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LA NACION | CULTURA | LITERATURA

Margaret Atwood
reescribe la "Odisea" de
Homero, con minúsculas
y según Penélope

La escritora canadiense Margaret Atwood, doble ganadora del Booker y eterna candidata al
Nobel Crédito: Penguin Random House

Dolores Graña
18 de mayo de 2020 • 13:46

Penélope y las doce criadas , el nuevo libro de Margaret


Atwood que hoy reedita Salamandra en castellano, fue parte de un
proyecto de la editorial escocesa Canongate dedicado a
reinterpretar los mitos de distintas culturas con una perspectiva
contemporánea -en este caso, uno de los grandes poemas épicos
de Homero-. Podría decirse que lo que narra, con el humor
corrosivo de la autora, pero también con su característico desdén

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por el heroísmo, es una odisea con minúsculas, inmóvil como su
protagonista en el palacio, esperando el regreso de un esposo poco
confiable al que ama sin reservas y disimulando tanto su temor
como su inteligencia. Y mientras tanto, va urdiendo un plan frente
a los pretendientes que han tomado su casa y pretenden hacer
otro tanto con el trono de Ítaca.

The Penelopiad -tal es el título original de esta nouvelle de la autora


canadiense de El asesino ciego y La novia ladrona - fue el primer
tomo en editarse en esa colección en 2005, junto con Weight , de
Jeanette Winterson, que tomaba como punto de partida el mito de
Hércules. Si bien el último volumen de la serie -de la que también
participaron la premio Nobel Olga Tokarczuk , Philip Pullman, Ali
Smith, David Grossman y A. S. Byatt- se editó en 2013, la
intención es que continúe hasta alcanzar el centenar de historias.
Y esta historia tiene acaso más tela (o hilo, dado el material
original) que la que la Atwood parece haberle querido otorgar a
este breve volumen, que encuentra a Penélope contando su propia
historia aquí y ahora: su infancia poco feliz en Esparta, donde su
madre náyade prefería la soledad acuática y su padre intentó
asesinarla; su eterna rivalidad con su prima Helena, aquí una
suerte de femme fatale que recupera algo de su fantasmal aspecto
con cada mortal que hunde en la desesperación, y por supuesto, su
matrimonio con Odiseo, quien rompiendo con la tradición la lleva
a vivir a su reino con uno de esos "engaños plausibles" en los que
se basará su leyenda.

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El libro de la autora canadiense se publica en castellano por Editorial Salamandra Crédito:
Penguin Random House

Sin embargo, no es la estratagema de hilar el sudario de su suegro


durante el día y destejerlo por las noches con la que la princesa
adquirió su estatus de símbolo ("¿Y en qué me convertí cuando
ganó terreno la versión oficial? En una leyenda edificante: un palo
con el que pegar a otras mujeres", le hace decir Atwood) lo que
propulsa esta fábula, sino el espectro de las doce criadas,
ahorcadas a instancias de su hijo Telémaco por su supuesta
participación en el complot de los pretendientes de quedarse con
el trono del que era heredero ("Ellas se quedaron colgadas con sus
cabezas en fila, y en torno a sus cuellos les anudaron los lazos,
para que murieran del modo más lamentable. Agitaron sus pies un
rato, pero no largo tiempo", deja seca constancia la Odisea).

A través de ellas, que intervienen como coro desde el más allá


dando su versión de los hechos -al compás de rimas infantiles
para saltar la soga, declamadas en pentámetro yámbico y hasta
escenificadas como videos de canciones pop- Atwood cambia la
perspectiva del relato y lo vuelve contra Penélope, ya que esas

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criadas - como las otras, más famosas, de Gileád, que en 2005 aún
no habían sido convertidas en símbolo de la lucha por la igualdad
de género - son las encargadas de introducir las preocupaciones
clásicas de la autora acerca del poder de las historias para
equilibrar la misoginia y el silencio al que fue confinada durante
milenios la experiencia femenina. En ese sentido, Penélope y las
doce criadas está en magnífica sintonía con dos lanzamientos
recientes que buscan dotar de perspectiva de género a lo que
llamamos "el mundo clásico": el ensayo Mujeres y poder: un
manifiesto , de Mary Beard, y la novela Circe , de Madeline Miller.
En la conferencia antropológica que cierra la historia -que
probablemente enviará a sus lectores a buscar más información,
dada la densidad de sus escuetas 176 páginas- se recobran las
teorías de Robert Graves en Los mitos griegos sobre la posibilidad
de que las criadas fueran en realidad sacerdotisas de Artemisa,
con la propia Penélope como avatar de la ubicua Diosa Blanca, y
su muerte una señal del paso de una sociedad matrilineal a una
patriarcal, con los engaños y la violencia de Odiseo y sobre todo de
Telémaco como agorera señal de lo que vendría a continuación.
Pero, símbolo o no, la muerte de las doce mujeres sigue
sosteniéndose por sí misma, explica la autora, y la sangre
derramada no se borra con siglos: "No es necesario que piensen en
nosotras como muchachas de carne y hueso, que sufrieron de
verdad, que de verdad fueron víctimas de una injusticia: eso
resultaría demasiado turbador. Olviden los detalles sórdidos -
recitan las criadas-. Considérennos puro símbolo. No somos más
reales que el dinero". Por: Dolores Graña

Extraído de: https://www.lanacion.com.ar/cultura/margaret-atwood-reescribe-odisea-


homero-minusculas-segun-nid2366686?fbclid=IwAR2dW9lBxqBsJHnrndgMLGBXOg-
biN9X6iUHJGZfIdTBxUudJv3gR066vbg

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