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Francisco Franco, caudillo de España desde 1936 hasta 1975, encabezó un régimen autoritario que
duró hasta su muerte.
Autoritarismo, en las relaciones sociales, es una modalidad del ejercicio de la autoridad que
impone la voluntad de quien ejerce el poder en ausencia de un consenso construido de forma
participativa, originando un orden social opresivo y carente de libertad y autonomía. La sociedad
preindustrial está marcada por la imposición de una fuerte autoridad y jerarquía en todos los
órdenes (religioso, político, económico, etc.), con una indiscutida autoridad masculina y paterna
dentro de la familia (patriarcado, paternalismo, machismo), frente a los grados cada vez mayores
de libertad y autonomía propios de la sociedad industrial y la sociedad postindustrial. En el
contexto psicológico individual, pero también social, se define la personalidad autoritaria. En
educación, se define la pedagogía autoritaria, heterónoma o tradicional, frente a la pedagogía
progresista.
En ciencia política el concepto de "autoritarismo" no tiene una definición unívoca, lo que permite
identificar como autoritarias muchas y muy diferentes ideologías, movimientos y regímenes
políticos. Algunas definiciones lexicográficas son simplificadoras: "sistema fundado primariamente
en el principio de autoridad" -es decir, que no admite crítica-;3 "se acuñó por el fascismo como
término apreciativo, para pasar a ser utilizado ... [en el contexto de la lucha contra el fascismo y el
nazismo] para denotar la “autoridad malvada” ... el abuso y el exceso de la autoridad que aplasta
la libertad ... más que representar lo opuesto de democracia ... significa lo contrario de libertad". 4
Otras se hacen por acumulación de términos que, si bien pueden entenderse como relacionados,
no son estrictamente sinónimos ("la doctrina política que aboga por el principio del gobierno
absoluto: absolutismo, autocracia, despotismo, dictadura, totalitarismo").5 Las que pretenden
precisar rasgos se centran en cuestiones como "la concentración de poder en manos de un líder o
una pequeña élite que no es constitucionalmente responsable ante el cuerpo del pueblo", el
"ejercicio arbitrario del poder sin consideración de otros cuerpos" que puedan limitarles
(separación de poderes), y la inexistencia de mecanismos que permitan una efectiva alternancia
en el poder, como las elecciones libres multipartidistas.6
Autoritarismo y totalitarismo[editar]
Como intento de diferenciación, está muy extendida y debatida (al considerársela orientada a la
justificación del apoyo estadounidense a determinados regímenes dictatoriales, particularmente al
franquismo -a partir de los años cincuenta-) la propuesta de Juan J. Linz de distinguir entre
régimen autoritario y régimen totalitario, al admitir el autoritarismo un pluralismo político
limitado y no representativo, que evita el recurso a la movilización de masas y otros rasgos propios
del totalitarismo.9 Hasta cierto punto, una distinción paralela es la que hace Hugh Trevor-Roper
entre fascismo y fascismo clerical. La existencia o no de un "autoritarismo de izquierdas" es
también objeto de debate.10
La identificación del Estado con "el partido", en ausencia de otro posible partido político, es más
bien una característica propia de los regímenes totalitarios que de los autoritarios (que pueden
consentir un cierto grado o apariencia de pluralismo político, así como algún tipo de consulta
popular convenientemente dirigida en su propio interés); pero sí es propio del autoritarismo la
negación de legitimidad a cualquier forma de expresar los intereses individuales o de grupo (por
ejemplo, la lucha de clases o las reivindicaciones identitarias -nacionalistas, étnicas, religiosas, de
género-) que no coincida con los intereses generales tal como se entienden defendidos por la
autoridad, que pretende ser ejercida de forma paternalista en beneficio de todos, incluso de los
que "por su bien" son reprimidos.
Paul C. Sondrol13 asocia los regímenes autoritarios con la corrupción y la cleptocracia, como
consecuencia de una utilización del poder personalista (al tener una concepción individual del
liderazgo, no tanto como una función "mística" o "teleológica" asociada a un "carisma" pseudo-
democrático conectado con las masas, rasgos más propios de los regímenes totalitarios). 14 A pesar
del usual recurso al término "tiranía" para calificar peyorativamente a los regímenes autoritarios o
totalitarios, no debe confundirse con la figura histórica de los tiranos griegos (del mismo modo
que la utilización peyorativa -o en algunos casos autoaplicada- del término "dictadura" no debe
confundirse con la magistratura romana).
El autoritarismo populista articula y traduce ideas e imágenes que de otro modo tendrían poca
circulación. Ya no se trata de una derecha promoviendo tesis neoliberales, por lo demás
disminuidas por la actual crisis económica internacional, pero sí prometiendo “ley y orden” a
través de un repertorio de imágenes que echan mano del lenguaje coloquial.
Esta articulación permite a sectores con poder presentar concepciones ideológicas que
adversan los intereses y expectativas de sectores mayoritarios de tal manera que estos últimos
reconozcan las concepciones de aquellos como las propias.
El panorama del centro izquierda es aún más difuso. Pese a las movilizaciones frente al TLC, la
izquierda tiene una expresión muy exigua en el panorama electoral. La democracia
participativa parece haber ganado un aliento y una capacidad de convocatoria que no se
expresa en la democracia representativa. No parece haber condiciones para aglutinar una
constelación de fuerzas que den respuestas a la inseguridad y a la política del miedo desde
posiciones políticas progresistas.
La alianza constituida entre el PAC, Alianza Patriótica e Integración Nacional, aparte de ser una
iniciativa tardía, a la que el Frente Amplio no se sumó, se trata más de una opción electoral
que de una alternativa política. Se sigue careciendo de iniciativas capaces de identificar,
mostrar y circular los rostros del esfuerzo cotidiano de amplios sectores de la sociedad
costarricense.
Los regímenes autoritarios suelen surgir como respuesta a un supuesto caos social, donde se
hace imprescindible encontrar un responsable que justifique los excesos del régimen.
Utilizando como argumento la unidad del estado, actitudes intelectuales y valores
nacionalistas, el autoritarismo apela a los sentimientos, dejando de lado la razón y la lógica,
teniendo un bajo grado de elaboración ideológica.
Entre las formas más comunes de autoritarismo se encuentran los regímenes burocrático-
autoritarios llamados "de derecha", los corporativistas, llamados "de izquierda" o "populistas"
y los competitivos, donde se controlan los organismos que realizan los comicios.