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JUSTIFICACIÓN
I. OBJETIVOS
II. METAS
III. IDENTIFICACIÓN DEL PROYECTO
IV.
1. Nombre del Proyecto
2. Nombre y dirección de la organización responsable
Unsaac
Minagri
6.1 Institucionales
6.2 Financieros
6.3 Humanos
7. Estructura Organizacional
V. ESTUDIO TÉCNICO
1. Tamaño del Proyecto
2. Localización
2.1 Macrolocalización
2.2 Microlocalización
3. Manejo de la plantación
La “nueva generación de proyectos forestales” empezó a surgir hace unos 20 años, a medida
que los proyectos se orientaban cada vez más hacia una gran variedad de fines además de los
asociados con la producción tradicional de madera para la industria y de productos madereros.
Como se indica más adelante, la importancia en términos absolutos del componente industrial
de la silvicultura no ha disminuido; de hecho ha aumentado. Más bien ha sido la
importancia relativa para los programas de los organismos de desarrollo, las ONG y los
órganos decisorios nacionales de otras dimensiones de los bosques y los árboles en relación
con el aprovechamiento de la tierra la que se ha incrementado. Por supuesto, la población rural
reconoce desde hace siglos la importancia de los árboles en relación con el aprovechamiento
de la tierra, así como de los diversos productos y subproductos de los árboles y bosques.
La agrosilvicultura y el concepto más amplio de silvicultura social se han abierto paso, no sin
dificultades, con su interés por la mejora del bienestar, la energía y la seguridad alimentaria en
las zonas rurales. Se está empezando a conocer mucho mejor la importancia de los bosques
para las cuestiones relacionadas en el cambio climático mundial y la protección del medio
ambiente. Asimismo se está difundiendo la utilización de los árboles en estrategias y
programas de ordenación de vertientes y en diversos tipos de programas de conservación de
suelos y protección de cuencas hidrográficas.
Es un hecho cada vez más reconocido en los últimos años que muchas de las medidas
adoptadas para promover el desarrollo en un futuro inmediato no permiten mantener el impulso
del crecimiento a más largo plazo. En el mejor de los casos, no resultan lo suficientemente
sólidas o no están lo bastante bien concebidas como para llegar a sostenerse por sus propios
medios, y fracasan después de algún tiempo. En el peor de los casos, los logros a corto plazo
redundan en una degradación o destrucción de la reserva de recursos naturales necesaria para
mantener el crecimiento en el futuro.
Existen muchas definiciones de desarrollo sostenible. Pezzey (1989) señala que casi todas
ellas contienen dos elementos comunes:
Por tanto, el desarrollo forestal sostenible se ha definido como “...el desarrollo que entraña
cambios en la producción y/o distribución de los bienes y servicios que se desea obtener de
bosques y árboles y que redunda, para una determinada población elegida como objetivo, en
un incremento del bienestar capaz de mantenerse en el curso del tiempo” (Gregersen y
Lundgren 1990). El concepto implica la producción de los bienes y servicios que desea la
población, junto con la protección de la base de recursos naturales de la que depende dicha
producción.
Por consiguiente, cabe interpretar que el concepto se aplica más al sostenimiento de los
beneficios económicos que al de los productos materiales. Sin embargo, siguen planteándose
problemas en lo que respecta a la determinación de los valores futuros, o de los cambios en las
prioridades relativas de los diferentes beneficios derivados de los bosques. El bosque tendrá
probablemente diferentes valores para diferentes tipos de usuarios, y estos valores no son
necesariamente compatibles entre sí. El aprovechamiento por parte de los miembros de una
comunidad rural que dependen de la venta de los productos forestales para obtener ingresos
puede entrar en conflicto con los intereses de otras personas de esa misma comunidad que
dependen de esos productos para su propio uso, y las preocupaciones de ambos grupos
estarán probablemente en contradicción con los intereses de las industrias de elaboración que
dependen de las materias primas provenientes del bosque, y de los gobiernos que obtienen
ingresos de las actividades realizadas en las tierras forestales, al tiempo que estos últimos
pueden diferir de los intereses de grupos más amplios de la población regional y mundial
preocupados por evitar un cambio climático negativo o una pérdida de diversidad genética.
Algunas decisiones relativas a los recursos forestales se adoptan en unos contextos mucho
más amplios. En ciertas fases del proceso, la explotación de los recursos forestales puede
generar el capital necesario para invertir en otros sectores económicos, y la transferencia de
tierras del sector forestal al agrícola puede ser fundamental para mantener los suministros de
alimentos. En estas circunstancias, el problema consiste en sostener unos beneficios
económicos mucho mayores que los que se pueden obtener de los recursos forestales.
Dada la inevitable incertidumbre asociada con las necesidades y valores futuros, se puede
interpretar de modo más realista que el concepto de desarrollo sostenible ofrece una serie de
directrices y ayuda a los responsables de la adopción de decisiones a evitar, siempre que es
posible, medidas que eliminan o reducen drásticamente posibilidades futuras. Esto es
importante sobre todo si se consideran los valores ambientales del bosque, inciertos y menos
tangibles. Por tanto los científicos están en general de acuerdo en que la diversidad biológica
es conveniente porque permite alcanzar otros objetivos tales como una mayor resistencia y
estabilidad de los ecosistemas, una mejora del hábitat y la prevención de pérdidas de material
genético que pudiera ser valioso en el futuro. Sin embargo, el acuerdo es mucho menor en lo
que respecta al grado de diversidad que es necesario mantener. La diversidad biológica puede
referirse a cualquiera de los planos -gen, especie, ecosistema, bioma- en que se organiza la
vida (Hunter 1990). Así pues, se puede sentir preocupación por la posible reducción de
diversidad genética dentro de una determinada especie, por la pérdida de una especie, por la
destrucción de un ecosistema entero, o tal vez por la degradación o incluso la pérdida de un
bioma importante para la biosfera. Sin embargo, es difícil atribuir valores a una característica
como la diversidad biológica, ya que los conocimientos sobre cualquier gen, especie o
ecosistema no son suficientes para estimar su posible valor ecológico o económico para un
grado determinado de diversidad biológica.
Asimismo, uno de los problemas que se plantean al establecer la relación entre actividades
forestales y cambio climático consiste en que este último tiene efectos regionales o incluso
mundiales, mientras que los proyectos de desarrollo suelen tener un carácter local. Cada
proyecto forestal tomado por separado puede ser un factor insignificante a nivel mundial, pero
en conjunto pueden desempeñar una función importante para el funcionamiento de la biosfera.
Los cambios tales como la extinción de una especie o el daño causado a la atmósfera entran
en la categoría de acontecimientos que pueden tener consecuencias irreversibles, al menos
dentro del marco cronológico de la planificación humana. Ante la incertidumbre de no saber qué
consecuencias tendría una pérdida irreversible de posibilidades futuras, lo indicado es un
planteamiento prudente del desarrollo. Cada vez está más extendida la idea de que para
conservar el valor de recursos irremplazables puede ser necesario imponer límites a las
posibilidades de intervención. Como mínimo, los responsables de la toma de decisiones
deberán pedir a los analistas que determinen y describan las consecuencias biológicas
potencialmente irreversibles que pudieran derivarse de un proyecto forestal, de modo que si es
preciso puedan hacerse juicios de valor sobre la necesidad de reducir el abanico de las
opciones que se consideran aceptables.
En general los proyectos se formulan para llevar a cabo actividades concretas en un sector
bien definido con el fin de alcanzar objetivos específicos, con unas fechas específicas de inicio
y fin. Los planificadores y directores deben rendir cuentas de la consecución de los objetivos
previstos dentro del plazo y del presupuesto especificados. Sin embargo, aunque los proyectos
tengan un marco temporal limitado en lo que respecta a las operaciones, la mayor parte de
ellos se inician con el fin de provocar cambios cuya duración será mucho más amplia que la del
proyecto. Su función es estimular, catalizar o servir de algún modo como base para unas
actividades que se mantendrán por sí solas para cuando la aportación concreta suministrada
por el proyecto se haya completado o eliminado gradualmente.
Continuidad. - Las actividades iniciadas por el proyecto cesan tan pronto como éste concluye,
o los beneficios derivados de las actividades del proyecto dejan de ser accesibles para los
beneficiarios a los que estaban destinados, ya que no se dispone de los recursos necesarios
para continuar las iniciativas del proyecto.
Difusión. - Las actividades realizadas y los beneficios obtenidos en la zona del proyecto no se
adoptan en otras partes, de modo que el proyecto no pasa de ser un ejercicio experimental,
debido a su enfoque demasiado restringido o a su orientación hacia un sector que no es
representativo de la población en general.
Factores externos. - Pueden producirse efectos secundarios imprevistos, tanto dentro como
fuera del proyecto, al no haberse tenido en cuenta en el momento de su formulación todos los
efectos consiguientes.
La creciente preocupación por la sostenibilidad del desarrollo ha puesto por tanto de manifiesto
una serie de fallos en la formulación y ejecución de los proyectos. Algunos de ellos se deben a
una definición demasiado estricta de los límites de la actividad en cuestión, otros a defectos en
los mecanismos de análisis y formulación de los proyectos, y otros a una comprensión
insuficiente de los límites y posibilidades del marco institucional dentro del cual han de
funcionar los proyectos.
se evitan daños a recursos naturales críticos y se toman precauciones antes de iniciar procesos
irreversibles;
cuando se pueden mantener los recursos, se limita la explotación hasta niveles sostenibles;
cuando han de reducirse (por ejemplo con el fin de dejar libre tierra para la agricultura), se
reserva y se invierte una parte de las ganancias suficiente para generar una corriente
permanente de ingresos o fuentes alternativas de suministro de productos forestales para
quienes dependen de los bosques;
cuando es posible, se fija un valor económico a los costos y beneficios sociales y ambientales,
de modo que se tengan en cuenta en las decisiones; y
se asegura en la mayor medida posible que los efectos normalmente considerados externos se
incorporan a la formulación del proyecto, por ejemplo incluyendo en caso necesario medidas
compensatorias tales como la plantación de árboles para mantener los productos forestales
perdidos.
En el resto de esta parte del estudio se examinan más detenidamente algunas de estas
cuestiones. En el próximo capítulo se analizan los efectos que pueden tener los proyectos
forestales para el desarrollo y las enseñanzas que se están sacando sobre el grado en que las
actividades forestales permiten obtener efectivamente estos beneficios. En el capítulo 3 se
examina la variedad de problemas y mecanismos institucionales que hay que tener en cuenta
al planificar, ejecutar y evaluar proyectos forestales.
Como se muestra en la figura 2.1, los proyectos del sector forestal están vinculados con una
gran variedad de actividades económicas: industria, energía, agricultura, pastoreo y
conservación de suelo y agua. Cabe señalar dos elementos fundamentales de los diferentes
productos resultantes:
1. Muchos de los productos (bienes y servicios) que se obtienen de los bosques y árboles, por
ejemplo en materia de esparcimiento y estética, mejora del medio ambiente, conservación de
suelo y agua y hábitat, son producidos por los bosques naturales mientras que estén
protegidos, tanto si se practica en ellos actividades forestales como si no.
2. Muchos de los productos no llegan al mercado y por tanto no llevan asociados precios de
mercado o valores monetarios. En algunos casos, ni siquiera están bien definidos y
cuantificados en términos materiales, ni se han elaborado medios para cuantificarlos. Algunos
productos sólo tienen efectos locales, mientras que otros pueden tener también repercusiones
mundiales.
Los proyectos del sector forestal suelen acarrear situaciones en las que las actividades
forestales influyen también en aspectos más amplios del desarrollo, como el empleo, la
asignación de recursos y los valores ambientales. Al mismo tiempo, las intervenciones
destinadas a introducir cambios más amplios, como las políticas de fijación de precios agrícolas
y las inversiones para ampliar la infraestructura, influyen en casi todas las actividades
forestales. Por consiguiente, toda evaluación de los efectos posibles o efectivos de un
determinado proyecto forestal habrá de insertarse en un marco analítico que permita
determinar las más importantes de estas vinculaciones y establecer la dirección probable de los
efectos. En el cuadro 2.1 se resumen los principales vínculos intersectoriales de interés para la
silvicultura.
Muchos de estos vínculos son complejos, debido en parte a las características especiales de
los proyectos forestales: