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EL POR QUÉ,
EL PARA QUÉ
Y EL CÓMO
DE LA REESTRUCCIÓN DE LAS PROVINCIAS RELIGIOSAS

Introducción.
I
EL POR QUÉ

1. Nombres que se han ido dando.

a) Sobre la adecuada renovación de la vida religiosa en Perfectae


Caritatis, n. 2.
b) La Exhortación Apostólica “Vita Consecrata”, n. 37: Fidelidad creativa.

2. El tema ni es nuevo, ni sólo de los Institutos Religiosos.

3. Aumenta el número de los Institutos que han iniciado o realizado la


reestructuración.

II
El PARA QUÉ

1. Objetivos y actitudes.

2. Diversos enfoques en la realización de los procesos de reestructuración.

3. Diversos modos propuestos.

4. Obstáculos y oportunidades que se han ido constatando.

5. Algunas claves para la reestructuración.

6. Motivaciones fundamentales

III
EL CÓMO
1. El proceso a seguir
1.1 Al iniciar el proceso
1.2 Presupuestos desde los que se hace el proceso
1.3 Los responsables de llevar adelante el proceso
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1.4 Elaboración de criterios para la revisión de presencias y servicios


2. Ventajas y cuestionamientos que surgen
3. Hacia una Provincia regionalizada con un Proyecto de Vida y Misión.

Conclusión

INTRODUCCIÓN O PUNTO DE PARTIDA


La palabra PROVINCIA

La palabra fue introducida por los romanos, quienes


dividieron el Imperio romano en provincias, y fue
designada a los territorios conquistados fuera de
la península itálica. En los países de lengua romance,
como España, Italia y Francia, la palabra provincia se
aplicó a unidades administrativas importantes solo
inferiores a los reinos.
Tras la Revolución francesa el término provincia cayó
en desuso dentro de Francia. A mediados del siglo XIX, en
algunas naciones iberoamericanas como México,
Brasil, Colombia y Venezuela se llamó provincia a las
unidades administrativas constituyentes y por influjo de
los Estados Unidos, dichas naciones con reformas de su
constitución pasaron a ser llamadas estados por estar
dentro de un régimen federal. Por ejemplo, el
término provincia, como lo es en el empleo de la frase
«provincia mexicana» incluye como significado al de
un territorio dentro del país a excepción de su
capital pero el término quedó desfavorecido.
En los Países Bajos y Bélgica se mantiene la
denominación provincia para las unidades administrativas

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principales de tales estados. En Bulgaria la palabra óblas


suele ser sinónimo de provincia.
En Argentina se mantiene la denominación provincia
para significar a todo estado federado constituyente de la
República. En Canadá, uno de los estados más
descentralizados del mundo, se sigue empleando la
denominación provincia tanto en inglés como en francés.
En el caso de Chile, se llamó provincia a una unidad
administrativa que era subordinada por el estado central y
en la década de 1970, dadas sus pequeñas dimensiones
territoriales, fueron reunidas en regiones como división de
primer orden y las provincias como división de segundo
orden.
La mayoría de los Institutos han usado también el
término provincia. Normamente el Gobierno General del
Instituto, tras un proceso de consulta y trabajo,
respondiendo al mandato de un Capítulo General, toma la
decisión de reorganizar las Provincias en uno o en varios
Continentes en un plazo de tiempo en torno a tres o cuatro
años. Normalmente se entiende por Provincia religiosa la
unión de varias Comunidades locales, Casas, Residencias,
Delegaciones etc., que tienen entre sí una peculiar
relación y una real comunicación. Constituye una parte
de la Congregación como Organismo Mayor. La erección
y modificación de la condición jurídica de los Organismos
Mayores o Provincias pertenece al superior general con el
voto deliberativo de los consultores y ha de hacerse
siempre mediante decreto formal.

La división de la Congregación en diversos


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Organismos Mayores o Provincias se rige por el principio


de territorialidad. El territorio de cada Organismo debe
estar bien definido en su decreto de erección y limitado
geográficamente en conformidad con las posibilidades
reales del Organismo.

Al principio no hubo Provincias.

El origen carismático de nuestros Institutos fue


bastante localizado en torno a nuestros fundadores en unos
lugares concretos con unos pocos discípulos que fueron
creciendo en comunidades concretas hasta que muchos
pocos se hicieron un mucho bajo la estructura de un
Gobierno General con sus exigencias jurídicas propias y
atención a todas la fraternidades. Pasaron algunos años y
las comunidades crecieron de tal manera que se hizo
necesaria la creación de una estructura de gobierno y
animación más ágil, llamada Provincia, Distrito, etc. con
sus exigencias establecidas en la legislación propia.

En algunos Institutos no fue fácil llegar a la creación


de las primeras Provincias porque el Gobierno General se
consideraba la mejor estructura para todos. Podía dar la
impresión que al crear una Provincia quedaría debilitada la
autoridad y misión de gobierno del Instituto. No sé cómo
fue la creación de las primeras Provincias en vuestros
Institutos. Creo que en algunos fue bastante pacífica pero
en otros con no pocas tensiones. Al crecer los miembros
del Instituto una Provincia era insuficiente, había crear
otras Provincias. Era un signo de la vitalidad del Instituto.

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El origen local y nacional del Instituto llegaría a


conocer la presencia de varias Provincias en la misma
nación. Por otra parte, el entusiasmo carismático nacional
pasó a ser internacional y multicultural donde la presencia
de la Provincia se hacía necesaria y esencial.

Hubo un tiempo en el que se crearon varias Provincias


y ha llegado el momento en el que ya no se multiplican las
Provincias sino que se está llegando no sólo a la unión de
varias Provincias sino a una verdadera reestructuración de
la Provincia como tal: que es el tema propiamente dicho de
este Taller que en un pricipio se ofreció como presencial y
ahora lo hacemos virtualmente.

1. Nombres que se han ido dando.

Después del Concilio Vaticano II se hablaba de


“aggiornamento”, renovación, re-fundación (sobre todo
en América del Sur). Y otros muchos RE: reinventar,
rehacer, redifinir, replanificar, reinterpretar nuestra
presencia en la Iglesia y en el mundo. Se hablaba de
agrupaciones, federaciones, fusiones, uniones, etc.

Entre los años 70-80 se comenzaba a “revisar las


posiciones” o estructuras pastorales, formativas, de
gobierno; hecha la revisión se comenzó a hablar de
reorganización de estructuras y de reestructuración de
los Organismos Mayores (Provincias, Delegaciones,
Distritos, etc.) que podían ser modificados por fusión o
supresión, o por creación de otra entidad jurídica que
respondiera a las necesidades del Organismo. Y ver si así
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se podría llegar a una revitalización.

a)¿Cómo no recordar los principios generales de


renovación en Perfectae Caritatis sobre la adecuada
renovación de la Vida Religiosa n. 2?
La adecuada adaptación y renovación de la vida religiosa
comprende a la vez el continuo retorno a las fuentes de toda vida
cristiana y a la inspiración originaria de los Institutos, y la
acomodación de los mismos, a las cambiadas condiciones de los
tiempos. Esta renovación habrá de promoverse, bajo el impulso
del Espíritu Santo y la guía de la Iglesia, teniendo en cuenta los
principios siguientes:

a) Como quiera que la última norma de vida religiosa es el


seguimiento de Cristo, tal como lo propone Evangelio,
todos los Institutos ha de tenerlos como regla suprema.
b) Redunda en bien mismo de la Iglesia el que todos los
Institutos tengan su carácter y fin propios. Por tanto, han
de conocerse y conservarse con fidelidad el espíritu y los
propósitos de los Fundadores, lo mismo que las sanas
tradiciones, pues, todo ello constituye el patrimonio de
cada uno de los Institutos.
c) Todos los Institutos participen en la vida de la Iglesia y,
teniendo en cuenta el carácter propio de cada uno, hagan
suyas y fomenten las empresas e iniciativas de la misma:
en materia bíblica, litúrgica, dogmática, pastoral,
ecuménica, misional, social, etc.
d) Promuevan los Institutos entre sus miembros un
conocimiento adecuado de las condiciones de los
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hombres y de los tiempos y de las necesidades de la


Iglesia, de suerte que, juzgando prudentemente a la luz de
la fe las circunstancias del mundo de hoy y abrasados de
celo apostólico, puedan prestar a los hombres una ayuda
más eficaz.
e) Ordenándose ante todo la vida religiosa a que sus
miembros sigan a Cristo y se unan a Dios por la profesión
de los consejos evangélicos, habrá que tener muy en
cuenta que aun las mejores adaptaciones a las
necesidades de nuestros tiempos no surtirían efecto
alguno si no estuvieren animadas por una renovación
espiritual, a la que, incluso al promover las obras
externas, se ha de dar siempre el primer lugar.
b) En la Exhortación Apostólica “Vita Consecrata”, n.
37, titulado “Fidelidad creativa” se dice:
“Se invita pues a los Institutos a reproducir con valor
la audacia, la creatividad y la santidad de sus fundadores y
fundadoras como respuesta a los signos de los tiempos
que surgen en el mundo de hoy. Esta invitación es sobre
todo una llamada a perseverar en el camino de santidad a
través de las dificultades materiales y espirituales que
marcan la vida cotidiana. Pero es también llamada a buscar
la competencia en el propio trabajo y a cultivar una
fidelidad dinámica a la propia misión, adaptando sus
formas, cuando es necesario, a las nuevas situaciones y
a las diversas necesidades, en plena docilidad a la
inspiración divina y al discernimiento eclesial. Debe
permanecer viva, pues, la convicción de que la garantía de
toda renovación que pretenda ser fiel a la inspiración
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originaria está en la búsqueda de la conformación cada vez


más plena con el Señor”.
En este espíritu, vuelve a ser hoy urgente para cada
Instituto la necesidad de una referencia renovada a la
Regla, porque en ella y en las Constituciones se contiene
un itinerario de seguimiento, caracterizado por un carisma
específico reconocido por la Iglesia. Una creciente
atención a la Regla ofrecerá a las personas consagradas un
criterio seguro para buscar las formas adecuadas de
testimonio capaces de responder a las exigencias del
momento sin alejarse de la inspiración inicial.

2. El tema ni es nuevo, ni sólo de los Institutos de Vida


Consagrada.

Es un fenómeno que se ha dado continuamente en la


historia de la VC por motivos diversos: por exigencias de
crecimiento o de expansión, por divisiones o nuevas
formas, supresión de Casas por causas internas o por
imposiciones políticas (desamortización), etc. También las
empresas, los bancos, las instituciones educativas,
culturales, políticas, deportivas, etc. se han ido
reorganizando continuamente. Pero no sólo para
sobrevivir: quien se reorganiza para sobrevivir acaba
ahogándose. Tiene que ser por exigencia de fidelidad al
carisma de sus fundadores, que lleva consigo una cierta
creatividad y prisa para responder a las interpelaciones
ante el estilo de vida y misión en los servicios apostólicos.

Aunque la reorganización lleva a la


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reestrructuración, que es de orden jurídico, a la base se


hallan motivaciones más profundas:
- cuidado de las personas y de las comunidades,
- revitalización de las obras y compromiso con lo que es
más urgente y necesario en la evangelización según el
espíritu del Instituto.

3. Aumenta el número de Institutos que han iniziado su


reorganización.

Las modalidades pueden ser distintas, según tamaño,


circunstancias de zona, crecimiento o disminución, etc. Se
suele concluir el proceso con paz y esperanza, o dolidos
por haberse tomado decisiones que conculcaban derechos
centenarios. Surgen adhesiones y también oposiciones;
sólo más tarde, cuando se vean los frutos, se considera que
mereció la pena haber hecho tal esfuerzo.

Muchos Institutos conocieron un boom vocacional en


los años 40-50. Después del Concilio comenzaron a
disminuir las vocaciones, y aumentaron los abandonos.
Dolores Aleixandre: cuando fue novicia eran 7.000
Esclavas del Sagrado Corazón, hoy llegarán a unas 1.500.

Hoy nos encontramos en otro mundo: se ha cambiado


de sociedades agrarias, tradicionales a sociedades urbanas,
industriales, secularizadas, modernas, postmodernas, etc.
Por otra parte, la comunidad cristiana ha cambiado mucho
y se encuentra en minoría. En las diócesis y en las
comunidades religiosas hay mucha presencia de mayores
y con dificultad de relevo. Y se nota el desánimo. Surgen
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nuevas posibilidades de hacer comunidades


evangelizadoras pero ¿para quiénes?

Por otra parte, pesan mucho las estructuras


apostólicas, colegios, parroquias, instituciones con solera.
¿Quiénes las pueden llevar adelante? Contamos con
buenos colaboradores laicos (con eso de la misión
compartida), pero la mayoría de nosotros rebasa la edad de
la jubilación. Tenemos un problema generacional de
personal. Y habrá que adaptarse a la nueva situación.

Algo hay que hacer, pero no cualquier cosa. Hemos


pensado unir Provincias, pero ¿qué queremos decir con
eso de unir Provincias? ¿Para asegurar la supervivencia de
algunas obras del pasado? Como somos pocos ahora y
seremos menos en un futuro no lejano, vamos a unirnos.
No sería lo más acertado. La unión está llamada a una
reestructuración desde un impulso fundacional. La unión
como tal no asegura la solución: puede haber más fuerzas
vivas, pero también habrá más cargas que atender. O
dejamos obras o cambiamos el modo de llevarlas.

Se hace necesaria la reestructuración, distinta de la


unión. Uniéndonos varias provincias puede dar la
sensación que podremos hacer más cosas, pero también
más cargas de todo tipo. O dejamos obras o cambiamos el
modo de llevarlas. Desde aquí hemos de contemplar la
reestructuración y llevarla a cabo lo mejor posible.

En definitiva: el principal motivo y objetivo en la


reestructuración no es una mera reorganización de
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estructuras y recursos, sino un discernimiento de cómo


responder mejor desde la realidad actual a la necesidad
de evangelizar hoy según el propio carisma. Por eso la
necesidad estratégica actual de reestructuración puede ser
una gran ocasión de revitalizar el carisma y la
espiritualidad.

II
¿PARA QUÉ?

1. Objetivos y actitudes.

Al preparar y poner en marcha el proceso de


reorganización se hacían análisis de situación, reflexiones
de sensibilización, aportación de experiencias ajenas,
programaciones de tiempos, etc. Está bien, pero sobre todo
hay que señalar con claridad los objetivos y las actitudes
que habría que cultivar.

a) Objetivos: promover la calidad de vida evangélica y la


misión evangelizadora.

La R. no es un fin, sino un medio para alcanzar metas


superiores en nuestra vida consagrada. No basta hacer la R,

lo decisivo es por qué, para qué se hace y cómo lograr el


crecimiento cualitativo.

b) ¿Con qué actitudes?

Depende de las personas: historia, preparación


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humana y espiritual, capacidad para el cambio y la edad.


Se constata una cierta dosis de rutina, de cansancio,
dejadez, etc. Las primeras reacciones ante la R suelen ser
positivas y negativas. Para unos es motivo de alegría,
satisfacción y esperanza; de valentía y audacia cristiana,
disponibilidad, colaboración, corresponsabilidad, etc. Y
para otros, de incertidumbre, miedo, desconcierto,
desconfianza, dolor, escepticismo, indiferencia, evasión,
huida, desconfianza, crispación, etc.

En el discernimiento que tiene que acompañar a todo


proceso de R entran en juego las crisis íntimas personales
que no son fáciles de detectar y que hunden sus raíces en
situaciones psicológicas, familiares, culturales, sociales y
eclesiales. Hay que estar dispuestos a revisar la propia
actitud, personal y comunitaria, de escucha sincera de la
voluntad de Dios, de capacidad de discernimiento con
lucidez crítica y libertad de espíritu y de fidelidad a una
opción evangélica y carismática.

2. Diversos enfoques en la realización del proceso.

a) Desde el radical seguimiento de Jesús. Es el núcleo


central de nuestro vivir como consagrados. Tenemos que
aprender a sacrificar nuestras aspiraciones, nuestros proyectos
personales, nuestras obras, sobre todo aquellas que hemos
fundado.

b) Desde la misión, como principio regenerador y


promotor de vida abundante. La misión de Jesús, con la
modalidad propuesta por los fundadores, orienta y encauza
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las energías del Instituto al servicio de la Iglesia. La R


mantiene activa la onda expansiva del carisma.

c) Desde los postulados de la interculturalidad. Cuando


se aborda la R de estructuras desde esta perspectiva,
aparecen las nuevas posibilidades que tienen, si bien hay
que aceptar que el camino es lento, laborioso y lleno de
sacrificios.

d) Desde el modo de llevarlo a cabo:

 El de quienes quieren ser eficaces y actúan, desde


arriba, verticalmente, por imposición; y el de quienes
intentan hacerlo, participativamente, a través de los
dinamismos de información, diálogo, discernimiento,
búsqueda de consenso y decisión.

 El otro modo es el de quienes ponen por delante las


situaciones personales y calculan las repercusiones en
las distintas edades. Somos menos y más mayores, y
aunque nos reorganicemos, no vaos a ser más jóvenes.
Pero sí podemos ayudarnos a envejecer con serenidad.

3. Diversos modos propuestos.

Los modos de preparar una R son distintos según el


número de miembros, la edad, la preparación, las obras
que se llevan, el número de vocaciones, la situación
económica, las áreas geográficas, la distancia de las casas.

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Eso indica una cierta flexibilidad y viabilidad en las


nuevas unidades adminstrativas.

4. Obstáculos y oportunidades que se han ido


constatando.

Nada se hace nuevo sin dolor.

La R evoca conjunción, pero también salida de lo


habitualmente disfrutado, y frecuentemente, restricción.
Los Organismos Mayores se resisten fuertemente a morir,
sobre todo los de larga historia y tradición.

Los obstáculos surgen desde distintas fuentes:

a) La falta de ideas claras sobre el diseño apostólico para


el futuro de la zona que se pretende reestructurar.

b) La identificación entre misión y obras que suele incluir


como error creer que es más importante la estructura que la
vida evangélica de las personas. Se llega a pensar que las
personas pasan y las estructuras permanecen.

c) Escamotear el análisis de la situación: sobre las


personas, su edad, su preparación, sus capacidades, y sobre
las reales posibilidades de crecimiento y mantenimiento,
aparecen un sinfín de dificultades dichas de muchas
maneras.

d) El miedo a lo desconocido: hay miedo a perder


autonomía e independencia. Dada la multiplicidad de
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pertenencias que cultivamos, somos víctimas de una


dispersión gratificante con la que podemos justificar casi
todo lo que hacemos.

e) Los prejuicios que hay que vencer.

Oportunidades y apoyos positivos.

En la R no solo aparecen dificultades, sino también


algunas oportunidades que pueden reavivar el carisma y la
agilidad apostólica, como son:

a) La conversión o convencimiento de que es necesario el


cambio y la transformación para superar:
 la rutina,
 la desvitalización de sus comunidades,
 la disfuncionalidad de sus servicios y sus formas de
conducirse en los ámbitos sociales y eclesiales.

b) La fuerza centrípeta de la comunión.

c) La conciencia misionera está viva: la misión urge a la


revitalización.

d) Las opciones vigentes en la vida consagrada.

e) La interrelación, intercambio y colaboración entre


carismas.

f) El reconocimiento de la vocación y misión de los


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laicos.

g) La confianza en lo que se va haciendo.

5. Algunas claves para la reorganización.

5.1 Una pregunta: ¿para qué nos vamos a reorganizar


o reestructurar?:
Aunque es bueno reestructurarse, porque dada la
situación que vivimos no se pueden sostener muchas obras
que llevamos, hay que preguntarse para qué nos vamos a
reestructurar:
 ¿qué es lo que se intenta?
 ¿Eficacia apostólica a través de concentración de
esfuerzos?
 ¿Mayor coordinación en el gobierno?

Hay algo más que una tarea de ingeniería institucional.


Se trata de dar respuesta a un desafío más radical que
tenemos planteado en la vida consagrada. ¿Qué quiere el
Señor de nosotros, consagrados/as, aquí y ahora?

 Algunos dicen: ¡creen que nos van a engañar! ¡Si no


estuviéramos tan mal como estamos, no hacía falta
reorganizarse o reestructurarse o como quieran
llamarlo! La situación de precariedad y limitación es
un aspecto, pero no el más importante.
 ¿Por qué no ver la situación que atravesamos como
una llamada fuerte a la conversión? Aunque
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tuviéramos repletas las casas de formación, hoy habría


que replantearnos el modo de pensar, la forma de
vivir, los lugares donde estamos, los medios de
gestionar nuestros bienes, las relaciones con otras
vocaciones en la Iglesia (laicos y sacerdotes).

 Se trata de supervivencia o mirar hacia adelante.


Mantenimiento o nuevos proyectos apostólicos.
Personas o estructuras. Particularidad o apertura
universal.

5.2 Con realismo y lucidez: los hechos son implacables y


de diversa índole. El cuadro sociocultural revela un cambio
de época. Avanzan prodigiosamente las técnicas. Crecen
los medios de relacionarnos. La Europa nueva, pide una
Iglesia nueva.

 El realismo de los números, de las obras y de las


capacidades: es verdad que el mundo es lo que
vemos, pero tenemos que aprender a verlo.

Una primera mirada va hacia los números de la VC en


general y de nuestros Institutos y Provincias: cuántos
somos, etc. Una religiosa decía: “Cuando entré en el
noviciado den los años 60 éramos 7.000 en mi
Congregación y ahora estamos en 1.500. Resulta inevitable
hacer un cálculo elemental con su pregunta
correspondiente: si en 50 años somos 5.500 menos y se
mantiene la misma tendencia en un futuro próximo: ¿cómo
gestionar esta disminución alarmante al menos en países
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del Norte? ¿Seguiremos existiendo dentro de 50 años?”.

La progresiva disminución, porque no hay entradas y


porque unos abandonan y otros mueren, nos hace ser
realistas. ¿Cómo interpretar las estadísticas? Si la
estadística es favorable porque se trata de aumento o de
mantenimiento ni nos preguntamos sobre la calidad de la
vida de nuestras comunidades y misión. Por otra parte la

falta de vocaciones puede llevar a culpabilizarnos y pensar


que si no las tenemos es porque no vivimos conforme a lo
que hemos prometido; o producir un sentimiento de
frustración y resignación: no hay nada que hacer, para qué
seguir trabajando, total la tendencia a la disminución nadie
la va a parar.

Una segunda mirada va hacia el estado de nuestros


inmuebles, los recursos económicos, la gestión burocrática
y la proporción de tiempo que empleamos al
mantenimiento de obras e instituciones con detrimento de
la dedicación a las personas y a la misión evangelizadora.
Nos preocupa tanto ver que las edades avanzan, pero es
sorpredente el afán con que defendemos las obras
onstatando que no hay personas consagradas que puedan
llevarlas.

La tercera mirada va hacia todo aquello que es difícil de


medir o contabilizar: las energías de las personas, a sus
motivaciones, a sus estados de ánimo, a sus bloqueos, a
sus límites y aspiraciones, etc. En tdo ello hay que mirar
también la riqueza que conlleva. Se necesita una mirada
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positiva que es propia de personas dotadas de gran lucidez,


que ven más allá de lo que tienen delante y que saben
aprovechar todas las energías. (Las energías de las
personas no coinciden con las curvas de edades). De la
poda y del despojo, de la purificación puede surgir una
nueva vida. De la herida nace la salud. Depende de la
respuesta que demos al momento presente. El mysterium
crucis abre la puerta a las transfiguraciones, a la
resurrección.

Prever para proveer: Lc 14,28


“¿Quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se
sienta primero a calcular los gastos y ver si tiene para
acabarla?

Al analizar los grupos humanos e intentar abrirlos


hacia nuevos horizontes, se insiste en ofrecerles “visión”
de futuro. El que atienda sólo a los problemas cotidianos
no podrá suscitar motivaciones y no cambiará nada
esencial. Hace falta una visión para que algo se ponga en
movimiento. Una visión crea motivaciones, despierta
nuevas energías. Una visión crea comunión. (“La caza del
zorro” Bocos p. 35).

“El abad de un monasterio estaba muy preocupado


porque, aunque eran muchos los que entraban en el
noviciado, también eran muchos los que, pasando algún
tiempo, lo dejaban. Irremediablemente, tras unos años, la
práctica totalidad de quienes habían sido recibidos con
tanta ilusión, marchaban aduciendo diversas razones. Eran
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muy pocos los que permanecían. Consciente de la


situación, el abad no se dejaba engañar cuando sus
consejeros intentaban animarle señalándole cuántos eran
los que llamaban a la puerta. Un día, mientras meditaba
sobre sus inquietudes, vio una escena que le iluminó por
completo: la caza del zorro.
El pobre animal corría campo a través. Le perseguía
una jauría de perros y, más tarde, a caballo, los cazadores.
El zorro corría y corría, y los perros, tras él, ladraban
veloces intentando darle alcance. Pero el abad observó
que, al cabo de aquel gran alboroto, sólo un par de perros
continuaban la carrera; los demás habían ido abandonando
la persecución y se les veía, por aquí y por allá,
descansando o entretenidos en otras curiosidades
husmeando. Cuando, por fín, hubo terminado la cacería, el
abad se acercó a uno de los caballeros con esta sola, y para
él transcendental, pregunta: “¿Por qué aquellos dos perros,
cuando la mayoría habían abandonado, siguieron al zorro
hasta el final?”. El cazador sonrió y, como sin necesitar
mucha reflexión para explicar el motivo de una conducta a
la que estaba más que acostumbrado, le respondió: “Mire,
Padre, al principio todos los perros corren y ladran, pero la
mayoría no ha visto al zorro, simplemente corren en medio
del barullo. Hasta el final sólo llegan los que sí habían
visto al zorro”.

Sólo los que han visto, es decir, los que tienen visión
de la necesidad de reorganizarse, intentan persisten y
luchan por lograrla. Ncesitamos ojos intuitivos para
contemplar la realidad histórica que nos toca vivir, para
percibir el entorno de la VC en la Iglesia y en la sociedad,
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para captar los puntos de referencia que nos permitan


comprender la situación con objetividad y realismo.

Colirio para alargar la mirada:

Sin la unción del Espíritu, sin el adecuado colirio


¿quién puede mover a las personas hacia otras posiciones,
quién puede hacer que se reestructuren las obras, quién
puede abrir nuevos caminos al Evangelio, en otros campos
distintos a los que ya tenemos? Sólo la docilidad al
Espíritu puede llevarnos a asumir otros planteamientos
diversos, en los que no cuentan tanto las edades, ni los
números, sino la calidad de vida consagrada y su empuje
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misionero.

Cuatro puntos en torno a los que ha de girar la mirada.

EL CARISMÁTICO EL ANTROPOLÓGICO

EL ECLESIOLÓGICO EL MISIONERO

La R de las Provincias gravita sobre el conjunto de todos


estos aspectos. La R postula saber conjugar renovación y
adaptación, carisma, situaciones y necesidades, en
armónica fusión.

Sentido y alcance de la Provincia dentro del Instituto:


la comprensión de una Provincia depende, en buena parte,
de la comprensión que tengamos del Instituto al que
pertenecemos. Cuando hablamos de Instituto estamos
haciendo referencia a tres puntos: el proyecto de vida
apostólica, que son las Constituciones y Directorio; las
personas convocadas por el Espíritu para vivir ese
proyecto iniciado por el fundador y sus primeros
discípulos; y las estructuras para la misión, espiritualidad,
formación, gobierno, las obras y los medios económicos.

1. Seis puntos para la motivación:


a) Revitalización carismática
b)El clamor por lo esencial
c) Pasar a la otra orilla
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d)La vuelta a los orígenes fundacionales


e) Hacer de la misión eje central y articulador.

2. El proceso a seguir: la R es un proceso y como tal es


un conjunto de fases sucesivas en un lapso de tiempo
en orden a conseguir un fin determinado. Se pide
disponibilidad por parte de todos los afectados en el
proceso.

2.1 Al iniciar el proceso: conviene elaborar la agenda o


plan que se va a seguir teniendo en cuenta la realidad
de la Provincia. Esta agenda podría contener estos
puntos.

a) Señalar con precisión los objetivos y delimitar los


campos.

b)Marcar las prioridades en orden a la revitalización


carismática y a misión evangelizadora.

c) Indicar el modo de proceder: animación,


sensibilización y mentalización.

d)Proponer las actividades para conseguir los


objetivos: diagnóstico, individuación de problemas,
propuesta de futuro.

e) Fijar los agentes y responsables.

f) Establecer el cronograma para el seguimiento y las


etapas sucesivas.
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g)Poner fecha para las decisiones finales.

2.2 Presupuestos desde los que se inicia el proceso:


a) Asumir la realidad de la disminución y frecuentar
el futuro con esperanza.
b) Subrayar lo carismático sobre lo institucional.
c) Poner la misión en el centro del proceso.
d) Promover la renovación, mejor que la supervivencia
e) Partir del Instituto antes que de la Provincia.
f) Dar primacía a la persona sobre las instituciones y
las obras.
g) Proceder animando con la participación de todos.
h) Contar con la colaboración de otros carismas:
(misión compartida).

2.3 Los responsables de llevar adelante el proceso: es


insustituible el papel de quienes tienen que llevar
adelante el proceso de R, como son los superiores con
la información, el diálogo, la participación, la
subsidiaridad, la corresponsabilidad y la decisión. Si se
aplican estos criterios se evitan tanto el autoritarismo como
el permisivismo que llevaría a la disgregación o a dejar las
cosas como están. Los superiores mayores y sus consejos
son quienes están más en contacto con las personas, con
las obras, con cuantos pueden sentirse implicados o
afectados.

2.4 Preparar la propuesta, bien fundada y


entusiasmante: una propuesta de arranque bien fundada y
entusiasmante es la mejor base para los pasos sucesivos a
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dar. Cuando se comienza con seguridad y optimismo


diciendo dónde se va y lo que se quiere, se despejan
muchas reservas y se cosechan adhesiones. Es invitar de la
monotonía y la rutina a otro estilo de vida y misión más
ágil, más flexible, más itinerante, más abierto en relaciones
sociales y eclesiales y más coprometido según as opciones
del Instituo.
Mientras se va de camino, es fundamental como
primer paso poner a la Provincia que pretende
reorganizarse en estado de escucha de la Palabra de Dios y
de búsqueda de su voluntad en retiros, encuentros de
oración, celebraciones de la Palabra. Habrá que ponerse
también de acuerdo en la constitución de una Comisión
para coordinar el proceso y elaborar el elenco de
cuestiones que hay que estudiar. Todos los miembros han
de estar informados y estudiar los temas. La Comisión de
estudio prepara los materiales de sensibilización o los
encarga a especialistas. Todas estas actividades posibilitan
que las personas se conozcan, dialoguen, intercambien,
aclaren y que se desvanezcan los malentendidos y prejuicios que
tantas barreras crean a la hora de tomar decisiones en la R.

2.5 El cronograma: o previsión razonable del tiempo que


hay que emplear en el proceso.
2.6 El estudio de la problemática o de los temas: es
positivo preguntarse sobre el futuro que sueñan los
miembros de la Provincia que se proponen una nueva
R. Implicarse en las preguntas sobre lo que se debe
hacer, lo que debe cambiar, lo que se puede unir, lo
que debe desapareer, lo que se debe ecitar, etc.
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2.7 Elaboración de criterios para la revisión de presencias


y de servicios:

a) Criterios-guía para la distribución de presencias en


una diócesis; privilegiar la vida comunitaria y evitar
los apostolados individuales:
 Si hay varias presencias, quedarse sólo con las más
significativas.
 Reducir los servicios antes de suprimir una presencia.
 Suprimir aquellos servicios que no cooperen en la
transformación de la Iglesia local para que sea más
misionera.
 Suprimir los servicios aceptados en otro tiempo como
suplencia.
 Concordar la supresión en conexión con otros
Institutos.

b) Criterios-guía para la selección de servicios:


- Asegurar los servicios de acompañamiento
vocacional y formación.
- Dar prioridad a los servicios más significativos según
las opciones del Instituto.
- Potenciar la colaboración con otros Institutos.
- Potenciar la colaboración con el laicado

c) Criterios de atención a la necesidad de la Iglesia local:


- En cada caso habrá que establecer un diálogo con el
obispo.
- Privilegiar la atención a los pobres y zonas marginales
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de la diócesis.
- A la hora de dejar edificios tener en cuenta la ayuda a
la diócesis y a la economía de la Provincia.

5.7 Ventajas y cuestionamientos que surgen:

a) Ventajas:
 La R tiene la gran ventaja de provocar la entrada en
un proceso de búsqueda, de despojo, de situarse en
el centro de los problemas más fundamentales de la
VC.
 Ensancha los horizontes congregacionales y
eclesiales.
 Al resituarnos en lo más originario de la misión,
hace posible la revisión de posiciones y estructuras y
abre cauces a nuevas presencias desde las que
responder a las nuevas urgencias de misión
evangelizadora.
 Posibilita la comunicación, el diálogo, el
discernmiento, el empeño personal y comunitario.

b) Cuestionamientos:
 La desventaja de la R es la concentración excesiva
de personal mayor y enfermo.
 Posibles errores de procedimiento: si alguna cosa de
las previstas no salen bien, quienes se había
mostrado en contra de la R aumentarán sus críticas
creyendo que tenían razón y no es verdad: puede
haber error en el modo de proceder, pero no en lo
que se intenta, que es una ineludible necesidad para
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la renovación.
 No falta una cierta “picaresca” en torno a la R
pidiendo que se reorganicen otros; y una vez
realizado el proceso, querer aprovechar de los
resultados solicitando ayudas.

5.8 En caso de suprimir algunas posiciones.


El desencadenamiento de sentimientos suele ser para
unos de liberación, pero para otros de sufrimiento. De
todos modos será la vida la que vaya serenando los
ánimos y aprecie las ventajas que tiene el aprovechar
las energías. También en este cambio de organización
lo decisivo es haber preparado un futuro esperanzador
para la Provincia.

HACIA UNA PROVINCIA REGIONALIZADA

La reestructuración de las Provincias no puede olvidar


la realidad territorial de la nueva configuración de la
Provincia reestructurada, llamada a regular la peculiaridad
del carácter regionalizado. La nueva Provincia como unión
de otras Provincias preexistentes estará formada por los
territorios anteriores o regiones específicas con sus
características particulares. Pensemos en una Provincia
reestructurada de dos Provincias (EuskalHerria-País Vasco
y Cataluña) y dos Delegaciones Independientes (Francia e
Italia). Una Provincia reestructurada de 6 Provincias en
España y otros casos que podéis conocer en otros países,
está llamada a constituirse como Provincia Regionalizada.

Se entiende por Región el conjunto de comunidades,


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obras, equipos y presencias, radicadas en unos territorios


concretos.
 La Regionalización es una manera de armonizar la
unidad con la peculiaridad congregacional, eclesial,
cultural histórica y lingüística de algunas Regiones como
contexto propio de misión de la nueva Provincia.
 La Regionalización está llamada a ser cauce y
expresión de la vitalidad apostólica haciendo visible en las
distintas Regiones la presencia carismática de sus
fundadores/as.
 La Regionalización pretende facilitar la cercanía del
gobierno a las personas y atender adecuadamente a las
características de las realidades locales y territoriales que
condicionan la acción evangelizadora de cada Región,
dándoles una respuesta apostólica con su carácter y estilo
propio.
 La Región es animada en misión compartida con
laicos/as en coordinación y colaboración entre sí para
lograr los objetivos apostólicos de la Región, siempre
vinculados al Proyecto de Vida y Misión de la Nueva
Provincia.
 En razón de la eficacia apostólica y una mayor
coordinación en la animación y gobierno, cada una de las
Regiones contará con un Delegado/a regional que será
nombrado por el Superior/a Provincial oído su Consejo,
previó un sondeo secreto a la Región. Su nombramiento
podría ser por 3 años y ser renovado tantas veces como sea
preciso a juicio del Superior/a Provincial oído su Consejo.

 Sus funciones podrían ser:


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1ª Representar al Provincial/a en el territorio de la Región


ante las autoridades civiles y eclesiásticas.

2ª Ejercer las funciones y competencias de la entidad


titular en aquellas obras o posiciones apostólicas,
fundaciones y asociaciones, etc. De la Región que el
Gobierno Provincial crea necesario.

3ª Ejercer, si el Provincial/a lo delega para ello, la atención


de las Comunidades Asistenciales o Enfermerías que
existieran en la Región.

4ª En ausencia del Provincial/a, convocar, moderar y


presidir las reuniones de los Superiores/as y Directores/as
de las obras o posiciones apostólicas de la Región, y
evaluar la ejecución de los acuerdos tomados en ellas.

5ª Colaborar con el Provincial/a en las decisiones sobre


nombramientos, cambios y reestructuraciones en las
actividades apostólicas, y sobre los destinos en las
comunidades.

6ª Informar al Provincial/a sobre todo lo concerniente al


desarrollo de sus funciones, de modo particular de los
asuntos relacionados con la coordinación y colaboración
de las comunidades y las obras o posiciones apostólicas de
la Región.

7ª Coordinar e impulsar la acción apostólica en las


diferentes áreas de apostolado dentro de la Región y
asegurar su coordnación con el resto de las Regiones.
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8ª Coordinar y animar la elaboración de los Proyectos


Comunitarios y Apostólicos locales, eimpulsar y evaluar
su ejecución, cuidando la colaboración entre las diferentes
comunidades y obras o posixiones apostólicas de la Región
y con el resto de la Provincia.

9ª Cuidar el desarrollo del Proyecto Apostólico


provincial (del que os hablaré a continuación) en la
Región y mantener la necesaria coordinación y
colaboración entre las diversas realidades apostólicas de la
Región.

10ª Mantener una información fluida de información y


diálogo así como una coordinación permanente con el
Responsable de Apostolado de la Provincia, y con los
coordinadores de los diferentes sectores de apostolado de
la Región.

11ª Atender y acompañar la misión de los responsables y


colaboradores /as de las obras o posiciones apostólicas.

12ª Trasladar a los apostolados y comunidades de la


Región las directrices, criterios e iniciativas de la
Provincia.

HACIA UN PROYECTO PROVINCIAL DE VIDA Y


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MISIÓN

Como parte del proceso de reestructuración de una


nueva Provincia, una Comisión formada por miembros de
las distintas Provincias o Delegaciones precedentes elabora
un “instrumento de trabajo” para un Proyecto de vida y
misión en vistas a suscitar la reflexión y recoger las
aportaciones de todos los miembros implicados en este
proceso y también de los laicos en misión compartida, con
el objetivo final de llegar a una redacción definitiva, que
será la base para el Proyecto de Vida y Misión de la nueva
Provincia.

Un Proyecto en tres partes diferenciadas siguiendo la


conocida metodología del Ver, Juzgar y Actuar.

En el VER se recoge tanto la realidad social de la


nación o naciones en la que hay que desarrollar la misión,
como la propia realidad de del Instituto.

En el JUZGAR se presentan los criterios de actuación


que habrá que tener en cuenta en el proceso de
reorganización estructurada y que han de guiar el
nacimiento y desarrollo del nuevo Organismo.

En el ACTUAR se recoge la visión de futuro y las


líneas de acción en las que el Espíritu anima a avanzar.
Futuro que habrá que imafinar y proyectar entre todos, con
realismo y confianza, con especial atención al grupo de
jóvenes, pero teniendo en cuenta a cada uno de los
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miembros de la nueva Provincia y a los laicos con los que


compartir la misión.

CONCLUSIÓN

Podemos concluir con estos versos de Pedro Casaldáliga que, me


parece, reflejan bien la situación que estamos viviendo y hacia dónde
debemos apuntar:
“Es tarde pero es nuestra hora/ Es tarde pero es todo el tiempo que
tenemos a mano para hacer el futuro/ Es tarde pero somos nosotros
esta hora tardía/ Es tarde pero es madrugada si insistimos un
poco”.

Vamos a ser menos en número, pero no menos necesarios en la


Iglesia. La cura de humildad nos beneficia, nos purifica y nos hace libres,
vigilantes y disponibles. No es vano el esfuerzo de la R si se hace
mirando a la vida, trabajando por el futuro. Un proceso bien llevado nos
hace poner la mirada en Jesús y resituarnos en la Iglesia, en todo su
entramado de relaciones y vinculaciones carismáticas y ministeriales; nos
obliga a repensar nuestras opciones radicales y desde ellas nuestras
presencias y servicios.

Necesitamos no sólo una reestructuración exterior que nos permita


perdurar, sino también una nueva visión evangélica, una conversión de
los corazones, para librarnos del miedo al futuro y de una visión
demasiado ligada a un lugar concreto o a la preocupación sólo por sí
mismo.

Tenemos que crear nuevas estreucturas para facilitar un proceso de


cambio, también en nuestra vida, y ser un fermento evangélico y
testimonio para nuestro mundo. Necesitamos releer nuestro carisma con
nueva energía, conservando su actualidad en el tiempo y cultura de hoy.

Cualquier reestructuración lleva consigo riesgo de cometer errores y


suscita miedo e incertidumbres, pero eso no debe frenarnos. Todo esto
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exige de nosotros una mente abierta, un diálogo fraterno, una valentía


evangélica y una profunda confianza en Dios que nos conduce por la
historia para que nuestra visión de la vida y de la misión que realizamos
pueda responder a lo que es más urgente, oportuno y eficaz.

BIBLIOGRAFÍA

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Espiritualidad y reorganización, en “Vida Religiosa” – Monográfico 3
(2009) 161-240.

BELDERRAIN Pedro

Reestructuración: aprender del camino de otros, en “Vida


Religiosa” 96 (2004) 375-382.

BOCOS Aquilino
Claves para un proceso de reorganización en los institutos
religiosos, en “Vida Religiosa” 96 (2004) 383-408; Caminando
hacia la aurora. Reorganización de estructuras en la vida
consagrada, en “Frontera Hegian” 70 (2010) 7-115; La buena
noticia del Reino. ¿Qué reorganización para nuestro tiempo? en
“Vida Religiosa” – Monográfico 4 (2018) 7-110.

GARCÍA PAREDES José Cristo Rey


Reorganización: “kairós”, pereza y siete principios, en “Vida
Religiosa” 107 (2009) 468-471.

GUERRERO Ángel
El por qué y para qué de la reestructuración de provincias, en
Revista CONFER 49 (2010) 350-357.

ZAMORA Jesús Miguel


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Sentido de “pertenencia” al cuerpo congregacional. Situación


actual, dificultades, avances. En Revista CONFER 53 (2014) 53-69.

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