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Los terremotos más potentes

1. Chile, 22 de mayo de 1960: magnitud de 9,5

El terremoto de mayor magnitud registrado en el mundo tuvo lugar en Valdivia, Chile, en 1960. Dejó al menos 2.000 muertos y dos millones de
personas damnificadas.
El sismo de magnitud 9,5 provocó erupciones de volcanes y un maremoto que destruyó ciudades de la costa chilena hasta cruzar el océano
Pacífico y causar víctimas en lugares tan lejanos como Japón, Hawái o Filipinas, a donde llegó más de 15 horas después.
Chile es uno de los países de América Latina con mayor actividad sísmica debido a que gran parte de su territorio está expuesto al choque
tectónico de las placas de Nazca y Sudamericana.

2. Chile, 13 de agosto de 1868: magnitud de 9

Este sismo se registró en Arica, en el norte de Chile, cuando la ciudad estaba bajo soberanía peruana. Debido a la inexistencia de mediciones
en la época, algunas publicaciones lo cifran en una magnitud de 8,6.
Su epicentro estuvo localizado frente a las costas de Tacna, Perú. Junto al posterior maremoto, dejó cuantiosos daños y cientos de fallecidos en
las ciudades de Irica e Iquique. Casi la tercera parte fueron marineros que trabajaban en barcos de la bahía.

3. Chile, 27 de febrero de 2010: magnitud de 8,8

El terremoto de 2010 sacudió el centro-sur de Chile y afectó especialmente a las regiones del Maule y del Biobío, sobre las que se declaró el
estado de excepción constitucional de catástrofe.
El terremoto se originó en el océano Pacífico, pero tuvo una duración de hasta cuatro minutos en las zonas más cercanas al epicentro. Se
registraron más de 500 víctimas mortales, dos millones de personas damnificadas y destrozos en medio millón de viviendas.
Un fuerte tsunami impactó después la costa como consecuencia del terremoto y destruyó localidades ya afectadas por el sismo.

4. Ecuador, 31 de enero de 1906: magnitud de 8,8

Un terremoto con epicentro en el Pacífico y frente a la frontera de Ecuador y Colombia causó entre 500 y 1500 muertos en 1906.
La provincia de Esmeraldas, en la costa sur de Ecuador, fue la más perjudicada. La mayor parte de los daños fueron ocasionados por un
tsunami posterior que arrasó el pueblo de Río Verde.

5. Chile, 8 de julio de 1730: magnitud de 8,7

El Servicio Sismológico Nacional de Chile le otorga al terremoto de Valparaíso de 1730 una magnitud de 8,7.
El epicentro del sismo fue el lugar que actualmente ocupa la ciudad de Viña del Mar, y dañó la infraestructura de algunas de las ciudades más
pobladas como Valparaíso, Santiago, La Serena y Concepción.

Los terremotos más mortíferos:

1. Haití, 12 de enero de 2010: 316.000 muertos

El país más pobre de América quedó devastado tras el terremoto de 2010 del que, aún hoy y tras sufrir otros sismos y huracanes, continúa
recuperándose.
Con una magnitud 7 y el epicentro localizado a solo 15 kilómetros de la capital, Puerto Príncipe, el desastre dejó entre 100.000 y 300.000 víctimas
mortales, 350.000 heridos y más de 1,5 millones de personas sin hogar, según dio a conocer el gobierno un año después.
Haití, la peor geografía para un terremoto
Miles de edificios se hundieron, incluidos el Palacio de Gobierno o la sede de Naciones Unidas. La falta de recursos, la precariedad de las
construcciones, las aglomeraciones urbanas y la debilidad del Estado contribuyeron a hacer de esta una de las catástrofes humanas más
graves de la historia.

2. Perú, 31 de mayo de 1970: más de 66.000 muertos

El terremoto más destructivo de la historia de Perú se registró en los Andes en 1970 y mató a entre 66.000 y 80.000 personas.
El temblor, de 45 segundos y magnitud 7,8, destruyó la ciudad de Huaraz (que perdió la mitad de su población) y provocó un desprendimiento de
tierra que enterró y borró del mapa la ciudad de Yungay, en el departamento de Áncash.
Turistas visitan hoy los pocos restos que dejó la avalancha de piedras y lodo de esta ciudad, en el norte de la cual se creó un municipio llamado
Nueva Yungay tras la desaparición del original.

3. Chile, 25 de enero de 1939: más de 24.000 muertos

El terremoto de la ciudad de Chillán de 1939, de magnitud 7,8, ostenta el récord de víctimas mortales en la historia de los numerosos sismos de
Chile: entre 24.000 y 40.000, según diversas fuentes.
Debido a la hora en la que se produjo (11:32 de la noche), la mayoría de habitantes de Chillán no tuvo tiempo de salir a las calles. Quienes no
murieron por causa directa del desastre, sufrieron las consecuencias de enfermedades y la falta de agua, higiene y alimentos.
Casi la mitad de los edificios de Chillán quedaron destruidos en este terremoto, que marcó el inicio de las grandes campañas de ayuda
humanitaria en el país a las personas damnificadas.

4. Guatemala, 4 de febrero de 1976: 23.000 muertos

Guatemala se despertó en la madrugada del 4 de febrero de 1976 por un sismo de magnitud 7,5 que dejó alrededor de 23.000 fallecidos y 76.000
heridos.
Ya afectado por la pobreza y el conflicto armado interno, el país vio cómo 250.000 casas fueron destruidas y más de un millón de personas se
quedó sin hogar.
Desaparecieron ciudades asentadas sobre la falla activada como Chimaltenango o Guastatoya. Se cavaron grandes fosas comunes en cientos
de puntos del país para inhumar los miles de cadáveres que permanecían a la intemperie.

5. Nicaragua, 23 de diciembre de 1972: más de 10.000 muertos

El terremoto de magnitud 6,2 que destruyó Managua en vísperas de Nochebuena dejó al menos 10.000 muertos, si bien algunas fuentes elevan la
cifra hasta casi el doble.
La inexactitud en el balance de víctimas se debe a que hubo cadáveres bajo los escombros que no pudieron ser rescatados y a la cantidad de
personas desaparecidas que nunca pudo ser determinada.
Casi la totalidad de las viviendas se derrumbaron en el centro de la ciudad, que permaneció prácticamente en ruinas durante veinte años
hasta que muchos edificios destruidos fueron retirados en la década de los 90. Aún hoy se pueden ver restos de aquel desastre.
Yungay terremoto 1970

El aluvión enterró en segundos las localidades de Yungay y Ranrahirca, pero también destruyó casi completamente Caraz y Carhuaz, en el
Callejón de Huaylas. Huaraz, la capital del departamento, fue otra urbe azotada por la fuerza de la naturaleza. Las casas de adobe “mal
preparadas” no resistieron el embate del sismo, y el Hotel de Turistas de la ciudad se improvisó, desde el primer día de la crisis, como hospital
de emergencia.

Sin embargo, lo de Yungay fue lo más doloroso. Una bola gigante y oscura, por momentos incandescente por la fricción del hielo y la tierra,
avanzó en caída libre a una velocidad de 400 km/h. Solo allí hubo alrededor de 20 mil muertos. Unas 300 personas, casi todos niños, se salvaron
al subir a la zona más alta del cementerio general, cuyo Cristo Redentor salió incólume. También sobrevivieron los niños y adultos que
estuvieron en un circo instalado en el Estadio Fernández.

De Yungay solo quedaron en pie cuatro palmeras de la plaza principal. La rebosante plaza estaba adornada por 36 palmeras. Durante 24 horas
una nube de polvo oscuro y espeso se mantuvo a ras del suelo y se elevó a una altura que no permitió por horas que se movilizaran los
helicópteros de la Fuerza Aérea del Perú (FAP).

Por eso se empezó atendiendo a pueblos y ciudades de la costa ancashina, muy afectadas también. Disipada en algo la nube de tierra sobre
Yungay, los helicópteros pudieron entrar, el martes 2 de junio de 1970, a las zonas de desastres más graves a lo largo del Callejón de Huaylas.

Al día siguiente, miércoles 3 de junio, unas 72 horas después del sismo, recién se pudo romper el aislamiento del departamento. A partir de ese
día, la ayuda humanitaria del Gobierno y de los países vecinos empezó a llegar a los desesperados sobrevivientes.

Asimismo, los reporteros de los medios de prensa hicieron su mejor esfuerzo para informar in situ, siendo uno de los primeros en lograrlo el
periodista Javier Ascue, de El Comercio, quien junto con el fotógrafo José Michilot registró los primeros testimonios de la tragedia.

En la ciudad de Yungay, la sepultura de toda la ciudad fue inmediata. Un brutal y silencioso entierro. En otras zonas destruidas de la región, los
supervivientes tuvieron que cavar fosas comunes para enterrar a sus muertos que sumaban miles. En los días siguientes no hubo portada de El
Comercio que no diera cuenta de nuevas cifras de muertos y heridos.

En esas circunstancias, los reporteros solo podían avanzar a pie, en medio de los escombros, heridos y muertos. En algunos casos, la caminata
llegó a ser de dos días hasta alcanzar los centros más tristes de la catástrofe como Yungay, Huaraz y alrededores.

Pero el terremoto silenció también otras urbes ancashinas como Carhuaz y Caraz, muy cercanas a Yungay; y algo más lejos también, en Recuay
y Huari; al sur del departamento, destruyó gran parte de Ocros, Cajacay y Mancos; y azotó las zonas costeñas de Huarmey, Casma y Chimbote.

A la altura de estas dos últimas (Casma y Chimbote), a 50 kilómetros en el fondo del mar, había ocurrido el fatal epicentro sísmico. El sur de
Chimbote fue el lado más afectado, especialmente en los alrededores del cerro San Pedro. Allí todo estaba destruido. La Cruz Roja Peruana
estimaba en dos mil personas los posibles muertos, todos enterrados bajo los escombros.

Chimbote fue el primer lugar al que llegó el presidente de la República, el general Juan Velasco Alvarado, el lunes 1 de junio de 1970. Esa
mañana, con los hospitales destruidos y el colapso de la morgue local, se podían ver los cuerpos inertes de más de 300 personas regados por
los jardines y parques.

En todo el Perú, ya sea en el sur, en el centro y especialmente en el norte peruano, las personas e instituciones se movilizaron para auxiliar a los
heridos, como lo hizo la Marina de Guerra del Perú con su crucero BAP “Coronel Bolognesi”, el que trajo al Callao una gran cantidad de heridos
desde el puerto chimbotano. Solo allí las pérdidas materiales eran estimadas en 50 millones de soles.

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Chimbote era un centro vital que debía recuperarse para facilitar el transporte y la ayuda para los demás damnificados. En otras zonas de la
costa también los efectos del sismo causaron miedo y dolor. En Casma, cerca de Chimbote, hubo casi una destrucción total. Solo 24 horas
después del terremoto, los casmeños vieron más de cien muertos arremolinados en sus calles y parques.

También en Huarmey el terror consumía a la gente. Ni las iglesias, municipios o instituciones públicas quedaron en pie. Ni los mercados,
escuelas u hoteles podían habitarse de nuevo. Al menos 6 mil personas, a las 48 horas del desastre, pedían ayuda para abrigarse al terminar en
la intemperie, atemorizados ante una nueva avalancha u otro evento sísmico.

Tierra adentro, en Huaraz, se veía la desgracia penetrar en sus más íntimas estructuras. El alcalde José Sotelo declaraba a una emisora radial
que el 95% de las casas en la ciudad estaban afectadas, y los muertos podían sumar miles. Con las vías de comunicación terrestres hacia Lima
bloqueadas o interrumpidas, la única forma de recibir ayuda inmediata era por el aire.

Cualquier localidad cercana al epicentro (frente a Chimbote o en el Callejón de Huaylas) exhibía catastróficos daños materiales y humanos. Los
efectos se vivieron no solo en el departamento en conjunto sino también en varias ciudades de La Libertad, en el que el río Moche quedó
contaminado por la caída en varios puntos de relaves mineros; y también en Lambayeque y hasta en Cajamarca, donde se derrumbó la torre y
el campanario de la Catedral.

Asimismo, la desgracia humana llegó a Lima provincia, como Barranca y Huacho, al norte; así como Canta, Churín, Matucana y Cajatambo, al
este. En este último sitio un ómnibus que venía de Lima con 40 pasajeros fue arrollado por las rocas gigantes o “galgas” que se desprendieron
de los cerros.

Y hasta en Lima Metropolitana, en el Cercado, el Palacio de Justicia acusó el golpe sobre todo en el tercero y cuarto pisos de su edificio y,
paradójicamente, en el jirón Ancash, donde casas antiguas se derrumbaron. El Comercio informaba que en la capital se sintió el terremoto
como si fuera uno de seis grados en la escala de Richter.

Por esos días era frecuente observar sobre los cielos de las ciudades afectadas a muchos paracaidistas planeando con cautela y llevando
auxilio médico o alimentos a los damnificados. La ayuda del exterior, canalizada por la Junta de Asistencia Nacional (JAN), empezó a llegar a los
pocos días del suceso. Uno de los primeros auxilios en medicamentos, víveres, ropa de abrigo y otros elementos llegó de Canadá y, por
supuesto, de los países vecinos del continente.

Asimismo, la ayuda humanitaria aterrizó desde los países nórdicos de Suecia, Finlandia y Noruega; así como de Holanda, los países asiáticos,
EE.UU. y la URSS, estos últimos extremos internacionales que se juntaron a través de sus respectivas cruces rojas o directamente desde sus
gobiernos.

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Otra cadena de ayuda clave fue la de los médicos peruanos y extranjeros. Médicos alemanes, estadounidenses, cubanos, argentinos y chilenos
atendieron a los heridos más graves y luego previnieron epidemias, para lo cual en los 15 días siguientes se llegaron a vacunar a unas 80 mil
personas.
El papa Pablo VI no olvidó al Perú y nos envió su mensaje de solidaridad y apoyo por los momentos trágicos que vivíamos: “Un saludo fraternal y
confortante para todo el pueblo peruano. Glorioso por su cultura antiquísima y más glorioso aun por su fe católica (…)”. Mensajes como el del
Papa quizás calaron en el sentimiento solidario de los artistas plásticos peruanos, quienes participaron con sus trabajos en una subasta
organizada por la Municipalidad de Miraflores y la Embajada de Brasil.

Se calcula que hubo, en total, 75 mil muertos y 150 mil heridos, así como 600 mil damnificados que quedaron sin techo. Esto significó más de 100
mil viviendas destruidas solo en el Callejón de Huaylas. Ese día la tierra bramó atemorizando a más de 83 mil km2 de distancia, abarcando la
extensión de los departamentos de Áncash, Lima, La Libertad y Lambayeque.

Paralelamente a la catástrofe del Callejón de Huaylas, en Áncash, que traía depresión y angustia, el Perú vivía una euforia por las victorias y el
buen juego de la selección peruana de fútbol en el mundial de México 70. El equipo de Cubillas, Sotil, “Perico” León y Chale demostró coraje y
amor propio para sobreponerse a las dificultades que vivía el país.

El ejemplo de la selección de “Didí” dio aliento y fuerza al país dolido. Poco a poco, los peruanos resurgimos apoyando las colectas públicas,
donando dinero o enseres y ofreciéndonos como voluntarios. Así hicimos frente a las consecuencias de la furia de la naturaleza.

¿Qué hacer en caso de un sismo?

Descripción
El Perú pertenece al “Círculo de Fuego del Océano Pacífico”, zona que concentra el 85% de actividad sísmica en el mundo. Por este motivo, ten
en cuenta estos consejos y precauciones en caso ocurra un temblor o terremoto.

Antes del sismo


● Ubica las zonas seguras y estructuras firmes para protegerte.
● Ten preparada una mochila de emergencia.
● Participa en los simulacros de sismo de tu barrio.
● Educa a los niños de tu casa sobre medidas de precaución.
● Contrata un ingeniero para reforzar tu vivienda.

Durante el sismo
● Mantén la calma. El asustarte solo puede paralizarte o hacerte cometer errores.
● Aléjate de las ventanas y objetos que pueden caerse.
● Si no llegas rápido a la salida, busca un espacio seguro.
● No llames por teléfono. La línea estará sobrecargada, así que mejor envía mensajes de texto.
● No uses ascensor.
● Después del sismo
● Revisa si hay fugas de gas que podrían causar fuego.
● Llamar a los números de emergencia como: los bomberos 116, Cruz Roja (01) 2660481 y el Sistema de Atención Móvil de Urgencia
(SAMU) 106.
● Auxilia a los heridos.
● Ten cuidado con las posibles réplicas. Evita estar cerca a casas que han sido afectadas por el sismo.
● Si estás cerca al mar, aléjate de la zona hasta que se descarte la posibilidad de un maremoto.

¿Qué debe tener la mochila de emergencia?


Siempre debes tener en tu casa una mochila de emergencia y esta tendrá elementos que puedan ayudarte en situaciones de sismos y otros
desastres naturales. No deben faltar alcohol o desinfectante, medicina, pastillas, vendas, curitas, toallas, frazadas, agua embotellada, alimentos
enlatados, linterna y radio a pilas. Si tienes un bebé o adulto mayor, la mochila también deberá tener objetos de gran necesidad para ellos
como biberones, pañales, papillas, mantas y más.

¿Qué hacer si tienes mascota?


Se recomienda que tengan un collar con su nombre y dirección para evitar que se pierdan, así como registrarlo en la municipalidad de tu
distrito. Puedes designar a un miembro de tu familia para que calme a tu mascota y se ocupe de su salida a una zona segura, pero sin poner en
riesgo su vida. Además, incluye en la mochila de emergencia comida de animales, correa de paseo y una manta para abrigarlo

AGÁCHESE. CÚBRASE. AGÁRRESE


En la mayoría de las situaciones usted se puede proteger si inmediatamente:

SE AGACHA y se pone en el suelo de manos y rodillas antes de que el terremoto lo derribe. Esta posición evitará que se caiga, pero le permite
moverse si es necesario.
SE CUBRE la cabeza y el cuello (y todo el cuerpo si es posible) metiéndose debajo de una mesa o un escritorio resistente. Si no se encuentra
cerca de un lugar en el que p ueda resguardarse, agáchese cerca de una pared interior o junto a muebles de poca altura que no vayan a caerle
encima, y cúbrase la cabeza y el cuello con los brazos y las manos.
SE AGARRA de su resguardo (o de su cabeza y cuello) hasta que deje de temblar. Prepárese para moverse con su resguardo si el temblor lo
cambia de lugar.

Si se encuentra adentro, permanezca adentro.


NO salga de su casa ni corra a otros cuartos durante un terremoto. La probabilidad de lesionarse es menor si se queda donde está.

Para reducir la probabilidad de resultar lesionado, haga lo siguiente:

● Si es posible, en los pocos segundos antes de que el temblor se intensifique, aléjese rápidamente de los objetos de vidrio, objetos
colgantes, estantes de libros, vitrinas o de otros muebles grandes que se puedan caer. Esté atento a los objetos que pueden caerse,
como ladrillos de chimeneas y tiros de chimeneas, lámparas, objetos colgados de las paredes, estantes altos y gabinetes con
puertas que podrían abrirse.
● Si hay algún objeto cerca, úselo para protegerse la cabeza y la cara de los escombros y vidrios rotos que caen.
● Si está en la cocina y tiene la estufa encendida, apáguela rápidamente y busque un resguardo tan pronto como sienta el temblor.
● Si se encuentra en la cama, espere y permanezca ahí, protegiéndose la cabeza con una almohada. La probabilidad de lesionarse es
menor si se queda donde está. El vidrio roto en el piso puede causarle lesiones si camina o se acuesta en el piso.
● NO se pare debajo del marco de una puerta. Estará más seguro debajo de una mesa. En las casas modernas los marcos de las
puertas no son más resistentes que otras partes de la casa, Y no lo protegerán de la causa más probable de lesiones, los objetos
que caen o los que son lanzados al aire. La mayoría de las lesiones y las muertes relacionadas con terremotos son causadas por
objetos que caen o son lanzados al aire (como TV, lámparas, vidrio o estantes de libros), o que son derribados al suelo.
Si se encuentra en un edificio alto, agáchese, cúbrase y agárrese.

● Aléjese de las ventanas y de las paredes exteriores.


● Quédese en el edificio.
● NO use los ascensores. Es posible que se vaya la luz y se enciendan los rociadores contra incendios.
● Si se queda atrapado, mantenga la calma. Trate de llamar la atención golpeando las partes duras o metálicas de la estructura. Esto
podría aumentar la probabilidad de que lo rescaten.
● Si se encuentra en un lugar con mucha gente, agáchese, cúbrase y agárrese.
● No corra a ponerse debajo de los marcos de las puertas. Otros tendrán la misma idea.
● Aléjese de los estantes que tengan objetos que puedan caerse.
● Si puede, resguardarse y agarre algo para protegerse la cabeza y la cara de los escombros o vidrios que puedan caer.

Si está afuera, quédese afuera.


● Quédese dentro si está adentro, y afuera si está afuera.
● Aléjese de los edificios, cables eléctricos, socavones, y tuberías de combustible y gas. El mayor peligro por los escombros que caen
se encuentra justamente afuera de las puertas y cerca de las paredes exteriores de los edificios.
● Vaya a un área abierta, lejos de árboles, postes de teléfono y edificios. Una vez afuera, agáchese y quédese allí hasta que deje de
temblar.
● El área que se encuentra cerca de las paredes exteriores de un edificio es el lugar más peligroso. Las ventanas, las fachadas y los
detalles arquitectónicos con frecuencia son las primeras partes de un edificio que se derrumban. Manténgase lejos de esta zona de
peligro.
● Si se encuentra en un vehículo en movimiento, deténgase tan pronto y tan seguramente como pueda.
● Estacione su auto al borde de la carretera o de la acera, lejos de postes eléctricos, cables suspendidos y pasos a desnivel.
● Quédese en el auto y ponga el freno de mano. Aunque es posible que el auto se mueva violentamente sobre sus muelles, es un buen
lugar para quedarse hasta que acabe el temblor.
● Prenda la radio para escuchar las transmisiones de emergencia.
● Si un cable del tendido eléctrico se cae sobre el auto, quédese adentro hasta que una persona capacitada retire el cable.
● Cuando sea seguro que comience a manejar otra vez, esté atento a los peligros creados por el terremoto, como grietas en el
pavimento, postes y cables de electricidad caídos, inundaciones, pasos elevados caídos o puentes derrumbados.
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Si se encuentra en un estadio o en una sala de cine, quédese en su asiento. Protéjase la cabeza y el cuello con los brazos o de cualquier manera
posible.
● No salga sino hasta que termine el temblor.
● Cuando salga manténgase alerta a todo aquello que pudiera caer durante las réplicas.
● Si se encuentra cerca de la costa, agáchese, cúbrase y agárrese hasta que termine el temblor.
● Si un temblor intenso dura 20 segundos o más, evacue directamente la zona en la que se encuentra y diríjase a un terreno elevado
porque es posible que el terremoto haya generado un tsunami.
● Trasladarse inmediatamente 2 millas (3 kilómetros) tierra adentro o a un terreno que se encuentre al menos 100 pies (30 metros) sobre
el nivel del mar. No espere a que los funcionarios emitan una advertencia.
● Camine rápidamente, en lugar de manejar, para evitar el tráfico, los escombros y otros peligros.
● Si no puede agacharse en el suelo, trate de sentarse o permanezca sentado para evitar que algo lo tumbe.

Si está en una silla de ruedas, ponga el freno a las ruedas. Retire de la silla de ruedas todo artículo que no esté fijo a ella de manera segura.
● Protéjase la cabeza y el cuello con un libro grande, una almohada o con sus brazos. El objetivo es evitar lesiones por caídas o por
objetos que pudieran caer sobre usted o ser lanzados hacia usted.
● Si puede, busque resguardo debajo de una mesa sólida o un escritorio resistente. Manténgase lejos de las paredes exteriores,
ventanas, chimeneas y objetos colgados.
● Si no puede moverse de una cama o de una silla, protéjase lo mejor posible de los objetos que caen cubriéndose con sábanas y
almohadas.
● Si se encuentra afuera, vaya a una zona abierta, lejos de árboles, postes del teléfono y edificios, y quédese allí.

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