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LAS SEMILLAS DE HARALD Y MARIE.

Cuando Jakob Jullius Harald Eckell y Marie Dorothea Jürgensen surcaban los mares en
el “Cito”, en la segunda mitad temprana del Siglo XIX, estaba en pleno desarrollo una
revolución en las tecnologías de la navegación. En realidad, se transitaba el impacto de la
segunda revolución industrial en los artefactos navales. En 1819, el “Savannah” atravesó el
Atlántico en 29 días. Era el primer velero al que se le había agregado un motor a vapor que
movía un sistema de paletas laterales. El barco fue construido a título experimental por el
estadounidense Robert Fulton, socio de James Watt. Zarpó de Nueva York y llegó exitosamente
a Liverpool. El motor a vapor era alimentado por hulla, por lo cual una importante parte del
tonelaje era ocupada por el combustible.

Curiosamente, para el público de la época, un barco que llevaba dentro de sí una


caldera enorme generando fuego y vapor, era mucho más peligroso que uno impulsado por el
viento. La ambivalencia tecnológica del “Savannah” se replicó unas cuantas veces, hasta que
por fin, los barcos a vapor fueron imponiéndose. Por el momento, fue Gran Bretaña –en
particular bajo la conducción de la gran Victoria—la que se adueñó de los mares, generando la
crisis de los propietarios y armadores de veleros que hasta entonces habían detentado los
beneficios del transporte de cargas y pasajeros. Podemos presumir que el Capitán Harald era
parte (perdedora) de esta puja comercial, tecnológica y política y que pudo dejar el Báltico y
sus inmediaciones en busca de oportunidades que lo dejaran fuera del colapso de su empresa.
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NUESTRA ABUELA CAPITANA.
Marie Catharina Dorothea Jürgensen había nacido en Anhalt, Alemania, hija de una
familia danesa, como lo denota su apellido de soltera. Era tres años menor que su esposo, con
quien se había casado en Haldesleben, donde nacieron los tres primeros hijos del matrimonio.

En ese tiempo, entre un parto y otro, y acompañada de los hijos que iban llegando,
Marie acompañaba al Capitán Eckell. Nadie en la escueta tripulación del “Cito” estaba exento
de responsabilidades. En los veleros del Siglo XIX no había instrumentos satelitales de
navegación y el timón debía ser empuñado día y noche, junto con la consulta de la brújula y el
sextante. Tampoco había piloto automático, ni informes de meteorología que permitieran
anticiparse a las tormentas.

Marie, junto a otros tripulantes daneses que acompañaban desde hacía tiempo al
capitán Eckell, fue uno de sus oficiales de cubierta. Y como esposa del capitán, la segunda en el
mando.
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Por las descripciones de Harald en su correspondencia familiar –no muy abundante—
Marie era muy feliz a bordo del “Cito” y en cada uno de los destinos que alcanzaban, a no ser
por aquel trágico Río de Janeiro que se llevó a su pequeña Ingvartine (“Tine”) cuando tenía
apenas un año de edad, en 1847. Es posible que esta muchacha descendiente de antiguos
pobladores del Báltico haya estado acostumbrada desde pequeña al contacto con el mar y la
navegación. Y que estas cualidades hayan sido también importantes motivaciones para el
interés de Harald por ella. La numerosa descendencia que sembraron en estas tierras una vez
que se anclaron en ellas, habla de una pareja donde el amor –a la manera de su tiempo y su
cultura—circulaba con abundante entusiasmo.

He encontrado esta foto del archivo alamy. Por supuesto, no es Marie Catharina,
nuestra abuela. Pero podría ser ella, en una de esas travesías por el Cabo de Hornos rumbo a
Chile o a Perú a bordo del pequeño “Cito”.
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ESA NARIZ…
En 1969, a instancias del profesor Peter Eckell Jensen, autor de la cronología familiar,
se realizó en Buenos Aires una reunión de todos los descendientes de Harald y Marie en la
República Argentina, a la que asistí a la edad de 18 años.

Recuerdo que entre el centenar de personas que nos habíamos encontrado (por
primera y única vez) nos mirábamos con curiosidad, buscando nuestros rasgos comunes:
cortes de cara, ojos, etc. Pero había un rasgo que nos sorprendía y nos hacía sonreír: nuestras
narices. Unas narices pequeñas pero no tanto, respingadas pero no tanto y con una leve
almohadilla en la punta, en tanto las fosas se nos recortan con líneas casi rectas. Así que estas
narices fueron pronto llamadas “las narices Eckell”.

Ahora, mirando con detenimiento la foto de Marie Catharina, me pregunto si acaso no


sería, en realidad, la “nariz Jürgenesen”.

Al mirar recientemente la serie “Vikingos” en la plataforma Netflix, me sorprendió el


parecido de la pareja protagónica –Travis Fimmel y Katheryn Winnik—con aquellas narices que
nos mirábamos en 1969, cuando éramos, por supuesto, muy jóvenes.

..Katheryn, curiosamente, no desciende de “vikingos”…sus padres son ucranianos


radicados en Canadá. Pero he aquí que el actual conflicto entre Rusia y Ucrania (o Rusia y la
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OTAN)…nos llevó a descubrir la historia del Rus de Kiev. Y resulta que…fueron los
“Varegos” (vikingos del norte de la península escandinava) quienes fundaron aquel primer
asentamiento, origen tanto de Ucrania como de Rusia, en el cual dominaron primero a los
eslavos y luego a los jázaros. Parece –dicen algunos—que este fenotipo “nórdico” está en la
base de algunos lamentables brotes racistas que han alimentado el conflicto desde hace 15
años en aquellas lejanas y sufridas tierras.

Tomando con mi mejor pericia un único daguerrotipo de la familia, he intentado


retratar a Harald.

LOS AGRICULTORES
En la larga peregrinación de los ancestros de los Eckell desde Estiria hasta el Báltico
pasando por el centro de Alemania, se los encuentra, en los tiempos más remotos, como
agricultores. Particularmente, como viñateros.

Tras la radicación de algunos de ellos en Karlstad, las generaciones posteriores


incursionaron en oficios diversos. Desde constructores hasta marinos –como nuestro abuelo
Harald y su hermano Karl—y médicos, como el padre de Harald, Johann Philipp.

En la rama familiar a la que pertenezco circulaba la leyenda de que Harald el viejo


había recibido tierras en Pergamino de parte de Juan Manuel de Rosas, virtual patrón del
puerto de Quequén que lo recibió definitivamente por estos pagos. Y de que luego, esas tierras
habían sido malversadas por la impericia o la “mala suerte” de algunos de sus descendientes,
entre los que se contaba nuestro bisabuelo Ernesto.
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Ernesto Eckell, según una fotografía recientemente hallada en la casa de mi madre, Inés
Angélica Eckell. Ernesto sería el padre de su padre. Su abuelo paterno,
esposo de Doña Práscedes Policarpa Goldar.
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Lo cierto es que sí hubo una rama de los descendientes de Harald y Marie que
volvieron al campo. Se trata de la que inició “Haraldito”, uno de los tres hijos del capitán Eckell
que había nacido en 1847 en Hadesleben, al norte de Alemania.

No nos consta cómo las obtuvo, pero Haraldito llegó a tener 5.000 hectáreas en el
paraje Alta Italia, Departamento de Realicó, en la actual provincia de La Pampa. Las dedicó a la
siembra de cereales y la cría de ganado. Podríamos presumir que para el tiempo de la llamada
“Conquista del Desierto” encabezada por el militar Julio Argentino Roca (1878/1885) Haraldito
era muy joven.

Un treintañero. Y que fue beneficiario del reparto de tierras que sobrevino al


exterminio y reducción de los pueblos originarios, antiguos habitantes del sur oeste de Buenos
Aires, Río Negro, Neuquén y, al oeste, La Pampa. Aunque fuera de las privilegiadas tierras de la
pampa húmeda, Don Haraldito supo llevar adelante su establecimiento de manera
satisfactoria.

En 1822 Haraldito fue asesinado por una partida de ladrones que asaltaron su estancia
“El Palomar”. Aparentemente, sabían que el día anterior se había vendido una importante
cantidad de cabezas de ganado, con lo cual tenían asegurado encontrar en la finca una buena
cantidad de moneda fuerte.

Su crimen dio temática a una novela del escritor pampeano Néstor Rubiano, publicada
en el año 2.000 y que, actualmente, como muestra del género policial, forma parte de la
currícula escolar en aquella querida provincia. Casado con Catalina Ferber, (Buenos Aires 1850-
1899), cuatro hijos: Haraldo Martín(1875/1937), que siguió en la actividad agrícola y fue,
además, guitarrista; Alberto (1877/1934), de quien no tenemos información; Amadeo Carlos
(1879/1961), que también siguió en la actividad agrícola y fue co-fundador junto a otros
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colegas de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y, por último, Adolfo (1882/1906), de quien
tampoco tenemos información.

DON OSVALDO

El Dr. Don Osvaldo Eckell fue bisnieto del viejo Harald en línea directa:

Nació en Buenos Aires en 1906. En 1925 se graduó como Médico Veterinario en la


Universidad Nacional de La Plata, con medalla de oro. Se lo describe como un hombre de buen
parecer, mediana estatura y ojos color azul profundo.

Se desempeñó en el Ejército Argentino como Jefe de


Remonta y Veterinaria con el grado de Coronel. Al mismo
tiempo, ejerció la docencia en las universidades de La Plata y
Buenos Aires.

Falleció en 1974 en Berkeley, EEUU.

Dejó un libro muy valorado por los profesionales del


área, que combina conocimientos científicos con experiencias
prácticas y saberes populares recogidos en su contacto con los
trabajadores rurales. Fue traducido a varios idiomas y
diseminado por todo el mundo gracias a su generosidad: nunca reclamó para sí “derechos de
autor”.
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Tras su fallecimiento, su esposa, Celina Vega Herrera, instituyó el premio “Osvaldo
Eckell” que anualmente se otorga a jóvenes investigadores que postulan sus trabajos en la
Academia Nacional de Medicina Veterinaria.

Para quien tenga curiosidad por saber más acerca de Don Osvaldo…

http://anav.org.ar/eckell-osvaldo-a-med-veterinario/

MUJERES ARTISTAS.
Dos mujeres del semillero de Harald y Marie forman parte de la jungla de los artistas
argentinos. Una, en el campo de las artes plásticas: Ana Eckell. La otra, más joven, como
pianista: Lorena Eckell.

Tenemos la genealogía de Ana, tomada del trabajo del Dr. Peter Eckell Jessen. No así la
de Lorena, porque en 1969, cuando se realizó el relevamiento, aun no había nacido.

Les dejo una obra de Ana y un par de enlaces donde podrán conocer a estas dos interesantes
mujeres de la siembra de Harald y Marie.
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Ana Eckell

https://artedelaargentina.com/disciplinas/artista/pintura/ana-eckell
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Lorena Eckell

https://www.lorenaeckell.com/audio-video/

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