por los procès-verbaux de 10 de noviembre de 1998,
12 de julio de 1999, 30 de noviembre de 1999, 8 de mayo de 2000, 17 de enero de
2001 y 16 de enero de 2002. El Estatuto entró en vigor el 1o de julio de 2002.

7.- Informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación. Tomo III p. 130

8.- Fragmentos de la sentencia emitida por la sala Permanente Presidida por el Juez
Supremo Javier Villa Stein.

9.- Caso la Cantuta Vs. Perú, Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos


Humanos del 29 de noviembre del 2006, Párrafo 225).

10.- Proceso de Habeas Corpus Resolución 03173-2008-HC.

12.- Código Penal JURISTA EDITORES E.I.R.L. LIMA – Edición Junio del 2012.

13.- Ramiro Salinas Siccha, DERECHO PENAL PARTE ESPECIAL cuarta edición
Noviembre 2010, EDITORIAL GRIJLEY vol. I.

También podría gustarte