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2021
Rebeliones y formas de resistencia indígena a la dominación colonial: Perspectivas teóricas y análisis de casos
(siglos XVI-XVII)
Diana Roselly Pérez Gerardo
https://doi.org/10.4000/nuevomundo.84678
Résumés
Español English
Este artículo analiza el concepto de resistencia y ofrece un panorama de las diversas acciones y
estrategias que los grupos indígenas desplegaron, frente al dominio colonial en diversos espacios del
continente americano. Se abordan las formas abiertas como los distintos tipos de insurrección o
desobediencia y se distingue entre las respuestas a la conquista y las rebeliones contra el poder
establecido, tanto en zonas nucleares como en zonas de frontera, así como ciertas características
comunes a todas. Sin perder de vista el amplio margen de negociación y las respuestas de las
autoridades, se hace énfasis en las formas veladas, cotidianas y sagradas de la resistencia que
permitieron a los indígenas atenuar las cargas económicas, transmitir y recrear sus repertorios
ancestrales, así como denunciar los abusos y exigir justicia.
This article offers an overview of multiple strategies that can be considered as resistance. It
contemplates different kinds of actions: from violent uprisings to daily practices that disrupted the
colonial domination along the continent. The aim is to present the wide range of practices, deployed
by indigenous people from dissimilar regions, to confront exploitation and dispossession. Different
types of insurrection or disobedience are addressed and a distinction is made among the responses
to conquest, rebellions against authorities, both in nuclear zones and in borderlands. Within the
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wide margin of negotiation this paper focuses on other kinds of insurrection, some of which were
executed from home, work centers and even religious rituals and allowed indigenous people to
lessen the economic burdens, recreate their ancestral repertoires, as well as denounce abuses and
demand justice.
Entrées d’index
Keywords: indigenous resistances, uprisings, messianism, negotiation
Palabras claves: resistencia, sublevaciones, mesianismo, negociación, adaptación
Texte intégral
No se perderá esta guerra,
aquí en esta tierra,
porque esta tierra volverá a nacer
Chilam Balam de Chumayel
Introducción
1 Cuando hablamos de resistencia indígena, de manera inevitable surgen las preguntas:
¿qué es lo que resisten? o ¿a qué se resisten? El cambio de la enunciación muestra que el
término resistencia tiene diferentes acepciones. Por un lado, “tolerar, aguantar o sufrir”, lo
que sugiere que quienes resisten son agentes pasivos que soportan algo que consideran
equivocado o injusto. Por otro lado, se incluye un sentido más activo que implica
“oponerse a la acción o violencia de alguna cosa, y defenderse de ella”, haciendo énfasis en
las prácticas y actos conscientes y deliberados de quienes resisten. En la amplia cadena de
significados a los que remite la resistencia se incluyen otras actitudes intermedias como
“repugnar o contradecir” y conductas como las de “rechazar, repeler o contrarrestar”.1 Así,
encontramos que en las cuatro definiciones presentadas por el Diccionario de Autoridades
en el siglo XVIII se manifiesta la complejidad de discernir entre las diferentes acciones que
pueden comprenderse bajo el concepto de resistencia.
2 Pese a la diversidad de formas de afrontar el orden colonial, el estudio de las resistencias
indígenas tradicionalmente privilegió a las rebeliones, sublevaciones, levantamientos y
demás reacciones francas y violentas, dejando en segundo término al extenso abanico de
estrategias adoptadas por los diferentes grupos indígenas, a lo largo de tres siglos en las
diferentes regiones del continente. Las razones, podemos atisbar, van desde la cantidad de
fuentes disponibles para su análisis, mismas que se produjeron como parte de la represión
que ejercieron las autoridades contra aquellos que impugnaron de manera directa el
orden, hasta la empatía que causa en los investigadores actuales la capacidad de estos
grupos de confrontar abiertamente la iniquidad a pesar de la desigualdad de fuerzas. Pero
también, porque la resistencia se ha visto como una de las formas privilegiadas para
impugnar la imagen de los indios como meros espectadores de su destino y como objeto de
la dominación, y es que en las respuestas desafiantes aparece de manera más evidente su
efectiva agencia histórica.
3 De este modo, se trazó una dicotomía, primero, entre sumisión y rebelión, y entre
cambio y permanencia. Luchar o desaparecer figuraban como las únicas opciones pues
toda mutación llegó a ser concebida como pérdida de una identidad prístina y toda
aculturación como contaminación de un ser auténtico y originario que poco a poco se
diluía en el otro. De la vertiente conservacionista se hicieron críticas que implicaban una
condena a la desaparición de los pueblos indígenas y un cuestionamiento sobre su
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cuando Ruz le adjudica rostro a la resistencia, nos remite al conjunto de gestos, actitudes,
y manifestaciones mediante las cuales las pugnas y los rencores acumulados en el día a día
de la dominación colonial se nos presentan a la vista y al entendimiento. Es decir, lo que
vemos en cada episodio de resistencia es apenas alguna de sus múltiples expresiones.
8 El rostro cotidiano incluye las diferentes tácticas desplegadas desde el hogar o centros
de producción para repeler o contestar las cargas de tributación, el servicio personal, las
políticas de congregación y las normativas sobre la familia y el matrimonio. El rostro
aguerrido es el que refiere a las formas de insurrección abierta: motines, revueltas,
tumultos, conspiraciones, considerando sus disímiles alcances y consecuencias.6 El rostro
sagrado remite al ámbito religioso, pero no al sincretismo que tanto se ha enunciado, sino
a las formas soterradas de reinventar su repertorio antiguo de creencias, los ritos ocultos y
los lenguajes cifrados.
9 Esta división metodológica, encuentra correspondencia con la propuesta de otro
estudioso del área maya, Jan de Vos, quien propone analizar el complejo fenómeno en tres
líneas de comportamientos: la resistencia abierta, la velada y la negociada.7 La primera de
ellas, semejante al rostro aguerrido, refiere a levantamientos armados, pero también a
movimientos defensivos de retirada hacia espacios fuera control colonial. En la resistencia
velada se agrupan las prácticas toleradas por las autoridades ya sea por irremediables, por
resultar inofensivas o por pasar inadvertidas. En la resistencia negociada se incluye al
espacio intermedio en el que los indios hicieron concesiones de todo tipo incluso al punto
de asimilarse y diluirse.
10 Es posible vislumbrar ciertas características comunes a ambas propuestas. Mientas el
rostro aguerrido coincide casi en su totalidad con la resistencia abierta, en la velada
podrían incluirse prácticas del rostro sagrado y del cotidiano, pues en ambas existe una
cuota de permisividad ‒ movida por intereses específicos ‒ por parte de las autoridades. Al
mismo tiempo, ambos rostros requirieron de los grupos indígenas dinámicas de
negociación, apropiación, reconstrucción, invención y adaptaciones Con base en el cruce
de ambas propuestas se presentan ejemplos de distintas prácticas de resistencia en la
América colonial.
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Aunque a decir de Ruz, todas las formas de sublevación son fases dentro de un mismo
proceso de lucha contra el explotador.12 También es necesario diferenciar entre las
resistencias dadas en centros de alta concentración demográfica indígena de aquellas que
se dieron en las zonas de frontera.
13 La historiografía ha construido la idea de la resistencia indígena a la conquista española
como un fenómeno que se mantuvo alrededor de cuarenta años y que, incluso después del
levantamiento de Manco Inca (1536) y el afianzamiento de su linaje en Vilcabamba, se
gestó una “frontera interior” como una región articulada, a manera de mosaico en la cual
coexistía una pluralidad de actores, controles, fidelidades, intereses y etnias.13 Más allá de
que la presencia de este grupo de nobles y sus seguidores haya significado, o no, una
amenaza a la consolidación colonial, el evento ha sido interpretado como un movimiento
de “rechazo abierto al cristianismo y una vuelta al pasado y a las antiguas tradiciones
imperiales incas”.14 En cambio, para otras zonas andinas, la temporalidad varía y puede
abarcar largos periodos con ciclos y gradaciones de las respuestas indígenas. Por ejemplo,
para calificar los alzamientos de gran escala liderados por los calchaquíes de la
Gobernación del Tucumán en el siglo XVII, Laura Quiroga habla de “entramados rebeldes”
en los que se alterna el “alzamiento general” de diversas parcialidades con “escaramuzas
de escasa envergadura” e incumplimiento de obligaciones después de las campañas
represivas.15
14 Otras discusiones se abren en el nivel hermenéutico pues son los intereses específicos de
cada momento histórico los que dan pie a la resignificación de prácticas y personajes como
resistencia a la conquista. Pongamos por caso las acciones de Rumiñahui. En el siglo XVI,
los intereses, genealogía y lealtades de autores como Francisco de Jerez, Garcilaso de la
Vega, Martín de Murúa o Guaman Poma caracterizaron a Rumiñahui a partir de la tiranía
y la crueldad.16 En cambio, Tamara Estupiñán, afirma que hacia 1534, Rumiñahui “pudo
organizar un ejército compuesto por incas y por varias naciones locales de poco más o
menos 50 000 hombres para enfrentarse a los conquistadores españoles y los indios
aliados”.17 Así la historiografía ecuatoriana reciente lo ha rescatado como pionero de la
resistencia indígena y equiparable al movimiento de Manco Inca.
15 Por su parte, aquellos territorios que presentaron amplias y constantes complicaciones
para ser sometidos al control de españoles pueden ser considerados periféricos por
encontrarse en los bordes de un dominio, pero no necesariamente tener una dinámica de
frontera. Esto implicaría un constante flujo de recursos materiales y humanos destinados
a mantener un aceptable nivel de control.18 Todo lo cual genera un impacto económico y
político y configura un sistema ideovalorativo construido alrededor de la guerra que fragua
a ciertas regiones y grupos como naturalmente belicosos19. En ese sentido, la resistencia
indígena al sometimiento en zonas de frontera depende de varios aspectos dentro de los
que destaca el cariz de los grupos que ocupaban los distintos territorios, el papel de los
caciques y chamanes, la topografía de los territorios, la capacidad de producción y
reproducción de los indios y los intentos de dominación por parte de los españoles.
16 Dos casos nos permiten dar cuenta de estas características: la región caribe sur de
Talamanca en Costa Rica y la zona de Santa Cruz en la actual Bolivia. En el primero, la
región se constituyó como objetivo de la depredación española por el oro, pero también
por la necesidad de mano de obra y la captura de indios para esclavizarlos. Sin embargo,
los intentos por reducirlos fracasaron una y otra vez hasta inicios del siglo XVIII debido a
la resistencia abierta que los caiques de los pueblos terbis, dorasques, chánguenas, siguas
bribris, aoyaques, urinamas, moyaguas, cabécaras, ara, cureros y hebenos enarbolaron de
manera constante.20 Destacan entre sus estrategias la capacidad de forjar alianzas entre
cacicazgos y el papel de los líderes religiosos. La ciudad española de Santiago de
Talamanca sólo se mantuvo cinco años pues en 1610, “bajo la dirección del usékar
Guaycorá la rebelión de los indígenas expulsó a los 120 colonos españoles” y retrocedió la
frontera hasta el asentamiento de Tariaca.21 Nuevos intentos de dominación se dieron en
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siglo XVII e incluso hasta el siglo XIX, la articulación de diversas confederaciones que
reunían a varias capitanías logrando levantamientos generales.32
22 Un punto común inequívoco de todas las rebeliones es la dura represión que se cernía,
no sólo sobre los líderes, sino sobre la totalidad de los pueblos participantes. La
ejemplaridad y la crueldad de los castigos pretendía evitar futuros brotes; sin embargo,
vale la pena preguntar ¿por qué, pese a la brutal represión, la resistencia armada se
mantuvo como una opción? ¿En qué punto las condiciones se tornaban insoportables
como para arriesgar la vida misma en una lucha a todas luces desigual? Jan de Vos declara
que son los “momentos en los que el régimen opresor llegó a tales grados de violencia
estructural que provocó entre los oprimidos una reacción no menos violenta”.33 Pero la
explosión del descontento implica una destrucción indistinta de todo lo que está
alrededor, causando graves desajustes que, a juicio del autor, “dejan en peores condiciones
que antes”.34 Así las campañas a “sangre y fuego” en las que se arrasaba con pueblos
enteros, se ahorcaba a líderes, se destruían sembradíos y quemaban reservas podía, por un
lado, acabar con poblaciones o escalar el nivel de la violencia.
23 Hacia 1543, Luis Bernal, alcalde ordinario de Antioquia, usó la violencia extrema sobre
los indios para imponer el sistema de tributación. Ejecuciones y mutilaciones se
convirtieron en la estrategia para infundir miedo y lograr la obediencia y el trabajo de los
indios. “Así, cada demanda de trabajo era un campo de batalla donde se jugaban las
posibilidades de sostenimiento de los españoles y de autonomía de los indígenas”.35 Los
niveles de represión se intensificaron cuando los indios del pueblo de Cozume, en abierta
desobediencia o por sincera escasez no habían entregado las cantidades de maíz
solicitadas a lo que se sumó el ataque a los indios de servicio de los españoles. Bernal
“empaló” a cinco indios que habían sido capturados por la noche “metiéndoles unos palos
gruesos por sus cuerpos e hincados hasta llegarles al estómago y a otros más arriba”.36 La
larga agonía de los cuerpos horadados y ensangrentados se sumaba a los
desmembramientos, las quemas y a los aperreamientos como castigos altamente
simbólicos, cuya intención no se reducía a dar un ejemplo para prevenir o desanimar
nuevos intentos de insubordinación. El objetivo era hacer patente el poder que las
autoridades podían ejercer sobre los indígenas. Así, la descomunal respuesta a una inicial
y moderada, aunque atrevida acción de desobediencia, respondía al hecho de que si los
indios no sembraban se ponía en jaque la viabilidad del proyecto colonizador.
24 A pesar de los abundantes y, sobre todo, impactantes referencias a este tipo de castigos,
Felipe Castro difiere de la generalización de la represión como la única respuesta posible
por parte de las autoridades coloniales a las insubordinaciones. No sólo en las Leyes de
Indias estaba estipulado que “si algunos indios anduvieran alzados, los procuren reducir y
atraer a nuestro real servicio con suavidad y paz, sin guerra, robos ni muertes”,37 sino que
la Corona no contaba con los recursos militares para enviar o mantener ejércitos con
capacidad para aplastar rebeliones ni era viable conceder el control a los encomenderos y
colonos. De modo que la negociación incluía la exención de tributos y servicios, promesas
de amnistía y, en algunos casos, posteriormente represiones discretas y selectivas de los
más sediciosos. Aun así, las campañas punitivas, a manos de milicias tanto españolas
como indígenas fueron una constante en toda América.38 No deja de llamar la atención
que, de acuerdo con Gregorio Saldarriaga, gran parte de los castigos más crueles se hayan
llevado a cabo en regiones de frontera, donde el dominio español no se había consolidado.
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por derecho propio,43 pero también confeccionaron sendas obras históricas abonando con
ello al resguardo de la memoria del pasado prehispánico e incluso al convertirlo en un
ideal de buen gobierno frente al que se medían las injusticias cometidas por el régimen
colonial.
29 Desde otro ámbito, el seno familiar y el trabajo femenino destacan como principales
responsables del resguardo de la sabiduría ancestral. En este sentido, las prácticas de
curandería y hechicería implicaron el resguardo y la trasmisión de saberes prehispánicos.
“La presencia de elementos precoloniales andinos perseguidos -los idolillos de huacas; la
imagen del Inca y de la Colla en las invocaciones; y el uso extendido de la coca entre otros-
confiere a la hechicería urbana una identidad particular […] Aliarse con el demonio y con
el Inca significaba una doble amenaza, ambos encarnaban a los enemigos de la
cristiandad”.44 La incorporación de “ídolos”, hierbas y palabras en lenguas indígenas a sus
conjuros y hechizos formaron parte de la reapropiación de un código ritual y un bagaje
cultural prehispánico que se reelaboraba y recreaba con otras tradiciones para expresar
necesidades vitales, deseos y para incidir en el devenir.
30 La burla es una de las acciones que frecuentemente escapa a ser considerada resistencia,
pero si la tomamos en cuenta dentro de contextos de franca rebeldía resulta lapidaria. Del
gran virrey Toledo, enfermo después de una entrada a la selva, decían los chiriguanos:
“Soltad, decían a esa vieja que lleváis en esa petaca (que es canasta cerrada) que aquí nos
la comemos viva”.45
31 La importancia del manejo del lenguaje para la resistencia cruza con el papel que
jugaron los caciques: algunos no presentaron oposición y desplegaron sus habilidades para
insertarse al nuevo orden a cambio de prebendas. También hubo quienes hicieron uso de
su aculturación y conocimiento de la estructura jurídica, así como de los manejos que
hacían los funcionarios españoles para enfrascarse en continuas disputas y farragosos
litigios, que, si bien no siempre ganaban, lograban hacer escuchar su voz ante autoridades
superiores y mitigar las cargas. Su actividad llegó a saturar las instancias públicas al grado
que Polo Ondegardo, a mediados del siglo XVI, declaraba “Que cierto es, cosa de lástima,
verlos enseñados a nuestras trampas, hechos pleitistas por las Audiencias” pues
consideraba que los curacas eran timados por asesores privados que vivían de los altos
cobros que les hacían.46 Así, el lenguaje, ya sea el judicial, el del ocultismo o el de la sátira
se convierte en resistencia: “la alegoría encubierta, la oración clandestina, la adivinanza, el
lenguaje cifrado y la parábola se convierten en vehículos de una memoria dominada”.47
32 Dentro del rostro cotidiano y las prácticas veladas o negociadas de resistencia, las
sociedades estatales comparten algunas estrategias con grupos cuyas bases de subsistencia
eran mayoritariamente de apropiación y no de producción. Una maniobra común consistió
en esconderse y huir a zonas donde la codicia española no los alcanzara o, una vez
reducidos, alternar el sitio de residencia y asentarse sólo en épocas de escasez o de guerra
con otros grupos en los poblados creados. Así los pueblos, las reducciones y las misiones
pudieron ser utilizadas por los grupos cazadores y recolectores que volvían a sus patrones
itinerantes en cuanto les era posible.
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resistencia como “ponerse fuerte, duro, para dar respuesta a todo”. Han resistido, con
disciplina y acuerdo, pero también han debido contener su rabia y el miedo.
37 El repaso aquí presentado de algunas formas de resistencia durante la colonia, no
pretende ser un recuento exhaustivo de las múltiples tácticas y estrategias desplegadas por
los indígenas ante la opresión colonial. Empero, ofrece una perspectiva continental con la
intención de trascender los análisis exclusivamente locales y señalar algunas respuestas
semejantes a problemas compartidos que se recrearon en las especificidades de cada
circunstancia.
38 La dicotomía entre cambio y permanencia atendía la resistencia como una forma de
perpetuar el pasado en el presente, pero la vida es intrínsecamente transformación y la
resistencia está siempre al servicio de la vida. Por ello, el motor de los pueblos indígenas,
de su permanencia y de su reproducción social en tanto grupos diferenciados ha sido el
cambio. En la colonia, “resistir al invasor significó hacerlo con las armas propias y con las
ajenas”.59 La capacidad creadora de los indígenas se ha valido lo mismo de sus mitos
ancestrales, de sus concepciones prehispánicas del tiempo, de la guerra, de la divinidad,
del honor y de la justicia; pero también se ha apropiado de las instituciones, de la lengua,
de la escritura e incluso de los valores morales de quienes los han subyugado. Sólo
tejiendo mito e historia han podido resistir. Ha sido en “la terca oposición de los indios -
muchas veces violenta- contra las dominaciones de todo tipo” que los indígenas, en “una
transición entre lo mitológico y lo utópico” han descubierto en la opresión y la lucha
contra ella el verdadero sentido de su historia.60
39 ¿Es la terca oposición contra las dominaciones el sentido de la historia indígena?
Obstinada sin duda ha sido su voluntad de cambio y adaptación. Empecinados en
sobrevivir pagaron el precio y aprendieron del otro, incorporaron sus saberes y recrearon
los propios, pelearon con destreza y coraje, pero huyeron y se escondieron cuando fue
necesario. Actuaron siempre y tomaron las riendas de su propio destino, en el campo de
batalla, pero también en los centros de trabajo, en las huacas, en las casas y en los
juzgados. Necia es la utopía que vence a la muerte porque la resistencia no es sólo
negación ni destrucción: “La resistencia y la rebeldía para nosotros, nosotras, es que nos
da vida”.61
Notes
1 Diccionario de autoridades, facsímil de la edición de la Real Academia Española. Madrid, RAE,
2013.
2 Favre, Henri, “A propos du potentiel insurrectionnel de la paysannerie indienne: opression,
aliénation, insurrection”, Actas del XLII Congreso de americanistas, t. 3, París, 1978.
3 Boccara, Guillaume, “Colonización, resistencia y etnogénesis en las fronteras americanas” en
Colonización, resistencia y etnogénesis en las fronteras americanas, Lima, Quito, IFEA, Abya Yala,
2002, 47-82, p. 48.
4 Ruz, Mario Humberto, “Los rostros de la resistencia. Los mayas ante el dominio hispano” en
León Cazares, Ma. del Carmen, Mario Ruz y José Ovidio Alejos, Del katún al siglo. Tiempos de
colonialismo y resistencia entre los mayas, México, CNCA, 1992, p. 92.
5 Idem.
6 Según Christophe Giudicelli, la revuelta está asociada a la ruptura de la legalidad mientras que
la rebelión implica movimientos armados de gran magnitud en donde, desde la perspectiva de las
autoridades se incluía toda forma de protesta que pusiera en entredicho su legitimidad. Guerre,
identites et metissages aux frontieres de l'empire espagnol : le cas tepehuan en nouvelle biscaye, au
debut du XVIIe siecle. Tesis de doctorado, Universidad París 3, 2000, p. 10.
7 Vos, Jan de, Vivir en frontera: la experiencia de los indios de Chiapas, México, Centro de
Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Instituto Nacional Indigenista, 1994,
p. 68.
8 Ruz, “Los rostros…”, p. 120.
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9 O’Phelan, Scarlett, “Hacia una tipología y un enfoque alternativo de las revueltas y rebeliones
del Perú colonia (Siglo XVIII)”, Anuario de Historia de América Latina, 1984, no 21, 127-153, p. 129.
10 La sublevación de los guaicurús y “calchaquíes” en 1633, la de los caracarás y otros grupos del
distrito de Corrientes en 1638, y la de los indios serranos de los caciques Sacaperu e Ignacio en 1686.
Todos ellos con españoles muertos, espacios quemados y despoblamiento español. Roulet Florencia,
“Violencia indígena en el Río de la Plata durante el período colonial temprano: un intento de
explicación”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En línea], Debates, 16 febrero 2018, consultado el 23
junio 2019. URL : http://journals.openedition.org/nuevomundo/72018.
11 Medinaceli, Ximena, “Paullu y Manco ¿una diarquía inca en tiempos de conquista?” en Bulletin
de l'Institut français d'études andines, 2007, vol. 36, no 2, 241-258. En algunos estudios clásicos se
sostuvo la dicotomía entre indios colaboracionistas e indios rebeldes. En ellos Manco Inca se oponía
simbólica e ideológicamente a Paullu, a quien se calificó de “colaboracionsita”, oportunista y
“aculturado cristiano”. Burga, Manuel, Nacimiento de una utopía: muerte y resurrección de los
Incas, Lima, Instituto de Apoyo Agrario 1988, p. 142; Wachtel, Nathan, La visión de los vencidos:
los indios del Perú frente a la Conquista, Madrid, Alianza, 1791, p. 275.
12 Ruz, “Los rostros…”, p. 138.
13 Merluzzi, Manfredi, “La monarquía española y los últimos incas ¿una frontera interior?”,
Revista d’Història Moderna, 2014, no 32, 61-84. p. 64.
14 Fawaz Yissi, María Julia, “Rebeliones Indígenas en Perú (s. XVI y XVIII): Análisis Histórico-
Ideológico”, Tiempo y espacio, 1997, núm. 7-8, Depto. Historia, Geografía y Cs. Sociales Universidad
del Bío-Bío Chillan, Chile, 179-195, p. 183.
15 Laura Quiroga, “Entramados rebeldes de puna y valles en el Tucumán (Siglo XVII). Valle De
Londres, Provincia De Los Diaguitas”, Estudios Atacameños, 2017, vol. 11 p. 203- 218.
16 Véase Xerez, Francisco de, Verdadera relación de la Conquista del Perú, Madrid, 1891, p. 157;
Vega, Garcilaso de la, Historia general del Perú, Lima, Universo, 1970, libro II, caps. II y IV; Poma
de Ayala, Guaman, Nueva corónica y buen gobierno, f. 164 [166], Martín de Murúa, Historia
General del Perú, Madrid, Dastin, 2001, cap. LXXXV, p. 301.
17 Estupiñán Viteri, Tamara, “Los Sigchos, el último refugio de los incas quiteños. Una propuesta
preliminar” en Bulletin de l'Institut français d'études andines, 2011, 40 (1), 191-204. Consultado el
17 de mayo del 2019. URL: http://journals.openedition.org/bifea/1684.
18 Gascón, Margarita, “La articulación de buenos aires a la frontera sur del imperio español,
1640-1740” en Anuario IEHS, 1998, no 13, 193-213.
19 Casos paradigmáticos de la construcción los de los chichimecas en el norte de la Nueva España,
la frontera araucana y el Chaco con los grupos chiriguanos.
20 Solórzano Fonseca, Juan Carlos, “Rebeliones y sublevaciones de los indígenas contra la
dominación española en las áreas periféricas de Costa Rica (de 1502 a 1710)”, Anuario de Estudios
Centroamericanos, Universidad de Costa Rica, 1996, vol. 22, no 1, 125-147. Véase también Ibarra
Rojas, Eugenia La resistencia de los indios de las montañas de Talamanca (Costa Rica) y el
pensamiento mágico religioso (siglos XVI, XVII y XVIII), San José, CIH, Universidad de Costa Rica,
1991.
21 Solórzano, op. cit., p. 144.
22 Ibid., p. 134.
23 Saignes, Thierry, “La guerra salvaje en los confines de los Andes y del Chaco. la resistencia
chiriguaná a la colonización europea”, Quinto Centenario, 1985, no 8, p. 103-123.
24 Oliveto, Lia Guillermina, “Chiriguanos: la construcción de un estereotipo en la política
colonizadora del sur andino”, Memoria Americana, 2010, vol. 18, p. 43-69.
25 La opción de aliarse, incluso con quienes se tiene una aversión insuperable, fue una estrategia
usual de chiriguanos hasta el siglo XIX. Combès, Isabelle, “Como agua y aceite. Las alianzas
guerreras entre tobas y chiriguanos en el siglo XIX”, Indiana, 2014, no 31, 321-349
26 Saignes, Thierry, La historia del pueblo chiriguano La paz, IFEA, Embajada de Francia en
Bolivia, Plural, 2007, compilado por Isabelle Combés.
27 Pifarré, Francisco, Los guaraní-chiriguano. Historia de un Pueblo, La Paz, CIPCA, 1989.
28 O’Phelan, op. cit., p. 128. Distingue a la rebelión por alcanzar niveles regionales, tener un plan
mínimo de organización, programas políticos, y dirigirse contra instituciones y autoridades
espaciales.
29 Loayza, Francisco, Juan Santos, el invencible. Manuscritos del año de 1742 al año de 1755,
Lima, Editorial Miranda Loayza, 1942, p. 153.
30 Ruz, “Los rostros…”, p. 137.
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31 Yáñez, Vicente, “Carta Annua, 1595” en Marco Jiménez de la Espada (comp.), Relaciones
geográficas de indias, t. 2, Madrid, Biblioteca de autores españoles, 1965, p. CVI.
32 Entre ellas destacan, la coalición de 1793-1799 que destruyó varias misiones franciscanas y la
sublevación general de 1849 y la de 1874. Combès, Isabelle, “Las batallas de Kuruyuki. Variaciones
sobre una derrota chiriguana”, Bulletin de l’Institut francais d’études andines, 2005, vol. 34, no 2,
223, 221-233.
33 Vos, Vivir en frontera..., p. 69.
34 Ibid, p. 70.
35 Saldarriaga, Gregorio, “La loma de los empalados y la tierra de nadie: frontera y guerra en la
Provincia de Antioquia, 1540-1550“, Historia Critica, 2013, núm. 49, enero-abril, 11-33, p. 23.
36 Citado en Saldarriaga, op. cit.
37 Recopilación de leyes de los reynos de las Indias, tomo II, libro III, título IV, ley VIII. Madrid,
Roix, 1841. Consultado el 31 de mayo de 2019. URL:
http://www.cervantesvirtual.com/research/recopilacion-de-leyes-de-los-reinos-de-indias-
mandadas-imprimir-y-publicar-por-la-magestad-catolica-don-carlos-ii-tomos-2-777027/b808338a-
8b0a-40e4-9444-f52ae70a0748.pdf
38 Castro, Felipe, La rebelión de los indios y la paz de los españoles, México, CIESAS, INI, 1996,
107-112.
39 San José Tupac Inca, Calixto de, Representación verdadera y exclamación rendida que toda
la nación india hace a la Magestad del Señor Rey de las Españas… en Huerto, Héctor (ed.), Nueva
Colección Documental de la Independencia del Perú. La rebelión de Túpac Amaru II, vol. 1, Lima,
Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, 2017, p. 52.
40 Vitar, Beatriz, “Prácticas abortivas entre las indígenas chaqueñas en el siglo XVIII”, Revista
Iberoamericana de Educación, 1999, p. 455-472.
41 Salinas y Córdoba, Buenaventura de, Memorial de las historias del nuevo mundo del Perú,
Lima, 1631, p. 273-274. Consultado el 19 de abril de 2019. URL: http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?
id=0000092550&page=1
42 Arnold, Denise Y., “Del hilo al laberinto: replanteando el debate sobre los diseños textiles como
escritura” en Garcés Fernando y Sánchez, Walter (eds.), Entre cajones, textiles, cueros, papeles y
barro, Cochabamba, Universidad Mayor de San Simón y Museo Arqueológico, 2015, p. 39-64.
43 Ixtlilxóchitl peleó por el cacicazgo de San Juan Teotihuacán y logró conservarlo hasta el siglo
XIX. El Inca Garcilaso solicitaba en España mercedes de tierra para su madre, noble inca, éstas le
fueron negadas. Guaman Poma abrió un litigio por tierras que también perdió. Los tres sustentaron
sus demandas en argumentos de corte histórico, aunque de diverso cariz. Vid. Pérez Gerardo, Diana
Roselly, ““Vivir en varios mundos: Garcilaso de la Vega y Guaman Poma de Ayala” en Vítor Díaz
Arciniega y Christian Sperling (comps.), Transculturación: mutaciones y vigencia, México, UAM-A,
2017, p. 95-110. Otra perspectiva de la escritura y su vínculo con la resistencia puede encontrarse en:
Quispe-Agnoli, Rocío, “Prácticas indígenas de la resistencia: sujetos de la escritura y el saber en los
andes coloniales” en Revista Iberoamericana, 2007, vol. LXXIII, no 220, p. 415-436.
44 Manarelli, Emma, “Inquisición y mujeres. Las hechiceras en el Perú durante el siglo XVII” en
Hechiceras, beatas y expósitas: mujeres y poder inquisitorial en Lima, Lima, Congreso del Perú,
1998, 21-42, p. 36.
45 Vega, Garcilaso de la, Comentarios reales, T. II, México, FCE, 2004, p. 460.
46 Vid. Honores, Renzo, “La asistencia jurídica privada a los señores indígenas ante la Real
Audiencia de Lima 1552-1570”, Latin American Studies Association, Dallas, 2003. Consultado el 19
de mayo. Disponible en: http://lasa.international.pitt.edu/Lasa2003/HonoresRenzo.pdf
47 García de León, Antonio, Resistencia y utopía: memorial de agravios y crónicas de revueltas
y profecías acaecidas en la provincia de Chiapas durante los últimos quinientos años de su
historia, México, Era, 1997, p. 34-35.
48 Lisi, Francesco Leonardo, El tercer concilio Limense y la actualización de los indígenas
sudamericanos, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1990, p. 191.
49 Ruz, “Los rostros...”, p. 151.
50 La participación en las cofradías de indios representaba una posibilidad para destacar
socialmente. Varón, Rafael, “Cofradías de indios y poder local en el Perú colonial: Huaraz, siglo
XVII”, Allpanchis, no 20, 1982 p. 127-142.
51 García de León, Resistencia y utopía, p. 19.
52 Millones, Luis, “Mesianismo en América hispana: el Taki Oncoy”, Memoria americana, 2007,
no 15, p. 7-39.
https://journals.openedition.org/nuevomundo/84678#article-84678 13/14
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53 Jumandi fue un “pende”, chamán indígena de la Amazonía ecuatoriana, que lideró una
rebelión en 1578. Mantilla Ruiz, Lucy, “Jumandi: rebelion, anticolonialismo y mesianismo en el
oriente ecuatoriano, siglo XVI” en Santos Granero, Fernando (comp.), Opresión colonial y
resistencia indígena en la alta Amazonia, Quito, FLACSO, 1992, p. 77-102.
54 Particularmente los levantamientos de 1778 fueron dirigidos por tumpas. Un estudio clásico al
respecto es el de Métraux, Alfred, “Messies indiens (Les hommes-dieux chez les chiriguano et dans
l’Amérique du Sud”, Archives de sociologie des religions, 1957, no 4,108-112.
55 Lara, Gerardo, El cristianismo en el espejo indígena. Religiosidad en el occidente de la Sierra
Gorda siglo XIII, México, UNAM, 2009 Pacheco Rojas, op. cit.
56 Lienhard, Martín, Disidentes rebeldes insurgentes resistencia indígena y negra en América
Latina, Madrid, Iberoamericana, Veuvert, 2008, p. 53. Autores como Alfred Metraux, Steano Verse,
Alberto Flores Galindo, Alfonso Zarzar y Fernando Santos han dado diferentes interpretaciones a
este movimiento.
57 Pese a la dificultad conceptual podemos decir que refieren a un tipo de movimiento
socioreligioso en la intersección de los repertorios indígenas y cristianos. Para una discusión del
concepto ver: Zaballa Beascoecha Ana de, “La discusión conceptual sobre el milenarismo y el
mesianismo en Latinoamérica” Anuario de Historia de la Iglesia, Universidad de Navarra, 2001,
no 10, p. 353-362.
58 Subcomandante Insurgente Moisés, “Resistencia y Rebeldía I y II”, 6 y 7 de mayo de 2015.
Consultado el 4 de junio de 2019. http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2015/05/06/resistencia-y-
rebeldia-i-subcomandante-insurgente-moises-6-de-mayo/
59 Ruz, op. cit., p. 160.
60 García de León, Resistencia y utopía, p. 19.
61 Subcomandante Insurgente Moisés, op. cit.
Auteur
Diana Roselly Pérez Gerardo
Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM
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