Está en la página 1de 218

PSICOLOGÍA

DE LA SALUD
Aproximación histórica,
conceptual y aplicaciones
Jesús Gil Roales-Nieto
(Director)

PSICOLOGÍA PIRÁMIDE
LA PSICOLOGÍA de la salud es una especialidad joven y
vigorosa de la psicología que representa un punto de enlace
estratégico entre psicología y medicina. La extensión e importancia
del objeto de estudio de esta especialidad, que se puede determinar
como el papel del comportamiento en la salud y la enfermedad,
ha motivado el nacimiento y desarrollo de dicha especialidad a
lo largo de las últimas décadas, y en la actualidad despierta un
enorme interés entre los alumnos de psicología y otras discipli-
nas afines y entre los profesionales de la salud.
Para abarcar el amplio campo de estudio en
que se ha convertido la psicología de la salud de manera amena
e interesante, esta obra se ha estructurado en dieciséis capítulos
organizados en dos partes. La parte primera se ocupa del de-
sarrollo histórico de la psicología de la salud, de sus aspectos con-
ceptuales y metodológicos y del estudio de las interacciones y
pautas de variación encontradas en el comportamiento, la salud
y la enfermedad. La parte segunda cubre los principales ámbitos
de actuación de la psicología de la salud en cuanto al papel del
comportamiento en el proceso de mantenimiento de la salud y
en el tratamiento de la enfermedad, incorporando temas nove-
dosos como el estudio de la discriminación del riesgo y los
temas clásicos y habituales sobre apoyo social, conducta de
enfermedad, hábitos de alimentación y ejercicio, consumo de taba-
co y estrés. Esta parte se cierra con cinco capítulos que tratan
sobre aplicaciones en ámbitos de extraordinaria importancia,
como son las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, el dolor
crónico, la salud del anciano y los cuidados paliativos.
Jesús Gil Roales-Nieto, director de la
obra, es catedrático de Psicología de la Salud en la Universidad
de Almería y director del Grupo de Investigación de Psicolo-
gía y Salud. Ha publicado numerosos libros y artículos cien-
tíficos en este ámbito del conocimiento. Ha sido un autor
pionero en nuestro país en la investigación y aplicación de la
psicología al tratamiento del tabaquismo, la intervención en dia-
betes, la odontología, la hipertensión y el estudio de las creencias
en salud y la discriminación del riesgo.

<N
<N
VO
c-4
O

PIRAMIDE
www.edicionespiramide.es
Director
JESÚS GIL ROALES-NIETO
CATEDRÁTICO DE UNIVERSIDAD DEL DEPARTAMENTO DE PERSONALIDAD,
EVALUACIÓN Y TRATAMIENTOS PSICOLÓGICOS DE LA UNIVERSIDAD DE ALMERÍA

^ rx \
ÍV mN

PSICOLOGÍA

Aproximación histórica,
conceptual y aplicaciones

<N
\

l
4-
O
3

¿< EDICIONES PIRAMIDE



COLECCIÓN «PSICOLOGÍA»
Director:
Francisco J. Labrador
Catedrático de Modificación de Conducta
de la Universidad Complutense de Madrid

Diseño de cubierta: C. Carabina


Realización de cubierta: Anaf Miguel

Reservados todos los derechos. El contenido de


esta obra está protegido por la Ley, que establece
penas de prisión y/o multas, además de las corres-
pondientes indemnizaciones por daños y perjui-
cios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distri-
buyeren o comunicaren públicamente, en todo o en
parte, una obra literaria, artística o científica, o su
transformación, interpretación o ejecución artísti-
ca fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada
a través de cualquier otro medio, sin la preceptiva
autorización.

©Jesús Gil Roales-Nieto (dir.)


©Ediciones Pirámide (Grupo Anaya, S. A.), 2004
Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid
Teléfono: 91 393 89 89
www.edicionespiramide.es
Depósito legal: M. 48.321-2003
ISBN: 84-368-1819-9
Printed in Spain
Impreso en Lavel, S. A.
Polígono Industrial Los Llanos. Gran Canaria, 12
Humanes de Madrid (Madrid)
Relación de autores
Jesús Gil Roales-Nieto
Catedrático de Universidad, Departamento de Personali-
dad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos, Universi-
dad de Almería.
Rosario Antequera Jurado Francisca López Ríos
Profesora titular de Universidad, Departamento de Per- Profesora titular de Universidad, Departamento de Per-
sonalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos, Uni- sonalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos, Uni-
versidad de Sevilla. versidad de Almena.
José Luis Blanco Coronado Emilio Moreno San Pedro
Profesor asociado de Medicina, Universidad de Almería. Profesor contratado, Departamento de Psicología, Uni-
Médico especialista en Medicina Intensiva, Complejo versidad de Tamaulipas, México.
Hospitalario Universitario Torrecárdenas, Almería.
Rosa Esteve Zarazaga Carmen Ramírez Maestre
Profesora titular de Universidad, Departamento de Per- Profesora titular de Universidad, Departamento de Per-
sonalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos, Uni- sonalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos, Uni-
versidad de Málaga. versidad de Málaga.

Alicia Eva López Martínez Luis Rodríguez Franco


Profesora titular de Universidad, Departamento de Per- Profesor titular de Universidad, Departamento de Perso-
sonalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos, Uni- nalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos, Uni-
versidad de Málaga. versidad de Sevilla.
L
Indice
/

Prólogo (Jesús Gil Roales-Nieto) 15

PARTE PRIMERA
Aproximación histórica y conceptual

1. Aproximación histórica a la psicología de la salud (Jesús Gil Roales-


Nieto) 23

Aproximación holista a la salud y la enfermedad. Una breve perspectiva his-


tórica 23
Consolidación del modelo biomédico 31
Antecedentes históricos a la perspectiva biopsicosocial 35
Aproximación de la medicina córtico-visceral 35
Aproximación de la medicina psicosomàtica e investigaciones en psicofisio-
logia 37
Aproximaciones desde la psicología (psicología en medicina) 43
Estudios pioneros sobre la aplicación del análisis de la conducta al ámbito
de la salud 47
Génesis de un modelo de salud/enfermedad alternativo al modelo biomédico.... 52
Razones para la demanda de un modelo alternativo de salud y enfermedad... 52
Aproximación biopsicosocial a la salud y la enfermedad 59
Génesis de la medicina conductual y la psicología de la salud 61
2. Delimitación conceptual de la psicología de la salud (Jesús Gil Roa-
les-Nieto) 67
Definición de psicología de la salud 67
Delimitación conceptual de la psicología de la salud 69
Medicina psicosomàtica y psicología de la salud 70
Psicología médica y psicología de la salud 71
Medicina conductual y psicología de la salud 72
El conjunto educación para la salud/medicina preventiva/salud pública y la
psicología de la salud 76
Psicología clínica y psicología de la salud 78
A modo de conclusión: psicología de la salud y medicina conductual como nue-
vas formas de enfrentarse a la salud y la enfermedad 87
C Ediciones Pirámide
1 0 / Indice

3. Modelos y conceptos centrales en psicología de la salud (Jesús Gil


Roales-Nieto)

Conceptos de salud y enfermedad 91


La salud como objeto de estudio. Definiciones «oficiales» 93
La salud como continuo. Conceptos dinámicos de salud 97
Definiciones criteriales de salud y enfermedad 99
Algunas reflexiones sobre la lógica de las definiciones de salud y enfer-
medad 101
Determinantes del estado de salud/enfermedad 104
Modelo marco biopsicosocial en psicología de la salud 108

4. Comportamiento y salud y comportamiento como riesgo (Jesús Gil


Roales-Nieto) 119

Estilos de vida y salud 119


Aproximaciones al concepto de estilo de vida 127
Patrones y pautas de comportamiento relacionados con la salud 134
Sentido de coherencia 135
Fortaleza 136
Control/sensación de control 137
Disposición optimista 139
Autoestima y autoeficacia 140
Patrones y pautas de comportamiento de riesgo 142
Algunas reflexiones finales sobre los comportamientos de riesgo y de salud 144

5. Evaluación e intervención en psicología de la salud (Jesús Gil Roa-


les-Nieto) 149

Evaluación y medida en psicología de la salud 149


Consideraciones generales 149
Objetivos de evaluación 150
Técnicas e instrumentos de evaluación en psicología de la salud 152
Medidas bioquímicas y psicofisiológicas 153
Entrevista^. 155
Cuestionarios y pruebas psicológicas 156
Observación directa 157
Autoobservación y autorregistro 159
Evaluación ecológica momentánea como estrategia evaluadora en psicolo-
gía de la salud 160
Evaluación del estado de salud y escalas de medida de la calidad de vida 162
Evaluación de los comportamientos de riesgo y del estrés 166
Evaluación de programas 168
Algunas consideraciones finales sobre la evaluación en psicología de la salud... 169
Áreas de aplicación y niveles de intervención en psicología de la salud 170
Intervención en promoción de la salud y prevención de la enfermedad 175
Barreras para la promoción de la salud y prevención de la enfermedad 179
Niveles de intervención 181
Niveles de intervención social y comunitario e institucional 182
Intervención en la mejora del cuidado profesional de la salud 185
Ediciones Pirámide

índice / 11

PARTE SEGUNDA
Ámbitos de actuación en psicología de la salud

6. Discriminación del riesgo (Jesús Gil Roales-Nieto) 191


Discriminación de estados internos y síntomas 194
Informe de estados internos como síntomas 195
Precisión en la discriminación de señales internas 197
Percepción de señales internas y conducta de informe de síntomas 200
Estados internos, síntomas y conducta de búsqueda de ayuda 203
Precipitantes del contacto paciente-profesional de la salud 205
Discriminación de señales internas en enfermedades crónicas 206
Entrenamiento en discriminación de señales internas 208
Fenómenos de optimismo irreal (sesgo optimista) y salud 213
7. Apoyo social y salud (Jesús Gil Roales-Nieto) 217
Concepto y tipos de apoyo social 217
Fuentes «naturales» de apoyo social 220
Relaciones entre apoyo social y salud 221
Apoyo social y mantenimiento de la salud 221
Impacto y recuperación de la enfermedad y apoyo social 224
Vías o mecanismos de facilitación de la salud por el apoyo social 225
Hipótesis de la «vía conductual» o de los efectos directos del apoyo social
sobre la salud 225
Hipótesis de la «amortiguación del estrés» 226
Apoyo social en la enfermedad crónica. Diabetes como ejemplo 228
Una perspectiva funcional de las relaciones apoyo social-salud/enfermedad 232
8. Conducta y enfermedad (Jesús Gil Roales-Nieto y Emilio Moreno San
Pedro) 235
La distinción enfermedad/trastorno (illness/disease) 236
Conceptos que relacionan conducta y enfermedad 238
Conceptos de dolor psicogénico y de conducta de dolor 239
Concepto de rol de enfermo (sick role) 240
Concepto de conducta de enfermedad (illness behavior) 242
Concepto de conductas de enfermedad crónica 244
Conducta anormal de enfermedad y conducta anormal de tratamiento 246
El concepto de somatización y la conducta de enfermedad 249
Génesis y mantenimiento de la conducta de enfermedad 252
Conducta anormal como riesgo para la salud 255
Depresión y alexitimia como factores de riesgo para la salud 258
Alexitimia y salud 259
Compartir /v/ reprimir las experiencias traumáticas y salud 260
Psicopatología y diabetes 261
9. Alimentación, actividad física y salud (Jesús Gil Roales-Nieto) 265
Pautas de alimentación y salud 266
Aspectos psicosociales (culturales) de la alimentación 267
Introducción a las necesidades nutritivas. El concepto de «dieta saludable» 268
Alimentación y nutrición 268
C Ediciones Pirámide
Azúcares o hidratos de carbono 270
Proteínas 271
Grasas 271
Fibra 272
Alimentarse como comportamiento. Tendencias culturales 274
Pautas de alimentación de riesgo 276
Obesidad por sobreingesta y riesgo para la salud 278
Obesidad y salud 282
Actividad física y salud 284
Tipos de ejercicio y repercusión sobre la salud 286
Patrones de actividad física en la población 289
Efectos generales del ejercicio 293
Efectos del ejercicio sobre la salud y la enfermedad 295
Trastornos cardiovasculares 296
Diabetes 301
Obesidad 303
Cáncer 304
Osteoporosis 305
Artritis y dolor crónico 305
Ejercicio y estrés 307
Consumo de tabaco y riesgo para la salud (Jesús Gil Roales-Nieto). 309
Tabaquismo. Definición y delimitaciones 311
Trastorno inducido por nicotina. Abstinencia de nicotina 313
Hechos sobre la adquisición y mantenimiento de la adicción a la nicotina
(tabaquismo) 315
Naturaleza y componentes del tabaco 320
Alquitrán 323
Monóxido de carbono 324
Nicotina 324
Fumar como conducta adictiva 326
Efectos de la nicotina sobre el organismo y su comportamiento 327
Evidencias científicas de las propiedades adictivas de la nicotina 328
Umbral de consumo para el desarrollo de adicción a la nicotina 330
Desarrollo de tolerancia y dependencia a la nicotina 331
Factores comportamentales 333
Formas de administración de la nicotina como droga: el cigarrillo como
vía de autoadministración de nicotina 334
Fumar y consumo de otras drogas 336
Síndrome de retirada, craving y recaída 336
Consumo de tabaco y afectación a la salud 339
Alteraciones de la salud relacionadas directa o indirectamente con el con-
sumo de tabaco 340
Principales efectos sobre la salud del tabaco fumado 342
Sistemas cardiovascular y respiratorio 342
Tabaco y cáncer 343
Otros efectos del tabaquismo sobre la salud 344
Fumar pasivo. Afectación del humo del tabaco a la salud de los no fumadores.. 345

© Edcoines Párimdie
Consumo de tabaco por mujeres embarazadas 346
Beneficios para la salud del abandono del tabaco 346
índice / 13

Estrés y salud (Jesús Gil Roales-Nieto y Francisca López Ríos) 351


Concepto de estrés: del planteamiento original a los conceptos actuales 351
Concepto de estrés 353
E,stresores y respuesta úe estrés
Fuentes de estrés 358
Respuesta de estrés 361
Estrategias de afrontamiento. Concepto y tipos 363
Estrés y salud 367
Estrés y trastornos cardiovasculares 370
Estrés, enfermedades infecciosas y funcionamiento del sistema inmune.... 372
Estrés y cáncer 379
Estrés y enfermedades metabólicas: diabetes 380
Otros trastornos relacionados con el estrés 384
Estrés y conductas de riesgo 385
La enfermedad como fuente de estrés 386
Comportamiento como riesgo para cáncer (Francisca López Ríos,
Alicia Eva López Martínez y Jesús Gil Roales-Nieto) 391
Etiología del cáncer. Factores de riesgo 393
Características de personalidad y cáncer 395
Depresión, estrés y cáncer 397
Intervención psicológica en pacientes con cáncer 401
Terapia psicológica adyuvante 402
La información tras el diagnóstico 404
Aspectos específicos en la intervención en cáncer: control de reacciones
aversivas a la quimioterapia 406
Comportamiento como riesgo para trastornos cardiovasculares
(Jesús Gil Roales-Nieto, Francisca López Ríos y José Luis Blanco
Coronado) 407
Panorámica epidemiológica de los trastornos cardiovasculares 407
Epidemiología descriptiva de los trastornos cardiovasculares: factores de
riesgo 408
Comportamiento y riesgo cardiovascular 410
Dieta y riesgo cardiovascular 412
Colesterol como factor de riesgo cardiovascular 412
Consumo de café y salud cardiovascular 414
Patrones de conducta como riesgo cardiovascular 419
El patrón de conducta tipo D como factor de riesgo de cardiopatía is-
quémica 426
Ansiedad como factor de riesgo cardiovascular 426
Depresión y riesgo cardíaco 427
Anexo 430
Patología cardiovascular 431
Insuficiencia cardíaca 432
Entidades clínicas específicas 432
Hipertensión arterial 432
Enfermedades cerebrovasculares 432
Cardiopatía isquémica 433
Arritmias cardíacas 433
Bloqueos cardíacos 433
14. El dolor crónico desde la perspectiva psicológica (Carmen Ramírez
Maestre, Rosa Esteve Zarazaga y Alicia Eva López Martínez) 435
Modelos explicativos del dolor crónico 436
La «Teoría de la Puerta de Paso» 436
El modelo operante del dolor crónico 438
El dolor crónico como experiencia estresante 439
Diferencias individuales en el afrontamiento del dolor crónico 442
La evaluación psicológica del dolor crónico 446
La intensidad subjetiva del dolor 447
Las conductas de dolor 451
Afrontamiento y creencias 452
El nivel de funcionamiento 453
El estado de ánimo 453
Intervención psicológica en el dolor crónico 454
15. La salud del anciano (Luis Rodríguez Franco y Rosario Antequera Ju-
rado) 463
La vejez saludable 463
Hábitos y conductas saludables en el anciano 463
La dieta y el equilibrio nutricional 464
El tabaco 465
El consumo de alcohol 465
La actividad física y el sedentarismo 466
La enfermedad en la vejez 467
La prevención de caídas 469
La enfermedad de Alzheimer 470
Tratamientos psicológicos de la EA 473
Características de los programas de tratamiento 473
16. Intervención psicológica en cuidados paliativos (Alicia Eva López
Martínez) 477
Cuidados paliativos: características y objetivos 478
Necesidades psicológicas del paciente en situación terminal 480
Síntomas psicológicos de los pacientes en situación terminal 480
Principales preocupaciones de los enfermos en situación terminal 482
Necesidades psicológicas de los familiares 482
Necesidades psicológicas del equipo profesional 485
Intervención psicológica en cuidados paliativos 486
Aspectos a considerar en la evaluación psicológica de la situación terminal.. 487
Objetivos y procedimientos terapéuticos en la intervención psicológica en
cuidados paliativos 490
El counselling como instrumento terapéutico en cuidados paliativos 492
Bibliografía 497

© Edcoines Párimdie
Prólogo
El conocimiento científico de la enfermedad hu
mana va a ser la historia simultánea de un poderío y un;
perplejidad: el creciente poderío intelectual y técnici
que ha dado al médico su cada vez más fina y hond;
penetración biofísica y bioquímica en la realidad or
gánica del proceso morboso —por tanto: un fabulosc
avance en el camino que abrió la patología científico
natural del siglo XIX— y la perplejidad, a la vez inte
lectual, técnica y ética, de advertir que ese saber tan in
menso y eficaz no resulta suficiente para entender ;
diagnosticar la real integridad de muchas enfermeda
des, y en consecuencia, para tratarlas adecuadamente
PEDRO LAÍN ENTRALGO
(1978, pp. 610-611)

La psicología de la salud es una de las más jóve- gía y medicina. Hasta ahora —y, en gran medida, as
nes y vigorosas especialidades de la psicología en su continúa siendo—, la medicina ha contemplado 1(
vertiente aplicada, con una corta pero intensa histo- psicológico con una mezcla de resignación y sensa
ria, y se ha configurado como una especie de crisol ción de descontrol e impotencia; como algo (in)evi
en el que se funden varias de las diferentes especia- table, algo que está ahí, que tiene su importancia, pen
lidades y subdisciplinas que conforman el ámbito sobre lo que poco se puede hacer desde el plano d<
científico de la psicología, representando así un pun- lo científico y contrastable, desde el plano de la mo
to de encuentro y aplicación de múltiples saberes derna medicina científica. Siendo así que la psicolo
que, con frecuencia, han mantenido caminos relati- gía de la salud representa una plataforma idónea par;
vamente paralelos. La psicología de la salud es, ade- la transformación de este punto de vista. Una plata
más, un producto de esa perplejidad médica magis- forma desde la que introducir, en el contexto del cui
tralmente relatada por Laín Entralgo en la cita que dado de la salud y de la enfermedad, la idea de qu<
abre este prólogo, provocada por la sinuosa y evasi- lo psicológico puede ser algo tan comprensible, ob
va naturaleza de fenómenos resistentes a una expli- jetivable y modificable como lo pueda ser lo somáti
cación biológica monocolor; una especialidad que ha co, salvando las necesarias distancias de complejidac
recibido su contenido del amplísimo campo de la sa- y naturaleza. Una plataforma desde la que introduci
lud y la enfermedad, como importantes retos en los orden, verificación, parsimonia y control (en el sim
que la humanidad al completo está empeñada. pie sentido de saber qué se hace y por qué se hace)
donde se acostumbra a ver oportunismo, charlatane

© Edcoines Párimdie
Como especialidad debe verse, necesariamente,
como un punto de enlace estratégico entre psicolo- ría, improvisación y falta de control. Una plataform;
16 / Prólogo

que ayuda, pues, a que lo psicológico deje de verse miento en la salud y la enfermedad, ha motivado el
como un obstáculo, una barrera o un freno en la com- nacimiento y desarrollo de esta especialidad, no tan-
prensión integral de la salud y la enfermedad, y ter- to ex novo sino como transformación, reordenación y
mine por verse como el necesario complemento que reconceptuación de otras opciones que han venido
perfecciona el conocimiento de estos fenómenos. ocupándose parcialmente de tales temáticas desde
Por otro lado, es bien conocido que vivimos bajo tiempo atrás, como queda patente a lo largo del primer
la creciente expansión de las ideas sobre la pre- capítulo. En los últimos años ha quedado de manifies-
vención como mejor solución a la enfermedad, y to el enorme interés que despierta la especialidad de
sobre la necesidad de asumir responsabilidad per- psicología de la salud entre los universitarios españo-
sonal en el cuidado y preservación de la salud, a lo les y los profesionales de la salud. Las asignaturas sur-
que se une la amenaza de quiebra de los sistemas gidas como optativas en la década de los noventa en
de salud universalizados por el envejecimiento de los planes de estudios de psicología, se han consoli-
la población y el imparable aumento de los costos dado definitivamente, mientras que otras disciplinas
provocados por las enfermedades crónicas. Y en se han interesado incluyendo asignaturas similares en
cuestiones como éstas, en las que el comporta- sus planes de estudio, y alguna profesión del ámbito
miento de los humanos es la estrella principal, la de la salud ha puesto sus codiciosos ojos sobre nues-
psicología y su ejercicio deben ser, obviamente, la tra joven y prestigiosa especialidad, incurriendo en el
ciencia y la profesión que marquen la pauta. O, al descarado fraude social que supone postularse como
menos, así debería ser si no queremos perder de- «hacedores de psicología de la salud» careciendo de
masiado tiempo y más dinero en la solución de la formación correspondiente como psicólogos.
cuestiones de tan capital importancia. Bien es cierto, no obstante, que una vez más
En un ejemplo proveniente.de la propia medici- poco nuevo hay bajo el Sol. Y es que protopsicolo-
na de esta nueva forma de entender la salud y la en- gías de la salud (esto es, cuanto menos en forma de
fermedad, Last (1986) recomendaba establecer las conciencias de la necesidad de considerar...) han
bases de la nueva política de salud pública en los existido desde que la historia sabe acerca del cui-
países industrializados, tomando la prevención de dado de la salud (como oportunamente queda re-
la enfermedad y la promoción de la salud como los flejado en el primero de los capítulos de este libro).
dos grandes objetivos en salud de las poblaciones, Pero por elegir aquí uno solo de los ejemplos dis-
precisando como métodos de prevención o formas ponibles que no sea ni el primero ni el último y que
de preservar y mejorar la salud las actuaciones re- nos toque de cerca por su localización, tal sensibi-
feridas a: 1) mantener un ambiente seguro (actua- lidad hacia la importancia de lo psicológico en la
ción ambiental); 2) potenciar la inmunización a las salud y la enfermedad se encuentra en el galenis-
infecciones (actuación en inmunización); 3) com- mo medieval —islámico y latino/europeo— que tan
portarse saludablemente (actuación sobre el com- magistralmente ha relatado Luis García Ballester en
portamiento); 4) comer bien y prudentemente (ac- varios escritos de su prolífica obra, pero de espe-
tuación sobre la nutrición); 5) potenciar los cial manera en La búsqueda de la salud (2001).
nacimientos sanos (actuación genética y eugenési- Y allí queda bien plasmada esta idea cuando escri-
ca), y 6) cuidar prudentemente la enfermedad (ac- be que «la salud del hombre, su salud corporal, no
tuación sanitaria o terapéutica). Pues bien, como se agota con la sola consideración del equilibrio de
poco, la psicología de la salud está implicada di- su cuerpo o de cada una de sus partes...», en tanto
recta y primariamente en la tercera de las actua- que «el cuerpo del hombre para un intelectual me-
ciones, y lo está indirecta y/o parcialmente en to- dieval (...) y especialmente para un médico forma-
das y cada una de las demás. do en el paradigma galénico, no era concebible más
La extensión y trascendencia del objeto de estu- que en relación con su entorno físico, social y es-
dio de la psicología de la salud, que podemos deter- piritual» (p. 153; el énfasis es nuestro). Relación

© Edcoines Párimdie
minar genéricamente como el papel del comporta- que se concebía bajo el nombre de «cosas no natu-
18 / Prólogo

sas conceptuales superfluas, en especial de aquellas una temática de importancia vital e importante atrac-
poliinsaturadas de constructos que sólo añaden ki- tivo en un mundo obsesionado por la salud a falta
los teóricos de más. Pero dicho plan, como todo de otras obsesiones.
plan de adelgazamiento que se precie, bueno será Ya comienzan, de hecho, a sentirse los efectos
tomárselo con calma para garantizar su éxito. Las de esta obsesión por la salud que, poco a poco, ha
dietas severas o radicales terminan privando de inundado y continua inundando las sociedades in-
principios fundamentales, y lo mejor para la salud dustrializadas, en especial sus entornos urbanos.
es que los kilos extras desaparezcan con la misma Autores como Skrabanek y McCormick (1989),
parsimonia y cadencia con la que aparecieron a lo Adler y Matthews (1994), Muldoon y Manuck
largo de años de abuso. Tan mala sería una psicolo- (1992), Wang (1992), y entre nosotros Pelechano
gía de la salud conceptualmente anoréxica como lo (1980), Pérez Álvarez (1999) y Luciano (1995), han
es la sobredimensionada actual. alertado sobre los inconvenientes para la salud de
El libro se cierra con cinco capítulos que tratan ciertas prácticas de salud llevadas hasta la exage-
sobre aplicaciones en ámbitos de extraordinaria im- ración, y los posibles efectos nocivos de un énfa-
portancia. Los tres primeros se refieren a las enfer- sis indiscriminado sobre la prevención y la promo-
medades cardiovasculares, al cáncer y al dolor, pro- ción de la salud, sin precisar cuál. Una fe ciega en
blemas de salud de enorme trascendencia en tanto la promoción de la salud y la prevención de la en-
que responsables de la mayoría de muertes prema- fermedad puede llevar al consabido «fin que justi-
turas en ese invento geográfico y cultural que lla- fica los medios», lo que resultaría tan nefasto para
mamos «sociedad occidental» o «mundo desarro- la salud como la postura contraria de ignorancia o
llado», en los dos primeros casos, y como problema negación de la utilización equilibrada de dichas in-
de salud pervasivo que afecta la calidad de vida en tervenciones.
todas sus maneras, el tercero. Los dos últimos ca- Igualmente, han sido ya bien analizados (por
pítulos recogen aspectos que representan fronteras ejemplo, Becker, 1986; Carlyon, 1984; Dunt,
de investigación y aplicación de la psicología de la Crowley y Day, 1995; Featherstone, 1987; Gillick,
salud al final de la vida y que, por su carácter de 1984; Lipton y Hershaft, 1985; Rowse, 1986; Se-
fronterizos, ponen a prueba todo el sistema teórico edhouse, 1995; Winsten, 1985) los peligros de con-
y práctico desarrollado. vertir el énfasis en la salud en una moral de la sa-
Como se desprende de la lectura de los capítulos lud, y en utilizar ésta como un elemento de control
que componen esta obra, la psicología de la salud ideológico y social (Carlyon, 1984). Y el mismo
es una especialidad viva, pujante, y sumamente análisis enlaza los efectos de expansión incontro-
atractiva. Y como siempre que algo gusta, muchos lada que se producen en torno a los datos prove-
caen en el abuso, y de la psicología de la salud nientes de estudios sobre la salud, a menudo tergi-
ha comenzado a abusarse a varios niveles. Por ejem- versados por los medios de comunicación en busca
plo, con pintorescos «especialistas» autofabricados del efectivismo y el impacto. Sin olvidar que la ten-
al amanecer, con asignaturas impartidas por profe- dencia simplista —muy vinculada a la psicología de
sionales de otras cosas que no son psicología (la la salud estadounidense— de reducir la atención y
errónea idea, tan extendida, de que la mezcla ecléc- la presión intervencionista a los estilos de vida, los
tica del «todo vale» ds el mejor sustituto para ocul- tipos de personalidad, ciertos fenómenos cognitivos
tar ignorancias), con generalizaciones injustificadas, y otras características individuales, puede resultar
con una impenitente exageración del dato sacado de ideológicamente peligrosa y pragmáticamente equi-
su contexto, etcétera. Por ello, resulta necesario no vocada si lleva consigo el olvido de las dimensio-
olvidar nunca el peligro que, en esta especialidad, nes sociales y culturales de los fenómenos de la sa-
representan los reduccionismos, las exageraciones, lud y la enfermedad. No todo es individuo ni el
las generalizaciones y las posturas de mesianismo de individuo lo es todo. Algunos autores ya han le-

© Edcoines Párimdie
la salud tan al uso; peligros siempre al acecho en vantado su voz en contra de dicho reduccionismo
Prólogo / 19
y en pro de una perspectiva verdaderamente bio- grandes favores, los muchos y buenos consejos y las
psicosocial (p. ej., Baum y Sanders, 1995; Becker, muchas y sabias correcciones que muchas y queri-
1986; Olshansky, 1995), y en esta obra pretende- das personas me (nos, si aquí incluyo también las
mos alinearnos a su lado. deudas de los colegas que me acompañan como
Para terminar, bien convendría avanzar, cuanto coautores) han brindado para hacer posible que este
antes, que frente a la mística de la salud, la obsesión libro sea como es y no peor de lo que ha resultado.
por ella o por la moral de la «vida recta y responsa- Y es que no está la ciencia psicológica como para
ble» llevada al terreno de la salud, el objetivo de la aventurarse solos en cualquier exploración míni-
psicología de la salud, desde nuestro punto de vista, mamente pretenciosa de su campo. A poco que uno
no debe ser otro que ayudar a reducir los riesgos avance termina por introducirse en una selva de es-
propios de la vida para procurar que la gente viva tudios, datos, modelos, aproximaciones, derivacio-
más y mejor en la medida de sus posibilidades y en nes, contradicciones, relaciones e interconexiones
el ámbito de sus competencias, pero asumiendo que que crece y crece sin parar ni vislumbrar su final.
las condiciones de vida y la satisfacción personal con Contar con ciertas ayudas, consejos, recomenda-
ella sobrepasan, de lejos, el ámbito de la salud por ciones e incluso advertencias, no sólo es bueno o
mucho que lo ampliemos. La vida en sí misma es conveniente, sino que es necesario. No vayamos a
riesgo y elección, y si esto no se asume, poco se po- creer que lo sabemos todo, lo dominamos todo y
drá disfrutar viviendo. Nada resultaría más frustran- nada se nos resiste ni escapa. Las ventajas del apo-
te que convertir la salud en una enfermedad crónica. yo social se han dejado notar en mi caso. Por ello,
Es nuestro deber, como científicos al servicio de tengo que agradecer especialmente a Carmen Lu-
la sociedad, informar puntual y precisamente sobre ciano su apoyo constante y eficaz guía en varios
qué riesgos pueden correr las personas por hacer o puntos de esta amplia obra. Como también a Fran-
dejar de hacer según qué cosas, contemplando todas cisco J. Molina Cobos e Inmaculada Gómez, por
las combinaciones y casuísticas posibles que el es- sus ayudas puntuales pero resolutivas cuando, hace
tado de nuestra ciencia nos alcance a dilucidar. Pero años, comencé a fabricar el esbozo de este libro y
también debemos informar del grado de certidum- en algunos auxilios de última hora cuando la cer-
bre con el que podemos decir lo que estamos di- canía del final te hace relajar el control sobre lo úl-
ciendo y nunca olvidar que en la vida hay valores timo escrito. También cuando aquel esbozo se pre-
personales y sociales que pueden ser tan importan- sentó en forma de proyecto, Francisco J. Labrador,
tes como la propia salud, en sí misma un valor im- Enrique Echeburúa y Marino Pérez me ofrecieron
portantísimo. En definitiva, deben ser los propios in- valiosos consejos, comentarios y opiniones que
dividuos quienes elijan responsablemente el tipo y siempre agradeceré, e igualmente a Vicente Pele-
grado de riesgos con los que desean vivir, ya que la chano, a quien, además, adeudo haber cubierto me-
mejor libertad de elección posible pasa por dispo- jor una etapa histórica en el desarrollo de la medi-
ner del conocimiento más completo junto al mayor cina holista poco tratada en la versión de esta obra
número de alternativas. Una vida con riesgos des- que él conoció. A todos ellos, y a todos los que oca-
conocidos corre el riesgo de dejar de ser vida, pero sionalmente ayudaron, simplemente, gracias.
también una vida sin riesgos, mucho nos tememos Y gracias también a mis colegas coautores de
que pueda correr pl riesgo de no ser vida. este libro que con sus capítulos han completado una
Escribir tal cantidad de páginas, darles una cier- obra que, sin ellos, sería mucho más imperfecta e
ta coherencia y transformarlas en libro con no de- incompleta. A todos, gracias.
masiados errores o carencias, son tareas que so-
brepasan con creces la capacidad de cualquier Aguadulce (Almería), septiembre de 2003.
humano. Y si no de cualquier humano, desde lue-
go la mía sí. Por ello, es de obligado proceder ter-

© Edcoines Párimdie
JESÚS GIL ROALES-NIETO
minar esta presentación recordando los muchos y Catedrático de Psicología de la Salud
20 / Prólogo

REFERENCIAS

Adler, N. y Matthews, K. (1994). Health Psychology: Luciano, M. (1995). Análisis y modificación de conduc-
Why do some people get sick and some stay well? ta. Proyecto docente e investigador. Almería: Uni-
Annual Review of Psychology, 45, 229-259. versidad de Almería.
Baum, F. y Sanders, D. (1995). Can health promotion and Muldoon, M. y Manuck, S. (1992). Health through cho-
primary health care achieve Health for All without a lesterol reduction: Are there unforeseen risks? Annals
return to their more radical agenda? Health Promo- of Behavioral Medicine, 14, 101-108.
tion International, 10, 149-160. Olshansky, S. (1995). The practical implications of in-
Becker, M. (1986). The tyranny of health promotion. Pu- creasing human life expectancy. European Journal of
blic Health Review, 14, 15-23. Public Health, 5, 35-39.
Carlyon, W. (1984). Disease Prevention/Health Promo- Pelechano, V. (1980). Terapia familiar comunitaria. Va-
tion-Bridging the gap to wellness. Health Values, 8, lencia: Alfaplús.
27-30. Pérez Alvarez, M. (1999). Promoción de la salud y iatro-
Dunt, D„ Crowley, S. y Day, N. (1995). Is prevention génesis. En M. A. Simón (Ed.), Manual de Psicolo-
really better tha cure? Parameters of the debate and gía de la Salud (pp. 155-176). Madrid: Biblioteca
implications for program evaluation design. Health Nueva.
Promotion International, 10, 325-334. Rowse, T. (1986). Lyfestyle and Health -Is norm the Pro-
Featherstone, M. (1987). Lifestyle and Consumer Cultu- blem? En J. Sheppard (Ed.), Advances in Behavio-
re. Theory, Culture & Society, 4, 55-70. ral Medicine, vol. 1. Sydney: Cumberland College of
Garcia Ballester, L. (2001). La biisqueda de la salud. Health Sciences.
Barcelona: Ediciones Peninsula. Seedhouse, D. (1995). «Well-Being»: Health promo-
Gillick, M. (1984). Health Promotion, Jogging, and the tion's red herring. Health Promotion International,
Pursuit of the Moral Life. Journal of Health Politics, 10, 61-67.
Policy and Law, 9, 369-397. Skrabanek, P. y McCormick, J. (1989). Follies and Fa-
Lain Entralgo, P. (1978). Historia de la Medicina. Bar- llacies in Medicine. Glasgow: The Tarragon Press
celona: Salvat. (edición en castellano, Barcelona: Ediciones Doyma,
Last, J. M. (1986). Maxcy-Rosenau Public Health and 1992).
Preventive Medicine. I2th edition. Norwalk, Conn.: Wang, C. (1992). Culture, meaning and disability: Injury
Appleton-Century-Crofts. prevention campaigns and the production of stigma.
Lipton, J. y Hershaft, A. (1985). On the widespread Soc. Sci. Med., 35, 1093-1102.
acceptance of dubious medical findings. Journal of Winsten, J. (1985). Science and the media: the bounda-
Health and Social Behavior, 26, 336-351. ries of truth. Health Affairs, 4, 5-23.

© Edcoines Párimdie
PARTE PRIMERA
Aproximación histórica
y conceptual
Aproximación histórica
a la psicología de la salud
JESÚS GIL ROALES-NIETO

Tal como Engel (1977) señaló, a través de la His- puntos de vista hipocráticos como la referencia
toria el principal criterio práctico para la identifi- esencial más lejana sobre una consideración holis-
cación de la enfermedad ha sido siempre de natu- ta de la salud y la enfermedad que incorporaba los
1

raleza psicológica y social, virtualmente en todas aspectos biológicos y psicológicos del ser humano
las sociedades, antiguas o modernas. Clásicamen- en una estrecha e inviolable unidad de interacción
te, el comienzo de cualquier enfermedad está mar- (p. ej., Feuerstein, Labbé y Kuczmierczyk, 1986;
cado por la ocurrencia de cambios en la apariencia Pattishall, 1989; Shelton, Anastopoulos y Elliott,
física que asustan, dejan perplejo o imponen respeto 1991; Walker, 1955). Pero, incluso, debemos ir más
al propio individuo o a los demás, y/o por el adve- atrás de la época hipocrática, no sólo por la razón,
nimiento de alteraciones en el funcionamiento cor- por otro lado importante, de que Hipócrates esta-
poral, en la ejecución, en las sensaciones, los sen- ría, sin duda, recogiendo, perfeccionando y am-
timientos u otros aspectos del comportamiento que pliando puntos de vista anteriores a él , sino por la
2

son vivenciados como amenazadores, peligrosos, menos prosaica razón de encontrar en la propia mi-
desagradables, desviados o indeseables por el pro- tología griega importantes referencias a la concep-
rio afectado o por los demás. De hecho, referencias tuación holista de la salud y la enfermedad, prove-
escritas sobre las relaciones entre lo que ahora de- nientes de tiempos muy anteriores. Una de ellas es
nominamos factores psicológicos y los fenómenos la descripción mítica de la vida de Asclepio, dios
je salud y enfermedad se encuentran en todas las griego de la medicina, así como posteriormente ro-
culturas sin excepción. mano bajo el nombre de Esculapio.
De acuerdo con la leyenda de su vida y obras
(que a partir de la Edad Media mezcla dioses grie-
A P R O X I M A C I Ó N HOLISTA A LA S A L U D gos y romanos y termina por sintetizar tradiciones
Y LA E N F E R M E D A D . UNA BREVE que algunos autores modernos como J. Humbert
PERSPECTIVA HISTÓRICA mantienen, aunque procuraremos seguir a estudio-
i sos más precisos como R. Graves), Asclepio fue
Centrándonos en lo que sería nuestra tradición hijo de Apolo y Corónide, siendo instruido en las
_ jltural mediterránea, con frecuencia se citan los artes médicas de la curación tanto por Apolo como

De holos, voz griega que transmite una idea de comple- tomofisiológicos, dietéticos, de patología general, de patología
. : n. plenitud, totalidad... especial, terapéuticos, quirúrgicos, oftalmológicos, ginecoló-

©EdcionesPárimdie
- El Corpus Hippocraticum es un conjunto de 53 escritos gicos, obstétricos y pediátricos, y representan el legado escrito
- j e suelen dividirse por su temática en escritos generales, ana- de lo que Laín Entralgo (1972) llama la medicina hipocrática,
24 / Psicología de la salud

por el centauro Quirón. Discípulo ejemplar, en po- continua de remedio para las enfermedades (Lyons
cos años superó en conocimientos a sus maestros y Petrucelli, 1978; Maes y Van Veldhoven, 1990).
en cuanto al empleo de remedios botánicos para la Las dos hijas de Asclepio representan mitológica-
curación. Durante su vida terrenal fue un extraor- mente los dos grandes ámbitos del fenómeno sa-
dinario sanador que intentó superar el control de los lud/enfermedad. Por una parte, el mantenimiento
límites entre la vida y la muerte . Como médico,
3 de la primera; por otra, la curación de la segunda.
acompañó a los argonautas en la expedición a la Metaconceptualmente, poco hemos cambiado en
Cólquide y curó tantos padecimientos como en- casi 3.000 años a este respecto, y ya en el mito de
contró en su camino. Superado el reto de conseguir Asclepio se encuentra la esencia de lo que hoy en-
la curación de las enfermedades más resistentes y tendemos como nuevo concepto de salud y enfer-
peligrosas, Asclepio —se relata en su leyenda— se medad.
dedicó a devolverle la vida a los muertos, lo que Retomando nuestro anterior argumento, ya en la
consiguió gracias a la ayuda de Atenea, provocan- mitología griega encontramos, no sólo un énfasis en
do la ira de Hades por robarle sus subditos, que- la prevención y el mantenimiento de la salud —que
jándose éste a ZeuvS quien quitó la vida a Asclepio para muchos parece un nuevo y revolucionario
por medio de un rayo. Las excesivas habilidades sa- descubrimiento de la era moderna—, sino la refe-
nadoras del primero de los médicos y sus deseos de rencia precisa y sin lugar a dudas del papel del com-
controlar la esencia de la vida le condujeron, pues, portamiento, la moderación en el vivir, como agen-
a la muerte, aunque una versión mitológica menos te vinculado a la salud. Como señalan Maes y Van
romántica señala como causa de su muerte por Zeus Veldhoven (1990), si hemos de hacer caso a la His-
el haber cobrado por sus servicios terapéuticos toria, Hygeia podría ser considerada como la dio-
(Graves, 1955). sa de la moderna psicología de la salud, en tanto
En cualquier caso, tras su muerte y posterior re- que recoge la idea matriz de la misma: el papel ac-
surección por obra del mismo Zeus, Asclepio sería tivo del comportamiento en todo el proceso salud-
reconocido como dios y su culto quedó establecido enfermedad.
en un templo en Epidauro, su ciudad natal. Como Todo tipo de enfermedades fueron tratadas en los
tal ha sido representado a veces bajo la forma de templos erigidos al dios Asclepio. Como caracte-
una serpiente; otras, las más, bajo la figura de hom- rística esencial, el tratamiento aplicado puede ser
bre pensativo cubierto con un manto y ostentando referido como un tratamiento bolista; esto es, con-
en su mano un palo con una serpiente enroscada sistente en la aplicación de medicamentos, dieta,
(Humbert, 1972). baños, masajes, ejercicio y la práctica de la incu-
Para nuestros intereses aquí, según el mito, As- bación que ocupaba un papel central en todo el pro-
clepio tuvo dos hijas llamadas Hygeia y Panacea. ceso. Los templos estaban situados en bellos para-
Hygeia fue conocida como la diosa de la salud y la jes con baños y jardines adyacentes. Una vez que
prevención y enseñó a los griegos que podían per- era admitido a tratamiento, el paciente recibía ins-
manecer sanos si eran moderados en todos sus com- trucciones sobre higiene y dietética. El procedi-
portamientos (buenos hábitos de vida y evitación de miento exacto de la incubación no es conocido, y
excesos). Su otra hija. Panacea, fue conocida como probablemente variaría de un templo a otro, pero sí
la diosa de la curación y representaba la búsqueda conocemos suficientes detalles para formarnos una

debiendo tomarse como una obra colectiva que comenzó con nuscritos médicos anónimos reunidos en la famosa Biblioteca
Alcmeón, alcanzó su esplendor con Hipócrates y continuó por de Alejandría a lo largo de muchos años.
siglos con otros muchos partícipes. Aún se discute cuántos y cuá- 3 En lo que probablemente fue el nacimiento de posteriores
les, si alguno, de estos escritos fueron obra directa del propio mitos más recientes. Por ejemplo, el mito de la construcción de

© Edcoines Párimdie
Hipócrates. Al respecto, Laín Entralgo (1972) señala que los ale- la vida a partir de la muerte representado por el Dr. Frankens-
jandrinos comenzaron a llamar hipocráticos a los dispares ma- tein, por tomar alguno muy popular.
Aproximación histórica a la psicología de la salud / 25

idea muy aproximada de lo que realmente fueron viene directamente del exceso de calor o frío e in-
estas prácticas. Varios autores han descrito el ritual directamente del exceso o insuficiencia de la ali-
(p. ej., Ullmann y Krasner, 1975; Veith, 1965; Zil- mentación. La salud, por el contrario, será la mez-
boorg, 1941), y algunos lo han considerado como cla proporcionada de las cualidades. Como señala
una «forma cruda de psicoterapia» (Walker, 1955), Lasso de la Vega (1972), sobre este concepto cen-
mientras que para otros parecería similar a las mo- tral de proporción o isonomia han girado todos los
dernas técnicas de hipnosis, ya que combinaba téc- intentos por definir el estado de salud, que ha sido
nicas de relajación con sugestiones potentes (p. ej., tomado como isonomia, harmonía, equilibrio, etc.,
Shelton y cois., 1991). Sea como fuere, el caso es siendo la enfermedad el desequilibrio.
que tales tratamientos iban destinados a afectar tan- Confirma dicho aserto la consideración de otra
to a la mente como al cuerpo del paciente, en un in- de las figuras ejemplo de concepción holista como
tento de lograr su purificación integral. fue Pitágoras de Samos (siglo vi a.n.e.), quien tam-
Llegando a Hipócrates (¿460-377? a.n.e.), cuyo bién participó de la idea de la harmonía como prin-
pensamiento y práctica médicos han sido conside- cipio rector de la salud. Para él, los seres humanos,
rados como paradigma clásico de la concepción sus órganos y sus miembros son números cuya har-
holista de la salud-enfermedad, llegamos al punto monía genera vida y salud; mientras que su disar-
en que toda enfermedad comienza a ser conside- monía, enfermedad y muerte (Lasso de la Vega,
rada como producto de causas «naturales». Ahora 1972). Igualmente, consecuente con la idea holista
bien, dada la riqueza y complejidad conceptual del de que dicha armonía comprendía el ser humano en
pensamiento griego al respecto, bien merece repo- su totalidad, para Pitágoras el proceder terapéutico
sar algo el discurso y extendernos algunas líneas a debía estar compuesto por una higiene a base de
fin de considerar sus fundamentos e ideas princi- ejercicios corporales y el empleo de la música como
pales. elemento sanador, y una dieta como elemento ca-
Sobre la figura de Hipócrates ha recaído la ma- tártico mantenedor de la harmonía. Pitágoras llegó
yor fama y-la consideración universal de padre de a elaborar una lista de alimentos prohibidos, estan-
i ciencia médica, vale decir de la salud y su prác- do compuesto el régimen elaborado por él y sus se-
:ica. Sin embargo, no fue menos cierto que perso- guidores principalmente por legumbres cocidas y
najes anteriores y contemporáneos del ilustre mé- crudas. En un ancestral ejemplo de la actual moda
dico de Cos fueron copartícipes de la conformación de los estilos de vida, los pitagóricos señalaron que
je tal disciplina y de la visión holista que ha ter- la salud consistía en la medida y su forma de con-
minado por caracterizarla. En Lasso de la Vega servación a través de la harmonía, y su recupera-
11972), Laín Entralgo (1972) y Papp (1972), se pue- ción, si se había perdido, pasaba por mantener una
den encontrar en detalle tales reconocimientos, de vita pythagorica. Formas concretas de mantener la
-iodo que aquí retomaremos sólo algunos de espe- medida eran el dominio del estómago, del sueño, de
. ial importancia, al albur de ofrecer siquiera una pe- la cólera y las burlas, del vino y de los placeres del
jueña pero acertada muestra. amor (Lasso de la Vega, 1972).
Entre estos médicos-filósofos clásicos anteriores Como magistralmente concluye Lasso de la
a Hipócrates destaca, para nuestros intereses, Vega (1972), antes de que la figura de Hipócrates
\lcmeón de Crótona (último tercio siglo VI a.n.e.), eclipsara a las demás, ya era consustancial a la idea
ror ser el primero en elaborar un concepto de sa- griega de salud y enfermedad el «sentimiento de
id que representa una conjugación de ideas que ha una legalidad natural que [gobierna] el kósmos y
rersistido hasta nuestros días. En su concepción, la que se expresa también en la salud del kósmos cor-
$alud depende de la isonomia de las «fuerzas» (ch- poral» (p. 48, op. cit.). Así, para la cultura griega
inéis) de lo húmedo, lo seco, lo frío, lo calien- clásica el ser humano es naturalmente sano y su es-
te. etc., mientras que la monarkhia de una de ellas tado normal es la salud, hasta tal punto que ésta se

C adciones Párimdie
r- causa de enfermedad. Así, la enfermedad pro- considera el «ideal griego de la vida». Lo sano se
2 6 / Psicología de la salud

entendió como armonía a nivel personal y a nivel craticum son de especial relevancia para entender
universal. por qué señalamos las actuales ideas vinculadas a
Para la medicina hipocrática, estar sano era evi- la psicología de la salud como una especie de mo-
dencia de haber logrado, y mantenido, un estado dernizado renacimiento de las ideas holistas que
de armonía o equilibrio consigo mismo y con el surgieron por aquellos tiempos. Por ejemplo, tal es
mundo exterior (Pattishall, 1989), mientras que
4 el caso de la doctrina de la vix medicatrix naturae,
estar enfermo era evidencia de ruptura del equili- que para Lasso de la Vega (1972) es una «teleolo-
brio. Ahora bien, Hipócrates no entendió por cau- gía no muy alejada del aristotélico "la naturaleza
sas «naturales» las de naturaleza exclusivamente no hace nada en vano" [según la cual] el médico
biológica , de hecho enunció los efectos sobre el
5 se limita a restaurar, en concurso con la natura-
comportamiento o la «personalidad» del individuo leza, la medida de ésta, oculta por la enfermedad»
producidos por las alteraciones en el equilibrio hu- (p. 51, op. cit.). Si bien dicha expresión no figura
moral. Así, los cambios corporales producirían como tal en ninguno de los escritos del Corpus, pu-
cambios comportamentales. Por ejemplo, un ex- diendo ser de origen renacentista, como señala
ceso de bilis amarilla en el cuerpo resultaba en un Laín Entralgo (1972), expresa muy bien el pensa-
individuo con un temperamento continuamente en- miento hipocrático. Llevada a su extremo, supone
fadado e irritable, el exceso de bilis negra daría lu- el dictado de la observancia de las leyes que go-
gar a una persona crónicamente melancólica, biernan la naturaleza en todas sus manifestaciones,
mientras que demasiada sangre resultaría en un con una traducción inductiva directa sobre el modo
temperamento «sanguíneo» u optimista, y la abun- de proceder que ha caracterizado al modelo psico-
dancia de flema resultaría en un individuo calma- lógico que posibilitó el surgimiento de la moder-
do e indiferente (Shelton y cois., 1991). na psicología de la salud, esto es, el análisis de la
No es menos importante que Hipócrates mismo conducta.
y la mayoría de los médicos hipocráticos continua- Otro caso lo ofrece la consideración del papel
ran practicando la curación desde una perspectiva activo del paciente, o lo que en forma más general
holista bien parecida a la práctica de los templos de podría tomarse como el papel del comportamiento
Asclepio, si bien les separase de éstos su negación en el enfermar y el curar, algo que quedó ya per-
de la influencia divina sobre la salud-enfermedad y fectamente reconocido en varios escritos del Cor-
la exclusión de entre su arsenal terapéutico de los pus , así como una visión idiosincrásica del enfer-
6

componentes de incubación e interpretación de los mar. Así, los tres principios fundamentales del
sueños, típicos de los sacerdotes sanadores. Pero tratamiento hipocrático (favorecer o no perjudicar,
dieta, baños, aire fresco, remedios botánicos, ejer- prímun non nocere; abstenerse de lo imposible; ata-
cicio y recomendación de moderación en la vida car la causa del daño) se concretaban en cinco re-
formaron la base de su práctica médica, que conti- glas terapéuticas, de las cuales dos son de especial
nuaba así enlazando la suerte del cuerpo a los ava- interés en nuestro caso, a saber:
tares del comportamiento, y viceversa.
Algunas enseñanzas, asertos y posicionamien- a) Regla del tratamiento por los contrarios o
tos de la doctrina presente en el Corpus Hippo- método de la antipatía . 1

4 Podremos ver más adelante hasta qué punto las tenidas por das por Laín Entralgo (1972) que cifran, a su vez, las referen-
más innovadoras, progresistas e integradoras definiciones de sa- cias al volumen de la edición de Emile Littré (Oeuvres comple-
lud «recuerdan» este arcaico punto de vista hipocrático. tes d'Hippocrate, París, 1839-1861) en número romano, y las pá-
5 Lo que debe ser entendido a la luz de las consideraciones ginas en números arábigos.
acerca de la formación del concepto de physis en el pensamiento Aunque los médicos hipocráticos incluyen también la alo-

© Edcoines Párimdie
7

presocrático y medicina ulterior. patía y la homeopatía o principio del similia similibus, como
6 Las referencias que señalamos a propósito son las emplea- precisa Laín Entralgo (1972).
Aproximación histórica a la psicología de la salud / 27

b) Mandamiento o regla de la prudencia ante 3. Y —más importante para nuestro propósi-


lo nuevo cuya utilidad se desconoce. to— como forma en que los nómoi pueden
c) La regla del bien hacer, referida en forma colaborar con la physis y mantener así la sa-
sucinta y preclara como «hágase bella y rec- lud; es decir, la dietética para sanos recogi-
tamente lo que así haya de hacerse; y con da en los escritos Sobre la dieta y La dieta
rapidez lo que deba ser rápido; y con lim- salubre . 9

pieza lo que debe ser limpio; y con el me-


nor dolor posible lo que debe ser hecho sin Finalmente, y más alejada de lo que sería la lí-
dolor» (II, 230-232). nea médica profesional de pensamiento, pero como
d) Regla de la educación del paciente en tan- una muestra inequívoca más del modo holista de
to que paciente, según la cual el médico considerar la salud, está la concepción platónica de
debe enseñar al enfermo a serlo del mejor epódé, como ensalmo mágico y como palabra di-
modo posible (V, 308; VI, 254). suasoria o terapéutica, que encontramos en Las Le-
e) Regla de la individualización y la oportu- yes y La República, y que representa un reconoci-
nidad del tratamiento. miento por Platón del efecto de la palabra sobre la
physis (Gracia, 1972). Aún más, el concepto plató-
Mención especial merece, dentro de la concep- nico de salud va más allá de la pura eukrasía so-
ción global de la medicina holista que representa el mática, comprendiendo también el buen orden del
Corpus, la importancia concedida a la dietética conjunto de hábitos anímicos. El desorden de los
díaita), difundida por toda Grecia y sus colonias hábitos anímicos altera la eukrasía e impide que los
como regla general del sano vivir a partir de sus medicamentos puedan ejercer su acción, de modo
orígenes probablemente religiosos o cuanto menos que Platón llega a recomendar actuar primero so-
rituales (Laín Entralgo, 1972). En el Corpus Hip- bre el alma (por medio de la epódé ajustada a la
pocraticum se encuentran varios escritos dedicados condición e idiosincrasia del enfermo) antes que so-
a la díaita. A saber, La dieta en las enfermedades bre el cuerpo, en una propuesta «biopsicosocial» de
jgudas, Sobre la dieta, La dieta salubre y La me- alcance teórico que podría resumirse en la acerta-
dicina antigua, de cuyos contenidos Laín Entralgo da sentencia de Gracia (1972) para condensar la
11972) entresaca tres funciones esenciales para el forma de pensar platónica en la afirmación de que
concepto de díaita y su práctica: «el estado que solemos llamar enfermedad es siem-
1. Como régimen de vida, a partir de la con- pre cuerpo, pero nunca es sólo cuerpo» (p. 149).
vicción de que los nómoi o usos de la vida La medicina galénica, edición corregida y au-
social son capaces de modificar la natura-
8 mentada de la hipocrática, continuó esta línea de
leza del ser humano, integrando en esta con- práctica y pensamiento médico holista, si bien con
cepción de la díaita la alimentación, los el inevitable toque de aderezo del pragmatismo ro-
ejercicios, la actividad profesional, la pecu- mano, señalando que pasiones tales como la pena,
liaridad del país y las costumbres sociales. el odio, la codicia y el miedo estaban relacionadas
2. Como recurso terapéutico, señalada al me- con varias enfermedades, entre las que destacaron
nos con dos opciones: a) como tratamien- los trastornos del corazón. El final de la época clá-
to en sí, y ¿),como fondo o «lecho de un sica, la inestabilidad social de la época de transición
tratamiento más amplio y enérgico de carác- hasta el régimen feudal medieval y la imposición
ter medicamentoso o quirúrgico» (p. 106, del cristianismo como religión de todo el mundo
op. cit.). «civilizado» marcan el declive de la medicina ho-

Nuestras ulteriores normas.

CadcionesPárimdie
8

9 En lo que representa un genial avance de la naturaleza mis-


ma de la actividad de la psicología de la salud.
2 8 / Psicología de la salud

lista antigua. Un declive prolongado en el tiempo Uno de ellos puede ser encontrado en el extracto
—al menos cuatro o cinco siglos— y geográficamen- tomado del que se considera como primer manual
te desigual en su afectación, pero que confluyó en de atención al paciente, De Adventu Medici, publi-
el nacimiento de una nueva era para la conceptua- cado en 1140, cuando tras la presentación del pa-
ción de la salud-enfermedad, marcada por el surgi- ciente el estudiante de medicina era instruido para
miento del dualismo cuerpo-mente y el consiguien- «proceder a tomar el pulso, recordando que puede
te modelo biomédico como provincia corporal de la ser afectado por nuestra llegada, o porque el pa-
realidad humana antes concebida como indivisible. ciente sea un avaro pensando en los honorarios...»
No es que la tradición holista se perdiera total y de- (Walker, 1955, p. 76). La afectación del ritmo car-
finitivamente, mejor es que el modelo o conceptua- díaco por las emociones no podía haber sido des-
ción dominante y dominadora se volvió dicotómi- crita con mejor precisión y sencillez.
co, a pesar de lo cual sobrevivieron islotes de Durante el Medievo el deterioro de la salud pú-
pensamiento holista, más o menos debilitado o em- blica condujo a la aparición de numerosas epide-
brutecido. Si hemos de señalar una línea general de mias y plagas que llegaron a diezmar poblaciones
actuación médica durante este período de transición, enteras. Se había producido una concentración
ésta consistió en una mezcolanza al uso de remedios preurbana de la población, pero sin la infraestruc-
físicos, rituales y, a veces, mágicos. De la Medici- tura necesaria de agua limpia y organización del
na clásica, sólo ciertas pócimas sobreviven mientras drenaje de las aguas residuales y eliminación de re-
que la conducta pierde su papel trascendente, en al- siduos, que ya caracterizó a los poblamientos grie-
gunos casos virtualmente desaparece, dado que el gos y romanos. La lucha contra epidemias y plagas
individuo poco podía hacer contra la enfermedad desvela, curiosamente, cómo algunos de los prin-
por sí y para sí. Todo quedaba en «manos de Dios», cipios de la medicina holista grecorromana perma-
y la perspectiva holista se perdió proporcionalmen- necían entre los médicos medievales. Todavía al-
te al afianzamiento y consolidación de una pers- gunos médicos seguían creyendo que mente y
pectiva radicalmente dualista del ser humano. cuerpo se afectan y dependen entre sí, de manera
Uno de los islotes antes mencionados, un punto que algunas medidas profilácticas para luchar con-
brillante de continuación de la cultura griega, como tra la peste negra recomendaban una mente «tran-
ha sido calificado (Walker, 1955), fue la perma- quila» como una medida preventiva contra la en-
nencia de la Escuela de Salerno. Fundada por un fermedad, junto al rechazo de los pensamientos
judío, un árabe, un griego y un «italiano» (según la, sobre la muerte y su sustitución por pensamientos
seguramente imprecisa, tradición), en la cosmopo- sobre actividades placenteras y experiencias agra-
lita ciudad de Salerno, no fue una escuela de pen- dables . Buenas compañías, música agradable y la
10

samiento médico sectaria y estuvo libre de in- contemplación de la naturaleza fueron señaladas
fluencias religiosas. Mantuvo la tradición holista e también como medidas contra el enfermar, mientras
hipocrática gracias a las influencias árabes que re- que la moderación en la comida, la bebida y el sexo
cibía Salerno como puerto abierto al comercio con se prescribían como medidas para prevenir la muer-
cualquier lugar. Se convirtió, así, en un lugar único te por la plaga (Shelton y cois., 1991). Hasta cier-
durante muchos años en el que se practicó la ense- to punto, el tratamiento continuaba en la tradición
ñanza institucionalizada y racional de la Medicina holista de relacionar conducta y salud. Sin embar-
y en el que sobrevivieron algunos retazos de la con- go, con frecuencia la justificación de tales medidas
cepción integral del continuo salud-enfermedad. era de tipo moral, conectado como iba estando el

Valórese tal recomendación a la luz de los hechos hoy co-

© Edcoines Párimdie
10

nocidos de la relación entre depresión y pesar y afectación de


la inmunocompetencia.
Aproximación histórica a la psicología de la salud / 29

proceso de enfermar al hecho de que la vida de los y galénica, enfatizando la traducción al árabe de los
humanos no era sino algo sujeto al designio de textos médicos antiguos y recogiendo la organiza-
Dios. Las buenas costumbres y la moderación agra- ción deontológica inspirada por Hipócrates.
daban a Dios, por lo que no era de extrañar que pre- Los árabes no practicaron las creencias demo-
miase con la salud a quienes así se conducían. nológicas propias del mundo cristiano, de ahí que
Tal confusión entre práctica médica y religión por virtud de un simple contraste, sean sobrevalo-
llegó a los extremos que Shelton y cois. (1991) re- rados en su importancia médica frente a la cultura
latan, con los sacerdotes en numerosos lugares con- cristiana. ítem más, en virtud de la tolerancia y hos-
vertidos en sanadores de pleno derecho. Tal di- pitalidad que, por lo general y salvo contadas crisis,
mensión alcanzó este hecho que el Papa, alarmado los pueblos árabes mostraron, numerosos médicos
por el tiempo que los sacerdotes estaban dedicando de origen judío, sirio, babilónico, y de religión cris-
a su trabajo con los enfermos, dictó una norma en tiana (que huían de alguna de las usuales persecu-
1139 que les prohibía dispensar medicina. El deseo ciones religiosas que los cristianos prodigaron entre
del Papa era que los curas se dedicasen más a los sí a lo largo de siglos), con frecuencia encontraron
menesteres propios de su Iglesia y ministerio, y de- asilo en el mundo árabe. Médicos a los que aco-
jaran al menos parte de su práctica médica. Sin em- gieron, dieron trabajo y respeto social, y de los que
bargo, esta orden fue contestada por los interesados, aprendieron sus artes; de manera que esta emigra-
que al final lograron que se les permitiera continuar ción de élite —mejor exilio— vino a fortalecer el
dispensando medicinas y practicando rituales de cu- papel de la cultura árabe como correa de transmi-
ración, pero no así la cirugía. sión de un pensamiento precientífico y holista en lo
No obstante, frente a la generalmente oscurantista relativo a la salud que, de otro modo, podría haberse
forma de contemplar los fenómenos relacionados perdido irremediablemente.
con la salud de los humanos que caracterizó el me- Numerosos ejemplos están disponibles para
dioevo cristiano, la tradición hipocrática sobrevivió vislumbrar el alcance de la consideración holista de
gracias a la cultura árabe, el otro gran imperio cul- la salud y la enfermedad en la medicina árabe. Uno
tural de la Edad Media, teórica antípoda política, so- de estos ejemplos de mentalidad holista viene re-
cial y religiosa del mundo cristiano. Las caracterís- presentado por Rhazes (865-925), llamado el «Ga-
ticas originales, el modo de desarrollo y el contexto leno árabe», quien dirigió el hospital general de
sociocultural en el cual surge la cultura musulmana Bagdad y nos legó una cuidadosa descripción de
explican este singular hecho de haberse convertido muchas enfermedades, siendo uno de los médi-
en la transmisora de valiosísimas tradiciones y co- cos que constantemente combinó técnicas físicas
nocimientos del mundo clásico grecolatino. con otras que podríamos denominar «psicológicas».
Los árabes, menos de un siglo antes de que su Otro ejemplo lo encontramos en el manual deonto-
Imperio se extendiera por todo el Mediterráneo, no lógico publicado en el siglo IX, titulado Abad al-Ta-
eran sino una iletrada tribu nómada, que en poco bib (Educación del médico), y que, como recoge
:iempo llega a adueñarse de Babilonia, Persia, Si- Schipperges (1972), explica que el buen médico
ria, Israel, Egipto, norte de África y España. En sus debe afrontar la responsabilidad de la existencia en-
p rimeros momentos no fueron un pueblo especial- tera del hombre, tanto en la salud como en la en-
mente represor e impositivo. Sometían a los pue- fermedad. Así, sostiene el mismo autor, la actividad
blos conquistados al pago de impuestos, pero res- médica alcanza hasta las peculiaridades de la con-
retaban sus costumbres y religión, y aprendían sus ducta de los pacientes, incluyendo las indicaciones
_rtes y ciencias (probablemente tanto más cuanto exactas sobre el adecuado vestido, el uso de perfu-
;arecían de propias que compitieran con lo encon- mes, el lenguaje, las visitas y los adornos de flores
gado). De esta forma, los árabes se convirtieron en en las habitaciones de los enfermos, debiendo ocu-
os principales conservadores del arte médico gre- parse, además, de la farmacia y de la preparación

CadcionesPárimdie
corromano herederado de las escuelas hipocrática de medicamentos para el paciente.
3 0 / Psicología de la salud

De hecho, en lo que representa una excelente vivienda, vestido, pautas de alimentación, hábitos
muestra de preocupación por los componentes bio, de sueño, higiene sexual y vida espiritual. Su Líber
psico y social del enfermar, Schipperges (1972) re- regius, en el que expresaba estas ideas, terminó por
coge que la tradición árabe ponía en boca de Hi- convertirse en un régimen sanitatis o conjunto de
pócrates las siguientes palabras, dirigidas a la for- reglas generales para una vida sana, que no desen-
mación de uno de sus discípulos: tonan en absoluto con los actuales conceptos de es-
tilos de vida favorecedores de la salud.
[...] el mejor tratamiento posible para un en- Y en este breve recorrido, no podemos olvidar
fermo consiste en cuidarlo amorosamente, en par- a Avenzoar (1113-1162) y a sus discípulos Averroes
ticipar de manera interesada en sus problemas, en (1126-1198) y Maimónides (1135-1204). Este úl-
conocer su constitución física y reconocer atenta- timo sostuvo que el hombre es responsable de su sa-
mente su situación en cada momento. lud y puede, de ese modo, influir sobre la duración
de su vida, ideas revolucionarias para su época y de
Otro médico famoso, e igualmente ejemplar en rabiosa actualidad. De igual forma, Maimónides se-
su postura holista, fue Avicena (980-1037), quien se ñaló cómo el talón de Aquiles de la salud no era
interesó, aunque intuitivamente, por las relaciones otro que el propio comportamiento humano, cuan-
entre las reacciones del organismo y los estados do estableció «si el hombre prestara a sí mismo tan-
emocionales. En un ejemplo de esto, se dice que tra- ta atención como hace con el animal que monta,
tó a un paciente terriblemente enfermo desde hacía quedaría libre de muchas enfermedades graves» (ci-
tiempo, colocando sus dedos sobre el pulso del pa- tado en Schipperges, 1972, p. 85).
ciente mientras recitaba en voz alta nombres de pro- Así, consecuente con sus ideas, establece en su
vincias, ciudades, distritos, calles y personas. Al Recomendación de la salud que para intentar man-
observar que el pulso del paciente cambiaba rápi- tener un modo de vida saludable hay que atender
damente cuando ciertos lugares eran mencionados, siempre a ayudar a las propias fuerzas naturales por
dedujo algún tipo de relación que acabó por descu- medio de alimentos sanos, y a las espirituales por
brir. Llegó a saber que el individuo estaba enamo- medio de buenos olores, señalando específicamen-
rado de cierta mujer cuyo paradero localizó a tra- te que «sirven también al incremento de la fuerza
vés de su examen «digital», le recomendó casarse animal los instrumentos musicales, el entreteni-
con ella y el paciente se curó, lo que viene a signi- miento del paciente con narraciones alegres que
ficar una ingeniosa aplicación de una perspectiva contenten el espíritu, distiendan su pecho, así como
biopsicosocial rudimentaria pero integral y sin ne- el relato de historias que le animen y alegren. Todo
cesidad de electrodos. ello es necesario en cualquier enfermedad [...]»
Para el mismo Avicena, entre el estado de salud (citado en Schipperges, 1972, p. 85).
y el de enfermedad no pueden señalarse limitacio- El hecho es que al comienzo de la época cono-
nes claras, de modo que un concreto resultado o es- cida como Renacimiento, la idea de interacción
tado biológico no puede considerarse normal o pa- entre mente y cuerpo y la visión holista del fenó-
tológico sin más. Para él, deben ser tenidos en meno salud-enfermedad de uno u otro modo sub-
cuenta otros aspectos o parámetros sociales y mo- sistían y continuaban influyendo en el pensamiento
rales. Ideas en todo punto concordantes con las ac- médico, gracias al sostenimiento árabe, en tanto
tuales sobre definición de salud y los determinan- ya no formaban parte del cuerpo doctrinal de la
tes de la salud y la enfermedad. medicina occidental «cristiana» —excepto, por
Igualmente, Alí bn al-Abbas, médico del emir Al ejemplo, para el caso de la Escuela de Salerno
Dawla, mantenía las mismas ideas holistas sobre los mientras se mantuvo en auge, y especialmente por
determinantes de la salud cuando recomendaba tra- lo que su figura más conocida, Constantino el Afri-
cano, supuso para la medicina cristiana—, sino

© Edcoines Párimdie
tar ampliamente la vida del individuo sano y la del
enfermo, prestando atención a su medio externo, su como una especie de residuo ancestral notable-
Aproximación histórica a la psicología de la salud / 31

mente desnaturalizado. Durante el Renacimiento tema que nos ocupa, la época medieval tuvo im-
tuvo lugar, sin embargo, el cúmulo de aconteci- portantes consecuencias en cuanto al desarrollo de
mientos que cambió la historia de la Medici- los conceptos de salud y enfermedad, su cuidado y
na, tecnifícándola pero a la vez deshumanizándola la disquisición acerca de su naturaleza.
progresivamente, posibilitando la aparición, con- La Edad Media —mejor, las Edades Medias, ya
solidación y absoluta primacía del modelo biomé- que en Alta y Baja suele ser dividida— no es sino
dico. la continuación histórica a la decadencia del mun-
Si la desintegración del mundo clásico puede ex- do clásico, que dio lugar al sistema feudal de pro-
plicar el deterioro y estancamiento de la Medicina ducción y organización sociales y que incluyó,
holista, al igual que el de todas las ramas del co- como contextos sociales preponderantes, el mundo
nocimiento, ¿qué explica su conversión en la Me- occidental, el intento continuista bizantino y el
dicina reduccionista, dualista y fisicalista que el mundo musulmán, y produjo el nacimiento del bur-
mundo actual ha heredado como paradigma domi- go o ciudad como célula sociocomercial del futu-
nante del saber y el actuar médicos? Son numero- ro. Un período de, al menos, siete siglos, en el que
sos los autores que ven en la implantación del dua- tantas y tan variadas cosas sucedieron y en el que
lismo cartesiano como filosofía oficial sobre la tan diferente es su realidad primera de su última
naturaleza humana la raíz principal de esta trans- realidad, resulta por fuerza engañoso constreñirlo
formación (p. ej., Engel, 1977; Shelton y cois., bajo el manto de una sola etiqueta o de dos.
1991), pero de esta cuestión trataremos en el si- No obstante, por comodidad tradicional segui-
guiente apartado. remos hablando de Edades Medias, pero las salve-
dades anteriores deben tenerse presentes, ya que,
también en la parcela del quehacer histórico hu-
CONSOLIDACIÓN DEL MODELO mano que nos ocupa, los cambios acaecidos a lo lar-
BIOMÉDICO go de tan dilatado período fueron notables y diver-
sos. Con todo, lo más sobresaliente fue cómo la
Conforme las estructuras sociales de la antigüe- tradición grecolatina de empirismo y raciocinio ce-
dad clásica se desmoronan, y el mundo occidental dió como rectora del pensamiento, hasta el domi-
se atomiza en pequeños feudos dominados por el nio absoluto de las posiciones que desembocaron en
capricho y la bondad o crueldad del oportuno se- la aparición de un modo dualista radical de enten-
ñor feudal, las condiciones de vida se hacen cada der la naturaleza humana, que ha persistido hasta
vez más duras. El encumbramiento de la Iglesia Ca- la actualidad elevado al rango de creencia social in-
tólica Romana al puesto de rectora absoluta de la negociable.
vida y costumbres de los ciudadanos bajo su do- Tras la represión, el consecuente olvido y la sub-
minio, choca con la tradición popular apegada a si- siguiente ignorancia sobre el saber clásico, se ins-
glos de costumbres paganas, en muchos sentidos li- tala en el Medievo una nueva concepción global
berales respecto a la férrea moral cristiana que de la naturaleza del ser humano. Las tradiciones
trataba de imponerse para delimitar la única visión racionales clásicas casi desaparecieron en el mun-
permitida del mundo y del ser humano. Para algu- do cristiano occidental, mientras que la teología
nos autores (p. ej. Coleman, 1972), este choque de y la filosofía judeocristianas emergentes subyuga-
costumbres dio lugar a algunos de los más curio- ron las pautas de pensamiento de la época. El des-
sos fenómenos sociales que la historia conoce en pertar de la ciencia y la razón en el Renacimiento,
cuanto al ámbito del comportamiento humano. Nos y la consiguiente recuperación de los conocimien-
estamos refiriendo a los brotes de «locura colecti- tos y el racionalismo clásicos, abrieron interrogan-
va» o «locura masiva» que llegaron a afectar a po- tes a los que la teología medieval mal pudo respon-
blaciones enteras. Pero, al margen de estas pecu- der —buena muestra de ello fueron las sucesivas

CadcionesPárimdie
liaridades y para circunscribirnos en lo posible al crisis habidas en el propio seno de la Iglesia—. De
3 2 / Psicología de la salud

nuevo hubo de plantearse una respuesta sobre la De esta manera, durante el Renacimiento, René
constitución de la naturaleza humana que satis- Descartes (1596-1650), seccionando la unidad exis-
ficiera el nuevo «espíritu de la época» y, de las mu- tencial del ser humano en un cuerpo y una mente,
chas surgidas, señala Laín Entralgo (1978) tres que encajó ciencia y religión, separando hasta nuestros
descollaron sobre todas las demás a lo largo de los días la consideración de las dos realidades que ha-
siglos xvn y xvill. bían permanecido unidas en el pensamiento holis-
En primer lugar, lo que ahora conocemos como ta clásico como una realidad indivisible. Descartes
«dualismo cartesiano», establecido por René Des- concibió la mente como «esencia [...] o naturaleza
cartes y que entendía la realidad del ser humano consistente enteramente en pensamiento [que] para
como una armoniosa composición de un cuerpo o su existencia, no tiene necesidad de lugar, y no es
res extensa y un alma o res cogitans. En segundo lu- dependiente de ninguna cosa material [...] este alma
gar, el «monadismo» de Leibniz, quien negaba que está enteramente distanciada del cuerpo [...] y no
el mundo fuera una máquina como establecía Des- dejaría de ser lo que es, incluso aunque el cuerpo
cartes; por el contrario, todo era fuerza, vida, alma, dejase de existir» (Descartes, 1649). Como señalá-
pensamiento y deseo, y la máquina es sólo la fa- bamos anteriormente, la separación del cuerpo
chada externa, el entramado visible, de modo que «material» del alma «inmaterial» permitió a los mé-
todo lo viviente se distribuía en tres órdenes de mó- dicos tener su propio y particular objeto de estudio
nadas, los simples vivientes, los animales y el ser a salvo de la ortodoxia cristiana, focalizándose en
humano como único orden con atributos de razón y exclusiva sobre la parte física del ser humano y de-
reflexión. Por último, otra opción para el abordaje jando en manos de filósofos y teólogos la otra par-
de la naturaleza humana fue el «materialismo me- te de la realidad humana.
cánico» de Hobbes a quien podemos unir el empi- Rasmussen (1975; citado en Engel, 1977) seña-
rismo y la crítica de la concepción sustancial del la el hecho que permitió el surgimiento y rápido
alma aportados por Hume. predominio del reduccionismo dualista en Occi-
De las tres, la corriente de pensamiento sobre la dente, la concesión por la Iglesia, hace cinco siglos,
naturaleza humana que terminó por establecerse del permiso para la disección del cuerpo humano.
como corriente dominante y «oficial» del mundo Tal concesión fue posible por la concepción cris-
occidental fue el dualismo cartesiano, que acabó tiana del cuerpo humano como mero receptáculo te-
convirtiéndose en poco tiempo en el «dogma oficial rrestre del alma, como débil e imperfecto recipien-
de la naturaleza humana» como Ryle (1949) lo ha te sometido a los avatares de la vida y cuya única
calificado. Las razones de esta elección fueron va- misión es servir de refugio al alma en espera de su
rias y de compleja naturaleza, pero baste señalar posterior y definitiva transferencia al más allá.
que de las opciones existentes la concepción carte- Como el citado autor señala, el permiso de la Igle-
siana reunía los elementos suficientes para conten- sia incluyó un tácito interdicto contra el abordaje
tar a todas las fuerzas en disputa. Por una parte, la del espíritu por la ciencia, de modo que los pape-
ciencia tenía el camino libre para la experimenta- les quedasen repartidos, reservándose la teología y
ción y el abordaje del conocimiento del mundo ma- la filosofía el «estudio» de la vertiente espiritual, in-
terial, aceptando la res extensa como su único ob- material o mental del ser humano, y encontrándo-
jeto de estudio, sobrando con ello tarea como para se la ciencia —la medicina, en este caso— con el
satisfacer los más exigentes proyectos de la época. camino expedito para afrontar el conocimiento del
Por otra, la Iglesia podía sentirse tranquila en tan- cuerpo o parte material del ser humano.
to el avance científico no suponía un riesgo para sus Con el dualismo cuerpo-mente instalado como
dogmas, y porque el espíritu, alma o mente perma- doctrina oficial, poco a poco se fue imponiendo en
necía reconocido como algo inmaterial y no sujeto el pensamiento médico una conceptuación del cuer-
a las leyes del mundo físico, como algo que, en de-

© Edcoines Párimdie
po humano como una máquina sometida a las le-
finitiva, seguía estando bajo su protectorado. yes de la física, y de la enfermedad como una ave-
Aproximación histórica a la psicología de la salud / 33

ría de cualquier naturaleza en alguna de sus partes, de explicar estos fenómenos llevó a la elaboración
quedando para los médicos la tarea de reparadores de pintorescas teorías, como, por ejemplo, la de la
o restauradores del orden, circunscritos al entorno «patología iatromecánica», que permitieran expli-
biofísico del organismo. La forma de abordar el co- car delirios, melancolía, estupor y tantas otras re-
nocimiento del organismo, de sus funciones y de las acciones «no del cuerpo», sin romper los postula-
causas que provocaban las enfermedades quedó re- dos del dualismo cartesiano. Sin olvidarse que a
ducida a una aproximación analítico-fraccional todo lo anterior hemos de unir las pervasivas
(Engel, 1977) sobre sus partes y sus procesos, ig- evidencias que la práctica clínica mostraba a los
norando casi por completo los aspectos psicoso- médicos día a día, y que suponían el insidioso re-
ciales. El dualismo condujo a una aproximación cuerdo de una concepción holista del proceso de en-
mecanicista y reduccionista del cuerpo humano fermedad.
(Shelton y cois., 1991) que guió el pensamiento y En cualquier caso, la segunda mitad del siglo
la acción médicos durante siglos. Desde esta pers- XVIII y el XIX supusieron la implantación definiti-
pectiva, el cuerpo fue entendido como un todo for- va de un modelo biomédico, fortalecido por los ru-
mado de partes más elementales que interactuaban tilantes avances en el conocimiento básico del cuer-
unas con otras según las leyes propias del mundo po humano y el principio de una clínica médica
físico, siendo además su funcionamiento esencial- verdaderamente efectiva con las enfermedades. Así,
mente independiente de la volición. por ejemplo, Rudolf Virchow (1821-1902), señala-
Incluso aspectos fronterizos y necesariamente do por Colodrón (1976) como paradigma de la me-
molestos para una conceptuación tan rigurosa de dicina positivista y reduccionista, estableció la cé-
una realidad tan compleja, como son los fenóme- lula como elemento estructural y fisiológico de los
nos emocionales, fueron considerados como un fe- organismos superiores, siendo la enfermedad siem-
nómeno mecánico en su naturaleza. Por ejemplo, pre un proceso local que puede reducirse a la alte-
Walker (1955) citaba la interpretación mecánica de ración patológica específica de las células de la
las emociones que realizó Hermann Boerhaave parte del organismo afectada. El origen celular y lo-
11668-1738), para quien la «angustia o ansiedad» cal de la enfermedad puede generalizarse y expan-
se producía porque «la sangre se paraba en pleno dirse a otras partes del organismo dando lugar a
corazón; [provocando] un calambre de los vasos procesos morbosos complejos, pero que, en defini-
contraídos, o una imposibilidad de la materia de pa- tiva, no son más que la suma de los procesos pato-
sar a través de ellos». lógicos de las células implicadas. De esta forma, la
Como indica Laín Entralgo (1978), si la enfer- patología celular adquiere carta de naturaleza en la
medad es siempre una afección del cuerpo, «a nin- teoría médica, y junto a la neuropatología y a la pa-
gún cartesiano se le ocurriría sostener que la res co- tología humoral configuran las tres líneas explica-
zitans pueda ser objeto directo de alteración tivas que delimitan la enfermedad como fenómeno
morbosa» (p. 286) o participar activamente de tal biológico tal como quedó establecido a mediados
proceso. Sin embargo, tal razonamiento no dejó de del siglo XIX y tal como ha llegado a nuestros días
parecer contradictorio frente a las muchas eviden- (Colodrón, 1976).
cias en favor de la implicación de ambas «realida- Sin embargo, la reacción a la teoría celular de la
des» y de su afectaciqn mutua. Por ejemplo, la pro- enfermedad fue contemporánea a su pronuncia-
pia psicopatología siempre fue un compendio de miento. Claude Bernard, por ejemplo, llegó a sos-
fenómenos molestos que exigió verdaderos equili- tener una visión más integral del organismo como
brios a los médicos renacentistas para intentar ex- un todo organizado superior a la mera suma de sus
plicar cómo, a menos que se considerase la opción partes, y del cual no se podían separar ninguna de
demonológica, podían existir alteraciones morbo- sus realidades para explicar el origen de sus altera-
sas de las funciones del intelecto directamente re- ciones. De hecho, las reacciones y descontentos res-

CadcionesPárimdie
gidas por el espíritu. En algunos casos la necesidad pecto a la visión dualista cartesiana y a la medici-
34 / Psicología de la salud

na fisicalista y reduccionista fueron práctica cons- chas de interacción entre las dos partes que se es-
tante a lo largo de la historia. Nunca dejaron de apa- taban denunciando en la teoría y la práctica clíni-
recer en la historia de la medicina disidentes que cas, fue la experiencia de William Beaumont
anticipasen el peligro de reduccionismo limitador (1785-1853), quien tuvo la oportunidad de com-
inherente al pensamiento médico dualista, y en la probar en un paciente cuya mucosa gástrica quedó
mayoría de los casos no se trató de esotéricos au- observable como consecuencia de un accidente,
tores o pintorescos clínicos que se opusieran al pro- cómo determinadas emociones tales como el mie-
greso de la medicina y su consolidación como cien- do y la cólera influían en la morfología y funcio-
cia objetiva —tómese el caso paradigmático antes namiento de la mucosa (Fuentenebro y cois.,
mencionado de Claude Bernard—, sino más bien de 1990).
científicos convencidos de que el olvido de la par- Igualmente, William Osler (1849-1919), en su
te de la realidad humana conocida como mental o época una de las más importantes figuras mundia-
psicológica era nefasto para la correcta compren- les de la medicina interna, ya reflejó la sospecha-
sión de la salud y la enfermedad, y algo que necesa- da interrelación entre factores psicológicos y en-
riamente había que integrar en una teoría unitaria. fermedad coronaria con las siguientes palabras:
Una de dichas tempranas conceptuaciones tota-
lizantes fue la del médico alemán Georg Ernst Stahl En la preocupación y tensión de la vida mo-
(1659-1734), decidido adversario de la creciente di- derna, la degeneración arterial es no sólo muy co-
visión entre cuerpo y alma que en su época se es- mún, sino que se desarrolla a menudo en una edad
taba adueñando del pensamiento médico. Zilboorg relativamente precoz. De esto, creo que la alta pre-
(1941) recoge cómo en una disertación publicada sión en la que los hombres viven y el hábito de ha-
en 1702 con el título De Medicina Medicinae Ne- cer trabajar la máquina a su máxima capacidad son
cessaria, Stahl hacía mención al «extraordinario, responsables antes que los excesos de comida y
súbito y rápido efecto de las así llamadas pasiones bebida (Osler, 1892, p. 14).
y afectos sobre el cuerpo», defendiendo que cier-
tas emociones podían interferir con la recuperación Muchos fueron, pues, los investigadores médicos
de la enfermedad. y clínicos conscientes de que un modelo biomédi-
Frente al saber academicista, el saber clínico co- co a ultranza conducía a una deshumanización de
tidiano encontraba multitud de ejemplos en enfer- la medicina y la práctica clínicas, cuyos efectos de-
mos cuyos casos exigían la consideración de «algo vastadores quedaban ocultos por la magnificencia
más» que la mera anatomía patológica, fuera este de los grandes éxitos cosechados en el conoci-
algo más un a modo de «tono vital», o «fuerza de miento y control de las enfermedades infecciosas,
voluntad», o cualquier cosa que obrase imprimien- principal causa de mortalidad humana hasta tiem-
do un curso diferente al mal de unos respecto al pos muy recientes. De hecho, Laín Entralgo (1978)
mismo mal en otros. En esta línea, Benjamín Rush en varios ejemplos ha recogido estos primeros in-
(1745-1813) sostenía ya en 1811 que las acciones tentos de lucha contra una medicina demasiado fi-
de la mente podían ser causa de enfermedades sicalista, técnica y fría, en lo que denomina «formas
cuando afirmaba que «el hombre es tenido para ser históricas de humanización de la patología». Entre
un compuesto de cuerpo y alma. Sin embargo, este ellas incluye la «sociopatología» de finales del si-
lenguaje puede ser apropiado para la religión, pero glo XIX elaborada formalmente por A. Grotjahn,
no lo es en medicina. El hombre es, a los ojos del quien desarrolló el concepto de etiología social y
médico, una única e individual existencia, tan ínti- consideró que el enfermo no debía ser visto sólo
mamente unidas están su alma y su cuerpo, que uno como un caso clínico sino también como «un suje-
de ellos no puede ser movido sin el otro» (p. 256). to social»; la «mentalidad biopatológica», represen-
tada por J. H. Jackson, C. von Monakow, F. Kraus

© Edcoines Párimdie
Asimismo, una confirmación anecdótica, pero
única en su oportunidad, para fortalecer las sospe- y K. Goldstein, quienes consideraban la enfermedad
Aproximación histórica a la psicología de la salud / 35

como una respuesta integral del ser humano; la Esta corriente de pensamiento siempre viva a
«medicina antropológica» de Von Weizsäcker, lo largo de la historia, aunque en ciertas épocas
quien consideró la introducción deliberada, formal moribunda, cuajó hacia finales del siglo XIX y
y científica «del sujeto en medicina»; y, finalmen- principios del XX en algunos intentos formaliza-
te, las corrientes de la medicina psicosomática y la dos como escuelas de pensamiento o modelos de
medicina córtico-visceral, productos más elabora- salud, que intentaron recuperar la visión integral
dos y que consideraremos como corrientes organi- de la salud y el funcionamiento humano. Intentos
zadas que supusieron una parcial alternativa al mo- que, si bien técnicamente fracasaron, sí cubrieron
delo biomédico. Intentos todos ellos por entender a la perfección su papel de preparar el camino
que la enfermedad humana, además de un desorden para el surgimiento de lo que hoy conocemos
orgánico, «siempre es y por esencia un modo de vi- como visión biopsicosocial de la salud y la en-
vir» (Laín Entralgo, 1978, p. 627). fermedad. Medicina córtico-visceral y medicina
En definitiva, los hechos encerrados en la frase psicosomática son dos de estos intentos, los me-
«no hay enfermedades sino enfermos», con la que jor organizados, los más ambiciosos en sus obje-
Ibáñez (1986) ha querido expresar la difícilmente tivos y los que sirvieron como preludio a la apa-
comprensible unidad psíquico-física, se hacían en rición de la medicina conductual y la psicología
la historia moderna de la medicina cada vez más in- de la salud. A ellos dedicaremos las páginas si-
soportablemente evidentes. De ahí que en el pen- guientes.
samiento médico moderno y contemporáneo siem-
pre haya permanecido latente, en mayor o menor
grado, un eco holista de la práctica médica. ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Tal como hoy podríamos hablar de esta forma A LA PERSPECTIVA BIOPSICOSOCIAL
Je pensar y actuar, la perspectiva holista sobre la
^alud y la enfermedad al menos reclama para sí La implantación generalizada del modelo bio-
:res características distintivas respecto al punto de médico no impidió que perdurasen ciertas pers-
. ista biomédico reduccionista: 1) el reconoci- pectivas que al tiempo irían floreciendo como vi-
miento de la diversidad y complejidad humanas; siones alternativas que mantenían la perspectiva del
2i ídem de la importancia de los aspectos psi- individuo frente a la supremacía de lo biológico. De
cológicos y los sistemas personales de valores, y una u otra manera, desde principios del siglo XX se
31 ídem de la propia responsabilidad en el cuida- desarrollaron especialmente dos alternativas, co-
do de sí mismo. nocidas hoy como medicina córtico-visceral y me-
Dichas características han sido establecidas dicina psicosomática, que desde contextos sociales
jomo las marcas distintivas del movimiento holis- y planteamientos científicos bien distintos, intenta-
:a en el cuidado de la salud (Burstein y Loucks, ron recuperar una visión más comprehensiva de la
1982). Características todas que apuntan al fortale- enfermedad. A estas dos alternativas y al consi-
.ímiento del «lado» psicológico de la salud y la en- guiente desarrollo en la psicología de mitad del si-
rermedad, pero con las dos últimas representando glo XX del interés por la salud y la enfermedad, de-
jos de los pilares fundamentales sobre los que se dicaremos los siguientes apartados.
mentará el surgimiento de la psicología de la salud.
Por otro lado, lo que se está denominando «res-
ronsabilidad en el cuidado de sí mismo» no es sino Aproximación de la medicina
_n concepto que se traduce en llevar a cabo cierto córtico-visceral
tipo de comportamientos y evitar otros, lo que vie-
re a conceder a la intervención psicológica carta de La medicina córtico-visceral establece sus raíces
- aturaleza como opinión terapéutica de especial re-

CadcionesPárimdie
en Sechenov, Vedensky y Pavlov, y su tronco en el
evancia. trabajo experimental de Bykov y sus colaboradores,
3 6 / Psicología de la salud

y mantiene como postulado fundamental que la in- se decidió estudiar las variaciones que inducen los
teracción entre medio externo y medio interno si- estímulos propios del trabajo en el consumo de oxí-
gue las leyes del condicionamiento (Alcaraz, 1979; geno, indicaron que en días laborables el consumo
Colodrón, 1976), entendiendo el comportamiento era hasta un 25 por 100 mayor que en días de des-
de los diferentes órganos corporales como partes in- canso, aun cuando las condiciones de reposo se
tegrantes de un todo psicoorgánico que interactúa mantuvieran idénticas.
con el medio ambiente (Colodrón, 1976). Estos y otros ensayos de este tipo permitieron
El experimento de Bykov y Balaskina, que con- confirmar la hipótesis de que la actividad de los ór-
siguió establecer una respuesta condicionada diu- ganos depende de la situación funcional del siste-
rética, marca, para Colodrón (1976), el comienzo ma nervioso, que a su vez es sostenida por las mo-
de la serie de trabajos y reflexiones teóricas que die- dificaciones ambientales. Para los investigadores
ron lugar al planteamiento de los postulados de la soviéticos, esto supuso la existencia de pruebas ex-
patología córtico-visceral. perimentales suficientes para poder afirmar que la
El punto nodal del trabajo de Bykov no fue otro actividad de los órganos, incluyendo las funciones
que la demostración del control cerebral de las fun- más íntimas de los tejidos, no son ajenas a la rea-
ciones viscerales, en contra del pensamiento médi- lidad exterior (Colodrón, 1976).
co que las establecía como actividades autónomas Otro paso que permitió fortalecer la teoría cór-
al margen del control central. Así, la demostración tico-visceral fue conseguir probar cómo variaciones
de que la actividad de cualquier parénquima orgá- estimulares, en un principio sin significado mani-
nico se halla, en última instancia, regida por las le- fiesto para la función de un órgano determinado,
yes del condicionamiento se convirtió en el objetivo adquirían valor de señales o estímulos condiciona-
y presupuesto central de la aproximación cortico- dos cuando se las asociaba con estímulos incondi-
visceral iniciada por Bykov y sus colaboradores, cionados, dando lugar a reflejos condicionados in-
dando lugar a una fructífera escuela. El trabajo ex- tero o exteroceptivos.
perimental de los investigadores soviéticos, con- Tras varios experimentos que establecieron la
vencidos de la viabilidad de tal presupuesto, llevó existencia de conexiones córtico-viscerales y vís-
al descubrimiento de hechos que cobrarían su ver- cero-corticales nerviosas y humorales (véase Co-
dadera dimensión básica y aplicada décadas des- lodrón, 1976, para una descripción de los mismos),
pués al integrarse en una visión más global del pro- Bykov pudo elaborar la hipótesis más general de
ceso salud-enfermedad que acabó denominándose una vía neurohumoral del reflejo condicionado que
medicina conductual. estaría constituida por: 1) los aparatos receptores;
Por ejemplo, júzguese, a la luz de los conoci- 2) las vías aferentes; 3) las estructuras subcortica-
mientos actuales sobre biofeedback, la trascenden- les (hipotálamo, sistemas reticulares, etc.); 4) cor-
cia del relato que Colodrón nos ofrece sobre el tra- teza cerebral; 5) vías eferentes; 6) ganglios sub-
bajo de Olniaskaya que investiga las variaciones en corticales; 7) vías eferentes que concluyen en
el consumo de oxígeno bajo la influencia de los es- glándulas incretoras; 8) glándulas; 9) corriente san-
tímulos que preceden al trabajo muscular, cuando guínea, y 10) órganos.
nos señala cómo se llegó a demostrar que el meta- De acuerdo con estos planteamientos, se inició
bolismo en reposo se modifica por estímulos con- una línea de investigación que permitió conocer las
dicionados: «... los sujetos de experimentación disfunciones viscerales que pueden acompañar a la
practicaban ejercicios físicos al compás del ruido de ruptura de la actividad nerviosa superior provoca-
un metrónomo. Poco más o menos, tras diecisiete da por manipulación de señales extero o interocep-
asociaciones la puesta en marcha del metrónomo tivas. En otras palabras, quedó establecido cómo los
provocaba aumento del consumo de oxígeno» (Co- eventos ambientales podían actuar generando cam-
lodrón, 1976, p. 26). Asimismo, datos tomados de

© Edcoines Párimdie
bios orgánicos que pueden calificarse de patoló-
trabajadores de una fábrica de neumáticos en la que gicos dados unos determinados parámetros. Colo-
Aproximación histórica a la psicología de la salud / 37

drón (1976) recoge algunos ejemplos significativos, Aproximación de la medicina psicosomàtica


como la demostración por Hua Guan de que la al- e investigaciones en psicofisiologia
teración de la actividad nerviosa superior de los pe-
rros consecutiva al choque de respuestas de huida Lipowski (1986a,b,c) estableció que la medici-
y de alimentación da lugar a profundas modifica- na psicosomàtica ha tenido dos fases históricas. La
ciones de la permeabilidad celular, valorada por la primera etapa es el período comprendido entre 1935
cifra de excreción parotídea de fosfato disódico ra- y 1960 y se refiere al predominio de la influencia
diactivo (p. 30). O las de Ermolova, quien encon- psicoanalítica, pero también al estudio sistemático
tró variaciones significativas en la absorción capi- de la interacción entre factores psicológicos y bio-
lar por trastorno de la actividad nerviosa superior; lógicos. Los estudios de Helen Dunbar y de Wolff
o el trabajo de Kurzin y Kuzuvkov, quienes provo- —aunque desde posiciones bien distintas— serían
caron alteraciones similares en la permeabilidad de los más señalados de este período, junto a los de la
la barrera hematoencefálica; Miasnikova, que con- Escuela de Chicago. También de esta época es el es-
siguió desencadenar alteraciones —a veces perma- tudio de las relaciones entre enfermedad y hábitat
nentes— de la presión arterial, y Usevich, que lo- social que representó James Halliday.
gró producir disfunciones gástricas y hepáticas Al principio de este período se funda la revista
(pp„ 30-31). Psychosomatic Medicine, entre cuyos objetivos re-
En conclusión, la medicina córtico-visceral fue zaba el estudio de las interrelaciones de los facto-
una respuesta experimentalista a algunos aspectos res psicológicos y fisiológicos sobre el funciona-
del continuo salud/enfermedad que clásicamente miento corporal normal y anormal, intentando
han sido denominados psicosomáticos. No pudo representar una aproximación psicológica a la me-
elaborarse exclusivamente a partir de esta orienta- dicina general y sus especialidades (Fuentenebro y
ción una alternativa al modelo biomédico, pero sí cois., 1990, p. 599).
supuso un importante complemento en una línea de Una segunda fase abarcaría desde 1965 hasta la
trabajo experimental que se continuó hasta nuestros actualidad, y estaría caracterizada por un mayor ri-
iías en los trabajos relacionados con lo que Alca- gor investigador y una huida progresiva de las ale-
raz (1979) denominó «el condicionamiento de los grías especulativas anteriores, en el estudio de la re-
esternas internos de respuesta», toda un área de tra- lación entre los factores psicosociales y la salud y
bajo extraordinariamente fértil y que encuentra su la enfermedad. De hecho, este profundo cambio de
más reciente expresión en la actual psiconeuroin- horizontes se refleja en la nueva definición de me-
munología. dicina psicosomàtica que el propio Lipowski ofre-
La medicina córtico-visceral intentó explicar las ce, y en la que considera a ésta una disciplina cien-
jisfunciones de órganos y sistemas surgidas ante tífica y clínica que persigue:
arcunstancias adversas de la vida en una manera
-corde con la tradición científico-natural, situando — el estudio de las relaciones entre factores psi-
;n el sistema nervioso central las funciones orga- cosociales y funciones fisiológicas normales
nizadoras de las aferencias extero e interoceptivas y alteradas;
entendiendo que la perturbación del orden exis- — el estudio de las interrelaciones entre facto-
:ente entre el medio externo y el medio interno pue- res psicosociales y biológicos en la etiología,
:e ser causa de enfermedad. Los patólogos córtico- desarrollo y pronóstico de las enfermedades;
isceralistas demostraron que un proceso funcional -— la utilización de una aproximación terapéu-
ruede dar lugar a alteraciones orgánicas, y que era tica holista;
.na cuestión de tiempo e intensidad la posibilidad — la aplicación de métodos terapéuticos psi-
que un proceso funcional diera lugar a altera- quiátricos y conductuales para la prevención,

CadcionesPárimdie
. .ones estructurales irreversibles (Colodrón, 1976, el tratamiento y la rehabilitación de la en-
p. 33). fermedad física.
3 8 / Psicología de la salud

En cualquier caso, podemos entender que la me- los que se observaba cómo las emociones persis-
dicina psicosomàtica se integra en la tradición de tentes podían llegar a producir alteraciones en el
disidencia holista al modelo biomédico reduccio- funcionamiento somático, en muchos casos con-
nista dominante, si bien, al igual que ocurre con la sistentes en alteraciones en el funcionamiento del
medicina córtico-visceral, fueron aproximaciones órgano, aunque también en otros con evidencia de
sólo parciales a la naturaleza psicobiológica del fe- daños tisulares. Confiando más en la fuerza expli-
nómeno salud-enfermedad. cativa universal del psicoanálisis que en los datos
Wittkower (1974) señala que el término medici- realmente disponibles, se elaboraron multitud de hi-
na psicosomàtica, empleado por primera vez por pótesis que intentaron explicar el porqué y el cómo
Heinroth en 1818 para referirse a la relación entre de la aparición de los trastornos psicosomáticos,
los procesos psicológicos por un lado y las estruc- pero los intentos por validar objetivamente cada
turas somáticas u órganos corporales por otro, no punto de vista fueron la excepción.
representa una alternativa real a la comprensión de Entre las teorías sobre la génesis de los trastor-
ciertas enfermedades hasta principios de nuestro nos psicosomáticos, las más importantes fueron las
siglo, cuando se emplea para definir el intento de siguientes, resumidas siguiendo a Zax y Cowen
explicación de la etiología y patogénesis de ciertas (1976):
enfermedades que acabarán conociéndose como
«psicosomáticas». .— Teoría de la conversión. Extensión de la teo-
Durante su primera etapa, el campo de la medi- ría psicoanalítica de la histeria expuesta por
cina psicosomàtica creció vigorosa y rápidamente, autores como Georg Groddeck y Félix
atrayendo la atención y el reconocimiento médico Deutsch. Sostiene, en esencia, que un sínto-
para la psiquiatría, disciplina anfitriona del movi- ma psicosomático, al igual que uno histérico,
miento psicosomàtico, y proporcionando la opor- es el resultado simbólico de un conflicto
tunidad para una expansión de las ciencias biomé- neurótico.
dicas hacia el «lado» del ser humano más oscuro y — Teoría del perfil de la personalidad. Una de
resistente. las teorías psicosomáticas más conocidas y
Comenzando por la que hemos señalado como estudiadas elaborada por Helen Flanders
primera fase histórica de la medicina psicosomàti- Dunbar, quien afirmó que existía una rela-
ca, tenemos que indicar la existencia de dos ver- ción entre tipos específicos de personalidad
tientes diferentes, representada la una por la posi- y la aparición de determinados trastornos or-
ción psicoanalítica y la otra por los primeros pasos gánicos. Dunbar se interesó por la asociación
de la aproximación psicofisiològica. La teoría psi- entre tipos de personalidad y el desarrollo de
coanalítica proporcionó la base teórica sobre la que ciertas enfermedades físicas. Por ejemplo,
se hipotetizaron relaciones causales entre actividad Dunbar (1935) señaló que los pacientes hi-
mental y somática. Partiendo del trabajo realizado pertensos eran tímidos, perfeccionistas, re-
sobre la histeria, los autores psicoanalíticos trata- servados y autocontrolados, a la vez que bas-
ron de extender su análisis a otros desórdenes que tante volátiles cuando entraban en conflicto
afectaban diferentes sistemas fisiológicos. Ahora con la autoridad.
bien, mientras que la histeria se entendía como un — Teoría de la enfermedad psicosomática
intento de descarga emocional, los trastornos psi- como respuesta a un conflicto. Obra del au-
cosomáticos se conceptuaron como respuestas so- tor más representativo de la medicina psico-
máticas a una emoción persistente, ocurridas en un somática de su época, F. Alexander, quien
sistema fisiológico específico al margen del control sostenía que no existía relación directa entre
voluntario del individuo (Zax y Cowen, 1976). el tipo de personalidad y el trastorno somá-

© Edcoines Párimdie
Se intentó explicar así la aparición de fenóme- tico, y que cualquier relación observable en-
nos referidos en la clínica de medicina interna en tre uno y otro resultaba del hecho de que me-
Aproximación histórica a la psicología de la salud / 39

diaba entre ambos un tercer factor, el estilo biológica tal que las propiedades de las cé-
de vida del individuo. Para Alexander era lulas resultaban alteradas. Como consecuen-
fundamental encontrar relaciones no sim- cia, se producía una pérdida del control cen-
plemente entre personalidad y síntomas so- tral y una mayor reactividad a estímulos
máticos, sino más bien entre síntomas y es- físicos. Las regresiones, tanto psicológica
tados emocionales específicos. Destacó la como fisiológica, tipifican al individuo afec-
importancia de comprender los síntomas psi- tado de síntomas psicosomáticos y psicosis.
cosomáticos como respuesta del organismo
a estados emocionales persistentes, concre- Sin olvidar que la mayoría de las críticas meto-
tos, originados y mantenidos por necesidades dológicas y teóricas que ha recibido este modo de
específicas o conflictos entre necesidades. proceder están justificadas, como teorizaciones rea-
— Hipótesis de la debilidad somática. Alexan- lizadas sobre la arena clínica muchas de sus intui-
der admitía también que había circunstancias ciones han permitido afrontar el estudio sistemáti-
bajo las cuales unos factores puramente so- co de las reacciones emocionales y su afectación
máticos conducían al desarrollo de enfer- orgánica, a la vez que han alertado sobre la posibi-
medades físicas (Alexander y Szasz, 1952). lidad de que el estilo de vida, los patrones de con-
Por tanto, «había que suponer factores so- ducta, la personalidad, o como gustemos llamar al
máticos locales o generales hasta entonces fenómeno psicológico bajo estudio, estuviera ac-
mal definidos, y que únicamente la coexis- tuando como productor de alteraciones en la salud
tencia de ambas clases de factores, emocio- bajo determinadas circunstancias.
nales y somáticos, puede explicar la forma- La confluencia de varios factores tuvo como re-
ción [de los síntomas]» (Alexander, 1950, sultado el abandono de las posiciones psicodinámi-
p. 51). Introdujo la idea de que ciertos órga- cas como corriente dominante de la medicina psi-
nos o sistemas fisiológicos pueden ser parti- cosomática y la emergencia de una «nueva medicina
cularmente vulnerables a la enfermedad en psicosomática» sobre la década de los setenta. El
determinados individuos. El desarrollo de un primer y principal factor de tal cambio de orienta-
síntoma psicosomático dependería de una ción cabe establecerlo en el fracaso por obtener da-
acción recíproca entre un conflicto emocio- tos que apoyasen las teorías psicosomáticas. Otros
— nal, que modificaba la actividad normal de factores responsables del declinar de la medicina psi-
un órgano o sistema específicos, y su vulne- cosomática clásica han sido señalados por Elliott
rabilidad en el individuo. (1983) e incluyen: 1) el excesivo énfasis sobre cier-
— Hipótesis de la regresión. Michaels (1944) tas cuestiones de investigación que probaron ser im-
introdujo el punto de vista de que los sínto- productivas (p. ej., la búsqueda de patrones de con-
mas psicosomáticos se desarrollan porque la ducta presumiblemente asociados con ciertas
víctima retrocede a un modo de conducta y enfermedades); 2) la incapacidad para desarrollar in-
a una actividad corporal típicos de períodos tervenciones específicas para tratar, controlar o pre-
anteriores de la vida. Basándose en esto, venir los síntomas físicos bajo estudio, esto es, una
Margolin (1953) creyó que en los trastornos muy escasa productividad terapéutica de utilidad
psicosomáticos tpnía lugar una regresión para el campo de la clínica"; 3) la preocupación ex-

11 Una posible excepción cabría establecerse para el caso de venson (1936) aplicando terapia de grupo a pacientes con úlce-
s trastornos gastrointestinales tradicionalmente considerados ra péptica, y los de Orgel (1958) también sobre úlcera péptica,
. >mo psicosomáticos (úlcera péptica y colitis ulcerosa) en los y de Weinstock (1961, 1962) sobre colitis ulcerosa. Una discu-
_je. como recoge Olbrisch (1977), las aplicaciones psicotera- sión, ya clásica, sobre los factores asociados a la eficacia del tra-

CadcionesPárimdie
^éuticas parecieron tener éxito. Por ejemplo, los estudios de tamiento psicoterapèutico con estos trastornos se encuentra en
rhappell, Stefano, Rogerston y Pike (1937) y de Chappell y Ste- Karusch, Daniels, O'Connor y Stern (1968. 1969).
4 0 / Psicología de la salud

elusiva por los fenómenos relacionados con el co- desempeñado por el condicionamiento en la adapta-
mienzo de la enfermedad, descuidando otros facto- ción y ajuste fisiológico (Shelton, Anastopoulos y
res tales como aquellos asociados con la exacerba- Elliot, 1991). En los primeros años del presente si-
ción o agravamiento de enfermedades ya existentes; glo, varios investigadores centraron su atención so-
4) el fallo para eliminar adecuadamente los proble- bre los efectos del estrés no específico sobre el or-
mas asociados con el dualismo cartesiano (p. ej., in- ganismo. En la misma línea, los trabajos de Cannon
necesario interés en cuestiones tales como causación proporcionaron la base para las investigaciones psi-
funcional versus orgánica), de manera que no aca- cosomáticas pioneras que sugirieron la posibilidad
bó de convertirse en una alternativa verdaderamen- de que patrones adaptativos de respuestas psicofi-
te integradora u holista, y 5) excesiva dependencia siológicas defensivas podían acabar produciendo da-
de la teoría psicodinámica mientras descuidaba los ños tisulares y enfermedades cuando se presentaban
datos ya existentes en otras áreas que estudiaban el en forma pervasiva, generalizada o prolongada.
comportamiento humano. La obra clásica de Walter B. Cannon (1920) es-
Por todo ello, la medicina psicosomática, como tuvo dedicada al estudio de las alteraciones en los
el enlace entre lo somático y lo psicológico que pre- sistemas fisiológicos que se asociaban a la ocu-
tendía ser, se encontraba al inicio de la década de rrencia de las «emociones principales». Los efec-
los setenta con una evidente necesidad de conseguir tos fisiológicos del dolor, el miedo, el hambre y la
una base científica más firme y equiparable a la mé- ira comenzaron a ser sistemáticamente explorados,
dica, una clara necesidad de ampliar su perspecti- con lo que la conexión con la vertiente clínica pron-
va incorporando el cúmulo de datos disponibles to se hizo evidente. Los experimentos de Cannon
sobre el comportamiento, y la obligación de desa- extendieron la noción del «medio ambiente inte-
rrollar herramientas terapéuticas que permitieran rior», que había sido propuesta en el siglo XX por
intervenir sobre la enfermedad, reduciéndola o im- Claude Bernard, dentro del concepto de homeosta-
pidiendo su desarrollo. El campo ha sido sensible sis que rige la actividad integral del organismo.
a la necesidad de estos cambios, pero esta cuestión Cannon señaló que cualquier circunstancia que al-
la trataremos algo más adelante, para centrarnos terase el estado de funcionamiento de cualquier par-
ahora en la otra línea de trabajo, más experimental te del organismo podría también afectar al funcio-
que aplicada, que también formó parte de la deno- namiento del organismo entero, y al decir cualquier
minada primera fase de la medicina psicosomática. circunstancia incluyó, por supuesto, los factores psi-
Varios hechos confluyeron en ampliar enorme- cológicos, si bien el concepto «psicológico» venía
mente los conocimientos sobre la psicofísiología a circunscribirse al ámbito de la conducta emocio-
del organismo humano, permitiendo albergar espe- nal. Las emociones fueron consideradas como ener-
ranzas de que la relación psicosomática pudiera gizadores y el sistema nervioso autónomo como un
abordarse sin tener que abandonar los rigores del sistema de respuesta de emergencia que controlaría
método científico. Señalamos a modo de crónica, un amplio rango de ajustes corporales al cambio
necesariamente resumida y por ello imperfecta, los producido (Shelton y cois., 1991). Se llegó a de-
más importantes. terminar que el sistema simpático realizaba las fun-
La psicofísiología, o estudio de las bases fisioló- ciones necesarias para preservar la vida en presen-
gicas de los proceros psicológicos, intenta explicar cia de situaciones de alarma, de modo que, cuando
una variedad de procesos conductuales a través de la era activado, liberaba las reservas de energía dis-
interacción de sus componentes psicológicos y bio- ponibles en el organismo, aumentaba el flujo san-
lógicos (Feuerstein, Labbé y Kuczmierczyk, 1986). guíneo a los nervios y músculos implicados en la
Tanto el trabajo de Pavlov sobre los reflejos condi- lucha y producía un patrón de latido cardíaco rápi-
cionados como las conceptuaciones neurofisiológi- do que activaba la circulación (Zax y Cowen, 1976).

© Edcoines Párimdie
cas de Sherrington (1906) se encuentran en las raí- La importancia histórica de la obra de Cannon
ces de la psicofísiología, al demostrar el papel central reside en haber permitido determinar de una manera
Aproximación histórica a la psicología de la salud / 41

objetiva cómo las emociones podían afectar a di- psicosomàtica experimental una aproximación psi-
versos procesos fisiológicos, haciendo posible la cofisiològica sistemática que enfatizó la necesidad
comprensión de muchos trastornos psicosomáticos de estudiar los fenómenos clínicos basándose en la
como productos de cierto tipo de interacciones. obtención de datos empíricos confiables que per-
Igualmente, el trabajo de H. Selye, conducente mitieran la elaboración de teorías verificables sobre
a la conceptuación del síndrome general de adap- la génesis de los trastornos psicosomáticos.
tación y posteriormente al fenómeno del stress, es En su intento por establecer una de estas teorías,
otro de los puntos de desarrollo clave. Selye (1956) Wolff ( 1950) afirmó que los individuos poseen una
demostró que diversas formas de inmovilización manera característica de responder a las amenazas,
producen lesiones gástricas dependiendo del con- sean éstas reales o simbólicas. Ejemplos de natura-
trol que el organismo tuviese sobre las condiciones leza psicosociaV de estas amenazas serían las al-
3

del experimento. Él fue también quien señaló cómo teraciones de las estructuras familiares y/o sociales,
la exposición a determinados tipos de estrés llega- la deprivación de necesidades humanas básicas y los
ba a producir cambios tisulares (en concreto, una obstáculos que se anteponen al cumplimiento de las
involución del timo y un agrandamiento del córtex metas personales. Para Wolff, los individuos res-
adrenal como consecuencia de inmovilización), y ponden a este tipo de amenazas mediante patrones
cómo el estrés estaba relacionado con la aparición de respuestas somáticas genéticamente determina-
je alteraciones tan diversas como urticaria, exuda- dos, de manera que se ven expuestos a cierto tipo
ciones de la piel, miliaria, edema de Quincke, pso- de alteraciones, y no a otros, dependiendo de su pre-
r.asis, liquen, acné, vitíligo, dermatitis de contacto disposición constitucional (Shelton y cois., 1991).
eccema (cfr. Bayés, 1979), abriendo la puerta al De esta forma, su teoría supone una variante de
estudio de los cambios ya no sólo funcionales en el la teoría del órgano débil, sólo que en lugar de
rganismo, producidos por determinado tipo de in- suponer que la debilidad específica de un determi-
fracciones que hoy conocemos como fenómenos nado sistema u órgano explica el desarrollo de un
estresantes (Feuerstein y cois., 1986).
12
determinado síntoma, Wolff creía que cada indivi-
Por último, cabe mencionar en este breve reco- duo tenía una respuesta somática característica, de
cido histórico, el trabajo desarrollado por Wolff origen hereditario a la tensión generalizada; de tal
unto con sus colegas T. Holmes y S. Wolf), quien modo que un individuo determinado y su familia re-
rmpleó 30 años en el Cornell University Medical accionan a la tensión de forma similar y distinta de
Center (Nueva York) en el trabajo experimental in- la forma en que reaccionan los miembros de otros
novador sobre los efectos de los estresores psicoso- grupos familiares. Mientras una persona perma-
. ales en algunas medidas fisiológicas periféricas (p. nezca libre de situaciones de tensión, su patrón per-
ej . actividad muscular) tenidas como relacionadas sonal de reacción no se hará evidente, pero en el
a desórdenes específicos (p. ej., las cefaleas). Al momento en que una situación de tensión prolon-
gual que en los casos anteriores, el trabajo de Wolff gada aparezca, provocará la producción de su pa-
p. ej., 1953) proporcionó al campo de la medicina trón fisiológico de respuesta congènito. Si esta in-

2 «[...] Cuanto más aprende el hombre acerca de la mane- muriera de vejez. En verdad, yo no creo que en realidad nadie
Je combatir las caucas externas de enfermedad... más proba- haya muerto nunca hasta ahora de vejez. Llegar a esto sería la
- dades tiene de morir por sus propias acciones suicidas vo- realización ideal de la investigación médica [...] Morir de vejez
l a r í a s . [...] La vida es una serie continua de adaptaciones al significará que todos los órganos del cuerpo sean desgastados
~~ rdio, y, hasta donde sabemos, nuestra reserva de energía de proporcionalmente, sólo por haber sido usados durante dema-
t iiptación es una cantidad finita heredada, que no puede ser re- siado tiempo. Este nunca es el caso. Invariablemente, morimos
ír-erada. Por el contrario, estoy seguro de que aún podríamos porque una parte vital se ha desgastado demasiado rápido en
_ _rgar enormemente el promedio de vida humana viviendo en proporción con el resto del organismo» (Selye, 1960, pp. 285-

CadcionesPárimdie
—ejor armonía con las leyes naturales. [...] Entre todas mis au- 286).
r ^ias (e hice una cuantas), nunca he visto a un hombre que 13 Lo que ahora denominamos estresores psicosociales.
4 2 / Psicología de la salud

teracción estresante se repite con la suficiente inten- En línea con todo lo anterior, pero partiendo del
sidad y frecuencia, acabará produciendo trastornos análisis de conducta como base teórica, diversas lí-
en determinados órganos relacionados con el patrón neas de trabajo confluyeron en la comprobación de
de respuesta personal. Así, los tres aspectos cen- que respuestas autonómicas tales como la tasa car-
trales de la teoría de Wolff serían: a) que una per- díaca y la presión sanguínea podían llegar a ser con-
sona determinada reacciona a muchas clases dis- ductualmente reguladas, y aunque los cambios ob-
tintas de tensión en la misma forma; b) que la servados fueron pequeños, el camino quedó abierto.
reacción del individuo a la tensión es típicamente Esto cambió el concepto prevaleciente en la época
una reacción característica de su familia, y c) que acerca de la naturaleza involuntaria de las funcio-
personas distintas, en las que tienen lugar cambios nes reguladas por el Sistema Nervioso Autónomo,
físicos similares como resultado de la tensión, po- animando el trabajo de investigación sobre la in-
seen reacciones emocionales similares a ésta (Zax fluencia de los factores psicológicos sobre la acti-
y Cowen, 1976). vidad de dicho sistema. Tiempo después llegarían
Además de las aventuras teóricas de Wolff, esta las aplicaciones clínicas derivadas de este estudio
línea de trabajo ha visto surgir varias hipótesis so- del fenómeno de la autorregulación biológica, algo
bre la génesis de los desórdenes psicosomáticos que que acabaríamos conociendo como biofeedback. La
se presentaron fundamentalmente como alternativas aparición de los trabajos, hoy clásicos, de Miller y
a las emitidas desde la perspectiva psicoanalítica. sus colegas fue un punto de partida considerado
Entre ellas cabe destacar, por ejemplo, el modelo como la frontera entre dos perspectivas, la vieja so-
de dicotomía somatovisceral elaborado por Gantt bre la naturaleza dicotómica biología-comporta-
(1944), según el cual se encuentran en riesgo de de- miento y la nueva sobre su carácter interactivo.
sarrollar enfermedad psicosomática aquellos indi- La consecuencia de todos estos desarrollos fue
viduos que muestren una dicotomía somatovisceral que el modelo clásico de medicina psicosomática se
persistente (esto es, aquellos en quienes se extingan hizo insostenible y, de paso, amplios horizontes de
fácilmente las respuestas motoras de defensa, conocimiento básico y aplicado se ofrecían en la lí-
mientras tardan en extinguirse las reacciones vis- nea de la profundización de la interacción entre los
cerales). Gantt denominó esquizoquinesis a la dis- componentes somático y psicológico del organismo
cordancia entre conducta manifiesta y respuestas humano, dando la posibilidad de recuperar la tradi-
psicofisiológicas, que puede conducir al desarrollo ción holista en el afrontamiento del fenómeno sa-
de procesos patológicos. lud-enfermedad pero, esta vez, desde una perspec-
Otro ejemplo fue el modelo tridimensional de tiva sujeta a la tradición del conocimiento científico.
enfermedad psicosomática elaborado por Sternbach Por todo ello, la conceptuación de la medicina psi-
(1966) y que determina que los pacientes psicoso- cosomática hubo de cambiar, integrando todos los
máticos muestran una mayor actividad fisiológica conocimientos disponibles y haciéndose conscien-
en el órgano en que experimentan la sintomatolo- te de la necesidad de superar el marco de la con-
gía, siendo ésta una condición de rigidez fisiológi- cepción psicodinámica y de la propia configuración
ca debida a factores genéticos y ambientales, que de los trastornos psicosomáticos, considerando el
acabará causando daño tisular si se presentan emo- fenómeno de la enfermedad y la salud desde una
ciones intensas que .provoquen una pauta de res- perspectiva más global, lo que caracterizará a la me-
puesta fisiológica con la suficiente intensidad, du- dicina psicosomática de la segunda etapa.
ración y frecuencia. Y, por último, el modelo de Esto se puede ver reflejado en la definición más
sincronía-desincronía de Lang (1971), para quien comprehensiva que ofreció Weiner (1977) del con-
los trastornos psicosomáticos se pueden considerar cepto de enfermedad:
como una desincronía persistente entre sistemas de
respuesta; esto es, entre experiencia subjetiva, res-

© Edcoines Párimdie
La enfermedad es un fallo de adaptación, lo
puestas psicofisiológicas y procesos cognitivos. que es un fenómeno biológico. Ya que es un fenó-
Aproximación histórica a la psicología de la salud / 43

meno biológico, ello trata con el organismo y sus sencia de especificidad la hizo sospechosa a los ojos
interacciones con sus ambientes natural, social y de las demás disciplinas (Agras, 1982).
cultural. La enfermedad no es sólo una materia de Como Pattishall (1989) establece, debemos
alteración de los mecanismos autorregulatorios in- aprender dos lecciones de la experiencia fallida de
tracelulares o de cualquier factor simple tal como la primera medicina psicosomática en su intento por
la infección, la deprivación nutricional o la psico- convertirse en el adecuado complemento de una
logía de la persona enferma (p. 5).
práctica clínica integral. Primera, no proponer nun-
ca más de lo que los datos disponibles puedan apo-
Y este nuevo énfasis sobre los factores psicoso- yar. Segunda regla, no prometer más de lo que en
ciales es reconocido en la definición de medicina realidad se pueda cumplir. Ahora bien, debemos re-
psicosomática que por aquellas fechas propuso Li- conocer que la medicina psicosomática de la se-
powski (1977), según la cual la medicina psicoso- gunda fase fue un excelente pórtico de entrada que
mática implicaría: 1) el estudio del papel de los fac- prologó el desarrollo de la moderna psicofisiología
tores psicológicos, biológicos y sociales en la humana, uno de los pilares de la medicina conduc-
nomeostasis del ser humano; 2) una aproximación tual y la psicología de la salud.
bolista a la práctica de la medicina, y 3) relación La psicofisiología humana tiene por objeto de
con la práctica psiquiátrica de consulta-apoyo. estudio los cambios fisiológicos producidos por el
Ahora bien, en realidad, más que una definición comportamiento, ofreciendo datos que esclarecen
se trata de una declaración de intenciones, en la me- las relaciones entre comportamiento y salud y/o en-
cida en que no precisa en forma inequívoca el ám- fermedad, y que han ayudado a abandonar defini-
bito de actuación y la orientación metodológica que tivamente los presupuestos dualistas sustituyéndo-
se toma. No obstante, a fin de refrendar el profun- los por una perspectiva interaccionista, en la que el
do cambio habido, la anterior definición puede con- Sistema Nervioso Central aparece como regulador,
rastarse con la versión que apuntaba Vallejo-Ná- junto al componente ambiental, tanto del compor-
_era (1979, p. 166) cuando establecía que «la tamiento como del componente biológico del or-
medicina psicosomática estudia en cada enferme- ganismo. La base explicativa de los efectos del
;ad los tipos de personalidad, los llamados perfiles comportamiento sobre lo biológico surge así de la
rsicosomáticos que predisponen a ella, y por otra psicofisiología humana, permitiendo la unión entre
rarte, las situaciones, los tipos de traumas afecti- los tres niveles de realidad que compondrán la nue-
. os que las desencadenan». va conceptuación de la salud y la enfermedad: los
Graham (1979), en su disertación presidencial niveles biológico, psicológico y social.
en la Sociedad Psicosomática, señaló sin ambages
_ue «la medicina psicosomática no tiene hoy la in-
"uencia [...] que fue predicha para ella hace 30 Aproximaciones desde la psicología
-ños» (p. 358). Una de las razones, señalada por el (psicología en medicina)
~. .smo autor, es la ausencia de procedimientos psi-
. 'lógicos de intervención eficaces, esto es, la ca- Desde sus orígenes como disciplina, podemos
rr.cia de tecnología específica que ofrecer. La psi- encontrar en la psicología un interés siempre latente
- terapia verbal, su modo de intervención por por la salud y la enfermedad . Por ejemplo, Wi-
14

excelencia, fue empleada para tratar sin distinción lliam James (1842-1910) trató con cuestiones rele-
a práctica mayoría de las condiciones, y esta au- vantes para la salud en varios lugares de su obra,

1 Aunque también es cierto que el interés fue más por la en- médico y para el pueblo lego, estar sano era simplemente no es-
íedad como tal que por la salud, en tanto que durante siglos tar enfermo. Por ello, en sentido estricto, la psicología ha co-

CadcionesPárimdie
stfud se estuvo tomando como referencia a la enfermedad, de menzado a pre-ocuparse de la salud muy recientemente.
-e^ho. como «ausencia de enfermedad». Para el modelo bio-
4 4 / Psicología de la salud

pero encontramos una referencia especial en su li- tudio de la mente o de la conducta (según las ver-
bro On vital reserves: The energies of men; The siones), circunscribiendo su actividad clínica al ám-
gospel of relaxation (James, 1922), en el que po- bito de la «salud mental» (Rodin y Stone, 1987).
demos descubrir el reconocimiento de las interre- Como señalan Shelton y cois. (1991), la prime-
laciones entre personalidad, factores psicológicos y ra acción semioficial de la psicología organizada
salud, aparente incluso en aquellos comienzos de la (en este caso en forma de American Psychological
psicología. James describió lo que más de un siglo Association, APA) respecto al sistema de salud fue
después será investigado como relaciones entre pa- la celebración de un panel de discusión llevado a
trón de conducta tipo A y enfermedad coronaria cabo en el encuentro anual de la APA en 1911 para
(Rodin y Stone, 1987; Shelton y cois., 1991), algo considerar cómo la psicología podría contribuir a la
que él llegó a prefigurar magistralmente de la si- educación y la práctica médicas. El Sympósium lle-
guiente manera: vó por título Relaciones de la psicología y la edu-
cación médica y participaron Shepard Ivory Franz
[...] muchos de nuestros compatriotas llegan al
y John Broadus Watson como psicólogos, y Adolf
colapso, y tienen que ser enviados fuera para des- Meyer, E. E. Southard y Morton Prince como mé-
cansar sus nervios, porque su trabajo es muy duro. dicos (Gentry y Matarazzo, 1981). El acuerdo gene-
Yo sospecho que esto es un inmenso error. Yo sos- ral entre los conferenciantes señaló la conveniencia
pecho que ni la naturaleza ni la cantidad del tra- de que los estudiantes de medicina recibieran al-
bajo es lo responsable... sino que su causa reside guna instrucción en psicología, bien como parte de
mejor en esos absurdos sentimientos de prisa y fal- su entrenamiento básico premédico, bien en las es-
ta de tiempo, en esa tensión y falta de aliento, en cuelas de medicina. En concreto, se establecieron
la ansiedad de figurar y en esa solicitud de resul- por unanimidad cuatro acuerdos: a) que los estu-
tados (James, 1922, p. 214; el énfasis de las cur- diantes médicos llegaban a la fase de entrenamien-
sivas es nuestro). to clínico con muy pocos conocimientos de psico-
logía; b) que tal conocimiento es esencial para un
Por otra parte, G. Stanley Hall, otra de las figu- entrenamiento médico adecuado; c) que cursos de
ras de los comienzos de la psicología, reconoció psicología deberían preceder a los cursos de psi-
también la importancia de la relación entre salud y quiatría y neurología, y d) que deberían ser dedi-
psicología. G. S. Hall consideró la salud como un cadas más horas a la instrucción en psicología en
valor central en la vida, y en su libro Health, el currículo médico. [En Stone (1979) se encuentra
Growth, and Heredity, publicado en 1904, incluyó una explicación más amplia de este Simpósium y
un capítulo titulado Diseases ofthe Body and Mind los desarrollos subsecuentes.]
y enfatizó la consideración de la prevención en Me- Sin embargo, la realidad por aquellas fechas es
dicina, relacionándola con los problemas más ge- que menos de un tercio de las escuelas médicas en
nerales del «régimen y la higiene». Estados Unidos estaban proporcionando alguna en-
Lamentablemente, este primitivo interés en las señanza de este tipo, y menos del 10 por 100 tenían
cuestiones de la salud no se mantuvo como una lí- psicólogos enseñando a sus estudiantes de medici-
nea de actuación y estudio psicológico amplia y or- na (Shelton y cois., 1991). Lógico, por otra parte,
ganizada. De hecho,« una revisión de los primeros ya que poco podía ofrecer la psicología de la época
números del Psychological Index indica tan sólo un que resultase de interés práctico para la medicina.
dos o tres por ciento de referencias relacionadas con Continuando en Estados Unidos, país en el que
aspectos de salud-enfermedad y psicología; y peor las relaciones psicología-ciencias de la salud han
aún, 10 o 20 años después, prácticamente desapa- sido más dinámicas y prematuras, encontramos que
rece la referencia a estudios en este ámbito con- en 1950 la Universidad de Pittsburgh patrocinó un

© Edcoines Párimdie
forme los psicólogos se van centrando en lo que ha ciclo de conferencias sobre «La relación de la psi-
sido su actividad principal durante décadas, el es- cología con la medicina» (Dennis, 1950). Los con-
Aproximación histórica a la psicología de la salud / 45

ferenciantes hablaron con optimismo del punto fi- publicados en los últimos años de la década de los
nal en el período de negligencia y ostracismo de la cincuenta (Olbrisch, 1977).
psicología en la medicina, y de la emergencia de En consecuencia, comienzan a aparecer estudios
pautas de colaboración entre la psicología y las pro- sobre temas tales como los efectos de la personali-
fesiones de la salud. Lo cierto es que varias en- dad sobre la salud (sobre su pérdida, para ser preci-
cuestas estaban señalando un crecimiento sosteni- sos), estudios que examinaron las variables psico-
do en el número de psicólogos en las plantillas de sociales implicadas en el dolor, con el cumplimiento
las escuelas de medicina, así como en las respon- de los regímenes médicos de tratamiento, la relación
sabilidades asignadas a ellos, tendencia que había entre actitudes y salud, etc. Por ejemplo, Rodin y
comenzado a manifestarse en los primeros años cin- Stone (1987) en una revisión de Psychological Abs-
cuenta (Buck, 1961; Lubin, Nathan y Matarazzo, tracts encontraron en 1950 hasta 136 artículos, la
1978; Matarazzo, 1955; Matarazzo, Carmody y mayor parte de ellos sobre el dolor, los efectos del
Gentry, 1981; Matarazzo y Daniel, 1957; Mensch, estrés y los determinantes psicológicos de la salud.
1953; Webster, 1971). En qué medida esto fue un En 1960 la revisión encontró ya 257 artículos sobre
efecto de rebufo del boom por las cuestiones psi- temas de psicología y salud.
cológicas, provocado como consecuencia de la ex- Una de las primeras especialidades médicas en
pansión de la medicina psicosomática y la gran con- las que se inició una relación consistente con la psi-
fianza inicial en sus posibilidades, es algo que está cología fue la pediatría. La colaboración entre psi-
por precisar, pero así debió de ser en tanto que la cología y pediatría comenzó en los sesenta y daría
psicología, como profesión, no presentaba una his- lugar poco después a una subespecialidad que se
toria previa de colaboración fructífera con la me- denominó «Pediatría Conductual». Antes de eso,
dicina que explique esta tendencia. Wright (1967) utilizó en primera instancia el tér-
Por tanto, el intento de incorporación de las mino «psicología pediátrica» y definió la actividad
competencias psicológicas a la práctica médica, por del psicólogo pediátrico como la de un profesional
medio de la instrucción en psicología de los estu- que trabajaba primariamente con niños en un con-
diantes de medicina, se puede entender como el pri- texto hospitalario no psiquiátrico y que estaba «en-
mer foco de interés de la psicología organizada en trenado competentemente tanto en psicología del
-us relaciones con las ciencias aplicadas de la sa- desarrollo como en el área clínica infantil». Poco
ud. Los resultados de este primer contacto con el antes, la APA había formado en 1958 la División
"iundo de la medicina hubieron de ser tan variados de psicología de la rehabilitación (División 22) con
> variopintos como lo serían las respectivas orien- el propósito de apoyar la investigación y la prácti-
:aciones teóricas y habilidades de los profesionales ca sobre los aspectos psicológicos de la rehabilita-
> académicos de la psicología que tomaran las res- ción. En 1968 se crea la Sociedad de Psicología Pe-
ponsabilidades en cada lugar concreto. En cualquier diátrica, y en 1969 comienza la publicación de la
jaso, este acercamiento tuvo como consecuencia el revista Pediatric Psychology.
jomienzo de la investigación sistemática de los as- Como un antecedente más inmediato al boom de
rectos psicológicos de la salud-enfermedad y de la los años setenta en cuanto a la intervención psico-
rráctica de la medicina, especialmente si se tiene lógica en medicina y salud, podemos establecer fi-
en cuenta la fuerte ligazón existente en las univer- nalmente el artículo de William Schofield, publi-
sidades norteamericanas entre práctica docente e in- cado en American Psychologist en junio de 1969,
. estigadora. En esta línea se incluyen los estudios que acabó precipitando un período de rápido desa-
-obre las condiciones que podían ser afectadas por rrollo en lo que después acabaría organizándose
el estrés de la vida, y los primeros estudios del im- como área de la psicología de la salud. En dicho ar-
racto médico de la preparación psicológica de los tículo, Schofield denunciaba que sólo un 19 por 100

CadcionesPárimdie
racientes para las intervenciones quirúrgicas (en- de los 4.700 artículos sobre tópicos diferentes al de
:endidas como situaciones de estrés intenso) fueron salud mental publicados en Psychological Abstracts
4 6 / Psicología de la salud

entre 1966 y 1967 se referían a temas incluidos en en 1975 la «Sección de Investigación en Salud»,
el ámbito de la salud. El autor se lamentaba del nombre elegido frente al de psicología de la salud
abandono de la psicología por un área de tan gran que acabaría por imponerse poco tiempo después.
trascendencia humana y económica, y enfatizaba la Por otro lado, Pattishall (1989) recoge lo que po-
necesidad de incrementar la dedicación a las cues- demos denominar la faceta académica en el surgi-
tiones de la salud y la enfermedad. Diversos auto- miento de la medicina conductual y la psicología de
res e instituciones secundaron su llamada (Crary y la salud. Científicos conductuales entraron a formar
Steger, 1972; McMillan, 1970; Weisenberg, 1970) parte de los departamentos de psiquiatría (princi-
con la publicación sucesiva de artículos que man- palmente) en numerosas universidades estadouni-
tuvieron el tema en candelero. denses y canadienses, acogidos en ellos por el in-
La consecuencia más significativa de todo ello terés en sus habilidades de intervención conductual,
fue la convocatoria por la APA en 1973 de un Gru- así como de evaluación y de investigación, que ne-
po de Trabajo sobre Investigación en Salud que se 15 cesitaban los departamentos interesados en ganar
encargó de «recoger, organizar y diseminar la in- credibilidad académica frente al resto de las espe-
formación sobre el estado de la investigación en cialidades médicas que, con frecuencia, ven típica-
conducta y salud» (APA, 1976, p. 270). Tras una re- mente en la psiquiatría al pariente «científicamente
visión de las publicaciones entre 1966 y 1973 en pobre» de la medicina. Gracias a estas integracio-
Psychological Abstraéis, encontraron que de las nes que llevaban aparejadas el acceso de los psicó-
350 seleccionadas como relacionadas con la salud, logos al mundo de la clínica, áreas de estudio tales
el 66 por 100 eran relativas a aspectos psicobioló- como las relaciones médico-paciente, el creci-
gicos, el 18 por 100 a aspectos del cuidado de la sa- miento y el desarrollo humanos en su relación con
lud y el 16 por 100 sobre actitudes y salud. En su la salud y las reacciones psicológicas del paciente
informe final, el Grupo concluyó que «en la actua- a la enfermedad pudieron ser objeto de estudios sis-
lidad, los psicólogos americanos no han sido atraí- temáticos (Pattishall, 1973).
dos en gran número hacia los problemas de la sa- Ahora bien, cuando como consecuencia de los
lud y la enfermedad como áreas fructíferas para resultados obtenidos y del «descubrimiento» de las
actividades de investigación básica y aplicada; ni especialidades médicas del potencial de la inter-
han percibido los potenciales para su trabajo en la vención psicológica, otros departamentos de medi-
mejora del mantenimiento de la salud, la preven- cina comienzan a interesarse por los psicólogos
ción de enfermedades y la ejecución del cuidado de incorporándolos a sus plantillas, el apoyo de la psi-
la salud» (APA 1976, p. 271). quiatría acabó retirándose en muchos casos, al atis-
Como señalan Rodin y Stone (1987), otra acti- bar el riesgo de competencia, pero en otros la sim-
vidad del Grupo que tendría una gran trascendencia biosis psiquiatría-psicología alcanzó caracteres de
para el nacimiento «oficial» de la psicología de la cooperación envidiable, que perdura en numerosas
salud fue la selección de posibles interesados en el universidades sirviendo de extraordinario ejemplo
campo de la salud dentro del ámbito geográfico nor- de quehacer multidisciplinar.
teamericano anglosajón, encontrándose 500 que fue- En cualquier caso, durante la década de los se-
ron convocados a un encuentro organizacional en la senta y primeros años setenta, son ya muy nume-
reunión anual de la APA en Chicago en 1975. A raíz rosos los estudios psicológicos básicos y aplicados
de esto, bajo los auspicios de la División 18 de la que se pueden enmarcar en el ámbito de la salud.
APA («Psicólogos en el Servicio Público») se creó Además de aquellos siempre mencionados en las

Con William Schofield como coordinador y C. 6. Bahnson,

© Edcoines Párimdie
15

E. J. Kelty, M. F. Kelty, J. E. Rasmussen, L. B. Sechrest y W. W.


Wilkins como miembros.
Aproximación histórica a la psicología de la salud / 47

áreas de la psicosomàtica y la psicofisiologia hu- lar, piloerección) a nivel experimental ya en 1885


mana, también se iniciaron intervenciones en nu- con los estudios de Tarchanoff (citado en Shapiro
merosos desórdenes médicos tradicionales, a la vez y cois., 1973), y a nivel de informe clínico (King,
que se abordaron aspectos del cuidado de la salud 1920; Lindsley y Sassaman, 1938; McClure, 1959;
hasta entonces no explorados desde la perspectiva Ogden y Shock, 1939), lo cierto es que la creencia
del comportamiento. Entre los estudios básicos que de que la actividad del SNA no estaba sujeta a con-
no hayamos mencionado hasta ahora, es obligado dicionamiento operante se instaló a partir del po-
hacer mención a diversas investigaciones que tra- sicionamiento teórico de Miller y Konorski (1928)
taron del condicionamiento clásico de respuestas y de los resultados de dos experimentos explorato-
fisiológicas en trabajos desarrollados con sujetos rios realizados por Skinner (1938) y Mowrer
no humanos. Por ejemplo, los estudios sobre el (1947), y equívocamente resueltos. Hasta los años
condicionamiento de respuestas asmáticas en ani- sesenta, el trabajo de los pioneros como H. D. Kim-
males realizados por Ottenberg y cois. (1958) y mel, L. D. DiCara, D. Shapiro y el propio N. E. Mi-
Noelpp y Noelpp-Eschenhagen (1952), a los que ller no terminó por mostrar que se podía entrenar
siguieron los de Justesen y cois. (1970) y el que a sujetos humanos a controlar sus respuestas vis-
Dekker y cois. (1957) realizaron con humanos cerales. A partir de 1971 Miller, Barber, DiCara,
como sujetos. Kamiya, Shapiro y Stoyva comenzaron a recoger
en una publicación anual los estudios más signifi-
cativos que mostraban cómo podían condicionarse
Estudios pioneros sobre la aplicación aumentos y descensos en respuestas vasomotoras,
del análisis de la conducta al ámbito en la respuesta galvánica de la piel, en la tasa y el
de la salud ritmo cardíacos, en presión sanguínea, en saliva-
ción y en motilidad gastrointestinal. Igualmente,
Los estudios pioneros que extendieron la aplica- para los primeros setenta, estudios como los de Mi-
ción de la teoría del aprendizaje (en terminología ller y Carmona (1967), DiCara y Miller (1969),
de la época, análisis de la conducta, en terminolo- Pappas, DiCara y Miller (1970), Benson, Herd,
gía más reciente) sentaron los cimientos sobre los Morse y Kelleher (1969) y Harris, Gilliam, Find-
que se apoyaría toda la aplicación posterior al con- ley y Brady (1973) habían establecido el control de
trol de las respuestas internas, un área que acabaría respuestas viscerales en animales, en algunos ca-
reconociéndose coloquialmente como biofeedback. sos con resultados tan notorios como los obtenidos
Cita clásica aquí son los estudios de Miller (1966) por los últimos autores, quienes consiguieron man-
sobre el condicionamiento de los cambios en ondas tener una elevación de la presión sanguínea hasta
cerebrales (EEG), y los de tasa cardíaca (Lang, 30 mm/Hg en babuinos durante 12 horas.
Stroufe y Hastings, 1967), respuesta galvánica de Tomando como referencia sólo los estudios rea-
la piel (Kimmel, 1967) y otras funciones autónomas lizados sobre pacientes «médicos» hasta la mitad de
Miller, 1969), a la vez que la amplia serie de es- la década de los setenta (en tanto puedan represen-
tudios acerca de los efectos del estrés sobre el or- tar la etapa justo anterior al nacimiento «oficial» de
ganismo, entre los que destacan los ya clásicos es- la medicina conductual y la psicología de la salud),
tadios de Brady (1958) sobre la relación entre encontramos ya una extensa variedad de aplicacio-
tensión emocional (estrés) y formación de úlceras, nes. Así, se emplearon técnicas de biofeedback para
que llevó a cabo utilizando monos como sujetos ex- modificar las respuestas fisiológicas relacionadas
perimentales, y que Davis y Berry (1963) intenta- con alteraciones tales como trastornos cardiovascu-
ron replicar parcialmente en humanos. lares, cefaleas tensionales y migrañosas, tics y alte-
Como señala Miller (1978), aunque existen bas- raciones del tono muscular, vaginismo, crisis epi-

CadcionesPárimdie
antes antecedentes de control voluntario de res- lépticas, etc. (revisiones de los mismos se encuentran
: uestas viscerales (tasa cardíaca, dilatación pupi- en Barber y cois., 1975; Blanchard y Young, 1974;
4 8 / Psicología de la salud

Gunderson y Rahe, 1974; Kamiya y cois., 1971; Mi- Trieschmann y Fowler, 1971; Meyerson, Kerr y Mi-
11er, 1978; Shapiro y Surwit, 1976). chael, 1967; y Michael, 1970, como primeras revi-
El empleo de las denominadas «técnicas ope- siones de estas aplicaciones conductuales; así como
rantes» se aplicó con éxito al control del dolor (tan- Meyerson, Michael, Mowrer, Osgood y Staats
to cuando éste es un producto derivado de un tras- (1963), como la guía pionera de formulaciones te-
torno orgánico como cuando es en sí mismo el óricas que precedieron a la intervención conductual
problema) en una serie de estudios pioneros lleva- en este campo); aun cuando ciertos precedentes pue-
dos a cabo por el grupo de W. E. Fordyce (p. ej., den encontrarse incluso antes, por ejemplo, el estu-
Fordyce y cois., 1968; Fordyce, 1970, 1973; Fordy- dio clásico de Fuller (1949) sobre condicionamien-
ce y cois., 1973, para los primeros estudios; tam- to operante de un organismo humano vegetativo,
bién la monografía de Fordyce, 1976). Precisa- precedente de los trabajos posteriores con pacientes
mente el conttol del dolor ha sido siempre uno de en estado de coma de Rice y McDaniel (1966) y de
los objetivos centrales de cualquier práctica tera- Rice, McDaniel, Stallings y Gatz (1967), y con ni-
péutica a lo largo de la historia de la humanidad. ños con trisomía 18 de Brownfield y Keehn (1966).
La visión exclusivamente biologicista del dolor (to- Otros estudios pioneros dentro de este ámbito, sin
mado como aspecto subjetivo experiencial del daño que la presente relación se tome por exhaustiva,
tisular) quedó pronto puesta en duda, como seña- fueron el de Sand y cois. (1973) sobre ingestión de
lan Burstein y Loucks (1982), cuando autores como líquidos en una paciente parapléjica; el de O'Neil
Beecher (1946) y Merskey (1974) unieron los da- (1972) enseñando a caminar a una niña de 5 años
tos de sus estudios a la larga tradición que señala- con parálisis cerebral y pronóstico médico de im-
ba algún tipo de relación «psicológica» o de «su- posibilidad de hacerlo; el de DiScipo y Feldman
gestión» en el fenómeno del dolor, y por las (1971) sobre el temor a caer en un paciente se-
demostraciones del «control conductual del dolor» miambulatorio, y el de Goodkin (1966) sobre la ne-
(por ejemplo, el control del dolor en el parto me- gativa a automanejar la silla de ruedas. Por último,
diante técnicas de condicionamiento clásico en el como un excelente precursor de las actuales inter-
estudio de Vellay publicado en 1960, y la línea de venciones sobre trastornos relacionados con la co-
trabajo de Fordyce mencionada anteriormente). lumna vertebral, cabe mencionar el estudio de Az-
En otros casos, las intervenciones se dirigieron rin y cois. (1968) sobre control postural mediante
a instaurar o mantener un comportamiento de co- un aparato portátil cuyo mecanismo básico de ac-
rrecto cumplimiento del tratamiento médico pres- tuación recuerda a los supuestos para los actuales
crito en su más amplia acepción (lo que hoy cono- procedimientos de biofeedback.
cemos como área de adherencia al tratamiento), Igualmente, en cuanto a la preparación quirúr-
entre las que cabe destacar las aplicaciones pione- gica y la recuperación postquirúrgica, fueron pio-
ras de Azrin y Powell (1969) diseñando un dispo- neras las observaciones recogidas por Janis (1958)
sitivo de «recuerdo» para la toma de medicación, y sobre las relaciones entre variables de personalidad,
de Parrino, George y Daniels (1971) que aplicaron estilos de afrontamiento en los pacientes y reac-
un sistema de token economy para controlar la de- ciones a la intervención quirúrgica. Ejemplos de es-
pendencia de medicamentos que, aunque aplicado tudios destinados a preparar a los pacientes para la
en pacientes psiquiátricos internados, resulta per- intervención quirúrgica o para lograr una mejor re-
fectamente generalizable a otros casos de sobre- cuperación son los de Marmer (1959), aplicando re-
medicación. lajación muscular sistemática a pacientes de ciru-
En el área de la rehabilitación física, desde la dé- gía cardíaca; Egbert, Battit, Welch y Bartlett (1964)
cada de los sesenta se pueden detectar estudios en aplicando relajación muscular en pacientes de ci-
los que se emplearon técnicas conductuales para en- rugía abdominal; Dumas, Anderson y Leonard
(1965) consiguiendo una reducción de los vómitos

to Edcoines Párimdie
señar a los pacientes a manejar sus prótesis (ver, por
ejemplo, Couch y Alien, 1973; Fordyce, Sand, y otros problemas postoperatorios en pacientes de
Aproximación histórica a la psicología de la salud / 49

cirugía ginecológica; Lazarus y Hagens (1968) apli- grañosas (Fichtler y Zimmerman, 1973; Lutker,
cando instrucciones en el postoperatorio, y Aiken 1971; Mitchell, 1969; Mitchell y Mitchell, 1971;
y Henrichs (1971) sobre aplicación por el personal Paulley y Haskell, 1975; Sargent, Walters y Green,
de enfermería de entrenamiento en relajación sis- 1973; Tasto y Hinkle, 1973).
temática como preparación prequirúrgica de pa- Ciertas alteraciones del aparato respiratorio
cientes de cirugía cardíaca. también fueron tratadas conductualmente en estu-
En el caso de los trastornos cardiovasculares, dios pioneros realizados en las décadas de los se-
merece la pena recordar el estudio de Lynch y cois. senta y setenta. Al margen de la amplia gama de
(1974), que señaló la relación de interdependen- estudios realizados sobre el asma (por ejemplo,
cia existente entre ciertas funciones cardíacas y va- Alexander, 1972; Alexander y cois., 1972; Davis
riables ambientales, determinando cómo el ritmo y cois., 1973; McFadden, Luparello, Lyons y Bleec-
cardíaco en pacientes ingresados en unidades de cui- ker, 1969; Moore, 1965; Neisworth y Moore,
dado cardíaco intensivo resultaba afectado por cier- 1972; Yorkston, McHugh, Brady, Serber y Sergeant,
tos sucesos del entorno, tales como la llegada de las 1974, por citar sólo algunos de los primeros), el es-
enfermeras, los médicos y los cuidadores. Por otro tudio de Wright y cois. (1969) eliminó la depen-
lado, han sido varios los estudios aplicados a la re- dencia a la traqueotomía desarrollada en dos niños
ducción del nivel de ansiedad, la recuperación del de 8 meses de edad empleando un sencillo pro-
nivel de funcionamiento tras crisis cardíacas, el lo- cedimiento basado en moldeamiento y reforza-
gro de la adherencia al tratamiento, etc. Por ejem- miento social. Asimismo, Kushner (1968) trató el
plo, estudios como el de Cassem y Hackett (1971) estornudo crónico, mientras que Alexander y cois.
que logró reducir la tasa de mortalidad en pacientes (1973) y Munford y cois. (1974) presentaron dos
coronarios, o el de Mone (1970) logrando un mejor estudios de caso sobre el tratamiento de tos cró-
ajuste a la vida y al trabajo en pacientes que sufrie- nica. [Sin olvidar que muchos años antes estu-
ron enfermedades cardíacas, o para el caso de pa- dios clínicos como los de Hill (1930) y de Smith
tentes postinfartados, cabría mencionar los estudios y Salinger (1933) habían llamado la atención so-
de Ibrahim, Feldman, Sultz, Staiman, Young y Dean bre fenómenos por entonces curiosos, tales como
1974) y de Rahe, Tuffli, Suchor y Arthur (1973), la ocurrencia de ataques asmáticos ante la presen-
logrando reducir la tasa de reinfartos y aumentar la cia de fotografías de un campo de heno o rosas ar-
adherencia al tratamiento. tificiales.]
Asimismo, el estudio de Roberts y cois. (1973) so- El tratamiento de la neurodermatitis presenta va-
bre control operante de la temperatura de la piel dio rios estudios pioneros que aplicaron diversas téc-
raso a la actual utilización de procedimientos de nicas conductuales (Alien y Harris, 1966; Bar y
-iofeedback para incrementar el flujo sanguíneo Kuypers, 1973; Ratliff y Stein, 1968;Walton, 1960;
re las manos, ofreciendo así una opción de trata- Watson, Tharp y Krisberg, 1972), y otros trastornos
-nento conductual para la enfermedad de Raynaud, del sistema dermatológico, tales como la urticaria
_ue también fue tratada conductualmente en otro (Daniels, 1973) y las quemaduras (Shorkey y Tay-
e-tudio clásico (Marshall y Gregory, 1974), em- lor, 1973), también fueron objeto de intervención
rleando esta vez condicionamiento clásico. Igual- conductual en estos primeros tiempos.
mente, hipertensión y cefaleas también fueron pron- En lo referente al sistema gastrointestinal, Lang
> objeto de atención, especialmente la primera, en y Melamed (1969) llevaron a cabo un estudio pio-
a que podemos referenciar el estudio de Buck nero en la eliminación del vómito crónico de un
1937) aplicando un primitivo procedimiento de re- niño de 9 meses en grave peligro de muerte.
lación a pacientes hipertensos e informando del lo- Entre las alteraciones ginecológicas la disme-
gro de un descenso en su presión. En el caso de las norrea fue objeto de intervención conductual en va-
.etaleas, el entrenamiento en relajación fue em-

C Edcoines Párimdie
rios estudios (Mullen, 1968; Tasto y Chesney, 1974;
rleado tanto para las tensionales como para las mi- y los cuatro estudios publicados en 1975 que apli-
5 0 / Psicología de la salud

carón técnicas de biofeedback citados en la revisión 1962; Kissen y Rao, 1969; Le Shan, 1966; Le Shan
de Denney y Gerrard, 1991). y Reznikoff, 1960; Le Shan y Worthington, 1956;
Han sido también numerosas las aplicaciones so- Reznikoff, 1955) y ellos abonaron el terreno para
bre trastornos neurológicos. Entre ellas baste citar la actual explosión en dicha área, y de ellos se des-
los estudios sobre tortícolis espasmódica (Agras y prendió la categorización tradicional del paciente
Marshall, 1965; Bernhardt, Hersen y Barlow, 1972; canceroso como persona de unas características ta-
Cleeland, 1973; Meares, 1973), parálisis cerebral les como rigidez, autoritarismo, dirigida hacia sí
(Garber, 1971; Halpern y Kottke, 1968; Sachs y misma, de sentimientos religiosos, de afectividad
Mayhall, 1971) y crisis neurológicas (Efron, 1956, reprimida y pobre expresión emocional (APA Task
1957; Gardner, 1967; Parrino, 1971; Sterman y Forcé on Health Research, 1976), lo que va como
Friar, 1972; Sterman, MacDonald y Stone, 1974). anillo al dedo a la conceptuación psicosomática tra-
La odontología es también un campo de apli- dicional de somatización y conversión. Al respec-
cación con una temprana historia en intentos de to, especialmente los estudios de Blumberg, West
aplicar la tecnología conductual a una variedad de y Ellis (1956) y Cobb (1959) indicaron una línea
actuaciones que recogen el tratamiento del miedo de datos que señalaba, por resumir, que las actitu-
y la evitación dentales como barreras al tratamien- des claudicacionistas hacia la enfermedad y las for-
to odontológico (p. ej., Gale y Ayer, 1969; Ghose mas de ser de encerrarse en sí mismo se resolvían
y cois., 1969; Kohlemberg y cois., 1972; McA- con un peor pronóstico en cuanto a supervivencia,
mond, Davidson y Kovitz, 1971), el tratamiento del mientras que las actitudes de enfrentamiento, de
bruxismo, la disfunción de la articulación tempo- «lucha» en definitiva, y las formas de ser más bi-
romandibular y el dolor miofacial (p. ej., Ayer y zarras, expresivas y «vertidas al exterior» se tradu-
Gale, 1969; Carlsonn, Gales y Óhman, 1975; Sol- cían en mejores pronósticos.
berg y Rugh, 1972), y la prevención conductual de Vinculada a la anterior, otra línea con raíces tra-
la caries. dicionales previas al surgimiento de la psicología de
Tampoco los trastornos visuales quedaron al la salud es el estudio de la adaptación a la enfer-
margen de la extensión de la intervención conduc- medad oncológica y la reacción a la muerte inmi-
tual, encontrando —aunque obviamente «fuera» del nente donde la mayoría de los estudios confirman
paradigma formal pero con una concepción intui- la importancia de la comunicación interpersonal
tivamente conductual— los estudios pioneros de para una adaptación positiva a la enfermedad (p. ej.,
Bates (1920, 1940, 1943) que dieron paso a las pri- Eissler, 1955; Feifel, 1959; Feifel y cois., 1967,
meras intervenciones de Randle (1970), quien em- 1973; Murray, 1962; Shusterman, 1973).
pleando técnicas operantes consiguió demostrar el Por igual, una de las subáreas de la psicología
control voluntario constante del sistema acomoda- de la salud y la medicina conductual que más inte-
tivo, y de Corsweet y Crane (1973), quienes repli- rés y esperanzas está despertando en la actualidad
caron el estudio anterior, y de Provine y Enoch es, como veremos más adelante, el campo de la psi-
(1975) que emplearon feedback verbal; no olvi- coneuroinmunología, esto es, el estudio de las re-
dando el estudio de Giddings y Lanyon (1971) que laciones entre comportamiento y actividad del
emplearon un procedimiento aversivo para condi- sistema inmunológico. Pues bien, un campo de es-
cionar la agudeza v,isual. tudio que típicamente es presentado como la últi-
Una de las áreas de mayor tradición en la inter- ma revolución en psicología de la salud y la más
sección entre psicología y medicina ha sido el área extraordinaria aportación de la nueva visión bio-
de los trastornos oncológicos. Los estudios tradi- psicológica de la salud y la enfermedad, surgió hace
cionales de personalidad en pacientes con cáncer sesenta y dos años cuando Metal'nikov y Chorine
son numerosos (p. ej., Bahnson, 1969a, b; Blum- (1926) estudiaron por primera vez el condiciona-
miento de respuestas del sistema inmunológico em-

to Edcoines Párimdie
berg, West y Ellis, 1956; Cobb, 1952, 1959; Kis-
sen, Brown y Kissen, 1969; Kissen y Eysenck, pleando como estímulos condicionados algo tan
Aproximación histórica a la psicología de la salud / 51

chusco como el calentamiento de una oreja o el ras- desdichadamente no ha sido continuada con el ne-
cado de una zona del costado de los animales ex- cesario rigor metodológico.
perimentales (en su estudio de 1926) o el sonido de Por último, como preludio de lo que acabaría de-
una trompeta (en su estudio de 1928). A sus estu- nominándose pediatría conductual, podemos en-
dios pioneros siguieron otros (Nicolau y Antinescu- contrar estudios realizados sobre población infan-
Dimitriu, 1929; Pelts, 1955; Strutsovskaya, 1953; til con trastornos médicos. Por ejemplo, respecto a
Vygodchinoff y Barykine, 1927), que permitieron la preparación de los niños para intervenciones qui-
llegar a la conclusión global de que estímulos ini- rúrgicas y/u hospitalización (Petrillo, 1968; Rie y
cialmente sin ningún papel como activadores del cois., 1968), o aquellos que exploraron una apro-
sistema inmunológico, lleguen a ejercerlo si se los ximación preventiva para mitigar los efectos trau-
asocia con estímulos incondicionados que provocan máticos del ambiente hospitalario para los niños
tales reacciones, por ejemplo, inyecciones de antí- (Abbott y cois., 1970; Lindheim y cois., 1972).
genos. Las mismas evidencias fueron obtenidas en Todo ello viene a mostrar que mucho antes de
estudios con sujetos humanos, por ejemplo, en el que la psicología de la salud existiera formalmen-
caso del estudio de Black, Humphrey y Niven te como área de investigación e intervención (año
(1963) que mostró la posibilidad de inhibir la res- 1978) los psicólogos, y en especial los analistas de
puesta inmunológica a la tuberculina mediante su- conducta, llevaban largo tiempo aplicando sus co-
gestión hipnótica. nocimientos a lo que algunos de ellos denominaron
En el área de las respuestas inmunes se demos- el «cuidado conductual de la salud» (p. ej., Knapp
tró pronto cómo el estrés y la depresión pueden re- y Peterson, 1976). Más allá de la propia aparición
ducir la respuesta inmune, e incluso la importancia formal de la psicología de la salud como especiali-
je la historia evolutiva para la conformación de la dad, lo que el nacimiento de la medicina conduc-
-¿actividad inmunológica adulta (Rasmussen, 1969; tual como marco genérico supondrá será la inte-
Solomon, 1969; Solomon, Amkrant y Kasper, gración de estos conocimientos y resultados con los
974). Enlazando ambas áreas de trabajo, cáncer y provenientes de otras disciplinas que desde sus pro-
-¿actividad inmunológica, algunos estudios pronto pias perspectivas estaban también ocupándose de
-eñalaron cómo las primeras experiencias vitales y cambiar los conceptos y maneras de enfrentarse a
manipulaciones ambientales modifican las res- la enfermedad y la salud. Pero, en nuestra opinión,
ruestas posteriores al cáncer (Ader y Friedman, la mayoría de los analistas de conducta que reali-
965; Ader, Friedman y Glasgow, 1969; Newton, zaron estas intervenciones pioneras estaban ac-
^64). Investigaciones que junto a otras aparecen tuando en pacientes «orgánicos» sin necesidad de
r-amidas en Bahnson (1969) y Bahnson y Kissen ser «conscientes» de estar creando una nueva área
11966). o especialidad, o preludiando una revolución en el
Todo ello, en conjunto, llegó a indicar de forma tratamiento médico y en los conceptos de salud y
--istente que las variables comportamentales tie- enfermedad. Más bien, estaban llevando a cabo una
nen un papel importante incluso en procesos en extensión «obvia» del análisis conductual aplicado,
^rciencia tan «intrínsecamente biológicos» como una expansión más de una tecnología y una con-
h o los procesos inmunológicos, algo que también ceptuación del comportamiento humano que se sen-
>e confirmó estudiando otras ramificaciones de los tía con fuerzas para no rechazar reto alguno.
- ^mos como son las reacciones alérgicas. En efec- En definitiva, al comienzo de la década de los se-
. Ikemi y Nakagawa (1962), e Ikemi, Nakagawa tenta podemos entender que la psicología, desde
c H:guchi (1965) mostraron la posibilidad de con- distintas posiciones conceptuales, había iniciado su
::;ionamiento de reacciones cutáneas de tipo alér- entrada en el mundo de la práctica y la investiga-
pco. sin que debamos olvidar la línea de trabajo ción médicas, si bien los resultados concretos de tal

Párimdie
- ;iada por Ullman (1959) y Hyman (1963) sobre variarán en forma acorde al potencial real que el
d tratamiento psicológico» de las verrugas y que «tipo de psicología» practicada podía permitir, de
C Ediciones
5 2 / Psicología de la salud

modo que algunos de ellos posibilitarían el surgi- riales a la patogénesis de la enfermedad lo que per-
miento de las nuevas disciplinas y otros se perde- mitió la ligazón entre las ciencias de la conducta y
rían en la noche de los tiempos. las biomédicas, facilitando el desarrollo conceptual
de opciones multidisciplinares tales como la mal
denominada medicina conductual. Pero, en sí mis-
GÉNESIS DE UN MODELO ma, una aproximación multifactorial a la patogé-
DE SALUD/ENFERMEDAD ALTERNATIVO nesis de la enfermedad es, en realidad, un com-
AL MODELO BIOMÉDICO pendio acumulado de vectores confluentes, o bien
la conclusión final de múltiples esfuerzos conver-
Algunos de los aspectos que posibilitaron el gentes por explorar todas las dimensiones del fe-
cambio progresivo desde un modelo de actuación nómeno de la salud y la enfermedad desde sus ver-
sanitaria centrado en la enfermedad, conceptuada tientes médica, psicológica, social, económica y
como fenómeno biomédico, a otro centrado en el política .16

concepto biopsicosocial de salud han sido ya tra- La emergencia de esta conclusión final ha sido
tados en páginas precedentes. Se trata ahora de posible a raíz de las evidencias disponibles, a ni-
discutir qué razones produjeron la demanda o ne- vel experimental y aplicado, de que la enferme-
cesidad de un modelo alternativo de salud/enfer- dad no es un fenómeno meramente orgánico, y
medad al modelo biomédico tradicional que tan que el mantenimiento de la salud puede tener tan-
eficazmente sirvió a la medicina durante siglos, to o más de política, economía, sociología y psi-
permitiéndole afianzarse como la disciplina y la cología que de medicina, sin que debamos excluir
profesión querida, respetada e indudablemente in- esta última dimensión en ningún caso, aceptando
fluyente y poderosa que heredamos a finales del su papel primordial.
siglo XX. Dichas evidencias han ido haciéndose ostensi-
bles a lo largo de varios años y una buena parte de
ellas han sido revisadas en las páginas anteriores.
Razones para la demanda de un modelo Se trata ahora de hacerlas confluir como el torren-
alternativo de salud y enfermedad te que se encaminó hacia la necesidad de estable-
cer un modelo de salud/enfermedad que trascen-
A partir de la mitad del siglo XX fueron pro- diera lo biológico aun conservándolo en toda su
duciéndose una serie de acontecimientos en torno complejidad y diversidad, y que integrando todas
a la salud y la enfermedad que, interrelacionados, las realidades confluentes, superase las limitaciones
parecen haber estimulado un apasionado interés del abordaje tradicional biomédico . 17

por lograr una aproximación más comprehensiva a En cuanto al papel desempeñado por los facto-
la salud y la enfermedad a nivel teórico y aplica- res psicológicos en la enfermedad, Miller, Brody y
do, que abarque e intente considerar toda su com- Summerston (1987) señalaban el aumento del in-
plejidad poliédrica. Weiss (1987) ha mantenido que terés en los aspectos conductuales de la Medicina
fue la emergencia de aproximaciones multifacto- como un producto de la evidencia creciente de los

16 Y algo que, con frecuencia, se pasa de soslayo, como es ñas industrializadas hasta hace bien poco — y en gran medida
la recuperación del necesario lecho humanista sobre el que continúa haciéndolo—. Esto es, la esperanza de una victoria bio-
debe descansar cualquier cuidado de la salud y la enfermedad, lógica (farmacológica, quirúrgica, genética...) sobre la enfer-
y que caracterizó a la medicina clásica holista. medad y el dolor, la dejación de la responsabilidad en manos de
17 Un abordaje tradicional que no sólo era epistemológica- los profesionales («lo mejor para la salud es disponer de un buen,
mente biomédico, sino que también consiguió imponerse como eficaz y moderno sistema asistencial») y la desconfianza —ra-
sociológicamente biomédico, lo que es aún peor, en tanto que yana en complacencia— hacia la propia implicación personal en

to Edcoines Párimdie
ha conformado a lo largo de los siglos la actual cultura sobre sa- el cuidado de la salud y la enfermedad.
lud y enfermedad que ha caracterizado a las sociedades moder-
Aproximación histórica a la psicología de la salud / 53

efectos sobre la salud de factores psicológicos ta- vo, mientras que estudios epidemiológicos mues-
les como el estrés, el aislamiento social, la hostili- tran que al menos el 50 por 100 de la población
dad, el patrón de conducta tipo A y la disponibili- de Estados Unidos sufre de síntomas de naturale-
dad o no de respuestas de afrontamiento o de apoyo za psicofisiològica, tales como cefaleas, hiperten-
social. Tales evidencias han surgido de un cada día sión o desorden gastrointestinal (Schwab, Fennell
mayor número de estudios clínicos y epidemioló- y Warheit, 1974), para los que, obviamente, un
gicos que se han visto apoyados por investigación acercamiento exclusivamente médico sería reduc-
básica rigurosamente controlada. cionista y, en la práctica, está resultando poco
Veamos algunos ejemplos. Haggerty (1977) ob- efectivo.
servó que la malnutrición, la inactividad patogéni- Asimismo, durante los últimos sesenta y prime-
ca, el fracaso en el descenso de los riesgos medio- ros años setenta varios estudios epidemiológicos
ambientales y el excesivo uso de café, tabaco, demostraron en forma persistente la relación entre
alcohol y otras sustancias representan las principa- ciertos estilos de vida y el riesgo para desarrollar
les causas conocidas de enfermedades en la socie- cierto tipo de enfermedades. Uno de dichos estudios
dad occidental. Lo que se ve refrendado por los da- pioneros frecuentemente citado (y que revisaremos
tos aportados por Bayés (1985) quien, citando a más adelante con mayor detalle) fue la serie de tra-
Tinoco y Martín (1983), señalaba que el 44 por 100 bajos llevada a cabo por el grupo de investigación
de las muertes que se producen en España son pro- del Laboratorio de Población Humana del Depar-
vocadas por enfermedades vasculares, siendo la ar- tamento de Salud Pública del Estado de California
teriosclerosis la «epidemia de la era postindustrial», en Berkeley, formado por N. Belloc, P. Berkman, L.
e indicando que tres son los factores causantes de Breslow, J. Hochstim y L. Syme. Este equipo llevó
dicha epidemia: «que la gente fuma más, que hace a cabo durante la segunda mitad de los años sesen-
menos ejercicio y que come mucho más». ta el estudio que ha terminado por convertirse en el
Otra «dimensión psicológica» del fenómeno de punto obligado de referencia para iniciar cualquier
la enfermedad aflora cuando consideramos cómo discusión sobre comportamientos relacionados con
• arios estudios han demostrado que un importante la salud. Al hablar de los conceptos de estilo de vida
porcentaje de usuarios del sistema de salud, o bien saludable y de riesgo, tendremos oportunidad de re-
no presentan desórdenes estrictamente médicos, o sumir sus hallazgos respecto de las siete prácticas
-nen a los desórdenes médicos suman otros de na- de salud y su relación con mortalidad y morbilidad,
turaleza psicológica. Por ejemplo, el estudio de tanto en el estudio inicial como en los sucesivos es-
García Sevilla y cois. (1978) indicó que el 40 por tudios de seguimiento (Belloc, 1973; Belloc y Bres-
100 de las personas que acudieron a los servicios low, 1972; Breslow y Enstrom, 1980).
iel Hospital Clínico de Barcelona fueron etique- En consecuencia, fue reconocido en los primeros
tados como «enfermos funcionales», «psicogéni- años setenta que la conducta tenía un papel princi-
cos» o «psicosomáticos», estimando que tal por- pal tanto en la etiología como en el mantenimien-
centaje incluso puede ser superior en el caso de to de muchos desórdenes, con fumar (Lichtenstein,
ambulatorios, dado el filtraje de los pacientes pre- 1982) como el principal culpable. A este reconoci-
. io a su recepción por los especialistas hospitala- miento contribuyeron los anteriores estudios y mu-
-os. Este hecho lleva a> señalar a los autores que chos otros, tales como el programa Múltiple Risk
-constituye ya un tópico afirmar que la carrera de Factor Intervention Trial subvencionado por el Na-
Medicina sólo prepara profesionales para manejar tional Heart, Lung & Blood Institute de Estados
a mitad del total de sus pacientes», como recoge Unidos, en el que, para cada uno de los tres facto-
Bayés (1979, p. 34). res de riesgo elegidos (fumar, hipertensión y nive-
En igual manera, Bakal (1979) señalaba que les de lípidos en suero), los cambios en la conduc-
ta fueron toda o parte de la intervención llevada a

C Edcoines Párimdie
entre el 60 y el 90 por 100 de los problemas de sa-
ad tienen un componente psicológico significati- cabo.
54 / Psicología de la salud

No es de extrañar, por tanto, que los datos sur- que se suma a los efectos atribuibles a la dieta, la
gidos de estos estudios y otros numerosos llevados falta de ejercicio, fumar y otros factores de riesgo
a cabo en varios países hayan acabado por con- puramente conductuales o en los que la conducta es
cienciar a los políticos y administradores de la sa- un elemento importante. Algunos autores han se-
lud sobre la importancia de las variables compor- ñalado que el mayor peligro parece provenir de los
tamentales, y de los «estilos de vida» como las más cambios cuya consecuencia es una interrupción o
notorias de ellas, en el proceso de enfermar y de una seria amenaza para la continuidad del patrón so-
mantenimiento de la salud. cial de vida de una persona (Becker, 1962; Brown,
Asimismo, el estudio de la relación entre cierto 1976; Brown y Harris, 1978; Totman, 1979).
tipo de cambios y circunstancias sociales y el pro- Como señala Bayés (1985), ciertos factores de
ceso de salud/enfermedad ha ocupado un lugar índole socioeconómica también se convierten en si-
prominente entre los estudios de lo que ahora de- tuaciones de riesgo para la salud, ya que de acuer-
nominamos «epidemiología conductual» y ha esta- do con un informe de la Organización Mundial de
blecido otra importante evidencia que señala la na- la Salud que analizó datos provenientes de 131 paí-
turaleza multifactorial de la patogénesis de la ses, los factores socioeconómicos explican más del
enfermedad. Determinado tipo de factores sociales 60 por 100 de las variaciones en la tasa bruta de
han sido encontrados ocupando un papel significa- mortalidad y más del 80 por 100 de las diferencias
tivo en el comienzo y curso de un amplio rango de en la esperanza de vida entre los países. El mismo
trastornos físicos y conductuales. informe señala que cada aumento del 10,3 por 100
Por ejemplo, Totman (1982) recoge varios estu- en la proporción de niños escolarizados incremen-
dios que han apoyado que altas tasas de enferme- ta la esperanza de vida de la población de un país
dad siguen a la ocurrencia de episodios de aflicción en un año, mientras que para alcanzar el mismo re-
y otras formas de pérdida resultantes en un estado sultado es necesario un incremento medio del 35
de emoción (Rowland, 1977; Stroebe y cois., 1982; por 100 en la relación médicos/número de habi-
Totman 1979). Mientras que otras circunstancias o tantes (Valtueña, 1981).
eventos han sido asociados a un aumento en la sus- La importancia de las variables psicosociales
ceptibilidad a la enfermedad o a una peor progno- respecto a los índices de salud también se puede
sis. Entre ellas destacan un ajuste pobre a un nue- desprender del análisis de la evolución histórica de
vo trabajo o rol social o personal (p. ej., Jacobs y las condiciones de salud de la población a lo largo
cois., 1970; Hinkle, 1974; Parents y cois., 1966); la del siglo XX. Como indica Laín Entralgo (1978), la
movilidad social (p. ej., Jenkins, 1971, 1976; expectativa media de vida ha pasado de los 30 años
Marks, 1967); la exposición a ambientes de dife- en que estaba en 1800 a más de 75 en la actualidad
rente nivel social (p. ej., Cobb y cois., 1969; Cohén, y continúa creciendo (76,4 años de esperanza de
1974; Syme y cois., 1965); los frecuentes cambios vida media para los españoles, segunda más alta de
de residencia (p. ej., Christenson y Hinkle, 1961; Europa tras Holanda con 76,5 años). El autor señala
Rowland, 1977; Syme, 1967); una pobre integra- la eficacia de la terapéutica actual, la medicina pre-
ción dentro de una cultura nueva y desconocida ventiva y la mejora general de las condiciones de
(p. ej., Marks, 1967; Medalie y cois., 1973; Syme, vida —alimentación, vivienda, racionalización del
1967); y el cambio cultural «rápido» impuesto so- trabajo, etc.— como las causas principales de este
bre un orden social previamente «primitivo» (Cas- crecimiento en esperanza de vida. Sin embargo, tal
sel, 1976; Tyrola y Cassel, 1964). vez tendríamos que invertir el orden de prelación
La conclusión global indica que varias clases de anterior y colocar el último de los factores en el
traumas sociales (esto es, situaciones o eventos es- lugar prominente, teniendo en cuenta que ciertos
tresantes para los que un individuo no dispone de análisis están revelando que con muy pocas ex-
cepciones la mayoría de las principales enferme-

to Edcoines Párimdie
habilidades de enfrentamiento o del apoyo necesa-
rio) pueden tener un efecto adverso sobre la salud dades infecciosas comenzaron a descender décadas
Aproximación histórica a la psicología de la salud / 55

antes de que los avances de la medicina permitie- dos por fumar, que a la vez contribuye al desarro-
ran descubrir y aplicar las correspondientes curas llo de trastornos cardiovasculares y de otro tipo). De
(p. ej„ Sagan, 1987). Pattishall (1989) se interro- todo ello se deduciría que lo que se calificó como
gaba acerca de la posibilidad de que ciertos facto- «patógenos conductuales» (Matarazzo, 1984) esta-
res sociales o conductuales que fueron casi com- ban detrás de varias de dichas causas de mortalidad
pletamente ignorados por las ciencias biomédicas y morbilidad y que, en consecuencia, las principa-
tradicionales, fueran los causantes de tales cambios les oportunidades para mejorar la salud provendrán
de tendencia epidemiológica, algo que permanece de las oportunidades de cambiar dichas pautas con-
aún abierto a debate. ductuales insanas. Esto quedó plasmado en las si-
En cualquier caso, está documentado el cambio guientes palabras tomadas de Califano (1979) en su
producido en los datos epidemiológicos sobre las informe anual como Ministro de Salud, Educación
principales enfermedades y otras causas producto- y Bienestar del gobierno federal norteamericano:
ras de muerte durante la segunda mitad del si- «Nos estamos matando nosotros mismos por nues-
glo xx. Así, en un informe técnico que marcó el co- tra falta de cuidado en los hábitos. Nos estamos ma-
-nienzo de una cascada de estudios confirmatorios, tando nosotros mismos por polucionar el ambiente
estableció que en Estados Unidos, al comienzo sin cuidado. Nos estamos matando nosotros mis-
del siglo XX las principales causas de muerte eran mos permitiendo que persistan condiciones socia-
a gripe, la neumonía, la difteria, la tuberculosis y les perjudiciales —condiciones como la pobreza, el
las infecciones gastrointestinales, pero en los años hambre y la ignorancia— que destruyen la salud,
atenta la tasa anual de muertes por dichas enfer- especialmente de los niños» (p. viii).
medades se había reducido desde 580 a 30 por cada En dicho informe se establecía, además, cómo
. en mil habitantes (Surgeon General Report on la actuación sobre cinco hábitos comportamentales
Health Promotion and Disease Prevention, 1979). (dieta, fumar, sedentarismo, abuso de alcohol y uso
3e esta forma, las principales causas de mortalidad de medicación hipertensiva) podría reducir sustan-
morbilidad han cambiado a muertes y discapaci- cialmente la tasa de afectación para siete de las
tiades causadas por trastornos crónicos y condicio- principales causas de muerte mencionadas. Algo
nes tales como lesiones producidas en accidentes, que recibió apoyo posterior cuando se ha constata-
envenenamientos o violencia. Los estudios mostra- do que siete de las diez principales causas de muer-
- n que el principal papel en las causas actuales de te en los Estados Unidos se encuentran en gran par-
mortalidad y morbilidad está desempeñado por te determinadas por factores conductuales (DeLeon
..ertos factores conductuales tales como fumar, y Pallak, 1982) o, como mencionábamos antes, que
mantener una sobrealimentación o una dieta alta en el 50 por 100 de la mortalidad producida por las
.crasas, y abusar del alcohol (Miller, Brody y Sum- diez principales causas de muerte en los Estados
merston, 1987). Unidos puede atribuirse a los estilos de vida (Cen-
Por ejemplo, el Center for Disease Control ter for Disease Control, 1980).
.980) del US Public Health Service estimó que el En conclusión, durante los últimos años sesen-
5 por 100 de la mortalidad por las 10 primeras
1 ta y primeros setenta quedó establecido que como
.ausas de muerte en los Estados Unidos (por este resultado de los avances ocurridos en salud públi-
:den, trastornos cardjacos, cáncer, infarto, acci- ca y en la práctica de la medicina, las principales
dentes, gripe y neumonía, accidentes de tráfico, dia- causas de muerte fueron colocadas bajo control a
retes, cirrosis, arteriosclerosis y suicidio) puede es- lo largo de los años cincuenta y sesenta, emergien-
tar relacionado con ciertos estilos de vida, algo do en su lugar los trastornos cardiovasculares, el
también corroborado por otros autores e informes cáncer y varios desórdenes crónicos como princi-
Califano, 1979; Knowles, 1977; Lalonde, 1974; y pales causas de mortalidad. Uno de los cambios

C Edcoines Párimdie
el informe del Surgeon General de 1982, que esti- para la intervención vino del hecho de que, para el
ma que un tercio de todos los cánceres son causa- caso de las enfermedades crónicas, la medicina po-
5 6 / Psicología de la salud

día salvar la vida, pero estos trastornos no podían que el entreguismo —por otra parte tan costoso—
ser curados. Una vez que una enfermedad crónica de médicos y pacientes a un sinfín de exploracio-
es diagnosticada, los procedimientos de tratamien- nes innecesarias, muchas veces intrusivas y cada
to efectivos deben implicar una intervención múl- vez más sofisticadas» (p. 1145). También Bayés
tiple a niveles biológico, psicológico y social, para (1985) se refiere a los efectos yatrogénicos causa-
contener el proceso de enfermedad e intentar man- dos por la práctica médica y hospitalaria esencial-
tener la máxima calidad de vida posible para el pa- mente curativa.
ciente (Feuerstein, Labbé y Kuczmierczyk, 1986). Otra de las consecuencias derivadas de una prác-
Con la creciente influencia de los medios de tica médica basada en una perspectiva biomédica es
comunicación en la formación de actitudes y opi- el papel pasivo asignado a los enfermos, como me-
nión públicas, es hoy evidente que existe una ten- ros receptores de los procedimientos de curación
dencia general creciente a considerar que hacer llevados a cabo por los profesionales. En referen-
ciertas cosas lleva a la enfermedad y no hacer otras cia a ello, Pattishall (1989) indicaba que la super-
preserva la salud, a la vez que viceversa. Con ma- especialización y alta tecnología de la medicina clí-
chacona insistencia se continúa transmitiendo a la nica se ha conseguido a costa de incrementar
población una idea de la «nueva salud» en la que enormemente la distancia física y conceptual entre
estar obeso, fumar, beber alcohol en exceso, no ha- el médico y el paciente. El paciente ha llegado a ser
cer ejercicio, comer alimentos ricos en grasas, be- más un objeto biológico o una máquina, algo así
ber demasiado café, tomar azúcar y sal en exceso como un conjunto de partes separables susceptibles
perjudican la salud. Mientras que comer pescado, de estudiar, analizar y reparar, que un ser humano
fruta, alimentos ricos en calcio, fécula y fibra pre- extremadamente complejo e integralmente funcio-
serva la salud. A la vez, se ha desarrollado toda una nante.
«industria de la salud» centrada en la alimentación, Que estas tendencias cambien a la luz de las nue-
el deporte y la consecución de estados de relaja- vas perspectivas es posible, pero tampoco hemos de
ción, que aparece como una de las actividades co- olvidar que la propia «dinámica» de la investiga-
merciales más boyantes de la época. Todo ha con- ción y práctica médicas imbuidas del pensamiento
fluido así en generar el movimiento de promoción biomédico reduccionista puede, a veces, trabajar en
de la salud, lo que ha resultado extremadamente im- contra de tal desarrollo. De hecho, las concepcio-
portante, porque si algo aparece meridianamente nes actuales sobre salud y enfermedad vigentes en-
claro es que la actuación en prevención es una ac- tre el gran público tienden a restar importancia al
tuación sobre comportamientos en numerosos ca- papel desempeñado por el comportamiento en el
sos, y nadie mejor preparado para actuar sobre proceso de salud y enfermedad. Más aún, cuando
comportamientos que los psicólogos y, específica- la salud se pierde, la confianza en el médico es total.
mente, los psicólogos que han hecho de la salud su Algo provocado por el dramático éxito de la medi-
objeto de estudio y del análisis de la conducta su cina curativa en muchos campos, que ha potencia-
metodología de aplicación. do hasta el extremo la dejación de responsabilida-
El avance de la medicina se ha producido prin- des por los pacientes.
cipalmente gracias a su tecnificación a ultranza, Como indicaba Eiser (1982) al analizar la di-
que ha supuesto grandes conquistas pero que tam- mensión social de la medicina conductual, «si nos
bién ha generado algunos problemas. Entre ellos, sentimos enfermos [...] vamos al doctor. Esperamos
Polaino (1983) señalaba «la colectivización aper- que nos trate y esperamos que tal tratamiento sea
sonal, cada vez más frecuente, de la asistencia efectivo. Colocamos sobre la profesión médica la
médica; la dilución en el anonimato hospitalario, responsabilidad de ponernos «mejor» y, en conse-
institucional y burocrático de la relación médico- cuencia, concedemos el derecho a tal profesión a

to Edcoines Párimdie
paciente; la desconfianza en los propios recursos entrometerse en las partes más íntimas de nuestro
personales para establecer un diagnóstico, a la vez cuerpo. Sin embargo (con la excepción de los psi-
Aproximación histórica a la psicología de la salud / 57

quiatras), a los médicos no se les concede general- está provocando un cuestionamiento por los con-
mente el mismo derecho a invadir la privacidad de sumidores de la salud, que provoca un creciente
las conductas y los sentimientos de la gente. En descontento con los servicios de cuidado de la sa-
muchos aspectos, lo personal ha llegado a ser di- lud (Feuerstein, Labbé y Kuczmierczyk, 1986) y el
ferenciado de lo físico o médico y el límite entre planteamiento por muchos pacientes de la posibi-
los dos campos es algo susceptible o quisquilloso» lidad de experimentar con aproximaciones innova-
(p. xi). Con ello, se mantiene subrepticiamente la doras (de ahí la industria creciente de las «medici-
concepción dualista sobre nuestra naturaleza, po- nas alternativas»). Los pacientes quieren que los
tenciando la creencia en la enfermedad como un médicos sean comunicativos y discutan y comen-
• hecho físico». ten con ellos las posibles causas de sus síntomas y
En la misma línea, Shelton, Anastopoulos y su tratamiento, y los médicos no están preparados
Elliott (1991) comentaban cómo el interés en alte- para tal trabajo, que tiene mucho de psicológico y
rar los patrones conductuales y de estilo de vida no poco de biomédico. Todo ello ofrece un excelente
ha sido necesariamente reflejado en la comunidad marco de actuación a la psicología como parte in-
médica, salvando ciertos núcleos «progresistas». tegrante de la nueva visión biopsicosocial de la en-
Por otra parte, el descubrimiento de ciertas cone- fermedad y la salud.
xiones biológicas para las enfermedades crónicas Por último, y probablemente como una conse-
ie etiología actualmente desconocida (p. ej., hi- cuencia de todo lo anterior, es hoy ampliamente
pertensión, asma, cáncer, diabetes) mantiene a mu- aceptado que el sistema de salud está en crisis en
chos profesionales de la medicina aferrados a la la práctica totalidad de los estados occidentales.
perspectiva biomédica y alejados de la perspectiva A este respecto, Thompson (1991) indicaba cuatro
-lopsicosocial. Estos apuntalamientos biológicos frentes de crisis del sistema biomédico de salud,
con frecuencia no proporcionan respuestas claras ni cuya causa principal establece en el aumento de las
definitivas a la etiología de estas enfermedades y, demandas de servicios de salud y la necesidad de
por supuesto, no descartan en absoluto la contribu- contener los costes, absolutamente faraónicos, del
.ión de las variables psicosociales, pero propor- tratamiento de la enfermedad. Estos frentes de cri-
. íonan un centro de interés conveniente, un hálito sis para el modelo biomédico de salud son:
re esperanza, para aquellos que se encuentran in-
. modos con la consideración de la «persona en su 1. El aumento del número de proveedores de
: calidad» (Shelton, Anastopoulos y Elliott, 1991). cuidados de salud; esto es, la incorporación
Otros factores de naturaleza más prosaica juegan de otros profesionales al mercado de la sa-
_ favor de la perspectiva clásica, como brillante- lud y un exceso de oferta en aquellos paí-
mente reflejó Miller (1983) en la forma que sigue: ses con un sistema de salud privado.
- Si cometes el error de preguntar al paciente cómo 2. La corporativización y burocratización a ul-
-e siente, estarás hablando con él cerca de media tranza del cuidado de la salud.
h ra y lo máximo que su seguro aceptará pagar se- 3. El derroche administrativo, especialmente
rán 50 dólares. Pero si le dices que le vas a pedir de las instituciones hospitalarias.
ana serie completa de análisis [para ver cómo se en- 4. La crisis en la educación médica provoca-
centra], esto te tomará sólo 5 minutos de tu tiem- da por la necesidad de reducir costes en el
r> y no habrá problema acerca de una factura de período de formación.
150 dólares» (p. 20).
El abuso de fármacos y la creciente sensación de Abundando sobre algunos de estos aspectos,
;_e el cuidado tradicional —médico— de la salud Himmelstein y Woolhandler (1986) llamaban la
: caracterizado por una cierta insensibilidad a los atención sobre el hecho de que el foco de la con-

C Edcoines Párimdie
: dientes, y menos interés por el propio bienestar tención de gastos en los sistemas de salud siempre
iel paciente que por el procedimiento específico, implica, en primera instancia, un recorte del volu-
5 8 / Psicología de la salud

men de servicios clínicos, mientras que los costes sin embargo, son pagados enteramente. De hecho,
de la administración sanitaria usualmente se consi- muchos hogares mantienen pequeñas boticas en las
deran como fijos e incuestionables. Como un ejem- que se acumulan numerosos medicamentos en
plo de lo anterior, en los Estados Unidos entre 1970 «espera de destino», una buena parte de las pres-
y 1982 el número de administradores aumentó un cripciones nunca se completan, y para la «cultura»
171 por 100, mientras que el número de médicos y biomédica de la mayoría de los pacientes, es in-
de personal sanitario aumentó el 48 por 100 y el 57 comprensible salir de una visita al médico sin las
por 100 respectivamente, teniendo en cuenta, ade- correspondientes recetas.
más, que tal período corresponde a un proceso de Por todo lo expuesto, a nuestro modo de ver, no
creciente informatización de la administración hos- resultaría justo imputar sólo a las inadecuaciones de
pitalaria que, en principio, debía suponer un recor- la práctica sanitaria y del propio modelo biomédi-
te en la mano de obra necesaria. Por otra parte, la co toda la responsabilidad de la actual bancarrota
formación médica se enfrenta al dilema de tener económica de los sistemas de salud públicos. De
que fortalecer el entrenamiento de los estudiantes hecho, tanto Lalonde (1974) como Califano (1979),
de medicina en los diferentes aspectos propios de cuando presentaron los informes sobre la salud en
un modelo biopsicosocial y al mismo tiempo so- Canadá y Estados Unidos que han acabado por ser
brevivir en un mercado cada vez más competitivo. puntos clásicos de partida para todo el movimien-
En lo que respecta a nuestro país, Bayés (1985) to de reforma del sistema de atención a la salud, no
entendía como una de las causas fundamentales de ponían en tela de juicio que la medicina tecnifica-
la crisis en el sistema sanitario, el crecimiento des- da fuera innecesariamente cara. Salvar la vida en si-
bordante de los gastos en pensiones, subsidios de tuaciones límite es y seguirá siendo una empresa
desempleo y asistencia sanitaria, los tres capítulos extraordinariamente costosa que por razones obvias
fundamentales de la Seguridad Social. En concre- debe estar disponible. La crítica al derroche iba más
to, el gasto pasó de 300.000 millones a casi 3 bi- bien dirigida a los incalculables fondos que se des-
llones de pesetas entre 1972 y 1982 (Fuentes Quin- tinan a tratar enfermedades que podían haber sido
tana, 1982). Con todo, la tendencia apunta hacia un evitadas con cambios de vida o pautas preventivas
empeoramiento de la situación debido al progresi- de salud muchísimo menos costosas, lo que con-
vo envejecimiento de la población (aumento del vierte aquéllos en gastos innecesarios. La cita para
gasto en pensiones y descenso de la productividad, una mayor responsabilidad se traslada, entonces,
aumento del gasto farmacéutico y hospitalario por tanto a las autoridades públicas que deberían cam-
el incremento de la población de enfermos cróni- biar el foco principal de la actuación sanitaria so-
cos). Y todo esto antes de que la epidemia del sida cial, como a todos los ciudadanos que deben con-
viniera a complicar aún más las cosas. tribuir a reducir los costos sanitarios simplemente
Por último, otro aspecto de la asistencia sanita- evitando caer enfermos a medio o largo plazo como
ria que parece contar con aspectos psicológicos es consecuencia de sus comportamientos.
el referente al empleo masivo de fármacos como En resumen, a finales de la década de los seten-
una de las características más destacables de la asis- ta, se estaba empezando a admitir una serie de he-
tencia sanitaria, especialmente de la ambulatoria. El chos y necesidades de cambio respecto al cuidado
gasto de la Seguridad Social en farmacia es muy de la salud, que supondrán el caldo de cultivo ideal
elevado, de hecho, somos el quinto país del mundo para el desarrollo de una perspectiva holista de la
en consumo de fármacos, con un gasto del 22 por salud y la enfermedad que supere el corsé del mo-
100 del presupuesto sanitario frente al 8 por 100 de delo biomédico. Bayés (1985) los resumía de la si-
Estados Unidos (Martín Serrano, 1984), y desafor- guiente manera...
tunadamente mucho de tal gasto es un malgasto, ya
que las cifras de cumplimiento del tratamiento se-

to Edcoines Párimdie
1. La biomedicina por sí sola es incapaz de re-
ñalaban un importante derroche en fármacos que, solver los problemas planteados por el tra-
Aproximación histórica a la psicología de la salud / 59

tamiento y prevención de muchas enferme- Sobra decir que la reforma del sistema sanitario
dades y trastornos. realizada en nuestro país al poco tiempo no siguió
2. Las estrategias de la biomedicina no sólo los patrones de análisis utilizados por el autor, sino
son ineficaces en muchos aspectos, sino que otros bien distintos.
nos llevan a la quiebra económica. Si a la anterior situación le añadimos, esencial-
3. Tanto las enfermedades crónicas como las mente, la disponibilidad de una nueva visión sobre
yatrógenas implican en su etiología y desa- la conducta y de una nueva tecnología derivada de
rrollo importantes factores conductuales. ella, que comenzó a demostrar su eficacia en su
4. Estos factores conductuales poseen un pa- aplicación al campo de la salud como vimos ante-
pel decisivo en la génesis y mantenimiento riormente, nos encontraremos con el conjunto de
de muchos trastornos de tipo funcional o factores que hicieron posible la aparición de las al-
adictivo. ternativas de la medicina conductual y la psicolo-
5. No sólo es importante efectuar un buen gía de la salud.
diagnóstico. Tanto o más importante es que
las prescripciones terapéuticas se cumplan.
6. Aun a riesgo de disgustar a determinados Aproximación biopsicosocial a la salud
grupos de profesionales, para la sanidad del y la enfermedad
país es más importante la prevención que la
asistencia. Como señalamos anteriormente, todo el proce-
so de cambio confluyó en la necesidad de encon-
Labrador, Muñoz y Cruzado (1990) añadían las trar un marco teórico de salud y enfermedad que tu-
-diferencias individuales en el enfermar» como una viera en cuenta todos los hallazgos experimentales
tueva dimensión psicológica que sumar a la rela- y los hechos conocidos acerca de la crisis del sis-
ción de factores que propiciaron el cambio en el tema sanitario tradicional, superando las angostu-
.ampo de la salud y la aparición del interés por ras conceptuales del modelo biomédico, pero man-
frecer alternativas. teniendo todo lo que éste tiene de positivo y eficaz
Poco tiempo después del alumbramiento oficial para el tratamiento de la enfermedad. La nueva
de la medicina conductual y la psicología de la sa- aproximación tendría que incorporar conceptual-
ad —de lo que trataremos más adelante—, Bayés mente las evidencias encontradas respecto a:
1979) en su excelente preludio a la situación ac-
tual que representó su libro Psicología y Medid- — que el comportamiento es un factor impli-
la. Interacción, cooperación, conflicto, se inte- cado, en uno u otro grado, virtualmente en
-rogaba acerca de la existencia o no de datos todos los procesos de enfermedad, bien sea
ables en los que fundamentar una reforma sani- a nivel de génesis, desarrollo y/o manteni-
taria en el ámbito de actuación de la psicología y miento de la alteración;
a medicina, intentando colocar a nuestro país en — que, en consecuencia, el paciente como per-
-tntonía con la reflexión oportuna y necesaria que sona debe implicarse activamente tanto en el
estaba teniendo lugar en otros acerca de la misma tratamiento como en la prevención de la en-
.aestión (Canadá, Estados Unidos...). Circunscri- fermedad;
f¡ó su respuesta positiva a los datos provenientes — que las enfermedades crónicas, una vez diag-
a seis «campos» o «áreas» de actuación: retardo nosticadas y establecido el tratamiento de
en el desarrollo, trastornos del comportamiento, mantenimiento, en muchos casos exigen más
¿rogadicciones, trastornos psiquiátricos tradicio- una intervención psicológica que una estric-
-ales, «enfermos funcionales» y las nuevas pers- tamente médica;
rectivas de actuación profesional del psicólogo de-

C Edcoines Párimdie
— que para numerosos casos de diversos tras-
nvadas del avance generalizado de su ciencia. tornos existen opciones de tratamiento «no
6 0 / Psicología de la salud

médico» disponibles como tratamientos de que más atrás comentamos. En concreto, Leigh y
elección; Reiser (1977) propusieron que todos los problemas
— que, por criterios de pura eficacia en el con- de salud debían ser considerados «psicosomáticos»
trol de las enfermedades y en atención al en el sentido de que los factores psicológicos están
mantenimiento de una filosofía positiva de la implicados en todos los casos donde los individuos
vida, el énfasis individual, social, institucio- buscan ayuda médica como consecuencia de sus
nal y presupuestario debe ser puesto en el síntomas físicos. Los mismos autores (Leigh y Rei-
mantenimiento de la salud, que es en su ma- ser, 1980) llegan a proponer un modelo de com-
yor parte una cuestión comportamental, téc- prensión y evaluación del paciente, la Patient Eva-
nicamente hablando. luation Grid, que conforma las tres dimensiones del
punto de vista biopsicológico: la biológica o esta-
Desde el ámbito de la propia medicina, varios do estructural y funcional de los componentes fisi-
autores e investigadores se hicieron eco de la ne- coquímicos y subsistemas del organismo; la perso-
cesidad de que ésta abandonase su perspectiva bio- nal o estado psicológico y conducta de la persona
médica tradicional y la sustituyera por otra que in- (paciente) como un todo, y la ambiental, que in-
corporase las tres naturalezas confluentes del cluye la interacción del paciente con su ambiente
fenómeno de la enfermedad y la salud, la biológi- físico, familiar, ocupacional y con el sistema sani-
ca, la psicológica y la social. Entre los pioneros sue- tario, entre otros (Leigh y Reiser, 1980, p. 187).
le citarse a Engel (1977), Knowles (1977), Leigh y Recuérdese, asimismo, que Lipowski (1977) ha-
Reiser (1977) y Lipowski (1977). De todos ellos, bía definido la «nueva» medicina psicosomática (la
la aparición del artículo de Engel «The need for a de segunda etapa) como el estudio de los determi-
new medical model: A challenge for biomedicine» nantes biológicos, psicológicos y sociales de la sa-
parece haber supuesto el mayor impacto entre las lud y la enfermedad, algo novedoso por aquel en-
profesiones vinculadas al sistema de salud y, des- tonces, ya que la medicina psicosomática se había
de luego en los autores e investigadores en psico- interesado casi exclusivamente por la enfermedad.
logía de la salud, en tanto es tenido por el punto de También Knowles (1977) llegó a indicar una se-
arranque del modelo biopsicosocial y de referencia rie de pasos que los individuos pueden dar por sí
al hablar de éste. Sobre esto volveremos algo más mismos para reducir su propio riesgo de desarrollar
adelante, pero ahora hemos de señalar que veinti- enfermedad (p. ej., eliminar la sal de las comidas,
cuatro años antes de que apareciese la propuesta de no tomar alimentos altos en colesterol, seguir pa-
Engel, ya habían publicado Guze, Matarazzo y Sas- trones adecuados de reposo, conducir a velocidades
low (1953) un artículo en el que presentaban lo que moderadas, etc.), señalando específicamente que
bien puede entenderse como una perspectiva bio- «sobre el 99 por 100 de nosotros nace sano y llega
psicosocial de la enfermedad, en un intento pione- a enfermar como resultado de su inadecuada con-
ro de proporcionar un marco conceptual unitario ducta personal y las condiciones ambientales. La
válido tanto para los trastornos médicos como para solución a los problemas de la salud en la sociedad
los desórdenes conductuales, ya que su propuesta moderna implica responsabilidad individual, en pri-
consistía en una visión única de la enfermedad en mer lugar, y responsabilidad social a través de es-
la que los factores físicos y psicológicos tenían un fuerzos públicos legislativos y privados voluntarios,
papel determinado, con varios grados de promi- en segundo» (p. 58). Para este autor, la idea de un
nencia en rodas las enfermedades físicas y en todos «derecho a la salud» no debería ser sólo algo ga-
los desórdenes conductuales. rantizado por la Constitución y la Administración
De las anteriormente mencionadas, las alterna- de un país, sino antes bien una «obligación moral»
tivas propuestas por Leigh y Raiser (1977) y Li- de cada individuo de preservar su propia salud.

to Edcoines Párimdie
powski (1977) fueron realizadas dentro del marco Como indicábamos más atrás, de todas las pro-
conceptual de la medicina psicosomática renovada puestas surgidas, resultó más influyente la de En-
Aproximación histórica a la psicología de la salud / 61

gel (1977) cuyo artículo se cita con frecuencia psicológicos y sociales, que deben ser tenidos siem-
como el punto de arranque del modelo biopsicoso- pre en cuenta conjuntamente a la hora de enfren-
cial de salud/enfermedad. Sin embargo, Engel en tarse a los problemas prácticos en el cuidado de la
dicho artículo, más que proporcionar un modelo enfermedad y la promoción de la salud, así como
biopsicosocial, se limitó a discutir la necesidad de al encarar la explicación de los procesos patológi-
elaborar un modelo o aproximación que superase cos. Por tanto, esta posición proclama una concep-
las limitaciones de la perspectiva biomédica, para ción plurideterminada de la enfermedad, en la que
comprender tanto las enfermedades físicas como a la presencia de agentes patógenos de cualquier ín-
los enfermos y su proceso o vivencia del enfermar, dole es una condición necesaria, mas no suficien-
incluyendo igualmente las enfermedades mentales te, en tanto ha de combinarse con grados de sus-
?ara las que él consideraba un error la aplicación mi- ceptibilidad individual y moduladores o inductores
mètica por la psiquiatría del modelo biomédico.
18 de índole social para finalmente producir un resul-
En dicho artículo Engel sostuvo que un modelo tado de salud o enfermedad, estableciéndose una vi-
que tomara en consideración los sistemas de creen- sión del organismo humano como la suma de una
. ias sobre la salud, tanto del médico como del pa- serie de procesos de complejidad creciente que con-
. lente, a la vez que la conducta del rol de enfermo forman un sistema en el que todas sus partes están
. similares elementos biopsicosociales, sería un en constante interacción (Burstein y Loucks, 1982).
modelo más apropiado para la medicina. A dicha al- A priori, no parece recomendable establecer la pri-
ternativa la denominó modelo biopsicosocial, como macía global de una sobre las demás, aunque en se-
etiqueta que sintetizaría las tres realidades que la gún qué tipo de interacciones una primacía parcial
compresión del fenómeno requería contemplar. sí pueda y deba establecerse.
Mas, en este artículo, el desarrollo de tal modelo no
-parece delimitado en sus componentes, ni esta-
- iecidas las relaciones que cabría esperar entre sus Génesis de la medicina conductual
elementos ni, para ser exactos, señalada con preci- y la psicología de la salud
ón la conceptuación de la que partía al hablar de
io psicológico» y «lo social». Pero, a juzgar por Podemos avanzar que dos fueron las causas prin-
-- propia línea de pensamiento, su propuesta, en cipales que motivaron, o mejor dispusieron, las con-
-.gen, debe entenderse algo lejos de las posicio- diciones para la aparición de la medicina conduc-
nes mantenidas por la psicología de orientación tual y la psicología de la salud. Por una parte, la
funcional. disponibilidad de una oferta de tecnología psicoló-
Más adelante —al tratar de los modelos en psi- gica efectiva aplicable al ámbito del cuidado de la
; : logia de la salud— tendremos ocasión de retomar salud y la enfermedad. Por otra, las condiciones fa-
estas cuestiones y precisar las características del vorables impuestas por el avance del nuevo mode-
modelo biopsicosocial, que sí aparecen esbozadas lo biopsicosocial de salud/enfermedad. Existiendo
en otros escritos de Engel que, sin embargo, ape- una oferta y existiendo una demanda, el acuerdo era
- as son citados ni tenidos en cuenta. No obstante, inevitable y comenzó a fructificar por aquellos con-
_ ñn de concluir el hilo de argumentación podemos textos académicos y profesionales de la salud con
_:elantar que la característica esencial o básica de una estructura más dinámica y centrada en la efec-
_ modelo puede entenderse como la conceptua- tividad.
ón de la salud y la enfermedad como un resulta- Como consecuencia de la crisis abierta tanto en
j final de la interacción de factores biológicos, la conceptuación como en el cuidado de la salud y

CEdcionesPárimdie
De hecho, empleó en dicho artículo, en el desarrollo de medades en las que confluían variables biológicas, psicológicas
n ¿iscurso lógico, la diabetes y la esquizofrenia como enfer- y sociales.
6 2 / Psicología de la salud

la enfermedad, y las demás circunstancias relacio- lud y la enfermedad y la aplicación de este conoci-
nadas que revisamos anteriormente, y como una miento y estas técnicas a la prevención, diagnóstico,
manera de organizarse en la búsqueda de alternati- tratamiento y rehabilitación» (Schwartz y Weiss,
vas que respondieran a las nuevas demandas del sis- 1978, p. 61).
tema y el cuidado de la salud, tuvieron lugar a fi- Ha sido reconocido que el uso pionero del tér-
nales de los años setenta el surgimiento de la mino «medicina conductual» debe acreditarse a 19

medicina conductual y el de la psicología de la sa- Birk (1973), quien bajo dicha denominación inclu-
lud, tanto en la forma de asociaciones profesiona- yó la aplicación de las técnicas de biofeedback al
les y académicas que agruparon a investigadores y tratamiento de trastornos médicos como la epilep-
profesionales, como en la de puesta en marcha de sia, la enfermedad de Raynaud, el asma y las cefa-
numerosas y diversas iniciativas (conferencias, con- leas. Como recoge Gentry (1982), Birk señalaba
gresos, ofertas de formación, fundación de revis- expresamente el alcance previsto para el nuevo
tas, etc.) que acabaron conformando todo un nue- campo, que él ya vislumbró, cuando afirmaba que
vo movimiento cuya rápida expansión se produjo «una nueva medicina conductual, el biofeedback,
durante los primeros años ochenta. ahora todavía en su infancia, puede representar de
Cronológicamente hablando, surgió en primer hecho una importante nueva frontera de desarrollo
lugar el movimiento que acabaría denominándose de la medicina clínica y la psiquiatría» (p. 362).
medicina conductual, y lo hizo «oficialmente» El mismo autor precisaba la necesidad de in-
como el resultado de la celebración de la nombra- vestigar los mecanismos conductuales a través de
dísima Ya le Conference on Behavioral Medicine, los cuales los pacientes podrían aprender a contro-
celebrada en la Universidad de Yale entre el 4 y el lar sus enfermedades, adoptando así un papel acti-
6 de febrero de 1977. En ella, un grupo de cientí- vo y directo frente a la enfermedad, y reconocía los
ficos provenientes del campo de las ciencias bio- trabajos de T. Budzynski, L. DiCara, B. Engel, E.
médicas y conductuales, establecieron formalmen- Green, N. Miller, G. Schwartz, D. Shapiro, J. Stoy-
te el campo de la medicina conductual, dotándole va y R. Surwit, entre otros, como la línea de inves-
de una definición que delimitó: 1) la posición con- tigación que había producido el alumbramiento de
ceptual del campo respecto al estudio y cuidado de esta nueva forma de intervenir en medicina. La pu-
la salud y la enfermedad, y 2) señaló sus objetivos blicación de Birk (1973) preludió una explosión de
de actuación. Dicha definición señalaba que la «me- interés en este nuevo campo y la aparición de su-
dicina conductual es el campo interdisciplinario cesivas nuevas publicaciones en forma de libros y
concerniente con el desarrollo e integración del co- artículos de revisión que, a su vez, preludiaron lo
nocimiento y las técnicas de las ciencias conductual que hemos señalado como «nacimiento oficial» de
y biomédica relevantes a la comprensión de la sa- la medicina conductual. Entre los más notables

19 A este respecto, Reig (1983, 1985) menciona el empleo lítica. Así, surgieron una «Behavioral» Community Psychology,
en 1971 del término «Behavioral Medicine» en la convocatoria, un «Behavioral» Coaching, un «Behavioral» Assessment y, por
publicada en Psychosomatic Medicine, de una beca postdocto- qué no, la «Behavioral» Medicine. Es decir, se trataría de seña-
ral de investigación en la Universidad de Alabama. Con ser un lar una nueva forma de abordar una temática vieja. Que este re-
dato que debe tenerse en'cuenta para precisar el momento y las bautizo deba ser tomado siempre como una propuesta formal de
circunstancias de la aparición del término, puede que tanto este una disciplina ex novo resulta discutible. A este respecto, Sha-
hecho como el propio de Birk empleando el término para refe- piro (1988) señala una de las posibles claves de esta historia al
rirse a la aplicación de técnicas de biofeedback a problemas mé- indicar que Birk empleó el término «medicina conductual» en
dicos, no tengan sino un valor anecdótico. Nos referimos a que el sentido de indicar que, en muchos trastornos, la «medicina»
no debe olvidarse que por los años sesenta-setenta se instaló una que debía tomar o emplear el paciente debía involucrar un cam-
tendencia entre los analistas de conducta a rebautizar como bio en sus hábitos de conducta, en lugar de medicamentos o ci-

to Edcoines Párimdie
«conductual» cualquier campo o actividad en la que se ofertara rugía. De ser así, su instalación habría sido metafórica y prove-
un nuevo modo de analizar e intervenir desde la perspectiva ana- niente de un aforismo.
Aproximación histórica a la psicología de la salud / 63

cabe señalar los libros de Katz y Zlutnick (1975) dicina» era contar con un poderoso aliado que abre
y de Williams y Gentry (1977), y los más tardíos numerosas puertas). A la vez, también es posible
—pero convertidos ya en verdaderos clásicos— de que la elección de dicho término fuera consecuen-
McNamara (1979) y Pomerleau y Brady (1979); así cia del énfasis que se quería establecer en cuanto
como las revisiones de Gentry (1975, 1976), Po- al abordaje «conductual» de un terreno hasta en-
merleau, Bass y Crown (1975) y Knapp y Peterson tonces exclusivamente biomédico y en el que la
(1976). medicina mantenía aún todo su poder intacto, e in-
Ahora bien, tal como Agras (1982) ha señalado, cluso por la existencia de otros precedentes tales
los motivos que dieron pie a la aparición de la me- como el empleo del término «pediatría conductual»
dicina conductual habían sido evidentes por mu- desde 1970 (Friedman, 1970), o desde 1974 de cier-
chos años ¿por qué, entonces, se crea un nuevo tas instituciones académicas como el Centro de
campo en ese particular momento? Para este autor Medicina Conductual de la Universidad de Pennsyl-
existe una sola respuesta, consistente en la con- vania dirigido por Paul Brady y Ovide F. Pomerleau,
fluencia de diversos intereses que llegaron a sola- y el Laboratorio para el Estudio de la Medicina Con-
parse, entre los que incluye: 1) la existencia de un ductual en la Universidad de Stanford dirigido por
cuerpo de investigación bioconductual básica im- W. Steward Agras, dos reconocidos y prestigiosos
portante, promocionado largamente por el campo centros de investigación y aplicación clínicas que ya
;e la medicina psicosomática, especialmente en estaban marcando una minoritaria pero convincen-
su última etapa más centrada en la psicofisiología; te línea. Sea la razón cual fuere, el hecho es que, en
2 el crecimiento de una ciencia conductual apli- pocos años, se crearon una serie ininterrumpida de
. ada efectiva en diversas áreas y centrada en el apa- actividades en la misma dirección que terminaron
- ataje tecnológico de la terapia y modificación de por consolidar la etiqueta.
conducta y el análisis conductual aplicado; 3) los Sin embargo, la realidad es que el conocimien-
desarrollos habidos en el terreno de la epidemiolo- to psicológico, en sí mismo, es hoy muy complejo,
gía con el aislamiento de factores de riesgo especí- variado y virtualmente imposible de apresar en su
a o s para varias clases de enfermedades, y 4) el totalidad, mientras que lo mismo ampliado sucede
. -eciente interés en la prevención de la enfermedad con la medicina, o mejor con las disciplinas bio-
r-amulado por el crecimiento desbordado de los médicas, atomizadas en multitud de especialidades
. -tes del cuidado de los enfermos. Es decir, como y subespecialidades con un ritmo de crecimiento y
r edemos comprobar, básicamente las mismas ra- de actualización realmente frenético. Entonces, si
: mes que llevaron a la necesidad de encontrar un esto es así, ¿cómo cabe esperar que pueda tener sen-
modelo alternativo de salud-enfermedad y motiva- tido proponer una nueva área de conocimiento, in-
ron la aparición de la perspectiva biopsicosocial. vestigación y aplicación que llamaríamos medici-
T do esto confluyó haciendo que la medicina con- na conductual y que contendría agrupados y en
iuctual fuera, en palabras de Stephen M. Weiss que interacción todos los conocimientos provenientes
~an hecho época, «una idea cuyo tiempo había lle- de los campos psicológico y biomédico relativos al
gado» (1979, p. xi). fenómeno de la salud y la enfermedad? ¿Cabe es-
Este nuevo campo de investigación y actuación perar la creación de currículos en medicina con-
nterdisciplinaria surgí^, pues, del intento por de- ductual que fabriquen expertos en dicha disciplina
- mrollar los puntos de vista integradores de la con- tal como es hoy conceptuada? ¿O, por el contrario,
.rrtuación biopsicosocial de la salud y la enfer- la medicina conductual no es tanto una disciplina
medad. La etiqueta medicina conductual, una vez que deba ser enseñada y pueda ser aprendida como
t .esta en circulación de la manera antes comenta- otra cosa bien distinta?
ii. probablemente resultó bien acogida por múl- Al respecto, S. M. Weiss en su discurso de aper-

C Edcoines Párimdie
mes razones confluentes, entre ellas su notable ca- tura de la International Conference on Psychology
r i d a d de marketing (contar con el vocablo «me- and Medicine celebrada en Swansea en 1979, apun-
64 / Psicología de la salud

taba ya, tan sólo dos años después de su «naci- carnó en la formulación de la medicina conductual
miento oficial», que: como un marco interdisciplinar de estudio, inves-
tigación e intervención sobre el fenómeno salud-en-
«... aunque la medicina conductual puede ser fermedad, y que, a su vez, ha propiciado la organi-
un área interdisciplinaria, no llegará nunca a con- zación de la psicología de la salud como respuesta
vertirse en una disciplina [...] Uno de los princi- unificada de la psicología a la demanda del nuevo
pales problemas con que tropiezan los científicos estado de la cuestión.
biomédicos que intentan familiarizarse con las El alcance de tales cambios se nos antoja extenso
áreas conductuales, y los científicos conductuales y profundo, tanto para la investigación y asistencia
que tratan de profundizar en las áreas biomédicas en salud y enfermedad, como para la configuración
es que, si se intenta representar ambas áreas en el y futuro de la medicina y la psicología como disci-
mejor de los casos podemos ser muy buenos en plinas autónomas que cada vez habrán de mirarse
una de ellas pero la probabilidad de tener la mis- cara a cara más detenidamente. Por ejemplo, vere-
ma calidad en las dos es extraordinariamente re- mos cómo la nueva conceptuación del concepto de
mota» (citado en Bayés, 1981, p. 11).
salud y enfermedad cuestiona algo que parecía tan
sólido y arraigado como el concepto de salud men-
Si los campos de la psicología y la medicina, por tal. Veremos también cómo entra en crisis la pro-
su propia extensión y diversidad, no pueden cu- pia formación psicológica en medicina. A la vez,
brirse juntos con garantías, un enfoque realmente los sistemas sanitarios tendrán que cambiar sus mé-
interdisciplinario exige un equipo multiprofesional todos, incorporar instrumentos y tecnología nuevos
en el que cada uno de sus miembros sea un buen provenientes de la psicología y tendrán que solu-
experto en su materia y un notable conocedor de las cionar la creciente demanda de incorporación de los
materias concurrentes. La medicina conductual, por psicólogos como integrantes del equipo de salud.
tanto, no debe ser vista ni tenida por una discipli- Pero el análisis de todo ello supera los límites ra-
na, sino por la confluencia de numerosas discipli- zonables para este libro, si bien tendremos oportu-
nas en el estudio biopsicosocial de la salud y la en- nidad de tratar alguno de ellos más adelante. Bás-
fermedad. La aparición de la psicología de la salud tenos ahora señalar que coincidimos con Basmajian
trató, precisamente, de cubrir este hueco en el ám- (1985) cuando, en su provocativo artículo titulado
bito de su competencia, aportando los conoci- «The next clinical revolution» —Behavioral Medi-
mientos relativos a la parte psicosocial del fenó- cine—, establecía que tras las revoluciones que su-
meno en estudio, manteniendo el enfoque holista pusieron para la medicina tanto el desarrollo de la
propio del modelo marco biopsicosocial de salud moderna cirugía, hacia principios de siglo, como
y enfermedad. El surgimiento de la psicología de los avances en bioquímica y terapéutica farmaco-
la salud se podría conceptuar, por esto, como la res- lógica ocurridos a partir de los años cuarenta, la ter-
puesta de la psicología al reto planteado por el mo- cera revolución es el surgimiento de la medicina
delo biopsicosocial y a su encarnación conceptual conductual como idea y el establecimiento de que
en el marco interdisciplinario de la medicina con- los factores conductuales tienen un papel relevan-
ductual. te en la enfermedad física, entendiendo que la in-
Así pues, como consecuencia de los avances en tervención a este nivel es hoy por hoy la principal
investigación sobre la naturaleza de las variables esperanza de descenso masivo de los índices de
etiológicas implicadas en numerosos tipos de pato- morbilidad y mortalidad precoz.
logías, de la crisis global de los sistemas y concep- Para algunos autores (p. ej., Gentry y Mataraz-
tuaciones tradicionales de la sanidad, en definitiva, zo, 1981; Matarazzo y Carmody, 1983), más que
de la influencia recíproca entre ciencias biomédi- hablar de emergencia, debería hablarse de reemer-
cas y conductuales, se perfiló una nueva concep-

to Edcoines Párimdie
gencia de unas relaciones entre psicología y medi-
tuación del fenómeno salud-enfermedad que se en- cina que han existido desde antiguo y que ahora se
Aproximación histórica a la psicología de la salud / 65

concretan desde una óptica científica y eficaz en la integración de la investigación en las ciencias bio-
intervención. Cronológicamente hablando, la pri- médicas y conductuales.
mera ocasión en que estuvo sobre el tapete la eti- La explosión de trabajos en el área de las rela-
queta «psicología de la salud» como etiqueta de de- ciones salud-conducta, y su enorme significación
nominación de origen para un campo de actividad teórica y práctica, ha venido a producir el desarro-
de la psicología en el contexto de la salud, fue cuan- llo de numerosas organizaciones que, junto a las an-
do en 1975 se creó la Sección de Investigación en teriores, configuran hoy uno de los campos del co-
Salud bajo los auspicios de la División 18 de la nocimiento más activos y productivos (ver, al
APA («Psicólogos en el Servicio Público»), siendo respecto, Gil Roales-Nieto y Ayllon, 1991, pp. 1-2).
elegido aquel nombre frente al de psicología de la Retomando el hilo de la aparición de las organi-
salud (Rodin y Stone, 1987). zaciones que hoy configuran este vasto campo, de es-
Sin embargo, lo que podríamos entender como pecial interés es la fundación en Chicago, en no-
el nacimiento «oficial» de la psicología de la salud viembre de 1978, de la Society of Behavioral
tuvo lugar tres años después de este acontecimien- Medicine, que en estos momentos agrupa a miles de
to, y uno después del nacimiento «oficial» de la me- investigadores provenientes de todos los campos re-
dicina conductual en la conferencia celebrada en lacionados con la salud y la enfermedad (psicología,
New Haven. En la Reunión Anual de la APA en medicina, enfermería, sociología, epidemiología,
1978, se pidió y logró la autonomía de la antigua etc.), pero en especial de la psicología y la medicina,
Sección en una nueva División cuya denominación y que, si bien su ámbito de actuación se circunscribe
fue de Psicología de la salud. Un total de 400 psi- preferentemente a los Estados Unidos y Canadá, nu-
cólogos formaron la nueva División, eligiendo a Jo- merosos investigadores y clínicos de otros países per-
-eph Matarazzo como primer presidente de la mis- manecemos como miembros desde hace años . 20

ma. Siete años después la División había crecido Otro importante desarrollo, que tuvo lugar al-
hasta alcanzar los 2.500 miembros (Rodin y Stone, gunos años más tarde, se refiere a la celebración,
1987). en la primavera de 1983, de la Arden House Con-
A partir de esta fecha podemos decir que los ference sobre educación y entrenamiento en psico-
-contecimientos se suceden en cascada, con la crea- logía de la salud, convocada para examinar el pa-
rión de revistas especializadas, la aparición de nu- pel, las funciones y responsabilidades de los
merosas revisiones en forma de libros, la celebra- psicólogos en los diversos campos de actuación re-
ron de conferencias, encuentros y congresos, y la lacionados con la salud, tales como investigación
.-¿•ación de numerosos programas de máster y doc- básica, investigación aplicada, servicios de cuida-
rado en psicología de la salud. En 1980, la Divi- do de la salud, política y administración sanitaria y
n acuerda editar una revista específica bajo el actuaciones de salud en contextos industriales u or-
- mbre de Health Psychology (Psicología de la Sa- ganizacionales (Stone, 1983). Este hecho supuso el
. d . nombrando a George Stone como primer edi- primer intento de unificar criterios que permitieran
- El primer número apareció en enero de 1982. el asentamiento de lo que se supone es una nueva
- "tes, sin embargo, había aparecido el Journal of especialidad de la psicología, cuyo objetivo es el de
Be ia\'ioral Medicine que comenzó a publicarse en ser considerada, a todos los efectos, como una rama
- 8. siendo W. Doyle Gentry su primer editor. Asi-
_ más de las Ciencias de la Salud (Ibáñez, 1991).
mismo, tampoco podeVnos olvidar la creación en En nuestro ámbito geográfico, la evolución ha
de la «Academia de Investigación en Medici- sido más lenta. Por ejemplo, hasta 1984 no se crea
Conductual», cuyo objetivo es el fomento de la la Sociedad Alemana de Medicina Conductual y Té-

Recientemente se creó una superestructura denominada hiendo pasado también a codenominarse sus reuniones anuales

C ^í¡:ones Párimdie
ja - The International Society of Behavioral Medicine cuya fi- como «International Congress».
n í íad es afianzar la vocación internacional de la Sociedad, ha-
6 6 / Psicología de la salud

rapia del Comportamiento (Reig, 1993), y la So- La situación actual es fruto del rápido desarrollo
ciedad Británica de Psicología no creó una sección experimentado en tan sólo unos años, y ha permiti-
de Salud hasta 1986, y sólo en los años noventa co- do que a la fecha dispongamos de numerosas mo-
menzó el proceso de formación de la Sociedad In- nografías en castellano sobre psicología de la salud,
ternacional de Medicina Conductual en el ámbito que resulte extraño no encontrar al menos algún ar-
europeo. Igualmente, la Sociedad Europea de Psi- tículo sobre los tópicos de la disciplina en cada re-
cología de la Salud se funda en 1988, con ocasión vista de psicología española y que virtualmente to-
del Congreso Internacional en Psicología de la Sa- das las universidades dispongan ya de asignaturas de
lud que se celebró en la Universidad de Trier (Ale- psicología de la salud en sus currículos para la li-
mania) en mayo de ese año. cenciatura de Psicología, a la vez que de diferentes
Y en lo que respecta a España, el proceso fun- programas de doctorado en los que la psicología de
dacional de organizaciones académicas y/o profe- la salud ocupa un lugar prominente, si no exclusi-
sionales ha seguido un ritmo si cabe más lento, en vo. El aumento en el número de congresos, reunio-
tanto aún no contamos con organizaciones de ám- nes, jornadas y derivados ha sido de similar cuan-
bito estatal similares a las anteriores , si bien nu-
21 tía, y el número de tesis doctorales sobre esta
merosos psicólogos españoles sí se han incorpora- temática se ha incrementado extraordinariamente.
do especialmente a las organizaciones europeas. La afirmación de Reig (1993) acerca de que la psi-
Con todo, la psicología de la salud ha conseguido cología de la salud constituye «[...] una de las áreas
desarrollarse en nuestro país con similar pujanza a más representativas y vigorosas de la psicología
la de los países anglosajones en sólo unos cuantos como ciencia y como profesión» está empezando a
años . En las revisiones de las raíces de la psico-
22 ser un hecho en nuestro país, cuya psicología aca-
logía de la salud en España que han realizado pri- démica, investigadora y profesional se ha unido con
mero Bayés (1992), y segundo y más extensamen- igual entusiasmo que las de otros países, a lo que Pe-
te Reig (1993), pueden encontrarse pormenorizados lechano, Matud y De Miguel (1993) han calificado
todos los acontecimientos de importancia en la apa- como «el intento de estudio más ambicioso de la psi-
rición y desarrollo de este campo en nuestro país . 23 cología en los últimos 20 años» (p. 92).

21 Formalmente, no se constituye en el Colegio Oficial de tinuemos asistiendo— en nuestro país a una auténtica «lluvia de
Psicólogos el grupo de trabajo de «Psicología de la Salud» hasta estrellas» y a la aparición de «consumados» especialistas en dia-
1991, y la primera revista especializada, Revista de Psicología betes que ayer lo fueron en cefaleas, mañana lo serán en mio-
de la Salud, no aparece hasta 1989, con A. Reig y J. Rodríguez pía y pasado puede que en trastornos cardiovasculares.
como directores, aunque algún artículo temático apareciera espo- 23 Con la única excepción de la ausencia en la completísi-
rádicamente años antes en revistas más generales —como es el ma revisión que hace Reig (1993) de una cita a la ponencia pre-
caso de Reig (1981) en Análisis y Modificación de Conducta. sentada por Ramón Bayés en 1981 al Primer Congreso de So-
22 Lo que, por otra parte, no es algo totalmente deseable en ciología celebrado en Zaragoza, y que llevaba el nada sucinto
la medida en que la precipitación por la novedad puede haber título de Aportaciones a la laboriosa gestación, feliz nacimien-

to Edcoines Párimdie
supuesto falta de la preparación y el sosiego que tan bien sien- to, espléndido bautizo y aplaudidos primeros pasos de la Me-
tan a la ciencia. Así, se explica que hayamos asistido — y con- dicina Conductual (Behavioral Medicine).
Delimitación conceptual
de la psicología de la salud
JESUS GIL ROALES-NIETO
2

Habiendo revisado hasta aquí las raíces históri- lud, la enfermedad y las disfunciones relacionadas»
cas remotas de la psicología de la salud, y las apro- (p. 815).
ximaciones que la precedieron en el tiempo como Mientras que fue considerada por su propio au-
itentos alternativos de restar aridez a la concepción tor como una definición tentativa y susceptible de
exclusivamente biomédica de la salud, es el mo- mejora, en realidad acabó por convertirse en la de-
mento de centrarnos sobre las raíces cercanas, sobre finición «oficial» de la División de Psicología de la
i definición y sobre la delimitación de la psicolo- Salud de la American Psychological Association
gía de la salud respecto de otras aproximaciones (APA), ya que en su reunión anual de 1980 fue
. ontemporáneas —aunque todas previas— con las adoptada como tal con muy pocos cambios; lite-
:ue puede existir un cierto solapamiento (en el sen- ralmente, tan sólo la inclusión al final del añadido:
do de que parcialmente hayan estado ocupándose «[...] y el análisis y mejora del Sistema de Salud y
:e temáticas que ahora la psicología de la salud rei- la política sanitaria» (Stone, 1987, p. 27).
ndica para sí), y con las que en cualquier caso ha- Aun cuando esta definición ha sido universal-
-rá que discernir un reajuste en las funciones. mente aceptada como la definición más compre-
- nalmente, recogeremos algunos apuntes de obli- hensiva de Psicología de la Salud, no fue estable-
cida mención sobre aquellos campos del conoci- cida con un ánimo dogmático sino mejor como un
niento humano con los que la psicología de la sa- punto de arranque conceptual que ayudase a su con-
ud debe relacionarse con especial atención y solidación, señalando los objetivos y trátando de di-
énfasis. ferenciarla de otras especialidades afines o com-
plementarias.
El hecho de que la definición anterior haya sido
DEFINICIÓN DE PSICOLOGÍA DE LA S A L U D planteada como «una primera aproximación» es
probable que refleje el trasfondo de polémica sobre
Resulta generalmente aceptado que el primer in- los objetivos, límites y configuración de la psico-
tento de definición formal de la psicología de la sa- logía de la salud, que existe prácticamente desde su
parece deberse a Matarazzo (1980), quien la nacimiento. Así pues, ha habido otros intentos de
. rtsideró como «... el conjunto de contribuciones definir la psicología de la salud que revisaremos a
específicas educativas, científicas y profesionales continuación.
: r la disciplina de la Psicología a la promoción y Por ejemplo, Rodin y Stone (1987) entendieron
: mantenimiento de la salud, la prevención y el tra- la psicología de la salud como una subdivisión de

C Edcoines Párimdie
p i e n t o de la enfermedad, y la identificación de la psicología concerniente al estudio e intervención
- correlatos etiológicos y diagnósticos de la sa- en la salud, estructurándola en una rama clínica y
6 8 / Psicología de la salud

otra no clínica. La psicología clínica de la salud se entre conducta y salud, Krantz, Grunberg y Baum
ocuparía, según su propuesta, de aquellos aspectos (1985) han distinguido tres posibles tipos de rela-
o fenómenos de la salud y la enfermedad en los que ciones: a) la ocurrencia de comportamientos que
el estado psicológico o la conducta del individuo pueden tener efectos fisiológicos directos sobre la
fueran el problema central. Más aún, su punto de salud; b) estilos de vida y hábitos diarios que pue-
vista conlleva la inclusión del concepto más tradi- dan hacer peligrar o potenciar la salud a medio o
cional de salud mental (algo coherente con la apli- largo plazo, y c) la forma en la que la gente perci-
cación «a fondo» del modelo biopsicosocial), ya be y se enfrenta a la enfermedad, como un factor
que para estos autores «tratar el estado mental de de facilitación o empeoramiento.
los individuos debería ser visto como un subcom- Ejemplo del primer tipo serían los efectos fisio-
ponente de la atención a su salud global» (p. 19). lógicos a corto plazo del estrés, tales como el au-
Para ellos, psicología de la salud incluye cualquier mento en la tasa cardíaca y en la presión sanguínea,
aspecto de la psicología que trate sobre la expe- y a largo plazo tales como los desórdenes de los siste-
riencia de la salud y la enfermedad y la afectación mas cardiovascular y gastrointestinal (Baum, Grun-
de la conducta al estado de salud, comprendiendo berg y Singer, 1982). Ejemplos del segundo serían
desde la investigación básica en los mecanismos fi- las relaciones encontradas entre ciertos hábitos de
siológicos que enlazan la ocurrencia de eventos am- vida y el mantenimiento de una buena salud —por
bientales con las alteraciones de la salud, hasta la ejemplo, en los estudios de Belloc y Breslow (1972)
investigación aplicada sobre la promoción de con- y Breslow y Enstrom (1980)—. Y ejemplos del ter-
ductas potenciadoras de la salud . 1
cero serían los pacientes que o bien exageran su rol
Más recientemente, Maes y Van Veldhoven (1990) de enfermo, o bien lo ignoran y no cumplen el tra-
han sintetizado una línea de pensamiento que se re- tamiento.
monta a la propuesta original de Stone (1979): Si Por último, la definición más general y sencilla
la psicología es el estudio del comportamiento, la de psicología de la salud ha sido la ofrecida por
psicología de la salud debe ser el estudio del com- Stone (1991), al señalar como tal cualquier apli-
portamiento relacionado en cualquier forma con cación de la teoría o práctica psicológicas a los
la salud. Planteamiento que ha continuado con Sin- problemas y cuestiones del sistema de salud. De tal
ger y Krantz (1982) y Krantz, Grunberg y Baum forma que el conocimiento y la tecnología de la psi-
(1985): la psicología de la salud debe estudiar los cología constituirían el núcleo de capacidad o com-
mecanismos de relación entre comportamiento y petencia de actuación, mientras que el sistema de
salud; y que actualmente podría resumirse en la salud en toda su complejidad sería el contexto de
afirmación de que la psicología de la salud tiene por actuación. Para este autor, un psicólogo de la salud
objeto de estudio «la relación entre conducta y sa- es un psicólogo cuya formación y capacidad bási-
lud (física)» (Maes y Van Veldhoven, 1990, p. 35). ca en psicología se ve incrementada por los cono-
Lo que, en el fondo, se mantendría dentro de la lí- cimientos adquiridos al formarse y trabajar en al-
nea marcada por la definición anteriormente ex- gún aspecto del sistema de salud (sea tratamiento,
puesta como «oficial», pero conservando explícita- prevención o planificación).
mente la separación entre salud física y salud En realidad, más que con definiciones alternati-
mental. ' vas de psicología de la salud, con lo que contamos
Abundando en esta línea de entender la psico- es con varias formas alternativas de decir lo mismo,
logía de la salud como el estudio de las relaciones ofreciendo una visión más general o más restricti-

Lo cual, como veremos más adelante, aparentemente se «desde la posición de la psicología», esto es, con la conducta

to Edcoines Párimdie
1

confunde con la definición y objetivos de la medicina conduc- como variable dependiente por excelencia,
tual, pero que puede mantenerse si la investigación se realiza
Delimitación conceptual de la psicología de la salud / 69

va del ámbito de actuación de la disciplina, pero blación, desarrolla una determinada patología, de-
nunca entrando en colisión —siquiera parcialmen- beríamos interrogarnos acerca de las razones por las
te— con la definición propuesta al principio y te- que una persona, o un determinado porcentaje de
nida por constituyente. Posición adoptada por Ma- una población, logra un estado de salud y lo man-
tarazzo (1987) cuando entiende que psicología de tiene.
la salud es hoy «nada más que la aplicación del co- Como última etapa en la ubicación disciplinar de
nocimiento acumulado desde la ciencia y la profe- la psicología de la salud, debemos diferenciarla, si
sión de la Psicología al campo de la salud» (p. 55). ello fuera posible, de otros campos de conocimien-
Por ello, psicología es el sustantivo que establece to relacionados, confluyentes, subsidiarios o com-
el agente mientras que salud es el calificativo que plementarios. Por citar sólo un par de ejemplos, es
describe el ámbito de actuación. el caso de la psicología clínica, más interesada en las
De hecho, los objetivos proclamados para la psi- psicopatologías, en el ámbito de la llamada salud
cología de la salud corresponden, en buena medi- mental y el tratamiento de los trastornos de conduc-
da, con lo que de ella es esperado y comienza a ser ta, pero que a la luz de la nueva conceptuación de sa-
aceptado a todos los niveles. Sirvan de ejemplo las lud-enfermedad puede ver afectado su statu quo.
conclusiones del informe «Psicología y Salud» so- También lo es de la psicología médica tradicional-
bre las contribuciones de la sicología al campo de mente entendida como «psicología en medicina»
a salud, preparado en 1986 para la OMS por un en lugar de como una subdisciplina de la psicología
grupo de expertos internacionales. En él se defien- —lo que no resulta epistemológicamente sosteni-
de que los psicólogos son profesionales que pueden ble— y que usualmente se ha centrado en las con-
contribuir a los objetivos de mantenimiento de la notaciones psicológicas de la enfermedad y su tra-
-alud y del bienestar, y en él se señala cómo la tamiento, y de algunos casos más de los que
OMS, en su Programa Global a Medio Plazo para también vamos a tratar más en detalle a continuación.
el período 1984-89, estableció como una de las cua-
tro actividades principales en las que los psicólo-
gos pueden ser protagonistas, la mejor comprensión DELIMITACIÓN CONCEPTUAL
. utilización de los factores psicosociales en la pro- DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD
moción de la salud y del desarrollo humano.
El énfasis sobre la salud, en lugar de sobre la en- En la Psicología, como ciencia viva y disciplina
termedad, entronca a la psicología de la salud con joven que es, podemos ver cómo la mayoría de sus
el movimiento de salud comunitaria y las nuevas especialidades y subdisciplinas, incluso las más tra-
corrientes sociales respecto al cuidado de la salud, dicionales, se ven envueltas en periódicas y siem-
así como con los objetivos establecidos por la pre latentes polémicas sobre la delimitación de la
3MS, concediendo prioridad a la prevención como porción concreta del objeto de estudio que les co-
foco central de intervención. Este énfasis ha lleva- rresponde, así como sobre la precisión conceptual
do. incluso, a que algunos investigadores y teóricos con que se emplean sus descriptores esenciales. La
:e la psicología de la salud hayan planteado la ne- psicología de la salud, como una de las más re-
.csidad de incorporar al repertorio conceptual de la cientes especialidades de la Psicología, no sólo no
::-ciplina la propuesta de Antonovsky (1979) de está carente de tales polémicas, sino que las está su-
- jstituir los conceptos clásicos de patogénesis y de friendo con especial intensidad en lo que se refie-
morbilidad y mortalidad, por otros nuevos centra- re a la delimitación de sus fronteras con el resto de
jos en la salud. A este respecto, él mismo propuso especialidades de la Psicología y otras subdiscipli-
el concepto de salutogénesis (etimológicamente, nas mixtas ya instaladas cuando ella ha hecho su
cénesis de la salud), según el cual, en lugar de in- aparición.
terrogarnos acerca de las razones por las que una

C Edcoines Párimdie
De hecho, acontece una cierta confusión acerca
--ersona, o un determinado porcentaje de una po- de cuál es, dónde comienza y hasta dónde alcanza
7 0 / Psicología de la salud

el ámbito de actuación de la psicología de la salud. Las diferencias entre la medicina psicosomáti-


A veces se la distingue claramente de otras espe- ca clásica y la psicología de la salud son tan obvias
cialidades más tradicionales, pero en otras ocasio- e importantes, que casi parece redundante pararse
nes podemos comprobar cómo se la toma por si- a delimitarlas. Las diferencias se encuentran en
nónimo de ellas. cuanto al énfasis (enfermedad /v/ salud, tratamien-
Sin embargo, es de gran importancia para una to /v/ prevención), la metodología, las técnicas de
especialidad reciente definir con claridad su ob- intervención, etc. Como señala Millón (1982), al
jeto de estudio, a la vez que delimitar su área de margen de su papel histórico en sensibilizar a los
actuación a nivel académico, investigador y pro- médicos y psicólogos hacia la interacción de las
fesional, de otras disciplinas, especialidades y emociones y los desórdenes físicos, el interés casi
campos de estudio con los que puedan encontrarse exclusivo de la medicina psicosomática por mate-
solapamientos totales o parciales, así como contra- rias de enfermedad (y no por las de la salud), sus
dicciones. De ello depende, en gran medida, el éxi- fuertes raíces en la teoría psicodinámica y su aten-
to de la psicología de la salud en su intento por ción sólo a una limitada gama de desórdenes fisio-
abrirse paso en los terrenos académico, investiga- lógicos determinaron que esta disciplina no fuera
dor y profesional. A nuestro modo de ver, la psico- capaz de capitalizar una alternativa global al fenó-
logía de la salud necesita precisar su ubicación res- meno de la salud.
pecto a la medicina conductual, la medicina Todo lo anterior con relación a la que denomi-
psicosomática, la psicología médica, la psicología namos anteriormente como medicina psicosomáti-
clínica y la educación para la salud. En las páginas ca de primera época o etapa. Otra cuestión es la ver-
subsiguientes, contrastaremos psicología de la sa- tiente ligada al estudio de la psicofisiología humana
lud con cada una de ellas, tratando de establecer que sí encontró un perfecto entronque con la co-
sus diferencias y sus puntos de semejanza o con- rriente multidisciplinar que daría pie al surgimien-
fluencia. to del modelo biopsicológico de salud y enferme-
dad. Esto es, gran parte de lo que a partir de los
setenta se ha escrito, investigado y tratado bajo el
Medicina psicosomática y psicología tópico de «medicina psicosomática» puede verse,
de la salud en realidad, más como una protopsicología de la sa-
lud. Como ejemplo de ello podría servir uno de los
Tuvimos ocasión de revisar la medicina psi- últimos modelos explicativos de la «enfermedad
cosomática como uno de los primeros intentos psicosomática» formulado en el ámbito de influen-
«organizados», en un cuerpo integrado de conoci- cia de la medicina psicosomática. Nos estamos re-
mientos, por ofrecer una visión más global y com- firiendo al modelo de Whatmore y Kohli (1974) so-
prehensiva del fenómeno de la enfermedad que la bre la génesis de enfermedades psicosomáticas.
ofrecida por el modelo biomédico tradicional de ín- Dicho modelo ya contuvo la hipótesis implícita
dole reduccionista, incapaz de explicar numerosos de que, en realidad, todas las enfermedades pueden
procesos patológicos que fueron bautizados como ser consideradas como psicosomáticas en tanto dis-
«enfermedades psicosomáticas». Sin embargo, de- ponen de componentes biológicos y psicológicos,
bemos recordar que la medicina psicosomática, de pero considerados estos últimos no en los términos
hecho, se limitó especialmente a un intento de com- psicodinámicos tradicionales. Más bien, lo que se
prensión de la relación entre procesos psicológicos ofrece es una explicación neuropsicológica del pro-
y funcionamiento somático, que trató de relacionar ceso de enfermar que incorpora el concepto de
la patogénesis de determinadas enfermedades con feedbcick fisiológico como mecanismo de unión en-
la presencia de rasgos, conflictos o procesos psí- tre el cerebro y la periferia, suponiendo una pro-
quicos que hacen a la persona especialmente vul- puesta desideologizadora de la psicosomática y de
nerable o proclive a desarrollar el desorden.
to Edcoines Párimdie
fisiologización como recambio científico. La en-
Delimitación conceptual de la psicología de la salud / 71

fermedad no será otra cosa que el resultado de la Sin embargo, Pomerleau y Brady (1979) adop-
disponesis o disregulación en el control neural del tan una posición diferente acerca de la psicología
organismo, planteamiento que precedió a las ac- médica, definiéndola en forma más limitada como
tuales teorías sobre la disregulación surgidas en el «un amplio campo de actividad, en el que la eva-
ámbito de la psicofisiologia. luación psicométrica, las pruebas proyectivas y la
El progresivo alejamiento de la teorización psi- teoría de la personalidad han jugado los principa-
codinàmica y la preocupación por las dimensiones les papeles. El énfasis en la psicología médica ha
fisiológicas de la salud ha supuesto una progresiva sido sobre la comprensión de la enfermedad médi-
confluencia del campo de la medicina psicosomà- ca en sus contextos social y psicológico, en lugar
tica con el de la medicina conductual, y por exten- del tratamiento» (p. xi).
sión con el de la psicología de la salud, confluen- De esta forma, para algunos autores, la psicolo-
cia que se ha traducido a nivel organizativo y gía médica casi sería una extensión de la medicina
profesional en la también progresiva cooperación psicosomática en su versión tradicional, si bien di-
entre las sociedades representativas de ambos ám- rigida aquélla al aspecto psicológico del fenómeno
bitos .2
de la enfermedad y a la repercusión psicológica de
ésta sobre el paciente como persona. Para otros, re-
presentaría la actuación psicológica en Medicina, la
Psicología médica y psicología de la salud cual podría hacerse desde muchas opciones o mo-
delos distintos, en cuyo caso sería algo muy pare-
La definición más general de psicología médica cido y preliminar al movimiento de la psicología de
es la ofrecida por Rachman (1977), quien la delimitó la salud. De hecho, para Stone (1977) y Matarazzo
como «las aplicaciones de la Psicología normal y (1979) psicología médica y psicología de la salud
anormal en la Medicina». En la misma línea, Asken son presentados como sinónimos sucesivos en el
11979) ha definido psicología médica como, «el es- tiempo, y ambos describiendo la aplicación de los
tudio de los factores psicológicos relacionados con principios de la psicología al mantenimiento de la
cualquiera de los aspectos de la salud física, la en- salud y la prevención de la enfermedad. Desde es-
fermedad y su tratamiento a nivel del individuo, el ta perspectiva se entendería la psicología médica
crupo y los sistemas. La psicología médica no re- como el antecedente o preludio de la psicología de
presenta una orientación teórica particular; los pro- la salud.
blemas de la psicología médica pueden ser concep- Sin embargo, parece una excesiva generalización
-.ualizados desde cualquier orientación deseada. La plantear así las cosas por varias razones, especial-
psicología médica además implica, como su foco, mente porque la psicología médica se ha ocupado
todas las áreas de interés académico —investiga- tradicionalmente de asuntos del ámbito de la salud,
ción, intervención clínica, y aplicación y enseñan- pero no de todos los asuntos de los que se ocupa ac-
za—» (p. 67). tualmente la psicología de la salud y nunca desde
También general, pero con un matiz diferente, la orientación epistemológica de esta última, con las
fue la definición de Gentry y Matarazzo (1981), principales diferencias en los aspectos preventivos.
para quienes la psicología médica debe ser enten- En la misma línea se sitúa Masur (1979), inten-
dida como la práctica y. la formación en psicología tando aclarar la relación entre las dos disciplinas
centro del curriculum de formación médica. mediante la conceptuación de la psicología médica

2 Desde hace unos años los miembros de la Society of Be- ce sólo cuestión de tiempo. De hecho, actualmente, en cada
jvioral Medicine recibimos la invitación a participar en los reunión anual se celebran conferencias conjuntas sobre tó-
. ingresos y reuniones de la American Psychosomatic Society picos de interés mutuo, y esta última es una de las entida-

C Edcoines Párimdie
las mismas condiciones que sus asociados, e igual sucede des que cofinancian los congresos internacionales anuales
ín recíproco. La confluencia total de dichas sociedades pare- de aquélla.
7 2 / Psicología de la salud

como la contribución de la psicología a la medici- Por ejemplo, no enfatiza el concepto de salud como
na conductual, y describiendo la psicología médica objetivo de intervención, se centra en una visión
como el desarrollo de «estrategias de intervención «médica» que recuerda demasiado al concepto clá-
y sistemas educacionales dirigidos a mejorar la pre- sico de enfermedad, y olvida las aportaciones de
vención, diagnóstico, tratamiento, manejo y reha- otras profesiones también participantes del cuida-
bilitación de pacientes con enfermedades físicas» do de la salud, a la vez que subordina siempre el
(Masur, 1979, p. 259). Lo cual simplemente no se nivel de actuación psicológico al médico confun-
corresponde con la realidad. diendo objeto de estudio con competencia profe-
Abonando la confusión, igualmente Bradley y sional.
Prokop (1981) han utilizado el término psicología
médica para identificar el campo de actuación que
nosotros estamos denominando como psicología Medicina conductual y psicología
de la salud. Por ejemplo, hacen esto cuando seña- de la salud
lan que la psicología médica proporciona tres con-
tribuciones únicas al marco interdisciplinar de la El mayor grado de solapamiento, y consiguien-
medicina conductual (en línea con el plantea- te confusión en el empleo de la terminología que
miento de Masur). Primera, ciertas aproximaciones describe los diferentes campos de estudio, se pro-
a la evaluación que pueden ser llevadas a cabo en duce —en especial entre los autores castellanoha-
forma más eficaz y completa por los psicólogos blantes— en el empleo de los términos medicina
médicos; por ejemplo, la evaluación de las rela- conductual y psicología de la salud como equiva-
ciones cerebro-conducta, la construcción de ins- lentes o sinónimos, lo que resulta un dramático
trumentos psicométricos y la interpretación de las error. A nuestro modo de ver, ello acontece por una
respuestas de los pacientes a estos instrumentos, y falta de rigor en la perspectiva histórica de la apari-
—cito textualmente— «el análisis funcional de la ción de ambos descriptores, por el inveterado vicio
conducta que comprende la medida de los estímu- de no acudir a las fuentes originales y, tal vez lo más
los de control abiertos y encubiertos» (p. 3). Se- importante, por la inercia generalizadora de conti-
gunda, algunas aproximaciones al tratamiento y a nuar empleando los términos tal como se hicieron
la rehabilitación que toman por exclusivas de la en origen —tanto geográfico como temporal—. Esto
psicología médica, tales como el entrenamiento en es, si bien es cierto que hasta los primeros años de
inoculación al estrés y el reentrenamiento cogniti- la década de los ochenta se emplearon ambos tér-
vo para la rehabilitación de disfunciones del siste- minos casi indistintamente para designar la nueva
ma nervioso central. Y, tercera, un papel único en ola biopsicosocial en salud, también lo es que una
las actividades de prevención y tratamiento, dado lectura atenta de sus respectivas definiciones de par-
que los psicólogos reciben entrenamiento intensi- tida, así como de los estatutos de la institución que
vo especializado en diseño experimental y esta- inició la andadura de una de ellas, la Society of Be-
dística. havioral Medicine, había permitido emplearlos con
Al margen de polémicas terminológicas, pare- mayor precisión.
ce claro que el término psicología médica posee Por ejemplo, Bayés (1985) se refería a la gran
una tradición contrària a las ideas que dieron ori- dificultad para establecer una diferenciación entre
gen al nacimiento de la psicología de la salud, una ambos descriptores en función de las publicaciones
rèmora que no puede olvidarse. Y, lo que es más que emplean uno u otro término, dado que, en la
importante a nuestro juicio, no parece un término práctica, los contenidos llegan a ser de idéntica na-
adecuado para describir todo el ámbito de actua- turaleza y extensión. Señalaba Bayés (1985), en
ción que caracteriza a la psicología de la salud, concreto, que el contenido de la revista Health Psy-

to Edcoines Párimdie
como tampoco a la conceptuación del objeto de es- chology (en tanto que publicación «oficial» del do-
tudio que en ésta se hace. Las razones son varias. minio de la psicología de la salud) no muestra, en
Delimitación conceptual de la psicología de la salud / 73

la práctica, diferencia alguna con los contenidos Weiss, 1978—), así como las desarrolladas por
presentes en revistas a su vez consideradas como Blanchard (1977), Pomerleau (1979), Ribes Iniesta
«oficiales» del dominio de la medicina conductual (1979), Matarazzo (1980), Ferguson y Taylor
(por ejemplo, Journal of Behavioral Medicine —la (1980) y Cautela (1980). Con todo, a esta riqueza
revista que señalaba este autor—, o bien Annals of paisajística aún hemos de añadir por nuestra cuen-
Behavioral Medicine, que añadiríamos nosotros), lo ta las definiciones elaboradas por Asken (1979),
que continúa siendo cierto si se revisan las publi- Wright (1979) y Stuart (1982).
caciones aparecidas en dichas revistas durante los Gentry (1982) clasificó las definiciones de me-
últimos años. Para Bayés (1985), tanto medicina dicina conductual en tres grupos que denominó
conductual como psicología de la salud son térmi- «conductual», «de Yale» y «psicológico». Dicha
nos sinónimos y describen un campo de actuación clasificación puede sernos útil como diferenciación
que «se ocupa de las relaciones entre la conducta y de fondo de los diferentes tipos de definiciones
los estados de salud y enfermedad; [de modo que] existentes. En efecto, el grupo conductual lo for-
ambas coinciden en el establecimiento defacto de man diversas definiciones que enfatizan en forma
un cambio importante en el viejo reparto de pape- especial el papel desempeñado por el Análisis de
les del modelo médico tradicional, en el que el en- la Conducta en la génesis y desarrollo de la medi-
fermo debía limitarse a adoptar una postura desva- cina conductual. Tal es el caso de Blanchard (1977)
lida, pasiva y maleable ante la suprema autoridad quien la definió como «la aplicación sistemática de
del médico; [y] ambas se ocupan tanto de la pre- los principios y tecnología de la psicología con-
vención como del tratamiento, colocan el acento en ductual al campo de la medicina, salud y enfer-
la construcción de hábitos sanos y fomentan la in- medad» (p. 2). Igualmente lo es de Ribes Iniesta
:erdisciplinariedad sistemática» (p. 43). Postura de (1979) quien establece que «la Medicina Conduc-
identificación que resulta comprensible en 1985, tual constituye la intersección de la metodología
pero difícil de sostener hoy. del Análisis Experimental de la Conducta con los
Parece conveniente, por tanto, que precisemos problemas de la investigación biomédica y su apli-
_ué se entiende por medicina conductual y lo com- cación clínica» (p.10); y de Ferguson y Taylor
paremos con el concepto y el ámbito de actuación (1980) para quienes medicina conductual es «la
de la psicología de la salud, intentando establecer aplicación sistemática del análisis conductual apli-
las diferencias y semejanzas entre ambos descrip- cado y las técnicas de terapia de conducta a los pro-
->res de manera que se eviten confusiones innece- blemas médicos» (p. 1), así como de Cautela
sarias. (1980) para quien se trata de «la aplicación de los
Páginas atrás recogíamos la que ha sido consi- principios de la conducta en la prevención, eva-
derada como definición «oficial» de medicina con- luación y tratamiento de las disfunciones orgáni-
:uctual, elaborada por los asistentes a la Confe- cas» (p. 1).
encia de la Universidad de Yale. Sin embargo, con En parecidos términos interpretan diversos au-
-r: probablemente la definición más universalmente tores la definición de medicina conductual cuando
::iada y aceptada, existen otras alternativas, algu- afirman, por ejemplo, que consiste en la sistemáti-
nas de las cuales tienen una considerable impor- ca aplicación de los principios y tecnología de la
jncia en cuanto que agrupan tras de sí a un im- modificación de conducta a las áreas de la medici-
:• rtante número de investigadores y profesionales na, la salud y la enfermedad (p. ej., Katz y Zlutnick,
ie la psicología y la medicina. 1975; Kazdin y Wilson, 1978; Knapp y Peterson,
Reig (1981) recogía hasta nueve diferentes de- 1976; Williams y Gentry, 1977); o bien que «en sín-
- :ciones de medicina conductual. Entre ellas se in- tesis [...] consiste ni más ni menos que en la apli-
. luyen las clásicas de Birk (1973) y las resultantes cación de los descubrimientos de la Psicología del
Aprendizaje al campo de la Salud» (Bayés, 1981,

CEdcionesPárimdie
_r la Conferencia de Yale (la original —Schwartz
_« Weiss, 1977—, y la reformada —Schwartz y p. 5), algo compartido también por Pérez Álvarez
7 4 / Psicología de la salud

(1990) y Trespalacios (1984) para quienes lo ca- sionales de la salud para mejorar los servicios de sa-
racterístico de la medicina conductual es que utili- lud; c) intervención para modificar la adherencia al
za los principios de la conducta o análisis de la con- tratamiento prescrito, y d) intervención para modi-
ducta y las técnicas de la terapia y modificación de ficar conductas o respuestas que constituyen facto-
conducta. res de riesgo para la enfermedad.
Aunque, bien es cierto, de las definiciones con- Las definiciones conductuales, por tanto, pre-
ductuales la más conocida y de mayor influencia ha sentan una visión de la medicina conductual como
sido la propuesta por Pomerleau (1979) y Pomer- un campo de aplicación del análisis del comporta-
leau y Brady (1979), para quienes un defecto de la miento al terreno tradicionalmente médico de la sa-
definición adoptada por la Conferencia de Yale es lud y la enfermedad. Y, si bien es cierto que las de-
la implicación de que la tecnología de intervención finiciones conductuales no entran en contradicción
en medicina conductual se deriva por igual de va- con la definición resultante de la Conferencia de
rias disciplinas reunidas bajo el término genérico de Yale, también lo es que esta última posee una «fi-
ciencias conductuales. En la opinión de estos au- losofía» distinta, en el sentido de querer presentar
tores, por ejemplo, Pomerleau (1982), si bien al- la medicina conductual como un campo interdisci-
gunas de dichas ciencias conductuales de carácter plinario general que se ocupa de la salud y la en-
descriptivo tuvieron un papel importante en la de- fermedad, más que como una disciplina concreta y
finición del contexto de la medicina conductual, no materializada en currículos formativos, profesio-
constituyeron por sí solas una condición suficiente nales y puestos de trabajo.
para el desarrollo de esta área y el rápido creci- A fuer de ser sinceros, la definición «con-
miento que ha experimentado. Antes bien, en su ductual» de medicina conductual que ofrecieron
opinión la condición necesaria fue dispuesta por la Pomerleau (1979) y Pomerleau y Brady (1979),
modificación y la terapia de conducta que propor- y que impregna el resto de los intentos de defi-
cionaron procedimientos y técnicas para cambiar nición en la misma línea revisados más arriba,
las conductas relacionadas con la salud en una «for- nos parece en realidad la definición óptima para
ma clínicamente útil», permitiendo disponer de una una psicología de la salud conductual o funcio-
tecnología eficaz. nalmente orientada; es decir, para una psicolo-
A tal fin, Pomerleau y Brady (1979) vienen a gía de la salud orientada por el paradigma del
definir medicina conductual como a) el uso clíni- Análisis de la Conducta. Con todo, resulta difí-
co de las técnicas derivadas del análisis experi- cil sustraerse a la impresión de que los autores
mental de la conducta —terapia de conducta y mo- comentados en la línea anterior no se hayan de-
dificación de conducta— para la evaluación, jado controlar por el apellido «conductual» que
prevención, control o tratamiento de la enfermedad acompaña al sustantivo «medicina» y hayan to-
física o disfunción fisiológica, y b) la realización mado ésta por una aplicación más del Análisis de
de investigación que contribuya al análisis funcio- la Conducta al campo de la medicina tradicional.
nal y comprensión de la conducta asociada con los Si su intención fue ésa, sus definiciones esta-
desórdenes médicos y los problemas en el cuida- rían desubicadas y deberían reservarse, como co-
do de la salud. mentamos antes, para la psicología de la salud
De esta forma, modificar la conducta para pre- cuyos objetivos, como veremos, sí podrían coin-
venir o tratar la enfermedad es el objetivo básico de cidir con estos planteamientos. A la medicina
la medicina conductual, y dicho objetivo se mate- conductual parecería más apropiado tenerla por
rializa en cuatro líneas de desarrollo (Pomerleau, lo que quienes la crearon contemplaron en su
1979), a saber: a) intervención para modificar una propuesta de definición, a la que nos vamos a re-
conducta abierta o respuesta fisiológica que en sí ferir a continuación.

ot Edcoines Párimdie
misma constituye un problema de salud; b) inter- Así, la Conferencia de Yale enfatizó que la me-
vención para modificar la conducta de los profe- dicina conductual debería ser definida como un es-
Delimitación conceptual de la psicología de la salud / 75

fuerzo interdisciplinar, y no como una disciplina d) factores que contribuyen a la adherencia a


específica, una aproximación teórica o una serie de los regímenes médicos e investigación sobre
técnicas, de manera que se subrayase dicha natu- las aproximaciones conductuales al abuso
raleza interdisciplinar. La definición resultante de de sustancias (adicción);
dicha conferencia fundacional, tal y como recogie- e) necesidad de distinguir entre conducta de
ron Schwartz y Weiss (1978), señalaba que la me- salud, conducta de enfermedad y conducta
dicina conductual es el campo concerniente al de- de rol de enfermo;
sarrollo de los conocimientos y técnicas en las f ) desarrollo de técnicas de diagnóstico con-
ciencias de la conducta que son relevantes para la ductual, incluyendo procedimientos de eva-
comprensión de la salud y la enfermedad físicas y luación psicofisiològica (p. ej., pruebas de
la aplicación de estos conocimientos y estas técni- estrés);
cas a la prevención, diagnóstico, tratamiento y re- g) aplicación de terapias conductuales (bio-
habilitación. feedback,, entrenamiento en relajación, téc-
En la elaboración de dicha definición, los - nicas de manejo del estrés) a los desórdenes
miembros de la Conferencia quisieron enfatizar al- físicos y la evaluación de éstos contra las
gunos aspectos de especial interés (Stone, 1982), técnicas psicoterapéuticas tradicionales;
en el sentido de a) señalar que la medicina con- h) aproximaciones conductuales a la preven-
ductual debía ser entendida como un campo de ción de la enfermedad física y la promoción
. onfluencia de esfuerzos, y no como una discipli- de la salud, incluyendo investigación inter-
na específica, de manera que se recalcara su voca- disciplinaria derivada de las teorías de la
c ion y naturaleza interdisciplinar; b) colocar el én- educación, económicas y de sistemas so-
:isis sobre el estudio de los factores de promoción ciales.
re la salud y de aquellos que contribuyen a la en-
rermedad, y c) explicar su enfoque hacia la salud En definitiva, lo que se pretende señalar desde
::sica sólo como una llamada de atención ante la este punto de vista es la emergencia de un «marco»
recesiva focalización de los científicos conduc- que pretende materializar los planteamientos teóri-
íales en el pasado sobre los problemas de la sa- cos del modelo biopsicosocial de salud en su más
jd mental. amplio sentido. Un marco de estudio en el que los
Asimismo, como un medio de organizar el con- científicos de las diferentes disciplinas que lo con-
enido básico y las subáreas que comprendería el forman pueden llegar a conceptuar su definición de
. ampo interdisciplinar de la medicina conductual el diferentes formas, trabajar en una amplia variedad
drupo de Yale elaboró una relación general de pro- de contextos y focalizarse sobre un amplio núme-
-¡emas actuales de investigación (Schwartz y ro de problemas usando una amplia variedad de téc-
•Veiss, 1978) que incluía: nicas y, con todo, reconocerse y comunicarse entre
sí por el lenguaje común que implica la aceptación
a) influencias socioculturales sobre la salud y de un mismo modelo marco (McKegney y Sch-
la enfermedad físicas, incluyendo estudios wartz, 1986).
epidemiológicos, sociológicos y antropoló- Por último, el tercer grupo de definiciones de
gicos; medicina conductual que señalaba Stone (1982), re-
b) factores psicológicos que contribuyen a la fleja aquellas posiciones que se podrían ubicar más
salud/enfermedad física, incluyendo estu- acertadamente bajo el término de psicología mé-
dios de psicología social, personalidad y dica, tal como lo hemos revisado anteriormen-
psicofisiológicos que investiguen el estrés te. Entre los autores de esta línea de pensamiento
social, conductual y emocional y sus con- —poco importante y poco extendido en la actuali-
dad—, Asken ( 1979) definió medicina conductual

C Edcoines Párimdie
secuencias;
c) el estudio del dolor y su regulación; como «el estudio de las reacciones psicológicas que
7 6 / Psicología de la salud

ocurren secundariamente o como el resultado de la la salud quedaría reservado para referirse a la es-
enfermedad física y su tratamiento», mientras que pecialidad que representa el papel de la psicología
Wright (1979) lo hizo como «un área relativamente como ciencia y profesión en el dominio de la me-
nueva de subespecialidad identificada por una va- dicina conductual. Algo sobre lo cual volveremos
riedad de etiquetas que incluyen psicología pediá- brevemente al final del presente capítulo y a modo
trica, médica o del cuidado de la salud». Las sal- de conclusión.
vedades que podemos hacer a estos planteamientos
reproducirían las expresadas al comentar la psico-
logía médica. El conjunto educación
Por tanto, y para retomar el origen de estas lí- para la salud/medicina preventiva/salud
neas, el contraste entre medicina conductual y psi- pública y la psicología de la salud
cología de la salud arrojará resultados diferentes se-
gún el punto de vista que adoptemos de entre los La educación sanitaria o educación para la sa-
anteriormente revisados. El punto de vista repre- lud ha precedido en su aparición a la psicología de
sentado por las definiciones «conductuales» de me- la salud y es tenida por una especialidad, pertene-
dicina conductual nos llevaría, en realidad, al sola- ciente al ámbito de la medicina preventiva y la sa-
pamiento casi completo entre ésta y la psicología lud pública, de modo que con cierta frecuencia, las
de la salud. Bien es cierto, sin embargo, que estos reticencias a aceptar la psicología de la salud por
posicionamientos más radicales han ido diluyén- parte del estamento médico, se basan en la existen-
dose conforme los investigadores y profesionales cia de aquella especialidad para sostener que nues-
vinculados al análisis del comportamiento han ido tra disciplina, en realidad, no supone ninguna no-
aceptando el matiz que separa ambos descriptores vedad de carácter trascendente, en el sentido de que
y delimitando su trabajo o investigación dentro de su objeto de estudio ya es atendido por las men-
la psicología de la salud como especialidad, con- cionadas especialidades de las ciencias de la salud.
cretando tal encaje en la manera que expondremos Si acaso, se aceptaría desde dicho punto de vista la
a modo de conclusión. necesidad de que la educación para la salud reco-
Mientras, el punto de vista representado por la giera los conocimientos derivados de la práctica
definición interdisciplinaria del grupo de Yale ha psicológica y los incorporara a su cuerpo discipli-
terminado por imponerse, en particular porque per- nario. En fin, un problema de competencias profe-
mite ubicar la psicología de la salud como la apor- sionales y disciplinarias de difícil compostura, y
tación específica de la disciplina de la psicología a que nos recuerda el mantenido entre psicología clí-
la interdisciplinaria medicina conductual. Así, psi- nica y psiquiatría.
cología de la salud sería entendida como una rama Una vez llegados aquí es fácil suponer que no
o especialidad de la psicología, y en su definición podemos aceptar subsumir ni la propia psicología
no cabe énfasis alguno sobre naturaleza interdisci- de la salud ni sus contenidos a la medicina preven-
plinaria que, sin embargo, es la sustancia defini- tiva y la salud pública, la educación sanitaria o edu-
cional de la medicina conductual. El término me- cación para la salud, y ni tan siquiera a una educa-
dicina conductual quedaría reservado para referirse ción sanitaria nueva reformada y ampliada . La 3

a un campo interdisciplinario de indagación cien- razón fundamental es que, en realidad, el área de


tífica, educación y práctica acerca de la salud y la actuación de la educación sanitaria, por centrarnos
enfermedad, mientras que el término psicología de en la que mantiene más elementos en común, cu-

Como es el caso, por ejemplo, de las propuestas de los re- más amplia promoción de la salud, todos los planteamien-

to Edcoines Párimdie
3

novadores que desde dentro de la propia medicina intentan aca- tos surgidos desde la medicina conductual y la psicología de la
parar para una «nueva educación para la salud» inmersa en una salud.
Delimitación conceptual de la psicología de la salud / 77

bre sólo una parte del objeto de estudio de la psi- 3. Educación para el autocuidado. Cuyo ob-
cología de la salud y, además, lo suele hacer desde jetivo es predisponer y capacitar a indivi-
unos posicionamientos metodológicos bien distin- duos o grupos (que no necesariamente han
tos a los que inspiran toda la corriente que ha de- de ser pacientes) para tareas de detección,
sembocado en la psicología de la salud. La educa- manejo y control de sus propias necesida-
ción sanitaria toma sus raíces de la pedagogía, el des de cuidado de la salud. Difiere de la
trabajo social y la didáctica del trabajo en enfer- educación para la salud sólo en el sentido de
mería comunitaria. Lo que parece lógico, teniendo que se refiere específicamente a la adquisi-
en cuenta que se trata de disciplinas tradicional- ción de habilidades por parte de los usuarios
mente representadas en los currículos de enferme- que tradicionalmente han desarrollado los
ría, mientras que resulta más difícil encontrar la psi- profesionales.
cología de la salud y el análisis de la conducta entre 4. Educación para la salud en contextos edu-
las disciplinas formativas de la enfermería, siendo cativos. Actividades llevadas a cabo por
esta profesión la que con mayor ahínco se está de- educadores y profesores en contextos edu-
dicando a estas nuevas fronteras de la práctica de cativos preescolares, escolares y de ense-
-alud comunitaria; no obstante, desde su propia óp- ñanza media y superior, con el objetivo de
tica y dentro del amplio marco de la medicina pre- desarrollar la motivación y las habilidades
ventiva y la salud pública (p. ej., Green, 1986; Last, requeridas para afrontar los desafíos contra
1986; OMS, 1986; Vaquero, 1992). la salud y construir las bases del conoci-
La educación sanitaria tradicional ha sido cali- miento requerido para la comprensión de su
ficada como una actividad demasiado estrecha en papel en el mantenimiento de su propia sa-
-u concepto y demasiado blanda en sus métodos lud. Las mismas actuaciones pueden ser de-
i Green, 1986), proponiéndose en su lugar una nue- sarrolladas en otros contextos organizados,
. a educación para la salud que globalmente abar- como, por ejemplo, el laboral.
.aría hasta cinco diferentes, pero complementarios, 5. Promoción de la salud. Entendida como
::pos de actuaciones, una de las cuales —la más ge- cualquier combinación de educación para la
neral— continuaría siendo caracterizada por el tér- salud y apoyos o ayudas ambientales, eco-
mino genérico, mientras que las demás serían de- nómicos y organizacionales para lograr la
nominadas con descriptores parciales. Dichos tipos promoción de conductas que lleven a la sa-
ae actuaciones serían, según Grenn (1986), las si- lud. Se dirige a la población en general y no
guientes: sólo a los grupos de riesgo. A nivel de un
país, la estrategia de promoción de la salud
1. Educación para la salud. Cualquier combi- se estima que debe incluir tres componen-
nación de experiencias de aprendizaje di- tes: promoción de la salud dirigida a las
señadas para predisponer, capacitar y refor- conductas relacionadas con la salud, pro-
zar adaptaciones voluntarias de la conducta tección de la salud relacionada con causas
individual o colectiva que conduzcan a la ambientales y servicios preventivos de salud
salud. dirigidos a la organización de recursos y
2. Educación del paciente. Iniciada por los servicios médicos.
profesionales de la salud con el objetivo de
fortalecer la motivación y la capacidad de Fácilmente puede deducirse que este plantea-
los pacientes para cumplir con el trata- miento se solapa completamente con el ofrecido por
miento prescrito, el régimen de autocuida- la psicología de la salud, si bien adolece de la am-
do establecido o para prepararles de cara a plitud suficiente como para cubrir todos los campos

C Edcoines Párimdie
intervenciones quirúrgicas, períodos de hos- de actuación de ésta, y desde luego de investiga-
pitalización o de rehabilitación. ción, de modo que no cabe pensar que la educación
7 8 / Psicología de la salud

sanitaria o educación para la salud pueda sustituir que propondremos al final de este libro, se inclu-
a la psicología de la salud. Ya hemos mencionado, ye la promoción de la salud como área de inter-
además, las diferentes raíces y naturaleza de sus vención que persigue el mantenimiento y mejora
conceptuaciones sobre el comportamiento humano de la salud y la prevención primaria de la enfer-
y la práctica en intervención en promoción de la sa- medad, de modo que incorpora la educación
lud y prevención de la enfermedad, con la educa- para la salud como una de sus estrategias de inter-
ción para la salud resultando de un maltrecho com- vención, y las distinciones que planteaba Green
positum formado por la adición ecléctica de (1986) pueden considerarse, simplemente, como
metodologías y técnicas tomadas de la pedagogía, diferentes niveles de actuación que requieren
la didáctica, la sociología, la psicología en todos sus abordajes específicos, en función de que los suje-
paradigmas y la psiquiatría . 4 tos o los contextos a los que van dirigidos tengan
Teniendo en cuenta que el término educación características distintivas.
para la salud está muy afianzado en el ámbito o
sistema de la asistencia sanitaria pública, y que
dispone de miles de profesionales en cada país dis- Psicología clínica y psicología de la salud
puestos y empeñados en que lo siga estando, no
parece fructífero a los intereses de la psicología de Hasta aquí hemos intentado delimitar concep-
la salud mantener una polémica importante sobre tualmente la psicología de la salud respecto de sus
la corrección en el sustantivo que identifique a esta competidores históricos más inmediatos y pretéri-
área de actuación, mientras que sí deberían reser- tos. Para completar este intento de ubicación de la
varse las energías para intentar demostrar que las psicología de la salud, deben hacerse otras distin-
propuestas de actuación surgidas del terreno de ciones a la luz de ciertos posicionamientos que pre-
la psicología de la salud y que tienen por objeto tenden negarle, no tanto su certificado de naci-
«la educación para la salud», desde la población miento como su asentamiento en el registro de
en general hasta todos y cada uno de los grupos especialidades vivas y su carta de naturaleza disci-
específicos de riesgo y pacientes individuales, plinar, en tanto sostienen que ésta no es sino parte
resultan más eficaces que la mera estrategia de indivisible de otras disciplinas o especialidades pre-
información y consejo que ha caracterizado y viamente instaladas que pueden ocuparse de su ám-
continúa caracterizando la educación sanitaria clá- bito de estudio con todas las garantías. Desde estos
sica. puntos de vista (¿para qué «crear» una nueva es-
Se podría considerar, por tanto, que la psicolo- pecialidad si las ya existentes en el país científico
gía de la salud incluye dentro de su ámbito de ac- de la Psicología pueden ocuparse de su quehacer?),
tuación el de la educación para la salud en todos si bien no se niega la aparición de nuevas necesi-
aquellos aspectos que pertenezcan al dominio de la dades que afrontar como consecuencia del análisis
psicología, esto es, el comportamiento humano en panorámico del ámbito de la salud y la enfermedad
todas sus facetas y vertientes. Por ello, entre las con que comenzamos este proyecto, también es
áreas de intervención de la psicología de la salud cierto que se propone su cobertura desde lo ya exis-

4 Más parece que estemos ante un intento agónico, aunque cina preventiva encuentran que parte del discurso de los «nue-
viable, de supervivencia por parte de la educación sanitaria. Por vos tiempos» recogen su actividad más deseada y sus anhelos
otro lado, la medicina preventiva y la salud pública, hasta fechas reprimidos por largo tiempo (por fin la sociedad ha caído en la
bien recientes, han sido ramas de la medicina y de la asistencia cuenta de que esta actividad es fundamental, de modo que ha-
sanitaria poco valoradas e injustamente tratadas durante déca- brá medios y atención disponibles, vendría a ser el resumen de
das, frente al avance imparable de las especialidades «duras» que la crónica). Pero, una vez más, no estamos procurando que los
forman el Olimpo de la medicina. Con el cambio de panorama árboles —por venerables y frondosos que parezcan— no nos im-

to Edcoines Párimdie
en la concepción biopsicosocial de la salud, parece haber llega- pidan ver el bosque.
do «su tiempo», de modo que la educación sanitaria y la medi-
Delimitación conceptual de la psicología de la salud / 79

tente, en concreto desde la psicología clínica, sin especialidad. Pero este argumento de Miller, cen-
menoscabo de que tal extensión o absorción pro- trado en las diferencias y semejanzas entre salud
longue la disciplina más allá de sus límites reco- física/salud mental, es muy probable que escanda-
nocidos, tradicionales y respetados, convirtiéndola lice si no se distingue entre el dualismo como po-
poco menos que en un miniuniverso de estudio e in- sicionamiento epistemológico y la diferenciación
tervención. por motivos prácticos —de especialización— de las
Por ello, en este apartado intentaremos delimi- diversas clases de malestares que el ser humano
tar la psicología de la salud respecto de la psicolo- puede llegar a sufrir.
gía clínica. Y, para ello, seguiremos la línea de ar- Es nuestra opinión que las diferencias entre psi-
gumentación ya expuesta en detalle recientemente cología de la salud y psicología clínica no son sino
en Gil Roales-Nieto y Luciano (1996), acorde con objeto de una disputa taxonómica cuyas repercu-
la planteada por otros autores (p. ej., Fierro, 1988; siones, a lo sumo, deben dirimirse centrando el de-
Pelechano, 1996b, c; Pérez Alvarez, 1991), y dis- bate sobre su propia naturaleza, procurando no so-
corde con otras líneas de argumentación que dis- breañadirle calado que no le corresponde, y con el
curren en contrario (p. ej., Belloch, 1996; Blanco reconocimiento mutuo presente de que cualquier di-
Picabia, 1996; Botella, 1996; Echeburúa, 1993, visión del conocimiento es necesariamente arbitra-
1996). Sin embargo, como premisa de partida en- ria, por lo que las razones de conveniencia y opor-
tendemos que la discusión, si viene al caso y resulta tunidad cobran una singular relevancia a la hora de
necesaria, debe mantenerse entre subdisciplinas y precisar el catálogo de las ciencias y sus especiali-
especialidades de la Psicología como tronco común dades.
un argumento que ya se encuentra sustanciado en La psicología clínica ya existía cuando la psi-
Pelechano, 1996b, p., 170-171). Esto es, cabe ar- cología de la salud se perfiló en el horizonte, y cu-
gumentar si la psicología clínica engloba o no a la bría parte del espectro de fenómenos que ahora cu-
je la salud o si ésta debe ser una especialidad in- bre esta última. Bien es cierto que la falta de un
dependiente . 5
modelo marco de salud/enfermedad y el escaso de-
Miller (1983) ha circunscrito el ámbito de rela- sarrollo de las disciplinas que han dado lugar a la
ción entre psicología de la salud y psicología clí- nueva perspectiva sobre la salud limitaron el abor-
nica al hecho de que «existen muchas interrelacio- daje de la psicología clínica sobre el tratamiento de
nes entre salud física y salud mental» (p. 13), de los «problemas médicos», pero no podía ser de otra
manera que parecería conveniente que quienes tra- manera. Interesa centrarse más, por tanto, en las po-
rajen como psicólogos de la salud posean un co- sibles relaciones y cooperaciones entre ambas dis-
nocimiento considerable en psicología clínica, aun ciplinas que en su confrontación.
. uando el propio autor sentencie que ello no es óbi- La psicología clínica tiene que ver, fundamen-
_e para que la psicología de la salud exija tales re- talmente y como su propio calificativo indica, con
quisitos particulares de conocimiento y habilidades clínica; esto es, con anormalidad, sufrimiento, en-
cue deba ser considerada un campo de conoci- fermedad, molestia, alteración o como quiera de-
-.íento e intervención en busca de su conversión en nominarse a aquellos fenómenos, vivencias o sen-

5 En cualquier caso, y sirva esto como preludio preventivo a téril), si los límites de la Psicología frente a otros competidores
^ discusión, la necesidad de una delimitación entre psicologías cercanos no están definitiva y firmemente establecidos, ni cientí-
; nica y de la salud, y la consiguiente falta de acuerdo en la so- fica y socialmente aceptados, parece difícil que podamos esperar,
f i ó n final, no tienen por qué mover a escándalo o sorpresa. Que- y exagerado que podamos exigir, que las distintas subdisciplinas
-;mos decir, si el concepto de «lo psicológico» aún no está del de la Psicología tengan resueltos entre sí y con otros los dilemas
do claro, si un modelo único de Psicología aún no está dispo- y conflictos de competencias que la casa matriz aún mantiene

C Edcoines Párimdie
- ble, o mejor, si coexisten varios modelos irreconciliables hasta abiertos. Así, por ejemplo, no es diferente el debate total entre psi-
; momento (el eclecticismo es otra cosa, y es científicamente es- cologías clínica y de la salud, de competencia y competición.
8 0 / Psicología de la salud

saciones de los cuales los seres humanos desean li- con desasosiego el nacimiento de una disciplina sin
brarse, porque les hacen sufrir o hacen sufrir a ataduras históricas que la circunscriban a dicoto-
otros. Es, pues, por definición, una disciplina apli- mías históricas, es decir, no prisionera de sus pro-
cada de la que hoy coexisten numerosas versiones pias señas de identidad. Por duro que parezca, la re-
en las que el objeto de estudio puede ser el trata- fundación de la psicología clínica es lo que algún
miento de la enfermedad mental o psíquica, de la autor ha llegado a aconsejar (Pelechano, 1996a,
conducta anormal o de los procesos cognitivos al- p. 187), como algo necesario a la luz de los nuevos
terados, dependiendo de la versión. acontecimientos.
Existen, pues, casi tantas versiones de psicología Tal desasosiego, con todo, no nos parece justi-
clínica como opciones metodológicas se disputan ficado, y las razones de ello irán apareciendo a lo
hoy la supremacía en la explicación de los fenó- largo de esta discusión, pero podría avanzarse un
menos psicológicos. Así, se puede hacer psicología extracto: la distribución del conocimiento básico y
clínica desde una perspectiva psicodinámica (psi- aplicado en subdisciplinas y especialidades prove-
coanálisis y sus respectivas versiones), fenomeno- nientes de una disciplina matriz no tiene por qué es-
lógica (a veces mal caricaturizada como «clásica» tar sometido al corsé de los postulados básicos cen-
o psiquiátrica), conductual (análisis de conducta trales de dicha matriz. En resumen, no resulta
aplicado al contexto de la conducta anormal), o contradictorio aceptar el holismo en salud y enfer-
cognitiva. De modo que tal vez la premisa sea es- medad y mantener la necesidad de una psicología
tablecer de qué tipo de psicología clínica estamos clínica y otra de la salud autónomas, que no inde-
hablando y, por extensión, a qué tipo de psicología pendientes, que participando de la misma episte-
de la salud nos queremos referir. Ni la una ni la otra mología respondan a necesidades técnicas, cuales
existen en el vacío, y cuando se arguye que la pri- son, por ejemplo, la especificidad de los problemas
mera engloba a la segunda, es posible que entre los que tratan y sus particularidades.
propios proponentes existan diferencias en su con- En la actualidad, psicología clínica ha sido en-
cepción de la disciplina y estén hablando de psico- tendida como una disciplina y como una profesión.
logías clínicas algo distintas entre sí. En cualquier Bellack y Hersen (1980) la han definido como «una
caso, si bien la psicología de la salud se ha vincu- ciencia aplicada en la que se emplean los principios
lado en origen a las versiones conductuales de la de la psicología para comprender y ayudar a resol-
clínica, en estos momentos la complejidad alcan- ver los problemas humanos» (p. 4). Por otro lado,
zada ya permite vislumbrar un panorama de idén- como profesión, la psicología tiene mucho que
tica variedad al resto de las especialidades psicoló- agradecer a los psicólogos clínicos, ya que luchan-
gicas. do por escapar al papel de pseudoprofesionales a
Pero, en cualquier caso, la psicología clínica gira que les tenía sometidos la profesión médica en ge-
siempre en torno al concepto de anormalidad, y por neral y la psiquiatría en particular, y logrando con-
ello, es lógico que cuando dicho concepto entra solidar un grado de respeto social por su quehacer
en crisis, ella se vea salpicada. Queremos decir y naturaleza disciplinar han trasladado, por gene-
que esta disciplina, clásicamente entendida, se sos- ralización, parte de su éxito a la psicología en ge-
tiene si se sostienen las dicotomías conducta nor- neral.
mal/anormal, salud piental/salud física, enfermedad La nueva conceptuación del fenómeno salud/en-
mental/orgánica, enfermedad mental/salud mental. fermedad y la nueva consideración del concepto de
Pero deberá plantearse su propia existencia si di- salud necesariamente deben ser tenidos en cuenta
chos conceptos dicotómicos cambian en favor de a la hora de contrastar psicología clínica con psi-
otros unitarios, interactivos y de continuidad. cología de la salud. Es por esto, y por el nuevo én-
Si el concepto de salud y enfermedad cambia, si fasis en la prevención y la promoción de la salud

to Edcoines Párimdie
ahora caminamos hacia el holismo huyendo del más allá del contexto individuo (marco preferencial
dualismo, es normal que la psicología clínica vea de referencia de la psicología clínica) que obliga a
Delimitación conceptual de la psicología de la salud / 81

incluir la comunidad como marco de intervención, lud es un término que describe bien la actividad que
es otra razón para que se haya podido poner en duda predica y claramente delimitado del más clásico,
que la psicología clínica sea el marco de referencia aunque totalmente vivo y necesario, de Psicología
técnicamente adecuado para todos los tipos de in- clínica.
tervenciones posibles. Así, por ejemplo. Fierro Críticas a la idea de psicología de la salud han
11988) ha entendido que la psicología clínica se ve sido expresadas por varios autores (p. ej., Belloch,
claramente desbordada por las nuevas concepciones 1996; Blanco, 1996; Botella, 1996; Botella. Ibáñez
y prácticas derivadas del contexto de salud, apos- y Martínez, 1987; Echeburúa, 1993, 1996). Críticas
tando por la denominación de psicología de la sa- todas coincidentes en señalar que la psicología clí-
lud como mejor exponente del nuevo modo de en- nica se basta para cubrir el actual campo anuncia-
frentarse a la salud como objeto de estudio desde do como propio por la psicología de la salud, ar-
una perspectiva individual y comunitaria, aunque gumento ya debatido y explícita o implícitamente
también continúa considerando apropiado mantener rebatido en otros lugares (p. ej., Gil Roales-Nieto
el nombre de psicología clínica para rotular aque- y Ayllon, 1991; Gil Roales-Nieto y Luciano, 1996;
jas intervenciones cuyo objeto principal lo consti- Ortiz, 1994; Pelechano, 1996b, c; Pérez Álvarez,
tuya el individuo. 1991). Las críticas fundamentales a la psicología de
Con todo, las espadas dialécticas siguen y se- la salud como disciplina pueden agruparse en cua-
guirán en alto, no tanto en el ámbito académico tro clases de argumentos que trataremos indivi-
anglosajón que parece haber aceptado casi por una- dualmente.
nimidad la división entendiéndola como creci-
6
La primera crítica señala que la aparición de la
miento, sino más en el contexto europeo, más reti- psicología de la salud ha sido catalogada como un
_ente a la mutación adaptativa, menos dispuesto a simple cambio de nombre, al entender que la psi-
a reforma inmediata y dinámica, más defensor de cología, al reflejo de la medicina, una vez encau-
as tradiciones y lo ya «consolidado», más teme- zado el control de la enfermedad, se preocupa como
- ^ o o prudente ante el cambio, en definitiva. Y la aquélla de la prevención, pero tal transición no
mejor prueba de que la polémica está viva es la re- puede ser entendida como un resultado de madu-
: tente publicación en nuestro país de la monogra- ración disciplinar (p. ej., Blanco, 1996). Diversas
fía al caso dirigida por Pelechano (1996a), y en la consideraciones cabe hacerse contra el anterior ar-
q ue varios autores han expresado sus puntos de vis- gumento. En primer lugar, no se trata de un cam-
ta al respecto. Las líneas que siguen harán refe- bio de nombre, en tanto la propuesta de la psicolo-
-encia a la polémica mantenida en el citado foro. gía de la salud no es reemplazar a la psicología
Básicamente, ¿qué razones se argumentan para ne- clínica, exceptuando alguna propuesta aislada en
gar la necesidad de la psicología de la salud como dicho sentido (p. ej., Reig, 1985). Por otro lado, pa-
disciplina y subsumirla a la clínica? De todas las rece demasiado aventurar que la psicología (clíni-
r^sturas coincidentes analizaremos con algún de- ca) haya encauzado ya el control de las «enferme-
talle los argumentos aportados más recientemente dades» (por los trastornos de conducta). Cierto que
t>:>r algunos autores críticos con la psicología de la en algunos casos esto es así, pero el balance es
salud, acompañado de los comentarios y contra- abrumador a favor de las incógnitas sobre el trata-
-éplicas que dichos análisis han provocado en miento eficaz de la mayor parte de las alteraciones
tros autores, partidarios de que psicología de la sa- conductuales, por lo que la tarea de la psicología

Una notoria, pero anecdótica, excepción a esta regla seria la mediata, con una representación testimonial en el panorama cien-
rremonitoria» y «certera» consideración de M. Mahoney sobre tífico-psicológico y sin futuro profesional ni científico, opiniones

CEdcionesPárimdie
a Tocología de la salud como algo con un valor estrictamente tes- vertidas en una discusión informal sobre el tópico con el profesor
- ~nnial, poco más que una sociología médica sin viabilidad in- Vicente Pelechano, y que él mismo recoge (Pelechano. 1996c).
8 2 / Psicología de la salud

clínica es titánica de cara al futuro (con la pers- A nuestro modo de ver, lo que la fundamentación
pectiva de una sociedad cada vez más psicopatolo- conceptual define es la posición de la psicología
gizante por la irreparable pérdida de los mecanis- respecto a las demás ciencias y, dentro de sí, la elec-
mos tradicionales de adaptación y apoyo social y un ción entre las varias «psicologías» posibles (analí-
cada vez mayor desvalimiento personal). La apari- tico-funcional, cognitiva, dinámica, humanista, ges-
ción del descriptor psicología de la salud no debe táltica...), que a su vez generarán su propia línea
tomarse, pues, como una operación cosmética o de de productos en forma de especialidades (p. ej., la
marketing, y sí como la consecuencia de la madu- psicología educativa se puede abordar desde va-
ración disciplinar que se niega, proceso que hemos rias fundamentaciones conceptuales y resultará en
descrito a lo largo del primer capítulo. No podemos tantas formas de hacer psicología en el contexto
olvidar que hace tan sólo cuarenta años se mante- educación como modelos existan, pero el contexto
nían al margen del juego psicológico la actividad —que delimita los objetivos y marco de actuación
del SNA y la del sistema inmunológico, por citar de la especialidad— no cambia y continúa siendo
sólo dos ejemplos de hallazgos que han obligado a el estudio y la intervención en el proceso institu-
madurar la concepción del papel y naturaleza del cionalizado de enseñanza). Diferentes fundamenta-
comportamiento y su interacción con el funciona- ciones conceptuales pueden llegar a producir dife-
miento orgánico. rentes objetivos para una especialidad, pero parece
El segundo tipo de críticas argumentan que la más probable que lo que produzcan sean distintas
psicología de la salud adolece de una correcta fun- formas de conseguir parecidos objetivos y distintas
damentación conceptual [...] por ejemplo, en tan- formas de explicar lo conseguido y el proceso res-
to están por definir sus objetivos y operacionalizar ponsable. La psicología de la salud, por tanto, goza
qué se entiende por salud (p. ej., Belloch, 1996). de la misma fundamentación conceptual que la psi-
Aceptando que todo o parte de esto pueda ser cier- cología con los matices sobredimensionados que su
to, a nuestro modo de ver, la fundamentación con- dedicación a la salud requieran, pero nada más. No
ceptual de base no parece un requisito imprescin- cabe señalar la necesidad de que la psicología de la
dible para la creación de especialidades o campos salud adolezca de fundamentación conceptual a me-
de actuación de la psicología definidos por los con- nos que tal falta se extienda a la psicología como
textos de aplicación y ciertos requisitos específicos casa matriz. En nuestra opinión, lo que la psicolo-
del objeto particular de estudio. Las psicologías de gía de la salud y cualquier otra especialidad psico-
la educación, del trabajo, comunitaria, clínica, et- lógica necesita es una fundamentación contextual.
cétera, no necesitan distinta fundamentación con- Y creemos que la correspondiente a la psicología de
ceptual que la propia de la Psicología como sus- la salud está sobradamente contrastada.
tantivo al que van calificando. No suponen la En tercer lugar, se ha denunciado reiterada-
necesidad de diferentes conceptos básicos, o leyes mente que la institucionalización de la psicología
o principios, que no sean los propios de la natura- de la salud supone el fomento del dualismo cuer-
leza humana en su parte psicológica. Sí suponen po/psique, si no en la teoría sien la práctica (p. ej.,
campos específicos de actuación en los que dichas Echeburúa, 1993, 1996), o bien supone la separa-
leyes pueden adquirir una especial relevancia en al- ción tajante entre enfermedades físicas y mentales
gunos de sus aspeaos, o incluso responden a de- (p. ej., Belloch, 1996), o que la psicología de la sa-
mandas sociales en cierto modo agobiantes (ver, al lud no supera la dicotomía mente-cuerpo (p. ej.,
respecto, la argumentación de Pelechano, 1996b, Belloch, 1996; Botella, 1996). De principio, no po-
pp„ 170-171). demos negar que esto pueda ser así . Sin embargo,
7

to Edcoines Párimdie
7La decisión de The Society of Behavioral Medicine de hecho que han contestado un buen grupo de sus miembros,
nombrar a su segunda revista como Mind/Body Medicine, podría ser un reflejo de estas tendencias expuestas por estos
Delimitación conceptual de la psicología de la salud / 83

se puede estar confundiendo dualismo con dife- s aquélla o cualquiera de éstas puedan tener un efec-
rencia y composición. Una cosa es sostener que to de afianzamiento, por deducción, de la cultura
cuerpo y mente sean dos esencias de naturaleza dis- dualista. Ahora bien, si la psicología de la salud (o
tinta y contraria y estén regidas por leyes y princi- la clínica o cualquier otra) parte de un «modelo de
pios distintos como hace el dualismo, y otra cosa funcionamiento científico-psicológico en el que,
es sostener que cuerpo y mente (o comportamien- pese al reconocimiento de la pluralidad y la com-
to) sean dos diferentes componentes de una misma plejidad, se defiende que no todas las variables ni
unidad existencial, esencialmente integral e inse- tipos de variables desempeñan el mismo papel en
parable como es el ser humano, y que compartan todas las ocasiones» (Pelechano, 1996b, p., 190),
leyes comunes y se diferencien en otras específicas. estaría funcionando bajo un prisma integrador nada
Aceptar las diferencias entre los componentes de dualista y, si se quiere, biopsicosocial, sin necesi-
.tna unidad no tiene por qué resultar en dualismo, dad de mayores filigranas teóricas.
\ la psicología de la salud, al igual que la psicolo- Por último, también ha sido unánime la denun-
gía clínica (al menos la inspirada en el modelo o cia de que la psicología de la salud se ocupa de la
aproximación análítico-funcional), no tienen por enfermedad en vez de la salud (p. ej., Blanco,
_ué fomentar el dualismo simplemente por recor- 1996; Botella, 1996; Echeburúa, 1993, 1996), yeso
tar preferentemente sus objetivos a uno de los com- lo puede hacer mejor la psicología clínica (p. ej.,
ponentes (algo que tampoco se hace en el momen- Echeburúa, 1993, 1996). Literalmente tomada, esta
to en que se conceptúa a partir de interacciones). crítica es cierta, pero no tiene por qué afectar a la
Defender la psicología de la salud no creemos naturaleza o razón de ser de la psicología de la sa-
_ue deba vincularse a defender o promocionar el lud. La crítica es rigurosamente cierta, pero su va-
dualismo, como defender su dilución en la psico- loración y las conclusiones que de ella se extraen
)gía clínica tampoco debe vincularse a perseguir no nos parecen adecuadas, porque se confunde una
el dualismo. El comportamiento está regido por le- respuesta de adaptación a la dificultad diferencial
es y principios que operan directamente sobre él de las diversas tareas de la psicología de la salud,
•. a su través, sobre todo lo que con él interaccio- con una justificación que redunda en su descalifi-
aa. y que son de por sí diferentes de otras leyes y cación. Por decirlo de algún modo, también la psi-
rnncipios que operan directamente sobre las mo- cología clínica se ha ocupado más de ciertos fenó-
eculas, células, tejidos, órganos y sistemas del or- menos entre todos los posibles por razones de
ganismo y, a su través, sobre todo lo que con ellos accesibilidad, frecuencia, complejidad o demanda
-.teracciona. Que se da la afectación recíproca de social. Pero de ahí no puede justificarse que como
- diferentes componentes parece ya fuera de toda la psicología clínica se ocupa preferencialmente de
:ada. pero también que para que dicha reciproci- ciertos fenómenos y tiene menos ocupados otros
dad se produzca, la afectación ha de vehicularse a (curiosamente aquellos menos accesibles por estar
• ¡vés de uno de los componentes . A nuestro jui-
9 en manos de otras profesiones), estos últimos de-
. 10 parece difícil encasillar dentro del dualismo no ben pasar a ser objeto de estudio único de aquellas
«ólo a la psicología de la salud, sino a la mayoría profesiones que ahora los ocupan por razones his-
:e las psicologías actuales. Otra cuestión es que tóricas. Y por demás, ¿qué decir del histórico aban-

mt 'res, pero también es cierto que caben explicaciones es- 9 Con todo, el dualismo cartesiano tampoco negó de raíz la
-s:égicas, al menos para esta decisión que comentamos, afectación mutua, porque su postulado central sobrepasa estos
- en diferentes al deseo de mantener la dicotomía mente/ detalles, y hace referencia a la esencia o naturaleza de los dos
rjerpo. componentes que forman el ser humano (físico, finito, mortal el
' Para tomar la acepción adecuada: doctrina filosófica que uno, insustancial, inmortal, eviterno el otro), pero ésa es otra

CEdcionesPárimdie
: p ica el origen y naturaleza del universo por la acción de dos cuestión.
esencias o principios diversos y contrarios.
84 / Psicología de la salud

dono de la «salud mental» por la psicología clíni- por otros autores (Gil Roales-Nieto y Luciano,
ca? ¿Cuántos psicólogos clínicos e investigadores 1996; Pelechano, 1996b; Pérez Álvarez, 1991)
de la psicología clínica actual siguen comprometi- también presentes a lo largo de estas páginas, no
dos con la prevención y la promoción de la salud nos parece que sea el de la psicología clínica el ám-
mental, caso aparte de la efervescencia pasajera que bito de actuación adecuado para enseñar a discri-
se produjo en los años sesenta y setenta? minar su nivel de glucosa en sangre a un diabético,
Hay razones suficientes para explicar por qué ayudar a cumplir con su régimen a un hipertenso,
las disciplinas caen en sesgos particulares de aten- o a cambiar sus pautas de vida a un postinfartado.
ción a ciertos objetivos y menor dedicación a Y puede que tampoco lo sea para ayudar a discri-
otros. Para el caso de la psicología de la salud minar las señales indicadoras de una crisis o ataque
aquéllas son más que obvias. La demanda de aten- a un paciente epiléptico, ni a vencer sus molestias
ción a la enfermedad es mayor y la motivación que a un individuo con dolor crónico de espalda. Aun-
provoca el dolor y el sufrimiento actúan como efi- que para ello se empleen técnicas y procedimien-
caz acicate, abriendo puertas institucionales y po- tos comunes (que no exclusivos) a la psicología clí-
sibilitando cooperaciones con otras disciplinas y nica. Por lo demás, la salud no es una categoría
profesiones que se enfrentan a problemas sin so- absoluta, algo que se puede tener o no tener de una
lución satisfactoria desde sus perspectivas. Y nada manera excluyente y total. En el paciente diabéti-
de ello es comparable con la motivación reglada co antes mencionado, si ninguno de sus repertorios
que subyace al interés por la promoción de la sa- puede ser considerado como conducta anormal por
lud. Todo ello redunda en un mayor apoyo social ninguno de los sistemas de evaluación y clasifica-
al trabajo con diabéticos, fumadores, enfermos ción al uso en la psicología clínica, no puede llegar
cardíacos o víctimas del sida, que a la prevención a ser considerado, bajo ningún pretexto, como ob-
de la salud bucodental o a la adquisición de hábi- jetivo de intervención de la psicología clínica, con
tos saludables de alimentación. el efecto «etiquetador» que ello conlleva. Pero si
Comparadas con las intervenciones en salud, las restringimos la psicología de la salud a la inter-
intervenciones en enfermedad se ven poderosa- vención en promoción de la salud y prevención de
mente justificadas por la inmediatez de sus resul- la enfermedad (en definitiva a la actuación sobre in-
tados, a la vez que son más baratas (por supuesto dividuos «sanos») como se propone, tampoco sería
no a largo plazo y en una dimensión social), y ade- objetivo de intervención para ésta en tanto se trata
más tienen mayor proyección profesional al ser sus- de un enfermo que necesita ayuda para combatir su
ceptibles de práctica profesional liberal. Mientras, enfermedad endocrina crónica, entonces ¿qué es-
el trabajo en promoción de la salud es una cuestión, pecialidad se ocupa de su caso? ¿La solución pasa
en estados como el nuestro, siempre institucional y por patologizar su problema de discriminación con-
dependiente de una o varias administraciones pú- virtiéndolo en objeto de atención de una especiali-
blicas y con escasísimas ocasiones en las que enti- dad clínica? Por otra parte, es un enfermo, pero no
dades privadas se implican en la prevención y pro- es menos cierto que mantiene importantes cotas de
moción de la salud. No se debe confundir un efecto salud, porque al margen de la diabetes su organis-
de mercado con una equivocación o disloque en los mo funciona correctamente (p. ej., no padece otras
objetivos. Pero, lq más importante, en todo caso un alteraciones graves o leves como cáncer, cirrosis,
sesgo en la dedicación es sólo eso y no debe tra- cefaleas crónicas, cojera o impotencia) y su con-
ducirse en una descalificación de la disciplina por- ducta es totalmente adaptativa. Y esta conjetura nos
que en nada afecta a su naturaleza. lleva hasta el siguiente punto de discusión.
Por otro lado, desde nuestro punto de vista, la in- Los autores críticos con la psicología de la sa-
tervención en la enfermedad debe ser considerada lud son prácticamente coincidentes en señalar que

to Edcoines Párimdie
tan psicología de la salud como la intervención en ésta, si se acepta su existencia, debe ocuparse en
promoción de la salud, y por razones ya señaladas exclusiva de la salud (Belloch, 1996; Botella, 1996:
Delimitación conceptual de la psicología de la salud / 85

Echeburúa, 1993, 1996), y que en todo caso debe entre las psicologías clínica y de la salud, como ya
ser considerada un subcampo (Belloch, 1996) o señalamos en otro lugar (Gil Roales-Nieto y Lu-
una subespecialidad (Botella, 1996) de la psicolo- ciano, 1996), es conveniente no olvidar:
gía clínica. Para resumir nuestra postura, no nos pa-
rece adecuado considerar una especialidad cuyo 1. Que la psicología de la salud supone nue-
ámbito de actuación se predica sobre la salud y la vos contenidos que la psicología clínica no
enfermedad como una subcategoría o subcampo de tiene por necesarios para el desempeño de
una disciplina cuyo campo de actuación es el tra- sus funciones habituales y que obligan a im-
tamiento de los trastornos del comportamiento portantes cambios curriculares y a una for-
(como es el caso de la psicología clínica). O, al me- mación complementaria en conocimientos
• nos, no sin antes no haber procedido a la refunda- biomédicos, en organización sanitaria y en
ción de la propia psicología clínica que reclamaba epidemiología y salud pública.
Pelechano (1996b) al discurrir sobre estas cuestio- 2. Que, tomado como hipotética profesión, el
nes. Ha sido señalado reiteradamente (Gil Roales- psicólogo de la salud no puede prescindir de
Nieto y Luciano, 1996; Pelechano, 1996b; Pérez toda la formación del psicólogo clínico,
Álvarez, 1991) que la temática de la primera supe- pues si hemos de suponer —en el más tra-
ra. con creces, los ámbitos de actuación de la se- dicional de los casos— que éste trataría con
cunda, y la contrastación de las publicaciones en la llamada «enfermedad mental» o «tras-
?>icología de la salud y en psicología clínica así lo tornos de la conducta», esto es, con los pro-
testigua. Subsumir aquélla en ésta tendría conse- blemas de salud y bienestar de índole «psi-
cuencias poco deseables. Por multitud de razones cológico», lo cierto es que tal fenómeno está
-c-ulta conveniente que los nombres de las disci- muy presente en el ámbito de actuación del
ernas describan, lo más adecuadamente posible, las psicólogo de la salud en la forma de «con-
-cavidades que acogen bajo su manto. En nuestra secuencias psicológicas de las enfermeda-
cinión, no es sostenible que la actividad que la psi- des y procesos de curación» (por ejemplo,
. elogia de la salud reivindica como campo de ae- en la forma de depresión como consecuen-
ración propio esté mejor amparada bajo la tutela cia del diagnóstico de una enfermedad cró-
je una psicología cuyo apellido es clínica, cuya nica o grave, de negación, de crisis de an-
rercepción social es la que conocemos, y cuyos siedad ante la hospitalización o cirugía, de
r. :>dos y costumbres han estado orientados durante consecuencias psicológicas derivadas de
casi un siglo hacia los trastornos de la conducta . 10
invalidez sobrevenida o traumas físicos,
A nuestro modo de ver, partiendo de que la di- etcétera).
íisión categórica entre trastornos físicos y menta- 3. Item más, que el psicólogo de la salud em-
ir- o conductuales ha quedado esencialmente ob- plea todos y cada uno de los procedimien-
- ^eta, aunque pueda resultar discutible si continúa tos de intervención al uso en psicología clí-
i no siendo práctica y técnicamente necesaria, y nica y, en realidad, cuenta con pocos que le
lamiendo que estamos empeñados en obtener y sean enteramente propios.
rr omocionar un concepto unitario de salud y en-
rmedad, en cuanto a la delimitación de las cérca- Y si las profesiones y especialidades se ubican
las —relaciones e interacciones— y lejanías —di- en función de la diferente o adicional formación
•crenciación de competencias y necesidades— que requieren, es lícito sostener que la psicología

A los que —curiosa paradoja— se ha procurado siempre psicológica, su calificación como enfermedades mentales, nu-

CEdcionesPárimdie
guir de las enfermedades hasta el punto de rechazar, des- merosas veces con vehemencia, cuando se trataba de reivindi-
ft i propia psicología clínica y psicopatologia de orientación car el papel de aquéllas frente a la psiquiatría y la medicina.
8 6 / Psicología de la salud

de la salud representa, por todo ello, al menos la po- cialmente arbitraria, resultando una convención co-
sibilidad de una nueva especialidad fuertemente en- rrecta y útil. Y ello no debe tomarse ni como el sos-
raizada en la psicología clínica, pero también más tenimiento de una conceptuación dualista de la
allá de ella. Pero, en cualquier caso, el problema de naturaleza humana, ni como un capricho o moda
la delimitación y diferenciación de ambas entida- pasajera. Antes bien, sí como una consecuencia na-
des parece no resuelto y quedará durante tiempo por tural de una reordenación más —que ni ha sido la
resolver, conviviendo los partidarios de considerar primera ni será la última— del ya amplio, diverso
que «todo es psicología clínica» con los de consi- y complejo mundo de la psicología. La extraordi-
derar que «todo es psicología de la salud», junto a naria vitalidad de la psicología de la salud, que en
los que entienden la salud como una subespeciali- apenas veinte años se ha convertido en la especiali-
dad de la clínica dentro de un concepto unitario de dad de la psicología aplicada con mayor proyección,
salud y enfermedad, y al lado de quienes mantienen avala empíricamente la oportunidad de su creación
la dicotomía pragmática enfermedad física/mental como respuesta a una demanda real.
y correspondiendo cada categoría a una de las es- Ahora bien, defender una nueva especialidad no
pecialidades. debe tomarse, en nuestro caso, por una defensa de
Cualquier parcelación del conocimiento y de su la desmembración de la psicología en un sinfín de
aplicación, como acto humano que es, no puede especialidades. Asistimos a un casi imparable peli-
evitar ser algo arbitrario y convencional y, por ello, gro de sectorización, minifundismo o atomización
permanentemente sujeto a remodelación. Pero con de la psicología. Así, por tomar un ejemplo en la lí-
ser arbitrarias y convencionales en origen, las par- nea de la psicopatología y la psicología clínica, po-
celaciones son necesarias para circunscribir el co- demos encontrar quienes manifiestan «trabajar en
nocimiento a unidades de trabajo manejables, con la psicología social de los trastornos psicológicos»,
ciertas garantías de no ser devoradas por su mag- como si la génesis sociocultural de numerosas psi-
nitud. Se trata, pues, de gestar divisiones lo menos copatologías" pudiera separarse, diferenciarse o no
arbitrarias y lo más operativas posible, o cuando me- considerarse por el «clínico» que trata la esquizo-
nos que permitan el avance del conocimiento, aun- frenia, la adicción o la fobia social y que al «tra-
que con ello se provoque la propia obsolescencia de bajar en el tratamiento de los trastornos psicológi-
la división arbitraria que lo facilitó y la necesidad cos» acota una parcela de actuación separada de la
de plantear nuevas divisiones con unas décimas me- anterior, desmembrando lo social de lo cognitivo.
nos de arbitrariedad. Por ello, a lo mejor resulta que por ejemplo.
la propia existencia de la psicología de la salud Para un clínico asocializado la paranoia de un
como disciplina trae como consecuencia a medio o paciente será vista —e intervenida— de modo bien
largo plazo que la investigación, a fondo y sin con- distinto a como lo haría un clínico consciente, \
cesiones, de la interacción organismo-conducta nos dominador, de los procesos culturales de confor-
haga disponer de datos que permitan afianzar un mación del sentido de la realidad, interiorizacióri
modelo global o integral del proceso salud/enfer- del lenguaje y control de la conducta verbal sobre
medad que supere los calificativos mental/física, otros comportamientos (p. ej. Burns, Heiby \
aunque ello conllevase la propia inmolación de la Tharp, 1983; Layng y Andronis, 1984; Luciano.
disciplina. , 1992, 1993). En definitiva, podemos estar repro-
La división propuesta entre psicología clínica y duciendo metafóricamente el modelo médico tra-
de la salud no tiene por qué ser considerada esen- dicional de «tratamiento hospitalario» con mayor

to Edcoines Párm
i die
" Téngase en consideración, por tomar un ejemplo, la lla- conexión entre concepto de sí mismo y entidades psicopatoló-
mada de atención que hace Pelechano (1993) sobre la inter- gicas.
Delimitación conceptual de la psicología de la salud / 87

rrecuencia de la que somos conscientes, actuando A MODO DE CONCLUSIÓN: PSICOLOGÍA


.orno si los trastornos psicológicos pudieran ence- DE LA SALUD Y MEDICINA CONDUCTUAL
rrarse entre paredes, aunque sean metafóricas, ais- C O M O NUEVAS FORMAS DE ENFRENTARSE
ándolas del contexto natural en el que se produ- A LA SALUD Y LA ENFERMEDAD
cen para su mejor control. Sólo nos cabe esperar
_|ue la consolidación de la psicología de la salud no Hemos analizado en el primer capítulo cómo
-uponga su desapego de otras especialidades y un ciertos desarrollos conceptuales y tecnológicos,
nuevo desgaje del concepto unitario del ser huma- teóricos y prácticos, básicos o experimentales y
no que un psicólogo debe tener siempre presente, aplicados o de intervención de algunas de las co-
-ea cual fuere su especialización. rrientes, áreas y movimientos de la psicología con-
A veces resulta acertado el dicho popular de que temporánea representaron una excelente oferta
-el tiempo todo lo cura», aunque bien es cierto que para las demandas planteadas por la crisis de los
también a veces el tiempo estropea todo sin remi- sistemas y modelos biomédicos de asistencia a la
>ión. Mientras la psicología de la salud acumula salud y la enfermedad y cómo se generó conjunta-
tras de sí la suficiente experiencia como para de- mente la necesidad de establecer un nuevo modelo
terminar su fortaleza, esperemos que la solución biopsicosocial que sirviera como marco de refe-
definitiva a la dicotomía psicología clínica/salud rencia para el afrontamiento de los nuevos retos
-_rja de sus propias prácticas. En nuestra opinión, a que la sociedad, en su búsqueda constante de
«;n embargo, sería negativo plantear la separación bienestar, se veía sometida. Igualmente, hemos
¿e ambas como si de dos especialidades indepen- señalado la aparición del movimiento de medici-
i. entes se tratase. No creemos que la formación es- na conductual como la respuesta interdisciplinar
recializada en salud deba separarse de la formación apropiada al nuevo modelo, como un intento de ma-
. oecializada en clínica, aunque en los papeles y en terialización formado por la confluencia de nume-
I - foros académicos lleguemos a diferenciar con rosas disciplinas desde una perspectiva holista que
:-ecisión ambas, y ciertos aspectos de la práctica tiene en cuenta las tres realidades que el nuevo mo-
*>í parezcan corroborarlo (se puede pretender tra- delo establece como partes interactivas integrantes
bajar en el control de la hipertensión esencial o de de los fenómenos de la salud y la enfermedad.
ii - ataques epilépticos de una manera tan especí- Ya en este capítulo, hemos establecido, por úl-
fica. como se puede pretender hacerlo en el control timo, que la psicología de la salud surge como la
ic las verbalizaciones delirantes o de la eyacula- respuesta específica de la psicología como discipli-
: n precoz). Las interconexiones entre las psico- na científica al nuevo estado de la cuestión en el es-
• ;ías clínica y de la salud son tantas y están tan tudio y trato de la salud y la enfermedad. En dicha
. .-'canas en el quehacer diario de ambas, que sería respuesta se integran los conocimientos teóricos y
_ - error concebir psicólogos especializados en una aplicados provenientes de numerosas especialida-
je ellas y sólo con conocimientos generales en la des y áreas de la psicología, entre las cuales ad-
acra. Uno puede estar trabajando como psicólogo quieren una especial relevancia aquellas vinculadas
ie la salud en diabetes y observar que la falta de a las aplicaciones clínicas y a la aproximación ana-
inherencia a los controles médicos anuales está lítico-funcional.
_._sada por una no reconocida fobia a las ma- Otras disciplinas, tales como la Medicina,varias
r. relaciones analíticas (p. ej., a las extracciones ciencias biológicas y la Sociología, por citar sólo
ie -angre). Parecería un despropósito que en ese algunos casos, conforman el marco interdisciplina-
r^eciso momento el psicólogo de la salud deman- rio de interacción de conocimientos y prácticas que
¿tse la presencia de un psicólogo clínico, a fin de supone la medicina conductual y colaboran, junto
resuelta la fobia por éste, pudiera aquél me- a la psicología de la salud, y cada una desde su par-
§ rar la adherencia a los controles como era el ob-

CEdcionesPárimdie
o inicial. ticular ámbito de estudio, al intento de explicación
biopsicosocial de los fenómenos objeto de estudio.
8 8 / Psicología de la salud

Tal secuencia de acontecimientos se recoge en for- pletamente delimitada y con un estado sólido y de-
ma esquemática en la figura 2.1, en lo que repre- finitivo en el mundo académico, investigador y
senta el desarrollo de la nueva forma integral de en- profesional. Más bien debe ser entendida como
frentarse al fenómeno salud/enfermedad en todas una fuerte y pujante realidad que día a día se
sus dimensiones. consolida.
Como una alternativa surgida en la segunda mi- La comparación del término psicología de la sa-
tad del siglo XX, con un auge especial a partir de lud frente a las demás etiquetas posibles para este
los últimos años setenta, es impensable entender ámbito de estudio puede resumirse señalando que
la psicología de la salud como una disciplina com- éste resulta preferible frente a términos alternati-

/ — Análisis de la conducta
— Terapia y modificación de la conducta
Desarrollos
teóricos y — Psicofisiología humana Proporciona
empíricos de la _ Personalidad la oferta
Psicología en - — Psiconeuroinmunología
— Psicología comunitaria...
Evidencias epidemiológicas de patrones
Crisis de los cambiantes de enfermedad.
Sistemas Sanitarios_ — Limitaciones del modelo biomédico al afrontar Proporciona
(públicos y las nuevas enfermedades " la demanda
privados) por — Aumento y análisis de los costes sanitarios
Frustración por el cuidado médico
Factores que generaron la...

NECESIDAD DE UNA NUEVA APROXIMACION AL F E N O M E N O D E LA SALUD Y LA E N F E R M E D A D

Posibilitando el surgimiento del...

NUEVO M O D E L O BIOPSICOSOCIAL DE SALUD Y E N F E R M E D A D


Como marco conceptual integrador que produjo
la formulación de la...

MEDICINA CONDUCTUAL
materialización interdisciplinar del modelo biopsicosocial

PSICOLOGIA DE LA SALUD
/ \
Otras disciplinas
(compendio de aportaciones de la Psicología — Medicina
a la nueva aproximación a la salud — • — Sociología
y la enfermedad) — Salud pública
— Epidemiología
— Inmunología...

Figura 2.1.—Secuencia que condujo a la aparición de la actual aproximación biopsicosocial a la salud y a la enfermedad, dando lug¿-

to Edcoines Párm
i die
a la conformación de la medicina conductual como marco interdisciplinario, y a la aparición de la psicología de la salud como corr-
pendio de aportaciones de la Psicología a dicho marco.
Delimitación conceptual de la psicología de la salud / 89

vos más clásicos que pretenden cubrir su mismo rible a otros tales como enfermedad, clínica o me-
objeto de estudio y ámbito de actuación, y es dis- dicina que supondrían limitaciones o desviación del
tinguible de otros términos que resultan comple- énfasis en una línea equivocada.
mentarios o suplementarios a aquél. En efecto, la En conclusión, la crisis del sistema sanitario,
etiqueta psicología de la salud describe mejor el motivada entre otras causas por las propias limita-
objeto de estudio y el ámbito de actuación de la ciones del modelo biomédico y su incapacidad para
disciplina que subyace al término, que lo hacen las hacer disminuir las principales causas de muerte ac-
de psicología médica o medicina psicosomática. tuales en una manera significativa, el elevado cos-
Por otra parte, la psicología de la salud es discer- to que representan, principal pero no únicamente,
nible de la medicina conductual en tanto que no los cuidados a los enfermos crónicos, y los hallaz-
mantiene el carácter interdisciplinario de ésta, sino gos sobre la implicación del comportamiento en los
que se coloca distintivamente dentro de los límites procesos actualmente más importantes de morbili-
de la Psicología. dad y mortandad, ha encontrado en los desarrollos
Tal como señala Millón (1982), aunque en la de la psicología contemporánea la posibilidad de
ciencia actual cada disciplina se interconecta y re- aunar esfuerzos para dar una solución a la necesi-
laciona con muchas otras, cada una debe limitar su dad de un nuevo modelo conceptual de salud y en-
.mbito y definir su objeto de estudio de manera que fermedad que sirva de marco de referencia para
le permita explorarlo en profundidad. Así, aunque orientar los esfuerzos investigadores y de trata-
a psicología de la salud se encuadra en la moder- miento y prevención de los problemas de salud.
na corriente de conceptualización biopsicosocial de Dicho marco de referencia ha sido denominado
a salud y la enfermedad y colabora en su materia- como modelo biopsicosocial, cuyas características
zación interdisciplinar, mantiene su propia iden- revisaremos más adelante, pero del cual podemos
rdad a fin de lograr una compresión firme y pro- adelantar que se distingue por señalar la naturale-
randa de las características propias de aquellas za multideterminada de los fenómenos de la salud
rarcelas del todo biopsicosocial cuyo estudio le co- y la enfermedad, conceder importancia a sus di-
-esponde. Lo que no significa olvidar que la visión mensiones biológica, psicológica y social, haber
ntegral e interactiva de cada realidad concreta y producido el marco interdisciplinar de la medicina
r^ntual bajo estudio obliga a una estrecha colabo- conductual como la principal respuesta organizada
-^.ión con disciplinas cercanas y afines implicadas al nuevo modo de ver los fenómenos de la salud y
rr la misma tarea desde otras latitudes. En térmi- la enfermedad en el que la Psicología, como disci-
-. n de conseguir una identidad disciplinar propia y plina científica independiente, colabora mediante la
.^rente en lo posible de ambigüedades, el término psicología de la salud, entendida como aquella de
r>teología de la salud también parece más apro- sus especialidades dedicada a tales objetos de es-
r -do en la medida en que incluye el término psi- tudio, y que recoge el compendio de aportaciones
a ogía para fijar la disciplina matriz o raíz de la que desde el estudio del comportamiento resultan
surge, y el término salud para fijar el objeto de de relevancia para el campo de la salud y la enfer-
r-:jdio que señala el nuevo énfasis, siendo prefe- medad.

# Bkjoirnes Párimdie
Modelos y conceptos centrales
en psicología de la salud
JESÚS GIL ROALES-NIETO
3

La mayoría de los modelos y puntos de vista so- cador, pero en lo fundamental restringidos a cierta
Te la salud y la enfermedad coinciden en incluir, parte de los fenómenos que componen el modelo
entre los componentes o elementos que los forman, marco.
..na serie de conceptos que podemos entender como
as claves en torno a las cuales giran los presu-
puestos y posiciones teóricas de la psicología de la C O N C E P T O S DE SALUD Y E N F E R M E D A D
«_iud. Nos referimos a conceptos sin los cuales no
es posible entender la posición teórica y práctica Salud y enfermedad no pueden ser tomados
_ je se conoce como aproximación biopsicosocial. como dos conceptos meramente técnicos o fabri-
Dos de ellos son los propios conceptos de salud y cados para el uso exclusivo de la ciencia (como, por
;ntermedad que trataremos en primer lugar, pero ejemplo, los de reforzador condicionado, alexiti-
::os se refieren ya a entidades propias del ámbito mia, electrón o linfocitos T...), sino que tanto el
cológico en el cual tenemos que movernos. En- concepto de salud como el de enfermedad están
-e estos últimos cabe considerar como conceptos profundamente enraizados en todas y cada una de
.entrales las relaciones entre el comportamiento y las culturas, hasta el punto de que forman parte de
. valud y la enfermedad, así como el concepto de la propia transmisión cultural oral y escrita. Sien-
r- .rés y el de estrategias de enfrentamiento, otros do esto así, bueno será comenzar el recorrido por
; v de los conceptos centrales en psicología de la los numerosos intentos habidos de lograr una defi-
<ilud. nición satisfactoria de ambos, constatando, en pri-
En este capítulo trataremos de los conceptos de mer lugar, cómo son definidos en el depósito cul-
>alud y enfermedad, como aspectos nucleares en tural producto del pensar y el hacer durante siglos
n o a los cuales gira todo el planteamiento con- que es el Diccionario de la Lengua Española (Real
.rrtual posterior. Discutiremos después el nuevo Academia de la Lengua, 1992). Así, dicho diccio-
- -délo marco biopsicosocial que ha amparado el nario otorga a la voz salud hasta cinco acepciones 1

.-~ibio conceptual en salud y enfermedad, a la vez principales y muchas más en combinación con va-
c.e algunos otros modelos parciales alentados en rias partículas. Las cinco principales indican salud
> cología de la salud con ánimo más o menos abar- como:

Téngase presente que el orden de acepciones en el dic- res, las figuradas, las regionales e hispanoamericanas y, final-

C Edcoines Párimdie
a -crio no se tiene por casual, de modo que van colocadas pri- mente, las técnicas y de germanía.
kto las de uso corriente, después las anticuadas, las familia-
86 / Psicología de la salud

1. Estado en el que el ser orgánico ejerce nor- a explorar las definiciones «técnicas» que se dan de
malmente todas sus funciones. estos conceptos.
2. Condiciones físicas en que se encuentra un Hace años, advertía Bayés (1979) que los con-
organismo en un momento determinado. tornos de la salud y de la enfermedad varían con los
3. Libertad o bien público particular de cada autores, las sociedades y las épocas, y su llamada
uno. de atención nos sigue pareciendo de gran utilidad
4. Estado de gracia espiritual. para enfrentarse al gusto o la necesidad de buscar
5. Consecución de la gloria eterna, salvación. una definición satisfactoria de salud y enfermedad.
Buscar una definición adecuada y útil de salud con-
Para el vocablo enfermedad la situación es me- tinúa hoy siendo un problema, de ahí que sigan ab-
nos ambigua, en tanto se reconocen tres acepciones, solutamente vigentes las reflexiones críticas que
pero dos de ellas en sentido figurado, además de nu- este autor expuso hace más de veinte años (Bayés,
merosas acepciones específicas en combinación 1979; ver pp. 54-61).
con otras partículas o vocablos. Así, se indica que Aunque la sensación sea otra, en términos de
enfermedad es: atención disciplinada la enfermedad fue antes que
la salud. Hasta bien entrado el siglo xx la Medici-
1. Alteración más o menos grave de la salud. na se anduvo preocupando y ocupando fundamen-
2. (fig.) Pasión dañosa o alteración de lo mo- talmente de las enfermedades, y definió enferme-
ral o espiritual. dad antes que salud. Y la enfermedad se entendía
3. (fig.) Anormalidad dañosa en el funciona- —y se entiende— en una doble vertiente, por un
miento de una institución, colectividad, etc. lado, como el estado del enfermo, la manera como
se encontraba a sí misma una persona, su sensación
Hasta qué punto estas «definiciones» serían vá- de malestar o sufrimiento corporal; y, por otro,
lidas creo que puede ser mejor apreciado una vez la enfermedad concretada en la necesidad del ac-
que hayamos revisado las definiciones que los téc- to médico —de la curación— se objetivó llaman-
nicos ofrecen. Cabe precisar, sin embargo, algunas do enfermedad a lo que el curador encontraba en
particularidades de especial interés. Primera, a di- el enfermo, a su perturbación, anomalía morfoló-
ferencia de lo que se difunde, clásicamente no pa- gica o alteración en el funcionamiento de su cuer-
rece que se defina salud como ausencia de enfer- po (Vaquero, 1992). Como la historia de la psi-
medad, antes bien al contrario. De modo que el copatologia nos enseña, estos conceptos acabaron
concepto positivo de salud que ahora se nos pre- trasladándose del plano de lo físico al de lo inma-
senta tan novedoso no parece que lo sea. El estado terial.
inicial o de partida, para el diccionario, es sin duda La necesidad de definir salud ha venido mucho
la salud, de modo que la enfermedad supone una después, porque durante siglos salud no fue otra
alteración de dicha situación prístina. Segunda, aun cosa que la ausencia de enfermedades y malestares,
cuando las últimas acepciones del vocablo salud que la prescindencia del médico. Uno estaba bien
puedan parecer chocantes, en realidad responden a cuando no estaba mal, y estar mal no parecía algo
la evolución etimológica de la palabra. Como se- demasiado difícil de precisar. El concepto de en-
ñala San Martín (1989), la posible ambigüedad (por fermedad se elaboró a conciencia, estableciendo
largueza conceptual, añadiríamos) del vocablo sa- varios tipos y subtipos (traumática, infecciosa, sis-
lud le llega de su propia evolución etimológica tèmica), y pasando de un limitado concepto mono-
como palabra, proveniente de la raíz indoeuropea causal (una patología, una etiología) a otro multi-
san (que significa «conservación de sí mismo»), causal, señalando que en cada enfermedad cabe
que dio lugar tanto al vocablo sanitas (el actual distinguir causas principales de predisponentes )
concepto de salud) como al de salvatus (el concepto desencadenantes, y que aquéllas pueden ser de tipo
de salvación). Pero dejemos todo esto y entremos
to Edcoines Párm
exógeno o ambiental y endógeno que, a su vez, en-
i die
Modelos y conceptos centrales en psicología de la salud / 101

cierra varios subtipos, etc. Tampoco conviene, por A lo largo de las páginas siguientes presentare-
tanto, simplificar demasiado las cosas, sino con- mos primero las definiciones «oficiales» de salud
templarlas en su justa medida. (esto es, aquellas emanadas de la OMS y casi uni-
Con todo, las dificultades de la Medicina y dis- versalmente aceptadas por las diversas administra-
ciplinas anejas por abordar la salud como concep- ciones sanitarias de los países y profesionales de
to han sido muy superiores a las dificultades de ellas dependientes), para exponer después algunos
abordar la enfermedad. Definir salud está costando conceptos de salud que llamaremos «dinámicos» y
mayor esfuerzo. Es bien probable que la mayoría otros «criteriales», surgidos como consecuencia de
de los médicos (y psicólogos dedicados a la salud) la búsqueda de alternativas a los primeros, como
tengan parecidas dificultades a las expresadas por fruto de la insatisfacción intelectual y la ineficacia
el colega médico de Gary E. Schwartz en la Uni- operativa que de ellos se desprende. A modo de re-
\ ersidad de Yale, cuando tuvo que hacer frente a la sumen, el cuadro 3.1 recoge algunas de las defini-
pregunta directa de éste sobre cuál sería su defini- ciones enmarcadas en cada uno de los tres tipos.
ción de salud. Simplemente, fue capaz de respon-
der: «Ciertamente conozco qué es la enfermedad y
cómo podría reconocerla y tratarla. Pero no tengo La salud como objeto de estudio.
:dea de qué es la salud, y a veces me pregunto si Definiciones «oficiales»
realmente existe» (Schwartz, 1984a, p. 150).
Y no es para menos. La palabra salud es una de Históricamente la salud ha sido técnicamente
as más empleadas por los seres humanos, a veces entendida como ausencia de cualquier enferme-
en los más dispares sentidos. Decimos «¡Salud!» dad identificable. Un criterio sencillo y elemental
cuando alguien estornuda. Se emplea como saludo que ha identificado el pensamiento científico-
en numerosas culturas, llegando incluso a sustituir natural en Medicina durante siglos, constituyendo
a otras formas de saludo consideradas como «de- uno de los principios fundamentales de la medici-
cadentes y reaccionarias» tanto en la Revolución na moderna en tanto su objetivo preferencial de es-
Francesa como en las proletarias habidas en nues- tudio fue —a partir de la división de funciones con
tro siglo. Tenemos un sistema de salud en el que otras disciplinas— la enfermedad. A esta noción
f undamentalmente se cuida a quienes no la tienen. clásica de salud subyace una perspectiva ontològi-
Preguntamos «¿Cómo va tu salud?» a quienes sa- ca del ser humano como un sistema orgánico (bio-
bemos enfermos, e igualmente, a modo de cortesía y neuro-fisiológico) compuesto por un determina-
i quienes intuimos sanos o no conocemos su esta- do número de subsistemas que funcionan de forma
co, pero la contestación invariablemente implica el integrada como un todo, considerando las enfer-
-elato de enfermedades para el caso de que el in- medades como alteraciones o trastornos en uno o
terlocutor no se «encuentre bien» o la referencia a más de los citados subsistemas que resultan en
a ausencia de enfermedades si afortunadamente sí disfunciones de carácter somático, psicológico o
se encuentra bien. social (Nijhuis y Van der Maesen, 1994), empleán-
Esta es la contradicción. Culturalmente, salud dose el criterio de ausencia de signos y síntomas
. timo ausencia de enfermedad es una idea que de cualquier enfermedad como la definición ope-
ha calado hondo y, por ello, la definición de salud racional de salud (OMS, 1958). Los signos de en-
por contraste» o «exclusión» de la enfermedad va fermedad son entendidos como las alteraciones en
_ resultar harto difícil de erradicar. Entre otros de- el rango normal de valores de las constantes fisio-
talles que ayudan en este despropósito, está el he- lógicas de los diversos subsistemas corporales.
n o de que sean las profesiones médica y otras sa- Unos signos producirán síntomas mientras que
ltarías las que, en exclusiva, se ocupen de la salud, otros no. Un síntoma es definido como un «fenó-
meno mórbido o anormalidad en la función, apa-

t Edcoines Párimdie
.jando, de suyo, han sido pensadas y entrenadas
-ira ocuparse de enfermedades. riencia o sensación, experimentado por el pacien-
88 / Psicología de la salud

CUADRO 3.1
Algunas definiciones de salud/enfermedad
Autor y tipo Definición de salud/enfermedad
de definición
OMS (1946-1960) Estado de completo bienestar físico, mental y social y no meramente la ausencia de enferme-
«oficial» dad o dolencia.
OMS (1986) Salud es el grado en el que un individuo o grupo es capaz, por una parte, de llevar a cabo sus
«oficial» aspiraciones y satisfacer sus necesidades; y por otra, de cambiar o enfrentarse con el ambien-
(rectificada sobre te. La salud es vista, por tanto, como un recurso para la vida diaria, no como el objetivo de la
la de 1946-60) vida; un concepto positivo que enfatiza los recursos sociales y personales, así como las capa-
cidades físicas.
Salieras (1985) Logro del más alto nivel de bienestar físico, mental y social y de capacidad de funcionamien-
«dinámica» to que permitan los factores sociales en los que vive inmerso el individuo y la colectividad.
(Una representación esquemática aparece en la figura 3.1)
El concepto de salud y enfermedad es un conjunto complejo y dinámico integrado por las con-
diciones biológicas, ecológicas, sociológicas, económicas, culturales y experienciales, que se
San Martín (1989) expresa
Se debe
en diferentes grados a lo largo de un continuo (ver exposición gráfica en figura 3.2).
eliminar la noción de salud absoluta y definir la salud relativa (la única posible) como
«dinámica» aquel estado susceptible de incluir una cierta proporción de morbilidad o malestar, inadverti-
da con los medios disponibles para apreciar objetivamente el estado de salud de cada indivi-
duo y de la población.
Laín Entralgo La salud se define por el grado de cumplimiento de tres tipos de criterios: a) socioculturales;
(1988) «criterial» b) objetivos, y c) subjetivos. (En el texto se ofrece la descripción detallada de dichos criterios.)

Seeman (1989) El concepto de salud integra factores bioquímicos, fisiológicos, perceptuales, cognitivos, in-
«criterial» terpersonales y ecológicos. La integración efectiva de estas funciones constituye la salud po-
sitiva mientras que los fallos en la integración resultan en enfermedad.

te e indicador de enfermedad» (Stedman, 1972, otra disciplina, justificando la necesidad de aban-


p. 1231). donar un concepto de salud que se ha calificado
Este criterio clásico de salud como ausencia de como obsoleto por sí mismo y por los avances re-
enfermedad, a decir de Piédrola (1991), ha termi- gistrados en el conocimiento de las condiciones y
nado por ser arrinconado principalmente por tres ra- variables de las que dependen tanto la salud como
zones. A saber, que no resulta posible trazar una lí- la enfermedad.
nea divisoria o límite claro entre lo normal y lo Antes de pasar a exponer las alternativas actua-
patológico, por el carácter cambiante que ha sido les (en el moderno marco biopsicosocial) nacidas
señalado para los conceptos de anormalidad, y por para sustituir al viejo y, al parecer, ya inútil con-
el hecho de que las definiciones negativas no son cepto de salud, convendría siquiera un breve co-
útiles a las ciencias. En consecuencia, han forma- mentario a las razones para el abandono expuestas

to Edcoines Párimdie
do coro las voces alzadas desde los ámbitos de la por Piédrola (1991) y que pueden tenerse por re-
Medicina, la Psicología, la Sociología y alguna que presentativas del sentir general.
Modelos y conceptos centrales en psicología de la salud / 101

Sin que se deba interpretar, por ello, que no fermedades médicas, y lo que se suele producir
eamos necesario un cambio en la concepción cuando se afirma tal es un desfase de modelos, en
re salud, lo cierto es que las razones argumentadas tanto Piédrola (1991) y, como más adelante ve-
—tomadas literalmente— no nos parece que justi- remos, Laín Entralgo (1988) se instalan en una
fiquen su empleo como argumentos del cambio. En concepción de la enfermedad transfenoménica y
rrimer lugar, no es cierto que una definición a con- contraria a la que defendemos en la moderna psi-
- ariis («negativa» como es calificada) no sea útil, copatología de corte psicológico. Y, en tercer lu-
especialmente si se trata de un contraste, no tanto gar, «trazar un límite o línea divisoria entre lo nor-
j na negación, basado en la constatación de una afir- mal y lo patológico» ha sido y es una tarea difícil
mación o presencia positiva de fenómenos aisla- independientemente de la definición de salud que
bles .
2 se adopte.
A nuestro modo de ver, no resulta tan proble- A nuestro juicio, las razones del cambio tienen
mático definir salud como ausencia de enfermedad, que ver más con la inadecuación teórica de un con-
: orno definir precisa y concisamente enfermedad, cepto demasiado simple para abordar los fenó-
¿e modo que el error o limitación médica clásica ha menos de desplazamiento epidemiológico en la
r>tado más en una incompleta definición de enfer- segunda mitad de nuestro siglo, con la economía
medad (en tanto se la tuvo por fenómeno biomédi- de la salud y con la etiología multivariada de los
. ? tan sólo) que en una definición «negativa» de trastornos que, además de otros motivos, se han
alud. El problema, en realidad, es definir enfer- argumentado como factores productores del caldo
medad, y se puede ver al respecto, por ejemplo, la de cultivo que ha propiciado el nacimiento de un
argumentación de Pelechano (1996b; pp., 180-187) marco de referencia inter y multidisciplinar a los
:oda la amplia literatura sobre el fenómeno de la fenómenos de salud/enfermedad, y cuya marca de
Iness behavior (p. ej., Cott, 1986; Mechanic, 1962, identidad es la aproximación conocida como bio-
->86; McHugh y Wallis, 1986; Wolinsky, 1988; psicosocial, que resulta imposible encorsetar en las
Zola, 1986). definiciones clásicas biomédicas de salud y enfer-
En segundo lugar, tampoco nos parece corree - medad, de por sí restrictivas y reduccionistas.
n a argumentación del «carácter cambiante de los A un nivel «oficial», por lo que se deduce de los
: nceptos de normalidad y anormalidad», y, de ser innumerables escritos sobre el tema, la vieja defi-
. erta, en todo caso ello afectaría a cualquier tipo nición negativa de salud (salud es la ausencia de en-
: e definición de salud y enfermedad que pongamos fermedad) ha sido sustituida por una nueva defini-
rr marcha. La lepra era una enfermedad (anorma- ción positiva (OMS, 1960), que se dice viene a
rad) en el siglo XVI y lo sigue siendo ahora, lo representar una conceptuación biopsicosocial y ho-
m: -mo que la diabetes o el cólico nefrítico. El cam- lista de la salud frente a la antigua concepción bio-
* io histórico se ha producido más en el contexto médica reduccionista . Sin embargo, este dechado
3

las enfermedades mentales que en el de las en- de virtudes en forma de definición que se mencio-

- Sin ir más lejos, la Física, madre de todas las ciencias, está ta. y gran parte de los setenta...)— y nada tuvo dicha definición
:7 eta de definiciones «en negativo» que, sin embargo, resul- que ver con el movimiento biopsicosocial surgido treinta años
extremadamente útiles. 1 después. Se trata, pues, de una declaración treinta años anterior
Todo lo cual puede ser cierto ad hoc, pero relacionar am- al actual movimiento prosalud, y llevada a cabo en el mundo de
- . - cuestiones es asincrónico. El concepto de salud pretendida- la posguerra, por otra parte absolutamente centrado en la enfer-
-r~te holista establecido por la OMS (1946-1960) surgió en medad, como resulta obvio. Las razones de aquella definición
—6. cuando la Medicina (y no se olvide que en aquel entonces de salud fueron de índole política, económica y social, estuvie-
i j M S estaba formada preferentemente por médicos especiali- ron determinadas por el peculiar momento histórico —fin de
jados mayoritariamente en el cuidado de la enfermedad) era más años de destrucción y muerte, necesidad de horizontes de espe-

tEdcionesPárimdie
- nédica, reduccionista y clásica que nunca — y continuó sién- ranza y optimismo, etc.; no olvidemos que el concepto de
: - mayoritariamente durante los años cincuenta, y los sesen- bienestar se convirtió pronto en el estandarte político progre-
90 / Psicología de la salud

na es la misma definición de salud ya establecida plejo. Así, autores vinculados a la OMS se han vis-
en la Carta Magna fundacional de la OMS, en 1946, to forzados a intentar hacer operativa dicha defi-
y según la cual salud es un estado de completo bien- nición; por ejemplo, considerándola como un re-
estar físico, mental y social, y no solamente la au- curso de la vida diaria compuesto por una serie de
sencia de dolencias y enfermedades (OMS, 1960). recursos básicos como la comida, la vivienda y el
En cualquier caso, esta definición de salud de la sustento económico, y otros recursos adicionales
OMS ha terminado por convertirse en objeto de de- tales como la disponibilidad de información, de ha-
bate y deseo, contando con defensores que ensal- bilidades personales y de un entorno que promue-
zan sus grandes ventajas y detractores que señalan va y facilite la salud, como las condiciones de los
sus imperdonables defectos (en muchos casos, para ambientes económicos, sociales y físicos que la fa-
luego proponer alternativas en parecidos términos vorecen.
y mayor ambigüedad). Por ejemplo, entre las ven- Con todo, más retórica si cabe se ha vuelto la de-
tajas se han señalado su preocupación por contem- finición de salud expuesta en documentos más re-
plar al individuo como un sistema total y no mera- cientes de la OMS (p. ej., OMS, 1986) cuando, al
mente como la suma de sus partes, propiciando una señalar que la principal contribución del nuevo mo-
visión de la salud que atiende tanto al ambiente per- vimiento de promoción de la salud ha sido la am-
sonal como al externo (Reig, 1993). Igualmente, re- pliación de la conceptuación de ésta para incluir sus
sulta general el reconocimiento de que el énfasis so- determinantes sociales, políticos y económicos
bre la salud en lugar de sobre la enfermedad resulta (Robertson y Minkler, 1994), la definen como:
en sí mismo positivo (p. ej., Piédrola, 1991).
Entre las críticas destaca de manera extraordi- El grado en el que un individuo o grupo es ca-
naria los achaques a su ineficacia y su talante utó- paz, por una parte, de llevar a cabo sus aspiracio-
pico, la equiparación de bienestar a salud, su índo- nes y satisfacer sus necesidades y, por otra, cam-
le estática que no permite gradaciones y el olvido biar o enfrentarse con el ambiente. Salud es vista,
de los aspectos objetivos (p. ej., capacidad de fun- por tanto, como un recurso para la vida diaria y no
cionamiento) en favor de los subjetivos (p. ej., Pié- el objetivo de la vida: un concepto positivo que en-
drola, 1991; Terris, 1980). En algún caso su valo- fatiza los recursos sociales y personales, así como
ración ha sido zanjada con sarcasmo, como hace las capacidades físicas (OMS, 1986, p. 73).
Dupuy (cfr. Blanco, 1978) para quien esta defini-
ción de salud «tiene la ventaja de que gusta a todo De este modo, la salud pasa a ser considerada
el mundo mientras carece por completo de opera- como un instrumento para la vida, como un medio y
tividad» (p. 58). no como un fin . En otras palabras, salud es lo que
4

Esta crítica a la falta de operatividad es, con uno debe tener para poder llevar a cabo los asuntos
mucho, la reacción más generalizada, de tal mo- de la vida. Ahora bien, esto, lejos de ser una defi-
do que el concepto de salud anterior debe enten- nición de salud, sería una descripción de la utilidad
derse más como un ideal o una declaración de de la salud o de la función que ésta cumple; algo
principios que como una definición útil a la cien- que nos dice para qué sirve la salud pero no qué es
cia para el afrontamiento de un fenómeno com- o qué se entiende por salud. Y la ampliación de la

sista. hasta convertirse en la noción del estado de bienestar— y pensando en términos de enfermedad, porque pedía «un nuevo
nada tienen que ver con un cambio de «mentalidad» en la Medi- modelo médico» y su logro lo entendía como un «reto para la
cina sobre salud y enfermedad (una prueba de ello, la definición biomedicina». Otra cosa es la entrada en escena de otras disci-
operacionat de 1958, cuando la pretendidamente holista había plinas y su reclamación del protagonismo que les corresponde.
sido enunciada doce años antes). Más aún, como veremos más El problema es cómo conseguir un medio que sólo se pue-

to Edcoines Párimdie
4

adelante, el propio Engel (1977), cuando predicó la necesidad de de lograr convirtiéndolo en un fin. ¿qué otra cosa recomienda, si
un modelo biopsicosocial que sustituyera al biomédico, lo hizo no, la propia O M S con su énfasis en la promoción de la salud?
Modelos y conceptos centrales en psicología de la salud / 97

conceptuación no parece tal, en tanto que esta des- rácter subjetivo y consistente en la sensación de bie-
cripción puede unirse a la definición fundacional de nestar, y otro objetivo y consistente en la capacidad
1946 sin menoscabo ni temor alguno al solapa- de funcionamiento, los cuales pueden manifestarse
miento o la contradicción. en diferentes grados a lo largo de un continuo.
Esta idea del continuo salud/enfermedad ha ca-
lado hondo en la conceptuación del concepto, vi-
La salud como continuo. Conceptos niendo a ser el eje definicional por excelencia en
dinámicos de salud torno al cual giran numerosas definiciones de salud
surgidas con posterioridad a la de Terris (1980).
La insatisfacción con las definiciones anteriores Así, varios autores han desarrollado especialmente
de salud ha originado y continúa originando la pro- la idea del continuo salud-enfermedad, parando en
puesta de alternativas de muy diversa índole. Al- lo que se ha dado en llamar conceptos dinámicos
gunas de ellas provienen de la aplicación de la teo- de salud (Piédrola, 1991). Es el caso, por ejemplo,
ría general de sistemas, de acuerdo a cuyos puntos de las definiciones de Ryan y Travis (1981) y de Sa-
de vista la salud es considerada como un estado que lieras (1985) que aparece recogida en el cuadro 3.1.
representa un balance relativo dentro del cual to- En igual manera, partiendo de la concepción de
jos los sistemas se encuentran simultáneamente en Terris (1980), Salieras (1985) completó su concep-
irmonía (Tapp y Warner, 1985), tomando al indi- to de salud y enfermedad como un continuo a lo lar-
viduo como centro . Similar definición estableció
5
go del cual se coloca cada persona en cada mo-
Brody (1973) cuando, dentro de su modelo general mento de su vida (y que recogemos gráficamente
Je salud y enfermedad, entiende la salud como un en el figura 3.1), entendiendo la salud como el lo-
-:^tado de equilibrio dinámico entre los sistemas y gro del más alto nivel de bienestar físico, mental y
-absistemas que la conforman. La enfermedad, por social y de capacidad de funcionamiento que per-
el contrario, sería la consecuencia de cualquier per- mitan los factores sociales en los que viven inmer-
turbación o rotura del equilibrio en cualquiera de sos el individuo y la colectividad. De esta forma, la
t>s subsistemas o sistemas, consecuencia que se salud sería el resultado subjetivo y objetivo de la in-
manifiesta principalmente a nivel de la persona, teracción de los determinantes que delimitan su
rero que puede afectar a otros niveles. plasmación puntual y concreta. Otra representación
Al margen de las anteriores, otras definiciones de la definición del continuo salud/enfermedad, de
alternativas surgidas suponen en realidad sólo me- igual índole aunque más precisa si cabe, es la ofre-
ras rectificaciones o añadidos a la definición de la cida por San Martín (1989) y que recogemos en la
OMS, en tanto se incorporen a ésta algunos criterios figura 3.2.
t^etivos de funcionamiento y se introduzca la idea Estas definiciones, que hemos catalogado como
je continuo entre salud y enfermedad. Por ejemplo, dinámicas y cuya principal aportación reside en la
: na Terris (1980), un autor crítico con la definición consideración del complejo salud/enfermedad
Je la OMS, salud debe considerarse como un esta- como un estado determinado a lo largo de un con-
io de bienestar físico, mental y social con capaci- tinuo, suponen un grado de avance respecto a las
iad de funcionamiento, y no únicamente la ausen- definiciones oficiales meramente protocolarias y
.ta de dolencias o enfermedades (de manera que su poco útiles. De hecho, cuentan con ciertas ventajas
iefinición sólo supone el añadido de las cursivas a frente a las anteriores. Entre dichas ventajas se in-
^ original de la OMS). El mismo autor considera cluyen: 1) un mayor nivel práctico en tanto se in-
ios aspectos en el concepto de salud, uno de ca- tenta operativizar el constructo global salud en cier-

C -cil.ones Párimdie
En tanto otros organismos peligrosos para los humanos armonía de éstos puede entrar en flagrante contradicción con la
—ían parte también de la estructura de sistemas, y la salud o salud o armonía de aquéllos.
92 / Psicología de la salud

/ / \ \
ELEVADO NIVEL \
/ MUERTE Pérdida de la salud Salud positiva D BIENESTAR FÍSICO,
E \
S. P R E M A T U R A 1 1 p. M F N T M , Y , S O n Al \
Y DE CAPACIDAD /
4

\ | Síntomas | DE FUNCIONAMIENTO /
\ Incapacidad Signos
\ \
t1 / /
ZONA NEUTRA
(no es posible distinguir
lo normal de lo patológico)

Educación
Ocupación
Factores sociales Nivel de renta
Vivienda, etc.

Figura 3.1.—El continuo operativo salud/enfermedad según Salieras (1985).

Individuo (población) * ( Medio ambiente (ecológico-social-económico)

SALUD * , ENFERMEDAD
1
++++ +++ + + + - — MUERTE

Salud Salud 1. Algunos 1. Indices Enfermedad Enfermedad Enfermedad Enfermedad


perfecta: índices biológicos latente; no sin síntoma con síntomas con síntomas
física, biológicos anormales diagnosticable clínico; clínicos y graves Invalidez:
fisiológica, anormales 2. Ningún clínica y diagnosticable paraclínicos — Definitiva
mental y 2. Ningún síntoma biológicamente por examen — Transitoria
social síntoma clínico paraclínico
clínico

Esta dinámica entre los estados de salud y enfermedad es constante a lo largo de la vida. Permite la promoción de la salud, la prevención
y diagnóstico precoz de la enfermedad

Figura 3.2.—Grados de salud y grados de enfermedad a lo largo del continuo salud/enfermedad, según la definición de San
Martín (1989).

tos componentes que, por lo común, incluyen bien- operatividad, así como la colocación al mismo ni-
estar físico, psíquico y social, y capacidad de fun- vel del bienestar psíquico y social respecto al físi-
cionamiento, y 2) el reconocimiento de la salud co como componentes de la salud, sin reparar en las
como un asunto de niveles que se concretan en cada interdependencias que se producen entre ambos, es-
persona de una manera individualizada. pecialmente en lo que respecta a la capacidad de

to Edcoines Párimdie
Por otro lado, entre los problemas que persisten funcionamiento que resulta absolutamente depen-
cabría señalar un todavía muy impreciso grado de diente de los demás. ítem más, sensu stricto, el
Modelos y conceptos centrales en psicología de la salud / 101

bienestar sólo puede ser psíquico, como una sen- Otro ejemplo de definición criterial de salud es
sación que es. Sentir bienestar físico o social es el elaborado por Stokes, Noren y Shindell (1982),
sentir bienestar psíquico atribuible a variables de ín- quienes señalaban la salud como un estado carac-
dole física o social. La no distinción ontológica en- terizado por 1) la integridad anatómica, 2) la ca-
tre los componentes de la salud hace enormemen- pacidad para desempeñar los roles familiares, ocu-
te imprecisas estas definiciones y las condena a un pacionales y comunitarios, 3) la capacidad para
laberinto conceptual sin salida. tratar con el estrés social, físico y biológico, y
Por todo ello, estas aproximaciones, con mos- 4) las sensaciones de bienestar y de liberación del
trar una mayor utilidad como marco conceptual, riesgo de enfermedad y muerte.
no terminan de ofrecer un marco de referencia En esta misma línea de pensamiento, la Con-
operativo con el que contrastar en qué medida la ferencia celebrada en el John D. & Catherine
salud (como «equilibrio dinámico», «armonía» o MacArthur Foundation Network, sobre el estudio
bienestar) se logra en un individuo concreto y en de los determinantes y consecuencias de las con-
un momento concreto de su vida, y en qué medi- ductas pro y anti-salud, concluyó con la identifica-
da dicho equilibrio-armonía-bienestar se rompe ción de cinco diferentes subdivisiones o criterios de
(enfermedad). Ni tampoco parece importar mucho la salud como valor fundamental para la humanidad
la naturaleza de dicha rotura, algo extremadamen- que, según recogen Irwin y Stone (1985), serían la
te importante si el objetivo es procurar su repa- consideración de salud como: 1) el sentimiento sub-
ración. jetivo de bienestar; 2) la capacidad para un alto ni-
vel de productividad social; 3) valores adecuados
en las medidas de las funciones corporales vitales;
Definiciones criteriales de salud 4) una baja utilización del sistema sanitario, y
y enfermedad 5) habilidad para resistir al estrés, a las infeccio-
nes y a las agresiones físicas con pérdidas mínimas
Finalmente, otra posibilidad de definir salud y en los criterios anteriores.
enfermedad, igualmente surgida del intento de ope- Similar resulta la definición de salud estableci-
ativizar en lo posible ambos estados, se centra en da algo después por Seeman (1989), para quien el
el establecimiento de ciertos criterios o aspectos en concepto de salud integra factores bioquímicos, fi-
:•> que la salud como concepto global es desme- siológicos, perceptuales, cognitivos, interpersona-
-uzado. Estos intentos definicionales en absoluto les y ecológicos, entendiendo como salud positiva
-í-ultan contradictorios con las líneas generales ex- la integración exitosa de dichas funciones, mientras
r-estas para las definiciones dinámicas; esto es, que los fallos en la integración resultan en enfer-
-antienen la idea de salud/enfermedad como un es- medad.
u i o a lo largo de un continuo, pero a la vez tratan Características definicionales que resultan todas
re operativizar el concepto de manera que pueda ellas compatibles, de tal modo que sumando todas
: nvertirse en un referente objetivable. las definiciones criteriales podría establecerse una
Al respecto, uno de los primeros intentos por es- definición operacional de salud de carácter multi-
^rlecer una serie de criterios valorables del estado factorial que la entendiese como el resultado final
re salud fue el elaborado por Davies (1975), quien de la combinación de los valores alcanzados en
.girió cinco características de la salud que nece- cada uno de los factores que la componen. Dichos
* :an ser evaluadas separadamente: 1) la salud físi- factores serían tanto objetivos como subjetivos,
ca definida por medios objetivos que puede o no es- entendiendo que los primeros pueden quedar defi-
ar asociada con síntomas; 2) la presencia o nidos con tanta precisión como el avance de las
. _-encia de síntomas que informar; 3) la capacidad ciencias de la salud permita y que los segundos de-
penden de criterios sociales, culturales y persona-

t Edcoines Párimdie
.-.cional del individuo; 4) los estados emocional
? mental, y 5) el estado subjetivo de bienestar. les que pueden hacer cambiar la experiencia subje-
1 0 0 / Psicología de la salud

tiva de un individuo concreto respecto a su estado — Sensación de bienestar psicoorgánico.


de salud independientemente de los valores que — Sensación de seguridad en seguir viviendo.
mantenga en los criterios objetivos. En realidad, los — Notoria libertad respecto del propio cuerpo.
diferentes criterios manejados por los distintos au- — Sensación de semejanza (sentirse igual a los
tores se pueden agrupar en tres tipos: 1) criterios re- demás).
feridos a la estructura y funcionamiento del orga- — Posibilidad de control de la soledad y la
nismo; 2) criterios referidos a la capacidad de compañía.
adaptación y afrontamiento (o criterios de funcio-
namiento personal), y 3) criterios subjetivos de Igualmente, Laín Entralgo (1988) señala que el
bienestar o felicidad. criterio subjetivo, con ser una condición necesaria
El concepto de salud elaborado por Laín En- para la salud, no es una condición suficiente, en tan-
tralgo (1988) participa de estas características y, a to que pueden existir «procesos morbosos ocultos,
nuestro juicio, resulta la más completa de las defi- o lesiones orgánicas o funcionales asintomáticas,
niciones criteriales disponibles, principalmente formas leves de neurosis o trastornos de simula-
porque el autor ha otorgado a la cuestión el grado ción» (el énfasis es nuestro).
de minuciosidad que su complejidad requiere. Laín A nuestro modo de ver, esta definición de sa-
Entralgo (1988) ha definido salud según tres tipos lud/enfermedad permite una importante operativi-
de criterios, a saber: 1) un criterio sociocultural, zación del concepto al aprovechar al máximo el
que tiene que ver con los conceptos de rol o conduc- componente físico u orgánico, no olvidar la capa-
ta de enfermedad; que el autor sintetiza como «pa- cidad del individuo para vivir ni obviar la crucial
recer sano a los demás», y 2) una serie de criterios faceta psicosocial de la salud. De tal modo, con-
objetivos de estar sano entre los que se cuentan: tiene todos los elementos o componentes que la for-
ma de pensar biopsicosocial demanda, y resulta
— Criterio morfológico o de ausencia de de- compatible con la idea de continuidad como algo
formaciones o alteraciones de la estructura inherente al fenómeno y que permite reflejar la po-
directa o indirectamente perceptibles y de sición que cada individuo puede ocupar en un mo-
consideración morbosa. mento determinado a lo largo del continuo sa-
— Criterio etiológico o de inexistencia de taras lud/enfermedad.
genéticas y agentes patogénicos. El único pero posible hace referencia al sesgo
— Criterio funcional o de mantenimiento de las medicalizado en lo psicológico que el autor man-
constantes vitales y de las diversas activida- tiene, en contra de las posiciones conceptuales co-
des y funciones orgánicas dentro de los va- munes a la psicopatología y psicología modernas.
lores normales para la especie humana cua- Sin embargo, el hecho de incluir entre los criterios
litativa y cuantitativamente. objetivos el comportamental, así como el tipo de
— Criterio de utilidad o de capacidad de cum- criterios subjetivos señalados y sus condicionantes,
plimiento de los compromisos y objetivos de la hacen una definición susceptible de ser entendi-
la vida sin excesiva fatiga ni daño aparente. da como global y válida para conceptuar la salud
— Criterio comportamental o de mantenimien- como un compendio de realidades diferentes pero
to de las pautas comportamentales dentro de unidas.
los criterios sociales de normalidad. No obstante, hablar de formas de neurosis y tras-
tornos de simulación como moduladores del crite-
y 3) un criterio subjetivo o sentimiento de «estar rio subjetivo, y no hacerlo del más global compor-
sano» que incorpora los siguientes elementos: tamiento de enfermedad (el concepto de illness
behavior), puede estar demandando la convenien-

© Edcoines Párimdie
— Sentimiento de capacidad o potencial, en cia de una actualización de la definición que in-
cuanto conciencia de poder hacer cosas. corpore las posiciones conceptuales de la moderna
Modelos y conceptos centrales en psicología de la salud / 101

psicología de la salud de corte científico. Pero ello Roales-Nieto y Luciano, 1996; pp. 154-157) y que
no supone obstáculo alguno ni desmerece la obra resulta obligado retomar aquí.
intelectual en su conjunto. Primero que nada, hemos de tener en cuenta que
En conclusión, y reteniendo al máximo la defi- cualquier intento de definición de salud/enferme-
nición de Laín Entralgo (1988) con las salvedades dad, como tal, se trata de conducta verbal descrip-
apuntadas, el concepto de salud se nos ofrece como tiva de una serie de fenómenos que deseamos
una síntesis de criterios objetivos y subjetivos en la resumir y concentrar en un concepto de orden su-
que la primacía de unos sobre otros puede depen- perior que los contenga y organice. Por tanto, fi-
der de variables tales como la conciencia de inca- nalmente salud será aquello que los humanos con-
pacidad o el dolor, de modo que la valoración final vengamos que así sea; algo que, sin embargo, no
del estado de salud/enfermedad puede ser cam- ocurre en manera tan descarada para el concepto de
biante de uno a otro individuo e intraindividuo. Di- enfermedad, especialmente en su representación
cha valoración puede ser válidamente establecida máxima de pérdida de la vida. Dadas las diversas
con referencia exclusiva a los criterios objetivos que opciones de conceptuación parece más apropiado
apunta Laín Entralgo (1988), aun en ausencia de preguntarse por la operatividad y funcionalidad de
criterios subjetivos que la corroboren. Pero lo con- cada una de ellas, que discutir sobre su justicia o
trario puede también suceder. Por tanto, la autova- injusticia social (como es dado entre aquellos psi-
.oración sano/enfermo es una operación psicológi- cólogos y sociólogos fundamentalistas del movi-
ca final que puede ser coincidente o no con la miento de promoción de la salud). Es decir, ¿qué
bjetiva dada por un especialista o detectada por el ganamos o perdemos definiendo salud a la manera
rropio sujeto. de la OMS en 1946 —como se hace a nivel «ofi-
cial»— o en alguna de las múltiples maneras alter-
nativas revisadas? En muchos casos parece que no
AJgunas reflexiones sobre la lógica mucha claridad en su estudio y sí tal vez un varia-
ble grado de confusión según la alternativa de que
he las definiciones de salud y enfermedad
se trate, porque cada vez se nos antoja más difícil
La nueva definición de salud/enfermedad que alcanzar la salud como objetivo según en qué for-
incorpora los planos psicológico y social no limita ma sea definida.
^mbos fenómenos al plano biológico, como lo ha- Si aceptamos que salud sea el completo bienes-
cía la definición emanada del modelo biomédico, tar a todos los niveles, como la OMS establece, sólo
ha sido recibida con auténtico entusiasmo por estaría sano aquel ser humano 1) cuyo organismo
xias las disciplinas implicadas en su estudio —en- estuviera completo y funcionase a la perfección;
tre las cuales se encuentra la psicología de la sa- 2) que gozase de buena educación; 3) de cómodo
ud. Igualmente, ha sido celebrada como un enor- alojamiento; 4) de agradable trabajo; 5) de medios
me avance conceptual por lo que supone de económicos suficientes; 6) de buen ambiente social
-¿conocimiento de las dimensiones psicológicas y y comunitario; 7) que careciera de problemas psi-
sociales de la salud y la enfermedad, con la consi- cológicos y de relación con los demás, y, no se ol-
cciente ampliación de las perspectivas de com- vide, 8) que se encontrara plenamente satisfecho
rrensión. ( con todo ello. Pero si el mismo ser humano ante-
Consecuentemente, se ha apuntado la enorme re- rior cumpliese todas las anteriores condiciones
re rcusión positiva que este cambio conceptual teñ- pero, como consecuencia de que uno de sus hijos
era sobre la humanidad sana y doliente y para las adolescentes es drogadicto, no desea estudiar y pasa
rropias ciencias y profesiones sumidas en este ent- temporadas fuera de casa sin control, su vida estu-
reno. Nos consideramos prudentes partícipes de tal viera presidida por la angustia que ello le ocasiona
y, obviamente, en su caso no pudiéramos afirmar

tEdcionesPárimdie
_ norozo, pero tenemos, sin embargo, ciertas som-
bras de duda ya expuestas en otro lugar (p. ej., Gil que posee bienestar psicológico, ¿estaría sano o no?
100 / Psicología de la salud

Parece que al no cumplir totalmente los requisi- niñeado a su vida» (p. 229 de la obra de Reig). Esto
tos del completo bienestar físico, psíquico y social, es, para ser exactos, no se puede considerar sano a
no podríamos catalogarle como un individuo sano nadie.
tipo OMS ¿La solución entonces es calificarle de A nuestro modo de ver, que la salud o la en-
enfermo? Y, en este caso, ¿qué podría haber hecho fermedad dependan de las condiciones económi-
o recomendado hacer la OMS para que individuos cas, laborales, sociales, familiares y psicológicas , 7

así hubieran llegado a estar sanos en el año 2000 , 6


además de las físicas, no significa que debamos
como rezó durante décadas una de sus campañas reconvertir en salud estos determinantes, en tan-
más emblemáticas? ¿La solución pragmática pasa to ellos son una cosa y el producto de su inte-
por colocar a cada persona en algún lugar del con- racción, en cuanto salud o enfermedad, otra bien
tinuo salud/enfermedad que incorporan las con- distinta. Los determinantes no son la salud sino
cepciones alternativas, y que ya la propia OMS ha las cosas que producen o no la salud. La salud es,
terminado por adaptar a su definición de salud? por tanto, un resultado de la interacción entre
¿Y según qué mediciones —especialmente de las un individuo y los numerosos fenómenos que for-
que harían referencia al bienestar psíquico y so- man parte de su vida, ninguno de los cuales por
cial— colocamos a cada cual en según qué lugar de sí solo —salvo extremos— garantiza un determi-
según qué continuo? nado producto final en forma de uno u otro esta-
Lo cierto es que la consideración de la salud do concreto de salud o enfermedad a lo largo del
como un proceso dinámico que va más allá de la continuo.
ausencia de enfermedad puede acabar llevándonos Se está confundiendo el concepto de salud con
a una posición de mística salutogénica. Un ejem- los determinantes de la salud; esto es, con las va-
plo: Wenzel (1986) llega a señalar literalmente que riables sociales, económicas, políticas, ambientales,
«no se puede considerar sana a una persona a me- fisiológicas, microbiológicas y psicológicas pre-
nos que esté socialmente integrada, mantenga rela- sentes en la vida. La salud es su resultado, y el bie-
ciones sociales constructivas, sea capaz de adap- nestar es también otro resultado que suele incluir
tarse a las circunstancias estresantes de la vida, la noción de saberse sano o no, pero que puede no
exprese sus necesidades personales y encuentre sig- depender de ella . Elevar el bienestar a la categoría
8

6 Queremos decir, además de anatemizar el consumo de dro- se esté produciendo un aumento en la uniformidad del ideario so-
gas y a las propias sustancias y solicitar de la ONU su prohibi- cial trasladado a la vida personal, hechos hasta cierto punto da-
ción universal como medida «preventiva», cosas que ya se han tados (p. ej., Abel. Cockerman, Lueschen y Kuntz, 1989).
hecho. 8 El sabroso extracto autobiográfico de Enmanuel Kant que
7 Y aquí conviene traer a colación un criterio, de oficio, algo Laín Entralgo (1988) recoge como ejemplo que refleja a la
desasistido, como es el criterio personal de salud que cada indi- perfección la sutileza de los mecanismos que hacen prevalecer
viduo posee, y que numerosos estudios tienden a hacer depen- lo objetivo sobre lo subjetivo y viceversa, ilustra las considera-
der de criterios más estructurales (de cultura, clase social y ciones anteriores cuando se trata de elaborar el personal pro-
grupo). Un ejemplo es el estudio de D!Houtaud y Field (1984), ducto psicológico final «estoy sano» o «estoy enfermo». Dice
llevado a cabo en Francia sobre una muestra de 4.000 sujetos que así: «A causa de mi tórax aplastado y angosto que deja poco es-
respondieron a una encuesta sobre sus ideas de salud. Los re- pacio para el movimiento del corazón y los pulmones, tengo una
sultados indicaron diferencias en el concepto de salud en función disposición natural a la hipocondría, que en años anteriores lle-
de la clase social, de modo'que entre los sujetos de clase social gó hasta el tedio de la vida. Pero la consideración de que la cau-
alta y media se mostraban conceptos de salud más personaliza- sa de esta opresión cardíaca era acaso sólo mecánica y de que,
dos (definiéndola positivamente como un medio para lograr bien- por tanto, no podría suprimirse, me llevó a no preocuparme de
estar personal y vitalidad), frente a los conceptos más pragmá- ella; y así, mientras sentía opresión en el pecho, en mi cabeza
ticos de los sujetos de clase baja o media-baja (más centrados en reinaban la serenidad y la alegría. En sociedad, en lugar de mos-
la ausencia de enfermedades y en la capacidad de poder traba- trar el humor tornadizo que caracteriza a los hipocondríacos,
jar). Sin embargo, el actual proceso social de desclasamiento, o podía manifestarme libremente y con naturalidad. Y como en la

© Edcoines Párimdie
tendencia hacia la identificación con valores sociales interclases vida nos sentimos más alegres por lo que hacemos usando
puede estar cambiando tales percepciones, en la medida en que libremente de ella que por lo que en ella gozamos, el trabajo
Modelos y conceptos centrales en psicología de la salud / 101

de salud, como hace la OMS y repiten hasta el abu- vesado, sino también a poca distancia de lo imposi-
rrimiento todos los postmodernos misioneros de la ble. A menos que todos los seres humanos acabe-
salud, no parece que venga a facilitar la tarea de de- mos pensando igual, en estos planos sólo podemos
finir y precisar salud . 9 aspirar a convenciones sobre mínimos (y uno de es-
Es bueno tomar como objetivo mundial la salud tos mínimos posibles, materializado en el llamado
incluyendo el bienestar, pero socializar, psicologi- estado de bienestar, se nos anuncia por doquier en
zar e ideologizar el concepto de salud no sabemos quiebra y como un ideal poco menos que insoste-
hasta qué punto puede ser bueno, mientras que sí nible económicamente hablando), y no resulta útil
puede serlo socializar, psicologizar e ideologizar el confundir los deseos políticos, sociales y humani-
concepto de bienestar. ¿La solución podría ser re- tarios (convenientes y absolutamente necesarios)
servar el término salud para el plano biológico de con la necesidad de contar con definiciones opera-
funcionamiento y funcionalidad del organismo (en tivas de conceptos que resulten útiles para el avan-
cuyo caso nada ocurriría por contraponerlo al tér- ce de la ciencia. Tal vez sea éste el vicio de fondo
mino enfermedad), y elevar el término bienestar a en la mayoría de los abordajes del concepto de sa-
una categoría superior de la cual la salud sería un lud/enfermedad que se han producido desde la pers-
afluente? Nos atreveríamos a señalar que sí con las pectiva biopsicosocial, y que hemos revisado a lo
reservas propias de quien está proponiendo una te- largo de las páginas anteriores.
-is necesitada de mayor elaboración. El bienestar es algo siempre psicológico; es una
Lograr una definición de salud/enfermedad sensación sensu lato de «estar bien» que parece de-
como fenómeno biológico es difícil y enrevesado, pender de que ciertas necesidades estén cubiertas y
pero se nos antoja posible y el intento de Laín esté ausente cualquier estimulación aversiva. Esto
Entralgo (1988) antes expuesto, con sus criterios es, un individuo tendrá bienestar si ama y es ama-
objetivos de salud, puede ser un buen comien- do, si triunfa en sus actividades, si posee una vi-
zo. Lograr una definición psicológica y/o social vienda digna y la ropa y los alimentos necesarios,
ce salud (o una de salud que englobe ambos as- si se siente reconocido y respetado, si no padece do-
rectos) se nos antoja ya no sólo difícil y enre- lor alguno, etc. Y, todo ello, en la composición pa-

r-nritual puede oponer un estimulante sentimiento de vida a los Hawks, 1994; Hawks, Hull, Thalman y Richins, 1995; Scarward,
-pedimentos que sólo al cuerpo atañen. La opresión ha segui- 1991; Taylor y Ferszt, 1990). No se entienda esto como la ne-
: . porque su causa radica en mi constitución corporal; pero, en gación de considerar las creencias religiosas como un tema de
. m b i o . apartando mi atención de esos sentimientos, como si no interés para la psicología de la salud. En absoluto. Algunos au-
-jesen conmigo, he llegado a impedir su influjo sobre mis pen- tores incluyen los sentimientos religiosos dentro del estudio de
samientos y mis acciones» (E. Kant. La contienda de las facúl- las estrategias de afrontamiento del estrés; por ejemplo, Pele-
tales). chano (1992, 1993), para una consideración de lo religioso como
' Antes al contrario, es una puerta abierta para el barnizado mitigador de los efectos del estrés, lo que el propio autor llama
-•í Jico, objetivo o científico de conceptos e ideas de origen so- la religión como estrategia de consolación (también en Pele-
_ al v/o cultural. Valga un ejemplo con la ampliación del con- chano, Matud y de Miguel, 1994). Pero su consideración lo es
. 0 de salud con el añadido de lo espiritual (para una recien- desde el plano de lo psicosocial. verdadera naturaleza de tal for-
e -^visión ver Hawks, Hull, Thalman y Richins, 1995). Así, nos ma de comportarse. Por el contrario, la propuesta que aquí re-
rt.ontramos con una nueva moda de gran pujanza, según la cual ferimos entiende la espiritualidad como un componente más del
: modelo marco de la nueva cdncepción de salud debería in- ser humano de distinta naturaleza que lo psicológico, lo social
; —«orar la dimensión espiritual junto a las ya mencionadas an- y lo biológico, y aquí podemos ya rozar el esperpento. ¿A qué
en «miente. Y no estamos refiriéndonos a una opción mera- salud espiritual en concreto se están refiriendo? Repárese, por
mente sectaria o a una moda curiosa y pasajera, en tanto este ejemplo, en que la salud espiritual para el caso de ciertos mo-
- _'iteamiento goza de una extraordinaria pujanza en los Esta- vimientos integristas consistirá, verbi gratia, en matar o muti-
t s Unidos desde los años ochenta —algo menos en otros paí- lar pecadores o no creyentes, de modo que caeríamos en el ab-
¡ e — con publicaciones no precisamente en revistas margina- surdo de definir como salud algo que, sensu stricto, es para los

t Edcoines Párimdie
: p. ej., Aidridge, 1991; Bellingham, Cohén, Jones y Spaniol, demás un peligroso factor de riesgo.
-«9; Chapman, 1986, 1987a, b; Goodloe y Arreóla, 1992;
100 / Psicología de la salud

ramétrica acorde a su personal criterio de bienes- nazadora o trascendente. A su vez, estar sano sue-
tar, que habrá ido adquiriendo a lo largo de su ex- le provocar informes de bienestar, pero también
periencia y que forma parte de su personalidad. puede no hacerlo, probablemente porque falle algo
Como tal fenómeno psicológico es, y tiene que ser, en las facetas psicosociales de la vida o estemos
necesariamente subjetivo, susceptible al cambio y ante un ejemplo de conducta de enfermedad, pero
sujeto a las contingencias y reglas propias de su co- sería un error grave equiparar linealmente malestar
munidad. Pero también un producto identificable e con falta de salud. Ser infeliz tiene una solución
hipotéticamente mensurable del cual la salud bio- harto diferente de la solución para una otitis, aun-
lógicamente entendida sólo es uno de sus posibles que si se es infeliz porque una otitis nos mantiene
determinantes. Probablemente el más preciado en en casa lejos de la persona amada, del viaje desea-
la mayoría de los casos, pero no siempre y para to- do o de la diversión ansiada, ambas soluciones pue-
dos, y cuya importancia y trascendencia (por fun- den confluir. Pero el individuo no tiene más o me-
ción psicológica) dependerá, a su vez, del modo en nos salud según qué casos. La solución no pasa por
que la vida haya transcurrido para cada individuo. forzar uno u otro concepto, el de salud y el de bie-
Los umbrales del dolor son idiosincrásicos, como nestar, amalgamándolos hasta hacerlos desaparecer
también es personal y diferencial la combinación de o magnificándolos hasta hacerles perder su propio
experiencias de dolor sufridas, modeladas e ins- y particular sentido.
truidas, la valoración vivencial de la enfermedad Una argumentación en la línea aquí expresada,
y tantas otras cosas que nos llegan a diferenciar en aunque diferente en otros aspectos, es la sostenida
estos planos, entre ellas, y finalmente, el afronta- por Seedhouse (1986, 1995), quien propone extre-
miento de la muerte. Pero nada de esto es más sano mar la cautela con el uso ligero del concepto de
o menos sano. bienestar en la práctica de la promoción de la salud,
Si, de acuerdo a cada historia personal, la com- al considerarlo un ardid que encierra otro tipo de
binación de circunstancias que provocan la sen- motivaciones ideológicas más allá del estricto pla-
sación de bienestar se produce, el informe verbal no de la salud. Sería exagerado, no obstante, genera-
describirá la misma como bienestar, felicidad, com- lizar el análisis al modo como lo hace Seedhouse.
placencia, satisfacción, gozo, gusto, placer, agrado,
comodidad o deleite . Si, por el contrario, algunas
10

de dichas circunstancias fallan, el informe de la DETERMINANTES DEL ESTADO


sensación correspondiente podrá ser de malestar, DE SALUD/ENFERMEDAD
indisposición, afección, incomodidad, desazón,
disgusto, molestia, inconveniencia, zozobra o de- La salud, queramos o no, continuará siendo un
sasosiego. Y en ambos casos la salud puede o no concepto polémico. Sin embargo, no parece existir
estar comprometida dependiendo del valor que para tanto desacuerdo entre los autores a la hora de pre-
cada sujeto ésta posea o, dicho de otro modo, la cisar los factores de que depende el fenómeno que
función que cumpla. tanto nos cuesta precisar. De hecho, los llamados
Estar objetivamente enfermo suele provocar in- determinantes de la salud continúan siendo para la
formes de malestar, pero también puede no hacer- mayoría de los autores aquellos que precisó La-
lo, bien porque la ausencia de sintomatología pro- londe (1974) al establecer, en su no menos famoso
duzca la falta de conciencia de la alteración, bien informe, la salud como un resultado de las condi-
porque dicha alteración no sea valorada como ame- ciones biológicas, las medioambientales, el estilo

Y sin duda que las sutilezas del lenguaje permiten distin-

© Edcoines Párimdie
10

guir el origen o motivo del bienestar o malestar; esto es, el tipo


de variables en juego.
Modelos y conceptos centrales en psicología de la salud / 101

de vida y las condiciones del sistema de asistencia nes sociales de producción, clases socio-
sanitaria. económicas, distribución de la renta na-
Partiendo de estos cuatro grandes grupos de de- cional, desigualdades sociales, etc.
terminantes, la dificultad (en cuanto esfuerzos de 3. Nivel de vida de la población: coste de
investigación) y la polémica se han centrado casi vida, salarios o rentas, inflación, paro, etc.
exclusivamente en la determinación de los inte- 4. Tipo y grado de desarrollo social y econó-
grantes o factores específicos que componen cada mico de la población y de cada familia, gra-
uno de los determinantes, así como su peso espe- do de independencia económica, política y
cífico en cada resultado de salud. Así, mientras que cultural del país, nivel de deterioro de la
la corriente provocada por el informe Lalonde que naturaleza.
algunos han denominado como estrategia de línea 5. Medios de vida de la población y de los
dura en promoción de la salud (p. ej., Seedhouse, grupos: participación en la vida social, co-
1995), y otros como la moral de la salud (p. ej., Gi- municación, comportamientos, hábitos,
¡lick, 1984; Rowse, 1986), y que se ha identificado creencias, etc.
con la mayor parte del establishment en salud pú- 6. Calidad ecológica y sanitaria del entorno
blica en los países occidentales, ha enfatizado la im- global de la población.
portancia estratégica de los estilos de vida como de- 7. Condiciones sociales y sanitarias del
:erminantes de la salud que requieren una especial trabajo.
-tención y mayor esfuerzo institucional, otras co- 8. Existencia o no de desigualdades socio-
rrientes prefieren enfatizar los determinantes indi- profesionales cara a la salud, la enfermedad
viduales conjuntamente con los determinantes so- y la muerte: orígenes y consecuencias.
viales modificando el planteamiento de Lalonde 9. Nivel de educación general del individuo y
1974) en el que no son reconocidos estos últimos la población.
romo categoría explícita. En esta última posición 10. Nivel de educación para la salud del indi-
ruisiéramos alinearnos. viduo y la población.
Por otro lado, esta atención a los determinantes 11. Grado de participación del individuo y la
socioeconómicos de la salud es tradición, por ejem- población en los problemas de salud-en-
rlo. en la escuela inglesa de salud pública, país en fermedad y en la gestión de la propia salud.
el que ya se elaboró una distribución de la pobla- 12. Existencia o no de sistemas de protección
ción en cinco clases sociales en función de sus con- social y de seguros de enfermedad: cober-
riciones de trabajo y nivel de vida hace más de 70 tura y beneficios.
años (Piédrola, 1991). Pero ejemplos más actuali- 13. Existencia o no de grupos de alto riesgo en
zados de este énfasis en lo social lo ofrecen Blane morbilidad y mortalidad.
1995), quien divide los determinantes sociales de 14. Grado de conocimientos científicos y nivel
a salud en nivel socioeconómico, clase social y de aplicación.
riza o etnia; los autores ingleses y nórdicos vincu- 15. Existencia de servicios de salud-enferme-
ados a la escuela sociológica weberiana (por ejem- dad: cobertura, orientación y eficacia.
rlo. Abel, 1991; Weiss, Larsen y Baker, 1996), o la
.ategorización que h^ce San Martín (1989) de los Podría echarse en falta, sin embargo, en todas es-
actores determinantes del estado de salud en la po- tas representaciones de los determinantes de la sa-
blación, a saber (pp. 23-24, op. cit.): lud la consideración de la naturaleza interactiva e
interdependencia de los diferentes factores que
1. Estructura y equipamiento biológico indi- afectan a la salud en sentido positivo o negativo, de
vidual; reserva genética de la población. manera que los factores medioambientales, de esti-

t Edcoines Párimdie
2. Estructura socioeconómica de la sociedad lo de vida, biológicos y del sistema sanitario han de
estudiada: modos de producción y relacio- verse afectándose mutuamente, exacerbando o mi-
100 / Psicología de la salud

tigando sus consecuencias sobre la salud. Al res- vel de educación puede afectar a la receptividad a
pecto, algunas precisiones deben ser hechas. La fun- los mensajes e iniciativas de promoción de la salud,
damental se refiere al carácter descriptivo o enu- de modo que la salud del adulto se vea determina-
merativo de estos esquemas; carácter que nos da por ella (...) [igualmente] características de per-
permite eludir la necesidad de representar las inte- sonalidad (...) pueden influir tanto en el apego edu-
racciones antes aludidas, de modo que su consi- cacional como en la conducta de salud. Finalmente,
deración queda reservada a la representación del una salud pobre durante la infancia y adolescencia
modelo biopsicosocial de salud y enfermedad, que podría resultar tanto en un bajo apego educacional
recoge, precisamente, esta naturaleza interactiva como en una salud adulta mermada» (p. 904).
cuyo resultado final será la plasmación de los dife- De todos los determinantes de la salud, están
rentes estados de salud en los diferentes individuos, despertando un especial interés aquellos recogidos
pero es ésta una problemática que sobrepasa los ob- en el esquema bajo el vasto descriptor de «estilo
jetivos de este capítulo. de vida». Como término medio, se ha estimado que
En cualquier caso, y aunque aquí eludamos lo el estilo de vida es el determinante responsable del
anterior, conviene precisar que no deben tomarse 43 por 100 del total de mortalidad, muy por enci-
los determinantes de la salud anteriormente refle- ma de los factores biológicos y medioambientales
jados como entidades etiológicas que operan aisla- con un 27 y un 19 por 100, respectivamente (nos
das. Es universal hoy la aceptación de su interde- estamos refiriendo a las clásicas cifras de Dever,
pendencia, de modo que se impone el concepto más 1976). Pero, para ser exactos, el esquema de de-
ajustado a la realidad de vías determinantes de la terminantes de la salud debería modificarse a fin
salud como cadenas de acontecimientos a distintos de incluir parte de los aspectos que Salieras (1985)
niveles que interesan, por lo general, varios tipos de enmarca, a nuestro juicio inapropiadamente, bajo
determinantes de la salud operando a través del el descriptor de contaminantes medioambientales.
tiempo. Por ejemplo, una de estas vías puede incluir Exactamente, nos estamos refiriendo a los de tipo
la relación encontrada entre el nivel educativo y la psicosocial y cultural, en algunos casos asuntos tra-
mortalidad adulta, como han estudiado Blane tados tradicionalmente por la psicopatología y que
(1995) y Blane, White y Morris (1996). Como los ahora son objeto de estudio de la psicología de la
propios autores apuntan, «el material y los recursos salud.
culturales disponibles en el hogar han resultado
11
Por otro lado, la interacción entre los determi-
predictores potentes del apego infantil a la educa- nantes medioambientales de la salud es de gran in-
ción; por su parte, la educación será un determi- terés aquí. Esto es, en qué medida el impacto me-
nante clave de las condiciones durante la infancia, dioambiental sobre la salud (ese 19 por 100 de
y éstas podrían ser determinantes de la salud en la afectación según las cifras de Dever, 1976) puede
edad adulta. El apego educacional es también un verse incrementado o reducido en función de las ca-
fuerte predictor de la posición ocupacional y el tipo racterísticas personales, no sólo en cuanto a la di-
de trabajo que se consiga durante la adultez, y ello mensión del impacto (epidemiología), sino también
podría ser de gran influencia sobre la salud. El ni- en cuanto a intensidad del impacto (clínica resul-

1 ' Conviene no olvidar que estamos tratando con datos epi- ración del saber, por la superación y el logro personal bien en-
demiológicos que presentan correlaciones entre variables o fe- tendido, pueda provenir de otras fuentes distintas a las seña-
nómenos, y que la naturaleza de las vías establecidas en la ma- ladas por estos autores (p. ej., otros familiares que actúen como
yoría de los casos es también correlacional, de modo que estas modelos y/o moldeadores, los profesores, o la alta sensibilidad
informaciones deben tomarse justo en dicho plano; por su- del niño a ciertas condiciones sociales...), de modo que aun-
puesto que han existido, existen y existirán (aunque nos te- que un humilde hogar no cuente con los recursos que los au-

© Edcoines Párimdie
memos que cada vez menos) numerosos casos en los que la tores mencionan, el apego a la educación finalmente se pro-
sensibilidad por la educación, por el conocimiento y la explo- duzca.
Modelos y conceptos centrales en psicología de la salud / 101

tante, proceso de recuperación y/o secuelas) es un munitario (recursos y medios más inmediatos), las
objetivo conjunto de estudio entre la psicología de reglas culturales y religiosas, la actividad labo-
la salud y la medicina que permanece en espera de ral, etc.
recibir la atención que merece. Todos estos aspectos gozan de una importancia
Igualmente, se hace necesario considerar, por para la salud contrastada por numerosos estudios
sus propios méritos, un grupo de determinantes (por ejemplo, Blane, 1995; Goldblatt, 1990; Kahn,
que recoja aquellos factores de tipo social (en sen- 1992; Mackenbach, 1993; Pappas, Queen, Hadden
tido laxo), y hasta hoy tratados sólo indirecta e y Fisher, 1993; Singh y Yu, 1995; Sorlie, Backlund
imprecisamente, y que agrupe las influencias so- y Keller, 1995). Con todo ello, el esquema global
bre la salud a nivel individual y de población del que resuma los determinantes de la salud podría
nivel socioeconómico, el ambiente cercano o co- quedar como se muestra en la figura 3.3.

Determinantes

Figura 3.3.—Esquema ampliado de los determinantes de la salud.

Además, la consideración de estos aspectos so- cioeconómicas de vida de un individuo son en sí


ples debe ser algo ejifatizada en tanto la tenden- mismas un importante factor de riesgo para nume-
cia cultural proveniente del mundo anglosajón de- rosas enfermedades y una importante barrera para
nva su atención hacia las variables del individuo que un individuo se comporte de manera saludable
. mo tal, mientras que las condiciones sociales de (p. ej., Adler, Boyce, Chesney, Cohén, Folkman,
- i vida se toman como el caldo de cultivo que fa- Kahn y Syme, 1994).
rece o dificulta tal o cual comportamiento, esti- Así, es un hecho contrastado que se han encon-
» de vida o tendencia personal. Pero se da el caso trado diferencias en función del nivel socioeconó-

tEdcionesPárimdie
ir que, por ejemplo, las propias condiciones co- mico para las tasas de mortalidad y morbilidad de
100 / Psicología de la salud

numerosas enfermedades y condiciones de salud punto, la contrastación de las diferencias entre los
(Antonovsky, 1967; Illsley y Baker, 1991), toman- datos sobre esperanza de vida entre países de-
do el nivel socioeconómico como «una medida sarrollados y países subdesarrollados resulta dra-
compuesta que típicamente incorpora el nivel eco- mática, especialmente si se tiene en cuenta que con
nómico medido por los ingresos; el nivel social me- el coste hospitalario derivado de alargar unos me-
dido por el nivel educativo; y el estatus laboral me- ses la vida de enfermos moribundos de avanzada
dido por la ocupación o trabajo desempeñado» edad, se lograría un impactante resultado en super-
(Dutton y Levine, 1989, p. 30). vivencia en muchos países del ámbito pobre de la
De hecho, la relación parece fuerte porque salud Tierra.
está relacionada tanto con el constructo global (ni-
vel socioeconómico) como con cada uno de sus
componentes por separado, de manera que algunos MODELO MARCO BIOPSICOSOCIAL
autores han propuesto la consideración de una di- EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD
mensión más amplia que denominan estratificación
social u ordenamiento social, como un potente fac- Un modelo ha sido entendido como «una forma
tor predictor del nivel de salud (Adler y cois., global de ordenar o conceptuar un área de estudio,
1994). llevar a cabo investigación e interpretar los hallaz-
Por tanto, el nivel socioeconómico ha sido aso- gos experimentales» (Kazdin, 1980, p. 20). «El se-
ciado tanto a las tasas de mortalidad y morbilidad, llo de distinción de un modelo científico es la pro-
como a las de prevalencia de ciertas conductas de visión de un marco en el cual el método científico
riesgo. En el primer caso existen numerosos estu- pueda ser aplicado», llega a precisar Engel (1982,
dios que lo asocian a la mortalidad, señalando una p. 156).
relación lineal, un gradiente entre nivel socieconó- Los modelos pueden ser de naturaleza descrip-
mico y salud, de forma que un menor nivel produ- tiva o explicativa. Un modelo explicativo es un
ciría una mayor tasa de mortalidad (p. ej., Adelstein, cuerpo de conocimientos formulados verbalmente,
1980; Feldman y cois., 1989; Marmot y cois., 1984; que puede contener niveles de información muy di-
Pappas, Queen, Hadder y Fisher, 1993); y otros que ferentes y haber sido formados no siempre de la
asocian nivel socioeconómico con tasas de preva- misma manera ni con la misma parsimonia (Lucia-
lencia de enfermedades (Pincus y Callahan, 1985; no, 1989) que intenta dar razón de la naturaleza y
Pincus, Callahan y Burkhauser, 1987). En el se- condiciones de producción de un fenómeno.
gundo, se ha asociado inversamente nivel socioe- Se puede entender un modelo, entonces, como
conómico con tasas de fumar (Adelstein, 1980; De- una especie de marco conceptual que unifica un
vesa y Diamond, 1983; Marmot y cois., 1987; Pugh campo o área de estudio y, mediante sus postula-
y cois., 1991) y con la actividad física regular (Cau- dos, proporciona una forma organizada de pensar
ley y cois., 1991; Ford y cois., 1991; Sobel y Stun- acerca de ello y de investigar sobre ello. Un mode-
kard, 1989). lo sirve, por tanto, para guiar el trabajo investiga-
Parece justificado, por tanto, el énfasis que la dor de los científicos y el trabajo (en nuestro caso)
propia OMS coloca en el freno a la desigualdad de intervención de los profesionales. A la vez, un
social como una operación política y social favo- modelo determina en gran medida los tópicos de in-
recedora de la salud, según establece en sus prin- vestigación, así como las formas de intervención
cipales documentos (p. ej., OMS, 1960; WHO- que no resulten conceptualmente compatibles con
EURO, 1986). A las condiciones socioeconómicas sus postulados. Un modelo es, pues, un marco fa-
hay que añadir las propias de la sociedad en la que cilitador del avance de la ciencia, pero también pue-
se vive (bien o mal, pobre o rico); condiciones so- de convertirse en un obstáculo para dicho avance si
no responde a la realidad de los datos disponibles

© Edcoines Párimdie
ciales que, en especial para las clases bajas, si son
duras acrecientan el impacto sobre la salud. En este y queda obsoleto.
Modelos y conceptos centrales en psicología de la salud / 101

Como señala Luciano (1995), cualquier modelo cial como el modelo de la psicología de la salud,
está formado por una serie de postulados básicos a en tanto que el modelo de la psicología de la salud
nivel teórico respecto a las diversas características será el correspondiente modelo de psicología (ana-
del objeto de estudio. Dichos postulados existen y lítico-funcional, cognitivo, etc.) aplicado al estudio
guían la investigación, ya sea explícita o implícita- de la salud.
mente, mejor o peor estructurados y sean o no re- En la misma medida, el modelo biopsicosocial
conocidos como tales. Un modelo contiene también debe considerarse como un modelo marco de refe-
una serie de leyes, verificadas o no, respecto a las rencia conceptual para todas aquellas disciplinas
relaciones entre los diversos elementos que estudia, que participen del estudio de la salud y la enfer-
y que forman el conjunto de información validada medad, en cuanto fenómenos multicausados en los
e hipotética relativa a su objeto de estudio, de la que que intervienen variables biológicas, psicológicas
se nutren las tecnologías de intervención que se de- y sociales. Acorde con ello, el modelo biopsicoso-
rivan del modelo, en el caso de las disciplinas apli- cial de salud y enfermedad deberá, al menos, re-
cadas. presentar los intereses de las disciplinas que se ocu-
Como una especialidad aplicada de la psicolo- pan de cada grupo de variables en su aplicación al
gía, aun cuando su investigación y puesta en prác- estudio de la salud. Otra cosa, decíamos antes, será
tica puedan contribuir poderosamente al conoci- que la propia psicología de la salud, como parte de
miento psicológico básico, la psicología de la salud la psicología, tenga necesidad de generar numero-
no necesita un modelo propio para sí, ya que su ob- sos modelos más o menos específicos (lo que no ex-
sto de estudio forma parte del objeto de estudio cluye que a la vez sean complejos) para orientar sus
-nás general de la psicología. Más bien, la psicolo- temas concretos de estudio sobre la salud y la en-
gía de la salud tendrá tantos modelos como apro- fermedad.
ximaciones o paradigmas psicológicos se apliquen Páginas atrás, explorando el surgimiento de la
a ella. De tal forma, sería posible establecer psico- psicología de la salud, habíamos precisado cómo
logías de la salud conductuales y cognitivas, según diversos hechos, desarrollos y evidencias provoca-
a opción de la cual se deriven. En tal caso, el mo- ron un paulatino, pero creciente, cambio de ideas
delo de cada una de ellas sería una extensión al acerca de la naturaleza de la salud y la enfermedad
c ampo de la salud y la enfermedad de los postula- y de sus determinantes. Asimismo, habíamos co-
d básicos del modelo de psicología correspon- mentado cómo surgió dicha alternativa desde pro-
diente. puestas de cambio en la conceptuación tales como
Esto significa que la psicología de la salud par- las de Guze, Matarazzo y Saslow (1953), Brody
cipa, se inserta y colabora de los modelos de psi- (1973), Lalonde (1974), Lipowski (1977) y Know-
; logia de más amplio alcance que intentan ofre- les (1977), por citar sólo algunos ejemplos, para
cer un marco explicativo formal de su objeto de confluir en la propuesta de Engel (1977), que ha he-
: jdio. Dicho de otro modo, no debe confundirse redado para sí la paternidad del modelo biopsico-
un modelo con las aplicaciones del mismo, porque social, probablemente por ser el primer autor en uti-
e modelo conceptual de una determinada aplica- lizar «formalmente» dicho concepto con dicho
.-. 5n de una cierta disciplina es el mismo modelo de nombre.
a disciplina matriz. Otra.cosa es que una discipli- Sin embargo, conviene no mantener una idea
na contenga tanto un modelo general (o varios al- simple y lineal de estos hechos. Por ejemplo, pre-
ernativos) como marco conceptual de referencia cisábamos también que tal modelo en realidad
explicativo de su objeto general de estudio) y tan- no apareció desarrollado en el profusamente cita-
• - modelos específicos sobre particularidades de do artículo de Engel (1977) que, sin embargo, es
fu objeto de estudio como necesite y sea capaz de tenido por la primera publicación en la que expo-
:enerar. En consecuencia, es un error considerar,

t Edcoines Párimdie
ne y presenta el modelo. Esto es, en dicho artícu-
: nlícita o implícitamente, al modelo biopsicoso- lo Engel no establecía los postulados del mode-
100 / Psicología de la salud

numerosas enfermedades y condiciones de salud punto, la contrastación de las diferencias entre los
(Antonovsky, 1967; Illsley y Baker, 1991), toman- datos sobre esperanza de vida entre países de-
do el nivel socioeconómico como «una medida sarrollados y países subdesarrollados resulta dra-
compuesta que típicamente incorpora el nivel eco- mática, especialmente si se tiene en cuenta que con
nómico medido por los ingresos; el nivel social me- el coste hospitalario derivado de alargar unos me-
dido por el nivel educativo; y el estatus laboral me- ses la vida de enfermos moribundos de avanzada
dido por la ocupación o trabajo desempeñado» edad, se lograría un impactante resultado en super-
(Dutton y Levine, 1989, p. 30). vivencia en muchos países del ámbito pobre de la
De hecho, la relación parece fuerte porque salud Tierra.
está relacionada tanto con el constructo global (ni-
vel socioeconómico) como con cada uno de sus
componentes por separado, de manera que algunos MODELO MARCO BIOPSICOSOCIAL
autores han propuesto la consideración de una di- EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD
mensión más amplia que denominan estratificación
social u ordenamiento social, como un potente fac- Un modelo ha sido entendido como «una forma
tor predictor del nivel de salud (Adler y cois., global de ordenar o conceptuar un área de estudio,
1994). llevar a cabo investigación e interpretar los hallaz-
Por tanto, el nivel socioeconómico ha sido aso- gos experimentales» (Kazdin, 1980, p. 20). «El se-
ciado tanto a las tasas de mortalidad y morbilidad, llo de distinción de un modelo científico es la pro-
como a las de prevalencia de ciertas conductas de visión de un marco en el cual el método científico
riesgo. En el primer caso existen numerosos estu- pueda ser aplicado», llega a precisar Engel (1982,
dios que lo asocian a la mortalidad, señalando una p. 156).
relación lineal, un gradiente entre nivel socieconó- Los modelos pueden ser de naturaleza descrip-
mico y salud, de forma que un menor nivel produ- tiva o explicativa. Un modelo explicativo es un
ciría una mayor tasa de mortalidad (p. ej., Adelstein, cuerpo de conocimientos formulados verbalmente,
1980; Feldman y cois., 1989; Marmot y cois., 1984; que puede contener niveles de información muy di-
Pappas, Queen, Hadder y Fisher, 1993); y otros que ferentes y haber sido formados no siempre de la
asocian nivel socioeconómico con tasas de preva- misma manera ni con la misma parsimonia (Lucia-
lencia de enfermedades (Pincus y Callahan, 1985; no, 1989) que intenta dar razón de la naturaleza y
Pincus, Callahan y Burkhauser, 1987). En el se- condiciones de producción de un fenómeno.
gundo, se ha asociado inversamente nivel socioe- Se puede entender un modelo, entonces, como
conómico con tasas de fumar (Adelstein, 1980; De- una especie de marco conceptual que unifica un
vesa y Diamond, 1983; Marmot y cois., 1987; Pugh campo o área de estudio y, mediante sus postula-
y cois., 1991) y con la actividad física regular (Cau- dos, proporciona una forma organizada de pensar
ley y cois., 1991; Ford y cois., 1991; Sobel y Stun- acerca de ello y de investigar sobre ello. Un mode-
kard, 1989). lo sirve, por tanto, para guiar el trabajo investiga-
Parece justificado, por tanto, el énfasis que la dor de los científicos y el trabajo (en nuestro caso)
propia OMS coloca en el freno a la desigualdad de intervención de los profesionales. A la vez, un
social como una operación política y social favo- modelo determina en gran medida los tópicos de in-
recedora de la salud, según establece en sus prin- vestigación, así como las formas de intervención
cipales documentos (p. ej., OMS, 1960; WHO- que no resulten conceptualmente compatibles con
EURO, 1986). A las condiciones socioeconómicas sus postulados. Un modelo es, pues, un marco fa-
hay que añadir las propias de la sociedad en la que cilitador del avance de la ciencia, pero también pue-
se vive (bien o mal, pobre o rico); condiciones so- de convertirse en un obstáculo para dicho avance si
ciales que, en especial para las clases bajas, si son no responde a la realidad de los datos disponibles
duras acrecientan el impacto sobre la salud. En este y queda obsoleto.
© Edcoines Párimdie
Modelos y conceptos centrales en psicología de la salud / 101

Como señala Luciano (1995), cualquier modelo cial como el modelo de la psicología de la salud,
está formado por una serie de postulados básicos a en tanto que el modelo de la psicología de la salud
nivel teórico respecto a las diversas características será el correspondiente modelo de psicología (ana-
del objeto de estudio. Dichos postulados existen y lítico-funcional, cognitivo, etc.) aplicado al estudio
guían la investigación, ya sea explícita o implícita- de la salud.
mente, mejor o peor estructurados y sean o no re- En la misma medida, el modelo biopsicosocial
conocidos como tales. Un modelo contiene también debe considerarse como un modelo marco de refe-
una serie de leyes, verificadas o no, respecto a las rencia conceptual para todas aquellas disciplinas
relaciones entre los diversos elementos que estudia, que participen del estudio de la salud y la enfer-
y que forman el conjunto de información validada medad, en cuanto fenómenos multicausados en los
e hipotética relativa a su objeto de estudio, de la que que intervienen variables biológicas, psicológicas
=-e nutren las tecnologías de intervención que se de- y sociales. Acorde con ello, el modelo biopsicoso-
rivan del modelo, en el caso de las disciplinas apli- cial de salud y enfermedad deberá, al menos, re-
cadas. presentar los intereses de las disciplinas que se ocu-
Como una especialidad aplicada de la psicolo- pan de cada grupo de variables en su aplicación al
gía, aun cuando su investigación y puesta en prác- estudio de la salud. Otra cosa, decíamos antes, será
tica puedan contribuir poderosamente al conoci- que la propia psicología de la salud, como parte de
miento psicológico básico, la psicología de la salud la psicología, tenga necesidad de generar numero-
no necesita un modelo propio para sí, ya que su ob- sos modelos más o menos específicos (lo que no ex-
eto de estudio forma parte del objeto de estudio cluye que a la vez sean complejos) para orientar sus
más general de la psicología. Más bien, la psicolo- temas concretos de estudio sobre la salud y la en-
gía de la salud tendrá tantos modelos como apro- fermedad.
ximaciones o paradigmas psicológicos se apliquen Páginas atrás, explorando el surgimiento de la
a ella. De tal forma, sería posible establecer psico- psicología de la salud, habíamos precisado cómo
logías de la salud conductuales y cognitivas, según diversos hechos, desarrollos y evidencias provoca-
i opción de la cual se deriven. En tal caso, el mo- ron un paulatino, pero creciente, cambio de ideas
delo de cada una de ellas sería una extensión al acerca de la naturaleza de la salud y la enfermedad
campo de la salud y la enfermedad de los postula- y de sus determinantes. Asimismo, habíamos co-
r^s básicos del modelo de psicología correspon- mentado cómo surgió dicha alternativa desde pro-
diente. puestas de cambio en la conceptuación tales como
Esto significa que la psicología de la salud par- las de Guze, Matarazzo y Saslow (1953), Brody
ticipa, se inserta y colabora de los modelos de psi- (1973), Lalonde (1974), Lipowski (1977) y Know-
. ulogía de más amplio alcance que intentan ofre- les (1977), por citar sólo algunos ejemplos, para
cer un marco explicativo formal de su objeto de confluir en la propuesta de Engel (1977), que ha he-
r-ludio. Dicho de otro modo, no debe confundirse redado para sí la paternidad del modelo biopsico-
en modelo con las aplicaciones del mismo, porque social, probablemente por ser el primer autor en uti-
ei modelo conceptual de una determinada aplica- lizar «formalmente» dicho concepto con dicho
ción de una cierta disciplina es el mismo modelo de nombre.
a disciplina matriz. Otra cosa es que una discipli- Sin embargo, conviene no mantener una idea
- a contenga tanto un modelo general (o varios al- simple y lineal de estos hechos. Por ejemplo, pre-
cmativos) como marco conceptual de referencia cisábamos también que tal modelo en realidad
explicativo de su objeto general de estudio) y tan- no apareció desarrollado en el profusamente cita-
• - modelos específicos sobre particularidades de do artículo de Engel (1977) que, sin embargo, es
objeto de estudio como necesite y sea capaz de tenido por la primera publicación en la que expo-

tEdcionesPárimdie
r enerar. En consecuencia, es un error considerar, ne y presenta el modelo. Esto es, en dicho artícu-
explícita o implícitamente, al modelo biopsicoso- lo Engel no establecía los postulados del mode-
100 / Psicología de la salud

lo, ni definía sus componentes, ni enunciaba sus — Prescindir de los principios del dualismo y
relaciones internas y externas. De tal modo que, del reduccionismo, arcaicos científicamente,
para ser exactos, Engel (1977) en realidad en reemplazando las explicaciones simples cau-
aquel artículo no propuso un «modelo», sino más sa-efecto —o principio de causalidad li-
bien enunció una propuesta, lanzó un mensaje neal— por modelos de causalidad recíproca.
y señaló un camino, si bien es fácil deducir las — Salud, enfermedad, malestar e incapacidad
características, grosso modo, que tal idea habría de se conceptúan en términos de la relativa inte-
tener. gridad y funcionamiento de cada componen-
Con esto último queremos decir que tanto en te del sistema sobre cada nivel jerárquico.
Engel (1977), como en Knowles (1977), como en — La salud representa un alto nivel de armonía
el informe de Lalonde (1974), estaba claro que se intra e intersistémica.
demandaba una nueva conceptuación de la salud y — Cambios en diferentes niveles de lajerarquía
la enfermedad, considerándolos fenómenos —pun- pueden producir alteraciones de dicha armo-
tos a lo largo de un continuo— que vienen a ser el nía a uno o varios niveles, que a su vez pro-
resultado final de la interacción de factores bioló- vocan reajustes en los diferentes niveles para
gicos, psicológicos y sociales. Y que, por tanto, ello afrontar tal cambio. Dependiendo de las cir-
obligaba a tener en cuenta las tres dimensiones a la cunstancias del individuo, el cambio puede
hora de enfrentarse al cuidado y la explicación de ser neutralizado y la salud mantenida o pro-
la enfermedad y al mantenimiento de la salud. Pero, ducir desajustes en algún nivel del sistema.
para ser precisos, no se estaba reconociendo sino — Central a esta perspectiva está la considera-
algo bien sabido desde hace, al menos, veintidós si- ción de que cada cambio llega a ser parte de
glos. Que ahora seamos plenamente conscientes de la historia de cada sistema, haciéndolo dife-
ello es mejor para el futuro de la salud de los seres rente. El concepto de recuperación de la sa-
humanos, pero no es algo nuevo. lud no implica la vuelta al statu quo anterior,
Ahora bien, no es menos cierto que el propio au- sino una nueva armonía intersistémica dife-
tor (Engel, 1979, 1982) sí ha llegado a precisar rente de la que existía antes de la alteración.
algunos postulados y características del modelo en
posteriores escritos que incomprensiblemente no En otra de las escasas delimitaciones de las ca-
suelen ser citados al tratar de la formulación origi- racterísticas del modelo biopsicosocial, más re-
nal del modelo biopsicosocial. Como tampoco lo cientemente Belloch y Olabarría (1993) han esta-
son tres escritos anteriores del mismo autor en los blecido un conjunto de principios para dicho
que las mismas ideas aparecen esbozadas aunque modelo en todo similares a los anteriores, añadien-
sin agruparlas bajo un modelo formal (i.e., Engel, do además otros relativos al cuidado y estudio de
1960, 1962, 1977b). Uno de aquéllos (Engel, 1982) la salud y la enfermedad que, a nuestro juicio, de-
resulta de especial relevancia a la hora de precisar ben considerarse más como corolarios de los prin-
qué se está entendiendo por modelo biopsicosocial, cipios que como principios en sí (pp. 182-183 de la
primero porque en él se esbozan algunos postula- obra citada; nos referimos a los principios 5 y 6).
dos centrales al modelo, y segundo porque en él se De todo ello quedan dos ideas centrales. La sa-
desarrolla el encuadramiento de dicho modelo den- lud y la enfermedad son fenómenos tridimensiona-
tro de la más general teoría de sistemas, encua- les, y el concepto de salud debe ser entendido como
dre teórico ya señalado por Engel (1977, 1979) de adaptación dinámica a los cambios. Pero tam-
como el idóneo para la nueva conceptuación biop- bién debemos recordar, como acertadamente se en-
sicosocial. cargan de señalar Lock y Lella (1986) y cualquier
Engel (1982) señala, como características de un lectura directa de los planteamientos originales

© Edcoines Párimdie
modelo biopsicosocial orientado por la teoría de ayuda a desvelar, que Engel (1977) en realidad sólo
sistemas, las siguientes: estaba sugiriendo que el médico cambiase de ser un
Modelos y conceptos centrales en psicología de la salud / 101

mero sanador o terapeuta tecnócrata, a ser un sa- y/o actuar intrínseco a los profesionales del siste-
nador o terapeuta con dotes de educador y psicote- ma sanitario, sino que más bien se trata de una
rapeuta, de modo que su modelo biopsicosocial era creencia o regla general derivada de la forma en la
un modelo para la medicina* . Otra cosa es que el
2 que se ha estructurado el sistema sanitario basada
posterior desarrollo de los acontecimientos y el en una concepción marco biomédica, y de la forma
fuerte empuje de las ciencias no médicas dedicadas en la que social y culturalmente se transmiten —
a la salud hayan hecho variar sus propuestas origi- consciente o inconscientemente— ciertos posicio-
nales' .3 namientos sobre la naturaleza, causas y remedios de
En páginas precedentes nos extendimos en la las enfermedades.
consideración de las razones por las cuales el así Pero numerosos profesionales de la medicina y
llamado modelo biomédico parece haber entrado en la enfermería son plenamente conscientes de que su
crisis como modelo de explicación, atención y cui- forma de actuar sobre la enfermedad y la salud se
dado de la salud y la enfermedad, y cómo el así lla- ve constreñida por el desempeño de roles dentro del
mado modelo biopsicosocial parece surgir como la sistema sanitario, y resulta cuanto menos parcial, a
alternativa válida para una comprensión y planifi- veces inadecuada y, en muchos casos, ineficaz . 14

cación global del fenómeno de la salud y la enfer- Siendo igualmente conscientes de que los aspectos
medad. psicológicos y sociales del paciente permanecen
Sin necesidad de reiterar argumentos ya ex- reacios a su control como profesionales formados
puestos conviene, no obstante, intentar precisar al- en la medicina, aun sabedores de su importancia a
gunos de los contrastes entre ambas posiciones teó- la hora de prevenir o de tratar. Es decir, que en de-
ricas como guías de acción, antes de pasar a finitiva les gustaría hacer otra medicina (que en al-
exponer las formulaciones concretas en las que el gunos casos saben muy bien en qué consistiría,
modelo biopsicosocial ha pretendido ser reflejado pero que en la mayoría sólo intuyen), pero se re-
ror diversos autores. Así, se han comparado ambos conocen incapaces de luchar contra las expectati-
runtos de vista señalando que el modelo biomédi- vas y creencias del paciente y los constreñimientos
co promueve la pasividad en el paciente o la deja- del sistema.
_ ion de responsabilidades y el exceso de confianza También se ha señalado como consustancial al
en la capacidad del experto sanitario, mientras que modelo biomédico su enfoque, casi exclusivo, so-
el biopsicosocial intenta promover la participación bre el tratamiento; esto es, sobre la enfermedad y
_rtiva del paciente, tanto como del individuo sano, su remedio, colocando como principal medida de
en los procesos de curación y de mantenimiento de éxito la ausencia o erradicación de tales fenómenos
j salud, estimulando la idea de co-responsabilidad patológicos (Broome, 1989), mientras que el mo-
rntre profesionales y «consumidores» de los siste- delo biopsicosocial centraría su atención principal-
mas de salud. Pero sería bueno señalar que, en un mente sobre el estado de salud como un continuo
-uen número de casos, tal crítica no puede referir- y el desarrollo de habilidades de autocuidado para
ve —y menos en exclusiva— a un modo de pensar los pacientes crónicos cuando la curación total no

12 Escribe Engel (1977): «Para proporcionar una base que gar que dicho modelo sea el modelo de la psicología de la salud,
rermita comprender los determinantes de la enfermedad y conse- se pueden argumentar para contradecir los deseos de Engel.
;j¡r tratamientos y patrones de cuidado de la salud racionales, 13 Como se pudo comprobar en la conferencia de la reunión
a n modelo médico debe tomar en consideración al paciente, al de la Society of Behavioral Medicine celebrada en Boston en
-niexto social en el que éste vive y al sistema complementario 1988.
eeado por la sociedad para tratar los efectos disruptivos de la en- 14 Tras casi veinte años de contacto profesional e investiga-
írmedad, esto es, el papel del médico y del sistema de cuidado dor con numerosos profesionales de la medicina y la enferme-
la salud. Esto requiere un modelo biopsicosocial» (p.. 132; el ría, en el ámbito de la oncología, los trastornos cardiovascula-

t Edcoines Párimdie
ínfasis es nuestro). Es decir, la medicina necesita un modelo res, la pediatría, la endocrinología y la odontología, podemos
biopsicosocial. Pero las mismas razones apuntadas antes para ne- corroborar estas afirmaciones.
100 / Psicología de la salud

sea posible. Pero también es bueno señalar que esta delo. De hecho, las dudas conceptuales sobre el mo-
crítica al modelo biomédico no es «simplemente delo biomédico no han comenzado a surtir un efec-
cierta». De hecho, también la medicina clásica ha to masivo (a crear opinión) hasta que el propio mo-
estado preocupada por el mantenimiento de la sa- delo no ha comenzado a despertar dudas en su
lud y generó especialidades como la Salud Pública operatividad; esto es, hasta que no han comenzado
y la Medicina Preventiva, de enorme trascendencia a unirse al hecho de que las propias limitaciones del
en el logro del bienestar humano. Un modelo bio- modelo biomédico en la solución de los más acu-
médico que a lo largo de siglos de aplicación ha ciantes (por masivos y costosos) problemas de sa-
permitido encontrar vacunas, ha propiciado su apli- lud y enfermedad hayan comenzado a ser econó-
cación masiva y ha potenciado medidas de higiene mica y humanamente evidentes.
pública para aguas, residuos y calidad ambiental, de De hecho, hasta hace muy poco tiempo la insa-
modo que las infecciones provenientes del medio tisfacción con el modelo que ha llegado a ser la for-
externo dejaron de ser causa de las más graves en- ma cultural por excelencia de entender la salud y
fermedades. la enfermedad, y se ha identificado como única ma-
No olvidemos que ha sido, precisa aunque no nera científica (esto es, válida y, por extensión, hon-
únicamente, el éxito de la medicina en muchos de rada y eficaz) y legal de abordar el trato de la en-
sus frentes lo que ha dejado el turno a las enfer- fermedad, ha existido más fuera que dentro del
medades crónicas y del estilo de vida como princi- propio modelo. En Medicina, como ciencia, ense-
pales causas de mortalidad y morbilidad. Si los ñanza y profesión, no podemos decir que haya cre-
ciudadanos de los países desarrollados nos murié- cido el descontento lo bastante como para promo-
semos por infecciones, no podríamos llegar a mo- ver un cambio amplio y consensuado —en tanto
rirnos lentamente de enfermedades crónicas gesta- que visto como necesario— del paradigma que la
das a lo largo de años «viviendo en salud», en virtud dirige, y el modelo biomédico continúa siendo la
de que el tifus, el cólera, la viruela, la tuberculosis, forma de pensar dominante en muchos sentidos
la diabetes, las fiebres reumáticas, la tos ferina, las cualitativa y cuantitativamente considerados".
pulmonías y demás están hoy poco menos que con- Por todo ello, un modo razonable de enfocar la
troladas. cuestión puede ser considerar el modelo biopsi-
Y se han argumentado también otras poderosas cosocial de salud como la superación lógica del
razones para declarar el modelo biomédico consu- biomédico provocada por la fuerza de los hechos,
mido, concluido y resuelto (p. ej., Brannon y Feist, algo así como un relevo generacional. Una necesi-
1992; Engel, 1977, 1980; Taylor, 1986). Por ejem- dad evolutiva que se ve corroborada por la fuerza
pío, se le ha tachado de reduccionista, por haber re- de los datos. Esto es, que los factores psicosociales
ducido la enfermedad a procesos de nivel inferior estén implicados junto a los de tipo biológico en la
tales como desequilibrios bioquímicos o desórde- génesis, desarrollo, pronóstico y curación de las en-
nes celulares; e igualmente de sostener un modelo fermedades y en el mantenimiento de la salud obli-
unifactorial que explica la enfermedad sólo en tér- ga a conceptuar el campo de la salud y la enferme-
minos biológicos, lo que le lleva a ser dualista, en dad en una nueva manera más compleja, interactiva
tanto mantiene como entidades separadas cuerpo y y abierta a otras disciplinas. Sin embargo, ello no
mente, y ser considerado un planteamiento intrín- significa que tenga que renunciar a la mayoría de
secamente mecanicista. Con todo, estas críticas los planteamientos biomédicos clásicos, sino, me-
conceptuales ni son nuevas ni se han producido ex jor, a integrar los psicosociales en la explicación y
profeso para justificar la necesidad del nuevo mo- relacionarlos con aquéllos. Que dicho cambio pa-

© Edcoines Párimdie
15Una ojeada a algunos de los editoriales recientes de The
New England Journal of Medicine podría ilustrar lo que decimos.
Modelos y conceptos centrales en psicología de la salud / 113

radigmático va ganando adeptos en todas las disci- debe añadirse el concepto de feedback entendido
plinas y áreas de las mismas que se ocupan de la sa- como «proceso mediante el cual la información
lud y enfermedad es tan obvio como bien conocido. vuelve a un sistema que regula con el propósito de
El hecho de que la conceptuación multidimen- influenciar la estabilidad del sistema» (Schwartz,
vional de la salud y la enfermedad resulte ahora más 1977, p. 264). Para los organismos vivos, el meca-
compleja y necesitada de abordajes combinados nismo dt feedback está compuesto de múltiples me-
_ue enfaticen el estudio de las interacciones entre canismos de control interrelacionados entre sí que
lo biológico, lo psicológico y lo social obliga a bus- mantienen el balance o equilibrio homeostático.
car un marco conceptual de orden superior capaz de Las amenazas a la homeostasis provocan un «feed-
englobar, jerárquica pero interactivamente, dicha back negativo» que dispara los correspondientes
complejidad. Dicho marco se ha creído encontrar mecanismos y procesos correctores.
en la Teoría General de Sistemas desarrollada como Uno de los postulados fundamentales de la teo-
línea de pensamiento durante los años treinta y ría general de sistemas, si acaso el principal, esta-
-plicada al marco conceptual de varias disciplinas blece que sistemas, subsistemas y suprasistemas se
científicas durante las décadas de los sesenta y se- encuentran en constante interacción entre sí y den-
tenta—por ejemplo, a la Biología (Von Bertalanffy, tro de sí. De manera que si acotamos una determi-
1968), a las Ciencias de la Vida (Miller, 1978), a la nada parcela de la realidad y creamos un marco
Economía (Boulding, 1978). Ya mencionamos su para su estudio, no podremos olvidar dicha inter-
empleo como marco de referencia teórico por En- dependencia y afectación mutua si queremos lograr
«1(1979, 1982), pero también Schwartz (1982) ha una cabal comprensión de nuestro objeto de estu-
propuesto ubicar el modelo biopsicosocial en el dio. Por ejemplo, en la acotación del fenómeno sa-
-arco conceptual de la teoría de sistemas en tanto lud/enfermedad como objeto de estudio y de la psi-
su conjunto de postulados acerca de la naturale- cología de la salud para el abordaje de los aspectos
ra y dinámica de los sistemas que conforman la rea- relativos al comportamiento, no puede olvidarse la
cad a todos sus niveles se ha visto adecuado para consideración de sus interconexiones con un nivel
ma aproximación que pretende abarcar tres realida- inmediato de complejidad añadida representado,
ies complejas y muy diversas en interacción y que, por ejemplo, por el ámbito de la sociología, la psi-
a su vez, tiene su propia entidad independiente. cología comunitaria y la salud pública; así como
Desde esta óptica, el organismo —un sistema en tampoco sus interconexiones con otros niveles de
s — estaría compuesto de subsistemas tales como el complejidad más restringidos, como es el caso del
; mportamental y el biológico, siendo, a su vez, par- ámbito representado por la psicofisiología o la psi-
e Je un sistema más extenso y complejo, un supra- coneuroinmunología.
fi-tema, y que podría ser entendido como el grupo En tanto la teoría general de sistemas enfatiza la
• ecosistema comunitario en el que dicho organis- aproximación multidisciplinar a los fenómenos bajo
mo se inserta. Sistemas y subsistemas pueden con- estudio, resulta un marco epistemológico de valor
cebirse como entidades funcionales abiertas; esto es, para la nueva conceptuación de la salud y la enfer-
ea constante interacción con su ambiente, de cuyo medad. Una muestra de su aplicación al fenómeno
pr ceso cabe esperar modificaciones en sus estruc- salud/enfermedad es la conceptualización de siste-
•ras internas y en sus reglas de funcionamiento. ma de salud realizada por Stone (1987), de cuya ela-
El concepto de homeostasis (postulado por boración se puede definir un sistema de salud como
_ude Bernard para los organismos vivos e implí- una serie de elementos de nuestro ambiente huipa-
. • . por ejemplo, en las pp. 107 a 113 de la edi- no que tienen impacto sobre los múltiples aspectos
_ n española de 1976 de su texto clásico de 1865), de la salud de los individuos y que se encuentran re-
mantenimiento de un ambiente interno constan- lacionados entre sí por medio del concepto de sa-
E iebe ser introducido aquí en tanto cada sistema lud. El primer elemento del sistema sería la perso-

41 -cil.oines Párimdie
o ende» a mantener su propia homeostasis. Y a ello na cuya salud es la cuestión, en tanto organismo que
100 / Psicología de la salud

existe en un medio ambiente que contiene numero- ponsabilidad, mientras que la persona saludable
sos riesgos o peligros capaces de afectar a su salud cuidaba de sí misma y se la tenía por enteramente
negativamente, a la vez que numerosos recursos que responsable de sus actos —de hecho, la necesidad
pueden ser usados para potenciarla. Riesgos y re- de asistencia médica o sanitaria ha sido tomada, de
cursos serían otros elementos del sistema de salud. facto. como un criterio definicional de enfermedad.
Por otra parte, la persona, al interactuar cotidiana- La nueva perspectiva biopsicosocial ha conducido
mente con los riesgos y los recursos presentes en su al reconocimiento de la necesidad de que la perso-
ambiente, se encuentra con ciertas barreras tanto na participe activamente en el cuidado de su salud,
protectoras como obstructivas y emplea en su inte- tanto sea para su potenciación y mantenimiento
racción ciertas «herramientas» (instrumentos o ha- cuando la tenga como para su restauración cuando
bilidades). Estas barreras y herramientas son, tam- la pierda, y esto ofrece un amplio margen de con-
bién, elementos del sistema de salud, y junto con los tenido a la psicología de la salud.
riesgos y recursos son considerados por Stone La exposición de las variables en interacción en
(1987) como los elementos primarios del sistema de el modelo biopsicosocial, dada la propia naturaleza
salud, en tanto actúan directamente sobre la perso- de las psicológicas y sociales, difícilmente puede
na conservando o destruyendo su salud y curando establecerse más allá de su descripción genérica,
o manteniendo su enfermedad. puesto que la delimitación de ambas dependerá de
Existen, además, muchos otros elementos que no la aproximación psicológica y social por la que par-
actúan directamente sobre la persona, sino sobre los ticularmente se opte. Desde una óptica cognitiva (o
elementos primarios del sistema o sobre las rela- conductual-cognitiva), en estos momentos mayori-
ciones entre la persona y los elementos primarios. taria, un intento de exposición organizada es, por
Aquellos son conocidos como elementos secunda- ejemplo, el realizado por Sarafino (1990) y que re-
rios. En una gradación subsiguiente, existen ele- cogemos en la figura 3.4. Atendiendo a los postu-
mentos terciarios que actúan sobre los secundarios, lados generales que conforman el modelo biopsi-
y así sucesivamente. Otros elementos son denomi- cosocial, cualquier intento de representación debe
nados elementos intencionales del sistema de salud, contener la interacción entre ambos tipos de varia-
tratándose de aquellos creados por la sociedad ex- bles en todas sus dimensiones posibles, dejando a
presamente para actuar sobre los elementos prima- las disciplinas que participan de él la elaboración
rios a fin de alterar, en sentido positivo, sus inte- conceptual fina de las mismas, su delimitación y su
racciones con la persona. La organización social de definición.
algunos de estos elementos intencionales forman Con todo, la formulación anterior representa
verdaderos subsistemas. Uno de tales sería el sis- sólo una de las posibles versiones del modelo biop-
tema de atención en salud, entendido como el con- sicosocial, cuyas diferencias estribarían, principal-
junto de profesionales, instituciones y agencias es- mente, en la consideración de la naturaleza y tipos
tablecidas para el cuidado de la salud —mejor, de de variables psicológicas. Así, mientras que dichas
la enfermedad—, también conocido como sistema variables pueden catalogarse en los tipos o clases
de asistencia sanitaria. Otro subsistema serían los que Sarafino (1990) expone, distinguiendo entre
servicios de salud pública que tradicionalmente se conducta y procesos mentales en una opción en-
han ocupado del confrol de los riesgos ambientales. troncada en la tradición cognitiva, caben sin em-
Para la psicología de la salud, de todos los ele- bargo otras formas de conceptuación, cuales son.
mentos que conforman el sistema la persona es el por ejemplo, las propias a la perspectiva analítico-
principal objeto de interés, pero también lo son al- funcional, que daría lugar a similares representa-
gunos aspectos de los recursos, las barreras, las he- ciones gráficas del modelo excepto en la diferen-
rramientas y los riesgos. En la perspectiva tradi- ciación conducta/procesos mentales.

© Edcoines Párm
i die
cional, la persona definida como «enfermo» era Desde esta perspectiva analítico-funcional (una
tomada por los profesionales de la salud bajo su res- exposición detallada y actualizada de la cual se en-
Modelos y conceptos centrales en psicología de la salud / 101

MODELO MARCO BIOPSICOSOCIAL Genética


VARIABLES Funcionamiento fisiológico
BIOLÓGICAS Estructura
Afectaciones externas/internas

• Repertorios verbales
— Creencias
SALUD- VARIABLES — Conceptos de salud/enfermedad
ENFERMEDAD PSICOLÓGICAS • Hábitos de vida
• Repertorio emocional
•Etc.

Interacciones personales
VARIABLES Interacciones grupales/familiares
SOCIALES Contexto comunitario
(CONTEXTOS) Contexto cultural
Contexto macrosocial

- . j r a 3.4.—Representación gráfica del tipo de variables implicadas en el modelo biopsicosocial para producir los estados de
salud/enfermedad.

. .entra en, por ejemplo, Luciano y Gil Roales- organismo total y producto de una interre-
Sieto, 1996, pp. 110-124), baste señalar que la de- lación única entre las condiciones biológi-
imitación del concepto de conducta no aboga por cas y ambientales, de modo que ninguna de
a distinción clásica conducta/cognición, antes ellas por separado puede dar razón del com-
- en. las características conceptuales propias de tal portamiento (Kantor, 1959). Las diferentes
.rroximación serían las siguientes (Luciano y Gil dimensiones de los fenómenos psicológicos
x rales-Nieto, 1996, pp. se entienden como divisiones arbitrarias que
* 116-119): facilitan su estudio, pero que no prejuzgan
1. En contra de todo reduccionismo ambien- la existencia de variables de naturaleza di-
talista o biologicista, se entiende que el ferente, aunque la complejidad de cada fe-
comportamiento como fenómeno psicoló- nómeno encierre diferentes tipos de inter-
gico engloba la dimensión biológica del or- acciones.
ganismo, de forma que cualquier acto psi- 2. Se entienden las divisiones del todo com-

tEdcionesPárimdie
cológico implica un acto biológico. Se portamental (por ejemplo, lo cognitivo, la
entiende lo psicológico como actividad del personalidad, la conducta social, etc.) como
100 / Psicología de la salud

algo consuetudinario al lenguaje cotidiano, discriminada, pudiendo incluir el compor-


que aunque pueda entenderse en un marco tamiento de modelos y las instrucciones o
de comprensión entre lo cotidiano y lo téc- verbalizaciones de otros o del propio suje-
nico, deviene en altamente problemático to, o bien un estado particular biológico (do-
cuando dichas divisiones se tratan como tér- lor, por ejemplo).
minos técnicos (Ribes, 1990). Se conceptúa 5. Los eventos disposicionales son condicio-
la variabilidad conductual como producto nes que alteran la función de los estímulos
de fuentes ex-trínsecas, donde «ex» se con- discriminativos propiamente dichos. Ejem-
trapone a la variabilidad producida por ca- plo de ello serían los estímulos contextúales
racterísticas intrínsecas entendidas como de tipo condicional, o el establecimiento de
«algo» al margen de los elementos que in- operaciones como serían las condiciones
teraccionan en el acto comportamental (véa- biológicas y motivacionales en cada mo-
se, al respecto, Johnston y Pennypacker, mento (y que no se denominan técnica-
1980). Y, dado el cúmulo de interacciones mente como estímulos discriminativos).
factibles, la variabilidad entre organismos Tales condiciones pueden proceder de esla-
está garantizada (así como la variabilidad bones conductuales previos al que se anali-
intraorganismo) tan pronto cambien cuales- za (por ejemplo, una condición de reforza-
quiera de las circunstancias que produzcan miento o castigo) o proceder de cambios
funciones diferentes según la historia per- específicos en el organismo (por ejemplo,
sonal de interacciones. un dolor de cabeza), o proceder de estados
3. Un episodio conductual puede concebirse extremos de privación o de aversividad. Lo
como un conjunto de variables en interac- relevante es que serían condiciones que po-
ción en cada momento que incluirían: a) los drían alterar la función que los estímulos es-
factores de control funcional; b) la respues- pecíficos podrían generar si de otras condi-
ta que éstos determinan (aunque nuestro co- ciones se tratase. Por ejemplo, una petición
nocimiento de su ocurrencia sea probabilís- o demanda puede cumplir la función de «se-
tico), y c) las consecuencias. La interacción guir la demanda amablemente» dado un es-
entre los tres grupos de variables es lo que tado de privación de atención social, o dado
Skinner denominó como relación de con- un estado biológico saludable, pero podría
tingencia, de tres términos en este caso. cumplir la función de «negarse a hacerlo»
4. Los factores de control funcional se pueden o «hacerlo malhumorado» si tal estado de
englobar en cuatro tipos en cada momento: privación no estuviera operando o hubiera
1) condiciones biológicas del organismo una condición biológica de dolor.
como un todo, con referencia a las posibili- 6. El conjunto de factores de control funcional
dades sensoriales y niveles de respuesta en determinan (aunque nuestro conocimiento
general; 2) condiciones motivacionales es- sea probabilístico) una respuesta que puede
pecíficas o generalizadas en cada momento ser considerada en cualquiera de sus pará-
—de privación-saciedad y/o estados aversi- metros (topografía, intensidad, frecuencia,
vos— y que fluctuarán dependiendo de las latencia y duración). Los cambios conse-
circunstancias que hayan sido establecidas cuentes o consecuencias pueden ser auto-
(definidas como «establecimiento de ope- máticos, directos o mediados socialmente
raciones»); 3) condiciones contextúales ge- por otros o por el propio organismo cuando
nerales, y 4) aspectos específicos (con ca- haya aprendido a hacerlo. Así, un episodio
racterísticas extero, propio e interoceptivas) conductual se entiende como una interac-
que serían una parte del ambiente o una par- ción de los componentes indicados y pro-
te del estado biológico actuando de manera
© Edcoines Párimdie
cede de interacciones previas. Es decir, los
Modelos y conceptos centrales en psicología de la salud / 101

factores o variables de control actual deter- que se pretende enfatizar en cada momento
minan una respuesta u otra (tienen un papel es la variable de interés. Por otro lado, las
funcional u otro) debido a las interacciones consecuencias que ocurren cuando se res-
o contingencias históricas habidas en con- ponde pueden volver a actuar en combina-
diciones similares, diferenciando los fac- ción con el resto de las condiciones de con-
tores que obtuvieron su función por in- trol para hacer probables otras respuestas,
teracciones directas de aquellos que la formando segmentos o episodios psicológi-
adquirieron a través de algún tipo de pro- cos subsecuentes (o paralelos, según la po-
ceso de generalización o expansión con- sibilidad de compatibilidad simultánea en-
ductual. tre los sistemas sensoriales y de respuesta).
7 Si bien entre los factores de control funcio-
nal se señalan las condiciones biológicas y Concluyendo, tal como señalábamos al comien-
éstas se separan de la respuesta y de las con- zo de este apartado, existirán tantas aproximacio-
secuencias, tal distinción no supone que nes a la psicología de la salud y tantas versiones
cuando se produce la respuesta o cuando el del modelo biopsicosocial, como versiones o posi-
organismo es afectado por las consecuen- cionamientos teóricos existan sobre la naturaleza y
cias no estén presentes las mismas u otras características de sus componentes psicológico y
condiciones biológicas y contextúales. Lo social.

tEdcionesPárimdie
Comportamiento y salud
y comportamiento como riesgo
JESÚS GIL ROALES-NIETO
4

El papel activo que los seres humanos pueden te- lente unión tanto a la salud como a la enfermedad.
ner en la conservación de su propia salud y en la Así, trataremos primero el consumo de tabaco
.rarición, empeoramiento, facilitación o curación como riesgo para la salud, continuaremos revisan-
ce sus enfermedades ha permitido la proliferación de do las relaciones entre tipos de alimentación y de
. -minos pensados para describir el papel del com- actividad y salud, para finalizar con el complejo es-
:• namiento respecto a la salud y la enfermedad. trés/afrontamiento y los efectos psicológicos de la
\sí. se habla de estilos de vida saludables, con- enfermedad.
citas o hábitos de salud y hasta de inmunógenos
. nductuales, para referirse a todo aquello que un
xr humano pueda hacer, decir o pensar y cuyo ESTILOS DE VIDA Y SALUD
-r-ultado sea la potenciación de su estado actual de
ad o la prevención de la enfermedad. Por otro La idea de uno o varios estilos de vida favore-
ado. se habla también de estilos de vida de ries- cedores de la salud y uno o varios estilos de vida
9 . patrones de conducta o hábitos de riesgo e de riesgo para la salud se ha convertido en el prin-
c-almente hasta de patógenos conductuales, para cipal estandarte de los defensores de la responsa-
-r crirse a todo aquello que un ser humano pueda bilidad personal en salud, a la vez que resulta la po-
ticer, decir o pensar y cuyo resultado sea el debi- sibilidad más directa de que la psicología de la
iiamiento de su estado de salud a corto, medio o salud exija su protagonismo en el ámbito de la sa-
argo plazo. lud y la enfermedad. Pero, ¿dónde y cómo han sur-
Este capítulo se organiza en varios bloques te- gido estas ideas? Algo ya hemos avanzado en pá-
ráticos con desigual tratamiento, bien sea por su ginas anteriores y se trata ahora de ahondar en el
propia extensión, bien por su trascendencia. En pri- proceso de creación del nuevo buque insignia del
rer lugar, revisaremos los dos tipos de fenómenos movimiento promoción de la salud para el si-
«riba señalados, comenzando por prestar atención glo XXI: los estilos de vida de la población.
i ios conceptos de interés central que tratan de la Como cualquier proceso de creación de las gran-
r- tbilidad de que existan estilos de vida globales des ideas que terminan por mover el mundo, el pro-
pr > anti-salud, para continuar revisando patrones ceso de creación del concepto «estilo de vida» ha
rautas de conducta que han sido epidemiológica, sido largo pero relativamente simple a partir de un
nopírica o experimental mente asociados con salud- determinado momento y, sobre todo, especialmen-
a r ermedad. Algunos de ellos serán tratados en sub- te simplista una vez que se han instaurado ciertos
x atados propios por mor de su trascendencia, el

2.: .oines Párimdie


tópicos. Nos explicamos. Partiendo de unos cuan-
o de conocimientos disponibles o su ambiva- tos estudios epidemiológicos que establecieron aso-
100 / Psicología de la salud

ciaciones en forma de correlaciones, entre ciertos haga por sí mismo» (el énfasis es nuestro). Ahora
modos o formas de vivir y una mayor duración de bien, la aceptación de la nueva perspectiva en la con-
la vida y un menor impacto de ciertas enferme- ceptuación de la salud y la enfermedad ha derivado
dades graves; pernoctando en bastantes análisis en consecuencias que superan los límites de los sis-
concluyentes sobre economía de la salud y el cos- temas de cuidado de la salud sociales o privados. Por
te de dichos estilos en años de vida perdidos y en ejemplo, retomando la posición de Knowles (1977.)
calidad de la misma (con la popularización de las acerca de la responsabilidad individual frente al
valoraciones del riesgo de salud'); encontrando mantenimiento de la propia salud, J. A. Califano, Se-
en el camino la concordancia entre lo que iba apa- cretario de Salud, Educación y Bienestar de Estados
reciendo como «estilo de vida saludable» y el mo- Unidos durante el mandato presidencial de Cárter,
delo de vivir que la ideología de la austeridad señalaba en su famoso informe de 1979 muy clara-
moral, de la vida recta y limpia que tan profun- mente lo siguiente:
damente anida en ciertas culturas persigue como
ideal, ha terminado por arribarse a una conclusión
tan simple como firme e imperfecta: el estilo de Este informe subraya un punto que he tenido
vida es el culpable del deterioro de nuestra salud presente en incontables ocasiones, una y otra vez.
y de las muertes prematuras, de modo que, si que- en mis treinta meses como Secretario de Salud.
remos conseguir una humanidad más sana, la gen- Educación y Bienestar: «Usted, el individuo, pue-
te tiene que cambiar y vivir de manera distinta de hacer más por su propia salud y bienestar que
para poder seguir vivo muchos años y reducir la cualquier doctor, cualquier hospital, cualquier dro-
morbilidad de enfermedades costosísimas en vi- ga, cualquier exótico recurso médico».
das y dinero. De hecho, una abundante investigación cien-
tífica revela que la clave acerca de si una perso-
Ya ofrecimos algunos apuntes del proceso de na estará sana o enferma, tendrá una larga vida o
gestación de esta idea cuando citábamos la aseve- morirá prematuramente, puede encontrarse en di-
ración de Laporte (1982), por buscar un referente versos hábitos personales simples: los hábitos
cercano. La llamada de Califano (1979) pidiendo personales de fumar y beber; los hábitos perso-
«un acuerdo nacional sobre los buenos hábitos de nales de dormir, alimentarse y de actividad; si uní.
salud que cambien drásticamente las estadísticas obedece las leyes de limitación de velocidad j
sobre la enfermedad» (p. viii; el énfasis es nuestro), emplea el cinturón de seguridad, y algunas otras
señala la dirección que antes había marcado Hal- simples medidas. [...] Los excesos «privados» h^
resultado que están lejos de ser privados. Los gas-
fand Madler (1977), a la sazón director general de tos públicos para el cuidado de la salud que con-
la OMS, quien anunció que «las soluciones para los sumen once centavos de cada dólar de tasas fe-
problemas de salud actuales dependen más que derales son sólo uno de estos resultados [...I
nunca anteriormente de lo que la gente haga o no Existirá controversia —y debe de existir— ace:-

Weiss (1984) revisa tanto la naturaleza y estructura de los


1 HRA. Como los resumen Somers y Weisfeld (1986), los HRA sor
instrumentos como su desarrollo histórico. Pero merece la pena técnicas usadas para informar a quien lo desee de sus expectati-
detenerse brevemente sobre algunos detalles. Por ejemplo, como vas de vida, proporcionando al individuo una medida numérica
señalaran Somers y Weisfel (1986), y confirma la lectura de Weiss del riesgo relativo de morir dentro de un período determinado ó;
(1984). durante los últimos años setenta y todos los ochenta, sur- tiempo, usualmente 10 años, que se compara al promedio nacio-
gió una verdadera fiebre previsora de las expectativas de vida. nal de las personas de su mismo rango de edad, sexo y raza. Di-
Una prueba de ello es la popularidad que alcanzaron en los paí- chos promedios nacionales se derivan de las tasas de mortalida:
ses anglosajones las valoraciones del riesgo para la salud (Health oficiales y de los estudios de frecuencia de las enfermedades gra-
RiskAppraisal, HRA). Todavía creo conservar las páginas del su- ves en poblaciones definidas. El perfil de riesgo para la salud &
plemento semanal de salud del diario Boston Globe, en las que un individuo concreto a 10 años vista resulta en una «edad de ries-

© Edcoines Párm
i die
—en 1986— aparecía un «método sencillo de cálculo» de la ex- go» específica y en una «edad alcanzable» si ciertos patrones de
pectativa de vida tomado de una de las fórmulas de cálculo del conducta de riesgo para su salud se alteran.
Comportamiento y salud y comportamiento como riesgo / 121

ca del papel que el gobierno debería jugar, si es efectos de ciertas prácticas de vida sobre la salud
que debe hacerlo, en urgir a los ciudadanos a que en algunas comunidades de carácter religioso en
abandonen sus hábitos placenteros pero peligro- las que sus miembros se autoimponen un estilo de
sos. Pero no se pueden negar las consecuencias vida carente de «vicios» tales como el consumo de
públicas de estos hábitos privados (pp. viii-ix. El alcohol, tabaco, drogas, café o té, o mantenerse
énfasis es nuestro). ociosos, así como la práctica de la moderación en
la alimentación, el descanso semanal, la práctica de
De modo que a partir de entonces el individuo actividades recreativas, el mantenimiento de una
mismo comenzó a ser el principal responsable de actitud positiva y de ayuda a los demás. Así, por
:i propia salud, y de su pérdida si su vida no se ejemplo, las comunidades mormonas de Utah (Es-
adecuaba a los estándares de vida saludables reco- tados Unidos) presentaban como grupo una inci-
mendados por las autoridades sanitarias. No obs- dencia en la mayoría de los tipos de cáncer un 30
tante, si lo hacía y a pesar de ello caía enfermo, que- por 100 más baja que el resto de la población, y los
jaba eximido de culpa. Pero la consigna social a Adventistas del Séptimo Día presentan, tomados
nteriorizar dictaba que uno es el responsable de la como grupo, un 25 por 100 menos de admisiones
rérdida de su salud en la medida en que no controle hospitalarias.
~js estilos de vida. En este plano socioantropológico, Bergman
Esta forma de pensar acerca de la vida y la sa- (1978) relata los estudios de Alexander Leaf sobre
id llevada a su máximo celo ha deparado en un po- los estilos de vida de ciertas comunidades caracte-
- aonamiento ideológico que podríamos denomi- rizadas por unas excelentes condiciones de salud y
aar de fundamentalismo de la salud, o visión moral longevidad, quien, tras sus estudios sobre los hun-
¿e promoción de la salud, que se ha materializado, zas, caucasianos y vilcabambanos, señaló cinco de-
r ejemplo, en la transformación de los enfermos nominadores comunes: a) la herencia (tener ante-
en culpables, y cuyas consecuencias son, en pala- pasados longevos); b) una dieta escasa (alrededor
bras de Becker (1986), la implantación de una ti- de dos tercios del promedio de calorías de la dieta
ranía de la promoción de la salud que trata de im- estándar actual, y con muy poca carne); c) activi-
rJ.antar a toda costa un estilo de vida tenido por dad física mantenida (gente que vive en zonas mon-
-mudable. No es momento de entretenernos en el tañosas y que caminan mucho, trabajan y juegan
nálisis de estas posiciones que pueden suponer un prácticamente hasta el día de su muerte); d) una
exceso tan notable como el que tratan de combatir, vida pacífica, lenta y relajada (no existen horas), y
pero sí es bueno mantener in mente que a la hora e) social y sexualmente activos hasta muy avanza-
ae discutir la utilidad científica de un concepto, su da edad.
estificación y las evidencias empíricas que lo sus- Phillips (1977) recoge el relato paradigmático
r'tan. nunca debemos dejar de lado su utilidad; de Shirali Mislimov, uno de los individuos estu-
s i 3 es, las funciones sociales o políticas que cum- diados, con 166 años de edad (aunque el cálculo
r r > que, a la hora de decidir sobre el concepto, por puede ser erróneo) en el momento del estudio
s -olas pueden representar una fuerza más pode- (año 1971):
rosa para su subsistencia que las razones puramen-
- .lentíficas de que se disponga. «Yo nunca he tenido prisa en mi vida y tam-
Explorando el surgimiento de la actual idea de poco la tengo ahora para morirme. Hay dos fuen-
estilo de vida como responsable de la salud, pue- tes para una larga vida. Una es un regalo de la na-
den detectarse estudios pioneros y experiencias que turaleza, y es el aire puro y el agua limpia de las
.rusieron pistas para la elaboración de los estu- montañas, los frutos de la tierra, la paz y el des-
; - epidemiológicos que dieron comienzo a la so- canso, y el clima cálido de las tierras altas. La se-

Cciol-.nesPárimdie
. - tzación del concepto. Por ejemplo, Matarazzo gunda es la gente. Vive mucho quien disfruta de
1984) relata ocasionales estudios de campo de los la vida, no se pelea con los demás, no tiene mali-
100 / Psicología de la salud

cia u odio en su corazón, canta mucho y llora poco, El primer estudio de seguimiento confirmó la co-
se levanta y se retira con el sol, le gusta trabajar y rrelación entre hábitos de vida y salud (Belloc,
sabe descansar» (p. 36). 1973), mostrando que la proporción de hombres y
mujeres para todos los grupos de edad que habían
muerto a lo largo de los cinco años y medio era me-
Antes de que comenzaran a publicarse los in- nor para el colectivo de aquellos que mantenían la
formes sobre el ya clásico estudio de Belloc y Bres- práctica de los hábitos de salud anteriores, resul-
low (1972, para el informe inicial) sobre la relación tando, además, que la relación entre hábitos de sa-
entre ciertas prácticas o hábitos de vida y las tasas lud y tasa de mortalidad era independiente de otras
de mortalidad y morbilidad, otros estudios menos variables tales como nivel socioeconómico.
conocidos ya habían señalado que las personas que Igualmente, en el segundo estudio de segui-
no fumaban, mantenían un peso adecuado y un es- miento a los nueve años y medio del primero, se re-
tilo de vida activo y no sedentario, tenían menos plicó de nuevo el hallazgo de la relación entre há-
problemas de salud a lo largo de su vida (p. ej., Pal- bitos de salud y mortalidad (Breslow y Enstrom,
more, 1970; Pratt, 1971). 1980). Específicamente, las personas que habían
Belloc y Breslow, junto con sus colaboradores, mantenido la práctica de los siete hábitos de salud
han publicado varios informes acerca del estudio ofrecían una tasa de mortalidad de sólo el 30 por
desarrollado por el Laboratorio de Población Hu- 100 respecto a la que ofrecían quienes no practica-
mana del Departamento de Salud Pública del Esta- ban ninguno o tan sólo hasta tres hábitos de salud.
do de California durante los últimos años sesenta y De esta forma, podría calcularse que un hombre de
primeros setenta. La primera encuesta sobre hábi- 45 años de edad que llevara a cabo sistemática-
tos de vida y salud se llevó a cabo en 1965 sobre mente seis o siete de los hábitos de salud podría te-
una muestra de 6.928 personas adultas (Belloc y ner una esperanza de vida de 78 años, mientras que
Breslow, 1972), y fue continuada por otra de se- dicha esperanza de vida sería de 67 años para un
guimiento a los cinco años y medio sobre la mis- hombre de la misma edad que no llevara a cabo nin-
ma población (Belloc, 1973), y una nueva encues- guno de los hábitos de salud o hasta un máximo de
ta de seguimiento realizada en 1974 sobre 4.864 tres (Maes y van Veldhoven, 1990).
personas de la muestra original (Breslow y Ens- Como una consecuencia lógica de tales hallaz-
trom, 1980). gos, Breslow (1978) y Breslow y Somers (1977) ca-
Los resultados de la primera encuesta (Belloc y talogaron la ausencia de dichos hábitos o la pre-
Breslow, 1972) indicaron que siete hábitos de vida sencia de sus contrarios como factores de riesgo
correlacionaban con un mejor estado de salud en para la salud, esto es, dormir poco, una dieta irre-
quienes los practicaban regularmente. Los hábitos gular, exceso de peso, fumar, abusar del alcohol y
saludables identificados fueron: un patrón sedentario de vida se conocieron técni-
camente, de ahí en adelante, como precursores de
riesgos para la salud.
1. Dormir siete u ocho horas diarias. De las siete prácticas de salud establecidas ori-
2. Tomar desayuno diariamente. ginalmente, Wiley y Camacho'(1980), analizando
3. No tomar alimentos nunca o casi nunca en- los datos del seguimiento de 1974, encontraron que
tre comidas. cinco de ellas eran predictores mucho más poten-
4. Mantenerse en el peso adecuado a la altura tes del estado de salud futuro, incluyendo entre
o próximo a ello. ellos 1) dormir siete u ocho horas diarias; 2) man-
5. No fumar. tener un peso aproximado al ideal; 3) no haber
6. No tomar alcohol o hacerlo moderada- fumado nunca; 4) mantener un consumo limitado

© Edcoines Párimdie
mente. de alcohol, y 5) practicar ejercicio físico regular-
7. Llevar a cabo una actividad física regular. mente.
Comportamiento y salud y comportamiento como riesgo / 123

Un segundo estudio que puede tomarse como en las dos comunidades con intervención, mientras
r emplo es el conocido como Stanford Heart Disea- que se había incrementado en un 6 por 100 en la co-
: Prevention Program, llevado a cabo en tres munidad control. Stunkard (1979) señala que una
. jdades del norte de California (Estados Unidos) reducción de riesgo de esta proporción equivale a
. mo una campaña comunitaria de educación para un aumento de 5 años en la esperanza de vida para
^ >alud cuyo propósito era reducir el riesgo de tras- un hombre de 45 años. Lo que, como Bayés (1985)
mos cardiovasculares (Farquhar, 1978; Meyer, señala, es mayor que cualquiera de los aumentos
"•Ish. McAlister, Maccoby y Farquhar, 1980). El producidos por los más importantes avances médi-
; -eño incluyó el desarrollo de campañas basadas cos para este tipo de trastornos.
los medios de comunicación en dos de las ciu- Por otro lado, el clásico estudio de Mechanic
dades, y el desarrollo de una intervención de con- (1979a) apunta la posibilidad de considerar la exis-
s¿ 5 cara a cara a una muestra de personas con alto tencia de ciertas interacciones entre conductas de
- r-go en una de ellas. La tercera ciudad actuó como riesgo y conductas de salud, e intra conductas de
: - .rol. Se eligieron muestras de 500 personas por riesgo e intra conductas de salud. En dicho estudio,
. -dad que fueron evaluadas anualmente a lo largo ya referido anteriormente, se relacionaron entre sí
:; ::es años a fin de determinar la evolución de sus las respuestas a las diferentes cuestiones relativas
tactores de riesgo (esto es, fumar, colesterol en a conductas de salud y enfermedad autoinformadas
- .-na, presión sanguínea y peso corporal), inclu- por los sujetos. La conclusión general que se de-
j : ~ do el análisis de tiocianato para determinar ob- duce de tales datos implica que unas conductas de
es ámente el consumo de tabaco. riesgo parecen llevar a otras y, a su vez, parecen
la intervención comunitaria contuvo los típicos prevenir, impedir o ser incompatibles con determi-
-- gramas de radio, televisión, reportajes, anuncios nadas conductas de salud, ocurriendo también un
Mtículos en la prensa, así como carteles, distri- efecto similar respecto a las conductas de salud;
- _ _ n de folletos por correo y en los centros de sa- esto es, la presencia de unas correlaciona con la pre-
•: . públicos, etc. En el caso concreto del taba- sencia de otras y la ausencia de las de riesgo. Con
l . - mo, se ofrecieron informaciones sobre los todo, téngase siempre presente que los valores ob-
[«rectos nocivos del tabaco, el consejo de abando- tenidos representaron sólo correlaciones modestas.
- y la oferta de manuales que desarrollaban un
1
Tomando una de las conductas de riesgo, por
- grama de autocontrol para lograrlo, así como ejemplo, fumar, podemos observar cómo correla-
a - oibilidad de acudir a reuniones en pequeños ciona positivamente con otros factores de riesgo ta-
iriros. les como beber alcohol, y negativamente con hábi-
Mientras en la ciudad que actuó como control el tos de salud como cuidados médicos preventivos y
•es r 3 de trastorno cardiovascular se incrementó al ejercicio físico, y con la percepción del estado de
- -1 de los tres años de seguimiento, en las dos ciu- salud. A su vez, un hábito de salud tal como hacer
Éues de intervención comunitaria se registraron ejercicio físico correlaciona positivamente con la
fe ..ensos de los riesgos sobre el 30 por 100, a la percepción del estado de salud y con la sensación
que los participantes que recibieron la inter- de control personal sobre la enfermedad, y lo hace
erci ^n de consejo, además de la campaña comu- negativamente con conductas de riesgo como beber
•cina, mostraron una tasa de abandono del tabaco y fumar.
por 100 a los tres años de seguimiento. En En la misma línea, los datos de un estudio (Gil
. . rad donde sólo se llevó a cabo la intervención Roales-Nieto, López Latorre y Vílchez, 1992) lle-
nitaria ninguno de los fumadores consiguió la vado a cabo con pacientes diabéticos han mostra-
encia. El 15 por 100 de los fumadores con- do resultados en el mismo sentido que los anterio-
h _:bían abandonado el tabaco en dicha evalua- res, en la medida en que los pacientes que cometen
A1 segundo año de seguimiento, el riesgo de

" nes Párimdie


frecuentemente un tipo de violaciones en su régi-
-no coronario había descendido un 17 por 100 men dietético muestran también otras, a la vez que
100 / Psicología de la salud

presentan otros comportamientos de riesgo, cosa de que conductas de salud y de riesgo (o, al me-
que no ocurre en pacientes en los que están pre- nos, ciertas conductas de salud y ciertas conduc-
sentes hábitos de salud con respecto a la dieta (ad- tas de riesgo) covaríen y se presenten conjunta-
herencia al tratamiento). mente a modo de estilos de salud o de riesgo, si no
Para Kirscht (1983), se dan una serie de razones globales, sí parciales. Por ejemplo, se ha encon-
que permiten esperar que las conductas preventivas trado que las personas que hacen ejercicio es más
se agrupen formando clusters. Razones entre las probable que tengan otras conductas saludables, ta-
que se incluyen el énfasis del sistema organizado les como controlar su peso, usar el cinturón de se-
de salud sobre ciertas medidas preventivas, que guridad y acudir a revisiones médicas periódicas
puede conseguir que las personas en contacto más (Blair, Jacobs y Powell, 1985; Shepard, 1989),
o menos regular con los diferentes servicios del sis- cuando se las compara con personas sedentarias.
tema muestren un tipo de conductas preventivas ba- Ahora bien, otros estudios han indicado que no
sadas en el sistema de salud (p. ej., pautas de in- existe asociación entre ejercicio y abstinencia de
munización, revisiones médicas periódicas, etc). fumar (por ejemplo, Blair, Jacobs y Powell, 1985;
Igualmente, muchas conductas preventivas están re- Carpersen, Powell y Christenson, 1985; The
lacionadas con el nivel socioeconómico y educati- B.R.F.S., 1987). Un estudio con pacientes diabéti-
vo, de modo que la pertenencia a una clase social cos que comparó pacientes con estilo de vida se-
u otra podría ser un factor subyacente que genera- dentario y pacientes que hacían ejercicio regular-
se estilos de vida más o menos relacionados con la mente (Summerson, Konen y Dignan, 1991)
prevención. El propio autor señala algunos estudios tampoco halló asociación entre ejercicio y fumar,
que apoyan la idea de que la adopción de distintas en tanto encontró igual porcentaje de fumadores en
medidas preventivas de tipo médico esté interrela- ambos grupos (si bien dicho porcentaje era muy
cionada (p. ej., Green, 1970; Haefnery cois., 1967; pequeño en ambos).
Langlie, 1977; Slesinger, 1976), pero las correla- Diversos estudios han comparado práctica de
ciones encontradas han sido modestas, y además las ejercicio físico y consumo de alcohol, pero los re-
asociaciones entre medidas preventivas de tipo mé- sultados informan tanto de asociaciones positivas
dico y de tipo no médico resultan aún más débiles como de negativas y ausencia de relación (por
—p. ej., entre uso del cinturón de seguridad, ejer- ejemplo, Blair, Jacobs y Powell, 1985; Folsom y
cicio físico, hábitos de alimentación e higiene per- cois., 1985; Shepard, 1989; Summerson, Konen y
sonal y revisiones periódicas y prácticas de inmu- Dignan, 1991). Otros estudios han encontrado una
nización— (p. ej., Harris y Guten, 1979; Langlie, relación positiva que parece más sistemática entre
1977; Williams y Wechsler, 1972). actividad física regular, uso del cinturón de seguri-
En virtud de lo cual, Kirscht (1983) concluye dad y comportamiento preventivo a nivel dental
que las conductas preventivas o conductas de salud (Blair, Jacobs y Powell, 1985; Langlie, 1979; The
(vale decir, estilo de vida saludable) parecen re- B.R.F.S., 1987; Williams y Wechsler, 1972), y
presentar diversas áreas que son relativamente in- Krick y Sobal (1990) informan de una cierta agru-
dependientes entre sí, de modo que la noción pri- pación en las conductas de salud.
maria de un estilo general de vida saludable «como Finalmente, algún apoyo para los conceptos de
cluster coherente de conductas no es soportable por estilo de vida parece provenir de las asociaciones
las evidencias disponibles» (p. 282), reconociendo entre pautas de alimentación y otras conductas de
que el único agrupamiento parece producirse en las salud. Por ejemplo, se ha estudiado la relación en-
conductas de salud (preventivas) que dependen del tre pautas de alimentación y consumo de alcohol
sistema de salud institucionalizado. (Colditz y cois., 1991), y Altekruse, Timbo, Hea-
Sin embargo, los datos de estudios más recien- drick y Klontz (1995) han informado recientemen-

© Edcoines Párimdie
tes obligan a reconsiderar la exactitud de tal afir- te de un estudio sobre la relación entre ciertas pre-
mación, invitando a mantener abierta la posibilidad ferencias alimentarias y la práctica de otras
Comportamiento y salud y comportamiento como riesgo / 125

conductas de salud, encontrando que los consumi- Benjamin Rush, quien indicó que «fumar y mascar
dores de marisco crudo —una potencial conducta
2 tabaco vuelven el agua y los licores sencillos insí-
alimentaria de riesgo— presentaban mayores nive- pidos, disponiendo mucho al estímulo más fuerte de
les de consumo de alcohol respecto a los no con- los licores ardientes» (citado por Bien y Burge,
sumidores. Igualmente, los consumidores de pes- 1990, p. 1432). En estudios como el de Walton
cado frente a los no consumidores presentaron
3 (1972) el 97 por 100 de los alcohólicos eran fuma-
mayor frecuencia de informes de ejercicio físico re- dores y el 98 por 100 de los alcohólicos fumadores
gular, de control del peso, de controles médicos pe- consumían diariamente más de un paquete de ci-
-.ódicos de sus niveles de colesterol y menor fre- garrillos, algo que hacía el 74 por 100 de los fu-
cuencia de fumadores. Datos que coinciden con los madores no alcohólicos. También Ayers, Ruff y
btenidos por Klontz y cois. (1991) y Timbo, Al- Templer (1976) encontraron que un 90 por 100 de
.ekruse, Headrick y Klantz (1995) respecto a los los pacientes alcohólicos internados eran fumado-
consumidores de ostras en estudios llevados a cabo res, algo que confirmaron Dreher y Fraser (1967)
í n Florida y California, que presentaban mayor fre- para pacientes alcohólicos ambulatorios en un es-
caencia de otras conductas de riesgo tales como tudio realizado en Canadá y que arrojó un porcen-
abuso de alcohol y conducción peligrosa . 4 taje del 92,2 por 100 de alcohólicos fumadores. Una
Desafortunadamente escasean los datos más sis- representación de los efectos sinérgicos de fumar y
temáticos, dados los problemas de medida y con- consumir alcohol para el desarrollo del cáncer oral
rol experimental de los que adolecen frecuente- se encuentra en McCoy y Wynder (1979), quienes
-¡ente este tipo de estudios, puesto que mucha mostraron cómo el riesgo se ve notablemente in-
nformación proviene de autoinformes con los pro- crementado por el efecto de ambos comportamien-
- lernas de memoria, deseabilidad social e interpre- tos de riesgo (véase figura 4.1).
:_.;ón que conllevan. Relación se ha encontrado también entre la po-
La determinación de la covariación de compor- blación general de fumadores y bebedores sociales,
tamientos de salud o de riesgo en un mismo indi- como han indicado los estudios de Friberg, Ceder-
auo resulta de especial significación en aquellos lof, Larich, Lundman y DeFaire (1973) en Suecia;
_^os en los que medimos riesgos, en tanto los efec- los de Burke, Hunter, Croft, Cresanta y Berenson
: > de varios factores podrían sumarse en una suer- (1988), Haberman (1969), Mello y cois. (1980),
te de sinergia de efectos multiplicativos sobre la sa- Moody (1976), Vaillant y cois. (1991), Wechsler y
jd. Este fenómeno está bien documentado para el McFadden (1979) y Zacny (1990) en los Estados
c_-o del consumo de alcohol y de tabaco. Abuso de Unidos; el de Tenant y Detels (1976) en Alemania;
^cohol y conducta de fumar son dos comporta- los de Backhouse y James (1969) y Charlton (1984)
e entos de riesgo por sí mismos, pero existen nu- en Inglaterra; y los de Hardes y cois. (1981), Johns
-erosos estudios que han mostrado la existencia de (1974) y Reynolds y cois. (1976) llevados a cabo
-teracciones entre ambos que incrementan el ries- en Australia.
i para la salud cuando se dan conjuntamente en Aunque la mayor parte de estos datos han sido
; mismo individuo. Algo ya anunciado en 1776 por obtenidos mediante autoinforme en forma de cues-

Potencial vehículo para la transmisión del virus de la he- donde un porcentaje mínimo de población consume pescado. El
s e us A. el virus Norwalk y el virus vibrio vulnificus (Du Pont. mismo estudio sería inviable en una cultura como la nuestra don-
1486). de el pescado forma parte habitual de cualquier dieta, de modo
Una pauta alimentaria saludable, en tanto una dieta con que su consumo no resulta discriminante de actitudes favorables
prsc _Jo ha sido considerada como con efectos potenciadores de o desfavorables hacia la salud. El valor del tipo concreto de pa-
_ -^ id (Dolecek y Grandits, 1991; Kromhaout y cois., 1985). trón alimentario elegido por los autores es metafórico. Un equiva-

C -cil.oines Párimdie
' Estos estudios no deben tomarse al pie de la letra. Ténga- lente en nuestra cultura sería la comparación entre consumidores
E en cuenta que fueron llevados a cabo en los Estados Unidos, habituales de alimentos con fibra y sin fibra, o de verduras, etc.
100 / Psicología de la salud

Bebedores
y fumadores
de hasta 7
onzas/día y
25,0 1 paquete/día

20,0

No bebedores
15,0 Fumadores
de hasta 1
paquete/día
10,0 -
No fumadores
Toma de hasta
5,0 7 onzas de
No bebedores alcohol/día
No fumadores
1,0

Figura 4.1.—Estudio clásico de McCoy y Wynder (1979) que ejemplifica cómo se incrementa el riesgo para desarrollar cáncer de cavidad
oral según el consumo cruzado de alcohol y tabaco.

tionarios, recientemente un estudio ha demostrado cada de afirmaciones complementarias sobre la ca-


empíricamente la asociación fumar-beber alcohol suística de la salud. Por ejemplo, Ashley y Kannel
mediante el registro intensivo y extensivo de una (1974) afirmaban que el 25 por 100 de todas las
muestra de 57 fumadores-bebedores (Shiffman, Fis- muertes por cáncer y un mayor porcentaje aún de
cher, Paty, Guys, Hickox y Kassel, 1994). Con ello, muertes por ataque cardíaco podrían evitarse mo-
se ha mostrado que tabaco y alcohol no sólo se aso- dificando tan sólo una conducta: fumar. Igualmen-
cian probabilísticamente a nivel de población (esto te, que un mero 10 por 100 de reducción de peso
es, mayor porcentaje de fumadores entre bebedo- en los hombres con sobrepeso entre 35 y 55 años
res que entre no bebedores), sino que también lo ha- produciría una reducción estimada del 20 por 100
cen linealmente, ya que los bebedores fuman mu- en los casos de trastornos coronarios, a lo que Tay-
cho más que los fumadores abstemios, y lo hacen lor (1986) añade una reducción también en las ta-
más cuando consumen alcohol que cuando no lo es- sas de artritis, cáncer gastrointestinal, diabetes, in-
tán bebiendo. fartos y apoplejías.
Decíamos, al relatar el proceso de creación de Y aún seguimos contando con estudios actuali-
los conceptos de estilo de vida saludable y de ries- zados que vienen a consolidar los datos de los pri-
go, que a los estudios epidemiológicos acompaña- meros. Por ejemplo, recientemente Friedman y
ron otros que extrajeron las conclusiones económi- cois. (1995) han presentado un extenso estudio lle-
cas correspondientes, representando también los vado a cabo aprovechando los archivos de datos psi-
datos en términos de esperanza de vida o riesgo de cológicos recogidos por L. M. Terman sobre una
muerte prematura, un resultado que el público pu- muestra de niños talentosos, con el propósito de es-
diera entender. Por ejemplo, el Center for Disease tudiar la influencia genética sobre el nivel de in-
Control estadounidense llegó a estimar que el 50 teligencia (estudio conocido como The Life Cycle
por 100 de las muertes por las diez principales cau- Study, Terman y Oden, 1947). Friedman y cois.
sas se debían a factores modificables del estilo de (1995) informan del estudio sobre los predictores
vida (CDC, 1980). Declaraciones oficiales que se sociales y psicológicos de la longevidad y los fac-
vieron precedidas y seguidas por una auténtica cas-
© Edcoines Párimdie
tores de igual índole que resultan en riesgo de
Comportamiento y salud y comportamiento como riesgo / 1 2 7

muerte prematura, analizando las causas de muer- persona íntegra y madura. Sin embargo, de esta
te de los sujetos ya fallecidos y las características personalidad pro-salud quedarían descabalgados
de los supervivientes. dos aspectos hasta ahora tenidos por relacionados
En este estudio, las características de ajuste per- con el mantenimiento de la salud y la prevención
sonal y de personalidad comprobadas podrían ser- de la enfermedad, como son el optimismo y el apo-
vir para establecer si aparecen o no entre los su- yo social, a los que Friedman y cois. (1995) reser-
pervivientes patrones estables (estilos de vida o van un valor contextual (servirían como protecto-
personalidades) que, sin embargo, estén ausentes en res de la salud en según qué circunstancias).
aquellos fallecidos prematuramente. Los autores in- Y este estudio nos sirve para introducir otro as-
tentaron comprobar si los dos polos de personali- pecto de discusión interesante: el frecuente salto del
dad opuestos tradicionalmente asociados a salud concepto de estilo de vida saludable al de perso-
alta estabilidad, sociabilidad, optimismo...) y con nalidad prosalud y al de conducta preventiva, sin
enfermedad (agresividad, excitabilidad, impulsivi- que los límites conceptuales entre los tres niveles
dad y neuroticismo) aparecían reflejados o no dis- queden claramente establecidos, llegándose, de he-
criminando entre supervivientes y fallecidos. cho, en muchos casos a tratar como sinónimos,
Los datos indicaron que 1) la formalidad o se- siendo frecuente contemplar un empleo impreciso
-.edad social o de diligencia en la infancia predije- de los términos en equivalencia. Todo ello nos sir-
ron la longevidad, de modo que los niños que fue- ve para abordar la propia delimitación que del es-
- >n calificados como prudentes, formales, estables, tilo de vida como concepto se ha llevado a cabo.
eraces y no vanidosos vivieron significativamen-
te más; 2) ausencia de evidencias acerca de relación
: ntre sociabilidad u otros elementos de extraversión Aproximaciones al concepto de estilo
-alud y longevidad; 3) tampoco puntuaciones al- de vida
- en sociabilidad (popularidad y preferencias para
_;ar con otros) predijeron longevidad; 4) no apa- Se pueden detectar tres tendencias o aproxima-
reen resultados claros que asocien los rasgos de ciones a la consideración del estilo de vida. Por un
- r jroticismo (inestabilidad emocional, depresión y lado, una tendencia a tratar el estilo de vida en for-
-; -tilidad) a pobre salud, y 5) contrariamente a lo ma genérica, casi periodística o divulgativa; por
. -rerado, optimismo y humor positivo se relacio- otro, una tendencia a socializar el concepto de es-
- ^ron inversamente con longevidad, mostrando los tilo de vida, ampliándolo hasta traspasar los lími-
iat JS que los niños calificados como alegres mu- tes estrictos del comportamiento; y finalmente, una
-eron más jóvenes (sobre un 22 por 100 de au- tendencia o aproximación que podríamos denomi-
-rnto en el riesgo de muerte) y que presentaban nar como pragmática.
--yores tasas de consumo de tabaco, alcohol y En el primero de los casos estamos ante la línea
; :~ducta arriesgada. de pensamiento fiel a las declaraciones políticas
Estas relaciones han llevado a los autores a de- que mencionábamos y que han trasladado a la cul-
r'áer la existencia de un estilo de personalidad sa- tura de masas los datos de los estudios epidemio-
. :^:>le acorde con sus propias formulaciones pre- lógicos convirtiendo, por el camino, en ideas de
w as i. e., Friedmar\, 1991), basada principalmente relación causal lo que nació como hecho correla-
ta los aspectos de formalidad, diligencia y serie- cional . Esta línea de pensamiento se caracteriza
5

ia¿ ociai, esto es, el concepto más popular de una por aceptar la idea del estilo de vida como una mo-

Entre otras razones, porque la gente no piensa en modo co-


- . - nal. Las cosas son o no son, se producen o no se produ-
cán. rrovocan cáncer o no.
•€ Erik : nes Pirámide
1 2 8 / Psicología de la salud

ral saludable; un estilo de vida saludable que cae dad universal, algo incontestable sobre lo que se
bajo la responsabilidad del individuo, o bajo una puede discutir en cuanto al contenido expreso o a
mezcla de responsabilidad del individuo y de la ad- la forma de organizarlo, pero no respecto a su fun-
ministración pública, según el ámbito cultural . Es- 6 damento. Lo cual no puede ser de otro modo en
tilo de vida era así definido por Singer (1982) como tanto esta forma de pensar está vinculada al nuevo
una forma de vivir o la manera en la que la gente movimiento de salud pública cuyo objetivo capi-
se conduce con sus actividades día a día, concepto tal es la promoción de estilos de vida saludables,
que Ardell (1979) al aplicarlo a la salud delimita y la potenciación del estilo de vida saludable «no
como aquellas conductas sobre las que un indivi- sería ética» si no se tuviera muy claro que el esti-
duo tiene control y que incluyen todas las acciones lo que se potencia realmente es saludable y existe
que afectan a los riesgos para la salud. como tal.
Pender (1982) sugirió que se podían distinguir Desde esta forma de pensar sobre el concepto de
una conducta preventiva o protectora de la salud y estilo de vida, ha terminado por fabricarse desde las
una conducta promotora de la salud, que pueden ser organizaciones oficiales responsables (OMS, ad-
vistas como componentes complementarios de un ministraciones públicas de salud...) un nuevo para-
estilo de vida saludable. Tal estilo de vida es una digma de salud pública (p. ej., Afifi y Breslow,
tendencia a ser como se es de forma satisfactoria y 1994; Frenk, 1994; McGinnins, 1991) dominante
recompensante y no sólo por evitar la enfermedad en el mundo industrializado y en fase de exporta-
(una moral, en pocas palabras). En fechas más re- ción al mundo en desarrollo que proclama la pre-
cientes, una propuesta de esta índole surge del es- vención de las enfermedades a través del cambio en
tudio de Stevens, Diederiks, Lüschen y Van der Zee los estilos de vida de la población. Sin duda que tal
(1995) sobre una muestra alemana y holandesa, objetivo viene a ser la consecuencia lógica, y el
cuando establecen el estilo de vida saludable como planteamiento necesario, para afrontar los retos de
una realidad con dos dimensiones que califican la salud en el presente y el futuro. Pero, como ya
como a) sobriedad (no fumar, tomar alimentos sa- hemos mencionado en alguna ocasión, el peligro in-
ludables, abstinencia del alcohol), y b) actividad herente a esta perspectiva es su excesiva concen-
(participación en deportes y ejercicio regular, man- tración sobre la responsabilidad individual y su fal-
tenimiento de un bajo índice de masa corporal), en ta de sensibilidad (salvo contadas excepciones)
contraste con un estilo de vida libre caracterizado sobre las circunstancias supraindividuales que pue-
por el consumo de alcohol, toma de alimentos no den estar moldeando y manteniendo estilos indivi-
saludables y no preocupación por la apariencia fí- duales de vida insalubres. Precisamente éste será el
sica. Y otra propuesta, algo anterior, de Walker, origen de la alternativa que veremos a continuación,
Sechrist y Pender (1987) establecía un perfil de es- pero antes de ello cabe señalar otro peligro vincu-
tilo de vida promotor de salud compuesto de seis lado a los roles profesionales dominantes en el mo-
factores: autorrealización, responsabilidad en la sa- vimiento prosalud.
lud, ejercicio, nutrición, apoyo interpersonal y con- Analizando en profundidad la forma de pensar
trol del estrés. que estamos refiriendo, ésta puede esconder, sub-
Al margen de estas precisiones, caracteriza a yacente, un estilo de pensamiento que responde al
este punto de vista sqbre todo el hecho de tomar el perfil de las profesiones en las que esta perspecti-
concepto de estilo de vida saludable como una ver- va ha tenido mayor calado y que dominan el en-

6 Curiosamente, las formaciones políticas que lo han aco- ponsabilidad de la administración a nivel local, provincial, au-
gido con mayor entusiasmo —auténtica devoción en varios ca- tonómico y estatal pertenecen a formaciones políticas con gran
sos que podríamos mencionar— son aquellas vinculadas a lo que tradición hacia la planificación social supraindividual, hacia el
se podría llamar el ámbito político de las izquierdas. Numero- sometimiento del individuo a la colectividad.
sos apologetas del movimiento de salud entendido como res-
© Ediciones Pirámide
Comportamiento y salud y comportamiento como riesgo / 1 2 9

torno de la salud. Estilo de pensamiento que puede ción de advertencias en productos nocivos, los de-
producir un silogismo, viciado en origen, que lle- rechos de los consumidores, los acuerdos con ins-
vado a su extremo resulta una adaptación —intrín- tituciones sociales y organizativas sobre los objeti-
secamente lógica— del viejo modelo médico de en- vos sociales, y los derechos humanos» (Kickbusch,
fermedad (sólo que ésta ahora se llamaría riesgo), 1995, p. 1). Desde este punto de vista, los estilos
estableciendo que si alguien está en riesgo (y quién de vida son un asunto de interacción entre respon-
no lo está dadas las circunstancias), debe aceptar los sabilidad individual y responsabilidad política del
consejos sobre cómo reducir o minimizar tal ries- estado, al entender que no es el individuo el único
go aceptando alterar los aspectos no saludables de responsable de, por ejemplo, morir por cáncer de
su estilo de vida. No hacerlo es una falta de res- pulmón tras cuarenta años como fumador . Desde 8

ponsabilidad consigo mismo y con su sociedad. esta perspectiva, el estilo de vida de una persona no
Esquema de pensamiento que reproduce el rol es, pues, una cuestión sólo de voluntad o sentido de
del enfermo en el individuo cuya vida no sea «sa- la responsabilidad. El ejemplo expuesto por Row-
ludable», y al que se le exige, como al enfermo, se (1986) tomado de la vida real condensa bien lo
colaborar para reducir y permitir controlar su que pretendemos señalar:
enfermedad (en este caso su estilo de vida) lo an-
tes posible. Como señala Rowse (1986), esto no Como trabajador del astillero, Joe estaba ga-
es otra cosa que una conservación del modelo nando 93 dólares netos a la semana, además de
nédico a través del énfasis sobre la regla de la los 34 que se le descontaban automáticamente
bligación del individuo a seguir el tratamiento. para pagar su alojamiento. Él estimaba estar gas-
Sólo que ahora el tratamiento se llamaría promo- tando por encima de los 17 semanales en cigarri-
_ión de la salud mediante el cambio en el estilo de llos, y nunca olvidaré la respuesta que me dio un
vida. día que le sugerí el abandono del tabaco, o al me-
Señalábamos que una tendencia alternativa de nos una importante reducción en el consumo,
; ^nceptuación del estilo de vida se caracterizaba pensando en su salud. Me dijo simplemente: «Yo
por socializar el concepto, ampliándolo hasta tras- no tengo otros placeres en la vida que fumar, por
pasar los límites estrictos del comportamiento. Más tanto ¿por qué tendría que dejarlo? Ya sé que es
malo para mí, pero disfruto fumando y no me im-
illá del énfasis anterior sobre la responsabilidad porta que esto me esté matando. El cáncer de mo-
rersonal , esta línea de pensamiento ha querido en-
7
rir es sólo un poco peor que el cáncer de vivir».
-::zar la idea apuntada de que el constructo estilo Joe es una persona agradable y resignada, sólo
je vida no se refiere exclusivamente a una cuestión que ha gastado muchas horas contemplando la
je hábitos personales de vida, sino que tiene tam- perspectiva de la muerte. No tiene ningún plan
- en que ver con la forma como las sociedades or- de pensiones ni seguros de vida. Mantiene sus
__riizan el acceso a la información, a la cultura y la modestos ahorros en una cuenta bancaria y espe-
rcjcación, y a la propia salud y sus determinantes, ra que algún día pueda acertar la lotería y regre-
-r^ún los diferentes grupos sociales (Kickbusch, sar a Yugoslavia, y sus motivaciones al respecto
1995). son tan fuertes que se gasta más de 30 cada se-
mana en varios tipos de lotería. Pero la suerte no
Entendida en esta dimensión social, la relación es precisamente una característica de su vida y
»tilos de vida/salud implica «conocimientos, com- él está bastante resignado esperando que, al me-
retencias y actuaciones en esferas políticas tales nos, no pierda su empleo. Está delgado y cansa-
_: mo la política de precios e impuestos, la regula- do, y su viejo cuerpo se ha rendido a la realidad

Que en sí misma es aceptada, lo que se discute es su ex- cia recaudatoria, la ausencia de información, etcétera, serían
dusiva o exageración. también facetas de responsabilidad más allá del individuo.
' El control publicitario, la disponibilidad social, la avari-
€ t-Piones Pirámide
1 3 0 / Psicología de la salud

de sus circunstancias económicas, de modo que samiento en cierto modo reguladora de la anterior.
igual que alguien con una enfermedad crónica, De hecho, como señala Wenzel (1986), la OMS
sólo espera morir» (tomado, a su vez, de Kriegler, también se ha incorporado a la idea de un concep-
1980). to socializado de estilo de vida, principalmente a
causa de los movimientos de promoción de la sa-
A buen seguro existen numerosos casos simila- lud en el tercer mundo, donde las raíces socioeco-
res. Parafraseando a Rowse (1986), tampoco al- nómicas de la salud son de una evidencia insul-
canzamos a imaginar qué tipo de campaña de pro- tante.
moción de la salud sería capaz de modificar Por último, habíamos señalado también la exis-
fácilmente el estilo de vida de estas personas, de- tencia de una tendencia o aproximación pragmáti-
jando intactas sus condiciones de vida. Desde esta ca al concepto de estilo de vida. Su posición es sen-
perspectiva, se critica la sobreestimación del nivel cilla. Al margen de la discusión sobre el concepto
de control del individuo sobre su propio estilo de como tal y sus derivaciones sociales y políticas, pa-
vida, en tanto que muchos elementos con poca o rece claro que numerosos datos indican que ciertas
ninguna posibilidad de alteración personal son, pre- formas de hacer, decir y pensar parecen ir mejor
cisamente, los más peligrosos para la salud a nivel para la salud que otras. Obviando en cierto modo
epidemiológico. Vida laboral u ocupacional, polu- la discusión sobre el concepto global, numerosos
ción ambiental, fuentes sociales de estrés (pobreza, autores e investigadores llevan años aportando da-
desempleo, etc.), falta de recursos sociales poten- tos sobre relaciones salud-comportamiento. Las de-
ciadores de la salud, etc., son elementos que desde finiciones del estilo de vida que surgen de esta apro-
esta perspectiva se enfatizan junto a la responsabi- ximación buscan más su operacionalización, y en
lidad individual, configurando así un concepto más este caso, la característica común es el enfoque so-
global de los estilos de vida y situando cada pieza bre ciertas pautas de comportamiento cuyo efecto
en su justo encuadre. En resumen, más que inten- es la promoción de la salud o la potenciación de los
tar cambiar sólo el estilo de vida, se trataría de ope- riesgos. El énfasis sobre salud o riesgos varía de au-
rar el cambio en éste mediante el cambio en las con- tor a autor, de modo que resulta corriente encontrar
diciones de vida. un uso preferente de términos como conductas de
Bajo la influencia del pensamiento sociológico salud, conductas preventivas (p. ej., Kasl y Cobb,
de Max Weber y su distinción dentro del concepto 1966; Kirscht, 1983), conducta protectora de la sa-
de estilo de vida de las condiciones estructurales en lud (p. ej., Harris y Guten, 1979) y conductas de
las que viven los individuos («oportunidades de la riesgo, que dejan implícito el más abstracto térmi-
vida» o condiciones de vida) y de las elecciones del no de estilo de vida.
individuo dentro de sus posibilidades («conducta de Consistente con el anterior planteamiento, lo que
vida» o estilo de vida), en esta aproximación han ha caracterizado a esta tendencia es el intento de fi-
surgido varias definiciones de estilo de vida, entre jar empíricamente los componentes del estilo de
las que escogemos la de Abel (1991), quien esta- vida que son de relevancia para la salud como pro-
blece que «los estilos de vida en salud comprenden ducto, y aquí, después de numerosos intentos en la
patrones de conducta relacionados con la salud, y línea de los estudios mencionados al principio del
valores y actitudes adoptados por los individuos y apartado, los datos son contradictorios y poco con-
los grupos en respuesta a su ambiente social y eco- cluyentes, en el sentido de que no se ha avanzado
nómico». demasiado respecto a lo determinado en las prime-
Con ser cierto el planteamiento de base, el pro- ras formulaciones. Dichos estudios han producido
blema de esta aproximación es la dificultad de ope- numerosas agrupaciones de conductas con mayor o
racionalización de un concepto tan amplio y el po- menor consistencia, pero que han coincidido en se-
sible enfoque a efectos de intervención. Con todo, ñalar la naturaleza multidimensional del compor-
ha provocado la existencia de una corriente de pen- tamiento prosalud y de riesgo.
© Ediciones Pirámide
Comportamiento y salud y comportamiento como riesgo / 131

Dentro de esta línea, por conductas de salud La mayoría de las definiciones anteriores enla-
Tapp y Warner (1985) han entendido todos aquellos zan implícitamente el concepto de conductas de sa-
comportamientos cuyos efectos se traducen en pre- lud con las áreas de intervención en psicología de
servar o promover la salud cuando no existen sig- la salud relacionadas con la prevención de la en-
nos observables de enfermedad. Este tipo de com- fermedad y la promoción de la salud, y circunscri-
portamientos es, a su vez, denominado conducta ben tanto el concepto de conductas de salud como
preventiva de salud por Kirscht (1983) quien, ade- el campo de actuación anterior a la intervención
más, señala que la acción correspondiente puede ser (personal o colectivamente dirigida) sobre indivi-
emprendida por iniciativa propia o por consejo, ad- duos sin enfermedades manifiestas. Ahora bien,
vertencia o indicación de un profesional o agencia esto deber ser delimitado mejor. Por ejemplo, un in-
del sistema de salud, definiendo comportamiento dividuo que padezca diabetes es ya un enfermo cró-
preventivo como «cualquier conducta que la gente nico, pero si mantiene el hábito de tomar diaria-
pueda llevar a cabo espontáneamente, o pueda ser mente zumo de naranja y alimentos ricos en fibra
inducida a llevar a cabo, con la intención de miti- para el desayuno con el propósito de evitar el ries-
gar el impacto de potenciales riesgos o peligros de go de acatarrarse y/o el más importante de preser-
su ambiente» (p. 278). Mechanic (1986) se refiere varse del desarrollo de cáncer de colon, indepen-
también con el concepto de «conducta de salud» a dientemente de que sea ya una persona enferma
• los patrones de respuestas relacionados con la sa- técnicamente hablando, sus acciones son ejemplos
lud cuando la persona no tiene síntomas especí- de comportamientos de salud respecto de otros ries-
ficos» (p. 971). Y, por su parte, Matarazzo (1984b) gos de enfermedades que no padece. Y los conse-
denominó inmunógenos conductuales a las activi-
9
jos sobre la conveniencia de mantener tales hábitos
dades o hábitos de vida que reducen el riesgo de deben ser considerados como intervención preven-
morbilidad y muerte prematura, representando por tiva y de mantenimiento de la salud. En tanto su dia-
tanto una especie de «defensas conductuales» con- betes no puede desaparecer, resulta poco útil tomar
tra la enfermedad. salud por ausencia de toda enfermedad en el caso
Recientemente, Millar y Millar (1993), si- de dicho individuo.
guiendo y ampliando la distinción propuesta por Ello no quiere decir que no existan intentos glo-
Leventhal (1970) entre comportamientos orienta- balizadores desde esta aproximación pragmática.
dos al remedio /v/ a la exploración, han propuesto Uno de ellos, por ejemplo, es la propuesta de Me-
jistinguir las conductas de salud en 1) conductas chanic y Cleary (1980) de un estilo de vida pro-
Je detección de enfermedades, entendidas como tector de la salud, definido como un estilo general
aquellas que proporcionan la oportunidad para de- de vida que refleja una capacidad para anticipar los
:ectar trastornos y que por sí mismas no permiten problemas, movilizarse para afrontarlos y enfren-
que la persona mejore su salud (p. ej., una explo- tarse a ellos activa y eficazmente. De esta forma, se
- ación médica para detección precoz del cáncer de ha sugerido que quienes gozasen de tal capacidad
mama), y 2) conductas de promoción de la salud, de actuación podrían ser personas que mostrasen
entendidas como aquellas que por sí mismas per- numerosas conductas positivas de salud que for-
~iiten que la persona mejore su salud (p. ej., hacer marían un conjunto o cluster consistente de com-
ejercicio). , portamientos preservadores de la salud. Por otro

' El término patógeno conductual se presenta como con- tunadamente estos términos no han alcanzado gran predicamento
siste a los patógenos externos causantes de enfermedad. Por de- en la literatura especializada, estando más extendidos los tér-
. rio de algún modo, sería una forma de patogenia interna, sur- minos que estamos empleando. En la misma línea de medicali-
: ¿a del propio individuo. Sin embargo, aunque Matarazzo zación, Miller (1992) califica de behaviora! toxins fenómenos

e Edcoines Párimdie
jS3, 1984b) ha insistido en esta terminología, ampliándola a como el estrés y los comportamientos de riesgo.
7*2u 'genos conductuales, como veremos posteriormente, afor-
1 3 2 / Psicología de la salud

lado, esta aproximación ha resultado prolífica en llamado modelo cognitivo-social de procesamien-


cuanto a estudios sobre estilo de vida y la propuesta to de la información en salud, que resulta de ma-
de modelos teóricos que expliquen la conducta de yor sofisticación que los anteriores, manteniendo la
salud, elaborados casi exclusivamente desde la óp- misma línea explicativa de índole estrictamente
tica cognitiva. cognitiva.
Weinstein (1993) revisa y compara los cuatro La lógica interna de funcionamiento de los an-
modelos cognitivos alternativos diseñados para ex- teriores modelos es, por lo demás, muy similar. To-
plicar la ocurrencia de conducta protectora de la sa- mando como referencia el modelo de creencias
lud, que actualmente poseen mayor influencia y uso sobre la salud, podremos predecir la probable ocu-
en psicología de la salud. Ellos son el modelo de rrencia de una conducta de salud (o preventiva)
creencias sobre la salud (Becker, 1974; Becker y cuando el sujeto en cuestión se ve a sí mismo sus-
Maiman, 1975; Janz y Becker, 1984; Rosenstrock, ceptible a un problema de salud que le amenaza,
1966), la teoría de la utilidad subjetiva esperada que además valora como grave y considera que la
(Edwards, 1954, 1961), la teoría de la motivación acción será beneficiosa y no demasiado costosa
por la protección (Prentice-Drunn y Rogers, 1986; (Weinstein, 1993). Es decir, un modelo lógico de
Rogers, 1975, 1983) y la teoría de la acción razo- explicación que se antoja aplicable a cualquier ac-
nada (Ajzen y Fishbein, 1980; Fishbein y Ajzen, tividad humana. De hecho, si alguien funcionara
1975). En las figuras 4.2 y 4.3, se reproducen los por esquemas diferentes podríamos calificar su
esquemas representativos de dos de dichos mode- comportamiento al menos de extraño. El problema
los. Más recientemente, sobre la base de la teoría con este modelo, al igual que con el resto, es que
del sistema cognitivo-afectivo (Mischel y Shoda, los datos no parecen respaldar plenamente sus pre-
1995), Miller, Shoda y Hurley (1996) han presen- dicciones (ver, al respecto, Weinstein, 1993), algo
tado una última versión de este tipo de modelos, el también lógico, por otra parte.

© Edcoines Párm
i die€H--
Figura 4.2.—Modelo de creencias sobre la salud aplicado a la predicción de la conducta de salud o conducta preventiva (tomado de Becker
y Maiman, 1975).
Comportamiento y salud y comportamiento como riesgo / 133

ACTITUDES hacia la acción específica:


— Creencias acerca de los resultados de
la conducta de salud o preventiva
— Evaluaciones de los resultados de la
conducta de salud o preventiva
INTENCIÓN CONDUCTA
CONDUCTUAL DE SALUD
NORMAS SUBJETIVAS acerca de la acción:
— Creencias normativas (¿qué piensan los
demás?)
— Motivación para llevarlo a cabo

Figura 4.3.—Teoría de la acción razonada de Fishbein y Ajzen aplicada a la determinación de la conducta de salud o preventiva.

Y decimos lógico, porque una característica de tiva de estos modelos indicando resultados positi-
este tipo de modelo es el excesivo énfasis sobre va- vos hayan funcionado con informes del sujeto, más
riables de índole cognitiva, obviando o dejando en que con verificaciones directas de su comporta-
un segundo plano variables que determinan el com- miento, magnifica el hecho de que los estudios que
portamiento en grado superlativo. Por ejemplo, las exploraron la relación entre conductas reales de sa-
circunstancias sociales en las que vive el individuo, lud y verbalizaciones sobre salud no hayan encon-
las contingencias de todo tipo que gobiernan su trado más que modestas correlaciones entre ambos
conducta, etc. Por demás, resulta una predicción de- tipos de comportamientos —los consabidos decir y
masiado pobre establecer que probablemente se hacer— (p. ej., Ajzen y Timko, 1986; Harris y Gu-
hará algo que resulta beneficioso y no cuesta de- ten, 1979; Kristiansen, 1985, 1986; Salovey, Rudy
masiado (o los costes no superan a los beneficios), y Turk, 1987).
rara evitar un problema de salud grave o serio que Algo que ya señaló Kirscht (1983) en su revi-
-.os amenaza. Como diría Shakespeare, demasiado sión de las relaciones entre las diferentes conduc-
-jido para tan pocas nueces. tas preventivas o de salud, señalando en sus con-
Un problema genérico a estos modelos es que no clusiones que los datos indicaban cómo a) los
r-tablecen una gradación de probabilidades y no comportamientos de salud parecen representar ac-
:an peso específico a las variables enjuego, cuan- ciones realizadas en varias áreas relativamente in-
do la situación más probable en salud es un con- dependientes entre sí; b) hablar de algo así como
a t o de intereses entre pérdidas de reforzadores y «un estilo de vida saludable» como si se tratara de
?tención de supuestos beneficios. Además, no dis- un cluster coherente de comportamientos típicos
::nguen \a fuerza diferencial, por ejemplo, de una y bien delimitados no parece ser apoyado por las
- ^ceptibilidad percibida que ha sido producto de evidencias disponibles, y c) las creencias acerca de
autoinstrucción («he leído que...»), una ins- la salud y de las conductas de salud no resultan
rmcción («me ¡tan informado que...»), un modela- predictivas del comportamiento real relacionado
i ' I «he visto que fulano, de mi edad, ha sufri- con la salud.
d ...»), o el resultado de contingencias claras («he Esta modesta capacidad predictiva, primero de-
empezado a notar que...», «los análisis indican...»). tectada para el modelo de creencias, ha provocado
E gual sucede con el resto de los conceptos que se la sucesiva aparición de nuevos modelos que han in-
plean. tentado elevar la capacidad de predicción incorpo-

e Edcoines Párimdie
Otrosí, el hecho de que la mayoría de los estu- rando nuevas variables que extendieran el modelo
; > que han puesto a prueba la capacidad predic- original (son los casos, sucesivamente, de la teoría
1 3 4 / Psicología de la salud

de la motivación por la protección y de la teoría de independencia de que pudieran llevarse a cabo H tulad<
la acción razonada). El hecho de que los resultados agrupaciones pertinentes en tanto ciertos compor- I lud.
continúen siendo modestos, y en muchos casos con- tamientos fueran la llave preventiva para determi- 8 <u efe
tradictorios, ha llevado a Millar y Millar (1993) a nados grupos de trastornos y viceversa. I bre el
proponer la distinción entre tipos de conducta de sa- En realidad, se dispone de abundante informa- ^H Po
lud que más atrás expusimos, y a relacionar cada ción, sólo que dispersa, que permitiría vertebrar el ^K cierta?
una de ellas con un diferente repertorio del sujeto. concepto en una manera como la propuesta y des- H nre el
Así, han señalado que el componente cognitivo estimar el empleo de conceptuaciones generales ^H o meji
puede estar más relacionado con las conductas de que, a la postre, provocan incoherencias entre es- ^H -encc
promoción de salud, mientras que el componente tudios. ^P que le
afectivo parece estarlo con las conductas de detec- vive,
ción de enfermedades. De modo que la capacidad aquell
predictiva de los modelos se presume debida a la no PATRONES Y PAUTAS • a soci
distinción entre ambos tipos de relaciones. DE COMPORTAMIENTO • c e rec
Tal vez el problema sea considerar un construc- RELACIONADOS CON LA SALUD • rancia«
to tan amplio como el de conductas de salud. Evi- to de ü
dencias disponibles de áreas parciales de la psico- Al margen de la discusión sobre el concepto de Hj en un
logía de la salud podrían servir para ilustrar lo que estilo de vida saludable, numerosos aspectos o pau-
se pretende decir. En el área de la intervención en tas de comportamiento, no necesariamente agrupa- ^^^B «ros c
diabetes mellitus ha resultado evidente que se gana das en estilo alguno, han sido consideradas como
en poder predictivo y capacidad explicativa cuan- protectoras o promotoras de salud en sí mismas. La
do, en lugar de emplear conceptos tan generales información llegó en origen preferentemente de es- Sentid
como el de adherencia al tratamiento, ésta se sub- tudios epidemiológicos que mostraron ciertas aso-
divide en sus diferentes componentes, acorde a los ciaciones entre salud y algunas prácticas de vida (y
datos que muestran cómo los pacientes cumplen aquí cabrían todos los datos revisados para cada una alutog
ciertos aspectos del tratamiento mientras presentan de las prácticas que se han estudiado formando par-
incumplimientos sistemáticos de otros (p. ej., ver en te del estilo de vida saludable; a saber, ejercicio,
Gil Roales-Nieto, 1990, pp. 122-139). Si este mis- pautas de alimentación, etc.), y entre salud y cier-
mo proceder se aplicara al estudio de la conducta tas formas de comportamiento agrupadas en cons-
de salud es posible que los resultados fueran simi- tructos cognitivos. Estos últimos tienen que ver, ^^B iopa ra
lares, en tanto encontrásemos individuos que reali- principalmente, con estilos de personalidad que se
zan «ciertas» conductas de salud para evitar ciertos han visto asociados al mantenimiento de la salud u H *egún J
riesgos, mientras no llevan a cabo sistemáticamen- otro tipo de fenómenos referidos más a cómo se ha-
te otras relacionadas con otros riesgos diferentes. cen las cosas, y a qué se piensa sobre las cosas, que
Por ello, parece necesaria una reformulación del a qué cosas se hacen (aunque esta distinción no ter-
concepto de conductas de salud y de su estudio, de mina de ser categórica ). Ejemplos de ello serían
10 ^H ca mk
manera que no buscásemos tanto la existencia de los conceptos de sentido de coherencia, de hardi-
patrones o estilos de «conductas de salud», sino an- ness, de locus de control interno, de nivel de auto-
tes bien, la de comportamientos específicos de sa- confianza, de disposición optimista y del nivel de
lud ligados a la evitación de riesgos específicos, con autoestima. Todos estos fenómenos han sido pos-
-ojón
Emidos
10 Usualmente se considera que una categoría como, por distintas, ya que un optimista verbaliza de manera distinta que
ejemplo, la disposición optimista tiene que ver más sobre cómo un pesimista, piensa de manera distinta y, por tanto, hace cosas
la gente encara los problemas de la vida, su actitud ante ellos y distintas, que resultan en interacciones distintas. No es sólo el

© Edcoines Párimdie € H-
su confianza y esperanza en superarlos si se presentan. Pero in- cómo. El cómo implica un qué distinto.
cluso aceptando esto sin más, también se trata de hacer cosas Cjnnel
Comportamiento y salud y comportamiento como riesgo / 135

tulados como mediadores de los resultados de sa- nery y Flanery, 1990; Kalimo y Vuori, 1990, 1991;
lud, en tanto operarían sobre la misma a través de Karasek, 1979; Lundberg y Peck, 1994; Suominem,
su efecto sobre el comportamiento abierto y/o so- 1993; en Antonovski, 1993, se relatan hasta 16 es-
bre el sustrato biológico del organismo. tudios llevados a cabo durante 1992).
Por otro lado, también se han asociado a salud De sus planteamientos se desprende, a modo
ciertas circunstancias de la vida que operarían so- prospectivo, que una persona con un alto sentido de
bre el individuo suponiendo un factor de protección coherencia se considerará a sí misma capaz de ma-
o mejora de su salud, pero que en definitiva no se nejar los problemas que surjan, siendo también ca-
ven como algo que aporta el propio individuo, sino paz de tratar con éxito las situaciones y eventos es-
que le viene dado por las condiciones en las que tresantes que amenazan su salud. Por el contrario,
vive. Por ejemplo, por las personas que conoce, por un bajo sentido de coherencia se verá asociado con
aquellas con las que convive, por la forma en la que poca salud.
la sociedad o la comunidad está estructurada y ofre- Así, por ejemplo, varios estudios han encontra-
ce recursos disponibles, etc. Todas estas circuns- do una relación entre alto sentido de coherencia y
tancias las agruparemos dentro del amplio concep- bajo nivel de enfermedades. Es el caso en el estu-
to de apoyo social, que retomaremos más adelante dio de Báckman (1990), aunque la naturaleza trans-
en un capítulo dedicado a este importante aspecto, versal de sus datos le resta importancia, o en los de
por lo que a continuación revisaremos tan sólo los Dahlin y cois. (1990), Kalimo y Vuori (1990, 1991),
otros conceptos mencionados. y Lundberg y Peck (1994) que sí obtuvieron datos
longitudinales (de hasta 10 años de seguimiento en
el último), mostrando en todos los casos una aso-
Sentido de coherencia ciación entre alto sentido de coherencia y mejor es-
tado de salud (esto es, menos episodios de enfer-
Tomando como punto de partida su concepto de medad y mayor sensación de bienestar), y entre
-alutogénesis, Antonovsky trató de analizar qué bajo sentido de coherencia y peor estado de salud.
::po de diferencias individuales hacían posible que, Para Lundberg y Peck (1994) el sentido de co-
je entre un determinado número de personas so- herencia debe interpretarse como un concepto so-
metidas a similares condiciones estresantes, algunas cial que se desarrolla mejor entre personas que cre-
je ellas llegasen a desarrollar algún tipo de pato- cen en un ambiente socioeconómicamente estable
3gía mientras que otras permanecieran saludables. y con normas y valores claramente definidos, algo
Sus estudios le llevaron a desarrollar una hipótesis que ya el propio Antonovski (1987) enfatizó. En
-egún la cual las personas que tienen un sentido de este sentido, puede ser visto como un concepto que
coherencia en sus vidas fuerte y bien integrado engloba otras variables de conocida actividad sobre
r-tán mejor preparadas para no verse afectadas la salud, como son clase social, condiciones socio-
por los agentes patógenos de naturaleza psicológi- económicas, etc., y a la vez enlaza también con los
. ^ o microbiológica que aquellas otras que carecen estudios que analizan el efecto del control sobre la
tienen un menor sentido de coherencia en sus salud. Esta dimensión social del concepto ha sido
. idas. tratada por Lundberg y Peck (1994) quienes estu-
Mientras que el, constructo sentido de coheren- diaron la distribución de las puntuaciones en senti-
aa apenas ha recibido atención en los ámbitos an- do de coherencia a través de la estructura social. En
glosajón y latino, con sólo algún estudio aislado en su estudio sobre 3.949 personas entre 25 y 75 años
E-:ados Unidos, Nueva Zelanda e Israel, ha sido de edad, encontraron que trabajadores y agriculto-
profusamente empleado en los países nórdicos don- res tenían tendencia a informar un bajo sentido de
ir -.e han llevado a cabo numerosos estudios bajo coherencia, mientras que asalariados de cuello
blanco, profesionales y trabajadores autónomos

; -Jciones Párimdie
crisma conceptual (p. ej., Báckman, 1990, 1991;
I-irmel y cois., 1991; Dahlin y cois., 1990; Flan- mostraban una tendencia a informar un alto senti-
1 3 6 / Psicología de la salud

do de coherencia, sin que aparecieran diferencias en fenómenos protectores de la salud. En concreto, di-
función del sexo. Respecto a su relación con la sa- cho estilo de personalidad actuaría propiciando va-
lud, se obtuvo una fuerte relación entre informes loraciones cognitivas optimistas que amortiguarían
de bajo sentido de coherencia y problemas de sa- los efectos nocivos del estrés —literalmente—, «de
lud mental y trastornos circulatorios, mostrándose forma que los eventos puedan ser vistos en pers-
aquél como una condición previa al deterioro en la pectiva, y como no siendo tan terribles después de
salud (el estudio se hizo comparando medidas to- todo» (Kobasa, Maddi y Courington, 1981).
madas entre 1981 y 1991). El concepto de personalidad fuerte fue concebi-
El entusiasmo despertado por el concepto de do como «una amalgama de cognición, emoción y
sentido de coherencia entre los investigadores nór- acción útil no sólo para la supervivencia, sino tam-
dicos no se ha trasladado a otras latitudes europeas bién para el enriquecimiento de la vida a lo largo
y norteamericanas, más centradas en el estudio de del desarrollo» (op. cit., p. 368). Está concebido
otros conceptos surgidos del paradigma cognitivo como un compuesto de tres componentes: compro-
o tomados de la psicología de la personalidad y que miso, control y desafío. Las personas fuertes tienen
revisaremos a continuación. una considerable curiosidad o interés por las cosas,
y tienden a encontrar sus experiencias interesantes
y significativas (sentido del compromiso con la
Fortaleza vida). Enfrentadas a situaciones amenazantes hacen
valoraciones optimistas, percibiéndolas como algo
Por otro lado, Rodin y Salovey (1989) agrupa- natural, e incluso interesante, como un reto a su-
ron bajo el descriptor disposiciones fortalecedoras perar (sentido del desafío), manteniendo un senti-
diversas características de personalidad manifes- do de la perspectiva, de modo que adoptan un afron-
tadas de forma general en la disposición del indi- tamiento activo (sentido de control).
viduo a responder, o enfrentarse, a las dificultades En contraste, las personas bajas en fortaleza
que se le presentan de forma optimista, firme, per- —se supone que personalidades débiles, aunque
sistente y flexible, lo que produciría como resulta- este término nunca es empleado— tienden a verse
do un mejor mantenimiento de la salud y evitación a sí mismas como aburridas y al ambiente que les
de la enfermedad. Entre dichas disposiciones in- rodea falto de significado y fácilmente amenazador.
cluían el concepto de fortaleza de carácter, vigor o Los cambios suelen representar situaciones estre-
firmeza (en el original hardiness) (Kobasa, 1982), santes por lo que tienden a evitarlos, y ante situa-
el de optimismo (Scheier y Carver, 1985) y el de au- ciones de estrés su estilo de afrontamiento es pasi-
toeficacia percibida (Bandura, 1977, 1982a). Sin vo, no generando comportamientos que mitiguen su
embargo, esta conceptuación podría acoger sin es- impacto, de manera que su salud se ve afectada por
fuerzo otros conceptos como el de sentido de co- ello.
herencia, autoestima, sentido de control y locus de En la línea original de estudios que dio lugar al
control interno cuando son aplicados a la salud, en constructo, Kobasa y sus colaboradores (Kobasa,
la medida en que todos ellos puede ser vistos como 1979; Kobasa y Maddi, 1977; Kobasa, Maddi y
disposiciones cuyos efectos sobre la salud se in- Courington, 1981; Kobasa, Maddi y Kahn, 1982)
forman como fortalecedores en la literatura espe- compararon un grupo de ejecutivos con un alto ni-
cializada. vel de estrés en su vida pero poca incidencia de en-
Kobasa (1979) conceptuó originalmente el esti- fermedades, con otro grupo igualado en estrés pero
lo de personalidad fuerte (hardy personality) como con una alta incidencia de enfermedades en los úl-
una característica disposicional capaz de producir timos años. Los primeros presentaron como carac-
cognición positiva que favorece la salud, dentro del terísticas de personalidad un claro sentido de los va-
lores y metas en su vida, y de capacidad para

© Edcoines Párimdie€H--
esquema teórico del coping transformacional que
hipotetiza procesos duales cognición-acción como conseguirlas, y un fuerte compromiso consigo mis-
Comportamiento y salud y comportamiento como riesgo / 137

mos en lugar de una dependencia de los demás. la que se han alineado también Allred y Smith
Igualmente, mostraron una fuerte tendencia hacia (1989). Igualmente, Hull, Van Treurem y Virnelli
la implicación activa con su medio, un sentido in- (1987) han criticado el uso casi exclusivo de medi-
quebrantable de significatividad o importancia res- das de autoinforme, en tanto las propias caracterís-
pecto a las cosas de su vida y de su actividad y un ticas psicológicas aducidas para la personalidad
sentido de control sobre su propia vida. Cinco años fuerte pueden ser un importante obstáculo para la
después (Kobasa, Maddi y Kahn, 1982) se encon- conciencia e información de síntomas y malestares
tró que los ejecutivos descritos como fuertes mos- físicos (normalmente la señal de enfermedad que se
traron una elevada resistencia a la enfermedad y emplea).
preservación de su salud ante los eventos estresan-
tes. El concepto de fortaleza de carácter o de per-
sonalidad fuerte pasó así a asociarse de forma ge- Control/sensación de control
nérica con salud, aunque en realidad su formulación
se hizo más como una especie de escudo protector Uno de los componentes del constructo anterior,
del estrés, algo que hace a un individuo resistente el componente de control nos permite introducirnos
al estrés y le permite mantener su salud en condi- en otra de las características disposicionales que,
ciones difíciles. por sí misma, ha recibido atención en psicología de
Después de años de estudios exploratorios, los la salud como un elemento relacionado beneficio-
datos disponibles no son concluyentes. Así, mien- samente con la salud. Desde la publicación de los
tras algunos estudios han informado de resultados estudios pioneros en la aplicación del concepto de
negativos —ausencia de protección contra los control (entendido como posibilidad de elección y
efectos del estrés— (p. ej„ Allred y Smith, 1989; desempeño de responsabilidad) como variable po-
Funk y Houston, 1987; Ganellen y Blaney, 1984; sitivamente relacionada con la salud (Langer y Ro-
Schmied y Lawler, 1986), otros anuncian resulta- din, 1976; Rodin y Langer, 1977) el estudio del
dos positivos (p. ej., Contrada, 1989, y los estudios control o la sensación de control y su relación con
del grupo de Kobasa). la salud ha tomado diversos derroteros.
Sin embargo, el estudio de Contrada (1989) ha- Dichos estudios se llevaron a cabo como conti-
lló que los sujetos con alta puntuación en el cons- nuación de un estudio previo de Langer, Janis y
tructo fortaleza no mostraron una elevación en pre- Wolfer (1975) en el que la inducción de una sen-
gón diastólica como consecuencia de tareas sación de control en pacientes redujo sus niveles de
frustrantes, en comparación con sujetos tipo A que ansiedad y sus necesidades de medicación, a la vez
sí la mostraron (lo que señalaría una posible vía de que atendiendo a los resultados de estudios ante-
repercusión biológica de efectos beneficiosos para riores de carácter retrospectivo que informaban de
la salud); aunque también Allred y Smith (1989) experiencias de pérdida de control y sensación de
nformaron justo el dato contrario: la asociación de indefensión, previas al comienzo de enfermeda-
..na alta puntuación en fortaleza con una respon- des tales como colitis ulcerosa, leucemia, cáncer y
~:vidad cardiovascular incrementada, argumentan- trastornos cardíacos (Adamson y Schmale, 1965;
jo el fenómeno como una probable consecuencia Schmale, 1958; Schmale e Iker, 1966). En el pri-
de los esfuerzos por afrontar activamente las si- mero de los estudios mencionados, Langer y Rodin
: daciones estresantes, propios de este tipo de per- (1976) pusieron a prueba la posibilidad de que un
sonas. incremento en el control sobre los acontecimientos
Funk y Houston (1987) han criticado tanto la de- de la vida cotidiana se transformase en una cues-
bilidad predictiva del constructo (uno de sus estu- tión beneficiosa para la salud. Su informe, tras 18
dios, siendo de los pocos prospectivos, no encon- meses de seguimiento del efecto positivo hipoteti-
zado, contrasta con el informe negativo sobre el

;-JcionesPárimdie
tró evidencias de protección contra los efectos del
í^-trés) como su propia conceptuación. posición en mantenimiento de los efectos de una intervención
1 3 8 / Psicología de la salud

con similar propósito llevada a cabo por Schultz moción de la salud, retomando el concepto de au-
(1976) y Schultz y Hanusa (1978), con seguimien- sencia de poder (powerlessness), o ausencia de
tos a los 24, 30 y 42 meses, aunque supuso el ini- control sobre la propia vida —equiparable al con-
cio de diferentes estudios que han perseguido el cepto de alienación en la literatura sociológica— y
propósito antes mencionado de relacionar control y que Seeman (1989) definió como un fenómeno sub-
salud en varios contextos y bajo variadas formula- jetivo consistente en la expectativa o creencia por
ciones. parte de un individuo de que no puede determinar
Definido control como la manipulación inten- el curso de los acontecimientos. Este concepto, aso-
cional de una situación para producir un resultado ciado con alienación social, marginación, pobreza
deseado (Wallerstein, 1992), este concepto se ha ex- y deterioro de la salud, tiene su contrapartida en el
tendido hasta el de control sobre el propio destino concepto de potenciación social o comunitaria
para señalar la interacción del control individual (community empowerment). Surgido del trabajo so-
con el posible sobre los sistemas sociales en los cial de Saúl Alinsky en los Estados Unidos organi-
que toca vivir (Syme, 1988), lo que ha supuesto el zando comunidades y grupos que afrontaran con-
estudio de sus relaciones con la salud a ambos ni- juntamente el reto social y superasen los riesgos de
veles. marginación (y que rápidamente se trasladó al ter-
Varios estudios han informado que una sensa- cer mundo como forma de encarar el reto del pro-
ción de control en general, y de control sobre el greso en países subdesarrollados y comunidades in-
trabajo en particular, influyen indirectamente en la dígenas), llegó finalmente al ámbito de la salud
morbilidad y la mortalidad a través de su impacto como una forma de conseguir que las comunidades
sobre las conductas relevantes para la salud (Ca- aumentaran el control sobre sus recursos, su futu-
plan y cois., 1975; Conway y cois., 1981; Wic- ro y su salud. La generalización de las ideas al ám-
krama, Conger y Lorentz, 1995). Igualmente, See- bito de actuación individual ha dado lugar a la po-
man y Seeman (1983) argumentaban que las tenciación personal (individual empowerment),
personas con un alto sentido del control parecen considerada como la tendencia de los individuos a
conocer más acerca del mantenimiento de la salud, incrementar la capacidad de control sobre sus pro-
inician conductas preventivas —como dejar de fu- pias vidas, a través de la mejora en sus habilidades
mar por sí mismos— y evitan la dependencia de de afrontamiento (Wallerstein, 1992).
los médicos. Esta idea de potenciación psicológica conecta
De esta manera, la conclusión general transmi- como concepto con otros que formarían parte de las
tida por la literatura especializada en salud es que condiciones disposicionales asociadas a la salud,
los individuos que creen poder ejercer algún con- pero en realidad no existe tal unidad o confluencia
trol sobre los eventos que les ocurren, es más pro- epistemológica, puesto que aquélla deber ser vista
bable que den pasos en el sentido de mantener su más como una etiqueta práxica que como un con-
salud activamente, mejorar su funcionamiento físi- cepto explicativo de las diferencias individuales en
co y responder de forma más adaptativa cuando se el estado de salud, en tanto sus propios partidarios
enfrenten a una situación de enfermedad (Stric- apelan a conceptos como autoestima y autoeficacia
kland, 1984). El control ha sido asociado a la sa- como mediadores cuando señalan los posibles efec-
lud, y sin embargo, los datos no son tan conclu- tos potenciadores de la salud de la potenciación per-
yentes como parecen, de nuevo por los problemas sonal o aumento en la capacidad de control de la
metodológicos típicos, escasez de estudios pros- propia vida (Wallerstein, 1992).
pectivos, abuso del autoinforme, imprecisiones en También relacionado con este ámbito de estudio
la delimitación de lo medido como control o au- de control y salud, está el concepto de locus de con-
sencia de control, etc. trol como un intento de formulación psicológica

© Edcoines Párimdie€H--
Una extensión del concepto de control ha surgi- más elaborado. Primero Levenson (1973) y luego
do de la aplicación al ámbito comunitario de la pro- Wallston, Wallston y DeVellis (1978) señalaron tres
Comportamiento y salud y comportamiento como riesgo / 139

dimensiones o «locus de control» relacionados con dos de salud basándose en diferentes disposiciones
la salud: 1) un locus de control interno, basado en en la valoración de los hechos, en concreto entre
la creencia de que la salud está determinada por la optimismo y pesimismo acerca de los eventos pre-
propia conducta; 2) un locus de control externo, ba- sentes y futuros, es la disposición a ser optimista.
sado en la creencia de que el mantenimiento de la Esto es, tener expectativas generalmente positivas
salud depende de otros «poderosos», en concreto de sobre las cosas ha predicho diferencialmente in-
los profesionales de la salud, y 3) descontrol o con- formes de escasos síntomas físicos en poblaciones
trol del azar, basado en la creencia de que la pro- sanas (Smith y cois., 1989), el afrontamiento acti-
pia salud es una cuestión ampliamente debida al vo de las situaciones estresantes (Aspinwall y Tay-
azar, y que Levenson (1973) denominó externali- lor, 1992) y una más rápida recuperación y logro de
dad debida a la suerte. una mejor calidad de vida en personas que sufrie-
Así, de los tipos de locus de control propuestos, ron una intervención para instalarles un marcapa-
el locus de control interno podría ser equiparable sos (Scheier y cois., 1989).
a control o sensación de control, mientras que el Como confirmación a contrariis, también se
locus de control externo podría serlo a descontrol han informado los efectos negativos para la salud
o ausencia de control. Comparados entre sí, los in- de mantener una disposición pesimista, que se ha
dividuos calificados como con locus de control in- asociado con peor salud en la edad adulta y peor
terno presentan mejores hábitos de salud, menos funcionamiento inmunológico (p. ej., Kamel-Sie-
experiencias de enfermedad y mayor adherencia al gel y cois., 1991; Peterson y cois., 1988). Ahora
tratamiento que aquellos con locus de control ex- bien, tampoco deben olvidarse los datos de carác-
terno (Seeman y Seeman, 1983). De manera que ha ter contradictorio con los anteriores, informados
trascendido de forma global la convicción de que por Friedman y cois. (1995) en el estudio retros-
los individuos con expectativas internas es más pectivo que comentamos más atrás, y en el que opti-
probable que se impliquen en respuestas adaptati- mismo, simpatía y buen humor como característi-
vas para la salud, que los individuos con expecta- cas disposicionales desde la infancia predijeron
tivas externas; algo que ya Strinckland (1978) de- una muerte a edad más temprana respecto a los in-
dujo hace tiempo de su revisión de la literatura dividuos calificados como serios y formales desde
sobre el fenómeno y las conductas relacionadas su infancia.
con la salud. Para ello, ofrecía los ejemplos relati- Los datos que avalan el supuesto carácter pro-
vos al uso del cinturón de seguridad en vehículos, tector de la salud de la disposición optimista han
de la realización de ejercicio físico y de la impli- sido explicados por Scheier y Carver (1987), sugi-
cación con mayor éxito final en programas para riendo que las diferencias en resultados de salud
dejar de fumar, aspectos todos en los que los in- entre optimistas y pesimistas pueden deberse a la
dividuos con locus interno aventajaban a los indi- forma en que ambos seleccionan y emplean las es-
viduos con locus externo. trategias de afrontamiento de que disponen. Así, los
optimistas parecen poner en juego patrones de
afrontamiento que implican un esfuerzo positivo
Disposición optimista continuado y el intento denodado por hacerlo siem-
pre lo mejor posible en las situaciones a las que se
»
Otra línea de trabajo en salud que ha tratado de enfrentan". Por otro lado, Van Treuren y Hull
explicar las diferencias individuales en los resulta- (1986) han llegado a sugerir que optimismo y pe-

Pero, como parece recurrente, de nuevo un enfoque es- o problemáticas o ante el sufrimiento de un episodio de enfer-

;-JcionesPárimdie
1

-;tamente cognitivo descontextualiza la conducta. Un optimista medad, pero en situaciones de calma saludable, esto es, en un
r. probable que actúe de esa manera en situaciones estresantes estado de salud reinando en su vida, ser disposicionalmente
1 4 0 / Psicología de la salud

simismo afectan diferencialmente al funciona- Taylor y Hayes (1992) para el caso de adultos en
miento fisiológico; en concreto, que los optimistas recuperación postinfarto, y pacientes en general
muestran menor reactividad cardiovascular al estrés (Antonucci, Peggs y Márquez, 1989). Sin embargo,
(Rodin y Salovey, 1989). otros estudios han informado ausencia de valor pre-
dictivo de la conducta de salud por parte del nivel
de autoestima (p. ej., Abood y Conway, 1992).
Autoestima y autoeficacia Igualmente, Ramírez y Lasater (1977) encon-
traron que los sujetos con alta autoestima mostra-
Autoestima y autoeficacia son conceptos que bá- ban menos ansiedad ante situaciones de cuidado
sicamente recogen lo que uno piensa acerca de sí dental que los sujetos con baja autoestima, y mos-
mismo. El concepto autoestima se emplea para re- traban mayor cumplimiento de sus cuidados den-
ferirse a un sentido positivo en la consideración de tales diarios. También Ray (1982) señaló que una
sí mismo, de sentirse bien acerca de simismo (Rice, alta autoestima reduce los sentimientos de vulne-
1987), manteniendo un elevado autoconcepto. Fle- rabilidad en pacientes quirúrgicos, lo que reduciría
ming y Courtney (1984) han llegado a conceptuar el impacto estresante de la situación.
la autoestima como un compuesto formado por tres Estudios más recientes han explorado las rela-
factores de naturaleza psicológica (autoconsidera- ciones entre autoestima y eficacia en el manejo de
ción, autoconfianza y habilidad) y dos de naturale- la enfermedad crónica y la evitación de sus conse-
za física (apariencia y capacidad). Otra conceptua- cuencias (Blake, 1991; Ireys, Gross, Werthamer-
ción de la autoestima es la ofrecida por Brown Larsson y Kolodner, 1994; Silver, Bauman e Ireys,
(recogida en Pelechano, Matud y De Miguel, 1994), 1995); habiéndose también explorado su papel de
cuyo modelo de perturbación de la identidad seña- potenciador de la adherencia a tratamientos de pér-
laría las alteraciones en la propia identidad o con- dida de peso (p. ej., Nir y Neumann, 1995); su po-
cepto de sí mismo como los sucesos intermediarios sible papel modulador de los patrones de respues-
entre las alteraciones de la salud y los sucesos es- ta neuroendocrina (secreción de cortisol y ACTH)
tresantes. Se deduce que la salud iría acompañada al estrés diario (p. ej., Seeman, Berkman, Gulans-
de un concepto positivo de sí mismo. ki y Robbins, 1995). Aunque también ha habido in-
Varios estudios han explorado las relaciones en- formes negativos sobre la posible función facilita-
tre autoestima y salud. Por ejemplo, Rosen, Terry dora de la salud de la autoestima (p. ej., Lyons y
y Leventhal (1982) informaron que una alta pun- Chamberlain, 1994; Rosse, Boss, Johnson y Crown,
tuación en autoestima aparecía asociada al mejor 1991). Además, se produce el hecho de que la ma-
mantenimiento de la salud, en especial en forma de yor parte de los estudios han empleado medidas de
afrontamiento eficaz del estrés, mientras que una autoinforme, de manera que no es posible distinguir
baja autoestima presentaba mayor riesgo de su- entre autoestima como resultado del estado de sa-
cumbir a los efectos sobre la salud de los eventos lud y estado de salud como resultado del nivel de
estresantes. Algo que confirman los datos de Torres autoestima.
y Fernández (1995) y Torres, Fernández y Macei- Por otro lado, este concepto ha sido enlazado
ra (1995), para el caso de adolescentes, y de Conn, con una perspectiva más amplia de estudio del pa-

optimista podría ser visto también como un factor de riesgo el afrontamiento de un episodio de enfermedad, y negativa en
más que de protección, porque el propio optimismo podría lle- estados saludables si el mismo individuo cuenta con compor-
var a considerar que siempre habrá tiempo para evitar el peli- tamientos de riesgo (p. ej., fumar, dieta inadecuada, sedenta-
gro o que, llegado el caso, se podrá controlar; por tanto, el op- rismo, etc.). Lo que reiteradamente nos conduce a insistir en
timista continuará fumando, por ejemplo. Del optimismo al la necesidad de una perspectiva multidimensional y multicau-

© Edcoines Párimdie€H--
optimismo irreal o sensación de invulnerabilidad hay un paso, sal para afrontar la explicación del resultado final en forma de
y la combinación optimismo-salud bien podría ser positiva para salud o enfermedad.
Comportamiento y salud y comportamiento como riesgo / 141

peí del concepto de sí mismo o identidad personal poner que una de las relaciones señalaba que las
y su relación con la salud, habiéndose informado pacientes con mejor calidad de vida eran quienes
que una alta autoestima puede funcionar a modo de poseían las expectativas de autoeficacia, de resul-
escudo protector que evite la ruptura del concepto tado y de resultados autorreferentes más elevadas
de sí mismo que una persona tiene cuando se ve —y viceversa—, lejos de plantearse la posibilidad
amenazada por situaciones estresantes (Brown y de que las expectativas hayan sido un producto más
McGill, 1989). Desde esta perspectiva, la ruptura o de las propias condiciones de calidad de vida de las
mantenimiento de la propia identidad, y no la au- pacientes (cuyas causas ab origine estarían por ser
toestima en sí misma, sería el elemento relaciona- determinadas, y para ello no valen los estudios
do con enfermedad y salud en cada caso. transversales), lo que explicaría la nítida relación
Como Hawkins (1995) ha señalado, existe un aludida, reclama nuevamente el poder predictor y
extenso cuerpo de literatura que muestra la asocia- el carácter causal de las expectativas, acorde con
ción entre el concepto de autoeficacia y el éxito en los planteamientos teóricos de Bandura (por ejem-
el tratamiento de un amplio rango de problemas, así plo, 1995), para quien se trata de determinantes del
como en la facilitación de conductas preventivas o comportamiento abierto.
de salud. Por ejemplo, los informes han incluido la Revisando páginas atrás las relaciones entre per-
intervención en tabaquismo (Devins y Edwards, sonalidad y salud, ya hicimos ciertas precisiones en
1988; Stuart, Borland y McMurray, 1994), dolor torno a la conceptuación de la autoeficacia. El he-
crónico (Dolce, 1987), pautas alimentarias de ries- cho es que la autoeficacia, y por extensión la auto-
go (Chambliss y Murray, 1979; Weinburg y cois., estima, pueden ser conceptuadas en modo bien dis-
.984), diabetes (Kavanagh, Gooley y Wilson, tinto a como se hace desde la perspectiva cognitiva.
.993), afrontamiento de técnicas diagnósticas in- En este sentido, Biglan (1987) analizando desde la
asivas (Gatusso, Litt y Fitgerald, 1992), y con- óptica analítico-funcional el concepto, lo señalaba
ductas preventivas (Brien y cois., 1994; Cozarelli, como uno de los ejemplos (otros lo serían la auto-
993; Heinrich, 1993; Wulfert y Wan, 1993). estima, la sensación de control, la fortaleza, etc.) de
La autoeficacia ha terminado por ser considera- conceptuaciones basadas en teorías cognicentristas,
ba. desde la perspectiva cognitiva en psicología de que toman los constructos cognitivos como ele-
la salud, poco menos que como la aspirina psico- mentos determinantes del comportamiento humano,
ogica, en tanto se le adjudica un efecto protector minusvalorando, fortuita o deliberadamente, el pa-
de la salud, un efecto previsor de la enfermedad y pel del ambiente. Desde la posición cognitiva, se
efecto terapéutico. Varias revisiones sobre la uti- presume imposible la explicación de la conducta
lidad del concepto en el ámbito de la psicología de humana sin el servicio de dichos constructos (por
la salud han contribuido a este resultado (O'Leary, ejemplo, Bandura, 1977, 1986a). En contra de di-
992; Schwarzer, 1992; Villamarín, 1990, 1994), y cha argumentación, el tipo de comportamientos ca-
_n listado de sus aplicaciones en salud que recorre lificados globalmente como autoeficacia son con-
: xlas las funciones posibles puede encontrarse en siderados por Biglan (1987) como «formas de
Taal, Seydel y Wiegman (1990). conducta verbal mediante las cuales las personas
Sin embargo, este entusiasmo se ve empañado predicen su propia conducta», siendo el ambiente
cor las consideraciones conceptuales que cabe ha- el factor crítico en su determinación.
cer a la naturajeza y función de la autoeficacia (y El proceso de formación de esta clase de res-
. a comentadas más atrás), así como por el hecho puestas (con componentes verbales y no verbales
ce la operatividad post facto con la que, con fre- —fisiológicos y motores—) tiene que ver con el
. jencia, es empleada. Por ejemplo, Villamarín tipo de interacciones que forman las clases de res-
1994) mencionando los hallazgos de Font (1991) puestas que relacionan funcionalmente el decir con

e Edcoines Párimdie
obre la relación entre autoeficacia y calidad de el hacer y el hacer con el decir (Catania, 1992; He-
ida en pacientes con cáncer de mama, y tras ex- rruzo y Luciano, 1994; Luciano, 1993; Ward y
1 4 2 / Psicología de la salud

Ward, 1990). Desde este punto de vista, una res- evitación de la enfermedad y, en su caso, de adhe-
puesta verbal de autoefícacia («yo soy capaz de rencia al tratamiento prescrito. Autoefícacia sería I ries^
afrontar esta situación sin problemas») reflejaría el aquí una disposición, o característica que, si se tie-
resultado de una historia interactiva determinada en ne, posibilita que la conducta abierta se produzca B nue\t
la que ese tipo de conducta verbal se produce en en una dirección favorable a la salud. La vía emo-
ciertos contextos y circunstancias y está sometida cional señalaría la capacidad de la autoefícacia para
a consecuencias. modular (mitigando) la reacción orgánica ante el H la exi
Comportamientos que han sido analizados ya estrés (Bandura, Reese y Adams, 1982; Bandura y
experimentalmente en las correspondencias de- cois., 1985, 1987; Weidenfeld y cois., 1990).
cir-hacer y hacer-decir, sin poder obviar inexcu- sumo
sablemente todas las variables que ya van sien- carbo
do aisladas en lo que ha venido a denominarse PATRONES Y PAUTAS DE • d o s i.
incipientemente como sensibilidad e insensibili- COMPORTAMIENTO DE RIESGO I d, j c
dad a las contingencias (p. ej., Catania, Matthews món.
y Shimoff, 1990; Gómez, 1996). Aunque global- Sin duda que los estudios que tratan de relacio- J crónii
mente considerados, una conceptuación funcio- nar comportamiento con pérdidas de la salud o en- ^ H muen
nal para este tipo de fenómenos sería la de rela- fermedades representan un campo de conocimien- ^ H tos de
ciones conducta-conducta (Hayes, 1989; Barnes, tos más desarrollado y abundante en datos que el I ^ ni
1994; Luciano, 1992). ocupado en relacionar comportamiento y manteni- ríes e
Específicamente, se han llevado a cabo estudios miento de la salud. La razones son varias y varia- ^ ^ B Fox v
sobre autoefícacia y autoestima en el contexto del das, pero sobre todo de índole pragmático. Esto es, y "4:
análisis de los procedimientos autoinstruccionales la enfermedad es una motivación primaria y ur- H binvl
(Luciano, 1995, 1996a), en el que, previamente, gente, en consecuencia atrae fondos de investiga-
Whitman, Burgio y Johnston (1984) ya constataron ción y centra la atención de la sociedad. Resulta ^ B Ya
que el entrenamiento autoinstruccional tiende a ge- mucho más impactante anunciar cualquier relación
nerar loci de control interno en los niños y, a su vez, descubierta entre cualquier patrón, pauta o carac-
verbalizaciones de autoefícacia (tras el éxito en la terística de personalidad o comportamiento y una ^ H et
ejecución) y de autoestima. enfermedad (en mayor medida si se trata de las que ^ H t*s va
Como comportamientos que son, debe ser vis- suponen una amenaza casi universal como cánce-
tos como funcionalmente ligados a contextos y sus- res, trastornos cardíacos, diabetes, sida), que anun-
ceptibles de cambio, de modo que, en principio, no ciar lo mismo respecto al mantenimiento de la sa-
es posible descartar que una de las razones de los lud, por otro lado, ese concepto tan general, vago
datos contradictorios en los estudios sobre autoefí- e impreciso. A la vez, estudiar comportamiento y
cacia, autoestima y salud pueda deberse a la no con- enfermedad ofrece la posibilidad de acotar el te- ^ ^ ^ H a tens
sideración de dicha naturaleza contextual y diná- rreno, objetivizar más fácilmente las medidas y no
mica. tener que esperar tediosos años de seguimiento para
Finalmente, desde la aproximación cognitiva ofrecer los primeros datos, dificultades caracterís-
han sido propuestos dos mecanismos de actuación ticas del trabajo en salud. Incluso el sentido de uti-
de la autoefícacia sobre la salud que, desde la pers- lidad social y humana para los científicos resulta
pectiva funcional, no tienen que ser excluyentes en- más fuerte, más inmediato.
tre sí, sino mejor complementarios. Uno de ellos es En realidad, la razón profunda que abonó la apa- ^ ^ ^ H „ í ^ i b a
llamado vía motivacional de afectación, mientras rición de la aproximación biopsicosocial, la medi-
que el otro es conocido como la vía emocional. El cina conductual y la psicología de la salud, fue el
primero alude a la potencia motivacional (genera- estudio de la enfermedad y el descubrimiento de su

© Edcoines Párimdie € H--


dora de conducta) de la autoefícacia, significando multicausalidad. Por ello, incluso antes de la crea- áo las
con ello la facilitación de conductas prosalud o de ción formal de la psicología de la salud como es-
Comportamiento y salud y comportamiento como riesgo / 143

pecialidad, ya se hablaba de estilos de vida como comportamientos de riesgo que incluían: 1) fu-
riesgos para la salud y del papel del comporta- mar; 2) abusar de alcohol y/o drogas; 3) nutrición
miento como posible causa de la enfermedad como inadecuada (obesidad, bulimia, anorexia; ingesta
nuevos campos de interés para... la Medicina Pre- excesiva de grasas, azúcar, sal; bajo consumo de
ventiva. Por ejemplo, Pomerleau, Bass y Crown fibra, calcio...); 4) inadecuada actividad física;
(1975) lo hacían indicando datos que consolidaban 5) uso inseguro de vehículos de motor; 6) com-
la existencia de cuatro importantes factores de ries- portamientos relacionados con violencia (asaltos,
go para las principales causas de mortalidad y que asesinatos, violaciones...); 7) falta de apoyo social
implicaban al comportamiento. Éstos eran el con- y/o familiar; 8) promiscuidad sexual y embarazo
sumo excesivo de grasas saturadas e hidratos de precoz (en adolescentes), y 9) excesivo tiempo
carbono (que elevaban los niveles séricos de lípi- viendo televisión.
dos), la inactividad física (riesgo para la enferme- De todo ello, nuestra revisión en este apartado
dad coronaria), fumar (riesgo para cáncer de pul- incluirá la insensibilidad al riesgo (que usualmen-
món, bronquitis crónica y enfisema) y consumo te no se incluye en los listados de conductas de ries-
crónico excesivo de alcohol (riesgo para cirrosis y go), PCTA y hostilidad, los patrones y pautas de
muertes por accidentes). Y lo hacían sin apenas da- conducta relacionados con la depresión, la afecti-
tos de relaciones causales o directas, basándose en vidad negativa y otras psicopatologías, y la falta de
los numerosos estudios epidemiológicos disponi- control. Pero antes convendrían algunas palabras
bles en la época (p. ej., Belloc y Breslow, 1972; respecto al propio concepto de riesgo y algunas
Fox y Naughton, 1972; Friedman, 1969; Lalonde, cuestiones asociadas.
1974; Metropolitan Life, 1960; NCHS, 1973; Ru- Hay dos formas de considerar el fenómeno de
bin y Lieber, 1974; USDHEW, 1973; Weir y Dunn, los comportamientos o características personales
1970). que son determinados como riesgos para la enfer-
Ya señalábamos más atrás que Matarazzo (1984) medad. Una perspectiva es la individual. Esto es,
cenominó patógenos conductuales a aquellos esti- para una persona concreta qué supone riesgo
5S de vida que resultan en factores de riesgo para para padecer qué y cómo. La otra es la perspecti-
el desarrollo de enfermedades o el agravamiento de va epidemiológica o de población. Obviamente, la
las ya existentes, considerando estos comporta- psicología, como ciencia aplicada a individuos,
mientos como verdaderos «precursores etiológicos debe intentar siempre transformar sus conoci-
ce enfermedades, discapacidades o muertes» (p. 12). mientos en datos manejables a nivel personal, aun-
Entre ellos, señalaba como los más importantes el que los niveles colectivos también le interesen. El
?CTA, el consumo crónico de tabaco, la sobreali- problema es cuando se transgreden los niveles sin
mentación, la omisión de revisiones periódicas de advertencia, y un concepto de riesgo estudiado y
i tensión, el excesivo consumo de sal, la toma de delimitado en uno de los niveles se traslada sin
alimentos ricos en colesterol, la omisión del uso del más al otro.
; nturón de seguridad, la excesiva velocidad con- De hecho, convendría reconocer que con fre-
ociendo y el consumo de alcohol y cigarrillos du- cuencia empleamos el vocablo riesgo de forma ge-
-mte el embarazo. neral e imprecisa, sin distinguir si es referido a una
En una revisión exhaustiva de los comporta- o muchas personas o a toda la población en su con-
- .entos de riesgo, Somers y Weisfeld (1986) se- junto. Una conducta de riesgo puede haber sido de-
llaban la paradoja de que entre los principales finida como tal por medio de una asociación epi-
ce ellos, se encontraran algunas actividades teni- demiológica con un cierto trastorno, pero cuando
a s como placeres de la vida o productoras de un individuo concreto emite una conducta de ries-
. n--ecuencias positivas importantes. Aumentan- go específica su propio riesgo puede ser harto di-
j las clasificaciones anteriores, dichos autores ferente del establecido a nivel de población. Y esto

; -Jciones Párimdie
rcan a reconocer hasta nueve agrupaciones de con frecuencia se obvia. La distinción entre riesgo
1 4 4 / Psicología de la salud

absoluto, riesgo relativo y riesgo atribuible a la po- Por último, nunca debemos olvidar que unos da-
blación (Jeffery, 1989) debe tenerse siempre muy tos epidemiológicos sólo señalan posibles relacio-
presente a la hora de valorar el impacto de un de- nes causales entre comportamiento, características
terminado comportamiento sobre la probabilidad de del individuo y resultados de salud. Establecer una
alterar la salud. Desde una perspectiva social, el conexión causal (única o formando parte de una
riesgo atribuible a la población es una de las varia- multicausalidad) entre una variable psicológica y
bles determinantes para la asignación de recursos otra de salud/enfermedad no es algo sencillo ni rá-
en salud pública y promoción de la salud a nivel de pido, y virtualmente en ningún caso ha sido conse-
población o de sectores de la misma (niños o ado- guido. Usualmente hablamos de evidencias con ma-
lescentes, por ejemplo). yor o menor peso. El difícil camino para relacionar
Y el caso es que en muchas ocasiones cuando ambos tipos de fenómenos ha sido muy bien ex-
se determina el riesgo de un comportamiento o los puesto por Contradas, Leventhal y O'Leary (1990;
beneficios para la salud de otro, se confunden da- pp. 640-646) respecto a las relaciones personalidad-
tos epidemiológicos con repercusión individual. enfermedad.
Por ejemplo, el riesgo absoluto para desarrollar Los principales patrones y pautas de comporta-
cáncer de pulmón en una perspectiva de 10 años miento de riesgo para la salud serán tratados en
para un hombre de 35 años de edad y que fume en- profundidad a lo largo de varios capítulos en los
tre uno y dos paquetes de cigarrillos por día, es que analizaremos el fenómeno de la insensibilidad
sólo del 0,3 por 100, y el de desarrollar una do- al riesgo, los patrones tipo A y D y su relación con
lencia cardíaca es de 0,9 por 100 (Mattson y cois., la salud cardiovascular, y el patrón tipo C y su re-
1987), mientras que una persona que casi toda su lación con el cáncer. Asimismo, dedicaremos sen-
vida estuviera manteniendo una dieta baja en gra- dos capítulos a revisar en detalle lo conocido acer-
sas, extendería el promedio esperado de vida en ca del consumo de tabaco como riesgo para la
cuatro o cinco meses (Taylor y cois., 1987). Sin salud y las relaciones conocidas entre ciertas pau-
embargo, como señala Jeffery (1989), desde la tas de alimentación y de actividad física y deter-
perspectiva de la población, las cifras adquieren minados riesgos para la salud.
otra dimensión mucho más preocupante, porque en
el caso antes señalado, significarían que de cada
millón de fumadores de esas características y con ALGUNAS REFLEXIONES FINALES
esa edad, 10.000 podrían morir antes de alcanzar SOBRE LOS COMPORTAMIENTOS
los 45 años de edad. DE RIESGO Y DE SALUD
A todo esto debemos añadir alguna considera-
ción más referida a la forma en la cual los riesgos A lo largo de las páginas previas hemos revisa-
operan para terminar produciendo uno u otro esta- do varios patrones y pautas de comportamiento re-
do de salud. Cada persona es un compendio de si- lacionados en la literatura especializada con resul-
tuaciones con difícil replicación. Quiere esto decir tados beneficiosos de salud. Ciertas disposiciones
que dada la intrínseca naturaleza interactiva de los como mantenerse optimista, tener fortaleza de ca-
factores biológicos, psicológicos y sociales que rácter, una alta autoestima y sentido de la auto-
conforman su existencia, todo ello debe ser tenido eficacia, así como percibir la propia vida con un
en cuenta a la hora de precisar el riesgo real para sentido general de coherencia, junto a otras dispo-
un individuo concreto que derive en un consejo de nibilidades como la de contar con apoyo social, son
cambio o de mantenimiento. Por ello, siempre debe hoy consideradas fenómenos que favorecen la sa-
mantenerse un concepto dinámico e interactivo res- lud. En los capítulos siguientes podremos compro-
pecto a la forma concreta en la que se vertebran los bar cómo, por el contrario, el consumo de tabaco,
factores de riesgo, y sus contrapuestos saludables, ciertas pautas de alimentación y actividad, ser in-
sobre un individuo concreto.
© Edcoines Párimdie€H--
sensible a los riesgos, mantener un sesgo optimis-
Comportamiento y salud y comportamiento como riesgo / 145

ta irreal, o llevar a cabo ciertas prácticas de vida, ble, de riesgo o mitad de cada, o según y cómo.
actitudes y formas de hacer que se agrupan genéri- Aún, de hecho, estamos lejos de lograr un estado
camente bajo conceptos como patrón de conducta de validez operativa del término (una excelente re-
tipo A, C o D, pueden ser considerados fenómenos visión del estado del arte es la de Abel, 1991), pero
que representan riesgos para la salud. ello no significa, a priori, que sea imposible con-
No faltan las contradicciones en los datos ni las seguirlo. En consecuencia, la llamada debe ser a la
polémicas en torno al estudio de todos y cada uno prudencia en el empleo de estos términos y su re-
de dichos fenómenos. Pero, a nuestro modo de ver, lación con la salud, aun reconociendo que el esta-
esto sólo debe considerarse, primero, como algo na- do actual de la cuestión ya no permite su ignoran-
tural a la propia idiosincrasia del estudio del com- cia.
portamiento como materia difícil y aún en un esta- Tal efecto de éxito social en el término estilo de
dio de consolidación; segundo, como algo lógico vida, con su reconocimiento masivo y su conversión
nabida cuenta del tiempo transcurrido desde que ta- en verdad socializada, en gran parte no es sino uno
les fenómenos han sido puestos en el punto de mira de tantos espejismos en los que nuestra (in)cultura
de la psicología de la salud y estudiados desde la de medios de comunicación suele transformar unos
nueva perspectiva biopsicosocial. Otra cuestión se- interesantes datos (pero a la vez imprecisos, nece-
ría si dentro de veinte años las cosas siguiesen así. sitados de replicación, discutibles, dependientes de
En el peor de los casos, sin embargo, las evidencias un contexto, parcialmente generalizables, sujetos a
disponibles son, como mínimo, inequívocamente explicaciones alternativas, etc.) elevándolos hasta la
suficientes como para seguir considerando la nece- categoría de evidencias científicas —lo que equi-
sidad de nuevos y más finos estudios de dichos fe- vale a seguridades—, que deben orientar la vida de
-ómenos. Como un ejercicio de reflexión, finaliza- la gente al respecto desde ese preciso momento.
-emos este extenso apartado exponiendo algunas Y, de paso, producir buenos dividendos mientras se
.onsideraciones. difunden, se informa, se educa, se crea opinión,
La creencia (como especie de consenso reitera- se satisface el derecho constitucional a informar
damente repetido a través de las publicaciones) de y ser informado, hasta que otra temática igual o más
_ue existan formalmente estilos de vida saludables impactante recoja el testigo.
que favorecen el mantenimiento de la salud (que Por otro lado, a nuestro modo de ver, continúa
nos hacen vivir más años y en mejores condiciones) siendo válida la conclusión de Turk, Rudy y Salo-
estilos de vida de riesgo que favorecen el desa- vey (1985), asumida por Marteau (1989), en cuan-
-ollo de enfermedades (que nos hacen vivir menos to que los resultados del estudio de los factores cog-
¿ños y/o en peores condiciones) pasó descarada- nitivos tenidos por mediadores de los resultados
~ente a formar parte de nuestra cultura de la sa- diferenciales en salud, intra e interindividualmen-
lid de finales de siglo, siendo un objetivo de di- te, son equívocos y aún no han conseguido señalar
_lgación en todos los medios de comunicación y a ninguna de las variables estudiadas como una pre-
m prolífíco tema de conversación y preocupación dictora consistente e inequívoca de resultados de
-xiales. salud o riesgo para la enfermedad.
Sin embargo, aún no está empíricamente esta- Una revisión de las causas posibles de tal fraca-
r c i d o que existan tales estilos de vida como cons- so puede verse en Marteau (1989), e incluye razo-
uetos formales científicamente válidos. Esto es, nes de tipo metodológico (fallo en el control de va-
ji_n no se ha podido demostrar claramente que ta- riables, imprecisión en las medidas, pocos estudios
e> constructos tengan validez teórica y que su me- prospectivos, etc.), conceptual (imprecisión en la
: da tenga consistencias interna y externa, que di- definición y categorización de los fenómenos, so-
r-encialmente predigan uno u otro resultado en lapamientos conceptuales que se traducen en sola-
¿J jd. y que alguien pueda conocer con precisión pamientos de medida, etc.) y reduccionista (exce-

C radones Párimdie
>u particular y concreto estilo de vida es saluda- siva concentración sobre fenómenos cognitivos y
146 / Psicología de la salud

olvido de otras variables principalmente de tipo so- podrían estar interaccionando con los anteriores y
cial, económico o ambiental, que también influyen que ayudarían a explicar por qué los resultados de
en el estado de salud, etc). los diversos estudios, a veces, son total o parcial-
Profundizando en las anteriores consideracio- mente contradictorios.
nes, alguna inconsistencia de las que aparecen en La forma de controlar esto pasa por complicar
las relaciones entre variables de personalidad y re- considerablemente los diseños, de modo que en lu-
sultados en salud/enfermedad quizá se deban a los gar de medir la presencia o ausencia de hostilidad
efectos sumatorios, multiplicativos (o sinérgicos) y dos o tres variables más que se estiman, a prio-
o sustractivos de las varias pautas comportamen- ri, relacionadas, se trabajase con mediciones glo-
tales que conforman la vida de cada ser humano. bales del perfil individual que incluyan todas las
En psicología de la salud hablamos de personas, y pautas conocidas como saludables y todas las co-
con frecuencia hablamos de factores, variables, pa- nocidas como de riesgo, relacionando combinato-
trones de comportamiento o estilos de vida, olvi- rias que en individuos concretos resultan en uno u
dándonos que tales fenómenos siempre forman otro estado de salud o enfermedad.
parte de personas que hacen, sienten o dicen mu- La excesiva concentración sobre resultados de
chas otras cosas no apresadas por la medición pun- conducta cognitiva_//na/¡\?/a está impidiendo llevar
tual o lineal de los fenómenos objeto de estudio. a cabo análisis funcionales que consideren el papel
Por ejemplo, cuando se da el caso de personas que de todas las variables enjuego. Ello conlleva el sis-
pueden ser hostiles (un riesgo para la salud, según temático olvido —propio del paradigma cognitivo
los datos) pero, a la vez, hacer regularmente ejer- a ultranza que se ha adueñado de la psicología de
cicio físico y mantener una dieta adecuada (com- la salud— de las contingencias como una de las cla-
portamientos favorecedores de la salud, según los ves fundamentales en la explicación del comporta-
datos), o bien ser hostiles a la vez que sedentarios, miento. Esto hace que términos tales como auto-
etcétera. eficacia, sesgo optimista, hostilidad, fortaleza,
Igualmente, el control, el sentido de coherencia autoestima, etc., sean vistos como interindividual-
o la fortaleza de una persona pueden haber sido mente homólogos, cuando puede ocurrir que tan
conseguidas a partir de ciertas interacciones a lo lar- sólo sean isómeros —metafóricamente hablando.
go de la vida que han producido como resultado fi- Por ejemplo, la autoeficacia, medida en la for-
nal un individuo capaz, fuerte y consistente cogni- ma que se hace, puede ser vista como el resultado
tivamente hablando (lo que sería visto como un verbal descriptivo del control real sobre las cosas
beneficio para su salud), pero, a la vez, un indivi- (autoeficacia moldeada por las contingencias), o
duo también competitivo y exigente con los demás como un resultado verbal descriptivo de una histo-
y consigo mismo, y puede que con escasa red de ria de sobreprotección, adulación y encumbra-
apoyo social, de modo que unas variables benefi- miento que arregló el ambiente para el éxito (au-
ciosas per se para la salud pueden haber producido toeficacia no contingente). Y ambas no pueden ser
otras tenidas por riesgo per se para la salud. El ba- tomadas funcionalmente como el mismo fenóme-
lance final como resultado de salud o enfermedad no, porque en el segundo caso mensaje verbal y
puede ser, por tanto, un sutil equilibrio de valores conducta no verbal puede que no correlacionen de-
paramétrico^ en función de las demandas del me- masiado. Una creencia sobre la salud (el tabaco es
dio. Evaluar sólo las primeras variables mediante un riesgo para el cáncer) surgida de una historia de
cuestionarios o entrevistas apropiadas no daría una experiencias directas no tendrá el mismo valor ex-
perspectiva completa de todas las variables que en plicativo que la misma creencia cuyo origen sea la
un individuo determinado pueden estar afectando a igualación al control social, una creencia reglada
su salud. Con frecuencia, los estudios que informan que surge por mimetismo.
del poder predictor de tal o cual variable saludable

© Edcoines Párimdie€H--
o de riesgo no ofrecen, sin embargo, otros datos que Otro ejemplo, el sesgo optimista deducido de las
respuestas de autoinforme sobre la percepción de la
Comportamiento y salud y comportamiento como riesgo / 147

propia vulnerabilidad a los riesgos, no puede ser to- trol correlaciona con mejores estados de salud. Pero
mado por equivalente en todos los casos. Una res- también es necesario, y bueno, conocer la forma en
puesta negativa a la pregunta «¿Consideras que la que se han fabricado tales autodescripciones, así
puedes tener riesgo de contraer el sida?» no puede como discriminar la funcionalidad de diferentes
ser tenida por equivalente entre un individuo cuyo ideas sobre el apoyo social o el optimismo.
sesgo optimista («No, yo nunca cogeré el sida») Además, centrándonos en exclusiva sobre los fe-
puede ser el producto de una historia de contin- nómenos cognitivos estamos perdiendo no sólo
gencias que incluye la frecuente práctica de rela- perspectiva, sino también retrospectiva. Por ejem-
ciones sexuales tenidas por inseguras o de alto ries- plo, medir la autoestima o el sentido de coherencia
go para contraer el sida, y otro individuo cuyo y relacionar ciertos niveles con salud no autoriza a
informe puede ser el reflejo verbal de una historia señalar que estos fenómenos sean los responsables
bien distinta (por ejemplo, una vida arriesgada en (controladas otras variables) directos del estado de
otras facetas distintas a la sexual, pero también sin salud. Cabría pensar que dichas formas de pensa-
consecuencias negativas, con lo cual estaremos ante miento acerca de sí mismo y del mundo son el pro-
_¡n ejemplo de creencia por generalización), o in- ducto de particulares historias, y que las mismas
cluso otro individuo con una historia exenta de re- condiciones que crearon dichos fenómenos pueden
laciones sexuales por creencias religiosas funda- haber sido también responsables del estado de sa-
mentalistas. Y dichos sesgos optimistas, con lud. Estas formas de pensar, una vez creadas, son
-epresentar idéntica respuesta en un cuestionario o parte del juego. Son variables que no se pueden ob-
^utoinforme, no pueden ser considerados igual- viar y que, efectivamente, pueden estar relaciona-
-nente predictores de una futura conducta de riesgo. das con la salud, pero quedarnos en ellas puede pro-
Esto es, contando con una adecuada correspon- vocar un sesgo ahistórico en la valoración de los
dencia decir-hacer en todos los casos (aspecto que resultados de salud, en tanto que si queremos crear
obvia en el análisis de las investigaciones de este o modificar el optimismo y el sentido de coheren-
:ipo basadas en autoinformes), y el control de los cia, la autoestima o la autoconfianza de las perso-
erectos de otro tipo de variables, llegado el caso (o nas, hemos de acudir a aquellas variables que pro-
a tentación, como dirían algunos) de emitir una con- piciaron su desarrollo; e igual puede suceder que
ducta de riesgo —en este caso, practicar el sexo con acudiendo a ellas consigamos generar el producto
.na persona seropositiva— el optimista por contin- cognitivo y el resultado de salud como consecuen-
gencias del primer caso es bien probable que emi- cias no separables. O, al menos, debe admitirse tal
:sera el comportamiento de riesgo, practicando el posibilidad como una explicación alternativa hoy
-e\o «inseguro», mientras que el optimista por ge- por hoy poco contemplada. La obsesión por centrar
-eralización puede que presente menores probabili- los esfuerzos en los árboles cognitivos citados nos
dades de exponerse, y el fundamentalista casi con puede hacer perder de vista el bosque conductual
seguridad no caerá en la tentación. que hay tras ellos.
Con ello queremos decir que la consideración Otra cosa es considerar que conocer que ser op-
oerca del papel funcional resulta de mayor im- timista es bueno para la salud, y ser hostil es malo,
- rtancia —y complejidad— cuando se trata de es sólo un primer paso que permite delimitar los fe-
:: mprobar el efecfo de un comportamiento sobre nómenos de interés. Pero la psicología de la salud
•ros comportamientos (p. ej., de la autoeficacia so- como una especialidad aplicada de la psicología no
?re las conductas prosalud), y esto se está obvian- puede limitarse sólo a describir e interpretar el
d poco menos que sistemáticamente en una psi-
1 mundo de la salud y la enfermedad en su conexión
e a logia de la salud demasiado ocupada en la con el comportamiento, en tanto que aspira a cam-
descripción y la predicción a través de la correla- biarlo. El segundo paso, saber cómo hacer optimista
. :>n. Es bueno, y necesario, saber que ser optimis-

; -Jciones Párimdie
a una persona, o cómo hacer que deje de ser hostil
dL contar con apoyo social y tener sentido de con- si ambas cosas es claro que benefician su salud,
1 4 8 / Psicología de la salud

exige la reconsideración de la estrategia que ma- Esto es, al igual que Kaplan (1984), hay que lla-
yoritariamente se está empleando en la psicología mar la atención sobre la excesiva euforia acerca del
de la salud actual. poder predictivo de los comportamientos de riesgo,
Otro de los problemas por resolver continúa pues, como dicho autor señalaba, datos como los
siendo qué parámetros de ejecución (frecuencia, obtenidos por la Inter-Society Commission for
duración o intensidad) representan el riesgo real Heart Disease Resources y publicados en 1970
para un comportamiento dado en un individuo muestran que tomando un período de predicción de
dado. En algunos casos parece que la polémica es 10 años, se pudo estimar que sólo alrededor del 10
menor en tanto se trata, en todo caso, de prácticas por 100 de los hombres que presentaban dos o más
perjudiciales para la salud, variando tan sólo el gra- factores de riesgo desarrollarán un trastorno coro-
do de afectación. nario, lo que obviamente significa que el 90 por 100
Tal parece ser el caso, por ejemplo, de la con- de las personas con dos factores de riesgo en su vida
ducta de fumar, comportamiento que en todos los no lo hará. Más importante aún, también se estima
casos y a todos los niveles paramétricos es anun- que el 58 por 100 de quienes lleguen a desarrollar
ciado como perjudicial para la salud, sólo que si la algún trastorno cardíaco serán personas que pre-
frecuencia es baja y la duración también, la afecta- sentan sólo un factor de riesgo o bien no presentan
ción a la salud será reducida. De tal modo, no exis- ninguno, ¿significa esto que no conocemos todos
ten patrones seguros de fumar en sentido estricto, los factores de riesgo, o bien que resta mucho por
pero sí es cierto que un consumo menor o un con- decir sobre la aportación diferencial real de cada
sumo sólo ocasional reduce el riesgo. Sin embar- uno de los conocidos? También podría ser, de nue-
go, esto también debe matizarse en la medida en vo, que el secreto estuviera en las interacciones en-
que los efectos de fumar sobre el organismo de cada tre factores más que en la presencia discreta de tal
individuo se ven modulados por otras variables que o cual factor. E igualmente podría señalarse que la
pueden alterar estas relaciones paramétricas, de teoría es correcta y simplemente es una cuestión de
modo que para ciertas personas un consumo ligero fiabilidad y validez en el proceso de medición de
de tabaco puede resultar igual de nocivo que para riesgos, tan frecuentemente basado en técnicas «dé-
otras lo es un consumo mucho mayor. Algo similar biles» de obtención de datos que a menudo son re-
podría señalarse respecto a la sobrealimentación o trospectivos y están basados en autoinformes (con-
ingesta excesiva de calorías. ducta verbal).
Con todo, se debe ser consciente de nuestro to- A pesar de todo, se debe y puede ser optimista
davía limitado conocimiento acerca de las razones pero, a la vez, se debe ser también cauto. Optimis-
por las cuales enfermamos y fallecemos. Aun cuan- ta al considerar el futuro de la aplicación de los con-
do las evidencias de los comportamientos de ries- ceptos revisados, en cuanto al papel del comporta-
go parecen irrefutables en numerosos casos, miento en el proceso de salud y enfermedad y la
debemos entender que sólo marcan una perspecti- mejora de las condiciones de salud de las personas.
va probabilística del estado o resultado de salud Pero también debemos ser cautos y reconocer la ne-
que de ellos puede derivarse, o al que pueden co- cesidad de precisar mucho más nuestro estudio so-
laborar. bre el papel del comportamiento.

Edcoines Párm
i dit
Evaluación e intervención
en psicología de la salud
JESUS GIL ROALES-NIETO
5
EVALUACION Y M E D I D A EN PSICOLOGÍA Consideraciones generales
DE LA SALUD
La evaluación en psicología de la salud, en tan-
Las cuestiones relativas a la evaluación en la to disciplina aplicada, comparte numerosas carac-
Tocología de la salud alcanzan una dimensión y terísticas con la evaluación conductual en psico-
extensión acorde al volumen de aspectos que cu- logía clínica. Así, algunas cuestiones no serán
rare. La intención en este capítulo no es detener- tratadas aquí con especial detalle, en la medida en
le extensamente en detalles sobre la evaluación que los análisis realizados por otros autores al tra-
je las alteraciones de la salud o sobre la evalua- tar de la evaluación clínica resultan generalizables
:ión de los comportamientos saludables o la eva- y asumibles para nuestro interés. Por ejemplo, la
_ación de programas de intervención preventiva consideración de la intervención como un continuo
i nivel comunitario. El objetivo será, de otro mo- evaluación-pre/actuación/evaluación-post-segui-
: : . revisar algunos aspectos genéricos de la eva- miento, de tal manera que la evaluación como pro-
.ación en psicología de la salud y los tipos de ceso siempre estará presente a nivel pre, intra y
léenicas e instrumentos que se emplean para la me- postratamiento. E, igualmente, otros importantes
cí ja de los fenómenos centrales de la disciplina. aspectos del proceso evaluador, entre los que se
\-imismo, se revisarán brevemente los procesos de cuentan el análisis funcional del problema en cues-
; • aluación específicamente surgidos en el propio tión como una actividad central del proceso de
_~bito de la psicología de la salud, para terminar evaluación, los factores o variables que determinan
;: n algunas breves reflexiones sobre ciertas cues- el diseño y aplicación del tratamiento y la evalua-
-j. nes críticas. ción de los resultados obtenidos a partir de crite-
En cualquier caso, las variadas y numerosas mo- rios científicos y clínicos. Aspectos, todos ellos,
erafías sobre evaluación en psicología de la sa- tratados total o parcialmente en otros lugares (por
1.: y capítulos de lo mismo dentro de monografías ejemplo, Fernández-Ballesteros, 1981, 1995; Gil
ie evaluación psicológica disponibles (p. ej., Belar, Roales-Nieto, 1986; Johnston y Pennypacker,
Deardorff y Kelly, 1987; Bowling, 1994; Brantley 1980; Kazdin, 1980; Labrador, 1986; Luciano,
y Bruce, 1986; Dana, 1984; Green, 1982; Karoly, 1996b; Nelson y Hayes, 1986), y que no es nece-
985; Keefe y Blumenthal, 1982; Pinkerton, Hug- sario repetir aquí.
\ Wenrich, 1982; Schwartz, Tapp y Brucker, Así pues, en psicología de la salud se precisa
->5: Sweet, 1991) garantizan al lector interesado evaluar para saber cuál y cómo es el problema, si
risibilidad de profundizar y extender conoci-

• nacoines Párimdie
la intervención consiguió o no sus propósitos, y si
mos sobre el tema. el problema reaparece o no, o el objetivo de salud
1 5 0 / Psicología de la salud

se mantiene a lo largo de un tiempo preestableci- Por razones de desarrollo histórico y ubicación


do, convencionalmente denominado seguimiento. conceptual, la evaluación en psicología de la salud
Para lo primero y lo último la tarea de medición re- casa mejor con la aproximación conocida como
sulta algo más sencilla en tanto sólo se requiere de evaluación conductual, en tanto resulta el suyo un
técnicas e instrumentos que sean fiables, válidos, modelo de medición acorde con los planteamientos
sensibles y específicos. Para lo segundo, continúan del modelo marco biopsicosocial. A este respecto,
faltando instrumentos y técnicas de medida, pero Keefe y Blumenthal (1982) especificaban cinco
también se requieren estrategias o diseños que per- principios básicos que deberían dirigir la evaluación
mitan aclarar, además de si hubo o no cambio, a qué en psicología de la salud, y que en buena medida
se pudo deber éste, si fue superior al esperado al coinciden con las cinco funciones básicas de la eva-
azar o por efecto del devenir «normal» de los acon- luación señaladas por Pinkerton, Hughes y Wenrich
tecimientos; o bien si los cambios obtenidos por dos (1982): 1) la consideración de los comportamien-
o más tipos de intervenciones difieren entre sí y por tos o fenómenos objeto de evaluación en términos
qué lo hacen. observables y mensurables, siempre que ello sea
Desde la perspectiva de la teoría de sistemas, la posible; 2) una atención especial a la evaluación de
enfermedad y la salud son vistas como el resulta- la interacción entre comportamiento y fenómenos
do de la interacción de los niveles de organización ambientales y fisiológicos, más que la medida ais-
que corresponden a los sistemas biológico, psico- lada y atomizada de ambas partes; 3) un énfasis en
lógico y social, de modo que la enfermedad refle- la conexión del proceso evaluador con el de apli-
ja rupturas del equilibrio interior de uno o más ni- cación del programa o tratamiento, en tanto ambos
veles de la organización, mientras que la salud forman partes indisolubles de lo que se entiende
representa el mantenimiento de tal equilibrio. Ins- como proceso de intervención; 4) la repetición de la
pirada en esta presunción de interdependencia, la medida a través del tiempo, en una secuencia de
concepción biopsicosocial postula que todas las fa- medición-aplicación-medición continua e integra-
cetas de la salud y la enfermedad deben ser inves- da que permita comparar los niveles del cambio a
tigadas, y con ello medidas, si el objetivo es res- lo largo del tiempo, y 5) el mantenimiento de un es-
ponder adecuadamente a las necesidades de un píritu evaluador a lo largo de la propia aplicación
paciente para restaurar su salud, o a las de un in- del programa o tratamiento en cuestión, de mane-
dividuo o grupo para mantenerse sanos (Schwartz, ra que la efectividad de la aplicación se haga evi-
Tapp y Brucker, 1985). Esto significa que la eva- dente y permita la rectificación sobre la marcha si
luación psicológica debe considerarse un com- fuera preciso.
ponente más por-derecho propio de toda activi-
dad evaluadora en el ámbito de la salud y la
enfermedad. Objetivos de evaluación
El hecho de que la intervención en psicología de
la salud cubra todos los posibles ámbitos de actua- Evaluación psicológica y médica deben com-
ción desde el individual hasta los diferentes nive- plementarse en tanto signifiquen el aporte de da-
les de colectividad, y tenga por objetivos desde la tos que deben ser considerados interactivamente.
prevención de, lo que aún no ha acontecido hasta la Ahora bien, los objetivos de la evaluación en psi-
eliminación de lo que está aconteciendo, provoca cología de la salud dependen de los intereses er.
que la evaluación revista todas sus posibilidades y juego, de que la intervención se planee sobre la sa-
niveles, y se vea abocada al uso de todo tipo de lud y/o la enfermedad y de que se pretenda traba-
prácticas e instrumentos de medición, desde las jar a un nivel individual, grupal, institucional o co-
pruebas bioquímicas, la entrevista o el cuestio- munitario.
nario de aplicación personal, hasta la encuesta ma-

© Edcoines Pirám;it
De igual manera que la evaluación médica de
siva. la enfermedad está diseñada para intentar cubrir
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 151

cuatro grandes objetivos (Schwartz, Tapp y Bruc- tarse bajo las mismas coordenadas, ya que sus pro-
ker, 1985), consistentes en delimitar las condi- pósitos, instrumentos y contexto de aplicación de-
ciones y subcondiciones que están contribuyendo ben adecuarse a la naturaleza propia del fenómeno
al comienzo y mantenimiento de una enferme- bajo estudio.
dad, proporcionar un grado de predictibilidad Sin embargo, desafortunadamente, la evaluación
acerca del curso futuro del trastorno, proporcio- psicológica de la salud, aunque ya representa un
nar alguna dirección al profesional para planear campo amplio y de creciente desarrollo, está me-
y llevar a cabo la intervención que regulará la nos explorada que la evaluación de la enfermedad.
condición patológica y proveer un lenguaje co- Una de las razones puede ser que conocemos mu-
mún que facilite la comunicación entre los pro- cho menos sobre las condiciones y subcondiciones
resionales. La evaluación en psicología de la sa- biológicas, psicológicas y sociales que conducen a
.ud puede diseñarse para cubrir los mismos la salud. Otra razón tiene que ver con los intereses
bjetivos en el nivel o plano de actuación que le sociales hacia la potenciación de ciertas tareas cien-
corresponde, en lo que se refiere a la evaluación tíficas y asistenciales frente a otras; y en ello, aque-
ce cualquier proceso de enfermedad que demande llas que tratan condiciones que generan conse-
cna intervención psicológica conjunta a la médica. cuencias aversivas poderosas tienden a mantenerse
Así, la evaluación psicológica de la enfermedad como prioritarias.
debe: Ahora bien, en este plano de evaluación de la sa-
lud, o de los estados de salud, o del comportamiento
1. Delimitar las condiciones y subcondiciones relacionado con la salud ¿cabría pensar en una eva-
(personales —conductuales, cognitivas y luación o exploración psicológica preventiva para
psicofísiológicas—, interpersonales, comu- personas sanas, al estilo de los «chequeos» médi-
nitarias y sociales) que están contribuyen- cos, que intentara detectar la presencia de modos de
do al comienzo y/o mantenimiento de una vida, hábitos específicos, relaciones, etc., poten-
enfermedad, a la vez que de las variables de cialmente peligrosos para la salud? Cabría, una vez
las cuales aquéllas dependen. que tuviéramos medianamente precisados los pa-
2. Contribuir a proporcionar un grado de pre- rámetros que marcan el punto o límite de riesgo
dictibilidad acerca del futuro del desorden necesario y suficiente para que ciertas prácticas
en lo que respecta a las variables presentes conductuales y sociales sean precursoras de la en-
de su competencia. fermedad.
3. Mediante el juicio diagnóstico correspon- Además, todas las salvedades y cautelas deben
diente que establezca la conexión funcional ser tomadas cuando se aborda este aspecto de la
o interacciones causantes de las condiciones evaluación en salud o la evaluación para la preven-
y subcondiciones contribuyentes al proceso ción. Un ejemplo lo ofrecen las valoraciones del
patológico, proporcionar direcciones para riesgo para la salud (Health Risk Appraisals) tan
la intervención en el ámbito de su compe- utilizadas y popularizadas en los Estados Unidos y
tencia. Canadá (p. ej., Berlin, Thorington, McKinley y
- Proveer un lenguaje común que facilite la McKinley, 1990; Weiss, 1984), surgidas origina-
comunicación entre los profesionales. riamente con el propósito de precisar con cierta
aproximación la esperanza de vida individual en
Con todo, la enfermedad sólo presenta la mitad función de las condiciones biológicas, psicológicas
eral del objeto total de estudio en psicología de y sociales de cada persona, y que, sin embargo, ade-
a >¿lud. Por ello, en igual manera que se diseña una más de tratarse de valoraciones poco válidas y fia-
: ci jación psicológica de la enfermedad que atien- bles han terminado por derivar en un instrumento
muy criticado y apreciado tan sólo por las compa-

CbdcíoinesPárimdie
i sus peculiaridades, debe diseñarse una eva-
ón psicológica de la salud que no puede orien- ñías de seguros que lo aplican a sus potenciales
1 5 2 / Psicología de la salud

clientes —abierta o subrepticiamente— a fin de te principales propósitos de la evaluación que


aceptarles como tales o no, o bien hacerlo en según continúan pareciéndonos una buena categori-
qué condiciones de prima. zación. Los propósitos, en parte reciclados , in- 1

cluirían:
TÉCNICAS E INSTRUMENTOS 1. Clasificación, diagnóstico y predicción o
DE EVALUACIÓN prognosis, y que haría referencia a evaluar
EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD para intervenciones con objetivos de control
de la enfermedad.
La evaluación en psicología de la salud dispone 2. Tratamiento y rehabilitación, y que debe
para su aplicación de buena parte de los instru- verse como una continuación natural del
mentos y técnicas elaborados para la evaluación propósito anterior, en tanto el diagnósti-
conductual en clínica, aunque también ha genera- co no es sino el pórtico de entrada que
do numerosos instrumentos de aplicación específi- indica las relaciones funcionales responsa-
ca a su objeto de estudio. Además, otros instru- bles del problema y señala o apunta qué
mentos han surgido en áreas de conocimiento interacciones terapéuticas pueden resultar
relacionadas con la psicología de la salud, como es adecuadas.
el caso de las escalas y medidas de calidad de vida 3. Prevención y promoción de la salud, que ha-
y de cuantificación del riesgo para la salud surgidas ría referencia a evaluaciones llevadas a cabo
en el ámbito de la salud pública y la epidemiolo- con el propósito de mantener estados de sa-
gía, que han terminado por incorporarse al reper- lud en individuos sanos, o estados de la ma-
torio evaluador de nuestra disciplina. Igualmente, yor salud posible en individuos con enfer-
con frecuencia se toman medidas que tradicional- medad crónica, así como el control de la
mente han sido consideradas como de competencia incidencia de enfermedades.
médica, de ahí que la evaluación en psicología de 4. Cuidado de la salud, que puede entenderse
la salud presente algunas complicaciones propias de como el propósito de cuidado institucional
la especial complejidad y extensión de su objeto de la salud tanto a nivel individual como co-
de estudio. lectivo. Por ejemplo, evaluación de la ad-
Como resulta lógico para cualquier proceso de herencia al tratamiento y evaluaciones con
evaluación, la decisión sobre qué particular méto- propósitos de salud pública caerían dentro
do, instrumento o técnica emplear depende del tipo de esta categoría.
de información que se desee obtener, el tipo de ob- 5. Planificación de política sanitaria, que in-
jetivos que se desee cubrir y las características pro- cluiría aquellas evaluaciones con propósitos
pias del fenómeno a evaluar. de salud pública, o de toma de decisiones
Como habíamos comenzado señalando, los sobre actuaciones legislativas o presupues-
objetivos de la evaluación responden a los obje- tarias (dotación de medios económicos, in-
tivos de la intervención. Siendo así, cabría es- fraestructura de atención sanitaria, tipo de
tablecer una serie de propósitos generales de la medios humanos en atención, etc.), entre
evaluación >en psicología de la salud que res- otras.
pondieran a los posibles objetivos de interven- 6. Investigación.
ción. A este respecto Karoly (1985) señaló sie- 7. Enseñanza.

En tanto que su enumeración responde fielmente a la pro- cripción, excepto para las dos últimas categorías, el resto de las

© Edcoines Pármi;ti
1

puesta por Karoly (1985), su puntualización o delimitación es descripciones son obra nuestra.
responsabilidad nuestra, ya que dicho autor no precisó su des-
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 153

A tenor de los propósitos anteriores, Karoly Medidas bioquímicas y psicofisiológicas


(1985, p. 7) señaló un listado de objetivos de eva-
luación en psicología de la salud que puede tomar- Las medidas resultantes de la evaluación médi-
se como un planteamiento general desglosable en ca no son un objeto directo ni prioritario de aten-
multitud de objetivos más específicos. El listado ción en psicología de la salud, pero proporcionan
original señalaba como objetivos de evaluación los información siempre útil y con frecuencia necesa-
siguientes: ria, en el sentido de que suelen ser el marco o ni-
vel objetivo de referencia en la intervención en la
— Estado(s) de enfermedad (individual y a ni- enfermedad y la promoción de la salud. Obvia-
vel de grupos). mente su mayor importancia se alcanza en la inter-
— Estado(s) de salud (individual y a nivel de vención sobre la enfermedad, cuando el proceso pa-
grupos) y bienestar. tológico se ha desencadenado ya y el objetivo es
— Hábitos diarios de salud y nivel de efectivi- restaurar la salud hasta el punto en que ello sea po-
dad funcional. sible. Serán, entonces, el fundamental criterio de
— Procesos psicológicos en la enfermedad contraste de la eficacia de la intervención . Además,
2

(cognitivos, conductuales, sociales, afecti- cuando se actúa en prevención primaria o promo-


vos). ción de la salud, ciertos datos relativos a la vertiente
— Procesos naturales de recuperación de la en- médica son indispensables para el psicólogo de la
fermedad. salud, en tanto, por ejemplo, que pueden ser los ob-
— Respuesta a inducciones controladas en la- jetivos primarios de su intervención (i. e., mante-
boratorio (pruebas de estrés). ner cierto peso, ciertos niveles de presión sanguí-
— Procesos de rehabilitación. nea, de colesterol en plasma, de glucosa en sangre,
— Promoción de la salud y prevención (pro- de placa dental bacteriana, etc.).
cesos de estilo de vida y resultados en sa- El propósito primario de la evaluación médica es
lud). el diagnóstico médico, es decir, la identificación de
— Condiciones socioeconómicas que afectan la enfermedad a través de sus signos y síntomas con
a la salud (p. ej., pobreza, masifícación, etcé- la especificación de su etiología y la planificación
tera). del tratamiento adecuado. Para ello, la medicina
— Riesgos ecológicos para la salud. dispone de múltiples pruebas e instrumentos que
— Utilización del sistema de salud, adherencia van desde la más elemental historia clínica a las
al tratamiento. más sofisticadas pruebas funcionales y de labora-
torio. Numerosos datos obtenidos en el curso de la
Para llevar a cabo cualquiera de los anteriores evaluación médica son de importancia para la con-
- jetivos de evaluación, enmarcado en uno u otro sideración de los aspectos psicológicos del pacien-
je los propósitos descritos, se dispone de diferen- te. Sin embargo, lo usual es que el proceso de eva-
r> tipos de medidas, que revisaremos a continua- luación médica no permita aflorar ciertos datos de
ción. relevancia para el psicólogo, a menos que se haga

: Si estamos trabajando en apoyo social como intervención do un descenso en hipoglucemias pero un incremento en el por-
r pretende mitigar los efectos disruptivos de la diabetes so- centaje de ensayos hiperglucémicos —un efecto indeseable con
jdolescentes, las medidas psicológicas pueden indicar- frecuencia producido por las ganancias en seguridad psicoló-
• que los pacientes se sienten mucho más felices e integra- gica del paciente respecto a su enfermedad—), no cabe duda
v sus actitudes son más positivas y adaptativas de cara a de que debemos plantear cambios en la intervención que nos
.nfermedad. pero si las medidas bioquímicas no señalan lleven a la producción de medidas clínicas acorde con los ob-

5i- 'i'es Párimdie


- e j o r control de su glucemia, o bien señalan que han cant- jetivos de control de la enfermedad que el tratamiento médico
en la dirección no recomendable (por ejemplo, señalan- persigue.
1 5 4 / Psicologia de la salud

„-_ - a ja biopsicosocial. Algunos intentos tienen numerosos elementos de interés tales como
„c ampliar los horizontes de la exploración y eva- sales, metabolitos, hormonas e indicadores de la ac-
luación médicas ya han sido abordados, como es el tividad del sistema inmunológico (Phillips, 1991).
caso del método desarrollado por Bjorn y Cross El empleo de medidas bioquímicas, como forma
(1971) y denominado SOAP (S de subjective, O de de valoración de los resultados obtenidos en las in-
objective, A de assessment y P de plan de trata- tervenciones psicológicas en numerosos trastornos,
miento). Con todo, el interés por algunas medidas significa la incorporación de medidas típicamente
médicas es tan directo e indispensable que han pa- médicas a la evaluación psicológica, que pueden
sado a ser consideradas un inexcusable objetivo de emplearse como un criterio objetivo de control de
medida en psicología de la salud. otras fuentes de información —p. ej., los autoin-
Las medidas bioquímicas de interés, obtenidas o formes—, y pueden cumplir un importante papel
no dentro del proceso de evaluación médica, suelen como criterios de comprobación de la eficacia de
ser concernientes a la actividad de los sistemas en- la intervención psicológica para los profesionales
docrino e inmune, y en ocasiones sirven para pro- de la salud . Tal empleo es evidente, por ejemplo,
4

porcionar datos que resultan adicionales o comple- cuando se está evaluando la adherencia del pacien-
mentarios a los obtenidos mediante los registros te a la toma de medicamentos, o informes sobre
electrofisiológicos (Phillips, 1991), aunque en otros consumo de sustancias adictivas.
casos son la principal y esencial medida. Ejemplos Un caso especial viene representado por el em-
de esta casuística son las medidas del nivel de glu- pleo de algunas medidas bioquímicas como parte
cosa en sangre capilar y en orina que se emplean en integrante del procedimiento de intervención. Tales
el caso de las intervenciones en diabetes mellitus, son los casos de la medición de los niveles de glu-
o las medidas del nivel de tiocianato en saliva que cosa en sangre y de tiocianato en saliva, que pue-
se emplea en la intervención en tabaquismo, o las den emplearse —especialmente en el primer caso—
del nivel de en saliva . Igualmente, ejemplo
Cortisol 3 para proporcionar un elemento de (bio)feedback
de medidas de la actividad del sistema inmunoló- que refuerce patrones comportamentales asociados
gico empleadas en psicología de la salud son la res- con su producción.
puesta proliferativa de los linfocitos, o los cambios Las medidas psicofisiológicas son relevantes en
en los niveles séricos de anticuerpos. psicología de la salud en tanto su utilidad como in-
En cualquier caso se trata de medidas sofistica- dicadores objetivos frente a los que confrontar los
das tomadas sólo como punto de referencia para en- datos obtenidos por medio de otros procedimientos
tender cuál puede haber sido el efecto biológico de tales como autoinformes, y en tanto la evaluación
las interacciones bajo estudio (estrés, apoyo social, psicofisiològica es susceptible de ser empleada
relajación, intervenciones terapéuticas...), pero en como herramienta de selección de individuos po-
algunos casos no son medidas que el psicólogo ob- tencialmente vulnerables al desarrollo de cierto tipo
tenga directamente. Los fluidos corporales suelen de alteraciones de salud. Basándose en el presu-
ser la fuente de la que se obtienen las muestras co- puesto teórico de la especificidad individual a ni-
rrespondientes para la evaluación de los indicado- vel psicofisiològico —desarrollada a partir de la
res bioquímicos. Sangre, orina, saliva y sudor con- concepción multidimensional de la activación de

Por el papel otorgado al eje hipotalámico-pituitario-adre-


1
ro de hipoglucemias a lo largo de un mes, o en el nivel de he-
nal en el fenómeno del estrés, y el otorgado al cortisol como re- moglobina glicosilada en pacientes diabéticos, abren más puer-
gulador de respuestas fisiológicas y conductuales bajo situacio- tas y vencen más dificultades que todos los cursos, conversa-
nes estresantes (p. ej., Rose, 1984; Van Eck, 1994). ciones y lecturas que uno pueda ofrecer para tratar de convence:
La disposición personal, la oferta de medios y todo lo de- a los profesionales médicos de la importancia de la intervención

© Edcoines Pármii
4

más cambia radicalmente ante un indicador biológico que señala psicológica.


una mejoría obvia en la enfermedad. Un descenso en el núme-
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 155

Lacey (1967) y Lacey y Lacey (1980)—, se ha pro- posibles razones alternativas que expliquen la «al-
puesto la elaboración de «perfiles psicofisiológicos teración».
de riesgo» para cierto tipo de alteraciones —úlce- Un aspecto pendiente en el empleo de las medi-
ra. cardiovasculares, etc.—, en tanto se trataría de das psicofisiológicas como herramienta de evalua-
formas estereotipadas de responder que harían a los ción en psicología de la salud se refiere a los pro-
ndividuos que las poseyeran especialmente vulnera- blemas de interpretación y a la variabilidad en las
bles a los efectos de la acción del ambiente —p. ej., medidas que caracterizan ciertos registros. En
estímulos o situaciones estresantes—. Si ello fuera cualquier caso, es de esperar que el avance a nivel
así, la detección de dichas pautas de reacción psi- de investigación básica y el aumento en su empleo
cofisiològica permitiría la actuación preventiva. clínico progresivamente vayan puliendo estos fle-
Sin embargo, un problema práctico en el empleo cos normales en cualquier área en expansión.
Je medidas psicofisiológicas a gran escala reside en
el alto coste —en materiales, tiempo y personal—
que la aplicación sistemática de un programa pre- Entrevista
entivo basado en una evaluación psicofisiològica
• apondría, acrecentado por el hecho de que el por- La entrevista es una herramienta útil para la eva-
centaje de población diana pudiera resultar muy luación en salud y en enfermedad, en tanto es el
-evtringido. modo más versátil para obtener datos sobre estilos
De mayor utilidad, en estos momentos, parece de vida, actitudes, creencias y prácticas concretas
^ aplicación de la evaluación de las características de salud. En el ámbito de evaluación de la enfer-
r-cofisiológicas a nivel individual, en tanto pue- medad, por ejemplo, la entrevista no sólo permite
ie precisarse la eficacia diferencial de uno u otro la obtención de información relevante sobre los pro-
de tratamiento en función tanto de las carac- blemas del paciente y las posibles variables con
rn'sticas del individuo como de la naturaleza e im- ellos relacionadas, sino también crear el clima de
: caciones psicofisiológicas de su problema, confianza y relación empática tan necesario en clí-
-.-ímismo, no podemos olvidar que numerosas nica. Por su fácil puesta en práctica y su gran ver-
- .ervenciones en psicología de la salud tienen satilidad es, quizá, el método más empleado en eva-
. mo objetivo expreso la alteración de ciertas fun- luación psicológica individual. Independientemente
. nes fisiológicas, por lo que la evaluación psi- del objetivo con el que sea empleada, la entrevista
. biológica alcanza caracteres de medida princi- puede variar desde formas nada estructuradas has-
ral. Es el caso en intervenciones sobre hipertensión ta otras rígidamente organizadas; desde la búsque-
esencial, tortícolis espasmódica, enfermedad de da de información general hasta el intento por ob-
3 ¿\ naud, dolor crónico, epilepsia, cefaleas ten- tener datos precisos y concretos sobre aspectos
4 nales y migrañosas, arritmias cardíacas, asma, parciales de la vida del sujeto, y desde el enfoque
etera, que emplean técnicas de biofeedback sobre la historia lejana del paciente hasta la consi-
- ej., Beatty y Legewie, 1977; Birbaumery Kim- deración de la historia reciente o inmediata.
- r 1979; Carlson y Seifert, 1991; Hatch, Fisher Aun cuando cualquier entrevista debe contener,
% Rugh, 1987). y de hecho contiene, una mínima estructuración, el
En otros caso,s, la evaluación psicofisiològica grado de rigidez en las cuestiones exploradas mar-
loede arrojar luz sobre la etiología probable de ca la frontera entre entrevistas estructuradas y
. e~as quejas o síntomas que un paciente presen- abiertas o no estructuradas. En estas últimas, cabe
il Es el caso, por ejemplo, de pacientes cuyo pro- la posibilidad de que las propias respuestas del in-
- :~ia aparente sea el padecimiento de cefaleas y dividuo modifiquen el rumbo de la entrevista, de
-luestren, sin embargo, alteraciones concomi- manera que se persiga el aislamiento de los datos
más relevantes de cara al fenómeno objeto de eva-

• Sjcines Párimdie
ó l e s en sus registros electromiográficos. En tales
s. la evaluación puede poner sobre la pista de luación.
1 5 6 / Psicología de la salud

Keefe (1979) señalaba seis importantes funcio- ta y actitudes del paciente sobre sus pro- I (MM1
nes que cumple la entrevista en el marco de su apli- blemas y sus causas formen parte del sesgo I emple
cación en psicología de la salud, a saber: biomédico con el que se contemplan los I > enfe
problemas de salud, la entrevista es una ex- I tipos <
1. Como una forma de reunir información so- celente oportunidad para anunciar al pa- m predis i

bre la historia conductual del paciente, en cíente ciertos puntos de vista generales so- B existen
clara equivalencia funcional con ¡a consa- bre su papel y el papel del contexto y las B pensas,
bida «historia clínica» usual desde la pers- personas que le rodean respecto a sus pro- I Aguirre
pectiva médica. Para ello debe obtener datos blemas. B^ deracioi
acerca del comienzo del problema objeto de 6. Como una oportunidad para iniciar el re- tipo de
intervención, de sus cambios o modificado- forzamiento social y el establecimiento de I más dur
nes a lo largo del tiempo y de los factores lazos interactivos positivos con el paciente, B Eysencl
presumiblemente implicados en su mante- en tanto resulta vital un clima de confianza • como el
nimiento. La historia confeccionada me- mutua y colaboración que con frecuencia I Spielbei
diante la entrevista conductual debe ser en- se pasa por alto y se cree reservado a cier- I entaric
tendida como un suplemento de la historia tas intervenciones vinculadas a aproxima- B STAXI)
médica, de manera que en la situación ideal ciones humanistas o dinámicas; desde la B -isl cons
ambas deberían complementarse y confluir perspectiva conductual en psicología de B ronarios
en una perspectiva única personal y social la salud debe otorgarse una extraordinaria B Ahor
del paciente. importancia a estas cuestiones en tanto debe B «cas de
2. Como un método de especificación y defi- contemplarse la interacción terapéutica pri- B c - de 1
nición de los problemas objeto de atención, mero como una interacción humana y des- ^ B pruebas
en tanto los pacientes tienden —por moti- pués como una interacción profesional. B ?_.:en ai
vos socioculturales, principalmente—a de- Para personas que sufren dolor y afrontan ^B dCuest
finir sus problemas en términos vagos o situaciones difíciles o angustiosas, encon- M c por N
muy generales, de manera que la entrevista trar un profesional que establezca con ellos ^ B ¡«on cas
puede ayudar a precisarlos. una correcta y humana relación puede ser 8 sisia ocl
3. Como un método para identificar los facto- tan importante como el más activo de los Qmbién
res de control del ambiente actual del pa- componentes de la terapia que les sea apli- B -' - . >
ciente, en tanto para precisar el tratamiento cada. ^ ^ B saúerada
es de sumo interés conocer todo lo posible ^ B *:c_iies f
sobre las circunstancias ambientales co- B ce . - >e
rrientes en las que se está expresando el pro- Cuestionarios y pruebas psicológicas B __
blema. ^B *ir>mo
4. Como una muestra de conducta del re- En psicología de la salud se emplean muy dife- B wma en
pertorio del paciente, esto es, como la opor- rentes pruebas y cuestionarios con los más variados B ^ 0 0

tunidad de observar el comportamiento del propósitos. El empleo de pruebas de personalidad coa


paciente en tanto su conducta verbal, sus tanto con fines investigadores como clínicos es fre- ^ ^ B 3r:c»: >tic
manejas, sus gestos, su apariencia física, cuente, y lo es también el empleo de pruebas de in- ^ B ci
su forma de interaccionar con otros, etcé- teligencia. Por ejemplo, el cuestionario de perso- ^ B .
tera. nalidad MMPI ha sido empleado bien parcialmente ^ ^ B
5. Como una oportunidad para compartir in- (por ejemplo, en algunos estudios relativos al Pa-
formación con el paciente acerca del abor- trón de Conducta Tipo A), bien globalmente para ^ ^ B
daje de los problemas desde el punto de vis- el intento de detección de evidencias sobre psi- I

i die C =aow: l
Edcoines Párm
ta conductual en psicología de la salud; en copatologías en pacientes médicos. Aguirre (1992( 1
tanto es muy probable que los puntos de vis- señalaba cómo ciertas pruebas de personalidad B
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 157

(MMPI, 16PF y EPQ, principalmente) se vienen En esta línea, conviene señalar aquí los instru-
empleando en intentos de relacionar personalidad mentos desarrollados por el grupo de Grossarth-
y enfermedad y salud, tanto para precisar si ciertos Maticek y Eysenck (p. ej., Grossarth-Maticek y Ey-
tipos de personalidad implican una mayor o menor senck, 1990) para evaluar, principalmente, los tipos
predisposición a enfermar, como para delimitar si de personalidad relacionados, según sus datos, con
existen o no personalidades específicamente pro- mayor probabilidad de desarrollar afecciones car-
pensas a desarrollar determinado tipo de trastornos. díacas (el denominado Tipo II) y cáncer (el deno-
Aguirre (1992) recoge algunas interesantes consi- minado Tipo I), aunque los instrumentos exploran
deraciones críticas acerca de la utilización de este también los otros cuatro tipos de personalidad de la
tipo de pruebas en psicología de la salud, por de- tipología de seis elaborada por este grupo. De di-
más duramente contestadas por otros autores (p. ej., chos instrumentos, existe versión española (Sandín
Eysenck, 1994; Karoly, 1985). Otras pruebas tales y Chorot, 1991c; Sandín, Chorot, Navas y Santed,
como el Cuestionario de ansiedad estado-rasgo de 1992) del Short Interpersonal Reactions Inventory
Spielberger, Gorsuch y Lushene (1970) y el del In- (SIRI) con el nombre de Inventario de reacciones
ventario de manifestación de la ira rasgo-estado interpersonales.
< STAXI) del mismo grupo —recuérdese la relación Igualmente, Pelechano y su grupo han elabora-
iel constructo ira-hostilidad con los trastornos co- do numerosas pruebas aplicadas al estudio de las
5

-onarios— se han empleado también. relaciones salud/enfermedad y personalidad, que


Ahora bien, la inadecuación de las pruebas clá- bien han sido generadas con tal propósito, bien re-
sicas de personalidad a los objetivos de la psicolo- sultan de fácil aplicación al mismo. Por lo demás,
gía de la salud, ha provocado la elaboración de en la última década se ha desarrollado una miría-
r-uebas alternativas generales y específicas que re- da de cuestionarios específicos destinados a iden-
- _ten adecuadas a dichos objetivos. Un ejemplo es tificar las condiciones relativas a problemas de sa-
d Cuestionario de salud comportamental elabora- lud concretos tales como tabaquismo, patrones de
: por Millón, Green y Meagher (1992, para la ver- alimentación inadecuados, actividad física, consu-
-i:>n castellana), que permite evaluar en el sujeto mo de alcohol y/o drogas, etcétera, algunos de los
- - t a ocho diferentes estilos de personalidad vistos cuales pueden encontrarse referidos en Brantley y
también como «estilos de afrontamiento» (Green, Bruce (1986) —quienes los denominan «cuestio-
j S2), y seis diferentes actitudes psicógenas con- narios orientados a problemas»— y Keefe (1979),
i aeradas como sentimientos y percepciones per- o en la más reciente publicación de Schroeder
* nales frente al estrés, e identificados por cada una (1991).
je ias seis escalas siguientes: 1) escala de tensión
r.ica; 2) escala de estrés reciente; 3) escala de pe-
í - .smo premórbido; 4) escala de falta de espe- Observación directa
anza en el futuro; 5) escala de alienación social, y
- ecala de ansiedad somática. A la vez cuenta con Al menos desde la perspectiva de la evaluación
res escalas psicosomáticas y otras tres de índices conductual, la observación directa ha sido reco-
r*- -.ósticos (previsión de problemas futuros en nocida como la técnica de evaluación preferida
ato curso de la enfermedad y respuesta al trata- sobre cualquier otra (p. ej., Brantley y Bruce, 1986).
íto), derivado todo ello de la teoría de la per- Tan es así que con frecuencia los datos obtenidos
iidad de Millón (1969). mediante evaluación por observación directa se em-

l na amplia muestra de ellos se encuentra, por ejemplo, en afrontamiento, hostilidad y recelo, extraversión y neuroticismo,

s Párimdie
io. Matud y De Miguel (1994), en donde se publican sucesos vitales negativos, fastidios cotidianos e imagen de sí
arios para medida de locus de control, estrategias de mismo, entre otros.
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 159

ción de datos no está mediatizada por el informe profesionales o instituciones que, tan a menudo,
personal, sino que es directa. producen una despersonalización del proceso de
cambio terapéutico. Esto se hace muy evidente en
la intervención en enfermedades crónicas. Por
Autoobservación y autorregistro ejemplo, en pacientes diabéticos bajo la forma de
tratamiento tradicional es frecuente encontrar va-
El autorregistro mediante la autoobservación es loraciones despersonalizadas sobre los problemas
el método de obtención de datos más empleado y de la enfermedad, de modo que si los índices bio-
más versátil en psicología de la salud, algo que químicos señalan un control inadecuado, el pa-
también sucede en la intervención clínica en psi- ciente espera que la solución provenga del profe-
cología, en general. Además, el empleo de técnicas sional, adoptando un papel pasivo. Por el contrario,
de autoobservación y autorregistro tiene una serie en pacientes diabéticos entrenados en autoobserva-
Je ventajas añadidas que las convierten en técnicas ción y autorregistro no sucede tal; antes bien, el
especialmente interesantes si se solucionan los pro- propio paciente es consciente de la causa posible de
blemas de fiabilidad, su punto flaco por excelencia. las alteraciones aparecidas en su enfermedad, o de
En realidad, para ciertos objetivos, estas técnicas de la causa de sus buenos índices bioquímicos, en tan-
-utoinforme son de la máxima utilidad y conve- to es sensible a los fenómenos de su vida relacio-
niencia en todos los momentos del proceso de in- nados con todo ello.
ervención; por ejemplo, una persona entrenada en El empleo de este tipo de técnicas es, por tanto,
:a discriminación de su propio comportamiento es algo no sólo necesario por el hecho de que medi-
~.as sensible a sus cambios y está en disposición das «más objetivas» no estén siempre disponibles 6

je ser consciente de lo que siente o hace, las con- sino que, con habilidad, pueden convertirse en un
nciones antecedentes a ello y las consecuencias instrumento muy versátil y con un gran valor tera-
para él y los demás. Además, es una técnica de eva- péutico y preventivo en cualquiera de las fases de
-jción con intrínsecos beneficios terapéuticos la intervención. A la par, producen un efecto de hu-
i_ ae. no obstante, representan un problema de va- manización de la intervención y de responsabilidad
rez interna cuando los propósitos son de investi- personal para el sujeto nada desdeñable, especial-
__;ión), ya que hace consciente al paciente de as- mente cuando una de las principales quejas de los
rectos de su propio comportamiento que pudieran pacientes es, precisamente, la tecnificación y des-
estar pasándole desapercibidos o sobre los que po- humanización creciente de la práctica profesional
: . mantener creencias equívocas. Permite, igual- en salud.
- ente, al propio paciente controlar su progreso, por Keefe (1979) señalaba tres fases como elemen-
x - ae adquiere una función de feedback que for- tos necesarios a todo proceso de autoobservación y
_ ece el comportamiento de cambio y permite rec- autorregistro: 1) una fase de entrenamiento en la
rñcar. que el paciente o persona objetivo de la inter-
El empleo de la autoobservación y el autorre- vención aprende a discriminar el comportamiento
2 -:ro tiene otra serie de ventajas acordes con el en- objetivo y los parámetros de interés que ha de re-
i _e centrado en el individuo, en tanto que colo- gistrar y se familiariza con los procedimientos e
.. el mayor énfasis sobre el control del proceso de instrumentos de registro; 2) una fase de autorregis-
mbio sobre el propio paciente, concediéndole res- tro en la que realiza la toma de datos pertinente, y
--abilidad acerca de su propia conducta y su 3) una fase de análisis de los datos registrados en
libio o mantenimiento, y no desplazándola sobre la que, junto al profesional que dirige el proceso,

W - nes Párimdie
* Argumento que se emplea para presentar erróneamente es- evaluación cuando técnicas «objetivas» o «duras» no están dis-
icas, señalándolas como una obligada alternativa light de ponibles.
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 161

1. Medición de los fenómenos en el momento la identifican como tal (p. ej., Schwartz, Warren y
de su ocurrencia, bien por el uso de sistemas Pickering, 1994; Shiffman y cois., 1994; Van Eck
portátiles de registro para el caso de medi- y Nicholson, 1994; Wheeler y Reis, 1991), y se han
das psicofisiológicas o biológicas, bien me- formulado propuestas sobre técnicas o modos con-
diante métodos de autorregistro instantáneo, cretos de operacionalizar evaluaciones desde este
persiguiendo evaluar la ocurrencia de los fe- punto de vista, como la de Wheeler y Reis (1991)
nómenos de interés apresando el momento sobre tres formatos de programación de las obser-
y el contexto concretos. vaciones y los registros (contingentes a un evento,
2. Exigencia de una cuidadosa temporaliza- contingentes al tiempo y contingentes a una señal),
ción en las medidas, en tanto que la necesi- y la de Delespaul (1992) sobre diferentes esquemas
dad de capturar los momentos y contextos de muestreo, aunque en este caso aplicados a la psi-
relevantes obliga a emplear estrategias de copatología.
muestreo que cubran las clases de eventos Con todo, la EEM no es un nuevo método de
de interés en función del objetivo a evaluar, evaluación ni debe ser tenido por más de lo que es.
evitando sesgos temporales o situacionales. Una estructuración sistemática de corrientes o for-
3. Necesidad de un elevado número ds obser- mas de hacer en la evaluación conductual que ya se
vaciones repetidas, exigible por dos razo- venían ejecutando y recomendando desde antiguo,
nes: a) la confianza en que grandes núme- pero sin reunir en una propuesta de estrategia eva-
ros de medidas producen muestras más luadora con nombre propio. Así, por ejemplo, cabe
confiables del estado relevante de un com- señalar que las directrices de una evaluación con-
portamiento, y b) el interés en observar ductual bien hecha siempre han exigido el cumpli-
cómo el comportamiento o el indicador bio- miento de las características apuntadas por Stone y
lógico objetivo (p. ej., secreción de cortisol, Shiffman (1994) como elementos diferenciales de
nivel de glucosa en sangre, presión sanguí- la EEM, y si no compárense con la propuesta
nea, fumar, precisión en el cumplimiento de de Rojahn y Schroeder (1983) de las característi-
un régimen, etc.) cambian en función de cas generales que deben diferenciar la evaluación
ciertos antecedentes situacionales (p. ej., de- conductual de otros modos de hacer (el énfasis es
mandas ambientales, presencia o ausencia nuestro):
de ciertas personas o actividades) y ciertas
consecuencias (dolor, síntomas, conflicto a) cuantificación de los fenómenos conduc-
con otros...), de forma que la evaluación tuales a través de la observación sistemáti-
pueda conceder la oportunidad para que ca de diversos parámetros de respuesta con
aparezcan todas las variaciones posibles. relación a diversos cambios ambientales;
4. Las medidas deben tomarse en los ambien- b) orientación hacia la detección del desarro-
tes o contextos naturales para cada indivi- llo, ejecución y evaluación del cambio con-
duo, a fin de ser consecuentes con el prin- ductual;
cipio de que la evaluación debe captar c) consideración de la conducta medida bajo
muestras de la conducta de interés que re- condiciones naturales como una muestra
presenten correctamente el resto de con- del repertorio del individuo, y en ningún
ducta no observada, y con el epistemológi- caso como un fenómeno sintomático que re-
co de reconocer que el contexto es parte fleje alguna causa subyacente, y
indisoluble de la interacción responsable de d) un plan de actuación continuo, evaluando
cada comportamiento. antes, durante y después de la intervención.

. Edcoines Párimdie
En los últimos años han aparecido informes de Identidad que resulta aún más patente si com-
r-radios que emplean esta estrategia evaluadora y paramos las características de la EEM con las de la
1 6 2 / Psicología de la salud

evaluación conductual de corte funcional que sin- La cuestión de medir el estado de salud de la po-
tetiza Luciano (1996b; p. 165) basándose en los blación (y de cada uno de los individuos que la
planteamientos clásicos de Baer, Wolf y Risley componen) no se tiene ya por tan simple y bidi-
(1968), Ciminero y Drabman (1977) y Evans y Nel- mensional. Ahora bien, similares problemas a los
son (1977). Con todo, y al margen de la falta de re- encontrados en la definición de salud nos encon-
conocimiento histórico de los precedentes, las pos- tramos en el intento de precisar la medición de este
turas de la EEM reflejan la necesaria frescura en los fenómeno. Continúa siendo cierta la afirmación de
datos que se requiere en psicología de la salud para Brantley y Bruce (1986) sobre la falta de medidas
contrarrestar el sistemático abuso de las medidas satisfactorias de salud. La práctica totalidad de eva-
indirectas de comportamiento, basadas en auto- luaciones de la salud o del estado de salud se con-
informes retrospectivos, que pueden ser considera- figuran, en realidad, en torno a la medición de las
das como responsables en parte de numerosos da- alteraciones de la salud, del estado subjetivo de bie-
tos contradictorios. Y parecerán de especial interés nestar y/o de la presencia de comportamientos de
cuando el objetivo sea la búsqueda de pautas o pa- riesgo que se suponen alterarán la salud en un fu-
trones de comportamiento estables. turo más o menos próximo.
Una forma de evaluar el estado de salud de los
individuos es el empleo de escalas o puntuaciones
EVALUACIÓN DEL ESTADO DE SALUD subjetivas de salud percibida (Maddox, 1964; Mad-
Y ESCALAS DE MEDIDA DE LA CALIDAD dox y Douglas, 1973; Otto, 1979; Palmore y Lui-
DE VIDA kart, 1972). Esto es, el propio sujeto evalúa su es-
tado de salud de acuerdo a una escala de valoración
Antes de que la aproximación biopsicosocial se cualitativa (por ejemplo, «excelente», «buena»,
consolidara como una alternativa al pensamiento «suficiente», «pobre») o bien cuantitativa (en una
biomédico tradicional, y antes de que la entrada en escala de 0-10, por ejemplo). Sin embargo, la au-
escena de la psicología de la salud supusiera la con- toevaluación subjetiva no puede ser más que un in-
sideración de las medidas psicológicas como parte dicativo muy grueso y aproximado del estado de sa-
ineludible de cualquier consideración integral de la lud, en tanto numerosos procesos poseen fases
salud y la enfermedad, los indicadores de salud tra- premórbidas asintomáticas y, en una perspectiva de
dicionalmente empleados eran básicamente los ín- futuro, un individuo determinado puede sentirse
dices de mortalidad y morbilidad de la población, muy bien pero estar manteniendo comportamientos
que junto a otros indicadores secundarios se utili- que suponen un riesgo de pérdida a corto o medio
zaban para obtener un diagnóstico de salud de la plazo de su salud, porque están generando las con-
población. Con todo, la restricción en el plantea- diciones biológicas de su próxima alteración. Por
miento del diagnóstico de salud llega incluso has- otro lado, este tipo de evaluaciones sólo ofrece un
ta épocas de aceptación de la nueva orientación en índice muy general que necesita ser precisado. Una
salud y enfermedad. Así, por ejemplo, Delgado y forma de hacerlo es emplear técnicas de autorre-
De la Revilla (1984) señalan los siguientes indi- gistro y autoobservación similares a las comenta-
cadores del nivel de salud establecidos por las das más atrás, cuyo objetivo sea recabar datos a lo
directrices de, salud del Ministerio y de la OMS: largo de un cierto período de tiempo sobre la pre-
tasa de mortalidad general, tasa de mortalidad in- sencia de los síntomas, estados subjetivos y com-
fantil, tasas específicas de mortalidad por edad y portamientos de riesgo y/o salud que tuvieran lugar
sexo y por causa, tasa de morbilidad proporcional, (Banks y Beresford, 1979; Marcus, 1982; Ridge-
tasa de expectativa al nacer, altas hospitalarias por way y Mathews, 1982; Verbrugge, 1980). Brande}
causas, edad y sexo, consultas por causa, edad y y Bruce (1986) denominan «diarios de salud» a las
sexo, y tasa de enfermedades de declaración obli- formas más típicas de autorregistro para la evalua-

© Edcoines Párm
i die€H--
gatoria. ción de la salud.
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 163

En realidad, la utilidad de estos diarios de salud obtenidos mediante pruebas criterio tales como al-
se ha extendido más allá de este ámbito concreto de gunos indicadores biológicos. Por ejemplo, pruebas
empleo, de manera que son un método de autorre- de tiocianato para la contrastación de informes so-
gistro utilizado incluso más en el ámbito de la bre no fumar, o de alcoholemia para contraste con
intervención sobre la enfermedad crónica, y los pro- el uso moderado de alcohol o la conducta abstemia;
blemas que plantean son similares a los que reper- determinaciones de colesterol y triglicéridos para
cuten sobre cualquier técnica de autoinforme. informes sobre toma de grasas en la dieta; deter-
Otras formas de evaluar el estado de salud in- minaciones de glucosa para informes sobre con-
cluyen entrevistas estructuradas o no en inventarios ducta de adherencia en diabetes, etcétera.
de salud (el Cornell Medical Index es el prototipo), Rice (1987) ha desarrollado formas específicas
así como cuestionarios que evalúan el estado de de evaluar comportamientos de trascendencia para
funcionamiento general o particular del sujeto (mo- la salud como son la dieta o régimen nutritivo y las
vilidad, autocuidado, independencia, actividades fí- actividades de ejercicio físico; por ejemplo, el Per-
sicas y sociales, etc.) y la frecuencia de utilización fil de conducta de salud para nutrición y dieta en
de los servicios médicos. forma de cuestionario autoaplicado, que permite
Igualmente, se ha intentado evaluar la salud, en comparar la práctica diaria habitual de alimentación
una dimensión prospectiva, mediante la evaluación con el patrón de alimentación considerado sano, y
de la presencia de comportamientos preventivos de el Perfil de conducta de salud para el ejercicio en
ia enfermedad o comportamientos de salud en el re- idéntica forma, que determina la adecuación de las
pertorio de los individuos (p. ej., Kirscht, 1983). La actividades físicas habituales. Ambos instrumentos
r'orma habitual de evaluar la presencia de compor- resultan muy fáciles de aplicar y permiten una
tamientos saludables ha sido mediante el autoin- autoevaluación rápida de los niveles de adecuación
"orme a través de cuestionarios o entrevistas. Aun de estos dos repertorios a las pautas consideradas
ruando varios de los comportamientos entendidos como saludables.
como saludables (no fumar, ejercicio físico, ciertos Ya hemos visto que el entramado de relaciones
patrones de alimentación...) son perfectamente ob- interpersonales, de grupo e institucionales que res-
servables y susceptibles de ser delimitados con pre- ponden al nombre de apoyo social son algo muy re-
cssión, sucede que la mayor parte de los estudios levante para la salud en tanto su presencia parece
levados a cabo lo ha sido sobre muestras o grupos favorecerla y su ausencia está relacionada con ma-
ce población sobre los que resultaría muy costoso yor afectación a nivel de morbilidad y mortalidad.
ciseñar pautas de evaluación suficientemente ex- Para su evaluación se dispone de algunos instru-
tensas y prolongadas como para ser fiables y váli- mentos entre los cuales Del Barrio (1992) cita los
das. El autoinforme provee datos sobre numerosos elaborados por Barrera (1980, 1981), la Arizona So-
ratrones de comportamiento a lo largo de períodos cial Support Interview Scale (ASSIS) (Escala de en-
rrolongados de tiempo y con un coste material y de trevista sobre apoyo social) y el Inventory of So-
tiempo muy pequeño. Sin embargo, la posibilidad cially Supportive Behaviours (ISSB) (Inventario de
ce evaluar el comportamiento saludable de peque- conductas sociales de apoyo), así como el Social
ños grupos o de sujetos únicos mediante observa- Support Questionnaire (SSQ) (Cuestionario de
ron directa siempre está disponible y sería una apoyo social) elaborado por Sarason y cois. (1981,
r ráctica metodológicamente saludable introducir 1983). Un resumen de hasta 16 procedimientos que
rtes en la muestra masivamente evaluada me- se emplean para medir el apoyo social puede en-
cíante autoinforme, que permitiesen predecir la fia- contrarse en Valdés y De Flores (1990).
-: 1 idad de los mismos basándose en los datos más Otra forma en la que es necesario emplear el es-
r. rectos obtenidos sobre parte de ella. tado de salud o la salud en el proceso de evaluación

. Edcoines Párimdie
Otra manera de fortalecer los datos obtenidos es como referente a efectos de valorar el resultado
r^r autoinforme consiste en compararlos con los de una intervención cuyo objetivo haya sido, preci-
1 6 4 / Psicología de la salud

sámente, la restauración o mejora de un estado de Kaplan y Bush (1982) han recogido una serie de
salud deteriorado. El estado de salud, o el senti- índices y sistemas globales para medir el estado de
miento de salud, o el criterio médico de salud, en salud que son de especial relevancia en tanto re-
cuanto ausencia de sintomatología, o el nivel de fun- presentan aproximaciones estructuradas a la eva-
cionamiento, cualquiera de estos criterios, e inclu- luación de la salud. Entre ellos cabe señalar 1) el
so todos conjuntamente, pueden emplearse como re- Perfil de Impacto de la Enfermedad (Bergner, Bob-
ferentes que determinen si una intervención ha bitt y Pollard, 1976; Bergner, Bobbitt, Cárter y Gil-
tenido o no los efectos buscados. Formas de evaluar son, 1981), un sistema que evalúa el nivel de bien-
el resultado de la intervención en psicología de la estar o salud de acuerdo a tres dimensiones, cada
salud serían medir los resultados en términos de be- una con varias categorías que se recogen en forma
neficios para la salud tales como las reducciones en resumida en el cuadro 5.1; 2) el Indice de salud
las limitaciones en las actividades diarias si el ob- McMaster (Chambers, Macdonald, Tugwell, Bu-
jetivo son individuos concretos; en la morbilidad y chanan y Kraag, 1982), que se estructura en tres es-
mortalidad si el objetivo son grupos o comunidades; calas que evalúan el funcionamiento físico, el fun-
y mejorías en medidas psicológicas de resultado ta- cionamiento emocional y el social, y 3) el Indice
les como niveles de ansiedad o depresión o sensa- de actividades de la vida diaria (Katz y cois.,
ción subjetiva de bienestar como consecuencia de la 1963), reconocido como una de las primeras, más
mejora o desaparición de enfermedades o la conse- empleadas y mejores medidas de la calidad de vida,
cución de niveles adaptativos de funcionamiento en aunque su empleo parece especialmente apropiado
el caso de pacientes crónicos, si lo que se pretende para pacientes crónicos, de larga hospitalización o
es evaluar el coste psicológico de la enfermedad. seniles.

CUADRO 5.1
Dimensiones, categorías y ejemplos de ítems del Perfil de Impacto de la Enfermedad
(Bergner, Bobbitt y Pollard, 1976)
Dimensones Categorías Ejemplos de ítems
Sueño y descanso — Estoy sentado durante la mayor parte del día.
Alimentación — Estoy comiendo alimentos especiales o diferentes.
Independencia Trabajo — No estoy acudiendo al trabajo.
Actividades domésticas — No estoy haciendo tareas domésticas duras o pesadas.
Ocio y recreación — Estoy saliendo mucho menos para divertirme.
Desplazamiento — Camino distancias cortas o me paro a descansar a menudo.
Estado físico Movilidad — No salgo al exterior.
i Cuidado corporal y movimiento — No puedo bañarme solo, necesito ayuda.
Interacción social — Me aislo todo lo que puedo del resto de la familia.
Nivel de vigilia — Tengo dificultad para razonar y resolver problemas.
Estado psicosocial
Conducta emocional — Actúo irritable e impaciente conmigo mismo.
Comunicación — No hablo claramente cuando estoy en tensión.
FUENTE: Tomado de Kaplan (1985).
© Edcoines Párm
i;it
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 165

Especial mención requiere el sistema de eva- 3. El cálculo de la calidad de vida en función


luación de la calidad de vida elaborado por Bush de la combinación resultante de la evalua-
(1983) y Kaplan y Bush (1982), y que contiene: ción en los anteriores pasos 1) y 2).
1. Tres escalas que representan otras tantas di- El resultado es una compleja y sofisticada me-
mensiones del funcionamiento cotidiano: dida de la calidad de vida que pretende ser capaz
movilidad, actividad física y actividad so- de evaluar en prospectiva el resultado de salud en
cial (cada una de dichas dimensiones posee función del estado o calidad de vida en el momen-
varios niveles de funcionamiento o activi- to del impacto del fenómeno o agente patógeno, a
dad que pueden apreciarse en el cuadro 5.2). la vez que realizar una medición de la salud acor-
2. Una lista de síntomas y problemas que pue- de con los elementos biológico, psicológico y so-
de estar sufriendo la persona evaluada. cial que se estima la forman.

CUADRO 5.2
Dimensiones y niveles de funcionamiento o actividad del Sistema de evaluación de la calidad
de vida elaborado por Bush y colaboradores
Movilidad Actividad física Actividad social
Conduce el coche y usa autobuses Camina sin problemas Hace sus actividades laborales, escolares, do-
o trenes sin ayuda (5). físicos (4). mésticas o de otro tipo (5).
No puede conducir o usa autobuses Camina con limitaciones Hace sus actividades laborales, escolares, do-
: trenes con ayuda (4). físicas (3). mésticas o de otro tipo en forma limitada (4).
Permanece en casa (3). Se desplaza en silla de Se encuentra limitado en la cantidad o clase de
ruedas por sí mismo (2). actividades laborales, escolares o domésticas (3).
Permanece en el hospital (2). Permanece en cama o en Hace sus actividades de autocuidado pero no las
una silla (1). ocupacionales, escolares o domésticas (2).
? ermanece en unidades de cuidado Necesita ayuda en el cuidado de sí mismo (1).
;>pecial (1).
Ft ENTE: Tomado de Kaplan ( 1985).

Otro instrumento pensado para la autoaplicación trata de determinar la esperanza de vida ajustada a
: el Perfil de salud personal, desarrollado por la calidad de vida, tomando como unidad de medi-
stein y Duff (1979) para la estimación de laca- da el año de vida ajustado a la calidad. Según el
Liid general de vida, el apoyo social, las habilida- índice de Rosser, para obtener el QALY se mide el
fe ce afrontamiento y las diferentes conductas de estado de salud en función de dos áreas principa-
: o que uno pueda estar emitiendo, como una
r les: incapacidad y dolor, definidos en ocho catego-
E de establecer el riesgo potencial para la sa- rías de incapacidad y cuatro grados de dolor (que
que una persona se haya expuesta. Por últi- se pueden ver en el cuadro 5.3). La cifra obtenida
mo de los sistemas de medición de la calidad en la determinación del grado de salud multiplica-
je ida es el sistema denominado QALY (Quality da por los años teóricos de vida o expectativa de
vida proporciona los años de vida ajustados a la ca-

: ^ÍLI : nes Párimdie


k¿ isted Life Years), también conocido como índi-
„- ;; Rosser (Rosser, Kind y Williams, 1982), que lidad.
1 6 6 / Psax-pa x a salud

CUADRO 5.3 luación de comportamientos más moleculares que


Categorías de incapacidad y grados de dolor han sido considerados como factores de riesgo (fu-
mar, sedentarismo, consumo excesivo de grasas, sal
CLASIFICACIÓN DE INCAPACIDAD
o hidratos, abuso de alcohol o drogas, etc.), al igual
que la evaluación del estrés, ocupan un lugar cen-
I. Sin incapacidad. tral en la evaluación en psicología de la salud. Las
II. Ligera incapacidad social. descripciones de los principales instrumentos de
III. Incapacidad laboral u ocupacional leve y/o de- evaluación empleados para la medición del Patrón
terioro del rendimiento laboral u ocupacional. de Conducta Tipo A y del estrés pueden consultar-
IV. Rendimiento laboral u ocupacional gravemen-
te limitado. se en alguna de las numerosas referencias biblio-
V. Incapaz de trabajo remunerado u ocupación. gráficas que se ocupan de este contenido en exten-
Imposibilidad de proseguir educación. Confi- sión y detalle (i. e., Aguirre, 1992; Brantley y
namiento en domicilio, excepto salidas breves Bruce, 1986; Del Barrio, 1992; Karoly, 1985; San-
con acompañamiento. din y Chorot, 1996; Schroeder, 1991; Sender y
VI. Confinamiento en silla o silla de ruedas (do- cois., 1993).
micilio). En lo que se refiere a la evaluación del estrés,
, m SonfimmniD zn orna. ésía debe considerarse como un proceso mu/tí-
VIII. Inconsciencia. medidas, en tanto los tres aspectos centrales del
GRADOS DE DOLOR concepto de estrés deben ser evaluados (eventos
estresantes, respuestas de estrés y estrategias de
A. Sin dolor. afrontamiento), y en sí mismos ya implican una no-
B. Dolor leve. toria complejidad que obliga a una nueva diversifi-
C. Dolor moderado. cación de la evaluación (de los estresores como
D. Dolor intenso.
acontecimientos vitales, como estresores menores
o fastidios cotidianos; de la respuesta al estrés en
Sin abundar más en estos aspectos, sí convie- su plano biológico y conductual; y de las estrate-
ne señalar la disponibilidad de numerosos instru- gias de afrontamiento en sus diversas extensiones
mentos de medida para todos los aspectos rela- y posibilidades).
cionados con la salud. En concreto, hasta 52 La evaluación de las situaciones que provocan
diferentes instrumentos referidos a la evaluación respuestas de estrés en un individuo con frecuen-
del estado de salud, del impacto de la enfermedad, cia se completa con una valoración subjetiva de la
la calidad de vida, el apoyo social, la satisfacción intensidad de la respuesta de estrés. De esta forma,
con los cuidados y otros varios aspectos han sido la mayor parte de los instrumentos disponibles per-
recopilados por Bowling (1994) en una indispen- miten obtener un índice general de la frecuencia de
sable monografía sobre evaluación en salud y en- exposición a situaciones, contextos o actividades
fermedad. que resultan catalogadas como estresantes (La-
brador, 1992). Los instrumentos elaborados son
escalas o cuestionarios que presentan al sujeto una
EVALUACIÓN DE LOS COMPORTAMIENTOS serie preestablecida de posibles situaciones o ac-
DE RIESGO Y DEL ESTRÉS tividades que hayan sido seguidas de una reac-
ción de estrés a lo largo de un cierto período de
La evaluación de los patrones de conducta, va- tiempo. Se trata, pues, de autoinformes retrospec-
riables de personalidad, tendencias comportamen- tivos.
tales o estilos de vida (según la conceptuación al El mismo autor recoge una serie de considera-

Edcoines Párim*i
uso) que han sido categorizados como factores de ciones acerca de las limitaciones y cuidados que de-
riesgo para el deterioro de la salud, así como la eva- ben tenerse en cuenta en la utilización de este tipo
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 167

de instrumentos. Entre ellas cabe señalar el hecho en la conducta de fumar se evalúa la frecuencia, to-
de que algunos de ellos no diferencien entre cam- pografía e intensidad; se han empleado medidas de
bios o circunstancias estresantes pero agradables naturaleza conductual y bioquímica, y se utilizan
(p. ej., celebración del matrimonio, nacimiento del técnicas como cuestionarios, entrevistas, autorre-
hijo, ascenso en el trabajo) de aquellas que resul- gistros, etcétera, buscando datos acerca de la ocu-
tan desagradables, en tanto ambas pueden ser cata- rrencia de la conducta de fumar, de la motivación
logadas genéricamente como productoras de estrés, por fumar, seguir fumando o dejar de fumar, o de
pero se ha señalado que los cambios deseables no la autoeficacia o confianza en dejar de fumar o en
parecen estar relacionados con afectaciones de la mantenerse abstinente. Existen revisiones que ofre-
salud (p. ej., Paykel, 1974; Ross y Morowsky, 1979; cen una panorámica bastante completa sobre todo
Sulls y Mullen, 1981). Asimismo, que los ítems ele- lo anterior (p. ej., Frederiksen, Martin y Webster,
gidos para formar los instrumentos pueden no re- 1979).
presentar el universo completo de eventos posibles Comentábamos más atrás que el trabajo u ocu-
que pueden ser estresantes para un individuo de- pación laboral representa una de las fuentes más
terminado, de modo que la evaluación deje fuera constantes y universales de estrés, especialmente
posibles ocurrencias de estrés no consideradas; y para determinados puestos de trabajo en los que la
por último, también sufren los problemas comunes responsabilidad, la rapidez de ejecución o, a con-
a todo instrumento que se basa en autoinformes so- trariis, la anodinidad y la monotonía pueden supo-
->re acontecimientos pasados. ner condiciones con repercusión posible sobre la sa-
Otra forma de evaluación del estrés es el empleo lud. Un intento de abordar la evaluación del estrés
ie autorregistros (un ejemplo puede verse en La- relacionado con el trabajo lo representa el «Perfil
brador, 1992), procedimiento que permite identifi- de estrés en el trabajo» desarrollado por Rice
car las situaciones, el momento, la frecuencia y la (1987), diseñado para su autoaplicación, y que des-
intensidad del estrés, a la vez que las reacciones del cribe condiciones, ambientes o sentimientos perso-
ndividuo. En forma adicional, el empleo de auto- nales asociados al trabajo y que pueden significar
Tegistros añade las ventajas típicas de este tipo de una fuente de estrés. El Perfil cuenta con cinco es-
nstrumentos; a saber, una mayor implicación del calas que evalúan el estrés producido por 1) las re-
- jjeto en sus propios problemas y la posibilidad de laciones interpersonales; 2) las demandas físicas del
que sea «consciente» de multitud de relaciones e puesto de trabajo, y 3) el interés y el grado de im-
-leracciones. Existen varias revisiones y exposi- plicación en la tarea laboral.
.iones recientes de los procedimientos de evalua- Existen también sistemas de evaluación con-
. >n del estrés (p. ej., Labrador y cois., 1995; La- junta de varios factores de riesgo, denominados
cador y Crespo, 1993; Sandín y Chorot, 1996), y sistemas de evaluación de factores múltiples de
-r cuentan también numerosos abordajes de la eva- riesgo. Un ejemplo de ellos es el Health Risk Ap-
.ación de estresores específicos, o de las formas praisal System (Robbins y Hall, 1970), que reali-
ie afrontar el estrés, o del estrés en contextos es- za una valoración computarizada de varios facto-
pecíficos (p. ej., Pelechano y Matud, 1991, sobre res de riesgo sobre el mismo individuo —fumar,
strés en el cuidado del recién nacido; Mas, 1995, consumo de alcohol, actividad física...— propor-
jara la evaluación del estrés traumático en niños, cionando una estimación del riesgo en forma de es-
r-étera). peranza de vida, a la vez que una estimación de las
En cuanto a la evaluación de comportamientos probables mejorías en función de las modificacio-
ae nesgo más específicos o singulares, la dispo- nes que se realicen sobre los comportamientos de
• -liidad de instrumentos es abundante y la di- riesgo.
r--¡dad de técnicas empleadas en su evaluación Aun cuando la idea es loable, ciertos autores han

I £.; -j >nes Párimdie


• . _nza prácticamente al espectro entero de las em- señalado que dicho sistema produce datos débiles
: radas en psicología de la salud. Así, por ejemplo, en tanto se basa en autoinformes (Brantley y Bru-
1 6 8 / Psicología de la salud

ce, 1986), si bien este aspecto sería en parte fácil- ne de las instancias que patrocinan su puesta en
mente subsanable, y que sus fundamentos son dé- marcha. A los efectos de la evaluación, Cronbach
biles en tanto no está todavía bien precisado el nivel (1982) señaló la necesidad de especificar los com-
de riesgo producido por ciertos comportamientos, ponentes o elementos que conforman un programa,
ni en qué medida dicho riesgo se reduce mediante que recoge y amplía Fernández Ballesteros (1995).
su modificación (Wagner, Berry, Schoenbach y Dichos componentes —algo modificados sobre la
Graham, 1982), algo que no es del todo exacto para propuesta de los anteriores autores— serían los si-
algunos casos como, por ejemplo, es el tabaquis- guientes:
mo como fenómeno de riesgo, para el que ciertas
relaciones parecen relativamente claras (ver, por a) La intervención o tratamiento, esto es, las
ejemplo, la monografía sobre el tema USDHHS, actuaciones de todo tipo que se lleven a
1990). cabo con el propósito de lograr el objetivo
de salud que se persiga en el programa.
b) Las unidades y contextos de aplicación, es
EVALUACION DE PROGRAMAS decir, las personas, comunidades, poblacio-
nes, instituciones, empresas o sociedades
Un aspecto de peculiares características dentro sobre las que se lleve a cabo la intervención.
de la evaluación de la salud tiene que ver con la eva- c) Las medidas de control de los resultados,
luación de los resultados de programas de promo- que siendo el objetivo final de todo progra-
ción de la salud y prevención de la enfermedad, ma de promoción de la salud y prevención
desde la dimensión social bajo la que se aplican. de la enfermedad es el control de los índi-
Esto es, atendiendo a su efectividad en función del ces de morbilidad y mortalidad de la po-
coste económico que suponen, el alcance de su im- blación, grupo o individuos elegidos para la
pacto y la permanencia de sus logros. intervención y, en el caso de la psicología
La evaluación de programas (p. ej., Abein, de la salud, mediante la actuación sobre el
Brzezinski y Carstairs, 1987; Costa y López, 1986; comportamiento de los individuos como ob-
Rhodes y Jason, 1991; USDHHS, 1980) implica un jetivo primario del cual se obtendrá el final,
proceso de medición a lo largo de la aplicación de al menos dos tipos de medidas deben ser to-
una intervención y el seguimiento correspondien- madas para evaluar la eficacia de tales pro-
te, que permita responder a los interrogantes acer- gramas y, lo que resulta igual de importan-
ca de la idoneidad del programa para los objetivos te, para determinar si los cambios en el
previstos, de su accesibilidad a la población obje- comportamiento han sido o no los respon-
tivo, de su coste en relación con sus beneficios y de sables del cambio en las tasas de mortalidad
la eficacia comparada de los varios métodos pues- y morbilidad. El primer tipo de medidas se-
tos en práctica (en la medida en que frecuentemente rán medidas del comportamiento que ga-
los programas son compuestos de varios métodos ranticen que el programa realmente actuó
trabajando a distintos niveles en la misma direc- modificando los valores primarios de los
ción). comportamientos tomados como objetivo.
Fernández Ballesteros (1995) ha definido la eva- El segundo tipo de medidas serán aquellav
luación de programas como la «sistemática inves- de carácter biomédico y/o epidemiológico,
tigación a través de métodos científicos de los efec- que garanticen que los cambios en la salud
tos, resultados y objetivos de un programa con el perseguidos han sido logrados.
fin de tomar decisiones sobre él» (p. 23). La eva-
luación de programas es una tarea usualmente en Un añadido, de sumo interés, al proceso de eva-

Edcoines Párimdit
manos de los servicios de salud pública, en tanto luación de programas es la denominada preevalua-
que la demanda de datos sobre su eficacia provie- ción o evaluación piloto (pretesting), técnica de
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 169

evaluación trasladada al ámbito de la promoción de los diferentes niveles que conforman la aproxima-
la salud y la prevención de la enfermedad desde el ción sociopsicológica que caracteriza a esta disci-
ámbito del estudio de mercados (USDHHS, 1980). plina.
Se trata de un tipo de evaluación conducida en las La fiabilidad de las medidas es una cuestión no
primeras etapas del desarrollo de un programa. Per- siempre tenida en cuenta en los contextos clínicos
sigue la evaluación a pequeña escala de las reac- de evaluación, con frecuencia en atención a un falso
ciones a las operaciones, instrumentos y mensajes prurito de «eficacia y simplicidad» clínicas, en con-
que vayan a ser utilizados en la intervención, antes traste con la «sofisticación» de la medida en inves-
de que sean empleados en gran escala. Ha sido em- tigación. Existen diversas formas genéricas de tra-
pleada especialmente para valorar en forma previa tar la cuestión de la fiabilidad de las medidas que,
la atención prestada a mensajes que delimitarán hoy por hoy, hacen casi injustificable su desconsi-
campañas amplias de prevención, así como su com- deración. Entre ellas se encuentran los procedi-
prensión, su relevancia social y su nivel de acep- mientos de acuerdo entre observadores, las medi-
tación. das repetidas en los cuestionarios, las pruebas
Obviamente, el objetivo no es otro que el de ren- psicofisiológicas o conductuales de contraste y la
:abilizar al máximo las fuertes inversiones que su- comparación de la consistencia intracuestionario en
ponen las campañas masivas de promoción y pre- las respuestas a los ítems (Schwartz, Tapp, Brucker,
vención que las diferentes administraciones ponen 1985).
rn marcha, de manera que los resultados de esta Por otro lado, Turpin (1989) llamaba la atención
evaluación piloto ayuden a mejorar el programa an- sobre el exceso de confianza en las medidas psico-
tes de su definitiva puesta en marcha. fisiológicas que, de hecho, son frecuentemente to-
madas como medidas criterio para otras tenidas
como de menor objetividad. Este autor señalaba que
ALGUNAS CONSIDERACIONES FINALES las medidas psicofisiológicas están sujetas también
SOBRE LA EVALUACIÓN EN PSICOLOGÍA a diversas fuentes de error o confusión que deben
DE LA SALUD ser tenidas en cuenta. Una de ellas hace referencia
al fenómeno de reactividad a la medida, bien sea
En realidad, las cuestiones de relevancia que po- por la novedad y sofisticación que presenta para el
drían significarse para la evaluación en psicología sujeto, bien a la aprehensión que éste puede aca-
Je la salud no difieren mucho de las relevantes en rrear en función de su historia hacia el instrumen-
. evaluación psicológica en general. A saber, la tal concerniente a dicha evaluación. Además, el
. _estión de la fiabilidad y de la validez de las me- mismo autor, citando diversos estudios, presenta
; jas, que se complica un tanto en los contextos clí- una breve revisión de posibles fuentes de error en
• jos habida cuenta de sus características especia- la medición psicofisiològica que incluye la afecta-
í-, y habida cuenta de que las personas a evaluar ción de las respuestas psicofisiológicas por las ca-
n seres humanos inmersos en una crisis de salud racterísticas personales del evaluador, los cambios
que con frecuencia afecta y distorsiona profunda- en la reactividad fisiológica producidos por varia-
~ente sus niveles normales de funcionamiento. bles personales tales como uso de drogas, la edad,
Sin embargo, dadas las especiales características el sexo, el ciclo menstrual, la actividad física pre-
je la psicología de la salud debemos sumar a las via, etc. Asimismo, las condiciones ambientales de
. .estiones críticas clásicas, otras de interés en este humedad y temperatura pueden afectar al proceso
onbito específico de evaluación, que se refieren a de medición.
. necesidad de integración de la evaluación psico- Con todo, el tratamiento de los sesgos tradicio-
• j:ca en el contexto social y profesional de la sa- nales a la fiabilidad, tales como los sesgos de ob-

C bdcíoines Párimdie
JL j y la enfermedad, por una parte, y, por otra, a la servador y la reactividad, no tienen en la evaluación
r:esidad de integrar los procesos de evaluación a en psicología de la salud necesidad de un trata-
1 7 0 / Psicología de la salud

miento diferente al que reciben en la evaluación psi- de los patrones médicos de funcionamiento, pero
cológica general (por ejemplo, en Johnston y debe hacerlo proponiendo cambios en ellos que los
Pennypacker, 1980, puede encontrarse un excelen- adecúen a las nuevas necesidades del planteamien-
te capítulo dedicado a la fiabilidad y validez de la to biopsicosocial. Resulta relativamente sencillo in-
medida en psicología). tegrar la evaluación de los aspectos psicosociales
La validez en la evaluación aplicada a la salud dentro de la dinámica de trabajo hospitalario o mé-
puede verse facilitada por el hecho de contar con dico en general, en tanto las características pro-
algunas medidas objetivas de ciertos parámetros pias de la evaluación conductual hacen que resulte
que faciliten la tarea. La naturaleza multimodal de acorde con la manera pragmática de trabajar en me-
la evaluación en psicología de la salud permite que dicina. Pero algunos obstáculos pueden surgir en la
los datos obtenidos de diferentes fuentes sirvan para ruptura de rutinas establecidas y en la necesidad
fortalecer la validez, pero no excluye la necesidad de cambiar la forma de pensar en salud y enferme-
de seguir contando con medidas de validez de cons- dad, desde verlos como fenómenos estrictamente
tructo y de contenido para los numerosos cuestio- biomédicos a considerarlos como fenómenos bio-
narios empleados, sobre todo en el estudio de cier- psicosociales, sin que ello signifique una vacua
tos fenómenos. aceptación por modismo o control social, sino un
Ciertos problemas de validez puede que estén auténtico cambio en los esquemas lógicos sobre di-
relacionados con el uso extensivo que se ha hecho chos fenómenos.
en psicología de la salud de instrumentos que fue- Muestras de las posibles dificultades en el cam-
ron diseñados para otros propósitos de intervención bio de las rutinas médicas son los estudios de
psicológica. En realidad, todas las aproximaciones Howe, Tapp y Jackson (1982) y Pinkerton, Tinna-
a la evaluación y, virtual mente, todos los instru- noff, Willms y Tapp (1980) realizados con médicos
mentos generados padecen de mayores o menores de familia residentes, y en los cuales los médicos
limitaciones que determinan su ámbito de aplica- continuaron haciendo su rutina diagnóstica y de in-
ción. Dado el amplio criterio de ubicación que ca- forme médico a pesar de haber sido entrenados ex-
racteriza a la psicología de la salud, es difícil en- plícitamente en la necesidad de solicitar datos de
contrar un solo instrumento o técnica de evaluación cierta naturaleza dentro de un modelo biopsicoso-
que no resulte aplicable a su ámbito de actuación cial, que tendrían que considerar a la hora de pla-
para uno u otro menester. La cuestión a tener en nificar el tratamiento.
cuenta, siempre, son sus limitaciones. No se trata,
por tanto, de señalar cuáles son los «buenos» ins-
trumentos para la psicología de la salud y cuáles los ÁREAS DE APLICACIÓN Y NIVELES
«malos», sino, mejor, para qué puede servir cada DE INTERVENCIÓN
uno de ellos, y para qué no pueden servir. Es de- EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD
cir, cuál es la mejor utilización posible en cada mo-
mento y contexto en virtud de sus características, De la propia definición de psicología de la sa-
de tal manera que su uso se haga acorde a éstas y lud se deduce que sus dos grandes áreas de aplica-
no en su contra. Los problemas, más que de los ins- ción, por excelencia, son la salud y la enfermedad,
trumentos, pueden venir del uso inadecuado de cada una de las cuales posee diferentes niveles de
los mismos, de modo que las conclusiones que intervención que vendrían delimitados bien por los
de ellos se derivan con frecuencia son falsas por- contextos de actuación, bien por los objetivos que
que están siendo empleados «por encima» de sus se persiguieran. Sin embargo, las dicotomías pue-
posibilidades. den resultar peligrosas y terminar siendo mal en-
En cuanto a la integración con la práctica pro- tendidas. Para evitar el peligro dicotòmico encar-
nado aquí en la idea de que intervenir en salud es

© Edcoines Párm
i die€H--
fesional e institucional del sistema de salud, la eva-
luación psicológica en salud debe integrarse dentro una cosa y otra bien distinta hacerlo en la enfer-
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 171

medad, debe primero ser reconocido que tal dis- tinguibles, y debe manejar procedimientos que se
tinción es meramente estratégica u organizacional adecúen a todo ello.
—para manejar en unidades abarcables el objeto de La intervención en psicología de la salud, por
estudio— y para nada posee un trasfondo concep- tanto, no creemos que deba categóricamente divi-
tual. Lo que, paradójicamente, tampoco debe enten- dirse en función de que los individuos posean o no
derse como que la intervención en salud y la inter- un diagnóstico médico que los señale como insa-
vención en enfermedad no son diferentes en nos, especialmente en aquellos casos en los que
numerosos aspectos, en tanto se enfrentan con pro- dicha condición sea inamovible por tratarse de en-
blemáticas de diferente índole y comportan objeti- fermedades crónicas sin solución terapéutica defi-
vos directos distintos. nitiva. Parece menos estigmatizador señalar la di-
Ambas áreas de actuación pueden coincidir visión por sus objetivos concretos, sea cual sea el
sobre el mismo objetivo de intervención (un indi- estado de las personas a quienes vaya dirigida. Por
viduo, institución, comunidad...). Por ejemplo, pue- todo ello, quede señalado de antemano que la se-
de ser el caso del individuo o grupo catalogado de paración entre áreas y niveles de intervención que
enfermo sobre el cual intervenimos para 1) mejo- hacemos no significa una visión estática y com-
rar su adherencia al tratamiento (técnicamente una partamentalizada de la intervención en psicología
intervención en enfermedad); 2) eliminar o redu- de la salud —y, por extensión, en psicología—-, que
cir hábitos nocivos para la salud, como fumar o to- a nuestro modo de ver es algo tan dinámico, fluido
mar un exceso de grasas, o mantener una vida se- y fluctuoso como lo es el propio comportamiento
dentaria (una intervención en prevención si su humano y la vida sobre la que discurre.
estado actual de enfermo no resulta afectado, por El planteamiento del que partimos puede verse
ejemplo, por el consumo de tabaco, el exceso de reflejado en forma de esquema en la figura 5.1, en
¿rasas o la falta de ejercicio que son los objetivos la que pueden apreciarse las dos grandes áreas de
re cambio, y lo que buscamos es evitar nuevas en- aplicación ya mencionadas, salud y enfermedad.
fermedades en el futuro que puedan derivarse de di- A su vez, la intervención en enfermedad está divi-
:has prácticas de vida), y 3) la potenciación de há- dida en intervención directa sobre los pacientes que
bitos tenidos por saludables al estar asociados a sufren la enfermedad, e intervención sobre el pro-
_ina mayor longevidad y una mejor calidad de vida ceso de cuidado profesional de la salud y la enfer-
una intervención en promoción de la salud, al per- medad (en nuestro país, de momento, basado prin-
seguir la extensión de la vida de este individuo has- cipalmente en un sistema de salud pública de
:a el límite de lo posible dada su condición y en las atención universal socializado en la repercusión de
nejores condiciones de calidad de vida alcanza- sus costes, que no «gratuito» como inadecuada-
bles). mente se le califica con frecuencia). Por sus carac-
Nadie está enteramente sano o totalmente en- terísticas y extensión se trata de un área autónoma
:errao si, por definición, la salud es vista como un de intervención, en la medida en que la intervención
í-tado a lo largo de un continuo. De tal modo que cambia de personajes, tomando a los profesiona-
rodemos hacer coincidir en un mismo individuo les como objetivo de atención, frente al resto de las
objetivos de intervención en salud y objetivos de in- áreas cuya actuación se dirige hacia los pacientes
rrvención en enfermedad. Pero por ello no cambia o la población en general.
el planteamiento. Porque la distinción debe hacer- En este ánimo organizativo, la intervención en
basándose en las características de la interven- salud tendría que dividirse, a su vez, en tres gran-
:-;ón en ambas áreas y no en los sujetos a quienes des subáreas que mantendrían el elemento común
-o aplica. de aplicación sobre objetivos de salud (a la sazón,
La intervención en salud persigue objetivos di- mantenimiento de la salud y evitación de la enfer-

. Edcoines Párimdie
erentes a la intervención en enfermedad, se en- medad), pero que diferirían entre sí en función de
ema con motivaciones diferentes y obstáculos dis- los objetivos concretos perseguidos y la forma ele-
ro

5o'
o
IQo
Áreas Objetivos Modos de actuación Subáreas S'
65r
«
aic"
Q.

Figura 5.1.—Áreas, objetivos, modos de actuación y subáreas de intervención en psicología de la salud.


Evaluación e intervención en psicología de la salud / 173

gida para lograr la afectación o proyección sobre la cierto tipo de cánceres mediante la evitación
salud. Dichas subáreas hacen referencia a: del desarrollo del tabaquismo o el cambio
en la dieta, etc.
1. La intervención específica a modo de pla- 3. La intervención general (en tanto que no di-
near intervenciones dirigidas a la adquisi- rigida exclusivamente a resultados de sa-
ción, cuando no existan, o la potenciación, lud) tanto sobre el mantenimiento de la
cuando sí, de repertorios tenidos por salu- salud como sobre la prevención de la en-
dables en función de los datos disponibles, fermedad, mediante la potenciación de
en tanto su consecuencia o resultado es el ciertos repertorios comportamentales ge-
mantenimiento de un mejor estado de salud. nerales que pueden tener un efecto favore-
Ejemplo de ello podría ser el entrenamien- cedor de la salud, a menudo indirectamen-
to en hábitos de higiene dental en niños pe- te. Por ejemplo, porque hagan más sensible
queños cuya salud dental es poco menos a ciertas interacciones en las que se basan
que óptima, o la potenciación en ellos u los programas preventivos y de manteni-
otros sectores de la población de ciertos há- miento de la salud . 7

bitos alimenticios relacionados con resulta-


dos de salud (p. ej., el consumo mínimo de En lo que se refiere al área de actuación sobre
una manzana diaria para cubrir la dosis sa- la enfermedad propiamente dicha (esto es, la inter-
ludable de flavina). vención sobre individuos o grupos con un diag-
2. La inter\>ención específica sobre prevención nóstico establecido y con el ánimo de influir en el
de enfermedades mediante el cambio o eli- curso o consecuencias de su patología), cabe seña-
minación de comportamientos tenidos por lar la posibilidad de dos objetivos generales en fun-
riesgos para cierto tipo de patologías ba- ción del tipo de fenómeno patológico de que se tra-
sándose en los datos disponibles. Y aquí los te. Por un lado, la restauración de la salud para los
ejemplos abundan, como es el caso de la casos de personas que sufran procesos patológicos
prevención del sida mediante la evitación susceptibles de curación con los medios disponibles
del llamado sexo inseguro, la prevención de —enfermos agudos—, por el otro, el mantenimien-

No obstante, es ésta una cuestión de naturaleza propia- de las conductas específicas acorde con las pautas que se de-
mente conflictiva, que deriva necesariamente a objetivos de in- sean fortalecer) que hagan sensible a la información propor-
e>tigación, pero obligando, aun ahora, a delimitar y decidir ha- cionada por los padres, por los medios de comunicación o por
. a qué tipo de condiciones biológicas y del ambiente físico y la «autoridad» no familiar? Obviamente personas más sensibles
-ocial se procura dirigir la atención de niños y adolescentes. En a este tipo de estimulación lo serán a las campañas que pro-
tras palabras, hacia qué condiciones se hace sensibles a las per- mocionan estilos de vida saludables, pero también lo podrían
nos en desarrollo a fin de que, andando el tiempo, para cuan- ser a otro tipo de informaciones justo contrarias. La discrimi-
: decidan «por sí mismas», se orienten hacia conductas salu-
1 nación resulta sutil y contextual. Hacer sensibles a los niños y
ü?!es que les prevengan de los riesgos inmediatos y a más largo adolescentes a un tipo u otro de fuente de información según el
: ¿jo. La cuestión se torna aún más compleja cuando a los pro- marco contextual sería posiblemente la mejor de las soluciones,
- enrías éticos se les añaden los puramente científicos. Esto es, pero también condenadamente difícil de llevar a término. Pa-
JS respuestas respecto a las sensibilidades a potenciar nunca se- saría algo similar cuando el objetivo sea potenciar la atención
n n absolutas, disyufttivas o alternativas, sino condicionales; al propio cuerpo. Por un lado, podríamos conseguir personas
a l o es, dependiendo de las circunstancias será conveniente ser más y mejor pendientes de sus cambios orgánicos —mejores
- nsible a uno u otro tipo de antecedentes y contingencias, ya «autocuidadores» de su salud—, pero también podríamos ge-
- _e un determinado comportamiento podrá resultar beneficio- nerar hipocondríacos. Entiéndase, por tanto, nuestra llamada de
. rara la salud o perjudicial para la misma y. rizando el rizo, atención justo como eso. Como un aspecto que la psicología
. eces beneficioso para la salud pero perjudicial para algún en general, y la de la salud en particular, deben afrontar, pero
cr valor del espectro de valores que conforma la civilización. algo muy lejos todavía de ser resuelto, y con la duda confesa-

CbdcíoinesPárimdie
- ejemplo, cabría hacerse preguntas como ¿sería adecuado ge- ble de si, en cierto modo, nunca debiera ser sino parcialmente
resuelto.
:

- erar tendencias (p. ej., a través de modelos y del reforzamiento


1 7 4 / Psicología de la salud

to de la salud en la enfermedad crónica, esto es el ciadores (aspecto en extremo importante para el


mantenimiento del mayor y mejor grado de salud caso de niños y adolescentes), intervenciones lle-
posible en aquellas personas que sufran un dete- vadas a cabo con el ánimo de entrenar al paciente
rioro irreversible de la misma en alguno de sus gra- a controlar las barreras personales y sociales que
dos (enfermos crónicos entendidos como personas encontrará para cumplir su tratamiento, una vez
que sufren condiciones patológicas permanentes, que haya superado el impacto de la aparición de la
más o menos limitantes o graves pero, en definiti- enfermedad, y b) el autocontrol o automanejo de
va, incurables y que acompañarán a quien las pa- la enfermedad, objetivo de intervención de la ma-
dece hasta su muerte, sea ésta causada directamen- yor importancia en aquellas condiciones crónicas
te o no por dicha condición). que requieren tratamientos dinámicos —por cam-
En ambos casos se puede intervenir específica- biantes y ajustables— y extensos —por afectar a
mente, es decir, procurando la modificación direc- numerosas facetas de la vida—, uno de cuyos me-
ta de las variables responsables del malestar o de jores paradigmas es la diabetes mellitus insulino-
aquellas que puedan facilitar el proceso de recupe- dependiente, y en menor medida la no insulino-de-
ración, para el caso de las enfermedades agudas; y pendiente.
para el caso de las crónicas, surgen dos subáreas de Por último, el área de actuación o intervención
intervención, representadas por la facilitación del sobre el cuidado profesional de la salud se refiere
afrontamiento de la enfermedad en pacientes de re- genéricamente a todo tipo de intervención desde la
ciente diagnóstico tanto en ellos mismos como en psicología de la salud susceptible de mejorar tan-
las personas que convivan con ellos, y la facilitación to el funcionamiento del sistema de salud como tal
de la adherencia al tratamiento y el control de la en- en alguno de sus aspectos, como el de los profe-
fermedad (básicamente eliminando barreras que di- sionales que lo forman en sus respectivos papeles
ficulten el seguimiento del tratamiento, potencian- profesionales; e igualmente, minimizar las conse-
do o enseñando habilidades que lo faciliten y cuencias psicológicas (en sí mismas aversivas, pero
reduciendo o eliminando aquellos comportamientos a la vez distorsionadoras y perjudiciales para el
que comprometan el control de la enfermedad —por proceso de cuidado y restauración de la salud) de-
ejemplo, fumar, mantener ciertos hábitos dietéticos, rivadas de las propias actuaciones profesionales
manejar las situaciones estresantes, etc.). encaminadas a restaurar la salud, aspecto de in-
Así pues, la subárea de intervención sobre el tervención en el cual el dolor ocupa la posición
afrontamiento de la enfermedad por el paciente y central.
las personas vinculadas (intervención en crisis de Esta categorización de las áreas de intervención
diagnóstico, educación de choque para el manejo no resulta discorde con la más clásica de dividir la
primario de la enfermedad, etc.) tiene el propósito intervención en actuaciones de prevención prima-
de lograr minimizar el impacto psicológico causa- ria, secundaria y terciaria, pero nos parece más ex-
do por la evidencia de la enfermedad (o incapa- plícita y comprehensiva de los propósitos perse-
cidad, para los casos en que se trate de un nuevo es- guidos y las posibilidades disponibles. En este
tado incapacitante definitivo; p. ej., invalidez sentido, una categorización de las áreas y niveles de
permanente, ceguera, sordéra, pérdida de habilida- intervención, desde la más generalizada concep-
des, etc.) que cpn frecuencia se transforma en un tuación antes mencionada, es la que ofrece, por
empeoramiento del curso de la propia enfermedad. ejemplo, Winett (1995) y que recogemos en el cua-
En la subárea de adherencia al tratamiento y dro 5.4 a modo de ejemplo de esta forma de divi-
control de la enfermedad los objetivos son: a) el sión.
mejor seguimiento posible, con el menor coste A partir de aquí trataremos, primero, sobre la in-
psicológico posible, de los tratamientos médicos tervención en promoción de la salud y prevención

© Edcoines Párimdie€H--
aplicados como formas de vida sine die, con fre- de la enfermedad, comentando también algunas de
cuencia dolorosos y/o limitantes, amén de diferen- las barreras que dificultan el tipo de intervención
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 175

CUADRO 5.4
Tipos y niveles de intervención preventiva en psicología de la salud (Winett, 1995)

Guías de autoinstrucción sobre Screening y tratamiento Diseño de una dieta vegeta-


Individual prevención del sida para indivi- temprano de la hiperten- riana baja en grasas para un
duos no contagiados de bajo ries- sión .0
individuo con enfermedad
go". cardíaca .0

Grupo de padres de un programa Programa supervisado de Programa de rehabilitación


de mejora de habilidades de co- ejercicio para individuos cardíaca para grupos de pa-
Grupo municación con sus hijos adoles- con alto riesgo de trastor- cientes con trastornos car-
centes acerca de las conductas de nos cardíacos . 0 díacos .
0

riesgo".
Programa de cambio dietético en Programa de incentivos en Extender los beneficios de
el lugar de trabajo enfocado al el lugar de trabajo para eli- jornada reducida para que
Organización cambio de oferta en las máquinas minar el tabaquismo entre los empleados puedan aten-
expendedoras y en la cafetería". los empleados". der a sus padres viejos y/o
enfermos . b

Campañas en los medios de co- Desarrollar redes de apoyo Proporcionar facilidades de


Comunidad municación para promover el social para personas de re- acceso a los lugares de ocio
ejercicio en ciertos segmentos de ciente viudez .
0
y recreo para las personas
la población". mutiladas.
Potenciar leyes prohibiendo la Aumentar sustancialmente Establecer un programa de
Institucional venta de tabaco a menores .
b las tasas de los seguros tratamiento obligatorio para
para fumadores . b facilitar la recuperación de
las víctimas de apoplejía .
b

* Promoción de ia salud.
Protección de la salud.
Servicios de prevención.

rué ha dado en anunciarse como la más necesaria bito de intervención en la mejora en el cuidado pro-
rara evitar el sufrimiento y el enorme gasto que su- fesional de la salud.
ronen las enfermedades. Después repasaremos al-
gunos aspectos relativos a los niveles a los cuales
>e puede intervenir, bien en salud, bien en enfer- INTERVENCIÓN EN PROMOCIÓN
medad, tomados por el contexto de actuación, como DE LA SALUD Y PREVENCIÓN
a hemos señalado. De todos los niveles posibles DE LA ENFERMEDAD
re actuación, prestaremos atención al nivel de in-
rervención social y comunitario (institucional Conviene señalar que aun cuando las diferencias
icluido), en la medida en que la intervención a ni- entre promoción de la salud y prevención de la en-
el individual (en salud o enfermedad, pero espe- fermedad resultan tan sutiles que parecen términos
: almente en esta última), de pareja o familia no di- que solapan un muy similar contenido, puede dis-
jere mucho de lo contemplado en otros ámbitos de tinguirse, siquiera a efectos de estructuración y pla-
_ psicología que preparan al psicólogo en las artes nificación de la acción, la intervención en ambos
iel cambio de comportamiento. Terminaremos

\ nociolnes Párimdie
niveles. Así, mientras que la promoción de la salud
íste capítulo con algunos comentarios sobre el ám- se orientaría hacia intervenciones cuyo objetivo
1 7 6 / Psicología de la salud

fuera la adquisición y mantenimiento de compor- actuación sobre el individuo o el grupo, hacia pers-
tamientos saludables en general y de mejora de la pectivas que incluyan la actuación ambiental cen-
calidad de vida, poco importa que se trate de indi- trada en el desarrollo de programas que proporcio-
viduos con o sin riesgos probabilizados, la preven- nen recursos ambientales que faciliten la salud y el
ción se orientaría hacia intervenciones cuyo obje- bienestar de las personas que ocupan dicho am-
tivo fuera la reducción o eliminación de aquellos biente .8

comportamientos específicamente calificados como Stokols (1992) recoge más de una docena de re-
de riesgo para el desarrollo de algún tipo de enfer- cientes estudios que han demostrado el valor de esta
medad y usualmente orientada hacia grupos de aproximación para la promoción de la salud. Un
riesgo. punto de vista previo desde la misma perspectiva
Con tal manera de entender las diferencias, ca- sería la propuesta de Albino (1983) de desplazar la
bría esperar que la prevención pudiera aplicarse a atención hacia las «situaciones de alto riesgo» en
toda aquella parte de la población que mostrase en lugar de centrarse exclusivamente en los «indivi-
su repertorio algún comportamiento de riesgo. Con duos de alto riesgo». Como resultado de la revisión
todo, en la práctica resulta difícil encontrar inter- de los hallazgos al respecto, Stokols (1992) resu-
venciones previstas para promocionar la salud y que me una serie de recursos ambientales que pueden
a la vez no prevengan la enfermedad, y obviamen- ejercer un efecto positivo sobre la salud y el bie-
te al contrario. Una intervención que reduzca el so- nestar y los resultados a nivel conductual y fisioló-
brepeso, racionalice los patrones de alimentación o gico que se derivarían de su puesta en práctica, y
elimine el consumo de tabaco está reduciendo el que resumimos en el cuadro 5.5. Desde este punto
riesgo de desarrollar trastornos coronarios o cáncer, de vista, el objetivo de investigación relevante pasa
pero obviamente también está promocionando la por el hallazgo de las cualidades ambientales de
salud. todo tipo que pueden ser conceptuadas como un
Otra forma de distinguir entre ambos conceptos ambiente promotor de la salud, y el de intervención
se basa en la consideración del énfasis sobre los que pasa por la aplicación de los cambios perti-
agentes implicados en la operación. Así, Stokols nentes. El principal problema aquí no es otro que
(1992) distingue entre prevención de la enfermedad la posible contradicción entre ciertos intereses eco-
que circunscribe al ámbito clásico de operación de nómicos y políticos, y los cambios necesarios para
la Salud Pública, entendiendo que los agentes ope- lograr ambientes más saludables.
rativos serían las profesiones y administraciones La intervención en prevención primaria y pro-
públicas relacionadas con la salud, y el concepto de moción de la salud se enmarca entre los principa-
promoción de la salud que reflejaría «un mayor én- les objetivos de intervención de la psicología de la
fasis sobre el papel de los individuos, grupos y or- salud, pero a la vez es un objetivo compartido con
ganizaciones como agentes activos en el moldea- otras disciplinas o profesiones, como es el caso de
miento de prácticas y políticas de salud para la salud pública. Se trata de un área interdiscipli-
optimizar el bienestar individual y colectivo» (p. 6). naria de intervención, en la cual la psicología pue-
El propio autor introduce una interesante reflexión de ocuparse preferentemente de lo que sean actua-
sobre la necesidad de ampliar el enfoque sobre la ciones para el cambio comportamental, pero a la
promoción dtj la salud y la prevención de la enfer- vez numerosos factores que favorecen o entorpecen
medad, más allá de las perspectivas actuales de- el cambio dependen de disciplinas o instancias aje-
masiado centradas en programas que persiguen la nas. Por ejemplo, la política legislativa respecto a

Por ejemplo, estableciendo sistemas de limpieza del aire res equipamientos para realizar ejercicio en los lugares de tra-

© Edcoines Párimdie€H--
8

polucionado, diseños arquitectónicos que primen la seguridad y bajo, colegios y comunidades, más y mejor información sobre
reduzcan la posibilidad de accidentes, dotación de más y mejo- nutrición situada en los lugares de compra.
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 177

CUADRO 5.5
Dimensiones y criterios de los ambientes promotores de salud (Stokols, 1992)
Facetas de la salud Recursos ambientales Resultados fisiológicos y conductuales
Salud física Diseños resistentes a los accidentes; di- Salud fisiológica; ausencia de síntomas y le-
seños ergonómicos; comodidad física y siones; sensación de comodidad; salud gené-
ambientes no tóxicos ni patogénicos. tica y reproductiva.
Bienestar Controlabilidad y predictibilidad am- Sentido de competencia y realización perso-
biental; cualidades estéticas; novedad nal, desarrollo de las capacidades; mínimas
ambiental; baja distracción; elementos experiencias de malestar emocional; fuerte
simbólicos y espirituales. sentido de identidad personal y creatividad;
sentimiento de apego al medio físico y social.
Cohesión social a nive- Disponibilidad de redes de apoyo social; Altos niveles de contacto social y coopera-
les organizacionales y diseño participativo y de implicación; ción; satisfacción y acuerdo con la comu-
comunitarios flexibilidad y responsividad organiza- nidad y la organización; productividad de
cional; estabilidad económica; bajo po- innovación a niveles comunitarios y organi-
tencial para el conflicto intergrupal; zacionales; percepción de altos niveles de ca-
programas y medios de comunicación lidad de vida; prevalencia de conducta pro-
promotores de la salud. motora de salud, preventiva de accidentes y
protectora del ambiente.

. ertas sustancias, o la fiscal eximiendo de ta- Este tipo de actuaciones en promoción y pre-
ñís cierto tipo de alimentos, o la sanitaria creando vención se enmarcan en la lógica de las declara-
r.ursos, o la de infraestructuras y urbanística di- ciones, documentos, recomendaciones y políticas
ñ a n d o entornos que inviten a la actividad (al pa- de ámbito mundial sobre la salud, como resultado
¿eo. al ejercicio físico), etc. de los análisis epidemiológicos y económicos que
En esta lógica de complejidad e interdisciplina- obligaron a cambiar las perspectivas políticas des-
- ecad. diferentes consideraciones han de calibrar- de una orientación volcada en el cuidado de la en-
«e en la puesta en práctica de estos programas co- fermedad a otra compartida con la promoción de la
E _ ítarios (Schmidt, Schwenkmezger y Dlugosch, salud y la prevención de la enfermedad. De esta for-
t - O i . entre ellas la medición y evaluación de los
,j
ma, la promoción de la salud ha terminado por con-
insultados (Green y Lewis, 1986), la efectividad del vertirse en un movimiento internacional, con todos
crama en relación a sus costes, las limitaciones los excesos y déficit, virtudes y defectos que ello
ie todo tipo en promoción de la salud tales como la presupone siempre, pero una corriente que, en pa-
- rl rancia de las relaciones sociales y ambientales labras de Kickbusch (1995), ha terminado por ins-
» .i-, condiciones ecológicas (Brown y Margo, talar la salud en las agendas políticas internacional
!-~S i. e igualmente los aspectos éticos a valorar en y nacionales —en las que antes reinaba casi en ex-
acuito a la programación de cambios en la conducta clusiva la enfermedad— «contribuyendo a crear el
je rersonas que individualmente no han solicitado clima necesario para reinventar y modernizar la sa-
a p. ej., Burdine, McLeroy y Gottlieb, 1987). La lud pública» (p. 1).
r^ "loción de la salud y la prevención de la enfer- La Conferencia Internacional de Promoción de
re-dad nunca será, pues, ni de lejos, algo de la ex- la Salud de Ottawa, en 1986 (WHO-EURO 1986),
: . :va competencia de la psicología de la salud,

• i-sc •nes Párimdie


que elaboró una carta de estrategias de promoción
jet tampoco algo que pueda prescindir de ella. de la salud, así como la Sundsvall Conference on
-

Evaluación e intervención en psicología de la salud / 179

Entre la infancia y la adolescencia emergen la ma- la enfermedad y potenciación de la salud con los
yor parte de las formas de actuar, pensar y decir, viejos modos de hacer medicina y de hacer psico-
consolidadas o más o menos estables y contextua- logía. Para un gran porcentaje de profesionales,
lizadas, que pueden terminar convirtiéndose o no en académicos e investigadores de la medicina, la en-
riesgos para la salud a lo largo del resto de la vida. fermedad sigue siendo su objeto natural y central
de estudio, acorde a su formación biomédica y a sus
esquemas de pensamiento mecanicista sobre el fun-
BARRERAS PARA LA PROMOCIÓN cionamiento del ser humano (cerebro incluido).
DE LA SALUD Y PREVENCIÓN DE LA Y buena parte del poder fáctico en el ámbito del
ENFERMEDAD cuidado de la salud está en sus manos, de modo que
no es raro encontrar serios obstáculos para iniciar
Cuando llevamos más de veinte años oyendo y el abordaje biopsicosocial de la salud y la enfer-
ieyendo a la OMS, a ministros de gobiernos de pa- medad en los propios profesionales. Sin duda, la
tees poderosos, a la mayoría de los autores en sa- tendencia es hacia el cambio, pero la situación ac-
lud pública y al universo entero de psicólogos en el tual dista mucho de corresponderse con el opti-
_mbito de la psicología de la salud insistir sobre el mismo desbordante que destilan la mayoría de los
nuevo énfasis en la promoción de la salud y la pre- textos de psicología de la salud y medicina con-
. ención de la enfermedad; cuando se han celebra- ductual.
jo numerosas conferencias internacionales, infini- Otras barreras entrañan dificultades intrínsecas
tas nacionales y de menor extensión, y se pueden a la propia naturaleza de los fenómenos objeto de
leñar bibliotecas enteras con lo escrito al caso; estudio. Intervenir en salud y hacerlo en enferme-
. jando, finalmente, hasta el Banco Mundial en su 9
dad resulta harto diferente por varias razones, pero
iforme anual de 1993 analiza, seria y dramática- la principal es la motivación del cliente. Promo-
Tiente, los costes e inversiones en salud y opta por cionar la salud en quien ya la posee o prevenir la
-eñalar que el camino es la prevención; y cuando, enfermedad como futura amenaza aún nada real es
_ resar de tales coincidencias, la realidad indica, sin trabajar con reglas y modelos, pero sin apenas con-
embargo, que los avances son escasos y se pros- tingencias directas relacionadas. En la misma línea,
cera con desesperante lentitud, no cabe menos que otras barreras tienen que ver con la relativa impre-
-pechar que las nuevas ideas sobre la salud cisión de las reglas del juego. Los factores de ries-
encuentran poderosas barreras que dificultan su go lo son según y cómo y continúan sujetos a po-
praxis. lémica' .
0

Diversas barreras u obstáculos de índole mate- Ahora bien, cuando la polémica mengua y los
nal (carencia de medios, escasos presupuestos...), datos convincentemente señalan un comporta-
: rmativo (profesionales fuertemente influenciados miento como inequívoco factor de riesgo (por
por la orientación al tratamiento...), social (presio- ejemplo, como es el caso con el comportamiento de
nes a favor de mayor gasto terapéutico...) y psico- fumar), las dudas pueden continuar acerca de si to-
: cico (rutinas, tradiciones, falta de conocimientos, dos sus niveles de ocurrencia son nocivos o, por el
etcétera) hacen que la situación no avance con la ra- contrario, pueden existir niveles inocuos de ocu-
r cez que tanta dedicación y tanto acuerdo progra- rrencia; de si la ganancia final compensa el cambio
- ^:ico obligarían a predecir. (¿el daño que produce es irreparable o reversible?);
Un obstáculo central, no suficientemente valo- de si las relaciones son de sinergia o bien de sus-
neo. es el choque de las nuevas ideas de trato de tracción o neutralización (suma o resta de efectos

Entidad poco dada a la fioritura y el exceso verbal, y de dictorios, o simulada en el sentido de intereses comerciales en

#: .oines Párimdie
2 . je caben esperar pocos dispendios intelectuales. juego que distorsionan la información.
Polémica real en el sentido de presencia de datos contra-
:
1 8 0 / Psicología de la salud

en según qué combinaciones), etc. En definitiva, 1. Diferentes hábitos de salud están controla-
demasiadas complicaciones para que una pobla- dos por diferentes factores, lo que viene a
ción lega en la materia tome en serio las adverten- dificultar el diseño de intervenciones sim-
cias y actúe en consecuencia de una manera ine- plificadas; por ejemplo, en un mismo indi-
quívoca y coordinada. Todo ello viene a dificultar viduo fumar puede estar relacionado con el
la operacionalización de la prevención en forma estrés, mientras que hacer ejercicio puede
de programas claros, sencillos y fáciles de imple- estarlo con disponer o no de instalaciones
mentar. apropiadas cerca del domicilio.
Sucede algo parecido con la promoción genéri- 2. Diferentes factores pueden controlar la
ca de la salud. Ni los datos son simples, ni las di- misma conducta de salud en diferentes per-
rectrices que se pueden ofrecer son unidirecciona- sonas, de manera que los programas masi-
les (del estilo «haga esto y tendrá garantizado...», vos que incidan sobre algunas de dichas ra-
«nunca haga esto y le aseguramos que nunca le ocu- zones resultarán, en principio, ineficaces
rrirá...»), y la dependencia del contexto para el lo- para amplios sectores de la población obje-
gro del efecto protector de un comportamiento o tivo.
pauta de comportamientos obliga a intervenciones 3. Los factores que controlan una conducta de
que rayan en el diseño de culturas" y en los lími- salud pueden cambiar a lo largo del tiempo,
tes de la intrusión permisible. La propia dificultad lo que lleva a considerar la diferenciación
de la tarea, por tanto, pasa por ser una de sus peo- entre los factores que originan un compor-
res barreras en una sociedad acostumbrada a lo sim- tamiento de salud y los factores que sucesi-
ple, lo claro y lo sencillo. vamente lo mantienen a lo largo de su his-
ítem más, con gran frecuencia los propios hábi- toria, y diferentes capas de la población
tos a modificar presentan características funciona- objetivo pueden encontrarse en diferentes
les que actúan como poderosas barreras para su momentos de tal proceso.
cambio, en tanto que a) como tales hábitos se re- 4. Los factores que controlan las conductas de
fieren a comportamientos con enorme historia per- salud pueden cambiar a lo largo de la vida
sonal tras de sí y con ello fuerza como conducta, y de las personas, lo que lleva a considerar el
b) en muchos casos son pautas de comportamiento momento evolutivo en la planificación de
socializadas y herramientas de socialización' . Re- 2 las intervenciones; por ejemplo, hacer ejer-
firiéndose a ello, Taylor (1986) señalaba la auto- cicio y practicar deporte dependen de cier-
nomía e inestabilidad de los hábitos comporta- tos factores en la infancia que, si se man-
mentales como uno de los más importantes tienen y renuevan durante la adolescencia y
obstáculos que dificultan la intervención en pre- juventud, pueden permitir que otras contin-
vención, señalando cuatro razones que, a su juicio, gencias pasen a controlar el comportamien-
circunscriben esta afirmación: to y éste se consolide.

11 Por ejemplo, en aras de prevenir el desarrollo de perso- opciones de practicar o no el sexo, etc., prevenir desde la rigi-
nalidades hostiles (por su presunto valor de riesgo cardiovascu- dez de las normas invariables está llamado al mayor de los fra-
lar), ¿hemos de moldear la complacencia y la sumisión? ¿Cual- casos, cuando no a efectos iatrogénicos. Pero hacer individua
quier cantidad de hostilidad es un factor de riesgo? ¿Cualquier flexibles, dúctiles y maleables por los hechos, y a la vez con d i -
estilo competitivo debe ser evitado? Cuando a lo que parece el ras reglas contextúales, es jugar a diseñar la vida. Algo tecno-
comportamiento más adaptativo es el compuesto por mayor nú- lógicamente posible, pero técnicamente difícil y humanamen:¿
mero de repertorios, el más rico en posibilidades, lo mejor es comprometido.
discriminar el contexto en el cual ciertas cosas deben hacerse y Para un análisis de esta índole centrado en la prevenci -

© EdcoinesPirá:i3:
12

otras no, e igual respecto a la salud. Ante una situación estre- del sida, resulta de gran interés el ensayo de Wulfert y Big!¿i
sante, ante un ofrecimiento de consumo de según qué cosas, ante (1994).
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 181

Un análisis similar, sólo que centrado en la pre- representan la suma interactiva de diferentes com-
vención de los trastornos del comportamiento, ha- plejidades individuales, como es el caso de pare-
cen Coie y cois. (1993) enmarcado en su propues- jas que deban afrontar el diagnóstico de una en-
ta más amplia de reconocimiento de lo que ellos fermedad crónica en uno de sus miembros, o deban
vienen a denominar como una nueva disciplina bajo cambiar hábitos de vida conjuntamente, o familias
el nombre de Ciencia de la Prevención. Igualmen- que afronten la presencia de un hijo diabético o
te, Russell (1986) señala la falta de certeza sobre el con cáncer en su seno, o grupos de riesgo sobre
riesgo, los efectos cruzados de ciertos factores los que se haya de intervenir para prevenir una
de riesgo y su cambio (p. ej., bajos niveles de co- enfermedad, etc. Y, finalmente, podemos interve-
lesterol reducen el riesgo de morir por trastornos nir a nivel de colectividad, sea ésta circunscrita a
cardíacos pero lo aumentan para morir de cáncer), un contexto institucional (colegio, hospital, re-
y el desconocimiento de las variables biológicas sidencia, empresa, prisión, etc.), o se trate de una
que hacen susceptibles a ciertas interacciones de comunidad abierta, menor o mayor en su extensión
riesgo, hacen que en la prevención casi siempre se (barrio, ciudad, provincia, sociedad al comple-
deba afrontar una difícil cuestión ética para la que to...). Igualmente, cabe la posibilidad de restrin-
los datos empíricos ayudan poco, de momento. gir el objetivo de intervención a sectores de dichos
Dicha cuestión se refiere al hecho de que la pre- colectivos (profesores, alumnos, internos, monito-
vención está pensada, ab origine, para actuar sobre res, jóvenes y adolescentes, viejos...), en tanto cier-
personas sanas, libres del trastorno a prevenir. Per- tas intervenciones, sobre todo en prevención de la
donas, por tanto, con mucho que perder si los enfermedad, conviene que sean tan selectivas
cálculos son erróneos, o los datos imprecisos ocul- como la información disponible así lo permita y
tan efectos colaterales imprevistos, o las correla- determine (esto es, restringidas a los verdaderos
ciones de partida enmascaran relaciones causales grupos de riesgo, a fin de evitar los efectos secun-
. ontrapuestas a la lógica deducida de aquéllas. In- darios indeseables de las prácticas preventivas a
trínseco a su propuesta, debemos acompañar la tác- gran escala).
•ica preventiva o precautoria de considerar siem- Mientras que la intervención sobre la salud,
bre la prevención como algo a ser valorado con preferentemente, se realiza sobre poblaciones, co-
.autela y llevada a cabo sólo después de que ex- munidades o grandes grupos —sin descartar la
haustivos análisis de los costes y beneficios perso- intervención individual, siempre posible—, la in-
nales señalen su camino. tervención sobre la enfermedad se realiza en forma
preferente individual —sin descartar, tampoco, la
intervención colectiva, especialmente en enfermos
NIVELES DE I N T E R V E N C I Ó N crónicos con la misma problemática—. Por ello,
ambos niveles de actuación requieren de estrategias
Los niveles de intervención hacen referencia a de intervención diferentes a todos los niveles. Lo
. población objetivo o al contexto de intervención mismo vale decir para el hecho de que los objeti-
en cualquiera de las áreas y subáreas anteriores. vos, en función del nivel, cambien desde la adqui-
: Jemos intervenir al más elemental de los nive- sición de repertorios al mantenimiento o la extin-
es. el individual, tratando de que una persona con- ción; y para el hecho de que las contingencias a
.-eta adquiera un comportamiento saludable, eli- vencer sean de diferente naturaleza en cuanto a su
-tne o reduzca uno tenido por riesgo, o afronte con papel de facilitadoras o barreras para la interven-
: menor coste psicológico posible su reciente ción —desfavorable en muchos casos de interven-
c:-gnóstico de cáncer o diabetes y afronte su fil- ción en salud, favorable en buena parte de los ca-
ero como enfermo crónico de una manera adap- sos de la enfermedad.
_t:va, por saludable. Podemos intervenir, igual-

CbdcíoinesPárimdie
Los procedimientos empleados, pues, se ajusta-
-ente, sobre niveles más complejos, en tanto rán tanto a los objetivos de intervención como al ni-
1 8 2 / Psicología de la salud

vel en el cual se desarrolle ésta. No obstante, con lud se puede y, cuando sea preciso, se debe hacer,
frecuencia los niveles de intervención se entre- pero habida cuenta de que cualquier ser humano es
mezclan, especialmente cuando la intervención objeto de estudio a este nivel, la intervención gru-
consiste en una planificación a gran escala de ac- pal a uno u otro nivel de actuación reporta obvias
tuación en promoción de la salud y prevención de ventajas.
la enfermedad. Esto es lo que ha tenido lugar, por Por otro lado, recuérdese que entre las razones
ejemplo, en varios países que, siguiendo las ins- que dieron lugar al surgimiento de la perspectiva
trucciones del movimiento de promoción de la sa- biopsicosocial y el énfasis en prevención, figuró el
lud más atrás comentado, han puesto en práctica análisis de la práctica imposibilidad de ofrecer aten-
grandes planes de intervención que recorren todos ción terapéutica a cada individuo con problemas.
los niveles de actuación posibles. Estados Unidos, Lo mismo cabría señalar para la atención individual
Canadá y Australia son ejemplos de esto que se- preventiva y potenciadora de la salud. Por coste y
ñalamos. En el primer caso con la puesta en mar- amplitud de repercusión, la intervención en salud
cha de programas federales de promoción de la sa- pretende llegar al mayor número posible de indivi-
lud, como fue el caso del programa Promoting duos a la vez.
Health/Preventing Disease: Objectives for the Na- Este ideal puede cubrirse bien con campañas de
tion for 1990 (USPHS, 1980), desarrollado duran- amplio espectro que lleguen a la sociedad o co-
te la década de los ochenta, y del reciente Health munidad entera. Sin embargo, también presentan
People 2000 (USPHS, 1991), programa que esta- el inconveniente de la falta de especificidad, de la
blecía 300 objetivos de salud (promoción y pre- poca fiabilidad que ofrecen para garantizar el im-
vención) y 223 subobjetivos, diferenciados a nivel pacto del mensaje y el hecho de que en el ámbito
federal, estatal y local, con programas específicos de prevención de la enfermedad puedan ser inclu-
realizados a todos los niveles para abarcar los ante- so perjudiciales, en tanto que pueden generar una
riores objetivos. Algo similar cabe señalar para los alarma innecesaria y servir para alertar o poner so-
casos de Australia y Canadá (Nutbeam y Harris, bre la pista (sensibilizar) de conductas contrarias
1995). al objetivo de la salud a grandes sectores de la po-
blación que no estaban en contacto con la conducta
de riesgo . Por estas y otras razones más prosai-
13

Niveles de intervención social cas —poca eficacia de las grandes campañas—


y comunitario e institucional cada vez se impone más una estrategia sectorial y
contextual de promoción de la salud y prevención
Señalábamos más atrás que la intervención en de la enfermedad, pero sobre todo de este último
salud, preferentemente, se lleva a cabo a niveles so- objetivo.
ciales, comunitarios o colectivos, mientras que la El hecho de que ciertas poblaciones objetivo se
intervención a nivel individual se lleva a cabo prin- encuentren muy contextualizadas (viviendo en de-
cipal, aunque no exclusivamente, sobre actuaciones terminados barrios o zonas de las ciudades, asis-
con distinto objetivo sobre la enfermedad mani- tiendo diariamente a colegios o institutos, etc.) fa-
fiesta. Actuar a nivel individual con objetivos de sa- cilita las cosas. Por todo ello, la prevención \

13Por ejemplo, prevenir el sida a través de la adquisición de mo porcentaje de sujetos. La prevención no es mejor por ser ma>
un repertorio sexual seguro puede sensibilizar acerca de la pro- precoz, más bien todo lo contrario. La prevención es mejor cuan-
pia posibilidad de practicar el sexo a multitud de adolescentes do se ajusta al nivel madurativo y contextual adecuado. Re-
que antes de la campaña ni se lo plantearon, o bien no lo bus- cuérdese la «fantástica» idea de repartir preservativos entre la
caban activamente. Igual sucede con la prevención del consu- población de adolescentes y jóvenes de enseñanza secundaria y

© Edcoines Pirám;it
mo de alcohol o tabaco, especialmente si se hace a niveles de últimos niveles de la primaria que aún colea en la práctica pre-
edad en los que este tipo de repertorios sólo afectan a un míni- ventiva de ciertas corporaciones.
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 183

promoción en contextos institucionalizados cobra En esta línea de razonamiento nació el concep-


una importancia trascendental, permitiendo además to de potenciación social o comunitaria (commu-
contextualizar también la labor preventiva en la di- nity empowerment), surgido del trabajo social de
námica habitual de actividades del grupo en cues- Saúl Alinsky en los Estados Unidos, organizando
tión. Por ello, dedicaremos algo de atención a la comunidades y grupos que afrontaran conjunta-
prevención y promoción en el contexto educativo, mente el reto social y superasen los riesgos de mar-
aunque antes hagamos una breve referencia al con- ginación, y llegando al ámbito de la salud como una
texto más amplio comunitario. forma de conseguir que las comunidades aumenten
La intervención a nivel social y comunitario el control sobre sus recursos, su futuro y, conse-
entronca con el movimiento de salud comunitaria cuentemente, su salud. El objetivo final es, pues,
que pretendió cambiar la atención en salud mental que las propias comunidades adquieran un mayor
jurante los años sesenta con la puesta en marcha control sobre los determinantes de la salud (por
je los Centros de salud mental comunitaria en los ejemplo, Israel, Checkoway, Schultz y Zimmerman,
Estados Unidos, país desde el que se exportó la 1994; Minkler, 1994; Wallerstein, 1992; Wallerstein
Jea a otras latitudes. Eludiendo una revisión ex- y Bernstein, 1994; una revisión crítica del concep-
- austiva de su traslado al ámbito de la salud, bas- to, sus usos y abusos y una propuesta de empleo en
te señalar que hoy es una idea extendida a lo lar- el ámbito de la promoción de la salud se encuentra
2 3 y ancho del movimiento de promoción de la en Rissel, 1994).
-alud, y recogida y potenciada por numerosos do- Paralelamente, un nivel institucional de inter-
. _mentos de la OMS, que la comunidad es el mar- vención en promoción de la salud y prevención de
ideal para el desarrollo del objetivo de salud la enfermedad que ha obtenido una especial y uni-
•x¡ra todos (una amplia valoración de esta idea versal atención es el sistema educativo. Primero,
? _ede encontrarse, por ejemplo, en Costa y López, porque goza de las mismas ventajas que cualquier
:986). nivel institucional; entre ellas hacer disponible a
Entre las declaraciones de la OMS (WHO, 1984) una determinada población o grupo de individuos
te establece que el propósito de la promoción de la que permanecen en un contexto organizado y re-
-o/jd es permitir que los individuos y las comuni- glado durante prolongados períodos de tiempo, de
__ Jes logren un mayor control sobre las condicio- manera que permite la aplicación intensiva y ex-
nes de todo tipo que afectan a su salud, bajo el ra- tensiva de programas, su evaluación y su segui-
- .¡miento de que nadie mejor que las propias miento. Segundo, porque se refiere a la población
-Minas y comunidades afectadas por dichas con- infantil, de especial relevancia para el caso de la
; . :>nes para identificar sus problemas e interesar- promoción de la salud, tal como ya indicamos pá-
le en sus soluciones. ginas más atrás.
Esta filosofía condujo a la aceptación ideológi- Tan es así, que la educación para la salud es
ca en tanto no estaba apoyada en datos empíri- tenida poco menos que como una especialidad
z > del desarrollo comunitario como una estrate- (por ejemplo, Anónimo, 1992; David y Wi-
e - re promoción de la salud (WHO, 1978, 1986). lliams, 1987), y en torno a ella se ha producido
. - _ de las asunciones centrales en la perspectiva una ingente cantidad de trabajo intelectual y em-
re jesarrollo comunitario es que el poder prima- pírico (p. ej., Glanz, Lewis y Rimer, 1991; Kal-
> la responsabilidad acerca de la salud no se de- nins, Hart, Ballantyne, Quartaro, Love, Sturis y
—en exclusiva— en manos de profesionales, Pollack, 1994; Keenoy, Higueras, López y March,
que éstos deben compartir poder y responsa- 1993).
d con la comunidad, y que ésta debe impli- Teniendo en cuenta que la estructura y conteni-
„ en el desarrollo de planes para alcanzar los do de los programas de promoción de la salud (lla-
. os de salud establecidos como de interés co- mados de «educación para la salud») diferirán en-
tario. tre sí en función de la metodología docente con la
1 8 4 / Psicologia de la salud

que se aborden' , y dependiendo igualmente de la


4 otro modo, probablemente nunca habrían acudido
edad de la población objetivo y los intereses con- en busca de ayuda para el cambio de sus compor-
cretos del programa, cabe decir que la organización tamientos de riesgo o habrían iniciado el cambio
didáctica de los mismos es de similar naturaleza. por sí mismas; 3) facilita el control experimental de
Prácticamente la totalidad se basa en proporcionar la intervención, de modo que posibilita su conver-
cierta información a los niños o adolescentes, y sión en experiencia objetiva, especialmente en lo
hacerles trabajar sobre ello a diferentes niveles que se refiere al control de resultados a largo pla-
(lecturas, discusiones, trabajos prácticos, encues- zo; 4) permite llevar a cabo programas con una es-
tas, etc.). tructura de contactos mantenidos con los partici-
Estos programas se refieren a objetivos genera- pantes, en lugar de programas de contacto único o
les de promoción de la salud y no tanto a objeti- esporádico, y 5) permite la posibilidad de introdu-
vos específicos de prevención de la enfermedad. cir cambios ambientales que faciliten el cambio
Campo éste en el que existen numerosos progra- personal.
mas desarrollados, por ejemplo, para prevenir el La línea de intervención en este ámbito es ya
sida en adolescentes, el inicio del consumo de al- extensa en estudios y dilatada en su experien-
cohol y tabaco en niños de los últimos grados de cia. Surgida en los Estados Unidos y Suecia a lo
enseñanza primaria y adolescentes de secundaria, largo de los primeros años sesenta en la forma
o la prevención de embarazos no deseados en ado- de movimiento de promoción del bienestar ocu-
lescentes (p. ej., Botvin y cois., 1990, 1992; Evans, pacional, ha pasado por tres momentos de interés
1976; Gómez Becerra, Ybarra y Gil Roales-Nieto, preferente (Dugdill y Springett, 1994). El prime-
2000; Wilson, Denman, Gillies y Wijewardene, ro, al inicio, centrado en intereses relacionados
1994). con la seguridad en el trabajo y el cuidado acerca
Otro de los niveles, en forma de contextos de in- de la calidad del producto elaborado (empleados
tervención ya clásicos en promoción de la salud y más sanos significan menos accidentes y mejor ca-
prevención, es el contexto laboral, lo que ha veni- lidad en el producto elaborado); el segundo, cen-
do a llamarse como programas de salud en el lu- trado más en la propia salud como objetivo y la
gar de trabajo. El contexto o lugar en el que se lle- puesta en marcha de programas que encarasen la
va a cabo la ocupación laboral reúne numerosas prevención de aquellos aspectos de la salud que re-
ventajas que lo convierten en un contexto idóneo sultaban más impactantes sobre el mundo laboral,
para la práctica de este tipo de objetivos en forma naciendo así multitud de programas de prevención
de intervenciones grupales o individuales. Klesges de trastornos cardíacos, de eliminación del taba-
y Cigrang (1988) señalaban algunas de estas ven- quismo, etc.; el tercero y contemporáneo, un énfa-
tajas, referidas a la puesta en marcha de programas sis por intervenciones más comprehensivas, del
antitabaco, pero que pueden generalizarse a cual- tipo de estrategias corporativas en salud, que alum-
quier actuación en salud. Ellas representan una in- bran programas globales de promoción de la salud
tervención en el lugar de trabajo que 1) ofrece la po- y prevención de la enfermedad como forma de me-
sibilidad de conseguir un número apreciable de jorar la calidad de vida del empleado y, en conse-
individuos interesados en el programa que rentabi- cuencia, reducir los costes sanitarios y aumentar la
lice sus costes manteniendo las ventajas de las apli- productividad que supone contar con trabajadores
caciones colectivas; 2) permite enrolar en progra- más sanos física y psíquicamente. Los programas
mas de promoción y prevención a personas que, de de las multinacionales Johnson & Johnson, Du

Tones (1987), por ejemplo, señala hasta cuatro orienta- cativo, de modelo radical u orientada socialmente a la raíz de

© Edcoines Práimi
14

ciones pedagógicas en educación para la salud, que él denomi- los problemas y de modelo de autopotenciación.
na de modelo médico, orientación volimtarísta o de modelo edu-
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 185

Pont, Control Data, y Polaroid son buenos ejem- ha sido estudiado con profusión en todas las etapas
plos de esto último (Bertera, 1990; Naditch, 1984; del mismo. Sin embargo, un aspecto que está reci-
Nathan, 1984). biendo especial atención en los últimos años es el
Existen varias monografías (p. ej., Cataldo y papel del paciente durante la consulta médica de la
Coates, 1986; Dejoy y Wilson, 1995; Kalimo, Ba- cual saldrá el diagnóstico de su enfermedad, se to-
bawi y Cooper, 1987; Karasek y Theorell, 1990), a marán decisiones sobre nuevas exploraciones, o se
la vez que numerosas revisiones (p. ej., Brodie y prescribirá el tratamiento, como resulta habitual en
Dugdill, 1993; Dugdill y Springett, 1994; Eddy, la mayor parte de las interacciones médico-pacien-
Gold y Zimmerli, 1989; McLeroy, Bibeau, Steckler te que se producen en forma de consulta ambula-
y Glanz, 1988; Sherman, Clark y McEwen, 1989) toria, aunque existen estudios exploratorios al res-
que ofrecen una panorámica general de las aplica- pecto (p. ej., Bradley, 1991; Carrin, 1987; Columbia
ciones en este ámbito, permitiendo reconocer la rica Freestate Health System, 1992; Dening y Haaijer-
• ariedad de intervenciones llevadas a cabo en el lu- Ruskamp, 1994). Razones de descontento de los
rar de trabajo. Sin embargo, las experiencias están usuarios, pero principalmente razones de costes sa-
concentradas en países como Estados Unidos, Ca- nitarios con relación a las tendencias a la prescrip-
nadá, Suecia, Noruega, Finlandia y Japón, mientras ción médica, han hecho que este tema de la toma
_l ue en el resto de Europa y otros países de fuerte de decisiones médica y el manejo de la conducta del
^plantación industrial la literatura sobre aplica- paciente en la exploración se haya convertido en
_ iones en el lugar de trabajo brilla por su escasez o objeto de atención preferente en el ámbito de la ac-
total ausencia. tuación sobre el cuidado profesional de la salud. Va-
lorándose el papel crucial del médico en la adhe-
rencia del paciente (p. ej., Brown y Raven, 1994) y
en la promoción de la salud desde la práctica de la
-itervención en la mejora del cuidado
medicina general y familiar (p. ej., Gallo, 1993;
profesional de la salud
Hellstróm, 1994), y la necesidad de cambiar la
L n nivel de actuación de especial importancia es orientación de la formación médica y de enferme-
ría en cuestiones psicológicas, desde la perspecti-
T

i Je la intervención en la mejora de la ejecución va clásica de la psiquiatría y la psicosomática, to-


fesional en el cuidado de la salud. La puesta en davía enormemente extendida en las facultades y
-íctica del nuevo enfoque biopsicosocial de la sa- escuelas de medicina, hasta una orientación más
_ r y la enfermedad implica la necesidad de que las conductual (p. ej., Bolman, 1995; Gunderman,
Jecisiones y actuaciones médicas (p. ej., elección 1995; Negrillo, Tirado y León, 1992).
Jel tratamiento, proceso diagnóstico, concesión del
. ta médica, hospitalización, etc.), así como los cui- Retomando la cuestión de la exploración y diag-
i._ eos de enfermería, consideren el papel de los fac- nóstico médico como proceso de interacción, Ro-
res psicológicos en la importancia que merecen, binson (1989) indicaba dos tipos de contribuciones
. conveniencia de establecer que el paciente sea que los pacientes pueden hacer al proceso de con-
: --iderado como un participante activo y no un sulta médica, y que denominó como contribuciones
-ero receptor pasivo del proceso de intervención y tipo 1 y tipo 2. Las primeras se refieren a la for-
i Je tener en cuepta que los pacientes se ven afec- mulación de comentarios y preguntas, realizados
N por la información que reciben o no reciben, sin invitación directa del médico, que pueden for-
: -uen o mal trato que se les dispensa y las condi- mularse previamente a que la consulta efectiva ten-
nes ambientales en las cuales se les trata (cali- ga lugar, resultando del conocimiento propio del
la c residencial) tanto en internos como en el caso paciente, y que pueden servir para establecer una
re cuidado ambulatorio. idea acerca de las principales preocupaciones del
paciente, sus creencias acerca de lo que le sucede,

CbdcíoinesPárimdie
El papel del paciente en el proceso de atención
-ejica (diagnóstico, tratamiento y recuperación) o las informaciones que ha recibido de legos acer-
1 8 6 / Psicología de la salud

ca de sus problemas. En tanto que se trata de com- Descripciones y/o análisis de algunas de estas es-
portamiento verbal no requerido, puede reflejar re- trategias se encuentran en DiMatteo y DiNicola
pertorios muy fuertes cuya existencia debe tenerse (1982), Pendleton, Schofield, Tate y Havelock
en cuenta. Las contribuciones de tipo 2 son co- (1984), Robinson y Whitflied (1985, 1987) y Tuc-
mentarios y preguntas realizados por el paciente sin kett, Boulton y Olson (1985). Igualmente, una con-
invitación directa del médico, que pueden ser for- ceptuación del proceso de cuidado de la salud, que
mulados durante o después de la consulta pro- incluye la guía y educación de los pacientes por
piamente dicha, como resultado de la información, parte de los profesionales con ocasión de su con-
instrucciones, actuaciones para el diagnóstico, con- tacto con ellos durante la realización de operacio-
sejos o preguntas que el médico haya realizado du- nes de cuidado de la salud, se encuentra en Kem-
rante la misma. per (1980).
Desde la posición de este autor, la intervención Ha sido repetidamente argumentado que los pa-
sobre el papel del paciente en la consulta médica cientes bajo tratamiento médico se encuentran su-
pretendería incrementar la ocurrencia de ambos ti- mamente receptivos a las indicaciones, consejos e
pos de contribuciones o participaciones buscando instrucciones de cuidado de la salud y prevención
un paciente más activo e implicado en su propio que se les ofrezcan (Cotanch, 1984). Sin embargo,
cuidado. Se han encontrado dos tipos de evidencias entre los profesionales se ha desarrollado poco in-
que apoyan la opinión de que es mejor que el pa- terés por aprovechar de forma sistemática y orga-
ciente exprese en todo momento sus ideas, deseos nizada dichos momentos sensibles. Una de las ra-
e interrogantes durante la consulta (y por extensión zones puede ser la falta de tiempo y medios que
durante todo tipo de interacción en el cuidado de su caracteriza crónicamente al sistema socializado de
salud), como resultado de numerosos estudios que salud y, en especial, a los hospitales, pero otra ra-
analizaron el comportamiento de los pacientes en zón también puede ser la actitud contraria, despre-
las interacciones médicas (revisados en Robinson, ciativa o escéptica de los propios profesionales ha-
1989): 1) evidencias que han identificado pro- cia la utilidad, conveniencia o competencia de tal
blemas en el recuerdo y comprensión de las ins- tipo de actuaciones. La intervención sobre los pro-
trucciones y consejos médicos durante la consulta fesionales de la salud, modificando estas creencias
cuando tales contribuciones no se hicieron, y 2) evi- y opiniones, permitiría el desarrollo de habilidades
dencias que han encontrado resultados positivos comunicativas que pudieran traducirse en el apro-
para consultas en las que se hicieron tales contri- vechamiento de este potencial de cambio conduc-
buciones. tual que hoy permanece en su mayor parte desa-
Por ello, se han explorado las formas posi- provechado.
bles de incrementar el comportamiento participa- Otras razones pueden estar relacionadas con las
tivo de contribución del paciente a la interacción características políticas y sociales de la propia es-
médica, encontrando que dichas estrategias impli- tructura sanitaria y las consecuencias que ello de-
can la alteración de la dinámica tradicional de in- riva sobre pacientes y profesionales. En países con
teracción médico-paciente en maneras que permi- estructura sanitaria privada, en los que los pacien-
tan que el paciente se sienta libre para presentar tes fácilmente se perciben a sí mismos como con-
espontáneamente sus ideas y expectativas previas sumidores con derecho a exigir calidad y atención
a la consulta acerca de lo que le sucede y su evo- por el producto que están pagando, es fácil que to-
lución futura, y la presentación de la información das las intervenciones tendentes a lograr una ma-
médica, las instrucciones para el tratamiento y los yor participación e implicación del paciente en el
consejos sobre el comportamiento en una forma proceso de atención tengan una buena acogida. Por
que impida que los pacientes sean receptores ejemplo, en Estados Unidos existen numerosas pu-
pasivos y les permita ser conscientes de sus erro- blicaciones dedicadas a diseminar información re-
res, malentendidos y problemas (Robinson, 1989).
© Edcoines Párimdie€H--
levante sobre la salud, la elección de médico y hos-
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 187

pital, los derechos de los pacientes, el uso y abuso coste social para las clases más desfavorecidas de
de los procedimientos de diagnóstico, percibiéndo- un sistema de salud privatizado es de sobra cono-
se el sistema de salud como un servicio más, aun- cido, el coste conductual del sistema de salud pú-
que de especial trascendencia, al que hay que exi- blico no termina de ser valorado en su justa di-
gir un funcionamiento adecuado. Mientras que el mensión.

CbdcíoinesPárimdie
PARTE SEGUNDA
Ámbitos de actuación
en psicología de la salud
Discriminación del riesgo
JESÚS GIL ROALES-NIETO
6

No hay comportamiento de riesgo más elemen- una persona percibe, interpreta y actúa sobre la in-
ta] que no darse cuenta del riesgo, un fenómeno co- formación proveniente de su propio cuerpo, ha
nocido técnicamente como insensibilidad al riesgo. agrupado el ámbito de estudios que abarcan el cam-
Dicho fenómeno ha sido estudiado bajo diferentes po de referencia a la percepción de las señales in-
descriptores y desde diferentes puntos de vista, de ternas, algo básicamente relacionado con el fenó-
-.añera que términos como percepción del riesgo, meno de sensibilidad o insensibilidad al riesgo.
-sensibilidad al riesgo, inconsciencia somática, fa- Claramente, un individuo sin capacidad de discri-
en la autorregulación, sesgo optimista, optimis- minación para las señales internas de su propio or-
- irreal y sensación de invulnerabilidad señalan ganismo sería un individuo expuesto a riesgos.
rrerentes teorizaciones sobre los mismos hechos. Cabe diferenciar entre el concepto de señal y el
E-:o es, algunos individuos, por las razones que de síntoma. Las señales pueden definirse como
~_ere. no son conscientes, en el sentido de sensibles, eventos corporales detectables por otra persona o
»los riesgos que para la salud suponen ciertos com- por el propio sujeto que presentan un referente fí-
"amientos, o no responden a ciertas señales in- sico (una hinchazón, un bulto, un cambio en el co-
r:adoras de peligro llevando a cabo comporta- lor de la piel, un cambio en el ritmo cardíaco, una
- entos de prevención o evitación. sensación de pinchazo en el estómago, etc., son
La cuestión incluso ha llegado a ser psicopato- ejemplos de señales). A su vez, los síntomas son
k . zada. Por ejemplo, Hanna (1988) afirmaba que acontecimientos subjetivos aparentes para la per-
nachos de los problemas de salud objeto de estu- sona afectada y pueden estar formados por señales
i ce la psicología de la salud se desarrollan a con- que indican un proceso patológico. En cualquier
«r. .encia de la incapacidad del individuo para man- caso, muchos eventos relacionados con la salud to-
kaer la conciencia somática a lo largo de su vida, man la forma de cambios o señales internas que
m : rma que algunas personas sufren una especie proporciona el organismo, y a los que sólo tiene
jt amnesia somato-motora o falta de conciencia so- acceso directo el propio sujeto. En este capítulo res-
ca que caracterizaría a muchos pacientes con tringiremos la atención a este tipo de señales. En-
mas de salud, y especialmente a los enfermos tre dichas señales internas algunas pueden identifi-
s. Sin embargo, dicha formulación es alta- carse a veces como síntomas de procesos morbosos
especulativa y el apoyo empírico que ofrece en un determinado nivel, y a veces como señales
ente se trata de una miscelánea de casos de que anuncian un riesgo o peligro para la salud in-
^ción, habituación al dolor, etc. minente o aplazado. Las señales internas se em-
El concepto de conciencia somática, definido plean, por tanto, como feedback básico para la au-

Párimdie
r íffi (1991) como el proceso mediante el cual torregulación que ponga en marcha respuestas
1 9 2 / Psicología de la salud

correctoras o compensadoras que traten de resta- zarse que ésta proviene de su capacidad de enmasca-
blecer el equilibrio en el organismo. Cuando esto ramiento de la percepción de síntomas o cambios cor-
ocurre, decimos que una señal interna funciona porales, como ha sido postulado para individuos con
como síntoma. De ello es fácil colegir que una per- patrón de conducta tipo A, cuyo nivel de percepción
sona con buena capacidad de reconocimiento so- de señales internas desciende hasta casi suprimirse
mático e interpretación correcta de las señales es- cuando están activamente implicados en la resolución
tará en mejores condiciones para cuidar de su salud de un problema (Carver, Coleman y Glass, 1976;
que quien no posea tal capacidad. Un ejemplo ex- Weidner y Matthews, 1978).
tremo lo representarían los individuos con insensi- La figura 6.1 recoge las distintas formas de ge-
bilidad congènita al dolor, señal interna por exce- nerar insensibilidad al riesgo postulada como un
lencia (Melzack, 1973), o los pacientes diabéticos comportamiento ocasionado por a) la presencia
con insensibilidad a (o falta de) los síntomas adre- de ciertas barreras que impiden una correcta per-
nérgicos y/o neuroglucopénicos de los estados hi- cepción e interpretación de las señales que indican
poglucémicos. peligro para la salud o el bienestar, como pueden ser
Pero en la mayor parte de los casos la insensi- el mantenimiento de creencias de invulnerabilidad
bilidad a las señales de riesgo es de tipo funcional ante los riesgos, o b) fallos o defectos en la percep-
con diversos grados de ocurrencia, en tanto que en ción del riesgo, entre los que destacan aquellos re-
algunos casos el individuo puede percibir correcta- lacionados con la percepción de las señales internas
mente (en el sentido de ser capaz de informar de su que indican cambios fisiológicos de importancia
ocurrencia) que se trata de una situación, conduc- para la salud.
ta o síntoma de riesgo y, sin embargo, no actuar en Duval y Wicklund (1972) formularon la teoría
consecuencia, en cuyo caso o bien dichas señales de la conciencia de sí mismo o autoconciencia
no han adquirido la capacidad funcional de señalar (self-awareness theory) en un intento de explicar el
contingencias relativas a la salud, o bien sí lo han comportamiento de insensibilidad al riesgo provo-
hecho pero otras señales u otro tipo de contingen- cado por fallos en la percepción de las señales o sín-
cias se sobreponen. Por ejemplo, tal sería el caso tomas que lo indican, una de cuyas premisas bási-
para explicar parte de la capacidad patogénica de cas señala que cuando un individuo es consciente
algunos patrones de comportamiento, al hipoteti- de algún aspecto de sí mismo, tiende a ser más pre-

r Sesgo optimista
Barreras
como...
k Sensación de invulnerabilidad
Puede ser («ilusión de invulnerabilidad»)
Insensibilidad al riesgo - ocasionada
por...

Fallos en la Fallos en la percepción


percepción f de las señales
del riesgo...
i Fallos en la interpretación
de las señales

© Edcoines Piráir:3:
Figura 6.1.—La insensibilidad al riesgo se postula como un comportamiento ocasionado bien por la presencia de ciertas «barrera- >
como son el mantenimiento de ciertas creencias o formas de ser, bien por fallos en la percepción del riesgo.
Discriminación del riesgo / 193

ciso en términos de expectativas y conductas au- basarse sobre las mismas señales externas para in-
toinformadas sobre dicho fenómeno (Wicklund, ferir los estados internos del individuo» (Bem, 1972,
1975). Sin embargo, la manera en la que se esta- p. 2). Tales proposiciones conforman el núcleo cen-
blece el grado de conciencia de sí mismo no es otra tral de postulados de esta teoría, de acuerdo con la
que la precisión con la que una persona informa cual las habilidades de percepción e informe de lo
sobre lo que acontece en su interior y las conse- que sucede dentro de nuestro organismo se apren-
cuencias que obtiene o se derivan de ello, por lo que den durante los primeros años de la vida en la mis-
más que explicar esta teoría describe, en la medida ma forma que se aprenden las demás habilidades
en que no introduce nuevas variables que expliquen verbales descriptivas . En el caso de los eventos in-
2

el origen de tal repertorio. Con todo, esta línea de ternos, en tanto que los referentes son fenómenos
conceptuación ha producido abundante literatura en cuya existencia sólo detecta el propio sujeto y no re-
psicología de la salud incorporando como una ex- sultan directamente accesibles a su comunidad ver-
tensión el concepto de autoconocimiento (self-cons- bal, estamos ante interacciones que representan ca-
:iousness), de acuerdo al cual una persona que se suísticas más sutiles y fácilmente sujetas a error que
autoconoce presumiblemente será más precisa en la aquellas otras en las cuales el referente es público.
Dercepción e interpretación de la información sobre Por ello, el proceso mediante el cual aprendemos a
-.us estados internos, que otra persona cuyo auto- describir (informar) sobre nuestras propias sensa-
jonocimiento sea bajo (p. ej., Buss, 1980; Fenigs- ciones y emociones es intrínsecamente complejo y
tein, Scheier y Buss, 1975; Gibbons y cois., 1979; está sujeto a multitud de posibles desviaciones por
Scheier y Carver, 1977; Scheier, Carver y Gibbons, su propia naturaleza, si bien cabe entenderlo como
1979), planteamiento que, ajuicio de Pennebaker un proceso exitoso moldeado a lo largo de la histo-
• 1984), falla al considerar la precisión como un fe- ria verbal de la humanidad en miles de liturgias
nómeno unidimensional, cuando los datos disponi- que han permitido, con cierta facilidad, a millones
bles indican justo lo contrario (p. ej., Pennebaker, de personas ofrecer información inaccesible a los
1982). Por otro lado, no ha obtenido apoyo empi- demás sobre su propio organismo en una manera
c o la presunta relación entre atención autodirigi- fiable y eficaz en la inmensa mayoría de las oca-
ia y precisión en la percepción de señales internas siones.
p. ej., Gillis y Carver, 1980; Pennebaker y Skelton, Desde esta perspectiva funcional y evolutiva, la
1981). teoría de la percepción de sí mismo aborda el com-
Otro intento explicativo, desde una perspectiva portamiento de percepción e informe de las seña-
-.ticional, consiste en la denominada teoría de la les internas como un repertorio sujeto al mismo tipo
percepción de sí mismo (Bem, 1967a, b, 1970,
1 de leyes que el resto de comportamientos (Bem,
-72). Desde este punto de vista, «los individuos 1972), al margen de que posea numerosas peculia-
egan a conocer sus propias actitudes, emociones ridades. De tal modo, los informes verbales acerca
iemás estados internos parcialmente infiriéndo- de nuestro organismo no están sujetos sólo y ex-
- de las observaciones de su propia conducta y/o clusivamente al control de los estímulos privados
je las circunstancias en las que dicha conducta ocu- que percibimos como estados o cambios en el or-
: Así, cuando las señales internas son débiles, ganismo, y que ab origine pusieron en marcha fun-
nbiguas o indescifrables, el individuo está fun- cionalmente dicho repertorio, sino que también
. nalmente en la misma posición que un observá- pueden estar parcial, e incluso totalmente, contro-
i s externo, observador que debería necesariamente lados por los eventos públicos que acompañan o

En el original inglés Self-Perception Theory, que en oca- 2 Punto de vista que se sustenta en el clásico análisis de los
•es puede encontrarse traducida como «teoría de la autoper- eventos privados de Skinner (1945. 1953, 1957).
ic-ón».
E-: . m e s P i r á m i d e
1 9 4 / Psicología de la salud

conforman el proceso de entrenamiento en la des- mentario es insensible al tacto desde la faringe has-
cripción de los mismos típico de cada comunidad ta el canal anal, pero sí lo es en éste. Sin embargo,
verbal (Bem, 1964, 1965), lo que produciría las fre- el ensanchamiento o distensión (provocado por el
cuentes y extendidas diferencias individuales y cul- inflado del globo introducido) sí es un tipo de sen-
turales en la percepción de las señales internas que sación detectable, aunque de diferente manera en
caracterizan a los humanos. diferentes lugares; por ejemplo, en el esófago se
percibe como una sensación de plenitud, siendo ca-
paz el sujeto de indicar el lugar en el que «siente»
DISCRIMINACIÓN DE ESTADOS INTERNOS tal estimulación, mientras que cuando se provoca en
Y SÍNTOMAS el estómago se describe como una sensación de sa-
ciedad o repleción, y cuando se provoca en el in-
El estudio de la discriminación de los estados in- testino delgado o grueso se percibe como una sen-
ternos y síntomas se ha establecido en psicología de sación de plenitud o «estar lleno» que suele ser
la salud como una firme y fructífera línea de in- atribuida a flatulencia, sin que los sujetos pudieran
vestigación aplicada a la intervención en algunos localizar el lugar de estimulación en estos casos.
trastornos crónicos, considerándose este tipo de ha- Otros estímulos, además de la distensión, tales como
bilidad en la base de la mayor parte de los fenó- calor, frío y contacto con ácidos y alcohol, fueron
menos de insensibilidad a las señales internas y de también investigados en estos estudios pioneros,
percepción errónea de las mismas. encontrándose que las sensaciones de frío y calor
Estado interno, síntoma o sensación de los es- eran percibidas sólo en el esófago y en el canal anal,
tados internos son términos que utilizaremos en mientras que la aplicación de ácidos en el estóma-
forma equivalente siguiendo la definición de los go o en el esófago no fue percibida, y la de alcohol
mismos que estableció Pennebaker (1982), delimi- en el estómago produjo una sensación de calor o de
tándolos como percepciones, sentimientos o creen- quemazón.
cias acerca de los estados de nuestro cuerpo. La per- Igualmente, Hertz (1911) informó haber encon-
cepción o discriminación de estados internos o trado diferencias individuales en la habilidad de los
síntomas es un comportamiento complejo que im- sujetos para discriminar o percibir las sensacione>
plica, al menos, dos aspectos. Por un lado, la per- producidas por los diferentes estímulos sobre e!
cepción de ciertas señales de nuestra actividad fi- tracto alimentario, diferencias que atribuyó al
siológica, y por otro lado, el informe verbal de la aprendizaje o sensibilización a ciertas estimulacio-
misma (que puede o no estar basado en dicha per- nes que podría tener lugar en algunos sujetos, de tal
cepción). En el ámbito de actuación de la psicolo- manera que unos mostraban mayor grado de con-
gía de la salud, una sensación, síntoma o discrimi- ciencia que otros respecto a sus señales internas o
nación de las señales provenientes de nuestro cambios que ocurrían en su organismo.
organismo tiene valor en tanto pueda aportar in- Otro de los intentos pioneros de estudiar ..
formación sobre nuestros estados internos que re- precisión en la percepción de los estados interno>
sulte valiosa para el mantenimiento de la salud y la está representado por los estudios llevados a cabc
prevención o el tratamiento de la enfermedad. por algunos psicólogos desde una perspectiva so-
Como Whiíehead (1983) recoge, ya Hertz cial y del estudio de la personalidad. Así, por
(1911) comenzó a estudiar a principios de siglo la ejemplo, Estes (1938) y Vernon (1933) estudiaron
percepción de señales internas o «conciencia sen- la precisión con la que podían emitirse juicios so-
sorial» producidas en el tracto alimentario, por me- bre los estados emocionales y las características
dio de técnicas como la introducción de fluidos, de personalidad de otros. Al respecto, el lector in-
globos y sondas en el intestino por la boca o por el teresado puede acudir a Schneider, Hastorf y E1N-

© EdcoinesPirári:3:
recto, o mediante una gastrotomía, ileostomía o co- worth (1979) para un compendio de estos puntea-
lostomía. De sus estudios concluyó que el tracto ali- de vista.
Discriminación del riesgo / 195

Finalmente, también Mandler y su equipo es- pues, las señales internas compiten con las exter-
tudiaron la percepción de señales autonómicas en nas y ciertas condiciones harán más probable que
una serie de estudios que les llevaron a concluir los individuos tomen conciencia de su estimulación
que las personas difieren en su grado de atención interna. Entre estas condiciones se encuentran, por
a sus cambios autonómicos (Mandler y Kahn, ejemplo, el número de estímulos en competición en
I960; Mandler, Mandler y Uviller, 1958), llegan- cada momento y la naturaleza o característica de las
do a elaborar un sistema de evaluación, el Cues- señales en competición (Pennebaker, 1982).
tionario de percepción autonómica (Autonomic Como el mismo autor llega a establecer, la pro-
Perception Questionnaire, APQ), que se refiere babilidad de percibir señales internas se expresa
como el primer intento sistemático de medición de como una función de la razón entre la cantidad o
tal repertorio. relevancia de la información potencial interna y la
cantidad o relevancia de la información potencial
externa, y puede expresarse por la siguiente fór-
Informe de estados internos como síntomas mula:
En sí misma, la habilidad para percibir estados Conciencia de estados internos —
internos o síntomas es altamente adaptativa, sin em- f (información interna/información externa)
bargo, como veremos a lo largo de este capítulo, el
informe del estado interno o de síntomas está su- De este modo, la información de la ocurrencia
eto a un gran número de sesgos y distorsiones, de síntomas por un individuo debe considerarse
unos de naturaleza puramente perceptual (y rela- como inversamente relacionada a la cantidad de po-
cionados con la especial naturaleza y ocurrencia de tencial información externa disponible. Del mismo
las señales o estímulos), y otros de naturaleza más modo, si la información externa permanece inva-
diversa y que tienen relación con la multitud de va- riable, el informe de síntomas estará positivamen-
nables que determinan el tipo de informe verbal en te correlacionado con el grado de potencial infor-
el que finalmente se convierte cualquier comporta- mación interna disponible.
miento perceptivo. Lo anterior pareció confirmarse empíricamente
El proceso de percepción de señales internas ha en varios estudios pioneros que permitieron com-
-:do profusamente estudiado desde una perspecti- probar cómo la probabilidad de percibir señales in-
a cognitiva por Pennebaker y sus colaboradores, ternas (síntomas o emociones) era mayor cuanto
cabiendo llegado a elaborar todo un cuerpo de da- menor era la información externa presente (por
3S y teoría acerca del fenómeno que, indepen- ejemplo, Moos y Van Dort, 1977; Morgan y Po-
;;entemente de la posición teórica en la cual ha sido llack, 1977; NCHS, 1970, 1977, 1979a, b, c; Pen-
abordado, resulta imprescindible punto de análisis nebaker, 1980; Pennebaker y Brittingham, 1979;
rara el estudio de este tipo de fenómenos. Pennebaker y Lightner, 1980; Wan, 1976). Por
El análisis de Pennebaker sobre la percepción de ejemplo, se encontró que los individuos solteros
•cñales internas considera que dicho repertorio está que vivían solos o estaban desempleados informa-
metido a las mismas leyes de la percepción de es- ban de más síntomas, tomaban más medicinas e in-
tímulos externos, de tal modo que todo organismo formaban más sufrir depresión que los individuos
ríe una capacidad de percepción limitada pu- casados o con empleos. Igualmente, los individuos
. endo «atender» una cierta cantidad de informa- con trabajos rutinarios o aburridos presentaban tam-
. : n a la vez, e igualmente considera que existe una bién mayor tasa de informes de síntomas, de uso de
-í -rmación potencial tanto fuera como dentro del medicinas y de absentismo laboral.
nanismo, de tal modo que la búsqueda de infor- La razón básica de todo ello parece estar en la
nición puede oscilar entre los estímulos internos

: : . ones Párimdie
excesiva atención prestada a sí mismos por indivi-
* ís externos dependiendo de ciertas variables. Así duos con poca estimulación externa competidora de
1 9 6 / Psicología de la salud

la estimulación interna. De hecho, otros estudios Dependiendo del tipo de error cometido en la
parecen indicar que puede generarse una tendencia discriminación de las señales internas del organis-
a exagerar el grado de los síntomas que se perciben mo, las consecuencias varían, de modo que las des-
en personas muy centradas en las señales prove- ventajas o peligros que comporta dicho fallo en la
nientes de su organismo (por ejemplo, Kanfer y percepción del propio organismo varía en función
Goldfoot, 1966; Pennebaker, Skelton, Wogalter y del sesgo o error cometido. Al respecto, Penneba-
Rodgers, 1978; Taylor y Fiske, 1978). ker (1982) elaboró una tipología que intenta apre-
En el lado contrario se encontrarían los indivi- sar las diferentes casuísticas relacionadas con la
duos absortos en su trabajo y/o mundo social, es de- percepción de señales internas, estableciendo que
cir, muy controlados por las fuentes de estimulación cabe distinguir hasta cuatro tipos generales de per-
externa que les rodean y poco pendientes de las sonas en función de la manera en la que perciben
fuentes de estimulación interna. En estos casos, los síntomas. Un primer tipo lo formarían aquellas
Pennebaker (1982) hipotetiza un mayor riesgo para personas con incapacidad para percibir los sínto-
la salud, consecuencia de dicho control perceptual mas, contando en los casos extremos con quienes
selectivo por dos razones. En primer lugar, porque padecen insensibilidad congènita al dolor (Mel-
las personas sometidas a una intensa estimulación zack, 1973), uno de los síntomas clave para la sa-
externa persistente muestran mayores niveles de ac- lud. Un segundo tipo lo formarían aquellos indivi-
tividad autonómica que terminan por afectar a la sa- duos que perciben sus síntomas correctamente pero
lud (ver en el capítulo 11 las consecuencias para la no informan de ello, tendencia que conlleva el ries-
salud del estrés). En segundo lugar, porque la esti- go de no recibir ayuda ante la aparición de señales
mulación externa impide percibir sensaciones cor- que indican posibles alteraciones de la salud. El ter-
porales que pueden representar señales de dese- cer tipo serían aquellos individuos que perciben mal
quilibrios orgánicos. y/o informan mal sus síntomas, de tal manera que
En cualquier caso, la habilidad para percibir sín- ello puede conducirles a cometer errores en la atri-
tomas resulta altamente adaptativa, en el sentido de bución correcta de causas o significados a los sín-
que un organismo capacitado para percibir las se- tomas (por ejemplo, atribuir a problemas no graves
ñales internas que funcionan como síntomas de pro- como una indigestión o indisposición ligera sínto-
cesos patológicos estará en mejores condiciones mas que indican el comienzo de una crisis cardía-
para lograr la supervivencia que otro organismo que ca; o, al contrario, magnificar o exagerar el signi-
no discrimine dicho tipo de estimulación y conoz- ficado de ciertas señales atribuyéndolas a posibles
ca su significado para la salud. Ahora bien, como trastornos de la salud inexistentes). Por último, ei
Pennebaker señala, el sistema autorregulador de los cuarto tipo implicaría a personas que se mantiener.
síntomas es, en sí mismo, un sistema que propicia muy atentas a las señales de su organismo y que
los errores por las dificultades intrínsecas a la ta- tienden a informar como síntomas estados o cam-
rea. Lo normal, por tanto, es encontrar repertorios bios que no están relacionados con posibles patolo-
muy deficientes en cuanto a la discriminación de las gías.
señales internas, algo que ha sido estudiado en el Una forma, ya clásica, de medir la capacidad de
caso de algunas enfermedades crónicas como dia- discriminación de los estados internos es el cues-
betes y enfermedades renales con necesidad de diá- tionario desarrollado en 1977 por Pennebaker y s .
lisis, y enfermedades cardiovasculares —infarto de equipo (Pennebaker, Burnam, Schaeffer y Harpe:.
miocardio y trastornos coronarios— (Avis, Smith y 1977) y conocido como PILL (Pennebaker Inveì:-
McKinlay, 1989; Becker y Levine, 1987; Christen- tory ofLimbic Languidness). Consistente en un lis-
sen, Wiebe, Edwards, Michels y Lawton, 1996; tado de 54 ítems que representan otras tantas sen-
Wing et al., 1986), así como en el caso de indivi- saciones corporales y/o síntomas comunes requiere
duos sanos, como reflejan los estudios anterior-

© EdcoinesPirári:3:
que la persona puntúe sobre una escala de cinco \ _-
mente comentados. lores aquel que corresponde a la frecuencia con _
Discriminación del riesgo / 197

que le suceden cada una de dichas experiencias 1964), de la distensión rectal (Whitehead, 1983;
(desde un valor mínimo correspondiente a «nunca Whitehead y cols., 1981), del nivel de glucosa en
o muy raramente experimento el síntoma», hasta un sangre (Pennebaker y cois., 1981, para el estudio
valor máximo correspondiente a experimentar el pionero, si bien ésta es una de las líneas de inves-
síntoma «más de una vez a la semana»). Ahora tigación que ha continuado hasta la actualidad), de
bien, este cuestionario mide sólo la información de la temperatura de los dedos, la congestión nasal y
síntomas y no la precisión con la que los síntomas la tasa cardíaca (Pennebaker y Skelton, 1981), de la
se informan (esto es, la correspondencia o ajuste en- presión sanguínea (Pennebaker y cois., 1982),
tre el informe verbal de un cambio fisiológico y la etcétera.
ocurrencia real del mismo), otro de los aspectos de En general, cabe establecer que los datos sobre
capital importancia en el análisis del comporta- percepción visceral hacen suponer que el grado de
miento de informar acerca de lo que sentimos que autoconocimiento ad libitum, en cuanto capacidad
sucede en nuestro organismo. para identificar las propias experiencias viscerales,
Otra de las formas pioneras desarrolladas para es poco menos que parecido al azar (Fisher, 1986).
evaluar la tendencia individual a atender o no a las Pennebaker (1982) resumía una serie de hechos de-
experiencias y eventos internos fue la Private Self- ducidos de la revisión de los estudios sobre este fe-
Consciousness Scale (PSC), elaborada por Fenigs- nómeno, así como de sus propios trabajos, entre los
:ein, Scheier y Buss (1975). Igualmente, Miller, cuales cabe destacar: 1) la interrelación encontra-
Murphy y Buss (1981) elaboraron la Private Body da entre percepción de señales internas y percep-
Consciousness Scale (PBC) como un instrumento ción exteroceptiva (en tanto con frecuencia los in-
jue permite evaluar la tendencia a atender o no a dividuos infieren sus síntomas y estados internos de
as sensaciones físicas internas y procesos corpo- su ambiente inmediato); 2) el hecho de que las per-
.iles, y que ha sido empleada en varios estudios sonas al percibir sus propias señales tiendan a
p. ej., Ahles, Casseus y Stalling, 1987; Baradell organizarías e interpretarlas de acuerdo a sus es-
. Klein, 1993; Christensen y cois., 1996; Martin, quemas de pensamiento y creencias; 3) la prácti-
Ahles y Jeffery, 1991). camente general ausencia de precisión en la per-
cepción de los estados fisiológicos altamente
específicos, y 4) el hecho de que la precisión o im-
Precisión en la discriminación precisión en la percepción de un tipo de señales
: e señales internas (p. ej., tasa cardíaca), no predice el nivel de preci-
sión para otro tipo de señales (p. ej., el nivel de al-
Aun cuando en los últimos años no ha recibido cohol en sangre, la tensión muscular...).
i vía la atención que merece por su importancia para Mientras que los problemas cardiovasculares re-
_ -.alud, el estudio de la precisión con la que las presentan la primera causa de muerte en el mundo
r-rsonas pueden discriminar sus señales internas sí occidental, los síntomas asociados con dichos tras-
egó a ser el objetivo de numerosos estudios que tornos han representado uno de los objetos de es-
-^n permitido conocer, con cierto grado de detalle, tudio más interesantes en este ámbito. Existe una
-„gunas de las peculiaridades de un comporta- línea de estudios que ha explorado la percepción de
~:ento tan extremadamente sutil. Así, entre los es- la presión sanguínea, un particular objeto de estu-
-i ios más representativos cabe señalar los dedica- dio dado que las fluctuaciones en la presión san-
Jos a la percepción del dolor (p. ej., Kanfer y guínea se consideran asintomáticas. De hecho, los
: ldfoot, 1966; Tesser y Conlee, 1975), de la fati- estudios sobre percepción de niveles de presión san-
eí y el esfuerzo (Borg, 1962), del consumo de oxí- guínea han mostrado resultados contradictorios, in-
. ; : o y niveles de lactato en sangre (ver Mihevic, dicando algunos que el aumento en la presión san-
981, para una revisión de estos estudios), de las guínea se asocia con un aumento en el informe

•-:oi.nesPárimdie
: -.tracciones del estómago (Stunkard y Koch, sobre síntomas percibidos (p. ej.. Woods y cois.,
1 9 8 / Psicología de la salud

1978), mientras que otros estudios encontraron jus- de hambre, descubriendo que otros factores exter-
to el resultado contrario (p. ej., Tibblin, Lindstrom nos (por ejemplo, el tiempo pasado desde la última
y Ander, 1972), y otros encontraron cierta especi- comida y otras estimulaciones relevantes) eran va-
ficidad sintomatológica asociada a la presión san- riables que controlaban el informe de hambre más
guínea elevada (p. ej., Robinson, 1969). que las sensaciones internas. Dicha supremacía de
Sin embargo, Pennebaker (1982) partiendo de lo que ha terminado por denominarse señales ex-
una lógica idiosincrásica en la manifestación sin- ternas (Gil Roales-Nieto, 1988a) respecto a las
tomática (esto es, caso de que existan, no debe es- señales internas, en la producción de informes ver-
perarse encontrar síntomas universales asociados bales relacionados con estados internos fisiológi-
a la hipertensión; al igual que ocurre con las va- cos, ha sido encontrada con mayor consistencia y
riaciones del nivel de glucosa en sangre en diabé- abundancia de datos en el ámbito de la diabetes me-
ticos, la sintomatología puede variar de paciente llitus (Gil Roales-Nieto, 1988b, 1991; Gil Roales-
a paciente), encontró en pacientes hipertensos y Nieto, De la Fuente y Luzoro, 1994; Luzoro y Gil
diabéticos una variabilidad considerable en los Roales-Nieto, 1993).
síntomas que covariaban con los cambios en pre- Otros estudios que han señalado la importancia
sión sanguínea y en nivel de glucosa en sangre, de la percepción de las señales internas han sido lle-
respectivamente. Variabilidad dependiente tanto vados a cabo con individuos con y sin problemas
de los estados fisiológicos como de los situacio- de incontinencia fecal, en los que se ha medido su
nales. capacidad de percepción de la distensión rectal me-
Esta dependencia de los síntomas o señales in- diante globos inflables insertados en el recto (Whi-
ternas tanto de los niveles fisiológicos como de tehead, Engel y Schuster, 1981 ; Whitehead, 1983).
otras variables externas se detectó también en un es- En dichos estudios se encontró que todos los suje-
tudio ya clásico, llevado a cabo con la intención de tos normales participantes pudieron detectar la dis-
explorar si los individuos obesos son menos preci- tensión rectal provocada por el inflado del globo,
sos en la percepción de las contracciones estoma- algo que sólo ocurrió en el 54 por 100 de los suje-
cales que los no obesos (Stunkard y Koch, 1964). tos incontinentes. Este dato se hace aún más rele-
En dicho estudio, individuos obesos y no obesos vante en cuanto se compara con el resultado sobre
tragaron un globo gástrico capaz de detectar el gra- la incontinencia de un entrenamiento con biofeed-
do de contracción o actividad estomacal, de forma back en la percepción de la distensión, que logró
que podía determinarse si su estómago estaba o no una reducción de la incontinencia del 90 por 100 en
experimentando contracciones en el momento en todos los sujetos incontinentes que resultaron bue-
que se requería su informe sobre sus sensaciones de nos perceptores al inicio del estudio, mientras que
hambre. Los resultados indicaron que alrededor del dicho nivel de mejora sólo se consiguió con el 40
38 por 100 del tiempo en el que sus estómagos no por 100 de los sujetos que no percibían la disten-
estaban contrayéndose, tanto los individuos obesos sión rectal al inicio del estudio.
como los no obesos informaron sentirse hambrien- Finalmente, Pennebaker y cois. (1982) estudia-
tos, porcentaje que cambió cuando sus estómagos ron la percepción de señales internas en 30 estu-
estaban contrayéndose, ya que entonces los infor- diantes universitarios normotensos, a quienes pi-
mes de sentir hapibre en los individuos obesos lle- dieron un informe de las sensaciones relacionadas
garon al 48 por 100, mientras que en los no obesos con siete síntomas físicos (pulso rápido, manos su-
se elevaron hasta el 71 por 100, lo que indica que dorosas, tensión muscular, calor en las manos, pal-
las personas no obesas son más sensibles a la esti- pitaciones, respiración pesada y tensión en el estó-
mulación interna de este tipo. mago), mientras se tomaban datos directos sobre la
Ahora bien, otro estudio algo posterior realiza- presión sanguínea sistòlica y diastólica, la tasa car-
díaca, el nivel de resistencia de la piel y la tempe-

© Edcoines Párm
i;it
do por Stunkard y Fox (1971) no encontró la ante-
rior relación entre motilidad estomacal y sensación ratura en el dedo. Los datos indicaron que 23 de lo>
Discriminación del riesgo / 199

30 sujetos tuvieron al menos un síntoma que co- informador. Pennebaker (1982) hace referencia a
rrelacionó con la presión sistòlica que los síntomas una dificultad en términos de «sofisticación o com-
que correlacionaron con la presión sistòlica fueron plejidad cognitiva», concordante con la teoría de
altamente idiosincrásicos (p. ej., mientras que en un Bem (1972) sobre la autopercepción y con el con-
sujeto correlacionaron con la presión sistòlica las cepto de Langer (1978) de mindlessness.
palpitaciones, en otro lo hizo tener las manos su- Por otro lado, la segunda de las razones esgri-
dorosas, en otro sentir tensión en el estómago, etc.), midas por Pennebaker (1982) es un intento de ex-
y se observó una cierta especificidad entre síntomas plicación que atiende al hecho de que los humanos
informados y actividad autonómica relacionada podrían percibir sus estados internos en forma de
(p. ej., palpitaciones y tasa cardíaca). cambios mejor que en forma de estados o niveles
Los hallazgos de estos y otros estudios llevados estáticos o absolutos, lo que llevaría a plantear una
a cabo sobre percepción de estados internos indican modificación en la forma en la que se intenta obte-
que dicha percepción está lejos de ser una habilidad ner la información sobre estos fenómenos, cen-
precisa para la mayoría de los sujetos aunque se ob- trándose en la detección de los cambios fisiológi-
tienen correlaciones moderadas al respecto. Por otro cos mejor que en la detección o percepción de
lado, el grado de habilidad que un individuo posee estados fisiológicos.
para percibir señales relacionadas con un estado in- El fenómeno de la percepción de señales inter-
terno, no tiene por qué ser parejo al grado de habi- nas continúa siendo estudiado en relación con va-
lidad que presenta para otro tipo de señales, de rios problemas de salud (p. ej., Christensen, Wie-
modo que sujetos que perciben bien las señales re- be, Edwards, Michels y Lawton, 1996), pero entre
lacionadas con la actividad cardiovascular pueden todos destaca la diabetes, especialmente el tipo in-
ser muy poco precisos en la percepción de las se- sulinodependiente. Se ha estudiado extensa e in-
ñales relacionadas con la tensión muscular, y vice- tensamente el patrón de percepción sintomática de
versa. La falta de precisión y la unidimensionalidad los pacientes diabéticos, el tipo de variables que fa-
en la misma en la percepción de las señales inter- vorecen y perturban el reconocimiento de las seña-
nas o síntomas, intentaron ser explicadas por Pen- les internas (p. ej., Cox y cois., 1985, 1993; Gil Roa-
nebaker (1982) de acuerdo a razones como 1) la di- les-Nieto, 1992; Pennebaker y cois., 1981; una
ficultad por verbalizar con precisión los estados revisión puede encontrarse en Gil Roales-Nieto y
-ensoriales; 2) el hecho de que los individuos per- De la Fuente, 1994), y se han desarrollado progra-
. iban la actividad fisiológica más en forma de cam- mas de entrenamiento en discriminación de seña-
bios generales o sensaciones generales que en for- les internas (p. ej., Cox y cois., 1992; Gil Roales-
ma de cambios específicos; 3) la disimilitud entre Nieto y Vílchez, 1993), habiéndose confirmado
las formas en las que un individuo transforma en in- experimentalmente que es posible mejorar la capa-
formación verbal sus sensaciones y la forma en que cidad de discriminación de las señales internas en
as investigadores intentan medir la información pacientes diabéticos que, por regla general, carecen
-ensorial, y 4) la inadecuación de las metodologías de ella o incluso mantienen patrones erróneos de
. medidas empleadas. discriminación que representan un riesgo para su
Un análisis de las anteriores razones permite dis- salud.
.ernir la extrema, dificultad que la tarea de percibir En resumen, la conciencia, conocimiento o per-
describir con precisión los estados internos en- cepción de las señales internas o estados internos
raña en sí misma. De especial consideración vie- depende de tres factores o fuentes de información
-c a ser la primera de las razones, en tanto hace re- que configuran el resultado en forma de informe
gencia a la sutileza necesaria para verbalizar la verbal que transmite el sujeto sobre sus estados in-
- formación proveniente del organismo en una ma- ternos, a saber: los cambios perceptibles generados

•-:oi.nesPárimdie
rra precisa y comprensible para un observador que por la actividad fisiológica, las señales situaciona-
• dispone del mismo referente que el perceptor- les o ambientales (señales externas) y las creencias
200 / Psicología de la salud

acerca de todo ello. En qué medida todo esto con- te focalizadas). De ello cabría deducir que ser más
figura el comportamiento de informar síntomas es sensibles a las señales internas (o más controlados
algo que, aun habiendo sido ampliamente estudia- por la estimulación interna) puede representar la
do, continúa siendo poco conocido, principalmen- oportunidad de detectar rápidamente los síntomas
te por la poco fértil orientación teórica con la que de enfermedad, con lo que se evitaría el agrava-
ha sido abordado. miento de los procesos patológicos y se aumenta-
ría la posibilidad de detectar señales precoces de
procesos patológicos que si no se detectasen ter-
PERCEPCIÓN DE SEÑALES INTERNAS minarían generando enfermedades graves.
Y CONDUCTA DE INFORME DE SÍNTOMAS Ahora bien, esta tipología puede, a la vez, repre-
sentar un comportamiento de riesgo, como señalan
La mayoría de las alteraciones de la salud cur- los datos referentes a dos fenómenos interesantes
san produciendo cambios en el funcionamiento del como son la llamada enfermedad del estudiante de
organismo que resultan perceptibles. Cuando esos medicina (conforme los estudiantes de medicina
cambios, que bien acompañan al proceso patológi- van aprendiendo los síntomas de diferentes tras-
co como subproductos del mismo, bien son parte tornos, un número importante de ellos cree inco-
intrínseca del propio proceso, son percibidos por rrectamente que padece alguna de dichas enferme-
quien los sufre, inician el proceso de reconoci- dades) y la llamada enfermedad psicogénica masiva
miento psicológico de una enfermedad. Si por al- (una especie de contagio histérico de síntomas ma-
guna razón un individuo es incapaz de reconocer nifiestos a partir de un modelo real o representa-
los cambios en su organismo que pueden anunciar tivo).
futuros o actuales procesos patológicos, o bien, aun Con todo, dada su indudable relación, conviene
percibiéndolos, no «reconoce» su función como estudiar conjuntamente la conducta de percibir los
síntomas, es probable que su comportamiento de in- síntomas que nos ocurren y la de informar sobre su
forme de síntomas sea deficitario, representando un ocurrencia. Una forma de comprender mejor ambos
factor de riesgo para su salud. fenómenos y sus relaciones es, sin duda, estudiar su
La habilidad para percibir (darse cuenta o ser propia génesis evolutiva. Numerosos estudios han
consciente de) nuestros cambios corporales, sínto- abordado el desarrollo durante la infancia de los pa-
mas o señales internas es un tipo de comporta- trones o pautas de comportamiento en lo que a in-
miento que está natural y lógicamente relacionado forme de síntomas se refiere, habiéndose generado
con el de informar acerca de estos fenómenos, si diversas teorías entre las que destacan clásicamen-
bien ambos deben ser tomados como repertorios su- te tres de las primeras en ser formuladas y que fue-
jetos a sus propias variables y que pueden cumplir ron recogidas por Pennebaker (1982).
funciones similares pero también harto diferentes. Una de ellas, conocida como teoría de la aten-
Sin embargo, cuando se han abordado desde un ción excesiva de los padres a la salud de sus hijos,
punto de vista mentalista, la interpretación de los establece que si los padres se muestran excesiva-
datos que relacionan ambos comportamientos ha re- mente atentos a la salud de su hijo, éste terminará
sultado confusa y poco concluyente. Por ejemplo, por adquirir un patrón de atención selectiva a las se-
Miller, Brody y Smmmerton (1987) encontraron que ñales corporales que le harán ser extremadamente
entre los pacientes que buscan tratamiento médico sensible y, en consecuencia, informar con frecuen-
a causa de los síntomas que perciben, aquellos pa- cia de la ocurrencia de síntomas. Sería el típico
cientes internamente focalizados presentaban en- ejemplo de persona que verbaliza con frecuencia
fermedades menos severas y percibían su recupe- que tal o cual parte del cuerpo le duele, o que sien-
ración o cura como un proceso más lento que te tal o cual sensación, que está preocupada por
aquellos otros pacientes que prestaban menos aten- cualquier cambio que tenga lugar en su organis-
ción a sus estados internos (personas externamen-
© Edcoines Párm
mo, etc. Ahora bien, esta teoría no ha obtenido ur
i;it
Discriminación del riesgo / 201

apoyo empírico unánime en tanto que ciertos estu- cho resultado. Así, la teoría general de Pennebaker
dios parecen corroborarla con sus datos, pero otros señala cuatro tipos de interacciones clave en el de-
no han encontrado evidencia de este moldeamien- sarrollo de este repertorio, que son:
to (por ejemplo, Franklin, 1973; Friedman, 1975;
Gonda, 1962; Mechanic, 1972, 1979; Pennebaker, 1. La ocurrencia de frecuentes conflictos fa-
Hendler, Durrett y Richards, 1981; Sheldrake y miliares provoca a) la ocurrencia de cam-
cois., 1976). bios fisiológicos en el niño que le hacen ser
La segunda de dichas teorías es la denominada más propenso a determinados trastornos, a
teoría de la interpretación paterna de las sensa- la vez que afectan el modo en el que el niño
ciones, la cual establece que la manera en la cual vivencia y presta atención a la ocurrencia de
los niños organizan y perciben los síntomas y las síntomas; b) provoca sentimientos de des-
sensaciones de su cuerpo puede ser similar a la ma- control o falta de competencia que minan la
nera en la que lo hacen sus padres. Por ello, las in- confianza del niño en sí mismo y en los de-
terpretaciones de los padres sobre las sensaciones más, de modo que desvía su atención hacia
de sus cuerpos podrían ser imitadas por el niño, de sí mismo, lo que hace que se vuelva más re-
manera que el nivel de precisión en la detección o levante aquello que sucede en su propio
el rango de estímulos que se identifican como sín- cuerpo, y c) incrementa la inseguridad en
tomas dependerán del nivel de precisión e identifi- las relaciones sociales.
cación que los padres posean (Campbell, 1975; Me- 2. Vivir en un clima de inseguridad social ha
chanic, 1964). sido relacionado con el informe de sínto-
Por último, la tercera de las teorías, conocida mas, en la medida en que a) el individuo so-
como teoría de la ganancia secundaria, establece cialmente inseguro busca la aprobación de
que el comportamiento de informe de síntomas está los demás, de manera que estará muy aten-
muy relacionado con la presencia de conflictos o to a los aspectos de sí mismo (peso, apa-
tensión en las interacciones familiares, de manera riencia, etc.) que puedan ser importantes
que el informe de síntomas (más aún, el rol o con- para los demás, adoptando patrones de com-
ducta de enfermo) se vería reforzado negativamen- portamiento no saludable (dietas, alimentos
te. habiéndose encontrado datos favorables a este ligeros, etc.) que pueden propiciar directa o
planteamiento en estudios que han encontrado en indirectamente la sensibilidad a los sínto-
niños que viven en familias conflictivas mayores in- mas, y b) un individuo socialmente insegu-
dices de asma infantil, anorexia y otros desórdenes ro es probable que se vea sometido a con-
Nlinuchin y cois., 1975), mayores tasas de absen- diciones estresantes o de tensión cuando se
tismo escolar motivado por la salud (Boardman, vea obligado a formar parte de contextos so-
1975) y más problemas en las recuperaciones post- ciales normales como son los educativos, re-
peratorias (Jessner, Blom y Waldfogel, 1952). des y contactos sociales, laborales, etc. Ello
Más que representar teorías alternativas que ex- supone una mayor probabilidad de estar
: liquen la formación del comportamiento de infor- expuesto a situaciones donde la mayor ac-
me de síntomas en general, las anteriores teorías tivación fisiológica que se experimenta in-
-¿presentan descripciones de interacciones suscep- crementa la probabilidad de percibir cam-
bles de producir, por separado o en conjunto, un bios fisiológicos que se informen como
repertorio de informe de síntomas. En igual mane- síntomas.
ra las concibió Pennebaker (1982) cuando las inte- 3. Una vez que el informe de síntomas tiene
gró en una teoría más general del desarrollo del lugar, puede quedar reforzado por a) pro-
miportamiento de informe de síntomas, que in- ducir una reducción del conflicto en la me-
tenta recoger todas las casuísticas interactivas que

•-:oi.nesPárimdie
dida en que expresar un informe verbal y/o
: ueden producir aisladamente o en confluencia di- no verbal de síntomas reduce e incluso eli-
202 / Psicología de la salud

mina un conflicto en marcha haciendo que Ciertamente, Hansell y Mechanic (1986) han in-
los presentes (padres, compañeros, el otro tentado relacionar los fenómenos de percepción e
miembro de la pareja, etc.) cesen en su com- informe de síntomas mediante la elaboración del
portamiento beligerante y pasen a preocu- constructo de introspectividad. La introspectividad
parse y atender al sujeto, y b) la eficacia del o disposición personal a la introspección es enten-
informe de síntomas como excusa para el dida como el grado hasta el cual la atención es pre-
fracaso o para la evitación de una obligación ferentemente enfocada, ya sobre uno mismo, ya so-
o compromiso. Y todo ello con la conse- bre el mundo exterior. Dicho constructo es reflejo
cuencia final de producir una orientación de de ciertas asunciones acerca de la naturaleza hu-
la persona hacia su propio cuerpo y no hacia mana, de las que depende ontològicamente. Estas
su conducta verbal de informar síntomas. asunciones, tal como han sido elaboradas en dife-
4. Consecuencia de una frecuente situación rentes lugares (p. ej., Buss, 1980; Carver y Scheier,
conflictiva es un estado de actividad fisio- 1981; Mechanic, 1983), establecen, la primera de
lógica extrema que, en tanto produce cam- ellas, que la capacidad de un individuo para centrar
bios en los estados internos, puede hacer su atención está limitada a una sola cosa cada vez;
que la persona esté más atenta a los cambios la segunda implica que la atención se centra ya so-
sensoriales o signos corporales. bre pensamientos, sentimientos y estados corpora-
les relacionados consigo mismo, ya sobre pensa-
Otra manera en la que ha sido abordada esta te- mientos no relacionados consigo mismo o sobre el
mática tiene sus raíces en la perspectiva sociocul- ambiente; y la tercera, que con el tiempo emerge-
tural de la percepción del riesgo, de la que dos bue- rán diferencias individuales relativamente estables,
nos ejemplos son los estudios de Rowe (1977) y en la cantidad media de tiempo que se emplea en
Lowe (1988), tomando como base de análisis el atender a sí mismo (aun cuando ciertos cambios
comportamiento relacionado con el riesgo de ex- transitorios puedan ocurrir inducidos por las cir-
posición a radiación de bajo nivel, y de Douglas y cunstancias). Dicho de otro modo, aun cuando es
Wildavsky (1983), proponentes, de hecho, de la teo- posible cierta variabilidad, los individuos se pueden
ría cultural de la percepción del riesgo. El argu- llegar a distinguir por su patrón de atención cen-
mento nuclear de esta teoría establece que la per- trada sobre sí mismos o sobre los demás y el am-
cepción de una persona acerca de su ambiente, y su biente en general, adquiriendo dicho patrón la ca-
percepción y evaluación de los riesgos, son moldea- tegoría de un cuasi rasgo distintivo.
das socialmente por los factores de tipo moral, eco- Dicha atención es calificada de difusa querien-
nómico y político que conforman sus vidas . Pun- 3
do señalar con ello que el individuo altamente in-
to de vista social que puede enlazarse con la trospectivo maneja habitualmente una amplia va-
hipótesis de Hansell y Mechanic (1986) de que las riedad de pensamientos, sentimientos y sensacio-
crisis personales, discontinuidades socioambienta- nes corporales sin que exista una meta o propósito
les y eventos importantes en la vida inducen a ser exploratorio o de otro tipo que guíe el proceso
más introspectivo, en tanto que demandan una va- (Mechanic, 1983); es más la idea genérica de «al-
loración del yo y el lugar ocupado en el mundo, guien pendiente de...» que la de «alguien buscan-
aunque, como veremos a continuación, dichos au- do algo». El enlace con la conducta de enfermedad
tores elaboran un concepto de introspectividad más y la de informe de síntomas proviene del hecho an-
complejo y dependiente de mayor número de va- tes señalado: alguien con su atención difusa cen-
riables, y a la vez más abstracto. trada en sí mismo y en lo que le acontece interior-

© Edcoines Párimdie€H--
3 Una aplicación de dicho punto de vista a la evaluación de
los riesgos ambientales para la salud se encuentra en Auer (1989).
Discriminación del riesgo / 203

mente será alguien sensibilizado a, y especializado nadas con su génesis aparece la presencia de padres
en, la detección de cualquier síntoma o señal cor- altamente introspectivos que sirven como modelos
poral que acontezca. a sus hijos para la adquisición de dicho repertorio,
Alguna evidencia empírica se ha aportado sobre a lo que se une el hecho de que este tipo de proge-
la relación entre atención centrada en sí mismo y nitores puede, además, moldear respuestas en sus
comportamiento de informe de síntomas y con- hijos que explícitamente generen comportamiento
ducta de enfermedad. Varios estudios han demos- de atención hacia sí mismos.
trado que la atención centrada en sí mismo corre- Finalmente, este tipo de interacciones pueden
laciona con informes de malestar psicológico y de también enfatizar actividades que indirectamente
síntomas físicos (p. ej., Duval y Wicklund, 1972; favorezcan la atención a sí mismo, tales como ac-
Wicklund, 1975), y otros que centrar la atención tividades «solitarias» como la lectura o juegos in-
sobre algún aspecto del funcionamiento corporal dividuales, el interés por las artes, etc. Los propios
incrementa el informe de síntomas físicos (p. ej., autores citan datos que apoyan estos puntos de vis-
Carver, 1978; Carver y Scheier, 1981; Pennebaker, ta al informar que la introspectividad en adoles-
1982; Pennebaker y Skelton, 1978). Igualmente, centes correlaciona positivamente (r = .12) con la
Hansell y Mechanic (1985) encontraron que la in- de sus padres, con el interés en que sus hijos sean
trospectividad estaba positivamente asociada con la reflexivos sobre sí mismos (.09) y con el estímu-
emisión de informes de malestar psicológico y de lo a que participen en actividades artísticas (.08),
síntomas físicos comunes, correlacionando nega- si bien se trata de datos escasos y poco conclu-
tivamente con el nivel de autoestima y la sensación yentes.
de felicidad.
Otros estudios (p. ej., Greenley y Mechanic,
1976; Mechanic, 1979; Mechanic y Cleary, 1980; ESTADOS INTERNOS, SÍNTOMAS
Mechanic y Greenley, 1976) han mostrado también Y CONDUCTA DE BÚSQUEDA DE AYUDA
que la introspectividad está positivamente asocia-
da con el informe de síntomas en muestras que va- La ocurrencia de un cambio o alteración en
rían ampliamente en edad y otras características, nuestro organismo (un estado interno) que produ-
confluyendo en la idea anteriormente apuntada de ce estimulación intero o propioceptiva puede ser in-
rué la introspectividad es un fenómeno universal terpretado como algo normal, algo lógico dadas las
jertemente relacionado con la conducta de infor- circunstancias o como algo preocupante, esto es,
me de síntomas, en el sentido de predisponer a los una señal que anuncia o advierte la posibilidad de
ndividuos hacia el informe de síntomas como con- que suframos alguna enfermedad. En el último caso
secuencia de mantener su atención centrada sobre decimos que un individuo interpreta el estado in-
-ü propio organismo. terno percibido como un síntoma. A su vez, el gra-
Con todo, el planteamiento de Hansell y Me- do de información de que se disponga sobre dicho
c hanic (1986) no debe tomarse por una posición re- síntoma, la disponibilidad de ayuda, las creencias
acionada con la teoría de los rasgos en tanto que personales que se mantengan acerca de la salud, et-
a introspectividad sea conceptuada como un rasgo cétera, determinarán que la valoración del estado
más de la personalidad de determinados individuos. interno como síntoma termine o no en un compor-
sensación de que esto es así se produce más por tamiento de búsqueda de ayuda relacionada con el
a manera en la que se habla de la introspectividad mismo.
cue por la conceptuación acerca de su posible gé- Según el constructo elaborado por Leigh y Rei-
nesis, respecto a la cual los autores mantienen una ser (1992), la conducta de búsqueda de ayuda se re-
lición ambientalista. De hecho, su desarrollo es fiere a la decisión que un individuo toma de hacer

•-:oi.nesPárimdie
cnido por la consecuencia de un determinado pro- algo acerca de un síntoma o malestar. En la socie-
. r-o de socialización, y entre las variables relacio- dad moderna dicha conducta toma normalmente la
204 / Psicología de la salud

forma de búsqueda de ayuda médica, teniendo mensiones de una enfermedad o síntoma son los
como resultado el contacto con el sistema de salud factores que determinan la manera en la que un fe-
en cualquiera de sus diferentes formas, aunque tam- nómeno concreto de esta naturaleza será percibido
bién es frecuente en los problemas de salud la ocu- por el individuo que lo padece o siente. El prime-
rrencia de conductas de búsqueda de ayuda no-mé- ro, la frecuencia con la que el fenómeno ocurre en
dica (familiares, amigos, pseudoprofesionales de la una población dada, conocido como factor de co-
salud, religiosos, etc.). Por último, también existen munalidad ; el segundo, la familiaridad de los sín-
4

conductas de búsqueda de ayuda cuasimédica, tomas para los individuos de la comunidad a la que
como son los ejemplos de automedicación o la pe- pertenece el sujeto, o factor de familiaridad; el ter-
tición de ayuda a profesionales no médicos pero re- cero, la predictibilidad del curso y resultados de la
lacionados con el ámbito de la salud (por ejemplo, enfermedad o síntoma; y cuarto, la amenaza de pér-
farmacéuticos). dida que suponga el síntoma o enfermedad.
En realidad, este concepto se solapa notable- Factores demográficos como la clase socioeco-
mente con el ya clásico de conducta de enfermedad nómica, la edad, la religión que se practique y la et-
elaborado por Mechanic (1962), en tanto que éste nia a la que se pertenezca han demostrado acondi-
consiste en las formas en las que síntomas dados cionar en una u otra manera la conducta de búsqueda
pueden ser percibidos y evaluados por el individuo de ayuda en salud. Por ejemplo, es ya un tópico en
y la forma en la que actúa o no actúa sobre ellos, sociología de la salud el hecho de que los individuos
de manera que ambos constructos pueden conside- de clases media alta y alta se informan más a me-
rarse como equivalentes. nudo y mejor sobre la salud; e igualmente que las
De todas las variables de las que la conducta de orientaciones hacia la enfermedad (el concepto que
búsqueda de ayuda es función, tienen especial im- de ellas se tenga, las creencias que se mantengan,
portancia las relativas al síntoma percibido, entre etcétera) difiere con la clase social, de modo que los
ellas la severidad y cualidad del síntoma. Cuanto individuos de clases sociales bajas son, por lo ge-
más aguda sea su presentación, más severo aparez- neral, más fatalistas acerca de su salud y de la posi-
ca, más doloroso resulte, mayor amenaza a la su- bilidad de contraer enfermedades, y orientan menos
pervivencia represente y más persistente sea, más sus acciones hacia la prevención (Deasy, 1956; Me-
probable es que un síntoma conduzca a la petición chanic, 1968; Rosenstock, 1969).
de ayuda. No obstante, este comportamiento resul- Igualmente, como señalan Leigh y Reiser
ta más complejo que el dictado por esta simple re- (1992), los pacientes de mayor edad tienden a atri-
gla y se ve afectado por una variedad de factores, buir ciertos síntomas al proceso normal de enveje-
entre los cuales Leigh y Reiser (1992) señalan cimiento, no buscando ayuda por ellos, aunque en
como más importantes la percepción de síntomas y el caso de personas mayores que hayan sufrido un
enfermedades, ciertos factores demográficos, el ni- deterioro de sus roles sociales puede darse el efec-
vel de estrés al que el individuo se vea sometido y to contrario de una sobreocupación del propio cuer-
su experiencia previa respecto a la enfermedad y el po como uno de los pocos settings que siguen dis-
sistema de salud. ponibles para la atención (Verwoerdt, 1981). Por
En cuanto al primero de ellos, los autores res- último, los condicionantes culturales asociados a
catan el planteamiento de Mechanic (1962) sobre ciertas ideas y prácticas religiosas, así como las
los factores que influyen en cómo los síntomas y la creencias y reglas culturales típicas de cada etnia o
enfermedad son percibidos, según el cual cuatro di- grupo social, son variables que determinan también

Neologismo que nos parece apropiado para señalar el ras-

© Edcoines Párim;it
4

go de «lo común» entre la población, que el término inglés com-


monality quiere señalar.
Discriminación del riesgo / 205

la conducta de búsqueda de ayuda en salud. Por que esté provocando el síntoma o enferme-
ejemplo, son clásicos los estudios de Zborowski dad, y que ha llegado a ser intolerable para
• 1952, 1969) en los que encontró una tendencia a mi- el individuo.
nimizar el dolor y responder estoicamente a su apa- 2. Superación del límite de ansiedad: cuando
rición y a retrasar la consulta al médico en los irlan- el contacto o conducta de búsqueda de ayu-
deses emigrantes en Estados Unidos, mientras que da tiene como motivo la ansiedad provoca-
encontró una tendencia a exagerar el dolor y a reac- da por los síntomas o cambios percibidos,
. ionar a su aparición emocionalmente en ciudadanos ya que aun cuando estos fenómenos en sí
- orteamericanos de ascendencias judía e italiana. mismos resulten tolerables para el pacien-
El papel del estrés en la conducta de búsqueda te, no lo son sus posibles implicaciones o su
re ayuda ha sido también muy estudiado pero fue interpretación.
Mechanic (1962) uno los primeros autores en llamar 3. Problemas de la vida presentados como sín-
a atención sobre el importante papel que el estrés tomas: casos en los que un individuo con-
- cosocial puede tener en la transformación de la tacta con profesionales de la salud a causa
; nducta de enfermedad en conducta de búsqueda de síntomas que no exceden los límites de
re ayuda. En esta perspectiva, el tipo de estrés es tolerancia ni de ansiedad, como eran los ca-
ana variable que determina la importancia de dicho sos anteriores, tratándose de síntomas me-
r tcI. de tal modo que situaciones de estrés inter- nores (dolor de cabeza, sensaciones de ma-
rersonal (p. ej., dificultades serias en la conviven- lestar, etc.) que «ocurren» en un contexto en
. a con la pareja, en las relaciones con los hijos, etc.) el que están presentes dificultades emocio-
r más proclives a propiciar comportamiento de nales o afectivas, debiendo comprobarse
m-queda de ayuda médica por la presentación de que éstas son la verdadera razón subyacen-
. _~ibios o síntomas relacionados con la salud, que te del malestar aun cuando el propio sujeto
o n las situaciones de estrés de otra índole (p. ej., no lo reconozca.
_ _ nómica, laboral, etc., Leigh y Reiter, 1992). 4. Causas administrativas: o cuando las razo-
nes que han determinado el contacto con un
profesional son de tipo administrativo, in-
= -ecipitantes del contacto dependientemente de que el sujeto padezca
r a riente-profesional de la salud o no una enfermedad o experimente o no
síntomas. Ejemplo son las visitas a profe-
Leigh y Reiter (1992) recogen una propuesta de sionales médicos motivadas por la necesidad
V . Whinney (1972) de taxonomía de la conducta de de obtener informes médicos para contratar
- .-rueda de ayuda (que dicho autor denomina con- pólizas de seguros, permisos de conducción
é . ta de paciente), elaborada sobre la base del con- de vehículos, etc.
: entre un paciente y un profesional de la salud, 4. Ausencia de enfermedad: casos en los que
¡co el propósito de valorar dicha conducta desde el motivo de la visita o contacto médico es
ir - perspectiva clínica. La taxonomía contiene cin- preventivo (revisiones o exploraciones pe-
c - itegorías de causas precipitantes del contacto riódicas, planes de seguimiento de embara-
r—ente-profesionaj o conducta de búsqueda de zos, etc.).
i .ra. que pretenden discriminar la funcionalidad
i i e dicho comportamiento intenta cubrir en cada A las categorías anteriores cabría añadir una
r^-o. y que son: nueva categoría que recoge aquellos casos en los
que no es el propio individuo el agente solicitante
Superación del límite de tolerancia: que re- de la ayuda profesional, de modo que la taxonomía
establecida por McWhinney (1972) se completaría

• : . . íes Párimdie
coge los casos en los que las causas del con-
tacto son el dolor, malestar y/o incapacidad con una nueva categoría de la siguiente clase:
206 / Psicología de la salud

5. Búsqueda de ayuda extrínseca: ocasiones ferencial no médico. En cualquier caso, la conduc-


en las que, por imposibilidad material o so- ta de búsqueda de ayuda relacionada con la salud,
brentendida, otra persona distinta del propio tal como ha sido conceptuada por McWhinney
sujeto solicita la ayuda de un profesional (1972), es el resultado de la compleja serie de in-
(por ejemplo, casos de individuos que su- teracciones entre el sujeto y su medio ambiente que
fren un shock insulínico, casos de indivi- Leigh y Reiser (1992) han intentado reflejar en el
duos con crisis epilépticas, etcétera, siendo esquema que representa dicho fenómeno y que re-
extensible a los casos de solicitud de ayuda cogemos en la figura 6.2.
profesional por problemas de comporta-
miento anormal extremo).
DISCRIMINACIÓN DE SEÑALES INTERNAS
La casuística anterior se puede distinguir según EN ENFERMEDADES CRÓNICAS
la presencia o no de síntomas reales que puedan se-
ñalar la existencia de un proceso patológico de una La percepción de señales internas y su corres-
u otra naturaleza o gravedad, distinguiendo entre las pondiente informe son repertorios sutiles amplia-
dos primeras categorías y la tercera, en la que la na- mente afectados por diversas variables, entre las
turaleza del problema requiere de un tratamiento di- que se encuentran las creencias que un individuo ha

© Edcoines Párimdie€H--
Figura 6.2.—Esquema representativo de la conducta de búsqueda de ayuda relacionada con la salud, según Leigh y Reiser (I992i.
de acuerdo a la taxonomía elaborada por McWhinney (1972).
Discriminación del riesgo / 207

desarrollado y mantiene sobre el funcionamiento de maron la existencia de estas falsas creencias en pa-
su organismo y sus estados internos, de modo que cientes hipertensos, cuando se encontró que el 71
ciertas señales se convierten en «síntomas» de por 100 de los pacientes hipertensos que iniciaban
acuerdo a las experiencias del pasado con relación el tratamiento para su trastorno, creían que ciertos
a la salud, a los conocimientos en anatomía y fi- síntomas (principalmente dolor de cabeza, sentir la
siología que se posean, a los modelos a los que se cara ardiente y sentir palpitaciones) les indicaban
haya estado expuesto, a las contingencias experi- que su tensión estaba alta. Creencias que, en lugar
mentadas y a las influencias socioculturales que, en de debilitarse, parecen consolidarse con la expe-
forma de reglas, operan probabilizando las res- riencia como enfermo crónico, ya que entre los pa-
puestas a ciertas situaciones. Por todo ello, la na- cientes que llevaban en tratamiento 6 o más meses,
turaleza idiosincrásica de muchas creencias rela- ascendió al 92 por 100 el porcentaje de los que
cionadas con la salud y el funcionamiento orgánico mantenían las creencias acerca del valor de dichos
es un fenómeno que ya Pennebaker (1982) esta- síntomas como señales de su nivel de tensión. Una
bleció empíricamente sobre datos de percepción de confirmación aún más poderosa de esta tendencia
diferentes estados internos (especialmente, datos la ofreció el seguimiento de los pacientes que ha-
referidos a pacientes diabéticos), y que Leventhal bían iniciado el tratamiento al comienzo del estu-
• sus colegas estudiaron también para la hiperten- dio, encontrándose que entre ellos el porcentaje de
sión (p. ej.. Leventhal, Meyer y Nerenz, 1980; Le- pacientes que mantuvieron las falsas creencias pasó
. enthal, Nerenz y Strauss, 1980 —estudios que die- del 71 al 92 por 100 a los seis meses del trata-
ron lugar a la teoría de la ingenuidad o teoría de miento. Datos que parecen indicar un proceso de
,is creencias sobre síntomas—). Creencias que afianzamiento de las falsas creencias paralelo a la
r ueden ser precisas o imprecisas dependiendo de experiencia como enfermo. Más importante aún,
que señalen o no el estado interno al que el infor- como antes indicábamos, en estos estudios se con-
me verbal del sujeto las asocia. firmó que los pacientes utilizaban sus falsos sínto-
Circunscribiéndonos a los estudios de Leventhal mas para inferir sus estados o niveles de tensión ar-
• su grupo con sujetos hipertensos, se encuentra el terial, regulando la toma de su medicación. Sin
-echo de que la mayoría de los pacientes que par- embargo, en ninguno de los estudios citados los in-
ociparon informaron confiar en determinados «sín- formes de síntomas correlacionaron con niveles rea-
mas» para obtener información sobre sus niveles les de hipertensión que justificasen dichas creen-
re presión sanguínea ajustando la toma de su ine- cias.
rvación a dichas estimaciones, aun cuando habían Esta afectación del comportamiento relativo al
• ido perfectamente informados de que su enferme- cuidado de una enfermedad (o adherencia al trata-
ra i era asintomática, e instruidos en que no debe- miento) ha sido informada también por otros estu-
rran confiar en sensaciones o síntomas como seña- dios llevados a cabo con diferentes tipos de pa-
ra de un aumento o descenso de su tensión arterial, cientes. Como norma general, en las enfermedades
- r.o exclusivamente en la medición de la misma. crónicas que requieren un régimen de tratamiento
- pesar de ello, los pacientes tenían sus «propios susceptible de cambios en función de las variacio-
-romas» de hipertensión, de modo que, por ejem- nes de la propia enfermedad, es esperable que un
r . si un paciente creía que el dolor de cabeza, el buen repertorio de autoobservación facilite la ca-
cansancio o la sensación de sueño eran signos que pacidad del paciente para cumplir adecuadamente
r ndicaban que su tensión estaba alta, tomaba me- con su tratamiento, en tanto será capaz de detectar
r .ación hipertensiva cuando sentía dichas sensa- los cambios corporales en forma de síntomas, que
: nes y dejaba de tomarla o la reducía cuando los señalen el curso de la enfermedad o las desviacio-
momas no estaban presentes. nes del régimen de tratamiento que resulten peli-
grosas para la salud. Sin embargo, hasta la fecha no

• -:oi.nes Párimdie
Estudios posteriores (Bauman y Leventhal,
-<S5; Meyer, Leventhal y Gutmann, 1985) confir- existen demasiados estudios sistemáticos que hayan
208 / Psicología de la salud

explorado la relación entre la conciencia del propio que depende» cada uno de los pasos), este fenóme-
organismo, o capacidad de discriminar con preci- no representa una excelente oportunidad para el es-
sión los cambios internos, y el nivel de adherencia tudio del complejo proceso de percepción de las se-
al tratamiento o de facilitación de la misma. Uno ñales internas y su valoración como síntomas. Al
de los escasos estudios que sí ha explorado este im- respecto, varios estudios han demostrado que sobre
portante ámbito es el llevado a cabo por Christen- el 80 por 100 de los pacientes diabéticos se guían
sen y cois. (1996) con pacientes que padecían in- por ciertos síntomas que ellos creen indican estados
suficiencia renal crónica y estaban sometidos a hipoglucémicos (Freund, Johnson, Rosenbloom,
hemodiálisis, habiendo encontrado un efecto de in- Alexander y Hansen, 1986; Gonder-Frederick, Cox,
teracción entre la adherencia al tratamiento y el ni- Bobbitt y Pennebaker, 1989; Moses y Bradley,
vel de conciencia del propio cuerpo, con el grado 1985; O'Connell, Hamera, Schorfheide y Guthrie,
de deterioro o gravedad del estado de salud, de 1990); pero también se han encontrado serias dis-
modo que la relación entre ambas variables no pa- crepancias entre las creencias que los pacientes
rece ser lineal (esto es, a mayor conocimiento in- mantienen sobre qué síntomas son para ellos signi-
terno mayor adherencia), sino estar modulada por ficativos de hipoglucemia y los síntomas que real-
el efecto de la enfermedad, de tal modo que los en- mente correlacionan con el desarrollo de un proce-
fermos con menor deterioro sí presentan mayor ad- so hipoglucémico, lo que implicaría que numerosos
herencia al tratamiento conforme mayor es su au- pacientes se están guiando por creencias rígidas y
toconocimiento corporal, no sucediendo esto con equivocadas que pueden actuar como falsas alarmas
los pacientes que presentan mayor deterioro. y representan un serio riesgo para su salud.
La regulación del comportamiento por creencias Por tanto, muchos pacientes diabéticos no son
falsas acerca de los síntomas, que señalábamos en conscientes de sus verdaderos síntomas de hipo-
el caso de pacientes hipertensos, también ha sido glucemia en tanto no los identifican como tales,
encontrada en el caso de los pacientes diabéticos, mientras que, por el contrario, se dejan guiar con
en los que resulta paradigmático el estudio de la frecuencia por falsas señales (p. ej., Eastman y
percepción de las señales asociadas a las variacio- cois., 1983; O'Connell y cois., 1990). Por otra par-
nes extremas del nivel de glucosa en sangre, sien- te, es algo bien conocido que los síntomas especí-
do los estados hipoglucémicos fenómenos de par- ficos asociados objetivamente a los niveles extre-
ticular importancia, tanto por su trascendencia de mos de glucosa en sangre difieren a través de los
cara a la salud del paciente, como por el hecho de pacientes, de manera que cada paciente tiene su per-
ser estados fuertemente sintomáticos. Cox, Gonder- fil idiosincrásico de síntomas (Freund y cois., 1986:
Frederick, Antoun, Cryer y Clarke (1993) han ela- Gonder-Frederick, y cois., 1989; Moses y Bradley,
borado un modelo teórico de reconocimiento de las 1985; O'Connell, y cois., 1990).
hipoglucemias basado tanto en la diferente clase de
síntomas producidos por este estado (adrenérgicos
y neuroglucopénicos), como en las diferentes fases Entrenamiento en discriminación
o procesos que implica la operación de reconocer de señales internas
y juzgar que un determinado estado corporal co-
rresponde a un nivel de glucosa en sangre extre- Si la mayoría de los pacientes diabéticos utiliza
madamente bajo. La figura 6.3 recoge un esquema sus creencias acerca de los síntomas como la base
del modelo ampliado y modificado del original. para actuar y controlar la ocurrencia de hipogluce-
Aceptando que el reconocimiento de las hipo- mias, la precisión de tales creencias como indica-
glucemias es una tarea compleja que puede verse dores fiables del estado de salud (esto es, del nivel
amenazada o distorsionada por múltiples factores de glucosa en sangre real en dicho momento) se

© Edcoines Párimdie€H--
que alteran la posibilidad de un juicio correcto (y convierte en un indicador importante de la capaci-
que en el esquema aparecen como «variables de las dad del paciente para lograr una autorregulación o
o
Pasos del episodio hipoglucémico Variables de las que depende o que modifican la ocurrencia
del episodio hipoglucémico
REACCIÓN FÍSICA
# El control metabólico reciente puede subir o bajar el umbral de glucosa
(1.°) Disfunción SNC por descenso en la energía disponible en sangre por el cual se dispara la reacción física
# Episodios hipoglucémicos recientes reducen la respuesta de secreción
NE de N E y los síntomas autonómicos de los nuevos episodios que se
produzcan
(2.°) Contrarregulación autonómica: A secreción de — EPI # La presencia de neuropatías puede alterar la capacidad de contra-
• Acetilcolina rregulación autonómica

0
C O N S E C U E N C I A S FISICAS
# Síntomas de magnitud acorde a la cantidad de EPI liberada y a la
Temblor magnitud de la neuroglucopenia
.") Producción de síntomas adrenérgicos # Varias condiciones físicas presentes en el momento del descenso
Palpitaciones, etc. de la glucosa en sangre pueden amortiguar la relevancia de
las consecuencias físicas. Por ejemplo, ciertos medicamentos y
Dificultad de concentración drogas, el alcohol, enfermedades tales como la gripe, los estados
de fatiga, etcétera.
(2.°) Producción de síntomas neuroglucopénicos Descoordinación
Aturdimiento, etc.

0
# Notoriedad propia de cada síntoma
# Estados de baja activación y de alta activación perjudican la
Síntomas detectados detección de los síntomas
DETECCIÓN DE SÍNTOMAS # Ciertas actividades pueden actuar c o m o distractores o en-
Síntomas no delectados mascaradores de los síntomas. Por contra, otras pueden facilitarla
# Ciertos individuos pueden ser más o menos sensibles a ciertos
síntomas en función de su historia personal

— Una interpretación correcta de los síntomas hipoglucémicos.

Ó
conocer cuáles son los síntomas hipoglucémicos c o m u n e s

<
— Se desarrollan creencias acerca de cuáles son los mejores síntomas
Interpretación correcta personales que pueden producir falsas alarmas
— Si el descenso de glucosa en sangre es muy acusado, el grado de
INTERPRETACION DE LOS SINTOMAS conciencia de la situación se puede alterar dificultando el
Interpretación errónea reconocimiento e interpretación de las señales
— La disponibilidad de explicaciones alternativas para los síntomas
dificulta su interpretación
— La congruencia de los síntomas con la conducta previa puede
afectar a su interpretación

Figura 6.3.—Modelo teórico de reconocimiento de hipoglucemias. Modificado y ampliado del original de Cox, Gonder-Frederick, Antoun.
Cryer y Clark (1993).
210 / Psicología de la salud

autocuidado eficaz. Mejorar la precisión de los pa- ser necesario, no resulta suficiente para la mayoría
cientes en la detección de sus síntomas es, pues, un de los pacientes, debido al importante número de
tipo de intervención psicológica en el ámbito de la limitaciones y carencias que posee. Tal vez la prin-
salud de enorme trascendencia. En diabetes, dicha cipal de ellas sea que la instrucción se fundamen-
intervención es especialmente importante en cuan- ta en listados de síntomas generales que pueden o
to a la detección de hipoglucemias, al tratarse de no corresponder punto a punto a los que el pacien-
eventos que ponen en peligro la vida del paciente, te realmente llegará a experimentar cuando se en-
que se acompañan de abundante sintomatología y frente a un episodio hipoglucémico.
que resultan muy frecuentes a lo largo de la vida del Hemos señalado anteriormente que la investiga-
paciente diabético (ver, por ejemplo, Gil Roales- ción en diabetes ha mostrado claramente la relativa
Nieto y Vílchez Joya, 1993). especificidad de los síntomas que cada paciente lle-
Por todo ello, la diabetes mellitus ha terminado ga a experimentar como señales de hipoglucemia.
por convertirse en una de las enfermedades cróni- También se ha demostrado que algunos síntomas
cas en las que se ha puesto a prueba la posibilidad pueden ser señales tanto de hipo como de hiperglu-
de entrenar en una mejor percepción de las señales cemias en según qué pacientes, hechos que obligan
internas proporcionadas por los cambios fisiológi- a ser cautos en el empleo de una información gene-
cos de importancia en salud, y en un más preciso ral sobre «síntomas promedio», y hacen necesario
informe sobre las mismas. De todas las formas po- instruir al paciente a partir de sus propios síntomas.
sibles de lograr estos objetivos, la instrucción del Otra importante limitación de esta forma de ins-
paciente acerca de qué señales son síntomas de ocu- trucción genérica en el control de las hipoglucemias
rrencia de una hipoglucemia es la manera más sen- es concerniente a su carácter «teórico». Esto es, el
cilla y elemental de preparar a un paciente diabéti- paciente puede llegar a aprender perfectamente qué
co para el control de estos episodios síntomas o cambios corporales son indicativos de hi-
Aunque la instrucción sobre la sintomatología de poglucemia y recitarlos de memoria, pero otra cues-
las hipoglucemias forma parte de la instrucción ge- tión muy diferente es que sea capaz de discriminar
neral sobre los controles diabéticos y el autocuida- su ocurrencia; id est, que haya adquirido la habili-
do de la enfermedad, usualmente la información se dad de detectar su ocurrencia con precisión. El pro-
ofrece basándose en un listado normalizado de sín- blema con los síntomas o estados corporales es que
tomas que se consideran indicadores universales de si la instrucción se realiza en abstracto, el instructor
las hipoglucemias, siendo usual también propor- nunca tiene una referencia directa y objetiva de que
cionar al paciente diabético fichas o tarjetas im- el alumno o paciente realmente llega a establecer un
presas en las que recogen, en forma resumida, los paralelismo preciso entre determinadas sensaciones
síntomas, la forma de controlar la situación y las corporales y palabras como «palpitaciones», «tem-
causas que pueden llegar a producir el episodio hi- blor» o «irritabilidad». Este tipo de instrucción, por
poglucémico con la intención de que éste las lleve tanto, no permite tener la seguridad de que el pa-
siempre consigo. ciente vaya a ser capaz de discriminar la ocurrencia
En una revisión de los materiales impresos (li- de los cambios fisiológicos propios de una palpita-
bros, folletos, fichas, etc.) empleados en educación ción aun cuando «sepa» que las palpitaciones son in-
diabetológica,, se puede encontrar qué síntomas, dicativas de hipoglucemia y, al prejuzgar que el pa-
como temblores y palpitaciones, sudoración fría, ciente porta en su repertorio tal equivalencia entre e!
hambre intensa, sensación de mareo, visión borro- decir y el sentir, sólo resulta eficaz para quienes real-
sa, palidez e irritabilidad, son presentados sistemá- mente porten dicho repertorio.
ticamente como las señales más importantes de un Por todas estas razones se han diseñado y some-
episodio hipoglucémico. tido a prueba diferentes métodos cuyo propósito e>

© Edcoines Pármi;ti
No obstante, este sencillo procedimiento de ins- la instrucción o entrenamiento de los pacientes en
trucción para el control de las hipoglucemias, con el control de las hipoglucemias, y que han tratadc
Discriminación del riesgo / 211

de solventar las limitaciones de la simple instrucción Las características generales más importantes
o educación, tomando la forma de programas de dis- de dichos programas son el abordaje íntegro del
criminación de los estados hipoglucémicos. Varios proceso de cuatro pasos del modelo de control de
equipos de investigación han llevado a cabo estudios la hipoglucemia de Cox, Gonder-Frederick, An-
en este ámbito, pero dos de ellos (ver, al respecto, toun, Cryer y Clarke (1993), su atención a la es-
Gil Roales-Nieto y Vílchez, 1993) han dedicado es- pecificidad de cada paciente en cuanto a su perfil
peciales esfuerzos a la consecución de programas de de síntomas, y su orientación hacia la potenciación
intervención cuyo objetivo es la mejora de la capa- del autocuidado y el autocontrol con el paciente
cidad del paciente diabético tanto para percibir o como protagonista en cuanto principal agente del
discriminar (ser sensibles a...) la ocurrencia de la cambio.
sintomatología hipoglucémica, como para valorar Uno de estos programas, desarrollado por el au-
ales cambios como señales de riesgo inductoras de tor (programa de discriminación de estados hipo-
acciones correctoras. glucémicos, publicado en Gil Roales-Nieto y Víl-
chez, 1993), establece como objetivos los resumidos
CUADRO 6.1 en el cuadro 6.1 dirigidos al logro de una mejora en
la detección e interpretación de los síntomas, tra-
Objetivos del Programa de discriminación tando con los dos pasos o eslabones del modelo de
de señales internas de estados hipoglucémicos. control de las hipoglucemias de Cox y cois. (1993)
(Gil Roales-Nieto, 1993) cuya naturaleza es conductual y que pueden, por
tanto, ser modificados directamente mediante una
Objetivos generales de la intervención intervención psicológica.
Lograr que el paciente sea sensible a las señales de El programa consta de ciertos instrumentos,
5

su organismo, en especial a las relacionadas con un exige ciertos repertorios como prerrequisitos del
descenso severo del NGS.
2. Establecer qué señales o síntomas son sus propias CUADRO 6.2
señales de hipoglucemia.
Lograr que discrimine la ocurrencia de las señales Fase de intervención previa
vinculadas a la hipoglucemia. Programa de discriminación de señales internas
de estados hipoglucémicos
Objetivos específicos (variables para cada paciente)
1 ° Mejorar la precisión en la detección de los sínto- Objetivo: lograr que el paciente sea sensible a las se-
mas específicos indicadores del desarrollo de un ñales de su organismo, en especial las relacionadas
estado hipoglucémico mediante: a) la identifica- con los cambios extremos en el NGS.
ción de las señales o síntomas predictivos de hi- Consiste en sesiones con ejercicios sobre varios tipos
poglucemia para cada paciente, y b) la identifica- de señales internas, a fin de trabajar la mejora en la
ción de las señales o síntomas erróneos o percepción de señales en general, de modo que el pa-
equívocos (creencias en falsas alarmas) que cada ciente sea sensible a los cambios perceptibles de su
paciente pueda poseer como resultado de su ex- organismo.
periencia. Tipo de señales internas entrenadas: las susceptibles
I ° Lograr la interpretación correcta de los síntomas de aparecer relacionadas con cambios extremos en el
detectados como señales de hipoglucemia, apren- NGS (los síntomas adrenérgicos y neuroglucopénicos
diendo a evaluar las posibles explicaciones alter- en el caso de las hipoglucemias o bajadas extremas
nativas en cada momento o situación. del NGS).

El programa se encuentra descrito en detalle, sesión a se- para llevarlo a cabo (glucómetro y tiras reactivas para determi-

•-:oi.nes Párimdie
-. en Gil Roales-Nieto y Vílchez (1993), donde también se nación de glucosa en sangre, la Escala de Síntomas SI/lC-3 y la
-. ^entran descritos y/o recogidos los instrumentos necesarios Ficha resumen).
2 1 2 / Psicología de la salud

CUADRO 6.3
Fase de entrenamiento.
Programa de discriminación de señales internas de estados hipoglucémicos

Objetivo: Lograr la discriminación de la ocurrencia de las señales internas vinculadas a la hipoglucemia y esta-
blecer qué señales son síntomas específicos de hipoglucemia propios del paciente.
Base del entrenamiento: Asociar la discriminación de la ocurrencia de ciertas señales con la comprobación de que
el NGS es, en ese preciso momento, hipoglucémico. Se persigue en esta fase que el paciente a) establezca su pro-
pio patrón de señales internas indicadoras de hipoglucemia, y b) elimine las «falsas alarmas» o falsas creencias
acerca de señales presuntamente indicadoras de hipoglucemia y que en realidad están asociadas a otros niveles de
glucosa en sangre o bien no presentan ningún tipo especial de relación con el NGS.
Instrumentos: Cuestionario SI/IC-3 y Ficha resumen.
Sesiones:
1. Explicación exhaustiva de la intervención y de los objetivos que se pretenden. Ensayo como la cumplimenta-
ción de 1) rellenar el cuestionario; 2) estimar el NGS, y 3) analizar los resultados.
Cumplimentación de dos perfiles glucémicos (6 ensayos al día inmediatamente antes y dos horas después del de-
sayuno, la comida y la cena) a lo largo de una semana, además de los ensayos necesarios siempre que el paciente
sospeche que está desarrollando o padeciendo una hipoglucemia.
2. Análisis de los resultados durante la primera semana y apertura de la Ficha resumen en la que anotar las seña-
les predictivas y erróneas o la ausencia de señales a lo largo de los ensayos.
La ocurrencia de una señal predictiva de hipoglucemia tiene lugar siempre que el paciente estime que se encuen-
tra hipoglucémico y el análisis muestre que así es. Los síntomas detectados en estos casos deben anotarse en la ca-
silla correspondiente. Si estas señales se repiten en sucesivos ensayos indicarán el patrón de síntomas hipoglucé-
micos del paciente.
La ocurrencia de una señal errónea de hipoglucemia tiene lugar si el paciente ha estimado encontrarse hipoglu-
cémico y el análisis muestra que se halla normo o hiperglucémico. Los síntomas señalados como presentes al re-
llenar la parte 1 del Cuestionario deben anotarse en la casilla correspondiente. El paciente debe aprender que es-
tos síntomas no son señales de hipoglucemia y a reinterpretar las señales correctamente. La ocurrencia de
hipoglucemias no estimadas o ausencia de señales ocurre cuando el paciente estima encontrarse normo o hiper-
glucémico y el análisis indica hipoglucemia. Los síntomas señalados como presentes al rellenar la parte 1 del Cues-
tionario —si los hubiera— se anotan en la casilla correspondiente. Este análisis servirá para precisar si el pacien-
te no está prestando atención a ciertos síntomas que detecta pero no interpreta correctamente como hipoglucémicos.
o bien sufre hipoglucemias aparentemente asintomáticas. Programación de nuevos ensayos con el Cuestionario tras-
ladando los datos a la Ficha resumen. Se recomienda un perfil por semana durante un mínimo de dos semanas,
además de los ensayos necesarios siempre que el paciente sospeche que está desarrollando o padeciendo una hi-
poglucemia.
3. Análisis, junto con el paciente, de los resultados y de la Ficha resumen. Por ejemplo, 1) si las hipoglucemia^
ocurridas tienen algún patrón temporal definido; 2) si se confirman las señales predictivas de hipoglucemia; 3) si
las señales erróneas o falsas alarmas van perdiendo su capacidad de control, y 4) si las hipoglucemias no estima-
das van desapareciendo o bien se mantienen asintomáticas.

paciente y contiene un procedimiento de aplica- en la discriminación de las señales hipoglucérrr-


ción que incluye 1) un período previo de sesio- cas (Fase de entrenamiento, recogida en el cua-
nes destinado a mejorar la sensibilidad del pa- dro 6.3), y 3) un período destinado a la confir-
ciente hacia las señales de su propio organismo mación a largo plazo de la capacidad señalizadora
(Fase de intervención previa, que se resume en hipoglucémica de los síntomas discriminados en

© Edcoines Pii
el cuadro 6.2); 2) un período de sesiones desti- la fase anterior (Fase de confirmación, recogida
nado a la aplicación de los ejercicios de mejora en el cuadro 6.4).
Discriminación del riesgo / 213

CUADRO 6.4 en sangre—, esta fase debería obviarse comen-


Fase de confirmación. zando el programa por la Fase de entrenamiento en
Programa de discriminación de señales internas la que se trabaja directamente con la discrimina-
de estados hipoglucémicos ción de las señales específicas de los estados
hipoglucémicos para cada paciente. La tercera fase
Objetivo: seguimiento que confirme la persistencia del programa o Fase de confirmación pretende lle-
del patrón de señales a lo largo del tiempo y que no var a cabo un seguimiento que permita confirmar
reaparecen episodios hipoglucémicos no estimados. a lo largo del tiempo que las señales establecidas
Instrumentos: elaborar un nuevo cuestionario especí- para las hipoglucemias se mantienen y confirman
fico para cada paciente similar al SI/IC-3 pero que como tales, y que su aparición en escena no se debe
contenga tan sólo los síntomas que a) funcionaron a situaciones o estados temporales o transitorios
como señales claras de hipoglucemia siempre; b) oca- (aun cuando debe tenerse presente que las seña-
sionalmente señalaron un episodio hipoglucémico, y les pueden cambiar en un paciente a lo largo del
c) un apartado de respuesta abierta en el que el pa- tiempo).
ciente pueda señalar otros síntomas no recogidos en Como prerrequisitos o conocimientos y habili-
el listado y que eventualmente se presenten coinci-
diendo con una hipoglucemia. dades previas necesarias, el paciente debe saber qué
Recomendar al paciente que cumplimente el cuestio- es una hipoglucemia, por qué razones se produce y
nario cuando: a) sospeche que se encuentra hipoglu- cómo puede ser controlada. Debe conocer también
eémico o está desarrollando un episodio de hipo- por qué razón se producen ciertos síntomas que sir-
glucemia, y b) en algunas ocasiones en las que deci- ven para detectar su ocurrencia y qué actividades,
da hacerse un control de glucosa en sangre aunque no fenómenos o alteraciones de la salud pueden mag-
.enga síntomas indicativos de hipoglucemia, para re- nificar o enmascarar dichos síntomas. Asimismo, el
lacionar que la ausencia de los síntomas indicadores paciente debe saber utilizar los aparatos de medi-
je hipoglucemia es predictiva de NGS normales o hi- ción del nivel de glucosa en sangre.
r-erglucémicos. Se debe recomendar mantener una Fi-
cha resumen de seguimiento.
FENÓMENOS DE OPTIMISMO IRREAL
(SESGO OPTIMISTA) Y SALUD
La Fase de intervención previa tiene como ob-
e::vo específico lograr que el paciente sea más Una de las posibles consecuencias de mante-
-<-.sible a las señales provenientes de su organis- nerse insensible a los riesgos para la salud sería lo
- \ con especial atención al tipo de señales que que ha sido denominado en la literatura especiali-
-^elen estar vinculadas a los cambios extremos en zada como sesgo optimista acerca de la salud, con-
r nivel de glucosa en sangre. Cox, Gonder-Frede- cepto con el cual Weinstein (1980) quiso destacar
láck y Cárter (1985) emplearon con éxito este tipo el hecho de que muchas personas subestimen sus
;¿ intervención y nuestra propuesta se basa, en riesgos relativos a la salud. Si esto es así, tener un
gran medida, en sus planteamientos. Obviamente sesgo optimista llevaría a minimizar los riesgos, no
-c .rata de una fase tan sólo necesaria en los casos emprender conductas preventivas y no prestar
re pacientes con dificultades o deficiencias en el atención a las señales o síntomas internos que anun-
«conocimiento de sus señales internas, algo que el cian estadios previos de una posible enfermedad.
> rólogo debe evaluar en colaboración con el per- Un sesgo optimista sería pues, técnicamente, una
« -.al médico que habitualmente atiende o atende- conducta de riesgo.
al paciente. Para el caso en que un paciente sea Que una gran parte de la población informa un
buen perceptor de sus señales internas —esto exceso de confianza sobre sus riesgos en salud es
discrimine bien sus señales corporales estén o

9 . ones Párimdie
un hecho sobradamente contrastado (p. ej., Adler,
-sodadas a los cambios en el nivel de glucosa Kegeles y Genevro, 1992; Avis, Smith y McKinlay,
:
2 1 4 / Psicología de la salud

1989; Becker y Levine, 1987; De Joy, 1989; Kulik 1993), aunque ciertamente con menos extensión que
y Mahler, 1987; Lee, 1989; Svenson, 1978; Weins- para la población adulta. Así, en el único estudio lle-
tein, 1980, 1982, 1983, 1984, 1987), estimándose, vado a cabo con niños de sexto grado de educación
en general, que un individuo mantiene un sesgo op- primaria (11-12 años), Whalen y cois. (1994) en-
timista cuando informa percibirse a sí mismo con un contraron que los niveles más fuertes de optimismo
riesgo inferior o muy inferior al de la población infundado o irreal acerca de los riesgos para la sa-
equiparable (Avis y cois., 1989). Además, el fenó- lud se referían a los problemas de salud con fuerte
meno se ha relacionado con los problemas de salud implicación del comportamiento y socialmente es-
en general y con numerosos trastornos o riesgos es- tigmatizados en su contexto cultural, como fue el
pecíficos. Por ejemplo, se ha establecido respecto al caso para el sida, el abuso de drogas y fumar. Lo
riesgo de padecer trastornos cardíacos (Avis y cois., cual no permite evitar la sospecha de que los in-
1989; Becker y Levine, 1987; Kulik y Mahler, 1987; formes de los niños estuvieran respondiendo al con-
Lee, 1989; Weinstein, 1980, 1982, 1984), cáncer de trol social más que a sus propias creencias de invul-
pulmón (Kulik y Mahler, 1987; Lee, 1989; Weins- nerabilidad u optimismo. En el caso de adolescentes.
tein, 1980, 1982, 1987), cáncer en general (Kulik y Cohn y cois. (1995) han informado haber encontra-
Mahler, 1987), accidentes de circulación (De Joy, do un sesgo optimista restringido tan sólo a ciertos
1989; Svenson, 1978; Weinstein, 1980, 1987), el riesgos para la salud, aquellos que, precisamente, ca-
sida (Bauman y Siegel, 1987; Gladis, Michela, Wal- racterizan a la adolescencia como período de alto
ter y Vaughan, 1992) y en cuanto a las prácticas de riesgo, tales como llegar a conducir bebido, padecer
contracepción (Burger y Burns, 1988). accidentes de circulación, cometer imprudencias, to-
Igualmente, el sesgo optimista ha sido detecta- mar drogas, etc.
do también en pacientes diabéticos en cuanto a su En un intento de precisar el fenómeno del ses-
estimación del nivel de glucosa en sangre se refie- go optimista, Weinstein (1983) propuso tres erro-
re. De hecho, una forma de investigar la influencia res específicos que, a su juicio, conducirían al de-
de los sesgos en la percepción de las señales inter- sarrollo de un patrón de sesgo optimista, a saber:
nas es el estudio de los patrones mostrados por los a) la consideración selectiva de los factores que re-
pacientes diabéticos en cuanto a los tipos de erro- ducen los riesgos propios en detrimento de los fac-
res que cometen al estimar los valores puntuales de tores que los aumentarían; b) la ausencia de infor-
su nivel de glucosa en sangre. El examen de dichos mación sobre acciones autoprotectoras de los
errores revela que los pacientes diabéticos suelen demás (esto es, desconocer que «a los demás no les
mostrar una tendencia a realizar estimaciones que ocurre» no porque no exista tal riesgo, sino por su
tienden a «normalizar su nivel de glucosa», en una actuación protectora), y c) tendencia al egocentris-
especie de fenómeno de «regresión a la media», de mo. Igualmente, Kreuter y Strecher (1995), en un.
tal manera que las estimaciones que hacen los pa- reciente revisión de los estudios que han explora-
cientes se encuentran más cercanas a la media de do este fenómeno, señalan que los datos disponible?
lo que lo están sus niveles de glucosa reales. Las indican a) que los hombres mantienen un sesgo op-
desviaciones o diferencias entre el nivel de gluco- timista respecto a los riesgos de padecer cáncer v
sa real y el estimado son mayores para niveles ex- de sufrir un accidente de tráfico, mientras que las
tremos del mismo, lo que hace que el sesgo opti- mujeres lo muestran respecto a los riesgos de pa-
mista mostrado por los pacientes resulte más decer un ataque al corazón o enfermedades cere-
peligroso para su salud, por ejemplo, al impedirles brovasculares, y b) que el sesgo optimista parece
reconocer estados hipo e hiperglucémicos. descender con la edad y el nivel educativo (a ma-
El fenómeno del sesgo optimista acerca de la sa- yor nivel educativo, menor sesgo optimista). Al res-
lud ha sido estudiado también en niños (Whalen y pecto, por ejemplo. Avis, Smith y McKinlay (198 -1
encontraron que las variables predictoras de un se-

© EdcoinesPiráir:3:
cois., 1994) y adolescentes (Cohn, Macfarlane, Yá- gó optimista en adultos con elevado riesgo de p^-
nez e Imai, 1995; Quadrel, Fischhoff y Davis,
1 Discriminación del riesgo / 215

decer trastornos cardiovasculares fueron la edad y En igual manera, ha sido tímidamente propues-
el nivel de educación, de modo que los sujetos más to un sesgo pesimista (p. ej., Kreuter y Strecher,
jóvenes y con menor nivel educativo mostraban con 1995) que definiría a quienes tienden a sobrestimar
mayor probabilidad un sesgo optimista respecto al sistemáticamente sus riesgos de padecer problemas
riesgo de padecer trastornos cardíacos. de salud. Según sus proponentes, esta característi-
Con todo, es probable que el fenómeno del ses- ca personal causaría un elevado nivel de estrés y
go optimista no tenga diferentes raíces que las pro- preocupación y un excesivo uso de los servicios de
nas de la tendencia o disposición general a ser op- salud, pero su formulación no ha tenido tanto eco
timista (tener expectativas generalmente positivas en la literatura especializada como su contrario,
-obre las cosas), individuos de entre los cuales se ge- probablemente porque se solape con otros cons-
nerarían aquellos casos que manifiesten el llamado tructos más consolidados como son los de hipo-
-esgo optimista como una generalización o exacer- condría y neurastenia, al igual que con ciertos as-
- ación de la tendencia básica anterior. Los datos que pectos del fenómeno conceptuado como conducta
-cñalan mejores resultados de salud, mejor recupe- de enfermedad.
ración de la enfermedad y menor informe de sinto- En cuanto a las variables asociadas con un sesgo
- otología en personas con tendencia a ser optimis- pesimista acerca de la salud, los estudios son esca-
as 'p. ej., Aspinwall y Taylor, 1992; Scheier y cois., sos. En uno de ellos, Avis, Smith y McKinlay (1989)
1^9; Smith y cois., 1989), indican una de las po- encontraron que la muerte de uno de los progenito-
i - Ies vías de formación del repertorio de sesgo op- res debido a trastornos cardíacos, tener problemas de
:;sta, en tanto que el comportamiento de «ser op- salud y la edad eran las variables predictoras de la
:sta» puede quedar fortalecido como tendencia probabilidad de mantener un sesgo pesimista res-
ios resultados que le acompañan. pecto a sufrir trastornos cardiovasculares.

: _ . nes Pirámide
Apoyo social y salud
,J
JESÚS GIL ROALES-NIETO

La idea general en psicología de la salud es con- con que un elevado porcentaje de casos de incum-
siderar el apoyo social como un constructo asocia- plimiento de la dieta se producen en contextos so-
do al mantenimiento de la salud, la prevención de ciales o de interacción social en los que la incita-
la enfermedad y la mejoría en la recuperación cuan- ción de los demás funciona como situación de
do ésta no ha podido ser evitada. Una especie de riesgo (Gil Roales-Nieto, 1998).
ranacea beneficiosa a la que difícilmente se le en- De este modo, algo que genéricamente es bueno
contrarían peros. Por otro lado, el hecho de que vi- para la salud, y así se ha señalado por doquier,
. amos en sociedades como individuos multidepen- como es el caso del apoyo social, puede de hecho
pientes, con sistemas democráticos basados en la convertirse en un factor de riesgo dependiendo de
participación e interacción social a mayor o menor ciertas circunstancias. En virtud de todo ello, re-
nivel, no hace sino afianzar la idea de que todo lo sulta necesario un refinamiento de la investigación
_ue implique el contacto positivo, constructivo, so- en esta área que provea de información sobre las di-
:dario, al fin, con nuestros semejantes tiene que ser ferentes consecuencias que las interacciones espe-
necesariamente bueno. cíficas de apoyo social proporcionen, fijándose no
Sin embargo, y como iremos comprobando a lo tanto en la forma de la interacción como en la fun-
^rgo de este capítulo, es ésta una idea que, con ser ción que cumpla respecto a la salud y a la enfer-
; rrecta en su último y genérico sentido, está tam- medad.
-:¿n necesitada de precisión y matiz en cuanto a su
-r .ación con la salud se refiere. Sin ir más lejos, en
nnto que los datos no son tan homogéneos como C O N C E P T O Y TIPOS DE A P O Y O SOCIAL
parecen, e incluso existen datos contradictorios que
- uestran cómo un mayor apoyo social puede ver- Tal vez la primera cuestión a dilucidar no sea
•c -elacionado con un efecto nocivo o al menos pe- otra que la relativa al concepto de apoyo social. El
iroso para la salud, como es el caso, por ejemplo, apoyo social se ha definido de múltiples formas
. _e se puede observar en pacientes diabéticos adul- siendo uno de sus problemas su difícil operaciona-
- que, con un mayor índice o nivel de apoyo so- lización y medida. En algunos estudios epidemio-
r_il (medido éste por el número de interacciones lógicos se ha definido el apoyo social como el nú-
scionalmente positivas con otros, el número de mero de contactos e interacciones mantenidas por
_~igos, la frecuencia de interacciones de «vida so- una persona. Otros estudios lo han definido como
. _ percibidas como positivas, etc.), resultan ser, la percepción de pertenencia a un grupo o a redes
-- algunos casos, los pacientes que peores niveles sociales de comunicación y obligación mutua

• - : .oines Párimdie
. adherencia presentan. Hecho que tiene que ver (Cobb, 1976), mientras que otros autores, al enten-
2 1 8 / Psicología de la salud

der el apoyo social como un «protector» frente al tableciendo tipos de apoyo instrumental, afectivo y
padecimiento de ciertas alteraciones de carácter psi- de afirmación, y Gottlied (1981) con categorías
cológico, lo han formulado en términos de meca- como apoyo social emocional, apoyo orientado a la
nismos a través de los cuales las relaciones inter- solución de problemas, apoyo de influencia perso-
personales pueden proteger a un individuo de la nal indirecta y apoyo que implica actuación am-
patología inducida por el estrés (Cohén y McKay, biental. O, finalmente, la de House (1981) con ti-
1984). pos de apoyo emocional, valorativo, informativo e
Tradicionalmente (p. ej., Antonucci,1985) se ha instrumental.
conceptuado el término de apoyo social (en cuan- La mayoría de los intentos anteriores han su-
to variable de interés por sus efectos de manteni- puesto tentativas de especificación del apoyo social
miento de la salud y coadyuvantes al tratamiento de en formas empíricamente manejables, lo que resulta
la enfermedad) al menos de tres principales ma- loable en sí mismo, pero también contradictorio con
neras reflejando tres diferentes formas de enfocar ciertas características propias del objeto de estudio.
su estudio, aunque no necesariamente excluyentes De ello han sido conscientes la mayoría de los au-
entre sí. Por un lado, se ha pretendido calificar tores que han estudiado el fenómeno, de ahí cier-
como apoyo social todo aquello que el propio su- tos intentos por aunar lo común y lo singular del
jeto define como tal; esto es, todo aquello que vi- mismo. Por ejemplo, tal es el caso de la propuesta
vencia como positivo, auxiliador o reconfortante y ofrecida por Melamed (1984) de diferenciar dos di-
que está compuesto por fenómenos que implican mensiones primarias en el apoyo social, por un
la interacción con los demás. En esta primacía del lado, una dimensión cuantitativa/v/cualitativa y, por
objetivo final del apoyo se instalaron, por ejem- otro, una dimensión de apoyo instrumental/v/ex-
plo, Tolsdorf (1976) y Norbeck (1981) cuando defi- presivo. La primera, representada por aspectos del
nieron como apoyo social las acciones, conductas apoyo social tales como el número de personas con
o interacciones que complacen a una persona y las que el sujeto (paciente o individuo objetivo) in-
ésta señala como ayudas en la consecución de sus teractúa, o el número de interacciones de una per-
propósitos, sean éstos la superación de una enfer- sona versus la cualidad o adecuación de las inter-
medad o su mejor control si es incurable, o la solu- acciones. La segunda, haciendo referencia a la
ción de una crisis personal, o la prevención de la provisión de material de ayuda e información,
recaída en un hábito nocivo ya abandonado, o el mientras que la dimensión de apoyo expresivo ten-
logro de una muerte digna en el caso de pacientes dría que ver con el papel del confidente o conseje-
terminales. ro que expresa aceptación y comprensión.
Por otro lado, se ha pretendido un acercamien- Ahora bien, todos estos planteamientos no su-
to «ateórico» al fenómeno (como si tal cosa fuera ponen sino una consideración de carácter meca-
posible), que se centra en la descripción de los ti- nicista del apoyo social aun cuando no lo parezca,
pos de apoyo como categorías de un fenómeno que y termina por resultar rígida y desmembradora de
simplemente es bueno para la salud y el alivio de la compleja y variada interacción humana que e:
la enfermedad, de modo que lo «científicamente co- concepto de apoyo social supone, de forma que en
rrecto» pasaría por centrarse en la descripción de su crítica debemos retomar el clásico aserto de
sus distintas posibilidades y la utilidad de las mis- considerar el todo como algo más que la mer¿
mas, en una especie de acceso taxonómico que per- suma de sus partes. Producto de posiciones falsa-
mita un mejor control del fenómeno. Así, surgieron mente integradoras tenidas por «eclécticas», en
las primeras clasificaciones o tipologías de apoyo realidad, los anteriores planteamientos suponen e:
social hoy ya clásicas, como la de Lopata (1975), olvido de la indivisibilidad funcional exigible en-
que distinguía tipos de apoyo social emocional, in- tre los diferentes tipos de comportamientos; en tan-
formativo y material, a la que posteriormente se to que sean verbales, motores o emocionales la
suscribió Wellman (1981), o las de Kahn (1979) es-
© Edcoines Práim;it
consideración debe ser global e interactiva. Por
Apoyo social y salud / 219

ejemplo, ¿acaso no tiene efectos emocionales una en un plano multicausal. Y de cara a la intervención
ayuda proporcionada en la forma material, infor- en salud desde la perspectiva psicológica esto es
mativa o instrumental? ¿Acaso no genera efectos fundamental.
emocionales o afectivos la provisión de informa- En uno de los escasos estudios que han combi-
ción que conduzca a la solución de un problema nado características personales y apoyo social (me-
que resulta acuciante, y más si está relacionado con dido como frecuencia de interacciones sociales:
la salud en general o el dolor en particular? Y vis- asistencia a espectáculos, veladas con amigos, asis-
to del revés, ¿no puede entenderse como ayuda tencia a fiestas, etc.) relacionados con salud en pa-
«instrumental, informativa o material» una inter- cientes cardíacos, Orth-Gomer y Undén (1990) en-
acción que actúe sobre las emociones predispo- contraron que el tipo de características personales
niendo al individuo a comportarse en cierto senti- (en su estudio «ser» tipo A o B) condicionó la aso-
do y no en otro, liberándole de su colapso o ciación del apoyo y el aislamiento social con el ín-
inacción y permitiendo que pueda emplear habili- dice de mortalidad como grupo. Así, en los hom-
dades y recursos de los que dispone en su reper- bres tipo A con aislamiento social (falta de apoyo
torio pero no «podía» emplear. social), el índice de mortalidad era del 68,9 por 100,
A nuestro modo de ver, la distinción del apoyo mientras que en los individuos tipo A con apoyo so-
-ocial por la forma o la topografía de la interacción cial lo fue sólo del 17,3 por 100. Ser calificado
es una distinción poco menos que estéril; es decir, como tipo B con aislamiento social se asoció a una
no esencialmente estéril, pero sí poco fértil. Por tasa de mortalidad del 43,8 por 100, y con apoyo o
tro lado, debemos ser precavidos sobre los inten- integración social, del 20,9 por 100. Lo que indicó
tos de objetivizar a ultranza lo humano, en tanto que contar con un factor de riesgo (patrón de con-
rueda poner en peligro su propia singularidad como ducta Tipo A) puede quedar mitigado en sus efec-
renómeno a resultas de su descontextualización; in- tos sobre la salud por la presencia del apoyo social
tentos sobre los que cabe establecer interrogantes como factor de protección. Con todo, las muestras
genéricos que no deben hacernos desistir, en últi- eran pequeñas y el estudio no debería entenderse
mo extremo, de un estudio científico de los fenó- más que como una llamada de atención a la nece-
menos interactivos complejos, pero sí obligan a pre- sidad de explorar combinaciones de variables que
ísar bien sus límites. Cuatro o cinco interacciones pueden predecir diferencialmente resultados de sa-
-ociales mensuales (una, incluso) no tienen por qué lud en función de su casuística combinatoria.
-ignificar «menor» apoyo social para la salud que En resumen, el apoyo social no debe ser consi-
. aarenta o cincuenta en el mismo período de tiem- derado como un patrón, pauta o disposición que
t», si atendemos al aspecto más importante de una afecta a la salud en un sentido unidireccional e ine-
mteracción, cual es la función que cumple y no tan- quívoco, sino más bien como una condición que,
to a su simple valor de frecuencia. según los datos disponibles, puede resultar favora-
Todo esto nos conduce a una visión interactiva ble para el mantenimiento de la salud dadas ciertas
re las relaciones apoyo social-salud, en tanto que, condiciones. Ahora bien, su afectación sobre la sa-
al igual que el resto de los fenómenos relacionados lud y la enfermedad estará normalmente mediati-
ron la salud, tampoco el apoyo social debe anali- zada por el otro elemento de la interacción que es
rarse en aislamiento. Por ejemplo, ha sido poco el propio individuo, y debe contemplarse en una di-
estudiado el apoyo social relacionado con las ca- námica más amplia que la ofrecida por una relación
raeterísticas personales, en el sentido de que una binaria simple del tipo apoyo social igual a salud,
rersona puede estar mediatizando el tipo y cantidad falta de apoyo social igual a enfermedad. Como tal
re apoyo social que reciba por sus propias caracte- condición, el apoyo social permite que otros me-
-sticas personales, de manera que la relación entre canismos o factores actúen, pero tales mecanismos
m pobre (o buen) estado de salud no debe hacerse deben estar disponibles y dichos factores o carac-

mnacoinesPárimdie
en línea directa con el apoyo social, sino más bien terísticas deben estar presentes en el individuo.
220 / Psicología de la salud

FUENTES «NATURALES» DE APOYO SOCIAL derada como una fuente de estrés (Kiecolt-Glaser
y cois., 1987; Minuchin, Rosman y Baker, 1978;
Varios estudios han tratado de analizar la im- Rook y Pietromonaco, 1987) y una fuente de mo-
portancia de la familia, el estado civil, el nivel delos inapropiados para las conductas de salud y de
socioeconómico y el grado de participación social adherencia al tratamiento (p. ej., Becker y Green,
en el mantenimiento de la salud. Ahora bien, en 1975; Daschner, 1986; Str-ickland, Alston y David-
tanto se trata de entidades complejas, cuando tra- son, 1981), así como de mantenimiento de la en-
tamos de estudiar el papel en la salud de la familia, fermedad y de la conducta o rol de enfermo (Fordy-
la vida en pareja, las condiciones socioeconómicas ce, 1976; Kerns y Weis, 1994; Romano y cois.,
o la red social de contactos personales (amigos), 1992).
como fuentes naturales de apoyo social, resulta con- Por ejemplo, algunos estudios han puesto de ma-
veniente recordar la necesidad de establecer ciertas nifiesto la función que, en un momento dado, pue-
salvedades respecto a lo que podríamos denominar de cumplir uno de los miembros de la pareja sobre
las verdaderas variables en juego o, metafórica- la intensidad de dolor que manifiesta el otro. El es-
mente hablando, cuál sería el principio activo de ta- tudio de Roberts y Reinhardt (1980) pone de ma-
les fenómenos sociales que permite asociarlos con nifiesto que la intensidad del dolor, en uno de los
una mejora o mantenimiento de la salud. En reali- miembros de la pareja con daño en la espalda, era
dad, tales conceptos incluyen la presencia de nu- mayor cuando creían que eran observados por el
merosos tipos de elementos e interacciones que es- otro respecto a cuando no era así y esto ocurría con
tán en la base de lo que estamos tomando como más frecuencia en los hombres. Asimismo, cuando
efectos beneficiosos o perjudiciales para la salud se pretenden implementar programas dirigidos al
de, por ejemplo, estar casado, soltero o viudo, te- tratamiento de pacientes con dolor de espalda se de-
ner o no hijos, o tener una intensa o nula vida so- muestra que el apoyo social, en general, es esencial
cial, tener animales de compañía, formar parte de a la hora de mantener los logros a largo plazo al-
organizaciones solidarias, etc. (Alien, Blascovich, canzados por el tratamiento (Hudgens, 1979).
Tomaka y Kesley, 1991). Elementos o interaccio- Por otro lado, en un amplio estudio retrospecti-
nes que realmente habría que aislar para determi- vo se analizaron ciertas características sociales en
nar cuáles son los comportamientos que convendría el historial de 20.000 personas que habían muerte
potenciar. a lo largo de dos años, intentando establecer una po-
Las familias tienen influencia directa importan- sible relación entre duración de la vida y estado ci-
te sobre las conductas de sus miembros relaciona- vil, incluyendo la existencia o no de hijos, encon-
das con la salud por razones obvias. Los miembros trándose que vivieron más las personas casadas que
de una familia, generalmente los padres, modelan las no casadas, y más las casadas con hijos que las
y moldean en sus hijos diferentes hábitos de ali- que no los tuvieron (Kobrin y Hendershot, 1977 .
mentación, de descanso, de ocio, de tiempo libre, Por lo que algunos autores como Fletcher (19911
etcétera, de modo que resulta normal encontrar cier- han concluido que el matrimonio (o la vida en pa-
ta similitud en los hábitos de salud, de afronta- reja estable) parece aportar una estructura de pro-
miento de la adversidad o de reacción emocional tección contra la enfermedad. Lo cierto es que soc
entre los miembros de una misma familia. Por ello, numerosos los estudios que han constatado que e.
la familia ha sido estudiada como estructura de apo- número de personas que enferman y/o mueren, so-
yo social respecto a la enfermedad crónica, a la ad- bre todo de trastornos cardiovasculares, es mayor
herencia al tratamiento y a la práctica de compor- entre las personas que permanecen solteras o que
tamientos saludables, entre otros aspectos de la enviudan.
salud (p. ej., Becker y Green, 1975; Burg y Seeman, La mayoría de los estudios que aparecen bajo d
1994; Kerns, 1994; Kerns y Weis, 1994; Patterson

© EdcoinesPiráir:3:
descriptor familia y salud se han centrado preír-
y Ganwick, 1994), aunque también ha sido consi- rentemente en las relaciones de pareja. Estar cas_-
Apoyo social y salud / 221

do o convivir en pareja con otra persona de forma gos y mantener frecuentes contactos sociales no
estable ha sido considerado un factor favorecedor sólo proporciona la sensación de ser una persona fe-
de la salud en términos generales, en tanto se ha liz y socialmente integrada, sino que, además, pa-
comprobado que las personas que viven así se im- rece favorecer el mantenimiento de la salud y faci-
rlican menos en conductas de riesgo (p. ej., Um- litar la recuperación de la enfermedad.
^erson, 1987; Waldron y Lye, 1989), si bien más En términos generales, los datos indican que el
cue el hecho de vivir en pareja lo beneficioso es la apoyo social parece relacionarse con la salud de dis-
c alidad de tal relación (Marcenes y Sheiham, 1992; tintas formas, en la medida en que puede reducir el
Tuckner, Friedman, Wingard y Schwartz, 1996; impacto sobre la salud de determinados sucesos
ickrama, Conger y Lorenz, 1995). (desde desastres naturales pasando por cambios en
Con todo, dada su trascendencia para la vida de la vida diaria de una persona que afecten a las re-
jn individuo, la familia no ha recibido la necesaria laciones de pareja, al trabajo, etc., hasta pequeños
.tención en el ámbito de la salud, aun cuando en problemas derivados de la experiencia diaria) y
- -estro contexto cultural la familia tiene una espe- otros elementos generadores de estrés, bien elimi-
cial relevancia. De todas las estructuras sociales, la nando el propio estresor, ayudando al sujeto a afron-
.niilia tiene una importancia especial, tanto por el tar la situación, o atenuando los efectos de la expe-
-echo de ser considerada como el contexto natural riencia (Rodin y Salovey, 1989). Por otro lado, el
primario de formación de la personalidad, con to- apoyo social puede ayudar directamente a mante-
jas las repercusiones que ello conlleva de cara a las ner la salud o recuperarse de la enfermedad si pro-
.: nductas de salud, como por ser la nuestra una es- picia la adquisición o el fortalecimiento de reper-
ructura social preferentemente basada en la unidad torios en el individuo que produzcan dichos efectos.
-^miliar. Sin embargo, numerosas señales indican
en este ámbito se está produciendo una pro-
---.da transformación social, de manera que la fa- Apoyo social y mantenimiento de la salud
miia tradicional puede haber alcanzado su punto de
nrlexión a partir de ahora, sin que aparezca clara Algunos estudios epidemiológicos han hecho
a alternativa en el horizonte.
Quizá en la base de todo ello se encuentre la pro- empleandola relación
explícita
los
entre apoyo social y salud. Así,
datos del Stanford Heart Disease
crisis generalizada que arrastra la tradicional Prevention Program obtenidos en el estudio de se-
-e ación de pareja» heredada de la sociedad occi- guimiento de 1974 (9 años de seguimiento),
jc-:ul moderna de la segunda mitad del siglo XX. man y Syme (1979) estudiaron en cerca de Berk- 5.000
En cualquier caso, cada vez son más escasas las residentes en el condado de Alameda (California,
•entes «naturales» de apoyo social en la sociedad Estados Unidos) el papel desempeñado por las re-
•Justrializada actual, lo que está llevando a la ne-
_e-;Jad de crear sistemas de apoyo social específi- des ha
de apoyo social respecto a la salud, en lo que
pasado a ser conocido como el Alameda County
co-ente diseñados para este propósito. Population Monitoring Study (Berkman y Breslow,
1983). Al relacionar el estado civil, el grado de con-
tacto social con amigos y parientes, la pertenencia
= ELACIONES ENTRE APOYO SOCIAL a una comunidad religiosa y la participación en aso-
• SALUD ciaciones formales e informales, se encontró que
quienes mostraban alguno de estos vínculos socia-
El estudio de las relaciones entre apoyo social y les tenían como grupo tasas de mortalidad meno-
i pretende dilucidar en qué medida están rela- res que quienes no lo mostraban. Igualmente, la
presencia de mayor número de vínculos sociales
_dos el ambiente social y la salud de una per- ofrecía menor tasa de mortalidad que la presencia

• rak nes Párimdie


Por los datos disponibles, parece que vivir con de un menor número. Dicha asociación entre víncu-
ñas que nos quieran y ayuden, contar con ami-
222 / Psicología de la salud

los sociales y mortalidad resultó independiente los datos positivos (p. ej„ heterogeneidad de medi-
de otros indicadores de salud, tales como el estado das del apoyo social, conceptualización unidimen-
de salud al comienzo del estudio, el nivel socio- sional del grupo social, empleo de autoinformes y
económico y la presencia de factores de riesgo relativa ausencia de medidas objetivas de salud...).
como fumar, obesidad, consumo de alcohol y se- Por el contrario, una revisión previa sobre 61 es-
dentarismo. La diferencia en riesgo de mortalidad tudios de Smith, Fernengel, Holcroft, Gerald y Ma-
fue en más del doble favorable a quienes mante- rien (1994), en forma de metaanálisis que agrupó
nían un alto grado de contacto y participación so- los estudios por categorías y subcategorías de apo-
cial, de manera que el apoyo social ha terminado yo social (caracterización que puede verse en el
por convertirse en uno más de los llamados por Ma- cuadro 7.1), obtuvo conclusiones menos optimistas
tarazzo (1984) «inmunógenos conductuales», esti- que la revisión anteriormente comentada, en tanto
mándose que tiene un efecto positivo sobre el man- los resultados indicaron un rango de tamaños del
tenimiento de la salud. efecto entre -.02 y .22. Resultados que no apoyan
Otro estudio de amplio espectro llevado a cabo la asunción generalizada de unas relaciones positi-
en el estado de Michigan (Estados Unidos) y co- vas fuertes, consistentes y bien establecidas entre
nocido como Tecumseh Study (House y cois., 1982) apoyo social y salud, e invitan a profundizar en es-
encontró, en una muestra de 2.754 hombres y mu- tudios que permitan dilucidar qué tipo de interac-
jeres, que los hombres casados, que además iban re- ción social se relaciona con qué resultados positi-
gularmente a la iglesia (entiéndase en su dimensión vos de salud. De hecho, los autores achacan estos
social), y que participaban en organizaciones vo- pobres resultados al hecho de que el apoyo social
luntarias y actividades comunitarias, tenían signi- con frecuencia sea tomado como un fenómeno uni-
ficativamente menos probabilidad de morir en un dimensional o indiferenciado. Por ejemplo, señalan
período de 10 años que los hombres desconectados que sólo algunos estudios se han orientado hacia el
socialmente, aunque dichos datos no pudieron ser examen del tipo de apoyo social que resulta valio-
replicados para el caso de las mujeres. so para cada individuo en una situación dada (por
Otros estudios han encontrado datos que apun- ejemplo, Aaronson, 1989; Hilbert, 1985; Smith v
tan en la misma dirección, indicando que ciertas cois., 1992; Webb y Barnett, 1983).
conductas de salud (mantener una dieta adecuada, En concreto, los datos de dos de los primeros es-
llevar a cabo revisiones médicas y dentales pre- tudios sobre las relaciones entre apoyo social \
ventivas, usar el cinturón de seguridad conducien- mantenimiento de la salud ya indicaron la comple-
do, etc.) se hallaban significativamente asociadas al jidad de dichas relaciones. Así, en el Durhan:
nivel socioeconómico y al mantenimiento de una County Study llevado a cabo en North Carolina (Es-
frecuente vida social en cuanto a interacciones po- tados Unidos), Blazer (1982) informa no haber en-
sitivas con los amigos (Langlie, 1977). Igualmen- contrado un patrón consistente de tasa incrementa-
te, una revisión de Uchino, Cacioppo y Kiecolt- da de mortalidad asociado al descenso progresivo
Glaser (1996) de 81 estudios sobre apoyo social y en apoyo social (esto es, una relación dosis-efecto
salud ha encontrado evidencias de efectos benefi- entre mortalidad y apoyo social). De hecho, el efec-
ciosos del apoyo social sobre aspectos de los siste- to aparecía sólo para niveles extremos de bajo apo-
mas cardiovascular (mejor funcionamiento cardio- yo social, lo que llevó a Blazer (1982) a plantear la
vascular, menor reactividad cardiovascular al hipótesis de un umbral de apoyo social por debajo
estrés), endocrino (menores cambios ante el estrés) del cual se incrementaría la mortalidad. También e
e inmunológico (mejor funcionamiento inmune). Evans County Study llevado a cabo en Georgia
Aunque estas conclusiones necesariamente deben (Estados Unidos) por Schoenbach y cois. (19861
considerar también la presencia de estudios que encontró que aquellas personas con menos lazos so-
aportan datos contradictorios y la debilidad meto- ciales (menor apoyo social) presentaban un riesgc
dológica generalizada de los estudios que aportan
© Edcoines Pármi;ti
incrementado de mortalidad, pero los datos sólc
Apoyo social y salud / 223

CUADRO 7.1
Definiciones operacionales y subcategorías de apoyo social
Tipo de apoyo Descripción
social Subcategorías

Conexiones que los individuos tienen con sus • Presencia de apoyo social cuantitativo: de-
parientes, amigos y personas de relevancia en finida como proximidad y duración del con-
Apoyo social su ambiente social. Las medidas incluyen el tacto con otros significativos.
Cuantitativo número, frecuencia y tipo de contactos con • Red de apoyo social cuantitativo: definida
otros miembros de la familia, amigos, profe- como el número, densidad y estructura de
sionales o miembros de la comunidad. las conexiones sociales de un individuo.
Relaciones o interacciones de amor, cariño o • Disponibilidad de gente colaboradora es de-
simpatía, y afirmaciones que son valoradas finida como habilidad para obtener apoyo.
Apoyo social como beneficiosas para el individuo. Las me- • Adecuación de gente colaboradora es defi-
Cualitativo didas incluyen percepciones de disponibilidad nida como sensación de sentirse querido, li-
y adecuación del apoyo. gazón emocional o apego.
Acciones de asistencia (información), ayuda • Subcategoría informativa incluye los con-
social (dinero, servicios e información) o po- sejos y educación proporcionados.
Apoyo social líticas de acción social. Las medidas incluyen • Subcategoría emocional se refiere a las sen-
Funcional las acciones o apoyo tangible proporcionadas, saciones del receptor sobre las acciones que
así como el valor que el receptor le otorga. otros le están ofreciendo.

-ueron significativos para el subgrupo de hombres to que la medida del apoyo social tiene lugar pre-
-lancos de la muestra, no apareciendo en mujeres via a la aparición de la enfermedad o la muerte en
ni en hombres de raza negra. los estudios prospectivos que han indicado que el
Estos datos contradictorios con el punto de vis- apoyo social disminuye la tasa de mortalidad y
ta universal positivo acerca del apoyo social han morbilidad; en cuanto a la fuerza de la asociación,
carecido también en el tratamiento del tabaquis- si bien varía de un estudio a otro, está dentro del
mo y el mantenimiento de la condición de ex- rango de otros factores de riesgo y protectores de
:amador (Gil Roales-Nieto, 1994) o en el caso la salud (por ejemplo, en el caso de las enfermeda-
¿el tratamiento de la obesidad y del alcoholismo des cardíacas un nivel bajo de apoyo social resulta
Colletti y Brownell, 1982), por citar algunos ejem- tan predictivo como los niveles de colesterol). En
plos. cuanto a la consistencia, la asociación entre rela-
Con todo, algunos autores son decididos parti- ciones sociales y mortalidad es consistente a través
darios de considerar suficientes los datos que se- de los estudios, ya que los efectos se han encon-
l l a n una relación causal entre apoyo social y mor- trado tanto para hombres como para mujeres (si
talidad (o duración de la vida), basándose en la bien hay estudios que son la excepción), para po-
. nsideración del cumplimiento de los criterios que blaciones rurales y urbanas, y se han encontrado en
sirven para valorar los datos epidemiológicos, esto diversos países con pautas culturales diferentes;
s según la temporalidad del efecto, la fuerza de la igualmente la dirección del efecto se produce en
^-ociación, su consistencia, el efecto de gradiente forma consistente ya que no existe ningún estudio
!a plausibilidad biológica de tal relación. que muestre que el apoyo social está asociado con
un aumento de la mortalidad (esto es, los efectos no

mnacoinesPárimdie
Por ejemplo, Kaplan y cois. (1993) indicaban
, je el principio de temporalidad se cumple en tan- son contradictorios). Existe alguna evidencia sobre
224 / Psicología de la salud

efecto de gradiente para el apoyo social (p. ej., con- de las heridas en personas que han tenido un acci-
siderado como frecuencia de contactos sociales), en dente de automóvil. En la misma línea, Davidson,
la medida en que algunos estudios han obtenido re- Bowden y Tholen (1979) encontraron que las víc-
lación entre el número y frecuencia de contactos so- timas de quemaduras experimentan una mejor re-
ciales y tasas de mortalidad por grupo. Y, por últi- cuperación de su enfermedad con el logro de una
mo, en cuanto a la plausibilidad biológica, aunque mayor autoestima y satisfacción general de la vida,
existen pocos estudios disponibles, la evidencia ha si en el proceso de recuperación de sus lesiones son
aparecido respecto a la relación entre apoyo social apoyados por amigos y/o familiares, y Dimond
y niveles sanguíneos de ciertas hormonas relacio- (1979) encontró que en enfermos renales son me-
nadas con el estrés, y al impacto de la soledad (bajo nores las repercusiones que la hemodiálisis tiene
o nulo apoyo social) sobre el funcionamiento in- sobre su funcionamiento social y su estado aními-
mune (p. ej., Kiecolt-Glaser y cois., 1984; Manuck co si son apoyados por su pareja y viven en el seno
y cois., 1988). de una familia unida.
Igualmente, respecto a los estudios que evalúan
el apoyo social en mujeres diagnosticadas con cán-
Impacto y recuperación de la enfermedad cer de mama, tomando como medidas la etapa de la
y apoyo social enfermedad, el número de personas que dan apoyo
a las enfermas, el estado civil, la situación laboral
Una variedad de estudios han demostrado cómo (empleo/desempleo) de las mismas y la extensión de
el apoyo social cumple un importante papel en el las redes sociales, se constata un favorable predic-
afrontamiento y la recuperación de la enfermedad. tor para la mejora de la enfermedad cuando las mu-
Así, en un estudio pionero, Berle, Pinsky, Wolf y jeres mantienen estrechas relaciones de amistad \
Wolff (1952) encontraron que la mejora en apoyo trabajan fuera de casa. Investigaciones más recien-
social proporcionado a niños con asma, por sus pa- tes intentan aclarar cómo las redes sociales pueden
dres, reducía la cantidad de medicamento necesa- ayudar a la mejora en pacientes afectadas de cáncer
ria para controlar un ataque de asma. Igualmente, (Waxler-Morrison, Hislop, Mears y Can, 1991).
Hoebel (1976) encontró una mejoría significativa A lo largo de los últimos treinta años han pro-
en la modificación del factor de riesgo entre pa- liferado numerosos estudios que han analizado la^
cientes postinfartados que no cumplían correcta- formas en las que los distintos sistemas de apoye
mente su régimen de recuperación, cuando sus es- social pueden aminorar el impacto de la enferme-
posas recibieron entrenamiento en la mejora de la dad (p. ej., Holmes y Rahe, 1967; Wallston y cois..
comunicación personal y de la interacción familiar. 1976; Wortman y Dunkel-Schetter, 1982), habién-
Datos que se ven fortalecidos por los obtenidos por dose encontrado que la estabilidad de los vínculo-
Finlayson (1976) y Ruberman y cois. (1984) tam- sociales y comunitarios facilitan la resistencia a la
bién con supervivientes de infarto de miocardio, enfermedad (p. ej., Cobb, 1976; Kaplan, Cassel \
cuando comprobaron que los pacientes socialmen- Gore, 1977), y un efecto de reducción de las que-
te conectados presentaban como grupo una tasa de jas relacionadas con la salud (Holahan y Moc-.
mortalidad de 1 a 4 frente a los pacientes califica- 1985), mientras que el apoyo social limitado o es-
dos como socialmente aislados (si bien el hecho de caso se asoció con más frecuentes visitas al médi-
que hubiera diferencias entre ambos grupos en co, y mayor número de quejas sobre salud y de en-
cuanto a los niveles de estrés experimentado pue- fermedades como consecuencia de la ocurrencia
de confundir estos resultados). de eventos estresantes. Una revisión de Reifm¿r
Por otro lado, Porrit (1979) comprobó que la ac- (1995) de 26 estudios sobre las relaciones entre
tuación de la familia, los amigos y otros tipos de apoyo social y recuperación y supervivencia de :í
enfermedad, encontró como hallazgos más signi-

© EdcoinesPirá:i3:
contactos sociales pueden contribuir a la reducción
del estrés emocional producido como consecuencia ficativos la capacidad predictiva del apoyo socL .
Apoyo social y salud / 225

principalmente del representado por la vida en pa- control, hasta los más concretos que eluden proce-
reja estable, de la supervivencia tras infarto de mio- sos intermedios e hipotetizan que el efecto sobre
cardio y enfermedad coronaria, así como la au- la salud de las relaciones sociales positivas o apo-
sencia de nuevos episodios, habiéndose encontrado yo social proviene de la reducción de comporta-
también entre pacientes con trastornos cardíacos y mientos de riesgo (Broman, 1993), o de las prácti-
cáncer una relación negativa entre mortalidad y vi- cas de salud potenciadas por dicho apoyo social
vir en pareja o matrimonio. (p. ej., Hanson e Isacsson, 1992; Kaplan y cois.,
Perspectiva del apoyo social que se confirma 1991; Salonen y cois., 1988; Sallis y cois., 1989).
también por los datos recogidos por Minkler Igualmente, otra opción es considerar el apoyo so-
11990), quien señala cómo el apoyo social ha cons- cial como un amortiguador de las consecuencias del
t tuido un importante predictor del éxito en el afron- estrés sobre la salud.
tamiento de enfermedades graves como el sida y la
enfermedad renal crónica, y en la recuperación de
nastectomías y ataques cerebrovasculares. Igual- Hipótesis de la «vía conductual»
mente, en el caso de pacientes con cáncer terminal, o de los efectos directos del apoyo social
el apoyo social se ha visto relacionado con el in- sobre la salud
cremento de la esperanza de vida y un mejor ajus-
te emocional ante la muerte inminente. Desde este punto de vista, se sugiere que el apo-
yo social en sus diversas manifestaciones fortalece
la salud y el bienestar personal independientemen-
VÍAS O MECANISMOS DE FACILITACIÓN te de los niveles de estrés o malestar que una per-
DE LA SALUD POR EL APOYO SOCIAL sona pueda sufrir. Dicho efecto se lleva a cabo tan-
to a través del fortalecimiento o facilitación de
Se han propuesto varios mecanismos de actua- conductas favorecedoras de la salud, como por el
ron del apoyo social sobre la salud, desde los más hecho de que el apoyo social tenga un efecto de in-
cenéricos propuestos por Cohén y Ashley (1985) tegración social que facilite un sentimiento de iden-
.entrados en el carácter desequilibrador de las cog- tidad y vinculación con los demás. Kaplan, Sallis y
- ciones y sentimientos negativos provocados por Patterson (1993) resumían los presupuestos de esta
r aislamiento social, que a su vez repercutirían di- aproximación en la forma esquemática que se re-
-ectamente en la salud por medio de comporta- coge en la figura 7.1. Así pues, desde esta perspec-
- ;entos o estilos de vida de abandono o falta de tiva se sugiere que las relaciones sociales fortalecen

9 cilones Párimdie
:
Figura 7.1.—Efectos directos del apoyo social sobre la salud (tomado de Kaplan y cois., 1993).
226 / Psicología de la salud

la salud y el sentimiento de bienestar por sí mismas tudios que han replicado en parte y fortalecido es-
a través de una variedad de formas, entre las cua- tos datos fueron, por ejemplo, los de Minkler y
les las dos más importantes serían el apoyo de las cois. (1983) y Seeman y Syme (1987). La hipóte-
conductas promotoras de la salud y el hecho de que sis que se pretende desprender de estos datos señala
la implicación social proporcione identidad social que el apoyo social (en estos estudios el contacto
y propicie la evaluación positiva de sí mismo como con personas que enfatizan el sentido de responsa-
una persona socialmente conectada y protegida. bilidad y participación y las interacciones conse-
Uno de los estudios que frecuentemente se cita cuentes producidas día a día en virtud del segui-
en pro de la hipótesis del efecto directo del apoyo miento de dichas instrucciones) puede producir un
social sobre la salud es el estudio pionero de Lan- efecto directo beneficioso sobre la salud (menor
ger y Rodin (1976), en tanto que su diseño permi- morbilidad y menor mortalidad) vía incremento del
te establecer si la oportunidad de tener mayor res- sentido de responsabilidad y control sobre la pro-
ponsabilidad y control sobre la propia vida diaria se pia vida.
traducía en mejoras en los indicadores de salud. Di- En la misma línea, este tipo de influencias de ca-
cho estudio se llevó a cabo en una residencia de an- rácter positivo y directo para la salud podrían ex-
cianos en la que se formaron dos grupos igualados plicar por qué las personas casadas presentan como
en función del nivel socioeconómico y el estado de grupo índices menores de morbilidad y menores ta-
salud previo. Todos los participantes de ambos gru- sas de mortalidad para todas las causas de muerte,
pos recibieron una planta, con la diferencia de que que las que presentan como grupo las personas que
a los componentes del grupo experimental se les han enviudado, permanecen solteras o se han di-
informó que el cuidado de la planta era responsa- vorciado (Minkler, 1990).
bilidad suya, en tanto se les consideraba personas Por otro lado, el efecto directo del apoyo social
competentes, a la vez que se les animaba a respon- sobre los repertorios protectores de la salud (con-
sabilizarse más de las cuestiones relacionadas con ductas preventivas) ya fue sugerido por un estudio
su propia vida, a tomar decisiones por sí mismos y también clásico de Langlie (1977) que ya mostró
a participar más activamente en su propio cuidado. cómo las personas que contaban con interacciones
Por el contrario, a los componentes del denomina- sociales más frecuentes con sus vecinos y amigos
do grupo control se les entregó la planta con la ad- puntuaban significativamente más alto en el grado
vertencia de que el personal de la residencia cuida- de implicación y práctica de conductas preventivas.
ría de ella, en la misma medida en que había Con todo, las debilidades metodológicas propias de
cuidado de ellos y continuaría haciéndolo en tanto estos estudios impiden concluir inequívocamente a
ellos estaban en una residencia para ser cuidados. favor del efecto directo del estrés sobre la salud. Er.
Según el informe de los autores, a las pocas se- primer lugar porque no se ha definido con precisión
manas de esta intervención ya aparecieron dife- qué se entiende por efecto directo, y en segundo lu-
rencias notorias entre ambos grupos al mostrar los gar porque la mayoría de los datos son correlació-
sujetos del grupo experimental una mejoría signi- nales y estos estudios no han aislado el efecto de
ficativa en diversas medidas de salud y un signifi- otras variables que pueden afectar a la salud tanto
cativo aumento en sus niveles de actividad. En la positivamente como negativamente.
medida de seguimiento a los 18 meses, se encon-
tró que la tasa de mortalidad en el grupo experi-
mental había sido del 15 por 100 mientras que en Hipótesis de la «amortiguación del estrés»
el grupo control fue del 30 por 100, de tal modo que
el grupo a quien se había enfatizado la responsa- Otro modo de entender la influencia benefi-
bilidad mostró una tasa de mortalidad 50 por 100 ciosa del apoyo social sobre la salud está repre-
menor respecto del grupo que había continuado

© EdcoinesPiráir:3:
sentado por la hipótesis de la amortiguación de los
manteniendo el sentido de dependencia. Otros es- efectos del estrés por el apoyo social (Cohen
Apoyo social y salud / 227

Syme, 1983), desde la cual se circunscriben dichos social puede intervenir en el camino entre el even-
efectos a la mitigación de los daños sobre la sa- to estresante y la persona afectada (por ejemplo,
lud que produce la exposición al estrés. Desde cuando otros ayudan a reinterpretar un aconteci-
esta perspectiva, por tanto, más que un efecto miento o a minimizar la respuesta negativa del afec-
general beneficioso para todo aquel que disponga tado ayudándole a afrontar las consecuencias), y
de apoyo social, lo que se propone es un efecto 2) el apoyo social también puede actuar mediando
balsámico o protector del apoyo social para aque- entre la respuesta al estrés de la persona afectada y
llas personas que se vean expuestas a interaccio- el resultado en salud (por ejemplo, cuando otros
nes estresantes que, de otro modo, perjudicarían ayudan a tranquilizar a una persona afectada o le fa-
su salud. cilitan ayuda en cuanto a su adherencia al
Cohén y Syme (1983) hipotetizaron dos dife- tratamiento médico, a su higiene personal, al des-
rentes maneras en las que este efecto de amorti- canso, etcétera). Una formulación esquemática del
guación de los efectos del estrés puede ser provis- modelo de amortiguación del estrés se encuentra re-
to por el apoyo social, a saber: 1) en tanto el apoyo presentada en la figura 7.2.

Apoyo social Si el apoyo social es alto Mantenimiento de la salud


alto se amortiguan o absorben o reducción de los efectos
los efectos del estrés en forma de enfermedad
Niveles
altos
de estrés
Apoyo social Si el apoyo social es bajo Pérdida de la salud
bajo el impacto del estrés intenso - (enfermedad)
o crónico provoca la enfermedad

Figura 7.2.—Representación gráfica del modelo de amortiguación de los efectos del estrés de Cohén y Syme (1983).

Dos de los estudios cuyos resultados propicia- tectores del apoyo social en un grupo de 110 hom-
- : n la formulación de la hipótesis de la amortigua- bres que habían quedado en paro como consecuen-
ron, fueron los de Nuckolls, Cassell y Kaplan cia del cierre de la factoría en la que trabajaban. Las
.972) y Gore (1978). En el primero de ellos se medidas llevadas a cabo antes y después del cierre
:-. jminaron las circunstancias del desarrollo del sobre los niveles de colesterol, los síntomas de en-
.--.barazo y resultado en el parto en mujeres em- fermedad informados, depresión y el grado de apo-
- ¿razadas, en función de la ocurrencia de eventos yo social disponible, indicaron que quienes tuvie-
Estresantes en su vida antes y durante el embarazo ron un elevado apoyo social de la familia y los
i ral apoyo social disponible. Los resultados indi- amigos y mayores oportunidades de interacción so-
. _-on que en el caso de las mujeres con numerosos cial exhibieron un número significativamente me-
r entos estresantes y poco apoyo social disponible, nor de síntomas físicos y psicológicos que quienes
ni el 91 por 100 de los casos se presentaron com- tuvieron un apoyo social escaso.
- raciones en el embarazo, algo que sólo ocurrió Igualmente, Jemmott y Magliore (1988), en un
ES el 33 por 100 de los casos del grupo con even- estudio más específico llevado a cabo con estu-

• Edcoines Párimdie
- estresantes y un fuerte apoyo social. En el se- diantes universitarios que experimentaban una
£ _ndo estudio Gore (1978) analizó los efectos pro- reacción estresante por los exámenes finales, en-
2 2 8 / Psicología de la salud

contraron que quienes contaban con mayor apoyo Por otro lado, es también conocida la identi-
social mostraban mejores niveles de funciona- ficación de otros fenómenos que pueden fun-
miento inmune que quienes contaban con escaso cionar como amortiguadores de los efectos del
apoyo social. Esta afectación del apoyo social so- estrés, por ejemplo, el tipo de rol social desempe-
bre el funcionamiento inmune (como base bioló- ñado, algunas características de personalidad, el
gica de la amortiguación de los efectos del estrés) nivel de educación, el nivel de competencia, el
fue informada también en un estudio experimen- apoyo recibido de profesionales, el nivel de reci-
tal desarrollado por Cohén, Kaplan, Cunnick, Ma- procidad en las relaciones de pareja (aunque estos
nuck y Rabin (1992) en el que se asignaron al azar dos últimos pueden considerarse pertenecientes al
dos grupos de sujetos (primates) durante 26 meses espectro del apoyo social), etcétera (Douglas,
a dos condiciones de estabilidad social o inestabi- 1990; Hibbard y Pope, 1993; Hooker y cois., 1992;
lidad social. En el grupo de condiciones sociales Nyamathi y cois., 1992), fenómenos cuyos efectos
inestables cada sujeto era alojado cada mes con un usualmente no son aislados en los estudios sobre
grupo diferente de primates (lo que produce una apoyo social. La cuestión, pues, continúa someti-
condición de estrés crónico en los sujetos). Por el da a debate.
contrario, en el grupo de condiciones sociales es-
tables los sujetos permanecieron alojados con los
mismos compañeros a lo largo de los 26 meses. Los APOYO SOCIAL EN LA ENFERMEDAD
resultados indicaron que las condiciones sociales CRÓNICA. DIABETES C O M O EJEMPLO
inestables perjudicaron significativamente los ni-
veles de funcionamiento inmune. Además, también Genéricamente considerada, una enfermedad
se encontró que entre los animales sometidos a las crónica es aquella dolencia o alteración de la salud
condiciones inestables, aquellos con comporta- sin posibilidades de curación total, que exige el
mientos afilitativos (de relación con los miembros mantenimiento de un régimen de tratamiento cons-
del grupo) más adaptativos mostraron menores tante y que puede exigir o no la colaboración del
afectaciones del funcionamiento inmune, lo que paciente en cuanto a cambios en su vida forzados
confirmaría el efecto protector del apoyo social, en por las nuevas demandas de su nuevo estado per-
la medida en que el comportamiento afilitativo pro- manente de salud.
porcionaría apoyo social para los animales que lo Las enfermedades crónicas representan un case
mostrasen, mitigando así los efectos sobre el fun- especial de necesidad de apoyo social directamen-
cionamiento inmune del estrés al que estaban so- te proporcional a la cantidad y profundidad de lo>
metidos. cambios en los hábitos de vida que deba llevar a
Aun contando con estos datos, Smith y cois. cabo el paciente. Por demás, algunos casos de en-
(1994) han llegado a poner en duda la teoría de la fermedad crónica pueden conllevar una carga de e>-
capacidad de amortiguación del apoyo social de los tigmatización que agudiza las necesidades de apc-
efectos del estrés, como algo casi intrínseco o con- yo social.
sustancial al apoyo social. Especialmente, estos au- Una de las enfermedades crónicas que se har
tores han señalado el salto inferencial hecho a par- convertido en objeto de estudio por excelencia ea
tir de estudios (a excepción del último comentado) psicología de la salud es la diabetes mellitus. Haj
que sólo ofrecen datos correlaciónales sobre aso- varios argumentos a favor de la consideración de
ciaciones (casi siempre transversales) entre apoyo diabetes mellitus como el paradigma de enfermedjd
social, niveles de estrés y resultados de salud, a la crónica desde el punto de vista de la psicología oe
vez que informan de otros estudios que no han po- la salud, pero antes es necesario especificar bre\ c-
dido validar la hipótesis de la amortiguación (p. ej., mente de qué tipo de alteración estamos hablanoc.
Affleck y cois., 1986; Ayers, 1990; Bailey, 1989;

© Edcoines Pili-.*
Todas y cada una de las células de nuestro or-
Gennaro y cois., 1993). ganismo necesitan energía para desempeñar sus re-
Apoyo social y salud / 229

pectivas funciones, y dicha energía viene a ser pro- que la forma fundamental en la que los alimentos
vista por los alimentos que ingerimos. La digestión se convierten en fuente de energía aprovechable por
se encarga de hacer «aprovechables» los alimentos las células es la glucosa, la forma más simple de hi-
para las células, transformándolos en los elemen- dratos de carbono que puede ser absorbida en el in-
tos esenciales para la vida (hidratos, minerales, gra- testino. Para que la glucosa sea aprovechada por las
sas, proteínas...). De todos estos elementos esen- células necesita de la insulina, la hormona que, para
ciales la glucosa representa el principio básico decirlo en forma metafórica, sirve de «introducto-
energético para el organismo. Parte de la glucosa en ra» y cuya falta o déficit provoca que la glucosa cir-
que se transforman los alimentos se emplea en pro- cule en el torrente sanguíneo sin posibilidad de ser
porcionar a las células la energía necesaria, y otra asimilada. En el estómago y en el duodeno existen
parte es almacenada en el hígado y los músculos en receptores que indican la presencia de glucosa. El
forma de glucógeno. Sin embargo, nuestras células incremento de su concentración supone un estímu-
no pueden emplear la glucosa circulante en el to- lo bioquímico que, vía parasimpática (directa) y vía
rrente sanguíneo a menos que ésta traspase su mem- regulación central (indirecta), estimula la función
brana, lo que es posible gracias principalmente a la endocrina del páncreas consistente en la secreción
insulina producida por las células beta del páncreas. de insulina. A mayor concentración de glucosa en
El páncreas produce también otra hormona llama- la sangre mayor secreción de insulina por el pán-
da glucagón en sus células alpha, cuya misión es la creas, aunque esto sea, obviamente, una supersim-
elevación del nivel de glucosa. plificación del proceso. Un esquema de dicho pro-
Si por un déficit en insulina las células tienen di- ceso de regulación glucoinsulínica se incluye en la
ficultades para utilizar la glucosa disponible en el figura 7.3.
lorrente sanguíneo, hablamos de diabetes mellitus. A efectos psicológicos, lo que interesa recalcar
Cuando la glucosa no puede entrar en las células se es el cambio trascendental que sufre el proceso de
mantiene en el torrente sanguíneo (se incrementa el regulación glucoinsulínica en el paciente diabético
• nivel de glucosa en sangre», variable clave para in- con respecto a los no diabéticos. Mientras que para
:erpretar la posibilidad de que una persona sea dia- éstos el proceso de regulación del NGS decíamos
bética) hasta ser eliminada en la orina. que era automático y virtualmente independiente
Así pues, una función esencial de la hormona in- del comportamiento del individuo, para los diabé-
sulina es la regulación del nivel de glucosa circu- ticos dicho automatismo ha desaparecido total o
n t e en el torrente sanguíneo, dentro de valores que parcialmente. De esta forma el proceso de regula-
•o sean perjudiciales para el funcionamiento del or- ción ha pasado a ser de naturaleza bioconductual,
i-iismo. Niveles demasiado bajos resultan peli- en tanto que el NGS, como dato o estímulo bioló-
- ^sos porque comprometen a corto plazo el fun- gico, debe ser conductual mente detectado y con-
_ namiento celular comprometiendo con ello el ductualmente corregido o mantenido. El NGS con-
mcionamiento de la vida. Niveles demasiado al- tinúa manteniendo su papel central de feedback,
• - son peligrosos porque generan consecuencias pero el proceso de regulación que atiende a dicha
mundanas derivadas de la necesidad de acudir a señal es ahora de otra naturaleza. En la figura 7.3
mentes energéticas excepcionales y trastornan el se pueden apreciar los componentes del nuevo pro-
.-cionamiento normal de numerosos sistemas y ceso de regulación glucoinsulínico en diabetes y
«.-sistemas corporales. contrastar sus componentes con los del proceso de
En las personas no diabéticas el nivel de gluco- regulación normal. A fin de no extendernos dema-
s. en sangre (NGS) se regula automáticamente siado sobre elaboraciones ya publicadas en otro lu-
—e-to es, fisiológicamente— respondiendo a las gar (p. ej.; Gil Roales-Nieto y Vílchez, 1993), que-
[curaciones en diversos aspectos, entre ellos la die- démonos con la idea central del NGS como
feedback' necesario, corrector o reforzador de las

m nacoines Párimdie
a . mo fundamental. Para simplificar un proceso
•i ~ ámente complejo, podríamos resumir diciendo pautas de conducta relacionadas con sus variacio-

También podría gustarte