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Cuatro estudiantes que andaban por ahí parecían de esa clase de gente que vive para
burlarse de los demás. Apenas me había sentado, cuando uno de ellos le dijo al otro: “Eso es
un patriota”. No dije nada. Ahora hablaron entre ellos de poesía y música, y se fueron
cantando. Al salir alguien pudo haber querido decirme algo, pero alguien más dijo: “Déjalo
sentarse”. Inmediatamente después vinieron otros tres jóvenes que volvían por el mismo
camino burlándose de los que se cruzaban con ellos (…)
No lejos del pabellón me encontré con una posada en una colina, con una carpa al
lado, mucha gente y música, pero ningún conocido. Finalmente, en una colina, vía Holtenau, a
lo lejos, y luego la fortaleza.
En el castillo escuché el curioso canto del ruiseñor. Toda la magia de la naturaleza vive
en el canto de estas aves. Cantará para nosotros hasta setiembre. Con los primeros fríos huirá
a Africa, pero allá no cantará tanto. Luego regresará a anidar cerca de donde él mismo ha
nacido.
https://www.youtube.com/watch?v=4Cu3fi0TI5k
En el Lipziger Schenke
hubo música y danza. En la parte
delantera del salón se sentaban
unos marineros que tenían
chicas entre ellos, y se
emborrachaban juntos. Eran
unas muchachas descaradas y
groseras. La sociedad era
demasiado cruda, sucia, para mí
y por eso me fui de inmediato.
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En el mercado supe que la música de Janitscharen se escucharía a las 9.00 en punto.
Como no estaba tan lejos fui a la posada y me dieron una botella de cerveza de trigo y una pipa
por 6 chelines. A las 9.00 en punto la banda recorrió las calles y se detuvo frente a los
aposentos de Ewald y Moltke. La multitud ruidosa arruinaba bastante todo. Me acosté cansado
pro no me pude dormir por los ruidos.
El general respondió que había guerra pero que no había nada qué hacer. El puesto en
el Jäger Corps lo ocuparía el cirujano de reserva Withussen; le hubiera gustado tenerme como
cirujano del regimiento pero las vacantes las administraba la Academia de Copenhague.
De lo de Ewald fui a la oficina de Correos y entregué allí mis cartas (24 chelines). Luego
fui a la librería académica y pagué mi factura de 21 Reichstaler y 32 chelines, por algunos libros
que compré.
Para el almuerzo comí una sopa de carne con arroz y tocino en mi habitación. Después
de la cena fui a Kaulbart por unos minutos, pero él no estaba en casa. De allí me dirigí a ver al
concejal Wiedermann, que seguía sentado a la mesa aunque eran más de las 3.00 de la tarde
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En Bömelberg me llevaron a visitar la calle comercial. Pero no pude conseguir el
vestido de satin negro que quería comprarle a mi esposa. Luego fui al paseo del puerto, donde
había muchas embarcaciones grandes.
Visitamos al pastor Götsche, que vive en una casa muy buena. Yo quería irme
enseguida después de la cena, pero como nos pidieron café y no me gustó mucho aquí, decidí
quedarme a pasar la noche. Miramos la iglesia, donde hay algunas hermosas tumbas(…)
Mehring también me llevó al hermoso jardín del edificio de oficinas. Después fuimos a ver al
Chambelán Krück, que no estaba en su casa. Su mujer, muy habladora, nos mostró toda su
casa y jardín.
Mehring quiso jugar bolos, así que tuve que ir al pub, al que vino después el pastor. El
pastor tenía un bote y le pdí navegar un poco. Cruzamos el lago BordesHolmer varias veces.
Por la mañana a las 7.30 viajé hasta Preetz pasando por Brujas, Honigsee y Pohnsdorf.
El camino es difícil para alguien que no lo conoce. Estuve a punto de volver a Kiel y de
desviarme a Segeberger porque no hay ninguna señalización.
Llegué a la hermosa zona de Preetz entre las 10 y as 11 de la mañana. Fui a ver al Dr.
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Lawerenz, que no estaba. Mientras tanto, su esposa –una criatura pequeña y torcida—me
pidió que esperara media hora. Ella me contó muchas cosas.
De ahí fui a ver al Dr. Chemnitz. En realidad, quería ver al más joven, pero ahora él está
en Plön como físico. El viejo Dr. Chemnitz me recibió muy amablemente, aunque lo molesté
mientras dormía. Me invitó a sentarme en el sofá y me dijo que había escuchado comentarios
muy buenos sobre mí y que tenía sus respetos.
Prometió que si llegaba a Kniphagen en Pentecostés me haría una visita recíproca. Les
agradecí el almuerzo ofrecido porquie hoy quería llegar a Eutin en el menor tiempo posible.
El camino pasa por Schellhorne Strasse hasta Schellhorn, donde hay un camino a la
derecha hacia Plön y, otro, a la izquierda, hacia Eutin.
En Lebrade encontré al niño más pequeño enfermo en la taberna, tanto que el Dr.
Lawerenz ya se había rendido con él. Las circunstancias de la enfermedad no me parecían tan
desesperantes, así que receté remedios útiles para el niño.
Llegué a Eutin a las 3.00 p.m. Justo antes de Eutin, el camino de enfrente está
espléndidamente asfaltado y señalizado. Como nunca viajé a Eutin de este lado, no mo
sorprendió nada la longitud del camino hasta que llegué al mercado. Aquí cabalgué a la
derecha en lugar de hacerlo a la izquierda, pero me encontré con una mujer bondadosa que
quería ver a Ranniger. Después de recuperarme un poco y tomar un té fui al hermoso hjardín
de Eutin. Por la noche cené en lo de Ranniguer en compañía del Juez Trede y un hombre de
negocios de Lübeck llamado Lüders.
En la mañana del 31 de mayo, Día de Ascensión, visité al Dr. Voss , que era hijo del
rector de la Escuela de Eruditos de Eutin.
El Dr. Voss se casó recientemente con una de las hijas del fallecido cirujano Bach, una
mujer muy simpática. La pareja de recién casados era muy tierna aun y se besaban a cada
momento. Viven con mucha elegancia y el Dr. Voss posee una nutrida biblioteca. Bebimos un
poco de té y luego me invitaron a volver más tarde . Pero como quería visitar el jardín del
palacio y luego la iglesia, decidí no aceptar.
Conocí a Ewischen Schönwalde y Lensahn después del Dr. Henkel, ahora médico en
Lensahn. Llegó arrastrándose solo en un carro al que estaban atados dos miserables caballos
amarillos. Había dejado las riendas en el asiento del conductor, frente a él. Cuando se enteró
de que había estado fuera unos días se asombró de que pudiera estar ausente siempre que él
hubiera estado fuera de aquí durante 19 años y no hubiera podido viajar dos horas a su gusto
durante ese tiempo. Se levanta todas las mañanas a las 5.00 a.m. pero no pudo terminar su
trabajo. Ahora quería ver a una señorita que estaba enferma en Schönwalde.
En Lensahn conocí a un judío que vivía en la localidad, Jacob, quien me dio la agradable
seguridad de que todo estaría bien en su casa.
Me ayudó mucho la citada carta del 25 de mayo al cirujano personal Bodendieck, como
supe más tarde en Copenhague; esta carta fue envidada a la Academia Quirúrgica, que luego
nos fue enviada por el decano, Profesor Giesemann, el 30 de junio de 1810 el cirujano de
Regimiento sugirió que uno de los Norwegian Jäger Corps debería ser el mejor. Así que envié
una petición el 7 de julio y recibí una comunicación de la Academia el 18 de agosto, de que su
Real Majestad Gentilmente me había designado como Cirujano del Regimiento de Norwegian
Jäger Corps el 2 de agosto.
El 6 de setiembre de 1810, recibí una carta del jefe del Jäger Corps , Herr General von
Saffeldt, en el que también me dio la noticia de mi nombramiento con la indicación de que el
cuerpo quería que llegara a Larvik lo antes posible.
Puse mis asuntos en orden lo antes posible. Mi buena esposa se ocupó de empacar mi
ropa y demás cosas. Después de despedirme de un par de buenos amigos, abracé a mi esposa,
a mi hijo y a mi hermana con tristeza y lágrimas y partí en la tarde del 19 de setiembre de 1810
a través del lago de Grüber, a través de la región de Oldenburg. Hasta Heiligenhafen. Aquí pasé
la noche en la casa de Lassen y a la mañana siguiente tomé un barco desde Heiligehafen.
Pero solo llegamos a navegar una hora más allá de Fehman cuando tuvimos que dar la
vuelta debido a un convoy inglés y, dado que los buques de guerra anclaron no lejos de la isla
de Lolland, tuvimos que regresar a Heiligehafen.
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Esa noche me quedé en lo del molinero Kühl.
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También estuve con el profesor Sarthoph, con el cirujano de la división Hahn, cuñado
del rico Chambelán noruego von Staffeld.
aseguró que Bodendieck había contribuido a mi promoción actual a través de sus sugerencias.
El Dr. Falkenthal también me recibió y me liberó con mucha amistad, y dijo que estaba
contento de poder renovar los lazos con un viejo conocido. No me reuní con el Consejo
Presupuestario de Essen ni con el pastor Masmann en casa. El Inspector Benzen todavía está
con su hermano. Su hijo es muy parecido a su padre, pero lamentablemente tiene una
enfermedad en la rodilla similar a la de mi hermana Gretgen. Almorcé allí y me pidieron
regresar a almorzar al día siguiente. Por la tarde hubo música callejera.
Pasé del Hospital al puesto de Aduanas. Compré un sombrero militar y unas espuelas.
También algunos instrumentos quirúrgicos.
Poco después llegó el teniente Fabricius, un joven que llevaba diez años en Noruega.
También elogió a Larvik, donde sin duda –dijo—me sentiría a gusto.
Primero quería visitar al profesor Schellerup pero ya había salido. Así que fui a la iglesia
del Espíritu Santo y el sermón ya había terminado. El pastor Paysen, técnicamente hablaba en
alemán pero no pude entenderle ni una palabra. No me gustó la apariencia del hombre, que
llevaba una peluca de aspecto repugnante, al nuevo gusto de la moda. Un detalle de banalidad
insoportable.
Entre las 6 y las 7 el Rey (Federico VI) se fue con su esposa completamente solo hacia
donde estaba lña mayoría de la gente, Luego bajó al jardín, donde tuve el honor de saludar a la
pareja real.
Mientras estaba de pie frente a mí, el Rey se vio una vez más detrás de mí a la una de
la tarde. Luego salieron del jardín por el camino que conduce a la ciudad.
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Empezaba a oscurecer y tenía hambre. Una casa de carruajes cercana estaba al lado
de un restaurante que me agradó. Lleno de luces y con música en el jardín. Comí bien pero
caro. Es terrible que esta avenida en Friedriksberg, después del Westerbrücke, no esté bien
iluminada. En las noches cerradas los viajeros hasta podrían chocarse.
Iba a tener una audiencia con el Rey el 1 de octubre. Su Majestad llegó a la 1.30
montado, precedido por un séquito de varios oficiales. Fenger ya me había dicho que le habían
concedido un subsidio de 100 Reichstalers para gastos de viaje.
Ahora he recibido la confirmación del Mayor von Bülow. Si si mi nombre, recibiría una
instrucción. Ahora solo podía ir al vestíbulo del Rey y dirigirme al edecán de turno para una
audiencia.
Un granjero de Zelanda quería ver al Rey. Era un hombre pobre, viejo y de aspecto
enfermizo que vino con nosotros. Se dirigió al edecán y pidió audiencia con el Rey,
entregándole una carta muy larga, pero
no consiguió nada aunque el edecán le
prometió entregar la carta. El granjero
empezó a quejarse y lamentarse a
grandes voces. Pude entener que le
habían quitado sus bienes, dejándolo a
la intemperie. El edecán lo consoló
diciéndole que el alguacil era un buen
hombre y lo ayudaría. Los daneses
tienen un sentido del humor amargo y
sarcástico. El granjero descreía de eso y
por eso deseaba llevar el asunto al Rey.
Pero todas sus súplicas fueron en vano.
Fue una escena desconsoladora y
reveladora.
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El tiempo de espera se hizo insoportablemente largo y no quise esperar más. Tenía cita
con los generales entre las 11.00 y las 12.00 a.m. En parte, por mi pasaporte y en parte para
recoger los 100 Reichstalers. Así que fui adonde el edecán y le expliqué esto. Dijo que podía
venir mañana a las 9.00 pero le respondí que no deseaba más que darle al Rey mi humilde
agradecimiento. Salí afuera a respirar aire puro, lo cual era mucho más agradable que la
pesada atmósfera en la antesala del Rey.
Fui ahora a los generales y me indicaron que volviera en una hora. Durante ese tiempo
fui a ver al cirujano del pueblo, Nese, para despedirme. Al regresar tuve que esperar otra
media hora y finalmente recibí un pasaporte real e instrucciones para ir directamente a la
Cámara de Pagos, donde me entregaron los 100 Reichstalers.
Ahora terminé rápidamente una carta para mi buena esposa. Me había retrasado en
hacerlo.
Me invitaron a almorzar con el profesor y cirujano real Dr. Fenger que quería
mostrarme su colección de instrumentos. A las 6.00 p.m. fui a la Comedia a ver “Der Schlachte
Bauer”, la obra de A. Kotzebue. No me gustó nada esa obra y la música pudo ser mucho mejor.
Después fui a recoger un instructivo a lo del Dr. Colganz y llegué tarde a casa. Todavía
no había recibido mi ropa nueva del sastre. Faltaba terminar algunos pantalones.
El 2 de octubre muy temprano, tan pronto como pude, me levanté y empaqué. Llegó el
miserable y pequeño carro de verdura de Ahmager.
A las 8.00 salimos de Copenhague y a las 11.00 llegamos a Rudersdhal, donde un barco
llevaba dos horas esperando. A las 3.00 de la tarde llegamos a Hälsingborg después de cruzar
el Oreslund. Allí donde había un mercado y mucha gente en la calle. Aquí conocí a Arnoldi en
la Aduana, quien se aseguró de que mis pertenencias no corrieran riesgos. Me gasté 1
Reichstaler para que me firmaran el pasaporte.
Cuando se puso el sol, las montañas de Kullen, que dejamos a nuestra izquierda, se
mostraron muy hermosas. A las 11.00 de la noche estábamos en Kuby y nos quedamos allí, en
una posada pobre.
En Suecia y Noruega, especialmente antes, había muchas casas construidas con madera
que a menudo se pintaban de rojo oscuro con los marcos de sus ventanas en blanco. Esto
le da al paisaje una imagen colorida en verano, pero especialmente en los meses de
nieve durante los largos inviernos. La pintura roja solía provenir principalmente de la
ciudad de Falun, en el centro de Suecia, donde los yacimientos de cobre dejan un residuo
que se usaba para fabricar esa pintura.
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Fue aquí donde gané el primer dinero de mi viaje. Un hijo del director de Correos,
donde nos alojábamos, estaba enfermo. Le receté algunos medicamentos y recibí 16 chelines
por mis servicios. El niño está muy escrofuloso.
En mi viaje de regreso tendría la alegría de
verlo bien de salud.
Las mujeres suecas suben las escaleras con sus simples camisas al aire y cuando van a
pie se levantan las faldas para que se les vea la enagua por encima de las rodillas. Montan a
caballo en sillas cruzadas.
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Los techos de muchas casas están cubiertos de tierra y la hierba crece sobre ellos como
si fuera parte del campo. En Suecia hay muchas ovejas y vacas grandes. Los caballos son
pequeños pero rápidos y resistentes.
En Holsten le prescribí una receta al posadero y me pagó con unas pocas monedas de
cobre que eran lo único que tenía.
En Graahede hubo una fuerte pelea donde un tipo fue arrojado al fuego. En Herrestad,
donde pasamos la noche, también hubo una pelea en la tarde del 7 de octubre.
Pasamos luego por Uddevalla, una ciudad grande y hermosa con excelentes casas. Hay
casas construidas entre las rocas. Nos dijeron que hace mucho tiempo la ciudad se quemó por
completo.
El camino entre Schilleröd y Wik es árido y rocoso. Aquí y allá se cultivan parcelas
individuales de tierra donde también se encuentran las casas. De vez en cuando hay
quitanieves en el camino, que tienen forma de cuñas.
El día 9 viajamos desde Wig pasando por Angst, Hogdl, hasta Svinesund, donde está el
cruce a Noruega. Es un camino esxtramadamente difícil, empinado. Hay que caminar muy a
menudo porque los caballos quedan sin aliento y hay que detenerse. Paredes de roca de
ambos lados del camino es lo único que ves por momentos.
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El cruce de Svinesund n o es difícil. Se toma un ferry y luego regresa a tierra en
Noruega, donde los caminos a menudo son también muy empinados. Las rocas altas forman
un entorno desolado, espantoso.
Un comerciante, Bang, de Drammen, me propuso una ruta más corta, que permitía
ahorrarse 10 millas, eludiendo viajar por Christianía (Oslo)
En Noruega conseguimos otro coche. La tierra está más cultivada que en Suecia, pero a
menudo se levantan macizos rocosos desnudos que interrumpen la planicie de la campiña.
En algunos tramos el camino seguía siendo muy empinado. Después volvía a bajar.
Aquí, como en Suecia, los caballos están acostumbrados a escalar montañas y descienden con
precaución, por lo que no hay ningún peligro si te dejas guiar por el instinto del animal.
Después del desayuno nos dirigimos al campamento. El suelo era claro y arenoso. Un
Mayor del norte vino después y almorzó con nosotros. Después de la cena se sirvió café,
seguido de té. Vinieron varios amigos de la ciudad: el Mayor von Butenschön, que ya me había
encontrado alojamiento en nombre del General; el intendente del Regimiento, Brenneck,
algunos oficiales y dos comerciantes, uno de los cuales estaba casado con una mujer muy alta
y gorda. El otro estaba comprometido con la hermana del General.
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A las 7.00 de la tarde se sirvió una copiosa cena y luego aguardiente. Hubo juego de
naipes y dadosy recién a las 11.00 de la noche quedamos libres. Comimos pescado, carne de
buey asada, urogallo y zorzales rellenos y vino tinto.
Llegué a Larvik entre las 2.00 y las 3.00 de la mañana. Lars Schmidt m alojó en el
puente del barco, subiendo un tramo de escaleras, en un camarote amueblado para mí.
Visita a Larvik
El 12 de octubre, alrededor del mediodía, fui a ver al General al pueblo. Luego fui a ver
al intendente del Regimiento que tuvo la amabilidad de presentarme a los dignatarios locales.
Aquí pude leer en letra impresa que mi tarifa con la asignación de campo es solo de 450
Reichstalers. El cirujano de Brigada aquí, un anciano que tiene casi toda su práctica aquí,
llamado Kragh, también estuvo presente junto a varios oficiales y un predicador, el Preboste
Sartz
Por la tarde recibí la visita del cirujano de División, Behneke, con quien estudié en Copenhague
y que es alemán. Por la noche me invitaron a un encuentro en Scavenius, que deja el Cuerpo ,
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se casa con una chica rica y quiere vivir como comerciante en Tönsberg. Fue rápido todo aquí y
después hubo juego y bebida. Por supuesto, yo estuve como espectador en el juego.
El Preboste Sartz solo predicó durante media hora y su mensaje, lamentablemente, fue
muy mediocre. Antes de la eucaristía se pone una camisa de coro (blanca) y encima un vestido
rojo de terciopelo que lo hace parecido a un sacerdote católico.
Por la noche fui invitado a visitar al farmacéutico Schriver, un hombre muy joven,
recién casado y muy amigable. Allí encontré al Cirujano de División Behnke y concertamos un
encuentro para el día siguiente.
El farmacéutico, que tiene carro y caballos, vino por la tarde a buscarme y recorrimos
las fortificaciones de Larvik. Se ven cañones y morteros por todas partes. En la parte superior
de las montañas hay cañones en unas casamatas de bloques de piedra.
Behnke tiene un apartamento cómodo, con un pequeño jardín, un establo para dos vacas y un
caballo.
El 16 de octubre fui a ver al General. Me quedé allí hasta el mediodía y volví a casa por
la noche. Al día siguiente recibí la grata noticia de que su salud estaba muy bien ahora.
La ciudad de Larvik
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La ciudad de Larvik se encuentra alrededor de los cerros Ter y Avian, cerca de la salida
del fiordo de Oslo, junto al Mar del Norte. Tiene como 500 casas, por lo que no es tan
pequeña. Muchas de ellas se caracterizan por el gusto y la elegancia de la construcción.
Especialmente, las de los comerciantes.
Es difícil subir hasta aquí pero la belleza del lugar compensa el esfuerzo.
El agua corre de prisa y hay varias presas que moderan su afluencia. También una
fábrica de hierro y una de cerveza.
El Mar del Norte rara vez está libre de barcos. Muchas veces, mirándolos, imagino que
voy a Holstein en uno de ellos, al encuentro de mi esposa y mi hijo.
No falta el trabajo duro en las industrias de Noruega. Las tierras cultivadas son el doble
de las que hay en Dinamarca. Hay áreas donde viven 2000 personas en una milla cuadrada.
Recibí una carta del General donde me daba noticias del estado de su hijo. Me pedía
que le diera más remedios. Le receté un vendaje general donde tenía las úlceras.
Kielk es un hombre muy rico, pero a la vez muy engreído y alcohólico, lo que tampoco
da derecho a que nadie se burle de él. Con respecto a la hipocondría (que él sufre) merecía
nuestra más profunda piedad. Pero Hans decía que en realidad Kielk era una mala persona.