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EL ALUMNO APRENDERÁ, CONOCERÁ Y APLICARÁ TODO LO

APRENDIDO SOBRE EL DESARROLLO DEL LENGUAJE DESDE


EL VIENTRE MATERNO Y SU IMPORTANCIA PARA EL
DESARROLLO POSTERIOR

Como sabemos, los primeros años de vida son fundamentales para el desarrollo y
el aprendizaje de un ser humano, pero lingüísticamente, el proceso del habla y de
la comunicación comienza desde la gestación del embrión humano, puesto que ya
desde el vientre materno el bebé está expuesto a estímulos lingüísticos y
comienza a escuchar los sonidos propios de su lengua materna.

Esta sensibilidad propicia un intercambio entre el feto y el mundo exterior que


empieza desde esta misma etapa, por tanto, es de vital importancia que la familia
y en especial los padres establezcan las primeras interrelaciones sociales con él,
ya que pueden hacerlo mediante la estimulación prenatal de la comunicación,
puesto que con dichas acciones fortalecen su desarrollo físico, mental, emocional
y social, lo que permitirá un aprendizaje significativo durante el embarazo, que se
verá reflejado cuando el niño nazca, pues ya estará familiarizado con algunas
palabras, oraciones e incluso con el tono de voz de sus padres y personas
cercanas que estuvieron presentes durante el proceso de gestación.

La etapa prelingüística de u niño, que suele durar desde el nacimiento hasta el


año, aproximadamente, se caracteriza por la producción de sonidos, que van
desde el llanto indiferenciado de los recién nacidos hasta el balbuceo o silabeo en
el que ya se reconocen ciertos patrones de la lengua materna, pasando por las
vocalizaciones, arrullos y grititos. Todos estos primeros sonidos son
fundamentales para la adquisición del lenguaje en los niños pequeños, ya que
entrenan al bebé en el uso de su aparato fonador; por ello es muy importante que
los padres practiquen la llamada “maternés”, la cual es una forma de comunicarse
de los padres hacia los niños que emplea una pronunciación y vocalización muy
cuidadas en las que la destaca una entonación exagerada, agudizando la voz y
separando de forma marcada palabras y frases. Estas tienden a ser cortas y
repetitivas, y se centran en el presente; también pueden reducir o simplificar las
palabras, así como volverlas onomatopeyas para un mejor entendimiento del niño
y mejor aprendizaje de las palabras, ya que a través de éstas se usa también el
contexto.

Por otra parte, a la vez que aprenden a producir sus sonidos, los bebés comienzan
a adquirir comprensión del lenguaje que se habla en su entorno, cosa que logran
antes incluso que hablar por su cuenta.

En conclusión, los signos verbales practicados durante el embarazo como voces,


timbres, música y no verbales manifestados en las caricias son fundamentales
para el proceso de aprendizaje de la lengua materna. La práctica de estas
actividades comunicativas desde esta etapa, permiten que al nacer el neonato
reaccione ante las voces y otros sonidos y en ocasiones los reconozcan,
facilitando el proceso del habla.

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