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JORNADAS Y CONGRESOSNÚMERO 8 - DICIEMBRE
2016
por Cecilia Valfiorani
Habitamos una época delineada por el empuje hacia lo ilimitado, en la que se rechaza la
castración y el vacío que encierra la relación sexual que no existe. Época en la que falta
la falta y en la que los objetos a han perdido sus velos.
En este sentido, en Extimidad, Miller plantea que, si a nivel del significante, el sujeto se
encuentra borrado, mortificado, la posibilidad de introducir lo viviente será por una vía
diferente, la vía del objeto. De este modo, afirma que la falta en ser del sujeto a nivel del
significante necesita una contrapartida que puede obtener de lo que es como ser vivo, es
decir, del objeto, siendo lo que escapa a esta lógica significante.
Oscar Ventura plantea que transitamos una época en la que se ha construido un lazo
social inédito en la historia de la civilización, que pone en cuestión un modo de estar en
el mundo que tiene una tradición milenaria, lo que condiciona las subjetividades y los
modos de presentaciones sintomáticas que encontramos en la clínica. Asistimos, nos
dice, a la soledad en su peor forma, ya que los tipos de goce contemporáneos se alojan
en el campo más degradado de la soledad, en un modo de soledad del goce de los Unos
solos, inscripta del lado del autismo subjetivo.
Nos advierte acerca de lo inútil de la posición nostálgica que nos llevaría a rescatar el
ideal de una soledad no atravesada por el discurso de la ciencia ni por los objetos
tecnológicos actuales. Se trataría en cambio, de proponer otro modo de la soledad, un
buen encuentro con la soledad, aquella que “se desprende del discurso analítico, y que
tiene que ver con el rasgo de autenticidad de la soledad, es la necesariedad de habitar su
experiencia como aquello que hace lazo de un modo posible para encontrar un saber-
hacer con la ausencia de relación sexual”. (2)
El acto analítico apunta a introducir el vacío necesario para provocar esta buena forma
de la soledad, que es puesta en relación con la vitalidad del sujeto. “No es sencilla la
maniobra que invente el vacío necesario para provocar la buena forma de la separación.
Pero sin embargo ella es necesaria. Va implícita en el acto analítico”. (3)
La maniobra analítica de extracción del objeto a en un análisis como modo de instalar
este vacío, sería entonces una vía posible para recuperar un plus de vida, en oposición al
régimen de la pulsión de muerte al que nuestra civilización actual invita.
Como dice Marcus André Viera en uno de sus testimonios de pase: “Traer un poco de
goce del objeto a la vida, hacerlo pasar de resto a causa, lo que supone reconfigurarse.
Vivir ese lugar de objeto en lugar de morirse de vergüenza por él”. (4)
Notas:
(3) Ibíd.
(4) Vieira, M.A.: “El grito, el tambor y el griterío”, en Bitácora Lacaniana Nº 4, Buenos
Aires, 2015, pág.41.