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Zypnunt Bauman

HKKMF.NK! "T¡C.\ y LAS CIENV 1AS S<V íAI.K


gan z1912

Z y g m u n t B a u m a n

LA HERMENEUTICA
Y LAS CIENCIAS
SOCIALES

E d ic ío n e s N u e v a V i s ió n

ü u e n o s A ire s
121.686 Bauman, Zygmunt
BAU La hermenéutica y las ciencias socia|e s. _ ^ ed g
Buenos Aires: Nueva Visión, 200 7 ' ' 1 ' re1rnp.
240 p.; 22x15 cm - (Cultura y sociedad)

Traducción de Víctor Magno Boyé

I. S. B.N. 9 7 8 -- 9 S O - 6 O 2 - 4 4 ! - 3

l. Título - 1 . Hermenéutica. 11. Ciencias Sociales

Título del original en inglés:


Hermanear es an d social science
New York, Columbia U n iversity P ress, 1978
Copyright © Zygmunt B aum an , 1 9 7 8

I.S.B.N. 9 7 8 - 9 5 0 - 6 0 2 - 4 4 1 - 3

TuK.lna.ion de Y iclo r \l.iyini lio \ c

ganzl912
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Penal).

ln
Repúbl^ A^g O" 68
en la Argentjna / ^
ViSÍÓn SAIC‘ Tucumán 3748, (1l89)i 3. pres
B^uí 0iSji'
Queda hecho el depósito que marca la ley 1 ■‘
O

e ntina / pn nted in Argentin


IN T R O D U C C IÓ N :
E L D E S A F ÍO D E L A H E R M E N É U T IC A

Este libro trata de las diversas respuestas de las ciencias sociales al


desafío de la hermenéutica.
L a hermenéutica (del griego hermeneutikós, “relativo a la explicación”;
“explicación” es usado aquí con el sentido de “aclaración”, de hacer llano
lo confuso, claro lo no claro) fue durante muchos siglos una subdisciplina
de la filología. Puesto que la mayoría de los textos considerados esenciales
en el mundo cristiano se conseguían en versiones contradictorias, mos­
trando señales de descuido y falta de criterio en una infinita cadena de
copistas anónimos, la cuestión de la autenticidad, de la versión verdade­
ra, contrapuesta a la de las distorsionadas, no podía sino ser de la mayor
importancia para los eruditos. La hermenéutica se desarrolló original­
mente para responder a esta cuestión. La hermenéutica, con el empleo
predominante de los métodos de la filología, se ocupó de la revisión crítica
del contenido de los textos, con la consiguiente re-posición de la versión
auténtica-el “verdadero significado” del documento-como objetivo final.
Recuperar, en este estadio, el verdadero significado era considerado
idéntico a la demostración de la autenticidad del texto. Por razones
obvias, la historiografía era el más entusiasta y agradecido cliente de la
hermenéutica.
Fue en el siglo xvi cuando la hermenéutica emergió de su relativa
oscuridad y rápidamente se convirtió en centro de la argumentación
erudita. Esta súbita preeminencia se debió al debate católico-protestante
sobre el texto de la Biblia y lo que se entendía como el problema esencial,
el verdadero significado de su mensaje. La necesidad práctica del asunto,
que había adquirido mucho más que una significación técnica, colocó a la
hermenéutica en el centro de las humanidades. La “crítica filológica”
atrajo a los más brillantes y creativos historiadores y filósofos. Su presti­
gio fue estimulado por una serie impresionante de logros incuestionables
(a partir de Lorenzo Valla) al exponer la falsedad de documentos de cuya
autenticidad ni siquiera se había dudado a lo largo de los siglos. La

7
. elevo Crítica de las fu e n te s históricas
hermeneutica ^
n metodica
iniciales dejaron ue . . . “ ' ' U "- " fi; ' " 7 e; V “ ' n " ' en una

embargo hacia fines del sigto xvm se ProdUjO un cam bio decisivo u
reflexión filosófica respecto de la actividad y los resu ltados de la herme-
neutica fue más allá de la sim ple crítica de los textos y comenzó a hacerse
pregUntas difíciles sobre la n atu raleza y l ° s ráje tiv o s del conocimiento
históric0 com0 tales; en realidad, sobre el conocim iento en general.
Poco a poco, y al principio in sen sib lem en te, el sentido atribuido al
sigmficado rastreado por la investigación h erm en éu tica fue cambiando.
Los textos de que se ocupaba la h erm en éu tica tem pran a las más de las
veces eran anónimos; aun si se les atribuía el nom bre de un autor, através
de los siglos adquiría cada vez m ayor peso por sí m ism a como para
convertirse en independiente de sus creadores. E l conocimiento que
podíatenerse de las vidas de los autores gen u in os o putativos en conjunto
era aun menos confiable que los m ism os tex to s; por lo tanto poco podían
contribuir a su clarificación. La m ás obvia de la s respuestas a esta
circunstancia fue una casi total concentración en el texto mismo, corno
única guía para desentrañar su significado. La filología, m ás bien que la
psic°logía, dio las pautas para investigar la autenticidad.
tal vez, más im portante aun f ue la esencial armonía de la
actividad definida como la suposición cognitiva de la época. La percepción
del autor como legítimo “dueño” de sus ideas estaba comenzando a atraer
la atención de la imaginación. Los artistas segu ían siendo considerada
artesanos que se regían por las reglas a n ón im as de la cofradía , más bien
que p°r medio de sus sentim ientos y v isiones individuales y “nrivadas .

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crédulo y su p ercon fiad o c r ite r io p r e -k a n tia n o -t a n h á b il,p e r o e s e n c ia lm e n -
te d esp reocu p ad o en el reflejo del m u n d o “tal cual e s ” .
E l d e s c u b r im ie n to d e K a n t del p a p e l crucial del su je to en el proceso d e
tod o c o n o c im ie n to (q u e e n sí m is m o fu e c a u s a del d e sp e r ta r d el e s ta b le ­
cim ie n to del in d iv id u o com o el único d u eñ o por d erech o propio de cu a n to
p e r te n e c e a su id e n tid a d so cia l) p ron to fu e se g u id o p o r el d e s c u b r im ie n to
d el a r t is t a d e tr á s de to d a obra de a rte , u n a p e r so n a lid a d p e n s a n te y
se n sib le d e tr á s de c a d a creación . P a r a h a lla r se n tid o a u n a o b ra de a r te ,
e sc rib ía W . H . W a c k e n r o d e r en 1 7 9 7 , es preciso c o n te m p la r a l a r tis ta m á s
b ie n q u e s u s p ro d u c to s, h a s t a e l p u n to de “ a b a rca r to d a su c a r a c te rístic a
in d iv id u a lid a d ”. N o m u c h o m á s ta r d e , N o v a lis h a b la b a lib r e m e n te d el
“ u n iv e rso in te r io r ” d e l a r tis ta , cu y a re p r e se n ta c ió n e s la o b ra de a rte .
S e g ú n p a la b r a s de S h e lle y , el a r tis ta se co n stitu y e en el “ le g isla d o r del
m u n d o ” . A I c o n v e r tir se r á p id a m e n te la lib erta d p e rso n a l en el can o n
in v io la b le de la n u e v a e sté tic a (co m o , en v e r d a d , la v isió n d o m in a n te de
la n u e v a é p o c a ), te n ía poco se n tid o la b ú s q u e d a del sign ificad o del te x to
d e scu id a n d o al a u to r . C o n los a u to re s sien d o p o seed o res n u e v a m e n te de
s u s te x to s , s e le s n eg ó a lo s lectores la p o sib ilid a d d e ju icio .
L a n u e v a im a g e n del a r tis ta y de su obra (com o, en re a lid a d , de tod a
creación h u m a n a ) fu e r e g is tr a d a en la h isto r ia in te le c tu a l d e l m u n d o
occid en tal b ajo e ln o m b r e de R o m a n tic ism o . A p e sa r de qu e la s te o ría s d e l
R o m a n tic ism o a p e n a s sob rev iviero n a lo s in te n so s m o v im ie n to s a r tís ti­
cos poéticos y v is u a le s q u e a co m p a ñ a b a , tu vieron efectos d e cisivos en el
d e sa rro llo po sterio r de la s ciencias sociales. E n p a rticu la r, fueron fu n d a ­
m e n ta le s en la in e v ita b le tra n sfo rm a ció n del su je to -m a te r ia y la e s tr a te ­
g ia de la h e r m e n é u tic a .
F u e un d e sc u b r im ie n to ro m á n tico que l a obra de arte (a sí com o la
creación h u m a n a en g e n e r a l) fu e ra , sobre tod o, u n s iste m a in te n cio n a l.
E l texto, la p in tu ra , la e scu ltu ra , te rm in a ro n por ser v isto s com o e n ca r­
n acio n es de id ea s, la s cu ales, aun r e p r e se n ta d a s en su s r e su lta d o s, no se
a g o ta b a n en e llo s. E s ta b a n to ta lm e n te cóm od as en el in terior de la
e x p erien cia del a r tis ta , y e ra allí donde h a b ía que ir a d e scu b rirla s, si es
que se la s podía d e scu b rir. D e p ron to, la o b ra de arte pareció m e n o s
im p o rta n te co m o reflejo d e la rea lid a d “fu era d e” que com o reflejo d el
d esign io d e l a u to r, de s u s p e n sa m ie n to s y em ocion es. S e h izo e v id en te
que el sign ificad o gen u in o del te x to no podía d e se n tra ñ a rse m e d ia n te el
a n á lisis in m a n e n te . E ra preciso ir m á s a llá del texto. A m e n o s que el
verdad ero sign ificad o del te x to lo eludiera, el lector d eb ía r a str e a r la s
p ro fu n d id a d es im p e n e tr a b le s de la exp erien cia e sp iritu a l d e l autor. E l
lector no p o d ía ser g u ia d o en e ste esfu erzo por e scu e ta s y fáciles r e g la s.
En el acto de la creación h a y pocas leyes de u n iform id a d ; la obra de arte
ad qu iere su va lo r de la in d iv id u a lid a d , u n icid ad, irreg u larid a d de la
exp erien cia que le h a d a d o origen. E l sign ificad o de la obra de arte
segu iría sien d o p a ra el lector un libro cerrado, a m e n o s que é ste fu e ra
cap az de una e x p e rie n cia sim ila r. P a ra c a p ta r el se n tid o , el lector tien e
que h a ce r u so de su im a g in a c ió n , y e sta r se g u ro de que su im a g in a c ió n
se a lo su fic ie n te m e n te rica y flexib le p a ra que se la p u ed a co m p a ra r a la
del a r tis ta .

9
La"
c:'xtender s u ”
du a s ^
Debía interpretar, arriesgar hipó tesis respe* 1,sh
estructural dcll ^ ¿ £ . 0 texto m ism o sólo puede advertí r al p! * 0
mensaj^^lOCu ^ ^ interpretación•no p uede ° f recer 1 a prueba con d a l*
plausibilida sido verdadera o fa 1sa; a lo su m o es p UVen-

hadearqUee l^a'^ppa^asibi 1¡ dyad” o “no-plal. sibilid ad ” de lasin terp retaC °i;(.\lc


Lob L (
todos de la filología, U n « d es pa r n cUm pro g a r la autenticid *
Podían no ser suficientes cuando se perci be que el mg n ,fioado verd adPod
Poda localizado de algún modo “m as a l la que e \ pro^ texto, qUe e d”
naturaleza completamente dlüti nU que 1a del m is m o texto. La criüca
filológica siguió siendo parte integrante ^ Ia h e rm ené utica( si bien Con
categ0ria de auxiliar. La mayor atena ón de la herm en éutica s e desplazo
hacia 1a “frontera" misma del a re a , 1a in te r p retación de 1 significado.
E ntonces surgieron cuestioné m etod ológicas que p resentaron difi.
cultades nunca enfrentadas an tes, y que a m e n a z a b a n con socava ri0s
fundamentos mismos de las ciencias s o cia le s.
Las ciencias sociales se habían desarrollado a lo largo de todo el sigj0
xixytambién gran parte del xx, “a la som b rad elos triunfos de las ciencias
naturales”.1
Tales triunfos fueron espectaculares y convincentes. En el deslum­
brante esplendor de los logros tecnológicos, a raíz de los cuales las ciencias
naturales, con toda justicia, reclamaban se le acreditarany de las cuales
obtenían siempre renovada confianza, se hicieron poco discernibles l0s
lados oscuros de la duda. Los voceros de las nuevas ciencias sociales, en
un todo ala altura de la autosuficiente nueva época, soñaban con emuk r,
en el conocimiento social, “el mismo tipo de iluminación sensacional y
poder explicativo que ya habían conquistado las ciencias naturales”.*
Los evidentes logros de las ciencias naturales eran tan impetuosos y
embriagadores como para que sus fanáticos perdieran el tiempo en
pavadas -o , en en reflexionar sobre la conveniencia, para el
estudio de lavida socia1, de adoptar el punto de vista de los investigadores
de las ciencias naturales. Pero el tiempo no era propicio (por lo menos en
^s c°mienz°s) para meditar sobre la naturaleza exacta y los límites
rn rinsecos del método científico” como tal; los filósofos de la ciencia no
habian ile^ado a aproximarse siquiera al nivel de sutileza y propio
r?env^ ncimiento que mucho más tarde alcanzarían otros filósofos de la
mia^ n op ? acheÍardo Popper. Era esa una época de abundancia, y la
piisim m ^ c ! de ]s j misma que le cuadraba no permitía que les
lev^ntados por uaos P dominio humano del mundo m ás que aquellos
humanas. culpa e indolencia de la inventividad e ingenuidad

científir^(^-natuva]l a;f un a la mirada m ás superficial la exitosa historia


’ usencia absoluta en las conclusiones científicas ^e

Anthony Giddens Neiv r ? •


Nueva York], 1976, pá’ 12 ues 0 Sociológica!. Method, Hutchison, Londres iBaSiC-
! Ibid., pág. 13.

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la ca teg o ría de “in te n c io n a lid a d ” . L a s cien cia s n a tu r a le s fu eron d e sa r r o ­
lla n d o g r a d u a lm e n te un le n g u a je que p e r m itía d a r in fo r m e s e x h a u stiv o s
sin h a c e r r e fe r e n c ia a “v o lu n ta d ” , “ p ro p ó sito ”, “in te n c ió n ” . E s ta n u e v a
cu a lid a d del le n g u a je cie n tífico fu e e x p re sa d a por C o m te com o s u p la n ta ­
ción de lo “te o ló g ic o ” o lo “m e ta físic o ” por lo “p o sitiv o ” . M u c h o s de los que
e s ta b a n al ta n to de la te r m in o lo g ía de C o m te h a b r ía n de h a b la r del
triu n fo de la so b r ie d a d s e c u la r sob re la s ilu sio n e s re lig io sa s. N o es que los
in v e stig a d o r e s de la s cie n cia s n a tu r a le s d eb ían de se r agn ó sticos p ara
prod ucir re su lta d o s cie n tífico s; sino que su s re su lta d o s eran cien tíficos en
la m e d id a en q u e h a b la b a n so b re “lo q u e debía su ce d e r" y no d a b a n lu g a r
a u n “ propósito d iv in o ” e s e n c ia lm e n te v o lu n ta r ista , el cu al, en principio,
h a b r ía podido q u ita r al fe n ó m e n o de su re g u la rid a d o b se rv a d a y r e g is tr a ­
da. L a s cien cia s n a tu r a le s podrían ser d e fin id a s casi com o por la a u se n c ia
de m ila g r o s y, en r e a lid a d , com o su jeto e sq u e m á tic o e in te n cio n a l, ajeno
a todo lo e x tr a ñ o y e x tra o rd in a rio , su g e stiv o o con cien te, d eliberativo.
E n fo c a d a de e ste m odo la “co m p re n sió n ” de los fe n ó m e n o s te r m in a ría por
se r la “e x p lic a c ió n ” . S in el “sig n ifica d o ” en el sen tid o de prop ósito, la
“c o m p re n sió n ”, e s d e cir la captación in te le ctu a l de la lógica de los
fe n ó m e n o s, era lo m is m o que la “exp licación ”; es d ecir que la d e m o str a ­
ción de las re g la s g e n e r a le s y las condiciones e sp ecífica s que h acen
in e v ita b le que ta l fe n ó m e n o su ced a . Sólo e s ta clase de “co m p re n sió n ”
p arecía com p a tib le con u n a ciencia de la sociedad que a sp ira ra a e m u la r
los logros m a g n ífic o s o b ten id o s por la s ciencia n a tu ra le s.
P a ra este concepto n acien te de u n a “ciencia n a tu ra l de lo socia l” , la
h e r m e n é u tica , in s p ir a d a en la visión ro m án tica de la creación, sig n ifica ­
b a u n serio d esa fío . E n efecto, cu e stio n a b a la posibilid ad m ism a de que se
p u d iera a cla ra r n u e stro con ocim ien to de lo social d ejan d o de lado la
con sid eración del p rop ósito. E s cierto que es preciso a b a n d o n a r la b ú s­
qued a v a n a de un “d e sig n io ” y un “ob jetivo” en la n a tu r a le z a ; si e x istie ra
tal d esign io y tal o b jetivo , en p rim e r lu g ar no sería el n u e stro , el de los
h u m a n o s, y, por lo ta n to , se ría in ú til esp erar q u e p ud iera se r captado.
Pero esto no tien e n a d a que v e r con la n a tu ra le za h u m a n a . E n e lla es
in cu estion a b le la p r e se n c ia de d esign ios y objetivos. L os h o m b re s y las
m u je res h acen a q u e llo que se p rop on en . Y los fe n ó m e n o s sociales, puesto
que en ú ltim a in sta n c ia son actos de los hom bres y de las m u jeres, deben
ser com p ren d id os de m a n e r a diferente que a través de su m e ra e x p lica ­
ción. S u com p ren sión por lo ta n to debe contener un e le m e n to ajeno a la
explicación de los fe n ó m e n o s n atu rales: el rescate del propósito, de la
in ten ción , de la s in g u la r configuración de los p e n sa m ie n to s y lo s se n ti­
m ie n to s que p reced en al fe n ó m e n o social y sólo a lca n za n su m a n ife s ta ­
ción, im p erfecta e in c o m p le ta , en la eviden cia de las con secu en cias de la
acción. P or lo ta n to , la com p ren sión de u n acto h u m a n o debe ser b u scad a
en el sen tido que le con fería la intención del actor; u n a ta re a , com o puede
o b se rv a rse a sim p le v ista , e se n cia lm e n te d iferen te de la de la s ciencias
n a tu ra le s.
Q u ien q u ie ra que ad h iriera a e s ta su geren cia de la h e rm e n é u tic a se
habría e n fre n ta d o de in m ed ia to con u n a cantidad de d ificu lta d es fu n d a ­
m en ta le s. Y lo m á s p reo cu p a n te era la le g ítim a d u d a de que el e stu d io del

11
, ,, , o d al pudiera llegar a d a n z a r el nivel de precis.ón v e¡(, ,
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'3 l n g-encT-ai; los actos de escn bir y le e r , de actuar e , m erp^
prctar l(1
^^ pertenecer a Ui ^ ni a ^ 01^ cojiHcvar unaf^
nnfucrte
nz a de familia. Para com p re n de r 1a ° b ra de a f t ^ e h acía neceSar
recurr.r ^ d e s i g n i o s de| a rtis t a lo q ue po r sí m isrno « -a un¿ 't^
a^ .^ tic^- para interpretar no im porta q u e neto ha « a fa lta recrear la
rnnm lcia red do motiv'os e m ten c ^ i e s A m bos casos req ^ r m n sobre t0do
Cro.¿ vena afinidad en la experienern com pa rtld a , una suerte de identif,-
cac‘lón :-;Ímpatcticacon otro ser h u m a n o . A l igua 1que el acto esencialmen-
t< \-oluntario. intencionalm ente orientado q ue debia se r c°m p rendido. la
simpatia imaginativa que había que po n er en esa com pren sión no podía
reducirse a una sorie de reglas que elim in aran e| pa p d del propósito
SUb)Ctivo v la S decisiones depcnd ientes de ese propósito. Tal comp rensión
era un arte más bien que uníi ciencia. ^
La naturaieza. m ás bien artística que científica, de la comprensión
represcm aba un obstáculo natural p a ra la aceptación general de las
interpretad ones. condición sine qua non p a ra la fundam entación de una
actividad comunitaria llam ada ciencia. A u n durante los períodos de
quiebra y disenso que van señalando la historia de toda ciencia, aquellos
que la practicón pueden hallar algún aliento y credulidad en la creencia
de que exi,ten. o puedc-n hallarse, algu n as reglas de conducta específicas
que conducen a la aceptación com unitaria y aseguren, por lo tanto, el
consen.sc común de los resultados. La noción de tales reglas no se condice
del todo u;n la imagen de la creación artística. Q uienes se dedican a la
hermenéut ica. enfrentados con la necesidad de optar entre diversas y
controvertidas interpretaciones, no pueden referirse fácilm ente a reglas
impersonales capaces de regir a través de un acto de sim patía pers°n< al
Y de propia identificación. El logro del consenso de la interpretad ón
proseiU a complicaciones desconocidas por las ciencias de la nat^ atazrn
. ! a l dific:ultad, ya considerabie en sí m ism a , era sin embargo menos
im tante c°inparada con la com plejidad de la cuestión de la v e r °ad, dado
que a imagen que el s¡glo xix tenía de la ciencia sobrepasaba los límites
e lograr un consenso re specto de que los resultados específicos fuenan
validos nujs allá de toda duda razonable” .
gn7,ür'í 1^ a parte integ 'a de esta im agen , y una razón im portante para
volím ^ri pi*e^ ' que g ozaban las ciencias n atu rales, el hech ° de que a
s Uc e i cone ob reSU t ad os tuvíera fu n d am en tos m ás sólidos y duradei° s
se basar-o SunSo e loS CWnt^ icos; en otras p a lab ras, que las reg las ea da _
Vos. En D r i ^ S0 j u stlíicaran efectivam en te los resu ltados d ^ ^nl
doS como acePt ° ’i eS U ta do s d e las ciencias n a tu r a le s eran consJ. eran
ser aceptadosPp a ' oS universalm ente, sino a decir verdad, que Pudielpn-
te observada u OIO ^iem P: e •Esta creencia se b asab a en la tra ^ o*^ ,
controlable por Ia Crsonaí*d acd de la s operaciones conducen tes, de,I11r,]líi
de lo imnortunt„ ° m unidad>a la form ulación de los re su lta dos. M a® 0.
cion el P.._-ante que PUeda s, el papel del genio in d iv id u a l,la pent,ra
> el accidente ¿ ¿ U ^ «0 : idea
de inspiración a a rt¿c«la r una
12
nueva, debe haber una serie de reglas universales (que esencialm ente no
se basen en factores únicos y personales) que se usen para validar la
pretensión de la idea al estatus de verdad. La ciencia era considerada
como una fórm ula legal-racional absoluta y, por lo tanto, como una
actividad im personal y democrática. El descubrimiento era asunto de
genio o de talento, pero su convalidación estaba basada sobre reglas que
podrían ser aplicadas por quienquiera que dominara en el consenso
general los conocimientos que era dable alcanzar , los cuales, por lo tanto,
no dependían de las diferencias que pudieran suscitarse en la personali­
dad de los científicos. Esa convalidación, en consecuencia, era absoluta­
mente impersonal y, puesto que los factores personales no intervenían en
este proceso, no existía ninguna razón valedera para poner en duda que
aquello que había sido convalidado siguiera siendo válido para las
generaciones sucesivas de estudiosos.
Resultaba evidente, sin embargo, que la convalidación de las interpre­
taciones de sentido no podían alcanzar el nivel de impersonalidad o,
efectivamente, la-esperanza-de-una-durabilidad, lograda por los hallaz­
gos científicos-naturales. Laherm enéutica consideraba la “comprensión"
como inherente a una especie de “unificación espiritual” del escritor y el
lector, el actor y su intérprete. La unificación, se realizara o no, estaba
lim itada puesto que debía realizarse, siempre en una única dirección, a
partir de una posición histórica y biográfica. Aunque los intérpretes
lograran neutralizar las diferencias personales, habrían seguido, sin
embargo, “encerrados históricamente” dentro del peso y el tipo de
experiencia que les era posible de acuerdo con la tradición. El consenso,
por lo tanto. no garantizaría la verdad. Los recursos para convalidar sus
interpretaciones podrían a lo sumo ser impersonales solamente dentro de
un determinado estadio histórico. En este caso, la impersonalidad no era
equivalente a la atemporalidad. Por el contrario, la impersonalidad del
acto de interpretación (y, en consecuencia, la posibilidad de un consenso
entre los intérpretes) sólo habría podido ser concebida en el caso de que
se basara en que los intérpretes participaran de la m isma tradición
histórica, en sus recursos esquemáticos derivados de una misma fuente
de experiencia histórica. Parecía como que el consenso pudiera sólo ser
temporal, limitado por la tradición, y por lo tanto incapaz de alcanzar los
niveles de la verdad. El verdadero fundamento de lograrla y alcanzar su
validación en el consenso general, excluía que fuera tratado como atem ­
poral y definitivo.
En u na palabra, el desafío que se presentaba a la hermenéutica ante
la idea de que las ciencias sociales habrían podido estar a la altura de los
estándares de la lógica y la autoridad de las ciencias naturales radicaba
en dos problemas: el del consenso y el de la verdad. Por consiguiente, las
ciencias sociales, al afirmar su estatus científico, debían limitarse a
probar que sus reglas de consenso y su estándar de verdad en la
interpretación del sentido, alcanzara un grado comparable al que se
había logrado en el estudio de la naturaleza. Este libro está destinado a
discutir los más destacados intentos para poder ofrecer la prueba de ello.
Por cierto que con los continuos esfuerzos por superar el desafío de la

13
. se ao-0 :a l a h is to r ia d c la s o c io )o g í a . U n a corriGnti
herm eneutica no s * ias cie n c ia s s o c ia l es ( q u e p r e d o m in ó en el s: frle

¡POfvíSpOCOS f x x ) ° bien no t o m a e n c u e n t a el d e s a fío o subesti^^O

emEpCeanCOÍ?mníet^ ^ imPOrr tnCííaen U s u p e s . ™ de la n o existencia de


sign ificativ a e n tre la s e n q u e operan las
ra1c^’ v l a s socia les. E s t a su p o si c o n es d e fe n d id a e n una de
que los “. ig n if i o . a os s u Dj e t ív o s ' , l a s m t e n d ones, los
motivos así como las expen ^ m s r n fe n o i^ s n o s on de ser
nhsprv adas y por lo ta n to deben se r s itu a d a s í u e ra d e to d ° estudio
rientífico cuvo único objeto le g ít im ° es e) c o m p o r t a m ie n to ^ ey^ M e; 0
quc los factores subjetivos no r e p r e se n ta n un p r o b f e m a m e t ° do)ogico en
sí m ism os. puesto que pueden r e d u d ^ e e n t e r a m e n t e a fen°menos
externos susceptibles de un tr a t a m ie nto c ie n tific o n o r m a l- E) 0erecho a
negar el d e safío de la h erm en éu tica se ju s t ific a a )a f e z de q ue el ^aspecto
subjetivo de la vida social o bien no r e p r e s e n ta u n p r o b le m a peculiar para
el estudio científico, o - s i lo h a c e - debe se r p u e s to en e) )u gar que le
corresponde, es decir en el dom inio de la p o e s ía o de )a filosofía. No es
propósito de este libro ocuparse de la e sc u e )a so cio )ó g ica q ue e n tronca con
esta actitud. E ste punto de v ista sólo h a sid o e )e g id o p a ra el aná)isis que
admite que el aspecto subjetivo de )os fe n ó m e n o s s o c ia le s , a diferencia de
los naturales, presenta un prob )em a de in u s u a l c o m p le jid a d , que, no
obstante, espera poder h allar u n a so)ución q u e , o b ien n eutral ice su
impacto o reconcilie a la s ciencias socia les con su d e stin o ineludible: la
necesidad de perm anecer atado a )a tra d ició n y a s e v e r a r verd ad es con
toda evidencia relativas y te m p o ra les. E s to s p u n to s de v is ta tienen en
cuenta la relatividad del conocim iento com o u n p r o b ) e m a particularm en­
te agudo en el estudio de lo socia).
El efect o inesperado de m is criterios de se)ección es que este )ibro
favTorezca ideas desarrolladas dentro de )a tr a d ic ió n in te )e c tu a ) a)em ana,
al tiempo de prestar una atención r e )a tiv a m e n te m e n o r a )a francesa. Los
padres de las ciencias socia)es fran cesas tu v ie r o n m u y poco en cuenta )as
Pecu iaridades de la realidad socia) con d icion ad a por e) ca rá cter subjetivo
e a social? y eran su m a m en te in d ife r e n te s a la co m p le jid a 0 de la
es egia m vestig a ;iv a . S orprernle n te m e n te , eran in d ife re n te s a 1os
posa^ sis profun<\° s del al ma ° e Ja h e r m e n é u tic a filo só fic a , y, en efecto, es
. 0TS1
i1
b^í;hSnegU1^uel 1desarrono de la socio)ogía fr a n c e s a d e sd e S a in t-S im on
la m^ ^ nria’ aa Wia<j AS^í»h a sta M a u s s , de sco n o c ie n d o al m ism o tiem Po
tica obligíibanaa i a £ de de los in te rese s que )a trad ición h e r m eneu:
C °m teb!lg D uarkahl0S om bres de ciencia a cornu der a r com o propios. N i
preocup^ron ser:a m ’ n f tam poco ! ° ::.m a s e m in e n te s de su s h e re d eros>se
hechosPsociales. ™ te por el dano de )a rebateiv^id a d en e) estu d io de los
relatividad puede ser u n ™ a íos í_estab an in ch n a d o s a so sp e c h ar que la
En la creencia d e que los heccrom co que r e siste a todo r e m e d í0 conocido.
otras, por ejem plo Que exi < h ^ sociales son “c o sa s” com o cu a )esqu iera
feera de la e sf(3raQde u ^ d e derech o propio com o e n tid a d e s
naturalidad, prim ero m io I T perie n cia in d ivid u a), con clu ían con toaa
’q posible e stu d ia r la s re a lid a d e s s ociales sin
14
te n e r e n c u e n ta n e c e sa r ia m e n te el proceso de un prod u cto social y,
se g u n d o , q u e q u ie n q u ie r a e m p re n d ie ra e ste e stu d io con el m étod o ap ro­
piado y d ilig e n cia h a b r ía de lle g a r con to d a ce rte za a los m ism o s r e s u lta ­
dos. E s t a es, d e sp u é s de todo, la m a n e r a de co n sid e ra r la s ciencias
n a tu r a le s en el sig lo x i x . F ie le s a la firm e trad ición r a cio n a lista fran cesa,
co n sid e ra b a n el v e r d a d e ro conocim iento com o, sobre todo (y no so la m e n ­
te), u n a cu estión de m éto d o y de aplicación siste m á tic a . L a razón cog n os­
citiva y el objeto de su e x a m e n no e s ta b a n h echos de la m is m a te la ni
su je to s a la s m is m a s le y e s. A u tó n o m o s y ate n to s e x clu siv a m e n te a la s
r e g la s de la lógica la razó n (incluido su sello sociológico) e ra de lejos
c o n sid e ra d a in m u n e a la s ex ig en cia s h istó rica s (en r e a lid a d , la concre­
ción h istó rica ) o c u a le sq u ie r a otras típ icas de su objeto. E n u n a p a la b ra ,
la razón no fo rm ab a parte de la re a lid a d social si no se lim ita b a al cam po
del e stu d io .
E s ta fu e , p re cisa m e n te , la suposición cu estion a d a por la tradición
in telectu al a le m a n a , en la cual la reflexión sobre la actividad y los
p ro b le m a s de la h e r m e n é u tic a ten ían un papel preponderante. Por lo
ta n to , la in terp reta ció n de la realidad social aparecía com o u n a conver­
sación en tre u n a y otra época histórica, o entre u n a tradición com unal
esta b le cid a ; h a sta u n estu d io in m a n e n te , “in terior” de la propia realidad
social era con sid erado, con secu en tem en te, com o un caso pa rticu lar d e n ­
tro de los lím ite s tra d icio n a les de la com prensión. P ara cu alqu iera que
in te n ta r a a lca n za r un conocim iento ob jetivam en te vá lid o de lo social, el
relativ ism o con stitu ía u n verdadero peligro, que no podía s e r ap artado
sim p le m e n te d e s e c h a n d o los m étod os e q u iv o ca d o s, o m a n te n ie n d o
u n a p o sic ió n e s c é p tic a r e sp e cto de la s su p o sic io n e s y “e v id e n c ia s ”
d e s c o n tr o la d a s . A m b o s in te g r a n te s de la c o n v e r sa c ió n , lla m a d o s
“c o m p r e n s ió n ” e “ in te r p r e ta c ió n ” e ra n e sp e cífico s h is tó r ic a m e n te y
d e te r m in a d o s p o r la tr a d ic ió n , y el e stu d io de lo so cia l sólo podía se r
v isto com o u n p ro c e so sin fin de revaloración y r e c a p itu la c ió n , m á s
b ien q u e com o p a so a u d a z de la ig n o ra n c ia a la v e r d a d . S e g ú n u n a
e x c e le n te c a r a c te r iz a c ió n d eb id a a I s a ia h B e r lín , d u r a n te el p eríod o
r o m á n tic o , A le m a n ia so ste n ía que la s fo r m a s h u m a n a s de v id a “p o ­
d ía n se r s e n tid a s , o in tu id a s , o co m p re n d id a s m e d ia n te u n a e sp e cie
de fa m ilia r id a d d ir e c ta ; no p o d ía n se r to m a d a s por p a rte s y v u e lta s a
re u n ir, ni s iq u ie r a en el p e n sa m ie n to , com o un m e c a n ism o co m p u e sto
de p a r te s a is la d a s , ob e d e cie n d o a le y e s c a u s a le s , in a lte r a b le s y
u n iv e r s a le s ” . D eb id o a la s co n tin gen cias de su p ro p ia h isto ria , que se
r e m o n ta b a n por lo m e n o s h a s ta la R e fo rm a , los p e n sa d o r e s a le m a n e s
de la ép oca “e ra n p r o fu n d a m e n te con cien tes de la s d ife re n cia s e x is ­
te n te s en tre su m u n d o y el u n iv e r sa lism o y r a c io n a lism o cien tífico
p o d e r o sa m e n te im p r e g n a d o del p u n to de v is ta de la c iv iliza c ió n al
e s te del R in ” .3
E s preciso aclarar que y a antes la disciplina técnica de la herm enéutica
h ab ía alcanzado e sta nu eva profundidad e im portan cia filosófica sobre

3 Sir Isaiah Berlín, “Foreword,. to Friedrich Meinecke. Historism, Routledge & Kegan
Paul, Londres, 1972, págs. IX-X.

15
todo gra cias a la potente visión filosófica d e Ia filo s r á a h e g e lia n a . Antes
de H e g el ningún sistem a filosófico h ab ía sido 11:1 siq u iera a p rox1matíva-
m en te tan exitoso en asim ilar la razon a su obj eto, el conoc1m1ento y ^
historia , en una unidad m onolítica ; y en p re se n ta r su separación y
oposición como un m ero momento de desarro1 l o qu e sería tra scendido al
continuar el curso de la historia. En la filosofí a de H e g e ^ la conciencia de
cada u na de las épocas es u n a etapa de progreso de la razón en caminado
a conocerse a sí m ism a, descubriéndose gra d u a lm en te c° m ° la única
“esencia” del ser: “Todo el proceso de la h istoria... se dirige a convertir este
im pu lso inconciente en conciente”. A lo largo de la activ id a d histórica de
los pueblos, la razón se com pleta a si m ism a e n u n a prop1a to ta lidad
de com prehensión” . El esfuerzo perseguido hacia la propia com prehen­
sión es, sim ultáneam ente, la consum ación de la r a zó n .4*
Con la historia y la com prensión de ella se cu m ple esen cia lm ente el
m ism o proceso; la comprensión del pasado, el esfuerzo p ara penetrar y
captar el sentido de los hechos hum anos es por sí m ism o historia. El
historiador, al actuar como agente de su com prensión está sujeto a la
lógica de la historia. No tiene un cam po desde el cual contem plar el
proceso del cual es irrem ediablem ente sólo u n a parte. Sólo puede ver
cuanto puede ser visto desde su ubicación en el proceso.
E ste concepto se vio reflejado en la herm enéutica filosófica en la noción
del “círculo herm enéutico”. La com prensión significa proceder por círcu­
los; m ás bien que un progreso unilinear hacia el m ejor y m en o s vulnerable
conocimiento, consiste en una interm inable recapitulación y una nueva
valoración de las memorias colectivas -s ie m p r e m á s v o lu m in o s a s - pero
siem pre selectivas. Es difícil advertir de qué m an era cualesquiera de las
sucesivas recapitulaciones puede pretender ser la final y concluyente; sin
em bargo, mucho más dificultoso sería establecer esta pretensión. La
dificultad se origina en el hecho de considerar como específico el estudio
socia1, al p resentar las esencias “com prensivas” cuyos problem as son
desconocidos para las ciencias basadas en la m era “explicación”.
El desarroHo de las ideas herm enéuticas a lo largo del sigloxix alcanzó
su culminación en la obra de W ilh elm D ilthey, donde hallaron su más
profunda y -e n cierto sentid o - ú ltim a expresión. B rilla nte filósofo y
em inente historiador, D ilthey pareció llegar tan lejos cuanto posible en
la noción de la com prensión histórica y de la naturaleza tra d icionalista
de la comprena ón. p u esto que la m ás exhaustiva exploración de la
com prensión fu '' Io que conduj o a D ilthey a abandonar su esperanza
m icial d,e Prov eer a la O t a ria de un conjunto d efin itivo de reglas
m etodologicas mflex1bles generadoras de la verdad, la inherente “incon-
clusividad de la comprensión pareció dem ostrada concluyentem ente.
E ra necesario hacer frente a este desafío, puesto que, de lo contrario, las
ciencias sociales h abn'an debido darse por vencidas en su s pretensiones
por los resultados científicos. E st e libro se refiere a las m ás im portantes
estrategias em pleadas por qm enes concordaban en que l a cuestión del

4^rorg Wilhelm Friedrich Hegel, trad de J. Sibree, The Philosophy o{History, Dover,
Nueva York, 1956, pugs. 25, 78. 456-7.

16
conocimiento valedero de lo social no podía ser resuelto, a menos de
encararse los interrogantes que suscitaba la reflexión hermenéutica.
Hem os de comenzar con la discusión de las estrategias desarrolladas
por M arx, W eber y M annheim . No obstante las grandes diferencias que
hay entre ellos, los tres grandes sociólogos comparten una característica
prominente: Todos ellos trabajaron, por lo general, en el marco del tem a
hegeliano de la “historia tendiente a comprenderse a sí m ism a”; o, dicho
de otra manera, la historia al permitir no una interpretación de sus
diversas manifestaciones, sino la verdadera interpretación de las m is­
m as, se hace posible, o ineludible. Todos ellos coincidieron en que tales
condiciones no existían en el pasado; por lo tanto, los tres miraban
esperanzados hacia el presente o el futuro inmediato, en pos de una
situación cognitiva cualitativamente diferente, y mucho mejor que la
propuesta por todos los pasados puntos de vista de la interpretación. Los
tres basaron su convicción en que el verdadero conocimiento de lo social
es accesible, en la edificación de una sociedad ya estructurada en
inminente transformación; consideraban la fusión de la comprensión y
las ciencias como un objetivo al que deberían dirigirse tanto el conoci­
miento como su objeto.
Karl M arx tradujo la teoría hegeliana de la historia y del conocimiento
al lenguaje de la sociología, antes de que Dilthey formulara todas las
conclusiones metodológicas a partir de la teoría hegeliana incluida en el
mero discurso filosófico. Por lo tanto, Marx precede cronológicamente a
Dilthey en la concepción de que el problema de la verdadera comprensión
de unahistoriaque debe serresuelta porsí misma históricamente, dentro
de lo posible, como un problema sociológico: como el que constituye una
transformación de la comunidad humana queal mismo tiempo puede ser
realizable y posible de ser comprendida. Al contrario de Karl M arx, Max
W eber se oponía a la obra de Dilthey en que la historicidad de la
comprensión había sido explorada exhaustivamente y presentada, de
hecho, como el perpetuo conflicto de las humanidades. Por lo tanto W eber
había de relacionar directamente la cuestión de la naturaleza científica
de los estudios sociales con la posibilidad de una comprensión objetiva de
una realidad esencialmente subjetiva. Al mismo tiempo que Weber
encaraba un nuevo adversario y una nueva tarea, sin embargo pudo
haberse inspirado en los hallazgos de Marx y su “traducción sociológica”.
Fue Weber quien llevó la teoría sociológica de Marx, moldeada en su
argumentación en el historicismo hegeliano, a conferir una real relevan­
cia al debate hermenéutico.
La proposición principal que Dilthey estableció definitivamente en la
metodología de las humanidades fue esta esencial “conmensurabilidad”
de ambas tradiciones, que coincidían en que el acto de la comprensión es
una condición necesaria de la validez de la interpretación. Según esto, el
cometido de Weber consistió en demostrar que nuestra sociedad (en su
tendencia, si no en su realidad) alcanza el logro de su condición en el
mayor grado plausible. Por primera vez en la historia, el sujeto y el objeto
de la comprensión se unían en el campo de la racionalidad -e s te principal
rasgo característico— de la actividad en pos de la verdad que llamamos

17
- ■, F1conocnn lento o b je tiv o es el co n o c .m i e nt o r a c io n ;ll, p or b tanto.
C1L'nC' o E lT ™ nd er o b je tiv a m e n te la s acci o n e s h u m a n a s tal cuales son
eS r S esp o s ible pueden ser co n s id e r a d a s com o « « « ¡ e s racion a-
_v., b a sta ^ 1a acción racion al se « m u e rte e n d m o d ° de conducta

do,ESnaiPr'opCOs i‘c ión , sin em b argo , h a s ¡ d o corttr o v e rtdd íi p ° r Kn ri M ann-


h ( ~ E n s u análisis de las condiciones e s f u c t u r a le s d el conocim i ente en
h Sociodad m oderna, la racionalidad no s u r g e c o . ™ u n m odo de pensar
f n^ sentido de la dom inancia y la u n iv e r s al 1d ad . P o r el contrario, al
tr azar la diferencia de sen tidos a pa rtir de su fu e n te - es ( t e w el propio
hecho de la estructura social, la diferencl acion p o sicion al de l a soca ^ ad-
M ann heim concluyó que la p a rc ia lld ad , d ls t or s i0 n y cont e nci0n son y
seguirán siendo el rasgo u n iversal y p ecu h ar d el con ocim ie n to social, que
se ubica en sentido de la com prensión e n tr e v a ri os g r u pos de socieda d . La
ln st0ria Se h a aproxim ado a la p o sib ilid ad de u n con s e n s o b a s a do en la
verda d, n0 p0rqUe La conducta de la socied ad a l a l a r g a se h a y a hecho m ás
racion a l. sino cn ra zón de que dentro de la e s tr u c tu r a de la sociedad un
ún ico grupo, el de los in telectu ales, ha lle g a d o a ser p e n sa n te y a actuar
rad onalm ente. Es este grupo el que pu ed e (o, por lo m e n o s, así se espera)
unificar la com prensión con la ciencia. L os in te le c tu a le s deben actuar
como una suerte de m esías colectivos, b rin d a n d o la v e rd a d a la com pren­
sión hu m ana.
Un papel sim ilar, si bien sin referencia al ca m b io de la e stru ctu ra social
o. en realidad. de la historia, fue a sig n a d o por E d m u n d H u sse r l a la
actividad del análisis filosófico. H u sse r l a p u n ta b a a resolver el problem a
de la verdadera com prensión dentro del co n tex to del conocim iento
humano tal cual es, más bien que com o u n a cu e stió n p ecu liar del
conocimiento de lo social. T en d ía a u n ifica r la cien cia dentro de la
actividad universal de la com prensión. E n v e z de m o str a r de qué m an era
la comprensión de la activid ad h u m a n a p u ed e a lc a n z a r u n nivel científi­
co, dem ostró que t od o conocim ie n to , la c ie n c ia in c lu id a , se b a sa en últim a
m stand a en la actividad de la c o m p re n sió n , d o n d e su v a lid e z debe ser, o
debiera ser, fij ada.
En H u sserl, el discurso h erm en éu tico in corp ora el le g a d o franco-
cartesia no del racionalism o- E sta coin ciden cia tie n e con secu en cias de
argo a cance . 1a esperan za de que 1os sig n ifica d o s d eb en ser ca p ta dos
a ^ u m rnnente en la a d m d id a d se con sid era q u e re si de en la p o s i bi l idad
hi •f erar sen,t,idro su contexto tr a d icion a l, en vez de b u scarlo en su
0 ir,1 1 ' ai a 'iUra ' eterm , na d a tradición, h istó rica y e str u c tu r a lm e n t e ,
s UI 1.8 .canz(ar Un a com p ren si0 n in h e r e n tm n e n te p roteica y con tin-
absoluta ' <leb,en ser a sid os en su v e rd a d apodictica y
s Ue)o oií qUe l a a ° S ^P . ^rad1c10n, d onde p u e d en a rra ig a r en un
H u sserl m-onor ¡ ° ria ^ laS d ivisW n es e str u c tu r a le s no h acen im p a cto-

de una suerte de ex:t ma> - íeS:teóSr'iCa!0‘(l,a d tr a s c e n d e n te ”, a


y m a n ten e dora de los fen óm en o c° m-uni ? ° d d ° g e n e ra r a
- eell m ' de
modo ' ‘'ser
' cor n a do” " E i '^ m ^ o Uc e x iste n c ia releva a te
modo :-;i se es crmi
brfldo — 7 , ■j. verd ad erosent
se n tid
1UUo sulo
sólopuede
p u ed e ser
s e r visl^
v islu-m -
' " er a esta “o bjetividad trascendental”. E sto
es posible a tr avés de la contem plación metodológica de los “sentidos
puros , revelados por la experiencia de fenómenos despojados de su
ropaje histórico-estructural.
Se p ° drá v er de qué modo la sociología d eT alcottP arson s es un intento
de aplicar los preceptos de H usserl para alcanzar la comprensión de la
actfvidad h u m a n ^ que será en sum o grado independiente de los contex­
tos histórico-culturales del significado. A partir del fenómeno de la acción
social entre este estado dado de “ser conocido”, Parsons procede a develar
m ediante sus rasgos distintivos, lo trascendental de la
acción, que incluye la presencia de la sociedad y del sistem a cultural. Con
to d o s usentidointrínseco revelado porcompleto y articulado, la actividad
s°cial adquiere un marco “inm anente” dentro del cual se encuadra su
significación y en el cual puede sercaptada objetivamente. Aun adm itien­
do que la actividad h um ana es una entidad significativa que debe ser
com prendida, a partir de ello es posible abordar su estudio objetivamente
- t a l como debe ser, en gran medida, en tal o cual concepto tradicional.
Algunos de los principales principios de Husserl, sin embargo, han sido
objetados y revisados por Heidegger. Fue puesta en duda, sobre todo, la
suposición fundam ental de que los significados, la comprensión y
la interpretación pueden ser hallados en un universo diferente del
“m undo-de-vida”, el mundo de la existencia. Los significados no se
constituyen, y la comprensión es llamada a ello y lo logra, por el acto de
la pura y ahistórica contemplación, que es siempre una actividad dentro
de una tradición, y una actividad que consiste en la recapitulación de
dicha tradición. La verdad, entonces, a pesar de no estar de ningún modo
disuelta en un m ero consenso comunitario, se convierte en un elemento
de la existencia-descubriéndose-a-sí-m isma, más bien que una relación
entre la existencia y algo (como una proposición invertida mediante el
trabajo imparcial de la razón) que se ubique fuera de la existencia. El
demonio del relativismo se ve privado de buena parte de su terror al
m ostrar que la noción de verdad puede radicar en gran parte fuera del
contexto de los límites tradicionales; por lo tanto, el fracaso en poder
ubicarlo dejará de atormentar la conciencia del hombre de ciencia.
En este libro se tratan Schutz y la etnometodología como ejemplo de la
sociología hermenéuticamente conciente, que opera dentro del marco de
Heidegger, del mundo-vital como su fundamentación última, y el único
hábitat, de la significación y la comprensión. A quí la comunidad de
m iembros interactivos se muestra como un universo -suficientemente
poderoso, y el único capaz de establecer, mantener en vida y garantizar
la interpretación de los significados. En cierto sentido, la búsqueda de
una respuesta adecuada al desafío de la hermenéutica se ha convertido
en un círculo; la etnometodología nos retrotrae al cuadrado, a la convic­
ción de que todo significado y toda comprensión son esencialmente
“interiores”.
L a búsqueda no se detiene con el adven imiento de la etnometodología,
y no tiene miras de parar. Nuestra historia es cucstionable, puesto que el
desafío de la hermenéutica ha logrado obtener aun el consenso y liberar­
se de la crítica de sus propias y peculiares limitaciones.

19
.\¡<nin;i:- :-ugerenc as recla m es. U l a s emirn la re1arión entre t0n,
' .rd'u l nuela 'i ¿er postulada :; y s a ris í ac to n a m ente explorada ‘ ° ns°
ilkL w lú d n s :.Itinal dcc>:-:to libro. El p « n t o cío v i . ta del r,ut„re.ÍJdq‘ U(-.C; s;0"
L d w n u as marcan una intoresci nt o lm oa d e cxp lo ració n , quiza h^ P 8
m ldara harta l n focha. y t ien ° n q uo re prese n t ar un in t oros a n to P ‘ más ,¡, á!
h K « s « . cin Ico. Pl1 ro ente Iü m . no es u n a hi s to n a: u n co rni^ ' en «
d e a i rol...
lo de un a rgu
. nw n t° y - poi* enc nn a d e to d(°- un final (feliz). ¿ ib
__ iz) Díib
sGr loído como un relato, u n d e b á t e l e est a m u y 1ojos de alcanzar s u fí nL,
El lümo n i siquien a mbi c io íi a prt‘se n ta ru n a h 1st« ria com pleta del debat •
p or vl contrario. las p n n cíp ales lv por 1° tmi n m fluyentes) actitUdp'
adoptada s en el transcurso del d e bate s on p u e sta s d e relieve y prescnt.es
d as si..t c n d t ic amcnte .d e ser prnrible en su form a m as pura y sobresalid *
te. Dejando de lado la h istoria de m uchos do 1os com prom isos “intci-me*
dios" o las soluciones e clécticas, destaca c1c a ra c te ry la orla inalidad dc|as
teorias en discusión. Los capítulos del lforo en gran m edida son ensayos
individuales de derech o propio y pueden ser consultados por separad0
corno. por ejemplo. loccrtero de la respuesta de W e b e r o Parsons al ¿ safo
de la hermenéutica.

Expreso mi reconocimiento por la crítica y el aliento prestados por


Anthony Giddcns, que ex ced e lo que las in evitab lem en te formales pala­
bras de gratitud pueden form ular. Tuve la suerte, asim ism o, de haber
contado con Robert Sh recve como revisor y editor, y con G ian franco Poggi
como atento y crítico l ector del m anuscrito. R esu ltaría imposible pasar
por alto la ayuda y la inspiración que obtuve de J an et W olff, Richard
Kilminster. Ribcrt Tristram , Joseph B leicker, Kevin Dobson y otros
participantes del amistoso pero im portan tísim o debate que consti tuye y
mantiene la comunidad social de Leeds.

Z ygmunt Bauman
1
E L S U R G IM IE N T O
D E L A H E R M E N É U T IC A

L a idea con d u ctora de la h e r m e n é u tic a en A le m a n ia a lo largo d e l siglo


xix era q u e - a l ig u a l que en el in d iv id u o - todo s is te m a cu ltu ra l, to d a
co m u n id a d , tie n e un foco cen tral en sí m is m o .1 E ste foco cen tral e s tá
c o n stitu id o p r in c ip a lm e n te por u n a concepción de la r e a lid a d y su
evalu ación .
E ste p u n to de v is t a de la co m u n id a d era un fiel reflejo d e la p rá c tica de
los h isto ria d o re s d u r a n te el sig lo , sobre todo de los h isto ria d o re s a le m a ­
n e s, g e n erad o y so ste n id o por la te n d e n cia rom án tica. É sta es la razón
v e rd a d e ra de cóm o se p la sm ó la h isto rio g ra fía -c o m o u n a v ív id a in te rio ­
rización en la m e n ta lid a d de u n a nación con sid era d a com o su jeto colec­
tivo, con form ado por a n h e lo s in tu itiv o s, em o cio n es, u n se n tid o de un
único d e stin o , q u e coloreab a in co n fu n d ib le m e n te la percepción in d iv i­
d u a l del m u n d o. L e íd a s com o un tra ta d o de sociología, la s o b ra s h istó rica s
de la ép o ca e stá n r e p le ta s de té rm in o s, o bien to m a d o s d ir e c ta m e n te de
la p sicolog ía, o ca lcu la d o s p a ra conducir la im ag in a ció n del le cto r a la s
in so n d a b le s p ro fu n d id a d e s d e l esp íritu .
E s difícil decir si la concepción ro m á n tica de la obra de arte en cen d ió
la im a g in a ció n de lo s h isto ria d o re s rom án ticos, o v ice v e rsa . C on tod a
se gu rid ad a m b a s a b re v a ro n , a l m e n o s p a rcia lm e n te , en el su rg im ie n to
del n a c io n a lism o a le m á n - u n a ideología tan to m á s a p a sio n a d a y co n v in ­
cen te dado su p a p el de a p e rtu ra h acia, y su stitu to te m p o ra rio p a ra , el
esta d o n a c io n a l, m á s b ien q u e su su stra to esp iritu a l. A l con trario de los
e n tu s ia s ta s p red icad ores d el M achtstaat de fin es del sig lo , los p a trio ta s
a le m a n e s del R o m a n tic ism o no te n ía n com o referen cia u n a e stru ctu ra
política, un sim b o lism o su rgido del estado. A fa lta de o b jetos m ejor
d efin id os, se vo lv iero n h a c ia el e lu sivo , in ta n g ib le Volkseele con la m is m a
n a tu ra l facilid ad con la cu al su s su cesores h ab rían de v o lv e rse a los su p e r-

1 Cf. Karl J. Weintraub, Visions of Culture, Univer¡sity of Chicago Press, Chicago y


Londres, 1966, pág. 7.

21
rom-ret os pod oros tota les do 1 K a iser d o rn prusí a no; y trataron de
- o s an sias nacion a lis t as c o m o u n a c o n t inuaciOn de 1a t „ J' lsfa-
‘ „ • 1 ~ r%fiícn-\ r\nnrt m ío cu c o n/« i_ i adlCÍn
o7piíü ü a í con igual p r a g m a tt t m o con q u e s u s s u ce so r eS las bas aro' " '' '" "
Slaatrason. Fue “der d eu tsche S ta m m , q ue en 1as palab ras de Schí " la
era "alt und stark" . En con cord an cia con e s to , f ue “e 1 original cara! t'el
mora1 de un pueblo, su s costu rar e s s u s p e cu l Ia n d a des'', lo que
i i " 2 u,a ser
considerado s agrad o -‘ .
El inescrutable e im p e n e tr a b1e, te n a z e in d o m a b le "espíritu del pue
blo” era la única fu en te en que 1a his t o ria podía r eca bar su sentido y ia
\’ida hum ana su valor. L a h is to r i a en g e n e ra 1 , y s u s m as i importante p y
m em orables obras en p a rticu la r h a b ía n sido h e ch as de este úni¿
material.
H erder llam ó a A le m a n ia el "Reich de l os d iez p u e b lo s”. Los alemanes
de principios del siglo xix no e n ca ra b a n el ca rá cter de su nación como un
aspecto de la n atu raleza, com o u n h ech o de v id a , cuya presencia no
dependía de la reflexión ni de la ap ropiación a ctiv a . Por el contrario, la
consideraban como un fenóm eno e n te r a m e n te e sp iritu a l, que debía ser
captado intelectualm ente a n te s de p o seerlo . H e r d e r instó a sus contem­
poráneos a investigar la esen cia de su n a cio n a lid a d profundizando en el
rico saber popular de los an tig u os ca n to s, que eran la prim itiva y más
pura expresión del espíritu creador de la n ación . F ich te veía el misterio
del destino histórico de A le m a n ia en los ra sg o s psíqu icos peculiares del
pueblo alem án: Charakter haben und deu tsch sein eran indudablemente
lo m ism o.3 El espíritu venía a lle n a r el centro vacío de una nación sin
estado; al carecer de reyes cuya crónica p u d iera se r su jeto de la historio­
grafía, “el pueblo” usurpó n a tu r a lm e n te el papel que había quedado
vacante como sujeto de la historia. C o m o to d o su jeto , su sin tegran tes eran
considerados seres espiritu ales, m o tiv a d o s por el pensam iento y las
emociones. que actuaban de acuerdo con su s prop ias decisiones, portad° -
res (al menos potencialm ente) de poiein (acción) m á s que de p athem
(sufrimient°). Al contrario de otros su je to s, el pueblo era num erose y
an° n im° . A pesar de que la psiquis in d iv id u al les se rvía de prototip o sol°
po_dia adecuarse a l nuevo propósito so m e tié n d o se a u n a sutil transforwa-
cWn- lo que había sido de propiedad in d iv id u al se convirtió en un poder
supra-individ ual; lo que había sido Ja Seele in dividual se cam bió en un
eist colectivo) y m ás tarde en K ultur ; lo que h ab ía sido un nombre P )ra
esignar 1a individual y la libertad , devino la expresion
eorira e la s um is ión in dividual a la m á s a m p lia comumi da^ e V° s
co;s o eit-Seist al cual no pod ía tr a sc e n der n in gú n in d lvi d uo, s1no que
Dm enae en s u seno podía alcanzar su in d iv id u alid ad .
a mb ° os mold1os A por l o m enos s u p c r f c l a lm e n tc , la si m i11tud en
taba a l inHno-! f ble ' Desde el punto de v ista rom án tico, el a rtista represe,
niv e l y en Xi u° hum ano como ideal, el esp íritu h u m a n o en su mas a
■ en cuanto a la su stancia de la obra de ar te, “todo arte c°m ie nza

3 Fritz Ste™^ de Tlans Kohn. farper, Nueva York,


pags. 338-9. oLíí,cs uf Culfural Despatr. Doubleday, Nueva ) o lk
con u n e sta d o d e p e n s a m ie n to y te r m in a en u n a ob ra de a r t e ”, q u e e ra
s ie m p r e un re sid u o o b je tiv a d o de “un in te n to por p a rte del a r t is t a de
d e sc u b r ir el e q u iv a le n te fo r m a l d e un e sta d o de p e n s a m ie n to ”.4 P or lo
ta n to , la cre a ció n a r tís tic a es u n a lu ch a en tre la v isió n del a r tis ta y el
m e d io , in fle x ib le e n m in im iz a r la for m a que e l a r tista d e se a im p o n e r. L a
o b ra e s u n c o m p r o m iso en tre a m b o s. P ero d e los dos e le m e n to s que
tr a ta b a n de o r ig in a r la , el u n o con tien e la se m illa de la v id a y el s ig n ifi­
cado; el se g u n d o e ra de u n a a b so lu ta obcecación, n e g a tiv id a d p u ra sólo
c a p a z de d isto r sió n , n u n c a de creación. E n con secu en cia, si se d e s e a el
s e n tid o orig in a rio y p u ro de la obra de a rte , es n e ce sa rio ir m á s a llá del
p rod u cto, m á s a llá d el objeto en sí, re tro tra e rse al “esta d o de p e n s a m ie n ­
to ” en que la v is ió n d el a r tis ta , ú n ica fu e n te de todo sig n ificad o, g o z a b a
a ú n de su p r ís tin a p u r e z a . E n otras p a la b ra s, la co m p ren sión de u n a ob ra
de arte co n siste en r e c o n str u ir la in ten ción del a r tista de la cual el objeto
a rtístico, su p rod u cto fin a l, sólo nos lo puede ofrecer en form a m o d ifica d a ,
m e d ia tiz a d a y n e c e sa r ia m e n te a m b ig u a . L a in ten ción es sie m p re m á s
rica que su s h u e lla s ta n g ib le s , p u esto que é sta s son in v a r ia b le m e n te
resid u os de su s fru stra c io n e s.
Si r e g r e sa m o s a la visión r o m á n tic a de la o b ra de arte (recu érd ese que
el a rtista e s la m á s c o m p le ta en carn ación de la potencia h u m a n a )
p royectad a en la v a s t a p a n ta lla de la h isto ria , h a lla m o s sin e m b a r g o
e sq u e m a s n o ta b le m e n te sim ila r e s de p e n sa m ie n to arraigad os en un
“a r tista colectivo” de nación creativa . Las in stitu cio n e s n acion ales, la ley,
la lite ra tu ra , los s is te m as de gobierno, los tip os de vid a fa m ilia r y tod o lo
d e m á s se re fle ja n com o relictos del trab ajo del genio nacion al a tr a v é s d e
las ed ad es: son la su p r e m a obra d e arte e n su tipo; en s u origen h a y
estab lecid o, p u esto que esta vez el a r tista es el pueblo, Volk, este ex clu siv o
“colectivo s in g u la r ” del a lem á n . G u sta v H u g o , y a en el siglo xvm ,
e n se ñ a b a q u e la le y es producto del gen io n acion al; la idea fue a d o p ta d a
por su fam oso discíp u lo K a rl F ried rich E ich h orn , y d esa rro lla d a e x h a u s ­
tiv a m e n te en la m o n u m e n ta l History of Germán Law and Institutions,
la obra que fijó el m o d elo básico de tod a la h istoriog ra fía del siglo xix. K a r l
von S a v ig n y y J acob G rim m no tardaron en au n ar fu e rza s con E ich h orn
y pusieron su g r a n pericia y b rilla n te in gen io al servicio de la idea de la
ley com o producto del Volksgeist que fue u n a v e rd a d d e sentido com ún por
lo m en os d u ra n te u n siglo. A lca n zó su m ayor im portan cia en la obra de
K a rl L a m p re ch t, y a en tiem p os de D ilth ey, que im p resion ó al público
entendido con u n a a m p lia gen eralización de la experiencia h istoriog rá -
fica ro m á n tica del siglo: lo que gobierna la h isto ria de cu alqu ier época en
u n a ú n ica con ju n ción de los rasgos psíquicos d o m in a n tes, el Zeitgeist, que
re sp la n d e ce a tr a v é s de todos los acon tecim ien tos relev a n tes y d eb e ser
rescatad o de los m ism o s.
L o q u e co n stitu y ó la f orm ación d iscu rsiva de la que nació la h e r m e n é u ­
tica del sig lo x ix y so ste n id a por ella fue e sta práctica de la h istoriog ra fía ,
a p u n ta la d a por los dos pilares del provisional carácter e sp iritu a l y 1

1 Ene Newton, The Romantic Rebellion, Stocken. Nueva York ILongman, Londres].
19G4, pág. 56.

23
1-bus c a -d e -u n -e s t a do; y la v isió n rom ánti(
..«.l de una n
W a ch ,s el a u te r d e l m á s com p r e n d o estoct^ 2 !
nla0c^ a. j« a c h ¡ mtrwr i,os c o m ie n z o s, de W r tu M m e n te t^
r dos los
t o rménéut ó a , sr;aS ef d^sCurso h e r m c n é u t i™ a p a rtir de FÍ ed * *
esta 1hei, *¡gnificat>vos
g nificativos tr< del d “ (C
alvdn jo
0 ila
a fe Ch a
fech a de
de nnaücrnm
im iemnnto
to de
de la la te 0ría Ihdflch
teoría moflCh
tópicos s i g n a » ! r etrotrayendo,
_ „ li ó de S c h le ie r m a c h e r . h a st o _
E n 78gl841>, re,tt'0mrfc3ho m ás a llá de Í ^ M e ^ nm A ei-, h a sta entonce,
hádela compr e ^ m e tte como su p a d re. A cp n t rnu ^ t ó n de la victo,*
reconocido ^ .^ , ¡8” sobre los «a n t ig u o s ’ , e l m u n d o a n t >guo, con toda
final de l°s mode tísticas , filo sóficas y 1e g a le s , f u e por primera ve,
sus reat e m os” com o un esta d io e n su E stim a , m a s b ie n que como
encarado Por EurT . fección a te m p o ra l. E 1 m u n d o a n tig u o h ab ía estado
parangon ^ ^ L e n d a europe a d u r a n te Ia m a y OT p a r te de fc Edad
presente en la certeZa desde c o m ie n z a de 1a e r a m o d e r n a; pero en
Medla Y,;^ ^ a como una hech u ra e t e r n a u n ^ d e te a t e mporal de
ambas aerxcelsa 0 bien como u n a e n t r ad e n c e r r a d a en sí mi sma con
to rfa coon g^un t actos con los a c o n te c im ie n o s c o r r ien te s. Fue sólo
cuanddEuropa despertó a su I)ropia h istonicid ad q u e 1a G recia y 1a Roma
antiguas pudieron ser revelad as com o so c ie d a d e s t e s t e r e as, como el
pasa d ) de EUropa, como una con tribució n a 1a t r a d ici(3n eu ropea. A st se
ubica en 1a larga fila de los filólogos q u e s e e m p e n aron en tratar de
registrar ampliamente l as consecuenci a s d e la n u e v a situ a c ió n , y trata­
ron, por sobre todo, de articular la to ta lid a d d e l a t a r e a de a sim il aci on del
mensaj e antiguo con las surgientes tr a d ic io n e s e u r o p e a s com o una serie
de postulados metodológicos.
Es que, según su punto de v is ta , lo q u e e s t a b a en ju ego era la
reinstal ación de la verdad e n so m b r e c id a o m a n if ie s t a m e n t e distorsio­
nada a través de siglos d e tr a ta m ie n to e s c o lá s tic o ; o, co m o lo estableció
A s t el problema del Verstándnis c o n tr a p u e sto al M issverstándnis (la
comprensión versus la incom prens ió n ).
A l™ su A s t hizo h in ca p ié e n to d o s lo s m ay o r e s problemas
que ha rían de perm anecer p e n d ie n te s en el c e n tr o d el pensam iento
nvi'<;i!meineUtiico durante m uchos a ños. A n t e to d o , s e le h a b ía d a d o la nocwn
Que acató Ón’ 1a in te r p r e ta c ió n g e n u in a m e n t e rom aráica
“die Erfa* iCarse virtu a lm e n te con la id e a d e la h e rm e n e utica:
mismo y vive a f f eLStf s ' Ja ca p ta ción d e l e s p ír it u , q u e s e exp resa a sl<
artística de i gli l os m o n u m e n to s d e la c r e a c ió n in te le ctual y
legado visible y t ^ i g h i0 la forn ia o r d in a r ia de l a v id a p ú b lica. El
registro de ^ t^ biA l A l p a sad o - t e x t o s , p in t u r a s , cód ig o s legA l s »
Zaciones del espírítu r a ian p ro p u e sto c o m o A u s s e r u n g e n - exteriori-
°,cumentos de sus D0dA lA la n e n ^es s e n sib le s d e la p r o p ia e n a jenacion’
si?n era percibido sin e x p r e siv o s; e l v e r d a d e r o obj e to de la compren*
s>siempre m
ios> ^ „ _ i]e m argo
más , C°m eomoo aa ssuuss oeesnpoaU l dnacs , n u n c a a
Qgotadó
g ota dó Por
or p
st’ y vanas generaciOn<r^Cdo qu e ccuuaa^e^ ssqquuie
ierraa ddee ssuuss eexxpprreessi°
iones
nes . .
de h e r m e n e u tic o s d e s p u é s de él, ten ian la
n ■
i(>1™ * ™ Wach
rie (¡n jq . a^^ Dos Vervt i
•Cf. W a **«,333.^ jes
’ Pag. ■
* einer Geshichte der hermeneutisch
ohr (paul Siebeck), Tubinga,1926.
24
esperanza de que el camino pudiera ser atravesado en am bas direcciones:
puesto que los objetos del estudio histórico surgen del espíritu, donde se
conserva su prototipo incól ume, puesto que emanan de las profundidades
interiores del ser espiritual, no parece haber razón de por qué no es
posible, a partir de los objetos conocidos, realizar un viaje de regreso al
punto de partida, desde los objetos hacia sus orígenes espirituales, desde
sus copias borrosas a la prístina claridad del prototipo. La hermenéutica,
por lo menos en este primer estadio, confiaba en sí m ism a, por no decir
que se despreocupaba, respecto de las dificultades que tal aventura
pudiera presentar.
Esta confianza en sí m ism a se basaba filosóficamente en el supuesto de
la unidad esencial del espíritu. Había sido aceptado que ninguna com­
prensión es posible entre mundos totalmente extraños y desconexos.
(W ittgenstein diría mas tarde: si los leones pudieran hablar, no seríamos
capaces de com prcnderlos.) Si existe algún entendimiento, su sola pre­
sencia contiene ya la prueba de una unidad y uniformidad primitiva del
elemento espiritual oculto detrás de los mensajes. En las palabras de
Goethe, que W ach cita en consonancia con la idea de A st:

W ar’ nicht das Auge sonnenhaft,


Die Sonne konnt es nie erblicken,
lag’ nicht is uns des Gottes eigne Kraft
wie konnt uns Gottliches entzücken?

[¿Si el ojo no estuviera iluminado


no podríamos divisar el Sol;
si no tuviéramos el poder divino,
cómo podría fascinarnos lo divino?]

Un extrañamiento total habría de ser absolutamente negativo. No


puede haber comprensión sin una afinidad espiritual. Dem Verwandten
erschliesst sich das Verwandte1 -todo objeto sólo puede manifestar su
significado a un espíritu análogo.
Mediante el esfuerzo sólo es posible alcanzar a comprender aquellos
objetos que han sido generados por el esencialmente mismo espíritu que
satura nuestro propio pensamiento. Si la opacidad de los objetos se nos
presenta como un trastorno de aquello de lo que deberíamos tener una
clara y fácil percepción, si nos requiere tender un puente sobre el vacío
entre nosotros y el objeto, “restaurar” el verdadero entendimiento lo es
sólo porque nuestro alejamiento es relativo y temporario, habiendo sido
uno de los componentes temporariamente desconectado al desenvolvi­
miento espiritual del otro.
Por lo tanto, toda comprensión parte del hecho de establecer una
afinidad entre su sujeto y su objeto; o mejor dicho entre dos sujetos, que
se hallen respectivam ente al comienzo y al final de la com unicación. Sólo
es posible rescatar del olvido el sentido de la antigüedad en la medida en
que nuestro espíritu constituya una unidad con el espíritu de la Grecia y7

7 lbid. pág. 38

25
1z á te m p o r a r ia m e n te a lte r a d a , disi
s ; u n» la<i <l.u iz
, , Ruino u1 sa i, .;.;;: pe ro ' u n id : ..l d « U id i* m o c t e , comb " " j jel
!•' IV 1cn¡llI' \H'T1^i; I --- ..Innn’/n r lu propia rMc.:n n „ . 'O-
" n ü i enajcn:' li; U:l;,! " lt,r1C^ Í»s ^ ' ™ a 1c a n /n r s u (p r o p m recu peración '^'
n
lo .u v.- todos |os t ,.ef-u.re a In a n tig ü e d a d pu e d e exle n d o rSc a ,a
la
,!f,•d o. aquello q uu ^ ^ No o b s ta n ^ p u o d e p a r e c e r ins upcrable ¡a
huí.o ' uül a I oomo u^i cie s h u m a n a s c m a c r a c ia s d e s d e u n a perspec°
dilen'nré'c1° n de verda de ra p orspo c t iva h i xt o n ca h a b r e d o red u ci rl a con
tivn rercana, u«■» ve 1q . nte rm ed io q u e s e p a r a 1a u n id ad pr ¡ mitiva de
luda 1
.ius tE na,U°híst
]a hist on oriaa de
de la h u m U“
m 1IUI“ a n id a. d t o d » h a s ^ g icio del espíritu
'■EfiJ-S
1:1 fu Ura. Enna todo
tod0 habrá
habrá de reco n d u
de recond u cirn
cirn oo ss a
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comu n y a 1 hnal rouo . . , . ---------
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Enn rierto
c ie rto se
senn tid
tidoo es
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1g o a sí co m o u n in termediario
termedia™
tr o ^ a sd iV e rsa s épi c as y nac1o n e s a1 p < r m U ir 1a gradual
cu]tura , . i ____a Al*,IAI Aa Tle m o l o q u e so m n eti+nvn n«.._
reurific»^ de In hum anidad d iv id id a . D e m o to q ue s < constituye en un
agente gen uino de lah istoria: es el q uien d e s a ta 1os n u d o s q ue nprisionan
la CSp0^ ánCa y s istem ática acción del e s p i r t u . S i e 1_e s pírit u, en pos de
su insaciable necesidad creadora, se m a n í fi e st a a si m is m ° en las propias
creaciones f0cUltando d eeste m odo su u n iv e r s a h d a d t r a s u n a m u 1ti tu d de
susencarnaciones particulares, el h e r m e n é u tic o d e s e n tr a ñ a el conten ido
espiritual oculto de la obra del e sp íritu , rei n s ta u ra n do de e ste modo la
totalidad dispersada en lo particu lar. E n c i orto se n tid o , el hermenéutico
está forzando a obrar de este m odo. N o e s u n a c u e stió n de libre elección
del método de acción y, mucho m en o s, cu e stió n do un i d ea l prefe rido. La
comprensión como tal sólo puede a lc a n z a r s e “u n iv e r sa 1iza n d o ” nueva­
mente e] espíritu oculto en la in fin ita v a r ie d a d d e la creación cultural
humana. El fa m° s° “d rculo h e rm e n é u tic o ” (o tr a de la s id e a s q u e Wach
atribuye a Ast) no es p articula rm on to un m é to d o de e stu d io ingenioso y
e iciente, cs, en la realidad de los h e ch o s, la v e r d a d e r a lógica de la
p e w ^ 1^ como t a l No existe co m p re n sió n de la h is t o r ia , fuera del
narticuh desde lo p a rticu lar h a cia lo to ta l y el regreso a lo
e nsu d.e h acer tr a n sp a r e n te a q u e llo q u e previam ente,

preta^iói0 " ^ 3 ^ T t O1 h“ hl<!ra í " p e n e tr a b le pa r a n u e str a inter‘


nuestra búsquedi de U f0 ’ . a b la r d o u n a e sp ir a l h e r m e n e u tic a : en
reapropiarnos pl:n am p° a aJin idad p c rd id a , en n u e s tr a n e ce sid a d por
ciertamente nunca arr¡h ° de i preac1on e s p e r d id a s del esp íritu a f n ,
particular a lo unjVersaia m° S al final de n u e s tr o e m p e ñ o . V a m o s de j0
Y siem pre atereáy v ice v e rsa , r e cor r ie n d o círcu lo s siem p re m as
cado, mas esta vez ^ 11u e v a m c n te al id e a l del e sp íritu unih-
Fue dado a S d dem ntem e n te . H

mvntr<í )« tanUgo peraona3 ? ^ n m ien ib ro a ctiv o d el m o v im ie nt ° ro-


f>unclampta+s ideas a un or dcn ■?le g e l, N o v a lis , H e r z y M e n d e lssohn,
Jocherfuet0n de 1:1 he r me né u t i c y ’ Por lo ta n to , e s ta b le cer.los
c’rculo hermrincipalm ente la d « n 1s í ° r ic a ■ L a c o n trib u c ió n de S chleier-
Y la crítica ^ ,eneutico más allá ^ l ? 1P h ar la üoción do h e r m e n é u tic a y d e
el Pn blema^ ^ ^ l igual quc H t; g : s c'Jnbfi n e s de la filo lo g ía , la e x é ^ s
‘ ° m prensión v ’ 4Si b len e n u n s e n tid o d istin to , lley
Y a in te r p reta ció n al ce n tr o m ism o de Ia
h u m a n a e x p e r ie n c ia u n iv e r s a l; se g ú n p a la b r a s de E a c h , la s ubicó en la
práctica v it a l, en la v id a c o tid ia n a , en la e x p e r ie n c ia v iv id a .8 C o n S c h le ie r -
m a ch e r la h e r m e n é u tic a dejó de se r u n a n á lis is filológico de los te x to s
rem a n e n te s de o tro s e sc r ito r e s: se con v irtió en el p ro b le m a de un
m iem b ro d e u n a c u ltu r a e sfo r z á n d o se por c a p ta r la e x p e rie n c ia d e otro,
de un h a b ita n te de u n a é p oca h istó r ic a que tr a ta de a b a r c a r la p ráctica
v ita l de o tra é p o c a , su “c o tid ia n id a d ”, el tipo de e x p e rie n c ia que sólo se
puede e x p r e s a r con la p a la b r a a le m a n a “E rleb n is”. E s p o sib le a d v e rtir
c la r a m e n te el o r ig e n r o m á n tic o de e ste n o ta b le cam b io de en foq u e.
S u p rem o le g a d o d el R o m a n tic is m o , la s e lu s iv a s , p o lisé m ic a s n ocion es de
“L eb en ” y “E r leb n is ” fu e ro n la e te r n a o b sesión de la a u to r r e fe x ió n de la s
h u m a n id a d e s .
S c h le ie r m a c h e r fue el r e sp o n sa b le ta m b ié n de otra in n ovación , q u izá
de m a y o r im p o r ta n c ia a u n . C ito al re sp e cto a G a d a m e r .9

La especial contribución de Schleiermacher es su interpretación psicológi­


ca. En última instancia es un proceso adivinatorio, un modo de colocarse
uno mismo en la mente del autor, una aprehensión del “origen intrínseco”
de la composición de una obra, la recreación del acto creador de lo que ha
sido conocido (Boeckh), una reconstrucción que se origina en el momento
vital de la concepción, la “decisión germinal” como núcleo organizador de
la composición.

E sto sig n ifica c a b a lm e n te u b icar el sen tido que se p ersigu e del acto en
el proyecto del actor. P a r a com p ren d er este sign ificad o, es preciso
“id e n tifica rse ” lite r a lm e n te con el actor. L a e m p a tia es la principal
h e r ra m ie n ta de la p erson ificación . L a id ea de “perd erse uno m is m o ” en el
tran scu rso de la cognición, olvid arse de sí m ism o con el objeto de
“recordar” los sig n ifica d o s de otras g e n te s, la e stra te g ia de una in v e stig a ­
ción im p arcial en té rm in o s de las “categorías in d íg e n a s” se h a lla n
conten id as en g e r m e n , en el p ro g ra m a de S ch le irm a ch e r de “psychologis-
che Interpretation ” . Y , por su p u e sto , qu e sólo en germ e n . L a psicología de
S c h leierm ach er no te n ía id ea de la s am bicion es in trosp ectivas de fin es
del siglo xix y no se define com o la b ú sq u e d a del p e n sa m ie n to y el
se n tim ien to de lo “in te rio r”. N o se p re g u n ta : “¿C óm o in tu ía el su jeto e sa
intención?” “¿Q u é era lo que el actor se n tía a n te la experien cia de e sto o
de a qu e llo? S u p s icología se relacio n ab a m á s bien con los puntos de v ista
“h u m a n ístic o s” de la p siq u is h u m a n a , que hab rían de d e sarrollar M a s -
low, M u rray o B isw a n g e r casi un siglo y m edio m á s ta rd e. P a ra él,
psicología sig n ifica b a el arte de percibir un acto como u n a parte orgánica
del Leben.
El p o st u lado de la in terpretación psicológica significa se n cilla m e n te
que la t are a d e la h e rm e n é u tica consiste en lle v a r a cabo, m ed ia n te un
esfuerzo m etódico y con stan te, aqu ello q u e de ordinario lo s i n te rl ocutores *

* Ibid. pag. 92 .
■' H;ms Georg Gadamer. tomado de la traducción ni ingles de Garren Burden y John
Cummmg, Truth and Method, Sheed & Ward, Londres ¡Seabu^ Nueva York. 19751. pág.
164.

27
cum plen sin darse c u e n ta , al d a r l° por s e n ta d o. Cuando dos n
com unican al h ab lar, su s pa la b ra s e sta n e n tr etejidas en 1a
que com parten (p u esto q ue h a b la n e n te n d ie ndose entre s íj- vita]
sin em bargo, no les lle g an com o son id os a is lados , sino como ai S
inseparables de la to ta li d a d de la vu !a de que am bos PartiC* entos
mprenden los v a r i a d os v e n c u e t os de l as palabras y 1 as CTpan. Se
referencias, de m odo q u e r a r a m e n te se d a pi e a la pregUnt r resnUltlples
su significado. El h ab la r e s u e lve e l p ^ b f e m a de su comp^ nS de
haciéndolo uno de su s p r ° p ios recu rsos, y lo hace insensibleif ad
través de su propio de sa r r o ll°, p ocas veces d eten i endose a í-ef^exi 6 3
sobre lo logrado de su e fe c to L o cual es p osible m erced a la inm^ i aW n
habla. El habla, por lo g en eral, es coh eren te con el resto de la vida en
“hábitat natura l , no ad m i ti endo error en cuanto a su correcta locd ^
ción. De ahí su trasp aren ci a: 1a vida se m u estra a través de l as palabras
Las palabras son revelad oras de la vida en cuanto son oídas. El a te r i­
miento correcto se cu m p le sin necesidad de interpretación. El fin y el
sentido conform an una unidad.
U n texto escrito, una obra de arte en la p laza de una ciudad o en el
museo, un código legal o un ritu al - a l contrario de la conversación
d irecta -p resen tan el problem a de la com pren sión a través de la interpre­
tación, en razón de que h a n perdido conexión con la vida que les confería
un sentido. Lo cual se nos p re se n ta com o la oscuridad de fenómenos cuya
significación se nos escap a an te n u e str a ignorancia de su contexto
natural, del modo de vid a, que llen a de san gre sus venas y las hace
pal pitar con su sig n ifica c ió n Incorporar el acto en la totalidad de lavida,
lo que en el habla se logra sin esfu erzo, requiere aquí proponen una
acción especial. Es esta acción lo que Sch leierm ach er define c° n° “inter­
pretación psicológica”. C om o vem os, su psicología significa sobretodoel
hecho de considerar un acto como un elem en to dentro de la tote lidad de
la vida; de acuerdo con esto, la in terp retación psicológica significa a
restauración de su perdida, olvidad a o m a l entendida totalidad. . ^
. En consecuencia. Leben viene a r e e m p la za r el Geist c° m ° al
t empo concepto ontológico central y principio m etodológico C° n uC--
. Postulado del círculo h erm en éu tico e x p e rim e n ta una transfor^3c. ,
sim ifer ahora> en una construcción laboriosa de la f°^a 1
a vici^ que es al m ¡.:-iin0 tiem p o d esco n ocid a y no accesible a la perceP , g>
irec a, fu cra de los ocasion ales trozos de vid a esen cialm ente accesde la
pero. sm
aeivi sm •em bargo in
embJarg0 com
inco mpp ren
ren sib
sib les.
les. E
E ll círculo
círculo se
se form
form a
a a
a parti!enece;
s ,i_vmaci0n
aí nacion de l a tot a ¡idad
lidad a la que el e le m e n to consid erad° ^Per
agrafi^ d0
Darríaim G ltra correcta) el elem en to en cu estión rev d a su Slgl
pterm m ás1 'G’ 10 ,q uc a su vez nos da u na p ista h acia una meJ núa,
e n a rCm^ ™ ^ 1^ reconstrucción de la to ta lid a d . El proceso C° acidad
que PC e ™ s c a vez m as M arcad ores, h a s t a q u e los residuo* de op * ^ .
U S! an en " “ estro o b je to ’ no nos im pid an capt« su S gn ^

? n el Up O ^ tE^CÍ<5.n seu1hf cc m u c h ° m ás la b°^ ,° Cbaeirnlano dy


la reflexión p nr L. sion que los h a b la n te s a lc a n za n sin eeharrn'iento y
•1 0r otra pa
parrttc, KJH e m b a rg o , el r%
c, sm pnrmríima
a n oram a d e ron°c
28
com prensión que n os a b re es con sid era b lem en te m á s v a sto . P u esto que el
h a b la contiene su p rop ia in te rp re ta ció n , o por lo m e n o s logra su com pren­
sión sin la a y u d a de é sta , rarrunente, o casi n u n ca , en fren ta a los h a b la n te s
con la ta r e a de te n e r que d ed u cir con cien tem en te la tota lid a d del contexto
vital en que su s h a b la s llegan a ten er u n sentido. E l contexto es ta n
trivialm en te obvio de e n te n d e r, de encu ad rarlo en su in d iv id u a lid a d ,q u e no
ofrece re siste n cia . D e b id o a la facilidad de su ta re a lo s h a b la n -te s reciben su
castigo en su ig n o ra n c ia respecto d e l contexto tota l d e su acción.
E l le cto r m o d e r n o recon oce fá c ilm e n te en e sta id e a el concepto de
G arfin k el d e e so s in n u m e r a b le s “s u p u e sto s” que p e r siste n te n a z m e n te ,
au n q u e in v is ib le s , en e ls im p le acto de la con versación . P a r a S c h le ie r m a -
ch er, ta le s “ s u p u e s to s ” son tr a m a s q u e p e r m ite n te je r la te la de la v id a ,
pero q u ien e s e stá n in v o lu c ra d o s en ellos no p u e d e n a d v e rtir ta l tr a m a .
Sólo d esd e e l p u n to de v is ta v e n ta jo so d e u n ob serv ad or, la te la se h a c e
visib le en su to ta lid a d , y por lo ta n to es p o sib le re sc a ta r su p la n te o exacto.
D e aq u í la fa m o s a a se v e r a c ió n de S c h le ie rm a c h e r de la su p eriorid a d
cognitiva del in té r p r e te sob re e l a u to r. E l in té rp re te , in e v ita b le m e n te , y
sin n in g u n a re la ció n con s u s prop ias cond iciones in te le c tu a le s,"sa b e m á s
de la te x tu r a v ita l d e la c u a l d e te rm in a d o e lem en to que se e x a m in a fo r m a
parte. S a b e m á s , no p o rq u e su m éto d o sea m ejor; no porque h a y a sido
instruido para ser “p ro fe ta del' p a sa d o ” , o por hab er a cu m u la d o experien ­
cia de la que carece n a tu r a lm e n te el a u to r orig in a l. S a b e m á s lla n a y
se n cilla m e n te p o rq u e, a l contrario del autor, encara el objeto com o u n
objeto, d esd e fu e ra , cu a l u n fen óm en o e x trañ o: este m odo d e encararlo
pone en m o v im ie n to el proceso de interpretación y , por-lo tan to , es cap az
de conducir a la recon stru cción de la to ta lid a d de vid a. E n principio, n a d a
im pide al a u to r e m b a r c a r se e n este viaje de in terp retació n ; pero u n a v e z
que h a com en zad o el v ia je , pierde su específica relación com o “autor’’ de
su obra, y se une a la la r g a lista de in té rp re te s. E n ta n to se aferre a su p o-
sición origin al de a u to r, es decir m ie n tra s se n iegu e a considerar su o b ra
“desde fu e r a ”, d eja de ocu p ar u n a posición p rivilegiad a en e l deb ate in ­
terpretativo; sus p u n to s de v is ta no son m ejo res, ni de m á s fe h a cie n te e­
videncia que c u a le sq u ie ra otros datos respecto del contexto v ita l en que
h a sido lo ca liza d a su obra.
P a r a W ilh e lm D ilth e y , el gran codificador de la h e rm e n é u tica d el siglo
xix , el esp íritu —a la vez su jeto y objeto de la com prensión h is tó r ic a - fue
desde siem p re a b so lu ta m e n te idéntico a la noción ro m á n tica de L eben :
este prístino m od o de s e r de la e x is te n c ia h u m a n a , in d e fin ib le e
ir r e d u c tib le a no im p o r t a q u é otros fa c to r e s, p r o m in e n te en s u c a p a ­
cid ad de e x p r e s a r e x p e r ie n c ia s (v iv id a s e in te r io r e s , "v is t a s -d e s d e -
d e n tr o , E r le b n is e n o p o sició n a E rfa h ru n g : e x p e r ie n c ia s q u e s u b r a ­
y a n no im p o r ta qué com o p o ie in d ifirie n d o de p a th e in ), de e x p r e sa r
e sta s e x p e r ie n c ia s com o a c o n te c im ie n to s m o m e n tá n e o s o p e r d u r a ­
b le s, pero s ie m p r e o b je tiv a d o s y o b s e r v a b le s , a d e c u a n d o e s ta s e x p e ­
rie n cia s a su s ig n ific a d o e x p e r im e n ta l. N o o b s ta n te , lo q u e p a r a los
ro m á n tic o s d e b ía de ser uri m odo de e x is t ir -e n -e l-m u n d o , el p le n o
desarrollo del g e n u in o p oten cial h u m a n o trab ado y p a ra liza d o por la
ilusión científica de la época m od ern a, era p a ra D ilth e y m otivo de una

29
, , a raz6 n his tórica, de un m é t ^ o de c o r t ó n histórica, u
crítica de 1a i aZ?onnta que puede e m p le a r el lliom b re p a ra c o m p r e n '- sla
pcculiar lie rr^ t* . acción. C om o b ien 1< d ijo M ak k re el recienSU

me°Pta "lpilthey'l^í>b¡a I)uPf5Sto toda su esp e r a n z a e n p o d er d e m o stra rqu£ ¡

i • Hros tenían pleno derech° de pr° clam ar^que es p osible al euno


l?3 ^hum anO de intuición intq1qctual, Per° se equiv°caban al pensar J !
farnnaauhrm;eazapuC
diqras^raprehqndida de este m o d a l * naturaleza noTs
Un teX ¿ que pueda ser inter]?r<5ta d° <m su sig niticad° c° ncret° a diferen
U íídXlas acciones humanas q ue puede!1 . r a n ^ r a i - M c°mparables a
documentos históricos o expresiones p °e fcüs y i t e r a d p°r su signifi­
cación.

Kant habría de refutar la valid ez (te lía i rá m rio n in te n o r , del “senti­


miento a través” como m étod ° de cogn1,ci 0n cien tíf ica . P a ra él, la objeti­
vidad de1 ^ M c im i ento científico e r a u n id e a1 i.n con t e s ta b le , y te objeti vi-
dad só1° pUede c°ncebirse en cua nto el yo “e n m u d e ce fre n te la existencia
fáctica del objeto natural; en este^ se n tid o , u n objeto'definido' debe ser
conocido, el sujeto se dirige a él p or s í interno, e s to c á n d o s e p°r una
va1idez rájetiva.^ Es sóloen la esfera de la lib e rta d , d elju icio :moral, que
e1 y ° se imp°ne s°bre la n atu raleza; pero, e n to n ce s, é sta no es la esfera
de la ciencia o, en este sentido, d él conocim iento cien tífico . E l ambici°s°
pr°yect° del Dilthey de la cuarta Crítica, dé la r a zó n h istórica , se dirige
a enmendar a K ant en este punto. E s cierto que e s a in spirad a adivina­
ción en relación c°n la n atu raleza no es u n a p o sib ilid a d abierta para l°s
seres human°s. U n a directa, no m ed ia ta p en e tra ció n de' la naturaleza
sólo puede ser atribuida a D ios, y n u n ca s e r u n atributo, de' los h°mbres.
En cuanto a la naturaleza puede ser p e n sa d a com o la Ausserung de la
v °luntad de D i°s, la “externalización” de S u p ro p ó sito ; D io s, autor de la
naturaleza, puede ser c°ncebido con cap acid ad p a ra penetrar intuitiva­
mente Su pr° pia creación, “para c om p renderl a ’’, p a r a rec onocer en ellala
v° ufntad Y el prop° sito que E l conoce ín tim ainent e , sin la m ediación de
° Jet° s Pero no a sí los h o m b r es , cu ya arrem etida c°ntra
° r - g ura eza en t° da su h e la da, e n tu m ecid a e x tr a ñ e z a de u n objetocuy°
pr° p<^sit°, p° r l° tanto, p erm an ecerá con to d a certeza ign °rad°
creJ c;mcpre> obJet° s de esperan zadas con jetu ras y q u izás de m tensas
Sto a i O r nunca de un c°noci,ni en to Objetivo:
Nicolás n { r íg ° ,’ ¿n° es acaso el
el hom
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en t°do '“en l'pS0á.!áOS'h ^ te m
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Giesteswissens'
.........
, Rudolph a . Makkred ’ iv?,',G‘ Teubner, Leipzig y Berlín, 1927, pag. 121-. ,Qn
h PreA Princet0n’ iq 75 ^?’ P1u1osopher of tlie Human Stodies, Pn
Fntz Medicus *0n
n n .H
, ., •
’ 19» _5,’ ^ao*
Pag. ¿48.
248. 1, r
c1d,endJ' PAl°n ‘edito),t!pi,1 ?/b?s!;,ctivity0f hist^rical knowledge”, in Raymond K l i b ^
ulaiendon, 0 ^ 0rd,is3(j, ™ í >' ” nd Hhtory. Essays Presented tu Emst

30
historia el campo en que las ocasiones para la libre elección surgen a cada
m om ento? Por lo ta n to , ¿no es el caso que la única facultad de penetrar,
atribuida solam en te a D ios en relación al mundo considerado como un
todo, pueda ser atribuida igu alm en te al hom bre en el campo, m á s
modesto, de la h istoria h u m an a? Si la historia es una creación h u m an a,
los hom bres pueden reconocerse a sí m ism os en sus productos externali-
zados al igu al que Dios puede reconocerse en el m undo. Dios es capaz de
com prender el m undo, el hom bre puede com prender la h isto ria .E l anhelo
rom ántico de captar intuitivam ente los significados ocultos de la n atu ra­
leza es filosóficam ente ridículo y absurdo. Pero la historia hu m an a puede
ser considerada como la gefühte Welt de Goethe - e l m undo “dado en
sentim iento”. Podem os com prender nuestra historia precisam ente por­
que, al igual que la n atu raleza para D ios, no existe por sí m ism a. Sólo
existe en nosotros y a través de nosotros.
La com prensión, por lo tanto, es un método particular que sólo las
“ciencias del espíritu”, el estudio de la historia h um ana, pueden em plear.
E l hecho de que los h om bres recurran a este m étodo no es la señal de su
distanciam iento, o en realidad de su posición inferior con respecto a la
naturaleza. P or el contrario, ellos gozan de un privilegio inaccesible a las
ciencias n a tu r a le s .L a com prensión es el pasatiem po de los dioses; en su
esfuerzo por com prender la historia o al anhelar que su esfuerzo resulte
exitoso, el hom bre se eleva a las alturas del verdadero saberdivino, lo que
los estudiosos de las ciencias naturales no pueden hacer por m ucho
que sueñen con ello.
E s obvio que no podam os com prender a un árbol;13 decir que no se
puede com prender a un árbol significa que el árbol no tiene ni significa­
ción ni valor.
Sólo pueden ser significativos aquellos objetos que, en principio, están
abiertos a la com prensión. La comprensión y el descubrimiento de la
significación, o el valor, son una m ism a cosa. Pero la comprensión es,
asim ism o, la victoria sobre la resistencia. E s posible pensar seriam ente
en una com prensión como una actividad planeada y deliberada frente a
una resistencia que se nos oponga, puesto que la significación de un objeto
no es dada en realidad a prim era vista. El campo en el cual la com­
prensión se convierte en la m ateria-sujeto de un método construido
sistem áticam ente es, por lo tanto, lim itado en dos aspectos: la com pren­
sión com ienza donde la com prensión prerreflexiva, espontánea, m uestra
los prim eros signos de insuficiencia; term ina cuando se le interpone un
m uro de total extrañam iento, im penetrable a toda identificación cm p á-
tica. E l vasto domino del Lebensausserungen, la expresión de vida, que
constituye el objeto metodológico apropiado de la com prensión o la
interpretación (Auslegung), se sitúa entre estos dos extrem os. E n esto, y
solam ente en esto , las facultades cognitivas hum anas son parejas a la s de
Dios, y la adivinación del sentido es posible e inexcusable.
L a n aturaleza y el m undo espiritual son dos métodos de cognición. E s
la m ente cognitiva la que constituye objetos de su cognición, tales como,

13 Dilthey, pág. 259.

31
resDectívamente, la n a tu r a le ra o la t o s t a r a . E n eli prin ie r caso trata de
S.fe'XP'loraci.to de la s con exio n es y d ^ e n d . m c 1 ¡5 d e to a A j e t e s t al es comO
lonexenSí m ism os . F o rn iu la su ta r a a d e n tro de e s p m t u ele ático, corno 1a
e l a c i ó n de se re s fijos, f l a t o s , e n t e n t e s , q u e e s t1in allí de
f i l U n o , i n am ovib les e in e x o ra b le s, im p e r t u rb A l e s y r a m p le to s , que
anteUs atributos n o dependen d e 1a m e n t e r a p o sc lt rra. D e acu erdo eo n
la Drofunda p e n e tr a d ón p sicolog ic a de O r t e g a y G a s s e t , este 1!1odo
r0g i oscit iv o “n a tu ra lista ” “ es, en su b a se m t ele r t u ^ m m o, es decir, 1a
prgyección en lo re a l del p e cu lia r modo- tie s e r e n con ce pt os”, “ cbien,
PsTegaríam os, la proyección de la s p r a c tic a s cien t ííic a s crea n su s produc-
t 0S los conceptos d e la ciencia, con u n m o d o d e s e r q u e re fleja, como un
esPejo, la Propia im a g e n de lo s cie n tífico s y la p r o p m definición de sus
actiVidades . E n el segu n d o caso, s in em b a r g o la m e n t e cognitiva se
pr0p0ne a sí m ism a fin es m á s el evad o s ; ob via l a s lim ita c io n e s impuestas
por la actitud n a tu ra lista ; n o se c onten ta con la m e r a de scripción de las
cosas t a l como son, sino que solo q u ie r e lle g a r a c a p t a r su sigiuficado, el
sentid0 oculto que, si el n a tu ra li s ta tr a ta r a d e b u s c a r lo setran sform a ría
en un teótogrn Sólo e l m odo cogn oscitivo de l a s c ie n c ia s del espíritu nos
permite el l Ujo de p a sa r por a lto la lín e a d iv iso r ia e n tr e ciencia y teología,
l a explicaci ón y el conocim iento d e l p ro p ó sito . '
L a elección del m étodo (o, de m a n e r a m á s g e n e r a l, d e l m odo cognitivo)
¿es libre o est á p re d e te rm in a d a p o r la n a t u r a le z a d e l objeto de conoci­
miento? Esto no es una sim p le p r e g u n ta a la q u e s e p u e d a responder con
un sí o un no. Por u n a p a rte, el h ech o de tr a t a r o b je to s com o formando
parte de la n atu raleza es u n a p o s ib ilid a d q u e , a l co n tra rio del m odo delas
ciencias del espíritu, es ilim ita d o . U n o e s lib re de e n c a r a r lo s fenórnenos
a la m anera desarrollad a por lo s e le á ti cos y e s ta b l e cer lím ite s estrictos al
propio interrogante. S e p u e d e . d ecid ir n o a g u a r d a r la comunicación
recíproca, no perm itir que el ob jeto, al ser e x a m in a d o , se revele como
suJeto y, sobre todo, com o su je to in te n c io n a lm e n te determ inado. Es
p° siMe que se resu elva in te rp re ta r la co n d u cta d e l o b je to sólo en té r m in o
d e p°í*em, y Por lo tan to ap u n ta r a u n a e x p lic a c ió n c a u s a l: referir lo que
se ve .antes d e la precedente o b se rv a c ió n ' m á s ' b ie n q u e la invisible
interi°ridad” del objeto, que a v e c e s sólo p u e d e s e r in tu i da por identifi-
cacwn simp atetica. E s fácil a d v e rtir q u e la p ro b a b ilid a d de ta l resolucl0n
se acrecienta considera b le m e n te con el a u m e n to de la d is ta n c ia existente
fn tre el sujeto conoced or y el obj eto a se r con o cid o . D a r e m o s u n ej em pl°-
a gente, alej.ada de los cen tros del p o d e r e s t a t a l, p r iv a d a de toda
experiencia d ^ r t a . de la tom a de d e cisio n e s , d e la p o lítica co m ° una
n ^enci0n elib erada, tien de n a tu r a lm e n te a c o n sid e ra rlo casi com o un
de t!°meno natural y 10 .1ustifi ca en el le n g u a je de con exio n es- cau sales»
rmdn *naci0nes>ten d en ria s i n e x o r a b le s. E s t e p u n t o de v is ta e s im pug-
lizan el Tn;«om
sam ente por q u ien e s h a b ita n e so s c e n tr o s, q u i en e s visua"
c0encia Ue m o proceso com o u n a co n tie n d a de in te n c io n e s , corn° conse*
contenciosoq! nnU1^ P° pül ^ cos coin cid a e n dej”a t de 1ado a su n ,oz
’ p niendo en d e b a te su s r e s p e c tiv a s in te n c io n e s y proposi

José Ortega y r t f o ^ y as a system", en Philosophy and History, pág. 3°°'

32
tos, haciendo tratativas, disputando, llegando a un acuerdo, tratando de
aventajar en algo a sus opositores o fracasando en aquello que se habían
propuesto. A m bas posiciones son viables en cierto sentido y se apoyan en
razones valederas. N ada existe en los asuntos humanos que haga inapli­
cable en principio el enfoque científico-naturalista. Su aplicación puede
ser discutida a lo sumo sólo en el campo de las intenciones prácticas y las
preferencias. No obstante, todo argumento derivado (verdaderamente o
como pretexto) de la “naturaleza del objeto” puede ser infundado.
Esta universalidad, sin embargo, no es aplicable al otro camino. Se
puede postular cualquier cosa como naturaleza, pero sólo algunas partes
de la realidad permitirían ser tratadas como historia.15

Comprender es redescubrir a ti en mí; el espíritu se recupera a sí mismo en


todos los altos niveles de la configuración; la identidad del espíritu en mí,
en ti, en cada uno de los sujetos de nuestra comunidad, en cada uno de los
sistemas culturales, y por fin en la totalidad de los espíritus y en la historia
universal, hacen posible esta colaboración de los diversos efectos en las
humanidades. El sujeto del conocimiento se asimila aquí al objeto, que -en
todos los niveles- es su objetivación.

Éste es el punto m ás crucial de la teoría de Dilthey y, en verdad, toda


la problemática de la comprensión como un método particular que
constituyen las ciencias hum anas, apartándolas de sus vecinos “natura­
listas”. La comprensión es re-descubrir mi yo en el tuyo; yo no puedo
descubrirme en un árbol, mucho menos me puedo re-descubrir en él, si no
hay nada que establezca nuestra relación con el pasado. Sin embargo,
puedo descubrirme en ti, pues ambos, tú y yo, somos particularizaciones
del mismo “espíritu”, en última instancia, idéntico en sí mismo en todas
sus múltiples encarnaciones. Para re-descubrirme, digamos en cuanto a
comprender, debo compararme con un objeto con el cual mi unidad ha sido
establecida previamente. S i la comprensión histórica, como método, es
cuestión de elección, la categoría de los objetos a los cuales puede ser
aplicada no lo es. ■
Resumiendo: la comprensión, desde el punto de vista de Dilthey,
significa una elección de oportunidad determinada por la naturaleza de
algunos objetos potenciales de cognición, pero no de otros. Pero, ¿qué es
lo que determina esta oportunidad? ¿En qué se basa la diferencia decisiva
entre aquellos objetos que pueden, en principio, ser c° mprendid° s y
aquellos que han sido condenados para siempre a ser considerados
solamente desde fuera? Es aquí donde aparece el Geist: “E stas señafes
son siempre expresiones-de-vida. En el mundo de la s° n
expresioncs de lo espiritual; lo cual nos permite su cognición”.16
Los objetos potenciales de nuestra comprension so n por lo
expresiones del E spíritu. Y es porque son expresiones del espíritu que
podemos comprenderlos. La oración tiene la estructura gramatical de
una explicación causal. No obstante, ¿es que nos la brinda? Si pregunta-

15 Dilthey, pág. 191.


1GIbid, pág. 205.

33
mos qué eS der Geisí , cóm o sa b e r que lo que v e m o s €ís en ver dad s
m a nifestación, la única re sp u esta que se p u ed e dar es es t a : lo sabemoS
cuando sentim os que podem os r o m p r e n d w y , e v e n tu a lm ente, captar ei
sÍ£gnifiCado de aquello que ve m os. S e m e ja r á e a p l i c a d o n causal resulta
ser una tautología; o, m á s b ien , un ^ t ir á g t o p a r a e v itar o di sim ular ]a
tautología. E l razonam iento circular no n ° s a u to riza n unca a preguntar
en qué están basadas e n ú ltim a in s ta ncia la u n iv e rsalid ad y la unidad del
espíritu; nuestro esfuerzo por com pren der, y la satisfacción que de ello
resulta, p a sa por alto nuestro ín teres en la p r e g unt!1 '. P odem os compren­
der todo aquello que sea una m aráferáadón. del espírit u , t odo lo podemos
comprender, no im porta cual fu ere m ie n tra s se a u n a m anifestación del
espíritu. U na vez em peñados firm e m e n te en la e m p re sa de com prenda,
el verdadero concepto que pareciera p re sta r le g itim idad a nuestro pro­
yecto se retira a segundo plano, d e m a n e ra m u y p arecid a al “m andato del
pueblo” en el transcurso de la dia ria activid ad a d m in istrativa, O, más
bien, el concepto revela su papel com o otro “p u n ta l metafíisico’’ - e l rol
asignado por Parsons a la “m an o in v isib le”- q u e se supone conduce el
m ercado, que de todos m odos puede p erfecta m en te m antenerse a sí
m ism o con todas la s leyes que h e m o s descubierto o le h em os asignado.
Las reglas que se considera que su ste n ta n la actividad de la compren­
sión han sido articuladas por D ilth e y fe h a cie n te m en te en el sentido de
que sólo perm iten al espíritu un rol com o "p u n ta l metafíisico”. La com­
prensión, según lo que nos aclara D ilth e y , se b a sa en la perm anente ope­
ración del intercambio ( Wechselwirkung) y la exp erien cia interior (Erle-
ben). Es probablemente en la c o m p re n sió n de la p rop ia experiencia inte­
rior, donde se da m ás allá de todo problem a y sin necesidad de recurrir
a ninguna metodología especial, que se concreta g rad u alm en te la com­
prensión de las peculiares m an ifestacion es de v id a y de otras personas.17
E l campo de acción de la experien ciain terior es el cam po de entrenamien­
to tendiente a esta interioridad, m ed ia n te la cual es posible penetrar las
de otro modo im penetrables profundidades de la s creaciones del espíritu.
No todos los objetos de creación h u m a n a requ ieren una interiorización
para ser comprendidos. D ilth ey parece su gerir que por lo m enos dos
vastas clases de acciones h u m an as y su s productos pued en ser captados
de manera mucho m ás sencilla. U n a de ellas es la de los conceptos, jui-
Cios,_y hasta mucho m ás am plias form as de p e n sa m ie n t o. S u s contenidos
intelectuales pueden ser captados en su propio contexto. E sto puede
eráemferse como una confirm ación de la n a tu r a le z a independiente del
r a . aJo m te k ctu a l^ o bien como la refutación del conocim iento científico
socio^ogico o psicológico: es posible ignorar la s experiencias y los senti‘
m ientos del autor de una teoría científica. E so s datos no son relevantes
c ra co^ pre^ e_r la teoría m ism a. La “razón p u r a ” es capaz de im poner
si. ^ lficados>sin depender de n in g ú n otro significado, que no
sean los propios.

auL ae)tenatic! as/ consi ste en 1a conducta h u m a n a , p re su m ib le m e nte en


nde como conducta h u m a n a . E sta e s tá relacion ada reguíar-
17Ibid.

34
mente con sus fines (no importa cuáles pudieran ser). El elemento
constitutivo “espiritual” de la conducta se reduce a esta relación del acto
tendiente a su fin. La comprensión del significado de un acto significaría,
por lo tanto, desentraüar la regla que gobierna las relaciones existentes
entre fines y significados. A l con frario del primer caso, es necesario irm ás
allá del objeto para poder captarsu significado, pero, al hacerlo, es preciso
echar mano del vehículo de una observación científica sistemática (presu­
miblemente sustentada con el auxilio de estadísticas) más bien que por
no importa cual método de Geisteswissenchaftliche. N uestra búsqueda
del significado acaba cuando declaramos el fin al cualha sido subordinada
la actividad observada. No es que el actor cuya conducta observamos
carezca de “experiencias interiores” en su actuar; con toda certeza las
tiene permanentemente. Pero en lo que se refiere a la tarea de tratar de
comprender la conducta, tales experiencias son irrelevantes. En tanto
que los objetos de la primera clase contienen en sí mismos todo cuanto
tienen de sentido posible de descubrir, los objetos de la segunda clase
vinculan no importa cuál elemento necesario para su comprensión con el
campo de su vinculación con el producto final de la acción (tal como se
advierte en la famosa ilustración de Weber de esta idea de Dilthey, del
campo intermedio entre el rítmico golpear del hacha y la pila de leña cor­
tada). Ninguna de las dos clases nos conducen a las misteriosas, impene­
trables profundidades delos sentimientos y otras experiencias del actor.
Es sólo la tercera clase de “manifestaciones de vida” la que presenta
problemas de especial complejidad. Para poder expresar el matiz peculiar
de la misma, Dilthey recurre a una curiosa mezcla de líricayescepticismo.1'5

¡Lo cual es completamente diferente en el easo de una expresión experien-


cial tal! Semejante expresión... surge de la profundidad iluminada por la
conciencia... No puede ser considerada en términos de verdad o falsía, sino
sólo en términos de veracidad y doblez, falta de sinceridad. Y lo es puesto
que el engaño, la mentira y el disimulo quiebran la continuidad entre la
expresión y la entidad espiritual expresada.

La profundidad, que el conocimiento no pueda ilumina ... algo que no


pueda ser juzgado como verdadero o falso, sino sólo como genuin° o
mendaz... ficción, mentira, decepción que conspira por quebrar la concre­
ción entre el espíritu y su manifestación... ninguna de las pretensiones
mentirosas o falsas pueden posiblemente colarse dentro de la conexión
entre el acto de agitar el hacha y la pila de leña cortada; en tanto que
aceptemos definir la acción en términos de sus resultados son ambos
verdaderos o falsos. Podemos examinar yvolvera examinarcuál es .ei caso
considerando las cosas objetivamente, es decir conm cosas. Pe^ sin
embargo, si consideramoslamisma actividad como una manifestación de
la “experiencia interior”, estamos abriendo una caja de Pandora de
riesgosontológicos ytram pas metodológicas. E nnuestrahesitación entre
verdad y mentira no es posible que contemos con el auxiüo de la1 8

18Ibid., pág. 206.

35
•óm ohietiv a . La in so n d a b le o s c u r ¡d a d d e l e s p ír itu no será d-
observac>° n d(jl conocim ien to ob jetivo de l o re g u la rid a d e s est!!l'!Per-
sadV Pa<’dalacalUoZeCS ú n ic o y no p u e d e se r so m e tid o a u n o r e g lo g^ f l f
cas. Cad a ■ tiene s ie m pre como obj etivo l o p a rti c u l a r 19 1
C0,EPt e nPa rticular” e s, sobre t odo, lo 1n d r n d n a lj 1.a t a rea de la compren
s a SS» com prender los d g e b » y los a con te c im o s; c om o “manifestS -
nes de vicfa” de otros m div ld u o s. a 1 h o rario, esta os g u iados por reg]as
neSt^ oldITcas endebles e im i t e s. & > e1 b o l o n e e frná l est as r e g lj: *
ubá a n e n la esperanza de qu e te ^ n t a r a es v m M ,; <m pn ncipio y quee
Puede Ser intentada. U n a vez m a s e1 Leben p ro v ee el p un t a! de ap0yo-
Tehen es una actividad com p a rtid y e x iste u n a c° m um dad (Gemeit¿
samkti t) que penetra a tod °s y ca d a u n o d e l os m dm d uos. Es poSibIe
imaginar la com unidad como u n a “s u s t a n c ia c ° m un ” en la cual cada
Tehen individual está grabado y a l m is m o tie m p o es portador de |a
actividad llam ada com prensión. MO s p r e c is a m e n te, es posible pensar
la comunidad como u n a sim ilitu d -cu m -a fin id a d postu la d a, una especie
de pareCido de fam ilia, en la cual h ab ría de b a s a r s e la m a g i a simpática de
la CompreSión. D ilthey no se preocupó n u n c a de a c la r a r los fund amentos
de la COmprensión. L a esperan za in trod u ce s u s consideraciones ya plas­
madaS, basadas en m á s de un siglo de h a d o ro m á n tico . Es cierto que
D iltheytratadehallar un m étodo de co m p re n sió n ; p ero la s categorías que
imagina para construirlo, de hecho, ju e g a n u n a fu n ción etiológica; su
papel principal consiste en dar cu en ta del m iste rio de la comprensión
entre los individuos, m as bien que en fa cilita r tal com prensión.
Se reconocen tres categorías m eto d o ló g ica s, pero de hecho etiológicas:
“Colocarse uno en el lu g a r de otro” (S ich h inein versetzen ), “copi ar” (Nach-
hilden),y “re-vivir” (Nacherleben). Lo p r im e r a ca teg oría es fundamental,
puesto que aporta las bases p a ra la s o tta s dos. Se refiere nuevamente a
la idea de nuestra esencial com unidad que une a todos los m & rí^ 03,
Gracias a esta comunidad el individuo es capaz de p o n erse en el lu gar de
otro, " tr a smitirse dentro de d eterm in ad os con ten id os de m anifestaci°'
nes ? e vida”.2° Es evid ente que D ilth e y su p o n e que e s ta actividad, qupse
r?aKza cotidianamente en cada unos de los a cto s, “sim p le s” de c°m umca
ci0n es t;iivia|, es decir común. P u esto q u e e s t a a ctiv id a d es tan c° rnun’
que n0 demanda esfuerz o ni acarrea p ro b le m a s, es p o sib le poder esperdp
d<3las d r as dos l ogros mas arduos. C op iar' y r e -v iv ir son M tr n dades
la ’ soloen el transcurso de e s ta s activ id a d e s es poslb, ^ nn
dom riin^ ^ df la- vida espiritual” j C opiar y re -v iv ir so n ctm stáerad ? n0
c0munpQp,nV1-e?Iado de aquellas p e rso n a s d o ta d a s de fa cult° s
suficienter r-V1f lr- es un acto de creación; p a ra r e -v iv ir, p or lo tan d L.£i
“Comnnidad,^rtici par en el Leben com o lo h a ce todo el de la
creatividad que subyace en el acto de re-viv ir es la com uni a '

za y dotesmapedce “ ® p£ena f a m ás e le v a d a s so n cu e stion de a^ ^ gar de


y tes especiaW E s cierto que re -v iv ir req u iere en prim e r l ^ ar
1D/¿id., Pag.
- 212.
20¡bid. ipág. 214.

36
la sim patía {M itf ühen), Ia cual in ten sifica la energía del acto.21*23P er0 la
fantasía es uno d e los prin cipales pilares que sostiene esta sim p a tía ;
merced a la la s em ociones y asp iracion es en carn ad as en deter­
m inada m an ifestación v ita l pueden ser captadas sim p atéticam en te y
vueltas a exper im e n tar, y, por lo tan to, v u e lta s a la vida nuevam ente. La
cantidad de pue rtas que puede abrir la fan tasía depende, sin em bargo, de
qué tipo de llave e s d e term in ad a fa n ta sía . “C uanto m ás dotada esté, m ás
ricas serán su s posibilidades [de com prender]^2 E l re-vivir los grandes
acon tecim ien tos h istó r ic o s o la s g ra n d e s obras de arte p o sib le m e n te
esté ab ierto sólo a p o cas y s e le c ta s p e r so n a s; a p erso n a s que debido a
su ta le n to , fo rm a ció n y a so m b ro so s con o cim ien to s son cap aces de
elevarse a a ltu r a s a fin e s a la s d e lo s actores o au to res o rigin ales de la s
obras de arte r e a liz a d a s . Por lo ta n to la s m á s su b lim e s fo rm a s de
com prensión e stá n s u s te n ta d a s en p a rte p o r u n m étodo y en p arte por
un talen to e sp e cia l; la n a tu r a le z a de e sto s sop ortes exclu ye su acce­
sibilidad u n iv e r sa l y los tr a n sfo r m a en arte o logros a rtísticos o
históricos c o m p a ra b le s a s u s o b jetos. E n e sta s fo rm a s m ás su b lim e s,
la com prensión se con v ierte en “ un proceso in te le ctu a l que requiere
el esfuerzo m á s e x tr e m a d o .” 23
A partir de Schleierm acher, sin em bargo, este re-vivir, definido sucin­
tam ente como re-creación de la experiencia individual, que acompaña el
acto de la creación histórica, no conduce a la conclusión cabal del acto de
comprensión. Para poder em p aparse de los motivos y emociones de los
hace largo tiem po fallecidos actores del dram a histórico, sería preciso
poder desenterrar ilegalm ente un cadáver. La comprensión es algo
semejante a captar el sentido de un acontecimiento o de una obra de arte.
Recordamos que sólo es posible captar el sentido de aquel objeto que es
significativo en sí m ism o (¡n o un árb ol!). A h ora bien, h em o s dicho que
sólo son sig n ifica tiv o s esos m o m e n to s del pasado (es decir que pode­
mos cap tar su sentido) m ien tra s no se hayan convertido en cad áveres,
es decir que deban su sign ificación a algo m ás que los m o tiv o s y
aspiraciones que a lg u n a vez h aya n conducido a su concepción. “U n
m om ento del pasado e s sign ificativo en tanto esté ligado al fu tu ro .”.24
Dicho de otro m o d o , un m om en to de la historia deriva su significado
de su relación con una m ás am plia totalidad, de la relación del pasad° con
el futuro, de la existencia individual con la hum anidad. E s evidente que
cuanto m ás vasta sea la tota lid a d a la cual es posibfo optar para referir
el hecho histórico, m ayor será la posibilidad de develar su s e n tido
oculto. La com pren sión es, en ton ces, no sólo un proceso perso n a h
sino, al m ism o tie m p o , un proceso h istórico. E s sabido que eso depende
de las cualidades del historiador como persona. Ahora hem os aprendido
que ello depende tanto de las cualidades del historiador en tanto contem ­
poráneo de un per íodo histórico. “Aquello que establecemos como un fin

21 Ibid., pág. 215.


2:. Ibid., 225.
23Ibid., pág. 227.
21 Ibid., pág. 233.

37
ondiCiona n u e s tr a d e t e r m in a c ion de signific
el futuro c ación
del
para -
pasad0.
___ . . n1iestra co m p ren sa<5n de 1 a creación h fc^
Si esto es as h ^ pre parcial y p ro t e i^ C * ™ po d em o ssa. lca no
-
pennünecerapa ^i0n e s m ejor hoy q u e a :yer y p eor q u e m a ñ a n ¡ q“e
nu^d
seraa H a paul ina, crec e n te tot e a d, n° e s otra versio^

Cren nCheaCreitia^ seoiieitapmeg. teSOcoitcien te d e la s ^ siM idades de tales

C« s íÍ o ^ biHdades, sito p ued e c° n ceb ir se com o un anhelo. jj


Perm1t a m ha sido probada del m i sm o m ° d ° que 1 a e x istensi a de Dios S
Poo^;>dadapo!?aasid
deom
p os^ ación ontológioa de S a n W W : la tot,^
E ¡da de la historia de la h u m a n ,d a d va^ urn^ ando r a j antemente
ía u ila de h ech osy nuevas creación r a U m -a t e - p uede a cierto punto
revelarlo todo por sí m ism a, y en c a ra b r m d * - u n e n cuadre fijo y
« ¡ motetemente n ítido dentro del cual d sig m í icad ° finai de todo habrá de
sor desCubierto de una vez para s ie m p r e . N o o b sta n te , este anhelo se
sostiene tan Poso como lo fue la dem ostració n on to l° g ica d e San Anselmo.
«Es presiso esperar al final de la h istoria para p oder capta r el material en
su tptalidad determ inada.” Pero, ¿por q u é d e b em os consentir en que la
hist0ria deberá llegar alguna vez a su fin? ¿P or q ué deb em os aceptar que
su transcurrir en el tiempo puede se r descrip to com o un movimiento
haCia el fin? E stapregunta es crucial, p u esto que al aceptar un "fin” ideal
de la historia, queda pendiente l a p osibilidad de en carar la historia como
un movimiento uni-direccional, como un proceso que tu viera un m disad°r
en suyo transcurso ciertas propied ades (en este caso la comprensión del
pasado) se asresentarían g ra d u alm en te.
La debilidad de la presunción en la q u e se b a sa la “obj^ m f o d
procesual” de la comprensión histórica pron to fue se ñ a la d a por lo
radisales de las vasilantes y p arciales solu cion es de D ilth ey , prinsipal-
mente por Benedetto Crose y su segu idor in g lé s, R. G . C ollingwood. Para
Croce, la sup°sisión de la “direccionalidad” 'de la h isto ria es superflua y
par sobre todo, insostenible: la creencia en que la veracidad de |a
suposismn sea historia por sí m ism a , y n a tu r a lm e n te no tiene
ünd“ gue otros hechos históricos, al cam biar ta n a m enud° sus
sigifisados :25 '

Todo juicio es un juícío histdriso, es , de hecho , historia... La te°ría de


stmtidfTv^ 1? 1^ 0 genum o es conocí m i ento his tórico.... por eso cu.a q Cln
hiStoria cmr!niGr0 en contraste con las ciencias naturales, al igual q 0n
la filosjofín CS.^ tarea e n el mundo, el humilde m undo. En contras ^
filosofía tiede 0 mas m ensamente esa idea tradisional & q . jo
espern- l0 verd„d 1 odo puesta en el cielo y por lo tanto obtiene
10 vera° o suprema.

Í 966’ry..A" /' '0 ;C'«cJ'’ y E r ¡ÓV m81Gsn de Cecil Sprigge, Philomphf '
!866- P 561. 56.1 O xford Umversitu
University PÍes* O
Press, Oxford Y Nueva
' ' '

38
Y esto no es sino nuestra espera del fin de la historia”, el pensamiento
elusiv0 que puede entretener y entusiasmar sólo a los filósofos, pero que
por otra parte no tfoim relación directa con nuestra actividad cotidiana,
que separa Ia creencia de D ilthey en la objetividad última de la com pren
sión histórica del “h istoricismo absoluto" del estilo de Croce. En las
palabras de Raffa en° Franchini, agudo analista de Croce.26

Según Croce, la historia no es nunca una totalidad abstracta de la que


podem°s extraer de tiempo en tiempo, una parte en la cual estamos
interesados. Por el contrario, la ; historia nació de. nuestros intereses
vitales... N ° existe historia en sí misma, historia de los hechos -observa
Croce—por la misma razón de que no hay “casos historiográficos” como
tales. Los hechos ocupan el foco sólo por presentar intereses vítales, y
nosotros somos construidos y reconstruidos por ellos.

Lo que da vida a los así llamados “hechoshistóricos” es nuestro interés


presente, que los impulsa a una siempre renovada reconstrucción. La
posibilidad del “historicismo absoluto” está contenida orgánicamente en
la precisa idea de l a .comprensión como la actividad de relacionar el
pasado con una totalidad siempre cambiante, sólo sometida por el dudoso
expediente de la “unidireccion alidad” de este; cambio; el “historicismo
absoluto” significa en la práctica la fusión total de la comprensión de la'
historia con la historia misma. No existe otra historia fuera de una
“historia comprendida”, es- decir, fuera del pasado tal como nos" es .
accesible intelectualmente. Y lo que hace accesible a esta intelectualidad
es nuestro interés en el día presente. Inspirados por nuestra urgencia
espiritual de la “verdad absoluta”, no importa lo que signifique, recurri­
mos a otro puntal metafísico, en forma de una imagen del pasado como un
vasto estanque de “hechos” del cual extraemos cada vez más unidades,
dejando cada vez menos en el contenedor. Desde el. punto de vista de
Croce no existe tal contenedor; por encima de todo, no importaría aunque
existiera, puesto que nunca podremos estar seguros de su existencia.
Nuestros juicios sobre la historia están cortados de la misma roca .que la
historia que “juzgamos”, es decir que ellos mism os son historia. La
esperanza de que con el auxilio de ciertos métodos mágicos (¡históricos
también!) podamos escapar de nuestro yo y de nuestros juicios sobre la
historicidad sólo puede basarse en la candidez o el engreimiento.2'

El hecho pasado no responde a un interés pasado,« sino a un interés


presente, en cuanto está unificado con un interés de la vida presente... No
es sino en nuestro pecho donde es posible hallar el crisol en el cual locierto
se convierte en lo verdadero... .

Esta idea expresada por Croce un tanto poéticamente halla su exposi-.


ción sistem áti ca y lógica en las obras de Collingwood. La relatividad de .

2cRaflaello Franchini, Lateoríadellastoriadi Benedetto Croce M°ran°, Nápdeíí, ¡¡me


data (c. 1968), págs. 96, 98. , „. .
2' DCnedetto Crocc, lrad. ing. de Douglas Ainslíe, 7heory and History of tiistona-
¡:raphy, Harrap, Londres, 1921, págs. 12, 26.

39
cl,id¡M e historicidad de p e n s a m ie n t o e s t á t e contenida va «.
la in 0 lu d 1 ' ücontecim iento q u e se h a r ía “histórico”.^ v a en el
preciso acto de un

La peculiaridad que hace W stórko [un ofyeto) no es el hecho de su suce¿


en el tiemp0 sino el hecho de hacerse conocido por nosotros a travT ?
nUestro repensar el mismo pensamiento que creo 1a Situación que est! Sde
investigando, y por lo tanto alcanzar a c°m prender esa situación... R?o j
hiStoriador mismo que esta som etido a Julci0, y revela su propio pensa
miento con su fuerza y flaquera, sus virtudes y s us vicios... Al compL d!;
[un. acontecimiento) h isto r i^ n m fu e .Io est amos m corporando a nuest; 0
pensamiento actua l...

E ntonces , cualesquiera fu e ra el h ip o tético e sta tu s ontológico de un


acontecimiento, se torna histórico en razó n de n u e str ° esfuerzo para
alcanzarlo, paracaptarlo, para c ° m p re n d e rl° y , p or lo tan to , incorporarlo
a nuestro presente. Todos estos esfu erzos e sta n im p u lsa d os pornuestros
intereses actuales m ás bien que por la s p ecu liarid ad es intrínsecas del
acontecimiento m ism o. Por lo tan to , la form a ca m b ia n te de lah istoria, tal
como la conocemos, tal como nos es d a d a cad a vez q u e pensam os en ello ,
debe tratar de rastrearse no tanto en la lógica de los acontecimientos “en
sí mismos”, sino en nuestras preocupaciones del día presente. El círculo
hermenéutico abarca, como fu en te de su en erg ía rotativa, la práctica
actual de aquello de que nosotros, los h istoriad ores, form am os parte
invariablemente. ' .
¿Dónde reside la “verdad ab soluta” e n la com pren sión histórica, la idea
del saber histórico acercándose cada v e z m á s estrech am en te a su objeti­
vidad? Cualquier cosa que pueda ser con sid erada com o objetividad en
cualquier momento particular e s en sí m is m a h isto ria , y por lo tanto está
sujeta a las m ism as reglas form u lad a s p a ra los acontecim ientos históri­
cos en general. Por lo tan to, no habrá de sorprendernos la siguiente
afirmación de Collingwood :29 .

¿Cómo podemos convencernos de que los principios en los cuales pensamos


son salvo que estemos de acuerdo con esos principios, y
comprobar si una crítica incontestable de los mismos surge mientraS
trabajíimcs ? La críUca del concepto de ciencia es la tarea de la misma
ciencia.^n cuanto avnnza; exigir que esta crítica pueda ser anticipada por
la ’t.e^na del c°n °ciniiento es lo mismo que exigir que tal teoría pueda
anticiparse a la historia del pensamiento.

• 9 ° n estas palabras, C ollingw ood se reconcilia consigo m ism o, y n0S


v_eZ a reconciliarnos con nosotros m is m o s , con la necesidad de
rto mi o ^ aJ^r Y tra ta r de comprender sin certeza, y quizá sin esper^ z^
nueqs^reosae2mfaferhabremos de alcanzar el final del cam ino que ráspú »
sendero recto 2os' u esto que n unca es posible sab er si esta mos en e
sendero recto, recorrerlo pacientem ente es lo m á s aconsejable, Es muy

Y °rk, 1946, (ed . 1973)^ ^ 21^8°2Y9i!í2 S f Oxford Ufuversity press, Oxford y Nueva
w!bid., pág. 230. PagS' 21 8 219’ 230
40
posible que, tarde o temprano, abandonemos el sendero al igual que antes
muchos otros, y nos encaminemos por otras vías urgidos por nuestros
nuevos intereses; pero nadanos garantiza que el nuevo camino pueda ser
de ningún modo “mejor” o “más final” que el anterior. “Cada nueva
generación debe reescribir la historia a su manera... El historiador
mismo, junto con su aquí-y-ahora que confirma la evidencia a su dispo­
sición, forma parte del proceso que está estudiando .”30 Es posible objetar
que la afirmación pueda provocar una regresión infinita. Es posible hacer
referencia a la complaciente creencia del positivismo en la verdad
histórica anclada en el pasado “como si una vez por. todas hubiera
sucedido” en la época de la fe y la certeza de la cual el historiador
positivista formaba parte; del mismo modo, es posible hacer referencia al
sereno escepticismo de Collingwood respecto de la época de incertezay de
falta de fe de la cual a su vez formaba parte. La objeción que Collingwood
habría lanzado al pasar sólo con una réplica: esa infinita regresión, otro
nombre para la constante rotación del círculo hermenéutico, es una
necesidad que su concepto de comprensión histórica aplica en una
extensión que nunca habría soñado la idea positivista de la cognición
histórica.
Deliberadamente o no, las críticas radicales de Croce y Collingwood
exponían las ambigüedades inherentes a la concepción de Dilthey de la
comprensión histórica. Lo que demostraron fue que los conceptos de la
esfera hermenéutica y del conocimiento objetivo histórico, sólo pueden
reconciliarse levantando sobre ellos una precaria construcción apuntala­
da con suposiciones endebles. Tanto de una manera como de la otra,
nuestro conocimiento histórico está sujeto a las leyes de la progresión
unilineal y, por lo tanto, los historiadores dejan que los acontecimientos
históricos “hablen por sí mismos”; o bien los hechos históricos son
activados (en verdad, hechos surgir' como seres) a causa de los destellos
de luz emitidos por nuestra propia práctica histórica, y por lo tanto
forman parte de una porción del fluir de la historia. Los esfuerzos
frenéticos de Dilthey por afianzarse en cada uno de los campos estaban
condenados al f racaso desde un principio.
El otro aspecto de la crítica de Croce y Collingwood es quizá un
involuntario, pero evidente, cambio de énfasis. El concepto de compren­
sión de Dilthey estaba sujeto, por así decir, a una “doble atadura”, la
psiquis de los actores históricos (que los historiadores denominan re­
vivir) por una parte, y la totalidad que, como tal, es accesible al historia­
dor (que condiciona las formas y los límites de ese re-vivir), por la otra. Si
bien ambas críticas deben mucho más que un tributo ocasional al primero
de los factores , su atención se centra decididamente en el segundo.
Dado que la totalidad es la que da impulso y contenido a la compren­
sión, ¿para qué habríamos de necesitar la psiquis del actor fallecido,
excepto para darle nombre a lo que estamos describiendo? “Lo que
establecemos como un final para el futuro, condiciona nuestra determi­
nación del significado del pasado...”. Esta aseveración no resulta concilia-

30Jbid., pág. 248.

41
t ren te a la h e r m e ne uti ca d e D i h h ey, sin ernbarg
.i de d
<-]a °eco 1v erse de 0C m a n e r a s: o b ien i n s 1 cti end o en qu e la ^ ft50’
d os

Primera solución aporta cierta tr a n q u ili d a d , p u e cto que no ce han


inventado reglas satis facton a s de “p e n e tra ci 0 n in e n ta l ” que dejen de
incluirla propia experien cia del p e n e tr a d oi (e sta ^ i e ta en la presa que
encierra el m ar de la su rjetivid ad ). L a s e g u n d a ^ i n r i ón es u n a manifies,
ta rendición ante la in e v ita rilid a d del re l a tiv isin o h.istórico, Que Dilthey
trató engañosamente de evitar p r o p °n ie n d ° la coin p ren s i 0 n como un
niétodo para cuya aplicación los h isto ria d o re s c u e n ta n con el auxilio del
incesante progreso de la h isto ria h a cia su c u m p lim ie n to.
Éste es, por supuesto, u n ju ic io -d e -v a lo r p a r a d e fin ir la reconciliación
de la historicidad de la com prensión h istórica com o u n a re n d ic ió n . Es una
rendición desde el punto de v ista de un id e a l de l a cien cia y de los hombres
de ciencia, en su carácter de dueños .in d iscu tid o s de su dom inio y únicos
dispensadores de la verdad, a la cual ellos tie n e n el p rivilegio especial de
acceder y exclusivos derechos, en virtu d de la s h e r r a m ie n ta s que sólo
ellos son capaces de m anejar. E s fu e n te de un in fin ito potencial de
desarrollo, y ciertam ente no u n a rendición, d esd e el p u n to d e v is ta de la
recapitulación que aclara el “re-en vío” del p a sa d o (com o dice Heidegger),
y llevarlo a cabo es el factor suprem o del d esarrollo h istórico futuro. Por
cierto que no es una rendición, sino fu e n te de o p tim ism o , pu esto que así
lo declara Johann H u izin g a :31

L°s intern es históricos de toda civilización regional están determinad°s


p0r la síginente pregunta: ¿cuáles son las cosas que le “interesad ’?-..
pasado .. sm mnguna otra consideración, significa meramente el caos ...
. pasado esta siempre limitado de acuerdo con la clase de sujet° que
ln enta c° mprender. Cada civilización tiene un pasado propio.

42
tener historia universal”. Y e n esto, después de mucho tiempo, arribamos
por fin a un f'u ndamento sobre el cual la creencia es un carácterprogresivo
de la comprensión histórica, en el cual puede basarse. Pero éste no es el
fundamento de Dilthey, no es la actividad metódica de los historiadores
que se empeñan en la ^ a d u a l “reunión de las piezas’ de un conocimiento
total en continuo crecimiento. Este es un fenómeno que va mucho más
allá de los límites de no importa qué actividad historiográíica profesional.
La fundamentación de la creencia es la civilización misma, que siempre
trasciende los lím ites que establece por sí misma desde un momento
anterior, gradualmente se dirige a la identificación de la noción de
“nosotros” con la de “humanidad”, y alcanza finalmente la antigua
profesión de fe: Nihil humani a me alienumputo. “Todo conocimiento de
la verdad histórica surge a su vez del estudio de la historia. La historia
misma, y la conciencia histórica se convierten en un constituyente
integral de la civilización.” Después de todo, “la historia es la manera
intelectual en que una civilización se rinde cuentas de su pasado”.32
Cuanto con mayor riqueza se desarrolle nuestra propia práctica
histórica, tanto más rico será el pasado que consideramos un problema a
comprender y podemos comprender. Cuanto más rico el pasado que
tratamos de tal modo, tanto más rica se hace nuestra civilización y su
capacidad futura de absorción. El círculo hermenéutico no es precisamen­
te el método apropiado para los historiadores profesionales. Es el modo
en que la historia misma se mueve.
En cuanto a la tarea que Dilthey estableció para sí mismo y la ciencia
hermenéutica cuya codificación propuso, esta conclusión significa una
derrota. Dilthey se proponía idear un método que en última instancia
condujera no precisamente a la comprehensión de la historia, sino a su .
verdadera comprehensión. Pero, una vez admitido el papel crucial del
“intercambio” con la experiencia interior del sujeto cognicente, y en
consecuencia la primordial importancia delhorizonte histórico accesible
del sujeto, Dilthey dejó abierta una brecha entre la comprensión y la
verdad, que cantidad de pensadores futuros tratarían de salvar con
diversa fortuna. En los últimos capítulos veremos que la totalidad de la
historia del problema de la comprensión puede ser presentada como una
serie de intentos recurrentes por escapar del relativismo de la compren­
sión revelado por Dilthey, tal vez en contra de su propia intención.
Estos intentos adoptaron, como regla, uno de los dos cursos alternati­
vos. Ellos pueden ser descriptos a grandes rasgos, primero, la búsqueda
de una serie de métodos a prueba de tontos, que en última instancia hace
la comprensión tanto posible como convincente; y segundo, el desarrollo
de una teoría, de la. historia que habría de presentar la historia del
conocimiento como un progreso hacia la verdadera comprensión. La
suposición crucial que subraya el primer camino es que la comprensión
es una tarea de la razón; el corolario de tal suposición es que la razón
puede alcanzar esta comprensión sólo en cuanto es capaz de emanciparse
de no importa qué cosa proviniera de otras fuentes (pasiones, intereses

32 /bid., págs. 8- 10 .

43
h istórico s lim ita d o s , le a lt a d g r u p a l, etc.). l a supo . .
seg u n d o es q u e la cornpr e n s i ° n e s u n a ta r e a de 1n llfsS1ICt(5n c i w ,
es la creen cia de q u e Ia v e r da d e r a com p ren sión it1 ria- Su coJ d?1
u n iv e r sa l m ie n tr a s el d e s a r r o llo h istó rico no p nvim ent°e P|lede dev! n°
ra zo n . E n a f o n to a 1a bI*e v e d a d , d e n o m in a rem os las ed Cíllll*n0 deT
solu cion es r e s p e c tiv a m e n te “r a c io n a lista ” e “h is to r ia s ta» dos clnses da
E l rasgo d istin tiv o p r o m in e n te de la solución racio^ f e
a p ren sió n re sp e cto d e l a u b ica ció n d eterm in a d a h f e t ó n c a m t es su des.
se aborda la. c o m p re n sio n . D e s d e su p u n to de visto , el con<OC^0 en•oque
igual que la ig n o r a n c ia , s o n a te m p o r a le s . P u ed e alcanZarse J mient°»al
m om en to. A lc a n z a r lo d e p e n d e s o la m e n te de lo adecuado dei i Cnalquier
no se lo g r a , al que h a y q u e c u lp a r es a l m étodo errado La Si
fracasa en el logro d e 1 a v e r d a d e r a com p ren sión , es clafo que gPu et que
la dirección e q u iv o ca d a o e s d e s v ia d a de ella por suposiciones inan Gn
das. P a ra s a lv a r su error, es p re ciso que echen m ano del métod^ on ^ '
D e acuerdo con su s im p r e s io n a n te s y con vin cen tes resultada , Ios nieC().
dos correctos, u n a v e z in v e n t a d o s- o d e scu biertos, serán adopptad°s s¡
reticencia; su “id o n e id a d” se r a el u n ico a rg u m e n to necesario para aseggu
rar su triu n fo . • ■,
La solución h isto r ic ista d ifie re en su rech azo total a creer que ja
com prensión correcta s e a p o sib le en to d a s las condiciones, dado la
accesibilidad al e m p le o d el m étod o eficaz. E l conocimiento, al igual que
la ign oran cia, e stá d e te rm in a d o h istó r ic a m en te. L a historia debe “maau-
rar” hacia la com p ren sión o b je tiv a . E l grado de comprobación que debe
ser satisfecho p or lo s m ejores m éto d o s e n la propia conciencia de una
época es y p e r n ia n e c e r á sien d o lim itad o h a s ta que la historia “trascienda
a sí m ism a ” y cree la s con d icion es p a ra que la comprensión pueda
liberarse de lim ita c io n e s h istó rica s y a lc a n z a r el nivel de la objetividad;
pero aunque lo p u d iera , no r e s u lta r ía efectivo. N inguna proposición
verd adera es “con vin cen tem e n te ob v ia ” fu e r a del apropiado marco histó­
rico .
C om o todas la s tip ologías, é s t a p ó n e é n fa sis en la s diferencia entre0os
tipos y m in im iza s im ilitu d e s. A in b o s tip os so n presentados c°mo Pur0s>
si bien en la práctica te o ría s esp ecífica s m e zc la n en diversa p m ^ r c i 011!313
dos tendencias. N o o b sta n te , la tip o lo g ía p a re ce ab arcar la n myw c mr0
v e r s a que h aya h ab id o ja m á s en el centro m ism o del debate s°bre ®
com prensión. M u ch as de la s a ctitu d e s a d o p ta d a s en el debatepuettenser
c ntendidas m ejor dentro de la ló gica de u n o u otro de los dos tipos‘
presentación en este estu d io e stá b a s a d a en e ste su p u e sto.
L A C O M P R E N S IO N
C O M O A C T IV ID A D D E L A H IS T O R IA :
K A R L M A R X

No fue la hermenéutica alemana, en la forma descripta en el capítulo


anterior, lo que confirió tanto ímpetu como directivas a la teoría social de
Karl Marx. E nninguna parte de su obra Marx se refirió directamente al
reconocible problema hermenéutico, tal como fue definido por Dilthey o
sus predecesores; tampoco tuvo mayor contacto con la obra de ninguno de
los pensadores, delos que hemos tratado, que pudiera ser relevante para
sus propias preocupaciones. Sin embargo, la contribución de Marx a las
respuestas que la ciencia social habría de dar m ás tarde al desafío de la
hermenéutica fue formidable, y hasta quizá crucial. Fue Marx quien
expuso los sólidos fundamentos sobre los cuales habría de elevarse la
respuesta “historicista”: encaró la idea de la historia como el progreso de
la razón hacia la propia-comprensión, tal como la desarrolló en forma
filosófica Hegel, traduciéndola en términos sociológicos. '
Hegel dio dimensión histórica a las dos ideas revolucionarias de Kant:
que e l“objeto del conocimiento” es esencialmente diferente del “objeto de
la realidad” (y no su reflejo, copia o réplica pasiva); y que el sujeto de la
cognición es ydebeseguirsiendo un agente activo, cuyo impacto no puede
serborrado deningún objetode conocimiento. El sujeto ha sido promovi­
do de un factor del acto cognitivo, distorsionante e indeseado, a ocupar el
papel de condición indispensable de todo conocimiento. Fue mostrado
subjetivamente como inseparable de la cognición; en consecuencia, un
conocimiento objetivo sólo puede alcanzarse en su totalidad a través de
esta subjetividad.
Sin embargo, el “sujeto” deK an t era una entidad a-histórica, sometida
a análisis. En su aspecto más universal se lo veía como una condición
trascendental de cada acto de cognición considerado separadamente.
Dentro de los límites de un acto cognitivo singular el sujeto y su objeto
real, en realidad, parecen oponerse netamente y ser autónomos, sólo
mediados porla producción del objeto de conocimiento. Sin embargo, esta
oposición desapareció cuando Hegel traspasó los confines de un simple
acto cognitivo para entrar en los vastos ámbitos del proceso histórico.

45
w. ™ evidente que el su jeto y e J obj eto - c u ya conW a .
Entonces, s e ta ^ de] aCto de cognición y p u eden s er a b s t raídos de él S ¡n
se efectua denJ h o lproPio- no se oponen al se r con sid erad os d^ H ° m°
entid S S í a J ; iCa. N o P son y ^>a b stra ccio n e s ^ n a lí t ¡cas tomada^!
perspectiva * o es sino un pau sado p ro g reso h acia u n a auto-cont í J 3 •
historia , 9tUe
- noneasns(; noL a opPacidad, im p e r m e a b ilid a d o cualqui^
del en determ inado estad io d e la h is t or ia p o stu lad a como U*
es una a p a r ie n d ,1 p e r v e r tid a de una s C g
demasiado .joven como para s er a u to-concie n t e . L o s «¡tfu crM s por « ,„ *
0^ los procesos históricos deb en c on t a r co]n u n a ^ racúm que se
prenDla no Solo en su sujeto, sino^^trnnbm n en e1 a llá de 1os
productos sociales y culturales del e s p in tu. h u m a n o . E s to s esfuerza
habrein de alcanzar su objetivo cu an d ° d e s p i n tu q u e e m e rge en un real
estadio rCVClucicnaric de la h isto ria sea ca p a z> p o r v e z p rim era, de ‘Ver
a t:ra\rés” de sí m ism o, de com prender su p ropio puest° que
este significado estará relacionando d ire c ta m e n te con su propia activi­
dad consciente y el total auto-contr ol . .
Esta idea fue la que M arx tradujo al le n g uaJe de l a sociología.
K arl Marx, al igual que H egel, vio el p r o b le m a de l a clara y verdadera
comprensión como una cabal condición de a u t o -c o n o c ip iento. Estableció
las bases de la esperanza de que u n a p len a e in o b sta c u li za d a comprensión
de la existencia y la acción h u m a n a se lo g ra ra en el se n tid o de que la
historia, durante el transcurso de su d esarrollo, tie n d e siem p re a la plena
universalidadydescubre, unas tras otras, su c e siv a s particularidades que
0cultan la “esencia” de los fenóm enos sociales tras u n a p a n ta lla opaca de
apariencias equívocas. N o es p recisam en te (com o en D ilth e y ) que el búho
de la comprensión abra sus alas al final d e l d ía; o que la h is to r ia habrá de
conducir al triunfo de un m étodo de p e n sa m ie n to que re su m a y ordene
todos los restantes m étodos (W eb er); o b ie n que la h isto ria habrá de
empollar una raza especial de in telectu ales q u e gocen de una posición
aparte, particularm ente propicia para la b ú sq u e d a de la verdad (Mann-
heim). Según Marx, la historia h a b rá de elim in a r la distinción entre
apariencias y esencias, expondrá la s acciones y re la cio n e s sociales en su
esencia verdaderam ente h u m an a y, por lo ta n to , p o sib ilita rá la compren-
s 1ón de las m ism as, verdadera y ob je tiv a m e n te , m e d ia n te la a p lic ación de
IaS herramientas de cognición m ás triv ia les y de se n tid o com ún. La mera
existenci'a de u na ciencia social elab orad a y so fistic a d a significa que este
estadw no ha sido a lcanzado aún. L as cien cias so cia le s deben m ediar la
comprensión hum ana siem pre y cuando la v e r d a d e ra n a tu ra leza de las
relciones hum anas no sea m ed iad a por a p a rien c ia s d istorsion a r a s
E n consecuencia, si 1as ci enci as sociales se ■d ed ican g e n u in a m e n te a la
tar,e a de te c om prensión verdadera y ob jetiva, la conclusión práctica que
su dgispre" derá de ello es “ap artarse de ello ”, con el objeto de facilitar el
dUE eCn^t0 de ’ a “transparencia” de la vid a so c ia l, q u e convertirá en
hC"^ las ciencias sociales. Si es que e x is te un m étod o que pu^
serie de r par a esta ta rea , p r e c isa m e n te no p u ede s e i u!i
actuai H olaoa: ? u°- Sdl0 g u íen la actividad in te le c tu a l con el des? IT9 j
actUal d 0 ia s r(fa cl°n e s sociales, y a se g u re , por lo ta n to, la efectividad
46
práctica de la ciencia. Dicho de otro modo, el camino hacia la verdadera
comprensión conduce a una revolución social m as bien que metodológica.
Vista desde esta perspectiva, la verdadera oposición entre individuo y
sociedad se nos aparece como una manifestación de la esencial “desapren­
sión’’ de las relacione:-; sociales por comprender las dos soluciones al pro­
blema de la comprensión. Am bas soluciones radicalmente opuestas (que
explican las acciones por referencias causales a la sociedad como una
“realidad natural" o que la expliquen haciendo referencia teológica a los
pensamientos y sentimientos individuales) deben por fuerza quedar
como parciales y, por lo tanto, insatisfactorias, puesto que apuntan a
trascender enel campo de las ideas, lo que es contradictorio en la realidad.
Los fines declarados de la hermenéutica, al igual que los de las ciencias
sociales en general, sólo pueden alcanzarse en condiciones sociales que
eviten su problemática a la hermenéutica: condiciones las cuales, en la
realidad, y no sólo en el intelecto, hacen que las consecuencias de las
acciones sociales estén ligadas en todasu transparencia conlas intencio-
nesde los actores. H asta que este estadio se alcance, el único modo en que
las ciencias sociales pueden aproximarse a su cometido es contribuyendo
a la “auto-aclaración de los conflictos y anhelos de la época”.12
M arx acusaba a Hegel, en cuanto fil ósofa-, de colocarse él mismo como
parámetro del criterio del mundo alienado 2 al describir el proceso histó­
rico como un movimiento de pensamiento, como la superación de la
contradicción entre el pensamiento abstracto y la realidad sensible que
comienza y termina dentro del pensamiento mismo. Hegel se impuso
una tarea completamente aparte de este mundo alienado, en la esperan­
za de que la contradicción que daba significado a la misma podría haber
sido resuelta sin que el mundo dejara de ser alienado. En cambio, al tratar
de explorar las condiciones que dieron origen a la tarea misma, habría
probablemente descubierto que la realidadhistórica misma que creaba la
tarea hacía imposible su solución; y que la única solución genuina que se
podía dar a la tarea la haría superflua-al igual que el tipo de realidad que
la había hecho surgir, dándole relevancia. La descripción hegeliana de la
historia equivale a considerar las apariencias engañosas tal como apare­
cen; las contradicciones genuinas e insolubles en la teoría se asimilan a
sus supuestos, en vez de ser consideradas a la luz del estudio; de este.
modo, la ilusión de que las imperfecciones del mundo tienen su origen en
las fallas del intelecto es tenida como cierta y elaborada como teoría. Por
lo tanto, la tarea se articula como una resolución de las contradicciones
de pensamiento: versión que convierte a la tarea tanto inalcanzable como
irrelevante para rectificar las condiciones verdaderas que hacen de la
tarea algo que es al mismo tiempo urgente y desesperanzado. Al creer que
“sólo la mente es la verdadera esencia del hombre’’, la Fenomenología de
Hegel debe ser “crítica disimulada y mistificadora, una crítica que no ha
logrado su propia claridad”. Y lo mismo sucede con todos los proyectos

1 Karl Marx, trad. ingl. de Rodney Livingstone y Gregor Benton, Early Writings,
Penguin, Harmondswoth [Random House, Nueva York], 1975, pág. 2° 9.
2 !bid., p¡íg. 384.

47
que al ig u a l que los de ^ g e 1, s e a fe r r a n a la re ctificac¡on d ,
SUrfecciones de la c o m p r e n ® a 1 ü e m po q ue dejan de C f e '»* %
POndiciones de vi da en 1 a s c u a 1 es 1 1 cr a ^ rernu on obj ativay S * * 1*
im posible de alcaf a r . v=fsal <,s
M a r x n os dice que la form a li e g e b a i ® y d is torsio n a d a trascend
1 a alienación se p re se n t a a s i n u s in a « m ío u n a “continuac¡d!'lcÍa|i»
obietividad” •Eso era de e s p e ra r , p u e s to q u e H e gel concebía 1 a ab de la
m is m a como la situ a ció n e n 1a c ® ! l a s i m p r e s iones sensoria s 6l>
esencia no son sino a s tilla s c o r ta d a s cIc 1 ta lló de la original m en tQÍ„qd" e' »
razón esp on tán ea, y por lo ta n to a s u m en Ia a p a riencia de íírea1i¡|1VjSíl
obietivas”. N o e s de a so m b ra r q u e la o b je tiv id a d aparente ap ar» . , 4®
,la causa
________rld ln “c mde
principal icíla
e n “con
cia ! cie
nfpln íczia
” Cp Id1 iz ! de 1 a razón dividida
infle t , p^ 0
h echo de culpar a la objeti v id a d pe r s u s cond iciones alienadas s i„nirf0 el
Precisam ente , aceptar la s a p a r ie ncia s a las que H egel trataba de op0ne!;a’
Desencadenado el conflicto, 1a a H ^ n f l a real idad socisil genera la ilusión(f
que el hom bre p u e de d e se m b a r a za rse de su cond icio n de infelicidad
diante la “observación a travC s” de 1a opa c id ad de sus pensamientoS*
solamente al descubrir su estr u c tu ra g e n u in a , d ándose cuenta, por ejempjo’
de que los aparentes conceptos objetivos ta le s como estado, ley, clase, etc.’
n o son sino significados su b jetivos co n d en sad os. Por lo tanto, desde el punto
devista de M a ix , el de H e g e l es sólo u n a crítica “ap arente”: “El hombre, que
se ha dado cuenta de que en m a te r ia d e le y , política, etc. lleva una vida
alienada, conduce su v e rd ad era v id a h u m a n a e n e s ta m ism a vida alienada,
como tal ”.3 P arafraseando a W it t g e n s t e in , se puede decir que la crítica
filosófica que H egel h a c e de la a lie n a c ió n d el pensam iento es sólo una
crítica ap aren te, porq u e “d eja el n iu n d o a lie n a d o ta l como era.”
M a rx considera la “co n tin u id a d de la ob jetivid ad ” como una tarea
errónea. “U n se r-n o -o b je tiv o es u n n o -s e r ”, dice; es una imposibilidad
em pírica y lógica. E n u n m o d o q u e H e id e g g e r h a b r ía aprobado, muestra
que “es posible ser sí m is m o ” sólo si se tie n e u n objeto fuera de síy sien?0
a su vez un objeto para otro se r . P e ro de u n ni odo que H usserl de^ rarí^
M arx m u estra que fu e ra de e s t a r e la c ió n “o b je tiv a ” entre porlo men°sdos
seres, cada uno e x istie n d o fu e r a del ot ro , sólo se puede .imaginar una
condici0n de sol dad n a tu r a l; y l a s o le d a d , le jo s de g a r a n tiz a ’ vei'd a er0
conocimiento y e m a n cip a c ió n , s ig n ific a n o -co n o c im ie n to, m senS°rla ,
c ° n ccp tual; no e x iste , y no p u e d e e x is tir u n su jeto sin un objeto fuerafi_
éL pero de un m odo q u e ni H u s s e r l n i H e id e g g e r d a n ca.bida en s u 0 .s°. ’
^arx m u estra que la o b je tiv id a d , com o con d ición “n a tu r nfl de la
cia u m a n a , d ep en de de la h is to r ia : n i la n a tu r a le z a objetiva n a
Jc i v a esas dos c a ra s d e la m o n e d a q u e lla m a m o s ^ ^ t e ncia» ,
T^ !! ^ . e.in in edi a t a m e n te en u n a for m a a d e c u a d a p a r a e1 sel lUqoióny
snFr^nni G 1.vida d h u m a n a y la o b je tiv id a d d e l m u n d o h u m a n a P‘ ay
debe m ! 11 o «el a l!s t o t e ¡ i co poz'en y pathein , “a l ig u a 1 que tado. o ‘ n0 no
dC1qíJC,nv e rSbr e? i<*” s e r ” . L o q u e h py de e r ía d o en el m u r i ó
inamU ° b jetiv o, c o m o s u p o n ía H e g e l, sin o que es obJe.tlV° ás bien
q m v o ca d a , h is t óricam e n tc in m a d u r a , in h u m a n a ( °

3 I/jid-, 3 g3.
pre-humana). N o es' Ia objetividad m ism a, sino su forma alienada , el
mayor obstácul0 en, el camfuo hacia Ia plena y libre auto-conciencia. El
mundo es y seguiré siendo real y objetivo; sin embargo, al presente , es
objetivo en cuanto que es “algo externo” para el ser humano, algo que no
pertenece a su ser “y que lo domina”. De ahí el sentimiento de un abismo
entre los opuestos SUjetoy objeto, que no es sino un reflejo pervertido del
hecho de que el hombre no posee el control de su mundo, que paraél es
algo extraño, una fuerza despiadada, inhumana. Antes de que esta
extrañedad del mundo pueda ser trascendida intelectualmente, en l a
práctica debe ser superada. Volver a tener el control es un preludio y
la condición necesaria de esta transparencia del mundo, esta “subjetivi­
dad de lo objetivo”, lo que hace clara y verdadera lacomprensióny posible
la autocomprensión del sujeto. ' ;
Y este modo de lograr la verdadera comprensión significa re-hacer el
mundo. Silos hombres siguen viendo la comprensión como unproblema,
como una tarea aún-no-lograda, no^ es porque deban alcanzar aún su
madurez; es porque el mundo no está maduro para ser comprendido como
un mundo humano. Y esto porque el mundo es en verdad inhumano,
alienado, producto de la actividad humana práctica, que se convierte en
grilletes para esta actividad. - ; - -
Éste es el mayor y decisivo logro de la manera en que Marx encara el
problema del conocimiento y la comprensión objetivos: el rechazo de toda
manera contemplativa de objetivar el conocimiento, al considerar el
camino conducente al conocimiento objetivo como algo que implica la
transformación en historiatanto del sujeto cognitivo como del mundo, lo
que conduce a la anulación de la oposición misma entre sujeto y 'objeto
(oposición que no está' en la naturaleza de la existenria, sino que es
atributo de una existencia alienada}: , : A
A través del estudio y los escritos de .Marx es posible distinguir una
estructura de pensamiento persistente, dentro de la cual siempre todo
nuevo contenido ha sido sucesivamente vaciado de acuerdo con el análisis
marxiano (y el anhelo de emancipación), que de la esfera política pasa a
la económica. Esta estructura es, a grandes rasgos, como sigue: lo que se
opone a la comprensión de la verdadera naturaleza, de la realidad de los
fenómenos sociales, es la forma particularísima^ a veces distorsionada
en que aparecen en la historia humana. La historia, sin embargo, en su
totalidad tiende a una siempre más.plena universalidad; en el proceso, la
verdadera, universal, “precisamente humana” naturaleza del mundo
social es madurada y revelada. A sí como el velo del particularismo cae y
desnuda la realidad, de igual modo se descorre el velo que opaca la mirada
de los hombres. Los hombres adquieren la-penetración en la naturaleza
humana de su propia existencia cuando la naturaleza humana se hace
evidente a través del desarrollo de la existencia misma.
Esta estructura de pensamiento cobró forma ya en las primeras obras
de Marx y desde entonces nunca la abandonó. Quizá haya.apared d° por
primera vez en la “Crítica de la Doctrina del Estado de Hegel”, escrita en
marzo-abril de 18 4 3 . Entonces, demócrata radical, en contra de las
monarquías intolerantes de Alemania, Marx centró su atención en la

49
l r inh eren te a la m o n a r q u ía , q u e d esafía tod
distors^ P ^ eza d el estad o Po 1 ít l c o , S u p r in cip a 1 argu„ 4 [ e<v« tl,
cidnenla es decir la b o c e a d e i m a de 1 a mon arqU* 0 ps ql.le
sólo la democ,rad a víe la m o n a r q u iaO cu lta b a . L a de m ocraciaes-h'vpu"lce
revelar Ia « q^ ^ m on arqu ía n o es la v e r d a d d e te d e m o c r a ;S :)rd
ad
de la monarqma,’e Hp ex Plic a rse en s u s p r o p i os t e rm in o s; la d r Cla ’ “
monarquJa ^ o >Jnt, as .soi? precis an t e “m ° m e n t ° s del demos” ^
sí lo Puede . A ^ j ia aquello q u e l a d e m o c r a c la p o n e a la vista ’ 0
monarqularq u ía es el pueblo, cu ya v o lu n tad y s o b e ranía han siH„
La motnariqUóa.^ sid a s'e n una fu e r z a d o m in a n t e e n .mano
nadas y tT, j _rigen popu lar y el fu n d a m e n to de su fu erza surgen a’ m la
;fer , t' ' " ¿" S S'op . s l í ak de_ ; o i- K ^
En ella es posible la c o n s titu c ió n b a sa d a en su qué
constitucion Propio
„ t t e seres hu m anos m t e y eI p u e M a v ^ «te™, no meramente
terreno
S cito y en esencia, sino c o n p t e ™ e x is t e n cia y de n t ro de la realidad
Po? io- ta nto, en la der M cr a ciü, 1a otra fo™ ? i l a ap a r¡e n c ¡a ,de S
constitucitin política se ¡ d e n tifica con su e s en ci a. E n e 1 l a “ 1 a con st^
es e n aparien cia aquello que en r e a l id üd e s 1 a l ib re cr eación del hombre”
Más tard e, :Marx li abrla de ^ difi car u n t a n t o su clara y despejad^
imagen de la dem ocracia; des cu b rio ot r a s d is t ors i o n e s y ap ariencias que
pretendían ser esencia en la concr 6 ci ° n p r a c tica d e la soberanía popu­
la ”. Otro fenomeno desplazo a la d ia d a d e m o cracia-m onarqm ' a (al prm-
cipio, la dicotomía entre socied ad c iv il y e sta d o político como tal; más
tarde, la del trabaj o social y la propi e d a d p r iv a d a ); pero la estructura de
pensamiento perm aneció n o ta b le m e n te e s ta b le en todo su curso.
El supuesto fu n d am en tal de e sta e str u ctu ra c o n siste en que toda vez
que una instituci ón social aparece en fo r m a a b s t r a c t a , como una entidad
de derecho propio, conduciendo a p a r e n t e m e n te '.su propia existencia y
sujeta a ley es autónom as, es p o sib le s o s p e c h a r q u e d e trá s de ella hay un
acto de extr a ñam iento histórico, la tr a n s fo r m a c ió n d e una parte del poder
human° en una f uerza que se opone a s u fu n d a m e n to n a tu ra l. La solución
e este misterio es siem pre de ca rá c te r p r á c tic o ; le jo s de ser precisamente
una explicari° n intelectual de los o r íg e n e s,. im p lic a la .trascendencia de
la causa del efecto y su a b o lic ió n . E n 1 8 4 3 M a r x creía, por ejempto,
nnaov ^ 01-™ ? electo.ral e n el e sta d o p o lític o a b s tr acto es equivalentea
la soc¡^Hn!r5c¡-V ? e ?u disolución y q u e é s ta im p lic a a su vez la solurión de
las ^ dia M e s ’ ' a ve rd ad era coin pr e n s ió n s ó lo es posible si se creaIj
significa trasceráf H f f f í n q U e l f c 0 m p r e n s i 0 n s e h a ce positii e, lo
plantea e] nrnhle m a ^ s a o p osición Y l a s p s e u d o -a h s tm a o^ s q
ilusoria , e n p r ím er f e la v e r d a d e ra c o m p r e n s ió n , a diferencia de. a
de la sociedad nólífi^1'' a r’ P f r a conip r e n d e r e l v e r d a d e r o carActer soCiaa
conducción dem óc^.áf^ , preciso d is ° l v e r f e a u to n o m ía de 1 estado eo
del estado y la socicid ld 'ri p u e b l° y p ° r l ° t a n t o , a t o lir a s í la seParaC|^or
oPosición al E sta d o ' p a -Vi1, tr a n s fo r m a d a en u n a e n tid a d sep arada Pes
a com p r e n d e r e l c a r á c te r so c ia l del trabaJOJ
*Ibid., pág. 87.
5!bid.
Pág. 191.

50
,eCjso diSolver l a propiedad privada en la soberanía de los productores,
pl conseCUencia, aboHrtanto la propiedad como tal y el trabajo reducido
e^ un factor económiro” por oposición a la propiedad: 6

La res°lución de las antitesis t0Óiicas mismas es posible do una manera


práctica so10 a través de la energlo pr¿ctica del hombre... es por esta razón
que su res°lución n° es de mngun modo un problema sólo de conocimiento,
sino un problema de vida verdadero, problema cuya filosofía era incapaz de
resolver precisamente porque lo trataba como un problema puramente
teórico.

La resolución de problemas propuestos por un error de comprensión ,


por la manera misteriosa en que la acción humana se desenvuelve, es un
problema práctico, porque los errores de juicio y sus consecuencias , al
desviarla acción de su camino, no se deben a una insuficiencia de intelecto
y, por lo tanto, no .pueden ser corregidos' por operaciones efectuadas
solamente por el intelecto. E n u n mundo alienado, la que es falsa no es la
conciencia (como más tarde habrían de sostener muchos de los comenta­
dores y seguidores de Marx, en especial a partir de Lukács), sino que es
la realidad misma la que ha sido falseada. Por lo tanto, la comprensión
errada es el reflejo verdadero de la falsa realidad. Para rectificar el error
es preciso restablecer la realidad en su forma verdadera, es decir en la
forma que esté de acuerdo con su esencia. N o puede haber trasparencia
de la conciencia mientras siga siendo oscura la realidad, envuelta en un
espeso manto d e falsas apariencias. Cuanto más se empeñe la concien cia
humana por ser correcta y veraz respecto de su objeto,tanto más plena,
tanto más implacable es su entrega a la falsedad de la realidad alienada.
El verdadero reflejo del mundo alienado es presentar las cosas como otras
de lo que son en sí m ism as: 7

El extrañamiento no aparece sólo en el hecho de que los medios de mi vida


pertenezcan a otro y que mi deseo sea la inaccesible posesión del otro, sino
además en el hecho de que todas las cosas son otras quesí mismas, que mi
actividad es otra que sí misma, y en que, en última instancia... es un poder
sobrehumano el que lo rige todo.

Resumiendo, lo que está equivocado es nuestra comprensión, e impide


que nuestro pensamiento sea efectivamente objetivo, es la falta de verdad
contenida en el mundo alienado, no la ineptitud de nuestros métodos
cognitivos. Por lo tanto, el logro de laverdad debe ser una operación que
se cumpla dentro del mundo de la vida humana. La mistificación es la
verdad de la realidad en tanto que la realidad esté enajenada.
La mistificación consiste en apariencias y esencias cambiadas de
lugar. En la primera fase, cuando aún tendía a localizar la fuente del
extrañamiento en la esfera política, Marx ejemplifica esta idea mediante
la relación entre la burocracia estatal y la conciencia pública, como parece

cIbid., pág. 354.


7 Ibid., pág. 366.

51
„ l¡dad . L a re a lid a d de u n e s t a d o a lie nado Pr„_
se1. y lo es en a v e rd a d e ra co m o u n a rep resen ta ció n oT *14» la
bUrOcraci a come » « . ¡e n tr a s q u e “el v e r d a d e r o y emp^ ^ t^
de la csencia del e c¡^ ^ lica” es “u n a m e r a c o n fu sión b as i H Puitu
t estad», la co; 11b‘e ibcprnPone!i de la m a y o r ía ”. E s t e fiel r ^ en 1¿
pens.ami^ (?re1dit a b; la burocr a cm con u n a ^ e n c ^ que le es aJ e>
apanencias aqr buye “a la v e r d a d e r a e s e n c ia l a foramainaprOJ? *al
mismo tiem poq_ r. pncia ”.8 A l criticar a H e g e l p o r a d o p ta r la sep Pla.da
de una mer:l. ap ‘ d vil y el esta d o político conio p u n to de p a rtid ? I\ción
entrela s r e a lm e n te e n e l e s t a d o ™ * ;^
adm^ ^ t a r pló hecho de q u e H e g e l ce n tre la atención £ * 0
« mal dad de esta situación no ú n p lic i» q u e lm y n ^ m ú rndo el extra¿
" Ue iinplica” ’ E n ot a a p licacie n dó la m is in a ^ e a esóncial ,
SmneaVatque espa dependen cia l a ó x pó n e n c ra com ente de i ^
S
sOd edadq en la cual el hom bre :v íve_;gt•ancas a otro ; la oonc, ^
2 ¡= de Comprender la propm ^ s t e n c ia ( D u r s íc/ iseíbstseinl T e t
m tUraleza y d é hom bre, puesto q u e e s te s e r cr a tr a dw 0 fo da evidencia
Palpable de vida práctica”. P oir .Ia mrs m a .ra z o n , Ia c re a r ión es “una idea
muy difíd l dó exorcizar dó la . con cíen cia p op u 1 a r ’\ 10 Insistam os: la
ConcienCia n0 distorsiona la r e a lid a d quó róílej a ,,sin o Io contrario: la ca ­
d encia se equivoca porque refleja fiólm.ó n tó la im fo a. e x periencia que la
realidad es capaz de brindarle. N o h a ce fa lt a la p e s a d a batería de los
"Aparatos Ideológicos del E sta d o ” o y n p u lp o s in iestr o del M in isterio de
la Verdad para te n e r conciencia ^ e u n e s ta d o de. error y de falsa
comprensión; la realidad m ism a se e n c a r g a de e llo , p u e sto que h a creado
un mundo d e .m entalidad retorcida e n . el c u a l la . m á s exacta reflexión
intelectual, se debate en el tr e m edal d e la s f a ls a s a p a rien c ia s.
Posteriormente, cu ando la aten ción de M a r x se cifró e n la esfera de la
vida económica -e s t a “verdad era a n a to m ía de la so cied a d civil”- sigue
siendo claramente discernible la m is m a id e a . S e ñ a la q u e la s do s ilusiones
gumelas, la Hbertad in dividu al y la n a tu r a le z a “im p e r s o n a l” de sus res­
tricciones, lej ° s de ser m eros d e sp ro p ó sito s de' u n intelecto.caprichoso,
son d °cument°s fié es de la fo r m a en q u ó la - so c iód a d m oderna se fa
aparece a sus m iem bros. E n la relación m o n e ta r ia , s e n o s dice . cuandolos
jar dedependencia p ersonal h a n sid o c o r ta d o s, lo s in d iv id u o s paría n
ientes los unos de los o tr o s ; lib r e s de o p o n e rse o avenirse a
acuerdos t actuales. Por lo ta n to :

re^rCS ^ ! ° s m dividu^ que e n 'el caso anterior aparece como una


' como <1(2sarrnlla/|md!vidualidad ejercida por otro , en éste se nos mues
relad ones imdpn a rdentro de una restriccic»n objetiva del individuo p
Puesto que esi-aJ3: ? ! Ie.ntes de ú y suficientes con respecto a sí mismas-
a mostrarSe com 0 i aciones s0lo p u e d e n e x p r e s a r s e en id e a ^ tien. ,'
cem o 1a norm a de id e a s, v a lo r e s , p r in c ip io s d e le g itim an ® ,

'M d .
etcétera. Este errores “cometido con mucha mayor facilidad” si el domini0
ejercido por las relaciones se da “dentro de la conciencia de los individuos
c0m0 en el reino de las ideas ”.11
La imagen teórica de la real idad social y el sentido común enlazados
en la rutina diaria son afirmados diariamente, por lo tanto, _en total
acuerdo; ninguno de los dos puede ni siquiera ser sospechado de fallas
técnicas que les impidan advertir la verdad. La falsedad que reflejan tan
fielmente es la verdad de la realidad que, en la práctica, ha falseado la
esencia hum ana y universal de la relación social mucho antes de que los
teóricos comenzaran a teorizar, o que el sentido común marcara a fuego
la práctica cotidiana en la sabiduría popular. Se dejan engañar, por la
ilusión, no a pesar de, sino por su honesto esfuerzo por ser objetivos y
someterse a la prueba de práctica; la ilusión debe ser disipada primera­
mente (o por lo menos ocultarse bastante malamente para revelar la
esencia previamente disimulada) para que puedan experimentar la “cri­
sis de conciencia” que conduce eventualmente a una nueva imagen de la
realidad social: 12

La sola apariencia de que la norma de determinada clase es sólo la norma


de ciertas ideas, termina por cuenta propia naturalmente, tan pronto como
la dominación de clase deje de ser una forma de organización social: es
decir, tan pronto como no sea ya necesario representar un interés particu­
lar como general o el “interés general” predominante.

Éste es el m ensajem ás importante, y el rasgo distintivo predominante


de la teoría de Marx: la comprensión objetiva no es alcanzable a menos
que la crítica científica y el sentido común se desenvuelvan dentro de la
crítica de la realidad social, que tanto la ciencia como el sentido común
reflejan verdaderamente. El método para alcanzar la verdad y la com­
prensión objetiva debe incluir la actividad práctica para eliminar la
“falsa realidad”. La crítica de no importa qué de falso en la conciencia
dominante, para que sea efectiva, debe tender a revelar las característi­
cas de la realidad como un reflejo cognitivo de resultados falsos: no puede
serlo si está confinada, como suele suceder, a comentarios ingeniosos o
injuriantes sobre las incapacidades de la conciencia m ism a :13

La reflexión del ser humano sobre las formas de vida social, y en consecuen­
cia, también su análisis científico de estas formas, siguen un curso
diametralmente opuesto al de su desarrollo histórico verdadero. Comien­
za, post festum, con los resultados finales del proceso de desarrollo. Las
características que dan susello a los productos como artículos de consumo,
y cuyo establishment es una condición previa a la circulación de éstos, han

11 Marx, Grundrissc, trad. ingl de Martin Nicolaus, Penguin, Harmondsworth, 1973


IRandom House, Nueva York, 1974], págs. 163-5
12 Karl Marx y Friedrich Engels, trad. ingl. de T. B. Bottomore, en Karl Marx, ed. T. B.
Bottomore y Maximilian Rubel, Selcctcd Writings in Soáology and Social Philosophy,
Penguin, Harmondsworth, 1963 iMcGraw-Hill, Nueva York, 1964] pág. 95.
n Karl Marx, Capital, vol. 1, en Selected Writings, págs 97-8.

53
. estabilidad de rasgos naturales de Ia vfoa social
trataran de dar una razon, no ya de su carácter jJ H

teorías del conocimiento en c u a n t° e l , y so 10 e l, u b , ca este “movimiento


histórk o” qUe subyace en el ava n ce d e la com p r e n s ión , no en el desarrollo
de una m áS am plia perspectiva co g n ü w a ° la m lr r á ucd ón de más
c0nfiables formas de pen sam ien to, 0 el e s ta ble cim ien to de un grupo
srlrct 0 de gente liberada de su s c ir c u n sta n c ia s h is to r i as, sino en la
pr0pia revelación de la realidad de su s ie m p r e creciente universalidad,
que desenmascara su s estadios previos en cu a n to distorsiones particula­
rizantes. Sólo M arx localiza las raíces del error de comprensión en la
estructura del objeto de la cognición y n o e n la m e n te del sujeto, cognos-
cente; en definitiva, dentro de la e str u c tu r a de d o m in io que constituye el
objeto,
Es decir, Marx transform a la e p iste m o lo g ía e n sociología. La crítica del
conocimiento no es nunca com pleta sin la crítica de la realidad que hace
el conocimiento vulnerable a la crítica, y atractivo p a r a é sta . Y la crítica
drl conocimiento es un camino posible q u e p u e d e conducir a la crítica de
la realidad. Tales contradicciones de p e n sa m ie n to q u e el análisis infoto-
tual podría descubrir ofrecen l a posibilid ad in v a lo r a b le de penetrar en las
contrad1 cciones de la realidad que re fle ja n y al re fle ja rla s, se extraía n
en contradicciones.1'* ’

Uim crítira fitos ^ c a veraz de la con sti tu ci ón presente rio ar satiaface c°n
sena e s e que c°nt;ienc contradi ccionea: las explica, comprende su genesis’

El progra ma de la her acción

invertida del m undo u idea central es que la re lig ió n “ es una con


HEariv w •. ’ POr<qUe [este esta d o y e s ta sociedad] son un
^ ings, págs. 158-9.
54
•nvertido. La religión es Ia t e m a g eneral de este mundo”. Si se trate de
des cascarar las erróneas im ágenes religiosas, es preciso tener con-
d encia de lo que este i m plica. “A lentar . [al pueblo] a dejar de lado sus
i1usi0nes respecto de su condición es inducirlo a dejar de lado una
condición que reqm ere de 1as ilusiones. Por lo tanto, la crítica de la
religión contiene en embrión la crítica de este valle de lágrimas del cual
la religión es la a u r :° la. E n una palabra, “la crítica del cielo se convierte
en la crítica de la tierra, la critica de la relig ión, en crítica de la ley, y la
crítica de la teología, en la de la política” 15 M as tarde, Marx habría de
agregar a su lista la estructura social -b a sa d a en las relaciones produc-
tiva s -y , con una maestría msuperada, convirtió su critica de la economía
política en la crítica de la economía del capitalismo.
Es un tipo especial de sociología a la que se vuelca Marx con el objeto
de resolver la función de lahermenéutica. Una sociología que se limita a
registrar las raíces terrenales de la s ridiculeces espirituales no lo hará.
Recordemos: “El hombre que ha'advertido esto en la ley, la política, etc.,
lleva una vida alienada, conduce a su verdaderavida humana a una vida
alienada como tal”; una “sociología registradora” lo deja todo tal cual es;
sin embargo, el mero reconocimiento de las fuentes mundanas de distor­
sión, no es aun por sí mismo, en realidad una crítica válida,puesto que se
detiene en atacar las cosas “en su raíz” Una crítica verdaderamente
vinculada con la tarea de la comprensión histórica no debe apartarse de
extraer conclusiones prácticas a partir de sus descubrimientos y conver­
tir el análisis intelectual en práctica social: 16 .

Si considero a la religión corno una conciencia alienada de sí misma,


entonces lo que sé de ella como religión no es la conciencia de mí mismo,
sino la conciencia alienada de mí mismo confirmada por ello. Por 1o tanto,
me doy cuenta de que la conciencia de mímismo, que pertenece a la esencia
de mi propio yo se confirma, no en la religión, sino en la destrucción y
supresión de la religión.

Pero esta destrucción y supresión de la religión, como hemos visto,


sófo puede cumplirse si las condiciones de las cuales lareligión no es sino
un reflejo son destruidas y sustituidas por algo.
De faltar una re-modelación de la realidad, la crítica de su reflexión
teórica resulta incompleta y, aun más, ineficaz. Este tema está desarro­
llado con amplitud en la Ideología alemana. Se nos ha dicho que la crítica
espiritual no basta para destruir las formas de la conciencia. No es
suficiente disolver estas form as en “conocimiento de sí mismo”, o presen­
tarlas como fantasmas, meras apariencias o ilusiones. Tan sólo la aboli­
ción práctica de las verdaderas formas sociales que dan nacimiento de
modo incesante a las formas criticadas de la conciencia, pueden llevar a
las tenciones de la crítica a su cabal cumplimiento. La idea de que el
hombre puede cambiar su condición simplemente al adquirir la concien-

w1 id~ Págs. 244-5.


Ibid., pág. 393.
.d e c o a d ., me i.; r n. e ; i p; ; ; ^ í a ';;:ó ;‘,<¡ei^ í !rom, j ; c s ; 0t ^ S & c t . *

„ co* » 0 'í í er é m e * i » ” 1 " í ” 1J “ " * “ « ! « U n sf c , 5 ¡ ¡i


en una m ism a u n a m u e s t r a de co n c ie n c ia m a l ent^
Predom inante) escf a cia que to m a la r e a lid a d p e r v e r tid a como un vdí, 0>
L decir, «ma " c . ^ tr a sc e n d e r e l “fe t 1 d ú s m o de la * 2 ^ °r
Por lo tant°,. no . P e nsi ón de que |as re | a clo n e s ¡ f ren tes entr^Cí3 '
mediantelaS 1I^Pan ,°ie n m íiscaran la s r e la c io n e s e n t re la gente* ¿ l*
cosa. sal° od1J1itiaas Ysom eter la s fu e r z a s “c o s lf i c a d a s ” al poder
necesarl° , f de _n ’s y a b ollr la d iv isió n d e l t r a b aj o q u e tr a n sform!, i
individuos C1 .ue'md!L0osya m os de lo s h o m b re a . Wma las
- a n !:,condusi 6n de particul ar in te r é s e m p o i - tarnú a p a ra la s o c io W ,
poní c e le stá re la cio n a d a co ^ d ^ c u b n m m .ifu .lo g r n t o prfc t g !
por ■las sucesivas gen er n a o n e i d e e s t a d M soss a fu fur-go de d0s
Sd O s de que la aparente op^ cnon e n tre s o l d a d . e r n t o iduos es
Pusoria- el así llam ado “in terés co rn in , tos re q m s n m uínt o s de una so­
ciedad como un todo, no es sino un pr o d ^ t o <to 1 a s a ct m d a d es difusas de
individuos dispersos . Saber que es ta op o s ic1on e s n u s ° n a , p u esto que en
“lOs h eCh OS reales” no existe socied ad , sin o s o l ° a q u e lla q u e es capaz de
generar acciones individuales, no c&m b1a en n a d a (n ° obstante ser
lóIT.camente incorrecta) la contradi cclon e n tr e s o c ie d a d e individuo, entre
las A te nciones hu m an as y l os im p e d im e n to s im p u e s t o s a su logro, entre
l as necesidades privadas y l a s n e c e sid a d e s d e t e r m in a d a s societariamen­
te. El hecho de descubrir la u n id a d , a llí d o n d e l a e x p e r ie n c ia cotidiana y
el sentido común nos la p re se n ta n com o u n a o p o sic ió n , por 1 o t anto, es
poco significativo - a m enos que lo que s ig a s e a l a a n iq u ilación material
del modo de existencia que generó e sta u n id a d y su op u esto; en otras
palabras, la destrucción práctica de la o p o sic ió n ju n t o con su unidad.
Hace un siglo y medio M a r x h a b ía y a tr a s c e n d id o el descubrim iento de
que °mestra generación de sociólogos, a l ig u a l d e to d a s la s generaciones
anteriores, había llegado a u n a co n clu sió n lo g r a d a con ta n trabaj°s°s
esfuerzos y tan ju b ilo sam en te e x p r e s a d a d e q u e “a l fin sabemos la
verdad”.
_ Por te es indispen sab le p ara el a v a n c e h a c ia la compr e s ión
di mtÍVa la re-co° strucción de la r e a lid a d . Y ¿ q u é s u c e d e , no obstante, con
a por °d° in.te„lelctual del proceso? E l s im p le h e c h o e s p ir itu a l de “volver
comienzo deiPie 1 a rea1id ad p u e sta c a b e z a a b a j o es p re cisamente e
solamente (líilInn0H
CeS!í'. ? ero este p roceso , e n ú lt i m a in s ta n c i a, ¿dePeU. e
del analist £L!Drofe^iod e i^? t rospecci.ó n , p e r s p i ca c m , d e s tr e z a m letod.Old!giOs0
haya sido cZ ? T 'Anal? ^ p o n ien d o que el g e n io de u n solo este diosn
estadio no es sino * la v e r d a d , ¿ e s p o s ib le q u e su v i sió n
evidencia rnaterinl Ho f VlSi.on ’ p u e s to que e s t ó en c o n tr a dicción co i 0
y se convierta en l a e sdnj ido f om ú n h a b it u a l) p u e d a s e r p u esta eaa
La respuesta de M aiL ad p.r dctica de la e x is t e n c ia h u m a n a ? ,
en un cnunciado citaHoa e s t e ] n te rro g a n te f u n d a m e n t a l e sta con te
ancePtado en to^ / ¿ s ^ n con ^ n c ia , p e r o n o t a n frecu en t o * * *
■ se esfuerce para com psecuf n cia s: “N o es s u fic ie n t e que el p ensa . ^e
56 a com pre nd e rs e a s í m is m o ; l a r ea lid a d m isma
f zarse Por ir hacia el pensam iento ”.17 Lo que equivale a decir que la
e iaCión que com pleta el esfuerzo de la comprensión sólo habrá de
J ® ' a buen puerto cuando la realidad esté m adura como para aceptar
^ verdad sobre sí m ism a (“La teoi^ía se hace carne en un pueblo sólo en
nt 0 ei pueblo necesite de ella”). D e aquí otra igualm ente famosa
Cseveracíon de M arx: “L a hum anidad siempre se propone los problemas
cuando puede solucionarlos; puesto que, visto m á s en detalle, siempre
habrá. de darse que el problem a en sí surge solamente cuando las
neceSarias condiciones m ateríales p a ra su solución ya existen 0 están por
lo menos en proceso de form ación ”.18 Las condiciones para trascender
históricamente determ inadas falsas comprensiones, a su vez están de­
terminadas históricam en te . -
Consideremos, por ejem plo, el análisis que hace M arx de las condicio­
nes en que la universalidad del trabajo como fuente de todo valor, “el
trabad abstracto”, pueda descubrirse, y la verdad del descubrimiento
pueda ser apreciada. Se nos ha dicho en los Grundrisse que sólo el ad­
venim iento del capitalism o, con su total dominio del mercado y la subsi-

ba el aspecto “abstracto” y universal del trabajo:^

La indiferencia: hacia trabajos específicos corresponde a una forma de


sociedad en la cual los individuos pueden transferirse de un tipo de trabajo
a otro con facilidad, y en la cual uno de tipo específico es una cuestión
fortuita para ellos, por lo tanto, de indiferencia. No sólo la categoría del
trabajo, sino el trabajo en realidad, se ha convertido para ellos en medio
para generar bienestar en general. , . i •

Sólo en esto,. por lo tanto, la esencia universal del trabajo como fuente
de todo valor se hace evidente para quienquiera. De niodo similar a
Weber en la forma, pero notablem ente diferente en sustancia, M arx
concluye que aun las categorías m ás abstractas, que son válidas por su
generalidad (si bien sólo aplicadas retrospectivamente) para todas las
épocas, son sin embargo “descubribles” como productos de relaciones
históricas específicas. E sta es la razón,de por qué la realidad ‘‘se afana
tras el pensam iento”. En E l Capital, -Marx considera el porqué le era
imposible a A ristóteles, no obstante su genio indiscutible, descubrir que
“en la forma de valores de consumo todo trabajo es. expresado como
equivalente al trabajo hum ano”. L a respuesta es que la sociedad de
A ristóteles era una sociedad esclavista, -m ientras que 20 .

el secreto de la expresión de valor, esto es, que todos los tipos de trabajo son
iguales y equivalentes porque y en cuanto son trabajo humano en general,
no pueden ser descifrados mientras la noción de la igualdad humana no

h Ibid, pág. 252. • • . b


18 Karl Marx, “Preface to A Contribution to the Critique of Political Economy”, en
Saeteé Writingu, pá& 68^
,0Marx Grundrísse, pág. 104.
' Ma^ Capital, vol. 1, en Selected Writings, pág. lOO.

57
t b;Hdad de u n p re ju icio p ° p ular. E s o e s n0silo
,n!n-ado la innllltab ¡¿ a sociedad en que 1 a gr an may^ ^ -Por
haJraJl<t!n solamente e* ^ forma de a d íeo s de consumo, y en , de los
‘OJauctOsde1 t J ^ n socia l dominim U es a q ueIla entre ¿ M
^ conOf í S ^ Oaa^ de artículos de c ° ns u m ° . h°H.

a • tntples quien a d v ir tió en ta l so c ie d a d u n a ignalj


Fue el geniode valores d e a r tíc u lo s de « m s u m o fp e ^ *'!
eA ¡ st ótóles podría hal;>er s u p é r a lo 1
que se expren o ajS de.
Siquiera el.geniod<lC“ i‘ zar u n a co m p re n sió n r e a l de .e s ta ig u ald ad SU
época, y no PUCa “ e ■en ciertas y d e te rm ¡ n a d a s c o n d icio n e s , la ment
Esto signlfica q e arm ad a de in ig u a la tile c a p a c id a d an alítica .í6
ibir 1 a universalida d d e m i n ¡ v e 1 s u p e r io r q ue el qae ^
es ccpcz de pe , rama de las relación e s h u m a n a s . L a u n iversalid ad esK
Lr¿ °f m a ma nece invisinie e n 1 a p e r s p e c ti v a c o n t e m p e r é
allí, sin 6ni 0d g „n o c o n tie n e u n a c la v e p a ra lo
De aouí que Kla ánatrnnía h u m an a c ° n tie n e u n a cla v e p a r a la anatomía
del ahüioL La economía b u r g e s a q u e p r o v e e ’ a cla v e p a r a 1 a a n tigüedad ,
etc" 21 Al i«ma1 que la in superabl e r a m m al id a d d e Ia ' época m oderna en
Webér del mis mo mo do la 'in com p am b le u n ^v e r £5£ilid a d de 1 a s relaciones
Socicles capitalistas en M arx le g itim a n l a a p lic a c ió n , re tro sp e ctiv a , delas
leyeS sugeridas por la economía m od e r n a p a r a el O-n a lis is de la s soctod^
des pcscdcs. Como en ■W e b e r , e ste . m o d o d e “fo r z a r ’’ la s categoríaS
plasmadas en una sociedad en la im a g e n t e o n c a d e o tr a no se considera
relativista. El ccso opuesto es: la creen cia de q u e la lo g ic a d e u n a ‘ epoca
superior” puede ser aplicada le g ítim a m e n te a “ é p o c a s m e n o s desarrolla­
das” les permite, tanto a M arx com o a W e b e r , r e c o n c ilia r el h isto ricism0
lógico con la inquebrantable creen cia en la p o sib ili d a d d el conocimiento
objetivo. .
A lc luz de esta visinn, r e su lta in a c e p ta b le la c la s e d e h isto ricismo
(como es representado particu lar m e n te e n la h i s t o r i o g r a f í a que se inspirc
en e tr abgío metódico de D ü th e y ) que e x ig e q u e c a d a é p o c a debe ser
nrvL í2 3 ^ -comprendida dentro de su p ro p io c o n t e x t o .Y e so , n o porque
vd ore ^ v^Con111 ^ de- otra s ocied ad ,' s e a m o s in c a p a c e s de “sen tir” los
inrnedimento i f r - ^ ajen1
o s; M a r x no c o n s id e r ó n u n c a . e sto . com ornn
su e^scuido noM S a c1ase de h is to ric ism o es in a c e p t a b le en raznn de
negación a c cenfaraS C° SaS r e v e la d 815 p 0r é p o c a s m á s re c ie n te s y su
reclidcd del pasado ^ Como c a te g o n a s q u e r e fle ja n m a s c a b a lm e n te Ia
i mitadas idecs de io~n m ayoF p ro fu n d :í d a d q u e la s n e c e s a r i a m e n t e 1!1ás
solarnente las r a to ^ r íaP » ? * 01,65 del p a s a d o . L a e x ig e n c ia de ..aplicó
quíera otra (o bajo L imS COn te m p o r á n e a s ” , “lo c a le s ” , “in d íg en a s ”, c ud*
yer cdero de un m . r ,a .qué n o m b r e a p a r e z c a ) e n b u s c a d el s entid°

a pedir a ’ os histo^iado.j.^n22CO d a d o ’ es v i s t a p o r M a r x c o m ° equW alen'

pOS1 Pr u
qJeemC an en c a *
„M , S 1 u n a éPoca ls!;p0ca histórica la ilusión de esta épocc. POr
lm cgina an im a d a por m otivos pura 01 en
52 Man : arundSisse1 pág- 3m .
«c/eo/o,
58 8y' en Selectecl Writ
'tli i , pág 72.
"o0líticos” o “rengiosoS” más allá de que la “política” y la “religión” sean
SjIo ia forma de sus mrtivw verdaderos, y los historiadores aceptaran
esta opiní° n.

V a vez asentado esto, nuestro historiador se convirtió-en un partida­


. di! la falsa interpretación de los tiem pos que con toda verdad quería
ri° t)render. Las ideas de los contem poráneos, a las cuales quería ajus-
en la esperanza de penetrar la verdadera esencia de la época,
habían sido expuestas por posteriores desarrollos de lo que ellas en
ealida.d son: im ágenes de relaciones inm aduras, las cuales, lejos de re­
velar la verdad, les im pedían reveferla. . , ,
L°s estudiosos de la India ° del antiguo.Egipto ti enen la tendenci a a
creer que las ideas de casta, pureza, jerarquía, etc. son claves para la
comprensión deesos peculiares sistem associales. Evitarían lasinterpre-
taci°neS quefueran m ás allá de los horizontes cognitivos de los miembros
de eSaS sociedades; la idea de que lajferarquíade cast a era precisamente
una f0rma primitiva de una rudim entaria división del trabajo les choca­
ría como una sum a distorsión de la verdad histórica, a costa de la tarea
de comprensión de las formaciones históricas tales como,eran en verdad.
Para Marx, el desarrollo de la historia - o m ás bien el desarrollo de la
práctica material hum ana a la que se denom ina h isto ria - consiste en
exponer la falsedad de cada una de lassucesivas ilusiones que componen'
la acción humana. en la formación aún. “no m adura” para el _pleno e
ilimitado control intelectual. Si esto es así, entonca.s,volver la espalda a
la verdad revelada por los últim os estadios de la historia, y aferrarse en
cambio a creencias ya desacreditadas, es un error imperdonable, que
puede explicarse solam ente por nuevas ilusiones que la propia época de
los historiadores sigue avalando. Y a sabem os qu e los indios o los antiguos
egipcios no sabían ni podían saber que la rutina simple y cotidiana de la
multitud para producir la s con diciones que le permiten vivir es la fuerza
responsable del modo en que la gente puede vivir y e n que viven sus vidas.
Han sido necesarios milenios de tortuosos' desarrollos históricos para
descubrir esta sim ple verdad: cantidad de máscaras reverenciales y
temidas (religiosas, políticas, legales) h an debido ser arrancadas del
rostro de la necesidad histórica; las bases artificiales de la iglesia, la
monarquía hereditaria, los sistem as estatales han debido ser derruidos
y r ulados para que se hicieran evidentes las.bases de esa verdad y su
propia necesidad m aterial. Y , por últim o, pe:ro no de menor importancia,
para.que fuera revelada como inesperado resultado de la conciente
arifeitfed humana, esta necesidad (llam ada “sociedad” o “historia”) hubo
e .alcanzar una forma que pudiera estar sujeta al control conciente de
quienes la producen. Ahora , todo esto ha sucedido, y por lo menos
,enemos oportunid ad de ver l os verdaderos fundam entos de las socieda-
es pasadas con mirada mucho m ás certera. .de lo que nunca lo había sido
an>js' Ahora podemos comprender lo que podrían haber. sido. .
Nosotr os lo podernos, pero no quienes nos precedieron.Su práctica aun
muy lej ° s de completar todo el círculo, sólo podíareflejar una realidad

59
, idos de poder co n tro la r la s condicionpc, ,
. ltc Y opaca; unpl d00día p o sta lar e 1 c o n tro 1 com o u n a * d? slls
ülClpi(k épcca difía l aien P ateriales p a ra su s a lu ci<m” a ú n f a l^ Vidad
vlda^ uc ^ scondicion^ ^ U^ ropios p ro d u c to s; en c a m b io
las « (ídolos, coioseis, d e r e ch o s o d in a stí ^ ^ a10
Pcdlntar Poderes mmIT^ o h isto ria , m u c h o s n o m b res v sagra.
r nS a de ■' ac^ 3rV1U1 1 solo
oele y eobedecido p o r q u e n o p lleder^ e
referente: un H e^ de la estrechez de su es fera de elección . S u s w ?*'
d0)queresP0ndS ndebían ser t e n in a ^ nt e c o m o s u objet o. ¡ S ?
sobre la r ld a * ° C‘ i r a explicar sus v i d a s p ero u n e s tu d ioso empeñ? * 8
teorías les^ ^ P objetíva p u e d a a s o n a r le s un r0U °
en una.0 " E - t e n inferieres a n ^ s t a s p r o p ia s te o ría s como £
privilagi °. Eranj1a„ (v por lo tanto, la s o p o r tu m d a d es cog n itivas) ref f s
pond¡c¡onas soeCalas ar.aPnferiores a la s mu e s tr a s . E s po r e s ta r a S neSr
jadas en est r i ó dé los historiadores id ^ n st a ü a q m c n e s censura^
MarXe-n'^uCs¡asin<onunca por el. anáHsis “m m i u rnte” d e l as creen ciasd,-
nosr LasS consideraba sum am en te poco üti-a c tir a s o» u n a fuente
PaS^ O a'de iluminación. Si tá m n o uso n iincü t e l * * tesn n^M s , no habría
detener <iue eras “teorías nativas” (como m a is t a r d ó l a s de n o m inó Lévi-
Straurr)<contuviaran un peculi ar “m e n s a je k en g m n h co” ( sobre lo cual
insiste Ric0eur en su polémica c° n L evi- S t r a u s s ) q ue 1es confiriera al
menor ajgún valor intrínseco m as a11 a d e s u t r a n s ito rio ro 1 de sustituir ia
comnrenrión de un tipo específico de p r a a l i ^ h is to n c a ,' L a s “teorías
nativar” le interesaban a M arx en u n s olo s e n tid o : c o m o . f usiones que
atestiguan la inmadurez y n aturaleza co n tra d icto ria -d e la s condiciones
con que podían reflejarse a sí m ism as solo en u n a fo r m a distorsionada e
ilusoria. El sentido da las teorías n a tiv a s segU n lo p o d e m o s captar con
nuestra comprensión no está dentro de e lla s, sin o fu e r a : la fa ls e d a d de las
teorías nativas cuando se las enfoca b a jo la lu z de n u e s t r a p rop ia práctiCa
histórica, es una clave importante p a ra la c o m p r e n sió n d e l verdadero
mecanism ° de esas prácticas en la s cu ales e s tá n e n g a r z a d a s . Sería en
Vano mver íigar el contenido de las te o ría s n a t iv a s p a r a ten er una
información respecto de s u m e c a n is m o . L a inform ación que
Jrnce falte n o la halforemos allí. Pero, u n a v e z q u e a c e p ta m o s que una
e°ria que n() alcanza * reconocer la e se n c ia h u m a n a y práctica de la
sope^ el una creación de u n a sociedad que h a ro to con la libertad de
asisw ^ entonces e s a t e o r ía p u e d e b rin d arn os una
estancia 1narai orable en nuestra b ú sq u e d a d e la c o m p r e n sió n . Sabemos
qra estudianm.; comprender adecu ad am en te y a f i r m a r el m od o de vi.da
yesnecífica en n^ e “ie mos qua vo1ver n u e s tr a _ a te n c ió n a la fo r m a h istorica
su poder sobre lnc necesidad exter n a ” h a e s ta b le c id o s u a u to nomía y
teoría nativa más t7 !cos suJetos activ o s de la h is t o r ia . L a fa ls e d ad de 1;.
gac1on. La importen ! ? ^ su contenido , es la q u e g u í a n u e s tr a inv^ 1*
nuestra teoría de 1a sor* teoría n a ti v a e s u n a c la v e sin la Cu?
0 que dice en realidad v a n o Puede ser p u e s t a e n p r á c tic a , m á s alla e
comor lo . anto , lo Que i e, que, m a n e ra a r tic u la s u m e n s a je . ,
nrensión histórica es ,e oria de M a r x p o s tu la c o m o cen tra l ^n »
“cómo
6o rica es por q u e* m a s b ie n q u e “ q u e” ------------
p ra comprender una , creencia es necesario averiguar por qué tomó la
Pa a qu e tiene; o, m as bien , por qué fanci en a 1canzar esa claridad de
a íón que nos ha resultado tan trabaj ° sa de alcanzar mediante nuestra
v nciencia. L a verdad debe buscarse en la tram a de las relaciones sociales
c0e ciesplegó una pracü ca h is tórica dada. Y captar esta trama consiste en
elucida las condiciones en las cuales diversos pueblos de la época
e
hübieron construido sus v id a s la se n e de opciones que les estaban
abiertas, l0s recursos con que contaban y aquellos que les eran inaccesi­
ble (aunque presentes to fo am ^ f u X el costo de podertener acceso a los
bieneS -todas aquellas condiciones externas e incontrolables que debe
afrontar el esfuerzo hum ano para m antenerse v iv o -.
La identidad y unicidad de una época, que Dilthey veía en la irrepeti­
ble constelación de las creencias, las ubica M arx en “un tipo específico de
pr0ducción que predomina sobre el resto”. Los estudiosos de la historia
han estado siempre detras de algo que pudiera dar cuenta de la particu­
laridad de una época, de una sociedad, de una cultura; un nexo decisivo
en una cadena de rasgos culturales, un eje en torno al cual rotara la rueda
de la vida en su totalidad, una sustancia invisible que “saturara” cada
sect0r de vida y lo m arcara inconfundiblemente como parte de ésta, y no
como totalidad. Aquellos que encararon la historia sobre todo como
historia cultural, la obra del espíritu hum ano, reflejando la específica
forma histórica de autoconciencia, tendían a definirla como “algo así”
como una idea central, un valor de consumo, o -com o dirían los antropó- •
logos culturales que siguen los pasos de Boas, Sapir o K luckhohn- como
el uethnos” que tiñe cada uno de los m ás ínfimos rasgos culturales y tra­
za el límite entre lo “interior” y lo “externo” de una cultura. Marx, con toda
seguridad, describe el (‘tipo específico de producción” en términos muy
similares empleados, digamos, por Kucldlohn, en su descripción del
“étimos”: “Es una iluminación general que impregna todos los colores y
modifica su particularidad, es un éter particular que determina la
especificidad de cada ser que se haya materializado'dentro de élV 3
Para comprender una época, es preciso averiguar el tipo específico, de
producción de esa época: de qué modo la gente construía su vida. Este tipo
de producción circunscribía el campo que podía recorrer su libertad
limitada históricamente. N o im porta qué hayan hecho los seres de la
época, cualquiera fuera la creencia que tuvieran, cualquiera ilusión qúe
sustentaran para' hacer su vida inteligible, m ostraría su significación y
sentldo al ser considerados como uno de los limitados números de
maneras en que la vida podía ser vivida en éste, y no otro, campo. En vez
de determinar el estilo de vida y las creencias, el “tipo especfico de
Pr°ducción” establece los lím ites externos impuestos a la libertad aleato-
- de elección, y caracteriza , por lo tanto, todas las formas ‘‘dentro de los
inufus ” con algunas caracter ísticas comunes que ninguna forma “exter­
na puede poseer .
La idea que M arx tiene de la comprensión es, por lo tanto, “representa-
ional” más bien que “in m a n e n te ”. C om prender la s form as y acciones 2
3

23Marx, Grundrissc, pág. 107.

61
. as cOm o r e p r e s e n t a c i o n e s , c la v e s , in c íc•
hlstíricas e s .e ,nocsardaer !l 1 !ju n a o tr a c o s a q u e o c u llt m m ü „ q u ^ . t e .
h l L pervertidos daenteE =e s te m á s b ie n d ^ g r a d o n o p u n to de ^ > ? lan.
Jal-a M ^ í ’ I,1o,ObcSrtaen.=i’a s iii‘3^ór ic a m e n t e , i ^ ^ t a d e c id id a n e g a ^ dc

consideraríascom ta n t os o tr o s c a s <>s, e s l a h i s t o n a la q„
de virtud. 9 o"Zo , a c o m p r e n sió n in m a n e n te y t o n s f o r m a r l a f ebe
f r T ® de Capitación d e l s i g n f . c a . l o d e l a acció n C * e
verdadero m e™ “ la rup tur a e n tr e l a s i n t e n c i o n e s s u b j e t i v a s ? ^ -
En tanto persa ^ c re e n c ia s s u b je t i v a s y b i s r e u M a d e s o w f Vlos
efectos oenSí1On i n m a n e n te no p u e d e s iim s1 g m ñ c a r la con d on aci ónlf'
la com^ “ 0 ^ m ito -d e ce p ció n : e n n l n g iin cu so p u e d e con d u cirá <?C
la decep c s o y Ia ^ a . j Ja s o c ie d a d d e b e a d q u i r i r p n m e r a m e n te !a
tCOamnP
SPanren cia que h ace q u e b s m j U v o y lo_ o b je tívo' combine »
P e n q u e la coinprensión in m a n e n t e s e c o c e r t e e n e 1 m ed io p
plcanzar 1 a verdad. E n 1a l a sociiei.^^elc1 d e b e p n m e r o ser
a í L i d a a la activid ad c o n sc l e n t e d e lo s i n d i v id im s ( tr a n sfo irmados
en “comu n i dad r e a l ”)24 p a ra q u e 1 a c o a m fm t t z a m ó n c1 e to s individuos
se convierta en la v erd ad de su v id a ¡ m c m ! P o r 1o t a n t o, la posibilidad
Y la v a lidez de com p ren sion i n m a n e n t e e s , n u e - v a m e n t e , m ateria de
rev 0l ución. La vid a h u m a n a se t o r n a “v e r d a d p o r s í m i s m a ” a través
de la concientización, e ste o b je to d e l a c o m p r e n s i o n in m a n e n te , para
convertirse en la real y a u t é n t ic a v id a - d e l o s s e r e s h u m an os. Y eSto
sólo puede lograrse d e v o lv ie n d o a l o s s e r e s . h u m a n o s el contml
práctico sobre su activid ad y s u s c o n s e C u e n c ia s ;-s o m e t ie n d o la “rea­
lidad objetiva” de su co n d ició n a l c o n t r o l d e s u c a p a c id a d de con­
ciencia. ' : .
Por el momento, con el d e sa rro llo h is tó r ic o h a c ia 'l a .conciencia inma­
nente aún lejos de alcanzar su e s ta d io fin a l, l a in te r p r e ta c ió n (compren­
sión representacional) d ebe ocu p ar el 1u g a r t o d a v ía n o p rep a ra d o parael
análisis de Ia c o n c ie n c ia -d e v e n id a -u n a -c o n -la -h is to r i a .-E sto. es exacta­
mente lo que se ha venido h a c ie n d o e n h is t o r ia d e s d e to d o s los tiempos.
as formas de auto-con cien cia, a d o p ta d a s s i n 1 a d e b id a crítica en un
t m ^ ^ fucron criticad as como ilu s io n e s p o r l a é p o c a s ig u ie n te . L a crítica
^ t ™ adoptó sie m p re la fo r m a d e c o n d e n a d e su p a r t ic u la r iW
gii^, eC e zd e p e n sa m ie n to o los in t e r e s e s p e r s o n a le s q u e se ocultan tras
lida! 5l par -r e una posición r e la t iv a m e n t e m á s u n iv e r s a l; la u m v e ^
una distorsie'p°cas aí ^ erdores e ra p r e s e n t a d a con io p a r tic u la r i dad, com0
siempr e Doran r / u n iv e r sa lid a d v e r d a d e r a ” . E s t e tip o d e crítica tuV0
se había podidn ¿ a U n g r upo (c la s e ) cu y o c a r a c t e r ís t ic o n iodo d e ser n0
rstaraZaónP0 d
¿ dl01 l!|
e<S ar^ol 1a r. en p le n it u d e n l a é p o c a p r e c e d e n te . Es.P»r
un límite artifir.-. Se e x p e r im e n ta b a s u c o n d ic ió n c o m o u n a c ° m p ulal)n
crimen contra i vnmPUesto a s u s ' o p o r t u n id a d e s “n a t u r a l e s , como^
tanto, era la de ianri1-r a era n a t u r a le z a d e l h o m b r e . S u b a ta lla , p o . ,
se l e apa re ce a q u i e n a d c o n tr a e l p a r t i c u l a r i s m ° . T o d a reV1
0.,a ,a¿a
21M ' p a rt icipa n de e lla c o m o u n a g u e r r a s a n ta 1
Marx, Early ]Vr¡ti„
y 'Vrt¿mgS- pág. 350 .
62
or la humanidad r a r tr a u n a d ase egmsta , de los “derechos- hum ao s”
POntra los pr¡vileg 1'° s que 1e h an s ido usurpados por una minoría. Corno
^ secuencia de toda rev d ucion, sin em b argo, la “universalidad ” m ostni
C. re su vej adora n a t m -atoza como un nuevo tipo de particular ismo
b,, 5ue fundado sobre b ases m a s v a sta s. . ’
oEsta apariencia, c°m o 1 a corpori zac. ón de 1 os intereses universales del
hombre, según M arx, es la característica indispensable de toda clase
revolucionaria —en cu.a.n to e s ta . clase n o h a tra spuesto el pico de su
poli cial revolucionario. Se considera a si m ism a como heraldo de la m ás
radiCal y decisiva de t ° das la s revoluciones: la ú n i c a en la cual la
apariencia de u m v^r s ahdad no h allara lím ites h a sta el momento efímero
entre el desafío y 1 a vi r t orm ; l a. sola q ue h ab ra de apartar toda limitación
a la verdadera universalid ad del t o rne e y dejará propuestas caracterís­
ticaS Como los únicos lím ite s e x te rn o sd e la acción hum ana conciente.
ESCribe con referencia a su propia obra teórica: .25 ' .

Mi conciencia universal no es sino la forma teórica de aquello cuya forma


viviente es la com unidad real, la sociedad, mientras que en el presente la
conciencia universal es una abstracción de la vida real y,. como tal, en
oposición hostil a ella. ; .. ' ’

Una teoría que descubre la universalidad negada por la vid a real es


una teoría revolucionaria. P uede “realizarse” sólo en .el acto revolucioná­
is . Una conciencia de la universalidad si no éstá presehte en la sociedad
real es por esa m ism a .ra zó n indicio crítico para la.sociedad, está “en
oposición hostil a ella”. U n a conciencia tal se h a hecho posible puesto que
la universalidad que refleja e stá apenas cubierta con una delgadísim a -
película de apariencias, E l m ercado puso en evidencia. la naturaleza
universal del trabajo com o fu en te de todos los valores, y sólo el estado
enajenado de las condiciones en que el trabajo “realiza” su potencial
impide al trabajo el control de su propia actividad, para alcanzar la
universalidad en la práctica. Pero la conciencia no puede realizarse a sí
interna por sus propios m ed io s. Toda crítica teórica necesita de un
cond uctor suficientem ente poderoso p a ra reorganizar la s condiciones de
Ia vida social. . . .
Marx creía que el proletariado h abría de convertirse en el ejecutor de
la crítica teórica. Y esto, porque el proletariado, desde el punto de vista
de Marx, era el único sector de la sociedad que h abía alcanzado ese m vel
de universalidad al cual debe ten d erto d a v ía la sociedad com ° u n t ° d°. La
Pr°piedad privada, ubicada en el cam ino del triu n fo final de la u n iversa -
. ad hum ana, y a ha sido abolida- por el proletariado. Y , asim ism o, h an
sido abolidos otros obstá cul os -c o m o la nacionalidad o la fam ílim O , m as
blen, lo m ás consisten te y ra dical en esta destrucción, lo m ás probable es
esta clase en que tu vo lu g a r la destrucción se convm rta. en portaes-
andarte de la revolución universal. . ■ .
Tanto la selección del proletariado como fuerza revolucionaria, como

pñg. 350.

63
. . í!o )a ve vota ción m is m a , s o b r e to d o , com o an iq ui] _ . ,
L>1 punt a do s>'intvm á M r c s t d o s d o o iUcmcm s, h a n sido J ¡ C?n
rndi c t a c j d t i c n d o s . Ln e v a lu a c ió n de l o s m ism os rcsu^ 1.* '
monte
monte disctat l HinOnfc
r„ h ti\-am ent;oo m
m enor
enor in
int°i
te ré
l _s .p.a ra m i e stro
- - - - tcm n. l
.......... Loo 1iL s,n
>mbargo de dos p u n to s: on p n m o r 1 lig a r la i n s iste n d í T
am e pf ¡n n íO s p o n d e n c ia entro el g ra d o de u n i e r e n ! . dad e n l a p 0^ J e
^ O S E e nte de u n g r u p o y ■" — d i d ^ P0SiCl°r

M arx do que e 1 n i * del a spL1c:,u, s u UJer ? •a.ctiv id a d Humana


puede conduce•o 1a com prensión tayc^ a s ó lo e n (jo n d a c m és en la s cual^
In Perdurnblc opos i ción entro lo s u bJc U v ° y lo en tre el trabjS
vit.nl y sus productos en ajen ad os, p u c d a s or t r a s c e n d id o
En eSto reside el logro m a y o r de la m a n e i-a d e e n ca ra r M arx el
problema de la com prensión. E s por c so q u c , p a r a M a r x , decir que jas
“ciencias naturales con el tie m po h a b r á n d e . s o m e te r a la s ciencias
hum anas es lo m ism o que decir que la s cicn ci a s h u in a n a s habrán de
someter n Ins ciencias n a tu r a le s ”*5 no es u n a a f ir m ació n m etod 0 lógica
sino una afirmación teórica referen te a la te n d e n c ia y la ló g ica de \ahis-
toria humiana en su to ta lid a d . D e s d e el p u n to d e v is ta de M arx h
posibilidad de alcanzar la com p ren sión v e r d a d e r a d e la a ctiv idad huma.
na al mismo tiem po que la te n d e n cia h is tó r ic a h a c ia l a s u p resión de la
p1 ienación es lo que hace que la a ctiv id a d h u m a n a s e a d iv e rsa según las
intenciones de los autores. L a id e n tid a d de a m b a s , si es que se iogra
convertirá en obsoleta la t arca de l a com p r e n s ió n e n cUa n to problema
especiiic° del conocim iento h u m a n o en g e n e r a l.

uliid., pág, 335 .

64
L A C O M P R E N S IÓ N

COMO A C TIV ID A D DE LA HISTOTíta


. W E B E R

Max W eber, a l igu al qu<¡ M arx a n te s que él, basó su esperanza! en la


comprensi<m de la h is to r ia con b s d e sarrollos históricos que' tienen lUg m -
en el m und o ° ccid en t a l. P e ro no con el cam bio “a la vu elta de la
con la m uerte m m m e n te d e la e s tr u ctu ra de dominación capitalista5
responsa ble - s e gú n M a r c - de p r oducir u n a “realidad social” sin senticlo,
alejada de de lo s1g n ic a n te , lo s actos h u m a n o s in t e n c io n a d y signifíca-
tivos. M ax W eber a d v irtió la s v e n ta ja s de la com prensión objetiva en los
mismos cam bios a p o rta d o s por el su rg im ie n to del capita lismo: e lp apel
decisivo que el ca p ita lism o a s ig n a , en sie m p re creciente g rad o, a la arción
racional-instrum e n ta l. L a civilización occidental, en su estadio capita lis­
ta, ha v°k a d o su co m e tid o p a rtic u la r en valores de consum oelegidos
arbitrariam en te, que e lu d e n el d iscu rso racional, reem plazándolos con
una razón in str u m e n ta l c a p a z de n e u tr a liz a r el im pacto de los condicio­
nantes que im p o n e n el tie m p o y el espacio. L a .conducta racional-
instrum ental debe s e r c a p ta d a o b je tiv a m e n te , puesto que está gobernada
por leyes y es a u to -co n cie n te y , so b r e to d o , por su afinidad estructural con
la ciencia racional, con la “ra zó n o b je tiv a ” m ism a . La ciencia racional
moderna, cuya con cien cia de s u s propios* lím ites en la búsqueda de
secuencias in s tr u m e n ta le s d e acción y p a sa r por alto, la discusión de d
valores fin ales, e n c u e n tr a e n la s b a se s m od ern as del. comportam iento
humano un objeto corta d o a m e d id a .p a ra su s fines y m ed1os. . .,
.Al contrario que M a r x , W e b e r encaré) la tarea de 1a “com prensión-
obJetiva” de la m a n e r a acos tu m b r a d a en el debate a b in a n del Geisteswis
sfflschaften, y sob re tod o p o r p a rte de D ilth e y y Ri ckert- Fue so o ea un
relativam cn tc a v a n z a d o e s ta d io de su p e n s am i en to, una vez quiB -ó ^ o
privileg iado la e co n o m ía com o fu e n te de in sp i ra d ó n , y l a s0C1°
5espuesta a los p r o b le m a s d e la h e r m e n e u t ca historica > ^^m amer-ai
r acla e1 me todo soci ologico b a sa d o en la econornía com o_c'ana:,o r lo t£^nto,
^esolver la a rtiv id a d q u e p la n te a b a la co m p r e n s i ° n ^ Iia reSpuesta al
a met ° b b g í a de W e b e r p u e d e s e r in te r p re ta d a como u p
65
. +,vn en u n se n tid o m u c h o n u is directo ouo 1n .
desafío de In h crm en Óu t icn en un que la de

M arx. . . j \veb er d u ra n te to d a su v id a , c e n tr ada en tor««


L::i ^ reocupac.<°n de^\i' l * e r i . ii y ^ in te r p r e ta c ió n , e stu v o a n im a^ 0a
la s ^ 0^ 3 ^ de los p roy ectos de 1as “cir a ew s n atu rales” y u
ICl-e^ turaies'’, plante a d os por D ilth ey y preteriOTrnen te elabora!
dos d e d iv e rsas m a n eras por W in d e ltia n d , y to d a u n a ge neración
de M i n adores y soriólogos alem a n es .
de Supongam os según cierto s u p u e s to , que se p u d ie r a echar mano de
cierta oeoría em pírico-estad íst ica , q u e t od o® 1os no üm'porta
donde h a y a n sido colocados en d ete r m in a d a ssí r ^ m c m , d iera n reaccio
n ado írente a ella in variab les n te de la inisi 11 a m a n e ra y con la misma
intensidad. Suponga m os que siem p re q ue e s ta s itu a ci0n se reprodujera
experim entalm ente, in variab le m e n te h a b ra de s e g u lrle la m ism a reac­
ción. Lo cual equivale a decir: su p o n g a m os? q ue e s ta r e a r á ón fuera, en el
sentido m ás literal de la p a la b ra , “ca lc u la b le ”. T a l demostración no
habría de brindarnos ni siq u iera u n a a p ro x im a c ión m ín im a a la “inter-
pretación“ de esta reacción. E s ta d e m o stra ció n p o r sí in ism a no habría de
contribuir en nada al proyecto de la “c o m p re n sió n ” del “por qué” esta
reacción habría podido ocurrir y , lo q u e es m á s im p o rta n te , “por qué”
sucede invariablem ente de la m is m a m a n e r a . E n ta n to la reproducción
im aginativa e “interior” de la m otivación re sp o n sa b le d e esta reacción
siga siendo im posible, no serentos cap aces de a lc a n z a r e sa comprensión.
E n.cuanto. esto no es posible se con clu ye que a u n u n a demostración
empírico-estadística id ea lm en te c o m p re h e n siv a de la recurrencia regu­
la r de una reacción seguiría fa lla n d o en la sa tisfa c ció n de los criterios
concernientes al tipo de conocim iento q u e e sp e r a m o s de la historia y de
esas ‘‘ciencias socio-culturales” q u e e s tá n , e n e ste asp ecto, relacionadas
con la historia. '
E sta distinción esencial entre dos tip o s de conocim ie n t o nuevamente,
en estricta concordancia con la trad ición h e r m e n é u tic a , está basada en
últim a instancia en sus respectivos p rop ósitos p o stu la d o s por los analis-
tasK. 8 i un análisis cultu ra l sólo p u e d e a lc a n z a r su .p le n itu d cu ando da
cabiaa a la acción h u m ana com p ren sib le, lo es “porque el interés ‘histó-
™ esta instalado en su propósito teórico” . D e m an era típicamente
■diltheyana, W eber definió in icia lm e n te e ste e sp e c ífico “in terés” histórico
corno aquel cuya m eta es la “e m p a tía ”, la “reproducción en la experiencia
in iP^r 11ao fa , f n una palabra, la “co m p ren sión in te r p r e ta tiv a ”.
el fiTr,r,i 0i antoí la com p re n sión in te r p r e ta tiv a era en la obra de W e ber no
cam ente a n Xp oracióni b ásica, sin o que h a b ía sido concebida m etodológl'
‘obieti1/^
:1 m emtpu n capaz de “servir al p rop ósito del conod mi ento
entranar W ,, ^ podr? decir que W e b er dedicó tod a su vida a des'
basado en la co o o ogía de este con o cim ie n to “ob jetivo” de la histon ^

p,1 ettaat?Va ’ y u 5 a n d °
W ram ienta la mmprr:andeelna M eerrP ^ ^ i^
n ón.
1 Max Weber trad ■ , . ■ of
Historical Economics F? f i 'í 6 Guy Oates>Roscher and Knies, The Logical Probas
’ ^ress’ Nueva York, 1975, págs. 128^9, 142, 147-8, lSl
66
El efecto del discurso original en la obra de Weber no ha podido ser
ditaddad0 nun_c3: exhaustivamente. En su más completo enunciado de!
proyecto sociológico (lVi/'tedj-a/t und Gcscllschaft) Ja comprensión es, fiel
a! esp1 ritu de Dilthey, considerada aún como una gran posibilidad, mús
bien que una limitación, de las ciencias humanas. No es algo de lo cual
haya que excusarse; todo lo con trario, gracias a la posibilidad de compren­
der es posible estudiar la acción humana mucho más profundamente
de lo que el científico de las ciencias naturales pueda tener Ja posibilidad
de hacerlo al describir y explicar los fenómenos inanimados. No existen
mayores referencias a la “unidad universal del espíritu humano”. Este
puntal metafíisico, que seguía siendo necesario para Dilthey, se desmoro­
na; el fundamento del esfuerzo de la comprensión había sido establecido
de una vez por todas. Pero la distinción esencial entre la situación de las
ciencias naturales y humanas se mantiene, si bien ahora en términos
metodológicos, yno ontológicos, Weber dice de los fenómenos que “cuanto
más precisamente se los formula desde el punto de vista de las ciencias
naturales, menos accesibles resultan de comprensión objetiva”^ Una vez
embarcados en la exploración- de las relaciones causales a la manera
típica de las ciencias naturales, uno se ve desviado, más bien que cercano
de la comprensión: “Este camino nunca habrá de conducir a la interpre­
tación del significado deseado”. Nuevamente, esta disyunción es el pri­
vilegio, más que la desventaja, de las ciencias humanas: “Es posible
cumplir algo que nunca puede ser alcanzado por las ciencias naturales” .3
La actitud' triunfadora y . confiada de Dilthey ha desaparecido. Para
valerse de la oportunidad que ofrece el estudio de las acciones humanas
es preciso sacrificarotrosvalores, unapérdidamásseria de loque Dilthey
habría admitidojamás. Lo que está en riesgo no es solamente el particu­
larmente agudo problema de la objetividad (preocupación que Dilthey
compartía totalmente), sino la precisión y la certeza de los hallazgos, los
criterios de precisión y decisión que, en lo íntimo de la conciencia de los
científicos, fueron convirtiéndose lentamente en los rasgos distintivos de
la actividad científica como tal. Por lo tanto, \Veber admite, a pesar suyo:
“Este logro adicional de’ la explicación por medio de la comprensión
interpretativa , como distinguida de la observación externa, p°r supuest°
se logra sólo a un precio, el carácter más hipotéticoy fragmentario de sus
resultados. ” 4 ' ■ .
La intensa preocupación por reconciliar las ventajas incuestionables
de este conocimiento que puede emplear la facilidad de comprensión, con
la exigencia no comprometedora del código científico de a^fu m como está
institucionalizado en la ciencia académica, es lo que distingue la obra de
Weber de la de Dilthey y puede aparecer como responsable de fu mayor
parte de los puntos de partida de Weber a partir de fus soluciónes de
Dilthey. .
' 2 Max Weber, ed. Talcott Parsons, The Theoty o{Social and Economic Orgarnzation,
Free Press, NUeva York, 1969, pág. 101; Wirtschaft und Gesellschaft, J.C.B. Mohr (Paul
Siebeck), Tubinga, 1956, vol. 1 , pág. 6.
3 Weber, Theory o f Organization, pág. 103.
*1bid., pág. 104.

67
. oi ogía , a s f c o m 0 o tr a s d is c ip l in as a so ciaH
A| ace ptarquo to s e j e in te r p r e t e ci on e S y « q p lú a á ones s ^ fl c°n]a
.AóaCo* 1- nunca ptU ™ 1es W e b e r i n s is te en q u e la s o c i o W g ^ S ;,
f “ de las cien ci as naja , cj e n’c ias n a t a le s , 0 p o r lo-m e n o s s ímil^ 3 ser
e“ act a » e n t e « P y l da d d e s u s p r a ctic a n t e^ , d e l)e ig u a la rre
por ladilíg]encady;Idae exactitud y a rap t a b ih d a d d e s u s h a Ua ^ _%
respecto a] rgi!í¡d0ia;Uc¡ín a la metedl a qu e p°r Io comú n se ,
La mayor “ n : ¡ d^ ada como proveniente de ¡mücontinuos esf ac°»
Weber pue rto^ “ S a. La obra de toda la vida de Weber, r*»s
por resolver. ^ tadolfeico, derivó su dimáiMtm y propósito de una tllfn08
‘ “ S r putntm^ y ’t a reaB d a i « dal, el obj eta de la s 0^ 10^
en t o nte subjetivo, y su te tenmima on (fe encontrar unamaneS
COn^ o objetivam ente. La tarea que W eb** s e i rnp^ o con inaudit¡
ÜS dSC^ fue nada menos que uqa o bj etrva de lo s u b j ^
Las dos in nov aci on es metodolo6 “ ®? ®, as cua1e_s el folclore sociológico
contempor£ineo asocia al nombre d e W eber -se rela c10na n directamente
con esta más que agotadora tarea.. La primera es la necesidad de eliminar
del disCurso sociológico l os juicios d e va l or ( no necesariamente, sjn
embargo, del lenguaje del sociólogo c ° m ° p e r so n a ). L a segunda es el
método de tipos ideales, com o u n m e d io d e ca p ta c ió n de los signifiCados
obtenidos subjetivam ente de m o d o o b je tiv o . M á s a d elan te veremos que
ambos postulados form u la d o s p o r s e p a r a d o t ie n e n raíces comunes desde
el punto de vista globalizad or de W e b e r del o rig e n , el espíritu único, la
tendencia histórica y l a m is ió n de la c iv iliza c ió n occidental, con el
capitalismo occidental como s u c u lm in a c ió n . F u e e ste punto de vista que
hizo particularm ente a cu cia n te p a r a W e b e r el p ro b le m a objetivo-suj
tivo y lo transformó en la m a y o r te n s ió n y f u e n t e de su energía intelectual.
El punto culm inante- de la b a t a lla c o n tr a l a corriente que Weber
emprendió para “liberar de lo s v a lo r e s ” a la s ciencias sociales fue la
Wwtorteilsdiskussion, qu e tu v o lu g a r el 3 de e n ero de 1 9 1 4 en la-munián
plenaria de la "S o c ia l Policy Association” e n p r e se n c ia de cincu^ f u ydos
de los m ás prom in e n te s h o m b r e s d e c ie n c ia de A le m a n ia . Fue allí ql|e
W eber lanzó su a ta q u e con tra lo s ju ic io s de v a lo r de la manera was
dí g it a y abarcadora. E l te x to de la d e s a p a s io n a d a conferen^ a ^ 011™'
cia a por W eber es a h o ra u n a le c t u r a e s e n c ia l en sorialO^ a> y s
prT pales postu lad os, se lo s a c e p te o n o , se h a n convertido en *n 1^ de
nmnn ^ el pe n sa m ie n to soci oló g ic o . N o fu e a s í en e] momensocia.
¿ 0^ ™ ^ 1a confe re n cia. S e g u n F r a n z B o e s e , h isto r i ador de l‘rASÍ!ntes
a, ^ 010 1as v iJ a s g e n e ra cion es, sin o t a m b ié n los m ie m br°s pt o to
de W eber '°°S>no acep ta ro n >si b ien n o r e c h a z a r o n directam ente> e

de los aí ^ p,r o p u e sta s de W e b e r c o m o u n a tro p e11o a ^ ¿ cta 0*


través d e ^ d f^ C o 3- de a se so ra r a l o s d ir ig e n t e s , y a en forrna.d!SeCaCJ
Su periria a caH1;i 10n p u b lica, en c u e s tio n e s de p o lítica y quel»'
per‘ Ciaacade m ic a y su e x p e r ie n c ia fu e r o n la ú n ic a ju s t .f icac«>nq _

h°mmCn¿ WetuonEi .„ „í!5,?


onEjÍu!E j ní!?.? aumgart®n» iyer
Werh/2 undt'erson;
und Person; do
Do^. - - .^ . g^ 54(t 4°
uardBaumgarten, J.C.B. Mohr (Paul SiebecU T» bin
68
fpSOres pudieron dar para aJrogarse un papel tan elevado. LOS
pr°fepntes de Weber evidentemente vieron e1peligro: decir que la ciencia
Atenía nada que decir sobre la superioridad o inferioridad de políticas
n°tpi.nativas, que 1a ciencia debia guardar Süencio respecto de los valores
í a t ^ de los valores en con f l cto, «grnficata la quita de esta justifica-
c* efectivament;e, un cambi0 radical del estatus de los politicólogos y
Sociólogos. Por cierto que Wet>er n° se andaba con rodeos respecto del
¡nCvitable resultado que habri'a de suceder a su alegato: denunciaba que
launiversidad y los Profesores pretendian llevar elbastón demando como
reformadores del Estado o de la cultura en sus mochilas.6
Una cosa es tomar una postura política en la práctica, diría más tarde ,
al hablar a la audiencia de la Universidad de Munich, “y otra analizar las
estructuras políticas y las posiciones partidarias”.7 Era obligación de los
académicos ceñirse a esta segunda tarea y no abusar nunca de su au-
t°ridadcientífica al interferir en la primera: por cierto, no en su condición
de científicos. .
Evitar los juicios de valor en los trabajos científicos no significa que
estos valores sean irrelevantes para la actividad científica. Mientras
Wertiirteil (el juicio de valor) es un cuerpo ajeno y canceroso en el
organismo de las ciencias sociales, W e r t b e z i e h u n g (la relevancia del
valor) constituye su carne y su sangre; en esto Weber se inspiró neta y
explícitamente, en los conceptos desarrollados por Heinrich Rickert.8
En efecto, la abstinencia de valor que Weber pidió a los hombres de
ciencia que aceptaran, era en su opinión la sola manera de que su ac­
tividad pudiera devenir, y permanecer, relevante para los valores de su
tiempo. Las convicciones morales en que “por sí propios se habían
instalado en medio de las distorsiones en que había incurrido la compren­
sión psicológica”, ya no era más valiosa que las creencias religiosas que
la ciencia había destruido.9 Si la nuestra es la era científica, no hay lugar
en ella parauna ciencia, presumiblemente unaactividad racional, infun­
dir en ella, explícita o subrepticiamente, juicios de valor que proclaman
n°tener otro fundamento sino las solas convicciones morales. Una ciencia
liberada de esos juicios de valor es el único conocimiento al nivel de los
;stándares establecidos por los tiempos en que vivimos: el solo trp° de
va° r r^leyante” de la actividad cognitiva.
. íTsta msistencia respecto de la armonía esencial que existe entre la
endependencia de valores de la ciencia y la tendencia histórica de nuestra
epoCa es reiterada con mucha mayor intensidad y energía en la conferen-
oiade Munich (si bien ha sido un motivo obsesivamente recurrente en la
ra e Weber, como trato de demostrarlo inás adelante). “El sino de
os tiempos se caracteriza porlaracionalización y la intelectualiza-
cualy ?obre todo, por el ‘desencanto del mundo’.” Si este es así, entonces
quiera que “trate de construir intelectualmente nuevas religiones...
Pág. 107
Paul ¿XWeber’ ed. H. H. Gerthy C. Wright Mills,From Max Weber, R°utledge an Kegan
8 Webe 1970 [Oxford University Press, Nueva York, 1946], pág. 1 •

sibid-. p{ige6 5 r d Person> pág‘ 12 L ■

69
aro n unca u n a c o m u n id a d genuino

no habrá de ^ ¿ ^ 5 h!^ ;C n ^ a !q '^^n’,í n ;hnapan at^

s í z zproOneddacon>03uV
zu r ^ n^^ot ^ r:iSd “ e¿i rig e n t^ d e l a r e a lid a d : “L o s Q ;

dad PX:e'-íei:e>: p- fe;,'sa esur asitiert^ / ^ ;t;am ::;th¡en ^ ^ pa, a


^eUeaP
sX:^^Os'iaSarntig.ías ogtáns aa■Oot^e!igioso es mucho m á s^ ant^
<se .Amipareceres cuanl.o a aquelloB que pu«den resistirse 3 3!®
e^Prof^ 'a aca^ - r^ p. tías Jugar . ¿ J *
tontaciones y ma“ tener,a (jasa de las Ciencias, estoB “habran de non?
fonra do ¡asOPUa0re frs al encuentro «Je ‘laB í^x^g e ic a B del d1ai. tanto e n£
manos a la Obra e como en nuestra vocacion .10 as
r0la:t;netSahet;nma eaUcid^^ esne punto Io mas ^ a^ inenf e posible, pUESto
vo Da^a 1a idea de la comprenBion de W eber y, en realidt
2U0aO isadostr¡1tegia <1 tes ciencias m etete: Ia üb^ c idn del valor, defi^^
Pcnrrio^aiuitaDlimltación del análisiB de t e ^ n r a dos radonales e ins^
mentetes, os considerada, p°r una pa t e, como 1a única actividad a tono
con nuestra época y el puesto que ocupamos en el mun do, pero, p0r J ®
parte, como una actitud ragrnti^ de validez univerBa1, es decir qu?
puada aphcarse a Iob fenómen° s de otras épocas, y o p a 1atitudes, co’ncjUe
ciondo siempre a.resultados' ° bj et1vamente v ¿íl :i(ios. . Parsons definió esta
idea como un “universalismo de valo^ S' contenidos en las ciencja
sociales [racionales]” y la consideraba afín a la selección de Karl Mann!
heim de la “libre inteligencia”, no dentro de los límites de un sistema
cultural en particular, como transmisores del conocimient0 objetivou
Parsons interpreta el postulado de Weber delvalor liberado de la ciencía
social como exigencia de, e la creen cía en la posibilidad de, la separaaóii
de la actividad científica de la cultura históricamente limitada delacual
forma parte: La. liberación del valor... implica que la ciencia no necesita
estar encuadrada dentro de los valores de no importa qué cultura
histórica particular .12Esta es una auténtica y ’absoluP distorsión del
punto de vista de W eber. En ninguna parte de la obra de Weber es dado
hallar el concepto de que las ciencias,sociales sólo pueden tener lapo-
sibüidad de al canzar la objetividad de su' posible independencia dela
hist°ria: por el contrario, lo esencial de la idea de Weber es que las ckncias
sociales pueden alcanzar este ideal solo porque una cultura ha emergido
hiBtóricamente dentro de la civilización occidental, la: cual puefo Crecer
una ciencia en consonancia con sus valores, una verdadera universa1f
genuinamente superior a ninguna otra interpretación alternativa ^
da real^dad cu1tura1. Permítasenos insistir. l a formación inteied-11a
Weber provenía del debate alemán sobre la comprensión histórlCCgptos
met°dologa sociologica aparecía como una transp'Osición te con
forja os en las fraguas de la hermenéutica histórica.

u Weber' From Max Weber, págs. 155-6. . rt,,Todaj’,


mlcott Parsons, en Otto Stammer (ed.), Max Weber and SociologY
Uxfo,rdJ Harper & Row, Nueva Yorkl, 1971, pág. 38.
i2lbtd., pág. 3 3 .

70
En primer lugar, Weber tema la plena certeza de que él, como ____
rualqUierotro estudioso de la historia, eraunproducto de lahistoria; para
scr más preciso, de una formacion creada histcirrcamente: la civilización
Buropea modei^rn En seg^ndo lugar, que cualquier posibilidad de un
c o c imiento objetivo y umversal práfera poseer, es debida a ella. más
bienqUea pesar de ella-En el más elevado estudio que señaló el momento

este pirnto como nadie podría haberlo hecho:13 ’ .

Un producto de la moderna civilización europea, que estudie cualquier


problema de la historia urnversal, está obligado a preguntarse en qué
combinación de circunstancias elhecho puede ser atribuido a que en la
civilización occidental, y sólo enla civilización occidental, hayan aparecido
■los fenómenos culturales que (como nos gusta pensar) yacen.en una línea
de desarrollo de significación y valor universal. Sólo en Occidente la ciencia
existe en una etapa de desarrollo que reconocemos como válida en la
actualidad. .

Weber se mantuvo fiel a la idea suprema de la tradición clásica


alemana: la liberación de lalimitación histórica sólo puede ser resultado
de la historia. En esto no había ningún disentimiento entre él y Hegel,
Marx oDilthey, no obstantedifieran lasvariaciones weberianas del tema
común. ...
El tratamiento específicamente weberiano seexpresa a sí mismo sobre
todo en la selección orientada técnicamente a la actividad instrumental
y racional como producto del desarrollo histórico que confiere a nuestra
propia civilización un carácter de universalidad que no tiene par en otras
latitudes y en ningunaotra época del pasado. La prevalencia de este tipo
único de acción humana ha permitido que una ciencia social objetiva
fuera una posibilidad realística. Los numerosos estudios históricos a los
que Weber dedicó la mejor parte de su vida (y los estudios comparativos
de las religiones significativas en particular) no eran ajenos a sus
intereses metodológicos. Por el contrario, la clarificación de las condicio­
nes que hacen posible una universalmente válida ciencia social, y en
c0nsecuencia la clarificación delasreglas de conducta que puede permitm .
esta posibilidad, proveyeron a Weber el elemento racional de sus expl°-
raciones históricas.
Por lotanto . la coyuntura decisiva de la historia de la civilización
era,14 ■

el surgimiento del espíritu racional, antitradicional en los agentes h';ma-


nos involucrados. Los dos aspectos principales de éste son la evolucion de
la ciencia moderna y su comparativamente moderna relación ren fe
economía, y el crecimiento delaorganización moderna delavidaindividual
(Le6ens/ührung j.

LondrMaXoWeb- , The Protestant Ethic and the Spirit of Capitalism, Allen & Unwin
14p ! uSc.ribner>Nueva York], 1930, pág. 13. . . . . . . 1Q44 „ á(TS
6l-77 Phraim Fischoff, “The history of a controversy Social Research, v°l n, 1944>pags-

71
L a ciencia m o d e r n a y v á lida u n iv e r s a lm e n t e h a s id o p oSilDle como uno
d e & elam entos de la totalid ad de 1 c o u r p l J d e ^ a r r o jl,* lii stóricos qu0
p ueden resu m irse como proJuctos del ca p ita lismo) ‘tl o d<erno- E 1 “ascefe"
m o interior del m undo” d esd e e1 p “ n t o de v is ta de Woit e r, el nexo
cu 1 tui*a 1 que coliesiona los e le m e n to s constituitivos. a p a r en te m e nte diver.
sos de la civilización occidental m o d e r n a >Ia disp os1c1ón en posponer la sa­
tisfacción in m ed iata de los des eos en n o m b re de fin e s m ás remotos, ia
vol untad de subordinar la propia v ld a que lle v a m os a al ej adas recompen­
sas del futuro, la propensión a a firm a r la s p r o p m s acclon es en términos
de su eficacia in stru m en tal, y dar preem 1nenc1a a . e sta eficacia, en
térm inos de lealtad y autoridad n o r m a tiv a p a r a la acc 1 ón , por encima de
los fines com pletivos que se in te n ta n lo g r a r . S e g ú n p a la b r a s de Wolfgang
M o m m sen ,13 W e b e r

emprendió primeramente el estudio de tas grandes religiones del mUndo


para corroborar sus hallazgos ex n ega tivo. Al final, Max Weber estaba
convencido de que había hallado una respuesta exhaustiva a la^pregunta
de los estudiosos de la historia universal, de porqué el “capitalismo
moderno”, la “ciencia moderna”, la ‘‘burguesía”, en cuanto clase social Con
su peculiar perspectiva ideológica, la organización racional del orden
político por medio del estado organizativo moderno, una “ley racional” y,
por último, un “tipo racional de música”, sólo habían sido desarrollados en
Occidente. El ensayo de \Veber V o r b e m er k u n g (si bien breve) sobre la
sociología de las Religiones del Mundobien puede ser considerado como un
esbozo sustancial de la historia universal.

Es por eso que Weber dice que la ciencia racional no apareció en


cualquier parte del mundo, en ningún tiempo delahistoria excepto en el
mundo occidental cuando ya estaba avanzando en laruta del capitalismo.
La coincidencia indica un límite profundo entre ambos casos, que tras­
cienden la mera contemporaneidad. La conducta característica de la
ciencia racional y el estilo de vida de la sociedad capitalista son aplicacio­
nes especializadas del mismo modelo. “Continua, racional empresa
capitalista”, la “racionalidad de la adquisición capitalista”, la “efectúm
. adaptación de la acción económica a una cómparación del capital m°ne-
tario y los gastos en dinero”,16 son todas expresiones de la rnisma
racionalidad instrumental, recurso decisivo de la objetividad cientíÍ!c?-
En sentido amplio, el avance en la objetividad es sinónimo del donitaio
crec|ente de la racionalidad instrumental sobre todo otro erifurio de
acción. La reducción de los criterios alternativos a una posición sub°r i
nada y marginal (mientras los valores esenciales y más sublimes d^ ,a
vida pública han debido refugiarse ya en el reino trascendental de la ^
m1stica, ya en la hermandad de las relaciones humanas dircctaS
personalcs )17 hace posible esta' inequivocabilidad de j uicio, esta 0

Wolfgang J. M°mmsen, The Age ofBurcancracy, Blackwcll [Oxford, Hnrpcr ^


W aWirkl. 1974, pñgs. 12-13.
_ Weber, Prntentant E thic, paga. 1G-18.
W ,íbcr»From Max Weber, p:íg. IS5

72
•divamente controlada comparabílidad de soluciones io n f o •
ioU tujen el acuerdo Jtemado “co m e t e d” realizable. La oljStitiát á
no es una simp e «tenv^ t a de te suspensión des las 0 ^ 0^ !
objetividad Puede da» so amente cuando te evaluaciónofcjtóoo setare
d
posible; a saber, solo cuand° eterrnrn^ a civilización (corno la nuestra
brinda una posibi lidad de hacer estas evaluaciones aceptables universal
mente y, por lo tanto, unívocas: i8 l

Las evaluaciones ¡¡ólo dejan de ser ambiguas cuando la fjna]idad econó­


mica y el wntexto social están establecidos definitivameiite y tod0 lo que
resta por hacer es elegir entre varios medios económicos, en tanto estos
difieran respecto do su certeza, rapidez y productividad cuantitativa, y son
completamente identicos en cualquier otro aspecto de valor relevante... El
uso del término “progreso” es legítimo en nuestras disciplinas cuancÍo se
refiere a los problemas “técnicos”, es decir a los medios de a1canzar un fin
dado sin ambigüedad. [La “técnica”, Weber lo subraya en otra parte.“es
usada aquí en el más amplio sentido, como la acción racional en general”.l
No puede nunca elevarse por sí misma hasta las evaluaciones “esenciales”.

Se puede decir, a lo su m o, que en tales condiciones, que se hacen


dominantes con el su rgim ien to del m ercado capitalista, los juicios de
valor se funden con las interpretaciones objetivas. Esto está relacionado,
sin embargo, sólo con esos juicios de valor que son de valor relevante, es
decir que aceptan los valores esenciales de la época y , por lo tanto, se
limitan a interrogantes p u ram en te in stru m en tales, y tornan los signifi­
cados como su único objeto. É s te es el secreto d elarealización insupera da
de la civilización, la cual, a l asegu rar u n a dominación incontestada de la
conducta instrum ental racional, no tuvo en cuenta la evaluación del
incentivo del relativism o. E s de este m odo cómo la utilidad práctica de las
ciencias sociales ha'sido posible por prim era vez sin sacrificar el principio
del no-partidismo y la n eu tralid ad -d e-valor de la ciencia. Para ser más
precisos, la b atalla que la ciencia puede em prender legítim am ente (es
decir, en tanto perm an ezca fiel a su n atu raleza) e sa q u e lla que tiende a
facilitar y acelerar l a t en de n c ia d e n u e s tr a civilización en pos de la razon,
la eficiencia, la perfección in stru m en ta l y la racionalidad. .
Siendo g e n u in a la r a c ionalidad (por lo m en os desde el P1;1nto de VIste
de nuestra civilización); sólo cuando se lim ita a la cons 1derac1ón de
Pteblcm as técnico-inst r u m e n ta les, puede servir de ba ?e para u n enten-
dim1ento' universa l y , p or lo ta n to , de “validez objetíva”, sí al m j sm 0
tiempo la ciencia conviene en que, en u ltim a in stan cia , los va ore s
absolutos sobrepasan su e sfe ra de acción .19 . . ..

Só|o las religiones posítivas -o para exPrcsarl° ‘ ‘J'^tmiá,?°P


ar„Cí!fi!?alto!aS
sed as suj etas a dogmas-son capaces de conferirá1contení . ...
culturales el estatus de imperativos éticos rncm Acumataiente ralums

Mü*.Wcber, trnd•ingl. de Edwnrd Shils y Henry A. P mcK Tin Mellndology ofthe


iol\ü :l,cnccH, Freo Press, Nueva York, 1949, págs 2>l-oo.
¡bul., pág. 57. ■.
73
, -dPales culturales que el mdm duo desea realí
J esas sectas, los ' dea * isiera cumplir, en pnn cxpi0 , no parff 'lzar
Fuerade es . es éticas que 0 d iina época que ha comido del prb l^ n
ylfSI,“sb^ga;^“"“ s .^dd-fstinr0qt UnnoaesPp()^i>3leaprendoreisfi!1^ C“1(;ieiS
^ X r í á csel deber de *¿ÍLisqpor más peri t o que fuese, sino del
sai
maen
Ubído t partir den ™sktóndes ear este sigmficado por sí mismoe’jllás
bien debe estírn<
ar. ®•l? noct
prenerales
erales de
delr
lrviqa
viqryydd
dmuniverso
umversono
nom,ej'
rmpd„Debe
“reconocery etaf ^ Un creciente conorinnento d ei f i co, yquelos
nunca Produ j e nos impulsrn con mas fuerzr, estan siemC fo

r sS ^ í
. -nu r rr íisc.'a: ;-t
bíusEuio reJ g i ^ ^ n ri fin de cuenta -la innerweltliche Askese deU ?
S i l o -p r o d amó lr in str um entali«iad y la eficiencia como e l m P" '
más
Importante man damiento y r o ^ bantm de l ° s precepto religiosos
y
lefiti m ¡z0 de este m ° d ° un estd o d e v ida orgarn zad o instrumentalmente
y ai nii:mo tiempo, el conoc1m1ento enfocad0 instrumentalmente La
Sociedad a la curl estr únicr religi<5n d1o v1da favorece la acción conque
está planeada, decididr, llevada adelante y retrospectivam ente valorada
sólo a partir del punto de v1sta tecn1co~1nstru:nental. En consecuencia la
ciencir, como rctividrd rac1onal por defin1c1on, esta en consonancia Con
la corriente principal de la vida social; el tipo de cosas de que lr ciencia
está mejor pertrechada para manejarse se torna ahora dommante enla
realidad socirl. Lr sociedrd se ha vuelto dócil para la c0mprensión
objetiva^0 .

La cuestión de lo rpropirdo de los medios prrr logrrr determinadofines


accesible sin duda alguna rl rnálisis científico. Puesto que es posible
determinar (dentro de los límites rcturles de nuestro conocimiento) sison
apropiados o mrpropirdos los medios parr el logro de un fin propuesto, es
posible de este modo estimar lrs posibilidrdes de rlcrnzer determinadoib
medirnte determinados medios.

. co?sonrncia con las bases de la acción social que le brinda nues:ra


ci,vilizaci0n) la ciencia se halla, por eso mismo , en consonancia c0D
n u e . e xpw iencia común. Todo s nosotros tenem os neces ariarnenteun
conocimiento mtrospectivo" interno” de la acción intencion almenteraCU
WnhY teo10gicamente (decididamente) organizada. Es evidente q
W l^ T ^ con la tradición hermenéutica alem ana (en parU¿
sión Povn t _tuya
•! magia
----- 1 >«* siinPática” e
ess un
u n factor
i a c to r poderoso
puue i u ^ » dedU
— cta- E
n*1
prin tinio i ^ ta sU p a p e l a lo s tip o s n o -u n iv e r s a le s de con' « dder
^ p r e m r W ^ 1^ W e b e r ’ n o e s n e c e s a r io h a b e r sido Césarr Pa r Í nef'
enfasi <5eñel a C és a r ’ A l .c o n tra rio de s u s p r e d e c e s o r e s, ^ ebel L í i eC¡
tías tiene enPf P° ¡ o p era tiVo q u e la “ c o n s o n a n c ia m u t u a ” de la s s011nl ^
a co m p re n sió n , y p o r lo t a n t o p o r l a e n tr e Sa p
70m .,
P¡igs. 52-3,
individuo empoñadOr^ii^ln
esf^eirzo <ie c°mprender, sólo en relacion con el
«wwportnnuento no~i aci°nai.

Cmutto rote en g ría les seamos a ellas, tanto más estaremos PreParados
imaginat^ amente para pai'fixipar en tales reacciones emocioM ^ teles
como la unsiráa^ la rólera, la envidia, los celos, el amor, el entUsiasmo el
oirgullo, la venganza, 1.a feah al, la decisión y toda suerte de apetitos y de
ese inodo comprender la conducta irracional que surge de ellas. '

El revers° de esto es que el sujet'0 sólo es capaz de comprender esos


actos que pueden ser representados como persiguiendo un motivo que el
sujeto mismo pudiera (aun si no lo quisiera) asumir.
Pero la propensión más común de los miembros de una sociedad que
"■haya comido del árbol de la sabiduría” es, por supuesto, considerar su
propiaaccióncomoinstrum ental, es decir, como tendiente a otra cosa que
la acción misma; por ejemplo, en lograr en la práctica algún estado de
cosas específico que al comienzo de 1á acción sólo existía como un ideal.
Paratales gentes, “comprender” significaría, porencima de todo, encarar
una finalidad hacia la cual podría conducir el acto cumplido -a la luz de
sus consecuencias o en las intenciones del actor. Por lo-tanto, esta gente,
para comprender los acontecimientos que observa, tenderá a organizar
su conocimiento <;lelos m ismos en una secuencia de medio-fin: reproducir
la conducta visible como. subordinada a, yexplicable por, una finalidad
que pudiera haber existido “en la mente del actor”. Si esta tendencia
-nañiral” es determinada por el carácter .de nuestra época “racionaliza­
da”, elmétodo de comprensión queWebersugirió y'qúe explicaremos más
adelante no es sino una clarificación de las condiciones en las cuales, en
nuestro tiempo, es posible la comprensión. “De qué manera hacer mteh-
gible la acción humana” y “en qué condición lasn cciones humanas son
inteligibles para nosotros, nacidos en laépoca del mercado ract°n al y de
la ciencia;), se funden en una sola pregunta. Weber n°s dice que el
significado ,. '

puede derivar de una relación de propósitos sumaroente alwraes.S m


referencia a este significado, tal objeto permaneco totefi^alalaln^hS-^ e.
Loque es inteligible o comprensible sobre él es, por lo tanto, su rctacion con
la acción humana en su rol, tanto de medio c°m° de fin; una relaci°n de ^
cual se puede decir que el actor o los actores hun sido concientes ya a
ha sido orientada su acción. Sólo en términos de tales (:ategorias es p?flble
“comprender” objetos de este tipo [en el rnngmal alemán: la comprension .
tales objetos tuvo lugar —[findet ein Versfe/ien solcher Obye e s a '

Los acontecimientos están “desprovistos de sentido si no s e ° s.p


relac1°nar a la acción en el rol de me dies ° fines, prr0 co22s
ñeramente estímulos, circunstancias favorables o adversa s - _ p o tse
Lo que se desprende de la proposición anterior es que so ' p '

" W-her’ Theo1 y ofOrganization, págs. 90, 92. - n


lb td ., pág. 93 (Weber, Wirísc/ía/i und Gesellsc/wfí, paC1

75
1,.. .. t li,.s ¡1,1nn's i-»m» 11 !y (ual' rac"V’ al|npnte e
,-,>m|,icn<l> ■ • i.i,|.ll.ll)11.,|.'. „ ¡, Iqm e m is;, qm' hanm>a » nli ii qui„| ’ t
'!'" " r (' ' ' o V l m m ¡l>1>' *-<.m 1.¡>I«'S sol<>s¡

í: íí , rrr r r í:
a : ,™ r ,:S
intención:
.’ienn ;i . es decir hallai- 1111 t ipo de proposito ¿ 7 0*?
pPsi hi 11,1:h 1i li •t •d l'° 'u
L‘t|o ser conciente ). ir,sta e°rndvisión enci1 0 , ^ ^ ’
lutur;i íórrViiuWün'o'i'i on «>*ra del»nicit'»m decim m , ha de ^i°s m o ti^ 8u
lám inos de los,•11 .iles la ncciv>n puede s('r compn'ud ida: “IJi1 motivo^
complejo i1,. sig nildado suhje1iv« que le pareco «b ju1b>r misino, o ,!
1::\ohs, 'rvado;., 1 1 1 1 ;1 hasi' ;idit uad; \ pa ra 1a <'011 due.l a en cuestión”; 1V |
;u1elanto NVeher : u'l.:;, 1 es l punt°, al (.‘ai-arten v/ar nuest.ro mod0
tual i1i' pensar y sentir" romo t'1 factor- miimmw) panvdecidir si el
i1ado es. o no es. 1j, "baso ademada pai a hv aeeion,
El verdadero concepto dt' la acción socad, que, desde el punto de
vista de W oIut, os en la sociología “su tema principal, aquel del cua1se
puede decir que st'a decisivo para su estalus corno ciencia’’,'i l es definido
como un medio d,' innirporar conexión entre “aq» ello que es regula.
do socialmente en nuest rn tipo de sociedad”. La acción social no es s¡no[a
acción orientada hacia otros seres humanos, es decir que forma parte del
hí/iTcow Ne regulado (por ejemplo, la ;actividad económica súlo es social si
y por lo tanto solo en este caso, V I control verdadero del aclor sobre los
Inenes ea momicos es respetado por los demás”).- ' Y debe* de estar
orit‘nt a(la motivacionalmente hacia las relaciones con otras gentes, yde
t.:-;te nwdo n'su Ue posibli‘ su comprensión. De manera que la furia masiva
d una mu1titud, en la cual la cupaeidad de control razonado de la
conducta eshi nmmenLmemmmte suspendida, no es una acción social.
amp()co 1 o 1 s la met a imitación h-reflexiva de otras acciones sociales. O,
m ‘1° d U. 10, ambo(s,tipos d(> conducla se ubican “en los límites imprecisos
m a accum som d . Kn efed o idguien puede, consciente y deliberada-
ini n i y i omo in huqm), haci'r di' s u condu eta una i mitación: por ejempl°'
ere’I^Vo rico jH,l'dl‘ (kse'ar s('r am piado por la aristocracia de bienes
omor •|l os' Y COn CsÜ' propusito im it.ar servilmente su estilo de vida-Otro
('Sc ip:' .)|UlStat ioiUi(,ntí:ml>n1l‘ <'n el anonimato de la muchedumbre un
mc>nt«* Y- a Ui'ponsabilidad que de otro modo debería tomar individua_
especifi'c qsud (>. l',' ' l,lta i1 1 1 Po,ib lc de soportar. Por lo tanto, Utf ca^°;
li11 iitc s (.'..s rdI,.1!,111! .nda !1 1asiva y de imitación pueden traspas^art
n's,si1: ict.1 ' ,',tu on socia* y 1 a n ° social c‘ n ambas direcciom'S■Enr(fll
nndehi'connin,^^|^ ,m:^l l,nas:‘n a a 1 1 lhigücdad c‘rnpínca quf'; s 11
<1 e:erniiimrdr ’ 1 : ton Una ¡alta d(‘ claridad eonci'ptua 1 .S 1 bicllls j51no
PUed: ^ : ; : 1; ; ; ; h t l1 o S(1 Uelea ü n ;u-to dado, en ci;mbio. lim; $ 10
sui ímI" (l(, |.. :n’lit lon pn'l isión. Aqui'llo qup <list ingue la '•1' itn.
(l 1 ,nmani" ' <.:omo acció n social (¿s d ,.ci,- como “tenía P>nnc,í
IhltJ,, íih <i; i
lh„J
l >;Mí* n i ir.
IbuJ I’-'Í'.: \\'¿ i;t

ri: i(l'

I
.0]ogía cOmo ciencia de la comprensión) es la diferencia entre la
de la sed cí°Usal 0 la determinación propuesta.
a U luz de estas ideas centrales de la sociología de Weber, la tipología
' d 3 nle de la acción social amplia e indiscriminadamente aceptada
cu á g ejctrañamente fuera de lugar y, en efecto, la sociología de Weber
par6ntradice con esta idea central. Por una parte, la instrumentalidad,
SÍa resolución de conducta (y por lo tanto la posibilidad de considerarla
01 o una conducta cuasi racional), es tomada por Weber como el rasgo
d01IntiV0 de la acción como algo diferente de la mera conducta. Por otra
arte-en su notoria tipología- tal acción es presentada sólo como uno de
los tip0S entre los' otros tres; éstos, presumiblemente, no tienen las
características que en otra parte han sido individualizadas como sus
condici0neS indispensables. Ello se hace particularmente notable en el
casr en que se demuestra una afectividad abrumadora o un hábito
interioriZado; en ambos casos, las emociones violentas o el hábito reducen
0 d0minan la capacidad de juicio y de cálculo que hacen del actor un
•agente libre capaz de hacerse un propósito y seleccionar los medios
apropiados para realizarlo. Una persona puede ser presa de sus emocio­
nes, o de su educación tradicional, y por lo tanto hace lo que él o ella está
forzado a hacer en vez de aquello que él o ella quisiera hacer; su conducta
por supuesto no cabe en la categoría de acción tal como la define Weber.
O bien, por el contrario, una persona actúa de una manera específica
porque él o ella tiene conciencia de las fuertes e insoportables emociones
de las que debe liberarse en favor de su sanidad o equilibrio afectivo, o
p°rque él o ella se apega a la tradición y considera correcto mantener el
!egado del pasado; las acciones son simples instancias de la "racionalidad
instrumental” y pueden representarse y valorizarse al igual que otras
acci°nes de la misma clase. El tercero de los tipos “curiosos” de acción
socla1, w e r t m t i o n a l” , que es sabido que perturban más que nada a los
^umerrsrs intérpretes de las ideas de Weber, parecehabersidoapartado
e acuerdo con diferentes criterios lógicos. '
detra verdad’ s1 se los considera como la búsqueda de un fin dado (en
J0er¿lm/ento de todos los demás fines alternativos), la así llamada acción
quei;.* no es de ningún modo diferente de la z w e c h r a t i o n a l , aquella
rnedr lta la elección de los medios solamente y nunca se pregunta por los
ClasifiSm! smos Lo que diferencia la acción iu e r t r a t io n a l de la que Weber
reñid Como z w e c h r a t i o n a l es, presumiblemente, el fin mismo,
soCíe¿a¿On 10S fines que persiguen los actores z w e c h r a t i o n a l en nuestra
persecuc? w e c h r a tio n a l ; tal vez sea un fin que entra en conflicto con la
naturai Wn dela ganancia, la fuerza motriz del mercado capitalista. La
Cüenta ie,Zafs° cial de la acción ha sido definida, sin embargo, sin tener en
la orientaS - s específicos hacia los cuales debería estar orientada: era
h?cia unfi10n haci? un fin como por sí mismo, en vez de estar orientada
dístintiva ? esp^cífico, lo que ha sido declarado como su característica
tipo distínt os criterios empleados para separar la w e r t r a t i o n a l como un
¿ etod0]óni0 dCacción han sido, por lo tanto, ilegítimos según las reglas
Qa>lo iuG; tra/ ‘ÍÍel mismo Weber. Si esas reglas se aplican en consecuen-
Q i o n a l no puede sino estar subordinado a la categoría de la

77
7.W, * « e .
n v .r d a . »
tien de sola m en te a un m e
¡m
srSm
t;rí S» a
p 0n er de r e lie v e la a s o n ib r o s a inc? a^°
.

u n iv e rsa lm e n te. (L o que pare _ ¡? nn, Q a i ns v a lo r e s “ d is id e ^ o » nsjs-

iasdV;aclUsr^ siodsevnatieos;e s^ ^

é s e ; — . d.e¿ *^ •“ ti,'o: ',,íe' 'i;>'’ s ¡-i


r, “ 0; lS n S SS
, dr ¡ i » m o d d nitnniar,tJdedn^ t,del , j j» ¿
ran’e'T' L a r el estudie sociológico corno una actividad ten diento a £
compa sión objetiva de la conducta humana. La cem i t a huma*;
puede ser materi a-suj eto de te s°ciologia en tanta y en cim t a pueda set
considerada o representada cono poseyendo duh estructura. En esto.l;
SOCiOl0gía concuerda con la tendencia d°m ln a . e de 1a soci edad m°dern;
qUe s<ó10 conridera relevante socialmente la acc1on raci ona1-1nstrumentaí
y, p0r lo tanto, rujeta a la regutecúm normativa. De este modo ha sido
preparada la escena para un anali sis meto dico del proceso mismo de l;
comprensión. . . '
Weber parte de la división tripartita de la comprensión tomada de
Dilthey. Los primeros dos tipos difirieron niuy poco de laversión de Dilttey,
menos en la emisión del “puntal metafíisico”. Son casos de comprensión
“a k tu elle ” (corriente, ‘‘directa” en la traducción [al inglés] de Parsons). De
este modo, se capta el sentido deuna frase, un pensamiento, una fórmula
matemática y otras “manifestaciones” del pensamiento humano, o bien,
en este caso, manifestaciones de las emociones humanas asentadas en
síntomas determinados naturalmente; o bien, en la práctica, captamosla
relación existente entre la conducta evidente que observarnos y su
resultado final, percibiendo, por lo tanto, la “racionalidad externa” de la
acción (por ejemplo, la relación entre el hecho de abrir un frasco y comer
de su contenido). El hecho de haber elegido el término aktuelle para
denotar este tipo de comprensión sugiere poner, de relieve el carácter
práctico, común, inmediato de la comprensión universal tal como la
practica la gente común en circunstancias comunes. En efecto, la com
prensiónaktueZZe procede como una“actividad corriente” que tiene lugar
en el; urso de la observación, la lectura, laconversación, el escuchar-. Para
qie estos tengan sentido no parece ser necesario el conocimiento de
marco de referencia más amplio que aquel dentro del cual aparece el teCto
o l°s actos observados. . .
N o obstante, a v e ces n os p o n e m o s e n s itu a c ió n de exigir
m ayores. D e se a m os ir m a s a lla de la s im p le cap tación del sentldo e
aquello q u e v e m o s; d e se a m o s c o m p r e n d e r ig u a lm e n te las r az o n e s¡
a^ Ponducido a la a u té n tic a creación d e l te x to o la a riu acion, aja
^ J^1. a « obs,e rv a d a . N o s p la n te m o s la p r e g u n ta “por q u é” sumaprereJl
?• ac ica q u é ’. p a r a D ilth e y , la p r e g u n ta “p o r q u é ” sig rnfica u na{ n ue ^on
cia n atural a los r a sg o s o b se rv a b le s de l a a c c ió n h a c ia el Geit f d w q lB
nareeXpresiÓn: rep r e se n ta r la s com o Lebensaüsserungen. P ara ^^ sióP
nrl i r 1^ a - por q u e ” , que r e p r e s e n ta la b ú s q u e d a de u n a (?(°i n teri°ri
pC
, r]e a. 'ori1í" ’ es equiv a le n te a r e fe r ir la a cción a su m otiv é ° n. ^ pnsible
cir, e l cam po a d ecu ad o” de acción e n la fo r m a de u n p ro p

78
de adoptarse subjetivamente. Esto es una comprensión aclaratoria. V a
m«ís allá de 1oque en reabdad y comunmente” vemos y experimentamos;
es una operación inte1ectua1, que reqrnerejuntar partes del conocimiento
obtenido en otros ti empos y ° casiónes mas que la lectura del texto o la
0bservación del act°. Para alcanzar la comprensión aclaratoria, es preciso
aiustarse a la receta de Dilthey de j untar en uno” el pasado y el futuro
- SObre todo, de ubicar el acto en cuestión dentro de una totalidad más
vasta (dicho con las palabras de Weber, “en un contexto de significación
inteligible y más inclusivo” o en una “secuencia comprensible de motiva-
ción”).26Al contrario de la comprensión a k t u e ll e , la comprensión aclara-
t0ria es en sí misma una acción racional, subordinada a un propósito
deliberadamente elegido por el observador, manejada a través de y
responsable de los mismos procesos de comprobación y criterios de
valoración como acción racional en general.
Weber nunca se aparta en forma explícita de la confusa exigencia de
Dilthey de reconstruir el motivo real que guió al actor de la acción que
queremos comprender: para penetrar el verdadero “acontecimiento psí­
quico” en la mente del actor al tiempo de ejecutar la acción. En la época
en que Weber escribía su monumental “ G r u n d r i s s d e r V e r s t e h e n d e n
Soziologie ” aún deseaba conceder que el pretendido significado real, esa
entidad elusiva y nunca directamente observable, es elobjeto perseguido
en el enfoque histórico por la comprensión aclaratoria. Parecería como
si en este tardío estadio Weber habría estado preparado para tomar la
palabra delos historiadores respecto de lo que es y loque noesde legítima
incumbencia de su erudición; él mismo consideraba la sociología como su
propio campo de acción; su entusiasmo originario por legislar la historia
había pasado. Por esta época, Weber tuvo su gran visión de “racionalizar”
Ia sociedad y la ciencia, de acuerdo con la naturaleza de la sociedad a la
cud sirve, mientras que el saber histórico, una actividad de una rama
diferente de la ciencia, le' interesaba menos. Toda su atención estaba
centradaj ahora, en esa comprensión aclaratoria que podía ser aportada
por la ciencia y la aplicación de métodos científicos -un carácter de que
carecíala búsqueda de los historiadores de los significados requeridos. L°
que da a entender que Weber. consideraba la emancipación final de las
?re°cupaciones pre-científicas de los historiadores como el mensaje mas
lmportante del G r u n d r i s s . Al fin y al cabo, la única declaración concreta
Jue hizo en el prefacio de su m a g n u n i o p u s es que acarreaba “una
tnCl0n neta entre los sigrnficados subjetivamente preterfoidns y los
llJe wos validos”. La atendón de Weber, por lo tanto, plena e ind1v1s1ble-
^ e se inalmaba por los últimos. .,
acla° Cierto es fiue, entre los contextos en los cuales la. comprension
h. Si.ra. °Jia Puede surgir como un problema y u na tare^ e1 interes de 1os
nóm(priadores, en el sentido deseado, es seguido por e1 caso de 1os te-
ciónhar^ ^0ciológicos masivos” “cuando el promedio d e , o la aprox1ma-
untriha^ia el sentido real deseado es lo que se persigue; esto tAl vez sea
u o a la larga regla del Z e i t g e i s t como categoria aclaratoria central
Jbid Pag. 95.

79
Y en eSpecial de los rasgos por los cuales 1a
de las tendencias histór.case, yin ^ ¿pocas y 1m dtatataa parte» del
conducta masiva dit o - SU^ sid On o no lo sea, el hecho crucial es que
mUndo. Sea vert e d breve acotacion, no vue1ye minea a tocar
Weber, sin tener en intenta darfe mayor c o ^ stemm rnetodo-
este tópico y en ^ verdaderamente grave rnW eber hubiera
logica. Este descrndohe r i a ^ ^ a d 0n al verdadero sentido desea.
•1 1fieSDct'**1 r . _ 1.^ nrvinlíoTn nnfrt r%-rtll v
consider o esth tneSm¡ ent a im portante y a m p lia in e n te a p l icab le qUe
do como una herra -
debieranan Uu
sar lo^ dn u n^ r a ta m le n to e x h a u s tí v o y d e t a l l ad o a lo que
En
- - com o «sig n ific a d o s o b je t iv a m e n t e validé
enn e^ t f a ^ a OTopom os” p a ra u n tip o d e fe n ó rn a n o a fcrrneU dos
siignificados J t ese qUe es só lo e n el c o n t e x to d e e s te tipo de
itfiifiñcamep , pratQ: i a ^,, ^ es u s a d o e l a d je tlv o “ c ie n tífic o ”. Qué
POS rlo s signif i ados cien M c a m ^ f m ^ a dcis olí vam e».
puuiicui —„ i 0 m Kprce a p a r t ir d e la te n ria o p n n A n ,:..
teválidos en sociología, puede saberse a partir de Ia te oría económica,
qUe ha reemplazado a la historiografm com0 fuent e d e inspiración
metodológica;27 ' ' ■
Ellos establecen el curso que habría de segUir determinado tipo de acción
humana si fuera estrictamente racional, no pertUrbada por. errores o
factores emocionales y si, adem-s, estUviera total e inequívocamente
dirigida a un único fin, la maximización de la ventaja económica.

Los significados objetivamente válidos de Ja acción social, que las


ciencias sociales habrían de declarar de su principal incumbencia, se
distinguen, por lo tanto, por dos características esenciales: 1a, no existe
diversidad de ñnes: por el contrario, los fines ' alternativos han sido
eliminados y el-campo de , a.cción está indüd.a blemente- abierto a la
persecUción de un valor ansiado universalmente; .y 2a, la acción está
priva a totalmente de todos y cada uno de los elementos determinativos
y, en cons^ iiéM i^ es absolutamente explicable con referencia al propt
* I e chs o rela^ivo y la ef-cacia de los medios de que se dispone. Esto
Darfirdpl*™ ! visto’ el asquema de la conducta racional, modelado a
devista 1p WpbUC a|id.ealiZada ^el mmx ado, y representa, desde el punto
dnwersahdad er, ^ tipo de accÍÓn que ^ eleva al nivel de la verdadera

entre la mepod0W isÍvo en el camino hacia el fin y la irreversible brecha.


s°ciología dedicíidagíf e U-na' “soci0l0gía comprensiva”, es decir una
subjetivamente vm-i apr0xtmarse a los hechos sociales como m°tivad°s
yeldesesperanz yH etivamentehaciadeterminadosvalores
a lamente de1actor J i esacreditado esfúerzo ■de la “propia transiéronla
ofrece nada menos qenre"vlvlr sUsrazonamientos y sentimientosWeber
pueden sercaptadn Un .m ediP en e1 cual los fenómenos subjehy0
dad, que en vérda^d es ' Sstnptos obietivainehte, mientras que su uni(e.
a la todo tratamiento científico, puede alcanzar
2i 1bd., pág. 96.

80
•.c|do *i « i ividualidad gc" eí al‘Zada!1(l.a noc,ión de R¡ckcrt del cometido
" " ,ascionc¡¡>s de l a cuRura). La c^ gancm de la s ol ución de Weber resille
delaso esto 1,0 60 Yincul a f ? '? ' much.0 enos depend e de •una neBación
f hUmeludib1e lnstoriadiid de c°e n«jion y el sujeto cognoccnte: por el
de'a rio, la asu ncion de la ht sto nc|d ades m dispe nsabl e para convalidar
cométodo en su for.™ wcteri urni. El pretom.nio de ln racionalidad
el nucida histdricaiM nta ha recmpt o do el incierto fundamento del
pr°drdouniversal co mo int;crprc fiaci<3n de la acció n hu ma na. Lassc cucn■
acu:^raci0nales están con el valor, pero los vnlorcs haci a tos
CiaTlrtt están orientad as ya no se discuten; daclo el acuerdo univcrsal
£ U 3 |e . , _ 1^^ nr» r l n lo A A A iÁ r» ____ i • •. • .
nncemiente a los fincs de la accion (urnversal para la civil« ación
CrCidental como un todo), el resto es determinado en t orminos puramente
fécnic0S, plcnamente compn rbles y en consecucncia c?rcntcs de valor.
Por lo tanto, en el desarro 11o de la relativi dad histórica este es un estadio
P la larga, ha conducido a su propia muerte.
qU\Vcbcr se aparta de este camino para h acer la disfi nci ón prometida en
e1 prefaCio lo más precisa posible. Nos dice que “el tipo ideal de acción
signifiCativa en que el sentid es plenamente consciente y explícito es un
cas0 marginal”. En efecto, “en la gran mayoría de los casos, la acción real
se desarrolla en un estado de inarticulada semiconciencia de su signifi­
cado subjetivo”. Com o si “los ‘motivos concientes pudieran, aun para el
mism0 aCt0r, ocultar los variados 'motivos’ y ‘represiones’ que constitu­
ya la verdadera fuerza conductora de la acción”. En con sccucncia, el
sociólogo debe estar preparado, como cuestión de principio, para describir
y analizar la situación inotivadora “aun cuando ésta no haya formado
parteconcretamente de la ‘intención’ del actor” .25Pcrmítascnos repetir
que esta actitud es válida para las dos razones gemelas de su a rmo ní a
con la tendencia histórica y su superioridad metódica frente a tod as
las actitudes alternativas. Por una parte, una interpretación de la
acción como racionalmente intencional tiene “el niás alto grado de
certeza verificable”. Por la otra, la siempre creciente universalidad de
la conducta legal-racional en nuestro mundo occidental irá acercando
gradualmente cada vez más los tipos teóricos ideales y excesivamente
racionalizados a la realidad empírica, y achicando la brecha entre los
concePtos teóricos y las descripciones empíricas.
Así las cosas, antes de que se llegue a alcanzar la fusión hi poté ti ca
através de la historia, los factores decisivos de una opción estratégica
sonmetodológicos. A los fines de un análisis científico “es conveniente
tratar todos los elementos de conducta irracionales y determinados
afecfivamente como factores de desviación de un tipo de acción
rac!°nal conceptualmente puro”. “La construcción de una línea de
f.cció£ p ía m en te racional en.estos casos le sirve al sociólogo como
clpo [ tipo ideal”] que tiene el mérito de su clara comprensibili dad y
ar®ncia de ambigüedad.” 29
0 ll° tanto, hemos llegado a una conclusión que ha sido expresada
5S
págs- U 2, 111, 91.
/6,d>Pag. 92. '

81
. ahay: la comprensión, p arfi Weber no o ,
c0ncisamente por A r A r cara a los filosofo^ sino Ia explicación int S1a
empatia sutil e la acción” » n
tual, analítica y ?re<L i como surge fmalmente de1 r e c epto de loc t.
La comPrensl° n' t na racional, codificaba , t ó n icamente ^ t^ s
ideales, ^convierteh r de ciencia -personas especialmente adi(J >Iabl<!
a<^t^vida ^ ^ o s h o ai bresdeci^ ^ nte P n ej análisis de cans a S
en el arte de « " “ £ eniplificar m is plenaiuntela tendendahiCt(i' yp<^t
lo tantocaPaced dee?!S dio en el que esta tendencia no ha X ? Cai!e
numérica, deslos individuos dentro de ¡su Jrbit! aaa
C
p0inntUCaracUac,On:dU?^ - . Surgida c ^ tro <tó f e forrnacáón discu^ -
^ ermieiii^uticai liidtórica alemana, Ia di^ usum de W ebet sobre la
hrensiiSnse fue docproodioodó ^ uaim n t e de wi compromiso
P se inclinó hacia la k gitarn cm (m bmn ap^ dose todavía S
Vocabulario hermeoéutico t o c onal) de tos corne t o s y cateROÍiSÍ
edcructuraled de naturaleza g ° ° ° ra1,31 control ada y administrada m?
dociólogos profeá onatoís. , , , IT, , - ' 1
Las circunstancias ell: quela obra de W eber fue descubierta P0r i
entonces dominante sociologia norteamericana hicieron posibleun*1
lectura diferente de su verdadero propósito; Vista frente a las
sociales, que emplean variable “objetiva d y categorías desperSonaKza.
das y depsicoanalizadas, la algnificanci a de Weber pareció consistir en
restituir a los significados sus significados subjetivos, injustamente
dejados de lado. Weber parecio abogar por un “retorno ala subjetividad”,
ala comprensión del individuo como el medio de la intención de^ mprai'
der interpretada como “empatia”, una identificación empática con el
autor. Pero el estilo dominante de la sociología norteamericana entre
1940 y 1950 no. era la formación discursiva enla cual se había desarrolh
do el trabajo de Weber, determinante de la significacióny el sentidodesu
sociología. La batalla de W eber'no consistía en forzar a la sociología
enteramente dedicada al objetivismo a que prestara una mínima aten­
ción a la subjetividad y a-los valores subjetivamente sostenidos. Todolo
contrario: la suya fue lalargay agotadorabatalla por la emancipación
las ciencias sociales del relativismo en que se había extraviado, cargada
como estaba por su legado idealista y de la hermenéutica aleman,a'
“Puesto que los significados son subjetivos; puesto que las rateg® ^
históricas deben coincidir con esos significados para tener ^ nti^ ser^
posible alcanzar- verdaderamente la ciencia social objctrm
según parece, fue la vision b aalca de la sociología de W^b^ . ue(jen
formuló las condiciones bajo las cuales las ciencias sociafes
realmente llegar a ser objetivas. Lo más decisivo para ° l0 e*a modelos
mar la actividad de la comprensión en 1a c° nstruccK)n ® va.
raciona1es, al mi smo ti empo que aceptar la neutralldad )a 0 •

MArun Sahay, "The irnportance of\Veber's methodology in s0 anPau\,t00^


en Arun Sahay (ed.),Max Weber and Modern Socioíogy, Routledge i-aícal
y B°st,on, 1971, pág. 68. W b 's four so<C
l0>°11
' Cf. Jctm Rex, “Typology and objectivity, a cornment °n e
mcthal^1, en Max Weber and Modera Socioíogy, págs. 17*18.

82
t,vi r t'“ ^
evitar la discu^ én de los fines y evaluar por l0 t a n t o t - ,cons!enta en
en términos de su racionalidad instrumental . 8 eeün 1 a ?P;c! 0P so' amente
Horkheimer, “e ljuicio de valor podríajustificarsSe nomPPtP>íPretaC1?P de
la tarea misr^a, y nc cm srn ejecución”.32 El único JUid o d^ VíiiaCeíítqUe
pueden valerse lo ssociol° s <>s atados alaobjetividad se refierea su d:,?oqPía
tarea. Como d Ju icio de val or es una prerrogativa de autoridad el derePho
a decidir- cuál es el yalor de su propia actividad que pueda servil- eqUva-
le a estab^ er- que Ia es una profesión autónoma todosoberana
dentro de sa campo esppcifico. N ° obstante, los sociólogos no tienen 1a
libertad tota1 de etegir sus valores cabales. En la moderna sociedad
racionalizadaj to da auton'dad scílo puede estar cortada de la misma roca.
la autodetermi nací on de l os sociólogos se apoya en la autoridad legítima
solamente si el valor final de su actividad coincide con los valores fina1 es
que predominan en la soci edad en que se desenvuelve. En consecuencia,
la elección a que deben hacer frente debe ser entre la pérdida del estatus
científico y la autoproclamada limitación de su proyecto de construir
modelos de acción racional. La sociología sólo puede llegar a ser una
vocación si renuncia a disputar el derecho de los valores que predominan
en su sociedad, y hacer de esta renuncia el valor central de su propia
actividad. Sobre lo cual Horkheimer hace notar cáusticamente que, “si
pol."libertad de valor no se entiende el obvio lugar común de que el hombre
de ciencia no usa anteojos negros ni rosados, no es. desviado por sus
seguidores o por el odio, entonces ello significa inhibición del pensamien­
to”,333 mientras que Habermas trató de decodificar su significado socioló­
2
gica : “En tanto que el postulado de libertad de valor tienda a limitar las
ciencias sociales a la producción del conocimiento técnicamente utiliza-
ble, es análogo, a la pretensión política de la pr°tección de la aut°ridad
ejecutiva a partir de la arrogancia de los expertos competentes . .
Es fácil de imaginar que Weber habría de concordar con Horkheimer
y Habermas en esta tesis, puesto que, efectivaran^ era consecuencia
del modelo que había diseñado paralas ciencias sociales..Perouna vez <1^
lo hubiera declarado explícitamente sin duda Weber ha na. ^ ^ ^ V p
que el valor de aceptar las consecuencias es precisamen e o sia^1 -Ptl*vro
separa la comprensión objetiva, la ciencia objetiva del d¡idnr|.3s upi alma
de la frivolidad romántica de las inescrutables pro resp)e(»to del
humana: cuanto más íntimos sean los pr°n unc1 amlrnt(>B rjpn^pmpnos
sujeto de la naturaleza y vocación de la naturalpza ^ p mundo
garantizadas están. Uno' tiene derecho dp spntirsp i ^. partiuipar
ft e at a ad», desrararáado, te s^ arnracda P e rb^ ™ la posibilidad que
en la actividad llamada ciencia, también debe
le brinda este mundo, y sólo este mundo.

32Max Weber and Sociology Today, pág. 5 2


33 / bid., pág. 53.
31 !bid., pág. 65.
83
4
L A C O M P R E N S IÓ N

C O M O A C T IV ID A D D E L A H IS T O R IA :

I^ {A R L

En cierto sentido, la obra de K arl M a n n h e im puede ser descripta como un


intento considerable por p la n ta r la s b a se s p a ra sostener la m etodología
y la comprensión de la de M a x W e b e r . C om o recordarem os, para éste la
comprensión ob jetiva era la ú n ic a posibilidad creada por la m oderna
época de racionalidad. N o o b sta n te , dos p regu n ta s quedaban pendientes
curiosamente en la obra de W e b e r : la “tendencia racional” de la época
moderna ¿era a d e m á s de una coincidencia h istórica, precisam ente un
último sedim ento de los ca rism á tico s g ig a n te s del reciente y no tan
reciente pasado? Y ¿por qué se debería confiar en que el riesgo de esas
tendencias creadas h a b rá de ser su p e ra d o ? ¿Q u ién es capaz de hacerse
cargo de esa tarea y por q u é? A lo largo de la m ayor parte de su vida
creativa, M an n h eim se esforzó por d a r p len a razón de los problem as que
suponían estas dos p r e g u n ta s, y reso lv erla s de modo sistem ático.
El trabajo de M a n n h e im lleva todas las m arcas de la formación
discursiva del G eistesw issenschaften. D a por sentado que n o e s necesario
explicar la n a tu raleza de la cu ltu ra, sino com p ren d erla; que p ara ‘‘asim i­
lar cognitivam ente” los fe n ó m e n o s n a tu r a le s es preciso disponerlos en
una cadena causal, pero p a ra conocer los fen ó m en o s culturales es nece­
sario captar su sign ificad o. Y , a l igu al que D ilth e y y W e b e r antes que é f
no se excusa de n in g ú n m odo resp ecto de la preocupación del estudio
cultural con sign ificad os y co m p re n sió n , en tid a d e s tan ajenas al espíritu
de la actividad eru dita ta l com o la v en y practican los n a tu ra lista s.
Mannheim, al ig u a l que D ilth e y o \Veber, atrib u ye la diferencia a la
[ iqueza de la e x p lo ra c ió n c u ltu r a l de la cu al carecen la s cien cias natura-
es. El “significado ob jetivo” de los fe n ó m e n o s, v isib le “a prim era v jsta ,
¡ mpreso en toda la “su p e rficie ” del fe n ó m e n o , es un asunto que con¿ erne
P nto a los estu d ios de la s cie n cia s n a tu r a le s com o a los de la cu ltu ra*
e|*o, donde los n a tu r a lis ta s te rm in a n su recorrido, los estudiosos de la
a i - u,racom ien zan la p a r t e n iá s s ig n ific a tiv a de su ta re a h m as
al]a del objeto o b se rv a b le , su p e r a r lo en el d o m in io del “esp íritu del cual

85
n „l objeto de “a g °tar”_ realment(¡ ^
p::irtc’ c0 ns ciencias naturates, sm embar», Sll
un broloI>osfeS50 dio::ioS <¡ ‘ ^ ¡ U r . Por ejem p^ , s1intentan conceíj0r
es
ificad»-.L0 l f o en el c“ »> dr la obra de D.oo oobrel a b erra , lo,?!'
el ana' 1s1s Propi'n,n0cr ie

sss ? S ^ Unanv- oa d
aeearSdtur ;nos oneí -cu»

dfi;cd,1 d
s¡gnificat i';P'11fnns i6na/!í < ^ ! de D3il ^he(y. ° de W ebe.r ■
gradosumoa la <jo P .^ ad dr conocer el obJeto con solo
tiene en mente^la PScS]1ii3CÍ(,n atrniéndooe a la obsm nción¿]
construirsucabal o a¡ú^ Afec t e . M a . nformación que*
mismo, sm conocimiento dr un obJeto sclo t o m a delobjeto
Pueda ^PUorr ^ en o ¡se presupone ninguna accion mtemn ^ al comoSu
misma n jest<u4 ^ prrguntarse respecto de la intención.
CaUSatnetean<t<=la intención nos conduce a segundo nlvel de te compren.
s¡0" del cua1no necesitan los estiidMMS de las císmeo s naturales y M
SOdr’ían preocuparse por & la comprensi.5n expreslva H e aquí otravez
Una cstrccha afinidad entre Mannheim, W eber y Dilthey: el objeto es
vjsto como “manifestación” dr un acontecimiento f1sico no visibledirecta.
mcnte. Lo qUe perseguimos es acce slbl e sola mente de manera mediata-
las conclusiones sobre aquello que no vemos esta n moldeadas sobré
aqUeHo que vemos, las conclusi ones respecto de 1a.s lntenciones que
derivan de su manifestación. Esta tarea es sumamente dificultosa. El
riesgo de error es considerable, y no hay regla segura ni fácil para evitar!o.
El éxito de la comprensión expresiva se articula en el admitidamente
incierto factor dr la “afinidad espiritual” del sujeto con el otro ser humano
cuyas acciones o creaciones aquel desea comprender. La afinidad pud e
extenderse a lo larg° de todo tipo de factores, desde la coparticipación
íntima y vital hasta la simple pertenencia a la misma especie; no alcanza
nunca el extremo analítico de la plena identidad, y por lo tanto la
rampmn sfa expresiva” nunca alcanza la finalidad de lo absoluto. Para
acer a ificultad aun más dificultosa, no es posible confiar en “signlfi-
ílp “ “ ^ poíos de los actos humanos, en una “gramática universal
esenc??Qi^1oin , como es .e1 caso de la com prensión objetiva; el supur o
vsus<?icmíe acomprensipn expresiva es quelas conexiones entre losados
smo nnrei'ca ° s intencionales no están.codificadas o despersonaUzadaSi
8 m°iaPnnrhe,l¡Cmntrarl° ,uS°n esencialmente únicas en cadacaso.2 ..
expreáva” embar.go, parece limitar su interés en la “cümprei's>°1;,
obstáculos del^ e eí minar sus oriracteres distintivos y eM Ui^ 81 ®
del andá is 1 , qUe hay que cuidarse al recorrer el terreno fiará01^
centrados en oL aas lntenc1ones- Sus propios intereses parecen es
coSa Al igual que Weber, Mannheini est aba preocUp
Karl Mannheim e ’ „ _ pv.il
Londres [0Xfbrd lJni' ° ” t/ze Sociology of Knowledge, Routledge & Kerran
f ibd., págn53 eiSlty Press- Nueva York], 1952, pág 44.

86
J snbrctodo por alcanza ru n a comprensioncapaz de descartar legítima-
d0 á telos motivos inv>sibles y pe r a níde s y de ese modo alcanzar el grado
’ü,CSitstematismo l¿>g*co caPaz de ¡Jproxrn üri a al ideal de la objetividad
íf spa"evidentemente ai-rnon^ ai- el tipo de comprensión que busca ei
Dn rftueese'nci al de 1a <1P°ca del raci0nalismo, que consiste'e í «¡xct ó í f c l
esp0cimiento cuando este hgado a PersonaHdades partlculares y que
c0,nden convenir so1amente a g r a p ^ ¡metete reduci dos con experiencias
Uf U es y i*limitarse a
Pue a m e m cm ifín efon in n n o ___ •
las m anifestaciones comunicables y general- -

coente d em ostraos” .a p or cuanto, si n embarg °, la forma domi nante de


C d encía ti ende a al canzar su fin median te el atajo de declarar sencilla­
mente los límites de todo en unciado que en principio no sea demostrable
0 comunicable de man.ern m mediata. E1 proyecto de Mannheim es más
ambicioso: sin renunciar a ninguno de los rígidos requisitos de universa-
lidad, se propone extender el concepto de legítimo conocimiento racional
de mod0 que incluya certezas obtenidas a traves de la comprensión. Pero
entonces, nos dice, solo un..,.tipo de comprensión posee tales- rígidos
criterios de legitimidad: la comprensión "documental”.
Según Mannheim, el primer paso que corresponde dar para que la
comprensión sea demo^ m b^ es decir objetiva, apunta a liberarse de
t0d0 a gnificado intencional incluido en el hecho analizado "objetivamen­
te” (a través del empleo deliberado de signos comunes, inequívocos e
incontestables) o "expresivamente” (al establecer una configuración de
experiencias únicas y sus manifestaciones, concordantes con los senti­
mientos personales). En su '"época” queda anulado el incierto campo de
las intenciones subjetivas;que son puesta!? siempre entre paréntesis: por
supuesto, la gente tiene intenciones, por supuesto que su acción es in­
tencional, por supuesto que los actores ponen en cuanto hacen sus
significados subjetivos; pero no es esta la única clave para comprender su
acción. Aunque de primordial importancia, no es lo mejor. La compren­
sión documental puede no tener en cuenta los significados intencionales
del actor y no obstante captar su acción como un fenómeno cultural,
espiritual, significativo.El significado documental no es de ningún modo
mtencional; de hecho es un modelo analítico de la actividad del sujeto.4
Dicho de otro modo, él significado documental no está presente
espacio-temporalmente “en el acto”; noes un acontecimiento psíquico que
tuvo lugar en la cabeza del actor (coino el significado expresivo), tampoco
Ia sigmficación dentro del acto junto con algunos medios de expresión
culturalmente establecidos. El significado documental no puede ser
captado “desenterrado’’ , "leído en alta voz” , "descubierto”, etc. Debe ser
construido. Es un concepto analítico; un significado "alienado” no atribui-
0 a la acción por su sujeto, sino por un observador objetivo que se queda
Pe7manentemente “fuera” (que no intenta "re-vivir” la experiencía del
^ eto>provocarla en sí mismo, etc.). Mediante la com prensmn documen-
»e estudioso de la cultura puede captar sentidos inadvertidos por el

LondreS¡1|nar "nheim’ E ssa y s on Sociolog y a n d Social p sychol° g y , R°utledge &Kegan Paul,


•Mannh - rd Un.verslty Press, Nueva Yorki, 1953, pags. 80-6.
Essay s on the Sociology o f Know ledge, pag. 55.
l, por 1 Otanto, puede elevarse prnr m ám ada
^ .idramacultural, Por' utina y concretar el grado de 0bipr
actOr ,-,ctividad cultural vjcia cotidiana. Esto es posible
SÍmS U le OedalcUmeartainsOlo echainano de inedios racionales , y ^ la.
co mprensión ^ “ menídú r avehículos de empataa, co-sentlmiento
rminanteraetfe a 5 “ “ románticos:5
term Yotro5
favoritos de l° s ro1
si milarer
de captar claramente la diíerencia er imagin „
La mejor mpan®?*nd0 ^ vida de un artirta, pi ando con él c a d /í ? Uno
miSmO------ r
C0? ipadp Joa
partidpando de todos
todo t sur estador de ánim o cada Uno de r u s m ^ ’
eos,

La obra del analista es el si!5 nific'ado documental, es el producto fmol


de una larga y laboriosa reunicm de m & cms y d av es desperdiga s por
todo el vasto campo_de los fenómen°s culturales, y la síntesis de t0da esta
diversidad evidencia una totalidad, andada en una persona, en un grupo
o en una época histórica. En última instancia, todas las categ0rías
empleadas por los sociólogos son de este tipo. El espíritu “d ásiCo” 0 el
“romántico”, el ethos 'de la nobleza, 9-e la conciencia proletaria el estil0de
vida de la clase media, y muchos otros conceptos similares pertenecen
todos a la misma categoría: todos ellos son significados.'documentales
construidos en el proceso de la 'comprensión documental. '
Todos ellos suponen un sujeto col ectivo,ya seala comunidad difusa'de
los artistas románticos, el nivel de los caballeros me di evales o el moderno
proletariado industrial. .No obstante, cabe record ar que al igual que el
significado documental mismo, el sujeto-postulado como su poseedorno
es de ninguna manera un ser obj etiv o espacio-temporal. El sujeto deun
significado documental es una construcción , analítica y. no eriste en
ninguna parte sino en el discurso de los esped alistas. Es un p-ave err°r
suponer que cada proletario identificado con los criterios socid ówcos, *
ocupación, pertenencía auna clase, etc., deba ser, como persona>Poseeu°r
de una “conciencia proletaria” (en el sentido documental), erro y ^ e^
ge de una confusión de enfoques del discurs o absolutainente aliare ^
los significados expresivos y lo s documentales. Se comete otro error ^
cuan? ° no se establece una diferenciación clara entre el suje 0 Xpresivo
del significado expresivo y el del documental. El significa ■0)6 re cias
hace referencia a los individuos reales y em pírica , y alas e° pa 0Casió11
que experimentan a través de un punto definible de tiempo Y .

676id-, págs. 55-6.

88
•Toble em píi'ica n le n t e - S i se t r a t a a este coniunto rio • j - •,
dcterI1u í a b.COlectivíclad, so lo p u e d e s e r en el S ^ ^ ObSdt 1 ” 08
coitt°
i» 0 i j í m s co m o un “e x pre s ¡v o ¡significado colect ivo” de o J l Lo. qUe
de n a tu ra lez a g b b a 1 - p o r e je m p lo .’pued e s fegn fcS
^ t e nción”. la “m ^ ncm m p r o m e d io 0 el “com ún denond n a d f i
^ UN as 8x p 8ri8 n cias m d iv id u a le s. L a ror resp o n d encia entre ec sujeto
A ctivo com o un «miy u n to de m dm drnrs y ell significado expresivo co
íOctív o como d e riv a do es ta d u rtu » de s_u « p a t e ncia real e s, por lo tanto
leoC
nfirmada “objetá ro n te p or >a jog ica a b so tota de la investigación
'O n írica. N o su ce de Io m is m o en e l 'c a sco d e 1 significado d ocum ental
PUesto que en este caso e l sig iu fic a do hü ¡sido ¡separado del pensem iento
d“los sujetos consicicrnte y efecsfiv a r a m te , los s 8 n tlm I 8n tb s 0 la intención,
i ; superPosicicin 8 nt r 8 d su jü to col 8ctiVo p o stu la d o y el sujeto colectivo de
lns a gmificados r a p r e sw s n o ; s garand ad a por la logica del método
analítico. L a I!r e sen cia o la a u s e n cia y ; 1 grado de esta superposición
constituye un probl8ma enipirico. Una vez desentrañado el sentido
documen t al y el “sujeto colectiyo” con él relacionado, es posible establecer
empíricamente elgrupo de m dividuos reales cuyas características corres­
ponden a las de este sujeto analíticamente postuladas. A este respecto
hállano s una notable siinilitud entre el estatus que Mannheim atribuye
a sus ' d ignificados documentales” y el que Weber asigna a los “tipos
ideales”.
EXiste, sin embargo, una ruptura entre la noción sociológica de la
conciencia y el concepto de conciencia tal como la considera el método
documental. Si éste en su-estatus metodológico se asimila al “tipo ideal”
de\Veber, sin embargo, en sus premisas ontológicas va mucho más allá de
Weber, directamente a laidea central de la tradición idealista alemana.
En ésta, una nación, una clase o cualquier otro grupo de categoría similar
es encarado como una entidad constituida por la importante función de
“portar” una particular variedad de conciencia; no tiene, en efecto,
características empíricas certeras que precedan .al surgimiento del por­
tador de conciencia: algo asícomo unaespecie de “comprensión documen­
tal”es la única, y por lotanto, incontestable, base del “grupo”. Por lo tanto,
es errado describir al grupo como una reunión de miembros y sus aspectos
colectivos como derivados de las propiedades y actividades de sus miem­
bros. Los individuos no producen colectivamente el “espíritu” del grupo,
sino que sólo “participan” de él. El grupo en sí mismo existe p°r la
autoridad de su “espíritu”, es, como todos sabemos, la encarnación del
espíritu” antes que su portador. Esta noción filosófica del grupo es por 1°
tanto inmune .al argumento derivado de la evidencia empírica; en reall-
dad n° se opone a la noción de, por ejemplo, conciencia proletaria aunque
se descubra que casi todas las personas clasificadas sociologicamente
como “pro^ tarios” no tienen sino una vaga idea de ° hasta contradi­
gan actiyamente sus principios esenciales. ■ .
Esta inmunidad empírica del "espíritu” no es de ninguna .ma,f ei'a
m?n°s irritante, en especial enuna época que asigna gran autorida a a
: videncia empírica. Como recordamos, MaxWeber, cifraba su 1esper^ nza
que elhiato entre los significados idealmente típicos y los de areai a
89
. f n1men te con e a v a n c e de la r a e o
. 0 desapareciera totaJ« ^ ific ad os ide al m e n te t ípico^
se reduj(3ra ie£laa i1 1 oderna0 Ue habría de ser 1a c° nciencia rear ^ t
ción
- fde Ia .,c „„ticloos 0 de l0 J - _.b r,reilas
n las reglasde
delalaracio^«i:r
racionalidad 1

,Cie« ¡e to sa c tu a r a n dc e“ ee qué apoyar la e s p er a n za de que ^ j J S .


JOt ó ® baroo, noo^ ^ do ,el de. W e b J t ,
n ’ tran
rue:a __ cíf.orio.
sitona NoN — como . solueión
solución de la
la dificultad.
dm crntad. ue
- %
raeionalización]hissooreioii d , w^elbe-, reebr-e toda fe c
c
Rechazando la so‘u; i! . re la descrip ión sociob gi ca y l a tare a r at%
de la compa^ '^ alJlla hermenéutice hict<5:rlea. E sta cuestií^ Coni.
P^ S S iaiiiente, se vuelve Ia meyor tensión del

Mannheirn:6
Fntre estos dos tipos de sujete yf1sujeto de eüpíntu cot a ^ derivadoJ
E^nterorntación de la objetivé cultural , y el sujeto antropol°gi°d6
SOc^ tOSco- k tfscrepana a tetóte a ■sus rd0igenes heterogéneos°giC 0/
SO^ que parece absolutamente r n ^ rahvo mterponer un camónt íatl
gredWde conceptos capaz de mediar entre estos d°s extremos. ' nter‘

Mientras uno de los límites dd campo rntem o lm está, graciasala


sociología empírica, bastante bien dieíjinido’ el totro lo está notoriament
mal.Noresultafócü demostrarlayah d ez deun _significado documental»
convicción que se alcanza al describir los signiflcados que sostienen eala
realidad los “sujetos sociol ógicos”. Estos h an l ogrado hallazgos que“t0do
el mundo debe aceptar” apartando deliberadamente lamirada decUanto
problema cuya imagen esté sin duda influida por propiedndes n0-roddifi
cables de los sujetos cognoscentes: el único acto de austeridad cognitiva
que no podría cometer la búsqueda de significados documentaleSi Tratar
de reunir los hilos sueltos de la evidencia cultural, la perspicacia yla
ingenuidad del observador es claro que con toda evidenciajuegaunpapel
decisivo. Y no toda su perspicacia es su logro personal, asaber, algoque
puede ser adquirid° por el apropiado adiestramiento y dominio del
método estandarizado. Buena parte de la percepción por la cual selogra
la “comprensión documental”, o deja de lograrse, está determinadapor
factores en los cuales el investigador mismo tiene poca o ninguna in
fluencia.
* '
Éstas son las facultades personales o grupales de las cuales el espíritu
cogn°scente ha sido dotado en el transcurso de su historia o de su
lografía, entre ellas, la afinidad con lacontraparte cogrioscente alca^
un papel decisivo. Mannheim no logró nunca cortar el cordón umlbilical
QUe ata sus i te _• *_i/»q^
QUUeata metodológicas a la “magia simpatía ” ^
eharia Íla de ni1íhey. Aun en su discusión delos significados docum® a >e
pn piapri°Xim-ados a su idea de lacomprensión objetiva) Mannheiin105 ja
exltoQ* ec’tsivo de la similaridad de la experiencia común, etc‘>
eXltosa construcci°n de los modelos documentales:7 '

; Ib/d., pág. 60.


pág. 61.
Para comprender el espíritu de una época, es preciso recurrir al propio
“espíritu”-es la úmca sustancia abarcadora de la sustancia. Una época, en
esencia, puede acercarse a oti'a ^terminada, y la que tenga la mayor
afinidad ®:ra ^q:ie.lla cuya mterpretación habrá de prevalecer. En la
comprensíon hist°rica, la naturaleza del sujeto conduce esencialmente al
contexto del conocmuento, y ciertos aspectos del objeto a ser interpretados
son accesibles sólo a determinados tipos de mentalidad.

M a n n h e im pone como ejem plo la com prensión ínter-generacional: “L a


característica que tien e la m ayor probabilidad de ser reconocida como
la m á s “com pren siva” (m á s b ien que “correcta objetivam ente”) es aquella
que se obtiene cuando el in terp rete pertenece a la m ism a época que la
persona caracterizad a” . P ara M a n n h e im , favorece en ú ltim a in stan cia
ser un C ésar para com p ren d er a C é s a r . Los significados docum entales
impiden de plano el id e a l. de la “com prensión objetiva” . M á s que su
riqueza, es la cualidad e lu siv a de la “afinidad su stan cial con el objeto”, lo
que distingue el m ejor significado docu m en tal de otro inferior, aun
cuando am bos p reten d a n ser. “correctos”, es decir de acuerdo con la
evidencia d ocu m en tal conocida. E sta riq u e za no es producto de un acopio
gradual de inform ación. A diferencia de la s ciencias natu rales, la cons­
trucción de significados docu m en ta les no es acu m u lativa: uno “no agrega
un ítem de conocim iento a otro, sino que reorganiza la im agen com pleta
en torno de un nuevo centro de acuerdo con cada época ”.8 L a interpreta­
ción significa descubrir la u n id a d entre expresiones de significado apa­
rentem ente disp ares. E s ta u n idad, sin em bargo, se funda en una entidad
exterior a l in térp rete. E s -c o m o lo pone de relieve repetidam ente M ari-
nh ei m -u n a p e rson alid ad g e n u in a del artista, u n verd ad ero “espíritu” de
una época, u n a v e rd a d e ra actitu d religiosa; l a com prensión docum ental,
no obstante cuan am plio p u e d a ser su elem ento “m odelístico” es en
esencia reconstrucción m á s b ien q u e ’construcción a p a rtir de un esque­
ma. Por ejem plo, p a ra com pren der la curiosa y aparentem ente fortuita
alternancia de ascetism o y m isticism o 'como expresiones de la selección
religiosa, “es preciso v o lv e r a re-com poner la gen u in a 'experiencia religio­
sa”.9
Por lo tan to , los sign ificad os d ocu m en tales e stá n sujetos a un d ° ble
lazo (n u evam en te h e re n cia de D ilth e y ): por una parte, una to ta lidad
objetiva une varios sign ificad os expresivos; por la otra, la actividad del
intérprete es im p u lsa d a p o ro tr a totalidad, de la cual form a parte a s u v e z .
E sta doble ligazón h a ce p rob lem ático el “conocim iento válido”. D e acuer­
do con esto, M a n n h e im dedicó su s m á s arduos esfuerzos a la elucidación
de los criterios y condiciones de e sta v a lid e z. .
E n prim er lu g a r, es preciso ob serv ar desd e m á s cerca la t otalidad que
puede llegar a ser objeto del conocim iento válid o. E s en esta que se espera
que la sociología p u e d a p r e sta r u n a a y u d a . M a n n h m m entiende la
sociología en el b a sta n te trivial sen tido de D u rk h e im : p a ia su com etido,

8Ibid, pág. 62.


Ibid., p:íg. 78.

91
, ociolo<ofa se reduce ala suoP°sn1cté n ndieioqsUe rl01S
oSnctUVídsUCOnctibCroat¡
t a esqueSios <le sus grupos. 10Por ^ tanto, la "
mundo, sino que ^ e objeto de la comprens1 on ^ men^ ija f
ola“tot,alidad^qUce idíi(i sigmficativa de un grupo, en ^ez quGA
obtenerse en la actl(: ; : captada mediante metodos sociológiCos
Individ^ i PU^dgf^ss; ]L<iaPtota.lida.d sistcénuca” de verdadero ilUllas
bien q^ rfíeotigo1de pensa.rri errto” más bien la personali^
es, Pues, e1 f es una reconstrucción del estilo de E
j ig^ it et sdj eUmjíífdjVista causal, 1 » ™ ^ una ob^ & '
miento.‘ , cfeentro de una suceSión de acontecimientos orítq
jac^rj^orao la biografía de1artíst a; siu r a b argo, parapmUr capt^
srgn^flcadoes preciso hallarpr^ ro su utacacum d.rntro de1“esta,,5»
Pensamiento” en el cual dicho artrnta se t e s ^ vueN e ^ d ente^
p sin advertirlo. ¿Cómo hay que compre ^ r e^ o? M annheim acu”?:
el concepto, o así parece, para ^ ^ ar en. cierto modo el espa™
borroso que se extiende entre la sincronizacion trascendental kan
tiana, y porlo tanto analíticamente uni versal , 1a mente humanayla"
características reales de sus produd;os. L o primero son por dfiniáón
las condiciones universales de todo pensamiento, y por lo tant0no
presenta problema alguno, no obstante su poderoso efecto en la forma
final del “objeto del conocímiento”, como diferente del °objeto de la
realidad”;lo segundo, igualmente por definición, debe ser relaci0na¿o
sólo con la psicología y explicado (causalmente), más bien que inter
pretado como parte de la totalidad sociológica. Entre ambos •sin
embargo, se extiende un campo fértil a la espera de ser cultivado por
la sociología: el de los factores no universales ni irremediablemente
sino sociales. Si las “pre-condiciones trascendentales” de
Kant de toda cognición nos evitan los vanos sueños de una eventual
identidad entre los objetos de conocimiento y sus prototipos realeP(o
los objetos correspondientes de la realidad), sin embargo,no tienenen
cuenta la notoria variedad de “objetos de conocimiento” que preten­
den corresponder a los mismos objetos de la realidad. Ellos muestran
convincentemente que cuanto es conocido debe permanecer por siem­
pre en su forma específicamente humana. Ellos no indican porqué no
e en ser uno, sino la variedad total de tales “formas humanas” de
S0fnoCimie1nto. Por qué, por ejemplo, el pensamiento medieval suele
^í ^nr del el liberal o el romántico. Por qué el Pensaj
oj. burigués debe m sistir en una percepción de la realidad
“ e1del pensamiento “proletario”. En cierto sentido, el proyect°
* l arnnheim es una prolongación del de Kant. Mannheim desfp
conocí los f actores responsables del hecho de que los ot^ e;
s o l ' en o no d1fieren precisamente delos reales, sino quedifid|re.a
C ein una var’iedad de modos. La sdea de Mannhmm de»
e ser socí ai no es, en ultim a instanci a, sino un pr0C

on S ociolq<y and Social Psychology, p<íg.


miento propuesto parí! la sisto ^ tú za c ion inteligible del pensamien­
to Como tal, pertenece a 1a categrna qUe Ernst Grünwald llamó
: puntos de vista externos -que en su opinión,11

Son iQUalmente verdaderos - y cada uno es verdadero solamente s1 se


asume su tesis basica- N^ngun° de los puntos de vista externos tiene
carácter de verdad incondic1onal , -cada uno es hipotéticamente
válido... La diferencia de los puntos de vista externos no puede ser
controvertid^ como tampoco la disputa entre los sistemas metafísicos
puede solucionarse por me dios científicos.

Ésta parece ser la may °r debilidad de la implementación que hace


Mannheim de su pr° pio proyecto. Puede ser aceptada 0 rechazada ,
siempre de manera poco convincente, según la aceptación 0 el rechazo de
sus presupuestos esenciales. ■ .
Mannheiin opta decididamente por la sociología, en oposición a la
pSiCOlogía, como una aproximación cuyos resultados estarán todos incli­
nados a aceptar; en otras palabras, como un punto de -vista que hace
posible la más cercana aproximación a la “comprensión objetiva”. Su
opción está determinada por el propósito de su proyecto; dicho de otro
modo-lo sabe ydejaen claro-, las alternativas psicológicas y sociológicas
son igualmente válidas y.legítimas:^ , . .

Toda actitud o actividad humana puede. ser. considerada desde ambos


ángulos, y de acuerdo con esto revela su; doble significado. Toda acción
humana puede ser obserVada y definida: . .
a) en términos psicológicos las motivaciones puramente subjetivas impli­
cadas, o ' . ' .
b) es posible definir su significado en términos delas funciones que cumple
conciente o inconcientemente.

Entonces, por una parte Mannheim admite la posibilidad de una


elección, dictada por el proyecto que se tiene entre manos, entre la
eXplicación psicológca en términos de los motivos, y la comprensión
sociológica en términos delas funcionesylas instituciones. Por la siii
embargo, Mannheim parece sugerir en algunos pasajes que la interpre­
tación sociológica de las actitudes ylas acciones está mejor fundada que
^psicológica; en otras palabras .que los supuestos en que sefundamenta'la
interpretación psicológica están basados en última instancia_ en un
^róneo punto de vista de l a psiquis individual como un mund? válido en
sí mismo. La aproximación sociológica, al contrario de la psicol° gíca,t1ene
valor etiológico. Los motivos y los supuestos valores individuales son
0riginariamente propiedades grupales. Los grup.os se aíerran a ellos
porque'algunas pautas de comportamiento,, al contrari° de repre-

Tl, > st Grümvald, “Systematic analysis”, en James E. Curtis y John W. Pet ;a i (eC}i<97í)1
T g S O i0^ of Knowledge, a Reader, Duckworth, Londres [praeger, Nueva YorkK 1970,
Pag. 206
12
Mannheim, Essays in Sociology and Social Psychology, pag. 24L

93
, ,-„■Aa e importante para d grupo. La f,,„ .
sentan una f'unción df u¡vos (Jfi PDurlcheim) es la c omod ón 5^*?*
suprema (uno de los ^ Mannheim esto se hace particular^ ’*
intPgracidni^ -uPa)|: * j|CCí<5n relacion a con la esfera DtM k a”, es &
^ t í at e - mo inst» - socia1es: *
ESposiblepartirdef c i o n a n suro-nti-va|so

tipo bastantespeeU nIa'AoP(OVOsidn -de trabajo, o se actúa comcTu S . ” ?


determinado ^ es probable que uno tienda a actuar de an r° d®
UnnaeSq“ e^ a0sdtradiciona’les 0 reglas racionalmente estaMecidas. Uerio

Esterazonamientosugiereunsentido trivial de un grupo situado sobre


y por eneima de sus miemtaos ramo que m fttndiera en *
me^esy aciones valores y actdu t e de valor de supl encia pa^
grupo como una totalidad (supem vencla (luecommste, en primer W ,!'
en la conservación de la mtegraci0n grupal) . En este contexto, el “estil(¡
depensamiento”puede ser interpretado preclsamente como otra versión de
una cultura grupal en la cual l?s mfombros de1 grupo, p°r su educación
ejemplo y control, han sido soclalizados. .
Pero el tratamiento que Mannheim da a los estilos de pensamiento
descubiert os como “compresión documental” no es suficientemente
consistente como para garantizar una interpretación única. La difi.
cuitad mayor de la sociología del conocimiento de Mannheim -entre
la comprensión definida tal cual la define la hermenéutica histórica
y la descripción sociológica- vuelve a hacerse presente. Mannheim
parece vacilar entre interpretar el origen social de los estilos de
pensamiento en términos de difundida y voluntaria acción de una
entidad supraindividual, o en términos de la correspondencia inelu­
dible entre E r l e b n i s f o n n e n y L e b e n s f o r m e n , formas de conciencia o
formas de vida (al estilo de■la W i s s e n s o z i o l o g i e ) . En este últim0 caso,
los atributos distintivos de un estilo de pensamiento parecen derivar­
se a partir de una aproximación selectiva a la realidad (y, por lo
tanto, la interpretación parcial de los mismos) condicionada por el
particular modo de. vida del grupo. Todos los estilos de pensamiento
reflejan la realidad, pero cada uno refleja sólo algún aspecto de la
realidad, puesto de relieve o vuelto relevante por la pr&ttoa de
determinado grupo. Como veremos, Mannheim recurre a esta inter*
pretación cuando se debate entre-la posibilidad de conformidad entre
los “estilos de pensamiento” contenciosos de la época m°derna>y
tratar Probar la posibilidad de una “política científica”. . t.
s prrncipalmente en I d e o l o g y a n d U t o p i a donde Mannheim dos sll
conexiones sociales del conocimiento como una díficulta > y e.
1GJej ciacion c0mo tarea que debe cumplirse antes de alcan!ta Se
virdadf o con°cimient° de la vida social. La compres ión “ JCl jdail
un e con el “control científico” y la crítica, sin lo cual la

13lbid-, pág, 239.

94
humana “tie n d e a d e s c a r r ia r se . E 1 c r a r c i m ^ t o influenci a do social -
se torn a a h ora e n el ^ i n e x a cto m ° d o d e p e n sa r precien tífico’M a
« S e n d a s o d a ] m 1 snh a se t W w m a e * u n prejuicio inducido o U ™
P-edisposi ción qu e e dn h m w d e la/ e rd a d d e b e ser exp u esta y erradicada
Pi cambio es for m id a b le . E s e v id e n te qu e M a n n h e 1m tuvo - 0 p refiri ó-
E ?! nu eva au df e n t m . E n e1 n u evo co n tex to fe referen cia a la v e rd a d y el
UOnociw iento obje t iv a m e n t e v a l ldo se h a v u e 1to im p erativo, m ie n tr a sq u e
anenas era ten i do en c u e n ta en e1 p e n s a m ien t o an terior de M a n n h e im
/ sus escritos a n t en ores n o p a rece p reo cu p a r 1e m u ch o el h ech o de que
a ^ n tipo de e s ta b ilid a d g r u p a 1 fu e r a u n a condición in d isp en sab le y
determinante de todo p e n sa m i e n t o . A hora., e s t e fen óm en o u n iv ersa l se
dcrecienta y se con v ie r te en u na. im p o r ta n te d1fícultad. P a ra la IVissenso-
ziologie la d e te r m 1 n ac10n so c io -h istó ric a del conocim iento e r a u n h ech o
de Vida que deb ía s e r ex p lo r a d o , de se r p o sib le neutraH zado m ed ia n te el
esfuerZo de com p re^ m m p ero a la v e z , con v 1v 1endo con él: p a ra la
socio]ogía del conoc 1 m 1 e n t o e s u n p r o b le m a com o, d ig am o s, q u e la delin ­
cuencia ju v e n il o el a lco h o l is m o son p rob lem as p ara la ad m in istración
pública. M a n n h e im d e fin e s ig n ific a tiv a m e n te la te sis prin cip al de la
sociología del con ocim ie n t° q u e d e s e a p r e s e n ta r a s u a u d 1encia an glosajo­
na como la a d m isió n “ de q u e n o h a y m o d o s de p e n sa r q u e p u e d a n se r
comprendidos a d e c u a d a m e n te m ie n t r a s s ig a n en som brecidos s u s oríge­
nes sociales”. E s fa c il co n c lu ir q u e h a y ta m b ié n m odos de p e n sa r que
pueden ser co m p re n d id o s a d e c u a d a m e n te sin referencia a lg u n a a su
origen social. P or lo ta n to , la c u e stió n de la determ in ación social del
conocimiento se h a v isto 'r e d u c id a a l p r o b le m a de la perv ersi ón ideológica
de la verdad. ' '
C am biar el d e stin o e s, sin e m b a r g o , m e n o s difícil que cam b iar una
manera de p e n sa r . C u a n d o M a n n h e im in te n ta p u n tu a liza r p recisam en te
en qué con sisten lo s “o r íg e n e s s o c ia le s ” y por qué son ta n im p o rta n te s
para la correcta c o m p r e n sió n , no h a y n a d a en su in v en ta rio de factores
que pueda ser ap licad o u n iv e r s a lm e n te a todo p e n sa m ie n to y a tod as la s
categorías de c r e a tu r a s p e n s a n t e s . “H a b la el le n g u a je de s u grupo”;
"piensa de la m a n e r a en que p ie n s a s u w u p o ”; “participa en p e n sa r m a s
allá de, lo que otros h o m b r e s h a n p e n sa d o a n te s que é l”, “a ctú a n con y en
contra uno del o tro e n g r u p o s d iv e r s a m e n te org a n iza d o s, y m ie n tra s lo
hacen p ien san con y en c o n tr a u n o d el o tro ”: to d a s e sta s características
pueden sin dud a a tr ib u ir se a s e r e s so cia le s de cu alq u ier época o clase.
Seguimos e sta n d o e n la fo r m a c ió n d is c u r s iv a en la cu a l la re a lid a d es
dada al sujeto h u m a n o só lo c o m o u n a de la s Lebensformen g e n e ra d a s y
mantpn idas so c io -h is tó r ic a m e n te , y n o existe n in g u n a razón f orzo sa p a ra
exd m r de e s ta r e g la -g e n e r a l a u n p u e b lo d e te r m in a d o . M a n n h e im , con
. a ^u conversión h a c ia l a o b je tiv id a d p o sitiv ístic a m e n te d e fin id a de la s
clencias s ° cia le s , n o p u e d e cre e r q u e se a p o sib le .n e g a rse al p u n t o d e v ista
gruPal inducido o a l e stilo de p e n s a m ie n t o por u n puro acto de v o lu n ta d .

RoutiKfr! Mannheim, Ideology and Utopía; íntroduction to the Sodo¡ogy ofKnowledge,


P% ^ ge & Kegan Paul, Londres, 1960 fHarcourt, Brace, JoYan^^d^ Nueva York, 19561,

95
^eterminada situación crítica es-ta emane r>
Pero sí espera 0 " ° “ <A ¡B. más, se inclina a acef>bf que la emaP 3 >
pueda hacersepo^ de la esquina. ]ImperceptaMemente, pasadl??-
Ción está ya a l a de Dilthey a la detem rn acwn e m p r e f >a
serenidad histor10 lin ataio diferente del de éste. Desde el punto fíe ^ de
\Vcber-si bien ehgOnVerte ahora en la tarea rentral de la sod oW *^
de Mannh°im se Cohrir jas condiciones en las cuales la “diviSiOg ? del
conocimiento. dies " croilte>:to de actividad” pueda ser realizabfe ^ de la
situac^ nsoe.^ej-telnCor,te. omo por ei hombre, pera sobb* ¿
La histo° ;> n_ ._sa tendiente a la auto-purificación del pensai^ ana
Jjene^íuevasente al Rescate dé la l?úsqubda tol penhadtor de un / ¡ ¡ a
!n?n rara su nsperanza. No es, sin embargo, una historia que
briridar) un modo^ uevo y t o r nante de pensamiento apli^ blS »
Comprension de todas y cato ^ de las acáones (como en Weber) JOIa
ta¡mu Una liistoria quej a da haa* ^ párente e1 mundo ’C ?
entonces opaco y srnmdo baJo un veto de fatoass esperanzas (comoS*a
Marx). Es una historia que genera fina1mente una categoría peculio /
gentes, cuya determinación social c° nsiste en la falta de deterihinJfo
social. En Un mundo de pasiones partldarias y de miopia parroquial¡ó]
esta categoría puede alcanzar las alturas deunahumanidad geneirsilí» 0
da. Tal como nos lo dice Mannheim,15 , . , za

el meolloy el punto crítico en la historia occidental es la gradual dis0lució


de los estratos compactos, a la manera de castas. El estudioso fueel primoí
en verse afectado por este cambio... El intelectual moderno es de carácter
dinámico y está preparado permanentemente para revisar sus puntosde
vistay comenzar de nuevo, porque tiene poco detrás de sí y todopordelante.

Y, aun con mayor determinación:15 • ,

El surgimiento de la in telligen tsia señala la fase final del incrementodela


conciencia social. ' :• : ' '

Según Mannheim, los intelectuales modernos son la primera (ysegún


sepodría sacar en conclusión, la última) categoría en la historia capaz de
ver más allá de las anteojeras que impedían lávisión de todos los demás.
No obstante, este presente único, no es debido ni a su lógica superior ni
a su inaudita disposición hacia e l escepticismo. La historia, p°r as{
declrlo3engendro a los intelectuales perspicaces y al mismo ttamporeve o
sus secretos a la perspicacia de ellos; en efecto, ambos acontarímien ®
son el resultado del mismo proceso. El surgimiento de la prlinrei
categoría histórica capaz de conocer la verdad fue conSeCuenGia
pluralismo moderno. : ' ■ \ . aría
La determinación mundial del pensamiento ' colectivo no ...C |l-¿iad de
nunca el nivel de la conciencia si el pueblo no tuviera posi 1

t jKarl Mannheim, Essays on the Soc/ology of C«l£ure, R^utfeder* &


Londres J toíohi Umversity Press, Nueva York] , 1956, pags. 1 17' 10 • '
1 Üzd., pag. 10 1 .

96
nropia id e a d e l m u n d o p r e c is a r n e n te com o ii n a a i

e n c á j e n t e p la u s ib le s . S e g ú n IW a n n h e im , <>sta. TJoSibiliraS- f lterria-


^ d u r a n t e la m a y o r p a r t e d e ,l d U x o r i a occid e n ta ll nStU'l 0
ausente asa do i g n O T í t o . l a v m ^ c i d e p Un t o s de v is t a c o - e x ^ e n ^ , la
gentede fcrent es de e n tr e e llo s e r a n m u y p r o b a b le m e n te ?n te s ; los
más f d ^ e a s . P e r o d if íc ilm e n t e ydpi,e n a,lel cc °n c le a d esl«ie
ffe,mncUSs e n tr'eloccp u n to s « ^ t a c ° m o ° p ° s ic io n e s . N u n ca s e P e S ^
da ntos de vist a c ^ c n i - i - c a m a U ^ ^ li a s te
q u e n o se e n c a r a l a t e r S !

!te ,«concili^ d o s e n tre s s' . .


Los miembros de u n a so,c ie d a d o ^ i m a d a d e n te o de la s fila s de c a s t o
J a d a so d e ran g f i » v e ia n . a s .c o da s d e e s t a r a m e r a . A m e n o s que uno
“ Viera necesidad d e e 1 e g ir e n tr e Ia A v a n t r i a d de i d e a s , é s ta s no encerra-
í1anninguna m c og n ita S e g u n M a n n t e r a fim el co m ie n zo de la m o d erna
movilidad social —e 1 tr a n s ito h u m a n o a t r a v e s cfo la s p o sicion es social es
saltóte por encinia d e 1 m o s a ic o m e d ia n t e l a b io g r a fía in d iv id u al que
planteó la p reg u n te de Ia “r e c o n c ilia b i 1 i d a d ” e n la a g e n d a -. N u e str a
époCa, quizá no sea la ú n ica e n e s t o s g u a d o s d e i n te n s id a d de discord an cia.
pero n0 cabe duda d e q u e la s d is c o r d a n c ia s q u e en cie rra son m á s a gu das
entre los contem poran.eos q u e lo q u e lo f u e r a n a n te r io r m e n te . E l ve rtigi­
noso ritmo de la m o v ilid a d g e o g r á fic a , so cia l e in te le c tu a l pon e fren te a
frente las im ágen es del m u n d o q u e e n o tr a s co n d icio n e s n u n ca h a b ría n
tomado conciencia u n a de la e x is t e n c ia d e la' otra (o, de h a b e r la tenido.
habrían obs ervado r e g la s de s e p a r a c ió n te r r ito r ia l o social). P or pri m era
vez, por lo tanto, la s c u e s tio n e s d e c o m u n ic a c ió n , co m p ren sió n , reconci­
liación y concordancia se im p u s ie r o n a la so c ie d a d con el im perativo
ineludible de su u r g e n c ia .
Dentro del con texto d e e s t a s n u e v a s t a r e a s ca ra c te rístic a m e n te mo'-
dernas, se fue fo r m a n d o l a p o s ib ilid a d d e t r a n s fo r m a r el “inconciente
colectivo" en “co n sc ie n te c o le c tiv o ”, c o n d u c ir la s fu e n te s ocu ltas de la
acción hum ana d e s d e l a s p r o fu n d id a d e s d e l o i n co n c ie n te en que h ab ían
permanecido a lo largo' de la s e d a d e s , d ir e c ta m e n te a la clarid ad del
análisis intelectual. L a h is t o r ia , p o r a s í d e c ir , la s h a llev a d o a la su per-
íicie; “el cambio d e cisiv o s e v e r if ic a c u a n d o se a lc a n z a el estadio de
desarrollo histórico e n q u e ' lo s e s t r a t o s •a n te s a isla d o s (^ m fo n za n a
comunicarse en tre sí y se e s t a b le c e e n é l u n cierto tip o de circulacion >es
entonces cuando' u n o s e p r e g u n t a “ c ó m o e s p o s ib le q u e id é n t icos pr° c e sor
del pensam iento h u m a n o r e s p e c to d e u n m is m o m u n d ° p u e d a n p r ° ducir
concepciones d iv e r g e n te s de e s t e m u n d o ” . 17 L o qu e h ace fa lta _to a via ^
Uon£r c¡tase de ge n te c a p a z d e r e c o g e r el d e s a fío y en c° n tr a r a m an er
C01I ecta de a lca n za r la r e s p u e s t a c o r r e c ta .
lÍ7A lora bien, e x iste e n c a d a s o c ie d a d u n g r u p o de g e n te qu e sper
rela ^n respon d e r, en n o m b r e d e la so ci e d a d a tod o ipo e lp sogue da d
se mC1onadas con la in t e r p r e t a c ió n d e lo s m o d os de v id a en (Ju e . m u n do” .
- “Pa r a bri n d a r a e s t a s o c i e d a d u n a in te r p r e ta c idn t a biliza-
Mannhei n lla m a a e s te g r u p o íntelligentsia. E n u n a s °c ie d a d e stab

ir
Mannhe1m, Ideolo1g y an d U topía, págs. 7-8.
97
.
e esfable bien definida y tiene un estat,,
da 1a clase inteliíf reglac; . En una soci edad de castas, l^ U8 %
iU ponde a detersi*mn‘aadasta.No obstante la nusva m M i g e n t s i a
g e n t s ia eS
enUnssprovista ds costa como nau ta s socisdad modiíj»
inestebleyssta * . y hscho dccisiv0 de los tiemoos modsrn
Vemos nuev,em® nnCeerqado y perfectamente organizado estrato de m ? e*
que “en vez de un ^ d n y f t e M ts ia libre”.18 e mte>ec.
WC * ’ !!tesisí^ ° diversas han hecho qus la iM d l i g m ts ia modsrn,
0 ^ * ^ * ds. ^^er a través de las deceoCiunss y distorsione.! ? ?'
breermma.pirn social del conod ndente”. p ° r ...npc^zar,los nuevosin$
tdeter-de acuerdo pon la apertura de la socmd^ mudona, provis^
£ & s estratos y todas fes profesionssdIncluysn «sntre sus activid^
intelectuales tradiciones y .íx p CTmrm m s ri rz la m a y o r m de tes grupos _n
p a le s, inclusive a q uellos muya s s u b ccin s a íin t u , d if i i u s a nsias y qu¿
nUnca ante
nunca an te s habían
habían alcan
alcanz ód o d
za d mvd
mvd d de <s una
u n a articu1
a r ti cu 1 sc1(ón sistem
ación sistemVa J,“S
. . . _ __ mfnl nnfnol ^ro nr\ nc ___.• _ LIcQ.
M é s im portante a u n e s q us “el ín te t e d ^ 1 y a no e s , sn sentido form,,
I
m tem bro ds una casta o un r a n g o”>\ y p o r 1 o t an to s s ta d ssprovisto de ia ’
anteojeras impuestas ° ° r la disc1p1^na ssctari a de una corporación 0 del
igualmente cegadoresp r it de c o r p s ds una casta. ^ o r a los intelectualf!
tisnsn la libertad ds elegir su pr°pi a filiac1ón; no existe ninguna imagen
del mundo que deban proclamar, no estan obligados a ensalzar, ni están
adiestrados para ello. Tienen, por lo menos hasta el punto en que sus
obligaciones sociales lo permitan, la nusva capacidad ds "elegir su
filiación”, ds “integrarse dentro de clases a las que no pertenecía,n
originariamente”.20Por lo tanto, tisnsn a su disposición un rico material
con el cual moldear el conocimiento verdadero, y la libe rtad de haCerl0es
su deseo.
¿Por qué las experiencias y los intereses varios facilitan la pr0dUcción
y adquisición del conocimiento objetivo?
Recordemos qus la categoría central de la tradicional hermenéutica
histórica era la delZeitgeist; según este punto ds vista la mutabilidad de
la conciencia humana se expresaba a sí misma mayormente en los
ss° íritus cambiantes ds las eras que se sucedían. Cada est adio histórico
tenía una forma ds conciencia qus encajaba sn sus condiciones de único
y dstsrminabasimultáneamente latotalidad de su peculiar estilo devida.
Era un supuesto tácito de toda hermenéutica que a este tipo de diíeren-
ciación de la conciencia (a lo largo del eje del tiempo histórico) no le era
aplicabls la noción de verdad y falsedad, o qus por lo menos era irrelevan*
te. Un , Z e itg e ¿s t puede ser juzgado acertadamente en el contato de sU
ubicación histórica; aunque una perspectiva posterior pueda fatilitaruna
mej° r comprensi(0n de sus conteni dos, es sumamente ardu° hnccrt°
aparecer como una “distorsión” de laverdad. Como Mannhcim losubrí^:0^
acertadamente, no era esa la actitud del relativismo: éste adopta liaasijr.
s ind¡visible verdad como modelo que permite considerar toda5 as

lr. Jf}M; P.1 g. 10 .


iS Illi(¡ i pág. M I.
-'Hiid, pag. MI.

98
m as de con d en c ia ram o surgidas de l a ío rm a “correcta”; scSlo cu a n d o se ha
tenido en cu e n ta es ta v e r d a i-n o r m a ro ™ p re m isa es p osible adoptar una
actitud r e la t iv is t a al d e c la r a r que la v e r d a d es im penetrable en la
práctica (por q u e , p o r eJcm p1o, n a d ie p uede tr a sp a sa r los lím ites d e su
form aci ó n soci s u s v a1ores eu1turales d e te r m in a d o s 0 su 1 en gu aj e). L a
actitud r e lativ1sta e s , p o r 1o t a n t o, u n a esp ecie de “negacion de 1 a
negaci ón”, se tr a t a p r im e ro cfo CTitír a r la s fo rm a s h istóricas d e c onci enci a
a la luz de un a -h is tor ico e s t a n d ar d e la v erd ad , para concluir luego , recta
0 erró n e a m e n te , q u e el e s fu e r z o es v a n o y , en consecuencia, el en foque
"é m foo” (mals b ie n q u e e 1 “("t^co” ); e l enfo que a p artir de la s “cat egorías
in dígen as” es la u n ic a m a n er a en q u e 1as fo r m a s de conocim iento podr ían
ser ju z g a d a s . E n e s te s ^ d d ^ Ia m a n e ra h e rm e n é u tic a de considerar el
Zeitgeist no era r e la t iv is t a ; n in g ú n e stá n d a r a-histórico de la verdad
pu e de su p o n e rse e n p r im e r lu g a r , y por lo tan to n in g u n a negación de la
existencia de la “ co n o cib ilid a d ” era p o sible. E n c a m b io , en la term inología
de M a n n h e im el tr a t a m ie n t o . delZe¿£ge¿s£ era “rela cio n ista ”. E l hecho de
adoptar u n a a c titu d r e l a c i o n a sig n ific a se n cilla m e n te aseverar que “lo
que eS in te lig ib le e n la h is to r ia solo p u ed e ser form u lad o con referencia
a prob le m a s y c o n stru c cio n e s co n cep tu a les que surgen espon tán eam en te
en el fluir de la e x p e r ie n c ia h istó r ic a ”.21 S e diría que la actitu d relacional
no v a m a s allá d e la m o d e s ta ex ig e n cia de recu rrir a lo que Florian
Znaniecki lla m a el “ co eficien te h u m a n ís tic o ”, es decir que el estudioso de
los fen óm en os c u ltu r a le s d eb e tr a ta r de “descu b rir no aquello que es un
dato para é l, s in o lo q u e .ha sido y q u izá sig u e sien d o para los d em ás ”.22 En
. este sentido, M a n n h e im recon oce que el in v e stig a d o r que em prende el
est Udio histórico ta l c u a l es d efin id o por el concepto. del Z eitg eist “en
últim a in sta n c ia no n e c e s ita p re o cu p a rse por el problem a de fo que es
verdadero ”^ 3 ‘ . .
H a sido n u e s tr a e x p e r ie n c ia m o d e r n a , la recfon fo apertura de m iras
hacia la co n siste n c ia d e lo s s u m a m e n te d ive rg e n te s in tereses y puntos de
vista en el m is m o p e río d o h istó rico , lo q u e h a a m p liad° n u e stra v isión
de la h istoria n iá s a llá de la ca teg oría del Z eitg eist - c omo un ethos
exclusivo de la ép o c a e n su to ta lid a d . E l p r o b lem a de lo v erdader o,
adorm ecido en cu a n to a t a r e a de la conipren sión h m t ó r i ^ está re ega o
al estudio d e l Z e itg e ist , s e in tro d u ce en la m ve stigación histórica en e
m om ento en que a d v e r tim o s la v a rie d a d de n o rm a s, m odos e p en s::ir y
esquem as de c o n d u c ta q u e e x iste n a lo largo de otro da o pa 010 do
históriCo” .24 E s p re ciso n o p re o cu p a rse excesiv a m e n te p or Ia su cesion d e
las fo rm a s h istó r ic a s de l a conciencia. h u m a n a , en tan o q u ° s o p ese j p
suponer u n a e s tr ic ta c o r r e sp o n d e n c m entre la s f ° rm ^ ^ ^ OZ de
conciencia y la s con d icion es h is tó r ic a s c a m b ia n te s; a 0tros
condiciones d a d a s ofrece u n criterio d e ju ic io q u e h a ce red u n d a n tes otros

. * F& t Hiecki, Cultural Sctcnces: T h á r Origlu and O weloprneut, of


IHin°is Press, Urbana y Londres, 1963, pág. 1 3 3
23Mannheim, Ideology und Utopia, pág. 7L
23Ibid., pág. 84.
99
, nflatem poral. Pe^ ¿qué pasa con toda unas
ariterios, en cuantovcrdc...... a j¡unto
una a la otra"? Con
unto íí C °n sseguridad
e no ^ .n 3
de formas que ^ 3^ "en (jetermi nada s1 tuación’ , si
0 n*- s. una situa>
SSOJ1^
ellas pueden ser .VfíaiComo una y la misma Por todos los contemporU mporá,aClon
dada es mterPrctada c¡°7 .daconlatradicmn
ariZadacon latradiciunded ela herr
m n^ mya inéuticahi’sS
uuticahi^ 08.
Una Personafa- p>Onc|er¿l a esta llamada de atenmon m e ntando ' 3.
seguramente.
^ gurai»^ —r e s pevo____ „uieina en viejos términos:
problema term m os: articulan
articular la*h
W ° .U
?Tna
aari^iaaU1tacC.mPora11 varied^d de puntos f viota « t& ^ w d.! la muta ^ '
daa1,i Cde C íPUntos de vísta como una funcran del fa^ p o h1 stórico. Y í ¡
dadtde U0 t^ s la respuesta dada, al me.nos im cialmente, por Mannhe ®n
Al initxoducir el concepto de " falsa concicínci^’, ^ ate de adecuar ]ta nueVa
nod(5n (y 1 a nueva experiencia) a 1 univers° del discurso organizado " a
en
t0 r n 0 a la idea del Z eitg e i s t :20

ConSiderado desde ese este punto de vista, el conocimiento es distorsicilVaH


e ideológico cuando deja de tener en cuenta las nuevas reaiidadesrefe r d : 0
a una situación y cuando trata de ocu1tarlas a 1 pensarlas en categ^
inadecuadas... . . . . . .
En la misma época histórica y en la misma sociedad existen varics tip0s
distorsionados de estructura mental interna, algunas porque no se han
impuesto al presente, otras porque ya están más allá del presente. '

De ahí, la famosa diferenciación deMannheim entre ideología y ut0 pía


dos tipos de “distorsión de la verdad”, dos tipos de concientización en
pugna con su tiempo; el uno porque está' eXcesivamente adherido al
pasado' distante, el otro porque mira demasiado lejos hacia el futura.
Ambos desentendidos del presentey desleales' al Zeigeist, que él'soIo
tiene autoridad para establecer los estándares corrientes de validez.
El tratamiento que da Mannheim a la “falsa conciencia” de loSintere­
ses partidarios no precisamente como condición del pensamiento, sino
como fuente de distorsión de la verdad, se hace inteligible a la luz de la
mayor tensión de su obra: recordemos la formación discursiva de la her
menéutica histórica de la cual deriva su obra, y el universo de la sociología
empírica, con la cual pretende comunicarse. El concepto de ideología de
Mannheim parece derivar de su esfuerzo por dominar intelectualmeráe
el concepto de “verdad objetiva” tal como lo había p ropuesto la soriología
empírica} rescatando al mismo tiempo las categorías básicas del “m l^ 0*
msm° ” hermenéutico centrado en torno dela noción del tiempohtetónc0'
El cometido de la sociología , tal como lo ve Mannheim, se ha vis_
subordin ado a los de la hermenéutica histórica: determinar “cuá]ej »
podas las ideas corrientes son realmente válidas en una situarán dad* •
ero para poder cumplir con este cometido central, la soci o1 ogía t:ie1ne<J(aZ
anahzar todos los factores a la luz d ela verdadera situación s°cial cav
^e in uír sobre el pensamiento , sin tener en cuenta las pasiones
darias.26 ’

"G Págs. 8 6 t 87.


• /Jte., pág. 69.

100
y he mencionado la dificultad de interpretar sin ambigu edad ei
J ^ c t o a t r i ^ u por M a n n h d m a esta I n f lueadjí^ f d o ^ i
tiensamiento” -b iplcolttlíi asoí , adla na evamente con 1 a esencial antí™ -
Pe ! He su trabajo. Por otra purte, mochos de sus enunciados nos perm ;í~
¡ L cluir que la “ínflnc nciias <tc^dl” .<de MMannheim connota las 1 imitaciones
^ píricas a la e^ eno a i ^ E " "'^ 1 o gra p a por el lugar queoo^
dentro de la estr^ t e ra scicmh E s i " como teem os que los productos del
droceso cognitivo son diferenciados p° rque notodos los aspectos posibles
del mundo provi enen de la esíera de los miembros de un grupo, sino sólo
aquelios que suscitan diíicultades y pr °blemas surgidos del grupo ” .27 La
“influencia social” parece surgir aquí de las condiciones técnicas de la
c^ n iCión; si solo se diera a1 grup o acceso a una experiencia que le ha sido
negada, adquiriría un tipo di ente de conocimiento. Un ferviente
segUid0r de Mannheim, Ichheiser, soba emplear el símil siguiente para
wsu^ izar esto: supóngase que hayaunahabitacion sinventanas, con tres
puertas A, B y C; que hay un interruptor eléctrico junto a cada una de las
puertass>el interruptorjunto a la puerta A enciende luces verdes, el de la
puerta B, luces rojas, y eldelapu erta C, luces azules; supóngase que tres
hombres, P, Q y R, entraran frecuentemente al cuarto, cada uno siempre
por la misma puerta, y nunca por lamisma puerta que lostotros dos. P, que
usa permanentemente la puerta A, creerá firmemente (y tiene la eviden­
cia inquebrantable para defender su creencia) que el cuarto es verde; Q,
quien usa la puerta B, estará igualmente firmemente convencido de que
ese cuarto es rojo; y R, por supuesto, notendrá razón para dudar de que
el cuarto es azul. Los tres razonan racionalmente y en la esfera de la
confiable evidencia empírica. Sin embargo, puesto cada.uno de ellps se
ubica espacialmente en su perspectiva particular, llegan a conclusiones
irreconciliables. . ^ .
En alguna parte (si bien no en todas) de su famosa lista de tip° s ideales
de estilo de pensamiento moderno, Mannheim parece aplicar la n°ción de
“influencia social”. Esto sehace particularmente evidente en su discusión
del “conservacionismo burocrático”. En este caso, afirma q u e 2 8 ■ ■

el intento de ocultar todos los problemas de la pd ít a baJo la cubierta de


la administración (el rasgo distintivo de este estüo de pensamien. o) p l Lp
explicarse por el hecho de que la esfera de actividad de o ? , pl . -p.
solamente dentro de los límites de leyes formd ^ as con_ant\c?ítiCrW>de «m
aquí que la génesis del desarrollo de la ley queda fu^ . e ° J w ntie el
actividad. Como resultado de este horizonte bmrta o hec-La subvaCen
fincionario deja de ver que detrás de cada ley que^ a sidó he_ch. l ayomo-
los intereses y la IVeltanschauungen, de un específic° grup *
dados socialmente. •

Pero no to dos los tipos ideales se prestan tan fárilrnent e a ^ ¿ ^ 0


kteiri sugerida por el símil de Ichheiser, inspiré por el empinsmo
, «n unto de v ista p r o le ta rio ” , p or ej e m ^ , M annheirvi
Del i
asi lla m ado p unto____ 1nisce n te s de la so c io b g ia em p íric^ , !!^

que:
. .j . omhrnSde la clase trabajadora, por ejemplo, no tienen 7
los indivlduodemtodobs los elementos de un . punto de vista que Podr!a
d^ V narseronio hrtVeHa n s c h a u u n g pr° letan a. Cada uno de fes individUoS
Pa?t^Üpras solamente de ciertos de este sistema de pens¡¡!
miento...

por lo tanto, ¿de dónde proViene este punto ¿ e vista, si no de la expe.


riencia colectivadel individuo? La respuesta es: la clase del punto de vis,
t a7 que no es el punto de vista del grupo surge de Ia necesídad (evidente
al análisis) de tal punto de vi sta. • '

Considerando sociologicamente esta necesidad extrema de teona es la


eXpresión de una .clase de sociedad en que las personas deben mantenerse
unidas no por la proximidad local, sino por circunstancias de vida similares
en una esfera social más vasta ... Por lo tanto, una concepción racionalizada
de la historia [que, según Mannheim, es la característica distintiva del
punto de vista proletario] sirve de factor unificador de grupos dispersados
en el espacio...

Adviértase que en este caso la “situación social’’ urge al grupo de un


modo no demasiado claro a “tener un punto de •vista”, pero esapenas
responsable de la forma que este punto de vista. pueda tomar. La
“conciencia proletarm”, por lo 'tanto, es-unanoción completamente dife­
rente del, digamos, “conseracionismo burocrático”, pese a que -ambos
aparecen en la misma tipología como la aplicación del principio de la
“influencia social en el pensamiento”. ;
A pesar de ello, el sentido equívoco con el cual Mannheim emplea su
principal regla heurística (para comprender el pensamientojuntamenfe
con sus orígenes sociales) es coherente, al considerar que todo con°c^
mient° lleva la impronta de su origen y ; por lo tanto, que nm'
n conocimiento puede alcanzar en verdad un punto de vista universa
a menos que &e aparte de sus raíces sociales: 30

s absolutamente imposible obtener una penetración total.de.los P^0 °


mas si el observador o el pensador esta confinado a una clase ^ termina
en ro e la sociedad..: parece inherente al proceso históríco mismoqu r
es rechez y las limitaciones que restringen un punto de vista tiendan 3
corregi as al toparse con puntos de vista opuestos.

fu^ a ede^emos ^ tencíón a la especial importancia de este ^ t a ladp ®dá


cuestión la posibilidad de que dentro del sistema social p

I bid págs. 52, 1 1 7


Ibíd., pág. 7 2

102
• g í S gS i t z n íS ::-s n ::í ~ £ . a mr.*n)s . p : r ¡ :
v y entr ar en c o n flicto . L a v e r d a d p u e de (extra e rse co m pararse entre

l¡l ^ ^ ^ n ¡s ab^ ^ ^ ble, del deseeh o d e


“Sólo a l e s ta r c o m p le t a m e n t e c- n c ie n te s d e l a lcance de todo p u n to de
vista e sta m o s ím c^ m a d ? s e n 1 a b ú s q u e d a de la tota lid a d .”3i
Por lo t a n to ¿ d o n d e e s ta e ste “pnrnto de v is ta ” que no es ig ua 1 a n ]ín g ún
otro punto d e v is to , cu a n d o e l ojo h u m a n o p u e da alca n za r 1 a ecuanim idad
0 la concienc 1 a de 1 d iv in o .' b o lo c u a n d ° se p a re zca al ojo div lno es d ecir
cuando <2l in isin o se lit o e d e l os l ím ite s de la sociedad . P u e sto q u e esto es
imposibl e, e1 m a s ce rca n o s u s títu t o es el a p a rta m ie n to in telecto 1. un
em pecinado r e c h a z o a c o m p r o m e te r s e con n in g ú n punto de v is ta en
particular, y u n a s e m ej a n te o b ceca d a i n siste n cia en tener en cuenta t od as
la s opiniones com o d e r i v a c lo n e s d e p u n to s de v is ta particu larizan t e s.
É sta es p r e c is a m e n te la p o sib i l id a d que h a brind ado la historia a los
m telectu ales m o d e r n o s :

Si bien situado entre clases [este estrato] no constituye una clase media.'
Tampoco, por supuesto, esta suspendida en un vacío en que no pueden
penetrar los intereses sociales; por el contrario, resume en sí mismo todos
los intereses de que está im pregnada la vida social.

A l contrario de otros g r u p o s so c ia le s, p erten ecer al grupo de los


intelectuales es c u e stió n de u n a d e cisió n in te le c tu a l. E n consecuencia, el
punto de v ista de e llo s y s o la m e n te su p u n to de v ista , es m ediado por la
actividad su je ta a co n tro l c re cie n te . S u d e term in ación “por lo ton to es
m ediada por la a ctiv id a d d e l e sp ír itu . P or lo ta n to , en el caso de ellos, y
sólo en su caso, la a m p litu d d e lo s p a n o r a m a s y Ia profundidad de la s
penetraciones d e p en d e d el m é to d o de la activ id a d in te le ctu a l, q u e puede
ser p lan ead a e x p r e s a m e n te y a p lic a d a in te n cio n a lm en te . É n la cim a de
todas las u s u a le s d e te r m in a c io n e s so c ia le s, los in te lectu ales son tam ­
bién deter m in a d os e n su p u n to de v is t a por e ste m edio rntetoct o al que
contiene todos e so s p u n to s de v is t a co n tra d icto rio s ”.32 A unque tjuistéran
asim ilarse p or c o m p le to e n la id e o lo g ía y la práctica ^ una c iise —
particular, no h a b r ía n n u n c a d e l o g r a r to c o m p le ta m e n te , e^ m m c,ii
sus filiaciones [las in te le c tu a le s ] ello es m otivado por el hecho decq°U<q fie
formación los h a e q u ip a d o , los h a p r o v isto de v a r ia s perspec av on a
erniarar los p r o b le m a s c o tid ia n o s, y no u n a f ia, com o o! del
d e a quellos q u e p a r tic ip a n e n la s c o n tro v e rsia s d el tiem ,? l t ’ de ornraniza-
° r.igGn h e terog é n e o de lo s rn te te rtu tiles m ^ m o s - s u 'de un patrocinio
cio n y ]a consi g u ie n te e s tr u c tu r a ím p r e c lsa , Ia
unificado o m o n o p ó lic o , e tc é te r a .

pág. 93.
„ ibld -' páíí^ 139, 140. 105.
Mnnnhcim, E ssa ys an the Sociology o f (Culture. pag
103
. n e u t ro de lo s e s t u d io so s d e la socio 1ogía l
A l contrario de 1 v a ¡ ° r. n no p u e d en o b te n e r m iig ú n « a m u elo Pe,J 0s
inte 1ectu a 1es dfa“ f n & ,ÍSÍ que e llo s m i s rno s r e fl ej a n ^en cil& ;
doque la soCieda' Je l a s o c l edad com o un t o d o . C o n tr a r ia m e n t e , elW e
l a a t r r m e n t a r s e p or e 1 in q u e b r a n t a b le o<>n oc^m iento de *
ven obhga d os a a torm ^ a m ent os g e n e r a 1 e s, lc> q u e t a r a n v a en contSU
propia s° l edad: E .n . d ia ies d e l n d cl eo de 1 a v r á a so c ia l. Penin*
de las carac^ rxs rica s P r£in os a 1 m u n d o c o n v e n c io n a l y c orrie n t e , y
cerá n p ozras ^ 11re ¡exl:ra n 0 s ib .i .d a d de c o m p r e n » o y o b je tiv a ^

dS E S * socia fm en te, d e sa fía n er, l a p r á c tic a l a s d ^ r n ú n acio^


doeriX o tales, y con ell o a l a 8o c b l lid m o m io . D r i w a n su vida ^
cocmetido 'que s 61o ellos conocen lm r to b i n y q u e n o m m dern lle v a r a cab"
co “; P uede llegar a ser u n a fa le n c ia a lc a n z a r un p u n t o d e v ist a má°s
abarcador? ¿O m a s b ien n o p o d r ía con 8 i d e r a r 8e c o m o u n a m i8ió n ?”34per0
lasciate ogni speranza no h a y n a d a qu e v a n g a e n v u e 8 tr a ay u d a, que n¡
siquiera se a capaz de con 8 olar os, 8l, i m p u ls ad o 8 8 o la m e n te p or vuestra
vo 1 untad , abrazáis esta m isió n. Lo q u e c o n o c e i8 n o e8 “ 8in o que cíerOo tipo
de 1n te 1ectu ales tiene la o p o r tu n id a d m á x im a d e co m p r o b a r y em p lear ias
perspectivas p osibles y e x p e r im e n ta r 8 u 8 in c o n s is te n c ia s ”.35 E n verdad
no brinda d e m asiad o cor n u d o el h e c h o d e c o n s i d e r a r q u e v u e str a misión
es un bellurn contra omnes.
S u últim o atisbo de e 8p e r a n z a e 8 l a n a d a e n v id ia b le ta r e a q ue M ann-
heim a sig n a a 8u 8 in te lé c tu a le 8 . S u t e o r í a , d ir ig id a a lo g r a r lo m e j0r, tant0
del m undo de la h e r m e n é u tic a com o d e l d e l a 8 o c io lo g ía , 8e h a bía ag0tad0
y a en sus p r o p ia ! co n tra d iccio n e 8 y ,_lo q u e e 8 m u c h o m á 8 im p 0rtante
h ab ía fracasad o en ofrecer u n c a m p o ,p r o p ic io p a r a 8U 8 e x ig e n cias de una
ciencia social v e r d a d e r a m e n te c ie n tífic a b a b a d a e n u n a r e a l Com prensión
obj etiva. H e ch o e 8to, dejó q u e lo s i n t e le c t u a le 8 q u e h a b ía concebido
8oportaran 8obre 8 u 8 . h o m b r o 8 l a c a r g a d e u n a m i 8 ión q u e n 0 p0drían
lle v ar a cabo en 8 u s a n á lis i 8 de' la r e a lid a d s oc i al . . .
N o ob 8tan te la in e fica cia de lo s p o 8t u l a d o 8 d e M a n n h e i m —ysobretodo
de aq u d l ° s for m u l ad os i n á s d e t a lla d a m e n t e en Id e o lo g y a n d Utopia-,
jm p ul8aron la 8 t e n d e n c ia 8 “ c ie n t i ficÍ 8 t a 8 ” de’ l a s o c io lo g ía de postguerra.
D u ran te u n o 8 v e in te a ñ o s, M a n n h e iin f u e p r i n c i p a lm e n te , 8i bien no él
£>o o algo a 8 í com o u n a a u t ° r i d a d e n e l s e n t id o d e q u e el p u n to de vista de
a d^te rm in a c ió n 8 ocial d e l c o n o c im ie n to es e s e n c ia lm e n t e u n a cuestión
detdi 8tor 8ión,id e o ló g ic a , y q u e la s o c io lo g ía e s t á 'l l a m a d a a tr a 8cender esta
e ^ m m a t i f o so c ia l a r a íz d e s u s e p a r a c i ó n d e to d o s s u s com pr°misoS
80pia ie s . M a n n h e im fu e u s a d o - c o n t o d a s e g u r i d a d e n c o n tra de lo qu^ 1
nxtsrno a tes t ig u a e n e s p e c ia l e n su p r i m e r ' t r a b a j o - p a r a ostentar la
rol 1'ans!ít?e g u eOa de l a ^ c io tog m “ c ie n t if ic is t a ” , h a cie n d o caso omiso
° n^ 1™.- q u e Ju e g a n e c e s a r i a m e n t e la tr a d ic ió n h istó r ic a en ^ 0
M a nn“ ° : En, u,n a P a l a b r a >' d u r a n te, a p r o x im a d a m e n t e veinte f V
n n h e im s l r v i 0 d e ju s t i f i c a c i ó n a l “ d e s c o m p r o m is o ” p u ta tivo .de

35
35
1p e° logy a n d Utopia, pág. 143.
’ Essays on ¿he Sociobgy of C ultu r e , pág. 106.
104
soci ología de s u s r a ir e s ^le r m e n e u tlc a s , lo cu al fue s e ñ á b a m e
;énuívoco en k c o m p r e n s ion de la cu e stió n g e n uin a prouueSta i l ?
e U á ón h e r m e n é u tic a . propuesta por la

E sta “recep d ó n s o c ¡ a l” d e M a n n h e im i sin em bargo n ue distorsi -


consideraU eim m te d e lirio t e la tot e a d de su obra , nd ^ t o t o ó
m ente iiu u sb f a a d * y a h e m o s v mto que la posibilid ad de su inte rprnti
ción esta b a e f e c b v a n le n te Co n te n id a el1 s u s P erito s . Sin e m b arso y o
pesar de tod o, u n a d is t o r ¡non m u c t e m á s ev id e n te (com o ha sido d ca o
naciente) h a sido d e t e n n 1nad£l al c o m p a ra r a M a n n h e im con otros puntos
de vista y el d e s a f io d e 1a Im r a cmciu U ca sig u e p e n d ie n te , por r a a m e s
íntim a m e n te e n tr e t a n t o e n 1as m á s fu n d a m e n ta le s estru ctu ras de su
teoría. .
Mannheim no comparte el punto de vista de Weber en cuanto a la
creciente racional1 dad de nuestro mund°. Por lo que sabe, el mundo
estará siem pre dividido entre facciones contendientes e intolerantes
Una lógica articulada en torno a la comunicación universal nunca puede
alcanzar el suficiente poder como para hacer posible la comprensión a
través o por encima de las fronteras del odio y el espíritu de campanario.
El “determinismo sociolog co trascendental” 'de Mannheim se articula en
d0s términos universales para que sea concebible la verdadera compren­
sión por el corriente h o i p o l o i . Sólo en el caso de los intelectuales este
genuino Prometeo colectivo ha sido neutralizado por el determinismo
sociológico debido a sus propios aspectos destructivos. De otro modo, no
muestra indicios que puedan hacer más fácil la tarea de la comprensión.
En el guión de la verdadera comprensión de Mannheim no hay nmgún
papel asignado al mundo social como o b j e to de la comprenrncm. No es
considerada seriamente la posibilidad de que fciertos tipos de mundo
social puedan ser más adecuados para la comprensión que otros. En esto
difiere tanto de Marx como de Weber y, p °r ell°, pone el centro fde la
cuestión en la tarea de basar la esperanza de l a comprensión objetiva en
algo que no sea la ló gca de la historia ..La verdadera comprensión como
la función de la profesión de los intelectuales requere una penetracion
más profunda de l as maneras y medios capaces de brindar sus in erpre
taciones profesionales con privilegiada e indiscutible autori a •

105
5
L A C O M P R E N S IÓ N
C O M O A C T IV ID A D D E L A R A ZÓ N :
E D ^ ^ T O H U S S E R L

Quizá sea Husserl el defensor más radical y conspicuo de la solución


“racionalista” al problema del significado. Su obra, que revolucionó el
enfoque del siglo xx de la tarea de la hermenéutica, abarca los más altos
alegatos que jamás se hayan hecho en nombre de la razón' buscadora de
laverdad, y la revelación de los límites en que nunca podrán sobrepasar
la persecución de la interpretación apodíctica. El método de la reducción
fenomenológica, que fue la respuesta de Husserl a larelatividad histórica
dela comprensión, requería (según la interpretación de PaulRicoeur) que
Ja conciencia se liberara de sus confusiones históricas y sociales, y se
constituyera a sí misma en un absoluto; cuando la conciencia se convierte
en el único mundo que queda al final de la reducción, todos los seres se
convertirán en significados para la conciencia; no tendrán otros predica­
dos que aquellos relacionados con la conciencia. Entonces - y solamente
entonces- la conciencia liberada del mundo será capaz de captar el
significado verdadero; no es el significado contingente el significado que
puede ser visto, sino el significado en su verdadera y necesaria esencia.
Como en el caso de toda gran obra, existen varios aspectos a partir de
los cuales puede abordarse la contribución de Husserl, y muchos contex­
tos en los cuales se revela su significación. Aquí nos concentramos en uno
sofo de estos contextos: el del intento másradical de Husserl por purificar
el pr°ceso de la comprensión de aquellos gérmenes' del relativismo que
han sido introducidos en él por su contacto con la historia y los mundos
físicos de actores históricamente delimitados.Este intento basaba la
verdad sobre más sólidos fundamentosque las arenas escurrieras de la
cambiante psiquis humana. Husserl conviene en que los pensamferáos
Como fenómenos históricos -como acontecimientos en la mente de indivi-
t uos reales en un específico momento del tiempo—sonirremediablemen-
e. relativos y posiblemente no pueda • fundamentarse en ellos la idea de
ninguna "verdad absoluta”. Sin embargo, se empeña en la extenuante

107
, , 1impHr el proceso de la c o m p r e ^ de ran^tacMnesi ps|Co]
tnrca de 1.impi^rral F eínire que algo es verdadero porque la gente Pieno.
g k o s Qmenq- ra <fe ^ t o la noción de verdad Qm enquiera asegJí?
que Io es, destruy ,as ^de ia lógica son válidas y conducen a ,3
s j y r ^ js : , as 'ao„,i - u <, « ...1 .».* . . - .« . a i a
clusiones r -a!To lo Mfrica de su necesaria validez apodictica. 10
humorn° tanto, en la obra de üusseri l^tbú8«i,?ed|c (id]. i g.iificado e*
disociiada del mundo de los acóntoclmiento8 p8lqulcó8 . O sigmficado fto
es sino 1a “propiedad” del actor emplricoo producto de ]a negoclac^
entre dos sujetos, el actor y su rntoi-pi-ete. 0 tora encontramos un camino
para captar el significado tadependientonlente de estos seres empíric0s
“empapados de historia”, o debei:ios abandonar la esPeranza de poder
alcanzar jamás sus verdaderos sign1ficados -lo s significados son hasta
tal punto apodícticos que, por lo tanto, todo e1 ni undo debe aceptarlos.
Puesto que ningún significado de tipo apodictico puede basarse en el
hecho histórico de “ser pensado” por este u otro individuo_ histórico, ei
límite cuidadosamente establecido por Dfithey entre “conocimiento de la
naturaleza” y “conocimiento de lo espiritual” desaparece en Husserl. La
teoría de la comprensión, desde su punto de vista, sólo puede resolverSe
como teoría general del conocimiento y la verdad. -
El hecho de que nuestro conocimiento no sea sino una hipótesis que
puede muy bien ser falsa es una verdad corriente, aunque es posible
que el hecho de que sea unaverdad no nos cause placer y no queramre que
se nos la recuerde. Se nos aparece en el momento de reflexión, y cuand0
lo. hace, su efecto puede ser aterrorizador. Escribo “puede ser’’ porque
ciertas personas se las arreglan para que no las golpee. Karl R. Popper es
una de ellas. Admite:1

Sucede que nuestro conocimiento consiste siempre meramente en insinua­


rá^ de s° luci°nes posibles. Puesto que la verdadera idea del conocimiento
implica, en principio, la posibilidad de que se convierta en un en*or, y por
lo tanto, sea un caso de ignorancia.1 ' .

Una vez admitido esto, se siente en condiciones de citar, apropiada*


mente, a Jenófanes¡2 ■ . . .

“los dioses no nos revelan desde el principio ' .


todas las cosas; sino durante todo el transcurso del tiempo, ,,
a través de la búsqueda podremos aprender, y conocer mejor las rosas...

A fuerza de insistir en esta esperanza injustifícada,Popper no imagina


~ deba esPantarse por la posibilidad que le brinda su propfe cer'
ronfír n "j. - ad’ si cada postulado que creemos ser cierto nunca p°dra se
• ma o plenamente y sólo puede ser defendido contra fes fetén 0

Scier^es”, en ThPíocícO^ r !1. ^ df Glyn Adey y David Frisby, “The loglC. °f


mann, Londres>1 9 7 6 Aj10™0 ^ The P ° SÍti™** D ispu te en Gcrm an S o cloloSy’
2 lbid., pág. 1 0 4 . >Pag. '

108
-es¡vos de rel aci ó n h.a,Setare.! ,Ímí0 nSÍ‘ 0;.pe.rOnu,nca con precisii5n: :
suces| lV°(’ada postulado que creemoS sea verdadero puede en n i’ S1; P0 ’
tanto,_
lo WT ia fo| 0edad tras nu«
falsedad nuestra
»tra ignorancia, ¿de qué inan^ra
manera^ pTodemo0’
3 ’
0 c“itaTu-nos de que ^ im p lado q^ e mplazamos por por otro
otro descahfí-
IS o*5
a f Z a< 51 me/er, e1"m a s verd ader ° , en ^ de aquel por ,5] cuallS oj
cad° j n? ¿Si no podemos conocer nunca las cosas
mnlazado? ¿Si no podemos conocer nunca las cosas con Se'gUr^ oos „o~ - mo:
' ^ p odernos creer que e<5 ltamos en « m a r iones de conocer l0s (^,^0 ;,
J1 Leszek K olataw d ty ¿ y ^ a a 1 decir para aquel que ha adoptado k
W5 icidn de í ’opp51' n 0 tiene ,s entldo hab h r del desarrollo de 1 a cie ciencia ■
p0S o un movimiento que cada vez ^ se aproxima mas a la verdad^
esa
eOrn0 iUa'sin duda puede ]imitarse a rechazar no sólo la ‘verdad'absoiUtS’'
ersola verdad
pers ji^j /‘mí/r/ nn cnln lo ___ i ,
t o u t c o u r t , no s(31o Ia certeza de que algo ha sido
._ J
ya

sl.n nzado sino también la esperanza de ello? ” 3
8 U M uammi dad de Popper es asombrosa porque la manti ene al tiémPO
flue ve más alla de la fundaméntaci(On endeble de su - y nuestro- co­
nocímiento. Sin emb^ g^ lo que desde el punto de vista de Popper
aparece como una serenidad d impfca, es asumida en realidad y sin
esfuerzo alguno por quienes im se p1antean preguntas del tipo de “¿Cómo
pued0 saber lo que sé?” o bien “¿Qué seguridad puedo tener de que aquello
qUe sé es verd adero?”, por aquellos que, por así decir, conocen
pred samente sin preocuparse por la legitimidad de su conocimiento.
Y mucha gente a lo largo de su vida cae dentro de esta categoría. El
terr0r de Husserl, la aquiescencia 'de Popper, la determinación pesi­
mista de Kolakowsky, todo eso se halla uno o dos .grados por encima
de la vida, cotidiana y las preguntas que ésta puede generar por sí
misma. La endeblez de nuestro conocimiento, tan perturbadora cuan­
do se revela ante la niirada del filósofo, a veces no se presenta en el
curso de la vida diaria. De cierto modo seguimos insistiendo en
aquello que conocemos. En la vida diaria no es necesario- hacernos
preguntas sobre el fundam ento ■de nuestro conocimiento. Apenas si
percibimos lo extraño y los fines de la información que poseemos como
formando parte de una totalidad- llam ada conocimiento, con propia
identidad-y con la necesidad de su p ro p ia fundamentación. De vez en
cuando advertimos la falsedad de una u otra de nuestras creencias;
por más penosos que- sean estos descubrimientos, rara vez tienen
irnportancia para la lógica' esencial de nuestrojuicio. Desde el punto
de vi’sta de nuestra tarea v it a l sólo podemos advertir la ernpresa de
os filósofos como un entretenim iento. - '
. Esta placidez imperturbablei con la cual atravesamos por nuestras
vi as respectivas, enfurecía a H usserl; no eran nuestros inter^OganteS,
nuestro silencio aquello que lo impulsaba a entrar en acción; no era
pj^GsÍ r° temor al vacío lo que deseaba calm ar, sino nuestra despreocup^"
anX^, .rente al peligro lo que pretendía rectificar. Husserl no se proponia
noslharnos en las dificultades denuestra coniprensión, sino convencer~
s de que aquello que nosotros pensamos que comprendemos tiene
New
HavenSiQ7 (K° ^ kowsky,HMsseWa n d the S e a r c h fo r Certitud?, Ya!e Uni%ersity Pre ,
nñ i r c 28,
’ ■‘■y/5,, Pngs. OQ 29.
on

109
- eas como ünico funtam rato. A qu' «noso
nuestras creencias 0 0 ^ » ^ situaciones r a ^ nía , incluyendo atr?s>
significa la gente 0 ° ^ ^ la comptecencm . . a l»s
hombres de c t a * » - a metáfora de la a ven ía, hizo , nteligibi6 „
Platón, en su famosa o m ^ n io s maü t;ard e m tivaría 1
problema que d ; i^abitantes d<esu caverna, (¡n c ^ tenados de'„
guata de ^ s^ 1' I^ s , [][1 ^rada fij a en la pared <te (mírente y Bo?Or
vida a sus aslent° s, o solo la sombra d e 1 as “ co^as re.ales» r lo
que
sino
s arid u e p ;;;? .u :■ n ^ ; Jan'p s ‘ .'■ • l° s p dr i s i ° ■ « lr o s b. . r á n , í ; ; ; : 3 ',
h
nabiqareepnutde e ll o s, ¿ n o p en ^ s q u e c u n d o n o m b r a b a n a l a s sombra^
qub verian p a sa r creían qu e e s t a b a n n o m b r a n d o c o s a s ? ’ E n reali
q u eis per s o n as ciartam an te c r e e r ía n. q u p n o « w t u m o tr a s reaHda deS
q ue esas so m br a s de co sa s de o f i c io . p o r q a e e sso , p ro n t ° habrian
de conferir d ig n id a d a su ¡ n ^ i t a b ¡ b e a d e i n v ^ a r m n u n .j u g o, con
prem ¡ 0s y h onores - e l j u e g o q u e h á b r l a d e s e r 11 a m a d o e v e n tualmente
ciehciá - , que les p e r m itir í a d e s p le g a r s u i n g e n i 0 y s e r críti cos respec.
to de cada u n a de la s s o m b r a s , to r n a d a s p o r s e p a r a d o ,. al mismo
tiempo que ja m á s se le s h a b r ía o c u r r id o d u d a r r e s p e c t o de la irreali.
dad de la “so m b re d a d ” com o t a l : h o n r a r í a n y p r e m i a r a n . “a l prime o
que viera con m a y o r a g u d e z a la s .c o s a s y r e c o r d a r a m e jo r cuál de ellas
fuera la m á s a d e c u a d a p a r a p r o f e t iz a r e n c o n se cu e n c ia r e sp e cto de lo
que iría a su ce d e r” . E r a p oco p r o b a b le q u e e s t o s .“ cien tíficos cie la
cu eva”, ta n h o n ra d o s y a p r e c ia d o s , p u s i e r a n e n p e lig r o s u prestigio al
le v a n ta r d u d a s r e sp e c to d e l a v a l id e z d e su p a s a t i e m p o . A u nque lo
hubieran h e ch o , lo s d e m á s h a b i t a n t e s de l a c u e v a n o h a b r ía n presta­
do oídos a su s r e v e la c io n e s. I m a g i n a o s q u e u n ■e s p ír it u inquieto de
entre ello s, por r a z o n e s m i s t e r io s a s , a b a n d o n a r a la c u e v a en buscade
la v e r dad era lu z del s o l; im a g in a o s q u e d e s c u b r i e r a q u e e s a s cosas no
eran s ino som b ras y q u is ie r a d a r l a .b u e n a n u e v a a s u s compañeros.
¿S ería n e n re a lid a d m á s f e li c e s . c o n ' l a v e r d a d q u e . sin ella? Y,.
¿ad yertirí an , por e llo , l a v e r d a d d e l. m e n s a j e ? P a r a com enzar, n°
v e n an razon p a r a s e g u ir a e s e e s t r a f a l a rio d e s c u b r i d or de la -verdad
e n su _e x cu rsión p or la lu z s o l a r . p a r a q u e a c e p t a r a n ..su opinión, él
a r r a s t ir a r lo s fu e r a d e l a 'c u e v a , p r o b a b l e m e n t e en contrade la
nn 0 d ^ e e llo s ‘_P e ro s u p o n g a m o s , a h o r a , q u e lo h u b ie r a logradM
rni fi dee os co m p a n e ro s s e h u b ie r a v i s t o o b lig a d o a “ co n tem p la r cada
r ^ DdndeTn u ^ ^ p a s a b a n J y . fo r z a d o p o r lo s in terrogan tes, a
in ti*ig a d o q e er a c a d a u n a d e e l l a s . “ ¿ N o c r e é is q u e s e h a b r ía sentl
verdad ero 1 1 iq u e 1o q u e h a b í a c r e íd o a n t e r io r m e n te era na
« 0° q ueens 11 e ll° q u e , se . l e e s t a b a n o s t r a n d o a h o ra ?
furioso por cj ue io TuSf , a g r a d e c i d o , “ s e h a b r í a s e n t i do a n g u stia
so m br a s ?-is a c a d o f u e r a ” . A l c a b o d e to d a u n a vid^
h ab ría “la s tiInddo 1os l ? b r e g o s m u r o s d e la c u e v a , la l u z del s d ;3slí
m u-ada a las o s U s . o jo s , y p r e te n d e r ía escap ar d ir ig íen _ 11 ^s
claras que a q Ue ll qUe e r a c a p a z d e v e r , y c r e e r ía q u e é s t a s e ^ de
q as q u e le e r a n m o s t r a d a s ” . F a l l a d a s u e s p eran
110
, ír s .u cono Ci m i en to lu cientemente ada n i ri di ,
c°,nPfiiafeliz heraldo d e l a v e r á id se habr ía 'visto ' aW a ° S G° mPañe-
ros, e1ln o aun peor. S e lo' habría desafiad° a h° ra’ exPnest° al
rfdícf co0s de la caverna”, pero dudosamente habr? PT « *> loi
cicient eC0mismo juego que ellos, puesto qUe sha^ , de J^ r de
í>
nue^u-fuado „ a una nueva luz iuz diferente:
diierente; por io
lo e„!?i! °joe
tants • ee haDn
habrían an
lialofarse
¿ L e . todos de (él y deci r a ue hab 1 a arruinado,su visióU a h f r^
b de
m
L jía la pena m si auiera i ntentar tar salir?
salir? yy ;. acas°
_ . r’ Y. qu e
n a ¿l r,
no an
tado a qrnenqmero q ue hutoera intentado liberad os ° habnai
rna
de haber pod ido echarle mano ? 4 y sacarlos
fuC iaB las prernm p a c io n es de H u s s e r l se en cu e n tra n ya en e, t a ns„ m
J °a parábo la d e P1 a t o n. E n p r i m er lu g a r , la p °s ib ili iSd ‘elpan^ o^?;
bue todo cu a nto so m o s r a í ces d e v e r y t od o c u a rto cre e m °e n ° sea
unadanza
Una danza de sra mn b
b ras.S
r a s . S egunto,
e g u n t o , que
q u e s¡
s 1 así
a s í fuera,
fu e ra , no ten
n dríam°e
dr ía m °e ninguna
nin guna
pjosibílidadde
osibilidad teadrortiria
íidy ei-ü r ia TWTercero,
r o a queue n adahay a
nadahay a1 oolargod
largode íenuestravida
nu e str a vMa
que nos permrta darnra (meirta de eIIo. C uart°, que, si alguien hubiera
realiZado lo im poeible y podido ver a traves de las ' sombras los °bJet° e
reales, le habna resultado en extremo difícil comunicar su descubrimien­
to a los demás.
Tales dudas son tan antiguas como la reflexión humana miema. El Di°e
deDescartes era una réplica de los perseguidores anónimos de represen­
taciones de som bras: •

¿Cómo puedo saberque Él n° haya producido todo esto para hacer creer que
no hay ni tierra, ni cielo, ni cuerpo alguno, ni magnitud, ni lugar y que sin
embargo me parezca existir precisa y exactamente como'yo los veo?

Puesto que todo cuanto s é '(y "todo lo que he aceptado hasta el presente
como la verdad suprema e incontrovertiblelo he apren dido ya a partir de
los sentid°s, y a través •de los sentidos ) es que Dios^puede llegar a ser
engañador y mostrarme una ilusión que puedo creer como verdad. Des­
pués de todo, la única esf era en que puede basarse la única A f o nda de
mis sentidos es la suposición de que el Hacedor innominado .hiz° ql!e
fueran confiables. Pero, al suponer esto', acepto la posibilidad de. que Él
pudiera hacerlo de otro m odo. Esto es suficiente para m dirar mi mente
a.meditar abriendo mi pensamiento a la duda. Con tod°, en circunstan­
cias normales nos negaremos a abandonar la seguridad confoi:table que
nos da el mundo que se nos muestra en ünpresiones sensitivas- a
empresa de la duda5 .

es trabajosa, e insensiblemente cierta texrtud me arrastra en_o7arade una


V!da c°rriente. Y precisamente cual un cautiv° que f n suen°esfa n w taUm)
htarfod imagi nari a, y cuando comenzara a sospechar que iius-¡on^^ pla-
es sin° un suen°, temiera despertar y colab°_rara condG msensiblemente
centeras para que el engaño se prolongara, de lgual m '

■ D trad•mg*. de W. H. D. Rouse, W ieR ep u b lic, ^ üations on F irst


P h i C Z Dtscartes, trad. Elisabeth S. Haldane y G. R T. Boss- •
0SoP b , Meditation I
111
• mo v0 lViera a caer en mis opiniones primp
de acuerdo “ “ "g? ensueño placentero de temor de que el tratwa,si
temiera desPertar í ' ®! la tranquilidad de este reposo no se desván» -08»
de-p r ^ X enaiaa ^ oscuridad de las M cu^ es
ae^ erW to de discusi?n.

la dudaj amás alcanzarem °s la certidumbre.


N dUdaa nSe,lSlÍnim er estadio de la K ta r a cM ^ el acto m i a ñ o de podet

nU^ard ;enuV
eerndoap
d;deS1PoS
s,bduedaar-iPndeb^ que tal liberación e^
FrenteV esta posibilidad, el hecho de que a p r o » de que en la £
cotidiana nos parezca poder gozar de yna irreflex.iv a y candid¡i credqij.
dad ello resulta bastante asombroso. Y mucho mas de ¡ a certante auí,
lo es para lamente que se ha negado a permanecer en el primer estadio
y se dirige a un conocimiento mas pe rfecto, capaz de re mplazar alqu.
se ha cuestionado. Parauna mente tal, el segund o estadio parece suceder
al primero con indudable claridad. ¿Como es R isible explicar elhecho de
que, a medida que avanza, cada vez haya m enos gente que lo siga? Sólo
hay d0s explicaciones inmediatas. La prlmera: que fuerzas todavía más
poderosas se confabula n para impedir que la duda siga su curso natural
Y la segunda: que la vida cotidiana esta estructurada de tal manera qué
no permite la posibilidad misma de dudar. • • ' ■
Selbstverstandlichkeit (la auto-evidencia, la auto-obviedad, la aut0-
explicación) es, para Husserl, la cualidad esencial de esta vida en el
mundo en que nos vemos sumergidos con, toda candidez; Este mund0 eS
intelectualm ente au to -su ficie n te . P o d e m o s tr a n s c u r r ir tod a nuestra vida
en él sin que se nos p resen te n i u n a so la v e z la m ín im a razón para
cuestionar su realidad. E n la m e d i d a e n q u e m e n ie g u e a todo cuestiona-
miento (nótese bien: m i ab sten ción n o es e l r e s u lta d o d e n in g u n a decisión
que pueda tom ar; se n cilla m e n te .e stá r e la c io n a d a con m i imposibilidad de
cuesti ° na r como u n a posibilid a d ), sigo p e r m a n e c ie n d o en lo que Husserl
llam a .la actitud n a tura.l!\ E s s ig n ific a tiv a l a se le cc ió n de lo s términos.
A bstenerse de la dud a, la .c a n d id e z , la c o m p la c e n c ia , el no desear hacer
uso de la l ibertad que se tie n e p a r a c u e s tio n a r , .t o d o e llo son proclividades
naturaless.del ser h u m a n o . S u p e r a r la s o s u p r im ir la s r e q u iere un esfuerco
extra-ordinario.
. E n te nte que p e r m a n ezca e n (m á s b ie n q u e a d o p te ) la actitud nateml
ar so V a reah dad com o e x is te n te , y la a c e p to , t a l com o se m e presenta
aque íw o™ (einJD¿es Esta aceptación general y nada excepcic
v am en a cada una de las ^ t e ipretaciones que pueda hacer de
l * mei:udo l(í es, Como de recelo y crítica. Con frecuencia paso en r^
defendí^ ayntreriores. A menudo rechazo como falsas afirmaciones qee
una pila d^eí lCon todaM firmeza •L as realidades de ayer se amm t o ^
nes”. Casi nnri. usi° n^s polvoríentas, "falsas apariencias”, " supers Afo
actitudnaturai aeshclrse que la realidad, ese postulado fundamen <>
te a abandonar ^ en constante P roceso; se ve forzada ^ nstm1 j

conocí míentn e
cada vez nuevas
uuevas líneas de trincheras de d^ JJUJirn^
miento de ayer permitía excavar, y que hoy están

112
descalificadas- En constante inovimiento, sin embargo W ; tu, .
de la realidad sn ^ p re p ^ ^ n e c e como el h 0 riZon¿aaCftjtUd!íatural
ranocimiento; nuncasd le puote negar su derecho a ju2 gU alrtiymenmentddo
nuestras cr^ncms. La e n tra de la real.dad no implicaba yre«Cae^da 0
actitud natural en si misma. 6 ■ ^ ia critica de la
No debe 1 nvocarse nlnguna m ala intención, ni siquiera la _
mental para colnj;1re nd er 1 a asombrosa tenacidad dela acti tu dTatU
ral. Para üxphrari a, es prea so compoendeo que la! crítica a p a r t i r du­
la actitud natural y la errtra d e la actitud natural no corren patri as
No exlste un Paso n a tu ra que conduzca de una a la otra En tanto
Permanezca d en tr o de 1a actitu d natural, la gente ni siquiem define
su poslcwn corno tal . Al ^aceptar e 1 :¡ulci0 filosófico y coincidir en
solamente la actltud que l^an adoptado los que dan base a su mundo
vital, ya ha dado un paso mas alla, contempla s u mundo vital desde
fuera, simplemente como una de las alternativas. Mientras que es
precisamente la lncapaci dad de ser de otro modo aquello que ni
siquiera ha sldo conslderado en el mundo vital. ■ 7 ■ ■ .
Y una crítica tal de la actitud natural es imposible. El camino hacia el
conocimiento certero está fatalmente bloqueado. Nada en el mundo
corriente de la gente corriente puede brindar la salvación de este
abominable estado en que la decepción y la auto-decep ción son posibili­
dades constantes. Lo que hace falta es un salvador, unhéroe carismático,
c0n poder suficiente para atravesar elespesovelo delas ilusiones. Hasta
puede echar mano de los .instintos naturales de aquellos a quienes pide
que se rescaten. Después de todo,: su instintiva urgencia de certeza
conduce a la gente común al tembladeral de las pretendidas verdades
autoevidentes de las cuales no pueden emerger por sus pr°pi° s medios.
Sin embargo,, puesto que han sido asombrosamente hábiles en sus
errados esfuerzos y se ■las arreglan para moverse con facilidad en el
interior de su limitado horizonte.; y puesto que s°brepasar este horizonte
es tan penoso como ha sido descripto por Descartes, ¿cómo p0 dría el
posible salvador obtener el consentimiento de aquellos que deben ser
salvados? ■': ' ,
La idea de Husserl de cierto conocimiento es, por la tanto “ icju®'??!}
las palabras de Blumenberg, una de las te s te s de uenaj J.T.Pc v -
endógena para la ilusión”. A l igual que muchos otros P ^ jr a , de
lo cual es mucho p e o r- hombres prácticos, antes' Y t a r e a s ,
Husserf suponía que la gente comun, a 1 es t ar ocupada día en l a
s
de la vlda c O tid la k n o abla que su v e r .a de'rd
ver dad. Aceptada esta. suposición, su p r o y e c t 0 d-
0 rl1 ere set^ ; 11 ^ a S l e -
’ ^ .
mente , 8 , ■ ' •
■■ , ■ ^ . , j Phanomenologischfin
p,.! Edmund Husserl, “Ideen zu einer rdnen phanomen° o g e philosopie und Phano-
Phdosophie (Ideen I)”, publicada' primeramente en Jahrbuch fur Ph“o p . _
nawlogtsche forsclmng, 1913, 2., partle prnrafo 30. >The j¡f w and Uie corcepto'
re,l-,H?"s Blumenberg, trad. ingl. de Theodore K.s1ed £h“ Essays for Aron
¡g fy '. en Lester E.g Embree (ed.), W - W o r ‘ d tand. £ % SCZ . 431
Northwestern University Press, Evans on, ’ .. .
íbid., pág. 432. ' ’
_ estas teorías, que qUe
deblez de todas ^ como casi insuperabley p 0v loI?ada,
sujeto a lanondreellnlecanisnioendog.snia es & salida decisiva pa^ «0
enrepresentq>£; ^ f n s‘ ¡do como el dens° raiTOreo de las a?? 3
prodama" ju mundo viW1, d _ imp0 sible aquel l 0 que debe ser acet.. ^
PUPE Cta? hace sen^ a í itudes. En la ahegeoría patón ™ , . ;1 mo. Ü »
evmos oc-ojc n ^ C intró _d e t a p ^ nf yi?d a !diuccion„ v¡“>eS :
de la intervención aná^^UpUes to con pof ca fe cü id a d pero n0 p„ ed
fuera de la c=lvel''¡adeessprseUOcupación en e 1 t e cho d 0 f r i t e r a del
Suponerse con >8^ ^ n Cuestionador e x ° g eno s u e de preslar auxi¡!»
vital; en este ^ n U ® , n' " “d0„ ena. Es c a r a c te n stico que en estas cuesti»
a la incue* « 0 ^ ^ a fiúl o fía, como aho ra con H u s s e rt, 1as fór
nes, en la hist°" a de . el papel del deus ex mad u n a .. 15
voluntaristas j de lado e 1 pap

C a q u ie ra fuera la en d eb lez d e e ste r a z o n a raie n to , n o e s sólo la d(¡


C ua'q uT'^rha1lla nlos c0n su ficie n te f r e c w snta a p a ra s ^ oner que
Hstí endeblez es un m al incn rab le d e ^ « u n e n te t o d a * t a , «recel as
finates” para u n a c o m p re n sió n c o n fia b le . E x i s t e n , sin e m b a rg o , diver.
sas form aS en que se m a n ifie s ta ; a n te to d o , m u ^ a s d e l a s for m as conlas
oíale s 10S pensadores proponen c c r a r la _o, p o r te m e n o s , superarla. En
Husserl, es su creencia en el a b so 1 cto, irre d u c ti a x i om ático ser de
COnCiencia como fu n d am en to del m u n d o . N ° h a y s in o q u e su m e rg e se en
SUS claras aguas para lim p ia r to d a e v id e n c ia d e co n ta m in a c ió n . Pero
Husserl piensa que sólo los filó so fo s se a r r ie s g a n a e s te acto heroico. O,
más bien, que el hecho de co m e te r d ich o a c to e s u n a c to de filosofía. Por
supuesto que no es un acto de v id a im p u ls a d o p o r l a a c t it u d n a tu ral, sin0
que está condicionado por u n a a c titu d in t r í n s e c a m e n t e a n tin a tu ral. La
filosofía es una excepción. L o s filó so fo s so n s e r e s e x c e p c io n a le s. L a com­
prensión es una proeza que sólo u n o s p o co s e le g id o s p u e d e n l l evar a cabo.
Lo que está inv ° lucrado e n esto es n a d a m e n o s q u e “u n ab solu to nuevo
c°m ienz° y una ciencia de u n tipo a b s o lu t a m e n t e n u e v o ”, no una crítica
de algún t is o específico de p rá c tic a , sin o u n a “c r ític a r a d ic a l de la vida’?
las«a eriosa crítica rad ical p u e d e s e r l l e v a d a a c a b o p o r el método de
la reducción fenom enológica” . .

paLf sradurccáón fe n omenoi1ógica d ifie re de t o d o s lo s a n te r io r e s intenta


apariend as F u S : ^ 1 m eOllo de cierto co n o c im ie n t o d e su cáscara de
na; al igual m ie D ^en t|d o» esto e s a n á lo g o a: l a d u d a u n iv e r s a l cartesia’
Kcon^ieS ^ a”DpeeSCarteS, ^ r l d e p o s i t a t o d a s u confianza en la
que 1os de D escartes r ° s“ e r ios de p u r e z a s o n m u c h o m á s e xigentes
damente a todo contenf d U da de e ste .e ra d i s p e r s a , d ir ig id a in d iscrimina'
puesto en duda excepf o° e p e n s a m ie n to , a t o d o a q u e llo q u e p u di era sen
para. el acto de p en sar p a ra e l acto m i s m o d e la d u d a , e s decir excep _
P^ec*1Sión'.sedir ig e al^¡;í eC0^n■O ta l ' L a d u d a d e H u s s e r l e s t a centrada c°.
de los ° a l a e iim in a c i()n d e ^ Qo o ™ i — ; ____ j _______ í o ^ /síenc'

r. Edm j
j off La Haya, i95¿t p ^ . PJ4¡ÍZo‘JÍÍP¡,u’e (or»g. 1923-4), Husserliana, vol. S, MnrUnU
114
dientemente d e su prtstncia en nuestra conc1 encia D acn ,
intereses tradlcional es d e 1 a filosofía desde los tiemnnDlesC^rtes’ fíel a los
Pasar en ideas de nuestra conciencia, clarOastit ,;nPcO
oSnatn0 1vg“r0 ;i;lCltStaba
prueba convmcente de que el mundo existe y que nutJ ? ernibles’- una
Pr él pudiera ser fidedi gno. Husserl anhela ^ " o
simo Pero abortivo interés, que desvió nuestra bJssqv.eda'1osum - sS o;
esfuerzos que se <1 ebatei por 1r mus a llá de 1 a conciencia, ,,1 ^
existente “a1h f° ew , reconocer estemos esclavizad os po¡- Ja actihdd
natural y que f tmnos le ntos de construir nuestro cosoeimiéntd
fuera de las sombras danzantes: lo qut ntctsitamos, por lo tanto ts nada
menos que la e p o j é (susptnsion) trascendental: suspendi ós e tesis
tstnci a1 de 1a actitud natural, pongamos entre paréntesis abS0 1 utamtntt
todo aquello qut esta acti^ud nos exhorta a asumid Por tncima dt tod0,
pongamos tntrt partntesis, es dtcir hagamos que sea irreltva'ntt para
cualquier sucesiva. busqutda -n p°s de la segura comprensión, tod0 t 1
“mundo natural”, tsto es, este mundo tal como existe por sí mismo, como
una realidad qut esta “a11i fu era”. El acto dt la e p o jé , nos dict Husserl ,
difiere esencialm ente dt la supuestamente similar operación cump1 ida
porlos filósofos en el pasado, No significa negar el mundo a la manera dt
los sofistas, tam poco cuestionar su existencia al modo dt los escépticos.
E p o jé significa sencillamente la limitación metodológica qut sólo nos
permite juicios tales qut no. dependan para su validez de un mundo
témporo-espacial. 101 . ■
Hasta ahora, nost advierte mucha diferencia entre la e p o jé dt Husserl
y tl htCh0 dt refugiarse tn la conciencia como el único campo accesible dt
conocimiento dt Btrktlty y Fichte. Por otra parte, sigue siendo notable '
la similitud con tl cogito dt Descartts.Ptro viene a continuación tl punto
dt flexión decisivo: Btrktlty, Fichte o Descartes, cada un° a su mantra,
vieron en la existencia individual un puerto seguro para el nayfo a Ia
deriva del conocimiento: mi propia existend ^ mi perct pción, mis senti­
mientos, mi pensamiento -e l hecho real de sus prtsencias dentro de mí-
están futra dt todaduda. Este “yo mismo’’ a quitn conozco tan íntima­
mente y en quitn confío, sin embargo, n° ha tscapado a m operación dt
limpieza dt la e p o j é dt Husserl. Dicho con palabras de éste, lo quesurgt
de la operación es el subjetivismo traseéndénte1; dd ^ “ ríi!
realismo trascendental” deDtscartts para convtrtirst en su , '
Husserl nos dict que tl error de D^ r t ^ fue ^ 0 ^ ^ uS^ on
obviedad del acto dt la duda putdt sin lugar a dud,asisulrg¡1 1 da Descartts
dt que Yo, el sujeto de laduda, existo. El mame) acto dt Ja d.cídntDCísmieríto
lo ptrcibe (o al menos no aclara si lo hact d ™ ? coem0 e 1 y tn t 1
psicolcjgico; como un hecho que putdt str. ^ ^ d? tn la mentt dt un
tiempo, qu’e puede ser descripto como si / 1 í1no amdrno^otnos
mfovidúo material y tangible-B;:rkel(:y.yeJipri^^da” dt la conciencia: tos
invitan a aceptar una suerte dt propi tdad p '

10 Cf, Husserl, Ideen ..., 2a parte, párrafo 3 2 . ( Nijhoff,


Martinus J
Ni La Haya,
11 Cf. Edmund Husserl, The París Lectura (ong. 1 9 i
1967, págs. 5 -9 . ■
115
e vn llamo fenóm en°s, y que m e' h a ! 1 sido dadas c°n
percepciones.que yo Ua rteI1 ecen, son mi s Percepciones. Husserl 110
claridad mérr i m a m P T poco es suficientemente radi ca1. HusJS
aceptaría esta ^U(fi<Vi<dUail en sí mismo, abandonado Por los otros ya etiU
notoledadiadeiooEfetV0dnUatleeinai1o una “Pura”, pero asi mismo individuan j*
capacidandtn<no0 biel Pura) subjetividad. Si no dej am °s si no lo individual
t o ra de los paréntesis de la epojc, todas las ?°10lbras a la!s quev ^ ^ os
la espalda volveran a danzar en nuestra vismn. La súba nte,! . qUe
Hm permitiría escapar deser pueB^ e. l ^ ]I»a°é° i e ^ etl*ne jmcoe,,
comun con el “sujeto de la conciencia de otros m osofos. El. eg° yla ‘Vid£
del ego” que permanecen detiá 5 de la .ep o j e n° son una pieza del mundo
y si dice “yo soy, ‘e g o c o g i t o ’, est° no sigmfica ya,' 'Yo s°y. este hombre’*^
“N°s°tr°s no nos presuponemos q im ‘pereoM^ que viven en el mun.
do”. 13 El hombre como entidad que perten:ece a la natui’a1eza y como
persona ie1 acjonada con otras personas, con una sociedad , es barrido
por la escoba de la epo/éjunto con otras irnpurezi s . 14 La impresa n que
no se puede evitar al tratar de seguir el pensamiento de Husserl es qUe
este liombre es precisamente la p r i n c i p a l impu reza que deb e ser quitoda
de en medio. O, mejor, que tal hombre es preci samente es a “ grieta en ia
represa” a través de la cual se cuelan: otras sustancias contammantes
puestas en nuestro conocimiento, y que al sedimentarse dan origen a la
actitud natural. . .
Consideremos brevemente qué significa con exactitud la expresión
“poner entre paréntesis” al hombre. Quiere decir gran cantidad de cosas.
Mucho de ello es intencional; es decir que por una parte ha sido compren­
dido por Husserl como el medio verdadero y seguro de la comprensión.
Pero, por otra parte, lo que necesariamente le sigue no lo es. Por lo tonto,
la otra parte borra cualquier beneficio obtenido con la primera.
Lo que se pretende es la eliminación de los factores histórica , cultu­
rales y sociales como agentes de la comprensión. ■Siguiendo una larga '
linea de pensadores a partir de Platón, Plotino, Agustín,Husserl estaba
?umamentie imprJesi1onado por la eternidad esencial y la "extraterritoria-
i a ’ e a verdad, o, más bien, por la idea dé que' cualquier' cosa
geimmamen e verdadera debe ser por lo tanto eterna y extraterritorial.
cnnrrJtJ , atarla a un tiempo, a un lugar, al rigor de una práctica
nOnneaaot ° d 0 r ojsó! () puede dar como resultado distorsiones. Cuanto es
Dor la m li-m'a 1 is oria .es transitorio e incompleto; cuanto es ofrecido
nardo- cu^ntoeet3ápor o menos por definición, prejuiciado y pre-selecri°-
lo L t o ^ dsetshsuJetfo 1 presiones sociales está ligado a intereses y, por
cJ T i 1: 5 deshonesto y parcialmente sin salida; en consecuencia,
cuando es sencillamente
duo empirico este a u.na experiencia ^ mporo-espacial de un indiyi-
, producto, resultado de una combinación de historia,

1966, pág.176Fa^ 6r’ The ^ lms ofPhen°meno/ogy, Harper & Row, Nueva York y Londr^ .
II .

Ph™ o™ nolugy, No'l^thw'.sS Ínim?1: ele A.ndré Orianne,The Theory o f l ntu ition mHusserl’'
" Cf. Husserls, / cteW .S^ npUrI^eS f!:r5e7S.^, ^ - ton, I s T ». pág. 149. -

116
ífnra y sociedad,debe estar cargado de todos esos ia . _
cU intu ís el niundo, pero dej ar indemne al indm d,,«Str?s: Poner entre
P*1* qUe instalar alarmas antirrobo en la puerta ^ f mf irico, sería le
< 0 dUea casa. Si se quiere alcanzar la vapd^ ? ’ * 3 “ al 1 a<ir<Si°
de?ificaiea radicalm ente de t e d y cualquier corru^ i(5I 1 ¡ U e^ ‘’Í ’1'11 0 y
? « S s e de la historia, la cultura, lasociedad PeiaCÍoon,,r ay ^ desem-
SS , L
u « c ,e n t.rad¡ca,idad,am e , ,a d e d ,s e „ i *,' a i o,;
ci su creación, el individuo empírico.
Ӓ
P” mbe^ a
h;m
p meramente
ei,o <iue no s®Pretendeles el debilitamierito enfermi2 0 denoimportadu^
hah-ía quedado- y s i—dejimlíviduo empírico si h ubiera sido «pueStcteid^
paréntesis”. ¿Q ue S o " 0 algo en r ia d u to? Y , si algol^£^l,rí¡Jquedado ¿ SÍfa
¡consistente^ nte fnerte y cap°z de a portar c1 verdadero conociS
y la verdadera com prensa ? En rea1 is as , ¿absolutamente cua1 duiei-
comprensión que fuw e? d
Lo que queda despué s de la ^ erarión de e p o j é ha sido extraldo del
indiviSuc empirico y es, s ess e el punto de vista de Husserl, la a mcréncm
pura: concmncia que ■no es de na^ , conciencia libre de mron
terrestre. Hablar de esta (mud end a “no significa hablar de la 0 ctividaS
por la cual un suJet° es conciente, es hablar más bien de una manera de
ser, del modo de ser de las cosas cuando somos concientes de ella s ” . 15
Ahora Men, para hablar de esa conciencia lo primero es creer que los
doSsignificadas mencionados de conciencia son alternativas reales, que
el segundo modo es concebible sin el primero. Pero resulta fácil advertir
que el segundo concepto de conciencia puedeser pensado solamente de
manera negativa. En efecto, sólo puede ser definido encuanto carece del
rico contenido del pensamiento. “natural” corriente: la tradición, la
historia, los modelos culturales pre-definidos de cogriición, la práctica
social. La negatividad del tipo de conciencia en que Husserl cifra su
esperanza de cimentar su verdadera comprensión se ve reforzada por el
método que nos alienta a emplear para alcanzarla.
¿Qué es e p o j é , qué toda la serie de reducciones fenomenológicas, sino
un esfuerzo de ir apartando capas sucesivas de contenido, para llegar al
fin al núcleo consistente sólo explicable por sí mism^ e irreducible
también ni por la tradición , la cultura o la sociedad? Pe^ ¿cóm° p°dem° s
llegar a saber que tal núcleo existe? ¿Qué clase de .evidencia puede
asegurarnos que sl? A caso, ¿nuestra creencia en su existencia no se basa
precisamente en esas auto-evidencias de las que Husserl pretende que
nos leeremos? .
Aun más espectacular es que la "conciencia pum de Husser , que ^
asegura es producida por la operación de la ■epoje> esta aepara a e
contexto natural en cuya formación y desarrollo de los a grnfica t a .y Jos
reglas de pensamiento tienen lai^ar: el contexto de la comuni1Cla^ W,nOsCs
i^ u^ o, de la asociaci ón entre la gente. Sabemos a travé,s ' aies d e
ju d ío s psicológicos que la’ formación de 1 » s pautas gtica ^ loS
nsamiento se hall a entr etejida con la interaccion P .

Y0rk QUentÍn Lauer, Phenom enology, its Génesis and Prospscts, Haip . & ■
k 1965, Pág. 36. ' .
117
a de esaS p a u t a s c o n s tr u id a s de n tro u
, s . no sabem os n « da “ e d esp re n d id a s d el m u n d o poblado p o . >
S & tentes P°o[ 1S
a1dSaO!aa Pd
aerS
t.Pr de s u s p r o p e n sió n e s en dóge^
g ente, y só lo <^esarU°naaide n telS e m e ja n te , n o ijo ctemo s in j aginarle; ^
hem os visto nuna g “ " ¿ a s o la m e n t e en s e n tí do n e g a tiv o , co m o varied! l -
ceS, podemos im ag m dre . uadt
como n s iit a d - . p e ei p u nto de v is ta d e H u s s e r l, tod o crnrcim ie i
Resúm a t e me1SP(enes !0n,lnpu°eo^o qu e lo s o b je to s e x i s t en para
con s*ste en Lad ap,m¡S ) so1 a ^ '.rite en el m od o de f c wussteún (“ser cono?
ciencia
íncia (son df dosJ»)rs °nlercibid
(son “dados a « tn ü os“ com
.e- o
m‘ ss ig
rg“n
niif^si c
ca do
ad r yy" no
o s, ^ como
. ! ' * 0cbí
ono«c.
lo p
rn ó o ’ qu e en 1últim a in sta n c ia con tie n e n l o s es q u e m a s d elverd ad *
Dó” C
"
con 5 — , S in e m b a r g o , - t o s i C a d ° E s T o ? O l ^ rs a C
objetos porrtadiVl dlUiosT a p a ce s d e pei- d b M - . E s t<j s ^ m firados "nO» ,
oseetosí i i in to s- en el s e n tido a ce p ta d o pm- 1 a p s ic ol o g ia l í o °o n “aconte1;
cmUie rio s psicológi c c s”. E s t á n cort a dos d e li n a m cn ^ oln ta m e nte dife.
rente - m fm ita m e n te m á s s<3h d a e in m u n e a 1 as (hstn i-sm n ^ mducidas
por el pa pel infinito de f act° r es cu1tura1es,. de el a se ° J s t ormos, y ias
pa siones tran sitorias que e11os g e n e r a n - A 1 c o n tr a r io d e 1as ideos gue
abrigan 1os individuos h u m a n o s , l ° s v e r d a d e r o s s ig n ifi ca dos son inmuta,
bles y apodícticos; se e s p e r a q u e , u n a v ez d e s c u b ier to s r sean puestos de
la do ede una v e z por to d a s, lo s s u s titu t o s p r o te ic o s e in e p to s ensamblados
por l as ilusiones de la a c titu d n a t u m l. .
N o obstante, si los sig n ific a d o s no s o n b r in d a d o s por la p.siquis de
individuos concretos y em p íri cos, ¿por qu ié n e s h a b r ía n d e s e r dados? Por.
la subjetividad tr a sc e n d e n ta l. P o r el e s fu e r z o in te n c io n a l d e una o bje­
tividad que no es la su b je tiv id a d d e n a d ie , q u e p r e c e d e y su b y a ce a t 0das
las subjetividades co n cre ta s e in d iv id u a le s . E s . su b j etiv id a d , a l igual
que la su y a o la m ía , en el s e n tid o d e q u e p r o d u c e sig n ific a d o (Me.¿nl!ng)
a tr a vés de lo p ro p u e sto (m e in e n ). S in e m b a r g o , e n . e sto , no es una
su bj'et ividad com o la su y a o 1 a m ía la q u e p r o d u c e la s cos as m ism as, esos
cúm s i os d e in te n c iones t r a s c e n d e n t a le s q u e lu e g o h a b r á n de enfrentarse
con n u estras s u b je tiv id a d es in d iv id u a le s c o m o obj e to s a los cuales, si bien
infructuosam e n te , in t e n t a m o s r e s c a t a r e n e l c u r s o d e n u e s tr a cognición
. m f m d u a l. p a r a c o m p r e n d e r la r e la c ió n c o m p le ja e x iste n te entre Ja
^ bj etivid a d t r a s ce n d e n t a 1 y la in d iv id u a l, e s p r e c is o r e c u r r ir a la imagen
e? co.as tiCa de D lo s c o m o fu e n te i n t e n c io n a l de to d o significado- ese
,s agn o e : P u n do qu e la i m p e r fe c ta m e n t e -h u m a n a in te n ta c a p ta r en
J io e sign iflcad o que la i m p e r fe c t a m e n t e h u m a n a puede captar
c
S°na m fínnte en el acto de la g r a c ia D iv in a , a t r a v é s de l a com u n ión místi»
pecados t ’erurne! v e z p u r ific a d a de la s c o n t a m in a c io n e s corporal y^
sin o l a e stm ct a e s . N o e s e s t a la a n a l o g ía q u e h a b r í a d e e m p lear Husser^,
a e stru ctu ra de n e n s a m ie n t o e P lo ~ -------------- rioln subid 1" '
sin^ tr a ^ nd11^ ^ pensamiento en la cual la esperanza de la subjet1
aicanzarar andfntalj C0,m ° sede de todo significado, y la posibili ^
Puedan ser c; ^ 13 Pe l * puriflcación de la s pasiones del “mundo vita •

HuS om fle daf de la mejor m ane ra . ícadoS’


y que el conocimi-en¡1oque|los o b etos>desde un com ienzo, son signA1 7 Prider
sus significados p ero e 1 os m is3:nos>por lo tanto, consiste en c0 .nlppr gun
dos- pero para ello es preciso hallar el m odo de eje*** 11
118
Qfríición directa en g1 intGrior de la obra de 1a Qnk; <• . . ,
t í donde se li an plasmado y se sostienen esos sig;"e(tlC,^dad trascGn-
t í ducción trascendental, la. “suspensión”^ X t o La ^
h.SaairicEUnGntG transitorio y 1 igado con la cultura ÜPGG? ■ empírM0 '
S& ser cumpHdas dir c tamm te dGsde su intGriOridadV r qnG'sqUn
ÜoBbte»- Com0 t o d 0 1 0s d atos dad os Gmpíricamente” so dGU artaUGótaG
lPa marcha, n 0 piwd*» ser emPleadós como pasos conducentes al logr-G
final; la captacion do 1 s^ ntato. ^El conocimiento “mundano,' n 0 Gs lia
materia de donde se p 1:1ed a lo gran p °r cernido, la “conciencm pura”.
Por lo tanto, parecería.que Ia conci encia pura”, en la cual Husserl.cifra
Suúltima esperanza de haber quedad° establecida, es en última instancia
un acto de fe. Su fund am entacii)n no es más sólida que la del realis m 0
ingenuo. Esta c° ndenada a perm anecer para siempre como una hipótesis
sin 1 a mínima “traza de evi dencia”. Si e1 estatus de “ser infundado” fuera
cuesti0 n de grados, la creencia fenomenológica habría de ser clasificada
cómo “menos infundada que su oponente realista: lo realista goza, por l0
menos, de un soporte aut° -perpetuantede sentido común práctico que ha
logrado plasmar, de modo que genera constantemente su propia credibi­
lidad. Husserl adopta un punto de vista despectivo de esta práctica, que
se advierte claramente a través de su descripción: 16 ■

Yo veo sus mundos y el mío como el mismomundo, que sólo alcanza


conciencia a través de gente diferente y de diferentes modos. Cadauno de
nosotros ocupa su. propio lugar, y de acuerdo con esto cada uno tiene
fenómenos diferentes de cosas... A pesar de todo, nos comunicamos con los
otros... . ,

Lo que Husserl persigue no es este incierto tipo de comunicación sin°


desmerecerla, para poner en su lugar una mejor, y con e^ anula un° de
los fundamentos de conocimiento seguro que se ofrece a fes m ^ stig^ o-
res, ya preparado, prefabricado por el sentido común. . . .
Husserl no se lamenta por lo que se ha perdido; sin° que se burla de la
crítica a causa de los hombres de ciencia a quienes les encanta la
decepcionante seguridad de la “actitud natural”: 17 ■

Pero, ¿qué pasa ahora, cuando todas■y . cada una de no.rma^ L°n
controvertidas o falsificadas y han sido privadas de su vahdez 1_eaT'orln
naturalistas y los historicistas se debaten en Ia yF> ,
tanto ambos trabajan en diferentes sentid° s para una
las ideas como hechos y transformar toda Ia reabdad, to a .Te t4 aón dei
incomprensible, desidealzada confus 1 °>n^de “hechof. * f llSnaturahstas
hecho les es común a todos ellos... Si la crítica efcePtica todos ios campos
Y los Mstoricistas disuelve la genurna vat1 dez iv* i n v discordaráes
de °bligación en un sinsent1d°, s 1 los carentes . e " erróneos problemas
conceptos reflectivos y en consecuencia equivocados y en uneo p

17 Husserl, Ideen... 2a parte, párrafo 2 9. ■


n mpñoto<1) and the Crisis of
Ph.y ^dmund Husserl, trad. ingl. de Querám Laue1’Qr5 ien,jgs 1 4 1 %. .
lllos°Phy, Harper Row, Nueva York y Londres, 1965; pags‘
119
■0n de la actualidad y la de una ac.
• pden la compren^ on deQnctitud metodOogica especial pero (pa! tltUd
^mCional frente a.€jllOS,JC^eSaiía se convierte en cueStl 0n de rutina, ^ !
número de P^^n,i:ea3 e)^nteansf^rmada enotras actitrnles, y si los dnp 4 ll°¿»
que es ¡ná dese.£ ¡011 del mundo esstan rebaonadas con y 5
absurdos en la hay un remedio para estos y otros
prejuicios enton- S, 1aodhenyásuna ciencia radical, que <5mja desde J S '
Í1Qcrítica
una re tira ciení^
científicay
i1naaYm aa®IUrt_______
ientos seguros y„ que
que proceda
proceda dede acuerdolabcn/ase
?0'
rimentada a enrf o ^ la ciencia filosófica, de la que estamos haMa^
métodos mas.rlgii(„ ’pueden suscitar controversias: sólo la ccienci — . and°.
Las W:ttanschaIdSi¡1g3^ónPlíeVi1llIía impronta de la eternidad.
Pue.
de decidir, y su
Una controversia para termina con toda con.tr<5 versia; unía comp^
s10n para eliminar Ia incomprensión, la ver élt qiie es> tuertamente
eterna; la ciencia que no es otra W e t t a m c l w u u iig , todoello no S(m suefe
coInune3 y renovadas ambiciones. Por d cos ario, estan bien fundados
en 1 a tradición del pensamiento ° ccidental . Pero nunca antes -cOn
seguridad no, a partir de Platón mism°-- 1a tarea ha sido considerada en
términoS tan elitistas. La gente comun, sumergida en su actividad
cotidiana, no puede ser concebida con una misión capaz de benefícjar
solamente a unos pocos."Estoshombres que fijan sumeta en lo finito, que
pretenden tener su sistema .y desean tenerlo lo más pronto p0 sible
para poder vivir de acuerdo.con el, de ningun modo están llamados para
cumplir esta tarea.” 18 . ■. . .
El sueño de la verdad universal y lo absoluto resulta aquí en una falta
de interés y atención respecto de la .vida "terrenal” y en desprecio ■por la
gente que la vive. Para encarar el absoluto, "téngase por seguro”, es
preciso volver la espalda a ambas. .
Las razones de la soledad del fenomen ólogo son bastante claras; todo
indica el ineludible estatus aristocrático de la “verdad absoluta” y dela
c° mprensión verdadera”. . Según las palabras de Robert Sokolowski,
la fenomenología 19 .. •.^ ...

- se ocupa de cosas dadas perceptualmente al público; las cosas “dates"


6 1 a. enomenología se revelan solamente a través de la investigad a yla^
pa a ra 3 que las manifiestan. No nos damos de narices con ellas, ro
^ ve1mos, oímos, saboreamos o circunscribimos los datosfenome^°"
r^f^rcQsf poiS ojtanto> no es posible tener en cuenta la ayuda de b^m^ 103
dnHppou^ e 3 e semejante gente para mostrar aquello que estarna tratan^
fenomp segundo lugarJno existe un depósito heredado de evidencin
^ nuovgT p?ra poder edificar algo sobre su base. Todo debe con*?
adont^ el o>' aund> ar nombrea los objetos y sus partes.'TampocoesP0/s.fJ0
debPíaer3 tllh1ráCSt° de hacer fenomenología; el estilo Y ell n* *
“aptina3ura^ d r3e un r e ^ enzo radical. En tercer lugar, Ia dm, _ue
ningún arortunih6 1 1 0l?ueu3ad° porla fenomenología es lina dificu a eS
prelS! aa^ 3n^ eb!ra,nle^ t° puede superar. Sus objetos, las cosas^ „
p nder a nombrar, no forman parte del mundo que c°nstl1tuy
!bid., pág. 14 3 .
72.
loWskl> Husserl's protreptic”)en Life-World and Consciowsní!SS, pM
120
r m a 1 de la conmenCia. En la fen^ e^to gm la mente debe reprimir
tarea norn espontaneos con el mundo y 1as c°sas que hay en él y tener
sus íntcfr solamente los propios interé s...
cuenta
en
•o de la humanidad, hasta ahorrn ha fracasado en darnoSuna
r!. a ia realidad. Por lo tanto la fenomenología comienza de
oáJ1 ufip^nto cero, al dejar de lado el acervo cultural del pasado al
¡ipr
nUev°>fdel pp 0 qUe quienes lo cultivar° m Para empeorar más las cosas, no
Iliís[l°^die1 1 nPeste conocímiento capaz de garantizar un nuevo punto de
baYnada ada en absoluto puede esperarse de forzar a hombres y mujeres
partid* n ^ gl conf0rtable refugio de la actitud natural. La fenomenob -
aabaib^ ibfe como la deci si (51 1 heroica de los pocos espíritus nobles
gíaS-0f °rioSque quisieran aferrarse a lacerteza. “Es preciso tener motivos
ysohía si se pretende alcanzar en la vida de este mundo la transfor-
espe.c!ali ! sf mismo para llegar al punto en el cual de alguna manera se
maCvtate el mundo en el tema momio.” 110
Nobasta Ja mera elección de un motivo especial de una vez por todas.
wue es necesario es la vigilancia constante, una real abstinencia
nástica, una resistencia sin descanso: frente a la fascinación de la
^Oitud natural, los intereses mundanos de 1 a vida . Y nada es capaz de
aOsteneresta perpetua auto-abnegaci ón, a excepci ón del acto defe.Espor
estaraZón solamente que 'no se podía esperar que la busqueda fienomeno-
lógicade 1 a comprensión real llegue a ser un pasatiempo ' de las masas.
Porla misma razón, introducirse en el mundo' magico de la fenomeno-
l0gía es casi tan difícil como entrar en la tierra prometida (fuera ésta el
Jardín del Edén o una sociedad comunista): no es posible alcanzar el
estadode pureza en parte alguna, sino dentro de los propios límites; pero
nosepuede estar seguro dehallarse dentro amenos de habersepun ficado
previamente. Dada esta paradoja insalvable, uno se pregunta cómo
puede haber allí algún morador. Pero aunque hubiera algunos, ellos
podrían mirar despectivamente a quienes habrían' quedado fuera; no
tienen la menor obligación de tomar en serio la_ crítica de éstos. Los
fenomenólogos más destacados dieron más elegancia y sentido a-esta
roab ^ m . Para decirlo con las palabras de Eugen Fink, no es posible
?Jmprender la fenomenología a menos de ser un fenomenólogo; según
f a Schder, el fenomenólogo sería capaz de aceptar con toda calma el
■ec, ° de que ni. resto del mundo estuviera en desacuerdo con^el: el sin
m Jjarg° estaría segur o .21 • ; ‘ -
búy en,verdad la certidumbre de los fenomenólogos respecto de su
ycon t V reside en el acto de la penetración interior, no en el discurso,
vivim ° a segundad no en nuestro compromiso con el mundo en el cual
creerOnU^ P°r.l° tanto, para' estar seguro de mi propia certeza, tengo que
entonCese«la interioridad que me ha sido dada es lo-corredn. Pero,
> "Y0 podría negar que el argumento es obvio apodícticamente-

%
^Busser] ph '
eitadoPor renomen°logy and the Crisis of 'Philosophy, peígs. 166-7.
P r Lauer( pág. 69. • .

121
En tal caso, un ftneormm
Ein
n,ad
0 f 0l;;^ spu
eta<,-^ ,3Ne0oneX^Ci‘ '[ nd1ngm?ondU
0"^ je'úpP^3
to0

convincente cíe1 " ^ d^ ua 7 ™ pUedaSteíle/ la d significactfn s^ d e^


fonomano)l|Sííicc0m^ OaaPaConSidaración. En casóte qi:e1o hiihrei-a, fneel
como para ser t0 madioT1 deciar(0 que la profundlzacion fen°menolónjp.
s ni s í S 5 S s - * — *■ — .• '**
„ 1o reduccíón, como precondición para una filosofía crítica n
" c1aro rni«e se oa definido un dominio artificia1 para ja
SaíS gaCHín1.PaSa desvincu la al pensa^ rysne x perieücia de supostura
UaturafT cultural es necesario mirote ca rarnt a m es ín-faficides. La
suK victadpura” no existe eu la naturatezrn Es im recurso metodológico,
una abstraccióu, de hecho, una fahtf.ramrá ’

Pero, ¿vale la pena semejante esfu8 rz°? Ya hemos visto cuánto se


perdíó en el procesoT ¿Existe en esto algo que podam os ganar? ¿NoS
aproXfinarnoS siquiera a la solución del pr°blema d8 la comprensión?
Sí la compransión llega a ser materia de nuestro interés práctico, lo es
en el curso de la comunicación con otras gentes. La comprensión es un
problema que se manifiesta por sí mismo . a través de una pregunta
inquietante, “¿Qué quiere decir?” o una quej a 1ament osa, “Usted no me
entiende” Cuando nuestra comunicación con otra persona cesa repenti-
namenteT cuando la corriente de las palabras “transparentes” en aparien­
cia se interrumpe por un desafío que abruptamente ha hecho que una
palabra o que un juicio que se veía a través de un invisible vidrio trans­
parente, aparezca detrás de una pantalla translúcida que oculta más de
l° que muestra, es entonces cuando la comprensión se n os revela c o m 0 un
problema. La comprensión es un problema de importancia práctica y
teórica en tanto debemos ver a través de la opacidad planteada por la dis­
puta, dicho de otr o m °d°, la comprensión no deriva de laimportancia que
pueda tener, sino de la necesidad de apartar la incomprensión. Pero la in­
comprensión existe en el mundo. En consecuencia, también el problema
de la comprensión. ■
ol T8mbarg0,, 8S i 1 mismísimo mundo que Husserl nos había pedido
n!V1nCdnrenne1í1cerito a la comprensión verdadera y segura. En cambio, el
por la radiirwf fefeos invita.ba a entrar, con su atmósfera sutil rarificada
PoL u rarnd!tCraií)n ^ " otígica, es clínicamente limpio y - según nos
sin emaareo ena r e i 1 61 asta el deslumbramiento. Elinconveniente está,
onntr8alSaba^pga0; aen
nú:lúterolInas: ^Z ^ esto el umbral que conduce a su
mismaque nos había nerma-\?ntio’ nos damos cuenta de que la ra^ n
camino. ¿Que ísicrnifica^l^ rnitldo ,llegar hasta allí se había perdido por
aplicarla en n ^ ^ 0^ comprenf ión obte;ida si no es p0sibl.e
os en reparar la comunicación interrump -
„23 jMo,akowsk¡, pág. 54.
M,arvin Farbcr “On *h •
195?; recUeil óm o f radical r e nection ” en E d m u n d
‘ nus NijhoIT. La Haya, 1 9 5 c) ccntcnazre de /a naissancc du /j/¿/'[°s°p

122
'i e 5 el valor de la c°m prensión que en sí misma per™
da? ¿CUv sutil, antiséptica ^ mórfera de la penetración fenMinncó ? 1 la
diáfa.',a L a costa de su dintarna ^ ietáo del discurso cotidmiO? S'u ’ '3 ’
^ ^ n V se intente -devolverla al discurso del q^echads1ianosepS a?Ia0j: n
t?nsr^cUerda el intento de lt a ™ a la M if i e el pez de aguas prH ^
N»sreC0(1er admirar su| f° r mas Slngulnres: reventaría a causa de ^
par! -ón interna antes de que hublérnmos siquiera llegado a posar iu
JÜ^ da en él. Las u m vez vuel t a ) al m u i do desde las L áC c !
IIlf alturas estrat o * n c a s i, r enten an ig ua1mente ante las múltiples
f,afrzas de los tetere^s as tradlClone8 y otros práeres terrenales. Las
ineidades, fuei*onm-ncebidascuandotodas
concebidas euandotodasesas esasfiiQwao
fuerzas que____ j..-,
constituyen el.
ver
.•sCurSo c°rrlente habían s 1 do puestas "^ re parentesis”. Y morirían al
díimcirmtento de quitarlos parentesis. N o m porta cuan tentadores sean
Ins premios prometidos para i enunc1ar a los ajetreos del mundo, estaría-
inos autarizados a gozar de ellos solamente en cuanta aceptaramos
permanecer en e 1 e^ io.
De este modo, el viejo problema, que llamó nuestra atención primera­
mente sabre la alegoría de la cueva, sigue siendo valido entre nosotras:
una vez captada la verdad que existe fuera de la caverna, ¿cómo podría
dar¡a a conocer a aquellos quepermanecieron en ella? O, en este aspecto,
¿de qué manera podría hacer uso de ella en todos el resto de la vida que
pasaría dentro de la caverna? Platón, muy ligera de cuerpo, soslayó la
cuestión. Husserl se lo pregunta explícitamente, pero no ofrece la res­
puesta. En cambio, propuso que permanezcamos siempre fuera del
recinto. Y sóla unos pocos pueden cumplir con su oferta. El resto de los
mortales permanecería eternamente indiferente. Tendrían que conti­
nuar debatiéndose con su incomprensión haciendo uso de los mismísimos
viejas y rudos métodos que Husserl había rechazado con tanto desdén.
Lo cierto es que Husserl pasó la última parte de su vida obsesionado
pnr la idea de que la solución que ofrecía al problema de la comprensión
era evidentemente etérea. Se esforzó con empeño en construir un puente
qUe candujera desde la reducción metodológica nuevamente al mundo
“vitd ”, par encima de la brecha entre ambos que él mismo había cavado.
Cnmanas lo recuerda Schutz, "Cuando unavez le pregunté par qué había
jenunríado a publicar el segundo volumen [de I d e e n ... ], me respondió que
hasta el momento no había hallado una solución a l problema de la
c^ h tnd ón de la intersubjetividad” .24
H Lsos barradores publicados póstumainente revelaron con cuánto pesar
u^eri era consciente de esta falla fatal en el sistema, y cuan afiebrada-
e trataba de remediarla. Pero, una vez instalado en el mundo
haiamen° lógicamente reducido c sólo podía articular su co.metido de
de1Sar ^ medio de “re-construir” el mundo social y cultural pletórico
en an^ e empleando los ladrillos y el mortero que le estaban permitldos
el m„m.Undo purificado. Es evidente que esta tarea era tan artific i a 1 como
nda en el cual había sido articulada; que sólo podía fascinar a los

1859.iggSchutz, “Husserl's importance for the social sciences , en Edmund


Pag. 8 8 .

123
. s s su reducción; y que de ningún modo ptt0 f1
fenomenólogos * ^ ^ 6 una fundamenta d ™ ma s :s<5lida y Unjy^
£lunquesecumplje|eaqpe;dei acto de fe en el cual se basa el proyecto
sá mente a ^ P^ ¿ ^ 0 marav illarse que 1 a tarea no h aya 1 1 ega^
fenomen £ 0 ^ ^ de Husserl cared an de resultados logicos, o por £

menos cr e ^ - 8 nregun t s “¿C ó m o e s p o s ib le u n m u n d o corrient

Sor ^ ^ nert en t^ oja ir 1}nbesi!;^


1 a ld so rie d ^ ]d . la ra Y ' a h i s toria, y ia
°
P0liUrrip5<n S i conocim iento de to do a q u oU o q u e e s m dm d e produ^
“ riend a pura”, la p reg u n ta h a b r ia Po d Ldo p e r e c e r a b s olu t e mente
ImPOSible. E s u n a pregu n ta q ue s o la m e n te a H u s s e rl p u d o h a b erle preo.
p riado, y sólo en cuanto tutrne q u e v e r ran la bu s qu,e d d d e.u n ,cd m in o que
lo hiciera retornar de su v o lu n ta i^io.e x il 1_o. E n ^ e ^ ^ h a c i a el final de su
v ida H usserl in sen sib lem en te, si b ien s in ° , s e p u s o a considerar
e\Lebenswelt, que antes h ab ía p re te ^ dido a n iq u il ísi*. E n Erfahrung und
U r teil(pdrr. lO), u n n u e v o e slo g e n ,R U cllgangauf die L ebenswel t(r e t0rno
dl m undo vital), parece re e m p la za r u n a e x h o rta ció n a n t eri or, z Uruck zu
den Sachen selbst (vu elta a las co sa s m i s m a s ).26 . . .
Sin em bargo, el nuevo e slo g a n no p u e d e s e r r e c i b id o con s lm p atía p0r
quienes no h e n seguido e H u s s e r l en s u s t e m p r a n o s y d is t a n te s viajes
P ere éstos, le n u e v e in q u ietu d de H u s s e r l s e r ie , e n r e a lid a d , u n no-
problema. Y lo es p e re el m ism o S c h u tz , s i b ie n n u n c e h e b r íe de a dmitir
que, cuel discípulo le e l de H u s s e r l, sólo le q u e d s b s e lc e n z e r e l m eestro
el pu n tode obviar el trayecto que e l m e e s t r o m i s m o c o n s id e r e b e como su
único logro en le vid e.
Y , por lo tant o, Schutz debe p a r tir d e lL e b e n s w e lt, no c o m o s i p udiera
ser e lcenzedo e trev és de le red u cción fe n m n e n o ló g ic e , sin o com o si
hubiere sido establecido antes de q u e H u s s e r l lo e n i q u i le r d. A d m ite que
les ciencias socieles 27 ' ■

no deben enfrentarse con los espectos filosóficos de inters ubj etividad sino
C0? f / StrUCtUm del Lebenswelt como le experimenten hombres en su
fU na Ura ’ e s t 0 es, hombres que nacieron en este mundo sociocultu-
E,Qt,oy1f 'nen qU^ encontr?r su sentido en él y tienen que erreglárs eles conél...
vo sobregr e que mis semeJentes ep sten, de que operen sobre mí como
entendimiento e que -dl menos en cierte medida- le comunicación y el
hace con ia a’U1 ,1duduo e,nt5 e nosotros puede establecerse y de que este se
alguna organízaH0ne a1 gUn sisfeme de signos y símbolos en el marc° de
de ellas crgeadapormsOciSl y de elgunes instituciones sociales - nmguna

Critical Soc/o/ogt^^^ ^ tledce ^ i?formacT


Í(5n sobre este tema en Z. Bauman, Towards a
C 26 Cf Edward^BalIaVc lT n Pau1' Londres e Boston, 197(5, págs. 49-52.
Consciousness. ’ n the method phenomenical reduction", en LifeW orld a* d
Schutz, pág. 93.

124
c1’ '.¡Sniiiento, como o 1 ostud 10 " do Ia vida intencional do f e
l,rít:'iñd socinl',i!l -e s comploto si1 aportand o., to de‘ i1 n‘r l urcs(en la
f f ! ' ri V su ¡impni-ni-HU en unn comprensión npodíctica-1 ai? 1 !UCS-ta de
Jlcfni\tivo fenómeno1 ogín resultó apropiado jmeclsnmoiite nni a ? ° n’ el
«ob e s o s verdaderos i,uliv¡cluos empíricos a lo» C X h Ú S P * » ;
íli¡\reducir a lo s 1 1 ties<>s soco^ ^e ia s a bjotmdmUrascendcn tnl"Alionas
noticins s,n í1uCa Para *as Cicncins socl a]es c°nclonafeas i>ott Husscrl
J o quirúrgica Pero m idas en cuanto a la esperanza de que la veTdad
absoluta podfu cj1 canzarso i d a m ente en su esencia incontaminada E
individuo empírico no puec|e efuntro cío s a “realidad social” si no voIver r
suscitar esos n° civ°s m tGi eses, pi c.íu1 (1os, t^ f e cfuncs, exigencias cultu
ra]cs y presióncs socu:11 es qu^ desde el punto de vista de HussCr1 se
interponían en el camino de 1 a verdad y la comprensión. ’
Quizás el intento m ás consistente y ambicioso de Husserl fue articular
el problema de la com prensión com o el problema del conocimiento libre
de c0 ntexto, no comprometido y p o r l o t a n t o absoluto. Si no lo logró fue
porque su articulación era errada. Los genios nunca se equivocan sin
pmVeCho. Aun en su derrota, siguen esparciendo luz. El mayor de los
errores es nuestro descubrimiento. Entonces podemos estar seguros de
que no existe nada al final del camino que conduzca -como pensaba
Hurrerl y nosotros, tentativamente, esperábamos con él- a la estación
llamada certeza; Sabemos ahora que debemos buscar la solución al
problema de la comprensión por otros senderos.
En el último período de su vida Husserl advirtió que el método de la
reducción trascendental había fracasado en lograr el objetivo que habría
de justificar su rigor inhumano y su no comprometido anti-empirismo
(como lo atestigua su publicación póstuma C r i s i s o f E u r o jp ea n S c ie n c es ).
No nos aproximó a la tarea de la interpretación verdadera. Lo que
Husserl hizo en efecto fue reducir la cuestión del ser a la cuestión del
significado, y ésta al estatus de intención subjetiva; para ^ riesg^
aunque más no fuera, una nueva versión del idealismo metodot°gico,
aunque con mínimas consecuencias prácticas, acaso, para las areas
impuestas por la actividad de la comprensión. , p l
Quizás el veredicto del eminente herm enéutico contemporaneo, Pau
RicoGur es despiadado, pero justo: 2 !J

Por lo tanto, en última instancia, la teoría fe la n


oPoSlmón al Husserl temprano, en contr.a„ de Ias fun . tencionai a d.Y
mente platonizantes de su teoría de1 s1 gnificado y ,e ^ e^en sw e^t\, es
si el Husserl tardío hace alusión a esta ontologm [del Lebenswe ^

Martínus
and the Sad nl M enees,
Nijh0fMíTUlúCG Natnnson, Literatura, p h ilosophy ,
20 Haya, 1962, págs. 157, 165.
0ld-> Pag. 92.
125
porque su esfuerzo por reducir había fallad y en consecu
resultado final de la fenomenología se aParto del proyecto . C^ cia, e|
pesar de sí misma que la fenomenofegía descubre, en vez de ;Ia Es ^
. idealista encerrado en su sistenm de mgmficados, un ser viv^ SUjeto
desde todos los tiempos tiene, corno honzonte de todas sus intenc- te ^ue
mundo, el mundo. 1 Qnes, u^

No obstante, habría de ser Husserl quien llevara a su plen0 d


las consecuencias de este descubrimiento. esarroUo

126
6
L A C O M P R E N S I óivr
C O M O A C T IV ID A D d e sIÓ N

T A L C O T T P A D S °N S

En la teoría sociolog ica de _Parssims hay dos aspectos que permite„


consideraría c r i óla apli cacion y amp]i ación del progra na de HuS
EI1 primer lugar Pararas supone que la esencialidad subíetiva de ía
accíúnhum ana puede ser comprendida ót> j eti vamente, es decir sin hacea
referencia a los verdaderos “ac°ntecimientos psicológicos” que tüe„e„
lugar en la psiquis dd sin? que el esfu erzo se concentra ú„ica-
mente en las estructuras necesarias, capaces de poner de relieve cual­
quierforma contingente y fenomenológica que esta acción pueda adoptar
históricamente; estas necesarias estructuras, puesto que son e„ sí mis­
mas intemporales y trascendentales, pueden alcanzarse por la razón,
igualmente intemporal y apodíctica. En este mismo orden de ideas, el
resultado final no depende de la tarea de la historia y puede ser con­
siderado verdaderamente absoluto e inmune a la plaga del relativismo
histórico; en realidad, la validez.del conocimiento así producido es sólo
unafunción metodológica, es decir la autodisciplina y l a coherencia de la
razón analítica. En segundo lugar, el método que Parsons apiica en busca
de este conocimiento (en la práctica —y a pesar de muchos come„ tarios
engañosos como el carácter “empírico” de esta tarea—quizá pensado para
Caimara la audiencia sociológica norteamericana, que no ti?ne en cuei:ita
1a ferga historia del idealismo alemán) consiste en una introspeccio„
,enomenológica. La i nvestigación fenornenológica de las es t uc ur^
trf sí:endentalesdela ación humanaaporta el sco1 ido, yú tú ™, fun*^fmentÍI
a odo el modelo del sistema social de Parsons. No ha sl o n htetóri-
„ ra ftorma específi.ca de acción social que pudiera pr^ P oíl® i ar y
Puente, sino la posibilidad de que la acción soc^ soto e™ ” ^
totan^1 c*0nes trascendente les de esta posib Uida , ó 9 . j Se podría
de^ d ? e la descripción que li ace Pa rsons dd s i" °^ e0ría de
su'Pl ? U
ue, !a “teoría obj etiva de la acción sociaf d e Parsras es
En 1 !1idad objetiva. , de parsóns es la pr0'
estr,cto sentido, sin embargó, la sócwlogia de
127
, ■ i, H-ascendMcia , del proyecto de ü u sse rl.E l sujet0
longación, si no la. . an ^a s desCripciones de Parsons no es la concípa -n.
tornodel cuíd se o r ^ nOnrrisaíndentor del Husserl temprano, sin0 J: ’ 3
pura, la “^ eí ^ O ,” o “actor trascendente1”. L os e1ementos de la^U d3
especie de acc10n pura descripción no son por 1 o tanto reducidos J , *
r r ' S S í ? ” OS S S S - „ u , a .ra ™ , .l i o . ,o so^ S ¡ ;
lo hace Híu.sseríCwíal Se les confiere un grado de autonoiniay, de hechl?
cSí ^ S I Í Í ^ WÍÍOo: tínidría lugar en el r n ^ oaséptico de l a « ^
CÍ^U rO Ocfi^l primer Husserl. Al contorno de l a subJetivida.d trascender
cO, pa acción social implica desde el p n ncipio que sus no estén
precisamente en el estado de B e w u ^ s e r n ,, <rn unojVerdadera moda.
lidad existencial; y tales °bj etos m d uye:i, igualm en ted es de el prindp¡o
los “objetos humanos”, es decir otros s^ íetos, otros actores generadores.
de_significadoy orientados"al~significado. 8 1 e 1 fundamento dGuna socie.
dad o de una cultura, desde un princi pi o constit;uía un ot>stíóculo m supe.
rable para Husserl, la sociedad y la cultura han sido mostradas p0r
Parsons como presentes apodícticamente, al igual que sus condiciones
trascendentales , en la idea misina de la acc10n social.
Como lema para T h e S t r u c t u r e o f S o c i a l A c t i o n , el primero y más
fructífero de sus libros, que puso en el tapete su “teoría de la acción
voluntaria'5 como fundamento de la nueva sociología, Parsons seleccionó
una frase tomada de Weber.que establecía que cualquier reflexión seria
sobre los elementos últimos de la acción huinana se relaciona principal­
mente con las categorías de “sentidos” y “fines”. En realidad, la selección
constituye una verdadera afirmación del principal mensaje de la obra y,
en este sentido, de la idea conductora de todo el majestuoso sistema
sociológico que Parsons habría de desarrollar.
La teoría voluntaria de la acción se habría preanunciado como una
a l t e r n a t i v 0 a los dos enfoques íntimamente relacionados que, desde el
punto de vista de Parsons, había en la sendahacia lasociología científica:
el utilitario y el positivista.
Según él, la falla mayor del concepto utilitario de la acción consistía en
su exc.esi"vo voluntarism°. Aceptaba que el actor que organizara la acci0n
con mirasa la finahífo^ y por lo tanto pudiera comprenderse en término
^ e e sa orientac1° n. pero, al haber lim itado sus visiones al individué y n 0
” suenta todas las entidades supra-individuales, era preciso que
aerarte1 i fin enteramente a discreción de los actores , considerados como
fines^eisfííbríiS. "En ^ ^ ncia, no tuvo en cuenta “las relaciones de J0®
relación d i í*d e ^e c ^ 0 de establecer cualquier cosa de posltivo en a_
ten i-cílíie^oní^o o-s 1 -res e.ntre sí” . tiene un solo sirrnlficado: que n 0 ex!s
al ar£ir en ‘ ¡5igfni f Cat?vas, esto es , que los fines se debaten, por lotan r
erratiCos P estadístico”. 1 Sin em bargo, si los fines son realmcn _ 2
Lo que ql,ierCaslig■ ;P^OrS0nS, entonCGs “no puede haber elección” entre ello*
gmficar probablemente inediante este veredicto obvl

foridí-esl, lí ig^pn ’ l ¡¡cStr" cl" rc o{Socio/ A ction , Free Press, Glencoe ÍAUe« &l) 0" '0
2 lbir]., ,,ág. 6 4 . b' •

128
hay d ección que pueda ser e mprendida en eUo , . , ‘
q0 eI1° V es decir, c o n 1 0 medio conducente a un fin. s g 1^ de la acción
1lUina1Pi'ecifi ser representada como medio para.un que la ac­
ciónA p li c a d o s para seleccionarlos no pueden resuit a i:ia®amPlio, los
cr» f , o contenido en el concepto de la a>cciónrUS'U^tá;rr,?ntellgible^. El
v°luníí apostular.la acción com o eeencialmentTiUTai.lta1raac0nd uce- P°r
lotanen’c0 nsecuencla, des a ta todotratamiento científico aE6 impredec¡-
b'edY’I. a cordar » » P^ c1 en este prnto; lo evidente es
P°:cepto de acción del uM itai™ panorama total del mundo el
conC L la acción pueden ser considerados cualquier cosa n ? el cUal los
fif pt a los utíKtartrtM, los ñ Iles «rtafcu dados deuna vez po^í’lderTptO,-
f tendencia huinana a la g a ^ cm y la gratificación, y por loS
laodrían coo toiía cer i n a ser d y ad ° s de k do como probte naticaEn
I d o, hay mucho m enor diferencía ente . tes versiones utilitar á s y
Parsoníanas del volUJ 1; tarlsm o de laque Parsons quisiera hacernos creery
F La alternativa pi ^ m visfa (o, m as blen, fa corrección) del concepto de
acciónutilitaria coiisisti° en reducirla selecci0 n delos fines a determma-
das causas, o bien impregnadas de características hereditarias del actor
odel medio enque se desarrollaba la a-emm Con esto, se había eliminado
la“erratilidad”, pero sólo a costas.de pasar por alto la autonomía de los
fines: los fines, determ inados ahora genéticamente, se convirtieron en
apéndiceS epifenomenológicos de los rasgos objetivamente dados del
act0 r, o de la situación de éste -am bos muy alejados del control del actor,,
ydesu elección conciente. Por lo tanto, la 'acción de ser objeto de un trato
científico ahora era fácil, pero. había perdido irremediablemente su
carácter voluntarista. En el esquema de acción positivista el actor
aparecía sólo subj etivam ente como. un factor mediador entre causas
determinantes y' efectos determinados; cuando el actor, comportándose
comoun científico en miniatura, recogía los “hechos seguros” relativos a
susituación y sacaba conclusiones inevitables de la “apreciación a e ri­
fica racional” de las “condiciones no-subjetivas”.3 . .^ #
. Los dos conceptos dominantes de la acción, por lo tant°, habían sido
igualmente insatisfactorios, si bien por razones d ferentes- El ranrepfe
utilitario es logrado grad as a la naturaleza vo-luntarista. de la
humana, pero hace. imposible^su tratamiento ciefatffco. El ronrepto
positivi^ a, por el contrario, plantea la acción de una maner.a.eminen e'
? ente adecuada para su tratamiento cientíñco, pero deficie°te.
norma en que el carácter voluntario de la acción se ha visto re uci o ■
no-significancia. . . ,
paResulta elaro, a partir de esta crítica,- so s u ^^puH1i<eraSer
SiunSii?-S: Ie ^ staría construir un m odelo d e.acción social qu. g ^ ca_tivo,y
objet« dneamente, objeto decomprensi0 n coni 0 fen 0 OK f Vo' para
W te0FÍa cientjfica, com o modelo sujeto al bjerivmWa
segrecicií ’ e Preciso apartarse del error del_ u g 1 ar'Lna¿ solutamente
de 1os fines comoconipletamente erratiles, c° ura] de lo^ arlo
^ ^ a d os por factores no-subj ebvos. El modo naturai Üe ° ' ■
1 b¡d., pág. 6 7 .

129
, vOSde1 actor como tar t a s causales, tan
consísteen postular 2 os’n? o r a 0 de los medios pero hab¡a que h^ í;0' »
la selección de lo.S flIfineStlvossubjetivospudieran ser m^ ^ o s d e ^ 'e
manera StoehraSíbrItarco,t l«°nvse:rjirsev en la mayor ^ e-cc^ ariOn de p ^
objet V■ ' '
sons:
^ mnhfll del actor, en general, l°s medios emplead
Dentro d e 1 area ■ como elegidos al azar ni como depend¡ s n°
Puede? swen<tede ¿ condiciones de la acción s¡no que deben estarj 6*
excl“frva‘m0enttied'oea te° n
nfluoncia de un Actor selectivo determijl-O
^ lependi^ te, un conocimiento r esan o para Ia torn^ ón del
concreto de la acci0n. :

. Por lo tanto, 1a tarea cons¡ste 6 n, <jlevar el anallsis de los signif,ca.


dos subjetivos al nivel de la obj etividad y l a sistem ah zacmn alcanza.
° le en e1 caso de los aspectos “externos de la avvi on. Cjsi se podrfe
compendlar el pr oyevto de parsons 'como e 1 desenvan t o de la herme
náutica. „ , . , .
Lo significativo es que Parsons 6 mplee s 1 em pre el termino Verste-
h e n en alemán, queriendo significar evidentemente que el vocablo no
forma parte de la “gran tradición” que sena necesaria para que pudiera
ser asimilado por la nueva teoría d e la acm^rn. Emplea el termino sobre
todo en la sección titulada “I n t u i t i o n i s m en su opiniónV e r s t e h e n es una
idea impuesta a quienes se ocupan de ciencia por la presión de un grUp0
esencialmente no científí.coque se empena en confundirelmodo en elque
el pensamiento cognitivo opera de manera que su cognición pueda ser
convalidada. Resumiendo, V e r s t e h e n es esenci almente una- idea mal
concebida que mejor debe conservarse en su extraña envoltura alemana
de modo que no afecte a la problemática de la comprensión Parsons
parece identificar V e r s t e h e n •con “intuiciones inmediatas” (c0 mpárese
con la empatía o ¡S i c h h i n e i n v e r s e t z e n de Dilthey) que, sin importar qué
validez pudiera tene.r en uncaso determinado, no puede ser admitida en
la esfera del conocimiento científico a menos que pase la prueba de
propiedad analítica: 5 ' ■ .

ues ra inmediata cornprensión del significado puede serrealy, comotal,


c°rrec a. ero su lnterpretación no puede prescindir de un sólido sistema
os teórlcos. La intuición sólo puede ser un conocimiento enla
medida en que se ia considere a la altura de esta crítica. .

Pers/^h^<en0nrOt(riem ^00, la^ intuici0nes que marcan la diferencia entre e1


ciencia solpaín<íeiTetetlfficoy Iac 0 mPrensión científica, puede admitid enla
mente in°uitiv0 Si Se de spren de de todo cuanto pueda ser especfica'

etc., no son rotui^ n m ^ ? 0^ 1’ la empatía , “ponerse en la piel del otro^,


, ^ son rotundamente el m odo en que la naturaleza “subjetiva”dela
' Ibid . págs. 4 4 .5 t
Ibld > pág. 589.

130
_ na está autrnú ^ d a a incluir (m la teoría voluntari s ta a p
cciónburnía. , ad Parsons admite libremente que este eSmi e? St? de Par"
^ En^ enlieterminado sentido”.^ q eSte eSqSemade acciOn
es subíe .amiento que si gue, se podria co.ncluir que esta partíoni •>

>£^ ^ 1 ^ . < eS Sb
“ts lltíeti idad-; de íl acci 6 n ls6 lo aS ,¡re
c0”Sníación del analista corno ta l Es Ia f isión del analista (si
ddl5d
a

^ ¿ lóg^ a Y no arbih-ana) la que « W m su vocabulario y descrita


1,,eí an°to la relación m utua entre l ° s conceptos para mostrar que s(
P°íi -enal “Punto de Vi,sta d?! ací or son1etido a análisis , y no a los otros
««¡S aos que rodorn la accmn, los cuük s no intervi enen, 0 no pueden
S o, en el campo'v sual de1 ¡mtor. E n una pa¡abra, la subjetividad es
nrínripio metodologico. Se refíere al Punto de vista subjetivo” adop-
unpr el “científico que observa la acción”. ,
Sin duda, los terminos críticos dd esquem a vd untarista de la acción,
. ies como fines, medios o condiciones, tendrían poco sentido si ™
“ a eran del “punto de vista d e1 actorí . E s una verdad banal que el fin
I por definición, el fin de alguien; no puede haber fines sin sujetos
(díoSes, hombres) que los p ostulen. Es también banalmente verdadem
_ueunavez que el fin ha sido postulado, el resto de la situación se dívide
endignificados” y “condiciones”. Una vez seleccionado este vocabulario
másbien que otro alternativo, el analista se cine sencillamente a delimi­
ta SuSintereses -algo que de todos modostodo teórico debe hacer: “Está
interesado en los fenómenos en un aspecto no reducible a términos de
acción sólo en cuanto no afecten el esquem a de acción de manera
esencial- en su papel de condiciones o medios”.7
El “punto de vista subjetivo” se convierte •en-umrecurso' analítico. En
consonancia con esto, la com prensión se convierte en objeto de análisis
científico. En la visión de Parsons, así como en la de Husserl, el “punto de
vista subjetivo” significa el desahucio del sujeto empírico. .
En verdad, el esquema conceptual que Parsons diseña puede ser
empleado en dos niveles diferentes: uno de ellos es “concreto” en la
terminología de Parsons; aquí nos la tenemos que ver con la acción
concreta de un individuo concreto. Pero lo que es posible lograr a lo sumo
Uneste nivel es la descripción de aquello que ha sucedido. El esquema
«mreptual voluntarista nos a ^ d a para describirlo. Se sabe aquell° que
ay q.up pmguntary conio clasificar aquello que se ve. En esped í sera
SUestidn de descubrir cuál era el fin de la acción y entonces obtener una
hairíri signficados y condiciones que concuerden con Io que se ha
timrí' °mPe™ --el mismo Parsons lo advierte- aqui, su esquema concep-
hac e r i ° ,f.u've para ordenar los datos en cierto orden, pero no para
man T . etodel análisis necesario para suexplicación”.8La acción nm
a^bnc f _ningún modo puede ser explicada (comprendida; Parsons usa
mismnf.erminos como sinónimos poniendo el acento una vez mas. a
lempo en que la intención de comprender es el rasgo cóinparti o

P%. 46.
Pág. 47,
Pag. 48.

131
t „)istas y los investigadores sociales) a nivel de Un „
por los naturahstason „ subjetividad. # Jet°
f‘concreto” y de s« ^ Cd^dera d e la acción puede fegr.
La comprenswn^'eTbstrácta, en el nivel ^ nalrtico , en que la
solamente de maner nctlira “a p artir del punto de vista del actor” P 0n
se presenta en 1| eStr.Ur.fl da todo etemento idí osincratico atribiiit^L^er0
absolutamenteadespojada de WclOconcretos. En el nivel analítico, &
“coK rraonalidíid ^ y ades reales que °cupan la mente del act0 í 6S
ylos met o s dejau dJ^^daens cor,ceptuales de un esquema teórico &
se cont''ií;dteedl,en 1as A laciones funcionales inherentes al hecho yaV .0
PeeImmtlt:add(CdescriptivaI„ ^nte: ^ . ^ chOodequ eoSe¡a pos^ £ « 0 ^
relaci0nes funcionales al mismo tiempo que obstrayéndolas de todo
SP!a™ c noencreto muestra que estas rel aci°nes tiemm su frnidiunento e„ e|
J ema conceptual miaño más b e n qim en 1as merntes de loc sujetos
actua ntes. La tarea de la comprensión fue, p?r eso mismO, 1A erada delas
“erradas concepciones mtummmstas , .que inalsten en que Ia c°mpren-
si(0n puede lograrse s olamente en lai un1ldad mistlca Con e1 S,uJet° y,por lo
tanto, colocar las humanidades m°s alla de l° s 1 i m 1 tes de 1 a ciencia.
La tendencia ya primordial en el n i v e 1 de T h e Structure ° f S ocia lA ction
es aun más pronunciada en sus,libros posteriora . En T o w a r d a Genero!
T h e o r j' o f A c t i o n , el actor, cuya interpretación es verosimilmente el ele­
mento que diferencia la acción social de teda °tra cond.ucta, ya ha sido re­
procesado sutilmente por la teoría; se lee que la “acción tiene una
orientación cuando está guiada por el sentido que el actor atribuye a ]a
misma en su relación con sus propósitos e intereses” . 10 Se sigue atribu­
yendo al actor un rol activo con preferencia real de algo por algo; pero ya
no se es libre de elegir cuál es el medio de acción preferido. La teoría ha
sido laque toma las decisiones en su lugar. Ahora, lo que confiere sentido
a la acción es el logro de la meta' o la-gratificación interesada.' En The
S o c ia l S y s t e m se da el último paso: el elemento distintivo de la acción
social, se nos dice, es el que “tiene significado motivacional para el
individuo actuante (y no que el actor le atribuya sentido alguno) -una
diferencia cutil, pero fundamental. Se hace cadavez más evidente queno
es la irncmtifea. del actor la que hace- que la acción sea ’clasificada como
spcial, cino el tipo de objetos a los que se dirige esta iniciativa.'.La frase
^ígrnmte .confiere óta esto- una claridad meridiana, al asegurar que
, a si^ ificancia mótivadora significa que la orientación de los procesos
e accion correspondientes ha conducido al logro de-las gratificaciones 0
?qs°J1f al actor de-toda relevancia” , 1 1 Está claro, y sin lugar a dudas, que
rqL;e ° que la teoría de la acciónpretende analizar se identifica con el tipo
racional
hprWafode c° nducta "del individuo cuyo proceder se aproxima aal — del
u el individuo
o rno e c o n o m ic e . El mismo Parsons había criticado, cuaren a

y hñL pág. 49

TheJ J p S,hÍlls (edits )’ To«W a General Theor)'


1962, P
pág 4 ounaalton íor the Social Sci’ences,
ág. 4. Sciences, Harper
Harnee & Row,
R0 w Nueva York Y l**" 1'*'
Ui

pressTNSeVaP'aorSkni9S f System, Routledge & Kegan Paul, Londres, l 970 |Fre‘

132
_o_ antes, la posición prartmste de hacer excesivam *
“Stetus de los etement e normativos de la acción: ‘H b l !!r tfde?-recario el
i tminados por los mecanism os de placer es ‘b de flnes como
d teerr á naór-icoPgeneralizado” . 1 P aCer es~ elnninar los fines del

SISperola aparentecontrad^cc1 l?n consiste másenla falta de desarrono a


los element e preseiUes ^en d crncepto que Parsons t^eníesdesdl,Ío,d^
|0-ndDÍ0 de la accion soci al que de un genuino camhl-n An desde un
C ¡T desp«>ee de todo, en The S tr ^ íc tu T n O f S ^ rOu ^ ; ^ ^ -
S,posible tablar so m era de la acción en Cérm¡nos que ™ se ríe0 ^ “
una relace n de med.os y fi nes 13 E sto podría pasar con algunas
siones, por una afili a on.weben ana; W ete r probablemente lo habría
negado, a causa de su entusiasmo no c°m prometido, pero creía igua1 men
te que es pífe t e compre M e r mcym- la acci(on si es postulada com0 de tipo
racional, lo nue equ1va] e a decir com o organizada en m edios y fmes Sin
embargo, la coincidenci a es puramente superficial. En Weber la selec­
ción del modelo raci on^ en cuanto método objetivo de aproximad ™ a la
acción social, se relac1onaba con su visión global de la historia que nos
lleva a coincidí cada vez mas con la comprensión a través de modelos
racionales. En Parsons, la superioridad absoluta del modelo racional no
guardarelación alguna con ningúntipo de historicidad dela comprensión
humana. Es un atributo atemporal de la razón humana, y la únk a
manera en que la historia puede ser relevante para ello es el momento en
que esta verdad ha sido descubierta. Y , porlo tanto, ,leemos: 1314

Se puede decir que el marco de referencia tiene lo que muchos, siguiendo


a Husserl, han dado en llamar un estatus "fenomenológico”. Esto implica
la ausencia dedatos concretos que pueden ser “dejados de lado”, puesto que
están sujetos al cambio. No es un fenómeno en el sentido empírico. Es el
indispensable marco- lógico dentro del cual describimos y pensamos los
fenómenos de la acción. ' ' '

La diferencia entre esto y Weber es evidente. A pesar de que n° fírera


particularmente cons ecuen te en su aplicación, Weber expresó repetida­
mente su creenci a en que el modelo racional de la acción es un pr°duct°
históricoy de ningún modo la única forma de conducta humana de_ntro de
Ia sociedad. No habría aceptado que a algo tan clam mante hfetúrfe0
pudiera serl e conferida auténtica universalidad ^fenomenológica.
Loque para nosotros reviste mayor interés, por lo tanto, es el ec o _e
que Parsons haga referencia a Husserl, no obstante lo cite mayormen e
a causa de su desarrollo de la idea kanti ana de lo “anahtico trascen en‘
tal • En efecto, Parsons estaba profundamente m ^ r e ^ ona o por g
panera en que Kant planteaba las cuestiones teoricas. Recordf ;~ain<tna
1JncomParable entusiasmo la manera en que Kant ra e rte la P^ g ^ a
C molcigiGa nai enunciar en primer lugar: Es un h e c l 1 0 qge, gs posib3i€;
Conocimiento como válido. Y sólo entonces preguntara. ¿Com° p

13 parsons, Síructure o fS o c ia l A ction , págs. 701, 700.


14 íh'.d. »PJig•733.
mid.
133
esta de Kant no es aceptable en su totalidad
oue así sea?Si Me" Iare.saPrueSa de una importencm r e ^ urionaria» ,0
manera de ^ gonm U mplo de Kant, , .
Inspirado sin duda ^ 0* de la acción como un anali a s s,milar de lo
. Parsms conCebia , mo una certidumbre de las condici°nes inei
absoluto y ¡o un^ E ]enguaje de su exposic¡<5n pos¡tiva de 1a acción
rUWlncde su posiblliaad- ^ g , ___ . KTnes un iwi PUlle de evn^~: •
rilivej
n a^ mpr c^ da, « Ieng u aje del
SÍSliSiSodSduPtíVr d e las “necesidades". Para no sel eccionar sino dos
aaa’mas COedoeiemPlo 16 Parsons escribe sotare tas ^ v e ^ sseleinentos qae
PnaogpnuaIdC
eO
nmse;rS o
0 0 s'^ que‘UiebeeIr Ierintegríldos•'o son “posible,^ &

a causa de”, “deben estar organizados coherentemente , son necesarioS


para reformar”, “imposibie sin”, etc^tera . ^
El nudo de 1 a cuestión esta en que la acción s oelal (o la sociedad, a la
que ha sido aplicada la misma aproximacion trascend entel, como habré-
mos de ver enseguida) no es una realidad directa e incuesti onable, como
“conocíaúento valido” en el caso de Kant, n 1 tam poco como mundo vital”
en el caso de Schutz. (v.'págs.173-174) No es un fenómeno “pre-teorico”,
en si mi'smo, una precondición de todos los otros fenómenos, de su propia
existencia. La acción social, tal como .aparece en el analisl s trascendental
de Parsons es ya un “esquema conceptual”, y el producto final de la
selección teórica. No hay modo alguno de que pueda ser vista como
“inmediatamente obvia". De ahí que la pertinencia de las “c0 ndiciones
trascendentales” de Parsons con los actos.humanos efectivos, empírica­
mente no es de ningun modo automática, contrariamente a la
pertinencia de las de Kant y hasta de Schutz. Como si fuera que sólo la
acción racional o cuasi racional pudiera someterse a su análisis y n0
sabem°s siquiera si es posible construir una teoría abarcadora de la
comprensión a partir solamente de este tipo de accion.
te Henmosucede con toda probabilidad, Parsons era plenamente conscien-
f eZ • e jsu emulacion de Kant. En todo caso, trató de
con la a-ccirm r>nSiSlien o en qu.e su modelo estávinculado después de todo
a l0S íDinr^mentp fe ay empí1r,ica, puesto que tiene dimensiones mayores
recuerda que llógicos, en sentido ortodoxoi Parsons nos
su modc2lo de «^1Tlpl*e los medios y flnes, la columna vertebral de
f eradeella” LapaLu p«-lca ! n proceso en la mente del actor , así como
no especifica'sLasp earaeílreare“implica” c°ntribuyeasuamdigüedad;PprIOdS
empiricamentc. En el prrm n proceso real en la mente”, anahtica o
segundo, sin embargo pa er caso’ no nos da a conocer nadanuevoi Enel
solución del más 0 bIec1pmrS0nS preten^e que en esta palabra captemosIa
inVestigación hermenellficy engorroso de los problemas que presente Ia
De por sl la ambigüedad^ .
en este nivel [nuevr£lmpn, conveniente. La frase siguiente nos dlce que
te> ¿cual n>vel? ¿Analítico? ¿Empírico? El di!ema
id-> Pág. ...
ürsrmsrmand ShUa
Pags. 24-5.
134
se repite] entonces el esquema de acción, inclusive su comen™ t
medios y fin se t° rnr mas q„e fenomenología,, adquiere UnT ^ r ^ ’ '
no meramente deücriptwa sino también causal , y de esfna„S' j “1?cacl0^
° ...onnins al “verdadero proceso subietivo” de i. , * , . . : .modo lmplica

Con toda emdencm esto se basa en una comprensión erronen de la

10 La denom1 nac10n fen° menologia no significa aquello que 1ia s,dó


establecido como una evldencla, en que campo ha sido acepta do (o más
bien, en qué esfera se apoya su R etension de v ali dezL Es poslble posta r
f£3iomenol(5gicamente un rea1 en |a mente” como esencia! de la
1 dea del "es quema de m ed]os y frnes si n que el ^esque ma se convierta en
lo más mínimo en empírico. T ° d° el razonamiento en que Parsons
pretende fundamentar su afir n l a c 1 0 n de que el esquema medios-fines es
un modelo adecuado para el ana1is1s de la acción social sigue siendó
ambigUo- Weber, en todo cas°, basaba semejante afirmación en una
ineqUívoca afirmación mnpm cm (es d m r comprobable, fuera cierta o no
lo fuera) referida a la hm to m en general y a la modern a sociedad
capitalista en particular. Parsons selecciona explícitay consistentemen­
te campos ahistoricos y trascendentales para su versión del esquema
medi0s y fines. De este modo hace_ a su modelo inmune a la crítica
empírica, pero pone en duda _en primer lugar la cuestión de su utilidad
empírica.
El siguiente enunciado tautológico no resulta nada sorpresivo:17

C0n el objeto de no dejar en el lector el sentimiento de que la formulación


de las leyes analíticas ■sobre la' base del sistema de que se trata es imposible
en el contexto estructural, sería útil sugerir tentativamente que siempre
existen allí [¿dónde? ¿en la visión que tiene Parsons del descubrimiento
reciente del desarrollo de su teoría?] las bases para la formulaci°n de dicha
ley de objetivos amplios y gran significancia. La ley puede formularse
tentativamente de este modo: “En todo sistema c°ncret° de acci°n, un
proceso de cambio, siempre que sea explicable en términos de estos
elementos de acción formulados en términ°s de su intrínseca relaci0 n
medios y fines, puede derivarse solamente en la dirección de acercamien o
hacia la concreción de las normas racionales concebidas como mvolucran-
tes de los actores en el sistema”.

La “ley” dice que si se expresa una acción en términos del esqueima


rac1 onal tenderá a ser expresada en térmmos del esquema irfreis>nTo-
Absolutamente cierto, pero no es lo que se suele esperar e ^ - >0 en
da Ia teoría de Parsons consiste en introspecciones íenomenol g ’ a 0 ei
a°rmulaciones analíticas en el sentido kantiano, Q^e |uege 1 ní.ocje¿ a¿ >
Pexplicativ0” pero no“aumentativo” hacia el ^ 0cimien o„ , conciusi0.
arsons estuvo empeñado durante a-ños en " desentran_a nos y axio-
es deductivas 'contenidas potencialmente en !os l3^ ? s Y rmes Es posi-
lllas iniciales y sobre todo en el modelo de accrnn medws Y fines. p

ParSons Structure o f Social Action, págs. 7 5 0 -1


135
- nbra comO ujia p en osa in v e stig a c ió n de u n m undo
b|eicaracter!?iS^i ;ÍUtOÍÍ-icra cons titu id o por h o m b re s y m uj r n i s cu y a ac,!}b »
podría exist,r si r _ octa o e q u iv o c a d a m e n te , l os m ed ios ador> n
Consistiera en selocci^ o a r ¡{rtCatae00 ^ d ife ren cia radica] e n tre ej Z T ^
P f Ponsah1CcSeídel esqu e m a m ed ios y fin e s y d el u so d e él \V e2 0C
« r s o e h t a interesado en el m odelo d <| la a ccum r a c m na l , no como u '
q^ 0junt^tc^e axiom as sobre la t e se de lo j « d os con s o l r u n a t cor¡a
aobSíUCcta de la sociedad, sino com o m i in h u m e n to p a r a comprender
o l j tiv a c h istéricam ente div e rs os n id os dc> >loci^ .
0DJ^ al actividad híatórica e in d e te r m in a d a de l o j h o m b r e j y la s mujeres
ticne poco interé s para P a rsons i y poca i ^ r t a M r a p a r a su teoría - mág
allá d Pi so porte inicial de té r m in os y a ccio n e s b a s ic o s . E l v o lu n tarism o de
la se ic cción dc s ig n ificados por pa r te d e l a c to r , s ig ue s ie n d o la piedrtl
fundamenta1 de toda la teoría, p ero to d a 1a a t e n c i ° n se cen tra en fos
a1can ces m ás altos del edificio, d onde la s n e c e s id a d e s tr a sc e n dentales
constituyen la teoría arquite c to ra l p v ^ om m ^ t o . P a r so n s no exPlora
q Ué im pacto la s opciones h echas por la g e n te e n s u bu sq u e d a de signifi.
cados pueda tener en la s fo r m as so c ia le s; e n v e z d e e llo , d e se a d eterm inai
la s necesidades contenid as in nuce e n el p ro p io m o d e fe d e acción , con.
cebido como estructura de m edios y fin e s. E l efecto p ara d ójico de este
enfoque es hacer del papel de la m o tiv a c ió n d e l a ctor, con todo lo decisivo
que es p ara la estru ctu ra de la te o ría , c a d a v e z m á s ir r e le v a n te . E l objeto
de la com prensión p a sa de los m o tiv o s del a c to r a l a s n e c e s a r ia s r e la ciones
entre varios elem en tos d a d os de a cción . E n l a te o r ía de P a r s o n s , com pIen.
der la acción h u m a n a es “d escu b rir la s r e la c io n e s n e c e s a r ia s ” , averíguar
la lógica trascen d en tal de in teracció n e n tr e a c to r e s q u e se con dUzcan de
acuerdo con el m odelo m ed io s y fin e s.
Por lo tanto, p u esto que p a ra e l a cto r e l m u n d o e s u n a fu e n te d e objet0s
potencialm ente re le v a n te s p a ra s u s in t e r e s e s , se s ig u e de ello necesaria­
m en te la diferenciación de ta le s o b je to s. L a m a y o r d istin c ió n entre lOs
objetos es m te ra ctu a n te s y no_ in t e r a c t u a n t e s . (P a r s o n s se apresura a
rea m a r n os que “é ste es un uso té cn ico d el t é r m in o in te r a c c ió n ” . Im plica
u n a relación entre la s dos p a r te s e n q u e se h a l l a n lo s a c to r e s en sentido
técnic°. Por lo ta n to , se d ife r e n c ia d el s e n tid o p o r el cu a l l a s interacciones
son sinónim o de in te r d e p e n d e n c ia ) 18
Lo esencial es q u e te n g a m o s e n m e n t e e l o p o r tu n o c o m e n ta r io a todos
lo s téi m m ra que a p a re c e n e n l a t e o r í a d e P a r s o n s , a m e n o s q u e persista­
mos en el error c°m ú n de critica r e l s i s t e m a de P a r s o n s p o r lo que no es,
una p i ejuiciosa descrip ción c o n s e r v a d o r a d e la s o c ie d a d . P o r supuesto
que os objetos in te r a c tu a n te s s o n a c t o r e s e llo s m i s m os. C o m o tales,
ienein s ^ s propios y c o m p le to s s i s t e m a s d e a c c ió n , in clu yen do sus
eXisc^c; a^lv a s resp ecto de la co n d u c t a d e l a c t o r o r ig in a r io y su prop1a
j pbq u G* a f e g r a t if ic a c ió n E n p r e s e n c ia d e o tr o s a c t o r e s , la a c c ió n d e lego
a su s e x p e c t a t iv a s , s in o a s u s p r o p ia s r e a ccionf
t e}íp ectatl7 a s del eg o . D e s d e e l p u n t o d e v i s t a de la t e0P a
accion e 1 eg o y e 1 a l t e r s o n , s u p u e s t a m e n t e in te r c a m t>i ables

18Parsons and Shills, pág. 14.

136
, En consecuencia» aquen o que aparece como urm s .
entre L cifi decisiva es que la interacción es una relariAnSeUp1oslción de
ñnpor^ “0peran de ambos lados’’. re1 aci0n en la cual las

e'p^ a" ;; ; t : ¿ " ; : ”, t ”me”r™ ,a 'L‘ 'idp:í í 3 ar " ” " - ’ « " •*


• ¡¡ S i l as del « d a' « i-, s; " 0 • su mut a ^ lsnr. ^ í¡SinjCíe1 !h Í 2
e^ + oncm de su mutuo ajuste. La acción de una person a Je i de •la
¡¡“¡OJap ersona . L j crnnple r a nteri edad de expectativas supo™ nS
deotra H un£l «doble contingencia” : 19 p necesa-
ñaiucut

Por una parte, fes gratificaciones del eg o son c°ntrngentes en su seleccion


entre las alterna s d1 sPorJbles- pero a su vez, las reacciones da CSOÍ
serán contingentes respecto de la sefe^ifin del ego y serán el resultado de
una selección complementaria por parte del a lter.

ESto es nada men°s que una afirraación de la .necesidad lógica de la


sociedad. En efecto, ifi la m teracción es una relación que implica las
A puestas de los actores a cada una de las expectativas del otro, “sófe
puede asegurarse una cierta estabilidad de sentido mediante ‘convencio-
nes’ 0 bservadas por ambas partes”, así como la “generalización a partir de
laparticularidad de situaciones específicas” se convierte en la precondi­
ciónneCesaria de la acción, en tanto' que la acción está orientada hacia la
gratificación de los intereses de los actores. Por lo-tanto, la necesidad de
la sociedad (generalización de modelos típicos de inter-situacion es) y el
sistema cultural (estabilidad de los significados) están contenidos por
lógica en el esquema de.acción medios y fines.
Éstees un punto de importancia fundamental. Tantolafuerza como la
endeblez de la descripciónque hace Parsons del sistema social pueden
determinarse solamente considerándolas como un ejercicio en la explora­
ción de las condiciones trascendentales de la acción social. Si lo más
frecuente ha sido que este punto .fuera soslayado, y ■la descripción de
Parsons, criticada injustamente por lo que no era y no podía ser, debe
responsabilizarse de ello al mismo Parsons: sus frecuentes referencias al
e^afes “empírico” de su estudio, oscurecieron más bien que prnsifiixm de
relievesureal significación. Es de especial importancia tener en claro que
lossistemas social y cultural fueronpresentados por él comohallazgos del
anal|s1s fenomenológico de la significación intencional del .concepto
medios Y fines; se derivan del concepto de que son constituyen es
¡Jc^ arios sin los cuales el mismo concepto es absolutamente impe_nsa
IlU; Se ha objetado que ya existían, en Husserl como B e w u s s t & m . Pero
dis? erl parte del postulado de la . ubjetividad delego trascen en a .P
signif^ 0 V superarlo en la necesidad objetiva de at'ributos Y re m s
8ubiptCatiVas’ p arsons comi enza, en cambi0, por postular. .od nb,¡etiva
k lf T * actor para disolverlo s y superarlos en la necesidad o *
as dlSpuestas societaria y culturalmente. . x: jo a la
E Proyecto fenomenológico es lo único que puede dar sentldo a

Ibld; Pág. 16.


137
. t “Fn la discusión que acatiamos de hacer j .
aseveraci<ín sigment a e1punto en que 1a mteracci 0n de un J r
la acrión cuando alcain Ohi^tossociales se hace decisiva, es alh dondo
can otras personas,” ot^ 9'}bSeSam .llo del sistema social”.2»
descubrimos el. nucle<> d ¡^ ente en tórmi nos de m to etiológ¿ a
exjrlicacmn p°sib|e 00^ a 1a letra y al espirita del msstama de Parson¡0
que sena fenomenológica” en tre la necesidadteóricí¡)
Existe un nexo de ne.c de l os A mentos de acción ... es sobre todo un
S i con su situad ^ y la nec^
deductiva de un sistema social que

consiste en una pluralidad de' actonm individuales qiu^ mterartúan ente sí


CnnUUnl;es<1nuac^£5S que tiene por lo numos un aspecto f ucrn 0 ambiental!
ectr que estan motivados de aeuerdo oon una tendencia hacia la
“optimizac‘ íonie 1a gratificación” y cuya re aci°n con fos propias rntuado-
nes mduída la que pueda darse entre sí, es definida como un sistema
eStruCturado segiín símbolos culturales c°munes. ■

Y existe una fundamentación fenomenológ ica para atribuir, por Una


parte, a Weber la “ley de racionahda d creciente” (descripta como “la
generalizatión más fundainental que surge de la obra de Weber”), al
mismo tiempo que reprochar a Weber por su t endencia a reifícar su “tipo
de conceptos” ideal.22 La ley de racionalidad creciente en Weber es una
generalización histórica; en Parsons es un significado intencional surgido
fenomenológicamente del concepto de acción intenci onal.
El concepto utilitario de la acción social merece la crítica de Parsonsen
cuanto a su imposibilidad de "ver en profundidad” fenomenológicamente
las consecuencias lógicas del modelo propuesto. Ya sabemos que la
principal objeción que. Parsons hacía a los utilitaristas era que conside­
raban que Ios fines de la acción debían ser elegidos al azar. Los fines sólo
pueden«consid.e.rarse de este modo en cuanto "generalizaciones de esque­
mas y “estabilidad de significados’\ es decir que los sistemas sociales y
cu turales no son considerados como condiciones derivadas y trascenden-
fa, es e toda acción intencional. En'el momento en el cual se revelan como
a eS’ se patente de inmediato lo no azaroso de los valores, los
medios, etc. Resulta claro analíticamente que23. •

Se?:“ nes son por supuesto siempre acciones individuales, pero estas
soa al En ,.no pueden ser ínter-individualmente fortuitas en un sistema
el manten m lO ^ d? los imper,ativos funcionales más importantes para
diferente?; actor ° 6 si.stema social es que las orientaciones de valor
medida en e ^ iste i^ uoTO¿Sm0 s‘stema social deben integrars<! en c!erta

Sabemos, nuevamente en e1 sentido del análisis fenomenológico de los


pág. 23. ’

22pax ■págs. 5 .6.


° Pars°ns’yShiís“r!i 1 págs' 752 y 753

138
conceptos sigm t o ü v^ , q u este msñei™ común incluye 1 a
^ arid* * t entaciones d e ,va1or, i d e a s y « m bo^ e x p r e s l v 0S conipar-
igualm ente 1 a necesidad de ^ las personalidades que
;< fn sean motivadas a actuar segun 1 as normas requerida s”
Oco^ e ; r ello la gratifiicaci 0 n correspondiente al haber sido motiva­
redb¿ente modo; que los unPerativos funcionales deben limitar necesa-
dasde incompatibi1idadtolerable de motivos y valores; que, en otras
rí mente «selección voluntaria de . fines y medios” incluye, como
palabr.a/s, riecesaria, que los sistemas s o c i a 1 es y culturales coincidan en la
condlci01?? c e cualesquiera puedan ser los efectos de esta voluntariedad.
eliminaclt°ariedad misma se reduce a 1a suposición de que las actualiza­
bavolu,n las normas social mente fij as son "me didas” por actores cons-
cioneS dl na ea bastante trivial, de consecuencias notan visibles en el
cienteS’ de los tres sistemas analíticos (personalidad, sociedad, cultura)
anahS1lSizadí)S a partir del modelo de.acción social fijado a voluntad. En
? caSo inVocar la naturaleza "vo luntari a” de la selecciOn de los fines
j s jmedi°s sirve para poner de refieve especi almente los requisitos
Y ativ0S, Hmitantes, anti-voluntaristas y anti-fortuitos de los tres
n0temas. Ello permite, por ejempfr, formular 1a proposición siguiente:
“]jncuant0 a las opciones de los actores, no es posible que se susciten al
azary, sin embargo, a partir de un sistema social vigente” ^ 4 La principal
función de insistir sobre el carácter voluntario consiste en subrayar la
importancia suprema delosfactores des-causalizantes entrelascondicio-
nes de la acción intencional. ■ . '. .
En realidad, ahora nos hemos apartado ■bastante de la idea de la
comprensiónque, de una u otra manera, subyace enlas profundidades de
lamente subjetiva. El sentido de la comprensión ha sufrido un cambio
decisivo. Consiste, ahora, en explorar los factores de-subjetivantes; los
mecanismos y las exigencias que evitan que las opciones de los ,actores
mantornadas al azar desafiando lapredecibilidady sistematización. Los
métodos de Husserl se han aplicado para postular tales mecanismos y
exigencias como contenidos necesariamente en la idea misma de modelo
defines-medios. Aquello que Webster habría podido caracterizar como el
rcsüftafo del papel desempeñado por las fuerzas históricas es para
ars°ns d^ idido e incuestionable requerimiento de la razón. Si la acción
j Cl0. . es un valor, he aquí las verdaderas consecuencias, por encima del
de “aportar el suficiente poder y pres ti gio” a los “roles asigna-
^ñaN ^ gr^ ^ es” en ^ sociedad, es decir, a la gente señalada (o aut°-
ydifi 3 j - para distribuir recompensas y castigos de manera diferencial
pfu] 1r. las ideas dominantes. ^
estrüctn>- a,f to, .comPrender la acción humana es "ver a traves” de 1 a
reqüisitora 'el Slstema cultural y social. Tratar de penetrar los propios
ve2 hecho estructurales es la función, única e indivisible, de la ra zon- Una
delas acoiOS 0’ se a<?q.uieren las normas rectas paraj‘uzgar el significado
describir ianes’. :nv1sibles hasta para los actores íni sm os, así como para
s grietas reveladas empíricamente entre los estandares Y a
1ibid
Pag. 25.

139
s0 fisticada de 1 a idea central de la de D iirlkheun: mostrar l¡
experienCia de sentido común de la “realidad sc>cm r corno reflejo delane
cesidadtrascendental. Sin embargo, entre 1as ap!.icaci cnes de Durkheim
y de Pars0ns hay dos di ferencias significativas.
La primera es entre lo moral y lo raci0nal. Para Durkheim, la sociedad
en cuanto sistema de sanciones ■externas, es necesaria para que ei
individuo sea una creatura moral, en oposición a un organismo puestoen
marcha según conductas animales. En su versión, la sociedad es sustitui­
da por Dios como fundamento último de la ética. Muy probablemente
Parsons habría controvertido este argumento como otro soporte metafí-
sico (a pesar de que no parece estar en contra del punto de vista que
Durkheim tiene de la sociedad como una fuerza básicamente “ennoblece.
dora”). Por el contrario, Parsons sostiene la necesidad de exigencias
externas como prerrequisitos de racionalidad. La sociedad es la estructura
del ,único marco en que es plausible, y en verdad concebible, la acción
racional. Es necesaria por lo tanto para que el individuo sea capaz de
actuar racionalmente, es decir optar por los medios adecuados para los
fines propuestos. La regulación societaria dela acción individual es para
urkheim sobre todo un mandato moral; para Parsons, esla demanda de
la razón técnica.
• segunda diferencia consiste en el tratamiento de la relación entre
in .ivi uos y sociedad. Para el realista Durkheim, ésta es una relación
en re^una pai!te y el todo, siendo la parte y el todo entidades reales por
DnreCh°- propi°. D ahí la dificultad notoria , inherente al sistema de
Durk:heim, para definir el sentido exacto de la frase como “el todo es más

140
i-riel-en coino concePtos anaIíticos en la maner
s0CÍa! izados los d einent os que 1 os constUuyen: y a en tornoeniOUm “ h™
- . rtñ&zd ' el mismo actor i uu a ms muchr>o
organ!Zecutados por eI m isrn° actor (personalidad) o enat?smu chos
actos oj epetitlvos de interaccion entre ios actores (SiqfPm tO n 0 a fes
esquema: ninguno de eIIos tiene Ia prioridad.0^^^!^ ^ ^ 00^ ). D e
lllod°i q recordemos, sisten1a cuIturaI sontres direcciones d t^ n áS-? ^
social Y/irfición dentro de ias cuales puede moverse la rn7. natiyasde
S 'V w deci m emo I51! nt? una un¡dad de acto social0^LaSáUiÜe^
•modos de orgam za<uo n d e los d ementas de acción » P0 r' lo tanT
JSOfuna de eIIas puede ser cons .^ rada « m , una “suma ” de nln^ ^ t*;
« as , y Iastrampasmetafisic as que p1 aganla *’ 6 de
sociología de Dur-kh
S vítan, así, con toda seguridad
' La sociología fen°men<:lógica de parsons ha Iogrado, en sentido pura­
mente metodoIoglco, Io que H usserI trataba de aIcanzar en van0 °Pr0Ce-
¡¡¡(indo mediante e1 puro arnáhsis- fenomenológico del contenido intenci0-
n a 1 de conceptos selecc!° nados (ocasl onales pero-abortivas incursi0nes en
el mundo empírico^ de Io probaM ^ IIegó a lconcepto de sociedad y cultura
Como “necesidád es objetivas” rnn p °r eIlo sacrificar el carácter esencml-
mente subjetivo de Ia experienc1a de_Ia cuaI están constituidas. ESte
heCh0 notable fue IIevado a cabo medi ante la sustitución de la “acción
social” por Ia subjetividad trascendentaI cpmo punto de partida. Ya
hemos visto cómo HusserI (inadvertidament e) IIegó a probar que no es
p0 sible deducir fenonienoIógicamente eI .concepto de soportes supra-
individuales de ningún tipo mientras se deje como objetivo de Ia reduc­
ción fenomenoIógica sóIo Ia “subjetividad trascendental”. Advertimos
ahora de qué manera Parsons pudo IIegar donde n ohabía podido Husserl;
es decir proponiendo eI esquema de medios y fines como Io. “dado” e
irreductible. Y ni siquiera una vez dejó que Ia suspendida reaIidad
empírica interfiriera en sus esferas de vahdación.
Sin embargo, Ia concIusión importante para nuestro probIemá es que
ahora eI centro focaI deI significado no es eI aspecto subjetivo del actor,
sino la acción misma; y que eI esfuerzo por comprender su significado, en
vez de centrarse soIamente en Ia subjetividad del actor, ahora debe
formar parte de un anáIisis tripartito de Ia acción. Ninguna de Ias tres
pantallas en que puedeserproyectada Iaacción para elucidar-su estructura
resulta suficiente para la comprensión. EI significado que esta
syspendido, por así decir , en eI espacio anaIítico definido por Ias tres .
Plmens!ones deI anáIisis. Como todo en Ia soci edad fenomen°Iogica de
nars0ns, el significado ya noesun acontecimiento de1 mundo (en este caso ,
rnwonte.cimiento psíquico en Ia mente deI actór); es, en cambiy,
da S rUcc1"0n analítica que se refiere a cierta reíaej0n de una aGC!on a
lC°n ,os tres Sistemas anaIíticos. , . , h _bfn
lo * I I n punto de vista sociológico, P ars°ns Iogro nias d e a ! _unoton;a
endehl() IIVsserl. Pero esto no significa que fegrara evadu*se e _ n^t° su
utnido! 2 de 1a fenomenología de este, Ia c u a 1 dísmlnuye sem gen de Ia
U1aad DnrQ i______ _____ f , ! ___ L____ taI como surgen de ia
Para fes probIemas de Ia comprensión
25
Ibid., Pag. 54.

141
• "oí Al igual que Husserl, Pars°ns sugi ere la com
Z Z J t Z íieun I naliste experto que. operara en el espad o as> f y
de modelos que correspondmi-an solo parci almente a Ia realidad soc¡pN
d e s que Husserl, fracasa en ofrece una resp ueste ^ t í sfacto^
pregunte de cómo y cuando s us haUaz ^ ü analí c eos puet e n ser |a
dos como^ problemas prácticos de . Ia comprension suscitados " *'.
prácticadela comunicacíóny ladiscrepancia. Lavalidez de sus hall? 0 r la
como hemos visto, está relegada a la esfera delim itada por el co Zg0s'
basico de una acción aparentemente racional’ e i'ntencionai . P0 r•lo
|0 l Cepto
' '
su modelo equivale a la descripción empírica de la realidad soj ojo0 anto-
mundo racional de actores racionales. La teoría de Parsons nun ^ Un
brinda una clave de ía plausibilidad o la probabilidad de tal m Can°s
tampoco indica de que manera este Jnundo pueda llegar a conve ■- o>y
la realidad de la acción social. r irse én

142
7

L A C O M P R E N S IÓ N
C O M O A C T IV ID A D V ITA L .
M A R T IN . H E ID E G G E R ’

El impulso conductor de la obra de Husscrl fue su apremiante necesidad


deidear un método confiable que tuviera como meta una interpretación
..ddinitiva del significado igualmente válida. En el curso de su investiga­
ción, Husserl se apartó de los métodos triviales, faltos de ideología y, por
lotanto, precarios, que el común de los seres hu manos emplean de hecho
para llevar adelante y orientar su existencia en el mundo. Descreyendo
deesta comprensión trivial, al considerarla notoriamente ambivalente y
mudable, postuló, como única solución, un apartamiento radical de la
interpretación del sujeto a partir de la marañade sus palabras. Yahemos
descriptosus esfuerzos por lograrlo, y fuimos testigos de su fracaso final;
elsujeto radicalmente desvinculado resultó ser pura conciencia, incapaz
deregresar al mundo y mucho menos de ir adelante con la tarea de la
c°mprensión en la única forma en que tiene valor: c0 1 no postulado por, y
en, el mundo vital. . -
La de Heidegger es la la primera y más penetrante crítica a la falta de
^ ahsmo del .proyecto de Husserl, formulada antes de que el 'mism°
dUsser\advirtiera el carácter autofracasado de sus esfuerza . El punto
e partida decisivo implicado en la aproximación de Heidegger a la

a Heidegger no le preocupa el m
143
j ido y emplea do p°r los hermcn6 ut,-
e oudiora ser aPr<',nsdcO'nflictos de intei-preteción. É 1 tionclCf’ 3
dicho-: queep mra rosolver sus todos cuantos quieren cono ccrp^LPo'
profesion^ P*e decir respecto dOariónenparticular. En cambio
!pe ^ ^ ^ : e ¿ : ‘ r^unet ^ o u . < : í ;tmrp ; : ; o a ^ ; ; ; n^ ú c , , s d e , a c o , , , p r , ^ ^ ’;U<!:

ddn<Uc'osamente l f ¿ C s p°r el solo hecto de ester en d mundo. ESí


alcanzan hombres y ^ J e r ^ d más bien que un logro excepciona); J ?
comprensión es una n‘Uc(essiurge de su existencia m ism a puesto que1 ?
necesidad cfonstanet mqs^nsatamente, les revela la vmnedad de p ¿b u ?
^ nci. t e - I hos fiueden ser-e n-el-m undo íto s D a s e r n is t s e n e

dcrl:f1£ . “ s ' « c . i ■ m “ SCf « ■ a s e e

A p í r i T e ”» » ^ y «■ docli-¡i>a son cit?<l<« m . m ,


. A Pesa.r,de„i-iUez su idea central es c1ara y sin amtnguedades. La
d,e^'parU
eons<ión es un Problema en el mund<>, y si fie r a poáble resolverla,
U e m S o e n el m unr° La gente lo r e v i v e ! dm t o s d m. & su solución'
UvKCS despista el ideal Ue pureza y prem¡no n de tos filosofes, mucho peor
para los filfeofos, porque la comprensi°n solo.pue d eh al larse donde estó.
Si la verdad absoluta y la absoluta c°m prensión solo pueJen hallarse en
un munUo imaginario, libre Ue prejulClos, antlseptlco, separado de sus
cometidos terrenales, no pueden existir cosas. como verdad absoluta y
comprensión absoluta. Y, por lo tanto, no tienen demasiado sentido para
la comprensión humana. ’' • ■■
HeiUegger, al explorar el misterio de la comprensión, nos invita a
emprender un viaje no menos largo y riesgo so que el vi aj e Ue Husserl
hacia la “subjetiviUaU trascendental”. Pero su expedición lleva una
dirección totalmente diferente, si no opuesta. Se aparta del concepto de
los fflósofos Ue los 'extremos atemporales retornando, en' cambio, alas
funUamentos Ue la' existencia humana. Las esperanzas de^ Heidegger
están cifradas en una existencia terrenal nocontaminada por una falsa
filosofía, má.s bien que en una conciencia no contaminada por la existen,-
cia. La respuesta yerdad e r a 1 a única a la que se puede acceder.'.está allí,
en fnUestro prí;ptino simple, “pre-reflexivo” estar-en-el-mundo, _cuyas
a Hr^cci0nes fil0sóficas se ensombrecen mas bien que mostrarse: •
inc ei ■^gger parece identiflcar los fundam entos de la existenda can
la díe°i1?18 eri:-os e la historia occidental, de m anera muy semejante a
“salvc> ? ? r?? antropólogos, quienes ■esperaban hallar en la vida
LibresJ dé incivi' izada, la c°diciada v erd a d del “hombre' natural-
griegos P ^ f i cadán decadente de la filosofía posterior,los
ciahuniaim CnV ^ í ^ ^ P ^ s de a rticu larla verdad de Iae»?te*
la civilizacl0n o Cda uc.ide? j amas sobrepasada. Fue 1a desgrac,a
. zaclon occidental haber pasado p o l altolasabiduría"' fi1» ^

. 1 MarÚn Heidé blicad?


p1:Ímeo ramente en ef 6° ed,> Ne°marius Verlag, Tubinga, 1 P49 ^^^^1926)
par!' Lor
28 UCÍl fu r piulosophie
P hÜ0S0!)hie uun Phti.mennlnni.sche Forsclzring>
n dd Phamennlngische
de1
Poasanpeñto"gPto'gfO^^N.lderT'::)1 ^ " “ o de saber popular y tradicional, espo^"* 1
144
• Con su senrilhd articula ción ocultada b aiOunn
£rlCcrLi'Cfinamíentos. J na espesa capa de
P5Ltt palabra grioga origindria para aquello que existe pa^ i
S p ) ‘ traducida por Ralph Mannhcim como para e1 ser (d a s
Se¡'SUcida al latín, a trave s de1 cual entró e n nUesTro Pin SI™ ? tly? ls' F
Esta traducción poco feliz desencadeno unaP1 argansiíeríeodCoi“o
Perceptibles modificad enes del setaido originario, p ^ cgiarinentedeS'
Po de la trad>cIon í>losofi^cdl cristaana, rúe termino <^ 0 0 ^ 0 a Irn
filósofos contemporáneos d caUej em sin sahda que es el escenarfoda ¡US
batallas. Act o l m e ^ e,ns bastatae d^fic,l recorddr qué significaba p h y s is
cnsu origem Hasta el Punt^0 de que es preciso recuperar y restablecer 1d
riqueza de su SigpIf1Cddo onginar 1 o, puest° que sus sucesores nos de. dron
como consecuencid desu ei ror el ocultamiento de la verddderd esencid
del existir.2 , .

¿Qué signiñca la p^ brap/iysis? Denota lo que sale o brota desde sí mismo


(por ejemplo, el br°tar de una rosa), el desplegarse que se manifiesta, 1o que
en tal despliegue se hace manifiesto y se detiene y permanece en esa
manifestación; en síntesis, la fuerza imperante de lo que al brotar perma--
nece... Physis mgrníica la fuerza imperante, que sale y permanece regulada
por ella... -Physis es el proceso de estar-fuera, de surgir de lo oculto y el
sostenerse así. ■ ' ¡ ' ■.
■ T • 1. •
Los griegos dcuñdron suconcepto de p h y s i s d trdvés de und experienci a
del ser fundamentalmente poética, existencidl, más bien que mediante
una generdlizdción, d pdrtir de los estudios ndturdles. Desde ld perspec.:
tiva distorsionddd de nuestrd épocd científicd, en ld cual p h y s is. se ha
convertido principdlmente en el movimiento espdcidl de los átomos que
investiga ld físicd,.yd no es perceptiblelariqueza poéticd y existencidl de
p h ysis. Ld ideagriegd de p h y s i s está tra ducida- erróneamente como su
incipiente ciencia de la naturaleza, precisamente una “etnociencia” entre
las muchas registradas por los etnógrafos; “los griegos se c0nvirtier°n
esencialmente en un tipo avanzado de hotentotes, * a quienes la ciencld
moderna ha dejado hace tiempo detrás de sí” ' ' ' .
. De hecho, los así llamados “filósofos naturalesMnos llevaban ven- ajaJ
arnosotros, perdidos entre la maraña de malentendit e :on c^ tu^ s ae
Ia posterior historia filosófica; la verdad de la que ^ p?.™
intentamos vanamente rescatar de los relictos de Ia ^ en'cibiamin míe
Se les imponía en su prístina, inmediata pfomtmd.
n.osotros hemos olvidado: que la verdad no es esta o aqudta mlacum con
el una actitud con respecto de éste, sino e! ser misma

Yak o ”^ " Hcidegger, trad. ingl. de Ralph NIanrihem , A n 'f 'g l ,‘c“ 0" ^ M e t p y
z° |
niVersity Press, New Haven y Londres 1959, Pa®!‘ ,p,_*nalabra'com0.sinónimo
de“ñorautor se refiere posiblemente al sigmficado e*tenf 1Vifltin0 de “tartamudo’ , ba u
cicníe^ addfj P£)cas luces”, o mejor, segUn su sigm^ o latin0 de

S/6'd-, pág. 1(02.


145
;jve;e La fuerza imperante que h
esencia|rnie.*?negp^^ace'manifiesta. E n esta circunstan^ 1
La apa;->
ElariCioen. I-a apanclon
clt>n¿f JOr,
" el aparecer,
aparecer surge del es tado de oc,.n
ocui^" tá
appiícít0el hecho de «o tal es, se utnca y permanece en <J!,?lc,>.
m Edc anto al Sin reflexionar traducimos, es decir intaLdo de
d Socultam iento, ale h ’ palabra como'“verdad”... El essent esn^ 1^
dei OCqUivoca<i^>inIean; 'errdadPcomo tal es e s s e n t . El poder que se
ente, ve^ ^ -Jrmanece en lo desocultado. Lo desoculto como £ ^
por ní minmo ^ verdad en tanto estado de des-ocultamienT al
mostrarse, p^ m^ cr en^ no
en un apendce del ger-
j emharct0, la verdad ha sido imprudentemente deSn]
J o bito dehexisOencrn nutan d . Se ha co^ r t ido m pn^
^ Espíritu, cuidadosamente « parada de sus vmo i b s c c r la tierra, de
S a n tos de labranza y el aut o ,del trabaje,; el Espíritu, noble'
Senb. suspendido muy por ena ma del mundo de 1 as cosas, de las
herramientas, del trabajo, lo suficientemente Jgito como para poder
emprender su contemplad del mundo puro y no perturhado por
cuesti0 nes terrenales. Uno se ma rav111a hasta que pu.nto la epistemolo­
gía, tal como la conocemos, la búsqueda de la verdad interpretada como
valOración del ser por un Espíritu separado e independiente de él, ha
podido reflejar la propia experiencia existencial de los filósofos si se
piensa en el ocioso dejar pasar el tiempo de los hombres libres que
detestab an el trabajo como una actividad- de esclavos; sí se piensa cual
atributo de quienes dominan la manipulación de las cosas como atribUto
de los dominados. Cualesquiera fueren las razones, la verdad llegó a
significar el poder del Espíritu que gobierna en vez de la cualidad del ser;
el ser mismo ha sido despojado de su propia capacidad originaria de
impulso y transformado en una materia pasiva, ciega e invisible para sí
mismo, dependiente para su .cabal cumplimiento de algo externo y ajeno
a éL De ahí que el problema de la verdadhasido planteado erróneamente
c°mü el problema de la i-elación entre la idea (producto de Espíritu)y los
■ec1o? (producto de la naturaleza). Planteado erróneamente, resaltó
mso u _e desde el comienzo y está condenado a ' serlo hasta que se
renuncie a ello.' . ■.

rem ^ vam^ ^ los antiguos griegosmuestran de qué manera se lo puede

ser nOe|rcfcl^to Y Parménides sabemos que el estado de desocuUamiento


acontece ^ a1go que ^ ene existencia materia1. 'l’al e^ a 0 Sen
tantotemnlov o,resulta efiectuado por la obra: por obra de 1a pie (Vra
de la p olis cortf s ^ uí por obra de la palabra, como pensamiento,P°l o.
’ o el sitjo histórico que fundamenta y conserVa tod

do gracias al trahai^ ’ ei ser-no-oculto, surge constantemente eI>¿8


puede y debe ser J ^ allí puede hallarse. La idea de unaverdad’ ,Je
e ser conceb,da fuera de este mundo, en cuanto prod“ct
« < pág. 191.

146
un u no terrenal d e s v in c u la d 0 de los límites del mundo, es una

interés y el c°mpromis° fueran d estrui d°s. Ninguna “facticidad” r!uede


Ser revelada a una pel'sona que se "aparte” de su mundo. El E g 0 extra.
terreno está c°iidenado a una_s°ledad que ni ngún caudal de payasadas
filosóficas ja mas podra reinediar. Ser-en-el-inundo, por lo tanto, Heide-
gger habría de subrayarlo una y otra vez, es propio de la existencia
humana: “Por lo tanto, en ultima instancia cuanto podamos deCir es
absolutamente trivial y vacío; significa sencillamente que [la existencia
humana] se halla entre otros seres y sólo puedehallarse allí.” 7
Trivial hasta el punto de lavacuidad. Han sido necesarios dosmilenios
para recuperar esta prístina y transparente verdad. Más dificultosa aun
es la restitución de la verdad perdida u olvidada que flotaba frente al
sancta s a n c t o r u m de nuestra época científica: la creencia de que la
búsqueda de la verdad es una batalla entre la pura, desinteresada teoría
y el prejuicio que se origina en el partidismo. Después de todo, es una
convicción sólo rara vez cuestionada, que el verdadero conocimiento no
depende de presuposiciones, que las pasiones terrenales ciegan la mente
investigadora, que relacionarlo con otras cosas que el conocimiente pur°
puede dar como resultado-sólo la distorsión de la verdad. Para Heidegger,
esta creencia es nuestro pecado original, puesto que su aceptación o
búsqueda de la verdadera comprensión ha ido por mal camino-
Sin negar nunca la importancia histórica de la hazana íc^
Heidegger estuvo acertado en subrayar aue la naturaleza de esta hazana
auc lo fuera. Dcsdc d punto de v t
en caso e ^ ccf./;ro£énco y dcsarticulad0 a
o ■un v a 1 or culturaj^n
de ici abaya es te vercd-n
d fPU?“ '? ÍSS S i ^ ' ÍVo:*
to que no , cjc disciplinus se mantwnc cohe^m^ i
En InactunUdnd de les universidadea y 1asf acultaac/ j
sólo por In "'-cr df iÓnc 'tiene mediante 1os oc tavos pract,cos de ¿
SrecS1C! ™ dC
i!;c!ipl'¡nnO. Las ciencias han pe d rfo sus nucos en su terreno
esencial.
L arie„cias apartadas de este terreM esencmly íd eiüaüa sus asuntos
LívCenS e aP^eespecializados.no p^ d^ f o ^ m ngi u w espuesta

f i » e conduzca nuevamente de las ciencias a fe

t° tI5lsip!CC
di.daenda()eSi0btre1la1sa de K nKrn, ’ a trad¡ci án cientú
fica tendiá a ver la mente como un espej0 quc ícíl cj ara solamente la
cjitcri°ridad de loo objetos; cua nto ma s pulid° e inmacu­
lado sea este espejo, cuanto míás invisible se haga , tanto menos habrá
de interferir en el aspecto de lo reflejado. Para los romanbcos, por el
c°et.rario, la mente se convirtió en “una lám para, un proyectorradiante”.9
P°r lo tanto, todo aquello que ha pasado a form ar parte de la realidad, de
una parcela de la existencia humana, lo ha sido solamente gracias a la luz
de esta lámpara que lo “arrancaba” de la oscuridad eterna. Los hombres
no son los registradores del mundo, son sus condiciones existenciales. La
actitud fundamental de lo romántico es su sentido de un mundo pleno,
más real porque más total, que10

termiea paradójicamente por hacer que confiera mayor valor a las sensa­
ciones y apariencias que constituyen su vida cotidiana. Acentúan su
interioridad y hacen que él halle calma y dignificación en mucho de loque
os demas deJan perder por trivial o de que ni siquiera tienen noticia.

ecJ st:.? ha sido en ^ an medida la actitud adoptada por Heidegger y su


Si se acepta ’ c definición que da Novalis de laactividad
mi'steriñ=r,’ i ar a lo,común un sentido noble, a lo corriente un aspecto
aparienriorle/ ° c° nocido k dignidad de lo desconocido, a lo firnto la
.-om^ mhnlto’ estoy romcntízcndo”1I—por l o tanto, Heideggerera

pl nitud de la noc1fjn heideggericnc de la existencia, todas las

en •C£ MhH. A1biaem,d segPlie.rAí'" r0C,“ t'" V)n 10 M e‘ a p h ys¡cs, png. 49.
sity >Press,
Citado
1o.. J. ’ llumo/í//Císm u . v/aíuiu uuiveiisay ■i cw , '1953.
Y0 rlc&í^ Vra* ¡ M a n e o S P T r Cf Macmillnn, Londres, 1969, pág. 19 8 NufiV
r1, 19431. nñrr o n n /S ;ytnboh sm Mncmili™ Londres,
sm,, Mncmillnn, t 9 5 9 IStMnrtin,w
1 1959 (St. Marl
" ¿S |,as- 230'
press>
Nue\.a Vori, Nc»1 FairchiId,
1928. pág. 504. Thc N oble S a v a g e, Columbia Unive rS1tY
148
- nnCs tradicionales que ap°rtaron los filósofos ™
distllJCr<ia del objeto de sus debates se funden y Son0rSesOntSUf problemas
>'"!¡:e^^crard.e>nsidera su unid ad primordial. PyrSí>
ontrienSto t;a,dashen ‘ o que
I!elpdsi°0'C>iantes dificuítades son exPuestas como productoS de las
ob:ieS cioneS errcóneas, los cuales empobrecen ía ? rtifici0sos de
dÍst,nno,n,euSeeíu “Natural oza” 1ra sido 3 ^ 11^ 1 Esto
j únelo geni ado a paro^r “do íos Pro^ omas perennes cI0OC noO
ggn^n“ n'Y
donociu,iento, para cuya f ol r a r a s0 h an ob rado incontrarlblell ‘t.COWinY
dOíconocimiorto- . >- El falfe dil°rma qu° divi do a los filósofos 0^
dealistas o idou1 urt^ . A m irc* b andos m aígastan mucho do su tiempO™ !
energía trutundo de probar ía existencia de un mundo externo. Pero 13

“probar” la existencia de un mund° externo es pasar por alto la naturaleza


del serremetrnmifea .. Las rocas y los árboles no dependen del
a p r iori
hombre para que existan en el smo que la realidad, que no essino
un modo del hombre de interpretar el mundo, depende de la existencia del
hombre. •

Bastu con recordar que ía existencia humana no está íaboriosamente


armada a partir de retazos y piezas sueltas de evidencia empírica, sino del
a priori fundamental mundo tal como ío conocernos y puede ser conocido,
incluyendo todas las preguntas filosóficas que puedanformularse respec­
todel mundo-por lo tanto, resulta claro que ía conciencia y ía “naturaleza
externa", tan nítidamente contrapuestas en nuestra tradición filosófica,
lejos de ser copartícipes en las relaciones contractuales entre la una y la
otra, están inextricablemente fundidas dentro de un fenómeno único
totalmente abarcador de nuestro ser-en-eí-mundo-.
Un razonamiento sim ilar habrá de exponer ía artificiosidad y falta de
sustento de otro sagrado problem a generador de distinciones: entre la
reahdad y la potencialidad (ninguna de las dos puede existir sin la otra)
- 1 ° cual es más importante para nuestro interés por la comprensión- y
entreyo y íos otros. La com unicación con íos otros de ningún modo es un
misten^ sólo una condición a p r i o r i de ía existencia. Ser-en-el-mundo es
deSde el principio estar-con, orgánica e irremisibíemente; suponer que
primero debe ser “probado" que esto pueda ser así es una ilusrnn que se
jlene arrastrando a partir de interpretaciones d^ n ^ t a ^ r^ , o surgí;
asde ía aplicación de sofisticadas especuíaciones técnicas- e n .O;\-
e t ist g ld c k , u r s p r ü n g l i c h d a s M i t s e i n u n d M i t d a s w i- ( '
uádo es, desde un principio, estar-con y existir-con-) . prell-m nar
sobTel|'oS ^ d ado, así ío os poro, suficiente m f°rmacio P_ ^ i_
la ^ turaloza dol proyecto do Heidegger ceme p^ a P ^ r
Ccina'l ° íución que ofrece aí problema de ía comprensio •
TnÜSld° íemos el caso si guíente: , . . . iu coía cuando
go un perro. Lo quiero, me causa píacer verle agi
12 a Q3
v l!.Iichvi ng. llecdegger's P hilosophy, Basi1IJlacliwell, ^ arper &Row, Nueva
'l*kjí'f c 1 Oelvc,A carnctoy onH eidegger a- B á n S ™ d T ‘mw , P
'•Il5 ;!rCS' 1970. págs.1 2 6 -1 2 8 . '
gger. Scm un(i g^t, párr. 24.
149
rcgreso
^ " m ' Uchoen él su presencia, que in e gusta a causa ¿
fa S ^ c se ‘ ^ ^ Ue PaSo" ^ c i r s a su p r e s e n c ia . P e ro dif e ^
¡os ratos <^ ^ dí le StOUí5Í u n a in te r r u p c 10 n r e p e n t in a v in ie r a a *ÍUentc
podría decir tod° ^ e x iste n c ia ; y n o 1 o di r 1 a p o rq u e *
nuestra fehz rUtinapensa1. sobre la n a t u ra l e z a de n u e s tr a co-exist^
ninguna razón Paon f' a oa n a tu r a l eza d e e s t o : c o -e x isti m os ¿ C0|>.

No “ f 0r .Büno teniendo oast ó cutos en lo q u e se h a ^ verti* >

n 0 s , m ,; s aío'n U n “ i " ^^^,a ™ o. „ > » ,r te r r amí osg ; .

^ K ^ tra aquello Pue e s r e a lm e n te y de q u é m odo


debiíira de ser. Norm alm ente, nr n ca, te n d r i a o c a sio n p a r a definir
s¡nuier’a para m í m ism o- esta cm r a rst e n m a c° m ° u n e sp <éc1 men de uJ
ca tegoría m as aniplia, el ca so de la reram on d e u n perro c ° n s u dueño. No
liay liigarpara cuestion aniientos n ú e n t r a s l a v m a en tre nosotros siga por
SuSCui’SoS norm ales. Sin e m b a rg o , e s ta e x 1s te n c ia s1n cuestiones no es un
caso de ignorancia, de fa lta de com p r e n s io n. E s so 1 o q u e 1 a compres ión,
implícita para un observador, a raíz de la lla n e z a de m i ru tin a cotidiana,
permanece para m í in articu lad a. Y p o d r ía a s im is m o perm anecer en
silencio hasta que la ru tin a fu e ra in t e r r u m p id a abruptam ente y, al
revelar la fragilidad del h áb ito co tid ia n o , r e q u ir ie r a se r analizada.
Existen diversas m an era s p o r la s c u a le s s e r ía p o sib le perturba mi
rutina cotidiana y a raíz de la c u a l s u r g ir ía la n ecesid a d de nuevos
cuestionamientos. M i perro p u ed e d e s a p a r e c e r : p u e d e se r aplastado por
un ser robado, perderse en u n a de s u s e s c a p a d a s solitarias. Su des­
aparición produce iin v a c ío en m i e x is te n c ia . A lg o se h a perdido, existe el
vací° donde previam ente h a b ía la p le n itu d , la n a d a en vez de algo. Esta.
nada me revela, m e hace co m p ren d er q u e m i perro perd id o era realroen-
te, en cuanto como a n im a l dom é s tic o , m ie m b r o de una categoría
e iavoritosJun obj eto definido, un o b jeto d e fin ib le . E ste p en s amientose
me ocurriría por prim era v e z. Sólo c u a n d o r e p e n tin a m e n te .me falta>
n~ a preguntarm e p re c isa m e n te q u é e ra e n p r im e r lugar: aque11°
n iaru^ u aparece en la fo rm a de “a q u e llo q u e h e p e rd id o ” y so1 amen e
cuanr'd° el‘ o lleg a a alcan zar e s ta fo r m a . .
Seg ií n & Una ™ atu ra tan a m a b le y c a r iñ o s a , de p ro n to me m u® n
S Sd 1« n u n ca se h a b ía com p o ^ do de este modo O»
que comieVzo 0 a m e v te ah ora ,e n q u e m e e s t o y c h u p a n d o el dedo dc
haber qitedadrn esca,rbar en m 1 m em oria en lou sca de aquello que p a
comparan* a SaJ a T ^ ra,do .e n e lla ’ a o rd e n a r u n h ech o despues e una
imagen; la de iiv conclusiones. A l cabo de m i in v e stig a cion surg>^,, «^as
Mascotas ^ como debie ra sery d e c o m o lo e s “norm abn ^ 'nose
i mportó nunca tV com portarse de e ste m odo .” “P or lo ta n to nu PeJo0en 0
lnente es la ^ d ^ St®m a n e ra .” “A q u e llo que se e s tá p la sma? ü jo qtle
puede signiílcar io q e la “d o in estic i d a d ” , la p o s ib ilid a d de sa o entr#
g ficar Io que es ser u n a n im a l d o rn é stí co, algo que en
150
,„s en mi costuntare. Perraít asem e aclarar lo q ue suced - ,
nnt,.C
oSndi ciones de d es cifrar e 1 s entido de “domestici dad”<S0ooah° ra est°y
en eOíSbilidad de que se m e lia revelado que mi perrr PodrSOl° a causa de
(unanimal tarbutento y p i g r o s ,) ). A h ora entiendo lo Pue £ £ 5 ^ ™ T
L , porque sé que üo t odos l os perros son así todo el tiemPo y m ascota,
que es una mascrta corno y o p u ^ c entenderloes una inei qUOl unS
q Por utam o,se m i3puede rüplicair con asombro o reprobaciónOsipordaad,'
tanto lío re^ octo de m n j a n te am m al, feo y bruto? Yo que t¡s^ O’ÍO
habría dejado entrar en m i casa». E scuchr la cbservación y USto ! £ lO
cUenta de que m i am adr p em , es un obj eto que puede’
valorado, a^ r n do r censura do, amado r detestado, admir-adjUngí^sU’
belleza o «cmfenato p °r su fealdad, que es posible j ugar- ccPT U
rectazari0. Y se m e 0curre, inevitablemente’ una pregunta: “¿Acaso
cualquior persona puede decir qué es en verdad un perro? ¿Cuál es sU
s,gnificado? Es cierto. ¿p or qué armé tanto lío en torno a él?” Estas
pieguntas, y probablem en te m ud^ s otras similares, acuden a mí mente
s°lamente en razen de que m e vi enfrentado con una divergencia de
op nm e^ L a pregunta que escuché rebotó contra un obstácu]o que me
impme asimil arla con toda calma. Sospecho que este obstáculo es mi
prOpio punto de vista respecto de mi perro, y que se contrapone a la
intcnción que creí percibir en la pregunta. Sólo lo sospecho, puesto que
nunca experimenté ninguna necesidad de articular claramente este
punto de vista mío. Ah.ora, por primeravez, estoy forzado a hacerlo. Entre
las dos opiniones contrapuestas, la presencia de mi perro, esa creatura
famüiar hasta el punto de resultar trivial, perdida su anterior transpa­
re ncia y convertida en un objeto con derecho propio adquirido, es algo que
yo puedo y debo interrogarme al respecto. Sólo en este momento es
que me doy cuenta de que lo considero comolabusqueda de un sentido que
estoy en condiciones d e comprender.
Permítaseme concluir con las palabras de Aríand Ussher. El mundo
en cuanto mundo solo me es revelado m aridoks cosas undanmal . 5
Según SanJuan “En el principio exi stíateR datea . ¡Según el evange­
lio de Heidegger para todo aquello que comied a, prea saniei-ite dete
haber habido prime o laExistencia. En pn mer lugar centr° miatena on en
haoido primero l a , • merevela sus aspectos mas crudos; me
palabras en las cual es la e dQamb1 a^ los vacíos de mi mundo. No comienzo
hacen falta pal^bras p ara eteTmpiandolo, analizándolo: comienzo por vivir-
por observar mi mund° con m mundo pu dieraconsistir, loes “naturalmen-
lo. Cualesquiera cosa ^ fide^ de la totalidad de mi existencia. S e convi erte
te”, como partesinadverti Djacj5 n sólo cuando es puesto de relieve porque
en un obj eto de mi con,t:e^ 3 Ciioca a raíz de sufalta decoherencia. O , como
se h a perdido, o cuan resiste a asimilarse a nii mundo en razón de
otra alternativa, cuan<e<S¡.c;tencia obstinada a considerad o ióti1 . 16
su inoportunidad, sa gunda meditación, se detiene a exp!icar que puede
Descartes , en su 5®°° “de que las cosas existen”. Para ej empiificarl o,
significar el conocimi ^
cy through Dreatl, Devin-Adair, Nueva York, 1955, pág. 80.
1 Arlond Ussher,/ oUJ E arth and Gods, MarLmus Nijh°ff, La Haya, 1969, pags. 36-7.
c; Cf. Vinccnt Vyclna5,
151
, n rle cera. Éste Posee algo de la pulzura *
pone como ejemplo un * * , ^ .tiene un « t e ^ tamaño^ !
miel ydel j u ® hablo lo apie rno al fuego; rahafu los™ »'
forma; es duro y f e * JJ^dado de su sabor, se evaPora su perfUme, „ *
de aquello q- sJjaJeadSStn ida, aumenta a i tart;dn<^ «i^ cpa. «e calientO'°I
dealtera, f . j0 que existe? ¿En que senti p°.se I>pepe pecir que gJ
Por lo tanto, ¿que A ¿la existencia no eqpivale a tener atribuU ?
pedazo de cera e °s te?^ ^ aiKma? ¿En qué sentido es posible decir qUl UB\ s?
pPara ser,porlotanto, “ “ sesaoprfim ser estos atributos? qUe est*
^ Heidegg eírefuta'este razonarnfunt o d ^ ^ r a t ajó t e como sigue
ne«eeart6 STe equivrc ó Pe camino e . su pecision pre1 im m ar al guloguna
DS n dela « ' Voncia “ahí fuera”, en ese t™ ™ t e c era, en ese fuegoy
aUeicular su problema co no una cuest>on pe a tn t a tfs qpe las CoSay
L een en sí mismas, fuera pe ellas o potenc ié rnfsnte f uera pe nuestro
niimdo vitaI; lo cual peterimno tanto Ia m p osirnlipad como la irrelevan-
cia de su proyecto. Lo otro que debem° sa .p mitir pGmal a gana es quenos
n o n docent, q u a lia {.c o rp o r a l in s e ip s í s c x i s t o n t -.p ront o habría de surgir
una cadena interminable pe teorías epistem °l ogícas, rivalizanpo entre sí
para lograr una solución menos absurpay estrafalariaa un problema que
la existencia- cotidiana resuelve sin esfuerzo alguno y pe continuo. El
pecado original de D escartes es formular los objetos como teniendo desde
un principio solamente el modo de V o r h a n d e n h e i t , es pecir, pe estar “allí
afuera”, ocupanpo un lugar en el espado, encerrapos en sí mismos,
atrincherados y a salvo pe la existencia humana práctica, desde la cual
sólo pueden mirar, contemplar. Al haber reducipo primeramente su Ego
a la mera capacidad pe pensar, al haber.perm itipo que este E g o empobre­
cido se comunicara con el munpo sólo a través de. la contemplación,
Descartes limitó netamente ' su propia posibilipap pe hacer frente aí
problema cuya resolución se proponía: como si-hubiera dejapo la contern-
plación como el único punto pe encuentro entre objetos “allí fuera”y la
existencia liumana. Por supuesto que el final estuvo peterminado previa'
men e por la elección pel punto. pe partipa. Por supuesto que lo que las
cosas son nopuepe establecerse por la mera contemplación. Por supuesto
q e nunca podremos estar seguros pe. si aquello que pensamos re'specto
p - ^ es ■capaz pe reflejar realmente lo que ellas “son en verdad”•
tenppmos o o que’ medipo con los estánpares pe constancia y solidez que
d otnDre lnm^S1gnur a las cosas mismas, nuestro conocimiento aparecera
eSe¿^PcroenkesT qUabípmoernQtuf r hág^l y contingenta For lo tanto, la pregunta
Tiene mie „ ‘ 6 0r que habria pe preocuparnos? • . 10
obvio, el mundp\7líC^lParnlÓS solamente porque hemos transgre 0u°
es la cera. Es Uria m ez:_el cual hay muy poco espacio para pudar de i
hallar la cera al nh1¡uis*o1n pe 1l?s filosofos el hecho pe que habreWO
tiene por sí mjsm_ i .ui rle cu alipapes abstractas que con toda evi
encuentr0, sino^ n iplah,enablemente. Este intento no es n u ^ P Jlej
mundo vi tal donpe ÍH1 o pe part ípa absoluta mente rapical a par_
rf ndola nunca comsol! mbs J a v a m e n t e encontrar la cera, n°
e -mundoy} en cj ns e - J eto ajen0; s eparapo pe nuestro pro1P0renJ
15 2 nsecuencia, un/ocus pe atributos separados. poren
, tndo nosotros usá.bani0s Ia cera; la vertíam os nam in o iA ^

¡iriidc0 , sellábam e las caí-tes con eacU jpí«»,,lo ? ^ ^ eSeaS!!al:0r


c“' estaba allí, juiite a nosotros, en el mundo , casi L Jl ella' La
S oma de tedio derecHc,. Se podWa decir que la ;o noSCíanImnCaadCOíUadU
a, 1
mente en c u rnto la ni aniPulabamos de manera correcta , Y na<teinUada<-
ninguna r a z ó n para pre° undar o pensar si realmente la cJ S f
mientras continúen o s h aci ernloc osas correctas y las cosas correctas ^
]iechas mn obstáculos. Cod^ esto lo ha caam^ sin ninguna necesidad de
formular la p^gu n ta ¿ Cuales son l°s atrih>utos delacera?” es la pregunta
que respondíanios constant emente a 1 nmmpular la cera y , por lo tanto no
teníamos necesidad de foim u 1 á r n ° s 1 a.. Esto es precisamente lo que
110 tuvo en cuenta Descartes. En consecuencia nos exigía alcanzar 1 a
esencia de 1a cera fuera d e 1 precis° contexto del mundo-vital en el cual
esta esencia se nos da con toda la obvia claridad de lo que la cera es>
localizar su problem a en un campo artificial, se privaba de 'toda posibili­
dad de respuesta a- su propía pregunta. Y _de igual manera toda la
epistemología, basada enla separación entre sujeto y objeto, y limitándo­
se a la búsqueda de lo que son los objetos independientemente de su
contexto natural, el mundo-vital. - .
Según Heidegger, el D a s e i n -l a típica existencia humana- considera
los “objetos” com o Z u h a n d e n h e i t e n , implementos (Vycinas), realidades
manuales (King), son-a-la-mano. Vinculados, como la cera, en efecto, con
el moldeo de candelas o el sellado de cartas, al igual que mi perro loestaba
naturalmente con ini descanso del atardecer, están disueltos en nuestra
existencia cotidiana tan absolutamente que en circunstancias ordinarias
no senos aparecen com o obj etos confusos que inviten a un cuestionamien-
to de su significado. Lo damos por sabido. Están sencillamente allí,
natural y no-problemáticamente. Todo conocimiento parte de allí. Ser-a­
la-mano es, con toda seguridad, la condición sin la cual es inimaginable
el “conocimiento de los objetos” : 17

En su familiaridad con la significancia, la existencia es la condición óntica


de la posibilidad de que los seres se revelen, que se encuentren en el mund°
en su modo de estar circunstanciados (B e w a n d tn is), ser-a-la-mi;ino (Z u h a n -
d en h eit). .

“Estar circunstanciado” es la cualidad existencial de todo aquefio qu^


es ser-a-la-mano. Aquello está plenamente determinado dent™ de mi
^ undo-vital, si bien raramente paro mientes en su determm aci°n para
intentar articularlo. En efecto, estoy familiarizado con su si^ ifica ^
de alguna manera que lacera está allí para sellar, que el marti o es ^ f
para martillar y que el perro lo está parajugar con él Sé todo aquellr) en
? Ue consiste mi existencia, si bien no lo conozco t e r c a m e n t e ] es
toi? 0 d stancia del objeto de ini conocimi^ tm La d fer^cmrno
sujeto y obj eto es una diferenciad ón tefafc^ que se Perci e IC’ i¿ r e n d a -
la diferenciacián” hayasidoestablecida. No se 0 “ ^
CI<°n entre mi existencia ( D a s e i n ) y el mundo de mi existe .q
17
Heidegger, Sein und Zeit, párr. 18.
1.53
,n v ciempre com° una unídad, y antes de n
dado co:os^ t o m ^ ^ o ^ ¿e] sujeto y el objeto) pueda h awwj® ‘ otla
Otra difer^ M 10, ^ era cometer este acto de auto-dis ta n d a m i® :^
de .£ju6 y p d•ferenc1 aciom .,
que parte toaa " normaimente” no tenem °s ocasion de postular
Por Io la comprensión, como una tarea; y con toda fv ?.0n0'
cimlent° teon - , te sin ella. O bien, si el mundo funcionaratrlhdad
po den’ 0S eUlCreandtr y sen interru pción, y hubiera una armo^
e n m a n o extendida ha d a el mundo y la fo™ a <Jel mundo q U f
ofrece ascr, si ambos se ^ pt o r a ^ rf^ tom m.to , s 1 pot e mos h «e
Pero tal ar á onía n o existe. La inano tendida ta m a el mondo es CollO‘°:
se agitara en el vacío 0 tocara una supteirne aspera, o asiera an obiet!!
demasiado grande 0 demasiado pesado para ser asido. El mando está
lleno de tales incongruencia^ y esta ineludlblemente presente en esta
cualidad de posibilidad permanente de conommiento teorico. a
El proceso que conduce al conocimiento teórico se pone en m rcha
cuando las cosas revelan que su posibilidad de ser-a-la-mano, su aptitud
para ser manipuladas, su cop.veniente ldone1dad, no son cualidades que
puedan ser dadas por garantizadas. Supóngase que necesito clavar ia
tapa a una caja, pero que no tengo, nada a mano para poder hacerl0; es
entonces cuando comienzo a pensar respecto de las cualidades de ■algún
objeto que pudiera usar para realizar el trabajo. Entonces, es cuando se
presenta a mi atención (cuando me doy cuenta de ello) que es preciso que
el objeto sea pesado, irrompible, y sin embargo tenga una superficie lisa
_con la cual golpear elclavo. Durante este proceso, me he distanciado, sin
advertirlo, del objeto que buscaba: he creado una imagen teórica de él; lo
he planteado como un objeto capaz de ser analizado, como algo Vorhan
d e n , disponible (Vycinas), unarealidad sustancial (King), una cosafrente
a mí, una cosa“fuera-de-aquí”. O bien, supongamos que tengo un marfil
que pueda servir para ese fin, pero que .no puedo sostenerlo p°rser
demasiado pesado. Nuevamente cademás de "ser demasiado pesado >f
en últimainstancia una característica demirelación con el martillo,maS„
bien qoe del martillo mismo, y apenas podría plantear 1 a “pesadez
frustrante como una propiedad del martillo. La pesadez se me
c°mo un atriboto del martillo, una característica que surge denues ej
de nuestras relaciones prácticas y les impide serlo. Otra ' (je
marti!b se convierte en un V o r h a n d e n , planteado cono un J s o
conocimiento teonco dado la distancia que existe entre ^oSOvVono
supongamos que inientras golpeo elclavo, el inartillo se a Jeera
^ ^ r a t em m ar mi trabajo. El martillo rotom eestá reve1 and_oCoj l qUe
un 0 cuando no estaba roto; un objeto pesado, re^ nte,
m tli a -a para golpear el clavo. Todo esto se m erevela cuan a c0 n1ie»z°
Uso del martillo se interrumpe. Es entonces cuan■ u nte&rest!
arme qoé es en realidad el m artillo. ComienzoPo[Pj que est°r
SaregUatazaT and°s de formar parte del , mun^ n^ ^
miSmiarizadu-Y, por lo tanto c se presenta ante nuí coroo uns del
UuóricOCun ob,Jeto extrano que debe ser consi derado a tra .

154
. , estas instancias del paso del m0 do d0 z , .
,Jjod/?de«hic?/í tienen una característica en común 2 londe.;.l/leíí al de
V'o r 1 n, acción-dcsde-la-fam iliaridad, cua ndo el curso“ ^ s ^ On cuando
falla" d ^ a acción se lia quebrajo, en pugneaCcons0laI1 ait1Ural,>. del “® -

SSS nlo - £^ f e
r1 ¿°P,0 nCnt€i natural o una situad (5n frustrante en la Cuo1 w ^ 1» de su
otro^rnodo. ^
Aviante en una " cosa-fiiera-de un objeto que depende de nuestro
en;

CC nocimiento
c 0ollu_ - teorico, que le ,.atnbuya sus cualidades,
iya sus cualidad^ , T i™ 1 ^
demuestre nnp
Pudiera 11o estar » Ui o q ue P^ . » ser í m te. El conocimiento teórT
nco

Putge de io
la rwplocion
re\’e1 acion de
de Dosibi
posibl li
lidcnpc
dades; dol
del descubrimiento de quen la
íealidad familiar no » got» e 1 c»ni po de posiMHdades; de un “cabezazcf
contra la feto de ajust.; ent e rea l 1 dad y posibilidad . Comenzamos a
pensar sobre la .‘'eüM ci» de 1 os TOsErn ceme su propiedad, cuando descu­
brimos la posibilid» d de 1 as cosas de no estar o de ser diferentes.
Por lo tanto, no es la rea.lidad la que requiere (y, en verdad, hace
posible) el conocin1iento teon co; lo es la posibilidad. La pregunta “¿Que
ps XT sólo tiene sentid° cuando ha sido descubi erta la posibilidad de que
X pueda ser alguna otra cosa. En un mundo en el que no se pudiera hacer
estc descubrhniento, no podría surgir el. conocimiento teórico; sería
impensable en un m undo en el cual todas' las posibilidades fueran
idénticas a larealidad. Pero nuestro mundo no es un mundo tal. Para ser
exacto, nuestra existencia es específicamente existencia humana, Da-
sein, sólo en cuanto nuestro mundo no es ese mundo. No siendo nuestro
mundo ese mundo, y siendo humana nuestra existencia, son de hecho dos
maneras de expresar la misma verdad. En cuanto nuestra existencia es
humana, la falta de identidad entre posibilidad y realidad, y en conse­
cuencia el conocimiento teórico, no sólo es concebible, sino inevitable. La
cuestión teórica respecto de la esencia de las cosas, ya sea articulada
dentro del discurso realista (¿qué son en sí mismas?) o en el discurso
empírico (¿cómo se nos presentan?) o fenomenológicamente (¿cómo exis­
ten en el modo de ser?) para el filósofo no es un fait-accompli; en su forma
más concreta, surge continuamente, y no puede sino surgir en el centro
mismo de nuestra existencia ordinaria. La teoría es nuestm destino.
Pero, ¿cómo puede ser esto? ¿Por qué la existencia está condenada a
descubrir posibilidades y, por lo tanto, a teorizar? La respuesta no es
obvia inmediatamente. Requiere' de una mirada m° s -detenida a »
estructura de la existencia; en tanto que estemos .concent.rados en e
mundode la existencia. en vez que en la existencia misma. Siguien oa
Heidegger, hemos distinguido dos modos en los cuales e! _mun\o pu® ü
cOnsiderar elD a s e i n . Pero aún no sabemos si D a s e in pue ¿e i_
así mismo. Según H eidegger, de este modo -o modos-puede hallar
respuest» a nuestra pregunta. . , „;A™de'l ser
h -^nlos escritos deHeidegger unopuede buscar en v»no » (como
humano como un red piente vacío, no llenad » un deeC«netd^gder(C n(0Ime
jnfrcepciones, socialización, o lo que fuere). No es porqu _ de ^ c0I1_
ci^ ?se en los comienzos biográficos -rea1e^ 0 .um ar » estos c()in.enzos.
de h^ k sino que no habría podido dejar de r e 1 aC.l0,f »Quizás el incdividuo
de haberlos imaginado, el rótulo de “existen* » • Quizás el
155
•da iridividua 1 com° u? recipiente vacío, cll- .

i p e ^ Pauob a f e ^ ^ : :;r ^ r d i:b Á


IleOq S hace a ílll,:ir^Üe ¿P-'S ’-’n^u^ do, y «Jlo como t al pwxfc Srr
desdé un prin^ ^ u^ o significa «tes^ mi pm ciPm esíor co(l, C^Z^ a.
y h u vez, 1seo-ea gee3 hUCoino hrmosviSto, rl ^ « i m er^ tcóric'oCOn’as
cosas Ycon^ g ^ ri a dr1 sre-rn-rl-m ua do. La « u t e na a está ^
acterística.secU!
caraaeru»-*-*. de1_df_do Dorser-a-m-
todo por sre-a-la-muno;
‘ “ “ “ “ > su característi ca cosmc
-------.--*.*K>uca coa!!?.1'*-
mada por rncima “ J L rn un rstadi o aias d ^ do, coino resulté!1*?
puede suha^ a m cdf :ntrs rn la esfera familiar “a maao». Por 1 0 t t de
algo queha aco dd cwiocimisato trón co ao rs curstióa dr cur i J ? '
el sur£iiaiento_ . _j.___i„r,rracontecimieatos inucho m*n— * ,.S¡da
el ^i^tlv.a'iSino de circunstancias y ac^ t e d m ^ t e m ^ 0 más prácticos^y
cognitlvJjnsír„iri^ o hay que parar imentrs ra como llega a llrnarj ,
pa^ iens nsva^í^a s’írro dy qué p anera la A stead a puede alc^
coníizT r'un Punto en rl cual la t e d eum sr hace aecrsana. Es poSS
explicarlo de esta manrra: rl problrina drl doi'lociriiL
^ento, articulado ^orla
mayoría delosrpistemólogoscon'a rlp asaJr d r la sxistSaCiarrflrctiva(¡par00
llena de todos modos!) a una rxmtena a qur m c1uyr 1a auto-reflexión.
y ’ por lo tanto, racontramos la rxistraci a cuando rs ya sí misma
estando en, y juato con, su inuado drnsameate pota do. En este prime;
abordaje ao hallamos rn ella nada, ni síquiera reminiscente de un
“contenedor vacío”, "tabula o cualquirra dr las otras imágenes de
los epistemólogos. Hallamos la existrncia. rn rl estado de Be/indí/chkeií
(“estar situado”) o dr Síimnm ng (“acorde"). Dr hecho, ambos términos
significan lo mismo; como es frecueatr rn Hridegger rl caso, el prim o
entraña el concepto por sí mismo, denominación distintiva dentro dela
ontología de Heidegger (srñalaado, rn cierto sentido, a qué corresp0 nde
el concepto y en la esfera dr qué universo discursivo debe srr interpren­
do); el segundo remite a la analogía más cercana, permitiendo por lotanto
a los poderes de la imagiaacióa- qur asimilen la idea novrl.
Befindl¿chke¿t es, segúa palabras dr Hridegger, un sustantivo ontoló-
gico que reemplaza a “estar entonado". Ésta rs una imagen acertadaque
ayuda a comprradrr lo que Hridegger piensa. Desde un principio,
nuestra existenca ha estado “entornada" para resultar una existencia
esta rxistracia aquí , localizada rn (obien , auevamenteen
la expresióa imaginativa dr Heidegger, “arrojada en”) el mundo que
mm iene o que coatienr. La existencia sr introduce rn este m°d° pn‘
nr?rn°rya prefabricada'>rstá prrfrctamratr lista, “ratonada” desde e
“e^n1tOenram?,ment 0 qur damos con ella. No existe antes' de que «**
manerarn OL ayad rrali.zad° y, por lo tanto, ■nada podemos decir de *
respecto dSLá.p-iede rxistir•Hri drgger poar rl acento insist e ^ ™^
“ursprünjrf¿chtedpudeo,iScha-ndo mano de expresiones podrrosas>c¡L .
^ r ’ feieniOTp" ' es relcomienzo), “h artn áck¿g” (obstinadamente)> ,°
de la eXésr?pi;c
e)^para drnotar1 a man era ra qur Si “ratoando” es pre* cad°

carnos ía£lrCirdpl,V0C:abUlairio rspecífico de Hridegger que podem°S S


discurso sociológico 5 ^ 1os problemas aparrcra corrientei^en (.ue
Ci0 ó gico, dicím do que sólo es posible comprenda 1 ° q
156
1 . ca “coniPrenSión” Y cuál es su rol en la vi da h um an •
n & f o ' nál¡sis con el nombre ya Tmnerstf' en este mUSdS ' ? ? en2am°s
nU0;S,icios, con su concieneaa com prometida” en ¿0 ° : . p agado” de
Erigida en detemn i m ^ dwecri ón y Uniitada en algu^ ,do g estar
f l se nos solicita olv idarlacom prensión “desprej n0 tras- Por lo
I V r a , depurada de ^ o rnterto vite^ es una in^ngrue^ v d f T ^ n-
te Podría most r e e lo que esto significa. I m a g i ^ u n a ™ ^ en
IrncPante equivaldm a erngnp s conocer un mundo vad o cle T f -
rn.oíh'ibles de nuestro conocí miento. Los objeta de todo f 0 de objetos
¿ i d» , « tor ya r o m t»o U , ,. ■, ,¡a ,M a ,t 2 ‘l ^ . f S üCJ:
¿miento seacPosible. P e™ JUnto con estos; obj etos, tienel uga^ l 4 X 0
do», y Con el tos PreJuic1ós que m uchos de los epistemól ogos n X
mantener aparte. . . '
La palabra aleinana Por p j cm” (o más bien, pre-juzgamiento!
Vorurteil, se alinea con ° tr°s tem r n os de Heldegger, V o r h a b e (propósito)
Vorsícht (circunspecci 0n) y V o r g r i f f (antl cl pacíón), todas denotad0 raS de
una situación en la cual_el ser-a-la-mano es transformado fmalmenteen
un objeto-fuera-de-aqui y Sujeto a ser examinado teóricamente. Todo
debe preceder de alguna manera a esta transformación, por lo tanto estar
ya presente en el estado de “estar situado”. De aquí la naturaleza
dialéctica de B e f i n d l i c h k e i t : por una parte, incluye al ser humano en el
mismo acto del “entonado”. Hecho esto, lo mantiene como su prisionero
celosamente, por el hecho de que advierte claramente el momento en que
sehaga un intento de escapar fuera del encierro (de ver algo con ojos no
impregnados de lo visto hasta ahora con mirada “desprejuiciada”). Por
otraparte, sin embargo, es precisamente el “entonado” lo que hace del ser
humano un ser-en-el-mundo, por lo tanto un ser abierto hacia las c°sas
deeste mundo, y (como hemos visto) limitado a toparse con ladesobedien-
cia de las cosas y obligado al esfuerzo llamado conocimient° teórica El
“entonado” es .la libertad disfrazada de impedimentos. El prejüid.o que
supone es la condición de nuestro conocimiento .. N ° es que este conoci-
rniento“prejuicioso” sea mejor que otro, desprejuiciado, sino que es como
que si no fuera por el “prejuicio” no habría con°cimiento-'
Permaneciendo simplemente “situados”, “entonados” los tho™ ree
pUeden alcanzar el estadio del conocimiento teórico, p ara d^stanSÍarHe
d.los mjsmos de las "cosas de afuera”, y aún fracasar a_ to
*s anciarse ellos mismos de ellos mismos, verse como 0 ?Jeos’j-rfirentes
fara M a tizar que los dos casos son dlferentes y requi.er^ (más
de esfuercos, no para sugerir que uno ocurre ^ * ^ * de
unnan! evefemos que eso no puede ocurrir)- Distan<ua^ ^ omin0so que
S ^ mo es, dq algún modo, mucho más raClcal ¿ ^ ^ las
c o * " * a 'uno mismo de los otros. Como heñios v > seranoode su
serdifeoricamente significarevelar la posibilidad e oso5trosmismu
signinerent:* El mismo descubrimiento en rel ac.ion ^ f ,rniiiar al teórico.
Signi, ca mas que sólo el pasaje del conoclinien , <( tar situados” en
el tnodoaielevarnos a nosostros m ism °s del _™ V ia posibilidad de ser
libre lo de <comprensión”. Es el descubrimien o ^estar situado”•
C10 contiene y oculta a la vez el estadó de esta • ig 7
■híliriad de libertad? De una m anera
■nenio oculta esta p° slb‘ 0 se evadía perdiendo de hecho su a
aquella en que ambos casos “las cw jis debí a° andar
?i'nad V“domesticldad •^ i aran com o problemas, como no-ni Sen
canuníadas” antes ® q o capaces de no estar a11i, ° estar al<¡iesa-
riamente-|o-que-son,qlCO‘H(j, que evi ta a mi propi a existenci a PJ Í ? de
diferente mrniera. M g (podemos decirlo de este modo, no necp_ r .Su
verdadera-fmn.har.dadeSrCpod]5 aii^e práctica, qUe le ^ ^ p¡

mente held.e(g^enriáctica; cierta suavidad, una :LncontestableDobviee],,e(!ar'


má -’ en “ os de 1 a sodom ía, su
sUidiaetUdmarío, rutinario, bien acorde a las c° ndici° nes en qUe *
üesaírOn1a. Lo que confiere a M üst a exi stemna n n apoyo adicional, p *
poderoso, para salvaguardar la e® 1a n®c¿ sarr a presencia de una
autoridadinventiva, que añad a un toque de*^USt:if,L cdcion a 1 aobviedaddel
mod0 en que estamos situados en el mundo. Heidegger llama a esta
autoridad d a s M a n ; un término que no admite traducción, puesto que
debe toda su formi dable profundidad al h echo de que viola las reglas
lingüísticas obligadas en el a.lernan o el frances, pero que no existen en
otras lenguas. En alemán se dice m a n s a g t lo que significa aproximada.
mente “s e dice” o “ha sido dicho”. En la traducción se ha perdido mUCh0
del carácter de m a n . Y lo más importante es que lo que se ha perdido es
el hecho de que m a n actúa gramaticalmente com o pronombre personal,
lo cual, por lo tanto, sugiere que se trata de una persona (cualquier
diccionario alemán traduce m a n por “uno”; un hombre; no sotros, voso­
tr os, ellos; gente, pueblo”). Pero de hecho no representa a nadie en
particular, sino sólo por la amplia difusión de un hábito es notable sobre
todo por su anonimato, por su falta de relación con ningún tipo de autoría
en part¡cular. Heidegger, al agregar “das” a “ m a n ” , y escribir “M a n” con
mayúscula, gramaticalmente convierte este nada, este anonimato, enun
sustantiv°, que sugiere en vez de un vacío algo sólido, que ocupa un
esp a c i° . D a s M a n es potente precisamente por su elusivi dad, por el h e ch 0
fde queha sido formado a partir de una oquedad condensaáa y, Por lo
an, 1inmune>a todo ataque, que se introduce en el espacio como u”
cUfik o-ntravés de la manteca, sin destruir naday dejándolo todotal cua
d<;is M_a n es> al decir de Heidegger, como u r s p r ü n g lid
L ™an0, como el estado de “estar situado” por sí misan*
unid °-n na die, ante e 1 cual toda nuestra exi stenci a en su esnai
niente tipn<!aPi ulado' ^ sta capitulación es un acto originé que n0/ 1 ,en
el sentirio ; onsecuenciasperdurables: “En uncomienzo yo no so/ y,e a
sentido de mí micm« . ----------------- n • v tiende a

w W*« V' d i V C V-l C O C A


í *u
q

___^ Termino Medio: es la “nivelaci 0 n" ^


espejos notiPnP: ser-‘°.1^ uestra existencia, al reflejarse en
digna de anaiiq1 spof ibl lidad desorprendernos com oextranayP0/ eilaY
plantearla como ’ eil1Vltarnos a dirigir nuestros reflectores so, a
la como un problem a. No es que nos tranquilicemos a l 1111
tt'Ct ibid.
Párr. 35-8.

158
nirededor y darnos cuenta d<i ln universalid ad de la « , .
* tl 0 1 ..«^.-ns semejantes viven sus vidas, tan sim ^a-roS 1 ^ u ra”
con^ l tenninoción apar<mte, p1 asmadas de antemnn,esi! nas y otras
en f" í ostribn en que mientras la discreta auS ^ l ^ der»
abloina
problotí » rras, es muy dudoso que pueda surrn^ r nn - M a n nos
tcn^a e sG<vuri
• ' S I o ln segurif\daad-
d. “13s tar situad
“13star srtu adoo”, permanece? baj o 1 ar'egl^ T
¡f 1, liona ventajas extrírnr dm íinas que se hacen visfufu” gla de das
S C niO* domesticidad, femUtorifa,!, seguridad, existencia proferida3
¡ -,' guna de 1 ns cua1es puede lnantenerse sín el apoyo poderoso de dai

M<Estns ventalas 1a„s Perderé al ver a trarés de mi existencia comO un


mero “estar sitimdo ,y a 1;iav(:is de d a s M a n como una mera nada. Es POr
csta razón que mi emancip a c 1 on. no es para nada fácil; y eilo es así dado
Qlltí aun con furtuna, puedo segun tentado a re fugiarme en el tibio regazo
do das M a n . Es precisainen te 1 a U n h e irn U c h k e i t (no-domesticidad) de 1 a
existencia “fuera”, que pone de reileve intensamente las atracciones
úniCaSque nos brinda d a s M a n , ■ .
Y, sinembargo, la trascendencl a del estado de “estar situado”, la huida
dela garra de hierro de d a s M a n , es i nevitable, p or la misma razón de que
el “ser-a-la-mano” puede deveni r una y otra vez en “ cosas fuera de aquí”.
NueStra existencia se limita a revelarse a nosotros mismos como una
mera posibilidad. Peor aun, lo que se limita a revelársenos es la posibili­
dadde nuestra no-existencia: después detodo, sabemos que habremos de
morir. Un a vez que nos hayamos dado cuenta de que no existe ningún
fundamento sólido para el estado misino de estar vivo, de existir, se nos
presenta de manera diferente la posibilidad misma de existir. Puesto que
nuestra existencia puede no ser, será de igual modo diferente la forma
Queha adoptado por el hecho de estar “situada”, “acompasada”:19

La frase clave, es g e h t u m , está en juego, nos da el primer indicio de cóm°


el no se manifiesta al hombre originariamente. ¿Cómo puede su propi°
destino estar en juego para él, a menos que por adelantado se hubiera
revelado posiblemente como un ser para ser perdido? Que el h°nibre
es decir así lo comprende en su ser a partir de la constante ^ ^ büid^ de
que no pueda ser... Esto permite al hombre comprenda las posibilidades
de su propio ser y las de los otros seres; es, como taf el origen de las
posibilidades. ••

s Nuestra vida es siempre, y desde el comienzo, vida-hacia'1a-mu° rte'


fgunlafoi-midable expresión deHeidegger, el homt o está muriendo ya
VÍ7 v,Cer‘ Firmemente presente como una posfuüidad , 1a mUer e
realidnUestra existencia y le revela otra posibi1idad* En fu , ’das
conocimiento de mi propia muerte es la aimci
el llldades, de la verda d(ira noci (i n de 1a mlsmaí se p° ” existencia
" “distanciarnos” d(,0 mundo y d( nu(* £ (Xoil'Oini^e0
tiene sus raíces en el descubrimiento de 1a mue ’

15Ki.
ngi Pág. 48.
159
- Vmrnana de Heidegger fuera del anvcrSo «
mi^U j 0 adqeulea,ir<;S
u X !Structura es el “trnurna de la m m ^ , en ^

^ ^ ^ s s s o 'c s t n p í .i
h eIo1„C,oP :Í eCd1;SlVe0stado de Befindlichked al de Verstehen, £
Significa'el^l’ í'so del ^^^^ntJeieúBneC^’eStW adOqueso'puéd'e'cOnsído'ra
situ^
una ^ 3 :
P0r otros precisamente ex istencia^ Sóle cuando ^m preird, mi c x i s t ^
P,?im0o ru0^aíPpos1bilidad entre muctes, es «rnndo mi <1 x1 stencia s e h £
verda deramente humana- En e 1a aut enCici{Ciac1, 1a compren si(óny¡a
realidad revela da como potenci ahdadson dlfierentes nombres roferidos .
mismo acto 0 estado. T odos ellos se ref 1 eren asimismo, a un a oportunidad
que siempre esta a disposlc1 <5n ^ g á nicamente en toda ex1 stoncia; a una
oportunidad que, sin embarg°, debe sor aprovechad a, fr^sformada Gn
un Ofrecimiento histórico ( 1 V a líl), en una eleccion (A u s w a h l ).
De este modo, la comprensi 0 n es un logro, pero un logro al alcance de
todo ser humano. En efecto, la comprension es nuestro destino, contra el
cual podemos luchar, pero del cual no podemos liberarnos.
No debe confundirse la comprensión con la n ^ra capacidad 1rreflexiva
de actuar. Todo nuestro “movernos en el mundo”, incluso aquello que no
requiere ninguna trascendencia del estado ‘‘situado”, implica la compren­
sión, la selección, el uso del ,etc. La comprensión, sin embargo, comienza
cuando se produce una forma particular de distanciamiento: cuand0 se
produce una brecha entre mi facticidad, mi modo de ser, y la esfera demis
posibilidades. Sabemos ya que la comprensión significa considerar las
posibilidades como posibilidades. Dicho de otro modo, la comprensión
consiste en la proyección (E n t w u r f ) . Esto es un acto de doble filo: por una
parte, las posibilidades se "proyectan” hacia el futuro, hacia aquello-que-
aún-no-es; por el otro, las posibilidades proyectadas de este modo sonre­
proyectadas, y arrojadas nuevamente a la realidad, exponiéndola porlo
tanto a ser un objeto potencial de cuestionamiento, desafío y cambio.
Además, la comprensión no debe ser considerada como un acto pura­
mente intelectual dentro deundrama delpensainiento encarnándose con
el mundo, el Espíritu dominando la materia. Si bien se suele repetirque
la esencia de la existenciahumanareside en sufactibilidad-y en realidad
no se debería repetir esto demasiado a m enudo- no debe aceptarse este
postulado "con plena seguridad”.20

Cuando me vuelvo al pasado como si fuera un “objeto” pasivo a la esP^dL


que me revele sus secretos, estoy pasando por alto el hecho de que e1 pas„¡0.
seí me i’evela en té ^ -^ o s de posibilidad humana, y que son mis Proy| yo
es decir, lo que considero posible , lo que determina aquell° q
habre de W objetivamente o pasar por alto.

PorQ./TyU
ídw
TogníJ
aa;?dv’f ^ ^ aI 1 nsl de Kurt P. Reishardt, Mayor
1966?pE S PIul0S0phy> F rom D ilth cy to H euleggcr, Fredenck Ungao ue

160
Esta síntesis. no es d d todo. correcta: no es p re c isa n t ,
sid ero posi b 1 e, .sinon1o.que es 1 1 1 i posibilidad, conform adm e ^ 1 0 que c o n -
£ q » e determina que y como el pasado me puede a e la b e is^ 181^ ® "1*'
10nto mi comprensionde la h istoriano es un Drocesoe„^ revelado- Por ¡o
tu etioo inteinpor a 1 y 1o abso1uto y la contingente Dmte3 VUl intelectual
sucesos y hechos- M i r a ^ e n s s i f a de la tiistolíia es’lpist;toríaaefias‘-lldad de
Soto Pued° co'mPtrendeil 1a 1nstonia una vez que me l°riyiaen£s,doe^ismia-
cuenta d« nü potenaal como ser ^ tó m e o . La historia que ¿ a p o Y
comprender y nu -q u e meorpora esta comprensicta !
niismo tiempo 1a 1uz que dum i na la historia y las tinieblas de feta1^ / 1
cortadas de 1 a rnorna Dela. De niodo que en realidad la cognición h t o S
nunca acaba. * s d i e s t M e K r a f t d e s M o g l k h e n (1a"fUírZa
silente de Io posible): 1 a hi stona es una fuerza sufíci entemente p(odeeoZa
como para presentar . posib^l^da des, pero no para hacer que hablen
Permanecen en silencio h asta d momento en que pasen a formar parte
de una aute ni:ica c:xi stenci a. La existenci a autentica, al hacer que hablen
en ooz alta, ilumina el p° tendal de las mismas. Aquello que puedan
decirnos las posibilidades delpasado al verse obligadas ahablar depende de
este potencial. Pero el potencial mismo depende de! mensaj e que esas
posibilidades son capaces de transmitir.
Y por e s o -n u e v a m e n te una p ieza difícil d e la d ialéctica-la asimilación
de la historia es siem p re u n even to histórico. S ólo podemos comprender
nuestra historia d esd e su in terior, n un ca por un único momento en que
alcancemos un pico “ su p ra h istórico” desde el cual podamos divisar la
historia “como ella fue en rea lid a d ” . La historia y su asimilación sefunden
en un interm inable p roceso en el cual ser y tiem po son una misma cosa.
Esto significa en la p rá ctica que una comprensión de la historia
atemporal, absoluta, p len a, irrevoca b le es inconcebible. No es posible
abarcarla por y dentro de Dasein, la existencia humana. Vamos a la
búsqueda de n u estra com p ren sión de la historia incesantemente y nunca
llegamos al fin al en un p roceso sin fín de Wiederholung ° Überlieferung
-recapitulación y r e s c a t e - de m ovim iento circular. El fam °s° círcul°
hefmenéutico en la filo s ofía d e H e id e g g e r se convierte, en sí mismo, en an
elemento de la existen cia, el cu al •reincorpora incesantemente sU Propja
i-capitulación y en riq u e ce , p or lo tanto, su propia entrega, estableciendo
la base para la reca p itu la ción siguiente, y da capo. .^ _t
Recordemos: la comprensión es siempre una compreas°°n. ® a *p ,
na. Y la comprensión siempre es histórica. Pero esta.hi5to™ ^ es ^n^
comprensión es a-histórica. Al igual que la coinprens° n pero
cualldad eterna de la existencia. La comprens° n opera en e compren-
J?.a,da se puede ha cer en el mundo de modo de hacer pdsi descrbiertm
ifín Es una posi bilidad dada, siempre a l a espef a . e lver muchos
Pr vi concepto de historicidad de Heidegger eJa * i _ apei de la
int° lemas. El sociólogo pondrá de relime uno e .pnción de paso. Se
sna^7 rfacción humana, a la cual^eidegger ^ F f t * J ^ n d o a “el otro”
Comsface a, ' establecer sus diferencias de I-Iussei " u existencia. Pero en
es+_o.oiriginaria e inequívocainente preseate en ha gente coexista y
esto falla su interés en “el otro”. El hecho de que mueha ge
161
.d en relaCi0nes múltiples (los i ntercambios lino-í: .
esté compromí^ da ®n J * o de todas ellas, Pero sólo un - gUlstjco8
son virtualmente , _w „_m ouna .característica
característicaprofunda efi!^ 0)
parece Na^.» " " ¡ "cuentemente, de la práctica de la 0 0 ^ ^
de D existencia - y . « ^ en el diálogo con la historia, con ef e 16 '1 ...
Su D a s e r n ^ or frecuencia, m ucha may or intensidad 1 í 0^
¡ü SKs Ss ^ - rt & w
nquu n
nr nt e ínU^has de
i m .s
ie las cocnvmu
'm s .
esencias .atem
- o
x
,<
s a t a brnf e. ^
noa 10.
al hwnb: en
xiunjbre 0o
»
Dase¿n
D a s e in no es ni homo
h o m o ekco
onon rn h o m o f a b e r , m
mui c u s ,, m rn siquiera horn
h0rn
^ t o ri-.. Pero tiene con pleno derecho
c r eta o derech° im una_ a e sm
ese' n ci^ atemporal
?.a , b£ftemporal enrnosU
témporo-dependencia: ahora es h o m o h u sto n c u s . M a s tueii que un serdÜ
la especie, ahora es un ser del tiempo; o mas bien ,.la especie tómala form;
de ser-del-tiempo. Aun mas, pareciera que el ,tiempo histórico-fuera e
mismo para todos quienes están m inersos en & . La tradición no es s.no
un factor aparte de determinada cronolog ía, pero la especificidad déla
tradición parece agotar su peculiaridad N ° existe una diferenciad ^
. ulterior. La diversidad de la tradición puede contar en razón de las
diferencias de sustancia en las cuales la época se revela a varios de los
contemporáneos, si bien difieren unos delosotros, puede acomodarse con
facilidad dentro del sistema de Heidegger, no obstante Heidegger mismo
esté escasamente interesado en el problema. Lo que sobresale como un
problema cuya acomodación habría de presentar dificultades insupera­
bles es, sin embargo, esa diferenciación entre contemporáneos queles da
puntos de partida desiguales en su- emancipación de sus respectivos
“entonados” y “situaciones”. Para Heidegger, el paso de ‘‘estar situado”a •
la “comprensión” es una oportunidad abierta igualmente a. cualquier
sujeto de una época, con la sola limitación de la riqueza y la madurez de
las mencionadas “recapitulación” y “rescate”. Pero aparente mente éste
no es el caso. Tal igualdad no existe. . . ■■ ■
En mi mundo está presente otra gente, no precisamente como ot e
existencias -un a invitación constante a, y potenciales objetos de^a
comunicación-. Lo que sucede entre nosotros no son sólo intercambia
lingüísticos. Pero R e d e y G e r e d e -h ab la y conversación- es la úmra
tipolo^ a de l as relaciones humanas que l ei nteresa a Heideggen Envían0
rastrearíamos en sus escritos siquiera un comentario, o por lo menosuna
mención, respecto de la rica variedad de maneras en que una existenci ^
humana puede introducirse en la existencia de otra: condfutos
pue?en pasar de una disputa a la guerra , laviolencia física la sub(* *
nf cit0n t>olitica Y económica, el impedimento de acceso a la tnformac ’
e.c; Todos estos tipos de relaciones interhumanas ¿están acas0 , ia
" T de .imP0 rtancia en la formación tanto de la realidad J0 , . s y
perencialidad de la comprensión? ¿.Acaso pueden los más. ag r en
p manentes problemas de la comprensión ser formulados sin
cuerita estas relaciones? , o c0n
* * 1 falencia c fu n ^ o así lo parece, en base del cargo Ja
trecuencia contra Heidegger y la filosofía existenci ali sta
<ontra H eidegger y la filosofía existenciahsta ai ^ ® genf ehail
irremediable
sido ■ u n t -'^ pobr,eZa desu ética. Todas l as existencia hu^ í ^ afivo, sU
p u n g ¿ i,ch . igualadas en su único predicad° signl
162
ncias capae s

tin'decrcrer eievó ai uuig j alto (en realidad el Umi a. • , ^ue


níoral^e^ formulada c0lno la 0 b l‘gaci(5n de regresardel esh dOriT ? 1" 0
PCOOidoen das M a n , y acep-tar este m odo dificultoso d^^áíX‘^3denhCa;b<;1'Se
altanaron la ™ ral • es ha^ l
to oportumdad di ^ « “ der- Ta t vez se pueda de este moZ ™ ^
armonizarla n w m te.0 n ca y la pra ep a tan injustamente discnmoS
durante delúd ate t e m po. pero Para Heidegger el precio que hw aul
pagar para salvar la. bl echa es enonne. Creer que es posible ak ^ arrm
auténtico cómpr e m e con el n m ^ o con sólo hablar y comprender
significa estar ciego fiente a esos aspectos de La situacion del mundo qud
son los que dec¡den verdaderamente cua ndo se puede verificar el encuen­
tro de la comprension y ^ c om prom iso, y cuáles podrían ser las conse.
cuenCias de esta com prensión. .
¿Es süfíciente coniprender para evitar la incomprensión y, ¿no es
acaso la incomprensión una relación entre la gente antes de conVertirse
en el inoperante d a s M a n ?
En Heidegger no sedan ni estas preguntas, ni respuestas a las mismas.
Recordemos que Dilthey nunca dejó de estar fascinado ante la ideal y
objetiva comprensión de la historia, es decir la comprensión que en sí
mismahabría deno serhistórica; con toda seriedad, trataba dehallar una
posición ventajosa por encim a o fuera de la existencia humana histórica,
desde la cual fuera posible la historia como un objeto capaz de ser
estudiado objetivamente. Creemos que sus esfuerzos fueron inútiles;
Dilthey no pudo sino ofrecer el fin de la historia como ese punto desde el
cual la verdadera comprensión podría convertirse en una posibilidad.
Hússerl puede ser considerado como un filósofo que ha extraído conclu­
siones lógicas a partir del fracaso de lahennenéutica histórica al ofrecer
Lig amentos sólidos paralacomprensión objetiva: dio por sentad° que la
c°mprensión objetiva puede alcanzarse solamente fuera de sus historicas
limitaciones existenciales. Heidegger es la solución opuesta al dil?ma de
Dilthey. No existe comprensión fuera de la historia; la comprension es }a
tradición en una interminable conversación con si' misma y su _propia
fecapitulación. La comprensión es la modalidad de siempre
incompleta y sin resultados previsibles, tal como la existGncia nusma-
de la historia 1 en vez de revelar el verdadero sentido e pasa ’
significari'a el fin d ela comprensaó n: la comprenswn es posi T e s.o if . ner
p°m.o 0na actividad inconclusa orientada hacia e 1 futuro^ ^ ,os _
í -°íOSos impedimentos impuestos a 1 a verdad ei‘a comprensio >ediante
ja ci0s elaborados por la tradición son las unicas lierramien
S^cU&l?s es posible alcanzar la com prensi0n. „inrer>sión aligual
que i Gxi?tencia es su propia revelacfoa; el acto de1a c° n ouede ser de otro
que la existencia misma, abarca el pasadoy e lfuturo. N opuede ser
21
Heidegger, S eit und Zeit, párr. 5S-60.
163
. a m iSm a , la co m p re n sió n o b tie n e su reai; j
m o d o . ® en que e stá su m e r g id a. E l s e n t ido se PL ^ de ]a
totalidad historí * _ de esta to ta lid a d . N o es e le g o , ya 0duce p
m fim t;as rela_cion la el s e n tid o de s u s in te n c ión es A l t ^ írip
" t"* ^ 4t se S d os e s tá n p re-fo rrn a d o s p or él a ¿ * ? ! ! <
Ja ^ te" f * mDre n sión, p o r lo ta n to , g ob ie r n a e s t a tota lid a d s l de este
vidual°de significados lla m a d a le n g uaj e . S e g ú n la d escrip ción d ^ i .

iner’ El pensamiento depende del Umguaje en la m edida que el lengua.J.


meramente un sistema de slgnos con el p r °p °sit ° de la comunica;?e. no es
transmis i«5n de la m form ad °n . D onde h ay un tenguaje real ia n y la
designar no es conocida pre vi am ente al ac to de d esi gibarla . Meja ^ a
dentro de la relación de nu^ tro \enguaj e c° n el mundo, aqUenOr eh0>
. hablado es en primer term ino articulado a traves de la estructm° que es
tutiva del lenguaje de nuestro ser en el mundo. El habla perma^ C^
al lenguaje como un todo, la virtualidad herm eneutica del discurs 6 atada
adelanta a cada instante a lo que ha sido dicho. Es en este 0quese
precisamente, que el habla trasciende siempre e l campo lingüísti to,
constituido dentro del cual nos encontram os nosotros rnismos Camente

E l objeto de la teoría h e r m e n é u tic a n o c o n s is te , p or jo tanto ' i


constatución de la co m p re n sió n . L a com p re n sió n e s tá da d a de antemn la
en la realidad del le n g u a je . E l ú n ico o b je tiv o d e la h e r m e n éutica
esperanza razon able de d e sc u b rir e x a c t a m e n t e d e qué m an era los s-s .•
ficados estan con stitu id os y s o s te n id o s en el l e n g uaj e y }as j f ? 11'
asociaciones lin g ü ístic a s. . . , _ , s2 3

23 Ha G
•Five
Herm eneiitict i S tU d ief;^ 1 ’ * IngL de Pt Christopher Smith, Hege/’s D/afccg,c r
^ Yale Umversity Press, New Hnven y Londres, 1976, 1

164
8
L A c O M P R E N S IÓ N
C O M O A C T IV ID A D D E V In A
d e s d e s c h u t z V ID A :

A L A e t n o m e t o d o l o g ía

En cmrta ocasión Sir Karl Popper contó a su audiencia una historia que
con toda evidencia le habia llamado la atención. 1 Se trataba del c a s o d e
un antr°pólog ° que había sido invitado a participar junt0 con otros
cerebros sobresalientes en un debate sobre una importante cuestión
respecto de la metodología de la ciencia. Al cabo de un a larga y ■agitada
discusiónj durante la cual aquél había permanecido en silencio, se le
preguntó cuál era su punto de vista. Causó gran consternación en cuantos
estaban presentes que respondiera que había prestado muy poca aten­
ción al verdadero contenido de la disputa. Su contenido, pensó, era lo
menos interesante que nunca había visto ni oído. Otras cosas eran
inc°mparablemente más interesantes: cónao se había iniciado el debate,
de qué modo se había ido desarrollando, cómo una intervención provoca­
ba otra y cómo terminaban constituyéndose en secuencias, de qué
manera los participantes manifestaban su disconformidad etc. Nuestr°
antaopólogo, presumiblemente, considerara que el topico que habia
o_rign ado tanto acaloramiento era precisamente una de aquel las creen-
c1as originari a s” cuya ve rdad o fal se d ad es absolutamente
para un estudioerudito. Esa era la raz<ónpor la c u a 1 no le habia interesa o
elte™a particularmente. En cambio, había tornad muy enc«e^ yC™
genuino interés la interacción que se había. ° n gmado ^n re. os
exPertos y que había sido “ocasi onad a” por el tema en “ “ U^ Onferfen a
por supuesto, Sir Karl se indignó. Para el Jos enunClad0rSserr]Sforblanoa
„ go Y, uno u otro modo, debían serjuzgados Par® P qu^ pudieran
referencia a ese algo , cualquiera fuera 1a i^ p? c on aue se captara el
i. ner a partir de un grado de exactitud y verac¡dad <•°nv‘Pur° bs;sbCiSPqlls gir
«n ada cual se hablara. Frente a ua .enunC1 £,d.,e’»ef°Imloyl1a única manera
considerara ]a “interpretad on inmanent
' TK . # :n German Sociology, Heinern^nn,
lond!he0dor W- Adorno et a l., The Positivist D isp ute m b erm
es' 1976, págs. 93-5.
165
i T r i aría de extraer de la frase el mensaje n,
válida de encarenlo. ^ poner ¿i prueba la verdad de éste.J que

su

antrO?óP0g :a n 0 nCSCUe a de teoríae r n ^ sd ^ d ón sociológ-ica; qUe


de una p 0 d®r°s“ Í^S^UÍarOid Garfínkel, codifi caria la extran a cOndUCtaPa“
dire “ ^ 0 íOagoHdenOtrO de u n a metodo^ g.'a aUernaüva : 2 * * de

Lo mejor sería una concepción alteinatíva de cómo proceder. No obstailte


pueda parecer extraño en un prjncip1° eSte n\od° de ®?tuar’ suPongase que
abandonáramos la hipótesis de que con el fm de deücnbu- un uso como rasgo
de un conjunto de compremno^ debemos saber ele antemano en que
consiste en sustancia la compres ión ges r a h ^ da.^Con esto dejamos de
lado la teoría de los signos que te esta s od ada segun te cual “un signo”y
“un referente” son respectivamente pr°piedades de algo dicho y algo de Io
que se habló, los cuales de esta manera pr°p°nen signos y referentes qUe
estén relacionados con sus contemdos correspondientes. Al dejar de lado
esta teoría de los signos, descartamos también, en consecuencia, la posibi­
lidad de que un consabido consenso generalizado sobre asuntos esenciaies
explique un uso determinado. ■ ■ ■ ..
Si se descartan estos conceptos, entonces no podna di stinguirse a ]os
grupos de los que se habló y de la forma c o m o estos grupos lo estaban
diciendo... . . . .
En lugar de y en contraste a lo que se refiere a una diferencia entre lo que
se ha dicho y cómo ha sido expresado, la diferenciación apropiada es enfcre
el reconocimiento de los miembros de un lenguaje comunitario de que una
persona está diciendo algo, es decir, por un lado de lo que estaba hablando
y por el otro de cómo lo estaba expresando. '

- Por io tanto, una escuela se origina cuando exige de sus seguidores que
dejen de preguñtarsequé es io que se dijo, y se concentren, en cambio, en
ei c ó m o ha sido dicho. ‘ ''
Garíiñkei dio ei nombre de'“etnometodoiogía” ai campo que ia escuela
deciaró ser su territorio. Ei neoiogismo se expiica por sí mismo, y forma
parte de ^ia misma famiiia de un grupo de términos que habían sido
introducidos ya en antropoiogía descriptiva: etnobotánica, etnomedicina,
etc. Todos estos términos expresan de qué modo e l e t h n o s -ia gente
estudiada- procede cumpiiendo ias tareas ciasificadas normaimente
dentro de determinado campo, por ejempio, ■para 'ia taxonomía de las
piantas o para defimr ia enferm edad y ei tratamiento de ios maies. De
manera simiiar, ia etnometodoiogía se entendió- como dedicada a Ia
escripción de ias “maneras originarias” de cumpiir iatarea devivir. Sin
em argo, exceptuada esta simiiitud, ia anaiogía puesta de reHeve en e
riom re e nuevo campo de estudio fue mai interpretada. T° d° s ios
anrtimip!0 is antropoiógicos ya existentes connotaban ia intención de
. e concentrarse en ia diferencia existente ■entre J arlip
» ecir, en 1as d;jferenci as existentes entre ia prd ctica médica

LorlcI^H
^ 6G
7 ^f i-gk
sel¡ n 8 d ies E th n °m eth o d o lo g y, Prentice Hall, Eng|ew»od ChffSY

166
,oS aborígenes h°p is y los Zum s. L a etnomrtodologío por r
‘“S„ieó en su nombre el c° mponentr ethno en un ,contrario,
S n t e , como denotando a los seres hum anos™ ! 0 í ^ amente
tfera icia a variaciones tribales o culturales. La ssesruñ^Hef’ “ 2 ninguna
denominación, “m et o d o 1 ogía”, eraigualmente gen erÍj. enda p!larte de esta
1un campo de la ^ tm ^ d específico, especiaU ndicaba e^mZélorr/í i ! . 11 '3 6
actlvo en genera1, e1 nietodo de no importa cuál fuer a ' T e Odeser
cunlpliera y mgm ñ ttra por 1 o tanto, sino otra cosa de 1 o iUe^to y- se
denoP tado t&múiw aná log° s: ín d f f i ; 1 a y falta de Interes en 1 a su^ n
cía de la d. zfad a, en r 1 > rqué” de las practicas humona!
Desde un pnncipi° 1a rtnomrtodología pretendió ser la clencla mas
general de fe áccion humáná, operar rn un nivel tan general como para
neutralizar 1as di.ferencias sign.].ficativas entre el ethnos y la diversidad
de sus actividades.
Tal vez eea esta generalidad, esta suspensión del proyecto muy por
encima del nivel en el cual las variaciones entre culturas, l laeee y grupos
i:partícularizantes' ' se hacen moleetoe y parecen relevantes, lo que justi­
fica la definición dada por Garfinkel (y con mucha mayor insisten^ por
sus seguidores) como "sociología fenomenológica”. Personalmente' no
encontré demasiada evidencia de que Garfinkel (por lo menos en la época
en que fueron publicados los S t u d i e s in E t h n o m e t o d o l o g y , la obra.más
fundamental de la escuela)haya leído a Husserl (lo cita a partir de Marvin
Faber). Más importante, dejando de lado su generalidad, es que su
proyecto tiene muy poco parecido con lo esencial de la fenomenología tal
como fue trazada por Husserl. En primer lugar, la cuestión del “porqué”
de las esencias de las cosas, que en la fenomenología de Husserl ocupa el
centro, ha sido descartada por completo a favor de la cuestión del “cómo”.
Luego, lo cual es mucho más importante, Garfinkel elige como camp° de
sus estudios ese dominio de la realidad que Husserl consideraba necesa-
ri° “poner entre paréntesis”, que ■nunca debían ser “quitados” para que
fuera factible el proyecto de la fenomenología.
Por cierto que el proyecto fenomenológico origina^ tal c° m° se des­
prende de los escritos de Husserl' debe dehaber sufr id muchas transíbr-
maciones antes de que pudiera ser considerado romo legítim° antecesor
de la actividad fenomenológica. Esta transformarán f^ realizada por
Afred Schutz, y es a su obra que nos referirem°s en adelan e. ._ a ,
Alfred Schutz estaba interesado en la comprensrán, con la p0 HUs s
e caPtar el significado de la actlvi dad humana. Al ig^ a , debíaser
suponía que la comprensión, si era posible lograrla en a so ,r ' ’ prdadera
una actividad de la razón, y la razón, para akan^ r ! ge^:^dfedseern
|nmprensión, debe rlevosse (o descendí a ^ n?^ h8 na se da en su
f cuo1iís la actividad de la universal subjetlvldad u’ _ _ de particu-
iJ d3? 10s pusa, lncontami nada dr un° eventua rmrzccoroprensión como
i S ^ Jombién,al igual que H u ssrrh n c r.* lllla plena
e5 „ado a través de otro sujeto en su unlcldod, q” S con nadie. Buscaba
loi r ^ a individual que no purdr ser compart>da ^ dar base a la
comni-sgos comunrs o toda la hummudod que P _ comunes. “Otra
°mprensión, psec1sámentr grocios ol hrcho de ser
i of m cultura sólo puede ser accesible a travé ^,1
p'ró^ 'Y'e’ comprenstón, es decto, en el nivel básiCo

natUraleía comuii . 'Jo [a caracterización de ^ s ^ eid del fundamG„,


Cita' af ¡er;cna|o pr0 nsjón “las ‘ciencias de U s. esencias', necS »
¡ntelectual de<-sta coj ! .. ^ s, pecuhar a y esenc:.ales estouctu^ ^
para exam¡iiar las in sserl Schutz quería explorar .la posibilij , la
mente”d -^ gUed ™ ” de los significados “¡mbM T O ü”; 1a íPactib^lida^ ( e
el n J Z Ü esencial conod miento de la realidad hU^
— k olloc^miento de las caractensticas coiit^Ji!C.Jntes rasgos m
OPeUíeStOaistenciales de esta .realidad de .las esencms ob,etivas” v t
mreeSseanaente de los signficados arbito a n ^ que mi taijcto dado
Píebuiríes. Por lo tanto, en esto e 1 fin estrategico que conferfa SU
eStr” ct” ra al proyecto de Schutz se apr<mmaba m ucho al de Husser“
Pero ahí acababa t ° da simiílítud- . . . '
Quizá lo que mejor exprese la chf enm cm esencial entre las estrategias
de Husserl y de Schutz sea el breve enunciad° referente a la peculiaridad
de comprensión de los fenómenos sociales: segun ^ hute, esta consistean
"reducirlos a la actividad humana que los ha creado” Si Husserl deseaba
referir el fenómeno social a sus tignificadot intenciónales localizados en
el “e g o trascendental”, Schutz, al estilo de Heidegger, lo refiere a la acción
humana. Al orientar el problema de la comprensión como el problema
social de Ja producción de sentido, Schutz proponía el “estudio objetiv 0 de
lo subjetivo” como sociología, algo que Husserl no quería o no podía hacer.
Pero con igual motivo Schutz centró su estudio precisamente en esoS
aspectos “existenciales” de la vida humana que Husserl creía neCesario
"poner entre paréntesis” y “dejar en suspenso” mientras durnra el
esfuerzo de la comprensión.
Como Heidegger, y al contrario de Husserl, Schutz consideraba el
mundo vital “ingenua y pre-reflexivamente dado” no como algo "puesto
entre paréntesis”, sino por el contrario, como el campo que el estudioso de
los fenómenos s°ciales nunca debe abandonar, como el “hábitat natural”
del problema de la comprensión. Como el de Heidegger, el “mundo vital”
de Schutz está completo desde un principio. Al comienzo de ser investi-
ga^ incluye ya las razones por las cuales se hace necesariasu compren-
esfuh y todos los recursos que se puedan necesitar con el objetode alcanzó
eata necesidad. Según Schutz, el mundo vital incluye todo aquello que es
a t a>or sab!do, y que nonnalmente no exige reflexión, en una actifud^
sent d o comu;i; incluye, por lo tanto, también a los dem ás hombres “y en
rea i a no s0lo de manera corporal y entre otros objetos, sino princip^*
como dotado de conciencia, la cual es esencialmente igual alanua •
ónI■(‘tR,It 0 es,án presentes solamente como objeto potencial de °bser
Var n Esdevidente por sí mismo en la actitud natural no sóto el hec¡¡"
que pueda actuar sobre mis semejantes sino también el hecho Ue q '

|t;< dpágh1 3 7 Collected P a pers, Martinus Nijhoff, La Haya, 1967, vol. l, Pag’ í J
‘ vol. 2tpárr 1 0 .

168
n- puedan actuar sobre mi”GLos otros m e son dados desd.
cl!j pio como conscientes, es decir autónom os.fuentes de’aCdCesd,': “
FctUal Sentido, me emm ertro c °n la necesldad de mutuo entendS tí, en
l¡ctua^aza de roces, de actuar con propositos contradlctori0 s iIla^<int<>, la
Prensión todos eHc® ^ suJetos ^ t ó n c ^ o s y, por lo tanto, de raanqm ^
panera que me comporte a su re^ ecto, di,, provocará una re spues^ ^
rofparte; es necesan o que armomcemos , y para am ont ar debern*
Negociar. De a1! ! que t üec ^ id^ de la comprensión esta 0 ^ 0 ^
!;r;ánlcumenre en 1a eirtracrtura misma del mundo-vital. Es, en rea1idad
1a'ccmdición mism u de 1 a exmtencrn. La « im p ^ s t ó n no es un hecho
filoisófico, como en H usserl . Es el destm o humano, como en Heidegger El
heCho de que el mundo vital ,existe (temi e ra que de alguna manera los
hombres deben asunur, segu n su sentid° comun, su habitual manera de
ser, ia necesidad de comprenderse los unos a los otros. Con sólo penetrar
en el modo en que lo hac^ nos sera posible develar el misterio de l a
comprensión. Es necesario conocer cómo es posible la comprensión, para
saber Cómo se logra la comprensión.
Del modo más puram ente heideggeriano, Schutz considera a las otras
personas presentes en el mundo-vital (y, en realidad, también los restan­
te objetos presentes en él) com o dados a modo de Z u h a n d e n “dados a la
mano”, partes y parcelas de mi rutina vital, no brindándome motivo para
conStituirlos en objeto de reflexión ■ deliberada. Normalmente, de hecho,
me ocupo de ellos al pasar, sin detenerme ni un momento a reflexionar.
Es necesario un sacudón para cambiarlos del modo de Z u h a n d e n en el de
V o r h a n d e n , y hacerlos el centro de mi atención. La aseveración siguiente
casi parece una cita tom ada de Heidegger: 7

Nuestro sentido común nos da como consabido el mundo de todos l°s días
y porlotanto acentúas u realidad en tanto que nuestra experiencia practica
compruebe la unidad y congruencia de este mundo c°m° válidas. Aun más,
esta realidad nos parece ab solutamente natural, y no estamos dispuestos
a abandonar nuestra actitud hacia ella, a menos que hayamos reribmoim
sacudón específico que nos fuerce a irrumpir a tr avés de los nnutestie estds
provincias “finitas” de la comprensión para apartar su caractens ica e
realidad.

En el mundo habitual, todo es tomado como sabido y por l° tantoett^ra^


inadvertido. Para decirlo de otro modo, la m ay°r parte de nuesrreS
actividades *cotidianas se cumplen sin que comprometaneloíelpoded;
analíticos de los hombres, “porque sí”, “impensUdamen ® m¿s itíen
deqUeno hayrazón alguna parallevarl,asacabo ni regla
f e de estotra para que entren en nuestro campo e d-uu; erada) El
para hacerlo de .una manera ct)nciententenaemdente” en partes
mundo en que actuamos nos parece organi zado natu ralm ■
t ,, , , , 7 aner y H. Tristran
Enf Schutz y Thomas Luckmann, trad. ingh dem ?.ÍCilniridO00ciíes, 1974 lNorthwes*
tcrn u a.rdt Jr*» The S tru ctu res o f t h e L ife-W o ii d, Heine «■ » .
7 sf>
í ivfr6ity Press, Evanston, 19731, págs- 4*5.
utz, Collected Papers, vol. l, págs. 343-4. '
169
i v ní n s que sirvan de “fondo escém co , y el conod miento do
‘v et e a nte* p - «fíúta d e relevancia” se oculta tras esta organiza t i
q íS ” nio lo^ dvertimos. y a mOTOü que las com s “iios gol een”
tnStmiSi necesidad de darnos cuenta de ellas, que ^ « tn » p aciones
ton g amente responsables de Ia_ organizadon del nmndo que nos
sodea, ‘y en particular de la distribuí cien diferenciad de las “refevancias
tópicas” entre sus diversas par t e é

El sistema de relevancias ni°tivad °nales ^teraim^ una vez que es dado


por sabido, un sistema de relevando topicas que, expresadas paradójica­
mente, sólo son tópicas por el habito: es decir>notepicas como tema, como
pr0 blema qUe debe ser resuelto, como.alg° que debe ser vuelto a cuestionar
sino como “tópicas a la mano”, como lnterrogantes ya planteados que han
sido “definitivamente” y exhaustivamente resp° ndidos, problemas resuel­
toS "de una vez por todas” y archivados. Por dedrlo as1, estos ser-a-la-mano
han perdido sus relevancias interpretacionales... A 1 convertirse en rutina,
al brindar su “ser a la mano”, desaparecen tanto su horizonte interno cOmó
el externo. O, más adecuadamente, fueron directamente apartadas de
cuajo y, en consecuencia se cortaron todas las posibilidades de reinterpre­
tar el ser-a-la-mano.

El mundo rutinario, que consiste enteramente en este Z u h a n d e n e n , no


es, por lo tanto, un objeto de interpretación activa o de re-interpretación.
No tenemos necesidad de “motivar” nuestras actitudes rutinarias hacia
los otros o ante nosotros mism os, a m enos que se nos incite a hacerlo. Para
nosotros, nuestras acciones de rutina se nos aparecen como formando
parte de la naturaleza, más bien que com o sus objetos. Es decir, que sus
“horizontes desaparecen”: es decir, que norm almente no consideramos el
curso de la acción que emprendem os precisamente como una serie
completa de alternativas; tampoco vemos que los fines que pretendemos
alcanzar como objetivos cuya selección requiera una justificación. En el
mundo rutinario, la rutina no es motivo de análisis, tampoco requiere de
ninguno para seguir adelante. Ni tampoco los motivos ni los fines de la'
acción rutinaria son “tópicos com o tema”.
Para alguien interesado en estudiar el aspecto subjetivo de la acción
humana y no inventariar sencillamente susformas externas observao s,
este descubrimiento es sumamente importante. Muestra la futilidad de
las estrategias tradicionales de la ‘‘comprensión”. En la mayoría de los
casos se supone que para prestar la debida atención al carácter mráva
cional subjetivo de la acción hum ana es preciso emplear el poder especia
amado empatía”; est° es com o decir, ponerse en la piel de otra perSana
e intentar revrvir en la propia mente los pensam ientos y los es^a oS
psiqmcos que se supone debieran acompañar la acción de la otra PerSOl]a.
pa empatía es considerada en general una herram ienta útil de cstu *
pJ que se supone que da buenos resultados: exis ten estados mentale^
icos que, una vez reconstruidos, ofrecerán una comprensión p

6 Alfrpd Schutiz(ed.)' f
Urnvuraty Press, New/ H M. Zaner, R eflcctions on the Problein o f RcJevaílc ’
La dres, 1970, p3gs. 139-40. '
170
h> ,a n uente prom e te y exhaustiva de laacción. La deüc r m ,^ q ,
Sluitz del mundo rutinar i 0 resta importancia a la emDaHnC L qU?í acn
SS^ odo. Eo poco lo quese obtiene con ella sencillaenmePntte1 poernqtUe
nd;;lsatdn
L os moüv°s, o ninp no, que po ndan descubrirse al ^ nnS í d '
cOnteniO conciente de O m psiqnis. En circunstancias corrie^t e t o
motivos senmOmmito no apr a o rn «m la mente del actor como actos
articulao s de EHos son “arrumbados" en un trasfondo iCi-u-
moso. Si se pregunta al actor rnepncto de sus motivos, éste difírilmnnte
pueda dar cuenta de esas ^azones que nnrnalidad dan sentido asu acción
0 de las numerosas suposiciones que “deben ser consideradas” (si bien de
ningún modo concientomento) para que la acción sea posible. Como diría
el segufoor más origm ^ O Schutz, Aaron V. Cicourel, “Quienes partici­
pan en la interacción. social aparentemente ‘comprenden’ muchas cosas ...
aun si estas cosas no se mencionasen explícitamente.” 9
Lo enunciado sólo puede interpretarse de una manera: la comprensión
de los actores no toma la forma de pensamientos como pensamiento real ,
iluminado por los actores mismos con laluz de la conciencia. Si la palabra
"comprensión” es puesta entre comillas, es porque la comprensión, que
con toda evidencia no es un “acontecimiento” empírico en el tiempo y el
espacio, no es lo que comúnmente se entiende por comprensión: un acto
de conciencia propuesto. Aparece en nuestro análisis de la acción más
bien que en las mentes de los actores, y aparece como condición necesaria
de la existencia del actor, más bien que como una información de lo que
enrealidad sucedió “fuera de ahí”. Si decimos que los actores comprenden
“aparentemente” muchas cosas de las que no dan cuenta, lo que queremos
significar es que, a menos que estas cosas fueran “comprendidas”, no
seríamos capaces de dar cuenta lógica de la acción observada. La acción
sencillamente no tendría sentido. . _
Por lo tanto, ¿de qué manera se puede comprender un acto. sigmfica-
tiv°? ¿Cómo se puede captar el sentido de la acción humana ° sus mrn-
bolos lingüísticos si se puede esperar tan poco de que se obtengan. Por
empatía, a través del desa brimiento de lo que realmentehasucedido en
la cabeza” del actor? Recordemos que a Heidegger no le interesaba este
problema particularmente. La comprensión le interesaba como mo| do
te existencia, no como un recurso metodológico para un estudio e os
asuntos hum anos. Apenas si en el último trabajo de LudwigWittge.nsteln
es dable hallar más de una idea capaz de elucidar el punt° eiJis a _e
crnitz respecto de la tarea de comportamiento con sentido .Csi ien p r
supuesto, sería difícil probar que ambos no se hayan mfiuenciadorec1pr -
camente). . .
mrnuttgenstein define la tarea de descubrir ‘ aquelfo fiue da s5^0? ^ cLo
S?®1’’ ** *, como la de d nscubrir “si n qué ellas no tn“ dnan^ C¿l0 elguinn-
te d r 0 modo>la tarea no es la de la observac>0n empm ca y o d.
n de, los hechos (ya sea “m ateriales” 0 ^^ "^ - oaHe
ar las condiciones necesarias de significatlvl •q '

PCicoUi'c1’ Cog nítive Sociology, PenSu’m>Harmondswoith {Free


Pag. 40.
171
miSm0 qUe “saber” en el sentid° de Ia segunda - comprender k s sentid0s
no e 5 l0 mismo que ser capaz de dar cuenta de ellos, por ejemplo, definir
la palabra, 0 decir el m otivo de mi accíó n. E ntonces, ¿que es1?

Trate de no pensar en la comprensión como un “proceso mental”. Porque


ésta es la expresión que lo confunde. Pero pregúntese: ¿en qué tipo de caS0)
en qué tipo de circunstancia, podemos decir: “Ahora sé cómo seguir”...? '

Comprender el significado es saber cómo seguir adelante en presencia


de una palabra, un acto u otro objeto cuyo significado comprendemos. "El
cambio que experimentó un alumno cuando comenzó a leer fue un cambio
en su comportamiento. ” 10
Ahora podemos comprender m ejor las palabras de Cicourel. Cuando
dijo que los actores “comprenden aparentemente” muchas cosas de las
cuales no pueden dar cuenta, quiere significar que obviamente saben “de
Io que se trata” su acción. Pero, si querem os comprender lo que ellos
e mprenden, no debemos re-crear sus “procesos mentales”, sino atener­
nos estrictamente a su comportamiento, por ejemplo, registrarfielmente
su diálog°. El hecho de que el diálogo haya tenido lugar nos demuestra
que los interlocutores se han comprendido mutuamente', de otro modo,n°
habn'an sabido “cómo seguir adelante”, y el diálogo habría sido imposiÚe.
Esto es una cosa sabida , y es todo cuanto nos hace falta saber para
comprender !a conducta de lo que hemos visto. Leer no es “una expresión
del conocimíento fie lo que estamos leyendo”. Comprender el acto de Ia
lectura es discem ir las condiciones bajo las cuales el acto de leef ?s
posi e. La comprensión no es un acto de empatia, sino un acto de análisis•
Sigamos a Schutz: 11 5

Pags. 27a, 42a, 61a, 63a.


ann>Págs. 15, 16.
172
vUlido... Las expen encias pr-CTmnmnte vividas se tornan sign;fi , .
entonces, cuando ¡se las eXp1lcap o s t h o c y s e hacen comprenSlM^ ^
elmo experiencias tam-mrcrassarptas. Por lo tanto sa1on ' para mi
• .. ' C n n r m n o í i m i n l l a c n v n n i > Í A „ „ : „ . • •i ’ u
“ ente signi ficativas aq^bas experiencías vividas rU e sonso“ sugestiva-
Unrelación con su constítu cMn y que son explicadas respectod(.XU™ 11- ? 5
® un esquema de referencia que esté a la mano. ‘ P de su posia 0n

Por ]o tanto, el sternficado, no es una en tidad hipotética que precede a


|aexperiencia de un acto . e 1 cmnfa-ariío es construido retrospeetiva-
1 rente, en el curso d e 1 analis1s s e gmente, cuando la memoria o 1a
niacren de la experienciaj y rm 1 a experiencia misma , es disecada y re-
orcranizada segiún algün “esquema de referencia” exterior a la experien-
cia. Esto es apli cable a 1 profesiona1 que estudia la vida social en igual
QTadoque se aplica a los miembros de la sociedad en situaciones corrien
tes. El significado que buscamos para articular nuestro conocimiento de
«cóm 0 seguiradelante” sólo se establece en el proceso de interpretación.
Aun si se ponen en palabras los productos de la interpretación en
términ0S de “intenciones” o fines concientes de acción (“seguramente, es
p0sible referirse en un principio a los actos originales que otorgan su
significado a 'alguien”'), 12 es nuestra actividad interpretativa la que nos
permite la comprensión real de no importa-qué experiencia . .
De ahí que el propio sujeto-materia de una sociología “comprensiva”,
esdecirla ciencia social que ansia captarlos significados de los fenómenos
soCiales, sea motivo del estudio de los procedimientos interpretativos en
los cuales los significados han sido establecidos en la vida cotidiana -del
mundo. Ésta es una aseveración de consecuencias verdaderamente
revolucionarias. Requiere cierto esfuerzo comprender hasta dónde pue­
denllegar pstas co nsecuencias. Significan nada menos que una redistri­
bución radical de los roles asignados a las varias unidades que _constitu­
yenel discurso sociológico. Aquello que ha sido utilizadoirreffexivamente
c°m° un recurso de la actividad sociológica (com°, por ej empl°, un
referente aclaratorio) se transforma ahora en el tópico del ^stu. 3 o
s^ idógico. En vez de emplear el concepto de clase como una explicacion
e la c0 nducta, es preciso analizar la conducta que hace que a gen e
cOnsidere su acción en términos de clase. el
e fu0s procedimientos interpretativos son los objetos adecua_osi p _ no
s uerz° de la comprensión- dado que los - “significados exis ^ cte-
ríse- en-hallarse en ninguna otra parte. E 1 s i g n i r 1 cado n<? es0 nna fisico en
_!ca ^nmanente de los objetos; tampoco es un acontecim _ la ^^(íncia
f e e del actor. Ni tampo'co es, con toda W dfd- k erseScaa
ción- ci0 nal de H usserl. Todo significó es rebulta ° W diferencia
esenci t ^ o que debe ser construido, no desc1:1bier o• nctortiene de su
acciónt T -o qu-e a esto respecta entre el sentido que d externo, pueda
asiSnaí a!1 significado que un sociólogo u otro ^bsoivai un proceso bású»
simi1 ar dee s t 0 a? unto: todos ellos están vin<:uda<- lo.f..inteI-píretación, y to-
sign1 ficado-construcción-a-trave s-de-1

1 ibid.
Pag. 17.
173
o de mism o tipo par a hacer l°. En este sente
dos ellos uS?n„rdeeCUarSOcidl 0 gía al estilo de Schute difiere p r o f u n d a ^
“compreiision dse '? ? £ .idaOCodémicamente, qu e diferencianetamenL“?
de lasoci°1 ogia establ £soc^.a'^ (pensam iento, 1 nt erpretacion, seU pte el
rol reclamad0 ^ Soe^ cj del adscri pto a 1 os suJetos h^ nS^
comprob^ om ^ ,o ndeterm¡nadopor el entorno, ya difectamen°tS,<) 6
^ aU^: ad« agc,Íai( deelosval oree ^el^ 1 ^d1 c a Inl3 ieIlte3r,^,aconei,guguie0na
teaVUSte) 'Oí uevamente, aligual qae entHetd « p ar, se sugi ere que no W
dexcompre nsión, a p li«b le tanto n l ° s m iemb ros “or-dinar-iOSr,
d'e lo sod edod eomo a los est a d » » » de la misrna eSpecializados y
adiestrados; en ambos cas°s el , da,r .send1 d° puede a.e.scr>bifse en
térmm0s iden líeos.El proyecto soc 1 0 ogico de Ia comPren S10n es factible
pred sámente p or esta raz° n; y sigue slend o factible en tanto sea
concebido en una forma que pueda tener fun d amento en esta identidad
La superioridad de los sociólogos .respecto de 1 os procedimientos :iñter.
pretativos realizados en 18: pra ctl c° por 1 ° s miembros comunes de la
sociedad sólo puede consistir en que ¡aquellos realicen el mismo pr°ceso
concientementey de manera metodológica. Por lo tanto, la diferenciano
está en la manera en que puede ser invocado un a cces o de privilegio a Ja
verdad. La verdad, tal cual' era, no es un resultado. Como ■t°d°S l0S

por su mismo fundam ento, ellos son v acío s fuera del context0 de est0s
procedimientos y no tienen nada con que puedan ser medidos para poder
decidir respecto de su validez. Todos los significados son "objetivos”
gracias a_1 os procedimientos interpretativos que los producen; no obs­
tante, ningún signifi.cado puede ■sobrevivir a su abstracción del context0
natural Éste es un nuevo argumento a favor de la idea de la naturaleza
racional de toda obj etividad, sostenido por'las viejas ciencias culturo-
1 ^ como lo expresa, por ej emplo, Florian Znaniecki: “El sistema cultu­
ral es en realidad y objetivamente ■tal cual era (o es) dado a los sujetos
mism° s cu8:ndo eran (o son) experimentados y activamente vinculados

,Otramanerade expresar los mismos rasgos del concepto de compren-


_10nT chu z es decir que presentaunaversión sociológica de la “lógica
ra??endental de K aiit; o, más bien, que consiste en unintento
Es Sa^b■dlmCC10n t/ una lógica analítica trascendental' del mund°-vitoL
eXPprienci que Kant no se interesaba por el contenido real de las
la simD^aqfnn° o cual ■quedaba para la cognición empírica, basada en
indis ensable S 1 tivas ■’ sino en los principios que “son 18: s
p1 0s deiben Ióct■ e a posibilidad de la experiencia misma”. Tales princl
e
PxpSerieencna (aunque no en otro sentido) preceder a toda
experiencia Deb ar (en un sen*ido “estructurante”) presentes en
carácter* die Ver-erT^I1t ^ ^ tant(° ser verdaderam ente a priori, 'te? f¡aSj
deben perm anece?^ ol de 1a razón y no de generalizaciones empl..mi­
s t e s y arbitfafio’sSt *en abs?lutam ente abarcado!1^
13 ^ ‘ os principios lógicos trascendentes, por e

Znaniecki> M Cthod of S ociology, Qctagon, Nueva York, 19 6 8 3' '


174
o son arbitrarios; contienen ideas de
ri0’ ^ ¡cional en su es tricte concepción . Iw C\Cí>‘d,ad y univon.^ - .
¡p e ndentes, relacionadas con condi ^ 1 ',? ^ a s“ n’pOoSaJ\.nu
" ^ ¡Tensión, “crítica de la r .ü iín p u ra " Desde ssnlndlsPensables de u Z
í"emá solamen.te negatívo, no p .r a an.pliar l« t o E » de vis‘ a, su o í a
"f!o para pun t e a ría , y res^ a^ aría del error - f j ^ d0 nuestra ra2ón
Spnueña ven tal a- . En este «m fado, la do^ na° i ¿ í .0 ? 1'sólo no os'
peq
L da con toda propiedad una ‘‘crítica de i. de . ?hntz Pnede ser
11ai
'L a mente en proposlcl0nes trascendenta le| s. !O,Cl<0loSía Consiste
aolica el término “t e s a m e nte1” “a todo conodniiem o qndo a Kant, se
apmasiado de objetos si no del m odo de nuestra cogmd t nqdnee no se ° cnpe
fn cuanto sea pósito este modo de c o g n i c i ó n a príor¿’ " d os objetos.

pretenda que el significad de un fenómeno sogia 1 es “dado‘ dcomente


í &eeoen síy q u e , por g ante, se lo/ encuentra’^ VOz ddadonsT nor
La crítica, segiin e 1 esquem a establecido por Kant, de be consta r en
ja producc^ de una especie de “analítica trascend en ta1 ” de ea
m-oducci<ín de significado; en sacar a la luz las condiciones con quG
siempre hubo de tropezar para que fuera posible la prodncci0n de
significad o. Si se sustituyeran “signifi cado” por “concepción”y “SOCiO_
logia” por “filosofía”, ha liaría mos' en Kant las característi cas
tes del proyecto de Schutz : la ' °

Por la expresión “significados analíticos” no llego a.comprender el análisis


de los mismos, o el proceso corriente en las investigaciones-sociológicas de
disectar los significados que se presentan por sí mismos, de acuerdo con su
contenido, y de este modo hacerlos más claros, sino que hasta ahora
necesito apenas una pequeña disección de la facultad de comprenderse
ellos mismos, para poder investigar la posibilidad de significados a p riori,
tratando de descubrirlos nada más que con la sola comprensión, y ana­
lizando el puro uso de esta facultad. .

Del mismo modo que K ant indicó que el espa^ , eJ tiempo o ^


causalidad no son, suponemos con sentido pr° picdad°s _e ° s
objetos "fuera de ahí”, sino principios organizantes del Mn^ iinwiito
(condiciones trascendentales de las cosas “a ser conocidas en ^
“cosas existentes”), así Schutz trata de ¿ p ostrar que ^ chosd de
aspect°s que acríticamente atribuimos a “reahdades ('-r)rinCimos
hecho principios organizativos de nuestro estar"en' e ^mismo).Lo
toscrnidentales del mundo-vital mas bien que el m uln r q z xn sociológica
cual equivale a decir que la crítica de Schutz e d^ gi^ del mundo
c?nslste en sacar a la luz las condiciones trascendentales ™ m
Slg;ificativo tal como lo conocemos, _er de dos tipos, en la
a1es condiciones trascendentales puedei: d •ue modificamos a
Suposición de que “ el m undo vital es una reahdad que m
.. , .. Reason, Dutton'
Nuev^vmanUel Kant, trad. ingl. J. M. D. « j ™, C n tique .
u¡ i . °rk ÍDent, LondresJ, 1969, págs. 26, 2 7 3 8
m “ ., pag. 71. •
175
través de nuestros actos y q ue, p- otra p ^ t ^ m ^ f ñ m nUfls^

acciones”• . «cmJdal de conodmient° , el cual me sirve


Lo primeir) « e l p a y a s e a r mi explicación del mundo”. El «8 ^
esquema reíerenbeaCc>nt(íner cierto raínimo de infornmción , sin 1 0 ‘b?
conocirnianto. * * * s” osible, es deci r que no se 1 a puede adqUy*
r fn te S nsonm¡sseríadp la acción. Lo maneraen que se puede
d U f o c U c i ó n es una cuestMn q i* m es g r i t a r m en ¡a cognición. £
" cuenta es que debe estar “a m a M para que sea operativo e
m o r de acción. Es posible qrns parte «te1 caudal sean e1ementos de
“dotes naturales” de un agente humano, _como K ant; y parte sería
inducida accidentalmente y se haya sedimeiitado a partir de estadio
iniciaies de socialización. en general, es m r ^ v a n te para el proble­
ma de Schutz. La expresión rep e tid con frecuencia d esde el comienzo”
no se refiere al momento de nacimiento, ya del individuo o de la sociedad
que integra. Se refiere al comienzo.de la acción significativa, cuyo modelo,
naturalmente, se extiende en el tiem p°. . ’
Los "tipos” son un elemento indispensable del caudal de conocimiento
Nuestras impresiones no son analizables si son caóticas; solo pueden
pensarse si desde el comienzo están organizadas en objetos y aconteci­
mientos, los cuales pertenecen a dos clases, cada una con sus caracterís­
ticas distintivas y las claves que facilitan su reconocimiento. Los tipos
tienen una cualidad permanente; un rasgo importante de la actitud
natural es la generalización “y así sucesivamente”, que implica que las
cosas habrán' de seguir siendo lo que son en el momento, y que, en
consecuencia, podré repetir en el futuro las mismas operaciones que
realicé sobre las cosas en el pasado. Todo esto lo acepto acríticamente; no
es que me haya convencido en el curso del razonamiento y aduzca que las
cosas y los acontecimientos sean verdaderamente los tipos que creo que
son; todo lo contrario, ellos sirven conió un punto de partida incuestiona­
ble para mi acción porque nunca me pregunto sobre el fundamento de mi
aceptación. Los t;ipos y las generalizaciones “así sucesivamente” etc. son
evidentespor sí mismos - “hechos de vida” obvios que no requieren ser
probados-. '
Tales evidencias por sí m ism as” de las que se compone el caudal
de con°eimiento constituyen los ladrillos y la argamasa de esta
carac erística del mundo-vital a lacual , según nos lo dice Schutz Max
Scheler denominó “visión del mundo relativa-natural”. Natural p°r*
que es aceptado como la naturaleza norm alm ente es: dado por se/ ur°’
abírf uunaRbaste c,lya “ ^ e n c ia t no puede ser puesta en dudaJ:O
de aceptác; - 3 liV° ’ p° rqne en última instancia está basado en e ‘ to
neaeSaPlt?Ci° n■■.En a°nseauencia> la aceptación como tal es u » a « 0
«tesu-m rosno 1 c? ’a1l no puede surgir el m undo-vital, no hay ¡fien'
ción por (cíemc ? ^el Gontenido de los axióinas aceptados. La JP s.
cend,ental del P ^ e,s 1neludiblc, una condición vcrdaderamG^.díld es;
tal de t mundo-vital* pe^ la
vital* pero i „ ____________la
m anera en larcntidau
cual la rG
IG
Sthutz y L“ckma,^„, pag. 6 .
176
.aderainente “dividida en tipos , no lo es y debe seo-„■, ■ ,
¿ « t * Snanl° VÍble de relatividad en toda serie concebibt e S t o !

eVU tipificacion ets’ pdoe S upuesdo’ un Proceso dual; por unaparte soH
a ciertos aspectos de la realidad en un incorrecible en.d * , 1
d1 |SmoC,cean1 pocle; no-p^ b le 1 n as'>; por 1 a otra, traza fci^ dr duib^
®el otro lado de la pr|oblem attca pe r n a l.E s declr, el proceso J S
ficadór determina, al m ^ mo tiempo, aquello que debe spr determ inad
1 o que debe permanecer indeterminado. ldo
Y El caudal de conocim iento, cmno h enios visto , incluye la información
dé que existe O""ra gente com° nosotros y que su conducta tiene la interna
estructura que “conocem °s por experienci a de nuestra propia conducta.
Este conociniient° hace. que Ia gente sea potenciahnente partíclpe
en la comunicación considerada como un “comercio de significados”, como
un esfuerzo niutuo para captar el m ensaJe transmitido con palabras
ademanes, expres1ones faciales, etc. La otra gente (nuev mn ente una de
las piezas del conomirnento que fonna parte indispensable de la actitud
natural) difiere de todos los restantes tipos, y en particular de los objetos
inanimados, en que debe ser comprendida; es decir que su conducta debe
ser interpretada como básicam ente voluntaria y una asociación orienta­
da con un propósito.
Una vez definidos sobre todo por la actitud natural como partícipes
potenci ales de la comunicación, la otra gente es tipificada de acuerdo con
su accesibilidad a esta función. Algunos entran en “el mundo con verda­
dero acercamiento” ; 17 esta es la gente con la cual puedo comunicarme
realmente, puedo hablar y ellos hablarm e, que reacciona ante estímulos
generados por mi conducta; gente con la cual estoy com prometid o en una
interacción que requiere de constante vigilancia ante el significado de su
conducta, una perpetua “interpretación recíproca”. Todos los demás son
tipificados en mi mundo-vital según la distancia respecto del model°
esencial de comunicación basado en “el mundo con acercamteiita imne-
diato”. Esta gente pertenece al mundo con potencial acemmmentaq^ra-
taurable” o “alcanzable”), en cuanto puedan entrar de tiempo en tiempo
en el círculo central del mundo-vital, es decir “el rnund° con vei dadei o
acercamiento”. Pero éstos no están allí de continuo, y por lo tunt0 uiia
parte sustancial de su actividad transcurre sin que yo tenga necesidad 0
posibilidad de interpretarla; y viceversa, sólo una fiacción de mi con uc a
entra en su consideración. Tal parcialidad de interacción es, Por supues
t0, una cuestión de grado. Puesto que pasam os de mm rommim ^ ó1.1 casi
P ena y totalmente abarcadora a contactos cada vez n a s espoaadocio-i., e
fragmentarios } el mundo de los otros se h ace estratificado. ja
aaj a .do esta del “mundo con verdadero acqrcam iento , p uan to
rna.ia a de experiencia compartida, y la deb^da 1 nterprc aci ¿ a(jgra 0
p0 tteor .sea 1a gente considerada conio part 1 cipaqtc. ^e un rensión
Pani! ' 0 ^3 1 comunicación, tanto menor la interpreta^ y i“°cs<°'md«v<erSu()s,
en ser los modos indispensables de tratar con e a
17
!bíd.t Págs. 3Gy ss.
177
,,n » , ysi" r : e.s ^ 'u’. 'in^ en' s ; ? , ; ; , : ; ; ,-; » * ,,

ms s nS ; » $ s s e osr i™ . ; X i sgo3 ^
(en consona;>ce>cO t'(' ^ " ; tua nr do s5 eij á nimos de significado y 1 ^ ' *
la neces¡dad de l l\ s fí n-nsmitir el aroina de la teorización de Schu B '
«¿inean.» ^ ESp' ^ ’s' .. embargo, que " 1 sentido «Je&
bien q ues u co..., _ -«.«jado aclarado ahora suficientemente. El tlc0

dr'cson
endmuu^r.!to!;?untqo,coniíi « " u n ^ ^ ta'^ desíí^^ ® ^ n :S ji?^ estrS S
de !jodiviclido en tipos estaWee y margeires mdrtOTmm idoí, * , U ]1 ^
pooducto de lo “analíticainente taraamdental . En rea idad, una vC* l
fdioniiJada la pregunta de “sin que seria . nconcebible el mundo-viW.?
resulta evidente y necesar¡amente ^ d a dero que el caudal de cono !
miento, aunque descripto frapneráan am ente, deta serla pn mera parte
de la respuesta. La segunda parte son los ya brevemente'. mencionados
‘"procedimientos interpretativos . Y en verdad, una vez dado el caudal
inicial de conocimiento, la cuestión que sesuscita es la aplicación de ést0s
a la producción del “inundo-vital en el procéso de mteraccmn cotd iana
entre los miembros .de una comunidad huinana. Esta es n°toriamente la
pregunta " cómo” que constituye lo esencial de la sociología que Schutz
denominó lo "analítico trascendental’ .
Los escritos de Schutz están repletos de preguntas "cómo”. Vayan
algunos ejemplos seleccionados al acaso: 18 •

Cómo se constituyen las tipificaciones en el caudal de conocimientos es un


problema que aún debe ser estudiado en detalle. •

Cómo se produce la transformación de 'un problema posible en uno real,


cómo resulto motivado a daruna explicación del horizonte, es una pregunta
que ahora debe ocuparnos.

. Cómo es posible que se desarrollen estos caudales de conocimiento Debe


de ser bastante compulsivo que no queramos involucrarnos en la forrnuL-
ción de hipótesis o esquemas histórico-causales del significado. Estatarea
C°mienza dentro de la provincia de la sociología empírica del conocimíenta
Mas bien, estamos interesados en la cuestión básica de qué presupuest°s
generales hay para la constitución de un acopio de conocimiento soclal>

u (La respuesta a esta pregunta es que el acopio de conocimtonto debe


preceder” a lo social; pero esto se formula explícitamente, no como una
proposición analítica empírica, sino trascendental:

E n cambio un cau<i a l sub jet^vo de conocimientos es inconcebible indepnlo


desa e“ ^ -dei SOcia1 sm contradecirse, pero imaginar e 1 ta.
desarrollado independientemente de la adquisición subjeti^ es dl
mente un contrasentido.) : .

dd ^caurM ^os pre supiles tos para aceptar el' conoc imiento subíetiVO
del caudal de conocimiento social? '
18
l bld: Págs- 7 9, 261-62, 263, 264.
178
„na esfera en que las pro ntas " cómo” son imperativas. Es fácll
W . „!¡„e esta esfera rebasa ^ Pitamente e 1 campo ocupado t r f i
I,,ertu- q por 0 investigación
„ C !la sociofogica.
investigad 0 n socl o1 <°g ica- Schutz defina esta esfera
Schute define adicr0-
como
i i ^ n -niien40 habitual’ que oCuPa 19
j “colloC111
nfl p0 sición hi'brida entre fes elementos bási<cos <M caudal de conocimfern
UnvtteP1caudal de Mn^ m icrnto en sentnfo esto cfo. Los primeros etern^tos
SOI universales y,. en pn ncipi0, mm irmbfe ^ . Los elementos básicos del
Uncial decon°cimiento estan a alcance de cualquiera; son los.mismos en
Cualquier mundo natmmhre1ativo siempre que éste esté socializado.

v 00sible que este últhno fuera uno de aque1 los proyectos en los cua1 es
l ítzn0 Se intereso part o uk rm ^ t^ pues pronto lo abandono por la ya
relimada “hipótesis historico^ a usal”; las preguntas "qué” son típica-
pnte empíricas, y demmfom iuna exphcación causal o_quasi-causal, y
1 1 hutz no tiene el menor inter es en adherir a tecnicas de respuestas ya
desarrolladas. No obstante el cainpo m term edio, el del "conocimiento
h bitual”, puede darse por seguro que demasiado ma s a menudo es
exp1orado con seriedad. El sociólogo tradicional raramente va más allá a
coseChar sus frutos conceptual es; raramente esta, interesado genuina-
mente en el proceso de su producción. Al proceder de este modo, el
soriól0g0 tradicional fracasa en emanciparse de la actitud natural y
plantarse frente a ésta para hacerla objeto de análisis teórico. Los ele-
nie tos del conocimiento habitual en la actitud natural " son un compo­
nente necesario de cada uno los horizontes experienciales, sin que se
conviertan en el núcleo de la experiencia”. '
De ahí que es sólo a través 'de la reflexión en la actitud teórica donde
puede“aferrarlos en la conciencia” ^ 0 Pero "aferrarlos en laconciencia” es
precisamente la obra cumbre del estudio sociológico, tal como Schutz lo
ve. Sólo una vez realizado esto podemos comprender verdaderamente la-
acciónhumana. La tarea de la comprensión se reduce, en consecuencia,
a la pregunta de cómo se forma el conocim iento y cómo puede ser
empleado para generar la'acción humana. . '
La sociología de Schutz es intencionalmente formal. No es adecuada
(ni_quiere serlo) para comprender, de la manera más clara posible, por
que tal o cual elemento de un niundo relativo-natural dado (uno de ,los
^ucfos p°sibles) es como es y no diferente. La sociología de Schutz no
c^0ne.naHa que ver con "lo que son” las cosas, que eravia mayor preocupa­
ban .e Hüsserl. Tampoco se entusiasm a demasiado por c° mprender
/al ricamente determinado objeto cultural en su unicidad individual, lo
ticah6 rad. SGntido de la comprensión tal como lo entendía 1 a hermeneu-
1amisS or Ca ^ adicional. Lasociología de Schutz, por el contrario, adopta
miento1 3 postura frente al mundo social que Kant tome) hacia. el conoci-
todo oben general; quiere meditar sobre las condiciones baj° las cuales
Puede. adquirir ese "lo que es”, o todo hecho cultural puede
ll. . SU inaividualidad, Por lo tanto, es programé ti camente neutra
ní d Pág. 109.
Pag. 101.

179
• Ins tipificücionos con quc 1 a ab itad natural pued
fl-ontc a ct«' |qulh^ 0 AAi&iLtlPil CJue ol ontron6 logo que ení u r e c i 0 a poppe“
combinnr su roabd»'! . Al £ . nad c bas 0 del procoso t inficador, más qu¿
insistirá en disco, ni • '„ tCmcn te sus producto o b|Ctlvad os o expli carloSS
t1-atardecaptarni»' a 'ci(.i()]ogíadc Schutz, comprenderunobjetocultvrral al
ü S f i ^ SStSUfa? d “ « osto sin e1 cual e 1 o bJeto en cuestión no

simidmnente una elección n^ rar-ia de sn « f c ra de « terés.


a h nuenc^ 1 <iuior es tudioto tiene derecho Sch utz cree que es e1 úni<so
¿ na sociología “comprens.va pacd e seg mr. E u efecto, el
¡^ «ncUnpo Uc los oigniíicados es .f en e1 ^ están
Z U o s^ ..«caen su bjetividad sólo m c ^ nto el perito de vista del
mu .ido” del cual forman parte. siga siendo el inundo _ natural” para
determinada comunidad; y el úmc° lugar en el cual esposible estudi arlos
es precisamente aquel en que ham nac id° y b an si do 3.1Únentados. Un
sociólogo que se dedique a la c°mprGnsion ,y no a 1 a meia descripcion, de
los fenómenos sociales, se enfrentara con so 1o dos jmmbiitead es: puede to­
marse a pecho las preocupaciones de sus obj etos humanos y tratar de .
ayudarlos en su constante comprobación y re-com probación de la consis­
tencia y coherencia de su imagen dela realidad; o bien, alternativamente,
puede decirles que lo que ellos consideran .‘objetividad”, “verdad”, etc.,
depende absolutamente del sentido que pueda tener a partir de sus
propias actividades y, por lo tanto, la única inanera sensata de alcanzar­
las es tener en cuenta la posicion socialmente organizada en que se
produjo y mantiene viva. En las palabras de Garfinkel, “el sentido
r e c o n o c i b l e , o el hecho, o el carácter m etódico, o la personificación, o la
obj etividad del relato no son independientes delas ocasiones organizadas
socialmente de su uso”. O, con más énfasis aun, “Aquello que ‘realmente’
hace indudable referencia a las tareas diarias, corrientes, ocupaciona-
les j' * Alan B1um, en un contexto algo diferente, analizó el sentido
verdadero de la expresión siinilar en el uso a “realmente” -la frecuente
rase de acuerdo - y sugirió que “sucede que significa nuestra conformi-
a nC >i1para1indicarlo que de acuerdo’ deja sin decir, no apareciendo como
una tñi a e pr0grama, sino como rasgopositivo y constructivo”.22 Se diría
acuerao es una expresión preferida pbr los eruditos u otras
SeUlteCrP^r^ quwnes-la posibilidad de que lo que “queda sin decir”, siendo
ces unae 0, ocurri , pero° la sido suprim ido . “Reahne nte ” sería enton­
tenonmi:e presión usada inás frecuentem ente por la gente cá ndidamente
de lo “realt T”n as.esas cosas que deben ignorar para cneer en l arealidad
X sólo porqiie P q ° Rcasos’ sin einbarSo>la “objetividad” se centram en
la vida cotidiaUo v Y i han Sido dejados de lado. El área de la rutúna de
donde ”e nrcd n t yef couonim lento habitual dejado de lado es la únira
nlgunas estructiiríiíí nC>
, lC,Cen 0 Vital según el ranSo de objetiva d hacia
a ui ales y pr°scribe otras a la tierra de nadie de los

A an
21 ***Í f 131
i rum
1, 3’ !4.
• ■
|KiB. 21. ' Hoinomann, Londres IHumanitics, Nueva York] , 1974'

180
u sables. La etnom etodología trata de sacar Pef *
ineXP1 del bnálisis teórico> para demostrar qUe;:i esta area de sombra a
ja luz ^ ■
"la conformidad comparüda” se refiere a varios método. ■,
lograr que e 1 recemocimurnto de los participantes de aUéOílOf S0 Ci?ies Para
de-acuerdo-a-una-regk y no la comparación demostrUhl!!P ha sldo dicho-
asuntos... Pm-a asignai- prioridmi exclusiva al estudioadl<l<l<dsendéí<3dmÍnados
acciones concertadas y los metodos de la comprens¡oncomün t° d dé l* 5

qri,utz confin ó fundam ent°s teóricos a lo que 1 o oKm • , ■


planteaba un de « t a t o emtfrico Una
P “anáfism b- ^ endentefi , es pornl^ d anzar, sólo por- dedUcción l“
«elementos basicos del ca udal de w nwnniiento•Es posible; ig^ lmlnte
deducir que entre estos elementos t e st o s y el específico conocímiento
explicabto liistórico-causal mente, debe exístir ana zona intermedia en
que actúen los eleinentos u m versa1es basicos, para producir histórica-
mente diversifícao s punt;os de Vista del m undo “relativ o-natúral”. Pero
es apenas posible describir la estructura de esta zona intermed*ia ( e 1
“cmocimiento habitual”, según el léxico de Scliutz) con el solo empleo de
ladeducci<3n. Esprecisoobservardecerca lasituaciónreal e?que lagente
interactúa y “descubrir” cómo lo hace, en vez de construir un sistema
aXiomático que dé cuenta de su interacción. Y es •esto lo que la etnometo­
dología trata de hacer. _ .
La etnometodología es, . por lo tanto, una actividad esencialmente
empírira.Apunta ala cmnprensi ón delainteracciónhumana echando luz
sobrelos procesos a través de los cu ales los significados se producen en la
práctica. Como lo declararon recientem ente varios de los mas conspicuos
practicantes de la disciplina, "nuestro interés [está centrado] en aqueH°
que llamamos los campos o las señales de los fenómenos en vez que en l°s
fenómenos mismos”.24 Pero esos campos o señales sól° pueden alcanzarse
a través de los fenómenos; pueden ser rescatados sólo mediante un
proceso orientado por la teoría del mundo-vital, pero a -partir de Ia
práctica
No obstante, la etnometodología es un ■ c°n °cimiento formal; Aljgupa^
que la teoría de la comprensión de Heidegger y el lagar nQÍJUe
lateoría del mundo-vital de Schutz articula su proyecto en en ^ ,
excluyen toda tondíi de posic iones respecto de los fenomenoplldo lograrse
real. La radical neO rahdad moral de la etnometodologiaqP a^dgO.}o
ogrgraer;;e
mediantr la lim itación de su aparato cognitivo, qííe los
ser usada para (describir* la " tecnología” de la v > ^ ^ ^ encia, es
s,gnificados en sí mismos. Su neutrahdad ™ r ! , más b iu que los
r?fleje de la neutralidad d e la tecnoloP a de a v ' CQnsecuencia, es
significados en sí mismos. Su neutralidad moral>d¡eS^ blSn.
refleJe de la neutr alidad de la tecnología que ellos

: pa.rfinkel, págs. 30-31. J Ui1J, Routledge & K e g 3


Londf>eíer McHugh et al., On thc B cg inm ng of S oc¡al q
resy Boston, 1974, págs. 2-3.
181
r alHlnll cl ri,SBo másnotnMcde la r n ^ t í g^ óir cmpírica modi^
En rcalKKacl.ci _ u, nunca contucc a 1 a exphcación cfo ,
te !n et a ^ i ctodolog. y S*u .atención, por Io mcn°s a primera vis fc, p°s
fcnómc nos aj « « p a más *t ransparcntcs” posiblc lor foríóníetnOr
? “ S S E t^ ^en“ mcnos so adccuaa mqjor a líos propósitos”! " °^
activMadempírica dc la etnomctodd ogm s se re d u eii a pancles dC
yeíivadias a m U ae los cuales sea posl ble m-rar d o r a nte dentro dCt
aparato dc reíOjer-ía, cl cual más quc m° st rar ocu o í 1 a y, dít cotí diana.
Por 1o tímto, e1etnonictodólogo no se interesa i m en 1as formas esPecíficas
no-universates y contingentas , de los «mgran^ra y rea t os que constitut
yen los fenómcnos talcs como son; en caint)i o, pretender¿i modelar las
piopledades “generales” indispensables de la purificada
cuanto más posible dc todo contenido específic°. Se diría que 1 a lnvesta
gación etnometodológica no es la de fes fenomenos, sino ° ¿royes dc los
fenómenos. Por lo tanto, esta decidida a ignorar todo cuanto quita
transparcncia a los fenómenos, todo lo qrm crstahza a los fenómenos en
entidades individuales específicas históricamente.
La entidad empírica de la etnometodología, por lo tanto, está subordi­
nada a la tarea del ‘‘análisis trascendental”. Como todo analítico trasccn-
dental, aparta Un conocimicnto esenciahnente negativo: disuelye los
fenómenos aparentemente sólidos hasta el punto en que se hace visible
su fundamentación procesal. Descubre el trabajode los ‘‘participantes” en
el mundo como el único fundamento de esos fenómenos.
Sin embargo, si los fenómenos (y aquello que reificamos como sus
“sentidos”) sólo tienen el trabajo dc los participantes como único funda­
mento, una cuestión que no tiene fundamento en el discurso etnometodo-
lógico es la cuestión de la verdad. En cfecto, la etnometodología no posee
las herramientas para poder distinguir entre dignificados ‘‘verdaderos”y
“falsos”, la ‘‘verdadera” y “falsa” com prensión. El éxito o el fracaso de la
interacción depende tanto de la concordancia entre los participantes,
como de los tópicos de su conversación; pero de ningún modo de la
correspondencia entre el significado que éstos asignen al tópico y de
algunas características intrínsecas del tópico basadas en otra cosa que no
sea en la concordancia -por ejemplo, “un objeto real fuera de” al que se
hlclera i*eferencla en la conversación. Para Durkheim, es posible cuesti°-
nar. fe crltica lnoral de una realidad social sólo desde la posición de otra
socledad. Para la etnometodología es posible desafiar la validez de una
concordancla, 'f puesta en duda, solam ente a partir de las convenci°nes
i eco ra com.unidad* Pero üo existe ninguna base para que una u otm de
:oavenci0nes puedan relvindicarse: es decir, ninguna base que no sea
en ultima lnstancia, una nueva convención. , * ,
puntanrHperencia at <objetos reales” , “indicadores obj etiv os” , etc. “desde el
partid pa vís a e a .etnometodología” no es sino una manera en quet0s
que sea ^ ^ t *-negocian y toman e n cuenta sus co nvenci ones. Preten el
cunp1 eo de repn ed er un accGso dlrecto a los obj etos m ism os medi an e e
noción absur(° que no e^t(,n basa<dos enla com uni dad ent r¡ ü^ 1? u -n
lengóUaie, t a m.n ' conoclnn ento desprovisto de scntidos y de bab a ier
* c‘a ren 1 idad de la que o's posi ble cstar se guro, de en
182
o « oción , de ser capaz de dar cuenta, se conc.
ajo de los interlocutores. truye en el transe
urso
del tiI'aroblema de Ia c jm prension, en la fj n nn * ■
t «metodología, difiere radk alm ente del prolblema 3 ^ lj P1 antea la
etBr¡saínente,la verdad(pj r lj menos en el sen tid jd e /k la verdad. Más
,,-ecismu dicho v sohre lo ... h _ . iao deJa corre; pona
pre« lo que se ha dic^ y ¡sráre lo que se ha dicho) se haZ 83? ^ ™» a

SÍ ^ " f» í ~ >
<
' la construcci 5„“ y,’^ íes' S;í n’tan<|¡e £
"rss s m r íc ?
comunitario^ se pwwrntata « r a » un proMema sumamente S
- p™ » ,

razón d e l°s,obstílcu>o s c o i ” Portaba para el objetiveivertdtarCín^


miento «le1 s* mficado .D iltlie;'dn (dpdcl1 a concebir unasolucíóncon Z OC,.
te, en unau palabrta’ - tl-^dad? de. la .historia”> para la paradoj a de
jiistona-libre, captocion ,obJetivía d e 1 significado que se esperab a alc^nzda^
a partir de una m eto dible posicion hist(5nca ventajosa. Husserl advirtió
el camino de la dificultad que surgia de la comprensión a través de un a
razón capaz de desprenderse de l a limitación histórica. Este de prendí -
miento habría de resultar - así lo esperaba Husserl- en un divorcio
radical de la búsqueda de los verdaderos significados de ■la a Ctividad
empírica de la comprensión, irremediablemente relativístíca, como lo es;
y como permanecerá siéndolo por siempre. Heidegger negaba 'toda
posibilidad a este desprendimiento. Para él, la comprensión no podía ser
sino una ininterrumpida proyección y re-proyección, un interminable
proceso de recapitulación, en cuyo-curso la tradición aporta al mismo
tiempo la fundamentación y el objeto del conocimiento. Ya hemos visto
que, para dar cuenta de lavalidez de esta.'comprensión, Heidegger hubo
dereplantear el concepto de. verdad. La comprensión es verdadera no en
el sentido de que la correspondencia entre un enunciado,y la realidad
puedadeciralgo al respecto, no en el sentido de auto-revelación de la exis­
tencia; la autocomprensión de la existencia, “la verdad sobre to existen-
da” fo más bien; “de la existencia”), por_lo tanto, n° puede ser men°s
h^íárica (y por lo tanto menos “relativa”) que la' existenria mj sma. ^ a
^ metodología se desprende de las sumamente'sutiles exquisiteces e_
argumento de Heidegger, p ero rescata lo esencial de su mensaJe'- f 1
proceso de la comprensión, en cuanto a su pr°pia ^ ^ m nem, ■e u
apartarse del problema de la verdad dada de una vez por todas privllegia'
a Por.el avance de la ciencia positiva;' ■ ' ' , d l psf_hcs de
lamStaaudaz den t ó n por supuesto, entrsiñ a la ¿ ° y e d(¡laactivi-
j a? i sma etnometodología como un 'conociim ento ^ ^.«^efetivismo
d* d ela comprensión.Si la base de todo conocimiento es el
um ^ri0” la etnometodología no puede es ar ® afju-o frecuente-
im>Vf rSal•De- —ahí
.-..i. el cargo uv
de “regresión
~— m finita
y . y que , _rgo e «etno
sin embargo,-la et.no-
^n Contra de la actitud etnometodologica* • _' . _go. en realidad es
capaz.f°1 ogía no puede sino hacer caso omiso de au/ la etn ometodoto
gía con toda facilidad. Por supue.sto ^ está, y no pue­
de snr basada comunitariamente”; todo conocij 0 c0inlmitario no quita
Síno de este modo. El hecho de basarse e11
■183
validez,a ia hechr endu°n°gíbaoS oIs1 omde0f u e f^ eda r e
discusi(,n e ° validez del conociinient° ffsic°. De ser así, la acusa-
cuestionarLiani:ta k -greVer. sólo alcanza su pes° para la gente cUy*
s e ^ e re aíÓnociOn de reaHdav cornos ^ a d n del rrmido-vital
díüves o s como apartada del consenso comunlt ano .P er°, e n 1a practica,
é^aaS^roíia'n ocione!p<que no le sirven a la etaoInetoVo0og la. v v
estao obstante, no es así para todo el mund° . La ecuan^riV ad c°n que la
etnomet°do 1 °fía encara las acusaci 0 nes de . re1aaJv l s ™ 0 a menud° es
considerada c°mo lograda a un preci° demasi ad° e1evad° c° m ° para ser
acep able La serenidad etnometodológica reqm ere que 1a esperanza del
conoc1 míent° -verdadero (objetivo, compromet id° ap °dlcticamente , con-
d USiVO) sea abandonada. Este requisito (tes afía d ° s esperanzas generales
y alimentadas por nuestra época. La p n m er a que el c°nflicto entre
creencias contradictorias puede ser determinado c° n referencia a un
enfoque más confiable y una mejor guí a par;;-la acci° n en razón de su falta
de c° mpr°miso y "por encima de conflictos”. La segunda, que la emanci­
pación humana puede alcanzarse solamente por medio de l a destrucción
de las falsas creencias, la decepción y la i ncomprension: ambos anhelos
sólo pueden mantener su vigencia en la medida en que la-creencia de que
el conocimiento verdadero en general, y la verdadera comprensión en
particular sea -e n principio-alcanzable, pueda sustentarse (el significa­
do “verdadero” corresponde a cierta solidez, y por lo tanto es mas
confiable, que las arenas movedizas del consenso comunitario). Esta es
quizá la razón fundamental porla cual la serenidad etnofenomenológica,
si bien «atractiva por la falta de dificultades que ofrece, es poco probable
que se c°nvierta en una actitud universalmente aceptada. La búsqueda
de la c° mprensión verdadera y su campo de acción continuará. Lo que
Schutz y la etnomet° dología revelan tras la rutina cotidiana son invaria­
bles universales abs° lutamente despojadas de toda especificidad históri­
ca Su revelación demuele” la realidad detrás de la cual se oculta, pero
est° en vista de su universalidad, demuele toda realidad, inclusive aquel
p° stulado p° r la actividad emancipatoria a la m ano
. N ° es que los univ ersales de Schu tz, de h ech o, estén lim itados histó-
humm e.r Son ,efectivam ente con d icion es tra scen d en ta les de toda vida
v une T iay a g° más que parece estar e rra d o en el p roy ecto de Schutz
C0ntram7 r ;C:V^ Ci0neSJ e't n ofen om en ológicas: q u e p a recen actuar a
Cou rnaamvaen°ot ltae T f ^ V ° r iginal de la com p ren sión . . „
de 1as conVicirmp ° V Oiactivida d de la com p ren sión com o la elucidad ^
c°ntenid0, que s°ílo pe, e°rl13S ig n flca d o y co n se n so, S ch u tz la despojó der5u
prácticas ”. T.a p.erpe e servir a la c° mprensión por sus "consecuend as
cuando sus ^ tercí° e° mienza a sentir la necesi dad de comprender
^ fraudadas. La ñ é i s VOd controvertidas y sus esperanzas se ^en
cias desesperanzari=c ' ,de comprensión surge de las expen en'
oPacado y las razonp<? Helanv° - e 1 sentido del empeño human° se Ve
explicación que ¿ a qrl. t su rimiento son impenetrables. La detall^^a
trascendental del murv!0 v!- porqué esta opacidad es una c°ndicI° a
, mund°-vital nos sirve de ayuda, así como una esm^ '
184 ’
e logia de provoca: ru ido ayuda al condenado a suneror e •j
da I CV ’^ a. Cuand° n ^ pre^ nta ^ sobre el sig^ i d e^ o
• « o ^ mos interesados sobre todn nr> „ . . r .
qup^ n cia'estan. os Ínteres^ obr e t odo,no delY u S m^ tOecí mS w
^ o r el sufrimiento ciue experimentamos ahora y aquí; si de ^ l m S
qué nuestro tan osc,uro estamos interesados sobre
^ n e n penetrar las raz ° nes de una parü cular oscuridad aquí y ahora
*ra poder maneJ a r n o 1 con una iparticular forma de sufrimiento
A mentamos con niayor i ntensidad en este determinado momento y
eXp P0rlo tanto, constltuye obJetiVam ente’' un estadi 0 indi spensable H
qiinfinito proceso de ernancipaci° n: el unico “medi o” de emancipación que
e¡ienta realmente en determi nada situaci on. Pero tales intereses difícil-
Reírte pueden verse sati sfech os mediante el solo análisis trascendental,
I t)Or la investigación em pírica, que no se interesan sino por las propie­
dad^ formales del proceso vital. Tales intereses no pueden ser satisfe-
clios p0r ningún p r o ^ a m a intelectual que considere irrelevante la
hist0 riCidad o la especifidad histerica de-su objeto.
PueSt 0 que la emancipación determ inada siempre históricamente, y
eSpetifiCamente histórica, es la fuente constante de nuestra necesidad de
comprensión, es preciso concluir que el concienzudo analisis de Schutz
deja el problema de la comprensión donde estaba.

185
9
L A C O M P R E N S IÓ N
C O M O E X P A N S IÓ N
D E L A F O R M A D E V ID A

Arthur Schopenhauer escribió sobre el sufrimiento y la felicidad:l

Así como un arr<°yo no forma remolinos en tanto no encuentre algún


obstáculo, del mismo modo la naturaleza humana, así como la animal, es
tal que en realidad no nos dainos ccuentay no percibimos todo cuanto sucede
de conformidad con nuestro deseo. Si sucediera lo contrarfo, entonces la
razón de ello sería inevitablemente que no sucede de acuerdo con nuestro
deseo, sino que él habría debido topar con algún obstáculo. Por otra parte,
todo aquello que-obstruye, se atraviesa o se opone a nuestro deseo, y lo
convierte todo en desagradable y doloroso, es sentido por nosotros de­
inmediato, en un principio, y muy directamente... En esto yace la natura­
leza negativa del bienestar y la felicidad, como opuesta a la naturaleza
positiva del sufrimiento... ,

Si hat>k> de felicidad, es porque hay algo que me hace sufrir. El sueño


defelicidad es el sueño de la falta de sufrimiento. Mi imagen de Ia
feliridad es el negativo de ini experiencia dela pena. Mi Jardín del Eden
esser A erado de cuanto pueda angustiarme en el Valle de Lagrimas. La
elicidad es el acto de liberación del sufrimiento. El sufrimiento siempre
es esped fico. La imagen de la felicidad siempre es generalizada, e»
cuanfo ehminación de un sufrimiento específico es vista (corlo la erradi-
Cac¿ón de todo sufrimiento. • - • . fo
p_n uesto que esto es una ilusión (la eliminad^ . de un la
fej*e.c!fiC0 no es sino . la eliminación de un sufrimi en>-to espec.1d^c? ?un
esf.. 1 ad es posible tan sólo .como un pr0 p 0 sit0> una . necef ^eríi?'aue
pj ^ 0- Como, escribió Freud, “estamos hech0s de ta1 ryaner 0 ^
estaiÍ0 ° S derivar un goce intenso solo de un contac te ? afey¡c¡ dad en el
5tado de las cosas”.2 P uesto que tendemos a proyectar á fehadad en

clar/\n¿hUrpSch°Penhauer, trad. ingi. de E. F. J. Payne, P arerga y p aral ipomen ,


Jiuon Pt-Qc» r\—l' 1 OQ1 Discontents, Hogarth
t) Oxford y Nueva York, 1974, pág. 291 . ^
ress> Freud, trad. ingl. de Joan Rm ei^ C ivilización
dres>1973, pág. 1 3 .
187
, .. , ccion la felicidad debe hallarse por entero en su prom.
estado de! atlSfOlnu!0significa. No existe ningún estado de felicidpd. S i ­
ma y el ei fuerzldn se contra el estado de sufrimiento. ' 80 ,0
cxisteed hech° ®ion es un obstáculo que obliga al arroyo de la vida
La mccmpre _ a . comprension es 1 a forma mas comun de s, . .a
" ^ aS ncierta, irnpreded b le, llena de J ü f
S apide ver a trav ^ de^ se orden q™ d“ d ? ° nde y cóin¿
debe hacerse una cosa, de manera^.. qw unotse encuentra dividido entre
^ hesitacion y la indeoM ín V En este estada de rnwrnp™ ™ ^ n°
sabemos “hasta dónde dirigirnos” (W d t^ mstem ). N uestro proceso vital,
por lo tanto, amenaza con .(te te r a s . . ,
La incomprension es un estado que requiere un esíuerzo para hacer
cierto 1 o incierto, predecibleloimpred eci t>le transparente loopaco.A(.,ste
esfuerzo lo llamarnos “comprension”. L ° proyecta.mos com ° un estado al
término de nuestro esfuerzo. Pero tal estad° no exi ste. No- existe el estado
de comprensión. Lo único que existe es la lucha contra la incomprensión.
La imagen de la comprension es el negativo de la experiencia de la in­
comprensión, •
. E s s ó l o l a e x p e r i e n c i a d e l a i n c o m p r e n s i ó n l a q u e n o s h a c e , e n u n a brir
y Hasta tanto
c e r r a r d e o jo s , c o n c i e n t e s d e la t a r e a d e c o m p r e n d e r .
estemos empeñados en la ruti na, las activi d ades metódicas, en las que los
acontecimientos se suceden los unos a los otros con la regularidad de
los días y las noches, en la cual las reglas son inequívocas y la opción
habitual, no seremos capaces . de descubrir la comprensión como una
actividad de derecho propio,. como una tarea que requiere un conjunto
aparte de habilidades que les son propias. Sólo cuando la rutina'' se
quiebra podemos, .retrospectivamente,, recomponer nuestros recUerdos
de la así llamada conducta' práctica ■para' 'advertir que contiene una
actividad de comprensión constante y completa. "Percibimos el' conoci­
miento de cómo seguir adelante” como una tarea, sólo cuando no
sabemos cómoseguir adelante. ■‘ ' •■
Sinembargo, la incómprensión es.una rutina corriente y cotidiana. Es
generada continuamente en -las dos fronteras en las cuales las reglas
sU am^igüedad y lás costumbres demuestran ser guías de poca
u ildad- La prirara de ellas'es la frontera de la “realidad exterior”, la
segunda, la de la realidad “m teri0r”.; ' • ■ ■• .............
en A:nbas “reaíidades” son fuentes potenciales de incomprensión porque,
oicasi0nes, se resistan a nuestra intención y nos impiden actuar
intenclonnducta que los demás quisieran.'Pueden resistirse a nuestra
inre^Df^nH■
íe)nr;nlle SÓn, ? or así decir, fuentes de acción independientes:
estamd^ ínirlpn íln endamos, de nuestra' voluntad.' Otro nombre para
algo es í^ ra falta de control sobre (ellas. La realidad es
estoyUaciendo v i(nr e3 lt a d 0 depende solamente en parte de aq^ lto qUe
“onto1 ógica” de i0 ^ 0 que me propongo hacer . Esta es una articuló lo11
^tntegtodo en terminos pragmáticos es la “falta de conteol”•
■ , debemos debatirnos con la tendencia de la realidad a ser
3 I b id ., pág. 3 o.

188
. ,.t., dc man ora pruvontiva. Tratamos de red ■ .
¡"f l a'incoi t ál umbre «e gonom lico. Esto, es d arCír^ ilOP0sibi,idades de
A tiendo ln r° a lnlad a nú * * ™ contr ol• Colectiva^ teUetle A rarse
" " V , esto conllnuamí<nte, y ei orden arti ficial Mam a d . . .' estarnos ha-
^ ‘dc nuostros es fuerzo». E r¡gimos n,uraill^ 1 mnitd0 rclvi 1 ¡*acMn -^
„rdo civilizad o y 1 a níit und eza indómita’f lvs ene1aves del
¿ de los m u ™ cl.alrc libre do los Sermcnes y lvs virusquse íabaunntdne,: clen-
I ellos; constou.mos casa s en las cuales nv ]D ene,trae i|bUindanfUera
I raperatura es mantenida estable dentro de un estiw hn *luvia y la
intensidad Pi^ t o «lue n o b s nledios parasvmeter 8^ * 2 * ; , ?
1 , w a semejante control (encerrar a cuanto la cvm pvne

enelares de la c , el c°ntrvl toma la forma deL paracufo detodH


La tarea c°nsiste en nrnntonei- fuera la parte de la naturaleza que nv
p0 demrs someter a nuestro deseo. H
F Otra forma que puede tvm ar nuestro esfuerzo para prevenir 1a incer­
tidumbre es la conform éad . Sv lv una parte de la “realidad exterivr” es
pvtencialmente pv sible de svmeter a este control, la parte que consiste en
lvs otros. Puestv que lvs cvnsideramvs replicas de nosotros mismos,
supvnemvs que ellos, al igual que nosotros, sólo haciendo un gran
esfuerzv, pueden abstenerse de comportarse de modo fortuito , es decir,
evitando crear una situación de incertidumbre a lvs demás. Esto es como
decir que supongo que ellos pueden, por lv general, controlar su “realidad
interior”. Ésta es la razón por la cual convenimos en asignar grados
específicos de conducta a situaciones específicas. En vez de separar la
parte de la realidad incapaz de ser controlada, en caso de ser conveniente
separamos partes de la conducta posible de lvs elementos -humana - de
la realidad que cvnsideramvs “responsables”, es decir capaces en prinri-
pio de controlar su conducta. Pretendemos que ellos nv recurran a la
fuerza física para obtener algo a que las “reglas” se oponen. Pretendencos
que respondan a la vpvrtunidad que les damos de una de las pvcas
maneras que las reglas permiten. Normalmen^ nv confiamos vn que
todos los seres humanos sean capaces de s°meterse a las reglas. ^ vrmaa
mente, existen tipos de gente a quienes al igual que1 a n¡a
indomable, preferimvs mantener fuera de nuestrvs a1uar)te(s ° nns
m e n e r a 1 , preferí mvs separar las otras razas a 1vs cnmi na es’

a veces a lvs niños y las mujeres. vfrece ningu-


La rutina diaria, mientras transcurra nvrmalmen o blema a ser
naJustificación para plantearse la cvmprenswn cvror uctjcvs. “Transcu-
resuelt() por una sen e especial de me todos teró-icvs v prpáeteCvs[íi entre las
!? r nvrmalmente” significai antes que nadíb una COrt „ e cons^ituyeuna
Daperanzas tipificadas y la conducta real de la .genj ]aria. En cuanto a la
mar! l del ámbitv en el cual se desarroNa la ™ tine! tv fue logrado por u"
mfZ'01' Parte de la h istoria d e la est° t0do slvs propósitos
mero muy restrin g id o d e tipos de gen te -
S Y pvr lo tan to te ó r ico s , era parte , muChas m a neras- ,
toda, bitv puede m a n ten erse restn n g l 0 1a m a yor parte ^ m ionílj
actUa1Partes h asta las b a sta n te r e d entes Y ennt >, en razón de l poc
1’ el ámbitv era restrin g id o “ n aturalm en ’ . o,
i '¡viad ee^ rúfica. Por Jo tan to, pa‘ira mayo,-,,, j
canee tócnicodp- la , su“domcsticida
“d0meSLlCIu ad”u (el
\e. abrigado
c<.>J1 jg«Jonj<i
nidooddonlr-/!
u n W ni*'
lía gente, las 1 ™ ^ , . dc manera despreocupada, sin Dem u dad ,|,. cpuía/./i .i. [, ' ”el
‘l#l
cual pot a n p™ * ^ anrtronsC yrvolve1rlos objeto de andlism), He n^ Z 1’'
distanria de sues P¿ 0 Ps“ n^ coOncidírr., con las fronteras de hu oíAoJ^nw^lH":
brn estrechaS te :.n o o » Lrc s^ de peligro -Jos n avegan 1^ ?
Sosocmbmi t o de h i c s u n t l e o n e s el margen de sus cartw; ¿
S lntaban a pocos pasos de sushogrres; no se ixnwnbii ™ comunica,,,,
S ñ a c o m m u n i ta s l e o n u m , y m uch° m cn °s comiírendcrlos en el
remoto de que ellos inLenLaran comunicarsCi , .
Más importante era que por más formato de b0 Jsi]jo que c.:sa oihou.
m e n e pudiera tener, y en muchos casos fe tenm, se immejaba con toda
fadlidr d mediante un único códig° de significados y va 1 or°.s que rara vcz,
o nunca, debía ser puesto a prueba. Es siempre el caso do que las
d f . rnciones socialmente posibles del mund o se “considoran ser el ‘cono.
rimient0, de él y que los individuos veriíi can ronstanLcmenLe por lrH;
situaciones en las cuales este “conocim iento” se da p °r seguro. El mUndo
construido socialmente deviene el mundotoU court -e l único mundo real,
típicamente el único mundo que se puede concebir con toda seriedad’V
Los habitantes de esa o i k o u m e n e de bolsi llo, adornas, nunca se vier0n
enfrentados a la posibilidad de que pudieran existir otros mund0s
concebibles y que por lo tanto el “conocimiento” que tenían podría ser
parcial o tal vez inadecuado. La totalidad de la o i k o u m e n c estaba sujeta
a la misma autoridad cultural; las definiciones dadas por esta autoridad
por lo tanto tenían la implacabilidad y solidez de la naturaleza y
difícilmente habría podido ser revelada s u "meramente convencional”
fundamentación, que en la actualidad asociamos con las reglas humanas,
a diférencia de las leyes determinadas de la naturaleza. Las fundamcn-
taciones de las definiciones convencionales, los significados o los valores
sól° pueden ser discernidos a través de la contraposición de los puntos de
vista de varias autoridades autónomas que intentan hallar cada una la
verdad y son capaces de dar fuerza a sus dictámenes.
La reducida movilidad geográfica por sí sola puede mantener d
monopolio de a t o n dad cultural únicamente en las sociedades más
primitivas. Ya en los muy tempranos estadios de la historia se lc
agregaron otros factores positivos: las prescripciones y proscripcioncs
“ m^ cuyo romeLiCo común consistía en distinguir entre la proxhni-
^a isicay Ia c^ umb en particular, evitar la com unicación cultural quc
a comunicación física hacía posible. Por lo tanto, el feudo y la aldca
permanecieron por siglos encerrados dentro de sus propios límites; y, S 1 ?
H J f’ sus 1relspect1
ivas “defi.niciones del mundo” y sus códigos de comp^*'
c;Wn« ebíanCCs.r marcadamente diferentes ; aun más, In comunica-
un rigm-omente riLu1 aIlZaCa y por lo tanto limitada de a máos, hundidn c?
un riguroso marco de inviolable etiqueta, bloqueaba, de hecho, la p°sibl'

HemrnS e d) ^7 ?^' «»« proh/e ín dw Hociology en ^ufO ,rcS)


1073, 27¡i)’ (S Socwlo/Y 0 ( Knnwlcdf’o., Houtledge & Ifognn Pau '
, a? coin c id e n c ia d e s ig m f i c a d o s q u e d e s d e sle m p A
]idadl e ra q u e im p e d ía n l a ñ u id e z d e l m u tu o in t e ^ p ^ n^ vigencia
ae rnfnerm^ ido t r e p a r h a s t a 1a f r a n ja e x te r ior y ‘feúCTfeaO’A 1a a1dea sólo
eJ f r feudo y a ld e a h a b la b a n le n g u a je s d ife r e n ye sP e r ^ -u la posesión
fCUfil1o sólo en o c a s io n e s e s t r ic t a m e n t e d e t e r m ^ ^ T ^ acceder al
caS\ m e n te d e t e r m in a d a s e s t r ic t a m e n t e . É s t a s v m n _y por cuestiones
om m ente c u lt u r a le s m a n t e n í a n a l fe u d o y l a al(iea h * b ° tr aS regl &s
d e c o m p a r tio s e s ¿ ; iacoasl;depaa; Si0blg nn™ s
intersticios qu e h a b i^ jroc^id o ^ p u a i: b s sig n ific a d o s de uS t o d^
¡ 1105 , estab an c o n t r o la d o s m u y e s t r ic t a m e n t e . a otro de
e Por lo ta n to , ' a s l 1d n lt a c ^olne s n a t u r a l e s d e com unicación se v elan
favorecid as y.. i z a d a s p p l a s b u r r e r a s s o c íc -e s tru etu ra les. AmefaSs
esferas se r e g ¡a n p o r p ^ c i p m s c u lt u r a le s q u e d e sa le n ta b a n 1 a “ 0^ !
dad m ortócla ” p « r u n r n do i a l t e r n a t lvo d e v id a , y en p a rticu 1 a r i a
tentación de e m u la r lo s esta f e s pro s crip t o s p a r a los otros . L a 1 dea’ de
perfección, qu e la d o c t n n a c n s ti a n a to m ó d e la M e t a /ís ic a d e A r istótel es
exigía p e rm a n e ce r de c o n fo r m id a d con e l p rop io tip o , y conden ab a e1
entrecru zam ien to c o m o u n a im p u r e z a e x e c r a b le .5 L a p a la bra “p erf ecto”
(teleos), era usad a. e a n to p o r A r i s t ó t e le s com o p o r P la tó n , com o aproxim a-
di ente s ín o n ím a d e “t o t a l” y “ c o m p le to ” (pan, holos). ..
Según A r is tó te le s , l o c o m p le t o es a q u e llo q u e e stá llen o, lo que contien e
t0d0s sus c o m p o n e n te s , lo p e r fe c to es a q u e llo q u e, en su lin e a , no puede
ser mejor, a q u e llo q u e s ir v e p a r a su p r o p ó s ito . L a id e a de la varied ad de
maneras en q u e u n a c o s a , o u n a p e r s o n a , p u e d e se r p erfecta se afirm a en
todas estas d e s c r ip c io n e s ; c a d a tip o tie n e s u p ro p io m odelo de perfección,
determinado por su p r o p ó s ito y l a c la s e a la q u e pertenece, la cual no
puede ser n i e le g id a n i c a m b i a d a a v o lu n t a d . E s ta noción de 1a perfección,
sólo apreciable e n r e la c ió n c o n el tip o , en v e z q u e con el está n d a r com ún
atodos los seres h u m a n o s , p e r s is t ió p r á c t ic a m e n t e in v a r ia d a a lo largo (fe
toda 1a E d ad M e d ia . E n c o n s e c u e n c ia ,im p id ió q u e p u d ie r a a preciarse e 1
modo de v id a de- o tr a s c o m u n id a d e s , t a n ca racterístico esto e n . los
peregrinos a T ie r r a S a n t a , y f u e c a u s a d e q u e .E u ro p a considerara las
civilizaciones y c u l t u r a s r e c ié n d e s c u b ie r t a s com o u n desafío a su presu n ­
ción de recto ju ic io . . ■ , ., .
De este m o d o , co n el t r á n s i t o a t r a v é s de la s fr ° n te ra s r e . ^ ci to d
mínimo y los v ia je r o s p r o v is t o s d e a n t e o je r a s a p r u e b a de ^ ^ ^ p^ o_ a
ana variedad de f o r m a s d e v i d a p u d ie r o n co e x is tir d e n tr o de slis p ™ pi pl
lmites sin q u e s u r g ie r a la in q u i e t u d de in c e r tid u m b r e ® ^ t i ^ t anto 1 a
problema de la c o m p r e n s ió n . E s t o p u do p r o s e g u ir a ^ a , dentro de
autoridad de c a d a e s q u e m a c u lt u r a l p e r in a n e c íc 1n cu e stio n a d a '
Propio d o m in io . . . b i la in segu rid ad.
All'? em bargo, n o s i e m p r e l a s e p a r a cíc n c u ltu r a ev , ctos -^ utu os eran
1 on de y c u a n d o e r a i m p u e s t a a g r u p o s c u y o s ce nl a fo rzo sam ente. E n
tanfqU eespo r á d i c o s y m a r g i n a le s , h a b ía q u ® p a ec , fu e rza p erm an ece
^ una d o m in a c ió n a l c a n z a d a y m a n t e n i d a Par Ia ' f e r z a p

wo& 'adyslaw Tatarkiewicz, O D oslcon a losci (Dela perfeccfeni Panst°weWyd“" ' n


Uko" 'e, Varsovia, 1976, pág. 7.
191
.te al grupo dominanta dii v onor del ^ btema de ,g
incuestionada p < f " * aigrndo otros estüos de vida o bran c° mo desvia!
Varie<lad CjUltuble;:oine^iid1'0rdelo adecuado, o b i ^ m o de inferi»
clones condenables “ (i ,... extraños . Este punto d e vista - 1a ^ tién debe
categoría, Pu<det° cq1':1eevsonn o habría de resut o r ^ . f o ™ , a menos «jue
de ser puesta derf ldenv'por ja verdadera supen oridad de poder o por la
estuviera suste.ntandsüiderar que un modelo su peri°r puede mantener su
^ ^ H ^ a d r o m o u n m e dio de impedir la com}raicacion(y en consecuen-
efectivicjad. con¡ aonncibTidades de comprensio n prbpuestas como activi-
dX namente en cPuar1toposeasur^a^reladCióIr d es 1 rbordir1 acióI1 .I l^ otra
maodíosor (Iue Por breve tiempo, un pirata de v m tatal ^ e d e tagrar poder
d(<fube,rzUllalparPll^ de las aspiraciones de im grupb que pretenda establecer

su T^rrp:oaudlam:ornoiíanbtra situación van acompanad as ^ r^ mente por


una nbc1 ón j erarquica” de la culturad La situad ó n mes nada en
prímer lugar permite sin duda la afirmación ^ esqiiem as culturales
^ i stocrátl cos, permite evitar todo probl ema de comun. caci on, como el de
la negación y el consenso. La forma aristocrática de dominio es, en este
aspecto, prominente por la contradicción lnsoluble que la aqueja: por un
lado. muestra el esquema aristocratico en la cima de lajerarquia cultural
como lo único cuya emulación, en principio, puede encuadrar dentro del
ideal moral de perfección; por el otro, refleja en forma tajante e inmediata
la división social en una sociedad gobernada por una aristocracia, lo cual
hace que lo que ya era inconveniente, además, se torne infame. El
cañamazo decalores y los calores sociales aristocráticos son equivalentes.
al estilo más noble y moralmente más perfecto; es un ideal que sólo puede
alcanzarse por medio de un esfuerzo y una empeñosa ejercitación; al
mismo tiempo, se considera que la propensión-' a tal esfuerzo es en sí
misma imposible de obtener mediante el ejercicio, sino que-tal condición
( s conf’en da a determinada gente por nacimiento y negada de plano a los
demás. En una sociedad aristocrática-el punto de vista jerárquicode la
cultura frustra y confunde las aspiraciones m ism as a las cuales da su
undamentación. La sociedad aristocrática está constituida másbien por
dlques que E0: Puentes. Las represas más importantesfueron descriptas
iajo .los a offi:bres de c o m e r c i u m y c o n n u b i u m , las dos exclm
endnaá^mcf as Institucmnalizadas; l a segunda, reforzada por las reglas
con CTunnc! s ?fue ogran evitando lo que la primera logra con el contacto
teis. 1b'e po nciueltural1f cercanos físicamente,. pero culturahnente diston-
mu .hos s^ rfesu a que los estados o castas de esta sociedad tienen
mati-inaois^ales” o(>ioysaso‘s disti.ntivos de las poblaciones “intra
trasponer las fa) n e -aicj gmupíaíeis)nes 1 nternas” culturales tardaban en

cráticSanSoecm!Ta^g0l,nl( fnPt •
UraleZaJerárquk:a m ism a de la sociedad arlsto'
nicación inter-o•r^n!ll TiVidad de 1 as restricciones impuestas a 1 a coniii-
t ter grupal■ La P iedad arisTocráTica no podía permit i d

0ne}res Y Boston, 197e3, caj^, Z* Bauma.n, C ulture as P ra xi s , Routledge & Kegan paul’

192
• - entiVar la a la que conibatía ins;st: . j
£ Jos estilos de v¡da. Jí^s;^1 i:iisino, subrayaba lai rnatíll^^íieeín.f1 'S?lortdesigual
deeípioca de la conmmcücucm cultural •Este comerci<fj.uíf “ '“ éWcay no
^ ¡fic a b a entre 1os estad° s, podría de ser¡b¡rse m¡a s b t u r a 1 ’ tal como se
^ d o s ” que eo.ro " fl...l o s ” esquemas eultUrai^n s asLa1 ^enraon n:]0 “obstaeu-
eanal¡zaba y dlrlgia la (Mirante de los posibles unív°ea
Tíude hasta lkgó a defm ¡r esta sociedad como un ^ m ? s eulturales.
earaeterístieo es su “carácter ¡n¡e¡át¡eo” .7 E n tantoailPiu „ ti° “ T ? rasgo
aPSar la tendencia “descendente” de la ¡ 1 ir¡taníóOqOultUr?i0^
arada por el Punto .de v ¡ste je r árqu¡eo de los ¡deales <^uÍtU?maoeein!ae^'
expl¡cae¡ón del s ¡gor o la lent¡tud del canib¡o cultoral; E n W ^ a la
ejemploi, el ímpetu que la a ñ o r a d a hatiría pod¡dodar a 1 a mnovactón
cultural fue eirte ¡n d ia u . por falta de una clase medm 0 ^
actuara com° iiiterme (h an a. N o existe im 1 tac¡ón , d¡ce McDougall si i.
d¡stancla entre dos g rupos es demasiado grande. En InglaterradraW el
espaci° entre 1 a arislocrac1a y 1 . s elases laajas estaba densamente oeupa-
do por una clase me dla r amificada, la imitación se daba de m e d ia to y
el camb1 o cul tural era vigoroso. . ' y
S¡ la comun¡cac¡ón entre los modelos culturales era as¡métr¡ca, as¡m¡s-
mo lo era, y quiza siga siendolo, la cur¡os¡dad respecto de los modos de
s¡da extraños. Los esquemas cons¡derados como los más nobles y refina­
dos, una y otra vez, podían ser observados y cop¡ados m¡nuc¡osamente (s¡
no estud¡ados) por qu¡enes estaban en un n¡vel niás bajo, que asp¡raran
a una promoc¡ón soc¡al; la tardía l¡teratura med¡eval está plagada de
críticas respecto de esos r¡cos y arrogantes burgueses que, justamente,
estaban en este caso. Pero los ¡ncent¡vos eran escasos para que la
cur¡os¡dad fuera dir¡g¡da hac¡a abajo. Los est¡los y esquemasjuzgados
como ¡nfer¡ores no se cons¡deraban en real¡dad “culturas”,que tuv¡eran
sus prop¡os valores y lógica. Eran conceb¡dos apenas como vers¡ones
¡mperfectas o corruptas (en el mejor de los casos inmaduras) de los
esquemas de la más altajerarquía. Se tendía a descr¡b¡rlos en térm¡nos
de lo que “carecían”, o delo que “no podían tener”, en s ez de cons1 dr^arlos
en susaspectos pos¡t¡vos, pero pr¡m¡t¡vos. Su desemej anza mopodla ser
ctnceb¡da como test¡mon¡o dela relat¡v¡dad de toda y cualqu1era superw-
ridad cultural; sus “¡mp erfecc¡ones” eran vlstas mas blen c o ^ a P ™ ® ,
siviente de las ventajas de l os e sq u e m a definldos como lo
dec¡r, la postura evaluat¡va tenía y const¡tuía el prop¡o ll!'r^aniS^ia 1 míe 1 °
co^roboraba. M ¡entras que como estructura del pre manecer í.m u-
subyacía permaneclera i ntacto e inexpugnado, po rl®e , cultural
ne a la mera acumulac¡ón .de conocími e n 0 0 de la a y la ¡ns¡o-
Sctlo cuando fueron sacudí das 1 as r e g 1 as e a f nnarse ^la m en te la
labilidad de l os lúrntes del estado soc¡ al, pudo.<luesE <,nno s;¡gniflcó que la
diiíiensionalidad s¡ngular de los i;iodoS de vl aci Pntos: el predom¡n¡o
nocionjerarqu¡ca de l a cultura (así como sus: un

- Gabriel Tarde, Les lois de Uimitation, Alca7nPPvae¡^iQg!:,0lNieáh.Ue2 n


4>
8^ondres I1v«lfor^
1(e S W McDougali; A n Introduct'w n to so C a0 '
ennebunkportJ, 1928 (ed. orig. 1908), pág. 2 9 0 Y ss
193
, ^ nrím de intentar reafirmarse en una mueva furma
P° CÍaf ypP
a0cIatlC
s0a ddeei= sresquebrajaciu ras de l^ sta entonces monolítica
Per°tr^rftar^a es tructura de la nobleza, qrns la nn m t a M ^ imr^ a descri-
b'aUit°r ttaíim
aera vez come entidades de.(terecho propio b s modos ajenos
a'OPrqS X b i 'a n observado durante si g1os como formas de vida que Se
sauesteanqeban por sí mismas y debmn ser abordados en sus propios

térmelre°santaron muchas du das respecto de l a ^ M durb de los esquemas


prya verdadera e imaginari a atemporalidad se aducia paraJustificar ese
predominie que permitiera a Montaigne ver elaramente la relatividad de
t°d °y cualquier estilo cultural: “Aq^ quequi siera'l i b e r a r s e d e 1 marcado
prejUiCiO de la costumbre, descubrí rá que hay muehas ■cosas que son
aceptadas Sin fa. menor duda, que no se mantienen en pie s in 0 en la barba
venerable y las arrugas de la costumbre que 1as sosti ene”. Con ironía,
escribió s0 bre sus contemporáneos poco pensa^ ^ quienes “cuando
están fuera de su aldea, parecen estar fuera de su elemento”. Y, de hecho,
“n° sólo cada país, sino cada ciudad y cada profesión posee su particular
forma de civilización”. El reverso de cada costumbre es la ceguera y la
inc°mprensión de cualquier otra costumbre que difiera de la propia. De
ahí nuestra propensión a la intolerancia, así comonuestra desidia y falta
de habilidad para reconocer las virtudes de la imagen que los demás se
hacen del bienestar de la vida. “Todos nosotros llamamos- barbarie a
cuanto no se adecue a nuestras costumbres.” .
Esto fue lo que condujo a Montaigne, el primero de los pensadores .
modernos, a condenar la costumbre como aquello que “embota los senti­
dos”^Seguir la costumbre significa estar detenido e n s u propio estilo de
vida irreflexivamente; notomar nuncadistancia del propio estilo de vida,
n 0 concebir nunca que este estilo pudiera ser objeto de una indagación
crítica y una descripción imparciales. La ceguera' cultural y el engrei-
mient° se originaron en la falta de reflexión: . •

El efect° principal de la fuerza de la costumbre es que se apodera de


nosotros y n°_s abs° rbe tan firmemente, que es muy poco posible que
sa i nos capaces de escapar de sus garras, y volver a tener el suficiente
omim° de nosotr°s mism°s como para poder discutir y razonar sin hacer
caiso e sus m£mclatos. L° cierto es que, puesto que la mamamosjunto con
.a,.ec,.e materna y d mund° muestra el mismo aspecto a nuestros oj°S
: j .^n i es’ nos parece haber nacido para seguir el mismo sendero; y las
alma c°munes comentes a nuestro alrededor' e insufladas en nu^ tm
y et sD
mientG de nuestros padres, se nos aparecen corno generales
cream° s r,ii/é surge que aquello que está*dentro de la'costumbre,
mayoiosartí; dentro de la razón: Dios sabe cuán falto de razón es ea su

Cien otoü más t°-d e B1aise Pascal, 9 desarrollando las ideas ya en

hallarse en la o^ ™ 1, asi como otras relevantes sobre este tema, P.Ue5 y


Anthfopology, M(íthueíi) Loí!i0l0íg1?oC°mPÍh da Por J. S. Slotkin, Readíngs Y
* res, 1 9 5 5 .
194
IIlen de Montaign e habría de dec larar rotondam j.
A via ráos naturales no son “s ino pri ncipios de que nuestros
j^Ssturpb.re diferente g^ eraró prind pios naturales dif^breeilte.S'eP “e iía
tanto, la diftM M * « t o n w atn» ^<i eales y los ideales aprc^ S , ^1Poreno
temente por Parte de ot o s s poeblos no es aquella que ^ f aPtrren'
natoralezayla corropcion o e ldes cu i d dela Inioma,sino entretigUníireeia
te bien 0 mal fim dadas c^ t nmt e ^ . Cada conjunto de costumbresdmreva-
de su capacidad de arraigo de su propia consistencia y la auto-comprrba_
ción de su eñ c^ a a. Es preciso eW se por encima del nivel de la vida
cotidiana, reglada p?r el h abl o y que no ofrece ocasión para la auto-
reflexión, para reducir latod ° poder° sa na tur a lezahumana a su ver dade­
ra, acostumbrad , m e<ii d a . E ste desarraig? intelectual, que postula toda
"forma partic° lar de civ1t como objetos externos, cuy0 contenido
y estructura debe investig arse para poder captarlo, da origen a un
esquema de pensamiento que hace de un problema posible la articu1 aci0 n
de la comprensiórn
Por supuesto que está involucrado en ello más que un desarraigo
intelectual. Tanto M ° nta1gne como Pascal hablan de las otras costumbres
como poseedoras de validez y significado propios. A causa de ello, las
gentes que disfrutan de estas costumbres son postuladas como sujetos..
Dicho de otro modo, son respetados como seres autónomos, con el
soberano derecho de seleccionar, y sostener, sus propios conceptos de lo
correcto y lo errado, de lo deseable y lo indeseable. El hecho de postular
otra persona u otra cultura como sujeto que debe ■ser comprendido, en vez
de un objeto cuya conducta debe de ser explicada causalmente .(es decir
reducida a circunstancias externas, objetivadas), presupone un grado de‘
respeto y la admisión de una igualdad,' si bien relativa. ;
Tanto el respeto como la admisión .de laigualdad no eran ter n d s en
cuenta en la actitud adoptada frente a las culturas extrañas com°
distorsiones del esquema natural, o desviaciones del ideal. Estuvieron
ausentes también en la época de la “misión del hombre blanco , cuando
Europa parecía haber alcanzado el dominio defínitivo del mundo. La
superioridad militar y económica se reflejaba inteléctualmente como la
perfección de los esquemas culturales. “Los aborígeneS" eran considera­
dos ahora comoformas inmaduras, infantiles, que la civilización europe^
había ya superado y dejado atrás en cierto estadio de sudesarro o. or
lo tanto, los “aborígenes” eran .considerados más o men° s c?m°. or*insi^S
“subdesarrolladas” de lo que, en su forma desarrollada, debia serlc o '
derada la civilización europea. Muchos adultos consr ieraii (1(3 igual rnodo
alos ninos: seres en vías de convertirá en adultos, ^ b ^a^ d . w en
aún de esforzarse por lograr este objeto,y a quienes ® e . n minia-
el esfuerzo. M ás qL s ujetos de una clase Aferente, l° serri(3asl:al(°¿X < lt1£-
turas imperfectas de la subjetividad adulta. En c° nsefíU!ln(^ii tintenciones
infama puede explicarse c°n referencian° a falta esos
del niño. sino .a la temporaria laguna q i » síg(nifíaa;i,1 adf pl¡?atace Iar
sgnificados o intonci°nos) y la consiguiente m capacidad para
como adulto.

195
entusias1n0, reconociera. Es fnianegociación subsiguiente.
COmpi-ensi<Sn, entonces, derieim en la ta.re8Lde akanzar'
La tar en d.e,nCertada de suj etos autónom as baJo ccmdi ciones en las
raatet S ciOta concertada 1 1 0 esta M eg^ ^ t o m ^ m erLte. fotere-
sarse eí l a comprensión es la respuesta consig m ente al des er t o, que
es- ^ onocido corno tal, y no, por ejem pb , c° i no una sunple observación

oj unóte 1 os extremos analíticos encirntaanmí; al empleado que trata


de penetrar en las intenciones oscuras de su .jefe con e1 objeto de
comPlaCer sus caprichos, evitar su colera o g anar su a f i a n z a . O un
estudiante debatiéndose entre los enunciados oscuros de un texto auto-
rizado, para comprender el sentido que cree nitm r, pero que se le escapa.
0 un inmigrante [en algún país angl ófono]* que iiítenta Coinprender
trabaj OSamemte si D r o p i n s o r n e t i m e to s e e i n e es una invitación para esta
noche 0 un recurso para dar por terminada una conversación. O un
enamorado que observa atentam ente las reacciones inás sutiles de su
pareja para controlar la eficacia de sus insinuaciones. Lo que todos estos
casos tienen en común es el reconocim iento de que la otra parte tiene la
autoridad suficiente como para guiar la acción del sujeto: el reconoci­
miento de que los motivos del “para qué” del a l t e r tienen como motivo el
“porqué” del e g o . El e g o , al desear saber “cóm o seguir adelante” acepta las
intenciones del a l t e r com o condiciones de acción esencialm ente inaltera­
bles. Las trata como se tratanlos fenóm enos de la naturaleza, excepto por
el reconocimiento del estatus sim bólico de los actos humanos observables
y, en consecuencia, la p°sibilidad de una posible decepción, insinceridad
o ineptitud técnica. En este sentido, el motivo que desencadena el
esfuerzo de la comprensión es la intención delego de ajustar su compor-
temmnto a los requisitos dejados entrever por elincuestionable poder del
a er sobre el eg (° . Esto sigue siendo verdad aun en el caso de que, final-
ja-co ^ 6 e g o de emplear el conocimiento adquirido para manejar
la conducta del a l t e r en su propio interés.- ■

opueasraspuesoaque se halla en el otro extremo se origina en la intención


del “pora tT
ransformar sus propios “para qué” en los motivos
es reconocido tod
a lte r del a l t e r sigue siendo reconocida; el
como autoridód l)^f ía como el dueño indiscutido de la significación,
accion Fero aahornlt iin a en ^ i r aquello q u e -es el significado de la
nificado que asi a acci()n Fe 1 e g o es inducir al a l t e r a cambiar e1 sig'
la que debeseraíusf t 1^ s ,uación*No es la acción delego, sino la del a l te r
e incuestionabl e no e^ ^ a au tordad que debe aceptarse comolegítima
sentido a la nesocianión la ^ a l t e r ) s ino la del e g o . Esta intención da
relaciones de poder t a r en la cual se buscan nuevas o modificadas
* orna de la negociación puede adoptar todas las

Lo encorchotado
es del traductior.
19 6
v0 riantes, desde elfr anco deseo de (Jom nio (la esPada de We. .
V0r el empleo de estimulos ajenos al tema de que se pasando
O b er) hasta la m ás sublime de las formas qUgUn (? Premio de
Solamente al pot o de persuasión (la phim a (Je Weber-/* ^ se recurre
Se ha hecho c°stmnt>re, si b^en de ninguna manera Univer« lme f
distinguir entre 1 oC esfuerzos qirn haremos cuando nos hallaVeOS1
incomprenslbles acr a te a imentos “naturat e ” y los esfuerzos
similares y ac op ados írente a 1a incomprensible conducta huma™ A
veces se sugiere que el termino “comprensión”, a diferencia d™suusn
comUn, debe rerervrn-re para esto « tumo. El estudio sistemático d e 1 a n Z .
portam1 hunrnno y sus creaciones es por lo tanto la “ciencia de la
comprensión”. R esu lta da™ que en esta propuesta el término “compren­
sión” tiene diferent e sentido dd que suponíamos hasta aquí. Su empleo
sugiere que 1a “c° mprensIoii1 es una actividad signifi.cativamente dife­
rente de la que K arl p opper presentaba como universal para todas las
ciencias, incluida la social.
. Desde el punto de v ista de Popper la ciencia tiende a la explicación
causal de la realidad, construida de tal manera que el hecho de explicar
brinda, desde el punto mismo de partida, los medios para predecir (y, por
lo tanto, controlar, siempre que se posean los recursos necesarios para
ello) el fenómeno que se estudia: 10

No existe gran diferencia entre explicación, predicción y comprobación. La


diferencia no depende de la estructura lógica, sino.más bien del énfasis;
depende de lo que c o n s id e r e m o s q u e e s n u e str o p rob lem a y de lo que
consideremos que no lo es. Si no es nuestro problema hallar una prognosis,
mientras tomamos como nuestroproblema hallar lá condición primera o
alguna de las leyes universales (o ambas) á partir dé lo que podém°s
deducir como una “prognosis” dada, entonces estamos b^ c^ d0 una
explicación (y la “prognosis” d a d a se convierteen nuestro exp lica n d w n ).
Si consideramos las leyes y las condiciones primeras c° m° dadas (envez de
cómo para ser halladas) y las ’ usamos simplemente para ■deducir m
prognosis con el objeto de lograr alguna nueva informació■ ^, por lotan 0
estamos tratando de hacer una predicción.' ' :

Si, finalmente (podríamos agregad , empleamos nuestros reCursos pa


ra crear las “condiciones iniciales” en las cuat e la fey general faV°íroCfr a '
la aparición del fenómeno que habrá de o P°r _s c ’
evtamos las condiciones que deben cumplirse para *mPe j 0 de
aquello que consideramos indeseable, entonces, estamo s
C°ntrolar el fenómeno. Lo cual significa reconocer q u enteutili za-
fica* en virtud de su p ropia estruct o a, son teorias_ impOSibilita el.
le£f -1 1 La identificaci ón del estado de es ej motivo inicial '
Control, y la admisión de que la necesidad de c o n t r o 1 es e 1 moti 0 .

toKarl R. Popper, The P ouerty o f H istoricism , Harper>Nueva York 1 9 6 4 ÍRU ° "


T inPau1’ Londres 1960), pág. 1 3 3. . rr Crit¿cal Theory o f S ° d ety>Her er
& H Albrccht Wellmer, trad. mgl. de John Cummm0 , Critic(l .
Herder Nueva York, 1971, pág. 2 0 .
197
•ó cientíñ ca h acen explícita la estru ctu r a de la explica-
dS na“ f aCEó,h;:eho de A perar la in com p ^ ión es sa b er, en prin.

cipi0, confefola^ e ' ^n íí'ifft'ihidvertir por qué la in com p ren sió n d e laparte

t" dS'*pr “ íuiinanos • í S ^ a


E ud A rnte ¿ i el estado de in c o m p r e n s ió idel que t o t o nM m a m arno s .
si nuestros planes se em barc an y no nos a la mtrnte un
parrsaosdae ' £;cci ón “con naturalidad”. D icho d e otro m odo, <m am b os casos
cUncebAS tarea llamada “com p retrnta” com o l a d e r ^ r a r el con-
tro1 sobre 1a situaci<in que ha sido ¡pCTd id m í . am bos ca sos , el o m oci-
A ien to” mental y la habilidad practica para actu ar estan in tim amente
ligados entre s í. (Como G adam er nos h a h ech o v e r rec ien tem ente, el
t<ér A ino alem^n Verstehen, u,sado com únm ente p ara in di car ”a unicidad
de las humanidades coao clenclas de 1a cornp ren sió n , se ernp lea en la
lengUa aleA ana “tam bién con el sentido de h a b ih dad p ractica”, por
ejemplo ener verstehtnichtzulesen, él no p u e d e leer.)^ En am bos casos,
pues, pretendem osen principio que este con ocim ien to p u ed a ser aplicado
para alcanzar a com prender plenam ente la situación. ^ t e la notable
similitud entre los dos casos que la sociólogia “com p ren siva” pretende
presentarnos como diferentes, es preciso que nos pregu ntem os por el
posible fundamento de tal distinción. -
Se ha dicho que la sociología debe ser una cien cia “ de la com prensión”
puesto que el comportamiento hum ano es “sim b ólico”. L os símbolos son
objetos que nos rem iten a algo diferente de lo que ellos son. E llos, por así
decir, tienen un sentido que reside fu era de sí; sólo la p erson a que conoce
el “lazo invisible’’ que existe entre el sím bolo y el objeto al qu e se le aplicá,
es capaz de captar su sentido. E s así com o, por ejem plo, sólo u n a persona
que conozca el código cam inero, puede . com pren der que un triángulo
blanco con siluetas que cam inan dentro de él in d ica que h a y niños que
cruzan la ruta. Sóla un cam pesino del este de P olonia, bien al tanto de las
costumbres larala^ p°d rá com prender que su p rop u esta de matrimonio
ha sido rechazada cuando se le sirve un ta zón de -gachas de avena sin
azucar. Por lo tanto, el argum ento de los sím bolos n o p a rece convincente.
? s símbolos pueden servir a los propósitos de la com p ren sión y el control
so o ^i el lazo con los objetos que sim bolizan es ra zon a b lem en te estable Y
regular. pero lo mism o pu ede aplicarse a los sín tom as que nos ayudan a
rompronder los sucesos n atu ralesvA s íc o m o , por ejem plo, u n pavÍA ento
moJa o indica para todo el m u ndo que ■acaba de llover. m en os para una
q u -r a C1iue cól° c.onozca el desierto. P ara tod a p e rso n a que sepa algo de
Uniamc°^u^!eómental u ó papel de torn ecol en rojecid o “sig n ifica ” la acidez de

1os pocible a esta objeción es que los sím b olos, al contrario de


estabiectidoea ’ son d-e factu ra hum ana. Es d ecir, es la gente quien b£l
conexi 0 n ent;re u n sím bolo y su r e fe r ente; sin este ach>de
i2 T*
Mcthod ,Sheed && WWard,
varcí11!^!'’ \¿nSu de Garett Barden y John Cumming, Truth
Londres [Seabury, Nueva York], 1975, pág. 231.
198
11 peer no lm bu a ningun vi n c u l 0 entre a mbos e n i
cstí! nlusson arbitrarios. Si5lo pucd en diferir si ^ ríeEE-n -0 -tras píl1abras los
st f t a q ue'f uo. M c ü es de advertir, por lo tínCL Í5 jí;n0 2 ¡;i‘!inal !' a S^
° - bion indudablement e verdadero, no tiene una releí w U: gumont°,
S',rn el problema de la colnprenstón. Es un m-g um eV?onC m<:diata
fn¡toi'ia: indica el 0 rJigen de 1a significancia de losSsím bnio<:toídá‘do de la
& s síntomas, y no la diferencia entre d pím Z ? ,, ? t,n? “ ié* -
d .prensión do los unos o los otros. Es m uy posib{i o.qVe i.m pllca |a
e
S U ™ , a 'j * ual. < ! “ 1 ; " , d « 'o s S í
orico,
establecido por Dlos fin algun ü em po. Pero esto, sin cm bargo, es irrele
vanteen cuanto se refiera a nuestro esf uerzo para obtener 1 ainfoemaceíin
del síntoma. Lo mifrartantees que, porl o meros mientras dure e 1 esfUGr7n
m ism e1 bazo «mire el síntoma y su referente quede bien establecido Y
permanezca ma|terable. Lo misino, si se lo aplica a la comprensi0n de loY
é mbolos, no obstante tenganios plena concienc1 a de sus orígenes huma-
nos.
En efecto, cuando dig o “no com prendo”, frente a una actitud hum ana
insólita, una frase de una lengua extranjera o un implemento al que no
pueda alcanzar a atribuirle una función que yo conozca, asumo de
inmediato que eso es algo que debe ser comprendido, que podré dar con
su referente sólo si conozco el vínculo que los une. M e doy cuenta de que,
por decirlo de otro m odo, el vínculo existe objetivamente de igual modo
que el que relaciona el pavimento mojado y la lluvia. Es exacto porque
esta necesidad de com prender se convierte en un proyecto realizable.
Cierto es que los símbolos no han sido tales desde el comienzo del
universo, sino que se convierten en símbolos, y por lo tanto en objetos
potenciales de ser comprendidos, sólo cuando su vínculo con los respec­
tivos referentes dejan de ser errátiles y, por lo tanto, arbitrari os.
Ferdinand de Saussure, el gran lingüista suizo, padre de la lmgmstn ^
moderna, fue quien señaló que la arbitrariedad es la característica
distintiva de los signos humanos;. contrariamente a los síntomas, las
cOrrelaciones entre signi/iant (la forma sensible del sign°) Y, el sig n if ié
(su contenido, significado o referente) es purameiite convencinnal. APa"
recey desaparecejunto con la comunidad que mantiene esa convenciom
Est° es indudablemente verdadero en tanto esterna m t e r a ^ s en ia
dinámica histórica de los signos; sin embargo no r e ^ ta tan clar° d ?^
manera’ sr es que hay alguna, el origen de esta pecu1ian,a a J
Pudría hacer diferente su com prensión de la c°m prens° n e • ll.nados a
euna fasto ria comparativamente más larga. Nos veriamos i
aceptar el argumento formulado por Éinile Benvenis e-

La relación entre s i g n i f i a n t y s i g n i f i é no es arbit idéntico en mi


necesaría. E 1 concepto [signifié] “boe«f es fo r z ■cómo podría ser de
conciencia con el síndrome fonético [s ig iuf i a n t ] bof. ¿

en Eric
En e P
p
Flem
c
p, Frec
? W-
Univer-
tfousÍ!?!e Benveniste, “Nature du signe língu ¿in gtdstics, vd. 2 , CrtlCai>
sityprpscder y Robert Austerlitz (edits.), Readrngs Lin^
ress, Chicago, 1966, pág. 10!5 .
199
„.. .„ modo? Un unidad de nrn bus astil impresa en mi mente; ellos
imidos en ttkla circunstanc'«. .
' ' ínuíc oti “to d a c i r c u n s t a n c i a e l sig no y su referen
BenveiiistiiI)oeie('- i ; a p arezcan siempre ju n t os. lí l p u n to de vista £
te están hgad° s en ‘ t^°. uI1 p u n to de v ista h istórico; lo que hace dei
p . » n . tai d . i. « ^ « ón, « s
£ £ £ te^ e'ccsario, no' arbitrario, de su v n ieuto, c u . k scm m i-a f ueran sus
SÍIg ^ c s liistór-itíos. Com o dice A . M i Uot;, p °d e m o s com p ra r las
palabras com pletam ente sólo Porq ue *or;n an u n ^ < 2^ , e1 cual “no
Cxiste sopar ado do los individuos q u e h a b la n (escn ben ) 1a 1engua. No
0bstante , existo independientem ente de cad . u n o de e11os, .1 i mponerse
a e11os.”’.MDe sd cel punto de vista de cada p erson a que en care la tarea de Ia
comprensión, el sentido de los signos h m im iiosí gs t an o bj etivo y externo
como los síntomas naturales. En razón deesta.sim ilitu d, y n o a pesardeella,
espera que la comprensión le brindará la posibilidad de “seguir adelante”.
En consecuencia , en sí m ism a la a rb itra ried a d origin al de los símbolos
no proporciona por sí m isma, debido a la m e n cion a d a distinción de la-
“comprensión” como m odo, el con ocim iento de la con d u cta hum ana en vez
de la de los hechos inanim ados. Por ejem plo, es p osib le decir que existe
una diferencia de clase entre las leyes, en que se basa la identidad de los
síntomas naturales y las leyes qu e garan tiza n la iden tid ad de los sínto­
mas naturales y las leyes que garan tiza n la id en tid a d de los símbolos
humanos. Con frecuencia suele decirse «sim ples re g la s”, lo cual implica
m ino r a tivam ente una debilidad y algo m enos d e .regularidad de aque­
llas por las cuales los sím bolos están liga d os a su s significados. Y esto
porque, segúii P °ter W inch, “sólo es en térm inos de determ inada regla
que es posible atribuir un sentido esp ecífico” a las p alab ra s.15 •
Y aquí tampoco es inm ediatam ente obvio p or qu é u na situación habría
de ser esencialm ente diferente de una tra n sm itid a en la frase, “sólo es en
téinn nos de determ inada ley que es p osib le atribu ir un sentido específico
a un suceso . Parecería que la diferen cia en tre las dos situaciones es
d f erpretativa m ás q ue inm anente. Lo que h ace que las consideremos
n mmitíis es el m odo en que considerem os la reg u la ridad. Llamamos
regu aridad a u na “ley” y “regla ” a la. otra. Si el argu m ento concerniente
¡L f ^ i ™ lcd ad :provenía de la h istoria, el a rg u m en to concerniente ala
<lew a Gs e a:iton dad; se rel'iere a la d iferen cia entre poderes que estan
le ,torsa^EnsiÍ0ctivam ente de las frecu encias regid o-p or-reglas yregid o-por"
S dí^^^ud ”de v,arios siglos de desarrollo cien tífico , llegam os a poseer
00 ^ de dda? .or1de ley es” en el cam p o d e los fen óm en os naturales. Esto
r\
v o e ibu lirí eCiI, heinos adquirido u n a serie de procediniientos y un
naturale^ ^re Oni0é n1os Pon n ^ e d escrib ir la regu larid ad de los sucesos
a ‘ndonos contin uam en te a su au toría; podem os discutir

^ “af " 0*111° Thc M ain Trcnds ¡n

& I«rnr,nn Paul-' j lnlff‘ UIurnnm



d Social. ce
ln f ' n
S i nce an d its Helatio ship to Philosophy,
twB, Nuovn Yorkl, 1967, piig. 27.
fouttedg»'

200
. ila t iv a m e n t e los fe n ó m e n o s n a t u r a l^ s . • •
f^ que preocu p ab a a n u e stros a n tecesores d e qm!m f e ' n0St ° n la cues-
‘ 7 pqrincipio las ley es f e la n a tu ra leza . idpareníen;iein? eist£lblecidoen
p!l parados p a r a f e ^ r t ^ Ia cuesti ón de la a uton a i n t o " stamos
discutir fenóm enos á m a n os. S er ta i n te^ te ver ^ 0 * ^ ri dad al
qUe es asi. ,L 1as razones de por
Una
Jna de las r a z ° nes p osib l^es ^es qquuee con
consi deramos
sidcram ( a( a u tora ^ • ,
]as reglas c°m o ^ a p lrnado, orden ado y siste;mié;an„ónnn0 de
^
legi " d S leyes d e (a n a tU r a le dfi. Eort a n S dde S o q u e el
S p n o e a '*, en q a e " p í o n ih_at|ría p ód illó ^i‘ear8lals!rds ;^ igjaelin^gc^n
í f c ^ o •ide o lo h i zc>” .u n o, ,0o d r ía deJ ¿ d e" p re °cu pSaS
rsU
e<;ensp egr (°
de la v olu n ta d f e D io s y d e d ic ar su s e sfu e rz o s p or com pleto a 1 esPUdiÜ
de las n ecesi d a d e s . L os h o m b r e s de c ie n cla, con el objeto de g enerar
la noción d e 1a 1ey c o m o e1 m eJor in s tru m e n to de la com prensión ( v el
control) de la n a tu ra ,leza , b a n d e b ld o p on erse de acuerdo . Ex ista o n 0
exista D ios , n o h a b n a p o d id o n u n ca crea r el m undo (y establecer sus
reglas) de m od o d ife r e n t e , y las c o sa s d eb en som eterse a tales reglas
en todos los ca so s. U n a v e z a c e p ta d o s estos dos su puestos , la existen­
cia de D ios se h iz o ir r e le v a n t e p a r a lo s fines científicos. E n amb os
casos, sin e m b a rg o , lo s e s p e c ia lis ta s en sociolog ía le esquivan el bulto
a estos supuestos en cu a n to a los su puestos autores anónimos de las
reglas sociales. En p rim er lugar, puesto que conocen muchas reglas
discutibles, no p u ed en estar segu ros de que ningún conjuntos de reglas
humanas p odría n o dej ar de ser diferen te de lo que es. En segundo lugar,
creen que la s reg la s so n m u ch o m en os apodícticas e infalibles “sin
excepción” que, desde su p u n to de vista, l o que los naturalistas consideran
que son sus leyes.
Por lo tanto, segú n lo exp resa W in ch :17

La noción de seguir una regla es inseparable l<5gkamente de la noción te


cometerunerror. Si es posible decir de alguien que esta s i^ iendo unaireg a>
esto quiere decir que uno puede preguntarse si está haeien 01
está haciendo en forma correcta o no correcta. De otr0 m° 0 n°i aaJfsUmarse-
en su comportamiento en el cual la n0Ción de regar.pU<aTT,:erito pues-
entonces, no tiene s e n t i d o describir te cste modo su eomp , cualqUier
to que todo cuanto haga es tan correcto eoma 1°. Q116 cepto deregla es
otro, de donde se desprende que lo caracterism o ^ ! concepto de regia
que nos permite evaluar aquello que ha sido hecho

, La regla es u n a n o r m a (y d eci r que a veces ^ Jdad ^ falible); es una


eC15 que ocurre con algo m e n o s qu e con r': gujai!j e mecamsmos, que la
p uta de com p ortam ien to, q u izás acoinpan t odos sigue siendo
a
COnducta real se a p roxim e a la p a u ta , pero( e o ° icanzar el ideal, per°
nna pauta. El com p orta m ien to real puede ega.r e , a forencia esen a al
PUGde t ambic,n no h a ce rlo . E sto es, segun se V el comportamiento,
Cntre la acción h u m an a g ob ern a d a p or reglas y el P
ir.
17ur SP'noza Ética, Teorema ^ ^ X III.
Winch, pág. 3 2 .
201
miítimirnuutlo aubun lln m i° a ^brn U\v o i\ de lúa

.............................. " ,

SS t t (R ^ X ln U.;, |Hn ,n
.1t'ri r. , 1( "«rnriuU, J o, ( i , , ,',„ ¡jll
d li» ™ » ! Von> lo qnt' irniultt !««;''m ilwli'iio d" 1 |ow 'l° »lo o» i|uu hivbhmul,,
íocnclo coV o W ir o v k « r i« brillo ol mlhmlo, rnimrn hohrin l^rililo ct!1,
quo lo pidieran un hu\.

ti si a cs la diibvencia qu e va do h u w g lns a laH ViHtnH c o mo Hlntio


en voz descomo clase. So ha dicho que o l o o m pm f m n k m to h u mano oh algo
m Cnos repetítivoy m om ltono y . por lo ta n to, mem os in*ml°cib lo. Poro esto
“m enoel’ sóio tiono .sent ido on relacaln con \i na nuc íón a p roxi a\mln do Uu«
leyes c W í lm a s . Pocos invostigm loros d o lt\s d e u d a s nalmmloB alhema,
rían que las leyes qno form ulan son ta n . n falih los corno parecen crúor. Las
lc Yc S de las ciencias n atu rales son prim a p á lm e n lo estadísticas, y Ht\lo
pueden cstablccer el grado do p rob ab ilida d tlo qu e un fenóm eno dado
habré de ocurrir en cierto m om ento, poro no ln “ nocesi d a d ” dn qno o c u n u
E S p0siblc quo la oxistuncin do unn rogla in d iq u o una- probnbilidnd
cstadística sim ilar; en el cnso dol com p orta m ien to, qu o ocu rro sólo on
escasas circunstancias, n o ten d ría o\ momn* son tid o h a b la r do unn regla,
El concepto apodictico do lns lo y o s n nturnlos quiztis h aya sido indispen­
sable para la declaración ele la in d op on d on cin do las oxplicacionca
teológicas, com o un m a n ife s tó do a u to su d cio n cia do un discurso “sin
Dios”. Sin em bargo, la ciencia, una vez ob ten id a su in d op on d on cin , tuvo
su propio m om ento, y ahora necesita d o loyos “ ox cop cion n los” no mucho
menos que el transcurrir tran qu ilo de ln so ci od nd bu rgu osa necositn do
una lectura diaria de la “ dcclnrnci(m du les ilorech os tlol hom bro y dol
ciudadano”. A sí com o la cuestión do ln nutorín do las loyos se tornó
irrelevante d esd eh a ce m ucho tiem po, el d escu b rim ien to do la nnturnloza
estadística, probabilística de las leyes, no h a sid o v isto com o unn ocnsión
de resucitar los ha tiem po olvid ad os in tovoses m etafísicas. Los hombres
de ciencia tratan de m anejarse con loy os “m eru m on to estadísticas”, sin
rcfcrirlas a una “ autoridad logislndern” d o n in g ú n tip o. E s ovidento quo
la fmUa de ln plena certeza no m u estra p o r sí m ism a qno la cuostión do ln
au ton a no debo ser tenidn on cuontn o n ol cnso d o las reglan del
com portam iento h u m ano.
R c s ulta com p rcnsible ol hecho d e dojnr d o Indo lns r o glns si convenimos
que sii iinpl° inontación p u od e ser m o d idn solm n on to por lns docisioims
cm ^icnt^ cte los h om bres. D eben sor “ a p lica d a s” pa va qn o sean rúalos, y
“ as: p i.wa ser aplicadas. E ste cn ré cto r d istin tiv o está bnsndo en
c l c , , hechos pelqnteos quo tion on lu ga r on ln m on to do la gonto; n ° hay
naí a c e ímtimatozm shnUrn' qno p u ed a d ecirse d o los fen óm en os o de lns
p^r!rqCU
!inas i p,ns? r do que la con d u cta que p n ed a n m ostrar puodn
pm c corse u la do los hu rnnims).

M afíhims ' v i ' u'ni ¡(m en Alan Hmm Arnlovnon («!.), í'/ íih/s
‘ unUw UnU’ 1 nwoml Olilfü, líHM, (H,
2 02
Esto, en verdad,. Parece s er un argm nento válido Est
nárá su aceptac10n para la totalidad de nu^ trndo,. • ámos prepárá-
TOf ávezqu e™ capta mos “directamente” «>1
T lá otra gente (es (fuci^ toda vez que no n0dámosd„1co?np9rtámiento
penláár en cómo Ir acerlo), to da vez qUe resuC e saS^^^ÍÍ ^ f u nte sin
Pomportamien t°, tendemos a complicar nuest e tar^o¿nteíPí etáf “ te
mano de conceptos tales como “quiere decir" , “trata de” !1 e? tál ,echándo
mX que” etc., -todos con referencia al sentid ^ ^ 1 0 'qUeqjUíÍes1 iedh^CCíhme
hecho mediante proce^ á t a l e s de uno u otro ti|H». J-táCeÜ
OdsCesSit0
solamente en el caso del comportamiento hum ano. Con todá ^ dátí
nos extrañarí a si alguna rnsara términos similarespará desCTibiráá
conducta de una m áqm na. Esta ^ m ñeza fue expresada muy bien por
Jrifer^ n, citado por A . M . Turing:19 . p

Hasta que la máquina no pueda escribir un soneto 0 componer un concierto


en razon de los pensamientos y emoci ones tenida, nopodemos decir que
esa nfaquina iguale a la m ente -e s decir, no sólo escribir, sin0 saber 10
que há escrito-. No hay mecanismo que pueda sentir,(y no meramente
senales artificial es, una fácil estratagema) satisfacción por sus exitos,
dolor cuando se 1e funden las v álvulas, verse confortada por los elogios,
sentirse entristecida por sus errores, estar fascinada por el sexo, estar
enoj ada o deprimida cuando no puede conseguir lo que quiere.

En la afirmación anterior se confunden dos cosas diferentes. Uná es la


firmación de hecho: en principio, hasta la fecha ninguná máquiná puede
escribir un soneto (si bien en prin cipio una máquiná puede ser construidá
con este fin). Sin embargo, la segunda es un enunciádo de interpretáción.
escribir un soneto en razón' de los pensámient°s y emoriones tenidos.
Jefferson presenta aqui como un atributo' de lá máquiná o que> en
realidad, es un atributo de su propia interpr e t a n (á pesár de que
gente pueda estar de acuerdo con él). L° que Jefferson rn;?fIllina
instancia es ■que él no^estápreparado para darse cuen a e pq _IhácerioSi
puedá eventualmente escribir un soneto, aducien o qu p .
tuviera pensamientos y sentimientos. .. c,lbvace norrná1 -
Estees unbuen ejemplo delpensamien5 oCircUe!!san v s1 enben..Í: los
mente en el argumento ‘feófe l ° s hl0 Sn?b^eSg;UJrleS a los hombres sisoOo
fenómenos m iturales o las m áqrnnas seriian £ . s como- cáusás de su
se les atribuyeran pensamientos y he probado que no son
comportamiento. Pero yo no lo haria*P° r ¿ pnrf«rniento de la gente con
como los seres humanos. Exphco el c 0 Meniegoáhácerlo
inferencia a sus propios pensamientos y que postulo corno
en el cas o de los fenómenos natural y las 'o^ qUiníéaC-Ciones de mi a r i stón
cualidades intrínsecas de los íenóm enos s „
de cómo interpretarlos. b v S olámente los
, Entonces, la creencia de que “fus honeb;t:eo,iyáb^to de interpretáci0n
funciona p o ;que en últim a inatancia nu ■ .. .
. ' • " en M inds and M achines.
, íntelligence >e'
a
9 A M. Turing, "Computing machínery an 203
■ +-/-vS y i0c sentimientos. Jefferson es un. hombre (es
basa en loS pensam:|nn^, ayribuir a l0S liornbres atributos q u e él mis mo
desir que J f ^ o " ^na m tquina. No hafuendo s^d0
P0See)' ™ ináLauiifíi’ es natural que no tenga f u n d a n t e alguno para
nturnbuiuniaam uunnacar£1 cteríst^as solo “p co n o cM e s - desde su “inte-
r¡or” Lt pregunta, “¿Cómo se snrnte uno a 1 ser una m aqu i ™ 1 • e¡5 oiww
nl,or ¡jólo puede ser respondida por una i t ó q m ^ ; y « m en elcrnso ^ e que
unea"máquina pudiera responder, los hum aros no tendrian r w m «lgrnrr
_ rrai creerle" y tt l vez, tampoco facultades para entenderla. Como
escribió Wittgenstein, si los leones p u d m ^ h rblar, no les ír n t e ^ n a -

Permítasenos ser lo bastante claros e n lo q ue concierne a 1 razonamien­


to del tipo de Jefferson: el comportamiento h umano no es el umco porque
ningún otro comportamiento sea igual a él, sino porque es s0lo respecfu
de los seres humanos que hacemos suposiciones de un tipo especial y , en
consecuencia, formulamos preguntas r e la tiv a a su comportaim ento que
no haríamos respecto de ninguna otra cunúunfu. Con el propósito de la
interpretación, dividimos en dos la realidad externa , a la segunda le
atribuimos características que “conocemos” a -través de diversas fuentes.
E 0 tas “fuentes diversas” están localizadas en la realidad “interna”.
“Comprender” el comportamiento de los otros seres humanos, como
explicación.sencillamente “contraria” al comportamiento de los objetos
inanimados, significa en última instancia extrapolar el método que
empleamos para dar cuenta de nuestra propia acción en la conducta de
los otros objetos que reconocemos como humanos. Elhecho de reconocer­
los como humanos, y .extrapolar el método significa, en ”efecto, lo mismo..
En consecuencia, percibir un objeto .como humano significareducirse
a asumir que el objeto tiene su propia “realidadinterior”, estructurada de
la misma manera que la nuestra._Es decir, que el objeto establece
propósitos para su actividad, trata, de “expresar” como resultado de la
acción, controla con el pensamiento el curso de la acción. reacciona
emocionalmente frente a acciones y cambios introducidos por la acción,
etc. . ^ t e todo, creemos que el control del objeto sobre su propia realidad
“fufurioP’ es tan limitado corno el nuestro; esto es, que elvínculo entre sus
propositos ‘Visfules”, es decir los propósitos tal cual él los ve y tiene .en
cuenta, y la corriente real.de su acción es algo .menos que perfecto; que no
puede dar plena y convincente cuenta de los “verdaderos” motivos que
guian su. accion; que es.incapaz de conceptualizar todos lo contenidos de
su r ; aH ad intenor”. Cada vez que se advierte el impacto de la “veraci­
dad , diferente de la pregunta de la “verdad” en cuanto puede ser
respondida (si lo es) solamente mediante el discurso y l a negociación, más
que con pruebas objetivas.
en.fiealidad, como son concebidos los otros seres humanos. com°.
r j i j «i es i erentes de los ohj etos inanimados. Es niuy escasa la posibi-
at . r T 2 qu^ podamos concebirlos sin volcar en ellos todos los múltiples
(o rm 1 át«osbque conot:emos atraves de nuestra propi a “experienci a interior”
“interior”)iep’ at ^ anera en c;¡ue damos cuenta de nuestra realidad
r ^ Con W a probabihdad, siempre pensaremos el comporfu-
204
m iento h u m an ° c°n io d ife r en c ia d o p or acontecim i ent os «*„•
L a r en la m ente d el ac tor a n tcs y duran te el cUrnS0°,Se if icos que tienen
Up ara la p re g ó te Por qWS, « ta m os a la ex p ecta tl°íd d<líílffc!<rÍOnt:
puestas, que d ep e n d e n de si se ap h ca a seres h u m an os^ j ^ n s s res­
dos. Si d esde lo a lto d e un b a rran co cae un grnmrrj t L * ™” 21-
averlguar, p ara la ^ p r n a s t e qu e estam os n e cesitíuido rSlgltn£ltSmoS de
ddn sobre la “l ey gen era l y ciertas con d iciones en 0 ^ ^ lnfoTm? '
..pír od>lCir” eU^ech o q 1Oe s c s ^ s d e o e u rrir, es d «3c ir,la caída del j U t i
ley general « , p or Io c0™ » . ,0 ,, pe l ado inductivo., que n J ^ a
hechos corno el q u e estan1os A t o ndo de explicar, tiend en a proE ;
siempre que se d en m erte s c o i t e a o^ espeeífk ss; en otras p a l a t a i sa
ley general nos m fo r m a d e Ia r e g u lsrld sd de cada uno de t e az t e ca
mientes sís Is d os co m o e1 q u e m te ntam os explicar puede ser presentado
como un csso p a rticu l ar. E n n u estro ejem plo, la ley general es la ley de
^avedad; las con d lci0 n es, 11uv ias ln t en sss y prolongadas, ■0 fuertes
vientos, o un son id o e s tr u e nd oso, son los que pueden superar la “fue rza
contraria” de la fricción y te in ercia que m antienen al guij arro en su 1ugar.
En camb io, si f ue J oh n S m ith quien se precipitó en el vacío , no
tomaríamos la ley de g ra v ed a d com o respuesta a nuestro por qué! En
rambio, tratarem os de d ar cuen ta de su caida con referencia a ciertos
est ad os internos de su m ente, capaces de “dar sentido” al suceso. Puede
haber considerado seria m en te que su vida no tenía sentido y decidido
suicidarse. O p od ría h a b e r actuado en un arranque de desesperación al
comprobar que su am or no era correspondido. O bien, podría haberse
abstraído en la id ea de u n argum ento p ara su nuevo libro. En todos estos
casos, estam os tratan d o d e que “tenga sentido” la caída de John ¡Smh te
intentamos p en etra r en las profu ndidades invisibles de su mente, en
aquello que lla m a m os “in ten cion es”, “m otivos”, “estructura mental ,
“emociones” etc. T od o este ejercicio no es necesario para satisfacer
nuestra curiosidad p or las cau sas que produjenen la caída de u? g 1:1i jarro.
¿Necesitam os in trod u cirn os efectivam ente en el proceso psíquico pr°-
ducido en la m en te del actor p ara c o m p r e n d e r su comportamien °- ¿ s
tamos, en realidad, recon stru yen d o su p roceso m ental cuando noSmirIí -
ñamos en el esfu erzo d e la c o m p r e n r ie n ? L averd ad es que, norma .« ^ a
nos referim os a este p roceso m en tal cuando damos cuen ae otra gente
i n te r p r e t a c i ó n . A rticu la m os n u estra versión de la condi-icta de otr a g
en términ os tales co m o “ él p ien sa qu e”, “ a él no le ^ . e> ’
“quería que”, “p e n eab a q u e”, e tc. , lo ^uíd y ^ L ^ a M el sentido de su
dentro” de la m en te de n u estro prop m o y ha. . ^ ‘ ‘ lamente t e m ú
cOmportsmlentOi N o obstan te, la cuestión s e » s t e n 0 hay una ver da­
nos que usam os p a ra exp resa r M r a tra in^ P^ h ’ h„
dera expr esión p ara aqu ello q u e en realida _ enl .ro sentido común.
L Lo ultimo es, p or su p u e sto , lo que nos qu e hemos enverdad
Las expresiones v erb a les que em p leam os S1g , Je 1.a otra gente, lo que
fxplorado y revelad o lo que p asaba por ‘ í m eig *fic aha etc. Sólo cuando
aotra gente pen saba e n r e a lid a d ,in te^taba, g n . s S cuando comien“
comenzamos a an a liza r los m otivos de est as”CreUe deSPués de to d o sób
zan a surgir las dudas. N os dam os cuenta de q ae, ae p
205
n o so fr o s pensamos, íntcvntumoB,^Higniiicnmow
1o qiu

cem l,s «¡a s u nc d ó n , Ins frmrns qu e p rom . i.c nm , lo a ra s e os p ros ó d ic o ,


acom pañan s o hnb 1n, los aspectos ' p u m lm g i.ís ti oo s t1e su conducta
(siendo \m m ble ln com bin ación d o pnrrtine tros b a sa d os on ] a elocución
lnin t o sidnd, ln duracidn y el silen cio on r o la c ión « r n s u i dcntificación; po¿
ojCrnp lo , loS ditercntos grndos do in tc n m dm l se d ist in g u cn “ corriente-
nmiife” a partir dol “esta d io” de su s u rro ).110
T 0d0 eSt0 se r e fiero n cnanto podem os ver y oír. C liando hablamos de su
pensam iento, intenciones, sign ificn d °s, no n os r GÍcrim os a a q uello que
vem os u oím os, sino n la m ancrn en que in tcrp rc ta m o s lo q u cv cin os u oímos.
Según L u dw ig W itt.gcnstcin, es la m en ta b le este modo de hablar
basn do-cn -cl-scn tido-com ú n , puesto qu e ocu lta m ás d e lo que revela la
verdad era naturnlczn de la com p ren sión . H ace p en sa r que la actividad de
ln c 01nprensión necesita lo qu e de h ech o p ue d e (y debe) perfectamente
hacer (y sin él: snbcr algo qu e es e scn cia h n e n te “ in sa b ib le”). Cuandote
pido que m e des u n lápiz rojo, p uedo esp era r r a zo n a b le m ente que me des
uno; siem pre que tu experiencia do la “ro je z ” sea ig u a l a la mía. Pero yo
no tengo idea de cóm o es tu exp erien cia de la “ro je z” del lápiz; si tu
experiencia de la “rojez” es igu al que la inía. Sin em bargo, la cuestión es
que este conocim iento es in n ecesa rio p a ra qu e n u estra interacción se
realice a satisfacción m utua. A m bos “ sa b em os cóm o segu ir adelante”, a
pesar del hecho de que am bos te n e m os n u estra exp erien cia privada e
inc° m unicable de la “rojez” .-Lo ú n ico que i m p orta en realidad es que
am ^ ^ tú y yo, em pleem os la p a la b ra “ rojo” d e la m ism a m anera, es decir,
que los dos la u sem os p ara d esig n a r la m ism a serie de objetos. El
pm M m ^ por lo tanto, resp ecto de lo qu e “sien ta s” cu an d o mires un ob-
j .e to r ° j° es absolutaniente red u n d a n te d esd e el p u n to de vista de mi
saber có 1:n o seguir adelan te”, de ese con trol de la situ ación que es lo
sustancial de m i necesidad de com p ren d er. L a “igu a ld a d ” del uso que tú
y y o hagam os de la palabra “rojo” , se b a sa en n u estro conocim iento de Ia
en^ u^ y no en la “igu a ld ad” de n u e stra exp erien cia de la “rojez”-
Piensese en esto^1 .

La ñ*ase sólo t:iene sentido como miembro de un sistema de lenguaje Ya


no iene sentido pos¿ular la existencia de un peculiar tipo de acto menta
a b largo ?e nuestra expresión... .
tfí” ‘‘^ígri:ifiniof usos que fa c e mos de palabras tales como “pensaroien*
la ten1*!riv? cado , d.e seo” etc^ a lo largo de este proceso nos liberaremos
n e considerar un acto peculiar de pensamiento, com° 1ndepe

« on, Caml^dge'UnHUolnil L n 6^ ”, en Robcrt A- Hintle (ed.), Non-Verbal Com»»* "'


Ludwi g Wittcmv^iPÍny'r / GSS|>l adras y Nueva York , 1975, pág. 53. R es &
Noble, Nueva Yorkl11mr ? ’ TÍ'CBlWe a/,d Brown Booh, Blackwd l, Oxford, 1975 [Bar
*olk], 19G9, pags. 42, 43, 65
206
diente dei acto de eg resar nuestros pensamientos y araMv d
lugar peculiar... ' y arehivado en algún
El significado de una frase se caracteriza para _o_o .
hacemos de e11a. El significado no es un acompanamt[P®t°)or e1 uf que
^ ^ o r totimto, fe frase, “Pienso q u e ^
seguro de que sigm fico a1go con esto”, que oímos decir CL w a f eo Est°y
en las discusiones íilosoíicas parajustificar el empleo c e J * “ta írecuencia
nosotro s no tiene la más mínima significacion. PreguntamXops1'<"‘£"^^?n? *para
decir?” o, por e^ p^ “¿Cómo emplea esta expresi<°nt” ’ "Que quiere

En consecu en cia , com p ren d em os u na frase porque forma parte del


lenguaje (o un sim b olo p o r q ue es parte del sistem a simbólico) y no p0rQue
captemos in tu itiva m en te e1 v in c u 1o inv isible que existe entre la frase Y la
intención del h a b la n te Q uela a com p an a . E sta comprensión, que es la con­
dición ind1spen sa b le d e la c° m u nicación , está asegurada (o no) por
nuestro con ocim ien to del len gu a je (o la falta de él). ‘ '■
, Sin em bargo, sabem os cu á n poco satisfactorio es' el leng uaj e, a pesar
de su ilim itada riqueza, com o v eh ícu lo de la expresión. Si lo que Tealmen-
te importa es “ ser com p ren d id o , pero a l m ism o tiem po somos concientes
de que ello no es fá cil, con fre cu e n cia n o s “debatim os entre p al abras” y nos
desesperamos p o r n u estra n ociv a am bigüedad. Nos damos cuentade que
aun la más cu id a d osa selección de palabras no alcanza 'a cubrir todo el
campo de aquello que qu erem os expresar, que sus fronteras son indefini­
das, ■y que d ejan resid u os que no pueden ser clasificados. con facilidad y
están condenados a p erm a n ecer fu era de los lím ites de lo expresable.
Nuevam ente, así- lo fo rm u la W ittgen stein : 22 '

Podemos, mediante la explicación de una palabra, significar la explicación


que, si se nos lo pregunta, estamosdispuestos a dar. Es decir, si estam°s
dispuestos a dar alguna explicación; en muchos cas°s no lo estam°s. Porl°
tanto, muchas palabras no poseen en ese sentido un significado estricto.
Pero esto no es un defecto. Pensar así sería como decir quela fempara . £o°
la cual leo n oes de ningún m odo verdadera fez porque no tiene una uz con
límites precisos.

Ésta es u n a fe liz a n a lo g ía -. L as p alat>ras son lám paras que . e r •


luz sobre parte d e n u e s tra e x p e r ie n cia . Las palabras del ennu¡^?1(rales n0
te> al igual que la lá m p a ra en con d iciones at a r e fe n cas -¡f-jc. r£[yos
tienen lím ites p req isos. A l ig u a l q ue la a tmc>sfera g u® om.
Jumimosos, al en v olv er la lu z b rilla n te, la d f n d e , üafebras de
breciéndola h a sta lle g a r a la o scu ridad; del m ’ nitido relieve
nuestro len gu aje n a tu ra l llev a n al. centro de o11<T l a clsudioa-d de la
Í lgunos pedazos d e n u e stra ex p erien ci a, d ism in uyen del f oco. En un
figura que ilu m in a n a m ed id a qu e se las v a posible lograr
p aneta.sin a tm ósfera n o h a y m ed ias s om b ra s. ^ , _ de un lenguaje
c!aridad p e rfe cta de las fro n te ras co n c e p 0iutámente contro-
^ firial creado p a r a d a r cu en ta de la lim itad a '
22
/bid., pág. 27.
207
de la investigación p e r ? ta l claridad

Cir r eduCidos en su sen tidorelevan te a uno d eterm in a do p or 1a d f i m c ión.


É Sta eS 1a m anera en que los len guajes for m ales de 1a c1enc1a, a1tamente
estructurados, alcanzan la ineqm vu c^ te lid a d , de Ia que se j acta con toda
j .u sticia. Sin embargo, ésta es.tam bi en 1a 'ra z o n p or 1a cua1 n in g uno de
estos lenguajes es flexible y lo su fid en nmn
. t e elasti c° com o para ser
. t e

usado para la com unicación en situ acion es m en os e s t n ctain en te contro­


ladas, por la gente que no h a adquirido la “in ca p a cid a d ad iestm da” para
m irar más allá de los aspectos qu e ta l len g u a je les p erm ite conocer. Én
cuanto al resto de la gente y en otras situ acion es, sólo un len gu aje de
palabras polisém icas con fronteras im p recisas p u ed e serv ir com o vehícu­
lo de la comunicación. .
Puedo esperar que m e des el lápiz rojo cu a n d o p id o u n o, no porque tu
experiencia de la rojez y la m ía sean idén ticas (¿cóm o p od ría saberlo, si
ninguna cantidad de palabras tran sm itiría ca b a lm en te el contenido de
estas experiencias?), sino porque el h ech o de qu e m i e sp e ra n z a s e cumpla
no depende del de identidad. Én realid ad , d ep en d e d e tu y m i conocim ien­
to de cómo se em pleanlas palabras ‘‘rojo” , “lá p iz” y “ d am e’’ . La.posibilidad
de una comunicación. exitosa, es d ecir la in tera cción , no nos brinda
ocasión para experim entar in com p ren sión , d eja l ib ra d o a n u estra habi­
lidad poder separar los sím bolos qu e u sa m os d esd e n u estros “estados
mentales” subjetivos, idiosincráticos qu e secu n d a n a la com unicación
dentro” de tal o cual actor, p ara logra r qu é el em p leo d e éstos s e a lo más
independiente posible de probables d iferen cia s en tre estos estados m en­
tales.
Sociológ icam ente) p a ra captar el sen tid o de u n sím b olo com o no
problem ático, no nos h a ce falta con ocer lo *que ‘‘él en realid ad quiso
s1gn1ficar cuando dijo eso”. Lo que rea lm en te n ecesita m os con ocer es el

organ izaci0n social. C on frecu en cia , “no coin p ren“


208
do” se rcfiere. a distur? ios de la comunicación entre dosindividuos. Una
Pm:cia dp anugos niuy intnn os puede desarrollar un sistemaherinétiC 0 de
insmu^ w n es y cfoves que nadie, sino ellos, podría entender. Est0s
símbolos, si bien iisicam ente accesibles, perm anecen sin embarg 0 semán-
ticaniente rem ° tos para. los deinás. Una persona promoVida a una
pos1c10n dest acada dentro de la organizaciónjerárquica de una empresa
es n}'-:Y poslble que lncurra en más de una metida de pata ante el
s1gn1ficado de las palabras y los silencios intercambiados “en lo alto”. U n
etnólogo se detiene, desconcertado, frente a un rito extraño y sin sentido
dentro de su caudal de conocimiento. Diferentes en apariencia, los tres
casos son, de hecho, variaciones sobre el mism o tenia: una “forma de vida''
se encuentra con otra, con la cual no se han establecido suficientes puntos
de contacto que hagan posible controlar la situación que im plica la form a
“extraña”.
Frente a esto (por las razones expuestas), tendemos •a articularlos
buceando a través de los símbolos para captar las intenciones, valores,
form as de pensam iento de las personas cuyo com portamiento nos llama
la atención conio inexplicable. Si estuviéramos al tanto de ^ terminología
técnica, articularíam os la tarea conio la de “empatia”, un esfuerzo para
pensar los pensamientos de la persona cuyo com portamiento nos llama
la atención como inexplicable. Sabemos ahora, sin embargo, que esto no
es posible, o, por lo m enos, que comprendemos que “ponerme en su lugar”
sólo puede seguir siendo, por siempre una interpretación de la conducta
manifiesta referida únicamente a nuestra propia experiencia. ¿Esto
significa que la barrera existente entre las form as de vida extrañas está
condenada a permanecer impermeable? Para comprender a un mucha­
cho aborigen oriental de Leicester, yo tengo que ser como el muchacho a­
borigen oriental de Leicester; peroyo no puedo ser com o el muchacho abo­
rigen oriental de Leicester; por lo tanto, yo' no puedo comprender al mu­
chacho aborigen oriental de Leicester. Este silogismo parece ser i mpe-
cable.
Sin embargo, la cuestión es _que, la primera premisa es falsa. No
necesito ser un muchacho aborigen oriental de Leicester para compren­
der a un muchacho aborigen orientalde Leicester. Yo no soy mi mujer;
tampoco soy amigo de Miguel; no obstante, nos entendemos bien entre
nosotros. Por lo menos, nunca tenemos dificultad alguna para comunicar­
nos y zanjar la incomprensión cuando se produce. La comprensión, en
caso de existí r, no es “sentir los sentimientos” y “pensa r los pensamientos”
de los otros, sino compartir una forma de vida. O, en caso de un encuentro
entre , hasta ahora formas extrañas, consiste e n c o n s t r u i r u n a f o r m a d e
v i d a d e u n “ o r d e n s u p e r i o r ”, q u e i n c o r p o r e l a s d o s a n t e r i o r e s c o m o s u b ­
Esta form a de vida de orden superior contendrá “todos los puntos
f or m a s.
contiguos” donde los elementos de los dos anteriores setornan elementos de
la situación de ambas formas de vida.
Al parafrasear el problema de la com prensión entre lasfiorm as de vida
extrañas en esta forma de establecer una forma de vida de un orden
superior, estoy sigui endo las ideas de Claude Lévi-Strauss, respecto de
las tareas y limitaciones de los estudios históricos y etnográficos. Las de

209
. J„, ps V de los etnógrafos ¡son cios profesiones que ee„■
|os hÍSdte 5^a,d^oT1 unicaci^n, entre ftrmandw da distaqtes en el t i |a
ta r e a t e n ? 'A si,nj smo, ambas profesiones tienen que cumplir 0 0 en
la dis|tanc1 fl- , ' se esfuerzan para lograr te f r ^ ül atividad que U tarea
p a r o la soc . “ fes tivam ente” , en e 1 Proceso del difuso intercal a n a.Sldo

r u S dno‘rmah L nte en d o u» de nuevos ve^inos provenie^ ?


subcedes distintos pero que g r a t an d<i « mot t n » b s mms a los otro' . . %
^ Ortir 1a vida entre sí. Los h istoriad ores y 1os ütaografos quiza __ *]
S S su que , dada la n a t o al eztt de su ooip acicm, deba \ ^
^ comprensión "por sí sob s” , y e 1 pu r ° « f , j nte,e ^
anOropoOogía es la cien cía de la culturaoVista desde ÍW ). Esta esfa
rOzonJpor la cual el context° de su tar ea de com prender aparece, las mas
de las veces, com o un problem a te to ™ y timide a ser discutido en )a
mayoría de los términos met° dol°gicos. A slmismo, esa es la razón de
porqué sus conclusiones son capaces de aclarar blas prá.cticas de otros
investigadores sociales m enos al tanto de la cuestion de que se trata"2i.

Tanto la historia como-la etnografía se.ocupan de o tr a s sociedades distintas


de aquellas en las que vivimos... ¿Qué es lo que constituye el motivo de
ambas disciplinas? ¿Es la reconstrucción exacta de aquello que ha sucedi­
do, o está sucediendo, en la sociedad objeto del estudio? Para asegurarlo
habría que olvidar que en ambos casos tenemos que vérnoslas consistemas
de representaciones que difieren para cada miembro, los cuales difierenen
conjunto de las representaciones del investigador. El mejor de los estudios
etnográficos jamás sería capaz de convertir al lector en un aborigen. La
Revolución Francesa de 1789, vivida desde el punto de vista de un
aristócrata, no es el mismo fenómeno que la Revolución de 1789, vivida
desde el punto de vista de Michelet o de Taine. Todo lo que los historiadores
y los etnógrafos pueden hacer, y todo lo que podemos esperar, de ellos, es
ampliar una experiencia específica hasta las dimensiones de una más
general, la cual, por lo tanto, se hace accesible e n c u a n to experiencia a tos
hombres de otro país y de otra época.

Lo que equivale. a decir que es posible lograr la- comprensión de las


formas extrañas de.vida sin uno sumergirse en su unicidad específica 0
reviviendolas ■‘desde dentro”, sino de acuerdo con la estrategia M o ta­
mente opuesta: volcando lo general en lo particular, ampliando la expe-
rienti^ tant° fe ajena corno la propia, de m anera de construir un sistema
ma,s vasto en el cual cada una “da sentido” a la otra. ' . . .
a objeción corriente a esta propuesta es que esta estrategia deja
s^ cne^ a inevitable “distorsión” del significado intrínseco de la forma
rnmm ie,V- a‘ El significado, así se argumenta, no es el producto eJU JU
nrens?ocaCi‘on entre form Os' ■un resultado final del -esfuerz° de la co
» s l i c‘3 ya estaba en la form a a. ena de vida (d^toote®
dePSUSCeCm’p0 cultiura a^ ada) antes de que surgiera siquiera la ne^ d^
su Comprensióu. Este significado le h abría sido otorgado ya a la ep0ca

f vol- 2 ,
Allen Lane, l^ndre^ um *^ ' ngL de Monique Layton, Struclu.rUÍ oto® >
, 1 9 7 7 lBasjc, Nueva York, 1976], pág. 55.
210
o a la cultura por su s “m iem bros”. Por lo tanto, para revelar el significado
es preciso descubrir y registrar puntualm ente las representaciones de
esos m iem bros. Y a nos hemos debido topar con esta objeción. N os hem os
dado cuen ta de que es, en térm in os generales, una preocupación i m agi­
naria en. cuanto cotidiana, un asunto práctico de com prensión-m ediante-
la-interacción (es sólo m i representación de la rojez Jo que sé cuando te
pido que me ayudes a encontrar un lápiz rojo). ¿La preocupación es, acaso,
m ás seria y real cu a n d o la búsqueda del significado trata de otros tiem pos
y otras culturas?
L évi-S trauss nos transm ite el caso de un aborigen K w akiutl que Boas
h abía invitado a N ueva Y ork para obtener inform ación sobre la cultura
K w akiutl. Este aborigen 24

se mostraba casi indiferente al panorama de los rascacielos y las calles


concurridas y abarrotadas de automóviles. Reservaba toda su curiosidad
• intelectual para las mujeres enanas, gigantes y barbadas que por ese
tiempo se exhibían en Times Square, para los autómatas, para las bolas de
bronce que decoraban los pasamanos de las escaleras. Por razones que no
explicaré ahora, todas esas cosas desafiaban su propia cultura, y era
solamente esta cultura la que trataba de reconocer en ciertos aspectos de
la nuestra.

¿Es este el caso de una m ente particularm ente obtusa, de un ojo


educado para ser ciego para lo que es “realm ente” im portante en una
realidad cultural? ¿O es más bien lo que todos hacem os de continuo, al
considerar estrafalario sólo lo contrario de los roles acostum brados?
H allam os que losfen ón ien os son inteligibles solam ente cuando se ajustan
(o cuando logram os presentarlos com o ajustados) a n uestra propia
experiencia que nos h a preparado para la expectación y no para ser
desconcertados. En las épocas pasadas rastream os la verdadera “clase”
del significado de los acontecim ientos, que para los contem poráneos sólo
h abría podido ser invisible. N os lim itam os a poner de relieve el dinam is­
mo de las antiguas redes de las relaciones hum anas, para captar su
significado; n uevam ente, un aspecto que no podría haber sido sino oscuro
para las generaciones que subjetivam ente vivían “fuera de la h istoria”.
L évi-Strauss, al hablar de los cam bios de costum bres, en su breve estudio
sobre la historia de totem ism o m oderno, sugiere que “la teoría del
totem ism o” h a sido establecida “por nosotros”, no “por sí m isma ”, y n ad a
h ay qu e garantice qu e su form a corriente no proceda de una “ilusión
sim ilar”.25
D e igual inodo, nuestra concordancia con los m itos com o productos
repletos de un sign ificado respetable, actitud tan opuesta a la que hace
pocas docenas de a ñ os habían adoptado eruditos tan profun dos com o
F razer o L évy-B ruhl: ¿no es esto, acaso, por lo m enos h asta cierto punto,
un logro posible solam ente gracias a la tran sform ación de nuestra

2t Claude Lévi-Strauss, trad. ingl. de S. C. y R. A. Paul,T h c S co p co fA n thropology, CaPe,


Londres, 1967 [Grossmnn, Nueva York, 19681, pág. 44.
Ibid., pág. 45.

211
sensibilidad producida por U revolu cu m s u m i s t a ? Y s ^ 1 visitar
Cei T a s distantes, y a no estam os interesad os en 1as b ola s de bronce que
dUco ran los pasam anos de las esca1eras, sino m a s b ien en 1a ru tina de la
c o tid ia n id a d , lo es por ser un p r o m e t o ¿ e n u es tro propio d esarrollo
inter ior, que nos m uestra com o evid en te 1a singu1 an d a d de to habitual y
el m isterio de la ru tin a. .
De la p ráctica del etnógrafo, L évi-S trau ss nos dice qurn26

nunCa eS a Sí mismo o al otro término que encuentra al término de su


investigación. A lo sumo puede jactarse de discernir, por superposición de
sí mismu en el otro, lo que Mauss llamaba los hechos de funcionamiento
general, los cuales se mostraban como más universales y eran aun más
reales.

El etnógrafo (o el historiador, en vez de olvidar su forma específica de


vida (como lo piensa equivocadamente), sólo puede captar el sentido
de otra forma desplegando lo general oculto en las dos particularidades de
la cultura propia y de la ajena. Al hacer esto, su propia cultura resulta ser
un acierto más que un riesgo. Su propia cultura, diferente dela que tiene
en observación, es la que le ofrece un apoyo, bastante alejado de la otra,
para magnificar los proyectados “actos de funcionamiento general”, tal
como es necesario para ponerlos a la luz. Cuanto más amplia sea la
distancia entre la propia forma de vida del etnógrafo (o el historiador) y
la que se investiga, pueden ser necesarios tantos más rasgos generales
de la vida humana para la comprensión.
En esto, Lévy-Strauss no está empeñado en el esfuerzo de construir
una metodología ingeniosa, de lainvestigación etnográfica o histórica. Lo
que intenta hacer es poner de relieve la estructura endémica de todo
esfuerzo por comprender una forma de vidanofamiliar y “prácticamente
desconectada”. No es que debamos dominar métodos hoy en día abando­
nados para cambiar nuestros hábitos deplorables, sino que, más bien,
debemos ser conscientes de lo que estaños haciendo de todos modos, todo
el tiempo, inevitablemente. Sencillamente, no existe otra fornia de
cmnprensión. Según Lévi-Strauss, es suficiente “para la historia alejar­
nos de nosotros mismos en el tiempo o apartarnos de él en pensamiento,
para que deje de ser intcrnalizable y perder su inteligibilidad, una
inteligibilidad espuria ligada a una internalidad temporaria”. 27
La inteligibilidad unida a la internalidad (temporaria por definición)
es espuria puesto que existe en tanto, corno tal, no haya caído nunca bajo
el foco de la atención. Llamamos a esto inteligibilidad cuando observamos
desde fuera a gentes que con toda evidencia no experimentan la agonía de
la incomprensión; qrnenes evidentemente “deben comprender”, puesto
9ue se mueven dentro de su realidad con facilidad y nunca se quejan de
mcomPrens1 ón . Por lo tanto, es una extraña inteligibilidad; una intcligi‘

pág. 1 r:
Ibicl.,
fStrau.ss, 7 he Snvctge M in d , Umvcrsilv of Chicago Press [Weidenfeld &
NJchohí°n. Londres], 19crn, pág< 255. "

12
bilidad cu yas tra b a s así conio su necesidad, no se sienten. C uando estoy
su m ergido en este tip o de “ in tern alid ad ” , d istan cia rm e de ella va m ás allá
de m i p od er. L o n iá s que p u ed o h a cer es saber 25

(pero en un registro diferente) que lo que vivo tan completa e intensamente


es un m ito -:-el cual se le aparecerá como tal a los hombres en algún siglo
futuro, y quizás a mí mismo dentro de pocos años, y tal vez ya no se les dé
para nada a los hombres de un futuro milenio-.

E l tipo de in te lig ib ilid ad que se da en lo íntim o es posible que n o


sob re v iv a a l tra ta r d e con vertirlo e n u n in s tr u m e n to de la “ com pren sión
° b je tiv a ” , del m fem o m od o que un p ez de aguas profu n das, ta n vigoroso
y v e rs a til en su h a b ita t natural, n o sobreviviría al tran sferirlo a un
ta n q u e de la b ora torio. L a totalidad de aquello qu e en cad a ép oca h istó ri­
ca , p a ra q u ien es la vivieron era una realidad, desaparece cuando se la
m ira d e sde fu era ; se d esin tegra en u n a serie d e h ech os, y los vín cu los q u e
los u n ía n en tre sí, a los que llam am os su sentido, y a no tienen su p rístin a
a u to-ev id en cia . P ara p od er con ferir algún sentido a ese puñado de datos
su eltos q u e e l p a sa d o ine presen ta, prim eram ente ten g o que efectu a r una
op era ción de selección :29

Puesto que la historia aspira al significado, es imprescindible seleccionar


regiones, períodos, grupos de hombres e individuos dentro de esos grupos
* y ubicarlos como figuras discontinuas, en una continuidad lo'suficiente-
mente adecuada que- les sirva como telón de fondo... Aquello que hace
posible la historia, es que este sub-decorado de hechos, tenga, para de­
terminado período, aproximadamente la misma si^ i f i c ación para un
contingente de individuos que no tienen por qué haber tenido necesaria­
mente experiencia de los hechos , y no obstante puedan interpretarlos aun
hasta a varios siglos de distancia. Por lo tanto, la historia nunca es historia,
sino historia-para.

La h istoria ... p a ra ¿q u é? L a h istoria p a ra -la p a u ta de sign ificab ilida d


q ue r ig e a qu ien esté em peñ ado e n ’ el esfuerzo de l a com prensión.' E ste
só lo p o d rá a lca n za r la com p ren sión al tra ta r d era strea r elm ín im o com ú n
d e n o m in a d o r en tre la exp erien cia de la ép oca cuyo sign ificado d esea n
ca p tar y la p rapia. E ste com ú n den om in ador, au n qu e redu cido, 'n u n ca
p u e d e ser m á s p e q u e ñ o qu e el de las dos exp erien cias orip n a le s .
E s t a “g en era liz a ció n ”, m á s que u n a m era “su stitu ción ” , es el cam in o
p ara in t r o d u cirse en form as de .v id a ajenas, la m a yor con tribu cion del
est r u c t u ra lism o a la p osib ilid a d del d eba tirse de las cien cias socia les con
e l d esaf í o d e la h e rm e n éu tica. A n th on y G iddens dio recien tem en te fu e rza
d e p eso a est e p u n t o, al d em ostra r qu e es un argu m en to con tu n d en te a
f avor d e l a t esis qu e sostien e que la relativid ad en d em ica de tod o sig­
n ifica d o ( sú “ in terior iza cion a lid a d ” en rela ción con d eterm in ad a form a de
v id a ) n o d e b e d ar c o m o resu lta d o el rela tivism o de la in terp reta ción .

Ib id.
::!>I bid., pág. 257.

213
. nl r e ir0ch a r a a lg u n o s s u p e r-e n tu sia sta s in térp re-
Gid‘densvtietgeerat2<°in esp ecial W in ch ) d h ü clio d(í q ue taatan los
tm sivdeers0 sit leges 1 gn ilicados com o "c o n te n M c^ m m m ^ m 0^ o M -m edi*.

d0Se <mn Giddens , W in ch exa g era l a u n id a d in te rn a de la s fo ™ a s de vida


“V Sei? consecuencia, n o ad v ierte q u e el p ro b le m a d e la nat ación de
diferent es esti,uctiu*as de sign ifica d o d ebe se r tra ta d o con m pimto-de-
parEtidadel ana3isis” .31 . . , , . .
sta m ediación, conio h e m os v is to , p u ed e s m g ir a n iv el de u n a n aiisis
m as íimPHo, 0 m á s general, q u e el. de las.d os fo rm a s de v id a p u estas.cara
a car a en l a tarea de la con ip ren si on m u tu a. L a com p re ns1 on m un d ana,
la q ue se const ru ye fu era de-la in tera cci (5n c o tid ia n a , e sta b a s a d a y a en
esta m ediación (o, inas bien , gen era 1izacion ) lo g r a e a r e a lm en te con
ref erencia a p u n tos de referen cia cu ya com p ren si on es com p artid a; tales
puntos conform an un esquem a in te rp re ta tiv o qu e d eb e su b y a ce r en todo
acto de com pren sión . L a d iferen cia ción de lo s e s q u e m as in terp retativ os
generada por la sociologia, y en re a li dad p or to d a “c ie n cia d e la ‘com p ren ­
sión’ ”, reside en que tom an la form a de un discurso. cie n tífico -so cia l. La
disponibilidad de u n esquem a in terp reta tiv o de este tip o es lo que sirve
de puente entre la propia form a de v id a y la s form a s de v id a de lo s dem ás,
m ás bien que la “in m ersión ” r o m á n tica en el suj eto ajen o, y l o qu e perm ite
al sociólogo com prender la fo rm a de v id a a jen a conio u n a fo rm a de vida,
en v ez de rech azarla com o u n a v e rs ió n de sí m ism o p e rv e rtid a , o infantil.
L a generalización puesta en eVi.dencia g ra cia s al tra b a jo de los estruc-
turalistas parece p rop orcion ar la v ía de e sca p e qu e b u sca m o s de los
peligros h erm an ados de la p resu n ción etn océn trica y l a h u m ild a d relati-
vística. '
Com o h em os visto, varias resp u esta s d a d a s por la s cien cia s socia les al
desafío^ de la h erm en éu tica (d esa rrolla d a s p rin cip a lm e n te c o m o una
refl.exión m etod ológica sobre la la b o r de la h isto rio g ra fía ) p u ed en ser
m ejor com prendidas com o esfu erzos p a ra r e co n cilia r el recon ocim ien to
de la n atu raleza esen cialm en te su b je tiv a de la ’ r e a lid a d socia l con el
logro de la.descn p ció n objetiva (u n iv ersa lm en te a cep ta b le y /o a p od íctica-
m efu e obligat° ria ). H a sid ° a cep ta d o am p liam ente qu e e sta recon cilia-
cion depende de poder dem ostra r q ue es p o sib le ca p ta r el sig n ifica d o de
. í en om en os sociales sin n ecesid a d d e ' e je rce r la e n ip a tía , 1a “re-
•v iscencia ”, Ja “re-expe rien cia ”, o ' cu a lq u ier otro m o d o de p en etra r el
inaccesible interior” de la p siqu is in div id u al. '' ' '
, rgj das por la m ism a n ecesid ad , sin em b a rg o, las 'r e sp u e sta s difieren
ean,l?,sifa?tores. que tom an por decisiv os. E l m á s r a d ic a l h a sido, de lejos,
pL^ T n ^ la s estrateg ias “h is to ricis ta s ” y la s “ra c io n a lista s” . 'La
SOlneráíC?ntaba con el a d v en im ien t o de u n a era de “in tersu b jetiv id a d
o1Cnom ° “ o !3®™ 5.161® d e u n a tra n sfo rm a ció n de l a socied a d ya
p m in en te. D e]ando de la d o e lh e c h o de qu e esta exp ecta tiv a

Nue va York) ^ 1967 r^ g o f S oc^ologic<il M ethod, Hu t c h i ns o n, L on d res IBasic,


31 Ib íd ., pág. 158 '

214
p ueda convertirse. en verd a d era , p odía p restar un p equ eñ o servicio
práctico para, en cierta form a un m en os absoluto, pero qu izás m ás
realista, con sen so in terp retativo, alcanzable en circu n stan cias h istóricas
m enos fa v o r a b le s . E l se g u n d o cifra b a su s e s p e ra n z a s p le n a m e n te en
la r a z ó n a n a lític a , e n ca n d ila d o p or su p ro p ia ló g ic a con a b so lu ta
in d e p e n d e n c ia de la s v ic is itu d e s d el m ás a m p lio d e s a r ro llo h is tó rico .
F r a c a s a r o n , s in e m b a r g o , en in d ic a r el m od o en qu e los d e s c u b r im ie n ­
to s de e sta r a z ó n , ta n r e fin a d a y ele g a n te m e to d o ló g ica m e n te , p o d ía
r e to rn a r al c o n s e n s o socia l y p or lo ta n to c o n trib u ir a la in t e r p r e t a ­
ción del c o n s e n s o in te r p r e ta tiv o . A m b a s e stra te g ia s c o n sid e ra b a n el
lo g r o de la v e r d a d e r a co m p re n sió n com o e se n cia lm e n te d ife r e n te de
los te m a s y lo s r e c u r s o s d e la co m p re n sió n m u n d a n a d el se n tid o
com ú n . P or lo ta n to , a m b os fa lla ro n en tra b a rse en el d iá lo g o p rá ctico
con el sen tid o com ú n que criticaban y, p or lo tanto, pu dieron ocuparse de
la com p ren sión p rá ctica solam ente com o un problem a de la teoría de la
in terp retación y de la verdad.
E sta fa lta de com u n ica ción con la rutina de la com prensión de la v id a
cotidiana provocó la reacción de la in sp irada crítica existencialista. E sta
crítica n egaba la d istin ción cualitativa entre com prensión cien tífica y
m undana y red u jo la ta rea de la teoría a la investigación de la m a n era en
que es posible a lc a n z a rla com prensión m undana: en otras palabras, a la
reflexión sobre la “ gram ática gen eradora” de la com prensión m u n dana.
E lin te ré s ren ova do p or la ru tin a condujo, sin em bargo, a la disolución del
problem a de la v erd a d en el concepto de existencia. Las aproxim acion es
que p ostu la b a n la com prensión, com o una tarea de . la^ vid a cotidian a
podían e n c a r a r la in terp retación y la verdad sólo com o un problem a de un
logro p rá ctico del con sen so com unitario. .
L a con tribu ción du radera de la crítica existencialista al problem a de la
com pren sión fue exp on er la com prensión com o una tarea que su rge del
trastorno del con sen so com unitario. La com prensión.se revela com o un
problem a, es d ecir com o u n a tarea que no puede ser resuelta irreflexiv a­
m ente, cuando: (a) las claves o directivas de conducta son equívocas, (b)
la su p resión de esta am bigüedad (es d e cirla adquisición del conocim ien to
de “ cóm o segu ir ad elan te”) parece depender del logro del consenso de
in terp retación d e e s a s claves o directivas y (c) este consen so debe lograrse
m ediante n egociacion es con los otros- que son recon ocidos com o su jetos
autónom os. E l in terés p or la com prensión viene, en una p alabra, en
respu esta al d esacu erd o que surge en condiciones de relativa igu aldad y
la observación asum ida de las reglas de conducta dem ocráticas.
Se p odr ía co n cluir de n uestro exam en d e la s contribuciones existen cia-
listas y estru ctu ralistas al debate, que el logro del consenso n o-problem á­
tico e irreflexivo puede alcanzarse gracias a la p a rticip a d o n com p artid a
en u na “f o rm a de v id a ” - u n a experiencia vital com unitaria y un l e n g a j e
su sten ta do com u n ita ria m en te-. El c ° n sens° neg ° ciad° es requ erido
cuando d ifieren las form as de vid a arraigadas en los respectivos p a rtici­
pan tes . C onsiste en la expansión d e cada u n a de dos o m ás form as de v id a
im p lica das; si se log ra , da com o resultado la construcción de u na n ueva
y m ás am p lia form a de vida; el progreso de u n a com prensm n com unita-

215
riam ente consensuada consiste en la gen eralf e ^ m ^ y n o en la sustitu­
ción, de form as de vida su cesiv a . . . .
Las reglas para lograr el acu erdo (o con sen so com u n ita ri°) no son, sin
em barg 0, idénticas a las reglas que con d u cen a la b u sq u e d a de la v erd a d ;
por lo tanto, si el problem a de la com p ren sión objetiva, o verdadera, no
puede derrum barse dentro de este consenso. La co m p re n sió n o b / eíiüa es
v ist a coino u n a salvagu arda fren te al con sen so im p u esto, com o un
llamado de atención fren te al resultado in a cep ta ble de la n egociación
com unitaria. En cierto sentido, la com pren sión objetiva es considerada
com o sustituto del control sob rela s condiciones prá cticas del consenso. L a
necesidad de una com prensión objetiva, diferente del sim p le consenso
com unitario, es generada por las restriccion es im p u esta s a la igualdad y
la dem ocracia, por la estructura de dom inación qu e su b y a ce en el proceso
de las negociaciones.
Las reglas que conducen a l logro de este objetivo, opu estas a la m era
com prensión consensual, están centradas por lo ta n to en las condiciones
de genuina igualdad de las form as de vid a im p licad as en la negociación,
y la genuina dem ocracia de los procedim ientos. L as regla s del log r0-de-
la-verdad son, sobre todo, las reglas de la crítica, que dan lu ga r a l a
exposición de las im perfecciones de las condiciones p rácticas en q ue se
verifica el acuerdo consensual y, p o r lo tanto, la exp osición d el contenido
de dicho consenso es a fín al •ideal de la com p ren sión objetiva. L as re­
glas del logro-de-la-verdad, al igu a l que todo m étodo de la actividad
rientífica, sólo pueden 'concebirse como un m étodo de crítica. L o que
intentarem os dem ostrar en el' últim o' capítulo. . .

216
10
C O N S E N S O
Y V E R D A D

En el cuen to “La bu sca de A verroes” , ** el gran escritor la tin oa m erica n o


Jorge L u is B orges, trata de un caso e n q u e la com prensión fra ca sa , un
esfuerzo fa llid o de com p ren d er. En este caso lo que desafía el p od er del
intelecto no es ni la com p lejid ad del u niverso, ni su n otoria ten d en cia a
in terp retacion es con tra d ictorias: Es la parcialidad del-in telecto m ism o,
su ten d en cia a con sid erar algunas' cosas en vez- de otras, lo- q u e es
resp on sa ble del fra ca so. T odo intelecto, p o r m á s p oderoso qu e sea,
em prende su ta rea con la carga de su p ropio pasado; este p a sa d o es
sim u ltán eam en te s u re s p o n s a b ilid a d y s u ca p ita l. G racias a s u p a s a d o , el
intelecto está capacitado p a ra v e r; e n ra zó n de él s e v e lim ita d o a q u ed a rse
p arcialm en te ciego. - .
El de A verroes no es u n-cuen to “del ■arzobispo de C an terb u ry que se
p rop u so d em ostra r que h a y u n - D ios; luego, en los alq u im ista s qu e
bu scaron la p ie d ra filosofal; lu ego en los van os trisectores del á n g u lo y
rectificadores del círcu lo” . ' •
É stos serían h éroes em peñ ados en sus batallas p erd id a s'com o, d ig a ­
mos, rep resen ta n tes de la esp ecieh u m a n a en s u to ta lid a d y , sin em b arg o,
descon ocedores de qu e los senderos qu e exp loraban están cerra d os p a ra
siem pre p a ra los seres h um an os. Su derrota tien e, por así decir, u n a d e­
sign ificación abarcad ora; m a rca algunas tareas com o irreales, un v e r e ­
dicto cu y a va lid ez h a b rá de p erd u rar p or todos los tiem pos. E l cu en to de
A verroes es d iferen te; n a rra e l “caso d e un h om b re que se p rop on e u n fin
que n o está v ed a d o a los otros, pero sí a él.” A u n m ás, la d errota d e
A verroes n o p u ed e d e n in g ú n m odo ser atribu ida a su p rop ia d eb ilid a d
intelectu al “p riv a d a ” : A verroes, al igual que otros giga n tes de la m ism a
cam ada, rep resen ta b a la cum bre m ism a q u e u n se r h u m an o p u ed e

1 Jorge Luis Borges, “The Averroes Search”, en L a byrin ís, Penguin, HarmondSw0rth
1970. ^ ’
‘ Jorge Luis Borges, “La busca de Averroes”, enEl A le p h , edición original, revisada p0r
el autor, Emecé, Buenos Aires, 1975 (empleada por el traductor de la presente edid ón).

217

historia.
s si
i f 'j i í í i í
histona. S Avel™ eg ¿ T or ¡ o t^
issu ss^ m o^ ^ ^ sx í 's i i s e ;:
_ _ _ _se le h ab ía “olvidado"
. el objetivo
cu^ unítem e ^O urn« Tq - ^e íla
a ttradición
r adiCión que .constituía
c0 nstituía sus u rntefecto
rnteteto no le íe ofrecía
ningún nbi¿to
obi¿to al cual referir el significado
signi'íicado de
d e un pu rodu cto cu
rod>octo m ltltural
ur a l ajeno.
jn o .
r
i gie^n Averroes se em peñaba arduam en te re^ rl
r*nr p n n v n rp n H er lr\
puj ^ mp a o qUe
querían decir las dos extrañas palad as q ue em ^ a A ra to te te -é l,
“encerrado en la órbita del Islam , n u n ca _h a b n a p^ 1h bcon° cer <3l
significado de los térm inos t r a g e d i a y c o m e d i a . , no po drna h aber imagj,
nado lo que es un dram a sin siquiera haber sospeahado- 1° que es un
teatro” y con el sólo uso de la antorcha de que dispon ia —Ia de la
experiencia cultural islá m ica - para dispersar te som bra s de un texto
extraño, Averroes escribió en su m anuscrito * A ristu (^ ^ istoteles) deno­
mina tragedia a los panegíricos y com edias, a las s átiras y anatemas.
Adm irables tragedias y com edias abundan en las p a g inas del C oran y en
las m o h a l a c a s del santuario...” .
No eran estas dificultades del diccionario. Las palabras, cuando las
comprendemos, nos dicen cómo seguir adelante. Pero Averroes no tenía
donde ir. . _
El mensaje de Borges es éste: no existe comprensión a .falta de la
experiencia a la que el objeto pueda referirse. Pero, asimismo, la relación
contraria sostiene que el significado sólo es accesible unido a la experien­
cia. De ahí que a diferentes experiencias, el-significado sea. también
diferente. Por lo tanto, ¿el significado no 'estará ^sujete) a ,una^“doble

es así, ¿podrá el significado ser concluyente, definitivo, surgido en última


instancia de .una sola vez y. por todas?: -. • , .. . , . ¡
Pierre Menard, el héroe de otro cuento de Bo.r ges/ *. había decidido
transcribir unas pocas páginas del .Quijote,- con las-.cuales coincidía,
siguiendo “palabra por palabra.y línea por línea” las. d e .Miguel de
Cervantes. .-. . , ....... ’ ,. . ■ ' ■
- Lo más evidente para cumplir con la tarea era “conocerbienel español,
recuperar la fe católica, guerrear contra los -moros O.contra el _tu:r;co,
olvidar la historia de Europa entre los años .1602 y 1918; .s e r Miguel de
Cervantes”. Sin embargo,; esta- solución, si bien- -la más .elemental y
¡ay!, era imposible: ■“No en vano han transcurrido trescientos
años cargados de complejísimos.hechos. Entre ellos, paramencionar uno
solo, el mismo Qui/ote”. Lo que le quedaba a Menard era-u na tarea,mucho
más arduay desafiante: “seguir siendo Pierre Menard y .llegar al Q u ij o te ,
a trayés de las experiencias de Pierre Menard”. Era lo único _que Menard
podría. haber hecho, y fue .Io que hizo; o por lo menos es la única manera
en que podemos pensar que lo hiciern- .. . • . •..: : . . ■
^ , en verdad, M enard transcribió una-cantjdad de.fragmentos “pala­
bra por palabra y hnea por línea” iguales a los que habían' salido de la

*ínirg6 T
LuiSTBorges„:? ierre Menard, author of Quixote”, en Labyrinths.
Emeeé Aiígf i qPfT M,ena,rd, auto' del Quijote”, en Ficciones , edición origmat
' ’ ' ' (empleada por el-traductor de la presente edición). •

218
P j l T Í den(t erhVablt-eS- ¿era idén tico el sign ificad o de uno y del otro?
D !ñ ?llm en 1teMa b n a POdld0 S-e r lo ‘ D espues d e todo, el segund o texto
p rod u cto e M en a rd , a tra v e s de la experien cia de M enard. Y sencilla-
in en te n es p osib le con ce b ir la ex perien cia de M enard sln olvidar que
M en a rd v n ™ trescien tos an os d esp u és de C ervantes, que era un slnibo-
h_s ta de QN ! m e s , u n 1a p a sion a d o por A lla n P oe, B audelalre, Mallarme-,
V a1^ry. s a b e m os to do e s to . I5or esta p recisa ra zó n no p od em os com pren­
der e ex o d e IY!en a rd del m ism o m odo que com prendem os el de
C erv a n tes. p e r o sig a m os a B orges p ara v e r en qué divergen la s dos
com p ren sion es.
T res s ig los s^e p a_ran a IVIen ard de C ervan tes; el texto de M enard d ebía
de se r m a s s ut !l, r ic ° y a m b ig uo que el de C ervantes. Las im ágen es, las
fr a s e s , la s p a l a b ra s d e D o n Q u¿/ote estaban em bebidas e im pregn adas de
n u eva s" em ocion es y a d m itía n asociacion es n uevas. P or em pezar, C er­
v a n te s " op on e a la s f í cclon es caballerescas la pobre realidad p rovin cian a
de su p a ís ” . N o así M en a rd : él “e lljecom o su ‘realid ad ’ la tie r ra de Carm en
d u r a n te el sig lo d e L e p a n to y L ope de V e g a ”. Las “alternativas objetiva s”
con la s q u e se en fre n ta b a M en a rd en el siglo xx no eran las m ism as con
las qu e d eb ía en ca ra r C ervan tes en e l . xvn; p or lo tanto, idén ticas
a lte rn a tiv a s n o p o d ía n sino ten er sign ificad os diferentes. U na altern a­
tiva, o selección , d eb e su sig n ific a d o a las oportunidades que d eja d e lado,
qu e “ re ch a z a o b je tiv a m e n te ” . C u an do M e n a rd escrib ía , la E sp a ñ a d el
sig lo XVII lle v a b a m u c h a s m á sca ra s qu e C erv a n tes no h a b ría p od id o
d e s c a r ta r p o r l a s e n c illa r a z ó n d e qu e le h a b ía n sido coloca d a s m u ch o
d e s p u é s d e l a m u e r te de éste. ■S in em b a rg o, si en la ob ra de M en a rd
e sa s m is m a s m á s c a r a s p e rm a n e ce n ig n o ra d a s, lo p od em os co m p re n ­
d er s o la m e n t e s o b r e l a b a s e d e u n a d e cis ió n a rtística d el au tor.V em os
e n el Q u ijo te d e M e n a r d (p e ro n o , p o r su p u esto, en' el de C erv a n tes)
la s ig n ific a t iv a a u s e n c ia de g ita n e ría s, ni con q u ista d ores, ni m ístico s,
n i F e lip e S e g u n d o , n i A u t o s ; d e F e , de to d o s esos clisé s' q u e en los
ú ltim o s s ig lo s se e n d ilg a r o n a la E sp a ñ a d el Q u ijo te . L a d e se n fa d a d a
n a t u ra l i d a d d e 'C e r v a n t e s se co n v irtió en la r e fin a d a s u tile z a .de
M e n a rd . • / " ‘
D e i g u a l m od o, la se n cilla fra n qu eza de C ervantes se h izo en M enard
e n ig m á tica m en te equ ívoca . E lD o n Q uijote de am bos au tores ln clu y e u n a
d iscu sió n d u ra n te la cu a l éste elogla las arm as y se bu rla de las letra s.
M ie n tra s q u e en C erv a n tes sería d ifícil esperar que un antigu o soldado
a d op ta ra u n a a ctitu d d iferen te, en M en ard ,.mi ln te lectual ‘fr a tm r a l^ r n
te ” re ce lo so de tod o lo m ilita r y coercltivo, “un contem poraneo d La
trahison clerks
des debía
y d e B e r tr a n d R u s e ll, ser forzcB a ra n te diferen­
te. N o es d e m a ra v illa rse; B orges m fem o m is dice que su cu n on a actitud
h a sid o m o tiv o d e m u y d iv e rsa s r n te ^ r e ta c r o r a s N m gu n a de ella s, sin
e m b a rg o, se a p o y a b a en u n a razón ten c h ú c e n t e y je n c iR a r a m ^ a qu<e
n os p e rm ite com p ren d er a C ervan tes con te n te facilidad. L as i n t e n t e - .
cl on es d e M en a rd están con d en ad as a perinaiiiec^rzcc,^ntrov^r^d^s^i p^
bím os esta in ce rte z a qu e n os p ^ e e c° m ° 1a n q rn ^ a o te am b ig da

^ P a r a p c m é iT ^ ¿ a v e con m a yor fuerza este rasg ° fu ndm n en ta1 d e 1a

219
internreta ción, permítasenos -nuevamente sigmendo a B °rges- rampa-
rar tros puntos de vista del cuento:

Es una revelación cotejar el D o n Q u ij o te (te Münard con el de C e r v a n te s .


Este úttmio, por ejemplo, escribió (primera part^ noveno capitu|o):

la Verdad, CUya madre es la historia, émula de1 tiempo, depósito de


ÍaS acciones, testigo de lo pasado, ejemplar aviso de |o presente,
advertencia de lo por venir.

Escrita en el siglo XVII, por el “genio” Cervantes esta enumeración no es


sino Una alabanza de la historia. Menard por su parte escribe.

... laverda.d, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de


las acciones, testigo de lo pasado, ejemplar aviso de lo presente,
advertencia de lo por venir.

La historia, madre de la verdad; la idea es asombrosa, Menard, contempo­


ráneo de William James, no define la historia como indagación de la
realidad, sino como su origen. La verdad histórica, para él, no es lo que
sucedió; es lo que juzgamos que sucedió. Las cláusulas finales - “ejemplo y
aviso de l0 presente, advertencia de lo por venir”- son descaradamente
pragmáticas.

Es posible que M en ard h aya sido un fen iien te lector de W illiam James
y uno de sus entusiastas seguidores; tal v ez n o h a y a te n id o nunca en sus
manos un libro de Jam es. Cualquiera fu era el caso, no afectaría a la
declaración de M enard. N o era la convicción de M enard lo que confería a
su declaración un contenido p ra g m á tico.A pesar de que presentam os este
contenido como derivado de la intención de M enard, como un significado
"existente para él”, sólo podem os “ d esen trañ ar de la lectu ra” esta inten­
ción a partir de cuanto conocim os ■sobre la frase del discurso 'histórico en
el cual fue concebido. el enunciado ' o en la cual su p on em os q u e debe de
haber sido concebido. Com o se sabe, la fra se de M en ard estaba dominada
por la poderosa m ente de Jam es. Parecía, p or lo m en os así les parecía a
sus contem poráneos, que Jam es h abía desacreditado de una vez por
todas el cándido punto de vista reflexivo de la h istoria, y q u e , después de
e!, ningún otro punto de vista de la h istoria p od ía ser i g a l que antes. La
Simple expresión “la verdad, cuya m ad re es la . h istoria” no. podría
reivm & car n un ca más la a-filosófica in ocen cia que sólo p od ía brindar la.
au senda °b jetiv a” .del argum ento de .Jam es. A la s v ieja s frases se les
■coc ería nuey o significad° por el sim ple acto de com p ren d erlas a la luz de
una .nueva filosofía. Sólo se las p odía em plear con cord e a este nuevo
•significado. Ln faarte presencia de J am es h izo que M en ard , sin esforzarse
“ 7 s^ parte’ se convirtiera en un p ragm ático. V éase por
ejemplo el estilo literari a El contraste entre el est ilo d e Ceryantes y el de
™ri|ardxr gu-n n0s dice Borges, es “vivid o” . El e s tilo a r ca iz a n te de Me-
al f i n - de a g una afectación . -No así' el de1
> e m anej a con d 's e n fa d o el esp añ ol corrien te de su época. La

220
despojada c o n v c n c ion n 1idnd d o 1 C ervan tes iocnli;l:n ho tor nó arcaísm o
afectado en ln p lu m a de M cn a rd .
Ln idea in ferna d o M o n a n l. do escribir n uevam en te un libro escrito
b a d a s ig lo s a p rnc c c , p or lo nm nos, com o estra fa la r ia. P ero oh m ucho más
que una de 1as p io o z as a so m brosas de Jn liter a tura fan tástica de B orgcs.
1\1enard, por s upu e s 10, es u n p ro d ucto de In i m agi n ac ió n de B orges; pero
n0 así e1 p roh lcm a r c v c l ado por ln historia de M cn n rd . M enard ayudó a
B oi‘ges para q u e a1canzara eI problem a de la com prunsión y la i n t c r p r c
ta ci0n en 1a nias p u ra do sus form as. Com o re s u 1tado han s u rgi do a la Juz
aspectos qu e en 1os ca sos “ m a les” y, por lo tanto, “im p u ros” se nos habrían
pasado por alto. ■
Lo que él e x p on c , a n te todo, es la fluidez en dém ica del significado. M uy
lejos de h a b er sid o ata d o íirm c m cn te y p a ra siem pre al texto por- la
intención del a u tor, el sign ificad o cam bia con tin u am en te ju n to con el
m undo del lector. F o r m a parte de este m undo, y sólo puede ser sign ifica­
tivo dentro de él. E l te x to p rod u cid o por el au tor cobra vida propia. P or
cierto que el sen tid o del te x to deriva su significado del contexto en que ha
sido con cebido. S in em bargo, en este contexto las intencion es del a u to rn o
son sin o un fa cto r en tre m uchos otros; y con toda segu ridad el único que
m enos con ocem os. N o son m en os sign ificativos los otros del entorno en el
cual el texto es a b sorb id o, y aquell os que el texto pudiera absorber de, pero
no lo h ace: su a u sen cia es tan elocu ente com o la presen cia. Por otra parte,
el lector no es m en os lib re que^ el au tor p a ra ' determ inar el sen tido del
texto. P u ede sa b er m ás sobre el entorno en que el ■texto ha n acido. Sabe,
o por lo m en os1p u ed e saber, tod a s esas cosas que el a u tor pudo con ocer y
(intencion alm en te o p or defecto) no sabía' P ero el lector es hijo de su
época. C om p ren d e todo cu an to le perm ite su conocim iento. Su in ten to de
alejarse de este con ocim iento no h abría de redu n dar' en u n a m ejor
com pren sión, sin o en cegu era. El texto perm an ecería fren te a él, oscuro
e im p en etrable, com o un en un ciado form ulado e n una lengua im p osible
de con ocer (al estu d ia r una len gu a extran jera, tratam os de a sim ila ra n
estru ctura a la sin ta xis y la sem ántica d e la lengu a que y a con ocem os). S i
el autor en vía su s señ ales desde u n a isla que no h a exp lorad o^ no p od ría
hacerlo en su tota lid a d , el lector no es un pasajero que se pasea por la
cubierta de u n v e le ro qu e no navega. El significado e s el in stan te del
en cu entro de am b os. '
E sta flu id ez del significado,' tan diferente de la m en ta d a solidez de su
“con ten ed or” tex tu a l, fu e p u esta de relieve m erced a la en g t ó osa tra n s­
paren cia del caso de ‘M en a rd . P ero la profu ndidad del d escu brim ien to, de
n in gún m od o e stá con fin a d a al laboratorio de la im agin a ci ° n de B ° r g e s .
C on sidérese cu id a d o sa m ente lo que sigue: ■ ' '

. Menard (acaso sin quererlo) ha enriqueció mó f e nfe una técnica nueva el


arte detenido y rudimentario de la Iectura: Ia tecnjca .del anacronism°
deliberado , y de las atribuciones erróneas. Esta tecn ca . ó aplicaci°n
infinita, nos insta a recorrer la Odisea c°ni0 d fuera p° steri°i a la E n eida.
y el libro L eja rd in du centaure de Madame Henri Bachelier c°m o si fuem
de Madame Ifem-i Bachelier. Esa técnica puebla de aventura los hbr° s mó .
calmosos.'
221
Con cierta ironía se nos recuerda <m efecto una cu est^ón 1 1 1 uy seria: qUe
1 0 que transforma “mirar el t o t e ” en la comprensíon d e m 1 sm o es el ^
de ubicar el texto dentro de un c° ntext° . La anacron ca no es
1a tecníca nueva que Borges pretendia. Co mo una buena caricatura, sólo
magnifica: los rasgos de su objeto'. la tecníca de comprensión y
la única posible. Considerar equivocadam ente a H oín ero sucesor de
Virgilio no es técnicamente diverso que ub1car correctamente a Madame
Henri Bachelier. Ambos deben ser ubicad a de alguna manera en forma
que puedan ser comprendidos. •El hecho de compararlos con contextos
alternativos sólo revela lo que estaba allí previamente, enel proyecto mismo
de la comprensión: la variabilidad intrínseca de los sígnífícados pos1 bles y
sus interpretaciones. Revela princípalmente ^ t i mas f r i teras entre el
significado y el mundo del lector. El texto es un objeto obtuso al que sólo el
acto de la interpretación-para-su-ubicacíón puede obhgar a hablar.
La conclusión que se puede sacar de las exper1 enc1as Averroes y
Menard puede no ser del gusto de todos. De ello se deduce, en efecto, que
la comprensión de los conceptos de £‘correcto “ y “ equivocado” sólo tiene
sentido dentro de determinado contexto. Podría pensarse que la com­
prensión plena sigue siendo concepto-dependiente y no contexto-limita­
da. No resulta claro a primera vista por qué esta conclusión debiera
resultar molesta. Después. de todo, mientras, permanezcamos- en un
contexto dado, podem os quedarnos igualmente tranquilos de que nada
del sentido del texto se nos escape; no podemos echar de menos algo de
cuya posibilidad no tenemos conciencia (recuérdese a Averroes). A ef ect0s
de la comunicación práctica, la dependencia del contexto no parece ser
sino lo menos irritante. Por lo _tanto, ¿por qué debe preocuparnos? ¿Por
qué la hipótesis de la naturaleza inequívocamente “relacional” de toda
comprensión tiende. a generar infinitos esfuerzos para su. refutación
teórica o su neutralización metodológica? ¿Por qué'esto hizo que.durante
generaciones los pensadores anduvieran detrás- de la búsqueda de los
significados no contextuales? . , . .. . - . . .
La razón debe rastrearse no tanto en la .superioridad intrínseca del
concepto no contextual sobre el contextual de la comprensión, sino enla.
necesidad de control que ningún contexto-contextual puede .satisfacer
mientras no se controlen todos los contextos en su totalidad. Mientras se
limite a un context° cuyas dinámicas estén más allá de mi, control, el
sigm ficado no puede satisfacer la necesidad de control que es la fuente
original del esfuerzo de ,1 a comprensión. Sólo en cuanto puedo estar
seguro de que lo que capté será de ahora, en adelante inmune a las
contingencias de las circunstancias, puede .mi. conocimiento darme el
sentimiento de que domino el objeto genuinamente. Por -lo tanto, la
verdadera dificultad (la razón real de nuestra ansiedad) noes la estructura
endémica de la comprensión teórica sino l a f a l t a p r á c t i c a d e c o n t r o l s o b r e
l a s s i t u a c i o n e s d e l a v i d a que ni siquiera la interpretación m ás perfecta
sera capaz de cambíar. L a c o m p r e n s i ó n o b j e t i v a a p a r e c e , por así decir,
c o m o u n s u s ú t u t o d e l c o n t r o l p r á c t i c o s o b r e l a s i t u a c i ó n ’ com o una
socialización rntefectma! ” de las condiciones de las acciones que en rea-
lrnad son del domíníó privado. E s t a . e s l a r a z ó n p o r l a c u a l l o s i n t e n t o s

222
paraalcanzarlacomprensiónobjetivadebenrepetirseconstantemente•y
esteeselporquedequenunca,UndnSnéxito.Esto es así, a menos que u¿ 2
" on dnteram entte difereilte de la; acción las haga cambiar- de propo-
slto' P a7rad°J1cam ente\ una co mprenslónobjetivaverdaderadebería
a c c e s i ble. s ° l o e n c o n d i c i o n e s q u e n o r e q u l e r a q u e n o p o s t u l e n e s a c o m p r e n -
s ló n c o m o u n p r o b l e m a. r

Las te or í a q u e p rop o¿ e com o problem a m e ttdológico 1a com prens i ón


deben ra ta r e o forn1ular, un m étodo de interpretación capaz de
condu cir ¡ a Tesu lta dos °h je tiv ° s , es decir que puedan ser aceptados
u niversa tme n t e . D e esta r basados en est a m etodología, los resultados
habra n d e ser v (^rd a d eros a p od íct;icain ente; p or lo tanto , tendran que ser
aceptados d es de to d.0 pu n to de vista. Se neutralizaría de este m odo el
frecu ente eq u ilib rio d a p o d e r entre los diferentes enfoques. Los beneficios
que surJan del acceso a los p o d eres de la espada o de la bolsa se verían
con tra p esa d os por la s v en taja s que ofrece la m etodología infalible. El
r esultado de la n e g o c iac1ón, y los sustanciales de consensos resultantes ,
serían a b solu ta m en te in d ep en d ien tes de factores de poder diferen tes de
aqu ellos qu e los in terp retes ■p oseía n y ponían en práctica.
L a m a y oría de la s m a n era s de en carar el problem a de la com prensión
que h em os ex a m i n ado p erten ece a esta categoría. (H eidegger, Schutz, y
las corrien tes etn om etod olog ica s que se inspiraron en ellos, m uestran
pocas e x cep cion es que se n ieg u en a discutir la verdad com o autoridad
ex tern a del p roceso de alca n za r el consenso. N o brindan al intérprete las
h erra m ien ta s "ca p a ces de evaluar la validez de los significados que h a
determ inado. E n esp ecial, le s so n n egados los m edios con los cuales
d istin g u ir la ca u sa de la base “verd a d era ” o ‘‘falsa” del consenso com uni­
tario.) E stá n re la tiv a m e n te m en os interesados en la an atom ía de la
r u tina de la com p ren sión , en la cual H eidegger o Schutz centraban su
atención. E s ta fa lta d e in terés se origina en la incredulidad de que las
reglas qu e rig e n la b ú sq u ed a y el logro de la verdad puedan ba sa rse en la
in te ra cción m u n d a n a . t^ n bos tip os d e enfoques coincMmm^ si e s q u e así
fuera, en qu e el con sen so com u n ita rio, m ediante el cual se logra la
com p ren sión en la v id a cotid ia n a , no depende de la veracidad de los
p u n to s de v is ta en los qu e está de acuerdo la com u n id ad . P or lo ta n to, la
b ú sq u ed a de la verd a d , d iferen te del co n se n so co m ú n 5debe despojarse del
d iscu rso cotid ia n o y bu scar en o tra parte sus propias re g la s. Lo que
cu en ta no es la m a n e ra con que s e h a ráterndo una in for m aci0n, s1™5cóm o
p u ed e d e fe n d e rse su va lid ez objetiv a y p rob a d a -id e a lm e n t e -. Só10 si ? e
la a lca n za de e ste m od o, la in te rp re te cmn p uede m erece q ue se le
con fiera la a u to rid a d re q u e rid a con relación a l as m terp reta cion es
a ltern a tiva s q u e no p u e d e n ser d efen d í de igu al m aner a ' .L as
que rig en el p roceso de lo g r a r el con sen so en la rutina d e la rnterao non.
no son re co n o cid a s com o reg la s qu e con d u zcan a a ^ OI111? a ^
D e ah í que la b ú sq u e d a de la com p ren sión esp ecificsiiiietat e
requ iere un c o n ju n to de regla s ap a rte qu e constitui r ian eS^ activida en
un d o m in io a u tó n o m o , a u to-su sten ta d o Y a u ,C) go f nn S arnipn d as nor l a
E ste p o stu la d o ha sid o lle v a d o a su ? ú ltin lc s ,c,^ncSrnl CpU
netnlCliaaSb Ps°aruleiC
fen o m e n olo g ía d e H u sserl. E l m é to d o clerra h erm eticam en te la busq ue

223
da del significado verdadero a toda posibilidad de una potencial influeli­
ria distorsionadora del contexto h istórico-social. H asta el interés en los
significados dem ostrado por los individuos em píricos o los grupos empí­
ricos es considerado como potencialm ente contam inante; dentro del
contenido de las ideas presentes en la conciencia pura, queda como
el único puerto seguro en que puede anclarse la com prensión verdad era
Pero ya hemos visto quQ aun en este puerto, protegido de las mareas
provenientes de alta mar, había nacido m ás de una ficción de desesp eran­
za, su protección contra los desastres h abría sido m ás bien una maldición
que una bendición. N ingún producto de la "com prensión v erd adera” así
concebida podría alcanzarse m ás allá de sus lím ites sin que pierda tod o
cuanto había ganado en el aislam iento. N o existe m edio claro mediante
el cual los hallazgos fenom enológicos puedan ser alim entados dentro del
discurso corriente y ejerza una influencia sobre los significados produci­
dos en la vida cotidiana y estén em bebidos de ella.
O tros teóricos fu eron cu id a d osos en no p resen ta r nunca com o total
e irre p a ra b le la ru p tu ra entre la b ú sq u ed a m e tód ica de la verdad y la
com p ren sión . P or el con tra rio, n u n ca perdieron' de v ista como fin
ú ltim o de sus esfu erzos, la esp era n za de u na organ ización de la
so cie d a d (W eber) o la p olítica cien tífica (M an n h eim ). L a intención de
re in te g ra r los resu lta d os ob ten id os a la tex tu ra de la vida social
form a b a parte de sus estrategia s. P or lo ta n to, p resen ta ba n la com­
p ren sión v erd a d era com o u na re ctifica ció n y no una n egación de la
com p ren sión m u n dan a; com o v ersión ra cion a l y pu rificad a de los
s ig n ific a d o s , que l o s >m iem b ros de la so-cied a d se esforzaban por
a lcan za r, pero no lograb an sin a yu d a .. L a ap u esta era sobre la prefe­
ren cia de s ilo s m iem b ros de la socied ad co in cid iría n con los puntos de
v ista cap aces de m ostra r cred en cia le s cien tífica s. En la época de
M arx, W eb er o M an n h eim el p restig io de la cien cia estaba sólidam en­
te resp a ld a d o (d en tro de la civ iliza ción occid en ta l) y el p ap el de los
expertos, in stitu cion a liza d o. Se e sp era b a qu e la s p ersp ectivas relati­
vas arraiga d as en la com u n id ad , a b riera n el cam in o a los dictámenes
de la cien cia con la m ism a in e v ita b ilid a d con la cual la curación de la
gen te ab ría el ca m in o a la m ed icin a c ien tífica . L a s p au tas debían re­
p etirse sin fa lta con sólo que la in te rp re ta ció n m etód ica elaborada por
las cie n cia s socia les se p ro p u siera , y logra ra , los d ere ch o s dados ya a
las otras cien cias. E n otras p a la b ra s, el con sen so alcan zado por la
com u nidad de los s ociólog os esta ría en la b a se del con sen so universal
Parecería que hasta ahora esta esperanza estuviera lejos de verse
cum plida. La proliferación de interpretaciones construidas metódica*
m ente, ofrecidas en nom bre de l as ciencias sociales, no constituyó sin°
motivo. de dispersión de opiniones y de las resultantes discrepancías-
Adem ás de las interpretaciones conflictivas del significado de la moderna
sociedad o de la desigualdad social, que se m antuvieron por tiempo
considerable, estam os presenciando recientem ente el nacim iento de l^s
sociologías “negras” o “fem in istas”. N o es que la sociedad a la la rga deje
de regirse p °r un consenso logrado por sus expertos científico-social®s’
pero esto sígue siendo una perspectiva bastante rem ota, dado que 1aS

224
g r¡e tas j s la sde scisi 0 iees e n d in terior de la com u nidad científico-social
p arecen ser d e u n a te n a cid a d i m b atible .
. La. fa lda d e ic otlsen1s o » p a rticu la rm ente notable al com pararla con las
cien cias de_la ^ m t e z ^ p a rece ten er raíces m ucho m ás profu ndas que
laSJ ac ilaC10neS p r ° fesi0n ales de los estudiosos de las ciencias sociales.
Cada crencua. esta coii Süt u ida por las prácticas de qu ien es la practican
D ecir esto eq u iv ale a a d n n tir una considerable au ton om ía de la ciencia ,
que íu n d a in en to socia l a la autoridad de sus hallazgos. E n este
se n tid o , la b u s q u eda de G alileo m ediane el telescopio y desafiando con
ell° ol p u n to d e v iSta p op u la r respecto de .los cuerpos celestes, puede ser
c° ns iderada con i0 la fech a de n acim ien to de la ciencia. ■D esde entonces,
y sienip re en m a y or g ra d o , los instrum entos que m anejan los h om bres de
cie n cia les p erm itie r°n .ten.er acceso a las realidades inalcanzables p o rlo s
sen tidos d e s n u d o s . El d ia logo en tre los hom bres de ciencia y los hom bres
m r n ^ e^ qu e era u n a contin ua batalla de ingenio, en la cual de b ía
resta b lecerse el eq u ilib rio de poder después de cada escaram uza, se tornó
un p ro ceso de en señ an za y aprendizaje enm arcado institucionalm ente y
con roles y esta tu tos cla ros y bien definidos. Cada una d e la s ciencias que
se d esa rrolla ron p or este cam in o se convirtieron en una creciente discu­
sión de los h ech os que se verifica b a n en el laboratorio científico, hechos
im posibles de con cebir sin los instrum entos m anejados y controlados por
los h om bres de cien cia. U n ciclotrón no constituye parte del equipam iento
corrien te de u n a casa. Pero el punto de vista que tienen los científicos
m odern os de la estru ctu ra n u clear del átom o sólo es concebible como la
in terp retación de h ech os p rod u cid os con el auxilio de los aceleradores. L a
au toridad d e las in terp retacion es qu e enuncian los físicos se basa social­
m ente en la a u ton om ía de las prácticas a las que se refiera dicha
in terpretación . G astón B ach elard, en su A p p lie d R a t i o n a l i s m (1949),
lla m ó “teorem as re ifica d os” los “obrados” por la quím ica o la física
m odernas. Y , cierta m en te, los fen óm en os que investigan los m odernos
hom bres de cien cia no estarían presentes en la n atu raleza si n o-fu era
gracias a la tecn ología; no son siquiera consecuencias n atur ales del
u niverso extra-lab ora torio. E l “n uevo in telectu alism ° científico tiene su
fundam entación en l a c i t é s c i e n tif i q u e , aislada y fuertem ente am u­
rallada. . . . .
Pero (con p oca s excep cion es) ésta no es evidentem ente la situación. de
las cien cias socia les. En p articu lar, no es la situac1ón de la s° ciologia en
cuanto a ctivid a d de la “c o m p ren sión ”. N o lo es, precisam ente p° rque el
laboratorio de los sociólogos es la v a sta sociedad sobre la cual tienen p oc°
si es q ue tien en algu no, p od er de contro1 . A u n m as importan te es qu e ellos
no tien en inás acceso que la g en te com un a los í‘e non:enos que
]os sign ificad os. N o es el control m on opolizad de los m stru men tos lo que
hace de la esfera de acción de la com pren si° n de los sociologos un cam po
de estu d io i n accesible a los m iem bros corrientes de la som e te d. L °s
e nunci ad os que f o r m u lan los soc iólogos cotm referen te la practica
de estos m iem bros corrien tes, y no la propia. A d r ián, te üoa d o p a es.un
n eio
reÍl ' i-
• di e p r a c ti cas qu e son
on ellas m ism
ellas im as reflexivas
bnid& iei c r
\(com parese la nocion .. „
de la M obl e he rm e n éu tica ” de G iddens) •L a s o c io h g i a d e la c ° m p , a u u o n ,
p o r Lo I m i t o , n o ¡ n w d e tú n o t e n e r n o s I n v o l u c r a d o s p e r m a n e n t e m e n te e n u n
d i s c u r s o c o n s u p r o p i o o b j e t o : u n d i s c u r s 0 e n al c u o l al o b j e t(° y e l s u j e t o d e l
a stu d ío e m p le a n e s e n c ia lm e n te l o s m i s m o s r e c u r s o s . Si la verdad d e los
ffeíco s deriva de un con sen so logrado por los físicos re sp ect ° de fenóinenos
controlados exh au stivam en te por los íísiw ^ Ia verd a d de Ia s°ciología
deriva de un con senso 1ogrado (si es qu e se lo g ra ) en el debate entre los
sociólogos y los objetos de su estu dio r e specto d e los fen óm enos, cuy0
control es co m pa rti d o entre Jos sociólogos y sus ob je to s, lo cual significa
una deHVentaja evidente para los sociólogos. L a v e r d a d d e l a s o c i o l o g í a
d e b e s e r n e g o c i a d a , d e i g u a l m a n e r a q u e l o e s e l c o n s e n o c o r r i e n t e ; y las
m ás d e las veces no son los sociólogos qu ien es esta blecen las reglas de la
negociación. ■
E sta parece ser la razón esencial de por qué en el con texto significado-
co m p rcn sió n , la verdad parece p resen ta r p rob lem as inm ensam ente
m ás com p licad os que u n a bú squeda sim ilar en el con texto de la explica­
ción ca u sa l. P arece, asim ism o, que la razón de por qu é m u ch os sociólogos
in ten taron (y siguen intentan do) desp ren d erse del d iscu rso corriente al
con stru ir un lengu aje que excluye toda referen cia a los significados, o un
len g u a je en el cu al térm inos que aparen tem en te se refieren a significados
d eriv a el sen tido de éstos totalm en te de su relación lógica con otros
térm in os del m ism o lenguaje cerrado en sí m ism o (ya hem os visto un
in ten to de ello en el caso de P arson s). P or la m ism a razón , sin embargo,
lo exp resad o en dicho lenguaje está lejos de lograr un recon ocimiento
sem eja n te al de lo que se expresa en el le n g u a je d e lo s físicos. A l contrario
qu e el d iscu rso físico, aquellos tien en un “in terior”, así com o un “exterior”;
son v istos desde en cim atdesde este “exterior” y por' lo tanto percibidos
p recisam en te com o una entre m uchas de las in terp reta ciones com petiti­
v a s, n in gu n a d e las cuales puede ser la'. a d e c u a d a p o r sm pod er de
con vicción apodíctico.
Los sociólogos que están 'de acuerdo en que la referen cia al significado
d ebe ser p arte in tegran te de todo en u n ciado de los fen óm en os sociales,
p u ed en segu ir in sistien do en un acceso p rivileg ia d o a la “com prensión
v e rd a d e ra ” y reivindican su su p eriorid ad p or el em pleo de los medios
an a líticos em pleados por ellos en com p aración con lo s em pleados por la
g en te corrien te. H em os analizado va rios argu m en tos que pueden usarse
en d e fe n s a 1de esta reivindicación.- P a ra m u ch os ’ teóricos, la- tesis- del
acceso p rivilegia d o del intérprete a la verd ad es equ ivalen te a la-propo­
sición del rela tív ism om u n d a n o de que la s p ersp ectivas y los significados
p u ed en , en p rin cipio, ser su perados. U n a de las p rim eras expresiones de
esta creen cia fu e la p ro p o sició n de S ch leierm a ch er referen te a la superio­
rid a d h erm en éu tica del in térp rete, d ig a m o s ,u n artista p ara discernir el
v e rd a d ero sign ificad o de la obra de arte. L a p rop osición , sujeta por
D ilth e y a u n a p osterior elaboración , reveló s u e n d e b le z com o in tento de
tra scen d er al rela tivism o. A partir. de la idea de un círcu lo h e rm enéutico
m ás am plio, o el h ech o'ig u a lm en te eviden te de que la s interpretaciones
de los h ech os cu ltu ra les m ás tarde o m ás tem p ra n o tien den a ser
reem p la za d as p or in terp retacion es qu e in voca n un círcu lo m ás vasto de
fen óm en os cu ltu ra les, no existe cam in o p reciso que con d u zca a la certeza

226
de qu e e\ d r c d o h e rm e n éu tica deje de rod a r en algún m om ento y de que
alguna rnterpre terncm n o h a b rá de ser p recisa m en te m a s “vasta” que la
precet e n te , sin o 1a ní as v a sta p o s ¡ble y, en con secuenci a, 1a fin a l. É ste es
el caso de Ui UMjMüibih d ad g e neral de s o sten er que hasta la s m ejor
coin p ro b a d cis g en er ah za cion e s ein p íricas conduzcan a verdades apodíc -
ticas. D ifíc^^1 es j u s tifica r 1a c r een d a en el fin de la relatividad de 1a
com pr en sión a1 soston er , a p a rtir de la sup e rioridad relativa (com pren-
sibifidad , ut^1^dad, d om m to) de las com p ren sion es, u ltirnas sobre las
p rim eras. . . _ -
Al r e sp e cto , p oco h a cam b ia d o desde los tiem p os de Schleierm acher.
En la re cie n te d is p u ta de E rn est G elln er con tra el punto de vista de W in ch
de que l ° s h ech os c u lt u ra les solo pu eden ser com prendidos dentro de su
propia “ío r m a de v id ^ ’ y qu e, p o r lo ta nto, la in terp reta ción correcta d e los
sign ificad os sera siem p re relativa. P ara p rob ar que este problem a apa­
ren tem en te in solu b le de la rela tivid a d de la com prensión tien e una
solución, G elln er p a rte de “ el m undo com o en realidad es” , en consecuen ­
cia, p roced e de la r e a lid a d em pírica, segú n se a fir m a exenta de tratam ien ­
to h erm en éu tico, de m od o que:3 - ,;

La significación filosófica de la “forma de vida” científico-industrial, cuya


rápida difusión global es el acontecimiento más importante de nuestra
época, es que nos brinda una solución del problema del relativismo, para
todo propósito práctico... La superioridad cognitiva y técnica de una forma
de vida es tan m anifiesta, y está cargada' de implicancias corno para
satisfacer los deseos y las necesidades humanas - y para bien opara mal,
para su p od er- que sencillamente no puede ser cuestionada.

P u ed en h a cerse m u ch a s objeciones en contra de este argú m en t°. La


p r im era es q u e G e lln e r su p on e que la su perioridad técnica-in stru m en tal
de .una civ iliza ción se e x p a n d e - sobre todos sus aspectos técnicos y
asegura, en tre otras cosas, su p reem in en cia h erm enéutica; pero est°
significa form u la r la p reg u n ta , no responde r ía. En ^ ^ r n ^ lu^ L parece
suponer que la "form a de v id a cien tífico-industrial está uni í mada cuftu -
ralm ente com o lo está en su -realización ■ t^ n.foa.^font ífm ^ y que e s to
ofrece, p o r lo ta n to, un p u n to de visto h om ogén eo desde el cual se p u eden
observar y ju z g a r otras form a s de vida; p asa p or alto e h ech o de que
dentro de un m a r c o técn ico-cien tífico coexisten m uchas • Vida,
con fre cu en cia con flictiv a s, que se r esisten tercam en te al aitotom c*en-
tífico” . En te rce r lugar, el a rg u m en to reqm e re o tras preguntas in qu ietan ­
tes que e x ig en s e r r e s u e lt a s :la su p eriorid ad de te form a de vid a cientifi ca-
in d p stria l es defendida^ en té rm inos de los valores (satisfaccion de ^
deseos h u m a n os, p od er, d ifu sión glob al) que. precis a rn^n a
“form a de v id a ” y la con sid era con ío su p er o r Su £-u p f:rab1r1íta qU,e?10°¡'riO
tanto, h a sido a ce p ta d a com o p rem isa cen tra l; la cual h a b r a qu co
probar.

Social Sciences, Routledge & Kegan p aul,


3Erncst Gellner, Cause and Mear í a in
Londres y Boston, págs. 71-2. ,
227
Sin e m b a r co p ara nuestro terna , lo rnás ü n porta n te es otra o p ción.
Lo esenci al del argum e n to de G ellner es que en 1a in ed i da que aceptem os
los valores de n uestra civilizaci (5n corno p aram etros d e p ro g re so , con side-
rani0s su dom inio u niversal coino con firm a d (ón de q ue e 1 con fl icto his­
tórico de los propósitos y los sign ificad os ti endan a ser resu eltos m ed iante
la obten ción de la verdad. E ste ar gu m en to p od ría h a t o sido u sado por
cualq Uier civ ilización de ten den cias ecuinen icas, n o im p o rta cuales fue­
ran sus pautas cognitivas y sus in terp reta cion es. El a rg u m ento de
G ellner contra el relativism o conio tal h a sido form u M do desde la
superioridad relativa de u n a forn ia de v id a h isto r ica, in d ire ctam ente,
pu ede leerse com o una confirm ación , m as qu e u n a refu ta ción , de 1a
relativ idad. N o es im posible im aginar el reem p la zo de la civilización
occidental en la form a que con ocem os, por otra que a ctu a lm en te le esté
sub ordinada, y, por lo tanto, según el patrón de G elln er, considerada
com o inf erior y no ten ida en cuenta (recu érdese a los “ b á rb a ros” robán­
dole a Rom a el dom inio ecum én ico del sofistica d o “ m u n do pagan o”).
M ientras no sea posible probar la validez ap od íctica de la inducción
inductivam ente, no es posible reclam ar solu cion es p a ra el “problem a del
relativism o” m ediante el em pleo de pruebas cuyo esta tu s es desde todo
punto de vista relativo h istóricam en te. ' : • '.
N o n os hem os apartado dem asiado de la h o n e sta pero especulativa
esperanza de Schleien n acher. P a ra poder llegar. dé u n a' com pren sión
h istórica, social y culturalm ente rela tiva a u ñ a in te rp re tació n ca p a z de
ser aceptada com o concluyente y apodícticam en te verd a d era , son p reci­
sos estándares que por definición deben se re x te rio re s a toda cultura en
particular. N o obstante, no resultafácil proponer están dares que no puedan
ser considerados, con algún esfu erzo,in trínsecos de alguna form a de vida.
Parecería como si nos estuviéram os m oviendo e n u n círcu lo vicioso. Pare­
cería que la com prensión . está destinada; a p erm an ecer-p ara. siempre
transitoria y relativa. Parecería qu e los cam in os de la v erd a d y de la
com prensión habrían de ser _siem p re im p osib les d e alcanzar-. P arecerí a
que la sociología in terpretativa estu viera con d en a d a al r-elativisnio. .
, P or cierto que estas su posicion es son m en os ch oca n tes qu e la prim era
im presión que prod u cen en un lector h abituado a re sp e ta r reveren tem en ­
te la ciencia com o una conversación con lo absolu to. C om o lo m anifestó
K arl P opp er, sobrepasan am p liam ente los h a lla zg os de las niás sofistica­
das y posibles conclu sio nes de la ciencia. Segú n P op p er, la c ie n c ia sólo ha
d esarrollado e?tandares “negativ os” : está n d a res de p roced im ientos que
podian conducir a. la con vin cen te refu tación de u n a te o r ía c ien tífica. "A lo
su m o, es posible determ inar la falsed ad de las te o r ía s .” E l h om bre de
cmn cm se in teresa por- la s toarías aú n -n o-refu ta d a s p o rq u e “alguna
de ellas p o d n a ser v erdadera” . E l p rogreso d e la cien cia, p or lo tanto,
consisto en la m edida en q ue se refiere a su s , resu lta d os fin a les y
conc usivos, en descartar teorías com o v e rd a d e ra s y con tra ria s a las
nuevas experien cia s. El p rogreso d e la cien cia es esen cia lm en te un
esfuerzo m f im to p ara ex poner y elim in ar falsas te o r ía s: .

Por este método d m it o t o r i0 podríamos dar con una teoría verdadera.

2 28
ydta^O rqm fel m i l 11'Vtilrdad’ aunquc! se£1 venadera;
en tocio tiempo y deSnUés dc¡ tíibliP 0 4l<éf permanecei'á s'empre infinito,
propicestas realmente: , por Supue¡5to^ 0 ai ,0ePO1- Van0S teSt s L a S teoríaS
que las refutáramos te díasr ÍTJeSSSiíSon.í!! mero y se™ bueno

una qra pavte^a'a sC


eí a !!fCO/'a OSP ''OPIíeSíaS realmente>podría haber mas de
de ellas d e b e lo s p r e f e r t e , ^ en “ tiemp° *’■por lo tanto no sabemos cuál

El i o ét o d o q u e s y b y ace a lo s epec tacula res logros de la cien cia occiden­


te ! es m a s n eg a tiv o qu e p ositivo. L a construcción de nuevas teorías se
haUa esen c ia lm en te n o c o dific a da y a m enudo es no m etódica; puede
.rse. q ue l!e g u e;n1os a u n a n u ev a te o ría p o r una sim ple sospecha, por una
co in cidenc1a fe n z, p o r un r e lám pago fortuito de inspiración . (Según lo
dice J a co b y , el d escu b rü n ien to es una “violación a la que sigue la
sedu cción .) L o ú n ico q u e e sta sujeto a reglas estrictas y decodificables es
el p roceso de r e fu ta ció n : “ E l m étodo descripto 'puede ser llam ado método
critic(°. E s un m étod o de com p robación y de elim inación de errores, que
c°n siste en p ro p o n e r teoría s y som eterlas a los m ás severos tests que se
hayseguridadde
p u ed an co n ce b ir.” U n a vez dich o y hech o todo esto, “no
queseamoscapacesdeprogresarhaciateoríasmejores”. El m ejor estatus
que p u ed e p reten d er u n a te o ría es,_por lo tanto, ser un enunciado lejos de
pod er ser refu ta d o; jamás^ un enunciado irrefutable. -De lo que podem os
estar segu ros es que h em os h ech o lo m ejor qu e podíam os para dem ostrar
que la s te o ría s no son verd ad eras, sino que no hem os acertado; nunca
p od em os estar, segu ros, con el m ism o grado de certeza, de que nuestras
teorías s o n rea lm en te verd a d era s y que no ■serán -consideradas falsas- en
el fu tu ro. E l reem p la zo de u na teoría específica nó es n ecesariam en teu n
paso h a c ia la v e r d a d y , a u n qu e loJuera, no' ten dríam °s ! ps m edios para
p rob arlo. . .' ' . . . .
. Sin em b a rg o, lo im p orta n te es esto: re chazar el punto de vista cand° -
roso de la cien cia com o u n a actividad que no sol° casualm ente da con
teorías v erd a d era s, sino que las “da p or seguro , que es exactam 7nte to
que s u ced ió en un d eterm in a d o cas o lo cu al no com porta 1a n egaci° n del
pape1 esen cia l q u e rep resen ta la idea d e d a verdüd eti no a p o r t a q ue
a con tecim ien to p ra ctico (a p esa r de k g ta m tm te tentativo) de que ! o
cien cia p u e d a ja c ta r s e con justeza. C asi sería posit>le_cilec ir cque no
h ab ría cien cia s si no ex istiera la utncma p r e s e r a s t e n ^ k “ " “ .Una
u rgen cia co n sta h te d e u n ideal; p or así decir , como un h on arn te utópico
c o n e m a ln e x c u sa b le í u e rz a de atracción . Sigue sien d o u n poderoso 1fi c t a
con u n a i n e xc u sa bde m er ;a ^ (en j , m ism a línea que otros ideales
que 1? ia te activid a d j ,, coino un objetivo y no confundida por
u top icos) im e n t i-^ es tado de cosas específico del m om ete».
u na d e scrip c ión e r r ada d e _ basa la actividad llam ada ciencia
ojb
bje¡etiv
S egú n d i ce P ^ p ^ j t a r e g a fu r n tls al
pu eden se r r a ^ t e m a 1 ^ suJ®tas.s
o
alaverdad discu sión
general lie la
”.4
racional,queesaproximarseIomasp
, , n
-s Karl R. Popper, O
bjective.K dge,an
nowle
__
nE„n-
hítionarvApproach,Clarend°n press,
Oxford y Nueva York, 1972, págs. 12' 17
229
L as reg las de l a actividad cien tífica así co n ce b id a s, c o m o s e las exp one
en g en eral en las citas anteriores, p a recen a p b cables a la b u s(l u eda de l a
“com p ren sión v erd a d era”, así com o se a d ecu a n a l a t>u sq u eda de la s leyes
cien tífica s. E n am bos casos,.la, verdad es u n ot>j etivo llu s o rm si se lo
fo rm u la coino predicado del conju nto h ip o tétic° d e p rop osicion es especí­
fica s sobre la realidad. Sin em bargo, tan.i bien e n am bos casos, la v e rd a d
es ta n crucial com o el principio con d u ctor de la d iscu sión ra c io n al del fr-
adelan te, que, ocasionalm ente, resu lta en con sen sos sü sta n cialm en te
sinoexistieraparaelloelidealdeverdadcomo
ra ci onal e s . E n la práctica,
normasupremadeconducta, noseríaconcebibleningunainterpretación
deconsenso, L a verdad es posiblem en te in a lca n za b le com o estado de
con ocim ien to. Pero la verd a d es in d isp en sa b le p a ra que el consenso
exista.
La verd ad es indispen sable p orqu e rige la s reglas de la. discusión
racion al: en cuanto la bú squ ed a de las leyes cien tíficas, al igu a l que la de
la com pren sión objetiva, sólo p uede rea liza rse dentro de los contextos
de su respectiva discusión racional, y ú n ica m en te ■dentro de esos contex­
tos es que am bas adquieren fu n ción y sentido.
C u alqu ier cosa que pase por verd a d en cad a u no de esos dos contextos
sólo lo es en relación con los parám etros h istóricos, culturales y sociales
de determ inada discusión. Sin em bargo, ,esta rela tivid a d no es un atribu­
to de la discusión como tal y de su estructura. L a bú sq u ed a de la verdad
y la objetividad que guía la activid ad técn ica y p ráctica de los seres
h u m a n os - e l trabajo y. la com u nicación h u m a n o s - son características
an trop ológicas a-históricas de la existen cia h u m an a: constituyen las
con dicion es trascendentales del específico m od o de existen cia hum ano.
E sta idea ha sido articulada forzosam en te por el m ás prom inente
h ered ero vivien te de la “Escuela de F ran k fu rt” en ciencias sociales,
Jü rg en H aberm as. D esde e lp u n to de v ista d e éste, las notorias dificulta­
d es lógicas que se nos presentan cada v ez qu e in te n ta m o sju stifica r lá
rela ción entre la verdad y la com prensión '(así com o la rela ción ,entre la
v e rd a d y la investigación em pírica) radican en el hecho d e que las reglas
que d a n validez a nuestra interpretación y explicación causal se ubican
equ ivocadam en te en el nivel de la lógica trascen den tal - la s condiciones
de la pura razón teórica, al estilo de K a n t-. H a sido dem ostrado repeti­
d am en te que sus “condiciones de conocim iento com o tales” son insuficien­
tes p ara fundam entar tanto el procedim iento del círculo herm enéutico
com o la sutil dialéctica de la teoría y lo s “h ech os” . La dificultad d eja d e ser
abru m adora, sin em bargo, cuando uno ad vierte y acepta q u e la validez de
las proposiciones que surgen durante el curso de la actividad técnica y
p rá ctica de los seres hum anos está basada en condiciones trascendenta­
les bastante m en osa b stra cta s y apodícticas que las de la razón pura; en
las condiciones específicam ente hum anas, las únicas pero univ ersales
características de la especie hum ana. H aberm as dice:n

r. Jürgen H aberm as, trad. ingl. de J. Shapiro, K nowlcdge a n d -H u m a n In.terests,


H ein em ann, L ondres [Beacon, Boston, 1971], págs. 194-5.

230
Al c°ntrario qim 1 a ca trnscondontai, la lógica do lm; ciencias naturales
y.cu 1 tural o s no so hUoi‘osa por lai:; propiedades teóricas de la razón pura,
sino por Ins.m glaa mi t ológ icas quo ponniton organizar el proceso de la
investigacurn. .li stas nogfes no posoon yn estatus do puras reglas trasccn-
d°ntales . l feimn ui^a Urndón trascondontal, pero surgen de las estructu­
ras reales de vicia humana: de las estructuras de una especie que
i’opr°duco su v ida tunfe a travós dol proceso de aprendizaje del trabajo
s° d almentc orgrnúzado, como clol procoso de la mutua comprensión, en
unn intem e d on a teavés dol longuaj o... Un sujeto trascendental es
m empU\zado por unaes/jc d c que so reproduce de acuerdo con condiciones
culturales...

E stns con d icion es de In “ esp ecie trascen den tal” están estru cturadas
com o in tereses. El m odo esp ecífica m ente h u m ano de au to-reprodu cción
o, m ás bien , n u to-con stitu ción , sólo puede sustentarse si dos in tereses se
persigu en con con sisten cia : los técn icos y los prácticos. .
El p rim ero se m an ifiesta en la actividad del trabajo; el segundo, en la
de la com u n icación . E l prim ero tiende al control de la n aturaleza, m ás
específicam ente a la elim in a ción o la redu cción, o en contrabalancear la
contin gencia con ten id a en las in d óm itas fuerzas naturales. In ten ta com o
objetivo con d u ctor p en etra r el orden ocu lto detrás de la superficie 'de la
contingencia, con la s p osib ilid ad es de predecirlo y, eventualm ente, con ­
trolarlo. L a v erd a d es la n orm a que asegura 1a persecu ción de este
objetivo. L a reflexión cogn itiva de los in tereses técn icos, tal com o se
m anifiestan en el tra b a jo, adopta la fo rm a de las cien cias em píricas-
analíticas :6 ’ • "

Las ciencias empírico-analíticas muestran la realidad en la medidá en que


se encuadren dentro del sistema de conducta de la acción instrumental...
Captan la realidad con miras al control posible, bajo condiciones especííi-
cas, en todas partes y todos los tiempos.. ■ , ,

E l segu n d o in terés, el p rá ctico, h a lla su reflexión cogn itiva en las


cien cias cu ltu ra les, d e la “ com p ren sión ” . E ste interés se gen era in cesa n ­
tem ente a tra v é s de una situ ación en la cual. coexisten m uchas form as
d iferentes de v id a , ca d a u n a de ellas con .su propio sistem a, in terp retati­
vo, a p artir de lo s v a sto s s iste m as cu ltu ra les y culm in an do en u n a ú n ic a
“selección de fo rm as” d eterm in a d a biográficam en te. Si las cien cias
em pírico a n a lítica s s o n posibles sola m en te en la su posicfen. de la reg u ­
laridad esen cia l y la recu rren cia de ciertos esquem as de la prá ctica y los
lascienciasculturalessonposíblessolamenteenla
efectos del tra b a jo,
suposiciónde queexiste unabasemásvastadeintersubjetividadque
puede ser compartidapor las formas de vida; este argume?itoy < 2.1
condensoentrelasformasdevidaesporlotanto,alcanzable.E n este c a s o
la v e rd a d es la n o rm a qu e gu ía la bú squ ed a d el co n sen s°. C° m ° fe
estableció H ab e rm as, los en u n cia d os h e n n e n é u t icos “captan las in te r­
pretaciones d e la rea lid a d con m ira s a la posible in tersu b jetiv id a d de la

° /6 /d ., pág. 195.

231
Al con trar. oqu c Ia.Jog.ca trascendental, Ialógica de las ciencias naturales
y culturalcs no se in í;eresa por tais propiedades teóricas de la razón pura
stao por las reglas m ctodolog icas que permiten organizar el proce so de la’
vcsLig^ ion. kslas rccglasn o poseen ya estatus de puras regl as trascen­
un
dí ^ 1cs. J.^Cínen una f c 10 n trascendental} pero surgen de las estructu
ras reatas de ta vida humana:, de las estructuras de u na especie que
rcp.roducc su vida Um to a travcs del proceso de aprendizaje del trabaj o
s 0 cialnie nte o.í,garnzado, como del proceso de la mutua compren 5 ió n en
una interaccion a tTavCs. d el lcnguaje... Un sujeto trascendental es
reemplazado por una
culturales...
especie que se reproduce de acuerdo con condiciones

Estas con d icion es d e la “ esp ecie trascen d en ta l” están estructuradas


como intereses. El m o d o esp ecífica m en te hum ano de auto-repr 0 ducción
o, más bien, a u to-con stitu ción , sólo p u ed e sustentarse si dos intereses se
persiguen con co n sisten cia : los técn icos y los prácticos.
El prim ero se m a n ifiesta en la actividad d e l trabajo; el segundo , e n la
de la com u n icación . E l p rim ero _tiende a l control d e la naturaleza, más
específicam ente a la elim in a ción o la r e d u c ció n , o en contrabalancear la
contingencia con ten id a en las in d óm ita s fu erzas naturales. Intenta como
objetivo con d u ctor p en etra r el orden oculto detrás de la superficie de la
contingencia, con las p osib ilid a d es de predecirlo y, eventualm ente, con­
trolarlo. La v erd a d es la n o rm a que asegura la persecución de - este
objetivo. L a reflex ión cog n itiv a de- los intereses técnicos, tal com o se
m anifiestan en el tra b a jo, adopta la fo rm a de las ciencias em píricas-
analíticas :0 - •"

Las ciencias empírico-analíticas muestran la realidad en la medida en.que


.se encuadren dentro del sistema de conducta de la acción instrumental...
Captan la realidad con miras al control posible, bajo condiciona específi-
. cas, en todas partes y todos los tiempos.. • . ■ ;

. . -El segu n d o in te ré s, el p rá ctico, h a lla su re fle xión c° gn itiva en tas


ciencias cu ltu ra les, de la “com p ren sión ” . E ste in fe r í se genera incesan ­
temente a tra v és d e u n a situ a ció n en la cu a l coexisten rnuchas form as
diferentes de v id a , c a d a u n a de ella s con su p ropio sistem a _in terp retati­
vo, a p artir de los v a s to s sistem a s cu ltu ra les y culm inanda en u n a imrna
“selección de fo r m a s ” d e te rm in a d a b iográ fica m en te. Si tas Ciencias
em pírico a n a lítica s s o n p o sib le s sola m en te en ta suposición ° e - a reg u­
laridad esen cia l y la re cu rr e n c ia de ciertos esq uem as de la ,practlca y lo s
lascienciasculturalessonposiblessolamenteena
f e c t o s del tra b a jo,
suposicióndequeexiste unabasemás vasta.dern^ubjatwidadque
puede ser compartidapor las formas,de vida; este wgunieno- y e
consensoentrelasformasdevidaesporlotant°,ahanzable.En ^ tenaso,
la verdad es la n orm a qu e g u ía la b ú sq u e da d e l ^ enso. Corno k)
estableció H a b erm a s, los en u n cia d o s herm e.n f u *ict° :3 a?ottíiV,•!^ad d e l a
po taciones d e la re a lid a d con m ira s a la p osiMe i n te r subJetivld ad d ° I a

G/ bid.,pág.195.
231
acción orícn ta d ora de la específica ccm p r en sión m u tu a iia cia un punto

^ S U a ^ cic'ncias em píre as a nalíticas facilitan e 1 c o n t r o 1 tecn ¡c o de los


pr 0 ceSoS del trabajo, las ciencias h erm en éu ticas a y u d an a 1a pá t i ca de
la com unicación y el esfuerzo por tog rar el con se j o. , _ .
Y a h em os v isto q ue los m étod os del a n á lisis em p in c o -a n a lit ico no
pueden garan tiza r la verd a d de la s p r ° p o s 1 c io n e s c i en tlfíc a s , s01o p u e­
den garan tizar que el p ostu la d o fa lso li a b rá de ser e x p u e sto y re ch a ­
za d o . L o q ue el m étod o cie n tífico - e l m e to d o de la c r i t i c a - d em u estra
m ás allá de tod a duda es qu e las p ro p o s icio n e s n o son v á li d as bajo
cie rt as con diciones. El m étod o de la h e rm e n e u tic a so c io lo g ic a no
p u e d e esp erar inás que esto. N o g a r a n tiz a rá la v e r d a d d el co n se n so de
la verd ad in tersu b jetiv a ; ta m p o c o 'b r in d a ra b a se a lg u n a p a ra poder
con fiar en que la acción co n certa d a com o r e s u lta d ° d el p r o c e s° de la
n e g ocia ción refleje un v e rd a d e ro c o n s e n s o r e s p e c to de los sig n ific a ­
dos. El métododela.hermenéuticasociológica, com o el d e la cien cia
sólopuedeserviralaprácticadelacomunicación
em p írico-a n a lítica ,
ensucapacidadnegativa, comométododecrítica. Puedeestablecer
algunascondicionesdelacomunicaciónqueconducenaunconsenso
falso, noválido.
Com prender es “com o seguir adelan te”; el esfu erzo intersu bjetivo de la
m utua com prensión tiende objetivam ente a u n a aceptación de norm as
que podrán regir eventualm ente el com portam iento de los participantes
de la negociación. Si los discursos que constituyen la ciencia em pírico-
analítica se refieren a afirm aciones de base (ap ortan d o validez a las
m ism as, su legitim ación), los discursos prácticos están idealm en te inte­
resados en dar un fundam ento (aportando un argu m en to racion al a las
norm as a favor d e ) de conducta. Hemos visto com o la etn om etod ologíah a
dem ostrado este objetivo form ador-de-condu cta de la negociación-del-
significado: un intercam bio verbal, relacion ado aparen tem ente con los
°bjetos “fuera-de-allí”, conduce al establecim iento, en tre los interlocuto­
r e s de pautas de relación m utua. G regory B ateson , al discu tir el m ism o
asunto en un contexto teórico diferente, d escribe el sistem a de la comu-
n icación h um ana haciendo uso de “una sintaxis y u n siste m a de categoría
apropiada para la discusión de asuntos qu e pu eden ser m anejados
m ientras que en realidad discuten las pau tas y las contin gencias de la
relación ”.8 '
Si el asunto-sujeto de am bos tipos de discu rso difieren , no así las
condiciones de su ra cionalidad, los resultados deben ser rech azados como
sin validez, si c1 discurso n o provee las bases racion ales p a r a la aceptación
de sus proposiciones.
El discurso racion al significa, en particu lar, que:

^
.
; I bid Más sobre la teon a del coc imiento-generador del interés, de Habermas, en Z.
Ct i
ma^ Towards a n ical ^ c ology, Routledge & Kegan Paul, Londres y Boston, 1973,
cap. 3.

B«a-í l s,oPííifsteíi4 l 02a" ECOlOSy 0 fM in d Paladin, Londres, 1973 |Ballantine,

232
la pretensión de validez de las afirmaciones, recomendaciones o avisos son
el objeto exclusivo de la discusión: porque los participantes, temas y
contribuciones no son restringidos, salvo con referencia al objetivo de
verificar los requisitos de veracidad requeridos; porque no es ejercida
ninguna fuerza, salvo la del mejor argumento; y porque, como resultado,
son excluidos todos los motivos excepto los de la búsqueda cooperativa de
la verdad.

A nienos que estas con d icion es estén presen tes en su totalid a d , no es


posible aceptar el con sen so resu lta n te com o reflejo de la “volu n ta d
racional” .9
En otras p a la b ra s, es p osible a ce p ta rla com p ren sión m a n ifiesta com o
“verdadera” si las n egocia cion es que la p reced ieron en cu bría n la v a lid ez
de la ba se de las con sa b id a s (y even tu alm en te aceptadas) n orm as de
conducta, si estas b a ses fu era n “puestas entre p a ré n te sis” y no se les
perm itiera lleg a r a esta r b a jo el control de los p articip an tes. S i, p or
ejem plo, a los p a rticip a n tes se los h a exhortado a obed ecer la s form a s
consabidas no p or su m érito, sino en razón d el apoyo obtenido de u n a
autoridad p od erosa , o se ved a ra a los participan tes la p osibilid ad de
considerar n orn ias e in terp retacion es alternativas.
El segundo grupo de condiciones del discurso ra cion a l se refiere a la
cualidad de la p a rticip a ció n :10

Puesto que al menos todos los involucrados tienen, en principio, la posibi­


lidad de participar en la deliberación práctica, la “racionalidad” de la
voluntad formada consiste en el hecho de que la expectativa de conducta
recíproca surge de la condición normativa que confiere validez a un-interés
común logrado sinfraude. El interés es común porque el consenso libre de
trabas autoriza solamente aquello que todos
pueden desear; está libre de
fraude porque aun las interpretaciones de las necesidades en que cada
individuo debe tener la posibilidad de reconocer lo que desea que se con­
vierta en el objeto de la voluntad-formadora discursiva. La voluntad for-
madora discursiva puede ser llamada “racional” porque las propiedades
formales del discurso y de la situación deliberativa garantizan suficiente­
mente que el consenso pueda surgir sólo a través de los intereses genera-
lizables interpretados adecuadamente, me refiero a las necesidades que
puedensercompartidascomunicativamente.
Sólo la igu a ld ad de posibilid ad es de participar en el discurso puede, p or
lo m enos p oten cialm en te, evitar un consenso basado en el frau de. N in g ú n
supuesto in terés, sea p ú b lico o privado, está exento de ser d iscu tid o
ten iendo los in v olu cra d os d erech o a participar en un m ism o plano (sólo
diferenciado p or el p od er de argum ento relevan te). En el d iscu rso
racional, sólo son
h a y p a r tic ip a n te s -y todos los in volu crad os p a rticip a n ­
tes.
N ada m ás fá cil qu e d em ostrar la irrealid ad del “d iscu rso ra cion a l” tal

DJürgen Habermas, trad. ingl. de Thomns McCarthy, Legitim ation Crisis, Heinemann,
L°ndrcs, 1976 IBeacon, Boston, 1975), págs. 107-8.
10!bid., pág. 108.
ni imi lú e d o a m p to por llaberm aB . No es sólo qu e tal d í bc urno nunca ha
mdi-ttido, salvo, quizá, para inay red acidos “g rupan p rim a rlos” , poco
a c e z a d o s ón ln sonda do la inH titiicíonnllzación, sino qu e es parbcu lar-
montó d if ícil v isaalizn r an discu rso q a o corrosp on d a a la d cscrip cíón de
H iilerm an, qao |moda tonar lo g a ro n anncom plojaB O ciedad m oderna. Sin
ornlrni'go, parn quionoH desearían rn nntener bu dcBc rípcí 6 n e n la e s fo r a de
la irrealidad, oxisLon dos ni •gil m on tos,
P rim ornm onto, ol m odelo d o “ disca rso racion al” no es m ás “ u tópico” (o,
en todo cono, no menos “ ronlistn” ) qu e, d ig a m o s el m od el o de Ia experi­
m entación ideal o los cánones del razonam icn to indu ctivo. L os experi­
m entos vordadoros tratan de aproxim arse al m o d el o ideal en d i verso
grado, poro no alcanzan nunca plenam ento el estricto requ erim ien to del
control nbs ol u Lo do la h condiciones o q u e “ JaB otraB cosas s c a n igu a les” Del
m ism o m odo, on ln práctica laH con el u si o n os so alcan zan y son aceptadas
provisionalm ento m ucho n ntcH que Ja “ u nicidad” de una d iferen cia, o la
com annlidnd de un factor com J n haya sido (p or Jo m en os) probada. El
m odelo del discurso rncionnl, al igual que todos Jos m od elos descriptivos
de lns reglas postuladas por J.n ciencia, no es una ge n eral i z ación de la
práctica, sino la 'definición de bu h ori z onte idealizado. Es la co n si gu iente
proyección de este icloal en Ias prácticas reales lo que b rín d a lo s estánda­
res de ovalu nci 6 n de los resultados, al m ism o tiem po qu e exigen la
n ccc sid a d do co m p rob aci o n es subsiguientes.
En segundo lugar, el m odelo de H ab crm a s es ad m itid o com o un
e nunc ia do do Jns condiciones tracen den talcs del consen so alcanzado
rnc i onal m ente (com prensión que puede ser considerada verdadera). Su
rol no cerniste en inform arnos quó son las reales negocíaciones-dc-
sign ificad o, sino cuáles son las circunstancias en las cuales las negocia­
ciones intersubjetivas podrían indu cir a un acuerdo racion al. En la
p rácti c a , el m odelo pone en el centro de la cuestión la b re ch a em pírica que
existe entre la com unicación real y las con dicion es ideales del debate
racion al. Su poder heurístico, al igual que el p od er de tod a m etodología
cien tífica , reside en últim a instancia en su papel de ser u n a sim p le receta
Solamentegraciasallaboriosoanálisisdelascondiciones
p ara la crítica.
trascendentalesdelconsensoracional,podemosconcebirelconsensoreal
comoresultantedeunacomunicacióndistorsionada: enconsecuencia,
comounconsensofalso. En virtud de u n análisis sim ilar sabem os cómo
in ten tar acercar el debate a las con d i c ion es de racion alidad.
El m odelo de co n s en so racional de H abcrm as, p o r lo tanto, no d ebe ser
d cj a do de lado superficialm ente. T od o lo contrario, aproxim a en tal
m n n c ra In m etodología de las cie nci as de la com pren sión al ideal de la
c rít ica guiada-por-la-vcrclad com o las reglas de la p ráctica experim ental
se acc ren n a las ciencias em pírico-analíticas.
P or lo tanto, encara el problem a de la “ com pren sión verd a d era y su
fu n dam cn ta ció n desde diversos aspectos. La bú squ ed a de esa fundam cn-
tncíón de aquí en ndclante ha sido condu cida m ediante una sim ilitud
bastante superficial con el estatus de las ciencias em p írico-an alíticas; se
había e hpe ra d o que Ja ve rdn d de la co m pre nsión se fundam entaría
even tu alm en te en Ja práctíca de los íntórpretes, qu ienes alcanzarían por
1 ° t a n to poco m e n os q u e u n a a u to r id a d m o n o p ó lic a e n los a su n to s d e la
i n t e r c e s i ó n . v e r d a d e r a, co n co rd e c o n la a u to r id a d d e q u e g o z a b a n * n
in V^St l g ad!osr f S s<? ee íl£is c1etnc1as n a t u r a les e n s u e sfd ra. E l m o d e lo de
Hai\f'nd r f l3 e ^ ^ c o n t r a e s t a s e s p e r a n z a s . D e m u e s t r a que la ra cio ­
n a r á ^ d e l d is c u r s o e n la s c ie n c ia s n a t u r a le s , c o m p a ra b le a l d e la s
cien c ia s e in p ir ico- a n a l it ic a s, n o p u e d e s e r cod ificad o s in h a c e r re fe r e n c ia
laepistemologíadela
a la s d irn en s ió n e s s o c ia le s d e l d e b a t e; e s d ecir q u e
hermenéutica^nosepuedeapartardalasociologíadelacomunicación . Si
lo s m v e s h g a o r e s s o c ia le s u s u r p a r a n el d erech o de ju z g a r la v e r a id a d
d e los s ig n ific a d o s y lu e g o p r e s e n t a r a n s u s d e cisio n e s com o v e r e d ic tos
a p o y a d o s p or la a u to r id a d d e la cien cia , se p r o d u c ir ía . otro caso de
c m n u n ic a c ió n d is t o r s io n a d a , e s d e cir u n a v io la c ió n d e la s 'ú n ic a s r e g la s
q u e p o d r ía n c o n d u c ir a la v e r d a d , de acu e rd o con la s cond iciones d e la
h e r m e n é u t ic a . E l lo g ro d e la c o m p r e n s ió n v e r d a d e r a d e p e n d e e n g r a n
in e d id a de o tr a c o s a q u e de lo s m é to d o s p u e s to s e n o b ra y co n tro la d o s p o r
lo s h e r m e n é u t ic o s. E n p r im e r lu g a r , d e p e n d e de la - e str u c tu r a d e l a
s itu a c ió n s o c ia l e n l a c u a l s e r e a liz a n ' la s n e g o cia cio n e s y d e la s c u a le s
r e s u lt a e l c o n s ig u ie n te c o n se n so .- R e q u ie r e ,' p r in c ip a lm e n te , q u e los
fu n d a in e n to s d e l a v a l i d e z d e los s ig n ific a d o s d e l a a c c ió n -o rie n ta d a s e a n
d isc u tid o s a b ie r t a m e n t e y q u e s e a n d isc u tid o s, con' ig u a le s ■d e r e c h o s ,p o r
to d o s lo s in t e r e s a d o s . E n o tr a s p a la b r a s , r e q u ie r e d e u n a o p e ra c ió n
r e a liz a d a a l a v i s t a de l a s o c ie d a d y n o p r e c is a m e n te c e n tr a d a e n la
p r á c tic a d e l o s e x p e r to s . ' -■■■■ , — ■
E n el c a m in o del c o n se n so v e r d a d e ro el m a y o r ob stácu lo es la e str u c tu r a
de d o m in io , q u e d e s a f ía la s d o s c o n d icio n e s ' d e l ; co n se n so 'r a c io n a l. Se
s u p r im e l a d is c u s ió n s o b r e lo s fu n d a m e n to s de v a lid e z de la s .n o r m a s de
co n d u c ta y s e r e e m p la z a n por la s le g it im a c io n e s de la a u t o r id a d s a g r a d a
o s e c u la r q u e le s d ie r o n o r ig e n . 1 ( S e g ú n M i c h e f F o u c a u lt,' e n 'la p a r te
c o n s titu tiv a de la “fo r m a c ió n d is c u r s iv a ” -son r e sp o n sa b le s d e los s ig n ifi­
cados a c e p ta d o s s o c ia lm e n t e la s p r e g u n ta s . “¿ q u ié n h a b la ? , ¿ Q u ié n -de
e n tr e la ■t o t a lid a d .d e lo s in d iv id u o s h a b la n t e s se ' a trib u y ó el derecho de
e m p le a r e s t e tip o de le n g u a je ? y lo s “sitio s in s titu c io n a le s ” a p a r tir de
cuya' c o n tr ib u c ió n se e la b o r a 'e l d is c u r s o .11 ' ■ ■ ■ . ' :
E n la t e o r í a d e H a b e n n a s esto es^ u n a tr ib u to de la c o m u n ic a c ió n
d is t o r s io n a d a ; u n a t r ib u to q u e m u c h o s e tn o m e to d ó lo g o s -tie n d e n a d e ja r
d e la d o .) Y lo s r o le s a c tiv o s y p a s iv o s d e lo s e m is o r e s y lo s r e c e p to r e s e n
e l d e b a te q u e d a n . p o r c o m p le to s e p a r a d a . L a s lt u a c ió n , e n conju.nto , se
a p a r ta m u c h o d e -u n i d e a l en' e l c u a l “n o 1se e je rce n 1n g u n a f u e r z a , sin o la
d e l m e jo r a r g u m e n t o ” . : 1 ' ; ■ ■ ! ; , '■
D e e s to s e e x t r a e n im p o r t a n t e s con clu s1 o n e s p a r a u n a s o ci° rágm cuyo
m a x im o v a l o r e s e llo g r o ' d e u n c o n s e n s o r a c io n a l - a c u e do> b a s ad o e n Ia
v e r d a d - . L a so ci ol o g í a n o - p o d r á cu m p llr con e s te m odelo s1 se d ? r: u m b a -
el “p iso t o p e ” d e su “d o b le h e r m e n e u t lc a ”; s 1 £5u a c tlv ld a d a
c o m p r e n d e r y e la b o r a r e l c o n s e n s o co rrlen te . lo g r a d o ' s o c ie t a n a m e n t e ,
c o n se n so a lc a n z a d o y so ste n id o - e n c o n d ic io n e s poco p r o p ic ia s p a r a e

“ Michel Foucault, trad. ingl . de A . M. Sheridan SJÚth TheArchaeology ofKhcuOedg',


Tavistock, Londres, 197a [lrvington. Nueva York, 19 / 2 1, pags 5 0 -51 .

235
co
d iscurso rad on a l. Tanipo podrá cum pH r con ^ m o d ^ si olv ida el "piso
de sustento” d e su herm en éutica y con sidera su a c tiv id ad com o apartada
del consens o m undano y, en con secr a a, p or 1 as co n dici ones sociales
que nada aportan al discurso ra ci0nal; es deci r , si con sid era su activ id ad
como el ú n ico cam po con el cual las p a u ta s de la v e r d ad p u ed en ser
v a lorad a s. L a v alidez universal (la verd a d ) de la co m p re n sion con s ensua­
d a, com o im p rescin dible ideal de n u estra c iv iliza d orn p u ed e m u y bien
servir para u n a sociedad que se proponga.u n a t e ° r ia rev olu cion a r ia ca.paz
d e m ostrar un cam ino que la sociedad p u ed a r e c o r r e r h a c ia condiciones
progresivam ente liberadas .de los ob stá culos del co n se n so r a d enal.
E l r ol d e los in vestigadores sociales p u ed e se r d eci sivo, no solo para
d esarrollar estas teorías (lo cual es in d u d a b lem en te su tarea). Pueden
desem peñar tam bién un papel p rom in en te al fa cilita r s u a ctu a liza d ón , es
decir brindan do las condiciones de la v e rd a d e ra com p ren sión . Repitam os
que su papel no será diferente, en esencia, del de lo s in vestig a d ores de las
ciencias naturales. L a contribución m á s esp e cta cu la r h ech a a la vida
h u m an a p or las ciencias em pírico-an alíticas con siste en la crítica cons­
tante de la actividad tecn o-in strum ental h u m a n a . La con tribu ción de las
ciencias a la com prensión puede consistir en u n a crítica de la práctica
social. A l poner en 'descubierto los elem en tos d istorsion a d ores en las
situaciones del discurso, estas ciencias p u ed en p a rticip a r en la siem pre
creciente aproxim ación a las condiciones de u n a .socied a d racional.
Laspautasdeverdadmediantelascualeselcontenidodelconsenso
puedeserjuzgado(distinto de los. está n d a res-d e. a cep ta ción in tern a de
determ inado sector social) sólopuedenserlaspautasidealesdeldiscurso
racional. . _ . '
R esu m ien do:. los m étodos de . la activid a d cien tífica con ocid a como
sociología deben ten er en cu en ta e l h ech o de q u e -a l- con trario de las
ciencias que en caran la n atu raleza com o su o b je t o - la n egociación y el
consenso en sociología in clu y en su s objetos c o m o “ su jetos recon ocid am en ­
te au tón om os”. La sociología n o . puede evitar. esta r perm an entem en te
em peñada en un discu rso con su objeto; en e ltr a n s c u r s o de este discurso,
tanto los tebjetos” com o los “ su jetos” h a ce n ■u so esen cia lm en te de los
m ism os recu rsos. Por lo .tanto, en sociología, el con sen so es bu scado en
u na n egociación com ú n cuya escala se e x tien d e m á s allá de-los lím ites de
la propia sociología p rofesion al. . .
La sociología in te re sa da en la com p ren sión ob jetiv a (verd adera), en
consecuencia, no ^ t e e n traña la p re -o cu p á ció n p o r la s regla s del con senso
entre ^os sociólogos, sino un rnterés in ten so por la s con d icion es que ponen
de relieve el logro del con sen so en la socied a d tod a . L a sociolog ía está
_ i• m t ? l i e , no a p esa r de, o com o v iola ción de sus
m otivos de busqueda de la -verdad, sino com o co n se cu e n cia de dich os m o-
i iv os*Inv ers^m en te, la sociolog ía p u ed e p e rse g u ir su ob jetiv o en bu sca de
^ , iferen te de la com p rensión m e ra m e n te co n se n sual, sólo en
vnr u eS1;1 com prom iso activo con la ta rea de p ro m o ció n de la igualdad
de í)portun idades y en la dem ocracia.
J f f espe 1cíficain en te sociológ ica de este com p rom iso no puede
sistlr sin° en la ap lica ción del m étod o cie n tífico gen era l de la crítica
236
a la invest iga ci0n d el c o n s e n s o tog m f o en l a s o d edad. D el mi sino no do
que la cien cia ein p1e.a e 1 11 10d el0 del experim en to ideal para exponer y
even tu a b n en te elim m a r ? efectos en la p ractica de los científicos, del
mism o rnodo la soc1ologia d e la coin n n icación ideal para poner en
evidencia y ev en tu a lm e n te p r ° cu ra r elim in ar las im perfecciones en la
nráctica del co n se n so so cie ta rio .
L a ep istem o lo g ía d e l a t a r nm n éu tica, u n a v e z absorbida por las ciencia
sociale s es. tr a n s fo r m a d a en sociolog m del consenso com unitario en
general, y en el co n s e n so esp u rio y verdadero en particular. La metodo­
logía d e l a in te rp re ta c ió n v e rd a d e ra - e l in teres m ayor de la herm enéu­
tica-- se t ran sform a en la te o r ía de la estructura social, la cual facilita
ideahn e n t e l a com u n ica ció n tota l y la gen uina universalización de las
Eléxitoprácticodelasociologíaasíestudiadasólopuede
forin as de v id a .
m
seredidoporelgradoenquelaoposiciónentreconsensoyverdadseva
redUdendogradualmente,ydesaparecepaulatinamenteelpj-cbUmade
lacomprensióncornounaactividaddiferentedelaDida,^munitoria,.

237
ÍN D IC E

Introducción:

El desafío de la h e r m e n é u tic a ........................................ ............... 7

1. El su rgim ien to de la h erm en éu tica .. ........ ............................................ 2 1

2 . La com p ren sión com o activid ad de la historia:

K arl M a r x ................................................ 45
3. La com p ren sión com o activid a d de la historia:

M ax W e b e r .......... ..........................................:...... .........................................65

4 . La com p ren sión ' com o a ctivid a d de la historia:


K arl M a n n h e im ............................................................................................. 85

5. La com pren sión com o a ctivid a d de la razón:

E dm un d H u s s e r l.........................................................................................1 0 7
6 . La com p ren sión com o activid a d de la raz ó n :

T a lcott P a r s o n s .............................................................. 12 7

7. La com p ren sión com o activid a d de la vida:

M artin .............................................................................................................1 4 3
8 . La com p ren sión com o activid a d de vida:
-■ ^ 165
desd e S ch ut z a 1a et n om etodolo gí a ............. .......................................

9 • L a com p ren sión com o ex p a n sion de la f ° i ma de vida •—............... 1^7

10. C onsenso y v e r d a d ................... ,........ ............................ ........................

239

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