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Mar Romera: El docente del siglo XXI tiene que ser un docente culto, que lee mucho, que

domina los medios de comunicación...

Pues para empezar ese profesor debería tener una formación inicial importante que le haga
plantearse si de verdad esta es su profesión o no. El docente del siglo XXI tiene que ser un
docente culto, una persona que lee mucho, que domina los medios de comunicación, que va al
cine, que escucha música, que va al teatro, que viaja, que prueba todo tipo de comidas…
Alguien con una mente abierta y permeable, porque eso es lo que el alumnado tiene que
aprender. Y por otra parte tiene que ser alguien que conozca la historia de la pedagogía, de la
educación, de los avances científicos en la materia. Hay que formarse mucho
psicopedagógicamente, no dejar de estudiar y de prepararse nunca, ya que esta profesión
requiere de una transformación y de una evolución personal continua. De la misma manera
tiene que ser alguien que crezca en habilidades intrapersonales como el autocontrol, el
autoconocimiento, la autodisciplina, la autoevaluación, la reflexión… Todo esto es una parte
fundamental en un ser humano que está expuesto a que lo aprendan otros niños para los que
va a ser su referente. Y lo mismo con las habilidades de comunicación como la capacidad de
escucha, de mediación, de resolución de conflictos, de resiliencia… todo aquello que le lleva a
ser un agente transformador del núcleo social en el que trabaja. La escuela del siglo XXI, y el
profesor del siglo XXI, no es la que enseña, sino la que aprende, la que escucha, la que respeta
y la que permite que los niños y niñas sean agentes de cambio en el futuro.

El reto del siglo XXI es dar el paso de una educación eminentemente cognitiva a la dimensión
emocional

“[...] En las emociones está el miedo, la ansiedad, la angustia, el estrés, la depresión, la tristeza,
la rabia, la ira, la furia, la cólera, la indignación, la predisposición a la violencia… Fíjate que los
grandes problemas de la humanidad, en gran medida, tienen un fondo emocional. Pero en las
emociones está también lo mejor de nuestra vida, porque en las emociones están las alegrías,
el amor, la compasión, la solidaridad, el equilibrio, la armonía, la paz interior, el sosiego; en
definitiva, la felicidad, [...] En el siglo XX, la educación se ha centrado exclusivamente en el
desarrollo cognitivo y ha dado pasos muy grandes, [...] pero el reto del siglo XXI es dar el paso
de una educación eminentemente cognitiva a la dimensión emocional, [...]”.

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