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Ignacio Puig, S. I.
1978
del Sitio Web Scribd
contribución de Daniel Piovezan
Compilación de Estudios de eminencias médicas,
zootécnicas y agronómicas sobre los beneficiosos
efectos del magnesio en el hombre, en los animales
y en las plantas
Índice
Prologo
I. Capítulo - ¿Posee El Magnesio Virtudes Curativas?
II. Capítulo - El Magnesio En El Organismo Humano
III. Capítulo - El Magnesio En Zootecnia
IV. Capítulo - El Magnesio En Agricultura
Epilogo
I. Apéndice - ¿Como Debe Tomarse El Magnesio?
II. Apéndice - Contenido De Magnesio y De Calcio En Los Principales Elementos
III. Apéndice - Principales Dolencias Para Las Que Se Recomienda El Empleo De Las
Sales De Magnesio
IV. Apéndice - Bibliografía
PRÓLOGO
La presente obra recoge varios artículos de diferentes autores, consagrados a divulgar el
importante papel que desempeña el magnesio en los organismos vivientes, como sus efectos
curativos en el hombre y en los animales, los prodigiosos resultados del mismo aplicado a las
plantas y, en general, su poderosa intervención en el metabolismo vital.
Sobre todo, los diez artículos de Francisco Manzanal, S. I., han tenido la virtud de interesar a
gran número de personas que han practicado, con excelente resultado, la cura del magnesio en
ellos recomendada y que luego, espontáneamente, se han constituido en los grandes
propagadores de las virtudes curativas del magnesio.
No se crea, sin embargo, que con estos artículos se descubre algo totalmente nuevo o ignorado
respecto al magnesio.
Desde hace años se conocía su intervención en el metabolismo orgánico y no pocas de sus
virtudes curativas, según lo dan a entender los excelentes preparados hechos a base de sales de
magnesio, tales como,
DELBIASE (en forma de comprimidos y de crema)
LIDACRÓN (en forma sólida)
LIDATINE (en forma líquida)
MAGNOGENE (en grajeas)
HALMAGNOL (en ampollas)
más recientemente HALÓGENOS JULIÁ-4 (en forma líquida), etc.
Sin embargo, hablando en general, se había prestado escasa atención a la importancia que el
elemento tiene en el mundo orgánico, hasta que recientes experiencias, llevadas a cabo
principalmente en Francia y en los Estados Unidos y recopiladas con gran maestría por el Padre
Manzanal, han tenido la virtud de llamar la atención del público sobre lo mucho que puede
esperarse del elemento magnesio, ingerido, no en forma metálica naturalmente, sino en sales,
particularmente de cloruro y carbonato.
Que, por lo menos en Barcelona, son muchas las personas que, se sirven de las sales de
magnesio para alivio de sus males y aun como alimento (pues autoridades médicas aseguran que
el magnesio debería figurar en la dieta ordinaria), lo demuestra la admiración de algunas
droguerías de dicha ciudad que en un mes venden más sales de magnesio que antes vendían en
diez años.
No vamos a extendernos, en este prólogo, haciendo la apología del magnesio, puesto que ésta ya
se hace - y por cierto bien cumplida, según creemos - en el decurso del presente libro.
Solamente queremos precisar, antes de terminar, el carácter del mismo, que es más bien una
complicación o refundición de lo que especialistas en las respectivas materias (médicos,
ganaderos y agricultores) han observado y experimentado con respecto al papel biológico del
magnesio.
Aunque el fondo básico de este libro, sobre todo en lo que respecta al hombre, son los aludidos
artículos del Padre Manzanal, quien a su vez se ha servido principalmente de la obra del doctor
Delbet, hemos de hacer constar, que en él figuran extractos de otros varios autores.
Asimismo, hemos utilizado los informes que nos han proporcionado cuantos se han servido
darnos a conocer los efectos beneficiosos del magnesio que en sí han experimentado.
Esperamos que la presente obra servirá para ampliar el campo de acción del magnesio.
CAPÍTULO PRIMERO
¿POSEE EL MAGNESIO VIRTUDES CURATIVAS?
Entendemos que, en todo libro, revista y, en general, en cualquier escrito, lo primero que debería
hacerse - y no siempre se hace - es justificar el título que se le ha puesto, a no ser que él mismo
se caiga por su peso o que, en el decurso de la exposición, aparezca claramente justificado.
Al encabezar esta compilación de escritos sobre el magnesio le hemos puesto por título «Virtudes
Curativas del Magnesio», con lo cual parece queremos dar a entender que el magnesio posee
virtudes curativas, como así es en efecto.
A) MARAVILLOSOS EFECTOS DEL MAGNESIO
A no pocas personas que tan sólo habrán oído hablar del magnesio al designar
los polvos de que se sirven los fotógrafos para producir chispazos de luz blanca
deslumbradora, o al tratar del purgante denominado magnesia, les ha de parecer
raro que se pueda escribir un libro que trate exclusivamente de las virtudes
curativas del magnesio.
Por esto hemos creído del caso comenzar esta compilación justificando el título
que le hemos puesto, a fin de que nadie nos pueda tildar de que no ponemos en
práctica lo que creemos debe hacerse en todo libro y de que en él caemos en el
mismo defecto que reprochamos en otros.
2. Hace desaparecer el temblor senil
(De una carta fechada el 2 de marzo de 1956):
«Desde que terminaron de publicarse los artículos del P.
Francisco Manzanal sobre «Virtudes Curativas del
Magnesio», he sido un propagandista del cloruro de
magnesio.
3. Desvanece el agotamiento intelectual
(De una carta fechada el 17 de junio de 1957):
«Me dirijo a usted para solicitarle el libro «Virtudes
Curativas del Magnesio». Tengo interés en tenerlo; pues
conozco el resultado satisfactorio que ha obtenido con el
tratamiento del magnesio un señor que sufría desgaste y
agotamiento intelectual y ahora sigue trabajando
incansable. Como soy enfermera y también otros me han
hablado de los efectos del magnesio, es por eso que
deseo tener este libro.»
4. Otros notables efectos beneficiosos del magnesio
A. Un hombre de carrera, de unos 60 años de edad,
padecía de cierta infección intestinal crónica. Un
amigo le proporcionó «Virtudes curativas del
magnesio». Después de dos meses, escribió
estas textuales palabras:
«Hace un mes que tomo magnesio y me he
librado de un achaque que hacía 35 años lo
llevaba conmigo».
B. Hace algún tiempo se presentó un individuo
diciendo que, poco antes, apenas podía valerse
por el reuma; incluso le habían de vestir. A los
pocos días de tomar magnesio, le desapareció el
mal y «ahora - dijo - me siento como un atleta», y
comenzó a gesticular como tal. Todavía dijo más:
«Mi madre - añadió - que ya pasa de los 80
años, desde que toma magnesio se encuentra
como una joven».
C. Un lector que toma magnesio y que está
entusiasmado con él por los buenos efectos que
le ha producido, fue a visitar a un amigo suyo
que sabía estaba enfermo. Se lo encontró en
cama aquejado de fuertes dolores, pues padecía
de la próstata y le habían de operar. Le
recomendó tomara magnesio, como
efectivamente lo hizo. A los pocos días, se lo
encontró en la calle, tranquilo, sin haber sido
operado y como si nada hubiese tenido.
Primer caso: Un día el profesor Slosson llega a clase con un frasco de un líquido
transparente. Sus alumnos, al entrar, concentran sus miradas intrigantes en el
frasco. El profesor, a su vez, fija sus ojos centelleantes en los discípulos y les
dirige unas breves palabras de aclaración para justificar su modo de proceder. Se
trata de un experimento sumamente delicado para el que reclama la cooperación
de los jóvenes del aula.
El doctor Slosson infunde a sus alumnos el convencimiento de que jamás han
percibido un olor tan fuerte como el del líquido que conserva en el frasco; con
todo, les advierte que, durante la experiencia que piensa realizar, no se sentirán
excesivamente molestados por el olor del líquido.
Les ruega encarecidamente que, una vez haya destapado el frasco, le vayan
indicando cuándo empiezan a percibir la acción odorífica del líquido, para que él
pueda precisar la velocidad de propagación de las partículas existentes.
El profesor quita cuidadosamente el tapón del pequeño frasco, echa unas gotas
del líquido sobre un pedazo de algodón y se retira convenientemente para no
dejarse inficionar tan de cerca por el influjo del líquido. ¿Qué sucede?
A los quince minutos, los alumnos de la primera hilera de los bancos levantan la
mano: han notado ya el escozor del líquido. Unos intervalos más, los de la
segunda serie dan también señales de haber respirado el aire contaminado por
las partículas del líquido. Apenas ha transcurrido un minuto, las tres cuartas
partes de la clase se sienten impresionados por el olor, hasta el punto de que
muchos pretenden abandonar el aula.
El aludido relator enfermó de tifus cuando tenía unos 33 años de edad. Salió bien
de la enfermedad; pero el médico le advirtió que, después de algún tiempo,
experimentaría a media tarde fuertes dolores intestinales debidos a
fermentaciones provocadas por algún alimento, que él entonces no podría prever
cuál sería.
Y así fue en efecto: Algún tiempo después, le vinieron dichos dolores.
Acudió a otro médico, pues entonces residía en otra población, y éste le dijo que
debía averiguarse el alimento que se los ocasionaba; cosa no siempre fácil,
añadió. Le preguntó si solía tomar leche, y, al responderle afirmativamente, le
sugirió que pasase tres días sin tomar otro alimento más que leche. Como no se
le reprodujeron los dolores, la conclusión fue que el responsable del mal no era la
leche.
Entonces el médico le dijo que añadiese pan a la leche, y al primer día de hacer
esto, le repitieron los dolores. El médico ya no dudó de que el causante del mal
era el pan y, en consecuencia, que debía abstenerse de tomarlo.
Con esta abstención fueron pasando los meses y aun los años, sin que nuestro
informante fuera molestado de los dolores; con la particularidad de que podía
comer macarrones, fideos y sémola, sin que le sobrevinieran los dolores
intestinales, a pesar de estar hechos de harina dichos alimentos: es que esta
harina no ha sufrido fermentación previamente como la del pan.
Y todavía queda descartado cualquier resquicio de sugestión sabiendo que las sales de magnesio
no sólo previenen y curan muchas enfermedades en los animales como largamente se explica en
el capítulo 3.° de este libro, sino también en los vegetales, en los que por testimonio de
agricultores han obrado verdaderas maravillas.
¿Va a hacer sugestión en los animales que ingieren sin saberlo, o en las plantas que carecen de
todo conocimiento?
CAPITULO II
EL MAGNESIO EN EL ORGANISMO HUMANO
Las carencias y desequilibrios en la parte orgánica de los alimentos del hombre causan terribles
estragos.
Conocidas de todos son las carencias de vitaminas, las cuales han atraído de tal manera la
atención de los sabios, que han emprendido contra esas carencias una lucha seguida de
victorias. No así con respecto al desequilibrio mineral del hombre que continúa haciendo
estragos, sin encontrar oposición.
Pues, por una parte, este desequilibrio ha sido menos estudiado por los sabios, y por otra, sucede
que los poderes públicos lo fomentan inconscientemente y la opinión pública continúa
ignorándolo.
A) LA SALUD Y EL EQUILIBRIO MINERAL EN EL
HOMBRE
Como hace notar Francisco Manzanal, S. I., la atención de todo el mundo se
dirige a conseguir el don natural que juzga más precioso: su salud.
Es que la conservación de la salud, la preservación y cura de las enfermedades
infecciosas, admite una solución diversa y más eficaz que la que se sigue
ordinariamente, es decir, la de la lucha contra los microbios por medio de
antisépticos, vacunas y sueros. Éstos van creciendo continuamente y no pocas
veces dan lugar a efectos perniciosos y aun contraproducentes, que ya no tratan
de ocultar los galenos que quieren ser sinceros.
Hoy día, desde hace algún tiempo, empieza a dirigirse más la atención sobre el
terreno donde se desarrolla el microbio, que sobre el microbio mismo; en una
palabra: atiende más a la disposición del organismo que al microbio que lo invade
continuamente. Y con razón. Es que la fuerza del microbio, según se ha
comprobado, radica en la pobreza del terreno, cuya resistencia natural queda
frecuentemente paralizada por causas diversas.
Por esto, Pasteur pudo decir a este respecto:
«El microbio no es nada, el terreno es todo.»
Pues bien, una de las causas más importantes de la mala disposición del terreno
del organismo humano en su lucha contra los microbios es el desequilibrio
mineral.
He aquí un pasaje del doctor Alexis Carrel, que da luz sobre el particular:
«Los microbios y los virus se encuentran por doquier: en el aire,
en el agua, en nuestro alimento.
Se hallan siempre presentes en la superficie de la piel y en las
mucosas digestivas y respiratorias. Sin embargo, en mucha
gente permanecen inofensivos. Entre los seres humanos, unos
están sujetos a ciertas enfermedades y otros son inmunes a las
mismas. Este estado de resistencia proviene de una constitución
especial de los tejidos y de los humores, que impide la
penetración de los agentes patógenos o los destruye cuando han
penetrado.
Esta es la «inmunidad natural».
»Ella preserva a ciertos individuos de casi todas las
enfermedades - prosigue diciendo el doctor Carrel.
Es una de las cualidades más preciosas que el hombre puede
desear. Ignoramos su naturaleza. Parece depender, a la vez, de
cualidades provenientes de los progenitores y de otras adquiridas
en el curso del desarrollo.
Hay razas sensibles o resistentes a ciertas enfermedades. Se
observan familias predispuestas a la tuberculosis, apendicitis,
cáncer, enfermedades mentales. Otras, en cambio, resisten a
todas las enfermedades excepto a las degenerativas que
sobrevienen a la vejez. Pero la inmunidad natural no se debe
solamente a la constitución hereditaria; proviene también del
género de vida y de la alimentación, como lo ha demostrado Reid
Hundt hace tiempo.
Es un hecho innegable que una gran parte de las personas se hallan bajo los
efectos del desequilibrio mineral, particularmente por falta de magnesio en su
organismo. Naturalmente que esta escasez proviene de una alimentación
deficiente en este elemento mineral.
El agricultor francés H. Vilain señala tres causas principales del desequilibrio
mineral en el organismo humano, en una conferencia pronunciada en Lachapelle
(Francia), donde posee y cultiva una gran finca.
1. Una ley mal hecha, que no conoce como abonos más
que tres elementos: nitrógeno, potasio y fósforo. Un
abono que los contenga es legalmente completo, de
suerte que el cultivador es impulsado a creer que a las
plantas no les faltará sustancia útil, si han recibido estos
tres elementos. Somos un rebaño - dice - dirigido por un
pastor, bueno o malo, a quien seguimos con sus
consecuencias.
La ley sobre los abonos - continúa el mismo autor
refiriéndose a la ley francesa - nos obliga a contentarnos
con tres elementos, siempre los mismos, para todos los
terrenos, para todas las especies y variedades de
plantas. Esto es sencillamente absurdo.
Vosotros - dirigiéndose a sus conciudadanos - habéis
contactado conmigo este error y yo soy feliz al mostraros
que la aldea de Lachapelle revive, aunque sea fuera de
la ley.
2. El abono de la potasa y el empleo de sales de potasio
puras: Por todas partes se repite: «Cuanto más potasa
empleéis, tanto más abundantes serán vuestras
cosechas». Y el resultado es que el exceso de potasa ha
creado un envenenamiento potásico crónico, sobre todo
allí donde, en lugar de silvinita, que aporta con la potasa
otros muchos elementos útiles, se han empleado sales
puras: cloruro, sulfato, nitrato.
La aberración sobre esta cuestión es tal, que la harina que contiene una notable
cantidad de magnesio (62 miligramos por 100 gramos) recibe el calificativo de
baja.
Y por este error insospechado, la mayor parte del magnesio está destinado a los
animales en la harina de baja calidad y en el salvado.
Por consiguiente, con razón se puede decir que los perfeccionamientos de la
molinería son una causa importante de la degeneración, que es causada por la
mala mineralización de los alimentos.
Mientras que la lucha contra los microbios acapara una mayor actividad de los
sabios y la diligencia de los servicios sanitarios, se asegura la multiplicación de
estos mismos microbios a quienes se pretende combatir, se aumenta su
virulencia, ofreciendo por todas partes una excelente disposición para su
desarrollo: los organismos desequilibrados del hombre, animales y plantas.
Y los abonos minerales que pueden restablecer, al menos en parte, un equilibrio
mineral más perfecto, se emplean frecuentemente de tal manera que son
responsables de un desequilibrio mineral que no cesa de aumentar.
Los ingenieros agrónomos han de determinar qué variedades son las de mejor
constitución para la salud. Cuando éstas estén bien determinadas, quedará el
trabajo de hacerlas adoptar. Las variedades, incapaces de fijar el magnesio en
las proporciones debidas, deberían ser proscritas.
Un punto muy importante para llegar a la obtención del equilibrio mineral estriba
en el conocimiento de su relación con las glándulas endocrinas.
Sabido es que estas glándulas rigen, en su mayor parte, la salud y el desarrollo
vital del organismo. En este punto podemos asentar como cierto este principio: a
todo desequilibrio mineral prolongado corresponde un desequilibrio endocrino,
que repercutirá notablemente en los individuos sometidos a él.
De ahí no nos extrañará que los individuos de una región presenten especiales
características respecto de los de otras regiones, que tienen un influjo mineral
distinto en las glándulas endocrinas, rectoras de la vida y del desenvolvimiento
del organismo.
De todo lo dicho hasta aquí ya no puede dudarse de que nuestra salud exige una
alimentación más abundante en magnesio, sobre todo si se tiene en cuenta los
efectos saludables y el gran número de enfermedades que previene o remedia
las ingestión de las sales magnésicas, según hemos de ver más adelante.
Parece, pues, que para evitar donde se pueda las enfermedades sin número, que
son la consecuencia directa o indirecta de la carencia o desequilibrio mineral, es
preciso y urgente asegurarnos una alimentación más rica en magnesio. ¿Cómo
obtenerla? Los medios son dos: uno artificial, natural el otro.
Sin duda, cada uno puede añadir, en forma de sales, a su alimentación los
minerales deficientes. Este procedimiento tiene su eficacia, como lo demuestran
los enfermos curados que lo han tomado siguiendo los consejos del doctor
Delbet. Pero por dos razones este método no es plenamente satisfactorio; pues
así los beneficiarios serían una minoría, y es un medio anormal, porque se
tomarían como medicamentos pedidos en la farmacia, ingredientes que deberían
estar en nuestra alimentación ordinaria.
2. Esta modificación del pan debería hacerse posible y ser
completada por una reforma de la agricultura. La
agricultura debe producir buen trigo, sin el cual no se
puede hacer buen pan, y procurar que las demás
plantas, y consecuentemente los animales, tengan la
mineralización conveniente, el equilibrio deseado.
3. La vuelta a la buena sal, gruesa y gris, a pesar de su
ligero inconveniente de la higroscopia, no debiera ser
descuidada. Pedro Delbet ha sido el heraldo de estas
ideas. El ha tomado el trabajo de publicar libros, para dar
a conocer estas verdades, semillas de resurrección.
El no está contento con la sola administración de las
sales halógenas del magnesio, en forma de comprimidos
o de solución en agua. Este es un medio individual, no la
solución de este problema serio y universal de la
sociedad moderna, a que siempre ha aspirado.
A ésta conducirán los medios últimamente expuestos.
Otro médico francés, el Dr. Víctor Pauchet, de la Facultad de Medicina de París,
se esfuerza como su connacional, el Dr. Pedro Delbet, en dar la receta para la
incorporación de magnesio en el organismo: el pan integral y la sal sin refinar.
Y así en su obra «Permaneced jóvenes», escribe (págs. 56 y 57):
«El magnesio se introduce normalmente en el organismo
consumiendo pan integral o salmuera, que lo contienen en
abundancia. El pan blanco y la sal blanca no contienen magnesio
y, por lo tanto, el individuo se halla privado de ese precioso
auxiliar. Esta laguna puede colmarse absorbiendo sales de
magnesio, preparadas en los laboratorios; pero, ¿para qué
recurrir a este medio artificial, cuando el uso del pan integral y de
la salmuera constituyen medios tan simples y naturales?»
Y para que nadie se llame a engaño acerca del verdadero pan integral, el mismo
Dr. Pauchet explica claramente de qué pan integral habla, cuando dice:
«Una palabra sobre el pan integral. Se le desacredita mucho; se
le echa en cara que es indigesto. A esto respondo que hay pan
integral de muchas maneras. El pan que se vende generalmente
bajo el nombre de pan integral no tiene de éste más que la
etiqueta. Lo hacen con harina blanca a la que añaden un poco de
centeno y de salvado.
Esta horrible e indigesta mezcla no tiene nada de común con el
pan integral, cuya fabricación es muy difícil, si el panadero no
posee una instalación especial. La molienda de «Graham»
necesita una manipulación especial y una serie de tamizajes para
obtener una harina fina.
Sus rasgos reflejan un rostro armonioso y bien dibujado, labios finos, mentón
lleno y carnoso y frente magníficamente abombada sobre unos indefinibles ojos
de mirada de acero. Cuando por las mañanas atraviesa, con su andar amplio y
decidido, la puerta de la trastienda de su laboratorio, irradia una seguridad
bienhechora; todos sus contemporáneos le reconocen una paciencia infinita,
incansable.
Como todos los hombres de ciencia, su existencia está alejada del mundo y
oscura entre su luminoso pensamiento. La humanidad sólo premiará al
descubridor del medicamento efectivo del cáncer, y es muy posible que olvide en
él uno de sus precursores.
No querríamos que ocurriera al profesor Delbet, el primero de los médicos
modernos que ha debido tomar sobre sí la suerte ingrata eternamente reservada
a los que llegan antes de tiempo, aquello de que en todas las épocas los
precursores han de ser sacrificados.
Este ha sido el motivo de que hablásemos de él, a través de sus obras.
2. Euforia y resistencia a la fatiga:
Además de estimular la acción fagocitaria de los glóbulos
blancos, tanto externa como internamente, se podría
pensar si el cloruro de magnesio favorece a otras células
de distinta actividad.
Fue en el Hospital de Necker cuando se usó, por primera
vez, por vía bucal. Había un soldado gravemente herido
que rehusaba la inyecciones.
El doctor Delbet dijo una mañana a las enfermeras:
«Probemos de darle la solución por vía bucal».
A estas palabras las enfermeras insinuaron una sonrisa.
«¿Por qué se ríen ustedes?», les pregunta el doctor.
«Todas lo tomamos», respondieron ellas».
«¿Por qué lo toman?»
«Es que nos da ánimo en el trabajo. Hemos notado que
los enfermos mostraban cierto bienestar, y a nosotras
nos ha producido el mismo efecto.»
3. Desórdenes digestivos:
Un médico envió al doctor Delbet su propia observación.
Tenía perturbaciones intestinales penosas y persistentes.
A pesar de un severo régimen y un tratamiento de
agentes físicos (diatermia, rayos infrarrojos), su estado
no había cambiado apenas.
Se somete, por fin, a la acción del cloruro de magnesio
con una dosis de 2 gramos por día, suprimiendo todo
medicamento. Los resultados fueron excelentes:
desaparecen los dolores de la región epigástrica y las
perturbaciones intestinales. Aumenta 10 kilos de peso, su
aspecto exterior se transforma y puede llevar las
ocupaciones ordinarias sin fatiga.
4. Acción sobre la piel:
Es interesante la acción del cloruro de magnesio sobre
picores que quizá se deban a alteraciones de la piel o a
lesiones nerviosas.
Una criada no podía lavar sin sentir después picazones
en las manos, que no la dejaban dormir, acompañados a
menudo de eczema. Había sufrido muchos tratamientos
sin resultado satisfactorio. Tomando 2 gramos de cloruro
de magnesio diarios, le desapareció la molestia. Puede
lavar sin inconveniente ni molestia.
Las investigaciones que se han hecho sobre órganos muy importantes de los
ancianos, nos dicen que las características de estos órganos afectados por la
edad son la disminución del magnesio y el aumento del calcio; y, por
consiguiente, la proporción, el equilibrio debido, disminuye entre estos dos
importantes elementos.
En los adultos el valor de esta proporción es doble que el valor de esta misma
proporción en los ancianos. Esta disminución del magnesio no es un hecho
secundario, ya que el aumento del calcio; y, por consiguiente, la proporción de
accidentes y caídas de la vejez. Por eso es necesario que el contenido en sales
magnésicas de los alimentos sea tanto más rico, cuando la edad es más
avanzada.
El magnesio favorece la fijación del calcio allí donde su presencia juega un papel
fisiológico normal, por ejemplo, en los huesos; mientras que lo elimina de las
partes donde su presencia es patológica. Ejerce, pues, una acción reguladora.
Al eliminar el calcio patológico, el cloruro de magnesio es un excelente preventivo
de la hipertensión. Los depósitos de calcio, que hacen perder su elasticidad a las
arterias, desempeñan un papel importante en ciertas hipertensiones y en los
accidentes que de ellas provienen. La eliminación de estos depósitos calcáreos
tiene, pues, una importancia grande en la práctica, que es favorecida por el
cloruro de magnesio. Según esto, el magnesio resulta un medicamento muy
indicado para evitar la arteriosclerosis.
G) TERAPÉUTICA MAGNESIANA DE LAS
ENFERMEDADES INFECCIOSAS
Los efectos curativos del magnesio se extienden, en general, a todas las
enfermedades infecciosas.
Podríamos narrar minuciosamente casos de curación en distintas enfermedades,
pero nos limitaremos a las líneas generales de esta materia. Iremos extractando,
según lo hace el P. Manzanal, las observaciones y notas del doctor Neveu en las
principales enfermedades que ha tratado.
1. Gripe y afecciones de las vías respiratorias:
El doctor Neveu atendía desde 1923 a 1939 a los
enfermos de las Hermanitas de los Pobres en Rochefort-
sur Mer. La cuarta parte de los ancianos, físicamente
agotados, moría cada año de bronconeumonía, siendo
tratados por los medicamentos usuales.
El año 1934 comienza el doctor Neveu el tratamiento
magnesiano en el asilo. Daba a todos los enfermos con
fiebre la solución de cloruro de magnesio, en dosis de
125 centímetros cúbicos cada seis horas. Los efectos
fueron excelentes: los enfermos curaban rápidamente.
El doctor Neveu ha tratado con este método otros cinco casos con los síntomas y
exámenes positivos de los bacilos de la difteria (bacilos de Loeffler).
Todos se han curado rápidamente, después de haber tenido gran cuidado de
probar que se trataba de casos de difteria. Neveu, seguro de la eficacia de su
método, ha suspendido los exámenes bacteriológicos y la redacción de las
observaciones clínicas, que ya no tenían interés para él, y en los años siguientes
trató por la solución de cloruro de magnesio al 20 por 1.000 más de 60 casos de
anginas diftéricas, siempre con feliz resultado.
Reveló, pues, las observaciones clínicas de cuatro nuevos casos de difteria, tres
de los cuales eran extremadamente graves, confirmados todos por el laboratorio,
y dirigió estas observaciones juntamente con las precedentes al doctor Duvic,
Inspector-Médico de la Charente-Marítima.
Este comunicó los documentos al director regional de la Salud y Asistencia de
Poitiers.
«Ellos me impulsaron - escribe Neveu - a publicar sin retraso un
artículo en la prensa profesional. El primero de enero de 1944, el
diario de medicina «Concours Medical», me incluía una nota
sobre el tratamiento de la difteria por el cloruro de magnesio...»
El quince de abril del mismo año publicaba otro artículo el «Concours Medical».
He aquí una síntesis de sus ideas:
Desde hace diez años he tratado con éxito más de sesenta casos
de difteria por la solución siguiente:
Cloruro de magnesio cristalizado, 33 gramos
agua ordinaria, como disolvente, 1 litro
Empleo esta solución en dosis de 125 centímetros cúbicos que se toman de una
vez o en el espacio de cinco minutos. Después de dos horas, viene una segunda
dosis de 125 centímetros cúbicos. Esta dosis se renueva cada seis, ocho o doce
horas, según la gravedad del caso.
Las dos primeras dosis, bastante próximas, permiten obtener rápidamente una
concentración sanguínea suficiente. El intervalo de las dosis siguientes tiene por
fin mantener o disminuir progresivamente esta concentración, según el estado del
enfermo.
Este tratamiento es sumamente sencillo y rápido. Frecuentemente el análisis del
cultivo de los bacilos llega del laboratorio, cuando el enfermo está casi ya curado,
pues el examen del cultivo se hace después de diecisiete horas.
Con este artículo comienza a extenderse, con feliz augurio, el procedimiento del
doctor Neveu. Llega a muchos médicos y será presentada a la Academia de
Medicina una comunicación sobre él. Vamos, pues, ahora a decir algo sobre la
acogida y resultados del nuevo método expuesto en este artículo. Los mismos
doctores nos cuentan cómo lo recibieron y con qué resultados lo aplicaron.
Vamos a concluir este punto dando la estadística de los casos de difteria tratados
por el método del doctor Neveu. El mismo la dio en una comunicación a las
«Jornadas Terapéuticas de París».
Dice así:
«He aquí, por orden cronológico, los nombres de los
compañeros, que con conocimiento mío, han ensayado el
tratamiento de la difteria por el cloruro de magnesio y la
estadística:
Estos dos métodos, en esta forma empleados, no se oponen, sino que se ayudan
y complementan.
La citofilaxia aumenta la resistencia y vitalidad del organismo en general; la
seroterapia tiene una acción más propia y específica contra las toxinas de
determinados bacilos y microbios.
En primer lugar fijaremos nuestra atención en los efectos del cloruro de magnesio
sobre estas manifestaciones precancerosas, siendo nuestro guía el competente
médico doctor Delbet en todo lo que vayamos diciendo. Después, entraremos de
lleno en el estudio del magnesio con relación al mismo cáncer.
Nuestra conclusión será: un mayor contenido de magnesio en nuestra
alimentación disminuiría notablemente el número de cánceres.
A. Curación de afecciones precancerosas:
Una auto-observación del doctor Delbet nos hace pensar.
Algunos de sus antepasados habían muerto de cáncer
por línea materna y paterna. Lo que, supuestas las leyes
mendelianas, implica una probabilidad de caer en esta
misma enfermedad o, al menos, tener una
predisposición.
Delbet tenía vegetaciones epidérmicas en las orejas, que
venían a ser lesiones de carácter precanceroso. Se hizo
operar tres veces, pero al cabo de las operaciones
reaparecían las mismas lesiones.
5. Las regiones más probadas por el cáncer son
aquellas donde la alimentación es más pobre en
magnesio: En los países civilizados hay unas
regiones severamente atacadas por el cáncer,
otras donde esta enfermedad es relativamente
rara. ¿Esta diferencia estará en proporción con la
diferencia de estas regiones en la riqueza
magnesiana?
Dice el doctor Delbet:
«Se oye decir, de vez en cuando, acerca de un
municipio, de un cantón, de una provincia: es un
país donde hay muchos cánceres, o, al contrario,
donde los cánceres son raros. Estas impresiones
corresponden a la realidad. Las investigaciones
que se han hecho desde hace algunos años
sobre la repartición geográfica del cáncer, han
mostrado que vastas regiones del globo son casi
inmunes a esta plaga, mientras que otras son
gravemente castigadas. Las diferencias de
proporción son tales que no podríamos ni
sospecharlas: van de 1 a 10, 12 y aun a 14.»
6. La alimentación de las colectividades poco
atacadas por el cáncer es rica en magnesio.
La encuesta de Schrunph-Pierron nos muestra
que en Egipto mueren 10 veces menos de
cáncer en el estómago que en los países
supercivilizados de Europa y América.
Por otra parte, acabamos de ver que los
campesinos egipcios, que constituyen para
nuestro intento el 90 por ciento de la población,
tiene una alimentación cuatro o cinco veces más
magnesiana que la media de las poblaciones de
Europa y América. Y el hecho de que estas razas
son también tan atacadas como nosotros,
cuando aceptan nuestra alimentación, es
suficiente para demostrar que la inmunidad de
que ellos gozan, no debe atribuirse a su raza,
sino a su régimen alimenticio.
CAPÍTULO III
EL MAGNESIO EN ZOOTECNIA
La salud del hombre depende, en gran parte, del equilibrio mineral de su alimentación.
Ahora bien, como este equilibrio mineral falta con frecuencia por deficiencia del magnesio en el
organismo humano, de aquí que este elemento, desde el punto de vista de la química biológica,
sea considerado como un elemento fundamental y del que no se puede prescindir en la
alimentación.
Esto que hasta ahora suele referirse al hombre tiene también su aplicación a los animales, y por
consiguiente, no puede menos que afectar al ganado y, en general, a todos los animales
domésticos según se podrá apreciar en la exposición que sigue.
A) PORCENTAJE DE MAGNESIO EN LOS ANIMALES
Al tratar del porcentaje del magnesio en los animales, débese hacer una
distinción que no tiene razón de ser en el hombre, y es la referente a los animales
terrestres, a los acuáticos.
Con respecto a los animales terrestres, las variaciones de magnesio dependerán
de la especie zoológica de que se trate, y, dentro de la misma especie, de que
tengan más o menos magnesio los alimentos de que se sustentan.
Entre otros, el máximo interés de la parte mineral del pescado, de los moluscos y
mariscos, estriba en proporcionar a los seres humanos magnesio, yodo, arsénico,
manganeso, cinc, cobre y otros «elementos trazas», en forma de combinación
orgánica natural; todos ellos reconocidos como esenciales a la vida, desde los
trabajos de Armando Gautier y Gabriel Bertrand; elementos que los alimentos
de origen terrestre no siempre proporcionan en cantidad suficiente.
Diversos autores, entre ellos Lowern, MacCance, Winddewson y Atwater, han
determinado y hecho público el contenido de magnesio de algunos pescados,
moluscos y crustáceos.
Así, según Lowern, el bacalao tiene 20 miligramos de magnesio por 100 gramos;
la pescadilla, 30; la merluza, 35; el róbalo, 25, y la platija, 25.
Según MacCane y Widdown, el rodaballo tiene 32 miligramos de magnesio por
100 gramos; según Atwater, el esturión tiene 150 mg.; la anguila, 48, y la
robaliza, 86 mg.
Con respecto a los moluscos, Lowern señala 20 mg. de magnesio por 100
gramos en la almeja, 40 en la ostra, 50 en la coquina, 40 en la venera, 160 en el
bucino y 385 en el caracol. Por lo que hace a los crustáceos, el mismo autor
señala 50 miligramos de magnesio por 100 gramos en el cangrejo, 35 en la
langosta, 40 en el camarón y 105 en la quisquilla.
Los animales domésticos son víctimas, en los actuales tiempos, lo mismo que el
hombre, de falta de magnesio en su organismo. Los suelos, con el cultivo,
intensivo tienen poco menos que agotadas sus reservas de magnesio y la
generalidad de los agricultores no las incrementan con adiciones de compuestos
magnésicos.
Natural es que los animales domésticos (ganado, aves de corral y conejos), que
se nutren casi exclusivamente de vegetales, estén también faltos de magnesio y,
en consecuencia, que experimenten los mismos o parecidos efectos dañinos que
esta misma falta ocasiona en el hombre.
Como se ve, hay que comprobar cada caso determinado, tratándose de animales
domésticos, si hay suficiente y completa alimentación mineral; si la hay, habrá el
equilibrio, si no, el desequilibrio. El hombre, conocedor de estos desequilibrios
minerales, los empleará según le convenga: en los vivientes dañosos a los
animales domésticos empleará el desequilibrio, para hacerlos desaparecer; en
cambio, para los que les son útiles, procurará un buen equilibrio para favorecer
sus intereses.
El Gammerux pulex, o pulga de agua, vive en las aguas corrientes de los ríos;
pero su adaptación a ellas es reciente, viviendo unas especies semejantes a él
en el agua del mar. Por esto, la pulga de agua puede vivir en una mezcla de agua
de mar y agua dulce, y también en agua de mar artificial que contenga las
principales sales marinas: cloruro de sodio, cloruro de potasio, cloruro de
magnesio, sulfato de magnesio y cloruro cálcico, en las mismas proporciones que
se encuentran en el agua del mar.
A pesar de los esfuerzos por tener una habitación y alimentos excelentes para las
vacas y terneros, las desgracias continuaron siendo las mismas: los terneros
seguían muriéndose con los mismos síntomas. Nacían débiles, sus actos reflejos
eran lentos, no tenían apetito; la descomposición era general, con un 50 por 100
de una especie de neumonía que hacía toser mucho a los terneros.
Convulsiones fuertes eran el prestigio de la próxima muerte. Se gastaron miles de
dólares en buscar un tratamiento eficaz. Remedios de tales clases: sulfamidas,
vitaminas, sueros, vacunas, etc. Todo fue inútil; no se consiguió ningún cambio
en los resultados generales.
Advertimos antes cómo seis de los apartados para los terneros habían sido
recubiertos de un fino revestimiento. No se tardó en notar que los terneros
deterioraban con sus bocas estas paredes. Al principio no hicieron ningún caso
de esto. Más bien pensaron no terminar los restantes; pues sería un gasto inútil.
Hasta que un día Mr. Kuck se hizo esta pregunta:
¿Por qué a los terneros les gusta comer el revestimiento más fino
de la pared, mientras el más grueso permanece intacto?
Había quedado en un saco parte del material utilizado para el revestimiento fino.
En seguida pidió al fabricante que le mandase el análisis de las substancias del
material. Éste se componía de carbonato de calcio y de carbonato de magnesio
principalmente. Por otra parte, la sociedad fabricadora de este material envió a
las granjas de Mr. Kuck un químico que, durante varios días, hizo exámenes
completos de la composición mineral de los campos. Prescindiendo de otros
elementos menos importantes, aparecía claro que había buena proporción de
nitrógeno y fósforo, muy excesiva de potasio y muy baja de magnesio.
Sin más tardar, Mr. Kuck hizo un pedido grande de dolomita (compuesto de
magnesio): 4 toneladas molidas y cribadas como complemento mineral
alimenticio y 40 toneladas para abonar los campos y pastizales.
Los terneros eran alimentados por las vacas que habían recibido el buen
alimento. Al cabo de dos semanas, se atenuó el olor fétido del establo de los
terneros y se notó un cambio notable en la mortalidad. Los terneros parecían más
despiertos.
Se terminaron de revocar los apartados de los terneros con el mismo
revestimiento que los anteriores. Los terneros no tocaron ahora este
revestimiento, pues no tenían necesidad del magnesio que les venía por otra
parte.
Con los nuevos elementos desaparecieron las mamitis de las vacas. Trece vacas
estaban en cuarentena por mamitis: al cabo de 20 días, las trece estaban
curadas sin ningún tratamiento especial. En un examen de todo el ganado sólo
aparecieron dos vacas con un pequeño toque en sus mamas, mientras que antes
un 50 por ciento estaban con mamitis en un tiempo u otro de su lactación.
Desapareció la infecundidad. Un año entero dieron leche veintitrés vacas, sin que
se pudiera asegurar su fecundación. Fueron conducidas a pastizales abonados
con dolomita, que con oportunas lluvias dieron excelente vegetación. Este fue el
alimento de las vacas.
Además, tenían acceso libre en su establo a cajones de dolomita. Al tiempo
debido, veinte tuvieron su ternero pudiéndose comprobar que su fecundación
había sido inmediata al cambio de alimentación distintamente mineralizada.
Los nuevos terneros eran fuertes, normales, sin síntomas de descomposición. Sin
embargo, las vacas que para prueba no tomaron la nueva alimentación, dieron
terneros débiles, que presentaban los mismos síntomas y evolución que antes.
La prueba era bien clara: el equilibrio mineral hacía prodigios en los animales.
Hice una encuesta entre los poseedores de vacas lecheras y observé que no
tenían fiebre aftosa las de los que habían puesto en sus abonos sodio, cloro y
magnesio. Es que no se había olvidado de los elementos necesarios para la
producción de leche, que contiene una proporción no despreciable de cloro, sodio
y magnesio.
Como se ve, por esta conferencia, para Vilain el equilibrio mineral es la base de
la buena salud de los animales. Todo el desequilibrio mineral crea un estado de
menor resistencia, que deja al organismo casi sin defensas contra los microbios y
parásitos; y, cuando la epidemia o la enfermedad hace estragos, no es lo más
urgente andar a la caza del microbio o del parásito y luchar contra él; lucha
ruinosa y decepcionante, sino encontrar el desequilibrio mineral que ha abierto la
puerta el mal y poner allí el remedio.
Microbios y otros parásitos desaparecen como por encanto, sin que se haya
empleado ningún otra remedio.
Antes de terminan este punto, queremos subrayar el papel del magnesio como
oligoelemento, por la acción específica que manifiesta sobre la materia viva.
Como advierte el doctor F.A. Cid, nuestros conocimientos bioquímicos no son
suficientes para permitir una explicación adecuada de sus acciones referidas a
propiedades fundamentales; por esto, los hechos que el citado autor refiere
deben ser considerados como observaciones cuyo mecanismo no ha sido todavía
esclarecido, a pesar de haberse aventurado algunas hipótesis para explicarlo.
Entre los varios oligoelementos que se han hecho acreedores a ser estudiados
de una manera especial, figura, según el doctor Cid, el magnesio y el potasio, por
cuanto existen un buen número de hechos que permiten afirmar la singularidad
de su comportamiento, sobre todo cuando se trata de sales haloideas, como son
las que se contienen en el producto farmacéutico conocido con el nombre de
«Delbiase».
Más notable son todavía a este respecto los efectos que se producen por la
acción del magnesio sobre el músculo del intestino del conejo.
Al añadir este oligoelemento, se produce un aumento de tono, y, tan pronto el
músculo se lava con solución salina corriente, tiene lugar un segundo aumento de
todo.
Esto se explica diciendo que su efecto farmacológico se manifiesta mientras pasa
a través de la membrana, siendo el primer aumento de tono, debido al paso del
magnesio hacia el interior de la célula, y el segundo aumento de tono que se
produce al lavar el músculo con solución fisiológica, exenta de magnesio, a
consecuencia del paso de la droga detenida dentro de las células musculares del
exterior.
Todas estas disquisiciones han permitido aclarar que el magnesio, al igual que
otros oligoelementos, desempeña el papel de catalizador de las funciones vitales
de los organismos animales.
Cuatro son los procesos, de importancia fundamental para la vida, que se ven
influenciados por el magnesio:
1. La síntesis y destrucción de los elementos de los tejidos,
particularmente de las proteínas
2. Los procesos energéticos cuales son las oxirreducciones
3. La desintoxicación de venenos de origen endógeno
4. La transmisión de los estimulantes nerviosos
Estos hechos, como advierte el doctor F. A. Cid, abren perspectivas nuevas en lo
que se refiere a la alimentación, tratamiento de las enfermedades en los animales
y en lo que concierne al problema del cáncer, es decir, el problema del trastorno
de la formación y variaciones hasta ahora oscuras del epitelio y tejido conjuntivo.
Antes de dar por terminado este punto vamos a señalar algunos de los efectos
sorprendentes que el tratamiento con sales de magnesio produce en las
principales enfermedades de los distintos animales domésticos.
CAPITULO IV
EL MAGNESIO EN LA AGRICULTURA
El magnesio, en la vida de las plantas, desempeña un papel importantísimo, que no siempre ha
sido debidamente valorado.
Por de pronto, en las cenizas de todos los vegetales, y especialmente en las de sus semillas, el
análisis encuentra magnesio. Este hecho dio una pista a los agrónomos sobre el papel que en la
vegetación debe desempeñar dicho metal. Fue en los comienzos del siglo cuando se observó su
presencia y de ella se dedujo que debía ser indispensable en la vida vegetal, si bien entonces no
se llegó a aclarar su función específica.
Se le solía confundir con el calcio y se creía que su acción ignorada podría realizarse en
presencia de otras sales metálicas.
Experimentos realizados en estos últimos años en diferentes ensayos, han comprobado de una
manera evidente la gran eficacia del magnesio, así como también el calcio, como fertilizantes de
extraordinaria importancia.
Esta confirmación experimental de sus valiosas propiedades alimenticias para las plantas ha
contribuido bastante a su empleo, que se ha ido generalizando a medida que se han divulgado los
ensayos e investigaciones de destacados agrónomos. De sus trabajos se deduce que el
magnesio y el calcio no sólo deben considerarse como los elementos que facilitan la asimilación
del amoníaco y del ácido fosfórico a las plantas, sino que, además, representan valiosos
elementos para la vegetación.
En nuestra exposición daremos cuenta, algún tanto detallada, de cuanto se acaba de apuntar
acerca de la importancia del magnesio en la agricultura.
A) EL MAGNESIO EN LAS TIERRAS DE CULTIVO
Como es natural, el origen del magnesio de las tierras de cultivo debe buscarse
en los minerales y rocas de donde aquéllas provienen.
Los principales minerales magnesianos son: la magnesita, el talco, la serpentina,
ciertas micas, los piroxenos y los anfíboles. Todos estos minerales son silicatos
de diversos metales (aluminio, hierro, calcio, sodio, potasio, etc.), entre los que
figura el magnesio, los cuales forman parte de las llamadas rocas ígneas o
eruptivas.
Entre las rocas magnésicas de origen neptúnico cabe señalar el carbonato
magnésico o dolomita, que en algunos puntos del globo constituye enormes
montañas, como en los Alpes del Tirol. La formación de esta roca se debe a la
acción del anhídrido carbónico sobre el calcio y el magnesio de los silicatos antes
mencionados.
Garman y Markle han ideado un método para determinar la riqueza de los suelos
en magnesio, el cual se basa en la extracción de una muestra de tierra por
solución de acetato sódico 0.25 normal de pH = 5 y valoración del magnesio en el
extracto. Este método tiene indudablemente un valor positivo para altos niveles
de magnesio.
Así, por ejemplo, riquezas del orden de 80 a 100 kilogramos de magnesio por
hectárea indican la no deficiencia de magnesio y experimentalmente se
comprueba la exactitud de ello; pero, cuando los niveles son bajos, no puede este
método definir carencia. Por esto, al método de Garman-Markle sólo se atribuye
un carácter aproximado y un cierto valor informativo.
Algunos autores han dado, como cifra de deficiencia de magnesio en los suelos,
el valor de 50 kilogramos por hectárea; pero la experiencia demuestra que mucha
plantas pueden vivir con normalidad en suelos con menor cantidad de magnesio
determinado por el método de los autores antes citados. Como conclusión de lo
que se acaba de exponer se deduce que el magnesio extraíble por la solución de
acetato es ciertamente un índice de seguridad; pero el recíproco no es exacto
siempre.
Los agricultores desean, para poder obrar en consecuencia, que se les señalen
cifras o valores medios del contenido en magnesio de los suelos, desde el punto
de vista de su importancia con las necesidades de las plantas. Pero deben
hacerse cargo de que es difícil, o poco menos que imposible, como se deduce de
lo anteriormente expuesto.
Una información, que no pasa de aproximada, se puede obtener por el método ya
indicado de extracción con acetato, para lo que pudiéramos llamar magnesio
fácilmente asimilable; pero el dato «magnesio total» deducido del análisis posee
un valor que, sin previa experimentación biológica, carece de interés desde el
punto de vista de su utilización y empleo por la planta.
Para comprender el proceso biológico que en las hojas tiene lugar, es de saber
que, en el protoplasma de la célula vegetal, existen los leucocitos, que son unos
corpúsculos destinados a elaborar principios esenciales necesarios para la vida
vegetal. A los leucocitos coloreados se les designa con el nombre de
cromoleucitos que, con distintas materias colorantes, producen la rica gama
cromática de flores y frutos.
Los leucocitos incoloros, llamados cloroleucitos, son a los que colorea de verde la
clorofila, substancia de vital interés para las plantas, por cuanto mediante esa
substancia los vegetales asimilan el carbono del anhídrico carbónico contenido
en la atmósfera.
Ahora bien, como hay dos tipos de clorofila (a y b), resulta que el total de los
pigmentos de las hojas verdes son cuatro: clorofila a, clorofila b, carotina y
xantofila.
La clorofila a se obtiene sometiendo el polvo de las hojas secas a la acción de la
acetona al 80 por 100 y al fraccionamiento sistemático en frío con el alcohol
metílico y un éter de petróleo, del que se separa en forma de un polvo azul
oscuro. La clorofila b se encuentra en el alcohol metílico del tratamiento anterior;
es menos abundante que la clorofila a y se presenta como un polvo verde oscuro.
En la obra titulada «En los próximos 100 años», de C.C. Furnes, profesor de
ingeniería química de la Universidad de Yale (EE.UU.), al tratar de la granja
perfecta, señala el magnesio entre los alimentos indispensables para las plantas
(pág. 369).
Anteriormente (pág. 45) había dicho:
«Unos pocos metales, como el hierro, cobre y magnesio,
intervienen en los procesos y prestan su ayuda a la tarea
constructiva de las plantas.»
Por de pronto, los citados autores se dieron cuenta de que, para hacerse un
exacto criterio sobre el particular, no es suficiente el análisis químico de los
tejidos de las plantas, sino que es necesario el análisis de la semilla. Para
comprobar estos extremos, verificaron experimentos en un terreno que contenía
el porcentaje requerido en magnesio, o sea 30 kilogramos por hectárea, y
cultivaron en él melocotones y maíz.
El abonado consistió en los fertilizantes clásicos de nitrógeno, fosfatos, potasa.
Pues bien, los resultados de los análisis llevados a cabo en las semillas,
mostraron un aumento de 10 a 18 por 100 en el contenido del magnesio cuando
se utiliza como abono fosfatado. Esta constatación confirma la suposición de que
el magnesio es el agente asimilador del fósforo.
El doctor L. Blas sospecha que, con este fenómeno, tenga relación otro hecho
observado, cual es la mayor riqueza en magnesio no clorofílico en los tejidos
jóvenes, raíces y frutos; es decir, en aquellos lugares donde el dinamismo
bioquímico es más intenso.
Al conocer los rusos los trabajos que se acaban de relatar, se pusieron a emplear
en aquel país mezclas de superfosfatos con silicatos de magnesio y los
resultados han sido verdaderamente satisfactorios. Las primeras experiencias
hechas en Rusia consistieron en adicionar al superfosfato ordinario un 8 a 9.5 por
100 del mineral «dunita», rico en olivino; luego, también lo aplicaron al
superfosfato triple.
Esta adición, además de incorporar sales de magnesio al abono, neutraliza el
exceso de acidez del superfosfato, absorbe la humedad y proporciona un abono
que, según estadísticas rusas, es superior al superfosfato aislado, no obstante, la
disminución efectiva de fósforo que supone su mezcla con un 10 por 100 del
mineral no fosforado.
En el caso particular del olivo se sugiere que las necesidades en magnesio sean
posibles responsables de la cosecha alternativa, Su carencia, como se ha
demostrado, produce la no fructificación.
El doctor L. Blas aduce, como ejemplo de esto, los olivos de algunas regiones,
que de jóvenes dieron abundante cosecha; pero que, al transcurrir los años, la
frecuencia alternativa de su fructificación fue ampliándose de período, hasta que
el labrador, cansado de ver la inutilidad de sus esfuerzos, optó por la radical
medida de su talado.
En algunas tierras donde esto sucede, el análisis demuestra carencia de
magnesio asimilable.
«Si esta hipótesis se confirma - son palabras del referido autor;
si, en efecto, las cosechas alternativas del olivo en muchas
regiones españolas obedecen a la escasez de magnesio o a la
falta de movilidad del mismo en el suelo, y se consigue, por
métodos químicos de abonado, la disminución del período de no
fructificación, el resultado práctico de esta mejora representaría
para los olivares de España un incremento fantástico en su
importancia económica.
Pero - añade - no nos dejemos sugestionar por ideas o teorías
más o menos atrayentes; el análisis, la experimentación
sistemática y los estudios técnicos cuidadosos son los únicos
procedimientos de estudio, y sobre sus resultados es solamente
sobre los que se pueden formular hipótesis e ideas.»
Pero lo que sí ya está probado experimentalmente en muchos árboles frutales es
la importancia del magnesio como elemento modificador de la calidad del fruto.
Harley, trabajando en perales, ha llegado a la conclusión de que el mal desarrollo
y calidad de ciertas especies era sólo debido a las deficiencias de magnesio,
acompañadas de exceso de potasio en el suelo.
Damond Bounton, de la Cornell University, publicó hace algunos años un
extenso trabajo acerca de la importancia del magnesio en los manzanos.
Las primeras noticias acerca de esta deficiencia aparecieron el año 1939, siendo
Hill y Wallace los primeros que estudiaron y diagnosticaron la presunta
enfermedad como carencia de magnesio, basándose en la semejanza de
síntomas con otros árboles cultivados en huertos arenosos y de bajo contenido
en magnesio.
Raume fue el primero que relacionó el transporte del almidón de las hojas al tallo
y, como para este proceso se necesita el fósforo como coenzima, de aquí que el
magnesio transportador del fósforo, según antes se ha explicado largamente, sea
teóricamente un elemento indispensable para este fenómeno.
Sobre otras vitaminas, los resultados no son aún definitivos; pero, desde el punto
de vista bromatológico e industrial, estos ensayos revisten la mayor importancia
en ganadería, y su mejora o corrección significaría un gran progreso en la
economía ganadera.
En segundo lugar, este elemento facilita la asimilación del amoníaco y del ácido
fosfórico a las plantas. Asimismo, como el magnesio transforma los silicatos de
calcio, al ponerlos en libertad, permite que las plantas aprovechen importantes
cantidades de potasio que, de otro modo, quedarían inutilizadas. Pero, para que
el magnesio surta todos estos efectos en grado máximo, debe ir asociado al
calcio, pues la incorporación combinada de ambos elementos favorece las
reacciones químicas, sin las cuales la asimilación de los abonos minerales deja
de producirse.
Es de notar que, en estos análisis del total del magnesio contenido en la planta,
los resultados de distintos investigadores son muy diversos, puesto que el
proceso de absorción y emigración del magnesio es muy variable y depende,
además, de la vejez de la planta. Hawkin, en su experiencia con tomates, ha
demostrado que esta planta absorbe del suelo el 3 por 100 de su riqueza total de
magnesio durante el primer mes, el 20 por 100 durante el segundo y el 77 por
100 en el último mes.
Las hojas marchitas, antes de caer, transfieren su contenido de magnesio, hacia
las semillas u otras partes de la planta. Así se explica que, según sea la edad de
la planta, la cantidad de hojas caídas, etc., los resultados analíticos referidos a la
totalidad del peso de la planta puedan ser variables.
Asimismo importa recordar que muchos elementos son tóxicos cuando falta otro
de los necesarios; pero, en presencia de algunos que contrarrestan los efectos
nocivos, desaparecen los síntomas, como sucede con el magnesio y el calcio,
pues el primero elimina las influencias tóxicas del segundo. Además, se da la
particularidad, tratándose del magnesio, de que no sólo es el defecto del mismo
lo que produce efectos perniciosos en las plantas, sino también su exceso, que
llega a ser tóxico.
Existe en agronomía la ley de restitución del suelo de los elementos que extraen
de él sucesivas cosechas. Esta restitución se practica de dos maneras: por
enmiendas y por abonos. Las enmiendas modifican las propiedades físicas de los
campos, haciéndoles aptos para los cultivos, mediante adición de tierras
adecuadas que cumplan con la finalidad deseada.
Los abonos restituyen a los terrenos de cultivo los principios nutritivos que de
ellos extraen las cosechas. Ahora bien, tratándose del magnesio, no es suficiente
efectuarlo con enmiendas; ha de hacerse empleando abonos magnesianos, al
igual que se hace con los potásicos, nitrogenados y fosfatados.
Como fórmula más adecuada para acelerar el crecimiento de las plantas jóvenes
y los rendimientos herbáceos, se recomienda la siguiente composición: 150
gramos de nitrato de sodio, 200 gramos de superfosfato mineral, 100 gramos de
cloruro potásico y 10 de sulfato de magnesio. Se distribuirá primero en dosis de
20 gramos por metro cuadrado y, posteriormente, en forma de riego en una
solución de 200 gramos por cada hectolitro de agua, alternando un riego con
fertilizantes con otro de agua pura.
Para aquellos lectores que pretendan adquirir abonos magnésicos, les indicamos
a continuación algunas casas que les podrán facilitar carbonato, cloruro o sulfato.
El carbonato al por mayor puede adquirirse en,
«Industrias Químicas del Carbonato magnésico y sus
Derivados», Aragón, 89, PALMA DE MALLORCA
«S. E. de Productos Dolomíticos, S. A.», General Mola, número
24, SANTANDER
El cloruro puede adquirirse al por mayor en,
«Aprovechamientos Salineros, S. A.», Rambla Estudios, 109,
BARCELONA
«Productos Toht, Sociedad Limitada», Huertas de la Villa, 9,
BILBAO
El sulfato,
en «Aprovechamientos Salineros»
en «Cándido García Vaquero» VILLACAÑAS (Toledo)
en «Agencia General de Productos Químicos», Paseo de Gracia,
11, BARCELONA
Los productos magnésicos de esta última casa merecen los precisemos más, ya
que sobre ellos tenemos una mayor información.
El cloruro magnésico cristalizado se entrega envasado en bidones tipo CAMPSA,
pues se trata de un producto muy delicuescente (higroscópico), el precio es de
270 pesetas el kilogramo; el envase cuesta 225 pesetas la unidad y su cabida es
de 170 a 190 kilogramos.
El sulfato magnésico se ofrece en tres tipos:
industrial, con 3 a 4 por ciento de cloro (a 115 pesetas
100 Kg.)
refinado, con un máximo de 0.5 por 100 de cloro (a 200
pesetas los 100 Kg.)
refinado, con un máximo de 0.2 por 100 de cloro ( a 250
pesetas los 100 Kg.)
Las tres categorías van ensacadas y el precio de cada saco es de 14 pesetas.
No podemos omitir en este lugar los éxitos agrícolas obtenidos con el empleo de
compuestos magnesianos por Mr. Kuck, propietario de las granjas Brookside, en
New Knoxville (Ohío, EE. UU.). Las cosechas obtenidas en sus campos
abonados con dolomita dieron la prueba más manifiesta de la acción del
magnesio. Con una primavera extraordinariamente húmeda, seguida de la sequía
más rigurosa, los resultados se podían apreciar a simple vista.
Y así, mientras casi todos los campos de la vecindad estaban muy exhaustos, las
42 hectáreas de Mr. Kuck permanecieron verdes y dieron una cosecha muy
superior a la media de la región. Los tallos de la alfalfa no abonada con dolomita
estaban amarillos después del tercer corte, mientras que la abonada con dicho
mineral tenían, a la entrada del invierno, un bonito color verde oscuro.
Sin embargo, los éxitos agrícolas más espectaculares de cuantos se conocen,
logrados con el empleo de sales de magnesio, son los del agricultor francés H.
Vilain. Se trata de un hombre que ha trabajado, experimentado y leído mucho. Su
activismo le ha llevado a cultivar unas 40 heredades de 15 departamentos
franceses diferentes, durante unos 50 años. Habiendo hecho sus primeras
experiencias agrícolas en terrenos muy pobres de Plachet, pasó más tarde a
Lachapelle.
EPÍLOGO
Vamos a terminar esta compilación de trabajos acerca de las virtudes curativas del magnesio,
reproduciendo - pues nos las hacemos nuestras - las palabras con que el P. Manzanal dio término
a la serie de sus artículos.
En el transcurso de este estudio hemos relatado numerosos hechos que muestran que la salud
de las plantas, de los animales y del hombre depende, en gran parte del equilibrio mineral de su
alimentación.
Hemos visto asimismo cómo H. Vilian y Mr. Kuck obtuvieron buenas cosechas y curaron a sus
animales enfermos por medio de un mejor equilibrio mineral, aportando particularmente
magnesio. Este elemento, pues, desde el punto de vista de la química biológica es un elemento
fundamental. En la producción vegetal no se puede prescindir de la alimentación magnesiana de
la planta. Lo mismo hay que decir respecto de los animales y del hombre.
El campesino egipcio, insuficientemente vestido tirita cuando hace frío; pero no se constipa, ni
enferma de gripe, neumonía ni pleuresía. Sus dientes no se carian. Se sabe que las caries eran
antes desconocidas en los esquimales. Ha aparecido en ellos solamente cuando ha penetrado en
sus tierras el pan blanco y los alimentos refinados de nuestra alimentación, que, por otra parte,
están más o menos desequilibrados.
El campesino egipcio resiste muy bien a las enfermedades europeas. Sus mujeres dan a luz con
mucha facilidad, sin la fiebre subsiguiente, y alimentan a sus hijos durante dos años o más. Los
que escapan a las enfermedades parasitarias, viven hasta una edad muy avanzada, conservando
una salud perfecta, física y psíquica.
Estos mismos efectos podemos nosotros conseguir mediante el buen equilibrio mineral, que
hemos propugnado en todas las páginas de este estudio. Y, bajo este punto de vista, se han de
considerar todas las curaciones que hemos relatado. Este equilibrio estará en el terreno de
nuestro organismo.
Siendo esto así, tenemos dos modos de intervenir en este drama, para prevenir la enfermedad o
para curarla; o bien atacar al asaltante, sea fuera o dentro del terreno, para debilitarlo o destruirlo,
si es posible, o bien reforzar la defensa del organismo, mejorar el terreno, para que él, por sí
mismo, supere fácilmente al asaltante.
Fuera del terreno la lucha contra el agresor presenta notables ventajas; pero dentro del terreno
esta misma táctica, si el terreno es deficiente, por ejemplo, en su equilibrio mineral, no puede dar
más que resultados fragmentarios y rara vez definitivos, después de un período más o menos
largo.
Pero el agresor no puede dejar de perder mucha de su importancia, si nos acordamos menos de
él, para dar una mayor importancia al perfeccionamiento del terreno. Y este es el segundo modo
de combatir al agresor.
¿No es, en efecto, la débil resistencia del terreno, de la cual el desequilibrio mineral es
actualmente, una de las principales causas, que, no activando su defensa, transforma enemigos
ocasionales e inofensivos en parásitos peligrosos o en microbios virulentos?
Y, por el contrario, en un terreno resistente los microbios pierden poco a poco su virulencia
agresiva.
Recientemente, la importancia del terreno ha sido puesta a plena luz por los trabajos de médicos
que estudian enfermedades misteriosas hasta entonces incurables, y por los trabajos de sabios
biológicos que han estudiado el problema de la alimentación.
Éstos trabajos han revelado que muchas enfermedades - y de las más graves - tienen por causa,
«no la presencia de un elemento nocivo que el organismo ha dejado penetrar en
su seno, sino la ausencia en la alimentación de una o varias substancias
indispensables a la vida o a una de las manifestaciones de la vida».
(Randoin)
La trascendencia de mirar la defensa del organismo desde el punto de vista de su perfecto estado
de resistencia y de explotar las energías latentes que puede desarrollar, más que perseguir o
destruir el microbio con medios venidos de fuera, una vez introducido en el organismo, es de unos
límites insospechados. Un organismo en tal disposición triunfa solo y fácilmente de sus enemigos.
A esto se han dirigido nuestras líneas, a presentar este punto de vista menos atendido, no
precisamente a despreciar y rebajar en su importancia otros medios que, estudiados por los
sabios, dan lugar a muy apreciables éxitos, pero sí a decir que éstos no son exclusivos de ellos,
porque hay otros medios que proceden de otra dirección y que también dan excelentes
resultados.
Creemos haber puesto en claro la importancia de que los organismos tengan en sí la excelente
defensa de un equilibrio mineral perfecto, que los defienda de muchos ataques por sí mismos, sin
requerir ninguna defensa extraña, que a veces, entrando en conflicto con el organismo, le puede
perjudicar.
APÉNDICE PRIMERO
¿COMO DEBE TOMARSE EL MAGNESIO?
En los varios trabajos extractados para componer este libro, hemos podido advertir tres cosas:
1. que se preconiza casi exclusivamente la ingestión de cloruro de
magnesio;
2. que las más de las veces no se indican las dosis
3. que, cuando la señalan, no coinciden los diversos autores en la cantidad.
Para orientar en este punto a nuestros lectores, vamos a presentar unas normas de orientación.
La otra sal magnésica es el sulfato de magnesio, que cristaliza con siete moléculas de agua y
tiene por fórmula S04Mg7H20. Expuesta al aire enflorece, perdiendo agua. Es inodora y de sabor
muy amargo. Puede adquirirse también en farmacias o en droguerías.
Todavía debemos mencionar los comprimidos DELBIASE, que contienen las cuatro sales
halogenadas del magnesio (cuales son el fluoruro, el cloruro, el bromuro y el yoduro de Mg), y la
crema DELBIASE, de composición parecida a la de los comprimidos del cloruro, para ser aplicada
a la piel, como regeneradora de los tejidos y frenadora del desarrollo anárquico de las células.
Estos preparados se venden exclusivamente en las farmacias.
Lo mismo puede decirse del MAGNOGENE, del HAL-MAGNOL y de los HALÓGENOS JULIA-4H.
Si la sal que se toma es carbonato, se ha de desleír una cucharada sopera, colmada, en un poco
de agua en un vaso (como dos dedos) o bien en la leche del desayuno, pues no le comunica
ningún sabor. Cada toma de comprimidos DELBIASE consiste en dos comprimidos en medio
vaso de agua. La aplicación de la crema DELBIASE a la piel comporta un masaje, a fin de hacerla
penetrar bien en la epidermis.
Téngase presente que las cantidades indicadas se refieren a una dosis; por tanto, en los casos de
utilizar las sales de magnesio como medicinas, se habrían de tomar dos dosis al día: una por la
mañana y otra por la tarde. Con todo, por razón de la edad, las dosis para obtener los efectos
curativos deberán atenerse a otras cantidades, según lo ha expuesto el doctor Neveu y nosotros
reproducimos a continuación.
Las cantidades que a continuación se expresan se refieren a la solución de 33 gramos de cloruro
de magnesio cristalizado en un litro de agua.
1. Adultos y niños hasta 5 años: 125 centímetros cúbicos de la solución de
cloruro antes indicada para seis horas. En casos muy graves: dos dosis
iniciales, con dos horas de intervalo; las siguientes dosis, con seis horas
de intervalo.
2. Inferiores a 5 años: 100 centímetros cúbicos para los de 4 años, 80 para
los de 3,60 para los de 2, y 40 para los de 1 año. El horario es el mismo
que para los anteriores.
3. Inferiores a un año: Dos cucharadas (30 centímetros cúbicos) a los de
más de seis meses, una cucharada muy llena (20 cm cúbicos) a los seis
meses, una cucharada (16 cm. cúbicos) a los de menos de seis meses.
La separación de estas dosis es de tres horas.
Las dosis que acabamos de mencionar se refieren a las fases agudas de la enfermedad.
Se les irá desplazando progresivamente, cada 8 horas, más tarde cada doce, a medida que el
enfermo mejore. Después de la curación aparente, es necesario continuar el tratamiento algunos
días, para que el enfermo no se exponga a recaídas.
Repetimos que la sal magnésica más recomendada de los médicos es el cloruro. Sin embargo, a
algunos les resultará molesta de tomar. En primer lugar por ser amarga; con todo, a la larga uno
se acostumbra y ya nota menos el amargor. Otra propiedad del cloruro magnésico es la de ser
bastante laxante y, para algunos, poco menos que purgante.
Con todo, este efecto suele ser más pronunciado en los primeros días; después, el cuerpo ya se
habitúa y se regularizan las evacuaciones. A los tales, les convendrá ingerir el cloruro magnésico,
no en ayunas, sino poco después de la comida, pues entonces el efecto laxante es menos
pronunciado. En cambio, en las personas que padecen de estreñimiento, el cloruro de magnesio
resulta un excelente regularizador de las evacuaciones.
A las personas que no pueden tomar cloruro magnésico por resultarles demasiado laxante, les
convendrá ingerir el magnesio en forma de carbonato, de la manera que luego se explica.
El sulfato de magnesio conviene más a las personas que padecen del hígado, dado que
precisamente los sulfates suelen recetarse para este género de dolencia.
Se dirá, ¿no ha salido últimamente otro producto que hace en el organismo humano lo mismo y
tal vez más que las sales de magnesio, la jalea real?
Así, por lo menos, se anuncia, si bien no parece que tenga carácter de tanta universalidad como
las sales de magnesio. Una diferencia grande hay entre ambos productos y es lo referente al
precio: Cada cajita de jalea real viene a costar unas 500 pesetas, y cada toma, de 30 a 35
pesetas; en cambio, el precio del cloruro de magnesio, cuando menos en Barcelona, es de 10
pesetas el frasco de 100 gramos, comprado en droguería; el precio del sulfato es por el estilo, y
un kilo de carbonato de magnesio a granel cuesta sólo 25 pesetas comprado en droguerías.
Todavía debemos hacer resaltar entre los preparados magnesianos, citados en el decurso de
esta obra (DELBIASE, HAL-MAGNOL, MAGNOGENE, LIDATINE...), los llamados HALÓGENOS
JULIA-4H, de Villanueva y Geltrú (Barcelona), definidos como «estimulante biológico general, a la
vez que sustancia plástica, base de toda célula».
En el prospecto de este preparado farmacéutico se señalan unas orientaciones, con respecto a su
uso, que conviene tengan presentes cuantos toman sales de magnesio, sea en forma de cloruro,
de carbonato o de sulfato, sea en cualquiera de los preparados farmacéuticos que se acaban de
citar.
1. Después de los 40 años, este alimento o medicina es conveniente
tomarlo todos los días sin interrupción, a pesar de que parezca hallarse el
individuo orgánicamente perfecto. De esta necesidad se habrá dado
cuenta el lector por lo que precedentemente se ha expuesto.
2. Naturalmente que su uso no crea hábito; puede dejarse en cualquier
momento, sin perjuicio orgánico; pero, al abandonarla, queda el sujeto sin
la protección hasta entonces conseguida.
3. Esta medicación es compatible con cualquier otra que se pueda hacer, y
no hay que suspenderla, aunque se vayan a tomar otros medicamentos.
4. No crea el que tome sales magnésicas que quedará exento de dolencias
y contratiempos; habrá enfermedades y trastornos entre los
consumidores; pero buena parte de ellas, y no despreciable, serán
atenuadas y muchas eliminadas.
APÉNDICE II
CONTENIDO DE MAGNESIO Y DE CALCIO EN LOS PRINCIPALES
ALIMENTOS
A continuación presentamos una lista, bastante completa, del contenido de magnesio de un gran
número de alimentos, de origen animal y, sobre todo, de origen vegetal, y para que esta
información sea más completa, hemos añadido el contenido de calcio de los mismos alimentos,
ya que este elemento es necesario también para el organismo humano, tanto o más que el
magnesio.
La diferencia que hay entre el uno y el otro estriba en que, modernamente, los vegetales suelen
contener el calcio requerido para su buen desarrollo, porque si las tierras no lo tienen se les
añade en forma de abonos o de enmiendas, al paso que los vegetales y también los animales que
se alimentan de aquéllos, suelen ser deficitarios de magnesio, puesto que las tierras lo tienen en
gran parte agotado por los cultivos sucesivos, y entre los agricultores no ha entrado hasta ahora,
si no es con raras excepciones, el abonado con compuestos magnesianos, como se hace con los
de fósforo, nitrógeno y potasio.
Los valores de magnesio y calcio se dan en miligramos de óxido, es decir, de magnesia (MgO) y
de cal (CaO) por 100 gramos de sustancia.
El orden escogido es el de porcentaje de magnesia.
APÉNDICE III
PRINCIPALES DOLENCIAS PARA LAS QUE SE RECOMIENDA EL
EMPLEO DE SALES DE MAGNESIO
Con objeto de que, cuantos se sienten aquejados de alguna dolencia puedan saber
inmediatamente si en este libro se citan autoridades médicas que recomiendan las sales de
magnesio para alivio de su mal o si efectivamente se han dado casos que lo han prevenido,
aliviado o curado, nos ha parecido poner en este apéndice un catálogo de las dolencias que en él
se citan. Y al hacer esto, mucho nos tememos que alguno de los lectores tilde, despectivamente,
de Panacea a las sales de magnesio.
Si hubiese alguno que así procediese, le diríamos que efectivamente las sales de magnesio
pueden llamarse panacea - y no en sentido despectivo—, por cuanto es un hecho bien
comprobado que a su falta se deben muchas enfermedades que desaparecen con la ingestión de
cloruro de magnesio o de otra sal magnésica.
Precisamente en farmacia, desde tiempo antiguo, se llama «panacea inglesa» - y no ciertamente
en tono despectivo - el carbonato de magnesio mezclado con carbonato de calcio.
He aquí, pues, la serie de dolencias que se citan en el libro, con indicación de la página o páginas
en que esto se hace:
Aborto de los caballos y bovinos (El Mg previene
el), 96.
Adenitis (El Mg cura la), 61, 64.
Aftosa (El Mg cura la fiebre), 96.
Agotamiento intelectual (El Mg desvanece el),
12.
Alimento (El Mg es considerado como), 53.
Anginas diftéricas (El Mg cura las), 62, 64.
Antrax (El Mg cura el), 60.
Arterias (El Mg da elasticidad a las), 56.
Arterioesclerosis (El Mg evita la), 56.
Artrosis (El Mg cura la), 10.
Asma (El Mg suaviza el), 59.
Atrofia muscular (El Mg hace desaparecer la),
60.
APÉNDICE IV
BIBLIOGRAFÍA
Para cuantos quieran estudiar algo más a fondo las virtudes curativas del magnesio y su acción
sobre los animales y las plantas, nos ha parecido bien añadir un cuarto apéndice dedicado a
bibliografía sobre estas cuestiones.
Sin pretender, ni mucho menos, haber agotado la materia, podemos ofrecer a nuestros lectores
una lista de libros y artículos de revista acerca de los efectos salutíferos del magnesio.
ADELANTADO (L.) : Fertilizantes magnesianos. («Revista Industrial y Fabril, abril
1953, pág. 210, Madrid).
ANÓNIMO: El magnesio en la producción de cosechas. («Ion», marzo 1950, pág.
172, Madrid).
ANÓNIMO: El magnesio regulador del calcio, fósforo y halógenos en el
organismo de ciertas especies de plantas. («Ion», noviembre 1946, Madrid.
ANÓNIMO: El magnesio y el calcio. («El Monitor de la Farmacia, 20 mayo 1947,
pág. 193, Madrid.)
ANÓNIMO: Sales de magnesio y manganeso en el crecimiento del trigo. («El
Cultivador Moderno», agosto 1954, pág. 302, Barcelona.)
ANÓNIMO: Virtudes curativas del magnesio. («Ibérica», volumen, 20, 1954-II,
pág. 252, Barcelona.)
BLAS (L.): El magnesio como abono. («Ion», marzo 1949, pág. 137, Madrid.)
BOYTON Y CAÍN: El magnesio en la manzana. («Ion», febrero 1941, pág. 106,
Madrid.
CAMP (A. F.): El magnesio en la fertilización del limón en Florida. («Ion», marzo
1947, pág. 193, Madrid.)
CANALS (E.): Du role physiologique du magnesium chez les végétaux. 134 págs.
Montpellier, Roumegous et Déhan, 1920.
CID (F. A.): Una página sobre el profesor Delbet, investigador del cáncer.
(«Ibérica», vol. 21, 1955-I, pág. 26, Barcelona.)
CID (F. A.: Los oligoelementos son catalizadores de nuestras funciones vitales.
(«Ibérica», vol. 21, 1955-I, pág. 104, Barcelona.)
COOPER (E. H.): Factores que modifican la asimilabilidad del magnesio en el
suelo.
DELBET (P.): Acción frenadora del cloruro de magnesio en la multiplicación de
las células alípicas, en el desarrollo anárquico. («Academia Francesa de
Medicina», París, 1.° de mayo de 1932.
DELBET (P.): El cloruro de magnesio favorece la evacuación biliar y mejora la
digestión. («Academia Francesa de Medicina, París, 1.° de mayo de 1936.)
EISENMENGER (W. S.): Relación entre el desarrollo las plantas y la necesidad
de magnesio. («Ion», noviembre 1946, pág. 619, Madrid.)
EISENMENGER (W. S.): Relación entre el desarrollo de de las plantas en los
cultivos de sementera y la necesidad del magnesio. («Ion», febrero 1947, pág.
105, Madrid.)
FAVIVE (J.): Equilibre mineral et Santé. 403 págs. París, Librairie «Le François»
(Boulevard Saint-Germain, 91), 1951.
GOYTISOLO (José M.a): El magnesio fulminante vital. «Ibérica», vol. 11, 1950-I,
pág. 100, Barcelona.)
GOYTISOLO (José M.a): El magnesio y el calcio en el metabolismo vital.
(Ibérica», vol. 14, 1951-II, pág. 32, Barcelona.)
JOHNSTON (F. B.): El magnesio en la producción de cosechas. («Ion», marzo
1950, pág. 172, Madrid.)
KRAUSE (M.): Magnesio para el diagnóstico diferencial de las enfermedades
agudas. (Arzt. Weschr.», 9, 283, 1954.) En este trabajo se habla de la sedación
de los espasmos viscerales abdominales, pero no de los procesos inflamatorios,
con respecto al tiosulfato de magnesio.
MANZANAL, S. I. (Francisco): ¿Qué se entiende por equilibrio mineral? («Ibérica,
vol. 19, 1954-I, pág. 302, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco): El equilibrio mineral visto por un agricultor.
(«Ibérica», vol. 19, 1954, pág. 314, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco): El equilibrio mineral del hombre. («Ibérica», vol.
19, 1954-I, pág. 387, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco): El equilibrio mineral visto por un granjero
norteamericano. («Ibérica, vol. 19, pág. 425, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco): Multitud de efectos curativos del cloruro de
magnesio. («Ibérica», vol. 19 pág. 462, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco): El magnesio y el cáncer. («Ibérica», vol. 20, 1954-
I, pág. 28, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco): Deficiencia de magnesio en la alimentación actual
de los pueblos. («Ibérica», vol. 20, 1954-II, página 68, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco): Terapéutica magnesiana de la difteria. («Ibérica»,
vol. 20, 1954, pág. 105, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco): Terapéutica magnesiana de las enfermedades
infecciosas. («Ibérica», vol. 20, 1954-II, pág. 146, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco: Las enfermedades infecciosas de los animales
domésticos. («Ibérica», vol. 20, 1954-II, pág. 187, Barcelona.)
MC INTIRE, SHAW y YOUNG: Empleo de silicatos magnésicos en el abonado de
tierras. («Ion, mayo 1953, pág. 280, Madrid.)
MC MURTREY: Efectos del magnesio sobre el crecimiento y composición del
tabaco. («Ion, marzo 1947, página 193, Madrid.)
MATONS (A.) y ROSELL-VITA (M.): Magnesio. («Diccionario de Agricultura,
Zootecnia y Veterinaria», vol. II, pág. 506, Salvat Editores, Barcelona.)
NEVEU (Dr.: El tratamiento de la poliomielitis por el cloruro de magnesio. (Revista
«L.Ouest medical», Francia, 10 noviembre 1951.)
PALIOS (Dr.) De la resistencia general conferida al organismo por las sales de
magnesio. («Academia Francesa de Medicina», París, 25 de mayo de 1940.)
PEVEN (Dr.): Traitement cytophylactique des moladles infectieuses par le
chlorure de magnésium. A propósito de este libro ha escrito el Dr. A. L.: «Se
puede afirmar que este mineral (el magnesio) protege contra toda infección y
ciertamente abrevia siempre la convalecencia reduciendo la astenia tan molesta.»
PRIECH (J.) y CONSTANT (J. P.), dan cuenta de los resultados favorables
obtenidos por el glutanato de magnesio en sujetos afectados de «petit mal»
epiléptico y en niños deficientes mentales. Con este tratamiento - añaden -
disminuye la frecuencia de las crisis mentales, se normaliza el comportamiento,
se eleva el coeficiente intelectual y se mejora el estado somático.
(«Medicamenta», número 265, pág. 45, 15 mayo 1955.)
PUIG, S. I. (L): .Posee el magnesio virtudes curativas? («Ibérica», vol. 26, 1957-
II, pág. 95, Barcelona.)
PUIG, S. I. (I.): El magnesio en zootecnia. («Ibérica», vol. 26, 1957-II, pág. 135,
Barcelona.)
RIBAS MARQUES (I.): Los bioelementos del pescado. («Ion», octubre 1944, pág.
603, Madrid.)
ROCASOLANO (C): La cal y la magnesia en fruticultura. («El Cultivador
Moderno», noviembre 1956, página 118, Barcelona.)
SCHLIEPHAKE (E.): Empleo de preparados de magnesio en trastornos
circulatorios. («Deustch. Med. Wschr.», 77, 1508, 1952). En este artículo se dice
estar indicadas las combinaciones de tiosulfato y nicotina-to de magnesio en
inyecciones intramusculares o intravenosas en varias afecciones y trastornos
circulatorios.
SUÁREZ-GARCÍA (B.): El magnesio en agricultura («Ibérica, volumen 25, 1957-I,
pág. 343, Barcelona.)
SYMPOSIUM OF THE AMERICAN CHEMICAL SOCIETY: El contenido en
magnesio de los fertilizantes. «Ion», febrero 1947, página 105, Madrid.) TRIGO
MEZQUITA (A.): Importancia del magnesio en la vida de las plantas. («Ibérica»,
vol. 3, 1946-I, pág. 39, Barcelona.)
TROUG (E.), GOATES Y BERGER (K. C): Relación magnesio/fósforo en la
nutrición de las plantas. («Ion», marzo 1947, página 193, Madrid.)
VIDAL FREIRE (A.): Catión magnesio en la terapéutica. (La Prensa médica
argentina, XLII, 3.075, 1955.) En este trabajo se dice ser el magnesio muy
importante para la vida, por cuanto desempeña en ella un decisivo papel en los
procesos de síntesis y oxidación del organismo, y da cuenta de los alentadores
resultados de su empleo.
VITORIA, S. I. (E.): Los elementos químicos y su olio-godinamia en los seres
vivos. («Memorias de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona», vol.,
XVIII, núm. 4, 1946.)