Nydia Molano Lugo - Tatiana Hernández Cifuentes - Yorladys Martínez Aroca
Ángela María Lopera Molano. Doctoranda en
Comunicación de la Universidad de La Sabana. Magíster
en Estética de la Université Paris 1 Pantheón Sorbonne,
profesional en estudios literarios y comunicadora social de la
Universidad Javeriana. Docente de tiempo completo
de la Universidad de Ibagué en el programa de
Comunicación social y periodismo.
Carlos Mauricio Santana Sáenz. Candidato a magíster
en Territorio, conflicto y cultura de la Universidad del
Tolima, candidato a magíster en Desarrollo regional y
planificación del territorio de la Universidad Autónoma de
Manizales y comunidador social-periodista de la
Universidad del Quindío. Docente de tiempo completo del
Semestre de Paz y Región de la Universidad de Ibagué.
Nydia Molano Lugo. Socióloga de la Universidad
Nacional de Colombia, especialista en Administración
Pública y máster en Estudios Políticos. Ha sido
funcionaria del Departamento Nacional de Planeación,
jefe de Planeación de la esap, asesora del Departamento
Administrativo de la Presidencia de la República,
subgerente de la Fundación Batuta y profesora de varias
universidades.
Tatiana Hernández Cifuentes. Estudiante de maestría en
gestión industrial. Administradora de negocios
internacionales de la Universidad de Ibagué. Docente de
tiempo completo de la Universidad de Ibagué.
Yorladys Martínez Aroca. Estudiante de maestría en
gestión industrial. Pofesional en matemáticas con énfasis
en estadística de la Universidad del Tolima.
Ángela María Lopera Molano - Carlos Mauricio Santana Sáenz
A Ibagué la recuerdan sus habitantes más OTROS TÍTULOS DE ESTA COLECCIÓN
antiguos como un pueblo pequeño y
Armenia Imaginada
tranquilo, de casas solariegas de los
Pedro Felipe Díaz, Antonio José Vélez
barrios La Pola y Belén; de puertas abiertas
y sillas mecedoras en el frente, en las que Barcelona imaginada
se salía a disfrutar del ambiente y observar Ferran Escoda
todo lo que pasaba. Aunque hoy sigue Bogotá imaginada
siendo una ciudad pequeña y tranquila, Armando Silva
Ibagué no ha parado de crecer y de Buenos Aires imaginada
alargarse con nuevas construcciones. Mónica Lacarrieu, Verónica Pallini
La Paz imaginada
Los imaginarios urbanos de Ibagué dejan Carlos Villagómez
abiertas diferentes posibilidades de lectura
Lima imaginada
y proyecciones. Lo esencial de este Javier Protzel
ejercicio es descubrir la ciudad de los
ciudadanos, los imaginarios que Montevideo imaginado
Luciano Álvarez, Christa Huber
trascienden naciones y las localidades que
nos identifican. Ibagué, aparte de la Pereira imaginada
percepción sobre su musicalidad, tiene Olga Lucía Bedoya
otros aspectos que la hacen la ciudad de
Quito imaginado
hoy, de ayer y del futuro. Así como los
Ibagué imaginada
Milagros Aguirre, Fernando Garrión,
imaginarios posibilitan los encuentros,
también están cargados de estéticas Eduardo Kingman
ciudadanas que se manifiestan en las Santiago imaginado
músicas de la ciudad, las calles musicales, Carlos Ossa, Nelly Richard
los músicos de la carrera 3.ª, la Marcha Sao Paulo imaginado
Carnaval y, por supuesto, el tapete rosado Lisbeth Rebo - llo Goncalves, Amalia G. De Lemos,
que dejan los ocobos por toda la ciudad. Cristina Freire, Francisco Capauano Scarlato,
Joao Batista Neto, Mariza Bertoli
Sevilla imaginada
Pedro G. Romero
Ángela María Lopera Molano
Carlos Mauricio Santana Sáenz
Nydia Molano Lugo
Tatiana Hernández Cifuentes
Yorladys Martínez Aroca
Armando Silva (Editor)
Ibagué imaginada
Ángela María Lopera Molano
Carlos Mauricio Santana Sáenz
Nydia Molano Lugo
Tatiana Hernández Cifuentes
Yorladys Martínez Aroca
Ibagué imaginada
Proyecto
Culturas urbanas en América Latina y España desde sus imaginarios sociales
Ibagué imaginada
Autores
Ángela María Lopera Molano
Carlos Mauricio Santana Sáenz
Nydia Molano Lugo
Tatiana Hernández Cifuentes
Yorladys Martínez Aroca
Editora académica
Ángela María Lopera Molano
Editor
Armando Silva Téllez
Equipo investigador
Ángela María Lopera Molano
Carlos Mauricio Santana Sáenz
Nydia Molano Lugo
Tatiana Hernández Cifuentes
Yorladys Martínez Aroca
Juan Sebastián Castro Muñoz
Grupo de investigación
Modelado y Simulación
de Sistemas Sociales Complejos, mysco.
Universidad de Ibagué.
Coordinación
Pedro Felipe Díaz Arenas
Antonio José Vélez Melo
Grupo de investigación:
Comunicación: Cultura y periodismo
Programa de Comunicación Social -
Periodismo
Universidad del Quindío
Trabajo estadístico
Tatiana Hernández Cifuentes
Yorladys Martínez Aroca
Juan Sebastián Cobos Guzmán
Asistentes de investigación
Daniel Camilo García Triana
Daniela Jaramillo Villalobos
Juan Pablo González Castillo
Lina Fernanda Ujueta Marín
Manuela Navarrete Solórzano
María Paula Anaya Caicedo
María Paula Castro Hernández
Natalia Castro Hernández
Sara Cristancho Acuña
Valentina Palma Oliveros
Valentina Torres Mejía
Semillero de investigación
Ibagué imaginada
Daniela Jaramillo Villalobos
Elisa Fernanda Pastor Quevedo
Irene Rodríguez Prada
José Reynaldo Morera Molina
Juan David Pastor Quevedo
Juan Pablo González Castillo
Lina María Bonilla Machado
María Camila Forero Ramos
María Fernanda Moore Acosta
María José Cuesta Ospina
Nicole Juliana Cerón Nonato
Paula Camila Pachón Montes
Investigadores y encuestadores
Gina Alexandra Rojas León
Julio Eduardo Mazorco Salas
Encuestadores
Estudiantes de los programas de Arqui-
tectura, Diseño y Comunicación Social y
Periodismo de la Universidad de Ibagué.
Estudiantes del programa de Comunica-
ción Social-Periodismo de la Universi-
dad del Tolima.
Fotografías
Ángela María Lopera Molano
Carlos Mauricio Santana Sáenz
Daniel Camilo García Triana
Juan David Pastor Quevedo
Tatiana Hernández Cifuentes
Yorladys Martínez Aroca
Fotografía de la portada
Juan David Pastor Quevedo
Diseño de portada
Daniel Lopera Molano
Fotografías aéreas
Juan Felipe Solís Bonilla
Cartografías
Alejandra Varela Melo
Tatiana Hernández Cifuentes
Yorladys Martínez Aroca
Álbum de familia
Familia Martínez Aroca
Familia Martínez López
Familia Carvajal Ávila
Familia Hernández Cifuentes
Familia Molano Molano
Familia Rivera Cantillo
Rector
César Vallejo Mejía
Vicerrectora
Diana Carolina Velasco Malaver
Dirección de Investigaciones
José Olimpo García Beltrán
Director del grupo de
investigación mysco
Hernán López-Garay
Proyecto de investigación
Imaginarios urbanos - Ibagué imaginada.
Universidad de Ibagué Código: 15-348-int
 307.861 36
I12 Ibagué imaginada / Ángela María Lopera Molano, Carlos Mauricio
Santana Sáenz, Nydia Molano Lugo, Tatiana Hernández Cifuentes,
Yorladys Martínez Aroca.
Ibagué: Universidad de Ibagué, 2019

240 páginas. 14 x 19.5 centímetros

ISBN Impreso 978-958-754-324-7
ISBN Digital 978-958-754-325-4
Descriptores: Ibagué - Ciudad musical; Ibagué - Condiciones
sociales; Ibagué - Migraciones; Ibagué - Cualidades urbanas;
Ibagué - Escenarios urbanos.

Universidad de Ibagué
Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias sociales

© Universidad de Ibagué, 2019

Ángela María Lopera Molano, Carlos Mauricio Santana Sáenz, Nydia Molano Lugo,
Tatiana Hernández Cifuentes, Yorladys Martínez Aroca, 2019

Recibido: Septiembre de 2018

Aceptado: Diciembre de 2018
Publicado: Septiembre de 2019

Cómo citar esta obra: Lopera Molano, Á. M., Santana Sáenz, C. M., Molano Lugo, N.,
Hernández Cifuentes, T., & Martínez Aroca, Y. (2019). Ibagué imaginada. Ibagué, Colombia:
Ediciones Unibagué.

DOI: https://doi.org/10.35707/9789587543254

Dirección editorial: Ediciones Unibagué

ediciones.unibague.edu.co
publicaciones@unibague.edu.co
Universidad de Ibagué
Carrera 22, calle 67. Barrio Ambalá
Teléfono: +57 (8) 2709400
Ibagué, Tolima, Colombia.
www.unibague.edu.co
Diseño, diagramación e impresión
León Gráficas S.A.S. PBX 2630088. Ibagué.
Agradecimientos

Este libro es el resultado del aporte teórico y metodológico del

semiólogo colombiano Armando Silva, a quien agradecemos
la confianza que depositó en nosotros como investigadores
de la Universidad de Ibagué, para poder replicar la experiencia de
las ciudades imaginadas. Valoramos sus ideas, las cuales se han
convertido en insumos significativos para la investigación sobre
los imaginarios urbanos y apreciamos su disposición a ofrecer su
conocimiento y los aportes que realizó durante esta investigación
y para la edición de este libro.
Esta mirada a las ciudades, desde los urbanismos ciudadanos,
es un aporte para la construcción mutua de Ibagué. Los aprendi-
zajes obtenidos no solo nos enriquecen como profesionales, sino
que nos permiten evocar los vínculos que tenemos con la ciudad
y los anhelos de que sea un buen vividero para todos.
También agradecemos de manera especial a Pedro Felipe
Diaz Arenas y a Antonio José Vélez Melo, de la Universidad del
Quindío, por la invitación que nos hicieron a hacer parte de este
proyecto y por su acompañamiento constante.
 Contenido

Prólogo
Ibagué imaginada, el color del ocobo 16

I. La ciudad
Ibagué musical 22
Percibir a Ibagué desde unos puntos de vista 24
¿Cuáles son tus apellidos? 29
Origen 30
Migraciones 32
Las primeras migraciones 32
Ibagué: esperanza, refugio y hogar para todos 34
Migración por la avalancha de Armero y nuevos desplazamientos 35
Cualidades urbanas: ciudad como signo sensible 37
Ciudad de convergencia 38
Crecimiento de la ciudad 41
Primera expansión importante de la ciudad 41
Crecimiento y modernización 44
Inmigración por la avalancha de Armero y de nuevos desplazados 45
La ciudad sensible 47
Ciudad imaginada como ciudad musical 49
La música es el personaje de Ibagué 58
¿A qué suena Ibagué? 62
Verde color ocobo 64
Croquis de ocobos florecidos 71
Otros personajes de Ibagué 74
Los pijaos y las leyendas 76
Políticos del pasado y del presente 79
¿Cuáles escenarios deportivos? 80
El folclor como respuesta a La Violencia 84
No sabe / no responde 86
Los acontecimientos que harán historia 89
El crecimiento de la ciudad y la tragedia de Armero 91
 Ciudad próspera: futuro de Ibagué 92
Calificaciones urbanas: Ibagué, buen vividero 94
Ibagué tiene necesidades 96
Entre desorden y desaseo 99
Escenarios urbanos: la ciudad evocada 104
Plaza de Bolívar: un paseo de domingo 110
La carrera tercera: ¡qué no se consigue en la Tercera! 118
Plazas de mercado 124
El paseo de los centros comerciales 126
Entre diversión y recreación 128
Escenarios de olor y sabor: las panaderías de Ibagué 131
Croquis de olores de Ibagué 132
El barrio El Salado 135
La ciudad del miedo 138
La ciudad de la tristeza 142
Croquis afectivos 148

II. Los ciudadanos

Croquis temporales 152
La ciudad-centro 153
El tiempo que duramos transportándonos 154
En Ibagué se come arroz en casa y se hace siesta 160
Ibagué es alegre y musical 163
Croquis de la alegría 165
El ibaguereño es alegre 166
Marcas ciudadanas 167
Una visión dividida acerca de los jóvenes 168
Los abuelos en Ibagué: entre sabiduría, experiencia y olvido 173
Rutinas ciudadanas 177
Rutinas deportivas 178
Rutinas culturales: la lectura en Ibagué 181
Rutinas tecnológicas 183
Geografía del amor de pareja 186
 III. Otredades 192
Ciudades y ciudadanos cercanos y lejanos 193
Medellín la más anhelada 197

IV. Ciudades imaginadas 201

V. Epílogo 212

VI. Dosier fotográfico 217

Referencias 234
Prólogo
 Ibagué imaginada, el color del
ocobo
Armando Silva
Ibagué imaginada se muestra como
una nueva urbe que logra cautivar,
no por lo que la mayoría de las ciu-
dades intermedias quieren, ser gran-
des y anónimas, sino por equilibrio,
bienestar y un buen sentido de co-
munidad y vecindad. Sus autores,
Ángela María Lopera Molano, Car-
los Mauricio Santana Sáenz, Nydia
Molano Lugo, Tatiana Hernández
Cifuentes y Yorladys Martínez Aro-
ca, bajo la coordinación de Pedro
Felipe Díaz Arenas, nos presentan
un trabajo riguroso, pero placen-
tero, fruto de una investigación de
varios años, con una metodología
ya probada en otras urbes interna-
cionales, que saben apropiar y sacar
las mayores ventajas para hacerle
decir y expresar a su ciudad y sus
ciudadanos no solo lo que se ve en lo
evidente, sino internamente en algu-
nos de sus secretos que la van ayudar a
definir públicamente su personali-
dad urbana.
En mi lectura fui partiendo de
una ciudad de alguna manera distin-
ta a la que uno se podría imaginar
como ciudadano que la ve desde
16 Ibagué imaginada
afuera, con imaginarios genéricos
y estereotipos usuales. No obstan-
te, la manera como se organizó este
texto, que va desde las descripciones
del nacimiento de la ciudad y sus
mitos fundadores, hasta evidenciar
las revolturas de su moderna cons-
trucción y los nuevos imaginarios,
algunos de miedos, sí, pero la ma-
yoría de vitalidad, alegría y afectos,
hacen de su escritura una narración
amplia y variada para entrar a la ciu-
dad que describen. Me fui entonces
encontrando con una ciudad, cier-
tamente, contada con la distancia
de investigadores con muchos datos
en sus manos, pero con el cariño
de ciudadanos que la viven y la fi-
guran afectuosamente. Su apoyo en
una buena colección de fotos, las
curvas de sus croquis de percep-
ción y otras fuentes en las que
soportan los croquis ciudadanos nos
revelan los interiores de su ciudad
descrita.
Si me detengo por un momento
y pienso en cuáles son los imagina-
rios ibaguereños que nutren a esta
urbe en este nuevo milenio, lo puedo
deducir de estas páginas que prolo-
go: una ciudad aún a escala humana,
su centro sigue siendo el lugar adon-
de van los lugareños para visitarlo
y para trabajar o tomar las rutas de
transporte; ciudad con nuevos sitios
de encuentro como son los cen-
tros comerciales y, en especial,
una urbe musical donde cohabi-
tan las danzas clásicas de identidad
con nuevos ritmos urbanos de los
jóvenes y que hacen que cada calle
se le marque con una melodía: La
carrera 1.ª, Flor del campo de Luis
Alberto Osorio, la carrera 2.ª, Tu-
pinamba de Adolfo el Pote Lara o
la carrera 3.ª, El Bunde en honor a
Alberto Castilla. A todo ello honran
sitios emblemáticos como la Concha
Acústica, también en el centro.
Sus escenarios callejeros son
marcados con croquis de percep-
ción ciudadana, el cromatismo pro-
veniente de los hermosos y propios
árboles, ocobos, que le dan su color
junto con el verde, siguen los festi-
vales tan típicos en su historia como
el de música colombiana o del fol-
clor, las fiestas deportivas y un sin-
número de manifestaciones de arte
urbano que recorren varios de sus
alrededor de 445 barrios. Si bien la
comida sigue siendo de preferencia
“casera con carne”, siguen en interés
otros platos vegetarianos que suben
en la escala de favoritos hacia el fu-
turo. Pintar sus ciudadanos a Ibagué
como “un buen vividero”, deja ver
un orgullo por su ciudad y cuando la
comparan lo hacen con ciudadanas
cercanas y amigables como Arme-
nia o Manizales, lejos de los grandes
conglomerados urbanos como Bo-
gotá, Medellín o Cali; se comprue-
ba un gesto particular de sentirse
cómodos en su tamaño y estilo y no
pretender algún gigantismo, como
suele ocurrir en los deseos colectivos
de varias de las regiones de América
Latina.
Finalizo manifestando que esta
obra puede encontrar buen y jus-
to eco para ser leída en colegios y
universidades como parte de un
civismo ciudadano, pero creo que
también puede ser un buen recurso
para el naciente y pujante turismo
que recorre Colombia y que busca
no solo los sitios tradicionales como
Cartagena o los lugares de playas o
selvas o de evidente conformación
urbana como las reconocidas cinco
grandes urbes nacionales, sino ciu-
dades o regiones intermedias que,
como Ibagué, parece orgullosa y ten-
tadora ofreciendo su propio destino.
No es este un estudio sobre las cul-
turas populares de una ciudad ame-
ricana, lo que es usual en estudios
sociológicos; sin desconocer ello, lo
sitúo más bien en un análisis y re-
creación de la vida cotidiana en su
realidad compleja y contradictoria,
Introducción 17
 en la que lo fantasioso y humano es
ofrecido como signo de distinción y
particularidad.

Septiembre 1 de 2019

18 Ibagué imaginada
La ciudad
 I. La ciudad
Ibagué musical
Baila, baila, baila
sus bambucos mi Tolima…
Bunde tolimense.
A Ibagué la recuerdan sus habitan-
tes más antiguos como un pueblo
pequeño y tranquilo, de casas sola-
riegas de los barrios La Pola y Belén;
de puertas abiertas y sillas mecedo-
ras en el frente, en las que se salía
a disfrutar del ambiente y observar
todo lo que pasaba. Aún hoy, en mu-
chos barrios, aparecen estas sillas
en el frente de las casas, con pare-
jas de esposos, hermanos y herma-
nas, familias enteras allí sentadas,
disfrutando la música, conversando
o jugando cartas, ajedrez, escalera o
parqués. Las familias se conocían y
aún hoy repiten sus apellidos espe-
rando encontrar algún descendiente
que los conecte con la historia de lo
sucedido después de que la ciudad
creció y dejó de tener pocos barrios,
hasta contar ahora con 445 recono-
cidos.
Cuando estos habitantes reme-
moran la ciudad de ayer, acuden a
las voces del dueto Garzón y Co-
llazos en la composición de José
22 Ibagué imaginada
A. Morales y entonan la canción
Pueblito viejo.
Pueblito de mis cuitas, de casas
pequeñitas, / Por tus calles tranquilas
corrió mi juventud; / Por ti aprendí a
querer por la primera vez / Y nunca
me enseñaste lo que es la ingratitud.
Pueblito viejo, José A. Morales.
Este mismo pueblito tranquilo
fue el que recorrió el conde de Ga-
briac, cuando en 1886 denominó
a Ibagué como la ciudad musical.
En sus casas, las familias entona-
ban canciones con tiple, guitarra
y dulzaina. Así, la ciudad parecía
desprender un aire musical que se
esparcía con el viento y llegaba a oí-
dos de conocidos y extranjeros.
***
A Ibagué la recuerdan por sus
días cálidos y vientos frescos al atar-
decer, vientos que bajan del nevado
del Tolima y cambian inmediata-
mente la temperatura. Con un lige-
ro abrigo salían las familias a tomar
chocolate con queso, almojábana y
pandeyuca; los hombres se encon-
traban alrededor de un tinto, un bin-
go o un juego de billar.
Hacia mediados del siglo xx, el
paseo por la ciudad no se extendía
más allá de unas pocas calles hacia
 Plaza Simón Bolívar con ocobos florecidos
abajo de la Plaza de Bolívar. Hoy
el paseo en familia sigue siendo
en el centro; sin embargo, los cen-
tros comerciales son lugares que han
colonizado otros espacios y modifi-
cado ciertas rutinas de los habitan-
tes. El paseo de fin de semana se
comparte entre la carrera 3.ª la vía
peatonal del centro, con la calle 60
o la milla de oro de la ciudad actual.
Aunque hoy sigue siendo una
ciudad pequeña y tranquila, Ibagué
no ha parado de crecer y de alar-
garse con nuevas construcciones.
Las casas solariegas de antaño han
comenzado a desaparecer y en su lu-
gar se levantan grandes edificios de
apartamentos que reciben el nombre
de torreones. Esto ha pasado en toda
la ciudad; esta crece hacia sus peri-
ferias y se extiende desde el centro
como un río atrapado que busca
salidas hacia los valles de las mon-
tañas.
En Ibagué persiste esa sensación
de estar subiendo al centro y bajando
del centro, como si la Plaza de Bolí-
var se erigiera sobre una tarima y de
ella se desprendiera la nueva ciudad.
Una ciudad que atrae a personas de
otros lugares, cansados del tráfico y
el caos. La ciudad festiva; es decir,
la Ibagué de las fiestas del folclor,
del San Juan y San Pedro, del Día del
tamal, de Ibagué Ciudad Rock,
del Festival de la Música Colom-
biana, de Ibagué en flor, es hoy
una mezcla de géneros y gustos
musicales.
Ibagué es una mujer que duer-
me la siesta cada tarde, protegida
por el manto verde de las montañas
La ciudad 23
 Vista de la calle 60 con carrera Quinta hacia la avenida Guabinal
que la rodean. Cuando regresamos a
Ibagué después de un viaje o una es-
tancia larga en otro lugar, nos recibe
el viento cálido que va entrando por
las ventanas del carro, el olor a tierra
caliente, los ocobos que adornan la
ciudad y el verde de todos los colores
que resplandece por el sol y nos hace
respirar en calma. Sentimos que he-
mos regresado a la tierra que nos vio
nacer.
Percibir a Ibagué desde unos
puntos de vista
La palabra Ibagué es un vocablo in-
dígena “del prefijo “iba” que significa
sangre y el sufijo “gué”, del paleó-
grafo que nos indica “casa”, en su
ensamblaje se traduce: “Sangre en la
casa, principio imborrable de la vida
24 Ibagué imaginada
inteligente en la comarca” (Pérez Sa-
lamanca, s.f., p.83).
La ciudad de Ibagué es la capi-
tal del departamento del Tolima, se
localiza en el centro de Colombia, lo
cual la convierte en una ciudad de
paso entre el Oriente y el Occiden-
te del país; cuenta con un área total
de 1439 km², de los cuales el 2,41 %
pertenece al área urbana. El área ur-
bana está dividida en 13 comunas
y 445 barrios. “La evolución de la
población en el Municipio pasó de
532 020 personas en 2011 a 553 524
en 2015, mostrando un crecimiento
de 4,04 %, según las proyec-
ciones del dane al 2020 se tendrá
una población de 579 807” (Alcaldía
Municipal de Ibagué-Plan de Desa-
rrollo Municipal 2016-2019, p.21).
 Ibagué, a 1285 metros sobre el
nivel del mar, tiene el paisaje mon-
tañoso del cañón del río Combeima
y la meseta de Ibagué, que confor-
man un abanico en medio de los
cerros tutelares: los cerros del norte
y La Martinica. Por su ubicación en
medio de montañas, los habitantes
tienen el imaginario de un creci-
miento de la ciudad más hacia lo
largo que hacia lo ancho.
Ibagué nace en los alrededores
de la que hoy conocemos como la
Plaza de Bolívar, un centro histó-
rico que permanece y mantiene su
representatividad; alrededor de este
lugar fueron apareciendo construc-
ciones que luego se volverían ba-
rrios y vías que los conectaron. Los
habitantes de Ibagué recuerdan que
la ciudad se extendía hasta la calle
15 entre carreras 1.ª y 3.ª luego cre-
ció hacia la calle 19 y luego hasta la
calle 25 con carrera 5.ª. Ir más lejos
se consideraba estar de paseo y, por
supuesto, los jóvenes no tenían per-
miso de bajar solos hasta allí.
Del centro, la ciudad se despren-
de como vertientes de un río. Estos
eran los caminos que conducían a
otros lugares como el Quindío, Hon-
da, Girardot, Bogotá, y que hoy son
las avenidas Ferrocarril, Guabinal,
Ambalá y Carrera 5.ª. Todas estas
Antiguas casas del barrio La Pola
vías hacen parte de diferentes ba-
rrios o los atraviesan, sin perder su
importancia como caminos que co-
nectan a Ibagué con otras ciudades.
En este croquis que describimos,
el centro está ubicado en la parte
noroccidental de la ciudad, pero el
punto central del mapa físico de Iba-
gué estaría alrededor de la zona que
conocemos hoy como la milla de oro
o calle 60, un lugar de crecimiento
urbanístico y comercial muy impor-
tante de la ciudad; en este eje se ubi-
can los tres centros comerciales más
grandes de Ibagué. Los habitantes lo
perciben como el nuevo centro o un
centro paralelo al histórico.
Al tener en cuenta este punto de
la ciudad (la calle 60 o milla de oro)
podemos trazar arbitrariamente un
plano cartesiano y dividir a Ibagué
en cuatro zonas equivalentes que se
pueden caracterizar así: la Zona 1 es
la parte noroccidental de la ciudad
en la que se encuentran: el Centro
La ciudad 25
 Panorámica de la ciudad de Ibagué desde el Jardín Botánico San Jorge
Histórico, los barrios La Pola y Be-
lén, la zona de salida hacia el cañón
del Combeima y la vía al nevado.
Aquí también está concentrada la
actividad comercial y administra-
tiva de la ciudad. Están la Alcaldía,
la Gobernación del Tolima, el Con-
servatorio, la Catedral, el Panóptico,
el Banco de la República, la dian, el
Palacio de Justicia, algunas universi-
dades y colegios y una gran variedad
de hoteles y comercio.
La Zona 2 es el suroccidente de
Ibagué, se desprende del centro y
de la antigua estación del tren, que
ahora es la Terminal de Transporte,
hacia la zona del sur de la ciudad.
Esto contrasta con un paraíso natu-
ral que se encuentra oculto en esta
zona: el Orquideario, una finca que
alberga más de 170 especies de esta
planta. En esta zona está la salida
hacia Cajamarca y el departamento
del Quindío. Por este lugar, llamado
Boquerón, pasa todo el transporte
de carga del centro al occidente y
26 Ibagué imaginada
se dirige a una de las vías más pesa-
das del país, la cual sube y baja las
montañas en curva, de allí que iró-
nicamente se denomine La Línea.
Hacia el punto central del mapa, en
esta misma Zona 2, también está el
barrio Cádiz, caracterizado por sus
grandes casas y centros de salud, el
Estadio Manuel Murillo Toro y la
Universidad del Tolima.
La Zona 3 es el nororiente de la
ciudad, allí están los centros comer-
ciales: La Estación, Acqua y Mul-
ticentro; la Universidad de Ibagué
y diferentes barrios de estratos 4 y
5, que contrastan con otros barrios
como los de las comunas 6, 7 y 8, de
estrato 1 y 2. También se expande
hacia la zona de El Salado, un ba-
rrio que antes fue corregimiento,
pero que ahora está integrado a la
ciudad y que se conoce como el Pue-
blito Tolimense. Esta zona culmina
al iniciar la carretera que conduce
hacia Mariquita y Honda, munici-
pios del norte del Tolima.
 La Zona 4 es el suroriente de
Ibagué. Se extiende hace la salida
para Bogotá y es una de las partes de
mayor expansión de la ciudad. Allí
se encuentran barrios de estratos 1
y 2, pero también complejos de vi-
viendas de estrato 5 y 6, así como di-
ferentes lugares de recreación. Hacia
el final, esta zona se conecta con la
cárcel de Picaleña y con el barrio que
lleva su nombre. También es la vía al
Aeropuerto, que inicia con los vesti-
gios del Parque Deportivo.
De todas estas zonas que hemos
descrito, se entrevistaron 336 habi-
tantes de Ibagué. Personas que nos
permitieron acercarnos a las percep-
ciones colectivas que nos unen como
ibaguereños y que describen ciertas
temporalidades de la ciudad. Es de-
cir, este libro es solo un momento de
los imaginarios de Ibagué, que se-
guirán cambiando o transformándo-
se, pero que, en el hoy de la ciudad,
le han otorgado cualidades estéticas
Panorámica de la ciudad de Ibagué desde La Martinica
como, por ejemplo, la ciudad del co-
lor de los ocobos, la ciudad cálida en
la que llueve mucho y la percepción
musical de sus escenarios y rutinas.
La ciudad es un constructo ima-
ginario porque en su percepción hay
un proceso de selección y recono-
cimiento que va construyendo ese
objeto simbólico llamado ciudad
(Silva, 2006). La percepción imagi-
naria de los ciudadanos recae sobre
la ciudad, dicha percepción eviden-
cia sus deseos y configura croquis
afectivos. En el mapa de Ibagué
aparecen las trece comunas, cada
una con sus barrios y las principales
vías que los atraviesan; no obstante,
a medida que se va dialogando con
los ciudadanos, va apareciendo un
croquis afectivo; es decir, otro mapa
hecho más desde los sentidos, a par-
tir de sentimientos y sensaciones de
quienes habitan la ciudad. Se trata
de “captar de cierto modo lógico las
huellas de percepción ciudadana y
La ciudad 27
 Zona 1
Zona 3
Zona 2
Convenciones
Comuna 1 Comuna 8
Comuna 2
Comuna 3
Comuna 9
Comuna 10
Zona 4
Comuna 4 Comuna 11
Comuna 5 Comuna 12
Comuna 6 Comuna 13
Comuna 7
División por zonas de Ibagué
devolverlas como mapas de evoca-
ción de la ciudad” (Silva, 2004, p.25).
La ciudad, por tanto, no se asu-
me en su totalidad porque es imposi-
ble conocerla toda, se vive más en el
croquis. Los croquis desmarcan los
mapas: “Los mapas son de las ciu-
dades. Los croquis pertenecen a los
ciudadanos. Un estudio de imagi-
narios fundado en las percepciones
ciudadanas lo es de los croquis que
hacen mapas mentales colectivos”
(Silva, 2004, p.26). Este croquis es
dinámico y depende de los pun-
tos de vista de jóvenes, adultos y
adultos mayores, de mujeres y hom-
bres, de las vivencias en sus barrios,
sus lugares de origen, los estudios
que han realizado, el tiempo que
llevan en la ciudad y la actividad
que realizan en ella. Estos puntos de
vista ciudadanos son estrategias dis-
cursivas por medio de las cuales los
ciudadanos narran las historias de su
28 Ibagué imaginada
ciudad. Se proyectan, por ejemplo,
por grupo social, por edad, por sexo
(Silva, 2004).
Estos croquis perfilan la ciudad
que se imaginan los habitantes en el
presente y se proyecta para el futuro.
Cada punto sobre un barrio de la ciu-
dad resalta los lugares desde los cua-
les han surgido las percepciones del
croquis de esta Ibagué imaginada.
La Ibagué de las familias que
se conocían completamente quedó
atrás, son muchos los apellidos que
ahora conforman el croquis de los
migrantes; aunque, en ocasiones,
las conexiones familiares que hoy se
siguen tratando de tejer aparecen es-
condidas entre los apellidos lejanos
de madres y abuelas. Así como hay
personas que llegaron a la ciudad
y aquí nació su familia, hay otras
que se fueron y volvieron, por eso
se siguen escuchando las preguntas
sobre: ¿De dónde es tu apellido?,
 Vista aérea de la carrera Quinta, al fondo el estadio Manuel Murillo Toro
¿esos son los mismos que vivían
antes cerca de la Plaza de Bolívar? y
¿qué pasó con tus hermanos, padres,
tíos? Por esto, un aspecto esencial
para conocer los imaginarios urba-
nos de los ibaguereños es la confor-
mación de las familias.
¿Cuáles son tus apellidos?
Aunque la pregunta ¿con quién
vive?, se refiere a qué personas vi-
ven en el hogar, las respuestas de
los habitantes permiten intuir algu-
nos aspectos de la dinámica social
de Ibagué. La gran mayoría (86 %)
vive con su familia. Pero observando
un poco más, vemos que, aunque se
llamen familia, no todas son iguales.
Por ejemplo, 59 % son familias nu-
cleares; es decir, están conformadas
por padre, madre e hijos; el tipo de
familia que tradicionalmente ha
reconocido y protegido la ley co-
lombiana y que ha predominado en
Ibagué durante buena parte de su
historia.
Nueve personas (de las 336) vi-
ven en una familia extensa en la que
cohabitan tres generaciones: padre,
madre, hijos y abuelos, y otras 20,
son familias ampliadas en las que
el padre, la madre y los hijos com-
parten el hogar con otros parientes.
Hay familias monoparentales, con
un solo jefe: 29 familias en los que el
papá vive solo con sus hijos y otras
54 en las que la mamá es la cabeza de
hogar. También hay unas pocas fa-
milias en las que los hijos viven con
los abuelos únicamente. Realmente,
nos referimos a mundos diversos
cuando hablamos de familia.
Por otra parte, 11 de los habi-
tantes manifestaron que viven con
La ciudad 29
 hermanos, amigos, relacionados o
inquilinos y 24 personas mayores
de 18 años manifestaron que viven
solas. Las anteriores respuestas nos
permiten aproximarnos a las diver-
sas alternativas de vida familiar e
individual en Ibagué, que van evo-
lucionado a su propio ritmo, con
los procesos de modernización de la
ciudad, la región y el país.
Estas personas que viven so-
las nos permiten plantear algunas
hipótesis, una de estas es que se
trata de estudiantes que dejan sus lu-
gares de origen, probablemente los
municipios del Tolima, para realizar
sus estudios de educación superior en
la capital. Pero también adultos que
se desplazan por algún tiempo a Iba-
gué por cuestiones de trabajo. Estas
personas viven solas en casas o edi-
ficios dispuestos para el arriendo. Al
pasar de los años, algunos regresan a
sus ciudades de origen, mientras que
otros se quedan a vivir en Ibagué.
Flor del árbol de ocobo
30 Ibagué imaginada
Los imaginarios urbanos de
Ibagué ya no son solamente de los
Jiménez, los Melendro, los Vila,
los Danna, los Carrero, los Álva-
rez, los Santofimio, los Torres, los
Salazar, los Escobar, los Sierra,
los Quintero, los Molano, los
Suárez, los Castaño, los Polanía,
los Vega, los Rengifo, los De la
Pava, los Bonilla, los Carrillo, los
Ordóñez, los Cuenca, los Mejía,
sino los de ellos, los nuestros y los
de estas nuevas familias migran-
tes; aspecto que ha caracterizado
históricamente a Ibagué.
Origen
No son muchos los ibaguereños
que, para explicar su origen, puedan
apropiarse de los versos del Canto a
mí mismo de Walt Withman (1981,
p.25):
Me engendraron padres que nacieron
aquí, / de padres que engendraron
otros padres que también nacieron
aquí, / de padres hijos de esta tierra y
de estos vientos también.
De los 336 habitantes, 188 son
nacidos en Ibagué, pero solo 144 de
ellos vienen de padres que nacieron
aquí y los otros 44, son hijos de pa-
dres que nacieron en otra ciudad.
 Puntos de aplicación de la encuesta
Según un boletín del dane del 9 de
septiembre de 2010, con base en el
Censo de 2005: “El 37 % de la po-
blación de Ibagué nació en otro
municipio o en otro país” (p.4). Lo
cual quiere decir que muchos de los
que vivimos aquí, no somos hijos de
esta tierra y de estos vientos tampo-
co. También quiere decir que Ibagué
tiene el gran reto de integrar a tantos
que han llegado y aún no se sienten
parte de aquí, como a los que segui-
rán llegando.
Sin embargo, los habitantes
(80 %) piensan que todos somos
oriundos de esta ciudad. La tercera
parte de quienes dijeron que algunos
habitantes de Ibagué no son origi-
narios de esta ciudad, piensa que
provienen de otros municipios del
Tolima. Cerca de otro tercio, con-
sidera que provienen de Bogotá y
otros mencionaron en orden de prio-
ridad: Antioquia, Cundinamarca, el
Eje Cafetero, Huila, la Costa y otros
municipios del país. Otros ciudada-
nos señalaron que los habitantes de
Ibagué también provienen de otros
países y le atribuyeron a Europa una
cuota del 34 % de los inmigrantes
extranjeros, a Norteamérica el 31 %
y el resto lo distribuyeron entre Su-
ramérica, Antillas y otros países. A
propósito, el boletín del dane antes
mencionado, señala que el 2.3 % del
total de hogares de Ibagué tienen
Movimiento en la carrera Tercera
La ciudad 31
 Grafiti “Ibagué” de la calle 42 con carrera Quinta. Emblema de la ciudad
“experiencia migratoria internacio-
nal” (p.2). Aclarado que no todos
somos hijos de esta tierra y de
estos vientos, aunque en el imagi-
nario de los habitantes persiste la
idea de que todos nacimos aquí, tra-
taremos de conocer cuándo, cómo
o porqué, nosotros o nuestros ante-
pasados, resultamos convertidos en
migrantes llegados a Ibagué.
Migraciones
El crecimiento urbano de Ibagué
se debe, fundamentalmente, a los
inmigrantes que ha recibido a tra-
vés de su historia y, en especial, en
los últimos dos siglos. En esta his-
toria de migración de personas a
Ibagué se pueden distinguir tres
etapas: la de finales del siglo xix y
comienzos del siglo xx, con la co-
lonización antioqueña y de otros
grupos de menor volumen, prove-
nientes de otras regiones del país o
de otros países.Una segunda etapa
que Armando Gutiérrez Quintero
(2003), el primer alcalde electo de
Ibagué, llama la gran migración
de mediados del siglo xx, a co-
mienzos de los años setenta. Y la
tercera etapa, que corresponde a
32 Ibagué imaginada
la inmigración de sobrevivientes
de la avalancha de Armero en 1985
y de los desplazados de las violencias
que afectaron al departamento del
Tolima y a otras regiones del país,
hasta comienzos del presente siglo.
Las primeras migraciones
La Villa de San Bonifacio de Iba-
gué, en los años cercanos a su fun-
dación en 1550, contaba con 2728
habitantes y mantuvo casi inaltera-
do el tamaño de su población, has-
ta avanzado el siglo xix, al final del
cual comenzó a recibir migrantes
en busca de minas de oro y piedras
preciosas, así como también fami-
lias e individuos provenientes de
otras regiones y de otros municipios
del Tolima, que huían de la violencia
de la Guerra de los Mil Días o bus-
caban nuevas oportunidades de vida
y de trabajo. Como resultado de este
proceso, Ibagué creció de tal manera
en tamaño e importancia, que en el
año 1900 ya era una ciudad que con-
taba con 23 658 habitantes.
En los años veinte del siglo
xx comenzaron a llegar agricul-
tores antioqueños y algunos cun-
dinamarqueses y boyacenses para
establecerse en las faldas, hasta en-
tonces completamente inexplotadas,
de la cordillera que domina a Iba-
gué, y se dedicaron a talar el bosque,
a organizar o sembrar pastos para
criar ganado, a construir sementeras
de maíz, papa, fríjoles y arracacha
para el consumo propio y para ven-
der en el mercado de Ibagué. Otros,
fundaron haciendas modernas cerca
de la ciudad, en el llano del Tolima,
que llegaron a jugar un papel muy
importante en la actividad comer-
cial, social y política de la ciudad y,
muy especialmente, en el desarrollo
de la agricultura del Departamento.
Entre los años veinte y treinta
llegaron los árabes a Ibagué, prove-
nientes de países como Siria, Líbano
y Palestina, eran hombres cristianos
u ortodoxos que, según Néstor As-
tudillo (s.f.), venían con pasaporte
turco, debido a que sus países se en-
contraban o acababan de salir de la
dominación del imperio turco-oto-
Viajeros en la Terminal de Transportes de Ibagué
mano que duró de 1516 a 1917. Esto
motivó a que recibieran el apelativo
de turcos, en los lugares a donde
llegaban. En Ibagué, algunos se de-
dicaron a la agricultura y otros al
comercio. Al principio, la venta am-
bulante fue la principal actividad
para ellos, pues la ignorancia de la
lengua no les permitía ejercer otro
tipo de trabajo. Empezaron ven-
diendo en las calles: cordones, telas,
hilos, peines, polvos para la cara,
perfumes, pomadas, espejos, colla-
res y mercancías variadas. A medida
que las ganancias lo permitieron, co-
menzaron a abrir pequeños almace-
nes en los que vendían los mismos
productos.
También, por esa época llegaron
a Ibagué inmigrantes judíos, pola-
cos, españoles e italianos, quienes
contribuyeron a enriquecer y trans-
formar las costumbres y el ambiente
cultural de la ciudad, particularmen-
te en los campos de la literatura y de
La ciudad 33
 Panorámica de la ciudad desde el Mirador de Ambalá
la música. Muchos de estos inmi-
grantes se dedicaron a la agricultu-
ra, al comercio y otros establecieron
talleres de pequeñas industrias.
Ibagué: esperanza, refugio y
hogar para todos
Del final de la primera mitad del si-
glo xx en adelante, Ibagué tuvo un
ritmo de crecimiento de la población
superior al de las etapas anteriores,
debido en parte a la migración de
población rural atraída por los nue-
vos empleos que se generaban en la
ciudad y, sobre todo, expulsados por
la violencia armada bipartidista y el
desalojo violento de los campesinos
pobres de sus tierras.
El abogado Armando Gutiérrez
Quintero fue protagonista de mu-
chas de las situaciones que enfrentó
la institucionalidad local respecto
a las migraciones, como quiera que,
34 Ibagué imaginada
desde los años 1966 a 1971, ocupó
varios cargos en la administración
municipal al lado del ingeniero
Francisco Peñaloza Camargo, va-
rias veces alcalde de la ciudad. Por
esa época, Gutiérrez Quintero fue
personero, secretario de despacho y
alcalde encargado de Ibagué. Gutié-
rrez Quintero describe así las migra-
ciones de esos años:
Oleadas repetidas de ocupaciones se
vivenciaron durante años como la del 16
de febrero de 1959 realizadas por 1000
familias, quienes fundaron el barrio el
Yunque; […] La ocupación más grande
se produjo en 1970, realizada por 7000
familias en el denominado barrio El
Jardín, donde según él mismo expresa,
fueron expulsadas por la fuerza pública.
(Gutiérrez Quintero, 2003, p.64)
 Gutiérrez Quintero dice que
por el crecimiento impresionante
de sus zonas tuguriales, en Ibagué se
fue conformando una cultura de la
pobreza y, más adelante, agrega: “Se
superaron todas las posibilidades de
empleo y la saturación poblacional
inserta en la miseria y la pobreza,
amenazó con convertirse en un vol-
cán humano de sensible peligro-
sidad” (p.90). Refiriéndose a esta
misma época, Jorge Luis González
Calle (2006) trae la siguiente cita del
periódico La Opinión:
Ibagué llena de mendigos. La ciudad está
invadida de mendigos. Por dondequiera
se les encuentra, y hay los más
deplorables casos de mujeres harapientas,
sucias y enfermas, que duermen en los
corredores o en los umbrales de las casas,
acompañadas de pequeñuelos escuálidos,
hambreados, medio desnudos y llenos de
mugre. (González Calle, 2006, p.207)
En un período de treinta años,
entre 1942 y 1972, Ibagué tuvo un
aumento del 231 % de su población,
al pasar de 75 206 en 1942, a 173 736
en 1972.
Migración por la avalancha de
Armero y nuevos desplazamientos
El 13 de noviembre de 1985 el deshie-
lo del volcán nevado del Ruiz provocó
una avalancha sobre el municipio de
Armero, el segundo municipio más
grande del departamento del Tolima,
que cubrió casi completamente la po-
blación y acabó con la vida de alrede-
dor de 25 000 personas. Muchos de
los sobrevivientes migraron a Ibagué,
unos en los días cercanos a la trage-
dia, otros posteriormente. Las migra-
ciones de esta etapa se ven reflejadas
en el crecimiento de la población de
Ibagué al pasar de 292 965 habitantes
en el año 1985, a 333 731, en 1989, lo
cual representa un aumento del 14 %
de la población en esos cuatro años.
Como consecuencia de la vio-
lencia que ha continuado en el país,
Ibagué siguió recibiendo población
desplazada, del mismo departamen-
to del Tolima o de otras regiones de
Colombia. El día 18 de mayo de 2008,
Contemplación de las fuentes de la Plaza de Bolívar
La ciudad 35

Vista de la carrera Quinta con 37
el periódico El Tiempo publicó el si-
guiente titular: “El tema del desplaza-
miento forzado en Ibagué desbordó
su capacidad de atención”, y explica-
ba: “De acuerdo con el Defensor del
Pueblo en el Tolima, Santiago Ra-
mírez Calderón, a la ciudad están lle-
gando semanalmente entre 120 y 150
familias víctimas del desplazamiento
forzado”.
La historia de las migraciones en
Ibagué explica, en buena medida, la
composición actual de la población
por estratos socioeconómicos en esta
ciudad. De acuerdo con los estima-
tivos del Centro de Estudios de la
Construcción y el Desarrollo Urbano
y Regional (cenac) actualizados a
febrero de 2011, sobre la distribución
de vivienda según estrato socioeco-
nómico, en Ibagué, “el 63,6 % de las
viviendas de los ibaguereños pertene-
ce a los estratos uno y dos, el 24,8 %
pertenece al estrato tres, y tan solo el
11,6 % a los estratos cuatro, cinco y
seis” (p.11).
36 Ibagué imaginada
Estos últimos datos nos dicen
mucho sobre la manera en la que
ciertos imaginarios urbanos perdu-
ran más que otros o, también con
mayor representatividad, quiénes y
de qué estratos son los ciudadanos
que pueden influenciar a otros para
el surgimiento de nuevos imagina-
rios urbanos. Estos puntos de vista
son determinantes porque afectan de
modo privilegiado el uso y la evoca-
ción de la ciudad.
Para que se produzca un punto de
vista urbano colectivo y quizás el
reconocimiento de un imaginario
tenemos que certificar al menos un 10 %
de un universo entrevistado proyectado
en la estadística, para que sea relevante en
un grupo. En la medida que va creciendo
esta proyección se va determinando un
punto de vista dominante, y si pasa de
un 50 % de marcaciones coincidentes,
los croquis se hacen imaginarios, se
convierten en emblemas ciudadanos.
(Ardila, 2008, p.54)
¿De quiénes es el interés de que
Ibagué deje de vivirse como una
ciudad de paso y se convierta en
un centro de prestación de servi-
cios especializados?, ¿quiénes son
actualmente las poblaciones que más
llegan a vivir a Ibagué?, ¿quiénes
mantienen vigentes algunos imagi- en los imaginarios de los ciuda-
narios urbanos? danos, pero también que son los
mismos ciudadanos los que cons-
Cualidades urbanas: ciudad como truyen esa visión, entendida como
signo sensible una proyección imaginada para su
Según la Visión del Plan de Orde- ciudad.
namiento Territorial (2014), Ibagué Estas percepciones también
se destaca por cinco cualidades. La se relacionan con un sentimiento
primera, es la imagen de Ibagué colectivo que condensó el Plan de
como capital musical de Colombia; Gobierno del alcalde de Ibagué para
la segunda, es la idea de una región el periodo de 2016-2019:
próspera en el centro del país, de la
que se desprende la tercera cualidad Aspiro a que mi gobierno sea identificado
de Ibagué como ciudad intermedia, y recordado como aquel que contribuyó a
entendida como enlace entre gran- la construcción colectiva de una Ibagué
des ciudades; la cuarta cualidad de verde, saludable, incluyente, productiva
la ciudad es su visión como centro y en paz, que recuperó la legitimidad, la
de prestación de servicios especia- credibilidad y la confianza de la sociedad
lizados; y la quinta es la de un mu- en sus gobernantes y en las instituciones
nicipio cabecera de aguas y reserva municipales. (Jaramillo, 2016, p.9)
ecológica.
Monumento en honor al fundador de la ciudad: Andrés López de Galarza
Estas cualidades, que han sido
definidas para Ibagué, no se distan-
cian mucho de aquellas cualidades
que surgieron de las percepciones
de los habitantes. La ciudad como
signo sensible está atravesada por
esa marca de ciudad musical de Co-
lombia, por ser una ciudad inter-
media, por proyectarse en el futuro
como una ciudad próspera, turística
y ejemplo de ciudad sostenible. Po-
demos afirmar que existe un peso
importante de la institucionalidad

La ciudad 37
 Es en la coyuntura del cambio de
gobierno de la ciudad que se inicia
este proyecto de Ibagué imaginada
y que repercute en las respuestas
de los ciudadanos. Especialmente,
frente a uno de los hechos que ha
causado mayor frustración para la
historia de la ciudad como ha sido
la destrucción de los escenarios
deportivos y el escándalo de co-
rrupción alrededor de los Juegos
Nacionales de 2015. Este hecho, de
la historia reciente de la ciudad, ha
causado un profundo dolor en los
ciudadanos, quienes conocieron
el Parque Deportivo y las piscinas
olímpicas y están conectados con
ellos por cuestiones afectivas, de
paseos de familia y encuentros con
amigos, de recuerdos de la niñez.
Los personajes también están
relacionados con estas marcas sen-
sibles. Unos son los músicos y otros
son los políticos y deportistas. Los
músicos que hicieron posible que
la ciudad siga imaginándose como
Escultura de Prometeo artesano
musical; los políticos que han pro-
puesto una idea de ciudad moderna
y aquellos que la han destruido; y
los deportistas que nos representan,
como el sentimiento de que James
Rodríguez es ibaguereño.
Estas cualidades urbanas son
experiencias sensibles de los ciuda-
danos que van más allá de los objetos
de la ciudad y que trazan una historia
colectiva. Esta historia es la misma
que se proyecta como futuro y sobre
la que es importante reflexionar.
Ciudad de convergencia
Desde antes de su fundación, la
ciudad de Ibagué tenía definida su
misión en el panorama regional y
nacional como factor de integración
geográfica, política y económica.
Aún no tenía nombre, pero la Real
Audiencia de Santafé de Bogotá
sí había definido la zona donde se
ubicaría y a qué fines serviría. Con
estos elementos, según narra Álva-
ro Cuartas Coymat (1994), la Real
Audiencia de Santafé de Bogotá le
encomendó al capitán español An-
drés López de Galarza, la tarea de
fundar una ciudad para dominar las
regiones de la banda occidental del
Magdalena, facilitar la explotación
y el tráfico del oro y demás metales
preciosos de la cordillera Central,
servir de base de comunicaciones
entre la Real Audiencia en Santafé
con la Gobernación de Popayán.
El capitán López de Galarza
cumplió la orden y el 14 de octu-
bre de 1550 fundó la ciudad con el
nombre de Villa de San Bonifacio de
Ibagué del Valle de las Lanzas. San
Bonifacio por el santo del día de la
fundación; Ibagué, por el nombre de
un cacique de la región, por sugeren-
cia de dos indios que lo asesoraban,
según dice Ayda Ardila (2000); y
Escultura del Parque de la Música
Valle de las Lanzas, porque los indí-
genas que los recibieron los atacaban
con lanzas y no con flechas, como
preveían los españoles.
La Villa fue fundada sobre el
actual territorio del municipio de
Cajamarca y al año siguiente, debido
a los constantes asedios de los indí-
genas pijao, fue necesario trasladar-
la a su ubicación actual, junto al río
Combeima. La lucha de resistencia
de los pijao duró más de un siglo. La
Villa fue sitiada, asaltada y destruida
en varias oportunidades, la última
de ellas, en 1606. Finalmente, Álvaro
Cuartas Coymat (1994) narra que:
Ante la imposibilidad de ser vencidos por
las armas, Juan de Borja desata guerra
de exterminio total, la que comprendía
el envenenamiento de las aguas y la
siega de cementeras y cultivos, lo que
permitió que el hambre y las epidemias
minaran las energías del nativo y
facilitara el afianzamiento de las huestes
peninsulares. (Cuartas, 1994, p.123)
La Villa también fue víctima de
desastres como los incendios de 1606
y 1852 y el terremoto de 1826, que
dejaron casi completamente destrui-
das las reliquias arquitectónicas de
la época colonial. Tampoco tuvo un
desarrollo urbanístico importante,
La ciudad 39
 Monumento al ferrocarril en la calle 19 con carrera Primera
dado que era predominantemente
un lugar de paso dentro del Camino
del Quindío y “la ciudad no tenía la
infraestructura necesaria para ser
un lugar de permanencia” (Finde-
ter, 2015, p.33). Las construcciones
sobresalientes para esa época eran
la Catedral, el Cabildo, la Cárcel,
la Plazoleta y el Convento de Santo
Domingo y las ermitas de Santa Lu-
cía, La Soledad y el Humilladero.
La travesía de la montaña del Quindío
se convirtió para el ibaguereño en el
mejor suceso, en parte esencial de su
lento acaecer. Entonces, solo se hablaba
de los tambos o posadas, de las fondas
camineras, de los cargueros o campesinos
rumberos, con sus sillas amarradas a la
espalda, en la cual sentaban al viajero,
que llevarían hasta dejarlo en el Valle del
Cauca.
40 Ibagué imaginada
Las personas interesadas en viajar por el
Camino del Quindío debían conseguir
en Ibagué los cargueros que los llevaran
y si venían de un viaje largo, debían
descansar en esta ciudad para continuar
su travesía. La condición de ciudad de
paso la mantuvo Ibagué hasta avanzado
el siglo XX, cuando se construyó la
carretera que permite viajar en carro
de Ibagué a Calarcá o Armenia, ‘cerca de
tres siglos y medio debieron transcurrir,
desde la primera trocha que atravesó la
región, mandada a abrir en 1553 por
el conquistador Melchor Valdés, hasta el
año de 1930 cuando, por fin, se unieron
por carretera las dos puntas del camino’.
(Cuartas Coymat, 1994, p.124)
Casi un siglo después de exis-
tencia de la carretera entre Ibagué y
Calarcá, la imagen de Ibagué como
ciudad de paso pesa poco en el actual
imaginario social ibaguereño (1 %).
 Palomas en el Parque Manuel Murillo Toro. Al fondo el edificio de la Gobernación del Tolima
Por el contrario, los habitantes
identificaron a Ibagué con otros fu-
turos, como: ciudad próspera (22 %),
lo cual significa que se ha desarro-
llado cultural, política y económica-
mente y que es una ciudad pujante.
El 18 % identifica el futuro de Ibagué
con un mayor crecimiento urbano.
Algunos hablan de sobrepoblación,
otros de que se extenderá hacia Al-
varado y Gualanday, dos pueblos
vecinos situados uno hacia el noro-
riente y otro hacia el suroriente de
la ciudad. Para otros (12 %), Ibagué
en 20 años será un buen vividero
porque habrá esperanza, será más
organizada y más limpia, se disfru-
tará de mejor calidad de vida, habrá
mejores oportunidades laborales y
se habrá fortalecido la naciente cul-
tura ciudadana. Para otros, Ibagué se
identificará con: ciudad potente a ni-
vel logístico, habrá mayor desarrollo
tecnológico para apoyar el turismo y
el ecoturismo (12 %).
Crecimiento de la ciudad
Primera expansión importante de
la ciudad
En las primeras décadas del siglo xx
se construyeron en la ciudad obras
como el Conservatorio de Música
del Tolima en 1906, el Teatro Tolima
en 1911, la Iglesia del Carmen entre
1905 y 1920 y también se hicieron
reformas en la Plaza de Bolívar y en
la Catedral.
En el año 1900 la principal vía
arteria de la ciudad era la carrera
3.ª Para ese entonces, la ciudad con-
taba con 23 cuadras desde el lugar
donde se encontraba el Acueduc-
to en el sector de La Pola, hasta el
Cementerio, y existían estableci-
mientos comerciales importantes.
En el año 1904, la comunidad sa-
lesiana fundó la Escuela de Artes y
Oficios, fundamental para la for-
mación de mano de obra que con-
tribuyera al desarrollo de la ciudad.
Cuatro años más tarde se inaugura
el alumbrado público en la ciudad,
en el sector de El Libertador y en
1910 se culmina la nueva Plaza de
La ciudad 41
 Estadio Manuel Murillo Toro
Mercado, edificada en el sector de
Santa Librada
El ferrocarril llegó a Ibagué en
1921, aún no se había construido
la Estación y existía una especie de
enramada para prestar sus servicios,
que funcionó hasta que en 1926 el
presidente Pedro Nel Ospina orde-
nó la construcción del edificio de
la Estación, que luego se denominó
Estación Ospina, en homenaje al
mandatario.
Para 1925 la ciudad contaba con
diez barrios constituidos, los últi-
mos en construirse fueron: El Llano
de Belén, La Hoyada, El Arado y el
Llano de los Álvarez. Además, cabe
anotar que en El Llano de Belén se
construye la primera casaquinta
de la ciudad como ejemplo de una
nueva tipología en Ibagué, similar
a las casaquintas de Chapinero en
Bogotá. No obstante, la mayoría de
42 Ibagué imaginada
las construcciones de vivienda en la
ciudad son diferentes a las mencio-
nadas anteriormente, con materiales
de construcción rústicos.
En 1934, la Sociedad Colom-
bo Alemana de Transporte Aéreo
(scadta) construyó un campo pro-
visional de aterrizaje para la ciudad.
En el mismo año se proyectó, por
iniciativa del maestro Alberto Cas-
tilla, una sala musical homónima y
también la comunidad franciscana
edificó la Iglesia de San Roque (ter-
cera parroquia en la ciudad). Por úl-
timo, en la misma década concluyó
la carretera que conduce a Armenia.
Posteriormente, sobre esta carretera
se proyectaron los espacios para el
Batallón Jaime Rooke y el Club Mi-
ramar.
Para el año 1942, la ciudad de
Ibagué contaba con una población
de 75 206 habitantes y seguía siendo

Antiguo Cinema
una ciudad tranquila, que crecía
regularmente. En este periodo se
culminó la ampliación de la iglesia
del Carmen y el Colegio Salesiano,
contiguo a la iglesia. De igual forma,
aparecieron nuevos equipamientos
culturales como el Teatro Tolima,
en reemplazo del Teatro Torres, y el
Teatro Imperial. Adicionalmente, se
consolidó el parque Andrés López
de Galarza, enlazado con la esta-
ción del Ferrocarril Ospina a través
de una avenida y un monumento a
la Bandera. En 1950, por iniciativa
del alcalde, se construyó un espa-
cio público que se ha convertido
en el pulmón de la ciudad, lugar de
recreación y escenario cultural, el
parque Centenario, diseñado y cons-
truido para conmemorar el cuarto
centenario de la fundación de la ciu-
dad.
Durante el gobierno de la dicta-
dura militar, en Ibagué se contrató
entre 1953 y 1955, la construcción
del actual edificio de la Goberna-
ción del Tolima. Esta construcción
abrió una nueva oportunidad para la
transformación del centro de la ciu-
dad y, en especial, del conjunto del
área del edificio de la Gobernación
y el parque Manuel Murillo Toro,
que vino a concluirse en el siglo xxi.
En 1955 se construyó, en su primera
fase, el estadio Manuel Murillo Toro.
La historia de este estadio es narrada
en la página del Deportes Tolima:
En un encuentro amistoso realizado
por los equipos Deportes Quindío
(profesional) y Boca Junior (amateur)
de Ibagué el 19 de enero de 1955,
se determinó realizar la obra cuando
en la famosa cancha de Belén le tocó al
propio Jefe Civil Militar, César Augusto
Cuéllar Velandia, presenciar el encuentro
durante casi dos horas de pies, momento
que aprovechó Humberto González
Ruiz para sugerirle al mandatario la
necesidad de un estadio para Ibagué…
La ciudad 43

Antiguas casas, nuevas construcciones
La construcción del estadio de Ibagué
se logró en tiempo récord de 55 días, en
un lote donado por el ciudadano Serrano
de Ávila. El 20 de julio de 1955, día en
el cual se jugó el encuentro inaugural
entre las escuadras Boca Junior de Cali
y Deportes Tolima (ganó Cali 3 a 2), en
la mañana todavía estaban pegando la
gramilla en la cacha y limpiando todo el
lugar. (Deportes Tolima, 2005, junio 16)
Crecimiento y modernización
En abril de 1961, un grupo de em-
presarios y líderes del sector privado
crearon la Asociación para el Desa-
rrollo del Tolima (adt), una entidad
sin ánimo de lucro. El periódico
44 Ibagué imaginada
El Tiempo, el 11 de octubre de 1995,
reseñó la gestión de la adt y en unos
de sus apartes pone de presente que:
En el transcurso de su historia la
institución ha efectuado estudios
de factibilidad que luego convierte
en importantes empresas que hoy
soportan la economía del Tolima. Así
nacieron la Corporación Financiera del
Tolima, Corfitolima; Carlima; Texpinal;
Corporación Forestal del Tolima, Hotel
Yuma, Frigorífico de Ibagué, Fábrica
de Concentrados Tuluní; Complejo
Agroindustrial del Tolima, Catsa;
Aerovías de Integración Regional, Aires;
Actuar Tolima; Plaza de Ferias del
Guamo; Corporación para el Desarrollo
Humano del Tolima; Coruniversitaria;
colegio San Bonifacio de Las Lanzas;
Promotora de Inversiones del Tolima,
Protolima y la Promotora Agroindustrial
del Líbano, Prolíbano.
También participó en la promoción
y creación de gremios importantes
en la región como la Sociedad de
Agricultores y Ganaderos del Tolima; la
Cámara Colombiana de la Construcción
Seccional Tolima, Camacol; la
Asociación Nacional de Industriales
Seccional Tolima, andi. Igualmente
asume la vocería del sector privado
aportando soluciones en beneficio
de una integración entre los sectores
 Vista aérea de la Glorieta de Mirolindo
público y privado. También ejerce la
Veeduría Cívica en obras de importancia
que se adelanten en el departamento. (El
Tiempo, 1995, octubre 11)
Como se puede evidenciar de
la cita anterior, la adt jugó un pa-
pel importante en la promoción del
desarrollo del Tolima y, particular-
mente, de la ciudad de Ibagué, tanto
del sector privado como en el sector
público.
Un acontecimiento importante
para la vida de Ibagué fue la realiza-
ción de los IX Juegos Atléticos Nacio-
nales en el año 1970. Esa oportunidad
fue buscada por los dirigentes del
Tolima para lograr financiación para
construir escenarios deportivos de los
cuales carecía la ciudad, como el Par-
que Deportivo y la Unidad Depor-
tiva de la calle 42 con carrera 5.ª así
como la construcción del Conjunto
Residencial Metaima, donde se alo-
jaron las delegaciones participantes.
También se realizó la remodelación
del Estadio Manuel Murillo Toro.
Por esta razón, la ciudad vio con altas
expectativas el hecho de que se reali-
zaran los Juegos Nacionales de 2015,
que hoy se conciben como un fiasco
para la ciudad.
Inmigración por la avalancha de
Armero y de nuevos desplazados
En 1985, Ibagué se convirtió en
receptora parcial de la población
sobreviviente por la erupción del ne-
vado del Ruiz. Como capital depar-
tamental y albergue de la población,
Ibagué fue receptora de los recursos
del Gobierno nacional y la comu-
nidad internacional. El impacto de
estos hechos se verá reflejado en
posteriores desarrollos de la ciudad.
Plazoleta Darío Echandía
La ciudad 45
 Conservatorio del Tolima
En el ámbito urbano, el sector
de la industria creció a lo largo de
la avenida Mirolindo, sobre este eje
se consolidaron las nuevas indus-
trias hasta la zona de Picaleña. Para
la misma época se construyen más
de 50 000 viviendas en el barrio El
Jordán. En el año 1987 se construyó
la Terminal de Transporte en el lote
donde fue derrumbada la estación
del Ferrocarril, construida en los
años 30. La Terminal centralizó las
operaciones de transporte desde y
hacia fuera de la ciudad con las dife-
rentes regiones del país y estableció
un polo de desarrollo en esta zona de
la ciudad.
También, durante este periodo
se construyó la Casa de Moneda,
entidad regulada por el Banco de
la República para la emisión de las
46 Ibagué imaginada
diferentes monedas en el país. Ade-
más aparecieron los centros comer-
ciales La Quinta y Arkacentro. El
Parque Murillo Toro continuó con-
solidándose como el espacio cívico
más importante la ciudad.
Para el año 1989 y los años si-
guientes a este período, se constru-
yeron espacios públicos, como la
Plazoleta Darío Echandía frente a
la Biblioteca del mismo nombre y
frente al Teatro Tolima. También por
esta época se construyeron la Biblio-
teca Rafael Parga Cortés en 1994 y
el Centro de Convenciones Alfon-
so López Pumarejo, inaugurado en
1997. Igualmente, fue construido el
Hotel Sofitel Altamira que se convir-
tió en otro referente para el turismo
y el hospedaje de lujo en la ciudad.
 En el año 1998, para integrar di-
ferentes áreas verdes con la ciudad,
se hicieron mejoras urbanas en el
Parque de La Martinica y en el Jar-
dín Botánico. También se culminó
la obra de la variante Boquerón-Mi-
rolindo con apoyo del Ministerio de
Transporte. Sobre la avenida Picale-
ña se produjo una gran expansión de
la presencia de industrias y negocios
relacionados con la conexión de este
eje con la ciudad de Bogotá.
Para el año 2009, la ciudad
contaba con una población de
512 671 habitantes, y una extensión
de 3229 hectáreas, cifras que compa-
radas con las del año 1900, indican
que en un siglo se multiplicó 21,7 ve-
ces la población de Ibagué y en 30,7
la extensión de la ciudad. En esta
época se observaba una tendencia
que aún continúa: la consolidación
de la zona industrial del sector de
Picaleña, acompañada del desarro-
llo de grandes equipamientos y de
viviendas campestres. También se
percibe el desplazamiento del centro
comercial y zonas de restaurantes y
esparcimiento de la ciudad, tradi-
cionalmente situados en el centro
histórico, hacia el oriente, sobre los
ejes constituidos por la calle 60 y la
avenida El Jordán.
Ibagué hoy, por su clima, por su
paisaje, por su ubicación en un cruce
de caminos que facilita viajar por el
país, por la cercanía a Bogotá, al con-
trario de otras épocas cuando nadie
quería hacer solar en ella, para los
habitantes es una ciudad atractiva en
donde muchos quieren quedarse y a
la que muchos otros quieren venir e
invertir.
La ciudad sensible
Los imaginarios urbanos dominan-
tes de Ibagué se relacionan con lo
musical y con el color de la ciudad.
La sensibilidad se manifiesta en la
música y en la importancia que esta
tiene para los ciudadanos, una mar-
ca que es casi inherente a ella y que
nos hace asumir que todo debe tener
una connotación musical que nos
represente. Se tiende a querer in-
corporar la música en las imágenes,
en los eventos, en los espacios públi-
cos, en la decoración de las institu-
ciones, en la educación, hasta en los
grafitis y murales. El personaje con
Ocobo florecido
La ciudad 47
 Gráfica 1
¿Qué personaje cree que identifica a Ibagué?
0,25 23%

0,19 17%
13% 12%
0,13 10%
7% 5% 5%
0,06 4% 3%
0,30
Los músicos tradicionales

Poíticos

Otros

Andrés Lopéz de Galarza

Santiago Cruz

Ninguno

Deportista

Indio Pijao

Artista y escritores

NR
Panorámica de la ciudad de Ibagué. Verde color ocobo

48 Ibagué imaginada
 Vista interior del Conservatorio del Tolima
el que los habitantes identifican a la
ciudad es la música y esta es la ciu-
dad misma; por ejemplo, sus calles
musicales, el sonido de diferentes
géneros, los distintos certámenes a
lo largo del año, los lugares represen-
tativos y el himno del Tolima, que es
un bunde.
El color de la ciudad está rela-
cionado con la naturaleza; en tal
sentido, aparecen dos colores im-
portantes en el imaginario colec-
tivo de los ciudadanos: el verde y
el ocobo. El verde de las montañas
y el los árboles, estos últimos le dan
otra tonalidad a la ciudad, una to-
nalidad complementaria, cuando
florecen los ocobos y se percibe una
ciudad rosada. Como marca, los
ocobos también se han convertido
en símbolos de Ibagué.
Ciudad imaginada como ciudad
musical
Yo soy tierra firme y quiero cantar
Con tunjos y mohanes, brujas, patasolas.
Soy un paraíso, y el más musical.
Por mis venas corren guitarras, tambores.
Las flautas y tiples entonando van.
Con el alma alegre un gran Sanjuanero
Diciéndoles a todos yo soy tu ciudad.
Canto de ternura que arrulla al
Combeima.
Cantando al Tolima su historia y su paz
Ayer fuiste un pueblo hoy la capital;
De Colombia eres ciudad musical.
Himno de Ibagué.
Los ibaguereños relatan diferen-
tes versiones sobre la historia que
vivió el conde de Gabriac en su visi-
ta a la ciudad, hace más de un siglo;
estas versiones configuran una histo-
ria fundacional, en la que los relatos
de los habitantes se mezclan entre la
La ciudad 49
 Sala Alberto Castilla en el Conservatorio del Tolima
ficción y la realidad. Hay detalles que
cambian, pero en esencia los ciuda-
danos cuentan que este personaje
experimentó un ambiente musical
cuando estuvo de visita. Los sonidos
lo llevaron a evidenciar diferentes
grupos familiares que se reunían a
interpretar instrumentos y a cantar.
Al llegar a su país natal, el conde
de Gabriac escribió un artículo para
un periódico local que tituló “Ibagué,
Ciudad Musical”, a partir de esto la
banda militar de música, dirigida
por el general Manuel de Casabianca,
quien en ese momento era goberna-
dor del Tolima, se dio a la tarea de
fortalecer ese título, estando presen-
tes como banda en todos los eventos
realizados en el Departamento (To-
rres, 2017). Esta bella anécdota del
conde y los recuerdos de las clases
de la infancia en las que aprendimos
esta historia, hacen más fuerte el
imaginario de Ibagué como ciudad
50 Ibagué imaginada
musical; además, desde ese entonces,
sustentar este título se ha convertido
en un esfuerzo colectivo de generar
marca de ciudad y en una forma de
pensarnos a futuro.
Este hecho, sobre las tertulias
musicales que se sucedían en Ibagué,
fue el inicio de acontecimientos im-
portantes de la historia de la música
en la ciudad. En 1906 se crea el Con-
servatorio del Tolima y diferentes
músicos de Europa viajan a formar
jóvenes. En 1987 nace el Festival
Nacional de Música Colombiana,
que ha sido proclamado patrimo-
nio cultural y artístico de la nación,
liderado por la Fundación Musi-
cal de Colombia; en 1995 se crea
el Concurso Nacional de Duetos
Príncipes de la Canción, en honor a
diferentes duetos de fama nacional
como Los Tolimenses (Emeterio y
Felipe), Garzón y Collazos y Silva
y Villalba. Así como esta Fundación:
 Vista del Parque de la Música
el Festival Folclórico, que se realiza
en la ciudad. Los planes de desarro-
llo municipal y departamental traba-
jan por mantener viva la tradición y
en alto el nombre de la ciudad como
musical.
¿Cómo sentimos a esa Ibagué
musical y sus personificaciones en
los músicos? La ciudad musical tiene
su centro en el Conservatorio del To-
lima, lugar evocado por su belleza ar-
quitectónica, por los aires melódicos
que de allí se desprenden hacia la ca-
lle y por las generaciones de músicos
que han salido de esta escuela. Pero
este lugar es solo una consecuencia de
la música que se vive en Ibagué. Ese
recuerdo de las familias del campo
que se reunían a tocar instrumentos
sigue vigente en los ciudadanos; en
Ibagué se vivía un ambiente musical
que terminó convirtiéndose en tra-
dición familiar, el padre interpretaba
algún instrumento y sus hijos estu-
diaban en el Conservatorio, la músi-
ca que se escuchaba eran bambucos,
guabinas y pasillos de duetos que se
hacían famosos en el país; canciones
de añoranza de la tierra y del campo;
lecciones de vida y del amor.
No vuelvas a decir jamás
Que has triunfado en la vida
En cosas de fortunas
O en cosas del amor.
Porque si apuestas una vez
Y pierdes la partida
Hoy juega la ruleta
Y en sus vueltas locas
Ganas oropel.
Oropel, Jorge Villamil.
Esto es solo un ejemplo del em-
peño que creció. Así fue creciendo el
Conservatorio:
Aquella Escuela-Orquesta no contaba con
auxilios oficiales, las matronas ibaguereñas
propendieron por su sostenimiento
y adelanto, estableciendo ¡manes de
Industria Casera! Pequeños comercios
de frutos, venta de comestibles, expendios
La ciudad 51

Carrera Tercera en la noche
de mistelas… El desvelado apoyo de las
señoras Caicedo, las Rocha, las Santofi-
mio, las Buenaventura, las Melendro,
las Melo, las Santos, las Castilla, las
Vela, las Molano, las Valenzuela,
las Torres, las Tovar, las Neira, entre
otras, pusieron el corazón a este
proyecto musical. Sostuvieron
naciente Conservatorio los tres primeros
años… (Pérez Salamanca, s.f. p.94)
Dicho sostenimiento fue en
la ciudad, por mantener viva esa
musicalidad y, también, la evidencia
de la importancia que ejercían esas
familias que habitaban en Ibagué.
Así lo relata Polidoro Villa Her-
nández (2005) en una crónica sobre
el compositor César Augusto Zam-
brano:
El fermento musical se expande por toda
la tranquila ciudad de 50 000 habitantes.
Los Coros del Tolima viajaban por el
continente y se ufanan de la Cruz de
Boyacá otorgada por el presidente de la
al República; el dueto Garzón y Collazos está
en auge, y abundan las tertulias músico-
literarias. (Villa Hernández, 2015, p.86)

Gráfica 2
¿Con cuál género musical identifica a Ibagué?

(3%) (1%) Música colombiana

Otros
(18%) Ninguno / no tiene
Todos los géneros

(79%)

52 Ibagué imaginada
 Al lado del Conservatorio se en-
cuentra el Parque de la Música, es-
cenario pensado para el disfrute de
este arte al aire libre, adornado por
esculturas musicales. De este lugar,
la ciudad musical se desprende, por
un lado, hacia el parque Centenario
y la Concha Acústica y, por otro, a la
carrera 3.ª En la Concha Acústica se
Intersección entre la carrera Tercera, El Bunde, y la calle 11, El Boga
realizan una serie de eventos cultu-
rales, entre ellos, el cierre del Festival
Folclórico Nacional. salsa, vallenato, hasta rock, jazz y
Por su parte, la carrera 3.ª es la blues. Quienes habitamos la ciudad
vía peatonal del centro de la ciudad, sabemos que por la tercera se escu-
que recoge toda la historia de quie- chan músicas en formas y colores di-
nes nacieron y migraron a Ibagué. ferentes, no importa si son del gusto
Los imaginarios construidos en tor- de los transeúntes o si es la música
no a este lugar coinciden con la am- que escuchan en la radio, simple-
plia representatividad que tiene para mente es la manifestación viva de
la ciudad. La carrera 3.ª inicia en la la ciudad musical, con su personaje
calle 10 y termina en la calle 15, aun- central: la música.
que se extiende con tránsito de ve- La carrera 3ª:
hículos hasta la calle 19. Por esta vía Fue considerada por la mayoría de los
se escuchan las músicas y sonidos de estudiantes del Conservatorio como
la ciudad musical, una oferta variada la zona o calle más alegre, con más
de ritmos y mezclas de todas partes movimiento, más transitada por músicos
del mundo, que se combinan con las y como la calle más musical de la ciudad,
tonadas de los bambucos, guabinas, por lo tanto, la carrera tercera es un
pasillos, que han caracterizado la emblema. (Torres, 2017, p.101)
llamada música colombiana. Cami-
nar por esta, desde la calle 10 hasta
la 15, es un recorrido por diferentes
expresiones musicales, desde músi-
ca popular, colombiana, rancheras,

La ciudad 53
 Chivas rumberas en la Plaza de Bolívar
Este imaginario es más fuerte
desde que en 1994 fueron renom-
bradas sus calles y carreras a partir
de canciones o autores de música
colombiana; estas recorren el centro
de la ciudad, cuyo eje central es la
carrera 3.ª
Los sonidos se extienden de di-
versas formas por toda la ciudad, de
igual manera que su crecimiento,
bajan del centro o suben para ter-
minar allí. Las chivas rumberas no
solo aparecen en época de fiestas del
folclor (junio y julio), sino que están
presentes a lo largo del año, recogen
a niños, jóvenes y adultos. Sus soni-
dos se mezclan con las músicas que
salen de los barrios, las casas, los es-
tablecimientos comerciales, incluso
a altas horas de la noche. No faltan
tampoco las serenatas, esas que aho-
ra se ofrecen con mariachis, duetos
o tríos, y que hacia los años 50 y 60
54 Ibagué imaginada
se hacían con boleros y música co-
lombiana.
A mediados de junio, el folclor
se toma la ciudad; en los jardines
infantiles, los colegios, las empre-
sas públicas y privadas, se celebra el
Folclorito. Existen diferentes versio-
nes, pero todas ellas integran trajes
típicos, música y danza, expresiones
de la música colombiana que se ex-
tienden por cada una de las regiones
de Colombia. En algunos lugares se
elige reina y se realizan desfiles por
la ciudad; algunas también, en chi-
vas rumberas.
En mi tierra tolimense
Hay una fiesta de honor:
Es la fiesta Sanjuanera
Que celebran con fervor.
Y allá van con alegría
Como lo manda mi Dios.
 Ibagué ciudad musical

Desfile del Festival Folclórico por la Plaza de Bolívar

La ciudad 55
 Ya tenemos la lechona
Y celebran la reunión;
Luego cantan el joropo,
El bambuco y la canción.
El Contrabandista, Cantalicio Rojas.
Desde pequeños, los niños en
Ibagué aprenden el Bunde Tolimense
y canciones tan cercanas al corazón
como Canta un pijao (del composi-
tor Jorge Humberto Jiménez); tocan
instrumentos y participan de los fol-
cloritos. Se trata de una experiencia
cultural que le da sentido a nuestras
prácticas cotidianas y a nuestra cul-
tura; se porta el traje con orgullo y
naturalidad: camisa blanca, rabo e’
gallo rojo y sombrero. Este recono-
cimiento del patrimonio cultural
de Colombia pervive en el tiempo,
caracteriza a las jóvenes generacio-
nes y se mantiene en la memoria de
los adultos: el amor por la música se
hace equivalente al amor por la fa-
milia.
Escultura de La Bambuquera
La fiesta de San Juan, mezcla de
tradiciones indígenas y españolas, se
reinventa cada año y se mantiene en
el tiempo y en los recuerdos de los
ibaguereños. El Festival Folclórico,
expresión nacional de esas fiestas
que tuvieron su origen en 1957,
cuando la violencia entre liberales
y conservadores cubría al departa-
mento del Tolima con un manto de
dolor y ausencias. La fiesta, desde su
significado más primigenio, viene a
despertar el espíritu de lo primordial
y se vive todos los años en Ibagué;
atraviesan sus calles: carrozas, rei-
nas, color, música y danzas.
Muchos ibaguereños se han ido
a estudiar o a trabajar a otros lugares,
pero regresan para las fiestas; otros,
que viven en Ibagué, salen corriendo
ante el bullicio. Sin juzgar a unos y
otros, las fiestas del folclor de junio
y julio penetran en la piel de la
ciudad y se sienten en todos sus rin-
cones. A pesar del crecimiento de
Ibagué, de haber dejado de ser un
pueblo de pocas calles, las fiestas es-
tán en el ambiente; el calor, la cerve-
za y la música acompañan las tardes.
En marzo se celebra el Festival
Nacional de la Música Colombiana,
un homenaje al patrimonio cultural
y artístico del país. Lo integran el
Concurso Nacional de Duetos Prín-
cipes de la Canción, el premio para
la Canción Inédita, el Concurso Na-
cional de Composición, los Jardines
Musicales para la Convivencia, el
Concurso Departamental de Inter-
pretación Musical, el Encuentro Na-
Escultura Instrumento de Sol en el Parque Manuel Murillo Toro
cional Universitario y la celebración,
el 21 de marzo, del Día Nacional de
la Música Colombiana. Todos estos manera reiterativa. Si bien, recono-
eventos buscan representar a Ibagué cen la idea de Ibagué como ciudad
como ciudad musical y estimular la musical, estos jóvenes saben que no
conformación de duetos para man- se trata solamente de bambuco.
tener viva la esencia de la música Las percepciones imaginadas de
colombiana. los ciudadanos de la ciudad musical
En los inicios del mes de junio, permiten evidenciar los diversos
desde el año 2008, tiene lugar en la modos en los que aparece este signo
ciudad la Marcha Carnaval, una pro- sensible en la cotidianidad, desde la
puesta de movilización social en pro mirada institucional con la marca de
de la vida y el agua; esta recorre la ciudad; desde la ciudad físicamen-
ciudad, haciendo del arte su fuente te construida, como también desde
de expresión. Otra muestra musi- todo un repertorio de alusiones a
cal es Ibagué Ciudad Rock, evento la música: el Parque de la Música,
que en 2018 cumplió 17 años de ubicado al lado del Conservatorio;
existencia. Estos dos escenarios fue- la escultura de la Bambuquera y la
ron nombrados por los jóvenes de escultura del Instrumento de Sol en

La ciudad 57
 Pasos peatonales en el centro de Ibagué
el Parque Murillo Toro en el centro
de la ciudad; el nombre de las calles
del centro con alusiones a canciones
o compositores; los pentagramas di-
bujados en el piso en reemplazo de
las cebras que indican el paso peato-
nal; y murales alusivos a la música.
Los escritores Camilo Pérez
Salamanca (s.f.) y Libardo Vargas
Celemín (2016) relatan que el 14 de
febrero de 1952 el alcalde de la ciu-
dad prohibió la música, todo a causa
de una riña. La protesta a esta pro-
hibición la escenificó una prostituta
interpretando canciones de despe-
cho. La norma no prosperó, pero el
sentimiento que dejó en la ciudada-
nía es el mismo que hoy se proyecta
cuando por la ciudad no se escuchan
las músicas que la caracterizan. En el
último año, estos titulares recorrie-
ron los medios de comunicación de
la ciudad y alertaron sobre la impor-
tancia de lo simbólico: Juan David
Ortiz, en El Olfato, el 22 de abril de
2018, tituló: “Vuelve y juega: Policía
58 Ibagué imaginada
desalojó a músicos que tocaban en
la carrera tercera de Ibagué”. El Cro-
nista, el 23 de abril de 2018, tituló:
“Alcaldía de Ibagué dice que no ha
prohibido presentaciones musicales
y culturales en la carrera tercera” y,
nuevamente, El Olfato, el 26 de abril
de 2018, tituló: “Alcaldía censará a
los artistas de la carrera tercera de
Ibagué para que puedan realizar sus
presentaciones”.
La música es el personaje de
Ibagué
La música colombiana es una mez-
cla de géneros, ritmos y danzas tra-
dicionales del folclor colombiano,
algunas son producto de mezclas
de ritmos españoles. Esta música se
enseña a los niños en los colegios
de la ciudad y del Departamento y
se escenifica en diversos espacios,
especialmente, en un evento en ju-
nio que se denomina Folclorito.
El bunde, la guabina, el torbellino, el
bambuco son los diferentes ritmos
 Grafiti en el barrio Ricaurte en honor a los músicos tolimenses
que aparecen en los imaginarios de
los ciudadanos para describir la mu-
sicalidad de su ciudad. Aunque, para
muchos de ellos, esta no es la música
que escuchan o bailan, sí se tiene en
mente como un emblema de la ciu-
dad (79 %).
Ibagué, tierra de ensueño,
tierra de luz y de amor.
Para mí no hay en el mundo,
nada más lindo que tú.
Son de esmeralda tus llanos y tu cielo es
de zafir,
y en el cristal de tu río la luna viene a
morir.
Quien no te conozca que venga hasta ti,
ciudad embrujada, y no vuelve salir.
Ibagué, Ibagué.
Ibagué, Leonor Buenaventura.
Los duetos que se han hecho fa-
mosos son: Garzón y Collazos, los
más recordados por los ciudadanos,
seguido de ellos están Emeterio y
Felipe (Los Tolimenses), quienes
participaron el 13 de junio de 1954
en la primera emisión de televisión
del país; también, los ibaguereños
tienen en su mente a Silva y Villalba.
Rodrigo Silva falleció en los inicios
de 2018, en su homenaje de despedi-
da fue la música la que lo acompañó
por el centro de la ciudad, por la ca-
rrera 3.ª hasta detenerse en el Teatro
Tolima, como escenario de la música
colombiana. A Silva lo recordamos
por su alegría, buen humor y el ca-
risma con el que se acercaba a su pú-
blico. Con el legado de estos duetos,
han surgido muchos más que disfru-
tan y aman la música colombiana y
Concierto en el Teatro Tolima de Silva y Villalba
La ciudad 59
 Artistas se preparan para las fiestas del folclor
quieren mantenerla vigente. Estos
duetos son de diferentes regiones
del país y cada año se presentan en
Ibagué para rendirle homenaje a la
música.
Alberto Castilla y Amina Me-
lendro de Pulecio, dos personajes
vinculados a la historia del Conser-
vatorio del Tolima, están presentes
en el imaginario de los ibaguereños;
el primero por ser su gestor y el se-
gundo, por cumplir sus funciones
de maestra y directiva del claustro
durante muchos años. “El sueño de
Castilla era mucho más ambicioso:
un conservatorio en donde conflu-
yera la danza, el canto, la pintura, la
escultura, los idiomas y, por sobre
todo, la música (p.59)”, así lo relata
Antonio Melo Salazar (2017) en la
crónica que escribió sobre este per-
sonaje y agrega que “con el apoyo de
Mural de la carrera Quinta con calle 10
60 Ibagué imaginada
Joaquín Castilla se dio a la tarea de
importar los pianos, las violas, los
violonchelos y los violines reque-
ridos para la conformación de una
orquesta y el Conservatorio fue to-
mando cuerpo” (p.59). Amina Me-
lendro de Pulecio continuó la tarea
que dejó Castilla para el Conser-
vatorio, se convirtió en la madrina
de la música y también de muchos
jóvenes talentosos que allí pudieron
ingresar para estudiar.
Leonor Buenaventura fue cono-
cida como la novia de Ibagué, una
mujer dulce y hermosa. Su canción
dedicada a Ibagué, la hace un per-
sonaje único. “La importancia de
Leonorcita —relata Luz Ángela Cas­
taño González (2015)— reside en
que no solo era la autora, es decir,
quien escribía la letra de las cancio-
nes, sino que componía la música de
sus obras” (p.74).
Las expresiones los músicos, los
tipleros y la música en sí, traducen el
sentimiento que experimentaron los
ciudadanos cuando se indagó por el
personaje que identifica a Ibagué.
En la actualidad, Santiago Cruz apa-
rece en las voces de los jóvenes como
un representante de la ciudad. Este
contraste se vive en la cotidianidad,
y no importan las diferencias, sino
aquello que une a los duetos, a todos
los compositores y al artista famoso.
Amparados por la solemnidad
del Teatro Tolima, entre voces del
público que acompañan las cancio-
Músicos en la carrera Tercera
nes que conocemos desde niños,
suben al escenario Silva y Villalba,
los mismos que una vez disfrutaron mos jóvenes los que armaron este
nuestros padres y abuelos. Entre video con el cantante y quienes va-
aplausos y recuerdos de las diferen- loran sentirse reconocidos en su
tes generaciones que viven con esta música.
música, pasa la noche del cumplea- En medio de las músicas que di-
ños de Ibagué en 2016. El mismo bujan a Ibagué como una hermosa
día, a la misma hora, en un escena- mujer, están las notas que unen a los
rio más grande, entre las voces del duetos con los nuevos ritmos de este
público que también canta sus can- joven cantante que ha alcanzado la
ciones, jóvenes y adultos disfrutan la fama internacional.
música de Santiago Cruz. Quisiera ser el aire,
Son los hombres y los jóvenes que llena el ancho espacio,
entre 13 y 24 años los que relacio-
quisiera ser el huerto,
nan al personaje de la ciudad con la
que esparce suave olor,
música de Santiago Cruz. Este joven
ibaguereño escogió como locación quisiera ser la nube, de nieve y de topacio,
del video de una de sus canciones quisiera tener cánticos de dulce trovador.
uno de los barrios del sur de la ciu- Y así mi triste vida, pasara lisonjera,
dad, ese sur estigmatizado por los cambiando mis dolores, por férvida
ciudadanos, el mismo que crece en pasión,
potencial y proyectos. Son los mis-

La ciudad 61
 Pueblito viejo

sultán siendo querido,

de Hurí tan hechicera,
quitarme la vida por darte el corazón.
Hurí, anónimo.
¿A qué suena Ibagué?
Hay en este mundo un rincón querido,
a orillas de un río que le ha servido de
nido.
En él se han recreado reinas y princesas,
Y los pajarillos van gorjeando su belleza.
Ibagué, es mi tierra, Combeima es mi río,
donde tantas veces mi llanto he vertido.
Ibagué y mi río, son obras divinas,
en donde se inspiran, mis bambucos y
guabinas.
Ibagué es mi tierra, Simón Collazos.
En el imaginario de los ibague-
reños, la ciudad suena a bambucos,
guabinas, bunde, joropos, cum-
bias, porros, pasillos, rajaleñas,
torbellinos, sanjuaneros, música
colombiana, andina, de cuerda, de
duetos y de tríos. Suena a guitarra,
bandola, tiple y violín.
Siempre vivirás Tolima
Mientras exista el San Juan
Y resuenen las guabinas
Y el bunde tradicional.
Vivirás mi Tolima, Pedro J. Ramos
Pero más que esto, la ciudad es
un paisaje sonoro de folclor y música
para bailar, esa que suena en las dis-
cotecas de Mirolindo y en la calle 42;
pero también, la ciudad suena a Iba-
gué Ciudad Rock y a las chivas rum-
beras. La carrera 3.ª es la evidencia
de las músicas que están presentes
en la vida de los ibaguereños, una
mezcla de ritmos y géneros, algunos
Calle 10, Hurí

62 Ibagué imaginada
 Catedral de Ibagué bajo la lluvia
que contrastan con la instituciona-
lidad del Teatro Tolima, ubicado en
esa misma carrera 3.ª en el que se
presentan los concursantes del Fes-
tival de la Música Colombiana en
marzo y otros eventos significativos
del folclor colombiano y de las mú-
sicas del mundo.
Pero Ibagué también suena a
chicharras, loros y pájaros. Las pri-
meras ensordecen los días calurosos
e impiden el diálogo; los loros están
en toda la ciudad, pero se hacen más
fuertes en la carrera 5.ª con calle 37,
lugar en el que compiten con el pe-
sado tráfico de la tarde. Los pájaros
son el canto del amanecer de los ciu-
dadanos; no importa el lugar en el
que vivan, allí se escuchan los cantos
apacibles de diferentes especies de
pájaros. El Parque Centenario es
uno de esos sitios que amanece con
el canto de las aves.
Son finalmente las calles las que
suenan por sí solas en la ciudad.
En el centro, como informaron los
medios de comunicación en 1994,
se nombraron las calles alusivas a
compositores y canciones de la mú-
sica colombiana. Estas fueron:
La carrera 1.ª: Flor del Campo de Luis
Alberto Osorio.
La carrera 2.ª: Tupinamba de Aldolfo
el Pote Lara.
La carrera 3.ª: El Bunde en honor a
Alberto Castilla.
La carrera 4.ª: Vivirás mi Tolima de Pedro
J. Ramos.
La carrera 5.ª: La Ibaguereña de Leonor
Buenaventura.
La calle 9.ª: Pueblito viejo de José A.
Morales.
La calle 10.ª: Hurí (anónimo) himno de la
Fundación Musical de Colombia.
La calle 11: El Boga de Darío Garzón.
La calle 12: Viejo Tolima de Rodrigo Silva.
La ciudad 63
 Gráfica 3
Cuando piensa en Ibagué, ¿con cuál color la identifica?
(14%)
(4%)
(11%)
(17%)
La calle 13: Coyaima indiana de Miguel
Ospina.
La calle 14: La Sombrerera de Patrocinio
Ortiz.
La calle 15: El Sanjuanero de Anselmo
Durán.
La calle 19: Cantalicio Rojas, compositor
tolimense. Todas estas calles y carreras
hacen parte del centro de la ciudad. Las
siguientes dos avenidas están en espacios
un poco alejados del centro, pero en
los que se ha dado un crecimiento
urbanístico importante en Ibagué.
La avenida 69 es la calle del compositor
Pedro J. Ramos.
La avenida Jordán: el bambuco Cámbulos
y Gualandayes. (El Tiempo, 1994, octubre
14).
64 Ibagué imaginada
Verde
(30%) Color ocobo
Amarillo
Vinotinto
Otros
Azul
(24%)
Verde color ocobo
El calor, el resplandor del sol, la na-
turaleza, las montañas y los árboles
hacen de Ibagué una ciudad verde.
Rodeada de montañas, la ciudad
mira hacia arriba y encuentra el con-
traste del verde y el cielo azul claro
de los días calurosos. Sin embar-
go, aunque no muchos lo cuentan,
en Ibagué llueve constantemente,
tanto, que las tormentas han cau-
sado muchos problemas en vías y
en las casas de algunos barrios.
Cuando las tormentas se aproximan,
el cielo se torna color naranja, una
mezcla con grises y un bochorno o
calor sofocante que te anuncia la lle-
gada de la lluvia. Puede llover toda
la noche sin parar, entre truenos y
rayos, la ciudad duerme asustada
por aquello que pueda ocurrir al
despertar. No obstante, una vez más,
cada mañana el canto de los pájaros
anuncia la salida del sol y de nuevo
un día caluroso.
Los ibaguereños olvidan estas
desavenencias del clima y aseguran Panorámica de la ciudad de Ibagué desde La Martinica
que en Ibagué se puede sentir mucho
calor hacia el noroccidente y suroc-
cidente, un clima fresco en el centro
de la ciudad y un clima frío en Bo-
querón, la salida hacia Armenia. Es
una ciudad de todos los climas y las
percepciones de los lugares y barrios
pasan por estos imaginarios.
El verde de Ibagué es un verde
de todos los colores, que nuestros
ojos perciben en tonalidades innom-
brables o desconocidas, pero que sa- Carrera Quinta bajo la lluvia
bemos que son hermosos, por eso
nos dolió tanto que se construyera
un centro comercial, hoy uno de los
emblemas de la ciudad, destruyendo
un bosque, hábitat de diferentes es-
pecies; o que se sigan poblando pul-
mones de la ciudad con edificios de
estratos 5 y 6.
Los cerros de La Martinica y Pan
de Azúcar, los miradores del Jar-
dín Botánico San Jorge y el Parque
Centenario, son los referentes de lo
verde en la ciudad. Todos estos luga-
Concha Acústica Garzón y Collazos en el Parque Centenario
res comparten elementos positivos,

La ciudad 65

Parque Centenario
relacionados con la naturaleza, pero
también comparten elementos nega-
tivos, relacionados con la inseguri-
dad. Es una conexión desafortunada
entre los espacios amplios naturales
y la posibilidad que esto genera para
esconderse y robar. Este imaginario
de inseguridad se proyecta colecti-
vamente y hace que los ibaguereños
no recomienden visitar estos luga-
res, aunque aparecen destacados en
Calle 60, vista hacia los cerros de una mañana nublada
66 Ibagué imaginada
las diversas versiones de mapas tu-
rísticos de la ciudad.
Sin duda, las montañas son her-
mosas y se aprecian desde la ciudad.
Por ejemplo, al mirar hacia La Mar-
tinica, los ibaguereños aseguran que
pueden predecir el clima; no existe
una verdad científica alrededor de
esta práctica, pero sí una verdad
consensuada entre los ciudadanos
de saber si en medio del día caluro-
so, el cielo se cerrará y aparecerá la
lluvia. No está de más decir que es-
tas lluvias espontáneas en medio de
los días, aumentan la humedad que
también caracteriza a la ciudad.
El parque Centenario está en el
centro de la ciudad, desde que escu-
chamos su nombre llegan a nuestra
Gráfica 4
¿Con cuál clima identifica más a Ibagué?
(1%) (1%)
(40%)
mente una serie de imágenes alrede-
dor del tiempo que tiene, de la lon-
gevidad de sus árboles, muchos de
ellos ocobos, que han visto cambiar
la ciudad desde su posición central.
Sobre este parque pasa un puente
antiguo en la calle 10, atravesado
por árboles de cientos de años que
producen una sombra refrescante
y misteriosa en este paso vehicular,
¿cuál será la historia que pueden na-
rrarnos estos árboles? La calle 10 es
una vía importante, es el eje cultural
de la ciudad que conecta el Panópti-
co, el Parque Centenario, la Catedral
y la Plaza Simón Bolívar.
En el Parque está la Concha
Acústica y la vista de este la han ad-
quirido personas que ahora habitan
Cálido
Templado
NR
Frío
(58%)
en los torreones que lo rodean. Este
parque es un punto de referencia de
eventos culturales y, al igual que los
anteriores, de deporte. En las maña-
nas y en las noches, los ibaguereños
que habitan cerca de esta zona salen
a hacer ejercicio y le dan su matiz
de pulmón de la ciudad en un juego
que mezcla el sonido de los corazo-
nes de los deportistas, la calma y el
aire fresco de este lugar centenario
que ha estado allí como testigo de
la ciudad; y que en diciembre atrae
a turistas y habitantes por los llama-
tivos colores del alumbrado.
Ves las mismas calles bajo los mismos
pies,
La misma brisa cada tarde a la seis
La ciudad 67
 La tierra firme donde está la raíz
de lo que he sido, soy, seré.
El mismo aire que una vez respiré
Y el trazo verde que te envuelve Ibagué.
La voz tranquila de mi abuela
Diciendo que ya es hora de comer.
Regreso, Santiago Cruz
En Ibagué se percibe un verde
predominante, rodea la ciudad, está
en escenarios concretos, pero tam-
bién en los recuerdos y los deseos de
los ciudadanos.
***
Son más las mujeres (31 %)
que los hombres las que perciben que
Ibagué tiene un clima cálido. Para los
hombres (22 %), el clima de la ciudad
está en una mezcla entre el cálido y
el templado. Sin embargo, las justi-
ficaciones y asociaciones de todos
son casi las mismas y concluyen en
Calles del barrio Cádiz con ocobos florecidos
68 Ibagué imaginada
la idea de que Ibagué es una ciudad
de todos los climas; eso sí, no llega
nunca a ser fría como Bogotá.
Las personas mayores de 66 años
recuerdan a una Ibagué de clima
templado, que se ha ido calentando
a medida que pasan los años; aunque
ya con poca frecuencia es común ver
caminar a estos señores de traje, con
saco y corbata, ir a trabajar o reu-
nirse con sus amigos. Esta manera
sofisticada de vestir ha cambiado
mucho en la ciudad, la ropa es lige-
ra, colorida y contrastante, un vestir
de tierra caliente, como dicen algu-
nos. Un ciudadano lo expresa de esta
manera: “Ahora hace más calor y la
gente se viste muy deportiva y con
muchos escotes, bermudas, shorts”.
La percepción del clima de la
ciudad depende del lugar en el que
se vive y los desplazamientos por la
ciudad evidencian esta afirmación.
Es un clima variado, “yo vivo en
la zona más fría y me desplazo a la
zona más caliente, entonces sien-
to que vivo en dos climas en el
transcurso del día”, expresó uno de
los ibaguereños. Hay otros ciuda-
danos que afirman extrañar ese cli-
ma templado de la ciudad cuando
eran niños, porque ahora la perciben
muy caliente; pero quienes la perci-
ben templada, afirman que no es ca-
liente como Honda o El Espinal.
Los acuerdos sobre la percep-
ción imaginada del clima se dan en
lo fresca que es la ciudad en las ma-
ñanas y en las tardes, antes del inicio
de la noche. Estos vientos que reco-
rren la ciudad son los que generan
esa temperatura suave y agradable
de Ibagué. Por eso, cuando el clima
se relaciona con el momento del día
que más identifica a los ciudadanos,
encontramos las mismas referencias
a lo fresco. La mañana se relaciona
con el despertar, con el canto de
los pájaros y el inicio de las activi-
dades, un clima agradable y despe-
jado como quien despierta después
de una noche de buen descanso.
El cielo azul, el olor de las piscinas, el
resplandor del sol que aún no calien-
ta de manera sofocante.
En la tarde el clima vuelve a ser
fresco, se separa del mediodía e ini-
cia la noche. Las actividades cam-
bian, la ciudad es distinta porque se
sale a pasear, a caminar, a comer o a
visitar a la familia. Como lo afirma
un ciudadano: “Resalta más la gracia
de la capital tolimense”, es la hora del
encuentro.
También el sonido del canto de
los pájaros regresa en la tarde, pero
aparece en la percepción de los iba-
guereños relacionada con “las aves
que vienen a dormir en sus árboles
de la calle 37 o en la Plaza de Bolí-
var”. El canto de los loros es un so-
nido representativo de las tardes en
Ibagué. La noche es más movida, es
sinónimo de rumba y de amigos, la
caracteriza la frescura y las luces de
la ciudad. Entre estas coincidencias
en las percepciones, el 45 % de los
encuestados se identifican con la tar-
de, el 37 % con la mañana y el 18 %
con la noche. Ibagué es una ciudad
imaginada por su frescura y las va-
riaciones del clima.
***
En las épocas de lluvias, la ciu-
dad se hace un poco más fría, más
opaca, pero no menos alegre. Suce-
de con la lluvia la florescencia de los
ocobos. Ibagué no solamente es ver-
de, es un verde color ocobo, esto se
dibuja imaginariamente en la men-
te de los ciudadanos, esperando a
La ciudad 69
 Vista aérea de la Plaza de Bolívar

Vista de la Plaza de Bolívar con ocobos florecidos

70 Ibagué imaginada
través de los meses las épocas en las
que la ciudad se viste de rosa. Este
aspecto simbólico de la ciudad se ha
apropiado también desde la institu-
cionalidad, tanto en folletos como
documentos públicos, en informes,
en nombres de almacenes y de ho-
teles.
El Acuerdo Municipal 033 de
2005 y el Decreto 569 son un ejem-
plo de la importancia que ha tenido
el árbol del ocobo en la ciudad. El
Acuerdo citado establece como días
de homenaje al ocobo cada 16 de
marzo y 16 de septiembre; días en
los que la ciudadanía podrá plantar
estos árboles, como se hizo desde
Ibagué hasta Fusagasugá con un mi-
llón de ocobos. Por su parte, el De-
creto 569 declara al ocobo símbolo
de la ciudad e invita a cuidarlo y
protegerlo.
Son las mujeres las que más per-
ciben el color ocobo de la ciudad
(12 %), al igual que las personas en-
tre los 25 y 45 años (10 %); por su
parte, son más los hombres jóvenes
de 13 a 24 años (12 %), quienes per-
ciben el verde de la ciudad.
Los árboles de la ciudad, según
la Encuesta de Percepción Ciuda-
dana de Ibagué Cómo Vamos de
2017, son los que más les satisface a
los ciudadanos cuando se pregunta
por el medio ambiente. Por su parte,
el escritor Camilo Pérez Salamanca
(s.f.) los describe así: “De los que
nacimos en este suelo florecido con
ocobos blancos, rosados, amarillos,
jacarandas azules, gualandayes azu-
les y cámbulos rojos” (p.30). La Pla-
za de Bolívar se caracteriza por estar
sembrada de cámbulos, samanes,
ceibas y ocobos.
Incluso, a través de los años, he-
mos visto simbólicamente que de al-
gunos de estos árboles provienen los
colores escogidos para algunas rutas
de transporte de la ciudad; es decir,
el color rosado de Expreso Ibagué
o el amarillo de la empresa Flota
Cámbulos. Actualmente, se unificó el
color de todos los buses con el naran-
ja; color de los cámbulos que también
florecen en Ibagué. Recientemente, la
carrera 3.ª fue pintada, entre otras, de
un color verde primavera.
Croquis de ocobos florecidos
En la ciudad de Ibagué existen más
de 3500 ocobos; sus colores varían
entre el rosa, blanco y amarillo. La ri-
queza cromática que tiene este color
ocobo la han caracterizado los mis-
mos ciudadanos. Estos colores va-
rían de acuerdo con su percepción;
entonces, en las respuestas de los
ibaguereños encontramos que el
La ciudad 71
 color ocobo es lila, rosado, morado,
fucsia, púrpura, violeta, amarillo y
blanco; también es el color de flores,
tapizado de flores, ocobos florecidos.
Esta riqueza del imaginario del
color de la ciudad se percibe no solo
cuando los ocobos florecen nor-
malmente en marzo y septiembre,
sino durante todo el año, cuando
añoramos encontrar de nuevo la ciu-
dad tapizada de las hermosas flores.
Este tapete color ocobo le da una sen-
sación poética a la ciudad y una per-
sonalidad única para compartir con
los visitantes. Son pocos los turistas
que imaginan a Ibagué color ocobo,
es su música y sus fiestas las que es-
tán principalmente en el imaginario
de los otros. No obstante, la belleza
que esconde el ocobo que aún no flo-
rece es una experiencia que se reser-
va, casi como un secreto que esconde
la ciudad, para los meses en los que
sus árboles están cubiertos de hojas
verdes. Cuando surge este color oco-
bo, no se espera un momento para
Tapizado de flores de ocobo en la Concha Acústica
72 Ibagué imaginada
salir a tomarse fotos y compartir por
redes sociales la belleza de la ciudad.
Al convertirnos en turistas de
nuestra propia ciudad, seguimos los
pasos de los ocobos florecidos. Fue
durante el mes de septiembre cuan-
do empezamos a ver unos cuantos,
y así como descubríamos unos po-
cos en los trayectos que nos llevan
a nuestras actividades diarias, lue-
go las voces de los ibaguereños co-
menzaron a propagarse, cada nuevo
amanecer, nuevos ocobos florecían
y sus flores empezaban a caer. Tan
rápido como nos permiten admirar
su belleza, diseñamos con las voces
compartidas de los ibaguereños en
las redes sociales, el croquis de estos
ocobos florecidos.
De la avenida Ambalá, al no-
roriente de la ciudad, encontramos
algunos ocobos que sobresalen en
el barrio Vergel, un circuito cerra-
do de conjuntos de estrato 5 y 6,
rodeado de naturaleza y tranqui-
lidad. Por todo el separador de la
avenida Ambalá hay ocobos que flo-
recen, recorren desde la glorieta del
Vergel (calle 77) hasta la calle 25; de
vez en cuando, el trayecto se detiene
porque sobresale un ocobo blanco
puesto casi al final, en el punto que
nos detenemos para poder observar-
lo y entrar a la glorieta de la calle 69.
 Croquis de ocobos florecidos

a
eni
a Arm
s alid En
a/ Convenciones tra
rad da
Ent Parques y plazoletas zona centro Avenida Ferrocaril
/s
Parque Andrés López de Galarza Avenida Ambalá ali
Barrio Cádiz Calle 37 da
Barrio El Vergal Bo
go
Avenida Guabinal
Carrera Quinta
tá

Por ese mismo camino de la Amba- que lo hace único en la ciudad, la

lá, al detenernos en el semáforo de la sombra que permanentemente pro-
calle 37 apreciamos otro camino de ducen los gigantes árboles del ba-
ocobos florecidos, subimos hasta la rrio, le dan frescura. Estos árboles
carrera 5.ª vía principal de la ciudad se transforman en ocobos y el barrio
que se caracteriza también por sus se llena de sus flores, es un espectá-
ocobos, uno de ellos también blan- culo acercarse y caminar por Cádiz.
co. Esta misma vía de la calle 37 nos De lunes a viernes los ocobos en-
lleva al barrio Cádiz. Se estima que galanan el barrio y la cantidad de
en este barrio se encuentra el mayor gente que lo visita por cuestiones
número de ocobos florecidos y esto de salud, principalmente; pero los
se evidencia al entrar. domingos, el silencio, la sombra y
Cádiz fue uno de esos barrios la soledad son las principales cua-
tradicionales en el que los anti- lidades de este sitio de la ciudad de
guos habitantes de la ciudad busca- Ibagué. Acompañados por la lluvia
ron zonas más tranquilas para vivir, que se une a la florescencia de los
alejadas del centro. No obstante, ocobos, el piso mojado y el tapete de
las grandes casas que caracterizan flores son la inspiración perfecta de
el barrio se fueron convirtiendo en este sitio del deseo ciudadano.
centros de salud y este dejó de ser Al salir de Cádiz, por la carrera
exclusivamente residencial. A pesar 5.ª la Avenida Ferrocarril y la Aveni-
de esto, Cádiz tiene una cualidad da Guabinal, se encuentran muchos

La ciudad 73

Ocobo blanco de la calle 37
más ocobos. A lado y lado de estas
vías se divisan ocobos que florecen
en los diferentes barrios. Una vis-
ta aérea de los ocobos florecidos
nos daría una capa rosa que cubre
la ciudad y algunos puntos que se
proyectan de los barrios. Al llegar
al centro de la ciudad, son la Plaza
de Bolívar, el Parque de la Música,
el Parque Centenario, el Parque de
Belén y las calles que los circundan,
los sitios que dibujan ese croquis de
ocobos florecidos.
Bajamos del centro hacia el su-
roriente. El Parque Galarza aparece
también lleno de ocobos florecidos,
Ocobo florecido en el barrio Cádiz
así como la avenida Ricaurte que
conduce a la salida de Ibagué hacia
Armenia. Los ejes de entrada y sa-
lida de la ciudad la presentan con
pequeños ocobos que florecen tími-
damente en estas épocas: la llegada
desde Bogotá y la llegada desde Ar-
menia.
Otros personajes de Ibagué
Hay quienes relacionan a la ciudad
con otros personajes; de esta mane-
ra, aparecen los políticos, los artistas
y escritores, los deportistas, las refe-
rencias a los indios pijao, las leyen-
das y los mitos. Incluso, la lechona
tolimense.
Aparte de los músicos, en otros
campos hay personajes relaciona-
dos con el arte y la literatura. Poco
se habla de ellos o se conocen sus
obras, lo cual no significa que no
sean relevantes para la historia del
departamento del Tolima o que
terminen identificando a Ibagué,
aunque sea un poco, frente a los que
se llevan todo el protagonismo en el
campo de la música. Los nombres
que surgieron de la percepción de
los habitantes fueron William Ospi-
na, Carlos Orlando Pardo, Soledad
Rengifo, Jorge Isaacs, Darío Ortiz y
Darío Jiménez.
Las pocas referencias a estos
hombres y mujeres no significan
que Ibagué o el Tolima no tengan
personajes representativos. Carlos
Orlando Pardo (2009), escritor y pe-
riodista, en el texto Ibagué, ciudad
musical, completa esta deuda que
tenemos con la historia de la región:
Vista de ocobos florecidos, desde la avenida Ferrocarril. Al fondo los barrios de la comuna 10
Durante las diversas épocas de la ciudad
ha habido personajes notables en el campo
de la pintura como los maestros Jorge
Elías Triana, Julio Fajardo y Darío Ortiz
Robledo; en la poesía Arturo Camacho
Ramírez, Juan Lozano y Lozano, Germán
Pardo García, Óscar Echeverry Mejía,
Luz Stella y Luz Mery Giraldo; en el
periodismo Silverio Gómez, Adriano
Tribín Piedrahita, Jorge Eliécer Barbosa
y Arnulfo Sánchez; Jorge Alí Triana en el
teatro, Gloria Triana en la antropología,
Alexandra Cardona en la novela y el
cine, y como diva de los años 40 Sofía
Álvarez; en la televisión Gloria Valencia
de Castaño y Jorge Barón; en la docencia,
Amina Melendro de Pulecio, Pina
Muñoz de Trujillo, Susana de Castaño,
Tele de Arbeláez; en la acción social y la
La ciudad 75

Venta de lechona tolimense
crónica Cecilia de Robledo; en la música
Leonor Buenaventura de Valencia y Óscar
Buenaventura; en el sector empresarial
Jesús María Pinto, Yezid Castaño y
Tito Livio Caldas; en la economía Jesús
Antonio Bejarano y Carlos Gustavo Cano
y en la carrera militar los expresidentes
Deogracias Fonseca y Gabriel París.
(Pardo, 2009, s. p.)
En el caso de los deportistas su-
cede algo similar, son pocos los nom-
bres y también pocas las referencias
sobre el boxeador Óscar Escandón y
el ciclista Freddy González. No obs-
tante, es James Rodríguez de quien se
hace mayor referencia en el deporte.
Grafiti del barrio Ricaurte: Amina Melendro y William Ospina
Cuando este joven apareció, jugó
bien, se volvió famoso, nos hizo una
conexión imborrable: James creció
en Ibagué; por lo tanto, es de esta tie-
rra, nos identifica. Llama la atención,
por ejemplo, los videos y las historias
que recorren los medios y las redes
sociales sobre la infancia de James en
Ibagué y las marcas concretas en la
ciudad, como los murales que se han
pintado en su honor.
Los pijaos y las leyendas
El Boga, el cacique Ibagué, la cacica
Dulima, el Mohán y la Patasola, son
también personajes de la ciudad. Al-
rededor de ellos también aparecen
el cacique Calarcá, conocido por su
fiereza, y Andrés López de Galarza,
fundador de Ibagué.
Se oye en la noche cantar en el remanso
del río,
un boga que sin llorar
abandonó el platanal,
abandonó el platanal su mujer y su bohío.
El Boga, Garzón y Collazos.
El Boga fue un hombre fuerte
que atravesaba el río Magdalena,
llevando a los españoles de una re-
gión a otra. De este personaje y de
los demás existen leyendas y mitos
que los caracterizan. Del cacique
Ibagué heredamos el nombre de la
ciudad, pero sobre este reposa un
imaginario de cacique vencido por
los españoles; mientras que la caci-
ca Dulima es sinónimo de fuerza y
resistencia, una mujer que defendió
a su tribu y fue quemada viva por los
españoles.
Todos estos personajes pervi-
ven como símbolos en diferentes
escenarios de la ciudad y es allí don-
de generan mayor potencial para
rememorar la historia. La escultura
del Boga está frente al Parque Ma-
nuel Murillo Toro, a la entrada del
edificio del Banco de la República;
Cacica Dulima
Mural en honor a James en el Polideportivo 14 de octubre
la escultura de la cacica Dulima
está en la Plazoleta Santa Librada
por la Carrera 3.ª; el Mohán tiene
una escultura y un parque; el caci-
que Ibagué tiene una escultura en
la glorieta de Mirolindo, entrada
de la ciudad desde Bogotá. La
Patasola, la Madremonte y otras
leyendas están esculpidas en puen-
tes, ya muy deteriorados, sobre la
avenida Ambalá. La escultura de
Andrés López de Galarza está en el
cruce de dos avenidas principales,
la carrera 5.ª y la avenida Ferroca-
rril. Esta escultura ha sido una de
las más intervenidas por los artistas
callejeros y grafiteros que, pese a los
La ciudad 77
 Escultura El Boga frente al Banco de la República
esfuerzos de la institucionalidad por
mantenerla limpia, siempre recibe
un tag o grafiti.
El indio pijao aparece de dos for-
mas en el imaginario de los ibaguere-
ños. Se asocia con representaciones
que evocan la fuerza, la resistencia y
el carácter guerrero de los pijaos en
su lucha por defenderse de los espa-
ñoles y de las formas que se idearon
para impedir el paso de los con-
quistadores, como tumbar puentes
y quemar la ciudad recién fundada.
Este espíritu pijao que pervive en el
imaginario de los ibaguereños, nos
infunde un carácter recio y agresi-
vo que se combina con la alegría y
la música.
78 Ibagué imaginada
Porque llevo en el alma un río
y una montaña en el corazón
porque soy como el árbol libre
que va creciendo mirando el sol.
porque llevo mil canciones
apretadas en mi voz (bis)
Soy del Tolima, tierra del reino
de la tambora, patria del bunde
hogar del tiple y voz de la trova.
Aquí mi hamaca meciendo sueños
allá una garza tejiendo vientos
aquí llanuras, allá un nevado
y aquí en mi pecho canta un pijao (bis).
Soy del Tolima, versos de flores
rincón de aroma
libro sagrado
de los mohanes y patasolas.
Aquí en espigas arroz dorado
y allá en la cima café morado
 y aquí mi gente y aquí mi canto
y aquí el Tolima de pie marchando (bis).
Canta un pijao, Jorge Humberto Jiménez
El indio Pijao también es un
hombre que es personificado por
un hincha del Club Deportes Tolima
y lo hace para apoyar a su equipo. La
importancia de esta personificación
radica en el nombre que escogió, la
vestimenta y los valores que encar-
na: un indio guerrero, con símbolos
precolombinos en su vestuario de
colores vinotinto y oro. Esta refe-
rencia le da importancia al papel
que tiene este equipo de fútbol para
los ciudadanos y la manera como se
ha convertido en una representa-
ción de la ciudad. Incluso, algunos
Cacique Ibagué en la Glorieta de Mirolindo
ciudadanos (11 %) afirmaron que
el color de la ciudad era vinotinto y
oro, no solo por la bandera, sino por
el Deportes Tolima.
Políticos del pasado y del
presente
Entre los políticos están los del
presente y los del pasado, unos
recordados con desdén y otros con
esperanza. De los primeros están Al-
berto Santofimio, recordado por sus
discursos de plaza pública que llena-
ban de sueños políticos a los amantes
de su palabra y a los que anhelaban
seguir por este rumbo profesional.
De esta capacidad de convencimien-
to, Alberto Santofimio pasó a ser un
personaje recordado por sus errores
y el dolor que le causó al país; por el
juego peligroso de la política que ha
permitido en nuestra historia anular
al otro cuando piensa o es diferente.
De este mismo talante, pero
no por sus dones discursivos, los
ibaguereños tienen muy presente
a Luis Hernando Rodríguez, quien
nos quitó los escenarios deportivos
y la posibilidad de hacer los Jue-
gos Nacionales de 2015 en la ciudad.
Este acontecimiento, que se dio en
la coyuntura de la investigación so-
bre esta Ibagué imaginada, vincula
La ciudad 79
 Grabado de la Madremonte en la Avenida Ambalá
muchos elementos simbólicos de los
ibaguereños con su ciudad.
Los políticos que se recuerdan
con orgullo son Manuel Murillo
Toro, Rafael Parga Cortés, Alfonso
Palacio Rudas, Alfonso Reyes Echan-
día y Darío Echandía. Entre todos
ellos hay un nombre significativo
para la ciudad, Francisco Peñaloza,
varias veces alcalde de Ibagué y tam-
bién gobernador del Tolima. Peñalo-
za logró uno de los mayores cambios
para la ciudad en los años 70, cuan-
do por primera vez fuimos sede de
los Juegos Nacionales y también por
importantes obras de infraestructu-
ra que heredó la ciudad.
Tanto Alberto Santofimio como
Francisco Peñaloza aparecieron en
las percepciones de las personas
mayores de 46 años, y no fueron
80 Ibagué imaginada
nombrados por los más jóvenes.
Mientras que otros, que aparecen en
los libros de historia como Manuel
Murillo Toro, fueron nombrados
por hombres y mujeres de todas las
edades.
¿Cuáles escenarios deportivos?
De los políticos del pasado y del
presente hay una asociación inme-
diata con los acontecimientos más
importantes de la historia de Ibagué.
Nuevamente el nombre de Francis-
co Peñaloza aparece como el gestor
de proyectos que acogieron a los
deportistas de los Juegos Naciona-
les del 70, pero que también logra-
ron darle un cambio a la ciudad:
se construyeron vías importantes
como la avenida Ferrocarril, se am-
plió la carrera 5.ª, la calle 10, la calle
 Monumento a la raza Pijao

Madremonte en el Parque El Mohán

La ciudad 81
 Vista aérea de los vestigios del Parque Deportivo
15, se construyó el barrio Metaima
para hospedar a los deportistas, se
construyó el Parque Deportivo y las
piscinas olímpicas de la calle 42, y se
remodeló el Estadio.
Los Juegos favorecieron la ayuda por
parte del Gobierno nacional para
la construcción de los escenarios
deportivos y la adecuación urbana
para tal acontecimiento […] Y aunque
los juegos eran un evento transitorio,
la infraestructura instalada le permitió a la
ciudad superar la precaria infraestructura
urbana heredada de décadas anteriores.
Uno de los sectores urbanos que más
se dinamizó con los Juegos fue el que se
encuentra aledaño al Estadio de fútbol,
en donde se adecuó la carrera cuarta y
se construyó la Avenida del Ferrocarril,
82 Ibagué imaginada
como grandes arterias viales que
comunicaban esta instalación deportiva
con la Villa Olímpica ubicada en la calle
cuarenta y dos y con el Parque Deportivo
ubicado en la Transversal Mirolindo
Jordán. (González, 2006, p.268)
La destrucción de estos escena-
rios deportivos, 45 años después,
dejó una profunda herida en los
ibaguereños. Se trata de una herida
en la memoria y en el corazón de los
ibaguereños porque los escenarios
deportivos vieron crecer a los adul-
tos que trabajan hoy en la ciudad,
recuerdan con orgullo tener un pa-
tinódromo, un velódromo, una pis-
cina de olas, espacios para caminar y
compartir en familia. La destrucción
marcó la ausencia de estos lugares
en las rutinas de los deportistas, que
han tenido que hacer convenios con
colegios y clubes recreacionales para
poder practicar, y también de los
ciudadanos que acostumbraban pa-
sear y hacer ejercicio los domingos
en el Parque Deportivo.
El contraste entre una ciudad
pujante de Peñaloza, con una ciudad
que se destruyó y que aún no se recu-
pera, es el imaginario más fuerte de
los acontecimientos que marcan la
historia de Ibagué. Además de otor-
garle la responsabilidad al alcalde
del momento, para los ciudadanos
esto ha hecho que surja una imagen
fuerte de corrupción en Ibagué.
Esta herida se ubica en los es-
cenarios que antes existían o que
rodean la zona. Cuando se aludía
al Parque Deportivo o a las piscinas
olímpicas, los ciudadanos nos mi-
raban y nos respondían con la pre-
gunta: ¿Cuáles? Los lugares no han
desaparecido, están allí mismo, solo
que destruidos. Lo mismo que el sue-
ño de tener un mejor Estadio, el úni-
co escenario que se salvó, y un mejor
Destrucción de las piscinas olímpicas, en el Complejo de la calle 42
complejo deportivo. La zona de la
calle 42, que también está relacio-
nada con la rumba y aparece como
un escenario de alegría de la ciudad
(48 %), es también imaginada como
un escenario de destrucción (20 %).
Por su parte, el Parque Deportivo se
percibe como destrucción y abando-
no, corrupción y recuerdo (49 %).
Según la Encuesta de Percepción
de Calidad de Vida 2017 de Ibagué
Cómo Vamos, el 91 % de la muestra
considera que las irregularidades
en la construcción de los escenarios
deportivos perjudicaron la imagen
de la ciudad; el 91 % considera que
dejó evidencias de corrupción en la
ciudad; el 90 % considera que se per-
judicó la imagen de las instituciones
públicas; el 89 % considera que se
redujeron los espacios para la prác-
tica deportiva; y el 75 % considera
que se redujo el turismo. Datos que
coinciden con el imaginario refleja-
do por los ibaguereños ante lo suce-
dido a nuestros escenarios. De igual
manera, esto afectó la percepción
que tienen los ibaguereños sobre los
La ciudad 83
 gobiernos, haciendo alusión a las di-
ficultades que vivió la ciudad en to-
dos los aspectos y que el discurso de
corrupción que está tan vigente en la
agenda nacional pusiera a la ciudad
como ejemplo.
Esta ausencia de escenarios de-
portivos ha propiciado un llamado
de la ciudadanía hacia los gobernan-
tes exigiendo respuestas, cambios
y la construcción anhelada, con la
esperanza de que un sueño como
ser sede de los Juegos Nacionales no
siga siendo una pesadilla que marcó
la historia de la ciudad.
El folclor como respuesta a La
Violencia
Rojos se ponen los cámbulos
azules los gualandayes
son orgullo de la tierra
son la alegría del paisaje
todos harán con sus flores
alfombra para que pases
Roja bandera en los cámbulos
azules los gualandayes
unos son conservadores
los otros son liberales
todos se pondrán de acuerdo
si vienes conmigo a Pandí.
Cámbulos y Gualandayes, Lucio García.
En el contexto de violencia bi-
partidista y el surgimiento de las
84 Ibagué imaginada
farc, el Tolima aparece como pro-
tagonista. Esta violencia política se
evidenció el 9 de abril de 1948 des-
pués del asesinato de Jorge Eliécer
Gaitán. El ibaguereño Edgar Gallo
Aya relata que se presentaron “varios
tiroteos por la carrera quinta con ca-
lle 25 y en el terraplén de Belén (calle
10), entre liberales y conservadores”
(Avendaño, 2018, mayo, 2); recuer-
da de este suceso que vivió a sus 13
años, que:
Fue terrible llegar a la calle donde vivía
que era la calle novena entre tercera
y cuarta, fue aterrador porque toda la
calle estaba en fuego, la turba había
sacado todos los enseres de la casa de
Rafael Dávila Tello que era conservador
y que esa tarde debía posesionarse como
gobernador del Tolima, sin embargo, al
ser vecino de Ernesto Lucena Bonilla,
jefe del partido liberal gaitanista, su casa
no fue incinerada para que no fuera
afectada la del líder liberal. (Avendaño,
2018, mayo, 2)
Las consecuencias de este acon-
tecimiento, pero también la violencia
y el desplazamiento ocasionados por
las guerrillas en el departamento del
Tolima, generaron un ambiente de
zozobra que hizo que muchas fami-
lias abandonaran el campo. Algunos
 Panóptico de Ibagué
hijos de estos hombres y mujeres des-
plazados por la violencia recuerdan
con nostalgia los paseos a la finca, el
toro, las vacas, las gallinas a las que
perseguían hasta ser detenidos por el
grito de los mayores pidiendo que las
dejaran en paz. El baño en la alberca
o en un platón gigante con agua fría,
la carretera destapada, el polvo, las
chivas o buses destartalados y, sobre
todo, el majestuoso paisaje del Toli-
ma.
Estos hermosos recuerdos de
paseos, aventuras y juegos de niños
contrastan con los recuerdos de los
mayores que debían esconderse en
medio de la noche entre los cultivos
cuando escuchaban tiros y, en las
mañanas, sus familias hallaban más
personas que perdían la vida de ma-
nera injusta y dolorosa.
Qué triste quedó mi rancho y
abandonado,
porque tuve con mi negra que irme de
allí,
quedó mi trapiche solo, todo acabado,
ya no es la misma tierra que conocí.
Cómo añoro y recuerdo al viejo Tolima,
como con mi morena podía vivir,
hasta que en una tarde de crudo invierno,
tuve que con mi negra, salir de allí.
Me quitaron el rancho con las vaquitas,
y aunque eran tan poquitas, eran de mí,
como te extraño entonces viejo Tolima,
como quisiera ahora volver allí.
Viejo Tolima, Silva y Villalba.
El temor continuó por algunos
días y la persecución entre liberales y
conservadores no se detuvo; sin em-
bargo, tiempo después, y con el fin
de reforzar la idea de Ibagué como
La ciudad 85
capital musical y dejar la angustia y
la tristeza por la violencia, Adriano
Tribín Piedrahita recibió apoyo para
el primer Festival Folclórico. Este
Festival, que en 2018 realizó laver-
sión 46, es uno de los emblemas de
la capital tolimense.
Acontecimientos importantes
relacionados con estos eventos tam-
bién fueron propuestos por los ciu-
dadanos, como lo son la creación del
Concurso Nacional de la Canción, la
celebración del San Juan y la muerte
de Emeterio y Felipe. El 16 % sim-
plemente resumieron estos eventos y
afirmaron que “ser ciudad musical”
es lo más importante que ha sucedi-
do en la historia de la Ibagué.
No sabe / no responde
El largo cuestionario de preguntas
que realizamos con algunos ibague-
reños solo nos hacía detener en esta
pregunta, ¿cuál es el acontecimiento
más importante de la historia de Iba-
gué? Allí, los ciudadanos cerraban o
Centro Comercial La Quinta
abrían los ojos, miraban al suelo o
al cielo, hacían muecas de no saber
o de estar pensando a profundidad
qué podría ser tan relevante o cómo
escoger entre tantas opciones un
acontecimiento. Uno de ellos afir-
mó que no pasa nada en Ibagué, una
ciudad tranquila sin grandes aconte-
cimientos históricos. Finalmente, la
respuesta fue un no sabe o no res-
ponde (28 %).
En un diálogo posterior, algu-
nas ideas surgieron alrededor de
este no sabe o no responde. ¿Qué
tanto somos conscientes de nuestra
historia? o ¿pensamos que esa tran-
quilidad que se vive a diario impli-
ca que son pocos los cambios que
marcan nuestra historia? Esta idea
puede funcionar, pero no es del todo
cierta. La época del Bogotazo afectó
directamente a la ciudad de Ibagué,
dejó casas y comercios destruidos,
impregnó de miedo a los pobladores
que corrían a esconderse, algunos de
ellos dejando para siempre la ciudad.
 Calle 60, vista del Centro Comercial y Empresarial Acqua y el Centro Comercial La Estación

Esténcil: No a la mina
Tanto la tragedia de Armero
como el terremoto de Armenia,
dos sucesos que no se dieron en la
ciudad propiamente, la afectaron
directamente. Lo que somos hoy
en día es fruto de estas migraciones
de población que llegaron a buscar
nuevos rumbos. Incluso, podríamos
pensar que las migraciones en sí
han sido y siguen siendo un acon-
tecimiento importante de nuestra
historia. Ibagué se ha conformado
a partir de la migración de personas
de todo el país y este factor histórico
importante afecta directamente el
orgullo y el sentido de pertenencia
que hay sobre la ciudad, cómo nos

Salida del estadio Manuel Murillo Toro
proyectamos en esta o si añoramos
los lugares de los que provenimos.
También nos preguntamos si
esta ausencia de respuesta, o la di-
ficultad de encontrar una, era una
cuestión generalizada e hicimos el
ejercicio de preguntarles a los ma-
yores sobre el tema. La riqueza de
sus respuestas demuestra que Iba-
gué no es una ciudad en la que no
pasa nada: la construcción y la his-
toria del Panóptico, en la ciudad se
encuentra el segundo que hay en
Colombia y el tercero de Latinoamé-
rica; la creación de las universidades,
que permitió que los tolimenses se
formaran en el Departamento y no
tuvieran que irse hacia Bogotá o al
Eje Cafetero para recibir educación
superior.
Incluso, los ibaguereños recuer-
dan como acontecimiento histórico
el surgimiento de los centros co-
merciales. Si bien estas formas de
agrupación de comercio ya existían
88 Ibagué imaginada
en el centro de la ciudad, son más
cercanos a las formas de los pasajes
comerciales europeos; fue el centro
comercial La Quinta, inaugurado en
1986, el que marcó la diferencia. Está
ubicado sobre la carrera 5.ª con calle
29, en un sector de expansión de la
ciudad. Los ciudadanos recuerdan
salir a conocer este nuevo centro
comercial porque habían traído las
primeras escaleras eléctricas. Hoy
compite con grandes superficies y
es uno de los más pequeños, com-
parado con los centros comerciales
que se encuentran en la zona de la
milla de oro, la calle 60, de la ciudad:
Multicentro, inaugurado en 2004; La
Estación, en 2013; Acqua, en 2014.
Aunque pareciera una evidencia de
transformación muy reciente de un
pueblo a una ciudad, los centros co-
merciales maravillan a la población
y han cambiado las rutinas y cos-
tumbres de los ciudadanos.
En 1895 murió en Ibagué el
escritor Jorge Isaacs. Su historia y
la casa en la que vivió en estos úl-
timos años fueron, para algunos,
un acontecimiento significativo,
especialmente porque la casa lucha
por mantenerse en pie, ya que no
se le ha dado la importancia que
debería tener. Y finalmente, uno de
los ciudadanos afirma: “Qué más
acontecimiento que la posibilidad
de lograr la paz”, lo cual ratifica que
el Acuerdo suscrito en La Habana
con las farc es un acontecimiento
nacional que también hace parte de
la historia de nuestra ciudad.
Los acontecimientos que harán
historia
Para algunos ibaguereños es más
sencillo abordar la historia desde lo
más reciente, que esperan se proyec-
te a largo plazo; más que ahondar
en lo dicho, optaron por resaltar
algunos eventos que han sido sig-
nificativos para pensarse a futuro.
El surgimiento del movimiento am-
bientalista, materializado en el Co-
mité Ambiental por la defensa de la
vida y otras organizaciones de esta
índole, el apoyo a la consulta popu-
lar minera de Cajamarca y la Marcha
Carnaval, son los principales suce-
sos que están y seguirán haciendo
historia.
Mural del puente del sena
Aunque el Comité Ambiental
tiene una amplia trayectoria en el
Departamento, al igual que las diez
versiones de la Marcha Carnaval,
los ibaguereños vivieron como un
triunfo propio el No que procla-
mó Cajamarca el 26 de marzo de
2017 en la consulta popular. Han
pasado diez años desde que, desde
la Presidencia de la República, se
comunicó al país el hallazgo de oro
en Cajamarca; después de esto, di-
ferentes intereses se cruzaron en la
vida de los cajamarcunos y dividie-
ron al pueblo. El paso de la Multina-
cional dejó huella en la vida de las
personas, en el corazón de la tierra,
de una despensa agrícola del país y
en Ibagué. Al parecer, la historia no
señala otro camino y por eso los ciu-
dadanos ven estos sucesos como una
especie de abrebocas de un nuevo
cambio.
De igual manera, rondan por
la ciudad y por los medios de
La ciudad 89
 comunicación locales, proyectos de sentimientos inconscientes que nu-
convertir a Ibagué es una ciudad pi- tren nuestra percepción y se incor-
loto en sostenibilidad, de ser una ciu- poran a los objetos de la cotidianidad
dad internacional sostenible. Rondan (Silva, 2004).
también por la ciudad una especie de Desde otro ámbito, el deporti-
fantasmas de algo que está por suce- vo, los ciudadanos no dejaron atrás
der o por pasar de ser un imaginario la primera estrella ganada por el
a un símbolo y marca para la ciudad. Deportes Tolima en 2003 (5 %),
El fantasma urbano es una presencia como uno de los grandes aconte-
indescifrable de una marca simbólica cimientos de la historia. Sumado a
en la ciudad, vivida como experien- esto, la reñida segunda estrella que
cia colectiva, “lo que no se ve, pero logró nuestro equipo en 2018 da
te toca desde las emociones” (Ardi- cuenta de la pasión de un deporte
la, 2008, p.20). Cuando el fantasma nacional y otro acontecimiento que
aparece domina el orden imaginario está haciendo historia en la ciudad,
en la percepción social y está pre- así aparezca también como un fan-
sente en la narración ciudadana; son tasma urbano.

Gráfica 5
Cuando piensa en el futuro de Ibagué en los próximos 20 años, ¿con qué la
identifica?

0,30
27%

0,22 21%

15%
0,15 12% 11%
7% 7%
0,07

0,00
Ciudad próspera

Crecimiento urbano

Buen vividero

Ciudad retrasada

Ciudad Turística

Ciudad musical

Otros

90 Ibagué imaginada
El crecimiento de la ciudad y la
tragedia de Armero
La fundación de una ciudad y su
crecimiento en el tiempo son lu-
gares comunes a los que acudimos
para resaltar el cambio que ha te-
nido, como es el caso de Ibagué,
desde 1550 hasta 2018. Sin duda,
la fundación de una ciudad marca
su existencia y posibilidad de con-
tar su historia, así como sucede
con nuestro propio origen, que es
también la fecha de nacimiento que
conmemoramos cada año.
El desarrollo de infraestructu-
ra y el crecimiento de Ibagué es un
acontecimiento histórico importan-
Gráfica 6
¿Qué le gusta más de Ibagué?
(13%)
(10%)
(11%)
(18%)
te de la ciudad (29 %), pero ¿cómo
traducimos este crecimiento para
comprender todos de qué estamos
hablando? La ciudad como hecho
físico ha crecido para los ciudadanos
porque ahora tiene universidades
e instituciones de formación téc-
nica y tecnológica; la ciudad tiene
acueducto y alcantarillado; han lle-
gado multinacionales; existe el Fes-
tival Maquila y Moda, heredado de
una industria textil muy importante.
Vemos que las vías se renuevan, la
movilidad alternativa aumenta, los
parques se restauran; hay más edi-
ficios de oficinas y de apartamen-
tos, cada vez más las constructoras
Buen vividero
(27%) La tranquilidad
El clima
Los paisajes
La gente
Otros
(21%)
La ciudad 91
 proclaman que serán los más altos
de la ciudad.
Estas construcciones eviden-
cian, por un lado, un crecimiento
empresarial y, por otro, un creci-
miento de la población. Hay centros
comerciales, el Panóptico se restau-
ró, el Estadio Manuel Murillo Toro
tuvo unas adecuaciones, se arregla
constantemente el centro de la ciu-
dad y se construyó la doble calzada
hacia Bogotá y la variante hacia Ar-
menia. Todas estas reorganizaciones
y restructuraciones de una infraes-
tructura que se hace vieja y debe re-
novarse, dejaron en la mente de los
ibaguereños la posibilidad de hacer
más grande y más ciudad moderna
a Ibagué.
El crecimiento también se re-
laciona con la tragedia de Armero
de 1985 y lo que esta produjo en la
configuración de una industria en el
Departamento y en la ciudad.
Avisos de las rutas de transporte público de Ibagué
92 Ibagué imaginada
Según datos de la Cámara de Comercio
de Ibagué, en aplicación de la Ley
44 de 1987 y el Decreto 078 de 1988
que ofrecían beneficios para aque-
llas empresas que se establecieran en las
áreas afectadas por el desastre, en 1988
se constituyeron 780 nuevas empresas de
distinto orden. No obstante, un balance
preliminar a 1995, permite señalar
que muchas empresas se quedaron en
papeles y fueron solo cerca de 50 las
que efectivamente despegaron. Entre
estas se destacan empresas en el sector
cemento, en el textil y de confecciones,
procesadoras de café, de licores, de Artes
Gráficas, de grasas y de plásticos (Cruz,
Parra & Roa, 2015, p.196).
Uno de los ciudadanos cuenta
que el acontecimiento más impor-
tante fue “Armero, porque la ciu-
dad tuvo que generar industria para
atender la situación”. Aunque la
tragedia de Armero y el crecimien-
to de la ciudad obedecen a causas
diferentes, los ciudadanos conectan
ambos hechos con los cambios en la
infraestructura de la ciudad, el desa-
rrollo de la industria, el comercio y
las construcciones.
Ciudad próspera: futuro de Ibagué
De la idea del crecimiento de la ciu-
dad como acontecimiento histórico
 Avenida Ambalá con calle 69, frente a la Universidad de Ibagué
se perfila el futuro de esta. Ibagué se
proyecta como una ciudad próspera;
es decir, un lugar en el que se quiere
alcanzar el bienestar social y econó-
mico. Los ciudadanos quieren que
Ibagué siga creciendo y haciéndose
más organizada y bella. Esto implica
un cambio industrial y empresarial,
mayores oportunidades de empleo,
con proyección internacional para
convertirse en una metrópolis, que
la haría una ciudad elegante y en
orden; con más centros comerciales,
con escenarios deportivos, con un
parque logístico y como un polo de
atracción para convertirse en la ciu-
dad intermedia más importante de
Colombia. Esta búsqueda tiene un
costo para la ciudad y los ciudada-
nos. Deberá crecer armónicamente,
con más y mejores vías, nuevas vi-
viendas, empresas y más población.
Esto la hará más parecida a Bogotá
y más lejana a lo que es hoy en día.
Otros ibaguereños no niegan
la necesidad de materializar por fin
en Ibagué un parque logístico y po-
tencializar el turismo, pero resaltan
que lo más importante es fortalecer
la idea de que la ciudad es un buen
vividero. Este es quizás otro modo
de entender el desarrollo, porque le
apuesta a la sostenibilidad para que
siga siendo una ciudad intermedia,
pero también una buena opción
para vivir. Las historias son muchas,
de aquellos que dejan Bogotá y bus-
can climas más cálidos, ciudades
menos congestionadas para vivir;
esto repercute inmediatamente en
la calidad de vida y el tiempo que se
dedica a la familia y a los amigos.
Para lograr esta idea de cali-
dad de vida, los ciudadanos afir-
man que Ibagué debe también
fortalecer la educación, cuidar sus
parques, mejorar los servicios pú-
blicos, especialmente el sistema de
La ciudad 93

Cinestratos, Parque Andrés López de Galarza
acueducto, mejorar el sistema de
salud, que haya mejores oportunida-
des de trabajo para los jóvenes y que
esta población no se vaya a vivir a
otras ciudades. Una Ibagué sosteni-
ble, con menos contaminación, más
bosques; una ciudad, por supuesto,
segura y en paz. En esta idea tam-
bién repercute la importancia de que
Ibagué se consolide como ciudad
musical.
No obstante, también aparece en
el imaginario de los ciudadanos un
escenario contrario a los anteriores,
uno en el que fracasa la ciudad y se
queda estancada: sin agua, con caos
vehicular, corrupción y desempleo.
Son las mujeres las que se ubican
mayoritariamente en estos dos esce-
narios, el buen vividero y la ciudad
retrasada (7 % cada uno); los hom-
bres, por su parte, proyectan una
ciudad próspera (15 %), al igual que
los estratos 5 y 6, quienes también
juzgan con dureza la posibilidad de
que Ibagué se convierta en una ciu-
94 Ibagué imaginada
dad retrasada (10 %). Los jóvenes
de 13 a 24 años y los adultos de 25
a 45 años son los que más proyec-
tan a Ibagué como un buen vividero
(11 %); sin embargo, los primeros
prefieren la transformación hacia
una ciudad próspera.
Calificaciones urbanas: Ibagué,
buen vividero
Ibagué es un buen vividero. Esta
afirmación se ha repetido por años
cuando los ibaguereños quieren des-
cribir la ciudad o cuando un nuevo
migrante la escoge como hogar. Los
ibaguereños también afirman que
es una ciudad a la que uno debería
llegar a estar tranquilo y finalizar su
vida laboral. Otros, por el contrario,
la escogen para iniciar su vida labo-
ral y familiar.
¿Por qué es un buen vividero?
por la tranquilidad, el clima, los pai-
sajes, la gente y hasta por los ocobos
florecidos. En Ibagué todo queda
cerca, o por lo menos más cerca de
los lugares que quedan en ciudades
como Bogotá; se pueden hacer di-
ferentes diligencias en el mismo día
y sobra tiempo; la población de la
ciudad no es tan alta; queda cerca
a ciudades destacadas en el ámbito
nacional como Bogotá, Cali y Mede-
llín; el clima es agradable; el costo de
vida es bajo; la movilidad es senci-
lla; se come rico; hay universidades
y centros comerciales; se almuerza
en casa y se hace la siesta; se puede
caminar al colegio o al trabajo; hay
espacios para el comercio campesi-
no. Es un buen vividero, también,
porque es la ciudad en la que mu-
chos nacieron, crecieron y tienen a
sus familiares y amigos.
Las personas caminan sin afán
por las calles de Ibagué, el calor
nos adormece a mediodía y en la
tarde nos invita a refrescarnos con
una variedad de jugos de frutas, a
compartir y hablar más con el otro.
Hay tiempo para todo, las noches no
se pierden en el tráfico, sino que se
disfrutan en un restaurante, en el
centro comercial o en la casa con la
familia. Todas las anteriores resu-
men las respuestas de los ciudadanos
que tratan de ejemplificar la idea de
un buen vividero.
Tráfico en la ciudad de Ibagué
Esta importante percepción de
la ciudad como un buen vividero no
está encaminada a ocultar las dificul-
tades que también se presentan en
ella o a compararla con otras ciuda-
des, sino que permite resaltar la ciu-
dad vivida de los ibaguereños y sus
experiencias en ella. Ibagué es tam-
bién la ciudad de paseo, de piscina
y sol, por eso sus conjuntos cerrados
cada vez más vienen con toda una
oferta de entretenimiento y abun-
dan las fincas turísticas en zonas de
gran acogida por los ibaguereños
como el cañón del Combeima, el To-
tumo y El Salado.
Esta visión turística de la ciu-
dad contrasta con otra, que es la
ciudad que trabaja y que estudia: los
jóvenes al colegio o la universidad y
los adultos a las oficinas. Las jorna-
das empiezan muy temprano porque
la ciudad y el clima lo hacen posible,
a las 6 de la mañana ya hay clases,
La ciudad 95
 Plaza de la 28
por ejemplo. En estos escenarios del
trabajo y del estudio también se per-
cibe el buen vividero, la relación que
tenemos con nuestras actividades
diarias se calificó como agradable,
cómoda y tranquila (22 %), frente
a quienes la perciben intranquila o
estresante (5 %).
Estas actividades diarias tienen
un peso muy grande en la manera
como percibo mi vida en una ciudad.
Los migrantes que recibimos conti-
nuamente, huyendo de las grandes
ciudades, no vienen cambiando de
profesión, sino de experiencia de
ciudad. De allí que la percepción
de la calidad de vida y de la belleza de
la ciudad de Ibagué sea positiva.
Incluso, para el grupo de habi-
tantes de calle con quienes se hizo
un ejercicio similar, se les preguntó
sobre Ibagué como buen vividero
y ellos mismos resaltaron que esta-
ban felices de estar aquí, una ciudad
96 Ibagué imaginada
amable, de buen clima (Cristancho,
Castro & Castro, 2017). Ibagué es un
buen vividero.
Ibagué tiene necesidades
En medio de la alegría y musicalidad
de la ciudad, los habitantes reclaman
una mejor cultura ciudadana. Esta se
expresa para los habitantes de Iba-
gué, en respetar las filas, no es cues-
tión de atender al que más grite, sino
de esperar en calma; en dejar cruzar
la calle a los peatones, especialmen-
te en las avenidas en las que no hay
semáforos o puentes cerca para atra-
vesarlos; pero también en usar los
puentes peatonales y no arriesgar la
vida corriendo de un lado a otro. El
servicio y atención al cliente es pri-
mordial; el respeto a las personas
con discapacidad y a las mujeres
embarazadas; el respeto a los semá-
foros en rojo para peatones, esto es
muy común verlo en la carrera 3.ª
que, si bien la vía es peatonal, las
calles que la atraviesan no lo son. El
ruido de los pitos y el acelere de los
conductores hace que muchas veces
se solicite un poco de calma a la hora
de esperar en una fila de carros; los
desechos en las calles o los que se sa-
can diariamente sin tener en cuenta
los horarios de recolección.
Todo lo anterior reclama una
política para toda la ciudad que
incida directamente en la cultura
ciudadana. “Para cambiar el com-
portamiento y por tanto la cultura
ciudadana es necesario actuar sobre
los antecedentes del comportamien-
to, pero ello requiere acciones inten-
cionales y sostenidas en el tiempo”
(Villegas de Posada, 2009 p.66).
En la falta de cultura ciudadana,
aspecto que menos gusta de Ibagué
(21 %), están implícitas una cantidad
de acciones de los ciudadanos que
se reflejan en la vida de la ciudad.
Estos imaginarios son motivados
por emociones y creencias colecti-
vas que han caracterizado la ciudad
y que comúnmente se suele asociar,
en las conversaciones cotidianas,
con un problema cultural de Ibagué
que siempre ha sido así.
Cuando se modifica la cultura de las
personas que comparten su vida en una
Plaza de mercado del barrio El Salado
ciudad, esta nueva cultura debe hacer
posible una convivencia más armónica.
La convivencia hace referencia al poder
vivir con otros e implica dos aspectos
básicos: el respeto y la cooperación.
(Villegas de Posada, 2009 p.59).
El uso que se le está dando al
espacio público y las afectaciones
que esto pueda tener en términos de
desplazamiento de las personas o los
vehículos, el desorden o el desaseo,
el ruido, entre otros, son algunos de
los factores que más nos hacen pen-
sar en estrategias para cambiar nues-
tra ciudad. Se podría afirmar que en
medio de la tranquilidad y, a veces,
exagerada frescura, los ibaguereños
tendemos a pasar por encima de
los demás o a pensar solamente en
nuestro beneficio, olvidando el tra-
bajo en equipo y la solidaridad.
Plaza de mercado del barrio El Salado
La ciudad 97

Bizcochos, arepas, envueltos y cucas
Las acciones descritas como
ejemplos de falta de cultura ciuda-
dana son una tarea enorme de los
diferentes gobiernos, familias, en-
tidades educativas, entidades pri-
vadas y de la sociedad en general.
Tampoco podemos desconocer el
aporte de diferentes colectivos de jó-
venes que quieren dar un mensaje de
transformación para la ciudad y que
entienden las distintas formas de ser
ciudadano. Los colectivos ambienta-
les, la comunidad lgtbi, los colecti-
vos de jóvenes (La Eskina del barrio,
Cinestratos), artistas de hip hop, gra-
fiteros y skaters, los barristas de dife-
rentes equipos del país y del Deportes
Tolima, son algunos de ellos.
Si los imaginarios se proyectan
en una colectividad; es decir, no
son de carácter individual, sino que
se reconocen y terminan, algunos,
por convertirse en emblemas que
98 Ibagué imaginada
representan un lugar; las ciudades
también son diferentes de acuerdo
con las percepciones de las colecti-
vidades. Los símbolos que acogen o
rechazan unos y otros hacen que las
ciudades sean variadas y no exista
una única Ibagué definida y con-
creta. Al ser esto así, no podemos
reclamar que aparezca una sola idea
de ciudad; por lo tanto, una sola for-
ma de modificar nuestras prácticas
o solucionar nuestras necesidades.
No nos gusta de Ibagué la falta de
cultura ciudadana, la falta de opor-
tunidades, la inseguridad, el tráfico
y la calidad del transporte público,
el desorden y el desaseo, y los ma-
los gobiernos, que nos recuerdan lo
sucedido con los Juegos Nacionales
de 2015 y que pusieron en negativo
la percepción de los gobiernos de la
ciudad.
Por su parte, las tres necesida-
des de la ciudad se tradujeron en:
vías, acueducto complementario y
empleo. Estas necesidades surgen
de la experiencia cotidiana de vida
en Ibagué: el crecimiento de la ciu-
dad que está haciendo que haya
menos vías, más población y más
carros, pero también que se tengan
en cuenta las vías de los barrios y
su difícil tránsito por la cantidad de
huecos; los continuos problemasde
abastecimiento de agua en Ibagué y
las afectaciones que esto genera en
la cotidianidad de las familias, de
los hogares, en las oficinas y los co-
legios. Finalmente, el empleo como
posibilidad de generar arraigo y sen-
tido pertenencia de los jóvenes, que
no sean ellos los primeros en salir de
la ciudad a buscar nuevos rumbos
de trabajo. No es un secreto para el
país, ni para los ibaguereños, que la
ciudad ha sido catalogada como un
lugar de alto desempleo.
Entre desorden y desaseo
La mayoría de los habitantes (40 %)
considera que la ciudad de Ibagué
no es aseada, frente a un 24 % que
la percibe aseada. Hay, sin embar-
go, aproximadamente un 37 % que
está en la mitad, ni desaseada, pero
tampoco aseada. Una mejor manera
de expresar estas percepciones tie-
ne que ver con las zonas o calles en
las que los ibaguereños encuentran
Antigua entrada del Panóptico de Ibagué
lo más sucio o pueden dar pistas
sobre qué consideran estar sucio.
Las plazas de mercado están en pri-
mer lugar, los desechos, los malos
desagües, la indigencia y los malos
olores, hacen que, principalmente,
la plaza de la 21 (36 %) y sus alrede-
dores (la calle 19) sean considerados
como lugares sucios.
Si dejamos de lado la riqueza
cultural de las plazas de mercado,
podemos afirmar que las lógicas
que sostienen el negocio de comer-
cialización de los productos que allí
se venden, hacen que sea un lugar
desordenado y sucio. Estas lógicas
encierran unas rutinas urbanas que
no duermen, la Plaza está despierta
de día y de noche y transitan por allí
los más variados actores. Pero no
todas las plazas de Ibagué son igua-
les. La plaza de la 14 fue en un tiem-
po la original, en la que las señoras
de las casas de La Pola bajaban a
hacer las compras diarias para el
La ciudad 99
 Vista aérea Plaza de Bolívar, Parque de la música y aledaños
almuerzo. Esta plaza conecta de ma-
nera directa con el camino que con-
duce al cañón del Combeima.
La Plaza del Jardín y la Plaza del
Salado, al otro extremo de la ciudad,
son dos ejemplos también diferen-
tes. La primera es más organizada,
ubicada en un punto estratégico
para satisfacer las necesidades de
diferentes barrios de la ciudad, que
quedan lejos del centro. Una plaza
cerrada, pintada de azul y con es-
tacionamiento. Un lugar poco ima-
ginado para los ibaguereños. Por su
parte, la plaza de El Salado, aunque
pequeña, es un lugar importante
para la comunidad. Allí hay cone-
xión directa con los corregimien-
tos del nororiente de la ciudad y la
llegada de los campesinos es cons-
tante. Este lugar es un orgullo para
los habitantes del sector porque
100 Ibagué imaginada
representa al Pueblito Tolimense,
como suele llamarse también a El
Salado, y porque se vende y se come
tamal y lechona. La Plaza de la 28
es también particular, ubicada más
abajo de la plaza de la 21, en un sec-
tor que conecta el barrio Hipódro-
mo de estrato 3, con el barrio Cádiz
de estrato 5. Esta plaza se caracteriza
por los puestos de venta de tamal y
lechona los fines de semana.
En este contexto, es la plaza de
la 21 la que distribuye los productos
a estas otras, por eso su actividad es
constante. Lejos de esta dinámica
comercial de las plazas de mercado,
están también las historias, todo tipo
de ventas, las rebajas, los diálogos
entre clientes y vendedores, cono-
cidos y desconocidos. Todo aquello
que no pasa en los supermercados.
En la plaza está la carne, el pollo, el
pescado, las frutas, las verduras, las
plantas medicinales y su correspon-
diente recomendación y asesoría de
quien las vende, la almojábana con
avena para ir comiendo; el tamal
con lechona para el desayuno o el
almuerzo; los bizcochos para llevar,
el que ayuda a cargar y a estacionar.
Todo esto que describimos está allí
literalmente expuesto, ese es su or-
den, que se percibe como desorden.
El desaseo también está asociado
con las ventas ambulantes, la indi-
gencia, el descuido y el movimiento
de la gente. Esto es común verlo en
el centro de la ciudad y en barrios
en los que se asocia la pobreza, la
inseguridad y la falta de cultura con
la suciedad. La zona del centro que
más fue nombrada es la calle 15, este
lugar es característico por las ventas
ambulantes, los locales comerciales y
el tráfico de buses, por la cantidad de
rutas que pasan por ahí. Las ventas
de ropa y los gritos de sus anima-
Biblioteca Soledad Rengifo
dores no cesan: “¡jeans a 20 mil!” Es
una calle de compras que reúne los
elementos que conjugan la percep-
ción de suciedad: ventas, descuido,
movimiento de personas, inseguri-
dad. Esta calle gusta poco (53 %), lo
cual no significa que venda poco. Por
su parte, los barrios más nombrados
fueron El Salado, lugar en el que tam-
bién hay una plaza de mercado, y el
barrio Combeima, que se asocia con
marginación.
Por el contrario, las zonas más
limpias de la ciudad son los barrios
de estratos altos y los conjuntos ce-
rrados: los ciudadanos afirman que
allí hay tranquilidad, naturaleza,
cultura ciudadana y dinero para pa-
gar por la limpieza. Los barrios más
nombrados fueron El Vergel y Cá-
diz, seguidos de Piedra Pintada.
No obstante, otros lugares
aparecieron; se trata de conjuntos
residenciales con otras dinámicas
urbanas de ciudades sin ciudad que
La ciudad 101
 Parque Andrés López de Galarza
se localizan en los puntos periféricos
de Ibagué y que no necesitan de la
ciudad, porque en sus complejos lo
tienen todo. Estas prácticas que van
apareciendo en Ibagué la fragmen-
tan y nos hablan de otra ciudad que
se percibe limpia y cerrada en su
propio círculo. Es así como se pro-
mocionan estos lugares con sende-
ros ecológicos, diferentes tipos de
piscinas, gimnasios, tiendas de todo
tipo, estacionamientos, salas de cine
y teatro, parques recreativos para los
niños, entre muchos otros elemen-
tos que las convierten en ciudades
sin ciudad, en complejos cerrados y
exclusivos para sus habitantes.
La Plaza de Bolívar también se
considera un lugar limpio porque
así debe estar para los turistas; es
decir, los ciudadanos afirman que
las entidades públicas deben mante-
nerla limpia porque es la cara de la
ciudad y el lugar más representativo.
La calle 60 y los centros comerciales
102 Ibagué imaginada
son limpios porque los circundan
lugares privados que hacen su pro-
pio aseo, además como eje central
o nuevo centro de la ciudad deben
mostrarse. La carrera 5.ª es lim-
pia porque allí florecen los ocobos
y porque en esta zona se han
generado importantes procesos de
conservación de los jardines que
adornan los separadores de la vía. En
suma, la limpieza de la ciudad está
directamente relacionada, según los
imaginarios de los ciudadanos, con
el esfuerzo municipal por mantener
ciertos lugares aseados y el empeño
del sector privado que cuida y man-
tiene las zonas de residencia o cerca
a los centros comerciales.
El desorden podría ser un ele-
mento atribuible a las ciudades en
general, en las que el movimiento
constante impide que haya un orden
permanente; sin embargo, cuando
se percibe el desorden en Ibagué se
dice que es un desorden urbanístico,
comercial y de tráfico. Los barrios,
las casas y las vías, se construyeron
históricamente en Ibagué de acuer-
do con las necesidades de la gente; el
comercio crece de la misma manera
y el tráfico aumenta. Estas cualida-
des, no necesariamente negativas,
generan una serie de intercambios,
relaciones y estilos de vida de los ciu-
dadanos. Unos quieren huir de estas
lógicas y buscar ciudades ordenadas
y más uniformes, con un sistema de
transporte público con horarios y
paraderos establecidos; otros, que se
aburren de ese orden preestablecido,
regresan y disfrutan de estos desór-
denes de ciudades como Ibagué.
Nos apropiamos indistintamen-
te de lo privado como de lo público;
es decir, el espacio privado de la casa
se abre al espacio público de la acera
y del parque que compartimos con
los demás vecinos; por eso, pode-
mos instalarnos con silla, parlantes
con música y hasta con un puesto
de arepas. Cuando preguntamos por
Parque Andrés López de Galarza con ocobos florecidos
la zona o calle con más puestos am-
bulantes, sin duda, apareció el cen-
tro de la ciudad, pero también una
zona de comidas cerca a los centros
comerciales que es la calle 64, allí, en
una sola calle, se puede encontrar de
todo, esta zona es tan visitada que ya
no se puede pasar por allí, porque se
estacionan carros a lado y lado de la
vía, que impiden el paso de los vehí-
culos y la movilidad se hace difícil.
Finalmente, el cuidado que le
damos a lo público está mediado por
la manera en la que lo percibimos,
estamos lejos de comprender que lo
público es nuestro y que, por lo tan-
to, debemos cuidarlo y preservarlo.
Entre desechos, rayones y grafitis, el
equipamiento urbano se ve afectado
también del paso de los vándalos,
como afirman los ciudadanos.
El tema del espacio público en
Ibagué nos cuestiona por su uso,
pero también su apropiación y lo
que los ciudadanos estamos invita-
dos a hacer para comprender que
La ciudad 103
 Panóptico de Ibagué
somos parte esencial del cambio.
“El espacio público es una de las
condiciones básicas para la justicia
urbana, un factor de redistribución
social, un ordenador del urbanismo
vocacionalmente igualitario e inte-
grador… Ser visto y reconocido por
los otros es una condición de ciuda-
danía” (Borja, Dourthe & Peugeot,
2000, p.2). Los escenarios urbanos
que aparecieron en los resultados de
la investigación sobre los imagina-
rios urbanos de Ibagué son aproxi-
maciones a estas reflexiones sobre el
espacio público.
Escenarios urbanos: la ciudad
evocada
La ciudad evocada en Ibagué es la
del centro, escenario que persiste
en el imaginario como referente de
aquello que constituye el nacimiento
e importancia de la ciudad. En tér-
minos de distancias, el centro no es
un lugar lejano y es un sitio al que se
104 Ibagué imaginada
acude constantemente a hacer todo
tipo de diligencias o a pasear los fi-
nes de semana. Si lo comparamos con
el resto de la ciudad, son los lugares
evocados en el centro los que hablan
más de quiénes somos y qué hacemos
como ibaguereños.
Contrario a ciudades más gran-
des, en las que el centro es un lu-
gar al que no es necesario acudir y
aparecen, en su reemplazo, nuevos
centros que congregan entidades
e instituciones públicas, colegios,
oficinas, espacios deportivos y de
esparcimiento, entre otros, Iba-
gué es una ciudad con referen-
cialidad permanente al centro. Una
ciudad en la que se evidencia la exis-
tencia de nuevas centralidades, pero
que en el imaginario pervive su cen-
tro tradicional.
Los lugares más imaginados,
es decir, que aparecen más refe-
renciados o de los que surgen di-
ferentes percepciones son: la Plaza
de Bolívar, el Conservatorio, la carrera
3ª, todos estos escenarios del centro,
y la calle 60 con el centro comercial,
La Estación y el barrio especial El
Salado, ubicados en otros lugares de
la ciudad. El cañón del Combeima,
que se ubica en la zona rural de la
ciudad; y, de manera general, apa-
recen también muy imaginadas las
plazas de mercado y las panaderías.
Entre los escenarios que más se
imaginan y los que menos se imagi-
nan están los que evocan recuerdos,
una Ibagué de antaño. Estos son la
carrera 5.ª por el paso del tradicio-
nal desfile de las fiestas de San Juan y
San Pedro; la Terminal de Transpor-
tes; el Parque Andrés López de Ga-
larza; el Panóptico y el Colegio San
Simón. La Terminal de Transportes
es evocada como un acontecimiento
histórico que le dio fin a la hermo-
sa Estación Ospina. El tren, recuer-
dan algunos habitantes, consolidó a
Ibagué como una ciudad de paso y
facilitó la comunicación entre las re-
giones. Este medio de transporte fue
símbolo de desarrollo, al igual que la
Estación que engalanaba la entrada
de la ciudad en ese lejano 1921.
Con la finalización de la construcción
del ferrocarril del Tolima en la segunda
década del siglo xx, Ibagué afianza su
Institución Educativa San Simón, escultura del general Santander
centralidad, al convertirse en punto de
llegada tanto de las líneas que venían
del sur del país, Ferrocarril del Huila,
como de las que venían de Bogotá y el
norte del Tolima por los ferrocarriles de
Cundinamarca y La Dorada. (González,
2006, p.130)
Actualmente, la Terminal de
Transportes es sinónimo de viajes,
pero también de inseguridad y des-
orden. Y del tren quedan apenas dos
elementos simbólicos que reposan
en este escenario; el primero, es el
inicio de la Avenida Ferrocarril y,
el segundo, el Monumento de la
Locomotora. Junto a esta Terminal
de Transportes está el Parque Andrés
López de Galarza o Parque Galarza,
como se conoce comúnmente; uno
de los habitantes recuerda que “tenía
como hobby ver llegar el tren, en el
parque se jugaba, era bonito, amable
para caminar y estar tranquilo. Era el
La ciudad 105
 Plazoleta del Museo de Arte del Tolima
primer lugar de encuentro al llegar
a Ibagué”.
El Parque Andrés López de Ga-
larza, bautizado con el nombre del
fundador de la ciudad, también era
entonces un escenario representati-
vo, un parque de árboles altos con
atracciones para niños, un lugar de
encuentro en el que se hacían retre-
tas todos los domingos, incluso, en
este había un zoológico. Otro ciu-
dadano afirma que era un parque
“bien tenido y concurrido hace 50
años, vendían galletas, macetas de
bombones, pescados en el estaque.
La zona alrededor era residencial,
había unos cuantos ricos, era me-
nos estratificada”. Actualmente, este
antiguo parque aparece en el imagi-
nario como un lugar de peligro, in-
seguridad, indigencia, prostitución,
vicio y abandono. A pesar de estas
calificaciones, el parque es también
106 Ibagué imaginada
un lugar de apropiaciones juveniles
y construcción de nuevas ciudada-
nías, espacios que buscan rescatar
la memoria e identidad de la ciudad
y trabajar por las personas que han
llegado a instalarse en esta zona por
necesidad.
El Panóptico es otro escenario
que condensa imaginarios antiguos
y actuales. Es un lugar histórico im-
portante de la ciudad, al que no se le
ha dado el valor que debería tener,
¿por qué? La respuesta es actual y
tiene que ver con la corrupción que
rodea ahora su historia. Algunos
ciudadanos afirmaron que muchos
de los vestigios de las personas que
habían estado allí recluidas se per-
dieron porque no hubo una clara
definición de qué sucedería con este
monumento o un profundo desco-
nocimiento de su valor; uno de ellos
recuerda que:
En el Panóptico se robaron la
memoria de lo que fue como cárcel:
obras de los presos, artesanías, cubiertos
especialmente cuchillos de diferentes
clases, muchos elaborados en cacho,
butacas, mesitas; quemaron todos
los dibujos y papeles de los presos, se
encontraron con tres montículos de
ceniza. También se perdieron roperos,
repisas.
Subiendo hacia el centro por la
avenida Guabinal, aparece escondi-
do en medio de viviendas antiguas
esta joya arquitectónica. El Panópti-
co de Ibagué aún está allí, esperando
la atención de los ciudadanos, ya que
en Latinoamérica solo hay cuatro:
la Cárcel de Quito, el Panóptico de la
ciudad de México, el Museo Nacio-
nal en Bogotá y el de Ibagué.
El Colegio San Simón tiene una
larga historia. Reconocido nacio-
nalmente por haber sido fundado
por el general Francisco de Paula
Santander, se convirtió en un esce-
nario de buena educación, dedica-
do a formar los hombres líderes del
país. Aspecto que fue cierto, ya que
muchas personas del Tolima estu-
diaron o terminaron sus estudios
en esta institución. Primero estuvo
ubicada en el centro de Ibagué, en
el lugar que ahora ocupa el Banco
de la República, la Biblioteca Darío
Echandía y la Plazoleta. Luego se
trasladó para las afueras de la ciu-
dad, en la que hoy se conoce como
la carrera 5.ª con 36, un lugar muy
central en la ciudad. Los imaginarios
sobre el Colegio se relacionan con su
pasado glorioso, su tradición y cali-
dad educativa; y con su actualidad,
en la que aparecen percepciones de
descuido.
La Catedral, ubicada en la Plaza
de Bolívar, se constituye en un em-
blema de la ciudad, ya que aparece
en la mayoría de las piezas publicita-
rias o tarjetas postales que se hacen
de Ibagué; las fotos de esta iglesia
con los ocobos de la Plaza de Bolívar
son unas de las más representativas.
La Catedral es, además, el lugar más
representativo de la arquitectura de
la ciudad.
El Teatro Tolima y la Plazoleta
Darío Echandía, que están en la ca-
rrera 3.ª son lugares que aparecen en
la referencia que hacen las personas
a la música y sus escenarios predilec-
tos; lo mismo sucede con la Concha
Acústica Garzón y Collazos, que está
en el Parque Centenario. Este sitio
se relaciona, principalmente, con las
fiestas del folclor y los eventos cultu-
rales. Ambos generan agrado en los
ibaguereños.
La ciudad 107
 Catedral de Ibagué rodeada de ocobos
Por su parte, el Parque de la Mú-
sica, que está al lado del Conservato-
rio, tiene una connotación negativa,
ya que se asocia con peligro o inse-
guridad y contrasta fuertemente con
el Conservatorio y la importancia
institucional que se le quiso dar a
este parque desde que se inauguró.
Este sitio gusta poco, aunque los
ibaguereños admiran su belleza, por
el diseño y las esculturas musicales
que se encuentran allí. Se trata de
un encuentro entre un lugar que es
bello, pero que no es muy visitado o
frecuentado y la razón radica en el
imaginario que se ha creado sobre
el parque. Aunque se realizan even-
tos culturales en este, el Parque ha
sido apropiado por diferentes acto-
res que lo han resignificado y han
108 Ibagué imaginada
establecido territorios marcados
en la ciudad que se contraponen al
sentido que tenía originalmente el
espacio.
Dos de los actores que lo han
reinterpretado, son los jóvenes
skaters que disfrutaban del diseño
para hacer todo tipo de piruetas; y
los habitantes en situación de ca-
lle. Cuando Sara Cristancho, María
Paula y Natalia Castro (2017) dia-
logan con los habitantes en situa-
ción de calle sobre su relación con
el Parque de la Música se encuentra
que “la calle o sector más utilizado
para dormir en la ciudad de Ibagué
es el Parque dela Música, debido a
la comodidad e intimidad que este
representa” (p.57), además se puede
describir como “su lugar predilecto
Gráfica 7
Dos sitios que cree identifican a Ibagué
(42%)
y de mayor interés, lugar en el que
se aglomera gran parte de la comu-
nidad para dormir e interactuar en el
mundo narnia, como lo denominan”
(p.62).
El Museo de Arte del Tolima,
ubicado en el barrio Belén, gus-
ta mucho a los ciudadanos (en un
58 % ); además, su arquitectura resal-
ta e invita a entrar. El Museo es un
espacio de calma y se caracteriza por
rescatar el arte del Tolima, pero tam-
bién por dar a conocer otras expre-
siones artísticas del mundo.
Por su parte, en el Coliseo Las
Ferias se realizan muchos eventos y
ferias. Sin embargo, es un lugar poco
conocido por los ibaguereños, algu-
nos lo vinculan al barrio Las Ferias y
otros sectores vecinos sobre los que
Plaza Bolívar
Conservatorio
(58%)
recaen imaginarios de inseguridad;
por lo tanto, deciden no visitar el
Coliseo. Frente al desconocimiento
sobre el lugar, han aparecido dife-
rentes iniciativas municipales para
reactivar las exposiciones que allí se
realizan y convertirlo en un lugar tu-
rístico importante.
Algunos de estos lugares evoca-
dos se han convertido en escenarios
de la ciudad de Ibagué, en los que
se relacionan afectos ciudadanos
y formas o estilos de vida. Estos
lugares son la Plaza de Bolívar, la
carrera 3.ª, la calle 60 y los centros
comerciales, las plazas de merca-
do, las panaderías y el barrio El
Salado. Por supuesto, está el Conser-
vatorio como lugar central y emble-
ma, al que aludimos anteriormente.
La ciudad 109
 Paseo en chiva por la Plaza de Bolívar
Plaza de Bolívar: un paseo de
domingo
La Plaza de Bolívar de Ibagué es
considerada un referente históri-
co para los habitantes de la ciudad.
En ese punto nació y se proyectó
Ibagué; era un paso obligado de los
habitantes del barrio La Pola hacia
las calles comerciales de la ciudad, el
mercado y el Cementerio. La Plaza
de Bolívar era considerada la plaza
mayor, el lugar de encuentro:
Dicha plaza […] concentra la mayor
cantidad de actividades para convocar
a los habitantes a circular por ella. Allí
se concentraba el mercado semanal, las
autoridades religiosas y civiles, los pocos
almacenes existentes y era el lugar de
encuentro entre los recogedores de agua
de la pila pública que se había instalado
en dicho lugar. (González, 2006, p.296)
110 Ibagué imaginada
Hoy en día podemos afirmar
que son unas las dinámicas que se
perciben en ella de lunes a sábado
y otras, muy diferentes, las que se
viven los domingos. En este día la
Plaza de Bolívar retoma algunos ele-
mentos de su pasado y se convierte
en un escenario para el paseo y dis-
frute de las familias. Pero ¿por qué
ir los domingos a pasear a la Plaza
de Bolívar y no a los grandes centros
comerciales que ya tiene la ciudad?
Es cierto que muchos ibaguereños se
han desplazado hacia los centros co-
merciales y dejan de visitar el centro
los fines de semana y más un domin-
go, cuando la mayor parte del co-
mercio está cerrado y en calma. No
obstante, muchos otros ciudadanos
no cambian la belleza del paisaje de
la Plaza de Bolívar, los árboles que
producen sombra y permiten el des-
canso en el prado; los vendedores de
 Plaza de Bolívar un domingo

Cotidianidad en la Plaza de Bolívar

La ciudad 111
 globos, mazorca, dulces, jugos, café;
el paseo en llama y minichiva para
los niños. Simplemente el hecho
que los domingos no están circulan-
do los empresarios y empleados pú-
blicos de la Gobernación, Alcaldía,
Palacio de Justicia, la dian, entre
otros, sino que la plaza se convier-
te en un parque de diversiones solo
para ellos.
Así la describe Paula Alejandra
Rodríguez Laverde, una ibaguereña,
estudiante de Comunicación Social
y Periodismo:
Y es que a pesar del crecimiento que ha
tenido la ciudad hacia el norte en los
últimos años, el centro sigue teniendo
un poder y la Plaza de Bolívar sabe
representar muy bien ese poder y eso es
algo que hay que resaltar. Tiene el poder
de unir a las familias un domingo, no
en una plaza privada con escaparates y
deslumbrantes luces, sino en una plaza
Paseo de domingo a la Plaza de Bolívar
112 Ibagué imaginada
pública como antaño, como si Ibagué
aún fuese un pueblo. Porque algo que
sí es muy notable, es que la plaza no es
la misma entre semana que un fin de
semana.
Hay unos personajes que están
constantemente en la Plaza, se han
ubicado en un lugar estratégico y es
muy sencillo encontrarlos allí. Es el
punto de la Plaza de Bolívar en la
que la Alcaldía ha puesto en letras
gigantes el nombre de la ciudad;
alrededor de este nombre se sien-
tan hombres, algunos de ellos con
mucha frecuencia, adultos mayores
que disfrutan de ver pasar a las per-
sonas y dialogan entre ellos sobre la
ciudad, la política y sus vidas. Por
eso, los ciudadanos consideran que
la Plaza de Bolívar es el escenario de
los adultos mayores (15 %).
Cada domingo, la Plaza se viste
del color de las familias y los turistas
 Vista aérea del Parque Manuel Murillo Toro
toman fotografías a las esculturas
clásicas de color blanco que están
allí presentes. En medio de los impo-
nentes árboles que viven en la Plaza
de Bolívar, las familias se sientan a
comer y a dormir la siesta; incluso
las parejas de jóvenes aprovechan el
lugar para recostarse juntos y disfru-
tar del enamoramiento. Los niños
corren hacia el parque infantil y
les piden a sus padres que les com-
pren dulces, globos o los dejen subir
en la minichiva o a las llamas. Otra
importante entretención que tiene
el Parque son las palomas, aunque
no hay tantas como en otros lugares
de la ciudad, a los niños les encanta
perseguirlas, mientras que otros pre-
fieren alimentarlas. Es por esto que
estos animales, característicos de
muchas ciudades del mundo, apare-
cen también como un referente clave
de nuestra Plaza de Bolívar.
En medio de este disfrute fa-
miliar de los domingos, se olvida la
presencia de las instituciones que
representan el poder allí. Salvo la
Catedral y los establecimientos de
comidas que rodean la Plaza de Bo-
lívar, todo lo demás está cerrado. En
otro lugar muy cercano perviven
costumbres y prácticas culturales
de domingo que se materializan en
la memoria de la ciudad, se trata del
parque del barrio Belén, espacio de
gran acogida para las familias iba-
guereñas.
Al unir todas estas descripcio-
nes, comprendemos por qué a los
ciudadanos les gusta mucho la Plaza
La ciudad 113
 Palomas en el Parque Manuel Murillo Toro
de Bolívar como escenario de la ciu-
dad (68 %). Este compite también
con otro muy cercano, el Parque
Manuel Murillo Toro, un referente
histórico de la ciudad de Ibagué. A
diferencia de los grandes árboles y
el prado que tiene la Plaza de Bo-
lívar, este parque es un lugar lleno
de cemento, esta es una de las refe-
rencias más importantes y también
una queja de quienes lo conocieron
en épocas anteriores. Este lugar, an-
tes llamado Parque Santo Domingo,
por encontrarse frente al Convento
del mismo nombre, era un parque
cerrado al estilo europeo, con árbo-
les y prado. Nosotros solo podemos
imaginarlo a partir de las historias
de los habitantes y de algunas fotos
antiguas que guardan con nostalgia
la historia de la ciudad.
Este Parque tiene a su alrededor
importantes edificios, bancos y en-
tidades gubernamentales: la Gober-
114 Ibagué imaginada
nación del Tolima, el Banco de la
República, la Cámara de Comercio
y el Círculo de Ibagué (un presti-
gioso club privado), entre otros. En
su extenso planchón de cemento,
cientos de palomas permanecen allí,
en medio de niños y adultos que
las alimentan y las persiguen para
atraparlas. El gorjeo de estas aves
y su aletear describen muy bien el
ambiente del Parque. Es por esto que
las palomas son el referente princi-
pal que tienen los ciudadanos de este
lugar.
A pesar de no tener pasto, este
Parque se presta para muchas otras
actividades y eventos, entre los que
resaltan las manifestaciones públi-
cas, las marchas, las exposiciones,
los conciertos o eventos culturales y
artísticos. Este Parque Murillo Toro
es un escenario más cercano a la
protesta, la discusión pública, pero
también a la diversión.
 El domingo, las familias tam-
bién pasean allí con sus hijos, pero
haciendo otro tipo de actividades;
en los días de mucho calor en la ciu-
dad, los niños disfrutan jugando en
las fuentes de agua; incluso el cemen-
to se presta mucho más para montar
bicicleta, patines o patineta. En un
tiempo, antes de que se construyera
el Skate Plaza que tiene Ibagué, mu-
chos jóvenes skaters apropiaron este
parque y lo contagiaron con el soni-
do de sus patinetas. Los escalones y
desniveles del lugar son el escenario
perfecto para este deporte.
Al igual que en la Plaza de Bo-
lívar, el Parque Murillo Toro tiene
personajes que están allí constan-
temente, entre ellos los vendedores
ambulantes, lustradores de zapatos
y los adultos mayores que dialogan
entre ellos. En este punto de con-
versaciones y de encuentro de las
personas está el árbol de mango,
un referente histórico de la ciudad.
Aunque el árbol que se encuentra
actualmente en el Parque no es el
original, el nuevo mantiene vivo
el recuerdo del anterior.
Para volver a la Plaza de Bolívar
solo debemos caminar una calle arri-
ba del Parque Manuel Murillo Toro
hacia la Catedral. De lunes a viernes,
incluso el sábado, la Plaza de Bolívar
cuenta otras historias. Quienes per-
manecen allí todos los días son al-
gunos adultos mayores sentados en
los mismos lugares, disfrutando de
una charla o de un juego de azar. Los
demás, son mujeres y hombres que
transitan por la Plaza para llegar a su
lugar de trabajo o para hacer algún
trámite. La Plaza de Bolívar es un
lugar de paso y de descanso de los
jóvenes universitarios que estudian
cerca de allí, precisamente bajo la
sombra de uno de los árboles, quizás
el que guarda más la historia de Iba-
gué, el mismo que conocieron nues-
tros padres, abuelos, bisabuelos, está
allí erguido: una ceiba.
Esta especie se registra en la mayoría de
los parques y con menos frecuencia en
las calles, especial mención merece la
gigantesca ceiba ubicada en la esquina
de la plaza de Bolívar, frente a la
Universidad Cooperativa antes colegio
Tolimense […] probablemente es el árbol
más grande la ciudad con una altura
aproximada de 35 m y un diámetro de
2,11 m, que por estar en un lugar de alta
circulación humana y vehicular debe ser
monitoreado constantemente y sometido
a frecuente mantenimiento. Al atardecer
y amanecer es epicentro del cantar de
miles de pericos y otras aves que lo han
La ciudad 115
 Ceiba de la Plaza de Bolívar

Palo de mango del Parque Manuel Murillo Toro

116 Ibagué imaginada

Vista aérea de la carrera Tercera

La carrera Tercera entre semana

La ciudad 117
 seleccionado como su hábitat preferido
para pasar la noche. (Esquivel, 2009,
p.136)
Bajo las altísimas ramas de esta
ceiba desfilan diferentes personas,
mientras otros lo admiran e inten-
tan llevarlo de recuerdo en una de
sus fotografías, tarea bastante difícil
por su altura. Este árbol es testigo de
la historia de la ciudad y comparte
su escenario con samanes y ocobos
que cuando florecen, hacen aún más
hermosa nuestra plaza.
La carrera tercera: ¡qué no se
consigue en la Tercera!
La carrera 3.ª o El Bunde, como se ha
denominado a esta importante vía
de la ciudad de Ibagué, es una calle
peatonal que tiene a sus alrededores
diferentes tipos de comercio formal
e informal. Un recorrido por esta ca-
lle es también un recorrido musical
por diferentes expresiones naciona-
les e internacionales. Los músicos se
Artistas frente al mural de la música en la carrera Tercera
118 Ibagué imaginada
ubican en distintos puntos de esta
vía y cantan o interpretan algún ins-
trumento. Por esto, ya la habíamos
referenciado como la calle musical
de la ciudad.
La tercera no fue siempre peato-
nal. Muchos recordamos los tiempos
en los que transitar por esta era bas-
tante difícil, debido a la congestión
vehicular y la multitud de personas
que caminaban por las aceras. Esto
último no ha cambiado, pero fue
una de las razones que impulsó a
que la vía fuese solamente peatonal
y que permitiera el paso más tran-
quilo y seguro de los ciudadanos.
El trayecto peatonal de la carre-
ra 3.ª inicia en la calle 10, lugar en
el que termina la Plaza de Bolívar y
está ubicada la Catedral. Pasa por el
Parque Manuel Murillo Toro y cul-
mina en la calle 15. Lo demás no es
peatonal: la tercera desaparece en la
calle 19 y hacia el otro lado atraviesa
todo el barrio La Pola y muere en el
trazo urbanístico de la ciudad, don-
de inicia la vereda La Coqueta.
Sin embargo, es desde la calle
10 a la calle 15 que esta vía se vuelve
emblemática, es decir, su paso pea-
tonal. La carrera 3.ª no es la misma
de lunes a viernes, el sábado o el do-
mingo. En este último día encontra-
mos un paseo peatonal familiar, en
 Músicos en la carrera Tercera
el que es menos lo que se compra o
las diligencias que se hacen y más lo
que se disfruta de la zona. Los demás
días, vemos transitar personas que
bajan y suben apurados en medio de
los gritos del comercio.
¡Qué no se consigue en la ter-
cera! O más bien, aquello que no
se consigue en la tercera es porque
no existe. El lugar es un referente
de compras de cualquier producto,
además, económico. Los ibaguere-
ños tenemos la idea de que allí se
consigue de todo a buen precio, algo
que no sucedería en un centro co-
mercial. Además, la tercera conecta
con la carrera 4.ª y la carrera 2.ª que,
aunque no son vías peatonales, tam-
bién concentran mucho comercio y
son lugares también frecuentemente
visitados, solo que la tercera se lleva
todo el crédito y reconocimiento.
Este protagonismo está en su
historia. En la carrera 3.ª están la
Gobernación del Tolima y el Parque
Manuel Murillo Toro; el Hotel Am-
balá, uno de los más tradicionales de
la ciudad; el Banco de la República
que conecta con la Biblioteca Darío
Echandía y la Plazoleta de su mismo
nombre, un lugar también de en-
cuentro y de eventos de todo tipo.
Frente a esta, el Teatro Tolima, un
escenario representativo por su tra-
dición y arquitectura; el único que
le queda a la ciudad y que cuenta
la historia de la llegada del cine a la
ciudad. Más abajo, el Centro Comer-
cial Combeima, construido como un
pasaje comercial entre la Carrera 3.ª
y la 2.ª y hacia la calle 15, la Plazoleta
La ciudad 119
 Santa Librada con la escultura de la
cacica Dulima, referente importante
de nuestros orígenes pijao.
Todos estos lugares y otros ya
desparecidos, como el Almacén Ley,
que se quemó y dejó sus huellas allí
abandonadas, son los testigos de una
historia de crecimiento y cambio de
la ciudad de Ibagué. Es por esto que,
paralelo al comercio, los escenarios
señalados representan la historia y
la cultura, por eso nos gustan en un
62 %. Históricamente:
La carrera tercera se consolida como
la principal vía urbana y en ella se
establecen el teatro Torres (más tarde
Teatro Tolima), la Gobernación, lugares
de juegos y rifas y el Parque Murillo Toro
y la Plazuela de Santa Librada, ubicadas
en su recorrido, entran a competir con
la Plaza de Bolívar su privilegiado papel
de centro público, al establecerse en ellos
permanentemente retretas musicales y
demás espectáculos públicos. (González,
2006, p.300-301)
Paseo de fin de semana por la carrera Tercera
120 Ibagué imaginada
Hoy día, la puesta en escena mu-
sical cumple un papel importante en
la carrera 3.ª Un recorrido sonoro
por esta vía nos acerca a diferentes
expresiones musicales del mundo,
de la mano de artistas del Conserva-
torio del Tolima, músicos empíricos
de la ciudad o de otros lugares del
Departamento o del país, pero
también músicos extranjeros que
encuentran en esta carrera un es-
pacio para mostrar su talento. Los
músicos no son siempre los mismos,
en el recorrido por la carrera 3.ª hay
que dejarse sorprender por algu-
nos que ya conocemos y otros que
llegan y desaparecen constantemen-
te. Junto a los músicos, hay artistas
de todo tipo y para ellos también la
carrera 3ª es un lugar privilegiado.
En cuanto al comercio, la tercera
fue asociada con la calle de las muje-
res (40 %), dicen los habitantes que
son las mujeres las que más compran
y allí se encuentran diferentes pro-
ductos preferentemente para ellas.
Hay otros ciudadanos que afirmaron
que los fines de semana se veían mu-
jeres muy bonitas por la carrera 3.ª
y eso la hacía la calle de las mujeres.
También es la calle de los hom-
bres (15 %), pero las asociaciones
varían, a los hombres los relacionan
con los casinos o billares que hay en
 Fotografías antiguas de familias que pasean por la carrera Tercera
la zona, y a los adultos mayores con
los cafés tradicionales que eran muy
importantes en otras épocas y que
hoy han sido reemplazados por otros
que también concentran a hombres
pensionados que se encuentran con
sus amigos.
También, la carrera 3.ª es consi-
derada la calle o zona de la ciudad
con más movimiento (49 %) y con
mayor venta callejera (46 %). De allí
que su asociación con el comercio
sea uno de los más significativos. En
este lugar se hace referencia al famo-
so “tercerazo”, una mezcla de paseo
en el que se puede encontrar fácil-
mente con cualquier vecino o cono-
cido, incluso pasar desapercibidos
en medio de la cantidad de gente que
está por ahí, y también un comercio
económico o asequible para todos
Esta percepción de que la carre-
ra 3.ª tiene mucho movimiento, por
encima de otros lugares del centro
de la ciudad, lo privilegia su historia
como calle real y su peatonalización.
Recientemente, la Calle fue decora-
da con franjas de color verde, azul y
aguamarina, que le dieron un toque
nuevo y la hicieron más llamativa.
Una razón importante de estas in-
tervenciones, es que por la carrera
3.ª ocurren de manera permanente
expresiones culturales en las épocas
La ciudad 121
 Plaza de mercado de la 14
en que transcurren las fiestas tradi-
cionales en la ciudad, razones que la
convierten en una referencia de paso
turístico por la ciudad.
No podemos olvidar tampo-
co que si nuestra mirada se inclina
hacia arriba de los edificios que hay
en la carrera 3.ª encontramos que
es el hogar de muchos ibaguereños,
algunos apartamentos antiguos y lu-
josos y otros más sencillos y no tan
altos. Estos personajes, que desde
sus ventanas pueden ver y escuchar
los sonidos de la tercera, son los ha-
bitantes permanentes del centro que
pasan desapercibidos en medio de
los visitantes constantes del lugar.
Su percepción de la carrera 3.ª no es
del todo distinta a la que nos hemos
referido, no necesitan desplazarse a
otros lugares de la ciudad porque allí
lo encuentran todo, incluso pueden
participar de los eventos constan-
122 Ibagué imaginada
tes que hay en la ciudad y que otros
habitantes no reconocen por estar
en sus diferentes barrios. “Siempre
hay algo para ver”, afirma uno de
los habitantes, pero también es ne-
cesario refugiarse ante el bullicio y
el desorden.
Algunos afirman, con moles-
tia, que las causas del desorden
son los vendedores ambulantes
que recorren la carrera 3.ª y que se
concentran mucho más en la calle 14
y la calle 15. Otros disfrutan con la
cantidad de productos que venden
y sus voces constantes que anuncian
sus productos, casi como un canto
reiterativo que está en la mente de
los ciudadanos y termina hacién-
dose familiar. Las referencias a estas
ventas callejeras y los lugares que los
concentran por la carrera 3.ª llegan
al 84 % de la percepción de los ciu-
dadanos. Históricamente, esta fue
la calle en la que llegaron muchos
migrantes a comercializar sus pro-
ductos.
Otros habitantes importantes
del centro de la ciudad y cami-
nantes de la carrera 3.ª son los ha-
bitantes en situación de calle. Estas
personas se desplazan todos los días
hacia la tercera a buscar comida;
por eso, para ellos, no solamente
esta es una vía musical, sino un lu-
gar para comer, ya que se presenta
mucho comercio y gente. “Los ha-
bitantes de calle la relacionan direc-
tamente con el comercio (33 %) y la
gran cantidad de gente (18 %), tam-
bién como un lugar bonito (10 %) y
chévere para estar allí” (Cristancho,
Castro & Castro, 2017, p.27). Esto se
Plaza de mercado de la 14
relaciona también con la percepción
generalizada de que el centro de la
ciudad es un buen lugar para estar.
Debido a las constantes refe-
rencias y percepciones que tenemos
los ibaguereños sobre la tercera se
podría afirmar que es la calle o vía
principal de la ciudad, así como lo
fue históricamente y está presen-
te en la memoria de los mayores.
Uno de los recuerdos favoritos de
los álbumes de las familias eran los
fotógrafos que se encontraban en es-
tos lugares y les tomaban las fotos a
las personas que caminaban por allí.
Estas imágenes son casi que un leit-
motiv de los álbumes.
La ciudad 123

Camino al Mirador de Juntas, cañón del Combeima
Plazas de mercado
Cada ocho días, preferentemente los
sábados cuando llegaban los pro-
ductos frescos del campo, hombres y
mujeres, madres y padres de familia,
caminaban hacia la Plaza de Merca-
do de la 14 a hacer las compras de la
semana. Esta Plaza, la más reconoci-
da de la época, y las otras que fueron
apareciendo en toda la ciudad son la
representación de la conexión con el
campo, del diálogo y la negociación
cara a cara con el vendedor; el en-
cuentro de gentes venidas de aquí y
de allá. Sus dinámicas son particula-
res y llenan de temas a los estudiantes
124 Ibagué imaginada
universitarios que van en busca de
historias, de formas de comercializa-
ción y producción, de campesinos, de
trabajadores y de compradores.
La cantidad de percepciones
que despierta una plaza de merca-
do, los olores, sabores y sonidos, se
conjugan en un espacio al que lo
ha atravesado el tiempo y no han
podido vencerlo del todo las gran-
des cadenas de supermercados que
están en la ciudad. Así lo recuerda
Polidoro Villa Hernández (2015)en
la crónica que escribe sobre César
Augusto Zambrano: “En la música
colombiana percibo el sabor a frutas,
a cultivos, a caña, a panela, a tabaco,
a arroz. A los aromas que descubrí
en las plazas de mercado a donde me
llevaba mi madre” (p.88).
No obstante, dadas todas estas
particularidades e historias, las pla-
zas de mercado de Ibagué se asocian
con malos olores, desorden; ¿qué
pasó con estos bellos recuerdos e
importancia histórica de las plazas
de mercado?
Es cierto que nuestra relación
con el campo es otra, hemos trans-
formado nuestras prácticas en es-
pacios que nos brindan limpieza,
seguridad y hasta una música uni-
ficada. Igual termina siendo una
fachada de aquello que sucede atrás,
en las bodegas de los supermercados
que no vemos; la plaza, por su parte,
lo muestra todo, incluso las mafias
que se mueven en ellas, las desigual-
dades y la pobreza.
Para los ibaguereños, hay una
plaza en especial que está más
presente en sus percepciones, esta es
la Plaza de la 21, es decir, de la calle
21. A diferencia de las otras, a las
que se alude con menos frecuencia,
la Plaza de la 21 está ubicada en un
sector que se asocia con peligro y
delincuencia, cerca de la Terminal de
Transporte y al Parque Andrés López
de Galarza. A estos calificativos se
le suma el hecho que las plazas de
mercado se asocian con malos olo-
res y suciedad (35 %). De la misma
manera, los lugares más sucios están
en el centro de la ciudad; indigencia,
descuido, fealdad y pobreza, son las
asociaciones principales. Los lugares
colindantes a la Plaza de Mercado de
Iglesia del Parque de Villa Restrepo, cañón del Combeima
la calle 21 también tienen esta per-
cepción, en menor porcentaje, pero
se asocian con los mismos calificati-
vos. Esto nos hace reflexionar sobre
la renovación urbanística que debe
tener este sector, sumado al apoyo de
toda la ciudadanía para transformar
los imaginarios negativos que exis-
ten. Para algunos niños:
Otros lugares como las panaderías,
las plazas de mercado, las canchas
de fútbol muestran también gran
índice de preferencia para los pequeños
músicos. A pesar de su edad, mu-
chos de ellos son conscientes del papel que
cumple, por ejemplo, la plaza de mercado
en la vida de la ciudad que, aunque en
ocasiones sea desagradable, ellos asisten a
ella y disfrutan de las cosas que ofrece al
ciudadano. (Navarrete, 2017, p.35)
La ciudad 125
 Esta perspectiva de niños de 6
a 12 años del barrio Ciudad Luz de
Ibagué, permite darle una importan-
cia mayor al papel de las plazas de
mercado y también a su naturaleza
misma, en la que es común encon-
trar desechos en el suelo y desorden
en los puestos del mercado.
Esto, por supuesto, genera malos
olores y suciedad, pero no le quita
importancia al hecho que es en las
plazas de mercado donde se encuen-
tran productos de nuestro campo,
productos medicinales, plantas y
flores para todo tipo de dolencias,
y comidas típicas que no faltan en el
recorrido: avena, pandeyuca, almo-
jábana, masato, el tamal y la lechona,
como señalaron también los ciuda-
danos.
El paseo de los centros
comerciales
Algunos ciudadanos han cambiado
el paseo del centro de la ciudad, con
sus lugares históricos, al paseo de los
Calle 60 y fachada del Centro Comercial La Estación
126 Ibagué imaginada
centros comerciales de la carrera 3.ª
hasta la calle 60. Esta vía está justo en
el punto céntrico del mapa de la ciu-
dad de Ibagué y se ha ido convirtien-
do en un eje principal de desarrollo
urbanístico y comercial. La calle 60
parte de la avenida Ambalá en el
Centro Comercial La Estación, unas
pocas calles más adelante la atraviesa
la avenida Guabinal,en la que se ubi-
ca el Centro Comercial Acqua, que
es también un centro empresarial;
otras calles más arriba, al llegar a la
Carrera 5.ª, están la Panamericana y
el Centro Comercial Multicentro.
Aparte de los centros comer-
ciales hay locales comerciales,
centros de salud, restaurantes, ho-
teles y apartamentos para vivienda.
Es un lugar bonito, central y también
un paseo de fin de semana. Aunque
no es peatonal y el flujo es constan-
te, los fines de semana, especial-
mente los domingos, la costumbre de
los ibaguereños de salir a caminar en
familia sigue presente, solo que estos
 Parque infantil en la Plaza de Bolívar
habitantes no lo hacen ya solamen-
te por la carrera 3.ª sino que lo ha-
cen por la calle 60. Entonces, las
ventas callejeras también se han des-
plazado a estos lugares, los globos,
los carritos de comidas rápidas, las
mazorcas y otros productos se ubican
en el espacio público, por el que tran-
sitan las personas en familia o con
amigos. Van de un centro comercial a
otro, después del almuerzo o después
de la siesta; hacia el caer de la tarde es
cuando más personas se encuentran
por las calles, para refrescarse del ca-
lor del medio día.
Los centros comerciales que se
encuentran sobre esta vía fueron
nombrados en repetidas ocasio-
nes por los ciudadanos, porque se
han convertido en escenarios de
diversión y de encuentro para los
ibaguereños. No importa qué se va
a consumir allí, lo importante es
encontrar en ellos un espacio para
vernos los unos a los unos, incluso
los fines de semana cuando es difí-
cil caminar con tranquilidad por la
cantidad de gente que los recorre o
se refugia del calor en el aire acon-
dicionado, especialmente de La Es-
tación.
Y es que pareciera una causali-
dad que los tres centros comercia-
les se ubicaran sobre la misma vía
y que esto fuera un lugar central de
la nueva Ibagué; por esto se llama la
milla de oro. Sin embargo, aún no
desplaza al centro, sino que sus mo-
dos de habitar la ciudad y los paseos
de domingo se evidencian tanto en
un lugar como en el otro. Según los
habitantes, el lugar predilecto es el
Centro Comercial La Estación, lo
cual evidencia no solo la aparición
de un escenario de la ciudad, sino
también de nuevas prácticas comu-
nicativas.
La ciudad 127
 Entre diversión y recreación
Ibagué tiene pocos centros co-
merciales de estructuras cerradas,
presentes en grandes ciudades. En
el centro se encuentran todavía al-
gunos que imitan a los pasajes co-
merciales europeos y Multicentro
que conserva elementos de centros
comerciales de tierra caliente, con
el techo destapado, aunque hay un
plan para cerrarlo por completo y
asumir las formas de Acqua y de La
Estación, sobre todo de este último
que, como un bloque gris gigantes-
co, se impone sobre la avenida Am-
balá con calle 60.
Los centros comerciales son los
escenarios que concentran el signi-
ficado de diversión y recreación de
los ibaguereños, ¿cómo estamos en-
tendiendo estos conceptos? La visita
a los centros comerciales los fines de
semana es un paseo familiar, en es-
tos espacios confluye todo: tiendas,
bancos, alimentos, cines, juegos,
supermercados, bares, restaurantes,
Entrenamientos en el Polideportivo 14 de octubre, barrio El Jordán
128 Ibagué imaginada
fútbol y hasta el frío del aire acon-
dicionado.
La diversión está asociada a to-
das estas prácticas sociales que se
pueden realizar dentro del centro
comercial. Esto indica que no sola-
mente se va al centro comercial de
compras, sino que se va a socializar
y las formas de hacerlo las brindan
los espacios y horarios para ello.
Por ejemplo, es muy común ver en
las noches a las jóvenes llegar muy
bien arregladas al Centro Comercial
La Estación, ellas se dirigen al tercer
piso, un lugar al aire libre en el que
se encuentran diferentes lugares de
rumba. Otros, prefieren jugar en las
canchas de fútbol, ir al cine o a los
juegos mecánicos y los bolos.
Para algunos niños, el Centro
Comercial La Estación es un refe-
rente de buen olor de la ciudad, de
paseo de familia, de diversión e, in-
cluso, de música.
Un vaivén de emociones reflejó las
anécdotas de más de la mitad de los
menores cuando hablaban de los lugares
más frecuentados o sus favoritos.
Aquellos sitios que han dejado recuerdos
importantes en sus cortos años o que, por
una u otra razón, marcaron su trayectoria
de vida. Uno de ellos es el centro comercial
La Estación, gracias a su reconocimiento
cultural por los eventos musicales que
realizan, los menores lo tienen presente en
todo momento. Los centros comerciales,
los principales parques, restaurantes y
hasta zonas deportivas, para ellos, tienen
una conexión directa con la música.
Cuando iban al centro comercial había
grupos musicales ambientando, por
ejemplo, un grupo de percusión o un
joven tocando un clarinete que creaba
ambientes musicales para los menores.
En los parques principales casi la misma
escena dejaba un aire cumbiambero, como
uno de ellos manifestó. Guitarristas en
los restaurantes y percusionistas en los
parques donde algunos juegan fútbol o
montan patines. Todas fueron situaciones
determinantes para la identificación del
imaginario de estos pequeños músicos
frente a la ciudad de Ibagué. (Navarrete,
2017, p.55)
Otro de los lugares asociados
con diversión en Ibagué, es el cañón
del Combeima (81 %), un lugar que
difiere totalmente del plan de los
centros comerciales. El cañón del
Combeima se asocia con naturaleza,
descanso, deportes extremos, restau-
rantes, paseos ecológicos y la vía que
conduce al nevado. El Jardín Botáni-
co San Jorge, pulmón verde que está
dentro de la ciudad, es también un
referente de los lugares naturales que
tiene la ciudad y en los que los ciuda-
danos buscan un ambiente tranquilo
para estar en familia o con amigos.
El sector del cañón del Combeima
es un lugar apetecido y muy visitado
los fines de semana por los ciudada-
nos y turistas de otras partes de Co-
lombia o del mundo.
Chapetón, Llanitos, Pastales,
Villa Restrepo, Juntas, son algu-
nos de los lugares con los que nos
identificamos al recorrer este sector
del cañón del Combeima. En todo
el trayecto bordeamos el río que ha
estado presente en la historia de vida
de la ciudad de Ibagué. Aparece la
casa de Jorge Isaacs, con la esperanza
constante de restaurarse, la venta de
mercado del campo, los postres, la
venta de bonsái, helados, restauran-
tes, casas fincas de familias. La llega-
da a Villa Restrepo nos recibe con
almojábana y pandeyuca, agua de
panela o avena, la tradicional misa,
hoteles y el camino hacia el nevado.
Es un paseo completo con muchos
Rueda mecánica del Éxito
La ciudad 129
 lugares para descubrir y cuidar, de-
bido a los diferentes nacimientos
de agua; también, un escenario con
mucho potencial turístico. En defi-
nitiva, los ibaguereños coinciden en
que este es un lugar hermoso, que
nos identifica con lo natural.
Del otro lado de la ciudad, des-
pués del barrio El Salado, también
los ciudadanos hacen referencias
importantes a la diversión al nom-
brar fincas recreativas con piscina,
lago para pescar, caballos y almuer-
zos; un plan familiar muy importan-
te y tradicional de los ibaguereños,
asociado a los paseos al río. Estos
paseos integraban a toda la familia
y aún lo hacen: se lleva la olla para
preparar el almuerzo, un sancocho
de pescado, preferiblemente, y los
niños se refrescan a las orillas del río.
La diversión también se asocia
con el deporte: el Parque Deportivo,
el Estadio, las piscinas olímpicas y
las canchas de fútbol son los prin-
cipales referentes. Las canchas de
fútbol son también muy importan-
tes, los fines de semana se ven por
diferentes lugares de la ciudad y en
muchos barrios; canchas llenas de
deportistas jugando o compitiendo.
Este es también un plan de domin-
go con los amigos; niños, jóvenes
y adultos que se divierten durante
130 Ibagué imaginada
todo el día y luego, los más grandes,
descansan alrededor de unas cerve-
zas y una conversación de amigos.
Los espacios que conjugan re-
creación y diversión son los llama-
dos centros recreacionales de las dos
cajas de compensación de la ciudad:
Comfatolima y Comfenalco. Aparte
de ellos, está la Playa Hawái y el Club
Campestre. Los primeros son luga-
res que refieren casi todos los ciuda-
danos, pero los últimos, en especial
el Club Campestre, es un lugar que
solo está presente en las respuestas
de personas de estratos 5 y 6, sus
usuarios y socios.
Cuando indagamos por los lu-
gares de diversión mecánico-elec-
trónicos, los cuales imponen nuevas
formas de relacionamiento y tam-
bién dinámicas urbanas, no nos
sorprendió darnos cuenta de que
los ibaguereños afirmaron no tener
ninguno de esos escenarios en la
ciudad (36 %). Las pocas referencias
que se hicieron a este tipo de en-
tretenimientos se asociaron con los
centros comerciales. Es allí donde se
encuentran las llamadas maquinitas
y una pequeña rueda mecánica en el
Supermercado Éxito. Pero en Ibagué
no hay montañas rusas, ruedas me-
cánicas gigantes o barcos piratas. A
veces nos visita la Ciudad de Hierro
y es esta la que está en la mente de
los ibaguereños. La ausencia de es-
tos lugares ha hecho que se perciba
como una debilidad de la ciudad,
pero también como una forma de
proyectarse en la otredad; es decir,
en ese otro que sí lo tiene y al que
nos gustaría acercarnos.
En este sentido, es importante
resaltar que los ibaguereños cali-
fican la recreación en la ciudad en
un 48 % como mala y muy mala; un
33 % la considera regular; y solo el
19 % considera que es buena o muy
buena. Esto también sucede con la
percepción sobre la oferta recreati-
va y deportiva de Ibagué, según la
Encuesta de Percepción Ciudadana
de 2017 de Ibagué Cómo Vamos, el
37 % se sienten satisfechos con esa
oferta, pero los estratos 1 y 2, se sien-
ten más afectados. En definitiva, los
centros comerciales son los que se
llevan todo el protagonismo como
lugares de recreación y para acoger
estas dinámicas urbanas de entrete-
nimiento electrónico que se roban
la atención constante de niños y jó-
venes. Razón por la cual, también,
la calle 60 y los centros comerciales
son percibidos como la calle o zona
de los jóvenes (21 %).
Escenarios de olor y sabor: las
panaderías de Ibagué
No sabemos cuántas panaderías hay
en Ibagué, nuestro olfato nos dice
que muchas en cada uno de los 445
barrios de la ciudad y que el pan
que venden es delicioso. Hay algu-
nos nombres reconocidos, marcas
que las identifican desde hace años.
Los panes también tienen nombres;
cuando eres novato en el mundo de
los panes es difícil pedir uno, pri-
mero, porque son muchos los clien-
tes y, segundo, porque no sabes los
nombres y tratas de señalar el que
te llama la atención, requieres más
información sobre su preparación
e ingredientes para poder comprar-
lo, pero el ajetreo de las vendedoras
no les permite brindar información
detallada. Después de ese proceso de
aprendizaje, todo es más sencillo y
solo resta compartir el pan en fami-
lia. Aunque se complica cuando apa-
recen otros productos de panadería
que incluyen arequipe, mermelada,
El sabor a pan
La ciudad 131
Diversos aromas de las panaderías de la ciudad de Ibagué
bocadillo y otros tantos dulces con
pan, como el mojicón característico
de la panadería La Gogó.
Las panaderías en Ibagué gus-
tan mucho (58 %). Esto nos da un
indicio sobre su consumo y también
sobre el aumento de estos estable-
cimientos comerciales en la ciudad.
Muchas de ellas no están registra-
das ante la Cámara de Comercio,
por eso es muy difícil saber en rea-
lidad cuántas hay. Algunas de ellas
son una mezcla entre panaderías y
cafeterías que ofrecen otro tipo de
alimentos y que, en algunos secto-
res, están abiertas las 24 horas. Esto
es muy llamativo porque después de
la rumba se pasa, por ejemplo, por
un caldo de costilla con pan, un cho-
colate con pan, café con pan, unos
huevos con pan. Estos lugares siem-
pre están llenos y desprenden el olor
característico del pan recién salido
del horno, ese que describe muy bien
el croquis de olores de la ciudad.

Croquis de olores de Ibagué

No es suficiente hablar de los olores
de las panaderías para describir a
Ibagué desde nuestro sentido del ol-
fato. Las primeras asociaciones que
hacen los ciudadanos se refieren a
ciertos barrios de la ciudad, en los
que se destacan las urbanizaciones;

Ibagué imaginada
es decir, algunos conjuntos cerrados
con aseo y vigilancia privada que
transmiten desde la vista un esce-
nario de limpieza y tranquilidad,
que se conecta con el buen olor. De
esta manera van dibujándose en el
croquis de la ciudad otros lugares
que antes no habían aparecido en las
percepciones de los ciudadanos.
Los barrios o conjuntos cerrados
a los que más se aludieron fueron:
Urbanización El Prado, Reservas
del Campestre, Picaleña, Metaima,
Belén, Calambeo, Cañaveral, Vergel,
La Pola, Piedra Pintada, San Diego
y Aparco. La mayoría de ellos están
rodeados de naturaleza y son de es-
trato 4, 5 o 6. Los más nombrados
fueron Cádiz por la florescencia de
los ocobos y Villa Café que, como su
nombre lo indica, huele a café, según
lo perciben los ciudadanos.
Hay dos calles de la ciudad que
huelen bien. La primera es la calle
10, parte del eje cultural del centro
y que comunica el Panóptico, el Par-
que Centenario, la Biblioteca Sole-
dad Rengifo, la Catedral y el Parque
de la Música. La segunda, la calle
60, que la describimos antes como
la calle que conecta a los centros co-
merciales de la ciudad. Mientras que
la primera afirma al centro como eje
principal de la ciudad, la segunda
Ocobos florecidos en el barrio Cádiz
marca el descentramiento de la ciu-
dad.
Después de los barrios y de las
calles están las comidas. Entre ellas,
las panaderías ocupan el lugar prin-
cipal, algunos ciudadanos dan datos
específicos de la panadería, otros las
nombran en general. Las chocolate-
rías y cafés también son referentes
de buen olor, pero pesan más las
tamalerías y las lechonerías, lugares
emblemáticos de la ciudad, que tie-
nen un olor y sabor propios. Otros
prefieren aludir a las plazoletas de
comidas o centros sociales que hay
en los barrios, en los que se pue-
den escoger diferentes productos
de distintos locales. Allí se mezclan
los olores, dicen los ciudadanos, los
buenos olores de la ciudad. Y los asa-
deros de Mirolindo, una asociación
que se realiza constantemente, como
si Mirolindo oliera a pollo asado.
Pero la ciudad también huele a
naturaleza y el cañón del Combeima
La ciudad 133
 Tamales tolimenses

sigue siendo su mejor representante.
De la naturaleza se rescatan árboles
como los ocobos, los espacios verdes
de la ciudad y el aire de la madru-
gada.
Por su parte y en contraste, las
tiendas y los centros comerciales
también tienen un buen olor. Algu-
nos ciudadanos destacaron nom-
bres específicos de almacenes que
producen sus propios perfumes para
atraer a los clientes y generar una
forma de recordación. No es difícil
hacer este ejercicio, antes eran los al-
macenes de perfumes, cremas y pro-
ductos de belleza, los que tenían este
olor; ahora las marcas han comenza-
do a atraer desde el olfato. Productos
que también están a la venta, enton-
ces podemos usar el perfume de la
marca de una tienda.
Los lugares emblemáticos de la
ciudad también tienen un buen olor,
el principal es la Plaza de Bolívar, del
que se destaca la Alcaldía; también
está el parque de Belén, la Plazoleta
Darío Echandía, la Concha Acústica,
el Conservatorio, el Museo de Arte
del Tolima, la Universidad de Ibagué
y el Club Campestre.

Preparación de tamales. Imagen recurrente en algunos barrios de la ciudad

134 Ibagué imaginada

 Pero la ciudad también huele a
naturaleza y el cañón del Combeima
sigue siendo su mejor representante.
De la naturaleza se rescatan árboles
como los ocobos, los espacios verdes
de la ciudad y el aire de la madru-
gada.
Por su parte y en contraste, las
tiendas y los centros comerciales
también tienen un buen olor. Algu-
nos ciudadanos destacaron nombres
específicos de almacenes que produ-
cen sus propios perfumes para atraer
a los clientes y generar una forma de
recordación. No es difícil hacer este
ejercicio, antes eran los almacenes
de perfumes, cremas y productos
de belleza, los que tenían este olor;
ahora las marcas han comenzado a
atraer desde el olfato. Productos que
también están a la venta, entonces
podemos usar el perfume de la mar-
ca de una tienda.
Parque Centenario con ocobos florecidos
Los lugares emblemáticos de la
ciudad también tienen un buen olor,
el principal es la Plaza de Bolívar, del
que se destaca la Alcaldía; también
está el parque de Belén, la Plazoleta
Darío Echandía, la Concha Acústica,
el Conservatorio, el Museo de Arte
del Tolima, la Universidad de Ibagué
y el Club Campestre.
El barrio El Salado
La otredad legitima “el ejercicio
moderno de definirnos según un
proceso donde el otro dice, sabe e
imagina mucho de uno” (Silva, 2004,
p.34). Se trata de conocer la forma
como Ibagué se ve y es vista desde la
otredad. En este sentido, el barrio El
Salado se convierte en un escenario
importante de la ciudad, pero visto
como un otro lejano y caluroso fren-
te al resto de Ibagué.
La ciudad 135
 Parque de la Música y Conservatorio del Tolima
El barrio El Salado tiene algunas
características que lo hacen único en
la ciudad, esto se debe a que antes
no era un barrio, sino que fue ab-
sorbido por Ibagué y terminó siendo
parte de esta. Dichas características
son las siguientes: tiene una Plaza
Central con su iglesia y Estación de
Policía, un Cementerio y una Plaza
de Mercado; se encuentra ubicado al
extremo opuesto del centro de Iba-
gué y ha sido denominado Pueblito
Tolimense por sus tradiciones, como
celebraciones del folclor y venta de
comida típica de la región. Desde el
mismo apelativo de pueblito tolimen-
se, El Salado ha buscado establecer
su marca y diferencia frente al resto
de la ciudad.
Se podría incluso imaginar el
potencial turístico de este Pueblito
136 Ibagué imaginada
Tolimense, como ha sucedido en
otros departamentos o ciudades
como Medellín con el Pueblito Pai-
sa. No obstante, las percepciones de
los habitantes encuestados sobre el
barrio El Salado son negativas y con-
trastan con las que tienen sus mismos
habitantes. Se alude al barrio El Sa-
lado como sector popular y pueblo.
Además de esto, se relaciona con el
calor, ya que los ciudadanos afirman
que allí hace más calor que en el resto
de la ciudad; que está lejos, porque
se encuentra en una de las periferias
de Ibagué hacia el nororiente; y que
es peligroso. Otras alusiones rescatan
el valor de su Plaza de Mercado y del
Parque, pero estas no alcanzan ni el
5 %; su parque principal se relaciona
con desorden y suciedad. Este lugar
gusta nada y muy poco en un 54 %.
 Vista del Parque El Salado
Las percepciones de los mismos
habitantes del barrio se obtuvieron a
través de entrevistas con personas de
diferentes sectores. De allí se logró
destacar al barrio El Salado por su
historia y sus tradiciones. El Salado
tiene alrededor un sector rural con
12 veredas, esto lo hace un barrio
turístico para ir a los ríos cercanos,
almorzar, bañarse y descansar. La
presencia de fincas turísticas lo con-
vierte en un lugar apetecido para el
descanso y la cultura.
El parque principal recoge las
tradiciones de poblaciones pe-
queñas en las que se comparte los
domingos; por ejemplo, se sale a
comer helado después de la misa.
Iglesia y Parque central del barrio El Salado
Los campesinos que han venido a la
plaza a vender sus productos se to-
man unas cervezas y escuchan mú-
sica popular y ranchera. Los niños
juegan y las familias van a la iglesia.
Una característica llamativa es que la
iglesia tiene un parlante que se escu-
cha por todo el sector, así como su-
cede en los pueblos; de esta manera
la población se comunica.
En junio se celebran en el barrio
las Fiestas de San Juan, ejercicio que
se hace en paralelo con el resto de la
ciudad, en el que se está celebrando
el Festival Folclórico Nacional. Estas
fiestas son el legado de una tradición
de muchos años en los que se hacían
La ciudad 137
 todo tipo de juegos, en una antigua
plaza cerrada.
La comida que más se consume
en El Salado son dos platos típicos
de la región del Tolima y que tam-
bién se venden en toda la ciudad: la
lechona y el tamal. Para los habitan-
tes es un orgullo vender estos pro-
ductos y que la plaza se caracterice
por ello. Aunque no desconocen los
inconvenientes, como el deterioro de
las vías y el crecimiento urbanístico
con la presencia de grandes edificios
de apartamentos, los habitantes del
Salado se sienten orgullosos de ser
de allí.
En el imaginario de sus habitan-
tes está el deseo de que El Salado, en
vez de acercarse más a Ibagué, se ale-
je de ella y se independice; es decir,
que siga siendo un pueblito tolimen-
se. Para los habitantes de El Salado
el barrio es acogedor, tranquilo, el
mejor lugar para vivir; sin embargo,
consideran que el otro ibaguereño
los percibe como habitantes de un
pueblo, de un barrio marginado, así
como también de un lugar turístico
y comercial.
La ciudad del miedo
Los imaginarios del peligro parecen
ser más fuertes que otros imagina-
rios urbanos. Las ciudades presentan
contrastes desde su aspecto físico
y las formas de vida de los habitan-
tes se ven reflejadas en la manera
cómo se usa, evoca y proyecta la
ciudad. Los imaginarios del peligro
son globales y están conectados con

Croquis afectivo del miedo

Barrio
La Estación
1
2 4 5
3
4
1 6 7 8
Barrios
del sur 5
2

3
Convenciones
1 Parque Andrés López de Galarza 1 B. Combeima 5 B. El Refugio
2 Calle 19 2 B. Ricaurte 6 B. Las Ferias
3 Terminal de transportes 3 B. Boquerón 7 B. Las Brisas
4 Calle 19 4 B. El Arado 8 B. El Bosque
5 Plaza de la 21

138 Ibagué imaginada

 Grafitis del puente de la calle 19 con carrera Quinta
sentimientos como el miedo. Silva
(2007) reconoce que “el miedo hoy
día es el imaginario dominante en las
sociedades urbanas de occidente y
por tanto urbaniza” (p. 31). Dada su
globalidad; es decir, que se extienden
por diferentes territorios, en las dife-
rentes ciudades el miedo se localiza
y adquiere formas específicas. De eso
se trata este croquis, de reconocer los
lugares que imaginamos como peli-
grosos y establecer asociaciones que
nos permitan entender las razones
por las cuales se conectan unos con
otros y permanecen en el imaginario
de los ibaguereños. Unos que apare-
cen nuevos y otros que llevan años
reproduciéndose en la cotidianidad.
Estos últimos, sobre todo, merecen
la pena analizarse para identificar
las formas que adquieren y las que se
pueden generar o crear para trans-
formar las percepciones y, por ende,
mejorar las condiciones de vida de
quienes habitan esos lugares.
El croquis del peligro parte de
un lugar conocido por todos, que es
el barrio La Estación; sin embargo,
su nombre no nos es familiar, barrio
que en su época antigua fue sobre-
saliente ante los habitantes, ya que
por allí entraba y salía el tren de la
Estación de Ibagué, por lo cual se le
atribuye su nombre particular. Las
calles de este barrio son la calle 19
y sus alrededores, la calle 20, la calle
20 entre 1.ª y 2.ª, entre 3.ª y 4.ª la ca-
lle 21 y la Plaza de la 21. Para el 43 %
de los habitantes este lugar es uno
de los más peligrosos, el mismo que
referenciamos previamente cuando
hablamos de sensaciones, como el
mal olor o escenarios significativos
de la ciudad que han perdido su
importancia y que pesan sobre ellos
imaginarios de inseguridad.
La ciudad 139
 Otra caracterización particular
que marca el desamparo y aflicción
de algunas zonas y que posee cierta
influencia en la percepción de in-
seguridad y miedo de los ibaguere-
ños es la prostitución, que se lleva
a cabo particularmente en la muy
nombrada zona dentro del barrio
El Arado, llamada Vuelta del chivo y
sus alrededores; dicha práctica que,
desde sus inicios ha generado con-
secuentemente la propagación de
delincuencia común, es la que ori-
gina la percepción de los habitantes
ante este lugar como una de las zo-
nas que más nos produce temor.
La calle 19 es uno de los lugares
que menos les gusta a los ibaguereños
(74 %). Es justo en el punto medio de
esta, es decir, en el momento en el
que atraviesa la Carrera 5.ª por de-
bajo del puente de esta vía, cuando
Venta de libros del Parque Andrés López de Galarza
140 Ibagué imaginada
se considera que es más peligrosa. El
imaginario está relacionado con todo
lo que implica una vía estrecha bajo
un puente, que la hace oscura y un
lugar para refugiarse. Pero es en este
sitio en el que confluyen expresio-
nes urbanas de diferentes grafiteros
de la ciudad, quienes han escrito las
palabras Graffity Ibagué Exprésate y
buscan dejar marcas de color, entren
ellos sobresale el blanco, para darle
una nueva cara y contraste al puente
de la calle 19.
Lo mismo sucede en sitios como
la Plaza de la 21 y el Parque Andrés
López de Galarza. El trabajo de re-
cuperación de la zona o, más que
todo, de la percepción sobre esta, es
constante. Más que aspectos negati-
vos, encontramos en los medios de
comunicación referencias a las dis-
tintas intervenciones de jóvenes, el
 Vista aérea del centro de la ciudad de Ibagué
trabajo de la Alcaldía Municipal y de
los mismos ciudadanos.
El peligro como percepción se
puede extender a cualquier parte de
la ciudad, se tienen experiencias per-
sonales que hacen que un lugar pase
de estar desapercibido a que apa-
rezca en el croquis. En este sentido,
los medios de comunicación actúan
como puntos de vista determinantes
para mantener una percepción de
peligro de ciertos lugares, los repor-
tes de homicidios, de zonas calientes
de la ciudad, de robos, riñas, asesi-
natos, tráfico, entre otros, aparecen
constantemente en los medios. La
lista se puede hacer muy larga y en
ella se evidencian las coincidencias,
la principal recae sobre el bario El
Bosque y el apelativo de los barrios
del sur, que termina siendo un ima-
ginario generalizado de una parte de
la ciudad y de un punto cardinal, el
sur, que históricamente no ha goza-
do de asociaciones positivas.
Pero en estos, como en otros
lugares, sucede que cuando los re-
conocemos, caminamos por ellos
y comprendemos su cotidianidad,
dejan de aparecer como puntos ca-
lientes de un mapa y se convierten
en croquis de vidas y sucesos. Un
ejemplo de esto son todas las inicia-
tivas juveniles que han nacido en el
sur de Ibagué, que no solo trabajan
por sus barrios, por las personas que
allí habitan, sino que han interveni-
do otros lugares de la ciudad, con el
La ciudad 141
 fin de contar una historia diferente.
Se han comenzado a escuchar noti-
cias que apuntan ante el trabajo por
cambiar la cara del sur de Ibagué con
procesos de transformación social a
través del arte, al exaltar las faculta-
des que poseen los jóvenes de dichos
barrios para lograr la renovación de
estos.
Ellos saben que hay que hacer las paces
con heridas que una vez se abrieron
aferrándose al presente
porque está en sus propias manos
esta historia diferente.
Una historia diferente, Santiago Cruz.
Lo cuestionable es que esta sen-
sación constante de miedo o de estar
en peligro se apodere de ciudades
Panóptico Croquis afectivo de la tristeza
Piscinas olímpicas
Funerarias
Muerte
Zonas marginadas
142 Ibagué imaginada
pequeñas y tranquilas como lo ha
sido Ibagué por mucho tiempo, en
la que se proyectan nuevas formas
urbanas en las que se mantienen di-
námicas de exclusión. La sensación
de seguridad de la ciudad está en un
punto medio (43 %), ni inseguros,
pero tampoco seguros.
La ciudad de la tristeza
Las asociaciones con la tristeza se
ubican en dos categorías. La prime-
ra, la inmediata, es la relación con
la muerte. En este caso los encues-
tados se refieren a iglesias, cemente-
rios y funerarias, a partir, también,
de nombres de zonas o calles en los
que se encuentran estos lugares. Esta
relación instantánea de la tristeza
con la muerte nos conduce a pensar
Cementerios
Corrupción
Parque deportivo
 Cementerio del Barrio El Salado
en la manera cómo se vive la ciudad
y su contraste con la alegría, relacio-
nada inmediatamente con la fiesta
o la rumba. Es decir que el croquis
de ciudad relaciona los bares y dis-
cotecas, en las zonas en las que se
encuentran, con la alegría constante
del ibaguereño en las fiestas del fol-
clor y la cercanía con la música, sin
importar el género.
Mientras que la tristeza se loca-
liza en lugares muy específicos de la
ciudad y que relacionan el ritual de
la muerte: la funeraria en la que se
prepara al difunto, iglesia en la que
se hace la ceremonia y el cemente-
rio en el que se despide a la persona
que ha fallecido. Estos tres lugares
son sinónimo de vínculos de los
ciudadanos a unas creencias reli-
giosas específicas. Así, la ciudad de
la tristeza alude a los sitios testigos
del acontecimiento más radical en
un ser humano como lo es la muer-
te. Son las propias familias y, en este
caso, los habitantes de Ibagué los
que a través del tiempo designamos
a estos lugares como sagrados al ser
el único acercamiento que podemos
tener con los seres queridos; es por
ello que el cementerio San Bonifa-
cio, ubicado en el barrio El Bosque;
el Cementerio La Milagrosa vía al
barrio El Salado; la Funeraria Los
Olivos en la carrera 5.ª con calle 40 y
demás funerarias, son los sitios más
representativos de la tristeza que
invade a los habitantes de la ciudad,
con un 25 % de percepción.
Sin embargo, existen otros luga-
res que enmarcan nuestra tristeza,
como lo son los hospitales, allí está
expresado el sufrimiento de las per-
sonas que se encuentran enfermas,
de los seres queridos ante la preocu-
pación de perder a sus familiares y
de la impotencia ante una mala ad-
ministración que desencadena senti-
mientos negativos.
Las iglesias son otros sitios de
la tristeza, dada su naturaleza espi-
ritual, los habitantes vamos allí en
La ciudad 143

busca de liberar sensaciones que
invaden el ser. El 47 % de los ciu-
dadanos afirmó pertenecer a una
religión, movimiento o culto; de
ese 47 %, el 70 % afirmó pertenecer
a la religión católica, lo cual nos da
una idea muy general de la ciudad
en materia de fe. No obstante, hay
un 52 % que afirmó no pertenecer
a ninguna religión, lo interesante de
esta afirmación es que estas mismas
personas asociaron la tristeza con el
ritual de la muerte descrito anterior-
mente. Esto nos permite pensar que,
sin importar las creencias, la muerte
es algo con la que no se discute y se
acepta su institucionalización: fune-
raria, iglesia, cementerio.
La segunda asociación que rea-
lizaron los ciudadanos cuando se in-
dagó por la tristeza fue la referencia
144 Ibagué imaginada
Calle 19
a sitios y barrios de Ibagué en los
que se percibe marginación enten-
dida como pobreza, abandono del
Estado, indigencia, prostitución,
drogadicción, delincuencia y sucie-
dad. Esto nos permite afirmar que
la ciudad de la tristeza es muy cer-
cana a la ciudad del peligro y que
aquí también, en dichos aspectos, se
generan procesos de exclusión o de
estigmatización a ciertos barrios.
El escenario que ya hemos des-
crito, el Parque Andrés López de
Galarza, la calle 19 y sus alrededo-
res, se mantienen también como
escenarios de la tristeza y, por tanto,
generan sentimientos y sensaciones
desagradables. Los ejemplos concre-
tos surgen cuando los ciudadanos
hablan de las plazas de mercado y las
relacionan con prostitución y falta
de aseo y, por consiguiente, tristes.
Estas relaciones impuestas y llenas
de prejuicios marcan las acciones de
los ciudadanos y la manera cómo in-
terpretamos ciertas realidades. Otro
ejemplo es la Terminal de Transpor-
tes que se asocia con marginación,
abandono, mendicidad, pobreza,
muerte, indigentes y prostitución.
Por encima de su función de cone-
xión para viajar de un lado a otro,
sobresalen las dinámicas que se de-
sarrollan a su alrededor. La queja
principal de los ciudadanos es haber
destruido la hermosa Estación del
tren.
De igual manera, surge un largo
listado de barrios a los que llaman
marginados, categorización que los
mismos ciudadanos establecemos
para dar cuenta de una percepción
Media Torta en el Parque Andrés López de Galarza
de lugares en los que se asume la
pobreza, el desempleo, la desigual-
dad y el abandono como tristeza.
La percepción de los habitantes de la
ciudad de Ibagué enmarca la ciudad
de la tristeza dentro de los límites
geográficos de los barrios del sur de
Ibagué; en esta zona, la ciudad mu-
sical suena con notas de melancolía
y nostalgia.
La marginación es también una
categoría del ciudadano en la que
caben muchos lugares de la ciudad
y las asociaciones, que pueden par-
tir de una situación específica que le
sucedió a alguien, se trasladan a un
colectivo y se crean los imaginarios.
Así como en la ciudad del peligro,
los barrios El Bosque y Combeima
son los que más han sido nombra-
dos por los ibaguereños, desde una
La ciudad 145
 El Complejo de la 42, después de la destrucción de los escenarios deportivos

Calle 24 con carrera Quinta. La zona de los hombres

146 Ibagué imaginada

mirada que contrasta lo feo con lo
bello; es decir, la estética de las casas,
las calles; la pobreza con el dinero; la
seguridad con la inseguridad.
Un factor que influye en la
marginación de los barrios hace
referencia a la insatisfacción que
presentamos los habitantes ante las
necesidades básicas. Según nues-
tra percepción, las necesidades en
las vías públicas, ampliación de la
cobertura del acueducto, empleo y
seguridad son más notables en los
barrios marginados, de tal modo
que, intrínsecamente, sus habitantes
deben luchar más que otros ante la
percepción de abandono por parte
del Estado y salir en busca de opor-
tunidades.
En la relación entre aquello que
se percibe seguro e inseguro, está la
referencia frente a otros lugares a
los que aluden los ibaguereños. Por
ejemplo, el Estadio Manuel Murillo
Toro, especialmente sus alrededo-
res, se considera un lugar inseguro,
por lo tanto, triste. Pero esta rela-
ción también se establece con la
que los habitantes nombraron como
las obras inconclusas, haciendo re-
ferencia a los escenarios deportivos
que fueron destruidos para los Jue-
gos Nacionales de 2015. Uno de los
lugares remodelados fue el Estadio,
pero no se cumplió con lo estable-
cido en un principio, aunque está
en funcionamiento. Los demás si-
tios, como el Parque Deportivo y las
piscinas olímpicas son escenarios
también de la tristeza porque son
sinónimo de corrupción, negligen-
cia y falta de sentido de pertenencia.
Aquello que más nos hemos critica-
do, frente a este aspecto, es la ausen-
cia de una movilización ciudadana
contundente para exigir lo que se le
robó a la ciudad. Aquí se percibe de
nuevo esa incapacidad de actuar co-
lectivamente y contagiarnos de amor
por la ciudad de Ibagué.
Dos vías de la ciudad fueron
relacionas también con la tristeza,
una de ellas que baja desde el centro
hasta la calle 60, paralela a la avenida
Ambalá, a la Guabinal y a la carre-
ra 5.ª se trata de la carrera 6.ª Una
zona muy comercial, pero que, en
un punto, se caracteriza por vender
elementos para hombres; esto lo
afirmaron los ciudadanos cuando
se indagó por la calle o zona más
transitada por hombres y surgió esta
referencia. Allí se encuentran talle-
res de mecánica, venta de motos y
accesorios para carros y motos. El
espacio público está invadido por
todo esto y hay mucha circula-
ción de personas, aparentemente
La ciudad 147
 pareciera solo un lugar al que acu-
den los hombres. Sin embargo, la
carrera 6.ª está asociada con la tris-
teza por el estado de sus calles, el
abandono y la soledad. Por su parte,
la variante, es decir, la vía que pasa a
un lado de Ibagué y conduce a Bo-
querón tiene dos puntos que se re-
lacionan con la tristeza. El primero,
es el puente de la variante que se ha
convertido en un lugar relacionado
con la muerte. El otro punto de refe-
rencia de los ciudadanos, es el paso
por diferentes barrios que quedan
a la orilla del río Combeima y que
tienen muchas dificultades porque
han sido asentamientos ilegales. Los
ibaguereños hablan de marginación
y pobreza, aunque desde la variante
solo se ve un panorama de peque-
ñas casas color ladrillo más o menos
uniformes, que dan la sensación de
quietud o de estar dibujadas por un
pintor costumbrista.
Croquis afectivos
A lo largo de estas páginas ha ido
apareciendo la ciudad de los afec-
tos de los ciudadanos ibaguereños.
Aunque es imposible hacer un cro-
quis de la ciudad que percibimos
todos, estas aproximaciones nos
permiten estar o no de acuerdo con
lo dicho o sentido por algunos so-
148 Ibagué imaginada
bre la ciudad de Ibagué. Porque la
ciudad de los afectos no es estática,
todo lo contrario, es dinámica como
lo somos nosotros que pasamos de
un sentimiento a otro, que nuestras
sensaciones cambian y que el tiem-
po nos permite mirar atrás y hacia
adelante.
Esto mismo sucede con la ciu-
dad, porque somos nosotros los que
la hacemos posible y quienes la ima-
ginamos, nunca en su totalidad. Por
eso el intento de recoger los puntos
de vista de ciudadanos de todas las
comunas y de todos los sectores,
hombres y mujeres, jóvenes, adultos
y adultos mayores.
¿Cuál es esa Ibagué imagina-
da?, ¿cuáles son mis imaginarios
urbanos? O ¿cuál es la ciudad de
nuestros afectos? Todas las pregun-
tas están relacionadas y han permiti-
do explorar la ciudad que vivimos en
nuestra cotidianidad, la ciudad que
anhelamos y la ciudad que no vemos
y que solamente imaginamos.
Así como hubo preguntas que
tuvieron respuestas unánimes, otras
fueron más difíciles; por ejemplo,
pensar en los acontecimientos más
importantes de la historia de Ibagué
o imaginar el color de la ciudad. Se
trataba de una invitación a desper-
tar los sentidos frente a lo que estos
pueden narrarnos y así experimen-
tar de otra manera lo conocido o
creemos conocer. La potencia de los
imaginarios está constantemente en
nosotros y determina, algunas veces,
nuestras acciones como ciudadanos.

La ciudad 149
Los ciudadanos
 II. Los ciudadanos
Las acciones de los ciudadanos se
realizan en los escenarios descri-
tos, son percepciones de personas
que habitan diariamente la ciudad
y que conjugan sus experiencias de
vida con su actualidad. Las rela-
ciones son directas: las cualidades
de los sitios de la ciudad también
adquieren cualidades temporales
cuando el ciudadano las recorre; la
manera en la que calificamos la ciu-
dad genera una marca impresa en
esta; los escenarios son los que po-
sibilitan las rutinas o, más bien, son
las rutinas de los ciudadanos las que
crean los escenarios, los visibilizan o
los opacan. La ciudad imaginada es
la percibida en su vivencia por los
ciudadanos.
Los ibaguereños que respondie-
ron nuestras preguntas nos permi-
tieron evidenciar los sentimientos
que le imprimen a sus acciones y
cómo esto afecta los imaginarios
urbanos. Podemos generalizar di-
Transporte público por la avenida Ambalá
152 Ibagué imaginada
ciendo que hubo ibaguereños de
asociaciones e historias de la ciudad
negativas; otros, que contagiaban de
alegría y gratos recuerdos las res-
puestas y, por lo tanto, las percepcio-
nes que surgían de allí. Hubo otros
que no le vieron la relevancia a in-
dagar por los imaginarios, pero que
disfrutaron de un rato de conversa-
ción sobre la ciudad de Ibagué. De
estas y otras varias personalidades es
que podemos intuir la Ibagué imagi-
nada de sus ciudadanos.
Croquis temporales
Los croquis temporales son cualida-
des de las acciones de los ciudadanos
en el tiempo. Esta afirmación hace
muy interesante pensar en croquis,
no de espacio, sino de tiempo; es
decir, de temporalidades que se con-
ciben como percepciones de la du-
ración de nuestras actividades en la
rutina diaria y de vida en una ciudad.
En este sentido, hemos encontrado
algunas para destacar: el tiempo que
 Vista aérea de la Plaza de Bolívar
gastamos transportándonos, el tiem-
po dedicado a los otros y el carácter
de los ciudadanos.
Un poco más de la mitad (52 %)
de los habitantes requieren 15 o me-
nos minutos para llegar a sus lugares
de estudio o de trabajo, y un 15 %
adicional tarda entre 15 y 30 minu-
tos; mientras que el 1 % se demora
entre 45 y 60 minutos. El 45 % tra-
baja o estudia hasta 8 horas diarias,
mientras que el 17 % dedica máximo
4 horas a esas mismas actividades y
el 37 % dedica 12 o más horas a las
actividades de estudio o laborales.
Los habitantes de Ibagué cuentan
con facilidades para dedicar tiempo
a la familia: las distancias en la ciu-
dad no son tan largas como en otros
lugares, esto permite desplazarse de
un lugar a otro en menor tiempo;
los horarios laborales y de estudio
permiten que el almuerzo se realice
en casa y en familia; además, que se
haga la siesta. Un 40 % le dedica has-
ta 28 horas a la semana a la familia,
mientras que un 21 % le dedica de 28
a 56 horas y una cantidad similar le
dedica de 140 a 168 horas, es decir,
viven casi exclusivamente dedicados
a la familia.
La ciudad-centro
La ciudad-centro alude a la impor-
tancia que tiene en la percepción
imaginada de Ibagué el centro his-
tórico de la ciudad. Los ciudadanos
nos desplazamos hasta allí para tra-
bajar, estudiar, hacer compras o dili-
gencias de todo tipo. Las razones son
diversas, pero una que nos interesa
resaltar es que el centro es, relativa-
mente, cerca. Los tiempos que nos
demoramos transportándonos hasta
allí oscilan entre los 20 o 30 minutos;
varían dependiendo de la zona de la
Los ciudadanos 153
 Expresiones de folclor en el centro de Ibagué
ciudad en la que vivimos y aumen-
tan por el tráfico a 40 o 50 minutos,
en promedio.
La importancia de resaltar a
Ibagué como ciudad-centro tiene
que ver también con los procesos de
descentralización de las ciudades,
dadas las dificultades del transpor-
te y el aumento de la población. En
Ibagué esto aún no es así, el centro
es un lugar que habitualmente reco-
rremos. Esto no significa que en un
futuro podamos hablar propiamente
de una ciudad con diferentes centros
y que este lugar vaya desaparecien-
do en el croquis temporal; ya hemos
anticipado algunos cambios que nos
pueden conducir a pensarlo.
La ciudad-centro se reconoce
en el croquis de sus escenarios, la
mayoría de estos ubicados alrede-
dor de la Plaza de Bolívar, el Parque
Manuel Murillo Toro y la carrera 3.ª.
Las percepciones de los ciudadanos
evocan constantemente estos sitios,
154 Ibagué imaginada
en los que se van a vivir ciertas tem-
poralidades: trabajo, estudio y ocio;
marcas en las formas de actuar de
los ciudadanos, producidas por
cambios en las dinámicas urbanas y
rutinas de vida.
El tiempo que duramos
transportándonos
De acuerdo con lo contado por los
ciudadanos, el 56 % trabaja o estu-
dia en el centro o cerca de este; por
lo tanto, la mayoría de los despla-
zamientos se dirigen o salen de los
barrios del centro de la ciudad. Al
señalar esto, también debemos te-
ner en cuenta que en Ibagué se ha-
cen cuatro trayectos diarios, como
mínimo, del lugar de actividad a la
casa. Esto sucede porque aún existe
la costumbre de ir a almorzar a la
casa y regresar en la tarde a traba-
jar. La descripción de estos trayectos
nos dibuja un croquis sobre el mapa
de desplazamientos que se repiten
de un mismo lugar a otro; en algu-
nos casos, los niños salen del colegio
a medio día y regresan en la tarde a
continuar con otras actividades.
En el tiempo que duramos trans-
portándonos, que incluye los cuatro
trayectos mínimos diarios, de unos
15 a 20 minutos, según las respues-
tas, los ciudadanos hacemos diferen-
tes actividades, marcamos el tiempo
y nuestra ciudad con determinadas
acciones; pero también, las dinámi-
cas de la ciudad y de lo urbano nos
marcan. Por ejemplo, lo primero que
nos marca es el transporte que uti-
lizamos más a menudo. Los jóvenes
de 13 a 24 años utilizan mayoritaria-
mente el bus y las personas de 25 a
65 años, el vehículo particular. Los
Gráfica 8
¿Cómo se moviliza en la ciudad?
(6%)
(3%)
(17%)
(13%)
ciudadanos que más usan la moto
tienen entre 25 y 45 años, mientras
que el taxi es más usado por las per-
sonas de 46 a 65 años. La bicicleta,
que poco se utiliza, pero que va en
aumento, la usan personas de los 13
a los 45 años.
Nuestras formas de actuar o
rutinas dependen de los medios de
transporte que utilizamos, los luga-
res a los que vamos y el tiempo en
el que hacemos esto. En Ibagué, los
ciudadanos respondieron que aque-
llo que más hacen mientras se trans-
portan es escuchar música (21 %),
otros piensan, revisan el celular, es-
cuchan radio o noticias, miran por
la ventana; otros duermen y, los que
conducen, se concentran. Son los
Bus
Vehículo particular
(30%) Moto
Caminando
Bicicleta
Taxi
(31%)
Los ciudadanos 155
 Tráfico de la calle 15 al atardecer
jóvenes y los adultos, quienes van
en bus o en vehículo particular, los
que más escuchan música o revisan
constantemente su celular (esto abre
una cantidad de acciones que rea-
lizan desde revisar información de
chat o de correos, como ver videos,
jugar, hablar, llamar a alguien o re-
visar redes sociales). Por su parte, la
única actividad que realizan las per-
sonas mayores de 66 años, que ma-
nifestaron montar todavía en bus, es
escuchar música.
Los trayectos en la ciudad son
cortos y permiten pasar de un lu-
gar a otro. Esto se convierte en una
cualidad que define la ciudad y en la
que se proyecta la tranquilidad y len-
titud de los ciudadanos, se trata de
no estar afanado o apurado porque
el tiempo pasa y siempre se alcanza
a hacer lo que se necesita. Incluso, el
156 Ibagué imaginada
aeropuerto está a unos 30 minutos,
aproximadamente.
Sin embargo, este aspecto del trá-
fico es el que más ha ido cambiando
en los últimos años. Los ibaguereños
perciben en el tráfico mucho desor-
den y muy baja calidad. Hay buses
que atraviesan la ciudad como en
una carrera automovilística, pero hay
otros que deciden ir a 20 km/h, de-
tenerse antes de que el semáforo se
ponga en rojo o recoger pasajeros y
recibir el dinero con la mayor calma.
Unos y otros irrespetan al pasajero,
así lo hacen también los taxistas y las
motos que ignoran las normas de trá-
fico. Algunas de estas acciones, apar-
te de la incomodidad y el calor que
producen en Ibagué los buses llenos
de personas, son las que hacen dismi-
nuir la calidad y la percepción de sa-
tisfacción con el transporte público.
 La percepción sobre el tiem-
po que se toman los trayectos en la
ciudad también va en aumento, esto
impide que algunas personas pue-
dan regresar a mediodía a su casa a
almorzar. Por ejemplo, en la zona
del centro y en el barrio La Pola se
han abierto diferentes tipos de res-
taurantes para aumentar la oferta de
almuerzos; de esta manera, las perso-
nas se pueden quedar por el sector;
otros, empacan el almuerzo desde la
casa. Así afirma Natalia Cubides en el
periódico local El Olfato, en el artícu-
lo titulado: “Llegó la hora de almor-
zar cerca al trabajo”, publicado el 18
de diciembre de 2017:

Los tiempos han cambiado. Cada día

son más los empleados de Ibagué que
prefieren almorzar cerca de su sitio de
trabajo, o incluso en la oficina, en lugar
de desplazarse hasta su casa a descansar
un rato y hasta tomar una siesta. Este
cambio en la rutina de los ciudadanos
es el resultado de algunos problemas de
movilidad que afronta la capital tolimense
con los continuos embotellamientos que
se presentan en corredores viales como
la avenida Ambalá, la carrera Quinta
y la avenida Pedro Tafur, unos de los más
concurridos. (Cubides-El Olfato, 2017,
diciembre 18)
Plaza de Bolívar. La ciudad se prepara para el desfile del Festival Folclórico Nacional
Aunque iniciamos hablando de
la no descentralización de Ibagué,
podemos ver cómo las formas de
vida urbana, como el caso del des-
plazamiento a la hora del almuerzo,
comienzan a cambiar dinámicas y
rutinas de los ciudadanos, conse-
cuencia del crecimiento urbanístico
y de población.
Como lo expresa la noticia,
no se trata de que los ciudadanos no
quieran ir a sus casas, es solo que la

Los ciudadanos 157

 misma ciudad no lo permite por el
tráfico. Este aspecto es calificado ne-
gativamente por los ciudadanos, el
54 % de ellos considera que es malo
y muy malo; el 34 % lo considera re-
gular; y aproximadamente el 13 % lo
considera bueno. Algo similar suce-
de con el transporte público,
el 40 % lo considera malo o muy
malo; el 37 % regular; y el 23 % lo
considera bueno o muy bueno. Esto
se relaciona con la percepción que
tienen los habitantes de Ibagué so-
bre el aumento en los tiempos que
toman sus trayectos en la ciudad.
Ibagué Cómo Vamos afirma, en la
Encuesta de Percepción Ciudadana
de 2017, que el 53 % considera que
le toman más tiempo los recorri-
dos; el 32 %, lo mismo; y el 15 %,
menos tiempo. El primer porcen-
taje aumentó frente al año anterior,
mientras que los dos siguientes,
disminuyeron.
Encuentro de amigos para el paseo en bicicleta hacia el cañón del Combeima
158 Ibagué imaginada
Las situaciones que se empiezan
a presentar en Ibagué son muy cer-
canas a las de otras ciudades, han au-
mentado los vehículos particulares y
las vías siguen siendo las mismas. La
forma de la ciudad, alargada, hace
que las vías principales suban o ba-
jen del centro al resto de la ciudad,
pero por la ausencia de vías alternas,
van generando más trancones. Hay
casos en los que un accidente o un
choque de vehículos o motos, detie-
ne toda la avenida, sin poder buscar
salidas alternas a lo largo de varias
calles.
Esta es una preocupación de
todos; por eso, hay planes de mo-
vilidad para la ciudad que incluyen
un sistema de transporte público ar-
ticulado y el uso de la bicicleta, con
una propuesta de ciudad sostenible
y con espacios públicos para el pea-
tón. Estos dos últimos ciudadanos,
los que caminan o los que van en
Gráfica 9
¿Cuál es el tipo de comida que más le agrada?

0,50

34%
0,38
27%
0,25
17%
0,13 8% 6%
7% 4%
0,00
Criolla

Carnes

De mar

Rápidas

Italiana

Otras

Vegetariana
Gráfica 10
¿Cuál es la comida que más come?

0,30

0,22 24% 23%

0,15 15%
13% 13%
0,07 5% 4% 3%
0,00
Casera / Criolla

Carnes

Arroz

Otros

Vegetales y frutas

Comida rápida

Pasta

NR

Los ciudadanos 159

 bicicleta pueden convertirse en el
ejemplo de otros para repensar las
maneras en las que nos transporta-
mos y marcamos la ciudad. En las
noches hemos comenzado a ver a
diferentes personas que salen en sus
bicicletas y van hacia lugares como
el cañón del Combeima o en la ma-
drugada hacen sus rutinas de ejer-
cicios; otros, llegan en bicicleta al
trabajo o a estudiar.
En Ibagué se come arroz en casa y
se hace siesta
El tipo de comida que más agrada
hace referencia a aspectos de lo ur-
bano que nos marcan como ciuda-
danos; en este caso, que se orientan
a partir de un contexto regional e
Gráfica 11
¿Dónde come generalmente entre semana?
(2%) (2%)
(7%)
(7%)
160 Ibagué imaginada
histórico de la ciudad de Ibagué. En
nuestro caso, la comida que prevale-
ce es la criolla o el almuerzo casero;
luego aparece la carne en un lugar
importante en las costumbres de los
ibaguereños. Lejos de estas, está la
comida rápida, la comida de mar y
la vegetariana.
Pero lo más importante de la
comida casera o criolla, según los
ciudadanos, es el arroz. Los ibague-
reños acompañan el arroz con todo
y es una comida presente en los al-
muerzos semanales. Esta no es solo
una costumbre de nuestra ciudad,
la comida casera es importante en
los almuerzos del país y el arroz es
el acompañamiento perfecto. Tal
vez aquello que lo hace diferente es
Casa
Restaurante
Trabajo
Calle
Otra
(82%)
la relación que existe entre comer
arroz y ser un departamento pro-
ductor de arroz.
Los ibaguereños comen en casa
entre semana y casi siempre los fi-
nes de semana. Este aspecto es im-
portante porque asocia las rutinas
de descanso del mediodía, la posi-
bilidad de tener dos horas para ir
a la casa, estar en familia, almorzar
y hacer la siesta, antes de regresar
al trabajo. Esto es común en la ciu-
dad, pero no sucede en todos los
casos, hay ibaguereños que, aunque
almuerzan comida casera en restau-
rantes, no van a sus casas. No obs-
tante, algunos de ellos pueden hacer
siesta en sus lugares de trabajo.
La siesta es muy importante en
Ibagué, es una de las rutinas que ma-
yor se destaca, es difícil escapar de
ella. Las excusas son muchas: es bue-
na para la salud, debe ser corta y no
tan larga, es la hora, es el almuerzo,
es el calor, es una necesidad bioló-
gica, mejora la productividad en el
trabajo, etc. Para los ibaguereños,
esta rutina es la que mejor expresa
el cuidado de su cuerpo, ya que, en
general, las terapias alternativas no
son muy frecuentadas.
Hace un tiempo, Ibagué era una
ciudad muerta a mediodía, esto ha
cambiado poco a poco, pero muchas
Día del tamal
tiendas cierran a estas horas, porque
el almuerzo en casa y la siesta son
sagrados. Quizás esto puede derivar
en que los mismos ibaguereños con-
sideren que la ciudad es alegre y que
los habitantes también lo son. Se po-
dría también afirmar que existe un
tiempo libre en el día que se invierte
en hacer la siesta.
Hay otros escenarios y rutinas
de la ciudad que se han convertido
en emblemas y que tienen que ver
con las rutinas de alimentación. Por
supuesto que los ibaguereños no
comemos lechona y tamal todos los
días, pero sí se disfrutan de vez en
cuando y atraen a muchos turistas.
A los ibaguereños les gusta el tamal
y la lechona en un 50 % y son po-
cos a los que no les gusta. Al 16 %
no le gusta nada la lechona y 14 % no
le gusta nada el tamal.
Los ciudadanos 161
 Día del Tamal en los bajos del Parque Centenario
Al igual que las panaderías, no
sabemos cuántas lechonerías y ta-
malerías hay en la ciudad. Cada
barrio tiene sus puntos de ventas
formales e informales, lo mismo que
las plazas de mercado en las que se
pueden encontrar esos productos.
En los barrios, las señoras sacan a
la puerta de la casa una olla gigante
que nos anuncia que allí hay tamales
para la venta.
Pero también hay una ocasión
especial para el tamal, el 24 de junio,
en medio de las fiestas del folclor de
la ciudad, se celebra el Día del Ta-
mal. Solamente para esa ocasión, di-
ferentes personas de los municipios
Ventas en el tradicional Parque del barrio Belén
162 Ibagué imaginada
del Tolima y de la ciudad de Ibagué
se preparan para ofrecer sus tamales
a los habitantes y turistas. Ese día se
desayuna, almuerza y se come tamal.
Desde las cinco de la mañana
hasta las siete la noche en el Parque
Centenario se ubica un escenario
con música y las carpas que alojan
las cocineras, vendedores y empre-
sarios.
Algunos de ellos, que vienen de
otros municipios, llegan a la ciudad
en días previos para la preparación
de los tamales, que son alrededor de
400 tamales listos para la venta, “¡y
no queda ni uno!”, expresan las coci-
neras. En esta celebración se venden
más de 20 000 tamales, algunos con
o sin picante, dependiendo de los
gustos de los comensales.
Por otra parte, ninguno de los
ciudadanos entrevistados aludió al
dulce, a los postres que se comen o
venden en Ibagué. Alguna idea surge
de las épocas de diciembre de las ce-
lebraciones familiares que se acom-
pañan de un dulce casero en almíbar
con breva, papayuela, limón, almo-
jábana y más. ¿Cuáles son los imagi-
narios del dulce de los ibaguereños?
Ibagué es alegre y musical
La alegría y musicalidad de la ciu-
dad son percepciones que se repiten
entre los ciudadanos, pero también
están presentes en textos sobre la
historia y personajes de la ciudad.
La alegría tiene que ver con el espí-
ritu tolimense, la música y el hecho
de ser una ciudad de tierra caliente.
Al espíritu tolimense, dicen unos,
lo caracteriza la “solidaridad, inge-
nio, generosidad, espíritu de trabajo
Gráfica 12
¿Cómo percibe a Ibagué?
0,50
0,38 36%
0,25
16%
13%
0,13
0,00
Alegre
Otra
Cansada
comprometido, la esperanza y la fe
en las potencialidades humanas”
(Meñaca de Sabogal, 2015, p.107).
Otros, por su parte, consideran que
el espíritu tolimense está en la mú-
sica.
Como narran las crónicas de la época,
era un poblado en crecimiento en donde
todos se conocían con todos y en el que
escaseaban la mayoría de las cosas, menos
el sentido de pertenencia, la tranquilidad
y la música, según la apreciación del
Conde de Gabriac, al calificar la ciudad
como Ciudad Musical (Álvarez Didyme-
dome, 2015, p.57).
Este espíritu se manifiesta actual-
mente en el folclor de mitad de año.
13%
12%
8%
3%
Vital
Peligrosa
Segura
Triste
Los ciudadanos 163

Calle 42 Convenciones
Zona de mirolindo
Calle 60 y zonas comerciales
Carrera Tercera, plazoletas y parques zona centro
Carrera Quinta
Cañon del Combeima
Las interacciones con el otro
también son significativas, en una
ciudad en la que se desdibuja el lími-
te entre el espacio privado y públi-
co: las puertas de las casas abiertas,
las cortinas o persianas abiertas, las
sillas en el frente de los hogares; o
también los barrios en los que los ve-
cinos se apropian del espacio público
y cada noche ponen a la venta em-
panadas, arepas, chorizos, mazorca,
entre otros. Los vecinos se conocen,
se saludan, se veincluso desde sus
ventanas, se reconocen desde la in-
timidad de los hogares.
Actividades lúdicas de fin de semana en el Parque Manuel Murillo Toro
164 Ibagué imaginada
Croquis de la alegría
Una ciudad en la que es común
el encuentro con los conocidos,
en el restaurante, en el centro, por las
calles, en el centro comercial, cada
fin de semana se encuentran caras
familiares; sabemos quiénes son y
si no se sabe, se pregunta o se ave-
rigua. Así, el 36 % de los ciudadanos
considera que la ciudad es alegre,
frente a las otras cinco opciones pre-
determinadas del cuestionario: vital,
cansada, peligrosa, segura y triste;
esta última solo obtuvo el 3 %. Sin
embargo, también surgieron de ma-
nera espontánea otros adjetivos para
la ciudad. Estos fueron en su orden
de aparición: acogedora, apática, en
crecimiento y desordenada.
La unión de Ibagué alegre y mu-
sical, acogedora y apática, en creci-
miento y desordenada, dibujan un
croquis de percepciones que han ido
apareciendo en respuestas sobre el
 Jóvenes en el Skate Plaza de Ibagué
futuro de Ibagué y aquello que más y
menos nos gusta de nuestra ciudad.
Croquis de la alegría
¿Cuáles son esos escenarios en los
que los ciudadanos perciben la
alegría de la ciudad? La primera
relación, básica e inmediata, de los
ciudadanos, son las discotecas y ba-
res que se agrupan en algunas zonas
de rumba. Hay dos escenarios prin-
cipales en la ciudad que aparecen en
las percepciones de los ciudadanos,
la calle 42 con una connotación más
negativa relacionada con la insegu-
ridad, el vicio y el desorden, y Miro-
lindo con una connotación positiva.
La salida a rumbear los fines de se-
mana, el regreso en la madrugada, la
música, el alcohol, los amigos; en sí,
la fiesta es la que se asocia, principal-
mente, con la alegría en la ciudad.
Son alegres los centros comer-
ciales y las calles que están cerca de
estos. Se asocian con diversión, fa-
milia y compras. En Ibagué, como
ya lo hemos anotado, tres centros
comerciales están ubicados a lo largo
de la misma calle, la calle 60; esta se
ha convertido en una vía muy tran-
sitada los fines de semana, las calles
se han llenado de vendedores am-
bulantes, carros de perros calientes,
pizzas y todo tipo de comidas rápi-
das, que intentan imitar el ambiente
que se vive también en el centro de la
ciudad por la carrera 3.ª
Esta carrera 3.ª es un emble-
ma de la ciudad de Ibagué, por su
comercio, por la cantidad de gente
que la transita diariamente y por los
músicos callejeros que hacen pre-
sencia a lo largo de esta, mostran-
do diferentes talentos en todo tipo
de géneros musicales. La carrera 5.ª
también emblemática de la ciudad,
está asociada con la alegría. Por esta
importante vía pasó, hasta el año
2016, el desfile del Festival Folclóri-
co Nacional. A esta vía se le asocia
Los ciudadanos 165
 con ocobos y con fiestas. Esta per-
cepción está vigente, así haya sido
decisión de la Alcaldía Municipal
trasladar el desfile para que pase por
la avenida Ferrocarril.
Las plazoletas y parques son es-
cenarios de alegría por el folclor, por
Ibagué Ciudad Rock y por los oco-
bos, esto se proyecta en sitios como
el Parque Centenario y la Concha
Acústica. El Parque Manuel Murillo
Toro y la Plaza de Bolívar son esce-
narios de alegría porque reúnen a
la familia, a los niños, la diversión y
el paseo de domingo. Se encuentra
el paseo en minichiva, en llama, los
globos, los churros, las palomas para
darles maíz y correr detrás de ellas, el
pícnic en el pasto o las personas que
Gráfica 13
¿Cómo identifica el carácter de los ciudadanos?
(16%)
(24%)
(3%)
166 Ibagué imaginada
toman la siesta ahí mismo, el lustra-
dor, el deportista y los fotógrafos.
Otro escenario de alegría es el
Skate Plaza, sitio que ha acogido a
gran cantidad de jóvenes que dis-
frutan y practican con sus patinetas
en un lugar especialmente diseña-
do para ellos. La alegría es también
tranquilidad, paisaje, naturaleza y
turismo, el escenario que reúne todo
esto es el cañón del Combeima.
El ibaguereño es alegre
Si la ciudad es alegre, la percepción
de sus ciudadanos es que somos
también alegres. Las asociaciones
principales son el florecer de los oco-
bos, el clima y las fiestas. La alegría
es un sentimiento grato y vivo que
Sereno
(24%) Alegre
Melancólico
Agresivo
Otro
(33%)
 Calle 60 con carrera Quinta: vista de la Panamericana y el Centro Comercial Multicentro
está relacionado con el tiempo que
pasamos con nuestra familia y ami-
gos; la ciudad se nos ofrece como un
sitio para recorrer en calma.
Otras respuestas posibles al ca-
rácter del ciudadano fueron: sereno,
agresivo, melancólico. Los jóvenes,
hombres y mujeres, de 13 a 25 años,
son los que más consideran que los
ibaguereños somos serenos y ale-
gres; mientras que la agresividad la
perciben más los estratos 1 y 2.
Las respuestas que no encajaron
en las posibilidades del cuestionario,
sino que permitieron a las personas
proponer otras ideas, nos acercan
un poco a los problemas de la ciu-
dad, centrados en la cultura ciuda-
dana y en que esta no se posibilita,
precisamente, porque existe en el
imaginario que somos apáticos, en-
vidiosos, perezosos y mal educados.
Esta idea de la pereza ha marcado el
imaginario que se tiene en el país de
los habitantes de los departamentos
del Huila y Tolima. Esta respuesta se
relaciona directamente en la forma
en la que los ibaguereños creemos
que somos percibidos por otros; por
encima de la alegría y la amabilidad,
está la pereza.
Marcas ciudadanas
De las relaciones entre la ciudad y
sus estructuras, de lo urbano y las
formas de vida, aparecen las marcas
ciudadanas. Una de las principales
apreciaciones de los habitantes de la
ciudad sobre esta, es que ha crecido
mucho, que Ibagué ya no es la de an-
tes, lo urbano se ha ido apoderando
Los ciudadanos 167
 de las costumbres de una sociedad
en transformación.
Las dinámicas de los centros
comerciales, el impacto que generó
su construcción en la ciudad, los
nuevos restaurantes y los grandes
torreones, que han transformado
barrios tan tradicionales como La
Pola y Belén, han cambiado las for-
mas de habitar la ciudad. Por esas
mismas calles de La Pola, un barrio
residencial, corrían niños, monta-
ban bicicleta, jugaban en las aceras;
hoy encontramos un sector de desa-
rrollo gastronómico más sofisticado.
Un centro que se reapropia con otros
fines.
Otros cambios los han generado
los colectivos de jóvenes, algunos de
estos de notable presencia en la ciu-
dad: los jóvenes skaters, los jóvenes
grafiteros, los colectivos de hip hop
y break dance, ambientalistas y de-
fensores de los animales. Son mu-
Artistas en acción por la avenida Guabinal
168 Ibagué imaginada
chos los ejemplos que relacionan a
los jóvenes con formas y estilos de
vida en lo urbano; además, de la im-
portancia del uso de tecnologías y
apropiación de contenidos multime-
dia en todo tipo de dispositivos. Esto
representa un contraste fuerte entre
ese escenario de la Plaza de Bolívar
que describíamos cercana a las cos-
tumbres de un pueblo colombiano, a
eventos como Ibagué Ciudad Rock,
que reúne a jóvenes insertos en di-
námicas más globales.
Una visión dividida acerca de los
jóvenes
Cuando nos preguntan acerca de
nuestros jóvenes, vemos en ellos la
esperanza de esa ciudad próspera
con la cual visionamos a Ibagué. En
ese sentido, consideramos que en sus
manos está el labrar un desarrollo de
índole urbanístico, industrial y mu-
sical; puesto que existe el imaginario
que asocia a los jóvenes con una
etapa de formación en instituciones
educativas, la cual traerá como pro-
ducto más inversión de conocimien-
to en la ciudad en el mediano y largo
plazo; es así como esperamos que su
transición de la academia a la vida
laboral sea la oportunidad para que
ellos hagan realidad nuestros más
sentidos anhelos.
En esa misma línea, destacamos
que los ibaguereños somos percibi-
dos como personas alegres y ama-
bles, por supuesto eso nos llena de
orgullo, ya que la imagen de nuestra
ciudad y nuestra gente está adorna-
da por festivales y música; así como
un sentido de afecto hacia el próji-
mo, el cual manifestamos a través de
un cálido saludo en la calle, un deseo
de compartir con nuestros amigos y
una disposición de ayudar a quien
lo necesita, incluso sin solicitar di-
rectamente nuestra ayuda. De esa
misma forma, reconocemos el ca-
risma de los jóvenes, por cuanto los
caracteriza una inagotable energía
para disfrutar diferentes escenarios
de esparcimiento y recreación, tales
como centros comerciales, discote-
cas, parques y plazas públicas.
De igual manera, los representa
una ideología particular, razón por
la cual han emprendido la tarea de
perseguir su libertad. Lo anterior, les
ha permitido expresarse a través de
múltiples formas artísticas; de hecho,
en un alto porcentaje los ciudada-
nos manifestaron como significati-
va la transformación de los jóvenes
sobre el uso del espacio público, los
eventos y la música de la ciudad. De
allí han surgido colectivos que pro-
penden por defender la vida y los
derechos de todos los que cohabita-
mos el planeta, así como visibilizar a
quienes aún la sociedad no reconoce
o margina por estigmatizaciones que
han trascendido en la historia.
Lo anterior se ejemplifica con
eventos como la Marcha Carnaval.
En ella se reúnen, en su mayoría,
jóvenes para mostrar por medio de
expresiones artísticas su intención
de proteger los preciados recur-
sos naturales, rechazando así todo
proyecto que atente contra ellos.
Adicionalmente, los jóvenes han
Los ciudadanos 169
 Escaleras al Parque Centenario
permitido que Ibagué abra espacio
a otros géneros musicales diferentes
a la música colombiana, por ende,
han reunido artistas jóvenes en
eventos internacionales como Iba-
gué Ciudad Rock, así como han
llegado a la ciudad musical de Co-
lombia los géneros del punk y el pop.
Así mismo, los ciudadanos iden-
tifican a colectivos formados por jó-
venes que le apuestan a dignificar la
vida de los seres humanos. Tal es el
caso de Aguapaneleros, una agrupa-
ción de personas que se sienta junto
a los habitantes en situación de ca-
lle, no solo para brindarles comida y
170 Ibagué imaginada
abrigo, sino para contarle a la ciudad
que son seres humanos, con menos
suerte que el ciudadano común y
que, a pesar de su condición, no de-
berían asociarse con delincuencia.
De igual manera, se reconoce a la
Eskina del Barrio como un grupo
que pretende desdibujar esa ciudad
del peligro y la tristeza que encierra
a los barrios del sur de la ciudad, al
trazar con ellos un proyecto de vida
a través de la música, el baile y la pin-
tura (break dance, hip hop, grafiti).
En ese sentido, es como desean con-
tarle a la ciudad que su comunidad
no es violencia y peligrosa, sino que
 Murales del puente del Éxito
está conformada por personas que
se atreven a soñar un futuro diferen-
te e integrador.
Estas nuevas expresiones tam-
bién son consecuencia de la tecnolo-
gía y el fácil acceso a la información.
Si bien vemos a los jóvenes como
personas dependientes de la tecno-
logía, este es un aspecto que ellos no
desconocen; de hecho, ellos mismos
consideran que el internet y las te-
lecomunicaciones son los inventos
más destacados en el último siglo.
Esto, por supuesto, les ha facilitado
tareas de la vida diaria, así como les
ha permitido acceder a una colec-
ción mayor de información, ya que
con solo hacer un clic o tocar la pan-
talla de sus móviles tienen el mundo
en sus manos; un mundo del cual
han reconocido que va mucho más
allá de las fronteras geográficas de
Ibagué y de las concepciones tradi-
cionales que se asumen han pasado
de generación en generación.
Otra cara de nuestra percepción
ante la juventud aparece relacionada
con un imaginario global negativo
sobre ellos. Como consecuencia, la
primera visión se nubla al creer que
su camino está desorientado y sig-
nificativamente permeado por una
vida de excesos y desinterés por los
valores y principios tradicionalmen-
te definidos. De hecho, la raíz recae
sobre la falta de un proyecto de vida
que los enfoque hacia unas metas
personales trazadas para diferentes
horizontes de tiempo; como resul-
tado, se disipa la atención sobre un
futuro, su camino queda a la deriva,
se encuentran en un limbo en el cual
no han decido ni qué están haciendo
ni qué van a hacer; por ende, al no
Jóvenes ensayando en la Concha Acústica
Los ciudadanos 171
 tener metas claras, no existe moti-
vación alguna para realizar acciones
que los lleven a un objetivo.
Es así como viven un día a día
que no deja más que el sin sabor de
no realizar acciones que perduren
o que permitan construir algo más
grande. Los ciudadanos consideran
que los jóvenes caen en vicios y en
la mundanidad; de allí que existe el
imaginario del alto consumo de sus-
tancias psicoactivas, bebidas alco-
hólicas y violencia entre ellos. Estos
hechos son encabezados de noticias,
en las que el carácter alegre de los
jóvenes se desmorona y se presume
la incidencia de ellos sobre actos de-
lictivos tales como tráfico de drogas,
posesión ilegal de armas, hurtos y
homicidios.
En consecuencia, nos levanta-
mos con noticias que entristecen y
enfurecen a la ciudadanía en gene-
ral, debido a que se pierde la vida de
jóvenes a manos de pandillas, acci-
Conversación en la carrera Tercera
172 Ibagué imaginada
dentes o conflictos personales. Sin
embargo, es incluso más doloroso
encontrarse con elevadas tasas de
suicidio, las cuales dejan ver que el
hecho de no tener un rumbo hace
que se pierda la motivación por vivir
y salir adelante. Estos hechos tam-
bién se enlazan con una desconexión
de los jóvenes con el entorno que los
rodea; si bien el internet les abre un
sinfín de oportunidades, también es
el mecanismo que han utilizado para
aislarse y sumergirse en una realidad
virtual utópica, que genera desdicha
cuando ellos aterrizan en sus proble-
mas reales y no les ven solución. La
mayoría de los jóvenes (57 %) mani-
fiesta no ser miembro activo de una
religión, razón por la cual no temen
las consecuencias del más allá, ni
encuentran una posible tranquilidad
en un ser superior.
Creer que los jóvenes son la
esperanza también es una presión
social, quizá inconsciente y no in-
tencionada. Sin embargo, el hecho
de poner el futuro en sus manos
significa que existe la expectativa
de que ellos cumplan su responsa-
bilidad, aun cuando esto se aleje de
sus propios anhelos, y es allí que se
percibe un compromiso no toma-
do voluntariamente, sino adquirido
de manera innata. Es así como se
sienten víctimas de un sistema que,
si bien pone sobre ellos la respon-
sabilidad del futuro, no es capaz de
comprender sus nuevas configura-
ciones de la realidad.
Al hablar de nuevas configura-
ciones, se hace referencia a prácticas
urbanas que antes no se conocían.
Un ejemplo particular es la decisión
del futuro profesional de una per-
sona, aún hay familias que influyen
sobre la elección profesional del re-
cién egresado del bachillerato. Para
los jóvenes estudiantes del Conser-
vatorio del Tolima pesan mucho los
imaginarios que creen existen sobre
ellos:
Se mostró que la Ibagué imaginada
por estos jóvenes es una en donde
ser músico es un reto y el que decide
serlo es porque en realidad le apasiona
y está dispuesto a luchar contra las
opiniones de otras personas, incluso,
de sus propios familiares que ven esta
profesión como un hobbie y a quienes la
estudian como unos vagos, drogadictos
y sin futuro laboral. (Torres, 2017, p.111
Más allá de los adjetivos con
connotación positiva o negativa
hacia los jóvenes, la tarea consiste
en aceptar que ellos han ocupado
nuevos espacios, ahora hacen parte
del paisaje de la ciudad musical al
compartir su talento y su arte en la
carrera 3.ª asumen nuevos desafíos,
se interesan por diferentes proyectos
y se expresan de otras maneras.
Los abuelos en Ibagué: entre
sabiduría, experiencia y olvido
La ciudad que tenemos la oportuni-
dad de apreciar hoy, es aquella que
nuestros abuelos construyeron blo-
que a bloque. Su sonrisa y, en general
su semblante, representa la tranqui-
lidad de haber cumplido su deber
con la sociedad; es por ello que las
historias que nos cuentan, aunque
parecieran de fantasía, hacen refe-
rencia a la realidad que ellos enfren-
taron para dejarnos el mundo en el
que cohabitamos y el crecimiento de
la ciudad que ellos mismos recuer-
dan. Por tal razón, son ellos quienes
de forma física y mental esbozan la
historia de la ciudad, en la medida
Conversación frente al Teatro Tolima
Los ciudadanos 173

en que son los testigos de los acon-
tecimientos de esta.
Los adultos mayores son perci-
bidos como personas pasivas, puesto
que se dedican a observar el cam-
ino que dejaron atrás. En algunos
casos, hacen uso de su buen retiro
debido a que, por suerte, alcanza-
ron su pensión y es ahora cuando
finalmente tienen tiempo para ellos
mismos y se dedican a apreciar el
paisaje mientras se toman un buen
café, a compartir una tarde con los
amigos, mientras juegan parqués e
incluso a alcahuetear las ocurrencias
de su descendencia.
Es así como vemos en ellos una
vida sin preocupaciones y los per-
cibimos como niños, no siguen el
afán y ajetreo del día a día, es poca
la responsabilidad que tienen a esas
alturas, no deben responder a un
horario estricto, salvo cuando tienen
programada una visita al médico. La
174 Ibagué imaginada
diferencia es que tal vez para algu-
nos de los abuelos su poder adqui-
sitivo es diferente al de su infancia,
ya que garantizaron un ingreso, no
tienen una renta fija que cumplir ni
deben alimentar a su familia, como
en otras épocas. Por tal razón, pode-
mos ver la sonrisa pícara e inocente
de ellos cuando entregan un secre-
to en las manos de sus nietos, nor-
malmente es un billete doblado en
cuatro partes para así consentirlos.
Sin embargo, esta asociación con los
niños también hace referencia a que
empiezan a requerir del apoyo de
personas más jóvenes para satisfacer
sus necesidades básicas, dado que su
condición de salud los limita.
Todo está en su memoria, su
experiencia les ha dado la sabiduría
que no se aprende en la academia;
ellos no necesitan de un teléfono
inteligente para recordar ciertos nú-
meros, ni una red social para acor-
darse del cumpleaños de la familia,
ni mucho menos recurren a inter-
net para recordar el acontecimien-
to más importante de la historia de
Ibagué, ya que ellos gestionaron o
fueron parte del cambio. De hecho,
es mínima la cantidad de adultos
mayores que cuentan con datos mó-
viles (10 %), toda vez que el uso de
teléfonos móviles se limita a recibir
llamadas y rara vez hacen uso del
internet; cuando lo hacen, requie-
ren la ayuda de sus hijos y nietos, ya
que han encontrado en él una he-
rramienta sorprendente para hablar
con quienes han migrado fuera de la
región.
Lo anterior, les da la facultad de
contarnos cómo Ibagué pasa de ser
una pequeña ciudad a una mucho
más grande que creció hacia abajo;
cómo se vivió el bipartidismo en el
país, en la época en que se salía a las
calles con el temor pero, sobre todo,
con el orgullo de lucir el rojo o el
azul; cómo debían tomar el tren en
la Estación Central de Ibagué; cómo
toda una comunidad entera mostró
su solidaridad y ayudó a las vícti-
mas de la tragedia de Armero, entre
otras.
Ahora, cuando se pasean por
las calles, nos damos cuenta que
su ciudad está dentro de los límites
geográficos del centro. Generalmen-
te, los vemos entre semana con sus
amigos y antiguos colegas caminan-
do sobre la Carrera 3.ª aunque es
más común verlos parados frente al
edificio de la Gobernación del Toli-
ma; también suben hasta la Alcaldía
y se sientan en las bancas de la Pla-
za de Bolívar a ver palomas, leer el
periódico o a hacerse embolar sus
Conversación en la Plaza de mercado
zapatos; es más, los podemos encon-
trar tomando una taza de café en el
tradicional Café Planadas, uno de
los pocos legendarios que quedan y
que hoy trata de hacer las veces del
Café Grano de Oro o el Café Madrid.
En esa misma dirección, si mi-
ramos a un costado de la Plaza de
Bolívar, reconocida como la perfec-
ta evocación de la ciudad antigua,
nos encontramos con la Catedral,
un lugar sagrado que actúa como la
máxima representación de la reli-
gión católica en Ibagué. Si bien para
los jóvenes la vida espiritual no se
fundamenta en una iglesia, el adul-
to mayor, como buen conservador
y tradicionalista, sigue encontrando
en ella gratitud, paz y tranquilidad;
así, los vemos en las iglesias cum-
pliendo sus deberes como hijos de
Dios.
Los ciudadanos 175
 Conversación frente a la Gobernación del Tolima, mientras se escucha a los músicos de la carrera Tercera
Si seguimos el recorrido hacia
abajo nos encontramos con las pla-
zas de mercado; definitivamente los
adultos mayores le dan otro aire a es-
tas. En lugar de percibirlas con des-
orden y asociarlas con la calle más
sucia o el olor más desagradable, ven
en ellas la oportunidad de conseguir
alimentos frescos y variados, en un
ambiente abierto y dinámico que no
se limita a unas frías y rígidas gón-
dolas, sino que hace que el mercado
sea una experiencia cálida. Además
de ello, es donde pueden encontrar
toda la gama de plantas medicinales
con las cuales realizan infusiones
para curar enfermedades, porque a
pesar de que no lo creamos, cuando
la medicina tradicional no era tan
reconocida y la ciencia no estaba
tan avanzada, sus antecesores lo
curaban todo de manera casera y
natural.
176 Ibagué imaginada
No solo ellos reconocen que las
calles que más transitan son las del
centro, es una realidad percibida
por la mayoría de los ciudadanos.
La razón por la cual frecuentan es-
tos espacios es quizá para mantener
la eterna juventud, ya sabemos que
recordar es vivir y son precisamente
estos lugares los que les recuerdan
los días pasados, no son solo lugares
cómodos para ellos, sino que son es-
pacios ambientados con recuerdos,
memorias, anécdotas, pedazos del
pasado que sobreviven aún el paso
del tiempo y les brindan la cercanía
con aquellos tiempos de juventud y
aventuras en la pequeña Ibagué que
giraba alrededor del centro.
Además de reconocer el espacio
físico de nuestros abuelos, creemos
y respetamos firmemente su sa-
biduría; de hecho, los jóvenes son
quienes más los reconocen como
verdaderos sabios. Lo más valioso
de esa sabiduría es su sano deseo de
compartirla, alejados totalmente del
egoísmo y mezquindad. Por el con-
trario, vemos en ellos la disposición
para contarnos más, para abrirnos
sus tiernas manos y pasarnos el le-
gado. Es aquí cuando nos encontra-
mos con el lado triste de la historia,
ya que las personas adultas han pa-
sado a un segundo plano, no son
apreciados y se desperdicia su sabi-
duría porque no se refleja el respe-
to que merecen. ¿Será entonces que
solo manifestamos nuestro respeto
a través de la palabra, pero no con
nuestras acciones?
En realidad, nuestros abuelos
son víctimas de una cultura de ol-
vido y poco reconocimiento de los
logros de los cuales disfrutamos ac-
tualmente, ya que dejamos a un lado
el hecho de que en algún momento
cada uno de ellos fue la fuerza que
hizo posible la Ibagué de hoy. En lu-
gar de ayudarlos, los abandonamos.
Esa docilidad que representan es un
punto neurálgico, si bien lo entre-
garon todo de sí para sacar adelante
su legado, en muchas ocasiones pa-
reciera que no se les retribuye y sus
condiciones de vida son deplorables.
Por lo anterior, su sonrisa se
borra ante la soledad; y aunque nos
duela ver ancianos indefensos cru-
zando solos una calle, reclamando
su pensión o sus medicinas, toman-
do un transporte público y así suce-
sivamente, pareciera que ese dolor se
queda en lo más profundo de nues-
tro ser porque no hacemos nada
ante ello. La situación económica
de muchos puede ser superior a la de
su infancia, como se ha mencionado
previamente; otros no gozan de este
beneficio y, por ende, deben andar a
la intemperie como vendedores am-
bulantes, otros no tienen un techo
asegurado y deben hacer diariamen-
te fila para asistir a un comedor co-
munitario o mendingar una noche
de alojamiento. Todas estas evoca-
ciones surgen de las palabras o fra-
ses que compartieron los habitantes,
ante la pregunta por las marcas que
han generado los ciudadanos de la
tercera edad en Ibagué.
Rutinas ciudadanas
Las rutinas de los ciudadanos de
Ibagué pasan por la relación entre
las temporalidades de la ciudad y
sus marcas. Ya lo hemos narrado,
la ciudad es una ciudad-centro, de
trayectos, en su mayoría, cortos,
de almuerzos en casa, cenas en res-
taurantes, rumba y siesta. Ibagué
también es la ciudad de los jóvenes y
Los ciudadanos 177
 los cambios que creemos han gene-
rado en la ciudad, su aporte en pro-
yectos de toda índole, pero también
esa marcada percepción negativa de
los jóvenes en el mundo y la preocu-
pación por los tiempos que vendrán.
Los adultos mayores o los abuelos
también marcan la vida de la ciudad;
su presencia en los lugares histó-
ricos, su caminar lento y su charla
animada. Pero también, están las
marcas de su abandono y soledad;
aunque esto no sucede en todos los
casos, muchos de estos abuelos son
todavía ejemplos de vida y represen-
tantes del crecimiento de la Ibagué
de hoy, empresarios que han dejado
Día de ciclovía por la carrera Quinta
178 Ibagué imaginada
huella con el legado que su gestión
ha hecho.
Las rutinas que destacamos y
que reúnen diferentes aspectos de
la Ibagué imaginada son las depor-
tivas, que son la mezcla entre una
iniciativa institucional, un mal re-
cuerdo de corrupción de los Juegos
Nacionales y un gusto arraigado en
las personas de la ciudad. De las ru-
tinas culturales se destacan las de
lectura, que más que un análisis, solo
presentamos un panorama de la que
podría ser una marca de ciudad. Las
rutinas tecnológicas, aquellas que
evidencian más los nuevos urbanis-
mos ciudadanos, están presentes en
todo el mundo; Ibagué no es ajena
a esta realidad de su uso y consumo.
Las rutinas del amor de pareja son
también una manera de percibir la
ciudad, lo importante de la relación
entre escenarios y estilos de vida en
pareja.
Rutinas deportivas
A medida que nos vamos dejando
permear por las megas tendencias
que supone el mundo globalizado,
hemos visto que es muy importan-
te el hecho de mantener un estilo
de vida saludable que implique una
alimentación balanceada y hábitos
deportivos. Todo esto con el ánimo
 Espacio biosaludable en el Parque El Mohán
de encajar en los prototipos de be-
lleza establecidos y mejorar nuestras
condiciones de salud. Por lo tanto,
cuando se le preguntó a los ciuda-
danos acerca de qué tan de acuer-
do están con que “el deporte debe
hacerse diariamente”, más de la mi-
tad, independientemente de que lo
practiquen, estuvo muy de acuerdo
con esta afirmación (55 %), cerca de
la tercera parte estuvo de acuerdo
(35 %), mientras que el resto (7 %)
se manifestó en desacuerdo y apro-
ximadamente el 4 %, muy en desa-
cuerdo.
Lo anterior, no solo trae consi-
go cambios en las configuraciones
mentales y comportamientos de los
ciudadanos, sino que también da
lugar a transformaciones de las ciu-
dades. En Ibagué, particularmente
en los últimos dos años, se han de-
sarrollado programas de promoción
del deporte por parte de la Adminis-
tración Municipal y existe un Ob-
servatorio del Deporte adscrito al
Instituto Municipal para la Recrea-
ción y el Deporte de Ibagué (imdri).
Este Instituto, en asociación con or-
ganizaciones sociales y deportivas,
promueve un programa de parques
biosaludables, la formación de niños
y jóvenes en varias disciplinas de-
portivas y organización de activida-
des deportivas como: el ciclo paseo
nocturno, la ciclo vía, cardio danza
de lunes a sábado y otras actividades
en el Parque Centenario.
Los ciudadanos 179

Parque biosaludable sobre la avenida Ambalá
Es así como percibimos que los
ciudadanos están tomando otros es-
pacios para salir de sus actividades
cotidianas y cumplir con sus rutinas
deportivas. Entre los escenarios de-
portivos de la ciudad se encuentra
el Parque Centenario, situado en el
casco histórico en el centro de la ciu-
dad. Los ciudadanos han reconocido
el Parque como escenario deportivo
y como una zona que ofrece contac-
to con la naturaleza. A pesar de que
algunas personas consideran inse-
guro este parque en algunas horas,
hay ciudadanos que inician su ruti-
na diaria a las cinco de la mañana al
caminar, trotar o hacer gimnasia en
los aparatos dispuestos para tal fin
Lectura y juego en el Parque
180 Ibagué imaginada
o en la clase de rumba-terapia que
ofrece el imdri de lunes a viernes.
Así mismo, un número significativo
de personas llegan después de sus
jornadas laborales a trotar y realizar
circuitos de entrenamiento, bien sea
solos o acompañados por su pareja,
amigos o mascotas.
De igual manera, se han es-
tablecido puntos de encuentro de
personas que se aglomeran para
emprender ciclopaseos hacia el ca-
ñón del Combeima o zonas rurales
de la ciudad, y ciclopaseos noctur-
nos. Por otra parte, podemos evi-
denciar que los parques centrales
de algunos barrios de la ciudad son
escenarios en los cuales el deporte
también toma lugar, esto en gran
parte por la iniciativa del Gobierno
Municipal de invertir en parques
biosaludables, acondicionados con
máquinas para realizar ejercicio.
En la ciudanía ibaguereña se
percibe la nostalgia por sus escena-
rios deportivos destruidos y el cre-
ciente interés por el deporte que se
manifiesta en los sueños de aquello
que le gustaría hacer en el tiempo
libre: deporte y caminatas (10 %).
A pesar de ello, el carácter alegre
de los ciudadanos permite que se
encuentren otros escenarios que,
aunque no reemplazan los que con
tristeza se recuerdan, sí ofrecen un
ambiente de esparcimiento. Además
de ello, se ve cómo esto ha afectado
el comercio, de allí que se ofrezcan
nuevas actividades de entrenamien-
to como el CrossFit1, que cada vez
toma una mayor participación en
las rutinas deportivas de los jóvenes
y adultos, así como tiendas de ropa
y complementos deportivos y dieté-
ticos.
Rutinas culturales: la lectura en
Ibagué
La lectura es uno de los hábitos
importantes que enriquece nues-
tra formación, Ibagué es una de las
ciudades que posee aún dicho há-
bito, puesto que, según la Encuesta
Nacional de Lectura 2017-dane,
Medellín, Bogotá, Tunja e Ibagué,
son en este orden, las cuatro ciuda-
des donde más se lee en Colombia.
El dato es el resultado de comparar
los promedios de libros leídos por
las personas mayores de cinco años,
en el último año, en zonas urbanas y
rurales de todo el país.
Por otro lado, el proyecto Iba-
gué Cómo Vamos indagó sobre la
participación de los encuestados en
actividades culturales durante 2017.
1
Ejercicio y entrenamiento intenso.
Lectura en la Plazoleta Darío Echandía
La pregunta específica fue esta: ¿En
cuáles de estas actividades culturales
participó en el último año? Como
opciones para escoger la respuesta
se presentaron 12 actividades, entre
ellas: cine, leer periódicos y revistas,
leer libros, ferias, festivales, concier-
tos y conferencias. El 33 % de los en-
cuestados escogió: leer libros. Esto
significa que en el año 2017 los iba-
guereños aumentaron su actividad
de leer libros, porque en la encues-
ta de 2016, la misma respuesta a la
misma pregunta fue escogida por el
23 % de los encuestados.
Para el caso de Ibagué imaginada,
el 25 % de los ciudadanos asignaron
calificaciones 1 o 2 a “la frecuencia
de uso de la lectura”. De la opción 3
en adelante la calificación fue cre-
ciendo: el 22 % asignó la calificación
de 3, el 24 % asignó la calificación de
4 y el 29 % calificó como “mucha”
Los ciudadanos 181
 la frecuencia de uso de la lectura.
En síntesis, el 53 % de las perso-
nas encuestadas en Ibagué con-
sideran que tienen un nivel alto
en cuanto a frecuencia de lectura.
En Ibagué contamos con dife-
rentes espacios para la lectura. Exis-
ten varias bibliotecas públicas, como
la Biblioteca Darío Echandía, del
Banco de la República, la Biblioteca
Soledad Rengifo de la Alcaldía de
Ibagué, la Biblioteca de la Academia
de Historia del Tolima, la Bibliote-
ca Danilo Botero, de Comfenalco
y la Biblioteca Virtual. La mayoría
de estas bibliotecas están articu-
ladas con una red de bibliotecas
Gráfica 14
¿Cómo se comunica con familiares o amigos?
0,45 41%
0,34
26%
0,23
0,11
0,00
Teléfono celular
WhatsApp
182 Ibagué imaginada
ubicadas en diferentes barrios de la
ciudad. Existen también las bibliote-
cas universitarias: Rafael Parga Cor-
tés de la Universidad del Tolima y la
Biblioteca de la Universidad Ibagué.
Las bibliotecas tratan de atraer a la
población a la lectura y estimular
la escritura, a través de diferentes
actividades. Una de ellas es el taller
de escritura creativa relata, que
realiza la Biblioteca Darío Echandía
con apoyo de la Biblioteca Luis Án-
gel Arango de Bogotá, al cual puede
asistir cualquier persona que tenga
interés de escribir.
La Biblioteca Soledad Ren-
gifo coordina un programa de la
18%
6% 5%
3% 1%
Personalmente
Teléfono fijo
Redes socilaes
Correo electrónico
Otros
Alcaldía, llamado “Pícnic literario”,
con las bibliotecas públicas de la ciu-
dad de Ibagué. En esta actividad los
ciudadanos tenemos la opción tener
los libros al alcance de la mano, ya
que se sacan a los parques y se ofre-
cen sobre manteles para ser ojeados
y leídos por niños y adultos; prácti-
ca que se ha implementado en otros
lugares, como en la Universidad de
Ibagué.
Rutinas tecnológicas
Los ibaguereños no somos ajenos
a la realidad que se vive en una so-
ciedad interconectada y altamente
dependiente de dispositivos elec-
trónicos que han llegado a facilitar,
complementar e incluso transformar
actividades laborales, académicas y
personales. Cuando a los ciudada-
nos se les pidió que mencionaran
el invento que consideran más im-
portante en los últimos cien años,
nombraron en su orden: el internet
(28 %); el celular (25 %); las tele-
comunicaciones y el computador
(10 %), respectivamente.
El celular es considerado el in-
vento más importante para los ma-
yores de 46 años, quienes pudieron
sentir el impacto de su llegada de
manera más viva y directa. Por su
parte, el internet es considerado el
cambio más importante para los
menores de 45 años, principalmente,
para los menores de 24 años. Lo an-
terior, corresponde a cifras que po-
nen de manifiesto cómo los avances
en la tecnología han logrado tomar
lugar en la vida cotidiana, no solo
para las generaciones que nacieron
con el chip incorporado de la tecno-
logía, sino para aquellas en las que
estos avances causaron una ruptura
en el modo de comprender la reali-
dad.
La razón de la elección del in-
ternet y el celular como los inventos
más importantes en el último siglo,
es su gran impacto global en las co-
municaciones, en la vida cotidiana,
en la economía, en los negocios, en
la industria, en la ciencia y en la po-
lítica. Incluso, el celular y el inter-
net han facilitado la emergencia de
urbanismos sin ciudad o un nuevo
urbanismo ciudadano, en el que las
personas, a partir de estar conec-
tadas, participan en la vida urbana
sin habitar en la ciudad, y de nuevas
formas de participación en la vida
social, como el caso de grupos de jó-
venes que se ponen de acuerdo por
WhatsApp para reunirse en diversos
lugares de la ciudad.
Las transformaciones que han
propiciado estos dos inventos son de
Los ciudadanos 183
 tal magnitud, que han contribuido
acelerada y masivamente al cambio
de mentalidades, han facilitado el
acceso desde casi cualquier lugar del
mundo, a las más diversas fuentes de
información, al arte, a bibliotecas, a
museos, a la música, etc. Por todo
esto, el internet y el celular son, hoy
día, artículos indispensables para la
gente de todas las edades, de todos
los lugares y de todos los niveles
sociales. Así mismo, dan paso a la
adopción y adaptación de configura-
ciones sociales que, a pesar de estar
geográficamente distantes, con un
solo clic están en nuestra ciudad.
El celular y el internet llegaron
a Colombia en 1994, es decir, hace
24 años, cuando apenas estaban
naciendo o aún no habían sido con-
cebidos los 111 ciudadanos entrevis-
tados para este proyecto de Ibagué
imaginada, menores de 24 años. En
cambio, los de mayor edad del se-
gundo rango, así como los del terce-
ro (mayores de 46) y el cuarto rango
(mayores de 66), se vieron abocados
de golpe al uso del internet y el ce-
lular. Son las personas de estos dos
últimos grupos de edad, quienes sin-
tieron de forma más vívida el impac-
to de la llegada de estos dos nuevos
habitantes del mundo cotidiano.
184 Ibagué imaginada
Esto deja ver que el internet y
el celular han llegado a nuestras vi-
das sin lugar a discriminaciones de
edad, género, estrato y nivel educa-
tivo; si bien se pueden utilizar para
fines distintos, el uso y acceso a los
mismos es masivo. Es que el móvil
es un instrumento muy versátil para
lograr los diferentes fines que se pro-
ponen sus usuarios: el 35 % lo usa
más como medio de comunicación,
el 33 % lo usa más como medio de
trabajo, el 14 % lo usa más como en-
tretenimiento y el 13 % lo usa más
para obtener información. Lo utili-
zan por igual hombres y mujeres de
todos los estratos sociales y muchos
aprovechan para revisarlo mientras
se transportan dentro o fuera de la
ciudad. Sin embargo, las personas
de ningún nivel educativo no usan
internet, usan únicamente el celular.
También hacen uso preferente del
celular los estudiantes de primaria y
los tecnólogos. Mientras que los es-
tudiantes de secundaria, los univer-
sitarios y los de nivel de posgrado,
usan más el internet.
El uso del celular ha desplaza-
do el contacto directo, el teléfono
fijo, el correo postal y hasta el correo
electrónico, como medios de comu-
nicación con familiares o amigos: El
41 % usa la llamada por celular para
comunicarse con ellos, el 26 % usa
el WhatsApp, mientras que solo el
18 % hablan personalmente.
Son estas rutinas tecnológicas
las que mejor expresan el uso del
tiempo libre de los ciudadanos en
Ibagué e, incluso, el gusto por la
lectura, en este caso, ya no de libros,
sino de todo tipo de textos en me-
dios digitales y pantallas. Las pan-
tallas desplazan el uso del televisor
y los hábitos de consumo. Para este
estudio se solicitó a las personas que
calificaran la frecuencia de uso de la
televisión y el 49 % de ellos le asignó
las máximas calificaciones (4 y 5), el
Gráfica 15
Cuando se pone una cita, de preferencia lo hace:
0,50
46%
0,38
0,25
14%
12%
0,13
0,00
Centro Comercial
Cafetería
Casa
23 % le asignó la calificación media;
mientras el 28 % le asignó las califi-
caciones más bajas (1 y 2).
Según las respuestas, los pro-
gramas de variedades son los que
tienen mayor frecuencia de uso,
seguidos en orden descendente
por las series, los programas cultu-
rales, los noticieros, la televisión in-
fantil, los documentales, los reality
shows y las telenovelas. Esto confir-
ma el uso incremental de platafor-
mas como Netflix, las cuales toman
una significativa parte de nuestro
tiempo libre, de los temas de conver-
sación en espacios de esparcimiento,
11%
5%
4% 3%
Parque
Bar
Iglesia
Otros
Los ciudadanos 185

Huellas de artistas de la ciudad
así como se han tomado anuncios
publicitarios de la ciudad.
Pero también, en la ciudad de
Ibagué se están viendo nuevos mo-
delos de negocio temporales que
permiten disfrutar de la gastrono-
mía local e internacional a través de
ferias y festivales; así mismo, somos
partícipes de los “martes y miérco-
les de cine”, días entre semana en
los cuales los cinemas de la ciudad
ofrecen a precios bajos la boletería
y confitería, los cuales han dejado
de ser material publicitario y se han
quedado en la mente de los ibague-
reños como parte de sus rutinas.
Geografía del amor de pareja
En un 46 %, los centros comerciales
son los lugares preferidos para una
186 Ibagué imaginada
cita, muy por encima de las cafe-
terías, los restaurantes, la casa y el
parque. Es también el sitio que más
se frecuenta con la pareja y uno de
los lugares mejor calificados con un
69 %, frente a un 7 %, de quienes
afirmaron no llamarles la atención
estos escenarios.
Los escenarios de la vida en pa-
reja en la ciudad de Ibagué son los
centros comerciales, el centro de la
ciudad, los sitios para comer, el ca-
ñón del Combeima, los bares y dis-
cotecas, la casa y los moteles. Todos
estos lugares nos ofrecen un croquis
de ciudad que se disfruta en pareja.
Es importante resaltar que seguimos
hablando desde los dos lugares pre-
dilectos: el centro y los centros co-
merciales.
Las rutinas de estas parejas en
dichos lugares nos dan cuenta de
los modos de vida de algunos ciu-
dadanos. Entonces, establecemos
relaciones entre los lugares en los
que los ciudadanos actúan o se pre-
sentan y las acciones que realizan en
esos lugares que los caracterizan. De
esta manera, del centro comercial
les gusta más el plan de ir a cine y
ver, preferiblemente, películas de ac-
ción, seguidas de comedia y drama.
Estos géneros representan la oferta
principal que se puede encontrar
en los centros comerciales, dife-
rente a quienes optaron por el cine
independiente, que se encuentra en
cine clubes o en las universidades de
la ciudad.
El centro de la ciudad es un lu-
gar predilecto para pasear y disfrutar
de la oferta gastronómica que aho-
ra se encuentra hacia el barrio La
Pola, una cantidad de restaurantes
que combinan arte o diseño, mar-
ca y oferta gastronómica artesanal.
Aparte de los restaurantes en los que
se prefiere la comida rápida, la oferta
internacional o criolla, las heladerías
o cafeterías, las parejas disfrutan
del Parque de la Música, del Parque
Manuel Murillo Toro, de la Plaza de
Bolívar, el Teatro Tolima, la Concha
Acústica, la carrera 3.ª y la Catedral.
Pero cuando se trata de salir a bailar
a discotecas de la ciudad, las parejas
prefieren las bebidas alcohólicas. En
otros lugares prefieren escuchar o
bailar baladas y rock, también con
bebidas alcohólicas.
El cañón del Combeima tam-
bién es un lugar para ir en pareja
para disfrutar del descanso y el aire
fresco. Pero cuando las parejas se
quedan en casa, su cotidianidad
se relaciona con ir al supermercado,
las plazas de mercado, las iglesias o
los centros de salud; hacer ejercicios
juntos o hablar. Hay quienes, en me-
dio de las risas, afirmaron frecuen-
tar los moteles, sobre todo jóvenes y
adultos de 13 a 45 años y, en su ma-
yoría, hombres.
Pero este croquis del amor de
pareja no puede estar completo si
no aparecen en él quienes afirma-
ron no tener pareja. Hay quienes
quedaron viudos o son sacerdotes,
pero los demás, decían, esta vez con
un gesto de decepción o aburrimien-
to, que simplemente no podían con-
testar la pregunta porque no tenían
pareja. De los ibaguereños entrevis-
tados, estos representan el 18 %, un
porcentaje de ciudadanos que dejan
de lado en sus rutinas algunos de es-
tos escenarios o que, simplemente,
recorren la ciudad de maneras dife-
rentes, a la luz de otros encuentros;
pero también que se imaginan con
tristeza por estar solos.
Los ciudadanos 187
 El “Ballet azul” en el Plaza Simón Bolívar

188 Ibagué imaginada

Otredades
 III. Otredades
A los ibaguereños les gusta imagi-
nar diferentes cambios en su ciudad,
soñar con tener cualidades que se
perciben como propias de otros lu-
gares del país o del mundo. Sobre
esta idea reposan los imaginarios de
las ciudades que consideran cerca-
nas o similares a Ibagué, lo mismo
que aquellas que consideran leja-
nas o que no se parecen en nada.
Sin embargo, algunos ibaguereños
pensaban que la mejor asociación
dependía de lo ya conocido y nom-
braban ciudades que había visitado;
otros, que solo tenían referencias
mediáticas de ciudades del mundo,
planteaban sus asociaciones desde
estas perspectivas.
Las otredades también nos con-
ducen a una percepción de lo que
Vista aérea de la Plaza de Bolívar
192 Ibagué imaginada
somos como país y el reconocimien-
to que se le otorga a diferentes luga-
res, unos totalmente desconocidos y,
otros, llenos de referencias históri-
cas, políticas o mediáticas. Medellín
se asoma en esta condición de ciu-
dad anhelada, como ejemplo de cali-
dad de vida y, sobre todo, de aquello
que más nos falta como ciudad: cul-
tura ciudadana.
La relación entre ciudad, ciuda-
danos y otredades se establece a par-
tir de las percepciones que tenemos,
no solo de las cualidades, calificacio-
nes y escenarios de otras ciudades,
sino de los ciudadanos que las ha-
bitan, sus rutinas y temporalidades,
¿quiénes son esos otros ciudadanos
del país o del mundo?, ¿cómo los
percibo y creo que ellos que me per-
ciben a mí? Decimos que Manizales
es una ciudad de ferias, montañas,
belleza y academia; a Pereira la iden-
tificamos con mujeres, desarrollo,
comercio y prostitución; mientras
que Armenia es café, tranquilidad,
turismo y emprendimiento. Cali es
salsa, inseguridad, feria y desarrollo;
mientras que Bogotá se identifica
con frío, congestión, es cosmopolita
y cultural; y Neiva es calor, folclor,
fiestas y turismo.
Desde las otredades se identifi-
can relaciones entre el carácter de los
ibaguereños y la forma cómo imagi-
namos que otros nos imaginan. So-
bre este aspecto es importante resal-
tar que, para algunos habitantes, era
difícil pensar cómo nos imaginaban
en otros lugares, porque no consi-
deraban relevante que existiera ese
imaginario en otros ciudadanos del
país sobre nosotros. ¿Será que las
ciudades que pensamos cercanas
nos consideran también a nosotros
como cercanos? Tal vez esto se deba
a que parte del departamento del To-
lima es más Eje Cafetero, otra parte
es más Cundinamarca y, la otra par-
te, es más Huila.
También encontramos otreda-
des en los mismos habitantes, de
ciudadanos a ciudadanos de Iba-
gué. Una referencia importante de
escenarios como otredades la ex-
Venta de bizcochos en la plaza
presamos cuando nos referíamos al
barrio El Salado. Entre ciudadanos
hallamos formas de actuar en Iba-
gué que se consideran diferentes o
que marcan el estilo de vida de otros.
Las referencias aluden a indígenas,
tribus urbanas, habitantes en situa-
ción de calle, habitantes de ciertos
barrios, comunidad lgtbi, personas
desplazadas, grupos religiosos, los
mismos jóvenes, los delincuentes
y la clase alta. Estas y otras asocia-
ciones nos invitan a pensar en algo
que ya habíamos aludido y es la pre-
sencia y reconocimiento de otras
ciudadanías que participan ahora en
las ciudades y otras a las que se les
reconoce su poder o influencia en
diferentes aspectos de la sociedad.
Ciudades y ciudadanos cercanos y
lejanos
Cuando se trató de enumerar tres
ciudades de Colombia o Latinoa-
mérica que consideramos afines
Otredades 193
 Paso peatonal musical en la carrera Segunda con calle 10
con Ibagué, el 43 % dijo que Neiva,
la ciudad hermana de Ibagué, cuan-
do ambas hacían parte del Tolima
Grande, y con la cual se reconocen
afinidades en la música, en las co-
midas y en otros varios aspectos de
la cultura. La segunda ciudad men-
cionada fue Armenia, por el 34 %
y Pereira, por el 23 %. También se
mencionaron como afines, aunque
con bajas frecuencias, más de 100
ciudades o lugares de Colombia y
Latinoamérica.
Los jóvenes músicos del Conser-
vatorio del Tolima pensaron en ciu-
dades cercanas que perciben como
musicales: “Bogotá con un 25 %, Me-
dellín con un 23 % e Ibagué con un
17 %” (Torres, 2017, p.87), están entre
las ciudades colombianas, mientras
que Viena, Berlín y París son para
194 Ibagué imaginada
ellos las tres ciudades musicales del
mundo. Por su parte, los niños músi-
cos de la Fundación Sinfonía Casa de
Arte del barrio Ciudad Luz pensaron
las otredades cercanas a partir de los
gustos musicales del país que recono-
cen, de manera muy limitada, debido
a sus edades entre los 6 a los 12 años.
El 20 % se refirió al género urbano o
reggaetón y otro 20 % al género pop. Gran
parte de estas respuestas surgen a partir
de lo que perciben en su cotidianidad,
la música que escuchan en el barrio y
en muchos establecimientos que visitan.
(Navarrete, 2017, p.40)
De esta manera, marcaron su
preferencia con la ciudad de Ibagué,
a través del bunde tolimense como
símbolo de la ciudad.
 Murales en el Parque Andrés López de Galarza
Canta el alma de mi raza
en el bunde de Castilla,
y este canto es sol que abrasa.
Nacer, vivir, morir
amando el Magdalena,
la pena se hace buena
y alegre el existir.
Baila, baila, baila, baila
sus bambucos mi Tolima,
y el aguardiente
es más valiente y leal.
Soy vaquero tolimense
y en el pecho llevo espumas,
va mi potro entre las brumas
con cocuyos en la frente,
y al sentir mi galopar,
galopa el amor del corazón.
Pues mi rejo va a enlazar
las dulzuras del amor
con la voz de tu cantar.
Bunde tolimense, Nicanor Velásquez
(letra), Alberto Castilla (composición).
Las tres ciudades de Colombia
o Latinoamérica que los ciudada-
nos consideraron no afines a Ibagué,
son: Bogotá, Medellín y Cali. Estas
fueron las ciudades más menciona-
das y las explicaciones del porqué
fueron coincidentes: su tamaño,
clima, economía, organización, im-
portancia en el contexto nacional,
pero también en que son ciudades
a las cuales algunos quisieran que
Ibagué se parezca. A las ciudades
mencionadas le siguen Barranquilla,
Buenos Aires y Cartagena, entre 98
ciudades y regiones de Colombia,
Latinoamérica y de otros continen-
tes, entre las cuales las más mencio-
nadas fueron colombianas.
Otredades 195
 Al pensar en cómo creemos que
somos percibidos por el resto de
Colombia o Latinoamérica, los habi-
tantes de Ibagué, un poco más de la
mitad, pensó en adjetivos con carga
positiva como: amables, alegres, mu-
sicales, trabajadores y acogedores.
La tercera parte, en cambio, encon-
tró respuestas que suenan negativas,
como perezosos y problemáticos;
mientras que un poco más de la sex-
ta parte pensó en opciones neutras
como pasivos, pueblerinos o desco-
nocidos. Llama la atención recordar
que se dice que los españoles califi-
caban a los indios que habitaban el
llano del Tolima como perezosos
y que con este apelativo se califica
Gráfica 16
¿Cómo cree que son percibidos por el resto de Colombia o Latinoamérica
los habitantes de Ibagué?
0,30 26%
0,22 20%
16%
0,15
0,07
0,00
Otra
Perezosos
Alegres
196 Ibagué imaginada
también a los habitantes de tierra ca-
liente o a los opitas como Celio, un
famoso personaje de la televisión.
Esto mismo sucede con algunos
a habitantes en situación de calle del
centro de Ibagué.
Al preguntar cómo eran percibidos por
los ibaguereños, las reacciones adquiridas
fueron totalmente diferentes, pues 24
de ellos respondieron con adjetivos
negativos como malas personas, ratas,
ladrones y sentimiento de asco o miedo.
Por otro lado, 16 personas dijeron que
eran buenas personas, “chimbas” o
simplemente bien. A pesar de que las
respuestas se resumen en un adjetivo, los
comentarios realizados por la mayoría
15%
6%
4% 4%
3% 3% 3%
Amables
Musicales
Trabajadores
NR
Desconocidos
Pasivos
Acogedores
 Expresiones de arte callejero en Ibagué
de esta población fue que “unos pagan
por otros”; es decir, que algunos tenían
malos comportamientos y por esta razón
las otras personas las percibían como
malas personas, pero que había otros
muy trabajadores que llevaban la vida
por el camino del bien, algo diferente a
las personas del común, pero siempre
con respeto y honradez. Es allí donde
encontramos que los habitantes de calle
perciben a los ibaguereños como alegres
y serenos, pero tienen el imaginario de
que a pesar de esto a ellos los ven como
malas personas. (Cristancho, Castro &
Castro, 2017, p.60)
Medellín la más anhelada
¿A cuál ciudad quisiera que se pa-
rezca Ibagué y por qué? A ninguna,
respondió el 8 % de las personas,
aunque consideran que “Ibagué
tiene cosas que se deben mejorar o
cambiar”. En cambio, para el 39 %
Medellín es la ciudad a la cual qui-
sieran que se parezca Ibagué y tienen
claro por qué: por su proyección so-
cial, por su desarrollo cultural, por
su calidad de vida, por su cultura
ciudadana, por su organización; es
decir, porque tiene todas las virtudes
que han dicho que le faltan a Ibagué
y carece de los defectos que esta ciu-
dad tiene.
La siguiente ciudad cuyo pare-
cido se anhela es Manizales por la
amabilidad, la planeación, la edu-
cación, la organización y la arqui-
tectura. La tercera es Bucaramanga
por el comercio, el compromiso de
la gente, la eficiencia, la organiza-
ción, el progreso y lo bonita. Otros
quisieran que Ibagué fuera parecida
a Armenia en su arquitectura, la lim-
pieza, el turismo, el clima, la cultura
y el desarrollo.
Pero qué bueno tener aquí la in-
dustria, las oportunidades laborales,
la oferta de lugares de esparcimien-
to y por qué no, el clima de Bogotá.
Y también que se parezca a Cali por
Otredades 197
lo descomplicada, con ambiente de-
portivo y musical, con buena gen-
te, con su calor, con su orden, con
su desarrollo y con muchos sitios a
donde ir.
A otros les gustaría que Ibagué
se pareciera a ciudades como Curi-
tiba, modelo de urbanismo verde y
sustentable; a Montevideo, consi-
derada como una ciudad culta; o a
Praga, por la conservación de sus
monumentos, la música, los parques
y la conservación del río Moldava; a
San Juan de Costa Rica por el turis-
mo natural, ambiental. Sin olvidar
que sería bueno también tener la be-
lleza de Cartagena, la brisa de Santa
Marta, y que Ibagué sea tan amada
por la gente de la ciudad, como San
Carlos de Bariloche en Argentina.
Lectura en el centro de la ciudad
También, los habitantes en situa-
ción de calle expresaron ciertos an-
helos hacia otras ciudades o lugares:
Tres de ellos nombraron a Nueva York
y a Francia, porque en algún momento
vieron por televisión la vida allí y les
gustaría ver a Ibagué de esta forma.
También hubo respuestas de ciudades
colombianas como Cali, Villavicencio,
Medellín y Manizales, ya que en previas
ocasiones habían tenido la oportunidad
de viajar o vivir allá y retomaron
algunos aspectos como el metro, mayor
facilidad de adquirir comida, víveres y
sustancias psicoactivas. Pero el 80 % de
esta población afirma que no quiere que
Ibagué se parezca a ninguna. Es por las
comodidades, oportunidades, el clima y
la forma de ser tratados por los demás
 Árbol de ocobo florecido

ciudadanos por las cuales los habitantes
de calle tienen como imaginario que
esta ciudad es muy buena como para
cambiarla por otra. (Cristancho, Castro
& Castro, 2017, p.60)
Otra pregunta que se les planteó
a los jóvenes músicos del Conserva-
torio del Tolima fue: ¿A qué ciudad
quisiera que se parezca Ibagué en el
ámbito musical?
identidad y que otras ciudades deberían
imitarla. (Torres, 2017, p.89)
Este último aspecto es esencial
para seguir pensando a Ibagué como
ciudad musical, desde la relación con
los imaginarios y los proyectos que
se realizan o se pueden desarrollar.

El 28 % de los encuestados eligieron a

Bogotá como ciudad modelo a seguir en
el ámbito musical, el 17 % a Medellín,
10 % quisiera que se parezca a Viena, 10 %
Berlín, 7 % a New York y 7 % a Rusia. El
7 % opina que Ibagué debería fortalecer su

Otredades 199
Ciudades imaginadas
 Invento más importante
60%
54%
50%
44% 45%

40% 38%
34%
32%
29% 30% 28%
30% 26% 26% 27% 28%
24%
22%
20% 19%
20%

10%

0%

Barcelona (computador) Bogotá (computador) Buenos Aires (computador)

Caracas (computador) La Paz (computador) Lima (computador)
Medellín (computador) México (computador) Montevideo(computador)
Panamá (computador) Pereira (computador) Porto Alegre (computador)
Quito (computador) Santiago (computador) Sevilla (internet)
Armenia (internet) Ibagué (internet)

Acontecimiento de la historia
60% 56%
50%
50%
40%
40%

30% 28%
25% 26%
20%
20% 17% 18%
13% 14% 13% 14%
10% 11%
10% 8%

0%
Bogotá (asesinato de Gaitán) Buenos Aires (inmigrantes) Caracas (terremoto)
La Paz (no sabe / no responde) Lima (fundación de Chosica Ciudad) Medellín (la construcción del metro)
México (independencia) Montevideo (regreso a la democracia) Panamá (traspaso canal)
Pereira (viaducto) Quito (golpe de Velazco Ibarra) Santiago (no sabe / no responde)
Sao Pablo (revolución de 1932) Sevilla (expo 92) Armenia (terremoto 1999)
Ibagué (no sabe / no responde)

202 Ibagué imaginada

 Clima de su ciudad
120%

100% 96%

75% 78%
80% 70% 70% 66%
74%
61% 62%
55% 55% 58%
60% 53% 51% 52% 54%
45%
40%

20%

0%

Buenos Aires (templado) Barcelona (templado) Bogotá (frío)

Caracas (templado) La Paz (frío) Lima (templado)
México (templado) Montevideo (templado) Panamá (cálido)
Quito (templado) Santiago (templado) Sevilla (cálido)
Pereira (templado) Medellín (templado) Porto Alegre (templado)
Armenia (templado) Ibagué (cálido)

¿Qué hace en su tiempo libre?

35% 33%

30%
26% 26%
25% 24%
20% 19%
20% 18% 18% 17%
15% 15% 16%
15% 12%
10% 11%
10% 8% 7%
5%
0%

Barcelona (caminar) Bogotá (leer) Buenos Aires (leer)

Caracas (leer) La Paz (ver tv) Lima (conversar)
Medellín (leer) México (leer) Montevideo (leer)
Panamá (viajar) Pereira (ver tv) Porto Alegre (estar con la familia)
Quito (leer) Santiago (leer) Sevilla (salir / pasear)
Armenia (leer) Ibagué (leer)

Ciudades imaginadas 203

 Calle olor desagradable
40% 38%
35% 35%
35%
30% 29%
26%
25%
20% 18% 18% 18% 19%
16% 16% 16% 15%
15% 14%
12% 11% 12%
10%
5%
0%
Buenos Aires (Riachuelo) Barcelona (Raval) Bogotá (el cartucho)
Caracas (río Guaire) La Paz (Buenos Aires) Lima (la Victoria)
México (la Merced) Montevideo (Migellete) Panamá (avenida Balboa)
Quito (Marín) Santiago (Zanjón de Aguada) Sao Pablo (marginal / carretera)
Sevilla (no sabe / no responde) Pereira (entre cra. 9 y 3 con calle 10 y 23) Medellín (río Medellín)
Armenia (el cam) Ibagué (plazas de mercado)

¿Comó perciben los habitantes su ciudad?

80%
71% 70%
70% 66%
60% 57%

50%
40%
31% 33%
30%
20% 18% 16%
14% 13%
10% 10% 9% 10%
10% 7% 9% 7%

0%
Barcelona (arrogantes) Bogotá (violentos) Buenos Aires (soberbios)
Caracas (despreocupados) La Paz (no sabe / no responde) Lima (alegres)
Medellín (amables) México (buenas personas) Montevideo (bien)
Panamá (alegres) Pereira (alegres) Porto alegre (alegres)
Quito (amables) Santiago (amables) Sevilla (alegres)
Armenia (alegre) Ibagué (alegre)

204 Ibagué imaginada

 Sitio 1 de la cuidad
70%
60% 58%
52%
50%
40%
40% 35%
31% 31%
30% 27% 28%
25% 23%
21% 20% 19% 22% 20%
20%
12% 13%
10%
0%

Barcelona (la Sagrada Familia) Bogotá (Monserrate) Buenos Aires (La Boca)
Caracas (Ávila) La Paz (San Francisco) Lima (centro de Lima mercado)
Medellín (pueblito paisa) México (Zócalo) Montevideo (Rambla)
Panamá (Canal de Panamá) Pereira (Bolívar) Porto Alegre (usina do GasÔmetro)
Quito (Plaza de Bolívar ) Santiago (Plaza Italia) Sevilla (Giralda)
Armenia (Plaza de Bolívar ) Ibagué (Plaza de Bolívar)

Sitio 2 de la cuidad
50% 46%
45% 42%
40% 39%

35%
30%
25% 21%
23% 22%
20%
20% 16%
15%
10% 11% 10%
10% 8%
5% 4% 4% 4%
5%
0%
Bogotá (Unicentro) Buenos Aires (edificios antiguos) Caracas (Plaza del este)
La Paz (Stadium) Lima (Miraplres) Medellín (edificio Coltejar)
México (bellas artes) Montevideo (ciudad vieja) Panamá (ruinas de Panamá, Panamá la vieja)
Pereira (viaducto) Porto Alegre (parque de Redencao) Quito (centro histórico)
Santiago (cerro San Cristóbal) Sevilla (Giralda) Armenia (parque Los Fundadores)
Ibagué (Conservatorio)

Ciudades imaginadas 205

 Futuro de la ciudad
40% 37%
35%
30%
25% 22%
20%
20% 17% 17%
16%
15% 13%
15%
13% 14% 15%
10% 9% 9%
10% 8%
5% 6%
5%
0%
Barcelona (congestión) Bogotá (el metro) Buenos Aires (más tecnología)
Caracas (superpoblación) La Paz (no sabe / no responde) Lima (no sabe / no responde)
Medellín (tecnología) México (más gente) Montevideo (moderna y cultural)
Panamá (progreso) Pereira (Medellín, centro comerciales) Porto Alegre (insegura)
Quito (moderna) Santiago (ciudad moderna) Sevilla (moderna)
Armeria (progreso-desarrollo) Ibagué (ciudad próspera)

¿Qué le gusta más de ciudad?

45%
40% 39%
40%
35%
30% 27% 26% 27%
25% 23%
20% 16%
15% 13% 12% 13% 12% 12%
11%
9%
10% 7% 6% 7%
5%
0%
Barcelona (sus monumentos) Bogotá (se encuentra de todo, diversidad) Buenos Aires (la gente)
Caracas (Ávila) La Paz (Illimani) Lima (la gente)
Medellín (la gente) México (el clima y su gente) Montevideo (rambla)
Panamá (la gente) Pereira (la gente) Porto Alegre (puesta del sol)
Quito (paisaje) Santiago (los parques) Sevilla (la gente)
Armeria (tranquilidad) Ibagué (Buen vividero)

206 Ibagué imaginada

 Lugar preferido para una cita
60%
53% 51% 50%
50% 45% 46% 46%
44%
40%
31% 32%
28% 30% 30% 31%
30% 26%
20%
20%

10%

0%
Barcelona (bar) Bogotá (casa) Buenos Aires (casa)
Caracas (casa) La Paz (la esquina) Lima (casa)
Medellín (centro comerciales) México (otros) Montevideo (casa)
Panamá (casa) Pereira (centro comercial) Quito (casa)
Sevilla (bar) Armenia (centro comerciales) Ibagué (centro comerciales)

Personaje con que identifica la ciudad

60%

50% 49%

40%
33%
30% 28% 28% 27%
26% 25%
23%
21%
20% 18% 18% 18%
12% 13%
10% 8% 8%
6%

0%
Barcelona (Antonio Gaudi) Bogotá (alcalde) Buenos Aires (Perón y Gardel)
Caracas (Simón Bolívar) La Paz (no sabe / no responde) Lima (Francisco Pizarro)
Medellín (Juanes) México (presidente de la república) Montevideo (intendente Arana)
Panamá (Roberto Durán) Pereira (Bolívar desnudo - Esc. de Arenas Betancur) Porto alegre (Mario Quintana)
Quito (Florezmilo) Santiago (Pedro Valdma) Sevilla (Antonio Machado)
Armenia (Ancízar López) Ibagué (los músicos tradicionales)

Ciudades imaginadas 207

 Calle de mejor olor
30%
25%
25% 23%
24%

20% 18% 18% 18%

16%
15%
15% 14%
13% 13%
12% 12%
11%
10% 8%

5%

0%
Bogotá (parque de la 93) Caracas (Ávila) La Paz (zona sur)
Lima (San Isidro) Medellín (jardín botánico) México (Chapultepec)
Montevideo (Prado) Panamá (no sabe / no responde) Pereira (Circunvalar)
Quito (Amazonas) Sao Pablo (Morumbi) Santiago (no sabe / no responde)
Sevilla (barrio de Santa Cruz) Armenia (Parque de la vida) Ibagué (barrios de estrato altos)

Calle más peligrosa

60%
54%
49%
50%
42%
40% 38%
34%
29% 28% 28%
30% 26% 25%
22%
19% 18%
20% 16% 17%
11%
10%

0%
Bogotá (el Cartucho) Caracas (Petare) La Paz (Buenos Aires)
Lima (la Victoria) Medellín (comuna 13) México (Tepito)
Montevideo (el cerro) Panamá (Chorrillo) Pereira (Cra. 3 y 9 con calle 10 y 23)
Porto Alegre (centro) Quito (24 de mayo) Santiago (La Legua)
Sao Paulo (j:d Ángela) Sevilla (tres mil viviendas) Armenia (calle 12-22 con cras. 12-22)
Ibagué (calle 19 y sus alrededores)

208 Ibagué imaginada

 Color de la ciudad
70%
62%
60% 57%
51% 53% 53%
50% 48% 48% 48%

39% 39%
40% 34%
33%
29% 30%
30% 25%
20%
20% 17%
15%

10%
0%
Barcelona (azul) Bogotá (gris) Buenos Aires (gris)
Caracas (verde) La Paz (gris plomo) Lima (gris)
Medellín (verde) México (gris) Montevideo (azul)
Panamá (azul) Pereira (amarilla) Porto Alegre (verde azul)
Quito (azul) Santiago (gris) Sao Paulo (gris)
Sevilla (verde) Armenia (verde) Ibagué (verde)

Ciudades imaginadas 209

Epílogo
 V. Epílogo
Los imaginarios urbanos de Ibagué
dejan abiertas diferentes posibili-
dades de lectura y proyecciones. Lo
esencial de este ejercicio es descubrir
la ciudad de los ciudadanos, los ima-
ginarios que trascienden naciones
y las localidades que nos identifi-
can. Ibagué, aparte de la percepción
sobre su musicalidad, tiene otros
aspectos que la hacen la ciudad de
hoy, de ayer y del futuro. Este últi-
mo aspecto, las proyecciones de los
imaginarios, son las posibilidades de
creación que nos deja la investiga-
ción, que podrán propiciar cambios
en Ibagué y pueden incorporarse en
la cultura ciudadana, como una de
las necesidades principales.
De igual manera, así como los
imaginarios posibilitan los encuen-
tros, también están cargados de esté-
ticas ciudadanas que se manifiestan,
para nuestro caso, en las músicas de
la ciudad, las calles musicales, los
músicos de la carrera 3.ª la Marcha
Carnaval y, por supuesto, el tape-
te rosado que dejan los ocobos por
toda la ciudad. Mientras finalizamos
la escritura de este libro, los ocobos
también terminan de florecer por la
ciudad en un mes atípico para hacer-
lo, agosto.
212 Ibagué imaginada
Este proyecto de investigación
sobre los imaginarios urbanos de
Ibagué nos planteó la cuestión sobre
nosotros mismos como migrantes.
Llegados de otros lugares de Colom-
bia, hemos hecho de Ibagué nuestra
ciudad. Es por esto que antes de bus-
car los imaginarios de otros ciuda-
danos, pensamos en los nuestros y
cómo se relacionaban con los ima-
ginarios que se indagaron con los
demás. Fue una oportunidad para
recoger la historia de Ibagué, las ru-
tinas y las marcas de sus antiguos ha-
bitantes, para explicarnos también
por qué estamos aquí y qué pasará
cuando partamos e Ibagué quede
en nuestros recuerdos o sintamos el
mismo deseo de volver, al ritmo de
la música colombiana con la que ini-
ciamos este libro.
***
La investigación trabajó con 336
habitantes de Ibagué, a partir de la
aplicación de un cuestionario en
forma de entrevista, que tuvo una
duración promedio de una hora; es
decir, 20 160 minutos de trabajo en
campo, de diálogo con los ciuda-
danos. Un equipo de profesionales
y estudiantes participaron de este
ejercicio, quienes antes de aplicar el
cuestionario y sentarse a conversar
 Un refresco para los días de calor
con las personas, lo conocieron res-
pondiéndolo.
La ciudad se dividió en cuatro zo-
nas y en cada una de estas se aplica-
ron 84 cuestionarios; 42 para mujeres
y 42 para hombres; 21 para jóvenes
de 13 a 25 años; 21 para personas de
25 a 45 años, 21 para adultos de 46
a 65 años; y 21 para mayores de 66
años. De igual manera, se aplicaron
14 encuestas para los estratos 1 al 6,
en cada una de las zonas. El cuestio-
nario tiene 84 preguntas, algunas que
se subdividen, generando 247 pre-
guntas, para un total de 82 992 ítems
indagados, además de informaciones
adicionales que son fuente cualitativa
valiosa para complementar las inter-
pretaciones. El proceso que duró tres
años y seis meses, vinculó muchas
otras actividades alrededor de la aca-
demia en la Universidad de Ibagué.
Esto amplió la perspectiva de la in-
vestigación y el alcance de los imagi-
narios urbanos.
Ibagué imaginada creó un se-
millero de estudiantes con el mismo
nombre. Con ellos desarrollamos
dos ejercicios de aproximación a la
teoría. El primero fue la creación de
Epílogo 213
 un álbum de familia que integraba
los álbumes de los miembros del
Semillero y que nos permitió iden-
tificar los ritos ciudadanos de los
ibaguereños. El álbum de familia de-
viene en rito, por tanto, es memoria.
“Cuando la familia abre su álbum
para contarlo, reinstala ahí mismo
su imaginario de eternidad evocan-
do el tiempo pasado en un presente
continuo; como si ahora estuviera
ocurriendo, sin mediar lapso entre
el antes y el presente” (Silva, 2012,
p.38).
En las fotografías se eviden-
cia el encuentro de la familia y sus
relaciones afectivas, como cier-
tas épocas en las que se reúnen los
primos. El escenario privilegiado
es la casa y los primeros planos
de los bebés y los niños, quienes
son los protagonistas. En las fo-
tografías de ceremonias religiosas
predominan los símbolos y ob-
jetos de consumo estándar para
este tipo de celebraciones. Estas
festividades son registradas como
acontecimientos importantes de la
familia, dignas de permanecer en
la memoria. Hay muy pocas fotos
que aludan a la ciudad o a actos cita-
dinos. Se sale de la casa, pero la foto
se toma en la entrada, solo aparece el
centro de la ciudad con las fotos de
214 Ibagué imaginada
las personas caminando, que fueron
tomadas por fotógrafos de la época
de los años 50, 60 o 70.
Las fotos de los diferentes perio-
dos cambian en color, tamaño y tipo
de papel. Entre más antiguas su color
va a ser en escala de grises o sepia, en
el periodo intermedio ya hay uso del
color, pero este es opaco, a diferencia
del brillo del color del periodo nue-
vo, que son fotos que se encuentran
en internet o el computador y que no
son impresas por las familias o los
amigos, que son los que más fotos
toman. En este periodo se cuida mu-
cho el encuadre y se escoge la foto
entre muchas posibilidades. Las fo-
tografías de los periodos anteriores
no tienen en cuenta el encuadre, no
hay trabajo de edición o corrección
de estas; la tecnología no lo permitía.
Finalmente, el tamaño de las fotos
varía en todos los periodos, y luego
se estandariza el formato debido a
las empresas de impresión.
El segundo ejercicio de imagi-
narios urbanos del Semillero consis-
tió en identificar croquis de lugares
anhelados, cercanos y lejanos en la
ciudad; de este ejercicio nacieron las
ideas de los croquis de este libro.
Se vincularon también estudian-
tes para desarrollar sus trabajos de
grado. Cinco aplicaron la teoría y
la metodología de los imaginarios reños: Los memes publicados en El
urbanos en comunidades más pe- Tortugazo e Ibagué Dice”, de Daniel
queñas de la ciudad. “Imaginarios García.
urbanos de los estudiantes del pro- En el escenario académico, es
grama Maestro en Música de El decir, los proyectos de clase, nos vin-
Conservatorio del Tolima frente a culamos a dos barrios importantes
Ibagué como Ciudad Musical”, de de Ibagué: el barrio El Salado y el
Valentina Torres. “Una mirada in- barrio Centro. Con los estudiantes
fantil de los imaginarios urbanos de se indagó por algunos de los imagi-
Ibagué desde la Fundación Sinfonía narios presentes en el cuestionario
Casa de Arte”, de Manuela Navarre- y por particularidades de la historia
te. “Imaginarios urbanos de los ha- de los habitantes de estos lugares.
bitantes de calle del barrio Centro de La proyección de estos ejercicios
la ciudad de Ibagué”, de Sara Cris- está en clips de video y productos
tancho, María Paula Castro y Natalia periodísticos.
Castro. “Ibagué imaginada en señas:
Imaginarios urbanos de la cultura
sorda”, de Valentina Palma y Daniela
Jaramillo e “Ibagué Imaginada: Una
ciudad percibida desde los sentidos.
Imaginarios urbanos de la población
con discapacidad visual de la ensi”,
de María Paula Anaya y Juan Pablo
González.
Otros dos trabajos indagaron
por producciones mediáticas loca-
les en las que se podrían evidenciar
imaginarios urbanos. “Los imagina-
rios urbanos de la ciudad de Ibagué
en imágenes publicadas en medios
de comunicación, redes sociales y
material publicitario”, de Lina Ujueta
y “Los imaginarios urbanos ibague-

Epílogo 215
Dosier fotográfico
218 Ibagué imaginada
Dosier fotográfico 219
220 Ibagué imaginada
Dosier fotográfico 221
222 Ibagué imaginada
Dosier fotográfico 223
224 Ibagué imaginada
Dosier fotográfico 225
226 Ibagué imaginada
Dosier fotográfico 227
228 Ibagué imaginada
Dosier fotográfico 229
230 Ibagué imaginada
Referencias

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