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Otro “héroe nacional” para los separatistas de Santa Cruz, Nicolás Suarez Callaú (el rey de la
Goma), a finales del siglo XIX e inicios del XX inició la expropiación de las tierras y la explotación de
los indígenas de la Amazonía. Un número reducido de familias KARAI (hombre blanco) se
beneficiaron del negocio de la goma y miles de indígenas trabajaron como siringueros y en
condiciones inhumanas. Así, la república y el moderno Estado boliviano reeditaron la continua
historia de la colonización en esta parte del mundo.
Hechos invisibles de abuso, sangre y dolor hacen a la historia de los pueblos de la Amazonía y es la
misma historia de conquista, de usurpación, de despojo y de colonización. Pueblos y culturas del
mundo perecieron ante la depredación de los KARAI (hombre blanco) y la suerte de los pueblos
originarios de NUESTRA AMÉRICA es la misma, ya que han sido y son reducidos y despojados hasta
el exterminio.
En la historia de la colonización de pueblos y culturas del mundo (Frantz Fanon, 1963), luego del
genocidio y etnocidio, se advierte el drama post colonial de los vencidos (de los colonizados). La
asimilación, que en los hechos significa olvidar su historia, olvidar hasta negar a sus antepasados y
a sus padres es una consecuencia post colonial de la colonización. Olvidar y hacerse “ciudadano”,
de COMUNIDAD CIUDADANA, pero de segunda clase, ya que su condición social de apellido, de
origen, de raza, de procedencia y de rasgos físicos no están reconocidos. En estas condiciones les
cuesta sobrevivir en la ciudad, pero lo hacen y para eso se integran (asimilan) asistiendo a las
escuelas del hombre blanco, donde se hacen ambiciosos, depredadores e individualistas hasta
olvidar el cómo se vive con la tierra y para la tierra, OLVIDAN CUSTODIAR y PROTEGER la TIERRA.
Junto a la invasión y el despojo del territorio a los indígenas de la Amazonía, los KARAI o los
COJÑONE (hombres blancos) destruyen los espíritus del monte y asolan los sitios sagrados. En el
siglo XVI perseguían y asesinaban a los seres humanos “santos”, los llamaban brujos, los
quemaban, además, destruían todos los lugares sagrados del monte (extirpación de idolatrías);
ahora continuos a esa tradición destruyen el espíritu de los ríos, de los árboles, de los animales y
liquidan a todo espíritu (o energía) que convive con el indígena, destruyen los DIOSES, los
ESPÍRITUS y las ENERGÍAS que cuidan el bosque, el rio, el aire y la tierra, que cuidan el PLANETA
TIERRA.
Al destruir el espíritu del monte, el KARAI o COJÑONE (el hombre blanco) también destruye el
espíritu humano, destruye el espíritu (o la energía de vida) del chiquitano. Así, despojados de su
territorio y de la energía de su territorio, los chiquitanos y los indígenas de la Amazonía se
convierten en seres sin espíritu ni energía, en “ZOMBIS” y en ciudades como Santa Cruz, los
chiquitanos viven por vivir, ya que los empresarios (o los depredadores de Santa Cruz) les
destruyeron todo su proyecto y sistema de vida y, por eso (justo por eso), los chiquitanos viven en
la marginalidad y la indigencia y también por eso (justo por eso) los KARAI o COJÑONE marchan
por la chiquitania y NO MARCHAN POR LOS CHIQUITANOS.
La historia de la colonización registra hechos post coloniales que avergüenzan al mundo, ya que
regularmente, los pueblos agredidos e invadidos como los chiquitanos han optado por el suicidio,
por el suicidio social o colectivo y por eso en las ciudades como Santa Cruz viven por vivir. Como
seres sin alma y sin espíritu (como “ZOMBIS”) viven entra la marginalidad y la indigencia. Sus hijos
(niños y adolescentes chiquitanos) son presas del alcohol, la droga, la prostitución y la clefa. Estos
hechos testimonian el máximo índice de maldad de los colonizadores de Santa Cruz (de la unión
juvenil cruceñista) y no esperemos otra ocasión política para escribir sobre este tema.
HUMANICEMOS HUMANIDADES.