Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
psicología de la
salud
PID_00256395
Rubén Nieto Luna Beatriz Gil Cristina Giménez García Pedro Salmerón Sánchez
Doctor en Psicología Clínica y de Doctora en Psicología por la Uni- Doctora en Psicología por la Uni- Doctor en Psicología por la Uni-
la Salud por la Universidad de Bar- versidad Jaume I y profesora del versidad Jaume I y especialista en versidad Jaume I y miembro del
celona. Profesor responsable a la Departamento de Personalidad, Psicología Clínica de la Salud, pro- equipo de investigación Psicolo-
Universitat Oberta de Catalunya, Evaluación y Tratamientos Psicoló- fesora del Departamento de Psico- gía de la Salud: Prevención y Tra-
donde coordina asignaturas del gicos de la Universidad de Valen- logía Básica, Clínica y Psicobiolo- tamiento de la misma universidad.
Área de Personalidad, Evaluación y cia. Compagina su actividad do- gía, y miembro del equipo de in- Actualmente, compagina su ac-
Tratamientos Psicológicos. cente con la práctica clínica y la vestigación Psicología de la Salud: tividad docente universitaria con
investigación dentro del equipo Prevención y Tratamiento. la práctica clínica en Lambda Va-
Sus principales intereses en cuanto de investigación Psicología de la lencia, en los ámbitos de la pro-
a la investigación son la psicología Salud: Prevención y Tratamiento, moción de la salud sexual y la pre-
de la salud, y más concretamente de la Universidad Jaume I. vención primaria y secundaria de
el dolor crónico, y la aplicación de la infección por VIH, hepatitis C y
las nuevas tecnologías en psicolo- otras ETS, y de la intervención psi-
gía clínica y de la salud. cológica con personas que viven
con VIH.
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño general y la cubierta, puede ser copiada,
reproducida, almacenada o transmitida de ninguna forma, ni por ningún medio, sea éste eléctrico,
químico, mecánico, óptico, grabación, fotocopia, o cualquier otro, sin la previa autorización escrita
de los titulares del copyright.
© FUOC • PID_00256395 La evaluación en psicología de la salud
Índice
Introducción............................................................................................... 5
Objetivos....................................................................................................... 6
Bibliografía................................................................................................. 65
© FUOC • PID_00256395 5 La evaluación en psicología de la salud
Introducción
Veréis que hemos intentado elaborar unos materiales tan breves como nos ha
sido posible, y con una clara orientación práctica.
Objetivos
De este modo, se podrá hacer una mejor aproximación a la situación que vive
la persona, además de un abordaje más eficaz y que posibilite una mejora de
su calidad de vida.
• Valorar�la�interferencia�causada�por�los�síntomas�propios�de�la�enfer-
medad. Se deberán tener en cuenta marcadores como la frecuencia o la
localización de estos síntomas, así como de las consecuencias ocasionadas
por el tratamiento médico, por ejemplo, en cuanto a una posible pérdida
de autonomía o una posible interferencia laboral.
• Valorar�las�expectativas�de�supervivencia�y�recuperación�de�la�persona
para poder ajustar la valoración psicológica al contexto real de enferme-
dad. Al mismo tiempo, habrá que tener en cuenta la situación real de la
enfermedad para valorar el nivel de adaptación de la persona a la fase en la
cual se encuentra. En este sentido, hay que valorar de manera diferencial
el temor a la muerte de un enfermo terminal del de una persona a la cual
acaban de dar el alta después de un proceso largo de enfermedad.
• Valorar�la�afectación�emocional�que�el�proceso�de�la�enfermedad�pue-
de�tener�en�la�persona. Por ejemplo, en cuanto al significado que le otor-
ga a la dolencia que sufre, las respuestas emocionales ante la experiencia
de los tratamientos, la afectación emocional vinculada a las reacciones del
entorno o la valoración de su concepto de sí mismo que, en algunos ca-
sos, se podría ver deteriorado. A través de la evaluación, será necesario es-
timar hasta qué punto la persona identifica, comprende, asimila y regula
de manera adaptativa sus emociones más allá de que pudieran resultarle
o no desagradables. En esta valoración, se deberá tener en cuenta el mar-
co temporal de enfermedad; por ejemplo, una expresión de tristeza o ra-
bia elevada en una persona diagnosticada recientemente de cáncer podría
valorarse como una reacción adaptativa, mientras que si esta reacción se
cronifica en etapas posteriores, interfiriendo en su ajuste, podría valorarse
como un elemento de intervención.
• Valorar�la�dimensión�cognitiva�de�la�experiencia�de�enfermedad. Da-
da la relevancia que tiene un procesamiento adecuado de la información
para la adaptación psicológica, habrá que valorar tanto las funciones bá-
sicas relacionadas con la atención, la percepción o la memoria, como las
funciones metacognitivas vinculadas con la valoración del control, la au-
toeficacia o el autoconcepto.
• Función física.
• Rol físico.
• Dolor corporal.
• Salud general.
• Vitalidad.
• Función social.
• Rol emocional
• Salud mental.
• Movilidad.
• Cuidado personal
• Actividades cotidianas
• Dolor.
• Estado de ánimo.
Las preguntas se valoran con una escala que va del 1 (ningún problema) al 3 Enlace recomendado
(muchos problemas), presentando mayor puntuación aquellas personas que
Podéis encontrar más infor-
tienen más deterioro. Además, presenta una escala visual analógica de evalua- mación sobre EUROQoL-5
ción general y relativa a la situación actual de la persona en la que valora del 0 en: https://euroqol.org/.
al 100 qué nivel de estado de salud tiene. Diferentes estudios han comprobado
su validez y fiabilidad en la medida de la calidad de vida (Herdmand, Badia
y Serra, 2001).
© FUOC • PID_00256395 13 La evaluación en psicología de la salud
• Vida cotidiana.
• Familia.
• Funciones cognitivas.
• Tiempo libre.
• Percepción corporal.
• Preocupaciones.
• Bienestar físico.
• Vida social.
• Dependencia médica.
• Aislamiento.
• Relación con el médico.
• Actitud hacia el tratamiento.
Además, contiene una escala visual que evalúa el bienestar y la salud en gene-
ral. El instrumento posee características psicométricas adecuadas que garanti-
zan su sensibilidad y rigurosidad (Sánchez y González-Celis, 2006).
• Las causas de la enfermedad, que también se valoran con una escala Likert
de cinco puntos.
1.2.3. Adherencia
Existen otros sistemas de evaluación directa como los análisis de sangre, con
los cuales, en coordinación con otros profesionales de la salud, se tiene acceso
a información relativa a los parámetros bioquímicos. Se entiende que, si la
persona sigue las recomendaciones de manera adecuada, se observarán cam-
bios en las diferentes analíticas. Se ha demostrado, sin embargo, que los trata-
mientos no generan el mismo efecto en todas las personas, motivo por el cual
la variabilidad que se puede detectar con este sistema no siempre se debe a la
conducta de la persona. Por este motivo, y con el fin de obtener información
rigurosa para la toma de decisiones, se suele recomendar una combinación de
los dos sistemas (Acosta, Hernández y Pereira, 2009).
En cuanto al segundo foco, relativo a los factores que podrían modular la ad-
herencia del tratamiento, habría que priorizar aquellos que pudieron ser rele-
vantes en cada caso. Por ejemplo, con un paciente con VIH en el que se de-
tectan elevados niveles de ansiedad y rumiaciones obsesivas y con otro con
dolor crónico que muestra sintomatología cercana a la depresión, habrá que
profundizar de manera diferencial en la evaluación de estas áreas con los ins-
trumentos que hemos comentado en el módulo “La evaluación en psicología
clínica”. Además, con las preguntas planteadas en la entrevista clínica, se po-
drá valorar con más detalle la existencia de otros factores, como por ejemplo
© FUOC • PID_00256395 17 La evaluación en psicología de la salud
Entre los instrumentos más conocidos para valorar el estado emocional, en-
contramos la escala�para�la�evaluación�de�la�depresión�de�Hamilton/HA-
DS (Zigmond y Snaith, 1983). Este instrumento, ampliamente empleado en
el contexto hospitalario, está descrito en el módulo “La evaluación en psico-
logía clínica”, concretamente, en el apartado que trata sobre las herramien-
tas de evaluación para la depresión. Otra de las herramientas para evaluar la
depresión, también descrita en el módulo mencionado, es el inventario�de
depresión�de�Beck-II de Beck, Steer y Brown, adaptado por Sanz, Perdigón y
Vázquez (2011).
Otro de los instrumentos empleados, este con el fin de estimar las posibles
respuestas de ira, es el inventario�de�expresión�de�ira�estado-rasgo�STAXI-2
que, en su versión española, ha mostrado buenas propiedades psicométricas
(Miguel-Tobal, Casado, Cano-Vindel y Spielberger, 2001). En concreto, a través
de los 49 ítems que lo conforman, incluye tres escalas: ira estado, ira rasgo y
expresión y control de la ira. Las opciones de respuesta se presentan en una
escala Likert entre casi nunca y casi siempre, que permite obtener un índice
de cada escala, así como un índice general del test.
En el análisis de los estilos de vida, más allá de las conductas que evi-
dencian la propia ejecución de un hábito, habría que explorar todas
aquellas variables que han mostrado su relación con la realización de
las propias conductas de salud según diferentes modelos teóricos (Sal-
merón et al., 2016).
• Nutrición.
• Ejercicio.
• Responsabilidad de salud.
• Manejo del estrés.
• Relaciones interpersonales.
• Autorrealización.
Otro de los instrumentos creados para valorar los estilos de vida en las perso-
nas es el FANTASTIC (Wilson y Cliliska, 1984), también validado para pobla-
ción castellanohablante (Ramírez-Vélez y Agredo, 2012). En concreto, el ins-
trumento tiene 25 ítems, con una escala de respuesta entre 0 y 2, mediante los
cuales se evalúan nueve categorías relacionadas con el estilo de vida:
• Actividad física.
• Nutrición.
• Consumo de tabaco.
• Consumo de alcohol.
• Consumo de otras sustancias.
• Hábitos de sueño y conducción.
• Introspección.
• Variables psicológicas.
• Valoración del ámbito familiar y laboral.
Por ejemplo, a menudo encontramos a personas que han pasado por un pro-
ceso de evaluación largo en contacto con diferentes profesionales y que se han
podido sentir invisibilizadas o culpabilizadas (Rodríguez y Zurriaga, 1997). En
este sentido, el profesional de la psicología tendría que hacer un mayor esfuer-
zo para crear un marco de relación cálido y que facilite que la persona se sienta
escuchada y con la suficiente confianza como para expresar lo que siente, sin
miedo a ser rechazada. Además, hay que motivar a la persona para que haga
un análisis personal y subjetivo de su propia experiencia de enfermedad, más
allá de los informes médicos o de las recomendaciones de su entorno. Este as-
pecto, que puede parecer obvio, se complica si consideramos en qué medida el
proceso de enfermedad puede facilitar la merma de autonomía y la introspec-
ción de las personas, dada la sobreprotección de algunos entornos, así como la
relegación a un segundo plano de la experiencia subjetiva del paciente como
sistema válido de información. Hay que recordar que, en el proceso de evalua-
ción biomédico, el objetivo principal de atención pasa por aquellos cambios
bioquímicos o estructurales que pudieran dar respuesta a la dolencia orgáni-
ca, y no tanto por la percepción de dolor o malestar de la propia persona. De
© FUOC • PID_00256395 22 La evaluación en psicología de la salud
2.1. Introducción
• Carcinomas. Se trata de cánceres que se originan a partir de células epite- Enlace recomendado
liales, que son las células que tapizan la superficie de órganos, glándulas
Os recomendamos visitar
o estructuras corporales. Representan más del 80 % de la totalidad de los la web de la SEOM, en la
cánceres, incluyendo las variedades más comunes de cáncer de pulmón, que encontraréis informa-
ción más detallada: https://
mama, colon, próstata, páncreas y estómago, entre otros. www.seom.org/es/infor-
macion-sobre-el-cancer/
que-es-el-cancer-y-como-se-
• Sarcomas. Son cánceres que se forman a partir del llamado tejido conec- desarrolla#MySRraiKGJzwbYlT
.99.
tivo o conjuntivo, del que derivan los músculos, los huesos, los cartílagos
o el tejido graso. Los más frecuentes son los sarcomas óseos.
Un dato más que hay que tener en consideración, y que influye en el impacto
que tienen los nuevos diagnósticos, es el estadio en el que se encuentra la
enfermedad cuando es detectada, así como el significado que tiene este tipo
de cáncer concreto para la persona, siendo necesario adaptar la evaluación a
estas características.
Claudia es una paciente de 52 años, está casada y tiene dos hijas (de 20 y
17 años). Trabaja como auxiliar administrativa en los juzgados de la misma
ciudad donde reside. La paciente se considera una persona activa. Colabora en
una asociación como voluntaria ayudando a personas en riesgo de exclusión
social, a la que asiste con otra amiga. No obstante, al preguntarle por posibles
actividades físicas que lleva a cabo, refiere no practicar deporte alguno, ya que
ve el exceso de peso que presenta como una barrera importante para hacerlo.
Asimismo, y continuando con la exploración de hábitos saludables, la paciente
refiere ser fumadora desde los 20 años aproximadamente. Presenta una red de
© FUOC • PID_00256395 25 La evaluación en psicología de la salud
apoyo familiar y social importante, si bien perdió hace doce años a su madre
(dos años después de que se le hubiese diagnosticado un cáncer de mama), a
quien consideraba un pilar importante en su vida.
2.3.1. Tabaco
2.3.2. Alcohol
2.3.3. Dieta
2.3.4. Sobrepeso
2.4. Evaluación
En este sentido, además de los datos que se consideran relevantes para la his-
toria psicológica de todo paciente, como los datos sociodemográficos, los an-
tecedentes psicopatológicos, etc., en el caso de los pacientes oncológicos sería
especialmente relevante recoger información sobre las áreas que mostraremos
a continuación.
Otra variable importante que hay que evaluar es la autoeficacia percibida por
parte del paciente ante el reto que supone esta enfermedad. Una de las escalas
más conocidas para ello es la escala�de�autoeficacia de Telch y Telch (1986).
Asimismo, en los pacientes con cáncer también resulta interesante evaluar la
competencia personal. Para ello, una escala útil sería la escala�de�competencia
personal creada por Wallston (1992) y adaptada por Fernández et al. (1998),
que mide el grado de competencia para resolver o superar determinadas cues-
© FUOC • PID_00256395 32 La evaluación en psicología de la salud
tiones del día a día. Todo ello estaría relacionado con el locus de control. Una
alta competencia o autoeficacia percibida o un alto juicio de control preceden
un afrontamiento adecuado o positivo, ya que uno de los aspectos que más
interfieren en la vida del paciente, una vez diagnosticado el cáncer, es la sen-
sación de incertidumbre y descontrol en sus vidas.
Los instrumentos más utilizados para evaluar calidad de vida en este contexto
son el Functional�Assessment�of�Cancer�Therapy (FACT, Cella et al., 1993)
y el de la European�Organization�for�Research�and�Treatment�of�Cancer
(EORTC, 1988). El FACT consta de cinco áreas de evaluación:
– Funcionamiento emocional.
– Funcionamiento social.
– Funcionamiento cognitivo
– Rol.
Este instrumento nos proporcionaría información muy valiosa para el caso Enlace recomendado
de Claudia, dada la sintomatología que ella misma refiere relacionada con la
Los cuestionarios de la
imagen corporal (“no ha podido mirarse en el espejo desnuda ni tampoco ha EORTC se pueden obtener en
dejado que nadie más la vea”), y con el miedo al rechazo de su pareja. distintos idiomas en: http://
groups.eortc.be/qol/eortc-
qlq-c30.
Finalmente, en la evaluación psicológica de los pacientes oncológicos –y en
particular en el caso de Claudia–, además de identificar las reacciones emocio-
Enlace recomendado
nales, los estilos de afrontamiento, calidad de vida y locus de control, es im-
portante considerar también el estadio de la enfermedad, la fase del proceso Para más información so-
bre la evaluación de las
adaptativo, así como los recursos interpersonales o estructuras de apoyo social necesidades espirituales,
que puedan presentar (Romero, 2009), informaciones todas ellas que podría- podéis consultar: http://
www.cancer.gov/espa-
mos recoger en una hipotética entrevista que mantuviésemos con la paciente. nol/pdq/cuidados-medicos-
apoyo/espiritualidad/Health-
professional//page1/allpages.
© FUOC • PID_00256395 34 La evaluación en psicología de la salud
2.5. Intervención
Para poder conseguir estos objetivos psicoterapéuticos, nos puede ser útil con-
siderar la terapia psicológica adyuvante (TPA) propuesta por Moorey y Greer
(1989), ya que se trata de una de las pocas terapias psicológicas para enfermos
de cáncer que tienen unas raíces sólidas en la psicología experimental, con-
cretamente en la teoría de Lazarus y Folkman sobre las estrategias de afronta-
miento y en la terapia cognitiva de Beck (Cruzado y Olivares, 2000; Romero,
Ibáñez y Monsalve, 2000).
Teniendo en cuenta que los objetivos variarán a lo largo del proceso, es acon-
sejable considerar la intervención psicoterapéutica en tres fases, tal y como
describen Romero et al. (2000). A continuación, presentamos de manera sin-
tética en qué consistiría la intervención psicológica con nuestra paciente.
• Fase�inicial (2-4 sesiones). La primera sesión suele ser la más importante, Ved también
ya que en ella se establecen las bases para el resto de la terapia. Es funda-
Revisad el apartado “Habilida-
mental establecer un buen rapport y definir el problema. A lo largo de estas des terapéuticas” del módulo
sesiones, Claudia también se familiarizará con la terapia, una vez que se “La evaluación en psicología
clínica y de la salud: aspectos
le hayan explicado la utilidad y los beneficios que puede tener en su caso prácticos”.
No hay duda de que proporcionar un cuidado integral que atienda las distintas
necesidades, no solo las físicas, sino también las emocionales y sociales, puede
contribuir a facilitar la recuperación de la paciente. Asimismo, sería importan-
te atender las necesidades que pudieran presentar los familiares ya que, por
un lado, son parte implicada en este proceso y, por el otro, un afrontamiento
adaptativo de la familia repercutirá en beneficio de la propia paciente.
© FUOC • PID_00256395 37 La evaluación en psicología de la salud
3.1. Introducción
Para que entendamos mejor la diferencia entre el dolor agudo y el crónico, podemos esta-
blecer una metáfora con el sistema de diagnosis de un coche. La mayoría de los vehículos
actuales tienen una luz que se enciende cuando se detecta un fallo electrónico que afecta
al funcionamiento del motor o al sistema de cambio de marchas. Así, por ejemplo, cuan-
do las bujías (responsables de la combustión del combustible de nuestro coche) fallan, se
puede encender la luz en forma de motor, usualmente amarilla, que indica que “algo va
mal”. Hasta aquí, el sistema funcionaría como el dolor agudo, con una función adapta-
tiva e indicando que algo no va como debería. No obstante, imaginemos qué sucedería
si, puesto que somos muy manitas, decidimos cambiar las bujías y el vehículo funciona
perfectamente. Sin embargo, la luz sigue encendida simplemente porque no disponemos
de la máquina que se precisa para borrar los fallos y hacer que la luz se apague. En este
caso, la luz encendida no indicaría nada para el vehículo. Al contrario, interferiría con
el funcionamiento adecuado, pues estaría provocando que no pudiésemos estar seguros
de si sucede algo o simplemente está encendida porque no se apagó tras la última repa-
© FUOC • PID_00256395 38 La evaluación en psicología de la salud
Lectura recomendada
Si tal y como muestra inequívocamente la literatura, el dolor es una
experiencia multidimensional y ocasionada por factores de diferente Recomendamos la siguiente
lectura a los que estéis intere-
naturaleza, ¿por qué nos empeñamos en seguir utilizando conceptos sados en este tema:
como dolor psicógeno o somatización? ¿Qué problemas pueden generar I. Beneitez y R. Nieto (2017).
Do we understand pain from
estos conceptos? Recomendamos a los lectores pensar y compartir sus a biopsychosocial perspec-
reflexiones con sus compañeros, prestando especial atención a nuestra tive? A review and discus-
sion of the usefulness of so-
responsabilidad como profesionales. me pain terms. Pain manage-
ment, 7 (1).
María trabaja de directora general del Área de Recursos Humanos en una im-
portante empresa del sector automovilístico. Reconoce que el nivel de exigen-
cia tan alto (más en los últimos tiempos) de su puesto de trabajo le causa, en
ocasiones, niveles elevados de estrés que provocan que su dolor se incremente.
Dada su formación (es licenciada en Psicología), reconoce que su manera de
pensar y sentir puede afectar a su situación.
Acudió al especialista hace tiempo, y este le explicó que, aunque tenía des-
gaste, no era recomendable por el momento hacer ninguna intervención. Le
recomendó acudir a un centro de fisioterapia en el que la podrían ayudar a
ejercitar adecuadamente la zona y mantenerse activa. Ella nos comenta:
“He leído sobre el tema y en la escuela de la espalda me han ayudado mucho […] he
entendido que lo mejor es intentar seguir con mis actividades lo máximo posible [...].”
© FUOC • PID_00256395 39 La evaluación en psicología de la salud
“Es terrible cuando aparece […] no me deja hacer nada, y además nada me funciona [...]
lo único que un poco es estirarme y tomar algún analgésico, pero al poco rato vuelve.
[…] Cuando aparece me hierve la sangre. Soy una persona muy activa, deportista y esto
me está paralizando por completo.”
Cuando aparecen los episodios más intensos, está unos días sin ir a la oficina
y trabaja como puede desde casa. En su empresa entienden la situación, y su
mujer e hijo también han ido aprendiendo e intentan hacerle la vida lo más
fácil posible durante estos episodios. María intenta ayudarle, pues ve que quizá
no está afrontando la situación de la mejor manera. Lo ve muy triste, infeliz
a causa del problema de dolor, mientras que antes tenía una vida “plena”.
La respuesta a estas preguntas pasa, sin duda, por adoptar una perspectiva bio-
psicosocial, tener en cuenta los aspectos de diferente naturaleza que pueden
relacionarse con el ajuste al dolor y examinar qué podemos hacer para que es-
tos no jueguen en contra de la persona. Nos centraremos en los factores psico-
sociales (por la naturaleza de la asignatura), y abordaremos los factores más re-
levantes (que mayor evidencia han recibido en la literatura). Se explicará cada
uno de forma separada, aunque es obvio que interaccionan todos entre ellos.
3.3.1. Pensamientos
3.3.2. Miedo-evitación
Podemos aplicar el modelo al caso de Ramón cuando, por ejemplo, nos explica
que cuando le aparece el dolor, piensa que es terrible y que no podrá volver a
jugar a pádel (su deporte favorito). De hecho, cada vez que le aparece el dolor
llama a sus amigos para cancelar el partido. Con todo, cada vez le cuesta más
jugar, aunque no tenga dolor.
Al igual que sucede con otros problemas de salud, las estrategias de afronta-
miento son muy importantes en el caso del dolor. En el ámbito del dolor cró-
nico, se han propuesto múltiples categorías de estrategias de afrontamiento.
En este material no presentaremos una discusión al respecto, puesto que no
es el objetivo que se persigue. No obstante, más adelante, en el apartado “Eva-
luación”, ofrecemos una clasificación de estrategias de afrontamiento del do-
lor que nos parece muy útil.
3.3.4. Autoeficacia
En esta línea, María había aprendido, gracias a las sesiones de una psicóloga
que colaboraba en la escuela de la espalda, que el dolor era “algo más” de
su vida, pero no el centro, y que probablemente estaría allí para siempre. No
obstante, tenía claros cuáles eran sus valores nucleares y no estaba dispuesta
a renunciar a sus objetivos, por lo que diseñó un plan de acción para seguir
con ellos pese a tener dolor.
3.4. Evaluación
En el caso del dolor, son válidas todas las premisas presentadas al inicio de
este módulo. No obstante, vamos a detallar aquí los instrumentos específicos
que pueden ser de utilidad en esta problemática. En concreto, el proceso de
evaluación nos debe permitir conocer las variables relacionadas con el dolor,
las variables personales y las variables del contexto que pueden estar relacio-
nadas con el problema. Organizaremos la exposición en relación con estas tres
dimensiones, remarcando, no obstante, que esta será muy breve, debido al
espacio del que disponemos. Obviamente, todas las variables están interrela-
cionadas, y aquí hacemos una clasificación un tanto artificial por motivos de
exposición.
© FUOC • PID_00256395 43 La evaluación en psicología de la salud
Para destacar los aspectos más importantes que debemos valorar, vamos a se- Enlace recomendado
guir las directrices de Initiative on Methods, Measurement and Pain Assessment in
Os recomendamos visi-
Clinical Trials (IMMPACT, Turk et al., 2003). Se trata de un grupo de expertos tar la web de IMMPACT,
que intentó consensuar las áreas más importantes. en la que encontraréis
mucha más información:
www.immpact.org/.
3.4.1. Variables relacionadas con el problema de dolor
Es esencial hacer una evaluación exhaustiva propiamente del dolor de las per-
sonas para conocer su estado y determinar si las intervenciones que hacemos
son o no efectivas. Las dimensiones que como mínimo debemos evaluar en
relación con el dolor son: intensidad, localización y aspectos cualitativos.
Para valorar la intensidad del dolor, se pueden utilizar escalas de tres tipos:
• Parte�1:
– Severidad del dolor.
– Interferencia del dolor en la vida del paciente, incluyendo interferen-
cia con la familia y el funcionamiento marital, trabajo, actividades re-
lacionadas con el trabajo y actividades de ocio.
– Evaluación del apoyo recibido por parte de la pareja, familia y otras
personas significativas
– Control percibido de la vida: incorpora la habilidad percibida para re-
solver problemas y los sentimientos personales de competencia.
© FUOC • PID_00256395 46 La evaluación en psicología de la salud
• Parte�3. Se utiliza para evaluar hasta qué punto los pacientes pueden llevar
a cabo diferentes actividades. En concreto, se evalúa la participación de los
pacientes en las siguientes actividades:
– Tareas domésticas.
– Actividades de carácter manual dentro del hogar.
– Actividades fuera del hogar.
– Actividades sociales.
Una vez que ya hemos recogido datos sobre el problema de dolor estrictamen-
te, desde nuestro punto de vista sería interesante evaluar los factores que an-
tes hemos presentado como relacionados con la experiencia del dolor. A con-
tinuación, ofrecemos un breve resumen de los instrumentos que se pueden
utilizar para evaluar estos factores. No hay que olvidar, sin embargo, que se
puede recoger información sobre la mayoría de estos factores a partir de la
entrevista (también puede ser muy útil utilizar autorregistros), así que la de-
cisión de emplear alguna de las escalas específicas que presentamos ahora de-
© FUOC • PID_00256395 47 La evaluación en psicología de la salud
Catastrofismo
Autoeficacia
en otro tipo de poblaciones de personas con dolor (Turner et al., 2005). Los
ocho ítems de la escala evalúan en qué medida las personas confían en que
serán capaces de disminuir su dolor, evitar que el dolor interfiera con el sueño,
regular la actividad para mantenerse activas, evitar que la fatiga interfiera en
sus actividades, hacer cosas para sentirse mejor, controlar su dolor durante las
actividades cotidianas y afrontar la frustración ocasionada por el dolor. Las
personas deben otorgar una puntuación comprendida entre 0 (muy inseguro)
y 10 (muy seguro) a cada uno de los ítems.
Aceptación
• Activity engagement. Valora en qué medida se sigue con las actividades vi-
tales pese a tener dolor.
La persona debe evaluar cada ítem en una escala del 0 (nunca cierto) al 6
(siempre cierto).
Motivación
3.5. Intervención
No es el objetivo de esta asignatura, pero no queríamos concluir sin añadir Lecturas recomendadas
unas líneas respecto a la intervención, que está estrechamente relacionada con
Algunos manuales en espa-
la evaluación. Vamos a presentar un resumen muy breve y esquemático, por ñol que pueden servir de re-
lo que animamos al alumnado a revisar manuales especializados. ferencia son:
F. Kovaks y J. Moix (2009).
Manual del dolor: Tratamiento
La pregunta sería: ¿cómo podemos ayudar a Ramón a que vea su problema cognitivo conductual del dolor
crónico. Barcelona: Paidós.
de dolor como lo hace María? Y la respuesta, según la literatura, sería a través
R. Nieto (2017). Tengo do-
de un programa multidisciplinar en el que se potenciaran la actividad y los lor: ¿Cómo puedo seguir con
mi vida? Barcelona: Editorial
estilos de vida saludables de Ramón, se le facilitara información en relación UOC.
con sus problemas y estrategias de afrontamiento adecuadas y, en definitiva,
se le ayudara a vivir su vida en consonancia con sus valores y objetivos. Des-
afortunadamente, aunque en la teoría no queda duda alguna, la realidad es
distinta y resulta complicado encontrar centros en los que se trabaje desde
esta perspectiva.
Por valores entendemos las maneras de vivir, las directrices que nos darán pis-
tas para identificar lo que es importante para nosotros a la hora de concretar
nuestros objetivos. Son muchas las técnicas que se pueden utilizar para refle-
xionar sobre los valores. Una, por ejemplo, es pedir a la persona que piense
sobre qué mensaje le gustaría encontrar en una descripción de él una vez que
ya no esté. Le podemos preguntar: “¿Te gustaría encontrar una descripción del
tipo: “Fue una buena persona y dedicó todas sus energías a luchar contra su
© FUOC • PID_00256395 50 La evaluación en psicología de la salud
dolor”? ¿O una descripción más del tipo: “Fue feliz, pasó mucho tiempo con
sus amigos y familiares y vivió como pensaba que era mejor para él, pese a que
padecía dolor frecuentemente”?”. De cualquier manera, debemos ayudar a la
persona a identificar valores en relación con la familia, las relaciones con los
amigos, la actividad, la salud y el crecimiento personal.
Una vez identificados los valores, debemos ayudar a la persona a que, a par-
tir de los mismos, defina sus objetivos. Existen también numerosas técnicas
para trabajar en este sentido. De lo que se trata, en definitiva, es que la perso-
na sepa fijarse objetivos de manera adecuada, unos objetivos que deben ser
SMART (eSpecíficos, Medibles, Alcanzables, Realistas y en un plazo de Tiempo
determinado).
3.5.2. La relajación
Los patrones de actividad que llevan a cabo las personas se pueden ver alte-
rados cuando estas tienen dolor. Puesto que el dolor suele dar treguas algu-
nos días, en ocasiones las personas que lo sufren aprovechan esos días “sin
dolor” para hacer todo lo que tienen pendiente o lo que tienen ganas desde
hace tiempo. Podría parecer que este patrón de actividad es adecuado, pero
en realidad no lo es, y esto es así porque al día siguiente del día sin dolor,
probablemente la persona se sentirá mucho peor por el sobreesfuerzo. Lo más
adecuado es establecer una línea de actividad e intentar mantenerla, distribu-
yendo de manera adecuada las actividades a lo largo de la semana.
© FUOC • PID_00256395 51 La evaluación en psicología de la salud
3.5.5. La distracción
3.5.6. La comunicación
4.1. Introducción
Los tratamientos actuales no curan la infección por VIH, pero han mejorado TARGA
su eficacia y efectividad, hasta el punto de que los pacientes llegan a la in-
El descubrimiento de una nue-
detectabilidad; hablamos de indetectabilidad cuando la carga viral (cantidad va familia de fármacos en el
año 1995 permitió la aparición
de virus en sangre) es inferior a entre 50 y 200 copias/mm3, según la prueba del TARGA, que ha supuesto
de laboratorio que se aplique, aunque en algunos contextos clínicos esta cifra un cambio en la calidad de vi-
da de las personas con VIH.
puede bajar hasta las 20 copias (Rodger et al., 2016; Riera et al., 2016; Cescon
et al., 2011). De este modo, una persona adherente al tratamiento mantiene la
infección de manera asintomática y evita llegar a la fase de sida y desarrollar
enfermedades oportunistas.
Otro aspecto que puede preocupar a las personas cuando son diagnosticadas
con VIH es la posibilidad de tener hijos. Actualmente, cualquier persona con
VIH puede tenerlos si está en tratamiento antiviral. Como se ha comentado
antes, uno de los beneficios de la indetectabilidad es la imposibilidad de trans-
mitir el virus, y esto incluye también el embarazo.
Según los datos del último informe epidemiológico del Ministerio de Sanidad,
Servicios Sociales e Igualdad (2017), se estima que, del total de nuevas infec-
ciones por VIH, más de la mitad (53,1 %) se produjeron en población de hom-
bres gays, bisexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres (HSH),
frente al 26 % de las infecciones en población que mantiene prácticas hetero-
sexuales y el 3,6 % de personas consumidoras de sustancias inyectadas. Con
todos estos datos, se estima una incidencia de 7,22/100.000 habitantes. Por
sexos, el 83,9 % fueron hombres. Por otro lado, el 33 % de los nuevos diag-
nósticos se hizo en personas migrantes.
Lecturas recomendadas
Integración laboral de las personas con VIH. Estudio sobre la identificación de las ne-
cesidades laborales y la actitud empresarial: http://www.cesida.org/wp-content/uploads/
documentos/documentacion/elinformefipse.pdf.
Katia empieza a sentirse muy nerviosa y ansiosa por su salud. Siempre ha pen-
sado que el VIH es sinónimo de muerte, de hecho, un amigo suyo murió ha-
ce cinco años por las complicaciones relacionadas con el sida. En cuanto a
Enrique, nunca ha conocido a nadie que viva con el VIH y tiene un descono-
cimiento absoluto sobre la infección y su progreso. Los dos han decidido no
tener relaciones sexuales de ningún tipo, por miedo a infectarse.
Sin embargo, los temores tanto de Katia como de Enrique van más allá de los
problemas de salud que piensan que ella presentará en un futuro. Creen que
la infección por VIH supondrá un hándicap más para la integración social y
laboral de Katia, que se sumará al hecho de que es inmigrante. Por otro lado,
los dos habían pensado que, si la relación entre ellos funcionaba bien, en un
tiempo tendrían hijos, pero ahora han descartado esta idea porque creen que
si Katia se queda embarazada, “le pasará el virus al feto”.
Los dos acuden al centro de información del VIH y otras ITS donde trabajáis.
Katia os explica que no tiene ganas de nada, ni de buscar trabajo ni de con-
tinuar los trámites para regularizar su situación. Piensa que cuando diga que
© FUOC • PID_00256395 55 La evaluación en psicología de la salud
Son varios los factores psicosociales que han sido identificados como facilita-
dores de la ansiedad y de problemas del estado de ánimo, como por ejemplo
el aislamiento, el estigma, la falta de apoyo social, la discriminación o el con-
sumo de sustancias. Estos problemas de salud mental pueden afectar a la ad-
herencia al tratamiento y la calidad de vida de la persona con VIH. Todo esto
puede hacer que aumente la carga viral y, en consecuencia, disminuya el nivel
de linfocitos TDC4.
© FUOC • PID_00256395 56 La evaluación en psicología de la salud
En nuestro caso, Katia presenta un estado de ánimo decaído. La desmotiva- Ved también
ción que presenta en relación consigo misma, el mundo y su futuro (tríada
Para ampliar información sobre
cognitiva de Beck) se hace evidente en aspectos como el miedo a la muerte, la la tríada cognitiva de Beck, po-
dificultad para encontrar trabajo e integrarse en su nuevo entorno al cambiar déis revisar el apartado “Tras-
tornos depresivos” del módu-
el país de residencia, el funcionamiento de la relación de pareja con Enrique y lo “La evaluación en psicología
clínica” de esta asignatura.
el sentimiento de soledad por el temor al rechazo social debido a su infección.
Estos pensamientos le generan estrés y ansiedad, especialmente en cuanto al
hecho de comunicar su estado serológico.
Entre los factores que influyen en este cumplimiento, podemos encontrar las
pautas de tratamiento, la relación con el profesional sanitario, los posibles
efectos secundarios y los problemas de salud mental como ansiedad y estrés
(Ventura, Martín, Morillo, Yébenes y Casado, 2014). Otros factores podrían
ser la falta de apoyo sociofamiliar y la eficacia percibida por la misma persona
(Hudelson y Cluver, 2015). Por otro lado, a algunas de las personas con VIH
el tratamiento diario les recuerda la infección y, en ocasiones, no lo siguen de
manera consistente, porque hacerlo es la manera de aceptar que viven con el
virus. Esto es lo que le pasa a Katia.
Los estilos de vida o las conductas de salud pueden estar relacionados directa-
mente con la evolución de la infección y la afectación del sistema inmunita-
rio, pero también son importantes en la persona con VIH como factores pro-
tectores de la salud mental. Diferentes estudios han puesto de manifiesto que
una disminución del nivel de linfocitos TDC4 está relacionada con un mayor
estrés percibido, problemas del estado de ánimo, de ansiedad o de neuroticis-
mo (Ballester-Arnal, Gómez-Martínez, Fumaz, González-García, Remor y Fus-
ter, 2016).
4.3.3. Autoestima
Después del diagnóstico de la infección por VIH, los diferentes factores socia-
les y psicológicos asociados a esta vivencia generan una disminución de la au-
toestima. De nuevo, nos encontramos con variables como la falta de apoyo
social, el estigma y el autoestigma o la sintomatología depresiva, aspectos que
podríamos considerar como las principales variables que dificultan una auto-
estima saludable. Esta falta de autoestima puede conducir a que la persona
tenga una visión errónea de lo que puede suponer la infección por VIH en su
rutina diaria, y a que pierda la energía para plantearse objetivos futuros o para
conseguir los que ya tenía marcados.
Un aspecto común entre las personas con VIH que hace disminuir la autoes-
tima es el sentimiento de culpa por haberse infectado, que hace que se con-
sideren una mala persona que merece lo que le está pasando (Fuster-Ruíz de
Apodaca, Molero y Ubillos, 2016). Obviamente, esta falta de autoestima puede
aumentar los problemas del estado de ánimo, lo que redundará en una baja
calidad de vida y en problemas de adherencia al tratamiento antiviral.
La vivencia del estigma en las personas con VIH tiene efectos negativos en di-
ferentes ámbitos: aumenta los problemas del estado de ánimo, el aislamiento
y la falta de adherencia a los antivirales, y supone una disminución general
de la calidad de vida (Turan, Budhwani, Fazeli, Browning, Raper et al., 2017).
Además, la interiorización de este estigma social, laboral y sexual (autoestig-
ma) actúa de mediación con la percepción e interpretación que la persona con
VIH hace de la discriminación social, anticipando los comportamientos y ac-
titudes de las personas de su alrededor (Turan et al., 2017).
Enlace recomendado
Hablamos de autoestigma para hacer referencia a la interiorización que
la persona con VIH ha hecho de los mensajes serófobos que la sociedad Si queréis ampliar informa-
ción sobre la serofobia, po-
mantiene respecto a las personas infectadas con el VIH. Esta serofobia déis consultar el siguiente en-
lace en la web de CESIDA:
tiene como base la falta de información sobre las vías de transmisión
http://www.cesida.org/wp-
del virus y sobre la vivencia real de la infección. content/uploads/2015/12/
Guia_ESTIGMA_nov2015.pdf.
Entre los principales miedos que presentan las personas con VIH después del
diagnóstico, encontramos el cómo, cuándo y con quién compartir su estado
serológico, temor especialmente grave en el caso de las parejas sexuales y emo-
cionales. De hecho, el miedo al rechazo por parte de familiares, amistades y
parejas sexuales aumenta de manera considerable la ansiedad en las personas
con VIH, lo que puede tener dos efectos fundamentales. Por un lado, el ais-
lamiento de la persona, que puede provocar un estado depresivo. Por otro,
una pérdida de la adherencia al tratamiento y a los estilos de vida saludables
(Evangeli y Row, 2017).
Para entender la situación de Katia, tenemos que pensar que en su país de ori-
gen la realidad del VIH es muy diferente. Un aspecto fundamental es que un
amigo suyo murió a consecuencia de las enfermedades oportunistas relacio-
nadas con el sida, situación a la que una persona llega cuando no tiene acceso
al tratamiento farmacológico adecuado. Katia ha interiorizado esta visión de
la infección por VIH y es prioritario combatir estas creencias. Por otro lado, el
estigma y la discriminación a las personas con VIH son compartidos en todas
las sociedades, aunque en unas es más evidente que en otras. El temor al re-
chazo, en nuestro caso, es doble: por la infección y por ser persona migrante.
Esto puede hacer que Katia se aísle y evite situaciones sociales y laborales por
miedo a visibilizar la infección por el VIH. Un ejemplo de ello es la madre
de Enrique, que de manera sutil le muestra esta discriminación, por ejemplo,
limpiando la casa a diario y mostrándose más distante con ella.
© FUOC • PID_00256395 59 La evaluación en psicología de la salud
A nivel de vivencia de pareja, tanto Enrique como Katia han entrado en una
dinámica de evitación en la que los dos se hacen responsables de no mantener
relaciones sexuales de ningún tipo.
A las dificultades propias que vive una persona migrante cuando llega a un
nuevo país, Katia añade el diagnóstico por VIH. Las dos son vivencias que
pueden afectar a la percepción de su calidad de vida. La falta de energía, con-
secuencia de su estado de ánimo, otros problemas de salud mental, los miedos
al estigma y al rechazo, y otros factores que ya hemos comentado, influyen
en su percepción; de modo que Katia puede entrar en una espiral de malestar
general y desaliento vinculada a la percepción de su calidad de vida, con las
consecuencias que todo esto tendrá en la adherencia al tratamiento antiviral,
sus estilos de vida, la replicación del virus y la debilitación del sistema inmune.
4.4. Evaluación
La segunda sesión con Katia la dedicaremos a aclarar las dudas que continúe
teniendo sobre la infección por VIH, y evaluaremos los aspectos relacionados
con la salud mental: estado de ánimo y depresión. Empezaríamos con una en-
trevista para explorar aspectos de la vida cotidiana de Katia (actividades y mo-
© FUOC • PID_00256395 61 La evaluación en psicología de la salud
tivaciones, intereses por las actividades de vida cotidiana, entorno social, fa-
miliar y de pareja, percepción de su estado de ánimo, irritabilidad, sentimien-
tos de culpa, pensamientos sobre su presente y su futuro e ideación suicida).
Una vez que hemos explorado los aspectos de autoestima, estado de ánimo y
ansiedad en Katia y hemos comprobado que ya está asimilando la información
sobre el proceso de la infección, pasaríamos, en una tercera sesión, a indagar
los estilos de afrontamiento que la persona tiene y si estos son adaptativos.
Los estilos de afrontamiento y el apoyo social son dos aspectos que hacen
resiliente a la persona con VIH.
© FUOC • PID_00256395 62 La evaluación en psicología de la salud
Este cuestionario nos muestra diferentes formas de hacer frente al estigma del
VIH. Podríamos ver qué estrategias de control primario y secundario dirigidas
a alterar las condiciones objetivas de la situación de rechazo, o enfocadas a
adaptarse a la situación controlando sus emociones, implementa Katia. Por
ejemplo, trabajar en un ámbito cognitivo el hecho de que las respuestas de la
madre de Enrique no le afecten y que tanto ella como Enrique se conviertan
en agentes de salud para modificar las creencias y mitos de la madre. También
identificaríamos estrategias de evitación si, por ejemplo, Katia se cerrara a la
posibilidad de buscar trabajo o a participar en actividades para conocer a gente
y crear su red social.
4.5. Tratamiento
Finalmente, en el caso de Katia y por la información que tenemos, también Lectura recomendada
sería necesario plantear algún tipo de intervención con su pareja, Enrique,
M. J. Ruíz de Apodaca, J. La-
puesto que conocer el diagnóstico de Katia le ha generado malestar emocional guía, y F. Molero (coord.)
y le han aparecido miedos relacionados con la infección que, de hecho, están (2017). Formación de mediado-
res y mediadoras para el apoyo
suponiendo barreras para disfrutar de las relaciones sexuales y de la propia a personas con VIH. Madrid:
UNED.
relación de pareja. En estas situaciones, con la pareja de la persona diagnos-
ticada, nuestra intervención no tendría que ir más allá de explorar los mitos
© FUOC • PID_00256395 64 La evaluación en psicología de la salud
erróneos que puede presentar Enrique en relación con el VIH, explorar la in-
formación que tiene sobre prácticas sexuales de riesgo y vías de transmisión
y otros aspectos y dudas que él pueda plantear. Si lo consideramos necesario,
podríamos organizar una sesión adicional con los dos, para establecer un es-
pacio de comunicación entre ellos y aclarar sus temores.
© FUOC • PID_00256395 65 La evaluación en psicología de la salud
Bibliografía
Acosta, F. J., Hernández, J. L., y Pereira, J. (2009). Métodos de evaluación de adherencia.
Cuadernos de Psiquiatría Comunitaria, 9 (1), 13-28.
Aguilar, E. J., Hidalgo, M. D., Cano, R., López, J. C., Campillo, M., y Hernández, M. (1995).
Estudio prospectivo de la desesperanza en pacientes psicóticos: características psicométricas
de la Escala de Desesperanza de Beck. Anales de Psiquiatría, 11 (4), 121-125.
Alonso, J., Prieto, L., y Antón, J. M. (1995). La versión española del SF-36 Health Survey
(Cuestionario de Salud SF-36): un instrumento para la medida de los resultados clínicos.
Medicina Clínica, 104 (20), 771-776.
Alonso, J., Regidor, E., Barrio, G., Prieto, L., Rodríguez, C., y De la Fuente, L. (1998). Valores
poblacionales de referencia de la versión española del cuestionario de salud SF-36. Medicina
Clínica, 111 (11), 410-416.
Alvarado, S., Ochoa, F. J., Guerra, H. G., Mulier, Y. A., Galindo, O., y Zapata, M. R. (2011).
Adherencia terapéutica del paciente con cáncer, algunos factores: perspectiva del Oncólogo.
GAMO, 10 (3), 136-142.
American Institute for Cancer Research. (2007). Food, Nutrition, Physical activity, and the Pre-
vention of Cancer: a global Perspective. Washington, DC: AICR.
Arranz, P. y Cancio, H. (2003). Una herramienta básica del psicólogo hospitalario: el counse-
lling. En: E. Remor, P. Arranz, y S. Ulla (ed.). El psicólogo en el ámbito hospitalario (pp. 93-120).
Bilbao: Desclée de Brouwer.
Arraras, J. I., Illarramendi, J. J., y Valerdi, J. J. (1993). El cuestionario de calidad de vida para
cáncer de la EORTC QLQ-C30. Estudio estadístico de validación con una muestra española.
Revista de psicología de la salud, 7, 13-33.
Badia, X., Roset, M., Herdman, M., y Kind, P. A. (2001). A comparison of United Kingdom and
Spanish general population time trade-off values for EQ-5D health states. Medical Decision
Making: an international journal of the Society for Medical Decision Making, 21 (1), 7-16.
Ballester, R., Gómez, S., Fumaz, C. R., González, M., Remor, E., y Fuster, M. J. (2016). A Spanish
Study on Psychological Predictors of Quality of Life in People with HIV. AIDS & Behavior,
20 (2), 281-291.
Barbero, J. (2006). El derecho del paciente a la información: el arte de comunicar. Anales del
Sistema Sanitario Navarra, 29 (3), 19-27.
Beck, A. T., Steer, R. A., y Brown, G. K. (1996). BDI-II. Beck Depression Inventory-Second Edition.
Manual. San Antonio, Texas: The Psychological Corporation.
Beck, A. T., Weissman, A., Lester, D., y Trexler, L. J. (1974). The measurement of pessimism:
The hopelessness scales. Journal of consulting and clinical psychology, 42 (6), 861-865.
© FUOC • PID_00256395 66 La evaluación en psicología de la salud
Beléndez, M., Bermejo, R. M., y García, M. D. (2005). Estructura factorial de la versión espa-
ñola del revised illness perception questionnaire en una muestra de hipertensos. Psicothema,
17 (2), 318-324.
Bengstson, A. M., Pence, B. W., O’Donnell, J., Thielman, N., Heine, A., Zinski, A., Modi, R.,
McGuinness, T., y Gayness, B. (2015). Improvements in depression and changes in quality
of life among HIV-infected adults. AIDS Care, 27 (1), 47-53.
Biswas, A., Oh, P. I., Faulkner, G. E., Bajaj, R. R., Silver, M. A., Mitchell, M. S., y Alter, D.
A. (2015). Sedentary time and its association with risk for disease incidence, mortality, and
hospitalization in adults: a systematic review and meta-analysis. Annals of Internal Medicine,
162 (2), 123-132.
Bjelland, I., Dahl, A., Haug, T., y Neckelmann, D. (2002). The validity of the Hospital Anxiety
and Depression Scale. An updated literature review. Journal of Psychosomatic Research, 52 (2),
69-77.
Carver, C. S. (1997). You want to measure coping but your protocol’s too long: Consider the
Brief Cope. International Journal of Behavioral Medicine, 4 (1), 92-100.
Castro, J. A. (2015). Cáncer de mama y consumo de bebidas alcohólicas: una relación poco
conocida y una verdad incómoda. Acta Bioquímica Clínica Latinoamericana, 49 (1), 17-18
Cella, D. F., Tulsky, D. S., Gray, G., Sarafin, B., Linn, E. et al. (1993). The Functional Assess-
ment of Cancer Therapy Scale: Development and validation of the general measure. Journal
of Clinical Oncology, 11, 570-579.
Cescon, A., Cooper, C., Chan, K., Palmer, A., Klein, M., Machouf, N., Loutfy, M., Raboud, J.,
Rachlis, A., Ding, E., Lima, V., Montaner, J., Rourke, S., Smieja, M., Tsoukas, C., y Hogg, R.
(2011). Factors associated with virological suppression among HIV-positive individuals on
highly active antiretroviral therapy in a multi-site Canadian cohort. HIV Medicine, 12 (6),
352-360.
Colditz, G. A., Baer, H. J., y Tamini, R. M. (2006). Breast Cancer. En: D. Schottenfeld, J. F.
Fraumeni (ed.). Cancer Epidemiology and Prevention (pp. 995-1013). Nueva York: Oxford Uni-
versity Press.
Collaborative Group on Hormonal Factors in Breast Cancer (2001). Familial breast cancer: co-
llaborative reanalysis of individual data from 52 epidemiological studies including 58209 wo-
men with breast cancer and 101986 women without the disease. The Lancet, 358, 1389-1399.
EuroQol Group (1990). EuroQol a new facility for the measurement of health related quality
of life. Health Policy, 16 (3), 199-208.
Evangeli, M. y Row, A. L. (2017). HIV Disclosure Anxiety: A Systematic Review and Theore-
tical Synthesis. AIDS and Behavior, 21 (1), 1-11.
© FUOC • PID_00256395 67 La evaluación en psicología de la salud
Ferlay, J., Shin, H. R., Bray, F., Forman, D., Mathers, C., y Parkin, D. M. (2010). Estimates of
worldwide burden of cancer in 2008: GLOBOCAN 2008. International Journal of Cancer, 127,
2893-2917.
Fernández, J., Álvarez, M., Blasco, T., Doval, E., y Sanz, A. (1998). Validación de la escala de
competencia personal percibida de Wallston: Implicaciones para el estudio del estrés. Ansie-
dad y Estrés, 4, 31-41.
Fritz, A., Percy, C., Jack, A., y Shan, K. (2003). Clasificación Internacional de Enfermedades para
Oncología (CIE-O). Washington DC: Organización Panamericana de la Salud.
Fuster-Ruíz de Apodaca, M. J., Molero, F., Holgado, F. P., y Sansinenea, E. (2014). Desarrollo de
un nuevo cuestionario para medir las estrategias que las personas con VIH usan para afrontar
el estigma y la discriminación. Acción Psicológica, 10 (2), 3-20.
García del Castillo, J. A., López-Sánchez, C., Segura, M. C., y García del Castillo-López, A.
(2012). Estilos de vida y salud: promoción y prevención. En: M. C. Terol, Y. Quiles y M. V.
Pérez (coord.). Manual de evaluación psicosocial en contextos de salud (pp. 135-147). Madrid:
Pirámide.
García-Ordóñez, M. A., Mansilla, J. J., Nieto, E., Cereto, M. R., Salas, F., Vallejo, M., y Martínez,
J. (2001). Calidad de vida relacionada con la salud de pacientes infectados por VIH medida
por el Cuestionario de Salud SF-36. Anales de Medicina Interna, 18(2), 74-79.
García-Segovia, P., Sánchez, A., Doreste, J., y Serra, L. (2004). Alcohol y tabaco: Factores de
riesgo de cáncer. Biocáncer, 1, 1-15.
Gaudet, M. M., Gapstur, S. M., Sun, J., Diver, W. R., Hannan, L. M., y Thun, M. J. (2013).
Active Smoking and Breast Cancer Risk: Original Cohort Data and Meta-Analysis. Journal of
the National Cancer Institute, 105 (8), 515-525.
Gil, J. (2004). Evaluación e intervención en Psicología de la Salud. En: J. Gil (dir.). Psicología
de la Salud. Aproximación histórica, conceptual y aplicaciones (pp. 149-190). Madrid: Pirámide.
González, V. M., Stewart, A., Ritter, P. L., y Lorig, K. (1995). Translation and validation of
arthritis outcome measures into Spanish. Arthritis and Rheumatism, 38 (10), 1429-1446.
González, S., Madoz, A., Parro, C., Hernández, D., y Ochoa, E. (2017). Relación entre la ad-
herencia al tratamiento antirretroviral en pacientes VIH+ y el consumo de alcohol, asociado
o no al uso de otras sustancias. Adicciones. <https://doi.org/10.20882/adicciones.916>
Hao, L., Li, G., Yang, L., Yang, L., y Petridis, L. (2016). Influencia del entrenamiento en reha-
bilitación psicológica de las emociones negativas y calidad de vida en pacientes con dolor
crónico. Revista Argentina de Clínica Psicológica, 25 (1), 99-106.
Herdmand, M. Badia, X., y Serra, S. (2001). El EuroQol-5D: una alternativa sencilla para la
medición de la calidad de vida relacionada con la salud en atención primaria. Atención pri-
maria, 28 (6), 425-429.
Hernández, J. L., Acosta, F., y Pereira, J. (2009). Adherencia terapéutica. Generalidades. Cua-
dernos de Psiquiatría Comunitaria, 9 (1), 13-28.
Hulme, P. A., Walker, S. N., Effle, K. J., Jorgensen, L., McGowan, M. G., Nelson, J. D., y Pratt, E.
N. (2003). Health-promoting lifestyle behaviors of Spanish-speaking Hispanic adults. Journal
of Transcultural Nursing, 14 (3), 244-254.
© FUOC • PID_00256395 68 La evaluación en psicología de la salud
Ibañez, N., Lorente, E., Grau, E., Franch, C., y Ballester, R. (1995). Validez del Illness beha-
vior questionaire (IBQ): estudio factorial y criterial. Jornades de Foment de la Investigació.
<http://repositori.uji.es/xmlui/handle/10234/80547>
International Agency for Research on Cancer. (2002). Weight control and physical activity. IARC
Handbooks for cancer prevention, vol. 6. Lión: International Agency for Research on Cancer.
Jemal, A., Bray, F., Center, M. M., Ferlay, J., Ward, E., y Forman, D. (2011). Global cáncer
statistics. A Cancer Journal for Clinicians, 61, 69-90.
Jensen, M. P., Turner, J. A., Romano, J. M., y Strom, S. E. (1995). The Chronic Pain Coping
Inventory: development and preliminary validation. Pain, 60 (2), 203-216.
Kerns, R. D., Turk, D. C., y Rudy, T. E. (1985). The West Haven-Yale Multidimensional Pain
Inventory (WHYMPI). Pain, 23 (4), 345-356.
Key, T. J., Allen, N. E., Spencer, E. A., y Travis, R. C. (2002). The effect of diet on risk of cancer.
Lancet, 360, 861-868.
Knobel, H., Alonso, J., Casado, J. L., Collazos, J., González, J., Ruiz, I., Kindelan, J. M., Carmo-
na, A., Juega, J., y Ocampo, A. (2002). Validation of a simplified medication adherence ques-
tionnaire in a large cohort of HIV-infected patients: the GEEMA Study. AIDS, 16 (4), 605-613.
Kovaks, F. y Moix, J. (2009). Manual del dolor: Tratamiento cognitivo conductual del dolor crónico.
Barcelona: Paidós.
Leadley, R. M., Armstrong, N., Lee, Y. C., Allen, A., y Kleijnen, J. (2012). Chronic diseases in
the European Union: the prevalence and health cost implications of chronic pain. Journal of
pain & palliative care pharmacotherapy, 26 (4), 310-325.
Linos, E., Willett, W. C., Cho, E., y Frazier, L. (2010). Adolescent Diet in Relation to Breast
Cancer Risk among Premenopausal Women. Cancer Epidemiology, Biomarkers and Prevention,
19 (3), 689-696.
Luenen, S. van, Garnefski, N., Spinhoven, P., Spaan, P., Dusseldorp, E., y Kraaij, V. (2018).
The Benefits of Psychosocial Interventions for Mental Health in People Living with HIV: A
Systematic Review and Meta-analysis. AIDS and Behavior, 22 (1), 9-42.
Martín, M., Quiles, Y., y Bernabé, M. (2012). Creencias de control. En: M. C. Terol, Y. Quiles, y
M. V. Pérez (coord.). Manual de evaluación psicosocial en contextos de salud (pp. 17-52). Madrid:
Pirámide.
McPherson, K., Steel, C. M., y Dixon, J. M. (2000). ABC of breast diseases. Breast cancer-
epidemiology, risk factors, and genetics. British Medical Journal, 321, 624-628.
Melzack, R. (1975). The McGill Pain Questionnaire. Major properties and scoring methods.
Pain, 1 (3), 227-299.
Miller, R. P., Kori, S. H., y Todd, D. D. (1991). The Tampa Scale. Documento no publicado,
Tampa.
Moorey, S. y Greer, S. (1989). Psychological therapy for patients with cancer. A new approach.
Londres: Heinemann Medical Book.
Morisky, D. E., Green, L. W., y Levine D. M. (1986). Concurrent and predictive validity of a
self-reported measure of medication adherence. Medical Care, 24 (1), 67-74.
Moss-Morris, R., Weinman, J., Petrie, K. J., Horne, R., Cameron, L. D., y Buick, D. (2002). The
illness perception questionnaire (IPQ-R). Psychology and Health, 17 (1), 1-16.
Muñoz, M., Rosegui, A., Pérez, E., Santos-Olmo, A. B., y Colomina, A. (2002). Instrumentos
de evaluación en salud mental. Madrid: Pirámide.
Neipp, M. C., Lledó, A., y Pons, N. (2012). Ajuste y adaptación psicosocial. En: M.C. Terol,
Y. Quiles, y M. V. Pérez (coord.). Manual de evaluación psicosocial en contextos de salud (pp.
85-134). Madrid: Pirámide.
Newman, B., Mu, H., Butler, L. M., Millikan, R. C., Moorman, P. G., y King, M. C. (1998).
Frecuency of breast cancer attributable to BRCA1 in a population-based of American women.
The Journal of the American Medical Association, 279, 915-922.
Nieto, J., Abad, M. A., Esteban, M., y Tejerina, M. (2004). Psicología para ciencias de la salud.
Madrid: McGrawHill.
Nieto, R. (2017). Tengo dolor: ¿Cómo puedo seguir con mi vida?. Barcelona: Editorial UOC.
Nogueda, M. J., Pérez, B., Barrientos, V., Robles, R., y Sierra, J. G. (2013). Escala de Ansiedad
y Depresión Hospitalaria (HADS): validación en pacientes mexicanos con infección por VIH.
Psicología Iberoamericana, 21 (2), 29-37.
Orellana, C. (2007). La actitud médica ante el dolor ajeno. Persona y bioética, 11 (2), 146-155.
Panel de expertos de Secretaría del Plan Nacional sobre el Sida (SPNS), Sociedad Española
de Farmacia Hospitalaria (SEFH) y Grupo de Estudio del Sida (GESIDA) (2008). Mejorar la
adherencia al tratamiento antirretroviral. Recomendaciones SPNS/SEFH/GESIDA. Farmacia
Hospitalaria, 32 (6), 349-57.
Pilowsky, I. (1971). The diagnosis of abnormal illness behavior. Australia and New Zealand
journal of psychiatry, 5 (3), 136-138.
Pilowsky, I. y Spence, N. D. (1983). Manual for Illness Behaviour Questionnaire. Australia: Uni-
versity of Adelaide.
Poorolajal, J., Hooshmand, E., Mahjub, H., Esmailnasab, N., y Jenabi, E. (2016). Survival rate
of AIDS disease and mortality in HIV-infected patients: a meta-analysis. Public Health, 139,
3-12.
Pousa, V., Miguelez, A., Hernández, M., González, M. A., y Gaviria, M. (2015). Depresión y
cáncer: una revisión orientada a la práctica clínica. Revista Colombiana de Cancerología, 19
(3), 166-172.
Remor, F., Fuster, M. J., Ballester, R., Gómez, S., Fumaz, C. R., González, M., Ubillos, S., Agui-
rrezabal, A., y Molero, F. (2012). Development of a new instrument for the assessment of
psychological predictors of well-being and quality of life in people with HIV or AIDS. AIDS
and Behavior, 16 (8), 2414-2423.
Riboli, E. y Norat, T. (2003). Epidemiologic evidence of the protective effect of fruit and
vegetables on cancer risk. American Journal of Clinical Nutrition, 78, 559-569.
Riera, M., Esteban, H., Suarez, I., Palacios, R., Lozano, F., Blanco, J. R., Valencia, E., Ocampo,
A., Amador, C., Frontera, G., vonWichmann-de Miguel, M. A., y GESIDA Study Group of the
HIV quality indicators (2016). Validación y cumplimentación de los indicadores de calidad
© FUOC • PID_00256395 70 La evaluación en psicología de la salud
GESIDA en pacientes con infección por el VIH. Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica,
34 (6), 346-352.
Rivera-Díaz, M., Varas-Díaz, N., Reyes-Estrada, M., Suro, B., y Coriano, D. (2012). Factores
socio-estructurales y el estigma hacia el VIH/Sida: experiencias de puertorriqueños/as con
VIH/Sida al acceder a servicios de salud. Salud y Sociedad, 3 (2), 180-192.
Riveros, A., Sánchez, J. J., y Del Águila, M. (2009). Inventario de Calidad de Vida y Salud (InCa-
ViSa). México: Manual Moderno.
Rodger, A. J., Cambiano, V., Bruun, T., Vernazza, P., Collins, S., van Lunzen, J., Corbelli, G.
M., Estrada, V., Geretti, A. M., Beloukas, A., Asboe, D., Viciana, P., Gutiérrez, F., Clotet, B.,
Pradier, C., Gerstoft, J., Weber, R., Westling, K., Wandeler, G., Prins, J. M., Rieger, A., Stoeckle,
M., Kümmerle, T., Bini, T., Ammassari, A., Gilson, R., Krznaric, I., Ristola, M., Zangerle, R.,
Handberg, P., Antela, A., Allan, S., Phillips, A. N., Lundgren, J., y PARTNER Study Group.
(2016). Sexual Activity Without Condoms and Risk of HIV Transmission in Serodifferent
Couples When the HIV-Positive Partner Is Using Suppressive Antiretroviral Therapy. Journal
of the American Medical Association, 316 (2), 171-181.
Rodríguez, M. A., García-Jiménez, E., Amariles, P., Rodríguez, A., y Faus, M. J. (2008). Revisión
de test de medición del cumplimiento terapéutico utilizados en la práctica clínica. Atención
Primaria, 40 (8), 413-418.
Rodríguez-Marín, J., Terol, M. C., López-Roig, S., y Pastor, M. A. (1992). Evaluación del afron-
tamiento del estrés: propiedades psicométricas del cuestionario de formas de afrontamiento
de acontecimientos estresantes. Revista Psicología de la Salud, 4 (2), 59-84.
Romero, R., Ibáñez, E., y Monsalve, V. (2000). La terapia psicológica adyuvante en enfermas
con cáncer de mama: un estudio preliminar. En: F. Gil (ed.). Manual de Psico-Oncología (pp.
15-38). Madrid: Nova Sidonia Oncología.
Rosenberg, M. (1965). Society and the adolescent self-image. Princeton, NJ: Priceton University
Press.
Salamero, M., Perri, J. M., y Gutiérrez, F. (2003). La evaluación psicológica en el ámbito hos-
pitalario. En: E. Remor, P. Arranz, y S. Ulla (ed.). El psicólogo en el ámbito hospitalario (pp.
75-92). Bilbao: Desclée de Brouwer.
Salmerón, P., Giménez, C., y Nieto, R. (2016). La promoción de la salud. Claves para su práctica.
Barcelona: UOC.
Santen, R., Cavalieri, E., Rogan, E., Russo, J., Guttenplan, J., Ingle, J., y Yue, W. (2009). Estro-
gen mediation of breast tumor formation involves estrogen receptor-dependent, as well as
independent, genotoxic effects. Annals of the New York Academy of Sciences, 1155, 132-140.
Sanz, J., Perdigón, A. L., y Vázquez, C. (2003). Adaptación española del Inventario para la
depresión de Beck-II: propiedades psicométricas en población general. Clínica y Salud, 14 (3),
249-280.
Schütze, M., Boeing, H., Pischon, T., Rehm, J., Kehoe, T., Gmel, G. et al. (2011). Alcohol
attributable burden of incidence of cancer in eight European countries based on results from
prospective cohort study. British Medical Journal, 7, 342:d1584. doi: 10.1136/bmj.d1584.
Sullivan, M. J. L., Bishop, S. R., y Pivik, J. (1995). The Pain Catastrophizing Scale: Develop-
ment and validation. Psychological Assessment, 7(4), 524-532.
Telch, C. F. y Telch, M. J. (1986). Group coping skills instruction and supportive group the-
rapy for cancer patients: A comparison strategies. Journal of Consulting and Clinical Psychology,
54, 802-808.
Terol, M. C., Pastor, M. A., y López-Roig, S. (2012). Apreciación de estrés y recursos de afron-
tamiento. En: M. C. Terol, Y. Quiles, y M. V. Pérez (coord.). Manual de evaluación psicosocial
en contextos de salud (pp. 53-84). Madrid: Pirámide.
Teva, I., Bermúdez, M. P., Quero, J., y Buela-Casal, G. (2005). Evaluación de la depresión,
ansiedad e ira en pacientes con VIH/SIDA. Salud mental, 28 (5), 40-49.
Thompson, K., Kulkarni, J., y Sergejew, A. A. (2000). Reliability and validity of a new Me-
dication Adherence Rating Scale (MARS) for the psychoses. Schizophrenia Research. 42 (3),
241-247.
Thune, I. y Furberg, A. S. (2001). Physical activity and cancer risk: dose-response and cancer,
all sites and site-specific. Medicine & Science in Sports & Exercise (MSSE), 33 (6), 530-550 (dis-
cusión: 609-610).
Turan, B., Budhwani, H., Fazeli, P. L., Browning, W. R., Raper, J. L., Mugavero, M. J., y Tu-
ranHow, J. M. (2017). Does Stigma Affect People Living with HIV? The Mediating Roles of
Internalized and Anticipated HIV Stigma in the Effects of Perceived Community Stigma on
Health and Psychosocial Outcomes. AIDS and Behavior, 21 (1), 283-291.
Turk, D. C., Dworkin, R. H., Allen, R. R., Bellamy, N., Brandenburg, N., Carr, D. B., Cleeland,
C., Dionne, R., Farrar, J. T., Galer, B. S., Hewitt, D. J., Jadad, A. R., Katz, N. P., Kramer, L. D.,
Manning, D. C., McCormick, C. G., McDermott, M. P., McGrath, P., Quessy, S., Rappaport,
B. A., Robinson, J. P., Royal, M. A., Simon, L., Stauffer, J. W., Stein, W., Tollett, J., y Witter, J.
(2003). Core outcome domains for chronic pain clinical trials: IMMPACT recommendations.
Pain, 106 (3), 337-345.
Urzúa, A. (2010). Calidad de vida relacionada con la salud: elementos conceptuales. Revista
de Médica de Chile, 138 (3), 358-365.
Vanegas, D., Acevedo, L., Díaz, F. J., y Velilla, P. A. (2014). Resistencia a antirretrovirales: bases
moleculares e implicaciones farmacológicas. Revista CES Medicina, 28 (1), 91-106.
Ventura, J. M., Martín, M. T., Morillo, R., Yébenes, M., y Casado, M. A. (2014). Adherencia,
satisfacción y calidad de vida relacionada con la salud en pacientes infectados por el VIH con
tratamiento antiretroviral en España. Estudio ARPAS. Farmacia Hospitalaria, 38 (4), 291-299.
Wallston, K. A. (1992). Hocus-Pocus, the focus isn't strictly on Locus Rotter's Social Learning
Theory Modified for Health. Cognitive Therapy and Research, 16, 183-199.
Ware, J. E. y Sherbourne, C. D. (1992). The MOS 36-item short-form health survey (SF-36)
(I). Conceptual framework and item selection. Medical Care, 30 (6), 473-483.
Watson, D., Clark, L. A., y Tellegen, A. (1988). Development and Validation of Brief Measures
of Positive and Negative Affect: The PANAS Scales. Journal of Personality and Social Psychology,
54 (6), 1063-1070.
Watson, M., Law, M., dos Santos, M., Greer, S., Baruch, J., y Bliss, J. (1994). The Mini-Mac:
Further Development of the Mental Adjustment to Cancer Scale. Journal of Psychosocial On-
cology, 12, 33-47.
World Health Organization (2008). The Global Burden of Disease: 2004 Update. Ginebra: World
Health Organization.
Yue, W., Santen, R. J., Wang, J. P., Li, Y., Verderame, M. F., Bocchinfuso, W. P., Korach, K. S.,
Devanesan, P., Todorovic, R., Rogan, E. G., y Cavalieri, E. L. (2003). Genotoxic metabolites
of estradiol in breast: potential mechanism of estradiol induced carcinogenesis. Journal of
Steroid Biochemistry & Molecular Biology, 86, 477-486.
Zigmond, A. S. y Snaith, R. P. (1983). The Hospital Anxiety and Depression Scale. Acta Psy-
chiatrica Scandinavica, 67 (6), 361-370.