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Facultad de Psicología
Tesis de Licenciatura
Octubre 2019
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Agradecimientos:
A la Familia, por todos los momentos de aliento y amor que me dieron durante estos 6
años
A los Amigos, por festejar cada pequeño logro como el triunfo de una gran batalla
A mi tutor Bruno, por la dedicación con la que me acompañó en este proceso de tesis
A la Universidad de Buenos Aires, por ser la casa de estudio que no solo me enseño
sobre psicología sino también sobre la vida
Aquellas huellas del cariño recibido, siempre hablarán en esta futura licenciada que
comienza a dar sus primeros pasos.
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Índice
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Introducción
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A su vez, analizaremos el aspecto dual del síntoma, y la importancia que
tienen las fantasías allí. Como así también revisaremos la cara real del síntoma, es
decir lo incurable de la neurosis. Dejando entrever que en la clínica la complejidad
no tendría que ver con la diferencia entre los sexos, sino con el aspecto gozoso del
síntoma. Para pensar de qué manera se puede producir un saber hacer con este.
Las ideas sobre las relaciones de poder que plantea Foucault se relacionaran
con el concepto de goce femenino, demostrando que estas atraviesan la producción
de subjetividades y los cuerpos. Mostrando que aquellos dichos que se le atribuyen
a hombres y mujeres responden a un juego de poderes que se encuentra
invisibilizado.
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obra de Lacan referida a la falta de material simbólico -planteando que el sexo
femenino tiene un carácter de ausencia, de vacío- se seleccionarán algunas
investigaciones que problematizan la cuestión del goce y la sexualidad femenina.
Iuale, Lutereau, Thompson (2015) retoman en su libro “Ese oscuro objeto del
deseo: clínica de las posiciones femeninas”, la pregunta por el goce femenino. Para
los autores el enigma del goce femenino se desprende del encuentro con la mujer
con la que cada quien tiene que vérselas, ya sea por la asunción de la sexuación o
por una elección amorosa. Destacan que existe una confusión que es consecuencia
de la ausencia de la inscripción de un real (la mujer) y el encuentro con ella. Lo que
se está velando es la pregunta amordazada sobre la dimensión de la verdad, el real
propio del psicoanálisis: el goce. Coinciden en que el abordaje de la mujer es una
por una, y que independientemente de los atributos masculinos o femeninos que el
sujeto porte, es decir ausencia o presencia del pene, no sería determinante para
ubicarse del lado mujer. Se trata de pensar el goce femenino bajo la constitución
lógica del campo de la mujer como conjunto abierto, donde el significante de la falta
en el Otro denuncia ese real que no logra capturar bajo las redes del discurso, que
expone un goce en el cuerpo que se siente pero del cual nada puede decirse.
Por último Luce Irigaray (2010) advierte sobre el rol de la cultura y la sociedad
en torno a la indiferencia sexual, es decir la existencia de un solo sexo: el masculino.
La autora menciona que en las sociedades patriarcales el modelo de lo masculino
se ha apropiado de la corporalidad de la sexualidad femenina y de su subjetividad.
Por otro lado, expresa que el concepto de goce femenino siempre se ha leído bajo
los parámetros del sexo masculino donde la mujer queda reducida a la idea de
objeto erótico. Su apuesta es por la diferencia, defiende que cada sujeto tiene su
forma de pensar, sentir y de hablar que no se desprendería de la biología humana.
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Marco teórico
Sólo más tarde pude discernir en esta fantasía de seducción por el padre la
expresión del complejo de Edipo típico en la mujer. Y ahora reencontramos la
fantasía de seducción en la prehistoria edípica de la niña, pero la seductora es
por lo general la madre. Empero, aquí la fantasía toca el terreno de la realidad,
pues efectivamente fue la madre quien a raíz de los menesteres del cuidado
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corporal provoca sensaciones placenteras en los genitales, y acaso hasta las
despertó por primera vez (p.112)
En la misma línea, en la clase XIII “La pregunta histérica (II), ¿Qué es una
mujer?”, Lacan plantea la feminidad refiriéndose a la disimetría fundamental del
complejo de Edipo en ambos sexos. Lacan (1955-1956) menciona: “hablando
estrictamente no hay, diremos, simbolización del sexo de la mujer en cuanto tal. En
todos los casos, la simbolización no es la misma, no tiene la misma fuente, el mismo
modo de acceso que la simbolización del sexo del hombre. Y esto, porque lo
imaginario sólo proporciona una ausencia donde en otro lado hay un símbolo muy
prevalente” (p.251). Líneas más abajo:
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masculino en lo que éste tiene de provocador, y que una disimetría esencial
aparezca (p.252)
Hipótesis
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matemas S(A) Y el fantasma perteneciente al Grafo del Deseo y las Fórmulas de la
Sexuación de Lacan.
Objetivos
Objetivo general
Objetivos específicos
Metodología
Desarrollo
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En la clase VII “Una carta de almor” del Seminario 20 Lacan, expone en su
pizarra las fórmulas de la sexuación, a pesar de que se pueden encontrar
antecedentes en sus Seminarios 18 y 19.
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Luego describe el lado derecho, el lado mujer y agrega que posicionarse allí
no depende si el sujeto está provisto o no de los atributos masculinos. El todo será
vetado por el no-todo. Lado hombre y lado mujer serán posiciones por el hecho de
habitar el lenguaje.
Del lado mujer, Lacan retoma la pregunta que Freud dejó planteada: ¿qué
quiere una mujer? Expresando que no sería correcto decir “la mujer” a partir que se
la anuncia como no-toda: “aquí no hay sino La tachado” (Lacan 1972,p.98) y este
La tachado estaría relacionado con el significante de la falta en el Otro. Avanza un
poco más diciendo que el Otro es el lugar donde la verdad balbucea, si ese es el
lugar donde todo lo relacionado al significante viene a articularse, debe ser
considerado en su fundamento como un lugar radicalmente Otro. Por eso señala al
Otro como S(A). No habría Otro del Otro. Se podría definir a la mujer como
radicalmente Otra para sí misma por su relación con el falo y con S(A). Diferente
será del lado hombre dónde el falo es soporte del goce fálico o como también llama
Lacan “el goce del idiota”.
Luale, Lutereau, Thompson (2015) definen al goce femenino como ese goce
Otro que no es aprehensible por vía del semblante. Se entiende por semblante
aquello que se da a ver, es decir, una vertiente imaginaria que velará el organismo
siendo el regulador y el soporte del discurso. Si el goce fálico es subjetivable, el Otro
goce se presentaría como lo que no se deja aprehender por el discurso, quedando
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por fuera del semblante pero no sin relación a este. “La aspiración lacaniana de un
discurso que no sea del semblante, es solidaria de la aspiración de subjetivar el
goce Otro” (p.61) es decir que no se lo pueda reintegrar en la trama discursiva no
significa que nada pueda hacerse con él.
Del lado de la mujer existen dos vectores: uno que se dirige hacia el falo
atravesando la barra hacia el lado hombre del esquema y otro hacia el significante
de la falta en el Otro.
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Se habla del reconocimiento y de la parcialización de ella como objeto, “si el
semblante de la mujer da lugar a un efecto sujeto a nivel de la verdad, si para Lacan,
el deseo es la verdad de la demanda, debajo de la demanda de satisfacción, de la
reivindicación de derecho al goce de la mujer, se esconde el deseo de deseo”
(Lutereau 2018, p.78); es decir la mujer iría en busca de averiguar si es deseada o
no por el hombre.
Por otro lado el segundo vector que parte de La mujer hacia S(A) es el límite
que ubica Lacan como lo no subjetivable del goce femenino. Acá se podría pensar
en la constante búsqueda de la palabra de amor y las mentiras del partenaire
intentando velar la falta en el Otro. Lacan finaliza su clase VII del Seminario XX
expresando que el discurso analítico siempre gira en relación al amor y que aún no
se ha podido encontrar una única respuesta sobre ese goce Otro pero “el
inconsciente nos enseñó algo, es en primer término que en algún lado, en el Otro
eso sabe. Eso sabe justamente porque los significantes con que se constituye el
sujeto son su soporte” (Lacan 1972, p.106).
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palabra y la importancia de su enunciación. Las fórmulas de la sexuación serían
modos de analizar y categorizar dichos: dichos hombres y dichos mujer. Colette
Soler (2015) dice que solo se alcanza un saber verdadero si es producido por la
operación de la palabra transferencial en acto. En análisis se puede hablar en modo
hombre o modo mujer solo porque existen significantes, más allá siempre se
encontraría el falo, buscando serlo o tenerlo. Como se dicen diferentes, se
relacionan desde su diferencia.
Si Lacan caracteriza el lado hombre como aquel donde se inscriben los seres
hablantes para quienes ha operado la castración, para los que se encuentran
atravesados por el “todo”, para los que forman un conjunto cerrado, del otro lado,
del lado mujer, se partirá de la negación de la existencia de una excepción, de la
imposibilidad de un “para-todos”. Si se sostiene que del lado hombre se puede
plantear un ser, (el ser de la ficción fantasmática), el lado mujer al relacionarse con
el significante de la falta en el Otro, el objeto a y el La tachado demostraran la
imposibilidad de este ser. Una mujer sólo podría decir algo de su ser si se
posicionará del lado hombre. Es decir a través del armado de una ficción. La
diferencia de los sexos determinaría la relación del sujeto con su goce. El sujeto
adviene al mundo y se encuentra con el discurso del Otro que marca qué es ser
hombre y qué mujer. Se presenta una ambigüedad sobre cómo posicionarse del
lado masculino o femenino porque existe un vacío: “no hay relación sexual”, y el
único dato que ayudará a ordenar esa ambigüedad es la función fálica que podría
decir algo de las posiciones sexuadas de goce a nivel inconsciente.
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el semblante ser el falo. Nos muestra que con respecto al goce, mujer y hombre se
ven afectados por el rol fundamental que juega el falo ordenando sus modos y
semblantes.
Ahora bien, ¿se podría pensar el goce femenino como acceso a la verdad?.
La respuesta se deduce de la Hipótesis principal: sólo si se lo piensa como un
operador clínico que se relacione con el saber. El psicoanálisis opera mediante la
palabra y busca alcanzar algo de lo real, será a través de los dichos de los
analizantes, quienes relatando sus experiencias, logren alcanzar algo de su verdad
singular. El analista se encargará de prestar atención a sus discursos, interrogar los
equívocos significantes y producir en conjunto un saber sobre la verdad del goce
femenino.
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último “el acceso a la verdad requiere de un borramiento del yo, de un vaciamiento
del sujeto que le permita oír y recibir la verdad, implica un salirse de sí mismo para
ser en el Otro” (Bonoris,2015,p.92).
La pregunta ¿qué quiere una mujer? siempre se realiza desde una posición histérica
situándose del lado hombre de las fórmulas de la sexuación. Esta pregunta no deja
de ser un modo neurótico de preguntarse y la forma neurótica es la de pregunta no
desplegada. No se despliega, y se supone una respuesta anticipada para no llegar
a lugar donde la pregunta no tiene respuesta. Esta respuesta se localiza al nivel del
fantasma.
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En primer lugar S (A) es el sitio dónde el Otro no responde y observando el circuito
en forma de pregunta de la parte superior del grafo se llega a la pregunta ¿qué
quiere el Otro de mi? pero que no se haya respuesta, pues falta material simbólico,
es decir “significante de la falta en el Otro”. Esto genera angustia, y es por eso que
el neurótico desvía el recorrido y toma el atajo del fantasma. Esta sería la manera
neurótica por excelencia de regular el deseo y de sostener el deseo en una versión
“hacia el padre”. Del lado hombre hemos mencionado que aborda a la mujer a través
del “a”, del fantasma, es decir tapona la falta en el Otro. Se podría pensar que no
se realiza la pregunta para no alcanzar ese lugar donde no hay respuesta. Pero del
lado mujer al estar relacionada con la falta en ser, se haría lugar a la pregunta, es
decir, a una construcción distinta del saber. Partiendo de esos momentos del orden
del acontecimiento que hacen tambalear sus respuestas anticipadas, se permitiría
ser Otra para sí misma, e intentaría producir un saber respecto a ese goce Otro.
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En la clínica el analista cuenta con dos cadenas: una la del enunciado, lo que
el sujeto dice y otra de la enunciación, lo que el analista supone. Alfredo Eidelsztein
(2005) explica que toda cadena significante busca cerrar el círculo de su
significación, el círculo de la cadena inferior cerraría en s(A), pero en el caso de la
enunciación inconsciente, es decir la cadena superior, el mensaje se cerraría en
S(A). Se podría pensar que aquí hay un error conceptual, dado que se afirma que
el cierre de significación se produciría en un significante. No se debe olvidar que se
está hablando del nivel inconsciente, la otra escena. Aquí solo hay
representaciones, ni afectos, ni valores, “La cadena inconsciente cierra su mensaje
en un significante, entonces, como no podía ser de otro modo, porque, como tales,
las significaciones no participan del inconsciente. Ahora, el significante sobre el cual
se cierra la cadena del piso superior es S(A), que es el significante de la falta de
significante en el Otro”(Eidelsztein,2005,p.198).
Ahora bien, esta falta que inscribe el significante de una falta en el Otro, es
lo que da la pauta de que no hay Otro del Otro, dejando ver que el Otro no es
omnipotente sino que se encontraría en falta. Es decir, no habría A de A, A no es
idéntica a sí misma. Esto permite pensar la verdad que “se trata de la misma
estructura: no hay verdad que pueda decirse a sí misma verdadera[…] toda verdad,
para postularse como verdadera, debe decir de ella misma que no es mentirosa, al
igual que toda mentira”(Eidelstein,2005,p.199). Es por eso que Lacan postula que
la verdad tiene estructura de ficción, la verdad no cobraría valor por sí misma, sino
a partir de la falsedad.
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funcionamiento no tiene un carácter limitante o represivo, es más bien una realidad
positiva que, enlazada con el saber, produce subjetividades y dispone de los
cuerpos”(Foucault, 1976). Acá se puede observar que el saber tendría que ver con
una fuerza de poderes, con el ejercer y hacer que las personas se comporten de
determinados modos por sí misma. En esta línea sería importante volver a pensar
esos dichos que se le atribuyen tanto a mujeres como a hombres, comprendiendo
que los mismos son productores de subjetividad y responden a un juego de poderes
que está invisibilizado.
Lacan el Seminario 20 dice “la clave de lo que expuse este año concierne lo
que toca al saber, y puse el énfasis en que su ejercicio sólo podría representar un
goce”(Lacan,1972,p.165) es decir que el ejercicio del saber, entendido como
articulación significante, representa el goce del Otro.
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Conclusión
Este trabajo permite concluir que el concepto de goce femenino se puede pensar
como modo de acceso a la verdad. En la obra de Lacan basándose en las fórmulas
de la sexuación y el grafo del deseo, se pudo observar el esfuerzo por teorizar y
transmitir un conocimiento que sostiene un grado de complejidad. Abordar la
diferencia de los sexos en términos lógicos constituye un gran avance para la
actualidad de nuestra clínica. Logrando debatir con las teorías de género y
apostando a “posiciones”, “modos de decir”, que no tienen relación con la biología
sino con un universo simbólico.
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Bibliografía
Bonoris,B (2015). ¿Qué nos enseña la mística cristiana sobre el goce femenino?.
VII Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología
XXII Jornadas de Investigación Décimo Encuentro de Investigadores en Psicología
del MERCOSUR. Facultad de Psicología- Universidad de Buenos Aires, Buenos
Aires.
Eidelsztein, A.(2005). El grafo del deseo. Buenos Aires, Argentina: Letra Viva
Editorial.
Iuale, L, Luterau, L, Thompson, S (2015). Ese oscuro objeto del deseo: Clínica de
las posiciones femeninas. Buenos Aires, Argentina: Letra Viva Editorial.
Rovere,C, Zabalza, S (2013). La palabra que falta es Una mujer. Buenos Aires,
Argentina: Letra Viva Editorial.
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Lacan, J. (1955-1956). Las psicosis. Buenos Aires, Argentina: Paidós.
Soler, C. (2015). Lo que Lacan dijo de las Mujeres. Buenos Aires, Argentina: Paidós.
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