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UN CUERPO INACABABLE 1 Se conserva un diario de anotaciones de esos días en que el paciente intentaba llevar un registro de esas

mutaciones y donde elucubraba hipótesis acerca de su padecimiento. Tales anotaciones, descriptivas,


Marcelo Barros metonímicas, abundantes, monótonas, y repetitivas, tienen las características de un proceso lógico centrado
en la interrogación por las causas posibles de esos trastornos. Esa interrogación constante no encuentra
En el momento de la derivación Julián es un hombre de 35 años, soltero, temporalmente desocupado, que límite y se prolonga hasta la actualidad. Se aprecia la carencia de la función de un Nombre del Padre que
vive con la madre y el marido de ésta. Llega al Centro de Salud Mental con un diagnóstico de esquizofrenia. clausure la interrogación por la cuestión del origen. Esta falta de “definición” se traduce en un retocamiento
Padece alucinaciones. El paciente es admitido por la psiquiatra, la cual recibe la derivación de otro lugar. interminable de la imagen especular. En una ocasión dirá que según él “vino al mundo fallado de entrada,
Presenta una larga historia de tratamientos psicoterapéuticos, analíticos y psiquiátricos. La medicación que mal armado, inacabado, y por eso no llega a tener una cara definitiva”. En las primeras semanas de ese
se le prescribe tiene un efecto positivo (ya venía medicado, pero sin éxito). Cuando llega a la consulta diario abunda la terminología médica y el intento de encontrar una explicación científica de su padecer, pero
todavía refiere alucinaciones, pero su intensidad y el nivel de angustia han cedido considerablemente. El a partir de cierto punto hay un viraje al lenguaje religioso. En el diario, al principio, no hay atribución de
síndrome alucinatorio se presenta como crónico, dado que las alucinaciones persisten en la actualidad pero causas “metafísicas”, sino que el sujeto busca en la religión más bien la solución y el consuelo. Pero
de un modo más esporádico y con una intensidad que el paciente puede soportar. Antes de llegar a la después se manifiestan las ideas que lo llevan a explicaciones sobrenaturales.
entrevista conmigo, la psiquiatra ordena hacer un nuevo EEG (ya tenía hecho otro) y un psicodiagnóstico. Al tiempo se instala el síndrome alucinatorio, y debió ser internado. Conserva, aparentemente, escasa
Motivó esa indicación el hecho de que él refiere tener “auras”, esto es, el presentimiento de la alucinación memoria de todo ese período o se muestra muy reservado, pero de todos modos refiere que los episodios y
sin que la misma llegue a producirse. Pero el EEG es normal (como el anterior) y el psicodiagnóstico no la cronología se confunden. Pese a ello, el discurso del sujeto es siempre coherente en apariencia. Las
arroja ningún índice de organicidad. El habla es coherente en la transmisión de las ideas, conversa con alucinaciones y las ideas delirantes no llegan a conformar nunca –tampoco en la actualidad- un delirio
fluidez, se muestra orientado y lúcido, no presenta interceptaciones u otros trastornos manifiestos del sistemático. Son borrosas, imprecisas e inconsistentes. Presenta dos series de ideas, “la serie médica” y “la
discurso. Se muestra accesible. serie religiosa”, en las que construye permanentemente hipótesis sobre lo que le sucede. Estas dos series
A lo largo del tratamiento y hasta la actualidad sigue sintiendo esas “auras prealucinatorias” como él mismo corren paralelamente, alternativa o simultáneamente, a menudo sin que el paciente establezca relaciones
las llama. Las describe como una sensación sumamente desagradable, un “presentimiento”, una manifiestas entre una y la otra. A lo sumo expresa, a veces, que los trastornos físicos que padece podrían
“extrañeza”, que no puede precisar y que antecede a los episodios alucinatorios, pero que desde hace ser, “tal vez”, una prueba a la que Dios lo somete. Las hipótesis sobre sus trastornos cenestésicos son
mucho tiempo se producen sin llegar a desembocar en una alucinación. Este fenómeno responde a un polimorfas y variantes según la oportunidad. Se aferra por un tiempo a cualquier explicación que surja, por
estado de ánimo sin contenido determinado, pero insoportable, que muchos autores de la psiquiatría han ejemplo, si escucha por la televisión hablar a un especialista en alergias elucubra una hipótesis alérgica,
descripto como propio del Stimmung delirante. En realidad ya hay algo alucinatorio en el fenómeno, sólo pero eso cambia según las circunstancias en breve tiempo. Cabe decir, además, que mientras predomina el
que en estos casos la alucinación no da lugar a una significación, y predomina la perplejidad y la cuadro corporal las alucinaciones “místicas” pasan a un segundo plano. Con pareja asiduidad consulta
expectativa de un sentido que no llega a producirse. médicos y sacerdotes. Jamás designa los eventos de su cuerpo como alucinaciones. Las hipótesis médicas
Cuando tienen lugar las primeras entrevistas está compensado pero todavía alucina, sobre todo en la calle, o religiosas se suceden, se sustituyen, se yuxtaponen. No hay un tema delirante definido pero predominan
lo cual hace que a menudo no pueda salir de su casa. Más que de sus alucinaciones el sujeto se queja los temas hipocondríacos, megalomaníacos y persecutorios. El cuadro corresponde al delirio paranoide
permanentemente de sus malestares y dolores corporales. Dice no haber sufrido delirios ni alucinaciones típico.
hasta hace unos diez años atrás. Su vida fue, según él, normal, salvo por lo que podríamos denominar Al principio la totalidad de las entrevistas están ocupadas por el problema corporal y la “serie médica”.
como un síndrome dismórfico corporal. Desde la época prepuberal sentía un defecto en su nariz que no Pasaron varios meses antes de que el paciente comenzase a confiar el contenido de su ideación delirante.
podía explicar. Cierta “falla que la hacía desviarse hacia el lado derecho” de una manera que los demás Lo que refiere como “alucinaciones” consiste en alusiones autorreferenciales, interpretaciones paranoides
muchas veces no podían notar pero que él podía sentir con seguridad. Esa “desacomodación” de la nariz de hechos o frases que se presentan en el entorno, aunque a veces también escucha voces que “están en
era vivida con mucho pesar. A veces sentía que variaba de forma y tamaño, “como si esa parte de su su cabeza”. Cosas que se dicen en la televisión o la radio, o que ocurren en la calle, están referidas a su
cuerpo tuviese vida propia.” Ya en esa época se perfilaba una perturbación narcisista de carácter persona. Un accidente, un choque, una discusión entre dos personas, un incidente menor en la cola o la
hipocondríaco cuyas manifestaciones asumen el carácter de un fenómeno elemental aunque no se ventanilla del hospital, cualquier disturbio que se produce está relacionado con la cercanía de su persona.
manifiestaran en el plano verbal. De alguna manera se siente, o bien el causante de lo que sucede, o, más a menudo, “llamado” a intervenir
Entrado en la adolescencia este malestar se agudizó severamente. Estaba obsesionado con el aspecto de como quien debería solucionar ese problema. Lo describe como una influencia invertida: sin quererlo,
su nariz, y sobre todo con la idea de que los otros pudieran notar esa anomalía. La idea de suscitar la enigmáticamente, él ejerce un poder sobre el entorno. Quiere comprar cigarrillos y los negocios de la cuadra
mirada de los otros lo atormentaba. Esto lo llevaba a adoptar una serie de conductas de evitación que han cerrado o se quedaron sin mercadería. Sin hacer sistema, estas significaciones tienden a la
determinaban las limitaciones de su vida social. No concurría a fiestas y por lo general no salía con mujeres. megalomanía. A veces se presentan directamente como voces que pueden llegar a decirle que es Jesús, o
Sobre todo cuando se reía o se emocionaba, sentía que la forma o la disposición de su nariz podía variar un elegido de Dios. Siente que Dios espera algo de él, que lleve a cabo un acto “por los demás”, que
desfavorablemente, por lo cual se había acostumbrado a hacer un gesto con el brazo y la mano al reír de solucione “un desarreglo”. Estas voces, que esporádicamente se siguen presentando al día de hoy, son
modo tal de taparse la nariz. Una maniobra similar tenía lugar cada vez que bebía delante de los otros. tomadas ahora con cierta distancia. El paciente duda si se trata de Dios o del Diablo, reconoce que todo es
Asimismo se veía limitado en los deportes por el temor a sufrir un golpe que pudiese agravar todavía más su “una locura”, pero al mismo tiempo le resulta inverosímil que todo sea producto de la “sugestión”. En el
“problema”. Una lectura inadvertida de estos fenómenos podría haberlos rubricado como un cuadro pasado las voces lo instaron varias veces al suicidio, diciéndole que se arrojase por la ventana. La duda
obsesivo-fóbico. Aunque no llegó a constituir propiamente un delirio hipocondríaco típico, se observan ya las sobre si eso estaba bien, y la falta de coraje, según dice, le impidieron hacerlo. Más raramente el sacrificio
consecuencias de una perturbación a nivel de la significación fálica. que se le pide sería para expiar pecados que habría cometido, como haberse masturbado (también hay
El paciente mantiene cierta reserva sobre su vida sexual, y no ha dado mayores detalles de la misma. Se culpa por haberse tocado la nariz después de la operación). En un programa de preguntas y respuestas los
sabe que sus experiencias concretas han sido contadas y solamente con prostitutas. No revela experiencias participantes parecen poseídos por demonios, hablan con voces cavernosas, transmiten alusiones a su
homosexuales ni ideaciones de ese tipo. persona. La pronunciación de la palabra “justicida” por parte de uno de ellos está referida a él. El taxi en el
Desfiló por muchos especialistas en garganta, nariz y oído, buscando algún diagnóstico, pero después visitó que viaja se detiene en la mano izquierda y ese hecho, como muchos otros, le hace sentir que hay “un
cirujanos plásticos para ser operado. Muchos se negaron, hasta que encontró uno dispuesto a hacerlo. La trastocamiento del orden de las cosas, algo morboso”.
operación tiene lugar a los veintiséis años. Con posterioridad a la intervención empieza inmediatamente una En la actualidad consigue contener el impulso a intervenir en situaciones externas y que en el pasado lo
sensación de malestar que afectaba todo su rostro y toda su cabeza, y que después se extendió al cuerpo llevó a incidentes de diversa seriedad.
en su totalidad. Esas manifestaciones se ubican mayormente bajo la rúbrica del dolor o la inflamación. Su Continúa consultando profesionales y ensayando hipótesis. Pero desde hace unos meses la tónica
rostro estaba hinchado, la piel estirada hasta un punto doloroso, la pigmentación rojiza. Pero también sentía dominante de los comentarios es positiva. Siente movimientos óseos, crujidos, desplazamientos del maxilar,
variaciones en la masa muscular y ósea, sobre todo en el sentido de la pérdida. Asimismo se habían o de los huesos del cráneo, o también del oído, pero estos sucesos tienen ahora un carácter restitutivo.
producido “desacomodaciones” de los huesos, fundamentalmente en la cara y el cráneo, cambios en su Según refiere, ha recuperado masa muscular. La piel está más distendida. Los huesos están
forma, pérdida de consistencia. “acomodándose”. A veces siente punzadas regulares y sucesivas en las junturas de los huesos del cráneo
como si hubiera un proceso de “zurcido”. Siente movimientos en el oído interno, “como si algo se estuviera
1 cerrando”. Dice que su cuerpo era “como un matambre atado al que le cortaron el nudo (refiriéndose a la
Una primera versión de este trabajo fue publicada en Ancla, Psicoanálisis y Psicopatología, revista de la Cátedra II de
Psicopatología de la Facultad de Psicología de la UBA, n° 2, Buenos Aires, 2008. operación) y entonces todo se desató y desparramó”. Estas sensaciones ahora le traen alivio más que

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inquietud. Sin embargo, este proceso de reacomodación y cierre no deja de manifestarse como
interminable. Los dolores persisten, sobre todo en la cabeza, y con frecuencia no le permiten salir de su
casa. Pero la concurrencia se ha hecho regular y el paciente estableció un vínculo positivo al tratamiento.
Cabe señalar que el primer brote está precedido por el encuentro con una figura paterna que detenta un
poder sobre el cuerpo, a saber el cirujano que lo operó. Una segunda internación fue el final de una crisis
que comenzó cuando un médico psicoanalista decide retirarle toda la medicación que estaba tomando. En
este último caso debe tenerse en cuenta, aparte del efecto propiamente psicofarmacológico, el valor
simbólico de semejante iniciativa por parte del médico.
Después de bastante tiempo confía algunas ideas que precedieron a su primer internación. Habría
escuchado a su madre decir “qué bueno que estás” en lugar de “qué bueno que sos”. Varias veces ha
sentido un acoso sexual velado por parte de su madre, expresado en frases o gestos provocativos. Esta
idea lo angustia gravemente. Sostuvo siempre con su madre una relación de apego radical. Dice ser “su
mascota”. Ha vivido en relación a ella como una suerte de apéndice. El padre se va de la casa cuando
Julián tenía dos años, y refiere él mismo haber sido “un típico padre de fin de semana”. Cabe señalar que es
el único miembro de la familia que se ha acercado al tratamiento del paciente, mientras que la madre parece
sostener una posición de indiferencia. Es notoria la influencia superior de la madre y la familia materna
sobre el paciente. Un dato curioso y significativo es que en su casa y en el entorno de la familia materna, así
como entre sus amigos y parientes, el paciente responde al nombre de Pablo, que es su segundo nombre.
No lo llaman Julián porque es el mismo nombre de su padre. El único lugar en el cual él ha usado y sigue
usando su primer nombre es en el tratamiento, así como en los trabajos en el pasado. Las ideas de rivalidad
edípica con el marido de la madre y de persecución por diversas figuras masculinas que lo amenazan se
aclaran desde esta perspectiva. No se deja de apreciar la raíz incestuosa de ese “trastocamiento morboso
del orden de las cosas” al que hace referencia el sujeto.
La perplejidad producida por ciertos significantes que se le presentan como enigmáticos persiste todavía sin
llegar a ser reducida por un segundo significante que le otorgue una significación aunque sea delirante.
La posición terapéutica del analista obró siempre en la línea del testigo y el acompañante. Las
intervenciones apuntaron a la atenuación del carácter extremo de las ideas que lo parasitaban, a desalentar
toda tentación de ceder al impulso incitado por las voces, a evitar las posiciones heroicas y sacrificiales. El
establecimiento de un espacio de palabra y de confianza fue un objetivo que demoró prácticamente un año
entero poder alcanzar. Se trabajó sobre el vínculo con el padre y con el padre mismo, el cual sostenía una
posición de negación de la enfermedad del hijo, ubicándose en las antípodas de la actitud materna que
parecía fijarlo en un lugar de discapacidad absoluta.

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