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El inestable escenario internacional resultante de la Primera Guerra Mundial y las crisis políticas y económicas de
los países europeos provocaron el estallido de un nuevo conflicto bélico mundial.
La guerra europea
De manera esquemática, en la Segunda Guerra Mundial pueden identificarse tres fases.
En una primera etapa, entre 1939 y 1941, la guerra tuvo un carácter exclusivamente europeo. En el
frente oriental, en menos de un mes, los alemanes derrotaron a la débil resistencia polaca. Los soviéticos,
por su parte, ocuparon Polonia oriental y las repúblicas bálticas. En Occidente, los alemanes se
enfrentaron con Gran Bretaña y Francia.
La estrategia de guerra relámpago (blitzkrieg) adoptada por Hitler le permitió dominar, directa o
indirectamente, toda Europa occidental Durante la primera mitad de 1940, los alemanes ocuparon
sucesivamente Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica y Francia. El ejército alemán consiguió penetrar en
el territorio francés por las Ardenas -una región a través de la cual los franceses creían que los tanques
alemanes no iban a poder pasar-, Francia pidió el armisticio, fue parcialmente ocupada por Alemania y así
quedó dividida en una zona ocupada (el norte del país) y una zona libre. En esta última, el mariscal
Philippe Pétain encabezó un gobierno -con sede en la ciudad de Vichy- colaboracionista con los
alemanes. Desde fuera y desde dentro de Francia, se organizó un movimiento de resistencia, encabezado
por Charles De Gaulle.
También el norte de África y el mar Mediterráneo, la zona de los Balcanes (Yugoslavia y Grecia),
quedaron bajo dominio alemán. Sólo Gran Bretaña logró resistir gracias a su fuerza aérea, cuya defensa
fue encabezada exitosamente por Winston Churchill, que impidió una invasión a través del Canal de la
Mancha.
En junio de 1940 Italia entró en la guerra a favor de Alemania. Mientras tanto, Japón iniciaba la
ocupación de la Indochina francesa, avanzando sin mayores inconvenientes. Las potencias del Eje
parecían encaminarse hacia una victoria definitiva.
1941-1943: un cambio de rumbo
La segunda fase -entre 1942 y 1943- mostró un cambio en la tendencia de la guerra. En 1941 se
produjeron dos acontecimientos que modificaron completamente el curso de la guerra: en junio,
Alemania invadió la Unión Soviética; en diciembre, los japoneses atacaron la flota estadounidense
anclada en la base de Pearl Harbor, en Hawái. De esta manera, los países agredidos pasaron a integrar el
bloque Aliado. A partir de ese momento, japoneses y norteamericanos comenzaron a enfrentarse en el
océano Pacífico y la guerra alcanzó una dimensión mundial. La ventaja inicial lograda por las fuerzas
aeronavales japonesas, que en sólo unos pocos meses habían logrado ocupar todo el sudeste asiático,
quedó neutralizada desde 1943, cuando los norteamericanos pusieron en combate una gran flota.
La invasión alemana a la URSS progresó casi sin oposición hasta las puertas de Moscú. Sin embargo,
la capital resistió, y esto obligó a las tropas alemanas a enfrentarse al duro invierno ruso. En 1942 se
inició una nueva ofensiva alemana en Rusia, que fue detenida en Leningrado y, sobre todo, en
Stalingrado, donde tuvo lugar la batalla terrestre más grande de la historia. Así, a partir de 1943, los
soviéticos recuperaron posiciones, avanzaron hacia el oeste y llegaron a Berlín en abril de 1945.
En Europa occidental, mientras tanto, los mandos británicos y norteamericanos diferían acerca de la
estrategia por seguir. Mientras que los segundos preferían concentrar las fuerzas en un desembarco en
Francia, los ingleses sostenían la conveniencia de una guerra de desgaste, hostigando al enemigo en su
frente más débil, el Mediterráneo. Hasta 1944, predominó la estrategia inglesa y las operaciones tuvieron
como escenario el norte de África y, posteriormente, Italia. Los aliados desembarcaron en Sicilia y
Nápoles, comenzaron a avanzar hacia el norte, y llegaron hasta las cercanías de Roma, donde fueron
detenidos por el ejército alemán.
La tercera etapa -entre 1944 y 1945- fue la del afianzamiento y la victoria de los aliados. A partir 1944,
prevaleció la postura norteamericana. Así, el 6 de junio de 1944, el “Día D”, se produjo el desembarco
aliado en Normandía. Poco tiempo después, Francia y Bélgica fueron liberadas y se inició el avance hacia
territorio alemán. Mientras tanto, en el frente oriental, el ejército soviético avanzaba sin pausa hacia
Alemania. En mayo de 1945, mientras los rusos ocupaban la ciudad de Berlín, Alemania capituló y Hitler
se suicidó en su refugio.
El 6 de agosto de 1945, con el propósito de forzar la rendición japonesa, los norteamericanos lanzaron la
primera bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima. Tres días más tarde, una segunda bomba fue
lanzada sobre la ciudad de Nagasaki. El 15 de agosto, Japón capituló ante los Estados Unidos.
El desastre de la guerra
Más intensamente que la Primera, la Segunda Guerra Mundial fue una guerra total, que involucró
profundamente el conjunto de la actividad económica y las sociedades de los países participantes. Por
ejemplo, entre 1941 y 1945, las fábricas norteamericanas produjeron 250.000 aviones y más de 200.000
tanques. La economía de los países europeos quedó severamente deteriorada, y los primeros años de la
posguerra fueron de gran escasez y pobreza. Estados Unidos fue el único país que salió de la guerra
fortalecido en su capacidad productiva y militar.
La magnitud de la destrucción provocada por la Segunda Guerra fue espeluznante. La guerra de
movimientos, los bombardeos aéreos, la táctica de tierra arrasada, que muchas veces llevaban a cabo los
ejércitos que se retiraban, las migraciones forzosas y voluntarias de varios millones de personas, las
deportaciones o las liquidaciones en masa realizadas en los campos de concentración provocaron daños
humanos y materiales incomparablemente más graves que los de la Primera Guerra Mundial. Durante el
conflicto, perdieron la vida alrededor de cincuenta millones de personas, las cuales treinta millones eran
civiles: veinte millones de soviéticos, ocho millones de chinos, siete millones de alemanes y seis millones
de polacos. Y más de treinta millones de heridos.
La población civil fue sometida a los mismos sufrimientos que los propios soldados, y fueron muchos
más los muertos civiles que los militares. Así, por ejemplo, los bombardeos de los aliados sobre la ciudad
de Dresde causaron 100.000 muertos en dos días, mientras el lanzamiento de las bombas atómicas sobre
las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki significó un punto de inflexión en la historia del siglo.
Las bombas, cuyos efectos fueron devastadores -según los estadounidenses mataron a 110 mil personas;
según los japoneses, a más del doble- mostraron el potencial de la aplicación de la ciencia a la fabricación
de armas de destrucción masiva
En lo que se refiere a las pérdidas materiales, es posible afirmar que no les fueron en zaga a las
humanas. También en este rubro, la Unión Soviética se ubicó a la cabeza: durante la invasión de 1941, los
alemanes aplicaron la táctica de “tierra quemada”: las zonas industrializadas más importantes fueron
arrasadas, se mató el ganado, se arruinaron cosechas y plantaciones, y se destruyó una innumerable
cantidad de obras de infraestructura.
Pero, sin lugar a dudas, el episodio más horroroso fue la matanza sistemática de la población judía (el
llamado Holocausto), a la que los nazis alemanes bautizaron "la solución final de la cuestión judía". Esta
política de exterminio racial se inició de forma no sistemática, habitualmente mediante fusilamientos
masivos, pero a partir de 1943 se organizó como una verdadera industria de la muerte. En campos de
concentración como Treblinka, Dachau, Buhenwald y Auschwitz, hombres, mujeres y niños fueron
asesinados con gas venenoso, y los cuerpos, cremados en grandes hornos. Se calcula la cifra de judíos
asesinados en aproximadamente seis millones.