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Los jóvenes como peligrosos y marginales fueron blanco de la sociología y el cine desde
mediados del siglo XX. “Ahora se suma la victimización de la juventud, es decir, convertir
a los jóvenes en víctimas, de la desocupación, del accionar policial”, sostiene el intelectual
argentino Dardo Scavino. “Pero para el pensamiento que aquí comienza con Echeverría y
Alberdi, la juventud no era simplemente una víctima, era un sujeto capaz de crear otro tipo
de sociedad”. Precisamente en el surgimiento, las transformaciones y el ocaso del culto a la
juventud en los siglos XIX y XX está el eje de su próximo ensayo, que editará Eterna
Cadencia, y que adelantó en una conferencia pública en la Universidad Nacional de San
Martín, con el sugerente título “La apoteosis de la juventud o el surgimiento de un discurso
moderno”.
–¿Cómo se vincula esta juventud divina con “La palabra minoría”, concepto que
trabaja en otro texto?
–Allí se muestra que hasta la Revolución Francesa, los pueblos se pensaban como
individuos que tienen infancia, juventud y edad madura; y el ideal al cual se tendrían que
dirigir todos es hacia esa madurez cultural social que, por supuesto, para los pensadores del
siglo XVIII había alcanzado Europa. Por eso aparece la versión imperialista de este
pensamiento.
–¿Desde cuándo se da esta división entre los pueblos?
–En realidad los menores para los antiguos romanos no eran sólo los menores de edad, sino
todos los que no se podían gobernar a sí mismos (mujeres y esclavos) y deberían vivir bajo
la tutela de otros. En Roma, a los 17 años se hacía la juvenalia que es una ceremonia donde
se le entregaba al joven la toga viril que lo habilitaba para ir a la guerra. La juventud sobre
todo es la etapa de la vida de los individuos en que pueden hacer la guerra, y dura hasta casi
los 50 años. A partir de entonces ya es un senior , como diríamos hoy, y su función es más
política que guerrera: se encarga de los asuntos públicos en la paz.
–En la Argentina, sin embargo, perdura la idea de juventud política relacionada con
los proyectos utópicos.
–En América Latina en general ese proyecto del hombre nuevo sigue teniendo vigencia, se
lo sigue valorando, a diferencia de lo que puede ocurrir en Europa donde es algo que quedó
absolutamente obturado y fue dejado de lado.
–¿Desideologizado?
–Sí, lo que ahora llaman biopoder. Antes el poder actuaba sobre la vida social y existencial;
hoy puede actuar directamente sobre la vida biológica. Se pueden seleccionar o suprimir los
futuros hombres de acuerdo a sus características. Las políticas eugenistas del nazismo se
pueden llevar a cabo hoy con muy poca dificultad. Además, el mejoramiento de las
capacidades humanas a partir de los implantes o las conexiones con lo cibernético da lugar
a un nuevo tipo de sujeto y de subjetividad. Esa es la gran novedad del siglo.