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ORIGEN Y EXPANSIÓN DEL

QUECHUA SEGÚN ALFREDO


TORERO
15 Diciembre, 2009 por ROGER GONZALO SEGURA
http://blog.pucp.edu.pe/blog/aimaranet/2009/12/15/origen-y-expansion-del-quechua-segun-alfredo-torero/

Vestimenta Ichuña – Moquegua (Docentes de Instituto Superior Pedagógico


“Alianza Ichuña-Bélgica” de Moquegua
Origen del quechua según Alfredo Torero
(MONOGRAFÍA)
Curso: Seminario de Historia de América Andina, PONTIFICIA UNIVERSIDAD
CATÓLICA DEL PERÚ
Maestría en Lingüística-Estudios Andinos
Profesor: Dr. GASTÓN ANTONIO ZAPATA VELASCO
Alumno: Roger R. Gonzalo Segura
Lima, 2008
ORIGEN Y EXPANSIÓN DEL QUECHUA SEGÚN ALFREDO TORERO
0. INTRODUCCIÓN
La presente monografía tiene por objeto retratar la forma cómo es explicado el
avance del quechua en sus diversas fases de expansión, de acuerdo con la
datación que realiza Torero y sus posteriores correcciones y adecuaciones. En
el trascurso de la presentación de este trabajo, estaremos constantemente
recurriendo a la lectura que realiza Rodolfo Cerrón-Palomino sobre el tema ya
referido cuyas opiniones son fundamentales para complementar con la
explicación que realiza Torero.
1. GENERALIDADES
Hasta la actualidad nos han llegado diversas hipótesis sobre el origen y
expansión de una de las lenguas indígenas más habladas del mundo: el
quechua. Cerrón-Palomino (1987: 323-349) menciona las siguientes: a) la
hipótesis del origen serrano en la que se atribuye a Cuzco “como su centro
inicial, y a las conquistas incaicas como su mecanismo de difusión, sostenida
por Rowe (1950) y Riva Agüero ya en 1921, b) la hipótesis de origen costeño
postulada en 1911 por Manuel González de la Rosa , retomada por Porras
Barrenechea en 1951 y fundamentada con los estudios dialectológicos y de
reconstrucción que le dedicaron Parker y Alfredo Torero para el sustento de
esta hipótesis concluyendo que los dialectos diferentes al cuzqueño
correspondiente a la rama central peruana son más conservados, por tanto,
son de mayor antigüedad, c) la hipótesis del origen forestal que asigna como
foco de difusión entre Chachapoyas y Macas (ceja de selva) y fue sostenida
por William H. Isbell en 1974 basándose en la arqueología y la ecología, y por
último, d) la hipótesis del origen ecuatoriano en la opinión de Tschudi, seguida
por Middendorf, Brinton y Louisa Stark, hipótesis muy discutible que desde la
lingüística no encuentra ningún asidero. 
2. LA POSTURA DE TORERO
Torero es uno de los primeros lingüistas que se dedica al estudio de la
dialectología quechua de América del Sur en base a sistemáticos y rigurosos
trabajos de campo que le ha permitido incursionar en la reconstrucción del
protoquechua y su posterior clasificación, que le han permitido derrumbar con
la hipótesis de que Cuzco era el foco de origen y expansión de la lengua
quechua y puesto en serio cuestionamiento de otras. Entre otros trabajos que
corroboran son los realizados por Cerrón-Palomino quien a partir desde sus
estudios onomásticos pone sobre tela de juicio inclusive el origen quechua del
nombre “Cuzco”, concluyendo que más bien es de etimología aimara aunque
“no debe descartarse la posibilidad de que provenga de otra lengua, de antigua
presencia en la región altiplánica: la puquina” (Cerrón-Palomino 2008: 259-
290). Es más todo indica que ni los incas eran cuzqueños tal como hace
entrever la historiadora María Rostworowski: “No se trata de un grupo mítico
como tantos otros pues lo hemos podido rastrear desde los inicios, en la
llegada al Cusco [sic] del grupo de Manco Capac […]”. Con esta “llegada al
Cusco” los habitantes originarios son desplazados por los “extranjeros” incas,
especialmente, los del curacazgo llamado Ayarmaca quienes “sostuvieron
prolongadas luchas contra los incas” invasores (Rostworowski 1999: 30-31).
En 1964, Torero desde luego que sostiene que el quechua ha tenido como
centro de difusión la costa y la sierra centro-peruanas señalando que “las
profundas divergencias entre los grandes grupos de estos dialectos llevan a
concluir que la hipótesis más sencilla y natural acerca del centro de la difusión
inicial de la lengua es la que lo ubica en la costa y sierra centrales del Perú”
argumento que seguiría reforzándose con los trabajos posteriores que entre los
que más destaca es el de Cerrón-Palomino (1987; 2000).
Torero, desde 1964, como es sabido, se ocupa fundamentalmente de la
reconstrucción del protoquechua (PQ), incidiendo, a la vez, en la evolución,
clasificación y zonificación de los dialectos modernos de la familia lingüística
quechua. Así, en sus inicios, dedica sus esfuerzos para realizar un trabajo de
carácter interno, de corte diacrónico y sincrónico del quechua, abordando, al
mismo tiempo, los aspectos “externos” del quechua en las publicaciones que
hace en 1970 y 1974 y, con las reformulaciones hechas en 1983 y 1984,
respaldando, esta vez, su hipótesis con los datos arqueológicos y
etnohistóricos, contextualizando los datos en el marco de los acontecimientos
histórico-culturales del desarrollo de las sociedades andinas. Desde el punto de
vista histórico interesaba elaborar una glotocronología que dé una visión más
precisa sobre la expansión y dialectización del quechua como consecuencia de
diversos eventos socioculturales a lo largo del tiempo en determinados
espacios.
Para lo anterior, Torero recurre a la glotocronología aplicando el método de la
lexicoestadística , en 1970 y ofrece los resultados del cotejo de treintisiete
variedades dialectales entre sí, de las cuales veinte corresponden al
huáihuash, cinco al yúngay, y las doce restantes al chínchay. El cálculo
realizado arroja un tiempo de siete a once siglos de separación, descontados a
partir de 1970, para los dialectos huáihuash y yúngay de los de chínchay.
Asimismo, las variedades huáihuash y yúngay presentan entre sí unos siete
siglos de divergencia máxima. De otro lado, al interior de cada uno de los tres
subgrupos, los dialectos muestran siete siglos para el huáihuash y yúngay y
más de siete para los del chínchay. El mismo cálculo, parecía confirmarse que
los estudios dialectológicos ofrecían resultados que, por una parte, los dialectos
de Alis (huáihuash) y Laraos (yúngay), hablados en Yautos, Lima, registran las
cifras menos “altas de separación en comparación con el resto de los dialectos;
de otro lado, el dialecto de Lamas (San Martín) presenta el mayor índice de
separación en relación con el resto de sus congéneres chínchay” (cf. Cerrón-
Palomino 1987: 329-330).
Torero (1970: 248-251) cuando realiza los estudios para dar con los datos
sobre la separación sociohistórica de los desplazamientos idiomáticos, postula
tres fases de expansión del quechua a partir de la costa y sierra centrales del
Perú. La primera fase expansiva de la lengua, en este caso, la primera
dispersión del protoquechua, habría estado asociada con el surgimiento del
Pachacámac alrededor del año 880 de nuestra era, cifra que es arrojada a
partir del cotejo realizado entre los dialectos de Ferreñafe (Lambayeque) y
Santiago de Estero (Argentina), cubriendo posiblemente los territorios actuales
de los departamentos de Ancash, Huánuco, Pasco, Junín y el norte de Lima, es
decir, aproximadamente, el territorio que corresponde a las variedades de QI.
La segunda fase expansiva se habría dado alrededor del siglo XIII, en virtud de
los desplazamientos en dirección opuesta. La primera onda, correspondería al
origen de la variedad yúngay, del litoral norteño-central, que habríase
propagado hacia la costa y la sierra norteñas, alcanzando las serranías de la
provincia de Ferreñafe (Lambayeque) y llegando posteriormente a Cajamarca.
La segunda onda constituye la variedad chínchay, que se habría expandido por
la costa y la sierra sur, a partir Chincha (Ica) que se constituye como el
epicentro de su difusión. Sobre este último flujo, “Torero admite la posibilidad
de que los chancas, ubicados en la cuenca del río Pampas, y que al parecer
formaban una confederación de distintas naciones o etnías cada una con su
propia lengua, cumpliendo un rol decisivo en la difusión del quechua por la
sierra sur” (cf. Cerrón-Palomino 330-331).
Por último, la tercera expansión del quechua habría ocurrido a fines del siglo
XV desde la variedad chínchay, que en la actualidad mostraría diferencias poco
profundas y es la que se atribuye como hablada y difundida por los incas. Es
ésta la variedad que cumple la última fase expansiva se le denomina la “lengua
general” tal como aparece en los primeros documentos de la colonia. Las
variedades del chínchay se propagaron más allá del actual territorio peruano, y
la determinación de la procedencia de sus dialectos similares a la cuzqueña, a
las cuales Torero llama “Chínchay Inca”, variedades que habría dado su
avance mediante la conquista incaica (dialectos al sur de Lima y Junín,
incluyendo el boliviano, el argentino, a los cuales Torero los denomina
“huámpuy sureño”).
3. REPLANTEAMIENTO DE TORERO 
Cerrón-Palomino (1987: 331), hace una observación a los resultados
glotocronológicos logrados por Torero, porque la comparación lexicoestadística
arroja tiempos menores de separación que a la vez “no se ajusta a la realidad”,
tanto al interior de las variedades de QI como la realizada entre los miembros
de éste con los de QII. Por lo que, Torero replantea el cuadro cronológico
ofrecido anteriormente formulando reajustes necesarios. Esta reformulación
aparece en 1983 y 1984, justificando estas dificultades con dos razones: 
a) el carácter compacto, continuo y poco extenso del área cubierta por el QI y
b) el hecho de que las variedades de éste fueran sometidas a una constante
presión en épocas diferentes, por parte de hablas pertenecientes al QII.

Como se puede ver, que se diga que la primera bifurcación se haya dado en el
año 880 d.C., es una fecha relativamente reciente que no justifica la
fragmentación ocurrida en los dialectos centrales (por ejemplo, el Huanca).
Torero en 1984 concluye que la primera ruptura del quechua debió producirse
“en un período en varios siglos anterior, lo suficientemente largo como para que
se generen los rasgos diferenciales (básicamente gramaticales) que separaron
al protoidioma en I y II” (Torero 1984: nota 2). Esto quiere decir que la primera
bifurcación del protoquechua se habría producido a principios de nuestra era y
no en el año 880, cuando las sociedades del valle del Rímac, que tendrían en
Cajamarquilla su centro más importante estaban en su pleno desarrollo (entre
400 a 450 de n.e.). La segunda expansión, que corresponde a la división del
QII, es cuando el QIIA se va en dirección de la sierra norte y el QIIB-C hacia la
costa sierra sur desplazando a los dialectos aimaras, lo que habría tenido lugar
tras la decadencia de Cajamarquilla, hecho que se repercute en Viñaque y en
Tiahuanaco en el sur; lo que termina en el encumbramiento de Pachacámac en
el siglo VIII, como centro del poder económico y religioso. Finalmente, tras la
caída de éste (aunque continuaba siendo un poderoso e importante centro
religioso hasta la llegada de los españoles y el saqueo y profanación
emprendidos por Hernando Pizarro), surge Chincha como poderoso centro
mercantil, sea terrestre y fundamentalmente marino, que habría dado como
resultado la tercera expansión del quechua, como “lengua de relación”, en este
caso como QIIB, por la costa norte hasta el Ecuador, y el QIIC en dirección del
este y del sur. De esta manera, como se ve, el cuadro cronológico originario es
corregido, por lo que se sabe que el Pachacámac será el impulsor de la
segunda dispersión de la lengua y no el responsable de su primera escisión,
como se habría sugerido al inicio, en razón a las dataciones proporcionadas
por la glotocronología.
De esa manera, Torero llega a conclusiones mucho más realistas y en
comentarios de Cerrón-Palomino “el propio sentido común aconsejaba una
datación mucho más temprana para la escisión del protoquechua así como
para explicar la profunda diversificación interna de QI y su “alejamiento” del QII,
sobre todo, en sus puntos extremos” (1987: 331).

4. CONSIDERACIONES FINALES
Ahora bien, las fases expansivas del quechua, como es de suponer, implicaron
la eliminación de otras lenguas que ocupaban los territorios cubiertos
actualmente por aquél. Si bien no hay evidencias directas respecto de las
hablas que preexistían en el área de dispersión del PQ, a excepción de los
islotes lingüísticos aimaras formados por el jacaru y el cauqui (Yauyos, Lima),
los indicios de la existencia de otros idiomas aumentan a medida que se
rastrea la expansión de la lengua en sus dos fases restantes. Sin embargo,
siendo relativamente abundantes –aunque no siempre precisas– las
referencias a los distintos sustratos lingüísticos sobre los que se asentó el
quechua en su última expansión, las correspondientes a las hablas que se
distribuían en el área inundada por la segunda fase expansiva resultan más
vagas.
Por lo que toca al área cubierta por el quechua central, creemos que hay
evidencias indirectas que señalan la presencia previa de un sustrato aimara,
hasta por lo menos la zona colindante con el antiguo territorio de culli, en las
provincias norteñas de Ancash. Así parecen indicarlo no sólo la toponimia sino
también cierto número de lexemas, si bien reducido (aunque faltan aún
estudios destinados a la “depuración” del léxico atribuible al quechua),
encontrados entre los dialectos de QI (cf. Adelaar 1986, Cerrón-Palomino
1987). De hecho, la subvariedad yaru del huáncay, designada así por Torero
por corresponder aproximadamente al área de ocupación de dicha etnia, no
acusa mayor influencia aimara que la que muestra el dialecto huanca. 
Finalmente, el quechua ha desplazado en su avance hacia el norte a muchas
lenguas, y desde el centro hacia el sur lo hace en contra de los dialectos
aimaras previamente expandidos (tal como lo atestigua la toponimia) y del
mismo puquina cuando éste estaba en proceso de aimarización.
BIBLIOGRAFÍA
ADELAAR, Willem F.H.
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Revista Andina, 8, pp. 379-399.
CERRÓN-PALOMINO, Rodolfo
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2008 Voces del Ande: Ensayos sobre onomástica andina. Lima: Fondo Editorial
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ROSTWOROWSKI DE DIEZ CANSECO, María 
2006 Historia del Tahuantinsuyu. 4ta. Reimpresión de la Segunda edición,
1999. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
RIVA AGÜERO, José de la
[1921] 1966 “Encomio del pueblo quechua”. Obras completas. Lima: PUCP,
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ROWE, John Howland
1950 “Sound patterns in three Inca dialects”. International Journal of American
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TORERO, Alfredo
1964 “Los dialectos quechuas”. Anales Científicos de la Universidad Agraria.
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1970 “Lingüística e historia de la sociedad andina”. Anales Científicos de la
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1974 El quechua y la historia social andina. Lima: Universidad Ricardo Palma.
1983 “La familia lingüística quechua”. En: POTTIER, Bernard (ed.). América
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1984 “El comercio lejano y la difusión del quechua: el caso del Ecuador”.
Revista Andina. Año 2, número 2, pp. 367-402. Cuzco: Centro Bartolomé de
Las Casas.

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