Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
DERECHO
INQUILINARIO
Nombre y apellido:
Nilson A. Rivas. A
CI: 20.430.360
Introducción
4. Vulnerabilidad sísmica.
5. Región geográfica.
En donde:
Desalojo
Inicio
Audiencia conciliatoria
Lapso probatorio
Concluido el lapso de la contestación de la demanda, dentro de los
tres días de despacho siguientes, el juez dictará un auto fijando los puntos
controvertidos y abrirá un lapso de ocho días de despacho para la
promoción de pruebas, tres días de despacho para la oposición y tres
días de despacho para la admisión de pruebas.
Audiencia de juicio
Evacuación de pruebas
La sentencia
Recurso de casación
Preferencia ofertiva
2. Condiciones de venta.
3. Modalidades de negociación.
7. Certificación de Gravamen.
Retracto Legal
Partes:
Expediente Nº 10-1298
DE LA ACCIÓN DE AMPARO
Que el artículo 891 del Código de Procedimiento Civil prevé que en el juicio breve
se oirá recurso de apelación en aquellos casos en que la cuantía del asunto fuere mayor
a cinco mil bolívares (Bs. 5.000,00); sin embargo, “conforme a lo previsto en el artículo 2
de la Resolución N° 2009-006, emanada del Tribunal Supremo de Justicia, en fecha 18 de
marzo de 2009, la cuantía para poder apelar de la sentencia de primera instancia dictada
en un procedimiento breve es de QUINIENTAS UNIDADES TRIBUTARIAS (500 U.T.) (…) ”
(mayúsculas del escrito).
Que la demanda de desalojo fue interpuesta el 28 de octubre de 2009, “es decir,
después de la entrada en vigencia de la Resolución, tiene una estimación no discutida
por la parte demandada ni modificada por el Tribunal de la Causa, de
VEINTIUN (sic) CON OCHENTA Y UN UNIDADES TRIBUTARIAS (21,81 U.T.), con lo cual
queda claramente evidenciado que el Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil, Bancario y
del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Guárico procedió a conocer de una
apelación para la cual no tenía competencia material y funcional, violando el principio
de la cosa juzgada (…)” (mayúsculas del escrito).
Que “[c]on ese proceder del Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil, Bancario y del
Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Guárico además de violar la cosa
Juzgada, cercenó el derecho a la tutela judicial efectiva de [su] mandante, amén que
constituye un acto arbitrario, ejercido con abuso de autoridad y usurpando las funciones
(…) al decidir y conocer una apelación inexistente (…)”.
Que pide que se restituya la situación jurídica infringida, razón por la cual
“solicit[a] que se declare nula y sin ningún efecto jurídico (…)” la decisión del 18 de mayo
de 2010 dictada por el Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil, Bancario y del Tránsito de
la Circunscripción Judicial del Estado Guárico, “(…) imprimiéndole todo su valor a la
sentencia del Juzgado de la causa, Juzgado de los Municipios José Tadeo Monagas y San
José de Guaribe de la Circunscripción Judicial del Estado Guárico (…) ”.
Finalmente, pide que se admita la acción de amparo y sea declarada con lugar en
la sentencia definitiva.
II
LA SENTENCIA ACCIONADA
El 18 de mayo de 2010, el Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil, Bancario y del
Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Guárico, declaró con lugar el recurso de
apelación ejercido por la ciudadana Abadesa Beomont Piñango contra el fallo expedido
por el Juzgado de los Municipios José Tadeo Monagas y San José de Guaribe de la misma
Circunscripción Judicial, el 23 de febrero del año 2010; sin lugar la acción de desalojo
interpuesta por la ciudadana Mirelia Espinoza Díaz (hoy accionante) contra la ciudadana
Abadesa Beomont Piñango; y, en consecuencia, revocó el fallo apelado y condenó a la
parte actora –hoy accionante- al pago de las costas procesales, de conformidad con lo
previsto en el artículo 274 del Código de Procedimiento Civil, en los términos siguientes:
“Trabada la litis así, debe esta Alzada como punto previo referirse a la
impugnación de la cuantía realizada por la parte demandada, en capitulo
(sic) previo de la contestación a la demanda, en relación a lo irrisorio de la
cuantía fijada por la parte actora en su escrito libelar. Debiendo
transcribirse como fundamento jurídico primario el contenido normativo
‘In Fine’ del artículo 36 del Código de Procedimiento Civil (…). En el caso
de autos, el actor señala que el canon de arrendamiento mensual es de
CIEN BOLIVARES (Bs. 100,00), el cual multiplicado por doce (12) hace ver
que la cuantía fijada por el actor es la correcta, vale decir, que debe
estimarse la presente acción en la cantidad de UN MIL DOSCIENTOS
BOLIVARES (Bs. 1.200,00), pues señala el actor también que el contrato es
verbal y debe entenderse a tiempo indeterminado, pues ninguna de las
partes alega que exista una fecha de terminación del mismo, debiendo
desecharse por ende como punto previo la impugnación a la cuantía de
conformidad con los artículo (sic) 36 y 38 del Código de Procedimiento
Civil y así se establece. Era carga del demandado demostrar lo irrisorio de
la cuantía estimada por la actora, circunstancias (sic) ésta que no hizo,
debiendo desecharse tal impugnación y así se establece.
Para esta superioridad desde la reforma del Código Civil Francés del
30 de Septiembre de 1.953, renace una exigencia de formalismos para
establecer la existencia de una relación contractual, aumentando el
número de los contratos solemnes que exigen la redacción de un
documento que deben ser por una parte, privados o autenticados;
ejemplo de ello, son los contratos de cesión de patentes de invención; el
contrato de trabajo marítimo; el contrato de aprendizaje; la contratación
colectiva; el contrato de crédito; el contrato de Sociedad Mercantil, los
cuales se les desechaban por nulidad, sino (sic) estaban documentados,
vale decir, escritos. Tal legislación Francesa (sic) cuando se refiere a los
contratos de arrendamiento establecía que tal contrato no escrito, no
sería nulo, sino que tendría una duración de nueve años y sería conforme
al contrato típico cuyas cláusulas definía la ley; verificándose con ello, a
mediados del siglo pasado, la existencia del denominado ‘Renacimiento
Directo del Formalismo’, que procura no solamente una serie de
formalidades requeridas para la validez del contrato, ‘ad solemnitatem’,
sino que exige también una serie de requisitos ‘ad probationem’, que
requiere la prueba de los contratos bajo la redacción de un documento.
Tal doctrina Francesa, escudriñada por los hermanos MAZEAUD (Derecho
Civil. Parte II. Tomo I. Páginas 82 al 85. Buenos Aires. 1.960), había sido
superada sobre la tesis de la: ‘Supresión de Formalidades’ de la cual ya
nos hablaban PLANIOL y RIPERT en su Tratado Practico (sic) de Derecho
Civil Francés. (1.940. Editorial Cultural La Habana. Paginas [sic] 491 y 492),
donde se nos establecía específicamente, que siendo el contrato de
arrendamiento un contrato consensual, no se exige ninguna forma
particular para la manifestación de las (sic) voluntad de las partes, pues el
consentimiento puede ser expreso o tácito y, en el primer caso, puede
darse por escrito o verbalmente y la validez de esos contratos de
arrendamiento verbal derivaba de los artículos 1.714, 1.736 y 1.738 del
Código Civil Francés que regulaban inclusive, la duración de los
arrendamientos celebrados sin escritos. Tal apreciación fue tomada por la
Ley de Arrendamientos Inmobiliarios, en su artículo 34 al establecer la
posibilidad de que existan contratos verbales y nuestro Código Civil de
1.942, solamente exigió la necesidad de constituir o realizar una
convención entre dos o más personas para reglar, transmitir, modificar o
extinguir entre las partes un vínculo jurídico, para determinar la existencia
de un contrato, generador a su vez de obligaciones. Por lo que, para la
formación de tal contrato es necesaria la integración de dos etapas
sucesivas o casi simultáneas que son: A.- La Oferta y, B.- La aceptación.
(omissis)
Para esta Alzada (…) la prohibición que consagra el artículo 1.387 del
Código Civil, relativa a la inadmisibilidad de la prueba de testigos para
probar lo contrario de una convención celebrada, cuando el valor exceda
de dos bolívares (Bs. 2,00), se refiere al acto jurídico, es decir, al contrato
donde está contenida la obligación de pagar cánones de arrendamientos y
de la existencia misma del propio contrato, más cuando en el caso de
autos, tampoco existe la excepción establecida en el artículo 1.392 del
propio Código, vale decir, la existencia de un principio de prueba por
escrito, que haga verosimil (sic) el hecho alegado, por lo cual, debe
desecharse tal justificativo ante litem y las deposiciones de los testigos
OLGA RUIZ y JOEL BECEA, todo ello de conformidad con el artículo 1.387
del Código civil y así se establece.
Ahora bien, ante tal inspección esta Alzada reitera su criterio en (sic)
que la Inspección Judicial es inconducente, pues tal medio de prueba no
puede acreditar la posesión, tal cual lo ha señalado la Sala Civil del
Tribunal Supremo de Justicia, a través de Sentencia N° 176/2.001 (…).
Debiendo en base a la Doctrina y Jurisprudencia antes expuesta,
desecharse el Medio de Prueba de la Inspección Judicial Extra – Litem y
así, se decide.
III
Que “(…) es criterio de esta Representación del Ministerio Público, que contra la
decisión que dictó el Tribunal de Municipio ya referido, no era admisible recurso, pues
no era posible el ejercicio de tales actividades impugnativas en el entendido [de] que a
tenor de la normativa que ha sido previamente analizaba (sic), la demanda no alcanzaba
el monto mínimo para su interposición (…)”.
Que “[p]or las razones que han sido explanadas en la presente opinión del
Ministerio Público, es criterio de esta Unidad Fiscal, que debe ser declarada Con Lugar la
acción de amparo constitucional, ejercida por la ciudadana MIRELIA ESPINOZA DÍAZ (…)
en contra de la decisión proferida el 18 de mayo de 2010, por el Tribunal Superior en lo
Civil, Mercantil, Bancario y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del estado Guárico,
la cual debe ser anulada y quedar firme la sentencia dictada por el Tribunal de Municipio
aludido y así, muy respetuosamente, se solicita que sea declarado (…) ”.
IV
Así pues, las normas contenidas en los artículos 881, 882 y 891 del Código de
Procedimiento Civil prevén la cuantía para acceder y recurrir de las decisiones dictadas
en el procedimiento breve, en los términos siguientes:
Así las cosas, en atención a las disposiciones que preceden, la Sala observa
que en la causa de origen no era procedente impugnar la decisión emitida el 19 de
octubre de 2009 por el Juzgado de los Municipios José Tadeo Monagas y San José
de Guaribe de la Circunscripción Judicial del Estado Guárico, que había declarado
con lugar la demanda de desalojo propuesta por la hoy accionante, debido a la
cuantía de la demanda, que había sido estimada en un mil doscientos bolívares
(Bs. 1.200,00), equivalente –para esa época- a veintiuno con ochenta y uno
(21,81) unidades tributarias, la cual era inferior a la fijada por la aludida
Resolución de la Sala Plena para que fuera admitido el recurso de apelación.
Así las cosas, el veredicto cuya revisión se pretende, señaló que –al
haberse interpuesto la demanda el 12 de mayo de 2009, esto es, con
posterioridad a la entrada en vigencia de la mencionada resol ución de
carácter normativo- la apelación propuesta por la peticionaria debía
ser reputada inadmisible y, en consecuencia, que no había lugar al
recurso de hecho propuesto por la actora.
(…)
Por ende, la Sala advierte que no le asiste la razón esgrimida por el Juez
del Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil, Bancario y del Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Estado Guárico, en la audiencia constitucional, al
señalar que, conforme a su criterio, la apelación debía ser escuchada en un solo
efecto, siguiendo el criterio expuesto en la sentencia N° 1891/2001, pues el mismo
fue moderado por esta Sala en la sentencia N° 2667 del 25 de octubre de 2002,
caso: Eluzai Eduvigis Andarcia Robayo; asimismo, tampoco fue posible advertir
que el Juzgado denunciado como agraviante, en la sentencia accionada, haya
justificado la razón por la cual aun cuando conocía de la vigencia de la
mencionada Resolución 2009-006 de la Sala Plena, entró a conocer y decidir el
recurso de apelación interpuesto por la parte demandante en el proceso.
Así pues, conforme a los argumentos que preceden, esta Sala una vez
determinado que, en el presente caso, el Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil y
Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Guárico actuó fuera de los límites de su
competencia y en detrimento de los derechos constitucionales a la defensa y al debido
proceso de la ciudadana Mirelia Espinoza Díaz, declara con lugar la acción de amparo
incoada con el fallo del 18 de mayo de 2010 emitido por el antes dicho órgano
jurisdiccional. Así se declara.
La Sala estima pertinente, con ocasión del presente caso, hacer referencia al
Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley contra el Desalojo y Desocupación A rbitraria
de Viviendas, publicado en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela N°
39.668 del 5 de mayo de 2011.
De allí pues que, como primer paso –desde el punto de vista jurídico- de esa
obligación jurídica, el mismo haya sido incluido en el catálogo de derechos
constitucionales enunciados en el Texto Fundamental –aunque también estaba previsto
en la Constitución de 1961 como un derecho familiar-, en el artículo 82, cuyo texto reza
lo siguiente:
Así las cosas, corresponde afirmar que el derecho a una vivienda adecuada –o
digna- no puede ser un derecho retórico, el cual, en efecto, aun cuando dispone de un
amplio marco jurídico en nuestro país, debe propenderse a su efectiva concreción,
evitando en lo posible que sea desplazado al evanescente mundo de las aspiraciones
éticas. La garantía de tal derecho, cuyo contenido trasciende socialmente, implica un
real compromiso, una política de acción social, “un enorme esfuerzo (…) –por parte del
Estado a través de sus órganos y entes, entiéndase incluido al Poder Judicial- en función
de la complejidad social y económica de la solución de problemas habitacionales (…) ”
(Exposición de Motivos del Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley contra el Desalojo
y Desocupación Arbitraria de Viviendas), que garantice plenamente a toda persona el
acceso a la misma, sin que sea posible excluir a ningún segmento de la población.
Cabe destacar que este desarrollo legislativo se ajusta a los requisitos que,
desde el punto de vista de la regulación jurídica, estableció el Comité de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales en la aludida Observación N° 4, con el fin de que los
Estados garanticen el derecho a la vivienda digna, una protección legal contra el
desahucio, el hostigamiento u otras amenazas, independientemente de cualquiera de la
forma que adopte -arrendamiento, vivienda en cooperativa, ocupación por el
propietario, vivienda de emergencia y los asentamientos informales (incluida la
ocupación de tierra o propiedad)-, y que permita la justiciabilidad de tal derecho, es
decir, que quien se vea afectado en su disfrute pueda acudir ante los tribunales para
presentar una reclamación y obtener una justicia eficiente y efectiva al respecto.
Así las cosas, se advierte que el aludido Decreto con Rango, Valor y Fuerza de
Ley contra el Desalojo y Desocupación Arbitraria de Viviendas, de manera novedosa,
impone la obligación a los jueces de la República de dar protección especial a las
personas naturales y sus grupos familiares que ocupen de manera legítima, en calidad
de arrendatarias, arrendatarios o comodatarias o comodatarios, inmuebles destinados a
vivienda principal (artículo 2), el cual deberán aplicar en forma preferente a la
legislación que rige los arrendamientos inmobiliarios o a la norma adjetiva en lo que
concierne a las condiciones, requisitos y procedimiento de ejecución de los sujetos
objeto de protección (artículo 19) para la solución de conflictos que se susciten con
ocasión de los mismos.
En tal razón, esta Sala ordena a los órganos jurisdiccionales llamados a intervenir
en la solución de los conflictos intersubjetivos que impliquen desahucio, hostigamiento
u otras amenazas de aquellos inmuebles ocupados como vivienda principal, que en tales
casos deberán cumplir los procedimientos previstos en el Decreto con Rango, Valor y
Fuerza de Ley contra el Desalojo y Desocupación Arbitraria de Viviendas, tanto el previo
a la acción judicial o administrativa, como el contemplado para la ejecución de los
desalojos. Así se decide.
DECISIÓN
La Presidenta,
El Vicepresidente,
Francisco Antonio Carrasquero López
Magistrado
Magistrada
Magistrado Ponente
Magistrada
El Secretario,
Expediente Nº 10-1298
ADR
El Vicepresidente,
Los Magistrados
ARCADIO DELGADO
ROSALES
El Secretario,
Exp. 10-1298
MTDP