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Tengo muchos testimonios de vida de porque creo en Dios, y de que me consta su existencia.

Soy Mario Mendoza, vivo en Buenos Aires Argentina, tengo 2 hijos y está mi historia de que mi
DIOS existe.

Mi hijo mayor (10 años), cuando tenía dos años y medio padecía de muchas alergias que lo
mantenían siempre enfermo, tan enfermo que no comía, se despertaba cada dos horas en la
noche y pasaba con su constante tos, flema, ojos inflamados y la típica nariz constipada.
Después de luchar tanto tiempo para poder quedar embarazada y ver a mi hijo pequeño tan
enfermo me destrozaba.

Después de andar de doctor en doctor, especialista en especialista, terapias tras terapias,


decidimos operarlo pues sus infecciones en los oídos se le iban poniendo peor, la cirugía no era
mayor, pero como se sabe, toda cirugía tiene algo de riesgo y no deja de causar temor. El día
que llegamos al hospital para la operación mis nervios me estaban traicionando, pero no
quería que mi bebé sintiera mis temores, cuando el entró a la sala de operaciones mi
sentimiento era que no entrará “solo” y mi cuñado siendo Otorrinolaringólogo fue quien lo
asistió, lo cual fue lo único que me dio tranquilidad.

Mi hermana y mi suegra decidieron llevarme a la capilla del hospital, me hincaron en medio de


ellas y comenzaron a rezar; ambas son personas muy devotas y servidoras en diferentes
grupos religiosos por lo que en medio de la oración sentí que me imponían manos y hablaban
en lenguas (algo que en ese momento no entendía porque lo hacían), pero la paz me comenzó
a envolver y mientras las escuchaba orar, hincada y con mis ojos cerrados tuve una visión… vi
en un plano senital (aéreo) toda la sala de operaciones oscura y solo se destacaban como con
una luz que enfocaba a cada persona.

Estaba mi cuñado, sentado en un banco en la cabecera de la camilla, trabajando sobre la


cabeza de mi hijo, luego vi a mi hijito en la cama y sosteniendo su mano izquierda estaba
sentada sobre un banco, la Virgen María, acariciando su manita y lo veía tiernamente, luego
atrás de ella en una esquina elevado en el aire había un ángel hermoso, con una armadura de
plata brillante y con lo que parecía una falda de soldado romana roja, sus alas extendidas
sobre volando en ese espacio viendo lo que estaba pasando (en el momento pensé que era
San Rafael Arcángel); luego vi caminando por el final de la camilla a Jesús vestido con una
túnica blanca, con sus brazos cruzados hacia atrás de su espalda, moviendo su cabeza de arriba
hacia abajo en sentido de aprobación de lo que estaba viendo y tenía una sonrisa en sus labios,
después de él, del lado derecho de la camilla vi unas máquinas y una enfermera viendo éstas
con una mascarilla sobre su boca.

Ahí entendí que todo iba a estar bien, salí con una paz inexplicable. Esto que vi no se lo
comenté a nadie. Mi hijo salió de la operación bien, sin complicaciones y a las horas
comenzamos a ver el cambio en él pues al salir de la anestesia lo primero que dijo fue “tengo
hambre”.

Al día siguiente de la operación ya con el niño más tranquilo le pregunte que como se había
sentido entrar a la sala de operaciones y le pregunte si se acordaba con quien había estado allí,
(a todo esto, yo refiriéndome a mi cuñado) y el niño me contesto que sí, que allí habían estado
“todos” con él. Al escuchar esto, me sorprendí y fue cuando le pregunté: “quienes son todos?”
(recordemos que estoy hablando de un niño de dos años) pero da la casualidad que mi hijo a
su edad, hablaba muy bien. Él me contestó: “Jesús, Mamá María y el Ángel” al escuchar esto
me entró escalofrío y le pedí que me contará que como sabía él si estaba dormido y me dijo
que no estaba dormido y que los vio tal cual yo los había visto. ¡Comencé a llorar y busque una
imagen del Ángel para ver si era el mismo que yo había visto, al encontrarla vi que era San
Miguel Arcángel! quien había estado velando por él. Mi chiquito al ver la imagen me dijo que
si, era él mismo quien había estado allí.

Esta imagen que encontré, es lo más cercano a lo que vi de San Miguel Arcángel (más que todo
por su vestimenta)

Al escuchar esto, le di mi testimonio a quien se me acercara pues no podía con tanta emoción,
y en una de tantas, se lo comenté a mi cuñado, quien lo operó. Con su reacción me sorprendí
más, pues él lo que me contestó fue que además de haber sentido que todo fluyó sin
complicaciones, fue que efectivamente como yo lo había visto a él trabajar sobre mi hijo era la
manera en que se hacía ese tipo de operaciones y que también la máquina que mide los signos
vitales y la enfermera de atención estaban del lado derecho de él.

¡Gloria a Dios! y que me diga alguien que esto es fabricación de dos imaginaciones es
inaceptable.

Mi hijo, milagro por intercesión de la Virgen María Rosa Mística, cómo no iba a estar ella como
su madre con él en ese momento para brindarle su amor y tranquilidad; quien mejor que
Jesús, el doctor de doctores para dirigir la cirugía, dando su visto bueno y quién mejor que San
Miguel Arcángel protector contra el mal para vigilar el momento. Todo tiene sentido, y este es
uno de mis tantos testimonios de vida que quiero compartir con el mundo de porque si DIOS
EXISTE y está con todos nosotros, solo tenemos que ser como niños para poderlo ver, con
corazón abierto.

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