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SUCESIONES
Las sucesiones
El derecho romano disponía que, al morir una persona, era necesario darle
un continuador, al cual se le llamo heredero. Este quedaba en el lugar del
difunto o de cujus, por lo que tenía la posesión y propiedad del patrimonio
y sujeto a pagar las deudas que habían quedado, como si fueran suyas. De
ahí que existe en cuanto al pueblo romano una coincidencia de opiniones
de todos los compiladores e historiadores, sobre que el origen de la
sucesión romana es incierto, y que estos se pueden remontar a los
orígenes del pueblo romano.
Se dice que los primeros indicios de la sucesión Romana, se encuentran en
la necesidad de garantizar la continuidad de la gens originaria, mediante la
cual el hijo del Pater fallecido o el descendiente consanguíneo más
cercano, ocupa su lugar al faltar este. BONFANTE sostiene que:
“considerando la naturaleza de la familia romana como grupo análogo al
Estado, y teniendo en cuenta que, según nuestros indicios, del primitivo
grupo familiar y de la evolución del dominio dela res mancipi, se deduce
que en los primeros tiempo romanos y pre - romanos el grupo agnaticio o
la gens no se dividía a la muerte del Pater familia en otros grupos o
familias, sometidas cada una a un paterfamilias, sino que se conservaban
unidos el heredero era precisamente el sucesor en la potestad soberana
sobre el grupo agnaticio o sobre la gens, y, en consecuencia, también en
los bienes, o sea, que la herencia originaria servía como medio de traspaso
de la soberanía, en lugar del traspaso patrimonial de los bienes dejados
por el difunto.
Algunos autores aducen que las primeras revelaciones sucesorias dentro
del derecho romano fueron intestadas y subsiguientemente se
desarrollaron hasta conformar la testada. Federico ENGELS, en su libro
“Origen de la Familia, La Propiedad Privada y El Estado”, dice en cuanto al
derecho hereditario romano que: “como el derecho paterno imperaba en la
gens romana, estaban excluidos de la herencia los descendientes por línea
femenina.
Según la ley de las Doce Tablas, los hijos heredaban en primer término, en
calidad de herederos directos; de no haber hijos heredaban los agnados
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(parientes por línea masculina); y faltando éstos, los gentiles.
Dicho instrumento jurídico dispone sobre el patrimonio del padre de
familia y la tutela de sus hijos, en esta Tabla se consagra el libre derecho
de disponer sobre todos los bienes de la parentela sometida a su
autoridad, igualmente se establece que la línea sucesoria para las
herencias no se practique por vínculos consanguíneos (cognados), sino por
vinculo gentilicio (agnado) que son los llamados a cubrir la vacancia de la
herencia y a falta de estos los bienes se repartirán entre los miembros de
la gen.
De manera que según hemos podido investigar, los incipientes vestigios
de sucesiones en el pueblo de Roma, se refleja a través de la sucesión
intestada, también es cierto que la manifestación de la voluntad del pater,
para después de su muerte se manifestó a través de las distintas formas
testamentarias, y así se plasmó en la Ley de las Doce Tablas, “como legas e
sobre su cosa, téngase como derecho”, cuando éste dispuso de su
patrimonio frente a los demás jefes de familia reunidos en comitias,
momentos en que el desarrollo de las relaciones sociales se concretizaron
en la apropiación privada, garantizándose así el poder de libre
apropiación, disposición, posesión.
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Distintas formas de transmisión hereditaria
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matrimonio o la existencia de testamento, estos últimos, si los hubiere.
Además, los certificados de las propiedades, el acta de notoriedad, la cual
también puede contener la determinación de herederos, certificados bancarios,
pruebas de bienes o efectos mobiliarios y, por último, la solicitud de liquidación
de los impuestos sucesorales.
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El especialista dice que, si el de cujus no detalló en vida la distribución de
sus bienes, entonces se procede con lo establecido en la legislación. La ley
describe que los primeros en heredar son los descendientes (hijos y
nietos), luego los ascendientes (padre y abuelos), después los colaterales
(hermanos, primos y tíos) y en un último grado la esposa.
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En caso de no aparecer ningún sucesor la herencia pasa a manos del
Estado. No obstante, Álvarez dice que esto es muy difícil que ocurra
porque siempre aparece alguien que reclama el patrimonio.
El catedrático hace la salvedad de que los hijos siempre tienen derecho a
cierta parte de la herencia, aunque el de cujus haya otorgado la totalidad
a una sola persona, según establece la disposición de encaje legal del
Código Civil.
Reitera el legislador que, a nadie se le puede obligar a permanecer en el
estado de indivisión de bienes y siempre puede pedirse la partición, a
pesar de los pactos y prohibiciones que se presenten en contrario. De
manera que se puede llegar a un acuerdo para suspender la partición
durante un tiempo limitado. Este convenio no es obligatorio pasados cinco
años, aunque puede renovarse.
Una vez ha sido concluida la fase de la partición, deben entregarse a cada
uno de los copartícipes los títulos particulares de pertenencia de los
objetos que se les hubieren designado.
Impedidos a heredar
Cuando se pierde el derecho a heredar se está hablando de indignidad, el
Código Civil establece que no pueden optar por una herencia quienes
hayan sido sentenciados por asesinar o intentar asesinar a quien le
otorgaría la herencia, quien dirigiese contra el de cujus una declaración
calumniosa y también aquel heredero que, sabiendo la muerte violenta de
su progenitor, no denunciase el crimen a la justicia. En estos tres casos las
personas son consideradas indignas de recibir la herencia.
La legislación dicta además que cualquier heredero excluido de la sucesión
por ser indigno está obligado a restituir todos los frutos y rentas que haya
percibido desde el momento en que se abrió la sucesión.
La indignidad y la capacidad son dos cosas muy distintas. La indignidad
tiene un carácter personal, ya que afecta al heredero que ha incurrido en
alguna de las causas de indignidad que la ley prevé.
La cuestión de la indignidad se aplica solamente en las sucesiones ab
intestad, porque en la sucesión testamentaria se aplica otra noción que es
la llamada ingratitud.
El artículo 727. Se consideran indignos de suceder, y como tales se
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excluyen de la sucesión:
1ro. El que hubiere sido sentenciado por haber asesinado o intentar
asesinar a la persona de cuya sucesión se trate;
2do. El que hubiere dirigido contra éste una acusación que se hubiese
considerado calumniosa;
3ro. El heredero mayor de edad que, enterado de la muerte violenta de su
causahabiente, no la hubiere denunciado a la justicia. (Modificado según
Ley 1097 del 26 de enero de 1946, G. O. 6388).
Estas son las tres causas de indignidad que establece el Código Civil. En la
primera condición hay un problema en la traducción, porque en el texto
francés se habla de homicidio y no de asesinato, y esto dificulta mucho la
interpretación y aplicación del texto.
Si por ejemplo un heredero da muerte al que sería su causante, pero lo
que se retiene es un homicidio y no un asesinato, ¿habrá indignidad?
Algunos entienden que sí, porque lo que se busca es castigar al heredero
que da muerte a su causante.
Si interviene la prescripción, no interviene la indignidad, porque si la
acción pública prescribe no puede haber condena.
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varias personas declaradas muertas por el mismo acontecimiento.
Siempre el acta de defunción tendrá un valor decisivo, porque el artículo
71 de la ley 659 dispone que el acta de defunción enunciara el día, la hora
y el lugar de defunción, pero si no es posible determinar el orden en que
ha acontecido la muerte, se acude a la teoría de los conmorientes
contenida en los artículos 720 hasta el 722 del código civil dominicano.
La devolución
Tal como hemos expresado, al morir alguien, sus bienes no se destruyen,
sino que se transmiten, son recogidos por sus sucesores. La situación para
determinar es quien, y en qué proporción y que montos van a ser
transmitidos los bienes dejados por el de cujus, ese es el objeto de la
devolución sucesoral.
Los países de influencia francesa consideran que la cercanía de
parentesco es la que determina el orden en que los sucesores van a
participar y la cantidad en esa sucesión. De manera que ese orden
sucesoral no lo determina únicamente la ley, el de cujus tiene la potestad
de reglamentar.
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dos primeros los principales que toma en cuenta el legislador para
organizar el régimen sucesorio;
Los elementos
Los elementos que integran el régimen sucesorio son:
El orden
el grado
la línea
Los grados
La legislación dominicana dispone que, entre los herederos llamados a
suceder, el del grado más próximo tiene la preferencia. En igualdad de
grados, suceden por igual. De generación a generación hay un grado, no
importa si se trata de un orden ascendente, descendente. Así por ejemplo
del padre al hijo hay un grado; del abuelo al nieto hay dos grados; del
bisabuelo al biznieto hay tres grados y al revés es igual.
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Referencias
5. Tratado de Derecho Civil Tomo IV, Vol. III”, Chile, Santiago de Chile. 10ª edición.
Editora: Belluscio.
7. Ley 659 de los Actos del Estado Civil del 17 de julio de 1944. Publicada en
la Gaceta Oficial 6114
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