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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORAL

FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCAS


PROF. EN LETRAS
PRAGMÁTICA
EXÁMEN FINAL
DICIEMBRE 2021
NATALIA FERREYRA

1-Citar un aporte de la escuela de Bajtin a la evolución de los estudios pragmáticos.


Referenciar bibliografía / incluir citas de autoridad (Voloshinov, Hechim, Raiter)

En “Marxismo y filosofía del lenguaje” (1929) Bajtin resignifica la concepción saussureana de


lengua por considerar que el definirla como “sistema de signos” deja de lado la dimensión
comunicativa, el impacto de los aspectos históricos y la interacción lengua-sociedad. Es por eso
que entiende que éste no puede ser estudiado en su totalidad desde una única disciplina al
tratarse de un conjunto heteróclito de fenómenos que puede desempeñar funciones diversas, de
lo más variadas. Voloshinov, siguiendo los lineamientos del materialismo dialéctico, define que
el lenguaje no puede ser un objeto empírico ni la expresión de una subjetividad sino un proceso
creativo y social que está en permanente cambio. Se trata de desmontar la arbitrariedad del
signo, aludiendo a cómo se va alterando históricamente el uso y la significación que les
atribuimos.

En esta mutación constante que define la relación lengua-sociedad, se introduce la dimensión


ideológica en el estudio en parte gracias a las reflexiones de Marx y Engels para evidenciar que,
como toda lengua tiene una historia y se desarrolla dentro de una comunidad, lucha por la
imposición de nuevos sentidos así como la alteración de la relación sgdo-sgte. Romper con la
arbitrariedad del signo implica captar la nueva significación que éste adquiere al enlazarse con
referentes del mundo material, organizando nuestra cognición del mundo. Una misma palabra
activa múltiples significados de acuerdo a como las diferentes comunidades van resignificando
los usos de un término, activando los procesos de apropiación significativa que le permiten a los
hablantes internalizar los conceptos con un significado particular.

Es por eso que cada clase social puede asignarle un significado diferente al mismo signo con
múltiples valoraciones que también se van alterando históricamente. De allí la importancia de
estudiar el uso de la lengua, donde se manifiesta qué conocimiento tiene el hablante de esos
signos. Toda lengua porta una ideología que se pone de manifiesto en ese uso y alteración de los
signos para construir nuevos sentidos explicitados en la interacción entre hablantes. Se trabaja
entonces, sobre lo social como un conjunto de relaciones entre roles preconfigurados por una
ideología dominante que exceden el mero intercambio de información. De esta manera, “los
signos no son naturales sino creaciones sociales humanas en la conciencia individual para
constituir el todo social” (Raiter 2014: 31), todo signo es ideológico y no hay ideología sin
signos dado que éstos se crean para satisfacer necesidades.

A su vez, Voloshinov instala la idea de un sujeto ideológico cuyo entendimiento se mide en su


capacidad de apropiarse de estos signos y las significaciones que le vienen dadas cuando ingresa
a una comunidad particular. En esa imposición de signos y significados, se juega el dominio de
cuerpos y mentes ya que los signos son neutros y adquieren un sentido al ser usados en
interacciones sociales, dentro de una comunidad como todo acto de creación ideológica. No
obstante, en ese comprender y usar los signos se juega además, el poder de transformarlos dado
que los significados se van moldeando de acuerdo a las múltiples experiencias comunicativas de
las que participamos, de allí surgen los reenvíos y las resignificaciones.

2-Desarrolle los principales aspectos que relacionan los conceptos cooperación e


implicatura.

Siguiendo los presupuestos de que la comunicación no está sólo dada por el intercambio de
significados léxicos, la teoría de las implicaturas de Grice (1975) permitió distinguir entre lo
dicho y la configuración del “querer decir”. Partiendo de la supuesta predisposición del otro
para mantener un diálogo se asume la existencia de un acuerdo tácito de voluntad comunicativa
que se define como principio de cooperación. Se trata de una expectativa de cómo se espera que
el otro actúe en el intercambio, la información con la que se pueda aportar, la dirección y el
grado de cada intervención.

Todo hablante debe contribuir a la conversación de un modo adecuado y solicitado cuando se le


dé la palabra, con un objetivo común inmediato y de acuerdo a los compromisos establecidos en
la conversación. Este principio se articula en el cumplimiento de cuatro máximas que explican
el comportamiento gramatical: de cantidad (la información proporcionada debe ser la requerida
por los objetivos del intercambio), calidad (información cuya veracidad pueda ser comprobada),
de relación (pertinente al tema discutido), de manera (brevedad, evitar ambigüedades y
ordenando los datos para su correcta disposición). La cooperación no acrecienta nuestro
conocimiento del mundo sino que contribuye al desenvolvimiento de una comunidad al
desambiguar interpretaciones.

Los interlocutores actúan sin considerar el cumplimiento de las máximas pero así y todo, son
ellas las que organizan cada intervención. Puede haber situaciones en donde se juegue
conscientemente con ellas en casos de violación aparente, choque de máximas y/o violación
ostentosa donde, el conflicto es algo buscado que se manifiesta cuando el oyente no “coopera”
con su interlocutor.

La implicatura remite a un significado adicional que se suma a lo dicho y no supone una


presuposición derivable del contenido semántico de la oración ni está anclada a los valores de
verdad sino que, en el marco de la conversación, intentamos generar algo en el interlocutor que
no es expresado explícitamente. El emisor cuenta con que su destinatario lea ese “otro
significado” (no natural), lo que quiso decir con lo que expresó y lo que el hablante infiere a
partir de lo que recibe. Debe haber un grado de conocimiento compartido para responder eso
que se oculta tras lo enunciado y sólo cuando se llega al efecto deseado por el hablante, se
cumple la implicatura.

Las implicaturas convencionales introducen un nuevo significado que se sobreentiende de los


elementos lingüísticos y no en base al contexto. No alteran el valor de verdad de lo expresado
sino que impactan en el uso de los enunciados y en la carga valorativa adicional que se imprime
en la elección de los términos. Se distinguen de las presuposiciones que también remiten a un
significado adicional implícito en una expresión pero que sí tienen repercuten en las condiciones
de verdad de una proposición y varían de acuerdo al contexto. Aluden a cuando el significado y
las condiciones de verdad son saturadas en relación al sistema de convenciones aceptados en
una sociedad, representando significados adicionales asociados al contenido de la expresión
(“logró terminar” > esfuerzo). Son particularizadas, no cancelables y no calculables, están
adheridas a las expresiones lingüísticas palabras (separables), ej.: “Ana logró terminar la tarea”.
Por otro lado, las implicaturas conversacionales remiten a cuando se dice algo pensando en otra
cosa y sobreentendiendo que el receptor entenderá a lo que me refiero sin que tenga la
necesidad de explicitarlo. Son calculables, no separables y cancelables ya que dependen de un
contexto de enunciación específico y ese significado implicado puede ser desmontado. Se
comprueban a partir del significado no de la forma, desestructurando la concepción saussureana
de que a cada significante le corresponde un significado. Las particularizadas poseen
significados puntuales, dependientes del contexto de enunciación. También están las
generalizadas que no necesitan de un contexto para saturar su significado, habilitando múltiples
usos.

La calculabilidad tiene que ver con que la inferencia debe considerarse no tanto como regla sino
como una explicación del uso no convencional de una expresión, una posible explicación lógica
del concepto. Toda implicatura tiene como base quebrar una máxima al suponer una inferencia
no transparentable en el enunciado. Para Grice, todo uso de la lengua está reglado formalmente
pero su uso se extiende más allá de la mera transmisión de información y aun así podemos
comprender fácilmente lo que otros nos dicen.

La hipótesis del significado intencional busca reivindicar la idea de que todo acto comunicativo
implica un intercambio cooperativo, asumiendo que “hay una lógica en el uso del lenguaje,
articulada por las máximas del principio de cooperación: la comunicación intencional obedece a
una lógica según la cual producimos e interpretamos significados lingüísticos de un modo muy
eficiente” (Reyes 1995: 50). El hablar de un significado no natural supone que no hay
correspondencia unívoca entre las representaciones semánticas abstractas de las oraciones y las
interpretaciones concretas del enunciado.

La economía de la teoría parte del hecho de que de una misma expresión puede dar lugar a
diferentes implicaturas de acuerdo a los infinitos contextos de uso. El hablar de implicaturas
justifica la concepción de que toda expresión porta un único significado estable que absorbe
otros significados una vez que entra en determinados contextos ya que la comunicación crea las
condiciones y expectativas necesarias que los hablantes aprovechan para introducir otros
sentidos.

La cooperación está en la base de los postulados dado que más allá del tipo de relación, los
sujetos siempre se predisponen a entablar diálogos y prestan su consideración por responder
siempre que son interpelados. Se trata de una propuesta cognitiva que permite estudiar los
procesos de vinculación humana también en el marco del intercambio cultural. Es una teoría
abstracta centrada en el trabajo mental (perspectiva generativista) que todo hablante realiza en la
situación comunicativa, dejando de lado toda consideración por la dimensión social (contexto).

Entre sus logros, se destaca la atribución al sujeto de un rol no de simple usuario sino de
intérprete capaz de atribuir al enunciado una interpretación que exceda lo meramente
lingüístico. Aun así, las críticas apuntan a remarcar que el paradigma cooperativista hace
alusión a una interpretación idealizada de la realidad interaccional ya que las situaciones de
conflicto presentan una organización diferente de la expuesta en el principio de cooperación.

El descubrimiento de una racionalidad subyacente a determinadas formas de interacción no


excluye el hecho de que los participantes puedan seguir o no las reglas que regulan el
comportamiento social (falta de cooperación) pero si permite ver que los individuos tienden
siempre a buscar una interpretación de lo dicho, de la que extraen información que los orienta
en su comportamiento más allá de si cumplen o no el principio cooperativo, el cual sólo opera
en situaciones armoniosas.

De esta manera, todo enunciado consta de un significado literal especificado por la gramática al
que se le suma una parte del sentido indirecta que se infiere del contexto de enunciación donde
se produce el acto de habla. Grice retomará estas reflexiones en el estudio del significado del
hablante al proponer una distinción entre significado natural y no natural que relaciona el
empleo de expresiones para un “querer decir” frente a su saturación en un contexto de uso
puntual. De ese vínculo surge el concepto de implicatura que da cuenta de una inferencia
pragmática subyacente a todo enunciado.

La noción de implicatura supone prestar atención a lo no dicho, orientando las lecturas en base a
esos presupuestos que organizan la comunicación. Grice reconoce en el hablante no a un mero
intérprete sino a un receptor y decodificador de mensajes que hace valer su capacidad creativa
en la construcción de significados. Sin embargo, este principio presupone una suerte de
interacción más o menos idealizada dado que no toda situación comunicativa fluye en armonía
sino que también tienen lugar allí una serie de conflictos entre las partes.

3-En el edificio o estructura conversacional explicite de forma clara y completa cuáles son
los planos de organización del discurso.

Por otro lado, en base a la idea de que toda conversación tiene reglas de formación, se asume
que todo intercambio consta de una estructura de turnos o secuencias que se organizan de
forma que dos o más participantes puedan expresarse sin necesidad de superponer sus
intervenciones. La sectorización de turnos permite identificar la toma de la palabra de uno y
otro como así también la gradación en el intercambio, guiada por la alternancia entre una
secuencia y otra (reciprocidad). Son formas de organizar las participaciones presentes en todo
tipo de intercambio y que alteran la presentación de la información ya que pueden darse por
heteroselección, donde el hablante selecciona al próximo interlocutor o bien por autoselección
en casos donde el interlocutor toma por sí solo la palabra.

Un hablante sabe de antemano cuándo se presenta el momento oportuno para que puede
intervenir (miradas, entonación, preguntas) es por eso que generalmente, la conversación se
organiza en turnos de pares adyacentes dado que toda enunciación presupone explícita o
implícitamente una réplica. En este sentido, Tusón Valls (2002) reconoce formas como los
saludos, preguntas-respuestas, invitaciones, pedidos, acusaciones, entre otras formas que
necesariamente habilitan el espacio para otra intervención.

A esta organización de secuencias, la estructura conversacional le suma la consideración de


los actos de habla que subyacen a cada intervención y remiten a la función conversacional de la
emisión, alterando su significado y a su vez, impactando en los roles y la situación comunicativa
que se está desarrollando. Todo mensaje lleva implícita una finalidad que estructura la
interpretación que busca producir y que termina alterando los signos empleados. El acto de
habla, como unidad mínima de la conversación, fortalece la relación entre los interlocutores a la
vez que produce significación por activar en un determinado contexto su fuerza ilocutiva.

Por otro lado, la apelación al contenido ideacional da cuenta también de esa alteración del
contenido referencial y proposicional al impactar en la instalación o alteración de los tópicos
discursivos planteados al comienzo de la interacción. Tiene que ver con cómo varía la temática
del encuentro e influye también en la organización de los turnos de habla y nos puede llevar a
identificar ciertas expresiones asociadas a determinados actos de habla exclusivamente.

Ese marco de intercambio espontáneo y del orden de lo cotidiano entre sujetos que comparten
algún tipo de vínculo o cercanía es clave para demostrar que la comunicación no implica sólo
hacer uso de los signos para expresar ideas sino que las prácticas interactivas le dan origen y
mantienen en desarrollo la capacidad significante del lenguaje. Todo uso de los signos se ve
alterado en el marco conversacional ya que se estructuran en base a lo que se quiere decir, frente
a quienes, dónde, cuándo, etc. Como no hay ninguna precisión al hablar de espontaneidad, los
hablantes van negociando sentidos e interpretaciones a fin de mantener el intercambio hasta
cumplir su propósito inicial.

Es por eso tan importante evaluar no sólo lo que escuchamos sino también lo no dicho así como
la influencia de los factores extralingüísticos, lo cual supone apelar al conocimiento de nuestra
experiencia a fin de dar con los factores más relevantes que impactan en la construcción del
sentido de un enunciado. El contexto es uno de los ejes más relevantes en el intercambio
conversacional dado que, allí se instalan roles que van organizando las intervenciones y el grado
de información que se intercambia.

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